boletin la voz_del_heraldo_no_2_04_2009

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Tiempo de Angustia y la Última Generación. Por: Samuel Saldaña Puntos de interés especial Cierre de la Gracia para el pueblo de Dios El Fuerte Pregón Los llamado a la Hora Undécima El Cierre de la Gracia para los últimos llamados ¿Qué es el Tiempo de An- gustia? El Decreto de Muerte La Liberación de los san- tos Contenido: Características de un sello 1 Tiempo de preparación 2 Tiempo de restauración 4 Tiempo de compartir 6 Tiempo de angustia previo 7 Tiempo de angustia de Jacob 7 La última generación 8 La liberación de los santos 16 Sin Cristo, nada podéis hacer 17 Receta licuado frutas 14 ¡Un Ministerio que profesa la Verdad Presente! abril, 2009 Volumen 1, 2 La Voz del Heraldo Llegado el tiempo en que los llamados para proclamar el Fuerte Pregón participaron en el anuncio de este mensaje amonestación y justi- cia para con los llamados a la Hora Undécima, participarán conforme a los escogidos por YAHWEH como la última generación. Los que tuvieron el privilegio de conocer el Mensaje del Tercer Ángel de Apocalipsis 14, tienen la gran oportunidad de ser sellados con el derramamiento del Espíritu Santo de Dios para hacerles idóneos para heredar el Cielo, para acondicionarlos en la gran obra del Fuer- te Pregón y para proporcionar las fuerzas en la hora de prueba que constituye la imposición de la Ley Dominical y el odio del mundo que acarrea persecución, encarcelamiento y muer- te. A este grupo privilegiado se le permitirá emi- tir palabras de amonestación y juicio, de vida y muerte tal como nunca antes había sido. Nadie quien no sea sellado para eterna reden- ción podrá abrir más su boca para emitir me- dias verdades o grandes mentiras. Sólo el privilegio de ser sellados para la ocasión del Fuerte Pregón se les permitirá abrir sus bocas que el mensaje solemne del pueblo particular de Dios. ¿Para qué está destinado por Dios el Fuerte Pregón si ya ocurrió un sellamiento por la preparación de la Lluvia Temprana y el cierre de la Lluvia Tardía? ¿No fueron todos ya sellados para eterna redención? Evidentemente Dios se ha reservado un grupo preparado para la obra solemne de rescatar las almas en medio de un ambiente universal pe- caminoso. Las experiencias sorprendentes y sobrenaturales vistas en el pasado bíblico, no serán más que una sombra de lo que se reser- va para este tiempo. Las evidencias apuntan hacia el evento solemne que Dios tiene prepa- rado para contrarrestar el poder de Satanás. Un pueblo purificado como se pule el oro y la plata en el fuego, ha sido acondicionado con el Fuego Purificador de YAHWEH. Las prue- bas que experimentamos hoy serán poco por- que no son más que un vehículo para llegar a ser herederos de la Justicia de Cristo e idóne- os de la Patria Celestial. Recibimos hoy el mismo llamado que Cristo hizo al joven rico de Mateo 6: una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”. Este joven rico tuvo el privilegio de ser invi- tado a tan loable obra para ser un apóstol o discípulo de Cristo. Al final su recompensa era el Reino de los Cielos y no sólo eso, sino que las columnas que soportarán el templo celestial llevarán su nombre. Sin embargo, aunque el joven reunía condiciones necesa- rias para ser un discípulo el Señor lo con- frontó con los mismos conflictos que la humanidad experimenta hoy: Despójate de todo lo que tienes y dadlo a los pobres”. Cristo le invitaba hacer la misma obra de amor que Él tuvo por nosotros. Abandonando Su regia corona y Su manto real para asumir una naturaleza caída, lo dio todo a esta pobre raza humana. Dependerá de nosotros los que llevamos la delantera en la causa ante la pregunta que Cristo nos hace hoy: “anda y dadlo todo a los más necesitados”… ¿No es este el principio del Cielo? ¿No es esta la esencia del carácter que sale del Trono de Dios? ¿No es la fuente de agua que fluye desde Su Trono Real el que alimentará un río que servirá para vida de los redimidos en la Nueva Canaán? Dios ha dado todo, y como omnipotente, será capaz eternal de compartir Su amor a cada una de Sus criaturas, pues “las conoce a cada una por nombre”. Tantos los santos ángeles, como los redimi- dos de la Tierra podrán dar testimonio que el gobierno de Dios ante el pecado y el error, es capaz de inclinarse por la misericordia y Su plan de amor es restaurador. www.alaluzdelabiblia.org

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2da edición Boletín La Voz del Heraldo, abril 2009

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Page 1: Boletin la voz_del_heraldo_no_2_04_2009

Tiempo de Angustia y la Última Generación. Por: Samuel

Saldaña Puntos de interés especial

Cierre de la Gracia para el

pueblo de Dios

El Fuerte Pregón

Los llamado a la Hora

Undécima

El Cierre de la Gracia para

los últimos llamados

¿Qué es el Tiempo de An-

gustia?

El Decreto de Muerte

La Liberación de los san-

tos

Contenido:

Características de un sello 1

Tiempo de preparación 2

Tiempo de restauración 4

Tiempo de compartir 6

Tiempo de angustia previo 7

Tiempo de angustia de Jacob 7

La última generación 8

La liberación de los santos 16

Sin Cristo, nada podéis hacer 17

Receta licuado frutas 14

¡Un Ministerio que profesa la Verdad Presente!

abril, 2009

Volumen 1, nº 2

La Voz del Heraldo

Llegado el tiempo en que los llamados para

proclamar el Fuerte Pregón participaron en el

anuncio de este mensaje amonestación y justi-

cia para con los llamados a la Hora Undécima, participarán conforme a los escogidos por

YAHWEH como la última generación.

Los que tuvieron el privilegio de conocer el

Mensaje del Tercer Ángel de Apocalipsis 14,

tienen la gran oportunidad de ser sellados con

el derramamiento del Espíritu Santo de Dios

para hacerles idóneos para heredar el Cielo,

para acondicionarlos en la gran obra del Fuer-

te Pregón y para proporcionar las fuerzas en la

hora de prueba que constituye la imposición de la Ley Dominical y el odio del mundo que

acarrea persecución, encarcelamiento y muer-

te.

A este grupo privilegiado se le permitirá emi-

tir palabras de amonestación y juicio, de vida

y muerte tal como nunca antes había sido.

Nadie quien no sea sellado para eterna reden-

ción podrá abrir más su boca para emitir me-

dias verdades o grandes mentiras. Sólo el

privilegio de ser sellados para la ocasión del

Fuerte Pregón se les permitirá abrir sus bocas que el mensaje solemne del pueblo particular

de Dios.

¿Para qué está destinado por Dios el Fuerte

Pregón si ya ocurrió un sellamiento por la

preparación de la Lluvia Temprana y el cierre

de la Lluvia Tardía? ¿No fueron todos ya

sellados para eterna redención?

Evidentemente Dios se ha reservado un grupo

preparado para la obra solemne de rescatar las almas en medio de un ambiente universal pe-

caminoso. Las experiencias sorprendentes y

sobrenaturales vistas en el pasado bíblico, no

serán más que una sombra de lo que se reser-

va para este tiempo. Las evidencias apuntan

hacia el evento solemne que Dios tiene prepa-

rado para contrarrestar el poder de Satanás.

Un pueblo purificado como se pule el oro y la

plata en el fuego, ha sido acondicionado con

el Fuego Purificador de YAHWEH. Las prue-

bas que experimentamos hoy serán poco por-

que no son más que un vehículo para llegar a

ser herederos de la Justicia de Cristo e idóne-

os de la Patria Celestial.

Recibimos hoy el mismo llamado que Cristo

hizo al joven rico de Mateo 6:

“una sola cosa te falta: anda, vende todo lo

que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás

tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”.

Este joven rico tuvo el privilegio de ser invi-

tado a tan loable obra para ser un apóstol o

discípulo de Cristo. Al final su recompensa

era el Reino de los Cielos y no sólo eso, sino que las columnas que soportarán el templo

celestial llevarán su nombre. Sin embargo,

aunque el joven reunía condiciones necesa-

rias para ser un discípulo el Señor lo con-

frontó con los mismos conflictos que la

humanidad experimenta hoy: “Despójate de

todo lo que tienes y dadlo a los pobres”.

Cristo le invitaba hacer la misma obra de

amor que Él tuvo por nosotros. Abandonando

Su regia corona y Su manto real para asumir

una naturaleza caída, lo dio todo a esta pobre raza humana.

Dependerá de nosotros los que llevamos la

delantera en la causa ante la pregunta que

Cristo nos hace hoy: “anda y dadlo todo a los

más necesitados”… ¿No es este el principio

del Cielo? ¿No es esta la esencia del carácter

que sale del Trono de Dios? ¿No es la fuente

de agua que fluye desde Su Trono Real el que

alimentará un río que servirá para vida de los

redimidos en la Nueva Canaán?

Dios ha dado todo, y como omnipotente, será

capaz eternal de compartir Su amor a cada

una de Sus criaturas, pues “las conoce a cada

una por nombre”.

Tantos los santos ángeles, como los redimi-

dos de la Tierra podrán dar testimonio que el

gobierno de Dios ante el pecado y el error, es

capaz de inclinarse por la misericordia y Su

plan de amor es restaurador.

www.alaluzdelabiblia.org

Page 2: Boletin la voz_del_heraldo_no_2_04_2009

Tiempo de preparación: El Mensaje del

Tercer Ángel

Hemos de recordar que el mensaje de Apoca-lipsis 14 es un mensaje restaurador enfocado

increíblemente como una amonestación de

misericordia y justicia que revela la Santa

Ley de Dios y por ende, el carácter del Gran

Gobernador.

Los que hemos experimentados los sistemas

de dictadura podemos comprender mejor que

las leyes que impone el dictador revela sus

propósitos y por consecuencia su carácter.

Los hechos manifiestos en la Ley de Dios

han de darnos una comprensión de la maravi-

llosa gracia del Altísimo.

El primer mensaje angelical de Apocalipsis

14 nos revela la restauración de los 10 Man-

damientos del Éxodo 20.

“Teme a Dios y dadle honra” es una amones-

tación de la restauración de los 10 Manda-

mientos que de hecho, cuando fue proclama-

do se restauraron por un pueblo que heredaba nuevamente el cetro de justicia delante del

mundo. Este evento daba inicio el Juicio

Investigativo que de hecho las bases de su

proceder son los mismos mandamientos del

Decálogo Divino proclamados en el Monte

Sinaí.

Si comparamos los mandamientos que se

confeccionó Satanás y que el mundo tiene

por ley, es una adulteración de dos puntos

fundamentales, con esto no quiero decir que las 10 normas no están en santo equilibrio y

dependientes una de la otra, sin embargo, si

somos más amplios podremos encontrar que

existe un orden particular en cada precepto y

no solo eso sino que Dios también las agrupa

y por eso vemos su selección en dos tablas de

piedra.

