boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

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La lucha entre la simiente de Cristo y la simiente de Satanás. 1era. Parte. Por: Samuel Saldaña Puntos de interés especial La lucha de las simientes Censos de la simiente ¿Qué es el sello de Dios? Sello y pacto de Dios El sábado El domingo La última persecución y el pueblo de Dios La liberación de los san- tos Contenido: La lucha por la primogenitura 1 La profecía en el Edén 3 Simiente de Cristo 4 José, la simiente 5 Efraín y Manasés 6 El pueblo de Dios y la reina Esther 7 El Censo de Jacob 8 Efraín dado a ídolos… déjalo 9 Sellamiento y la heredad 10 Receta licuado frutas 14 ¡Un Ministerio que profesa la Verdad Presente! marzo 2009 Volumen 1, 1 La Voz del Heraldo Desde que la lucha la inició Lucifer (Luzbel o la Luz Bella) en el Reino de los Cielos se ini- ció un gran conflicto entre Cristo y Satanás. Todo el perfecto equilibrio que Dios había establecido en Su reino venía a experimentar una división y confusión ante el universo en- tero. Desde entonces, la lucha ha sido de Satanás contra Cristo, sin embargo, como sabemos que Dios YHWH no tiene principio de días y es conocido por todas Sus criaturas, aún los ángeles caídos que una vez gozaron de la Gloria de Su presencia. La lucha que podría confundirse por las criaturas que vinieron posteriormente a la creación de Lucifer entrar- ía en gran confusión porque Satanás pretendía el lugar privilegiado que sólo le podría corres- ponder al Hijo Legítimo del Altísimo. Note que la controversia aún continúa en la Tierra como Hijo de Dios y como Hijo de hombre. Tentación de Satanás (Si eres Hijo de Dios y Un solo Dios para adorar) “Entonces Jesús fué llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado del diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. Y llegándose á él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan. Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad, y le pone so- bre las almenas del templo, Y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, Y te alzarán en las manos, Para que nunca tropieces con tu pie en piedra”. Mateo 4.1-3, 5-6. Los demonios Le reconocen como el Hijo de Dios “Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galilea. Y saliendo él á tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que tenía demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por los sepulcros. El cual, como vió á Jesús, exclamó y se postró delante de él, y dijo á gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me atormentes. (Porque mandaba al espí- ritu inmundo que saliese del hombre: porque ya de mucho tiempo le arrebataba; y le guar- daban preso con cadenas y grillos; mas rom- piendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos”. Lucas 8.26-29. La lucha por la primogenitura por parte de Satanás "Ahora la perfecta armonía del cielo estaba quebrantada. La disposición de Lucifer de servirse a si mismo en vez de servir a su Creador, despertó un sentimiento de honda aprensión cuando fue observada por quienes consideraban que la gloria de Dios debía ser suprema. Reunidos en concilio celestial, los ángeles rogaron a Lucifer que desistiese de su intento. El Hijo de Dios presentó ante él la grandeza, la bondad y la justicia del Creador, y también la naturaleza sagrada e inmutable de su ley. Dios mismo había establecido el orden del cielo, y, al separarse de él, Lucifer deshonraría a su Creador y acarrearía la ruina sobre sí mismo. Pero la amonestación, hecha con misericordia y amor infinitos, solamente despertó un espíritu de resistencia. Lucifer permitió que su envidia hacia Cristo prevale- ciese, y se afirmó más en su rebelión. El propósito de este príncipe de los ángeles llegó a ser disputar la supremacía del Hijo de Dios, y así poner en tela de juicio la sabiduría y el amor del Creador. A lograr este fin esta- ba por consagrar las energías de aquella men- te maestra, la cual, después de la de Cristo, era la principal entre las huestes de Dios. Pero Aquel que quiso que sus criaturas tuvie- sen libre albedrío, no dejó a ninguna de ellas inadvertida en cuanto a los sofismas pertur- badores con los cuales la rebelión procuraría justificarse. Antes de que la gran controversia principiase, debía presentarse claramente a todos la voluntad de Aquel cuya sabiduría y bondad eran la fuente de todo su regoci- jo". PP.14. www.alaluzdelabiblia.org

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1era edición Boletín La Voz del Heraldo, marzo 2009

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Page 1: Boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

La lucha entre la simiente de Cristo y la simiente de Satanás. 1era. Parte. Por: Samuel Saldaña

Puntos de interés especial

La lucha de las simientes

Censos de la simiente

¿Qué es el sello de Dios?

Sello y pacto de Dios

El sábado

El domingo

La última persecución y el

pueblo de Dios

La liberación de los san-

tos

Contenido:

La lucha por la primogenitura 1

La profecía en el Edén 3

Simiente de Cristo 4

José, la simiente 5

Efraín y Manasés 6

El pueblo de Dios y la reina

Esther

7

El Censo de Jacob 8

Efraín dado a ídolos… déjalo 9

Sellamiento y la heredad 10

Receta licuado frutas 14

¡Un Ministerio que profesa la Verdad Presente!

marzo 2009

Volumen 1, nº 1

La Voz del Heraldo

Desde que la lucha la inició Lucifer (Luzbel o

la Luz Bella) en el Reino de los Cielos se ini-

ció un gran conflicto entre Cristo y Satanás.

Todo el perfecto equilibrio que Dios había establecido en Su reino venía a experimentar

una división y confusión ante el universo en-

tero.

Desde entonces, la lucha ha sido de Satanás

contra Cristo, sin embargo, como sabemos

que Dios YHWH no tiene principio de días y

es conocido por todas Sus criaturas, aún los

ángeles caídos que una vez gozaron de la

Gloria de Su presencia. La lucha que podría

confundirse por las criaturas que vinieron posteriormente a la creación de Lucifer entrar-

ía en gran confusión porque Satanás pretendía

el lugar privilegiado que sólo le podría corres-

ponder al Hijo Legítimo del Altísimo.

Note que la controversia aún continúa en la

Tierra como Hijo de Dios y como Hijo de

hombre.

Tentación de Satanás (Si eres Hijo de Dios

y Un solo Dios para adorar)

“Entonces Jesús fué llevado del Espíritu al

desierto, para ser tentado del diablo. Y

habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta

noches, después tuvo hambre. Y llegándose á

él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di

que estas piedras se hagan pan. Entonces el

diablo le pasa á la santa ciudad, y le pone so-

bre las almenas del templo, Y le dice: Si eres

Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: A

sus ángeles mandará por ti, Y te alzarán en las

manos, Para que nunca tropieces con tu pie en piedra”. Mateo 4.1-3, 5-6.

Los demonios Le reconocen como el Hijo

de Dios

“Y navegaron á la tierra de los Gadarenos,

que está delante de Galilea. Y saliendo él á

tierra, le vino al encuentro de la ciudad un

hombre que tenía demonios ya de mucho

tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa,

sino por los sepulcros. El cual, como vió á

Jesús, exclamó y se postró delante de él, y

dijo á gran voz: ¿Qué tengo yo contigo,

Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que

no me atormentes. (Porque mandaba al espí-ritu inmundo que saliese del hombre: porque

ya de mucho tiempo le arrebataba; y le guar-

daban preso con cadenas y grillos; mas rom-

piendo las prisiones, era agitado del demonio

por los desiertos”. Lucas 8.26-29.

La lucha por la primogenitura por parte

de Satanás

"Ahora la perfecta armonía del cielo estaba

quebrantada. La disposición de Lucifer de servirse a si mismo en vez de servir a su

Creador, despertó un sentimiento de honda

aprensión cuando fue observada por quienes

consideraban que la gloria de Dios debía ser

suprema. Reunidos en concilio celestial, los

ángeles rogaron a Lucifer que desistiese de

su intento. El Hijo de Dios presentó ante él la

grandeza, la bondad y la justicia del Creador,

y también la naturaleza sagrada e inmutable

de su ley. Dios mismo había establecido el

orden del cielo, y, al separarse de él, Lucifer

deshonraría a su Creador y acarrearía la ruina sobre sí mismo. Pero la amonestación, hecha

con misericordia y amor infinitos, solamente

despertó un espíritu de resistencia. Lucifer

permitió que su envidia hacia Cristo prevale-

ciese, y se afirmó más en su rebelión.

