0el simio y el aprendiz de sushi mio
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1) Prólogo : Los simios a la hora del té.Jo Mendi fue un chimpancé que gozó de gran fama durante los años 30. Cada día, salían
junto al director del zoo de Detroit, para ser aclamado por el público. Tal fama era la suya,
que llegó a congregar más gente que el candidato Franklin Delano Roosvelt en su visita a la
ciudad.
Sin embargo, otros chimpancés amaestrados, como Petermann, quién actuaba en el zoo de
Colonia durante los años 80, no tuvieron tanta suerte. Éste chimpancé, conocido por no ser
muy dado a que se bromeara con él, fue abatido por la policía tras haber atacado a su
cuidador. Convirtiéndose posteriormente, en un mártir del movimiento anarquista alemán.
Incluso en nuestra era, los productores de Hollywood suelen recurrir a orangutanes o
chimpancés en búsqueda de escenas graciosas. Existe también, un canal dedicado
unicamente a exponer simios disfrazados y amaestrados para mover la boca de forma
frenética, mientras activan una pista de audio, dando la impresión de que los simios hablan.
Durante el siglo XIX, eran habituales los banquetes que se daban los chimpancés alrededor
de una mesa en los zoológicos. En el siglo XX son habituales las imágenes de animales
haciendo lo imposible por imitar nuestras formas de actuar. Nosotros/as, nos recreamos en
éstas actuaciones, influenciados por nuestra cultura y por la religión predominante, que
atribuyen la dignidad humana y el valor personal al hecho de que los humanos somos
distintos a los demás animales y estamos fuera de la naturaleza. La interpretación optimista
de éstos hechos podría ser que hacer que unos simios ridiculicen nuestro comportamiento,
indica cierto autodesprecio, pero otra interpretación alternativa, sería que al tratar de
imitarnos y burlarse de nosotros/as , los chimpancés se están poniendo a ellos mismo en
evidencia, disipando cualquier duda que pudiésemos tener sobre nosotros /as mismos.
¿Cultura versus naturaleza?
Los seres humanos, mantenemos una concepción sobre nosotros/as mismos, en la que nos
definimos como único animal o especie culturizada, creyendo que es precisamente la cultura
lo que nos ha permitido separarnos de nuestra parte natural, y solemos decir que es la cultura
lo que nos hace específicamente humanos, por lo que la visión de unos simios tratando de
imitarnos nos resulta incomprensible. Por tanto, solo nos queda preguntarnos, que hubiera
pasado si los simios hubiesen desarrollado las conductas antes citadas sin necesidad de que
se las enseñásemos. Lo más probable sería que dejase de parecernos tan gracioso.
Éste libro, trata de esclarecer si los animales tienen cultura o no. Para el autor, responder a
ésta cuestión, será importante por dos razones fundamentales. En primera instancia, para
esclarecer el término cultura, el cual se emplea de forma diferente dependiendo si nos
referimos a seres humanos o a otros animales. Cuando decimos que una persona es culta,
nos referimos a que posee un refinamiento, o una serie de valores morales que se esperan de
él y cuando lo empleamos en animales, hacemos referencia a los conocimientos y
costumbres adquiridos mediante el aprendizaje a través de otros, es decir, de la observación
de sus congéneres.
La segunda razón, reside en enterrar la falsa noción existente en Occidente de que la cultura
humana es algo opuesto a la naturaleza humana (lo natural que hay en el ser huamano).
Tendemos pues, a dividir el mundo en opuestos: lo bueno y lo malo; lo femenino y lo
masculino; nosotros/as y ellos/as..., sin percatarnos de que éstas dicotomías, unicamente nos
llevan a la pérdida de información. Por tanto, aunque es verídico que la conducta está sujeta
al aprendizaje, también tiene un gran componente genético, por lo que no existe ningún
comportamiento que no esté determinado al mismo tiempo por los dos (culturas y
naturaleza).
Sin embargo, la actual fascinación que se siente por los continuos descubrimientos
biológicos, ha supuesto que los factores culturales sean obviados. Se han encontrado
diversos genes, como el que produce la esquizofrenia o el de la epilepsia,pero se ha dejado
de tener en cuenta, que la posibilidad de desarrollo, depende del ambiente en el que viva el
individuo tanto como de la presencia del determinado gen. La cultura es creada por
nosotros/as mismos/as, por tanto, no puede ser considerada igual a la naturaleza. Realmente,
la causante de nuestra especie, es decir, de ser como somos ahora, es al selección natural,
incluyendo nuestras habilidades culturales. La cultura es parte de la naturaleza humana y de
igual forma la una no puede existir sin la otra.
