las comunas en la contracultura

24
LAS COMUNAS EN LA CONTRACULTURA INTRODUCCIÓN: LA UTILIZACIÓN DE LA UTOPÍA. Aarón estaba en cuclillas, haciendo dibujos con el dedo en el suelo polvoriento y frotándose de vez en cuando las manos en un mono azul cubierto por el polvo del campo donde había estado trabajando. Con una mirada ausente, enmarcada por la cabellera que le llegaba hasta los hombros y una tupida barba, recordaba sus orígenes: “Yo vivía en Los Ángeles, y cada día me sentía más cerca del estallido final, del colapso que me llevaría a un hospital mental, totalmente aislado de las otras personas y sus vidas. Cada vez que bajaba al metro aparecía aquel sujeto tremendamente flaco que intentaba venderme la fórmula milagrosa “87” para salvarme de la halitosis terminal. Era una cosa demencial, una olla a presión, una situación con la que debía terminar. Me exprimió los sesos intentando hallar una salida. Finalmente, decidí que debería irme a vivir al campo y trabajar allí estrechamente unido a mis hermanos y hermanas. ¿qué me ofrecía la ciudad? Un empleo que yo no deseaba, o la cárcel o un manicomio. Vine aquí porque deseaba simplificar mi vida al máximo. No fue difícil marginarme. Tenía muchas cosas que sobraban: un coche, un equipo estereofónico, un millón de objetos inútiles. Quiero decir…¿para qué diablos necesitaba yo una tostadora eléctrica y una cafetera? Me deshice de todas esas cosas. Fue como sacarme un peso de encima. Antes me había metido en política, pero llegó un momento en que ya no podía abogar a favor del cambio social, tenía que vivirlo. El cambio no es algo que está allí fuera, no es un cambio de poder. Está aquí dentro “ Aarón se golpeó dos veces el pecho con su vigoroso pulgar y unas pequeñas nubecillas de polvo saltaron de su mono. “Por aquí debeo comenzar si pretendo cambiar el maldito sistema”. Aarón hizo un ademán hacia la cabaña, donde una docena de personas estaban sentadas, hablando, sin hacer nada en particular. “Toda esta generación, toda esta gente está recibiendo estas nuevas energías y se está sintonizando. No queremos volver a la basura materialista, no queremos meternos en los trabajos de nueve a cinco, las vacaciones de dos semanas y las barbacoas en los barrios residenciales. No queremos estas cosas, porque ya hemos

Upload: guomundsdttir

Post on 15-Sep-2015

221 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

Selección-transcripcción de algunos capitulos

TRANSCRIPT

LAS COMUNAS EN LA CONTRACULTURAINTRODUCCIN: LA UTILIZACIN DE LA UTOPA.Aarn estaba en cuclillas, haciendo dibujos con el dedo en el suelo polvoriento y frotndose de vez en cuando las manos en un mono azul cubierto por el polvo del campo donde haba estado trabajando. Con una mirada ausente, enmarcada por la cabellera que le llegaba hasta los hombros y una tupida barba, recordaba sus orgenes: Yo viva en Los ngeles, y cada da me senta ms cerca del estallido final, del colapso que me llevara a un hospital mental, totalmente aislado de las otras personas y sus vidas. Cada vez que bajaba al metro apareca aquel sujeto tremendamente flaco que intentaba venderme la frmula milagrosa 87 para salvarme de la halitosis terminal. Era una cosa demencial, una olla a presin, una situacin con la que deba terminar. Me exprimi los sesos intentando hallar una salida. Finalmente, decid que debera irme a vivir al campo y trabajar all estrechamente unido a mis hermanos y hermanas. qu me ofreca la ciudad? Un empleo que yo no deseaba, o la crcel o un manicomio. Vine aqu porque deseaba simplificar mi vida al mximo. No fue difcil marginarme. Tena muchas cosas que sobraban: un coche, un equipo estereofnico, un milln de objetos intiles. Quiero decirpara qu diablos necesitaba yo una tostadora elctrica y una cafetera? Me deshice de todas esas cosas. Fue como sacarme un peso de encima. Antes me haba metido en poltica, pero lleg un momento en que ya no poda abogar a favor del cambio social, tena que vivirlo. El cambio no es algo que est all fuera, no es un cambio de poder. Est aqu dentro Aarn se golpe dos veces el pecho con su vigoroso pulgar y unas pequeas nubecillas de polvo saltaron de su mono. Por aqu debeo comenzar si pretendo cambiar el maldito sistema.Aarn hizo un ademn hacia la cabaa, donde una docena de personas estaban sentadas, hablando, sin hacer nada en particular. Toda esta generacin, toda esta gente est recibiendo estas nuevas energas y se est sintonizando. No queremos volver a la basura materialista, no queremos meternos en los trabajos de nueve a cinco, las vacaciones de dos semanas y las barbacoas en los barrios residenciales. No queremos estas cosas, porque ya hemos estado all a travs de sucesivas encarnaciones. Si me han puesto en la tierra para algo, ha sido para amar a mis hermanos y hermanas; lo dems no es importante.Yo soaba con pertenecer a una tribu donde las energas fluyeran entre todos, donde las personas se quisieran, donde nadie tuviera que trabajar, pero todos quisieran hacer algo porque dependan los unos de los otros para su felicidad y supervivencia; de modo que nos hemos reunido aqu y el muchacho hizo u nademn, abarcando el valle y las lejanas montaas- donde nos esperaban muchos problemas y conflictos reales, pero conocemos la satisfaccin de resolverlos, de crecer gracias a ellos, as como uno crece a partir de un buen matrimonio. Y hemos regresado a la tierra, y mi mente vuela slo con estar cerca de ella y tratar de comprenderla.Creo que la mayora de nosotros hemos venido aqu, en primer lugar buscando refugio; muchos no saba que iban a encontrar, pero necestiban escapar. Los nuevos vienen con sus mentes saturadas de mil ideas que en este lugar carecen de sentido, pero todos estamos aprendiendo valores nuevos, y estamos aprendiendo a vivir juntos. Todava nos fastidiamos con un montn de males viejos. Cada uno tiene algo que le retiene. Pero aqu somos fuertes porque sabemos lo que queremos. Es evidente que la civilizacin est condenada. Quiero decir que se est autodestruyendo y no queremos acabar junto con ella. El prximo paso es la comunidad, y es lo que pretendemos hacer.Se trata de una rama completamente nueva de la evolucin humana. La premisa de todos estos lugares es que nos amemos mutuamente. Y la gente tiene que experimentarlo para entender lo que esto significa. Todas las comunas, todas las familias, son facetas de la misma cosa, pero nadie sabe exactamente lo que es, o lo que debiera ser, de modo que todos la abordamos a nuestra manera. En realidad lo que estamos haciendo es el estudio piloto de un estilo de vida para el futuro. Estamos tratando de andar despacio, de recordar qu es todo esto. Estamos simplificando, liberndonos de todas las cosas que se interponen en nuestro camino. Estamos re-tribalizndonos, y al encontrarnos juntos las vibraciones son tan altas que sabemos que vamos por buen camino. Mucha gente se est sintonizando en esto y creo que es el comienzo de una nueva era.Marx observ que las contradicciones esenciales de cualquier sociedad se concentraban en el proletariado. En el siglo XIX, durante el forzado avance de la industrializacin, tena razn. Pero, en nuestro tiempo, la lgica perversa de la abundancia, un resultado de la revolucin industrial, ha revertido la formulacin de Marx. La clase trabajadora, que participa ahora en los beneficios, se muestra dcil y conforme, y los enfrentamientos entre melenudos y obreros son la evidencia ms reciente de que los trabajadores se han convertido en unos celosos defensores del statu quo. Hoy en da, las contradicciones centrales del Occidente prspero gravitan sobre los jvenes, quienes en cara a cara todos los conflictos porque estn buscando un estilo de vida sin encontrarse econmica o psicolgicamente comprometidos con el statu quo.Las contradicciones son evidentes; vivimos en una economa de abundancia, pero seguimos comportndonos como si nos rodeara la escacez.Como dijo hace poco Philip Slater en un brillante ensayo sobre las tensiones de la cultura americana, si presuponemos la existencia de la abundancia, si damos por sentado que las cosas que deseamos abundan por todas partes, resulta entonces natural que todos las posean. Es mejor compartir que competir. Y la cantidad de cosas que acumule un individuo carece de importancia en la determinacin de su status. Y sin embargo, continuamos suponiendo que la escasez existe, que las necesidades humanas slo se satisfacen con extrema dificultad. Por lo tanto, los hombres compiten para alcanzar una parte de los escasos recursos disponibles. Las personas que han acumulado un mayor nmero de cosas son las que tienen ms xito. A pesar de nuestras retricas protestas de igualdad, queremos la desigualdad econmica y la defendemos como fuente de capital. La desigualdad se justifica cuando existe escasez, pero es injustificable en un mundo de abundancia.Desde luego, no es fcil mantener la ilusin de una persistente escases y su corolario, el hecho de que la acumulacin de bienes simblice la victoria sobre la escasez. La industria publicitarise -..