El propósito de este príncipe de los ángeles

llegó a ser disputar la supremacía del Hijo de

Dios, y así poner en tela de juicio la sabiduría

y el amor del Creador. A lograr este fin esta-

ba por consagrar las energías de aquella men-te maestra, la cual, después de la de Cristo,

era la principal entre las huestes de Dios.

Pero Aquel que quiso que sus criaturas tuvie-

sen libre albedrío, no dejó a ninguna de ellas

inadvertida en cuanto a los sofismas pertur-

badores con los cuales la rebelión procuraría

justificarse. Antes de que la gran controversia

principiase, debía presentarse claramente a

todos la voluntad de Aquel cuya sabiduría y

bondad eran la fuente de todo su regoci-

jo". PP.14.

www.alaluzdelabiblia.org

Page 2: Boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

"El Rey del universo convocó a las huestes

celestiales a comparecer ante él, a fin de que

en su presencia él pudiese manifestar cuál era

el verdadero lugar que ocupaba su Hijo y manifestar cuál era la relación que él tenía

para con todos los seres creados. El Hijo de

Dios compartió el trono del Padre, y la gloria

del Ser eterno, que existía por sí mismo, cu-

brió a ambos. Alrededor del trono se congre-

garon los santos ángeles, una vasta e innume-

rable muchedumbre, "millones de millones,"

y los ángeles más elevados, como ministros y

súbditos, se regocijaron en la luz que de la

presencia de la Deidad caía sobre ellos. Ante

los habitantes del cielo reunidos, el Rey de-claró que ninguno, excepto Cristo, el Hijo

unigénito de Dios, podía penetrar en la ple-

nitud de sus designios y que a éste le estaba

encomendada la ejecución de los grandes

propósitos de su voluntad. El Hijo de Dios

había ejecutado la voluntad del Padre en la

creación de todas las huestes del cielo, y a él,

así como a Dios, debían ellas tributar home-

naje y lealtad. Cristo había de ejercer aún el

poder divino en la creación de la tierra y sus

habitantes. Pero en todo esto no buscaría po-

der o ensalzamiento para sí mismo, en contra del plan de Dios, sino que exaltaría la gloria

del Padre, y ejecutaría sus fines de benefi-

cencia y amor". PP.15.

"Los ángeles reconocieron gozosamente la

supremacía de Cristo, y postrándose ante él,

le rindieron su amor y adoración. Lucifer se

postró con ellos, pero en su corazón se libra-

ba un extraño y feroz conflicto. La verdad, la

justicia y la lealtad luchaban contra los celos

y la envidia. La influencia de los santos ánge-les pareció por algún tiempo arrastrarlo con

ellos. Mientras en melodiosos acentos se

elevaban himnos de alabanza cantados por

millares de alegres voces, el espíritu del mal

parecía vencido; indecible amor conmovía su

ser entero; al igual que los inmaculados ado-

radores, su alma se hinchió de amor hacia el

Padre y el Hijo. Pero luego se llenó del orgu-

llo de su propia gloria. Volvió a su deseo de

supremacía, y nuevamente dio cabida a

su envidia hacia Cristo. Los altos honores

conferidos a Lucifer no fueron justipreciados como dádiva especial de Dios, y por lo tanto,

no produjeron gratitud alguna hacia su Crea-

dor. Se jactaba de su esplendor y elevado

puesto, y aspiraba a ser igual a Dios. La

hueste celestial le amaba y reverenciaba, los

ángeles se deleitaban en cumplir sus órdenes,

y estaba dotado de más sabiduría y gloria que

todos ellos. Sin embargo, el Hijo de Dios

ocupaba una posición más exaltada que

él. Era igual al Padre en poder y autoridad.

El compartía los designios del Padre, mien-tras que Lucifer no participaba en los conci-

lios de Dios. ¿"Por qué -se preguntaba el

poderoso ángel- debe Cristo tener la supre-

macía? ¿Por qué se le honra más que a mí?".

PP.16.

"Abandonando su lugar en la inmediata pre-

sencia del Padre, Lucifer salió a difundir el

espíritu de descontento entre los ángeles.

Trabajó con misteriosa reserva, y por algún

tiempo ocultó sus verdaderos propósitos bajo una aparente reverencia hacia Dios. Princi-

pió por insinuar dudas acerca de las leyes que

gobernaban a los seres celestiales, sugiriendo

que aunque las leyes fuesen necesarias para

los habitantes de los mundos, los ángeles,

siendo más elevados, no necesitaban seme-

jantes restricciones, porque su propia sabi-

duría bastaba para guiarlos. Ellos no eran

seres que pudieran acarrear deshonra a Dios;

todos sus pensamientos eran santos; y errar

era tan imposible para ellos como para el

mismo Dios. La exaltación del Hijo de Dios como igual al Padre fue presentada como una

injusticia cometida contra Lucifer, quien,

según se alegaba, tenía también derecho a

recibir reverencia y honra. Si este príncipe de

los ángeles pudiese alcanzar su verdadera y

elevada posición, ello redundaría en grandes

beneficios para toda la hueste celestial; pues

era su objeto asegurar la libertad de todos.

Pero ahora aun la libertad que habían gozado

hasta ese entonces concluía, pues se les había

nombrado un gobernante absoluto, y todos ellos tenían que prestar obediencia a su auto-

ridad. Tales fueron los sutiles engaños que

por medio de las astucias de Lucifer cundían

rápidamente por los atrios celestiales.

No se había efectuado cambio alguno en la

posición o en la autoridad de Cristo. La en-

vidia de Lucifer, sus tergiversaciones, y sus

pretensiones de igualdad con Cristo, habían

hecho absolutamente necesaria una declara-

ción categórica acerca de la verdadera posi-

ción que ocupaba el Hijo de Dios; pero ésta había sido la misma desde el principio. Sin

embargo, las argucias de Lucifer confundie-

ron a muchos ángeles". PP.17.

"El espíritu de descontento así encendido

hacía su funesta obra. Aunque no había rebe-

lión abierta, el desacuerdo

... Continuación del artículo anterior

“El Rey del universo

convocó las huestes

celestiales a

comparecer ante Él, a

fin de que su presencia

pudiese manifestar cuál

el verdadero lugar que

ocupa Su Hijo”.

Página 2 La Voz del Heraldo

Page 3: Boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

imperceptiblemente entre los ángeles. Algunos recibían

favorablemente las insinuaciones de Lucifer contra el go-

bierno de Dios. Aunque previamente habían estado en

perfecta armonía con el orden que Dios había establecido, estaban ahora descontentos y se sentían desdichados por-

que no podían penetrar los inescrutables designios de

Dios; les desagradaba la idea de exaltar a Cristo. Estaban

listos para respaldar la demanda de Lucifer de que él tu-

viese igual autoridad que el Hijo de Dios. Pero los ángeles

que permanecieron leales y fieles apoyaron la sabiduría y

la justicia del decreto divino, y así trataron de reconciliar

al descontento Lucifer con la voluntad de Dios. Cristo era

el Hijo de Dios. Había sido uno con el Padre antes que los

ángeles fuesen creados. Siempre estuvo a la diestra del

Padre; su supremacía, tan llena de bendiciones para todos aquellos que estaban bajo su benigno dominio, no había

sido hasta entonces disputada. La armonía que reinaba en

el cielo nunca había sido interrumpida. ¿Por qué debía

haber ahora discordia? Los ángeles leales podían ver sólo

terribles consecuencias como resultado de esta disensión, y

con férvidas súplicas aconsejaron a los descontentos que

renunciasen a su propósito y se mostrasen leales a Dios

mediante la fidelidad a su gobierno". PP.18.

“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí dice

el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la

creación de Dios”. Apoc. 3.14.

“El cuál es la imagen del Dios invisible, el primogénito de

toda criatura”. Col. 1.15.

“Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo

eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él

Padre, Y él me será á mí hijo? Y otra vez, cuando introdu-

ce al Primogénito en la tierra, dice: Y adórenle todos los

ángeles de Dios. Has amado la justicia, y aborrecido la

maldad; Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo

de alegría más que á tus compañeros”. Heb. 1.5-6, 9.

Lucha entre la simiente de Cristo y la simiente de Sa-

tanás

“Y Jehová Dios dijo á la serpiente: Por cuanto esto hiciste,

maldita serás entre todas las bestias y entre todos los ani-

males del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás

todos los días de tu vida:

Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente

y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le

herirás en el calcañar”. Gén. 3.14-15.

