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  • 7/29/2019 Benjamin Walter - Direccion Unica

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    WALTER BENJAMINDireccin nicaTrad Juan J. Del Solar y Mercedes Allende SalazarEdiciones Alfaguara

    ESTA CALLE SE LLAMA CALLE ASJA LACIS NOMBRE DEAQUELLA QUE COMO INGENIERO LA ABRIO EN EL AUTOR

    GASOLINERA

    La construccin de la vida se halla, en estos momentos, mucho ms dominada por hechos quepor convicciones. y por un tipo de hechos que casi nunca, y en ningn lugar, han llegado an afundamentar convicciones. Bajo estas circunstancias, una verdadera actividad literaria nopuede pretender desarrollarse dentro del marco reservado a la literatura: esto es ms bien laexpresin habitual de su infructuosidad. Para ser significativa, la eficacia literaria slo puedesurgir del riguroso intercambio entre accin y escritura; ha de plasmar, a travs de octavillas,folletos, artculos de revista y carteles publicitarios, las modestas formas que se correspondenmejor con su influencia en el seno de las comunidades activas que el pretencioso gesto

    universal del libro. Slo este lenguaje rpido y directo revela una eficacia operativa adecuada almomento actual. Las opiniones son al gigantesco aparato de la vida social lo que el aceite es alas mquinas. Nadie se coloca Al frente a una turbina y la inunda de lubricante. Se echan unascuantas gotas en roblones y junturas ocultas que es preciso conocer-

    SALITA PARA DESAYUNARUna tradicin popular desaconseja contar sueos por la maana, en ayunas. De hecho, quienacaba de despertarse sigue an, en ese estado, bajo el hechizo del sueo. Pues el aseo nodevuelve a la luz ms que la superficie del cuerpo y sus funciones motrices visibles, mientrasque en las capas ms profundas, y tambin durante la ablucin matinal, la penumbra gris delsueo sigue persistiendo, e incluso se consolida, en la soledad de la primera hora de vigilia.

    Quien rehya el contacto con el da, ya sea por temor a la gente, ya sea por necesidad derecogimiento, no querr comer y desdear el desayuno. De este modo evita la ruptura entrelos mundos nocturno y diurno. Cautela sta que slo se justifica consumiendo el sueomediante un intenso trabajo matinal, cuan- do no a travs de la oracin, ya que de otro modoprovoca una confusin de los ritmos vitales. En esta disposicin anmica, contar sueosresulta . funesto porque el hombre, que an es a medias cmplice del mundo onrico, lotraiciona con sus palabras y ha de atenerse a su venganza. Dicho en trminos ms modernos:se traiciona a s mismo. Libre de la proteccin que le ofreca la ingenuidad del sueo, quedatotalmente desamparado al rozar, sin dominio alguno sobre ellas, sus propias visiones onricas.Pues slo desde la otra orilla, desde la claridad del da, es lcito apostrofar al sueo con elpoder evocador del recuerdo. Este ms all del sueo slo es alcanzable mediante unaablucin anloga al aseo y que, no obstante, difiere totalmente de l. Pasa por el estmago.

    Quien est en ayunas habla del sueo como si hablase en sueos.

    N R. 113 Las horas que contienen la forma han transcurrido en la casa del sueo.

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    SUBTERRANEO

    Hemos olvidado hace tiempo el ritual segn el cual fue edificada la casa de nuestra vida. Perocuando hay que tomarla por asalto y empiezan a caer las bombas enemigas, qu deantigedades descarnadas y extraas no dejan stas al descubierto entre sus fundamentos!Cuntas cosas no fueron all enterradas y sacrificadas entre conjuros.y ensalmos! Qu siniestro gabinete de curiosidades aparece all abajo, donde las zanjas msprofundas se hallan reservadas a lo ms cotidiano! Una noche de desesperacin me vi, ensueos, renovando impetuosos lazos de amistad y fraternidad con el primer compaero de mistiempos de colegial, a quien llevaba sin ver varios decenios y apenas haba recordado en todoese tiempo. Al despertar, sin embargo, lo vi claro: aquello que la desesperacin, como unacarga explosiva, haba sacado a la luz, era el cadver de ese hombre que estaba allemparedado y deba impedir que quien viviera all alguna vez, pudiera asemejrsele en algo.

    VESTIBULO Visita a la casa de Goethe. No recuerdo haber visto habitaciones en el sueo. Erauna sucesin de pasillos enjalbegados como los de una escuela. Dos visitantes inglesas demediana edad y un guardin son los figurantes del sueo. El guardin nos invita afirmar en el

    libro de visitas, abierto sobre un pupitre, junto a la ventana, en el extremo ms alejado de unode los pasillos. Cuando me acerco y empiezo a hojearlo, descubro mi nombre ya anotado en lcon una letra infantil, torpe y desmesurada.

    COMEDOR En un sueo me vi en el gabinete de trabajo de Goethe. No se pareca en nada alde Weimar. Ante su arte combinatoria en un mundo que vendr despus de ellos; as, lascalles parisinas de los poemas de Baudelaire, al igual que los personajes de Dostoyevski, noempezaron a existir antes de 1900. El interior burgus de los aos sesenta a noventa, con susinmensos aparadores rebosantes de tallas de madera, sus rincones sin sol en los que se alzauna palmera, el mirador protegido por una balaustrada y los largos pasillos con su cantarinallama de gas, no puede cobijar adecuadamente ms que a un cadver. En este sof, la taslo puede ser asesinada. La innime exuberancia del mobiliario no se vuelve realmente

    cmoda sino en presencia del cadver. Mucho ms interesante que los paisajes orientales delas novelas policacas resulta el frondoso Oriente de sus interiores: la alfombra persa y laotomana, el candil y el noble pual caucasiano. Tras los gruesos kelims arregazados, el dueode casa celebra sus orgas con valores burstiles y puede llegar a sentirse un mercader orientalo un corrupto e indolente pach en el reino de la mohatra, hasta que ese pual de vainaplateada que cuelga sobre el divn acabe cualquier tarde con l y con su siesta. Este rasgocaracterstico de la casa burguesa que tiembla al pensar en el annimo asesino como unaanciana lasciva que suea con su galn, fue bien captado por algunos escritores que, comoautores de novelas policacas -y quiz tambin porque sus obras reflejan claramente unaspecto del pandemonium burgus-, se han visto despojados de los honores que se merecan.Lo que aqu se intenta explicar, Conan Doyle lo puso en evidencia en algunas de sus obras, yla escritora A. K. Green, en su vasta produccin. Con El fantasma de la Opera, una de las

    grandes novelas sobre el siglo XIX, Gaston Leroux contribuy a la apoteosis de este gnero.

    PORCELANA CHINA

    Hoy en da, nadie debe empecinarse en aquello que sabe hacer. En la improvisacin residela fuerza. Todos los golpes decisivos habrn de asestarse como sin querer.

    Un portal se abre al comienzo de un largo camino que, cuesta abajo, lleva hasta la casa de... aquien yo sola visitar cada tarde. Desde que ella se mud, el arco del portal sigue presente antemis ojos como el pabelln de una oreja que hubiera perdido el odo.

    No hay forma de conseguir que un nio en camisn salude a una visita que entra. Desde lo altode su autoridad moral, los presentes intentan en vano persuadirle y vencer su recato. Pocosminutos ms tarde, el nio se presenta, esta vez en cueros vivos, ante la visita. Entretanto se

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    haba lavado.

    La fuerza de una carretera vara segn se la recorra a pie o se la sobrevuele en aeroplano. Astambin, la fuerza de un texto vara segn sea ledo o copiado. Quien vuela, slo ve cmo lacarretera va deslizndose por el paisaje y se desdevana ante sus ojos siguiendo las mismas.leyes del terreno circundante. Tan slo quien recorre a pie una carretera advierte su dominio ydescubre cmo en ese mismo terreno, que para el aviador no es ms que una llanuradesplegada, la carretera, en cada una de sus curvas, va ordenan- do el despliegue de lejanas,miradores, calveros y perspectivas como la voz de mando de un oficial hace salir a lossoldados de sus filas. Del mismo modo, slo el texto copiado puede dar rdenes al alma dequien lo est trabajando, mientras que el simple lector jams conocer los. nuevos paisajesque, dentro de l, va convocando el texto, esa carretera que atraviesa su cada vez ms densaselva interior: porque el lector obedece al movimiento de su Yo en el libre espacio areo delensueo, mientras que el copista deja que el texto le d rdenes. De ah que la costumbrechina de copiar libros fuera una garanta incomparable de cultura literaria, y la copia, una clavepara penetrar en los enigmas de la China.

    GUANTES

    En la repulsin que nos inspiran los animales, la sensacin predominante es el temor a que nosreconozcan al tocarlos. Lo que se aterra en las profundidades del hombre es la oscuraconciencia de que en l vive algo que, siendo muy poco ajeno al animal que provoca larepulsin, pueda ser reconocido por ste. Toda repulsin es, en su origen, repulsin alcontacto. Incluso el afn dominador slo consigue pasar por alto este sentimiento mediantegestos bruscos y desmesura- dos: estrujar con violencia y devorar al objeto de la repulsin,mientras que la zona del ms leve contacto epidrmico seguir siendo tab. Slo as se puedesatisfacer la paradoja del imperativo moral que exige al ser humano la superacin y, a la vez, elcultivo ms sutil de la sensacin de asco. No le es lcito negar su parentesco bestial con la

    criatura, a cuya llamada responde su repulsin: ha de enseorearse de ella.

    EMBAJADA MEXICANA

    je ne passe jamais devant un ftiche de bois, un Bouddha dor,

    une idole mexicaine sans me dire: C' est peut-etre le vrai dieu.

    BAUDELAIRE

    So que estaba en Mjico, participando en una expedicin cientfica. Despus de atravesaruna selva virgen de rboles muy altos, desembocamos en un sistema de cuevas excavado al

    pie de una montaa, donde, desde la poca de los primeros misioneros, se haba mantenidouna orden cuyos hermanos proseguan su labor de conversin entre los indgenas. En unainmensa gruta central, rematada por una bveda gtica, se estaba celebrando un oficio divinosegn un rito antiqusimo. Al acercarnos, pudimos presenciar su momento culminante: unsacerdote elevaba un fetiche mejicano ante un busto de madera de Dios Padre, colocado muyalto, en una de las paredes de la gruta. En ese instante, la cabeza del dios se movi negandotres veces de derecha a izquierda.

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    ESTAS PLANTACIONES SE ENCOMIENDAN A LA PROTECCIN DEL PBLICO

    Qu ha sido resuelto? acaso todos los interrogantes de la vida ya vivida no han quedadoatrs como un boscaje que nos impeda la visin? Apenas se nos ocurrira arrancarlo, ni

    siquiera aclararlo. Seguimos caminando, lo dejamos atrs, y si bien de lejos lo abarcamos conla mirada, lo vemos borroso, sombro y tanto ms misteriosamente enmaraado.

    El comentario y la traduccin se comportan con el texto como el estilo y la mmesis con lanaturaleza: el mismo fenmeno visto desde distintas perspectivas. En el rbol del textosagrado, ambos no son sino las hojas eternamente susurrantes; en el rbol del texto profano,los frutos que caen a tiempo.