La presuncin de escasez genera el ms seductor de los crculos viciosos: los medios se convierten en fines. En lugar de trabajar lo necesario para poseer las coas que necesitamos para nuestra felicidad, trabajamos y trabajamos para acumular. El consumo compulsivo refuerza la necesidad de trabajar. En una sociedad que incita a sus miembros a invertir la myoar parte de su energa en el trabajo, se prescribe la postergacin indefinida de toda gratificacin emocional, puesto que esta ltima perturba el trabajo. La tica del trabajo condena el placer como un simple vicio, y en su lugar establece una cadena circular de conceptos utilitarios: el placer slo tiene el valor de un instrumento, es el respiro necesario para seguir trabajando.

En realidad estas seis comunas y centenares de otras, no son parte de un movimiento en el sentido tradicional de la palabra. La unidad de las comunas estriba en unas creencias ampliamente compartidas sobre las funciones que debe servir una comunidad y sobre esta ltima en tanto que contexto desalienante. El hombre primitivo jams tuvo que enfrentrase al problema de la alienacin.

Este sentido de lo posible es un elemento importante en la sensibilidad de la contracultura. Se xpresa en la desmitificacin de instituciones aparentemente fijas y conceptos aparentemente invariables. () En ese sentido, las mejores cosas que ocurren en la contracultura son intentos de eliminar conceptos absolutos y de resistir a la inercia institucional.

A este nivel, se torna evidente la unidad de estas comunas aparentemente dispares. Son intentos de crear nuevos modelos, son diferentes estrategias hacia el mismo objetivo: la creacin de una comunidad que sirva a las necesidades humanas con ms eficacia que la actual sociedad.Si el programa de las comunas apunta a l creacin de un nuevo estio de vida, de una sociedad en microcosmos, este ethos se expresa con singular plenitiud en las comunas rurales. Hay muchas comunas urbanas, y comunidades al estilo resistencia, concentradas en la elaboracin de un estilo hbrido que satisface, por una parte, las exigencias de la vida urbana y la poltica radical, y por otra la necesidad de desarrollar nuevas formas sociales. Pero las comunas rurales, mucho menos preocupadas por el problema de actuar sobre esta sociedad que sus contrapartidas urbanas, estn mslibres para crear nuevas formas. La identificacin con la tradicin anarquista, el retorno a una comunidad ntima, el rechazo de la tecnologa y de la tica materialista, la bsqueda de realidades diferentes y no-racionales, son temas fundamentales de la contracultura. Pero,e specficamente, son tambin los teas de la nueva sociedad embrionaria que se est gestando en las comunas rurales de la contracultura.Paul Goodman subraya en su libro Gestalt Therapy que la gran tarea de la antropologa consiste en descubrir qu es lo que se ha perdido de la naturaleza humana y en concebir experimentos para su recuperacin. En muchos aspectos, estos es exactamente lo que hacen las comunas: se trata de unos experimentos para la recuperacin del potencial humano. Con su mezcla eclctica de trozos y piezas culturales combinando ceremonias zui y disciplinas de la meditacin yoga con las cpulas geodsicas de Buckminster Fuller y tcnicas de sensibilidad grupal al estilo Esalen suelen parecerse a un programa de curso introductorio a la antropologa. Pero responden a un propsito de importancia crtica: el movimiento comunal es un intento serio de revivir ideas y reformas sociales que han permanecido sumergidas. En su mejor expresin, las comnas constituyen un intento de plantear nuevas posibilidades, de formular una sociedad alternativa para utilizar una palabra que tanto los jvenes como los viejos consideran desprestigiada, las comunas representan un intento de definir una utopa, de formular un modelo de sociedad ejor que la sociedad existente. Siguiendo la definicin de Kenneth Keniston, son un intento de volcar las posibilidades del futuro en algo imaginativamente concreto.(.)