“Y dirás á Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo,

mi primogénito”. Éxo. 4.22.

“Conságrame todo primogénito; todo el que abre la matriz

entre los hijos de Israel, tanto de los hombres como de los

animales, es mío”. Éxo. 2.13.

La profecía en el Edén

La enemistad a que se hace referencia en la profecía del Edén no

iba a quedar restringida meramente a Satanás y al Príncipe de la vida. Debía ser universal. Satanás y sus ángeles habían de sentir

la enemistad de toda la humanidad. Dijo Dios: "Pondré enemis-

tad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta

te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Gén. 3: 15).

La enemistad puesta entre la simiente de la serpiente y la simien-

te de la mujer era sobrenatural. La enemistad era en un sentido

natural en el caso de Cristo, en otro sentido era sobrenatural,

puesto que estaban combinadas la humanidad y la divinidad. Y

nunca esa enemistad llegó hasta un grado tan notable como cuan-

do Cristo se convirtió en habitante de esta tierra. Nunca antes

había habido un ser en la tierra que aborreciera el pecado con un odio tan perfecto como el de Cristo. El había visto su poder enga-

ñador y que infatúa obrando en los santos ángeles, y todas las

facultades de Cristo se alistaron contra él.

La pureza y santidad de Cristo, la inmaculada justicia de Aquel

que no pecó, eran un reproche perpetuo para 298 todo pecado, en

un mundo de sensualidad y de pecado. Brilló en su vida la luz de la verdad en medio de la oscuridad moral con la que Satanás hab-

ía cubierto al mundo. Cristo puso de manifiesto las falsedades de

Satanás y su carácter engañador, y en muchos corazones destruyó

su influencia corruptora. Fue esto lo que irritó a Satanás con un

odio tan intenso. Con sus huestes de seres caídos, se determinó a presionar con todo vigor en la contienda, pues había en el mundo

Uno que era un perfecto representante del Padre, Uno cuyo

carácter y cuyas prácticas refutaban las falsedades de Satanás en

cuanto a Dios. Satanás había acusado a Dios de los atributos que

él mismo poseía. Entonces vio en Cristo a Dios revelado en su

verdadero carácter: un Padre compasivo y misericordioso que no

quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepen-

timiento y tengan vida eterna.

La intensa mundanalidad ha sido una de las tentaciones en las

que Satanás ha logrado mayor éxito. Quiere que el corazón y la mente de los hombres estén tan absortos con las atracciones mun-

danales que no haya lugar para las cosas celestiales. Les domina

la mente para que amen al mundo. Las cosas terrenales eclipsan a

las celestiales y apartan al Señor de su vista y entendimiento. Se

fomentan falsas teorías y falsos dioses en lugar de lo verdadero.

Los hombres quedan subyugados con el resplandor y el oropel

del mundo. Están tan aferrados a las cosas de la tierra, que mu-

chos cometerán cualquier pecado a fin de ganar alguna ventaja

mundanal.

Fue en este punto donde Satanás pensó vencer a Cristo. Pensó

que Cristo podía ser vencido fácilmente en su humanidad. "Le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos

del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si

postrado me adorares" (Mat. 4:8, 9). Pero Cristo quedó inconmo-

vible. Sintió la fuerza de esa tentación, pero le hizo frente por

nosotros y venció. Y 299 usó sólo las armas que razonablemente

... Continuación del artículo anterior

Página 3 Volumen 1, nº 1

Page 4: Boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

pueden usar los seres humanos: la Palabra de

Aquel que es poderoso en consejo: "Escrito

está" (Mat. 4: 4, 10).

¡Con qué intenso interés fue observada esta

contienda por los ángeles celestiales y los

mundos no caídos, mientras estaba siendo

vindicado el honor de la ley! La controversia

quedó definida para siempre, no sólo para

este mundo, sino para el universo del cielo.

La confederación de las tinieblas también

estaba alerta esperando una apariencia de

oportunidad para triunfar sobre el Sustituto

de la raza humana, divino y humano, a fin de

que el apóstata pudiera exclamar: "Victoria" y el mundo y sus habitantes fueran su reino

para siempre.

Pero Satanás llegó sólo al talón; no pudo to-

car la cabeza. A la muerte de Cristo, Satanás

comprendió que había sido derrotado. Vio

que su verdadero carácter había sido revelado

claramente a todo el cielo, y que los seres

celestiales y los mundos que había creado

Dios estarían plenamente de parte de Dios.

Vio que quedarían definitivamente cortadas

sus perspectivas de futura influencia sobre ellos. La humanidad de Cristo demostraría

por los siglos eternos la cuestión que definía

la controversia.

Simiente de Cristo

“Hermanos, hablo como hombre: Aunque un

pacto sea de hombre, con todo, siendo confir-

mado, nadie lo cancela, ó le añade. A Abra-

ham fueron hechas las promesas, y á su si-

miente. No dice: Y á las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y á tu simiente,

la cual es Cristo”. Gál. 3.15-16.

“Yo dije: Vosotros sois dioses. E hijos todos

vosotros del Altísimo. Empero como hom-

bres moriréis. Y caeréis como cualquiera de

los tiranos. Levántate, oh Dios, juzga la tie-

rra: Porque tú heredarás en todas las gentes”.

Salmo 82.6-8.

“Respondióles Jesús: Muchas buenas obras

os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál obra de esas me apedreáis?

Respondiéronle los Judíos, diciendo: Por

buena obra no te apedreamos, sino por la

blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te

haces Dios. Respondióles Jesús: ¿No está

escrito en vuestra ley: Yo dije, Dioses sois?

Si dijo, dioses, á aquellos á los cuales fué

hecha palabra de Dios (y la Escritura no pue-

de ser quebrantada); ¿A quien el Padre santi-

ficó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy”.

Jn. 10.32-36.

Primogenitura de Caín perdida en ocasión

al asesinato de su hermano Abel:

“Y conoció Adam á su mujer Eva, la cual

concibió y parió á Caín, y dijo: Adquirido he

varón por Jehová.

Y después parió á su hermano Abel. Y fué

Abel pastor de ovejas, y Caín fué labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que

Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda á

Jehová. Y Abel trajo también de los primogé-

nitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró

Jehová con agrado á Abel y á su ofrenda;

Mas no miró propicio á Caín y á la ofrenda

suya. Y ensañóse Caín en gran manera, y

decayó su semblante. Entonces Jehová dijo á

Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué se

ha inmutado tu rostro? Si bien hicieres, ¿no

serás ensalzado? y si no hicieres bien, el pe-

cado está á la puerta: con todo esto, á ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Y habló

Caín á su hermano Abel: y aconteció que

estando ellos en el campo, Caín se levantó

contra Abel, y le mató”. Gén. 4.1-8.

Primogenitura de Ismael perdida, perse-

guidor de Isaac:

“Decidme, los que queréis estar debajo de la

ley, ¿no habéis oído la ley? Porque escrito

está que Abraham tuvo dos hijos; uno de la sierva, el otro de la libre. Mas el de la sierva

nació según la carne; pero el de la libre nació

por la promesa. Las cuales cosas son dichas

por alegoría: porque estas mujeres son los

dos pactos; el uno ciertamente del monte

Sinaí, el cual engendró para servidumbre, que

es Agar”. Gál. 4.21-24.

Persecución de Ismael contra Isaac

“Y creció el niño, y fué destetado; é hizo

Abraham gran banquete el día que fué deste-tado Isaac. Y vió Sara al hijo de Agar la

Egipcia, el cual había ésta parido á Abraham,

que se burlaba. Por tanto dijo á Abraham:

Echa á esta sierva y á su hijo; que el hijo de

esta sierva no ha de heredar con mi hijo, con

Isaac. Este dicho pareció grave en gran ma-

nera á Abraham á causa de su hijo. Entonces

... Continuación del artículo anterior

“Caín trajo frutos de la

tierra una ofrenda a

Jehová. Y Abel trabajo

también de los

primogénitos de sus

ovejas y de su grosura”.

Gén. 4.1-8

Página 4 La Voz del Heraldo

Page 5: Boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

dijo Dios á Abraham: No te parezca grave á causa del mu-

chacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su

voz, porque en Isaac te será llamada descendencia”. Gén.