Mientras tanto Satanás hacía un cambio en

los Mandamientos de Dios, particularmente

el Primero, Segundo y Cuarto mandamiento,

Dios establecía un pequeño remanente como nación ante el resto del mundo que le permi-

tiría ser portador de Sus verdades. Su obra

no obstante era pequeña, sino que en medio

de los ataques y asechanzas de las tribus ene-

migas enemistadas con la Ley de Dios, pro-

curaban disminuir su capacidad de experien-

cia con la Ley Santa.

Es por ello que vemos a Satanás eliminando

el Sistema de Adoración que nos exhorta la

primera tabla de los Mandamientos Santos.

Tanto el primero como el segundo manda-

miento tienen que ver precisamente con la

adoración de un Dios:

“No tendrás dioses ajenos delante de mí.

No te harás imagen, ni ninguna semejanza de

cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la

tierra, ni en las aguas debajo de la tierra:

No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; por-

que yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso,

que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á

los que me aborrecen”. Éxo. 20.3-5.

Particularmente con el cambio del Sábado

como mandamiento central del Decálogo

eliminaba precisamente el día de convite en-

tre Dios y Su pueblo, aunque el tercer manda-

miento también acota a la adoración, el man-

damiento que realza el poder omnipotente de

Dios y recordatorio es el día establecido para

santa convocación que permitiría a los santos

fieles que desean apegarse al sistema divino, ser protegidos de las asechanzas del Enemigo

de las almas.

“Acordarte has del día del reposo, para santi-

ficarlo:

Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

Mas el séptimo día será reposo para Jehová

tu Dios: no hagas en él obra alguna, tú, ni tu

hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu

bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus

puertas: Porque en seis días hizo Jehová los cielos y

la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos

hay, y reposó en el séptimo día: por tanto

Jehová bendijo el día del reposo y lo santi-

ficó.”. Éxo. 20.8-11.

Recordemos que las Fiestas Solemnes que

eran consideradas como “sábados” (plural)

no eran más que una ocasión para que el pue-

blo experimentara la demostración de su fide-

lidad y renovación con Dios. Aquellos que

no se convocaban durante el año para hacer confesión de pecado reconociendo su necesi-

dad con un Dios único, verdadero a quién se

le rinde homenaje y pleitesía, tenían aún un

último tiempo oportuno para llevar su sacrifi-

cio al sonar de las trompetas que por diez

días eran escuchadas para santa convocación.

Este proceso de ofrecimiento de ofrenda,

... Continuación del artículo anterior

“No tendrás dioses

ajenos delante de mí.

No te harás imagen,

ni ninguna semejanza

de cosa que esté

arriba en el cielo, ni

en la tierra, ni en las

aguas debajo de la

tierra, yo soy YHWH

celoso y fuerte”. Ex.

20.3-5

Página 2 La Voz del Heraldo

Page 3: Boletin la voz_del_heraldo_no_2_04_2009

confesión de pecados y arrepentimiento no era más que el

recordatorio a futuro de la necesidad de un Mediador Divi-

no ante la faz del Supremo de todos los siglos como el

único vehículo establecido para restaurar el alma.

Aquellos que definitivamente ignoraron el servicio del

Continuo para llevar ofrenda y confesión, pero que

además rechazaban el último convite al sonar de las trom-

petas, sería rechazado o excluido de los privilegios de ser

el “Pueblo de Dios”, “la niña de Sus ojos”. Inmediata-

mente esta persona sería excluida de la nación porque ven-

ía a constituirse en fomento de rebelión y un peligro para

la nación porque cada año la nación no sólo tenía que ser

justificada sino purificada o santificada y conforme al plan

Divino existía una fiesta conocida como el Día de Expia-ción el cual consistía en el Gran Día de Juicio y que Dios

relevaría Su deseo de gloriarse sobre el pecado. Este pue-

blo en sujeción a las diversas leyes de Dios era reconcilia-

do ante la misma ley que procuraba cumplir por la media-

ción de Aquél que pagaba el pecado y no sólo pagaba sino

que expiaba o eliminaba cada uno de los pecados confesa-

dos al punto de no ser considerados jamás.

Todo este sistema de ley ritual o ceremonial, como las 10

Leyes Santas recalcaban tanto el Dios por adorar como el

sistema de adoración propio que era fundamental para

fortalecer nuestro carácter provisto precisamente de esa relación diaria con Dios y de un día de pacto que restaura-

ba y olvidaba todo lo malo acontecido, pero que también a

la vez en que olvidaba todo lo malo, fortalecía todo lo

bueno que se había hecho en Nombre del Dios de Israel.

Por tanto, el Primer Mensaje Angelical no es más que la

restauración de la Ley Santa de Dios:

1.– Los 10 Mandamientos de Dios

2.– Las leyes de salud

3.– Las leyes civiles, sociales o de orden 4.– Ley ritual o ceremonial que sería excluidas más ade-

lante con el sacrificio del Cordero de Dios.

El Segundo Mensaje Angelical de Apocalipsis 14 proclama:

“Ha caído, ha caído Babilonia, aquella grande ciudad, porque ella

ha dado á beber á todas las naciones del vino del furor de su for-

nicación”. Apoc. 14.8.

El mensaje segundo es dependiente del primer mensaje dado que

al llamar un pueblo restaurador de las Leyes de Dios, se puede

identificar por medio de la palabra profética quiénes son los acto-

res de la obra de Satanás y quiénes los de Dios.

El segundo mensaje identifica no sólo al “dios falso” sino “el

sistema de adoración falso”. Si Dios dispone de un día santo, a saber, el sábado, Satanás dispone del suyo, el domingo.

La proclamación de este ángel señala que ha sido identificada la

institución que ha dado de beber el sistema falso de adoración

identificado como “el vino de su confusión” que es obtenido por

la relación ilícita entre dos: Dios y el pueblo.

Note que el contraste del mensaje siguiente con los dos anteriores

es una amonestación que tal como ocurría con aquellos que no

quería formar parte del verdadero sistema de adoración en el los

días de invitación solemne de YAHWEH, sería excluidos de la

nación y se les hacía una justicia inmediata aprobada, de hecho, por mandato de Dios, sería raídos porque no eran merecedores

del alcance protector de Dios. Sin embargo, aquellos que se que-

daban dentro del pueblo pero que no confesaban pecado o esta-

ban medios convertidos venían a constituirse un peligro de de-

gradación del resto del pueblo por lo que recibirían también por

medio de un juicio, castigo de muerte.

“Si alguno adora á la bestia y á su imagen, y toma la señal en su

frente, ó en su mano, Este también beberá del vino de la ira de

Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será ator-

mentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y de-lante del Cordero:”. Apoc. 14.9-10.

“Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús”.

Es la particularidad del pueblo singular que Juan nos revela en Apocalipsis 14.12, los cuales fueron encontrados “sin contami-

nación de mujer, ni encontrado mentiras en sus bocas”. (Apoc. 14.4, 5).

Hemos de recordar que la iglesia verdadera es considerada como una mujer virgen: “Y yo Juan vi la santa ciudad, Jerusalem

nueva, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”. Apoc. 21.2 (ver también Efe.

5.22-32; 2 Cor. 11.2; Isa. 1.21; 54.5, 6).

Pero en contraste a la “virgen inmaculada”, vemos una “mujer prostituta” viene a constituirse con una iglesia espuria donde sus

doctrinas son muerte (Apocalipsis capítulo 17).

Es decir, el pueblo singular “que no se contaminó con mujer y fue encontrado en sus bocas mentiras”, aunque ellos pudieron

haber tenido relación estas iglesias falsas, abandonaron el sistema falso de adoración. No fueron encontrados al momento del

juicio proclamando en sus bocas mentiras o palabras de muertes, porque sus doctrinas y sistema de adoración ahora que cono-cieron la verdad al ser sinceros con Dios, renunciaron a estas y al momento en que fueron llevados delante del juicio divino,

sus vidas, sus pensamientos y ahora la herencia eterna eran destinados a un Dios verdadero y Único.

... Continuación del artículo anterior

Página 3 Volumen 1, nº 2

Page 4: Boletin la voz_del_heraldo_no_2_04_2009

Tiempo de restauración: Lluvia Temprana

y Lluvia Tardía

Entre las bendiciones que Dios da para el tiempo del juicio que es visto como el tiempo

de la cosecha es necesaria la Lluvia Tempra-

na y la Lluvia Tardía. Dios nos enseñanza por

medio de la naturaleza en favor de Su pueblo.

Para recoger la mies, es necesario cultivar la

semilla apropiada del cual entre los elemen-

tos necesarios que nutren su germinación, no

es posible llevarse a cabo sin las primeras

lluvias. De igual forma, para que la mies sea

mucha y toda recogida en abundancia sería necesaria que aquellas semillas que germina-

ron terminen al tiempo exacto de la cosecha

por lo que será necesaria la Lluvia Tardía y el

fruto estará acondicionado para una cosecha

no sólo efectiva, sino abundante.

Las lluvias son consideradas como una ben-

dición por Dios:

“Yo daré la lluvia de vuestra tierra en su

tiempo, la temprana y la tardía; y cogerás tu

grano, y tu vino, y tu aceite”. Deut. 11.14.

“Así también es la resurrección de los muer-

tos. Se siembra en corrupción; se levantará en

incorrupción; se siembra en vergüenza, se

levantará con gloria; se siembra en flaqueza,

se levantará con potencia; se siembra cuerpo

animal, se levantará cuerpo espiritual. Hay

cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”. 1

Cor. 15.42-44.

“Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del

hombre, que tenía en su cabeza una corona de

oro, y en su mano una hoz aguda”. Apoc.

14.14.

Sin embargo, hemos sido mal instruidos en

cuanto a lo que corresponde la Lluvia Tardía,

sin bien es cierto tiene que ser precisamente

el derramamiento del Espíritu Santo el cual

nos acondiciona con Su sello para realizar la

obra solemne del Fuerte Pregón y nos da la

idoneidad para heredar el Reino de los Cie-los:

“Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y

gozaos en el SEÑOR vuestro Dios; porque os

ha dado la primera lluvia arregladamente, y

hará descender sobre vosotros lluvia tempra-

na y tardía como al principio”. Joel 2.23.

Sino que se hace también imperativo tener en

cuenta no sólo la identificación de este

hecho, sino también como lograr estas bendi-

ciones.

“Inclina vuestro oído, Oh cielos y hablaré.

Oiga, Oh tierra, las palabras de mi boca. Mi

Doctrina dejará caer como la lluvia; mi len-

guaje destilará como el rocío, como la lluvia

pequeña en la hierba tierna, y como las du-

chas en el césped. Porque publicaré el nom-

bre del Señor, le atribuye a grandeza hacia

nuestro Dios”.

“Nuestros hermanos necesitan comprender los oráculos de Dios; necesitan tener un co-

nocimiento sistemático de los principios de la

verdad revelada, que los preparará para so-

brellevar aquello que está por sobrevenir en

la tierra, e impedirá que sean llevados de aquí

para allá por todo viento de doctrina”.

2JT.101 (1885).