    Quien ama, no se aferra tan slo a los defectos de la amada, ni a los caprichos o debilidadesde una mujer; mucho ms duradera e inexorablemente que cualquier belleza le atan lasarrugas del rostro y las manchas de la piel, los vestidos rados y un andar disparejo. Esto sesabe hace ya tiempo. y por qu? De ser cierta esa teora segn la cual las sensaciones noanidan en la cabeza, y sentimos una ventana, una nube o un rbol no en el cerebro, sino ms

    bien en el lugar donde los vemos, al contemplar a la mujer amada tambin estamos fuera denosotros mismos. Aunque, en este caso, torturadamente tensos y embelesados. Deslumbrada,la sensacin revolotea como una bandada de aves en el resplandor de la mujer. y as como lospjaros buscan refugio en los frondosos escondites del rbol, las sensaciones huyen hacia lasarrugas umbrosas, los gestos sin gracia y las manchas insignificantes del cuerpo amado,donde se acurrucan, seguras, como en un escondrijo. y ningn paseante ocasional adivinarque precisamente ah, en aquellos rasgos imperfectos, criticables, anida, veloz como unaflecha, el mpetu amoroso del adorador.

    TERRENO EN CONSTRUCCION

    Resulta necio devanarse pedantemente los sesos sobre la fabricacin de objetos -materialilustrativo, juguetes o libros- destinados a los nios. Desde la Ilustracin, sta viene siendo unade las especulaciones ms mohosas de los pedagogos. Su fatuo apasionamiento por lapsicologa les impide advertir que la Tierra est repleta de los ms incomparables objetos quese ofrecen a la atencin y actividad infantiles, y objetos concretsimos. Pues, de hecho, losnios tienden de modo muy particular a frecuentar cualquier sitio donde se trabaje a ojos vistascon las cosas. Se sienten irresistiblemente atrados por los desechos provenientes de laconstruccin, jardinera, labores domsticas y de costura o carpintera. En los productosresiduales reconocen el rostro que el mundo de los objetos les vuelve precisamente, y slo, aellos. Los utilizan no tanto para reproducir las obras de los adultos, como para relacionar entres, de manera nueva y caprichosa, materiales de muy diverso tipo, gracias a lo que con elloselaboran en sus juegos. Los mismos nios se construyen as su propio mundo objetal, un

    mundo pequeo dentro del grande. Habra que tener presentes las normas de este pequeomundo objetal si se quiere crear intencionadamente cosas para los nios, y no se prefiere dejarque sea la propia actividad, con todo lo que en ella es instrumento y accesorio, la queencuentre por s sola el camino hacia ellos.

    MINISTERIO DEL INTERIOR

    Cuanto ms hostil a la tradicin sea un hombre, ms inexorablemente someter su vida privadaa las normas que desea convertir en legisladoras de un orden social futuro. Es como si stas,que en ninguna parte han llegado an a ser realidad; le impusieran la obligacin deprefigurarlas, al menos en el mbito de su vida personal. Sin embargo, el hombre que se sabeen consonancia con las ms antiguas tradiciones de su condicin social o de su pueblo,contrapone a veces ostentosamente su vida privada a las mximas que, de forma implacable,defiende en la vida pblica, y, sin sentir la menor zozobra, venera en secreto su propiaconducta como la prueba ms concluyente de la inquebrantable autoridad de los principios que

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    l mismo profesa. As se diferencian los tipos polticos del anarco-socialista y del conservador.

    BANDERA...

    Cunto ms fcil resulta querer al que se despide! Pues la llama destinada a quien se aleja

    arde con mayor pureza, alimentada por el fugaz pauelo que hace seas desde el barco o laventanilla del tren. El alejamiento penetra como un tinte en aquel que desaparece,impregnndole de un suave ardor.

    ...A MEDIA ASTA

    Cuando muere un ser muy prximo a nosotros, nos parece advertir en las transformaciones delos meses subsiguientes algo que, por mucho que hubiramos deseado compartir con l, slopoda haber cristalizado estando l ausente. Y al final lo saludamos en un idioma que l ya noentiende.

    PANORAMA IMPERIAL

    VIA JE POR LA Inflacin ALEMANA

    I. En el legado de frases hechas que revelan a diario la forma de vida del burgus alemn--esa aleacin de estupidez y cobarda-, hay una, la de la catstrofe inminente --el esto nopuede seguir as-, que resulta particularmente memorable. Ese desvalido apego a las ideasde seguridad y propiedad de los ltimos decenios, impide al ciudadano medio percibir losmecanismos estabilizadores, altamente novedosos y significativos, sobre los que reposa lasituacin actual. Como la relativa estabilizacin de los aos anteriores a la guerra le favoreca,se cree obligado a considerar inestable cualquier situacin que lo desposea. Pero lassituaciones estables no tienen por qu ser, ni ahora ni nunca, situaciones agradables, y ya

    antes de la guerra haba estratos para los que las situaciones de estabilidad no eran sinomiseria estabilizada. La decadencia no es en nada menos estable ni ms sorprendente que elprogreso. Slo un clculo que admitiera reconocer en ella la nica ratio de la situacin actual,podra, liberndose del enervante asombro ante algo que se repite diariamente, considerar lasmanifestaciones de la decadencia como lo estable por antonomasia, y nicamente la salvacincomo algo extraordinario, casi rayano en lo portentoso e incomprensible. Los pueblos deEuropa central viven como los habitantes de una ciudad sitiada que empiezan a quedarse sinalimentos ni plvora, y para los cuales, segn todo clculo humano, apenas cabe esperarsalvacin. Caso ste en que la rendicin, tal vez incondicional, debera ponderarse muyseriamente. Pero el poder mudo e invisible que Europa central siente frente a ella no se sientaa negociar. As pues, ya slo queda, en la espera permanente del asalto final, dirigir la miradahacia lo nico que an puede aportar salvacin: lo extraordinario. Pero ese estado de atencinextrema y resignada que la situacin exige, podra, ya que mantenemos un misterioso contactocon las fuerzas que nos asedian, provocar realmente el milagro. Por el contrario, quienes anesperan que las cosas no sigan as, acabarn por descubrir algn da que para el sufrimiento,tanto del individuo como de las comunidades, slo hay un lmite ms all del cual ya no puedenseguir: la aniquilacin.

    II. Una extraa paradoja: al actuar, la gente slo piensa en su inters privado ms mezquino,pero al mismo tiempo su comportamiento est, ms que nunca, condicionado por los instintosde masa. Y, ms que nunca, stos vagan a la deriva, ajenos a la vida. All donde el oscuroinstinto animal --como relatan innumerables ancdotas- encuentra una salida ante el peligroinminente y en apariencia invisible, esta sociedad en la que cada cual slo tiene en mente supropio y vulgar provecho, sucumbe tambin como una masa ciega, con torpeza animal, perosin ese saber torpe de los animales, a cualquier peligro, incluso al ms prximo, y la diversidadde los objetivos individuales pierde toda su importancia ante la identidad de las fuerzascondicionantes. Siempre ha sido evidente que el apego de la sociedad a una vida

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    consuetudinaria, pero perdida hace ya tiempo, es tan rgido que, incluso en caso de extremopeligro, hace fracasar el uso propiamente humano del intelecto: la previsin. Ya tal punto que,en ella, la imagen de la estupidez alcanza su culminacin: inseguridad, e incluso perversin delos instintos vitales bsicos, e impotencia y hasta deterioro del intelecto. Esta es la disposicinanmica de la totalidad de los ciudadanos ale- manes.

    III. Todas las relaciones humanas de cierta intimidad son iluminadas por una penetrante y casiintolerable evidencia, ante la cual apenas logran mantenerse firmes. Pues al ocupar el dinerode forma devastadora el centro de todos los intereses vitales, por un lado, y constituirjustamente, por el otro, la barrera ante la que fracasan casi todas las relaciones humanas, vandesapareciendo ms y ms, tanto en el mbito de la naturaleza como en el de las costumbres,la confianza espontnea, la calma y la salud.

    IV. No en vano suele hablarse de miseria desnuda. Lo ms siniestro de su exhibicin, queempez a ser costumbre bajo la ley de la necesidad y slo muestra, sin embargo, una milsimaparte de lo que oculta, no es la compasin, ni la conciencia -igualmente terrible- de la propiaintangibilidad que se abren paso en el observador, sino su vergenza. Resulta imposible viviren una gran ciudad alemana en la que el hambre obliga a los ms miserables a vivir de losbilletes con que los transentes intentan cubrir una desnudez que les hiere.

    V. Pobreza no es vileza. Perfecto. Pero ellos s que envilecen al pobre. Lo hacen y leconsuelan con la frasecilla de marras. Es una de aquellas que en otra poca pudieron tenervalidez, pero cuyo plazo ha expirado hace ya tiempo. No otra cosa ocurre con aquel brutalquien no trabaja, que no coma. Cuando haba trabajo y se poda comer, tambin habapobreza, pero sta no envileca al individuo al abatirse sobre l por una mala cosecha ocualquier otra fatalidad. S envilece, en cambio, esta indigencia en la que han nacido millones yen cuyas redes van cayendo otros cientos de miles a medida que empobrecen. La suciedad yla miseria crecen a su alrededor como muros construidos por manos invisibles. y as como elindividuo que est solo puede soportar muchas cosas, pero siente una justa vergenza si sumujer ve cmo las soporta y ha de padecerlas ella misma, as tambin a ese individuo se lepermite aguantar mucho mientras est solo, y todo, siempre que lo oculte. Pero nadie deber

    hacer nunca sus propias paces con la pobreza, si sta, cual gigantesca sombra, se abatierasobre su pueblo y su casa. Tendr entonces que mantener sus sentidos muy despiertos frentea cualquier humillacin que le toque en suerte, y someterlos a una disciplina hasta que sussufrimientos hayan abierto no ya el abrupto camino de la afliccin, que lleva cuesta abajo, sinoel sendero ascendente de la rebelda. Aunque aqu no cabe esperar nada mientras todos ycada uno de los destinos ms terribles y oscuros, discutidos cada da, e incluso cada hora, porla prensa, analizados en todas sus causas y consecuencias ficticias, no ayuden a nadie adescubrir las fuerzas oscuras a las que su vida ha sido esclavizada.VI. Al extranjero que siga someramente la andadura de la vida alemana e incluso haya

    recorrido por poco tiempo el pas, sus habitantes no le parecern menos extraos que los deuna raza extica. Un francs perspicaz dijo una vez: Es rarsimo que un alemn tenga lasideas claras con respecto a s mismo. y si alguna vez las tiene, no lo dir. y si lo dice, no se

    har entender). La guerra ha aumentado esta desoladora distancia, y no slo por lasatrocidades, reales o legendarias, que solan contarse de los alemanes. Lo que ms bienacaba de rematar el grotesco aislamiento de Alemania a los ojos de los dems europeos, loque en el fondo les hace pensar que tienen que vrselas con hotentotes (como muyacertadamente se ha dicho de los alemanes), es la violencia -de todo punto incomprensiblepara el que est fuera, y totalmente inconsciente para el prisionero-- con que las condicionesde vida, la miseria y la estupidez someten a la gente, en este escenario, a las fuerzas de lacomunidad, como slo la vida de cualquier primitivo se halla condicionada por las leyes de suclan. El ms europeo de todos los bienes, esa irona ms o menos conspicua con que la vidadel individuo pretende seguir un curso distinto del de la comunidad en que le ha tocado recalar,es algo que los alemanes han perdido totalmente.