21.8-12.

Esaú pierde su primogenitura y persigue a Jacob

“Y como se cumplieron sus días para parir, he aquí melli-

zos en su vientre. Y salió el primero rubio, y todo él vellu-

do como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Y des-

pués salió su hermano, trabada su mano al calcañar de

Esaú: y fué llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad

de sesenta años cuando ella los parió. Y crecieron los ni-

ños, y Esaú fué diestro en la caza, hombre del campo: Ja-

cob empero era varón quieto, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac á Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca

amaba á Jacob”. Gén. 25.24-28.

“Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo

cansado, Dijo á Jacob: Ruégote que me des á comer de eso

bermejo, pues estoy muy cansado. Por tanto fué llamado

su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día

tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy

á morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y

dijo Jacob: Júrame lo en este día. Y él le juró, y vendió á

Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dió á Esaú pan y

del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y levantó-se, y fuése. Así menospreció Esaú la primogenitura”. Gén.

25.29-34.

“Y acaeció que al cabo de unos tres meses fué dado aviso

á Judá, diciendo: Thamar tu nuera ha fornicado, y aun

cierto está preñada de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sa-

cadla, y sea quemada. Y ella cuando la sacaban, envió á

decir á su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy

preñada: y dijo más: Mira ahora cuyas son estas cosas, el

anillo, y el manto, y el bordón. Entonces Judá los recono-

ció, y dijo: Más justa es que yo, por cuanto no la he dado á Sela mi hijo. Y nunca más la conoció. Y aconteció que al

tiempo del parir, he aquí había dos en su vientre. Y suce-

dió, cuando paría, que sacó la mano el uno, y la partera

tomó y ató á su mano un hilo de grana, diciendo: Este sa-

lió primero. Empero fué que tornando él á meter la mano,

he aquí su hermano salió; y ella dijo: ¿Por qué has hecho

sobre ti rotura? Y llamó su nombre Phares. Y después sa-

lió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y

llamó su nombre Zara”. Gén. 38.24-30.

José primer hijo de Raquel y Jacob (Israel)

José y Faraón

“Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros

posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de

gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros,

sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por

señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egip-

to”. Gén. 45.7, 8.

Fue el plan de Dios que por medio de José fuera introducida en-tre los egipcios la religión de la Biblia. Este fiel testigo debía

representar a Cristo en la corte de los reyes. En su juventud, Dios

se comunicó con José a través de sueños, dándole un indicio del

alto cargo al que sería llamado a servir. Para evitar su cumpli-

miento, sus hermanos lo vendieron como esclavo; pero su acción

cruel dio como resultado el hecho preciso que sus sueños habían

... Continuación del artículo anterior

Página 5 Volumen 1, nº 1

Page 6: Boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

predicho.

Los que buscan torcer el propósito divino y oponerse a su voluntad, pueden parecer prosperar durante un tiempo; pero Dios está

obrando para cumplirlo. El, a su debido tiempo, manifestará quién es el gobernante de los cielos y de la tierra.

José consideró como la mayor calamidad que podría haberle ocurrido el ser vendido en Egipto; pero entonces vio la necesidad de

confiar en Dios como nunca lo había hecho cuando estaba protegido por el amor de su padre. José llevó a Dios consigo a Egipto,

y este hecho quedó de manifiesto por su comportamiento alegre, a pesar de su tristeza. Como el arca del Señor trajo descanso y

prosperidad a Israel, así también este joven temeroso y amante de Dios fue una bendición en Egipto. Este hecho se hizo patente

de una manera tan señalada que Potifar, en cuya casa servía, atribuyó todas sus bendiciones a este esclavo que había comprado, y

lo convirtió más en un hijo que en un siervo. Es el propósito de Dios que los que le aman y honran también sean honrados, y que

la gloria que se le da a Dios a través de ellos, se refleje sobre éstos mismos.

El carácter de José no cambió cuando fue exaltado a una posición de confianza. Fue destacado en ella para que su virtud brillara

con una luz distintiva de buenas obras. La bendición de Dios descansó sobre él en la casa y en el campo. Todas las responsabili-dades de la casa de Potifar fueron puestas sobre él. En todo manifestó una integridad inmutable, porque amaba y temía a Dios".

The Youth's Instructor, 11 de marzo de 1897.

Efraín y Manasés

“Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos

son; como Rubén y Simeón, serán míos”. Gén. 48.5.

Efraín es reemplazado por Judá

"Y desechó el tabernáculo de José, Y no escogió la tribu de Ephraim. Sino que escogió la tribu de Judá, El monte de Sión, al

cual amó. Y edificó su santuario á manera de eminencia, Como la tierra que cimentó para siempre. Y eligió á David su siervo, Y tomólo de las majadas de las ovejas: De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase á Jacob su pueblo, y á Israel su heredad. Y

apacentólos con entereza de su corazón; Y pastoreólos con la pericia de sus manos". Sal. 78.67-72.

Leer también todo el capítulo 17 del libro de Josué y la unión de estas dos tribus (porque estaban separadas y reemplazada una a

la otra) en Ezequiel 37.16-18. Sin embargo, esta unión la hará Cristo cuando los lleve a la Nueva Canaán, la Patria Nueva, pero

este evento será explicado más adelante.

Cabe destacar que Josué era de la tribu de Efraín (Reino del Norte) y Caleb era de la tribu de Judá (Reino del Sur) cuando ambos

representaron las naciones de Israel cuando fueron espías para adentrarse por la ruta que Dios le había indicado.

Amán de la simiente sin primogenitura busca la muerte sobre Mardoqueo

“Después de estas cosas, el rey Assuero engrandeció á Amán hijo de Amadatha Agageo, y ensalzólo, y puso su silla sobre todos

los príncipes que estaban con él. Y todos los siervos del rey que estaban á la puerta del rey, se arrodillaban é inclinaban á Amán,

porque así se lo había mandado el rey; pero Mardochêo, ni se orrodillaba ni se humillaba. Y los siervos del rey que estaban á la

puerta, dijeron á Mardochêo: ¿Por qué traspasas el mandamiento del rey? Y aconteció que, hablándole cada día de esta manera,

y no escuchándolos él, denunciáronlo á Amán, por ver si las palabras de Mardochêo se mantendrían; porque ya él les había de-

clarado que era Judío. Y vió Amán que Mardochêo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él; y llenóse de ira. Mas tuvo en

poco meter mano en solo Mardochêo; que ya le había declarado el pueblo de Mardochêo: y procuró Amán destruir á todos los

Judíos que había en el reino de Assuero, al pueblo de Mardochêo. En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año duodéci-

mo del rey Assuero, fué echada Pur, esto es, la suerte, delante de Amán, de día en día y de mes en mes; y salió el mes duodéci-

mo, que es el mes de Adar. Y dijo Amán al rey Assuero: Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las pro-

vincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no observan las leyes del rey; y al rey no viene provecho de dejarlos. Si place al rey, escríbase que sean destruídos; y yo pesaré diez mil talentos de plata en manos de los que manejan la

hacienda, para que sean traídos á los tesoros del rey. Entonces el rey quitó su anillo de su mano, y diólo á Amán hijo de Ama-

datha Agageo, enemigo de los Judíos”. Ester 3.1-10.

Cabe destacar que Amán era agageo, esto significa que era descendiente de los amalecitas y por lo tanto de Esaú, el del cabello

rojizo, bermejo o edom (bestia Dragón bermejo: Apoc. 12.3).

... Continuación del artículo anterior

Página 6 La Voz del Heraldo

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Amán sobre Mardoqueo

“Engañado por las falsas declaraciones de Amán, Jerjes fue inducido a promulgar un decreto que ordenaba la matanza de todos

los judíos, "pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las provincias" del Imperio Medo - Persa. (Vers. 8.) Se de-signó un día en el cual los judíos debían ser muertos y su propiedad confiscada. Poco comprendía el rey los resultados abarcantes

que habrían acompañado la ejecución completa de este decreto. Satanás mismo, instigador oculto del plan, estaba procurando

quitar de la tierra a los que conservaban el conocimiento del Dios verdadero.

"Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los Judíos grande luto, y ayuno, y lloro,

y lamentación: saco y ceniza era la cama de muchos." (Est. 4:3.) El decreto de los medos y persas no podía revocarse; aparente-

mente no quedaba esperanza alguna y todos los israelitas estaban condenados a morir.

Pero las maquinaciones del enemigo fueron derrotadas por un Poder que reina sobre los hijos de los hombres. En la providencia

de Dios, la joven judía Ester, quien temía al Altísimo, había sido hecha reina de los dominios medo - persas. Mardoqueo era pa-

riente cercano de ella. En su necesidad extrema, decidió apelar a Jerjes en favor de su pueblo. Ester iba a presentarse a él como intercesora. Dijo Mardoqueo: "¿Y quién sabe si para esta hora te han hecho llegar al reino?" (Vers. 14)”. PR.443.

El pueblo de Dios en los días de la reina Ester

“Los momentos penosos que vivió el pueblo de Dios en tiempos de Ester no caracterizan sólo a esa época. El revelador, al mirar

a través de los siglos hasta el fin del tiempo, declaró: "Entonces el dragón fue airado contra la mujer; y se fue a hacer guerra con-

tra los otros de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de Jesucristo." (Apoc.

12:17). Algunos de los que viven hoy en la tierra verán cumplirse estas palabras. El mismo espíritu que en siglos pasados indujo

a los hombres a perseguir la iglesia verdadera, los inducirá en el futuro a seguir una conducta similar para con aquellos que se

mantienen leales a Dios. Aun ahora se están haciendo preparativos para ese último gran conflicto”. PR.444.

“El decreto que se promulgará finalmente contra el pueblo remanente de Dios será muy semejante al que promulgó Asuero con-tra los judíos. Hoy los enemigos de la verdadera iglesia ven en el pequeño grupo que observa el mandamiento del sábado, un

Mardoqueo a la puerta. La reverencia que el pueblo de Dios manifiesta hacia su ley, es una reprensión constante para aquellos

que han desechado el temor del Señor y pisotean su sábado.

Satanás despertará indignación contra la minoría que se niega a aceptar las costumbres y tradiciones populares. Hombres encum-

brados y célebres se unirán con los inicuos y los viles para concertarse contra el pueblo de Dios. Las riquezas, el genio y la edu-

cación se combinarán para cubrirlo de desprecio. Gobernantes, ministros y miembros de la iglesia, llenos de un espíritu persegui-

dor, conspirarán contra ellos. De viva voz y por la pluma, mediante jactancias, amenazas y el ridículo, procurarán destruir su fe.

Por calumnias y apelando a la ira, algunos despertarán las pasiones del pueblo. No pudiendo presentar un "Así dicen las Escritu-

ras" contra los que defienden el día de reposo bíblico, recurrirán a decretos opresivos para suplir la falta. A fin de obtener popu-

laridad y apoyo, los legisladores cederán a la demanda por leyes dominicales. Pero los que temen a Dios no pueden aceptar una institución que viola un precepto del Decálogo. En este campo de batalla se peleará el último gran conflicto en la controversia

entre la verdad y el error. Y no se nos deja en la duda en cuanto al resultado. Hoy, como en los días de Ester y Mardoqueo, el

Señor vindicará su verdad y a su pueblo”. PR.445-446.

“Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes primero, á trece del mismo, y fué escrito conforme á todo lo que

mandó Amán, á los príncipes del rey, y á los capitanes que estaban sobre cada provincia, y á los príncipes de cada pueblo, á cada

provincia según su escritura, y á cada pueblo según su lengua: en nombre del rey Assuero fué escrito, y signado con el anillo del

rey. Y fueron enviadas letras por mano de los correos á todas las provincias del rey, para destruir, y matar, y exterminar á todos

los Judíos, desde el niño hasta el viejo, niños y mujeres en un día, en el trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y para

apoderarse de su despojo. La copia del escrito que se diese por mandamiento en cada provincia, fué publicada á todos los pue-

blos, á fin de que estuviesen apercibidos para aquel día. Y salieron los correos de priesa por mandato del rey, y el edicto fué dado

en Susán capital del reino. Y el rey y Amán estaban sentados á beber, y la ciudad de Susán estaba conmovida”. Esther 3.12-15.

¿Quiénes eran los agageos?

“Tribu nómada formada por descendientes de Esaú que vagaban desde el Sinaí a través del golfo Neguev, al sur del mar de Gali-

lea, hasta el Golfo de Agaba. A través de siglos hicieron guerra a los israelitas. Saúl y David los derrotaron, pero ninguno logró

su exterminio. En el tiempo de Ezequías parecen haber sido completamente derrotados. En las cartas de Tel el-Amarna, se les

califica de saqueadores”. Diccionario de la Biblia. Editorial Caribe. 2002.

... Continuación del artículo anterior

Página 7 Volumen 1, nº 1

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“Mediante el agageo Amán, hombre sin escrúpulos que ejercía mucha autoridad en Medo - Persia, Satanás obró en ese tiempo

para contrarrestar los propósitos de Dios. Amán albergaba acerba malicia contra Mardoqueo, judío que no le había hecho ningún

daño, sino que se había negado simplemente a manifestarle reverencia al punto de adorarle. No conformándose con "meter mano

en solo Mardocheo", Amán maquinó la destrucción de "todos los Judíos que había en el reino de Assuero, al pueblo de Mardo-cheo". (Est. 3.6). PR.442.

Saúl es desechado, es reemplazado por otro ungido de Jehová

"Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fué en busca de David y de los suyos, por las cumbres de los peñas-

cos de las cabras monteses. Y como llegó á una majada de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella á cu-

brir sus pies: y David y los suyos estaban á los lados de la cueva. Entonces los de David le dijeron: He aquí el día que te ha dicho

Jehová: He aquí que entregó tu enemigo en tus manos, y harás con él como te pareciere. Y levantóse David, y calladamente cortó

la orilla del manto de Saúl. Después de lo cual el corazón de David le golpeaba, porque había cortado la orilla del manto de

Saúl.Y dijo á los suyos: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano con-

tra él; porque es el ungido de Jehová". 1 Samuel 24.2-4, 5-6.

La promesa de Dios hecha a David se cumple en Salomón

"Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de

tus entrañas, y afirmaré [estableceré] su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré [estableceré] para siempre el trono de

su reino. Yo le seré a él PADRE, y él me será a mí HIJO. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes

de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afir-

mada [establecida] tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente". 2 Sam. 7.12-16.

“He aquí que vienen los días, dice Jehová, y despertaré á David renuevo justo, y reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y

justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, é Israel habitará confiado: y este será su nombre que le llamarán: JEHOVA,

JUSTICIA NUESTRA”. Jer. 23.5-6.

Sufrimiento de Dios por la lucha entre simientes

Dios se arrepiente sobre Caín

“Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama á mí desde la tierra. Ahora pues, maldito seas tú de la

tierra que abrió su boca para recibir la sangre de tu hermano de tu mano. Cuando labrares la tierra, no te volverá á dar su fuerza:

errante y extranjero serás en la tierra”. Gén. 4.10-12.

Jacob lamenta la muerte de su hijo Dan

“Dan juzgará á su pueblo, Como una de las tribus de Israel. Será Dan serpiente junto al camino, Cerasta junto á la senda, Que

muerde los talones de los caballos, Y hace caer por detrás al cabalgador de ellos. Tu salud esperé, oh Jehová”. Gén. 49.16-18.

David lamenta muerte de Absalom

“DAVID pues revistó el pueblo que tenía consigo, y puso sobre ellos tribunos y centuriones. Y consignó la tercera parte del pue-

blo al mando de Joab, y otra tercera al mando de Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y la otra tercera parte al mando de Ittai

Getheo. Y dijo el rey al pueblo: Yo también saldré con vosotros. Mas el pueblo dijo: No saldrás; porque si nosotros huyéremos,

no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros: mas tú ahora vales tanto como diez

mil de nosotros. Será pues mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad. Entonces el rey les dijo: Yo haré lo que bien os pareciere.

