auscultaciÓn de taludes (instrumentaciÓn)

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Geotecnia para el trópico andino http://www.bdigital.unal.edu.co/53560/ 415 10- AUSCULTACIÓN DE TALUDES (Instrumentación) 10.1 INTRODUCCIÓN. En la geotecnia el desarrollo de un trabajo no puede agotarse en la fase de diseño, ya que sus resultados sólo tienen el carácter de hipótesis más o menos confiables. Por eso es necesario realizar controles en la obra mediante la ejecución de las siguientes labores: a- Predicción del comportamiento del talud en la fase de diseño. b- Elección de las magnitudes cuyo control resulte significativo para reflejar simplificadamente el comportamiento del talud. c- Definición de instrumentos adecuados para medir las magnitudes elegidas en el punto (b). Dichos instrumentos dependen del rango (valor máximo esperado), precisión requerida y frecuencia de lectura. d- Instalación de los instrumentos elegidos y lectura de los mismos. e- Comparación de los valores previos con los reales. 10.2 MAGNITUDES USUALMENTE SUJETAS A CONTROL Determinación de movimientos superficiales por métodos topográficos. Movimientos en el interior del terreno con la ayuda de equipos instalados en sondeos que permiten definir la profundidad de la zona afectada. Movimientos de apertura de grietas y movimientos entre bloques de macizos rocosos, apoyan la interpretación de los datos aportados por otros controles Presiones intersticiales control de sus variaciones (niveles freáticos y piezométricos). Fuerzas de anclaje. Modificación de presiones intersticiales provocadas por la instalación de subdrenajes. 10.3 SISTEMAS DE MEDIDA 10. 3.1 Control de movimientos superficiales

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10- AUSCULTACIÓN DE TALUDES

(Instrumentación)

10.1 INTRODUCCIÓN.

En la geotecnia el desarrollo de un trabajo no puede agotarse en la fase de diseño, ya que sus resultados sólo tienen el carácter de hipótesis más o menos confiables. Por eso es necesario realizar controles en la obra mediante la ejecución de las siguientes labores:

a- Predicción del comportamiento del talud en la fase de diseño.

b- Elección de las magnitudes cuyo control resulte significativo para reflejar

simplificadamente el comportamiento del talud.

c- Definición de instrumentos adecuados para medir las magnitudes elegidas en el punto

(b). Dichos instrumentos dependen del rango (valor máximo esperado), precisión

requerida y frecuencia de lectura.

d- Instalación de los instrumentos elegidos y lectura de los mismos.

e- Comparación de los valores previos con los reales.

10.2 MAGNITUDES USUALMENTE SUJETAS A CONTROL

Determinación de movimientos superficiales por métodos topográficos.

Movimientos en el interior del terreno con la ayuda de equipos instalados en sondeos

que permiten definir la profundidad de la zona afectada.

Movimientos de apertura de grietas y movimientos entre bloques de macizos rocosos,

apoyan la interpretación de los datos aportados por otros controles

Presiones intersticiales control de sus variaciones (niveles freáticos y piezométricos).

Fuerzas de anclaje.

Modificación de presiones intersticiales provocadas por la instalación de subdrenajes.

10.3 SISTEMAS DE MEDIDA

10. 3.1 Control de movimientos superficiales

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Consiste en determinar la magnitud y velocidad de los movimientos que sufre la superficie del suelo afectado por un proceso de inestabilidad (Deslizamiento o Reptamiento). Se

pueden utilizar los siguientes métodos:

Tabla 10. 1. Control de Movimientos.

Métodos de control Sistemas de medida Observaciones

Clásicos Triangulación Trilateración Poligonación

Medida de ángulos Medida de ángulos y distancias

- Permite medir movimiento en 3 dimensiones

- Precisión media

- La lectura y la toma de datos es laboriosa.

- Requiere personal especializado.

Nivelación Medida de movimiento vertical respecto a una base fija.

- sólo permite controlar movimientos verticales

- Alta precisión (1mm en 1Km)

- La toma y el tratamiento de los datos es

rápida y sencilla.

Colimación

Medida de los movimientos horizontales de los puntos de control respecto a un plano vertical

- Buena precisión (mm)

- El procedimiento de lectura y tratamiento de

los datos es rápido y sencillo.

- Sólo permite el control de movimientos

horizontales perpendiculares al plano de

colimación.

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10.3.2 Control de movimientos en el interior del terreno.

Se instalan aprovechando los sondeos, los más comunes son los inclinómetros y los extensómetros.

Equipo Sistema de

funcionamiento Tipos Observaciones

Inclinómetro

Medida de inclinaciones en diversos puntos del interior de un sondeo mediante una sonda que da una señal eléctrica proporcional a la inclinación. Permite conocer los movimientos perpendiculares a la dirección del sondeo

De resistencia eléctrica De cuerda vibrante De servoacelerómetros

El más fiable, preciso y de menor tiempo de respuesta es el de servoacelerómetro, que puede lograr precisiones en la medida de giros de 2 * 10-4 rad Hay que asegurarse en la instalación que el punto inferior de medida se sitúe por debajo de la zona de movimiento.

Extensómetro de hilo o varillas

de 1 o más anclajes

Miden movimientos relativos entre la cabeza de un sondeo y/o varios anclajes situados en su interior. Los movimientos de los anclajes se transmiten a la boca del sondeo mediante hilos o varillas. Las medidas se realizan en la cabeza mediante procedimientos eléctricos o mecánicos.

A De hilos.

De varillas. B

De lectura mecánica. De lectura eléctrica.

Longitud < 40m – ext – varillas. Longitud > 60m – ext – de hilos. Elegir el tipo de anclaje más adecuado para que quede sólidamente unido al terreno circundante. Asegurarse que el punto más profundo de medida del extensómetro esté por debajo de la zona de movimiento.

10.3.3 Medida de deformaciones entre puntos superficiales próximos

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Consiste en elementos anclados firmemente en los puntos cuya distancia se desea controlar (estacas, mojones, puntillas). La medida se puede realizar con elementos

mecánicos (cintas métricas, hilos) o sistemas eléctricos (transductores).

Control de deformaciones entre puntos superficiales próximos

Sistema de lectura Sensor de medida Observaciones

Equipos con sistema de Lectura mecánico

- Cinta de convergencia

- Cinta métrica

- Calibre

- Flexímetro

- La cinta de convergencia es utilizada para

distancias de medida grandes (> 2 m)

- Baja precisión en la cinta métrica (mm)

- Precisión media en el calibre (0,1 mm)

- Precisión alta en el flexímetro (0,01 mm)

Equipos con sistema de Lectura eléctrico

- Potenciómetro

- LVDT

- Cuerda vibrante

- Indispensables cuando se quiere

automatizar el proceso de toma de datos o

los puntos a controlar no son accesibles.

- Potenciometros (cm)

- LVDT (mm)

- Cuerda vibrante (0,1 mm)

Control de puntos superficiales próximos

Figura 10.2 Control de movimientos en el interior del terreno

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Punto

S V a S, S1 y S2: Distancias

1 S: desplazamiento

2 S1 S1/T S1/T2 V: velocidad

3 S2 S2/T S2/T2 T: Tiempo (días, horas)

...

10. 3.4 Medidas de presiones intersticiales.

Tipo Sistema de medida Observaciones

Pozo de Observación

Tubo perforado instalado en el interior de un sondeo cuyo nivel de agua se mide con una sonda.

- Medidas de niveles freáticos en terrenos

permeables.

- No se deben utilizar cuando existan niveles

colgados o capas artesianas.

- Tiempo de respuesta largo principalmente en

terrenos poco permeables.

- Movimientos grandes pueden dañar los tubos

e impedir las medidas.

Piezómetro Abierto

Tubo ranurado en su extremo inferior, instalado en un sondeo. El extremo inferior se sella para evitar transmisión de presiones intersticiales en el interior del tubo. La medida del nivel se

- Medida de presiones intersticiales en terrenos

permeables.

- Bajo costo

- Solamente se puede instalar en un punto del

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realiza con una sonda. sondeo

- Tiempo de respuesta grande principalmente

en suelos poco permeables

- Movimientos grandes pueden dañar los tubos

e impedir las medidas.

Piezómetro Cerrado

Sensor que detecta la presión intersticial en un punto mediante un transductor que da una señal proporcional a los cambios de presión. - El transductor puede ser

neumático, de resistencia eléctrica o de cuerda vibrante.

- Permiten el control de presiones intersticiales

en varios puntos de un sondeo.

- Mayor costo

- Tiempo de respuesta corto aún en terrenos

pocos permeables

- Poco afectados por los movimientos que se

puedan producir en el talud.

- Los de cuerda vibrante son precisos y fiables.

- Los de resistencia eléctrica pierden precisión

con variaciones de temperatura y pierden su

estabilidad, a largo plazo, por señales a

distancia.

- Los neumáticos son aconsejables para

distancias menores de 200 m.

Figura 10.4 Medidas de presión intersticial

Para verificar la efectividad de un drenaje horizontal se combinan observaciones en el

abatimiento del nivel (freático o piezométrico) con la realización de aforos en los drenajes horizontales al determinar los caudales que fluyen en un tiempo determinado.

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10.3.5 Control de fuerzas

Incluyen los equipos para control de cargas en anclajes y los equipos para control de presiones totales en muros de contención o en el interior del terreno.

Control de fuerzas

Medidas Equipo Sistema de Funciona Tipos Observaciones

Tensiones en Anclaje

Células de carga

Elementos que instalados entre la cabeza del anclaje y el terreno miden las cargas que un medio transmite al otro.

- Mecánicas

- Hidráulicas

- Cuerda

vibrante

- Resistencia

eléctrica.

- Los errores se producen por la

excentricidad de la carga

aplicada sobre la célula (hasta

10%)

- Las mecánicas se utilizan si el

punto de medida es accesible.

- Cuando se quiere automatizar

se utiliza la cuerda vibrante.

Presiones Totales

Células de Presión total

Equipo compuesto por dos láminas planas metálicas circulares o rectangulares soldadas en sus extremos y rellenas de un líquido que trasmite la presión del terreno a un transductor

- Neumáticas

- Hidráulicas

- Resistencia

eléctrica

- Cuerda

vibrante

- Los errores mayores ocurren

en la transmisión de la presión

del terreno al líquido.

- Los transductores neumáticos

se utilizan para presiones < 35

kg/cm2

- Transductores hidráulicos tiene

procedimiento de lectura

laborioso

- Cuerda vibrante: cuando se

requiere automatizar y para

distancias largas.

10.3 Geomecánica de las laderas de Manizales *

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Manizales: Latitud 5º 4' N; Longitud 75º 31' W; Altitud 2150 msnm; Temperatura 18ºC;

Fundación 1849.

Manizales y Villamaría están ubicadas en una zona de alto riesgo sísmico y geotécnico,

específicamente las laderas superiores que resultan inestables y aparecen afectadas con

actividades antrópicas intensas. Este es el medio ambiente del trópico andino, donde el

clima y la particular circunstancia de los suelos residuales le imponen condiciones a

cualquier proyecto de desarrollo urbano, máxime si se trata de expandir el área de la

ciudad a estos escenarios que deben mantenerse como zonas de interés ecológica vitales

para el drenaje y el paisaje.

Sismos como el del Quindío 1999; lluvias torrenciales y prolongadas como las de marzo,

junio y noviembre del año 2003; deslizamientos como el de la Sultana en el 2003 y el de

La Carola en 1994; flujos como el de la quebrada Gallinazo afectando la planta de

tratamiento de Gallinazo e inundaciones como la de la Quebrada Minitas en el Barrio La

Toscana, ambos casos en el segundo quinquenio de los 80, son eventos que han dejado

lecciones para la ciudad.

Este documento incorpora textos preparados por Gonzalo y Eugenio Duque para INGESAM

Ltda., en el proyecto de Saneamiento Ambiental del Río Chinchiná, contratado por Aguas

Manizales en 2006, y que se referencian en la bibliografía.

Manizales es una ciudad de laderas que, a diferencia de Medellín, ocupa el territorio de

arriba hacia abajo y empieza a generar presión sobre los bosques andinos y drenajes de la

vecindad. La densidad urbana en Manizales es el 55% de la densidad de Medellín; además

el crecimiento demográfico permite estimar que la población de la ciudad crecerá cerca de

un 15% en los próximos 30 años, lo que permite contemplar la posibilidad de acometer

medidas oportunas para hacer viable ese crecimiento urbano moderado en las siguientes

décadas, mediante la redensificación del área ya construida, y para restarle presión al

medio ecosistémico y facilitar los procesos de estabilización del territorio ocupado.

A pesar de su crecimiento acelerado en los umbrales del siglo XX y a su protagonismo

económico y político ocurrido en la década de 1920, el futuro de Manizales se perfilaba

como el de una ciudad intermedia de pequeño tamaño, cuya dinámica quedará supeditada

al proceso de conurbación del Eje Cafetero. El trazado urbano reticulado, la arquitectura

del bahareque y las grandes empresas de arriería fueron los aspectos dominantes del

modelado del suelo en las décadas de finales del S XIX y principios del S XX; luego con el

café llega a la ciudad el impacto del ferrocarril y los cables aéreos, y al tiempo una

apertura cultural que transforma la arquitectura en ecléctica y un nuevo trazo urbano

curvilíneo ajustado a las curvas de nivel y contornos del relieve. En 1929 se construye la

vía a occidente que cruzará el Río Cauca en el corregimiento de Arauca, para llegar a

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Anserma. Posiblemente de fecha no muy posterior a ese año sea la vía al Norte, puesto

que en 1929 se construyó el Cable Aéreo Manizales - Aranzazu que funciona

interrumpidamente por 14 años, lo que significa que esa ruta no debía existir para

entonces, y que debe ser de fecha cercana a 1940. Después de la crisis de 1929, el

protagonismo del transporte es el medio carretero que se despliega a las veredas y

pequeños poblados de la geografía caldense; entonces Manizales aprende la construcción

racional de llenos.

Fig. 1- Laderas de Manizales: sur de la ciudad en El Carmen (Izq), y norte de Manizales en

la Olivares (Der).

La actual expansión urbana descontrolada de Manizales presionando las laderas a partir de

1970, es consecuencia de la revolución verde, que permitió transformar un país de

prósperos campesinos propietarios, en un país urbano de asalariados e informales. Ya a

partir de la década de 1970 aparecen los asentamientos que le dan a la estructura urbana

que hasta entonces era la de una “cometa” cuya “cola” la conformaba la Avenida

Santander, una configuración alargada con múltiples satélites periféricos constituidos en

mayor medida por los barrios populares. La vía que sale de Villamaría a Rioclaro, utiliza la

antigua banca del FF CC de Caldas construido entre 1924 y 1927. Fue en el año 1926 que

esta vía llegó a Villamaría por la margen izquierda del río Chinchiná, y en 1959 que se

levantan los rieles. Es evidente la necesidad de controlar mediante la planeación del

territorio y la elaboración de planes maestros el uso adecuado del suelo y el agua, en

Villamaría, para afianzar el buen comportamiento de las laderas.

GEOLOGÍA

Las unidades geológicas comprometidas en estas laderas, son de dos clases: unidades

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estratigráficas y cuerpos de rocas ígneas. Según Naranjo y Ríos, en su obra "La geología

de Manizales y sus alrededores", estas son las unidades y cuerpos:

Fig. 2 a- Planta de la geología del entorno urbano de Manizales y Villamaría en la zona de

estudio, con las Unidades geológicas así: Gabros de Chinchiná y Olivares en rojo fuerte

(Kgch y Kgol); Complejo Cretácico Quebradagrande en verde (Kqd); Formación Manizales

del Terciario superior en amarillo (Tsmz); Formación Quebradagrande del Terciario

superior en rosado (Tscb); Cubierta piroclástica del Cuaternarias en gris (Qcp); Lavas

basálticas del domo de Sancancio en rojo claro (Qdsc). En negro, además de la retícula

urbana de Manizales y Villamaría, curvas de nivel, contornos y drenaje, los lineamientos

estructurales ciertos (__) e inferidos (…). Fuente: Naranjo y Ríos. 1989.

Fig. 2 b- Perfil idealizado de la Geología de Manizales de occidente a oriente. En verde el

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basamento cretácico intruido por el domo Sancancio (rojo); más arriba, en amarillo la

Formación Manizales y en rosado la Formación Casabianca que son del Terciario; y por

último, en gris la cobertura de Cenizas Volcánicas más reciente y en blanco flujos de lodo

cuaternarios. En azul se anuncia la presencia de una unidad del basamento metamórfico

cristalino de la Cordillera Central de edad Paleozoica. Fuente: Naranjo y Ríos. 1989.

Complejo Quebradagrande.

Fig. 3 a- Complejo Quebradagrande en la entrada a Sinaí (Izq) y en La Sultana (Cen y

Der).

El Complejo Quebradagrande es una unidad Cretácica constituida por dos miembros: uno

volcánico y otro metasedimentario. El primero de lavas basálticas y el segundo –ver Fig.3

a- de areniscas líticas, brechas sedimentarias, conglomerados con clastos volcánicos,

además cuarzo lechoso, fragmentos de anfibolitas, chert, lutitas, lentes de calizas y

grauvacas; todo el paquete con fuerte buzamiento. Desde la óptica de la estabilidad es

necesario subrayar la presencia en el segundo miembro, de rocas carbonosas altamente

susceptibles a alteración, por meteorización. Es el caso de las inestabilidades en la Quiebra

del Billar, la Siria, la Cárcava del Tablazo y el sector de Java, lugares afectados en

principio por actividad tectónica.

Formación Manizales.

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Fig. 3 b- Formación Manizales en la Panamericana (Izq y Cen) y en la banca del FFCC de

Villamaría (Der).

Para Naranjo y Ríos esta Formación es del Terciario y su edad de 4 a 8 millones de años,

ver Fig. 3 b. Suprayace a Quebradagrande y es a la vez suprayacida por la Formación

Casabianca o por la secuencia volcaniclástico de Manizales. Está constituida por un

conjunto de rocas sedimentarias vulcanogénicas con clastos del complejo volcánico Ruiz–

Tolima. Los afloramientos de la Formación Manizales según Naranjo y Ríos, aparecen

entre otros lugares, al occidente de Manizales, donde la unidad presenta un escarpe de

falla de más de treinta metros de altura asociado con la Falla de Romeral, la misma que

define el límite con rocas de ambiente oceánico.

Para Naranjo, en el escarpe de Chipre, La Formación Manizales se muestra con

"conglomerados bloquesoportados, conglomerados lodosos matriz soportados, areniscas

con estratificación cruzada de ángulo bajo, areniscas y conglomerados tobáceos. Los

niveles conglomeráticos están mal seleccionados, pobremente sorteados y poseen

fragmentos de filitas, pizarras, cuarzodioritas, andesitas basálticas, neiss biotíticos,

andesitas y cuarzo lechoso". Esta Formación presenta bloques de centímetros hasta los

primeros metros, de subangulares a subredondeadas y algo cementados en una matriz

limosa de color café oscuro, Según el investigador, la potencia de la formación que exhibe

140 m en Chipre y 80 m en el río Chinchiná, alcanza un promedio de 260 m.

Formación Casabianca.

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Fig. 3 c- Formación Casabianca: en La Autónoma (Izq), en Villa Carmenza (Der) y en San

Rafael (Der).

Esta segunda unidad conglomerática del Terciario Superior, Fig.3 c, al igual que la

anterior, con las Cenizas de cobertura constituye el supraterreno de Manizales.

Espacialmente, reposa sobre la Formación Manizales o sobre el Complejo

Quebradagrande. Es fácil su reconocimiento debido a su color rojizo característico y alto

grado de meteorización. Para Naranjo y Ríos el espesor promedio de esta secuencia

volcanoclástica en el área de Manizales es de 50 m y su estructura muestra flujos

individuales cuyo espesor varía de 0,5 m hasta 15 m. Para Naranjo y Ríos los clastos de

los flujos de escombros son fundamentalmente de andesitas, con un 65 - 80% de más de

2 cm de tamaño. La matriz de Casabianca es arcillolimosa y por lo tanto plástica e

impermeable. Incluso ha podido formar suelos blancos altamente expansivos y fácilmente

identificables (ver Fig.3c Der).

