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2da edición Boletín La Voz del Heraldo, abril 2009TRANSCRIPT
Tiempo de Angustia y la Última Generación. Por: Samuel
Saldaña Puntos de interés especial
Cierre de la Gracia para el
pueblo de Dios
El Fuerte Pregón
Los llamado a la Hora
Undécima
El Cierre de la Gracia para
los últimos llamados
¿Qué es el Tiempo de An-
gustia?
El Decreto de Muerte
La Liberación de los san-
tos
Contenido:
Características de un sello 1
Tiempo de preparación 2
Tiempo de restauración 4
Tiempo de compartir 6
Tiempo de angustia previo 7
Tiempo de angustia de Jacob 7
La última generación 8
La liberación de los santos 16
Sin Cristo, nada podéis hacer 17
Receta licuado frutas 14
¡Un Ministerio que profesa la Verdad Presente!
abril, 2009
Volumen 1, nº 2
La Voz del Heraldo
Llegado el tiempo en que los llamados para
proclamar el Fuerte Pregón participaron en el
anuncio de este mensaje amonestación y justi-
cia para con los llamados a la Hora Undécima, participarán conforme a los escogidos por
YAHWEH como la última generación.
Los que tuvieron el privilegio de conocer el
Mensaje del Tercer Ángel de Apocalipsis 14,
tienen la gran oportunidad de ser sellados con
el derramamiento del Espíritu Santo de Dios
para hacerles idóneos para heredar el Cielo,
para acondicionarlos en la gran obra del Fuer-
te Pregón y para proporcionar las fuerzas en la
hora de prueba que constituye la imposición de la Ley Dominical y el odio del mundo que
acarrea persecución, encarcelamiento y muer-
te.
A este grupo privilegiado se le permitirá emi-
tir palabras de amonestación y juicio, de vida
y muerte tal como nunca antes había sido.
Nadie quien no sea sellado para eterna reden-
ción podrá abrir más su boca para emitir me-
dias verdades o grandes mentiras. Sólo el
privilegio de ser sellados para la ocasión del
Fuerte Pregón se les permitirá abrir sus bocas que el mensaje solemne del pueblo particular
de Dios.
¿Para qué está destinado por Dios el Fuerte
Pregón si ya ocurrió un sellamiento por la
preparación de la Lluvia Temprana y el cierre
de la Lluvia Tardía? ¿No fueron todos ya
sellados para eterna redención?
Evidentemente Dios se ha reservado un grupo
preparado para la obra solemne de rescatar las almas en medio de un ambiente universal pe-
caminoso. Las experiencias sorprendentes y
sobrenaturales vistas en el pasado bíblico, no
serán más que una sombra de lo que se reser-
va para este tiempo. Las evidencias apuntan
hacia el evento solemne que Dios tiene prepa-
rado para contrarrestar el poder de Satanás.
Un pueblo purificado como se pule el oro y la
plata en el fuego, ha sido acondicionado con
el Fuego Purificador de YAHWEH. Las prue-
bas que experimentamos hoy serán poco por-
que no son más que un vehículo para llegar a
ser herederos de la Justicia de Cristo e idóne-
os de la Patria Celestial.
Recibimos hoy el mismo llamado que Cristo
hizo al joven rico de Mateo 6:
“una sola cosa te falta: anda, vende todo lo
que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”.
Este joven rico tuvo el privilegio de ser invi-
tado a tan loable obra para ser un apóstol o
discípulo de Cristo. Al final su recompensa
era el Reino de los Cielos y no sólo eso, sino que las columnas que soportarán el templo
celestial llevarán su nombre. Sin embargo,
aunque el joven reunía condiciones necesa-
rias para ser un discípulo el Señor lo con-
frontó con los mismos conflictos que la
humanidad experimenta hoy: “Despójate de
todo lo que tienes y dadlo a los pobres”.
Cristo le invitaba hacer la misma obra de
amor que Él tuvo por nosotros. Abandonando
Su regia corona y Su manto real para asumir
una naturaleza caída, lo dio todo a esta pobre raza humana.
Dependerá de nosotros los que llevamos la
delantera en la causa ante la pregunta que
Cristo nos hace hoy: “anda y dadlo todo a los
más necesitados”… ¿No es este el principio
del Cielo? ¿No es esta la esencia del carácter
que sale del Trono de Dios? ¿No es la fuente
de agua que fluye desde Su Trono Real el que
alimentará un río que servirá para vida de los
redimidos en la Nueva Canaán?
Dios ha dado todo, y como omnipotente, será
capaz eternal de compartir Su amor a cada
una de Sus criaturas, pues “las conoce a cada
una por nombre”.
Tantos los santos ángeles, como los redimi-
dos de la Tierra podrán dar testimonio que el
gobierno de Dios ante el pecado y el error, es
capaz de inclinarse por la misericordia y Su
plan de amor es restaurador.
www.alaluzdelabiblia.org
Tiempo de preparación: El Mensaje del
Tercer Ángel
Hemos de recordar que el mensaje de Apoca-lipsis 14 es un mensaje restaurador enfocado
increíblemente como una amonestación de
misericordia y justicia que revela la Santa
Ley de Dios y por ende, el carácter del Gran
Gobernador.
Los que hemos experimentados los sistemas
de dictadura podemos comprender mejor que
las leyes que impone el dictador revela sus
propósitos y por consecuencia su carácter.
Los hechos manifiestos en la Ley de Dios
han de darnos una comprensión de la maravi-
llosa gracia del Altísimo.
El primer mensaje angelical de Apocalipsis
14 nos revela la restauración de los 10 Man-
damientos del Éxodo 20.
“Teme a Dios y dadle honra” es una amones-
tación de la restauración de los 10 Manda-
mientos que de hecho, cuando fue proclama-
do se restauraron por un pueblo que heredaba nuevamente el cetro de justicia delante del
mundo. Este evento daba inicio el Juicio
Investigativo que de hecho las bases de su
proceder son los mismos mandamientos del
Decálogo Divino proclamados en el Monte
Sinaí.
Si comparamos los mandamientos que se
confeccionó Satanás y que el mundo tiene
por ley, es una adulteración de dos puntos
fundamentales, con esto no quiero decir que las 10 normas no están en santo equilibrio y
dependientes una de la otra, sin embargo, si
somos más amplios podremos encontrar que
existe un orden particular en cada precepto y
no solo eso sino que Dios también las agrupa
y por eso vemos su selección en dos tablas de
piedra.
Mientras tanto Satanás hacía un cambio en
los Mandamientos de Dios, particularmente
el Primero, Segundo y Cuarto mandamiento,
Dios establecía un pequeño remanente como nación ante el resto del mundo que le permi-
tiría ser portador de Sus verdades. Su obra
no obstante era pequeña, sino que en medio
de los ataques y asechanzas de las tribus ene-
migas enemistadas con la Ley de Dios, pro-
curaban disminuir su capacidad de experien-
cia con la Ley Santa.
Es por ello que vemos a Satanás eliminando
el Sistema de Adoración que nos exhorta la
primera tabla de los Mandamientos Santos.
Tanto el primero como el segundo manda-
miento tienen que ver precisamente con la
adoración de un Dios:
“No tendrás dioses ajenos delante de mí.
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de
cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la
tierra, ni en las aguas debajo de la tierra:
No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; por-
que yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso,
que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á
los que me aborrecen”. Éxo. 20.3-5.
Particularmente con el cambio del Sábado
como mandamiento central del Decálogo
eliminaba precisamente el día de convite en-
tre Dios y Su pueblo, aunque el tercer manda-
miento también acota a la adoración, el man-
damiento que realza el poder omnipotente de
Dios y recordatorio es el día establecido para
santa convocación que permitiría a los santos
fieles que desean apegarse al sistema divino, ser protegidos de las asechanzas del Enemigo
de las almas.
“Acordarte has del día del reposo, para santi-
ficarlo:
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;
Mas el séptimo día será reposo para Jehová
tu Dios: no hagas en él obra alguna, tú, ni tu
hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu
bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus
puertas: Porque en seis días hizo Jehová los cielos y
la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos
hay, y reposó en el séptimo día: por tanto
Jehová bendijo el día del reposo y lo santi-
ficó.”. Éxo. 20.8-11.
Recordemos que las Fiestas Solemnes que
eran consideradas como “sábados” (plural)
no eran más que una ocasión para que el pue-
blo experimentara la demostración de su fide-
lidad y renovación con Dios. Aquellos que
no se convocaban durante el año para hacer confesión de pecado reconociendo su necesi-
dad con un Dios único, verdadero a quién se
le rinde homenaje y pleitesía, tenían aún un
último tiempo oportuno para llevar su sacrifi-
cio al sonar de las trompetas que por diez
días eran escuchadas para santa convocación.
Este proceso de ofrecimiento de ofrenda,
... Continuación del artículo anterior
“No tendrás dioses
ajenos delante de mí.
No te harás imagen,
ni ninguna semejanza
de cosa que esté
arriba en el cielo, ni
en la tierra, ni en las
aguas debajo de la
tierra, yo soy YHWH
celoso y fuerte”. Ex.
20.3-5
Página 2 La Voz del Heraldo
confesión de pecados y arrepentimiento no era más que el
recordatorio a futuro de la necesidad de un Mediador Divi-
no ante la faz del Supremo de todos los siglos como el
único vehículo establecido para restaurar el alma.
Aquellos que definitivamente ignoraron el servicio del
Continuo para llevar ofrenda y confesión, pero que
además rechazaban el último convite al sonar de las trom-
petas, sería rechazado o excluido de los privilegios de ser
el “Pueblo de Dios”, “la niña de Sus ojos”. Inmediata-
mente esta persona sería excluida de la nación porque ven-
ía a constituirse en fomento de rebelión y un peligro para
la nación porque cada año la nación no sólo tenía que ser
justificada sino purificada o santificada y conforme al plan
Divino existía una fiesta conocida como el Día de Expia-ción el cual consistía en el Gran Día de Juicio y que Dios
relevaría Su deseo de gloriarse sobre el pecado. Este pue-
blo en sujeción a las diversas leyes de Dios era reconcilia-
do ante la misma ley que procuraba cumplir por la media-
ción de Aquél que pagaba el pecado y no sólo pagaba sino
que expiaba o eliminaba cada uno de los pecados confesa-
dos al punto de no ser considerados jamás.