Y púsose el rey á la entrada de la puerta, mientras salía todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil. Y el rey mandó á Joab

y á Abisai y á Ittai, diciendo: Tratad benignamente por amor de mí al mozo Absalom. Y todo el pueblo oyó cuando dió el rey orden acerca de Absalom á todos los capitanes. Salió pues el pueblo al campo contra Israel, y dióse la batalla en el bosque de

Ephraim; Y allí cayó el pueblo de Israel delante de los siervos de David, é hízose una gran matanza de veinte mil hombres. Y

derramándose allí el ejército por la haz de toda la tierra, fueron más los que consumió el bosque de los del pueblo, que los que

consumió el cuchillo aquel día. Y encontróse Absalom con los siervos de David: é iba Absalom sobre un mulo, y el mulo se

entró debajo de un espeso y grande alcornoque, y asiósele la cabeza al alcornoque, y quedó entre el cielo y la tierra; pues el mulo

en que iba pasó delante. Y viéndolo uno, avisó á Joab, diciendo: He aquí que he visto á Absalom colgado de un alcornoque. Y

Joab respondió al hombre que le daba la nueva: Y viéndolo tú, ¿por qué no le heriste luego allí echándole á tierra? y sobre mí,

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que te hubiera dado diez siclos de plata, y un talabarte. Y el hombre dijo á Joab: Aunque me importara en mis manos mil siclos

de plata, no extendiera yo mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros lo oímos cuando el rey te mandó á ti y á Abisai y á

Ittai, diciendo: Mirad que ninguno toque en el joven Absalom. Por otra parte, habría yo hecho traición contra mi vida (pues que

al rey nada se le esconde), y tú mismo estarías en contra. Y respondió Joab: No es razón que yo te ruegue. Y tomando tres dardos en sus manos, hincólos en el corazón de Absalom, que aun estaba vivo en medio del alcornoque. Cercándolo luego diez mance-

bos escuderos de Joab, hirieron á Absalom, y acabáronle. Entonces Joab tocó la corneta, y el pueblo se volvió de seguir á Israel,

porque Joab detuvo al pueblo. Tomando después á Absalom, echáronle en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un

muy grande montón de piedras; y todo Israel huyó, cada uno á sus estancias. Y había Absalom en su vida tomado y levantádose

una columna, la cual está en el valle del rey; porque había dicho: Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre. Y

llamó aquella columna de su nombre: y así se llamó el Lugar de Absalom, hasta hoy”. 2 Samuel 18.1-18.

“Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: ¿Correré ahora, y daré las nuevas al rey de cómo Jehová ha defendido su causa de la ma-

no de sus enemigos? Y respondió Joab: Hoy no llevarás las nuevas: las llevarás otro día: no darás hoy la nueva, porque el hijo

del rey es muerto. Y Joab dijo á Cusi: Ve tú, y di al rey lo que has visto. Y Cusi hizo reverencia á Joab, y corrió. Entonces Ahi-

maas hijo de Sadoc tornó á decir á Joab: Sea lo que fuere, yo correré ahora tras Cusi. Y Joab dijo: Hijo mío, ¿para qué has tú de correr, pues que no hallarás premio por las nuevas? Mas él respondió: Sea lo que fuere, yo correré. Entonces le dijo: Corre. Co-

rrió pues Ahimaas por el camino de la llanura, y pasó delante de Cusi. Estaba David á la sazón sentado entre las dos puertas; y el

atalaya había ido al terrado de sobre la puerta en el muro, y alzando sus ojos, miró, y vió á uno que corría solo. El atalaya dió

luego voces, é hízolo saber al rey. Y el rey dijo: Si es solo, buenas nuevas trae. En tanto que él venía acercándose, Vió el atalaya

otro que corría; y dió voces el atalaya al portero, diciendo: He aquí otro hombre que corre solo. Y el rey dijo: Este también es

mensajero. Y el atalaya volvió á decir: Paréceme el correr del primero como el correr de Ahimaas hijo de Sadoc. Y respondió el

rey: Ese es hombre de bien, y viene con buena nueva. Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. E inclinóse á tierra delante

del rey, y dijo: Bendito sea Jehová Dios tuyo, que ha entregado á los hombres que habían levantado sus manos contra mi señor el

rey. Y el rey dijo: ¿El mozo Absalom tiene paz? Y Ahimaas respondió: Vi yo un grande alboroto cuando envió Joab al siervo del

rey y á mí tu siervo; mas no sé qué era. Y el rey dijo: Pasa, y ponte allí. Y él pasó, y paróse. Y luego vino Cusi, y dijo: Reciba

nueva mi señor el rey, que hoy Jehová ha defendido tu causa de la mano de todos los que se habían levantado contra ti. El rey

entonces dijo á Cusi: ¿El mozo Absalom tiene paz? Y Cusi respondió: Como aquel mozo sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levantan contra ti para mal. Entonces el rey se turbó, y subióse á la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así:

¡Hijo mío Absalom, hijo mío, hijo mío Absalom! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalom, hijo mío, hijo mío!”.

2 Sam. 18.19-33.

Efraín dado a la idolatría y paganismo

“Porque como becerra cerrera se apartó Israel: ¿apacentarálos ahora Jehová como á carneros en anchura? Ephraim es dado á ído-

los; déjalo. Su bebida se corrompió; fornicaron pertinazmente: sus príncipes amaron las dádivas, afrenta de ellos. Atóla el viento

en sus alas, y de sus sacrificios serán avergonzados”. Oseas 4.16-19.

Lamento y llanto sobre su simiente

“¡Jerusalem, Jerusalem, que matas á los profetas, y apedreas á los que son enviados á ti! ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos,

como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que

desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Mateo 23.37-39.

Abandono del pueblo formalista

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias. Y escribe al ángel de la iglesia en LAODICEA:

He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios:

Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, ó caliente!

Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo;

Yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que

no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo á todos los que

amo: sé pues celoso, y arrepiéntete.

He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.

Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su tro-

no. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias”. Ap. 3.13-22.

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Abandono del pueblo que apostató

"Si fornicarés tú, Israel, á lo menos no peque Judá: y no entréis en Gilgal, ni subáis á Beth-aven; ni juréis, Vive Jehová. Por-

que como becerra cerrera se apartó Israel: ¿apacentarálos ahora Jehová como á carneros en anchura? Ephraim es dado á ídolos; déjalo. Su bebida se corrompió; fornicaron pertinazmente: sus príncipes amaron las dádivas, afrenta de ellos. Atóla

el viento en sus alas, y de sus sacrificios serán avergonzados". Oseas 4.15-19.

“Y díjome Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Vase ella sobre todo monte alto y

debajo de todo árbol umbroso, y allí fornica. Y dije después que hizo todo esto: Vuélvete á mí; mas no se volvió. Y vió la

rebelde su hermana Judá. Que yo lo había visto; que por todas estas causas en las cuales fornicó la rebelde Israel, yo la había

despedido, y dádole la carta de su repudio; y no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fué ella y fornicó.

Y sucedió que por la liviandad de su fornicación la tierra fué contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño. Y con todo

esto, la rebelde su hermana Judá no se tornó á mí de todo su corazón, sino mentirosamente, dice Jehová. Y díjome Jehová:

Justificado ha su alma la rebelde Israel en comparación de la desleal Judá. Ve, y clama estas palabras hacia el aquilón, y di:

Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre vosotros: porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo. Conoce empero tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado, y tus caminos has

derramado á los extraños debajo de todo árbol umbroso, y no oiste mi voz, dice Jehová. Convertíos, hijos rebeldes, dice

Jehová, porque yo soy vuestro esposo: y os tomaré uno de una ciudad, y dos de una familia, y os introduciré en Sión”. Jer.

4.6-14.

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias. Y escribe al ángel de la iglesia en LAODICEA: He aquí dice el

Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente.

¡Ojalá fueses frío, ó caliente! Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy

rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y

ciego y desnudo; Yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vesti-

duras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo

y castigo á todos los que amo: sé pues celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono;

así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las igle-

sias”. Ap. 3.13-22.

¿Qué dice Elena G. White concerniente a este pasaje aplicado a Laodicea?

"Existen aquellos que aunque dicen servir a Dios están testificando contra él. A los tales se les da el mensaje de la igle-

sia laodicense. Cristo dice: "conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente". Cuando el ángel castigador pase por la tierra,

Cristo no podrá decir de ellos: "No los toque. Los tengo esculpido en las palmas de mis manos". No. Él dice de esos cristia-

nos a medias: "Los escupiré de mi boca. Me repugnan". Carta 44, 1903. 7CBA.975.