Hay otro rasgo del siglo XIX que me parece an ms remoto que las esperanzas socialistas. Me refiero al desmesurado optimismo que qued como secuela del iluminismo: la creencia de que los hombres eran capaces de descubrir la verdad y construir comunidades basadas en esa verdad. Los esquemas de Saint-Simon, Fourier, Owen y docenas de otros pensadores reflejaban el optimismo de una era en que la utopa pareca factible. En Amrica, durante el siglo XIX, la extraordinaria proliferacin de experimentos comunitarios tuvo escasas conexiones con el movimiento socialista. Estas comunidades experimentales eran ms bien un medio eminentemente prctico de efectuar el cambio social en un pas y en una poca odnde todava no se haba establecido firmemente el perfil de las instituciones dominantes. Las utopias Europas fueron algo fundamentalmente literario y terico, o bien unos intentos de inspirar a los hombres para que revolucionaran el orden, facilitando el sumergimiento de un nuevo rgimen social. En la Amrica decimonnica, el movimiento comunitario fu un intento de poner a prueba unas concepciones diferentes de la sociedad en el contexto de una comunidad pequea. En el prximo captulo veremos diferentes aspectos de esta atraccin caractersticamente americana por las comunidades intencionales, para comparar las comunas del siglo XIX con las de la contracultura.Pero ahora somos anti-utpicos. Hemos escuchado la advertencia de Maquiavelo: Los hombres cometen el error de ignorar el punto donde deben poner lmite a sus esperanzas, eliminado nuestro sentido de lo posible. Las creencias decimonnicas en la perfectibilidad del hombre y la sociedad nos parecen tan ingenuas como los hroes simplones de las historias de Horatio Alger. Las lecciones que hemos aprendido son la desconfianza en el idealismo, el descreimiento en el poder de la racionalidad para guiar las acciones del hombre, y un temor a la ingenua esperanza de que es posible crear una sociedad diferente y mejorEste fenmeno ha producido una consecuencia lamentable: los intelectuales, que crearon las utopas en el siglo XIX, se han apartado de la responsabilidad de crear ideas. En la sociologa, los fundadores de la disciplina, hombres del siglo XIX como Comte y Saint-Simon, generaron imgenes sobre lo que debera ser la sociedad. Luego la sociologa se convirti en una disciplina casi exclusivamente dedicada a medir y analizar lo que existe. Olvidando el criterio utpico, que respetaba lo existente mientras se preocupaba por lo posible, los socilogos de hoy disecan el cadver de la patologa social. () Cmo ha comentado David Riesman, el cinismo generalizado en cualquier afirmacin sobre lo que debe ser la vida tiene su contrapartida acadmica en la actitud amoral de las ciencias sociales, la tradicin del relativismo tico. ()

Despojados de la visin utpica del siglo XIX, nos inclinamos por una utopa meramente tecnolgica. Al mismo tiempo que hemos contrado un profundo escepticismo respecto de la capacidad del hombre para reformar su propia sociedad (..).Sin duda, la utopa encierra un nuevo significado y un nuevo valor en esta era caracterizada por un realismo cnico que ha venido a reemplazar al optimismo desmesurado del siglo anterior. Como intento de formular las bases de una alternativa a esta sociedad, las comunas contraculturales tienen ms coherencia en tanto que opciones destinadas a evitar las dificultades que presenta la sociedad dominante que en tanto programa positivo. Pero, cualquiera que fuese su motivacin inicial y a pesar de todas sus limitaciones, ejecutan la tarea utpica indispensable de proponer un modelo de alternativa a la sociedad y demostrar qu parte de la naturaleza humana hemos perdido. Aunque desconfan de los manifiestos utpicos modernos, como el libro Walden Two de B. F. Skinner, la mayora de estos jvenes que han decidido vivir en comunidad estn de acuerdo con Skinner en que el xito en la constitucin de una comunidad deliberada podra convertirse en el logro ms excitante y alentador de la segunda mitad del siglo XX.La utopa siempre ha tenido dos significados: de una parte es la visin de una sociedad mejor; de otra, lo utpico es ilusorio, una bsqueda quijotesca que contradice a la naturaleza humana y a la norma aristotlica: Al formular un ideal podemos supone cualquier cosa, pero evitando siempre los imposibles. Como la utopa, las comunas de la contracultura encierran estos dos aspectos, y ambos tienen mucho que ensearnos. Despus de todo, aquello que los hombres buscan es tan importante como lo que encuentran. Al menos, supone una medida de sus aspiraciones, su naturaleza y sus necesidades insatisfechas.

(.)

En muchos aspectos, la formacin de comunidades elaboradas era un medio reformista singularmente adecuado a la poca. Prometa un cambio radical e inmediato, aunque slo dentro de los confines de una pequea comunidad, sin el enorme costo social de una revolucin.Desde luego, no existe una sola tradicin utpica, un solo marco de ideas que caracterice al pensamiento utpico. A la hora de preguntarse cmo debera organizarse la sociedad del futuro, las respuestas de los pensadores utopistas han contrastado agudamente. ()Algunas comunas del siglo XIX eran el producto de la tradicin que haba inspirado a la mayora de los experimentos anteriores: el comunismo cristiano. Y todos los que crean estaban juntos, y tenan todas las cosas en comn; y vendieron sus posesiones y bienes y las distribuyeron entre todos los hombres segn su necesidad. Y comieron su carne con alegra y pureza de corazn.

