arkanta -akganda: el enigma de un nombre...

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ARKANTA - AKGANDA: EL ENIGMA DE UN NOMBRE MILENARIO Si hay algo que suele despertar la curiosi- dad es saber el origen del nombre de un lu- gar, más aún si es el de nuestra ciudad, el nombre que durante siglos y siglos ha acompañado la vida de todos sus vecinos. Se trata de un patrimonio común, es parte de la memoria colectiva, y es frecuente ba- rajar numerosas interpretaciones, mucho más cuando nos encontramos con nombres como Arganda, un topónimo no transpa- rente, que tiene su origen en lenguas ante- riores al latín, conservado durante milenios y sobre lo único que se puede hacer es emi- tir hipótesis razonables, apuntar posibili- dades más que certezas absolutas. Los topónimos -<<nombre propio que sirve para distinguir un lugar preciso y úni- co en un contexto concreto», que deriva del g riego topos (lugar) y onoma (nombre)- son siempre el testimonio de una forma de- terminada de relación entre el hombre y el lugar, y está, por tanto, en estrecha relación con la geografía y con la historia. Las fór- mulas más frecuentes suelen ser un acci- d ente natural del terreno (montañas, ríos, valles, etc.), un fenómeno natural de la ve- getación (bosques, cultivos, etc.), antropó- ni mos (nombres propios de antiguos pro- pietarios) o bien un suceso histórico deter- minado. En el caso de Arganda, lo que es induda- ble es que se trata de tm topónimo anterior a la dominación romana, de origen hispa- no-celta. Sin entrar en eruditas disertacio- nes sobre la evolución de la fonética de ca- da uno de sus vocablos, la voz «Arganda » en su forma «Arkanta», y que seguramente se pronunciaba «Arganda» (la sonorización NT > ND es hispánica), aparece hasta en cuatro ocasiones en uno de los bronces de Botorrita, yacimiento arqueológico cercano a Zaragoza, donde se incluye una relación de doscientos habitantes, en alfabeto ibéri- co y lengua celtíbera, de la antigua Contre- bia Belaisca. La comarca de Arganda man- tenía una intensa relación con esa zona, po- bla da por los belos, en el valle medio del Ciudades celtíberas de la zona del valle del Ebro. Ebro, como manifiestan los hallazgos de monedas de las cercanas Bílbilis y Sekaisa. El origen celhbero del nombre de Argan- da nos está delatando que se trata del espa- cio poblado más antiguo del municipio, a diferencia de otros lugares primitivamente poblados con denominaciones claramente latinas, de época romana, corno Valtierra (valle de tierra), Valdocarros (valle de -pa- so- de carros), Villares o Vilches (del latín villicis), que nos indican la presencia de vi- llas o mansiones romanas. ¿QUÉ SIGNIFICA ARGANDA? Sobre su origen etimológico, todo parece apuntar a que proviene de la raíz de origen indoeuropeo arg, que significa claro, blan- co, brillante, y del que han derivado, por ejemplo, el vasco argi (luz) y el latino argen- tum o el griego argüiros, en los dos casos ha- ciendo referencia a la cualidad blanquecina de la plata, o el sustantivo argumentum, con el mismo sentido de «aclarar, aclaración». Es una raíz que encontrarnos extendida en otros países europeos, y especialmente en Portugal (Arga, Argana, Argal o Argande son los más parecidos) y España. Lo singular de Arganda es que se trata de uno de los topónimos que se encuentran más al Sur; la práctica totalidad se encuen- 161

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ARKANTA - AKGANDA: EL ENIGMA DE UN NOMBRE

MILENARIO Si hay algo que suele despertar la curiosi­

dad es saber el origen del nombre de un lu­gar, más aún si es el de nuestra ciudad, el nombre que durante siglos y siglos ha acompañado la vida de todos sus vecinos. Se trata de un patrimonio común, es parte de la memoria colectiva, y es frecuente ba­rajar numerosas interpretaciones, mucho más cuando nos encontramos con nombres como Arganda, un topónimo no transpa­rente, que tiene su origen en lenguas ante­riores al latín, conservado durante milenios y sobre lo único que se puede hacer es emi­tir hipótesis razonables, apuntar posibili­dades más que certezas absolutas.