Herencia de las Simientes

El proceso para entregar la herencia ha de ser un censo, y la forma en que serán distinguidos ha de realizarse por el proceso

del sellamiento; evento que separa el Trigo de la Cizaña.

El proceso del sellamiento

Pascua literal:

“Y HABLO Jehová á Moisés y á Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; será este

para vosotros el primero en los meses del año. Hablad á toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de aqueste mes

tómese cada uno un cordero por las familias de los padres, un cordero por familia: Mas si la familia fuere pequeña que no baste á comer el cordero, entonces tomará á su vecino inmediato á su casa, y según el número de las personas, cada uno

conforme á su comer, echaréis la cuenta sobre el cordero. El cordero será sin defecto, macho de un año: tomaréislo de las

ovejas ó de las cabras: Y habéis de guardarlo hasta el día catorce de este mes; y lo inmolará toda la congregación del pueblo

de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de

comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura: con hierbas amargas lo comerán. Ninguna

cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus intestinos. Ninguna cosa de-

jaréis de él hasta la mañana; y lo que habrá quedado hasta la mañana, habéis de quemarlo en el fuego. Y así habéis de

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... Continuación del artículo anterior

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comerlo: ceñidos vuestros lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresura-

damente: es la Pascua de Jehová”. Éx. 12.1-11.

“Y CLAMO en mis oídos con gran voz, diciendo: Los visitadores de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su ins-trumento para destruir. Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que está vuelta al aquilón, y cada

uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lienzos, el cual traía á su cintura una

escribanía de escribano; y entrados, paráronse junto al altar de bronce. Y la gloria del Dios de Israel se alzó de sobre el que-

rubín sobre el cual había estado, al umbral de la casa: y llamó Jehová al varón vestido de lienzos, que tenía á su cintura la escri-

banía de escribano. Y díjole Jehová: Pasa por medio de la ciudad, por medio de Jerusalem, y pon una señal en la frente á los

hombres que gimen y que claman á causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. Y á los otros dijo á mis

oídos: Pasad por la ciudad en pos de él, y herid; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad viejos, mozos y vírge-

nes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno: más á todo aquel sobre el cual hubiere señal, no llegaréis; y habéis de co-

menzar desde mi santuario. Comenzaron pues desde los varones ancianos que estaban delante del templo. Y díjoles: Contami-

nad la casa, y henchid los atrios de muertos: salid. Y salieron, é hirieron en la ciudad. Y aconteció que, habiéndolos herido, yo

quedé y postréme sobre mi rostro, y clamé, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Has de destruir todo el resto de Israel derramando tu furor sobre Jerusalem? Y díjome: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de

sangres, y la ciudad está llena de perversidad: porque han dicho: Dejado ha Jehová la tierra, y Jehová no ve. Así pues, yo, mi

ojo no perdonará, ni tendré misericordia: el camino de ellos tornaré sobre su cabeza. Y he aquí que el varón vestido de lienzos,

que tenía la escribanía á su cintura, respondió una palabra diciendo: Hecho he conforme á todo lo que me mandaste”. Ezeq. 9.1

-11.

“El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es sucio, ensúciese todavía: y el que es justo, sea todavía justificado: y el santo

sea santificado todavía”. Ap. 22.11.

“Y vi otro ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo: y clamó con gran voz á los cuatro ángeles, á

los cuales era dado hacer daño á la tierra y á la mar. Diciendo: No hagáis daño á la tierra, ni al mar, ni á los árboles, hasta que

señalemos á los siervos de nuestro Dios en sus frentes. Y oí el número de los señalados: ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las tribus de los hijos de Israel”. Ap. 7.2-4.

“Y MIRÉ, y he aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de

su Padre escrito en sus frentes”. Apocalipsis 14.1.

“El sello del Dios viviente sólo será colocado sobre los que son semejantes a Cristo en carácter”. 7CBA. 981. (1895).

”Los que reciban el sello del Dios vivo y sean protegidos en el tiempo de angustia, deben reflejar plenamente la imagen de

Jesús”. PE.71. (1851).

”El sello de Dios no será nunca puesto en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros. Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y

amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de

corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el sello deberán estar sin mancha

delante de Dios y ser candidatos para el cielo”. 2JT.71 (1882).

El amor se expresa en la obediencia, y el amor perfecto echa fuera el temor. Los

que aman a Dios, tienen el sello de Dios en la frente, y obran las obras de Dios”.

Hijos e Hijas de Dios.53. (1894).

”Los que venzan el mundo, la carne y el diablo, serán los favorecidos que reci-

birán el sello del Dios vivo”. TM.445. (1886).

“¿Estamos luchando con todas las facultades que Dios nos dio para alcanzar la

medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo? ¿Estamos procurando su

plenitud, conquistando una altura cada vez mayor, en procura de la perfección de

su carácter? Cuando los siervos de Dios alcancen este punto, serán sellados en sus

frentes. El ángel registrador declarará: "Consumado es". Serán completos en él

los que le pertenezcan por creación y por redención”. 3MS.226. (1899).

... Continuación del artículo anterior

Página 11 La Voz del Heraldo

Page 12: Boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

Censo de Dios

En los días de la Expiación se hacía un censo para el sellamiento por el previo llamado de las Trompetas. Todo el pueblo se

apercibía entorno a la Gloria de Dios, pero antes de Su visitación; el pueblo tenía que entregar ofrenda y confesar sus pecados. Quien no se allegó durante el año para traer ofrenda y confesar sus pecados, disponía ahora de diez días para consumarlo por-

que el pueblo recibía la última misericordia con el sonar de las Trompetas.

Sobre el sumo sacerdote eran quien caía la responsabilidad solemne de censar el pueblo de Dios.

“Y HABLO Jehová á Moisés en el desierto de Sinaí, en el tabernáculo del testimonio, en el primero del mes segundo, en el

segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: Tomad el encabezamiento de toda la congregación de los hijos de

Israel por sus familias, por las casas de sus padres, con la cuenta de los nombres, todos los varones por sus cabezas: De veinte

años arriba, todos los que pueden salir á la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus cuadrillas”. Núm. 1.1-3.

Los que no se allegaron en ninguna ocasión, eran raídos del pueblo santo y era echado de la congregación y perdía su naciona-lidad israelita. Ahora estaba en manos del peligro tal como los paganos.

Censo de Jacob

“Y LLAMO Jacob á sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los postreros días. Juntaos y oid,

hijos de Jacob; Y escuchad á vuestro padre Israel. Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; Prin-

cipal en dignidad, principal en poder. Corriente como las aguas, no seas el principal; Por cuanto subiste al lecho de tu padre:

Entonces te envileciste, subiendo á mi estrado. Simeón y Leví, hermanos: Armas de iniquidad sus armas. En su secreto no en-

tre mi alma, Ni mi honra se junte en su compañía; Que en su furor mataron varón, Y en su voluntad arrancaron muro. Maldito

su furor, que fué fiero; Y su ira, que fué dura: Yo los apartaré en Jacob, Y los esparciré en Israel. Judá, alabarte han tus herma-

nos: Tu mano en la cerviz de tus enemigos: Los hijos de tu padre se inclinarán á ti. Cachorro de león Judá: De la presa subiste,

hijo mío: Encorvóse, echóse como león, Así como león viejo; ¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, Y el le-gislador de entre sus piés, Hasta que venga Shiloh; Y á él se congregarán los pueblos. Atando á la vid su pollino, Y á la cepa el

hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto: Sus ojos bermejos del vino, Y los dientes blancos

de la leche. Zabulón en puertos de mar habitará, Y será para puerto de navíos; Y su término hasta Sidón. Issachâr, asno huesu-

do Echado entre dos tercios: Y vió que el descanso era bueno, Y que la tierra era deleitosa; Y bajó su hombro para llevar, Y

sirvió en tributo. Dan juzgará á su pueblo, Como una de las tribus de Israel. Será Dan serpiente junto al camino, Cerasta junto á

la senda, Que muerde los talones de los caballos, Y hace caer por detrás al cabalgador de ellos. Tu salud esperé, oh Jehová.