Lavas Basálticas.

A lo largo de la falla Manizales - Termales del Ruiz y de su fracturamiento asociado,

afloran domos volcánicos cuaternarios que aparecen alineados. Entre estas construcciones

merece mención la del Cerro Sancancio, por su valor estético y paisajístico. Se trata de un

vulcanismo fisural con una edad cercana a los dos millones de años y donde la cota de

Sancancio alcanza 2222 msnm.

Al examinar la altura de Sancancio sobrepasando los 200 m sobre el nivel de su base e

igualando la del escarpe de Chipre, Fig. 6b, debe considerarse la posibilidad de que esa

presión hidro-litostática, la misma que se requiere para extruir un cuerpo en estado

viscoso o semisólido, es la requerida para el levantamiento del escarpe de Chipre. Las

lavas de Sancancio son basálticas.

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Piroclastos:

Fig. 3 d- Capas de cenizas volcánicas en sectores de la ciudad: en Sinai (Izq), en La Enea

(Cen) y en Colseguros (Der).

Estos materiales de la cobertura del territorio comprenden dos unidades cuaternarias de

piroclastos: la más antigua, es una capa de tobas volcánicas afectadas por la última

glaciación, que debido a procesos diagenéticos ha modificado sus rasgos estructurales y

texturales. La segunda, son tefras donde alternan lapilli, arena volcánica y ceniza;

permeables y que facilitan la infiltración, y que en su base encuentran a diferentes

profundidades y como contraste de permeabilidad, la matriz arcillolimosa de Casabianca

en el área de Manizales. La presencia de las tefras le da al relieve de las laderas no

intervenidas y estables, una textura aterciopelada, ondulada y suave, la misma que se

constituye en poderosa herramienta para la interpretación y diagnóstico de las zonas

inestables, y por lo tanto para identificar procesos erosivos, movimientos en masa y

actividad neotectónica. La pérdida de esa particular textura, sumada a la presencia de

cicatrices de deslizamientos y cárcavas y surcos de erosión, permitirá establecer una

variable denominada rugosidad en este estudio.

Al observar las tefras en la imagen del centro de la Fig 3 d, el lapilli y la arena que se

observan son capas no plásticas que no presentan capilaridad; esto afecta no solamente la

estabilidad del suelo sino también la calidad del suelo como recurso agrícola. El lapilli

remoldeado pierde la sinterización intergranular y la capa pierde toda su integridad.

Gabros de Chinchiná.

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Los gabros de Chinchiná, rocas básicas plutónicas que afloran en la ladera del canal de la

Planta Municipal aguas abajo de La Uribe, aflorando como plutón asociado a

Quebradagrande en El Tablazo, El Rosario, La Floresta y Tejares.

Otros gabros afloran en el lecho de la quebrada Olivares y en las paredes de los macizos,

aguas abajo del viejo puente colgante.

TECTÓNICA

Es evidente el levantamiento compresivo que muestra la ciudad en el costado occidental y

que se anuncia con el escarpe de Chipre. Los flujos de lodo que afloran en los taludes de

San Jorge, La Autónoma, Olivares, La Avanzada, Chipre, La Francia, Santa Sofía, Villa

Kempis, Estambul, Marmato y La Panamericana, anuncian el levantamiento del Centro de

la ciudad y no el hundimiento de la Francia, en el Cuaternario. De ahí la presencia de los

conglomerados, en los taludes y en sus coronas, de estos lugares. Es como si Manizales

en el pasado reciente hubiera estado a nivel de Morrogacho y Villamaría, sin haber

entrado el Cuaternario.

Fig. 4 - Las salientes de las laderas marcan un contraste de estabilidad. Sector de Olivares

(Izq) y sector de La Uribe (Der).

Las zonas vecinas al fallamiento compresivo ofrecen problemas de inestabilidad, a causa

de su intenso fracturamiento: esto en vecindades de los escarpes tectónicos como es el

caso de la Uribe, Tejares y La Linda, resulta importante para valorar como deficiente la

estabilidad de las laderas, y para entender la problemática a lo largo de las microcuencas

de las quebradas El Mico y Marmato, que son la expresión de la falla Manizales-Aranzazu.

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Para el sector occidental de la ciudad, hacia el Rosario, habrá que considerar como

potenciales corredores de inestabilidad los lineamientos del Sistema de Fallas Romeral, a

la luz de los trabajos de Naranjo & Ríos y de Hermelín & Velásquez.

Para el perímetro del área urbana de Manizales, los rasgos estructurales a utilizar serán

fundamentalmente los identificados en la cartografía suministrada por Aguas de Manizales.

De éstos, y como se ha señalado en el trabajo de los túneles de INGESAM señalado en la

bibliografía, las fallas con actividad reciente, según estudios de neotectónica local y

mediciones de radón, parecen ser Villamaría-Termales del Ruiz, Manizales-Aranzazu,

Palogrande y San Esteban.

Debe recordarse el trabajo efectuado por investigadores del Departamento de Geociencias

de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, quienes hallaron dos estados de

esfuerzo regionales con actividad neotectónica: El asociado con estructuras norte - sur del

Sistema de Fallas de Romeral (SFR) y el relacionado con el sistema de fallas transversales

al SFR, representado en esta región por el Sistema de Fallas Villamaría-Termales.

Fig. 5- Lineamientos y fallas en Manizales (naranja).

Según lo anterior, las silletas de falla, escarpes de falla, y trazos de falla, que en este

mismo orden de intensidad generan conflictos de estabilidad en sectores como La Uribe y

La Linda para el primer caso ; el de Tejares, La Linda y La Francia para el segundo caso; y

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los de las quebradas Del Batallón, La Camelia, La Textil, La Marmato, La Uribe, la Del

Mico, la de Castilla y Villajulia, además de la que controla la quebrada Olivares y el Río

Chinchiná, para el tercero.

Hacia el sector del occidente, en Morrogacho, el Tablazo, El Rosario y La Linda, entran en

juego los trazos de las fallas del Sistema de Fallas Romeral (SFR) que discurren de norte a

sur, al occidente de la ciudad, entre Chipre y la Troncal de Occidente. Son ellos los que

delimitan las unidades mayores que representan los dos miembros del Complejo

Quebradagrande, el Metasedimentario y el Volcánico. El primero de estos trazos es el que

explica el levantamiento del Alto Tablazo respecto al Bajo Tablazo y que pasa cercano al

sector de ISA; el segundo, la falla que va por Aguabonita, entre Java y El Alto del Caballo;

el tercero y el cuarto, los contactos que delimitan el cuerpo lábil de naturaleza ígnea

básica, extruido en medio de metasedimentitas entre la Siria y La Violeta, e interpretado

por Naranjo y Ríos como un graben, y cuyo trazo luego avanza hacia las quiebras del Billar

y de Vélez apareciendo en ambos lugares como silleta de falla; finalmente la Falla

Chinchiná cuyo trazo cruza por el puente de Cenicafé para avanzar hacia El Rosario.

MORFOLOGÍA Y GEOTECNIA

Las Formaciones Manizales y Casabianca asimilables a un Conjunto Conglomerático, y en

especial la primera de ellas, le imprimen al paisaje de Manizales ciertas características.

El Conjunto Conglomerático se extiende como un depósito de gran potencia sobre una

gran depresión con características de escalamiento tectónico, a modo de valle localizado

donde el drenaje principal modifica su régimen torrencial en fluvial. De ahí que el conjunto

sea un abanico aluvial, de características similares a los de Pereira y Armenia. El territorio

urbano está tectonizado y levantado hacia el occidente.

Fig. 6 a- Modelo de estructural en la cuenca Norte o de la Olivares. Fuente: Eugenio

Duque y Gonzalo Duque.

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432

Fig. 6 b- Modelo estructural en la cuenca Sur o del Chinchiná. Fuente: Eugenio Duque y

Gonzalo Duque.

Yendo de oriente a occidente, gradualmente va cambiando cada vez más, hacia formas verticalizadas en medio de un drenaje que se estrecha en medio de laderas en V con salientes visibles y cauces más entallados a medida que se incrementa el potencial gravitacional. Mientras descienden los cauces de la quebrada Olivares y el río Chinchiná

el territorio urbano de Manizales no lo hace, y los de Chipre y Villa Kempis se levantan aún más.

Las cuestas elementales de Manizales pueden quedar ubicadas en laderas de cualquiera de las unidades geológicas señaladas:

Las localizadas en la Formación Manizales más verticales a causa de la mayor competencia de la roca, rara vez presentan caída de bloques y en caso de lluvia intensa, deslizamiento traslacional o de tipo planar.

Las asociadas a la Formación Casabianca, que están sobre la saliente del terreno (Fig. 4), los presentan con mayor frecuencia y del tipo rotacional, en especial cuando

aparecen los suelos blancos o cuando se saturan las vaguadas más cóncavas en las dos direcciones, arriba de la saliente.

Las inestabilidades en el Complejo Quebradagrande surgen por el deterioro de las laderas a partir de afloramientos de naturaleza carbonosa o grafitosa ubicados en su base o en los niveles inferiores del basamento, cuando estos se saturan o cuando

aparecen saturados y expuestos; además aparecen en las zonas de mayor fracturamiento tectónico de esa unidad litológica, identificable por su color negro, aspecto pizarroso y presencia de azufre.

Las Cenizas Volcánicas -tefras y tobas de la cobertura-, ofrecen estabilidad a las laderas, salvo cuando su basamento falla o cuando se les expone a factores de erosión

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por sobrepastoreo, caminos de arriería y entrega deficiente de aguas desde las vías o

concentración de escorrentías. Estos fragmentos piroclásticos eruptivos que suavizan la topografía al depositarse en capas que siguen las irregularidades y ondulaciones del terreno, y le dan un especial aspecto aterciopelado cuando las laderas son pasturas,

con las eventuales irregularidades, escarpes o rizos que muestren, sirven en el diagnóstico de las áreas erosionadas y las zonas inestables.

Para las conducciones viales, las capas de cenizas en laderas de fuerte pendiente son más delgadas y susceptibles a deslizamientos por lluvias, cuando ha avanzado el invierno.

La Formación Manizales, presenta zonas con distinta capacidad mecánica por variaciones de consolidación, alteración, naturaleza y fábrica textural de sus clastos. La cementación de la matriz, aunque más incipiente, suele añadirle propiedades casi

impermeables al material. Esto unido al tectonismo local, explica las variaciones de estabilidad entre laderas y taludes, como también la presencia de zonas más degradables que otras a escala urbana, desde donde suelen caer bloques.

El ambiente torrencial y eventualmente catastrófico de los eventos, explica el buen empaquetamiento y alta densidad de bloques de esta Formación con propensión a conformar un macizo clastosoportado, salvo cuando abundan los finos. Para el anclaje

de estructuras de contención este macizo resulta competente. De otro lado, la Formación Casabianca, en profundidad presenta bloques aislados y

alterados, y por lo tanto es una unidad matrosoportada en un suelo duro y que hacia la superficie se va modificando, hasta alcanzar las características de suelo blando y cohesivo que admite taludes casi verticales de mediana altura o de mayor desarrollo

cuando el suelo es más profundo. Como evidencia, en la banca del ferrocarril aquellos, con 80 años de excavados, llegan hasta los 20 m e incluso a los 30 m de altura de forma muy ocasional.

Para las construcciones y vías las laderas asociadas a ciertos suelos expansivos de esta unidad, son inestables. Estos conducen a situaciones como las que aparecen en la

Avenida Kevin Ángel entre Aguas de Manizales y San Rafael. Los parámetros geotécnicos suministrados por la prestigiosa empresa Aquaterra

Ingenieros Consultores SA, correspondientes a muestras de la Formación Casabianca obtenidas en el estudio del Teatro Fundadores, y para el Complejo Quebradagrande, del estudio de la ladera sur de La Sultana, y que son de dos lugares diferentes de la

ciudad, se presentan en la Tabla siguiente. Complejo Quebradagrande. Observaciones en La Sultana según Aquaterra.

Ensayo Promedio Mínimo Máximo

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434

Humedad natural -% 34,13 10,70 176,6

Límite Líquido -% 39,68 17,6 178,1

Límite Plástico -% 27,02 13,9 67,8

Índice Plástico -% 12,65 3,1 110,3

Compresión Inconfinada -t/m2 9,94 5,54 18,28

Peso Unitario Húmedo -t/m3 1,738 1,06 2,15

Cohesión t/m2 2,98 0,30 4,90

Ángulo de Fricción -grados 31,92 28,16 35,67

Fuente: Estudio Geológico, Geotécnico e Hidráulico de la Ladera Sur del Barrio La Sultana, Manizales. Aquaterra Ingenieros Consultores SA. Manizales 2004.

Formación Casabianca. Observaciones en Fundadores según Aquaterra.

Ensayo Promedio Mínimo Máximo

Humedad natural -% 88,3 51,9 128,9

Límite Líquido -% 86,0 65,2 135,4

Límite Plástico -% 40,9 37,2 45,0

Índice Plástico -% 45,0 19,0 90,4

Índice de Liquidez -% 0,9 0,8 0,9

Peso Unitario Húmedo -t/m3 1,715 1,609 1,821

Peso Unitario Seco -t/m3 1,036 0,874 1,198

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435

Compresión Inconfinada -t/m2 21,22 13,86 28,57

Penetración Estándar -Golpes /pie 17,0 15,0 19,0

Fuente: Estudio de Suelos para la Rehabilitación Estructural del Teatro Fundadores. Aquaterra Ingenieros Consultores SA. Manizales 2003.

Tablas 1 a y 1 b. Características Geotécnicas en muestras del Complejo Quebradagrande

obtenidas en la Sultana y de Casabianca en Fundadores, por Aquaterra Ingenieros

Consultores S.A.

Los parámetros geotécnicos de los Suelos Residuales de Depósitos Conglomeráticos, en el

sector de la Comuna 2 de Manizales hoy denominada Olivares -que son suelos de las

Formaciones Casabianca y Manizales-, y también los parámetros de las cenizas volcánicas

consolidadas y no consolidadas -que en su orden son las tobas y tefras de la cobertura-,

se presentan en la Tabla siguiente, y han sido tomados todos ellos de un artículo de

Corpocaldas presentado el 2004 en la Revista de los 48 años de la SCIA en Manizales,

firmado por la Dirección de la entidad ambiental.

Parámetros geotécnicos para el

rango de valores

Cenizas Volcánicas

Unidad No Consolidada

Cenizas Volcánicas

Unidad Consolidada

Suelos residuales de depósitos

conglomeráticos

Peso Unitario Húmedo (t/m3)

1,5-1,7

1,33

1,5-1,9

Humedad Natural (%)

25-65

>80

30-80

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436

Pasa 200 (%)

25-50

>70

5->90

Límite líquido (%)

30-70

>100

NP->80

Límite plástico (%)

20-50

>60

NP->50

Índice plástico (%)

5-30

>40

NP->40

SUCS

SM

MH

MH-ML-SM-SP

Cohesión (t/m2)

1-3

>4

1->4

Ángulo de fricción interna(º)

30-36

25-30

20-35

Permeabilidad

(cm/día)

15-85

2-14

>20

Tabla 1c. Tomada de Francisco José Cruz Prada. Relaciones Lluvias Deslizamientos en la Ciudad de Manizales- Revista SCIA 48 años. Manizales 2004.

El Complejo Quebradagrande es el basamento de Manizales y está compuesto por dos miembros: el miembro metasedimentario y el de origen volcánico.

El miembro metasedimentario presenta propiedades geomorfológicas y

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geotécnicas de un doble carácter, las afines a las sedimentitas y las propias de las metamorfitas de bajo grado. Por la vía sedimentaria, los estratos de este primer

miembro presentan fuerte inclinación, plegamiento y fracturamiento. }

Los contactos estratigráficos de limolitas, arcillolitas y lutitas, son difícilmente identificables. Esta unidad metasedimentaria presenta capas plásticas como las tres anteriores, que son las predominantes, y otras rígidas como los chert y

algunas lutitas de composición silícea.

Además, entre estas capas aparecen otras rápidamente alterables de composición carbonosa, y unas más de características frágiles: las de cuarzo lechoso asociado a magmatismo residual. La permeabilidad de la unidad sedimentaria varía localmente

y está condicionada por la porosidad secundaria. El otro componente del Complejo Quebradagrande, el miembro de origen

volcánico, está constituido por lavas básicas de ambiente oceánico.

Estas lavas afloran en el cauce de la Quebrada Olivares y en la vía a Neira, y sus propiedades son las mejores cuando el macizo está sano como en el primer caso; pero en zonas con tectonismo se afecta notablemente tal como se observa en la

cantera de la salida a Neira, ubicada pocos km abajo del viejo Puente Olivares.

Finalmente, para una mejor caracterización geotécnica, de conformidad con los resultados del trabajo de túneles que se efectuó en el marco del trabajo de INGESAM para Aguas Manizales, en 2006, los macizos ya clasificados presentan las

siguientes características generales:

Clasificación de los macizos rocosos de tres de las unidades geológicas de

Manizales

Clasificación de de los macizos rocosos de tres de las unidades geológicas de de Manizales

RQD estimado

Q de Barton

Valoración de Bieniawski - Categoría

Denominación

F. Manizales 60% 0,825 (60) – III (frontera con II) De regular a buena

F. Casabianca 6% 0,002 (10) – V Muy mala

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C. Quebradagrande

30% 0,011 (22)– IV (de rango inferior) Mala cercana a muy mala

Tabla 2. Resultados obtenidos para clasificar las rocas de los macizos estudiados: Índice de calidad de roca RQD, Índice de Calidad de Túneles Q del NGI y clasificación del CSIR según Bieniawski. G. Duque y E. Duque, 2006.

Los parámetros que influyen en la inestabilidad del suelo se relacionan con el agua, el material, la geometría del terreno, y las situaciones del ambiente (fuerzas, procesos, etc).

Los parámetros son: - Tipo de material: roca, capa alterada y cobertura.

- Pendiente: gradiente, forma y longitud.

- Condiciones hidrológicas: infiltración, permeabilidad, NAF, cantidad de agua. - Procesos morfológicos: erosión fluvial e hídrica, movimientos masales.

- Parámetros externos: distribución de la pluviosidad, es decir, relación (intensidad/período), sismicidad, vulcanismo.

Pero también es verdad que las laderas (cuestas naturales) han sido transformadas en taludes por los modelados de la actividad antrópica y que con la expansión de la frontera

agrícola, por prácticas deficientes en el uso y manejo del suelo, se han producido el descontrol hídrico y pluviométrico, la erosión y la desertificación de los suelos andinos.

El movimiento de masas ocurre cuando el esfuerzo cortante supera la resistencia al corte del suelo, lo que se da cuando ocurre al menos una de estas situaciones:

a) Al incrementarse el esfuerzo cortante (sismos). Aquí se incrementan las fuerzas actuantes. b) Al caer la resistencia al corte del suelo (saturación). Esto reduce las fuerzas resistentes

del suelo. Para evaluar acertadamente un evento de movimiento de suelos, deben responderse las

preguntas básicas. ¿Qué pasó?... Mecanismo

¿Qué lo causó?... Causa

¿Continuará?... Estabilidad actual

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¿Qué hacer?... Prevención y corrección

¿Ocurrirá en otro lado?... Predicción espacial ¿Cuándo ocurrirá?... Predicción temporal

¿Es evitable?... Causa

Para lograr una evaluación exitosa, que conduzca a resultados concretos y útiles. 1º Secuencia de eventos: testigos, instrumentos, mecanismos, volumen, energía, causas,

signos. 2º Condiciones ambientales: averiguar las causas y hacer estimativos espacio-temporales

sobre la ocurrencia y extensión de los eventos. Utilizar datos meteorológicos, sismológicos y registrar si se dieron cambios previos en áreas aledañas como construcciones, riegos, explosiones, deforestación, roturas de líneas con líquidos, sobre cargas, interrupción de

drenajes o cultivos. 3º Inspección detallada de morfología y estado de áreas aledañas y del deslizamiento:

grietas, flujos de agua, obras, edificaciones, cultivos. 4º Análisis adicional.