(.)

A pesar de sus personalidades diferentes, las creencias esenciales de Owen y Fourier eran similares. Ambos crean que las inmensas ciudades que estaban creciendo alrededor de las reas industriales eran contrarias a la felicidad humana. Para Owen, la alternativa era una comunidad pequea y auto-suficiente poblada por ochocientas o mil doscientas personas. Fourier, por su parte, imaginaba una falange que contendra entre 1620-1800 individuos.CAPITULO 3.MS ALL DE LA POLITICA.()

Desde entonces, muchos han comprendido que la asombrosa variedad del movimiento de protesta y la contracultura encierra, ciertamente, un mensaje. Lo que no est tan claro es el contenido concreto de dicho mensaje. Cuando la contracultura est en auge, la confusin aumenta, como ocurri durante las manifestaciones antibelicistas frente al Pentgono en 1967, cuando los contestatarios desplegaron una amplia gama de matices, desde los marxistas de la vieja lnea, hasta las brujas y hechiceros, para exorcizar el Pentgono. Tal vez, como ha sugerido Theodore Roszak, se trata ms bien de una cruzada medieval una procesin en constante flujo-, que unifica bajo una misma consigna a una docena de causas diferentes.

(.)

Esta es la tensin que Rick Margolies ha denominado polarizacin wheelie feelie. Los wheelies son los polticos, preocupados por la tarea pblica de cambiar las instituciones de poder. Los feelies son los artistas, los psiclogos y los chamanes del movimiento, avocados a la tarea privada de expandir la conciencia y hacerse ms suaves, sensitivos y expresivos.(..)

A esto se debe buena parte de las disensiones internas de la contracultura. Ante algunos enfrentamientos entre activistas y hippies, uno se pregunta si estos dos grupos tienen algo en comn. A pesar de que la revista de los Panteras Negras public un artculo titulado Los hippies no son nuestro enemigos, la contracultura parece un matrimonio forzado ms que una alianza natural. ()

Pag. 57Pag. 70pag. 72 (Union estilo de vida + poltica)Pag. 74: A comienzo sde la dcada de los sesenta haba dos estilos fcilmente discernibles: el hippie y el activista. A finales del mismo perodo, el estilo de vida se haba convertido en un tema vital de la revolucin cultural. Pag .74: Pero ahora existe tambin una nmica coherente de reivindicaciones compartidas por todo el campo de la contracultura. Para la mayora de quienes han escogido la alternativa comunal, las prioridades son: 1) expandir la conciencia, 2) el entorno fsico inmediato, 3) las otras personas y 4) la toma del poder y la reforma de la constitucin. Los revolucionarios polticos, al otro extremo del espectro, reconocen estas mismas preocupaciones, solo que invirtiendo el orden de la prelacin. Pag. 117Resulta difcil describir las caractersticas comunes a centenares de comunas; es ms fcil resumir lo que no son. Aunque esto reitera un rasgo tpico de la contracultura definirse en contraposicin con un modelo determinado- constituye un punto de partida conveniente, ya que, en lo fundamenta, el estilo anarquista de las comunas se contradice vivamente con la utopa de Skinner.Pag. 118Utpicos, trabajo manual.Theodor Hertzka Ya nada nos obliga a tolerar la miseria de un sistema obsoleto. Solo nuestra propia locura nos impide gozar de la felicidad y la abundancia que los medios actuales de la civilizacin ya son capaces de brindarnos. (Freeland; citado en The Quest for Utopia de Glenn Negley y J. Max. Patrick.

Walden Two. (Skinner) . Ejemplo: Comunidad Twin Oaks (Virginia)Pag. 129Gridley Wright, fundador de las primeras comunas: Yo establec que no habra estructura alguna. Slo habra una completa acpetacin del viaje de cada uno, sencillamente porque he descubierto que, a medida que me acercoPag. 130cada una de ellas tiene que afrontar el problema prctico de mantener una comunidad desestructurada y carente de liderazgos, poniendo a prueba los nuevos valores humanos y las relaciones humanas de que hablaba Berkman.Uno de los primeros intentos comunales de este tipo fue el Lou Gottliebs Morningstar Ranch, un cantante de msica folk que formaba parte del grupo pop The Limelighters, gan una considerable fortuna en el mundo del espectculo, fortuna que invirti casi totalmente en 1966 para comprar una plantacin de manzanos de 32 acres en Sonoma County, al norte de San Francisco. Gottlieb crea que, en un contexto liberado de normas y organizaciones cada persona podra renacer para vivir en armona con la tierra. Articulada, serena e ingeniosamente simple, esta idea cuando Gottlieb la expone- parece no solo posible, sino inevitable. Aqu la gente vive con arreglo a lo escrito en el corazn humano. Una vez que abandonas los objetivos materialistas y los incentivos materiales, desarrollas una actitud muy diferente hacia las cosas. El hippie es una persona que no trabaja para obtener cosas, seguridad o status. El trabajo efectuado sin un propsito real, segn la Biblia, supone un servicio a Mammon, no al hombre. Yo soy hippie, soy un hombre blanco y me he marginado. Posiblemente sea tambin la reencarnacin de algn indio americano. Vivo como los indios de California hace cien aos. Vivo como esta tierra me lo indica. La clave radica en que cada hora puede ser la ltima. Hagamos que cada hora tenga un significado. No consumamos nuestros das sentados en el mercado de cambio junto a un to que tiene el intestino espstico, que siempre est por marcharse a navegar en el futuro, por jugar con sus nios maana, que nunca es consciente ni aprecia en modo alguno lo que est haciendo ahora.Esta comunidad es un buen lugar para que las personas descubran el tipo de trabajo que quieren hacer, por dinero o gratis continuaba Gottlieb-. En pocas palabras, hacer lo suyo, abandonar los valores materialistas. Creo que uno de los principales problemas de nuestro tiempo consiste en ensear a la gente a no hacer nada. Todava no lo he logrado. Esta es la forma ms elevada de la conciencia, el cuarto estado del Jnana Yoga, el yoga de la filosofa. Los estados unidos constituyen una nacin artificialmente poblada por las gentes ms competitivas, ya que todos los contemplativos se quedaron en Europa. Todos los americanos son Karma Yogas, personas que literalmente no pueden sentarse y estarse quietas. Mi madre, si se encontrara con un esquizoide catatnico, le gritara que se pusiera a trabajar; es lo que hizo conmigo, deformando absolutamente mi niez. Ningn momento era bueno para sentarse, sencillamente, a rascarse los huevos, pasndolo bien. Todo lo que hacemos est daando a Madre; me refiero a la madre naturaleza. Marx no tiene sentido, porque la fuete ltima de beneficios es la Madre. Las comunidades deliberadoras tienen la funcin de que sus integrantes descubran sus propias actividades naturales, con un mnimo de presin posible. No es bueno que te pases el da diciendo a la gente que esto est bien y que aquello est mal, que dejen de hacer lo que estn haciendo, sea lo que fuere. Primero tienes que cambiarte a ti mismo, de lo contrario nada de lo que te rodea puede cambiar.La idea de Morningstar es nueva, se trata de una comunidad abierta. El acceso a esta tierra es libre. En una tierra donde no se expulsa a nadie, la propia naturaleza selecciona a la gente. Los que no trabajan duro no pueden sobrevivir, las vibraciones de la tierra protegen siempre a al comunidad.

