01 olvidados
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Enunabrirycerrardeojos.Todoelmundodesaparece.Seesfuman.Todoelmundoexcepto los jóvenes. Losadolescentes. Losescolares y losmáspequeños. Pero ni un solo adulto. Ni maestros, ni policías, ni médicos, nipadres.Handesaparecido, también, los teléfonos, internet y televisión.Nohayformadeobtenerayuda.Elhambreamenaza.Lasbandassehacenconelpoder.Unacriaturasiniestraestáalacecho.Losanimalesestánmutando.Y los propios adolescentes están cambiando con el desarrollo de nuevospoderes—inimaginables,peligrosos,avecesmortales—comoleerlamente,el teletransporteo la telequinesis.Talentosquese fortalecendíaadía.Esunnuevomundoaterradorllenodeelegidos.Ylaguerraesinminente.
MichaelGrant
OlvidadosOlvidados-1
ePubr1.0Edusav28.12.13
Títulooriginal:GoneMichaelGrant,2008Traducción:RaquelHerreraFerrerRetoquedeportada:Edusav
Editordigital:EdusavePubbaser1.0
ParaKatherine,JakeyJulia
UNO
299HORAS,54MINUTOS
ELPROFESORHABLABAdelaguerracivil.Y,alcabodeuninstante,desapareció.Así,sinmás.Desaparecido.Sinhacer«puf».Sinundestellodeluz.Sinexplosiónalguna.SamTemple estaba sentadoen la clasedehistoriade la tercerahoramirando
fijamentelapizarra,peroconlamentemuylejosdeallí.Ensumenteestabaenlaplaya,conQuinn.Enlaplayaconlastablas,gritando,braceandotraszambullirseenlasaguasfríasdelPacífico.
Por un instante le pareció que se lo había imaginado, eso de que el profesorhabíadesaparecido.Poruninstantepensóquesoñabadespierto.
SamsevolvióhaciaMaryTerrafino,queestabasentadaasuizquierda:—¿Hasvistoeso,no?Marymirabafijamenteellugardondehabíaestadoelprofesor.—Oye,¿dóndeestáel señorTrentlake?—intervinoQuinnGaither,elmejory
quizásúnicoamigodeSam.Quinn estaba sentado justo detrás de él. Los dos preferían asientos junto a la
ventana porque a veces, si adoptabas el ángulo correcto, podías llegar a ver unafranja diminuta de agua brillante entre los edificios de la escuela y las casas quehabíaalolejos.
—Debedehabersalido—respondióMary,perosutonodevoznoindicabaqueselocreyera.
Edilio, un chico nuevo que a Sam le resultaba potencialmente interesante,intervino:
—No,tío.Hahechopuf—dijo,ehizounacosaconlosdedosqueilustrabamuybienelconcepto.
Loschicos semiraban losunosa losotros,estirandoelcuelloaun ladoyalotro, entre risitas nerviosas. Nadie estaba asustado. Nadie lloraba. Lo sucedidoresultababastantechocante.
—¿ElseñorTrentlakehahechopuf?—preguntóQuinn,aguantándoselarisa.—Oye—intervinoalguien—,¿dóndeestáJosh?Variascabezassevolvieronamirar.
¿Habíavenidohoy?—Sí,estabaaquí.Estabaaquímismoami lado.—Samreconoció suvoz.Era
Bette.LavivarachaBette—.Acabade…bueno…dedesaparecer—afirmólachica—.ComoelseñorTrentlake.
Se abrió la puerta que daba al pasillo. Todos los ojos se fijaron en ella.PensaronqueentraríaelseñorTrentlake,puedequeconJosh,aexplicarlescómohabía hecho ese truco de magia, y que luego volvería a hablar con su vozemocionadayforzadadeunaguerracivilqueanadieleimportaba.
PeronosetratabadelseñorTrentlake.EraAstridEllison,conocidacomoAstridlaGenio, porque…bueno, porque era ungenio.Astrid estaba en todas las clasesavanzadasquehabíaenlaescuela.Y,enalgunoscasos,seguíacursosonlinedelauniversidad.
Astrid tenía el pelo rubio y le llegaba a la altura de los hombros.Le gustabaponerseblusas blancasdemanga corta que siempre captaban la atencióndeSam.SamsabíaqueAstridestabafueradesualcance,peroningunaleyleprohibíapensarenella.
—¿Dóndeestávuestroprofesor?—preguntóAstrid.Todossequedaronsinsaberquédecirle.—Hahechopuf—aclaróQuinn,comosifueraalgogracioso.—¿Noestáenelpasillo?—preguntóMary.Astridnegóconlacabeza.—Estápasandoalgoraro…Migrupodeestudiodematemáticas…éramostres,
máslaprofesora.Yacabandedesaparecertodos.—¿Qué?—exclamóSam.Astridlomiró.Samnopudoapartarlavista,comosolíahacer,porquelachica
no lo miraba desafiante y escéptica como de costumbre, sino asustada. Sus ojosazules,habitualmentedurosypenetrantes,estabanmuyabiertos,dejandovergranpartedelaesclerótica.
—Yanoestán.Sencillamentehan…desaparecido.—¿Ytuprofesora?—preguntóEdilio.—Ellatampocoestá.—¿Noestá?—Hahechopuf—intervinoQuinn,queyanosereíatantoyempezabaapensar
quequizánosetratabadeunabroma.Sam oyó un ruido. En realidad más de uno. Alarmas de coche a lo lejos,
procedentesdelaciudad.Selevantócohibido,comosinotuvieraquehacerlo,yse
acercórígidamentehastalapuerta.Astridseapartóparadejarlopasar.Samnotóelolordesuchampúalacercarse.
El chico miró a la izquierda, hacia el aula 211, donde se juntaban losempollones demates deAstrid.Un chico sacó la cabeza por el aula siguiente, la213,medioasustadoymedioaturdido,comosiestuvieraenunamontañarusa.
Asuderecha,enla207,losalumnossereíandemasiadoalto.Demasiado.Erandequinto.Alotro ladodelpasillo,delaula208salieronderepente treschicosdesextoysepararonenseco,mirandoaSamcomosifueraagritarles.
La escuela de Perdido Beach era la típica escuela de una ciudad pequeña, demodo que todos desde el parvulario hasta el noveno curso estaban en un únicoedificio,conelcolegioyelinstitutojuntos.LosúltimoscursosseimpartíanenSanLuis,aunahoradedistancia.
SamsedirigióhaciaelauladeAstrid.Quinnylachicalosiguieron.Laclaseestabavacía.Las sillasde lasmesas, lade laprofesora, todasvacías.
Había libros dematemáticas abiertos en tres pupitres.Y las libretas también. Losordenadores,unahileradeseisMACantiguos,mostrabanpantallasparpadeantessinimágenes.
Enlapizarraseleíaclaramentequehabíanescritolapalabra«Polin».—Estabaescribiendolapalabra«polinomio»—aclaróAstrid,susurrandocomo
siestuvieraenunaiglesia.—Sí,yameloparecía—intervinoSamconbrusquedad.—Unaveztuveunpolinomio—intervinoQuinn—.Elmédicomelosacó.Astridignorósupenosointentodebromear.—Hadesaparecidomientrasescribíala«o».Loséporqueyolaestabamirando.Samsemovióunpocoehizounaseña.Habíauntrozodetizaenelsuelo,justo
dondehabríacaídosialguienestuvieraescribiendolapalabra«polinomio»—fueraloquefueraaquello—yhubieradesaparecidoantesdeacabarderedondearla«o».
—Estonoesnormal—opinóQuinn.ElchicoeramásaltoymásfuertequeSam,e igualdebuenosurfeando.Pero
sonreíacomosi estuvieramedio locoy sevestía comosi llevaraundisfraz:hoytocaba pantalones anchos, botas militares, un polo de golf rosa y un sombrerofedoragrisquehabíaencontradoeneldesvándesuabuelo,loquelehacíaparecerun tipo raroyquealgunos se apartarande élyotros lo temieran.Quinn tenía supropiorollo,yquizáporesoSamyélsellevabanbien.
Sam Temple quería pasar desapercibido. Siempre llevaba tejanos y camisetasdiscretas, nada que atrajera la atención. Había pasado gran parte de su vida en
PerdidoBeach,ibaaaquelcolegioytodoelmundoloconocía,peropocagenteloconocíabien.Erasurferoperonofrecuentabaalossurferos.Eralisto,peronouncerebrito.Eraguapo,peronotantocomoparaquelaschicasloconsideraranuntíobueno.
LoúnicoquelamayoríadeloschicossabíasobreSamTempleeralodeSamBusEscolar.Sehabíaganadoelapodocuandoibaaséptimo.Laclaseibacaminodeunaexcursióncuandoelconductordelautobússufrióunataquealcorazón.Ibanporla carretera 1. Sam apartó al hombre del asiento, condujo el bus hasta el arcén,consiguiópararlosinquenadieresultaraheridoymarcóconcalmaelnúmerodelapolicíaconelmóvildelconductor.
Si hubiera dudado ni que hubiera sido un segundo, el autobús se habríadespeñadoycaídoalocéano.Sufotosalióenelperiódico.
—Los otros dos chicos, además de la profesora, se han esfumado. Todosexcepto Astrid—resumió Sam—. Y eso desde luego no es normal—intentó notartamudear al pronunciar el nombre de la chica, pero no lo consiguió.Astrid leproducíaeseefecto.