5º Plan de manejo y control e instrumentación, , según obras decididas.

6º Evaluación de las consecuencias y Abandono del sitio. Si bien la causa real de un movimiento de masas es casi un problema que se resuelve a

posteriori, los factores contribuyentes pueden ser más visibles que la causa real o que el detonante del problema.

- Causas intrínsecas: suelen ser naturales y se relacionan con el agua subterránea, material, tectónica, topografía abrupta, etc. - Causas detonantes: pueden ser naturales como la lluvia, el sismo, la erosión, o

artificiales como cortes, deforestación, etc. - Causas contribuyentes: similares a las causas detonantes pero que simplemente

anticipan el evento. - Las medidas: pueden ser preventivas o correctivas, según prevengan la ocurrencia del

evento o corrijan los efectos por él ocasionados

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Los detonantes:

Como detonantes de los deslizamientos se asumirán dos fenómenos: Las lluvias y los sismos.

Los sismos actuarán con mayor acierto afectando por amplificación los depósitos de cenizas volcánicas de potencia significativa -mayores de 10 m-, mientras las lluvias lo harán sobre las capas de ese suelo donde el espesor es escaso -menores de 10 m-.

Pero para la ocurrencia de los deslizamientos de las capas de ceniza la pendiente será un factor decisivo, y también una condicionante. En caso de sismos, la topografía interviene

incrementando la frecuencia o el período de las excitaciones. Para el caso de lluvias, en las laderas empinadas, cóncavas y extensas, sin vegetación

arbórea densa, la saturación favorecida por la geometría de la ladera después de intensas lluvias y la falta de sistemas radicales profundos que interfieran la superficie de falla ubicada en el inferior del depósito permeable saturado, favorecen la ocurrencia de los

deslizamientos. Sismos

En cuanto a la amenaza sísmica, el Eje Cafetero posee dos fuentes de singular importancia, las fallas y la zona de subducción.

El Sistema de Fallas Romeral y otras Fallas, como la Palestina y el sistema Cauca-Patía, generan sismos superficiales como los del Huila 1997, Popayán 1983 y Quindío 1999.

Romeral es la fuente cercana y de más relevancia, con eventos de magnitud 6 e intensidades VII a VIII.

La Zona de Subducción y el Plano de Benioff generan sismos profundos como los del Eje Cafetero en los años 1962, 1979 y 1995. El alcance es del orden regional y los sismos son de magnitud 7 e intensidad VI a VII.

La base histórica de la amenaza sísmica muestra que el 65 % de los eventos son de Romeral, el 28% de Benioff y la Zona de Subducción, y el 7% de otras fallas como la de Palestina, asociada al Complejo Volcánico del Ruiz.

En virtud de la historia sísmica registrada en el país, en el Código Colombiano de Construcciones Sismorresistentes CCCS, Ley 400 de 1997 y Decreto 33 de 1998, se ha

considerado la región en alto riesgo y se le ha asignado una aceleración de 0,25g para efectos de diseño,cuyo espectro es el de la Zona C en la Fig. 7 c.

Respecto a la amplificación, se tiene esta comparación a 112 km del foco y en tres lugares de Manizales, establecida a partir de registros de aceleración máxima para la componente

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EW durante el Sismo de Risaralda de 1995:

· En dos suelos de topografía semiplana los valores fueron 206 y 117 cm/seg2. · En una roca de la planta de Gallinazo, 17 cm/seg2.

Esto es, la fuerza medida se redujo varias veces como consecuencia de la calidad del piso.

Otro ejemplo; en el sismo del Quindío 1999, la aceleración medida en Armenia a 20 km y en dos lugares diferentes:

· En suelos blandos y en topografía plana de Armenia, la aceleración ha alcanzado 0,59g. · En el conglomerado de una bocatoma de Armenia, la aceleración registrada fue 0,09g.

Esto es, respecto a un depósito blando de 30 m de espesor, en el suelo rocoso las fuerzas sísmicas fueron seis veces menores, componente por componente. Entonces, en caso de

sismos, las capas potentes de suelo a diferencia de lo que ocurre sobre una roca, presentan problemas de amplificación severa. Las aceleraciones que se han observado en los sismos de Manizales no son tan elevadas como las que se obtendrías en caso de un

sismo con las características del sismo del Quindío, y los lugares más afectados serían los construidos con normas deficientes y sobre suelos saturados y de gran potencia, lo que tiene a su vez relación con las normas vigentes en época de cada construcción, y los

mapas de la Fig. 7 a (Der) y 7b.

Fig. 7 a- Magnitud de la fuerza sísmica por amplificación del suelo en caso de terremoto, y

Espesores de suelos en la ciudad. CIMOC. Los datos para ambos ejemplos, al igual que estas imágenes y otros conceptos dados en este documento, se han obtenido del estudio Microzonificación Sísmica de la Ciudad de

Manizales, CIMOC -Alcaldía de Manizales. 2002. El sismo de trabajo depende del período de retorno, y éste a su turno se relaciona con la

vida útil de las obras, la cual depende también de su naturaleza, función social y nivel de

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desarrollo económico de la comunidad.

Se recuerda que los investigadores del anterior estudio del CIMOC han sugerido diseñar las obras regulares de la Ciudad para una vida útil de 50 años, y recomendado un período de retorno de 475 años para la amenaza sísmica, y que entre ellos participaron expertos como O. D. Cardona, J. E. Hurtado, S. D. Prieto, W. L. Estrada y J. D. Arango, todos

conocedores del medio ecosistémico y del contexto de Manizales. Ahora bien: el asunto trae implicaciones donde la amplificación es severa, para prevenir el

diseño de estructuras vulnerables o limitar su uso, y en consecuencia esto sobre suelos blandos y en lo alto de las laderas a causa del efecto topográfico.

Con el evento de trabajo que se asume, el de 475 años, la aceleración máxima esperada en un punto del basamento de la ciudad, varía de acuerdo a la fuente que lo produce y su distancia a ella; pero esa fuerza se amplificará, reduciéndose la frecuencia e

incrementándose la amplitud de la excitación, según la topografía, geometría y rigidez del suelo depositado o formado sobre el basamento del lugar considerado, quien le transmite las oscilaciones profundas.

El estudio del CIMOC estimó además de la fuerza máxima, la duración de la fase intensa de la excitación en el basamento, así:

· Fuente Romeral, para una distancia de 20km y una magnitud de 6,2: la aceleración máxima 0,18g y duración de la fase intensa 15 seg.

· Fuentes regionales, más lejanas y profundas y con sismos magnitud 7,0: aceleración máxima 0,15g y duración de la fase intensa 45 seg.

Ahora, el espectro de la roca base es uno y el de los suelos otro, lo que supone ajustar los diseños a las variaciones locales de la amenaza, usando los criterios de la zonificación del

CIMOC, previniendo la resonancia entre estructura y suelo, y atendiendo la topografía del lugar.

La velocidad de la onda en el basamento, Vs, se asume de 1500 m/seg, valor que interesa para el módulo de cortante Gs=ρVs2 donde ρ es la densidad del medio rocoso. Multiplicada ésta por la gravedad, se obtiene el peso unitario PU. Los PU en t/m3, para el

CIMOC, varían así: · En cenizas 1,3 a 1,9.

· En la F. Casabianca de 1,5 a 1,9.

· En la F. Manizales de 1,8 a 2,2.

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Entonces, con el máximo módulo de cortante, el Gs máx obtenido midiendo las velocidades de la onda de corte Vs, los valores medios de los períodos fundamentales de

los suelos según las diferentes fuentes sísmicas están entre 0,47 y 0,56 seg. Para suelos arcillosos, la degradación del módulo de cortante Gs va de la mano con el Índice de Liquidez (relación agua-plasticidad) cuya variación en profundidad se da

conforme cambia el origen del depósito; aquí los períodos fundamentales obtenidos para el conjunto de fuentes sísmicas, variaron entre 0,47 y 0,6 seg.

También se consideró por CIMOC el espesor del depósito de suelo blando considerando espesores de 5, 10, 20 y 30 m; para estos, los períodos fundamentales promedios, en segundos, con eventos de las fuentes sísmicas, varían así en cada caso para el orden de

los espesores dados: 0,11, 0,26, 0,51 y 0,76seg.

Fig. 7 b- Zonificación de Manizales según CIMOC. Verde para cenizas; Amarillo para llenos.

Mostaza para Casabianca; Marrón para la F. Manizales; Rojo para el C Quebradagrande; y Negro para los aluviones cuaternarios del Chinchiná y el drenaje mayor de la Olivares. Con números algunos sitios de interés. Fuente: Microzonificación de Manizales. CIMOC. 2002

(Adaptado)

La microzonificación de la ciudad concluye identificando 6 zonas, quedando: Las Cenizas volcánicas como la Zona I.

Los Rellenos como la Zona II.

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La F. Manizales como la Zona III.

La F. Casabianca como la Zona IV. El C Quebradagrande como la Zona V.

Depósitos competentes aislados Zona VI. Luego por razones prácticas éstas se simplifican y únicamente se definen 3 Zonas, así:

Zona A para Cenizas que eran la Zona I Zona B para llenos que eran la Zona II

Zona C, para las Zonas III, IV, V, y VI.

Fig. 7 c - Espectros de diseño para Manizales, según CIMOC. Los tres espectros son: el

superior para la Zona A, el intermedio para la Zona B y el inferior para la Zona C.

Finalmente, para pasar de las superficies planas y horizontales a las laderas, el factor de

amplificación por efectos geométricos y topográficos (F Top), que procede en las zonas cercanas a los taludes ubicadas a menos de 2 veces el espesor H del depósito de suelo blando, o a menos de 60m de su borde; está dado por las siguientes expresiones:

Para F Top = 1,5 T* Y

Para T> T* se aplica F Top = 1+0,5 (T*/T) 1,5 Siendo T* = 4H/Vs

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Donde se ha considerado, H en metros; Vs = 250 m/seg; y T en segundos.

En general, según las consideraciones aquí presentadas que son del CIMOC, el período de la onda sísmica en lo alto laderas y cerca de sus coronas, sufre una amplificación adicional del 50%.

Lluvias

Según Andrés Eduardo Rubio y Juan Pablo Trujillo, al evaluar la relación lluvia -deslizamiento en el área de Manizales, aparecen dos trabajos de interés: uno, el de Juan David Arango Gartner, titulado "Relaciones Lluvias – Deslizamientos y Zonificación

Geotécnica en la comuna dos de la ciudad de Manizales", y otro el de Mark T. Terlien titulado Modeling spatial and temporal variations in rainfall triggered landslides".

Los valores de precipitación asociada a deslizamientos en Manizales, según Arango (2000), se da para un periodo de lluvias acumulado de 30 días, con una precipitación igual o mayor a 175.4 mm. Y según Terlien (1996) el valor de la precipitación que se relaciona

directamente con la generación de deslizamientos es de 200 mm para un periodo acumulado de 25 días.

Fig. 8- Isoyetas en mm mensuales, para Octubre (Izq) y Julio (Der), en la cuenca del río

Chinchiná. Los valores: azul claro 270 mm; verde oscuro 250 mm habano 170mm amarillo

150 mm, rosado 90 mm y rojo 70 mm. Fundación Profesional para el Manejo Integral del Agua, Proagua (2005).

Rubio y Trujillo estudiaron la serie histórica de precipitaciones desde el año 1956 hasta el

2003 con el fin de determinar el número eventos de esta magnitud con capacidad de afectación. De acuerdo a lo sugerido por Arango, de un total de 17503 periodos

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acumulados de 30 días, se encontraron 6180 intervalos de recurrencia que exceden 175.4 mm. Luego, el periodo de retorno de precipitaciones acumuladas de 30 días que son

superiores a 175.4 mm en la ciudad de Manizales, es aproximadamente de 2.83 días, y los 6180 periodos acumulados de 30 días que han superado el valor de 175.4 mm representan el 35.31% de los casos. Para la tesis de Terlien, encontraron 2977 intervalos de recurrencia entre los 17508 periodos acumulados de 25 días, cuya excedencia de

precipitación supera 200 mm; estos intervalos representan el 17.00% de los períodos acumulados. Entonces el periodo de retorno de precipitaciones acumuladas de 25 días superiores a 200 mm en la ciudad de Manizales, es aproximadamente 5.88 días.

Las isoyetas mensuales de la cuenca media del río Chinchiná, como las de figura anterior,

muestran que la precipitación media en el sector de Chipre es superior a la de Sancancio. Para los meses más lluviosos, el promedio alcanza valores entre 270 y 210 mm; para los meses más secos, el promedio varía desde 140 mm hasta 80 mm. Se recuerda que en

caso de “El Niño”, las temporadas de invierno y verano resultan más secas y en caso de “La Niña”, ambas resultan más húmedas.

Mes Chipre Sancancio

Enero 140 mm 100 mm

Abril 230 mm 210 mm

Julio 100 mm 80 mm

Octubre 270 mm 220 mm

Tabla. 3 Precipitación en los meses más húmedos y más secos, en dos lugares de Manizales. Fuente Proagua.

Lo anterior se ha transformado en una herramienta que se aplica en la ciudad, gracias al establecimiento de una red de monitoreo de lluvias. Después de Octubre y de Abril que

son los meses más lluviosos del año, cuando las lluvias acumuladas de los últimos 30 días alcanzan los niveles críticos de 200 y 300 mm, las autoridades decretan la alerta amarilla y roja en la ciudad. Los deslizamientos suelen darse en Noviembre y Mayo, en especial

durante los años de “La Niña”, ya que es la temperatura media del Océano Pacífico la que condiciona el clima en la región. La susceptibilidad de un sector a los deslizamientos y flujos se determinará a partir de la zonificación de la amenaza en términos de su susceptibilidad, para luego examinar la vulnerabilidad del sistema urbano en su conjunto.

Esta evaluación facilita comparar alternativas de ocupación, diseñar obras de protección, adecuar diseños y establecer planes para manejo y mitigación de riesgos.

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Debe advertirse que si bien resulta factible determinar la extensión espacial de la amenaza por deslizamientos, no resulta fácil evaluar la probabilidad de ocurrencia de un evento con

determinadas características y en un determinado período de tiempo. De ahí que la amenaza de deslizamiento frecuentemente se presente como la susceptibilidad a deslizamientos (Brabb, 1985).

En este caso, para un estudio de la amenaza, de manera similar a como se maneja el concepto de áreas inundables, la susceptibilidad a deslizamientos sólo identifica las áreas

potencialmente afectables, sin aludir a un período de tiempo durante el cual podría ocurrir un evento con una magnitud dada.

Pero los deslizamientos también pueden tener como evento detonante los sismos. Mientras las capas delgadas de cenizas sobre el basamento impermeable resultan más afectadas por las lluvias intensas que las capas de mayor potencia; ocurre lo contrario con

los sismos, a causa de la amplificación. También se puede considerar el efecto de la lluvia y los sismos, simultáneamente, sobre la

estabilidad de las cenizas: las pumitas pueden almacenar agua en su estructura intergranular e intragranular. Las capas de tefra de la región cuentan horizontes importantes de lapilli con baja sinterización causada por el calor de deposición. Cuando el

material se satura y sobreviene el sismo, en zonas inclinadas, la resistencia al cortante puede ser superada a nivel de la superficie de falla. La masa colapsa y se destruye su fábrica textural originándose un flujo donde la proporción de agua y sólidos varía entre el

40% y 60%, dependiendo de la pendiente del canal. Según Fernando Sánchez en comunicación verbal (Sep. 2006), al examinar la estabilidad

de los depósitos de las cenizas volcánicas sobre la Formación Casabianca, utilizando métodos determinísticos y probabilísticos, se encuentra una baja estabilidad de los llenos no confinados, especialmente en las zonas de alta pendiente donde aparecen cicatrices de

deslizamiento. El investigador subraya cómo en los años 94, 95 y 96 se desencadenó fuertes precipitaciones donde la situación involucra el comportamiento de la Formación Casabianca. Considera también, al examinar los hundimientos en la microcuenca de la

quebrada San Luís, el control estructural causado por el sistema de fallas locales (Ver Fig. 5) y la vulnerabilidad de la cubierta piroclástica a los procesos denudativos, es decir a la erosión y a los movimientos en masa. Menciona la socavación de los piroclastos en los bordes de la quebrada y los movimientos rotacionales sobre esa cubierta y sobre la

Formación Casabianca; además observa la presencia de fallas planares en depósitos piroclásticos, Casabianca, y la Formación Manizales.

Ahora, durante las lluvias torrenciales de marzo de 2003, los eventos dominantes fueron deslizamientos superficiales planares en laderas de fuerte pendiente, casi siempre desprovistas de vegetación arbórea e incluso arbustiva. Esto ocurrió en las laderas del

sector occidental desde El Carmen, continuando por Chipre y llegando hasta Villapilar por el costado norte.

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Proagua en su estudio para Corpocaldas, titulado "Caracterización climatológica,

hidrológica e hidráulica de la cuenca del río Chinchiná describe la cuenca media de este cauce, la que coincide con la zona de interés para este estudio. Al respecto dice "Zona media de la cuenca: Esta zona de estudio inicia consecutivamente

donde termina la zona alta en la bocatoma de Sancancio y termina en la bocatoma Montevideo (CHEC), tiene un área de 299.87 km2. En esta parte de la cuenca se encuentran las microcuencas de las quebradas San Juan, San Miguel, El Arroyo, La

Floresta, El Molino y la cuenca de su principal tributario el río Claro…”; y añade que existen unas cuencas de quebradas que considera “descoles de aguas residuales de los municipio de Manizales y Villamaría y pequeños afluentes directos los cuales tienen un

área de drenaje de 18.87 km2” ; además dice que “ la longitud del cauce del río Chinchiná en la zona media de la cuenca es aproximadamente 25.33 km”. INGESAM y Proagua observan que el cauce del Chinchiná en su cuenca media y en los meses secos, resulta

particular afectado porque su caudal es captado por las bocatomas de las plantas intermedias y de Montevideo. Esta zona tiene una estación hidrométrica al cierre de la misma 500 m aguas arriba de la bocatoma".

Al calcular caudales máximos y mínimos, Proagua observa que la tendencia en los caudales mínimos contra el período de retorno es decreciente, contraria de lo que sucede

para los caudales máximos. Aplica el método de Gumbel para estimar los caudales máximos y mínimos en las

estaciones hidrométricas Chupaderos, Sancancio, Montevideo y El Retiro, todas sobre el río Chinchiná, que cuentan con un periodo de registro histórico.

Los resultados hallados para periodos de retorno de 5, 10, 15, 20, 25, 30, 50 y 100 años, en las tres `primeras, son:

Periodo de retorno en años Estación Chupaderos Estación Sancancio Estación Montevideo

5

10 15 20 25 30 50 100

29.557

34.382 37.103 39.009 40.477 41.671

44.999 49.487

40.429

52.755 59.708 64.577 68.328 71.378 79.880 91.348

157.942

210.748 240.540 261.400 277.468 290.539

326.964 376.096

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Tabla 4 a. Caudales máximos en (m3/s) para las 3 estaciones hidrométricas del río

Chinchiná en la zona de estudio.

Periodo de retorno en años

Estación Chupaderos

Estación Sancancio

Estación Montevideo

2 5 10 13 15 17 20 21

1.210 0.067 --- --- --- --- --- ---

2.740 1.338 0.410 0.070 --- --- --- ---

7.854 4.516 2.307 1.497 1.060 0.187 0.187 0.040

Tabla 4 b. Caudales mínimos en (m3/s) para las 3 estaciones hidrométricas del río

Chinchiná en la zona de estudio.

Se puede observar que para los caudales mínimos registrados en las estaciones

hidrométricas de igual forma que para los máximos la estación que registra los caudales

más altos en los periodos de retorno es la estación de Montevideo. Según Proagua la

estación Montevideo es la que mayor periodo de ocurrencia alcanza debido a los altos

valores de caudales mínimos registrados en la estación, y contrario a esto los registros

mínimos en las demás estaciones no alcanzan para obtener caudales en otros periodos de

retorno diferentes a los anotados.

