benveniste, problemas de linguistica general

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Page 1: Benveniste, Problemas de linguistica general

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lingüística

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truduccwn de

JUAN ALMELA

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PROBLEMAS DE LINCU~STICA GENERAL

11

PO7

ÉMILE BENVENISTE

Page 6: Benveniste, Problemas de linguistica general

m siglo veintiuno editores, s.a. de C.V. CE& DEL AGUA248 DELEGKIQN COYOACAN. 04310. MéYlCO. D E

siglo veintiuno de españa editores, s.a.

portada de anhelo hernhdez

Primera edición en esoanol. 1977 . . dc.imoquinta cdici6n en cspailol, 1999 C siglo xxi editores. s a de c v isbn %8-234029-0 (ohra complr~a, isbn 968-234333-8 (volumen 2)

primera edición en frances, 1974 O editions gallimard, parís, fraocia titulo original: probldmes de I ~ n p r s o p e giné1~1Ie. 2

derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en mexico/printed and made in mexico

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Prefacio

1. Estructuralismo y lingüística 2. Este lenguaje que hace la historia

3. Semiología de la lengua 4. El lenguaje y la experiencia humana 5. El aparato formal de la enunciación

6. Estructura de la lengua y estructura de la sociedad 7. Convergencias tipológicas 8. Mecanismos de trasposición 9. Las transformaciones de las categorías lingüísticas

10. Para una semántica de la preposición alemana vor

IV. FUNCIONES SINTÁCTICAS

11. Fundamentos sintácticos de la composición nominal 17. Formas nuevas de la coinposición nominal 13. Estructiira de las relaciones de auxiliaridad

V. EL HOMBRE EN LA LENGUA

14. El aiitóniiiio y el pronombre en francés moderno 15. La forma ye l sentido en el lenguaje

VI. LÉXICO Y CULTURA

16. Difusión de un término de cultura: latín orarium

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17. Génesis del término scientifique 249 18. La blasfemia y la eufemia 2 56 19. Cbmo se formó una diferenciación Iéxica en francés 260 20. Dos modelos lingüísticos de la ciudad 274

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PREFACIO

Para sus Problemas de lingiiística general, Émile Benveniste eligió veintiocho articiilos entre sus publicaciones de 1939 a 1964, y los clasificó en seis partes: traiisformaciones de la lin- güística, la conlunicación, estructuras y análisis, fuiiciones sin- tácticas, el hombre en la lengua, léxico y cultura.

Ahora bien, de 1964 acá ha publicado numerosos estudios importantes en diferentes compilacioiles y publicacioiies penó- dicas, a veces de dificil acceso.

El inmenso interés despertado por los Problemas de linguísti- ca general, tradiicidos bien pronto al inglés, el italiano y el es- pañol, suscitó en buen núinero de amigos y discípulos el deseo de que la empresa siguiera adelante y aparecicsc uii nuevo vo- lumen. Cuando expusimos, con M. Lejeune. este anhelo a Émile Benveniste, estuvo gustosamente de acuerdo y nos autorizó para escoger entre sus artículos recientes (dc 1965 a 1972). Reuni- mos así veirite estudios (los dos primeros en forma de conversa- ciones), repartidos bajo las mismas seis grandes rúbricas del primer volumen, bajo la estrecha vigilancia de Émile Benvenis- te en persona.

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1. ESTRUCTURALISMO Y LINGUISTICA1

PIERRE DAIX. En los últimos treinta, y aun cuarenta, años ha vi- vido usted la transformación de la lingüística y de paso su ac- ceso a una especie de posición central en las ciencias humanas, de "ciencia piloto", coino dicen. Quisiera preguntarle qué es lo que le parece que caracteriza esta evolución, esta transfor- mación, desde el punto de vista de la lingüística. Pero, de no tener usted inconveniente, me gustaría, a fin de situar mejor las cosas, hacerle una pregunta personal correspondiente a una que fue planteada a Jakobson en mi revista. ¿Qué lo condujo a usted a la linguística?

ÉMILE BENVEN~STE. Tuve la suerte de abrazar muy joven la ca- rrera científica, en gran medida bajo la influencia de un hombre que fue un gran lingüista, que contribuy6 mucho a formar los lingüistas y modelar la lingüística durante -diríamos- los vein- te o treinta primeros años de este siglo: mi maestro Antoine Meillet. Su encuentro resultó decisivo para mí en vista de mi extrema juventud cuando estudiaba en la Sorbona y de que sin duda me atraía mucho más la investigación que la rutina de la enseñanza. Meiliet enseñaba estrictamente gramática com- parada. Aquí hay que remontarse algo atrás, pues a través suyo es la enseñanza de Ferdinand de Saussure la que fue trasmiti- da en parte a los discípulos de Meillet. Esto es muy importante para quienquiera trace de algún modo la biografía intelectual de la lingüística francesa, con todo y que el Saussure que enseñó durante diez años en la École des Hautes Otudes no fuese el Saussure de quien tanto se habla en todas partes hoy en día.

P. D. Era en cierto modo el comparatista.

E. B. Era estrictamente el comparatista, extremadamente joven y ' Conveaación de Pieme Daix con Ernilc Bcnvmirtc, L a Letticr fnnpún, n6m.

1242 (24.30 de julio de 1968). pp. 10-13.

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14 TRANSFORMACIONES DE LA L I N G ~ ~ ~ S T I C A

precoz, quien apenas a los 21 o 22 aíios fue adivinado y idopta- do por alguien que sabía conocer a los hombres, Michel Bréal. Nos remontamos con ello al verdadero naciniiciito dc la lingüís- tica en Francia. Bréal adivinó lo que podía ser un Saussure, lo que cra ya. Se había afirmado con un verdadero golpe de gcnio en gramática coniparada y habia renovado la restitución de las formas del indocuropeo.

P. D. i E n qué época pasaba esto?

É. B. Exactamente en 1878. Saussure fue profesor a los 24 años en la Ecole des Hautes Etudes, donde enseñó del 81 al 91. De París volvió a Ginebra, a los 34 afios, un poco a disgusto, ahan- donando una carrera brillante que se le abría en París y que Bréal hubiera de fijo seguido apoyando. Durante aquel tiempo, formó a varios hombres eminentes, de una misma generación, en particular a los dos principales: Antoine Meillet y Maurice Grammont. Los formó en cuanto a la disciplina comparativa, es decir, el análisis y la comparación de cierto número de len- guas de la misma cepa, y la restitución sistemática de los esta- dos antiguos, que la comparación de las lenguas históricas per- mite alcanzar. Tal es la disciplina y, pudiera decirse, el hori- zonte, en que la lingüística se desarrolló como ciencia histórica, como ciencia comparativa y como ciencia enderezada a la res- titución de estados prehistóricos. Y todos los itinerarios de la gramática comparada eran por naturaleza rigurosos y perseguían sin cesar niayor rigor. Fue lo que me atrajo personalmente. Era el carácter de las leyes que la lingüística estaba ya en condiciones de formular y, al tiempo, el horizonte que abría sobre la ex- tensión posible del método a otras familias de lenguas. Y efec- tivamente, puede decirse que la gramática comparada, tal como fue modelada en particular por Saussure, tal como la desenvol- vió Meillei a su zaga, ha servido de modelo a los intentos para- lelos que se siguen haciendo hoy por hoy en otras familias de lenguas. Cuando ahora se razona acerca de las lenguas de Ocea- nia y se procura constituir su genealogía, o cuando se empren- de el mismo trabajo en el inmenso dominio amerindio, siempre es en mayor o menor medida cl modelo indoeuropeo el que guía las indagaciones, el que permite organizarlas.

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ESTRUCTURALISMO Y LINGW~STICA 15

P. D. O sea que la lingüística comparada sigue desarrollándose en la actualidad

É. B. Mucho, y con hermosos triunfos. Pero, en fin, a eso vol- veremos luego. No hay duda de que todas las lingüísticas espe- cializadas están destinadas a pasar por esa fase. Actualmente se trabaja muy activamente en Francia y América para constituir esas familias de lenguas, para coordinarlas y tratar de ver cómo es posible representarse el desenvolvimiento lingüístico de los diferentes continentes. Se realizan esfuerzos considerables en el dominio africano: varias escuelas están en ello. De modo que no se trata en modo alguno de un método que esté envejecien- do o que pertenezca a una época pasada; absolutamente no. Creo que, al contrario, la linguística comparada va a renacer transformada por entero, y de hecho se transforma. Es eviden- te que la que hoy practicamos no se parece nada a la fisonomía de la misma disciplina hace treinta o cincuenta años.

He aquí, pues, cómo se definía lo esencial del trabajo lingüís- tico en aquel tiempo. Había también, sí, una lingüística gene- ral, pero trasponía a rasgos generales las características deslin- dadas por los métodos comparativos. Los datos 1ingüí.t' ICOS eran los que se recogían en textos. Ahora, como estos textos son la mayoría -hablo del dominio indoeuropeo- textos muy anti- guos, textos homéricos, textos védicos -y hoy en día ya conoce usted la nueva dimensión que se agrega con los textos micéni- cos, que hacen retroceder cuando menos medio milenio la pro- tohistoria del griego-, había que interpretarlos en su realidad de textos antiguos, en relación con una cultura que ya no co- nocemos. Por lo cual el aspecto filológico-histórico disfrutaba de un puesto de consideración en este estudio. Había, por tan- to, ciertos preliminares antes de abordar directamente los he- chos; preliminares que evidentemente no detienen a quien estu- dia en conjunto el francés, el inglés, las lenguas vivas., No diría que hubiese entonces un prejuicio contra las lenguas vivas, de ningún modo. Sólo que la lengua viva era siempre concebida como resultado de una evolución histórica. Verdad es que te- níamos delante a un hombre que contaba mucho y cuyo pres- tigio ha palidecido un poco a estas alturas: Gilliéron, con la escuela de dialectologia francesa. Gilliéron y sus discípulos

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opinaban que precisamente la restitución históricri no alcanzaba la realidad compleja de la lengua viva y que ante todo era pre- ciso registrar la riqueza de las hablas, coleccionarlas mediante cuestionarios y representarlas en mapas.

P. D. Los datos hablados.

É. B. Datos hablados, orales, y representados en mapas; es lo que se llamaba geografía lingüística. He aquí en cierta manera los dos polos de la lingüística en los primeros años de este siglo. En cuanto a Saussure, casi no era leído. Había vuelto a Gine- bra. Casi de inmediato se había encerrado en el silencio. Sin duda sabe usted esta historia. Es un hombre que ha actuado sobre todo después de muerto. Lo que enseñó en materia de nociones generales, y que entró en el Curso de lingüística gene- ral publicado por sus discípulos, lo enseñó, sépase bien, a regañadientes. No hay que figurarse que Saussure fuera un hom- bre ridiculizado, impedido para expresarse, no. Aún no se ha hecho la historia de las ideas de Saussure. Habrá muchos docu- mentos que utilizar, en particular cartas que muestran con qué estado de ánimo trabajaba. Saussure rechazaba casi todo lo que se hacía en su tiempo. Hallaba que las nociones corrientes ca- recían de base, que todo descansaba en supuestos previos no verificados, y sobre todo que el lingüista no sabía lo que hacía. Todo el esfuerzo de Saussure -y para responder a la pregunta que usted me hacía esto tiene importancia decisiva, puede de- cirse que aquí está el viraje de la lingüística- se concentra en la exigencia que planteó de enseñarle al linguista qué hace. De abrirle los ojos al itinerario intelectual que sigue y a las opera- ciones que practica cuando, de modo en cierta forma instintivo, razona acerca de lenguas o las compara o las analiza. ¿Cuál es pues la realidad lingüística? Todo comenzó aquí y fue aquí donde Saussure planteó las definiciones que hoy se han vuelto clásicas, sobre la naturaleza del signo lingüístico, sobre los di- ferentes ejes según los cuales hay que estudiar la lengua, la ma- nera como se nos presenta la lengua, etc. Pues bien, todo esto lo elaboró Saussure dolorosamente y sin que nada haya pasado directamente a su enseñanza, salvo por tres años al final de su vida, los años 1907 a 1911, durante los cuales, para suplir a un

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TSIRUCTURALISMO Y LINGUISTICA 17

colega que se había jubilado, tuvo que dar un curso de introduc- ción general a sus alumnos. Es el curso que Bally y Sechehaye publicaron y sobre el cual se ha alzado, directamente o no, toda la lingüística moderna. Opiiio que algo de aquello, algunos de los principios fundamentales, debía asomar en las lecciones que Saussure, muy joven, impartía en París: lecciones de gramá- tica comparada, sobre el griego, el latín, sobre el germánico eii particular, pues se ocupó mucho de lenguas germánicas. Y es claro que desde aquella época padecía Saussure esta obsesión a la que se entregó aíios enteros en silencio, este interrogarse so- bre el valor de la lengua y sobre lo que la distingue de todo otro objeto de ciencia. De ahí que las ideas de Saussure fueran más fácilmente comprendidas en Francia, aunque para impo- nerse hayan tardado tanto como en los demás sitios. Así, pese a todo, a través de la gramática comparada es toda esta inspira- ción de lingüística general la que entró en la enseñanza de Meillet. A partir de entonces, el paisaje se fue modificando, con- forme poco a poco las nociones saussurianas se afianzaban, o eraii redescubiertas por otros, o, bajo diversas influencias, sobre todo en Estados Unidos, surgían ciertas convergencias. Es poco sabido que hombres coiiio Bloonifield descubrieron a Saussurc por su cuenta, por ii~ucho que suela tenerse la lingüística esta- dounidense, y eii especial la corriente bloomfieldiana, por frutos dc una reflexión independiente. Hay pruebas de que B!ooiiifield conocía las ideas de Saussure y tenía concieiicia de su inipor- tancia.

P. D. ¿Esto de Bloomfield nos conduce hacia los afios cuareiita?

É. B. Hay una resefia de Saussure, debida a Blooiiifield, dc 1921. Muy distinta fue la formación de Sapir, lingüista y aiitropólogo estadounidense.

Con todo, Sapir redescubrió algunas iiociones cseiicialcs, coiiio la distinción eiitre foneiiias y sonidos, algo que correspoii- dc iiiás o mciios a la distiiición saussuriana eiitre leiigua y lia- hla. Vea usted, corrientes independiciitcs han convergido a fiii dc cuentas y ocasioiiado el naciiniciito de uiia liiigüística tcón- ca iiiuy exigente, cnipefiada cii foriiiularsc como ciencia y pro- grcsando sieniprc cii csta árca ciciitífica. Es ilccir, tratando dc

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darse un cuerpo de definiciones, de enunciarse como estructura orgánica. Esto ha producido orientaciones muy diferentes. Está por una parte el estructuralismo, que de ahí salió directamente. Para un lingüista acostumbrado a practicar el trabajo lingüístico y que desde temprano -es mi caso- tuvo preocupaciones es- tructuralistas, es un espectáculo sorprendente la boga de esta doctrina, mal comprendida, descubierta tardíamente y en un momento en que el estmcturalismo en lingüística era ya para algunos cosa superada. En mi obra he seguido brevemente la pista a la suerte Iéxica de este término. En este año de 1968, la noción de estructuralismo lingüístico cumple cuarenta años jus- tos. Es mucho para una doctrina en una ciencia que va muy aprisa. Hoy en día, un esfuerzo como el de Chomsky va dirigido contra el est~ctiiralismo. Su manera de abordar los hechos lin- güísticos,es exactamente inversa.

P. D. ¿Es decir que usted identifica el estmcturalismo en lin- güística con el período en que se procuró sacar a luz las estruc- turas lingüísticas propiamente dichas?

É. B. Se trató ante todo de rnqtrar en los elementos materiales de la lengua y, en cierta medida, encima, en los elementos sig nificantes, dos cosas. los dos datos fundamentales en toda con- sideración estructural de la lengua. Primero, las piezas del jue- go, después, las relaciones entre estas piezas. Pero no es nada fácil, ni aun para empezar, identificar las piezas del juego. To- memos los elementos no significantes de la lengua, los sonidos. ¿Cuáles son los sonidos de una lengua dada? No del lenguaje en general, cuestión que no puede planiearse, sino de una leii- gua dada; esto quiere decir cuáles son los sonidos que tienen valor distintivo, que sirven para manifestar diferencias de senti- do. ¿Y cuáles son los sonidos que, aunque existan materialmen- te en la lengua, no cuentan como distintivos sino solamente como variantes o aproximaciones de los sonidos fundamentales? Se aprecia que los sonidos fundamentales tienen siempre iiú- mero reducido, jamás hay menos de 20 y jamás hay más de 60 o cosa así. No son variaciones enormes, ¿por qué? En todo caso, cuando se estudia una lengua hay que determinar cuáles son los sonidos distintivos. Así, que en francés se pronuncie pauvre

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ESTRUCTURALISMO Y LINCULSTICA 19

o jmvre no tiene la menor importancia; es sencillamente cues- tión de origen local, ¿no?, pero que no crea diferencia de sen- tido. Pero hay lenguas en las que esta diferencia, o algo com- parable a la diferencia entre p v r e y povre, daría dos palabras totalmente diferentes. Es la ~ n i e b a de que en este caso la dis- tinción entre 6 y 3~ en francés no cuenta, mientras que en otras lenguas sería distintiva.

P. D. Y, sin embargo, si en francés dice usted @le y Pmil (ahí sí cuenta?

É. B. Claro, como en suute y sotte, y por consiguiente es una dis- tinción que hay que reconocer como fonológica, pero en condi- ciones por determinar. En francés tenemos @, trátese de pedu o de pot, poco importa, pero no hay po con o abierta, simplemen- te porque las condiciones de articulación del francés exigen que la o final de un monosílabo sea cerrada y no abierta, en tanto que mmchm y m h & tienen dos fonenlas distintos porque diferencian dos tiempos del verbo. Ve usted que el asunto es complejo. Paso a paso, hay que estudiar toda la lengua muy atentamente para discernir lo que es fonema y lo que es varian- te. He aquí el nivel no significante, en el sentido de que se ttata sencillamente de los sonidos. Hay un nivel encima, donde se aborda el mismo problema desde puntos de vista mucho más difíciles, cuando los elementos son los significantes o las por- ciones de significantes y así sucesivamente. De modo que aquí está la primera consideración: reconocer los términos constitu- yentes del juego.

La segunda consideración esencial para el análisis estructu- ral es precisamente ver cuál es la relación entre estos elementos constituyentes. Estas relaciones pueden ser extremadamente va- riadas, pero siempre se pueden reducir a cierto número de con- diciones básicas. Por ejemplo, no es posible que tal y cual so- nido coexistan. No es posible que tal o cual sonido no sean silá- bicos. Hay lenguas como el'servocroata en las que sola, como en krk, forma una sílaba. En francés no es posible esto, es pre- ciso que haya una vocal. He aquí leyes de estructura, cada len- gua tiene una multitud. Nunca se ha acabado.de descubrirlas. Es todo un aparejo sumamente complejo, que se va extrayendo

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20 T R A N ~ ~ R M A C I O N E S DE LA LINGUISTICA

de la lengua estudiada como un objet'o, exactamente como el físico analiza la estmctura del átomo. Tales son a grandes ras- gos, muy sumariamente, los principios de la consideración es- tructural.

.Cuando son extendidos a nociones sociales, la cosa adquiere un aire mucho más imponente. En vez de a y de 6 se habla de hombres y de mujeres, o de reyes y servidores. De inmediato los datos alcanzan una amplitud, y al mismo tiempo una accesibili- dad que los hechos lingüísticos no pemiiten, considerados en sí mismos, a su nivel. Es lo que quizás explique que estas nociones se hayan degradado a partir del momento en que el calificativo de estmctural ha sido aplicado a realidades distintas de aque- llas donde naciera. No obstante, al nivel de la reflexión seria, el itinerario es el mismo, trátese de mitología o de matemáticas. Un epistemólogo podría mostrar que la misma consideración ha sido aplicada en lógica, en matemáticas. De hecho, hay una especie de estructuración de la matemática, para suceder a la labor más o menos intuitiva que los primeros matemáticos te- nían por única posible. Todo esto representa en conjunto el mismo movimiento de pensamiento y la misma manera de ob- jetivar la realidad. Esto es 1- importante.

P. D. Acaba usted de decirnos que Chomsky rompía con esta co- rriente de investigación.

h. B. Exacto; él considera la lengua como producción, lo cual es del todo diferente. El estructuralista tiene que empezar por constituir un Corpus. Así se trate de la lengua que usted y yo hablamos, primero hay que registrarla, que ponerla por escrito Decidamos que está representada por tal o cual libro, por 200 páginas de texto que acto seguido serán convertidas en material, clasificadas, analizadas, etc. Hay que partir de los datos. En cambio para Chomsky es exactamente al revés, parte de la pa- labra como producida. Mas jcómo es producida la lengua? No se reproduce nada. Al parecer se dispone de cierto número de modelos. Ahora, todo hombre inventa su lengua y la inventa toda la vida. Y todos los hombres inventan su propia lengua en el instante y cada quien de manera distintiva, y cada vez dc modo nuevo. Dar a alguien los buenos días cada día de la vida,

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cs una reinvención cada vez. Con mayor razón cuando se trata de frases, no son ya los elementos constitutivos los que cuentan, es la organización de conjunto completa, la disposición original cuyo modelo no puede haber sido dado directamente y que el individuo fabrica, pues. Cada locutor fabrica su lengua. ¿Cómo la fabrica? Es una cuestión esencial, pues domina el problema de la adquisición del lenguaje. Cuando el niño aprende una vez a decir que "la sopa está demasiado caliente", sabrá decir "la sopa no está bastante caliente", o bien "la leche está demasiado caliente". Construirá así frases donde utilizará en parte estruc- turas dadas, pero renovándolas, llenándolas de objetos nuevos, y así sucesivamente.

P. D. Pero ¿no cree usted -sin que pretenda yo que así haya sido en realidad- que un proceder como el de Chomsky tenía, en cierto modo, que seguir al estructuralismo, que supone el es- tructuralismo?

E. B. Es muy posible. Ante todo como reacción, acaso, contra una consideración exclusivamente mecanista, empirista, de la estructura, particularmente en su versión estadounidense. En Estados Unidos el estructuralismo proscribía todo recurso a lo que llamaba "mentalismo". El enemigo, el diablo, era el inentalismo, o sea todo lo que se refería a lo que llamamos pen- samiento. Sólo una cosa contaba, y eran los datos registrados, leídos u oídos, que podían ser organizados materialmente. En tanto no bien se trata de un hombre hablando, el pensamiento es rey, y el hombre está entero en su querer hablar, es su capa- cidad de palabra. De manera que puede presumirse que hay una organización mental propia del hombre y que le otorga la capa- cidad de reproducir ciertos mbdelos, aunque variándolos al in- finito. ¿Cómo se empalman tales modelos? ¿Cuáles son las le- yes que permiten pasar de una estructura smtáctica a. otra, de un tipo de enunciado a otro? ¿Cómo <e invierten a negativas las frases positivas? ¿Cómo es que una expresión formulada por medio de un verbo activo puede transformarse en formulación pasiva? He aquí el tipo de problemas que se plantean los trans- fdrmacionalistas, pues se trata en verdad de una transformación. A ese nivel, entonces, y vistas así las cosas, la estructura fone-

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mática de una lengua tiene poca importancia. Se trata ante todo de la lengua'como organización y del hombre como capaz de organizar la lengiia. Es como se explica que haya en Chomsky un retorno. bastante curioso a los antiguos filósofos y una espe- cie de reinterpretación de las nociones de Descartes acerca de los vínculos entre el espíritu y la lengua. Todo esto es, a la vez, muy interesante y muy técnico, muy seco, algebraico.

P. D. Pero, hablando, hemos perdido de vista una parte del lega- do propiamente saussuriano, que disfmta de adelantos conside- rables; hablo de la ciencia de los signos que preveía, de la se- miología.

É. B. En efecto, es un gran asunto y que acaso esté aún más a la orden del día de lo que se sospecha. En realidad, es cosa muy nueva. Es claro que, cuando se habla, es para decir alguna cosa, para trasmitir un mensaje. Se sabe también que la lengua se compone de elementos aislables, cada uno de los cualcs tiene un sentido y que se hallan articulados de acuerdo con un códi- go. Son éstos los elementos que los diccionarios catalogan, y al lado de cada uno de los cuales agregan una defiiiición; dan pues lo que Ilamaii su sentido. Pero el simple hecho de que exis- tan diccionarios implica en realidad un mundo de problemas. ¿Qué es el sentido? Si se mira de cerca, se advierte que los dic- cionarios yuxtaponen cantidad de cosas muy dispares. Si busca- mos sd, encontraremos una definición más o menos desarrolla- da del astro así llamado. Si buscamos hacer hdliaremos doce o quince rúbricas. Buscando en francés fuire en el diccionario de Littré, hay 80, contando las subdivisiones. (Es el mismo sen- tido? ¿Hay muchos sentidos? No se sabe.

P. D. Incluso somos los primeros en planteamos este género de cuestión.

h. B. Absolutamente. Suele decirse entonces que el uso de la lengua regula todo esto. Pero entonces topamos con cuestiones fundamentales: ¿Cómo es que la lengua admite esta "polise- mia"? ¿Cómo se organiza el sentido? Más generalmente, ¿cuáles son las condiciones para que alguna cosa sea dada como signifi-

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ESTRUC~.URALISMO Y LINGW~STICA 23

cante? Todo el mundo puede fabricar una lengua, pero no exis- te ésta, en el sentido inás literal, en tanto no haya dos individuos que la puedan manejar nativamente. Una lengua es primero que nada un consenso colectivo. ¿Cómo es dado? El niño nace en una comunidad lingüística, aprende su lengua, proceso que parece instintivo, tan natural cnmo el crecimiento físico de los seres o de los vegetales, pero lo que aprende, en realidad, iio es el ejercicio de una facultad "natural", es el mundo del hombre. La adecuación del lenguaje al hombre es la adecua- ción del lenguaje al conjunto de los datos que le incumbe tra- ducir, la adecuación de la lengua a todas las conquistas intelec- tuales que permite el manejo de la lengua. Se trata de una cosa fundamental: el proceso dinámico de la lengua, que permite inventar nuevos conceptos y por consiguiente rehacer la lengua, sobre el!a misma en cierto modo. Pues bien, todo esto es el dominio del "sentido". Por lo demás, están las clases elementa- les de sentido, las distinciones que la lengua hace constar o no, así las distinciones de color, por tomar un caso clásico. No hay dos lengua? que organicen los colores de la misma manera. ¿Di- fieren acaso los ojos? No, es la lengua lo diferente. Por consi- guiente, algunos colores no tienen "sentido" en cierto modo, otros, en cambio, tienen demasiados, y así por el estilo. Aquí, de paso, siento la tentación 4 s lo que trato de elaborar en este momento- de introducir distinciones. Se ha razonado con la noción de sentido como si fuera dna noción coherente, que operase únicamente en el interior de !a lengua. Planteo, de he- cho, que hay dos dominios o dos modalidades de sentido, que distingo respectivamente como semiótica y semántica. El signo saussuriano es en realidad la unidad semiótica, o sea la unidad dotada de sentido. Se reconoce lo que tiene'un sentido; todas las palabras que hay en iin texto francés tienen, para quien po- see esta lengua, un sentido. Pero importa poco que se sepa cuál es dicho sentido y no hay que cuidarse de ello. Tal es el nivel semiótica: ser reconocido como poseedor o despojado de sen- tido. Esto se define diciendo que sí o que no.

P. D. En tanto que la semántica.. .

E. B. La semántica es el "sentido" resultante del encadenamien-

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to, de la adecuación a la circunstancia y del ajuste de los dife- rentes signos entre ellos. Es absolutamente imprevisible. Es un abrirse al mundo. En tanto que la semiótica es el ~ n t i d o cerra- do sobre sí mismo y contenido, en cierto modo, en' sí mismo.

P. D. Es decir que, en suma, el sentido semiótica es un sentido inmediato. En cierta manera sin historia ni ambiente.

É. B. Sí, así es. Se determina por unidad aislada: se trata de ave- riguar, por ejemplo, si la palabra r6le es aceptada como signi- ficativa. Sí, r6le sí; ril no.

P. D. En francés, no.

É. B. En francés ril no significa nada, no es significante, en tanto qiie rdle sí. He aquí el nivel semiótico, es un punto de vista muy distinto del de distinguir el r6le de la ciencia en el niundo, el r6le de tal actor. Éste es el nivel semántico: esta vez hay que comprender y distinguir. Es en este nivel donde se manifiestan los 80 sentidos del verbo faire o del verbo prmdre. Son acep- ciones seinánticas. Es cosa, pues, de dos dimensiones del todo diferentes. Y si no se empieza por reconocer esta distinción, me temo que no se sale de la vaguedad. Pero esto no pasa de ser una visión personal, que falta demostrar. Tenemos que elabo- rar poco a poco todo un cuerpo de definiciones en este inmenso dominio, que no comprende nada más la lengua. Y esto me lleva a la cultura. La cultura es también un sistenia que distin- gue lo que tiene un sentido y lo que no lo tiene. Las diferen- cias entre las culturas se reducen a esto. Tonio un ejemplo que no es lingüístico: para nosotros el color blanco es un color de luz, de alegría, de juventud. En China es el color del luto. He aquí un ejemplo de interpretación de sentido en el seno de la cultura; una articulación entre cierto color y cierto comporta- miento y, por último, un valor inherente a la vida social. Todo ello se integra en una red de diferencias? el blanco, el negro, no valen en la cultura occidental como en la cu!tura extremo- oriental. Todo lo que es del dominio de la cultura participa en el fondo de valores, de sistemas de valores. De .articulación eii- tre los valores. Pues bien, tales valores son los que se imprimen

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~ < S I ~ R ~ J C T ~ R A L I S ~ ~ ~ Y L I N C ~ ~ S ~ I C A 2 5

eii la lengua. Sólo que es un trabajo muy difícil sacarlos a relu- cir, porque la lengua arrastra toda suerte de datos heredados; la lengua no se transforma automáticamente a medida que la cultura se transforma. Y esto es justamente lo que provoca a ~i i tnudo la panoplia semántica. Considere usted la palabra fraii- cesa homme (tomo el primer ejemplo que me pasa por la cabe- z a ) . 'Tiene usted por una parte el empleo del término como de- signación; por otra, los nexos de que es susceptible esta palabra, Iiomme, y que son muy numerosos. Por ejemplo, el honndte homme, concepción que data de cierta fase del vocabulario, que se remonta a un aspecto de,la cultura clásica francesa. Al mismo tiempo, una locución como je suis votre homme se refiere a la edad feudal. Ahí tiene usted una estratificación de cultura que deja rastro en los diferentes empleos posibles. Todos éstos es- tán comprendidos hoy por hoy por la definición de la palabra, porque son aún susceptibles de ser empleados con su verdadero scntido en la misma fecha. Vemos aquí el correlato de una de- finición acumulativa de las cultiiras. A nuestra cultura de hoy está integrado todo el espesor de otras culturas. Es por aquí por donde la lengua puede ser reveladora de la cultura.

P. D. Hay una noción muy importante que ha subrayado usted diciendo que el hombre no nacía en la naturaleza sino en la cultura. Creo que una de las rupturas entre la lingüística tal conio usted la practica y -digamos- sus orígenes en el siglo XVIII es que los primeros lingüistas tenían la idea de que la len- gua partía de la naturaleza y trataban de dar con procesos natu- rales de invención de la lengua por el hombre.

É B. Sí, y en los mismos principios del siglo pasado, en particu- leir durante la primera fase de descubrimientos que permitía la gramática comparada, hubo la idea de que se estaba ascendien- do a los orígenes del espíritu humano, de que estaba siendo captado el nacimiento de la facultad de lenguaje. Se pregunta- han entonces si habría nacido primero el verbo o el nombre. Eran planteadas cuestiones de génesis absoluta. Hoy se aprecia que semejante problema no tiene la menor realidad científica. La gramática comparada, aun la más refinada, la que benefi- cia las circunstancias históricas más favorables. como la de las

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26 TnANSFURMACiONES DE LA LINGW~SI ICA

lenguas indoeuropeas, antes que la de las semíticas, atesiiguadas con todo desde fecha miiy antigua, sólo nos entrega en su re- construcción un trecho de unos cuantos milenarios. Es decir, una fracción muy pequeíia de la historia lingüística de la hu- inanidad. Los hombres que hacia el decinioquinto milenio an- tes de nuestra era decoraban las cavernas de Lascaux, eran geii- te que hablaba. Es evidente. No hay existencia comhn sin len- gua. Es imposible por consiguiente fechar los orígenes del Ien- guaje, ni más ni menos que los de la sociedad. Pero nunca sa- bremos cómo hablaban. 'I'enenios la certidiimbre de que iii la reconstrucción más audaz nos deja alcanzar nada que sea niiiy elemental. La idea de que el estudio lingüístico revelaría el len- guaje como producto de la naturaleza no puede ser ya sostenida hoy. Siempre vemos el lenguaje en el seno de una sociedad, en el seno de una c~iltura. Y si he dicho que el hombre no nace en la naturaleza sino en la cultura, es que todo niño en toda época, desde la prehistoria más remota hasta ahora, aprende necesaria- niente con la lengua los rudimentos de una cultura. Ninguna lengua es separable de una función cultural. No hay aparato de expresión tal que se pueda imaginar que un ser humano fuera capaz de inventar solo. Las historias de lengiiaje inven- tado, espontáneo, fuera del aprendizaje huniaiio, son fábulas. El lengiiaje sienipre ha sido inculcado a las criaturas huina- nas, y sienipre en relación con lo que se llaman realidades, que son realidades definidas, por necesidad, como elementos de cultiira.

P. D. Realidades definidas, en cierto modo, bajo dos aspectos, por tina parte la línea hereditaria, puesto que !a .cultura es una cosa que se hereda y trasmite conocimientos adquiridos, pero también, por otra parte, el ambiente inmediato, el presente.

É. B. En absoluto; y lo que el niiío adquiere, aprendiendo, como se dice, a hablar, es el mundo en el cual vive en realidad, que el lenguaje le entrega y sobre el cual aprende a actuar. Apren- diendo el nombre de tina cosa, adquiere el medio de obtenerla. Empleando la palabra actúa, pues, sobre el mundo y muy pron- to, se da cuenta oscuramente. Es el poder de acción, de trans- formación, de adaptación, lo que es la clave de la relación hu-

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ESTRUCTURALISMO Y LINCU~S.L.ICA 27

mana entre la lengua y la cultura, una relación de integración necesaria. Y de paso respondo también a la pregunta que me planteaba usted acerca del papel de la lingüística como ciencia piloto. En la vida de relación hay la diferencia de que la lengua es un mecanismo inconsciente, en tanto que un comportamien- to es consciente: se cree que se comporta uno de tal o cual ma- nera por razones que se eligen o, cuando menos, que puede uno elegir. En realidad no es esto lo importante sino el n~ecanismo de la significación. Es en este nivel donde el estudio de la len- gua puede tornarse ciencia piloto, ilustrándonos acerca de la organización mental que resulta de la experiencia del mundo o a la cual la experiencia del mundo se adapta, no sé bien cuál de las dos cosas. Hay, en particular, una manera de organizar rela- ciones lógicas que aparece muy pronto en el niño. Piaget ha insistido mucho en esta capacidad de formar esquemas opera- tonos, y esto va aparejado a la adquisición de la lengua. Esta red compleja reaparecería a nivel profundo en los grandes meneste- res intelectuales, en la estructura de las matemáticas, en las re- laciones que constituyen el fundamento de la sociedad. Opino que algunos conceptos marxistas pudieran ir ingresando a su vez, ya debidamente elaborados, en este círculo de nociones ar- ticuladas por las mismas relaciones básicas de las que la lengua ofrece la imagen más fácilmente analizable. Pero hago mal en hablar de todo esto como de teorías ya expuestas que bastaría con buscar en un libro, cuando que son cosas en las que refle- xiono, pero que aún están en elaboración.

P. D. La historia que acaba usted de contar se origina en el tiem- po de la lingüística comparada. Se procuraba entonces, en el fonda, merced a la comparación de las lenguas más antiguas a nuestro alcance, reconstituir aquel mecanismo del, espíritu humano, o al menos sus mecanismos fundamentales. Y se ad- vierte que luego de echar por tierra muchos métodos y direccio- nes de investigación, la lingüística a fin de cuentas vuelve a su objeto primitivo, pero por caminos del todo diferentes, que creo mucho más científicos.

E. B. Mucho más científicos, pues no se trata ya de los orígenes sino de los fundamentos, y e11 el fundamento de todo está la simbólica de la lengua como poder de significación.

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28 T K A N S ~ Q R ~ ~ A C I O N E S DE LA I.INCU~S.I.ICA

P. D. La simbolización.

É. B. La simbolización, el hecho de quc precisaiiiente la lengua sea el dominio del sentido. Y, en el fondo, todo el riiecanismo de la cultura es un mecanismo dc carácter sinibólico. Danios un sentido a ciertos gestos, no danios ~iiiiguiio a otros, en el inte- rior de nuestra cultura. Así es, pcro ¿por qué? Será cosa de iden- tificar, de descompoiier y luego clasificar los eleiiientos signifi- cantes de nuestra cultura, es un trabajo todavía por hacer. Se requiere iina capacidad de objctivación bastante rara. Se vería entonces que hay como una semántica que pasa por todos estos elementos de cultura y qiie los organiza -que los organiza en varios niveles. Está luego la manera conio estos elementos se rigen unos a otros en su valoración, el prcdominio que hoy se concede a algunas iniágenes: la jerarquía que sc establece entre valores nuevos. La importancia que ganan hoy por hoy, diga- mos, ciertas cuestiones de generación; hace treinta años, la no- ción de juventud no tenía para nada el iiiismo sentido que hoy. Hay un corrimiento completo que afecta a todos los elementos, materiales o no, de la cultura, que va desde el vestido, la acti- tud, hasta los fines últinios de la vida. La jerarquía, la acción recíproca de estos valores, y por consiguiente los modelos que uno se propone, los objetos que uno anhela -todo se cstá mo- viendo dentro de nuestra ciiltiira, que ya no tiene nada en co- mún con 1910 o 1930.

P. D. Es decir que ahora, eii cierto modo. ~ i o sólo la lingüística se halla situada en la situación central de que coiiienzainos ha- blando, con ese carácter de ciencia piloto, sino también qiie se vuelve indisociable del conjunto de las ciencias humanas.

É. B. Se hace indisociable, en efecto, sobre todo en virtud del hecho de que otras ciencias confliiyen con ella en pos de mode- los paralelos a los suyos. Puede suministrar a ciencias cuya mate- ria es más difícil de objetivar, como la culturología -de admi- tirse el término-, modelos que ya no habrá por fuerza que imitar mecánicamente, sino que procuran cierta representación de un sistema combinatorio, de suerte que estas ciencias de 13 cultura puedan a su vez organizarse, formalizarse a la zaga de

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la lingüística. En aquello que ya ha sido intentado en el campo social, la primacía dc la lingiiística es abiertamente reconocida. No es cii iriodo alguiio a causa de uiia superioridad intrínseca, sino sencillamente porque con la lengua estanios en el funda- rncnto de toda vida de relación.

P. D. Quisiera plantearle uiia pregunta que se me ocurre eseu- cháiidolo, y que en el fondo. crco yo, sc dirige muy naturalmen- te al, universitario que es ustcd. ¿Opina usted qiie la ensefianza de la lingüística, quiero decir la enseñanza universitaria ordina- ria como existía, diríamos, aiites de los aconteciniientos, era coherente coi] lo que acaba usted de decir acerca del papel de la linguística eii las ciencias humanas?

É. B. Por desgracia, en la universidad se arrastra una carga muy pesada; se está ( o se estaba) sometido -ignoro qué quede- a constrefiimientos arcaicos, los de los exámenes, de los progra- mas, etc. Con todo, son nunierosos los lingüistas que desean renovar las enseñanzas en la universidaa. Pertenezco, como us- ted sabe, al College de Frarice, donde se dispone por este lado de completa libertad, en vista de que no hay que someterse a ningún programa y de que, por el contrario, es preciso que un curso nunca se repita, a más de que no baya tanipoco respon- sabilidad de cxanienes, dc colación dc títulos; sólo se es respon- sable ante la c<encia y tino niismo. Ahora bien, me Ilaina mucho la atención ver que desde diferentes rumbos se iiiira hacia la lingüística, hay entre los jóvenes uiia curiosidad muy viva hacia las nuevas ciencias humanas. Se aprecia, tanto en filosofía como entre quienes tienen concieiicia de la realidad de las ciencias sociales, de sil especificidad, una comprensióii que es 1111 fenó- iiieiio nuevo. De suerte que la leiigua no aparece como lo hizo tanto tieiiipo, coiiio tina csprcialidad al lado de otras, paralela, ~ J U O no niás iniportante. Esto alimenta la esperanza de que, en los planos un poco idcales que se elaboran, las cosas hallarán su nivel real, aunque. . .

P. D. Ilabrá quc ver

É. B. No sé bieii cóiiio iiiarcharáii las cosas, pero lo iiiiportantc

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es esta noción de ciencia humana que, ahora, está en condicio- nes de tornarse organizadora, de reunir reflexiones dispersas, en muchos hombres que aspiran a descubrir su hogar común. Es muy importante. De manera general, estamos en la época de las tomas de conciencia. Acaso, en el fondo, lo que caracte- rice a toda la cultura moderna sea que se vuelva más y más consciente. Cuando se ve cómo la gente razonaba, imaginaba y creaba, en los siglos pasados y aun a principios del presente, se nota que ha cambiado algo, y las manifestacioiies, las crea- ciones más espontáneas hoy en día (no sé si esté bien o mal, usted está mucho mejor situado que yo para juzgar) implicaii una porción de conciencia mucho mayor que en otro tiempo.

P. D. Creo que tiene usted razón.

É. B. Hasta el artista trata de comprender lo que hace, no es ya instrumento de la inspiración.

P. D. Creo que está dando usted una buena caracterización del arte moderno. . .

É. B. Es muy nuevo. . . y no creo que esto altere las calidades de la invención; saber qué es rechazado y por qué, puede estimular a la conciencia hacia lo que hay que inventar, y ayudar a des- cubrir los marcos en los que puede ser inventado.

P. D. Por supuesto.

É. B. Pues me parece que en el fondo es ahí donde encontramos el problema que la lengua nos ha enseñado a ver. Al igual que no hablamos al azar, quiero decir: sin marco, que no produci- mos la lengua fuera de determinados marcos, de ciertos esque- mas que poseemos, así creo que el arte ya tampoco se produce fuera de marcos o esquemas diferentes, pero que existen tam- bién. Y que se reforman o que renacen en la medida misma en que se adquiere conciencia de lo periclitado. Esta toma de conciencia es ya una vía abierta hacia el nuevo siglo. Actualmen- te, lo cual me llama mucho la atención, se ve deshacerse el si- glo xx, deshacerse muy de prisa.

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ESTRUCTURALISMO Y LINGÜ~STICA 31

P. D. Sí, tiene uno la iiiipresión de estar ya más allá. . .

É. u. Muy claraniente. Se tiene la sensación de haber atravesado una de esas fases de traiisfomiación en algunas semanas, aun si, como pasa también, hay retrocesos n~omentáneos. Verdad es que nunca es fácil pasar de un siglo al siguiente, ni de una for- nia de cultura a la siguiente, pero me parece que la época favo- rece tales tomas de conciencia por el hecho mismo de que tantos valores aceptados vuelven a estar en tela de juicio, y hasta los sistemas de producción.

P. D. Esto me parece una buena conclusión.

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2. ESTE LENGUAJE QUE HACE LA HISTORIA '

cuy DUMUR. Nunca se habló tanto de lingüística. Con todo, poca gente sabe de qué se trata.

ÉMILE BENVENISTE. La lingüística es el intento de apresar ese objeto evanescente que es el lenguaje, y de estudiarlo a la nla- nera como son estudiados los objetos concretos. Se trata dc transformar las palabras que vuelan -las "palabras aladas" que decía Homero- en una materia concreta, que es estudiada, di- secada, cuyas unidades son deslindadas, aislados los niveles. Tal es siquiera una tendencia de esta disciplina, de una lingüís- tica que procura constituirse como ciencia; es decir, que trata pri- mero de constituir su objeto, de definir el modo como lo exa- mina e intenta luego forjar los métodos apropiados para cer- nir, analizar esta materia.

c. D. ¿En qué se distingue la lingüística de las antiguas ciencias del lenguaje como, por ejemplo, la gramática, la filología o la fonética?

É. B. La lingüística pretende englobar todo esto y trascenderlo. Todo lo que ataíie al lenguaje es objeto de la lingüística. Algu- nas de las disciplinas que menciona usted, la filología en parti- cular, no se ocupan sino del tenor de los textos, de su trasmi- sión a través de las edades, etc. La lingüística se ocupa del fe- nómeno que constituye el lenguaje y, por supuesto, sin descui- dar la porción del lenguaje que se traiisfom~a en cscrito. Las preocupaciones del filólogo no son las del linpuista, por mu- cho que éste aporte a aquél una ayuda iiidispenaable, en parti- cular cuando es cosa dc interpretar textos en lenguas dcsapare- cidas, ya que el lingüista tiene necesidad de conocer el mayor número posible de lenguas para definir el leiiguaje. Es ésta uiia

1 Plátim recogida por Cuy Diiiiiur en Le Nouvel ohservateiir, especial literario, ~ i i l i i i .

210 bis (20 de noviembre a 20 de dicienthrc de 1968). pp. 28-34.

1321

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FSTE LENGUAJE QUE HACE LA HISTOR!A 33

de las direcciones por las que se adentra la lingüística. Podría decirse que es una dirección positiva -hay quien dice positivis- ta-, con todas las implicaciones que este término acarrea.

c. D. La lingüística es una ciencia reciente, pero tiene una histo- ria, un comienzo.

É. B. De liecho la lingüística ha tenido varios comienzos. Más de una v a se ha reiniciado y reengendrado a sí misma -no sin darse antecedentes cada vez. Hablando en absoluto, para nos- otros, occidentales, la lingüística nació en Grecia, cuando los filósofos más antiguos, contemporáneos del despertar del pen- saiiiiento filosófico, empezaron a reflexionar acerca del instm- mento dc la reflexión, y por consiguiente acerca del espíritu y el lenguaje. Hubo otro comienzo en la Edad Media, cuando a través de las categorías aristotélicas vuelve a iniciarse la defi- nición de los fundamentos del lenguaje.

Iloy se descubre otro comienzo, fuera.y niuy lejos del i~iuiido clásico: es la teoría hindii de PZnini. Es cosa extraordinaria, una descripción lingüística puramente formal que data, según la estiiiiación más prudente, del siglo IV antes de nuestra era. l'31)ini. aquel gramático hindú, tomó como objeto la lengua sánscrita. No dice palabra de especulación filosófica; es sólo un análisis formal de los elementos constituyentes de la lengua (palabras, frases, relaciones entre las palabras, etc.). Es un tex- to sumaniente ardua, de una densidad increíble (cuando es tra- ducido hacen falta diez palabras de glosa por palabra de texto), pero esta concisión es cosa buscada, pues era un conjunto de fórnitilas por memorizar, destinado a una ensefianza. oral que los maestros se trasmitían y enriquecían con. comentarios. Este texto es conocido en occidente desde mediados del siglo xix, cuando se empezó a interpretarlo, y hoy suscita de nuevo in- terés. Insisto niucho en el punto porque ahí está ya el ante- pasado de las indagacioiies científicas de hoy. Esto es válido cii partictilar a propósito de la escuela estructuralista, que de- seaba apartar el "mentalisn~o" (que introduce en el estudio de lenguaje nociones psicológicas), para atenerse al registro y al anilisis fornial de un cuerpo de textos. Disociando las unidades del lenguaje se trataba dc ciicoiitrar los eleiiieiitos de una es-

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triiciiira v de describirlos en su articulación: constitiición vocá- . . iic:~ I. chisonántica de las formas, distribución estadística de t \ i o s clcriientos, naturaleza de las sílabas, longitud de las pala- !>its, aiiálisis de estos elementos, análisis dc los tonos si se tra- t.: <Icl cliirio, de la acentiiación si es una Iciigua qiie tiene aceii- :]s. listo es el estudio de la lengua conio sistciiia foriiial. Y es

.oiitra semejante concepción contra lo que reacciona iiii lin- r:iiista conio Chomsky. Hoy en día esta reacción no es ya indi~ i.ir::i;il sino colectiva. En esta investigación de los orígencs dc la '.::-iiistica a lo largo de la historia, Chomsky ya no se enipalnia :i !';ii!irii sino a Descartes. Sabe usted que Chomsky es autor dc I:iritc,+;utii Linguistics, que va a ser traducida al fraiicés, y rcdcs- : * i i iue en las consideraciones de Descartes sobre el funcioiia- i::iento de la mente la justificación filosófica de lo que por sil ;;i:tc llama "gramática gcnerativa"

. , D Entre los comienzos, y por atenernos a la cronología t r i ~ \ i 1 1 . \,olvanios a S a u s s ~ r e . ~

. !< Szussure no es un comienzo, cs otra cosa, es otro tipo <le r ,-;>:it:nzo. Sil aportación consiste en esto: "El lerigiiaje -dice- C.: f:ir!na. 110 sustaricia." No hay absolutamente nada dc sustaii- ..i .ii c.11 el lenguaje. Todas las ciencias de la naturaleza hallan ::I cihleto constituido de punta a cabo. La lingüística, por sii !: .rtc -y es lo que la diferencia de toda otra disciplina científi- : - se ocupa de una cosa que no es objeto ni sustancia, pero

es forma. Si no hay nada de sustancial en el lenguaje, iqiik . I i> que hay? Los datos del lenguaje no existen sino por sus ',f.:-ciicias, no valen más que por sus oposiciones. Puede con- :. i:!!,larse un guijarro en sí, sin dejar de colocarlo en la serie de . :. i~~iiierales. En cambio una palabra, por sí sola, no significa !:colutaiiiente nada. Sólo por oposición, por "vecindad" o por . . * . , . , . . ! . ;inciación con otra, un sonido por relación con otro sonido.

- 5 ; sucesivaniente. 1.2 historia, para Saussure, no es por necesidad una diniensióii

4, la lengua, no es sino una de las dimensiones posibles y no . . 1 1 historia lo que hace vivir el lenguaje, antes a la inversa.

.i.,ir rijrsor de litigiiistirr. piiblicador derpuLs dc su iiiuerte, datan de 1907-1911

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ESTE 1.F.NGOAJE QUE HACE LA HISTQRIA 3 5

Es el lenguaje el que, por su necesidad, su permanencia, cons- tituye la historia.

Saussure reaccionó contra la consideracióii histórica que impe- raba en la lingüística cuando él escribía. Ciertamente, segui- iiios, 1101 ejemplo, la historia del francés, durante cierto níime- ro de siglos, gracias a los textos que han sido consignados por escrito; podemos pues seguir el curso de lo que llamanios una Iiistoria, un desenvolvimiento de acontecimientos en el tiem- po, mas el lenguaje, en su funcionamiento, no conoce iiing~ina rcfercncia histórica, en absoluto: todo lo que decimos está comprendido en un contexto actual y en el interior de discur- sos que son siempre ~iiicrónicos.~ No se niezcla la menor partí- cula de historia al uso vivo de la lengua. He aquí lo que Saussure quiso afiriiiar. A estas alturas, esto ya no sorprende a nadie; cuan- do lo enunció, hace unos sesenta aiios, cuando la lingüística llevaba la impronta de una concepción histórica, diacrónica, de la lengua -cada lengua era considerada como una etapa en un devenir, y descrita como tal-, era una novedad iniportante. Ha- blaiido, nos referimos a situacioiies que son sieiiipre situaciones presentes o situadas en funcióii del presente, de suerte que, cuando evocamos pasado, es siempre eii el seno del presente. Si podemos hablar, si nuestra lengua nos da manera de construir frases, es porque uninios palabras que valen a la vez por los siiitagiiias4 y por sil oposición. Saussure se dio cuenta de que hay, así, dos ejes eii la manera de ver la lengua, a los que Ilainú sincrónico y diacrónico. Hacemos dos cosas al hablar: dispone- 1110s palabras; todos los eleiiientos de estas ordenaciones repre- sciitaii cada 11110 una elección entre varias posibilidades; cuaii- do digo "soy", he eliminado "sois", "era", "seré", ete. Es pues, de iiiia serie que se llama paradigma, una fonna la que elijo, y así para cada porción de un enunciado que se constituye en srntagma. Aquí tiene usted el principio y la clave de lo qiie se Ilaiiia estructiira. Para alcanzarla es preciso: 1) aislar los ele-

.' "La Ii~~gnirt;ra incr6r>io se ociipará dr Iss ~rlanoner Ikicar y psiml6giear que iiiira tdrixiinos coeristcntcr ). que fonnan sistema, tal mmo aparecen n 11 mncicncia colectiva. La lixigiiirtica discrónica estudiara por cl mntrario lar rclaciancr que unm tCriiiiiios sucerivos rio apercibidos por tina ~iiirrna mncicncia mlectiva. y que K ic- cti,plaraii utiur S otros sin foriiiar sirteiiii entre si." (Sauaurc. 'trad. de A. Alonso.)

' Grupo de palabras que foniiaii uiin unidad dentro de una fr.=.

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36 TRANSFORMACIONES DE LA LINGW~STICA

mentos distintivos de un conjunto finito; 2 ) establecer las leyes de combinación de estos elementos.

Cuanta vez se dispone de estas posibilidades, se construye una estructura. La sociedad es una estructura: hallamos en ella elementos dispuestos de cierto modo; tenemos hombres y inu- jeres de distintas edades, en diferentes situaciones, en diferen- tes clases; por lo tanto, tenemos ya laS identidades y las diferen- cias que permiten constituir un juego, y la primera caracterís- tica de un juego es que haya un número limitado de piezas; luego, hace falta que cada elemento sea otra cosa que el otro: que sacerdote sea cosa distinta de obrero y obrero cosa distinta de soldado, y así sucesivamente. Puede intentarse constituir una especie de combinatoria con estos elementos. Así es como el problema se plantea teóricamente.

c. D. ¿Y el signo, el valor simbólico del lenguaje? El sistema que acaba usted de describir es positivismo. . . ¿En qué momento interviene la ~emiología?~

É. B. Estamos aquí ante el problema esencial de hoy, el que va más allá de lo que corrientemente se entiende por estructura- lismo, con todo y que el estructuralismo lo implique. ¿Qué es el signo? Es la unidad de base de todo sistema significante. Tie- ne usted un sistema significante, que es la lengua. Pueden en- contrarse otros. Saussure citó dos o tres: el lenguaje de los sor- domudos, por ejemplo, que opera con otras unidades, las ges- tuales; citó igualmente, y es más discutible, el ritual de los ges- tos de cortesía. Pero es un repertorio limitado: no puede decir- se con gestos de cortesía todo lo que el lenguaje permite decir pero, a grandes rasgos, es del mismo orden. He aquí sistemas significantes. La sociedad por sí misma no puede ser dicha si se la toma en bloque como sistema significante.

c. D. Se ha interesado usted en el lenguaje de las abejas, tal como permiten estudiarlo los trabajos de Von Frisch. ¿Es del mismo orden?

"Ciencia que estudia la vida de los signos en d seno de la vida social." (Satis- surc.)

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É. B. Ese lenguaje tiene una significación. Por lo que alcanza- mos a entenderlo, las danzas de las abejas representan alguna cosa y sus compañeras lo comprenden. Este lenguaje es signi- ficante porque dicta un comportamiento que verifica la perti- iicncia significante del gesto. En cambio, si hago un gesto para abrir un libro, es un gesto útil pero no significa, no tiene alcan- ce conceptual.

En sentido estricto, el estructuralisnio es un sistema formal. No dice absolutamente nada acerca de lo que llamamos la signi- ficación. La ponemos entre paréntesis. Suponemos que todo el mundo comprende que si decimos: "Usted tiene hambre" ponemos "tiene" a causa de "usted". Hay pues una combinato- ria con ciertas correlaciones codificadas, fijadas por un código de convención: usted va con tiene y no con tenemos. Pero ¿qué significa "tener"? Cuando digo: "Usted tiene razón", el verbo "teiier" ¿significa lo mismo que si digo: "Usted tiene frío"? Esto no interesa en lo más mínimo al estructuralismo: interesa a la semiología.

c. D. Pero jno son confundidos a menudo semiología y estruc- turalismo?

E. B. Tengo la impresión de que en las discusiones a las que alu- de usted se confunden muchas cosas. Lo que más se echa de iirenos es rigor en el empleo de los términos y conocimiento de los límites dentro de los cuales quieren decir algo: son con- ceptos operatorios. No hay que tomarlos por verdades eternas.

c. D. La lingüística se alimenta de cierto número de ciencias, o al menos de observaciones, y pienso que una de las primeras cosas que han servido a la lingüística fue la gramática compara- da, la coniparacióii de lenguas entre ellas, incluyendo las len- guas "primitivas".

t.. B. Es exacto, salvo que hoy ya no se emplea la palabra "pri- iuitivo", conio tampoco la expresión "sociedades primitivas". . . Ilasta los alrededaes de 1900 puede decirse q u e hubo prima- cía de las lenguas Lndoeuropeas. Seguimos su historia durante iiiilenios; tienen literaturas muy bellas, muy ricas. que nutren

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el humanismo; de ahí que hayan sido privilegiadas. Hacia 1900 'hubo gente, particularmente estadouiiidenses, que dijeron: "L.os conceptos de ustedes son irreales o, en todo caso, muy parcia- les, no tienen ustedes en cuenta más que una parte del mundo lingüístico: el mundo indoeuropeo. Hay multitud de lenguas que escapan a sus categorías." Esta ádvertencia fue niuy útil y estas lenguas, sobre todo las lenguas indígenas de Arnérica, que he estudiado personalmente, resultan muy instructivas por lo que nos hacen conocer en materia de tipos de categorización semántica y de estructura rnorfológica, rotundaineiite difcreii- tes de lo que los lingüistas forn~ados dentro de la tradicióii clásica consideraban inherente al espíritu humano.

c. D. Teniendo en cuenta esas diferencias fundamentales, iplie- de hablarse de psicologías diferentes? Dijo usted hace uii 1110-

mento que el leiiguaje es un hecho en sí, que nada debe a la liistoria.

É. B. En su ejercicio. Pues por otra parte toda lengua es sieiii- pre una lengua heredada y tiene un pasado detrás. No hay razón para pensar que las lenguas de los aborígenes de Aiistralia teii- gan detrás menos pasado que las indoeuropeas. Sólo que no hay testinionio escrito de ese pasado. Es la gran escisión en la humanidad: hay pueblos que tienen lenguas escritas, otros que no.

c. D. A propósito de esas lenguas no indocuropeas, ¿qué puede aportar a la lingüística un antropólogo como Lévi-Strauss?

É. B. Siempre es útil ver cómo un etnólogo conceptualiza las categorías sociales, puesto que, en esas lenguas, estanios niuclio más cerca de la representación social que en las lenguas nues- tras, mucho más desprendidas de su objeto. En nuestras socie- dades hay una capacidad de distaiiciarniento, de abstracción en- tre la lengua y los objetos concretos que describe. Puedeii cons- truirse lenguas sobre lenguas, lo que se llaman nietaleiiguajes, lenguas que sirven para describir una lengua, y tal es sii sola y única funcióri.

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i :Sl'L I.FiYGiIAJI, Qill . HACE LA H I S I O K I A

c.. D. ¿Podría poneniic uii ejeriiplo?

i. B. La lengua de la gramática, que dcscribe el uso de 1:is fui L I , ~ ~

de la lengua, es un nietalcnguaje: Iiablar de sustantivo, (!!: : i i verbio, de vocal, de consonante, es Iiablar uii rnctalciigii,.l~c. 'Todo cl vocabulario del inetalenguaje no halla aplicación i:i:i\

qiic en la leiigua. Este inetalengiiaje puede a su vez scr cirsiiil:, cii iina leiigua "foriiializada" en sirnbolos lógicos, plaiiteuLidi. las relacioiies de iiiiplicacióii entre tal o cual categoría liiigiií::~ tica. Por ejemplo, en el verbo francés la persona está iirip1i:a- da: no puede emplearse una forma verbal (salvo el iiifiriitivo) quc iio acarree referencia a la persona. Tal pasa cii ira11c~~s, pcro iio forzosaiiieiitc por doqiiier.

Con esto so11 ya dos iiivelcs. Con una iiientc más 1lcv:iii.i n 1:s

siiiibolizacióii niateniática, es posil~lc alc:iiizar otro ni\cl : i r ,

abstraccióii. E n cambio, lo que se conoce de las leiigiias de 1.:. sociedades arcaicas son textos, trasiiiitidos oralmente, Ic!ciida: o iiiitos, son textos tradicioiiales, iio siiiiplcs iilirracioiiis. l! i tiialcs que sirven para que llueva, para que crezcan las p!:.,iit.is. Eii este sentido, se está iiiucho inás cerca de la realidad vivids. de la cxpcrieiicia. Sin ir iiiás lejos, los ariálisis de los ctir~igr:tic, ~~ircdeii resultar muy esclarccedores.

c. D. Hay otra disciplina que ha prcstado servicios a la i!i.::,i'

tica: cl psicoaiiálisis. ¿No hay en Frcud rcflcxioiics q11c i:.,, 2~

iiieii acerca del funrionaniieiito del lciiguaje?

¿. u. No son iiiiiy nuiiierosas, pero todas soii iiiipoítaiito, :til;'..

tivas, iiistructivas, auiique iio concierna11 sino al leiiguajc ordi iiario. Está lo que pudiera llamarse la rctórica o!iírica'de Frii:<i -no cs él quien eiiiplea la expresión. Descubrió que cl s i i i t ~ , >

a Pero sólo el psicoanalista puede conipreiider estc I r , ' ,

guaje. Freud intentó dar con sus rudiiiientos. Es aqui doiidc ::i

terviciic, scgíin yo, una especie de retórica articulada pc;i i i i :

gciics, suiiiaiiieiite sugestivas, y que, bajo la apariciici~i 21: .,,

eiicadeiiaiiiiento incoherente, halla, gracias a Freud, iiiia c s p dc significación con referencia a cosas niuy Iioiidas.

,:. n. iCoiisidcra usted que el lenguaje del inconsciciitc, q 1,: i n i :

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es hablado, es tan importante como otro para su estudio liii- güístico?

É. B. He tratado de indicar una analogía entre el lenguaje del inconsciente y lo que llamamos las grandes unidades, un dis- curso entero, un poema entero, a los que puede hallárseles un sentido a menudo muy alejado del literal. Puede usted escri- bir una carta cuyo sentido profundo será exactamente lo con- trario de lo que las palabras tienen aire de significar. Es así como opera la significación en el interior de un sueño. Igiial- mente, un discurso que trata de conmoverlo puede eiiipujar a determinada conducta sin pregonarla jamás. Ahí tiene usted re- tórica, es decir un segundo sentido, diferente del literal y que actúa sobre la afectividad.

c. D. Ha pronunciado usted la palabra poema. ¿Acaso el lengiia- je poético es interesante para la lingüística?

É. e. Inmensamente. Pero el trabajo apenas empieza. No piicde decirse que estén aún claramente definidos el objeto de estudio, el método por emplear. Hay tentativas interesantes, pero que muestran la dificultad de salir de las categorías utilizadas para el análisis del lenguaje ordinario.

c. D. A partir de la lingüística y del estructuralismo hemos visto crearse obras cada vez más difíciles, cada vez inenos accesibles a la mayoría. ¿Le parece fundada semejante oscuridad?

É. B. Veo ahí dos cosas, y no sé si la idea que me hago al rcs- pecto coincide con el sentir de quienes las realizan. 1) Un in- tento muy nuevo, c~irioso, de sacudir todo lo qiie es inherente al lenguaje, es decir, ciertd racionalización que el lenguaje apor- ta por necesidad; de destruirla en el interior del lenguaje, aun- que sin dejar de servirse de él. Tiene usted aquí una lengua que se vuelve contra sí misma y que trata de refabricarse a partir de una explosión previa. 2) Habla usted de la no comprensión, precio de algunas creaciones: me parece que entramos en un período de experimentación. No todo lo que se imprime está hecho para ser leído, en el sentido tradicional; hay nuevos mo-

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ESTE LENCUAJI. Q U E HACE LA 11ISIY>RIA 41

dos de lectura, adecuados a los nuevos iiiodos de escritura. Estos intentos, estos trabajos, no interesan por el momento más que a los profesionales, a los demás escritores, hasta el momento -si es que llega- en que se desprenda algo positivo. Es volver a poner en tela de juicio todo el poder significante tradicional del lengiiajc. Se trata de saber si el lenguaje está destinado a describir sieiiipre uri mundo idéiitico por medios idénticos, va- riando solamente la selección de los epítetos o de los verbos. O bien si puede uno considerar otros medios de expresión no descriptivos y si hay otra calidad de sigiiificación que naciera dc tal ruptiira. Es uii probleiiia.

c. D. En sil enseñanza ¿tiene usted la impresión de que proloii- ga un estudio que usted inició hace mucho, o es cada vez un nuevo coiiiienzo?

é. B. Hay de las dos cosas. Evidentemente, cierto número de interrogantes lo acompañan a lino toda la vida, pero, después dc todo, acaso sea inevitable en la iiiedida en que tiene uno si1 nianera de ver las cosas. Pero está el enriquecimiento conti- 11110 del trabajo, de la lectura, el estín~ulo que viene de los de- más. Aprovecho también del desarrollo de todas las ciencias que siguen la misma corriente. Duraiite largo tiempo la única compañera de la lingüística era la filología.

Ahora vemos desarrollarse todo el conjunto de las ciencias Iiumanas, toda una gran antropología (en el seiitido de "ciencia general del honibre") que se fomia. Y se advierte que las cien- cias del hombre son, en el foiido, iuucho más difíciles que las ciencias de la naturaleza, y no por azar son las últimas que han nacido. Hace falta gran capacidad de abstracción y de genera- lización para eiiipezar a entrever los desenvolvimientos de los que es sede el hombre.

c. D. ¿No le parece que la moda de la lingüística será sustitui- da por la otra moda de la epistemología?

É. B. {Por supuesto, si considera iisted la lingüística como uiia moda! Para mí no lo es.

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c. D. Naturalinente, pero cuando dice ustcd qiic cs preciso qiic los conociniientos del hoiiibre confluyan, la ciencia de 121s cieii- cias debiera ser la episteiiiología.

É. B. La epistemología es la teoría del coiiociiiiicrito. Cóiiio sca adquirido este conociiiiieiito, 210 es cosa dicha de aiiteiiiaiio. Hay muchas posibilidades de episteiiiología. L.a 1iiigiiistic;i cs una episteinología, puede coiisiderárscla coiiio tal.

c. D. Sí, pero decía usted que todas las cieiiciCis 1- h'iii \,ilitlu al encuentro.

É. B. Tengo la coiiciencia cada vez iiiás viva dc qiic cl ii i i cl sic- nificante une el conjunto de las ciciicias del li(iiiil>re y de que, por 10 tanto, llega uti iiioiiiento cii qiie es posiblc plaiitearsc esta pregunta: "¿Puede leerse una significaci011 eii iiocioiics que hasta el presente parecía11 pertenecer a la ii~iturnleza piira y siiiiplc?" Ahora se eiicuentraii aiialogias ciitrc la Iciigiia v 1;i

ccoi~oiiiia. Ciiando le decía que veiiios hoy csta especie de coiivcrgeiicia

eiitre varias ciciicias, cra para subrayar que sc descul)rcii las iiiis- iiias articulaciones eri las nociolics tal coiiio las liaii configura- do ciertas iIieiitcs que de fijo iio tciiíaii prcsciiics las catcgori;is liiigüísticas. Es esta convergencia lo interesaiitc, lo qiic se i.~icl- ve uii iiucvo problenia para nosotros. La epistciiio!ogía, coiiio usted ve, cs cosa que sc coiistriiye y sc rccoiistruyc de coirtiiiiio a partir de la cieiicia tal coiiio se va Iiacierido.

c. D. ¿Desea usted que haya iiiuchos estudiaiitcs dc liiigiiistica? La lingüística ¿es útil para otros estudios o no es iiiis qiic uiia especialización?

É. B. Hay. que distiiiguir. Hay varias lingiiisticas, liav varizis iiia- iieras de practicarlas, Hay a la vez, al niisiiio ticiiiio, estudios de varios tipos, unos de iiaturaleza iiiis tradicioiial, otros dc índole más avanzada, y hay lo que cae cntrc iiiedias: estiidios qiie son la conversión de pri~icipios geiierales eii aplicacióii, etc. Cada quien hace lo que puede, pero crco, por una parte, quc hay iiiucho por hacer y, por otra, que pasar por aqiii da 3 la

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ES1'E LFNCIIAJL QIlE HACE LA 111SrORIA 43 nieiite cierta fomiación. Pienso por slipuesto en aqliellos que se interesan en el asunto particularniente. Para los que sí, es otra cosa, no hay que decir por qué. Estos estudios pueden ser formadores en el sentido de que destruyeii niuchas ilusiones que se liacc uno espontáneaniente y que son muy tenaces en el píiblico, acerca del valor absoluto de la lengua, los valores ab- solutos que cada quien halla en su propia lengua eii compara- ción cori otras. Esto permitc al espíritu toiiiar cierta distancia, lo cual es iiiuy Útil. A partir de aquí, puede generalizarse la niis- ma actitud y ver que de Iiecho existen niochos modos de consi- derar, eii el doiiiinio literario, por ejemplo, iiiia obra, y que no hay sólo iiiia iiiaiiera de compreiider a iiii autor. Pucde haber puntos de vista nuevos aplicados a obras tradicioiiales, y qiic no por ello las destruyen.

c. D. ¿Hay obras de crítica literaria que Iiaya~i satisfeclio a usted particulariiiente?

É. R. Veo teiitativas iiiteresantes de estudiar, con rigor, obras a las que Iiasta la fecha sólo se podían aplicar calificativos subjeti- vos ("Es bello", "Es coiiiiiovedor", etc.) o epítetos coiivencio- iiales. Aliora se intenta constrciir sisteiiias que periiiitati eiicon- trar las verdaderas diiiiensioiics de la expresióii literaria y de la obra literaria.

c. D. ¿Piensa usted en los trabajos realizados gracias a las coni- putadoras?

É. R. No eii especial. No creo que la niáquiiia inteweiiga a este iiivel. Peiisaba sobre todo en lo que se Ilaiiia explicación litera- ria, e1 análisis literario, cuyos niétodos se renuevan por medio de paráinetros 9 que puede11 dcsconcertar a qiiieiies sustentan disciplinas tradicionales. Pero precisaiiiente aquí la iniciación a la lingüística puede dar riiavor soltura, permite acoger inás abiertaiiieiite iiociones o iiidagaciones que apuntan a coordinar la teoría de la literatura y la de la Iciigua. Como usted ve -y

' Eleiiiciita coiirtante en uti cálculo

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que sea nuestra conclusión-, hoy muchas cosas se colocan o se desplazan en la perspectiva de la lengua. Estos cambios nos iiii-

ponen una readaptación continua; pues son cambios en profuii- didad de donde nacerin acaso nuevas ciencias

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11. LA COMUNICACION

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Page 47: Benveniste, Problemas de linguistica general

La sesniologia tendrá mucho quc hacer $610 para ver dónde acaba su dominio.

rlesde quc atluellos dos genios antitéticos que fueron Peirce y Saiissure coricihieron, desconociéndose por completo y más o nienos al iiiismo t i e i i~po ,~ la posibilidad de una ciencia de los siglios, y laboraron para iiistaurarla, surgió un gran probleiiia, qne aúii no Iia recibido forma precisa y ni siquiera ha sido plan- teado coi1 claridad, en la confusión que impera en este campo: icuál es el plicsto dc la lengua entre los sistemas de signos?

Peirce, volviendo con la fornia semeiotic a la denoiiiinacióii (TIJ\LFLWTI~.~J que John Locke ap!icaba a una ciencia de los signos

de las sigiiificacioiies a partir de la lógica concebida, por su parte. coiiio ciciicia del lenguaje, se dedicó toda la vida a la ela- boración de este concepto. Una masa enorme de notas atesti- gua su esfuerzo obstinado de analizar en el niarco semiótico las nociones lógicas, iiiateiiiáticas, físicas, y hasta psicológicas y reli- giosas. Llevada adelante durante una vida entera, esta reflexión se coiistriiyó un aparato cada vez más con~plejo dc definiciones destinadas a distribuir la totalidad de lo real, de lo concebido v de lo vi\rido cn los diferentes órdenes de signos. Para construir csta "ilgcbra universal de las relaciones", Peirce estableció una divisiti11 triple dc los signos en ICONOS, INDICIOS y S~MBOLOS, que

Seiriiotica. 1.a ll;i<.i. 51oiitoti & Co.. 1 (1969). 1, pp. 1-12, y 2. pp. 127.135. S o t a ~itanurcrita ~>iiblirada en los Cahierr Feidinand de Saiirrurc, 1 5 (1957). p. 19.

' Charlcr S. I'rircr (1879-191-1); Ferdinand de Saurrure (1857.1913) . .'S<) uiiircnai algchm of rclationr. with the subjaceiit indicer ai>d E atid FI is iuscelitih!c uf beiiig ri>l.irgcd so ar to cotiiyrise e~erything 2nd $0, rtill better. tliaiigli iiat tn idca! pcrfcctioii, i< ilic ry5tclii of crirteritial gnphr" (Peirce. Selirtcrl \T1ritiilgs. l ! , P. \ \ i r d . , o I ' l i ' t i " ~ , 9 p. 389).

[+71

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es punto más o menos 10 que se conserva hoy en día d e la iii- mensa arquitectura lógica que subtiende.

Por lo que conciernc a la lengua, Peirce no formula nada prc- ciso ni específico. Para él la lengua está en todas partes y en iiin- guna. Jamás se iiiteresó en el funcionamiento de la lengua, si es que llegó a prestarle atciición. Para él la lengua se reduce a las palabras, que son por cierto signos, pero no participan de una categoría distinta o siquiera de una especie constante. Las palabras pertenecen, en su mayoría, a los "símbolos"; algunas son "indicios", por ejemplo los pronon~bres deiiiostrativos, y a este título son clasificadas con los gestos correspondientes, así el gesto de seíialar. Así que Peirce no tiene para nada en cuenta el hecho de que semejante gesto sea universalmente comprendi- do, en tanto que el den~ostrativo forma parte de iin sistema par- ticular de signos orales, la lengiia, y de 1111 sisteiiia particiilar de lengua, el idionia. Además, la misnia palabra puede aparecer en distintas variedades de "signo": como QUALISIGN, como SIN-

SIGN, como LECISIGN? NO se ve, pues, cuál sería la utilidad opc- rativa de seniejantes distinciones ni en qué aytidarían al lingüista a constiuir la seiiiiología de la lengua como sistema. La dificul- tad que impide toda aplicación particular de los conceptos peir- cianos, fuera de la tripartición bien conocida, pero que no deja de ser un marco demasiado general, es que en definitiva el signo es puesto en la base del universo entero, y que funciona a la vez como principio de definición para cada eleniento y coiiio priii- cipio de explicación para todo conjunto, abstracto o concreto. El hombre entero es un signo, su pensamiento es un signo," su enioción es un signo.' Pero a fin de cuentas estos signos, que

' "As it is in itself, a sign is either oí the nature oí aii appearance. wlicn 1 cal1 it i pu~~isicri; or seondly. it is an individual object or evenit, when I cal1 it a SINSICH (the syllsble sin being the íirrt ayllahle oí scniel. siniid, singidar. etc.); or thirdly, it is of the nature o í a general tvpe. when 1 cal1 it a ~ ~ c i s ~ c n . .As wc use thc terrri 'ward' in niort case; saying that 'the' is one 'word' and 'a"' ir a seeond 'word'. a 'word' is a legisign. But wlieii wc say o í a page in a hook, that it bar 250 'words' iipon it. of whieh twenty are 'the's', the 'ward' is a rinsign. A rinrign so eii>bodying a Icgisign, 1 teriii a 'replica' oí tlie Icgirigti" (Peirce, "p. cit., p. 191) .

e .* . . . the word or sigil wliieh inan iisen is thc tiiaii Iiimselí. For. as tlie fact tliat every thotiglit is a sign. takcn in conjunction witli the íact tliat liíe ir a traiii oí tliought, praves tliat nian is a rign; so that every thaught is an E n F n r r A L rign prores tlist iiian is .m exteriial sign" (Peirce, op. cit., 1,. 71). ! "Everything in whieb we take the least intereit creates in us its particular eiiio-

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S E ~ I I O L O C ~ A DE LA I.ENGUA 49

son todos signos de otros, ¿de qué podrían ser signos QUE NO FUERA signo? ¿Daremos con el punto fijo donde amarrar la PRIMERA relación de signo? El edificio semiótico que constru- ye Peirce no puede incluirse a sí, mismo en su definición. Para que la noción de signo no quede abolida en esta inultiplicación al infinito, es preciso que en algíin sitio admita el universo una DIFERENCIA entre el signo y lo significado. Hace falta, pues, que todo signo sea tomado y comprend.do en un S I S T E ~ I A de sig- nos. Ahí está la condición de la SIGNIFICANCIA. Se seguirá, con- tra Peirce, que todos los signos no pueden funcionar idéntica- mente ni participar de un sistenia único. Habrá que constituir varios sistemas de signos, y entre esos sistemas explicitar una relación de diferencia y de analogía.

Es aquí donde Saussitre se preseiita, de plano, tanto en la nie- todología como en la práctica, en el polo opuesto de Peirce. En Saussure la reflexión procede a partir de la lengua y la toma como objeto exclusivo. La lengua es considerada en sí misma, a la lingüística se le asigna una triple tarea:

I ] Describir en sincronía y diacroiiía todas las lenguas cono- cidas; 21 deslindar las leyes generales que actúan en las lenguas; 31 delimitarse y definirse a sí n~ i sma .~

Progranla eii el cual no se ha observado que, bajo sus aires racionales, trasunta algo raro, que constituye precisamente su fuerza y su audacia. La lingüística tendrá pues por objeto, en tercer lugar, definirse a sí misnia. Esta tarea, si se acepta coni- prenderla plenaiiiente, absorbe a las otras dos y, en un sentido, las destruye. ~ C ó n i o puede la lingüística deliniitarse y definirse a sí misma, si no es delimitando y definiendo su objeto propio, la lengua? Pero ¿puede entonces desempeiíar sus otras dos ta- reas, designadas como las dos primeras que, le incunibe ejecutar, la descripción y la historia de las lenguas? ¿Cómo podría la lingüística buscar las fuerzas que intervienen de manera perma- nente y universal en todas las lenguas y des!indar las leyes gene- rales a las que pueden reducirse todos los fenómenos particula- res de la historia, si no se ha eriipeiado por definir los poderes y los recursos de la lingüística, es decir, cómo capta el lengua-

tion, howevcr dight this einotion timy bc. Thir cmotion ir a sign and a prediate ot the thing" (Peirce, o,>. cit.. p. 67) .