Todo este sistema de ley ritual o ceremonial, como las 10
Leyes Santas recalcaban tanto el Dios por adorar como el
sistema de adoración propio que era fundamental para
fortalecer nuestro carácter provisto precisamente de esa relación diaria con Dios y de un día de pacto que restaura-
ba y olvidaba todo lo malo acontecido, pero que también a
la vez en que olvidaba todo lo malo, fortalecía todo lo
bueno que se había hecho en Nombre del Dios de Israel.
Por tanto, el Primer Mensaje Angelical no es más que la
restauración de la Ley Santa de Dios:
1.– Los 10 Mandamientos de Dios
2.– Las leyes de salud
3.– Las leyes civiles, sociales o de orden 4.– Ley ritual o ceremonial que sería excluidas más ade-
lante con el sacrificio del Cordero de Dios.
El Segundo Mensaje Angelical de Apocalipsis 14 proclama:
“Ha caído, ha caído Babilonia, aquella grande ciudad, porque ella
ha dado á beber á todas las naciones del vino del furor de su for-
nicación”. Apoc. 14.8.
El mensaje segundo es dependiente del primer mensaje dado que
al llamar un pueblo restaurador de las Leyes de Dios, se puede
identificar por medio de la palabra profética quiénes son los acto-
res de la obra de Satanás y quiénes los de Dios.
El segundo mensaje identifica no sólo al “dios falso” sino “el
sistema de adoración falso”. Si Dios dispone de un día santo, a saber, el sábado, Satanás dispone del suyo, el domingo.
La proclamación de este ángel señala que ha sido identificada la
institución que ha dado de beber el sistema falso de adoración
identificado como “el vino de su confusión” que es obtenido por
la relación ilícita entre dos: Dios y el pueblo.
Note que el contraste del mensaje siguiente con los dos anteriores
es una amonestación que tal como ocurría con aquellos que no
quería formar parte del verdadero sistema de adoración en el los
días de invitación solemne de YAHWEH, sería excluidos de la
nación y se les hacía una justicia inmediata aprobada, de hecho, por mandato de Dios, sería raídos porque no eran merecedores
del alcance protector de Dios. Sin embargo, aquellos que se que-
daban dentro del pueblo pero que no confesaban pecado o esta-
ban medios convertidos venían a constituirse un peligro de de-
gradación del resto del pueblo por lo que recibirían también por
medio de un juicio, castigo de muerte.
“Si alguno adora á la bestia y á su imagen, y toma la señal en su
frente, ó en su mano, Este también beberá del vino de la ira de
Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será ator-
mentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y de-lante del Cordero:”. Apoc. 14.9-10.
“Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús”.
Es la particularidad del pueblo singular que Juan nos revela en Apocalipsis 14.12, los cuales fueron encontrados “sin contami-
nación de mujer, ni encontrado mentiras en sus bocas”. (Apoc. 14.4, 5).
Hemos de recordar que la iglesia verdadera es considerada como una mujer virgen: “Y yo Juan vi la santa ciudad, Jerusalem
nueva, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”. Apoc. 21.2 (ver también Efe.
5.22-32; 2 Cor. 11.2; Isa. 1.21; 54.5, 6).
Pero en contraste a la “virgen inmaculada”, vemos una “mujer prostituta” viene a constituirse con una iglesia espuria donde sus
doctrinas son muerte (Apocalipsis capítulo 17).
Es decir, el pueblo singular “que no se contaminó con mujer y fue encontrado en sus bocas mentiras”, aunque ellos pudieron
haber tenido relación estas iglesias falsas, abandonaron el sistema falso de adoración. No fueron encontrados al momento del
juicio proclamando en sus bocas mentiras o palabras de muertes, porque sus doctrinas y sistema de adoración ahora que cono-cieron la verdad al ser sinceros con Dios, renunciaron a estas y al momento en que fueron llevados delante del juicio divino,
sus vidas, sus pensamientos y ahora la herencia eterna eran destinados a un Dios verdadero y Único.
... Continuación del artículo anterior
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Tiempo de restauración: Lluvia Temprana
y Lluvia Tardía
Entre las bendiciones que Dios da para el tiempo del juicio que es visto como el tiempo
de la cosecha es necesaria la Lluvia Tempra-
na y la Lluvia Tardía. Dios nos enseñanza por
medio de la naturaleza en favor de Su pueblo.
Para recoger la mies, es necesario cultivar la
semilla apropiada del cual entre los elemen-
tos necesarios que nutren su germinación, no
es posible llevarse a cabo sin las primeras
lluvias. De igual forma, para que la mies sea
mucha y toda recogida en abundancia sería necesaria que aquellas semillas que germina-
ron terminen al tiempo exacto de la cosecha
por lo que será necesaria la Lluvia Tardía y el
fruto estará acondicionado para una cosecha
no sólo efectiva, sino abundante.
Las lluvias son consideradas como una ben-
dición por Dios:
“Yo daré la lluvia de vuestra tierra en su
tiempo, la temprana y la tardía; y cogerás tu
grano, y tu vino, y tu aceite”. Deut. 11.14.
“Así también es la resurrección de los muer-
tos. Se siembra en corrupción; se levantará en
incorrupción; se siembra en vergüenza, se
levantará con gloria; se siembra en flaqueza,
se levantará con potencia; se siembra cuerpo
animal, se levantará cuerpo espiritual. Hay
cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”. 1
Cor. 15.42-44.
“Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del
hombre, que tenía en su cabeza una corona de
oro, y en su mano una hoz aguda”. Apoc.
14.14.
Sin embargo, hemos sido mal instruidos en
cuanto a lo que corresponde la Lluvia Tardía,
sin bien es cierto tiene que ser precisamente
el derramamiento del Espíritu Santo el cual
nos acondiciona con Su sello para realizar la
obra solemne del Fuerte Pregón y nos da la
idoneidad para heredar el Reino de los Cie-los:
“Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y
gozaos en el SEÑOR vuestro Dios; porque os
ha dado la primera lluvia arregladamente, y
hará descender sobre vosotros lluvia tempra-
na y tardía como al principio”. Joel 2.23.
Sino que se hace también imperativo tener en
cuenta no sólo la identificación de este
hecho, sino también como lograr estas bendi-
ciones.
“Inclina vuestro oído, Oh cielos y hablaré.
Oiga, Oh tierra, las palabras de mi boca. Mi
Doctrina dejará caer como la lluvia; mi len-
guaje destilará como el rocío, como la lluvia
pequeña en la hierba tierna, y como las du-
chas en el césped. Porque publicaré el nom-
bre del Señor, le atribuye a grandeza hacia
nuestro Dios”.
“Nuestros hermanos necesitan comprender los oráculos de Dios; necesitan tener un co-
nocimiento sistemático de los principios de la
verdad revelada, que los preparará para so-
brellevar aquello que está por sobrevenir en
la tierra, e impedirá que sean llevados de aquí
para allá por todo viento de doctrina”.
2JT.101 (1885).
“Y el profeta Óseas reafirma: “"Venid, vol-
vamos al Eterno. El nos desgarró, y nos cu-
rará; hirió, y nos venda. Conozcamos al Eter-
no, insistamos en conocerlo. Su venida es tan segura como el alba. Vendrá a nosotros como
la lluvia, y como la lluvia temprana y tardía
que riega la tierra”. Oseas 6.1-3.
“Como descienden del cielo la lluvia y la
nieve, y no vuelven allá, sino que riegan la
tierra, y la hacen germinar y producir, y da
semilla para sembrar y pan para comer, así
será mi Palabra que sale de mi boca, no vol-
verá vacía, antes hará lo que yo quiero, y
prosperará en lo que le ordené”. Is. 55.10, 11.
La preparación de la sana doctrina nos permi-
tirá identificar cuáles son las falsas enseñan-
zas para realmente ser edificados en Espíritu
y en Verdad. Una vez gozamos de las sanas
enseñanzas y las obedezcamos, podremos
experimentar la transformación de purifica-
ción que trae consigo la perfección del derra-
mamiento del Espíritu de Dios.
“El corazón debe estar exento de contamina-
ción, y limpio, para que en él more el Espíri-tu. Por medio de la confesión y el abandono
del pecado, por medio de la oración ferviente
y la consagración a Dios, los primeros discí-
pulos se prepararon para el derramamiento
del Espíritu Santo en el día de Pentecostés.
La misma obra, sólo que en mayor medida
debe realizarse ahora”. TM.507.
... Continuación del artículo anterior
“Yo daré la lluvia de
vuestra tierra en su
tiempo, la temprana y la
tardía, y cogerás tu
grano, y tu vino, y tu
aceite”. Deuteronomio
11.14
Página 4 La Voz del Heraldo
Tal como hemos referido que, nuestra experiencia es se-
mejante al pasado, se tiene prometido por la universalidad
de los eventos, una potencia aun mayor que en los días de
los apóstoles:
“Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en el
Eterno vuestro Dios; porque os dio la primera lluvia a
tiempo, y os enviará lluvia temprana y tardía, como al
principio”. 2.23
La experiencia proclamada por el profeta Joel apunta a
que se “dio la primera lluvia a tiempo”, se tiene prometido
una lluvia temprana y tardía al fin de los tiempos tal como
había sido en el derramamiento colectivo del Pentecostés
en el aposento alto y la experiencia que se consumó a través de Moisés para con el pueblo que estaría aún por
prepararse. Es decir, que el evento anterior de los apósto-
les vino a ser la Lluvia Temprana y la reservada para este
tiempo será la Lluvia Tardía.
¿Cuál es el propósito de Dios en medio de estos dos proce-
sos?
Acondicionar la cosecha que empezó con los apóstoles y
que se cerrará con los últimos discípulos administrados
como los primeros por Cristo mismo.
“… La lluvia tardía, que cae hacia el fin de la temporada,
madura el grano y lo prepara para la siega. El Señor em
plea estos fenómenos naturales para ilustrar la obra del
Espíritu Santo. Así como el rocío y la lluvia caen al princi-
pio para que la semilla germine, y luego para que la cose-
cha madure, se da el Espíritu Santo para que lleve a cabo a
través de sus etapas el proceso del crecimiento espiritual”.
La maduración del grano representa la terminación de la
obra de la gracia de Dios en el alma. Mediante el poder del
Espíritu Santo se ha de perfeccionar en el carácter la ima-
gen moral de Dios. Debemos ser totalmente transformados a la semejanza de Cristo La lluvia tardía que madura
la cosecha de la tierra representa la gracia espiritual que
prepara a la iglesia para la venida del Hijo del hombre.
TM.506.
“Orad por la Lluvia Tardía”. TM.506.
“Pedid al Eterno lluvia en la estación tardía. Y el Eterno
hará relámpagos, y os dará lluvia abundante”. Zac. 10.1.
