blanco y negro-04.03.1972-pagina 036

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ENTRE LAS LLAMAS EL MAGO BUSCA El ORO \ E L laboratorio es peque- ña y £aid lleno de hu- mo. Chirriando, el gran fue- ffe de cuero sube y baja len- rameniE, como uno respira- ción afanosa, y a cada movrrnienio el cristal de loi alambiques f l a m e a con el resplandor de'l fuego, 'míen- iras la sombra del cocodrilo corpudo di?l arqulirab^ aira- víesa el lecho, imprevisra y monstruosa. •Nadait^ masculla el hom- bre en voi baja. «Todavía nada». Toma unas largas ÍE- nazas, sujeia el crisol que desde J)3CB dos horas está al fuego'sobre ía f-rja y lo vuel- ca despacio en un mordc de arcilla con la boca triangu- lar' en el silencio se oye el silbido que produce un me- tal fundido al enfriarse, •No se ha iproduclcb la iransmuiación»^ sigue dicien- do ef hombre, desilusionado. Es -un alemán achaparrado, casi calvo, de rostro flácido y ancho. Tiene treinta y cua- tro anos y se llama Felipe Aurelio Teofrasro Bombasr de Hohenheim, a u n q u e él prefiere el nombre de Para- celso que se ha Inventado, según es costumbre entre 'los eruditos- Paracelso es un tipo ver- daderamenie extraño, Desd^ finales de mayo de este año de 1527, cuando ha llegado a Basilea como profesor de Medicina física en la Univer- sidad, no ha hecho m¿s que predicar contra los viejos al- quimistas, perdidos en la búsqufida de esa piedra fÜO- scfal que habría de trans- formar en oro cualquier me- tal. Pero él 'mismo, ¿qué es lo que buscd en su laboraio- rlo? Incluso hoy, ¿por qué ha puesto al fuelle a su joven discípulo Herbsi, y se ha cfuedado con él, ahogándose entre los vapores venenosos del mercurio? •Ef mercurioi-H dice, ^es imperfecto^ puesto que ja- más fiega a !a solidificación, que es el estado definitivo de todo metal. Y, Sin embar- go, es el espíritu de lodos ellos, en fos que penetra ejer- ciendo una accián maravillo- sa. Bajo G-l efecto del mercu- rio, hasta fa más pobre alea- ción de cinabrio y plcmo se convierte en oro». E iL joven Herbst le mi- ra con ansiedad. Será verdad, pero lambién esta vez ha fa- iíado la prueba. No se ha con- seguido el oro. Ni siquiera la piatBr que ofrece menores dificultades. •íQuiíá no era hcy ei dfa propídoi», dice el foven, que no quiere resig- narse. Junios consultan las tablas de la transmutación, que Paracelso ha llenado de mlsTeriosos signos astrológi- cos y alquímicos, *Noi», afirma el maestro. *No 5e ha cometido ningún error, EÍ trabajo se ha inícia- do en el momento prescrito, cuando la Luna ocupaba el sexto grado en Cáncer, pero puede haber ¿Jtras co^as que no conocemos. Probaremos de nuevo.* cPcdrFamds tratar de pro- curarnos oro y plata de las minas, como todos los de- más», inalste el discípulo. Herbst quisiera tener el oro y la plata iinmedlatamente, pero no por sffd de riqueías- Lo quE ie fascina es un pro- yecto que le ha expuesto Paracelso hace unos dfas y que abrirá nuevos horizontes al conocimiento humano. Se trata da tres espejos mágicos en los que será posible ver • todas las cosas que se han hecho v se hacen, tanto leja- nas íomo próximas*. El pri- mero reflejará a ios amigos, a los enemigos y los aconte- cimientos, incluso hasta -lo que ocurre en la oscuridad. El segundo permitirá oir to- das 'las conversaciones, has- ta Jas mas reservadas. Ef ter- cero revelará el contenido de c a r t 3 s y documentos, pOr muy sBcrsios que sean. Así fo ha dicho Paracelso, con tal fuerza de conviccidn y -lLr¡o de detalles, que no dejaba lugar a la duda. Para hacer los tres espe- jos se necesitan siete meta- les en cantidades diversas: diez partes de oro, diez de piala, cinco de cobre, dos ds estaño, dos de plomo, media de hierro y cinco de mercu- rio. El oro se debe fundir en antimonio, 'luego batido cn láminas muy delgadas y pur- gado* durante un día y una noche, en agua de mar. La plata debe hervir en agua r^^ río con tártaro y sal; el co- bre, con alcanfor y vinagre. El hierro, reducido a limadu- ras, debe ser depurado en agua de fuente y a continua- ción íecado sobre brasas. Él plomo tiene que fundirse con una cucharada de cera vir- gen, e igualmente el estaño, que debe disolverse con sebo I v V Blanco y Negro (Madrid) - 04/03/1972, Página 36 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.