Proagua también señala en las Conclusiones y Recomendaciones, que "El río Chinchiná por

ser un río de montaña de gran pendiente y al momento de presentarse un evento extremo

hace que las condiciones del lecho y la de sus orillas cambien". Agrega además que "Se

requiere por parte de la entidades encargadas de la planificación y gestión del recurso

hídrico de la región, que se planteen estudios continuos que permitan alcanzar un mejor

conocimiento del río y su cuenca, las características geomorfológicas, del régimen de

caudales, la geometría hidráulica del cauce y el transporte de sedimentos".

ESTUDIO DEL FACTOR TIEMPO

La presencia de zonas inestables en la ciudad de Manizales es muy común y se debe a

varios factores, entre ellos: la ubicación geográfica, la topografía, las características

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geológico – estructurales, el clima (lluvias) y el uso del suelo.

Por la topografía escarpada de la ciudad y la limitación de espacios disponibles, es

evidente la necesidad de adecuar el terreno mediante modelados intensos para la

construcción de áreas de expansión urbana recurriendo al desarrollo y a la adecuación de

tecnologías apropiadas; pero igualmente las prácticas constructivas deficientes, la presión

antrópica indebida sobre las frágiles laderas y el descontrol hídrico y pluviométrico, han

generado inestabilidad.

Para conocer la frecuencia y distribución de los eventos en las dimensiones espacial y

temporal en la ciudad de Manizales, se realizó la revisión bibliográfica de algunos trabajos

sobre la presencia de deslizamientos efectuados por investigadores sobre la materia, como

Anne Catherine Chardon y Juan David Arango Gartner, además de dos trabajos de grado

que reportan la ocurrencia de deslizamientos presentados en las Carreteras: Manizales-

Chinchiná y Manizales- La Pintada, centrando la atención en la zona de estudio que nos

ocupa.

Anne Catherine Chardon en su trabajo doctoral titulado "Un enfoque geográfico de la

vulnerabilidad en zonas urbanas expuestas a amenazas naturales". El ejemplo andino de

Manizales, Colombia, realizó un estudio de los desastres por barrio, entre 1.960 y 1.993,

donde la mayoría de los eventos corresponde a deslizamientos. Durante ese periodo de 33

años, encontró registros de 350 desastres coincidiendo principalmente con las épocas de

mayores lluvias, y de ellos el 60% de los eventos ocurridos en 12 barrios marginales,

entre ellos o principalmente los de las y los ubicados sobre rellenos para la construcción

de vivienda popular.

Fig. 9- Barrios en las frágiles laderas de Manizales: la convergencia de amenaza y la

vulnerabilidad.

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Al examinar y recopilar la información de las áreas urbanas, en este trabajo, Chardon ha

centrado la atención, principalmente, en que los eventos en la ciudad de Manizales,

aparecen asociados a los barrios de estratos bajos y señala que estas comunidades que

habitan las zonas de mayor susceptibilidad a los procesos denudativos, debido a las

características del entorno en que se encuentran, resultan ubicadas en zonas expuestas a

amenazas de deslizamientos.

Arango, en su Tesis titulada "Relaciones lluvias – deslizamientos y zonificación geotécnica

en la comuna dos de la ciudad de Manizales", después de recopilar la información de 318

deslizamientos ocurridos en 38 años no consecutivos, entre los años 1.960 y 1.998,

encuentra que el 41% de los eventos se dan en mayo y noviembre y el 31% en octubre y

noviembre; pudo establecer dos mecanismos de falla típicos en la zona de estudio:

deslizamientos ocasionados por la saturación de los estratos superficiales de suelo y

deslizamientos ocasionados por la existencia de niveles freáticos "colgados". Al observar la

relación de la magnitud y las consecuencias de los deslizamientos encuentra que son leves

el 34.6%, menores el 18.6% y desastrosos el 15.4%. Observa además que la ocurrencia

de los deslizamientos concentrada en Galán 41.8% y La Avanzada 26.4%, está

relacionada con el área total y las pendientes de los diferentes barrios. Sobre geología y

geomorfología afirma que en la zona de estudio son factores que determinan directamente

su estabilidad, en especial suelos orgánicos y materiales de relleno, y entre los segundos

señala los de cauces más potentes y los de laderas menos potentes, acusando como causa

directa de la inestabilidad la baja la resistencia al corte de estos materiales.

Sobre las lluvias: según Arango, al considerar como precipitaciones máximas diarias las

superiores a 60 – 70 mm, las de 70 mm presentan una probabilidad de ocurrencia del

65% y un periodo de retorno de 1,5 años, y las lluvias máximas diarias de 95 mm una

probabilidad de ocurrencia del 10% y un periodo de retorno de 10 años.

Al relacionar lluvias – niveles freáticos – deslizamientos, señala que "En términos

generales, se observa una aceptable relación entre el valor de las precipitaciones totales

anuales y el número de deslizamientos ocurridos". Y deduce para el caso que "las lluvias

diarias por sí solas o antecedentes de pocos días, no tienen mucha importancia en la

generación de los deslizamientos; parece que el factor determinante son las lluvias

antecedentes de muchos días".

Al final añade: "Es importante anotar que un gran porcentaje del área de estudio presenta

estabilidad crítica".

Hasta aquí es bueno concluir diciendo que la susceptibilidad parece entonces estar

asociada a la litología presente, al tipo de pendiente y a la precipitación más intensa

después de avanzar el invierno, lo que se suma al mal uso del suelo explicado por

prácticas incipientes de modelado para la construcción de las viviendas, como son la

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adecuación del terreno por medio de rellenos sin la adecuación de los materiales, cauces y

drenajes, cuando no a los cortes de las frágiles laderas sin obras de refuerzo y a los

vertimientos indebidos de aguas lluvias y servidas.

Del examen conjunto de estos trabajos de Juan David Arango Gartner, Anne Catherine

Chardon y otros datos confiables reportados dentro del mismo período por el investigador

Fernando González, y después de recopilar, revisar y comparar la información obtenida de

los deslizamientos ocurridos en la ciudad de Manizales en un periodo de 38 años -entre

1.960 y 1.998-, se concluye que se reportaron 1.314 deslizamientos y de ellos 508

sucedieron en 62 barrios de la ciudad. Los barrios con mayor número de eventos

ordenados por su número y con diez o más de diez deslizamientos, fueron: Galán (26.4

%), La Avanzada (16.1%), Estrada (10.8 %), Marmato (5.7 %), Asís (4.9 %), San Ignacio

(4.7 %), Los Alcázares (4.5 %), El Carmen (2.0 %), Fátima (2.0 %) y Uribe (2.0 %).

Fig. 10- Distribución espacial de los deslizamientos durante 38 años en Manizales. Fuente,

Cristina Murillo, Gonzalo Duque, et Al.

Relación de ocurrencia de deslizamientos por año:

En el año de 1.993 ocurrieron 52 deslizamientos, lo que representa el 10.2 % del total de

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los eventos, mientras los años 1.968, 1.972, 1.973 y 1.997 registraron un sólo evento,

para el 0.2 %. Los años que mayor cantidad de deslizamientos presentaron, ordenados de

mayor a menor número, se muestran a continuación:

AÑO N°

DESLIZAMIENTOS

1.993 52

1.984 44

1.982 42

1.969 41

1.981 37

1.971 28

1.988 26

1.994 21

1.989 17

1.967 15

1.995 15

Tabla 3l. Años con mayor número de deslizamientos

Los años de deslizamientos, de menor a mayor número, son los siguientes:

AÑOS N°

DESLIZAMIENTOS

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1.968, 1.972, 1.973 y 1.997 1

1.961 y 1.975 2

1.976, 1.977 y 1.980 3

1.978, 1.979, 1.987 y 1.991 4

1.983 y 1.992 5

Tabla 3m. Año con menos deslizamientos

Pero debe señalarse que en el año 2003 hubo alrededor de 300 eventos, ocurridos en los

meses de Marzo, Junio y Noviembre, y que el día de mayor número de eventos, sin antecedente histórico alguno en la ciudad, fue el de la noche entre el 18 y 19 de Marzo de 2003 con cerca de 150 eventos, que son la mitad de los ocurridos ese mismo año.

SUSCEPTIBILIDAD A LOS DESLIZAMIENTOS

Para identificar las zonas más susceptibles a movimientos de masa, como factor determinante de la inestabilidad del suelo, se recurre a una metodología adaptada a partir de una propuesta del Observatorio Sismológico del Sur-Occidente Colombiano- OSSO-,

titulada "Modelo de susceptibilidad a movimientos de masa en el Eje Cafetero", elaborada por V. Aguilar y D. Mendoza, dirigida por Andrés Velásquez, y que aparece publicada en: www.osso.univalle.edu.co/doc/tesis/2002/aproximacion/modelo.pdf

En la cual se utilizan a modo de determinantes tres variables: como factor geomorfológico, las pendientes del terreno; como factor geológico- estructural, la geología; y como factor

climático, la humedad obtenida a partir de isoyetas. Aunque el modelo de susceptibilidad del OSSO se ha elaborado sobre unos escenarios de

gran tamaño, cubriendo zonas del norte del Valle y Quindío que llegan casi a 2400 km2 para definir las variables cartografiadas a escala 1: 100.000, y contrastarlo con un modelo digital que proviene del inventario de las zonas con huellas de movimientos de masa

correspondiente al mismo territorio, en este estudio para Manizales que se extiende sobre unos 20 km2 y por lo tanto que toma información a escala de mayor detalle, se incorporará esa última variable independiente, la rugosidad y zonas con marcas de

erosión, a las del propio modelo para calificar la mayor o menor susceptibilidad a los movimientos de masa. También se discriminarán suelos blandos con espesores que causen amplificación sísmica.

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Los prestigiosos investigadores del OSSO afirman que las tres variables consideradas,

pendientes (P), geología (G) y humedad (H), son factores suficientes para determinar la susceptibilidad a los movimientos de masa (S), mediante la expresión S = P x G x H. Citan varios trabajos e investigaciones al respecto, donde cada uno difiere en las cuantías y rangos con los que se califica o diferencia cada segmento del territorio.

Fig. 11 a.- Modelo digitalizado del relieve de Manizales: laderas del norte en la Q. Olivares (arriba), y laderas del sur en el R. Chinchiná (abajo). Fuente, Fuente INGESAM & Aguas

Manizales. 2006. Es justo en este punto en el que se ha decidido para este estudio, hacer la primera adaptación al trabajar las variables de modo más continuo, con el propósito de asimilar las

mayores posibilidades de la información y escala disponibles, ambas con mejor resolución, y de la siguiente forma:

Para las Pendientes P en la parte gráfica se discriminará el terreno en 5 rangos de 15 en 15 %, desde menos del 15% hasta mayores del 75%. Ver Fig. 7 a. En el modelo de susceptibilidad, más adelante, los cálculos se harán únicamente con tres rangos, lo que

suele ser de común uso.

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Para la Geología G, el total de las diferentes unidades geológicas que contiene la estratigrafía del denominado Terreno Cauca-Romeral: formaciones, grupos y complejos,

así como los lineamientos estructurales de naturaleza tectónica asignándoles un ancho de 100 m. Para la Amplificación A, las zonas de depósitos de suelos amplias y con espesores que

superen los 20 m, ubicados en lo alto de las laderas y cerca de las mismas, serán señaladas como áreas con potencial de amplificación sísmica y que pueden fallar. La Amplificación de los depósitos blandos hace que la intensidad de los sismos se incremente

en un grado, o en grado y medio cuando dichos depósitos están saturados.

Fig. 11 b- Corredores de fallas y microcuencas en los sectores rur-urbanos de Manizales:

laderas del Norte (arriba) y laderas del Sur (abajo) de la ciudad. Fuente INGESAM & Aguas Manizales.

Para la Humedad H, se utilizan las isoyetas promedio para el mes de octubre, el más lluvioso del año en la cuenca del Chinchiná. No se hará uso isoyetas para promedios anuales de lluvias. Ver Fig. 8 y fondos a color en la Fig. 11 a y la Fig. 11 b.

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Fig.11 c- Mapas de pendientes. En verde claro y amarillo, pendientes suaves; en azul y

morado pendientes fuertes. Laderas del Norte (arriba)y del Sur (abajo). Según INGESAM & Aguas Manizales.

La Rugosidad que pone en evidencia la pérdida de la textura aterciopelada que le imprimen las cenizas volcánicas a nuestras laderas, se obtiene de la observación de fotografías aéreas con escalas mayores que 1:10.000 y de la textura de las curvas de nivel

con intervalo de 2 m ploteadas sobre una planta a escala 1:7500. Las Fallas F: se anexa este factor incluyendo los corredores de falla que se muestran de color anaranjado en la Fig. 11, de la misma forma como se hace con las zonas de

rugosidad. La Susceptibilidad S será estimada en función de los factores de inestabilidad, mediante la

siguiente expresión:

S= PxGxHxRxAxF

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Donde:

S, es la Susceptibilidad a las amenazas consideradas, y que se relacionan con los movimientos de masa.

P, la Pendiente, que se valorará con tres rangos, siendo las marcas de intervalo 30% y 75%.

G, la Geología, factor que se extiende al incorporar como factor la amplificación, A. Los tres rangos se establecerán según se trate de suelos, regolitos y saprolitos, de rocas muy blandas, y de rocas al menos medianamente competentes.

H, la Humedad, valorada a partir de las isoyetas de octubre, donde se establecen tres rangos con marcas de intervalos en 220 y 250 mm.

R, la Rugosidad, factor que considera los depósitos visiblemente importantes que se encuentran ubicados en las partes altas de las laderas.

F, el Fallamiento, es un factor que se define considerando afectado un corredor de 150 m de ancho, donde se presentan las fallas.

Los pesos con los cuales se valorarán los 4 factores principales: Pendiente, Geología, Humedad y Rugosidad, y dos adicionales: Amplificación y Fallamiento, como componentes

para estimar la Susceptibilidad a los movimientos de masas y otros fenómenos afines, son los que a continuación se presentan.

Parametrización de rangos Nivel

Alto

Nivel

Moderado

Nivel

Bajo

Pendiente P: PA: Más de 75% PM: 30 a 75% PB: Menos de 30%

Geología G GA: Llenos, cenizas, aluviones sueltos, coluviones, F Casabianca, Depósitos de Escombros.

GM: Metasedimentos del C, Quebradagrande.

GB: F Manizales, aluviones cementados e Ígneas masivas (Lavas y Gabros, p.e.).

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Humedad H HA: Mayor que 250 HM: 220 a 250 HB: Menor que 220

Rugosidad R RA: Si - RB: No

Amplificación A AA: Si - AB: No

Fallas F FA: Si - FB: No

Tabla 6 a. Parametrización factores en tres niveles o categorías de intensidad.

Las formaciones rocosas de Manizales

A continuación, la Clasificación de los macizos rocosos de tres de las unidades geológicas

de Manizales, e imágenes de los mismos.

Rocas RQD Q

Barton

Bieniawski - Categoría

Denominación

Formación Manizales Imagen Derecha

60% 0,825 (60) – III (frontera con II)

Roca de calidad Regular a buena

Formación Casabianca

Imagen Centro

6% 0,002 (10) – V Roca de calidad Muy mala

Complejo Quebradagrande

Imagen Izquierda

30% 0,011 (22)– IV (de rango inferior)

Roca de calidad Mala cercana a muy mala

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Rangos de valoración. Los valores para cada una de las seis variables consideradas factores de la susceptibilidad

a los movimientos de masa, varían en el espacio tomando valores de 1, 2 o 3, dependiendo de cómo contribuye en cada punto dicho factor a la inestabilidad de las laderas. Se le asigna 1 a cada factor si su contribución a la inestabilidad es baja, 2 si es

media y 3 si es alta. Una vez se tengan los valores de los factores en cada punto del espacio, se valora S para ese punto como el producto de los valores que toman las variables ya mencionadas en ese mismo punto del espacio. Al llevar la información

anterior a un Sistema de Información Geográfica, aportado por INGESAM, ese resultado de S que representa los valores asignados a cada una de las variables, va variando a lo largo del espacio, según lo haga el grado de severidad de los seis factores ya señalados.

Si bien el máximo valor de S es 1 a la potencia 6 y el máximo 3 a la potencia 6, para este modelo se aplicará la siguiente escala de valoración, y para su representación gráfica, se

le asignaran los siguientes colores:

Nivel de la susceptibilidad S Rangos de valores de S Colores según el nivel

Muy Bajo S<4 Verde claro

Bajo S entre 4 y 7 Amarillo

Moderado S entre 8 y 15 Naranja

Alto S entre 16 y 31 Rojo

Muy alto S>32 Violeta

Tabla 6 b. Valoración Nivel de la susceptibilidad S para los modelos de los cinco escenarios de la susceptibilidad.

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Fig. 12- Zonas susceptibles en las laderas del norte (arriba) y del sur (abajo) de Manizales. Sancancio ofrece mayor estabilidad que el sector de La Linda y Tejares. Fuente INGESAM & Aguas Manizales.

Valoración del riesgo

Se ilustra con un croquis la planta de un sector idealizado de una ladera con dos conducciones, una ubicada en la parte alta y otra más baja, pero ambas sometidas a

eventos diferentes: deslizamientos rotacional o traslacional, flujo y amplificación en caso de sismo intenso. Además, las zonas del colector expuestas a las amenazas, para este ejemplo, que sumen 60 m de longitud.

Al evaluar la historia de los eventos en el área de trabajo, se ha podido saber que estos eventos pueden tener las siguientes frecuencias, intensidades y capacidades destructivas:

Fig. 13- Amenazas por deslizamiento rotacional o traslacional (naranja), por amplificación (violeta) y por flujo (verde), con posibilidad de afectar una conducción (rojo). En café se

muestran las curvas de nivel y en azul el drenaje.

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Los deslizamientos, por lo menos cada 4 años suelen abatir el frágil escenario de las laderas de la ciudad y por cualquier lugar. Si se han reportado 513 eventos en 38 años,

pero en un sólo día del año 2003 ocurrieron 150 eventos a causa de una lluvia con un retorno de unos 300 años, el promedio de 12 deslizamientos por año permite aceptar que en una zona específica de amenaza alta; es decir, en un determinado lugar considerado de alta susceptibilidad, la cuantía de 1 probable deslizamiento cada 4 años, parece

adecuada. Añadamos que esos eventos, sea el rotacional o el traslacional, cubren el 5% de la zona declarada en peligro.

Los flujos de lodo, como los de La Carola, La Francia y el termal La Gruta, con un potencial alcance mínimo del orden de 1km y altura de 2m o más sobre la vaguada, por un drenaje en mal estado, pueden resultar cada 15 años y cubriendo el 90% de la zona de

amenaza estimada. Los sismos con intensidad superior a VI, suelen ocurrir en la ciudad, máximo cada 30

años. Pero los eventos mayores de intensidad VII pueden resultar cada 475 años de acuerdo a la información del CIMOC, así el sismo del Quindío sea un evento con un período de recurrencia del orden de los 750 años. Para el efecto supongamos que el mapa

de microzonificación señala el doble del área realmente afectada en un evento como el propuesto.

Ahora bien, supongamos que el período de retorno de los eventos estimados para la evaluación sean: para deslizamientos 4 años; para flujos 15 años; y para amplificación 30 años; y que la siniestralidad esperada de los eventos, por la magnitud señalada, alcance

a: 40% para el deslizamiento rotacional; 80% para el deslizamiento traslacional; 100% para el flujo de lodos; y 30% para el sismo.

Con esta información podemos obtener el Factor de Riesgo Probable (FR), anual en este caso dada la unidad de medida para la magnitud temporal. Este Factor se calcula a partir del grado de siniestralidad (SE), de la fracción que ocupe el evento evaluada como

porcentaje superficial de las zonas potencialmente amenazadas (AE/AH) y en cada evento específico, y del período de retorno (TA) que para cada evento se ha estimado y expresado en años. Todo, mediante la expresión:

FR= (% Área amenazada y afectada x %Siniestralidad del evento) / Período anual del evento.

FR = ((AE/AH) x SE)/TA.

Luego, para un tramo de colector específico, valorado en $1.200.000 cada metro lineal, el

Factor de Riesgo Probable se multiplica por ese valor y por la longitud del colector que

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está expuesto a la amenaza considerada entre el conjunto de amenazas que están superpuestas, expresada esa longitud también en metros.

