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68 26 de octubre de 2018 CUBA 1868 Camagüey insurrecto Con el alzamiento de Las Clavellinas, la España colonialista tuvo que enfrentar otro frente de batalla, además del oriental Por PEDRO ANTONIO GARCÍA D ESDE la reunión de San Mi- guel del Rompe, también co- nocida como la Convención de Tirsán (3 de agosto de 1868), entre los principales conspiradores in- dependentistas del este cubano, comenzaron a aflorar las contradic- ciones entre camagüeyanos y orien- tales. Manzanilleros y tuneros con- vocaban al levantamiento inmediato contra el colonialismo español; los de Puerto Príncipe, apoyados por bayameses, abogaban por una pró- rroga, incluso para después de la zafra de 1869. Finalmente no hubo consenso y se acordó un nuevo en- cuentro para inicios de septiembre. Se citaron para la finca Muñoz, también dentro de la jurisdicción de Tunas. Allí prevaleció el criterio de los cautelosos y se postergó la insu- rrección, pero la situación se tornaba cada vez más comprometida mien- tras transcurrían los días. Ante la in- minente amenaza de una detención, tuvieron que apelar al cimarronaje Luis Figueredo, Juan Fernández Ruz y Ángel Mestre, los dos últimos en los montes cercanos a Manzanillo. El 3 de octubre, en la hacienda Ran- chón de los Caletones, propiedad de Titá Calvar, volvieron a reunirse un grupo de independentistas, ante el reclamo de los impacientes manza- nilleros y con la ausencia de los prin- cipeños. Francisco Vicente Aguilera Bernabé de Varona, unos días después del grito de Demajagua, secundó el movimiento insurreccional y se adentró en son de guerra en la manigua. Lugar donde se produjo el alzamiento de Las Clavellinas. Hoy allí se erige un monumento conmemorativo. Autor no identificado CUBARTE

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68 26 de octubre de 2018

CUBA 1868

Camagüey insurrectoCon el alzamiento de Las Clavellinas, la España colonialista tuvo que enfrentar otro frente de batalla, además del oriental

Por PEDRO ANTONIO GARCÍA

DESDE la reunión de San Mi-guel del Rompe, también co-nocida como la Convención de

Tirsán (3 de agosto de 1868), entre los principales conspiradores in-dependentistas del este cubano, comenzaron a afl orar las contradic-ciones entre camagüeyanos y orien-tales. Manzanilleros y tuneros con-vocaban al levantamiento inmediato contra el colonialismo español; los de Puerto Príncipe, apoyados por bayameses, abogaban por una pró-rroga, incluso para después de la zafra de 1869. Finalmente no hubo consenso y se acordó un nuevo en-cuentro para inicios de septiembre.

Se citaron para la fi nca Muñoz, también dentro de la jurisdicción de Tunas. Allí prevaleció el criterio de los cautelosos y se postergó la insu-rrección, pero la situación se tornaba cada vez más comprometida mien-tras transcurrían los días. Ante la in-minente amenaza de una detención, tuvieron que apelar al cimarronaje Luis Figueredo, Juan Fernández Ruz y Ángel Mestre, los dos últimos en los montes cercanos a Manzanillo. El 3 de octubre, en la hacienda Ran-chón de los Caletones, propiedad de Titá Calvar, volvieron a reunirse un grupo de independentistas, ante el reclamo de los impacientes manza-nilleros y con la ausencia de los prin-cipeños. Francisco Vicente Aguilera

Bernabé de Varona, unos días después del grito de Demajagua, secundó el movimiento insurreccional y se adentró en son de guerra en la manigua.

Lugar donde se produjo el alzamiento de Las Clavellinas. Hoy allí se erige un monumento conmemorativo.

Autor no identifi cadoC

UB

ARTE

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69Año 110/No. 22

Capitanía General de La Habana, algunos hacendados y comercian-tes de la región pensaban lucrar con la situación y arrancarle con-cesiones a España. De la actitud adoptada por Madrid, aseguraba el funcionario colonial, dependía si apoyaban o rechazaban la insu-rrección. De ahí que elementos con una fi rme convicción reformista y claros antecedentes anexionistas, como Napoleón Arango, trataran de apoderarse de la dirigencia del movimiento separatista.