—Sí.Parecequeestátodomuytranquiloporaquí,colega—comentóQuinn—.Estoylistoparadespertarme—porunavez,Quinnnobromeaba.
Entoncesalguiengritó.Los tres salierona trompiconesalpasillo,que sehabía llenadodeniños.Una
chicadesextollamadaBeckaeralaquegritaba.Sosteníasuteléfonomóvil.—¡Nohayrespuesta,nohayrespuesta!—chillaba—.¡Noseoyenada!Se quedaron todos paralizados durante dos segundos. Entonces se oyeron
crujidosyrepiqueteos,seguidosporelruidodeunmontóndededospulsandounmontóndeteclados.
—Nohacenada…—Mimadreestaríaencasa,respondería…ynisiquierasuena.—¡Diosmío,ytampocohayinternet!Mesaleseñal,peroluegonada.—Yotengotresbarras.—Yotambién,peronofunciona.Alguien empezó a llorar, un llanto espeluznante que ponía la piel de gallina.
Todoshablabanalavez,yelparloteoseconvirtióengriterío.—Pruebaallamaralapolicía—pidióunavozasustada.—¿Aquiéncreesquehellamado,atontado?—¿Nohaypolicía?—Nohaynada.Heprobadocontodos losnúmerosde lamemoria,yninguno
funciona.Elpasillo estaba llenodechicoscomo lohabría estadoduranteuncambiode
clase.Perolosalumnosnocorríanhacialaclasesiguiente,nitonteaban,niabríansus taquillas.No ibananingúnsitio.Sequedabanahí, comoelganadoesperandosalirenestampida.
Entonces sonó el timbre de clase, tan alto como si fuera una explosión. Losalumnosseestremecieroncomosinolohubieranoídoantes.
—¿Yahoraquéhacemos?—preguntómásdeunavoz.—Tiene que haber alguien en el despacho —gritó alguien—. Ha sonado la
alarma.—Estáprogramada,idiota—contestóHoward.Elchicoeraungusano,pero tambiénelpelotanúmerounodeOrc,unmatón
ceñudo de octavo, una mole de grasa y músculo que asustaba incluso a los denoveno.NadielecantabalacañaaHoward.CualquierinsultocontraHowarderaunataqueaOrc.
—Hayuntelevisorenlasaladeprofesores—recordóAstrid.Sam y Astrid salieron disparados hacia la sala de profesores con Quinn
corriendodetrásdeellos.Bajaronlasescalerasvolando,hastalaplantabaja,dondehabíamenosaulasymenosniños.CuandoSampusolamanoenelpicaportedelapuertadelasaladeprofesores,sedetuvieronderepente.
—Sesuponequenotenemosqueentrarahí—advirtióAstrid.—¿Yteimporta?—replicóQuinn.Samabriólapuerta.Losprofesoresteníannevera,yestabaabierta.Uncartónde
yogurdearándanosDannonsehabíaderramadoymanchadolaalfombraraída.Latelevisiónestabaencendida,peronoseveíanada,soloelectricidadestática.
Sambuscóelmando.¿Dóndeestaba?Quinnloencontró.Empezóacambiardecanal,peronohabíanadanienunoni
enotronieneldemásallá.—Novaelcable—afirmóSam,asabiendasdequeeraunaafirmaciónestúpida.Astrid pasó un brazo por detrás del aparato y toqueteó el cable coaxial. La
pantalla parpadeó y la electricidad cambió un poco, pero por mucho que Quinncambiaradecanalnohabíanadanienunsitionienelotronieneldemásallá.
—Elcanalnuevesiempresale—afirmó—.Inclusocuandonohaycable.—Los profesores, algunos alumnos, el cable y la televisión en general, los
móviles, ¿todos han desaparecido a la vez? —Astrid frunció el ceño mientrastratabadeentenderloquesucedía.SamyQuinnesperabancomosiella tuvierala
respuesta. Como si pudiera decir: «Ah, claro, ya lo tengo». A fin de cuentas eraAstridlaGenio.Peroloúnicoquedijofue—:Esquenotienesentido.
Samdescolgóelauriculardelteléfonodepared,elfijo.—Nohayseñal,¿hayunaradioporaquí?Pero no había ninguna. Se abrió la puerta de golpe y entraron dos chicos de
quinto,enloquecidos,excitados.—¡Laescuelaesnuestra!—gritóuno,yelotrolediolaréplica.—Vamosareventarlamáquinadecaramelos—anuncióelprimero.—Puedequenoseaunabuenaidea—advirtióSam.—No puedes decirnos lo que podemos hacer —replicó el otro chico,
beligeranteperonoconvencido,nosabíasiteníarazón.—Esverdad,pequeñajo.Peromira,¿quéteparecesitodosnoscalmamoshasta
quesepamosloqueestápasando?—¡Cálmatetú!—gritóelcrío.Elotrovolvióadarlelaréplica,traslocualsemarcharon.—SupongoqueestaríamalpedirlesquemetrajeranunTwix—murmuróSam.—Quince…—intervinoAstrid.—No,colega,debíandetenercomodiezaños—lacorrigióQuinn.—No, ellos no. Los chicos de mi clase. Jink y Michael. Los dos eran unos
hachas enmates,mejoresqueyo, pero teníanproblemasde aprendizaje, dislexia,poresoibanretrasados.Eranunpocomayores.Yoeralaúnicadecatorceaños.
—CreoqueJosh,eldenuestraclase,teníaquinceaños—añadióSam.—¿Y?—Queteníaquinceaños,Quinn.Yacaba…acabadedesaparecer.Unparpadeoy
adiós.—No fastidies —Quinn meneó la cabeza—. ¿Todos los adultos y chicos
mayoresdeestecolegiohandesaparecido?Esonotienesentido.—Noessoloestecolegio…—sugirióAstrid.—¿Qué?—replicóQuinn.—¿Losteléfonosylatele?—No,no,no,noyno.Quinn meneaba la cabeza y medio sonreía, como si le hubieran contado un
chistemalo.—Mimadre…—seacordóSam.—Colega,nodigaseso—protestóQuinn—.¿Deacuerdo?Notienegracia.PorprimeravezSamexperimentóunapunzadadepánico,comounhormigueo
en labasede lacolumna.Elcorazón le latíacon fuerza, trabajosamente, comosihubieraestadocorriendo.
Samtragósaliva.Inhalaba,peroapenascogíaaire.Miróelrostrodesuamigo.Nunca había visto a Quinn tan asustado. El chico llevaba gafas de sol, pero letemblaba la boca, y una mancha rosada le subía por el cuello. Astrid seguíacalmada,aunquenodejabadefruncirelceño,concentrada,tratandodeentenderloqueestabapasando.
—Tenemosquecomprobarlo—decidióSam.Quinn exhaló una especie de sollozo. Empezó a alejarse, dándose la vuelta,
cuandoSamloagarródelhombro.—Déjameir,colega—leespetóQuinn—.Metengoqueiracasa.Tengoqueira
versi…—Todostenemosqueiracasa,peroserámejorquevayamosjuntos—sugirió
Sam.Quinnvolvióahacerelgestodemarcharse,peroSamlosujetóconmásfuerza.—Quinn.Juntos.Vamos,tío,escomocuandolaolatedaunrevolcón,¿sabes?
Telanzaporlosaires,¿yquéhaces?—Intentasnodesesperar…—murmuróQuinn.—Pues eso es.Mantienes la cabeza fríamientras te revuelca. ¿De acuerdo?Y
luegonadashacialaluz.—¿Unametáforadesurf?—preguntóAstrid.Quinndejóderesistirse.Dejóderespirarcomosiseahogara.—Deacuerdo,sí.Tienesrazón.Vamosjuntos.Peroprimeroiremosamicasa.
Estoesunlío.Unlíotremendo…—¿Astrid?Samlepreguntósinestarseguro,sinsabersiqueríairconQuinnyconél.Le
parecíaimpertinentepreguntarle,ymalnohacerlo.AstridobservóaSam,lomirabacomosiesperarahallaralgoensurostro.De
repente,SamsediocuentadequeAstridlaGenionosabíaquéhacer,niadóndeir,igualqueél.Yleparecíaimposible.
Una cacofonía de voces procedentes del pasillo iba en aumento. Hablaban envozalta,asustados.Algunosparloteabancomosi todofueraa irbienmientrasnodejarandehablar.Otrasvocesyasonabandesenfrenadas.
Noeraunsonidoagradable.Dabamiedo.—Ven con nosotros, Astrid, ¿vale? —le propuso Sam—. Estaremos más
segurosjuntos.
Astridseestremecióaloírlaspalabras«másseguros».Peroaccedió.La escuela se había convertido en un lugar peligroso. A veces las personas
asustadashacíancosasquedabanmiedo,inclusolosniños.Samlosabíaporpropiaexperiencia. El miedo podía resultar peligroso. El miedo podía provocar que lagentesalieralastimada.Yelmiedocampabaasusanchasportodalaescuela.
La vida en Perdido Beach había cambiado. Algo importante y terrible habíasucedido.
Samesperabanoserlacausa.
DOS
298HORAS,38MINUTOS
LOSCHICOSSALÍANariadasdelaescuela,solosoengrupospequeños.Algunasdelas chicas iban en tríos, abrazadas las unas a las otras, con las lágrimasresbalándolesporlacara.Algunosdeloschicoscaminabanencorvados,encogidos,comosiselespudieracaerelcieloencima,sinabrazaranadie.Ymuchosdeellostambiénlloraban.