La cultura es un gran modificador, que afecta a todo lo que hacemos y somos. Sin embargo
solo puede actuar, en conjunción con la naturaleza humana. La cultura toma al naturaleza
humana y la modula de diferentes formas.
La causa de que no podamos hablar de la cultura en animales sin relacionarla con la nuestra,
o tomarla como punto de partida, es que somos incapaces de quitarnos nuestros filtros
culturales, de modo que solo podemos adivinar o suponer como sería un mundo sin ellos.
Con todos éstos temas, el autor se aleja de su especialidad y se pregunta sobre las diferentes
variaciones en una misma cultura, por ejemplo, porque existen personas que tiene una
especial sensibilidad o conexión con los animales y otras no.
La vuelta al mundo en ochenta días
Durante el otoño de 1998, Franz de Waal realizó un viaje de 80 días. Desde Atlanta, donde
residía, viajó a Austria, China, Japón, Finlandia, Países Bajos y regresó a los EEUU, con al
finalidad de responder las tres preguntas básicas que centran éste libro: Cómo vemos a otros
animales; cómo nos vemos a nosotros mismos y cuál es la naturaleza de la cultura. De Waal
dice que lo cierto es, que éstos tres temas, merecerían cada uno un libro entero, pero el reto
de éste libro reside en convinar éstas tres cuestiones, moviéndose libremente de un tema a
otro, según dice con la intención , no de abarcarlo todo, sino de explorar aquellos temas que
cree resaltan mejor nuestros rasgos culturales. Explorando éstas cuestiones, llegará a la
conclusión de que los seres humanos observamos de forma selectiva la naturaleza,
moldeándola a veces a nuestra imágen y semejanza.
Frans de Waals, plantea la posibilidad, de que en el libro se inlcuyan algunos prejucios
personales, derivados de su educación, en el sur de Holanda. Al igual que el resto de niños
holandeses de su generación, aprendió alemán, inglés y francés, además de su lengua
materna. Nunca les dió importancia, hasta que tuvo que hacer uso de ellas, casándose con
una mujer francesa y mudándose a EEUU. Según él, la belleza de las lenguas, reside en
que está repleta de conceptos y expresiones, propias de la cultura que la emplea. La única
forma de llegar a dominar el verdadero significado de los términos, se encuentra en
adherirse al contexto cultural y lingüístico de la referida lengua.
Se resalta también, que el hecho de que el autor explore y estudie las bases culturales
desarrolladas por los primates, que pueden parecer de gran insignificancia comparadas con
la cultura humana, no pretenden herir o desmerecer a la segunda, sino llegar a la conlcusión
y hacernos comprender que la cultura de nuestra especie ha debido tener unos orígenes
simples, algunos de los cuales, pueden encontrarse fuera de nuestra especie .
Se hace referencia también, a la isla de Koshima, en el extremo de Japón, la cual visitó
durante sus viajes. En ésta isla, se descubrieron los primeros vestigios de cultura animal.
Allí, observó a los monos limpiar las patatas dulces en el agua del océano.
La cultura del cajón de arena
Para presentar el tema de la cultura animal, De Waals pone un ejemplo de la vida cotidiana.
Una gata se acerca a su cajón para hacer sus necesidades, mientras es seguida por sus tres
gatitos. Mientras ella hace sus necesidades, ellos la observn y por mera casualidad, uno de
ellos consigue acceder al cajón y empieza a escarbar en la arena, al igual que lo hace su
madre. De repente, otro se mete dentro y sin que nadie se lo indique, hace sus necesidades
con las orejas hacia atrás. Parece que, la conducta de la madre, ha desencadenado los
comportamientos de los gatitos.
El aprendizaje social está muy extendido en los animales y puede continuar mucho más allá
del momento en que la conducta apareció por primera vez. Contradiciendo las creencias de
que las tácticas de supervivencia son meramente instintivas, hemos descubierto que en
realidad son respuestas vitales transmitidas de unos monos a otros mediante la observación
(proceso social y cultural), por ejemplo: Es sabido que en Kenia, los monos tota realizan
diferentes gritos de alarma según el animal que se acerque, es decir, si viene un leopardo,
emitirán un sonido diferente a si viene un águila, con al finalidad de que cada sonido, los
prepare para protegerse de diferentes formas. Si ataca un áquila, lo normal sería bajarse del
árbol, no subirse a lo más alto (que es lo que harían con un leopardo).