Aunque existan dos lluvias generaciones, será necesario al
tiempo del fin los dos derramamientos, tanto la temprana como la tardía:
“Pero a menos que haya caído la lluvia temprana, no habrá
vida: la hoja verde no aparecerá. A menos que las prime-
ras precipitaciones hayan hecho su obra, la lluvia tardía no
podrá perfeccionar ninguna semilla”. TM.506.
“Muchos, en gran medida, han dejado de recibir la lluvia tempra-
na. No han obtenido todos los beneficios que Dios ha provisto
para ellos por medio de ella. Esperan que la deficiencia sea supli-
da por la lluvia tardía. Cuando se conceda la gracia en forma abundante y rica, se proponen abrir sus corazones para recibirla.
Están cometiendo una terrible equivocación. La obra que Dios ha
comenzado en el corazón humano al darle su luz y conocimiento,
debe progresar continuamente. Todo individuo debe ser cons-
ciente de su propia necesidad”. TM.507.
Tristemente muchos están cometiendo el error de creer que la
Lluvia Tardía vendrá a suplir su deficiencia en el futuro, conside-
ran erróneamente que al ser impartido el poder del Espíritu en-
tonces será que podrán suplir sus deficiencias e iniciarán la obra
de alcanzar las almas.
La persona o grupos minoritarios o no, están alistándose para la
gran quema del Día de la Venganza de YAHWEH. Ellos han
estado en la
conformidad
de la tibieza
de la Iglesia
de Laodicea.
Han despre-
ciado toda
ocasión del
llamado per-manente que
hace el Testi-
go Verdadero
a Su pueblo.
Aquellos que
no se identifi-
caron con las
obras del
tiempo tem-
prano, ¿cómo
podrán identi-ficarse al tiempo del fin si no padecieron junto con Cristo la puri-
ficación del carácter en medio del trabajo arduo de rescatar alma
por alma? El mensaje del tercer ángel no será comprendido por
estos. Aún no han vendido todo para darlo a los pobres en espíri-
tu. Han preferido la condición confortable que el mundo da.
Ellos serán aborrecidos por Dios junto con sus buenas obras oca-
sionales.
“El mensaje del tercer ángel no será comprendido por aquellos
que se niegan a caminar en su gloria creciente, y los tales lla-
marán una luz falsa a la luz que iluminará la tierra con su gloria”.
Review and Herald. mayo 27, 1890.
De estos serán recordadas las palabras del Santo: “… Nunca os
conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. Mat. 7.23.
Ignoraron toda ocasión mientras la puerta estuvo abierta, más la
puerta será cerrada y nadie la podrá abrir jamás.
... Continuación del artículo anterior
Página 5 Volumen 1, nº 2
“Hemos de poner a un lado nuestros planes estrechos y egoístas, recordando que se nos ha encargado una obra de la mayor mag-
nitud y de la más alta importancia. Al hacer esta obra estamos pregonando los mensajes del primer ángel, del segundo y del
tercero, y preparando así la llegada de aquel otro del cielo que ha de iluminar la tierra con su gloria”. 3JT.13.
Tiempo de compartir
Parte del mensaje de pregonar las enseñanzas de amonestación y vida es el Mensaje del Cuarto Ángel. Recordemos que en el
libro del Apocalipsis se ve “a otro ángel” a parte de los otros tres ángeles.
“Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder, y la tierra fue iluminada con su gloria”. Apoc. 18.1.
“Después vi otro ángel poderoso, al que se ordenó que bajase a la tierra y uniese su voz a la del tercer ángel para dar fuerza y
vigor a su mensaje. Ese ángel recibió gran poder y gloria, y al descender dejó toda la tierra iluminada con su gloria. La luz que
rodeaba a este ángel penetraba por doquiera mientras clamaba con fuerte voz: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha
hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible". Aquí se repite el mensaje de la caída de Babilonia, tal como lo dio el segundo ángel, con la mención adicional de las corrupciones introducidas
en las iglesias desde 1844. La obra de este ángel comienza a tiempo para unirse a la última magna obra del mensaje del tercer
ángel cuando éste se intensifica hasta ser un fuerte pregón. Así se prepara el pueblo de Dios para afrontar la hora de la tentación
que muy luego ha de asaltarle. Vi que sobre los fieles reposaba una luz vivísima, y que se unían para proclamar sin temor el
mensaje del tercer ángel”. PE.277.
Este ángel corresponden los santos que realizarán la obra de la cosecha y que han preparado en manojos el trigo celestial para
cuando Cristo venga con su “hoz aguda” para recogerla de lo que ha sido cizaña. Padecieron tribulación, el escarnio y la burla a
causa de la proclamación de este mensaje, porque un mundo caído no reconoció a Dios, si no las doctrinas espurias del vino de la
confusión de las iglesias apóstatas.
“Arrepentidos de nuestra apostasía, ¿no buscaremos al Señor con fervor, lamentando haber descuidado su Palabra, de no conocer mejor la verdad, y dirigirnos a él con todo nuestro corazón a fin de que nos sane y nos ame libremente? Demos hoy un paso en
dirección al cielo…
La lluvia tardía ha de caer sobre el pueblo de Dios. Un poderoso ángel descenderá del cielo, y toda la tierra será iluminada con su gloria. ¿Estamos listos para tomar parte en la gloriosa obra del tercer ángel? ¿Están nuestros vasos listos para recibir el rocío
celestial? ¿Tenemos contaminación y pecado en el corazón? Si es así, limpiemos el templo interior, y preparémonos para la
lluvia tardía. El refrigerio de la presencia del Señor nunca caerá sobre corazones llenos de impureza. ¡Dios nos ayude a morir al
yo, para que Cristo, la esperanza de gloria, pueda ser formado en nosotros!”. RP.297.
La Lluvia Tardía no será dado aquellos que no han sido transformado en medio de la prueba. Tal como Simón el mago pudo
reconocer el poder de los apóstoles, pidió comprar el poder Santo de Dios como quien compra cualquier alhaja. De igual manera
el pueblo de hoy está esperando recibir poder sin ningún esfuerzo. Tristemente de estos se puede decir:
“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que la amistad del mundo es ene-
mistad con Dios? El que quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios”. Santiago 4.1-4.
“Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen”. Hec.5.32.
Si Cristo padeció con Su cruz, Él también nos invita tomar Su cruz y seguirle:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame”. Mateo 16.24.
Aún así, fue Cristo mismo quien dio señal de las consecuencias de no atender el llamado:
“Y el que no toma su madero, y sigue en pos de mí, no es digno de mí”. Mateo 10.38.
Aún están atados nuestros sentidos a intereses mundanos. Nos afecta el orgullo de vernos afectado por los burladores. Nos excu-
samos a falta de talentos tal como aquel siervo malo y negligente (perezoso) que se le dio “un talento y escondió debajo de la
tierra porque conocía su amo era duro y que cosechaba donde no sembró, y recoge donde no esparció”. (Mateo 25.14-30).
... Continuación del artículo anterior
Página 6 La Voz del Heraldo
“Por muy grande que sea la altura en que haya estado cualquier ministro en el favor de Dios, si deja de seguir la luz que Dios le
dio, si se niega a ser enseñado como un niñito, caerá en las tinieblas y los engaños satánicos, y conducirá a otros por la misma
senda.
Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello Dios mientras nuestros caracteres tengan una mancha. Nos toca a nosotros remediar
los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros
como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés. Nos conformamos con demasiada facilidad con lo
que hemos alcanzado. Nos sentimos ricos y con abundancia de bienes, y no sabemos que cada uno de nosotros es un “cuitado y
miserable y pobre y ciego y desnudo". (Apoc. 3:17) Ahora es el momento de oír la amonestación del testigo fiel: "yo te amonesto
que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra
la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. (Vers. 18)... Mientras elijamos la senda fácil de la com-
placencia propia y nos asuste la abnegación, nuestra fe no llegará nunca a ser firme, y no podremos conocer la paz de Jesús ni el
gozo que proviene de una victoria consciente.
¡Ojalá tengamos fe viva y activa! La necesitamos; debemos tenerla o desmayaremos y caeremos en el día de la prueba... Por nuestra experiencia pasada, debemos saber esto. En aquél día en que Dios tenga controversia con su pueblo, esta experiencia
será una fuente de consuelo y esperanza... "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Heb. 3:7, 8, 15). Estamos
en una situación muy penosa, aguardando y velando por la aparición de nuestro Señor. El mundo está en tinieblas. "Mas voso-
tros, hermanos -dice Pablo- no estáis en tinieblas, para que aquél día os sobrecoja como ladrón". (1 Tes. 5:1-6). El propósito de
Dios consiste siempre en sacar luz de las tinieblas, gozo del pesar, y descanso del cansancio para el alma que aguarda anhelante.
2JT.69,70.
Tiempo de Angustia Previo y Angustia de Jacob (Decreto de Muerte)
La luz que abrió el camino el Sistema de Adoración (El Santuario y su servicio por Milian Lauritz Andreasen)
“Mientras Cristo en el cielo perdona el pecado, un sacerdote pretende hacer lo mismo en la tierra. Mientras que Cristo intercede por el pecador, también lo hace un sacerdote. Y las condiciones del sacerdote para perdonar el pecado son mucho más fáciles de
satisfacer que las condiciones de Cristo. Los hombres se olvidaron completamente de que había un santuario en el cielo. Esta
verdad fue derribada por tierra. Es obra dada por Dios a la iglesia llamar la atención de los hombres a Cristo y a la verdad. Es el
único medio que Dios tiene para instruir a los hombres. Cuando Cristo ascendió al cielo a iniciar su ministerio en el santuario
celestial, fue deber y privilegio de la iglesia proclamar estas nuevas hasta los confines del mundo. Desde entonces no debían
realizarse más sacrificios en la tierra. Eso pertenecía a la antigua dispensación. También había cesado el sacerdocio levítico. El
velo se había rasgado y se abría para el hombre un camino nuevo y vivo. Los hombres tenían libre acceso a Dios y podían pre-
sentarse confiadamente ante el trono de la gracia sin ningún intercesor humano. Todo el pueblo de Dios había llegado a ser un
sacerdocio real, y desde entonces ningún hombre intervendría ni se interpondría entre un alma y su Hacedor. El camino de acce-
so estaba abierto a todos.