“Y el profeta Óseas reafirma: “"Venid, vol-

vamos al Eterno. El nos desgarró, y nos cu-

rará; hirió, y nos venda. Conozcamos al Eter-

no, insistamos en conocerlo. Su venida es tan segura como el alba. Vendrá a nosotros como

la lluvia, y como la lluvia temprana y tardía

que riega la tierra”. Oseas 6.1-3.

“Como descienden del cielo la lluvia y la

nieve, y no vuelven allá, sino que riegan la

tierra, y la hacen germinar y producir, y da

semilla para sembrar y pan para comer, así

será mi Palabra que sale de mi boca, no vol-

verá vacía, antes hará lo que yo quiero, y

prosperará en lo que le ordené”. Is. 55.10, 11.

La preparación de la sana doctrina nos permi-

tirá identificar cuáles son las falsas enseñan-

zas para realmente ser edificados en Espíritu

y en Verdad. Una vez gozamos de las sanas

enseñanzas y las obedezcamos, podremos

experimentar la transformación de purifica-

ción que trae consigo la perfección del derra-

mamiento del Espíritu de Dios.

“El corazón debe estar exento de contamina-

ción, y limpio, para que en él more el Espíri-tu. Por medio de la confesión y el abandono

del pecado, por medio de la oración ferviente

y la consagración a Dios, los primeros discí-

pulos se prepararon para el derramamiento

del Espíritu Santo en el día de Pentecostés.

La misma obra, sólo que en mayor medida

debe realizarse ahora”. TM.507.

... Continuación del artículo anterior

“Yo daré la lluvia de

vuestra tierra en su

tiempo, la temprana y la

tardía, y cogerás tu

grano, y tu vino, y tu

aceite”. Deuteronomio

11.14

Página 4 La Voz del Heraldo

Page 5: Boletin la voz_del_heraldo_no_2_04_2009

Tal como hemos referido que, nuestra experiencia es se-

mejante al pasado, se tiene prometido por la universalidad

de los eventos, una potencia aun mayor que en los días de

los apóstoles:

“Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en el

Eterno vuestro Dios; porque os dio la primera lluvia a

tiempo, y os enviará lluvia temprana y tardía, como al

principio”. 2.23

La experiencia proclamada por el profeta Joel apunta a

que se “dio la primera lluvia a tiempo”, se tiene prometido

una lluvia temprana y tardía al fin de los tiempos tal como

había sido en el derramamiento colectivo del Pentecostés

en el aposento alto y la experiencia que se consumó a través de Moisés para con el pueblo que estaría aún por

prepararse. Es decir, que el evento anterior de los apósto-

les vino a ser la Lluvia Temprana y la reservada para este

tiempo será la Lluvia Tardía.

¿Cuál es el propósito de Dios en medio de estos dos proce-

sos?

Acondicionar la cosecha que empezó con los apóstoles y

que se cerrará con los últimos discípulos administrados

como los primeros por Cristo mismo.

“… La lluvia tardía, que cae hacia el fin de la temporada,

madura el grano y lo prepara para la siega. El Señor em­

plea estos fenómenos naturales para ilustrar la obra del

Espíritu Santo. Así como el rocío y la lluvia caen al princi-

pio para que la semilla germine, y luego para que la cose-

cha madure, se da el Espíritu Santo para que lleve a cabo a

través de sus etapas el proceso del crecimiento espiritual”.

La maduración del grano representa la terminación de la

obra de la gracia de Dios en el alma. Mediante el poder del

Espíritu Santo se ha de perfeccionar en el carácter la ima-

gen moral de Dios. Debemos ser totalmente transforma­dos a la semejanza de Cristo La lluvia tardía que madura

la cosecha de la tierra representa la gracia espiritual que

prepara a la igle­sia para la venida del Hijo del hombre.

TM.506.

“Orad por la Lluvia Tardía”. TM.506.

“Pedid al Eterno lluvia en la estación tardía. Y el Eterno

hará relámpagos, y os dará lluvia abundante”. Zac. 10.1.

Aunque existan dos lluvias generaciones, será necesario al

tiempo del fin los dos derramamientos, tanto la temprana como la tardía:

“Pero a menos que haya caído la lluvia temprana, no habrá

vida: la hoja verde no aparecerá. A menos que las prime-

ras precipitaciones hayan hecho su obra, la lluvia tardía no

podrá perfeccionar ninguna semilla”. TM.506.

“Muchos, en gran medida, han dejado de recibir la lluvia tempra-

na. No han obtenido todos los beneficios que Dios ha provisto

para ellos por medio de ella. Esperan que la deficiencia sea supli-

da por la lluvia tardía. Cuando se conceda la gracia en forma abundante y rica, se proponen abrir sus corazones para recibirla.

Están cometiendo una terrible equivocación. La obra que Dios ha

comenzado en el corazón humano al darle su luz y conocimiento,

debe progresar conti­nuamente. Todo individuo debe ser cons-

ciente de su propia necesidad”. TM.507.

Tristemente muchos están cometiendo el error de creer que la

Lluvia Tardía vendrá a suplir su deficiencia en el futuro, conside-

ran erróneamente que al ser impartido el poder del Espíritu en-

tonces será que podrán suplir sus deficiencias e iniciarán la obra

de alcanzar las almas.

La persona o grupos minoritarios o no, están alistándose para la

gran quema del Día de la Venganza de YAHWEH. Ellos han

estado en la

conformidad

de la tibieza

de la Iglesia

de Laodicea.

Han despre-

ciado toda

ocasión del

llamado per-manente que

hace el Testi-

go Verdadero

a Su pueblo.

Aquellos que

no se identifi-

caron con las

obras del

tiempo tem-

prano, ¿cómo

podrán identi-ficarse al tiempo del fin si no padecieron junto con Cristo la puri-

ficación del carácter en medio del trabajo arduo de rescatar alma

por alma? El mensaje del tercer ángel no será comprendido por

estos. Aún no han vendido todo para darlo a los pobres en espíri-

tu. Han preferido la condición confortable que el mundo da.

Ellos serán aborrecidos por Dios junto con sus buenas obras oca-

sionales.

“El mensaje del tercer ángel no será comprendido por aquellos

que se niegan a caminar en su gloria creciente, y los tales lla-

marán una luz falsa a la luz que iluminará la tierra con su gloria”.

Review and Herald. mayo 27, 1890.

De estos serán recordadas las palabras del Santo: “… Nunca os

conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. Mat. 7.23.

Ignoraron toda ocasión mientras la puerta estuvo abierta, más la

puerta será cerrada y nadie la podrá abrir jamás.

... Continuación del artículo anterior

Página 5 Volumen 1, nº 2

Page 6: Boletin la voz_del_heraldo_no_2_04_2009

“Hemos de poner a un lado nuestros planes estrechos y egoístas, recordando que se nos ha encargado una obra de la mayor mag-

nitud y de la más alta importancia. Al hacer esta obra estamos pregonando los mensajes del primer ángel, del segundo y del

tercero, y preparando así la llegada de aquel otro del cielo que ha de iluminar la tierra con su gloria”. 3JT.13.

Tiempo de compartir

Parte del mensaje de pregonar las enseñanzas de amonestación y vida es el Mensaje del Cuarto Ángel. Recordemos que en el

libro del Apocalipsis se ve “a otro ángel” a parte de los otros tres ángeles.

“Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder, y la tierra fue iluminada con su gloria”. Apoc. 18.1.

“Después vi otro ángel poderoso, al que se ordenó que bajase a la tierra y uniese su voz a la del tercer ángel para dar fuerza y

vigor a su mensaje. Ese ángel recibió gran poder y gloria, y al descender dejó toda la tierra iluminada con su gloria. La luz que

rodeaba a este ángel penetraba por doquiera mientras clamaba con fuerte voz: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha

hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible". Aquí se repite el mensaje de la caída de Babilonia, tal como lo dio el segundo ángel, con la mención adicional de las corrupciones introducidas

en las iglesias desde 1844. La obra de este ángel comienza a tiempo para unirse a la última magna obra del mensaje del tercer

ángel cuando éste se intensifica hasta ser un fuerte pregón. Así se prepara el pueblo de Dios para afrontar la hora de la tentación

que muy luego ha de asaltarle. Vi que sobre los fieles reposaba una luz vivísima, y que se unían para proclamar sin temor el

mensaje del tercer ángel”. PE.277.

Este ángel corresponden los santos que realizarán la obra de la cosecha y que han preparado en manojos el trigo celestial para

cuando Cristo venga con su “hoz aguda” para recogerla de lo que ha sido cizaña. Padecieron tribulación, el escarnio y la burla a

causa de la proclamación de este mensaje, porque un mundo caído no reconoció a Dios, si no las doctrinas espurias del vino de la

confusión de las iglesias apóstatas.

“Arrepentidos de nuestra apostasía, ¿no buscaremos al Señor con fervor, lamentando haber descuidado su Palabra, de no conocer mejor la verdad, y dirigirnos a él con todo nuestro corazón a fin de que nos sane y nos ame libremente? Demos hoy un paso en

dirección al cielo…

La lluvia tardía ha de caer sobre el pueblo de Dios. Un poderoso ángel descenderá del cielo, y toda la tierra será iluminada con su gloria. ¿Estamos listos para tomar parte en la gloriosa obra del tercer ángel? ¿Están nuestros vasos listos para recibir el rocío

celestial? ¿Tenemos contaminación y pecado en el corazón? Si es así, limpiemos el templo interior, y preparémonos para la

lluvia tardía. El refrigerio de la presencia del Señor nunca caerá sobre corazones llenos de impureza. ¡Dios nos ayude a morir al

yo, para que Cristo, la esperanza de gloria, pueda ser formado en nosotros!”. RP.297.

La Lluvia Tardía no será dado aquellos que no han sido transformado en medio de la prueba. Tal como Simón el mago pudo

reconocer el poder de los apóstoles, pidió comprar el poder Santo de Dios como quien compra cualquier alhaja. De igual manera

el pueblo de hoy está esperando recibir poder sin ningún esfuerzo. Tristemente de estos se puede decir:

“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que la amistad del mundo es ene-

mistad con Dios? El que quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios”. Santiago 4.1-4.

“Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen”. Hec.5.32.

Si Cristo padeció con Su cruz, Él también nos invita tomar Su cruz y seguirle:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame”. Mateo 16.24.

Aún así, fue Cristo mismo quien dio señal de las consecuencias de no atender el llamado:

“Y el que no toma su madero, y sigue en pos de mí, no es digno de mí”. Mateo 10.38.

Aún están atados nuestros sentidos a intereses mundanos. Nos afecta el orgullo de vernos afectado por los burladores. Nos excu-

samos a falta de talentos tal como aquel siervo malo y negligente (perezoso) que se le dio “un talento y escondió debajo de la

tierra porque conocía su amo era duro y que cosechaba donde no sembró, y recoge donde no esparció”. (Mateo 25.14-30).

... Continuación del artículo anterior

Página 6 La Voz del Heraldo

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“Por muy grande que sea la altura en que haya estado cualquier ministro en el favor de Dios, si deja de seguir la luz que Dios le

dio, si se niega a ser enseñado como un niñito, caerá en las tinieblas y los engaños satánicos, y conducirá a otros por la misma

senda.

Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello Dios mientras nuestros caracteres tengan una mancha. Nos toca a nosotros remediar

los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros

como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés. Nos conformamos con demasiada facilidad con lo

que hemos alcanzado. Nos sentimos ricos y con abundancia de bienes, y no sabemos que cada uno de nosotros es un “cuitado y

miserable y pobre y ciego y desnudo". (Apoc. 3:17) Ahora es el momento de oír la amonestación del testigo fiel: "yo te amonesto

que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra

la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. (Vers. 18)... Mientras elijamos la senda fácil de la com-

placencia propia y nos asuste la abnegación, nuestra fe no llegará nunca a ser firme, y no podremos conocer la paz de Jesús ni el

gozo que proviene de una victoria consciente.

¡Ojalá tengamos fe viva y activa! La necesitamos; debemos tenerla o desmayaremos y caeremos en el día de la prueba... Por nuestra experiencia pasada, debemos saber esto. En aquél día en que Dios tenga controversia con su pueblo, esta experiencia

será una fuente de consuelo y esperanza... "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Heb. 3:7, 8, 15). Estamos

en una situación muy penosa, aguardando y velando por la aparición de nuestro Señor. El mundo está en tinieblas. "Mas voso-

tros, hermanos -dice Pablo- no estáis en tinieblas, para que aquél día os sobrecoja como ladrón". (1 Tes. 5:1-6). El propósito de

Dios consiste siempre en sacar luz de las tinieblas, gozo del pesar, y descanso del cansancio para el alma que aguarda anhelante.

2JT.69,70.

Tiempo de Angustia Previo y Angustia de Jacob (Decreto de Muerte)

La luz que abrió el camino el Sistema de Adoración (El Santuario y su servicio por Milian Lauritz Andreasen)

“Mientras Cristo en el cielo perdona el pecado, un sacerdote pretende hacer lo mismo en la tierra. Mientras que Cristo intercede por el pecador, también lo hace un sacerdote. Y las condiciones del sacerdote para perdonar el pecado son mucho más fáciles de

satisfacer que las condiciones de Cristo. Los hombres se olvidaron completamente de que había un santuario en el cielo. Esta

verdad fue derribada por tierra. Es obra dada por Dios a la iglesia llamar la atención de los hombres a Cristo y a la verdad. Es el

único medio que Dios tiene para instruir a los hombres. Cuando Cristo ascendió al cielo a iniciar su ministerio en el santuario

celestial, fue deber y privilegio de la iglesia proclamar estas nuevas hasta los confines del mundo. Desde entonces no debían

realizarse más sacrificios en la tierra. Eso pertenecía a la antigua dispensación. También había cesado el sacerdocio levítico. El

velo se había rasgado y se abría para el hombre un camino nuevo y vivo. Los hombres tenían libre acceso a Dios y podían pre-

sentarse confiadamente ante el trono de la gracia sin ningún intercesor humano. Todo el pueblo de Dios había llegado a ser un

sacerdocio real, y desde entonces ningún hombre intervendría ni se interpondría entre un alma y su Hacedor. El camino de acce-

so estaba abierto a todos.

Cristo es nuestro Sumo Sacerdote. En el Calvario murió como Cordero de Dios. Derramó su sangre en nuestro favor. Los sacrifi-

cios mosaicos lo habían profetizado durante siglos. Ahora había llegado la realidad, aquello de lo cual lo demás había sido tan

sólo sombra. En el Antiguo Testamento, la muerte del cordero no bastaba. Debía ser suplementada por el ministerio del sacerdo-

te mientras rociaba la sangre sobre el altar o en el lugar santo. Eso también ocurre con la muerte y la sangre de Cristo. Habiendo

sido provista la sangre, Cristo iba a ser "ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el

hombre" (Heb. 8:2). Así "Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no

hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró

una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención" (Heb. 9:11 y 12).

El lugar santo mencionado aquí no es el del tabernáculo terrenal. "Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura

del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios" (Heb. 9:24). Ante la presencia de Dios,

Cristo intercede y presenta su sangre que no santifica simplemente "para la purificación de la carne" como lo hacía antaño la sangre de los becerros y machos cabríos. "¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí

mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" (Heb. 9:13 y 14). Cual-

quiera que desee sentir su conciencia purificada puede, por lo tanto, confiadamente "entrar en el Lugar Santísimo por la sangre

de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote

sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala con-

ciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (Heb. 10:19-22). En el Antiguo Testamento sólo el sacerdote podía entrar en el

santuario. Ahora todos pueden entrar. Es "el camino nuevo y vivo que él nos abrió".

... Continuación del artículo anterior

Página 7 Volumen 1, nº 2

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Es deber y privilegio de la iglesia proclamar este nuevo, vivo y bienaventurado camino. Cada uno puede llegar directamente a

Cristo. No necesita la intercesión de un sacerdote como en el santuario terrenal. Esto ha sido eliminado. Cada hombre puede pre-

sentarse ante su Hacedor directamente sin intervención humana. Puede entrar confiadamente a través del velo. Esta es la verdad

que debe ser restaurada.

No es necesaria la interposición de ninguna persona, de ningún ser creado para allegarnos a Dios. La Escritura enseña claramente

que hay un solo "mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Tim. 2:5). La Biblia no reconoce otro mediador. Al

enseñarse otra cosa se atenta contra la verdad de Dios.

No necesitamos entrar en detalles acerca de los problemas matemáticos de los 2.300 días. Referimos al lector a El Conflicto de

los Siglos, de Elena G. de White, y otras obras destacadas de los adventistas. Basta decir que estos días, o más bien dicho, estos

años, empezaron en 457 AC y terminaron en 1844 de nuestra era. En esta última fecha debía ser purificado el santuario.

Es evidente que esta purificación no puede referirse al santuario terrenal. Este había sido destruido hacía mucho y su servicio

suspendido. Debe referirse, por lo tanto, al santuario celestial, del cual se dice que debía ser purificado "con mejores sacrificios que" los del Antiguo Testamento (Heb. 9:23).

Ya hemos considerado en detalle el asunto de la purificación del santuario terrenal. Esta purificación era una figura de la purifi-

cación del santuario celestial. Así como los sacerdotes servían en el primer departamento del tabernáculo cada día del año hasta

el gran día de las expiaciones, también Cristo entró en el primer departamento del santuario celestial hasta el tiempo de su purifi-

cación. Esa fecha era 1844.

Entonces Cristo comenzó la parte final de su ministerio. Entonces entró en el santísimo. Entonces se inició la hora del juicio, que

llamamos el juicio investigador. Cuando esa obra esté hecha, cesará el tiempo de gracia y Cristo vendrá.

Al llegar aquí quisiéramos llamar la atención a la palabra "purificado", que se usa en Daniel 8:14. En hebreo es tsadaq, y es tra-

ducida "justificado", llegar a ser justo. Algunos traducen: "Entonces el santuario será justificado". Otros: "Entonces será reivindi-cado el santuario". Y aún otros: "Entonces el santuario recibirá el reconocimiento que merece". La palabra encierra la idea de

restauración así como de purificación.

Estos significados de la palabra son importantes en vista del hecho de que el santuario ha sido pisoteado y la verdad derribada

por tierra. ¿Llegará alguna vez el tiempo en que el tema del santuario recibirá su lugar legítimo, en que Dios vindicará su verdad,

y será desenmascarado el error? Sí, contesta la profecía, llegará ese tiempo; se levantará un poder malo que perseguirá al pueblo

de Dios, obscurecerá la cuestión del santuario, derribará la verdad por tierra, y prosperará en hacerlo. Levantará su propio siste-

ma en competencia con el sistema de Dios, intentará cambiar la ley, y por su política astuta engañará a muchos. Pero será desen-

mascarado. Al fin de los 2.300 días, se levantará un pueblo que tendrá entendimiento respecto a las cuestiones del santuario, que

seguirá a Cristo por la fe en el lugar santísimo, que tendrá la solución que quebrantará el poder del misterio de iniquidad, y saldrá

a proclamar la verdad de Dios. Un pueblo tal es invencible. Proclamará intrépidamente la verdad. Hará la contribución suprema en defensa de la verdad del santuario. "Los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levan-

tarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar" (Isa. 58:12).

Las controversias finales serán bien definidas. Todos comprenderán lo que está en juego y sus consecuencias. El punto principal

será la adoración de la "bestia" o la adoración de Dios. En esta controversia se abrirá el templo de Dios en el cielo, y los hombres

verán "el arca de su pacto" (Apoc. 11:19). El pueblo de Dios en la tierra desempeñará una parte en revelar a los hombres el tem-

plo abierto.

Es privilegio especial poder tener una parte en una obra tal. Pero si queremos vencer, debemos saber dónde estamos y por qué.

Dios nos dé la gracia de ser hallados fieles.

La Última Generación

La demostración final de lo que el Evangelio puede hacer por la humanidad todavía está en lo futuro. Cristo mostró el camino.

Tomó un cuerpo humano, y en ese cuerpo demostró el poder de Dios. Los hombres han de seguir su ejemplo y probar que lo que

Dios hizo en Cristo, puede hacerlo en todo ser humano que se somete a él. El mundo aguarda esa demostración (Rom. 8:19).

Cuando se haya realizado, vendrá el fin. Dios habrá cumplido su plan; habrá demostrado que él es veraz y Satanás mentiroso. Su

gobierno estará reivindicado [Eze. 36:23].

... Continuación del artículo anterior

Página 8 La Voz del Heraldo

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Hoy se enseñan muchas doctrinas falsas acerca de la santidad. Por un lado, hay quienes niegan el poder de Dios para salvar del

pecado; por otro, están los que se jactan de su santidad delante de los hombres y quisieran hacernos creer que están sin pecado.

Entre la primera clase hay no solamente incrédulos y escépticos, sino creyentes cuya visión no incluye la victoria sobre el peca-

do, sino una transigencia con él. En la otra, están los que no tienen un concepto justo ni del pecado ni de la santidad de Dios, cuya visión espiritual está tan dañada que no puede percibir sus propias faltas y por lo tanto, se creen perfectos, y cuyo concepto

de la verdad y la justicia lo estiman superior al que se revela en la Palabra. No es fácil decidir cuál es el mayor error.

Que la Biblia enseñe la santidad es indiscutible. "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,

alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23). "Seguid la paz con todos, y

la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Heb. 12:14). "Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación" (1 Tes. 4:3). La

palabra griega hagios con sus diversas formas se traduce "santificar", "santo", "santidad", "santificado", "santificación". Es la

misma palabra que se usa para designar los dos departamentos del santuario, y significa lo que ha sido puesto aparte para Dios.

Una persona santificada es una persona cuya vida entera está dedicada a él.

El plan de la salvación debe necesariamente incluir no sólo el perdón del pecado, sino la restauración completa. La salvación del pecado es más que el perdón del pecado. Lógicamente, el perdón presupone el pecado y se lo da a condición de que rompamos

con él. La santificación es apartarse del pecado e indica la liberación de su poder y la victoria sobre él. El primero es un medio

de neutralizar el efecto del pecado; la segunda es un restauración del poder para obtener la victoria completa.

