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Aproximaciones a la Contracultura en Chile y sus dispositivos impresos Autor: Mauricio Vico S. / Dpto. Diseño / U. de Chile

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Aproximaciones a la Contracultura en Chile y sus dispositivos impresos

Autor: Mauricio Vico S. / Dpto. Diseño / U. de Chile

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Jóvenes diseñadores/as chilenos/as de la década de 1960 y 1970 se empoderaron de la Psicodelia, el Pop art, y en menor medida del Op art y reprodujeron esas tendencias de su tiempo en afiches, carátulas de disco, portadas de libros, revistas, el sistema moda y la letra gestual. El telón de fondo era la naciente contracultura hippie, a la vez que las tendencias internacionales hacían de los mass-media protagonistas y ya no meros transmisores. Los cambios se dieron en todo orden, durante un período que abarco más de diez años (1964-1974). Una década prodigiosa, definida por acontecimientos políticos, sociales, culturales y económicos que desestabilizaron al mundo y afectando fuertemente la sociedad chilena, generando grandes cambios que aún repercuten en nuestra vida diaria.

Las manifestaciones contraculturales juveniles de la segunda mitad del siglo XX, son epítome de lo experimental y rupturista, en todo ámbito. En esa dimensión se puede situar a una parte de la juventud chilena, un grupo etario que irrumpió con fuerza y estuvo casi a la par de los movimientos estadounidenses y europeos, quienes reprodujeron localmente ciertos modos de vidas y su estética. En los Estados Unidos se inician las protestas donde adquirieron mayor intensidad y visibilidad pública, y se replicaron en muchos países y reforzadas por el “Mayo del 68” francés. En todo el mundo serán los mismos actores para todas las revueltas: la juventud pidiendo cambios profundos.

El término Contracultura se usa para definir el conjunto de cambios que experimentó la sociedad donde sus principales protagonistas fueron los jóvenes de los años sesenta. Ello no significa que no hubiera otros en la historia.1 Los moldes sociales de los años cincuenta –que se esperaba tuvieran continuidad–, se fragmentaron y fueron rechazados por la juventud sesentera y manifestaron su rebeldía a través de distintas formas. La Contracultura está pues constituida por jóvenes rebeldes y contestatarios que asumieron con mucha fuerza una actitud formalmente transgresora expresada a través de la vestimenta; una jerga excluyente; incursiones con mayor o menor profundidad en las filosofías orientales; y el complemento permanente que estableció la distancia con el resto de la sociedad: el rock. Un nuevo tipo de música: The Animals, The Yarbirds, The Beatles, Grateful Dead, The Velvet Underground, Rolling Stones, The Doors, Pink Floyd, por nombrar algunos. Otros componentes que le dieron fuerza a la contracultura para arraigarse, reclamar un reconocimiento y sobrevivir a los avatares de toda una década fueron la Revolución de las Flores, la liberación femenina, el descubrimiento y masificación de la píldora anticonceptiva. Asimismo, el uso de drogas como el LSD y la marihuana.

El término contracultura –como indica Luis Ruiz Aja, surge de: “…una desafortunada traducción española del inglés ‘counter culture’. En inglés se diferencia ‘counter’ y ‘against’. Against es contra, en cambio counter significa contrapeso, equilibrar por compensación”.2 Sin embargo, finalmente quedó Contracultura como término para designar esa juventud rebelde de los sesenta y su modo de ser, su modo de vida (ambos conceptos intercambiables). Sus características principales: su antiautoritarismo, su intenso y consecuente humanismo, el rechazo a la tecnocracia, una desconfianza hacia la política tradicional, la supremacía de la persona sobre la doctrina, la búsqueda de un cambio de conciencia, el poder de la imaginación, el misticismo, la psicodelia, el erotismo, la pasión, el instinto, el carácter

1 Cfr. Goffman, Ken (2005). La contracultura a través de los tiempos. Barcelona, España: Editorial Anagrama. 2 Ruis Aja, Luis (2008). La contracultura ¿Qué fue?, ¿Qué queda? Madrid, España: Ediciones Mándala, pp. 47-48.