Cristo es nuestro Sumo Sacerdote. En el Calvario murió como Cordero de Dios. Derramó su sangre en nuestro favor. Los sacrifi-
cios mosaicos lo habían profetizado durante siglos. Ahora había llegado la realidad, aquello de lo cual lo demás había sido tan
sólo sombra. En el Antiguo Testamento, la muerte del cordero no bastaba. Debía ser suplementada por el ministerio del sacerdo-
te mientras rociaba la sangre sobre el altar o en el lugar santo. Eso también ocurre con la muerte y la sangre de Cristo. Habiendo
sido provista la sangre, Cristo iba a ser "ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el
hombre" (Heb. 8:2). Así "Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no
hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró
una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención" (Heb. 9:11 y 12).
El lugar santo mencionado aquí no es el del tabernáculo terrenal. "Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura
del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios" (Heb. 9:24). Ante la presencia de Dios,
Cristo intercede y presenta su sangre que no santifica simplemente "para la purificación de la carne" como lo hacía antaño la sangre de los becerros y machos cabríos. "¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí
mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" (Heb. 9:13 y 14). Cual-
quiera que desee sentir su conciencia purificada puede, por lo tanto, confiadamente "entrar en el Lugar Santísimo por la sangre
de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote
sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala con-
ciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (Heb. 10:19-22). En el Antiguo Testamento sólo el sacerdote podía entrar en el
santuario. Ahora todos pueden entrar. Es "el camino nuevo y vivo que él nos abrió".
... Continuación del artículo anterior
Página 7 Volumen 1, nº 2
Es deber y privilegio de la iglesia proclamar este nuevo, vivo y bienaventurado camino. Cada uno puede llegar directamente a
Cristo. No necesita la intercesión de un sacerdote como en el santuario terrenal. Esto ha sido eliminado. Cada hombre puede pre-
sentarse ante su Hacedor directamente sin intervención humana. Puede entrar confiadamente a través del velo. Esta es la verdad
que debe ser restaurada.
No es necesaria la interposición de ninguna persona, de ningún ser creado para allegarnos a Dios. La Escritura enseña claramente
que hay un solo "mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Tim. 2:5). La Biblia no reconoce otro mediador. Al
enseñarse otra cosa se atenta contra la verdad de Dios.
No necesitamos entrar en detalles acerca de los problemas matemáticos de los 2.300 días. Referimos al lector a El Conflicto de
los Siglos, de Elena G. de White, y otras obras destacadas de los adventistas. Basta decir que estos días, o más bien dicho, estos
años, empezaron en 457 AC y terminaron en 1844 de nuestra era. En esta última fecha debía ser purificado el santuario.
Es evidente que esta purificación no puede referirse al santuario terrenal. Este había sido destruido hacía mucho y su servicio
suspendido. Debe referirse, por lo tanto, al santuario celestial, del cual se dice que debía ser purificado "con mejores sacrificios que" los del Antiguo Testamento (Heb. 9:23).
Ya hemos considerado en detalle el asunto de la purificación del santuario terrenal. Esta purificación era una figura de la purifi-
cación del santuario celestial. Así como los sacerdotes servían en el primer departamento del tabernáculo cada día del año hasta
el gran día de las expiaciones, también Cristo entró en el primer departamento del santuario celestial hasta el tiempo de su purifi-
cación. Esa fecha era 1844.
Entonces Cristo comenzó la parte final de su ministerio. Entonces entró en el santísimo. Entonces se inició la hora del juicio, que
llamamos el juicio investigador. Cuando esa obra esté hecha, cesará el tiempo de gracia y Cristo vendrá.
Al llegar aquí quisiéramos llamar la atención a la palabra "purificado", que se usa en Daniel 8:14. En hebreo es tsadaq, y es tra-
ducida "justificado", llegar a ser justo. Algunos traducen: "Entonces el santuario será justificado". Otros: "Entonces será reivindi-cado el santuario". Y aún otros: "Entonces el santuario recibirá el reconocimiento que merece". La palabra encierra la idea de
restauración así como de purificación.
Estos significados de la palabra son importantes en vista del hecho de que el santuario ha sido pisoteado y la verdad derribada
por tierra. ¿Llegará alguna vez el tiempo en que el tema del santuario recibirá su lugar legítimo, en que Dios vindicará su verdad,
y será desenmascarado el error? Sí, contesta la profecía, llegará ese tiempo; se levantará un poder malo que perseguirá al pueblo
de Dios, obscurecerá la cuestión del santuario, derribará la verdad por tierra, y prosperará en hacerlo. Levantará su propio siste-
ma en competencia con el sistema de Dios, intentará cambiar la ley, y por su política astuta engañará a muchos. Pero será desen-
mascarado. Al fin de los 2.300 días, se levantará un pueblo que tendrá entendimiento respecto a las cuestiones del santuario, que
seguirá a Cristo por la fe en el lugar santísimo, que tendrá la solución que quebrantará el poder del misterio de iniquidad, y saldrá
a proclamar la verdad de Dios. Un pueblo tal es invencible. Proclamará intrépidamente la verdad. Hará la contribución suprema en defensa de la verdad del santuario. "Los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levan-
tarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar" (Isa. 58:12).
Las controversias finales serán bien definidas. Todos comprenderán lo que está en juego y sus consecuencias. El punto principal
será la adoración de la "bestia" o la adoración de Dios. En esta controversia se abrirá el templo de Dios en el cielo, y los hombres
verán "el arca de su pacto" (Apoc. 11:19). El pueblo de Dios en la tierra desempeñará una parte en revelar a los hombres el tem-
plo abierto.
Es privilegio especial poder tener una parte en una obra tal. Pero si queremos vencer, debemos saber dónde estamos y por qué.
Dios nos dé la gracia de ser hallados fieles.
La Última Generación
La demostración final de lo que el Evangelio puede hacer por la humanidad todavía está en lo futuro. Cristo mostró el camino.
Tomó un cuerpo humano, y en ese cuerpo demostró el poder de Dios. Los hombres han de seguir su ejemplo y probar que lo que
Dios hizo en Cristo, puede hacerlo en todo ser humano que se somete a él. El mundo aguarda esa demostración (Rom. 8:19).
Cuando se haya realizado, vendrá el fin. Dios habrá cumplido su plan; habrá demostrado que él es veraz y Satanás mentiroso. Su
gobierno estará reivindicado [Eze. 36:23].
... Continuación del artículo anterior
Página 8 La Voz del Heraldo
Hoy se enseñan muchas doctrinas falsas acerca de la santidad. Por un lado, hay quienes niegan el poder de Dios para salvar del
pecado; por otro, están los que se jactan de su santidad delante de los hombres y quisieran hacernos creer que están sin pecado.
Entre la primera clase hay no solamente incrédulos y escépticos, sino creyentes cuya visión no incluye la victoria sobre el peca-
do, sino una transigencia con él. En la otra, están los que no tienen un concepto justo ni del pecado ni de la santidad de Dios, cuya visión espiritual está tan dañada que no puede percibir sus propias faltas y por lo tanto, se creen perfectos, y cuyo concepto
de la verdad y la justicia lo estiman superior al que se revela en la Palabra. No es fácil decidir cuál es el mayor error.
Que la Biblia enseñe la santidad es indiscutible. "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23). "Seguid la paz con todos, y
la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Heb. 12:14). "Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación" (1 Tes. 4:3). La
palabra griega hagios con sus diversas formas se traduce "santificar", "santo", "santidad", "santificado", "santificación". Es la
misma palabra que se usa para designar los dos departamentos del santuario, y significa lo que ha sido puesto aparte para Dios.
Una persona santificada es una persona cuya vida entera está dedicada a él.
El plan de la salvación debe necesariamente incluir no sólo el perdón del pecado, sino la restauración completa. La salvación del pecado es más que el perdón del pecado. Lógicamente, el perdón presupone el pecado y se lo da a condición de que rompamos
con él. La santificación es apartarse del pecado e indica la liberación de su poder y la victoria sobre él. El primero es un medio
de neutralizar el efecto del pecado; la segunda es un restauración del poder para obtener la victoria completa.
El pecado, como algunas enfermedades, deja al hombre en una condición deplorable: abatido,
descorazonado. Por causa de él, tiene poco control de su mente, la voluntad le falla, y no pue-
de hacer lo que sabe que es correcto, ni aun con las mejores intenciones. Siente que no hay
esperanza, que suya es la culpa, y el remordimiento llena su alma. A sus males corporales, se
añade la tortura de la conciencia. ¿No se compadecerá alguno de él?
Entonces llega el Evangelio. Se le predican las buenas nuevas. Aunque sus pecados sean como
escarlata, serán emblanquecidos como nieve; aunque fueren rojos como carmesí, serán como blanca lana. Todo está perdonado. Está "salvo". ¡Qué liberación maravillosa! Su ánimo des-
cansa. Ya no lo atormenta su conciencia. Ha sido perdonado. Su corazón rebosa de alabanza a
Dios por su misericordia y bondad hacia él. Así como un barco averiado remolcado al puerto
está salvo pero no sano, así también el hombre está "salvo" pero no sano. Es necesario hacer
reparaciones en el barco antes que pueda navegar, y el hombre necesita estar plenamente res-
taurado antes que pueda gozar de salud. Este proceso de la restauración se llama santificación,
e incluye el cuerpo, el alma y el espíritu. Cuando la obra está acabada, el hombre es "santo",
está completamente santificado, y restaurado a la imagen Se Dios. Esta demostración de lo que
el Evangelio puede hacer en favor de un hombre es lo que el mundo necesita ver. En la Biblia, tanto el proceso como la obra
terminada son llamados santificación. Por esta razón los "hermanos" son llamados santos y santificados, aunque no hayan alcan-
zado la perfección. (1 Cor. 1:2; 2 Cor. 1:1; Heb. 2:1). Quien recorra las epístolas a los Corintios se convence pronto de que los santos mencionados tenían sus faltas. A pesar de esto, se dice que son "santificados" y "llamados a ser santos". La razón consiste
en que la santificación completa no es obra de un día o un año, sino de una vida entera. Se inicia en el momento en que una per-
sona se convierte, y continúa toda la vida. Cada victoria apresura el proceso. Pocos cristianos hay que no hayan obtenido la vic-
toria sobre algún pecado que antes los molestaba grandemente y los vencía. Más de un hombre que era esclavo del tabaco ha
obtenido la victoria sobre el hábito y se regocija en su victoria. El tabaco ha dejado de ser una tentación. Ya no lo atrae más.
Tiene la victoria. En ese punto está santificado. Así como ha sido victorioso sobre una tentación, puede llegar a serlo sobre todo
pecado. Cuando la obra haya sido terminada, cuando haya adquirido la victoria sobre el orgullo, la ambición, el amor al mundo,
sobre todo mal, estará listo para la traslación. Habrá sido probado en todos los puntos. El maligno habrá venido y no habrá halla-
do nada. Satanás no tendrá más tentaciones para él. Las habrá vencido todas. Se destacará sin falta aun delante del trono de Dios.