    VII. La libertad de la conversacin se est perdiendo. As como antes era obvio y naturalinteresarse por el interlocutor, ese inters se sustituye ahora por preguntas sobre el precio desus zapatos o de su paraguas. Ineluctablemente, en cada tertulia acaba insinundose el tema

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    de las condiciones de vida, del dinero. Y no es que se hable tanto de las preocupaciones ypadecimientos de cada cual -tema en el que quiz podran ayudarse unos a otros-, como de lasituacin en general. Es como estar prisionero en un teatro y tener que seguir, de grado o porfuerza, la obra que se est escenificando; como tener que convertirla constantemente, degrado o por fuerza, en tema de pensamientos y conversaciones.

    VIII. Quien no se resiste a percibir el deterioro acaba reivindicando, sin demora, unajustificacin especial para su permanencia, actividad y participacin en este caos. Hay tantasconsideraciones sobre el fracaso general como excepciones para la propia esfera de accin,domicilio y circunstancia. La voluntad ciega de salvar el prestigio de la propia existencia, msque de liberarla al menos -mediante una valoracin distanciada de su impotencia eintrincamiento- del teln de fondo de la ofuscacin general, se va imponiendo casi en todaspartes. Por eso est el aire tan cargado de teoras sobre la vida y concepciones del mundo, ypor eso stas parecen aqu, en este pas, tan pretenciosas. Pues al final casi siempre sirvenpara legitimar alguna situacin particular, totalmente insignificante. Por eso tambin est el airetan cargado de las quimeras y espejismos propios de un futuro cultural que, pese a todo,irrumpira floreciente de la noche a la maana: porque cada cual se compromete con las

    ilusiones pticas de su punto de vista aislado.IX. Los hombres que viven apriscados en el redil de este pas han perdido la visin paradiscernir los contornos de la persona humana. Ante ellos, cualquier espritu libre parece un serextravagante. Imaginemos las cadenas montaosas del macizo alpino recortadas no contra elcielo, sino contra los pliegues de un pao oscuro. Slo confusamente se dibujaran laspoderosas formas. Del mismo modo, una pesada cortina ha cubierto el cielo de Alemania y yani siquiera vemos el perfil de los ms grandes hombres.

    X. El calor se est yendo de las cosas. Los objetos de uso cotidiano rechazan al hombre suave,pero tenazmente. y al final ste se ve obligado a realizar da a da una labor descomunal .paravencer las resistencias secretas -no slo las manifiestas- que le oponen esos objetos, cuya

    frialdad tiene l que compensar con su propio calor para no helarse al tocarlos, y coger suspas con una destreza infinita para no sangrar al asirlos. Que no espere la menor ayuda dequienes le rodean. Revisores, funcionarios, artesanos y vendedores, todos se sientenrepresentantes de una materia levantisca cuya peligrosidad se empean en patentizarmediante su propia rudeza. y hasta la tierra misma conspira en la degeneracin con que lascosas, hacindose eco del deterioro humano, castigan al hombre. Al igual que ellas, la tierra loconsume, y la eternamente ausente primavera alemana no es ms que una de lasinnumerables manifestaciones similares de la naturaleza alemana, que tambin se vadescomponiendo. En ella se vive como si, contrariando todas las leyes, la presin de esacolumna de aire cuyo peso cada cual soporta, empezara, de pronto, a hacerse sentir por estospagos.

    XI. Al despliegue de cualquier movimiento humano, ya provenga de impulsos espirituales oincluso naturales, se opone la desmedida resistencia del entorno. La escasez de viviendas y elencarecimiento del transporte se estn encargando de aniquilar por completo ese smboloelemental de la libertad europea que, bajo ciertas formas, le fue dado incluso a la Edad Media:la libertad de cambiar de domicilio. y si la coaccin medieval ataba al hombre a agrupacionesnaturales, ahora se halla encadenado a una comunidad antinatural. Pocas cosas fortalecerntanto la funesta violencia del impulso migratorio y su propagacin como el estrangulamiento dela libertad de cambiar de domicilio, y nunca ha sido mayor la desproporcin entre la libertad demovimiento y la riqueza de los medios de locomocin.

    XII. Con la ciudad ocurre lo mismo que con todas las cosas sometidas a un proceso irresistiblede mezcla y contaminacin: pierden su expresin esencial y lo ambiguo pasa a ocupar en ellas

    el lugar de lo autntico. Las grandes ciudades, cuyo poder incomparablemente apaciguador yestimulante encierra al creador en un recinto de paz, y, junto con la visin del horizonte,tambin logra quitarle la conciencia de las fuerzas elementales siempre en vela, aparecen

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    penetradas e invadidas por el campo en todas partes. No por el paisaje, sino por aquello que lanaturaleza libre tiene de ms amargo: la tierra laborable, las carreteras, el cielo nocturno nocubierto ya por el temblor de un velo rojizo. La inseguridad, incluso de las zonas animadas,sume por completo al habitante de la ciudad en esa situacin opaca y absolutamenteaterradora en la que, bajo las inclemencias de la llanura desierta, se ve obligado a enfrentarsea los engendros de la arquitectura urbana.

    XIII. Cierta noble indiferencia hacia las esferas de la riqueza y la pobreza ha abandonadototalmente las cosas que se fabrican. Cada una marca con un sello a su propietario, quien notiene otra eleccin que presentarse como un pobre diablo o un estraperlista. Pues mientras queel verdadero lujo es de tal ndole que el espritu y la sociabilidad logran penetrarlo y hacer quesea olvidado, lo que aqu se va imponiendo como artculo de lujo ostenta una macicez tanimpdica que cualquier irradiacin espiritual se quiebra contra ella.

    XIV .Desde los ms antiguos usos de los pueblos parece llegar hasta nosotros una especie deamonestacin a que evitemos el gesto de la codicia al recibir aquello que tan prdigamente nosotorga la naturaleza. Pues con nada nuestro podemos obsequiar a la madre tierra. De ah quesea conveniente mostrar un profundo respeto al aceptar sus dones, restituyndole, antes deapoderarnos de aquello que nos pertenece, una parte de todo lo que continuamente recibimosde ella. Este profundo respeto se manifiesta a travs de la antigua costumbre de la libatio. yquiz fuera esta antiqusima y noble prctica la que se mantuvo, transformada, en laprohibicin de rebuscar las espigas olvidadas y recoger las uvas cadas, ya que stas resultanprovechosas para la tierra o los ancestros dispensadores de abundancia. La usanza atenienseprohiba recoger las migajas durante las comidas, porque pertenecan a los hroes. Si algnda la sociedad, impulsada por la necesidad y la avidez, llegase a un grado tal de degeneracinque no pudiera recibir los dones de la naturaleza sin recurrir a la depredacin, que arrancaralos frutos an verdes para colocarlos ventajosamente en el mercado y tuviera que vaciar cadafuente slo para hartarse, ese da su tierra se empobrecer y el campo dar malas cosechas.

    OBRAS PBLICAS

    En sueos vi un terreno yermo. Era la plaza del mercado de Weimar. Estaban haciendoexcavaciones. Tambin yo escarb un poco en la arena. Y entonces surgi la aguja de uncampanario. Contentsimo, pens: un santuario mejicano de la poca del preanimismo, elanaquivitzli. Me despert riendo. (Ana= &v&.; vi=vie; witz=iglesia mejicana (!).)

    PELUQUEROPARA SEORAS QUISQUILLOSAS

    Detener una maana en sus camas, sin decir nada, a tres mil damas y caballeros del

    Kurfrsten- damm, y tenerlos veinticuatro horas en la crcel. Distribuir a medianoche, en lasceldas, un cuestionario sobre la pena de muerte, pidiendo a sus firmantes que indiquen el tipode ejecucin que, llegado el caso, elegiran a ttulo personal. Quienes hasta entonces solanexpresarse segn su leal entender) y sin que nadie se lo pidiera, tendran que rellenar esedocumento bajo estricta vigilancia y segn su leal saber). Antes del amanecer, sagrado desdesiempre, pero consagrado en este pas al verdugo, se habra esclarecido la cuestin de la penade muerte.

    CUIDADO CON LOS PELDAOSIEl trabajo en una buena prosa tiene tres peldaos: uno musical, donde es compuesta; unoarquitectnico, donde es construida, y, por ltimo, uno donde es tejida.

    CENSOR JURADO DE LIBROS

    As como la poca actual es, por antonomasia, la anttesis del Renacimiento, tambin se

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    contrapone, en particular, al momento histrico en que se invent el arte de la imprenta. Setrate o no de un azar, su aparicin en Alemania coincide con una poca en que el libro, en elsentido ms noble del trmino, el Libro de los libros, se convirti, gracias a la traduccin de laBiblia por Lutero, en patrimonio colectivo. Ahora, todo parece indicar que el libro, en esta formaheredada de la tradicin, se encamina hacia su fin. Mallarm, que desde la cristalinaconcepcin de su obra, sin duda tradicionalista, vio la verdadera imagen de lo que seavecinaba, utiliz por vez primera en el coup de ds las tensiones grficas de la publicidad,aplicndolas a la disposicin tipogrfica. Los experimentos que los dadastas intentaron luegocon la escritura no provenan ciertamente de un afn de construccin, sino de las puntualesreacciones nerviosas propias de los literatos, y fueron por ello mucho menos consistentes queel intento de Mallarm, surgido de la esencia misma de su estilo. Pero esto permite justamentereconocer la actualidad de aquello que, cual mnada, Mallarm, en su aposento mshermtico, descubri en armona preestablecida con todos los acontecimientos decisivos deesta poca en los mbitos de la economa, la tcnica y la vida pblica. La escritura, que habaencontrado en el libro impreso un asilo donde llevaba su existencia autnoma, fue arrastradainexorablemente a la calle por los carteles publicitarios y sometida a las brutales heteronomasdel caos econmico. Tal fue el severo aprendizaje de su nueva forma. Si hace siglos empez a

    reclinarse gradualmente, pasando de la inscripcin vertical al manuscrito que reposabainclinado en los atriles para terminar recostndose en la letra impresa, ahora comienza, conidntica lentitud, a levantarse otra vez del suelo. Ya el peridico es ledo ms vertical quehorizontalmente, el cine y la publicidad someten por completo la escritura a una verticalidaddictatorial. y antes de que el hombre contemporneo consiga abrir un libro, sobre sus ojos seabate un torbellino tan denso de letras volubles, coloreadas, rencillosas, que sus posibilidadesde penetrar en la arcaica quietud del libro se ven reducidas. Las nubes de langostas de laescritura, que al habitante de la gran ciudad le eclipsan ya hoy el sol del pretendido espritu, seirn espesando ms y ms cada ao. Otras exigencias del mundo de los negocios llevan mslejos. Con el archivo se conquista la escritura tridimensional, es decir, un sorprendentecontrapunto a la tridimensionalidad de la escritura en su origen, cuando era runa o quipo. (Y yahoy es el libro, como ensea el modo actual de produccin cientfica, una mediacin anticuada

    entre dos sistemas diferentes de ficheros. Pues todo lo esencial se encuentra en el fichero delinvestigador que lo escribi, y el erudito, que estudia en l, lo asimila a su propio fichero. ) Perono cabe la menor duda de que la evolucin de la escritura no quedar eternamente ligada a laspretensiones de dominio de una actividad catica en la ciencia y en la economa, y de que msbien vendr el momento en que la cantidad se transforme en calidad, y la escritura, que seadentra cada vez ms en el mbito grfico de su nueva y excntrica plasticidad, se apoderarde golpe de sus contenidos objetivos adecuados (Sachgehalte). En esta escritura pictogrfica,los poetas, que como en los tiempos ms remotos sern en primer trmino y sobre todoexpertos en escritura, slo podrn colaborar si hacen suyos los mbitos en los que (sin darsedemasiada importancia) se lleva a cabo la construccin de esa escritura: los del diagramaestadstico y tcnico. Con la instauracin de una escritura internacional variable, ellosrenovarn su autoridad en la vida de los pueblos y descubrirn un papel frente al cual todas las

    aspiraciones tendentes a renovar la retrica resultarn triviales ensoaciones.