Finalmente se deben sumar las respectivas cuantías anuales, para obtener el valor total que representa las contrapartidas de la prima técnica del seguro, evento por evento.

Para el caso, estos son los valores a sumar, dado que son cuatro los eventos que pueden amenazar el sistema:

FR anual= (0.05x0.4)/4 + (0.05x0.8)/4 + (0.9x1.0)/15 + (0.5x0.3)/ 30= 0.08 El inverso de este Factor, 12,5, es el número de años en el cual se salva el valor del bien,

o en los que hipotéticamente se destruye. Como hemos hablado de 70 m de conducción expuesta, la Prima Técnica Anual, PTA, o

aporte económico neto por año y que no cubre el AIU, valor que se deberá destinar para el cubrimiento del riesgo del colector a las amenazas consideradas, es el resultado de multiplicar el FR anual por el valor del bien expuesto; Esto es:

PTA = FR anual x Valor del bien x longitud expuesta

PTA = 0.08 x $1.2 millones/m x 60m = $5760 anuales. Y el riesgo de cúmulo es la suma de los riesgos de todos los elementos amenazados del

sistema, cada uno de ellos con un riesgo específico diferente según los diferentes grados de exposición, y características de las amenazas.

A modo de ejemplos, los escenarios que son morfológicamente potenciales, para la ocurrencia de flujos de lodo, socavación o avenidas torrenciales, se pueden obtener de una sectorización o zonificación de las laderas.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Al estudiar la susceptibilidad a los deslizamientos en los escenarios periurbanos de Manizales, se hace evidente la diferencia de los niveles de vulnerabilidad existentes en las

laderas, resultando superiores los del Norte con relación a los Sur. Aún más, los niveles de vulnerabilidad en ambos escenarios son superiores en el entorno de la Falla Manizales – Aranzazu, y al occidente de la misma. Además hacia el occidente, entre La Linda y

Tejares, las geoformas muestran basculamiento tectónico de bloques, advirtiendo cual es el ambiente geológico del área de influencia del escarpe de Chipre.

Al examinar el perfil de las dos vaguadas de la ciudad, es notable el mejor comportamiento estructural de las unidades litológicas por debajo de la línea saliente de

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las laderas de la Olivares y el Chinchiná, habida cuenta de que en la parte superior y por encima de esta línea, donde es mayor la ocupación del territorio, dominan los depósitos

constituidos por Cenizas Volcánicas, suelos residuales asociados a la Formación Casabianca y llenos antrópicos. Su mayor nivel de erodabilidad, el de estos materiales de cobertura, se expresa a través del fuerte entallamiento del drenaje, a pesar de las menores pendientes y bajos caudales en dicho escenario. Por debajo de las salientes de

las laderas (Fig. 4), los lugares más bajos de las vaguadas, se han construido obras como el Canal de la CHEC, una estructura de exitoso desempeño por más de 70 años.

Las laderas son las cuestas naturales de las montañas. Entonces, debe añadirse que en las zonas ubicadas sobre las salientes de las laderas que no han colapsado, los depósitos de suelos siempre asociados a cenizas volcánicas son más potentes. Cuando estos se

desestabilizan dominan los movimientos rotacionales. En las partes inferiores y por debajo de las salientes, los suelos, de origen volcánico si aún se mantienen, tienen menores espesores y suelen saturarse con mayor rapidez. Si se desestabilizan, los movimientos

característicos suelen ser deslizamientos traslacionales; pero donde estos no aparecen y afloran los conglomerados, los movimientos típicos suelen ser caída de bloques.

Las zonas más propensas a las aceleraciones sísmicas, aunque con mayor capacidad de asimilación de aguas lluvias son las primeras, a causa de los mayores espesores de suelos; contrariamente, las zonas más propensas a los deslizamientos son las de fuerte pendiente,

en especial cuando la ladera facilita la saturación de los suelos de cobertura al avanzar el invierno y presentarse una lluvia que haga las veces de factor detonante.

Desde el punto de vista antrópico, sobresalen escenarios que requieren medidas de planificación a largo plazo pero de extrema urgencia: es el caso de la vía sobre la antigua banca del ferrocarril, cuya ocupación entre el Puente de Villamaría y la Falla Manizales –

Aranzazu, resulta intensa y ha empezado a extenderse a la propia vaguada del Río Chinchiná, un escenario en el cual los caudales máximos para un periodo de retorno de 100 años empiezan a superar los 100 m3/s. Igualmente, el de los barrios periféricos

ubicados en las laderas Norte y Sur vecinas a la zona reticulada característica del centro de la ciudad, lugares donde se concentra la historia de deslizamientos con daños a la vida y a la propiedad, así como las obras de estabilización de laderas adelantadas desde el año

de 1974 por la Corporación Autónoma de Caldas, antes CRAMSA y hoy CORPOCALDAS. Desde el punto de vista estructural, es evidente que los factores de migración del campo a la ciudad y de empobrecimiento de la población, se traducen en presiones sobre el medio

ambiente periurbano. Pero también, las prácticas urbanísticas no planificadas, que desconocen fundamentos y características geotécnicas o condicionantes geológicas del territorio, se traducen en conflictos que incrementan la presión sobre las laderas de la

ciudad y el mayor riesgo para la población pobre que es la más vulnerable (Ver Fig. 9). Antes que dejar los usos y manejos del suelo a las fuerzas del mercado, debe fortalecerse

la presencia del Estado: sin su injerencia, en el nuevo modelo económico las empresas se apropian de los beneficios y se desentienden de los costos asociados a la explotación del

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suelo urbano, y cuando costos y beneficios se separan, es la sociedad la que asume los primeros, ya por la vía de las corporaciones regionales, secretarías de obras y oficinas de

atención de desastres, ya por la del deterioro de la calidad de vida de la población, y en especial la de los sectores más pobres que son los que no pueden acceder a los mejores predios.

Referencia:

(*) Por: Gonzalo Duque Escobar & Eugenio Duque Escobar. Universidad Nacional de

Colombia Sede Manizales. Manizales, Mayo 30 de 2007. Los autores de este trabajo, son Profesores de la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales. Manizales, Mayo 25 de 2007

RELACIONADOS;

Túnel Manizales. Duque Escobar, Gonzalo and Duque Escobar, Eugenio (2010) In: XIII

Congreso Colombiano de Geotecnia, SCG - U.N. de Colombia, 21-24 de Sep 2010, Manizales.

Geomecánica de las laderas de Manizales. Duque Escobar, Gonzalo and Duque

Escobar, Eugenio and Murillo López, Cristina (2009) In: Foro: Gestión del riesgo por inestabilidad de terrenos en Manizales, 13 de Agosto de 2009, Manizales.

Fisiografía y geodinámica de los Andes de Colombia. Duque Escobar, Gonzalo and Duque Escobar, Eugenio (2016)

10.4- El desastre de Armero a los 30 años de la erupción del Ruiz *

.

Hipótesis para el prefacio

Una vez más estas notas para conmemorar una dolorosa fecha como la destrucción de

Armero, con la intención de hacer una lectura de la coyuntura previa a la erupción del Ruiz

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del 13 de noviembre de 1985, de la que se deriven lecciones a partir de las experiencias científicas en torno a un desastre que según mi convicción pudo ser por lo menos

mitigado, a pesar de que para entonces el Estado no contaba con políticas ambientales ni de planificación ligadas a la dimensión de los riesgos, y que nuestra sociedad tampoco había desarrollado esa cultura que demanda la apropiación del territorio buscando su adaptación a las amenazas naturales.

Al estar desprovistos de instrumentos que proveyeran la capacidad efectiva de intervenir, se dejó a su suerte a decenas de miles de pobladores expuestos y en sumo grado vulnerables, sobre un escenario severamente amenazado por una erupción claramente

anunciada, y donde las acciones locales y nacionales de los diferentes actores sociales, resultaron asimétricas, fraccionadas e insuficientes.

Si bien ese es el fundamento de la hipótesis que presento, a mi juicio existieron otros

factores contribuyentes, cuya intervención pudo desmovilizar o neutralizar de forma oportuna los precarios activos del Estado dispuestos para prevenir la tragedia.

Entre ellos, las ideas que me asaltan, discutibles si se quiere por quedar en el plano de las

impresiones, es que pudieron más los intereses locales de quienes preocupados por la economía, reclamaban la “desgalerización” de la ciudad – término ahora aplicado en Pasto frente a las crisis del volcán Galeras-, y la irresponsabilidad de funcionarios claves

justificándose en flacas y tardías acciones que desatendieron las oportunas recomendaciones de calificados expertos de UNDRO, para terminar calificando de apocalíptico el clamor de notables líderes locales, entre otros factores que finalmente

restringieron al ámbito académico las inequívocas señales del volcán, tales como la cenizada del 11 de septiembre de 1985, además de la información obtenida de la historia eruptiva del volcán y del mapa preliminar de amenazas elaborado un mes antes de los

acontecimientos, entre otras tareas así provinieran de un grupo inexperto del que hicimos parte al lado de varios compañeros que hoy faltan, tras haber entregado su vida en acciones científicas al servicio de la sociedad.

En dicha historia, la del volcán, el insigne investigador Jesús Emilio Ramírez S.J. en su obra Historia de los Terremotos de Colombia (1983), describía las erupciones del Ruiz de 1595 y 1845, dando cuenta de sendos flujos de lodo que se esparcen en el valle de salida

del Lagunilla, hechos que coincidirán con lo acaecido en 1985, sólo que para entonces no existía la población de Armero, la que fuera fundada en 1895.

Los trabajos de Darrel Herd (1974), sobre vulcanismo y glaciación del complejo volcánico

sumados a los de Franco Barberi para la investigación del proyecto geotérmico del cual participé, definitivamente le daban cimientos a las proyecciones del riesgo derivadas del reconocimiento histórico del Padre Ramírez.

Si bien el motivo que nos congrega en cada efemérides es reflexionar para construir como

colectivo, mi aporte partirá de lo que ya he consignado hace diez años para similar propósito, en “Las lecciones del volcán del Ruiz a los 20 años del desastre de Armero” (2005), de nuevas reflexiones hechas a partir de la lectura de los desastres naturales que

continúan surgiendo en la geografía de nuestro convulsionado país, además de las experiencias ya vividas con la coyuntura volcánica en los dramáticos sucesos de 1985, e

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incluso las acumuladas desde el año 1979 cuando participaba de las investigaciones del potencial geotérmico del complejo volcánico Ruiz Tolima.

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El alba de la coyuntura

Cráter Arenas del Volcán Nevado del Ruiz. Ingeominas

Para empezar, un poco de historia sobre los antecedentes, correspondiente a un primer período de esas inequívocas señales entregadas por el volcán, el de los meses previos a la

erupción freática del 11 de septiembre de 1985, y en especial a la erupción magmática del 13 de noviembre de 1985.

La reactivación del Volcán Nevado del Ruiz se anuncia desde el 22 de diciembre de 1984

con ruidos y sismos locales, olores a azufre y manchas amarillas en la nieve, y las primeras advertencias llegan a Ingeominas iniciando 1985 con las recomendaciones de John Tomblin como responsable de la entonces Oficina de las Naciones Unidas para el

Socorro en Caso de Desastres -UNDRO-, invitado para el caso a Colombia. Dos meses después se publica la noticia en el diario local La Patria, donde se dan a conocer los hechos, advirtiendo que la actividad de las fumarolas no era motivo de alarma.

El 23 de marzo de 1985 realizamos un seminario abierto y concurrido en el Aula Máxima de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales, en el que se informa sobre una reactivación del Volcán, sus erupciones históricas y los riesgos, y los posibles eventos

esperados frente a una erupción.

Todo esto se consigna en el Boletín de Vías y Transportes Nº53, donde se publica el resultado de una labor científica previa adelantada en el volcán por nuestro grupo de

trabajo, compuesto por expertos voluntarios, profesores de las universidades Nacional y de Caldas, y miembros del Departamento de Geotermia de la Central Hidroeléctrica de Caldas CHEC, labor cuyo propósito era mapear el cráter activo, describir la actividad

fumarólica, generar una información adecuada para dar respuesta a las crecientes inquietudes de la comunidad y sugerir lo que fuera del caso.

En mayo se recibe la visita del científico Minard Hall como delegado de UNDRO, quien reclama de nuevo la atención a las anteriores recomendaciones de dicha organización,

expresa su preocupación por la persistente actividad del Ruiz, y de paso señala la

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necesidad de acometer una gestión para la atención oportuna del riesgo priorizando las zonas habitadas, tras mostrarnos en el lugar el potencial de flujos de lodo del edificio

volcánico, asociado a la presencia de los glaciares y materiales de arrastre disponibles.

En julio, cuando ya se empieza a percibir el olor a azufre en Manizales, luego de intentar infructuosamente durante los meses precedentes obtener unos sismógrafos para iniciar el monitoreo del Volcán, y de haber recurrido al Cuerpo Suizo de Socorro para conseguirlos

por otra vía gracias a una gestión iniciada por Hans Meyer, se establece Ingeominas aportando los cuatro sismógrafos y justificando su tardanza en la dificultad que tuvo para conseguir las piezas de repuesto; el hecho en sí y la precaria justificación permiten

mostrar la importancia que se le daba al asunto en Bogotá.

En agosto llega el científico Bruno Martinelli como respuesta del Cuerpo Suizo de Socorro a una solicitud del Gobernador de Caldas y del Alcalde de Manizales, tras un mes de

preparativos en el cual se decidió desarrollar la tecnología buscando adaptar los sismógrafos para operar en ambientes a temperaturas bajo cero grados, lo que suponía hacer uso de la electrónica militar. Indudablemente estos meses perdidos al lado de la

inexperiencia que nos asistía, será una de las causas más relevantes en el trágico desenlace de los acontecimientos.

Para información de ustedes, varios de los que actuábamos éramos de algún modo parte

del equipo organizado desde 1979 por Ariel César Echeverri, con la misión de investigar el potencial geotérmico del Ruiz; la mayoría ingenieros con 500 horas de instrucción en Geofísica entre los años 1983 y 1984 impartida por eminentes profesores de las escuelas

italianas de Nápoles y Pisa, y dos entre los miembros del grupo, con estudios en Geotermia. Del equipo hacíamos parte entre otros, Néstor García Parra QEPD, la geóloga Marta Lucía Calvache y Bernardo Salazar Arango como miembros del Departamento de

Geotermia de la CHEC, además del grupo de geoquímica de aguas termales de la Universidad Nacional liderado por la Profesora Adela Londoño Carvajal.

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Luces y sombras de la tragedia

Extensión espacial de los eventos del V. N. del Ruiz en 1985. Fuente: www.tulane.edu

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Estando presto a salir Bruno Martinelli para Suiza quien un mes antes había cambiado un volcán de África, el Niragongo, por el Ruiz, este geofísico de enorme dimensión humana

debió esperar para la evaluación de la información sismológica recogida en los entornos del antiguo refugio del Ruiz donde se hospedaba, porque al medio día de ese 11 de septiembre se produce una erupción freática en el cráter Arenas, cuyas cenizas llegan a Manizales para despejar las dudas de los más escépticos.

Confieso que si bien desde 1979 estábamos investigando el tema de los volcanes, el evento nos llevó a esa extraña dimensión que señala Lévi Strauss en Tristes Trópicos,

porque frente a semejante fenómeno estábamos como quien cree saber de un extraño lugar porque colecciona sus imágenes, al que no ha viajado para sentir su compleja naturaleza y experimentar su carácter.

Esta erupción temprana y desconocida que se hace sentir en la ciudad y genera pequeños flujos de lodo que cierran la vía a Murillo, le da la connotación suprarregional al riesgo, y sobre todo detona la ya aplazada confección del mapa de amenazas del Ruiz. De lo

ocurrido en ella, a finales de ese mes el equipo de Ingeominas pudo establecer, no sólo la velocidad del pequeño flujo de lodo, sino también la certeza de su ocurrencia en caso de una erupción mayor, dato importante para estimar el tiempo disponible para evacuar a

Armero.

Igualmente Ingeominas informa de un represamiento del Lagunillas en la vereda El Cirpe, consecuencia de actividades mineras, un elemento aislado pero fundamental porque

vinculará al imaginario de esos pobladores la amenaza temida con la suerte de Armero, así la magnitud de tal represamiento con tan solo 200.000 m3 no compitiera en tamaño y alcance espacial con los voluminosos lahares históricos.

Tras el evento, se crea el Comité de Estudios Vulcanológicos de la Comunidad Caldense, bajo la coordinación de Pablo Medina Jaramillo con la secretaría científica de José Fernando Escobar como coordinador de Ficducal, fundación que reunía a las cinco

universidades de Manizales y cuyas actas juiciosamente recolectadas dan testimonio de las actividades y esfuerzos de diferentes instituciones y autoridades de la ciudad, buscando darle buen trámite a una preocupante crisis que no encontraba el eco esperado en el

gobierno nacional. Como ilustración: cuatro meses antes de la catástrofe aparece la famosa carta de la Jefe de la Oficina de Relaciones Internacionales del Ministerio de Educación, ofreciendo su mediación al gobernador de Caldas para que se le solicite por

ese conducto a la Unesco “evitar que el volcán del Ruiz se reactive”.

A finales de septiembre, además del histórico debate del parlamentario caldense Hernando Arango Monedero, calificado de apocalíptico en una respuesta del Ministerio que justifica con un pálido balance sus acciones insustanciales, el citado Comité que también recibe las

advertencias de UNDRO sobre la posible ocurrencia de flujos de lodo por el río Chinchiná, entre otros eventos de menor relevancia para Manizales, conoce del Censo efectuado por Corpocaldas a lo largo del drenaje de sus tributarios, y revisa una carta del Gobernador de

Caldas para solicitarle al gobierno central acciones para atender la problemática. En ese estado de cosas, recuerdo haber solicitado incluir en ella tareas de preparación para la

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comunidad expuesta en las zonas de alto riesgo y llamar la atención al gobierno para proveer lo que se requiriera para atender los evacuados, incluyendo entre ellos los que

moran dentro de un radio de 10 Km y los pobladores de Armero, además de los censados.

Para entonces, los temidos tremores del volcán identificados finalmente por Martinelli y reportados ahora por el equipo de sismología, a juicio de éste resultaban preocupantes; la columna de vapor alcanzaba alturas sostenidas que superaban los 10 km, y se

implementaban estrategias informativas que hacían uso del manual de UNDRO para el debido manejo de las emergencias volcánicas. Además, la ya visible exacerbación de la actividad fumarólica era interpretada por nuestro grupo de geoquímica, como evidencia de

que se empezaban a generar los efectos decisivos previstos por W. Giggembach sobre el tapón del cráter Arenas, y con ellos una posible reducción en la presión del sistema que conduciría a la erupción.

.

El estado de la previsión

Entrado octubre, aunque en tan corto tiempo son notables los avances alcanzados en la

confección del mapa de riesgos encomendado al equipo de geólogos de Ingeominas y de la Universidad de Caldas, y por la implementación del modelo metodológico y teórico propuesto por el Neo Zelandés W. Giggembach, útil para la evaluación de la dinámica pre-

eruptiva en función de la volatilidad variable de los componentes gaseosos de los fluidos volcánicos – según su composición dependiese de carbono, azufre o cloro -, entre otros logros, también faltaba monitorear la topografía del edificio volcánico para advertir las

posibles deformaciones causadas por incrementos en el campo de esfuerzos de darse el ascenso del magma.

Versión preliminar del mapa de amenazas. Ingeominas y U. de C.

Entonces se concretan gestiones en el Comité para satisfacer las deficiencias e

incertidumbres sobre un proceso urgido de complementos instrumentales y conceptuales, como son traer hasta Manizales a Franco Barberi desde Italia, a Rodolfo Van der Laat desde Costa Rica y a Minard Hall desde Ecuador. Esto se logra, al igual que la traída de

Darrel Herd del Servicio Geológico de EE UU, quien en concurrida conferencia en el Teatro

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8 de Junio de la Universidad de Caldas desestima la ocurrencia de un desastre en caso de erupción, a pesar de haber señalado en el Comité la importancia de las tareas que

hacíamos en virtud del riesgo existente.