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  • ENTRE LAS LLAMAS EL MAGO BUSCA El ORO

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    E L laborator io es peque-a y aid lleno de hu-m o . Ch i r r iando, el gran fue-ffe de cuero sube y baja len-rameniE, como uno respira-c in afanosa, y a c a d a movrrnienio el cristal de l o i alambiques f l a m e a con el resplandor de'l fuego, 'men-iras la sombra del cocodr i lo corpudo di?l a rqu l i rab^ a i ra-vesa el lecho, imprevisra y monstruosa.

    Nadait^ masculla el hom-bre en v o i baja. Todava nada. Toma unas largas E -nazas, sujeia el crisol que desde J)3CB dos horas est al fuego'sobre a f - r j a y lo vuel-ca despacio en un mordc de arcilla con la boca tr iangu-lar ' en el silencio se oye el si lbido que produce u n me-ta l fund ido al enfriarse,

    N o se ha iproduclcb la iransmuiacin^ sigue dicien-do ef hombre, desilusionado. Es -un alemn achaparrado, casi calvo, de rostro f lcido y ancho. Tiene t re inta y cua-t r o anos y se llama Felipe Aure l io Teofrasro Bombasr de Hohenheim, a u n q u e l prefiere el nombre de Para-celso que se ha Inventado, segn es costumbre entre 'los eruditos-

    Paracelso es un t ipo ver-daderamenie extrao, Desd^ finales de mayo de este ao de 1527, cuando ha llegado a Basilea como profesor de Medicina fsica en la Univer-s idad, no ha hecho ms que predicar contra los viejos al-quimistas, perdidos en la bsqufida de esa piedra fO-scfal que habra de trans-fo rmar en o ro cualquier me-tal . Pero l 'mismo, qu es

    lo que buscd en su laboraio-rlo? Incluso hoy, por qu ha puesto al fuelle a su joven discpulo Herbsi , y se ha cfuedado con l , ahogndose entre los vapores venenosos del mercur io?

    Ef mercurioi-H dice, ^es imperfecto^ puesto que ja-ms fiega a !a sol id i f icacin, que es el estado def in i t i vo de todo metal . Y , Sin embar-go, es el espr i tu de lodos ellos, en fos que penetra ejer-ciendo una accin maravi l lo-sa. Bajo G-l efecto del mercu-rio, hasta fa ms pobre alea-cin de c inabr io y p l cmo se convierte en oro .

    E iL joven Herbst le m i -ra con ansiedad. Ser verdad, pero lambin esta vez ha fa-iado la prueba. No se ha con-seguido el oro. Ni siquiera la piatBr que ofrece menores di f icul tades. Qui no era hcy ei dfa propdoi, dice el foven, que no quiere resig-narse. Junios consultan las tablas de la t ransmutacin, que Paracelso ha l lenado de mlsTeriosos signos astrolgi-cos y alqumicos,

    *Noi, af i rma el maestro. *No 5e ha cometido ningn error, E trabajo se ha incia-do en el momento prescr i to, cuando la Luna ocupaba el sexto grado en Cncer, pero puede haber Jtras co^as que no conocemos. Probaremos de nuevo.*

    cPcdrFamds tratar de pro-curarnos oro y plata de las minas, como todos los de-ms, inalste el discpulo.

    Herbst quisiera tener el o ro y la plata i inmedlatamente, pero no por sffd de riqueas-Lo quE ie fascina es un pro-yecto que le ha expuesto Paracelso hace unos dfas y que abrir nuevos horizontes al conocimiento humano. Se trata da tres espejos mgicos en los que ser posible ver todas las cosas que se han hecho v se hacen, tanto leja-nas o m o prx imas* . El p r i -mero reflejar a ios amigos, a los enemigos y los aconte-c imientos, incluso hasta -lo que ocurre en la oscur idad. El segundo permi t i r oir to-das 'las conversaciones, has-ta Jas mas reservadas. Ef ter-cero revelar el contenido de c a r t 3 s y documentos, pOr muy sBcrsios que sean. As fo ha dicho Paracelso, con tal fuerza d e conviccidn y -lLro de detalles, que no dejaba lugar a la duda.

    Para hacer los tres espe-jos se necesitan siete meta-les en cantidades diversas: diez partes de o ro , diez de piala, cinco de cobre, dos ds estao, dos de p lomo, media de hierro y cinco de mercu-rio. El o ro se debe fund i r en ant imonio, 'luego bat ido cn lminas muy delgadas y pur-gado* durante un da y una noche, en agua de mar. La plata debe herv i r en agua r^^ ro con tr taro y sal; el co-bre, con alcanfor y vinagre. El h ierro, reducido a l imadu-ras, debe ser depurado en agua de fuente y a cont inua-cin ecado sobre brasas. l p lomo tiene que fundirse con una cucharada de cera vir-gen, e igualmente el estao, que debe disolverse con sebo

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    V Blanco y Negro (Madrid) - 04/03/1972, Pgina 36Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproduccin, distribucin, puesta a disposicin, comunicacin pblica y utilizacin, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorizacin, incluyendo, en particular, su mera reproduccin y/o puesta a disposicincomo resmenes, reseas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposicin expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.