    MATERIAL DIDCTICO

    Principios DEL MAMOTRETO O EL ARTE DE FABRICAR LIBROS GRUESOSI. En toda la exposicin debern entreverarse continuas y prolijas referencias al plan de la obra.

    II. Se introducirn trminos para designar conceptos que, salvo en su definicin misma, novuelvan a aparecer en todo el libro.

    III. Las distinciones conceptuales a las que con gran dificultad se llegue a lo largo del texto,

    debern desdibujarse de nuevo en las notas a los pasajes correspondientes.

    IV .Se darn ejemplos para ilustrar conceptos que slo sean tratados en su acepcin general:

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    as, donde se hable de mquinas, se enumerarn todos sus tipos.

    V. Todo cuanto a prioriest claro de un objeto, ser corroborado por una retahla de ejemplos.

    VI. Las correlaciones representables grficamente sern descritas con palabras. En vez de

    dibujar, por ejemplo, un rbol genealgico, todos los vnculos de parentesco sernpormenorizados e ilustrados.

    VII. Varios adversarios que defiendan la misma argumentacin, debern ser refutados uno auno.

    La produccin media del erudito actual aspira a ser leda como un catlogo. Pero cundo sellegarn a escribir libros como catlogos? Si, de esta suerte, la mala calidad del contenidoaflora al exterior, nacer una excelente obra literaria en la que el valor de las opiniones vendrindicado por una cifra, sin que por ello stas sean puestas en venta.

    La mquina de escribir convertir la mano del literato en algo extrao al portaplumas slo

    cuando la precisin de las formas tipogrficas intervenga directamente en la concepcin de suslibros. Probablemente se necesiten entonces sistemas nuevos con caracteres tipogrficos msvariables. y aquellos sustituirn la escritura a mano por la inervacin de los dedos que danrdenes.

    Un perodo concebido mtricamente, cuyo ritmo sea luego perturbado en un nico punto,producir la frase en prosa ms bella que se pueda imaginar. As, por una pequea brechaabierta en el muro se filtra un rayo de luz en el gabinete del alquimista, haciendo destellarcristales, esferas y tringulos.

    ALEMANES, BEBED CERVEZA ALEMANA!

    Frente a la vida intelectual, la plebe est poseda por un odio frentico que ha descubierto en elrecuento de los cuerpos la mejor garanta para aniquilarla. Dondequiera que se les permita, secolocan en fila y avanzan a paso de marcha al encuentro del fuego de artillera y delencarecimiento de las mercancas. Ninguno ve ms all de la espalda del que le precede, ycada cual se enorgullece de ser, de ese modo, un ejemplo para el que le sigue. Esto lodescubrieron los hombres hace siglos en los campos de batalla; pero el desfile de la miseria, elhacer cola, lo han inventado las mujeres.

    PROHIBIDO FIJAR CARTELES!

    LA Tcnica DEL ESCRITOR EN TRECE TESISI. Quien se proponga escribir una obra de gran envergadura, que se d buena vida y, alterminar su tarea diaria, se conceda todo aquello que no perjudique la prosecucin de lamisma.

    II. Habla de lo ya realizado, si quieres, pero en el curso de tu trabajo no leas ningn pasaje anadie. Cada satisfaccin que as te proporciones, amenguar tu ritmo. Siguiendo este rgimen,el deseo cada vez mayor de comunicacin acabar siendo un estmulo para concluirlo.

    III. Mientras ests trabajando, intenta sustraerte a la mediana de la cotidianidad. Una quietud amedias, acompaada de ruidos triviales, degrada. En cambio, el acompaamiento de unestudio musical o de un murmullo de voces puede resultar tan significativo para el trabajo como

    el perceptible silencio de la noche. Si ste agudiza el odo interior, aqul se convierte en lapiedra de toque de una diccin cuya plenitud sepulta en s misma hasta los ruidos excntricos.

    IV. Evita emplear cualquier tipo de tiles. Aferrarse pedantemente a ciertos papeles, plumas,

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    tintas, es provechoso. No el lujo, pero s la abundancia de estos materiales es imprescindible.

    V. No dejes pasar de incgnito ningn pensamiento, y lleva tu cuaderno de notas con el mismorigor con que las autoridades llevan el registro de extranjeros.

    VI. Que tu pluma sea reacia a la inspiracin; as la atraer hacia ella con la fuerza del imn.

    Cuanto ms cautela pongas al anotar una ocurrencia, ms madura y plenamente se teentregar. La palabra conquista al pensamiento, pero la escritura lo domina.

    VII. Nunca dejes de escribir porque ya no se te ocurra nada. Es un imperativo del honor literariointerrumpirse solamente cuando haya que respetar algn plazo (una cena, una cita) o la obraest ya concluida.

    VIII. Ocupa las intermitencias de la inspiracin pasando en limpio lo escrito. Al hacerlo sedespertar la intuicin.

    IX. Nulla dies sine linea -pero s semanas.

    X. Nunca des por concluida una obra que no te haya retenido alguna vez desde el atardecerhasta el despuntar del da siguiente.

    XI. No escribas la conclusin de la obra en tu Cuarto de trabajo habitual. En l no encontrarasel valor para hacerlo.

    XII. Fases de la composicin: idea-estilo-escritura. El sentido de fijar un texto pasndolo enlimpio es que la atencin ya slo se centra en la caligrafa. La idea mata la inspiracin, el estiloencadena la idea, la escritura remunera al estilo.

    XIII. La obra es la mascarilla funeraria de la concepcin.

    TRECE TESIS CONTRA LOS SNOBS

    (Snob en el despacho privado de la crtica de arte. A la izquierda, un dibujo infantil, a laderecha, un fetiche. Snob: Ante esto, todo Picasso es una autntica birria.)

    I . El artista hace una obra. El primitivo se expresa en documentos.

    II. La obra de arte slo

    incidentalmente es un documentoNingn documento

    es, en cuanto tal, obra de arte.

    III. La obra de arte es una pieza de examen.El documento sirve de pieza didctica.

    IV. En la obra de arte aprenden su oficio losartistas.

    Ante los documentos se educa a un pblico.

    V. Las obras de arte se mantienen alejadasunas de otras por su perfeccin.

    En el material se Comunican los documentos.

    VI. Contenido ( lnhalt) y forma (Form) son unasola cosa en la obra de arte: tenor(Gebalt).

    En los documentos domina por completo elmaterial.

    VII. Tenor es lo que ha sido sometido a

    prueba.

    Material es lo soado

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    VIII. En la obra de arte el material es un lastreque la contemplacin desecha. Cuanto ms profundamente se pierde uno en

    un documento, ms denso se vuelve: elmaterial.

    IX. En la obra de arte, la ley de la forma es

    central.En el documento, las formas .slo es tandesperdigadas.

    La obra de arte es sinttica: central elctrica La productividad de un documento exigeanlisis.

    XI. La contemplacin repetida potencia unaobra de arte.

    Un documento slo subyuga por sorpresa

    XII. La virilidad de las obras est en el ataque Al documento su inocencia le sirve decobertura.

    XIII. Tenor es lo que el artista intenta conquistar.

    El hombre primitivo se atrinchera detrs de losmateriales.

    LA TECNICA DEL CRTICO EN TRECE TESIS

    I. El crtico es un estratega en el combate literario.

    II. Quien no pueda tomar partido, debe callar.

    III. El crtico nada tiene que ver con el exegeta de pocas artsticas pasadas.

    IV .La crtica debe hablar el lenguaje de los artistas. Pues los conceptos del cnacle sonconsignas. y slo en las consignas resuena el grito de combate.

    V. La objetividad deber sacrificarse siempre al espritu de partido cuando la causa por lacual se combate merezca realmente la pena.

    VI. La crtica es una cuestin moral. Si Goethe no comprendi a Holderlin ni a Kleist, ni aBeethoven y Jean Paul, esto no atae a su comprensin del arte, sino a su moral.

    VII. Para el crtico, sus colegas son la instancia suprema. No el pblico. y mucho menos laposteridad.

    VIII. La posteridad olvida o enaltece. Slo el crtico juzga en presencia del autor.

    IX. Polmica significa destruir un libro citando unas cuantas de sus frases. Cuanto menos se lohaya estudiado, mejor. Slo quien pueda destruir, podr criticar.

    X. La verdadera polmica aborda un libro con la misma ternura con que un canbal se guisa unlactante.

    XI. El entusiasmo artstico le es ajeno al crtico. En sus manos, la obra de arte es el armablanca en el combate de los espritus.

    XII. El arte del crtico in nuce: acuar consignas sin traicionar las ideas. Las consignas de una

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    crtica insuficiente malbaratan el pensamiento en aras de la moda.

    XIII. El pblico deber padecer siempre injusticias y, no obstante, sentirse siemprerepresentado por el crtico.

    NR 13Treize -j'eus un plaisir cruel de m'arreter sur ce nombre .

    MARCEL Proust

    Le reploiement vierge du livre, encore, pr'te a un sacrifice dont seigna la tranche rouge des anciens tomes;l'introduction d'une arme, ou coupe-paPier, pour tablir la prise de possession.

    STPHANE MALLARM

    I. Los libros y las prostitutas pueden llevarse a la cama.

    II. Los libros y las prostitutas entrecruzan el tiempo. Dominan la noche como el da y el da

    como la noche.

    III. Nadie nota en los libros ni en las prostitutas que los minutos les son preciosos. Slo alintimar un poco ms con ellos, se advierte cunta prisa tienen. No dejan de calcular mientrasnosotros nos adentramos en ellos.

    IV .Los libros y las prostitutas se han amado desde siempre con un amor desgraciado.

    V. Los libros y las prostitutas tienen cada cual su tipo de hombres que viven de ellos y losatormentan. A los libros, los crticos.

    VI. Libros y prostitutas en casas pblicas... para estudiantes.

    VII. Libros y prostitutas: raras veces ver su final quien los haya posedo. Suelen desaparecerantes de perecer.

    VIII. Qu gustosa y embusteramente cuentan los libros y las prostitutas cmo han llegado a serlo que son. En realidad, muchas veces ni ellos mismos se dan cuenta. Durante aos se cede atodo por amor, hasta que un buen da aparece en la calle, convertido en un voluminosocorpus " que se pone en venta, aquello que, por amor a la causa, nunca haba pasado deser un vago proyecto.

    IX. A los libros y a las prostitutas les gusta lucir el lomo cuando se exhiben.

    X. Los libros y las prostitutas se multiplican mucho.

    XI. Libros y prostitutas: vieja beata -joven golfa-. De cuntos libros proscritos antao no ha

    de aprender hoy la juventud!