Esto pondrá su sello sobre él. Estará salvo y sano. Dios habrá terminado su obra en él. La demostración de lo que Dios puede
hacer con la humanidad estará completa. Así sucederá con la última generación de hombres que vivan en la tierra. Por su medio,
Dios hará la demostración final de lo que puede hacer con la humanidad. Tomará a los más débiles de los débiles, a aquellos que llevan todos los pecados de sus antepasados, y en ellos mostrará su poder. Estarán sujetos a toda tentación, pero no cederán. De-
mostrarán que es posible vivir sin pecar, es decir que harán la demostración que el mundo ha estado esperando y para la cual
Dios ha estado haciendo los preparativos. Será evidente para todos que el Evangelio puede realmente salvar hasta lo sumo. Dios
será hallado veraz en sus dichos. El último año traerá la prueba final; pero ésta tan sólo demostrará a los ángeles y al mundo que
nada de lo que el maligno haga puede conmover a los escogidos de Dios. Caerán las plagas, se verá destrucción por todos lados,
se hallarán frente a la muerte, pero como Job, se mantendrán firmes en su integridad. Nada podrá hacerlos pecar. Guardarán "los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apoc. 14:12).
... Continuación del artículo anterior
Página 9 Volumen 1, nº 2
En toda la historia del mundo, Dios ha tenido sus fieles. Estos han soportado la aflicción aun en medio de gran tribulación.
Y aun bajo los ataques de Satanás, como dice el apóstol Pablo, han logrado por la fe obrar "justicia". "Fueron apedreados,
aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,
pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra" (Heb. 11:37 y 38).
Y en adición a esta lista de testigos fieles, muchos de los cuales fueron mártires por su fe, Dios tendrá en los últimos días un
remanente, un "rebaño pequeño", por así decirlo, en el cual y por medio del cual dará al universo una demostración de su
amor, su poder, su justicia que, con excepción de la vida piadosa de Cristo en la tierra y su sacrificio supremo en el Calva-
rio, será la demostración más abarcante y concluyente de todas las edades.
En la última generación de hombres que vivan en la tierra, quedará plenamente revelado el poder de Dios para la santifica-
ción. La demostración de ese poder es la vindicación de Dios. Eliminará cualquier acusación que Satanás haya presentado
contra él. En la última generación Dios queda vindicado y Satanás derrotado. Tal vez esto necesite ampliarse un poco más.
La rebelión que se produjo en el cielo e introdujo el pecado en el universo de Dios, debe haber sido algo terrible para Dios y
para los ángeles. Hasta cierto momento, todo había sido paz y armonía. La discordia era desconocida, solamente el amor
prevalecía. Luego, ambiciones profanas conmovieron el corazón de Lucifer. Este decidió que quería ser igual al Altísimo.
Iba a ensalzar su solio sobre las estrellas de Dios. No sólo esto, sino que se proponía sentarse "en el monte del testimonio",
"a los lados del norte" (Isa. 14:12-14). Esta declaración equivale a intentar deponer a Dios y ocupar su lugar. Es una declara-
ción de guerra. Donde Dios se sentaba, Satanás quería sentarse. Dios aceptó el desafío.
No tenemos declaración bíblica en cuanto a los medios empleados por Satanás para ganar a su bando una multitud de ánge-
les. Es muy claro que mintió. También es indisputable que desde el principio fue homicida. (Juan 8:44). Como el homicidio
tiene su comienzo en el odio, y como este odio culminó en la muerte del Hijo de Dios en el Calvario, podemos creer que el
odio de Satanás no se dirigía solamente contra Dios el Padre, sino también, y tal vez especialmente, contra Dios el Hijo. En
su rebelión, Satanás fue más lejos que una simple amenaza. Levantó realmente su trono diciendo: "Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado" (Eze. 28:2).
Cuando Satanás estableció así su gobierno en el cielo, lo que estaba en disputa quedó bien definido. Ninguno de los ángeles
podía ya estar en duda. Todos debían decidirse en favor o en contra de Satanás. En caso de rebelión hay siempre algún agra-
vio, real o imaginario, que se presenta como pretexto. Se levanta descontento en algunos, y al no conseguir que se remedien
las cosas, recurren a la rebelión. Los que simpatizan con la causa rebelde se unen a ella, los demás permanecen leales al
gobierno, y deben correr riesgos en relación con su capacidad de sobrevivir.
Se llegó aparentemente a una situación tal en el cielo. El resultado fue la guerra. "Hubo una gran batalla en el cielo: Miguel
y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles" (Apoc. 12:7). El resultado podría haber sido
previsto. Satanás y sus ángeles "no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus
ángeles fueron arrojados con él" (vers. 8 y 9).
Satanás fue derrotado, pero no destruido. Por su acto de rebelión, había declarado que el gobierno de Dios tenía faltas. Por
el establecimiento de su propio trono había pretendido tener mayor sabiduría o justicia que Dios. Estas pretensiones son
inherentes a la rebelión y al establecimiento de otro gobierno. Para quitar toda duda de la mente de los ángeles, y más tarde
del hombre, Dios debía dejar a Satanás seguir con su obra. Durante los últimos seis mil años, ha estado demostrando al uni-
verso lo que es capaz de hacer cuando se le da la oportunidad.
Desde el tiempo en que Caín mató a Abel, ha existido odio, derramamiento de sangre, crueldad y opresión en la tierra. La
virtud, la bondad y la justicia han sufrido; el vicio, la vileza y la corrupción han triunfado. El justo ha sido presa del malo;
los mensajeros de Dios, torturados y muertos; la ley divina, hollada en el polvo. Cuando Dios envió a su Hijo, en vez de honrarlo, los hombres perversos, bajo la instigación de Satanás, lo colgaron de un madero. Aun entonces no destruyó Dios a
Satanás. La demostración debía ser completa. Únicamente cuando ocurran los últimos acontecimientos, y los hombres estén
a punto de exterminarse unos a otros, intervendrá Dios para salvar a los suyos. Entonces no quedará duda en la mente de
nadie de que si Satanás hubiera tenido el poder habría destruido todo vestigio de bondad, habría arrojado a Dios del trono,
dado muerte al Hijo de Dios, y establecido un reino de violencia fundado en el egoísmo y la ambición cruel.
Página 10 La Voz del Heraldo
... Continuación del artículo anterior
Lo que Satanás ha estado demostrando es realmente su carácter, y hasta dónde puede llevar la ambición egoísta. En el principio
quiso ser como Dios. No estaba conforme con su posición como el más alto de los seres creados. Quería ser Dios. Con frecuen-
cia se ha revelado que cuando una persona se fija un blanco egoísta, no se detendrá ante nada para alcanzarlo. Quienquiera que
se le oponga será quitado del camino. Aun cuando fuera Dios mismo, deberá ser eliminado.
La demostración de Satanás enseña también que la alta posición no es satisfactoria para el individuo ambicioso. Debe tener la
más alta, y aun así no se queda satisfecho.
En este aspecto, el contraste entre Cristo y Satanás es muy pronunciado. Satanás quería ser Dios. Y lo deseaba tanto que estaba
dispuesto a hacer cualquier cosa para alcanzar su blanco. Cristo, por otro lado, no consideró como cosa de retener el ser igual a
Dios. Se humilló voluntariamente y vino a ser obediente hasta la muerte, aún hasta la muerte de cruz. Era Dios, y se hizo hom-
bre. Y que esto no era un arreglo temporal tan sólo con el propósito de mostrar su buena voluntad, queda evidenciado por el
hecho de que seguirá para siempre siendo hombre. Satanás se exaltó a sí mismo; Cristo se humilló. Satanás quiso ser Dios;
Cristo se hizo hombre. Satanás quiso sentarse como Dios sobre un trono; Cristo, como siervo, se humilló a lavar los pies de los
discípulos. El contraste es completo.
En el cielo, Lucifer había sido uno de los querubines cubridores (Eze. 28:14). Esto parece referirse a los dos ángeles que en el
lugar santísimo del santuario estaban sobre el arca, cubriendo el propiciatorio. Este era indudablemente el cargo más alto que
un ángel podía ocupar, porque el arca y el propiciatorio estaban en la presencia inmediata de Dios. Estos ángeles eran los guar-
dianes especiales de la ley. Velaban sobre ella, por así decirlo. Lucifer era uno de ellos.
En Ezequiel 28:12 hay una interesante declaración acerca de Lucifer: "Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y
acabado de hermosura". La expresión a la cual quisiéramos llamar la atención es: "Tú eras el sello de la perfección". El signifi-
cado de esto no es muy claro. La traducción puede interpretarse de diversas maneras. Parece evidente, sin embargo, que se pro-
pone demostrar la alta posición y el exaltado privilegio que tenía Satanás antes de caer. Era una especie de primer ministro, un
guardián del sello.
Como en un gobierno terrenal un documento o una ley debe tener su sello para ser válido, así también en el gobierno de Dios
se usa un sello. Dios parece haber dado a los ángeles su obra, así como la ha dado a los hombres. Un ángel está encargado del
fuego (Apoc. 14:18); otro, dé las aguas (Apoc. 16:5); otro, del "sello del Dios vivo" (Apoc. 7:2). Aunque, como se ha dicho ya,
la expresión de Ezequiel 28:12 no es muy clara, algunos creen correcto traducirla así: "Tú aplicabas el sello al mandamiento".
Si esto es sostenible, y Lucifer era el primer ministro y guardián del sello, nos da una razón adicional por la cual deseó colocar
su propia marca en lugar del sello de Dios cuando abandonó su primera morada.
Que Satanás ha estado constantemente contra la ley, es evidente. Si la ley de Dios es su carácter, y si ese carácter es el opuesto
del de Satanás, Satanás queda condenado por ella. Cristo y la ley son una cosa. Cristo es la ley vivida, la ley hecha carne. Por
esta razón, su vida constituye una condenación. Cuando Satanás hizo guerra contra Cristo, la hizo también contra la ley. Cuan-
do odió la ley, odió también a Cristo. Cristo y la ley son inseparables.
En el Salmo 40 se halla una declaración interesante. Cristo dice: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley
está en medio de mi corazón" (vers. 8, VM).