El pecado, como algunas enfermedades, deja al hombre en una condición deplorable: abatido,

descorazonado. Por causa de él, tiene poco control de su mente, la voluntad le falla, y no pue-

de hacer lo que sabe que es correcto, ni aun con las mejores intenciones. Siente que no hay

esperanza, que suya es la culpa, y el remordimiento llena su alma. A sus males corporales, se

añade la tortura de la conciencia. ¿No se compadecerá alguno de él?

Entonces llega el Evangelio. Se le predican las buenas nuevas. Aunque sus pecados sean como

escarlata, serán emblanquecidos como nieve; aunque fueren rojos como carmesí, serán como blanca lana. Todo está perdonado. Está "salvo". ¡Qué liberación maravillosa! Su ánimo des-

cansa. Ya no lo atormenta su conciencia. Ha sido perdonado. Su corazón rebosa de alabanza a

Dios por su misericordia y bondad hacia él. Así como un barco averiado remolcado al puerto

está salvo pero no sano, así también el hombre está "salvo" pero no sano. Es necesario hacer

reparaciones en el barco antes que pueda navegar, y el hombre necesita estar plenamente res-

taurado antes que pueda gozar de salud. Este proceso de la restauración se llama santificación,

e incluye el cuerpo, el alma y el espíritu. Cuando la obra está acabada, el hombre es "santo",

está completamente santificado, y restaurado a la imagen Se Dios. Esta demostración de lo que

el Evangelio puede hacer en favor de un hombre es lo que el mundo necesita ver. En la Biblia, tanto el proceso como la obra

terminada son llamados santificación. Por esta razón los "hermanos" son llamados santos y santificados, aunque no hayan alcan-

zado la perfección. (1 Cor. 1:2; 2 Cor. 1:1; Heb. 2:1). Quien recorra las epístolas a los Corintios se convence pronto de que los santos mencionados tenían sus faltas. A pesar de esto, se dice que son "santificados" y "llamados a ser santos". La razón consiste

en que la santificación completa no es obra de un día o un año, sino de una vida entera. Se inicia en el momento en que una per-

sona se convierte, y continúa toda la vida. Cada victoria apresura el proceso. Pocos cristianos hay que no hayan obtenido la vic-

toria sobre algún pecado que antes los molestaba grandemente y los vencía. Más de un hombre que era esclavo del tabaco ha

obtenido la victoria sobre el hábito y se regocija en su victoria. El tabaco ha dejado de ser una tentación. Ya no lo atrae más.

Tiene la victoria. En ese punto está santificado. Así como ha sido victorioso sobre una tentación, puede llegar a serlo sobre todo

pecado. Cuando la obra haya sido terminada, cuando haya adquirido la victoria sobre el orgullo, la ambición, el amor al mundo,

sobre todo mal, estará listo para la traslación. Habrá sido probado en todos los puntos. El maligno habrá venido y no habrá halla-

do nada. Satanás no tendrá más tentaciones para él. Las habrá vencido todas. Se destacará sin falta aun delante del trono de Dios.

Esto pondrá su sello sobre él. Estará salvo y sano. Dios habrá terminado su obra en él. La demostración de lo que Dios puede

hacer con la humanidad estará completa. Así sucederá con la última generación de hombres que vivan en la tierra. Por su medio,

Dios hará la demostración final de lo que puede hacer con la humanidad. Tomará a los más débiles de los débiles, a aquellos que llevan todos los pecados de sus antepasados, y en ellos mostrará su poder. Estarán sujetos a toda tentación, pero no cederán. De-

mostrarán que es posible vivir sin pecar, es decir que harán la demostración que el mundo ha estado esperando y para la cual

Dios ha estado haciendo los preparativos. Será evidente para todos que el Evangelio puede realmente salvar hasta lo sumo. Dios

será hallado veraz en sus dichos. El último año traerá la prueba final; pero ésta tan sólo demostrará a los ángeles y al mundo que

nada de lo que el maligno haga puede conmover a los escogidos de Dios. Caerán las plagas, se verá destrucción por todos lados,

se hallarán frente a la muerte, pero como Job, se mantendrán firmes en su integridad. Nada podrá hacerlos pecar. Guardarán "los

mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apoc. 14:12).

... Continuación del artículo anterior

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En toda la historia del mundo, Dios ha tenido sus fieles. Estos han soportado la aflicción aun en medio de gran tribulación.

Y aun bajo los ataques de Satanás, como dice el apóstol Pablo, han logrado por la fe obrar "justicia". "Fueron apedreados,

aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,

pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra" (Heb. 11:37 y 38).

Y en adición a esta lista de testigos fieles, muchos de los cuales fueron mártires por su fe, Dios tendrá en los últimos días un

remanente, un "rebaño pequeño", por así decirlo, en el cual y por medio del cual dará al universo una demostración de su

amor, su poder, su justicia que, con excepción de la vida piadosa de Cristo en la tierra y su sacrificio supremo en el Calva-

rio, será la demostración más abarcante y concluyente de todas las edades.

En la última generación de hombres que vivan en la tierra, quedará plenamente revelado el poder de Dios para la santifica-

ción. La demostración de ese poder es la vindicación de Dios. Eliminará cualquier acusación que Satanás haya presentado

contra él. En la última generación Dios queda vindicado y Satanás derrotado. Tal vez esto necesite ampliarse un poco más.

La rebelión que se produjo en el cielo e introdujo el pecado en el universo de Dios, debe haber sido algo terrible para Dios y

para los ángeles. Hasta cierto momento, todo había sido paz y armonía. La discordia era desconocida, solamente el amor

prevalecía. Luego, ambiciones profanas conmovieron el corazón de Lucifer. Este decidió que quería ser igual al Altísimo.

Iba a ensalzar su solio sobre las estrellas de Dios. No sólo esto, sino que se proponía sentarse "en el monte del testimonio",

"a los lados del norte" (Isa. 14:12-14). Esta declaración equivale a intentar deponer a Dios y ocupar su lugar. Es una declara-

ción de guerra. Donde Dios se sentaba, Satanás quería sentarse. Dios aceptó el desafío.

No tenemos declaración bíblica en cuanto a los medios empleados por Satanás para ganar a su bando una multitud de ánge-

les. Es muy claro que mintió. También es indisputable que desde el principio fue homicida. (Juan 8:44). Como el homicidio

tiene su comienzo en el odio, y como este odio culminó en la muerte del Hijo de Dios en el Calvario, podemos creer que el

odio de Satanás no se dirigía solamente contra Dios el Padre, sino también, y tal vez especialmente, contra Dios el Hijo. En

su rebelión, Satanás fue más lejos que una simple amenaza. Levantó realmente su trono diciendo: "Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado" (Eze. 28:2).

Cuando Satanás estableció así su gobierno en el cielo, lo que estaba en disputa quedó bien definido. Ninguno de los ángeles

podía ya estar en duda. Todos debían decidirse en favor o en contra de Satanás. En caso de rebelión hay siempre algún agra-

vio, real o imaginario, que se presenta como pretexto. Se levanta descontento en algunos, y al no conseguir que se remedien

las cosas, recurren a la rebelión. Los que simpatizan con la causa rebelde se unen a ella, los demás permanecen leales al

gobierno, y deben correr riesgos en relación con su capacidad de sobrevivir.

Se llegó aparentemente a una situación tal en el cielo. El resultado fue la guerra. "Hubo una gran batalla en el cielo: Miguel

y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles" (Apoc. 12:7). El resultado podría haber sido

previsto. Satanás y sus ángeles "no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus

ángeles fueron arrojados con él" (vers. 8 y 9).

Satanás fue derrotado, pero no destruido. Por su acto de rebelión, había declarado que el gobierno de Dios tenía faltas. Por

el establecimiento de su propio trono había pretendido tener mayor sabiduría o justicia que Dios. Estas pretensiones son

inherentes a la rebelión y al establecimiento de otro gobierno. Para quitar toda duda de la mente de los ángeles, y más tarde

del hombre, Dios debía dejar a Satanás seguir con su obra. Durante los últimos seis mil años, ha estado demostrando al uni-

verso lo que es capaz de hacer cuando se le da la oportunidad.

Desde el tiempo en que Caín mató a Abel, ha existido odio, derramamiento de sangre, crueldad y opresión en la tierra. La

virtud, la bondad y la justicia han sufrido; el vicio, la vileza y la corrupción han triunfado. El justo ha sido presa del malo;

los mensajeros de Dios, torturados y muertos; la ley divina, hollada en el polvo. Cuando Dios envió a su Hijo, en vez de honrarlo, los hombres perversos, bajo la instigación de Satanás, lo colgaron de un madero. Aun entonces no destruyó Dios a

Satanás. La demostración debía ser completa. Únicamente cuando ocurran los últimos acontecimientos, y los hombres estén

a punto de exterminarse unos a otros, intervendrá Dios para salvar a los suyos. Entonces no quedará duda en la mente de

nadie de que si Satanás hubiera tenido el poder habría destruido todo vestigio de bondad, habría arrojado a Dios del trono,

dado muerte al Hijo de Dios, y establecido un reino de violencia fundado en el egoísmo y la ambición cruel.

Página 10 La Voz del Heraldo

... Continuación del artículo anterior

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Lo que Satanás ha estado demostrando es realmente su carácter, y hasta dónde puede llevar la ambición egoísta. En el principio

quiso ser como Dios. No estaba conforme con su posición como el más alto de los seres creados. Quería ser Dios. Con frecuen-

cia se ha revelado que cuando una persona se fija un blanco egoísta, no se detendrá ante nada para alcanzarlo. Quienquiera que

se le oponga será quitado del camino. Aun cuando fuera Dios mismo, deberá ser eliminado.

La demostración de Satanás enseña también que la alta posición no es satisfactoria para el individuo ambicioso. Debe tener la

más alta, y aun así no se queda satisfecho.

En este aspecto, el contraste entre Cristo y Satanás es muy pronunciado. Satanás quería ser Dios. Y lo deseaba tanto que estaba

dispuesto a hacer cualquier cosa para alcanzar su blanco. Cristo, por otro lado, no consideró como cosa de retener el ser igual a

Dios. Se humilló voluntariamente y vino a ser obediente hasta la muerte, aún hasta la muerte de cruz. Era Dios, y se hizo hom-

bre. Y que esto no era un arreglo temporal tan sólo con el propósito de mostrar su buena voluntad, queda evidenciado por el

hecho de que seguirá para siempre siendo hombre. Satanás se exaltó a sí mismo; Cristo se humilló. Satanás quiso ser Dios;

Cristo se hizo hombre. Satanás quiso sentarse como Dios sobre un trono; Cristo, como siervo, se humilló a lavar los pies de los

discípulos. El contraste es completo.