Descubrimientos como éste, contradicen la idea de que los animales no humanos, actúam
sólo de manera instintiva, es decir, que no tienen cultura. Lo cierto, es que no es así, por
ejemplo, si alguno de los monos tota, no presta atención a lo que hacen los demás, tendrá
menos posibilidades de escapar a un ataque y por tanto, de sobrevivir. Por tanto, podemos
llegar a al conclusión, de que el aprendizaje se produce a través de la observación, en lugar
de centrarse sólo en la información genética.
Por otro lado, podríamos pensar que se tarta simplemente de imitación, pero cada vez es más
común reservar ésta palabra para usos que impliquen una cierta comprensión del porque de
las actuaciones del modelo a imitar. Sin embargo, en parte es cierto, gran medida de las
actuaciones de basan en la imitación, pero por si solas, no serían nada. Ésta imitación
precisa ser practicada. El autor no pone un ejemplo fubtolístico, que nos facilitará la
comprensión: Si uno de nosotros observa un partido de fútbol, por mucho que mire, nunca
será tan bueno como los que está jugando, para ello precisa años de práctica con el balón, ya
que mirar a los jugadores, no basta. Por tanto, diremos que toda conducta humana depende
de dos cosas: la idea general obtenida al observar a los otros (imitación) y la práctica de la
referida conducta,para refinar la habilidad.
La forma más simple de aprendizaje, es la que llamamos “realce local”, que consiste en que
un individuo se ve atraído a un lugar en el que otro, está haciendo algo que al primero le
parece interesante (como encontrar comida). Otro tipo de aprendizaje, es la “difusión del
estímulo” o “emulación” en la que observando a los demás, se obtiene un idea general de la
acción, para ir descubriendo los detalles posteriormente de forma individual. Por último,
diremos que un animal únicamente respondería igual a ciertos estímulos no habiendo
observado a sus compañeros, mediante la propia experiencia.
El maestro del sushi
La capacidad de aprender de los demás, es algo natural en los humanos, pues lo hacemos
con mayor facilidad. Ésto fue demostrado durante los años 30. Los científicos Winthrop y
Luella Kellogg tuvieron que finalizar un experimento, al ver que su hijo Donald, estaba
adquiriendo conductas simiéscas, debidas a convivir con Gua, una chimpancé. Ésta, ejercía
el papel de hermana mayor, por lo que Donald no dudaba en imitarla.
En circunstancias normales, los simios observan las conductas de sus congéneres de grupo
barias veces, por lo que tienen variadas oportunidades de familiarizarse con sus conductas.
Los miran con detenimiento, fijándose en cada detalle, al igual que el aprendiz de maestro
de sushi. El joven aprendiz lava, friega, hace reverencias a los clientes y consigue los
ingredientes, mientras que, por el rabillo del ojo, y sin pregunta nada, cada movimiento de
su maestro, por lo menos durante tres años, sin que s ele permita hacer nada. Por ello
decimos, que la observación de modelos capacitados, consigue que nuestra mente implante
las secuencias de acciones para cuando surga la necesidad, hacer uso de ellas.
Se requiere todo un pueblo...
De Waals nos transmite aquí, que una de las actividades preferidas de los primates jóvenes
es observar a otros. Siempre está alrededor de los mayores, absorbiendo cada detalle de lo
que hacen. Al mismo tiempo, los psicólogos se dedican a observar éstas comunidades de
simio y compararlas con otras, anotando las distintas formas que tienen las comunidades de
chimpancés de hacer las cosas. Aún así, a pesar de que éstas observaciones no han sido
rebatidas, no todo el mundo está de acuerdo en que el término cultura es el mejor para
referirse a las diferencias entre grupos.
Los biólogos siempre definen los procesos -nutrición, locomoción, reproducción- con los
términos más amplios posibles, pues las definiciones largas tienen la ventaja de que
permiten ver todos aquellos fenómenos implicados. Por ejemplo: podemos definir el
lenguaje de manera que excluyamos los balbuceos de los bebés de la definición, pero,
¿indica ésto que el balbuceo de un bebé no tiene nada que ver con el lenguaje? Las
definiciones restringidas no tienen en cuenta los fenómenos límite y los precursores. Pensar
que somo al única especie que depende de la cultura para sobrevivir es falsa, y el empeño
que existe en separar lo natural de lo cultural, es un gran error. Es cierto que el ser humano a
conseguido llevar la cultura un paso más allá que los animales, de una forma sin
precedentes, gracias al empleo de símbolos, ideas, valores, imitación, enseñanza y
educación. Somos capaces de crear cultura, y ésta a su vez, nos crea a nosotros, de una
forma que no se encuentra en cualquier otro animal.