Pag. 132-133Muchos han descubierto que slo es posible trabajar comunalmente, compartir los recursos econmicos, comidas y ceremonias, cuando cada uno tiene su propio sitio donde retirarse, apartado del resto de la comunidad. Dado su propsito de adoptar un estilo desestructurado y sin liderazgos, la mayora de las comunas son, necesariamente, grupos pequeos, mucho ms pequeos que las comunidades del siglo XIX. Entre los varios centenares de comunas existentes, solo unas pocas de las que funciona bien cuentan con ms de treinta o cuarenta miembros. Debido al contacto cara-a-cara entre todos los miembros del grpuo, existe una constante autorregulacin, que no depende de normas rgidas o lderes definidos. Tambin en este aspecto las comunas son fieles a la tradicin anarquista.Pag. 142- Las caractersticas ms importantes de las comunas no se prestan a una observacin sistemtica. Pueden manejarse hechos y estadsticas para responder a preguntas sociolgicas claramente definidas sobre la vida en las comunas, las estructuras grupales, los mecanismos de consenso y las funciones de liderazgo, as como para determinar cuntos miembros tuvo una determinada comuna, cul fue su duracin, etc. Pero ninguna lista de caractersticas puede reflejar el sentimiento de la vida comunal. Recuerdo unas lneas de advertencia incluidas en cierto poema dirigido A los socilogos y publicistas de la generacin Beat:Lamento decirlesque van por mal caminoestas cosas se vivenno se sociologizan.1(Joy, Beatitud, n8, 15 Agosto, 1959)- El miembro de una comuna de Oregn me ofreci este consejo: Cada familia, cada comuna, es como un test de Rorschach. Las cosas que ves cuando vienes aqu dicen ms sobre ti mismo que sobre todo esto. Los visitantes esperan encontrase con el amor libre, cuerpos desnudos, hippies ociosos y un poco sucios. Y lo que observan es un panorama donde algunas personas se abrazan, otras van por ah desnudas y una gran cantidad est sencillamente sentada. Pero los curiosos no captan nada de lo que en realidad est sucediendo, porque no pueden ver lo que todas estas cosas significan para nosotros. Ignoro si habr logrado evitar estos peligros, pero me doy por enterado.Pag. 144.

- (.) El norte de Nuevo Mxico es una de las pocas reas salvajes de nuestro pas que todava resulta rotundamente inhabitable. Cuando empezaron a llegar los jvenes comunalistas, la tierra era barata. Como buscaban un camino de regreso hacia la primitiva simplicidad de la vida y, en algunos casos, hacia Dios, Taos debi parecerles un sitio ideal.Pag. 146

- Operado por La Familia, que funciona como servicio comunal, el General Store sirve a las necesidades esenciales de las comunas que, en nmero de una docena o ms, se han establecido en la zona. En esta tienda, los hippies pueden adquirir comestibles que el supermercado no ofrece, como semillas de alfalfa y sacos de cincuenta libras de granos de cereal. La pequea librera ofrece una serie de ttulos que, decididamente no interesan a los ciudadanos locales, como La eleccin de hierbas saludables, Rudimentos de medicina en el desierto, Cartas de Siri Ramakrishna, Brujas y hechiceros y Proyecciones astrales prcticas.Pag. 158