Los topónimos -<<nombre propio que sirve para distinguir un lugar preciso y úni­co en un contexto concreto», que deriva del griego topos (lugar) y onoma (nombre)­son siempre el testimonio de una forma de­terminada de relación entre el hombre y el lugar, y está, por tanto, en estrecha relación con la geografía y con la historia. Las fór­mulas más frecuentes suelen ser un acci­dente natural del terreno (montañas, ríos, valles, etc.), un fenómeno natural de la ve­ge tación (bosques, cultivos, etc.), antropó­nimos (nombres propios de antiguos pro­pietarios) o bien un suceso histórico deter­minado.

En el caso de Arganda, lo que es induda­ble es que se trata de tm topónimo anterior a la dominación romana, de origen hispa­no-celta . Sin entrar en eruditas disertacio­nes sobre la evolución de la fonética de ca­da uno de sus vocablos, la voz «Arganda» en su forma «Arkanta», y que seguramente se pronunciaba «Arganda» (la sonorización NT > ND es hispánica), aparece hasta en cuatro ocasiones en uno de los bronces de Botorrita, yacimiento arqueológico cercano a Zaragoza, donde se incluye una relación de doscientos habitantes, en alfabeto ibéri­co y lengua celtíbera, de la antigua Contre­bia Belaisca. La comarca de Arganda man­tenía una intensa relación con esa zona, po­blada por los belos, en el valle medio del

Ciudades celtíberas de la zona del valle del Ebro.

Ebro, como manifiestan los hallazgos de monedas de las cercanas Bílbilis y Sekaisa.

El origen celhbero del nombre de Argan­da nos está delatando que se trata del espa­cio poblado más antiguo del municipio, a diferencia de otros lugares primitivamente poblados con denominaciones claramente latinas, de época romana, corno Valtierra (valle de tierra), Valdocarros (valle de -pa­so- de carros), Villares o Vilches (del latín villicis), que nos indican la presencia de vi­llas o mansiones romanas.

¿QUÉ SIGNIFICA ARGANDA?

Sobre su origen etimológico, todo parece apuntar a que proviene de la raíz de origen indoeuropeo arg, que significa claro, blan­co, brillante, y del que han derivado, por ejemplo, el vasco argi (luz) y el latino argen­tum o el griego argüiros, en los dos casos ha­ciendo referencia a la cualidad blanquecina de la plata, o el sustantivo argumentum, con el mismo sentido de «aclarar, aclaración». Es una raíz que encontrarnos extendida en otros países europeos, y especialmente en Portugal (Arga, Argana, Argal o Argande son los más parecidos) y España.

Lo singular de Arganda es que se trata de uno de los topónimos que se encuentran más al Sur; la práctica totalidad se encuen-

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tra en la cornisa cantábrica y en el entorno de los Pirineos, lugares escasamente roma­nizados. Por cierto, aunque son numerosos los nombres semejantes, sólo hemos locali­zado un topónimo exactamente igual: Ar­ganda es un pequeño caserío navarro, con molino fluvial, también denominado Erra­teta, y que da nombre a un arroyo, afluente del río Burunda, en la sierra de Urbasa, un paisaje verde y montañoso cercano a Alsa­sua y colindante con Guipúzcoa.

El término más parecido, y más frecuen­te, es Arganza, nombre que llevan aldeas de la provincia de León, Soria, Asturias, la dehesa de Argance, en Toledo, o Argando­ña, una villa próxima a Vitoria que cuenta con templo románico del silgo xm y posible enclave templario, o La Puebla de Argan­zón, en Burgos, o los Arganosa, Arganal, Arganzo y Argana gallegos. En la mayoría de estos núcleos existe una particularidad que no podemos obviar, la gran mayoría de los topónimos similares a argan están aso­ciados a cursos fluviales, seguramente aso-

ciándolos a sus aguas, limpias, claras o transparentes. Sin ir más lejos, en la misma capital madrileña nos encontramos con el distrito de Arganzuela, junto al río Manza­nares.