Sam recordó de repente vídeos de noticias que había visto sobre tiroteos enescuelas. La imagen le resultaba muy familiar. Los chicos estaban perplejos,asustados,histéricos,uocultabanlahisteriatrasrisasyarmandoalboroto.
Los hermanos y las hermanas permanecían juntos. Los amigos, también.Algunosdelosniñospequeños,lospárvulos,losdeprimero,deambulabanporelpatio sin dirigirse a ninguna parte. Eran demasiado pequeños para saber volversolosacasa.
LamayoríadelospreescolaresdePerdidoBeachibanalaguarderíaBarbara,unedificiodelcentrodecoradoconaplicacionesdesvaídasdepersonajesdedibujosanimados.EstabajuntoalaferreteríaAce,alotroladodelaplazadondesehallabaelMcDonald’s.
Samsepreguntabasiestaríanbienlospequeñinesquehabíanidoalaguardería.Probablemente.Noeraresponsabilidadsuya.Peroteníaquedeciralgo.
—¿Y qué pasa con los pequeños? —preguntó—. Saldrán a la calle y losatropellaráuncoche.
Quinnsedetuvoysequedómirando,noalospequeñossinohacialacalle.—¿Vesalgúncochecirculando?La luz del semáforo cambió de rojo a verde. Pero no había ningún vehículo
preparadoparaarrancar.Lasalarmasde loscoches sonabancadavezmás fuerte,puedequesonarantresocuatrodistintasalavez,quizámás.
—Primerovamosaveranuestrospadres—dijoAstrid—.Noesquenohayaningúnadulto—peronoestabaseguradeello,asíquesecorrigió—,quierodecir,queesimprobablequenohayaadultos.
—Sí—afirmóSam—.Tienequehaberadultos,¿verdad?—Lomásprobableesquemimadreestéencasao jugandoal tenis—explicó
Astrid—.Sinotieneunacitaoalgoparecido.Mimadreomipadreestaránconmi
hermanopequeño.Mipadreestaráeneltrabajo.TrabajaenlaCNPB.LaCNPBeralaCentralNucleardePerdidoBeach.Lacentralquedabaadieciséis
kilómetros de la escuela.Nadie en la ciudad pensabamucho en ella, peromuchotiempoatrás,enlosañosnoventa,seprodujounaccidente.Unaccidenteinsólito,asílocalificaron.Unacoincidenciaquesolosedaunavezenunmillóndeaños.Nadadequépreocuparse.
LagentedecíaqueeseeraelmotivoporelquePerdidoBeachseguíasiendounaciudadpequeña,queporesonohabíacrecidodeverdadcomoSantaBárbara,queestabamásabajoenlacosta.ElapododePerdidoBeacheraRincónRadiactivo.Nohabía mucha gente que quisiera mudarse a un lugar llamado Rincón Radiactivo,aunquehubieranlimpiadotodalalluviaradiactivaquecayó.
Lostreschicos,conQuinnunospasospordelantegraciasalrápidocaminarquesus largas piernas le permitían, bajaron por Sheridan Avenue hasta girar a laderechaporAlameda.
EnlaesquinadeSheridanyAlamedahabíauncocheconelmotorenmarcha.Elcochehabíachocadocontraunmonovolumenaparcado,unToyota.LaalarmadelToyotaibayvenía,sonandoycallandoalternativamente.
Los airbags del Toyota se habían desplegado: unos globos blancos mustios,desinflados,caíandelvolanteyelsalpicadero.
Samsediocuentadealgo,peronoquisodecirloenvozalta.—Las puertas siguen cerradas. ¿Ves los tiradores? Si hubiera habido alguien
dentroyhubierasalido,laspuertasestaríanabiertas—señalóAstrid.—Alguienibaconduciendoysehaesfumado—resumióQuinn.Nolodijocomosifueradivertido.Ladiversiónsehabíaterminado.LacasadeQuinnquedabaasolodosmanzanassiguiendoporAlameda.Elchico
intentaba contenerse, intentaba permanecer tranquilo. Intentaba seguircomportándosecomoQuinnelcalmado.Peroderepenteechóacorrer.
SamyAstridtambiénecharonacorrer,peroQuinnibamásrápido.Selecayóelsombrero.Samseinclinóylorecogió.
Cuandollegaronjuntoaél,Quinnhabíaabiertodegolpelapuertadeentradadesu casay sehallabaya en su interior.SamyAstrid llegaronhasta la cocinay sedetuvieron.
—¡Mamá!¡Papá!¡Mamá!¡Eooo!Quinn estaba arriba, gritando.Cada vez gritabamás fuerte.Más fuerte ymás
rápido,ysussollozosresultabanahoramásaudibles.Ylescostabafingirquenolooían.
Quinn bajó las escaleras acelerado.Aún llamaba a su familia, pero a cambiosoloobteníasilencio.
No se había quitado las gafas, por lo que Sam no le veía los ojos, pero laslágrimasleresbalabanporlasmejillas,ysuvozsequebróconelllanto.SamcasipodíasentirelnudoquesehabíaformadoenlagargantadeQuinnporquetambiénélteníaunnudoenlagarganta.Nosabíaquéhacerparaayudar.
SamdejóelsombrerodeQuinnenlaencimera.Quinnsedetuvoalllegaralacocina.Respirabacondificultad.—Noestáaquí,colega.Mimadrenoestáaquí.Losteléfonosnofuncionan.¿Ha
dejadounanotaoalgo?¿Vesalgunanota?Buscaalgunanota.Astridencendióuninterruptordelaluz.—Laelectricidadaúnfunciona.—¿Y si estánmuertos?—preguntóQuinn—.Esto no puede estar pasando. Se
tratadeunapesadillaoalgoparecido.Esto…estonoesnisiquieraposible.Quinn levantóel auriculardel teléfono,pulsóelbotónparahablary escuchó.
Volvió a pulsar el botón y a ponerse el auricular en el oído, tras lo cualmarcó,pulsandobotonesconeldedoíndiceyparloteandoconstantemente.
Alfincolgóelteléfonoyseloquedómirando.Lomirabacomosiesperaraquesonaraencualquiermomento.
Samestabadesesperadoporllegaracasa.Desesperadoyasustado,deseandoy,almismotiempo,temiendosaber.PeronopodíameterprisaaQuinn.Sileobligabaa salir de su casa en aquelmomento, sería comodecirle que se rindiera, que suspadreshabíandesaparecido.
—Anochemepeleéconmipadre—comentóQuinn.—Nopiensesenesoahora…—leaconsejóAstrid—.Sialgosabemosesquetú
nohasprovocadoesto.Ningunodenosotroslohahecho.PusolamanosobreelhombrodeQuinn,comosiledieralaseñalparapoder
venirseabajo.Quinnsollozóabiertamente,sequitó lasgafasy lasdejócaerenelsuelodebaldosas.
—Todosaldrábien—loconsolóAstrid.ParecíaqueintentabaconvenceraQuinn,perotambiénasímisma.—Sí—afirmóSamsincreérselo—.Claroquesí.Estonoesmásque…—pero
nosabíacómoterminarlafrase.—Igual ha sidoDios—se le ocurrió aQuinn.Y levantó la vista, súbitamente
esperanzado.Teníalosojosrojosymirabaconunaintensidadrepentinaymaníaca—.HasidoDios.
—Igual…—intervinoSam.—Claro, ¿si no qué? Ass… ass… Assí —Quinn se contuvo; ahogó el
tartamudeo fruto del pánico—. Así que todo irá bien —pensar en algunaexplicación,cualquierexplicación,pordébilquefuera,parecíaayudarle—.Claaro,claroqueirábien.Irámuybien.
—AhoratocalacasadeAstrid—indicóSam—.Eslaqueestámáscerca.—¿Sabesdóndevivo?—seextrañóAstrid.Aquelnoeraunbuenmomentoparaadmitirqueunavezlahabíaseguidohasta
sucasa,porquequeríahablarconellaypuedequepreguntarlesiqueríairaverunapeli,peronoseatrevió;asíqueSamprocurófingirindiferencia.
—Debodehabertevistoalgunavez.HabíadiezminutoscaminandohastalacasadeAstrid,unacasadedospisosmás
bien nueva, con piscina en la parte de atrás.Astrid no era rica, pero su casa eramuchomejorqueladeSam.LerecordabaalaviviendaenlaqueSamvivíaantesdeque supadrastro semarchara.Supadrastro tampoco era rico, pero teníaunbuentrabajo.
SamsesentíararoenlacasadeAstrid.Todoloquehabíaenellaparecíabuenoyunpocopijo.Peroestabatodorecogido.Nohabíanadatiradoporenmedioquepudiera romperse. Las mesas tenían cojincitos de plástico en las esquinas. Losenchufesestaban tapados.En lacocina loscuchillosestabanenunavitrinaconuncierreeneltirador.Tambiénlosmandosdelacocinaeranapruebadeniños.
AstridsediocuentadequeSamhabíareparadoenello.—Noespormí—explicó—.EspormihermanoPete.—Yalosé.Éles…—Samnoencontrabalapalabracorrecta.—Es autista —Astrid terminó la frase tranquilamente, como si no tuviera
importancia—.Bueno,aquínohaynadie—anunció.Sutonodevozindicabaqueeraloqueesperaba,yqueleparecíabien.—¿Ytuhermano?—preguntóSam.EntoncesAstridgritó,queeraalgoqueSamnosabíaquepodíahacer.—Puesnolosé,¿deacuerdo?Nosédóndeestá—ylachicasetapólabocacon
lamano.—Llámalo —sugirió Quinn, con una voz extraña, formal, vocalizando
perfectamente.Leavergonzabaelsofocóndeantes.Peroalmismotiemponohabíaterminado
dedesahogarsedeltodo.—¿Que lo llame? ¡Si no podrá responder! —replicó Astrid apretando los
dientes—.Esautista.Profundo.Élno…élnocomprende.Novaa responder, ¿deacuerdo?Mepuedopasartodoeldíagritandosunombre.