Iniciando la segunda semana de octubre, aparece la versión preliminar del Mapa de Riesgos Potenciales del Volcán Nevado del Ruiz, donde además de consignarse la historia del Volcán se señalan las amenazas, entre las que se incluyen: riadas gasopiroclásticas a

alta temperatura de alguna severidad con una probabilidad de 2/3 y alcance hasta los 20 km; flujos de lodo de hasta medio centenar de metros de potencia dependiendo del nivel de riesgo de las zonas, asignándoles una probabilidad del 100% en caso de erupción

importante, riadas que alcanzaban en dicha cartografía todas las zonas que efectivamente se bañaron de lahares, entre ellas Armero; y también caída de cenizas con igual probabilidad extendiéndose solamente sobre una zona orientada hacia el noreste del

cráter, y que por lo tanto excluía de caída de estos piroclastos transportados por el aire a sectores del occidente, omisión para la que sugerimos considerar esa posibilidad por el cambio de la dirección de los vientos regionales entre el verano y el invierno relacionado

con la dinámica del clima bimodal andino, lo que se comprobaba con las cenizas del 11 de septiembre anterior y las que alcanzaron a Cartago en 1595.

Aunque hubo discrepancias sobre las características de los flujos piroclásticos,

relacionadas no solamente con la distribución y alcance de los eventos, sino también con la inclusión de una erupción dirigida de ángulo bajo o blast, inclusión soportada en un depósito asociado a una erupción de alta energía que se observa sobre el talud de la vía a

Murillo, por ser a nuestro juicio un evento poco probable que ameritaría otro tipo de manejo, siempre se consideró probable una erupción de entre 1 y 2 km3, con una columna eruptiva vertical y no de colapso, dado el coeficiente explosivo de nivel moderado

bajo del magma andesítico del Ruiz, a diferencia de lo que puede esperarse de uno dacítico de nivel moderado alto como el de Cerro Bravo o el Huila, donde la columna eruptiva típica es de colapso, y por lo tanto con nubes ardientes de mayor alcance.

Entre tanto mientras las labores del monitoreo rudimentario continuaban, seguíamos confiados en que a falta de un sistema telemétrico el volcán se anunciaría a distancia y en que uno de nuestros miembros que permanecía en el lugar: el Ingeniero Bernardo Salazar

Arango, exponiendo su vida para observar los sismógrafos allá, informaría en tiempo real por radio sobre cualquier evento de carácter sorpresivo: ambos, volcán y hombre, cumplieron a cabalidad, pero la última señal no fue suficientemente interpretada, como

tampoco las que ya había dado el volcán anticipadamente desde horas de la tarde.

Hasta aquí la corta extensión espacial y temporal del monitoreo sismológico y geoquímico, donde gravitaba la falta de observaciones de otras variables físicas, como las deformaciones que dependían de medidas geodésicas no implementadas, y de unas

observaciones morfológicas, que al no ser sistemáticas a causa de las dificultades y condiciones ambientales, resultaban insuficientes: todo este acerbo impedía generar una línea base para el volcán, necesaria como instrumento para un diagnóstico adecuado y

con suficiente aproximación, para calificar el grado de anormalidad de los fenómenos observados.

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Recuerdo cómo un día antes de la erupción, el grupo de geotermia descendió una vez más y por última vez al fondo del cráter Arenas, para tomar otra muestra de los gases

intentando capturarlos en las fumarolas antes de que emergieran y entraran en contacto con la humedad del aire, para malograrse. En esta riesgosa expedición que incluía la tarea adicional de observar las eventuales dinámicas morfológicas, no se reportaron cambios significativos del cráter.

Pero al día siguiente, el de la erupción del 13, siendo las 7:30 PM cuando procedíamos a dar inicio al análisis geoquímico en el Laboratorio de la Universidad Nacional, observábamos las muestras obtenidas, con un aspecto turbio inquietante, asunto éste que

sumado a los eventos preeruptivos del día, permite calificar la imposibilidad que teníamos de aventurar un pronóstico.

.

Noche de muerte y destrucción

Armero 1985. armeroguayabal-tolima.gov.co

Y a los pocos días de haber concluido la elaboración del mapa de amenazas, a pesar de la caída de cenizas que desde horas de la tarde afectaba a Armero, de las llamadas al cuerpo

de bomberos de la “Ciudad blanca” efectuada desde uno de los municipios cordilleranos, de haberse informado el inicio de la erupción por la doble vía que se esperaba: la del volcán y la del hombre, los flujos de lodo estimados después en 100 millones de metros

cúbicos, que descendieron raudos desde los glaciares del volcán nevado por las dos vertientes cordilleranas, avanzaron arrasándolo todo hasta alcanzar los poblados ubicados en los valles de salida de los ríos, pero la población no fue evacuada.

Por la vertiente del Cauca las riadas de lodo tardaron más de una hora hasta río Claro y parte de Chinchiná, y por la del Magdalena unas dos horas hasta Armero, transitando por la cuenca del Lagunillas, y dos horas hasta las partes bajas de Mariquita primero, para

seguir luego a Honda por el Gualí. En Armero los lahares, masas donde participaron agua y sólidos casi por mitades, cubrieron con 2 m de lodos unos 30 km2 del valle, en varias direcciones incluida la del río Sabandija por el norte, ajena a este drenaje.

Y como me he preguntado ahora: ¿por qué antes del 13 de noviembre no se produjo ninguna acción ante la advertencia expresa de que en caso de una erupción, Armero sería

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borrado por una avalancha? – esto de conformidad con lo que el mapa oficial mostraba desde su primera versión de inicios de octubre, así fuese preliminar -.

Posiblemente el trabajo que emprendimos a la fecha fue tomado como un simple ejercicio académico, o también la sistemática preocupación por la información que se daba en la prensa, dudosamente calificada de alarmista, terminó con sus voces por apagar las luces de sensibles periodistas, y por desmantelar una estrategia que pudo contribuir a la

necesaria apropiación social del territorio para lograr la prevención del desastre.

Calificados expertos de varios países, después de recopilar la información sobre los antecedentes y analizar los hechos, coincidieron en denominar lo ocurrido como “una

catástrofe anunciada”, mientras aquí unos y otros rompían sus vestiduras amparados en la imposibilidad de predecir el comportamiento de un volcán, para decir que la suerte padecida por unos 25.000 colombianos fue culpa de la indómita naturaleza y olvidando de

paso que los desastres no son naturales, así lo sean los eventos que los generan.

La erupción de 1595, tiene como antecedentes de importancia para estimar la duración de las fases preeruptivas del Ruiz, que la identificación del volcán por los conquistadores, se

hizo varias decenas de años antes del paroxismo: hacia 1540 en crónicas desde Anserma y Cartago y hacia 1553 en un mapa desde Victoria Caldas y Mariquita.

En comparación con los eventos históricos del Ruiz acaecidos en 1595 y 1845, la segunda

entre las tres erupciones históricas parece haber generado los mayores flujos de lodo, y la de 1985 no solo fue la de los lahares más modestos sino también la erupción de menor magnitud por volumen de lava erupcionado. Si por volumen la erupción del 19 de febrero

de 1845, con unos dos km3 acumulados y vertidos tras 250 años de calma volcánica, pudo duplicar el volumen erupcionado en 1595, para la actual erupción después de 140 años de calma, el volcán podría disponer de al menos 1 km3 de magma, dado que lo se ha vertido

ha sido solo una fracción de dicha unidad.

Respecto a la erupción de 1845, esto: la gran extensión de la fase de calma que le antecede, el tipo y característica de la erupción, al tratarse de un evento de mayor

volumen, pero orientado y sin columna vertical notable, sumado a que el volcán no se anuncia con una actividad preeruptiva visible a distancia desde principios del siglo XIX, son hechos que permitirían inferir un taponamiento del cráter por aquella época, situación que

no ocurre ahora donde el conducto del cráter Arenas funciona adecuadamente según lo ocurrido en el Ruiz desde 1985.

En cuanto a los ambientes glaciares, mientras las dos primeras erupciones citadas se

dieron durante una pequeña glaciación ocurrida entre 1550 y 1850, con picos fríos en 1650, 1770 y 1850, lo que se explica por una baja actividad solar, habrá que tener en cuenta el actual deshielo, donde los 29 km del manto de hielo del PNNN existente en 1979 se han reducido casi cuatro veces, como consecuencia del calentamiento

global, fenómeno global donde inciden factores antrópicos (emisión de gases de invernadero y deforestación) y causas naturales (el incremento actual de la actividad solar).

Además, si bien la erupción de 1985 fue calificada de subpliniana o de nivel 3, al haber cobrado unas 25.000 víctimas mortales queda la lección para no subestimar estos eventos,

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dado que la del Ruiz (1985) con apenas 1/10 de km3 de magma vertido hasta ahora, por el número de vidas cobradas se ubica en el tercer lugar entre los desastres volcánicos más

catastróficos del siglo XX, después del Tambora (1915) con 56.000 y del Krakatoa (1883) con 36.400 víctimas.

Esto es, hace 30 años a pesar del compromiso de la comunidad científica que asumió tareas, del esfuerzo de la Cruz Roja y de la Defensa Civil locales en materia de prevención,

queda pendiente pagar un saldo que únicamente se liquida sin volver a repetir la tragedia de Armero. Y lo digo porque antes de la erupción del 13 de noviembre de 1985, previo al paroxismo de las 9:20 de la noche hora local, desde las 3:05 de la tarde hubo emisiones

de ceniza, y antes del anochecer a modo de señal premonitoria la arena volcánica y fragmentos de pómez caían sobre al poblado tolimense, en un ambiente enrarecido por un extraño olor azufrado.

Todo, porque allí como en otros lugares se carecía de una instrucción precisa, de unos medios mínimos y de unos procesos previos de preparación adecuados, para que la población evacuara frente a un evento sorpresivo, el que también daba tiempo al menos

para mitigar la desgracia. Esto es, la insuficiencia de la información gravitó, ya que no resultó suficiente la historia y que el mapa no se socializó; también faltaron las instrucciones y el protocolo para evacuar, señalando el por qué, cuándo, cómo y a dónde

ir, por lo menos, e incluso, los simulacros del caso como parte de la información intangible.

.

Epílogo

Luego de los sucesos de Armero, cuando se dan las frecuentes noticias sobre las crisis denlos volcanes Galeras, Huila y Cerro Machín, además de las del Ruiz, no dejamos de

preocuparnos a pesar de saber que nuestros científicos de Ingeominas están altamente capacitados, que se hayan hecho estudios sobre el riesgo, y que se tienen mapas de amenaza y un eficiente sistema de monitoreo.

Armero, antes y después del desastre, en UN-Periódico

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Esto porque a pesar de la existencia de un Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres que ha hecho grandes esfuerzos, se ha consolidado y reestructurado, siempre

quedan como preguntas: ¿por qué las personas no evacuan y qué falta en términos tangibles e intangibles?

Como evidencia de lo primero, antes del terremoto del Quindío, el Comité Local de Emergencias del pequeño municipio de Pijao, epicentro del sismo, no sólo se reunía

periódicamente y producía sus actas, sino que contaba con presupuesto y tomaba sus propias decisiones, tal cual lo hizo el 25 de enero de 1999 y días siguientes, a pesar de quedar incomunicado el poblado y desarticulada su comunidad del contexto regional y

nacional.

También, porque lo de haber “galerizado a Armero”, posiblemente habría salvado a muchos armeritas de la hecatombe, del mismo modo que lo han hecho las comunidades

indígenas de Belalcazar, Inza, Tesalia y otros asentamientos menores de Huila y Cauca en Abril de 2007, cuando tras las erupciones del Volcán Nevado del Huila se generaron lahares que llegaron al Magdalena, arrasando a su paso cultivos, vías y puentes por el

cañón del río Páez, donde unos 5.000 habitantes rivereños expuestos a las avalanchas, previamente habían evacuado a zonas seguras.

La “galerización”, término extraño para entonces y para quienes no saben del Galeras,

refuerza la dialéctica del discurso como herramienta estratégica para entender la problemática que existe en Pasto, donde se repite lo que se hizo en Manizales cuando se desdibujó una estrategia comunicativa, con expresiones como “aquí todos éramos

vulcanólogos” cuya perversa intensión era detener el proceso de aprendizaje popular, en beneficio del mercado.

La dimensión social, política, cultural y económica de los desastres en Colombia, podría

darnos esas respuestas que espero no se resuelvan con nuevos acontecimientos como los que se han vivido fruto de la imprevisión, por no comprender la naturaleza socioambiental de los conflictos en la construcción social del territorio, como lo ha sido el del proceso que

explica el desastre de Armero.

Con las leyes de la Cultura, del nuevo Sistema Ambiental y de la Reforma Urbana, y en particular con la nueva Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, la LOOT, que pasa del

enfoque municipal al de regiones y asociaciones de municipios, contemplando aspectos estructurales como la gestión integral del riesgo y el manejo responsable del medio ambiente, hoy se contempla la dimensión de los desastres y se consagra el derecho de la

participación ciudadana; pero urge implementar la gestión del riesgo, primero, asegurando las acciones misionales de institutos como el Ingeominas y las de complemento de las autoridades ambientales; segundo, avanzando con los procesos de ordenamiento del territorio previendo los usos conflictivos del suelo; y tercero, fortaleciendo los procesos

pedagógicos de apropiación social soportados en la participación comunitaria y de la sociedad civil.

Al respecto, mientras la Previsión a corto plazo que se relaciona con los procesos

geodinámicos y afines, incluye las tareas de observación sistemática de variables físicas y el desarrollo de modelos, tal cual lo hace ahora el Observatorio Vulcanológico de

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Manizales, para la Previsión general que se materializa en mapas de amenaza para estudiar los riesgos naturales y asegurar el uso sostenible del suelo, en materia de

cartografía y de acciones de las autoridades territoriales, aún encontramos profundas deficiencias, al igual que en los procesos del ordenamiento del territorio por no ser concebidos con enfoques del orden socioambiental.

Esta loable y muy difícil labor para el caso de los volcanes activos, la han desarrollado

oportunamente los científicos de Ingeominas en los tres segmentos de los Andes colombianos; pero en los planes de desarrollo y ordenamiento territorial, y de ordenamiento ambiental de cuencas, sabemos hoy se obliga a contemplar la dimensión

regional y a aplicar los mapas de amenaza durante los extensos períodos de calma sísmica y volcánica, para proceder con una ocupación no conflictiva del suelo en términos de exposición a la amenaza y mitigación de riesgos de esta naturaleza.

Me temo que con una visión de corto plazo y la baja propensión a las acciones estructurales señaladas, estaremos desaprovechando el esfuerzo de muchas instituciones del país, como la de nuestros observatorios vulcanológicos y sismológicos que han perdido

algunos de sus miembros, comprometiendo la suerte de la Nación y exponiendo a varias comunidades vulnerables de Colombia en lugares donde el riesgo no resulta racionalmente mitigable.

REFERENCIA: Autor: Gonzalo Duque Escobar. Profesor de la Maestría en Enseñanza de las Ciencias Físicas y Naturales. U.N. de Colombia. Manizales, Noviembre 11 de 2015.

Imagen de portada: Fotografía del Volcán Nevado del Ruiz, por Jaime Duque

Escobar http://en.scientificcommons.org

Nota: Este documento preparado para la conmemoración del trigésimo aniversario de la

mayor tragedia socio-ambiental de la historia de Colombia, incluye algunos ajustes a la publicación inicial de 2005 y a Las Lecciones del Ruiz a los 25 Años del Desastre de Armero.

10.5- LECTURAS COMPLEMENTARIAS

Irma arrasa las Antillas Menores

RESUMEN: Irma, el huracán que se formó el 30 de agosto de 2017 cerca de las islas de Cabo Verde a partir de una onda tropical, rápidamente se intensificó convirtiéndose en un poderoso huracán, hasta alcanzar categoría 5 en su recorrido de Este a Oeste transitando por el Caribe; luego al salir de Cuba, pasa a categoría 4 para ir perdiendo potencia en su ruta desde La Florida hasta Georgia. El

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fenómeno ciclónico calificado como la tempestad más poderosa registrada sobre mar abierto en el Atlántico, con su anchura de 640 kilómetros deja gran destrucción a su paso por las Antillas Menores y lugares señalados, al arrasar edificios, arrancar árboles, causar inundaciones y dañar infraestructura, provocando además evacuaciones masivas y cobrando vidas.

Se escribe esta columna, cuando uno de los huracanes más fuertes y duraderos

registrados en el Atlántico, denominado Irma, ha llevado muerte y destrucción al Caribe

para continuar sobre la zona costera desde La Florida hasta Georgia, donde se debió

declarar el estado de emergencia desde mediados de la pasada semana. Inicialmente, con

sus vientos de más de 297 kilómetros por hora, dicha tormenta que logra alcanzar

categoría 5, tras la devastación que provoca a su paso por Barbuda y San Martín, al surcar

por el norte de República Dominicana dejando atrás a Puerto Rico, disminuye levemente

su intensidad hasta convertirse en categoría 4, para continuar sobre la ruta prevista

afectando a Haití y Cuba que quedaron al sur de la trayectoria directa del huracán.

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Harvey, Irma y José además de otras tormentas en formación, confirman el pronóstico

que meses atrás hacía el Centro de Predicción Climática adscrito a la Administración

Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos, cuando anticipaba la posibilidad

de que la temporada prevista para el segundo semestre de 2017, con un estimativo de

dos a cinco huracanes fuertes en el Atlántico podría ser la más intensa desde 2010. La

llegada de Irma al sur de Florida ha provocado evacuaciones masivas de miles de

residentes de zonas costeras o en la probable ruta del ojo del huracán, generando

inmensas colas en las autopistas que van al norte: el pasado viernes, luego de que el

pronóstico del Centro Nacional de Huracanes indicara que era más probable que el

fenómeno tocara tierra en el sur del estado, se dio la mayor evacuación conocida desde

los cayos y ciudades peninsulares.

La escala Saffir-Simpson, que califica el poder destructivo de un huracán valorándolo de 1

al 5, asigna categoría 1 al evento ciclónico cuyos vientos alcanzan velocidades entre 119 y

153 kilómetros por hora y olas que pueden llegar a 1,5 metros de altura; y grado 5 a una

tormenta en la cual ya los vientos sostenidos superan 250 kilómetros por hora y las olas

pueden superar los 6 metros. Dado que la intensidad de los ciclones varía con el cuadrado

de la velocidad de sus vientos, se puede inferir el daño que puede ocurrir cuando el

fenómeno natural toque tierra: mientras que en categoría 1 pueden darse inundaciones en

zonas costeras y daños menores, en categoría 5 colapsan techos de viviendas, al tiempo

que escombros y objetos derruidos son arrastrados por vientos severos.

En la mitología griega, la deidad asociada a estos fenómenos es Tifón hijo de Gea, quien

intentó destruir a Zeus por haber derrotado a los Titanes; un monstruo que además de

erupcionar lava, con el batir de sus enormes alas crea huracanes y terremotos. De ahí que

al hablar de vientos extremadamente fuertes, consecuencia del giro del aire alrededor de

una región de baja presión, se aluda de igual manera a tifones y huracanes según

estemos en regiones del Pacífico o del Atlántico, para luego asignarles una denominación

específica según las diferentes regiones del planeta, dándoles nombres de personas y

siguiendo en todos los casos criterios unificados para evitar confusiones: esto a diferencia

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de lo que ocurría antes, cuando el fenómeno atmosférico ciclónico lo bautizaba quien lo

descubría.

Al recordar que también huracanes de categoría 5 -como Camille que llegó a tierra en

Mississippi con vientos sostenidos de 305 kilómetros por hora en agosto de 1969, Andrew

reconocido como uno de los ciclones tropicales más destructivos del siglo XX sucedido en

agosto de 1992, o Katrina en 2005 con un saldo de 1.833 víctimas mortales en Nueva

Orleans-, pese a las medidas de prevención siempre llevan sus consecuencias fatales a

países que se han preparado, también debemos tomar previsiones en Colombia: así como

Irma se constituye en el primer huracán que azota las Antillas Menores con esa intensidad,

en San Andrés y Providencia por ser nuestro escenario más expuesto deberemos ser

conscientes, de que frente a esta amenaza climática ahora exacerbada por el

calentamiento global, se debe trabajar en la prevención anticipada dado el alcance

espacial y ruta incierta que presentan dichas tormentas, como generadoras de lluvias

copiosas, marejadas y vendavales, asociados a sus extensos brazos que también traen

inundaciones, riadas y deslizamientos, como eventos secundarios.