Ríos son el Arga, afluente del Ebro, que nace en el Pirineo y cruza la ciudad de Pamplona; el Argan es un afluente del Mi­ño en Lugo; el Arganza asturiano, afluente del N arcea y donde curiosamente en su va­lle existen plantaciones de viñedos; el Ar­ganzo, afluente del Sor; Argonza, afluente del Saja, y Arganda o Errateta, como antes mencionábamos, es también un pequeño arroyo navarro. Por si hubiera algtma duda de la asociación de arga con cursos fluvia­les, la expresión local argao es un cauce con materiales de arrastre y argayo son las tie­rras y piedras arrastradas por las lluvias o torrenteras, y con la misma raíz indoeuro­pea existen otros ríos de nombre similar en el continente: el Argence (Aquitania), el Er­golz (afluente del Rin) o el Argit (Irlanda), entre otros muchos.

o Topónimos de la raíz *arg- «blanco, brillante» (según A. Tobar): 1) Argit; 2) Erge > Arrow; 3 y 4) Argantella > Vranell; 5 y 6) Argantella > Arianell; 7) Arannell; 8) Argantella > Ranallt; 9) Arga; 1 O) Argenton; 11) Argenza > Ergers; 12) Argenz > Ahrig~bach; 13) Arguna > Argenm; 14) Argantia > Ergolz; 15) Arga; 16) Arguna > Argen; 17) Argence; 18) Argens; 19) Arga; 20) Arganzón; 21) Arganza; 22) Argentona; 23) Argonte; 24) Arganda, y 25) Argay.

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¿POR QUÉ LA CIUDAD SE LLAMA ARGANDA?

Sabiendo que, como casi siempre, en to­ponimia son inevitables las conjeturas y pocas las certezas absolutas, pueden ser tres las posibilidades:

l. a Que la raíz celtibérica arg, que hace re­ferencia a «claridad o luz», sea por lo blan­quecino de sus tierras calizas, o por alber­gar un antiguo castro carpetano, siempre ubicados en lugares elevados que suelen conservar nombres que evocan la idea de «Castillo» (Castillejo, Castellares, El Casti­llo ... ), donde era frecuente hacer hogueras, luminarias o humaredas como medio de aviso, dado su privilegiado lugar en un cruce de caminos, junto al valle del Jarama y en el camino hacia los territorios del valle del Tajo, valle del Ebro y zona oriental de la meseta.

2.a Que, como hemos visto anteriormen­te, sea un hidrónimo, un nombre que dela­ta la presencia de agua. El lugar de Argan­da cumple con esa característica. En la res­puesta 21 de las «Relaciones topográficas» de Felipe II se dice que «es Arganda lugar abundoso de aguas buenas», con las cinco fuentes que había dentro del casco, aparte de otras muchas del municipio, los enton­ces más caudalosos arroyos de Valtierra y Vilches, el cercano J arama y el curso de la «arroyada» que regaba los huertos aleda­ños al primitivo enclave del Castillo.

3.a Que se trate de un antropónimo, aso­ciando su primera ocupación a una perso­na determinada conocida por ese nombre. Como vimos anteriormente, el nombre Ar­kanta aparece en cuatro ocasiones en el bronce de Botorrita 111, y en los cuatro ca­sos, no deja de ser llamativo, es nombre de mujer:

Arkm1ta: Mezllkenosklle Arganda y Medúgeno (del clan) de los Albos Arkanta: /oukanikllm Arganda (del clan) de los Lucanos Arkanta: teinantikum Arganda (del clan) de los Divantos Arkanta: toutinikum Arganda (del clan) de los Tu tinos

Curiosamente, en esa misma inscripción aparece otro nombre femenino, Turtunta, que también se ha convertido en nombre de lugar, y con la misma evolución fonéti­ca, la <<b> final se convierte en «d». Hasta en tres ocasiones nos encontramos el lugar de Tortonda en la cercana Guadalajara, tam­bién territorio celtibérico.

Inscripciones epigráficas del Br~nce de Botorrita.