Gad, ejército lo acometerá; Mas él acometerá al fin. El pan de Aser será grueso, Y él dará deleites al rey. Nephtalí, sierva deja-

da, Que dará dichos hermosos. Ramo fructífero José, Ramo fructífero junto á fuente, Cuyos vástagos se extienden sobre el mu-

ro. Y causáronle amargura, Y asaeteáronle, Y aborreciéronle los archeros: Mas su arco quedó en fortaleza, Y los brazos de sus

manos se corroboraron Por las manos del Fuerte de Jacob, (De allí el pastor, y la piedra de Israel), Del Dios de tu padre, el cual

te ayudará, Y del Omnipotente, el cual te bendecirá Con bendiciones de los cielos de arriba, Con bendiciones del abismo que está abajo, Con bendiciones del seno y de la matriz. Las bendiciones de tu padre Fueron mayores que las bendiciones de mis

progenitores: Hasta el término de los collados eternos Serán sobre la cabeza de José, Y sobre la mollera del Nazareo de sus

hermanos. Benjamín, lobo arrebatador: A la mañana comerá la presa, Y á la tarde repartirá los despojos. Todos estos fueron las

doce tribus de Israel: y esto fué lo que su padre les dijo, y bendíjolos; á cada uno por su bendición los bendijo”. Génesis 49.1-

28.

Censo de Moisés

“Y HABLO Jehová á Moisés en el desierto de Sinaí, en el tabernáculo del testimonio, en el primero del mes segundo, en el

segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: Tomad el encabezamiento de toda la congregación de los hijos de

Israel por sus familias, por las casas de sus padres, con la cuenta de los nombres, todos los varones por sus cabezas: De veinte

años arriba, todos los que pueden salir á la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus cuadrillas. Y estará con vosotros un varón de cada tribu, cada uno cabeza de la casa de sus padres. Y estos son los nombres de los varones que estarán con voso-

tros: De la tribu de Rubén, Elisur hijo de Sedeur. De Simeón, Selumiel hijo de Zurisaddai. De Judá, Naasón hijo de Aminadab.

De Issachâr, Nathanael hijo de Suar. De Zabulón, Eliab hijo de Helón. De los hijos de José: de Ephraim, Elisama hijo de Am-

miud; de Manasés, Gamaliel hijo de Pedasur. De Benjamín, Abidán hijo de Gedeón. De Dan, Ahiezer hijo de Ammisaddai.

De Aser, Phegiel hijo de Ocrán. De Gad, Eliasaph hijo de Dehuel. De Nephtalí, Ahira hijo de Enán. Estos eran los nombrados

de la congregación, príncipes de las tribus de sus padres, capitanes de los millares de Israel”. Nm. 1-16.

Página 12 La Voz del Heraldo

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Otro Censo de Moisés

“Y Jehová habló á Moisés en el desierto de Sinaí, diciendo: Cuenta los hijos de Leví por las casas de sus padres, por sus fa-

milias: contarás todos los varones de un mes arriba. Y Moisés los contó conforme á la palabra de Jehová, como le fué manda-do.

Y los hijos de Leví fueron estos por sus nombres: Gersón, y Coath, y Merari.

Y los nombres de los hijos de Gersón, por sus familias, estos: Libni, y Simei.

Y los hijos de Coath, por sus familias: Amram, é Izhar, y Hebrón, y Uzziel.

Y los hijos de Merari, por sus familias: Mahali, y Musi.

Estas, las familias de Leví, por las casas de sus padres.

De Gersón, la familia de Libni y la de Simei: estas son las familias de Gersón.

Los contados de ellos conforme á la cuenta de todos los varones de un mes arriba, los contados de ellos, siete mil y quinien-

tos.

Las familias de Gersón asentarán sus tiendas á espaldas del tabernáculo, al occidente;

Y el jefe de la casa del padre de los Gersonitas, Eliasaph hijo de Lael. A cargo de los hijos de Gersón, en el tabernáculo del testimonio, estará el tabernáculo, y la tienda, y su cubierta, y el pabellón

de la puerta del tabernáculo del testimonio,

Y las cortinas del atrio, y el pabellón de la puerta del atrio, que está junto al tabernáculo y junto al altar alrededor; asimismo

sus cuerdas para todo su servicio.

Y de Coath, la familia Amramítica, y la familia Izeharítica, y la familia Hebronítica, y la familia Ozielítica: estas son las fa-

milias Coathitas.

Por la cuenta de todos los varones de un mes arriba, eran ocho mil y seiscientos, que tenían la guarda del santuario.

Las familias de los hijos de Coath acamparán al lado del tabernáculo, al mediodía;

Y el jefe de la casa del padre de las familias de Coath, Elisaphán hijo de Uzziel.

Y á cargo de ellos estará el arca, y la mesa, y el candelero, y los altares, y los vasos del santuario con que ministran, y el velo,

con todo su servicio.

Y el principal de los jefes de los Levitas será Eleazar, hijo de Aarón el sacerdote, prepósito de los que tienen la guarda del santuario.

De Merari, la familia Mahalítica y la familia Musítica: estas son las familias de Merari.

Y los contados de ellos conforme á la cuenta de todos los varones de un mes arriba, fueron seis mil y doscientos.

Y el jefe de la casa del padre de las familias de Merari, Suriel hijo de Abihail:

acamparán al lado del tabernáculo, al aquilón.

Y á cargo de los hijos de Merari estará la custodia de las tablas del tabernáculo, y sus barras, y sus columnas, y sus basas, y

todos sus enseres, con todo su servicio:

Y las columnas en derredor del atrio, y sus basas, y sus estacas, y sus cuerdas.

Y los que acamparán delante del tabernáculo al oriente, delante del tabernáculo del testimonio al levante, serán Moisés, y

Aarón y sus hijos, teniendo la guarda del santuario en lugar de los hijos de Israel: y el extraño que se acercare, morirá.

Todos los contados de los Levitas, que Moisés y Aarón conforme á la palabra de Jehová contaron por sus familias, todos los varones de un mes arriba, fueron veinte y dos mil.

Y Jehová dijo á Moisés: Cuenta todos los primogénitos varones de los hijos de Israel de un mes arriba, y toma la cuenta de

los nombres de ellos.

Y tomarás los Levitas para mí, yo Jehová, en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel: y los animales de los Le-

vitas en lugar de todos los primogénitos de los animales de los hijos de Israel.

Y contó Moisés, como Jehová le mandó, todos los primogénitos de los hijos de Israel.

Y todos los primogénitos varones, conforme á la cuenta de los nombres, de un mes arriba, los contados de ellos fueron veinte

y dos mil doscientos setenta y tres”. Núm. 3.14-43.

Que el Señor le bendiga y guarde para la eternidad.

Página 13 La Voz del Heraldo

... Continuación del artículo anterior

Page 14: Boletin la voz_del_heraldo_no_1_03_2009

Licuados de frutas: Limpie-

za del colon

De Manzana, frambuesa y

uvas rojas

2 Porciones

Ingredientes

1 taza de frambuesas

1 tazas de uvas rojas

2 manzanas picadas

Agua necesaria

Preparación

Licuar los ingredientes perfectamente a alta velo-

cidad y beberlo en el momento.

Función

Ayuda a aumentar la resistencia contra las infec-

ciones, regula el movimiento intestinal y limpia

el colon, evitando la concentración de sustancias

dañinas que producen cáncer de colon.

Dosis del tratamiento

Tomar 2 vasos por semana en la mañana.

Recetas de Plantas Medicinales. Por: María A. Villalobos

Página 14 La Voz del Heraldo

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¡Un Ministerio que profesa la Verdad Presente!

Comité Editorial: María A. Villalobos, Samuel Saldaña.

Editor, Arte y Diseño Gráfico: Samuel Saldaña.

Escritores: María Villalobos, Samuel Saldaña.

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Editado quincenalmente por este ministerio.

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El Ministerio A la Luz de la Biblia, tiene como propósi-

to, pregonar la Verdad Presente dado desde lo Alto del

Cielo. Por la Gracia de nuestro Señor Jesús, es entre-

gado a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

Estamos gustosos que Dios bendiga al mundo por me-

dio de Su Verdad, ésta no debe permanecer oculta como

si tuviese algo por qué temer, más bien, debe ser exalta-

da como joyas preciosas y lucida a un mundo que pere-

ce en tinieblas.

Por lo tanto, desde ahora usted tiene una cita con Cris-

to!

¡Que el Señor Todopoderoso les bendiga y guarde para

la eternidad!

Nos complacemos en poder servirle.

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