* {Ref. La Patria. Manizales, 2017/09/11} Imagen: Ruta de IRMA, según NHC NOAA.

Perfil ambiental de Manizales y su territorio.

RESUMEN: Manizales es una ciudad mediterránea e intermedia, que con 400 mil

habitantes se ubica a 2100 msnm en la Ecorregión Cafetera de Colombia. Este fragmento

extraído de “Manizales: un diálogo con su territorio” presenta un perfil ambiental urbano y

de la región, en tres grandes unidades: la del medio natural y sus transformaciones; la de

su estructura urbana y productiva, y la de los conflictos que enfrenta con las propuestas

sobre una gestión ambiental.

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A continuación, una perspectiva ambiental en su contexto regional para Manizales, una

ciudad intermedia emplazada sobre abanicos aluviales de la cuenca del río Chinchiná,

epicentro de un territorio pluriétnico y biodiverso sobre el cual establece sus relaciones

económicas y políticas.

Gracias a las dos cordilleras, nuestro clima es bimodal: cada año, dos temporadas

invernales que inician con los equinoccios, cierran con dos veraniegas cuando llegan los

solsticios.

Nuestro ecosistema biodiverso asociado al frágil medio tropical andino, se desarrolla en un

medio montañoso de suelos jóvenes de origen volcánico, en un ambiente tectónico activo.

El complejo Ruiz-Tolima, las fallas de los sistema Romeral, Palestina y Cauca-Patía, el

Cañón del Cauca, el Valle del Magdalena, los ecosistemas de páramo y bosques alto-

andinos vecinos a la Mesa de Herveo, y al Tatamá y Caramanta.

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Imagen 8: Temperatura, Precipitación, Evapotranspiración en Caldas.

Fuente: https://godues.wordpress.com/2013/03/31/

A1- Medio ecosistémico natural.

De las siete zonas agropecuarias de mayor productividad del país, cuatro benefician a la

región: la zona cafetera, la alta Cordillera Central, el valle del Cauca y el valle del

Magdalena.

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En el inventario minero, de 210 explotaciones y yacimientos que posee el Gran Caldas,

120 pertenecen a Caldas y 60 al Quindío. Sobresalen: por el oro el alto Occidente; por el

manganeso el Bajo Occidente; y por calizas, mármoles, uranio y un gran potencial hídrico,

todo el Oriente Caldense.

A2- El medio transformado.

El proceso de ocupación y de transformación del medio natural, comienza con la presencia

de comunidades amerindias organizadas en cacicazgos, distribuidos por toda la región:

entre estas tenemos Irras, Cartamas, Pícaras, Ansermas, Concuyes, Pozos, Paucuras,

Carrapas , Quimbayas, Palenques, Amaníes, Marquetones y Pantágoras.

Imagen: Indígenas del Viejo Caldas. Luis Duque Gómez. Imagen

en: https://godues.wordpress.com/2013/03/31

Luego, tras la conquista, se establecen nuevos asentamientos como Anserma, Supía,

Marmato, Cartago, Arma, Vitoria, Mariquita y Honda, en los que la minería, como la

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principal actividad de la Colonia, se da mediante la esclavitud. Ya en el siglo XIX cambia

ese modo de producción por el del colono independiente y obreros asalariados.

Similarmente, si en las Provincia del Cauca y Cundinamarca desde la colonia hasta el siglo

XIX primaron las haciendas de régimen feudal, tras la colonización antioqueña ocurrida a

lo largo del siglo XIX y la consecuente ocupación de grandes baldíos y tierras de

Concesiones del territorio, se da la construcción del Paisaje Cultural Cafetero, soportada

en una economía cuyo modo de producción es capitalista, cambio que se debe a la

presencia del colono quien reza: “la tierra para quien la trabaje”.

Posteriormente, a esta transformación rural le sucede la urbana caracterizada por un

modelo de poblamiento bien distribuido que se explica por la estructura minifundista de la

propiedad gracias al café y al proceso colonizador, el que se empieza a invertirse a partir

de 1970 tras la irrupción de la Revolución Verde.

.

B1- Uso; transformación, flujo y disposición final de recursos.

Imagen: Manizales en 1916. Escuela de Arquitectura U.N.

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La ecorregión cafetera es un jardín biodiverso mal utilizado que alberga el 7% de las

especies de plantas y animales (Instituto von Humboldt, 1997), un patrimonio biótico hoy

amenazado por procesos antrópicos como deforestación, potrerización, uso de

agroquímicos y desarrollos urbanos.

Antes dominada por bosques, la ecorregión ahora sólo conserva una fracción de su

cobertura original, porque muchos paisajes son cafetales, plataneras, potreros,

plantaciones forestales y algunos cañaduzales. Según las coberturas en 2002, de un uso

potencial del suelo para usos forestales del 54% del territorio, los bosques solo llegaban al

19%; y en ganadería, mientras el potencial de la ecorregión es sólo del 4%, la cobertura

llegaba al 49%; además en los usos agrícolas y agroforestales, de un potencial del 21% y

20% en su orden, la cobertura en el uso agrícola subía al 30% y la agroforestería no se

implementaba.

La ciudad, toma materia y energía del entorno y tiene sus propias “excretas”: Manizales

genera 300 toneladas diarias de basura, y vierte 20 toneladas de carga contaminante en

las aguas servidas de áreas no industriales, a sus tres distritos sanitarios (Olivares,

Chinchiná y La Francia), a los que se suman cerca de 17 toneladas adicionales de las

aguas de origen industrial que afectan cuerpos de agua, como la Quebrada Manizales

donde se establece el principal sector industrial.

.

B2- Las Zonas y sus Funciones en los medios rulares y urbanos (I-R-C-S)

La Zona Industrial, que vale por su posición con respecto a los medios de transporte, por

no ocupar el sector vecino al río Cauca en el occidente donde están los modos troncales

(Aeropuerto del Café, Troncal de Occidente y Tren de Occidente), está mal localizada si se

trata de persistir con industrias convencionales; y por quedar en la Q. Manizales presenta

severos conflictos ambientales, ya por amenazas mitigables asociadas al uso conflictivo del

suelo en su cuenca, ya por la afectación al ecosistema con sus vertimientos.

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La Zona Residencial, que debe estimarse por su valor estético y paisajístico, muestra que

las urbanizaciones más costosas de la ciudad ocupan el paisaje contaminado de su zona

industrial, afectada por vertimientos industriales. Igualmente, falta desarrollar ciudadelas

autosuficientes en sectores populares como la Enea, La Sultana y Bosques del Norte, bien

dotadas de infraestructura social y productiva, en lugar de expandir el hábitat

favoreciendo los apetitos de los urbanizadores e inviabilizando el sistema de transporte

masivo, con severo perjuicio para los sectores populares.

La Zona Comercial, cuya importancia radica en que alberga el Centro Histórico en el que

se soporta el carácter de nuestra ciudad y los edificios institucionales, se ha venido

degradando más por la irrupción del automóvil que por la informalidad. Allí los moradores

de los viejos inmuebles, no cuentan con garantías para mantener el valioso patrimonio

arquitectónico e histórico.

La Zona de Servicios, que suele valer por su nivel de equipamiento, debe incrementar el

potencial de generación de riqueza de la ciudad asociado al sector de los servicios: en ella,

más que por el número de camas, el sistema de salud o el hotelero se deben valorar por

los servicios que ofrecen para los habitantes locales; y las Universidades que deben valer

por sus programas de PhD, laboratorios y producción científica, se han venido valorando

como centros de docencia por el número de estudiantes que llegan a la ciudad, y no como

centros de investigación y desarrollo.

.

C1- Conflictos y contradicciones (Sociales, Ambientales, Económicos e

Institucionales)

Dada la crisis socioeconómica que se expresa en pobreza, desempleo e informalidad: 1. Se

debe ubicar a las personas en el centro del desarrollo, priorizando la formación de capital

social sobre el crecimiento económico. 2. Se deben implementar políticas de ciencia y

tecnología imbricadas con la cultura, para resolver la brecha de productividad que sume

en la pobreza los medios rurales. 3. Se debe consolidar la Ciudad Región del Eje Cafetero,

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conurbar el territorio y fortalecer el transporte rural como catalizador de la reducción de la

pobreza. 4. Se debe desarrollar un nuevo modelo urbano más verde y más humano,

priorizando la conformación de ciudadelas autosuficientes, descentralizando la

infraestructura social y económica, densificando el medio urbano para desarrollar la

movilidad soportada en el transporte masivo y la peatonalización en lugar del carro.

Imagen: Dinámicas en el territorio de Manizales. U. de Antioquia

Dada la amenaza del cambio climático y la falta de políticas públicas ambientales que

enfrenten la problemática de los riesgos en el medio rural y urbano: 1. Se deben ordenar

las cuencas, reforestar sus quebradas, implementar la cultura del agua, resolver los

conflictos entre uso y aptitud del suelo y replantear el modelo agroindustrial cafetero

desde la perspectiva ecológica, además de prevenir la especulación del suelo urbano que

trafica con la plusvalía urbana y el uso del suelo.

C2- Gestión ambiental

Entre los temas socio-ambientales emblemáticos para el departamento de Caldas y para

su capital Manizales, las propuestas verdes serían:

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1-Una revolución educativa, con un modelo que desarrolle el talento humano, para lograr

la reconversión productiva rural y el desarrollo social.

2- Más bosques y ordenamiento de cuencas, para proteger la biodiversidad y mitigar el

impacto del calentamiento global.

3- El desarrollo de la identidad cultural en la ecorregión, soportado en su carácter

triétnico, en el marco del Paisaje Cultural Cafetero.

4- Macroproyectos como el Ferrocarril Cafetero, el Puerto Multimodal de La Dorada,

Aerocafé, la Transversal Cafetera y el Tren de Occidente para articular al país por Caldas.

5- Un nuevo modelo urbano con “crecimiento hacia adentro“, que descentralice la

infraestructura social y económica, y conurbe el territorio.

6- Salvar el patrimonio material e inmaterial de Marmato y los ecosistemas de la zona de

amortiguamiento del PNN de los Nevados, amenazados por las dinámicas del mercado y

enclaves mineros.

Ref.: Aparte tomado de “Manizales: un diálogo con su territorio”. March 5, 2014.

***

Planeación preventiva y cultura de adaptación ambiental

RESUMEN: De la prevención al desastre la diferencia es de un orden y del desastre a su recuperación, de otro orden: vale la premisa que invoca “más vale prevenir que curar”, para orientar las políticas públicas del Estado Colombiano, de extremada urgencia y largo plazo, necesarias en la adaptación que se corresponde con el gasto público, y sobre todo, para una cultura de adaptación ambiental que responda a esta compleja crisis socioambiental de los desastres hidrometeorológicos en Colombia.

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En virtud de la inercia de un modelo asistencialista y socorrista en materia ambiental,

consecuencia de una planeación históricamente inspirada en la imprevisión y falta de

información para el soporte de los análisis del caso, y de la falta de una cultura ambiental

ciudadana, con las intensas lluvias de la primera fase lluviosa de 2011 volvemos a un ciclo

de desastres que no pareciera tener fin. En semejante situación, donde evidentemente, ni

las causas ni las consecuencias son sorpresa, dado que se trata de una serie de crónicas

con respaldo en la experiencia recién vivida y repetida por cada comunidad de

damnificados, entonces pregunto: por el carácter creciente y sostenido del Calentamiento

Global y la carencia de una cultura institucional y ciudadana para resolver la vulnerabilidad

ambiental a sus efectos ¿quién aseguraría este país contra desastres naturales causados

por eventos hidrometeorológicos y hasta dónde alcanzarían los ingresos de la Nación?

Finalizando el 2010, apreciábamos las aterradoras imágenes de pueblos desaparecidos

bajo el agua en Atlántico y Bolívar y escuchábamos descomunales cifras estimando en

más de un millón los damnificados, lo que llevo al gobierno a declarar calamidad pública

en 28 departamentos del país para atender las graves consecuencias del mayor invierno

ocurrido en 30 años. Entonces, las voces y sugerencias no se hicieron esperar y los

usuarios de las redes sociales propusieron interesantes medidas, como reforestar cuencas

e intervenir áreas de interés ambiental, recuperar ciénagas, humedales y cuerpos de agua,

implementar campañas de educación ambiental, sensibilizar a la ciudadanía para su

solidaridad con el planeta, combatir la pobreza y la corrupción, no robar y orar, y mejorar

las campañas de prevención y solidaridad, entre otras.

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Pero igualmente, en virtud de los pronósticos sobre la persistencia de La Niña para este

segundo trimestre de 2011, la cual llegaría hasta mediados de año, dado que nuestro

clima tropical andino presenta dos ciclos lluviosos que se exacerban cuando arrecia dicho

fenómeno climático causando torrenciales aguaceros, tormentas vendavales y chubascos;

eventos que a su vez, al encontrar cuencas deforestadas y poblados o barrios en condición

vulnerable, desencadenan inundaciones rápidas y lentas, procesos erosivos y movimientos

en masa como son los deslizamientos, flujos y avalanchas, cuyas consecuencias resultan

trágicas cuando no catastróficas, al dejar cientos de miles de damnificados e

incuantificables pérdidas de vidas humanas y bienes, tal cual lo empezamos a sufrir de

nuevo en esta temporada de la Semana Santa de 2011.

Para el efecto, si al examinar los costos ambientales, se tiene que de la prevención al

desastre la diferencia es de un orden y del desastre a su recuperación, de otro orden, vale

la premisa popular que invoca “más vale prevenir que curar” para orientar las políticas

públicas del estado Colombiano, de extremada urgencia y largo plazo, necesarias en la

adaptación que se corresponde con el gasto público, y sobre todo, para una cultura de

adaptación ambiental que responda a esta compleja crisis socioambiental de los desastres

hidrometeorológicos en Colombia, donde habrá que actuar identificando y separando

problemas causa y problemas consecuencia, para trazar estrategias y acciones más

eficaces y adecuadas, empezando por una planeación participativa y concertada de cara a

los desastres.

Desde el OAM, Ed. Circular RAC 607. Abril 17 de 2011. Fuente:

http://www.manizales.unal.edu.co/oam_manizales

Imagen: Inundaciones en la sabana del altioplano Cundiboyacense. Telemundo-T33 en:

http://lamp02.entravision.com/

Plusvalía, desarrollo urbano y mercado

RESUMEN: En Manizales se requiere un sistema moderno de cargas y beneficios que permita un desarrollo citadino incluyente, como lo es la recuperación de la plusvalía

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urbana, ya implementado en Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Pereira. La Ley 9 de 1987 de Reforma Urbana introduce el concepto de la Plusvalía Urbana desarrollado a profundidad en Colombia por el Profesor Lauchlin Currie quien propone captar todas, o gran parte de las ganancias derivadas de la valorización de la tierra urbana, al abrir espacios con mecanismos de planificación y gestión del suelo. Posteriormente, la Constitución Política de 1991, establece que “Las entidades públicas participarán en la plusvalía que genere su acción urbanística y regularán la utilización del suelo y del espacio aéreo urbano en defensa del interés común”; finalmente, la Ley 388 de 1997 define los alcances y procedimientos del cobro de la contribución de la plusvalía urbana.

La ciudad ha evolucionado: el poblado fundacional de 1849 nace como una aldea de tapia

pisada, apostada sobre una trama ortogonal; luego, avanza Manizales de forma

serpenteante a lado y lado de El Carretero sobre lo alto del ramal cordillerano, al tiempo

que enriquece su arquitectura con formas eclécticas entre los años 20 y 30;

posteriormente, se consolida como una ciudad con forma de “cometa”, gracias al

emplazamiento de barriadas residenciales en tiempos de la naciente sociedad industrial; y

hacia los 70, con el advenimiento de la revolución verde cuando el país rural se urbaniza,

la ciudad se fragmenta al surgir los guetos que desestructuran el hábitat y se ocupan de

forma conflictiva sus frágiles laderas; finalmente ahora, en lugar de densificar el hábitat,

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por falta de previsiones, los desarrollos urbanísticos van avanzando hacia la periferia,

presionando la base ecosistémica que le da soporte a la ciudad.

Entre los objetivos fundamentales del POT de Manizales, además de evaluar las

condiciones geológicas del entorno de los asentamientos y determinar las medidas para

protegerlo, se requiere implementar un sistema moderno de cargas y beneficios que

permita un desarrollo citadino incluyente, como lo es la recuperación de la plusvalía

urbana por ser una propiedad común que deber servir a la sociedad que la creó, optar por

un modelo moderno de estratificación urbana basado en información catastral actualizada

y poner al día el catastro de los predios rurales, en lugar de soportarse únicamente en la

valorización por ser un instrumento de bajo impacto social que sólo permite dotar sectores

urbanos con capacidad de pago, y que facilita la distorsión del mercado con la

especulación del suelo.

Si se entiende que el beneficio deriva de la asignación de edificabilidad en los suelos y

normas que deciden la expansión urbana, y como carga la asignación de obligaciones

urbanísticas como el pago de parte de la plusvalía generada de dichas decisiones y no por

la cosa propia, otra pudiera ser la suerte de la ciudad, puesto que se podría implementar

proyectos que logren redistribuir la inversión en infraestructura social y productiva, y

reubicar asentamientos humanos vulnerables localizados en zonas de riesgo no mitigable,

para no repetir errores como los de San José y la Alta Suiza, o la presión sobre Monte

León y la reserva de Río Blanco resultado de procesos que han dinamizado un modelo de

ocupación conflictivo del territorio y viciado los necesarios proyectos de renovación

urbana, o la degradación del hábitat consecuencia de un sistema pre-moderno e

insuficiente de cargas y beneficios, como lo es la valorización que no permite avanzar en

la solución al déficit de equipamientos colectivos y espacios públicos.

También el municipio puede actualizar el catastro para fortalecer el impuesto predial y

examinar las cuantías que por Ley pueden variar entre el 1 y el 16 por mil, llevando los

valores del avalúo catastral a montos más acordes con la realidad socioeconómica de los

pobladores para no depender de una estratificación soportada en la ubicación espacial de

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los moradores, pudiendo así captar recursos que demanda el POT, y en el caso de las

áreas rurales actualizar el catastro para emprender inversiones que reduzcan el índice de

NBI de 28 mil manizaleños, cuyo valor supera más de tres veces el de la población urbana

estimado en 0,9.

Sabemos que Manizales, a pesar de contar con un 6% de déficit de vivienda y una

cobertura superior al 99% en servicios públicos, requiere desarrollo institucional e

instrumentos modernos para la gestión de la plusvalía y del suelo urbano, ya que además

de lo señalado, requiere: 1- avanzar con un nuevo modelo urbano más verde y más

humano que dinamice el hábitat en las barriadas populares, en lugar de la jungla de

concreto que se promueven actuando para el mercado inmobiliario; 2- además de

recuperar el centro histórico, resolver un déficit del 30% en espacio público, al contar con

menos de 10 metros cuadrados por habitante contra 15 como mínimo según indicadores

internacionales; y 3 fortalecer el transporte verde propendiendo por la movilidad

autónoma y de medios colectivos, ya que el uso de la motocicleta y del automóvil

aumenta anualmente 11%, mientras el crecimiento demográfico anual en la ciudad solo

alcanza el 0,4%.

[Ref.: La Patria. Manizales, 2016.09.25] Imagen: Estructura Ecológica Principal Urbana.

POT de Manizales 2015.

RELACIONADOS:

Ciencia, tecnología y ruralidad en el POT de Caldas. Duque Escobar, Gonzalo (2013) In:

Instalación del Comité Regional de Ordenamiento Territorial de Caldas, Agosto 20 de 2013,

Gobernación de Caldas.