- () Veblen desech el papel de ama de casa como una ocupacin de ceremonial futileza, pero aqu, donde cada uno depende de los otros con una dependencia mucho ms intensa que la que exista en los hogares de estos muchachos, donde las mujeres no deben criar a sus nios apartadas de los dems adultos con excepcin de un padre a media jornada, las cosas son diferentes. El trabajo que debe hacerse se hace, en una forma bastante tradicional, pero nadie parece lamentarlo, o tener deseos de cambiar esta pauta.Pag. 160- () A pesar de todo, la calidad de la relacin era tan alta que comprend que cualquier otro tipo de vida me resultara torpe. Mi definicin de una comuna no consiste slo en compartir un techo y una cocina porque es ms barato. Se trata de compartir el trabajo, los fondos comunes, y toda una vida futura en la que estamos juntos.La vida ordinaria est increblemente fragmentada. Vives en un apartamento, ves a tus amigos una o dos veces a la semana y slo cuando ellos estn a su mejor nivel, sentados ante una taza de caf, comentando plcidamente sus puntos de vista. Qu has estado haciendo ltimamente? Esto es muy distinto a lo que hacemos aqu. Nosotros vivimos muy cerca unos de otros.Pag. 161Grants Pass, Oregn.Las cosas son ms tranquilas, verdes y amigables en Oregn. Hay seales de nuevos establecimientos hip por toda la parte sudoccidental del estado. En las ventanas de algunos restaurantes de Cave Junction han colocado letreros que dicen: LOS CLIENTES DEBEN LLEVAR ZAPATOS, y hay una tienda de comestibles orgnicos que funciona frenticamente en Grants Pass. De momento no hay demasiada agresividad entre los hippies y los residentes locales.Al salir de la carretera vi uno de estos centros tursticos que ofrecen informacin sobre zonas para acampar, parques estatales y motales, y la muchacha de la recepcin no slo me explic cmo llegar a la comuna que yo buscaba, sino que adems afirmo conocer a la mayora de los miembros, y me asegur que los visitaba regularmente.regog a uno de los miembros del grupo, que hacia autostop, a siete millas del camino principal hacia la tierra comunal, ubicada en lo alto de las colinas, y este joven confirm mi impresin de una coexistencia cordial. En la ciudad, no son hip dijo pero estn en nuestro viaje. Cuando llegamos aqu hace siente aos andbamos muy despistados, de manera que consultamos con los pobladores. Al principio se mostraron un poco recelosos, pero cuando comprendieron que planebamos seriamente cultivar la tierra e instalar granjas, nos ayudaron y nos hicieron sentir bievenidos.recorrimos varias millas antes de girar por otro camino, aun ms estrecho. Not que haban tallado en los troncos de los rboles la palabra FUEGO, con unas rsticas flechas. Mientras traquetebamos por el camino, Jerry me explic lo sucedido. alguna gente vino a visitarnos hace un par de das. No saban nada sobre el problema de vivir en los bosquees, especialmente en pleno verano, cuando todo este lugar es como una caja de cerillas. Una tarde acamparon entre los rboles y encendieron un fuego. Antes de que pudieran reaccionar, aquello se haba convertido en un incendio inmenso. Todos nuestros acres de tierra se habran incendiado rpidamente, pero los Rangers de la cuadrilla de incendios llegaron en seguida, siguiendo estos letreros. Y muchos lugareos subieron para ayudarnos a combatir el fuego. Logramos dominarlo al cabo de un rato, y aquella experiencia nos ense un par de cosas. Quiero decir que, realmente, nos unific como grupo. Aquella noche, cuando nos congregamos y nos cogimos de las manos antes de cenar, entonamos un Om realmente profundo. Esta fue la leccin del incendio: no acumules tus tesoros aqu, porque esto es lo que ocurrir si lo haces.Nos hicimos a un lado del camino para que pudiera pasar una furgoneta de los Rangers. Estos, que haban regresado para recoger algunas herramientas y comprobar que no hubiera focos de incendio, nos saludaron con una sonrisa y luego desaparecieron entre la polvareda.Como ocurre con muchas otras comunas que obtienen xito, uno de los grandes atractivos del paraje es lo difcil que resulta llegar a l. Si no tuviramos este camino largo y lleno de pozos subray Jerry- nos habra tragado el diluvio. Realmente, esto nos devuelve al siglo XIX. Pero, despus de todo, estamos ms interesados en descubrir el pasado que el futuro. Giramos por una curva final, pasamos junto a un pequeo letrero con el smbolo de la paz y luego entramos en un sendero flanqueado por dos verdes hileras de plantas y rboles floridos.Aparcamos el automvil junto a un pequeo y prolijo jardn y caminamos hacia el edificio ms importante. La propiedad, profusamente arbolada, alberga a una dispersa coleccin de tipis* y cobertizos fabricados con los ms diversos materiales. Se trata de lo que ellos llaman arquitectura biodegradable. No hay electricidad ni telfonos aunque, durante la semana que pas all, advert que una de las diversiones ms populares, especialmente entre los miembros nuevos, consista en trasladarse hasta la cabina telefnica de la gasolinera ms prxima, a cinco millas de la comuna. La concesin ms conspicua a los requerimientos de la permanencia es una cabaa hexagonal construida de troncos, que sirve de cocina, saln de reunin y dormitorio para unas veinte personas, es decir, la mitad de poblacin estival. Durante el invierno, casi todos duermen en esta construccin. Pero ahora, en pleno verano, haba sacos de dormir y una gran variedad de estructuras improvisadas, dispersas por el lugar. Todo reflejaba la creencia de que resulta mucho ms peligroso preocuparse demasiado por las cosas que descuidarlas.la edad media de esta poblacin es ligeramente superior a la de las comunas rurales que existen en otras partes del pas, pero la formacin y antecedentes de sus miembros resulta perfectamente tpicos. Algunos integrantes vienen de San Francisco o Berkeley, donde han sido gentes callejeras que no nhacan nada en particular. Uno era msico, otro carpintero, un tercero mdico. Haba varios doctores. Susan, una de las ms antiguas integrantes, se haba graduado en Swarthmore y su esposo Jeffrey era un programador de computadoras. Pero, para la mayora, la educacin era algo sencillamente irrelevante, de manera que la haban abandonado. Como deca Diane, una pelirroja alta y dicharachera que haba estudiado bellas artes: Bueno, empec con el colegio, pero llegu a un punto en el que, aunque hubiera conseguido el ttulo, no haba nada que yo quisiera hacer con l, de manera que me march.Diane habi estado casada; tena dos nios y viva en una casa de los barrios residenciales, pero gradualmente haba empezado a alejarse de su marido. Comenc a fumar y tom cido unas cuantas veces, y entonces empec a ver las cosas de otra manera. Por ejemplo, cuando empec a fumar de j de limpiar mi casa con el plumero. Sencillamente, no tenia sentido pasar todo ese tiempo despolvoreando, y venga con el plumero. Luego tom cido y supe que haba cosas importantes, el amor y la comunicacin, y que haba otras cosas que no eran importantes en lo ms mnimo. Pero mi marido quera seguir poseyendo cosas, y no estaba dispuesto a abrir su casa a los otros, de manera que nos separamos y aqu estoy.los residentes han evitado algunos de los problemas que enfrenta la comunidad de Taos por habarse establecido hacia el norte, pero aqu hay otras dificultades, como los largos inviernos. Aunque algunos miembros se marchan casi todos los inviernos para pasar estos meses en el sur, o sencillamente vagabundear hasta la primavera, unas doce prsonas permanecen el ao entero. Al fondo del parque haba una enorme pila de lea, que comenzara a utilizarse en marzo. En el cobertizo ya comenzaban a acumularse las reservas para el prximo invierno: fruta seca, latas de comida y hierbas.pero, en trminos generales, nadie pareca preocupasrse mucho acerca del almacenamiento de provisiones para el fro.