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alternativo y comunitario; finalmente, la búsqueda de la libertad y la autorrealización en todas sus expresiones.3

Imagen 1. Portada Revista del domingo, 19 de octubre de 1969. Autor: Hernán Vidal (Hervi). Un tipo de heterodoxia cultural ya venía larvándose desde mediados de los cincuenta,

que se desarrolló entre los años 1950 y 1970: el pop. Las primeras manifestaciones se dieron tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Para algunos estudiosos y especialistas un término que designa un estado de ánimo, un momento histórico, un movimiento estilístico para otros. En el caso chileno se deberá tener en cuenta ambos orígenes. La influencia inglesa llegó con la música pop, o beat, y la gráfica que portaban las carátulas de los discos; la estadounidense, con las relaciones políticas, económicas y culturales.

Así califica Tilman Osterworld la mezcla entre arte y vida del pop: “Los temas y las formas y los medios del Pop Art muestran los rasgos esenciales que asociamos con el ambiente cultural de los años sesenta y el estado de ánimo de la gente”.4 El Pop art recogió y representó los símbolos de la época: “síndrome de decadencia, credibilidad en el progreso y miedo a la catástrofe, sueño y trauma, lujo y miseria”.5

Visto desde Chile, el Pop art reflejaba una emulsión de polos antagónicos: por una parte, el progreso desarrollado por unas sociedades opulentas. Por otra, la mirada atemorizada ante

3 Ruis Aja, Luis (2008). La contracultura ¿Qué fue?, ¿Qué queda? Sección I: Características de la Contracultura. 4 Osterworld, Tilman (2003). Pop Art. Köln, Alemania. Editorial Taschen, p. 6. 5 Ibídem, p. 11.

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un mundo amenazado por catástrofes con signos inminentes: La Guerra Fría, la proliferación de las armas nucleares y del armamentismo, la Guerra del Viet-Nam, y la liberación del colonialismo.

No es posible determinar con precisión a través de qué medios llegó la influencia del Pop art a Chile; parece ser que las revistas, el cine, la industria de la moda y también algunos viajes de artistas chilenos a Estados Unidos fueron los vehículos que trajeron consigo esta tendencia al país. Sí se puede demarcar el decenio de 1960 a 1970 como la época en que se aprecian claramente las manifestaciones de pintores como Guillermo Núñez, Patricia Israel,6 Francisco Brugnoli y Eduardo Martínez Bonatti, que practican este tipo de arte. Núñez e Israel fueron activos protagonistas de la escena del diseño pop a través de sus afiches y esquelas. También estos nuevos signos se vieron reflejados en la aparición de la minifalda a mediados de los sesenta, prenda provocativamente contestataria en lo social más que en el acotado ámbito de lo sexual. Como dice Pía Montalva: “privilegia la audacia, el último grito de la moda y, por lo tanto, el modelo londinense. Creada en 1967, es la primera boutique chilena en lanzar la minifalda, el Nude Look y la moda gitana. Vog viste al sector menos conservador de las chilenas y a un público más bien joven”.7

Estos nuevos modos de vida de la década de 1960 fueron en Chile asumidos desde una perspectiva más bien de rebelión; política, artística, cultural. El discurso contra el orden establecido, la heterodoxia del uso del color y las formas que se identificaban con la rebeldía juvenil fueron las expresiones que adoptaron los nuevos estilos en Chile.

Nace así otra revolución, la cultura hippie, como una de las manifestaciones constituyentes de la Contracultura, que en la sociedad chilena entre 1964 y 1974 se hace un poco difícil de digerir por sus muchos afluentes sociales y políticos. Al mismo tiempo, la música rock-pop se torna más dura, más rebelde, con contenidos más rupturistas y, especialmente, con una novedosa impronta en sus propuestas de diseño. Su visibilidad ya evidente se hizo una realidad en el Festival de Piedra Roja en octubre de 1970, como un grupo social que traería toda una manera de vivir y una estética que se comenzó a palpar con fuerza en los años siguientes. Por otra parte, la Psicodelia ya había surgido tímidamente en algunas carátulas de disco de jóvenes rockeros desde 1967. Más tarde se consolida a través de uno de los afiches más icónicos del período en la revista juvenil Onda, “Hoy es el primer día del resto de tu vida” (Juan Rusque, 1971).