La idea de cultura de Frans de Waals, es muy amplia: “La cultura es una forma de vida
compartida por los miembros de un grupo pero no necesariamente por los miembros de otros
grupos de la misma especie. Engloba los conocimientos, costumbres y destrezas, además de
las tendencias y preferencias subyacentes, procedentes de la exposición y aprendizaje de los
otros. Cuando las variaciones sistemáticas de conocimientos, hábitos y destrezas entre
grupos no pueden ser atribuidas a factores genéticos o ecológicos, es que son posiblmente
culturales. La forma en la que los individuos aprenden unos de otros es algo secundario,
pero el hecho de aprender de otros es un requisito fundamental. Así, la etiqueta “cultural” no
se puede aplicar a los conocimientos, costumbres y destrezas que los individuos adquieren
por sí solos con facilidad”
2) Sección 2: ¿Qué es la cultura? ¿Existe en la naturaleza?Si la cultura consiste en la transmisión de costumbres e información a través de medios
sociales, está muy extendida en la naturaleza. Es cierto que los animales no tienen lenguaje
ni símbolos, pero desarrollan técnicas nuevas, preferencias por determinado tipo de comida,
gestos comunicativos y otros hábitos que los individuos jóvenes aprenden de los mayores (y
viceversa). Como consecuencia, un grupo puede comportarse de forma muy diferente a otro,
lo que convierte a la cultura en un dominio no exclusivamente humano.
A pesar de las abundantes demostraciones que van a pareciendo a favor de ésta idea, sigue
existiendo una gran resistencia a aceptarla, incluso se llega a negar que al cultura animal
tenga un valor de supervivencia a la misma escala que al cultura humana. Lo cierto es que
los animales se aprovechan del conocimiento acumulado, y en éste sentido son menos
dependientes de la cultura que los seres humanos. Por último, al igual que en la cultura
humana, las variaciones resultantes del proceso no son indefinidas, sino que se construyen
alrededor de las herencia común de la especie.
➢ Capítulo 5 : Intuir el Fujiyama y una visita a Koshima, donde los monos salan las
patatas.
Inicialmente, De Waals nos presenta dos citas que serán de gran relevancia en el
desarrollo del capítulo:
“Un científico es un hombre que a través de lo que observa, de los experimentos que
realiza, de la literatura que lee e incluso de la compañía que elige está preparándose el
camino para conseguir una meta; se ha colocado en una posición en la que est
predestinado al descubrimiento.” (Peter Medawar, 1984)
“El instinto es una conducta heredada y, por lo tanto, algo opuesto a la cultura, que
representa las conductas adquiridas. Del mismo modo que considerar toda conducta
animal como instintiva es dogmático, también lo es considerar toda conducta humana
como cultural” (Kinji Imanishi, 1952)
Para explicar el estudio de las ciencias comportamentales, nos presenta un ejemplo: Un
primatólogo norteamericano, llamado Jeffrey Kurland, sintió la necesidad de probar la
teoría de la selección por parentesco, que predice la existencia de relaciones amistosas
entre parientes cercanos. En su monografía publicada en 1977 sobre a conducta de los
macacos japoneses comienza con consideraciones puramente teóricas: como al
evolución por selección natural,la transmisión del ADN y el intercambio de genes. El
único fallo de su presentación es que el estudio requería un grupo de monos de los que
se conociesen sus parentescos. Kurland encontró su tropa de monos en las montañas de
Suzuka, concretamente en Ryozenyama, donde los científicos japoneses llevaban
tomando datos desde los años 50. Realizo un trabajo excelente al documentar las
estrechas relaciones existentes entre parientes, y al hacer ésto, proporcionó una imágen
mucho más detallada de la que existía anteriormente, pero solo pudo realizar este
estudio porque se propuso demostrar algo que ya se sabía desde hacia tiempo. Ésto se
debe a la necesidad que tienen los científicos conductuales en ir en línea recta, sin
embargo no está claro si alguna vez las ciencias de la conducta conseguirán llegar al
punto en el que las predicciones lógicas conducirán al progreso. Lo cieto es que, la
conducta es mucho más variable que la danza de los fotones y para explicarla se
necesitan múltiples niveles de análisis, desde el fisiológico al mental.
En lugar de predecir nuevos acontecimientos o de explicar lo ya descubierto, una gran
parte del progreso científico se centra en estudiar lo que se considera posible y probable.
Las expectativas, por muy ambiguas e intuitivas que sean, sientan las bases del
descubrimiento: cada nuevo hallazgo va abriéndose paso bajo la superficie de la
conciencia humana antes de explotar hacia el exterior. Si no se hubiese formulado un
amplio concepto de cultura, es improbable que alguien hubiera comenzado a buscar
pruebas de su existencia en animales.