En el cielo, Lucifer había sido uno de los querubines cubridores (Eze. 28:14). Esto parece referirse a los dos ángeles que en el

lugar santísimo del santuario estaban sobre el arca, cubriendo el propiciatorio. Este era indudablemente el cargo más alto que

un ángel podía ocupar, porque el arca y el propiciatorio estaban en la presencia inmediata de Dios. Estos ángeles eran los guar-

dianes especiales de la ley. Velaban sobre ella, por así decirlo. Lucifer era uno de ellos.

En Ezequiel 28:12 hay una interesante declaración acerca de Lucifer: "Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y

acabado de hermosura". La expresión a la cual quisiéramos llamar la atención es: "Tú eras el sello de la perfección". El signifi-

cado de esto no es muy claro. La traducción puede interpretarse de diversas maneras. Parece evidente, sin embargo, que se pro-

pone demostrar la alta posición y el exaltado privilegio que tenía Satanás antes de caer. Era una especie de primer ministro, un

guardián del sello.

Como en un gobierno terrenal un documento o una ley debe tener su sello para ser válido, así también en el gobierno de Dios

se usa un sello. Dios parece haber dado a los ángeles su obra, así como la ha dado a los hombres. Un ángel está encargado del

fuego (Apoc. 14:18); otro, dé las aguas (Apoc. 16:5); otro, del "sello del Dios vivo" (Apoc. 7:2). Aunque, como se ha dicho ya,

la expresión de Ezequiel 28:12 no es muy clara, algunos creen correcto traducirla así: "Tú aplicabas el sello al mandamiento".

Si esto es sostenible, y Lucifer era el primer ministro y guardián del sello, nos da una razón adicional por la cual deseó colocar

su propia marca en lugar del sello de Dios cuando abandonó su primera morada.

Que Satanás ha estado constantemente contra la ley, es evidente. Si la ley de Dios es su carácter, y si ese carácter es el opuesto

del de Satanás, Satanás queda condenado por ella. Cristo y la ley son una cosa. Cristo es la ley vivida, la ley hecha carne. Por

esta razón, su vida constituye una condenación. Cuando Satanás hizo guerra contra Cristo, la hizo también contra la ley. Cuan-

do odió la ley, odió también a Cristo. Cristo y la ley son inseparables.

En el Salmo 40 se halla una declaración interesante. Cristo dice: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley

está en medio de mi corazón" (vers. 8, VM).

Aunque es indudablemente una expresión poética y no debe llevársela demasiado lejos, es interesante, sin embargo, como indi-

cación de la posición exaltada de la ley. "Tu ley está en medio de mi corazón". Apuñalar la ley es apuñalar el corazón de Cris-

to. Apuñalar el corazón de Cristo es apuñalar la ley. En la cruz Satanás lo intentó. Pero Dios dispuso otra cosa. La muerte de

Cristo era un tributo a la ley. La engrandecía inconmensurablemente y la hacía honorable. Dio a los hombres una nueva visión

de su carácter sagrado y de su valor. Si Dios dejó morir a su Hijo, si Cristo estuvo dispuesto a entregarse voluntariamente antes

que abrogar la ley, si es más fácil que el cielo y la tierra pasen antes que se pierda una jota o un tilde de la ley, ¡cuán sagrada y

honorable debe ser!

Cuando Cristo murió en la cruz había demostrado en su vida la posibilidad de guardar la ley." Satanás fracasó en inducirle a

pecar. Posiblemente no creía poder hacerlo. Pero si hubiera podido inducir a Jesús a emplear su poder divino para salvarse,

habría logrado mucho. Satanás, entonces podría haber sostenido que esto invalidaba la demostración que Dios se proponía

hacer, a saber, que era posible para el hombre guardar la ley. En la forma como sucedió, Satanás quedó derrotado. Pero hasta el

mismo fin, continuó la misma táctica. Satanás esperaba que Cristo se librara, usando su poder divino. En la cruz, se tentó así a

Cristo: "A otros salvó, a sí mismo no puede salvar" Pero el Señor no vaciló. Hubiera podido salvarse, pero no lo hizo. Satanás

fue derrotado nuevamente. No podía comprender esto. Pero sabía que con la muerte victoriosa del Señor, se sellaba su propia

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condenación. Al morir, Cristo vencía.

Pero Satanás no renunció, a la lucha. Había fracasado en su conflicto con Cristo, pero todavía podía tener éxito con los hom-

bres. Así que fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apoc. 12:17). Si podía vencerlos, tal vez no quedaría derrotado del todo.

La demostración que Dios se propone hacer con la última generación en la tierra significa mucho, tanto para el pueblo como

para Dios. ¿Puede realmente observarse la ley de Dios? Esta es una cuestión vital. Muchos negarán que se pueda hacer; otros

dudarán. Cuando se considera toda la cuestión de la observancia de los mandamientos, el problema asume grandes proporcio-

nes. La ley de Dios es "excesivamente amplia; abarca los pensamientos y los intentos del corazón. Juzga los motivos tanto co-

mo los hechos, los pensamientos como las palabras. La observancia de los mandamientos significa completa santificación, una

vida santa, una inquebrantable fidelidad a lo recto, una completa separación del pecado y la victoria sobre él. Bien puede el

hombre mortal exclamar: ¡Quién es suficiente para esas cosas!

Sin embargo, es la tarea que Dios se ha propuesto y que él espera realizar. Cuando Satanás lance la declaración y el desafío: "Nadie puede guardar la ley. Es imposible. Si hay alguno que pueda hacerlo o que lo haya hecho, muéstramelo. ¿Dónde están

los que guardan los mandamientos?" Dios contestará tranquilamente: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los

mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apoc. 14:12).

Digámoslo reverentemente: Dios debe arrostrar el desafío de Satanás. No es el plan de Dios, ni parte de su propósito, someter a

los hombres a pruebas en que únicamente puedan sobrevivir unos pocos escogidos. En el huerto de Edén, Dios no pudo idear

una prueba más fácil que la que ideó. Nadie tendrá jamás razón de decir que nuestros primeros padres cayeron porque la prue-

ba era demasiado difícil para ellos. Era la más ligera que se podía concebir. Si cayeron, no fue porque no se les había suminis-

trado fuerza con que resistir. La tentación no estaba constantemente delante de ellos. No se permitía a Satanás que los molesta-

ra en cualquier parte. Podía tener comunicación con ellos solamente en un lugar, a saber, en el árbol de la ciencia del bien y del

mal. Ellos conocían este lugar. Podían mantenerse alejados de él si querían. Satanás no podía seguirlos. Si ellos iban adonde él

estaba, era porque querían. Pero aun cuando fueran a examinar el árbol, no necesitaban permanecer allí. Podían apartarse. Aun si Satanás les ofrecía la fruta, no necesitaban tomarla. Pero la tomaron y comieron. Y la comieron porque quisieron, no porque

fueron obligados. Transgredieron deliberadamente la orden de Dios.

Cuando Dios ordena a los hombres que guarden su ley, no es su propósito tener tan sólo a unos pocos hombres que la obser-

ven, precisamente los suficientes para demostrar que puede hacerse. No está de acuerdo con el carácter de Dios elegir hombres

destacados, de propósitos firmes y magnífica preparación, y demostrar por ellos lo que puede hacer. Está mucho más en ar-

monía con su plan hacer requerimientos tales que aun los más débiles no necesiten fracasar, de manera que nadie pueda decir

jamás que él pide lo que solamente unos pocos pueden hacer. Por esta razón, Dios ha reservado su mayor demostración para la

última generación. Esta generación lleva los resultados de pecados acumulados. Si los hay débiles, son los miembros de esta

generación. Si hay quienes sufren de las tendencias heredadas, son ellos. Si algunos tienen excusa por cualquier debilidad, son

ellos. Si, por lo tanto, éstos pueden guardar los mandamientos, nadie de ninguna otra generación tiene excusa por no haberlo hecho.

Pero esto no basta. Dios se propone revelar en su demostración, no solamente que los hombres comunes de la última genera-

ción pueden soportar con éxito una prueba como la que dio a Adán y Eva, sino que pueden sobrevivir a una prueba mucho más

difícil de la que toca en suerte a los hombres comunes. Será una prueba comparable a la que Job soportó, se acercará a la que el

Maestro soportó. Los probará hasta lo" sumo.

"Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo" (Sant.

5:11). Job pasó por algunas de las cosas que se repetirán en la vida de los escogidos de la última generación. Tal vez sea bueno

considerarlas.

Job era un hombre bueno. Dios confiaba en él. Día tras día ofrecía sacrificios por sus hijos. "Quizá habrán pecado mis hijos", decía (Job 1:5). Era próspero y disfrutaba de la bendición de Dios.

Entonces "un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás" (vers. 6).

Se registra una conversación que hubo entre Dios y Satanás acerca de Job. El Señor dice que Job es un hombre bueno, lo cual

Satanás no niega, pero insiste en que Job teme a Dios simplemente porque ello lo beneficia. Afirma que si Dios le quita sus

misericordias, Job maldecirá a Dios. Hace esta declaración en forma de desafío, y Dios lo acepta. Le da permiso a Satanás para

quitarle la propiedad de Job y afligirlo de otras maneras, pero sin tocar su persona.

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Satanás procede inmediatamente a hacer lo que se le ha permitido. La propiedad de Job desaparece, y sus hijos mueren.

Cuando esto sucedió, "Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí

del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto

no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno" (Job 1:20-22).

Satanás está derrotado, pero hace otra tentativa. La siguiente vez que se encuentra con Dios, sin admitir su derrota, alega que

no se le ha permitido tocar a Job mismo. De lo contrario Job habría pecado, sostiene. La declaración es otra vez un desafío, y

Dios lo acepta. Le da permiso a Satanás para atormentar a Job, pero sin quitarle la vida. Inmediatamente Satanás parte para

cumplir su misión.

Todo lo que el maligno puede hacer, lo hace a Job. Pero Job permanece firme. Su esposa le aconseja que renuncie a su fideli-

dad, pero él no vacila. Bajo el intenso dolor físico y la angustia mental, permanece firme. Nuevamente se dice que Job so-

portó la prueba. "En todo esto no pecó Job con sus labios" (Job 2:10). Satanás queda derrotado y no aparece más en el cielo.

En los capítulos sucesivos del libro de Job, se nos da una pequeña vislumbre de la lucha que se riñe en la mente de Job. Está muy perplejo. ¿Por qué ha caído toda esta calamidad sobre él? No tiene conocimiento de ningún pecado. Por lo tanto, ¿por

qué lo aflige Dios? Por supuesto no sabe nada del desafío de Satanás. Ni tampoco sabe que Dios depende de él en la crisis

por la cual está pasando. Todo lo que sabe es que de un cielo despejado, ha caído sobre él el desastre hasta que ha quedado

sin familia, sin propiedades, y con una terrible enfermedad que casi lo abruma. No lo entiende, pero conserva su integridad y

fe en Dios. Dios sabía que haría esto. Pero Satanás había dicho que no. En el desafío, Dios triunfó.