* F. de Saiirriire, Cotirr dc liiigciirtiqiio généralc (abreviado C. L. 6.) . 41 ed.. p. 21.

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50 LA C O ~ I U N I C A C I ~ K

je, y así la naturaleza y los caracteres propios de esta entidad que es la lengua? Todo se interrelaciona en esta exigencia y cl lingüista no puede mantener una de sus tareas aparte de las demás ni asumir ninguna hasta el fin si no tiene por principio de cuentas conciencia de la singularidad de la lengua cntrc todos los objetos de la ciencia. E n eska torna de conciencia rc- side la condici6n previa a todo otro itinerario activo y cognitivo de la lingüística, y lejos de estar en el misiiio plano que las otras dos y de suponerlas cumplidas, esta tercera tarea -"deli- mitarse y definirse a sí mismam-, da a la liiigüística la niisión de trascenderlas hasta el punto de siispender su consumacióri por mor de su consumación propia. Ahí está la gran novedad del programa saussuriano. La lectura del Cours confirn~a fácilnien- te que para Saussure una lingüística sólo es posible con esta condición: conocerse al fin descubriendo su objeto.

Todo procede entonces de esta pregunta: "¿Cuál es el objeto a la vez íntegro y concreto de la lingüística?"," y la priniera misión aspira a echar por tiejra todas las respuestas anteriores: 6 ' de cualquier lado que se mire la cuestión, en iiinguiia parte se nos ofrece entero el objeto de la lingüí~tica".'~ Desbrozado así el terreno, Saussure plantea la primera exigencia nietódica: hay que separar la LENGUA del lenguaje. ¿Por qué? Meditenios las pocas líneas en donde se deslizan, furtivos, los conceptos esen- ciales:

Tomado en su conjunto, el lenguaje es multifornie y heteróclito; :I

caballo en diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio social, no sc deja clasificar en ninguna de las categorías de los hechos Iiumanos, por- que no se sabe cómo desembrollar su unidad.

La lengua, por el contrario, es una totalidad en si y un principio de clasificación. En cuanto le damos cl primer lugar entre los hechos de lenguaje. introducimos un orden natural en un conjunto que no se presta a ninguna otra c la~if icación.~~

La preocupación de Saussure es descubrir el principio de uiii- dad que domina la multiplicidad de los aspectos con que 110s

C. L. C., p. 23 (trad. de A. Alonra). C. L. C., p. 24.

'' C. L. C., p: 25.

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si;ziin~or.í~ oe LA I.TNGUA

aparece el lenguaje. Sólo este principio permitirá c1asific.i. ; .

hechos de lenguaje entre los hechos humanos. La rediicci6ri .!,. lenguaje a la lengua satisface esta doble condición: pir;::; , plaiitear la lcngua como principio.de unidad y, a la vez, e::( c . , .

trar el lugar de la lengua entre los hechos Iiumanos. P r i i i c~~ ; . de la unidad, principio de clasificación -aquí están iiitrorl:.! : dos los dos conceptos que por su parte introducirán la sc i i ; i ~

logía. Ui;o y otro son necesarios para fundar la lingüística c , . ~ , . 1

ciencia: no se concebiría una ciencia incierta acerca de su o;:,, to, indecisa sobre su pertenencia. Pero mucho más allá dc L:..

cuidado de rigor está en juego el estatuto propio del corijrsr~it, de los hechos humanos.

Tampoco aquí se ha notado bastante la novedad del caiii:;;, saussuriano. No es cosa de decidir si la lingüística está más ceri:, de la psicología o de la sociología, ni de hallarle un lugar ci, 8 i

seno de las disciplinas existentes. El problema es plantead(> c . , otro nivel, y en términos que creah sus propios conceptos. i i

lingüística fornia parte de una ciencia que no existe tod;l\-: :. que se ocupará d e los demás sistemas del mismo ordcii eri <:i

conjunto de los hechos humanos, la SEMIOLOG~A. Hay que < i tar la página que enuncia y sihía esta relación:

La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por cso c<::i' parable a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos s i i i i i i , : licos, a las formas de wrtesía, a las señales militares, etc., etc. Sólo <!ti, es el más importante de todos esos sistemas.

Se puede, pues, concebir uno ciencia que estudie la vida de los signr,. en el seno de In vida mcial. Tal ciencia seria parte de la psicologi:i ,.o cial, y por mnsiguiente de la psicología general. Nosotros la llaiiiarc,,.o. semiología (del griego sémeion 'signo'). Ella nos ,enseñará en qiik c., !

sisten los signos y cuál= son las leyes que los gobiernan. Puesto ,.il.:

todaoía no existe, no se pude decir qué es lo que ella será; pcro i i c - derecho a la existencia, y su lugar está deteriiiinado de antemano. La i ~ i .

güística no es más que una partc de esta cieiicia general. Las leyes .;'!.. la semiologia descubra serán aplicables a la,lingüistica, y así es coiiiti I., lingüística se encontrará ligada a un dominio bien definido en el c - i ' junto de los hechos humanos.

Al psicólogo toca determinar el puesto exacto de la semiología. l 2 1

rca del lingiiista es definir qué cs lo que hace de la lcngua iin sistr

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especial en el conjunto de los Iiechos serniológicos. Más adelante volve- remos sobre la cuestión; aquí sólo rlos fijamos en esto: si por vez pri- mera hemos podido asignar a la lingüística un puesto entre las cien- cias es por haberla incluido en la ~emiologia.'~

Del largo comentario que pediría esta página, lo principal quedará implicado en la discusión que emprendemos más ade-- lante. Nos quedaremos nada más, a fin de realzarlos, con los caracteres primordiales de la seniiología, tal como Saussure la concibe, tal, por lo demás, como la había reconocido mucho antes de traerla a cuento en su enseñanza."

La lengua se presenta en todos sus aspectos como una duali- dad: institución social, es puesta a funcionar por el individuo; discurso continuo, se compone de unidades fijas. Es que la len- gua su unidad y el principio de su fuiicionaniiento? En su carác- consiste en "un sistema de signos en el que sólo es esencial la unión del sentido y de la imagen acústica, y donde las dos par- tes del signo son igiialmente psíqi~icas".'~ ¿Dónde liallp la len- gua su unidad y el principio de su funcionamiento? En su carác- ter semiótica. Por él se define su naturaleza, por él también sc integra a un conjunto de sisten~as del mismo carácter.

Para Saussure, a diferencia de Peirce, el signo es ante todo una noción lingüística, que más ampliamente se extiende a cier- tos órdenes de hechos humanos y sociales. A eso se circunscribe su dominio. Pero este dominio comprende, a más de la lengua, sistemas homólogos al de ella. Saussure cita algunos. Todos tie- nen la característica de ser sistemas de SIGNOS. La lengua es sólo el más importante de esos sistemas. ¿El más importante vistas las cosas desde dónde? iSencillamente por ocupar más lugar en la vida social que no importa cuál otro sistema? Nada permite decidir.

El pensamiento de Saussure, muy afirmativo a propósito de la relación entre la lengua y los sistemas de signos, es menos c!a- ro acerca de la relación entre la lingüística y la seniiología, cien- cia de los sistemas de signos. El destino de la lingüística será vincularse a la semiología, que a su vez fomiará una parte de la

' C. L. C., pp. 33-34. U L nacidn y el termino estaban ys en una nota manuscrita de Spusrure pitblica.

da por R. Gadcl, Sources manurcriles. p. 46, y que data d i 189+ (d. p. 37) . ' C. L. C., p. 32.

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psicología social y, por consiguiente, de la psicología general. Pero hay que esperar que la semiología, ciencia que estudia "la vida de los signos en el seno de la vida social", esté constituida para que averigüemos "en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan". Saussure encomienda pues a la ciencia futura la tarea de definir el signo mismo. Con todo, ela- bora para la lingüística el instrumento de su semiología propia, el signo lingüístico: "Para nosotros. . . el problema lingüístico es primordialmente semiológico, y en este heclio importante co- bran significación nuestros razonamientos." le

Lo que vincula la lingüistica a la semiología es el principio, puesto en el centro de la lingüística, de que el signo lingüístico es "arbitrario". De manera general, el objeto principal de la se- miología será "el conjunto de sistemas fundados en lo arbitra- rio del signo"." En consecuencia, en el conjunto de los siste- mas de expresión, la superioridad toca a la lingüística:

Se puede, pues, decir, que los signos enteramente arbitrarios son los que mejor realizan el idcal del procedimiento semiológico; por eso la len- gua, el más complejo y el más extendido de los sistemas de expresión. cs tambikn el inás característico de todos; en este sentido la lingüística puede erigirsc cn el modelo general de toda semiología, aunque la len- gua no sea más que un sistema particular.'8

Así, sin dejar de formular netamente la idea de que la lin- güística tiene una relación necesaria con la semiología, Saussu- re se abstiene de definir la naturaleza de esta relación, de no ser a través del principio de la "arbitrariedad del signo" que go- beriiaría el conjunto de los sistemas de expresión y ante todo de la lengua. La semiología como ciencia de los signos no pasa de ser en Saussure una visión prospectiva, que en sus rasgos más precisos es modelada según la lingüística.

Eii cuanto a los sistemas que, con la lengua, participan de la sciriiología, Saussure se limita a citar de pasada algunos, sin siquiera agotar la lista, ya que no adelanta ningún criterio deli- initativo: la escritura, el alfabeto de los sordomudos, los ritos siiiibólicos, las formas de cortesía, las señales militares, etc."

'O C. L. C.. pp. 34-35. " C. L. C., p. 100. '* C. L. C., p. 101. '" Antes, p. 51.

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1 LA COMUNICACI~N

l>r otro lado, habli de considera, :-S ritos, las costuiiibres, etc., :i;iio

Volviendo a este gran problenia en el punto en que Saus- q ~ c c . lo dejó, desearíamos insistir ante todo en la necesidad de

. ; ! I esfuerzo previo de clasificación, si se quiere promover cl :'.zálisis y afianzar los fundamentos de la semiología.

Nada diremos aquí de la escritura; reservamos para 1111 exa- , i c ~ i particular ese problema difícil. Los ritos simbólicos, las ,iriiias de cortesía, ¿son sistemas autónomos? ¿De veras es posi- > l e ponerlos en el mismo plano que la lengua? Sólo mantienen iiia relación semiológica por mediación de un discurso: el 'i:iitoW que acompaña al "rito"; el "protocolo" que rige las for- iias de cortesía. Estos signos, para nacer y establecerse como

sistema, suponen la lengua, que los produce e interpreta. De ;iodo que son de un orden distinto, en una jerarquía por defi-

nir. Se entreve ya que, no menos que los sistemas de signos. ;as RELACIONES entre dichos sistemas constituirán el objeto de la semiología.

Es tiempo de abandonar las generali+des y de abordar por fin el problema central de la semiología, el estatuto de la lengua cntre los sistemas de signos. Nada podrá ser asegurado en teo- iia mientras no se haya aclarado la noción y el valor del signo 3 ;? los conjuntos donde ya se le puede estudiar. Opinamos que .;te examen debe comenzar por los sistemas no lingüísticos.

i:1 papel del signo es representar, ocupar el puesto de otra cosa, ncándola a título de sustituto. Toda definición más precisa,

:le distinguiría en particular diversas variedades de signos, su- ' i , ) i c : una reflexión sobre el principio de una ciencia de los sig- :.<, ;ie una semiología, y un esfuerzo de elaborarla. La más mí- ; , : .? atención a nuestro comportamiento, a las condiciones de

\id:t intelectual y social, de la vida de relación, de los nexos . f . p~oducción y de intercambio, nos muestra que utilizamos a

" C L. C., p. 35

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SEIIIIOLOC~A DE LA I.BNGUA 55

la vez y a cada instante varios sistemas de signos: primero los signos del lenguaje, que son aquellos cuya adquisición empieza antes, al iniciarse la vida consciente; los signos de la escritura; los "signos de cortesía", de reconocimiento, de adhesión, en todas sus variedades y jerarquías; los signos reguladores de los movimientos de vehículos; los "signos exteriores" que indican condiciones sociales; los "signos monetarios", valores e índices de la vida económica; los signos de los cultos, ritos, creencias; los signos del arte en sus variedades (música, imágenes; repro- ducciones plásticas) -en una palabra, y sin ir más allá de la verificación empírica, está claro que nuestra vida entera está presa en redes de signos que nos condicionan al punto de que no podría suprimirse una sola sin poner en peligro el equilibrio de la sociedad y del individuo. Estos signos parecen engendrarse y multiplicarse en virtud de una necesidad interna, que en apa- riencia responde tambikn a una necesidad de nuestra organi- zación mental. Entre tantas y tan diversas maneras que tienen de configurarse los signos, ¿qué principio introducir que ordene las relaciones y delimite los conjuntos?

El carácter común a todos los sistemas y el criterio de su per- tenencia a la semiología es su propiedad de significar o SIGNIFI-

CANCIA, y su composicibn en unidades de significancia o SIGNOS.

Es cosa ahora de describir sus caracteres distintivos. Un sistema semiológico se caracteriza: 11 por su modo de operación, 21 por su dominio de validez, 31 por la naturaleza y el número de sus signos, 41 por su tipo de funcionamiento. Cada uno de estos rasgos comprende cierto número de va-

riedades. El MOIXJ DE OPERACI~N es la manera como el sistema actúa.

especialmente el sentido (vista, oído, etc.) al que se dirige. El WMINIO DE VALIDEZ es aquel donde se impone el sistema

y debe ser reconocido u obedecido. La NATURALEZA y el NÚMERO DE LOS SIGNOS son función de

las condiciones mencionadas. El TIPO DE FUNC~ONAMIENWJ es la relación que' une los signos

y les otorga función distintiva.

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56 LA C O A I ~ J N I C A C I ~ N

Ensayemos esta definición en un sistema de nivel elemental: el sistema de luces del tráfico:

Su modo de operación es visual, ,generalmente diurno y a cielo abierto.

Su dominio de validez es el desplazaniiento de vehículos por caminos.

Sus signos están constituidos por la oposición cromática ver- de-rojo (a veces con una fase intermedia, amarilla, de simple transición), por tanto un sistema binario.

Su tipo de funcionamiento es una relación de alternación (jamás de simultaneidad) verde/rojo, que significa camino abierto/camino cerrado, o en forma prescriptiva go/stop.

Este sistema es susceptible de extensión o de trasferencia, pero sólo en una, nada más, de estas cuatro condicioiies: el do- minio de validez. Puede ser aplicado a la navegación fluvial, al abalizamiento de los canales, de las pistas de aviación, etc., a condición de conselvar la misma oposición cromática, con la misma significación. La naturaleza de los signos no puede ser modificada sino temporalmente y por razones de op~rtunidad.~'

Los caracteres reunidos en esta definición constituyen dos grupos: los dos primeros, relativos al modo de operación y al dominio de validez, suministran las condiciones externas, em- píricas, del sistema; los últimos, relativos a los signos y a su tipo de funcionamiento, indican las condiciones internas, se- miótica~. Las dos primeras admiten ciertas variaciones o acomo- daciones, los otros dos no. Esta forma estructural dibuja un modelo canónico de sistema.binario que reaparece, por ejem- plo, en los modos de votación, con bolas blancas o negras, le- vantándose o sentándose, etc., y en todas las circunstancias en que la alternativa pudiera ser (pero no es) enunciada en térmi- nos lingüísticos como sí/no.

Aquí ya podemos deslindar dos principios que afectan a las relaciones entre sistemas semióticos.

El primer principio puede ser enunciado como el PRINCIPIO

DE NO REDUNDANCIA entre sistemas. No hay "sinonimia" entre sistemas semióticos; no puede "decirse la misma cosa" mediante

" Conrtrcfiirnientor materiale (niebla) pueden imponer praeedirnientos suplemen- tarios, por ejcrnplo señales ronorar en lugar de reíides virusle, pero talcr expedien- t n paujeia no modifican lar candiciancr normalcs.

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SEMIOLOC~A DE LA LENGUA 57

la palabra y la niúsica, que son sistemas de fundamento dife- rente.

Esto equivale a decir que dos sistemas seniióticos de difereri- te tipo no pueden ser mutuamente convertibles. En el caso ci- tado, la palabra y la música tienen por cierto un rasgo en co- mún, la producción de sonidos y el hecho de dirigirse al oído; pero este nexo no prevalece ante la diferencia de naturaleza entre sus unidades respectivas y entre sus tipos de funciona- miento, como mostraremos niás adelante. Así, la no converti- bilidad entre sistemas de bases diferentes es la razón de la no redundancia en el universo de los sistemas de signos. El honi- bre no dispone de varios sistemas distintos para el MrsMo nexo de significación.

En cambio el alfabeto gráfico y el alfabeto Braille o Morse o el de los sordomudos son mutuamente convertibles, por ser to- dos sistemas de iguales fundamentos basados en el principio alfabético: una letra, un sonido.

De este principio se desprende otro que lo completa. Dos sistemas pueden tener un mismo signo en común sin

que resulte sinonimia ni redundancia, o sea que la identidad s~istancial de un signo no cuenta, sólo su diferencia funcional. El rojo del sistema binario de seíiales de tránsito no tiene nada en coniúii con el rojo de la bandera tricolor, ni el blanco de ésta con el blanco del luto en China. El valor de un signo se define solamente en el sistema que lo integra. No hay signo transiste- niático.

Los sistemas de signos json entonces otros tantos mundos cerrados, sin que haya entre ellos más que un nexo de coexisten- cia acaso fortuito? Formularemos una exigencia metódica más. Es preciso que la relación planteada entre sistemas seinióticos sea por su parte de naturaleza semiótica. Será deteriiiinada ante todo por la acción de un mismo medio cultural, que de una manera o de otra produce y nutre todos los sistemas que le son propios. He aquí otro nexo externo, que no implica iiecesaria- mente una relación de coherencia entre los sistemas particula- res. Hay otra coiidicióii: se trata de determinar si un sistenia se- niiótico dado puede ser interpretado por sí iiiismo o si necesita recibir su interpretación de otro sistema. La relación semiótica entre sistenias se enunciará entonces como un nexo entre SISTE-

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58 LA ( : ~ O ~ ~ U N I C A < : I ~ X

M A INTERPRETANTE y SISTEMA INTERPRETAW. ES 13 quC posee- 1110s eii gran escala rntre los signos de la leiig~ia y los de la socie- dad: los signos de !a wciedad pueden ser í~ite~raiiiente iiiter- pretados por los de ia lengua, no a la inversa. De sucrtc que la lengua será el interpretante de la sociedad.z2 Eii peqiieiia esca- la podrá considerarse el alfabeto gráfico como el iiiterpretailte del Morse o el Braille, eii virtud de la iiiayor extensión de su dominio de validez, y pese al hecho de que todos sean niutua- mente convertibles.

Podernos ya inferir de esto que los subsistenias sciiiióticos in- teriores a la sociedad serán lógicamente los interpretados de la lengua, puesto que la sociedad los contiene y que la sociedad es el interpretado de la lengua. Se advierte ya en esta relación una disimetría fundamental, y puede ii11o ren~oiitarse a la cati- sa primera de esta no reversibilidad: es que la leiigita ocupa tina sitiiación particular en el universo de los sistenias de signos. Si conveninios en designar por S el coiijiitito de estos sistemas y por L la lengua, la coiivcrsión siempre sigue e1 sentido S + L, nunca el inverso. Aquí tenemos un principio general de jerar- quía, propio para ser introducido en la clasificacióri de los siste- nias seniióticos y que servirá para construir una teoría seinio- lógica.

Para realzar mejor las diferencias entre los órdcnes de relacio- nes semióticas, ponemos ahora en la iiiisnia posición un sisteiiia niuy distinto, el de la niíisica. En lo esencial, las difcreiicias van a inanifestársenos en la naturaleza de los "signos" y cn su modo de funcionar.

La música está hecha de SONIDOS, qiie tienen estatuto niusical cuando han sido designados y clasificados corno NOTAS. No hay en música unidades directaniente coiiiparables a los "signos"

, de la lengua. Dichas notas tienen uii iiiarco orgariizador, la GAMA. en la que ingresan a título de unidades discretas. discon- tinuas una dc otra, en iiíiiiicro fijo, caracterizada cada tiria por un níimero constante de vibraciones por tieniyo dado. Las ga- inas coi~iprendeii las niismas notas a alturas diferentes, definidas por un núniero de vibraciones en progresióii geométrica, inien- tras los intervalos sigiieri siendo los misnios.

" Este punto rrri desarrollad'> cn otra parte.

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S E ~ I I O I . O G ~ A DI. J.A I.I<NCUA 59

Los soiiidos nitisicales pueden ser producidos en monofonía o cn polifonía; funcionan en estado aislado o eii simultaneidad (acordes), cualcsquicra que sean los intervalos que los separan en sus gamas respectivas. No hay limitación a la multiplicidad de.los sonidos producidos siniultáneamente por un conjuiito de instruiiientos, ni al orden, a la frecuencia o la extensión de las coiiibinacioiies. El compositor organiza libremente los sonidos eii uii discurso que no está soiiietido a ninguna convencióii "gra- iiiatical" y que obedece a su propia "sintaxis".

Se ve, pues, por dónde el sistema musical admite, y por dón- dc iio. ser considerado coiiio seniiótico. Está organizado a partir de un conjuiito constituido por la gama, que a s ~ i vez consta de notas. Las notas no tienen valor diferencial más que dentro de la gama, y ésta es, por su lado, un conjunto que recurre a varias alturas, especificado por el tono que indica la clave.

De iiiodo que la unidad fundamental será la nota, unidad dis- tiiitiva y opositiva del sonido, pero sólo adquiere este valor en la gaiiia, que fija el paradigiiia de las iiotas. ¿Es semiótica esta unidad? Puede decidirse que lo es en su orden propio, en vista de que deteriiiiiia oposiciones. Pero entonces iio tiene ninguna re- lación con la semiótica del signo lingüístico. y de hecho es iiicoii- vertiblc a unidades de lengua, en ningún nivel.

Otra analogía, que pone de manifiesto a la vez uiia diferencia profunda, es la siguiente. La iiiúsica es un sistenia que funciona sobre dos ejes: el eje de las sirniiltaneidades y el eje de las suce- siones. Peiisaría iiiio eii una Iiomología con el funcionaniicnto de la lengua sobre dos ejes, paradigmático y sintagmático. Ahora bien, el eje de las simultaneidades en miisica contradice el priii- cipio rnisiiio del paradigiiiático eii lengua, quc es principio de selección, que excluye toda simultaneidad intrasegmental; y el eje de las sucesiones en música tampoco coincide con el eje sin- tagmático de la lengua, puesto que la sucesión iilusical es com- patible con la simultaneidad de los sonidos, y que por aíiadidrira no está sometida a ningún constreíiiiniento de enlace o exclii- sión con respecto a cualquier sonido o conjunto de sonidos, sea el que sea. Así, la conibinatoria niusical que participa &,la ar- monía y del contrapunto carece de equivalente en la lengua, donde tanto el paradigma como el sintagma están sometidos a disposiciones específicas: reglas de compatibilidad, de selectivi-

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60 1.n C O ~ I U N I C A C I Ó N

dad, de recurrencia, etc.. dc lo que depende la frecuencia y la previsibilidad estadísticas, por una parte, y, por otra, la posibi- lidad de construir eiiunciados iiiteligibles. Esta diferencia no de- pende de un sistenia n~iisical particular ni de la escala sonora elegida; la dodecafonía serial la exhibe tanto como la diatonía.

Puede decirse, en suma, si la música es considerada como una " lengua", que es una lengua con una sintaxis, pero sin semiótica. Este contraste perfila por adelantado un rasgo positivo y necesa- rio de la semiología lingüística que vale la pena anotar.

Pasemos ahora a otro dominio, el de las artes llamadas plásti- cas, dominio inmenso, donde nos conformaremos con indagar si alguna siniilitud u oposición puede esclarecer la seiiiiología de la lengua. Por principio de cuentas, se tropieza con una difi- cultad de principio: ¿hay algo en común en el fundamento de todas estas artes, de no ser la vaga noción de "plástica"? ¿Se halla en cada una, o siquiera en una de ellas, una entidad fonnal que pueda denominarse UNIDAD del sistema considerado? Pero ¿cuál pudiera ser la unidad de la pintura o del dibujo? ¿La figura, el trazo, el color? Formulada así, ¿tiene aún algíin sentido la cues- tión?

Es tiempo de enunciar las condiciones mínimas de una compa- ración entre sistemas de órdenes diferentes. Todo sistema semió- tic0 que descanse en signos tiene por fuerza que incluir: I ] un repertorio finito de SIGNOS, 21 reglas de disposición que gobiernan sus FIGURAS, 31 independientemente de la naturaleza y del nú- mero de los DISCURX)~ que el sistema permita producir. Ninguna de las artes plásticas consideradas en su conjuiito parece repro- ducir semejante modelo. Cuando iiiucho pudiera encontrarse al- guna aproxiniación en la obra de tal o cual artista; entonces no se trataría de condicioiies generales y constantes, sino de una ca- racterística individual, lo cual una vez más nos alejaría de la lengua.

Se diría que la noción de UNIDAD reside en el centro de la proble- niática que nos ocupa y que ninguna teoría seria pudiera cons-

" No pareció útil. iii auii posible, sobrecargar crtar páginas, que anuncian nuestros puntos de vista personales, con una discusión de lar teorías anteriores. El lector infor- mado advertirá en particular lo que noa repara de Louis Hjdinrlev en puntos erm-

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tituirse olvidando o esquivando la cuestión de la unidad, pues todo sistenia significaiite debe definirse por su modo de signi- ficación. De modo que un sistema así debe designar las unidades que hace intervenir para producir el "sentido" y especificar la naturaleza del "sentido" producido.

Se plantean eiitonces dos cuestiones: 11 ¿Pueden reducirse a unidades todos los sistemas semió-

ticos? 21 Estas unidades, en los sistemas donde existen, ¿son SIGNOS? La unidad y el signo deben ser tenidos por características dis-

tintas. El signo es necesariamente una unidad, pero la unidad puede no ser un signo. Cuando nienos de esto estamos seguros: la lengua está hecha de unidades y esas unidades son signos. ¿Qué pasa con los deniás sistemas semiológicos?

Consideranlos priiiiero el funcionamiento de los sistemas Ila- mados artísticos, los de la iinageii y del sonido, prescindiendo de- liberadariiente de su función estética. La "lengua" musical consis- te en conlbinaciones y sucesiones de sonidos, diversamente arti- culados; la unidad cleniental, el sonido, no es un signo; cada so- nido es identificable en la estriictura escalar de la que depende, ninguno está provisto de significancia. He aquí el ejemplo típico de unidades que no son signos, que no designan, por ser sola- mente los grados de una escala cuya extensión es fijada arbitra- riamente. Estamos ante un principio discriminador: los sistemas fundados en unidades se reparten entre sistemas de unidades sig-

ciales. Lo que él llama remiotics es definido conio "a hierarchy, any of whose mm. ponents admits of a fur thn analysir into dasser defined by mutual relation, so that any of thcse dasser admits o í an analysis into derivates defined by mutual mutation" (Pmlegomena to a Theory o í Language, trad. de Whitficld, 1961, p. 106). Semejante definición no será aceptable más que dentro de una adhesión global S lar principim de la glosmática. Las consideraciones del mismo autor (op, cit.. p. 109) accrca del puerto del lenguaje en lar estructurar semibticar, wbre los limites entre la semiótieo y lo no remiático, reflejan una poriciáti harto provirional y todavia imprecisa. No podrá sino aprobarre la invitacibn a estudiar desde un mismo punto de vista las diver- sas disciplinas seniióticar: "it seemr fruitful 2nd neceasary to ertabiirh a cornnnon point of view for a large number of disciplines, from the study nf literatu're, s r t and music. and general history. al1 the way to logisties a l d inathematin, so thnt froin thia com- rnon paint of view therc seiences are roncentiated around a linguistically dcfinedset- ting of prablenis" (op. cit.. p. 108) Pero este vasto programa no pasa de ser un pia- doso anhdo mientrar no se hayan elaborado los fundamentas toi>ricw de una com- paración entre los sistemas. Er lo que tratamos de hacer aquí. Más recientemente, Charla,Marris, Significatioii znd Sigriificanre [1964), p. 62, w liniita a hacer constar que para numerosos lingüistas, <le cita a I I ~ ~ ~ ~ ~ , la ~ in~üi r t i ca foriiia partc d r la senriótica, pero no definc la situación de la lengua desde ertc punto de vista.

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62 LA cohrri~rc.rciór\

nificantes y sistenias dc unidades iio sigiiificantes. Eii la. priiiicra categoría pondremos la lengua; en la segunda, la niíisica."

En las artes dc la figuracióii jpiiitura, dibujo, escultura) de imágenes fijas o nióviles, es la existencia niisilia de uiiidadcs lo que se torna tenia de discusión. ¿De qué naturaleza serían? Si se trata de colorcs, se reconoce que compoiieii taiiibiéii una esca- la cuyos peldaíios principales están identificados por s~ i s iioiii- brcs. Son designados, no designan; no reniiten a nada, no sugic- reii liada de manera unívoca. El artista los escoge, los aiiialgania, los dispone a su gusto en el lienzo, y es sólo en la composiciaii donde se organizan y adquieren, técnicamente Iiablando, una "significación", por la selección y la disposición. El artista crea así su propia semiótica: instituye sus oposiciones en rasgos que él inisiiio hace significantes en su orden. De suerte que no recibe un repertorio de signos, reconocidos tales, y tampoco establece ninguno. El color, un material, trae consigo una variedad iliini- tada de matices que pasan uno a otro y ninguno de los cua!cs hallará equivalencia con el "signo" lingüístico.

En cuanto a las artes de la figura, ya participan de otro nivel, el de la representación, donde rasgo, color, movimiento, se com- binan y entran en conjuntos gobernados por necesidades propias. Son sistemas distintos, de gran complejidad, donde la definición del signo no se precisará sino con el desenvolvimiento de una se- miología todavía indecisa.

Las relaciones significantes del "lenguaje" artístico hay que descubrirlas DENTRO de una composición. El arte no es nunca aquí más que una obra de arte particular, donde el artista ins- taura libremente oposiciones y valores con los que juega con ple- na soberanía, sin tener "respuesta" que esperar, ni contradicción que eliminar, sino solamente una visión que expresar, segíin cri- terios, conscientes o no, de los que la coinposición entera da tes- timonio y se convierte en manifestación.

" Rolsnd Harweg, "Langu~ge and Miisic, an Iliiiiiancnt and Sign l'hcoretic hp- pmaeh" (Foundations of Language, 4, 1968. py. 270rs.J. verifica atinadamente que "the sign theoretic approacli is inadequate for tlie study of iiiuric. for the oiily thing it can provide with regard to it are ncgative rtateziicnts - 'negative' taken in a logi- n l , not in an cvaluatire sensc. All it can state iiia" be coinprised in the statement that 'muik'is NOT 8 significational-repres~z~tational institution as is Innguage" (p. 273) . A esta .verificación le falta, no obstaiitc, el sitstento de uiia elabonción teórica. El problenia que discutiiiios aqui cs prccisaiiie~itc cl de Ir wlidcz isitcrseiiii6tiia de la ii6ción de "signo".

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O sea que se pueden distinguir los sistemas en que la signifi- cancia está iiiipresa por el autor en la obra y los sistemas donde la significaiicia cs cxl~rcsada por los elementos prinieros en es- tado aislado, iiidc~~eiidiciiteiiieiite de los eiilaces que puedan con- traer. Eii los priiiicros, la sigiiificancia se desprende de las rela- ciones quc orgaiiizaii un iiiuiido cerrado, en los seg~iiidos, es in- Iiereiitc a los sigiios iiiisiiios. La sigilificaiicia del arte no remite nunca, pues, a una coiivciición idénticaiiiente heredada entre co- partícipes." Cada vez Iiav que descubrir sus térmiilos, que son iliniitados eii iiúiiiero, iiiibrevisibles en iiaturaleza, y así por rein- veiitar eii cada obra -en una valabra. inevtos Dara fiiarse en una . A

institiicióii. La sigiiificaiicia de la lengua, por'el contrario, es la significancia iiiisnia, qiie funda la posibilidad de todo iiitercam- b; y de toda coiiiuii~cación, desde ahí de toda cultura.

No deia dc ser válido. uues. con algunas nietáforas de vor rne- , L , u

dio, asiiiiilar la cjecuci6ii de uiia composición musical a'la pro- ducción de uii enunciado dc leiigua; ~ ~ o d r á hablarse de un "dis- - . curso" iiiusical, que se aiializa en "frascs" separadas por "pausas" o "sileiicios", sriialadas por "motivos" reconocibles. También se podrá, en las artes de la figuración, buscar los principios de una iiiorfología y dc una si i i ta~is. '~ Cuando iiienos, una cosa es se- gura: ninguna sernio!ogía del sonido, del color, de la imagen, se formulará eii soiiidos, en colores, en imágenes. Toda semiología

Miccqslaw \\'allis, "hledine\al Art as a Langiiage". Acter du ~r Congres interna- tioraal d'esthitiqiic (hiristerdriii, 1464). p. 427, ,m.; "La notion de chainp sémantique et son appiicatio~i a la théorie dc I'Ait", Sciencer de I'art, núm. espccisl (1966). pp. 3 sr., hace útiles obrewacioncr acerca de los signos icónicor, especialnicnte en el arte inedieval: discierne cn él un "vocabulario" y reglas de "sintaxi<'. Ea verdad que pue- de reconocerse en la escultura ti)edieval cierto repertorio icónieo que corresponde r ciertos temas religinrar, a ciertas eiireíializas teológicas a morales. Pem roli mensajes conve~icionalrs. prodiicidos en uiia topologia igualmente convencional donde las figu- ras ociipan piiestor sinib6licar. coiiiorii~er a represeiitacioiies fainiliarer. Por lo demás, lar escenas figuradas soti la trarpnsición icónica de relatos o pnribolas; reproducen una vcrbalización inicial. El verdadero probleiiia reiiiiológico, que no ha sido plantea. do, que repaiiios, seria el biiriai c6hio se efectúa esta trasposición de una enunciación verbal r una repreroitación ic6iiica. ciiáles son lar correrpondcncias posiblcs entre un sirtema y otro y en qué inedida esta confrontación podria ser pcr-guida hasta la deteriiiinacióii de correspondenciar cntre ricwos distintos. " La posibilidad de extender lar categorías seiiiiológicar a lar tkniear de la imagc?.

y al cine, es debatida de inatiera instructiva por Chr. Metz. Esrais sur B signi/ication au ciiiéiifa (París, 19681, pp. 66s.. 84 sr., 95 s. J. L. Scheffer, Scho- graphie d'iin tahicau (Parir, 1969). inaugura una "lectura" semiológin d e la obra pintada y propone un análisis r~iyo análogo al de un "texto". Estar indaga60n"n"UCJ- t n n ya el derpcrtar de uiia reflexión original sobre los campos y las catcgorias de la reniiologia no liiigüistica.

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64 LA C ~ M U N I C A C I ~ N

de un sistema lingüístico tiene que recurrir a la mediación de la lengua. y así no puede existir más que por la semiología de ia lengua y en ella. El que la lengua sea aquí instrumento y no ob- jeto de análisis, no altera nada de la situación, que gobierna todas las relaciones semióticas; la lengua es el interpretante de todos los demás sistemas, lingüisticos y nc lingüísticos.

Debemos precisar aquí la naturaleza y las posibilidades de las relaciones entre sistemas semióticos. Establecenios tres tipos de relaciones.

11 Un sistema puede engendrar otro. La lengua usual engen- dra la formalización Iógico-matemática; la escritura ordinaria en- gendra la escritura estenográfica; el alfabeto nomial engendra el alfabeto Braille. Esta RELACIÓN DE ENGENDRAMIENTO vale entre dos sistemas distintos y contemporáneos, pero de igual naturale- za, el segundo de los cuales está constnrido a partir del primero y desempeña una función específica. Hay que distinguir cuida- dosamente esta relación de engendramiento de la relación de derivación, que supone evohición y transición histórica. Entre la escritura jeroglífica y la escritura demótica hay derivación, no engendramiento. La historia de los sistemas de escritura propor- ciona más de un ejemplo de derivación.

21 El segundo tipo de relación es la RELACIÚN DE HOMOLOG~A,

que establece una correlación entre las partes de dos sistemas se- mióticos. A diferencia de la precedente, esta relación no es veri- ficada, sino instaurada en virtud de conexiones que se ciesctibren o establecen entre dos sistemas distintos. La naturaleza de la homología puede variar, intuitiva o razonada, sustancial o estruc- tural, conceptual o poética. "Los perfumes, los colores y los so- nidos se responden." Estas "correspondencias" sólo son de Bau- delaire, organizan sti universo poético y la imaginería que lo refleja. De naturaleza iiiás intelectual es la honiología que ve Panofsky entre la arquitectura gótica y el pensan~iento escolás- tico." También se ha senalado la hornología entre la escritura y el gesto ritual en China. Dos estr~icturas lingüísticas de índole diferente pueden revelar homologías parciales o dilatadas. Todo depende del modo como se planteen los dos sistemas, de los

".Ervin Panofsky, Alehiterture pthique a p*e ~ l r r t i q u c . trad. de P . Bourdicu (Parir. 1967). pp. 104 s.; d . P. Bourdieu. ibid.. pp. 1521.. citando lu houmlogiar cntic la csnitura ). h arquitrrtun g6tics indicad= por R. Marichol.

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S E ~ I I O L O G ~ A DE LA LENGUA 65

parámetros que se empleen, de los campos donde se opere. Según el caso, la homología instaurada servirá de principio unificador entre dos dominios y se limitará a ese papel funcional, o creará una nueva especie de valores semióticos. Nada garantiza por ade- lantado la validez de esta relación, nada limita su extensión.

31 La tercera relación entre sistemas semióticos será denomi- nada R E L A C I ~ N DE INTERPRETANCIA. Designamos así la que insti- tuinios entre un sistema interpretante y un sistema interpretado. Desde el punto de vista de la lengua, es la relación fundamental, la quc reparte los sistemas en sistemas que se articulan, porque iiianifiestan sil propia seiiiiótica, y sistenlas que son articulados y cuya semiótica no aparece sino a través de la reja de otro modo de expresión. Se puede así introducir y justificar el principio de que la lengua es el interpretante de todos los sistemas semióti- cos. Ningún sistema dispone de una "lengua" en la que pueda categorizarse e interpretarse segíin sus distinciones semióticas, iiiieiitras que la lengua puede, en principio, categorizar e ;?ter- pretar todo, incluso ella misnia.

Se ve aquí cóiiio la relación seniiológica se distingue de toda otra, y en particular de la relación sociológica. Si se interroga por ejeiiiplo a propósito de la situación respectiva de la lengua y de la sociedad -tenia de debates incesantes- y acerca de su modo de dependencia niiitua, el sociólogo, y probablemente quien- quiera enfoque la cuestión en términos dirnensionales. observará que la lengua funciona dentro de la sociedad, que la engloba; decidiri pues que la sociedad es el todo, y la lengua la parte. Pero la consideración semiológica invierte esta relación, ya que sólo la Iciigua permite la sociedad. La lengua constituye lo que iiiaiitiene juiitos a los honibres, el fiindainento de todas las re- laciones qiie a sil vez fundan la sociedad. Podrá decirse entonces que es la lengua la que contiene la ~ociedad.~' Así la relación de iiitcrpretancia, que es.seniiótica, va al revés que la relación de eiicajoiiaiiiieiito, que es sociológica. Esta, objetivando las depen- dencias externas, reifica parejaniente lengua y sociedad, en tanto que aquélla las pone e11 dependencia mutua según su capacidad de seniiotización.

Por aquí sc verifica un criterio que indicamos antes, cuando,

Trataiiios iiiár en dctalle de esta rclaci6n en una cxpariri6ii hccha cn octmbre de 1968 al Congreso Oliv~tti (cf. mivi, adelasite, pp. 95-106).

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66 LA C O ~ ~ U N ~ C A C ~ ~ N

para determinar las relaciones entre sistenias semióticos, plantea- mos que estas relaciones deben ser, ellas iiiismas, de naturaleza semiótica. La relación irreversible de interpretancia, que incluye en la lengua los otros sistemas, satisface esta condición.

La lengua nos ofrece el único iiiodelo de un sistema que sea semiótica a la vez en sil estriictura foriiial y en sil fiinciona- miento:

11 Se manifiesta por la enunciación, que alude a una situacióii dada; hablar es siempre hablar de.

21 Coiisiste formalmente en unidades distintas, cada una de las cuales es un signo.

31 Es producida y recibida en los mismos valores de refereii- cia entre todos los miembros de una comunidad.

41 Es la íinica actualización de la comunicación intersubjetiva. Por estas razones, la lengua es la organización semiótica por

excelencia. Da la idea de lo que es una función de signo, y es la única que ofrece la fórmula ejemplar de ello. De ahí procede que ella sola pueda conferir -y lo hace en efecto- a otros coii- juntos la calidad de sistemas significantes informándolos dc la relación de signo. Hay pues un MODELADO SEIIII~TICO que la leii- gua ejerce y del que no se concibe que sil priiicipio resida cri otra parte que no sea la lengua. La naturaleza de la Icngiia, sil función representativa, su poder diiiáiiiico, su papel eii la vida de relación, hacen de ella la gran iiiatriz semiótica, la estructura modeladora de la que las otras estructiiras rcprodnccn los ras- gos y el modo de acción.

¿A qué se debe esta propiedad? ¿Puede disccrnirse por qiié la lengua es el interpretante de todo sistema significante? ¿Es sen- cillamente por ser el sistema iiiás coinhn. el qiie tiene el caiiipo más vasto, la inayor frecueiicia de eiiipleo y -en la práctica- la mayor eficacia? Miiy a la inversa: csta situación privilegiada de la lengua en cl orden pragniático cs iiiia conscciieiicia. iio una causa, de su preeniinencia conio sistciiia sigiiificaiitc. y dc csta preemineiicia puede dar razón 1111 principió seiiiio!ógico sólo. Lo descubrirenios adquiriendo coiicicncia dcl hecho de quc la lengua significa de tina niaiicra cspccífica y quc iio cs sino siiya, de una nianera que iio rcprodiicc iiiiigúii otro sistciiia. Esti in- vestida de una IX)RI.F: SIGNIPICANCIA. Hc aquí propiaiiiciitc un iiiodclo sin análogo. La Iciigiia coiiihiiia dos iiiodos distiiitos dc

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s~ni io1.0~1~ DE I.A I.ENGUA 67 significancia, que llamamos el modo SEMIÓTICO por una el modo SEMÁNTICO por

Lo semiótico designa el modo de significancia que es propio del SIGNO lingüístico y que lo. constituye como unidad. Por mor del análisis pueden ser consideradas por separado las dos caras del signo, pero por lo que hace a la significancia, unidad es y unidad queda. La íinica cuestión que suscita un signo para ser reconocido es la de su existencia, y ésta se decide con un sí o un no: árbol -canción - lavar - nervio -amarillo - sobre, y no 'ármol - 'punción - 'bavar - 'nertio - *amafillo - 'sibre. Más allá, cs comparado para delimitarlo, sea con significantes parcialmen- te parecidos: casa : masa, o casa : cosa, o casa : cara, sea con significados vecinos: casa : choza, o casa : vivienda. Todo el estudio seiiiiótico, en seiitido estricto, consistirá en identificar las unidades, en describir las iiiarcas distiiitivas y en descubrir criterios cada vez niás sutiles de la distintividad. De esta suerte cada signo afiriiiará con crcciente claridad su significancia pro- pia en el seno de uiia constelación o eiitrc el conjunto de los signos. Toniado cn sí niisiiio, cl sigilo es pura identidad para sí, pura alteridad para todo lo deiiiis, base significante de la lengua, iiiatcrial necesario de la ciiuiiciacióii. Existe cuando es rccoiiocido coiiio sigiiificante por cl conjunto de los niienibros de la coiiiiiiiidad liiigüística, y evoca para cada quien, a gran- des rasgos, las iiiisiiias asociaciones y las iiiisnias oposiciones. Tal es el doiiiiiiio r cl critcrio de la seiiiiótica.

Coii lo seiiiántico ciitramos cii el modo específico de signi- ficaiicia qiic cs ciigendrado por el DISCURSO. Los probleiiias qiic se plaiitcaii aqui soii función de la lengua como productora dc iiiciisajcs. Aliora. el nicnsaje no sc reduce a una. succsióii de uiiidades por idciitificar separadaiiiciitc; iio es una suma de sig-

a Esta distiiicioii fue propuerta por pririiera irz en la resi6n inaiigural del XIII" Coi~grCs de? Soriitfs de Phili>ropliic dc Lsngue Fraii~aise, celchrada cn Gi i ie l>r~ rl 3 <Ic rrptiriiil>rc de 1966. 1.2 crpririci"n fiic piihlicadn eti lar Actrr de diclm congreso, 11. 29-411 («ni <lirci!st"ii. pp. i ( c f . zidilaiitc. cap. 151. Se vcri aqui il reiiiatc del riiili\ii prirciit8do ,iiterioriiioite casi el titiblu de "Si\raiir dc I'atirl!re l i i i~i i irt i - qiic' (iii iiiicrtros I'rohli,ritcs de liriptiictiqiie gCricrnlc. l . 1966. pp. 119sr. [trad. esp. ~pp. I I 8 r r . J ) . 1l.ihriniios ~prcfcrido cligir. a f i i i <Ic Ii.ictr iiidr notoria crta dirtiicióii. tiriiii~i<is ~ i ic t io r l>.iricidos iilio al iotrr> que r ~ r t i < i i i < . ~ v s~\rihnic~.. /~UCSIO qiie los dos ariiii irii ;iqiii i ~ i i aentid<i tériiiro. Il8ri:i frlki. r<,ii to<lii. qiic i i t i rn ! <iirr> cincarcli Ir no- ción rlrl \<.irl.i. .i l;i cii.iI \c iiiiriil.iii :iiiili<i\. ,¡ hirii <Iifrrriitciiitiitc. 1 L t . ~ c~!csti"ll trrll,i,,<,l<,pic~l o,> < IC I>C~~ ,L ~>crt,,rl,.,r :, <],l,C,IC, tc,ls~,l, :, t,ic,, <<,,,,¡<lc':,r 1 ~ 8 p"rsl,"ct~~.~ <,,,,,,>l~t,, clc ,,,,c\trc> .,l,,,ll\,\

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68 LA < : o h f l l x i ~ ~ i i ~ ~

110s la que produce el sentido, es, por el coiitrano, el sentido, concebido. globalmente, el que se realiza y se divide cn "signos" particulares, que son las PAL~BRAS. En segundo lugar, lo seiiiáii- tico carga por necesidad con el conjunto de los rcferciitcs, en tanto que lo seiniótico está, por priiicipio, separado y es iiide- pendiente de toda refcrencia. El orden seiiiántico se identifica con el mundo de la eiiunciación y el universo del discurso.

El hecho de que se trata, por cierto, de dos órdenes clistiiitos de nociones y de dos uiiiversos conceptuales, es algo que sc puc- de mostrar también mediante la diferencia eii el criterio dc va- lidez que requieren el uno y el otro. Lo seniiótico (el sigiio) debe ser R E C O N O C I ~ ; lo semántica (el discurso) dcbe ser c o w PRENDTW. La diferencia entre reconocer y comprender reiiiitc a dos facultades mentales distintas: la de percibir la identidad entre lo anterior y lo actual, por una parte, y la de percibir la significación de un enunciado nuevo, por otra. En las fornias patológicas del lenguaje, es frecuente la disociación de las dos facultades.

La lengua es el íiiiico sisteiiia cuva sigiiificaiicia se articula. así, cn dos dimensiones. Los demás. sistemas tiene11 uiia sigiii- ficaiicia unidiinensional: o semiótica (gestos de cortesía; 111u-

drás) , siii semántica; o seiiiintica (expresioiies artísticas), siii semiótica. El privilegio dc la lengua es portar al niisiiio tieiiipo la significancia de los sigiios 1. la significancia dc la e~iuiicia- cióii. Dc ahí provicne su poder niayor, el de crear un iiiicvo ri i - ve1 de enunciación, donde sc \wclvc posihlc decir cosas sigiiifi- cantes acerca de la significaiicia. Es cn esta facultad iiietaliii- güística donde encontrainos cl origeii de la relaciOii dc iiitcrprc- taiicia nierced a la cual la lengua cngloba los otros sistciiias.

Cuaiido Saussurc dcfiniíi la leiigua coiiio sisteiiia de sigiios, echó cl fiiiidaiiiciito dc la sciiiiología lingüística. l'ero vciiios ahora que si el signo corrcsl~oiidc e11 cfccto a las ~iiiidadcs sigiii- ficaiitcs dc la lciigua, iio puede crigírsclo en ~~riiicipio íiiiico dc la lciigua eri sii fuiicioiiaiiiieiito discursivo. Saussurc iio igiioró la frase, pero es pateiitc quc Ic creaba uiia gravc dificultad y la reiiiitií) al "liabla","" lo ciial iio rcsiiclvc iiada; cs cosa precisa- iiiciitc dc sabcr si cs posiblc pasar dcl sigiio al "liabla", y cóiiio.

" Cl. C. 1.. C:.. p[>. 148. 172. ) lar i>liiervaciones dc IC. <;iidcl. Curreltt 'l'rcii<!s in I,~r~&ui$tx\. 111. ' l ' !rc~~rcti~,t l l ' c ~ ! # r ~ ! , # t l ~ ~ ~ r s , 1966, 111,. 49115,.

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si..~ii«i.o<;ia i>i.: I .A I.I'NCUA 69

Eii rcalidad el inundo del signo es cerrado. Del signo a la frase no liay transicióii ni por sintagiiiación ni de otra manera. LOS separa un hiato. Hay pues que adiiiitir quc la Iciigua compreti- dc dos doiiiiiiios distintos, cada uno de los cuales requiere su propio aparato coiiccptual. Para el que llariiaiiios scrniótico, la tcoría saussuriana del signo lingüístico servirá de base para la investigacióii. El dominio semántico, en cambio, debe ser reco- nocido conlo separado. Tendrá iiccesidad de 1111 aparato nucvo de conceptos y definiciones.

La semiología de la lengua ha sido atascada, paradójicanicn- te, por el instrumeiito niismo que la creó: cl signo. No podia apartarse la idea del signo lingüístico sin supriiiiir el caricter iiiás iniportante de la lengua; taiiipoco se podía extenderla al discurso cntcro sin contradecir su definicióii corno unidad iiií-

nima. En conclusión, hay que superar la noción saussuriana del sig

no como principio único, del que dependerían a la vez la es- tructura y el funcionaiiiicnto de la Iciigua. iliclia superacióii se logrará por dos caminos:

En el análisis intralingüístico, abriendo una nueva diinciisión de significancia, la del discurso, que llamanios seiiiántica. eri adelante distinta de l a que está ligada al sigiio, v que scrá seniiótica.

Eii el aiiálisis transliiigüístico de los textos, de las obras, nier- ced a la elaboración de una metasemántica que scrá coiistrui- da sobre la semántica de la enunciación.

Será una semiología de "segunda generacióii", cuyos instru- nientos y método podrin concurrir asimismo al desenvolvimien- to de las otras ramas de la semiología general.

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4. EL LENGUAJE Y LA EXPERIENCIA HUMANA'

Todas las lenguas tienen en común ciertas categorías de expresión que parecen responder a un modelo constante. Las formas que adoptan estas categorías quedan registradas e inventariadas en las descripciones, mas sus funciones sólo aparecen con claridad si son estudiadas en el ejercicio del lenguaje y en la producción del discurso. Son categorías elementales, que son independien- tes de toda determinación cultural y donde vemos la experien- cia subjetiva de los sujetos que se plantean y se sitúan en el len- guaje y por él. Tratamos aquí de poner en claro dos categorías fundamentales del discurso, conjuntas por lo demás necesaria- mente, la de la persona y la del tiempo.

Todo hombre se plantea en su individualidad en tanto que yo en relación con tú y él. Este comportamiento será juzgado "ins- tintivo"; nos parece reflejar en realidad una estructura de opo- siaones lingüísticas inherente al discurso. El que habla se re- fiere siempre por el mismo indicador yo a sí mismo que habla. Ahora bien, este acto de discurso que enuncia yo aparecerá, cuanta vez se reproduzca, como el mismo acto para el que lo oiga, pero para aquel que lo enuncie es cada vez un acto nuevo, así fuera repetido mil veces, pues opera en cada ocasión la in- serción del locutor en un momento nuevo del tiempo y en una textura diferente de circunstancias y de discurso. Así, en toda lengua y en todo momento, el que habla se apropia el yo, ese yo que, en el inventario de las formas de la lengua, no es sino un dato léxico como cualquier otro, pero que, puesto en acción por el discurso, inserta en él la presencia de la persona sin la cual no hay lenguaje posible. No bien el pronombre yo apare- ce en un enunciado donde evoca -explícitamente o no- el pro- nombre tú para oponerse en conjunto a él, se instaura una v a

' Diogene, Paiii, umrm. Callimard. núm. 51 (julio-septicrnbre de 1965). pp. 3-13,

1701

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EL LENGUAJE Y LA EXPERIENCIA IIUhlANA 7 1

más una experiencia humana y revela el instrumento lingüísti- co que la funda. Baste para medir la distancia a la vez ínfima e inmensa que hay entre el dato y la función. Ahí están los pro- nombres, consignados y enseñados en las gramáticas, ofrecidos con los demás signos e igualmente disponibles. Con que uno de los hombres los pronuncie, los asume, y el pronombre yo, de elemento de un paradigma, se trasmuta en una designación única y produce, cada vez, una persona nueva. Es la actualiza- ción de una experiencia esencial, cuyo instrumento es inconce- bible que faltara jamás en una lengua.

Tal es la experiencia central a partir de la cual se determina la posibilidad misma del discurso. Necesariamente idéntica en la forma (el lenguaje sería imposible si la experiencia cada vez nueva debiera inventarse, en boca de cada quien, una expresión cada vez distinta), esta experiencia no es descrita, está ahí, in- herente a la forma que la trasmite, constituyendo la persona en el discurso y por consiguiente toda persona en cuanto habla. Por añadidura, este yo en la comunicación caiiibia alternativa- mente de estado: el que lo oye lo vincula al otro, de quien es signo innegable; pero, cuando habla a su v a , asume el yo por cuenta propia.

Una dialéctica singular es el resorte de esta subjetividad. La lengua suministra a los hablantes un mismo sistema de rcferen- cias personales que cada uno se apropia por el acto del lengua- je y que, en cada ocasión de su empleo, no bien es asumido por su enunciador, se torna único y sin igual, y no puede realizarse dos veces de la misma manera. Pero fuera del discuno efectivo, el pronombre no es más que una forma vacía, que no puede adherirse ni a un objeto ni a un concepto. Recibe su realidad y su sustancia del discurso nada más.

El pronombre personal no es la única forma de esta natura- leza. Algunos otros indicadores comparten la misma situación. en particular la sene de los deícticos. Al mostrar los objetos, los demostrativos ordenan el espacio a partir de un punto central, que es Ego, según categorías'vanables: el objeto está cerca o lejos de mi o de ti, está orientado así (delante o detrás de mí, arriba o abajo), visible o invisible, conocido o desconocido, etc. El sistema de las coordenadas espaciales se presta así a localizar todo objeto de no importa qué campo, una vez que quien lo OP

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72 LA COMUNICACI~N

dena se ha designado a sí mismo como centro y punto de re- ferencia.

Entre las formas lingüísticas reveladoras de la experiencia sub- jetiva, ninguna es tan rica como las que expresan el tiempo, ninguna es tan difícil de explorar: así son de tenaces las ideas recibidas, las ilusiones del "buen sentido", los cepos del psico- logismo. Quisiéramos mostrar que este término de tiempo cu- bre representaciones muy diferentes, que son otros tantos mo- dos de plantear el encadenamiento de las cosas, y quisiéramos mostrar sobre todo que la lengua conceptualiza el tiempo de muy otro modo que la reflexión.

Una confusión bastante divulgada es creer que algunas len- guas ignoran el tiempo, por el hecho de que, no perteneciendo a la familia de las lenguas flexivas, parecen carecer de verbo. Se sobreentiende que sólo el verbo permite expresar el tiempo. Hay aquí vanas confusiones que deben ser denunciadas: la ca- tegoría del verbo se consigue reconocer aun en las lenguas no flexivas, y la expresión del tiempo es compatible con todos los tipos de estructuras lingüísticas. La organización paradigmática propia de las formas temporales de ciertas lenguas, notable- mente de las indoeuropeas, no tiene el privilegio exclusivo, ni de hecho ni de derecho, de expresar el tiempo.

Más general y, por decirlo así, natural es otra confusión que consiste en pensar que el sistema temporal de una lengua re- produce la naturaleza del tiempo "objetivo": así de intensa es la propensión a ver en la lengua el calco de la realidad. Las lenguas no nos ofrecen de hecho más que constmcciones diver- sas de lo real, y quizá sea precisamente en la manera de elabo- rar un sistema temporal complejo donde más diverjan. Tenemos que preguntamos en qué nivel de la expresión lingüística pode- mos llegar a la noción del tiempo que informa necesariamente todas las lenguas, y luego cómo se caracteriza esta noción.

Hay en efecto un tiempo específico de la lengua, pero antes de llegar a 61 hay que pasar dos etapas y reconocer sucesiva- mente -para quitárnoslas de encima- dos nociones distintas del tiempo.

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I<L LENGUAJE Y LA EXPERIENCIA HUMANA 73

El tiempo físico del niundo es un continuo uiiiforine, infinito, lineal, segmentable a voluntad. Tiene por correlato en el hom- bre una duración infinitamente variable que cada individuo mide de acuerdo con sus cmociones y con el ritmo de su vida interior. Es una oposición bien conocida y sin duda no hay por qué detenernos en ella aquí.

Del tiempo físico y de su correlato psíquico, la duración inte- rior, distinguiremos con gran cuidado el tiempo crónico, que es el tiempo de los acontecin~ientos, que engloba asimisiiio nuestra propia vida en tanto que sucesión de aconteceres. En nuestra visión del mundo, así como en nuestra existencia personal, no hay más que un tiempo, éste. Debemos esforzarnos para carac- terizarlo en su estructura propia y en nuestra nianera de con- cebirlo.

Nuestro tiempo vivido corre sin fin y sin retorno, es la expe- riencia común. Nunca recobramos nuestra infancia, ni el ayer tan próximo, ni el instante huido al instante. No obstante, nuestra vida tiene puntos de referencia que situamos con exac- titud en una escala reconocida por todos y a los que ligamos nuestro pasado inmediato o lejano. En esta contradicción apa- rente reside una propiedad esencial del tiempo crónico que hay que aclarar.

El observador que cada uno de nosotros es, puede pasear la mirada por los acontecimientos consun~ados, recorrerlos en dos direcciones, del pasado hacia el presente o del presente hacia el pasado. Nuestra propia vida forma parte de esos aconteci- mientos por los que nuestra visión baja o sube. En este sentido, el tiempo crónico, fraguado en la historia, admite una conside- ración bidireccional, en tanto que nuestra vida vivida fluye (es la imagen tradicional) en un solo sentido. Aquí es esencial la noción de acontecimiento.

En el tiempo crónico, lo que llamanios "tiempo" es la con- tinuidad donde se disponen en serie esos bloques distintos que son los acontecimientos. Pues los aconteciiiiientos no son el tiempo, están en el tiempo. Todo está en el tiempo, aparte del tiempo mismo. Ahora bien, el tiempo crónico, como el tiempo físico, trae consigo una versión doble, objetiva y subjetiva.

En todas las formas de cultura huiiiana y en toda &poca, aprc- cianios de iiiia 11 otra manera uii esfuerzo de objetivar cl tieiii-

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74 LA conrviurc~ci6~

po crónico. Es una condición necesaria de la vida de las socie- dades, y de la vida de los individuos en sociedad. Este tiempo socializado es el del calendario.

Todas las socicdades humanas han instituido un cómputo O

una división del tiempo crónico fundado en la recurrencia de fenómenos naturales: alternación del día y de la noche, tra- yecto visible del sol, fases de la luna, iiiovimientos de las nia- Teas, estaciones del clima y de la vegetación, etc.

Los calendarios tienen rasgos en común que indican a qué condiciones necesarias tienen que responder.

Proceden a partir de un iiiomento axial que sirve de punto cero del cómputo: un acontecimiento tan iniportante que pasa por dar a las cosas uii curso nuevo (iiacimieiito del Cristo o del Biida; advenimiento de tal o cual soberano, etc.). Es la condi- ción primera, que llamaremos estativa.

De ella se desprende la otra condición, que es directiva. Se enuncia mediante los térrriinos opuestos "antes. . . /después. . . " con respecto al eje de referencia.

A la tercera condición la llamaremos mensurativa. Se fija un repertorio de unidades de niedida que sirva para nombrar los intervalos constantes entre las recurrencias de fenóiiienos c6s- micos. Así el intervalo entre la aparición y la desaparición del sol en dos puntos diferentes del horizonte será el "día"; el in- tervalo entre dos conjiiiicioiies de la luna y del sol será el "nies"; el intervalo definido por una revolución completa del sol y de las estaciones será el "año". Pueden agregarse a voluntad otras unidades, sean de agrupamiento (semana, quincena, trimestre, siglo) o de división (hora, minuto.. .), pero son menas usuales.

Tales son las características del tiempo crónico, fundamento de la vida de las sociedades. A partir del eje estativo, los acon- tecimientos son dispuestos según la una o la otra ojeada direc- tiva, o anteriormente (hacia atrás) o posteriormente (hacia adelante) con respecto a este eje, y están alojados en una divi- sión que permite medir su distancia al eje: tantos años antes o después del eje, luego tal mes y tal día del año en cuestión. Cada una de las divisiones (año, mes, día) se alinea en una se- rie infinita, cuyos términos todos son idénticos y constantes, que no admite ni desigualdad ni vacío, de suerte que el aconte-

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EL LENGUAJE Y LA EXPERlEiiClA HUMANA 7 5

cimiento por situar está cxactaiiicnte localizado en la cadeiia crónica por su coincidencia coi1 tal o cual división particular. El aíio 12 después de ].C. es el úriico que se sitíia después dcl aíio I l y antes del aíio 13; el aíio 12 antes de ].C. cae también después del año 11 y antes del aiío 13 pero en una visión de dirección opuesta que, como se dice, reiiionta el curso de la historia.

Son estos puntos de referencia los que dan la posición ohje- tiva de los acontecimientos, y que así definen también nuestra situación con respecto a dichos acontecimientos. Nos dicen en sentido propio dónde estamos en la vastedad de la historia, cuál es nuestro lugar entre la sucesión infinita de los hoiiibres que han vivido y de las cosas que han pasado.

El sistema obedece a necesidades internas que son apremian- tes. El eje de referencia no puede ser corrido, ya que lo niarca alguna cosa que ocurrió de veras en el mundo, y no una con- vención revocable. Los intervalos son constantes de uno y otro lado del eje. Por último, el cóiiiputo de los intervalos es fijo e iiiinutahle. De no ser fijo, estaríamos perdidos en iin tiempo errático y todo nuestro universo mental partiría a la deriva. Si no fuera iniiiutab!e, si los aíios perniutaseri con los días o si cada cual los contase a su manera, ya no podría emitirse ningún dis- curso sensato acerca de nada y la historia entera hablaría el leiiguaje de la locura.

De modo que puede parecer natural que la estructura del tiempo crónico esté caracterizada por su permanencia y su fije- za. Pero no hay que dejar de advertir a la vez que estos carac- teres resultan de que la organización social del tiempocrónico es en realidad intemporal. No estamos enunciando ninguna paradoja.

Intemporal lo es este tiempo medido por el calendario, en virtud de su fijeza misma. Los días, los meses, los aíios son can- tidades fijas, que observaciones inmemoriales han deducido del juego de las fuerzas cósmicas, pero estas magnitudes son deiio- minaciones del tiempo que no participan para nada de la na- turaleza del tiempo y están por sí mismas vacías de toda tem- poralidad. Habida cuenta de su especificidad léxica, se asimi- larán a los números, que no poseen ninguna propiedad de las materias que enumeran. El calendario es exterior al tieinpo.

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No transcurre con él. Registra series de unidades constantes, llamadas días, que se agrupan en unidades superiores (nieses, años). Ahora bien, como un día es idéntico a otro día, nada dice de tal día del calendario, tomado en sí mismo, si es pasa- do, presente o futuro. No puede ser colocado en una dc estas tres categorías más que por aquel que vive el tiempo. "13 de ,febrero de 1641" es una fecha explícita y conlpleta en virtud del sistema, pero que no nos permite saber en qué tieiii- enunciada; puede lo mismo tomarse como prospectiv ejemplo en una cláusula que garantice la validez de un tra.,do concluido un siglo antes, que como retrospectiva, evocada dos siglos más tarde. El tiempo crónico fijado en un calendario es ajeno al tiempo vivido y no puede coincidir con él; por el he- cho mismo de ser objetivo, propone medidas y divisiones uni- formes donde se alojan los acontecimientos, pero éstas no coin- ciden con las categorías propias de la experiencia humana del tiempo.

Con respecto al tiempo crónico, ¿qué hay del tiempo lingüís- tico? Al abordar este tercer nivel del tiempo hay que instaurar de nuevo distinciones y separar cosas diferentes, incluso, o so- bre todo, si no puede evitarse el llamarlas por el mismo nombre. Una cosa es situar un acontecimiento en el tienipo crónico, otra cosa insertarlo en el tiempo de la lengua. Es por la lengua como se manifiesta la experiencia humana del tiempo, y el tiempo lingüístico se nos manifiesta como igualmente irreduci- ble al tiempo crónico y al tiempo físico.

Lo que tiene de singular el tiempo lingüístico es que está orgánicamente ligado al ejercicio de la palabra, que se define y se ordena como función del discurso.

Este tiempo tiene su centro -un centro generador y axial a la vez- en el presente de la instancia de palabra. Cuanta vez un locutor emplea la forma gramatical de "presente" ( o su equivalente), sitúa el aconteciniiento como contemporáneo de la instancia de discurso que lo menciona. Es evidente que este presente, en tanto que función del discurso, no puede ser loca- lizado en una división particular del tieinpo crónico, porque ad- iiiite todas y no exige ninguna. El lociitor sitúa como "presen-

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i l . I K X c i i A J E Y 1.A EXPERIENCIA HUMANA 77

te" todo lo que implica como tal en virtud de la forma lingüís- tica que emplea. Este presente es reinventado cuanta vez un lioinbre habla porque es, al pie de la letra, un momeiito nuevo, no vivido aún. He aquí, una vez más, una propiedad original dcl lenguaje, tan particular que sin duda será cosa de buscar un tériiiino distinto para designar el tiempo lingüístico y separarlo así de las otras nociones confundidas bajo el mismo nombre.

El presente lingüístico es el fundamento de las oposiciones tciiiporales de la lengua. Este presente que se desplaza con el progreso del discurso, sin dejar de ser presente, constituye la línea divisoria entre otros dos niomentos que engendra y quc son igualmente inherentes al ejercicio de la palabra: el nionien- to en que el acontecimiento no es ya conteniporáneo del dis- curso, ha salido del presente y debe ser evocado por la iilemo- ria, y el momento en que el acontecimiento no está todavía pre- sente, va a estarlo y surge en prospección.

Se advertirá que en realidad el lenguaje no dispone sino de una sola expresión temporal, el presente, y que éste, seíialado por la coincidcncia del acontecimiento y del discurso, es por naturaleza implícito. Cuando es explicitado fornialniente, es por iiiedio de una de esas redundancias frecuenta en el uso cotidia- no. Por el contrario, los tien~pos no presentes, ellos sí siciiiprc explicitados en la lengua, a saber, el pasado y el porveiiir, no cstán en el mismo nivel del tiempo que el presentc. La lengua no los sitúa en el tiempo según su posición propia, ni en virtud de uiia relación qiie debería entonces ser otra que la de la coiii- cidencia entrc el acontecimiento y el discurso, sino solaiiiciitc coiiio puntos vistos detrás o adelante a partir del presente. (Dc- trás y adelante, porque el hombre va al encuentro del ticiiipo o el tieiiipo viciic a él, según la imagen que anime niicstra reprc- sciitacióii.) La lengua debe por necesidad ordenar el tieiiipo a partir de un eje, y éste es sie~iipre y solaniente la instancia de discurso. Sería iniposible desplazar este eje de referciicia y plaii- tarlo en cl pasado o en el porvenir; no piiede ni imaginarse qué sería de uiia leiigua en que el punto de partidade la ordcna- cióii del ticiiipo no coiiicidicsc con el prescntc liiigiiistico y donde el eje teniporal f~icra, él iiiisiiio, iiiia variablc dc la tciii- poralidad.

Sc llega así a iiiia \~crificación-sorprciidciitc a priiiicra vista

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78 LA C ~ ~ ~ U N ~ C A C ~ ~ N

pero proflindaiiiente acorde con la naturaleza real del lengua- je-: que el íinico tienipo inherente a la lengua es el presentc axial del disciirso, y que cstc presente es iniplicito. Determina otras dos referencias temporales; éstas son necesariamente ex- plicitadas en un significante y, en conipensación, hacen aparc- cer el presente coiiio una línea de separación entre lo que ya iio está presente y lo que va a estarlo. Estas dos referencias no llevan al tienipo sino a visiones del tiempo, proyectadas hacia atrás y hacia adelante a partir del punto presente. Tal parece ser la experiencia fuiidaiiicntal del tienipo que todas las lenguas atestiguan a su manera. Informa los sistenias temporales con- crctos y en particular la organización formal de los diferentes sistenias verbales.

Sin entrar en el detalle dc estos sistemas, que a nieiiiido son de gran coinplejidad, seiialareii~os un hecho significativo. Se advierte que cn lenguas de los niás variados tipos la forma del pasado no falta jamás, y niuy a menudo es doble o aun triple. Las lenguas indoeuropeas antiguas disponen para esta expresión del pretérito v del aoristo, y aun del perfecto. En francés sigue habiendo dos formas distintas (tradicionalniente: pasado de- finido e indcfiiiido) y el escritor sacará partido instiiitivaiiiente de esta diferencia para separar el plano de la historia del de la narración. Según Sapir, hay en ciertos dialectos de la leiigua cliinook (hablada en la región del río Cnlunibia) trcs foriiias de pasado, distinguidas por sus prefijos: 11,- indica el pasado iii- dcfiiiido; ga-, el pasado muy reiiioto de los mitos; t ia - , cl pasado bien reciente, ayer: "él fue" se dirá, segúii la circuiistaiicia,

" 1 " ttiyuya (ni prefijo + y, el + uya, "ir") o gayuya (prcfijo ga + y + uyd) o nayuya ( t i a + y + uya). Por el coiitrario, mu- chas Iciiguas iio tienen foniia espccífica de fiituro. Se usa a iiiciiudo el prcseiitc con algíiii adverbio o. partícula iiidicador dc iin iiioiiiciito por venir. En cl misiiio dialecto cliiiiook que posec hcs formas.de pasado, no hay iiiis quc iiiia para el futu- ro, y se caracteriza por 1111 iiiorfciii:1 rcduiidaiite a qiic es a la vez prefijado v sufijado, a diferciicia dc los prefijos clcl prct6- rito. Así se d ~ c c a~imludu. "61 tc lo dari". dcscoiiipoiiiblc cii a- futuro + F. "61" + i. "lo" + 771. "tíi" + l . "a" + lid, "dar" + a futiiro. El aiiálisis diacrónico, cii las Iciigiias cii qiic cs po- sil~lc, iiii~cstra qiic cl fiitiiro sc coiistitiiyc a iiiciiiiclo cii fecha

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RI. I.ENCIIAJE Y LA EXPERIENCIA HllhlANA 79

reciente por especialización de ciertos auxiliares, notablenieii- te "querer".

Este contraste entre las foniias del pasado y las del fiituro es instriictivo por sil generalidad aun en el mundo de las lcii- guas. Hay evidentemente una diferencia de naturaleza entre esta teniporalidad retrospectiva, que puede adoptar varias dis- tancias en el pasado de nuestra experiencia, y la teniporalidad prospectiva que no entra en el campo de nucstra experiencia y que a decir verdad no se temporaliza sino en tanto que pre- visión de experiencia. Aquí la lengua recalca una disimetría que reside en la naturaleza desigual de la experiencia.

Merece atención un aspecto final de esta temporalidad: el modo coiiio se inserta en el proceso de la coniunicación.

Del ticiiipo lingiiístico, indicanios la emergencia en el seno dc la instancia del discurso que lo contiene en potencia y lo actualiza en Iieclio. Pero cl acto de palabra es necesariaiiieiite individual; la iiistancia específica de donde resulta el presente cs nueva cada vez. En consecuencia, la teniporalidad lingüística debería rcalizarse eii el uiiivcrso iiitrapersonal dcl locutor coiiio titia cxpericiicia irrciiiediableiiicntc subjetiva c iiiiposible dc trasiiiitir. Si cuento lo que "iiic pasó", el pasado al qiic iiic re- fiero no es definido sino con respecto al presente de iiii acto dc palabra, pcro coiiio el acto de palabra siirgc de iiii y nadie sino yo puede Iiablar por iiii boca. iii iiiás ni niciios qiic vcr por iiiis ojos o sentir lo que sicnto, cs a iiii solo a q~iicii cstc "ticiii- po" sc rcfcririi. y a iiii sola cxpericiicia a la qiic sc atciidrii. Pcro cl razonaiiiieiito alida iiial. Acontccc iiiia cosa siiigular, iiiiiy sciicilla c infinitamente iiiiportaiite que logra lo qiic parc- cia Iógicaiiiciitc iiiiposible: la tcinporalidad que cs iiiia cuaiido ordciia iiii discurso cs accptada del todo coiiio suya por iiii iii-

tcrloc~itor. Mi "hoy" se convicrtc en sil "lioy", aiiiiquc iio lo liaya instaurado en su propio disciirso, y iiii "ayer" cii su "aycr". Rccíprocaniente. cuaiido él Iiablc coiitcstaiido, yo convertiré, vuclto rcccptor, sil tciiiporalidad cii la iiiía. Tal aparccc la coiidi- cióii de inteligibilidad dcl lciiguajc, rcvclada por cl lengiiajc: consiste cii qiic la tciiiporalidad del locutor, por iiiuclio qiic sca litcraliiiciite ajena e iiiacccsiblc para cl rcccptor, es idciitificada por éstc con la tciiiporalidad qiic iiiforiiia sii propia palabra cueii- do sc Iiacc a sil vcz lociitor. ,\si cl 11110 cl otro cstáii afiiiados

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80 LA C O M I T N I C A C I ~ N

a la misma longitud de onda. El tiempo del discurso no es ni reducido a las divisiones del tiempo crónico ni encerrado en una subjetividad solipsista. Funciona como un factor de intersubje- tividad, lo cual, de unipersonal que debía ser, lo vuelve omni- personal. La condición de iritersubjctividad cs la única qiic per- mite la coiiiunicación lingüística.

Específico, lo es el tiempo lingüístico dc una iiianera más. Trac sus propias divisiones cn su propio orden, independientes el u110 y las otras de los del tieiiipo crónico. Quienquiera diga "aliora, hoy, cn estc iiiorncnto", localiza un aconteciiiiieiito conio siiiiult.iiieo a sil disc~irso; su "hoy" pronunciado es nece- sario y suficiente para que su interloc~itor se le reúna en la mis- iiia representacióii. Pero separemos "hov" del discurso que lo contiene, pongámoslo en un texto escrito; "lioy" no es ya el signo del presente liiigüístico, puesto que ya no es hablado y percibido, y taiiipoco puede remitir al lector a ningúii día del tiempo crónico, puesto que no se identifica con ninguna fcclia; pudo haber sido proferido no iiiiporta qué día del calendario y se aplicará iiidiferentenicnte a todo día. El úiiico modo de emplearlo y de hacerlo inteligible fuera del preseiitc lingüístico es anexarle una correspoiideiicia explícita con una división del tieiiipo cróiiico: "hoy 12 de junio de 1924". La niisrna situa- ción se preseiita en u11 yo siistraído al discurso que lo introduce y que, convenieiite entonces a todo lociitor posible, no dcsigiia a su locutor real: hay que actiializarlo agregando el iioiiibre propio de este locutor: "yo, Fulano. . . " De lo ciial se dcspren- de que las cosas dcsigiiadas y ordenadas por el discurso (el lo- cutor, su posición, su ticiiipo) no puede11 ser idciitificadas iiiis que para quienes iiitcwieiieii eii el iiitcrcaiiibio liiigiiístico. Eii otras palabras, para volver iiiteligiblcs cstas referencias iiitra- discursivas, Iiay que vincular cada iiiia de cllas a un punto deterniiiiado e11 uii coiijuiito dc coordeiiadas espacioteniporalcs. Así se establecc la juiitura ciitrc el ticiiipo lingüístico y el tiem- po cróiiico.

La tciiiporalidad lingüística cs a la vez de lo iiiás rotunda eii sus trcs articulacioiics clistiiitivas y iiiuy liiiiitada cii cada una de cllas. Cciitrada cii "lioy", iio puede corrcrse Iiacia atrás o Iiacia adelante nihs qiic distancias de dos días: "ayer" y "ante- ayer" Iiacia atris; Iiacia adcla~itc, "iiiaiiaiia" y "pasadoiiiaíiaiia"

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Esto es todo. Un grado mis ("anteanteayer". . . ) es cosa excep- cional. Incluso el segundo no suele tener expresión léxica inde- pendiente; "anteayer" y "pasadomaíiana" no son más que "ayer" y "maíiana" llevados un grado niás lejos en su orden. De mane- ra que no queda sino "ayer" y "niaíiana", separados y deter- minados por "hoy", coiiio términos originales que señalan las distancias temporales a partir del presente lingüístico. En la misma perspectiva deben ponerse algunas calificaciones: "úl- timo" ("el invierno último, la noche última") y "próximo" ("la semana próxima, el verano próximo") no acarrean locali- zación fija y única, ni más ni menos que "ayer" y "mañana". Lo que caracteriza las series de designaciones del orden intersub- jetivo, como se ve, es que una traslocación espacial y temporal resulta necesaria para objetivar signos tales como "este", "yo", "ahora", que tienen cada vez un referente único en la instancia de discurso y que sólo ahí lo tienen. Esta trasferencia saca a relucir la diferencia de los planos entre los que se deslizan las iiiisnias formas lingüísticas, según sean consideradas en el ejer- cicio del discurso o en el estado de datos léxicos.