Respetar lo inesperado
Todo aquello que no esperamos, solemos obviarlo y por tanto, nos pasa desapercibido.
Igualmente, tuvieron que morir muchos animales jóvenes machos a manos de sus
congéneres, hasta que nos dimos cuenta de que el infanticidio e salgo común. Esta
conducta nos horroriza y va en contra de la idea de supervivencia. Sin embargo,
analizado desde un punto de vista de la supervivencia, nos daremos cuenta de que la
pérdida de una cría, no hace más que inducir a las hembras a volver a estar en celo antes
de lo que sería normal, lo cual es beneficioso para el macho. Por ello, los machos
emplean como estrategia reproductiva matar a las crías. Éste descubrimiento fue
ignorado durante casi una década, después de la cual salieron a la superficie otros
informes sobre éste tema. El infanticidio, es considerado cada vez más un factor clave en
al evolución social, enfrentando machos contra machos y hembras contra hembras.
El noble salvaje
Hasta bien entrados los años sesenta, se consideraba a los chimpancés como los nobles
salvajes de Rousseau: se dedicaban a viajar de forma autónoma y autosuficiente por la
selva. Los pequeños y variables grupos trasnmitían la impresión de que, a excepción de
la relación madre-cría, carecían de cualquier vínculo duradero. Por eso, Jane Goodall
definió a estas unidades sociales de hembras y descendencia dependiente como las
únicas estables. A sólo 130 kilómetros al sur del campamento de Goodall, se encontraba
también en Tanzania un equipo de investigadores japoneses que trabajaban bajo la
dirección de Jun’ichiro Itani y Toshisada Nishida y tenían los mismos problemas que ella
en conseguir una visión clara de la sociedad de los chimpancés. Sin embargo, desde el
principio asumieron que estaban tratando con seres muy sociables. Al estar
familiarizados con las tropas de macacos de su país de origen que formaban grupos
estrechamente organizados y al estar guiados por un énfasis cultural que se basaba en la
colectividad en lugar de la individualidad, supieron darse cuenta del valor que la vida en
grupo tenía para la supervivencia, del papel de la transmisión social y de la necesidad de
pertenencia de cada individuo.
El individuo en al sociedad
La gran cadena de los seres vivos de Platón, que coloca a los humanos por encima de
todos los demás animales, resulta completamente ajena para la filosofía oriental según la
cual la reencarnación del alma humana puede ser de muchas formas, un hombre puede
convertirse en pez y éste en Dios. La humildad de cara a nuestros parientes cercanos
tiene implicaciones evidentes para nuestra forma de estudiarlos. Los japoneses, siempre
han sentido una conexión especial de ellos, y por tanto, aportan un enfoque mucho más
obejtivo. Con el fin de estudiarlos, empleaban el método del aprovisionamiento, es decir,
proporcionaban comida a los monos, cona l finalidad de acercarse más a ellos, mediante
la creación de vínculos.
“Históricamente, existía otro aspecto implicado en el aprovisionamiento de los macacos
que realizaban algunos investigadores japoneses. Al proporcionarles alimento, se
creaba una relación de empatía natural entre el observador y los monos. Masao Kawai
lo consideraba otra parte de su metodología y lo definió como el método kyokan
(comprensivo o sensible). Al alimentar a los monos, el investigador entraba en el grupo
de una forma positiva y establecía contacto con ellos. En una época en la que la
mayoría de los investigadores occidentales defendían una neutralidad estricta en el
estudio de animales, esto era algo realmente único. […] Proporcionar alimento de
manera artificial en Japón fue algo nunca realizado con la única intención de “hacer
amigos” entre los monos, sino que para algunos significó añadir una dimensión
distinta, más psicológica, al aprovisionamiento.” (Asquith, 1989)
Derivado de gran variedad de estudios sobre los simios, como los llevados cabo por
Kionji Imanshi, quién fue denominado padre de la primatología y defensor de una visión
armónica del mundo, se crea el concepto del individuo en la sociedad que significa una
contribución teórica trascendental de la primatología japonesa al estudio de los animales
sociales. La idea de que los individuos tienen importancia, de que su identidad está unida
al lugar que ocupan en el todo, de que es necesario observarlos a lo largo del tiempo y de
que la empatía hukana nos ayuda a comprenderles es tan obviamente correcta que ahora
ejércitos de científicos la aplican, sin saber muchas veces de dónde proviene.
La mente dispuesta y Koshima
De Waals nos relata su viaje a Koshima, isla de gran tradición en estudio de los primates.