—Vale, Astrid. Vamos a asegurarnos—trató de tranquilizarla Sam—. Si estáaquí,loencontraremos.
Astridasintióysetragólaslágrimas.Inspeccionaronlacasapalmoapalmo.Bajolascamas.Enlosarmarios.Cruzaronlacalleyfueronacasadeunaseñoraqueavecescuidabadelpequeño
Pete.Allítampocohabíanadie.Inspeccionarontodaslashabitaciones.Samsesentíacomounladrón.
—Debedeestarconmimadre,oquizámipadreselohallevadoalacentralconél.Esloquehacecuandonadiepuedehacersecargodeél.
Sampercibióladesesperacióndesuvoz.Puede que hubiera transcurrido media hora desde la desaparición repentina.
Quinnseguíaconmocionado.Astridparecíaapuntodedesmoronarse.Aúnnohabíallegadolahoradecomer,peroSamyasepreguntabaquépasaríacuandofueradenoche.Losdíaserancortos,estabana10denoviembre,quedabapocoparadeldíadeAccióndeGracias.Díascortos,nocheslargas.
—Sigamos —aconsejó Sam—. No te preocupes por el pequeño Pete. Loencontraremos.
—¿Lodicesparatranquilizarmeotecomprometesaello?—preguntóAstrid.—¿Perdona?—No,perdónameamí.Quierodecirque…¿meayudarásaencontraraPetey?
—lepidióAstrid.—Claro.Samqueríaañadirquelaayudaríaencualquiermomentoylugar,porsiempre
jamás,peroerasumiedoelquehablaba,elqueleempujabaaquererparlotear.Envez de eso empezó a caminar hacia su casa, sabiendo sin duda alguna lo queencontraría allí. Pero necesitaba comprobarlo de todos modos, y tambiéncomprobaralgomás.Necesitabacomprobarsiestabaloco.
Necesitabaversiaúnseguíaahí.Todoaquelloeraunalocura.PeroparaSam,lalocurahabíaempezadomucho
tiempoatrás.
Porenésimavez,Lanaestiróelcuelloysevolvióparaverquéhacíaelperro.—Estábien.Dejadepreocuparte—lariñóelabueloLuke.
—Igualsalta.—Deacuerdoconqueestonto.Peronocreoquesalte.—Noestonto.Esunperromuylisto.Lana Arwen Lazar estaba en el asiento delantero de la camioneta abollada y
antiguamente roja de su abuelo. Patrick, su labrador canela, iba detrás, con lasorejasondeandoenladireccióndelabrisaylalenguafuera.
Patrick había recibido su nombre de Patrick Star, el personaje no demasiadobrillantedeBobEsponja.Lanaqueríaquefueradelanteconél.PeroelabueloLukesenegó.
Elabuelopusolaradio.Músicacountry.El abuelo Luke era realmente viejo. Muchos chicos tenían padres más bien
jóvenes.Dehecho, losotrosabuelosdeLana, losdeLasVegas, eranmuchomásjóvenes.PeroelabueloLukeeraviejocomoelcueroarrugado.Teníalapielylasmanosdeuntonomarrónoscuro,enpartedebidoalsol,enparteporqueeraindiochumash.Llevabaunsombrerovaquerodepajamanchadodesudorygafasdesoloscuras.
—¿Yquésesuponequevoyahacerelrestodeldía?—preguntóLana.ElabueloLukediounvolantazoparaevitarunbache.—Hazloquetedélagana.—NotienesniteleniDVDniinternetninada.ElllamadoranchodelabueloLukeestabatanaislado,yelviejoeratantacaño,
quelaúnicatecnologíaconlaquecontabaeraunaradioantiguaquesolocaptabaunaemisorareligiosa.
—Has traído unos libros, ¿no? O puedes limpiar el establo. O subir por lacolina.—Señalóconlabarbillaendirecciónalascolinas—.Haybuenasvistasallíarriba.
—Viuncoyoteenlacolina.—Loscoyotessuelenserinofensivos.Lamayoría.Elviejohermanocoyotees
demasiadolistoparameterseconloshumanos.—Llevounasemanaaquí—protestóLana—.¿Noessuficiente?¿Cuántotiempo
sesuponequetengoquequedarme?Quieroirmeacasa.Elviejonilamiró.—Tupadretepillósacandovodkadecasaparaalgúngamberro.—Tonynoesungamberro.El abuelo Luke apagó la radio y adoptó el tono de voz con que solía
sermonearla.
—Unchicoqueutilizaaunachicadeesemodo,quelameteensuslíos,esqueesungamberro.
—Si yo no se lo hubiera conseguido, habría intentado usar un carné falso ypodríahabersemetidoenlíos.
—Nodigaspodría.Siunchicodequinceañosbebealcohol,seguroquesemeteenlíos.Yoempecéabeberatuedad,aloscatorceaños.Malgastétreintaañosdemividaconlabotella.Yahorallevotreintayunaños,seismesesycincodíassobriograciasaDiosqueestáahíarribayatuabuela,queenpazdescanse—y,dichoesto,volvióaencenderlaradio.
—Además, la tiendamáscercanaestáamásdequincekilómetros,enPerdidoBeach.
—Sí,esotambiénayuda—serioelabueloLuke.Almenosteníasentidodelhumor.Lacamionetarebotabacomounalocaporelbordedeunbarrancosecoquese
extendía más de treinta metros, hasta donde había más arena y artemisa, pinosraquíticos, cornejos y pastos secos. El abuelo Luke le había explicado que unascuantasvecesalaño llovíay luegoelaguabajabaa todocorrerporelbarranco,formandoavecesuntorrenterepentino.
A Lana le costaba imaginárselo mientras miraba sin comprender la largapendiente.
Yemaquelmomento,sinprevioaviso,lacamionetasesaliódelacarretera.Lana se quedó mirando el asiento vacío donde estaba sentado su abuelo una
fraccióndesegundoantes.Habíadesaparecido.Lacamionetaavanzabadirectahaciaelbarranco.Lanadababandazoscontrael
cinturóndeseguridad.Elvehículocogióvelocidad,chocóconfuerzacontraunárboljovenylopartió.Caíarodeadodeunanubedepolvo,dandobotestanfuertesqueLanasegolpeó
contra el techo de la camioneta, y se dio con los hombros contra la ventana. Lecastañeteabanlosdientes.Agarróelvolante,perodabasacudidascomounlocoy,derepente,lacamionetadiounvuelco.
Yotroyotroyotro.A Lana se le había desabrochado el cinturón, y daba vueltas en la cabina sin
poder hacer nada. El volante la golpeaba como el agitador de una lavadora. Elparabrisasledestrozabaelhombro,lapalancadecambioseracomosiunbastónlepegaraenlacara,yelretrovisorsehizoañicosensunuca.
Hastaquelacamionetasedetuvo.Lana yacía boca abajo, con el cuerpo contorsionado de un modo imposible,
piernas y brazos extendidos por todas partes.El polvo le obturaba los pulmones.Teníalabocallenadesangre.Teníaunojocerradoynoveíanada.
Loquesíveíaconelojobuenonoteníaningúnsentido.Lanaestababocaabajo,mirandounoscactusbajosqueparecíanformarunángulorectorespectoaella.
Teníaquesalir.Seorientólomejorquepudoytratódealcanzarlapuerta.Peronopodíamoverelbrazoderecho.Lomiróygritó.Suantebrazoderecho,delcodoa lamuñeca,yanodescribía
una línea recta.Estabadobladoy formabaunángulocomodeVaplanada.Estabatorcido de tal modo que la palma de la manomiraba hacia fuera. Los extremosirregularesdeloshuesosrotosamenazabanconasomaratravésdelacarne.
Aterrorizada,Lanavomitó.Ledolíatantoquepusolosojosenblancoysedesmayó.Peronodurantemuchotiempo.Noelsuficiente.Cuandodespertó,eldolordelbrazo,lapiernaizquierda,laespalda,lacabezay
elcuellolerevolvieronelestómago.Vomitóatravésdeloquehabíasidoeltechoandrajosodelacamioneta.
—Ayuda…—dijoconvozronca—.Ayuda.¡Quealguienmeayude!Pero,aunensuagonía,sabíaquenohabíanadiequepudieraayudarla.Estabana
kilómetrosdePerdidoBeach,dondehabíavividohastaqueunañoantessuspadressemudaron a Las Vegas. Aquella carretera no conducía a ningún lugar salvo alrancho. Puede que pasara alguien más, pero solo una vez por semana, algúnmochileroperdidoolaancianaquejugabaadamasconelabueloLuke.