Cuando, por razones pragmáticas, el locutor tiene que llevar su alcance temporal más allá de los límites enunciados por t. ayer" y "mañana", el.discurso sale de su plano propio y utiliza la graduación del tiempo crónico, ante todo la numeración de las unidades: "hace ocho días", "dentro de tres meses". No obstante, "hace" y "dentro de" siguen siendo indicios del dis. tanciamiento subjetivo; no podrían pasar sin conversibn a una relación histórica: "hace (ocho días)" se convierte en "(ocho días) antes", y "dentro de (tres meses)" se vuelve "(tres me- ses) después, más tarde", al igual que "hoy" debe tornarse "aquel día". Estos operadores efectúan la trasferencia del tiem- po lingüístico al tiempo crónico.

La intersubjetividad tiene, de esta manera, su temporalidad, sus dimensiones. Ahí se refleja en la lengua la experiencia de una relación primordial, constante, indefinidamente reversible, entre el hablante y su interlocutor. En último análisis, es siem- pre el acto de palabra en el proceso de intercambio a .lo que remite la experiencia humana inscrita en el lenguaje.

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EL LENGUAJE Y LA EXPERIENCIA HUMANA 61

Esto es todo. Un grado mis ("anteanteayer". . . ) es cosa excep- cional. Incluso el segundo no suele tener expresión léxica inde- pendiente; "anteayer" y "pasadomaíiana" no son más que "ayer" y "maíiana" llevados un grado niás lejos en su orden. De mane- ra que no queda sino "ayer" y "niaíiana", separados y deter- minados por "hoy", coiiio términos originales que señalan las distancias temporales a partir del presente lingüístico. En la misma perspectiva deben ponerse algunas calificaciones: "úl- timo" ("el invierno último, la noche última") y "próximo" ("la semana próxima, el verano próximo") no acarrean locali- zación fija y única, ni más ni menos que "ayer" y "mañana". Lo que caracteriza las series de designaciones del orden intersub- jetivo, como se ve, es que una traslocación espacial y temporal resulta necesaria para objetivar signos tales como "este", "yo", "ahora", que tienen cada vez un referente único en la instancia de discurso y que sólo ahí lo tienen. Esta trasferencia saca a relucir la diferencia de los planos entre los que se deslizan las iiiisnias formas lingüísticas, según sean consideradas en el ejer- cicio del discurso o en el estado de datos léxicos.

Cuando, por razones pragmáticas, el locutor tiene que llevar su alcance temporal más allá de los límites enunciados por t. ayer" y "mañana", el.discurso sale de su plano propio y utiliza la graduación del tiempo crónico, ante todo la numeración de las unidades: "hace ocho días", "dentro de tres meses". No obstante, "hace" y "dentro de" siguen siendo indicios del dis. tanciamiento subjetivo; no podrían pasar sin conversibn a una relación histórica: "hace (ocho días)" se convierte en "(ocho días) antes", y "dentro de (tres meses)" se vuelve "(tres me- ses) después, más tarde", al igual que "hoy" debe tornarse "aquel día". Estos operadores efectúan la trasferencia del tiem- po lingüístico al tiempo crónico.

La intersubjetividad tiene, de esta manera, su temporalidad, sus dimensiones. Ahí se refleja en la lengua la experiencia de una relación primordial, constante, indefinidamente reversible, entre el hablante y su interlocutor. En último análisis, es siem- pre el acto de palabra en el proceso de intercambio a .lo que remite la experiencia humana inscrita en el lenguaje.

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EL APARATU FORMAL DE LA ENUNCIACI~N 83

Muy otra cosa es el empleo de la lengua. Aquí es cosa de un mecanismo total y constante que, de una manera o de otra, afecta a la lengua entera. La dificultad es captar este gran fe- nómeno, tan trivial que parece confundirse con la lengua mis- ma, tan necesario que se escapa.

La enunciación es este poner a funcionar la lengua por un acto individual de utilización.

El discurso -se dirá-, que es producido cada vez que se habla, esa manifestación de la enunciación, jno es sencillamen- te el "habla"? Hay que atender a la condición específica de la enunciación: es el acto mismo de producir un enunciado y no el texto del enunciado lo que es nuestro objeto., Este acto se debe al locutor que moviliza la lengua por su cuenta. La rela- ción entre el locutor y la lengua determina los caracteres lin- güístico~ de la enunciación. Debe considerársela como hecho del locutor, que toma la lengua por instmmento, y en los caract.5 res lingüísticos que marcan esta relación.

Este gran proceso puede ser estudiado de diversos modos. Vemos tres principales.

El más inmediatamente perceptible y el más directo -con todo y que en general no se le relacione con el fenómeno gene- ral de la enunciación- es la realización vocal de la lengua. Los sonidos emitidos y percibidos, ya sean estudiados en el marco de un idioma particular o en sus manifestaciones generales, como proceso de adquisición, de difusión, de alteración -son otras tantas ramas de la fonética- proceden siempre de actos individuales, que el lingüista sorprende en lo posible en una pro- ducción nativa, en el seno del habla. En la práctica científica, se procura eliminar o atenuar los rasgos individuales de la enun- -- ciación fonética recurriendo a sujetos diferentes y 'multiplican- do los registros, de wnera que se obtenga una imagen media de los sonidos, distintos o ligados. Pero todo el mundo sabe que, en el mismo sujeto, los mismos sonidos no son nunca re- producidos exactamente, y que la noción de identidad sólo es aproximada, precisamente cuando la experiencia es repetida en detalle. Estas diferencias se deben a la diversidad de las situa- ciohes en que es producida la enunciación.

El mecanismo de esta producción es otro aspecto esencial del mismo problema.,La enunciación supone la conversión in-

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84 LA C O M U N I C A C I ~ N

dividual de la lengua en discurso:+quí la cuestión -muy difí- cil y todavía poco estudiada- es véí cómo el "sentido" se forma en "palabras", en qué medida puede distinguirse entre las dos nociones y en qué términos describir su interacción. Es la se- iiiantización de la lengua lo que ocupa el centro de este aspec- to de la enunciación, y conduce a la teoría del signo y al análi- sis de la ~ignificancia.~ En esta misma consideración pondre- mos los procedimientos niediante los cuales las formas liiigüís- ticas de la enunciación se diversifican y se engendran. La "gra- iiiática transforiiiacional" aspira a codificarlos y formalizarlos para deslindar iin marco permanente y, a partir de una teoría de la sintaxis universal, propone elevarse a una teoría del fun- cionaniiento de la mente.

Puede, eri fin, considerarse otro enfoque, que consistiría eii definir la enunciación en el marco formal de su realización. Tal es el objeto propio de estas páginas. Tratamos de esbozar, dentro de la lengua, los caracteres formales de la enunciación 5 partir de la manifestación individual que actualiza. Tales ca- racteres son necesarios y permanentes los unos, los otros inci- dentales y ligados a la particularidad del idioma elegido. Por comodidad, los datos aquí utilizados proceden del francés usual y de la lengua de la conversación.

En la enunciación consideramos sucesivaniente el acto mis- nio, las situaciones donde se realiza, los instrumentos que la consuman.

'El acto individual por el cual se utiliza la lengua introduce primero el locutor como parámetro en las condiciones necesa- rias para la enunciación. Antes de la enunciación, la lengua no es más que la posibilidad de la lengua. Después de la enuncia- ción, la lengua se efectúa en una instancia de discurso, que enlana de un locutor, forma sonora que espera un auditor y que suscita otra enunciación a cambio.

En tanto que realizacibn individual, la enunciación puede de- finirse, eii relación con la lengua, como un proceso de apropia- ción, El locutor se apropia cl aparato formal de la lengua y enuncia su posición de locutor niediante indicios específicos,

' Nos ocupanios p?rticularniente de mto en un estudio publicado cni Serniotica, 1, 1969 (antes. pp. 47-69).

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b:L APARATO FORMAL DE LA E N U N C I A C I ~ N 8 5

por una parte, y por medio de procedimientos accesorios, por otra.

Pero inmediatamente, en cuanto se declara locutor y asume la lengua, implanta al otro delante de él, cuaJquiera que sea el grado de presencia que atribuya a este otro.(Toda enunciación cs, explícita o implícita, una alocución, postula un a lo~uta r io~

Finalniente, en la enunciación,;la lengua se llalla enipleada en la expresión de cierta relación con el mundo. La coiidición misma de esta movilización y de esta apropiación de la lengua es, en el locutor, la necesidad de referir por el discyrso y, en el otro, la posibilidad de correferir idénticamente, en el coiisenso pragmático que hace de cada locutor un colocutor. La referen- cia es parte integrante de la enuiiciación.

Estas condiciones iniciales van a gobernar todo el iiiecanisnio de la referencia en el proceso de enunciación, creando una situa- ción muy singular y de la cual no se adquiere la menor con- ciencia.

El acto individual de apropiación de la lengua introduce al que habla en su habla. He aquí un dato constitutivo de la enunciación. La presencia del locutor en su enunciación hace que cada instancia de discurso constituya un centro de refe- rencia interna. Esta situación se manifestará por un juego de formas específicas cuya función es poner al locutor en relación constante y necesaria con su enunciación.

Esta descripción un poco abstracta se aplica a un fenómeno lingüístico familiar en el uso, pero cuyo análisis teórico apenas se está iniciando. Está primero la emergencia de los indicios de persona (la relación yo-tú), que no se produce más que en la enunciación y por ella: el término yo denota al individuo que profiere la enunciación, el término tú, al individuo que está presente como alocutario.

De igual naturaleza y atinentes a la misma estructura de enunciación son los indicios numerosos de la ostensión (tipo este, aquí, etc.), términos que implican un gesto que designa el objeto al mismo tiempo que es pronunciada la instancia del término.

Las formas llamadas tradicionalmente "pronombres perso- nales", "demostrativos", nos aparecen ahora como una clase de "individuos lingüísticos", de formas que remiten siempre y

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86 LA C O M ~ I C A C I ~ N

solamente a "individuos", trátese de personas, de momentos, de lugares, por oposición a los términos nominales que remiten siempre y solamente a conceptos. Ahora, el estatuto de estos "individuos lingüísticos" procede del hecho de que nacen de una enunciación, de que son producidos por este acontecimien- to individual y, si puede decirse, "semelnativo". Son engendra- dos de nuevo cada vez que es proferida una enunciación, y cada vez ~,signan de nuevo.

Otra serie, tercera, de términos aferentes a la enunciación está constituida por el paradigma entero -a menudo vasto y com- plejo- de las formas temporales, que se determinan por rela- ción con el ECO, centro de la enunciación. Los "tiempos" verba- les cuya forma axial, el "presente", coincide con el momento de la enunciación, forman parte de este aparato necesario.'

Vale la pena detenerse en esta relación con el tiempo, y me- ditar acerca de la necesidad, interrogarse sobre lo que la sustenta. Podría creerse que la temporalidad es un marco innato del pen- samiento. Es producida en realidad en la enunciación y por ella. De la enunciación procede la instauración de la categoría del presente, y de la categoría del presente nace la categoría del tiempo. El presente es propiamente la fuente del tiempo. Es esta presencia en el mundo que sólo el acto de enunciación hace posible, pues -piénsese bien- el hombre no dispone de ningún otro medio de vivir el "ahora" y de hacerlo actual más que realizarlo por inserción del discurso en el mundo. Podría mostrarse mediante análisis de sistemas temporales en diversas lenguas la posición central del.presente. El presente formal no hace sino explicitar el presente inherente a la enunciación, que se renueva con cada producción de discurso, y a partir dc este presente continuo, coextensivo con nuestra presencia propia, se imprime en la conciencia el sentimiento de una continuidad que llamamos "tiempo"; continuidad y temporalidad se engen- dran en el presente incesante de la enunciación que es el pre- sente del ser mismo, y se delimitan, por referencia interna, en- tre lo que va a volverse presente y lo que acaba de no sedo ya.

Así la enunciación es directamente responsable de ciertas

' El detalle de los hechos de kngua que abarcamos aquí en una ojeada sintitia s cxpuerto en varios capítulos dc nuestros Probl¿mcs de linguirtique gdndrale, 1 (Parir, 1966; hay trad. esp. MCiiro, 1971). lo cual nos disculpa de insistir.

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EL APARATO FORMAL DE L A E N U N C I A C I ~ N 87

clases de signos que promueve, literalniente, a la existencia. Pues no podrían nacer ni hallar empleo en el uso cognitivo de la lengua. Hay pues que distinguir las entidades que tienen en la lengua su estatuto pleno y pemianeiite y aquellas que, enia- nadas de la enunciación, sólo existen eii la red de "iiidi\~iduos" que la enunciación crea y en relación con el "aquí-ahora" del locutor. Por ejeinplo, el "yo", el "eso", el "maíiana" de la des- cripción gramatical no son sino los "nonibres" inetalingüisticos de yo, eso, moñanu producidos en la eiiunciacióii.

Aparte de las fuerzas que gobierna, la enuiiciacióri da las coii- diciones necesarias para las grandes funciones siiitácticas: No bien el enunciador se sirve de la lengiia para influir de algún modo sobre el comportamiento del alocutario, dispone para ello de un aparato de funciones. Está, priiiiero, la ittterroga- n'ón, que es una enunciación construida para suscitar una "res- puesta", por un proceso liiigiiístico que es al iiiisiiio tiempo un proceso de comportaiiiieiito de doble entrada. Todas las fornias Iéxicas y sintácticas de la iiiterrogacióii. partículas, proiionibres. sucesión, entonación, etc.. participan de este aspecto de la eniinciacióo.

Parecidaiiientc serán atribuidos los t6riiiiiios o foriiias qitc Ilanianios de intiittacióli: órdciics, Ilaiiiados. coiicebidos cii ca- tegorías coiiio el inipcratiro. cl vocativo. qiie iiiiplicaii una re- lacióii viva e iiinicdiata dcl ciiuiiciador v cl otro, eii uiia refe- rencia necesaria al ticiiiyo dc la ciiuiiciacióii.

Menos evidente qiiizi. pero no iiiciios cierta. cs la pertciieii- cia de la aserción a este iiiisiiio rcpcrtorio. Tanto en so sesgo siiitáctico ~01110 en su ciitoiiaciúii, la ascrcióii apiiiita a coiiiu- iiicar una ccrtiduiiibre, es la ii~iaiiifestacióii iiiis coiiiúii dc la presencia del locutor cii la eiiiiiiciacióii. hasta ticiic iiistruiiieii- tos específicos que la esprcsaii o iiiiplicaii, las palabras sí !. IZO

que asertaii positiva o iicgatiraiiiciitc uiia proposici0ii. La iicga- ción coiiio operacióii lógica es iiidcpeiidieiitc de la eiiiiiiciacióii. tiene su forma propia en fraiiris, quc es iie. . . pus. Pero la par- tícula asertiva no, sustituto de iiiia proposición, se clasifica conio la partícula sí, cuyo cstatiito coiiiparte. eiitrc las fori~ias que participan de la enuiiciacióii.

Más ampliamente aun, si bien de iiiaiiera iiienos categori- zable, se disponen aqiii toda siicrte de iiiodalidades forn~ales.

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unas pertenecientes a los verbos coiiio los "niodos" (optativo, subjuiitivo) que enuncian actitudes del enunciador hacia lo que enuncia (espera, deseo, aprensión), las otras a la fraseolo- gía ("quizá", "sin duda", "probablemente") y que indican iii- certidumbre, posibilidad, indecisión, etc., o, deliberadaniente, denegación de ascrcióii.

'LO que en general caracteriza a la enunciación es la acentuación de la relación discursiva al interlocutor, ya sea este real o ima- ginado, individual o colectivo. ,

Esta característica plantea por necesidad lo que puede lla- marse el cuadro figurativo de la eiiunciación. Como forma de discurso, la enunciación plantea dos "figuras" igualmente ne- cesarias, fuente la una, la otra meta de la enuuciacióu. Es la estructura del diálogo. Dos figuras en posición de interlocutores son alternativamente protagonistas de la enunciación. Este mar- co es dado necesariamente con la definición de la enunciación.

Podría objetarse que puede haber diálogo fuera de la enuncia- ción o enunciación sin diálogo. Deben ser examinados los dos casos.

En la justa verbal practicada por diferentes pueblos, y de la cual es una variedad típica el hmn-teny de los Merina, no se trata en realidad ni de diálogo ni de enunciación. Ninguna de las partes se enuncia: todo consiste en proverbios citados y en contraproverbios contracitados. No hay una sola referencia explícita al objeto del debate. Aquel de los dos competidores que dispone de mayor provisión de proverbios, o que los em- plea más diestramente, con mayor malicia, del modo más im- previsible, sale ganando y es proclamado vencedor. Este juego no tiene más que las apariencias de un diálogo.

A la inversa, el "monólogo" procede por cierto de la enun- ciación. Debe ser planteado, pese a la apariencia, como una va- riedad del diálogo, estructura fundamental. El "monólogo" es un diálogo interiorizado, formulado en "lenguaje interior", entre un yo locutor y un yo que escucha. A veces el yo locutor es el único que habla; el yo que escucha sigue presente, no obs- tante; su presencia es necesaria y suficiente para tomar signifi- cante la enunciación del yo locutor. En ocasiones tambikn el

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yo que escucha interviene con una objeción, una pregunta, una duda, un insulto. La forma lingüística que adopta esta interven- ción difiere según los idiomas, pero es siempre una forma 'lper- sonal". Ora el yo que escucha se pone en el lugar del yo locutor y se enuncia pues como "primera persona"; así en espaiíol, donde el "monólogo" será cortado por observaciones o injun- ciones como: "No, soy tonto, olvidé decirle que. . ." Ora el yo que escucha interpela en "segunda persona" al yo locutor: "No, no hubieras debido decirle que. . . " Habría que establecer una interesante tipología de estas relaciones; en algunas lenguas se vería predoiiiiiiar el yo oyente como sustituto del 'locutor, po- niéndose a su vez como yo (francés, inglés), o en otras dán- dose por interlocutor del diálogo y empleando tú (aleiiián, ruso). Esta trasposición del diálogo a "monólogo" doiidc itco ora se escinde en dos, ora asuii~e dos papeles, se presta a figiira- ciones o trasposiciones psicodraináticas: conflictos del "yo profundo" y de la "concieiicia", dcsdo,blamientos provocados por la "inspiración", etc. Suiiiiiiistra la oportunidad el aparato lingüístico de la enunciacióii sciirrcflcuiva que coniprciidc iin juego de oposiciones del proiioiiihrc v del aiitóiiiiiio (cii fraiic6s jelmel moi)?

Estas situaciones pedirían una dcscripciOii cloblc, dc fornia lingüística y de condición figiirativa. Sc contenta uiio demasia- do fácilmente con invocar la frcciiciicia y la utilidad prácticas de la comunicación entre los individuos para admitir la situa- ción de diálogo como resultaiitc de una necesidad y prescindir de analizar sus múltiples variedades. Una de ellas se presenta en una condición social de lo más trivial en apariencia, de las menos conocidas en verdad. B. Malinowski la ha señalado con el nombre de comunidn fática, calificándola así como fenóme- no psicosocial de funcionamiento lingüístico. Trazó su confi- guración partiendo del papel que tiene el lenguaje. Es un pro- ceso donde el discurso, con la forma de un diálogo, funda una aportación entre los individuos. Vale la pena citar algunos pasa- jes de este análisis: =

' Ver un articulo del BSL, 60 (1965). fasc. 1. pp. 71ss. Traducimos algunos pasaje del articulo de B. Malinowski publicado cn Ogdrn y

Richafd9, The Meaning of Meaning. 1923. pp. 313%.

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90 LA COMUNICACI~N

El caso del lenguaje empleado en relaciones sociales libres, sin meta, merece una consideración especial. Cuando se sienta gente alrededor de la hoguera del pueblo después de concluir su faena cotidiana o cuan- do charlan para descansar del trabajo, o cuando acompaíian un trabajo simplemente manual con un chachareo que no tiene que ver con lo que hacen, es claro que estamos ante otra manera de emplear la lengua, con atro tipo de función del discurso. Aquí la lengua no depende de lo que pasa en el momento, hasta parece privada de todo contexto ~ituacional. El sentido de cada enunciado no puede ser vinculado al comportamiento del locutor o del oyente, a la intención de lo que hacen. ,

Una simple frase de cortesía, enipleada tanto en las tribus salvajes como en un salón europeo, cumple con una función para la cual el sen- tido de sus palabras es casi del todo indiferente. Preguntas sobre el es- tado de salud, observaciones sobre el tiempo, afirmación de un estado de cosas absolutamente evidente, todas estas cosas son intercaiilbiadas no para informar, no en este caso para ligar a personas en acción, tam- poco, de fijo, para expresar un pensamiento.. .

Es indudable que estamos ante un nuevo tipo de empleo de la len- gua -que, empujado por el demonio de la invención terminológica, siento la tentación de llamar comunión fática, un tipo de discurso en el cual los *exos de unión son creados por un simple intercambio de palabras.. . Las palabras en la comunión fática json em leadas prin- cipalmente para trasmitir una significación que es simbóqicamente la suya? No, de scguro. Desempefian una función social y es su principal meta, pero no son resultado de una reflexión intelectual y no suscitan por necesidad una reflexión en el oyente. Una vez más podremos decir que la lengua no funciona aquí como un medio d e trasmisión del pen- samiento.

Pero ¿podemos considerarla como un modo de acción? ¿Y en qué relación está con nuestro concepto decisivo dc contexto de situación? Es evidente quc la situación exterior no intenrieiic dircctaiiiciitc en la técnica de la palabra. Pero ¿qué se puedc considerar coiiio situación cuaiido un grupo de gcutc charla sin nieta? Consiste sciicillaiiiciitc en esta atmósfera de sociabilidad y en cl Iieclio de la coiiiuiiiói~ pcrsoiial de esa gente. Mas ésta es de hecho coiisuiiiada por la palabra, y la situa- ción en todos los casos cs creada por cl iiitercaiiibio dc palabras, por los sentimientos específicos que forniaii la gregaridad coiivivial, por el vaivén de los decires que constituyen el cliacoteo ordinario. La situa- ción entera consiste en acontecimici~tos lingüisticos. Cada enunciación es un acto que apunta directamente a ligar el oyente al locutor por el nexo de algún sentimiento, social o de otro género. Una vez más el len- guaje en esta función no se nos manifiesta como un instmmento dc reflexión sino como un modo de acción.

Estamos aquí en las lindes del "diálogo". Una relación per-

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sonal creada, sostenida, por una forma convencional de enun- ciación que vuelve sobre sí misma, se satisface con su logro, sin cargar con objeto, ni con meta, ni con mensaje, pura enuncia- ción de palabras convenidas, repetida por cada enunciador. El análisis formal de esta forma de intercambio lingüístico está por hacer?

En el contexto de la enunciación habría que estudiar otras muchas cosas. Habría que considerar los cambios léxicos que la enunciación determina, la fraseología que es la marca fre- cuente, acaso necesaria, de la "oralidad". También habría que distinguir la enunciación hablada de la enuiicia'ción escrita. Esta se mueve en dos planos: el escritor se enuncia escribien- do y, dentro de su escritura, hace que se enuncien individuos. Se abren vastas perspectivas al análisis de las formas comple- jas del discurso, a partir del marco formal aquí esbozado.

' S610 ha sido objeto de unas cuantas refneneias, por ejemplo en Grace de laguna. Spccch, 11s Fuitctioii and Developnient. 1927, p. 244n.; R. Jakobson, Esuir de lin. gi i i r l iq t~e g<iirrale, t r x l de N. Riiret. 19h3, p. 217.

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111. FSTRUCTURAS Y ANALISIS

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6. ESTRUCTURA DE LA LENGUA Y ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD '

Señoras y señores, voy a tratar un tema que conduce ora a enun- ciar la evidencia, ora a plantearse una contradicción. Se trata en efecto de examinar las relaciones entre dos grandes entida- des, que son respectivamente la lengua y la sociedad.

El lenguaje es para el hombre un medio, de hecho el solo me- dio, de llegar al otro hombre de trasmitirle y recibir de él un mensaje. Por consiguiente el lenguaje pone y supone al otro. Inmediatamente, la sociedad es dada con el lenguaje. La socie- dad, a su v a , s61o se mantiene por el uso común de signos de comunicación. Inmediatamente, el lenguaje es dado con la so- ciedad. Así cada una de estas dos entidades, lenguaje y socie dad, implica la otra. Parecería que se pudiera y aiin que se de- biera estudiarlas juntas, descubrirlas juntas, ya que juntas na- cieron. Parecería también que se pudiera y aun se debiera hallar entre la una y la otra, entre la lengua y la sociedad, correlacio- nes precisas y constnntks, puesto que la una y la otra han nacido de la misma necesidad.

Ahora bien, todos los que más de una vez, y aun recientemen- te, han estudiado esas relaciones son llevados a fin de cuentas a concluir que no se descubre en realidad ninguna relación, entre la lengua y la sociedak que revelara una analogía entre sus estructuras respectivas. Esto es bien sabido e inmediatamen- te aparente. Verificamos, en efecto, recomendo el mundo con una ojeada inicial, que lenguas de estructuras comparables sir- ven a sociedades muy diferentes entre sí. Este hecho resulta en particular de lo que se llama la extensión de las lenguas comu- nes, del hecho de que una lengua sea adoptada por sociedades de estructuras diferentes que no son en principio destruidas o modificadas como tales. Se ve asimismo en la historia que len- guas, por el contrario, muy alejadas unas de otras por su tipo

' Linguaggi nclb so«'etd e ndh tecniea (Convegna intemionale Olivetti. Milán. 14-17 de odubic de 1968), Miihn, Ediiioni di Cornunitl, 1970, pp. 459-469.

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96 ESTRUCTURAS Y AN~LISIS

viven y se desarrollan en sociedades que comparten el mismo régimen social. Basta con abrir los ojos hoy y ver, por ejemplo, la situación mutua en que se hallan en la mitad oriental de Europa, donde vemos lenguas eslavas, finougrias, germánicas o romances servir de órganos a sociedades que tienen esencialmen- te la misma estructura.

Si abordamos la evolución histórica, se ve también que len- gua y sociedad evolucionan por separado. Una misma lengua se mantiene estable a través de los vuelc6s sociales más pro- fundos. Desde 1917 la sociedad rusa ha sufrido una profunda modificación estructural -es lo menos que puede decirse-, pero no ha sucedido nada comparable a la estructura de la len- gua rusa.

De estas observaciones tantas veces repetidas nace ese senti- miento que a menudo ha sido expresado, entre lingüistas y an- tropólogos, de que la sociedad y la cultura inherente a la socie- dad son independientes de la lengua.

Un hombre que conocía los dos aspectos de estas realidades, Sapir, afirmó que en no importa qué nivel de la cultura se en- cuentran tipos de lenguas simples y complejos con número in- finito de variedades, y que vistas las cosas desde aquí no hay diferencia, por tratarse de la misma lengua, entre un porquero macedonio y Platón. Debiera pues concluirse que lengua y so- ciedad no son isomorfas, que su estructura no coincide, que sus variaciones son independientes, y limitarse a hacer constar esta discordancia.

Pero otros autores afirman, y es no menos evidente, que la lengua es -como dicen- el espejo de la sociedad, que refleja la estructura social en sus particularidades y sus variaciones y que es incluso por excelencia el índice de los cambios que se operan en la sociedad y en esa expresión privilegiada de la so- ciedad que se llama la cultura. Imposible conciliar estos puii- tos de vista. Muestran en todo caso que el problema anda lejos de ser sencillo, y es en efecto el problema esencial de la situa- ción de la lengua en la sociedad; muestran también que la ma- nera como ha sido debatido este problema hasta la fecha no nos acerca en lo más mínimo a la :olución.

En realidad, tenemos aquí nociones inmensas, cuyas comple- jidades no han acabado de ser exploradas -la lengua y la so-

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ciedad rcspccti\~anieiitc. La idea de buscar entre cstas dos ciiti- dadcs relaciones unívocas que harían corresponder tal cstruc- tura social a tal estructura lingiiística parece denunciar iiiia vi- sión niuy siniplista de las cosas. Por supuesto, son niagiiitudes no isoniorfas; se ve sin niás cii la diferencia que las separa en sil orgaiiizacióii estructural.

La base dc la cstriictura liiigiiística cstii coiiipucsta dc unida- des distintivas, y talcs uiiidadcs sc definen por cuatro caractc- res: son uiiidadcs discretas, son finitas cii núiiicro, so11 combi- iiablcs y cstáii jcrarquizadas.

La cstriict~ira dc la socicdad no pucdc scr rcducida a cstc cs- queiiia, su iiaturalcza cs cloblc. Hay por uiia partc u11 sisteiiia rclacioiial, qiic se Ilaiiia cl sistciiia dcl parciitcsco; por otra, otro sistciiia dc rclacióii, dc división, cl sistciiia dc las clases sociales dispuesto por las fiiiicioiics dc prodiiccióii. Aliora, ni los iiidi- vidiios iii los grupos variados dc iiidividuos pucdeii traspoiicrsc a iiiiidadcs o grupos de unidades coiiiparables a las de la Icii- gua. Se Iiabla a iiiciiiido dc la faniiliacoiiio dc la célula social. Es iiiia iiictifora qiic no dcbc disfrazar cl fondo dc las cosas. La socicdad no consiste en un agregado de sciiicjantcs células, nii agregado dc faiiiilias. v coiij~iiitos de faiiiilias no tienen la iiiciior aiialogfa coii los agriil>aiiiieiitos dc las uiiidadcs sigiiifi- caiitcs cii la Iciigiia.

IIay qiic verificar. cntonccs. que no Iiay corrcspoiidciicia iii de iiatiiralcza iii dc cstriictiira ciitrc los clc~iiciitos constitiiti- \.os de la Iciigiia y los clciiiciitos coiistitiitivos dc la socicdad. l'cro cii realidad cs Cstc iiii piinto dc vista algo suiiiario, que Iiay qiic superar. IIay qiic adquirir coiiciciicia de las iiiiplicacio- iics qiic acarrcaii las iiocioiics dc Icngiia y, dc socicdad cuando se ~ > O I I C uno a coiiipaGirIas Así. liay quc sciialar Y corrcgir iiiia coiifiisióii qiic es coiiictida ciitrc dos accpcioiics del tCriiiiiio !$iigiia Y del tCriiiiiio socicdad, rcspcctivaiiiciitc.

Eski, por iiiia partc. la socicdad coiiio dato ciiipírico. IiistO- rico. Sc Iial~la dc la socicdad cliiiia, de la socicdad fraiiccsa. clc 1;i socicdacl asiri;~; está por otra partc la socicdad coiiio coiccti- \.¡dad Iiiiiiiaiia. fiiiiclatiiciito !. coiidiciOii previa dc la csistcii- ci;i de los Iioiiil>rcs. Lo iiiisiiio, está la Iciiglia coiiio idioiiia ciii- ,>¡rico. IiistOrico. 12 Iciigiia cliiiia, la Iciigua fraiiccsa, la Iciigua

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i ~ i r i a ; v csti la lciigiia coiiio sisteiiia de foriiias sigiiificaiitcs. co i id i c~ i i priiiiera de la coiiiiiiiicaci<iii.

Operaiido esta distiiiciíiii iiiicial. se scparaii cii cada uiia de las dris eiitidiidcs dos iiiveles, iiiio Iiistiirico, el otro fiiiidaiiieiital. Se sd\.icrtc ciitoiiccs que cl problciiia de las relacioiics posibles ciitre la Iciigiia y la sociedad se plaiitea eii cada uiio de estos cI«s iiivelcs, de suerte qiic piiedeii adiiiitirsc, piies. dos respiiestas <lifereiitcs. Ilciiios visto quc. ciitrc iiiia Iciigiia Iiistórica v uii'i iocicclad Iiistórica iio sc pucdc plaiitcar correlacióii coii sigilo (1c iicccsidad; pcro cii el iiivel fiiiidaiiieiital podeiiios advertir cii el acto lioiiiologias. Alguiios caracteres soii coniunes a uiia ! a citr;i. a la leiigua v a la sociedad -repito- eii ese iií\.el. Leii- giia 7 sociedad soii para los Iioriibrcs realidades iiicoiiscieiitcs, iiiia !- otra represeiitaii la iiaturaleza. por así decirlo, cl iiicdio iiatnral v la espresión iiatural, que iio puede11 coiicehirsc de otro iiiodo qiic coiiio soii y que iio piiedeii iiiiagiiiarse ausciites. Lo ~i i io v lo otro soii sieiiiprc Iicredados y iio es iiiiagiiiablc, i i i

cii el ejc.rcicio de la leiigua iii en la práctica de la socicclad, eii cstc iiivcl fuiidaiiiciital, que iii lo 11110 iii lo otro liayaii tciiido coiiiiciizo. Ni lo 11110 11; lo otro piiedeii caiiibiarse por voluiita<l de los Iioiiibres. Lo que los Iioiiibres veii caiiibiar, lo qiic piic- dcii caiiibiar. lo que cfecti~,aiiicnte caiiibian a lo largo clc 1'1 iiistoria. soii las iiistitucioiies, a reces la foriiia entera de oii~i \ocicdad particiilar. pero iio. iiuiica, cl principio dc la socicdad qiic cs el soportc y la coiidicióii de la vida colectiva c iiidi\,i- diial. Igiialiiiente, lo qiic caiiibia eii la leiigiia, lo que los Iioiii- Ixes pucdeii caiiibiar, soii las dcsigiiacioiies, qiic se iiiiiltiplicaii. <pie sc eciiiplazaii !- que sieiiil~re soii coiisciciites, pcro jaiiiás e! istciiia fuiidaiiiciital de la lciigua. Es eliie si la dirersificaci611 criiistaiitc y crcciciitc de las actividades sociales, de las iicccsi- clsclcs, de las iiocioiics, exige <Icsigiiacioiics sieiiil>rc iiiicvas, cs ~>rcciso qiic, de rccliazo, I i a p uiia fucrza oiiivcrsal qiic cqiiili. hrc. I'or eiiciiiia de las clases, por ciiciiiia dc los griipos Y de las ;icti\.idadcs ~,articiilarizadas, rciiia iiii podcr c«licsi\ri cliic liac:: iiiia coiiiiiiiiclad de iiii agregado de iiidi\.idiios \ que crea 1;i

~xisiil>ilidad iiiisiiia de I;i prodiicci611 y <Ic 1s siil>sistciici;i colccti~ i ; i . Irstc podcr es 1;i Iciigii::. v s0lo 1s 1ciigii;i. I'or eso 1;i Iciigii:: r~~ircsciitii I I I I ; I l>cri~~:i~ici~ciii e:i e1 SCIIO de li i s~cicclild OIIC ci~iii. !>i,i, I I I I ; ~ coii\t;iiici;i qiic ligii las ;~c t i~ i c l~ i c l c~ \iciiiprc < I i \~c r~ i f i c ,~~

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das. Es una identidad a través de las difcreiicias iiidividualcs. Y de allí procede la doble naturaleza profiindaiiiente paradóji- ca de la Iciigua, a la vez inniaiientc al individiio p trascendente a la sociedad. Esta dualidad rcaparccc cii todas las propicda- des del leiiguajc. f

Y eiitoiiccs jcóiiio podciiios plaiitciir la rclacióii ciitrc Iciigua v sociedad a fiii de aclarar por el aiiálisis de la una (la leiigua) bl aiiálisis de la otra (la socicdad)? Esta rclacióii no scrá iiiia corrclacióii estriictural, puesto qiic hciiios visto que la orgaiii- ración de los Iioiiibres no cs coniparable a la de la leiigua. No scrá tipológica; el tipo de la Iciigua, iiioiiosilábica, polisilábica, toiial o iiiorfológica, iio i i if lu~c eii absoluto sobre la iiaturaleza específica de la sociedad. ~ ~ i i i p o c o scri liistórica o genética, porque iio haceiiios depeiidcr el iiaciiiiiciito dc la tina del iia- ciniiento de la otra. La lengua nace y se desarrolla en el seno de la coiiiuiiidad Iiuiiiaiia, se elabora por el iiiisiiio proceso que la sociedad, por el esfucrzo de producir los iiiedios de s~ibsis- tencia, de trasforiiiar la naturaleza y de iiiultiplicar los instru iiiciitos.

Es cii cste trabajo colcctivo y por este trabajo colccti\~o coiiio la leiigua se difcrciicia, acrcciciitn su eficiencia, lo iiiisiiio que la socicdad se diferencia en sus actividades materiales c iiite- Icctiiales. Coiisideramos aquí la lengua solaiiiciite conio inedia de aiiálisis de la sociedad. Con este fin las plaiiteareiiios eii sin- cronía v cii una rclacióii seiiiiológica, la relación eiitrc iiitcrprc- taiitc C interpretado. Y foriiiularenios estas dos proposicioiics coiijuiitas: priiiiero, la lengua cs el interprctaiitc de la socie- dad; scgiiiido, la Ieiigiia coiitieiie la socicdad.

La jiistificacióii de la priiiiera proposicióii -la Iciigua coiiio iiitcrprctaiitc de la socicdad- cs dada por la scguiida -la Icii- giia coiiticiic la socicdad. Esto se \,crificn dc dos iiiaiicras: pri- iiicro, ciiipíricainciitc, yor cl Iieclio dc qiic piicda aislarsc la Icii. gaa, estudiarla v describirla por si iiiisiiia siii rcfcrirsc a sil ciii- p ~ c o cii la socicdad. ni a sus viiiciilos coi1 las iioriiias y rcprcscii- tacioiics sociales qiic foriiiaii la ciiltiira. Eii tanto quc es iiiipo- siblc dcscribir la socicdad. dcscrihir la ciiltura fiicra dc sus c.;- ~>rcsioiics liiigiiísticas. Eii cstc sciitido la Iciigiia iiiclii!-e la so- cicdad. iiias lio es iiicliiida por clla.

Kii scgiiiiclo 1iig:ir. 1- \.olvcrL: dentro de 1111 iiioiiiciito a cstc

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1 O0 i;s 1 KII<:I 1IXAs Y N:\I .ISIS

punto, la Iciigua suiiiiiiistra la base constante y necesaria de la diferenciación entre el iiidii,idiio Y la socicdad. Digo la leiigua misma, sieiiiprc y iiecesarianieiitc.

Considerenios pues que la Iciigua interprete la socicdad. La sociedad se liacc sigiiificaiitc cri la lcngoa y por ella, la socie- dad es lo interpretado por cscclciicia dc la Iciigua.

Para que la leiigiia pucda dcsciiipciiar este papcl de iiitcrpre- tante que cs, priiiicro r desde el punto de lista del todo literal, hacer existir lo interpretado Y trasforiiiarlo ci: iiocióii iiitcli- gible, la Iciigua dcbc satisface; dos coiidicioiies con rcspccto a la socicdad. Coiiio esta socicdad cs iiaturalcza liuiiiaiia fijada en institucioiics y iiiodclada por la técnica. por las coiidicioiies de la prodiiccióii, la socicdad está eii coiidicioiics de difcrcii- ciarse o ci~olocioiiar coiistaiiteiiicnte. pa despacio, pa iiiuy de prisa. Pero el iiitcrprctantc no debe caiiibiar coiiio tal, sin dejar de ser capaz de registrar, de designar y aun de orientar los caiii- bios que ociirrcii eii el interpretado. He aquí iiiia condición de seniiología general. Un principio seiiiiológico qiic quisiera plaii- tear es que dos sistciiias sciiiióticos no pueden coexistir cii condición de hoiiiología si tieiieii diferente iiaturalcza; iiii piic- den ser iiiutuanicntc iiiterprctarites el iiiio del otro, ni ser coii- vertibles el uno en el otro. 'Tal es en efecto la situacióii clc la lengua con rcspccto a la socicdad; la Iciigui pucdc acoger Y clc- iioniinar todas las novedades qcic la irida social !, las coiidicioiics técnicas prodiizcan, pero niiigiiiio de esos caiiibios rcaccioiia dircctaiiiciitc sobre su propia estructura. Fuera de los caiiil>ios violentos, producidos por las giicrras, las coiiquistas. el sistciiia dc la leiigua sólo canibia iiiiiy Icntaiiiciitc, y hajo la prcsi6ii dc iicccsidades internas. de suerte que -es iiiia coiiclicióii qiic Iiay que subrayar- cii las condicioiics de vida iioriiial los lioiii- brcs que hablan no son iiuiica testigos del caiiihio liiigiiístico. Sólo se advierte retrospectivaiiieiite, al cabo de varias gciicracio- iies, y por coiisiguieiite sólo cii las socicdaclcs qiic conservan los testiiiioiiios de los estados lingiiísticos niis aiitiguos, las socieda- des dotadas de escritura.

Ahora, ¿qué es lo qiic asigna a la leiigiia esta posición de in- terpretante? Es que la Iciigiia es -coino se sabe- el instru- mento de coniuiiicaci6ii qiic es y debe ser conn'in a todos los niien~bros de la sociedad. Si la Iciigiia cs un instruiiiento de co-

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iiiuiiicacióii o cl iiistruiiiciito iiiisiiio de la coiiiuiiicacióii, es qiie esti iiivcstida dc propiedades scriiáiiticas !. que funciona coiiio uiia iiiáquiiia de producir sentido. eii virtud de su estruc- tura iiiisiiia. Y aquí cstaiiios eii el corazóii del problema. La len- oiia periiiitc la prodiiccióii indefinida de iiiensajes en variedades e iliiiiitadas. Esta propiedad única procede de la estructura de la Iciigua que está conipiicsta de signos, de unidades de sentido, nuiiieiosas, pero eii iiíiiiicro siempre finito, que ingresan en coi~ibiiiacioiies regidas por un código y que permiten. u11 núme- ro de enunciaciones que va iiiás allá de todo cálculo, y que por fuerza Ip deja más y iiiás atrás, ya que el efectivo de los signos sieiiipre va acreceiitándose y que las posibilidades de utiliza- ción de los signos y de coiiibinaciones de dichos sigiios aumeii- tan en consecuencia.

Hay pues dos propiedades inherentes a la lengua, en su nivel iiiás profuiido. Está la propiedad que es constitutiva de su na- turaleza, estar formada de unidades sigiiificantes, y está la pro- piedad coiistitutiva de su empleo -poder disponer tales signos de una iiianera significante. Son dos propiedades que hay que tener aparte, que gobiernan dos análisis diferentes y que se or- ganizan en dos estructuras particulares. Entre estas dos propie- dades es establecido el nexo por uiia propiedad más, tereera. Heiiios dicho que hay por una parte unidades significantes, en segundo lugar la capácidad de disponer estos signos de manera significante, y en tercero, diremos, está la propiedad sintag- mática, la de coiiibinarlos con ciertas reglas de consecución y solamente de esta iiiaiiera. Nada puede ser comprendido, hay que convencerse de ello, que no haya sido reducido a la lengua. De-ahí que la lengua sea por necesidad el instrumento propio para describir, conceptualizar, interpretar tanto la natu- raleza como la experiencia, y así ese compuesto de naturaleza y experiencia que se llama sociedad. Es gracias a este poder de trasmutación de la experiencia en signos y de reducción catego- rial como la lengua puede tomar por obieto no importa qué orden de datos y hasta su propia naturaleza. Hay una metalen- gua, no hay metasociedad.

La lengua rodea por todas partes a la sociedad y la rontiene en su aparato conceptual, pero al mismo tiempo, en virtud de un poder distinto, configura la sociedad instaurando lo que

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1 O! IISI ni,<:, OHAS \ A N I I . I S I S

podria dcnoiiiiiiarsc sciiiaiitisnio social. Es csta partc dc la Iciigua la que Iia sido estudiada iiiás a iiicnudo. Coiisistc cii cfccto. sobrc todo iiias iio cxcliisivaiiiciite, cii desigiiacioiies, cii licclios de vocabiilario. El vocabiilario proporciona aquí uria niatcria iiiuv abiiiidaiitc doiidc abrcvaii a diestra y'siiiicstra los historiadores de la socicdad v la cultura. El vocabiilario coiiscrva testiiiioiiios iiisustitiiiblcs acerca de las fornias y las fascs dc la orgaiiizaci<iii social, sobrc los rcgíiiieiies políticos, sobre los iiiodos dc prodiiccióii qoc Iiaii sido ciiiplcados sucesiva o siiiiul- táncaiiiciitc, ctc. Coiiio es el aspccto iiicjor estudiado de la rela- ción eiitrc la lciigiia y la sociedad. de la lciigua coiiio conjunto y coiiio sistciiia dc dcsigiiacioiics, por coiisiguicntc constaiitc, eoiistaiitciiiciitc rciiovada, aiiipliada, iio iiisistirciiios iiiás. Nos liiiiitaiiios .a rccalcar algiiiios rasgos de esta facultad sciiián- tica.

Los testiiiioiiios que la leiigua ciitrega desdc este punto dc vista no adquicrcii su cabal prccio iiiás que si estin ligados cntrc sí y coordiiiados coi1 sil icfcreiicia. Hay ahí uii niccanismo coiiiplejo cuyas ciiscíiaiizas dqbcii ser iiiterpretadas coi1 prii- dencia. El estado de la socicdad eii uiia época dada iiunca apa- rece reflejado en las desigiiacioiies que ella usa, pues las desig- naciones puede11 subsistir iiiuchas vcccs luego que los rcferen- tes, las realidades dcsigiiadas Iiaii cambiado. Es uii hecho dc experiencia freciieiitc y quc sc vcrifica sin ccsar, y los iiiejores cjeniplos son precisamente el tériiiiiio "lciigua" y el térmirio "sociedad" que utilizamos en este iiioiiiciito, a cada instante. La diversidad de las referencias que pueden darse a uno y otro dc estos dos términos es testimonio precisaiiiciite dc ello, y la condición del enipleo que debeiiios hacer de las foriiias. Lo quc se Ilaiiia poliseinia resulta de csta capacidad qiic poscc la leii- gua de subsumir eii uii tériiiiiio coiistaiite iiria grari varicdad de tipos y con ello de adinitir la variación dc la rcfercncia cn la estabilidad de la significación.

En tercer lugar, para. pasar a una consideración un poco difc- rente, pero en la que conviene insistir más particularmciite hoy, cada quien habla a partir de sí. En cl caso de cada hablante, cl hablar emana de sí y a sí retorna, cada quien se determiiia coiiio sujeto con respecto al otro o a los otros. No obstante, y qiiizás a causa de ello, la lciigua que cs así la eiiianacióii irrc-

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ductiblc del si iiiis i>rofiindo eii cada iiidividiio es al iiiisiiio tieiiipo una realidad supraiiidiridiial r coexteiisira con la colcc~ tividad entera. Es esta coiiicideiicia entre la leiigua coiiio rcali~ dad objetivable, supraiiidi\~idoaI, v la produccióii iiidi~ldual dcl Iiablar, lo gue sustenta la situaci&ii paradójica de la lepgua coi1 respecto a la sociedad. En efecto, la leiigua siiiiiinistra ;iI Ii;i- blaiite la estructura foriiial básica, que periiiitc el ejercicio de la palabra. Proporciona el instruiiieiito liiigiiístico que asegii~ ra el doble fuiicioiianiieiito, siibietivo v refereiicial. del disciir- so: es la distinción indispensablk, sicnipre presente en iio iiii~ porta qué lengua, en no importa qué sociedad o época, eiitrc el yo y el iio yo, operada por índices especiales que so11 coiistaiitcs e11 la lengua y que sólo sirve11 para esto, las foriiias que eii gra- iiiática se Ilamaii pronoiiibres, que realizan uiia doble oposi. cióii, la oposición entre el "yo" y el "tú" y la oposicióii del sis- tenia "yo/tú" a "él".

La priiiiera, la oposicií~ii "yo/tú". es iiiia estructura de nlocii- cióii personal quc cs excliisivaiiieiitc iiiterliuiiiaiia. IIa de ser tiii código especial, religioso o poético, el qric :iiitoricc para eiiiplear esta oposicióii fiicra del iiiedio Iiiiiiiaiio.

La seguiida oposicióii, la de "yo-tú/él". que opoiic 1;) l>ersoii.i a la iio persona, efectiia la opcracióii de la rcferciici;i r fiiiid:~ la posibilidad del discurso eii algiiiia cosa, eii el iiiuiidb. eii Iii

que iio es la alocucióii. Aquí teiiciiios cl fuiidaiiiciito scibrc rl cual descansa el doble sisteiiia rclacioiial de 1;i lciigiia.

Aparece ahora uiia iiue\.;i coiifiguraciiiii de la lciigiia qric \c agrega a las otras dos que Iic analizado suiiiariaiiiciitc: cs 1;i i i i -

clusióii del hablante eii sil discurso, la coiisideracii>ii pr:igiii;iti- ca qiic plantea a la persona en la sociedad eii taiito qiie partici pante y que despliega una red coiiipleja de relaciones espiicio- teniporales que determiiian los iiiodos de enuiiciacióii.

Esta rcz el hombre se sitiia y se iiicliiye con respecto a la so^

ciedad ; a la iiaturaleza, v sc sitiia iiecesariaiiieiitc cii iiiia clase de autoridad o uiia clase de producción. Eii efecto, la Iciigua es considerada aquí en taiito que práctica Iiuiiiaiia, revela el iisci particular que los grupos o clases de Iioiiibrcs Iiaceii ae la Icii- gua r las diferenciaciones rcsiiltaiites en cl interior dc la Icii~ giia coiiiíin.

Podría describir este ieiióiiieiio coiiio tina ;ipropi;icii~ii p ~ i ~

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104 i : s iu i i<:~i i~uns Y AN.~ \ I . IS IS

grupos o clascs dcl aparato de dciiotacióii que cs coiiiíiii a todos. Cada clase social se apropia dc los tériiiiiios generales, les atri- buyc rcfcreiicias espccíficas v los adapta así a so propia csfcra dc iiitcrils v a nieliudo los cDiisicrte cii base de dcrivacióii nuc- va. h sil vcz cstos tériiiinos. cargados dc valores nuevos, ingresan cii la Iciigua coiníni cii la quc iiitroduceii las diferericiacio~ics I6sicas. Podría cstiidiarsc este proceso cuaiiiiiiando cierto níi- iiicro de vocabularios cspccializados, pero que llevan en sí niis- iiios su rcfercncia, quc coiistitiiycii uii universo particular rc- latit.aiiiciitc coordiiiado. Tal podria ser por ejemplo -pero no tciigo ticiiipo de desarrollarlo- el análisis de ciertos vocabula- rios dc clascs cspccíficas. coiiio el vocabulario de lo sagrado cii la Iciigoa dc los poiitíficcs romanos. Tomo a propósito una Iciigiia ficil dc aiializar y 1111 vocabulario bastante abundante, cloiidc piidiera hallarse a la vez todo un repertorio de términos cspccíficos y taiiibién de las maneras específicas de disponerlo, 1111 cstilo -en una palabra, los caracteres de una toma dc poscsióii de la lengua común, realizada cargándola de no- cioiics, de valores nuevos.

Podría verificarse así en un modelo reducido el papel de la lciigua cii el interior de la sociedad en la medida en que esta lengua cs expresión de ciertos grupos profesionales especializa- dos, para quienes su universo es el universo por excelencia. Dis- tinguiendo, como henios tratado de hacerlo, los diferentes tipos de relaciones que unen la lengua a la sociedad, que son propios para aclararlas a la una por la otra, hemos tenido que ver sobre todo con el mecanismo que permite a la lengua volverse el denominador, el interpretante de las funciones y de las estmc- turas sociales. Pero más allá se entrevén algunas analogías me- nos visibles entre las estructuras profundas, el funcionamiento mismo de la lengua y los principios fundamentales de la activi- dad social. Son comparaciones aún sumarias, homologías vastas cuya teoría debiera ser llevada mucho más adelante a fin de tor- narlas fructíferas, pero las creo necesarias y fundadas. No puedo ofrecer aquí más que una primera aproximación designando tres nociones esenciales.

La lengua puede ser considerada dentro de la sociedad como un sistema productivo:: produce sentido, gracias a su composi- ción que es enteramedte una composición de significación y

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IKSI K I I C X I I K A S 1>1: I A 1.IKNC;llA Y l.,\ S<><:ll..I1Al> 10;

gracias al código qiic coiidicioiia esta disposicióii. Produce taiii- bién, indefiiiidaiiieiitc, eiiuiiciacioiies. gracias a ciertas regias de transforiiiacióii y de expaiisióii foriiiales; crea, pues, foriiias, esquenias de foriiiacióii; crea objetos liiigüísticos que sbn intro- ducidos eii el circuito dc la coniuiiicacióii. La "coinunieacióii" debiera ser entendida en esta expresióii literal de establcciiiiieii- to de coniuiiidad y de trayecto circiilatorio.

Estaiiios eii, el dominio de la ccoiioriiía. Ya Saussure advirtió una aiialogía eiitre ciertas iiocioiies propias de la ecoiioiilía y las que él fundaba, que él enliiiciaba, que él orgaiiizaba por vcz priiiiera eii el proceso de la coiiiuiiicacióii liiigülstica. Seiíaló que la ecoiioniía coi110 la lengiva es 1111 sisteiiia de valores: he aquí otro tériiiino que es fundamental. Es uiia analogía que provocaría largas reflexiones, pero podemos prolongarla en una iioción más, tercera, vinculada al valor, es la noción de inter- cambio, que pudiera asimilarse al intercambio paradigmático. Es sabido que el eje paradigmático de la lengua es el que preci- samente está caracterizado, con respecto al eje sintagmático, por la posibilidad de remplazar un término por otro, una fun- ción por otra en la medida en que precisamente tiene un valor de utilización sintagmática. Con lo cual andamos bien cerca de los caracteres del valor en economía. Saussure comparó la relación salario-trabajo con la relación significante-significado, porque en ambos casos se trata de un valor que está en juego y porque los dos miembros de este binomio tienen naturaleza del todo diferente y se reúnen en una relación arbitraria. No es- toy del todo seguro de que sea el mejor ejemplo ni de que la relación salario-precio, salario-trabajo sea rigurosamente homó- loga a la del significante-significado, pero aquí se trata menos de este ejemplo particular que del principio de la confronta- ción y de la visión resultante acerca de la manera de aplicar determinados criterios, determinadas nociones comunes a la lengua y a la sociedad.

Bastará pues con plantear, con vistas a una elaboración fu- tura, estas tres nociones básicas que proporcionan, sin más, a la reflexión el medio de superar el marco tradicional que pone, una al lado de la otra, la lengua y la sociedad.

He procurado, harto sumariamente, revelar la necesidad y la posibilidad de introducir en la discusión de este vasto tema dis-

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tiiicioiics eseiiciales, tariibiéii de plantear ciitrc la Iciiguii y la sociedad relacioiies que seaii a la vez lcígicas y fuiicioiiales: 16- gicas coiisideraiido sus facultades y su relacióii sigiiificaiites. fiiiicioiiales porqiie aiiibas pueden ser coiisideradas sistciiias prodiictivos, cada uiia segúii su iiaturaleza. Así puede11 salir a rdlftir aiialogías profiiiidas bajo las discordaiicias superficia- les. Es eii la práctica social, coiiio eii cl ejercicio de la leiigoa, eii esta relacióii de coiiiiiiiicacióii iirterli~iiiiaiia. doiidc Iiabri que descubrir los rasgos coiiiuiies de su fuiicioiiaiiiieiito. pues el hoiiibre sigue siendo -y cada vez ii~ás- iin objeto por desco- brir, eii la doble iiaturalcza que el leiiguaje fuiida e iiistau- ra cri 61.

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Gciieralnientc sc entieiide por tipología el estiidio de los tipos liiigüísticos defiiiidos por su estructura geiieral. De csta no- cióii, bastaiitc suiiiaria, surgió la c!asificacióii tradicioiial de las leiigiias eii flexivas, aislaiites. etc.. favorecida eii otro ticiiipo. Parecc iiiás iiistriictivo caracterizar coiiio "tipos" coiijiiiitos iiias liiiiitados, pero iiiejor definidos, cuya iiatoraleza piredc. por lo deiiiis, ser liarto variada, coi1 tal de qiie cii iiiia Iciigua dada exliibaii iiiia p;irticiilaridacl iiotablc. Si la observaciOii iiiicial cs correcta y si dcsliiida las coiidicioiies del fciióiiieiio. coiiducc eii ocasioiies a rccoiiocer el iiiisnio tipo eii uiia lengiia dc cs- tructura iiiiiv diversa, doiide las iiiisiiias coiidicioiies lo Iiaii producido. Fle aqiií iiii cjciiiplo dc estas coiivergeiicias eiitre Ic~igiias difcrciites.

El fraiicts, c u y iiieiiguada aptitud para la coiiiposicióii iiiiii-

ca dcja de ser siibravada. posee. coi1 todo, dos tipos de coiiipiics- tos verbales, ciiteraiiiciitc distiiitos ciitrc sí y iiicrccedores de pareja ateiicióii.

Uiio, el iiiás coiiociclo, es cl tipo porte-iiionnuie, taille-cra- yon, garde-cl~usse. caracterizado por la siiccsióii rcgciitc + rcgi- do o deteriiiinado f dctcriiiiiiaiitc. Siibsiiiiie iiiia coiistruccióii verbal traiisitiva coi1 objcto dirccto. El priiiier iiiieiiibro, que cs cl témiiiio verbal, periiiaiiece iiivariable; cl seguiido sólo, tér- iiiiiio iioiiiinal, está soiiietido a variaciúii dc iiiiiiicro. qiie sc apli- ca de lieclio al coiiil>iicsto eiitcro, cii vista dc que éstc es iio- iiiiiia!.'

Esta clasc de coiiipiicstos l>laiitca uii problciiia foriiial qiic Iia sido discutido a iiiciiiido: jcii:il cs la iiatiiraleza de la foriiia verbal del priiiicr iiiiciiil>ro? Sc diría quc las opiiiioiies sc rc- parteii eiitre dos posibilidadcs liada iiiis: porte-. taille-, . . .

L'llo~i,nie, La llaga, Mautoii & Co. . \'I (19661, ciiudcriii> i i i i i t i . 2. ]>p. 5 ~ 1 2 . No toiiiaiiior eii la i i~ci ior ciietitn rapricliii. iirtogrifici,~ qiic prcicrihcin qiic l>ortc-

iiroiiiiaie sea iiivariahl~, qixc el pliiral de g;rr<lc-li.irrilre ,el gnrdcs-har,¡& o harri6res. y que el pliirrl dc gardc-cate, si de,igiid a i i i i ,i>l<l;i<l<i. re;i g;irrlrs-c<iter, Iicro si se trata <Ic i ~ ~ i ti;ivío, gardc~cdto.

1107l

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108 L:S'IRlI<:IIIKAS Y I\N.<I.ISIS

scria o iin iiiipcrativo o un presente. La priiiiera iiitcrprctaciOii descaiisa sobre todo cii uii argiiiiieiito liistórico y coiiiparativo extraído de la forriiacióii. cii la etapa roiiiaiice, de iioiiibrcs propios como Boileau (fr.), Ba:ilacqua (ita!.). Esto no es liada probatorio para los coiiipiiestos no onoiiiásticos. Eii todo caso, las consideracioiies históricas no ayudan nada aquí; cs eii la es- tructura actual del fraiicés, donde se opone a otros tipos de compuestos, donde estc tipo debc ser defiiiido.

Viendo siiicróiiicaiiiciitc cste tipo de coiiipuestos, el prinier mieiiibro 110 aparece coiiio una foriiia del paradigiiia flexioiial, sino coiiio uii tciiia vcrbal, qiic expresa la iiocióii apartc de cualquier actualizacióii tciiiporal o iiiodal. Así tal iiocióii qiieda planteada cii cstado virtiial, lo cual rcspoiidc a la iiaturaleza de los coiiipuestos: de iiiaiicra general, uii coiiipucsto ticiie por fuiicióii dejar pciidiciitc la actiializacióii iiilicrciitc. a cada 11110

de los dos tériiiiiios toiiiados eii sil ejercicio propio, y trasfcrir- la al coiiipiicsto iiiiitario. Así el tipo garde-chasse traspone a sustaiitivo o a adjetivo iin sintagiiia vcrbo + iioiiibrc.:' Es a partir de la fiincióii prcdicativa del siiitagiiia 'il garde la chasse coiiio cs posiblc foriiiar IIII coiiipucsto garde-chasse, doii- de il garde y la chassc están reducidos a su foriiia virtual garde y chasse. 'i'al es la coiidicióii que Iiace quc cl siiitagiiia vcrbal de fuiicióii predicativa pucda volverse uii coiiipuesto iioiiiiiial de fiiiicióii denotativa. E1 papel de la fiiiicióii prcdicativa cii la géiicsis de csta clase de coiiipiiestos debc ser subravado. La iiiisiiia fiiiicióii cstá siibyaceiitc cn iiiia partc coiisidcrablc de !a dcrivacióii. Volvcreiiios niis aclclaiitc al piiiito.

El segundo tipo de coiiipiiestos verbales cs cl dc i~iaintenir. Contrasta dcsdc todos los puntos dc vista coi1 el precedente: poco abundante, impfoductivo, constituido en plirte por super- vivencias, pese a que algunos de sus representantes sean muy usados. Es muy interesante estudiarlo, sin embargo, porque per- petúa en la lengua -así sea en estado de residuo- no solainen- te un conipuesto verbal como el precedente, sino un verdadero

' La reccibn transitiva del primer miembro sobre el segundo er común a la m i totalidad de estos compuestos. Son muy raras o literarios oquelloi en que el tema de un verbo intransitivo está unido a un adverbio: gag=-ptit, Ic've-tdt, trottc-menu.

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CONV~HCLN<:I , \S ~ I I P O I . ~ C I < : A S 109

verbo contpuesto con flexión coiiipleta: iiiaiiitenir poscc la flc- xión coiiipleta de teiiir o de soutenir. Ahora, un verbo coiiipucs- to es tina rareza, eii general. Eii el tipo lingiiistico iiidoeuropeo iio se coiiocc cjeiiiplo. Doiidc se presenta, es a título de foriiia- cióii sccuiidaria v conio derivado de un coiiipiiesto iioiiiirial: así cii -riego oikodoiiiein, -nomein, -phorein so11 eii realidad b desiioiiiiii:itiros de oikodóiiios, -iioiiiós, -phorós; igualiiieiite go- iiupetein, -kliiieiit vieiieii dc gonupetés, -kliités. Una vez coiisti- tiiido, cl prcseiite griego goiiuklinein, "arrodillarse", sirvió de aiiodelo al tardío geiiiiflectere del latiii eclesiástico, si cs que iio procede directaiiiciite de geiitrflexio (iiiiitado del gr. goiiirkli- síu). al igual qtic cii fraiicés, partieiido de géiiirflexio~i, Alfrcd Jarry' hizo gén~iflécliir. De iiiaiiera que iio Iiav aiitepasado iii

paralelo de iiiia foriiiaci6ii dc coiiipiicsto eii qiie uii verbo cstu- viera deteriiiiiiado por iiii sustaiitivo que lo precediera. S610 iiii preverho es adiiiitido aiitc el verbo. Esto es coiiio dccir que el fraiicés iio coiiocc vcrho coiiipiicsto. es dccir. coiiipiiesto cluc tciiga la foriiia: sustaiiti\,o rcgido + vcrho rcgciitc y flc- xioiiado. Coiiocc s6lo. coiiio se Iia visto, iiii coiiipucsto iioiiii- iiul de ordcii iiivcrso: tciiia verbal rcgciitc + siistaiitivo rcgido.

iC<iiiio sc caractcriz;~ ciitoiiccs cl tipo ~iidiiitei~ir, qiic es de fijo uii vcrho teiiir coiiipiicsto coii el siistaiitivo iiiuiii? Aquí es la rclaciOii siiit.ictica ciitrc los dos iiiiciiihros lo qiic es csl>ccí- fico v distiiiti\.o. Aprcciaiiios cliic iiii siiskiiitivo iiiuiii dctcriiii- iia y prcccdc al verbo teiiir, iiias iio lo Iiacc cii calidad clc objeto clirccto. Muiiitetrir iio es "tciiir la iiiaiii", lo ciial iio teiidría seiitido y coiitradcciría la recci6ii transitiva del verbo iiiuiiite- i~ir , siiio "tciiir uvec la iiiaiii" (de cloiidc "coiisolidar 1111 ohjcto cii sil l>osiiciciii" ) . K1 siistaiitivo ticiic iiiia rclacióii dc iiistruiiieii- to coi1 cl vcrl~o. i\qiii csti el rasgo distiiitivo de esta clase de \verbos coiiipticstos, y se verifica cii todos los vcrl~os clcl tipo niuiiiteiiir cliic cskiii todavia cii iiso. Crcciiios ciiiiiiicrarlos aqiii todos: .l boiilmerser, ch<iiirer, ch~iiitoii~iier. c«lporter. ciilbtite~. maintenir, inaiioeu\'rer. iiiorfoiidre. suiipoiidrer: aparte. cii cs- tado de derivados iioiiiiiialcs: r i i i o i . I ~ I I , ~ ~ i i p i q t ~ e t .

4 Gester ct opinions dii Doctriir I:.iiirtroll. 11. 9 ; : " l> i< i , i i \ r c t i , i <Ic\;iiii Ic I':iii\rc

Pkchcus t'indine devaiit Ics Moiict. giiiitflLcliis <Ici;iiit Irr I>c$;i\ ct !\lbistlrr. ." Cf. Djctionnaire ginéral, 1. p. Xb, 5 203, 21 q<ic ; i i i ; i < l i ~ ~ i c i \ ;iigiitiii. iI.iliir. l..,

inaci6n sólo es coiisiderada en sur aiitcccdctiter latitios.

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110 ):si K I ~ < : I I X K A S v . \N, \ I , ISIS

Uiia docciia dc rcprcsciitaiitcs cii total. qiie rcpasaiiios aliora por scparado, coi1 traducci6ii aiialítica de sus coiiipoiieiites:

Bouleverser cs litcraliiiente "retouriier [sentido primero de ver.~erl cii hoiile".

Chavirer (cf. proveiizal cdpi'irar), "vircr siir le clief; se rc- toliriier tCte en bas".

Chantouriier. "touriier dc cliaiit" (qiic se escribe cquivocada- iiieiite de chaiiip).

Colporter, "portcr (srisl>ciidii) ao coo"; cf. Pasquier: " "les reverideurs de livres, qui les porteiit ii Iciir col par la ville, soiit ;ippelcz. . . colporteiirs".

Culbuter, literaliiiciitc "butcr sur Ic c~il". Maintenir. "teilir avcc la iiiaiii" (para iiiipcdir que caiga

conservar cn su posicióii) . h.laizaeuvrer. "fairc foiictioiiiier (-ceilvrer) avec la iiiaiii". h,lorfoiidre, literaliiiciitc "foiidre de rnorve" (se dice del ca-

ballo catarroso; tériiiiiio de veterinaria). Satipoiidrer, "poudrcr de sel" (sau-) . 'S<u,hiquer (proveiizal salpicar), "piqiicr de sel", iio sobrcvi-

ve iiias que cii el derivado iioiiiinal saupiquet, "ragout l~iquaiit"; el iiiisiiio sau- en el adjetivo saugreiiir, antiguo sarigreiieiix, "grciicux (i grcnu?) dc scl".

Veriiioul~r. litera!iiieiite "iiioiilii dc vers", "réduit cii poudrc par I'actioii des vcrs".

A cstc iiiveiitario ' agregiiciiios algiiiios tcstigos dc iiii estado iiiás aiitiguo de la foriiiacióii, de ciiaiido era todavía productiva:

Aillebarrer, "1-i;irrer ( i i i i tissii) ;isec dcs hillcs ( = raies)", iiiarcarlo con rayas.

Blaitc-poudré. "pondré de bliiiic". Cliaizfraiildre, "taillcr cii biseaii". litcraliiiciite "abattrc (frriiii-

dre) dc cliaiit", cf. choiltoirri~er. Cloufichier. "fixcr avcc des cloiis ( = criicificr)". I'erdriiier, ferlier, fervevtir: "ariiier, licr. vCtir de fer". l'eilei~erser, "vcrscr ( - rctoiiriicr) :i la pcllc. lal>oiircr i la

I:Ccl1c".

" C,t.,<l,, 1,,,r I,,tt,c, h . , . < C , I ~ > ~ ~ ~ ! C , , ~ . : I>ci.iiiiiir <Ic l;i<li> .~ lg i i i i< , r \crl>i,r <I\IC u y l ~ r c ~ l ~ ~ ~ l ~ l ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ t c ~ ~ V ~ ~ C I I C C C I I ,N 1 2 3 W¡\IWI

<1:3,c, ,>?M! C!>!C, \~l,,~~l<~ \ 21 1.8 fc lr t#l>t clcl 1>r,,,,cr tcr,,,i,,,, L.\ , , ~ , ~ > < ~ , i I > l ~ < l ~ l c r l l , i . : 1 1 . ; l l l t , l . I<.,.ir C , , i i iiiiiiii ., 14,s <li'rio,,.ino. \liii>iil,, $'<U\.

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r:os\'i:nc:i..scihs iii~oi.h~:i<:,!s 1 1 1

E! elenco de estos vcrbos revela liasta la evidencia que: 11 El tériiiirio iioniinal no tiene nunca función de réginicii

directo o iiidirccto; es sieiiipre u11 instrumental que precisa la iiiodalidad dc coiisuiiiación de la noción verbal.

21 El sustaiitivo, cii el priiiier iiiieiiibro, puedc teiier 'una foriiia uii poco diferente de la que posee conio vocablo libfe: iizail- por "iiiaiii"; sdu- por "sel", lo cual apunta al estado dc verdaderos prefijos.

3 / Los sustantivos so11 tériiiiiios generales -partes del ciicr- 110, sustaiicias, útiles- que pueden asociarse a verbos variados: al lado de saupoudrer, saupiquer, pueden iiiiagiiiarse 'saugar- tzir, "saupiler ("gariiir; piler avec dii sel"); la serie fer-, -arinc;, -lier, -&ir podría seguir con fer-cercler, -barder. etc., desde el iiioiiieiito en que estos térniinos de coiiiposicióii se toriiaroii prefijos instrumentdes.

Este tipo de coiiiposición parece bastante siiigiilar. Si no es descoiiocido en las dciiiás lengiias roiiiances (cf. ital. niaiite- tiere, calpestore, capovolfare, esp. niuntener)." coiistituye, al iii-

\.el siiicróiiico que sc toiiic, iiiia aiioiiialía cstructural con rcs- ~ x c t o al iiiodelo iiidociiropeo. h t e iio adiiiite la coiiiposicióii dc tiii sustaiitivo iiistrutiiental iiiás que con un pu~ticipio pasivo; los ejciiiplos soii iiotorios. va aiitiguos, coiiio sáiiscr. deva-datta-. gót. handu-wairrhts, va iiioderiios, coiiio en aleiiiáii Gottgesaiidt v eii iiiglés man-mude." El iiistruiiiciital está siiitácticaiiieiitc itistificado despiiés de iiii participio pasivo. Pero taii rcgiilar es iiii coiiipnesto participa1 iiiglés haiid-ivoveii. "tejido a iiiaiio", coiiio poco coiicchil>lc sería iiii verbo coiiio *to haildwerive. No Iiav 1.crho coiiipiicsto cii iiid<iciiropco, doiiclc sólo cl prcvcr- I>o I ) ~ ~ d c ser prefijado al \jcrbo. Parccc pues qiie el tipo fraii- cCs iiiairiteiiir rcaliza. cii la cstructiira geiicral del fraiicés. iiii

iiiodclo que iio cs iiidociiropco. I>c Iicclio. por sorlxaidciitc qiic parczc;i, es fiicra del iiido-

ctiropco doiidc liallaiiios uii paralelo, e11 el griipo liiigüístico iiiis clistaiitc, sc vca coi110 se vea: el de las Iciiguas aiiicriiidias.

I'ciisaiiios 1115s particiilariiiciitc cii iiiia dc las Iciigiias de 1;)

\Icrr.crr~.i ,<i r\tiirli;i<lii < ( i i i i < i r\ <Ir l i id i t rii I;ir otr;ir l c ~ i g w ~ riiiii;iiicrr \ roltfroii.

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112 i . . Y i R i i < : i i i K A S Y . \ N ~ ~ I . I S I S

gran faiiiilia Ilaiiiada utoaztcca: la leiigiva paitite iiieridional (Iiablada al sudoeste de Utali v el noroeste de hrizoiia), dc la que Edward Sapir Iiizo una d~scripciúii iiiagistral."'

El paiutc dispoiic de gran facilidad de coiiiposicióii. Pucdeii iiiiirse i~crbo coi1 verbo, iioiiibre coi1 iioiiibrc. i. taiiibiéii iioiii- brccoii verbo. Piies bicii, Iie aqiií uii procediiii~eiito de coiiipo- sicióii típico y iiiuy prodiictivo: coiisistc eii prcfijar cicrtos sus- taiitivos de gran frccueiicia y diversidad de eiiipleo, tales coiiio "iiiaiio", "pie", "fuego", etc., a verbos de sciitidos variados, de suerte que se coiistituyan verbos coiiipiiestos. Eii csta clase de coiiipucstos, cl rasgo iiotablc cs que el priiiier iiiieiiibro dctcr- iiiiiia el verbo iio coiiio objcto graiiiatical siiio coiiio íiidicc de iiiodalidad o de iiistruiiiciito. Sapir Ilaiiia a estas foriiias iio- iiiiiialcs instruniental prefixes." A iiiciiudo, eii efccto, estos iioiiibrcs cii coiiiposicióii se presciitaii coi1 foriiia redticida, v ticiidcii al estado dc prefijos, si11 dejar de ser ideiitificables coiii" lexciiias: 1113'3- "iiiaiio" se viielve eii c o i i i p o ~ i c i ~ i ~ iiiu(iz)-; inu+~"i- "iiariz" se vuclvc iizu(ii)-; quna- "fucgo" sc coii\,iertc eii qir-, ctc."

Coii cl prefijo iiistruiiicntal iita- "iiiailo", seráii coiistitiiidos por cjciiiplo los coiiipucstos siguieiitcs:'"

Afa-xwivii- "opriiiiir coii la iiiaiio" ( i i ~ d + qivii;i. cf. t(i-qi~~ii'il- "opriiiiir con el pie").

M<;-riyqu- "coiiforiiiar coi1 la iiisiio" (iiiri +trgq<i- "rrair") h'íd-vitda- "aplaiiar coi1 la iiiano" (iii<i + pitc?a). Ma-yuivai- "frotar coii la iiiaiio" (iiio + yirivai-. cf. tu-yiii~~ai-

"frotar coi1 el pic"). M(a)-oiisi- "tocar coi1 la iiiaiio" (cf. t u ) - 1 - "tocar coii

el pie") .'' Ma-iitc<;vai- "dcsycdir coii la iiiaiio". Ma-7iiiki- "to stick oric's Iiaiid iii (water)" (S;ipir) iio es

traiisitivo iiiis qiic eii csta tradiiccióii: el tciiia 7 1 7iiiki- sigiiifica "to stick, be stuck iii" '9 los cjciiiplos soii 11or cicrto

b:d$x~rd S,~pir, Southcrn Pai~at~, ;r S I ~ ~ ~ ~ I ~ C I , ~ ~ ~ : ~ ~ ~ l.,~ngt#;rgc, Uoht<>n. 1 9 ~ 0 . 'L Sitl1ir, I I ~ . cit., j 21. p. 101: " . . . I I x q ztrc LOII tltc !vl>olc q>c'ci;~lvcd , Iurnn cd

iiicorl>iir;itcrl iioiiiis witb instruniriit.il fii i icti<iii".

" Ver 10s dctalle~ en Sapir, <q>. "t.. i II 'l'udas lar foriiiar del paiutc riiii rit;i<l;i\ rii I;i tr;i~i\ciilicii,ii <Ic S;iliir, ligr.r;iiiii.ii

te riiiil>lifir~d~ )por ra~.oiier tiliiigr;ifi<;i\. '' Sq>ir, o[>. cit., pp. 544-545 '"apir, op. cit., p. 584.

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CONVERGENCIAS TIPOL~CICAS 113

los de un verbo intransitivo. Más valdría traducir "to be stuck with one's hand in (water)".

El sentido de algunos verbos los hace aptos para recibir un paradigma abundante de prefijos instrumentales. Así, de pantu- "sacudir" '"e tienen:

Qi-Fntu- "sacudir con los dientes". Tca'pantu- "sacudir con las n~anos"!~ Tu'-pantu- "sacudir con los pies". ?'m'-pantu- "sacudir con la cabe~a''!~ Pi'-pantu-i', "shakes, moves about (his) buttocks". De paq-a- "sufrir, doler" '' se componen: Tatjwa-mpaqa- "doler los dientes" (tarjwa-). T3'tsi-qaqa- "doler la cabeza" (t~tsi-). Movwi-pxtxa- "doler la nariz" (movWi-). Saxwia~oqa- "doler el estómago" (saywia-). Tuyu-paqa- "padecer sed" (tuy~-).~O Este tipo no está igualmente desarrollado en todas las len-

guas del grupo shoshone; hay bastante pocos ejen~plos en tü- batulabal." Pero es notoriamente característico del azteca, don- de ha sido seíialado a iiienudo. Se habla de la "incorporacidn" en iiáliuatl como equivalente dc la construcción del verbo con un objeto direct~.~"in embargo, habría que precisar semejante definición. La construcción sintáctica y la composición json de veras equivalentes e intercambiables en azteca? La cuestión nierece ser examinada más de cerca.

Será ventajoso proceder a partir de la descripción dada por Whorf de este tipo de composición en azteca (dialecto de Mil- pa Alta) .= Se trata de los compuestos nombre + verbo:

Thc first term of a compound is usually a bare noun stem, contrac

'* Sapir, op. cP., p. 602. " El sentido de a t e prefijo esti mal definido; Sapir, op. cit., pp. 106107, 1s da d

sentido de "mano" m un ejemplo coma éste. Ver inár addantc, p. 113.