Comenta que los macacos, al igual que otros primates, emiten una llamada especial que
comunica un cambio agradable en las circunstancias del ambiente. Allí se dió cuenta del
refinado sistema comunicativo que los primates desenvuelven.
Nos relata también, de un viaje pasado, realizado por otros primatólogos, que en su
búsqueda no hallaron más que extrementos de mono, y aún recorriendola de cabo a rabo,
no vieron un sólo primate.
Las innovaciones de Imo
El primer viaje a la isla de Koshima se realizó el 5 de diciembre de 1948, y poco
después, se comenzó el transporte de víveres, compuestos de trigo y patatas para los
monos, con al finalidad de amansarlos.
En uno de sus viajes, De Waals, conversó con unha señora, famosa a nivel nacional
como autora de libros sobre su trabajo en la isla. Ésta le comentó una historia cuanto
menos, curiosa: En septiembre de 1953 observó a una chimpancé llamada Imo, llevar al
agua dulce de un arroyo sus patatas, con al finalidad de lavarlas. Los primero días,
simplemente introduciéndolas y posteriormente mejorando su técnica, mientras con una
mano la mojaba, con la otra le quitaba la tierra. Éste descubrimiento fue un esfuerzo en
equipo: Mito fue la primera en detectarlo; la interpretación cultural provino de Imanishi;
y Kawamura y Kawai recogieron los datos necesarios para convencer al mundo de que
era un caso de transmisión social.
El informe realizado por Kawai representa lo mejor de los comienzos de la primatología
japonesa. Describe con gran detalle la forma en la que la conducta de lavar patatas se
extendió de Imo a sus compañeras de juego. En el plazo de tres meses dos de sus
compañeras de edad y su madre ya mostraban la misma conducta. Posteriormente, la
costumbre se extendió de estas pioneras en el lavado de patatas a otros individuos
jóvenes, a los hermanos mayores de éstos y a sus madres, de forma que en cinco años
más de tres cuartas partes de los jóvenes y adultos en su primera etapa se dedicaba a
lavar patatas de forma regular. Sin embargo, los machos de mayor edad no consiguieron
captar el hábito. Kawai explica este hecho diciendo que la transmisión parecía depender
del tiempo que los monos pasaran juntos; como los machos de más de cuatro años suelen
vivir en la periferia del grupo, no estuvieron expuestos suficiente tiempo a la conducta
del lavado de patatas. Más tarde en 1956, a Imo se le ocurrió una solución para que el
trigo no se mezclase en la arena de la playa. Imo aprendió a separarlos llevando puñados
de ambos al agua y tirándolos en ella. Como la arena se hunde más rápido que el trigo,
esto facilitaba la tarea de recoger los granos. Esta técnica también fue imitada por la
mayoría de los monos de la isla. El argumento más sólido de que la conducta se había
producido por aprendizaje social es que la implantación del hábito en el grupo siguió la
dirección de las relaciones entre compañeros de edad y de los lazos de parentesco. El
hecho de que una de las primeras en seguir el ejemplo de Imo fuera su madre, es
difícilmente una coincidencia. Al principio la madre se mostró torpe, pero fue
adquiriendo cada vez más destreza, sugiriendo que, aunque hubiera cogido la “idea” de
su hija, todavía debía refinar por sí misma la forma de lavarlas.
Todavía lo hacen
Desde hace más de un cuarto de siglo los monos de Koshima han recibido patatas dulces
sólo un par de veces al año. La comida se tira sin grandes ceremonias en una parte seca
de la playa y entonces comienza la bronca. No existe ninguna forma de refuerzo
selectivo, ni se anima a los monos a que se acerquen al océano, ni siquiera existe una
necesidad real de que limpien la comida. Ésta es la situación que la mayor parte de los
monos de la isla han vivido durante sus vidas y desde el individuo más viejo al más
joven continúan haciendo lo que la difunta Imo solía hacer. La permanencia de las
costumbres más allá de la vida de los iniciadores es algo típico de la cultura.
➢ Capítulo 6: El último Rubicón ¿Pueden los animales tener cultura?
Se nuevo, De Waals inicia el capítulo tomando do citas:
“Podemos acercarnos al significado de la cultura afirmando que es aquello que tiene la
especie humana pero de lo que carecen otras especies sociales.” (Alfred Kroeber, 1923)
“La capacidad de transmitir comportamientos aprendidos de generación en generación
proporcionó a los mamíferos una aplastante ventaja en la lucha por la supervivencia”
(Ralph Linton, 1936)
La pregunta de si los animales tienen cultura, hace recordar a De Waals a esa otra de si
las gallinas pueden volar. En realidad, al comparar las gallinas con los albatros o con los
halcones, la respuesta sería que no, pero sí tienen alas que agitan y les ayudan a
encaramarse a lo alto de los árboles. Nos invita a imaginar un mundo en el que no
hubiera ninguna criatura que volase excepto la gallina: estaríamos muy impresionados
por su vuelo y escribiríamos poemas y canciones sobre nuestro deseo de ser como ellas.