—Voyamorir—dijoLanaalanada.Pero aún no estaba muerta, y el dolor no disminuía. Tenía que salir de la
camioneta.YPatrick.¿QuélehabíapasadoaPatrick?Lanagraznósunombre,peronoseoyónada.Elparabrisasestabahechoañicosyabollado,peronolograbadarleunapatada
conlapiernabuena.Solopodíasalirporlaventanilladelconductor,quequedabadetrásdeella,pero
sabíaqueelmerohechodedarselavueltaleproduciríaundolorinsoportable.Entonces apareció Patrick, olisqueándola con el morro oscuro, jadeando,
gimoteando,ansioso.—Buenchico…
Patrickmeneólacola.Patricknoeraunperrodenovelaquederepenteaprendíaaserlistoyheroico.
NosacóaLanadelosrestoshumeantes,peropermanecióconellalahorainfernalquetardóensalirarrastrándosehastalaarena.
EntoncesLanadescansóconlacabezabajolasombradeuncornejo.Patricklelamiólasangredelacara.
Conlamanobuena,Lanaempezóapalparsusheridas.Teníaunojocubiertodelasangrequelebrotabadeuncorteenlafrente.Teníaunapiernarota,oalmenostorcidahastaelpuntodenopodermoverla.Algoledolíaenelinteriordelapartedondeacababalaespalda,cercadelosriñones.Teníaellabiosuperiorentumecido.Yescupióundienterotoyensangrentado.
Perolopeor,delejos,eraelamasijohorripilanteenquesehabíaconvertidosupierna derecha. No podía ni mirarlo. Trató de levantarla pero lo descartó deinmediato:eldolorerainsoportable.
Lana se desmayó y volvió en sí mucho más tarde. El sol seguía implacable.Patrick yacía enroscado junto a ella. Y en el cielo que quedaba sobre su cabezamediadocenadebuitres,conlasalasnegrasextendidas,revoloteaban,esperando.
TRES
298HORAS,05MINUTOS
—ESECAMIÓN…—SEÑALÓSam—.Otrochoque.Un camión de FedEx había arrasado un seto y chocado contra un olmo del
jardíndelacasadealguien.Elmotorestabaalralentí.Setoparoncondosniños,unodecuartoysuhermanapequeña,quejugabansin
ganasapillarensujardín.—Nuestramadrenoestáencasa—explicóelmayor—.Sesuponequetengoque
iraclasedepianoestatarde.Peronosécómoir.—Yyotengoclaqué.Vamosacomprarlosdisfracesparaelrecital—explicóla
menor—.Yoirédemariquita.—¿Sabéiscómollegaralaplaza?¿Losabéis?¿Alaplazadelaciudad?—Creoquesí.—Deberíaisirhastaallí.—Nodebosalirdecasa—protestólapequeña.—Nuestra abuela vive en Laguna Beach—pensó el niño de cuarto—. Podría
venir a buscarnos. Pero no consigo hablar con ella por teléfono. El teléfono nofunciona.
—Yalosé.Podríaisbajaraesperara laplaza,¿no?—Perocuandoelniñoselimitó amirarlo fijamente, Sam trató de tranquilizarlo—.Oye, no te pongas así,¿vale?¿Tienesgalletasoheladoencasa?
—Creoquesí.—Bueno,puesnohaynadieparadecirtequenotecomasunagalleta,¿verdad?
Tuspadresvendránpronto.Pero,mientrastanto,cómeteunagalleta,yluegobajaalaplaza.
—¿Yesaestusolución?¡Comerseunagalleta!—exclamóAstrid.—No,mi solución es bajar a la playay escondermehasta que todo estohaya
terminado—gruñóSam—.Perounagalletanuncahacedaño.Sam,QuinnyAstridsiguieronsucamino.LacasadeSamquedabaalestedel
centro.Sumadreyélcompartíanunacasapequeñayestrechadeunasolaplantaconun diminuto jardín vallado en la parte de atrás y sin jardín delantero, tan solo laacera.LamadredeSamnoganabamuchodinerocomoenfermeradelaAcademiaCoates.ElpadredeSamerauncompletodesconocido,nosabíanadadeél.Eraun
misterio en la vida de Sam. Y el año anterior también se había marchado supadrastro.
—Esaquí—señalóSam—.Nonosgustaalardearconunacasagrandeytal.—Bueno,vivescercadelaplaya.Astridindicólaúnicaventajadelacasaoelbarrio.—Sí.Dosminutos caminando.Menos si atraviesas el jardín de la casa donde
vivelapandillademoteros.—¿Pandillademoteros?—preguntóAstrid.—No,noviven todos, soloAsesinoy sunoviaCómplice.—Astrid frunció el
ceño,ySamsedisculpó—:Perdona.Unmalchiste.Noesunbarriofantástico.Ahoraquehabíanllegado,Samnoqueríaentrar.Sumadrenoestaríaallí.YhabíaalgoensucasaquequizáQuinn,ysobretodoAstrid,nodebíanver.Los condujopor los tres escalonesdemaderagris descoloridaque crujían al
pisarlos.Elporcheera estrecho,yunpardemeses atrás alguienhabía robado lamecedoraquesumadrehabíasacadoparasentarseymecerseporlanocheantesdeiratrabajar.Ahorateníanquesacarlassillasdelacocina.
Aquel era siempre el mejor momento del día para ellos, el comienzo de lajornadalaboraldelamadredeSamyelfindeladelchico.Samvolvíaacasadelcolegio, y sumadre sehabíadespertado tras pasar granpartedel día durmiendo.Ella se tomaba una taza de té, y Sam un refresco o un zumo. Ella le preguntabacómolehabíaidoelcolegioaqueldíay,aunqueélnolecontabamucho,legustabapensarquepodíahacerlosiquería.
Sam abrió la puerta. El interior estaba silencioso, a excepción de la nevera.Tenía un compresor antiguo y ruidoso. La última vez que habían hablado en elporche,conlospiesapoyadosenlaverja,sumadresepreguntabasi tendríanquearreglar el compresor, o si saldríamás barato comprarse una nevera de segundamano.Ycómoselallevaríanacasasinfurgoneta.
—¿Mamá?—llamóSamendirecciónalsalónfamiliarvacío.Nohuborespuesta.—Igualestáenlacolina—sugirióQuinn.«En la colina» era la frase que los de la ciudad usaban para hablar de la
AcademiaCoates,elinternadoprivado.Másqueunacolinaeraunamontaña.—No—replicóSam—.Hadesaparecidocomotodoslosdemás.La cocina estaba encendida. Una sartén se había quemado del todo. Pero no
habíanadaenella.Samapagóelfogón.—Estovaaserunproblemaentodalaciudad—aseguró.
—Sí,lascocinasencendidas,loscochesenmarcha.Alguientienequedarseunavueltayasegurarsedequelascosasestánapagadasylosniñosestánconalguien.Yestánlaspastillas,elalcohol,ylagentequetienearmas—consideróAstrid.
—Enestebarrio,algunostienenartilleríapesada—intervinoSam.—TienequeserDios—afirmóQuinn—.Quierodecir,sino,¿cómo?,¿verdad?
¿Nadiemáspodríahaceresto…hacerquedesaparezcanlosadultos?—Todoslosdequinceañosomás—lecorrigióAstrid—.Unodequincenoes
unadulto.Créeme,yoibaaclaseconellos.—Lachicasepaseóporlahabitación,comosibuscaraalgo—.¿Puedoiralbaño,Sam?
Samasintió,untantoreacio.Leavergonzabaqueellaestuvieraallí.NiSamnisumadrecuidabanmucholacasa.Ellugarestabamásomenoslimpio,peronocomolacasadeAstrid.
Lachicacerrólapuertadelbaño.Samoyócorrerelagua.—¿Qué hemos hecho? —preguntó Quinn—. Eso es lo que no capto. ¿Qué
hemoshechoparamolestaraDios?Samabriólaneveraysequedómirandolacomidadelinterior.Leche.Unparde
refrescos. Medio melón pequeño cortado boca abajo sobre un plato. Huevos.Manzanas.Ylimonesparaeltédesumadre.Lodesiempre.
—Quiero decir que hemos hecho algo paramerecer esto, ¿verdad?—insistióQuinn—.Diosnohacecosascomoestasinmotivo.
—NocreoquehayasidoDios—opinóSam.—Tío,tienequehabersido.Astridhabíavuelto.—IgualQuinn tiene razón.No hay nada… en fin…normal… capaz de hacer
esto, ¿verdad?No tiene sentido. No es posible, y aun así ha pasado—razonó lachica.
—Avecespasancosasimposibles—reflexionóSam.—No, no pasan —replicó Astrid—. El universo tiene leyes. Todo lo que
aprendemosenclasedeciencias.Yasabes, leyescomoladelmovimiento,oladequenadapuedeirtanrápidocomolaluz.Oladelagravedad.Lascosasimposiblesno pasan. Eso es lo que significa imposible.—Astrid semordió la lengua—.Losiento.Noesmomentodequemepongaasermonear,¿verdad?
Samdudaba.Sise lomostraba,sicruzabaesa línea,noconseguiríaquese lesolvidara.Leinsistiríanhastaqueselocontaratodo.
Lomiraríandistinto.Seasustaríancomoseasustóél.—Mevoyacambiardecamiseta.Enmicuarto.Ahoravuelvo.Haycosaspara
beberenlanevera.Servíos.Ycerrólapuertadesuhabitacióntrasdesí.Lerepateabasucuarto.Laventanadabaauncallejónyelcristaleratranslúcido,
deesaclasedevidrioquenotepermitíaverelexterior.Eraunahabitaciónfúnebreinclusocuandohacíasol.Yporlanocheestabamuyoscuro.