Pag. 215 LA BSQUEDA DE ALTERNATIVAS.Al caer la noche, mientras la silueta de las montaas Sangre de Cirsto se pierde en la distancia y el fresco de la primera brisa nocturna recorre el valle, los adoradores entran uno por uno al tipi ceremonial, caminando en el sentido de las agujas del reloj alrededor del fuego y del altar hecho de tierra y arcilla, y luego se sientan en crculo. Little Joe, el hombre del camino, el lder ritual, un viejo indio con el rostro terroso cubierto de arrugas, entra y murmura la primera plegaria. Me dirijo a mi sitio de adoracin. Seas con nosotros esta noche, Padre Peyote. Llevando un largo bculo y un sonajero de calabaza en una mano, y un pequeo saco de cuero en la otra, se sienta con las piernas cruzadas, en un rincn de la tienda, frente al altar, derrama tabaco de pipa en un papel y lo hace circular entre los presentes.

Pag. 235TESIS, ANTTESISSNTESIS?La revolucin del siglo XX tendr lugar en los Estados Unidos declara Jean-Francois Revel-. Slo all puede suceder. Ya ha comenzado. Qu clase de revolucin es esta? Charles Reich nos dice que surigr en el individuo y en la cultura, y slo cambiar las estructuras polticas en su fase final. Su xito no supondr violencia alguna, y tampoco ser posible resistirse a ella con violencia. Ahora mismo se difunde su increble rapidez. Es necesaria e inevitable,y en su momento abarcar no solo a los jvenes, sino todo el mundo americano.Cmo en cualquier poca turbulenta, hay otros profetas con distintos mensajes. Lejos de suponer, como Reich, que estos marginados de la sociedad afluente que se vuelcan en las comunas constituyen la cresta de la ola del futuro, Peter Drucker sugiere exactamente lo contrario: Para m, lo ms probable es que, durante los aos setenta, este pas vuelva a preocuparse por las tradicionales cuestiones econmicas. Ms aun, en la prxima dcada la realizacin econmica empleo, ahorro, y beneficios ante todo- puede convertirse en algo ms importante que en los aos setenta. Druker examina algunas caractersticas de la poblacin americana. Particularmente, el hecho de que la revuelta juvenil se nutre del fruto del boom demogrfico de la postguerra. Si alguien se hubiera preocupado hace una dcada- por advertir que el centro de gravedad de la poblacin americana se desplazara particularmente hacia los adolescentes en los aos sesenta, anticipando las consecuencias psicolgicas de este giro, podra haber vaticinado la revuelta actual. Como el tono social de los aos sesenta fue, en parte, una consecuencia del boom de la natalidad, Druker sostiene que el tono de los aos setenta puede anticiparse a partir de las consecuencias de la declinacin demogrfica que sigui a este periodo. Un hecho seguro, a su juicio, es que los adolescentes actuales, rebeldes lanzados en busca de una nueva identidad e intoxicados con ideas nuevas, se irn convirtiendo en jvenes adultos de tendencias bastante convencionales, preocupados por los detalles prosaicos del materialismo cotidiano. Adems, en la presente dcada se registrara una aguda escasez de empleos para los graduados universitarios, y esto sugiere una profeca francamente distinta de la que formularan Revel o Reich. Cabe imaginar que el graduado de 19 aos, precisamente porque ya vive expuesto a las realidades de la vida econmica que golpean rpidamente a los universitarios, prefigura los valores, actitudes y preocupaciones que imperarn maana entre los jvenes rebeldes de hoy. Los graduados de la cultura juvenil actual se encontrarn mucho ms preocupados de lo que sus pechan por los empleos y el dinero. Drucker concluye afirmando que en los temas que les interesan, en sus valores y, sobre todo, en sus necesidades, los aos setenta se estn convirtiendo en una dcada muy tradicional, casi diramos pasada de moda.An en tiempos turbulentos, estas profecas presentan un contraste sorprendente. Sin embargo, las lneas directrices de la contracultura y su potencial revolucionario conducen a conclusiones que contrastan tan agudamente entre s como estas dos posiciones. Un grupo de analistas considera que la revuelta juvenil entraa un fenmeno contrarrevolucionario. A su modo de ver, los jvenes rebeldes que se alejan de su formacin de clase media y dan las espaldas al intelecto, la tecnologa y las organizaciones a gran escala, forman parte de una revolucin condenada de antemano. El momento histrico y el poder poltico estn en manos de la sociedad postindustrial emergente, que siente escasa simpata por ideas obsoletas como el anarquismo, la expansin de la conciencia y la liberacin. Otro grupo de analistas sociales supone que la juventud constituye una fuerza revolucionara por excelencia. The Greening of America, de Reich, es un ejemplo de esta tendencia, que adopta formas sustancialmente diferentes en las obras de Theodore Roszak, Philip Slater y una docena de analistas que simpatizan con la cultura juvenil. La creencia comn que yo comparto y he desarrollado en los primeros captulos de este libro- consiste en que el xito de la civilizacin industrial ha eliminado, en buena parte, la validez del criterio de escasez por consiguiente, tanto los hbitos mentales como el estido de vida adecuado para una era de escasez pueden ser reemplazados, y en realidad es preciso que lo sean. La mayora de estos pensadores subraya, a mi juicio acertadamente, lo mejor que puede ofrecer la contracultura: su visin de una sociedad distinta y mejor.La diferencia es notable, no slo en la sconclusiones a las que arriban estas dos lneas de pensamiento, sino tambin en el tipo de anlisis que las sustentan. Como sealara Kenneh Keniston en una fructfera exposicin sobre esta controversia, quienes asumen la posicin contrarrevolucionaria presentan un anlisis de las instituciones