Igualmente, vistos desde las encumbradas alturas que ha alcanzado la cultura en la raza
humana, los otros animales se quedan a un nivel muy inferior. Pero ¿qué ocurriría si
cambiásemos nuestro punto de vista y no midiésemos sus logros según nuestro propio
rasero? Esto fue precisamente lo que Kinji Imanishi propuso hacer a principios de los
años cincuenta al definir la cultura no por sus logros técnicos o sistemas de valores, sino
simplemente como una forma de transmisión de las conductas no basadas en la genética.
De nuevo, dos citas sobre éste tema:
“[La cultura es] ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte,
la ley, la moral, la costumbre y cualquier otra capacidad y hábito adquiridos por el
hombre como miembro de la sociedad” (Edward Tylor, 1871)
“Entiendo por cultura la transferencia de información por medios comportamentales,
especialmente por procesos como la enseñanza y el aprendizaje. Se utiliza en un sentido
que contrasta con la transmisión de información genética que se propaga directamente
a través de los genes heredados de una generación a otra” (Bonner, 1980)
Actualmente el debate sobre si los animales tienen o no cultura gira en su mayor parte en
torno a la cuestión de qué es lo que aprenden unos de otros y cómo lo aprenden: hasta
qué punto se parece a nuestra forma de aprender y si son los otros animales tan
dependientes de este proceso como lo somos nosotros.
¿Pueden imitar los monos imitadores?
En la colonia de chimpancés del Centro de Primates Yerkes en Atlanta, Georgia, donde
trabaja De Waals, a veces las crías meten un dedo en la valla del recinto y se quedan
enganchados de forma que no pueden sacarlos. Los chimpancés adultos han aprendido
que no deben tirar de la cría, sino que es mejor dejar a las víctimas que tarde o temprano
consigan liberar sus dedos. Mientras tanto, cuando esto ocurre, se forma un gran revuelo
en toda la colonia: es un acontecimiento tan dramático como puede serlo que un
chimpancé en estado salvaje caiga en un lazo colocado por cazadores furtivos. Los otros
simios imitaban la desesperada situación de las víctimas. ¿Podría esta conducta encajar
en la clasificación habitual de lo que es imitación?: no se resolvió ningún problema, no
se copió ninguna meta y no se obtuvo ninguna recompensa. Los jóvenes parecían estar
completamente fascinados con el aprieto en el que se encontraba la cría y su conducta
imitativa parecía cargada de emociones, con ciertos elementos de identificación con ella,
empatía o cercanía, no con la fría evaluación de fines y métodos que la literatura
científica suele proponer como marco para que ocurra la imitación. Para ello deberían
seguirse las siguientes condiciones:
• Identificación
• Entender la meta
• Conocimientos básicos previos
A la ciencia le ha llevado mucho tiempo darse cuenta de que la imitación es un proceso
mucho más complejo de lo que se creía.
La imitación se considera una de las proezas cognitivas más elevadas. La imitación
requiere que la entrada de información visual sea convertida en salida de conductas
motoras al decir al cuerpo que reconstruya lo que los ojos han visto. Resulta curioso ver
a los simios que participan en programas de entrenamiento en el uso de lenguaje, a
menudo dan la impresión de que se sienten casi humanos. Cuando en las pruebas en las
que se les pide que clasifiquen grupos de fotografías de humanos y de otros animales
llegan a poner su propio retrato junto al montón de fotos de humanos. Obviamente
simpatizan con las personas que los rodean, quieren encajar en su ambiente y ser como
ellos.
La necesidad de ser como los otros
Para los cinetíficos, la frase “Lo que hace un mono lo copia otro” ha pasado de ser algo
obvio a convertirse en el Santo Grial del estudio de los primates. Sin embargo, la
imitación solo es importante cuando significa algo para ellos, es decir, cualquier cosa
que le enseñemos nosotros, sino en aprender a usar una rama o piedra para obtener
comida, o sostener de forma adecuada a un recién nacido, cosas que puedan ser útiles
para ellos. Mientras que la mayoría de las conductas humanas no significan nada para
ellos y serán siempre incomprensibles.
Hay una tendencia en los chimpancés más jóvenes a actuar como lo hacen otros del
grupo, como sus mayores.