Samdetestabalaoscuridad.Sumadreleobligabaacerrarlacasaacalycantodenochecuandoellaestaba
eneltrabajo.—Ahora eres el hombre de la casa, pero de todos modos me quedaría más
tranquilasisupieraquehascerradolapuerta—ledecía.ASamno le gustaba que le dijera eso, no le gustaba que le dijera que era el
hombredelacasa.Elhombredelacasa,ahora.Ahora.Igualnoqueríadecirnada.Pero¿cómono?Habíanpasadoochomesesdesde
quesupadrastrosemarchódesuantiguavivienda.SeismesesdesdequeSamysumadresemudaronaaquellacasaviejaenaquelbarriodecadenteysumadresevioobligadaaaceptaruntrabajomalpagadoconunhorariohorrible.
Dos noches atrás se había producido una tormenta eléctrica y las luces seapagaronduranteunrato.Samsehallabaenlaoscuridadmásabsoluta,aexcepciónde unos relámpagos débiles que convertían las cosas familiares de su cuarto enobjetosinquietantes.
Consiguiódormirunrato,perolodespertóelestruendodeuntrueno.Pasódeunapesadillaaterradoraalaoscuridadtotalenunacasavacía.
Lacombinación le resultó insoportable.Gritó llamandoa sumadre.Unchicomayor y duro como él, de catorce años, casi quince, gritando «mamá» en laoscuridad…Extendió lamano, tratando de empujar la oscuridad… y entonces…surgiólaluz.
Aparecióenun rincóndel interiorde suarmario.Podíaocultarla cerrando lapuerta,perocuandointentabacerrarladeltodo,laluzpasabaatravésdeella,comosi no hubiera puerta. Así que la puerta estaba cerrada, pero no del todo. Colgóalgunas camisas de cualquier manera sobre la parte superior de la puerta parabloqueargranpartedelaluz,peroaquelengañotantontonoibaadurarmucho.Sumadreloacabaríaviendo…bueno,cuandovolviera,lovería.
Samabriólapuertadelarmario.Lascamisascayeronalsuelo.Ylaluzseguíaallí.Era escasa, pero penetrante. Y permanecía allí, sin moverse, sin vincularse a
nada,sinataduras.Noeraniunalámparaniunabombilla,tansolounabolitadeluzpura.
Era imposible. Era algo que no podía existir. Pero ahí estaba. La luz que selimitóaaparecercuandoSamlanecesitó,ynoseapagó.
La tocó,o eso creyó.Losdedos la atravesaronynotaron solamenteunbrillocálido,nomáscalientequeelaguadelbaño.
—Sí,Sam—susurróparasí—,sigueahí.Astrid yQuinnpensabanque aquel día era el comienzo, peroSam sabíamuy
bienquenoeraasí.Lavidanormalempezóadesmoronarseochomesesatrás.Yluegovolviólanormalidad.Yluegovinolaluz.
Catorce años de normalidad para Sam. Y entonces la normalidad empezó aapartarsedesucamino.
Y,aqueldía,lanormalidadseestrellóyempezóaarder.—¿Sam?Astridlollamabadesdeelcomedor.Sammiróhacialaentrada,ansiosoporque
pudieraacercarseyverlo.Seapresurótodoloquepudoaesconderdenuevolaluzyvolvióconsuscompañeros.
—Tumadreestabaescribiendoensuportátil—lecomentóAstrid.—Debíadeestarmirandoelcorreo.CuandoSamsesentóalamesaymirólapantalla,habíaundocumentodeWord
abierto,nounnavegador.Eraundiario.Tansolotrespárrafosdeunapágina.
Anoche pasó otra vez.Ojalá pudiera decírselo aG. Pero pensará que estoy loca. Podría perder eltrabajo.Creeráquetomodrogas.Situvieraelmododeponercámarasportodaspartes,podríaconseguirpruebas.Peronotengopruebas.Yla«madre»deC.esricaygenerosaconlaA.C.Meecharían.Aunquelecuentetodalaverdadaalguien,meecharánpensandoquesoyunamadrealterada.Tardeotemprano,C. o algunode ellos hará algograve.Alguien saldrá herido.Como le pasó aS. conT.PuedequemeenfrenteaC.Nocreoqueconfiese.¿Cambiaríaalgosilosupieratodo?
Sam miró fijamente la página. No la había guardado. Sam buscó por elescritoriodelordenadoryencontrólacarpetallamada«Diario».Hizoclicenella.Tenía contraseña.Si sumadre hubiera guardado la últimapágina, tambiénhabríatenidocontraseña.
«A. C.» era fácil: Academia Coates. Y «G.» debía de ser la directora de laescuela.Grace.«S.»tambiénerafácil:Sam.Pero¿quiénera«C.»?
Unade las frasesparecíavibrarmientrasSam lamiraba: «Como lepasó aS.conT.».
Astrid leía por encima de su hombro. Intentaba ser sutil, pero era obvio queestabamirando.
—Vámonos.—¿Adónde?—preguntóQuinn.—Acualquiersitiolejosdeaquí—dijoSam.
CUATRO
297HORAS,40MINUTOS
—VÁMONOSALAplaza—indicóSam.Cerrólapuertadecasatrasdesí,conllave,yselaguardóenlostejanos.—¿Porqué?—preguntóQuinn.—Probablementeesdondeirálagente—explicóAstrid—.Nohayningúnotro
sitio,¿verdad?Anoserquevuelvanalaescuela.Sialguiensabealgo,osiquedaalgúnadulto,ahíesdondedebendeestar.
PerdidoBeachocupabauncaboalsudoestede lacarreteracostera.Enel ladonortede lacarretera lascolinassealzabanabruptamente,deunmarrónsecoyunverde irregular, formando una serie de cadenas que desembocaban en el mar alnoroeste y al sudeste de la ciudad, de manera que limitaban sus dimensiones yextensión.
HabíapocomásdetresmilresidentesenPerdidoBeach,yahoraunoscuantosmenos.El centro comercialmás cercano estaba enSanLuis.El centro comercialgrandemáscercanoquedabaamásdetreintakilómetroscostaabajo.Alnorte,costaarriba,lasmontañasestabantanpegadasalmarquenohabíaespacioparaconstruir,aexcepcióndeunafranjaestrechadondeseencontrabalacentralnuclear.Másalláhabíaparquesnacionalesyunbosquedesecuoyasantiguas.
PerdidoBeachsehabíaquedadoreducidaaunaciudadpequeñayadormecidadecalles rectasyarboladasycasasestucadasdeestiloespañol,másbienviejas, contejados naranja inclinados o planos anticuados. La mayoría de la gente tenía uncéspedqueconservabanbienrecortadoyverde.Yteníaunjardínvalladoenlapartedeatrás.Enelcentrodiminuto,rodeandolaplaza,habíapalmerasymuchasplazasdeaparcamientoensemibatería.
PerdidoBeach contaba con un hotel de veraneo al sur de la ciudad, y con laAcademiaCoatesenlascolinas,yconlacentralnuclear,pero,apartedeeso,solohabía unos pocos comercios: la ferretería Ace, el McDonald’s, una cafeteríallamada Café Tera, un local de Subway, un par de tiendas abiertas veinticuatrohoras,unatiendadecomestiblesyunaestaciónChevronenlacarretera.
Cuanto más se acercaban Sam, Astrid y Quinn, más chicos encontrabancaminandoendirecciónalaplaza.Eracomosi,dealgunamanera,todosloschicosdelaciudadhubierandecididoquequeríanestarjuntos.Launiónhacelafuerza.O
puedequefuerasolamentelasoledadaplastantedeloshogaresquederepenteyanoresultabanhogareños.
A media manzana de distancia, Sam notó olor a humo y vio a unos chicoscorrer.
Laplazaeraunespaciopequeñoyabierto,unaespeciedeparqueconparcelasdehierbayunafuenteenmedioquecasinuncafuncionaba.Habíabancosyacerasdeladrilloypapeleras.Enloaltodelaplaza,elmodestoayuntamientoyunaiglesiase hallaban codo con codo. La plaza estaba rodeada de tiendas, algunas de ellascerradasparasiempre.Encimadealgunasdelas tiendashabíaapartamentos.Salíahumode laventanadeunapartamentoenel segundopiso, situadoencimadeunafloristería cerrada y una sórdida agencia de seguros. Cuando Sam se detuvo,jadeando,unallamaradanaranjasurgiódelaventanasuperior.
Había varias docenas de niños de pie, mirando. Una multitud que a Sam leresultó muy extraña, hasta que se dio cuenta de por qué: no había adultos, soloniños.
—¿Hayalguienahí?—gritóAstrid.Nadierespondió.—Podríaextenderse…—señalóSam.—Nohaypolicía—señalóalguien.—Siseextiende,podríaquemarmediaciudad.—¿Vesaalgúnbomberoenalgunaparte?Nosabíanquéhacer.Laguarderíacompartíaunaparedconlaferretería,yambasquedabanatansolo
uncallejónestrechodedistanciadeledificioen llamas.Samcalculóque lesdaríatiempodesacaralosniñosdelaguarderíasiactuabanconrapidez,peronopodíanpermitirseperderlaferretería.
Debía de haber cuarenta niños plantificados, mirando boquiabiertos. Nadieparecíadispuestoaactuar.
—Genial—dijoSam.Agarróaunpardechicosa losqueconocíadevista—.Chicos,idalaguarderíaydecidlesquesaquenalospequeños.