6 El caso más conocido, el de los artistas Guillermo Núñez y Patricia Israel con la tienda Postershop, donde sus trabajos estuvieron marcados por el uso de la serigrafía, también por un estilo que rayaba entre el Pop art y la Psicodelia. 7 Montalva, Pía (2004). Morir un poco. Santiago, Chile, Editorial Sudamericana, p. 83.

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Imagen 2. Afiche Hoy es el primer día del resto de tu vida (Autor: Juan Rusque, 1971). Esa dicotomía se dio tanto en la música como su representación iconográfica en una

interpretación de los sonidos que salían de las voces y guitarras eléctricas llevadas al ácido de sonidos atonales y muchas veces improvisados. Estas portadas quisieron emularlos con atiborradas formas, colores saturados en permanente tensión y distensión, entre vibraciones de colores complementarios y líneas en permanentes contorsiones, muchas veces llevadas al paroxismo. Los textos adoptan la más absoluta ilegibilidad, sometiendo al espectador más que a la información, a unos breves segundos de arrobamiento estético ante tantos colores y ornamentos. En Chile estas manifestaciones fueron menos exageradas, más bien reposadas, quizá influencia de la legibilidad en consonancia con los preceptos de la Escuela suiza. Las tendencias compositivas y muchas veces con cierto aire a improvisación, instalan en las ilustraciones la dicotomía entre lo apolíneo y lo dionisíaco. “Por un lado, la Psicodelia anhela un Edén perdido, un paraíso arcadio de calma pastoral”.

Como se ha dicho, la década de 1960 en Chile se puede caracterizar como un vasto y riquísimo ambiente cultural, una década de cambios sociales y de sinergia creativa, de experimentación en el campo de las artes; también de los aportes de una naciente disciplina vinculada al campo de las comunicaciones visuales, como el Diseño. La llegada de la música del conjunto británico The Beatles, en 1964, a las emisoras chilenas, se convirtió en todo un fenómeno radial denominado beatlemanía, manifestación no solo de su música, sino de un cambio social que reflejaba las inquietudes y deseos de una cierta juventud, que no solo a través de las canciones manifiesta su rebeldía e idealismo. Este fenómeno también se dio localmente con algunos componentes autóctonos, en una primera instancia, con el movimiento musical de La Nueva Ola, que se inició a principios de los sesenta imitando el rock and roll de Elvis Presley pero que, poco a poco, abrieron espacios a intérpretes nacionales creando sus propias canciones interpretadas en español, logrando un gran impacto y éxito en la comunidad juvenil, según el investigador musical Gonzalo Planet:

La Nueva Ola era un movimiento bastante adaptativo del rock and roll más suave, inofensivo, absolutamente destilado de su raíz marginal y compuesto de baladas románticas y ritmos bailables como el twist. Una gran cantidad de sus canciones eran versiones de éxitos probados en Estados Unidos; sus pocos compositores nacionales rara vez se alejaron de las letras de amor y la diversión (primero en

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inglés y luego en castellano) y jamás se asomó el más mínimo aire de contracultura.8

El fenómeno musical produjo un consumo relativo de discos, y reflejaron toda una

estética en el diseño de sus carátulas creadas para las nuevas corrientes de la música joven, muchas de ellas reeditadas por la industria fonográfica nacional que provenían de EE.UU. y el Reino Unido y otras que fueron propias. Esta industria brindó a algunos diseñadores locales la posibilidad de renovación de la gráfica y un nuevo campo de trabajo, también ocurrió en la industria editorial. Se aprecia tanto en las fotografías realizadas para esos discos, manipuladas gráficamente, como también en el estilo de las fuentes tipográficas empleadas con un criterio rupturista en su diagramación, una variada e híbrida expresión de ellas que tienen sus antecedentes primarios en la carátula del disco de The Beatles Rubber Soul editado en 1965. Allí aparecerá –diseñada por Charles Front–9 uno de los primeros antecedentes de la letra hippie.