'O Saoir. oo. cit.. D. 603. . . . ' Sapir, op. cit.; 84 y 670. " Por ejemplo, hani- "can" + hal. "sentarse" produw d tema verbal hsnihrl- "to

visit" ("to house-rit"): Voegelin, Tübatulabal Grarnrnzr, 1935, p. 89.' * Cf. Bloomfield, Lanpuage, p. 241. Acerca de cstc problema gmml, d. Sapir,

Anier. Anthrop., 1911, pp. 250s. m B. L. Whorf. "The Milpa Alta Dialect of Aztee", a p . Roiicr, d., Linguistic

Structures of Nativr An~erira, 1946, pp. 3 6 7 s

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114 b s i niic,riin~s Y as,t~isis

ted if tlie nouii is of tlie coiitract class. or it iiia!- bc a nouii witli absol- utive sufiix in forni -ti- (tliis typc is associated toda! with derived verbal nouns, also found iii old petrified coliipo~lidsj. or an adjective. ~isiially in adverbial foriii with siiffix - h . If the final is a transitive verb the antecedent may refer to its object ('incorporated object') in which case the verb is inflected like al1 intraiisiti\.e, witliout piurio- ininal object, e.g., mepani-po7poir.a 'wceds agave-ro\\,(s)", < meparni'-h < ine-h 'agave', paini'-A 'row'. But the aiitecedciit is hasically a modifi- cr, and its cqiiivalcnce to an object is coiiditioiied by graniiiiatical logic: c.g., ).e-kwepo.ni (iiitransitive vcrb, iio objectj 'bursts from the action of fire (hc.).)', C1 la.5047-i7kWilowa (transitive with transitive inflection) 'paints or cngraves sometliing ( l a - ) with floivcrs, floral desigiis (So:il 'flo\ver') .24

Sin entrar eii la discusión del problema general planteado aqui por la noción de "objeto", debemos siibrayar u11 punto dcl análisis de Whorf que atañe a la presente dcmostracióii. IVhorf mismo recalca (señalemos los términos que ponc en corsivas en sus traducciones) que e1 objeto nominal incorpo- rado debc ser interpretado como un modificador ("a niodifier") "cuya equivalencia con un objeto está condicionada por la ló- gica gramatical", de hecho, direnios, como un detcrminantc instrumental del verbo. Nos lo muestra la flexión de los verbos compuestos. La traducción d e mepum-po7powa por "escarda 1-po'poiva) hileras de niagueyes (meparni'-h)" haría pensar cii uiia rección transitiva. Pero este verbo es flexionado coiuo 1111

iritransitivo; tiene pues igual construccióii que el siguieiitc: j.ekKe o ni "él fuego-estalla", o sea "estalla por el efecto del P : fuego (~e.i)':hsiiiiismo ha-:oti?-i7k"'ilowa "algo ( la - ) él flor- piiita", es dccir "pinta algo con flores=adorna algo coi1 1111

iiiotivo floral". Eii cste último ejeniplo el vcrbo es transitiio. si, por sil flcxión. pcrc la transitividad sc al~lica al prorioiiibrc ol>jcto indcfiiiido ?.a- "algo", no a s o 3 "flor", quc ticiic clara- iiiciitc fuiicióii de instriinieiital.

Dc iiiodo quc todos estos cjeiiiplos del aztcca rcproduccii cii efccto el ii~isriio modelo quc tciieiiios cii paiute. La uiiidad tipo- lhgica dc esta clasc de verbos coiiipiicstos cs verificada cii dos Iciiglias difcreiites de la faiiiilia."

:' O,?. cit., \ 5 , p. 378. 2., 1,:" C Y J I ~ C I > I I I & \asta clcl ~ p r o l ~ l c ~ ~ ~ a lmhria que t c ~ ~ c r ?m~hi<n VI, c u c ~ > t a otc;n

1.aiiiili;ts <Ic leiiguar a8iicricaiiar, por clciii(>l<i c l iro<(iirr <! c l t r lc l i i ia ~;acer<a <Icl coz1 < f . S;q>#r, Il;t~~dbouk of thc ~\iiicriaixi 1iidi;iii I.;ir!i>ti;igcs. II. 1>1>. 11h \ h h r r i

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c o ~ v r n c r ~ c r ~ s TIPOI .~GICAS 115

Podemos ahora regresar a los verbos compuestos del francés y ccrciorarrios de qiie responden a los mismos criterios descripti- vos en las niisnias distinciones categoriales.

Que este tipo de compuesto esté vivo y sea productivo cn paiote y apenas residual en francés, no es cosa que afecte en liada al principio de esta comparación ni que altere su legitinii- dad. Se trata esencialmente de la misma estr'uctura foniial y funcioiial: iin nonibre entra en composición con un verbo, al que precede a título de determinante instrumental. Los ejem- plos citados tanto para el francés como para el paiute exhiben uiia semejanza sorprendente.

Por afiadidiira, la niorfología de la composición presenta un curioso rasgo de analogía. En ambas lenguas el sustantivo, pri- mer niieiiibro del conipuesto, puede tener una forma reducida o siiiiplificada con respecto al lexenia libre:

Francés, main, coriipuesto man-. Sel, compuesto sau-. hlorve, coiiipucsto mor-. Conio en paiute m>?,- "mano", compuesto rm(n) - . Qum- "fuego", coiiipuesto qu-. Pero no es una necesidad: francés boule, ver, fer se mantie-

ncii iguales en fomia libre y en composición, lo niisnio que paiute tu- "pie", pa- "agua".

Por lo deniás, ciertos compuestos tradicionales pueden coii- servar una fornia o un sentido fósiles del sustantivo: francés boule-, bille-, chaii-; paiute tm- "cabeza" únicaniente en coni- posicióii, frente a titsi- "cabeza", foriiia libre.

Es provechoso tener en cuenta correlaciones así. Ayudan a apreciar hasta qué punto la tipología es independiente del pa- rentesco liiigüístico. Pueden darse coivergencias tipológicas fiiera de toda filiación genética. Es preciso no obstante un mí- iiiiiio de analogía en la cstriictura foriiial de las lenguas coiii- paradas. En el prekentc caso puede sciialarse que el paiute dis- tiiigue claraineiite nonibre y verbo,?' qiic utiliza anipliaiiiciite la coiiiposicióii dc los tenias iioiiiiiiales y verbales, qiie dispone dc prcfijos v siifijos. Todos cstos rasgos reaparecen cii fraiicés, con la diferciicia, siii cinbargo, dc quc en él el caiiipo dc la

" Sipir , 01,. cit., 47. 1). 213 .

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composición es reducido. El francés no ha llevado adelante en realidad la composición mixta (tema verbal + tema nominal) más que en el tipo porte-monnaie, que es nominal. Lo cual no ha impedido la creación en francés, asimismo, de un tipo de verbo compuesto con primer elemento nominal instrumental, que'realiza, si bien en medida menor, una fórmula de composi- ción cuyo análogo se encuentra en una lengua tan diferente como el paiute. Lenguas como el inglés o el alemán, mucho más aptas que el francés para la composición, no han ido tan lejos. Esta creación romance que consideramos en francés, por mucho que se haya agotado bastante pronto, permanece como testimonio de una innovación tipológica de amplio alcance general.

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8. MECANISMOS DE TRASPOSICI(3N

El papel de consideración que tiene la trasposición podría ser ilustrado en todos los capítulos de una descripción fun- cional. Pero no es nada estudiado en algunas partes de la mor- fología nominal, donde sin embargo es esencial, particularmen- te en la derivación.

Tratamos aquí de sacar a luz el funcionamiento y la impor- tancia de la trasposición analizando los derivados en -eur, Ila- mados nombres de agente, en francés moderno. Tenemos con ello la ventaja de estudiar una categoría intermedia entre el nombre y el verbo, donde el mecanismo de la trasposición hace intervenir dos clases de formas distintas. Tendremos oportuni- dad de mostrar que la sintaxis y el sentido de los derivados en -eur son estrechamente solidarios de la trakposición que los de- termina.

El adjetivo en -eur constituye una clase distinta. Su estatuto lo separa del nombre de agente. Por mucho que ciertas formas, como truvailleur, joueur, sean comunes a ambas categoiías, no son tomadas en el mismo sentido, y tampoco tienen igual cons- trucción. Como todos los adjetivos, éstos son susceptibles de gradación, pueden ser calificados o ciiantificados por un ad- verbio. Es lo que los distingue de los sustantivos en eur. En tanto que se enuncia parecidamente: il est travuilleur, iE est pa- veur, se dirá:

il est tres truvailleur il est plus truvailleur (que su hermano)

pero no: 'il est tres puveur 'il est plus puveur (que su hermano). Por lo que hace al sentido, estos adjetivos indican una incli-

! Cahicrs Ferdinand dc Ssuirure, Ginebra, Drar, 21 (1969) (= MOsqcr H. Frci), pp. 47-59.

i1171

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118 i;si-nuc.ri~x~s Y A N , ~ L I S I S

nación moral, un rasgo dominante y perniaiiciite del carácter: travailleur "inclinado al trabajo", joueur "inclinado al juego", rieur, moqueur, querelleur, farceur, meiiteur, jouisseirr, rageur. Se prestan a determinaciones adverbialcs bastante variadas: "il est fonci2ranent joueur", "il est joueur duns l'dme". Algunos se pueden volver sustantivos cuando el rasgo de carácter quc de- notan es elevado hasta el tipo. Le menteur, I,e joueur son títulos de comedias de costumbres. En caiiibio. ningún adictivo en -eur indica nunca una ocupación, un oficio, ni una capacidad física, en forma del todo opuesta a los sustantivos en -eur, y en particu- lar a los nombres de agente propianientc dichos.

A veces algunos nombres flotan entre el adjetivo y el nombre de agente. Es notorianlente el caso de t rwdleur . Coino adieti- vo, travuilleur "que ania el trabajo" está atestiguado desde el antiguo francés. Por otra parte el sentido de clase profesional (Les fravailleurs de la mer; les travmlleurs du hdtimetit) tiene hoy por hoy amplia difusión, pero resulta de un desenvolvimien- to bastante reciente. Durante toda la época clisica, trovailleur no es sino adjetivo. Apenas en el siglo XIX adquiere travailleur ~i i i sentido social, al despertarse la coriciericia de clases, expre- sada en la oposición capitalistaltrabajador, que hace juego con la de c<ipiial/trab~jo.~ Una condición particular lo separa, sin ciiibargo, de los nombres de oficio, es el carácter colectivo y vago del térniiiio, que priicticamente prohíbe emplearlo eii sin- gular ("un travailleur" es CII realidad iin singulativo, quiere de- cir "LIII niieiiibro dc la clase de los trabajadores"). Esto ataíie a la naturaleza social, y no profesional, de la designación les tra- vailleurs. El trabajo no es un oficio. De ahí que travailleur no admita la construccióii predicativa: "il est travailleur" se dice solamente de aquel "que ama el trabajo". De esta suerte el ad- jetivo y el nombre de agente se delimitan.

Hoy en día, travailleur coino sustantivo cae en dos clases de liso:

I ] Travailleur "que trabaja" iio existe iiiás-que con deterini- nación: travailleur de nuit, d domicile, d plein temps; sólo csta detcriiiinación le otorga estatuto de sustantivo.

' S e encoiitrari en la obra de J o n Dubois Le voobulaire pulitiquc et social cn I'rarire de 1869 A 1872, Parir. 1962, pp. 17-46, una descripción ~ i ~ u y dociiiiientada de los e8iipleor de travailleur durante este periodo, en el quc se foriiió y fijó en su valor social. Los numeroros eieiiiplor quc sor, citados ddi i la palabra casi siciiipre cn plural.

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21 Travdiileur, térrniiio de clase, y que prácticaiiiente sólo aparece eii plural, deriva en realidad no de travailler sino de travail. Nació cii las doctrinas socialistas que, a mediados del siglo XIX, opoiiian cl travail al capitai, v los travailleurs a los cupi- talistes. Cuando la entidad social tr<rvail. se cargó de sentido so- cial y se convirtió en distintivo de una clase, travailleur fue, de hecho, recreado como designación de los miembros de esta cla- se. Hubiera podido hacerse 'travailliste, coiiio capitaliste, ade- laiitándose a la innovación que llegaría más tarde para verter el iiiglés Iubourite, pero trmailleur tenía la ventaja, para la ideolo- gía y la propaganda, de vincularse a la oposición travailIeur/ oisif y travailleurl bourgeois.

En la clase, riquísima y en constante crecimieiito, de los "iiom- bres de agente" en - e ~ r , ~ sólo tratamos por preterición el vasto contiiigente de los nombres que responden estrictamente a esta definición y designan a aquellos que ejercen una actividad pro- fesional: tourneur, balayeur, imprimeur. La mayoría se vincu- lan a verbos, pero iiiás de una vez se aprecia que derivaii de un nombre con valor de "el que hace. . ."; chroniqueur de chro- nique ("que hace cróiiicas"); parfumeur de parfum: el perfu- iiiista hace v veiide perfumes, no es que él perfume; por lo de- iiiis parfumer no admite casi sujeto personal. Lo inisiiio mineur de mine, más bien que de miner. De donde creaciones como phraseur "que hace frases", gaffeur "que hace tonteríasn(gaHes, iiiis bien que "qui gaffe").

El valor de actividad profesional que marca profundaiiiente esta clase de nombres facilita su expansión, a la zaga de la crea- ción de oficios o de técnicas. Hasta del verbo penser, el menos susceptible de especialización, se ha sacado penseur, como para hacer del pensamiento un oficio.

No obstaiite, jesta función de sentido es la única? Dentro de la iiiultitud de los nombres en -eur que se clasifican indistinta- iiieiite coiiio iioiiibres de agente,vanios a iritroducir una distin-

'' Sólo nos ocuparemor aquí de lar trarposiciones sintácticas entre d verbo el nom- hrc. No tratareiiios ni dc la distinción entre nombres de agente y nombres de inshu- iiiclito en F U ~ , ni de la extensión de esta clase lexica en francés moderno. Este aspecto di ia cucri.bn es tratado en detalle por Jean D~boir, Etude sur 1. derivation suffiirale cli iransais i~ioderne, Parir, 1962, pp. 40sr.

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120 ESTRUCTURAS Y ANÁLISIS

ción profunda que los reparte en dos categorías, de acuerdo con el mecanismo d e la trasposición de que provienen y en virtud de criterios sintácticos y semánticos.'

Los nombres de agente en -eur trasponen el verbo a sustan- tivo con el sentido de "que hace. . ."', pero de dos maneras dife- rentes. En sentido estricto un nombre de agente como daweur designa al "que baila", pero tiene dos empleos: uno profesional, "danseur de ballet", el otro que pudiera llamarse ocasional, "el que está bailando" en un momento determinado: "de nonibreiix danseurs tournaient dans la salle". Los dos usos se distinguen a la v a por su sentido y por su sintaxis: el primero puede cons- truirse como predicado -"il est danseiir" (en la Opera)-, el segundo no.

Ahora bien, ambos son la trasposición nominal de un mismo predicado verbal, "il danse". Hay pues que pensar que ahí está el origen de la distinción, en el seno mismo del predicado. Los dos sentidos de danseur hacen aparecer dos líneas diferentes de trasposicióii, y éstas presuponen en efecto dos acepciones distin- tas de "il danse". La una sirve de definición, "il danse [como ofi- cio]", la otra de descripción, "il danse [ante mis ojos]". De ahí dos trasposiciones nominales diferenciadas no por la forma sino por la construcción: danseur 1 "que hace de la danza un ofi- cio" y danseur 2 "que está danzando". En francés estas dos fun- ciones están representadas por una forma única en el verbo, como en la trasposición nominal. Otras lenguas las distinguen por medios variados: es así como el español de México opone Mmía canta -"es cantantev- a canta hlmía -"éstá cantando".'

El criterio indicado se verifica en todos los casos en que el nombre en -eur es susceptible de dos acepciones: voyageur (de comercio) y voyageur "que está de viaje", por ejemplo "les voyageurs A destination de Bordeaux; avis aux voyageurs". El primero es predicable: "Pierre est voyageur", el segundo no, hay que decir "Pierre est en voyage".

Aparecen otras diferencias entre las dos categorías. E1 -eur "ocasional", por así llamarlo, indica una situación incidente,

' Esta distinción, que atablecemos en la rincrania del fnncés moderno y de aeuer- do mn criterios erplicitoí. es indcpcndicntc de la que establccirnor entre dos tipos de nombres de agente y nombres de acción en indoeuropeo y en otras. familias lingüisticas (Nomr d'ngent et nornr d'action en indoeuropCcn, París, 1948). ' Cf. Kahane, Language, 26 (1950).

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un papel que es asuiiiido en una circunstancia dada, un coin- portamiento fortuito. Rara vez es cosa de un individuo aislado. Las iiiás veces estos nombres en -eur se presentan en.plural: "les spectateurs oiit applaudi les joireurs; les dineurs n'étaient pas iionibreiix; une foule de baigneurs, de promeneurs, de fldneurs", etc. Toda actividad de circunstancia puede originar una deno- niinación así: "mettrc les rieurs de son CM; les conseilleurs ne sont pas les payeurs". La base de estos derivados es generalmen- te un verbo que denota un comportamiento físico, en una cir- cunstancia doride es visible, público; jamás una actividad mcn- tal o un estado afectivo. El nonlbre traspuesto en -eur indica la realización actual, momentá,nea, observable, colectiva, no la capacidad o la práctica individual de un oficio, de una ocupa- ción permanente. En esta distinción, de sentido y de función sintáctica, se realiza, por mediación de la trasposición, una dis- tinción latente en la predicación verbal.

Un tipo de conversión que no parece haber sido estudiado, ni siquiera debidamente apuntado en esta categoría, es el del nom- bre cn -eur acompañado de un adjetivo: u n b o n marcheur, un gros mangeur. Quisiéramos mostrar que la relación entre los dos términos del sintagma cs menos sencilla de lo que parece, y que no se reduce a una relación de calificación.

A priniera vista asimilaría uno un bon marcheur a no impor- ta qué expresión de igual construcción, como un célebre écri- vain. Sería una grave confusión, a la vez lógica y sintáctica, y vale la pena sacar a luz las razones.

Comparemos las dos proposiciones: Pierre est un bon marcheur. Pierre est un célebre ém'vain. Un "célebre écrivain" conjuga dos cualidades: es célebre y

es escritor. De modo que puede decirse de él: "cet écrivain est cél&bren. Pero no puede decirse de un "bon marcheur:' que sea bon y marcheur, y es imposible el enunciado: "'ce inarcheur est bon". La identidad de la estructura formal disimula una dispa- ridad en la estructura profunda.

Aparece una nueva diferencia en el orden secuencial: " b n marcheur" obedece a un orden fijo; el adjetivo va siempre ante-

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122 ES'I'RUC'TURAS Y ANÁLISIS

puesto. Pero el orden inverso, "un écrivain célclbre", es tan adnii- tido como "un célebre écrivain": la diferencia entre los dos giros es sólo la que resulta de la posición del adjetivo, mas no interesa a la relación de calificación entre el adjetivo y el nonibre.

Estas disimetrías tienen una razón esencial, la naturaleza del sustantivo calificado: "un célebre écrivain" es un écrivain, en tanto que "un bon marcheur" no es un marcheur; este térmi- no no puede emplearse solo. O sea que el adjetivo no tiene igual estatuto en los dos casos: es diferente en "un bon marcheiir" y en "un célebre écrivain". Todo procede en realidad del nombre marcheur, aquí inseparable de su epíteto que es bon. Se carac- teriza como la conversión nominal de un predicado "qui mar- che. . ." aquí inseparable de un calificante que será bien. Ex- plicaremos pues "un bon marcheur" como la trasposición de "qui marche bien". El grupo nominal halla en esta relación su fundamento lógico y su definicióii sintáctica. El adjetivo bon es aquí un adverbio traspuesto, no un adjetivo de función pri- maria, y mdrcheur es aquí un predicado verbal traspuesto, iio iin sustantivo de función primaria. La diferencia entre "u11 boii marcheur" y "un célebre écrivain" aparece ahora: "un célebre écrivain" no es la trasposicihn de un predicado verbal, en vir- tud de que écrivain no puede reducirse a "qui écrit". He aquí el criterio de la distinción entre los dos enunciados, tan seme- jantes en apariencia.

Se sigue que la definición de marcheur como nonibre de agente de marcher, con todo y ser materialmente exacta en cuaii- to al vínculo formal, no basta para caracterizar su función. Hay que explicar la creación de mcrrcheur a partir de una expresión predicativa donde la forma verbal va acompañada de tina califi- cación llamada adverbio: por ejemplo "il marche bien". Queda dada entonces la condición para la trasposición de "il iiiar- che. . . " a "il est. . . niarcheur", lo cual acarrea la necesidad de trasponer a su vez la calificación adverbial bien a foriiia noiiii- nal, de donde bon. Pero este adjetivo, pese a las aparieiicias, no califica un sustantivo, califica, bajo el disfraz iioiiiitial, la con- sumación de un acto: decir que Pedro es "un bon niarclieur" significa que Pedro tiene la propiedad de "bien iiiarcher". El núcleo generador del sintagma iioiiiinal ("un bon niarcheur"), y así de la categoría de nombres en -eur que tonia su origen de

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~ I I : C A N I S ~ I U S IIE ~ I R A S P O S I C I ~ N 123

tal sintagrna, reside en un predicado verbal acornpaiiado de un calificante, "il iiiarche bien".

El mecanismo de esta trasposición es función del nexo particular que hay entre adjetivo y adverbio. No basta con po- ner el adverbio y el adjetivo en simetría de función, y decir que el adverbio es al vcrbo como el adjetivo al nombre. Hay que ver que en realidad el adjetivo y el adverbio pertenecen a dos nive- les lógicos distintos unidos por una correlación específica. Debe mostrarse esto explícitamente.

Sean las dos proposiciones: 11 Pierre est un bon garcoil. 21 Pierre est un bon marcheur. La proposición 11 puede reducirse a la conjunción de las dos

proposiciones: Pierre est un garcon + Pierre est bon. Pero no podría descoiiiponerse 21 en Pierre est un marcheur + Pierre est bon, lo cual ni el sentido ni la sintaxis permiten.

Por las razones indicadas, Pierre est un bon marcheur ha de toiiiarse conio trasposición de Pierre marche bien. En conse- cuencia, Pierre est un bon marcheur predica el "bienandar" conio una propiedad dc Pedro, pero traspone la calidad del an- dar dc Pedro a ciialidad dc Pedro-andante.

Así'bon tiene dos funciones sintácticas distintas. En 11 bol1 garcon, denota la propiedad de un sustantivo; en 21 borl mar- cheur, denota la propiedad de la propiedad marcheur. Podría definirse en 11 coino adjetivo de función priinaria, en 21 como adjetivo de fuiición secundaria.

La transformación de Pierre marclre bien en Pierre est un bon marcheur no afecta nada más la naturaleza de las formas, su función sintagniática; produce una delimitación del sentido. La proposición Pierre marche bien puede ser entendida diversa- nientc, según sea Pedro un iiiíio pequeño que da los prinleros pasos a satisfacción de sus padres, o haya Pedro vencido las di- ficultades que le costaba andar, o participe Pedro en un desfile, etc. Pero la trasposición Pierre est un bon marcheur elimina todo eiiipleo de circuiistaiicia: sc predica así como propiedad de Pedro la capacidad de andar bien, entendida exclusivamente coiiio la capacidad dc andar largo tieiiipo sin cansarse, fuera de cualquier contexto situacional. Debe notarse que jbon) mar- cheur, (gros) mangeur y todos los nombres de la misiiia serie

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124 EST.RUWURAS Y ANÁLISIS

proceden de una forma verbal de empleo absoluto y no actuali- zada, que indica la noción en estado virtual. De ahí procede el valor de capacidad ligado a las traspiiestas marcheur, mangeur que predican esta propiedad fuera del marco temporal, a dife- rencia de la categoría promeneur, baigneur, determinada tem- poralmente.

Concluyamos que la trasposición efectuada por medio del nombre en -eur en un bol1 marcheur crea una clase de nombres que pone de relieve la capacidad apreciada, no la práctica habi- tual o profesional de una actividad.

En el mecanismo de esta trasposición del adverbio a adjetivo, ha tenido papel decisivo tina condición niorfológica que atañe a la estructura del fraiicts. En esta lengua no es frecuente que haya que trasponer un adverbio a adjetivo; normalmente la conversión es en sentido inverso: es un adjetivo el que propor- ciona al adverbio su radical, sea por trasposición directa ("par- ler bus, niarcher droit, boire sec"), sea dándole forma femenina y añadiéndole -ment, que convierte en adverbio: lentement, se- chement, cruellement. Aqui la situación se invierte. Ciiando se traspone un verbo a nombre de agente es preciso asimismo que el calificador verbal (el adverbio) piieda ser traspuesto a cali- ficador nominal (el adjetivo), lo cual crea iin problema difícil en una lengua donde el adverbio no produce derivados. De ahí que hayan sido elegidos adjetivos ya existentes, dándoles una función nueva. La elección de estos adjetivos fue guiada por ra- zones de sentido que es interesante deslindar. Se verá así que el mismo adverbio puede ser traspuesto a varios adjetivos.

1] Tomemos primero el cuantificado1 verbal beaucoup. Po- drían hallársele equivalentes adjetivos, como nombreux, maint. Ni uno ha sido ensayado siquiera en el uso. Es gros lo que la lengua ha empleado, por ejemplo en "un gros mangeur", a fin de trasponer "il niange beaucoup". Precisamente porque la elección de.gros no se justifica sin más ni niás (un "gros man- geur" no es por fuerza gros), hay que correlacionarla con uno de 10s valores semánticos de beaucoup, que tiene varios: con el que precisamente se realiza en "il niange beuucoup". Lo defi- niremos como "gran cantidad (en volumen o en masa) de ma- teria consumible", de ordinario dinero o comida. En efecto, se encuentra gros calificando en niás de una expresión relativa al

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hriCANtSh1OS DE TRASPOSICI~N 125

dinero, en equivalencia con beaucoup: "perdre une grosse soninie" es "perdre beaucoup d'argent". Igualmente, "posséder une grosse fortune, avoir de gros moyens, de gros besoins, faire de gros bénéfices, de grosses pertes, de grosses dépenses, prendre de gros risques". En "jouer gros jeu", la equivalencia gros = "mucho (dinero)" está iniplicita, permite traspoiier gros a ad- verbio: "gagner gros, parier gros, il y a gros i paner". Entonces el adverbio gros así fijado regresa a la condición de adje- tivo para efectuar la trasposición nominal de estas locuciones: 8 ' . 11 parie gros, il joue gros", se vuelven "un gros parieur, un gros joueur". Se establece una relación de trasposicióii entre el adverbio beaucoup (en "beaucoup d'argent") y el adjetivo gros. Se realiza lo mismo cuando beaucoup cuantifica un verbo de consumo como manger: "manger beaucoup", es comer "una masa de comida"; en consecuencia, "il mange beaucoup", al tras- ponerse, pasa a "un gros inangeur". La relación también es vá- lida en lo figurado: de "consommer beaucoup d'électricité" se saca "un gros consomiiiateur d'électricité". Por analogía, con travailler, y como beaucoup subraya sobre todo la masa de tra- bajo suministrada, "il travaille beaucoup" se traspondrá a "iin gros travailleur". Es como cuantificador de la adquisición, del gasto, del consuiiio, en tériniiios de voluiiien y de masa, como beaucoup se traspone a gros.

En esta función, gros tienc por opuesto a petit, qiic traspone peu: "un petit iiiaiigeur'' < "il mange peu".

Ciiando beaucoup acoiiipaíia a verbos de iiioviniicnto e indi- c i la frecuencia dcl ejercicio, el adjetivo de trasposición es, por lo general, grand:

"il voyage beaucoup": "titi grtlild voyageur" "il cliasse beaucoup": "un grand chasseiir" "il court beaucoup (les fenimes)": "un grand coureur"

y por extensión para el ejercicio de otras actividades:

La expresión, vuelta ertcreotipada, grand chrsseiir devant I'Eteniel, proviene del Antiguo Testamento, donde califica a Nemrad. Pero hay que fijarse en que giand (cazador) no a sino una de las tradiiccianes del hebreo gibbar, "vigoroso, poderoso". El griego de los Setenta vierte gigar (kiiiifgór), "gigante. poderoso". La Vulgata trae roburtur (venatoi), la Biblia de Jerusalén vaillaiit (charseiir). Mar Boriuet crcnbi6: Nemrod, le prcmier guenier et le pre>iiiei eonquérant, ert appelé dans rEcrituie un fort chasreur. De fort a grand cambia el estatuto del adjetivo. Aunque ae oiga a veces la expresión 'un fort ~i ia i i~eur" . el adjetivo fort cn cuando iiicnos aiiibiguo eii su relación sintictiea con charseur.

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126 E ~ T K ~ J C T U R A ~ Y ANÁLISIS

"11 lit beaucoup": "un grand liseur" "il nient, hable beaucoup": "un grand meiiteur, hableur" "il discourt beaucoup": "uii grand discoureur". La relación opuesta no genera trasposición: "voyager w"

110 representa una característica que haga falta predicar en for- nia nominal.

Pero el adverbio beaucoup, con la riiisiiia construcción, puede tener otro valor, iriás abstracto: el de un alto grado en el conociniieiito, en el gusto, coi1 verbos como aimer, (s'y) con- naitre. Para trasponerlo se suele emplear grand, y el adjetivo se hace susceptible de acompañar a los derivados aiwteur, con- naisseur:

"il aime beaucoup la musique" > "il est graiid aiiiateur de miisique"

"je ne m'y connais pas beaucoup" > "je ne suis pas grand coiinaisseur".

Este valor implica evaluación y apreciación. Es susceptible, llegado cl caso, de término coiitrario, tal coiiio piitre: "un pie- tre connaissciir" < "il s'y coiinait peu, inaI".

II] El otro adverbio frccucnteiiieiite utilizado es.cl califica- dor bien. Tieiic por traspucsto el adjetivo bon:

"il coiiduit bien": "un bon condrictcur". Siiiiétricaiiiciitc, el calificador mal ticiie por traspuesto el ad-

jetivo mauvais: ''. 11 coiidiiit mal": "uii mauvuis conducterir". Con iitaiivais, y a título de variantes, coiitarenios pidtre, pau-

vre: '6. 11 cause iilal": "iin puuvre causeur". A

Los dos calificadores bien y bon se refiercii a actividades fí- sicas: "1111 bon iiiarclieor, 1111 boii griiiipcur, 1111 hon nageur", y a vcccs a otros logros: hoil ei~teiideiir, cii ''a hoii entciideiir, salut". (corrcsl~oiidiciitc al "a hiieii ciiteiidcdor. . . " cii cspaíiol).

A la iilvcrsa, hay calificacioiics que iio se presciitaii iiiis quc iicgativaiiiciitc: cl adjetivo típico y, por así dccirlo, úiiico, cs iiluiivais. Sohrc todo cii algiiiias lociicioiies tradicioiialcs: "uii illdtivais ~>~l)'Cur. u' illuiivuis coucliciir"; ' pcro taiiibikii eii otros

1'1 !>S<> f~gc!v;~!o, ~ n i c o cptc sol>rc\i>c !1cn ~ l k ~ , dc cskn cxl~rcsi6t1, r~r,nr\wiv co~rcltc~ar, que 5' Iir licclio fa~iiili:tr, coi! el seiitidu dc ";i,<livi<liiu con rliiicii es dificil vi\.¡<',

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vínculos: "un muvais conducteur" < "qui conduit mal". NO obstante, su empleo no pasa de ser limitado; no se da tan a me- iiudo la ocasió~i o la intención de categorizar desfavorablerneii- te una actividad, y por lo demás mrmvais es a veces ambiguo: "iiiauvais joueur" puede oponerse a "bon joueur", pero también a "beau joueur" (que se comenta luego).

El mecanisnio de la oposición aparece así. La calificación ad- verbial bien que se traspone al adjetivo bon es complenientaria de la cuantificación adverbial beaucoup que se traipone al ad- jetivo grmd o gros. Este sistema asegura el funcionamiento y la distribución de los adjetivos bon (op. mauvais) y grand, gros (op. petit) en su unión con un nombre en -eur, segíin el sentido de éste sea comparable con una determinación de cualidad o de cantidad.

Algunos de estos noiiibres admiten uno o dos otros adjetivos, con iiiatices particulares y fuera de sistema. Así beau, en "u11 beau parleiir", traspone iin adverbio teórico bellernent, diferente dcl bellement liistórico que significa "suaveniente" (cf. tout beau!), inás cerca del adverbio beau en la loc~ición porter beau. Eii el uso corrieiite, "beau parleur" equivale a "que habla con elegaiicia, de una iiianera seductora ( a iiienudo con la intcncióii de seducir)"; iio puede reducirse exactaiiiente a "que habla bien". La inisiiia disinietría se extiende a "beau diseur", por "que dice (los versos) con e!egaiicia" (taiiibiéii "fin diseur"), v a "beau joueur", por "qiic juega (y quc sabe perder) con elc- gaiicia", lo cual cs i11uy diferente dc "bon joiieiir" = "que juc- gil bien". Con todo, las dos calificacioiies "bon joiiecir" v "beau jouciir" tieiieii por tériiiiiio opiicsto cl iiiisino "mauvais jouciir" quc, segíiii los casos, sigiiificará "que juega irial" o "a qiiicii iio Iiacc gracia perder". Coi1 joileur es posible, pues, acoplar tres adjetivos:

"bon joueur" < "qiii jouc bien" " gros joueur" < "qui jouc gros" "bedu jouetir" < "qnc jouc beaii'."

Iiacc olildar su s a ~ t i d o lirr>i>ii>: .xqt~el qiir. ii,liil>;~rti~iidi, i ~ i i Icclii,. ~pcrtiirha cl rixe"i> dc su co2>~paficrc,. S O I ~ c c ~ ~ t ~ l ~ c r t r ccttc ~ w i t YC r c t m ~ r ~ ~ t ccut tois (l.:, b ' ~ ~ ~ ~ t ; t i ~ ~ c ) . ' I ' r d q ~ o ~ i r i i i i i tciiric;t cii I;i qilc I>e;lu <Icbc x r lo>iiado rii r.1 rniticlo iiicliciiilo i8itr.s.

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128 ssrnucrvn~s Y ANÁLISIS

A esta corta lista de adjetivos traspuestos de adverbios aíia- diríamos haut en haut-parleur. Este espécimen único tiene por cierto la misma estructura que grand buveur, y teóricamente haut-parleur remite a habla alto". Pero hay dos razones que lo apartan: 11 es un término técnico completamente fijo y lexicalizado, como lo indica la ortografía, un nombre de ins- trumento forjado ad hoc y no una caracterización de individuo; 21 y sobre todo, haut-parleur no fue creado en francés, ni podía serlo en modo alguno, en ausencia de todo modelo análogo. La línea de las innovaciones léxicas en este dominio técnico en francés para más bien en términos como amplificateur (de so- nido), antes que en un nombre descriptivo, de imagen, perso- nificado~ del instrumento, como haut-porleur. De liecho, es sa- bido que haut-prleur es una traducción, introducida hacia 1923, del inglés loud-speaker. El calco resultaba tanto más fácil cuan- to que loud-speaker está formado por el mismo procedimiento de conversión: loud-speaker < speaks Ioudly. El vínculo estre' cho entre los dos miembros (*loud-and-clear-speaker sería im- posible) por una parte, la difusión rápida de las técnicas soiio- ras, por otra, facilitaron asimismo el préstamo.

Las mismas observaciones valen para la expresión única, mu- cho más antigua, por lo demás, libre-pensar, donde libre- fuii- ciona como exponente adverbial, "qui peiise librement". Pero es conocida la historia de esta noción; libre-penseur fue creado cn el siglo XVII para calcar el inglés free thinker (conio iiiás tar- de libre-échangiste calcó free-trader, a partir de free-trade > libre-échmge).

Vale la pena sefialar a este respecto las analogías entre el francés y el inglés en el mecanismo de esta trasposición. A dife- rencia del alemán, donde, por tener la misma forma el adjeti- vo y el adverbio, se pasa sin cambio de "er isst viel" a "ein Vielesser", el iiiglés, como -1 francés, convierte el adverbio en adjetivo cuando el verbo es traspuesto a nombre de agente en -er. Esta trasformación es paralela a la que fue descrita para el francés y tiene por signo, en parte, adjetivos de igual sentido. Se echa niano de ella sobre todo para caracterizar un comporta- miento habitual en una función física. Los adjetivos más co- munes so11 para la calificación, good (op. bad): "a good (badj driver"; para la citantificación se dispone de great ("a great

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eater"), y también de hemy: "a he- drinker (smoker, sleeper)" < "he drinks (srnokes, sleeps) heavily", y de hearty: "a hearty eater" < "eats heartily". Así, es posible en inglés diferenciar iiic- diante lexemas explícitos los valores diversos de cualidad y cantidad implicados en fran& por "bien manger" y que "un bon mangeur" no puede trasponer por completo.

Estas observaciones han recalcado la diversidad de los valo- res que saca a luz el examen en la clase de los nombres de agen- te en -eur, que se acostumbra tratar como unitaria. Reponiendo cada uno de estos valores en el cuadro sintactico del que parti- cipa y partiendo de la construcción verbal que traspone, es como pueden.ser puestos en claro los mecanismos que producen y que diferencian estas categorías nominales.

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9. LAS TRASFORMACIONES DE LAS CATECORfAS LINGOlSTICAS '

La evolución de una lengua considerada como sistema de sig- nos consiste en las trasformaciones sufridas por sus categorías. Entenderemos por categorías las clases de formas caracterizadas distintivamente y susceptibles de funciones gramaticales.

No todas las categorías se trasforman idénticamente, ni al mismo tiempo. Pero en virtud de que todas están relacionadas de algún modo, es inevitable que aun aquellas que parecen más permanentes sean afectadas por las trasformaciones que tocan a las menos duraderas, sea en su forma, sea en sus funciones, o en ambas cosas a la vez.

Nos parece útil precisar la noción de trasformación como proceso diacrónico estudiado en las categorías lingüisticas, dis- tinguiendo dos géneros de trasformaciones, diferentes por su naturaleza, que tienen causas y efectos distintos en el desen- volvimiento de las lenguas:

1] Las trasforniaciones iniiovadoras. Son trasformaciones pro- ducidas por desaparición o aparición de clases formales, lo cual modifica la dotación dc las categorías vivas.

Desaparición de categorías serán, por ejemplo: 'la desaparición parcial o completa de las distinciones de gé-

nero: eliniinación del neutro, que reduce las oposiciones a la oposición masculino/femenino; o elinlinación del femenino, que produce una oposición: género animado/neutro;

*la reducción de las distinciones de número por eliminación del número dual;

'la reducción, en proporciones variables, de los sistemas de clases nominales y -correlativamente o no- de los sistemas de deícticos, etc. ' Hada ahora sólo publicado en traducción inglesa cn Dircilianr for Hirbrical Lin-

yirrin (Symporiurn in Historial Linguirtio, 29-30 de abril de 19%. The Univerrity of Tcm, Linguittia Depaitincnt). Austin-hndrn. Unkenity of Tcur Prerr. 1968, pp. 85-94.

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La creación de categorías podrá ser ilustrada por: *la creación del artículo definido; *la creación de nucvas clases de adverbios procedentes de coin-

pucstos (-ly, -ment), etc. Estas desaparicioiics y aparicioiics altcran la dotación de las

categorías formales de la lengua; provocan por aiiadidura una reorganización y una redistribucióii de las foriiias en oposicio- nes cuya estructura se ha n~odificado: redistribucióii dc las tres clases de número graiiiatical entrc las dos clases subsistentes; redistribucióii del plural neutro latino cn el feii~eiiino roiiiaii- ce; reorganización de los demostrativos a partir de la especiali- zación del artículo, etc.

111 Las trasforiiiacioiies conservadoras, quc consisten en el rcmplazamiento de una categoría niorfemática por una catego- ría perifrástica en la misnia función, por ejeniplo:

'remplazaiiiiento del coniparativo morfológico por el sintag- ina adverbio + adjetivo;

"reniplazamiento de la desinencia casual por el sintagma pre- posición + nombre.

Vamos a estudiar algunas de estas trasforinaciones, para subrayar la iniportancia fundamental de la noción de perífrasis eii el proceso mismo de trasforiiiación.

Las trasforiiiaciones que consideramos niás especialiiieiite son las que a la vez producen una nueva clase de signos, que podrían llamarse signos de auxiliación, y que son realizadas co- rrelativaiiiente por esas formas de auxiliacióii.

Coiisideraiiios en especial este proceso de auxiliacióii eii el desarrollo perifrástico de dos categorías verbales, el perfecto 1.

el futuro, en el doiiiiiiio roiiiaiice. Ahí hay cjeiiiplos privile- giados, tanto por la abundancia de los datos coiiio por el iiúiiie- ro de observacioiics teóricas que periiiitcii Iiacer.

La caractcrística formal de esta trasforiiiacióii es pues que se opera por creacióii dc un sintagiiia, coiidicióii fuiidaiiiciital suya, cualquiera que sea la suerte ulterior de tal sintagiiia (iiiaii- tciiido distinto en el perfecto, soldado en unidad cii el futuro).

El sintagiiia de auxiliacióii puede ser descrito coiiio la aso- ciación dc 1111 auxiliante fiexioiiado y dc u11 aiisiliado iio flc- xioiiado. A estos dos elciiiciitos agregaiiios otro, tcrccro,. que

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rcsidc cii la coiiibiiiacióii dc los dos, coiidicibii productora dc uiia foriiia iiucva, distinta de cada tino de los dos coiiipo~iciitcs, y dc uiia fuiicióii iiucva. En ofra parte hciiios ofrccido un aiiá- lisis descriptivo dc la estructura de los sintagrnas de auxiliación en fraricés.'

Aquí estudiaremos de qué maneta se define11 estas perífrasis cii los casos respecti\los del perfecto y el futura en su forma la- tiiia, cii su rclacióii foriiial y funcional.

La perífrasis típica del pcrfecto está constituida en latín por habQre + participio pasado. 'l'eiienios aquí una estructura que ]>arecc clara, inniediataiiiciite inteligible y constante, sea en la- tín o eii su estado prescntc, piiesto que volvemos a hallarla coiiio tal eii las Iciiguas roiiianccs y en otras más. En realidad la cons- titución de este sintagma obedece a condicioiies precisasi y su- p011c algunas distinciones teóricas esenciales. Ni unas ni otras parecen aún recoiiocidas como cs debido.

IIav dos condiciones para que las foriiias, la de habere y la del participio pasado, puedan coiiibiriarse en un sintagma. Cada 1111: de estas dos condiciones consiste en ui:a elección entre dos posibilidades.

El vcrbo habe5 cri construccióii predicativa es susceptible dc dos sentidos: "tener" y "haber". Esta condición previa tiene iiiiportancia priniordial: decide en la encrucijada de la eleccióri. La difcreiicia entre "terier" y "haber" ha sido por regla genc- ral dcscoiiocida en las numerosas obras didácticas que tratan de cstc perfccto. La niayoría de las veces ni siquiera se nicncioiia. De ahí cl estado de coiifusióii qiic iiiipcra a propósito de esta coiistr[iccibri.

Esta distiiicióii prinicra es eseiicial; según sea toniado habe; coiiio "tcncr" o "haber", se cierra o se abrc el caiiiino a la coiii- prcnsióii de la perífrasis.

Esta distirición iiiicial, concerniente al sentido del auxiliar

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~ i ~ ~ s r o n h r n c i o ~ ~ s ni; i ~ s cxr~conías i.i~ciiis.ric~s l i i

hnbe6, cstá ligada a otra distiiicióii, relativa a la fuiicióii dc la forriia auxiliada: ésta puede ser toiiiada o coiiio adjctivn (cs el caso de proinpttis, lectus, ratus, t<icitiis, clausirs, siihitiis, ctc. 1 o coiiio participio verbal cii seiitido cstricto.

Cada uiia dc estas dos funcioiies se viiicula rcspectivaiiiciite a iiiio de los dos seiitidos de habeó 1, gobicriia un siiitagiiia dis- tinto. Uiio de estos dos siiitagiiias jaiiiis realiza uiia perífrasis dc perfecto: es cl siiitagiiia de habZre "tciicr" coi1 cl participio coi1 \,al«r dc adjetivo.

El otro siiitagiiia rcaliza siciiiprc uiia perífrasis de perfecto: es cl siiitagiiia dc habare "liabcr" coi1 el participio de valor verl~al.

Es iicccsaria una coiidicióii iiiás para que la relacióii de per- fecto sea iiiiplicada por la foriiia del siiitagiiia; ticiic que vcr coi1 la iiatiiraleza sciiiáiitica del vcrbo. Es preciso, cii priiicipio, que diclio vcrbo dciiotc iiii proccso "seiisorial-iiitelectual" iiiterior al sujeto y iio iiii proccso "operativo" aplicado a ti11 objeto fucra del sujeto. l'articipaii de esta categoría los verbos "coiiipreiider, desciibrir. notar. \.er". los priiiieros eii qiie se realiza la perífrasis /i<ibZre + participio.

'l'alcs soii las coiidicioiics a las que cstá sonietido el perfecto perifrástico. Soii apreciadas juiitas y piicdcii ser recoiiocidas coiiio distiiitas cii iiiiii foriiia coiiio hoc coiiipertuiii habet ("ha coiii- ~>rciidido CSO") , doiidc h<,b?re siwiiifica por cicrto "haber, po- 9 sccr", doiidc coii~pertuiil cs por cicrto cl participio que deiiota cl cstado cii qiic el objcto Iia sido piicsto, y doiidc el verbo coiiiperíre "avcrigiiar, dcsciil>rirV deiiota por cierto 1111 proceso iiieiital.

La coiijuiicióii dc cstos trcs factorcs Iiacc qiie el autor del coiiiperire y cl siijctu graiiiatical clc habe're coiiicidaii iiccesaria- iiieiite. De allí, cii coiisecueiicia, que, cii este sintagrna y por él, el autor del proceso sc:i designado coino poseedor del resiiltado. 'idqiiirido p;ir;i d. Ilc ;iqiii iiii r:i.\go distiiitivo dc uiia iiucva rcla- cióii eiitre el ;igciitc ! cl yrocc-so, iii~i! difereiite de aquella que eiiuiicia la foriiia tcii:poral siiiil>lc.

Otra coiiseciieiicia cs la sitiiacióii teniporal, enteramerrte niie- va taiiibién, que este siiitagiiia atribuye al proceso. En virtud de ser plaiiteado coiiio coiisuiiiado, pero al mismo tiempo \,iiicu- lado al presente, el proceso se halla referido a una etapa ante-

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134 ESTRUCTURAS Y ANÁLISIS

rior con respecto al iiioiiieiito actual en que es ciiunciado. En hoc cotnpertuiii habet ("se ha eriterado de eso"), el tiempo presente de liubet iiidica el iiexo duradero con el momento ac- tual, el participio pasado compertuin el estado del objeto coiiio acabado. y así lógicamcntc anterior al iiistaiite del discurso. Tal es la doble característica distintiva del perfecto: el proceso es plaiiteado coiiio prescntc, pcro en estado de iioción consuinada. Ninguna otra for:na vcrl~al puede hacerle la coiiipetencia con este r,alor.

h partir de aquí, se generaliza cstc iiiodelo siiitaginático ex- teiidiéiidolo a otros verbos, hasta llegar a episcopum invitatum h ~ b e s (Grcgorio de 'rours). En adelante, el siiitagma se tor- na uiia foriiia úiiica de dos rnieiiibros, el perfecto; los dos iiiieni- hros desenipefian funcioiies iiitrasintagiiiáticas distintas y coni- pleiiientarias: habere se vuelvc el aiixiliante encargado de las re!aciones sintácticas con el eniinciado; el participio, el auxilia- do encargado de la denotación semántica del verbo. Es el aco- plamiento de los dos miembros el que realiza la forma del per- fecto.

En el paradigma del verbo latino se da una trasforii~ación del antiguo perfecto q~ic, por escisión, para en dos foriiias dife- rentes. El valor iiihercnte al perfecto sintético pasa al perfecto pcrifrástico, que rechaza al otro hacia la función de aoristo.

Por lo deiiiás, el liecho misiiio de que el auxiliante hube6 coiiserve el estatuto flcxional dc un verbo libre peniiite consti- tuir uiia conjugación perifrástica completa qiie renueva el para- digiiia del perfectum.

De esta suerte la forma perifrástica cs heredera del antiguo perfecto, iio sólo en virtud de uiia sucesión histórica, sino por- qiic hace explícito su valor inherente. Aquí podemos nada más iiidicar esta relación particular, que requeriría largas precisio- nes. La traiisforiiiacióii estructural acaba en una conservacióii fiiiicioiial.

Nada de esto puede salir a relucir mientras iio se pase dc repe- tir, como tantos iiianualcs, quc "tiene escrita una carta; tiene las ropas desgarradas" anda niiiv cerca, si no cs Iiasta sinbiiinio, de "ha escrito una carta; ha desgarrado sus ropas", lo cual es erróneo desde el triple punto de vista de la descripcibii, de la

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TRASF~RMACIONES nx LAS CATECOR~AS I.INCU~STICAS l i s

historia y de la teoría general, y al instalar la confusión en el corazón del problema, impide inclusive plantearlo.

La trasformación del futuro latino en futuro romance se ope- ró, como es sabido, por mediación de una perífrasis hube6 + infinitivo. Es lo que todos los nianuales representan en el es- quema lat. cantare hube5 > fr. je chanterai.

No queda sino decir que esta manera de simbolizar el trán- sito de un estado a otro es errónea a la vez en la realidad histó- rica si pretende resiimirla, y como modelo teórico si pretende hacerla comprender. Jainis fue cantabó reniplazado por cantare habeó (si no es en la época ya roniance cuando todos los futu- ros se habían vuelto perifrásticos), y jamás cantab6 hubiera po- dido ser rejnplazado por cai~t¿ire habe6. Este doble error, histó- rico y teórico. resulta de una interpretación inexacta del sintag- ma habére + infinitivo que es efectivan~ente la etapa interme- dia entre el futuro latino y el futuro roniance.

Empecemos por restablecer las condiciones exactas en las cuales aparece esta perífrasis.

Nació en los escritores y teólogos cristianos a partir dc Ter- tuliano (a principios del siglo iii d.c.). La gran iiiayoría de los ejemplos prueba que:

11 la perífrasis comenzó con habére y el infinitivo pasivo; 21 fue empleada primero con habére en imperfecto; 31 se restringía a las proposiciones subordinadas, sobrc todo

relativas. Al principio es, pues, un giro muy específico. El tipo es:

". . . in nationibus a quibus magis suscipi habebat". No entra en modo alguno en competencia con el futuro, que los iiiisiiios autores eiiiplean regiilariiiente y sin liiiiitacióii ni vacilacióii. He aqtií el primer rasgo importaiite.

Otro está ligado a éste, se trata del sentido de habere. Se dcs- prende de esta coiistr~icción que habere no significa "tener (que)" como en "tcngo que trabajar", sentido que jamás Iia- bría conducido a un futuro "trabajaré", del que difiere incluso

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136 ESTRUCTURAS Y ANALISIS

hasta el plinto de que, hov como siempre, "tengo que trabajar" iiiiiica sc confiiiide con "trabajaré", ni "tengo que decir" con "dirí.". Eii cl siiitagiiia latiiio tal conio se coiistitiiyó efectiva- iiicritc, habere con el iiifinitivo tiene por función iiidicar la prcdestiiiacióii del objeto designado a ser hecho tal. Es uii va- lor seiiiáiitico iiiievo y distiiitivn, del todo diverso del valor de iiiteiicióii que a iiieiiiido está asociado a la nocióii de futuro.

Esta perífrasis, cuando nace, tiene una estructura sintáctica partic~ilar, conio sc Iia visto. LEs pues el sustituto dcl futuro? Dc niiigiiiia iiiancra. No es, al principio, iiiia proposicií>ii li- bre, siiio siibordinada y por lo general relativa. Hay por tanto que dcfiiiir su fiiiición coiiio la dc 1111 adjctivo vcrhal o dc uii participio. De hecho se eiiiiiicia nicrccd a esta pcrífrasis cl cqiii- valciitc de un participio fiitiiro dc voz pasiva, quc iio indica la obligación (conio hace la foriiia en -ndus) siiio la prcdcstiiia- cióii. Ninguna forma iioniinal de1 paradigiiia verbal latiiio po- día expresar esta noción que era a la vez iiiieva coi] respecto a los "tiempos" clásicos del verbo, y necesaria en el niarco coii- ceptual en que se prodiicía.

Una vez implantada, csta pcrífrasis gana tcrrciio. Se cxtieii- de priiiiero a la proposicibii librc: 'Nuzurueus rocori Iiubebat sc- cuiidum prophctioin; liicgo adiiiitc. con habere, cl iiifiiiitivo de 1111 verbo depoiieiite o iiitraiisitivo: qiria nasci habebat. quod in oiiiiion tcrrum cxire hubehut pruedicntio upostoloriiiii; por í11- tiiiio, el infinitivo dc todos los vcrl,os. Mas csta cstciisiOii iio se coiistinia hasta iiiuy tardc (siglos VI-vrr) .

Sólo ciitoiiccs el siiitagiiia coiiipitc cfcctivaiiiciitc con el fiitii- ro y llega a siiplaiitarlo. Ilay quc rccoiioccr aquí dos proccsos distintos:

11 El siiitagiiia hubZrc + iiifiiiitivo cocxistií) largo ticiiipo con el fiituro antigiio, siii criizársclc, porque portaba una iio- ción distinta. Fliiho así dos expresiones del futuro: lino como iii- tención (cs la fciriiia siiiiplc cii -E. - U I I Z ) , otro coiiio prcdcstiiia- ción (es el sintagiria: "lo.qiic tici~c qiic ociirrir" > "lo qiic ocii- rrirá"). Inevitableiiiciitc las dos expresiones tcníaii qiic cncoii- traae, y confundirsc cii diversas circunstancias dc ciiiplco. En tal conflicto, la forma siiiiplc del futuro viejo, debilitada ya por su dualidad forma! (-bol-um) y por las confusiones fonkticas con el perfecto (amabit - amZvit), debía ceder el puesto.

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'TRASr'oRhiACIONi<S DI< LAS C~I .TTCOR~AS I.INGV~S.TICAS 137

21 Al iiiisiiio tiempo se realiza progresivamente una rediic- cióii foriiial del siiitagiiia por fijacióii del ordeii dc sucesióii iu- fiiiitivo + hbbhe 11 por fusióii de los dos miembros: entre la filial vocálica de los iiifiiiitivos y la iiiicial vocálica de habere a coiitiiiuación, desaparece h- y es abere lo que en adelaiite será la foriiia portadora de flexióii: essere abetis "seréis" (s. VI), acarrcaiido veiiire (li)abes, videre jh)abes y preparando así sol- verai priiidcrui de los Jiiraiiiciitos de Estrasburgo. Es esta tras- foriiiaciOii del siiitagiiia cii uiia foriiia íinica la que lo toriió apto para adoptar eii el paradigiiia el piicsto del antiguo futiiro.

Se ve aquí ci cjciiiplo dc una locucióri nacida para respoii- dcr a uiia función particiilar y liiiiitada, ceíiida en un iiiarco siiitáctico cstrcclio, qiic despliega sus virtualidades propias y eiitoiiccs, por uii cfccto de seiitido iiiil>revisibIe, realiza cierta expresióii del futuro. La lciigua explota cste recurso para insti- tuir progresivaiiieiite una iiueva forma temporal que elimina le antigua.

Otra trasforiiiacióii perifrástica del futuro antiguo se dio en griego, y exliibc iiii ciirioso paralclisiiio con la precedente.

La forriia antigua d e l futuro es reiiiplazada en griego inedia por perífrasis coiicurreiites que revclaii el conflicto entre dos espresioiics distiiitas: 111i:i coiisiste cii tklió ("terigo") + inf., la otra cii théló ("qiiicro") + iiif. Al iiiisiiio tieiiipo sc prodii- cc, cii cl iiiisiiio caiiipo, iiiia cstciisióii dc la foriiia moda1 de siibjiiiitivo aoristo coi1 iia. (p;irtíciila iiiodal): nd id6 "veré". De csta coiicurrciicia ciiiergc iiiia foriiia iiiieva, priiiiero perifrás- t i a thGlo i d (grapsój, liicgo, con rcdiiccióii, thé lid. . . (si- glo X I I I ) , t1d iia. y por últiiiio tlzu (grapso), futiiro de la lciigua coiiiíiii. Dc iiiodo qiic cl futuro del griego inoderiio cs el pre- sciite o el aoristo coi) prcfijacióii de uiia partícula tha. D e la aiitigiia pcrifrasis. cl iiiiciiil)r« qiie exl>resaba la iiitención ha sido eliiiiiiiado coiiio sigilificaiite, eii virtud del hecho de que el seguiido niiriiibro (equivalciitc al iiifinitivo en la perífrasis latina) era en griego uiia proposicióii final, necesariamente' pro- vista de una foriiia verbal pcrsoiial. El auxiliante thélo, en tan- to que forma flexionada, se volvía así redundante y podía redu- cirse a una partícula.

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138 ESTRUCTURAS Y ANÁLISIS

El sogdiano, dialecto oriental del iranio, proporciona un cjemplo más de trasformación.

El futuro antiguo, con el morfema -ya-, representado por el avéstico busyati "será", es remplazado en sogdiano por una locución formada por el presente seguido de una partícula kam (antiguamente = "deseo"): but kam "será". En estados más evolucionados del sogdiano, la partícula se une a la forma verbal y finalmente se reduce a -kü, que no es ya significante: butqá "será"

Parece que por una necesidad interna la perífrasis del futuro esté destinada a eliminar el miembro auxiliante, sea por fusión con el auxiliado (es la solución romance), sea por reducción al estado de partícula (como en griego moderno y en sogdiano)

Estos ejemplos permiten ver, en la trasformación de las cate- gorías formales, la similitud de los verbos empleados para efec- tuar combinaciones sintagmáticas bastante diferentes entre sí, y que no tienen igual suerte en las mismas lenguas.

El perfecto y el futuro nuevos han sido realizados por el mis- mo verbo en calidad de auxiliaiite, habere. Hubiera podido mos- trarse la trasforiiiación del pasivo antiguo en sintagma caracteri- zado por el auxiliante esse ( o "ser", etc.). Por lo que toca a las transformaciones de formas temporales latinas en romaiice occi- dental, apenas hay más (cf. la variante tenere' en portiigués).

Hay otras trasformaciones, y otros auxiliantes que las efec- túan. Una de las más comunes es la trasformación de las for- mas verbales modales en sintagmas cuyo auxiliante es iin ver- bo conio "poder". Hay asimismo trasforiiiaciones de fonnas simples caracterizadas desde el punto de vista del aspecto en sintagmas. provistos de un auxiliante con fiinción aspectual.

Pero, sea cual fuere la función particiilar qiie desempeííe, la auxiliación es un procedimiento sintáctico muy vastamente em- pleado en las lenguas mas diversas. El sintagnla de auxiliación presenta por doquier caracteres comunes, que es interesante

Ter. Li.1

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~ ~ x ~ s ~ ~ o n h r ~ c i o ~ ~ s DE LAS CATECOR~AS L I N C ~ ~ S T I C A S 139

sacar a relucir, a título de ejemplo, en dos lenguas amerindias diferentes.

Doiidequiera es verificado el fenómeno de la a~ixiliación, pue- de advertirse que el auxiliante es un verbo de naturaleza parti- ciilai, y, niás allá de todas las diferencias de estructura lingüís- tica, que pertenece a las mismas series. Es un verbo de sentido iiiuy geiieral, a inenudo defectivo e irregular, supletivo en más dc una lengua.

En tunica (Haas) se distinguen tres clases de verbos: auxi- liares, activos, estáticos.

Los auxiliares son: ?úhki "es, vive"; ?úra "está acostado, ex- tendido"; ?úna "está sentado, acampado, agazapado"; ?úsa "vie- ne"; 'úwa "va"; -'úta "hace, causa", y aparte láka "viven" (anóm., 3a. pl.).

Todos tienen un empleo libre, así como un empleo a modo de auxiliares de otros verbos. Ahora bien, difieren de las otras dos clases de verbos en virtud de las características siguientes:

I ] Ciertos auxiliares se flexionan irregularmente: ciertas for- nias como las de los verbos estáticos, otras como los verbos activos, otras más inanalizables.

21 Son supletivos, Únicos que emplean tal procedimiento. 31 Aplican la reduplicación en la forinación de los paradig-

nias repetitivos, y son igualmente los únicos que lo hacen. 41 Son todos eniplcados en la flexióii perifrástica de los ver-

bos activos, con todo y que tengan además (salvo uno de ellos) LIII ciiipleo libre.

Tainbién en aztcca hay verbos auxiliares. Son verbos -Wliorf cuenta diez- que tienen una existencia iiidependiente. Como auxiliares, son sufijados al verbo y confieren a la forina verbal, en la lengua clásica, cierto valor aspectual.

Los verbos auxiliares son: 11 ka "ser" (=contiiiuativo); 21 nemi "andar, viajar" (= va hacikndolo); 31 wic "venir" ( - vie- ne Iiaciéndolo); 41 mani "exteiiderse, estar exteiidido" (=circu- la haciéndolo, lo hace en uii área: kiyawtimani "raiiis al1 arourid"); 51 ikak "estar de pie" (=se está en este estado, para cosas erigidas); 61 ewa "levaiitar" (=no durativo "entra en el proceso", o seiicillaiiieiite iiiceptivo: kon-anatewa "starts for- ward to get it (-una-)"; 71 mornana y 81 mote.ka, los dos "settle dowii"; el priinero con una idea de "difundirse" de empleo idio-

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140 cs~niicriin~s Y ANÁLISIS

iiiático; 91 kisa "go forth" y 101 tveci "caer", iio durativos e iii- ceptivos de accióii vigorosameiitc eiiipreiidida: -k"ititc~rci "daslics iipoii and takcs (-k"i-)".

El auxiliar es silfijado al presciitc -ti-, por ejciiiplo coi1 cl au- xiliar ka "ser" + mo-klia "sits", se foriiia o,iiio-klitikatka "lic was sittiiig", nio-Aalitiyes "he will be sittiiig".

La técnica dc la aiixiliación resulta particulariiicntc clara e iiistriictiva en las lcng~ias altaicas. El siiitagiiia dc auxiliacióii eii tiirco antiguo (Gabain) coiisiste eii uii auxiliaiitc flcxioiia- do y un "coiivcrbo" de foriiia fija en -u o eii -p. El paradigiiia. bastante extciidido, dc los auxiliaiites, coiiiprciide verbos de scii- tido geiieral quc, eii calidad de aiixiliaiitcs, forinaii pcrífrasis clc fuiicióii descriptiva o iiiodal: con tur- "starc" puede foriiiarse altayu tur- "tener costuiiibre de eiigaíiar"; coi1 tut- "tciier": küyü tut- "proteger coiitinuameiitc"; coi1 alq- "agotar": qilii alq- "hacer hasta el fin"; con tart- "tirar": qutu tart- "decaer lentamente", etc.

Podrían ser citados otros muchos casos, que iiiostrariaii a la vez cuán general es este procedimiento y cuán paralelos son !os caiiiinos de la realizacióii.

Esto perniite colocar los siiitagiiias dc ausiliacióii dc las lcii- guas indoeuropeas en un coiitexto descriptivo iiiás vasto v qiic permite con~prenderlos mejor. Pero. a la iiiversa, donde Iiot. apreciaiiios, eii lenguas siii liistori~i. estriictiiras dc ;iiisiliaci6ii aiiálogas a las dc las Iciigiias iiidociiropcas, podciiins pciisnr cii ccliar iiiaiio del iiiodelo iiidocuropco para cxplicar sil g61iesis.

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10. PARA UNA SEMAN'L'ICA D E LA PREPOSICION ALEhlANA VOR '

En un artículo anterior2 intentamos una interpretación unita- ria de los usos de la preposición latina prae, a fin de mostrar en particular que el sentido llamado causal de prae resulta de una especialización del sentido general de "delante, en el extre- nio, en el punto extremo". Rechazábamos pues la explicación dada por Brugmann de la expresión prae (gaudio): "Etwas stellt sich vor etwas und witd dadurch Anlass und Motiv für etwas." P. Meriggi,' sin considerar en detalle la argumentación de nues- tro artículo, vuelve a la tesis de Brugmann, y a nuestra pre- gunta: "lloro ante la alegría. . . ¿En qué lengua se ha expresado uno iiiinca así?", responde: "Iii tedesco, perche vor Freude 6 la espressione del tutto corrente e addiritfura unica pel lat. prae gaudio. "

Opinamos que, lejos de modificar nuestra concepción del sentido de lat. prae gaudio: la expresión alemana vor Freude la refuerza. Pero ¿qué significa exactamente? Hay que empezar por analizar este uso de vor en el contexto del valor general de la preposición. A fin de abreviar nuestra den~ostración, nos apoyaremos en las definiciones dadas en el artículo vor del dic- cionario de Grimm?

Ante todo, hay que recordar que en las locuciones como vor

' Athenseiiiii, nueva serie, vol. L, frsc. iti.~v (1972). Universidad de Pavia, pp. >7, ,-rr > , L . , , , .

t Reiniprer<i en nuRtra obra Pioblknicr de linguirtique ginérale, l. París. 1966. ~.. pp. I32rs.

Atheiiaeirm, nueva serie, val. L. fasc. $ir-iv (1972). Universidad de Pavia, pp. 7 5 7 5 s . que tuvo Ir aniabilidad. que le agraderemo$, de trasmitirnos en manuscrito.

* No volvereiiiar aqiii a lat. prae, si no es p a n expresar nuestra satisfacción al hallar eii el articiilo de P. Meriggi una inapreciable lista de ejemplos de piae que eonitir- iiian nuestros puntos de vista acrrca de Irs condiciones de dicho enipleo. Setialemor dc psada qiie la cita 4 (Liv. i ic , 46. 9 ) debe ser rectificada. El tkxto es en realidad 0 l l l i s ~ i ~ rebus aliis prae iinicis cura, lit. "todos los deniir asuntos en" descuidados, al r ~ t r c i i ~ o del ciiidado por tino". a conia traduce Bsillct (ed. BudC): "Cainmc On iiCpligeaü toutes les autres affaircs pour nc ioccuper que de felle.ll." - Crinmi, Dcutsches Worterhtich, XII, Abt. ir (1951). pp. 777% citado en delante "Grirnm"

I1411

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S E M ~ N T I C A DE UNA P R E ~ S I C I ~ N ALEMANA 143

al. vor Freude weinen; it. piangere di gioia; fr. pleurer de joie;

al. vor Angst sterben; it. morire di p u r a ; fr. mourir de peur; al. vor Müdigkeit umfallen; it. cascare di stailchezza; fr.

tomber de fatigue. Como aquí no se trata de francés ni de italiano, no nos que-

da más que preguntarnos si este valor de vor puede explicarse por el sentido general de la preposición tal como ha sido defi- nido arriba. Creemos que tal es el caso, y !os datos concuerdan con nuestra interpretación. P. Meriggi debe construir la suya sobre dos sentidos opuestos, el de "causa" y el de "impedimen- to", que nos parecen ilusorios ambos.

Se ve, sin más, con leer el comentario de Grimm: "vor be- zeichnet die nrsache, den bewegcnden grund für zustande, be- sonders innere, dann aber auch für ein verhalten in ganz allge- meiner anwendung: vor begierde brennen, vor scham verstum- men,. . . vor wut beben, vor freude weinen. . . Die wirkende ursache ist gewohnlich nichts von aussen kommendes, abge- sehen von kalte. hitze, u. a,, wo gleichzeitig ein innerer zustand bezeichnet wird, und so ist dann das bewirkte wiederum ein innerer zustand, dessen ausdruck, oder ein verhalten, eine hand- lung, ein vorgang, die als unwillkürliche folgen angesehen wer- den konnen; besonders oft wird auch durch eine negation eine verhinde~un~, hemmung bezeichnet . . . "

El papel de vor sigue siendo el mismo en este uso específico. Indica la posición en la que se encuentra uno bajo la impulsión de una f u e m irresistible que empuja hacia adelante. Al igual que el movin~iento del navío es producido por la fuerza del vien- to que lo impulsa, así el estado involuntario físico o psíquico ("weinen") es el resultado de una pulsión emocional ("vor Freude") que sufre el sujeto. El comportamiento involuntario ("weinen, beben, brennen") del sujeto es asimilado al movi- miento igualmente involuntario del velero ("segeln"), y el paroxismo de la emoción impulsante a la fuerza impulsara del viento.

Una vez aquí, todo lo que importa y basta comprender es la relación semántica de vor con el verbo, por una parte, y por otra

Ciitinn. pp. 788-789

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con el siistantivo. Qiie la violeiicia del afecto resentido Iiaga llorar al uno o inipida al otro liablar, cs cosa quc ataíie al psi- cofisiólogo, no al liiigiiista. Es igualiiiciitc vano atribuir a vor el sentido de "causa" y el de "impedimento"; eso es confundir e1,plano de la sensación y el de la lengua. Desde el punto de vista Iingiiístico sólo viene al caso una consideración: la cons- tmcción de vor y la relación que establece entre el verbo y el nombre que articula j~~ntos . Diremos pues que, apuesto adver- bialmente a un verbo denotador de un estado o un comporta- miento involuntario ("llorar, temblar", etc.), vor indica la avanzada extrema, resultante de una inipulsión, y forma sin- tagma con el sustantivo denotador del agente de la impulsión (aquí interno, enlocional, "Freude", etc.). Si vor indica la di- rección impuesta al objeto por el inipulsor, es en virtud de la misma construccióii que arializábanios antes. Dejando aquí a un lado la cuestión del artículo, que no tiene relación directa con nuestro propósito, subrayaremos el paralelismo y la unidad esencial de los dos tipos de locuciones:

vor &m Wittd vor Fretide segeln weinen

Exterior o interior, ciiiética o cmotiva, la impulsión actúa pare- jamente, y en los dos casos tiene vor la iiiisma dcnotación. Hay un nexo estrecho, necesario, entre cl carácter involuntario de los conlportamientos iridicados por el verbo (sea actos, "llorar, gritar", sea, lo cual se reduce a lo mismo, "no saber ya qué se dice, no poderse mover") y la naturaleza irresistible de la pul- sión que mueve al sujeto en la dirección vor.

La lengua no podría producir construcciones tan parecidas si no hubiera entre ellas una siniilitud profuiida debida a un niisino csquerna subyaccntc. Toca al liiigiiista descubrir esas relacioiies profundas bajo la divcrsidad superficial dc los usos: si quiere comprender los efectos de scntido quc resultan.

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IV FUNCIONES SINTACTICAS

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11. FUNDAMENTOS SINTACTICOS D E LA COMPOSICION NOMINAL '

'Tanto en la práctica descriptiva como en la teoría de las clases de formas se ha considerado siempre que la composición no- niinal es cosa de la morfología, que no es otra cosa que una variedad de la formación de los nombres, a igual título que la derivación. Nadie discutirá que las particularidades formales de los nonibres compuestos interesan en efecto a la niorfología iiominal, en particular las variaciones características de un tema nominal entre el estado de fornia libre y el de miembro de compuesto, variación que es precisaniente una de las señales, a veces la única, de la coniposición. Vistas así las cosas, los com- puestos de las principales lenguas suniinistran a la descripción materia abundante. Han sido descritos y a menudo analizados con gran detalle.

Pero la consideración niorfológica deja sin responder, y a decir verdad aun sin plantear, el probleiiia fundaniental: jcuál es la función de los compuestos? ¿Qué los hace posibles y por qué son necesarios? En una lengua consistente en signos siniples, la existencia de unidades hechas de dos signos unidos invita a preguntarse dónde está la fuente coiiiíin de los coiiipuestos y de dónde procede la diversidad de sus foriuas.

Para responder es preciso, en nuestro concepto, consider~r los conipuestos no ya coiiio especies iiiorfológicas sino conio organizacioiies sintácticas. La coniposicióii noiiiinal es una mi- crosintaxis. Cada tipo de conipuestos tiene que ser cstiidiado conio la trasforniacióii de uii tipo de enunciado siiitáctico libre.

Exaniinamos pues en estos términos las principales clases de conipuestos, tal como son reconocidas por doquier, para sacar a la luz los fiindainentos sint~ícticos propios dc cada uiia y, fi- nalnieiitc, para buscar su coiiiíiii fiiiición.

' Biilletiii de Ir Suciétr' de Liiagtiistiqiic dc Parir, C. Klincksierk. t. ~ s i i (1967). fasc. 1 , pp. 15-31.

[ l t7 ]

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148 FUNCI0Nk.S SINTÁCTICAS

Planteamos en principio que un con~puesto tiene sieniprc y solaniente dos términos. Quedan excluidos de la función de composición (lo cual es por lo deiiiás noción bastante arnplia- mente admitida) los prcfijos y preverbos, cuyo coniportaiiiiento y papel son muy otros. Pero, de los dos tériiiinos de un coiii- puesto, uno puede scr, por su partc, conipiiesto: al. Bleistifthal- ter; ingl. cocktail-mixer; gr. triakonta-etZs "treintafiero". El com- puesto que pasa a scr término de compuesto cuenta por un solo término; nunca hay más que dos en el conipuesto nuevo.

Deben distinguirse en el análisis de los compuestos dos fac- tores que obedecen a condiciones diferentes: la relación lógica y la estructura formal. Ésta depende de aquélla. La estructura es dispuesta por la relación. La sola relación lógica proporcio- na los criterios propios para clasificar funcionalmente los ttpos de compuestos.

En consecuencia, la relación por establecer entre los dos tér- minos debe ser considerada como el primer criterio, el más ge- neral, aquel al que serán subordinados todos los demás. Distin- giiirenios dos grandes clases primordiales: los compuestos cuya relación es entre los dos términos y les es equidimeiisional, y aquellos donde la relación va más allá de los dos términos y, cnglobándolos en una función nueva, se modifica ella ~iiisma. Todas las demás clases serán incluidas en éstas a título de sub- clases.

La primera gran clase comprende los conipuestos en que la re- lación es entera y únicamente entre los dos términos. Éstos constituyen -diversaniente- y deliiiiitan -constantemente- la estructura sintáctica.

11 Contaremos aquí, primero, por la simplicidad de su estruc- tura binóniica, el tipo llamado dvandva ("par"), que junta dos siistaiitivos cquipotciites en una unidad que Ilaniare!~ios aco- plante. El védico proporciona los ejeniplos clásicos: dyüvüprthivf "cielo-tierra", pit~írümütárá "padre-madre", mitrivárun¿i "hlitrá-

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Váruna"; en griego W X ~ ~ ~ P E P O V "(duración de) noche-día". La particiilaridad del dvandva es que los dos nombres son equipo- tcntes. Es por esta relación por la que se caracterizan. No for- iiian pues, juntos, una construcción sintáctica en sentido estric- to, sino que están unidos por un vínculo de coordinación quc iio podría ser aiializado sino en el marco de una teoría general de la coordinación asindética. En consccuencia, el dvandva no adiiiitc reducción de los dos miembros a uno solo o la prima- cía de uno de los térniinos sobre el otro, aparte de la relación de precedencia, fijado por la tradición y, por lo demás, reversi- blc: pitárZ-matára o mütára-pitcira. La reunión de los dos iiom- bres pone de manifiesto el nexo asindético, rasgo sintáctico, y sirve de paso de resolución Iéxica a la forma sintética del dual llamado elíptico: dyáva "cielo (+tierra)", mitrá "Mitrá (+Vi- rupa) ".

21 Otro tipo está constituido por los compuestos que reúne11 dos sustantivos: pájaro mosca, pez gato, papel moneda, etc. Se distingue del dvandva en virtud de una diferencia esencial: de- signa 1111 solo objeto natural, no dos. Pero lo designa mediante dos signos juntos, noiiiinalcs uno y otro. Se trata de reconocer el víiiciilo eiitrc los dos iiiiembros, y lucgo la construccióii sin- táctica dc la que deriva la unidad nueva.

De los dos iiiienibros, es sienipre el priiiiero el que suiiiiiiis- tra la dcnoiiiinación: un pájaro mosca es un pájaro, un pez gato es un pez. El segundo miembro aporta al priiiiero una cspecifi- cación, adhiriéiidole el iioiiibre de otra clase. Pero ciitre los dos referentes no hay sino una relación de disyunción: las moscas no son una rama de las aves, ni los gatos una de los peces. El ser designado coino "pájaro mosca" es pues'en apariencia niienibro dc dos clases distiiitks que, con todo, no son ni hoiiiogéneas iii

siiiiétricas ni aun vecinas. Si esta designación doble sigue sien- do, iio obstante, no contradictoria, es que la relación que insti- tuve no es ni lógica ni grainatical,sino sciiiáiitica. El objeto así ddioniinado no participa idénticaniente de las dos c!ases. A una perteiiecc por naturaleza, a la otra es atribuido figuradaiiiente. El pájaro niosca es por cierto un pijaro, pero iin pájaro que culiibe cierta seiiiejanza con una iiiosca. El papcl nioneda es papcl, no moneda, por ser lo propio de la moneda su materia

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150 FUNCIONES SINT~CTICAS

(nietálica), su forma (en piezas), su marca (acuñada); es sin embargo papel ,que tiene alguna analogía con la moneda, a la que sustituye. Así signos léxicos como "pájaro mosca", "papel nioneda" reúnen dos nociones, una de naturaleza, la otra de figura. El papel de estos compuestos es acoplar en una designa- ci& especifica una clasificación de realidad y una clasificación de parecido. Es la prueba de que la relasón es planteada entre las cosas, no entre los signos.

Se percibe la constitución sintáctica que fundamenta estos conipuestos. "Pájaro niosca" se remite a un sintagiiia de defi- nición: "pájaro que es una mosca" y "papel moneda" a "papel que es moneda". En este tipo de construcción, dado el sentido que prod~ice, el empalme "que es" entre los dos lexeiiias inipli- ca una función particular de "ser". No es una marca lógica de identidad entre dos clases, puesto que las condiciones del em- pleo obligarían a estipular que esta función proposicioiial de la forma "un x que es un y" se aplica aquí a un objeto real y, sin ciiibargo, los referentes de x y y son inconipatibles, lo cual seria contradictorio.

La relación por "ser" debe entonces niás bien ser entendida aquí como una relación' de asimilación seniáiitica cntre dos no- ciones distintas, sobre la base de un rasgo coiiiíiii que cs iiiipli- cado, mas no indicado. Entre "pájaro" y "mosca", será el caric- ter seniántico de pequeñez; entre "papel" y "n~oneda", el de valor legal. Ideiitificación de siiiiilitud cntre un ser dcsignado y un ser coniparado, esta construcción, que no responde a iiingu- na de las significaciones lógicas de "ser", se refleia cii el coni- puesto por la siniple yuxtaposición de los dos signos coiiiponeii- tes, procedimiento descriptivo y expresivo. Como término léxi- co, este compuesto tiene a menudo por equivalente un signo simple: "pájaro niosca" y "colibrí", "pez gato" y "siluro" ("pa- pel iiioneda" y "billete de banco", coiiipuesto de tipo difcreii- t e ) . Se concluirá que este coiiipiiesto y la construcción libre que lo sostiene tienen la función de figurar una relación de siiiiili- tud iiituitivanicnte percibida entre un objeto desigiiado y otro de clasc distinta, y dc enunciar esta rclación de siiiiilitud con la foriiia de iin sigilo doblc cuyo priiner niicnibro cs deterniiiiado- asiniilado, el scgundo, dcteriiiiiiaiitc-asiniilaiitc. tisí sc coiisti- tuve cn la nomenclatura una nueva clasc, cuya designaci6ii.

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SINTAXIS DE LA COMPOSICI~N NOMINAL 151

asociando dos signos ya conocidos en una unidad específica. ahorra un signo único que sería suplementario, o permite suplir- lo ("pájaro mosca" al lado de "colibrí"), o si no, cuando existe. diferenciarlo de nuevo: a partir de un nombre básico (popular) inartín para paserinas, se foriiiaii martín pescador y luego mar- tín cazador.