Aunque es indudablemente una expresión poética y no debe llevársela demasiado lejos, es interesante, sin embargo, como indi-
cación de la posición exaltada de la ley. "Tu ley está en medio de mi corazón". Apuñalar la ley es apuñalar el corazón de Cris-
to. Apuñalar el corazón de Cristo es apuñalar la ley. En la cruz Satanás lo intentó. Pero Dios dispuso otra cosa. La muerte de
Cristo era un tributo a la ley. La engrandecía inconmensurablemente y la hacía honorable. Dio a los hombres una nueva visión
de su carácter sagrado y de su valor. Si Dios dejó morir a su Hijo, si Cristo estuvo dispuesto a entregarse voluntariamente antes
que abrogar la ley, si es más fácil que el cielo y la tierra pasen antes que se pierda una jota o un tilde de la ley, ¡cuán sagrada y
honorable debe ser!
Cuando Cristo murió en la cruz había demostrado en su vida la posibilidad de guardar la ley." Satanás fracasó en inducirle a
pecar. Posiblemente no creía poder hacerlo. Pero si hubiera podido inducir a Jesús a emplear su poder divino para salvarse,
habría logrado mucho. Satanás, entonces podría haber sostenido que esto invalidaba la demostración que Dios se proponía
hacer, a saber, que era posible para el hombre guardar la ley. En la forma como sucedió, Satanás quedó derrotado. Pero hasta el
mismo fin, continuó la misma táctica. Satanás esperaba que Cristo se librara, usando su poder divino. En la cruz, se tentó así a
Cristo: "A otros salvó, a sí mismo no puede salvar" Pero el Señor no vaciló. Hubiera podido salvarse, pero no lo hizo. Satanás
fue derrotado nuevamente. No podía comprender esto. Pero sabía que con la muerte victoriosa del Señor, se sellaba su propia
... Continuación del artículo anterior
Página 11 La Voz del Heraldo
condenación. Al morir, Cristo vencía.
Pero Satanás no renunció, a la lucha. Había fracasado en su conflicto con Cristo, pero todavía podía tener éxito con los hom-
bres. Así que fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apoc. 12:17). Si podía vencerlos, tal vez no quedaría derrotado del todo.
La demostración que Dios se propone hacer con la última generación en la tierra significa mucho, tanto para el pueblo como
para Dios. ¿Puede realmente observarse la ley de Dios? Esta es una cuestión vital. Muchos negarán que se pueda hacer; otros
dudarán. Cuando se considera toda la cuestión de la observancia de los mandamientos, el problema asume grandes proporcio-
nes. La ley de Dios es "excesivamente amplia; abarca los pensamientos y los intentos del corazón. Juzga los motivos tanto co-
mo los hechos, los pensamientos como las palabras. La observancia de los mandamientos significa completa santificación, una
vida santa, una inquebrantable fidelidad a lo recto, una completa separación del pecado y la victoria sobre él. Bien puede el
hombre mortal exclamar: ¡Quién es suficiente para esas cosas!
Sin embargo, es la tarea que Dios se ha propuesto y que él espera realizar. Cuando Satanás lance la declaración y el desafío: "Nadie puede guardar la ley. Es imposible. Si hay alguno que pueda hacerlo o que lo haya hecho, muéstramelo. ¿Dónde están
los que guardan los mandamientos?" Dios contestará tranquilamente: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apoc. 14:12).
Digámoslo reverentemente: Dios debe arrostrar el desafío de Satanás. No es el plan de Dios, ni parte de su propósito, someter a
los hombres a pruebas en que únicamente puedan sobrevivir unos pocos escogidos. En el huerto de Edén, Dios no pudo idear
una prueba más fácil que la que ideó. Nadie tendrá jamás razón de decir que nuestros primeros padres cayeron porque la prue-
ba era demasiado difícil para ellos. Era la más ligera que se podía concebir. Si cayeron, no fue porque no se les había suminis-
trado fuerza con que resistir. La tentación no estaba constantemente delante de ellos. No se permitía a Satanás que los molesta-
ra en cualquier parte. Podía tener comunicación con ellos solamente en un lugar, a saber, en el árbol de la ciencia del bien y del
mal. Ellos conocían este lugar. Podían mantenerse alejados de él si querían. Satanás no podía seguirlos. Si ellos iban adonde él
estaba, era porque querían. Pero aun cuando fueran a examinar el árbol, no necesitaban permanecer allí. Podían apartarse. Aun si Satanás les ofrecía la fruta, no necesitaban tomarla. Pero la tomaron y comieron. Y la comieron porque quisieron, no porque
fueron obligados. Transgredieron deliberadamente la orden de Dios.
Cuando Dios ordena a los hombres que guarden su ley, no es su propósito tener tan sólo a unos pocos hombres que la obser-
ven, precisamente los suficientes para demostrar que puede hacerse. No está de acuerdo con el carácter de Dios elegir hombres
destacados, de propósitos firmes y magnífica preparación, y demostrar por ellos lo que puede hacer. Está mucho más en ar-
monía con su plan hacer requerimientos tales que aun los más débiles no necesiten fracasar, de manera que nadie pueda decir
jamás que él pide lo que solamente unos pocos pueden hacer. Por esta razón, Dios ha reservado su mayor demostración para la
última generación. Esta generación lleva los resultados de pecados acumulados. Si los hay débiles, son los miembros de esta
generación. Si hay quienes sufren de las tendencias heredadas, son ellos. Si algunos tienen excusa por cualquier debilidad, son
ellos. Si, por lo tanto, éstos pueden guardar los mandamientos, nadie de ninguna otra generación tiene excusa por no haberlo hecho.
Pero esto no basta. Dios se propone revelar en su demostración, no solamente que los hombres comunes de la última genera-
ción pueden soportar con éxito una prueba como la que dio a Adán y Eva, sino que pueden sobrevivir a una prueba mucho más
difícil de la que toca en suerte a los hombres comunes. Será una prueba comparable a la que Job soportó, se acercará a la que el
Maestro soportó. Los probará hasta lo" sumo.
"Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo" (Sant.
5:11). Job pasó por algunas de las cosas que se repetirán en la vida de los escogidos de la última generación. Tal vez sea bueno
considerarlas.
Job era un hombre bueno. Dios confiaba en él. Día tras día ofrecía sacrificios por sus hijos. "Quizá habrán pecado mis hijos", decía (Job 1:5). Era próspero y disfrutaba de la bendición de Dios.
Entonces "un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás" (vers. 6).
Se registra una conversación que hubo entre Dios y Satanás acerca de Job. El Señor dice que Job es un hombre bueno, lo cual
Satanás no niega, pero insiste en que Job teme a Dios simplemente porque ello lo beneficia. Afirma que si Dios le quita sus
misericordias, Job maldecirá a Dios. Hace esta declaración en forma de desafío, y Dios lo acepta. Le da permiso a Satanás para
quitarle la propiedad de Job y afligirlo de otras maneras, pero sin tocar su persona.
Página 12 La Voz del Heraldo
... Continuación del artículo anterior
Satanás procede inmediatamente a hacer lo que se le ha permitido. La propiedad de Job desaparece, y sus hijos mueren.
Cuando esto sucedió, "Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí
del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto
no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno" (Job 1:20-22).
Satanás está derrotado, pero hace otra tentativa. La siguiente vez que se encuentra con Dios, sin admitir su derrota, alega que
no se le ha permitido tocar a Job mismo. De lo contrario Job habría pecado, sostiene. La declaración es otra vez un desafío, y
Dios lo acepta. Le da permiso a Satanás para atormentar a Job, pero sin quitarle la vida. Inmediatamente Satanás parte para
cumplir su misión.
Todo lo que el maligno puede hacer, lo hace a Job. Pero Job permanece firme. Su esposa le aconseja que renuncie a su fideli-
dad, pero él no vacila. Bajo el intenso dolor físico y la angustia mental, permanece firme. Nuevamente se dice que Job so-
portó la prueba. "En todo esto no pecó Job con sus labios" (Job 2:10). Satanás queda derrotado y no aparece más en el cielo.
En los capítulos sucesivos del libro de Job, se nos da una pequeña vislumbre de la lucha que se riñe en la mente de Job. Está muy perplejo. ¿Por qué ha caído toda esta calamidad sobre él? No tiene conocimiento de ningún pecado. Por lo tanto, ¿por
qué lo aflige Dios? Por supuesto no sabe nada del desafío de Satanás. Ni tampoco sabe que Dios depende de él en la crisis
por la cual está pasando. Todo lo que sabe es que de un cielo despejado, ha caído sobre él el desastre hasta que ha quedado
sin familia, sin propiedades, y con una terrible enfermedad que casi lo abruma. No lo entiende, pero conserva su integridad y
fe en Dios. Dios sabía que haría esto. Pero Satanás había dicho que no. En el desafío, Dios triunfó.
Hablando humanamente, Job no había merecido el castigo que cayó sobre él. Dios mismo dice que era sin causa "Aun cuan-
do tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa" (Job 2:3). Por lo tanto, toda la situación se justifica únicamente si
se considera como una prueba específica ideada con un propósito específico. Dios quería acallar la acusación de Satanás de
que Job servía a Dios únicamente por provecho propio. Quería demostrar que había por lo menos un hombre a quien Satanás
no podía dominar. Job sufrió como resultado de ello, pero no parecí; haber escapatoria. Más tarde se lo recompensó.
El caso de Job está registrado con un propósito. Además de su historicidad, creemos que tiene también un significado más
amplio. Los hijos de Dios que vivan en los últimos día; pasarán por una experiencia similar a la de Job. Serán probados como
él lo fue, serán privados de todo apoyo humano; Satanás tendrá permiso para atormentarlos. Además de esto, el Espíritu de
Dios se retirará de la tierra, y ser, eliminada la protección de los gobiernos terrenales. El pueble de Dios quedará solo para
pelear contra las potestades de las tinieblas. Estará perplejo, como Job. Pero, como él, se mantendrá firme en su integridad.
En la última generación. Dios quedará vindicado. En el remanente, Satanás encontrará su derrota. La acusación de que la ley
no puede "ser observada quedará plenamente refutada. Dios tendrá no solamente una o dos personas que observen sus man-
damientos, sino un grupo entero, el de los 144.000". Ellos reflejarán plenamente la imagen de Dios. Desmentirán la acusa-
ción de Satanás contra el gobierno del cielo.
Una grave situación se produjo en el cielo cuando Satanás hizo sus acusaciones contra Dios. Estas constituían en realidad,
una imputación de incapacidad de gobernar. Muchos de los ángeles creyeron las acusaciones. Se colocaron del lado del acu-
sador. Una tercera parte de los ángeles, y éstos deben haber sido millones, se encaró con Dios juntamente con su caudillo, el
más alto de entre los ángeles, Lucifer. No era una crisis pequeña. Amenazaba la misma existencia del gobierno de Dios.