Otro aspecto del diseño de carátulas de discos locales tenía como representaciones la estética pop como psicodélica, no siempre eran consistentes con el tipo de música que uno podía encontrar en sus discos. Este fenómeno se repitió con insistencia. A modo de ejemplo, los álbumes Elija su pareja, Varios Intérpretes (RCA-Victor, UES Producciones, 1967); Te dejo la ciudad sin mí, Los Ángeles Negros (EMI-Odeon, 1970); Historia de un amor, Los Galos (Producciones Caracol, 1972); Revolviéndola con los Rocket (RCA, 1973), portada diseñada por Danny Aguilar; Un racimo de cuecas choras de Nano Parra (RCA, 1972) y que comienzan a editarse ya desde 1967. En efecto, los conceptos y estilos musicales en muchos casos no formaban parte de la rebelión ni de la filosofía que había detrás de la cultura psicodélica y el pop. Desde la visualidad local esta mixtura conformaría un panorama que bien se puede definir como iconoclasta, también sucedió en algunas revistas dirigidas a la juventud y el lector político es el caso de Onda, Ramona, Paloma, Ercilla, Paula, Ahora, y algunas portadas de un sin fin de revistas del más variado espectro cultural.

Imagen 3. Portada del álbum Un racimo de cuecas choras de Nano Parra (RCA, 1972).

8 Planet, Gonzalo (2004). Se oyen los pasos. Santiago, Chile. Cápsula Libros, 2007, p. 21. 9 Vico, Mauricio (2019). Todos Juntos: iconografía de la contracultura en Chile, 1964-1974. Santiago, Chile. Editorial Fulgor.

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En la estética heterodoxa de los diseñadores locales destacan a modo de ejemplo el grupo los Beat 4 y Los Mac’s. De este último grupo su disco más exitoso, Kaleidoscope Men (RCA, diciembre, 1967) mezcla una iconografía pop y psicodélica realzada por el uso de letras rotuladas en clave hippie, constituyéndose por ello en las portadas de disco de la avanzada de estos estilos en Chile. Las canciones eran en su mayoría cantadas en inglés, excepto “La muerte de mi hermano”.10 En el caso de Los Beat 4, con su primer álbum Boots a go-go (RCA 1967) sus canciones están escritas en castellano, aunque parte de su repertorio fueron covers de The Beatles y Rolling Stones. Gráficamente destaca una sugerente tipografía rotulada de bordes gruesos, en caja alta y de colores saturados y brillantes: cyan, verde, rojo y amarillo con un delgado borde azul, otro verde oscuro, un rojo bermellón y la palabra “Beat 4” con anaranjados.

Se puede decir que la llegada de la nueva gráfica impresa se tradujo al diseño en una impronta digna de imitar por lo atrayente de sus propuestas iconográficas, con fotografías de contraste y tipografías de palo seco, tan presentes en las revistas suizas, alemanas y estadounidenses que circulaban escasamente en el país. Pareciera una vez más concluirse que esta imitación, tanto en el grafismo, se tradujo en una indagación de sutil y afinado estilismo, apartándose de las fuentes internacionales más radicalizadas en la puesta en escena de un discurso visual, de exaltación del color, por saturación, por vibraciones complementarias, y una ilegibilidad tipográfica radicalizada. En nuestro medio, la letra ondulada de la Psicodelia se tradujo en una forma más simple, más legible, sin llegar a los extremos que practicaron los afichistas hippies como Peter Max, Víctor Moscoso, Bill Graham, Bob Masse y Robert McClay y otros.

Imagen 4. Portada del álbum del grupo Los Mac´s Kaleidoscope Men (RCA, diciembre, 1967).

10 Es considerada la primera canción rock chilena cantada en español, compuesta por el cantautor “Payo” Grondona, un músico destacado de la Nueva Canción Chilena, con letra de Orlando Walter Muñoz.