31 El tercer tipo de esta clase es el compuesto de depeiideiicia, cuyos términos son dos sustantivos en relación de deterniina- ción: ingl. arrow-head "puiita de flecha"; gr. oiko-despótzs "aiiio de casa"; sánscr. r¿ija-putrá- "hijo de rey". La base del compiics- to es el grupo sintáctico libre con detemiinante en genitivo y determinado en nominativo (de cualquier modo quc se realice forinalrnente este vínculo, enunciado aquí, para siiiiplificar, en términos de flexión casiial) .

De todas las clases de coniposición, ésta es, desde todos los puiitos de vista, la que ofrece la relación iiiás clara e iniiicdiata con la base sintáctica libre, Iiasta el punto de que a vcccs cl compuesto y el sintagrna parecen periiiiitables a voluiitad.

Siendo así, y eii la iiiedida iiiisriia eii qíie el compiicsto y el sintagma parecen ofrecerse libre c igualiiieiite a la clcccióii, puede juzgarse plconástico este tipo dc coiiipiicsto y poiicr eii tela de juicio sil legitimidad coi1 rcspccto al sintagiiia. Y siii embargo se Iia desarrollado, cn ciertos casos Iia sido productivo. iCiiál pudiera ser pues la funcióii? La cuestióii iio Iia sido plan- teada todavía. Es cosa dc rccoiiocer el criterio que ascgura la distinción entre el coriipuesto y el sintagrna, es decir el priii- cipio que rige la selección de los términos de estos coiiipuestos.

Para desciibrirlo conviciie ante todo coiisidcrar csta clasc cii sil invciitario y ver dc qué categorías dc noiiibrcs soii toiiiados los constituyentes de los conipucstos de dctcriiiiiiacibii. A cstc rcspccto las lenguas iiidocuropeas aiitigiias ofrcccii a la obscr- vaci0ii 1111 caiiipo privilegiado. Sc sabe ya qiic cii cl origcii cstc tipo cs raro y cstrcchaiiiciitc liiiiitado. Eii vbdico 1. cii gricgo aiitigiio iio Iiay iiiás que 1111 griipo rcstriiigido dc rcprcsciitaii- tcs."'or lo quc toca al vbdico, s0lo cs citada iiiia clocciia de ciciiiplris. \- dc Iicclio, Iiast;i esto es <Iciii;isi;ido. Ilcclio cl ey~i-

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1 S2 FUNCIONES SINTLCTICAS

men apeoas guardaremos como seguros tres o cuatro compuestos cepa? Sil misma rareza los hace típicos e incita a considerarlos individualmente.

Esta primero el constituyente -+ti "jefe, amo", muy produc- tivo y que desde el RV tiene un paradigma tupido: dampáti- "amo de casa" (gr. des-pótzs), vif-páti- "jefe de clan", ibs-pati- "jefe de familia", etc. También está bien atestiguado putra- "hijo", en raja-putrá- "hijo de rey", brahma-putrá- "hijo de brahmán", así como rüian- "rey", en jana-rdian- "rey de la raza".

De esta breve lista de la mayoría de los ejemplos primeros, se extrae ya una idea precisa de la relación que había que definir. Una formación de compuestos cuyo segundo termino es "jefe" o "hijo" o "rey" se caracteriza en lógica como una función de dos variables: "ser hijo" no es un predicado autónomo, exige otro argumento para completarse; así "hijo, jefe, rey" va- len necesariamente por "hijo-de, jefe-de, reyde".

Los nombres de esta categoría lógica son ante todo aquellos que indican el parentesco o la relación con un grupo social. Este rasgo está presente también en el nombre propio dívo-dasa- "criado del cielo"' (con divo < divas gen:, sintagma fijado como nombre propio). De ahí el efsctivo primero tan limitado de esta formación. Con todo, recibe, llegada la ocasión, aportaciones imprevisibles. Puede uno, por ejemplo, sorprenderse al encon- trar hiraaya-rathá- "carro de oro", y se preguntará cómo es que hirapya-rathá- va a ingresar en la misma clase que raja-putrá- "hijo de rey", vista la diferencia de estatuto lógico entre ratha- "carro" y putra- "hijo". La relación se aclara por el valor con- textual de hirqya-rathá- (RV, I, 30, 16): no "carro hecho de oro" sino "carro lleno de oro" (goidbekzdener Wagen: Wacker- nagel; ein Wagen vdl Gdd: Geldner); rdha- es tomado aquí como nombre de continente; se traduciría mejor: "carretada de ' M, de 1s listih que da Waekernlgel (op. cit, p. 241, 1 97) siguiendo a Arnold,

para la porciones mís antiguas d d . RV, habría que diminar varia eiemplos: nava-jvld-, mahidhml-. mahl-vük haen adjetivo, mma primer término y pertenecen

asi a otra eitegoria, la de adra-m%- (d. Wxkernagcl, 1 101); dwdkprra- (RV. v, M. 7) hay que tomarlo mmo, nombre propio. de acuerda mn

Oeldner (trad. ad loe.) y Renou (Et. v a . ct p.. V. 1959. p. 80; VII, 1960, p. 4 5 ) ; cn tal alidad r interpreta" mucho m j n mmo un hhuvrihi: "cuya kptra viene de l a devar";

dru-pada-- cr un hhuvrihi "pie de madera", mma india yp A. pebmnner (Nach. tr3ge a Wnr*, 11, 2. pp. 34.5);

sobre divodlsa- y hiraqya-ratha-, d. mír adelante.

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SINTAXIS DE LA COMPOSICI~N NOMINAL 153

oro". Con ello hirapya-rathá- se torna siniétrico con riija-putrá-. Funciones como "carretada de (heno), puñado de (grano)" tienen la niisma estructura Iógica que "hijo de (rey), jefe de (familia)", y el nexo continente-contenido es asimilable al de miembro-totalidad, ya sea el de head hacia arrow en arrow-heod, lit. "cabeza de flecha", o el de sánscr. pati- "amo (de)" hacia dam- "casa, faniilia" en dap-pati- "amo de casa".

Esta clase de coiiipucstos cnuiicia pues funciones de dos va- riables bajo la fornia sintáctica de la predicación: "x es de y" realizada conio "hijo cs de rey, jefe es de familia". E l compues- to se constituye con nombres que son por naturaleza términos relativos que piden térininos complementarios, tales como nom- bres de parentesco o de posición social. Este núcleo inicial cre- ce con designaciones participantes de otras categorías seiiiánti- cas, pero que contraen por su empleo la misma relación lógica con sus términos coniplemcntarios.

A la vez queda fijada la demarcación de principio entre este compuesto llamado de determinación iiominal y el sintagma: éste no está sometido a ninguna restricción Iógica y puede reunir en esta relación sintáctica nombres de todas clases.

41 El tipo que podría Ilaiiiarse clásico es el conipiiesto de pri- nier miembro noiiiinal, determinante, y de segundo niiembro verbal, determinado: gr. hippó-damos "que doma caballos", lat. signi-fer "que porta la enseña", sánscr. havir-ad- "que come la oblación", a. persa artti-bara- "que lleva la lanza", ingl. shoe- maker "qiie hace zapatos", ruso medv-éd' "coniedor de miel" (= oso). La relación es la misma, en orden inverso, sin elección posible, en el tipo esp. portamonedus. Tan clara coiiio amplia- mente desarrollada, esta formación descansa eii una proposición libre con fornia personal del verbo transitivo que rige un tér- mino nominal: gr. hippó-damos "doma caballos"; lat. signi- fer "lleva la enseña", etc.'

Tropezainos sin embargo con una curiosa anomalía. Por evi-

' Basta can aiiadir, en vista de que nuestro objeto no en Ir dereripci6ii dc los coin- puestos par r i mismas, que la rclaci6n objeto + nombre verbal transitivo re invierte eii rccci6n pasiva cuando el tiriiiino verbal del compueito es CI adietivo en -?o. o el padicipio pasado: ingles haiid-iiiadr. gr. khe;r~-~io~Ztor, lat. iimnci-factui, Y que 13

funci6n verbal intraniitiva aparece en sánrcr. rathe-s!há "que está en el carro". La sin- taxis de las tres diPtesir re refleja de este ~iiodo en los eompuertor.

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154 FUNCIONES SINT~CTICAS

dente que parezca la relación planteada entre este compuesto y la proposición libre con rección transitiva, no puede dar.razón de la existencia de un tipo paralelo, donde los mismos elemen- tos están unidos por la misma relación interna, pero en orden inverso: determinado verbal + determinante nominativo, y siii embargo con el mismo sentido global. Este tipo está represen- tado en la mayor parte de las lenguas indoeuropeas antiguas, muy especialmente en griego y en indoiranio: gr. mkhé-kakos "quc comienza el mal, que es responsable de una desgracia", pheré- oikos "que lleva su casa", sánscr. t r asa -dqu n. pr. "que asusta al enemigo", kgyat-vtra- "que manda a los hombres", a. persa xSayZrSan- n. pr. (xsaya-arban-) "que manda a los héroes", av. barb.zao0ra- "que trae la ofrenda". Al parecer este tipo supone también él una construcción libre de un verbo transitivo y de sil régimen: gr. pharé-oikos "lleva su casa", sánscr. trasa-dasyu- " asusta al eneinigo", etc.

Los dos tipos de compuestos, formalmente distingiiidos por sil sucesión, han sido siempre considerados como funcionalmente análogos y de igual sentido. Los lingüistas que los han descrito los consideran sinóniiiios, tanto riiás cuanto que a veces son los mismos lcxeiiias los que están dispuestos eii orden iiiverso, y se dispone así de compiiestos reversibles, por ejemplo cn avéstico barZ.zao0ra- y zco8ra.bara-, que significan uno y otro "que trae (bara) la oblación (zao0ro-)". N~inca ha sido ni planteada la cues- tión de una posible diferencia entre los dos órdeiics.

Sin embargo, es dificil pensar que los dos órdenes de cornposi- ción nominal + verbal o verbal .+- nominal piiedaii periiiutarse a voluntad y exhiban variación libre. A priori no serían tolera- bles semejantes pleonasmos en una lengua donde la coniposición obedece a normas fijas. Aún iiienos imaginable seri el que se hayan desarrollado como lo hicieron, si no pasaran de ser va- riantes cstilísticas.

Teneiiios que preguntarnos cómo dos tipos de coiiipiiestos, di- ferentes por el orden de los térniinos, p~ieden ~ii io y otro fundarse cii la iiiisma constriicción libre de uii enunciado prcdicativo cii presente. Debe existir, en el fuiidaiiicnto iiiisiiio dc csta coiistriic- ción, una doble posibilidad siiitáctica qiic sc proloiiga cii la do- ble ordenacióii de t6riiiiiios clc los coiiil~iicstos.

En cfccto, esta prcsiiiicióii cs vcrificad:i cii la sintaxis dcl ciiiiii-

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SINTAXIS BE LA C O ~ ~ F O S I C I ~ N NOMINAL 155

ciado. No en la variación del orden entre el verbo y el régimen, puesto que este orden es libre, no condicionado, y sin efecto sobre el sentido, sino en el doble valor inherente a una forma de presente. En "lleva. . ." puede verse o un presente intemporal de definición: "Ileva. . . = es portador de. . .", o un presente ac- tual de descripcióii: "lleva.. . = desempeña el acto de llevar".

Tal es la diferencia que hay que reconocer entre el coiiipuesto griego en -vÓeos "portador por vocación o naturaleza" (defini- ción) y aquel eii veeh- "que lleva efectivaiiiente" (descripción).

El sentido del primer tipo no necesita la menor demostración. La abundancia misma de los compuestos en qoeos pone de ma. iiifiesto por doquier el llevar coiiio función: Aao<pÓeos "(cami- iio) que lleva a la gente" (= frec~ientado); Ewocpóeo; "(estre- lla) que lleva la aiirora, Lucifer"; qwovóeos "(astro, diviiiidad) que lleva la luz"; xaeno~ópo; "(árbol, coniarca) que produce fr~itos", etc.

Será útil, en compensación, sacar a la luz el valor propio de los coiiipuestos en v e e i en s ~ i empleo textual. Herodoto carac- teriza a los escitas nómadas que viveii en carros y "trasportan su casa", eii la realidad del proceso y como actividad verificada: iiiediante qeeh-0~x0~. Las i ipnhaxía~ rp~phnovo~ de Píndaro (Pít. 2, 31) son "extravíos que han (efectivamente) traído su pena". Lo iiiismo el adjetivo veekyyvos califica a aquel "que da efectiva- iiiente garantía, que es digno de confiaiiza". Con otros temas verbales: ExÉOv~os "que coiitiene sus pasiones", Exh<~pwv "que guarda su reflexión, prudente". Muy instructivo en su contexto es cl honi. UpxÉxaxos "que es causa de iiii iiial", epíteto aplicado a un objeto particular en su relación con un acontecimiciito par- ticular: . . ,vila;. . . r i g ~ ~ x ú x m i ~ , a? nñol xaxbv TeWEnt yhvovro ol T' ~ G T $ "cstos navíos causa de males, que fueron uiia desgracia para todos los troyanos, y para él iiiisnio taiiibién" (E 62-4); la frase relativa parece una traducción analítica del conipuesto. Recorde- iiios, por su lado y por el contraste, que - a p x o ~ como segundo tér- iiiino iiidica la calidad periiianeiite de "jefe" (vaúapxos "jefe de flota, aliiiirante") y -EXO: la fiiiicióii de "tenedor, portador" (oxii- nroilxos "portacctro", rey o hcraldo; QuRGoÜ~os "portavara", juez, portero).

' ~ p r p i ~ ~ x ~ ; rirvc de kenriing entre los poetas para designar varios animales portado- res de concha: cf. H. Trorler, Sprache und Wartschatr Hcriodr, Zurich, 1964, p. 22.

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156 FUNCIONES SINT~CTICAS

Esta interpretación concuerda con dos particularidades propias de estos compuestos con primer miembro verbal y que rige: una es que no designan un ser o un objeto como portador de una función -esta función podría ser suya sin ser jamás realizada cii acto-, sino como desempeñándola efectivamente o habiendo realizado el acto denominado, y de esta suerte como particulares y definidos. En consecuencia -es el otro rasgo característico- esta formación produce epítetos que convienen a individuos, no a clases, y los describen en sus realizaciones propias y no en la virtualidad de una función. De ahí que proporcione un gran contingente de nombres propios individuales, sobre todo en grie- go y en iranio: gr. MEVÉ-haos, 'AyÉ-haos, 'AezÉ-haos, MEVE-~rí~~i l : , TI?-nrMr~o~, etc.; véd. Trasa-dasyu-; a. persa Daraya-vahu- "que mantiene el bien" (= Darío); XSayürtan- "que reina sobre los guerreros" (= Jerjes); av. UxSyat-arata- "que incrementa el or- den" (nombre del hijo mayor de ZaraBuJtra), etc.

La distinción entre las dos variedades de compuestos de rec- ción interior según el orden del regente y del regido se reduce así a su fundamento sintáctico, que es la suma de dos valores en la forma verbal del enunciado libre en presente.

Es justamente esta posibilidad de producir dos variedades de compuestos con los mismos términos lo que ilumina la estriic- tura sintáctica del enunciado libre. Compuestos del tipo de oiko- phulúks "guardián de casa", thanatz-phóros "portador de muer- te", remiten a los enunciados "guarda la casa; porta la muerte". Pero aquí el presente "guarda; porta" representa en realidad la trasforniación de la locución predicativa "es g~iardián; es por- tador", que da el fundamento conceptual y sintáctico a la vcz; la forma verbal de presente contiene pues la predicación de u111 propiedad inherente. Pero en el tipo pheré-oikos el enunciado básico libre "lleva su casa" no es la trasforniación de un enuii- ciado predicativ~ de esencia; formiila solaiiiente una descripción. Aquí'la forma verbal de presente no aserta una propiedad de scr, predica un proceso efectivo.

El campo de esta distinción no se limita a los compuestos. Abarca otras forn~aciones non~inales. En tanto que derivados coi1 fundamento sintáctico, las dos clases de nonibres de agente (res- pectivamente en -ter y -ter) y las dos clases de nombres de acción (respectivamente en -tu- y en -ti-) se distribuyen según el niisnio

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SINTAXIS DE LA COMPOSICI~N NOMINAL 157

principio que las dos clases de compuestos verbales. IJna gran articulación verbal sale así a la luz, vinculada a la naturaleza fuiidamental del presenteverbal y que se prolonga hasta la de- rivación nominal.

La segunda gran clase es la de los compuestos cuya relación no es entre los dos términos sino que, en cierto modo, va más allá.

51 Son los compuestos llainados bahuvrihi, tipo de gran genera- lidad, del cual he aquí algunos representantes: inglés blue-eyed (azul+ojo) "ojiazul"; gr. kuno-képholos (perrofcabeza) "(iiio- no) con cabeza de perro"; lat. quddru-ps (cuatro+pie) "(ani- mal) de cuatro pies"; véd. ugra-biihu- (fuerte+brazo) "(dios) de brazo fuerte"; a. persa tigra-xauda- (puntiagudo+casco) "(sakas) de casco puntiagudo"; paiute cii)apwavin t ~ t s . (coyote +cabeza) "(persona) de cabeza de coyote, crazy-headed per- son"; ' fr. rouge-gorge (rojo+pechuga) "(pájaro) de pechuga roja".

La definición de estos compuestos siempre ha sido dificultosa, aunque haya acuerdo en el análisis empírico. Han recibido varias denominaciones. La de bahuvrihi, la más inocente, designa en sánscrito la clase niediante uno de sus representantes. También se emplea "compuesto exocéntrico" para decir "cuyo centro cae fuera (del compuesto)", lo cual tiene el inconveniente de recu- rrir a una geometría azarosa (jcómo va a estar el centro de un objeto fuera de él?), sin con ello elucidar la relación, que nada iiiás es enviada fuera del compiiesto. Más claro, al menos en su sentido inmediato, es el término "compuesto posesivo", y contie- ne, como se verá, una pizca de verdad, pero no deja de ser aproxi- mativo y mal definido, y cn suma inadecuado. Ninguna de estas denominaciones, a decir verdad, alcanza la particularidad del ohjcto por definir.

* Nri t i ia 8agent el rionis d'action eil i~zdo-eilrop4cn. 1948, l a . parte. ' Ejeiiiplo toiiiado de Sapir, Southcrn Paiutc, p. 74, quien la clarifica 61 misino

~citiiu bahuvrihi.

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158 FUNCIONES SINTÁCTICAS

La razón es que, a diferencia de las demás clases, que tienen construcción sintáctica simple, ésta iniplica una construcción sintáctica compleja. Sea un bahuvñhi como hom. arguró-toxos "(dios) del arco de plata". Se remonta a una proposición aoalí- tica que se enuncia "su arco es de plata" ( o indiferenteniente "tiene un arco de plata"). Ahora bien -he aquí el punto iiiipor- tante-, esta proposición no es simple y, no siéndolo, no podría ser considerada como fundamento último del compuesto. Con- siderainos que "su arco es de plata" es la contracción de dos pro- posiciones lógicamente anteriores y sintácticamente distintas, cuya articulación es el pronominal "su" ( o el verbo "tiene") Una es predicativa de cualidad: "arco es de plata"; la otra, pre- dicativa de atribución: "arcode-plata es de (X.)", ésta es sus- ceptible de una variante formal: "(X.) tiene arco-de-plata"." La proposición atributiva tiene por índice el predicado de existencia "ser-de" que implica necesariamente un atributario, expresado o no. Resulta pues que la proposición contracta "su arco es de plata" incluye, a título de factor indispensable de la construcción, el atributario actual o virtual del "serde". Es esta propiedad la que define la estructura sintáctica del bahuvrihi.'

De que este conipuesto se funda en una construcción atribu- tiva, diversas lenguas dan una prueba notable en forma de un grupo sintáctico que preludia en cierto modo el conlpuesto atri- blitivo, y donde la función de atribución es asumida por una expresión posesiva. Es el caso del irlandés, que emplea con este fin el a posesivo de 3a. persona: Cailti cruaid a chrí "C. duro su cuerpo, C. de cuerpo duro"; ben. . . sion a gníad "una mujer dedalera su mejilla, de niejilla de dedalera (= de niejillas purpu- rinas)".lu Es el giro regular en semítico, donde constituye el nieollo de la "proposición relativa":" mr7atun hasanun abii-ha "una mujer bello su (-ha) herniano, cuyo herniano es bello". En W n otra parte henios iiisistido en la relación tener:rer de (Problemer de lii~guistique

générale. 1, P. 195). Propiedad vagaincnte entrevista por quienes clasifican estor compuestos como " p o ~

scrivor". Pero casi todos los adjetivo$ podrían ser llamador "posesiroí'. en virtud de estar sintácticamente ajustador a un noii~bre, que seria "poseedor" de la "cualidad". '" En general esta exprerión es descrita corno un "genitivo del relativo", lo cual

vale rolaiiiente oara las leneuar de dercrioei6n. como las leneuas occidentales nioder- ~ ~~ ~~ . . u

nns. Para ejeniplos, ver 1. Vendryes, Cranii,~. di8 v. irlandair, 1 646. p. 141; Thurneg- sen. A <;iiinmar af Old Irish, <i 507, D. 321: Lewis-Pedenen. A Concise Coiii~ar. elt tic Craiiiinar, $ 192, p. 219. ''

'1 ProblPmer de Iinguistique générale, 1, pp. 208si. [trad. esp.: Piobleii>as de lingüir- t i a general, 1, Merico, 1971, p. 1441.

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SINTAXIS DE LA CQMPOSICI~N NOMINAL 159

antiguo turco, qd-i kortlam "mi (señor) su-ceja (qd-i) [es] bella, de las bellas ceja^",'^ turco ktzz güzal afandt "hombre su-hija [es] bella, de la bella hija"; la dam-t qtrmtzi ev "casa su-techo (&m-1) [es] rojo, casa de techo rojo"." Podrían ser citados otros nluchos paralelos.16 Esta construcción coexiste en irlandés con coinpuestos bahuvrihi donde el adjetivo, siendo de función pre- dicativa, precede al sustantivo y donde un sufijo -ech marca la atribución, así crún-suil-ech "dunkel-aug-ig, de ojo oscuro". La comparación entre el compuesto crún-suil-ech "ojioscuro" y el grupo sintáctico (beich) bec a nert "(las abejas) pequeña [es] su (a) fuerza, de pequeña fuerza" muestra un paralelismo exacto entre los dos procedimientos: tienen a la vez valor predicativo, en el orden de los elementos, y valor atributivo, en el posesivo u y el sufijo och.

Se ve así la función atributiva que el sufijo desempeña en el bahuvnhi. Una ilustración notable la da el véd. devú-patni, que no significa "dueña de los dioses" sino "(aquella) que tiene por marido un dios (= mujer de un dios)". El femenino patni representa en realidad puti "marido" dotado de un sufi- jo de atribución; y como el atributario es un ser femenino, el sufijo tiene por necesidad la forma -i Sólo que hay que notar bien que la atribución tiene por objeto no pdi- "marido" sino la predicación latente 'devb-pdi- "dios [es] marido", de suerte que, con forma de atribución a un atributario de género feme- nino, devú-putni significará analíticamente "dios-marido es de (ella)", combinación de las dos predicaciones. Esta estructura sintáctica es el fundamento de la relación semántica: el com- puesto devú-patni (bahuvrilii) es solamente femenino; no puede tener masculino,'" en tanto que grhú-patni (tatpurusa) "ama de casa" es el femenino de grhúpati- "amo de casa", compuesto este último fundado en la construcción "él (ella) es amo-de. . ." (cf. antes). Por este lado gyhú-patni, uniplano, difiere funda- mentalmente de devá-patni, biplano (cf. luego).

A. von Gabain. Altiüzkische Grammstik', 1950, 5 403. K. Grbnhech, Der tiirkische Spnchbau, 1, p. 86.

'' J . Deny, Grairii,~airc de h languc turqoe, 1 351, p. 230. 'O Ver particiilrniimte G. heters . IF, 60, 1952, pp. 47s. . que reúne crpccimcnes

variados de estas construcciones (pp. Slss, para las lenguas caudsicas). '# Es necerarialiientc y 610 fernmino no nada niás a titula individnal y por n.6"

eoritextual, sino también porque todas l?s muipucrtor en -patni del RV, son bahuvrihts

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160 FUNCIONES SINT~CTICAS

Desarrollemos sumariamente las iniplicaciones de esta defi- nición del bahuvríhi.

11 La estructura formal no es homóloga de la estructura sin- táctica de este compuesto en cuanto al número de los térniinos. La estructura foriiial es binómica (los dos miembros de la uni- dad morfológica); pero la estructura sintáctica es trinómica; a más de los dos términos enunciados, incluye un término no enunciado pero necesario, el atributario.

21 Esta disimetría viene de la naturaleza particular de la construcción, que es una proposición contracta. En tanto que articulada por una relación de atribución, la construcción hace intervenir dos constituyentes: una función de atribuido, la subunidad sintáctica que es predicativa de cualidad: "arco es de plata", y una función de atributario: "arco-de-plata esde".

31 Esencial es la distinción de los dos planos de predicación. Estos planos no son de igiial naturaleza:

la predicación de cualidad "arco es de plata" (en gr. arguró- toxos); "brazo cs fuerte" (en sánscr. ugra-Ehu-) es una función sintáctica, entre signos;

la predicación de atribución ("arco-de-plata es-de", "brazo- fuerte es-de") es una función semántica, entre signos y refe- rentes.

41 Por aquí puede organizarse lógicamente la distinción planteada antes entre dos grandes clases que abarcan el con- junto de los compuestos:

todos los compuestos colocados en la primera clase son pre- dicativo~ de cualidad y tienen función solamente siiitáctica, in- cluyendo los compiiestos llamados de rección; son uniplmos;

todos los compuestos de la segunda clase (bahuvrihis) com- binan la función sintáctica y la función semántica; son biplanos.

51 Los compuestos biplanos (bahuvñhis) se definen como pdrtadores de doble predicación, de cualidad y de atribución. En consecuencia, serán reinterpretados en una nueva estructura lógica, que es binaria a su manera: un componente que indica (cf. Wackernagel, op. cit., 11, 1 , S 38b, p. 90). De hecha, no hay en d RV p t n í "esposa" coma femenino de pati- "esposo", sino solamente patni "dueña", femenino de p t i - "ama". Los raros ejeniploi de patnT- 'berpo'' que citan los diccionarios se refieren todos al mundo divino y pueden lo mismo significar "dueha". Hay que tomar asimirn~o coiiio bahuurihi el ved. sá.patni, av. ha-p0ni "concubina", que ha de ana- liurse ''(aquella). que time en común (S-, ha-) un esposo (= que mmpartc el esposo con otra mujer)".

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SINTAXIS DE LA WMPOSICI~N NOMINAL 161

la atribución (es el compuesto formal entero) y un componente que indica el atributario, éste inherente a la forma de compo- sición. Esta función de atributario queda satisfecha, cuando hay ocasión, por un argumento distinto ("Apolo del arco de plata"), o si no por un sustituto, como un pronombre o un anafórico que ocupa la posición vacía: "(aquel) que tiene. . ."

61 Esta relación sintáctica de atribución tiene un correlato en la morfología del compuesto: es el cambio de clase formal que afecta al término sustantivo determinado. La forma libre fem. kephalé "cabeza" se torna -kephalos -e -on -oi 4 I en (kutlo-)kepMos "con cabeza (de perro)", con variaciones de género y de número; la fomia libre neutra lat. caput "cabeza" se vuelve -ceps en (bi-)ceps "de (dos) cabezas".

La marca de este cambio de clase puede ser una variación apofónica o de adición de un sufijo, o ambas cosas: la forma libre al. Auge "ojo" :e convierte en aug-ig en (blau.)augig "oji- azul"; la forma libre ingl. eye "ojo" pasa a eyed en (biue-)eyed "ojiazul"; la forma libre húng. szem "ojo" se vuelve -szem-U en kek-szem-6 "ojiazul", etc. Es la marca formal de la función atributiva asignada a la proposición predicativa básica.

71 La estructura biplana y la naturaleza de compuesto van aquí a la par. Una relación que sería uniplana, solamente esiva o solamente atributiva, no podría producir en forma nominal un compuesto, s610 un derivado. Se nota si se traspone una y otra, por separado, a forma nominal: ''61 es niño" prcduce "in- fantil"; "él tiene arma" produce "armado". Sólo la combinación de una predicación de cualidad y de una de atribución puede producir una forma nominal compuesta.

81 Entre los dos planos hay una jerarquía de necesidad: pri- mero la función esiva, luego la función atributiva: un objeto no puede "ser-de" (= pertenecer) en tanto no "es tal o cual". La función atributiva no toca sino a un sintagma predicativo de ser-tal.

De este análisis se desprenden algunas conclusiones &entes a la naturaleza y la función de los compuestos, .tal como los hemos definido en sus relaciones intralingüísticas." " Esta mnelusiones superan desde inuehor puntos de vista las de una erpoaici6n

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162 FUNCIONES SINTÁCTICAS

La Icrigua no es un repertorio iniiióvil que cada locutor no tendría siiio que movilizar para los fines de su expresión propia. Es ella misma terreno de un trabajo incesante que actúa sobre el aparato formal, trasforma sus categorías y produce clases iiucvas. Los compuestos so11 una dc estas clases de trasforma- ción. Rcprescntan la trasfonnación de ciertas proposicioiies, típicas, siniples o coiiiplejas, eii signos nominales.

O sea que ya no puede explicarse la creación de los coiiipiies- tos por siiiiplc uiiión iiiiiiediata de dos signos anteriores. Si la coniposición nominal fuera, coiiio sieiiiprc la presentan, un pro- ceso de naturaleza iiiorfológica, iio se comprendería por quk parece realizarse por doquier, ni cómo pudieron iiacer esas cla- ses formales cn número liniitado, tan parecidas entre las lcn- guas iiiás diversas. Es que la iiiipulsióii que ha producido los coinpuestos iio vino de la niorfologia, doiide iiinguiia necesidad los llamaba; surgió de las construcciones sintácticas con sus variedades de predicación. Es el modelo sintáctico el que crea la posibilidad del conipuesto iiiorfológico y lo produce por trasforiiiacióii. La proposicióii, eii sus difereiites tipos, ernergc así eii la zona iioiiiinal.

Con ello cs preciso reconocer a los coiiipucstos una situacióii particular. En gciieral so11 dispuestos, con los derivados, en la "forniación de los iiombres". Más bien habría que insertarlos en un capítulo niicvo de la teoría de las formas, consagrado al fenómeno que podría ser llaniado metamorfisino: entendeiiios por ello el proceso de trasforiiiación de ciertas clases en otras.

Estc proceso, considerado en el funcioiianiiento de la leii- gua, respoiide a una función precisa, que será discernida corii- paraiido la siiitaginática proposicional con la del compuesto. Coino sc Iia visto, el niodelo siiitáctico acarrea sienipre una 1>redicaci&ii, siiiiple o conipleja; ésta enuncia por naturaleza un proceso actual. Eii cuanto la proposición es trasformada en conipuesto y los tériiiinos dc la proposicióii se vuelven los iniem- bros del coniptiesto, la predicación queda en suspenso y el ciiiiiiciado actual se toriia virtual. Tal es la consecueiicia del proceso dc trasforiiiación.

ya vicia, liiiiitadida par lo demás a los colirpuestos dc deteriiiinacibn, y quc fue resuiiiida brsven>cc>tc ti> BCL, 44 (1947.8). fasc. 1, "Prock-vrrbaux". p. x ~ i i .

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SINTAXIS DE LA CO~IPOSICION N O ~ I I N A L 162

Así sc define entonces !a función del compuesto: trasferir a lo virtual el iicxo actual dc predicación eiiiiiiciado por la pro- I>osicióii de fondaiiiciito. Es por cierto a esta fuiicióii a la qlic respoiidcii tambicii los caractcrcs foriiiales del conipucsto. l'oclo lo qne puede rciiiitir a iiiia situacióii actual se horra: la predica- cióii verbal iio pasa de iiiiplicita, el priiiier iiiieiiibro, despojado de todo íiidice de caso, de níiiiiero, de gciicro, qiicda rcdiicido a uii sciiiaiitciiia, el scguiido niieiiibro, sobre el qiic reposa la relacióii siiitagiiiática, adquierc una fornia y una filial iiiicvas, iiidices del estatuto de adjetivo que rccibe el coiiipucsto. Otras tantas pruebas de la función virtualizante que asuiiic el iiiievo sigilo iioiiiiiial.

141 pasar así al iiiarco fornial del noriibre, la proposicióii librc sufre uiia reducción inevitable de sus latitudes de csprcsiiiii. Dc fijo era iiiil>osiblc que los dos térmiiios del coiiipucsto cargaraii coi] la iiiultiplicidad de rcl.acioiies siiitácticas de que es susccp- tiblc la proposición libre. No obstante, el coiiipiicsto es capar. de iiiavor di\:crsidad dc lo qiic parcceria..)- las iiuiiicrosas varic- tladcs qiic registrati las graiiiáticas corrcsl>oiidcii jiistaiiiciitc a ti11osdivcrsos de proposicioiies. Por iio dar siiio uii cjeiiiplo: \-&d. vdjru-liust<i- (iiiaza + iiiaiio) sigiiifica "(tciiiciido) I;i iii;iza (eii su) iiiaiio"; se rciiioiita a uiia proposicióii coiitracta "iiiaiio (tciiiciido) iiiaza es-dc ( i l )" . lo qiic cqiiiwle a "ciiya iiiaiio tic- iie iiiaza". Esto iiiiplica, cii un coiiipuesto biplaiio, uiia prolx>- sición priiiiaria "iiiaiio (tiene) niaza". así. eii Iiigar de iiii;i

prcdicacióii por "ser", uiia \,ariaiitc I&sica por "tciicr". l'ero este eiiil>ol>rcciiiiiciito relativo cIc la csprcsióii siiiticti-

c;i trasfor~iiada cii cslircsiriii iioiiiiiial es coiiil>ciisado por 1;i

\-;iricd;icl de I;is coiiil>iiiacioiics qtic cl coiiil>ucsto ciitrcg;~ :I 1;i

lciigiia. D;i la ca1>;icidsd de iii;iiicj;ir coiiio adjcti\.os o iioiiil>rc\ ~>fi~l>osicioiics ciitcras. y de Ii;iccrl;is ciitr;ir I~aj<i cstiis i i~ ic~i is csl>ccics cii otr;is ~>rol>osic¡ioiics. I lc este iiiodo se coiistitiiyc. cii ~~;~rticiil;ir, iiii repertorio \.asta. siciiil>rc ;il)icrto. <Ic coiii~)iicstos dcscripti~os, iiistriiiiiciitos cIc I;i c1;isific;iciiiii 1. <le 1;i iioiiiciicl;i- Iiir;i . :il>tos p;iLi \(~l\.crsc dciioii~iii;icioiics ciciitific;i\ o cpitctri\ ~>oCticos. Y qiic S í <Icl ~ I ~ ~ I I ~ ~ I I I ~ I I ~ I J qiic I > V I I ~ I I ~ . I I I .

i~i;~iiticiicii cst:i ;icti\i<l;itl i i~r t ;~i i~Í~if i i . i . I cl ~ ~ I I I J i i i . i \

~ l i i ~ l i l i i r <le 1; i Iciigii~l.

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12. FORMAS NUEVAS DE LA COMPOSICION NOMINAL '

Las lenguas que hablamos se trasforman ante nuestros ojos sin que tengamos siempre conciencia de ello; múltiples cate- gorías tradicionales de nuestras descripciones no corresponden ya a la realidad viva; se forman otras que no son aún recono- cidas.

Es el caso de la composición nominal en el francés de hoy. Quisiéramos sefialar dos desenvolvimientos que se dan, y dos clases resultantes, a las que es cosa de conceder estatuto de existencia.

1. LOS COMPUESTOS CULTOS

Hay en francés gran número de compuestos formados a partir de elementos grecolatinos. La mayoría forman parte del vocabu- lario científico. Son dejados fuera de los marcos de la compo- sición, en virtud de su origen mismo. Parecen pertenecer a ta morfología de las lenguas clásicas, por estar conformes con el modelo heredado o imitado de estas lenguas, aun cuando hayan sido creados en la época modema.

Este punto de vista tradicional ha impedido reconocer la verdadera naturaleza de vanos neologismos instaurados en la nomenclatura científica de hoy, y su interés para la descrip- ción de los compuestos franceses.

Hasta se diría que no siempre han sido verificadas las condi- ciones primeras de su treación. La convicción de estar ante variedades modernas de una clase grecolatina ha sido tan inten- sa que a veces conduce a descuidar hasta los datos lexicográfi- cos básicos.

' Bidletin de b Sociétd de Linguiitique de Parir, C. Klinckrieek. t. LXI (1966). l a r . 1, pp. 82-95.

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FORMAS NUEVAS DE LA COMPOSICI~N NOMINAL 165

Creemos útil mcstrar esto estudiando la génesis de un térmi- no decisivo para la ciencia moderna, creado en francés, de don- de pasó a la mayoría de las demás lenguas: microbe.

He aquí cómo explican nuestros diccionarios la formación de esta palabra:

Microbe: tomado del griego prxp66iog, "cuya vida es corta". N d o g . palabra debida a Skdillot. (Dictionmire ghérd.)

Minobe, 1878. Tomado del griego mikrobios "cuya vida es corta" por el cirujano fr. Sédillot 1804.1882, (Bloch-Wartburg, Dict. étym.')

Microbe (1878, Sédillot) tomado del griego microbios, "de vida (bios) corta (mikros)". (Dauzat, Dict. Jtym.) - del gr. microbios, de mimos, "pequefio", y bios, "vida". (Dau-

zat-Dubois-Mitterand, Nouvemr dict. dtym., 1964.) Microbe, 1878, tomado del griego mikrobios "cuya vida es corta".

(P. Robert. Dict. alph., IV, p. 566.)

No hay inconveniente -y hasta puede ser ventajoso- en que los diccionarios se repitan, y con los mismos términos, si enuncian una explicación correcta. De hecho, la que dan aquí es incorrecta; incluso lo es de varias maneras, y lo es insidiosarnen- te, por combinar datos exactos en una interpretación falsa. Es urgente decirlo,. pues el error adquiere autoridad por la repe tición.

Empecemos por indicar que el compuesto mikrobios, por do- quier alegado, jamás existió en griego en ninguna época. En caso de estar atestiguado jcuál sería su sentido? Nada más que- rría decir: "de pequeña vida", y no "cuya vida es corta". Pues un adjetivo que quería decir "cuya vida es corta" ha existido en griego, por cierto, y en la mejor lengua clásica, pe;o es $ea~ú-$ros y no *pixeó6~os. Este Último no hubiera hallado uso ninguno; el adjetivo prxpós no se aplica a ,Bias.

No salanlente nuestros diccionarios presentan así un cornpues- to griego inexistente, al cual atribuyen un sentido que no podía tener, no solamente dan por tomada del griego tina palabra que en realidad fue formada en frands, sino que por añadidura vuelven incomprensible la creación'de microbe en francés, pues el autor de este neologismo no quería, de fijo, decir que los mi- crobios tenían "corta vida". Científicamente, no habría teni- do sentido.

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¿Qiié se proponía entonces al adelaiitar el tériiiiiio rriierobe7 Para averiguarlo hay que remitirse a iiii cscrito que es uiia espe- cic de acta de esta creación. La palabra fue iii\zciitada a la zaga dc los dcscubrirnientos de Pasteur, qiie revelaba la accióii dc los infinitamente pequciios. "La destruccióii dc las iiiaterias orgaiiicas -escribía Pasteur cii 1862- se debc priiicipaliiiciite a la iiiiiltiplicación de seres organizados microscópicos", y eii 1865: "Cuando se ve que la cerveza y el viiio expcriiiicntan profundas alteracioiics por Iiabcr dado asilo estos líquidos a or- gaiiisiiios iiiicroscópicos, que son iiitroducidos dc iiiaiicra inui- sil>lc y fortuitameiite cn los iiitcriorcs, doiidc lucgo Iiaii piilii- lado. . .", etc. Podríaii citarsc otros iiiuclios cjeiiiplos dc csos "seres orgaiiizados niicroscópicos", de esos "orgaiiisiiios iiiicros- cópicos", Pasteur no dispoiiía de otra cxprcsióii para cstos iiifi- iiitaiiiciitc pcqueiios, agentes de todas las alteracioiics orgáiiicas.

Aquí es doiide interviene Sédillot. Prcseiita a la Acadkiiiic des Scieiices, el 7 de iiiarzo de 1878, tina nota iiititiilacla "De I'iii- fliieiice des dkcoiivcrtes de hf. Pastetir sur les progrhs de la chi- rurgie", de la cual rcproducircmos el pasajc siguieiitc:

El sciior Pasteur Iia (Iciiiostrado que organismos iiiicroschpicos, di- fiiiididos por la atiiiúsfcra, soii la causa de las fcriiiciitacioiics atribui~ das al aire, quc no es siiio su veliículo y no posec niiiguiia de sus pro- piedades.

b:stos orgaiiisiiios coiistitu!.cn todo uii inundo, coiiipucsto dc cspccics, de faiiiilias y de \aricdadcs, ciiya Iiistori:~, apciias iiiiciada, cs ya fc- ciiiida cii previsiones y cii resultados de la iiiáxiiiia iiiiportaiicia.

Los iioiiibrcs de estos orgaiiisiiios son nuiiicrosos y dcheráii ser dc- f i i i i d ~ ~ s y. en parte, rcforiiiados. La palabra microhe, coi1 la veiitaja de hcr i11.i~ cort:i y cIc sigiiificaciúii iiiás gciicral, a iiiás de Iial)cr sido apro- Ii,iila 1x)r m i iliistrc aiiiigo el señor Littri., el más coiiip~.tciitc liiigiiista dc I.'raiicia, scrá la que acloptarciiios, si11 por cllo rciiiiiiciar a las que c\t.iii cii IIV,. I>;ir:i ~Iesigiiar variccl;idcs cstiidia<!as i i i is particiilariiiciite."

A1 pro~x)iicr la palabra ~iiicrobe, Skdillot sc ariiia de la auto- ridad dc 1,ittrL: qiie -scgúii dice- la aprobó. Cosa tanto iiiás

Nota <le Séilillot: "S!tionyriier: iiiicro~rinirrr. niicropliyter, aérohier, anaérubics, i ~ ~ ~ i c ~ ~ < ~ c i , I I B I C ~ O ~ X I I ~ < . h;ictirier, haciiridies, i b i s iiiicrodcriiie,. ~ ( i i i f c i i r , frriiiciit~. iiii>li;i<ie~. ; i i i i i i i ;~ lc i i le~. roil>iisciilcr. tortiles, pcnicilliiirii. aspcrgillur. i i i f i lr<iirr>, Ir~>t<itliriv. Irliliitliriciiiii. qiurr, de I'aclioriiiiii, de f ab i i r . de l'oidiuiii, du i i z i~g i ic , . i i r q ~ i , i 5 1 ~ ~ ~ , de I'rri<lr iartiirliir droit et gailclic. z!iiia.,rr icptiqiwr ct r ep t id - iiiiqiic,. c t c"

' C<iiiil>trr rciidiir dc rAcadririir des Scimrcr. trilnu Rh, 1878, p. 63<.

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interesante de saber cuan to qiie microbe iio figura cii el Dic- t io i i~ ia i re d e la langue froricaise cuyo tercer voliiiiieii ( letras 1-1.) aparccía aque l niisnio aí io de 1878. Por fortuiia. los dcta- Ilcs de aquella consulta los Iia coiiservado Reiié \ 'aller~-Ratlot, vcrrio de Pasteor, qiiieli, eii sii Vie de Pasteirr. fiiiidadá cii iiiaa ~ o c u m e n f a c i ó n original, rccoiistruyc así estc episodio lcsico- grif ico:

E n cl iiics de iiiarzo de 1878; [Sédillot] Icyó cii la ,\c;idciiiia iiiia nota irititiilada "De I'infliicncc dcs trnvaiix de hl. Pastciir siir lcs [ ~ t o g r i Or I;i cliirurgic" ) . . . ]

Sédillot cii csta coiiiuiiicacióii iiivciitó iin iicologisiiii~ para c;iractc- rizar todo aqucl conjunto de organisiiios y de iiifiiiit;iiiiciitc pcqiicnos: vihrioiics, hactcrias, hactéridas, cte. Propoiic <Icsigiiarlos t»dí~s coi1 cl iioiiihrc de microhe. Esta palabra tenia, a ojos de S6dillot. la vciitaja de ser corta y dc posccr iiiia sigiiificación geiicral. En todo caso. prcsa dc cscrúpiilos aiitcs dc eiiiplearla, consultó a Littré. uiic Ic rcspciiidió c.1 26 de fchrcro dc 1878:

"h,Iuu qiicriclo colcga y aiiiigo, iiiicrobe y iiiicrobie son p;ilahra, iiiiiy l~iieiias. Para dcsigiiar los aniiiiálciilos daría yo prefcreiicia a iiiicrobe. pririicro porqiic, coiiio iisted dicc, cs riiás corta, !. Iiicgo porqirc así qlie- da disponible inicrohie, sustantivo fciiiciiiiiu, para 1;i dcsigiiacií~ii del cs- t;ido dc iiiicrohio."

No faltaroii liiigiiisbas que se di\.irticron, cii el iioiiibre del gricgo. criticando la for~nacióii de la palabra. hlicrobe -deciaii- significa iiiás hien aiiiiiial de vida corta qiie aiiiiiial iiifiiiitaiiieiitc pcq~icfio. Littrt dio el scgiindo certificado dc vida a la palabra microbe:

"Ek biea cierto -escribe a SCdillot- qiic pixpo6io~ v pni.pb6io: ~igiiificaii. cii la grccidad. de ccrtu vidu de Irrrgu vidu. Pcro, coiiro tistcd iil~scrva jiistaiiiciite, no sc tr;ita dc la grccidad propiaiiiciitc dicliii siiio dcl ciiiplco que Iiace iiucstro lcnguajc cieiitifico de los radic:ilci gric- :os. Alioci hicn, la leiigii;~ griega ticiic Pío;, iida, PioGv. vivir, Piiic;.

\.i\iciitc. cii-o r:idical piicdc iiiu! hicii figurar coi1 la furiii;i he 11 hie, con cl scntido de \.i\-ientc. cii uérohie, unudrobie. iiiicrobe. hli sciitir cs iio contestar ii la critica y rlcjar a la palahra qiic se dcficnda hola. lo rli:il Ii;ir:i siii cliida." Pastciir. adopt.índiila, Iiarí:i qiic diera 1;i \uclt.i al iiiuiidr>.l

Eii efecto, iiiciios dc dos iiicses iii:is tarde. el 29 d c abril d c 1878, l'astcur prcseiita a la :icadéiiiie iiiia ilota iiititiilada "La tliénric des geriiics et ses applicatioiis :I 1.1 iiiédcciiic e t :i 1.1

* Kriie \ ' a l l r r \~K~do t . 1.a i.ic rle Parteair. Parir. 1900. pp. :S?\,

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168 FUNCIONES SINT~CTICAS

chirurgie" (en colaboración con Joubert y Chamberland): don- de consagra de una vez por todas el término nuevo:

Para afirmar experimentalniente que un organismo microscópico es realmente agente de enfermedad ): de contagio, no veo otro medio, en el estado actual de la ciencia, que someter al microbe (nueva y feliz expresión propuesta por el señor Sédillot) 6 al método de los cultivos sucesivos fuera de la economía.

En la continuación de su exposición, la palabra es empleada varias veces y del modo más natural. Limitémonos a una sola cita (p. 124):

Si tuviera el honor de ser cirujano, persuadido como estoy de los pe- ligros a los que exponen los gkrmenes de los microbios dispersos por la superficie de todos los objetos.. .

Esta demostración era necesaria por dos razones: primero, para hacer ver -lección de hechos que siempre es útil recordar- que es imposible adivinar las condiciones en que ha sido creado un neologismo; hay que descubrirlas en la fuente misma, en la in- tención del creadsr. Nada puede dispensar de esta búsqueda, que para el etimologista es una obligación.

Pero, sobre todo, era cosa de devolver a microbe su sentido verdadero. Se ve ahora que la palabra no ha sido tomada del griego; que no es un adjetivo sino un sustantivo, y que no sig- nifica "de vida corta", lo cual por lo demás hubiese sido ajeno a la concepción pastoriana. En realidad Sédillot inventó el tér- mino microbe para designar e1 conjunto de los organismos mi- croscópicos. Combinó libremente mikros y bios en un signifi- cado nuevo; los dos componentes griegos representan, con gran simplificación, los dos conceptos asociados: bios "vida", el de '' organismo viviente", y mikros "pequeño", el de "infinitamen- te pequeño, microscópico". Así microbe significa literalmente "pequeña vida", para designar el "organismo microscópico".

Semejante compuesto hubiera sido imposible en griego, y si

' Comptcs iendus de I'Acaddrnie des Scienccr, resi6n dd 29 dc abril de 1878, 86, pp.' 1037-1041 = (Euvres de Pasteur, t. VI, 1933, p. 112 (citamos negún esta edi- ,.;A" 1 --..,<

El editor de lar <Euvrcs remite aquí ni nota a la com"nicaci6n de Sédillot aniba citada. donde se propone microbe para los divernos microorganirmar.

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FORMAS NUEVAS DE LA COMPOSlCIdN NOMINAL 169

todos nuestros lexicógrafos se han confundido acerca de la for- mación de microbe, es por razonar sobre un modelo griego, cuando que el inventor había querido hacer un compuesto fran- cés, y Littré había visto claro que ahí estaba el quid. Sédillot simplemente vistió de griego una denominación que 1- 'a b' ia con- cebido en francés. Tal es, en efecto, el estatuto de este neolo- gismo, como lo es de gran número de los que han visto la luz desde hace un siglo o más: es, con lexemas griegos, un compuesto francés. Responde a un designado que fue primero concebido en francés, y traspuso al griego su definición, condensándola de paso intensamente.

Esta observación vale también, por ejemplo, para photogra- phie, cuyos elementos'por sí solos no pueden explicar el senti- do: graphie "reproducción" y p h o t e "luz" están lejos de enun- ciar lo que el compuesto quiere decir: "reproducción (de una imagen sobre una placa sensible a la) luz". Y piénsese nada más en el híbrido televisión.

¿Otro ejemplo? A fin de variar las condiciones de la prueba, saldremos del marco de la composición y consideraremos un neologismo científico que es esta vez un término simple. Es el término oturie. creado en francés a del griego e ingresado en la nomenclatura zoológica de la mayoría de las lenguas oe cidentales modernas.

Los diccionarios dan la explicación siguiente:

Otmie, 1810. Tomado por el naturalista Pkron del griego Btarion "orejita" (&m. de m, &os, v. otite), a causa de la pequeñez de las orejas de este animal. (Bloch-Wartburga.)

Otmie (1810, Ann. du Musdum), sacado por Peron del griego Gtmion ",j .. rellta" (ds , Btos, oreja), por tener esta foca las orejas pequeñas y apa- rentes. (Dauzat, lo mismo en Dauzat-Dubois-Mitterand.)

Otarie, gr. otorion "orejita", a causa de la pequehez de las orejas de este animal. (P. Robert, Dict. dph.)

Oturion (gr.) ohrchen. Fr. oturie, espece de phoque oreilles pendan- tes (seit 1810), (FEW, VII, 443.)

Littré definía otarie: "grupo del género de las focas, mamí- feros, uno de cuyos principales caracteres es poseer.orejas bien visibles, aunque poca cosa", y el Dictionnaire général como una

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"especie cle focas con orejas apireiites", indicaiido qiic la ala- I>ra era debida a Péroii.

Todo esto sólo es exacto a iiiedias. Flav que referirse a la l>ublicacióii de Fraiiqois Ptroii para coiiiprcndcr la foriiiaciciii de es te iicologisiiio. Eii iiiia "Noticc sur l'li3bitatioii dcs aiii- iiiaux iiiariiis, par MM. Péroii e t Lesiicur", este iiatiiralista. que había realizado iiii largo viaje por las tierras aiistralcs ciitrc 1800 v 1804, distiiigiie varias especies clc focas iiidc1,idaiiiciitc coiifuiididas por siis precursores bajo iiii iiiisiiio iioiiihre. Aiia- liza sisteiiiáticaiiiciitc las difcrciicias -trece cii tot;il- que 1i;i

advertido ciitrc Phoca leot~iiia clc Fahricio v Plioc<i leottitia dc Steller; y precisa así la íiltinia cle cstas diferciicias:

f>ificrcn. por iiitiiiin. I<N r . ~ s OREJAS. E1 1.cíili ~ i i a r i i ~ n de li:iIiricio 110

ticiie uuriculu: el de Stcllcr si, y pcrtciiccc cii c~iii~cciiciici;~ :i1 iiiic\.ri géiicro qoc Iiciiios crcicl~i <lehcr c\tahleccr cii la faiiiilia dc liis i.o<:iciris. I~aio el iiiiiiilire de Oturie.

Aqiií Péroii se refiere ;i sil \'oyuge de décoiii'ertes ciiix terres uustrules. obra ciira rcdacciOii Iiahia ciiiprciidido v qiic. iiicoii- cliisa a su iiiuertc.cii 1810, fiic coiiiplctada por ~ ó i i i s 1"rcvciiict v piihlicada eii 1816. Allí jiistifica iiiás coiii~ilctaiiiciite 1;i desig~ ilación:

I ~ ~ ; i i i i ~ i I.'ocdccos ~hfuiiiiiiu~iu, PliocucecI<rj a toclos los aiiiiiialcs rciiiii<los por 111s n;iturCilist;is I~ajo el iiaiiilirc clc Foc<rs. I;,i faiiiilia iiiicvii qiic prri~ l~oiig~i se divide cii <los g&iicr~>s. clistiiigiii<l<is por 1;i prcsciici:~ <le ;iiiricii.

las o sil ;iiiseiicia: 111s I~'ocáccos coii ;iiiriciilas /I'h«caceu ui~ricirlut<ij so11 rciiiii<l~~s cii 1111 géi~eni l~.irticiil;ir ctiii cl ii~iiiil>rc clc Oturie IOt<irr<i N.1. L.iis I"oWccos <lcsprovistris < l i ;iiiriciil;is lPli«cuceu iiluiiiicitl<lf<l] consti~ tiiycii el géiicr~i de las ' I~oc~is propi,iiiiciitc dicli~is lI'lior<i N,].

I'éroii crc0 pues el tériiiiiio otcirie para caractcri7,ar la cspecic cciii rclacióii al coiijuiito clc los I~'oc.iceos. iiierccd a 1111 rasgo distiiitivo qiie aisló a la perfecciOii: presciicia/ausciicia de a i i ~ rículas.

Se ve eiitoiices qiic si eligid la foriiiiilaciiiii diiiiiiiiitiw de 1;i

palabra gricg:i. i jrdpio~~, i i i i es de iiiiigríii tiiod(i "a caiisa de la ~>eqiicficz de 1:is orej;~s de este ;iiiiiii;il". coiiio diccii los diccio- ii;iricis cit;idus. siiio por la raz6ii eiitcraiiieiite foriii;il <Ic qiie e1

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FORhlAS NlJ l i \ 'AS DE LA C O ~ ~ P O S ~ C ~ ~ N NOhIINAL 171 tériiiiiio gricgo i>rÚ~io\. era cl correspoiidiente exacto del latín uuriculu, y dc que, eii el lengiiaje de los naturalistas, auricula o sil sustituto -eii fraiicés auricule- iio es un diiiiini~tivo siiio el tériiiiiio aiiatóiiiico para la orcja extcriia, cl pabellóii de la ore- ja. Esta especializacióii de auricula era por lo deiiiis antigua; ya sc ciicuciitra cii el Nuevo Testaiiiciito Wr<ípiov para el "pabe- 11611 de la orcja", la partc de este órgaiio que puedc ser cortada, 1. la Vulgata lo vicrtc por aurinrlu (Mc. 14, 47; J . 18, 10). Bas- ta recordar taiiibi6ii cl eiiiplco frccuciitc de aui.icula eiitre los iii&dicos roiiiaiios y la siistitucióii de aiiris por auric~ilu en ro- iiiaiicc (fr. oreille, ital. oreccliia, orecchio, esp. oreja).

Se advcrtirii que esta trasposicióii dcl latíii al griego sólo es al~roxiiiiada. Péroii iiistaura. cii el puiito de partida, la iioción dc Phocacea aiiricirlata, "Focáccos coi1 auríciilas". Tciiía que trasponer al griego el adjctivo auricirlata. Probahleiiiciitc por iio Iiallar el cquivaleiitc, ya que Driípiov carece de derivado adjetivo, se coiiforiiió con el sustantivo gr. otarion ( o coi1 el plural ota- riu), quc adaptó al iicolatíii otaria, fr. otarie f .

Está claro ahora que la creación de este tériiiiiio liada debe a las categorías griegas y que Péron no tratb de hcleiiizar. La foriiia otarie es una trasposicióii aproxiiiiada del fraiicés "(pho- que) i auricules". 'I'aiiibiéii aquí se trata de fraiicés vestido de griego.

Estc iieologisi>io, coiiio tériiiiiio siiiiplc, coiifiriiia pues lo que el coiiipuesto niinobe nos había inostrado: que alguiios iieolo- gismos cieiitíficos de fornia grecolatina creados eii fraiicbs y iiiuy particulariiiente los coiiipuestos (falta evaliiar las propor- cioiies, previo examen), iio ticneii de griego o de !atín iiiás que la foriiia iiiaterial. Son eii realidad coiiipuestos coiistruidos en fraiicés y sólo traspuestos -a veces de riianera bastaiite floja- a lexeiiias grecolatiiios. Este tipo de foriiinción es nuevo. Care- ce de antecedeiitc coiiocido eii la historia de las lciiguas. Puede prcdccirse que se desarrollará. Hay pues qiic Iiaccrlc liigar eii el iiiveiitario de los procediiiiieiitos por los que se elabora el vocabulario cieiitífico de nuestro tieiiipo.

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FUNCIONES SINT~CTICAS

Hay composición cuando dos términos identificables para el locutor se conjuntan en una unidad nueva de significado único y constante. Pueden ser de origen culto, es decir grecolatino: centirnetre, palmipdde, téiégraphe, o enteramente francés y de tipos variados: portefeuille, orfevre, betterave, mmchepied, aver- se, entresol. Es preciso, en todo caso, que el locutor pueda ais- lar e identificar los dos términos. Si uno de ellos no puede ser reconocido, el otro queda incierto. Bien se puede en aubépine sospechar épine, pero si no se sabe lo que es oub(e), hasta épine acabará por parecer dudoso. Hace falta también que el sentido de los miembros tomado aisladamente tenga una relación más o menos inteligible con el del compuesto; de ahí que el locutor no remita espontáneamente plafond a un compuesto plat-fond. Ya aquí está abolido el sentimiento de la composición.

De los compuestos distinguirenlos los GON~LOMERADOS. Llama- mos así a unidades nuevas formadas de sintagmas complejos que comprenden más de dos elementos. Unos son sintagmas pre- dicativo~ convertidos en sustantivos: va-nu-pieds, meurt-de-faim, monte-en-l'air, décrochez-moi-ca. Los otros, locuciones adver- biales donde viven elementos arcaicos: dorénavant (=$ore en avant), désorrnois (=dCs or mais) no son ya analizables, y jamais no lo es en absoluto, pero en aujourd'hui se percibe aún cuando menos "au jour d'. . .", y en auparavant los tres miem- bros "au par avant", aun si su disposición sintáctica no es pa- tente dc inmediato. El sintagma predicativo antiguo n'a gudre se estrecha así en nuestro nagudre. El rasgo general de estos con- glomerados es que una construcción compleja se suelda dando un bloque, sin que los elementos sean mutilados o alterados. Éstos pueden ser completa o incompletamente reconocibles, se- gún la edad del conglomerado: en justaucorps ("juste au corps") se separan bien; en gendarme hace falta la conversión previa al plural-para que gens recupere su fiiiición coiitextual. De ma- nera general, los conglon~erados tienden al estado de signo compacto.

Quisiéramos insistir muy particularmente en un tipo de com- posición que, no reconocido todavía en su naturaleza propia, cirece de estatuto definido. Consiste en un grupo entero de

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FORMAS NUEVAS DE LA COMPOSICI~N NOMINAL 173

lexemas, ligados por diversos procedimientos y que forma una designación constante y específica. El meollo inicial está en ejemplos ya viejos como: pomme de terre, robe de chambre, clair de Iune, plut ¿ bmbe. El hecho nuevo e importante es que adquiere hoy día una extensión considerable y está llaina- do a una productividad indefinida: es y será la formación bá- sica en las nomenclaturas técnicas. Basta mencionar términos como modulation de fréquence, avion ¿ reaction para dar una idea del tipo, pero también para mostrar que está construido según un modelo que no es el de la composición clásica.

Para designar estas grandes unidades y para consagrar el fenómeno específico que representan, se hace necesario un tér- mino nuevo, distinto de "composición" (precisamente se trata de algo que no es composición), distinto también de "sintag- ma", para dejar a "sintagma" su designación propia, que se aplica a no importa qué grupo, aun ocasional, operado por me- dios sintácticos, en tanto que aquí tenemos una unidad fija. Proponemos con este fin un término que parece adecuado y claro: SINAPSJA, del gr. oWa+ls "juntura, conexión, colección de cosas unidas",' con su derivado sináptico (gr. awvarrrlxós "rela- tivo a la conexión"), que podrá, llegado el caso, suministrar compuestos: mono, di-, polisináptico. Nada impide incluso prolongar esta derivación en nuestra terminología y decir simp- tar, sinaptable, etc.

Lo que caracteriza la sinapsia es un conjunto de rasgos, los principales de los cuales son: 11 la naturaleza sintáctica (no morfológica) del vínculo entre los miembros; 21 el empleo de juntores para este efecto, especialmente, en francés, de y a; 31 el orden determinado + determinante de los miembros; 41 su forma Iéxica plena, y la elección libre de todo sustantivo o ad- jetivo; 51 la ausencia de artículo delante del determiliante; 61 la posibilidad de expansión para el uno o el otro miembro; 71 el carácter único y constante del significado.

Así, a diferencia de gmde-malade, que es un compuesto, gardren d'asile es una sinapsia; mile de nuit es otra, y la combi-

' Está. por supuesto. la sinapris de las neurofisidlogar. pero de uso hn diferente que no habrá confusi6n. Hemos referido para 11 adaptación iranena de la palabra griega la terminación -si* para xguir el modelo de las palabras griegas en - n g llegadas r travk del latín: Cpileptie, paralysie, -phybúc, -syncraUe, poérie, etc.

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174 FIINCIONES S I N T ~ C T I C A S

nación gardien d'asile de nuit fornia una nueva siiiapsia. de dos iiiieinbros, siinple el priniero, gardieii, sináptico él iiiisiiio el sc- guiido, asile de nuit, y que en el caso presente 1l;iiiiareiiios "subsináptico". Eii la sinapsia gardien d'asile de rxuit, el juiitor de tiene por sí mismo doble función: ligameiito siiiáptico cii " (gardien) d'(asile) ", ligamento subsináptico cii " (d'asile) de (nuit)", Este análisis se impone eii virtud del enipleo idioriia- tico hecho de una sinapsia coiiio gardien d'asile de iiuit: "gar- dien d'asile de iiuit" es por cierto la conversión noinirial del enur iado predicativo "il garde un asile de nuit". Pcro forniu- lemos esta hipótesis: si la observación del uso demostrara que se trata de una denoniinación "gardien d'asile" ampliada con un determinante adverbial de nuit opoiiible a de jour (coiiio gardien de nuitlgardien de jour), entonces habría que descorn- poner gardien d'asile de nuit en un miembro subsináptico gar- dien d'asile y un miembro simple de nuit. Será entonces la tras- posición nominal del enunciado predicativo: "il gardc uii asile - la nuit".

En todo caso la elección no sería posible en la siiiapsia eiri- ployé d i chemin de fer, pues chemin de fer constituye una si- napsia fija, y 'employé de chemin no existe; el íinico aiiilisis posible es employé, miembro simple como determinado, y (de) chemin de fer, miembro subsináptico como detcriiiiiiaiite. Es siempre y solamente la naturaleza del designado lo que periiiitc decidir si la designación sintagniática es o iio uiia siiiapsia: valet de chambre lo es, iiias no coin de chanibre.

Mientras iiiás específico cs el desigiiado, iiiás iiecesario se vuelve caracterizar la desigiiacióii iiicdiaiite uti rasgo difcreii- ciai, y dicho rasgo piicdc por su parte ser harto coiiil>iejo. hbor- daiiios aquí u11 caiiipo iiiiiiciiso. cii cl qiic apciias ciiipicz;iii a iiiteresarsc los 1iiigiiist;is; cl de la iioiiiciiclatiira tfciiica.

El fciióiiiciio iiucvo cs Cstc: los ttriiiiiios básicos coii aviid;i dc los cualcs sc coirstituyc iiiia iioiiiciiclatu~i ticiidcii a \.ol- verse csplicitos v a coiistitiiir a sil vcc coiiibiiiacioiics cxl>licit;is. por nicdio dc úiiidadcs It:xicas ii~dcpeiidiciitcs, idciitific,ihlcs scparadaiiiciitc y org;iiiiz;id;is scgiiii iiiodclos siiit;icticos. 1,;s cl doiiiiiii». por cscclciicia. de 1;i siiialisi;~.

i\ la siiitcsis iiiorfol0gic;i <le los aiitigtios coiiil>iicstos 1;i \ i i \ ~

tihiyc uiia siiiapsiii iicccs;iri;i~iiciitc ;iiialitica. y los t6riiiiiios gc-

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F I J R ~ I . A S NIJ I v . 1 ~ I>E LA C O ~ I P O S ~ C ~ O N XOMINAT. 175

iicraliiiciitc grccolatinos de la cori~posición tradicional son rem- I>lazados por tiiia scrie dc Icxciiias franceses.

Eii la coiiiposicióii culta, la juntura está caracterizada en ;il>uiidaiites cjeiiiplos por la filial -o- del priiiier niiembro, to- riiada de iiiodelos griegos: ustro- géo- cosrno-, y la rclacióii de los iiiiciiihros es dada por su ordcii. Pcro cii la siiiapsia, donde todos los clciiientos so11 cii l>riiicipio idioiiiiticos y de foriiia libre, y cuyos iiiieiiil>ros puedcii ser a su vez siiiapsias, están iiiiidos por juiitorcs, ~~riiici~~aliiiciitc de y 2, !: su ordeii es sieiii- prc cletcriiiiiiado + dcteriiiiiiaiite. Por cl coiij~iiito dc estos caractcrcs !a siiiapsia, eii taiito que iiiodo de desigiiacibn, tiende ,i realizar lo que Saussurc Ilaiiiaba la liiiiitación de lo arbi- trario.

Es uii proccdiiiiiciito qiic contrasta coi1 la cornposicióii tradi- cioiial por la facilidad y la aiiiplitud de sus rcalizacioiies. En taiito qiic la coiiiposicióii, cii francés, llega en seguida a sus Ií- iiiites y los coiiipuestos se foriiian a ritiiio Iciito y, por decirlo :(sí, por coo1>tacióii iiidividual (se vcii aparecer los priiiicros cspecíiiicncs dc una serie nueva en co~nio-, con cos~noi~uute, cov itzodrolne), la siiiapsia prodiga siii tregua sus creacioiics. l'odos los vocabularios téciiicos cclian niaiio de ella, y con soltura taiito iirayor cuaiito que cs la úiiica qlic periiiitc la cspccifica- cií~ii detallacla del dcsigiiado, v la clasificacibii de las series iiicr- cctl a sil rasgo distiiitivo. Sii ~ X ~ ~ C I I I ~ flexibilidad paradigiiiática Iiace dc 1;i siiiapsia el iiistruiiieiito por escelciicia dc las iioiiieii- claturas

SC la ciitiiciitra en todos los vocabularios cspecializados: vo- lct de courbilre u fente, hélice 2 pus vuridble, moteur d refroidis- s c ~ ~ i ~ i i t pur uir, soii tériiiiiios corrieiitcs cii aviacióii,* y cada téc- iiiGi ticiie su rcl>crtorio. El criterio dc estas desigiiacioiics, cii t;iiito qlic siiiál>ticas, siciiil~re csti cii la relacióii con el objcto: b i es desigiiado coiiiplcta v íiiiicaiiieiite por diclia apelación coiii- pleja, cntonces 6sta es una siiiapsia. N o Iiace falta que sOlo in- cliiva leciiias dc uso téciiico; piiedc coiiipoiicrsc de vocablos coiii~irics, siri:ipticariicnte clis[>iicstos. ";\iglc p?clieiir i tetc hlaii-

' l.:, c\ta la ur~ai"!i r lc scnaiar 1.i "lira iiiiportaiilc rlc I .c>i i i i C:iiilheri. ! . . a f<,,iii.flii,iz

,188 vixal>iilrirc <le 1 ' ~ r i . i t i o i ~ (I'aris, l96 í i . qiic ti<, r<iiiuci 1iart.i desl>iicr <ic ~ t 1 1 1 ~ 1 t t i r

ri ~ ~ c i a i i i t e :irtictilo ! quc riiiiliiii,tra to<lus los elciiililos quc rc qi i icn di r\tJr <Icrig I l . lLi , , l lC, I ~ ~ l l i ~ d , .

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che" podría ser un sintagma descriptivo de creación ocasional. Pero si es dado en la nomenclatura zoológica como el nombre, usual en cierta comunidad, de un ave particular, entonces aigle @cheur d tdte blanche se vuelve, en francés de Nueva Caledo- nia, una denominación sináptica que ha de registrar el léxico de dicha ciencia y de dicha comunidad. Por la misma razón, sin salir del francés caledoniano, la serie bois de fer + bois de fer de montagne + petit bois de fer de montagne será acogida como un paradigma donde la sinapsia bois de fer engendra dos sinap- sias sucesivas, cada una de las cuales denota una variedad dife- rente de la precedente. Y es únicamente gracias al criterio de la designación como se decidirá si faux tamanou de fordt d petites feuilles debe o no ser considerado una sinapsia: nada en sí se ppone a que lo sea? Habrá que ver entonces cómo faux tama- nou se torna faux tamanou de fordt d petites feuilles, al parecer sin pasar por un 'faux tamanm de foret.

Las expansiones de las sinapsias se realizan sea por calificativos, así en francés caledoniaiio boWI de rose -+ faüx bois de rose, sea -y es mucho más común- por miembros de estructura variada, ligados por los juntores de y d, que son, con mucho, los más frecuentes.

Puede caracterizarse sumariamente la función respectiva de estos juntores.

El juntor d entre dos miembros de la sinapsia indica: a] el destino, sea con un infinitivo: salle d manger, fer d

friser, machine d écrire; sea con un sustantivo: service d café, brosse d habit, boife d ouvrage, porc d bestiaux;

b] la característica distintiva: ceil d facettes, serpent d son- nettes, bdte d cornes. Cuando el determinado designa un arte- facto, el determinante precedido de ¿ indica el agente motor; es una categoría muy abundante y productiva: mmlin a vent, machine d vapeur, &ion d réaction, Zampe a pétrole.

e Tomo estor últimas cjmiplor de una erpasición sobre la terminologia de In flora y la fauna en francés caledoniano presentada a la SociCtk de Linguirtique por K. J . Hollyrnan y publicada en BSL, 61 (1966). niim. 1, pp. 96.109. El presente articulo puede ayudar a resolver el problema discutido par Hollymm.

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,\dvirtaiiios quc los dctcriiiiiiaiitcs precedidos de d. ptrticii- lariiiciitc aqiicllos que iiiarcaii el destiiio. ~>iicdcii scr iioiiibrcs dc aiiiiiialcs. pcro iiiiiica so11 iioiiibrcs de scrcs Iiiiiiiaiios; de ello sc cuttacii efectos dcsprcciativos cii dcii«iiiiiiacioiics coiiio: boiige d iiiatelots, fille d soldats. Por cso cs rciiil>lazado por potlr eii los casos de ~icccsidad: tailleiir pour hoiiirries; coiiiptirti- iiieiit potir duiiies.

Sc ol>scrvar:i taiiil>itii que sOlo la iiatiir;ile/a del desigiiado ~xriiiitc distiiigiiir los dos ciiiplcos de a, iio el sciitido de los Icxciiias uiiidos: iiii iriociliri a café iiiuclc café. pcro iiii iiioiiliti u veiit es iiiovido por cl \.iciito: iiiia poiripe u esseiice piicde ser igiialiiiciitc I~icii iiiia boiiiba qiic suiiiiiiistra gasoliiia ! iiiia I>oiii- I>a que ftiiicioiia coii gasoliiia.

11 iiiiitor de iiidiai qiic: CI] e1 d c t c r ~ ~ ~ i ~ i a ~ i t e es cl todo virtiial del cual el dctcriiiiiiado es

iiiia parte: pedir de porc. verre de 111orltre. pied de table; por iiictifora: t i te de 1o11p. pied de biclie, deiit de lioii;

bl la circiiiist:iiici;i cii 1;i cual es apropiado cl objeto: clie- riiise de iiiiit, teiiiie [le soir&. iiiaiitetrii <le pliiie. table de trrivriil. srrlle de jeilx. fiisil de ch~isse: o la clasc cIc iiidividiios dc los qiic el clctcriiiiiisdo cs el atrihiito: robe d'trsoctit, be'ret de iiiatelot. liirie de chrrrrffeirr. soitiire (l'erifoiit.

1 Ial>rciiios asi csl~ozado 1;i iiatiiralcL;i, el <loiriiiiio 1- los r;isgos guiemlcs de la clasc de foriii;is qiic Il;iiiiaiiios siiiapsi;~. a fiii clc qtic "2 rcu)iiocicl;i \ rccil>a sil cstatiito liiiaiiistico, !. iio a fiii

b . ' de coiiipilar ;iqiii los cjciiil>los. qiic soii iiiiiltitiid. Es ficil prc- \cr que sc dcs;irroll;ir,i iii;is de pris:~ aiiii de lo qiic ~ciis;iiiios. coiiio coiiscciiciici;~ del fciicíiiiciici qiic doiiiiiia iiiicstr:~ Cpoca: el creciiiiiciito ripido 1- riiiilti~>le dc la\ ttciiic,i\.

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13. ESTRUCTURA DE LAS RELACIONES DE AUXILIARIDAD '

La iioción de "verbo auxiliar" es faiuiliar a aquellos que coiio- cen alguna lengua occidental moderna, y es parte dc la nonicn- clatura gramatical en la enseñaiiza tradicional. Pero con esta noción pasa como coi1 tantas otras, que cierta faiiiiliaridad nos impide apreciar bien, en su importancia y singularidad. Se tra- ta de una forma lingüística unitaria que se realiza, a través de paradigmas enteros, en dos elementos, cada uno de los cuales asurne parte de las funciones granlaticales, y que a la vez están ligados y son autónomos, distintos y complementarios.

Este fenómeno conocido,' señalado por todas las gra~iiáticas,~ apenas ha recibido atención por parte de los lingüistas. Sólo conocemos dos estudios especialiiiente consagrados en estos Ú1- timos años a la elaboración de su teoría.

G. Guillaurne' ha estudiado en los auxiliares sobre todo la propiedad que los hace, entre todos los verbos, aptos para tal función: es lo que llairia subductividnd, que los Iiace preexistir idealmente a los demás verbos. "Etre, por ejeiiiplo, preexiste a faire, y generalnicnte a todos los verbos quc espccificaii un proceso realizado o padecido.'' Se dedica pucs a describir la "subducción" del verbo como proceso psicoliiigüístico y en par- ticular "el mecanisnio de la subduccióii esotérica, creadora del estado de auxiliaridad".Vara él, "los verbos auxiliares son ver- bos cuya génesis material, interrumpida por una consuniación más rápida de la génesis foriiial, permanece en suspenso, no se

' Ach Linguistics Hafniesria, Copenhague, $01. 1X (1965), núiri. 1 , pp. 1-15. ' Acerca del driarrollo histórico. cf. Gougenheini, Etiide siir les pgriphrases vcrbrles

de la kngue francsise (París, 1929). Nos limitaremos a citar, iiiás por la abundancia dc sus datos que por el tratamien-

to del problema, el lxrga capitulo robre "Les airniliaires" en Piehon y Darnourette, Esrai de gnmrzinire dr la langue francaise, tomo V. pp. 1.160. ' En un articulo intitulado "Théorie des auxiliaires et eramcn de faits connexes",

BSL. 34 (1938). núiii. 1, pp. 5-23, ' Loe. cit., p. 5. ' Loc. cit., p. 10.

~ 7 8 1

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I.SIRCICTIIRA DE J.AS RFLACIONI~S OV. A C I Y L L ~ A R ~ U A D 179

consuiiia y pide, cii coiisecuciicia, uii coiiil>l~iii~ilto de ~nateria quc iio pucdc proceder -por estar cerrada la oiitogciiia dc la ~xiiabra- sino dcl exterior: de otra palabra". Asi, ai,oir marché se aiializará en: a\,oir "verbo coiiipleto por cl lado dc la forma (se conjuga en todos los iiiodos y todos los ticiiipos), pero in- coiiipleto por cl lado de la niateria (subduccióii); tiiarché: pa- labra que aporta la iiiateria faltantc 1. que sGlo a este titulo iii-

te rvi~ne" .~ Más o iiicnos al iiiisiiio ticiiipo, pero de iiiaiicra iridcpciidien-

te y con una visióii niuy distiiita de los fcii6iiic1ios liiigüisticos, L. l'esniere prescntó en detalle una "l'liéoric structurale des teiiips coniposés" "ue, dejando aparte la tcriiiiiiologia, no está tan lejos cn el foiido de los puiitos de vista de G. G~iillauiiie ;iccrca de la repartición de las fuiicioiics cri la foriiia coiiipucsta. Pero a L. Tesnihre le Iia preocupado sobre todo deslindar cl principio general -la ley, dice él, regular y uiiiversal- que rige la forinacióii de los tienipos coriipucstos. H e aquí esa ley: "Cuando un tiempo siiiiple se dcsdobla cii ticiiipo coiiipucsto, las caractcrísticas graiiiaticales pasan al auxiliar. la raíz verbal al auxiliado.'' !' Eii il a nuirché, cl auxiliar il a porta las caracte- rísticas grainaticales o cl iiiorfciiia, y cl auxiliado tiiarché la raíz verbal o cl seniaiiteiiia. Todo el estudio de 'I'esiii6rc consiste eii ilustraciones de esta Icy, por iiicdio de cjeiiiplos toiiiados de variadas lenguas y de csqiieiiias aiialiticos!"