    XII. Los libros y las prostitutas ventilan sus discusiones en pblico.

    XIII. Libros y prostitutas: las notas al pie de pgina son para aquellos lo que, para stas, losbilletes ocultos en la media.

    ARMAS y MUNICIONES

    Haba llegado a Riga para visitar a una amiga. Su casa, la ciudad, el idioma me erandesconocidos

    Nadie me esperaba, nadie me conoca. Deambul dos horas solo por las calles. Nunca hevuelto a verla as. De cada portal brotaba una llamarada, cada guardacantn lanzaba chispas,cada tranva surga de improviso como un coche de bomberos. S, bien poda ella salir de esteportal, doblar la esquina y sentarse en el tranva. De los dos tena que ser yo, a toda costa, el

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    primero en ver al otro. Pues de haberme rozado ella con la mecha de su mirada, yo habravolado por los aires como un depsito de municiones.

    PRIMEROS AUXILIOS

    De golpe pude abarcar con la mirada un barrio totalmente laberntico, una red de calles quedurante aos haba yo evitado, el da en que un ser querido se mud a l. Era como si en suventana hubieran instalado un reflector que recortara la zona con haces luminosos.

    ARQUITECTURA INTERIOR

    El tratado es una forma rabe. Su apariencia externa no es discontinua ni demasiado llamativa,como corresponde a la fachada de los edificios rabes, cuya articulacin slo comienza en elpatio. As, la estructura articulada del tratado tampoco es perceptible desde fuera, sino que serevela nicamente desde dentro. Si est integrado por captulos, stos no vienen titulados conpalabras, sino indicados por cifras. La superficie de sus deliberaciones no est animada

    pintorescamente, sino ms bien recubierta por los almocarbes de la ornamentacin, que seimbrican sin solucin de continuidad. En la densidad ornamental de esta exhibicin se anula ladiferencia entre argumentaciones temticas y digresivas.

    ARTICULOS DEESCRITORIO Y PAPELERIA

    PLANO-PHARUS. Conozco a una mujer que es distrada. Ah donde yo tengo a mano losnombres de mis proveedores, el lugar donde guardo mis documentos, las direcciones de misamigos y conocidos, la hora de una cita, en ella se han fijado conceptos polticos, consignas delpartido, frmulas confesionales y rdenes. Vive en una ciudad de consignas y habita en unbarrio de trminos conspiradores y hermanados, en el que cada callejuela toma partido y cadapalabra tiene por eco un grito de guerra.

    PLIEGO DE DESEOS. Una caa se yergue para endulzar mundos, Ojal de mi clamo fluyaamoroso surco! Estos versos siguen a Dichosa nostalgia como una perla que hubiera rodadofuera de la madreperla abierta.

    AGENDA DE BOLSILLO. Pocas cosas caracterizan tanto al hombre nrdico como sta: cuandoama tiene que estar, antes que nada y a toda costa, a solas consigo mismo, contemplarprimero su propio sentimiento y disfrutar de l, antes de ir a ver a la mujer y declarrselo.

    PISAPAPELES. Place de la Concorde. Obelisco. Lo que en l se grab hace cuatro mil aos sealza hoy en el centro de la ms grande de todas las plazas. Si se lo hubieran vaticinado qutriunfo para el faran! El primer imperio cultural de Occidente llevar un da, en su centro, elmonumento que conmemora su podero. Qu aspecto tiene, en realidad, esta gloria? Ni unasola de las diez mil personas que pasan por aqu se detiene; ni una sola de las diez milpersonas que se detienen es capaz de leer la inscripcin. As cumple cada fama con loprometido, y no hay orculo que la iguale en astucia. Pues el inmortal est all como esteobelisco: dirige un trfico espiritual que bulle a su alrededor y a nadie le sirve ya la inscripcinen l grabada.

    ARTCULOS DE FANTASIA

    Lenguaje incomparable de la calavera: la inexpresividad total -la negrura de sus cuencas- unidaa la ms salvaje de las expresiones -la sonrisa sarcstica de la dentadura.

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    Alguien que se cree abandonado est leyendo, y le duele que la pgina que quiere pasar yaest cortada, que ya ni siquiera ella lo necesite.

    Los regalos deben afectar al obsequiado hasta el extremo de asustarle.

    Cuando un amigo muy apreciado, culto y elegante, me envi su nuevo libro, me sorprend a m

    mismo, en el momento de abrirlo, arreglndome la corbata.Quien cuida los modales, pero rechaza la mentira, se asemeja a alguien que, si bien se viste ala moda, no lleva camisa.

    Si el humo del cigarrillo en la boquilla y la tinta de la estilogrfica fluyeran con igual ligereza, yo,como escritor, estara en la Arcadia.

    Ser feliz significa poder percibirse a s mismo sin temor.

    AMPLIACIONES

    NIO LEYENDO. En la biblioteca escolar te dan un libro. El reparto se efecta en los cursoselementales. Slo de vez en cuando te atreves a formular un deseo. A menudo ves conenvidia, cmo libros ardientemente deseados van a parar a otras manos. Por fin te traan eltuyo. Durante una semana quedabas totalmente a merced de los vaivenes del texto que, suavey misterioso, denso , e incesante, te iba envolviendo como un torbellino de nieve. En lentrabas con una confianza ilimitada. Silencio del libro, cuyo poder de seduccin era infinito!Su contenido no era tan importante. Pues la lectura coincida an con la poca en que tmismo inventabas en la cama tus propias historias. El nio intenta seguir sus trazas ya medioborradas. Se tapa los odos al leer; su libro descansa sobre la mesa, demasiado alta, y una delas manos est siempre encima de la pgina. Para l, las aventuras del hroe se han de leertodava entre el torbellino de las letras, como figura y mensaje entre la agitacin de los copos.Respira el mismo aire de los acontecimientos, y todos los personajes le empaan con su

    aliento. Entre ellos se pierde con mucha ms facilidad que un adulto. Las aventuras y laspalabras intercambiadas le afectan a un grado indecible, y, al levantarse, est enteramentecubierto por la nieve de la lectura.

    NIO QUE LLEGA TARDE. El reloj del patio del colegio parece estropeado por su culpa- Dalas demasiado tarde. y por las puertas de las aulas ante las que l se desliza sigilosamente,llega, hasta el pasillo, un murmullo de secretos concilibulos. All detrs, maestros y alumnosson amigos. O bien todo guarda silencio, como en espera de alguien. Imperceptiblemente ponesu mano en el pomo. El sol inunda el lugar donde l est. y l profana el joven da y abre. Oyematraquear la voz del maestro como la rueda de un molino; se halla ante la piedra de moler. Elmatraqueo de la voz mantiene un ritmo, pero los mozos molineros lanzan ya toda su cargasobre el recin llegado; diez, veinte pesados sacos vuelan hacia l, y tiene que cargarlos hasta

    el banco. Cada hilo de su abriguito est cubierto de polvo blanco. Como un alma en pena amedia noche avanza haciendo ruido a cada paso, pero nadie le ve. Una vez en su sitio, sepone a trabajar en silencio, junto con los dems, hasta que toca la campana. Mas no encuentradicha alguna.

    NIO GOLOSO. Por la rendija de la despensa, apenas entreabierta, penetra su mano como unamante en la noche. Una vez hecha a la oscuridad, busca a tientas azcar o almendras, pasaso confituras. y as como el amante abraza a su amada antes de besarla, tambin el tacto tieneaqu una cita con estas golosinas antes de que la boca saboree su dulzor. Con qu zalamerase entregan la miel, los montoncillos de pasas e incluso el arroz a esa mano! Qu encuentrotan apasionado el de estos dos, libres al fin de la cuchara! Agradecida y fogosa, como si lahubieran raptado de la casa paterna, la mermelada de fresas se rinde sin panecillo, dejndose

    saborear a la intemperie, como quien dice, y hasta la mantequilla responde con ternura a lasaudacias de ese pretendiente que ha irrumpido en la alcoba de la doncella. La mano, jovenDon Juan, no tarda en penetrar en todas las celdas y aposentos, dejando tras de s un reguero

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    de frascos y montoncillos derramados: virginidad que se renueva sin quejarse.

    NIO MONTADO EN EL TIOVIVO. La plataforma con los solcitos animales gira casi a ras delsuelo. Tiene la altura ideal para soar que se est volando. Ataca la msica, y el nio se aleja,dando tumbos, de su madre. Al principio tiene miedo de abandonarla. Pero luego advierte lo fielque es a s mismo. Cual fiel soberano, gobierna desde su trono un mundo que le pertenece. Enla tangente, rboles e indgenas hacen calle. De pronto, en algn oriente, reaparece. la madre.De la selva virgen surge luego la copa de un rbol tal como el nio la vio hace ya milenios, talcomo acaba de verla ahora en el tiovivo. Su animal le tiene afecto: cual mudo Arin va el niomontado en su pez mudo, un toro-Zeus de madera lo rapta como a una Europa inmaculada.Hace ya tiempo que el eterno retorno de todas las cosas se ha vuelto sabidura infantil, y lavida, una antiqusima embriaguez de dominio con el estruendoso : organillo en el centro, cualtesoro de la corona. Al ! tocar ste ms lentamente, el espacio empieza a tartamudear y losrboles, a volver en s. El tiovivo se convierte en terreno inseguro. y aparece la madre, eseposte tantas veces abordado, en tomo al cual el nio, al tocar tierra, enrolla la amarra de susmiradas.

    NIO DESORDENADO. Cada piedra que encuentra, cada flor arrancada y cada mariposacapturada son ya, para l, el inicio de una coleccin, y todo cuanto posee constituye unacoleccin sola y nica. En l revela esta pasin su verdadero rostro, esa severa mirada indiaque sigue ardiendo en los anticuarios, investigadores y biblifilos, slo que con un brillo turbio ymanitico. No bien ha entrado en la vida, es ya un cazador. Da caza a los espritus cuyo rastrohusmea en las cosas; entre espritus y cosas se le van aos en los que su campo visual quedalibre de seres humanos. Le ocurre como en los sueos: no conoce nada duradero, todo lesucede, segn l, le sobreviene, le sorprende. Sus aos de nomadismo son horas en la selvadel sueo. De all arrastra la presa hasta su casa para limpiarla, conservarla, desencantarla.Sus cajones debern ser arsenal y zoolgico, museo del crimen y cripta. Poner orden"significara destruir un edificio lleno de espinosas castaas que son manguales, de papeles deestao que son tesoros de plata, de cubos de madera que son atades, de cactceas que son

    rboles totmicos y cntimos de cobre que son escudos. Ya hace tiempo que el nio ayuda aordenar el armario de ropa blanca de la madre y la biblioteca del padre, pero en su propio cotode caza sigue siendo an el husped ; inestable y belicoso.