¿Cómo debía tratarla Dios?
La única forma en que el asunto podía arreglarse satisfactoriamente, de manera que nunca más se levantara una duda, con-
sistía en que Dios sometiera su caso a las reglas comunes de la evidencia. ¿Era o no era justo su gobierno? Dios decía que sí;
Satanás decía que no. El Creador podía haber destruido a Satanás. Pero esto no habría sido un argumento, más bien habría
sido un punto contra Dios. No había otra manera de dilucidar el pleito, sino por las evidencias que cada lado presentara por
los testigos que produjeran y juzgarlo por los testimonios aducidos.
Tenemos, pues, una escena de juicio. Satanás es el acusador. Está en juego el gobierno de Dios. Dios ha sido acusado de in-
justicia, de requerir que sus criaturas hagan lo que no pueden hacer, y de castigarlas, sin embargo, por no hacerlo. La ley es el
punto específico de ataque; pero siendo la ley simplemente un trasunto del carácter de Dios, son Dios y su carácter los que
están en tela de juicio.
A fin de que Dios sostenga su aserto, es necesario demostrar que no ha sido arbitrario en sus requerimientos, que la ley no es
dura ni cruel en sus exigencias, sino que por lo contrario, es santa, justa y buena, y que los hombres pueden guardarla. Todo
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lo que Dios necesita, es contar con un hombre que haya guardado la ley, y su causa estará ganada. En ausencia de un caso tal,
Dios perderá y Satanás ganará. El resultado depende, por lo tanto, de uno o más seres que guarden los mandamientos de Dios.
En esto ha puesto Dios en juego su gobierno.
Aunque es verdad que de vez en cuando muchos han dedicado su vida a Dios y vivido sin pecado durante ciertos períodos de
tiempo, Satanás sostiene que éstos son casos especiales, como lo era el de Job, y no caen bajo las reglas ordinarias. Exige un
caso bien definido en que no pueda haber duda, y en el cual Dios no haya intervenido. ¿Puede presentarse un caso tal?
Dios está listo para el desafío. Ha estado aguardando su tiempo. El Hijo de Dios, en su propia persona, hizo frente a las acusa-
ciones de Satanás, y ha demostrado que eran falsas. La manifestación suprema ha sido reservada hasta la contienda final. De la
última generación Dios elegirá a sus escogidos. No a los fuertes o poderosos, no a los que gozan de honores y riquezas, no a
los sabios ni encumbrados, sino tan sólo a personas comunes, y por su medio hará su demostración. Satanás ha sostenido que
los que en lo pasado sirvieron a Dios lo hicieron por motivos mercenarios, que Dios los ha mimado, y que él, Satanás, no ha
tenido libre acceso a ellos. Si se le hubiese dado pleno permiso para presentar su causa, ellos también habrían sido ganados a
ella. Pero Dios ha tenido miedo de permitirle que lo hiciera. Dame una oportunidad justa, dice Satanás, y yo ganaré.
Y así, a fin de acallar para siempre las acusaciones de Satanás, para hacer evidente que su pueblo le sirve por motivos de leal-
tad y derecho sin relación con la recompensa, para limpiar su propio nombre y carácter de las acusaciones de injusticia y arbi-
trariedad, para demostrar a los ángeles y a los hombres que su ley puede ser observada por los nombres más débiles en las cir-
cunstancias más desalentadoras y difíciles, Dios permite a Satanás que pruebe a su pueblo hasta lo sumo. Serán amenazados,
torturados, perseguidos. Estarán frente a frente con la muerte cuando se promulgue el decreto de adorar a la bestia y a su ima-
gen. (Apoc. 13:15). Pero no cederán. Estarán dispuestos a morir antes que a pecar.
Dios retira su Espíritu de la tierra. Satanás tendrá mayor dominio que nunca antes. Es cierto que no podrá matar al pueblo de
Dios, pero ésta será casi la única limitación. Empleará todo permiso que tenga. Sabe cuánto está en juego. Es ahora o nunca.
Dios hace una cosa más. Aparentemente se oculta. El santuario celestial se ciaría. Los santos claman a Dios día y noche por liberación, pero él aparenta no oír. Los escogidos de Dios están pasando por el Getsemaní. Prueban un poco de lo que experi-
mentó Cristo durante aquellas tres horas en la cruz. Aparentemente deben pelear su batalla solos. Deben vivir sin intercesor a la
vista de un Dios santo. Pero aunque Cristo ha terminado su intercesión, de manera que ya nadie puede obtener perdón del peca-
do por su ministerio sacerdotal en el santuario celestial, los santos son objeto del amor y el cuidado de Dios. Los ángeles santos
velan sobre ellos. Dios les provee refugio de sus enemigos; les suministra alimento; los escuda de la destrucción, y les propor-
ciona gracia y poder para vivir santamente. (Véase el Salmo 91.) Sin embargo, están todavía en el mundo, tentados, afligidos y
atormentados.
¿Resistirán la prueba? A los ojos humanos parece imposible. Si tan sólo Dios acudiera en su ayuda, todo iría bien. Están re-
sueltos a resistir al maligno. Si es necesario pueden morir; pero no necesitan pecar. Satanás no tiene poder, ni lo ha tenido
jamás, para obligar a un hombre a pecar. Puede tentarlo, destruirlo, amenazarlo; pero no puede obligarlo.
Y ahora Dios demuestra por los más débiles de entre los débiles que no hay excusa, ni la ha habido jamás, para pecar. Si los
hombres de la última generación pueden repeler con éxito el ataque de Satanás: si pueden hacerlo teniendo todas las desventa-
jas contra sí y el santuario cerrado, ¿qué excusa hay para que los hombres hayan pecado alguna vez?
En la última generación, Dios da la demostración final de que los hombres, por su gracia, pueden observar su ley y vivir sin
pecar. Dios no deja nada sin hacer para completar la demostración. La única limitación que impone a Satanás es no matar a los
santos de Dios. Puede tentarlos, acosarlos y amenazarlos; y lo hace. Pero fracasa. No puede hacerlos pecar. Resisten la prueba,
y Dios pone su sello sobre ellos.
Mediante la última generación de santos, Dios queda finalmente vindicado. Por ellos derrota a Satanás y gana el pleito. Ellos
forman una parte vital del plan de Dios. Pasan por luchas terribles; pelean con potestades invisibles en lugares altos. Pero han puesto su confianza en el Altísimo, y no serán avergonzados. Han pasado por el hambre y la sed, pero llegará el tiempo en que
"no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los
pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos" (Apoc. 7:16 y 17).
"Estos... siguen al Cordero por dondequiera que va" (Apoc. 14:4). Cuando por fin las puertas del templo se abran, se oirá una
voz que dirá: "Únicamente los 144.000 entran en este lugar" (Primeros Escritos, pág. 19). Por la fe habrán seguido al Cordero
hasta allí. Han penetrado con él en el lugar santo, lo han seguido hasta el lugar santísimo. Y en el más allá únicamente los que
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lo han seguido aquí, lo seguirán allí. Serán reyes y sacerdotes. Lo seguirán hasta adentro del santísimo donde únicamente pue-
de entrar el Sumo Sacerdote. Estarán en la presencia de Dios, sin velo. Le seguirán "por dondequiera que va". No sólo estarán
"delante del trono de Dios" y le servirán "día y noche en su templo", sino que se sentarán "conmigo en mi trono; así como yo
he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 7:15; 3:21).
El asunto de mayor importancia del universo no es la salvación de los hombres, por importante que parezca. Lo más importan-
te es que el nombre de Dios quede limpio de las falsas acusaciones hechas por Satanás. La controversia se está acercando a su
fin. Dios está preparando a su pueblo para el último gran conflicto. Satanás se está preparando también. La crisis nos espera y
se decidirá en la vida del pueblo de Dios. Dios depende de nosotros como dependió de Job. ¿Está bien colocada su confianza?
Es un admirable privilegio el que se nos concede como pueblo el de limpiar el nombre de Dios por nuestro testimonio. Es ma-
ravilloso que se nos permita testificar por él. Nunca debe olvidarse, sin embargo, que este testimonio es un testimonio de la
vida; no simplemente de las palabras. "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Juan 1: 4). "La vida era la luz".
Así era en el caso de Cristo, y debe ser en el nuestro. Nuestra vida debe ser una luz como lo era la suya. Dar luz a la gente es
más que entregarle un folleto. Nuestra vida es la luz. Mientras vivimos, damos luz a los demás. Sin vida, sin vivir la luz, nues-tras palabras quedan aisladas. Pero al llegar nuestra vida a ser luz, nuestras palabras se hacen eficaces. Es nuestra vida la que
debe testificar por Dios.
¡Ojalá la iglesia aprecie el excelso privilegio que se le da! "Vosotros sois mis testigos, dice Jehová" (Isa. 43: 10). No debe
haber "dios extraño entre vosotros: ¡Vosotros pues sois mis testigos, dice Jehová, y yo soy Dios!" (vers. 12, VM). ¡Ojalá sea-
mos de veras testigos, y testifiquemos lo que Dios ha hecho por nosotros!
Todo esto está íntimamente relacionado con la obra del día de las expiaciones. En aquel día, los hijos de Israel, habiendo con-
fesado sus pecados, quedaban completamente limpios. Habían sido perdonados, y ahora el pecado era separado de ellos. Que-
daban sin culpa y santos. El campamento de Israel estaba limpio.
Ahora estamos viviendo en el gran día real de la purificación del santuario. Todo pecado debe ser confesado, y por la fe envia-do de antemano al juicio. Mientras el Sumo Sacerdote entra en el santísimo, el pueblo de Dios tiene ahora que hallarse cara a
cara con Dios. Debe saber que todo pecado ha sido confesado, y que no queda mancha alguna de pecado. La purificación del
santuario celestial depende de la purificación del pueblo de Dios en la tierra. ¡Cuán importante es, pues, que éste sea santo y
sin culpa a fin de subsistir a la vista de un Dios santo, a pesar del fuego devorador. "Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y
vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder. Los pecadores se asombraron en Sión, espanto sobrecogió a los hipócritas.
¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? El que camina en
justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa
sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; que cierra sus ojos para no ver cosa mala; éste habitará en las alturas; fortaleza
de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras" (Isa. 33:13-16)”. Capítulo La Última Genera-
ción del libro El Santuario y su servicio de M.L. Andreasen.