Plusvalía urbana para viabilizar el POT de Manizales. Duque Escobar, Gonzalo (2016) In:

Foro-Debate: “Cargas y Beneficios en el Plan de Ordenamiento Territorial: pros y contras de la

Plusvalía en Manizales”, 6 de Sep de 2016, Recinto del Honorable Concejo Municipal de Manizales.

***

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La historia del Cerro Sancancio

A continuación, la historia geológica e importancia de Sancancio, el cerro tutelar de

Manizales, donde entran en conflicto la actividad antrópica con el actual uso del suelo y las

funciones de sus laderas como áreas de protección, para soportar la propuesta de

recuperarlo dada su importancia como bien común, declarándolo Área de Interés

Ambiental AIA. Este precioso cerro símbolo de la ciudad y contemporáneo del Ruiz-

ubicado al pie del río de Tacurumbí, hoy río Chinchiná-, es el resultado de una extrusión

de magma de hace unos dos millones de años; época en la cual el territorio sobre el cual

aparece la zona urbana de Manizales era un valle deprimido por el cual discurría el paleo-

río Chinchiná, dado que el relieve estaba a nivel de Villamaría y de Morrogacho.

Entre tanto el complejo volcánico que se conformaba, transformaba el relieve cordillerano,

donde la construcción de volcanes progresaba de sur a norte, primero con potentes y

sucesivos derrames de lava que en espesor acumularon cerca de un kilómetro, para luego

entrando el Pleistoceno pasar a un nuevo ciclo de cataclismos con destrucciones

importantes, hasta obtener su actual fisonomía: mientras las erupciones y procesos

glaciares modificaban el relieve, al derretirse los enormes hielos que en extensión

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superaban los mil kilómetros cuadrados, los potentes flujos de lodo que descienden de la

alta cordillera por ambos costados de la cordillera, forman los grandes abanicos aluviales

sobre los cuales se emplazan hoy las capitales cafeteras, Ibagué y otras poblaciones

vecinas, como Santa Rosa y Mariquita. Para entonces, nuestro cerro tutelar fue testigo del

gradual levantamiento del costado occidental de la Manizales, donde la fuerza tectónica

que levanta el paleo-valle del Chinchiná formando el escarpe de La Francia, también es la

misma que pudo exprimir el magma del domo volcánico de Sancancio, lo que explica por

qué este cerro de 2222 msnm, en altura iguala a Villakempis y a Chipre.

Aún más, mientras el vulcanismo avanzaba y se conforma Cerro Bravo más al norte

ubicándose a 22 kilómetros de Sancancio, al presentar este volcán una actividad eruptiva

de mayor coeficiente explosivo y diez kilómetros más cercana que la del Ruiz, cubre las

empinadas laderas del cerro con sucesivas capas de cenizas volcánicas, materiales de

cobertura sobre los cuales se desarrollan los frágiles suelos que explican el carácter

aterciopelado a sus escarpada topografía, lugar donde florecerán los bosques andinos que

con sus raíces densas y profundas amarraron por siglos el suelo, gracias a un equilibrio

que se mantuvo hasta que la acción humana depredadora con la tala lo destruye.

Siendo esta la historia geológica del cerro tutelar de la ciudad, sólida estructura que no

logró convertirse en volcán porque no explotó cuando el magma en estado semisólido y

caliente se exprimió a la superficie, bajemos el telón de los procesos geodinámicos que

dan cuenta de la construcción del relieve de la ciudad a partir del empuje tectónico

compresivo que produce el levantamiento de los depósitos aluvio-torrenciales del abanico

del Chinchiná, según se advierte en los flujos de lodo que afloran sobre los taludes de la

Panamericana, La Francia y Olivares, para ver ahora de la mano del Historiador Albeiro

Valencia Llano, los procesos de transformación antrópica que allí se han dado, aludiendo a

los hechos fisiográficos del contexto,

Se trata de los asentamientos humanos que conocemos a partir de las crónicas de la

conquista y de los relatos de la colonización: En primer lugar, a la llegada de los

colonizadores hacia 1540, es Hernán Rodríguez de Sosa quien a órdenes de Jorge

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Robledo, entra a los dominios del cacique Tacurumbí pisando y divisando el territorio de la

capital caldense, cacicazgo habitado por cerca de medio millar de indígenas Quimbayas

según las crónicas de Fray Pedro Simón, y a juzgar por los yacimientos arqueológicos

encontrados en Santa Inés y los relatos sobre la guaquería hecha en Sancancio. Y en

segundo lugar, cuenta el citado historiador caldense, que en 1837 el señor Fermín López

se establece al pie del cerro, hasta que toma la decisión de viajar hacia el sur del río

Chinchiná buscando nuevas tierras para colonizar, sucediéndole en el terreno hacia 1843

Joaquín Arango Restrepo, quien le da nombre a Sancancio.

Con la colonización y sobre todo a partir de la fundación de Manizales empiezan las

primeras presiones antrópicas que aún continúa sobre el majestuoso cerro, sin importar

que el lugar que se mantuvo en forma durante los tres siglos que separan los tiempos del

cacique y de la fundación de Manizales, pese a una época de lluvias consecuencia de un

período frio del planeta ocurrido entre 1550 y 1850, durante el cual se dio una pequeña

glaciación asociada a una baja actividad solar, con lo cual los nevados del complejo Ruiz-

Tolima alcanzaron casi 100 kilómetros cuadrados de extensión, superficie siete veces

superior a la de 1985 y diez veces mayor a la actual, dado que retroceso de los hielos que

ahora se acompaña de fenómenos climáticos extremos, consecuencia de un calentamiento

global asociado al efecto de invernadero causado por el uso de combustibles fósiles y la

producción de metano, entre otros gases con los cuales hemos desajustado la máquina

atmosférica del planeta.

Por lo tanto, para que no se repitan estas tragedias, invitamos a aprender la lección que

nos ha dejado nuestro cerro tutelar con los deslaves, donde no por causas divinas, sino

por acciones antrópicas como lo son el desequilibrio de la base ecológica como causa real

de la tragedia, y el régimen de lluvias modificado como factor contribuyente, para que no

se repita lo ocurrido sobre el sector de Aranjuez: lugar donde con la tala del cerro vecino,

al perderse las laderas de protección del barrio, las torrenciales lluvias que ha traído el

cambio climático, al encontrar la abrupta topografía desprovista de la espesura del bosque

andino, no se retuvieron, y entonces al convertirse en escorrentías desbordadas

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transformadas en torrentes, logran erosionar el suelo desprovisto de raíces para producir

los destructores deslaves.

Finalmente, habida cuenta de lo que significan las laderas como estructuras de protección

de la ciudad, y por lo tanto lo que representa Sancancio para esta sociedad urgida de una

cultura ambiental que se podrá medir en lo que veamos en el cerro tutelar, toda vez que

el desastre de Aranjuez es la consecuencia de haber destruido el bosque natural,

recuperemos este símbolo natural del paisaje urbano más auténtico de la ciudad, si

queremos hacer de esta la ciudad un emblema de los poblados de laderas establecidos en

los Andes más septentrionales de América, razón por la cual proponemos su declaratoria

como Área de Interés Ambiental para Manizales, para proceder a su adquisición y

recuperación con el objeto de convertirlo en un bien público.

* Especial para la Revista Eje 21. Manizales, 23-04-2017.

Terremotos y políticas públicas para Manizales

Fundada en 1849, Manizales una ciudad de 400 mil habitantes ubicada sobre los Andes

más septentrionales de América y cerca del Volcán Nevado del Ruiz, deberá enfocar sus

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políticas ambientales para enfrentar los desafíos propios del trópico andino, donde además

del cambio climático y la alta susceptibilidad de sus suelos a los deslizamientos, gravita

una amenaza sísmica severa para la cual, pese a los esfuerzos hechos en la ciudad por

mejorar su seguridad, emprender su microzonificación sísmica en 2002 y asegurar

colectivamente los bienes, requerimos prepararnos para eventos probables al acecho que

pueden alterar significativamente el hábitat.

Manizales está ubicada en una zona donde los movimientos telúricos de 1938, 1961-62,

1979 y 1995, ponen en evidencia una fuente sísmica con eventos cada 15 a 20 años,

generadora de terremotos de magnitud cercana a 7 grados y mediana intensidad: es la

zona de subducción de la placa de Nazca, que explica el comportamiento sismo-tectónico

del occidente colombiano, entre el sur de Antioquia y Nariño, como una provincia

homogénea, y la cual nos obliga ahora a tomar las previsiones mínimas en la materia, al

ver las fechas señaladas.

Pero las fallas del sistema Cauca-Romeral son otra fuente que merece mayor

consideración, dadas las devastadoras consecuencias de los terremotos de Popayán 1983

y Quindío 1999, capaz de producir eventos superficiales de magnitud 6 pero de mayor

intensidad, para los que falta elevar el nivel de preparación en la ciudad, a pesar de las

acciones implementadas por las autoridades municipales de las últimas administraciones.

En las sacudidas del Quindío, la aceleración registrada en Armenia varió desde el 58%

hasta el 9% de la gravedad, dependiendo de la clase de suelo: en suelos blandos y

profundos fue alta y en depósitos de rocas, baja.

La Placa de Nazca es la corteza terrestre de una porción del fondo oceánico del Pacífico

occidental frente a Sudamérica, cuya porción norte es la que explica además de una

trinchera entre el Chocó y Malpelo, la formación de los Andes colombianos. La trinchera es

la frontera de la colisión entre la placa de Nazca y nuestro continente emergido, una y

otro desplazándose en direcciones encontradas durante cientos de millones de años, por

lo que nuestras cordilleras son la expresión de ese fenómeno geodinámico que explica

además de volcanes, fallas y plegamientos: las dos fuentes sísmicas señaladas.

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En zonas sísmicas como la región andina de Colombia, cada ciudad debe conocer sus

fuentes sísmicas, lo que supone saber de su localización y terremotos característicos con

sus períodos de retorno y magnitudes probables, asuntos importantes para la gestión del

riesgo donde los planificadores deben decidir conociendo la respuesta dinámica del suelo,

por ser fundamento para definir la tipología adecuada y comportamiento de las

construcciones, y los usos permitidos del suelo.

Entonces, mientras la historia sísmica en Manizales se circunscribe a los terremotos

profundos típicos de la base de la cordillera Occidental de Colombia con profundidad entre

70 y 100 km, ya es hora de evaluar nuestra capacidad de respuesta con eventos

superficiales asociados al Sistema de Fallas Romeral que son más destructivos por su

profundidad somera, la cual en Popayán 1983 y Quindío 1999 alcanzó 20 km, y cuyo

balance habla de 250 muertes y pérdidas por U$500 millones para el primero, y de 1.185

muertes y pérdidas por U$2.000 millones en el segundo.

El POT deberá mirar a escala de mayor detalle, además de la vulnerabilidad de las líneas

vitales y sistemas de servicio esenciales, la llegada del gas domiciliario y el uso del suelo

en el entorno de fallas con actividad cuaternaria que cruzan el área urbana, además del

modelado de nuestras frágiles laderas, los suelos blandos profundos y los altos

topográficos, como factores naturales incidentes; pero también los culturales como las

prácticas constructivas que mezclan bahareque y cemento, el deterioro de las viejas

construcciones de madera y el número de edificaciones altas que demandan reforzamiento

sismo-resistente.

Y tras observar que en un centro vital de la ciudad como Santa Sofía el municipio permitió

instalar una estación de gasolina en los últimos años, podría insistirse en políticas públicas

ambientales e instrumentos de gestión del riesgo que no solo prevengan semejantes

errores, sino que permitan implementar un programa de gestión integral para la

mitigación de la vulnerabilidad sísmica con enfoque preventivo, incluyan la componente

para la investigación de la amenaza que la U.N. viene desarrollando, mitigue la

vulnerabilidad de los sistemas estratégicos, eleve la capacidad de respuesta de las

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instituciones de emergencia, y emprenda la organización y capacitación de las

comunidades para actuar debidamente en caso de un terremoto severo.

[Ref.: La Patria/ Manizales, 2012-03-5] Imagen: Mapa no oficial de Amenaza Sísmica para

Colombia según Carlos A. Vargas, en UN Periódico (2011), y Litología y Suelos, y

Espectros de la Microzonificación Sísmica para Manizales, del SIMOC (2002).

Enlaces de complemento:

Tiempo geológico

Vulcanismo

Rocas ígneas

Intemperismo o meteorización

Geología estructural

Geomecánica.

***

Manizales, un escenario de alta vulnerabilidad socioambiental

Urge una adaptación ambiental para Manizales, una ciudad que se ha preciado de ser un

modelo latinoamericano en materia de prevención de desastres en virtud de la

complejidad y singularidad del territorio. Posiblemente la intención de los académicos

locales ha superado la decisión de los políticos manizaleños y, por lo tanto, a un costo alto

se van destapando las contradicciones socioambientales que subyacen en el basamento de

la jungla de concreto con el problema del agua y la tragedia del barrio Cervantes.

Si había una orden de evacuación de siete días antes, la lluvia de la noche anterior pudo

ser apenas el detonante de una inestabilidad que se había manifestado y advertido, por

cualquier motivo. En la zona, además de altas pendientes, de suelos inestables y de

factores tectónicos que explican el escarpe, convergen circunstancias antrópicas que con

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el paso del tiempo van vulnerando la ladera, además de la exposición a la amenaza del

fatídico evento. Frente a la tesis de que el cable vía pudo causarlo, mucho más

significativo que el natural ruido sísmico generado desde la cimentación del cable, como

fenómeno asociado a las vibraciones causadas por la operación de las vagonetas, es el

efecto de los vehículos que siendo más pesados cruzaron la vía repetidamente y justo

sobre la masa de suelo. No teniendo que ver la estructura profunda del cable que está a

distancia del deslizamiento, además de la sobrecarga dinámica de los carros en la vía

colapsada, otros factores contribuirían a la degradación del suelo, pero posiblemente

ninguno resultó más efectivo que el agua saturando el terreno, independientemente de su

procedencia: agua lluvia o del acueducto.

A través del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional (IDEA), de la

Oficina Municipal de Prevención y Atención de Desastres (Ompad) y de la Corporación

Regional Autónoma de Caldas Corpocaldas, se vienen haciendo grandes esfuerzos desde

hace años, que desafortunadamente no encuentran eco suficiente para satisfacer las

demandas del territorio. Basta señalar que la inversión en materia de restauración de

cuencas solo muestra inversiones en Caldas que son apenas la quinta parte del uno por

ciento de los ingresos que por Ley deben destinar los entes territoriales, que el acueducto

de la ciudad ha mostrado fallas protuberantes en materia de imprevisión relacionadas con

políticas públicas que perciben el vital líquido como una mercancía y no como un

patrimonio que debe destinarse a satisfacer necesidades básicas fundamentales.

Es claro que el calentamiento global va generando unas condiciones en las que los

fenómenos del clima pasan a condiciones extremas y que por lo tanto la amenaza de los

eventos hidrometeorológicos y de movimientos de suelo se ha incrementado conforme

crecen en intensidad y frecuencia las lluvias durante los períodos de La Niña. Pero

entonces la acción humana obliga a una adaptación oportuna consistente en reforestar

cuencas, respetar humedales y ocupar debidamente el territorio reduciendo los niveles de

exposición al peligro creciente o mejorando las condiciones de resistencia de los

escenarios vulnerables, a partir de un estudio preciso de la amenaza.

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Manizales es un escenario crítico dadas las condiciones del medio tropical andino, donde el

clima, la topografía y el suelo cobran dimensiones dramáticas que obligan a atender de

forma más certera la alta susceptibilidad a los deslizamientos de tierra y flujos de lodo,

habida cuenta de las dinámicas crecientes de la amenaza climática. Esto debe ser un

aspecto fundamental para abordar los temas del Plan de Ordenamiento Territorial en el

nuevo ciclo de doce años que se inicia en el 2012.

Entre las tareas que habrá que abordar en el POT está el de definir con precisión la

amenaza sísmica teniendo en consideración la propuesta que hizo la Universidad Nacional,

cuando mostró que las predicciones señaladas en el Código Colombiano de Sismo

Resistencia para la ciudad eran escasas. También identificar la vulnerabilidad de las líneas

vitales y de algunos sectores críticos de la ciudad a eventos climáticos extremos, lo que

incluye no solo las vías de salida por los cuatro puntos cardinales, sino también los barrios

populares que se van desprendiendo desde las laderas, pues para nadie es desconocido

que se ha llegado al colmo de ver urbanizaciones montadas sobre movimientos en masa.

Y para quienes crean que el asunto del calentamiento global no va en serio, basta señalar

que a raíz de la Niña 2010-2011 más de 30 poblaciones en Colombia requieren

reasentamiento como ocurre en Gramalote; las cifras de damnificados con una Niña

moderada alcanzan cifras del orden de los 2.5 millones y tampoco se había visto inundada

la Sabana de Bogotá, en una circunstancia similar a la de Venecia. Solidaridad con las

víctimas y damnificados por la tragedia del Barrio Cervantes.

Ed. Circular RAC 632. Manizles, November 7, 2011. http://oam.manizales.unal.edu.co

Imagen del Barrio Cervantes, publicada en El Colombiano.

LOS AUTORES:

Carlos Enrique Escobar Potes:

http://scienti.colciencias.gov.co:8081/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_rh=0000068284 Gonzalo Duque Escobar:

https://godues.wordpress.com/2012/09/12/gonzalo-duque-escobar-cvlac-rg/

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TEXTOS U.N.

Geomecánica. Duque-Escobar, Gonzalo y Escobar P., Carlos-Enrique (2016).

Programa de Ingeniería Civil. Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales.

Manual de geología para ingenieros. Duque-Escobar, Gonzalo (2017). Fundamentos geología física y de Colombia. Universidad Nacional de Colombia

Fisiografía y geodinámica de los Andes de Colombia. Duque Escobar,

Gonzalo and Duque Escobar, Eugenio (2016)

Textos “verdes”. Recopilación temática de documentos U.N., con autoría y

coautoría de Gonzalo Duque Escobar.

DICCIONARIOS DE GEOTECNIA Y GEOMORFOLOGÍA

Diccionario de Geotecnia. Fabián Hoyos Patiño (2012) Fabián Hoyos Patiño (2012)

https://www.academia.edu/1411066/GEOTECNIA-_DICCIONARIO_B%C3%81SICO_2012

Diccionario de Geomorfología. Fabián Hoyos Patiño (2017) https://www.academia.edu/33998539/Diccionario_de_Geomorfología

Fabián Hoyos Patiño (2017) Geomorfología: Equivalencias Ingles-Castellano.

Fabián Hoyos Patiño (2017) Geomorfología. Equivalencias Castellano-Ingles.

Fabián Hoyos Patiño (2012) Geotecnia. Equivalencias Ingles-Castellano y Castellano-Inglés.

Fabián Hoyos Patiño (2012) Geotecnia. Equivalencias Portugués-Castellano y Castellano-Portugués.

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

MANUAL DE GEOLOGIA PARA INGENIEROS

Gonzalo Duque-Escobar

MANIZALES, 2017

http://www.bdigital.unal.edu.co/1572/

A la Universidad Nacional de Colombia en sus 150 años.

Presentación

Contenido

Cap01 Ciclo geológico

Cap02 Materia y Energía

Cap03 El sistema Solar

Cap04 La Tierra sólida y fluida

Cap05 Los minerales

Cap06 Vulcanismo

Cap07 Rocas ígneas

Cap08 Intemperismo ó meteorización

Cap09 Rocas sedimentarias

Cap10 Tiempo geológico

Cap11 Geología estructural

Cap12 Macizo rocoso

Cap13 Rocas Metamórficas

Cap14 Montañas y teorías orogénicas

Cap15 Sismos

Cap16 Movimientos masales

Cap17 Aguas superficiales

Cap18 Aguas subterráneas

Cap19 Glaciares y desiertos

Cap20 Geomorfología

Lecturas complementarias Bibliografía

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Geotecnia para el trópico andino

http://www.bdigital.unal.edu.co/53560/

Carlos Enrique Escobar Potes Gonzalo Duque Escobar

Manizales, 2017.

A la Universidad Nacional de Colombia en sus 150 años.