Según testimonios de la época, cuando Manuel de Quesada, un cu-bano que había combatido en México bajo las órdenes de Benito Juárez, en la guerra contra la ocupación france-sa, llegó clandestinamente a Nuevi-tas para entrevistarse con los conspi-radores independentistas. Napoleón Arango lo desinformó y le pintó un cuadro tan pesimista y desesperan-zador que el internacionalista regre-só decepcionado a Nueva York. En esa ciudad, al conocer del alzamiento de Céspedes, retomó sus proyectos de acondicionar la goleta Galvanic y adquirir el alijo que pensaba traer con ella a suelo camagüeyano, pero no pudo tenerlos listos hasta fi nales de diciembre.

Entretanto, para hacer creíble su patriotismo y crearse una aureo-la de líder, Arango supuestamen-te se “alzó” en armas en los días posteriores al Grito de Demajagua

argumentó la falta de recursos para la guerra y propuso un aplazamiento para Nochebuena, pero ya no se po-día esperar más.

Vicente García convocó un nue-vo encuentro al día siguiente, en El Mijial, fi nca de Luis Figueredo, en el cual se fi jó el 14 de octubre como la fecha de alzamiento. Los aconte-cimientos se precipitaron. Según la tradición, una orden de detención cursada desde La Habana contra Céspedes, Aguilera y otros patrio-tas decidió al propietario del inge-nio Demajagua a pronunciar allí, el 10 de octubre, el grito de indepen-dencia. La suerte estaba echada. La insurrección había comenzado.

En el Camagüey

Las noticias del levantamiento pro-vocaron diversas reacciones. Mu-chos independentistas en la tierra de los tinajones consideraron precipita-da esa decisión. Otros se debatieron entre la posibilidad de alzarse o de esperar noticias de una expedición con armas que se estaba preparando en el exterior. Entretanto, Bernabé de Varona, Bembeta, Manuel de Je-sús Valdés y Fernando Agüero, Bota Fuego, secundaron el movimiento del abogado bayamés y se adentraron en son de guerra a la manigua.

De acuerdo con ciertos infor-mes de la Comandancia General de Puerto Príncipe enviados a la

aunque nunca se ha comprobado que haya entablado combate alguno contra tropas peninsulares.

Las Clavellinas

Los impacientes partidarios del le-vantamiento inmediato en la tierra de los tinajones, liderados por Sal-vador Cisneros Betancourt –quien presidía la Junta Revolucionaria de Camagüey–, Ignacio Agramonte, su primo Eduardo e Ignacio Mora, convocaron a los principales patrio-tas de la provincia para una serie de reuniones en la ciudad de Puerto Príncipe (del 1º al 3 de noviembre de 1868) con el fi n de ultimar detalles sobre el inminente alzamiento.

Cisneros había recibido por aque-llos días una carta de Francisco Rubalcaba, fechada en la manigua tunera, en la cual le informaba so-bre la situación en el departamento oriental y le apremiaba para que el Camagüey se incorporara a la insu-rrección. Al citar a los miembros de la Junta Revolucionaria, su presi-dente le dio lectura a la misiva que en uno de sus párrafos, con fi na iro-nía, lastimaba el amor propio de los principeños.

A pesar de ello, todavía el llama-do bando de los cautelosos no tran-sigía sobre el comienzo de la insu-rrección y aconsejaba esperar hasta tener más noticias del proyecto de Quesada de traer una expedición. El 2 de noviembre llegó un telegrama remitido desde La Habana que aler-taba sobre la salida de un vapor con destino al puerto de Nuevitas con un cargamento de 1 500 fusiles Peabo-dy para quintuplicar el número de efectivos de las tropas colonialistas en el territorio.

El tema de los entonces moder-nos fusiles centró el debate de la reunión de esa noche. La propues-ta de Eduardo Agramonte provocó acaloradas discusiones: “Pues de-teniendo el tren que las conduzcan y posesionarnos de ellos”.