Hablando humanamente, Job no había merecido el castigo que cayó sobre él. Dios mismo dice que era sin causa "Aun cuan-

do tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa" (Job 2:3). Por lo tanto, toda la situación se justifica únicamente si

se considera como una prueba específica ideada con un propósito específico. Dios quería acallar la acusación de Satanás de

que Job servía a Dios únicamente por provecho propio. Quería demostrar que había por lo menos un hombre a quien Satanás

no podía dominar. Job sufrió como resultado de ello, pero no parecí; haber escapatoria. Más tarde se lo recompensó.

El caso de Job está registrado con un propósito. Además de su historicidad, creemos que tiene también un significado más

amplio. Los hijos de Dios que vivan en los últimos día; pasarán por una experiencia similar a la de Job. Serán probados como

él lo fue, serán privados de todo apoyo humano; Satanás tendrá permiso para atormentarlos. Además de esto, el Espíritu de

Dios se retirará de la tierra, y ser, eliminada la protección de los gobiernos terrenales. El pueble de Dios quedará solo para

pelear contra las potestades de las tinieblas. Estará perplejo, como Job. Pero, como él, se mantendrá firme en su integridad.

En la última generación. Dios quedará vindicado. En el remanente, Satanás encontrará su derrota. La acusación de que la ley

no puede "ser observada quedará plenamente refutada. Dios tendrá no solamente una o dos personas que observen sus man-

damientos, sino un grupo entero, el de los 144.000". Ellos reflejarán plenamente la imagen de Dios. Desmentirán la acusa-

ción de Satanás contra el gobierno del cielo.

Una grave situación se produjo en el cielo cuando Satanás hizo sus acusaciones contra Dios. Estas constituían en realidad,

una imputación de incapacidad de gobernar. Muchos de los ángeles creyeron las acusaciones. Se colocaron del lado del acu-

sador. Una tercera parte de los ángeles, y éstos deben haber sido millones, se encaró con Dios juntamente con su caudillo, el

más alto de entre los ángeles, Lucifer. No era una crisis pequeña. Amenazaba la misma existencia del gobierno de Dios.

¿Cómo debía tratarla Dios?

La única forma en que el asunto podía arreglarse satisfactoriamente, de manera que nunca más se levantara una duda, con-

sistía en que Dios sometiera su caso a las reglas comunes de la evidencia. ¿Era o no era justo su gobierno? Dios decía que sí;

Satanás decía que no. El Creador podía haber destruido a Satanás. Pero esto no habría sido un argumento, más bien habría

sido un punto contra Dios. No había otra manera de dilucidar el pleito, sino por las evidencias que cada lado presentara por

los testigos que produjeran y juzgarlo por los testimonios aducidos.

Tenemos, pues, una escena de juicio. Satanás es el acusador. Está en juego el gobierno de Dios. Dios ha sido acusado de in-

justicia, de requerir que sus criaturas hagan lo que no pueden hacer, y de castigarlas, sin embargo, por no hacerlo. La ley es el

punto específico de ataque; pero siendo la ley simplemente un trasunto del carácter de Dios, son Dios y su carácter los que

están en tela de juicio.

A fin de que Dios sostenga su aserto, es necesario demostrar que no ha sido arbitrario en sus requerimientos, que la ley no es

dura ni cruel en sus exigencias, sino que por lo contrario, es santa, justa y buena, y que los hombres pueden guardarla. Todo

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lo que Dios necesita, es contar con un hombre que haya guardado la ley, y su causa estará ganada. En ausencia de un caso tal,

Dios perderá y Satanás ganará. El resultado depende, por lo tanto, de uno o más seres que guarden los mandamientos de Dios.

En esto ha puesto Dios en juego su gobierno.

Aunque es verdad que de vez en cuando muchos han dedicado su vida a Dios y vivido sin pecado durante ciertos períodos de

tiempo, Satanás sostiene que éstos son casos especiales, como lo era el de Job, y no caen bajo las reglas ordinarias. Exige un

caso bien definido en que no pueda haber duda, y en el cual Dios no haya intervenido. ¿Puede presentarse un caso tal?

Dios está listo para el desafío. Ha estado aguardando su tiempo. El Hijo de Dios, en su propia persona, hizo frente a las acusa-

ciones de Satanás, y ha demostrado que eran falsas. La manifestación suprema ha sido reservada hasta la contienda final. De la

última generación Dios elegirá a sus escogidos. No a los fuertes o poderosos, no a los que gozan de honores y riquezas, no a

los sabios ni encumbrados, sino tan sólo a personas comunes, y por su medio hará su demostración. Satanás ha sostenido que

los que en lo pasado sirvieron a Dios lo hicieron por motivos mercenarios, que Dios los ha mimado, y que él, Satanás, no ha

tenido libre acceso a ellos. Si se le hubiese dado pleno permiso para presentar su causa, ellos también habrían sido ganados a

ella. Pero Dios ha tenido miedo de permitirle que lo hiciera. Dame una oportunidad justa, dice Satanás, y yo ganaré.

Y así, a fin de acallar para siempre las acusaciones de Satanás, para hacer evidente que su pueblo le sirve por motivos de leal-

tad y derecho sin relación con la recompensa, para limpiar su propio nombre y carácter de las acusaciones de injusticia y arbi-

trariedad, para demostrar a los ángeles y a los hombres que su ley puede ser observada por los nombres más débiles en las cir-

cunstancias más desalentadoras y difíciles, Dios permite a Satanás que pruebe a su pueblo hasta lo sumo. Serán amenazados,

torturados, perseguidos. Estarán frente a frente con la muerte cuando se promulgue el decreto de adorar a la bestia y a su ima-

gen. (Apoc. 13:15). Pero no cederán. Estarán dispuestos a morir antes que a pecar.

Dios retira su Espíritu de la tierra. Satanás tendrá mayor dominio que nunca antes. Es cierto que no podrá matar al pueblo de

Dios, pero ésta será casi la única limitación. Empleará todo permiso que tenga. Sabe cuánto está en juego. Es ahora o nunca.

Dios hace una cosa más. Aparentemente se oculta. El santuario celestial se ciaría. Los santos claman a Dios día y noche por liberación, pero él aparenta no oír. Los escogidos de Dios están pasando por el Getsemaní. Prueban un poco de lo que experi-

mentó Cristo durante aquellas tres horas en la cruz. Aparentemente deben pelear su batalla solos. Deben vivir sin intercesor a la

vista de un Dios santo. Pero aunque Cristo ha terminado su intercesión, de manera que ya nadie puede obtener perdón del peca-

do por su ministerio sacerdotal en el santuario celestial, los santos son objeto del amor y el cuidado de Dios. Los ángeles santos

velan sobre ellos. Dios les provee refugio de sus enemigos; les suministra alimento; los escuda de la destrucción, y les propor-

ciona gracia y poder para vivir santamente. (Véase el Salmo 91.) Sin embargo, están todavía en el mundo, tentados, afligidos y

atormentados.

¿Resistirán la prueba? A los ojos humanos parece imposible. Si tan sólo Dios acudiera en su ayuda, todo iría bien. Están re-

sueltos a resistir al maligno. Si es necesario pueden morir; pero no necesitan pecar. Satanás no tiene poder, ni lo ha tenido

jamás, para obligar a un hombre a pecar. Puede tentarlo, destruirlo, amenazarlo; pero no puede obligarlo.

Y ahora Dios demuestra por los más débiles de entre los débiles que no hay excusa, ni la ha habido jamás, para pecar. Si los

hombres de la última generación pueden repeler con éxito el ataque de Satanás: si pueden hacerlo teniendo todas las desventa-

jas contra sí y el santuario cerrado, ¿qué excusa hay para que los hombres hayan pecado alguna vez?

En la última generación, Dios da la demostración final de que los hombres, por su gracia, pueden observar su ley y vivir sin

pecar. Dios no deja nada sin hacer para completar la demostración. La única limitación que impone a Satanás es no matar a los

santos de Dios. Puede tentarlos, acosarlos y amenazarlos; y lo hace. Pero fracasa. No puede hacerlos pecar. Resisten la prueba,

y Dios pone su sello sobre ellos.

Mediante la última generación de santos, Dios queda finalmente vindicado. Por ellos derrota a Satanás y gana el pleito. Ellos

forman una parte vital del plan de Dios. Pasan por luchas terribles; pelean con potestades invisibles en lugares altos. Pero han puesto su confianza en el Altísimo, y no serán avergonzados. Han pasado por el hambre y la sed, pero llegará el tiempo en que

"no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los

pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos" (Apoc. 7:16 y 17).

"Estos... siguen al Cordero por dondequiera que va" (Apoc. 14:4). Cuando por fin las puertas del templo se abran, se oirá una

voz que dirá: "Únicamente los 144.000 entran en este lugar" (Primeros Escritos, pág. 19). Por la fe habrán seguido al Cordero

hasta allí. Han penetrado con él en el lugar santo, lo han seguido hasta el lugar santísimo. Y en el más allá únicamente los que

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lo han seguido aquí, lo seguirán allí. Serán reyes y sacerdotes. Lo seguirán hasta adentro del santísimo donde únicamente pue-

de entrar el Sumo Sacerdote. Estarán en la presencia de Dios, sin velo. Le seguirán "por dondequiera que va". No sólo estarán

"delante del trono de Dios" y le servirán "día y noche en su templo", sino que se sentarán "conmigo en mi trono; así como yo

he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 7:15; 3:21).

El asunto de mayor importancia del universo no es la salvación de los hombres, por importante que parezca. Lo más importan-

te es que el nombre de Dios quede limpio de las falsas acusaciones hechas por Satanás. La controversia se está acercando a su

fin. Dios está preparando a su pueblo para el último gran conflicto. Satanás se está preparando también. La crisis nos espera y

se decidirá en la vida del pueblo de Dios. Dios depende de nosotros como dependió de Job. ¿Está bien colocada su confianza?

Es un admirable privilegio el que se nos concede como pueblo el de limpiar el nombre de Dios por nuestro testimonio. Es ma-

ravilloso que se nos permita testificar por él. Nunca debe olvidarse, sin embargo, que este testimonio es un testimonio de la

vida; no simplemente de las palabras. "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Juan 1: 4). "La vida era la luz".

Así era en el caso de Cristo, y debe ser en el nuestro. Nuestra vida debe ser una luz como lo era la suya. Dar luz a la gente es

más que entregarle un folleto. Nuestra vida es la luz. Mientras vivimos, damos luz a los demás. Sin vida, sin vivir la luz, nues-tras palabras quedan aisladas. Pero al llegar nuestra vida a ser luz, nuestras palabras se hacen eficaces. Es nuestra vida la que

debe testificar por Dios.

¡Ojalá la iglesia aprecie el excelso privilegio que se le da! "Vosotros sois mis testigos, dice Jehová" (Isa. 43: 10). No debe

haber "dios extraño entre vosotros: ¡Vosotros pues sois mis testigos, dice Jehová, y yo soy Dios!" (vers. 12, VM). ¡Ojalá sea-

mos de veras testigos, y testifiquemos lo que Dios ha hecho por nosotros!

Todo esto está íntimamente relacionado con la obra del día de las expiaciones. En aquel día, los hijos de Israel, habiendo con-

fesado sus pecados, quedaban completamente limpios. Habían sido perdonados, y ahora el pecado era separado de ellos. Que-

daban sin culpa y santos. El campamento de Israel estaba limpio.