Losniñosseloquedaronmirandosinmoverse.—Ahora.Vamos.¡Hacedloqueosdigo!Loschicossalieroncorriendo.Samseñalóadoschicosmás:—Tú y tú. Entrad en la ferretería y coged la manguera más grande que
encontréis.Ytambiénunaboquillapararociar.Creoquehayungrifoenelcallejón.Empezadaecharaguaenelladodelaferreteríayapuntadaltecho.
Esosdostambiénlomirabansinreaccionar.—Tíos:mañana,no.Ahora.Ahora.¡Vamos!¿Quinn?Veconellos.Tenemosque
remojarlaferretería,ahíesdondeelvientoharáquellegueelfuego.Quinndudó.Lagentenoloentendía.¿Cómoesquenopodíanverqueteníanquehaceralgo,
ynoquedarseparados?Samseabriópasohastalapartedelanteradelamultitudygritó:—¡Eh, escuchad! ¡Esto no es el Disney Channel! No podemos quedarnos
mirando.Nohayadultos.Nohaybomberos.Nosotrossomoslosbomberos.Edilioestabaahí,yañadió:—Samtienerazón.¿Quénecesitas,Sam?Estoycontigo.—Vale. ¿Quinn? Las mangueras de la ferretería. ¿Edilio? Cogeremos las
mangueras grandes del parque de bomberos y las engancharemos a la boca deriego.
—Pesaránmucho.Necesitaréaunoscuantoschicosfuertes.—Tú, tú, tú y tú. —Sam cogió a cada uno del hombro, sacudiéndolos,
obligándolosamoverse—.Vamos.Tú.Tú.¡Vamos!Yentoncesseoyóelgrito.Samsequedódepiedra.—Hayalguienahí—gimióunachica.—Silencio—dijoSamentredientes,ytodossecallaron.Escucharon el rugido y el crepitar del fuego, las alarmas de los coches a lo
lejos,yluego,ungritodeniña:—¡Mami!Otravez:—¡Mami!Alguienseburlódelavozenfalsete:—¡Mami,tengomiedo!EraOrc,aquienleparecíaunasituacióndivertida.Losniñosseapartarondeél.—¿Qué?—protestó.Howard,quenuncaseapartabadeOrc,intervinoconsorna:—Notepreocupes,SamBusEscolarnossalvaráatodos.¿Verdad,Sam?—Edilio.Ve—dijoSamenvozbaja—.Traetodoloquenecesites.—Colega,nopuedessubirallíarriba—leadvirtióEdilio—.Tendrántanquesde
aireyotrascosasenelparquedebomberos.Espera,lotraerétodo—dijo,yseechóacorrer,guiandoasutropadeniñosfuertesdelantedeél.
—¡Oye, la de ahí arriba!—gritó Sam—. ¡Niña! ¿Llegas hasta la puerta o laventana?
Sammiróhacia arriba, estirandoel cuello.Había seisventanas en el segundopisodeledificio,unaquedabaalcallejón.Elfuegoseencontrabaenlamásalejadaalaizquierda,peroahoratambiénempezabaasalirhumodelasegundaventana.Elfuegoseextendía.
—¡Mami!—gritólavoz.Eraunavozclara,ynoparecíaafectadaporelhumo.Todavíano.—Sivasaentrar,envuélveteestoenlacara.Astridhabíaconseguidounatelahúmeda,quealguienleprestóyluegoempapó.—¿Hedichoquefueraaentrar?—Notehagasdaño.—Buenconsejo—replicóSamconsequedad.Seenvolviólatelahúmedaalrededordelacabeza,porencimadelabocayla
nariz.Ellalosujetóporelbrazo.—Mira,Sam,noeselfuegoloquemataalagente,sinoelhumo.Ysiteentra
demasiado,setehincharánlospulmonesyseteencharcarán.—¿Cuántoesdemasiado?—preguntóSam,conlavozamortiguadaporlatela.—Nolosétodo,Sam—dijolachicasonriendo.Samqueríacogerlelamano.Teníamiedo.Necesitabaquealguienledieravalor.
Queríacogerlelamano.Peronoeraelmomento.Asíquesonriódébilmenteydijo:—Allávoy.—¡Vamos,Sam!—gritóunavozanimándolo.Seoyóuncorodevítoresdesigualprocedentedelamultitud.La entrada al edificio no estaba cerrada. Dentro había buzones, una puerta
traseraquedabaalafloristeríayunaescaleraestrechayoscuraqueascendía.Samsubiócasitodalaescalerahastaencontrarseconunmuroopacodehumo
queformabaunaespiral.Latelahúmedanoservíadenada.Respiróunasolavezycayóderodillas.Seahogabayteníaarcadas.Leardíanlosojosyselellenarondelágrimas.
Samseagachóaunmásyencontrómásaire.—¡Niña!¿Meoyes?—bramó—.¡Grita,tengoqueoírte!El grito de «mami» apenas se oyó aquella vez. Procedía del pasillo de la
izquierda, amitad de camino del otro lado del edificio. Sam se dijo que igual laniñahabíasaltadoporlaventanaparacaerenbrazosdeotrapersona.Seríaestúpido
matarsesilaniñapodíasaltarsinmás.Elhedordelhumoeraintolerable,nauseabundo,yestabaportodaspartes.Habíaalgoagrioenél,comosifuerahumoconlechecuajada.Sampermanecióarrodilladoygateóporelpasillo.Eraextraño.Inquietante.La
alfombrillaraídadelpasilloquequedabadebajodeélparecíatannormal…Teníaunestampadoorientaldesvaído,losbordesdeshilachados,unaspocasmigasyunacucarachamuerta.Habíaunabombillaencendidaenloalto,quefiltrabalaluzpálidahaciaabajoatravésdelgrisominoso.
Lentamente, el humo bajaba dando vueltas, presionándole, obligándole aagacharsemásymásparaencontraraire.
Debíadehaberseisosieteapartamentos.Nohabíamaneradesabercuáleraelcorrecto,pueslaniñayanogritaba.Peroelapartamentoenllamasdebíadeserelque quedaba justo a su derecha. El humo salía disparado de debajo de la puerta,denso, rápidoy furiosocomoel torrentedeunamontaña.Lequedabansegundos,nominutos.
Sam se dio la vuelta.El humoque salía de debajo de la puerta era comounacascadainvertida,sedirigíahaciaarriba.Golpeólapuerta,peronosirviódenada.Lacerraduraestababastantemásarriba, loúnicoqueconsiguiócon lapatadafuesacudirla. Para romperla y abrirla tendría que levantarse, encararse con el humoasesino.
Estabaasustado.Ytambiénfurioso.¿Dóndeestabanlaspersonasquesesuponíaque tenían que hacer aquello? ¿Dónde estaban los adultos? ¿Por qué tenía quehacerlo él?No eramás que un niño. ¿Ypor qué no había nadie que estuviera lobastante loco, que fuera lo bastante estúpido para precipitarse en el edificio enllamas?
Estaba furioso con todos ellos y, si Quinn tenía razón y aquello era obra deDios,entoncestambiénestabafuriosoconDios.
Pero si lo hubiera provocadoSam…siSamhubiera sido el causante de todoaquello…entoncessolopodríaestarfuriosoconsigomismo.
Inhalótodoelairequepudo,sepusoenpiedeunsaltoygolpeólapuertaconunsoloyfrenéticomovimiento.
Nada.Yvolvióagolpear.Nada.Y otra vez, y tenía que volver a respirar, tenía que volver a hacerlo, pero el
humoestabaportodaspartes,ensunariz,enlosojos,ylocegaba.Volvióagolpear
ylapuertaseabrió,loquehizoqueSamcayeradebrucesalsuelo.El humo concentrado en la habitación salió disparado hacia el pasillo,
desenfrenado como un león que escapara de su jaula. Durante unos segundos seformóunacapadeairerespirableaniveldelsueloySamtomóaliento.Teníaqueesforzarsepornoexpulsarloaltoser.Silohacía,sabíaquesemoriría.
Yduranteunsolosegundoelapartamentoestuvoparcialmentedespejado.Comocuando lasnubes se apartanun instantey te engañanconunpocodecieloazulydespejadoantesdevolveracorrerunacortinaoscura.
La niña estaba en el suelo, ahogándose, tosiendo. Era una niñamuy pequeña,comomuchodebíadetenercincoaños.
—Aquíestoy—dijoSamconvozahogada.Debíadetenerunaspectoaterrador.Unafiguragrandeenvueltaenhumo,conla
caratapadayhollínnegroenelpelo,manchándolelapiel.Debíadeparecerunmonstruo.Esaeralaúnicaexplicación.Porquelaniña, la
pequeña aterrorizada y presa del pánico, alzó ambas manos, con las palmasabiertas, y de esas manitas carnosas salió una ráfaga, una explosión, llamaradaspuras.
Llamaradas.Saliendodesusmanos.¡Llamaradas!Dirigidasaél.La explosión casi alcanzó a Sam. Pasó rugiendo por encima de su cabeza y
chocócontralapareddetrásdeél.Eracomoelnapalm,comogasolinaengelatina,fuego líquido que se adhería a la pared al tocarla y ardía con una intensidadenloquecedora.
Sampermanecióuninstantemirándolasinmás,paralizadoporlaimpresión.Menudalocura.Eraimposible.Laniñitagritóaterrorizadayvolvióaalzarlasmanos.Aquellaveznofallaría.Aquellavezlomataría.Sinpensar,Samextendióelbrazoconlapalmahaciafuera.Surgióundestello,
brillantecomosihubieraexplotadounaestrella.Laniñacayódeespaldas.Sam se arrastró hasta ella temblando, con un nudo en el estómago, deseando
gritar,pensando:«¡No,no,no,no!».Agarróalaniñaentrelosbrazos,temiendoquesedespertara,ytambiénqueno
lohiciera,ysepusoenpie.