    NIO ESCONDIDO. Ya conoce todos los escondrijos del piso y vuelve a ellos como a una casadonde se est seguro de encontrarlo todo como antes. Siente palpitar su corazn. Contiene larespiracin. Aqu est encerrado en el mundo de la materia, que le resulta prodigiosamenteclaro y se le acerca sin palabras. Del mismo modo, slo entiende lo que son cuerda y maderaaquel a quien van a ahorcar. El nio, de pie tras la antepuerta, se vuelve l mismo algo flotantey blanco, un fantasma. La mesa del comedor bajo la cual se ha acurrucado lo transforma en eldolo de madera del templo cuyas columnas son las cuatro patas talladas. y detrs de unapuerta ser l mismo puerta, se la pondr como una mscara pesada y, cual sacerdote-brujo,

    hechizar a todos los que entren desprevenidos. No debern encontrarlo en ningn caso.Cuando hace muecas le dicen que bastara con que el reloj diera la hora para que l sequedara as. Lo que hay de cierto en ello lo sabe l en su escondite. Quien lo descubra, podrdejarlo convertido en dolo bajo la mesa, entretejerlo como fantasma en la cortina, parasiempre, o encerrarlo de por vida en la pesada puerta. Por eso, cuando alguien que lo andabuscando le echa mano, l deja escapar, dando un fuerte alarido, al demonio que lo habatransformado en todo aquello para que no lo encontrasen; por eso ni siquiera aguarda aquelmomento, sino que se adelanta a l con un chillido de autoliberacin. Por eso no se cansa deluchar con el demonio. El piso es, a todo esto, el arsenal de las mscaras. Pero una vez al aohay regalos ocultos en lugares misteriosos, en las vacas cuencas de sus ojos, en su bocapetrificada. La experiencia mgica se vuelve ciencia. Y, como su ingeniero, el nio deshace elencanto de la lbrega casa paterna y busca huevos de Pascua.

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    ANTIGEDADES

    MEDALLON. Resulta paradjica la manifestacin de todo cuanto con razn se denomina bello.

    MOLINILLO DE ORACIONES. Slo la imagen representada mantiene vivo el deseo. Alcontacto con la simple palabra, ste puede, en cambio, prender con fuerza para luego seguir

    ardiendo como fuego de brasa. No hay deseo ntegro sin representacin 'figurativa exacta. Nohay representacin sin inervacin. y la respiracin es su regulador ms sutil. El rumor de lasletanas es un canon de esta respiracin. De ah la prctica yoga de meditar respirando sobrelas slabas sagradas. De ah su omnipotencia.

    CUCHARA ANTIGUA. Una cosa les est reservada a los grandes autores picos: poderalimentar a sus hroes.

    MAPA ANTIGUO. En un amor, la mayora busca una patria eterna. Otros, aunque muy pocos,un eterno viajar. Estos ltimos son melanclicos que tienen que rehuir el contacto con la madretierra. Buscan a quien mantenga alejada de ellos la melancola de la patria. y le guardanfidelidad. Los tratados medievales sobre los humores saben de la apetencia de viajes largos de

    este tipo de gente.

    ABANICO. Todo el mundo habr tenido la experiencia siguiente: cuando se ama a unapersona, incluso cuando slo se piensa intensamente en ella, casi no hay libro en el que no sedescubra su retrato. y hasta se presenta como protagonista o antagonista. En los relatos,novelas y cuentos reaparece en metamorfosis siempre nuevas. y de esto se deduce: lacapacidad de la fantasa es el don de interpolar dentro de lo infinitamente pequeo, deinventarle una plenitud nueva, compacta, a cada intensidad que se traduzca en extensin; enpocas palabras, de considerar cada imagen como si fuera la de un abanico cerrado que slotoma aliento al desplegarse, y, en su nueva dimensin, exhibe los rasgos de la persona amadaque ocultaba en su interior.

    RELIEVE. Se est en compaa de la mujer amada, se habla con ella. Luego, al cabo desemanas o de meses, mediando ya la separacin, vuelve a la memoria aquello de lo queentonces se habl. y el tema resulta esta vez trivial, disonante, superficial, y uno se da cuentade que slo ella, al inclinarse sobre l por amor, lo cubra ante nosotros con su sombra,cuidando de que la idea, como un relieve, viviera en todos los pliegues y rincones. Si estamossolos, como ahora, quedar all plana, sin sombra ni consuelo, a la luz de nuestroconocimiento.

    TORSO. nicamente quien supiera contemplar su propio pasado como un producto de lacoaccin y la necesidad, sera capaz de sacarle para s el mayor provecho en cualquiersituacin presente. Pues lo que uno ha vivido es, en el mejor de los casos, comparable a una

    bella estatua que hubiera perdido todos sus miembros al ser transportada y ya slo ofrecieraahora el valioso bloque en el que uno mismo habr de cincelar la imagen de su propio futuro.

    RELOJES Y JOYERIA

    Quien despierto y ya vestido vea ante s salir el sol -durante un paseo, por ejemplo--,conservar ante todos los dems, y por el resto del da, la soberana de alguien que ha sidocoronado con una diadema invisible, y aquel a quien el sol haya sorprendido trabajando, tendrla impresin, a medioda, de haberse puesto l mismo la corona. Como el reloj de la vida, en elque los segundos no hacen ms que huir, pende sobre los personajes novelescos el nmerode pginas. Qu lector no le ha echado, al menos una vez, un Vistazo fugaz y angustiado?

    En sueos me vi a m mismo -profesor interino (Privatdozent) de reciente hornada-conversando con Goethe de colega a colega mientras recorramos las espaciosas salas de un

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    museo que l dirige. Mientras l habla con un empleado, en una sala contigua, yo me acerco auna vitrina. En ella, junto a otros objetos dispersos, sin duda ms pequeos, se yergue,reflejando la luz turbiamente, el busto metlico o esmaltado, de tamao casi natural, de unamujer muy parecida a la llamada Flora de Leonardo del museo de Berln. La boca de estacabeza de oro est abierta y sobre los dientes de la mandbula inferior hay dijes y adornos que,a intervalos bien calculados, cuelgan parcialmente hacia fuera. No tuve la menor duda de queera un reloj. (Motivos del sueo: el rubor de la vergenza; la hora matinal tiene oro en la boca*;La tete, avec l'amas de sa criniere sombre IEt de ses bijoux prcieux, ISur la table de nuit,comme une renoncule, IRepose. Baudelaire.)

    El refrn alemn Morgenstunde hat Gold im Munde, que hemos traducido literalmentepara orientar al lector, equivale en castellano a Al que madruga, Dios lo ayuda, Eljuego homofnico entre Schamro/e (rubor producido por la vergenza) y el apellido delamigo de Benjamin, Roe/he, podra quiz ampliarse a la palabra alemana Morgenro'/e,que significa alha, aurora, y enlazara con la Morgens/tmde (hora matinal) del refrncitado, (N. de los T)

    LAMPARA DE ARCO

    A una persona la conoce nicamente quien la ama sin esperanza.

    LOGGIA

    GERANIO. Dos personas que se aman se aferran sobre todo a sus nombres.

    CLAVEL SILVESTRE. Al que ama, el ser amado le parece siempre un ser solitario.

    ASFODELO. Detrs del que es amado se cierra el abismo del sexo como el de la familia.

    FLOR DE CACTUS. El que ama de veras se alegra cuando, en una discusin, el ser amado notiene razn.NOMEOLVIDES. El recuerdo siempre ve empequeecido al ser amado.PLANTA DE HOJAS PERENNES. Si a la unin se opone algn impedimento, no tarda enpresentarse la ilusin de una vida en comn, carente de deseos, durante la vejez.

    OFICINA DE OBJETOS PERDIDOS

    OBJETOS PERDIDOS. Lo que hace tan incomparable e irrecuperable la primera visin de unaaldea o de una ciudad en medio del paisaje es el hecho de que, en ella, la lejana y la

    proximidad vibran estrechsimamente unidas. La costumbre an no ha culminado su labor. Nobien empezamos a orientarnos, el paisaje desaparece de golpe como la fachada de una casacuando entramos en ella. An no ha conseguido imponerse gracias a la exploracin constante,convertida en costumbre. Una vez que empezamos a orientamos en algn lugar, aquellaimagen primera no podr reproducirse nunca ms.

    OBJETOS HALLADOS. Esa lontananza azul que no cede a ninguna proximidad ni se diluye amedida que uno se le acerca, que tampoco se extiende prolija y pretenciosa ante quien seaproxima, sino que slo se yergue frente a l ms hermtica y amenazadora, es la lontananzapintada de los bastidores. Esto confiere a los decorados teatrales su carcter incomparable.

    PARADA PARA NO MAS DE TRES COCHES DE ALQUILER

    Llevaba diez minutos en una parada esperando un autobs. L'Intran... Paris Soir... LaLibert, voceaba a mis espaldas, ininterrumpidamente, sin alterarla cadencia, una vendedorade peridicos. L'Intran... Paris Soir... La Libert..., una celda de prisin de planta triangular.

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    Qu vacas se ofrecan a mi vista las esquinas!

    Vi en sueos una casa de mala fama. Un hotel donde miman un animal. Casi todos bebenslo agua de animal mimado. Estaba soando con estas palabras cuando me despertsobresaltado. De puro cansancio me haba tumbado en la cama sin desvestirme y con lahabitacin iluminada, durmindome enseguida por espacio de algunos segundos.

    Hay en las grandes casas de vecindad una msica de un alborozo tan mortalmente triste queuno se resiste a creer que est destinada a quien la interpreta: es msica para esashabitaciones amuebladas en las que uno se sienta los domingos, absorto en pensamientos queno tardan en adornarse con aquellas notas como una fuente de fruta excesivamente maduracon hojas marchitas.

    MONUMENTOA LOS COMBATIENTES MUERTOS

    KARL KRAUS. Nada ms desconsolador que sus adeptos, nada ms desamparado que susadversarios. Ningn nombre podra ser ms decorosamente honrado por el silencio.

    Esgrimiendo una rabiosa sonrisa dentro de una viejsima armadura, cual dolo chino que blandeen sus dos manos sendas espadas desenvainadas, baila la danza guerrera ante el mausoleode la lengua alemana. El, que es slo uno de los epgonos que habitan la antigua mansin dellenguaje, se ha convertido en el guardin de su tumba. Ante ella monta la guardia da ynoche. Nunca puesto alguno ha sido ms celosamente guardado, y ninguno ha estado nuncams perdido. En l se mantiene firme aquel que, como una Danaide, no para de alimentarsedel mar de lgrimas de sus contemporneos y, al igual que Ssifo, ve cmo la roca destinada asepultar a sus enemigos se le escapa rodando de las manos. Qu hay ms desvalido que suconversin? Qu ms impotente que su humanitarismo? Qu ms desesperanzado que sulucha contra la prensa? Qu sabe l de las potencias que le son realmente aliadas? Y, noobstante, qu dones profticos de los nuevos magos puede compararse con la fineza auditivade este sacerdote-brujo, al que hasta una lengua remota le inspira palabras? Quin haconjurado nunca un espritu como lo ha hecho Kraus en Los abandonados como si Dichosanostalgia jams hubiera sido escrito previamente? Con el mismo desamparo con que slodejan or su voz los espritus le llega el vaticinio, como en un murmullo, desde lasprofundidades ctnicas de la lengua. Por separado, cada sonido es incomparablementeautntico, pero todos juntos producen perplejidad, como un mensaje espectral. Ciego como losManes, limitado como los espritus que slo conocen la voz de la sangre ya quienes no lesimporta lo que puedan provocar en el reino de los vivos, el lenguaje lo exhorta a la venganza.Pero l no puede equivocarse. Infalibles son los mandatos del idioma. Quien cae en brazos deKraus, ya est juzgado: su propio nombre se vuelve condena en esa boca. Cuando l la abre,la incolora llama de la irona aletea en sus labios. y que nadie tropiece con l por los caminosde la vida. En un arcaico campo del honor --gigantesco campo de batalla de un sangriento

    trabajo-, sigue rabiando frente 3: un monumento funerario abandonado. Sus honras fnebressern inconmensurables, las ltimas que se celebren.