Ahora estamos viviendo en el gran día real de la purificación del santuario. Todo pecado debe ser confesado, y por la fe envia-do de antemano al juicio. Mientras el Sumo Sacerdote entra en el santísimo, el pueblo de Dios tiene ahora que hallarse cara a

cara con Dios. Debe saber que todo pecado ha sido confesado, y que no queda mancha alguna de pecado. La purificación del

santuario celestial depende de la purificación del pueblo de Dios en la tierra. ¡Cuán importante es, pues, que éste sea santo y

sin culpa a fin de subsistir a la vista de un Dios santo, a pesar del fuego devorador. "Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y

vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder. Los pecadores se asombraron en Sión, espanto sobrecogió a los hipócritas.

¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? El que camina en

justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa

sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; que cierra sus ojos para no ver cosa mala; éste habitará en las alturas; fortaleza

de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras" (Isa. 33:13-16)”. Capítulo La Última Genera-

ción del libro El Santuario y su servicio de M.L. Andreasen.

Cabe destacar que mi acotación a esta obra literaria es muy completa, sin embargo, he de amonestar las palabras de M.L. An-

dreasen donde presenta que el gobierno y la justicia de Dios depende de los humanos últimos que estén a prueba en el Tiempo

de Angustia de Jacob, Andreasen manifiesta que:

“Todo lo que Dios necesita, es contar con un hombre que haya guardado la ley, y su causa estará ganada. En ausencia de un

caso tal, Dios perderá y Satanás ganará. El resultado depende, por lo tanto, de uno o más seres que guarden los mandamien-

tos de Dios. En esto ha puesto Dios en juego su gobierno”.

Honestamente ya Dios venció cuando Cristo murió en la cruz. Fue por Cristo con Su naturaleza cien por ciento Divina y cien

por ciento humana obtuvimos “eterna redención” (Heb. 9.12), y no dependemos de las habilidades o méritos humanos, porque

aún este grupo selecto de los 144 mil sellados que padecen en el tiempo del Decreto de Muerte, han de estar sujetos al Padre

YAHWEH tal como triunfó Cristo y cada uno de los héroes de la fe.

No debemos, ni podemos apoyar estas entre líneas, aunque al final de todo puedo considerar como recurso didáctico paralelo a

la comparativa del fiel y santo Job:

“Aunque es verdad que de vez en cuando muchos han dedicado su vida a Dios y vivido sin pecado durante ciertos períodos de

tiempo, Satanás sostiene que éstos son casos especiales, como lo era el de Job, y no caen bajo las reglas ordinarias. Exige un

caso bien definido en que no pueda haber duda, y en el cual Dios no haya intervenido. ¿Puede presentarse un caso tal?”. Ibíd.

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Indiscutiblemente considero que tanto nuestro modelo es Cristo, así como por medio de Su Justicia es nuestra eterna salvación.

Parece que Andreasen reconoció la doctrina perfecta de la Divinidad al colocar el Plan de Redención en las Manos de Dios el

Padre, el manifiesta la importancia de las decisiones de Dios Padre en el rol de demostrar ante el universo Su Nombre Santo y Su Imperio Sempiterno, aunque reconocemos de forma imperiosa que todo se logra a través de Su Hijo y Señor nuestro.

“El Hijo de Dios, en su propia persona, hizo frente a las acusaciones de Satanás, y ha demostrado que eran falsas. La manifes-

tación suprema ha sido reservada hasta la contienda final. De la última generación Dios elegirá a sus escogidos”. Ibíd.

Las últimas palabras del capítulo La Última Generación, su autor proclama grandes pero importantes verdades para nuestros

días donde circulan enseñanzas no bíblicas: “En la última generación, Dios da la demostración final de que los hombres, por

su gracia, pueden observar su ley y vivir sin pecar. Dios no deja nada sin hacer para completar la demostración. La única limi-

tación que impone a Satanás es no matar a los santos de Dios. Puede tentarlos, acosarlos y amenazarlos; y lo hace. Pero fraca-

sa. No puede hacerlos pecar. Resisten la prueba, y Dios pone su sello sobre ellos. Mediante la última generación de santos,

Dios queda finalmente vindicado. Por ellos derrota a Satanás y gana el pleito. Ellos forman una parte vital del plan de Dios. Pasan por luchas terribles; pelean con potestades invisibles en lugares altos. Pero han puesto su confianza en el Altísimo, y no

serán avergonzados. Han pasado por el hambre y la sed, pero llegará el tiempo en que "no tendrán hambre ni sed, y el sol no

caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de

aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos" (Apoc. 7:16 y 17)”. Ibíd.

La Liberación de los santos

La última generación estará apegada a la voluntad de Dios. Recordemos que, a pesar de haber derramado Su Santo Espíritu

tanto en el Cierre de la Gracia como parte de la preparación para la proclamación del Fuerte Pregón, vuelve el Señor a impartir

Su Espíritu para dar potencia absoluta para aquellos malvados que se encuentran de pie delante de los 144 mil para cuando

Cristo venga por Segunda Vez y que la profeta les llama “la sinagoga de Satanás”.

“Los 144,000 estaban todos sellados y perfectamente unidos. En su frente llevaban escritas estas palabras: "Dios, nueva Jeru-

salén," y además una brillante estrella con el nuevo nombre de Jesús. Los impíos se enfurecieron al vernos en aquel santo y

feliz estado, y querían apoderarse de nosotros para encarcelarnos, cuando extendimos la mano en el nombre del Señor y caye-

ron rendidos en el suelo. Entonces conoció la sinagoga de Satanás que Dios nos había amado, a nosotros que podíamos lavar-

nos los pies unos a otros y saludarnos fraternalmente con ósculo santo, y ellos adoraron a nuestras plantas”. PE.16.

“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nin-

guno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie

puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de

la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten. He aquí, yo haré que vengan y se postren a

tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto;

retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que Venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca

más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual

desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Apoc. 3:7-13.

Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por doquiera que va.

Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada menti-

ra, pues son sin mancha delante del trono de Dios. Apoc. 14:4-5.

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Fil. 3:20.

Por lo tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra;

aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad 31 vues-tros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Sant. 5:7, 8.

El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el

cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. Fil. 3:21.

Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona

de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube:

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Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre

la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una

hoz aguda. Apoc. 14:14-17.

Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Heb. 4:9.

Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su

marido. Apoc. 21:2”. PE.27.

“El pueblo de Dios debe recibir la amonestación y discernir las señales de los tiempos. Las señales de la venida de Cristo

son demasiado claras para que se las pongan en duda; en vista de estas cosas, cada uno de los que profesan la verdad debe ser

un predicador vivo. Dios invita a todos, tanto predicadores como laicos, a que se

despierten. Todo el cielo está conmovi-

do. Las escenas de la historia terrenal están

llegando rápidamente a su fin. Vivimos en

medio de los peligros de los postreros

días. Mayores peligros nos esperan, y sin

embargo, no estamos despiertos. La falta

de actividad y fervor en la causa de Dios es

espantosa. Este estupor mortal proviene de

Satanás”. 1JT.88, 89. SC.47,48.

Sin Cristo, nada podéis hacer

“Una voz dijo: "Da voces". Yo pregunté:

"¿Qué tengo que decir a voces?" "Que toda

carne es hierba, y toda su gloria como la

flor del campo, La hierba se seca y la flor se

cae, cuando el aliento del Eterno sopla en

ella. Ciertamente hierba es el pueblo” Isaías

40.6, 7.

“Sé vigilante, y reanima lo que queda y está

por morir; porque no hallé tus obras perfectas ante Dios. Acuérdate de lo que has recibido y oído. Guárdalo, y arrepiénte-te. Si no velas, vendré como ladrón, Y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”. Apoc. 3.2, 3.

“Las profecías que se cumplieron en tiempo de la efusión de la lluvia temprana, al principio del ministerio evangélico, deben

volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicho ministerio…Vendrán siervos de Dios con semblantes ilumi-

nados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles

de voces predicarán el mensaje por toda la tierra. Se realizarán mila­gros, los enfermos sanarán y signos y prodigios seguirán

a los creyentes. Satanás también efectuará sus falsos milagros, al punto de hacer caer fuego del ciclo a la vista de los hom-

bres. (Apocalipsis 13:13). Es así como los habitantes de la tierra tendrán que decidirse en pro o en contra de la verdad.

El mensaje no será llevado adelante tanto con argumentos como por medio de la convicción profunda inspirada por el Espíri-

tu de Dios. Los argumentos ya fueron presentados. Sembrada está la semilla, y brotará y dará frutos. Las publi­caciones dis-

tribuidas por los misioneros han ejercido su influencia; sin embargo, muchos cuyo espíritu fue impresionado han sido impe-didos de entender la verdad por completo o de obedecerla. Pero entonces los rayos de luz penetrarán por todas partes, la ver-

dad aparecerá en toda su claridad, y los sinceros hijos de Dios romperán las ligaduras que los tenían sujetos. Los lazos de

familia y las relaciones de la iglesia serán impotentes para detenerlos. La verdad les será más preciosa que cualquier otra co-

sa. A pesar de los poderes coligados contra la verdad, un sinnúmero de personas se alistará en las filas del Señor. Conflicto

de los Siglos (Pág. 670.

“Sé celoso y arrepiéntete”. Apoc. 3.19.

Que el Señor le bendiga y guarde para la eternidad.

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Licuados de frutas: Para

prevenir y combatir el

Cáncer

De Remolacha (betabel),

Zanahoria, Apio, Papa y

Rábano

2 Porciones

Ingredientes

1 remolacha (betabel) picada

1 zanahoria picada

1 tallo de apio picado

½ papa pequeña picada

1 rábano pequeño

Preparación

Pasar los vegetales por el extractor de jugos y

tomarlo en seguida, si queda espeso se agregar un

poco de agua.

Si se carece de extractor se pueden licuar los ve-

getales con una taza de agua.

Función

Este jugo ayuda a eliminar la acción dañina de

los radicales libres sobre las células, evitando la

aparición del cáncer. Estimula de esta forma el

sistema inmunológico. El jugo debe tomarse fres-

co inmediatamente después de elaborarlo, porque

la zanahoria pierde sus propiedades al contacto

con la luz.

Recetas de Plantas Medicinales. Por: María A. Villalobos

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El Ministerio A la Luz de la Biblia, tiene como propósi-

to, pregonar la Verdad Presente dado desde lo Alto del

Cielo. Por la Gracia de nuestro Señor Jesús, es entre-

gado a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

Estamos gustosos que Dios bendiga al mundo por me-

dio de Su Verdad, ésta no debe permanecer oculta como

si tuviese algo por qué temer, más bien, debe ser exalta-

da como joyas preciosas y lucida a un mundo que pere-

ce en tinieblas.

Por lo tanto, desde ahora usted tiene una cita con Cris-

to!

¡Que el Señor Todopoderoso les bendiga y guarde para

la eternidad!

Nos complacemos en poder servirle.

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