Estos estudios coiiservaii su valor." Nucstro prop6sito al vol- ver a la cuestión Iia sido iiiostrar, priiiicro. qiic cstc fcriciiiieiio, siciiipre corisidcrado globaliiiciite, coiiiprciidc distiiit:is \.ariccla- des quc dcbcii ser recoiiocidas y estudiadas por scyarado. Locgo. defiiiir cada una dc cstas variedades cii sus tCriiiiiios propios y dar de ella uiia descripcibii foriiial quc saqiic a la luz los clc- iiicntos coiistaiites, las variables y la estructura dc sus rclacioiics.

' Loc. cit., pp. 11-12, * Es CI titulo dc rii articulo en loa \Illanges Ch. B d l h 11939). pp.

l i i ~ l X 3 . 01,. cit.. p. 160.

"' 1.. lesniere ha tocado CI problenia de los "tictiipos conipuistos" en !arios para- I c \ dc siis Elir?ieiits de s!ntarc strcicttlrdle (1959). >>p. +;, 159, 398. pcra se limita 2 rciiiitir al srticolu citado.

" l lahr i que agregar. sigiiiciido Ir litira de las c i > i i c ~ p r i u ~ ~ ~ dr 6. C.iiillrwsr. la rs- Iprisicióti de J. Stcf.iliiiii, 1.4 v i i i \ I>ro~ioii>iriilc cri ;iiac,cir ct FII rgtr>!en trilnl<ai~ (1962)- P I ~ . 97-102.

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La intención descriptiva nos exigía proceder, a la iiivcrsa dc los dos lingüistas citados, por deliniitacióii de los rasgos distin- tivos, e41 la sincronía de iiiia sola y niisiiia leiigua. Estiidiaiiios II~ICS las relaciones de auxiliaridad en el vcrbo francés iiiodcriio.

Es iiiiportaiite fijar desde el priiicipio la teriiiiiiologia. cii parte iiucva, que aplicanios a los eleiiiciitos cii ciiestibii. Nos ociiparciiios dc un proceso lingüístico, la uuxiliucióit, que coii- sistc eii la unibii siiitagmática de una fornicr uuxiliurzte y dc iiiia forilia uuxiliada o, más brevemente, de uii uuxiliai~fe y dc iiii

uiixiliudo. Será evitada la expresión "verbo auxiliar". Esta unión produce una foma verbal de estructura biiioiiiial

<iiixiliuiite + auxiliado de orden invariable, cuyos elciiiciitos ~xicdcii ser disociados por inserción.

La foriiia creada por auxiliación se opone, por iiiarcada, a iiiia fornia verbal siniple, no auxiliada.

Hay trcs tipos de marcas distintivas, que defiiicn trcs clases dc ausiliación, caracterizada cada una por una oposicióii dife- rciitc dc igual foriiia siniple:

11 il fruppe - il u fruppé 7 1 il frappe - i[ est frappé 3 ( il frappe - il peut frapper.

Soii estos trcs aslicctos de la auxiliacióii los que tenemos que dcscribir succsivaiiiciitc. Los llamarenios:

11 aiisiliaciOii de tciiiporalidad 7 ( aiisiliacióii dc diátcsis 3 ( aiisiliacibii dc iiiodalidad.

Idciitificaiiios la uiixiliución de teinporalidud con la forma del ~>crfccto: "il a fralili"; "il cst arriví.". IJor siil>ucsto, cl ~icrfecto i i i i cs so1;iiiiciitc iiii ticiiilio. pero es taiiil~iCii iiri ticiiipo, !, aiiii 11, es c;ida ~ c z iiiis cii la Iciigiia li~iblada. .qiic si ist i t i i~,~ cl prc- r i t o o el ~icrfccto. I'iicdc ~>iics iiicloirsc ~c~í t i i i i~i i ic i i tc el

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1 RZ FIINCIONCS SIN.I..~CTI<:AS

rcaliza por iiicdio de dos aiisiliaiites. avoir y ktre, que cstiri eii distribuci<iii co~~iplciiiciitaria."

Avoir sirvc cii Iü graii iiial-oría, de Iiccho cii la gcrieralidad de los casos; dtre cii iiii iiiiiiiero restringido de verbos. iiiios \,ciii- tc cii total. " l c i i e iiitcrés. a caiisa. iii mis iii nicnos, de su carictcr de cx-

ccpcioncs, dcfiiiir lo qiic parece particiilar a esos vcrbos para que pidaii cl ausiliantc etre. Se enuiiicraii cii scguida: aller, i,enir. deveiiir, intervenir, siirveiiir, retouriier, accourir, partir, arriver, rester. entrer, sortir, iiaitre, éclore. iiiourir, décéder, tom- ber, échoir, iiioiiter, descendre.

Estos verbos son iiitraiisitivos y de la esfera persoiial. Dcrio- taii iiioviiiiiciitos iiistantáiicos y de pura efectiiaciOii, que ca- rcceii dc diiración v cle porcciiir, cuya rcalidad coiiicide coi1 sil realizacióii, que ;lo pucden proseguirsc siii iicgarsc: naitre y inotirir. eiitrer y sortir: otros tantos uiiibralcs traspuestos, des- piiésdc los cciales cl acto desaparece y deja lugar al cstado que eiiiincia el perfecto. Uiia l-cz realizado el "iiaccr", sc "est né" v ya iiada .caiiibiar:i las cosas. "Partir", "llegar", apenas efcc- tuados. sc "cst parti, arri\.&". v esti dicho todo. Uiia vez que se "cst vciiu" iio piiedc contiiiiiarsc viniendo. Eii tanto que courir ticiic por auxiliaiitc "avoir", accourir sólo adriiitc "btre": cs que sigiiifica "i.eiiir cii coiirant". Este nioviiiiicnto iio puede s m scr dciioiiiinado cii el piiiito eii que sc coiisiiiiia; iio Iiav iiiás alli. Sc obscr\)ari quc iiiiiguiio de estos verbos puede ciiiplcarse cii el prcsciite diirativo, siiio iiada iiiás cii el presente dc dcfi- iiicióri o cii el prcseiitc liistórico. Rfonter y desceitdre no son cxcepcióii cii sir valor estricto, quc es enuiiciar coiiio efectuacióii iiistaiitáiiea el iiiovimieiito hacia arriba o Iiacia abajo. Pero, eii el uso. soii ciiiplcados tanibién para describir el proceso dc ascciiso o dc dcscciiso, r, eii tal caso puedeii ir acoriipaíiados dc iiii tí.riiiiiio de cxtensioii espacial. No es uiia casualidad que sc iiitroduzca ciitoiiccs uiia sitiiacióii flotaiite en la elección del aiixiliaiitc: "il est iiionté" y "il a monté trois étagcs"; "il est dcsceiidii" y "il a dcsccndii la pentc".

'I'oclos los dcniás vcrhos ticiien el aiixiliaiitc "avoir", sean o

" I > c p r c ~ ~ ~ s ayui de lado. piir i i i<l i ferin~c desde el punto dc \,isla dc la au~iliari6n. I d cuoti&i dc los verbos que puedcii admitir étre a avnir con ligeras \,ariacioncr de sentido (Ir lirre erf p r u l a pariil. Todzr 1.9 qraniiticas l a trataii.

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FSTRIJCTURA DE LAS RELACIONES I1E AUXII.IARIDAD 183

iio transitivos, tanto &tre coino {dire; tanto exister o vivre como inurlger o couper.

El papel distintivo de cada uno de los dos auxiliantes podrá ser definido así:

"el perfecto con avoir indica la operación como adquirida; 'el perfecto con 2tre indica la situación como adquirida. Por "situación como adquiridam entendemos que cierta situa-

ci61i está establecida, como consecuencia de la efectuación de 1111 nioviniiento que tiene necesariamente por resultado dicha situación.

Podrá sorprender que un verbo como 2tre esté comprendido entre los verbos con auxiliante moir. Pero aparte de que la des- proporción nuiiiérica entre los dos auxiliantes debe llevar al te- rreno de uvoir una variedad niuclio más grande de especies ver- bales, hay una razón específica para que el perfecto de &re ten&$ el auxiliante avoir; es que excluye el auxiliaiite dtre. Este principio será indicado más adelante, pp. 1934.

Están, por lo demás, provistos de dtre en perfecto los verbos cxclusivaniente reflexivos se souvenir, s'élancer, s'éprendre: "il. s'est souvenu, il s'est élancé, il s'est épris", y por extensión aque- llos verbos transitivos que admiten por objeto el pronombre reflexivo: "il a blessé: il s'est blessé"; "je I'ai jeté: je me suis jeté", y con valor recíproco en plural: "ils les ont battus: ils se sont battus".

Ahora tenemos que analizar el juego del auxiliante y del auxiliado en la producción del perfecto.

El fenómeno típico, del todo singular, de la auxiliación de teniporalidad consiste en la escisión de una forma verbal en dos unidades autónomas y en la repartición subsiguiente de las funciones entre las dos.

Si estas dos unidades son. coniplementarias, ¿de qué manera lo son? Vinios antes la concepción de TesniCre (la de Guillaume no difiere esencialmente de.ésta), para quien el auxiliar porta el iiiorfema, y el auxiliado el semantenla. Tal es por lo demás, a grandes rasgos, la explicación que dan las gramáticas del "tiem- po comp~iesto". Esta dicotomía rigurosa es un tanto sumaria y nos parcce inadecuada. Las relaciones reales resultan ante el exaineii ser más complejas, y deben ser sistematizadas de otra iiianera.

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184 FUNCIONES S I N T ~ C T I C A S

Claro está que il a; auxiliante de il a chanté, indica la perso- na y el número, accesonamente el género de la persona gracias al pronombre. ¿Puede afirniarse que enuncia el tiempo? Car- garía entonces, en efecto, con la tatalidad de las funciones ver- bales, salvo el sentido. Pero este postulado admitido por doquier nos parece insostenible. II a no indica por sí mismo más que un tiempo: el presente. Pero como auxiliaiite forma el perfec- to. Es una verdadera mutación. ¿Cómo va a ser concebible tal mutación si todas las funciones morfológicas están concentra- das, según se enseña, en el auxiliantc solo? ¿Por qué magia la proximidad del auxiliado, si no es más que semantema, tras- forma el presente en perfecto? Aquí está la auténtica cuestión, que no ha sido discutida ni, se diría, advertida.

Con todo, es claro que esta mutación fuiicional del presente il a a auxiliante de perfecto sólo es posible en virtud de la auxi- liación. Sólo la unión sintagmática de il a con chanté hace del presente de avoir el constituyente de un perfecto. Hay que ad- mitir sin remedio, entonces, que el auxiliado chanté no es so- lamente semantema; también es portador de una parte de la función gramatical. Pues, a fin de cuentas, el papel de seman- terna en el sintagma no exigía la forma específica del participio pasado. Aparentemente esta forma del auxiliado era necesaria para que pudiera consumarse en el sintagma el valor de perfec- to, puesto que en otros tipos de auxiliación el auxiliado tiene otras formas.

Se diría pues que el auxiliado debe ser reconocido como bi- funcional. A más de su función paradigmática, que consiste en garantizar el vínculo semantico con el verbo, desempeña una función sintagmática complementaria de la del auxiliante. Auxi- liado y auxiliante coadyuvan en este proceso.

A la inversa, ¿puede ser considerado el auxiliante como en- cargado de una función exclusivamente gramatical? Semejante definición no nos parece agotar su papel. Verdad es que porta las marcas flexionales del perfecto. Pero no es indiferente el que sea moir y no otro verbo el que haya sido escogido para auxiliante del perfecto activo. Su sentido propio debe intervenir asimismo.

De esta observación sacaremos una conclusión que sólo en apariencia es ~a~adójica: es en realidad en virtud de su sentido

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BSTRUCTURA DE LAS RELACIONES DE AUXILIARIDAD 185

como el auxiliante, y en virtud de su forma como el auxiliado, se completan para realizar el valor propio del perfecto.

De esta suerte, el examen del papel que hay que asignar a los dos mienlbros del sintagma de anxiliación temporal nos lle- va a introducir una distinción entre 11 la función propia de cada uno de ellos; 21 la función de su suma.

El auxiliante avoir (etre) tiene como cosa suya la función de flexión: porta en cierto modo las desinencias e indica la perso- na, el número, el modo, la voz.

El auxiliado (participio pasado) tiene como cosa suya la función de denotación: identifica léxicamente el verbo, del cual porta en cierto modo el radical.

Mas sólo la suma del auxiliante y el auxiliado, que asocia el sentido específico del auxiliante a la forma específica del auxi- liado, garantiza la función de temporalidad y produce el valor de perfecto. La auxiliación de temporalidad es así el procedi- miento de auxiliación que confiere a la forma verbal compuesta que resulta el rasgo distintivo de "hecho adquirido" que carac- teriza el perfecto.

En sunia, el papel y la relación de las unidades conjuntas pue- den definirse así:

El perfecto es la forma temporal escindida en dos unidades autónomas y separables, la primera de las cuales, llamada auxi- liante, porta las desinencias en la forma flexionada del verbo avoir (itre), y la segunda el sentido léxico del verbo con la for- ma fija del participio pasado; la unión del auxiliante y el auxi- liado produce el valor específico de "hecho adquirido".

El propio auxiliante avoir puede ser sede de un proceso de auxi- liación, merced al cual se desdobla sin dejar de ser auxiliante. Es lo que ocurre cuando avoir se vuelve avoir eu + participio pasado. Así il a chanté produce la forma nueva il a eu chanté, cuyo empleo está prácticamente limitado a las proposiciones circunstanciales: "quand il a eu chanté, je suis parti".

Es cosa, pues, de una escisión del auxiliante "il a (chanté)" a "il a eu (chanté)", que produce una auxiliación de segundo grado. Hablaremos en este caso de sobreauxiliaci6n. Hay que advertir que il a en "il a (chanté)" y il a en "il a (euxhanté)"

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no tienen la misma forma, por iio perteiieccr al iiiismo iiivel. Dis- tinguiremos el primero como il ai auxiliantc, y el scgundo coiiio il az sobreauxiliante.

A este desdoblamiento de estructura corrcsponde u11 dcsdo- blainiento de función: "il a eu (chanté)" dificre de "il a (cliaii- té)"' por la noción de una consumación previa que crea 1111 ni- vel de anterioridad lógica; es uii discordaiicial del pcrfccto. Para situar relativamente cada uno de los dos niveles de auxi- liación, puede decirse quc el auxiliante "il a (chaiité)" indica el hecho adquirido, y que el sobreaiixiliante "il a eu (cliaiitb)" subraya la noción de "proceso acontecido". Represeiitarcnios estas relaciones mediante el esquema siguiente:

il chanté

donde il a es auxiliante de eu y forma con él 1111 sobreauxilian- te il- del auxiliado chanté. Resulta así quc la sobreauxilia- ción afecta al auxiliante pero no al auxiliado; iio liay "sobrc- auxiliado". Por lo demás, sólo avoir es susceptible de tornarse sobreauxiliante, nunca dtre, en virtud de uii principio de in- compatibilidad: el auxiliante dtre no admite como auxiliado ni el participio de dtre ni el de avoir.

El haber descrito detenidamente la auxiliacibii de teniporalidad nos ahorrará un despliegue parecido en la auxiliación de diátesis, que es la de la forma verbal pasiva.

No estiidiaremos aquí la naturaleza del pasivo (vasto tenia que es ajeno a nuestro propósito), sino la estructiira de la auui- liación en él. Nos basta con caracterizar esta diátesis conio la de la "acción sufrida".

Si, desde el punto de vista lógico, el pasivo es la forma coii- versa del activo, no deja por ello de presentar en su forma lin-

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ESTRUCTURA DE LAS RELACIONES DE AUXILIARIDAD 187

güística en fraiicCs una particularidad que carece de todo aná- logo en activo: se trata prccisaniente de la auxiliación. No ha,, foriiia pasiva quc iio sea realizada por medio de la auxiliació". .\hora, eiitrc la auxiliación de diátesis y la de temporalidad exis- te11 por xiecesidad relaciones formales y funcionales estrechas. b:I problema es dcsenmaraiiarlas.

La auxiliacióii de diátesis, manifestada por la oposición acti- vo/pasivo, tiene por característica formal el auxiliante &re aso- ciado al participio pasado del verbo auxiliado.

La auxiliación de diátesis está ella misma sometida a la auxi- liación teinporal: una forma pasiva puede ponerse en perfecto, y participa cntonces de ambas auxiliaeiones. Pero las dos auxi- liacioiies lio se realizan en el iiiisrno nivel del paradigma fle- xional. Su realización es disimétrica.

1] La auxiliación de diátesis comienza un grado más arriba que la auxiliación de temporalidad. No hay simetría entre "il est frappé" y "il a frappé".

La foriiia "siniple" de auxiliación de diátesis es la del pre- sente: "il est frappé", pasivo de "il frappe". Esta forma de pre- sente pasivo "il est frappé" coincide materialmente con la del perJecto iiitransitivo: "il est arrivé". En realidad, "il est arrivé" está eii el nivel del perfecto activo "il a frappé". Y la forma pa- siva correspondiente a "il a frappé" es una forma de doble au- xiliación "il a été frappé". Se aprecia pues que hay disimetría inicial:

presente il frappe - il est frappé perfecto il a frappé - il a Qté frappé.

De modo que la forma básica del verbo pasivo es una forma biiiomial "il est frappé", donde est debe ser considerado como diferente del est de "il est arrivé". En "il est anivé", est carac- teriza diferencialmente, conio auxiliante de perfecto intransiti- \,o, una clase de verbos (tales como aller, venir, etc.), por opo- sicióii al auxiliante a del perfecto en multitud de otros verbos, traiisitivos o intra~isitivos (prendre, voler, vivre, etc.).

Esto lo confiriiia la flexión del pasivo: construida con un presente est, comprende una au~iliación temporal de perfecto

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coi1 el ausiliaiite avoir: así "il a été frappé". Sc vcii aqiii dos aii- siliacioiics siiii~iltiiicas: la aiisiliacióii de tciiiporalidad il a été auiiiciitada coii la aii\-iliaci011 dc cli~itcsis por adicibii del parti- cipio aiixiliado frappé. La foniia de pcrfccto pasivo il a été frop- pé periiiite piics distiiigiiir dos plaiios de ausiliacióii:

teiiipor~iidad: il ausi\iaiitc tciiiporal + été aosiliado diiitcsis: ii a été aiisiliaiitc diatético + fruppé auxiliado.

II] Lu auxiliacrón de didtesis se detiene u11 grado rlitis arriba que la auxiliacióil de telnporalidad.

Eii cfccto, la ausiliaci6ii de tciiiporalidad. coiiio se Iia visto. al~arca dos grados cii pasado: "il a frzippí." y " i l a cii frapp6". El priiiicro, "il a frappé". se coii\ziertc cii pasi\,o. "il a été frap- pi." l'cro "il a cu frappé" iio cs coiit.crtiblc cii pasivo: sciiic- jaiitc foriiia dc pasivo Iiuhicra csigido dos participios siniultá- iicos. iiiio de avoir para la aiixiliaci6ii dc tciiiporalidad, otro dc 2tre para la de diátcsis. Esta cxigeiicia es coiitradictoria.

Una vez que el pasivo se coiistitiiyc por el siiitagiiia 2tre + pJmopio pasado. cl paracligiiia del aiisiliaiitc qiicda fijado dc cabo a rabo. La coiijiigacii,ii ciitcra del pasivo será idéiitica a la coiijiigacihii dc &re si11 variaci011 iii cxccl\ci<iii.

Piicdeii piics scr cstahlccidas dos rcglas dc corrcspoiidciicia eiitrc cl activo Y el l,asivo qiie pcriiiitcii prcdecir la cstriictiir;i de la aiisiliaciúii cii cl pasivo:

11 14 todos los ticiiipos siiiiplcs ( = n o auxiliados) dcl activo corrcspoiidcii CII l>asivo ticiiil>os coiiipiicstos coi1 la foriiia siiii- plc clel auxiliaiitc &re. Sc tciidfií pucs: il fruppait - il étuit fruppé; iI frapperu - il scra frappé. ctc.

21 h todos los ticiiipos del activo coiiipucstos coi1 la foriiia siiiiple del auxiliaiitc ai~oir correspoiidcii cii pasivo tieiiipos coiiipiiestos coi1 el aiixiliaiitc moir été. Se teiidr'í pucs: il a frap- pé - il a été frdppé; il aiirait frappé - il aiirait été frappé. ctc.

Las otras \,ariacioiics posihlcs cii la cstructiira dcl pasivo dc- pciiclcr:iii dc la coiiibiiiaci611 dc la auxiliacitiii clc diítcsis coii la aiixiliacií~ii de iiiodalidad. a la cual pasaiiios alior;~.

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l S l N l l C 1 ' U R A 111; 1.AS NEI.ACIONI;S Dl i AOXILIANIDAD 189

111

Ilav aiitc todo qiic lcgitiiiiar la categoría de la iiiodalidad. Eiiteiidciiios por iiiodalidad una aserción coiiiplciiiciitaria

qnc ataiic al ciiuiiciado de una rclacióii. Eii tanto quc catego- ría lógica, la iiiodalidad coiiiprciidc 11 la posibilidad. 21 la iiii- lx~sibilidad, 31 la necesidad. Estos trcs "iiiodos" no coiistitii- \cii sitio dos dcsdc cl punto de vista liiigiiístico. cii vista de qiic la iiiiposibilidad iio tietic cxprcsióii distinta y sc cxprcsa por la iicgacióii dc la posibilidad. Dc iiiaiicra quc posibilidad y iiecc- sidad soii dos iiiodalidadcs priiiiordialcs, taii iicccsarias cii liii- güistica coiiio en lógica y que iio Iiay razón liara discutir. Oiii- caiiiciite sc tciidrá cuidado de distiiigtiirlas de los "iiiodos" ad- iiiitidos tradicioiialiiicntc cii graniática cii la iiiorfología dcl vcrbo (subjuiiti\~o, cte.) .'"

La categoría lingüística dc la iiiodal~dad coiiiprciidc aiitc todo los dos vcrbos pocivoir v devoir. Por aiiüdidura, la lciigua ha extendido la fuiicióii iiiod~lizaiitc a otros \~crbos cii parte dc sus usos y iiiediaiitc la iiiisiiia cstructiira dc auxiliacióii; priiici- paliiieiite: uller, voiiloir, frilloir. désirer. espérer. l'cro a clifcrcii- cia de la teiiiporalidad y la diatesis. la iiiodalidad iio foriiia par- tc de las categorías iieccsarias y constituti\,as del ~iaracligiiia ver- bal. Es coiiipatible con la tciiiporalidad coiiio coi1 la diátcsis en cada una de las foriiias \serbales.

La auxiliacióii de iiiodalidad sc ca~ictcriza foriiialiiiciite por la estructura biiioniial. El priiiier t&riiiiiio cs la foriiia flexio- nada del auxiliante; el seguiido, el iiifiiiitivo del verbo auxi- liado: "il peut arriver"; "je doia sortir".

1 Estos dos verbos, rnodalizaiites por excclericia, pouvoir, de- voir, no tieneii otra coiistruccióii. Eii cuanto a los deniás vcrbos, iiiodalizantcs en ocasiones, se coiistruvcn así cuaiido el siijeto -explícito- del atixiliaiite cs idéiiticó al sujeto -iiiiplícito- del auxiliado: "il a voulu chonter". Si el sujeto del auxiliado es diferente, el infinitivo es reniplazado por una proposición su- bordinada: "il a \-oulu que je chante". El verbo cesa eiitoiices de ser auxiliante.

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190 FUNC~ONFS SINTÁCTICAS

En virtud de que la auxiliación de modalidad se aplica a toda forina verbal, se aplica necesariamciitc también a foriiias ya auxiliadas por auxiliantes de temporalidad o de diátesis. Estas dos situaciones de auxiliación y de sobreauxiliación scráii con- sideradas sucesivamente.

La auxiliación de modalidad tiene por criterio la eonvcrsií,n de la forma personal del auxiliado en una for:iia de infiiiitivo: "Pierre chante" se convierte en "Pierre peut (doit) chanter". De lo cual se sigue que el infinitivo es la forma rnodalizada del verbo, principio que acarrea varias consecuencias de las que no podemos ocuparnos aquí. El verbo auxiliado no representa sola- mente un semantema, contribuye por su fornia morfológica a la auxiliación de modalidad que el auxiliante garantiza por su sen- tido léxico y su forma temporal.

Esta conversión se produce también cuando el verbo modali- zado está en un tiempo que requiere la auxiliacióii de tempo- ralidad: "Pierre a chanté" se vuelve "Pierre peut (doit) avoir chmté".

Pero la auxiliación de modalidad comienza un grado ntás arriba la auxüiación de temporalidad, puesto que es posi- ble cbn una forma verbal siniple; no auxiliada, coino "Pierre chante" que se convierte en "Pierre peut chanter". En la auxi- liación de modalidad la forma primaria es "il peut chanter" correspondiente a "il chante", en tanto que, eii la auxiliacióii de temporalidad, la forma primaria es "il a clianté", que se vol- verá "il peut avoir chanté". A la inversa, la auxiliaciótt de mo- dalidad se detiene un grado más arriba que la auxiliación de temporalidad. En tanto que "il a chanté" se torna "il peut avoir chanté", el giro sobreauxiliado "il a eu chaiité" no es susceptible en lo más mínimo de recibir tina forma modalizada.

Para describir el funcionamiento de esta auxiliación de mo- dalidad, partiremos de dos observaciones preliminares:

11 El auxiliante de modalidad es uii verbo de ejercicio pleno. que tiene su ~aradignia completo: je peux, vous pouviez, nous pourrons, etc., contando formas temporales auxiliadas: fui pu, il aura pu, etc.

21 La forma auxiliada de modalidad. siempre en infiiiitivo, es susceptible de una variación temporal, y de una sola, por aii- xiliación con avoir; el auxiliado será pues o un infiiiitivo preseii-

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I<S'I'RUc?UKA Dk: LAS REI.ACIONES DE AUXILIARIDAD 191

tc, chanter, o 1111 infinitivo pasado, avoir chanté. En este último caso, coiiio se ha de ver, se trata de una sobreauxiliación.

Dicho esto, pueden ser analizadas las relaciones entre auxi- liante y auxiliado de modalidad. En principio el auxiliante de iiiodalidad asuxiie el coiijunto de las funciones flexionales (tieni- po, iiiodo, persoiia) del auxiliado. Se presentan dos casos, se- gún la situación temporal del auxiliado:

a] cuarido el auxiliado es una fornia simple, es convertido en iiifinitivo, y todas sus marcas flexionales son trasferidas al au- xiliaiite:

il chante -, il peut chanter il chantait + il pouvait chanter il chantera + il pourra chanter, etc.

b] cuando la modalización se aplica a una forma temporal ya auxiliada, se produce una sobreauxiliacióii: es el auxiliante de la forma temporal el que se convierte al infinitivo, y avoir ( o &re) se vuelve el coiistituyente teniporal del sobreauxilia- do de niodalizacióii:

"il a chanté" se convierte en "il peut dvoir chanté".

Conviene distinguir "il peut avoir chanté", foriiia sobreauxi- liada de "il a chanté", del sintagma "il a ~ I J chanter" y aun "il a pu avoir chaiité" donde es solaniente el auxiliante de mo- dalidad el que está en juego y despliega libremente las posibi- lidades de su paradigiiia propio. En "il a pu chanter" no tene- iiios la conversión de uiia foriiia no modalizada, sino una de las variaciones teniporales dc "il peut chanter" resultante de que el auxiliante de modalidad adinite él mismo la auxiliación tcinporal: "il a pu (avait pu, aurait pu, etc.) chanter".

En todcs los casos, iiisistiiiios, el auxiliado no es sencillamen- te Un semaiiteriia. Contribuye también, por el hecho mismo de adoptar la forina del iiifinitivo, a la expresión de la modalidad.

Del todo análogas son las relaciones dc la auxiliación de ino- dalidad con la de diátesis, en lo que concierne al auxiliado. El pasivo "il est chaiité" se convierte en "il peut dtre chanté", y "il a été chanté" en "il peut moir dté chanté". El auxiliante

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LSTRUCTURA DE LAS RELACIONES DE AUXILIARIDAD 193

liantes tiene por otro lado su sentido pleno y otras construc- ciones. Por ejemplo, croire, denota la convicción y admite un régimen directo ("je vous crois, je prois cela") o indirecto ("je crois d . . . , je crois en. . . "), gobierna una subordinada ("je crois que. . ."). Es con valor debilitado (= "me parece que. . .") como ie crois sirve de auxiliante, en "je crois vous com- prendre"; "je crois poiivoir affimier que . . ." Tampoco deja de ser interesante apreciar que basta que un verbo entre en la esfera de la modalización por atracción o generalización para que adquiera la característica de los modalizantes, la de tener un auxiliado en infinitivo. Sobre el modelo de "je dois pouvoir" se hace "je crois pouvoir", que eiigendra "je pense pou- voir. . . , j'estime pouvoir. . ."; y a partir de "je dois párler" se hace "je veux, je désire, je souhaite parler". Todo verbo que asume la función modalizante asume al mismo tiempo un in- finitivo auxiliado.

Distinguiremos pues modalizantes de función, esencialmente pouvoir y devoir, y modaiimntes de suposición, tales como vou- loir, désirer, savoir, faire, etc., según excluyan o no la construc- ción con el infinitivo auxiliado. Esta distinción eiitre las dos categorías de modalizantes es susceptible de variar eii funcióii de las épocas y de los estados de la lengua.

Para concluir estos análisis podenios asentar tres reglas rclati- vas a la estructura formal de la auxiliación.

En priiiier lugar: el prii~cipio de iio reflexhidad de la fun- ción auxiliai~te. Significa quc ningún aiisiliaiitc puede aiisiliarse a sí iiiisiiio. Hay que verifica; cstc principio cii cada uiia dc las tres categorías dc aiixiliacióii.

a] En la auxiliación de temporalidad' se presenta eii el acto iiii ejeniplo en contra, y sólo uno: "il a eu", donde el niismo verbo "avoir" es auxiliante y aii\-iliado. Pcro cstc atialisis tradi- cjoiial procede de uii puiito dc vista iiicsacto. Eii "il a cii" el auxiliado eii proccdc de avoir coiiio vcrho lihrc cqiii\alciitc a "poseer" ("il a e11 dc la fortuiic. uiic propriktb"), iio dc avoir

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194 FUNCIONES SINTACTICAS

auxiliante; y en la sobreauxiliación temporal "il a eu chanté" eu es en realidad un segmento del sobreauxiliante il a eu, no es auxiliado; s61o chanté es el miembro auxiliado. De manera que en el primer caso, "il a eu une propriété", el estatuto de il a- y el de eu son diferentes y las dos formas no tienen en común mes que el pertenecer al mismo paradigma verbal; en el segun- do, "il a eu chanté", eu pertenece al sobreauxiliante ante chan- té, único auxiliado, y en su plano. Parece así que ninguna forma verbal puede, sin contradicción lógica, tomarse a sí misma como auxiliante temporal.

b] En la auxiliación de modalidad pasa lo mismo: "*il doit devoir", "*il peut pouvoir" son igualmente imposibles. La úni- ca cuestión será la de los cuasiauxiliantes como aller, ya que el uso admite "il va aller". Pero aparte de que il va está, con esta función, restringido de hecho al presente ("il allait aller" es evitado, y todo tiempo o modo distinto es imposible), debe aplicarse a "il va aller" la misma observación que antes a "il RU"; il va cuasiauxiliante no tiene el mismo estatuto que aller como verbo libre: "il va aller i I'école" contiene un cuasiauxi- liante de inminencia il va que es tan distinto en realidad de d e r como lo sería de cualquier otro verbo pleno, por ejemplo de manger en "il va manger".

c] En cuanto a la auxiliación de diátesis, ni siquiera puede concebirse cómo el auxiliante il est-, il a été- podría auxiliarse a sí mismo.

El segundo principio es que ningún auxiliante admite la auxilia- ción de di8tesi.s. Significa que un auxiliante no puede ser troca- do en forma pasiva. Esto es fácil de verificar en los casos de &re, avoir, pouvoir, devoir, etc. No estará de más recordar que nuestro análisis se aplica al francés y puede no ser válido para otras lenguas. Por ejemplo, el sánscrito sak- "poder" admite las dos series de desinencias, activa y media.

Inclusive en francés no tenemos en cuenta giros antiguos, caídos hoy en desuso, tales como se pouvoir en una construc- ción como: "Ce champ ne se peut tellement moissonner/que les derniers venus n'y trouvent a glaner" (La Fontaine).

El tercer principio es el de la no reversibilidad de la relación

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ESPRUCTURA DE LAS RELACIONES DE AUXILIARIDAD 195

auxiliante : auxiliado. Un auxiliante se vuelve el auxiliado de un sobreauxiliante, nunca al revés. Es éste un principio que por naturaleza se verifica sobre todo en la diacronía, pero que taúi- bién tiene su importancia en sincronía, en virtud de que se ob- serva, en la vida de una lengua, tendencia a crear nuevos auxi- liantes.

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14. EL ANTONIMO Y EL PRONOMBRE EN FRANCÉS MODERNO '

El francés tiene, como es sabido, dos series de pronombres per- sonales, la serie ie tu iI, la serie moi toi lui.

La relación entre las dos series exhibe aspectos sumamente complejos y sólo puede ser elucidada si se define con claridad el estatuto de cada una de ellas. En el estado actual de la in- vestigación no puede darse por cumplida esta condición previa.

La mayoría de los autores recurren a una presentación histó- rica de las dos formas y hablan de caso sujeto y de caso régi- men, de fonna átona o débil ie y de forma tónica, acentuada o fuerte moi. Quienes desean caracterizarlas en el uso actual subrayan e1 valor de "insistencia" o de "relieve" propio de moi en relación con ie. Nadie dirá lo contrario, pero semejante va- lor no es sino un efecto, no una causa; resulta de una función sintáctica que no se ha tenido el menor cuidado de deslindar. Una definición que ha sido utilizada con bastante amplitud en años recientes %S la de Pichon y Damourette, que oponen je, " persona tenue" a moi "persona guarnecida"? Estos tkrminos cubren la misma concepción, estilística o impresiva, con la cual solemos confonnamos, y carecen de mayor alcance. Tal distin- ción sólo sería aceptable si hubiera libre elección y posibilidad de intercambio entre las dos series de pronombres en las mis- mas posiciones. Esto nunca pasa, como es sabido; je' y moi no

' Bulktin de b Sociétd de Linguirtique de Parir. C. Klincksicck, t. LX (1965). fue. - . 1, pp. 71-87. ' Por ejemplo, Dnuzat, Gramn~aire nisonnée de la tangue tran~aiw, 1947, p. 267.

E m i de grammairc de b bngue I r a n ~ a k , VI. p. 254: "Defimuior empeirond- niente tenue el que re expresa por el aglutinatiw, criipersonalmcnte guarnecido d que se expresa por cl independiente.

"El emprnan#liiimte tenue reduce la p m n a a lo que hace su esencia gramatical esencial.

"Cuando, al contrario, es considerada la pcrrona, a en rdaribr c m el rnundo exterior a intmpctivamente, como un panoniiia coniplejo, aun coino una global que reinplazar en otras eircunrtanciaa una niasa global de otra permna gramatical, re expresa por el indcpmdiente; es el ~ m ~ ~ ~ ~ a n i i e n t o guarnecido. que deja t d n su amplitud a la pcrsonalidnd de la persona."

11991

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200 EL HOMBRE EN LA LENGUA

nueden nerniutarse en ningún caso.' En' vista de ello. hablar de " ~~~ ~~~ ~

"persona tenue" o "guarnecida" no pasa de disfrazar de noción psicológica una realidad lingüística insuficientcnlente descrita.

~ a d a , pues, puede dispe&arnos de examinar la distribución respectiva de los dos pronombres je y moi.

De la serie je hay poco que decir: es la forma siempre unida del pronombre, innlediatanlentc prepuesta a la forma verbal en la aserción, pospucsta en la interrogación. Fuera del imperativo y las formas nominales del verbo, ninguna forma verbal es sus- ceptible de uso sin pronombre; en la tercera persona, el pro- nombre personal siempre es permutable con un sustantivo, un nombre propio o un pronombre de otra clase ("11 vient. - Ln nuit vient. - Pierre vient. - Qui vient?").

El cmpleo de la serie moi, serie del pronombre autónomo, comprende variedad mucho mayor. Hay que enumerar sus ca- racterísticas:

I ] Este pronombre designa la persona sintáctica y puede,

' Aqui contradecimos expreramcnte a Pirhon y Damourette, op. cit., p. 253, S 2311, quienes estiman que "cn niuchar dominios hay competencia posible de exprcri6n en. tre uiio y otro órdenes de pronombre$ personales". (Qué pruebas presentan de esta sorprendente afirniaeibn? Están en el S 2312, donde empiezan por remnocer que "el abajamiento se exprcra ciertamente del moda más natural mediantc lar aglutinativor", es decir por la serie je, tu.. .. ej.: "11 fut captif.. .; je ne vour contrainr par.. .", pcio, afiadoi, "el abajainiento puede cxprerarre también por medio de los .indepen. dienta", ej.: "Vdentin nous avait invités i diner, et nioi emmenair, naturellement, Pollet et sa femme"; "Moi. qui ruis I'affaire et la mnnaio bicn, AL touo l a démoits poui lui cn prler"; "Tu as bien fajt. mon garpn. dit M. de Coetquidan, avec un ~ n i s l n e dont Pii et son neveu rerterent inmnsiinit~". He squi los tres ejemplos que debm probar 18 "mmpetencia" que Pichon y Damaurette creen observar entre los dos bdenes de pionoiiibrcs. El primero. ejeiiiplo onl. ennana de una persona de quien no re indican ni el origen (iprovincima?) ni el grado de cultura: puede afirmarse que "moi emrnenair" no w oye nunca; ci o un descuida sin trvcendencia o una des- vbci6n individual. En el segunda ejemplo, igualmente oral: "n~oi, qui ruii i'affiire et qui la mnnair, ni". hay por el contraria omiri6n de jc ante ai por empefio, fuera dc lugar, de bicn decir y por falsa analogia de la mnrtiuceOn en que d ielstivo esti separado dcl verbo, por ejemplo: "rnoi qui, dcpuk longtemps, avair pikiu ce qui cst arriué.. ." Tainpom prueba nada; la menor comprobaci6n mostrará quc autoiiiltica. mente todos lar infonnadores restablecen je delante del verbo: "moi qui mnnais I'affaire. j'ai tous les B h e n t r . . ." Por último, d tercer ejemplo. esta vez tomado de un texto escrito (Montherlant), muntn , al contrario, un ciiipleo en el que piecira. mente no habla mmpetencia posible: "lui et son neveu" es d único modo de expre. urw. Por lo d m l i , se trata de la tercera persona, cuyo comportamiento lintádim es distinto (d. luego. p. 212). Puede mncluirse que no hay competencia entre las dos x r i n pronoininaler.

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como tal, emplearse solo: "Qui est la? -hloiM, O: "Moi, j'aime marcher; lili non".

21 Admite una aposición identificadora: "moi, Pierre; moi, le factcur".

31 Sirve de antecedente a un pronombre personal conjunta- do que es el único que puede unirse al verbo: "moi, je pense

9 , que . . . 41 Sirvc de antecedente a un pronombre relativo: "moi, qui

2 , suis. . . 51 Sirve de forma predicativa: "C'est moi. - C'est moi qui

l'ai fait". 61 Sc combina con todas las preposicioncs: "a moi; chez

toi; avec lui", etc. 71 Se combina, por mediación de prcposiciones, con diversos

adjetivos: "digne de moi; parcil a toi". 81 Puede ir scguido de adverbios: "nioi aussi", y de ciertos

adjetivos: "iiioi-mdme; toi seul; nous autres; vous tous". 91 Se coordina, antepuesto o pospuesto, con otros pronom-

bres autónomos: "iiioi et toi"; con nonibres propios: "moi et Pierre"; con sustantivos: "moi et mes amis".

Ninguno de estos rasgos puede ser exteiidido a je. La serie autónoma y la serie conjuntada aparecen cn distribución com- plementaria. Dificren en su comportamiento sintáctico y sus capacidades combinatorias.

Ahora, los rasgos distintivos, funcionales y siiitácticos de la serie pronoiiiinal autiiiioiiia reaparecen por entero en otra clase de formas: la de los nombres propios.

El pronoinbre autónomo moi se comporta, se vea como se vea, como un nombre propio. Pueden aplicarse al nombre pro- pio todos los criterios que definen el pronombre autónomo y verificar la homología funcional de estas dos clases.

11 En respuesta a qui?: "moi", como "Pierre". 21 Seguido de una calificación apuesta: "moi, votre ami;

Pierre, votre ami". 31 Aquí pronombre y nombre propios se coordinan: MOI,

Piene; luego se ha de ver por qué, 9 , 41 Antecedente de relativo:"moi, qui. . .; Pierre qui. . .

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202 EL HOMBRE EN LA LENGUA

51 Función predicativa: "c'est moi; c'est Pierre". 61 Régimen de preposiciones: "avec moi; avec Pierre". 71 Combinable con adjetivos seguidos de preposiciones: "dig-

ne de moi; digne de Pierre". 81 Seguido de ciertos adverbios y adjetivos: "moi aussi; Pier-

re. aussi"; "moi sed; Pierre seul"; "moi-meme; Piene (lui-) meme".

91 Coordinado con otros pronombres o nombres: "moi et toi; Pierre et toi; moi et mes amis; Pierre et mes amis".

La interpretación que damos del estatuto de los pronombres autónon~os tiende a constituirlos en una categoría homóloga de la de los noiiibres propios, y sin embargo distinta. Cabe precisar esta relación determinando la especie particular de nombre propio que representa el pronombre autónomo.

Lo que de ordinario se entiende por nombre propio es una marca convencional de identificación social tal que consiga designar constanteniente y de manera única a un individuo único.

A semejanza y a diferencia del nombre propio social, MOI

es, en la instancia del discurso, la designación áutica de aquel que habla: es su nombre propio de locutor, aquel merced al cual un hablante, siempre y solamente él, se refiere a sí mismo en tanto que hablante, y entonces nombra frente a él a TOI y fuera del diálogo a LUI.

Para este "nombre propio de locutor" que se realiza siempre y solamente en el acto de habla y que todo hablante asume por su cuenta personal, proponemos el tkrmino de antónimo: pro- cede del gr. dvtow~ia que es el original traducido al latín por pronomen. Aprovechando a la vez su situación "pronominal" y su consonancia "onomástica", aplicamos este término de antó- nimo a la serie autónoma de MOI como distinta del pronom- bre le.

Los antónimos, como acabamos de mostrar mediante una conlparación sistemática, tienen las mismas construcciones y las mismas propiedades sintagmáticas que los nombres propios, de los que son una variedad específica, propia de la lengua ac- tualizada en el discurso. El hecho mismo de que el nombre propio pueda unirse al antónimo (antes, p. 201) es una confir-

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A N T ~ N I M O Y PRONOMBRE EN FRANCÉS MODERNO 203

mación de su simetría. Es en efecto muy significativo que el antónimo admita una aposición identificadora tal como un nombre propio: "MOI, Pierre". Los dos se completan: MOI.

nombre propio instantáneo de todo locutor, suirreferencia en el discurso, antóninio; Pierre, nombre propio permanente de un individiio, referencia objetiva en la sociedad, antropónimo. Esta conjunción: "MOI, Pierre" definc el sujeto a la vez por su situa- ción contingente de hablante, y por su individualidad distin- tiva en la comunidad.

Al estatuto "oiiomástico" de los antóiiimos rcniitimos asimis- mo una particularidad sintáctica de la 3a. persona. En taiito que MOI (TOI) exige sieiiipre ser relevado por je ( tu) delante de la forma verbal personal, I.UI puede ser relevado por il o unirse directamente a la forma verbal: "MOI, j'ai parlé tout le temps; lui n'a rien dit". No es cosa de licencia de uso, como parece creerse, sino una doble posibilidad, igualmente lícita. El antó- nimo LUI, ni más ni menos que los demás antónimos, se hace seguir del pronombre: "TOI, tu as tout; LUI, il n'a rien". Pero LUI, en tanto que se refiere a la tercera persona, puede, ni más ni menos que un nombre propio, o un sustantivo, ser el susti- tuto del pronombre: "LWI s a l est venu" como "PIERRE. seul est venu". Así LUI pertenece a dos paradigiiias: como forma de antónimo, al paradigma de los antónimos MOI, TOI; como seña- lador de la 3a. persona, al paradigma de las formas permutables que fungen de sujeto para una forma verbal de 3a. persona: "il est venu", remplazable por "l'homme" o por "Pierre", y también por "LUI".

Los antónimos y los pronombres son formalmente distintos en las dos primeras personas del singular. En la 3a. del singular, que conoce una distinción de género, parece comíin una forma: LUI. Pero el examen revela que en el plano sincrónico sólo hay homofonía entre el antónimo LUI de 3a. sg. masculino y el pronombre lui complemento indirecto de los dos géneros: su paradigma y su distribución hacen de ellos formas distintas (cf. pp. 209-10).

En el plural de las dos primeras personas, antónimos y pro- nombres tienen igual forma, ~ o u s y vous; en la 3a., ei mascu- lino distingue el antónimo EUX y el pronombre ils, pero en el femenino coinciden en ELLES.

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204 EI. HOMBRE EN LA I.I;NCUA

Nos proponemos ahora describir las condiciones y las relacio- nes de empleo de los antónirnos y de los pronombres cn fran- cés moderno?

Se impone una observación preliminar, por el lado del csta- tuto de cada una de las tres personas en las formas pronomina- les que las repre~entan.~

l e es una persona única; tu es una persona única; pero il re- presenta no importa qué sujeto compatible con su género y número y, repetido en el mismo enunciado, puede remitir a sujetos diferentes.

Por tanto: I] je tiene un régimen directo, me, y sólo uno, pues je y me

remiten a la misma persona, única; tu tiene un régimen directo, te, y sólo iino, pues tu y te renii-

ten a la misma persona, única; pero il, que puede remitir a dos sujetos distintos, tiene dos

regímenes directos: se, cuando sujeto y objeto coinciden; le, cuando sujeto y objeto no coinciden;

21 el pronombre objeto me, .que remite a la persona única je, puede entrar cn relación sintagmática coi1 los tres pronom- bres sujeto: je me . . ., tu m e . . ., il m e . . . En efecto, el refc- rente de me, por ser único, debe necesariamente ser el mismo para nií y para los deniás (cs decir para ti y para él);

el pronombre objeto te, que remite a la persona íinica tu, puede entrar en relación sintagmática con los tres pronombres sujeto: tu t e . . ., je t e . . ., il t e . . . En efecto, siendo íinico el referente de te, debe por necesidad ser el mismo para ti y para los demás, es decir para nií y para él;

pero el pronon~bre objeto de 3a. persona no puede reiiiitir a un sujeto único, puesto que el pronoiiibre sujeto il rcmplaza a no importa qué nonibre propio o sustantivo, puede tener dos referentes distintos o incluso funciona sin referente: "il dit qu'il va partir" (=Pedro anuncia su partida); "il dit qu'il va partir" (=Pedro anuncia la partida de Pablo); "il dit

0 En esta deicripcidn sincrdnica del usa actual no habrá ninguna referencia a un estado mar antiguo del francés.

" Advertimos de una vez par todas que las observaciones hechas a continuación acerca de lar formas del singular o ilurt-adai por ejemplos en singular valen tarnbiéii, salvo indieacidn en mntra, para el pluri; asirnirmo lo que se dice de un ejeniplo en masculino es aplicable al femenino.

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a r r ó s i ~ o Y PRONOhlBXE 1;N F R A N C ~ S ~ S O D E R N U 205

qu'il va pleuvoir", etc. En consecuencia, il es susceptible de te- ner dos prononibres objeto distintos, le y se, que no tienen las iiiisiiias latitudcs de coiiibiriacióii sintagniática: 11 le, coiiibi- iiablc coi1 los tres pronombres sujeto: je l e . . ., tu le. . ., il le . . . , pero il le supone dos il difercrites, que notarenios ili y ili; 21 se, conibinable solaniente con il; y il se supone el mismo il; 31 cada pronoiilbre siijcto pucde entrar en relación sintag- iiiática con los pronombres objeto de las otras dos personas, a condición de que éstos sean respectivamente objeto directo y objeto indirecto: "je te le (doiine)"; "tu me le (domes)", ctc. Pero il gobieriia aún dos combiiiaciones distintas: 11 il se le. . ., donde hay que plantear dos il, pues il y se remiten a ili y le a ilz; 21 il le lui. . .', donde hay que plantear tres il distiii- tcs. Represeiitareiiios pues cn este sintagnia il sujeto por ili, le por ilz y lui por ils.

Nuestra faena es describir de nianera exhaustiva las conibina- cioncs de las tres series de pronombres, la serie je tu il, la serie tile te le se, la serie moi toi lui soi, su selectividad mutua, su conipatibilidad respectiva con las formas niodales del verbo.

Mostraremos en detalle que este juego coiiiplejo está deter- iiiinado por tres variables: la persona, el modo del verbo, y la función gramatical de la forma pronominal.

Estudiemos la distribución respectiva de las series me te le (se) y nioi toi lui (soi) para el pronombre objcto, según sea ob- jeto directo u objeto indjrecto.

Esta distribuciGn es dcfinida por 18 naturaleza de la relacióii siiitagiiiática entre el prorionibrc objeto y el prononibre sujeto para cada persona. Varía según los modos del enunciado: por tiiia partc indicativo, subjuntivo, coridicional (todos los ejeiii- plos scráii, por comodidad, dados eii indicativo); por otra parte el iiiiperativo.

.\] Eiiuiiciado en niodos distintos del imperativo. Kcgla dc ordcii: el prononibre objeto precede al verbo. 1) Cuaiido el pronoiiibre siijeto (je tu il) tiene el misino refe-

iciitc que el proiiornbrc objcto, es decir en el prononibre refle- \¡\.o. la serie me te le valc a la vez para el objeto directo y para cl objeto iiidirccto cii todas las personas:

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206 EL HOMBRE EN LA LENGUA

2 x 2 tu TE vois - tu TE dis 3 x 3 il SE voit - iI SE dit

El pronombre impersonal on (símbolo N ) se comporta co- q o il:

N x N on SE voit - on SE dit

21 Cuando el pronombre sujeto (je tu il) no tiene el mismo referente que el pronombre objeto, se origina una distinción de acuerdo con las personas:

a] En las personas primera y segunda, los pronombres obje- to me te valen igualmente para el objeto directo y para el ob- jeto indirecto:

1 x 2 je TE vois - je TE dis 3 x 2 il TE voit - il TE dit 2 X 1 tu ME V O ~ S - tu ME diS 3 x 1 il ME voit - il ME dit

Igual indistinción con el pronombre sujeto on:

N X 1 on ME voit - on ME dit N x 2 on TE voit - on TE dit

b] Pero en la 3a. persona se distinguen el pwnombre obje- to directo le (plural les) y el pronombre objeto indirecto lui (plural leur). Esta distinción vale necesariamente también cuan- do 11 il sujeto (2,) tiene un referente diferente de il objeto (il~); 21 el sujeto es el pronombre on:

1 X 3 je LE vois - je LUI dis 2 X 3 tu LE vais - tu LUI dis 31 X 3 2 il LE voit - il LUI dit N x 3 on LE voit - on LUI dit

B] Enunciado en imperativo?

' "lmpentivo" implica siempre la forma pa~itiva de este modo,

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A N T ~ N I M O Y PRONOMBRE EN FRANCOS MODERNO 207

Regla de orden: el pronombre objeto sigue al verbo. La forma verbal (en singular) está limitada a una sola per-

sona, la segunda, y no lleva pronombre; las tres personas pue- den ser objeto, la segunda es entonces de empleo reflexivo. También aquí la distinción entre un objeto directo y un ob- jeto indirecto depende de la persona:

11 El pronombre objeto de las personas primera y segunda adopta la forma moi toi y vale a la vez para el objeto directo y para el objeto indirecto:

21 El pronombre objeto de la 3a. persona distingue el objeto directo le (plural les) y el objeto indirecto lui (plural leur):

En suma, la distinción entre un pronombre objeto directo le y un pronombre objeto indirecto lui es constante para la ter- cera persona, sin importar el modo (orden dc las palabras apar- te), en tanto que en las personas primera y segunda la distin- ción entre la sene me (te) y la serie moi (toi) depende exclusi- vamente del modo, sin importar la función de objeto directo o indirecto del pronombre: me (te) en los modos distintos del imperativo, moi (toi) en el imperativo.

En el primer cuadro anexo figuran estas relaciones, comple- tas; la serie vertical es la de los pronombres sujeto, la horizon- tal la de los pronombres objeto.

Ahora puede darse un paso más y considerar la situación pro- ducida por el empleo de dos pronombres consecutivos, objeto directo el uno, el otro objeto indirecto.

Las dos cuestiones que se plantean son las de su forma y de su orden.

En los modos distintos del imperativo, los dos pronombres objeto preceden al verbo, tienen la forma me te le, y se siguen en el orden: indirecto + directo cuando el pronombre objeto indirecto es el de la. y 2a. persona: ie me le dis; je te le dis.

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208 EL I I O ~ ~ R R E EN LA LEXGUA

bIOüOS DISTIN'TOS DEL IhIPERATlVO

sg.

I* pl.

7.8 pl.

nour

nouf

nour

dir. moi

indir.

dir. - indir. -

dir. moi

iridir.

toi

-

-

-

-

- -

- -

UOUI

le

lu i

le

111i

le

lu i

les

lear

les

Ieur

les

l a r

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A N ~ Ó N I ~ ~ O Y PRONOhlBRE EN FRANCÉS ntoDERNu 209

Cuando el pronombre objeto indirecto es el de 3a persona, tiene la forma lui y el orden se invierte: je le lui dis.

En el imperativo, los dos pronombres objeto siguen al verbo; cl pronombre objeto indirecto tiene la forma moi toi lui, y el orden de los pronombres se vuelve:' directo + indirecto: dis-le inoi! "

Pero estos siiitagmas formados de pronombres objeto directo c indirecto sucesivos están sometidos a dos importantes reglas de compatibilidad.

11 me (te se) como prononibre objeto directo no es conipati- blc con ningún pronombre objeto indirecto antes del verbo; s6lo es posible el prononibre objeto indirecto de la fornia moi toi lui precedido de la preposición d y puesto detrás del verbo. Así 'je me te confie, +tu te me confies son inlposibles; tiene que ser: je me confie d toi; tu te confies d moi.

Es regla, por el contrario, la sucesión le (la, les) pronombre objcto dirccto + lui (leur) objeto proiioiiiinal indirecto que pre- cede al verbo: je le lui confie; tu les leur confies.

Z ] nle (te se) coiiio pronoiiibre objeto indirecto no es compa- tiblc con ningún pronoiiibre objeto directo de la. o Za. perso- iia aiitcs del verbo; sólo es posible el pronombre objeto indi- recto de la foriiia moi toi lui precedido de la preposición d y pucsto detrás del verbo. Así, *je me vous appelle, 'il te me re- coriimaiide son iiiiposibles; tiene que ser: je vous appelle d moi, il ine recoiniilande d toi.

Es regla, por el coiitrario, la sucesión rne (te, se) prononibrc. objcto itidirccto + le (la, les) preccdiendo al verbo: ie me le dis, il te la doniie, tu te les rappelles.

Estas rclacioiies figuran eii su totalidad en nuestro segundo cuadro, donde cada persona objeto está reprcscntada por la coiijuiicióii de los dos proiioiiibres directo e indirecto en el or- deii y con la variación antes indicados, y el objeto directo en singular y en plural (le implica siempre la).

Hay pues dos particularidades que subrayar: I ] Cuando cl pronoiiibre objcto indirecto se rcfiere a la 3a.

persona, se coloca, cualquiera que sea el iiiodo, después del pronoiiibrc objcto dirccto: "il le lui dit" - "dis-le-lui!"

' El uso cr a vecci algo flotrnte: rrnds-ler.riour es de regla, pero Hugo escribió rbiidr-rious-les. SC IBdlrdn cjexvplas cii Crmirre. Le bon uugP, p. 420.

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210 EL HOMBRE EN LA LENGUA

MODOS DISTINTOS DEL IMPERATIVO

MODO IMPERATIVO

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A N T ~ N I M O Y PRONOMBRE EN FRANCÉS MODERNO 211

21 el pronombre objeto indirecto de la la. persona es lui, cualquiera que sea el modo, en tanto que para la la. y la 2a. persona, el pronombre objeto indirecto es moi toi en impera- tivo, y me te en los demás modos.

De ello resulta que el problema es el de la 3a. persona. Los pronombres de la. y de 2a. persona, por una parte, los de 3a., por otra, no obede2en a la misma distribución.

Las personas primera y segunda emplean me te para los dos objetos, directo e indirecto, en los modos diferentes del impera- tivo; y moi toi para los dos objetos, directo e indirecto, en el imperativo. Las dos series de formas están pues, sin importar la naturaleza directa o indirecta del objeto, en distribucióii com- plementaria de modo: me te eii los modos distintos del impera- tivo, moi toi en imperativo.

Pero en la 3a. persona, le es objeto directo y lui objeto in- directo, cualquiera que sea el modo. De suerte que estas dos formas, sin importar el modo, están en distribución comple- mentaria de régimen: le directo, lui indirecto.

Una vez localizada, falta explicar esta diferencia. ¿Por qué esta distinción le/lui en la 3a. persona, cuando las dos prime- ras emplean me ( te) indistintamente para el objeto directo y el indirecto?

No hay que buscar la respuesta eii la naturaleza gramatical de uno u otro objeto, sino en una razón formal, que es la com- patibilidad de las formas pronominales necesariamente conjun- tas eii el sintagrna de objeto doble.

Se ven en el segundo cuadro, por una parte, los sintagriias de pronombres reflexivos: "je me le (dis)", tu te l e . . ., il se le. . ., que son enteraniente simétricos; por otra, los sintagmas de pronombres no reflexivos: je le lui. . ., tu le Iui.. ., il le lui. . ., igualniente siiiiétricos. Eiitre los dos hay uiia trasforiiiación, cuyo punto de partida podemos ver; está en el siiitagiiia que comprende ili sujeto y ilz y ils objetos directo e indirecto. Se- gún il me le. .., il te le: . . se esperaria 'il le le. . . Hasta podría generalizarse este niodelo teórico scgúii el paradigiiia del pro- iioiiibre objeto indirecto a las dos otras personas.'Eii virtud de:

la. je me le. . . - tu nte le. . . - il nte le. . . Za. je te l e . . . - tu te l e . . . - il te l e . . .

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212 EL HOhIRRL LN L 4 I I Y G U A

I i~bria que tener:

3a. 'je le le. . . - 'tu te le. . . - 'il le le. . .

Esto es lo que la lengua Iia querido evitar: la succsióii de dos-foriiias proiioiiiiiiales idénticas portadoras de dos f~iiicioiies distiiitas, eii particular eii la 3a. persoiia, doride el siiitagiiia "il le le. . . liabria iiicluido, frente a ih sujeto, dos le objeto por ilz y ila iiidistiiitanieiite. Así, fue reiiiplazado "le objcto i~idirccto de 3a. persoiia por Iui. Pero eiitoiices surgia otra difi- ciiltad: lui iiuiica precede a otro proiioiiibre objeto, lo cual toriiaba iiiiposible *je LUI le. . . Dc iiiancra que sc iiitcrcaiiibia- roii los proiionibrcs; el ordeii se volvió je le LUI . . . , tu le r.ui. . . , il le L U I . . ., y por la misiiia razón cii iiiiperativo: "(dis)-le- -r.ui!" Así eii toda condicióii niodal lui es solaiiietitc objeto iii-

directo dc 3a. sg., distiiito de le objeto dirccto: je le dis: je le LIJI dis.

Esta graiiiaticalizacióii de lui ha sido reforzada por uiia cir- ciiiistaiicia auxiliar, la foriiia de los proiio~iibrcs de la. y l a . pcr- soiia cii iiiipcrativo. Dado que los aiitOiiiiiios hroi .roi fiiiici<i- iiaii cii kiiperativo coiiio prorioiiibrcs objeto: ldisse-hioi! - dis- ~ I O I ! , pudo atribtiirsc taiiibii.ii el aiitóiiiiiio r.ur a la fiiiicióii clc ~>ro~io~i ibrc objeto, rcstriiigiéiidolo de paso, por 1;i razOii aiites iiidicada, al objcto iiidirecto: dis-LWI!, distiiito del objeto dircc- to: dis-le!

[ l e aqiri la cxplicacióii de los priiicipios de iiicoiiipatibilidad qiie IICIIIOS o l ~ ~ c r w d o (antes, 11. 709) e11 la rclacibii siiitagiiiitica ciitre proiioiiibrcs objeto directo e iiidirccto.

11 Dado qlic la foriiia iiie (te se) es a la vez la del proiioiiil>re ol>jcto dirccto y la del proiioiiibrc objcto iiidirccto, la iiidistiii- ciciii foriiial proliibc ciiiplcar dos proiioiiibrcs de esta scric coii- scciitivaiiiciitc; seria eii cfccto iiiil>osiblc, cii 1111 ctiiiiiciado tal coiiio 'je me te confie, disccriiir cuál. ine o te, es el objeto di- recto v ciiil el iiidirecto. Sc evita el ricsgo de aiifibologia di- cieiidó: je me confie u t»i. Pero el problciiia iio existe cii el raso <Icl ~ x o ~ o i i i b r c ol~jcto de 3a. pcrsoiia, doiidc le l . les) di- recto se distiiigiic de liii (letir) iiidirecto; ciitoiiccs la sriccsicíii de los dos pruiioiiil~rcs, clirccto + iiiclirccto, es pleiiaiiiciitc l i - cit;~, v se dicc: je le lili cul~fie.

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. ~ ~ . r h ~ l n i o Y ~~oxonrnnr I:,N T R A N C ~ F hionr~Íi<, 21;

21 ¿Por qui. ciitoiiccs. si je le liii coiifie cs rcgiilar, iio piicde dccirsc 'jc iiie liii coiifie o 'je te lui confie? Es iiiiposible por- qnc Iiahría contradicción ciitre la fiincihii y cl ordeii de los pro^ iioiiihrcs. El l>roiioiiibrc objcto iiie (te. se), sea objeto dirccto (je ine vois) o iiidirccto (je iiie dis), cae sieiiipre iniiicdiataiiiciitc dcsl~iii.s dcl sujeto; todo otro proiioiiibrc se pone después dc cstc pronoiiibrc ohjcto. Tal cs cl principio dc ordcii. Pcro por otro lado ine (te, se) scgiiido dc otro proiioiiibre no puedc ser sino prorioiiibrc objeto indirecto; es la siiccsióii prcscrita iiidi- rccto $- directo: "je tc le doiiiie". Ln anteposicióii dc me (te, se) lc atribuvc la fuiición dc objcto indirecto y es preciso qnc cl proiioiiibk sigiiicnte sea objcto dirccto. Por coiisigiiieii- te, iiii ciiuiiciado coiiio 'je iiie lui confie contendría dos pro- iioriihrcs sucesivos de objcto indirecto y niiiguno de objcto di- recto; Iiabría conflicto ciitrc ine que sería objeto indirecto cii virtud de su posicióii, y lui que es objeto indirecto por iiatiira- !cm. Tampoco podría decirse 'je lui ine confie por la razón ya indicada: quc iio puede insertarse nada ciitre je y ine." Las su- cesioiies "je irle lu i . . . y "je lui m e . . . son pues igualmc~itc i i i i ~

posibles. 1lahr.í qiic decir: "je me (coiific) a lui". No liar conflicto así cn cl caso de le, puesto que. a difcrcii-

cia dc iiie (te, se), indistiiitaiiientc objeto directo o indirecto. le es sólo objcto directo. y liii objeto indirccto; de ahí: je le lu i . . .

Así se dcsliiida el priiicipio quc gobierna el doble estatiito graiiiatical dcl antóiiiiiio. Forina disyunta: 1101, je suis, o re- gida por una prcposicióii: de hroi; 4 hroi, deseiiipeiia la fuiicióii de objcto cii iiiipcrativo. objcto indirecto: dis-nrot!, o dirccto: laisse-xroi!. paralclaiiiciitc a: 1-111. il est. . . (pero feiii. Er.1.r.

elIe est. . . ) , u LIII, dis-LIJI! (iiidirecto soiaiiicnte) . La íiiiica discordaiicia foriiial del sisteiiia está cii el paradig-

iiia del plural dc la 'la. persona. Eii las persoiins priiiiera Y se- guiida, los aiitóiiiiiio~ dcl pliiral soii idénticos a los proiioiiihrcs de coiiiiigaci011: uoris, iioiis soiiiiizes. . . . voris, i,oiis &tes. . . : \ a los proiioiiil)rcs ol~jeto: "il iioiis soit". "il iious dit" l'cro eii 1;i 32. del pliiral cl ;iiiti,iiiiiio cs i:riu. distiiito del ]~roiioiiil~re cIc

' l..i iii,criii>ii r l i iuii.i iir@iciui, i ' ' , r , i i c i i i c ". ' ' t u iir 1.1 ' i iii, r < i i i t r . i i i i < i

< \ t i , 1:i I > C ~ , ~ C K > I ~ t t o G ~ # I > I N . I rii ii;irl.i 1.3 c.tiiicliir.i ,ic,r.irt>cr 'Ir1 c~nii i i i i .erl<i i i i 1.85 I<

Idr i i i i ic \ ciitrc 1i>r i>ri>ii<iiiihrra

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214 EL HOMBRE EN LA LENGUA

conjugación ils, distinto también del pronombre objeto directo les y del pronombre objeto indirecto, que es leur. Esta abun- dancia dota al plural de cuatro formas distintas en la 3a. persona del masculiiio: EVX, ils sont.. . (fern. ELLES, elles sont. . . ), "le les vois",'"ie leur donne", en tanto que en la 3a. persona del masculino singular no hay más que tres: lui, il, le.

La anomalía consiste en que el plural tiene un prononibrc objeto indirecto leur distinto del antóiiiiiio EIJX, frente al sin- gular, donde el pronombre objeto indirecto lui es fonnalinentc idéntico al antónimo LUI. En virtud de este hecho, se tiene uii paradigma plural de cuatro términos, eux, ils, les, leur, contra tres términos en singular, Iui, il, le. Es precisamente lo opuesto de las otras personas, que por tres formas en singular tienen una sola en plural: "htoi, je me (repose) ", "mi, tu te (reposes)" - " " nous, nous nous (reposons) ", vous, vous vous (reposez) ".

Por lo demás, el antónimo EVX es también la forma regida por una preposición, lo cual limita leur a la función gramatical de objeto indirecto del verbo, sin distinción de modo ni de gé- nero.

Este desdoblamiento euxlleur del plural frente al lui único del singular no nos parece susceptible de ninguna explicación Sincrónica. Razones de eufonía (je le leur. . . para evitar 'je le eux. . .) o la atracción fonética (leur con la niisma inicial que fui) no serían suficientes. Sólo la historia de las formas puede dar razón.

Asimisino, iio puede sino verificarse la coincidencia formal de leur, pronombre indirecto del plural, con Ieur posesivo. Pero aquí la coincidencia no tiene alcance; el examen muestra que las dos forinas son completamente diferentes en estatuto y fun- ciones. Junto al segundo cuadro anterior, que sitúa el pronom- bre leur en el paradigma pronominal, no estará de más prescii- tar leur en el paradigma de los adjetivos llamados posesivos.

Singular Plural

mon mes nous notre nos tu ton tes VOUS votre vos

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A N T ~ N I M O Y PRONOMBRE EN FRANCÉS AIODERNO

Singular Plural

il son ' O S ~ S

ils leur h r s

Entre el adjetivo leur y el pronombre leur, las diferencias emanan de su estatuto respectivo:

11 El adjetivo posesivo es un calificante de doble relación de número, a la vez con el objeto (poseído) y con el sujeto (poseedor): leur coordina un poseído singular y un poseedor plural de 3a. persona.

El pronombre leur se refiere exclusivan~ente a un plural y sólo como objeto indirecto.

21 El adjetivo posesivo no se emplea solo; o con un sustantivo o precedido de un artículo definido que lo sustantiva a su vez: c'est leur livrelc'est le leur.

El pronombre leur no puede usarse más que solo. 31 El adjetivo posesivo de 3a. persona es parte de un para-

digma con dos ciitradas y dos variantes, que suministra cuatro términos: son/ses, leurlleurs (fonéticamente [lcer/loeF]). En esta red, leur es el plural léxico de son, y el singular gramatical de leurs.

El pronombre leur forma parte de un paradigma de dos tér- minos luilleur, donde leur no es más que plural y se opone a un singular lui que nada tiene en común con el singular son del adjetivo leur.

fodría intentarse unificar los dos leur alegando que ciertas construcciones les serían comunes, salvo por un elemento:

je viens de LEUR (dire) je viens de LEUR (maison)

El parecido es falaz. Aparte de que venir es tomado en dos acepciones difcrentcs, basta ren~plazar los dos leur por el sin- gular respectivo y se obtiene:

je viens de LUI (dire)

1" Se advertirá que mil corrisponide a la vea a il y a an: "il a (an a) ron canctk- re". sin cquivalentc de la distinción entre lui y mi.

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216 EL HOMBRE EN I.A LENGUA

pero je viens de SA (maison)

Igualmente, si se estableciera un paralelismo entre la posibi- lidad de remplazar uno y otro leur por d eux en construccio- nes como:

je LEUR ai dit (= j'ui dit i EUX) LEUR mdi~0n (= la muison 1 EUX)"

se tropezaría de todos modos con la discordancia que aparece entre las formas del singular:

je I.UI ai dit (= j'ai dit A LUI) pero

SA maison (= la maison A LUI)

que acusa aún más la desemejanza de leur pronombre y de leur posesivo.

Todo coficiirrc pucs para ilustrar la verificación general de que la 3a. persona es profundamentc diferente de las otras dos en su estatuto," sil función y la distribución de sus foriiias, y de que, espccialrnente en los antónimos y los pronombres, el sin- gular y el plural de la 3a. persona pueden no ser siquiera si- métr ico~. '~

" Por lo demás. etir ri auiii iin caiii\~alcnte convencional: d'etir seria lo ti~iriiio ~ ~~ . . de justificado.

'* Cf. para una tcorii de coiijiiiito RSL. 47 (194h). fac. l . pp. 1.12 (= Prol>li!nes de lingiiirtiqxic gOtLrale, l. pp. 225-276 [trad. esp.. pp. 161.171]1

"Soir roiini>leliieiiVrrin: I'.ii la priiiicra paitr de niientro reqiiiid<i cuadro se iibier~ rará que los bronoiiihrcr regiiiiciic; i I i b de lis dos priiiieris personir re reficrcii por el reniido a il, ) il_ Hrit sido. coii todo. puertos bajo il, Y il, por riiiirtria coii la 32. permna. a r;l;iia de la ,ucrri;~s directo + indirecto.

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15. LA FORMA Y EL SEN'1'II)O EN EL LENGIJAIE1

Aprecio iiiuclio cl Iioiior qiic rcciho al ser'iiivitad,.~ a iiiaugurar con uiia plática el ~)rcsciitc coiigrcso. '1.31 sciitiiiiieiito se iiicz- cla cii iiií a gran iiiqiiictiid, al pciisar qiie iiic dirijo, igiioraiitc conio soy de 1:i filosofía, :I iiiia asaiiiblea clc filósofos. Algo mc aiiiiiia, sin ciiil>argo, el licclio dc que sciiicjantc coiigrcso sc Iia? iiiipuesto ~~recisaiiiciitc t:il prograiiia, dc que Ii;iya filósofos quc coiisidcrcii oportuno dc1):itir ciitrc cllos prol>lciiias clcl lciiguajc. Eii las coiiiuiiiGicioiics r discusioiies qiic oci ipa~ii i cstas jor- liadas, la filosofía sc rciiioiitari así Iiasta uria dc las fuentcs priiicipalcs dc sil iiispiración pcriiiaiicntc. y a la vcz seráii pro- piicstas a los liiigiiistas. a quieiics sc ocupan dcl lciiguajc cii plan -conio sc dicc- (le cs1>ecialistas, ciertas maneras, proha1)lc- iiicntc difereiites, de reflexionar acerca del lciigiiajc. Así conicii- zará -tarde: Iiav qiie clecirlo-- 1111 iiitcrcaiiibio que puede ser iiiuy \,alioso. Por iiii partc. coinetida la iiiiprudeiicia dc aceptar la iiivitacióii a Iiahlar aq~i í . rio iiic qiicdaba iiiás que haccr sino agravarla coii otra iiiil>riidciicia, iiiis seria aún: clegir un teiiia cuyo enunciado parccc coiivenir iiiás a uii filósofo que a uii liii- güista -la fornia r el sentido en el Iciiguajc.

Es evidente q i ~ c abordo el asunto coiiio lingüista y no como filósofo. N o habrá qiic figurarse, coii todo, qiic aporte algo así como el ~>iiiito de vista de los lingüistas; iio cxiste un punto de vista tal, quc sea coiiiúii al conjuiito o cuarido iiiciios a la iiia- yoría de los liiigüistas. No sólo iio Iiay eiitre éstos doctrina rcco- iiocida eii esta iiiatcria, sino que se advierte en iiiuclios de cllos aversión hacia prohlcinas scnicjantes y tendencia a dejarlos fuc- ra de la liiigüístic?. N o hace tanto que la esciicla del lingüista estadoiiiiidciise Hlociiiifield, que reprcsciitaba prácticaiiientc toda la liiigiiistica de sil país y qiic irradiaba vastaiiicntc, taclia- ba de iiieiitalisiiio el estudio del ineaiiiiig -coiiioquiera que se traduzca tal t6riiiiiio. Este calificativo cqiiivalía a rechazarlo

' Le lai>gagc 11 iS<icictir <Ic I'liilusr>pliic de iaiigur fraiiyairc, c l c r dii X l l l r Coiigro. Ginebra, 1966,. Yeiichdtcl. La Bacoiiiii2re. 1967. pp 2940

.[? 171

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218 EL HOMBRE EN LA LENGUA

por maculado de subjetivismo, por escapar a la competencia del lingüista. Se pensaba que sería de los psicólogos o de los psicofisiólogos de quienes habría que esperar algunas luces sobre la naturaleza y el funcionamiento del sentido en la lengua, por no ocuparse el lingüista más que de lo que puede ser aprehen- dido, cstudiado, analizado merced a técnicas cada vez más pre- cisas y cada vez más concretas. Hoy por hoy ha sido suprimida esta interdicción, pero subsiste la desconfianza y -reconozcá- moslo- no deja de estar justificada en cierta medida por el ca- rácter bastante vago, tenue y aun inconsistente de las nociones que se encuentran en las obras, generalmente de espíritu bastan- te tradicional, que son consagradas a lo que se llama semántica. A decir verdad, las manifestaciones del sentido parecen tan li- bres, huidizas, imprevisibles, conio concretos, definidos, descrip- tibles son los aspectos de la forma. No habrá que sorprenderse si de los dos térnliuos del problema de que nos ocupamos aquí sólo el segundo parece concernir a la lingüística. Los filósofos no deben creer que un lingüista, cuando aborda estos proble- mas, puede apoyarse en un consenso, y que le baste con resumir, presentándolas un poco diferentes o siniplificándolas, ideas que fueran generalmente aceptadas entre los especialistas en len- guas, o ideas que se impusieran al analista del lenguaje. Quien ahora habla, lo hace en su nombre, y propone puntos de vista que le son propios. La presente exposición es un esfuerzo para situar y organizar las nociones gemelas de sentido y de forma, y para analizar las funciones fuera de todo supuesto filosófico previo.

Nuestro dominio será el lenguaje llamado ordinario, el len- guaje común, con excliisión expresa del lenguaje poético, que tiene sus propias leyes y sus propias funciones. Se convendrá en que la tarea no deja de ser bastante amplia. Pero todo lo que se ponga en claro en el estudio del lenguaje ordinario aprove- chará, directamente o no, a la comprensión del lenguaje poético también.

En primera aproximación, el sentido es la noción implicada por el término mismo de lengua como conjunto de procedi- mientos de comunicación idénticamente comprendidos por un conjunto de locutores; y la forma es, desde el punto de vista lingüístico (que debe distinguirse bien del punto de vista de

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FORMA Y SENTIDO EN EL LENGUAJE 219

los lógicos), ya la materia de los elementos lingüísticos cuando es apartado el sentido, ya la disposición formal de dichos ele- mentos en el nivel lingüístico correspondiente. Oponer la forma al sentido es una convención trivial y cuyos términos mismos parecen gastados; pero si procurainos reinterpretar esta oposi- ción en el fuiicionainieiito de la lengua, integrándosela y esela- reciéndola por ahí, recupera toda su fuerza y su necesidad; ve- mos entonces que eiicierra en su aiitítesis el ser mismo del len- guaje, pues he aquí que de golpe nos pone en el corazón del pro- blenia iiiás iiiiportaiite, el de la significación. Antes que nada, el lenguaje significa, tal es su carácter priniordial, su vocación origiiial que trasciende y explica todas las funciones que garan- tiza en el medio huiiiano. iCuáles son estas funciones? ¿Nos pondreiiios a eiiumerarlas? Son tan diversas y numerosas que eso sería citar todas las actividades de palabra, de pensanliento, de acción, todas las realizaciones individuales y colectivas que están vinculadas al ejercicio del discurso: para resumirlas con una palabra, diría yo que, inucho antes de servir para comuni- car; el lenguaje sirve para vivir. Si sostenemos que en ausencia del lenguaje no habría ni posibilidad de sociedad ni posibilidad de liuiiienidad es, por cierto, porque lo propio del lenguaje es ante todo significar. La amplitud de esta definición da la medi- da de la importancia que corresponde a la significación.