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Finalmente, las referencias de las cuales el Pop y la Psicodelia se alimentó fueron las revistas, la televisión, el cine, el supermercado, la naturaleza, una libertad sin límites. En Chile, en cambio, su llegada más bien se debió a una moda, pero no a la vivencia diaria, tal como tuviera lugar en su fuente de origen. Sus réplicas no surgían de una sociedad de consumo local, sino de un simple remedo de un fenómeno externo; el país seguía siendo subdesarrollado. Además, se carecía de un discurso intelectual surgido de las propias necesidades locales, las que sí tuvieron presentes los estadounidenses a través de figuras como Allen Ginsberg, Herbert Marcuse, Abbie Hoffman, Timothy Leary y el icónico periódico Panteras Negras11 donde deslumbraría la gráfica de Emory Douglas y otros líderes juveniles. En el país sí hubo muchas crónicas de ellos, principalmente a través de revistas juveniles. También fue conocido por cierta intelectualidad universitaria educada al alero de las universidades. Sin embargo, se cruzaron con un discurso de la izquierda mundial y latinoamericana, influida por la revolución cubana que estaba en todo su apogeo en la década de 1960.

Por este motivo los signos de la gráfica Pop, la Psicodelia, el surgimiento de los hippies, en fin, la contracultura, se vinculó a los hechos acuciantes del momento: primero, el político, al tratamiento de la pobreza como un eje temático, a un llamado a la juventud para que se hiciera cargo de la precariedad que vivía la sociedad chilena; a la expresión optimista de “la construcción del hombre nuevo” de los partidos de izquierda; la idea de progreso que se lograría siguiendo las pautas que señalaba el socialismo. En segundo lugar, el puritanismo hippie con toda su carga neorromántica libertaria y la vuelta a la naturaleza, expresada en la vida comunitaria; en el caso local el redescubrimiento de la artesanía. Varios medios escritos adhirieron en su expresión formal a dicho movimiento. Por otra parte, el tercer aspecto, más pragmático, consistió en el aprovechamiento publicitario y el marketing que se manifestó en los avisos, tanto de los medios editoriales como la televisión, y tuvo como fin atraer a consumidores jóvenes que comenzaban a aparecer tímidamente en Chile.

En definitiva, en Chile algunos dispositivos impresos adhirieron a una estética de la Contracultura de una generación, donde el diseño tuvo una relación muy cercana con lo popular, el entorno social y el discurso político. Los mensajes emitidos desde el afiche hasta las carátulas de disco y debieron hacerse comprensibles a las nuevas necesidades mediáticas. Así, marcando el paso del decenio de 1960 y los primeros años de 1970 a uno nuevo que no llegamos a ver plasmado –para bien o para mal– tras el golpe de estado que experimenta el país, por todos conocido. Referencias

Goffman, Ken (2005). La contracultura a través de los tiempos. Barcelona, España: Editorial

Anagrama. Guillén, Sergio y Puente, Andrés (2007). Psicodelia americana, el sonido de la contracultura.

Lleida, España: Editorial Milenio. Montalva, Pía (2004). Morir un poco. Santiago, Chile: Editorial Sudamericana. Osterworld, Tilman (2003). Pop Art. Köln, Alemania: Editorial Taschen. Planet, Gonzalo (2007). Se oyen los pasos. Santiago, Chile: Cápsula Libros. 11 Pantera Negra fue el periódico oficial del partido del mismo nombre. En sus inicios un boletín de cuatro páginas publicado en Oakland, California, en 1967. Posteriormente, fue el principal órgano periodístico del partido, y publicado en varias ciudades importantes de Estados Unidos. Su línea editorial se centró en las revoluciones internacionales y las luchas raciales contemporáneas de los afroamericanos.

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Racionero, Luis (2015 [1977]). Filosofías del underground (3ª edición). Barcelona, España: Editorial Anagrama.

Ruiz Aja, Luis (2018). La contracultura, ¿que fue? ¿Qué queda?. Madrid, España: Mandala ediciones.

Vico, Mauricio (2019). Todos juntos: iconografía de la contracultura en Chile, 1964-1974. Santiago, Chile: Editorial Fulgor.

Vico, Mauricio y Osses, Mario (2009). Un grito en la pared, psicodelia, compromiso político y exilio en el cartel chileno. Santiago, Chile: Ocho Libros Editores.