Lo cierto es que Arganda era nombre de mujer y ahí se pueden pensar todas las fan­tasías posibles sobre quién era o la razón para asignarlo a esa zona en concreto. Con el transcurso de los años, Arganda ha pasa­do de nombre a apellido, aunque no pre­sente en nuestro municipio, pero sí bastan­te más extendido de lo que puede parecer, incluidos países extranjeros. Es un apellido seguramente vinculado a nuestra ciudad, o bien, a la primitiva Arkanta; cualquiera de los dos orígenes son viables.

¿EXISTEN OTROS NOMBRES ANTERIORES A ARGANDA?

Es poco probable. Recordemos que esta­mos hablando de lengua céltica, de los si­glos m a r antes de Cristo, la época en la que aparecen los primeros testimonios escritos, y con el valor de tratarse de un término que prácticamente ha permanecido inalterado hasta nuestros días.

En el siglo pasado, y autores posteriores, conjeturan otros nombres como Varcila, por un ara votiva dedicada a las ninfas var­cilenses que apareció junto al manantial de Valtierra, pero se trata sólo de eso, de una divinidad. Las ninfas en el mundo romano eran divinidades de los manantiales y cum­plían un sentido religioso de protección de un elemento natural tan esencial como el agua. Las ninfas varcilenses eran unas más de las divinidades a las que se tenía culto en la Carpetania romana, como Diana, Marte, Fortuna, Júpiter, etc., nada que ver, por tanto, con el nombre de ningún núcleo de población.

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L • 1 • RVFINVS

NYMPHIS

VARCILENS

Inscripción del ara votiva aparecida junto al ma­nantial de Valtierra.

Otro nombre que en ocasiones da la sen­sación que se ha convertido en parte ya de la memoria colectiva es Alternia, utilizado incluso por un par de empresas de la locali­dad y una asociación musical. Lo mismo podemos decir, no existe ninguna eviden­cia arqueológica o epigráfica para que se pueda afirmar que tenga una relación di­recta con Arganda.

Toda la teoría que sustenta la vinculación entre Alternia y Arganda es la relación de 18 ciudades que en el siglo II después de Cristo describe Ptolomeo, geógrafo e histo­riador de la ciudad de Alejandría. Las ciu­dades que describe son las que se encuen­tran los ejércitos romanos en el momento de la conquista: Ilurbida, Egelasta, Ilarcu­ris, Varada, Thermida, Titutela, Mantua, Toletum, Complutum, Libera, Ispinum, Metercosa, Barnacis, Alternia, Paterniana, Rigusa, Laminium y Caracca. Las únicas que han pervivido como ciudades son Tole-

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do y Alcalá de Henares, del resto es difícil seguir el rastro y son muy numerosas las posibles localizaciones. La razón son los errores y omisiones de la obra de Ptolomeo (por ejemplo, no incluye Consabura o Miaccum). Aunque organizadas como un atlas actual, no se han conservado ninguno de los mapas que elaboró, y aunque sí in­forma de coordenadas de grados y minu­tos, tal y como hacemos hoy en día, pero partiendo del mundo entonces conocido (la latitud la mide desde el ecuador, mientras que la longitud lo hace desde las islas Ca­narias). El resultado es que la conversión a los paralelos y meridianos actuales se pue­de hacer desde muy diversas fórmul as, dando lugar a localizaciones de lo más di­versas y dispersas geográficamente, a veces según los intereses de cada inves tigador.

En realidad, mien tras no hable la ar­queología, no se puede afirmar ni negar na­da, aunque en el caso concreto de Alternia las investigaciones del catedrático de la Universidad Complutense José Manuel Roldán Hervas parecen ubicar la antigua ciudad celhbera, y con cierto nivel de certe­za, nada menos que en un lugar indetermi­nado entre Valencia y Játiva, a muchos kiló­metros de nuestro municipio. Por lo que, de momento, nos quedaremos con esa Ar­kanta milenaria. Todo apunta a que en los últimos tres mil años muy pocas ciudades pueden decir lo mismo: Arganda siempre ha sido Arganda.