Surge uiia cuestión en el acto: ¿qué es la significación? Pero ¿podrá definírsela a estas alturas sin correr de innlediato el ries- go de circularidad? Los lingüistas aceptan esta noción hecha, empíricamente; no sé si los filósofos la habrán escrutado por ella misma; a decir verdad, es uno de esos problemas inmensos que, por ataiier a demasiadas ciencias, no pertenecen propia- mente a ninguna. Sólo veo que se hayan ocupado de ello los lógicos, muy especialrneiite eii Estados Unidos, la escuela de Cariiap y de Quine. En realidad, en su preocupación de rigor han dado de lado todo inteiito de definición directa de la signi- ficación; por no caer en el psicologismo han remplazado el análi- sis de la significación por el criterio objetivo de aceptahitidad, en- sayado iiiediantc pruebas, según unos predicados sean aceptados o no por el locutor. Así para Carnap la significación o, como pre- fiere decir, la intensión (opuesta a la extensión), de un predicado Q para un sujeto parlaiite x es la coiidición general que debe sa-

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220 1'1. IlOXlnRE EN l .A I.I:.NCTI

tisfacer un objeto y para quc el sujcto parlaiite x acepte atribuir el predicado Q a este objeto y. Así la "designación sigiiificaiitc", lo que él Ilania significont desigiiatioii, scrá obtenida por iiidaga- ción, de acucrdo con la reacción positiva o ncgativa dcl lociitor, que aceptará o no asociar tal predicado n una serie de objctos variables. Quine no opera dircctaiiientc con el conccpto de sig- iiificación. Utilizando un proccdiniiciito Iúgico qiic otrora sin46 a Russcll para definir cl núnicro, ponc cn lugar dc la sigiiifica- ción la rclación dc "misma significación" De sucrtc que la sig- nificación es idéntica a la sinoiiiniia. Estc procedcr, del qiic ilo tengo que ocuparnic niás aquí, p~icdc ser justificado cn uiia coii- ccpción estrictamente positiva a fin dc cliiiiiiiar toda coiitaiiiiiia- ción de psicologisnio. No creo qiic valga para cl lingüista, quc se ocupa ante todo de la lengua por clla inisnia; y, coiiio vcrc- nios, no podenios contcntariios coi1 un concepto global coiiio el de la significación, por definir en sí y dc uiia vez por todas. El ciirso misnio de nuestra reflexión nos conducirá a particula- rizar csta noción, qiie entcndeiiios de modo iiiuy otro qiie los lógicos. Por atenernos de iiiomcnto a lo quc cada cual entieii- de por ello, piiede darse por adiiiitido qiic cl leiiguajc cs la ac- tividad significante por excelencia. la iniagcn iiiisnia dc lo quc puede ser la significación; todo otro iiiodelo significativo que pudiéranios construir sería aceptado cn la medida cn que sc aseniejara al de la leiigiia cti tal o cual de sus aspcctos. Eii cfcc- to, en cuanto una actividad es concebida coiiio rcpreseiitacióii de alguna cosa, conio "significante" dc alguna cosa. siirgc la tentación de llamarla lenguaje; de ahí que se Iiable de leiiguajc a propósito de diversos tipos dc actividades Iiiin~anas, coiiio to- dos sabenlos, dc siicrte qiic se instituva iiiia categoría coiiiúii a niodelos variados.

Que la lerigua signifiqcic, qiiiere decir que la significación iio cs cosa que reciba por aiiadid~ira. o cii iiiavor iiiedida que otra actividad; es su ser niisiiio; si estuviera ausente, no sería iiad;i. Pcro tiene tanibiéii 1111 carictcr iiiuy difcrcntc, pcro igualiiiciitc necesario y presente eii toda lengua real, aunqiie siihordiiiado -iiisisto- al priiiiero: cl de rcalizarsc por iiicdios vocales. clc consistir prácticaiiiciitc eii iiii coiijuiito de soiiidos ciiiitidos Y

pacibidos, que sc organizan cii palabras dotadas dc sciitido. K \ cstc doble aspccto, iiiliereiite al leiiguajc. cl que cs distiiitivo.

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ronhin Y SEN'IIIW EN EL ;.I:NGUAJE 221

Direiiios pues con Saussure, a título de primera aproximación, que la leiigua es un sistenia de signos.

Es la noción de signo la que integra en adelante en el estudio dc la lengua la noción iiiuy general de significación. Esta defi- riici611 ¿la plantea exactamciite, la plantea enteramente? Cuan- do Saussure iiitrodujo la idea del signo liiigüístico, pensaba ha- berlo diclio todo accrca dc la naturaleza de la lengua; no parece Iiaber considerado que pudiera ser otra cosa al niisnio tienipo, bina en el iiiarco de la oposición bien conocida que establece ciitrc leiigua y habla. Nos incuiiibc pues tratar de ir iiiás lejos del plinto donde Saussure se detuvo en el análisis de la lengua coiiio sisteiiia significante.

H a y que ciiipezar por comprender todo lo que iiiiplica, en cuanto a las iiocioiies qiie nos ocupan aquí -noción de seiitido \ así taiiibiiii de fornia-, la doctrina saussiiriana del signo. No se asoiiibrará uno bastante de ver a tantos autores inancjar iiio- cciiteiiiciitc este tériiiiiio, "signo", sin discernir lo que tiene de coiistreiiiiiiieiito para qiiieii lo adopta, iii a qué lo conipro- iiictc cii adelante. Decir que el lenguaje está hecho de signos es decir, priiiicro, que el sigiio es la unidad semiótica. Esta pro- ~>osición qiic -siibrayén~oslo- no está en Saussure, quizá por- CINC pais0 qiic caía por sil propio peso, y que foriuulaiiios aquí cii el iiiiibral dcl cxaiiien, encicrra una doble relacióii que hay que cxplicitar: la noción dc sigiio en tanto que unidad, y la iio- cióii dc signo coiiio participante del orden sciiiiótico.

'l'oda discipliiia que aspirc a adquirir cl estatuto de ciencia dcl~c ante todo dcfinir siis coristantcs y sus variables, sus opera- cioiics y sus postulados, y priiiicro que nada decir cuáles son sus ~iiiidades. En las ciencias de la iiatilraleza, las uiiidades son cii general porcioiies idénticas coii\~ciicio~ial~iie~~tc dcslindadas en iin c<iiitiiiuo cspccífico; hay así unidades cuaiititativas, idén- ticas y siistitiiibles, en cada disciplina de la naturaleza. El leii- ;uajc cs iiiuy otra cosa, no participa del niundo físico; no es algo continuo, ni idéntico, siiio inuv al contrario, discoritiniio v dcsciiiejniite. De ahí que no se deje dividir sino descoinponer: sus iiiiidadcs son clciiiciitos básicos cii iiúiiicro liiiiitado, distinta c;ida uiia de la otra, y estas iiiiidadcs se agrupan para foriiiar iiiicv:is iiiiidacles, 1, Cstas a sii vcz podriii foriiiar otras iiiás, de iiivcl siil>crior cada vcz. illiora bicii, la irnidad particular que

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222 EL HOMBRE EN LA LENGUA

es el signo tiene por criterio un límite inferior: este límite es el de significación; no podenios descender por debajo del sigilo sin afectar a la sigiiificacióo. La unidad, diremos, será la entidad libre, mínima en su orden, iio descoiriponible en uria unidad in- ferior que sea, a su vez, un signo libre. Es pues signo la unidad así'definida, participaiite de la consideración semiótica de la lengua.

Una de las tesis principales de Saussurc es que la leiigua for- ma una rama de una semiología general. Ha sido el iiifortunio, y será la gloria, de Saussure el haber descubierto el principio de la semiología medio siglo antes de tiempo. Tratando del signo lingüístico, abrió por adelantado el camino a una descripción de las unidades semióticas: éstas deben caracterizarse desde el doble punto de vista de la forma y del sentido, puesto que el signo, unidad bilateral por naturaleza, se ofrece a la vez como significante y conio significado. Quisiera proponer aquí algunas observaciones sobre uno y otro de estos aspectos.

El significante no es sólo tina serie ordenada de soiiidos que exigiría la naturaleza hablada, vocal, de la lengua; es la forma sonora que condiciona y determina el significado, el aspecto formal de la entidad Ilaiiiada signo. Se sabe que toda forma lin- güística está constituida cn último análisis por un número res- tringido de unidades sonoras Ilainadas fonenias; pero hay que iiotar bien que el signo no se desconlpone inmediatamente en fonemas, ni más ni menos que una serie de foiieiiias iio com- pone de inmediato un signo. El análisis semiótico, diferente del análisis fonético, exige que planteemos, antes del nivel de los fonemas, el de la estructura foiieriiática del significante. Aquí el trabajo consiste en distinguir los fonenias que foriiian sólo parte, necesariamente, del inventario de la lengua, unidades dcs- lindadas por procediniientos y una técnica apropiados, y aquellos que, simples o combinados, caracteriza11 la estructura formal del significante y desempefiau una función distintiva en el interior de esta estructura.

He aquí un par de ejemplos, elegidos entre los más sencillos. En latín, la fiiial de una forma nomiiial flexionada, ciialquie-

ra que sea la clase de flexióii, admite iio iiiiporta cuál de las cinco vocales (I e i O U, pero dos coiisoiiaiites nada iriás: s y in, muy rara vez r, aíin niás raraniente 1, y es todo; no es admitido

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F O R M A Y SENTIDO EN EL LENGUAJE 223

ningún fonema dental o nasal o gutural. He aquí, pues, una selección operada, para constituir signos forniales, en el inven- tario de los fonemas que la lengua posee. De la misma manera, al final de las formas verbales flexionadas son admitidas sola- mente cuatro vocales de las cinco: a e i o; jamás hay u; las con- sonantes son sólo tres, m s t , y en una función especial (medio- pasivo), r; ninguna de las numerosas otras consonantes es admi- tida en esta posición. Aquí está un ejemplo de selectividad so- metida a la constitución formal del significante latino. En fran- cés podría asimisnio darse con cierto número de características que son determinadas siempre por la función de constituir uiia parte de un significante. Así la vocal [É], escrita in- (en invisi- ble), con una variante mecánica in- (en inédit), en la inicial de una larga serie de adjetivos; esta vocal está necesariamente ahí porque asume cierta función en cierta clase de signos; esta fun- ción es la función de negación.

Hay así una serie de características que pueden ser averigua- das, en cada lengua, por examen atento de la estructura formal de los significantes. Llegamos así a crear en el análisis del signi- ficante un plano distinto del de los fonemas, es el de los com- ponentes formales de significantes. Este análisis puede ser lle- vado inás adelante; permitirá establecer grandes inventarios es- tadísticos, que requerirán como tales un tratamiento lógico y inateniático. Cada lengua, en su organización cntera, será sus- ceptible de parecidos análisis y se pondrán así en claro esque- mas que ilustrarán la estructura propia de cada idioma. Instau- ramos pues, bajo la consideración semiótica, clases particulares que nombramos semióticas, algo pesadamente si se quiere, a fin de delimitarlas mejor y para especificarlas en su orden propio: semiolexemas, que son los signos léxicos libres; semiocategore- nias, que son subsignos clasificadores (prefijos, sufijos, etc.) que vinculan clases enteras de significantes, asegurando con ello grandes unidades, superiores a las unidades individuales, y final- mente semiofonemas, que no son todos los fonemas de la no- menclatura corriente, sino aquellos que, como acabamos de in- dicar, caracterizan la estructura formal del significante.

Consideremos ahora el significado. El signo se define, decía- mos, como la unidad semiótica; es recibido como dotado de sig- nificación en la comunidad de aquellos que practican una mis-

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214 1.1. I I O h I I I R I ~ : >:N LA LENGUA

iiia leiigua, y la totalidad de estos sigiios foriiia la totalidad de la lengua.

En seiiiiología rio tienc que defiiiirse lo que cl sigiio sigiiifica. I'ara que uii signo exista es prcciso, y basta, que sca recil>ido y que se viiicule de uiia u otra iiiaiiera a otros sigiios. ¿La ciitidad ccnsiderada sieiiifica? La rcsuucsta es sí o iio. Eii caso dc auc sí. - se la rrgistra; si iio, se la rccliaza, y todo qricda dicho. ~Existc "cabello"? Sí. i"Caiiiello"? Si. i"Calello"? No.

De iiiodo q;c ra iio es cosade dcfiiiir el sciitido, en tanto que participa del .ordcii sciiiiótico. Eii el plaiio dcl sigiiificado, el criterio cs: jsigiiifica csto, o no? Sigiiific;~r es tciicr uii seiiti- do, si11 iiiás. Y tal si o iio sOlo piicde ser prciiiiiiiciado por aqiie- llos que niaiicjaii la leiigua, por aquellos para quiciics esta leii- gua es la leiigua a secas. Elcraiiios piies la iiocióii de iiso v de coriipreiisióii de la leiigua a la altiira de iiii priiicipio dc djscri- iiiiiiación, de iiii criterio. Es eii el uso dc iiiia Iciigua doiide tic- iie existencia ~ i i i sigiio; lo quc iio ciitra cii la práctica de la Icn- gua iio es uii sigiio, y literaliiieiite iio existe. NO ha\ estado iii- tcrniedio; se está deiitro de la lciigua o fiicra dc clla. tertiuiii noit datui. Y que iio se objeten los arcaísiiios que sul>sisteii eii el uso, aunque iio seaii definiblcs ii oponiblcs lioy. Basta que la palabra francesa rez estí. coiistaiitciiiciitc ligacla a de chaussée (rez-de-chaiissée), o fitr a la expresión d nlesi~re i ~ i ~ i fur et d iriesure) para que sean idciitificadas, dado qiie iio sc iiiaiitieiieii siiio e11 grupos coiistaiitcs, prcvisiblcs, y qiie foriiiaii parte iiite- grante dc sigiios úiiicos.

Eiiuiicieiiios pues este priricipio: todo lo que coiicieriie a lo semiótico ticiie por criterio iiecesario y suficiciite el que piicda ser ideiitificado cii el sciio y cii el uso de la 1cngii;i. Cada sigiio iiigrcsa eii iiiia red dc rclacioiics y dc oposicioiics coi1 otros sig- 110s que lo defiiieii, qiic lo deliriiitaii eii cl iiiterior de la leiigiia. Quien dice "semiótico" dice "iiitraliiigüístico". Lo propio de cada sigrio.es lo que lo distiiigiic de otros sigiios. Ser distintivo v ser significativo es lo iiiisiiio.

De ello rcsultan trcs coiisecucricias de principio. Priniero, en iiiiigúii nioiiierito, eii seiiiiíitica, se ocupa uiio dc la relacióii del sigiio coi1 las cosas deiiotaclas, iii dc las rclacioiics eiitrc la leii- gua y el iiiiindo. Eii seguiido Iiigar, cl sigiio ticiie siciiiprc y sola- iiieiitc valor geiiérico y conccptual. No adiiiite, así, sigiiificado

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FORMA Y SENTIDO EN EL LENGUAJE 225

particular u ocasional; todo lo que es individual queda excluido; las situaciones de circunstancia han de tenerse por no dadas. . . Ierceramente, las oposiciones semióticas son de tipo binario. La binaridad iiie parece ser la característica semiológica por excelencia, en la lengua priniero, luego eii todos los sistemas de comportarnieiito iiacidos en el seno de la vida social y partici- pantes de un análisis semiológico. Por último, hay que enten- der que los signos se disponen siempre y solamente en la rela- ción llamada paradigniática. De modo que hay que incluir en la semiología, a más de las diversas categorías de signos, los modelos y los esquemas según los cuales se engendran y orga- nizan los signos: los paradigmas, en el sentido tradicional (fle- xión, derivación, etc.). Aquí, evidenteniente, puede plantearse todo género de probletiias, algunos con importancia filosófica. Si el inventario seniiótico comprende el signo si (conjunción de hipótesis), hay que admitir igualmente su función particular que es la funcióii de inducción: "si.. . entonces.. ." Esta con- clusión tendría un interés cierto, el fundamento de la inducción sería lingüístico antes de ser lógico.

La naturaleza seiiiiótica parece ser comúii a todos los compor- tamientos que se institucioiializan en la vida social, pues son cntidades de dos caras, parecidos al sigilo lingüístico. Y esta co- mún facultad semiótica conipone para cada conjunto un siste- ma, el cual por lo demás, en la mayoría de los casos, está aún por desliiidar.

Todo lo anterior atafie a la estructura o a las relaciones del signo. Pero ¿qué es de la frase? ¿Qué es de la función comuni- cativa de la lengua? Después de todo, es así como nos comuni- carnos, por medio de frases, así sean truncadas, enibrionarias. iri- completas, pero siempre mediante frases. Es éste en nuestro análisis un punto crucial. Contrariamente a la idea de que la frase pudiera constituir un signo en el sentido saussuriano, O

que se pudiera por simple .adición o extensión del signo pasar a la proposición, y de ahí a los tipos diversos de construcción sin- táctica, opinanios que el signo y la frase son dos mundos distin- tos y que requieren descripciones distintas. I~stauramos en la lengua una división fiindainental, del todo diferente de la que Saussure inteiitó eiitrc leiigua y habla. Nos parece que hay que trazar a través de la leiigua entera una Iíiiea que separe dos es-

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226 FI. H O M R R E EX I.A I.E'CIIA

pecies y dos doniinios del sentido r de la foriiia. por i~iucho que scan -y he aqiii iina de las pradojas del lenguaje- los iiiisinos elciiieiitos los que reside11 dc iiiia parte y de otra, dotados sin eiiibargo de difcrciitc estatuto. La lengua tiene dos niancras de ser leiigua eii el seiitido la foriiia. Acabamos de defiiiir uria; la Ichgiia coiiio settiiótica; Iiav qiie justificar la seguiida, qiie lla- iiiaiiios la lciigiia coiiio seiiiúiztica. Esta coiidición eseiicial que- dari -lo cspcraiiios- hastaiitc clara para que se nos perdone ciiiplear tcriiiiiios taii cercanos v se nos conceda el derecho de especializar, distiiigiiii.iidolos, los térniinos "semiótica" r "se- riiaiitica"; no Iieiiios eiicoiitrado iiiejores para definir 1;s dos iiiodalidades f~iiidaiiiciitalcs de la fiiiicióii liiigiiística, la de sig- iiificar. para la sciiiiOtica, I:i de coiiiiiiiicar. para la sciiiiiitica.

La iiocióii de scniáiitica nos iiitrodiicc en cl doiiiiiiio de la leiigua en uso y cii accitiii; \.eiiios esta vcz cii la Iciigiia su fun- ción de mediadora ciitrc ci Iioiiihrc r cl Iioiiihrc, ciitrc el Iiombre y el iiiuiido, eiitrc la iiieiitc v las cosas. tr;isiiiiticiido la iiiforma- cióii, coniiinicaiido 1;i cxpcriciicis, iiiipoiiiciido la adlicsióii. sus- citaiido la respiicsta. iiiiplor;iiiclo. coiistriíiciido -cii iiiia pala- bra, orgaiiizando toda 1;) \,ida <le los Iioiiihrcs. Es la Iciigiia coiiio iiistriiniento de la descripcióii r dcl rx~.oiiaiiiiciito. S010 el fun- cionaniieiito seniáiitico dc la Iciigiia ~~cr i i i i tc la iiitegracióii de la sociedad v la adcciiaci0ii al iiiiiiido; por coiisigiiieiitc 1;i rcgii- lación del peiisaiiiiciito r cl dcscii\~olviiiiiciit« de la coiisciciicia.

Ahora, la expresióii seiiiáiitica por exccleiicia es la frasc. De- cimos: la frase eii geiiefal, siti siquiera distiiigiiir la proposi- ción, para atenernos a lo esciicial, la produccióii del discurso. Ya iio se trata, esta vez, del significado del signo, sitio dc lo que puede llamarse lo inteiitado, lo que el locutor quiere dccir, la actualización lingiiística de su pensainiento. D e lo seiniótico a lo sernántico hay un cambio rotuiido dc perspectiva: todas las nociones que hemos repasado regresan ante nosotros, pero niu- dadas, y para ingresar en nexos nuevos. Lo serniótico se caracte- riza como una propiedad de la lengua, lo sernántico resulta de una actividad del locutor que pone en acción la lengua. El sig- no serniótico existe en si, funda la realidad de la lengua, pero no trae aplicaciones particulares; la frase, expresión de lo se- mánticoj no es sino particular. Con el signo se alcanza la rea- lidad intrínseca de la lengua; con la frase se está vinculado a las

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FORIIIA Y SENTIDO EN EL LENGUAJE 227

cosas de fuera de la lengua; y en tanto que el signo tiene por parte constituyente el significado que le es inherente, el sentido dc la frase iinplica referencia a la situación del discurso y la actitud del locutor. Dado así el marco general de esta defini- ción. inteiitenios decir cómo aparecen esta vez las nociones de fornia sentido a la luz semántica.

La primera ~crificación es que el "sentido" (en la acepción sciiiántica quc acabamos de caracterizar) se consuma en una foriiia especifica, v por ella: la del sintagnia, a diferencia de lo semiótico, que se. define por una relación de paradigma. Por un lado la sustitución, por el otro la conexión, tales son las dos operaciones típicas !. complementarias.

Eii scgundo lugar, tenemos que determinar el tipo de unidad que coiivieiic a esta estructura forinal. Se ha visto que la unidad semiótica cs el signo. ¿Qué será la unidad semántica? Sencilla- mente la palabra. Después de tantos debates y definiciones acer- ca de la naturaleza de la palabra (ha llegado a llenarse un libro ciitero). la palabra reciiperaría asi su función natural, al ser la unidad iiiíninia del iiiensaje !. la unidad necesaria de la codifi- cación del peiisaiiiieiito.

El sentido dc la frase es en efecto la idea que expresa; este sentido cs realizado foriiialniente en la lengua por la elección, la disposición de las palabras, por su organización sintáctica, por la acción que ejercen iiiias sobre otras. Todo está dominado por la condicióii del sintagnia, por el nexo entre los elementos del enunciado destinado a trasmitir un sentido dado. en una circuiistaiicia dada. Una frase participa siempre del "aqui-aho- ra"; deteriiiiiiadas iinidades del discurso están en ella unidas para traducir cierta idea que interesa a cierto presente v cierto locutor. Toda foriiia 1.crbal. sin excepción, en el idioma que sea, está siempre ligada a cierto presente, v así a un conjunto de cir- cunstancias único cada vez, que la lengua enuncia en una mor- fología específica. Que la idea no halle forma sino en una dis- posición sintagniática, es una condición previa, inherente al lenguaje. El lingüista se encuentra aquí ante un. problema que se le escapa; apenas puede conjeturar que esta condición siem- pre necesaria refleja iiiia necesidad de nuestra organización ce- rebral. En los niodelos construidos por la teoría de la informa-

DELL
Resaltado
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228 FL NOMBRE EN LA LENGUA

ción reaparece la misma relación entre el mensaje y las unida- des probables de la codificación.

Procuremos ahora elucidar el proceso merced al cual se rca- liza el "sentido" eii semáiitica. Reina al respecto tal coiifusión o, peor,.tal falsa claridad, que hay que ponerse a escoger y delinii- tar bien los términos del análisis. Planteaiiios coiiio priiicipio que el seiitido de una frase es otra cosa que el sentido de las palabras que la coiripoiien. El sentido de una frase es su idea, el sentido de una palabra es su empleo (siempre en la acepción semántica). A partir de la idea cada v a particular, el locutor reúne palabras quc en este empleo tienen un "sentido" particu- lar. Por afiadidura, hay que introducir aquí un térniino que el análisis seiniótico no reqiicría: el dc "refereiite", independiente del sentido, y que es cl objeto particular al que la palabra co- rresponde en lo concreto dc la circunstancia o del tiso. Aun comprendiendo el sentido individual de las palabras, bien pue- de, fuera de la circuiistancia, no cntenderse el sentido que re- sulta de la reunión de las palabras; es uiia experiencia corrien- te que muestra que la noción de referencia es eseiicial. De la confusión, tan frecuente, entre seiitido y referencia, o entre re- ferente y signo, Iian nacido tantas vanas discusiones sobre lo que se llama el principio de la arbitrariedad del signo. Esta dis- tinción, que se verifica fácilmente en la seiiiántica Iéxica, ¿debe ser introducida también cn la semáiitica de la frase? Así lo creemos. Si el "sentido" de la frase es la idea quc expresa, la "referencia" de la frase es el estado de cosas que la provoca, la situación de discurso o de hecho a la que se refiere y que jamás podemos ni prever ni adivinar. En la mayoría de los casos, la situación es una condición única, cuyo conocimiento no puede ser suplido por nada. De suerte que la frase es cada vez un acontecimiento diferente; no existe niás que en el instante en que se la profiere, y se borra en el acto; es un acoiitecimien- to evanescentc. No puede, sin contradiccióii en los términos, im- plicar empleo; por el contrario, las palabras que estáii dispuestas en cadena en la frase y ciiyo sentido rcsulta precisamente de la inanera como están combinadas, sólo tienen empleos. El sentido de una palabra consistirá en si1 capacidad de ser integrante de un sintagnia particular de desciiipefiar una fuiicióii proposi- cional. Lo que sc llama polisciiiia tio cs siiio la siiiiia iiistitucio-

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m n n r ~ Y S E N T I ~ O E N EL I.'NGUAJE 229

nalizada, si es que puede decirse esto, de tales .valores contex- tuales, siempre instantáneos, apfos continuamente para enri- quecerse, desaparecer -en una palabra, sin permanencia, sin valor constante.

Todo recalca así el estatuto diferente de la misma entidad 1é- xica, según se la tome como signo, o como palabra. De ello re- sultan dos consecuencias opuestas: por una parte, se dispone a iiienudo de una variedad bastante grande de expresiones para enunciar, como se dice, "la iiiisina idea"; en lo concreto de cada situación y de cada loctitor o interlocutor, hay iio sé cuántas maneras posibles de invitar a alguien a que tome asiento. por no hablar del recurso a otro sistema de comunicación, m lin- güístico, y no obstante sublingüístico: el simple gesto desig- nando un asiento. Por otra parte, pasando a palabras, la idea debe sufrir el constreñimiento de las leyes de su unión; hay aquí por necesidad una mezcla sutil de libcrtad en el enunciado de la idea, de constreñimiento en la forma de dicho enunciado, que es la condición de toda actualización del lenguaje. Es en virtud de su coadaptaeión como las palabras contraen valores que no poseían en sí mismas y que hasta contradicen los que poseen en otras partes. Se ven aliarse conceptos lógicamente opuestos y que aun .se refuerzan juntándose. Es esto tan común que ni ctieiita nos damos; tal es la alianza entre "haber" y "per- der" en "he perdido", de "ir" y "venir" en "va a venir", entre "deber" y "recibir" en "debe recibir". El proceso de la auxilia- ción en el verbo ilustra bien esta trasforiiiación que las condi- ciones de enipleo pueden producir en el sentido misnio de las palabras Ilaiiiadas a uiia siiitagniación estrecha. Así el "sentido" de la frase está en la totalidad de la idea percibida por una coin- prensión global; la "foriiia" es obtenida por la disociación ana- lítica del eiitinciado empujada hasta las tinidades seniánticas, las palabras. Más allá, las unidades no pueden ser ya disociadas sin cesar de deseiiipeñar su función. Tal-es la articulación se- mán'tica.

El sentido que ha de ser portado o, si se quiere, el mensaje, es definido, delimitado, organizado por mediación de las pala- bras; y el sentido de las palabras, por su parte, es determinado por relación con el contexto de situación. Ahora bien, las pa- labras, instrumentos de la expresión semántica, son, material-

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2 30 EI. HOUBRF. EN LA I.ENCUA

mente, los "signos" del repertorio semiótico. Pero estos "sig- nos", conceptuales, genéricos, no circunstanciales cii si iiiismos, deben ser utilizados como "palabras" para iiocioiies siempre particularizadas, especificas, circunstanciales, en las acepciones contingentes del discurso. Esto explica que los signos menos delimitados en el interior del repertorio seniiótjco de la leiigua. 2. ser", "hacer", "cosa", "eso", tengan, como palabras, la iiiá- xima frecuencia de empleo. Además, la convcrsióii del pciisa- miento en discurso está sujeta a la estructura foriiial del idioiiia considerado, es decir, a una organizacióii tipológica quc, scgíiii la lengua, hace predominar ora lo graiiiaticai, ora lo lcxico. El hecho de que, con todo, sea posible, a grandes rasgos, "decir la misma cosa" en una como en otra categoría de idioiiias, cs la prueba, a la vez, de la independencia relativa del pciisaiiiiciito y al misnio tiempo de su modelado estricto en la estructiira liii- güística.

Reflexiónese de cerca en este hecho notablc. quc nos parccc sacar a la luz la articulación teórica qiie 110s cnipcíiaiiios en deslindar. Puede trasponerse el semantismo de tina leiigiia al de otra, salva ventate; es la posibilidad de la traduccióii; pero no puede trasponerse el semiotismo de una leiigua al de otra, cs la imposibilidad de la traducción. Tocamos aquí la diferencia cii- tre lo semiótico y lo semántica.

No obstante, también es una verificación esencial el qiie la traducción no deje de ser posible como proccso global. Este hecho revela la posibilidad que tenemos dc clevariios por ciici- ma de la lengua, de abstraernos, de contemplarla, siii dcjar de utilizarla en nuestros razonamientos y iiuestras ohscnacioiics. La facultad mctaliiigüística, a la que los lógicos Iiaii atendido más que los lingüistas, es la prueba de la sitiiacióii tr;iscciiclcii- te de la niente con respecto a la lengiia cii sil ca l~cidad sc- mántica.

Estos dos sistemas se superponen así cii la Icngiia tal coiiio la utilizamos. En la basc rcsidc cl sisteiiia sciiiiótico. orgaiiiza- ción de signos, según cl critcrio de la sigiiificacióii. cada iiiio de ellos con una denotación conccpt~ral, c iiicluycndo cii iiiia siil>- unidad el conjunto de sus sustitutos paradigiiiáticos. Sobre estc fundamento semiótico, la lengua-disciirso construye una seiiiiii- tica propia, una significación de lo intentado prr~diicida por sin-

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tagniacióii de palabras, donde cada iina iio retieiie sino una pc- qucña parte dcl valor que ticiic eii taiito q ~ i c sigiio. Es pues nc- cesaria iiiia descripci0ii distiiita para cada elciiieiito, segíiii cl doniiiiio e11 el qiie estc iiietido. scgiiii sea toniado coiiio signo o sca toiiiado coiiio palahra. l'or lo dciiiis, tia! qiic trazar ulia distiiicióii dcritro del doiiiiiiio seiiiáiitico ciitrc la iiiiiltiplicidad iiidefiiiicla de las frascs posibles. a la vez por su diversidad y por la posibilidad qiic tieiieii de ciigciidrarse iiiias a otras. y el iiúiiir- ro sieiriprc liiiiitado. iro stilo de leseiiias iitilizados coiiio palabras, siiio taiiil>iéii de los tipos dc iiiarcos siiitácticos a los cuales recu- rre por iicccsidad la leiigiia. 'l'al es el doble sistciiia coiistaiiteiiieii- te cii accióii cii la Iciigiia v qiic fiiiicioiia t~iii de prisa, y coi1 iiic- go taii siitil. quc reqiiicrc iiii largo esfuerzo de aiiálisis y u11 lar- go csfiicrzo de dcs~~rciidiiiiiciito si se qiiicrc disociar lo qiic coiicieriic a lo iiiio ;i lo otro. Pero cii cl fuiidaiiiciito de todo está el poder sigiiificaiitc de la leiigiia. qiie va iiiiiv por dclaiite del de decir algiiiia cosa.

Al tériiiiiio de esta reflexióii \~olvciiios al piiiito de partida. a la iiocióii de sigiiificaci6ii. Y hc aquí que se reaiiirna e11 nues- tra iiieiiioria la palabra liiiipida v inistcrioia del viejo Heráclito, que confería al Sciior del oráculó de Delfos el atribiito quc con- feriiiios iiosotros al ~iicollo iiiis profiindo del lenguaje: oute légei, oute kr+ptei -"no dicc iii ocultan-, aliu semaínei -"pero significa"

<:oc~ii.:.i.. El seiior Beiivciiiste Iia Iiecho tina distincióii entre se- iiiiótica y sciiiántica, cs dccir uiia clasificación dicot6inica. iCóiiio cs posible cii esas coiidicioiies situar ia oposición gciie- raliiiciitc rccoiiocida Iiov. cii filosofía analítica, entre la frasc y cl ciiiiiiciado, la frase. eii iiiglés seiitence, y el enunciado, state- iiieiit? Eii cfccto, sc diría quc la frasc participa a la vez de dos cliiscs opuestas: por iiii lado. sc parece a' la palabra, cii la iiiedi- da eii que cs uiia pura disponibilidad. en que no es necesaria- iiiciitc ascrt:ida sino siiiipleiiientc prcsciitada, sin que exprese uiia adlicsióri de quien la pronuncia; conio cri el caso de la frase

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en mención, por oposición a la frase en empleo (mention y use). Por este lado la frase (sentence) tiene una disponibilidad que la hace asemejarse mucho a la palabra v no parece scr cosa de lo semántico sino de lo semiótico. Por otro lado, la frase tiene ,m cierto carácter cn coniíin con lo que ha llamado usted efec- tivamente "frase", cs decir con iin enunciado único, no repe- tible, ligado al locutor y al marco cn-quc es pronunciado, lo cual se traduce al inglés con el término statement. Mi cuestión es pues:

¿Cómo es posible hacer justicia al hecho de que la frasc, en el primer sentido, tenga ya rasgos sintácticos, cn vista de que no es una simple lista de palabras? ¿y que por otra parte no tenga aún todos los rasgos semánticos, ya que no cs todavía un enunciado? La frase está disponible, un tanto a la manera de una palabra sacada de iin diccionario y que no está siendo utili- zada aún, pero lo está ya menos que una palabra. puesto que no es una simple lista. ¿Tiene ya una unidad sintáctica, pero no tiene todavía un valor semántico bien determinado como el enunciado, el statement?

BENVENISTE. Esto cae algo fuera de la distinción que intenté instituir, pero preveía qiic esta distinción acarrearía más pro- blemas de los que he mencionado. El lenguaje tiene, en su uti- lización, una diversidad de empleos, de juego, de la que toda- vía no podenios hacernos tina idea.

Hav que distinguir, naturalniente, como lo ha hecho el ora- dor, dos posibilidades en la utilización de una frase, y es el hc- cho que ha ilustrado con la distinción entre sentence y state- rnent.

Respondo que, en la dicotomía que propongo, ninguna for- iiia de frase tiene cabida en el dominio de lo seniiótico. Todo cs del orden semántico a partir del momento en que abandona- iiios el dominio del signo tal como lo circunscribí. El que habla ticiic. cómo no, la posibilidad de avalar o no determinado enuii- ci:ido que articula, es decir o bien de presentar un enunciado dc opiiiion. situado "aquí-ahora", o bien de proceder por cita. I'cro es exactamcntc la misma situación en que 110s encontra- iiicis cri una circunstancia que no mencioné, a propósito dc la ~xil;il>ra, ciiando tratamos de la palnbra I&ca, considerada como

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materia lexicológica. El diccionario nos presenta entidades Iéxi- cas que tienen una realidad sui generis, que no es la realidad del empleo lingüístico. Creo que otro tanto pasa coi1 la frasc. La frasc, tal como la he comprendido, enunciado de carácter necesariamente sernántico, no excluye la posibilidad de produ- cir una frase ya hecha, por ejcmplo para ilustrar una regla de sintaxis, y eventualmente de einplearla como tal, sin que pueda ser considerada como un elemento de mi propio discurso, sino precisamente en calidad de elemento referido.

GUEROULT. Me pregunto si esta distinción entre la mencióii y el enunciado que uno avala no será un poco superficial en la especie. Cuando hago uqa cita, me borro detrás del interlocu- tor que es objeto de la cita. Por consiguiente, se está ante una afirmación que alguien avalaba; es otro el que hago que me sus- tituya. Desde el punto de vista de la situación filosófica, no se ve que ello plantee un probleiiia diferentc. Hago una cita, por ejemplo; evidentemente no soy yo quien habla, sino un inter- locutor que introduzco en mi lugar y que, él, avala la frase que he citado.

GOCHET. Pensaba yo en una frase mencionada en un ejemplo de gramática, que representa lo que un orador cualquiera podría decir. No hay entonces elemento asertivo, ni en segundo grado. Era a este género de mención, utilizada a título ilustrativo, a la que yo aludía, para realzar la diferencia entre, por una parte, la frase que está ahí, disponible, y, por otro lado, el enunciado asertado por un individuo determinado o atribuido a un indi- viduo determinado en una cita verdadera. Esa frasc que está ahí, disponible, es sin embargo un conjunto estructurado, un sintagma y no nada más un elemento de orden paradigmático que ilustra alguna cosa. Es una frase ya, pero que no es asertada por nadie en particular ni es atribuida a nadie en particular.

BENVENISTE. Para dejar del todo las cosas en su lugar:'voluntaria- mente di de lado (debí decirlo expresamente) toda noción de frase disponible, existente ya fuera del empleo instantáneo, es- pontáneo. personal, que puedo hacer en tanto que locutor. Es

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decir, prácticamente, un material de enunciados fijados en for- ma escrita, permanente, no personal.

PERELMAN. El filósofo sieiiipre busca entrar en contacto con es- pecialistas en disciplinas de las que podría apreiider algo; tal pasa con la lingüística. Pero sieiiipre hay un peligro en las coii- versaciones de quienes cultivan disciplinas difcrciites: quc sus clasificacioiies y su visión, que sus problenias difieran a tal puii- to que acaso geiiereii abundantes iiialeiitendidos, iiiieiitras cada quien lleva adelante su propia disciplina. Por cjcinplo, cuaiido usted proloiiga a De Saussurc. el filósofo que escuche piensa, por su parte, en la historia de su propia disciplina, que clabo- ró progresivanieiite una distinción cntre siiitaxis. seiiiiiitica Y

pragiiiática, lo que en conjunto se Ilaiiia semiótica; las iiiisiiiai palabras tienen un sentido muy diverso para ustcd y para él. Si planteo la cuestión es para saber qué considera usted secuiidario cn esta tripartición. En la prágmática interviene no sólo el loco- tor sino también el intalocutor, o sea aquellos a quicnes se diri- ge uno con todos los problemas que ello puede conllevar. Dado que usted se queda en una dicotomia, es preciso que su seinán- tica cargue con ciertos elementos de la seniáiitica y con otros de la pragmática de los lógicos. Me gustaría saber en qué iiie- dida sus preocupaciones le permiten dispensarse de esta di- visión.

El señor Gochet ya ha intervenido distinguiendo stateinerit de sentence, es decir la frase iinpersoiial, de su uso en un coii- texto determinado; pero una vez que examinamos 1111 caso coii- creto, no sólo tenemos una situación objetiva, teiieiiios todo el trasfondo cultural e histórico, tenemos todos aquellos a quienes 110s diriginios, y todo un coiijiiiito de elementos que periiiitcii cs- plicar la acción sobre el interlocutor, gracias al trasfondo por el cual se puede actuar. De ahí qiic quisiera saber lo qiic es puesto, por así decirlo, en segundo plaiio, lo que considera usted scciiii- dario, al contentarse con una dicotoiiiia, eii lugar de uiia triple división.

eENvENisre. Será útil, en efecto, confrontar aquí dos usos tcr- iiiinológicos, pues no son nada niás teriiiiiiológicos c iiiiplicaii precisamente tal o cual concepción de conjunto. Creo iiecesa-

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F O R M A Y S E N T I M EN EL 1.ENCUAJE 235

rio, por lo que a mi toca (y tengo la impresión de no ser un caso único entre los lingüistas), partir de la lengua y procurar llegar a los feiióiiienos que ella permite entrever. La contribu- ción de los lingüistas a la teoría general del conocimiento está precisaiiieiite cn la iiidcpciidencia de su itinerario, y en la ma. iit-ra coiiio, por cuenta propia, tratan de elaborar este conjunto que rcpreseiita la lengua con su complicación siempre crecien- te, la variedad de sus niveles, etc. . . Es cosa, pues, de saber si la dicotoiiiia que presento cs o no conciliable (y si no, por qué) con la triplicidad que instituyen los lógicos. Si no rne equivoco, la noción de sintáctica, la noción de semántica, la noción de pragiiiática, son los tres órdenes de nociones a los que en gene- ral sc adhieren los Iógicos.'Estas tres nocioiies constituyen un coiijuiito iiiuy distintaniente articulado de como la lengua per- iiiite coiiccbirlo. Juntas o separadas, perteiieccn exclusivanien- tc al doiiiinio que es, eii nii terminología, el de lo seinántico. En efecto. lo qiic para el lógico es siiitáctico, a saber, el enlace entre los eleineiitos del enunciado, ataiie a una consideración que para iiií es ariihigua, en el sentido de que, por una parte, lo que es sintaginático para el lingüista coincide con lo que se Ilaiiia siiitáctico eii lógica, y cae por consiguiente dentro del or- den de lo seiiiáiitico; pero, por otro lado, a los ojos del lingüis- ta este viiiculo puede ser gobernado por una necesidad pura- iiieiite graiiiatical, que depende por entero de la estriictura del idioiiia, que no cs cosa oiiiversal. que adopta foriiias particula- res scgúii cl tipo dc lengiia coiisidcrado. Hay así no solanieiitc cierta iiiaiiera de codificar el peiisaiiiiento, sino cicrta iiiatiera de ciicadciiar los elciiieiitos del discurso, que es fuiicióii de lo qiic puede llaiiiarsc una grainática. Ve usted cóiiio el lingüista Y cl lógico pueden a la vez coincidir y diferir cii la iiiaiiera dc coiicchir lo "siiitáctico". Por lo qiic toca a la distiiicióii adnii- tida cii I6gica ciitrc lo pragiiiático y lo seiiiáiitico, cl lingüista -crco yo- no la eiiciicntra iieccsaria. Es iiiiportaiitc para CI Ibgico distiiigiiir por u11 lado la relación ciitre la lengua y las co- sas, es el orclcn sc~n;íiitico; por otro, la relación entrela Iciigiia y aqucllos que la lengua iniplica en su juego, aqiiellos qiie se sir- ven de la lengua, es el orden pragiriático. Pcro para un liiigüis- ta, si puede ser útil recurrir a seniejaiite subdivisióii cii tal o cual nioniento del estudio. en principio tal distiiicióii de principio

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no es necesaria. A partir del moiiieiito en que la lengua es coii- siderada como acción, como realización, siiponc iiecesariamente un locutor y supone la situación de este locutor en el 'niuiido. Estas relaciones son dadas juntas en lo que defino como lo semántico.

PERELMAN. La sintaxis coniprende niás de lo que ha dicho us- ted, puesto que comprende ta~iibién todos los signos utilizados en la lengua y no sólo su concatenación y los nexos entre dichos signos. Es a la vez una especie dc vocabulario y cl coiijuiito de las reglas de gramática, según la concepción tradicional de la sintaxis. Por otra parte, coniprendo a la perfección que la se- mántica en el sentido del lógico esté en segundo plano en la me- dida en que el lingüista no se interesa en el problema de la ver- dad. Se trata evidentemente de un problema filosófico y se aprecia a la perfección que en determinada coriccpción realista del discurso el problema de la verdad pasc al primer plano, lo cual representa una preocupación más bien secundaria para el lingüista.

J.-c. PICUET. El seílor Benveniste ha dicho más o menos esto: "El sentido de la frase es otra cosa que el sentido de las pala- bras que la componen; el sentido de las frases es dado por la idea, el sentido de las palabras por su empleo en la frase." Ha agregado: "El sentido de la frase equivale a la totalidad de la idea, percibida semánticainente; la forma de la frase, en desqui- te, es dada por la disociación de esta totalidad en unidades se- miótica~ o por la composición de unidades seniióticas inde- pendientes." Parece pues que la semiótica y la semántica cons- tituyen dos planos que participan, si no de métodos, sí al me- nos de ideas epistemológicas o metodológicas distintas. La se- mántica presupondría un método global de aprehensión del sentido. Opuestamente, el método o la dirección mental que se.requiere en la semiótica sería de composición o de descoinpo- sición, y así de naturaleza analítica y no global.

Con ello, mi cuestión es la siguiente: ¿cómo se alían estos dos métodos en el interior de la lingüística? ¿Cómo la semió- tica y la semántica pueden coexistir metodol6gicamente, si la una es de tipo analítico, la otra de tipo global no analítico?

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¿Cuál debe ser eiitonces, a fin de cuentas, el inétodo fuiidamen- tal rector de la lingüistica en su conjunto?

BENVENISTE. ES una cuestión que se adelanta mucho; toda res- puesta categórica siipondría justamente lo que aparté desde el principio: que existiera uiia doctrina lingüistica al respecto. Lo que forniulé son puntos de vista personales, son proposiciones que falta discutir, precisar, extciider, circunscribir en todos los doiiiiiiios de la lingüistica.

Distirigo entre las unidades llamadas signos de la lengua toma- dos en sí y en tanto que significan, y la frase, donde los mismos elenientos están construidos y dispuestos con vistas a un enun- ciado particular. Concibo pues dos lingüísticas distintas. En la etapa presente del estudio, es una fase necesaria de la gran re- construcción que apenas iniciamos y de ese descubrimiento de la lengua que sólo coniienza. En la etapa presente hay que ela- borar métodos y conjuiitos conceptuales distintos, estrictamente apropiados a su objeto. De suerte que me parece niuy veiitajo- so, para aclarar las iiociones que 110s interesan, que se proceda por lirigüísticas diferentes, si deben, separadas, conquistar cada una más rigor, sin que ello obste para ver luego cómo pueden iiilirse y articuldrse.

RICOEUR. Mi intervención concernirá a dos puntos: por una par- te, consideraré las implicaciones filosóficas de la distinción pro- puesta por el señor Benveniste; por otra. plantearé una cues- tión atinente a su extensión eventiial. La distinción de lo se- miótico y lo semántico es de considerable fecundidad filosó- fica; permite reanudar la discusión acerca del problema funda- mental de lo cerrado del universo lingüístico. La lingüística se conquistó precisamente proclamando dicho cierre, instituyén- dolo, por consiguiente separando la constitución interna del sistema de los signos en la lengua de la captación de la realidad por el lenguale. Y al mismo tiempo la lingüística ha creado una paradoja, a saber, que el signo desaparece en su función esen- cial, que es la de decir algo. Ahora bien, la doble lingüística del seiior Benveniste permite volver al problema por otro lado: su coiicepto de semántica permite restablecer uiia serie de niediacio- nes entre el mundo cerrado de los signos, en una semiótica, y la

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238 EL H O ~ I R R E EN LA LENGUA

captación de lo real por nuestra lengua, en tanto que semántica. Esta distinción de lo semiótico y de lo semántico llega mucho más lejos que la dicotomía saussuriana de la lengua y el Iiahla. El señor Benveniste c~~e lve a encontrar el problenia, ya visllini- brado por Meillet cuando distinguía la inniaiieiicia v la tras- cendencia de la lengua, es decir las relacioiies iriteriias a la len- gua y su superación hacia algiiiia cosa otra. La doble lingüís- tica del señor Benveniste permite compretider que el lenguaje se constituye en la clausiira del niundo de los signos v no obs- tante se supera hacia lo que dicen. Al misiiio tiempo que el apuntar a la realidad al nivel de la frase, Benvcniste permite resolver otro problema, el de la instancia del sujeto a su propio lenguaje por medio del nombre propio, de los prononibres, de los demostrativos, etc. Sería iiiteresante, por lo deiiiás, sabcr cómo se sitúa el señor Benveniste ante Gustave Guillaunie, quien también se propuso "volver al universo" el lenguaje por medio de la morfología del discurso.

Quisiera aliora plantear la cuestión siguiente a Benveriiste: en la perspectiva que ha abierto, jno habría que prolongar la dualidad de la seriiiótica v de la seriiáiitica Iiasta e11 el orden sintagmático? ¿No Iiay po; iin lado los sintagmas quc soii cada instaiicia de discurso, cada vez circunstaiiciales !. referidos a una situación y a iin locutor siiigular, v por otro lado uiia "graniá- tica" que perniite tratar como uiia producción autoiiormada la creación de un iiúniero infinito de frases? Esta vez es por el rumbo de Chonisky por donde habría que llevar la coniparación v la discusión. No es solamente la palabra la que puede ser abordada desde el punto de vista semiótico y desde el punto de vista semántico, sino asiniismo la frase. ¿Aceptaría usted ha- blar de una semiótica y de tina semántica de la frase?

BENVENISTE. NO me parece que la frase pueda hallar lugar en lo serniótico. El problema de la frase no se plantea sino en el interior de lo semántico, y es por cierto la región de la lengua a la que concierne la cuestión del señor Ricceur. Verificamos que hay, por una parte, empíricaineiite, frases y posibilidades de frases indefinidas, por otra, ciertas condiciones que rigen la ge- neración de las frases. Cada lengua posee sin duda alguna deter-

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FORhlA Y S E N T I W EN EL L E N G U A J E 2 39

niiiiado número de mecanismos, de esquemas de producción, que pueden formularse, que hasta pueden formalizarse; es a re- conocerlos e inventariarlos a lo que se dedica cierta escuela de lingüistas hoy por hoy. Pues bien, veamos, en lo concreto de su labor, las operaciones que practican los teóricos de la gramática generativa: observamos que siempre se sitíian dentro de una sintaxis real para fundar en razón lo que puede ser dicho y lo quc no puede ser diclio. Ahí está la distinción fundamental. Se preguntan. por ejcniplo: ¿por qué procedimiento se pasa de determinada manera de decir a otra? ¿Por qué procedimiento puede convertirse una frase de tipo activo, transitivo, en una frase pasiva? ¿Por qué procedimiento se trasforma una proposi- ción asertiva en una proposición negativa? ¿Cuáles son las leyes quc gobierna11 esta generación?

Por formales que sean estos procedimientos, expresados con forma axioiiiática, inclusive matemática. apuntan en defiiiitiva a realizaciones. No dejanios de estar en lo seniántico.

Quisiera precisar aquí u11 punto que quizá no realcé bastante. Lo que participa de la necesidad idiomática. del mecanisnio gra- iiiatical, es algo distiiito, que pertenece a la estruct~ira fortiial de la lengua v permanece fuera de lo semáiitico y de lo seiiiióti- co, por iio ser significación, propiamente hablando.

.\ LA PREGUNTA DE UN CONGRESISTA ACERCA DE LAS RELACIONES

ZNTRE 1.óG1C.4 Y SEMIÓTICA, BENVENISTE RESPONDE: La necesidad Y la justificación que los lógicos se dan a sí n~ismos a propósito de su eiilprcsa es evideiitemente la noción de verdad, que condi- ciona los itinerarios y las divisiones instauradas en el interior de la lógica. Esta condición de conocimiento no es la condición pri- iiiordial para el lingüista, que analiza lo dado que es la lengua 1, que intenta reconocer sus leyes.

En cuanto al lugar de lo serniótico, creo que es un orden dis- tinto, que obligará a reorganizar el aparato-de las ciencias del hombre. Estamos, en efecto, enteramente al principio de una reflexión sobre una propiedad que no es aún definible de ma- nera total. Es una cualidad inherente del lenguaje, pero que se descubre también en dominios donde no se imaginaba que pu- diera nianifestarse. Son conocidos los intentos actuales de orga-

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240 EI. HOMBRE EN LA LENGUA

nizar en nociones semióticas algunos datos tocantes a la cultu- ra o la sociedad en general. En el lenguaje se unifica esta duali- dad del hombre y de la cultura, del hombre y de la sociedad. gracias a la propiedad de significación cuya naturaleza y alcaii- ce.procuramos deslindar.

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Vi. LCXICO Y CULTURA

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16. DIFUSION DE UN 'TÉRMINO DE CUL'I'URr\: LATfN ORARIUhl '

El vocabulario de las lenguas antiguas y nioderiias está lleno de préstaiiios quc se cruzan en todos seritidos. Nuiiierosas de estas palabras Iiaii viajado hasta lejos de su fuente, pasando de una lengua a otra mediante rodeos iinprcvistos, pero es ini~v raro que llegue a describirse el trayecto entero. En la iiiayoria de los casos, los etiiiiologistas no s.c quedan niás que con una parte de los datos, los que interesan a su doiiiinio respectivo. cuando que hay que seguir toda la contiiiuidad del proceso \-

abarcar la extensión entera del caiiipo lingüístico para tener la seguridad de describir exactamente v de coinprender el fenóme- no de difusión.

Quisiéramos mostrar esto mediante urr ejemplo. Luego de hallar la resultante extrema de un préstamo, a fin de aclararlo tuvimos que remoiitariios hasta la fuente priiiiera, que es lati- na. Pero la exposición seguirá orden inverso al de nuestra iiidaga- ción y partirá del latín para definir las condicioiics iniciales y

para alcanzar en su consccución Iiistórica las foriiias sucesi\.as del préstaino, que se escalonan dcsdc Ronia Iiasta cl corazóii de Asia.

El texto del Nuevo Testainento presenta cuatro ejeiiiplos dc 1;i

palabra no~~búpiov "scrvilleta, paíiuelo" v, baskante ~ ~ a t i ~ r a l ~ ~ i c ~ ~ - te, la Vulgata la vierte cada vez por súddriuti~ "paíiiiclo ]);ira enjugar el sudor", ya que sudariutii es el origiiial dcl prCstn~iio griego OIIl'bd~i~v. Hav que citar los cuatro pasajcs.

Lucas 19, 20: ( pvá ooit iiv ~ 7 x 0 ~ < i ~ o ~ ~ t ~ i ¿ i , ~ ~ i , II, notq><t<>i(!~ "ti1 mina, la cual he tenido guardada en un paíio"; \'iilg. ttirtu ti ici

' Siudia classica el orie!italir ,Antoiiio Paglraro ohlata, I s t i l i~ t< i r l i l:liitli>loqir rlcll.3 Univarsitl di Roma, vol. 1 (1969), pp. 2 1 3 ~ 2 1 8 .

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quaiii habtii repositani 111 siidario (ariii. varSaiiiak;' a. csl. ubrusli:"

Hcclios 19, 12: ~ O T E xai EA ri~i*; iin0t.v11i'\frix; iino<pigso0ai rinb roC ~ ~ i o r i ~ ; iii9ri1C nii i -h~í~ir i FI nt~iixi \~O~íi "De tal iiiaiicra qiie auii se Ilerahaii sohrc los ciifcriiios pafiiiclos o paíios qiic Iiabiaii toca- do su picl ( y craii ciirados) "; \'ulg. ita ut etiain super laiiguidos deferreiitiir a corpore eius siiduria et seiiiicinctia (ariii. t'aSki- iiak ' kaiii var3aiitak; a. csl. iibrrisii) .

Sieiiiprc coii igual seiitido. la palabra es eiiipleada eii uiia circuiistancia particular cii Saii Juan. en dos pasajes:

J . 11. 4-t (rcsurrcccióii de Lázaro) : il iiilii; aiirol; oovba~iC!I xgts8Éharo "sil rostro estaha envuelto cii iin lieiizo": Vulg. facies illius sii,dario erat Iigata (ariii. ~~urdaiii<~k; a. csl. tibrusii).

j. 20, 7 (cl sepiilcro vacío): r8 noihii«iov ii ilv Eni rt; xerpaiijg n6nli; "el liciizo que Iiahía estado sohrc sil caheza (= de Jc- SI~S 1 "; \'ulg. sridariurtt giiod fuerat super caput eitis (ariii. i~arSaiiiak; a. csl. siidari I ::

Estos dos pasijcs Iiaii dcsciiil>cñad~ iiii papel decisivo cii la Iiistoria Iésica de si~dariiriii. Fiic ;i partir clc cstc rclato" como suduritiiii, que dcsigiiaha cii gciicral, \. taiiihi6ii aqiii. iiii liciizo p a ~ " ciijtipür d siidor, adopth. 1101 ser iiiciicioiiado ciitrc los aclcrczos fiiiicrarios cu;iiido 1;i Kcsiirrcccióii. cl sciitido cspcci- fico de "liciizo qiic ciivuclvc la cabeza de los iiliiertos". de doii- de viciic fr. siraire.'

h l i s iiitcrcsniitc aíiii, pero iiiuclio iiieiios aparciite. Iia sido 1;i

' Siihrc n n i i vurbxriik. piervniio del iraiii<i. cf. RSI,. $ 1 1 1 9 í X 1 , 1,. 711. " Coi8 riisi, iuhrii* "pniiiielii'. riwi di;il. ohriis "renillctv dc iiicsa". dcl prefijo u- 1 d i l . rsl. h h ' ' . \ l . \ . t . Vi'l~..

111. p. 170. ' Sohrc t':ilkii~ai. rf. 11. Iliiliscliiii.iii~i. .\ri i i . <;rairiiir., 1, ill, i cl <Iicciutirno dc

d a 1 1 . 1132. tzin p i i i r , ciiiirlii\c8itt. CI i i i i o rniiiii cI i)tro. lil r,rigeii in i i io es pmbrhle. ' I d foralir a. c$lata suddr; ( r u s o w~ ldr ' L W I W ~ C ~ I ~ I I I W cclcsii~tico) ~ I C I I C del gric~

qo noadiipov (d. \'as-tier. "p. cit., I I I , p 191. I.:rti ~irl.ihra griega liar" igualiiientc al sirirni cnii la loriiia sÜd5rá (Iuati 11, 44; 20. 71; rf. S. 1'. Hruch. 1.c \Iriséoii, 80 (1967). p ~ > . 41 $.h. ' Iris rrlrtos paralelos de los otros e%asgelior tieneti tcrgiiitio< diferentes: nivbhv.

Irt. <¡"don í\larcor 15. 46) ; orohfi. lat. rtola (16. 5 ) ; iiflóvi«. lat. I l i~teamina (Lu- crs z+. 12) . ' Aparte dc esto. ~itdariiini no sobrevive en romance mi s que eti el dilniata sudar

"paRuclu" (dini>in. siidarr,li. dc sudariolum), que mnrerra el setitido prliiiern de la pa- labra latina. Cf. F13Vf. XII. p. 195.. ' Pera cii eipanol y yortugues, antes de 11 acepción fúnebic: ''sudidcro para Iinl-

piar el sudor" (hird.) ) "paiia, coxn qitc intigamente re lirnparí <r sitor" (Figu«redo); y en italiano, sin ella: "paninulino per areiupre il sudore" (Zingarelli). [T.]

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D I F I I S I ~ N 111.. IIN . I ~ . R L I I N O ni:. ciii.iun,\ 14 5

situación de sudariuiii eii la tradicióii tcxtiial latiiia. Nos pro- ponemos precisamcnte porier eii claro uiia particiilaridad que preseiita y las coiisccuciicias qiic Iia tenido.

Para Juan 11, 44, fi iiilli f l i i~ni i nnlifiripiip mpi~fiihfro "sil rostro estaba eiivuelto cii iiii lieiizo". la \'iilgata da. coiiio viiiios. fa- cies illius sudario erat ligata, v nada parccc iiiás iiatural quc Iiallar, aquí coiiio cii otros ladoi. cl gr. nniikii~iou vertido por lat. sudariiiiii. Pero, de iiiodo bastante curioso. la iiiis aiitigua tra- duccióii latiiia. la \'etiis Latiiia (Itala) no traía aquí strdariuiii si110 uiia palabra difereiitc, oratitiiil. qiic la \'iilgata cliiiiiiií~ para poiier el siidariiiiii del texto actiial. No se Iia prestado atcii- ción a esta discordaiicia. qiic iio deja de ser iiotal~lc l>or iiiis de uii lado.

Aiite todo Iiay qiic rctciier el Iicclio de qiic el latiii disl>oiiia. para la iiiisiiia iiocióii. dc dos tériiiiiios. orariiiii~ y siidariiiiii. Si los iiiás antiguos tradiictores. al tciicr qiic tradiicir cl noidii«ii~v de Juaii 11, 44, cligieroii oruriiiiii. ciiaiido qiic siid<iriuiii parc- cía imponerse o. en todo caso. se presciitaba priiiicro. sciiicj;iiitc preferencia debe tener algiiiia r:izóii. SC explica. crcciiios. por la sitiiacióii respectiva de sudariiiiii \ clc or<iriiiiii cii el iiso. Eii- trc las dos palabras, prácticaiiieiite siiii,iiiiiias. la difcrciici;~ es de nivel estilística. Stidariiiiil pcrteiiccc a la hiiciia Iciigiia clá- sica (Catulo, Quiiitiliaiio); orariiiiii dcl>ía clc ser tiiás coiiiíiii. si iio cs qiic viilgar. La foriiia iiiisiiia iic orariiiiii "liciizo ptra (enjugar) la cara". doiidc el tciiia de os Iia rc~iipla~ado a sud-, i~iiicstra iiiia crcacióii seciiiidaria de iiitciicióii csprcsiva. La pa- labra lio aparece 1iast;i el siglo iv. cii la Historiu oiigirst~, doiidc dcsigiia los liciizos qiie los cspcctadorcs agitaban eii el teatro para iiiaiiifcstar sil coiitciito: ipsiiiiiqiie prii~iiiiii doimsse oraria popiilo roiiidiio qiiihiis iiteretiir popiilirs ad flisoreiii: cf. en Eiiscl>io: ~ i i ~ < 1 < i ~ i í - 1 1 ~ ?ni; i18ori<ii; 1). reí; 8fiiryat;.'' Se cita e11 se- giiida. ;i ~>riiicil>ios clcl .siglo \,. cii Saii i\giistíii: Tuiic. sicut potiiit. octiliiiii l<ipsiiiii (itqire peiideiiteiii. loco suo re\acutiiin. ligui'it orurio.'" I'riidciicio. cxaltaiido a dos iiiirtircs, recuerda el iiiil;igro qiic ;icoiiil>;iñó ;i sil iiiiicrtc: se vio ascciidcr al ciclo dos ol~ictos. el ;iiiillo dc iiiio. el l>aiiiiclo clcl otro: illiiis fideiit

a \'upi,ri>. \tireli:tnris. c,q> xtvi!!. 1 l . 1 , t r 1 1 l . l . l . 2. p 2322 .

'" Cii. Uw. Y V ~ , S

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216 ~Oxrco r COI.TORA

figuraits nube fertur a~iiilus, liic sui dat pigilus oris, ut ferunt, orariiim," con figura etiiiiológica, orariuin sui oris. Otros ejem- pl»S de la latinidad cristiana, más recientes. son citados por R¿jiiscli."

Fiiedc verse. pucs, cti la cleccióii de orariiim por los prinieros traductores de los evaiigelios para cl noihii?iov de Juan 11, 44, iiii rcflejo del iiso coiiiíiii. v e11 cl sudarium qiie pone en su 111- g ~ r la \'iilgata ii i i ciiipeíio de bien decir. Es un liecho del niisnio cirdcii qiic c1 rciiiplazariiieiito de lauacruni, que era el priiiier ti2rriiirio latino para "bautismo", por baptisiim (-mus).

Pero la aparicióii de orariiiiii en la Itala no interesa sólo a la liistoria dcl vocabulario latino. Ha tciiido, afuera, consecuen- cias qiie aúii iio Iiaii sido advertidas.

La vcrsinii g6tica dc los cvaiigclios 110s queda por lo que toca a dos .pasajes, aiitcs citados, donde el gr. ~nvli(iotov y lat. suda- riiitli se corrcsl>oiidcii. Es iiitcrcsaiite vcr cóiiio traduce Úlfila.

El priiiicr cjeiiiplo es Liicas 19, 20: "(tu niiiia que he guar- dado ciivuclta) Ev n o i ~ h a ~ i w , in sudario", cii gótico: (su skatts Peiris Puiiei habaida gdugidariaj in fanitz. Esta palabra gótica, fana. \sicrte eii otros lados (hla t . 9, 11,; Mc. 7, 21 ) el gr. háy.o;, lat. panilus "picza de tejido (para reparar iiii vestido)". De iiiodo qiic cl tradiictor ha toiiiado aquí sudarium no eii su sen- tido propio, siiio en su acepción coiitextual de "picza de tela, paño (para eiivol\~cr ti11 objeto cualquiera)".

El seguiido cjeiiiplo gótico es, casualniciite, Juan 11, 44, "su rostro cstaba ciivuclto cii iiii lienzo (novhar!iw)", el pasaje mis- ino cloiidc la ltala da oruriiiin y la Viilgata sudarium. Es tradii- cido: wlits is auralja bibundaiis. El tériiiiiio gótico no es ya faiia sino aurali quc, coiiio lia sido rccoiiocido desde Iiace mu- cho, procede del latín orariuiii.'"e aprecia pues un ac~ierdo notable eiitrc la vcrsióii gbtica v la de la Itala. N o puede ser azar

" Priideibcio. I'riirtcph. r, VV. 85.6. " I le aqui, integra. la noticia de I f . Roiisch. Iti la tlnd \'iilgats, 1875. pp. 318-9:

orariinri, = sildariiiiii. linteiirii. ]o. 11, 44: ct facies ciiis niario [oou6apiq>] mnligata r r i t , Rrix Kclid. :\iiibros., Corb. (ligata). - .\iig. Civ. mi. 8: oculurn Iapsum.. . ligavil i i n r i< i . - .\ii)hroi. <l. Ohit. fr i tr . : divi~iuii i illiid fidcliiiiii sacra incntuni ligari fecii i i i ornrio ct uiariiiili involvii collo. - Paulin. vit. Ambroi.: iactabat etiam tur- h s . . . iiiaria ve1 seniicinctia sua. - Prud. pcrirt. 1: hic sui dat pignur arii, ut ferunt <irrriiini. - .\ct. Jril. iiiart c. 2 ap. Kiliiiart: srccpit orariuts ct ligavit oculor suor. - Act. %larcirn. ct Sicandr. c. 3 ib : orariir oculis martyium eircumdatb. - Treb. Poll. Clrud. 17. \'upisc .Aurel. 48. '' C f . S. F C I I ~ , Vcrgl. Wh. drr got. Spr.", p. 681.

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D I F U S I ~ N DE IJN T ~ . R ~ I I N O DE CULTURA 217

el que, en el lugar niisn~o donde ésta presenta ormium, el gó- tico diga aurali por gr. aov8áeiov. El traductor gótico ha debido utilizar, al lado del griego, un texto latino antiguo tal como el Brixianus, que trae en efecto orarium."

Fue preciso que la forma latina 6rürium se volviese 'orürium para dar el gótico au r~ l i . ' ~ El préstamo del latín fue tomado -lo cual confirma su carácter popular- por varios dialectos geriiiánicos iiidepeiidieiitemente; de ahí que las formas difieran del gótico por la flexión: a.a.a. orul, orel; a. ingl. orel, orl, de donde a. noruego url(an) "velo para el rostro"." Debía de ser una palabra difundida por las provincias romanas, y que diver- sos pueblos germánicos adoptaron eii fechas diferentes.

El destino de orarium habría quedado en esto, sin duda, y la palabra no habría alcanzado otra notoriedad, de no ser porque una circunstancia iiiiprevista le abrió nuevas vicisitudes. A par- tir del siglo vr se denominó orarium, en la liturgia cristiana, a la pieza de paíio que el diácono llevaba sobre el hombro izquier- do lí y que más tarde, hacia los siglos XI-XII, se llamaría stola "ectola".'" Del lenguaje común, ectonces, pasó orarium al vo- cabulario eclesiástico. Con el sentido de "estola" era un térmi- no nuevo, y a tal título se difundió amplianiente fuera del la- tín, hacia el este de Europa, y de ahí a las lenguas del cristia- nismo oriental. No estará de más reunir los testimonios.

La etapa decisiva fue la adopción de orarium en griego, con la forma heúerov "estola". Fue a partir del griego como se rea- lizb el proceso de difusión. La palabra fue adoptada por a. esl. urari "heúeiov" en el Eucólogo sinaítico 38 b," de donde a. ruso urar~, or&, ruso orar' "banda estrecha sobre el hombro izquier- do de la vestimenta del diácono".20 Del griego procede asimismo " Acerca de la iniiportancia del Bririanur pm la traducción gbtia, d. W. Streit-

beig, Die gotisrhc Bihel, pp. xLiin. Is hf. H. Jellinek. Cesch. dcr got. Sprachc. 1926. pp. 183, 185. " E. Schnwz, Goten, Nordgerrnancn, Angelsachren, 1951, ?p. 4142. " Acerca del conjunto del problema del orarium litúrgim, sigue sicodo de pmvccho

leer el estudio de Hefcle. Britiiee zui Kiiehenecrchichte. 11. 1864. oo. 186s. Una ~~~ ~~ . ~ . ~ ~- ~ ~~~ . , " ~. , . .. forma mis rcdcnte de oraiiuni esorale (ci. Du Cangc), que dio n. fr. orel, ridnimo de orici "estala" < orariilrn (cf. FEW, VII. pp. 384-1).

En una honiiliz de San IuaR Ciiróstama (ef. Hefele. oii. cit.. 11. DD. 186s). los di& conos san mniparadar con ingeles, y los lev& panos de hombro '&quierdo (icrnd 686vai *ni riuv dpiatepWv Upw) mn las dns de los 6ngcla. ,

'O "Se odveriirá la repmsentacibn de a, inscmtuadn par ul. u" (Mnllet, Et. t.: rtiym. et le vocab. du v. slnvs p. 187).

Ct. M. Vsrmm, Russ. ciym. Wb., 11. p. 274.

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248 L ~ X L C O Y C ~ T L T I J R A

el armenio or,ar, urar "estola" " cn los escritores eclcsiisticos, así como el georgiano olari, definido coiiici tina "larga I~aiidn de paño sembrada de cruces que el sacerdote oficiaiitc se pone sobre el honibro izquierdo"." Reaparecc cn siriaco coino 'ora- r¿7,2'. y el siriaco 'orara proporciona a su vez el origiiial de la palabra sogdiana cristiana wrr' qiie hcnios idciitificado '' en UII

fragmento de un escrito acerca del sitiibolisiiio de los accesorios del c u l t ~ . ~ W e aquí la traducción del pasaje sogdiario: "Los dos diáconos junto al altar son a imagen de esos iiigclcs que son visibles a los pies y la cabeza de Nuestro Seíior. La estola (ivrr') sobre su hombro izqiiierdo (pr uySiity s'ptw fyq) es para qiic muestren que son servidores (frm'i~ pt:.iv$yt)"."'

Así ormium, "paño para el rostro, paiiuelo", vuelto tériniiio de liturgia con el sentido de "estola", ha ido n lyarar hasta el Asia Central 27 gracias a los rnisioiieros de lengua siriaca, cn tanto que desaparecía del latín misino. Desde la Vulgata ora- rium ha sido remplazado en su sentido propio por sildariic771, y más tarde, en su sentido litúrgico, por stola. Sólo los pr6starnos extranjeros conservan testin~onio de su cxistcnci;~.

H. Hübrchxiiann, Ar i~ i . Graiiim., p. 369, ii. 7013. En el diccionario de Chtibinov, p 391.

a Ejemplos en Payne Sinith, Thcniiricr, 1, p. 100. 1.2 1~1alir.1 no es citada sino ineidrntalnieiite cn A. Scliall. Stiid. ither griccl?. I'reiiidiiortci i i n S,ri<clten, 1960, p. 176 fin,, 244 fin.

BSL, 53 (1958). fasc. 1, p. ¡O. " Ed. Hanren, Rerliner sogdisclie 'l'evte. 11. 1955. pli. 9ll7sr, 11 5. 2 - . 28. " Frigiiiento citada cn 11, 255s. Para CI siiiiholisiiiri de l a crtr,iz, r o i i i i > ~ r c \ c u n trv

lo de lnoerncia 111 (citado por Ilcfclc, o,> cit.. 11. 1). 19-11 "Sti,la qu.w 5t11>m aniirtiiin mlla rreerdotir incuiiihit, ohord,eiitiuiii e t \ervitiitriii < i < i , i f i ~ . ~ t < I I ~ ~ I I > < ~ U I ~ L I S iiiii- i i i i i i i i proptcr saliiteiii rer\,oriiiii riihnit "

F<EIIIOS p,erntado un panoraina del $oral>itlari<i cri$ti;i i i i , c i i r< ig<I i~ i i i i ) cri tilrc?

antiguo cii la cninpilaciiin irititii1;ida 1 . 0 1 t iirlir $ t i i r i d dilli r i i i l t $ .

Aciad. dci Liiicei, Konia, 1964. pp 35-91,

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13. GÉNESIS DEL TÉRMINO SCIENTIFIQUE'

La constitución de una terminología propia marca en toda ciencia el advenimiento o el desenvolvimiento de una coiicep- tiialización nueva, y con cllo señala un iiiomcnto decisivo de sil historia. Hasta podría decirse quc la historia propia de una cieiicia sc resume eii la de los términos que le son propios. Una ciencia 110 comienza a existir ni puede iinponersc mis que eii la riiedida en qiie Iiaqe existir o iiiipoiie sus conceptos en su deiiomiiiacióii. No tiene otro modo de establecer su legitiini- dad sino especificar, denoniinándolo, su objeto, quc puedc ser 1111 orden de fenómeiios, un dominio nuevo o un niodo nuevo de relación entrc ciertos datos. El instrumental dc la iiientc con- siste priiiiero en 1111 inventario de términos que enumeran, coii- figuran o analizan la realidad. Denominar, es decir crear un con- cepto, es la operación a la vez primera y última de una ciencia.

Coiisidcraiiios así la aparicióii o la traiisforiiiacióii dc los tér- iiiiiios eseiiciales de iiria cieiicia como aconteciinientos princi- pales dc su evoliicióii. 'l'odos los trayectos del pensaniiento cs- tán jaloiiados por estos tériiiiiios qitc iiidicaii progresos decisi- vos y que, incorporados a la ciciicia, siiscitaii a su vez iiiicvos coiiceptos. Es que, siendo por iiatiiralcza iiiveiicioiies, estinirilan la iiiventiva. Con todo, la historia de la cieiicia todavía no pone cstas creacioiies en cl lugar qiie iiicrccen: pasan por no iiitere- sar sino a los lexicógrafos.

Pero hay que distiiig~iir. Nombres de materias, dc ciierpos nuevos -aparecen sin cesar cii qiiímica-, tieiicii uii interés de iioniei~clatura, pero restringido a la especialidad y, por lo dc- iiiás, conio a iiicniido soii invciitados cii el instantc o por aso- ciación arbitraria. rcpresciitaii cl cxtreiiio dc la paiticiilaridad. Los tériiiinos iiistriicti\.os son los qcic se viiiciilaii a iiii coiiccpto iiucvo designado a partir de uiia iiocióii tcórica ("civilizaciOii", "cvoluciciii". "transforiiiisiiio", "iiiforiiiacióii", etc.) , pero tam-

' L'Age de Ir Scicnrc. Aix, 11 (1969), tiúxii 1, pp. 3-7

(2491

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250 ~.i:xrco Y CULTURA

biéii aquellos que, derivados de una noción anterior, Ic agregan una determinación nueva.

Con el fin de estudiarlo aquí, proponernos un ejeniplo típi- co, el de un adjetivo tan usual que nadie le busca coniierizo, !. tan necesario qiie ni se iiiiagiiia uno que tuvo quc coincnzar; el adjetivo scientifique. Parece dado con la noción inisriia de science, de la que instintivaniente se le creería contemporáneo e inmediatamente derivado. Pero las apariencias nos cngaiian taii- to acerca de la relación con cl térriiiiro básico conio sobrc el concepto que introduce.

Entre science y scientifique la relación de derivación formal no es ni clara ni usiral. Los adjetivos extraídos de términos no- tables en las grandes provincias de la ciencia acaban general- mente en -ique (tipo sphere : sphénque; atonie : atoinique) o, por vía culta, en -o1 (espace : spatial; genre : général). Nada im- pedia la creación de un adjetivo coiiio 'scientique o 'sciential; incluso hubiera sido la forma más natural, la que se presentaba de buenas a priineras. A la generalidad del concepto de science hubiera respondido un derivado de clase muy general. Así han procedido por su cuenta las lenguas modernas que, fuera de la tradición latina, tuvieron que crear scniejantc adjetivo. De Wis- senschaft "ciencia", el aleiiián sacó wissenschaftlich, de nauka "ciencia" el ruso hizo nauEilyj. En los dos casos el adjetivo apli- ca una forma sufijal, -1ich en aleiirin, -nyj en ruso, de función muy amplia y así de débil especificidad.

Del todo opuesta es la relación entre scieiitifique y scieiice. Este tipo de adjetivo derivado en -fique sobre la base de un sustantivo abstracto no tiene otro representante en francés más que precisamente scientifique, y éste ocupa una situación sin- gular con respecto a la formación de que participa. Si se ex- ceptúa cierto número de fcrmas vueltas inanalizables (prolifi- que), los derivados en -fique no son nunca siinples adjetivos de relación, como lo es scientifique ante science. Muestran una función "factitiva" muy pronunciada: calorifique, frigorifique. soporifique "que produce calor, frío, sueño", pacifique "que trae la paz", honorifique "que procura honor". Repuesto a esta serie a la que ciertamente pertenece, scientifique significará propiamente no "de ciencia" sino "que hace ciencia". Es lo que obsewa con razón Lalande:

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Scientifique. Propiamente, que sirve para construir la ciencia. De or- dinario y más ampliamente: que concierne a la ciencia o que pertene- ce a la ciencia.=

Pero no se ofrece ninguna interpretación de este sentido pro- pio, y no se ve por qué science -y sólo science- habría recibi- do conio adjetivo un derivado en -fique que significa "que hace (cieiicia)", más bien que un simple adjetivo de relación fácil dc formar con uno de los sufijos usuales.

Ya Littré había presentido este problema cuando, indicando la etimología de scientifique por "lat. scientia, science, et faeere, 'faire' ", observaba:

Esta palabra que parece haber sido creada en el siglo xrv significa: que hacc cicncia, y es tambien el sentido que tiene en 0resrne.J Pero con el scntido que le damos, estaría mejor con final en al o aire: scien. t i d o scientiaire.4

¿De dónde viene entonces que la lengua haya hecho esa elec- ción singular, dejando el camino que se le ofrecía de una deri- vación normal, la que indica Littré?

Estamos ante un caso particular, que parece salir de la norma y del que no hay causa general que dé razón. Hay pues que exa- minar las condiciones de hecho que han producido este adje- tivo. Contrariamente a lo que creía Littré, scientifique no se formó eri francés. Conio todos los adjetivos en -fique, viene del latín, donde la clase de los compuestos en -ficus "que hace", bien establecida desde la lengua clásica (bene-ficus "bienhechor", honori-ficus "que hace honor"), se mantuvo productiva hasta baja época."

De hecho, scientificus data del período tardío del latín? Aparece por primera vez en el siglo VI de nuestra era. Es ya un

* Lalande, Vocabulaire de philosophie, s.v. rcientifique. ' Citar del siglo xiv en Littrk: "De n s pnrties une est scientifique ou sp.4culative.

Yautie est iaciocinative ou patiquc, Chnmc. Eth. 171. Et pour n aussi que la p r o p sitian ringulDre laquele est le derrmici teme en eeste pntique. n'cst par univenclle ne odcntifique c'est-Pdirc que de elle n 'nt pos rcicnn, Id. 199."

Littrt, Didionnaire, art. scientifique, fin. A n r n de estos mmpuntos, d. F. Bnder, La formatian des eompoaér norninaux

du latin (Ann. litteraires de I'Univ. de Bnswon. vol. 46), Parir, 1962, p 207.221. En la obra an tn citada de F. Bnder. reicntifiew figura al final d%pilyiio 250,

entre los sdjetivci en .ficus que indimn mcillamento "que se tefierr a . . .". Mostnma aqui que no n h t e el sentido origbd.