    AVISADOR DE INCENDIOS

    La idea de la lucha de clases puede inducir a error. No se trata de una prueba de fuerza en laque se decide la cuestin de quin vence o quin sucumbe, ni de un combate a cuyo trmino leir bien al vencedor y mal al vencido. Pensar as es disimular los hechos bajo un tinteromntico. Pues, ya salga vencedora o sucumba en el combate, la burguesa est condenada aperecer por las contradicciones internas que, en el curso de su evolucin, habrn de resultarlefatales. La pregunta es nicamente si perecer por s misma o a manos del proletariado. Su

    respuesta decidir sobre la pervivencia o el final de una evolucin cultural de tres milenios. lahistoria nada sabe de la mala infinitud contenida en la imagen de esos dos luchadoreseternamente en pugna. El verdadero poltico slo calcula a plazos. y si la abolicin de laburguesa no llega a consumarse antes de un momento casi calculable de la evolucin tcnica

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    y econmica ( sealado por la inflacin y la guerra qumica), todo estar perdido. Es precisocortar la mecha encendida antes de que la chispa llegue a la dinamita. La intervencin, elriesgo y el ritmo del poltico son cuestiones tcnicas. ..no caballerescas.

    RECUERDOS DE VIAJE

    A TRANI. La escalera barroca arqueada que sube en suave pendiente hacia la iglesia. La verjadetrs de la iglesia. Las letanas de las viejas durante el A ve Mara: iniciacin al primer cursode la muerte. Si uno se gira, la iglesia, como el propio Dios, colinda con el mar. Cada maana,la era cristiana irrumpe en la roca, pero entre las murallas de abajo la noche siguedisgregndose en los cuatro antiguos barrios romanos. Callejuelas como pozos de ventilacin.En la plaza del mercado, una fuente. A ltima hora de la tarde, mujeres a su alrededor. Luego,solitaria: chapaleteo arcaico.

    MARINA. La belleza de los grandes veleros es nica en su gnero. Pues no slo hanconservado invariable su perfil durante siglos, sino que aparecen en el ms inmutable de todoslos paisajes: en el mar, realzados contra el horizonte.

    VERSALLES, FACHADA. Es como si hubieran olvidado este castillo all donde, hace cientos deaos, lo erigieron Par Odre Jul Ro :---y slo por dos horas- como el decorado mvil de unaferie. De su esplendor no se reserva nada para s, lo entrega todo entero a ese paraje real quese cierra con l. Ante ese teln de fondo, el paraje se transforma en el escenario donde lamonarqua absoluta era representada, en clave trgica, como ballet alegrico. Hoy, noobstante, es slo la pared cuya sombra se busca para gozar de la perspectiva hacia el azulcreada por Le Norte.

    CASTILLO DE HEIDELBERG. Las construcciones cuyas ruinas se elevan hacia el cieloresultan a veces doblemente hermosas los das claros, cuando la mirada se cruza, a travs desus ventanas o en sus partes ms altas, con nubes que pasan. La destruccin reafirma, gracias

    al efmero espectculo que abre en el cielo, la eternidad de aquellas ruinas.

    SEVILLA, ALCAZAR. Una arquitectura que sigue el primer impulso de la fantasa. No esinterrumpida por consideraciones prcticas. Slo sueos y fiestas, y su realizacin, estnprevistas en los altos salones. En ellos, baile y silencio se vuelven leitmotiv, porque todomovimiento humano es absorbido por el silencioso tumulto de la ornamentacin.

    MARSELLA, CATEDRAL. En la plaza ms desierta y soleada se alza la catedral. Todo aquest muerto, aunque al Sur, a sus pies, colinde con La Joliette, el puerto, y al Norte, con unbarrio proletario. Lugar de transbordo de impalpables e inescrutables mercancas, el yermoedificio se eleva entre el malecn y los almacenes. Invirtieron en l unos cuarenta aos. Perocuando todo estuvo listo, en 1893, lugar y tiempo se conjura- ron victoriosamente contra

    arquitectos y contratista, y de las riquezas del clero surgi una gigantesca estacin ferroviariaque jams pudo ser entregada al trfico. En la fachada se distinguen las salas de espera delinterior, donde los viajeros de primera a cuarta clase (aunque ante Dios todos sean iguales),apretujados entre sus bienes espirituales como entre maletas, leen, sentados, libros decnticos muy similares, con sus concordancias y correspondencias, a las guas internacionalesde ferrocarriles. Extractos del reglamento de trfico ferroviario cuelgan de las paredes comocartas pastorales; se consultan tarifas de indulgencia para efectuar excursiones en el tren delujo de Satans, ; y, a modo de confesionarios, hay aseos preparados donde el que acaba dellegar de un largo viaje puede lavarse discretamente. Esta es la estacin de la religin deMarsella. De ella parten, a la hora de las misas, convoyes de coches-cama con destino a laeternidad.

    CATEDRAL DE FRIBURGO. Al ms ntimo sentimiento de pertenencia a una ciudad se hallanunidos, para sus habitantes -y tambin, en el recuerdo, para el viajero que se haya detenido untiempo en ella- el timbre y los intervalos con que los relojes de sus torres dan las primeras

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    campanadas.

    MOSCU, CATEDRAL DE SAN BASILIO. Lo que la madonna bizantina sostiene en brazos noes ms que un mueco de madera de tamao natural. Su expresin de dolor ante un Cristocuya condicin de nio queda slo evocada, sugerida, es ms intensa que la que sera capazde exteriorizar ante la imagen real de un nio.

    BOSCOTRECASE. Elegancia de los pinares: su techo est construido sin entrelazamientos.

    NAPOLES, MUSEO NAZIONALE. En su sonrisa, las estatuas arcaicas ofrecen a quien lascontempla la conciencia de su cuerpo como un nio nos tiende las flores recin cortadas,mezcladas y sin atar, mientras que el arte posterior anuda con mayor severidad la expresin delos rostros, semejante a un adulto que con hierbas cortantes entrelaza el ramo que ha de durar.

    FLORENCIA, BAPTISTERIO. En el portal, la Spes de Andrea Pisano. Sentada, alza los brazoscon gesto desvalido hacia un fruto que le resulta inalcanzable. y sin embargo es alada. Nadams verdadero.

    CIELO. En sueos sal de una casa y alc la mirada al cielo nocturno. Un violento resplandoremanaba de l. Pues, al estar constelado, las figuras segn las cuales se agrupa a las estrellasse hallaban ah, fsicamente presentes. Un Len, una Virgen, una Balanza y muchas otras,compactos cmulos de estrellas, miraban fijamente hacia la Tierra. De la Luna, ni trazas.

    PTICO

    En verano llama la atencin la gente gorda, en invierno, la delgada.

    En primavera, con tiempo claro y soleado, se notan los brotes del follaje; bajo la lluvia fra, las

    ramas an sin hojas.

    Cmo ha transcurrido una velada con invitados es algo que, quien se quede hasta el final,podr apreciar de una ojeada por la posicin de los platos y tazas, de las copas y las fuentes.

    Principio fundamental de la publicidad y del galanteo: colocarse siete veces, septuplicado, entorno a quienes se desea conquistar.

    La mirada es el poso del hombre.

    JUGUETES

    PLIEGOS DE FIGURAS RECORTABLES. Como grandes embarcaciones oscilantes, losbarracones de feria han atracado a ambos lados del muelle de piedra sobre el que se agolpa lagente. Hay veleros provistos de altos mstiles de los que cuelgan gallardetes; vapores decuyas chimeneas sube humo; gabarras que mantienen largo tiempo su carga estibada. Entreellos hay barcos en cuyo vientre uno desaparece; slo dejan bajar hombres, pero a travs delas escotillas se ven brazos femeninos, velos y plumas de pavo real. En otros sitios puedenverse, en cubierta, forasteros que parecen dispuestos a ahuyentar al pblico con una msicaextravagante. Sin embargo, con qu indiferencia es ste recibido! Uno sube titubeando, agrandes pasos y contonendose como por las escalerillas de un barco, y, una vez arriba, sequeda a la espera de ver todo aquello alejarse de la orilla. Los que luego. reaparecen,silenciosos y ligeramente aturdidos, han visto su propio matrimonio surgir y desvanecerse en

    rojas escalas por las que sube y baja espritu de vino coloreado; el hombre amarillo que, en laparte inferior, empezaba a conquistar a la mujer azul, la abandona en el extremo superior deaquella escala. Han mirado el espejo donde el suelo acuoso se les escurra bajo los pies y, a

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    trompicones, salen al aire libre por las escaleras mecnicas. Revuelo es lo que la flota trae albarrio: hay mujeres y chicas casquivanas all dentro, y todo lo comestible fue cargado en elmismsimo pas de Jauja. Uno est tan totalmente aislado por el ocano que, aqu, seencuentra con todo como por vez primera y ltima al mismo tiempo. Leones marinos, enanos yperros son guardados como en un arca. Hasta el ferrocarril ha sido instalado aqu de una vezpara siempre, y en su movimiento circular atraviesa todo el tiempo un tnel. Por unos das elbarrio se ha convertido en la ciudad portuaria de una isla del Mar del Sur, y sus habitantes ensalvajes que, ahtos de estupor y deseo, se desvanecen ante todo lo que Europa arroja a suspies.

    BLANCOS. Habra que describir, reunindolos en un corpus, los paisajes de las barracas detiro al blanco. Vease un desierto de hielo del cual emergan, en muchos sitios, cabezas depipas de barro blancas, puntos de mira dispuestos como haces de rayos. Detrs, ante unafranja inarticulada de bosque, haba dos guardabosques pintados al leo, y en primer plano,como piezas de quita y pon, dos sirenas de provocadores pechos. En otro lado se erizan pipasen el pelo de mujeres que raras veces van pintadas con faldas y ms bien llevan mallas. O biensurgen de algn abanico que ellas abren en la mano. Hay pipas mviles que giran lentamente

    al fondo de los Tirs aux pigeons. Otros barracones ofrecen teatros en los que el espectadordirige la representacin con la escopeta. Si da en el blanco, empieza la funcin. Una vez habatreinta y seis cajas, y sobre el marco del escenario estaba escrito lo que se esperaba quehubiera detrs: Jeanne d' Arc en prison, L 'hospitalit J Les rues de Paris .En otro barracn:Excution capitale.Ante el portn cerrado, una guillotina, un juez en toga negra y un sacerdotesosteniendo un crucifijo. Si el tiro es vlido, se abre el portn y avanza una plataforma demadera en la que se ve al delincuente entre dos esbirros. Este se coloca automticamente bajola guillotina y le cortan la cabeza. w mismo: Les d/ices du mariage. Un msero interior seofrece al espectador. Se ve al padre en el centro de la habitacin; en sus rodillas sostiene a unnio, y con la mano libre mece una cuna en la que hay otro, echado. L'enfer: cuando se abrensus puertas, se ve un diablo que tortura a un alma en pena. A su lado, otro empuja a un fraileen un caldero donde los condenados debern cocerse a fuego lento. Le bagne: un portn, y

    ante l, un carcelero que tira de una campana cuando se ha dado en el blanco. Esta suena yse abre el portn. Se ve a dos presidiarios moviendo una gran rueda; parecen tener que girarla.Y de nuevo otra constelacin: un violinista con su oso bailarn. Uno dispara y el arco del violnse mueve. El oso golpea el bombo con una zarpa y levanta una pata. Imposible no pensar en elcuento del sastrecillo valiente; tambin cabra imaginarse a la Bella Durmiente despertada porun tiro, a. Blanca Nieves liberada de la manzana por un disparo y a Caperucita Roja salvadapor otro. Como en un cuento de hadas, el disparo irrumpe en la existencia de los muecos conesa violencia redentora que arranca a los monstruos la cabeza del tronco y revela su condicinde princesas. Como en aquel gran portal sin letrero: si se ha apuntado bien, el portn se abre y,ante cortinas de pana roja, un moro parece esbozar una ligera reverencia. Sostiene una fuentede oro. En ella hay tres frutas. Se abre la primera, y en su interior se inclina una figurillaminscula. En la segunda, dos muecos igualmente minsculos bailan giran- do sobre s

    mismos. (La tercera no se abri.)Debajo, frente a la mesa sobre la cual se alza el resto del decorado, un pequeo jinete demadera con la inscripcin: Route mine. Si se da en el blanco, se oye un estallido y el jinete dauna voltereta con su caballo, quedando, por supuesto, sentado encima de l.