Cabe destacar que mi acotación a esta obra literaria es muy completa, sin embargo, he de amonestar las palabras de M.L. An-
dreasen donde presenta que el gobierno y la justicia de Dios depende de los humanos últimos que estén a prueba en el Tiempo
de Angustia de Jacob, Andreasen manifiesta que:
“Todo lo que Dios necesita, es contar con un hombre que haya guardado la ley, y su causa estará ganada. En ausencia de un
caso tal, Dios perderá y Satanás ganará. El resultado depende, por lo tanto, de uno o más seres que guarden los mandamien-
tos de Dios. En esto ha puesto Dios en juego su gobierno”.
Honestamente ya Dios venció cuando Cristo murió en la cruz. Fue por Cristo con Su naturaleza cien por ciento Divina y cien
por ciento humana obtuvimos “eterna redención” (Heb. 9.12), y no dependemos de las habilidades o méritos humanos, porque
aún este grupo selecto de los 144 mil sellados que padecen en el tiempo del Decreto de Muerte, han de estar sujetos al Padre
YAHWEH tal como triunfó Cristo y cada uno de los héroes de la fe.
No debemos, ni podemos apoyar estas entre líneas, aunque al final de todo puedo considerar como recurso didáctico paralelo a
la comparativa del fiel y santo Job:
“Aunque es verdad que de vez en cuando muchos han dedicado su vida a Dios y vivido sin pecado durante ciertos períodos de
tiempo, Satanás sostiene que éstos son casos especiales, como lo era el de Job, y no caen bajo las reglas ordinarias. Exige un
caso bien definido en que no pueda haber duda, y en el cual Dios no haya intervenido. ¿Puede presentarse un caso tal?”. Ibíd.
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Indiscutiblemente considero que tanto nuestro modelo es Cristo, así como por medio de Su Justicia es nuestra eterna salvación.
Parece que Andreasen reconoció la doctrina perfecta de la Divinidad al colocar el Plan de Redención en las Manos de Dios el
Padre, el manifiesta la importancia de las decisiones de Dios Padre en el rol de demostrar ante el universo Su Nombre Santo y Su Imperio Sempiterno, aunque reconocemos de forma imperiosa que todo se logra a través de Su Hijo y Señor nuestro.
“El Hijo de Dios, en su propia persona, hizo frente a las acusaciones de Satanás, y ha demostrado que eran falsas. La manifes-
tación suprema ha sido reservada hasta la contienda final. De la última generación Dios elegirá a sus escogidos”. Ibíd.
Las últimas palabras del capítulo La Última Generación, su autor proclama grandes pero importantes verdades para nuestros
días donde circulan enseñanzas no bíblicas: “En la última generación, Dios da la demostración final de que los hombres, por
su gracia, pueden observar su ley y vivir sin pecar. Dios no deja nada sin hacer para completar la demostración. La única limi-
tación que impone a Satanás es no matar a los santos de Dios. Puede tentarlos, acosarlos y amenazarlos; y lo hace. Pero fraca-
sa. No puede hacerlos pecar. Resisten la prueba, y Dios pone su sello sobre ellos. Mediante la última generación de santos,
Dios queda finalmente vindicado. Por ellos derrota a Satanás y gana el pleito. Ellos forman una parte vital del plan de Dios. Pasan por luchas terribles; pelean con potestades invisibles en lugares altos. Pero han puesto su confianza en el Altísimo, y no
serán avergonzados. Han pasado por el hambre y la sed, pero llegará el tiempo en que "no tendrán hambre ni sed, y el sol no
caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de
aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos" (Apoc. 7:16 y 17)”. Ibíd.
La Liberación de los santos
La última generación estará apegada a la voluntad de Dios. Recordemos que, a pesar de haber derramado Su Santo Espíritu
tanto en el Cierre de la Gracia como parte de la preparación para la proclamación del Fuerte Pregón, vuelve el Señor a impartir
Su Espíritu para dar potencia absoluta para aquellos malvados que se encuentran de pie delante de los 144 mil para cuando
Cristo venga por Segunda Vez y que la profeta les llama “la sinagoga de Satanás”.
“Los 144,000 estaban todos sellados y perfectamente unidos. En su frente llevaban escritas estas palabras: "Dios, nueva Jeru-
salén," y además una brillante estrella con el nuevo nombre de Jesús. Los impíos se enfurecieron al vernos en aquel santo y
feliz estado, y querían apoderarse de nosotros para encarcelarnos, cuando extendimos la mano en el nombre del Señor y caye-
ron rendidos en el suelo. Entonces conoció la sinagoga de Satanás que Dios nos había amado, a nosotros que podíamos lavar-
nos los pies unos a otros y saludarnos fraternalmente con ósculo santo, y ellos adoraron a nuestras plantas”. PE.16.
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nin-
guno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie
puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de
la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten. He aquí, yo haré que vengan y se postren a
tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto;
retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que Venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca
más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual
desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Apoc. 3:7-13.
Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por doquiera que va.
Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada menti-
ra, pues son sin mancha delante del trono de Dios. Apoc. 14:4-5.
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Fil. 3:20.
Por lo tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra;
aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad 31 vues-tros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Sant. 5:7, 8.
El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el
cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. Fil. 3:21.
Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona
de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube:
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... Continuación del artículo anterior
Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre
la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una
hoz aguda. Apoc. 14:14-17.
Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Heb. 4:9.
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su
marido. Apoc. 21:2”. PE.27.
“El pueblo de Dios debe recibir la amonestación y discernir las señales de los tiempos. Las señales de la venida de Cristo
son demasiado claras para que se las pongan en duda; en vista de estas cosas, cada uno de los que profesan la verdad debe ser
un predicador vivo. Dios invita a todos, tanto predicadores como laicos, a que se
despierten. Todo el cielo está conmovi-
do. Las escenas de la historia terrenal están
llegando rápidamente a su fin. Vivimos en
medio de los peligros de los postreros
días. Mayores peligros nos esperan, y sin
embargo, no estamos despiertos. La falta
de actividad y fervor en la causa de Dios es
espantosa. Este estupor mortal proviene de
Satanás”. 1JT.88, 89. SC.47,48.
Sin Cristo, nada podéis hacer
“Una voz dijo: "Da voces". Yo pregunté:
"¿Qué tengo que decir a voces?" "Que toda
carne es hierba, y toda su gloria como la
flor del campo, La hierba se seca y la flor se
cae, cuando el aliento del Eterno sopla en
ella. Ciertamente hierba es el pueblo” Isaías
40.6, 7.
“Sé vigilante, y reanima lo que queda y está
por morir; porque no hallé tus obras perfectas ante Dios. Acuérdate de lo que has recibido y oído. Guárdalo, y arrepiénte-te. Si no velas, vendré como ladrón, Y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”. Apoc. 3.2, 3.
“Las profecías que se cumplieron en tiempo de la efusión de la lluvia temprana, al principio del ministerio evangélico, deben
volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicho ministerio…Vendrán siervos de Dios con semblantes ilumi-
nados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles
de voces predicarán el mensaje por toda la tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán y signos y prodigios seguirán
a los creyentes. Satanás también efectuará sus falsos milagros, al punto de hacer caer fuego del ciclo a la vista de los hom-
bres. (Apocalipsis 13:13). Es así como los habitantes de la tierra tendrán que decidirse en pro o en contra de la verdad.
El mensaje no será llevado adelante tanto con argumentos como por medio de la convicción profunda inspirada por el Espíri-
tu de Dios. Los argumentos ya fueron presentados. Sembrada está la semilla, y brotará y dará frutos. Las publicaciones dis-
tribuidas por los misioneros han ejercido su influencia; sin embargo, muchos cuyo espíritu fue impresionado han sido impe-didos de entender la verdad por completo o de obedecerla. Pero entonces los rayos de luz penetrarán por todas partes, la ver-
dad aparecerá en toda su claridad, y los sinceros hijos de Dios romperán las ligaduras que los tenían sujetos. Los lazos de
familia y las relaciones de la iglesia serán impotentes para detenerlos. La verdad les será más preciosa que cualquier otra co-
sa. A pesar de los poderes coligados contra la verdad, un sinnúmero de personas se alistará en las filas del Señor. Conflicto
de los Siglos (Pág. 670.
“Sé celoso y arrepiéntete”. Apoc. 3.19.
Que el Señor le bendiga y guarde para la eternidad.
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Licuados de frutas: Para
prevenir y combatir el
Cáncer
De Remolacha (betabel),
Zanahoria, Apio, Papa y
Rábano
2 Porciones
Ingredientes
1 remolacha (betabel) picada
1 zanahoria picada
1 tallo de apio picado
½ papa pequeña picada
1 rábano pequeño
Preparación
Pasar los vegetales por el extractor de jugos y
tomarlo en seguida, si queda espeso se agregar un
poco de agua.
Si se carece de extractor se pueden licuar los ve-
getales con una taza de agua.
Función
Este jugo ayuda a eliminar la acción dañina de
los radicales libres sobre las células, evitando la
aparición del cáncer. Estimula de esta forma el
sistema inmunológico. El jugo debe tomarse fres-
co inmediatamente después de elaborarlo, porque
la zanahoria pierde sus propiedades al contacto
con la luz.
Recetas de Plantas Medicinales. Por: María A. Villalobos
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Dirección web:
www.alaluzdelabiblia.org
Correos electrónicos:
W W W. AL A LU Z DE L AB I BL I A. O R G
¡Un Ministerio que profesa la Verdad Presente!
Comité Editorial: María A. Villalobos, Samuel Saldaña.
Editor, Arte y Diseño Gráfico: Samuel Saldaña.
Escritores: María Villalobos, Samuel Saldaña.
Temas de Salud: María A. Villalobos.
Editado quincenalmente por este ministerio.
Editora A la Luz de la Biblia
Desde 2006
El Ministerio A la Luz de la Biblia, tiene como propósi-
to, pregonar la Verdad Presente dado desde lo Alto del
Cielo. Por la Gracia de nuestro Señor Jesús, es entre-
gado a toda nación, tribu, lengua y pueblo.
Estamos gustosos que Dios bendiga al mundo por me-
dio de Su Verdad, ésta no debe permanecer oculta como
si tuviese algo por qué temer, más bien, debe ser exalta-
da como joyas preciosas y lucida a un mundo que pere-
ce en tinieblas.
Por lo tanto, desde ahora usted tiene una cita con Cris-
to!
¡Que el Señor Todopoderoso les bendiga y guarde para
la eternidad!
Nos complacemos en poder servirle.
Ministerio A la Luz de la Biblia