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252 L É X ~ C O Y CU1.TUP.A

hecho digno de observación qiic semejante intervalo separe scientia, usual entre los niejores aiitorcs clásicos, dc scieiitificus, nacido siete siglos despiii.~. Se diría qiic la 11oci011 dciioiiiiiiada scientia hubiera permanecido inerte largo ticiiil~o, iiial definida, fluctuante, representando segíiii los casos iiii "sabcr", un "co- ~iocimicnto", un "arte", lina "técnica", liasta alcanzar iiiucho más tarde la ctapa de "ciencia". Y la creación dc scieiitificiis CII el siglo vr parece confiriiiar la ciiicrgeiicia del coiiccpto de "ciencia" en esta época. Pero ja qué ncccsidad obcdccc la foriiia propia del adjctivo? Ilay qiic reniitirsc aqiii al autor qiie creó scientificiis. Boccio.

Es a Boecio a qiiicii sc debe la invciicióii dc este tiriiiiiio. quc se tornaría la calificaci0ii iicccsaria dc toda "ciciicia". No obstante, no fuc mi iieologisiiio qiic bastc con registrar,' y sc simplifican las cosas cstablcciciido una rclacióii liiical. del la- ti11 scientificus al francés scientifique: por una parte, scieittifi- cua en Boecio no significa "cieiitifico" cii el scntido que nos- otros entendeiiios; por otra, scientificus no es el único derivado de scientia forjado por Boecio. Creó taiiibiéii el adjetivo scieil- tialis. ES pues una doble relación lo que hav que eliicidar, la dc scientificus a scientia, y la de scientificus a scientialis, tomando una y otra en su fuente niisma.

Boecio no produjo scientificus en sus escritos originales a se- guidas de una reflexión personal acerca de la ciencia; forjo la palabra para los fines de su traducción de Aristóteles. En tal faena tuvo que inventar muclios equivalc~itcs latinos dc 1111

vocabulario técnico qite Aristóteles. por su parte. iiivciit0 cii gran iiiedida en griego. El adjetivo "ciciitífico" aparccc varias \.eccs en la versión de los Segiiiidos analíticos, cii l~articular cii cstc pasaje decisivo (1, cap. 2, 71 b 18):

Lor diccionarios etiiiioI6gic0, del fntices (Hlocl>\\nrtl>iirg. 1 ; ) rciiiitcli

rcientifict,~ a Roccio, si, pero q i i i Iniayor prcciribji, iii i i i i r i i i iiieniis <IIK lo5 <lic<ioii;iri<i\

latiiioa. P. Ziiiiitlior. ni \\'arthilrg. Fr;tiiri>sircher ct~~ii<ilogisrhcr \Viirtcrl>iicti. SI, 19111. 1'11

309b y 310b. infori~ia 6tiliiieiitc dc lu ew>liicióii rlel rr .ticlo <Ic rciciltiiirltrc rii f r s l i ~

ch, lo nial nm alinrr;i iiisirtir, prrii iio dicr ti;td;i ;scrc.i rlr I;i for~in:iciiiii <IF 1;it.

rrinitificirs. Dattisti-Alrnio, Biiioii.iri<i t i i l \ 196(i. 1, 3198. r \ uciciitiiim. ii>dicaii sulaiiicnte: "lat. tardo (Honi<i) ~ c t c u t i f i c t ~ ~ ~1.1 s c i ~ ~ ~ ~ ~ ~ c ~ t t i ~ 1,ctrcI i i i l i i~idcllo di hrnifiriir riiileficur i i , t i i i i f i c i i b e r c " \Iriius c~li l ici t i i ai i i i Coroiiiiiir\. I>~ciioii.iri« critico etiiiii>lúg~cu de la leingiia ~ ; i< t r i l x i i~ . 1 (1954 i . p -91 h "ctciitifirii

<Icl lat. trrdiu scientificus". " Para este texto aristot6lico util izamo~ la ediciúii dc \\. D. Roas ! L. \Iiiiio-PaI-

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iinóh~iEiv h? hÉyie ni~hhnyiolibv 6ninrilpui'izOv. Ininrilposizbv h i i t y i u . . . zir0' 81. r@ IXELI' ui~rbv $nlnrlip~0a'. . . (11~Moyiopi1; L L F V j l í l )

Enriti ziii ;f1*~1' TO~,T(UI~. iinób~iEi; h' oi'x EOTUI. o6 :.&e noiilnei 6ntn- 1f i~ l i~ l f .

Por detnostracinn ciitiendi] el silogismo científico. y Ilanio científico A 1111 silogisiiio cuya poscsión iiiisiiia constitiiyc para iiosotros una cicii- c ia . . . Uii sili~gisiiio pucde de f i j o cxistir sin estas coiidiciuiics. pero iiu \erá iiiia <Iciiií~str;ici<iii. piics no scri prodiictivo <le ciencia.!'

Boecio traduce: "'

Deiiionstrationeni nutern dico syllogisrnurn episternonicon id est facicii- tein scirc. sed episteiiionicon dico secundiiiii qiiciii ( in Iiabendo ipsuiii i sciiiius. . . ct siiic Iiis dciiionstratio autrm non erit, iion enini facict sciciitiani.

Toda la articulación del razonamiento y la elección de los térniinos latinos se elucida11 juntos en la versión de Boecio. Vierte la expresión en acusativo ni~Unyinp0v tniorilpvixóv tras- crihiéndola por syllogismum epistemonicon, pero aiíade la glo- sa: it est facienteiii scire "(silogisiiio epistemónico), es decir que hacc saber", utilizando por adelantado la definición que hristó- telcs da Iíiieas .abajo: el silogismo será una demostración porque "producirá la ciencia", noitoe~ trcioripiiv, faciet scientiam. Aquí te~ienios, en esta cualidad de "producir la ciencia, scientiam fa- cere", el criterio y la fórmula misma que hacen reconocer una demostración scienti-fique. Y un poco más lejos, cuando Aris- tóteles se ocupe de las tniorqpovixai irnofieiEei5 (75 a > O ) , Boecio dirá con toda naturalidad scientificae demonstrationes." La equivalencia ha sido encontrada y el término queda fijado.

Citemos ahora de los Tópicos:

luelo (Oxford, 1964). donde la introducción (p. v i ) informa sobre la historia de la traducaón latina de los Segundos analfticos y da (p. xr) las referencias ,al Ari~totder Litinus.

De la traducción fnnrru de J. Trieot, Organon IV. Les Secondes Analytiques. ed. de 1966, p. 8.

'O Boecio, Portrriarum Analyticorum Ariitotelis lnterprelatio i. cap. 2, cd. de Migne, Patrologie grecque. t. 64, p. 714. " Ibid., p. 720.

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2 54 LÉXICO Y CULTURA

' A d . 6 ~ p&v d v pÉ;lru>v ri> rOv ngoriewv r a Üorega migÜo8ai yvweblv B n l o q p o v i x ~ ~ ~ o v yde l b roioütóv Eoti (141 b 16).

En el sentido absoluto es pues preferible esforzarse por hacer cono- cer las cosas posteriores por las cosas anteriores, pues tal procedimiento es más productivo de saber.12

En Boecio:

Simpliciter igitur melius per priora posteriora tentare cognoscere, nam magis scientificum tale est.I3

En el mismo tratado, oi hntorqpovixoi ovUoylopoi (155 b 15) es traducido scientifici syllogismi."

Resulta pues que Boecio forjó scientificus para traducir el término aristotélico Qntorii~ovixó;, y que emplea siempre este adjetivo scientificus en la plenitud del sentido etimológico: "que produce el saber". Los contextos de los pasajes citados no dejan duda sobre este valor, iínico que puede explicar la forma- ción del neologismo.

Tanto más interesante es descubrir que Boecio da una tra- ducción diferente del misrno término aristotélico krnotqpvixós en un pasaje de los Segundos analíticos ( 7 7 a 18) donde EeOrqlra &nrmqpvixÓv es traducido por interrogatio scientialis. He aquí otra creación de Boecio. Juzgó necesario introducir aquí un de- rivado distinto y nuevo, scientialis; es que aquí, en efecto, en- tiende Aristóteles por EeOriipa i8ntorripv~xóv una interrogación merca de 14 ciencia, como lo muestra la continuación (Eewrqpa ~ w ~ r e i x ó v , iare~xóv "interrogación sobre la geometría, sobre la medicina"), y no "que crea la ciencia". De manera que Boecio ha distinguido dos acepciones de kn to r~~ov txós : I ] "propio dc la ciencia", que traduce scientialis, y 21 "que produce ciencia", que vierte por scientificus. El término griego in io r~~ov ixó ; era, por su parte, un neologismo creado por Aristóteles sobre el tema de Eniorfipwv "que posee el conocimiento científico" (cf. Segun- dos andticos) (74 b 28) para que sirviera de adietivo a h o -

U pe la trad. ffrrneua de Trimt. Organon V, L a Topiqucs, ed. de 1950, p. 216. Boccia, loe. Ot., p. 973.

'' Boecio, lac. cit., p. 993.

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riipli.'Wcasiona eii Boecio una doble definición; cada una exi- ge un término distinto v iiuevo. Pero scientiali~'~ no ha sobrevi- vido. Solame~itc scientificiis sc ha gerieralizado, sea por razones doctrinalcs, sea a causa de sil iiiayor expresividad y, pasado a las leiiguas riioderiias del Occidente, se ha coiivertido en un útil conceptual inseparable de la iioción de ciencia y de la ciencia misma.

En lo toqnte a la formación, compárese con los adjetivos ~yipovruó~, y v o p iwó5. pvqpavixó;. '' Hubiera dado al franrér el adjetivo sciential que Liltr.6. con atinada wntido dc In

derivacibn, estimaba más apropiado que scientifigue para el usa moderno.

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18. LA BLASFEMIA Y LA EUFEMIAi

Blasfemia y eufemia: adelantamos estos neologismos para aso- ciar en la unidad de su nianifestación dos conceptos que no se acostumbra estudiar juntos, y para establecerlos conio activi- dades siiiiétricas. Vcnios en la blasfeiiiia y la eufemia las dos fuerzas opuestas cuya acción conjunta produce el reniego ["blas- feniia contra Dios, la Virgen o los santos": Acad.; fr. juron].

Consideramos aquí el reniego conio la expresión blasfémi- ca por excelencia, enteramente distinta de la blasfemia [blm- phinte] coino aserto difamante con respecto a la religión o la divinidad (así la "blasfeiiiia" [blmphbme] de Jesús prodanián- dose Iiijo de Dios, Marcos 14, 64) .3 El reniego pertenece por cierto al lenguaje, pero constituye por sí solo una clase de ex- presiones típicas con la quc el lingüista no sabe qué Iiacer y que cri gencral reiiiite al léxico o a la fraseología. Con ello sólo se conservan del reiiicgo los aspectos piiitorcscos, anecdóticos, sin fijarse en la iiiotivación profunda ni en las foriiias específicas de la expresióii.

En las leiiguas occidentales, el léxico del reniego o, si se prefiere. el repertorio de las locuciones blasféiiiicas, tiene si1 origen y su unidad en una característica siiigular: procede de la necesidad de \,iolar la iriterdicción bíblica de pronunciar el nombre de Dios. La blasfeiiiia es, de punta a cabo, un proceso de palabra; consiste, en cierto modo, en reniplazar el nombre de Dios por su ultraje.

' Archivio di Filoroiia ("L'analyse du langage théologique. Le nom de Dieu". Actes du callaque arganisé par le Centre international d'Etudes humanistes et par I'lnstitut d'Etudcs philosophiqucs de Rome, Ronia. 5-11 de enero de 1966), dirctta da Enrica Castdli, Roma, 1969, pp. 71-73. ' En espaiial no son neologismos; la segunda palabra existe al menor como nombre

propio. En fiancés si: blasphémie, euphemic. La "blasfemia" de rienipre en espaaol cr en francés blasphAmc. En este capitulo "blasfeinia" traduce blaaphéniie. neologiario francés. salvo indicaci6n en contra. Con el distingo que establece el autor a co~itinuacián, los sentidos quedan claros. [T.] ' Al paieccr. las diccionarios no suelen atender a esta distincibn: "blasfemia: palabra

injuriosa contra Dios, la Virgen y los santos" (Acad.); "blaspheme: parale qui outrage la Divinite, la rcligian" ( R o k r t ) . [T.]

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LA BLASFEMIA Y LA EUFEMIA 2 57

Hay que prestar atención a la naturaleza de esta interdicción que cae no sobre el "decir alguna cosa"', que sería una opinión, sino sobre el "proiiunciar uii iioiiibre", que es pura articulación vocal. Es propiaiiiciite el tabú lingüístico: cierta palabra o nom- bre iio debe pasar por la boca. Siiiiplcniente se retira del regis- tro de la leiigua, se borra del uso, no debe existir iiiás. Sin eiii- bargo, v es coiidicióii paradójica del tabú, este noiiibre debe al iiiisiiio tieiiipo coiitiiiuar existiendo como prohibido. Es asi, coiiio existente-proliibido, coiiio hay que plantear igualiiieiite el noiiibre diviiio, pero adeniás la proliibición va acoiiipañada de las iiiás severas saiiciones, y es acogida por pueblos que des- conoceii la práctica del tabú aplicado al noiiihre de los difun- tos. Esto siibrava aíiii más intensaniente el carácter siiigular de esta intcrdiccióii del noiiibre diviiio.

Para coiiipreiiderla, y así para ver mejor los resortes de !a blasfemia, Iiav que remitirse al análisis que Freud dio del tabíi. "El tabíi -dice- es una proliibición iiiuy antigua, impuesta desde afuera (por una autoridad) y dirigida contra los deseos más intensos del Iionibre. La teiideiicia a trasgredirla persistc en su iiicoiisciente; los Iioinbres que obedece11 el tabíi son ani- bivaleiites coii respecto al tabú." Parecidaiiieiite, la iiiterdic- cióii del iioiiibre de Dios refrena 11110 de los deseos iiiás iiiteiisos del Iioiiibre: el de profanar lo sagrado. Por sí iiiisiiio. lo sagrado iiispira coiiductas aiiibivalentes, coiiio se sabe. La tradicióii re- ligiosa iio Iia querido quedarse iiiás que con lo sagrado diviiio v ha excluido lo sagrado iiialdito. La blasfeiiiia, a su iiiaiiera. quiere restablecer esta totalidad profaiiando cl iioiiibre iiiisiiio de Dios. Se blasfema el nombre de Dios, pues todo lo qiic sc posee de Dios cs su iiotnbre. Sólo por ahí sc puede alcanzarlo. para coiiiiioverlo o para herirlo: proiiunciaiido su noiiibre.

Fuera del culto, la sociedad exige que el nombre de Dios sea invocado en una circiinstancia soleiiiiie, que es el jiiraiiiciito. Piies el jiiraiiieiito cs 1111 sacranlentuin, un llaiiiado al dios. tes- 'tigo supremo de verdad, y uiiá devocióii al castigo diviiio cii caso de iiientira o de perjurio. Es cl iiiás grave coiiiproiiiiso que pueda contraer el Iioiiibre y el iiiás gravc qiiebraiitaiiiiciito que pueda coiiieter, piics cl perjiirio no atañe a la iiisticia de los Iioiiibrcs siiio a la saiicióii diviiia. De iiiodo qiic cl iioiiibrc del dios debe figurar cn la fórniula del jiiraiiieiito.

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258 ~Éxico Y CULTURA

En la blasfemia también debe aparecer el nombre de Dios, pues la blasfemia, como el juramento, toma a Dios por testigo. El reniego es un juramento, sí, pero un juramento de ultraje. Lo que lo caracteriza propiamente concierne a cierto número de condiciones que tenemos que deslindar sucesivamente.

La principal consiste en la forma misma de la expresión blas- fémica. Abordainos aquí el dominio de la expresión einocional. tan poco explorado todavía, que tiene sus reglas, su sintaxis, su elocución. La blasfemia se manifiesta como exclamación, t i e ne la sintaxis de las interjecciones, de las cuales constituye la variedad más típica; no utiliza sino fornias sigiiificantes, a di- ferencia de las interjecciones-onomatopeyas, que son gritos ("joh! jay! jeh!"), y se iiianifiesta en circunstancias especí- ficas.

Hay que devolver su fuerza plena al término "exclamación" cuando se estudia el fenómeno lingiiístico de la blasfemia. El Dictionnaire général define así la exclamación: "grito, palabras bruscas que se dejan escapar para expresar un sentiniiento vivo y súbito". El reniego es en efecto una palabra que se "deja esca- par" bajo la presión de un sentiniiento brusco y violento, irn- paciencia, furor, percance. Pero esta palabra iio es coiii~inicati- va, sólo es expresiva, por mucho que tenga un sentido. La fómiu- la pronunciada en blasfemia no se refiere a ninguna situación objetiva en particular; el iiiisiiio reniego es proferido eii circuns- tancias bien diferentes. No expresa más que la intensidad de una reacción a esas circunstancias. 'Taiiipoco se reficre a aquel con quien se habla, ni a una tercera persona. No trasmite nin- gún mensaje, no abre diálogo, no suscita respuesta; iii siquie ra es necesaria la presencia de un interlocutor. Tainpoco descri- be a quien lo emite. Éste más se traiciona que se revela. Se le ha escapado el reniego, fuc una descarga emotiva. Con todo. csta descarga se realiza en fóriiiulas fijas. inteligibles y descrip- tibles.

La forma básica es la exclamacióii "jnonibre de Dios!", es dccir la expresión tiiisma de la interdicción, y se refuerza con el epíteto que subravará la trasgresión: "jsanto nombre de Dios!" ' Adjiiracióii invcrsa donde Dios puede ser rcniplazado por una

a Sacre iir>lti dc Dici i o cn fraiic6 ~rucl io n i i s "fiierte" qia "santo nombre de 1 c l . (r]

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LA BLASFEhllA Y LA EUFEhl lA 2 59

de sus paredras, "Madona, \'irgen", etc. Es el "feo juramento" que mencionan los cronistas de la Edad Media. Se acentúa la intención ultrajante adhiriendo al nombre divino una iiivectiva, sustituyendo el "n3mbreW por el :'cuerpow ' o tal o cual de sus órganos, o por su "inuerte", redoblando la expresión (tipo: "bon Dieu de boii Dieu!"). Cada una de estas variedades gene- ra numerosas variantes Y permite invenciones insultantes o burlescas, pero siempre dentro del mismo modelo sintáctico. Otro procedimiento consiste en invocar por su nombre al anti- Dios, al Diablo, con la exclaniación "iDiablo!" La necesidad de violar la interdicción, profundamente replegada en el incons- ciente, halla salida en un proferimiento brutal. arrancado por la intensidad del sentimiento, y que se consuma vejando lo divino.

Pero esta exclamación suscita en el acto una censura. La blas- femia suscita la eufemia. Se ve ahora cómo se sustentan los dos movimientos. La eufemia no refrena la blasfemia, la co- rrige en su expresión de palabra y la desarma como juramento. Conserva el niarco de locucióii de la blasfemia, pero introduce en él tres modos de cambio:

I ] Remplazar el nombre "Dios" por cualquier término ino- cente: jnom d'une pipe!, jnom d'un petit bonhomme!, o ibon sang! [o liada: ¡por vida de . . .!"l.

21 Mutilar el vocablo "Dios" por aféresis de la final: par Dieu! > pardi!, o sustituirlo por una misma asonancia: par- bleu!

31 Crear una fomia sin sentido en lugar de la expresión blas- fémica: par le sang de Dieu! se vuelve palsambleu!, je renie Dieu! pasa a ser iarnibleu! [en cspaiíol, p. ej., "pardiez"].

La blasfemia subsiste, pues, pero es enniascarada por la eofe- mia que Ic quita su realidad fémica, y así su eficacia sémica. volviéiidola literaliiieiite despojada de seiitido. Asi anulada, la blasfemia alude a una profanacióti por el habla, sin consuiiiar- la, y deseiiipeiía su función psíquica. pero iiivirtiéndola J. dis- frazándola.

' Delanos lar eiernplor frinceres, agregando apenar alguno en erpahol. Quizá J Icitor Ic agrsidc iiii>ltiplirar los ejciiiplor yur s i i riiciila. (c.]

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1'). C ó h l O SE F O R M O UNA DI1:ERENCIACIÓN LkXICA E N FRANCÉS '

iiii Iicclio de la obscrvacióii el qiic dos sigiios léxicos de for- iiia iiiiiy vcciiia piiedcii carecer dc rclacióii asociativa p«rqiic sus sigiiificados pcriiiaiicceii distiiitos. Si Iia!. iio obstaiite razo- iics INGI pciisar qiic diclios dos sigiios so11 cn efecto (le igiial faiiiilia. se plaiitca la ciicsti011 de avcrigiiar quC factores los lizii disociado v cciiiio se Iia realizado esta dcliiiiitacióii iiiie\.a, qiic ticiic si11 fa1t;i qiic desplazar otros sigiios. . , la1 es el prol>leiiia tei~rico cii toriio del cual se orgaiiizar;í cl aiiilisis aqiii presciitado de iiii dato léxico del fraiicés. El i>uiito de partida fiic iiiia ohscrvacióii fortiiita. Nos Ilaiiiti la atciicitiii l~riiiicro. v liiego iios la rctiivo, cl parecido qiic cxliihcii d . . ' os sigiios del fraiicés, distiiitos \ todo: el \crl>o oi7ieiiiiiser ! cl siistaiitivo tiiriiiiisier. 'l'aii clara ! ceñida coiiio es la rclacinri foriiial. lo es clc iiicicrta la del sciitido. Aiiieiiirisrr es "liaccr iiiis iiiciiiiclo, iii:is delgado"; iiii i~ieiiilisier es iiii "ohrero qiic trabaja la iiiadcra". ¿l lap algiina rclacióii? h l i s bicii, lo qiic cxpcriiiicii- t. ~tr.1 .' el "sciitiiiiiciito liiigiiistico" es iiiiii aiisciicia de rclaciOii. I'iicdc coiijctiir;irsc. I>ast:iiitc va&iiiiciitc, cliic 1;i joiitii~i es cl iidjctivo i7ieiiii, pero ii;id;i cii el iiso actiial aprosiiiia iiieiiiiisier \ iiieiiti, cs scgiiro qiic estas i ~ ~ ~ i d a c l c ~ Iéxicas iio scr:íii ;isocia- das espoiit:íiic;iiiiciitc. aiitcs al coiitrario. se tciidcri a scl>a~ r;lrl;ls.

K1 ~xol>lciiia cs. ~>iics. ver cii qiiC iiivcl <le la lciigiia l>iicdc ser rcst;iiir;id;i cst;i rclacitiii. ! ctiiiio v por qii6 fiic rot;i. N o es iiii

cstiiclio Iiistcirico cii el sciitido tradicioiial del tí.riiiiiio. siiio iiii

;iii;ilisi\ (1cscril)tivo de i i i i ~ i rclaci0ii coiisidcracl;~ cii v;irios cstadot \iiccsivos de iiiia cvoliiciOii liiigiiístic;~.

k:ii efecto. dcsclc el piiiito cii qiic se trata de i i i i ;~ rclacitiii cii- trc ~igiios. el c:iiiil>o <Icl cstii<lio es siiicrí~iiico, \ cii:iiidr: c~ t i i rcl;iciOii es iiiiii vari:il>lc. se l>ss;i de iiii;i siiicroiiia ;i otrci. I>c

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iilod<r qiic tciiciiios qiic clcliiiiitsr estas siiicroiiias, si11 ciiidar~ iios de las di\isioiics Iiisttiricas. cii la coiitiiiiiidad liiigiiistica de la qiie el fraiicés es la fiisc actii;il.

Eiitrii priiiiero la tciitaci0ii dc 11iisc;ir cir iiiitigiio friiiiccs cl iicxo qiic \-iiiciilaría uiiiciiiiisrr v iiiciiiiisier. Pero, por el coii- trario. allí estos tl:riiiiiios piircccii divergir iiiis aíiii. 9 qiic ii. fr. (a)ii~eiiuiscr sigiiifica "reducir ;i polvo" v a . fr. iiieiiiiisirr se clicc de artcsaiios cii divcrs;is iiiatcrias. iio solaiiiciitc cii iiiadcra.' La diferencia existe \ a . si110 qiic articiilada de otra iiiiiiicra.

Iia! por taiito qiic rciiioiitarsc iiiis atris. ii la ctal>a del Iiitiii. descrihir el dato básico. qiic es el adjctivo iiiiiiiitiis. Iiicgo la relaciOii de este acljcti\.o coii siis dcri\iidos, v constriiir asi el inodclo coi1 cl qiie scr.i coiiiparado ciitoiiccs el estado de cst;i rclacióii cii fraiiccs. Ksta clcscripcitiii de los Iicclios 1;itiiios dc- bcr;i realzar los rasgos distiiitivos de la iiociOii. Niiiicii sohraii dctcriiiiiiacioiies a fiii de dcfiiiir iiii sigilo.

No Iiav por qué dcteiiersc cii la foriiia de iiii~tiitiis coi1 rcsliccto a iiiiiiuo. "disiiiiiiiiir": es perfcctaiiiciitc iioriiial, dc participio pasivo. El valor <le participio esti igiialiiieiitc clarci eii iiii cjciii- plci coiiio éste: "coiisiil alter cqiicstri proclio iiiio ct vuliicre suo iiliiiiitiis ('disiiiiiiiiido. dchilitado') "."

Lo que Iia prodiicido rt i i caiiihio en los \.alores sciiiáiiticos de riiiiiictiis \. dc sus derivados es su caiiihio dc cstatiito: dc parti- cipio. sc Iia viiclto adjetivo. y Iia adqiiirido el seiitido aproxiiiia- tiva de "iiieiiiido". 'l'odo partici dc aqui; es clc este t~ i i i s i to dc uiia fiiiicii>ii a otra. qiic iilcja iiii~iiitii.~ de sil pcrtciicncia verbal. del qiic resiiltaii los rasgos iiiicvos qiic coiiipoiicii su dcfiiiicii>ii 1ésic;i. Ilav que ~ioiicrlos cii claro.'

Uiia particiilaridacl iiiicial. yiic iio Iia sido ohscnada, CII la fiiiicifiii de adjctivo que iiiiiiiitiis asiiiiic. es coiiio la proloiiga- c;Oii de sil origcii participial. FGi virtiid dc qiic iiiiilutiis liarti-

: l . , I I , , , 1 t l " S I l t 1, ?',l. ' l.,,. XY, , $ 2 . 2 . ' Ni, Iiacriiior iiii cstiiclx, tiltilirgico. I)rl rtcn iiiaterinl oficcido por cl .irt~iiilu

i i i i i i t i i t l r dcl 'I'lirraiirits I,i~gil;ir I.itit,.ie ( \ ' I I I , pp. 1038r. , I i r~ i io i clqido algunns citar i.irartrrirtiia>. Otras proccdcn dc i i i i t r t ras propirs Icr.tiira,.

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262 I . ~ X I C O Y CULTURA

cipio enunciaba uii cstado rcsiiltaiite de uii proceso traiisitivo, y de que el proceso denotado por minuo consiste en un cambio gradual ("disminuir" es "liacer iiienor"), minutus adjetivo enuncia la calificación coiiio relativa v opositiva. No indica una,propiedad eii cstado absoliito 1; no Sirve de sustituto popu- lar a parvus "pequeíio".6 Por 1nii;utus se cntieiide lo que es "más reducido cii volunicn (quc el estado noriiial)". Esto se desprende de la sintaxis iiiisnia de los usos aiitiguos, donde con frecuencia minutus es empleado. ya sea eii coiiiparativo o en superlativo. ligado u opuesto a un adjetivo coiiiparativo, o bien eii gcneral eri iiti coi~testo que sugiera tal valor coiiiparativo, por ejciiiplo con diniiiiiitivos. He aquí algunos ejemplos que perte- necen a varias fases de la lciigua:

O Si veiiisses Capuaiii. quod ct pueros niinutos vides libeii- ter et maiores animadvertere non vis. . ."'te gusta ver a los niíios peqiieíios, los mayores no te interesan";

O pisciculos minutos aggerebant frequenter ut a maioribus absumerentur;

O forma esse oportet magnitudine media. Quod nec vastas nec minutas decet esse cquas "el contraste con media mues- tra qiic vastas y minutas indican el exceso de las cualidades contrarias).

O Di me omnes magni minutique et etiam patellarii. . . fa- xint. . .!'

Uiius tihi Iiic diiiii propitius sit Jupiter, tu istos minutos cauc dcos flocci fcccris, "coii sólo que este Júpiter (= yo) te sca propicio. no hagas caso de esos dioses subalternos"."' A lo cual cl otro responde: "Sed tandem si tu juppiter sis mortuus, cuiii ad deos minoris rcdierit rcgnuni tuiini, quis niihi subve-

) Coiiio diecii P:.:riiout hlcillet, p. 405s. Se dieruii rlgiiiias surtitiicioiics de pnrvipr por ii~isutur, pero $610 eii sentido figurada. Cicerón lar condena: "abuticziur sacpc verbo. iit ciliii grandcm ontionexii pro inagna. rniniituni niimuiii pro parva dicimur" iin Orat. 271. ' Fr~giiieiito de una Epirttilr Latitir de Varróni ap. Nonio 141. 11. El sentido fuc

elucidado por H . Dahlinmn. .\liiicu#r~ Helvcticurn. VI1 (1950) . pp. 2 l l s s . . que re- iiiite r Suitoiiio Aiig. 81. laidchal cuni pircrir rninutzr, > hacc una objervación iuita, pro ~umaria e inmnipleia. acerca dc la oposición minuturimaioi.

Varió", R. R. iii . 17, 6. ' Varrón. " p . cit.. ti, 7, 4. " Plauto, Cirt. $22. '" Plsuto, CPI. 131%

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UNA D I F E R E N C I A C I ~ N I.LXICA EN FRANCÉS 263

niet tergo. . ."," "siipoiigaiiios qiie tú, mi Júpiter, acabes por morir, cuando tu reino haya vuelto a los dioses inferiorcs, iquién es el qiie protegcrá iiii espalda.. .?", indicando la ecuación minutus = minor.

O curculiunculos iniiiutos fabulare, "no me ofreces más que gorgojitos diiiiiiiiitos" (coiiio quien dice: tres veces nada); l 2 vínculo entre miiiutus y el dinlinutivo;

O eugc, litteras niiilutas. . . ! -Veruiii qui satis videat, gran- des satis sunt, "¡ab! ¡qué inenuda escritura!. . . -Para quien tie- ne buenos ojos es bastante grande"; l3

O nutricas pueros infantes minutulos ut domi procurent; l4 O pisdculos miiiiitos; '' U ossa iiidelicet e pauxillis atque minutis 1 ossibus hic, et de

pauxillis atque minutis / uisceribiis uiscus gigni, "(él enseíia) que los huesos están formados de huesos infinitamente peque- íios y menudos; la carne, de carnes infinitamente pequeíias y menudas"; le

O multis partibus hic (sc. aer) est mobilior, multisque mi- nutior, et mage pollens (op. aer crassior); "

O aer. . . dispergitur ad partis ita quasque minutas corporis,18 "el aire se difunde casi en las partes más menudas del cuerpb" (= superlativo);

O . . . ne laneuni latus~ulum maniisque mollicellas. . . tibi flagella conscribillent. . . uelut iniiiuta niagno deprensa nauis in iiiari. . .'" (los alrededores ponen minuta en el rango de un di- minutivo) ;

O saleni iioii niiniuin miiiutuiii aspcrgito; '" O iiapi quoquc. sed integri; si ininuti siiit, inaiores etiaiii in-

secti; " O itaqiie popiilus miniitus laborat; iiaiii isti niaiores iiiasillae

" Ibid. 3 3 5 , de Ir trad. de Ernoiit. '* Pbuto, Riid. 1325.

" "Plnulo, Raceh.. 991. '4 Pbuto, Poeii., prol. 28. Son éstos todos loi ejri8iplos dc mini,ti~r c ~ i Plruto. '' Terciicio. Aisdr. 369. '' Liirrecio i. 835-7, dr I n trad. de Eriiuut. ': Lueicrio ,v. 318. '# Lucrecio ,v. 895. '" Catulo 25, 10.

Coluiiiclr xir. 56. " Colunicla. loi. cit.

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semper Saturnalia agunt, "es así como el pueblo i~icnudo esta en la iiiiseria; pues para todas esas grandes mandíbulas, siem- pre son las Saturnales";

O minutis maioribusq'ue abscessibus; O (Attila) forma breuis, lato pectore, cal~ite grandiore, minu-

tis ocnlis . . . '' Estos ejeiiiplos, que ilustran el valor de coiiiparativo propio

de minutus, iiiuestraii lo que lo distingue de parvus y de tenuis, en virtud principalniente de los eiilaces y oposicioiies siiitagiiiá- ticos en que ingresa, tanto en empleos figurados -que no cita- iiios- como en aquellos donde minutus conserva sil sentido literal.

Una circunstancia particular aíiade un nuevo rasgo a esta defi- nición: es la influencia del adjetivo griego knró;. Como esta influencia no parece haber sido a d ~ e r t i d a , ~ q a y que exponer brevemente la razón y las pruebas:

I] Al igual que minutus, knró; es un viejo participio vuelto adjetivo; minutus se le acerca en sentido, a partir de uiia noción verbal del todo distinta. La relación entre el verbo hknw "des- vainar. mondar" v knrós coiiio participio no se aprecia más que eii un ejeiiiplo h0nibrico ( Y 497) donde henrb; califica el gra- iio de iiiaiz [sic: T.] despojado de cascarilla bajo los pies de los biieycs. Pero es una siipervivencia. En todo el resto de Hornero,

aun desde el miceiiio (re-poto), knró; aparece como adjetivo Con el sciitido dc "delgado, iiietiudo, fino";

21 iaxró; tiene eii sus primeros eiiipleos iiiia iiiiplicación coin- parativa que se iiiaiiifiesta va por uiiióii a otro adjetivo en coin- parativo (Iioiii. iiMií rh ni Bpúnnwv TE vóns, )ien~il hk re pfiri;, K 226) . va por uiia oposición coiitextual: cii Herodoto, rix k n r i rWv n~op~ir iov "cl gaiiado iiiciiudo", eii contraste coi1 los aniina- les grandes (1. 133; vrii. 137) ; i*nx& d o i n "eiiibarcaciones rnenu- das", op. n~vr i~ósrepo i , r p i f i ~ ~ i ; (vil, 36); Lnrai Ü x ~ a i "menu-

" Prtranio. Sal. 1% 1, dc la trad. de Ernout. ' Celr. v. 18. 7. " Jordriier. <;cI 35. 182.

No es iiiencionadr ni CII CI articula del Thcsauru, rii en los diccionarios etinia- lágiror de .Ernoial-ileillct ! dc J . B. I i u f i a ~ n n .

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1 INA D I F P . R E N C I A C ~ ~ N I.ÉXICA E N F R A V C ~ S 265

das puntas rocosas", demasiado iiicnudas, eri efecto, para rocas, y toiiiadas por iiavíos dcsde lejos ( v r i , 107)

Estas dos características de A~nró: prcfigiirabaii las que se perfilaii eii latín en el eiuplco de niiiiutus. Ante estas coiiici- delicias, nada tiene de sorprendente que escritores roniaiios ini- buidos de cultura griega hayan propendido a confrontar mi- nutus y k~nró; , y luego a hacer de minutus el equivalente de henró; en varias acepciones nuevas, que son verdaderos calcos.

El neutro k~nróv toiiiado coiiio sustantivo designa e11 el Nue- vo Testaiiiento iiiia iiioiicda nienuda: fue vertido al latín coiiio rninutuni: Ibakv hFnt<l ni10 = Vulg. "niisit duo minuta"; &o: zai ri, Enxaro\ henrov dnobW; = Vulg. "doiiec etiarn iiovissiiiiuin minutuni reddas"," locucióii proverbial: "(no saldrás de aquí) hasta que hayas pagado Iiasta el últiiiio iiiaravedí"."

Otra acepción, igualniente técnica, del neutro Aenróv, tras- puesta al latín, habría de correr con gran suerte. Los astrónomos griegos designaron por Acnróv, eii el sistema sexagesinial de l 'o- lomeo, la sesentava parte de 1111 grado de círculo, y después de la hora. Para traducir esta iioción, el latín escogió minutus, que empezó por especializar cii una expresión descriptiva; así en Agustín: "dies et horas minutioresque horarum articulo~";'~ luego lo convirtió en designación directa, primero mi'nutum, después minuta ("minuto"), que se iinplantó en la mayoría de las lenguas iiiodernas. Por últiiiio, y sieiiipre iiiiitando el griego, el latín distinguió la minuta prima (neGrov k x r ó v ) , que es nues- tro "niinuto", y iina subdivisióii sexagesimal, minuta secunda (8eÚreeov k x r ó v ) , nuestro "segundo".

Por lo denlas, minutus reproduce k n r ó ~ en una serie de ex- presiones iio técnicas, de las cuales he aquí algunas:

O aer miiiutior (op. crassior) en Lucrecio evoca la ;henrÓ~tl; del aire segun Platóii, así como la definición de Aristóteles: ;\En- róreeov i i e ii8aro5;

O mi,nutus para calificar los seres "menudos" recuerda ti h ~ n r i rWv neopúrwv (Herodoto, antes);

" Marcos, 1 2 , 42; Lucas, 21, 2. " Luras 12, 59. " Son éstos todos los eleinplos de hrnr.5~ en el NT

Aug. Conf. "ir. 6, 8. U Arirtóteles, Phyr. 2 1 5 b 4.

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266 LÉXICO Y CULTURA

O minuta m i s (Catulo, antes), y k m 9 d o i a (Herodoto, antes);

O sal minutum, "sal molidan,3' y &as kmóv (Hippiatr. gr.); O populus minutus, minuta plebes, "el pueblo menudo", y

oi kmoi (Polibio). Toda posibilidad de coincidencia fortuita o de desenvolvi-

miento espontáneo queda excluida en los ejemplos que propor- ciona la Itala, donde minutus fiie elegido para traducir krrró~:

O concides de illis minutum traduciendo nvyxóq~~rs i x ruú~mv knróv j2 (Vulg. in tenuissimum pulverem) ;

O facta sunt mi.nuta = k i r r Ó r ~ ~ o v ~ ~ V u l g . contrita sunt); lo mismo en la Itala, el denominativo minutare traduce kn-

T ~ V E L V en Salmos 17, 43: minutabo = knrvvó (Vulg. commi- nuam), "yo (los) reducir6 a polvo", y el participio minutatus, en locución predicativa con facere, vierte gr. kmbv noreiv: simu- lacra. . . minutota facies = ~ i ü d a knrQ notí)a~r~ (Vulg. dis- perges) .

Fuera de los textos bíblicos, pero bajo la dependencia de esta equivalencia consagrada, se encuentra en Tertuliano el com- puesto minutiloquium, que debe ser una traducción del gr. kn- ~oAoyia?~

La expresión concidere minute (minutim, minutatim), "cor- tar en trozos menudos" (cf. arriba la cita bíblica de la Itala), es paralela al gr. knr9 riiar en Teócrito; 4 v birav xó~ar A E ~ W ~ V

(Hippiatr. gr.). Es frecuente en latín en las recetas culinarias. El tratado de Apicio De re coquinaria, escrito en los primeros aíios del siglo I d.c., trae ya muchos ejemplos; minute con- cidere se comparará con el gr. knrov.omiv "picar menudo".

Definiendo así las zonas de empleo donde minutus conciierda con el gr. krnós hasta haberse vuelto su equivalente de traduc-

Varib, R. R. itz, 9, 12. Exodo 30. 36. ' Dan. 2. 35. * luím 30, 12. El nmcnio ticnc aquí mmrarc'n, "harás pedazos". " hfás bien que de )itxpoAoyía indindo por Ernout.hleillct. " Ver Apicio, De m q u i n a r i a . cd. de Andit (Parir, 1965). $ 1 68. 103. 104-5. 126.

174, etc., y para la dsfiniei6n d d minuta1 "frinst de pacado, rncnudillo o carne pi- cador" (p. 125).

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UNA D I F R R E N C I A C ~ ~ N LÉXICA EN FRANCOS 267

ción, se advierte mejor dónde no coinciden. Aquí está el punto esencial.

La noción central de minutus, y que permanece constante en los más diversos empleos, se deja definir ahora. Este adjetivo califica lo que tiene poco volumen por estado natural -seres vivos, órganos corporales, etc.- o que es reducido al estado de fragmento por rotura, aplastamiento, segmentación; es lo que pasa con las materias inertes: minutum ferrum, "un trocito de hierro (para probar un imán)".J7 Se dirá de todo lo que se ob- tiene por división de un continuo o de un entero: así minutum para una pequefia división monetaria, minuta para una pequeña división del grado. Con un verbo que signifique "cortar", el adjetivo minutus o los adverbios minute minutim minutatim indicarán lo que tiene poco espesor, lo que está reducido a re- banadas delgadas (aquí se ve la transición de minutus al fr. mince, émin~er) .*~ Esta definición cubre todo el conjunto de los nexos de minutus y conviene así, pues, también a los em- pleos equivalentes del gr. knrós.

Pero el dominio del gr. knrós es más extenso que el del lat. minutus. En una porción importante de sus empleos, knrós re- basa minutus. Desde la época homérica y aun ya en micenio (ri-no re-po-to = Lívov kmóv) el adjetivo griego se aplica a las materias trabajadas por el hombre, a los objetos de dimensiones reducidas y finamente trabajados: hilo, cordones, tejidos, vesti- dos, velos, cueros, bronces, ñinr' fiLáxara ( Q 97), kmñ pqeív0y ( y , 885), Lívoro kmbv dwrov (1 661), kmas MÓms ( 595), eipara knrá ( X 51 1 ), iorbv kmóv ((B 95), rp¿í~os kmóv (e 231 ), nÉnhoi Lenroí (y 97), kmóraros xahzÓ< ( Y 275). hnrorárq hrvbq @oó< (Y 276); ligaduras finas como de telaraña: 8Éo~ara. . . fiúr' i~áxvta Lemd (0 280), y en general a las obras de gran habili- dad: ola 8ebv k m á re zar ~aq iena zai dyLahau BQya d o n a r , como la tela tejida por Circe ( x 223).

La noción preñada aquí se desprende de la última cita: ;hemi E"~ya, es la finura de un objeto realizado por el trabajo huma-

" Varrón, L. L. w, 94. S610 por preterieib mcncionamor esta relaci6n del lat. minutur mn el fr.

minec, no ;otra en nuestro tema. Cf. Lejcune, Mtmaircr de philologic rnydnienne, pp. 1 3 3 s . ; icfcrcneias tertua-

les en Marpurgo. .Uyccnaeae graecihtir Icrimn. 1963, pp. 291. 296.

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268 i.kxico Y < : I ~ I : I I I R A

no. No va la pequeíia dimensión natural de iiii scr o dc una cosa. ni el fragmento menudo arrancado a tina niatcria. siiio la delicadeza de una obra: h~ñró;, calificando a ivyov, iiitrodii- ce en la definición los valores de la técnica y del arte.

'Tan característica es. tan antigua taiiibién, esta relación iiis- tauraaa entre benró; v Eyyov. que produce el conipucsto Q~nri>u«- ~ i i ; , que aparece desde la &poca hoiiiérica: En0os h ~ n r o v v y k , "1111

vestido dc fino trabajo",'" y Iiicgo vienen los derivados A~nr(lil?-

yeív, henroityyó;, A~ñrovgyia, Nnro~~yy i ró ; . quc se desarrollaii con los oficios, y que se encuentran sobre todo a partir de coiiiieii- zos de iiuestra era, cii los papiros.

El Iiecho que iiierece aquí atención particular es que el iiom- bre de agente A~nrovyyós se especializa bastante pronto para el artesano que trabaja la madera: es un "carpintero". un metiiii- . COI1 kier. Ya Diodoro de Sicilia. en el siglo i a.c., da Aentov~yó: este sentido: i i ~ ~ i r i x r o v a ; 6Oeoina; rai knrov~ycüv d j 0 o ; (para la pira de Heplaistioii)," donde k n r w y y ó ; "carpintero" sc opo- ne a Uo~ir ixrwv "encargado de la obra grande", v abuiidaiites menciones en papiros e iiiscripcioiies lo confiriiiaii.'U~ia va- riante, knronoió5, ha sido seiialada recienteniente.'" El griego ha realizado en k m w e ~ ó ; un noiiibre de artesano que respoiidc exactamente al fr. menuisier.

Ahora, este desarrollo de knró; para calificar los objetos iiie- nudos producidos por la labor del artesaiio, carece dc paralclo en latín en el empleo de minutus. No se eiicuentra iiiiiiutirs eii la tenninologia latina de los oficios. 0, riiás bicii, ayarccc cii una sola ocasión, en un contexto harto instructivo, a propósito de un artista griego alabado por Varróii. Para que el ojo -dice Varróii- pudiera discernir iiiejor cl detalle de los iiiciiiidos iiiar- files que esculpía Mirmécides. Iiabía que poiierlos delante dc un fondo negro; " eran en efecto minuta opera. coiiio dicc por lo deniás: "in Myriiiecidis minutis operibiis".'" Y Ciceróii cariic-

"' Hixiinos hamCrimr 31, 11. " Diod. Sic. 17, H5. 0 Los testiinonias priticipler están reunidos en Iiir diccioiisrios dc 1.iddcll-Scuti

McKenrie v de Preipigkc, r.r. e Louis ' ~ ~ b ~ ~ t . Nonnr indig?nn danr I'Arlr \Ia,iccire gréru-ruiii;ti!ic. Par¡,. 1963. 11

292. n. 1. Hay que n~cncionar adcrnís Edovpyó;. que re Iia iiiantcnido eii griego inoderno. Sobre fuhix6~iug "rrrpintero", cf. L. Rabcrt. Xayiorh~iuv ti; .* K 'O~AáuBov, Atenas, 1x4, pp. 338s.

*-Vair6n. L. L. VII. l. * Ibid. m, 8.

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i7sn ~irr.mr.sci~ciós I . ~ X I C ; A ES V R A N C ~ S 269

teriza coii los iiiisiiios tcriiiiiios la obra de este artista: "Myrine- cidcs iiiinutoruiii opusculortini fabricator".'" Eii estos dos auto- res, i~iitridos dc cultiira Iielbiiica, Iiablaiido dc iin escultor gricgo qiic cra cL:lebrc por siis obritas de iiiarfil y dc brotice." la cx- ~>rcsi<iii iiiiiiiita opero, ajciia al uso latiiio, es verosiiiiiliiieiite la tradiiccióii dc iiii tcriiiiiio gricgo tal coiiio knroiiyyin,

Si iiiiiiuttis iio desigiiaba janiás Iin producto fabricado y cae fiiera dcl vocabulario de las artesanias, coi1 niayor razóii llegó iitiiica el latíii a designar por minutus o por uii coiiipiicsto o deri\-ado dc miiiiitus el trabajo especifico del "carpintero", coino lo Iiizo el griego coi1 j L ~ n r o ~ i ~ y ó s . Hav uiia prucba iiotable: eii el Edicto de Diocleciaiio. doiide aburidaii los noiiibres de oficios, ciicoiitraiiios precisaiiiente i i ~ n r o i l ~ y k r e ~ v i r l l ~ por "carpiiitero". pero el cqui\,aleiite latino es f a b a intestinarius.'"

.\si cra deiioiiiiiiado cl obrero que ejecutaba el opus ititesti- 1itiii1. los trabajos de carpintería del interior de la casa, eii oposi- cióii al opus tectorium; por ejeiiiplo en Varrón, "villaiii opere tectorio et iiltestino. . . spectaiidaiii"; '" s Pliiiio dice del abeto: "al>ics. . . ad quacciiiiiquc libeat intestina opera aptissiiiia siue Graeco siuc Caiiipaiio siiie Siculo fabricae artis genere", "el abeto. . . es iiiiiy bueiio.. . para todas las obras de carpiiiteria cii cstilo gricgo, caiiipaiiiaiio o siciliaiio". "' Faber iiitestiiiarius: cl latiii iio teiiia otra niaiiera dc desigiiar el "carpiiiter~" eii la é1>oca 01 qiic c1 gricgo dccía hntoilr,:.n; re~vír i ) , o sencillaiiieiite jexroi~p:ió:. La crcacióii dc iiii térmiiio de igual seiitido eri las dos Iciigiias obedeció a iiiodclos coiiiplctanieiite difereiitcs: el sricgo aprovcclió que Nnrós calificaba dcsde el origeii cl trabajo artcs:iiial para restriiigirlo al trabajo particular dc los artesaiios de 1:i iiiadcra, coi1 la foriiia del coiiipucsto knroiryió:; cl latiii, iio ~>i~diciido ciiiplcar coi1 estc f i i i ntiiiutirs, v por lo dciiiás poco iiicliiiado a forjar coiiipucstos (los cii -fex conio aurifex soii ra- ros poco prodtictivos), crcó iiiia deiioiiiinación de tipo des- crip;ivo. coi1 faber acoiiipaiiado de uii adjetivo quc especifica r.1 iiiodo dc actividad: iiitesti~iarius. Era el proccdiiiiieiito tisital

' 1 . 1 u. 1211 1.1 gr;tiiialiro \]>ulc!o dtcc ta i i ih ib de \lir~a6eides: "Fiiit scitllitor .i<liiitr.iii<liii 8 3 , IIIIIIII~IT ~ t ~ i a r ~ w ~ r c i s 111>~rihtts t ~ r ~ n a n d ~ ~ ' ' iOithngi. Si,.

' f l . 1' 11. 8. 1;: \ t I i vi. 7X21,: I'liniu "ti. 2 1 , 21. xxxvz. S. l i . " i IHliiiiiiicr, I)cr \I;i\ i i i! . i lhrO drr I>ioklcili;~#i. 1,. 106. ' \ ' . 1 I ( . ,?l. 1. 1 1 1 .

l'liiiii, \ \$ . I ? ; . <Ir 1.4 tr.i<l <Ir \ii<lrc

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para formar nombres de artesanos: se extraía u11 derivado en -arius de un nombre de materia, acompañado o no de faber: así (faber) ferrarius "herrero"; (faber) aerarius "fundidor", plum- barius "plomero", lapiúarius "tallador de piedras", etc., y tam- bién lignarius, el cual no se sabe a qué orden de la carpintería

Tal es en definitiva, comparada con la de kntó;, la situación de minutus. Ni el adjetivo ni ninguno de sus derivados (minuta- re, minutia, minutalis, minutatim) se refieren a una actividad artesanal, y especialmente al trabajo de la madera.

Consideremos ahora los datos del antiguo francés. Se distri- buyen con bastante claridad y no es preciso gran aparato de ci- tas para situarlos con respecto al modelo latino.

El adjetivo menu (que tiene un diminutivo menuet) "de poco volumen, de poca talla" (op. gros) ocupa la misma posi- ción que tenía minutus en latín, y la conservará en francés mo- derno.

El verbo menuiser que prolonga el lat. minutare (de hecho *minutiare), significa asimismo "reducir a pedazos menudos". Ejs.: "cum poudre [les] menuiserai; les jours de son tens me- nuisas; la terre pour apporter fruict sera menuisée et amollie par le soc de la charrue", etc. Es aún por cierto el sentido latino. Y cuando Montaigne escribe: "(Le vif argent) se va menuisant et esparpillant", ya es el sentido actual de s'amenuiser.

El valor técnico comienza a aparecer con menuier "adelga- zado, delgado", que designa, con un nombre de persona, el que "ejerce un oficio menudo" (marchans menuyers), y sobre todo con menuierie "obras menudas", producidas por artesanos en diversos oficios. Puede medirse la variedad de los enipleos coi1 estos tres ejemplos: "enrichir d'entaillures, paintures. arnioie- ries et autres menuieries plaisans a I'ueil"; "joyaulx d'argent de menuietie"; "faire mettre ladite maison et ses appartenances en bon et souffisant point ct estat de m(i)enuierie, charpenterie et autres reparacions".

'' Cf. Liv. u x v . 41. 10. ' La que dtinar proceden del diccionario de Codefro", bajo lar encabezados cn

cucstióii. Cf. tanxbiCn Tobler-Lainniatzsrh, Alttr. Wb.. 1, p. 341; V. pp. 1455sr.

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UNA OIFERENCIACI~N LÉXICA EN FRANCES 271

Más duradera será una derivación paralela, que se constituye sobre el tema menuis-, base del verbo menuiser, y que produce los nonibres genéricos femeninos menuise (lat. ininutiue) "pe- dazo menudo, objeto pequeiio", menuisaille "trozos meiiudos, restos; pececitos", y por último menuiserie.

Con menuiserie empieza un desenvolvimiento nuevo que va a enriquecer el vocabulario de los oficios. Por menuiserie co- i~iienza por entenderse toda suerte de obras menudas ejecutadas en todas las materias por artesanos calificados, en oposición a grosserie, que designa las piezas grandes, particularmente las de los herrero^!^ Hay una tnenuiserie de los orfebres, una menui- serie de los herreros. Todavía en 1498 una ordenanza menciona "les ouvrages tant d'oi. que d'argent, en grosserie et menuyserie", y eii la misma época se habla de menuiserie en el oficio de ce- rrajero.

A la vez se instituyó menuisier como nombre de artesano, con ia misma extensión y variedad de empleos. De acuerdo con la oposición entre menuiserie y grosserie, existió, ante menuisier, un nombre de artesano grossier "herrero", atestiguado en el siglo XIII, pero pronto desapareció. Un menuisier puede trabajar materias preciosas: "ung ouvrier, d'or et de pierres menusier", o la madera: "vous menuziers, besognez de bois sec", o meta- les. En su Glossaire des émam, Laborde define bien el término:

Cada oficio tenía sus menuiners, el fabricante de artesas al igual que los orfebres, los hojalateros, los cerrajeros, etc. Eran obreros cuyo talen. to aptitud empujaban a la ejecución de las obras más delicadas. más menudas. En las cartas patente de 1396 se habla de huchiers-menui- siers. cuerpo de oficio que comprci~dia a la vez los dos géneros de apti- tudes: los fabricantes de artesas, quc responden a nuestros menuisiers. los huchiers-nténuisiers, a nuestros ebanistas. La acepción de la palabra menuisier, restringida a los obreros en madera, data de fines del si- glo XVI .~*

He aquí cómo se llega al sentido moderno de menuisier. Esta palabra no tiene antepasado latino, ni en su forma ni en su sentido. Para producirla hicieron falta dos innovaciones suce- sivas en antiguo francés.

El a. fr. grorserie se volvió en inglh gmccry j' Citado p r Co<lefr<i!. s.v. ~zieniiisicr.

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272 l , ~ , x i c ~ ~ Y ctJi.ItlRA

En primer lugar, la crcacióri del tériiiiiio mciiuisier, para responder a uiia división crecieiite de las téciiicas y clc los cuer- pos dc oficios. que acarreó la iiiultiplicacióii de los iioiiibres dc cspccialidad. Esta creación se Iiizo priiiicro directaiiiciite a par- tir de rnenu \. sólo secuiidariaiiieiitc eclió iiiaiio del teiiia ine- iiiiii-. Coiiio iioiiibre dc artesano, ri~eriuisier es aje110 al verbo menuiser "reducir a partículas iiieiiudas". qtic riuiica desigiib iin trabajo dc obrero.""

Otra iiinovacióii, realizada a fines del siglo XVI, restriiige menuisier al seiitido de obrero eiicargado de las obras e11 iiiade- ra. A partir de este iiioiiiento sc transforiiia la sittiacióii del térmiiio:

11 meituisier iio tiene iiiás que un viiiculo de coiisoiiaiicia con (ajmenuiser;

21 el significado de rneiiuisier pierde toda relaciOii con el de menu;

31 en adelante iin vínculo asociativo liga ntenuisier, signo aislado, al grupo de huchier (anticuado hoy), cliarfleiitier, ébé- niste, parqueteur, etc., por el rasgo distintivo que se les Iiace común: "trabajo de la madera";

41 la ruptura del nexo entre inertuisier menu y la especifi- cación técnica de menuiserie para el trabajo de la iiiadera. ha- cen que menuiserie deje de oponerse a grosserie. Este últiiiio térriiino, quedado siii eiiipleo preciso, desaparcce. Eii adelante meiiuisier se delimita con respecto a charpentier: " . . . taiit pour I'art de la Iiasclie. que 1'011 appelle la charpeitte eii Lcvaiit quc pour la menuiserie" (Brantdnie); "Si o11 regarde bien le plus beau buffct ou clialit d'alors, iie dira-t-o11 pas que c'est charpen- terie et iion pas menuiserie?" (Estieiiiie)."'

Eii suiiia, el fraiicés rehizo cspoiitáneaniente el niismo ca- mino que el griego antiguo, cuando especializa ntenuisier para cl obrero de la iiiadera, coiiio el griego lo hizo con Lnrone- -:Os. No Iiubo iiiediador latino ciitrc estas creacioiies si~ccsivas.~~

' KI vcrho iiteiiiUser col) el sentido dr "rteiutar iiii trahato de carpinteria'. es iiio- r l e r ~ i i rcmiistriiido sobre aiicriaiinrr. ' Cttndor por LittrC. a t,. cli;irlwnte :': SF C I I C U C I ~ ~ ~ S en I>ii Cziigc. I\'. 425, esta cita de ei ia carta de 1219. "Praecipi

ficri d i iiicii prol>iio <Ir. trigiiila ~inarc l i i r argeiitets queitidniii iiiilitciii iiiinintitiilii super . .. rq i~ i i i t i $tiaiii . ct illii<l tr;icli ccclcri;ic B.\I Carnatei>si piarccpt. F:rtr riiipleii dr r # ! i t ~ t t t ~ l t r ~ , L.$ c ~ i < l c ~ t c ~ ~ > ~ ~ ~ t i lmil tr;l$p<>sictór~ del a fr. i i i i i r i i i s r "tr;ih;ija<l<i eri iile.

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UNA DIFERCNCIACI~N LÉXICA EN FRANC~S 273

Pero en griego el vínculo entre hExr65 y k r o v e y ó ~ subsistió, porque hnrás estaba desde el principio asociado a la terminolo- gía dc los oficios, en tanto que en francés menu no portaba va- lor técnico. Así menuisier se alejó de menu y de su derivado amenuiser.

Esta ruptura de vínculos formales entre signos muy próximos, en beneficio de nuevas agrupaciones asociativas, es un fenóme- no muclio más frecuente de lo que parece. Sena provechoso realizar un estudio sistemático de estos fenómenos, que mani- fiestan la vida cambiante de los signos en el seno de los sistemas lingüísticos, así como los desplazamientos de sus relaciones en la diacronía.

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20. DOS MODELOS LINGOfSTICOS D E LA CIUDAD1

En el debate incesante acerca de la relación entre lengua y so- ciedad, no se suele salir dcl plinto de vista tradicional de la lengua "espejo" de la sociedad. Nunca se desconfiará bastante de estc género de imágenes. ¿Cómo podría la lengua "reflejar" la sociedad? Estas grandes abstracciones y las relaciones, falsa- mente concretas, en que son reunidas, no producen más que ilusiones o confusiones. La verdad es que cada vez sólo son comparadas así una parte de la lengua y una parte dc la socie- dad. Por el lado de la lerigiia, es el vocabiilario el quc hace de representante, y del vocabulario sc pasa -indebidamente, por falta de justificacióii previa- a la lengua entera. Por el lado de la sociedad es el hccho atómico cl que es aislado, el dato social en tanto precisamente que es objeto de denominación. El uno remite al otro indefinidaiiiente, y el térriiino designante y el hccho designado no contribiiyeii, en este apareamiento de uno a otro, sino a una espccic de inventario lexicológico de la cultura.

Consideramos aquí otro tipo dc coiiiparacióii, a partir de la lengua. El análisis concernirá a un hcclio de derivación, pro- fiindamente ligado a la estructura propia de la lengua. Con ello se introduce un cambio de perspectiva cii la indagación. La comparación sociolingüística no se ejerce ya sobre una sustan- cia, un dato léxico, sino sobre una relación entre un término básico y un derivado. Esta relación intralingüística responde a cierta necesidad de configuración a la vez formal y conceptual. Además, siendo intralingüística, no le toca suministrar una de- nominación de objeto, sino que significa un nexo (por interpre- tar según el caso como siibordinación o dependencia) entre dos nociones Formalmente vinculadas. Hay que ver en qué dirección se produce la derivación. Entonces el modo como se configura

' Echanger ct communicntions, Mélanger offeits Claude Lévi.Strauss A Paccasion de son 6 0 ~ inniveisaire, reunidas por lean Pouillon y Pierre Maranda. La Haya, Mou- ton & Co., 1970, pp. 489-496.

12741

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ws ~ ~ O D E L O S LINCUJSTICOS DE I .A CIUDAD 2 7 5

en la lengua esta relación nocioiial evocará en cl canipo de las rcalidadcs sociales la posibilidad (cs todo lo que puede dccirsc a priori) dc una situación paralela. Si se verifica el paralelismo. queda iniciada una fructiiosa investigación que conducirá qui- zás a descubrir nuevas correlaciones. En todo caso, la relación de derivación de quc se partió debe, a su vez, ser sonietida a una indagacióii comparativa en su orden propio, a fin de vcr si da o no el solo ~node!o posible de la jerarquía entre los dos tér- minos.

La noción a la que nos dedicaremos aquí es, e11 su expresión léxica, la de "ciudad". La consideraremos con la forma en quc se enuncia en latíii, civitas. Primero en su estructura formal. Nada más sencillo, más iiiniediatamentc claro, sea para el locii- tor romano, sea para el arialista moderno, que la forniación de civitds: es el abstracto cn -tos derivado de civis.

Aquí empieza a formarse un problema iniprevisto. Sabenios lo que significa civitas, ya que es el térmiño que da cuerpo en latín a la noción de "ciudad", pero ¿qué significa civis? La ciies- tión sorprenderá. ¿Hay por qué poner en tela de juicio el sen- tido de "ciudadano" coiicedido siempre y por doquier a civis? Sí, es preciso. Ni que decir tiene, en iiiultitud dc sus cnipleos esta palabra no puede traducirse mis que por "ciudadaiio", pero creemos poder establecer, contra toda la tradición. que no es éste el sentido propio y primero de civis. La tradiicción de civis por "ciudadano" es un error de hecho, uno de esos ana- cronismos conceptuales que el uso fija, de los que se acaba por no tener conciencia, y que impiden la interpretacióii d r todo un conjunto de relaciones.

Puede mostrarse esto, primero, por razón 'lógica. 'Traducir civis por "ciudadano" implica rcfereiicia a una "ciiidad". Es poner las cosas al revés, en vista dc que el latiii civis cs el tér- mino priniario y ci~itds el derivado. La palabra bisica por fiier- za debe tener uri sentido que permita que el derivado sigiiifi- que "ciudad". La traducción dc civis por "ciudadaiio" rcsulta ser un hysteroti proteron.

Si esta traduccióii no liubiese sido recibida coi110 una eviden- cia', y por poco que se Iiiibiera atendido a vcr cóiiio la palabra sc definía para quicncs la ciiiplcah:~ii, sin falta se habría advcr tido el hecho, registrado cii los diccioiiarios por lo dctiiis, aiiii-

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276 LEXICO Y CULTURA

quc relegándolo a segunda o tercera posición, de que civis en la lcngua antigua y aún en la época clásica se construye a me- nudo con un pronombre posesivo: civis meus, cives nostri. Esto

" , bastaría para revocar la traducción por ciudadano": ¿qué es lo que podría significar "nii ciudadano"? La construcción con el poseiivo revela de hecho el verdadero sentido de eivis, que es un término de valor recíproco y no una designación objeti- \.a: es civis para mí aquel de quien soy civis. Dc ahí civis meus. El tériiiiiio más próximo que pudiera describir en espaíiol csta rrlacióii será "conciudadano" en función de término mutuo.' Que cl sentido de civis es ciertamente "conciudadano" es cosa qiie rcsalta hasta la evidencia en una serie de empleos epigráfi- cos y literarios de los que apenas podernos citar unos cuantos, pcro que concuerdan sin excepción. Son significativos a la vez por la naturaleza de los textos, documentos oficiales por una parte, lengua familiar de la comedia por otra, y por su fecha antigua. La característica común es la construcción de civis con ti11 proiiombrc posesivo: civis meus no puede significar otra cosa qiic "rtii conciudadano".' Tal es la traducción que se impo- ric cii los cjemplos siguientes.

En la Lex repetundmum 60: regis populeive civisve suei no- tiiiiie.

En Plaoto: ' O facilem hanc rem meis civibus faciam "iiic las arreglaré para facilitar la cosa a mis conciudadanos"

ifseud. 586a) ; O adtllescens quidam civis huius Atticus "uiio de sus compatriotas, un joven ateniense" (Rud. 42) ;

: I)elal~os de lado aqui el problema etimol6gic0, que será tratado en otro lugar 1l.c incahillaire des intitutions indo-europeenner. 1, 1969). Mortraremor que lo que l S , s . leva-, pót. hei~ia-. etc., implica precisaniente esta rdación l i l l i t i l l .

I.:I~ fraiirc\. Iial>n que pcnrar eti la crprerión caiiipesiua nion PP!.S, lila payse, que biirctirrc ~ I c f i l i i a as,: "un salut de gueur, un nom dant ils s'appellent l'un I'autre il\~an<l 11, siiiit dii i i icrii ie pa!s". [Ct. "paisano". "paisa", eri erpsnol. T.]

' l:li rl I ' l i ~ . ~ . i i i r i i \ . \.v. civis, re eiirsentra una siihdiviri6n donde el término es deti- i i i r l i ) C ~ I I I ~ C , " M ~ L C / C P ~ F ~ I C I ~ E C ~ C I ~ ~ V ~ U ~iv l ta t~s C L > ~ ~ S est alius quoqite civis, de quo i ~ i t i i i , gs t~ $cqtii<lrc rctate 'c<iiwivis' aiihicbat (inde civis rriciir e t c i " , y una lista de : i i ~ i i l > l , i \ . c i i t r r rll<i, los qi~e citaiiios.

l..,, c) t . i \ <le L'l.iiit<i ~ a i i aioiiipaiiadar a proposito de la traducción [parada al es- II,"'UI! c l i \ I..rii<iiit (Rcllcr-L.cttre~1. qi ie vicrtc siciiigre ci~.ir por "coricii8dadano. < , ~ ~ ~ ~ l ~ , ~ t ~ i , ~ t ; ~ ' ' , < O , I I ~ lu rcquicre cl coliterto.

Page 277: Benveniste, Problemas de linguistica general

O opsecro, defende civis tuas, senex "te lo ruego, anciano, defiende a tus conciudadanas" (Rud.

742) ; U turpilucricupidum te vocant cives tui " 'hombre bajamente codicioso' te llaman tus conciudadanos"

(Tri. 100). En ~ i t o Livio: O invitus quod sequitrs sit de meis civibus loquor "siento tener que hablar mal de mis coiiipatriotas" (ir,

37. 3); O adeste, cives; adeste, commilitones "isocorro, cives! jsocorro, camaradas de guerra! (ir, 55, 7 ) . La simetría entre cives y commilitones acusa bien en cives el

aspecto comunitario. U iuvenem egregium. . . suum quam alienum malleiit c iven~

esse "que debían preferir que este joven sin par fuese su propio

conciudadano y no el de extranjeros" (111, 12, 6 ) . En Varrón: O non sine causa maiores nostri ex urbe in agris redigebai~t

suos cives "no sin razón nuestros antepasados devolvían dc la ciudad

a los campos a sus conciudadanos" (R. R. Irr, 1, 4 ) . En Cicerón, cives nostri, "nuestros coiiciudadaiios", no es

raro. No habría que creer que este sentido de civis se limitara a

determinada latiiiidad y desapareciera después. Quicii se ponga a seguirle la pista a través de las fases ulteriores dc la lengua lo descubrirá hasta en la Vulgata, donde aúii iio ha sido ad\.er- tido: cives eius en Lucas, 19, 14, para volcar el gr. hoi politui autou, con el iiiismo valor recíproco de polítzs."

Las tres traducciones antiguas de los Evangelios lian reprodii- cido la expresión: en gótico. baurgians is; cii arrnciiio. k'atak'-

"entido poco freiiiciite en griego. S o re adjudicara ~iit igun valor idioiiiitico a l uno, úiiico. de p l i t ? s por "(su) pr6jiniu" en iin pasaje de l a Epist<i!a a los Ilcbrru,. 8. 11. que er iiii;i cita dc Icrciiiiar 3 1 , 34: hrknitos t i ~ n Ixilitéri rutoii. \.iilg. i i i i i 1 5 < ( i i i i ~

quaiii proriiiiuiri riiiiiri "cada qilicii (no ciiceiixi i a 1 a sil p!61i~~>o": aqui gr. pol i t í i r s iin bebrairiiio.

Page 278: Benveniste, Problemas de linguistica general

(lc'ik'i~ nora. y cn a. cslavo grazdane ego. Iiicluso cuaiido el ori- giiial griego del NI ' dicc syiiipolítes por "coiiciudadaiio", la Vulgata evitará concivis 1. iiiaiitendrá civis. Así cives sutictoruii~ "coiiciiidadaiios de los saiitos" (Ef. 2, 19) ; pero las otras versio- iics imitan el derivado griego: gót. gabaurgja, arm. k'atak'akic', a. esl. sotiteli.

:\sí dcfiiiido en siis ciiiplcos contextuales, civis lo esta tain- bien por la relación paradigmática en que se opoiie a hostis. La pareja civislhostis es por cierto coiiipleiiientaria cn csta re- prcsciitación doiidc el valor mutuo se afirma sieiiiprc. Coiiio para hacerlo evidente, Plauto llega a foriiiularlo explícitaiiicii- te. r\iiipelisca, sirvienta del teniplo de Venus, pide un ciiitaro de agua a su vecino Esceparnióii, que le pide a cambio otro favor (Rud. 438-440) :

Cur tu uquum grmare, amubo, quam hostis hosti commo&l? Cur tu operum gravare mihi quam civis civi commo&t?

-¿Por qué hacerte tanto de rogar, dime, por agua que no se le nicga a uii extrano?

-¿Por qué hacerte tanto de rogar, por una complacencia que no se le nicga a un compatriota?

Un hostis tieiie delante a un hostis; un civis lo es para otro civis. La cuestión es siempre hostine un civis (Triii. 102). Son dos términos polares, iiiutuos ambos: cgo es hostis con respecto a un hostis; parccidamente es civis coi1 respecto a un civis. No hay pues civis fuera de esta depcndeiicia recíproca. Se es civis de otro civis antes de scr civis de deteriiiiiiada ciiidad. En civis Romanus el adjetivo no añade iiiás que una iiidicación localiza- dora, iio una definición de estatuto.

Ahora resiilta posible v fácil fuiidar coii rigor la relacióii li i i- güística que hay entre chis y civitas. Conio foriiiacióii de abs- tracto, civitas designará propiamciite cl "coiijiiiito dc los cives". Tal es, en efecto, la idea que sc hacían dc civitas los iiiejorcs escritores. Plauto da uii ejeiiiplo al priiicipio del ~)rOlogo al Rudens (VV. 1-?), donde habla cl astro Arturo:

Qui gentes omnis mariuque et terras movet eius sum civis civitate ccelitum

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"Del dios [Júpiter] que mueve todas las naciones, las tierras y los mares, soy el civis en la civitos dc los habitantes del cielo." Aquí queda ilustrada una doble relación: civis eius sum "soy su civis ( 5 , 61 es el mío) "; civis civitate "soy su civis en y por la civi- tos de.los celestes", es decir, a la vez entre el conjunto de los cives del cielo y en virtud de la calidad de civis. También es a la civitas como colectividad y mutualidad de los cives a donde remite César, B. Gall. 7, 4, 1: cuius pater. . . ab civitate erat in- tetfectus "su padre había sido muerto por sus conciudadanos". El niismo César hace comprender el vínculo entre tivis y civilis cuando escribe: ne cives curn civibus armis decertarent "que los (con)ciudadanos no se combatan entre ellos (= no se entre- guen a una guerra civil)" (B. Civ. 111, 19, 2, cf. 31, 4) ; civilis significa en un principio, sin duda, "que ocurre entre cives".

Un modelo muy distinto de esta misma relación (decimos que es la misma no sólo porque opera entre terminos del mismo sentido, sino porque no puede variar más que por inversión: A + B o B + A) es dado por el griego. Los térniinos griegos por considerar son los del binomio @lis "ciudad": polítZs "ciudadaiio". Esta vez el derivado en -ités se determina en re- lación con un término básico pólis en tanto que designa "el que participa de la polis", el que asume los debates y los dere- chos de su ~ondic ión .~ Esta relación aparece también en griego en una serie:

Se parte pues en griego del nombre de la institución o dcl grupo para formar el del miembro o del participante. El itine- rario es inverso del que hemos observado en latín y esta parti-

Ver acerca d e esta formación G. Redard, Lrr noms grrcr en -tBr, -ti$ (París, 1949), pp. 20si. ' A veces, pcra iniiy raraniente, p l i t Z r re Ilari~a al "conciudadano". Norrnaliiientc

poli tG no sc presta a la construccibii coti uii pronombre de persona. ' I f a ~ quc distinguir bien en lntin la relaciún civis : iivitas d ~ . la d c pagui : paganur.

u r b ~ : urbsnus, que ce reduce n la clasr d e los 6iniros Roma . Ruxilanur.

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280 LÉXICO Y CULTURA

cularidad saca a la luz la diferencia entre los dos modelos. Hay que precisarla en sil estructura formal y en el movimiento con- ceptual del que procede.

En latín el término básico es un adjetivo que remite siempre a u:i estatuto social de naturaleza mutua: tal es civis, que no puede definirse más que en una relación con otro civis. Sobre este término básico se construye un derivado abstracto que de- nota a la vez la condición estatutaria y la totalidad de aquellos que la poseen: civis + civitas.

Este modelo se reproduce en latín en cierto número de rela- ciones típicas que caracterizan agrupaciones antiguas de la so- ciedad romana. Primero:

socius : societas. Un socius lo es en relación con otro socius, y el círculo entero de los socii se integra como societas.

Lo mismo en las cofradías: sodalis : sodalitas

o en las clases: nobilis : nobilitas.

Así la civitas romana es ante todo la calidad distintiva de los cives y la totalidad aditiva constituida por los cives. Esta "ciu- dad" realiza una vasta mutualidad; no existe sino como suma. Reaparece este modelo en las agrupaciones, antiguas o moder- nas, fundadas en una relación de mutualidad entre gente de igual pertenencia, ya concierna a parentesco, clase, profesión: sodalidades, fraternidades, corporaciones, sindicatos; italiano so- cio : societd, alemán Geselle : Gesellschaft, antiguo francés compain : cornpagne ( "cornpagnie" ) , etc.

De modo enteramente opuesto, en el modelo griego el dato primero es una entidad, la polis. Ésta, cuerpo abstracto, Estado, fuente y centro de la autoridad, existe por sí misma. No encar- na ni en un edificio, ni en una institución, ni en una asamblea. Es independiente de los hombres y su sola sede material es la extensión del territorio que la funda.

A partir de esta noción de la palis se determina el estatuto del polítZs: es polítzs el que es miembro de la polis, quien parti- cipa de ella de derecho, recibe de ella cargos y privilegios. Este estatuto de participante de una entidad primordial es algo es-

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pecífico, a la vez referencia de origen, lugar de pertenencia, títu- lo de nacimiento, constreñimiento de estado; todo emana de este vínculo de dependencia con respecto a la polis, necesario y suficiente para definir el polítes. No hay más tériiiino que po- IítZs para denotar el estatuto público del hombre en la ciudad que es suya, y es por necesidad un estatuto de relación y de per- tenencia, puesto que por necesidad la polk va por delante del polítes. Tenemos aquí una situación inicial cuyas implicaciones sería imposible sacar a relucir sin extender el análisis a otros de- rivados, como el adjetivo politikós, el abstracto politáa, el pre- sente politéuein, que se sustentan estrechamente y cada uno de los cuales aporta a los demás sus determinaciones propias. Un estudio completo de estos derivados pondría aún mejor de mani- fiesto la especificidad de esta noción de polis. Recordemos que Aristóteles consideraba la polis anterior a toda otra agrupación humana, que la ponía entre las cosas que existen por naturaleza y que están ligadas a la esencia de la humanidad y a ese privile- gio del hombre que es el lenguaje (Política 1253a)

Puede resumirse esta confrontación de dos tipos de relaciones mediante el esquema siguiente:

MODELO LATINO MODELO GRIEGO

civitas @lis t 4.

nvis porítés

En el modelo latino, el término primario es el que califica al hombre en cierta relación mutua, civis. Ha engendrado el deri vado abstracto civitas, nombre de colectividad.

En el modelo griego, el término primario es el de la entidad abstracta pólis Ha engendrado el derivado polítés, que desig- na al participante humano.

Estas dos nociones, civitas y polis, tan próximas, parecidas y por así decirlo intercambiables en la representación que se hace el humanismo tradicional, se construyen en realidad de modos inversos. Esta conclusiói~, fruto de un análisis interno, debiera ser punto de partida para un iiuevo estudio comparativo de las instituciones iiiismas.

Hoy, en el vocabulario político de las lenguas. occidentales y

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de las que pertenecen a la misma área, es el modelo griego el que ha prevalecido. Ha producido:

esp. ciudad : ciudadano fr. cité : citoyen ingl. city : citizen al. Burg : Bürger ruso gorod : grazdanin irlandés cathir : calhrar

Ha eliminado el modelo latino, puesto que es el antiguo de- rivado secundario civitas el que se ha vuelto en las lenguas ro- mances el térmirio primario: fr. cité, it. citta, esp. ciudad. . . sobre el que se construyó el término nuevo -citoyen, cittadino, ciudadano. Un binomio nuevo, ciudad : ciudadano ha sucedido al binomio inverso latino civis : civitas. Valdría la pena indagar en detalle si esta recreación procedió de causas mecánicas: re- ducción fonética de civitus en las lenguas romances y elimina- ción de civis, o si tuvo un modelo (como en el caso de a. esl. grazdaninñ, imitado del gr. polítEs). Toda la historia léxica y conceptual del pensamiento político está todavía por descubrir.

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Este segundo volumen de Problemas de lingüística general reúne, slgulendo el modelo del primero, veinte Importantes estudios publicados por Emile üenveniste entre 1965 y 1972. con loscualesse completa una vasta lntroduccldn a la probiemdtlca del lenguaje. Los dos Drlmeros atticulos. en forma de . -.

dldlogo. tratan de la evclucldn de la lingüística y de los cambios recientes en los doctrinas acerca del lenguaje. Se pasa entonces al problema fundamental de la comunicación y del signo, al desenvoivlmlento de la semiología de la lenaua. Las nociones de estructura v de funEldn son objeto de los estudlos siguientes. La sintaxis está representada por la composlcidn nominal y las relaciones de auxiliaridad. Luego de dos estudlos dedicados a mostrar cómo estd Implícito el hombre en la lengua, los ÜMmos capítulos llevan adelante la lndagacidn de la genesls de términos y conceptos culturales importantes.