Al amanecer del 4 de noviembre de 1868 se reunieron 76 patriotas en el paso del río Las Clavellinas, a 13 kilómetros de la ciudad de Puerto Príncipe para iniciar la insurrección en el Camagüey. Luego marcharon al ingenio El Cercado, propiedad de Manuel Castillo. Allí Jerónimo

Eduardo Agramonte (izquierda) e Ignacio Mora, participantes en el levantamiento.

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70 26 de octubre de 2018

______________Fuentes consultadas:

Los libros La forja de una nación, de Rolando Rodríguez; Hombres del 68, de Vidal Morales, y Eduardo Agramonte, de Emilio Godínez. El Diccionario enciclopédico de His-toria Militar de Cuba.

SEGUNDA QUINCENA

18 (1958) Constitución del Fren-te de Camagüey del Ejército Re-belde. ANIVERSARIO 60.

19 (1933) Fallece el pedagogo, fi lósofo y patriota cubano Enrique José Varona. ANIVERSARIO 85.

20 (1958) Asesinado en San Cristóbal, Pinar del Río, el líder obrero, Elíseo Caamaño. ANIVERSARIO 60.

20-30 (1958) Batalla de Guisa, ro-tunda victoria rebelde dirigida por Fi-del, en la cual cae heroicamente el capitán Braulio Coroneaux (día 26). ANIVERSARIO 60.

23 (1958) Tropas del Segundo y Tercer frentes comienzan la ope-ración Flor Crombet. ANIVERSARIO 60.

25 (2016) Fallece Fi-del Castro Ruz, Líder histórico de la Revolu-ción Cubana.

27 (1893) Fallece Ma-riana Grajales Cuello, la madre de los Maceo. ANIVERSARIO 125.

27 (1953) Asesinado el revolucio-nario Mario Fortuny, por la Policía batistiana. ANIVERSARIO 65.

29 (1963) Muere Er-nesto Lecuona, un mú-sico excepcional y el compositor cubano más difundido en el mundo. ANIVERSARIO 55.

Boza fue designado jefe militar de la tropa insurrecta y se organizaron siete pelotones, cuyas jefaturas re-cayeron en Ignacio Mora, Eduardo Agramonte, Manuel Boza, Martín Loynaz, José Recio, Francisco Arte-aga y Manuel Agramonte.

No obstante, no pudieron proveer-se de los Peabody porque un desper-fecto en la línea ferroviaria de Nue-vitas sumado a sospechas de que el convoy fuera asaltado por desafectos a España, hizo que las autoridades postergaran su transportación y es-peraran a la llegada del imponente Ejército que se encaminaba hacia la región, comandado por el tristemen-te célebre general Blas de Villate, conde de Valmaseda.

Contrario a lo afi rmado por va-rios medios de comunicación y ma-nuales escolares, Ignacio Agramon-te no estuvo entre los 76 asistentes al alzamiento de Las Clavellinas, porque se le habían asignado tareas de apoyo en la ciudad. Su incorpo-ración a la manigua acaeció el 11 de noviembre en el ingenio El Oriente, cerca de Sibanicú.

Igualmente, Salvador Cisneros Betancourt tampoco se halló entre los participantes de ese hecho pues permaneció en la ciudad, supervisan-do el aseguramiento logístico de los alzados. Pocos días después, gracias a un oportuno aviso de que había sido ya cursada la orden de su detención, pudo escapar en un quitrín que aban-donó a la salida de la urbe. Montado en uno de los caballos del carruaje, amparándose en las sombras de la noche, enrumbó por el cauce del arroyo Juan del Toro, afl uente del Hatibonico, hasta que se topó con un campamento insurrecto.

Grandes difi cultades todavía le quedaba por atravesar a la insu-rrec-ción en Camagüey. La labor capitula-dora de Napoleón Arango y otros ele-mentos oportunistas estuvo a punto de tener éxito. Su desenmascara-miento por Ignacio Agramonte salvó la revolución. Y con una dirigencia netamente patriótica los mambises campearon por la sabana camagüe-yana, redujeron el control de los es-pañoles a las principales ciudades y poblados. En el primer lustro de la guerra la tierra de los tinajones devi-no frente de batalla muy difícil para los colonialistas.

Autor no identifi cadoES

TEBAN

VALDER

RAM

A

EFEMÉRIDES DE NOVIEMBRE

Ignacio Agramonte no estuvo en Las Clavellinas, pues se les asignaron otras tareas de apoyo.