- Uno de los chimpancés adultos del Centro de Primates de Yerkes se hizo daño en un
dedo de la mano y andaba apoyándose en la muñeca doblada en lugar de en los nodillos.
Durante la misma época en la que andaba cojeando de esta extraña forma, todos los
jóvenes del grupo caminaban apoyándose también en sus muñecas. No lo hacían
necesariamente cuando estaba presente el macho herido, sino que lo hacían en todas
partes y a todas horas. Se convirtió en una moda.
En la forma en que los chimpancés aprenden a partir las nueces del árbol del aceite de
palma en la selva, la pericia de los animales sobrepasa con mucho la de cualquier
humano que intente partir una de estas nueces por primera vez. Lleva muchos años de
práctica conseguir colocar una de las nueces más duras del mundo en una superficie
plana, encontrar una piedra del tamaño adecuado que sirva de martillo y golpearla con
la velocidad y fuerzas correctas para partirla (y no hacerla papilla). Es la conducta de
uso de instrumentos más compleja que se conoce en condiciones salvajes puesto que
son necesarias las dos manos, dos herramientas y la exacta coordinación entre todos.
¿Qué nos dice todo esto? Tenemos a jóvenes simios realizando ciertas acciones que
gradualmente acaban pareciéndose a las de sus padres sin que nunca hayan sido
recompensadas. Puesto que, por lo menos durante tres años, no consiguen abrir las
nueces para comerse su interior, el incentivo para imitar la conducta de los adultos no
pueden ser los beneficios que consiguen. Además, a veces sufren consecuencias
negativas, como aplastarse un dedo o sentirse frustrados al saber que hay comida dentro
de las nueces pero no son capaces de sacarla. ¿Qué es entonces lo que les hace seguir
probando? El aprendizaje social está motivado socialmente. Un chimpancé joven se
siente cercano a su madre, se identifica con ella y manifiesta esta observando cada uno
de sus movimientos y haciendo todo como ella. Simplemente, buscan modelos a imitar.
La tortuga y la liebre
Es posible que la forma de imitar de los monos y los simios esté menos dirigida a una
meta que la de los humanos en sus mejores logros. Sin embargo, esto no quiere decir que
la mayor parte de nuestras conductas imitativas – un niño que trata de andar como su
padre, un adolescente que habla como sus amigos – no estén tan cargadas de contenido
socio-emocional como el aprendizaje BIOL de otros primates no humanos
“Una de las ideas preconcebidas más ampliamente defendidas es que la cultura es un
proceso que ocurre de forma progresiva. Una frase muy familiar, casi manida, es: “El
progreso de la civilización”. Así, a las gentes sencillas o primitivas se las etiqueta como
“regresivas”. La imagen resultante es que existe un movimiento continuo hacia delante.
De hecho, la propia idea de progreso es un fenómeno cultural de cierto interés. Por
extraño que nos parezca, la mayor parte de la humanidad no ha estado en absoluto
imbuida durante la historia de esta idea. Lo que se daba por sentado era un mundo
esencialmente estático y una raza humana igualmente casi estática. Si acaso existía
alguna idea de alteración, ésta podía consistir tanto en un deterioro de la edad dorada
de los comienzos como en un avance.” (Kroeber, 1923)
La ropa que nos ponemos
Si siguiéramos la definición propuesta por los psicólogos experimentales que se centra
en la imitación durante la resolución de problemas, los siguientes puntos probablemente
no serían considerados como algo cultural:
- La ropa que nos ponemos, la decoración, el gusto por ciertos colores
- La religión
- La cocina y las preferencias por ciertos platos
- La música, el arte y la danza
- Los estilos sociales tales como el igualitario y el jerárquico, o las sociedades
educadas y las groseras
Al escuchar el relato de la “danza” de los chimpancés de Köhler, Kroeber especuló con
la posibilidad de que si un simio había desarrollado un nuevo paso de danza, una nueva
postura o si estos actos eran después adquiridos por otros y convertidos en conductas
generalizadas, perdurando más allá de la generación del individuo que las había
inventado, “podíamos considerar legítimo que estábamos pisando el territorio de una
cultura de simios”
El hecho de que a veces los primates copien conductas tales como frotar unas piedras o
siguiendo una determinada técnica, que no confieren absolutamente ninguna ventaja, nos
dice mucho; nos demuestra que el aprendizaje cultural no tiene que ver con las
recompensas, sino con el hecho de encajar, de sentirse identificados con otros y de
desear amoldarse.
EL SIMIO Y EL APRENDIZ DE SUSHI
Reflexiones de un primatólogo sobre la cultura
Mª Claudia Quintela Misa
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