    ESTEREOSCOPIO. Riga. El mercado diario, la apretujada ciudad de casuchas de maderabajas se extiende por el malecn, un dique de piedra ancho y sucio, sin almacenes, siguiendoel curso del Duina. Pequeos vapores, cuya chimenea apenas sobrepasa el muro del muelle,han atracado en la liliputiense y negruzca ciudad (Los barcos ms grandes estn fondeadosDuina abajo). Sucios tablones constituyen el fondo arcilloso sobre el cual, brillando en el airefro, se difuminan unos cuantos colores. En algunas esquinas pueden verse todo el ao, junto

    apuestos de pescado, carne, botas y ropa, mujeres de la pequea burguesa con esas varillasde papel coloreado que . Slo por Navidad suelen llegar hasta Occidente. Ser reido por la vozque ms se ama: as son esas varillas. Por pocos cntimos, azotes multicolores. Al final delmalecn, entre barreras de madera ya slo treinta pasos del agua, se alza el mercado de

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    manzanas con sus montaas rojiblancas. Las manzanas por vender se esconden entre la paja,y las ya vendidas, sin paja, en las cestas de las amas de casa. Al fondo se eleva una iglesia decolor rojo oscuro que, en el aire fresco de noviembre, no puede competir con las mejillas de lasmanzanas. Varias tiendas de accesorios nuticos en casitas diminutas, no lejos del malecn.En ellas han pintado amarras. Por todas partes se ven mercancas pintadas en letreros opintarrajeadas en las paredes de las casas. En su pared de ladrillos sin enlucir, una tienda de laciudad ofrece maletas y correas de tamao superior al natural. Otra, de corsetera y sombrerosde mujer, situada en una casa baja, que hace esquina, ha pintado, sobre un fondo amarilloocre, acicalados rostros femeninos y rgidos corpios. En la esquina de enfrente se alza unafarola que muestra algo parecido en sus cristales. El conjunto parece la fachada de un burdelde fantasa. En otra casa, que tampoco est lejos del puerto, se ven sacos de azcar y carbnde color gris y negro sobre una pared gris. En otro lugar hay representadas cornucopias de lasque llueven zapatos. Varios artculos de ferretera -martillos, ruedas dentadas, alicates ytornillos diminutos- han sido pintados con todo detalle en un letrero que parece un modelo deesos antiguos lbumes infantiles para colorear. La ciudad est llena de imgenes similares,como extradas de cajones. Pero en medio se alza un gran nmero de edificios altos ytristsimos, con aspecto de fortificaciones, que evocan todos los horrores del zarismo.

    EXCLUIDO DE LA VENTA. Gabinete mecnico en la feria de Lucca. Una tienda de campaaalargada y simtricamente distribuida alberga la exposicin. Varios escalones conducen a ella.Una mesa y algunos muecos inmviles sirven de cartel anunciador. Por la abertura derechase entra en la tienda, y se vuelve a salir por la izquierda. En el interior iluminado, dos mesasavanzan hacia el fondo. Se tocan por el borde longitudinal interno, de suerte que slo queda unespacio estrecho para circular. Ambas mesas son bajas y estn recubiertas de cristal. Encimase ven los muecos ( de una media de veinte a veinticinco centmetros de altura), mientras quede la parte inferior, oculta, llega el tictac del mecanismo de relojera que acciona a losautmatas. Una pequea pasarela para nios bordea las dos mesas. De las paredes cuelganespejos deformantes. Cerca de la entrada se ven personajes principescos. Cada uno hacealgn movimiento: ste un amplio gesto de invitacin con el brazo derecho o izquierdo,

    aquellos desvan sus miradas de cristal, otros revuelven los ojos al tiempo que mueven losbrazos. All estn Francisco Jos, Po IX en su trono, flanqueado por dos cardenales, la reinaElena de Italia, la sultana, Guillermo I a caballo, Napolen III en pequeo y, en ms pequeoan, Vittorio Emmanuele de prncipe heredero. Siguen figurillas bblicas; luego, la Pasin.Herodes ordena la matanza de los inocentes con variados movimientos de cabeza. Abremucho la boca e inclina la cabeza, estira el brazo y lo deja caer nuevamente. Delante de l haydos verdugos: uno de ellos haciendo girar en el vaco su cortante espada, con un niodecapitado bajo el brazo, el otro, a punto de asestar el golpe, permanece inmvil y se limita agirar los ojos. y al Lado, dos madres: una moviendo suavemente y sin parar la cabeza comouna desconsolada, la otra alzando lentamente los brazos en gesto implorante.-La Crucifixin.La cruz est en el suelo. Los verdugos fijan los clavos. Cristo mueve la cabeza. Cristocrucificado prueba la esponja embebida en vinagre que un soldado le tiende lentamente, a

    intervalos, y luego retira de golpe. El Salvador levanta ligeramente la barbilla. Desde atrs, unngel se inclina sobre la cruz con el cliz destinado a recibirla sangre, lo acerca y luego, comosi estuviera lleno, lo retira.-La otra mesa muestra cuadros de costumbres. Garganta ante unplato de albndigas. Se las lleva a la boca con ambas manos, alzando alternativamente ora elbrazo derecho, ora el izquierdo. Las dos manos sostienen sendos tenedores en los que hayuna albndiga ensartada.-Una joven hilandera alpia.-Dos monos tocando el violn.-Una magotiene delante dos recipientes en forma de tonel. Se abre el de la derecha y de l surge el bustode una dama. Pero se esconde enseguida. Se abre el de la izquierda: de l emerge hasta lamitad el cuerpo de un hombre. Se vuelve a abrir el recipiente de la derecha y esta vez apareceun crneo de macho cabro con el rostro de la dama entre sus cuernos. Acto seguido se abre elde la izquierda: surge un mono en vez del hombre. Luego todo vuelve a empezar desde elprincipio. --Otro mago: tiene ante s una mesa y en cada mano sostiene una copa invertida.

    Cuando las levanta alternativamente, aparecen debajo tan pronto un panecillo o una manzana,como una flor o un dado.-La fuentemgica: de pie ante una fuente, un joven campesino sacude la cabeza. Una muchacha tira de

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    la palanca y un grueso y continuo chorro de cristal fluye por el cao de la fuente.-Los amantesembrujados: un zarzal o una llama, dorados se abren en dos mitades. En su interior se ven dosmuecos. Giran la cabeza el uno hacia el otro y luego la apartan como si se miraran entreasombrados y perplejos. Debajo de cada figura, un papelito con el ttulo. Todo fechado en1862.

    POLICLINICA

    El autor coloca la idea sobre la mesa de mrmol del caf. Larga reflexin: pues aprovecha eltiempo en que an no tiene delante el vaso, esa lente con la cual examina al paciente. Luegosaca poco a poco su instrumental: estilogrfica, lpiz y pipa. La masa de clientes, dispuestacomo en un anfiteatro constituye el pblico de su hospital. El caf, servido y degustadoprevisoramente, sumerge la idea en cloroformo. Aquello que tiene en mente tiene tan poco quever con el asunto mismo como el sueo de un anestesiado con la intervencin quirrgica. Enlos cautelosos lineamientos de la letra manuscrita se practican cortes; ya en el interior, elcirujano desplaza acentos, cauteriza las excrecencias verbales e intercala algn extranjerismocomo una costilla de plata. Por ltimo, la puntuacin le cose todo con finas suturas y l

    remunera al camarero, su asistente, en metlico.

    SE ALQUILAN ESTAS SUPERFICIES

    Insensatos quienes lamentan la decadencia de la crtica. Porque su hora son hace ya tiempo.La crtica es una cuestin de justa distancia. Se halla en casa en un mundo donde loimportante son las perspectivas y visiones de conjunto y en el que antes an era posibleadoptar un punto de vista. Entretanto, las cosas han arremetido con excesiva virulencia contrala sociedad humana. La imparcialidad, la mirada objetiva se han convertido en mentiras,cuando no en la expresin, totalmente ingenua, de la pura y simple incompetencia.

    La mirada hoy por hoy ms esencial, la mirada mercantil, que llega al corazn de las cosas, se

    llama publicidad. Aniquila el margen de libertad reservado a la contemplacin y acerca tanpeligrosamente las cosas a nuestros ojos como el coche que, desde la pantalla del cine, seagiganta al avanzar, trepidante, hacia nosotros. y as como el cine no ofrece a la observacincrtica los muebles y fachadas en su integridad, sino que slo su firme y caprichosa inmediatezes fuente de sensaciones, tambin la verdadera publicidad acerca vertiginosamente las cosas ytiene un ritmo que se corresponde con el del buen cine. De este modo la objetividad ha sidodada definitivamente de baja, y frente a las descomunales imgenes visibles en las paredes delas casas, donde el Chlorodont y el Sleipnir para gigantes se hallan al alcance de la mano,la sentimentalidad recuperada se libera a la americana, como esas personas a las que nadamueve ni conmueve aprenden a llorar nuevamente en el cine. Al hombre de la calle, sinembargo, es el dinero lo que le aproxima de este modo las cosas y establece el contactodecisivo con ellas. y el crtico remunerado que trafica con cuadros en la galera de arte delmarchante sabe sobre ellos cosas, si no mejores, al menos ms importantes que el aficionadoque los ve en el escaparate. La calidez del tema se le revela y lo pone sentimental. Qu es,en definitiva, lo que sita a la publicidad tan por encima de la crtica? No lo que dicen loshuidizos caracteres rojos del letrero luminoso, sino el charco de fuego que los refleja en elasfalto.

    ARTICULOS DE OFICINA

    El despacho del jefe rebosa de armas. Lo que bajo una apariencia de confort seduce al queentra es, en realidad, un arsenal camuflado. Sobre el escritorio, un telfono suena a cadainstante. Le corta a uno la palabra en el momento crucial, dando tiempo al que tiene enfrente

    de preparar su r