Al conocer el pronunciamiento de Demajagua, Manuel de Quesada retomó su proyecto de acondicionar la goleta Galvanic y adquirir armamentos para una futura expedición.

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71Año 110/No. 22

E N la penúltima década del siglo

XIX, el movimiento obrero cubano ca-rece de una prensa que defienda sus intereses. Para ello surge El Productor, en el que se de-nuncia la explota-ción de los obreros por los dueños de

talleres. Durante dos años, al principio es semanal, después cada jueves y domingo. Rápidamente se convierte en un enemigo molesto para la España colonialista. No hay injusticia social que no sea abordada en sus páginas, hasta el punto que las autoridades integristas piensan en la posibilidad de eli-minar físicamente a su director, Enrique Roig San Martín. Oriundo de La Habana, donde nace el 5 de noviembre de 1843, sus coe-táneos solían describirlo de alta estatura, abundante pelo y barba rubia, ojos peque-ños y abundante bigote. Se desempeña

A cargo dePEDRO ANTONIOGARCÍA

Fotos: Archivode BOHEMIA

30 DE OCTUBRE DE 1958

5 DE NOVIEMBRE DE 1843

Enrique Roig San Martín

Evelio Rodríguez CurbeloQUIENES lo conocen en la clan-

destinidad o en la guerrilla, que-dan impresionados de su madurez política, a pesar de sus poco menos de 22 años. Muchos le oyen decir más de una vez: “Ser cubano implica un deber, no cumplirlo es crimen y es traición. En el momento histórico en que vive la Patria no ofrece mar-gen de dudas: o con Cuba o contra Cuba. No es honrado quien vea a la Patria sufrir y no le ofrezca su vida”. Evelio Rodríguez Curbelo nace el 5 de noviembre de 1936 en la fi nca Minas, cerca de Ceballos, Ciego de Avila. Ante la situación económica precaria de la familia, al trasladar-se a La Habana, tiene que trabajar, niño aún, como mensajero en una

en diversos trabajos dentro de la industria azucarera. Labora como tabaquero. En su periódico se pronuncia contra la discrimina-ción racial y las condiciones de inferioridad en que vivía la mujer cubana de la época; contra el juego, la prostitución, los impues-tos abusivos y las medidas de las autorida-des coloniales que afectaban al pueblo. Una dolencia crónica, mal atendida, logró lo que patronos y capitanes generales no habían podido conseguir: silenciar la pluma más bri-llante de El Productor. En la madrugada del 29 de agosto de 1889, deja de existir. De acuerdo con el dirigente comunista e inves-tigador de la historia del movimiento obrero, Fabio Grobart, en los momentos fi nales de su existencia Enrique Roig San Martín está en transición hacia el marxismo, cuyos tex-tos básicos conoce pues puede leerlos en su idioma original. Incluso en El Productor exhorta a los obreros a leer El Capital, a la que califi ca de “obra eminente socialista, en la que están explicadas las tres fases histó-ricas de la cooperación, de la manufactura y de la grande industria”.

farmacia; ayudante para todo en un ta-ller de confecciones, vendedor de vian-das. Después del trabajo, estudia por las tardes, hace la preparatoria para la Escuela de Comercio pero nunca matricula por problemas económicos. En la capitalina tienda Fin de Siglo se inicia en las luchas sindicales. Se opo-ne a la tiranía desde el mismo 10 de marzo de 1952 e integra el Movimiento 26 de Julio, en el que comparte respon-sabilidades en los grupos de Acción y la Sección Obrera. Sus actividades revo-lucionarias no pasan inadvertidas para el aparato represivo del batistato y el M-26-7 le ordena y facilita el asilo en la embajada de Uruguay. El 4 de julio de 1957 marcha a Costa Rica y allí crea en-tre los exiliados un comité del M-26-7,

del que fue su secretario general. A fi nales de marzo logra incorporarse a la Sierra junto con Pedro Miret y un grupo de compañeros. Al frente de una patrulla de la Columna 9, en el Tercer Frente Mario Muñoz, el 30 de octubre de 1958 cae en comba-te cerca del Cristo, en las cercanías de Santiago de Cuba.