sociales, el modo de produccin y la distribucin de roles. O bien, como Drucker, fundamentan sus conclusiones en la estructura y el volumen de la poblacin. En contraste con este anlisis social estructural, quienes creen en el potencial revolucionario de la cultura juvenil se concentran en el cambio de orden cultural. Subrayan la importancia de los nuevos sistemas de valores y las nuevas formas de conciencia.Cmo seala Keniston, cada uno de estos enfoques descuida lo que el otro enfatiza. Por consiguiente, ninguno de los dos anlisis, por si mismo, resulta enteramente correcto para comprender la contracultura y su potencial revolucionario. Quienes creen que la contracultura es una fuerza revolucionaria tienden a olvidar el hecho de que las instituciones sociales no constituyen un mero apndice de los hechos culturales, que los ideales y las aspiraciones ms an, todo nuestro aparato simblico- dependen en muchos aspectos del marco de referencias institucionales. Quienes niegan el potencial revolucionario de la cultura juvenil, subrayando en sus anlisis la importancia de los factores sociales estructurales, comenten a mi juicio un error an ms grave. Soslayan la posibilidad de una crisis en los sistemas de creencias, una fractura en la civilizacin. El conflicto de la cultura bsica con la contracultura representa ago mucho ms profundo que las controversias que han dividido al pas durante los primeros aos de la dcada del sesenta. Estn en juego muchos valores y suposiciones de la civilizacin industrial.La pregunta es gastante simple, aunque la respuesta no lo sea: cul es la perspectiva de esta cultura de oposicin juvenil, creada por una generacin que la revista Forunte denonim la ms interesante de la historia americana? Cul essu potencial revolucionario? y qu puede ocurrir con las comunas rurales, estas dispersas avanzadillas de lo que se presenta como una nueva sociedad? una cosa est clara. No estamos ante la revolucin pronosticada por Marx, para quienes los combatientes se alinearan segn sus posiciones de clase, y el proletariado arrancara el poder de las manos de los capitalistas. Este concepto pude ilustrase mediante muchos prrafos de los captulos anteriores: se trata de una contracultura, no solo distinta de la cultura bsica, sino que fundamentalmente opuesta a esta ltima en muchos de sus aspectos vitales. Pero, en lugar de las alianzas de clase que anticipara Marx, casi todas las caractersticas de esta revuelta reflejan su condicin de movimiento de los hijos de la clase media contra la cultura de la propia clase media. Muchos hijos de las clases trabajadoras, enlugar de atacar las ciudadelas por su poder econmico, esperan en sus aledaos, preparados para ocupar los altos y rentables cargos que abandonan los marginados de clase media en su desplazamiento hacia abajo. no se trata de una rebelin estrictamente poltica sino de un ataque masivo contra los valores ratificados por la sociedad industrial de la clase media. La trayectoria del movimiento durante la ltima dcada indica que est perdiendo sus connotaciones polticas. Muchas evidencias avalan la afirmacin de Reich, aquello de que esta rebelin surge en el individuo y en la cultura, y slo cambiar la estructura poltica en su fase final. En cierto modo, la fuerza de esta revuelta radica en su carcter apoltico. Esencialmente, como dice Rudi Dutschke, es una larga marcha a travs de todas las instituciones de la sociedad. Ante todo, entraa un ataque contra las instituciones que nos afectan inmediatamente, como la familia, y los sistemas de relacin que nos atan al statu quo. Aunque este ataque puede parecer sutil, conviene recordar que las instituciones nunca son tan inalterables e invulnerables como parecen. Una de las principales razones para la estabilidad social estriba en que las instituciones que rodean nuestra vida cotidiana se asientan en nuestra imaginacin. En circunstancias ordinarias, las alternativas resultan casi inconcebibles, y sin embargo existen puntos de fractura donde las instituciones cambian irreversiblemente, como la Iglesia catlica durante la reforma de la aristocracia europea despus de 1789. No es inconcebible que las pautas ms firmes de la vida moderna, como la familia nuclear, y los valores aparentemente slidos, se encuentren ahora en pleno proceso de transformacin radical. la fuerza de la contracultura deriva fundamentalmente del hecho de que su crtica de la cultura americana golpea en los puntos ms dbiles; la inmensa inversin del tiempo, esfuerzo y recursos mentales en los bienes materiales, la falta de comunidad, la irreflexiva aceptacin del criterio de que cuanto ms grande mejor. En la medida en que los temas de esta revuelta se superponen con una difundida insatisfaccin cara a la cultura americana, la contracultura atrae al ms sorprendente conjunto de aliados y defensores. Si no ocurriera cada da, sin duda nos parecera increble en esta situacin potencialmente revolucionaria- que los periodistas redactaran alabanzas del primitivismo voluntario de las comunas juveniles desde sus oficinas alfombradas en el piso 34 del edificio Time-Life, despus de unalmuerzo (con los gastos pagados) en el Foro de los Doce Csares.esta oposicin juvenil se ve favorecida por una gran cantidad de razones heterogneas. Entre ellas, el evidente e insaciable apetito de la prensa por cualquier fenmeno nuevo o excntrico. Marx no imagino un fenmeno tan paradjico como el hecho de que los portavoces de las posiciones ms radicales fueran contratados por las cadenas nacionales de prensa y televisin para condenar el Establishment. Los medios de comunicacin agradecen la existencia de una oposicin, porque sta transforma los rituales polticos conveincionales enun buen espectculo.