Laparedde suderecha cayó conun ruido semejante al cartóndesgarrado.Elyesocaíapocoapoco,revelandolaestructuradeledificio,lospanelestorneadosylostablonesdemedidaestándar.Elfuegoestabadentrodelapared.
Unestallidodecalor,comosiabrieranunhorno,hizoqueSamsetambaleara.Astridhabíadichoquenoeraelfuegoloquetemataba.Puesbien,nohabíavistoaquelfuego,niimaginadoqueunaniñapudieralanzarllamasconlasmanos.
Sam sostenía a la pequeña en brazos. El fuego seguía a sus espaldas y a suderecha,quemándolelaspestañas,asándolelapiel.
Perohabíaunaventanajustodelante.Samavanzóatrompicones.Soltóalaniñacomosifueraunabolsadebasuray
abriólaventanadegolpeconambasmanos.Elhumolorodeaba,yelfuegocorríahacialanuevafuentedeoxígeno.
Sambraceóenlaoscuridadenbuscadelaniñahastaencontrarla.Lalevantóyallímismo,milagrosamente,habíaunpardemanosesperandoparacogerla.Unasmanostendidasatravésdelhumo,queparecíancasisobrenaturales.
Sam volvió a desplomarse contra el alféizar y quedómedio colgando por laventana hasta que alguien lo agarró, lo arrastró y deslizó por la escalera dealuminio.Se iba golpeando la cabeza con los escalones, perono le importaba lomásmínimoporqueallífuerahabíaluzyaire,yatravésdelosojosentrecerradosyllorososveíaelcieloazul.
EdilioyunniñollamadoJoellollevaronhastalaacera.Alguienlorocióconunamanguera.¿Pensabaqueestabaenllamas?¿Loestaba?Samabriólabocaytragóansiosoelaguafría,quelechorreóportodalacara.Peronolograbamantenerseconsciente.Flotaba.Flotabadeespaldasmecidopor
unaolasuave.Sumadreestabaahí.Estabasentadaenelaguaasulado.Conlabarbillaapoyada
enlasrodillas.Nolomiraba.—¿Qué?—lepreguntóSam.—Olíaapollofrito—respondióella.—¿Qué?Sumadreseacercóhastaélylediounasonorabofetada.Samabriólosojosdegolpe.—Perdona—seexcusóAstrid—.Teníaquedespertarte.Lachicasearrodillójuntoaélylecolocóalgosobrelaboca.Unamascarilla
deplástico.Oxígeno.
Sam tosió y respiró. Apartó la mascarilla y vomitó, allí mismo en la acera,dobladocomounborrachoenuncallejón.
Astridapartó lamiradadiscretamente.Sampensóqueyaseavergonzaríamásadelante.Enaquelmomentosealegrabadepodervomitar.
Respirómásoxígeno.Quinnsosteníalamangueradejardín.Edilioseapresuróaengancharunadelas
manguerasmásgrandesalabocaderiego.SalióunreguerodeaguacuandoEdiliogiróunallaveinglesalargayabriólabocaderiego,unchorreo.Losniñosdelotroextremosepeleabancon lamanguera comosi lohicieranconunapitón.Enotraocasiónhabríaresultadodivertido.
Samseincorporó.Seguíasinpoderhablar.Asintió ante media docena de niños arrodillados en torno a la pequeña
pirómana.Eraafroamericanaysupielparecíaaunmásnegradebidoa lacapadehollínquelacubría.Selehabíacaídoelpelodeunapartedelacabeza,chamuscado.Enelotroladollevabaunacoletasujetaconunagomarosa.
Samsupoporlaactitudreverentedelosniñosarrodilladosloquehabíapasado.Losabía,perotuvoquepreguntarlodetodosmodos,convozroncayleve.
—Losiento,Sam.—Astridmeneólacabeza.Samasintió—.Suspadresdebíandetenerlacocinaencendidacuandohandesaparecido.Esoesloquehadebidodecausarelincendio.Oquizásuncigarrillo.
«No»,pensóSam.No,nohabíasidoeso.Laniñateníapoderes.TeníalosmismospoderesqueSam,oalmenospartede
ellos.Elpoderqueélempleócuandoleentróelpánicoparacrearunaluzimposible.Elpoderqueempleóenunaocasión,yconelquecasimataaalguien.Elpoderqueacababadeutilizarotravez,condenandoamoriralapersonaque
tantoseesforzabaporsalvar.Ynoeraelúnico.Noeraelúnicoraro.Había—ohabíahabido—almenosotra
persona.Dealgunamanera,saberloleinquietaba.
CINCO
291HORAS,07MINUTOS
LANOCHELLEGÓaPerdidoBeach.Las luces de la calle se encendieron automáticamente, pero de poco sirvieron
para apartar la oscuridad, y sí para proyectar sombras profundas en los rostrosasustados.
Cerca de un centenar de niños pululaba por la plaza. Todo elmundo parecíatener una barrita y un refresco. Habían saqueado la tienda donde básicamentevendíancervezayaperitivosdemaíz.SamconsiguióunPayDayyunDr.Pepper.Cuandollegóa la tienda, todoslosReese’s,TwixySnickershabíandesaparecido.Habíadejadodosdólaresenelmostradorcomopago.Alcabodepocossegundoseldinerovoló.
La mitad del edificio de apartamentos se había calcinado hasta que el fuegoagotó su energía.El techo sehabíahundido.Lamitadde laplanta superiorhabíadesaparecido. Parecía que la planta baja iba a sobrevivir, aunque los escaparatesestabanennegrecidosporelhumo.Seguíasaliendohumoqueformabahilosynonubes,yolíafatalportodaspartes.
Perolaferreteríaylaguarderíasehabíansalvado.El cuerpode la niñayacía aún en la acera.Alguien la había cubierto conuna
manta.Samestabaagradecidodequeasífuera.SamyQuinnestabansentadosenlahierba,cercadelcentrodelaplaza,juntoa
lafuentesinagua.Quinnsebalanceabaadelanteyatrás,agarrándoselasrodillas.Bette la Vivaracha se acercó y se quedó de pie, incómoda, delante de Sam.
Llevabaasuhermanopequeñoconella.—Sam,¿creesqueesseguroiramicasa?Tenemosqueirabuscaralgo.Samseencogiódehombros.—Bette,nosémásquetú…Betteasintió,dudó,ysemarchó.Todos los bancos del parque estaban ocupados. Algunas pequeñas unidades
familiarescubrieronlosbancosconsábanasparacrearflácidastiendasdecampaña.Muchoschicossefueronacasa,asuscasasvacías,perootrosnecesitabangenteasu alrededor. Algunos se sentían cómodos en la multitud. Algunos tan solonecesitabansaberquéestabapasando.
Doschicos a losqueSamnoconocía, probablementedequinto, se acercaronhastaélylepreguntaron:
—¿Sabesloquevaapasar?—No,chicos,nolosé.Sammeneólacabeza.—Bueno,¿puesquéhacemos?—Bueno,puesquedarnosunrato,¿vale?—Quedarnosporaquí,¿quieresdecir?—Osinoidacasa.Dormidenvuestrapropiacama.Loqueosparezcabien.—Notenemosmiedo.—¿No?—preguntóSamreceloso—.Yotengotantomiedoquememeoencima.Unodeloschicossonrió.—No,noesverdad.—No.Tienesrazón.Peronopasanadaportenermiedo.Todaslaspersonasque
hayaquítienenmiedo.Síquepasaba.LoschicosseacercabanaSamylehacíanpreguntasparalasque
noteníarespuestas.Deseabaquedejarandehacerlo.Orc y sus amigos sacaron a rastras unas sillas plegables de la ferretería y se
instalaronenmitadde loqueantesera la intersecciónmásconcurridadePerdidoBeach. Estaban justo debajo del semáforo, que no dejaba de cambiar de verde aamarilloyluegoarojo.
Howard reñía a otro pelota que había encendido un leño artificial e intentabaconvertirloenunahoguera.LagentedeOrcsacóunpardemangosdehachayunosbatesdebéisboldemaderadelaferreteríaeintentóquemarlossinéxito.
Tambiénllevabanbatesdemetalymartillospequeñosdelatienda.Esosselosquedaron.
Samnoqueríahablardelaniña,deporquéseguíatiradaallíenmedio.Delocontrario,tendríaquehaceralgoalrespecto.Cavarunatumbayenterrarla.LeerlaBibliaodecirunaspalabras.Nosabíacómosellamaba.Nadieparecíasaberlo.
—No lo encuentro —dijo Astrid, que reaparecía tras haberse ausentado almenosunahora.Habíasalidoabuscarasuhermanopequeño—.Peteynoestáaquí.Nadielohavisto.
Samlepasóunrefresco.—Ten,lahepagado.Bueno,loheintentado…—Habitualmentenobebocosasdeestas.
—¿Vesalgo«habitual»poraquí?—espetóQuinn.Quinnnolamiraba.Lamiradadelmuchachoibadeunapersonaaotra,deuna
cosa a otra, como un pájaro nervioso, sin mirar jamás a los ojos. Parecíaextrañamentedesnudosinsusgafasysusombrero.
Samestabapreocupadoporél.De losdos,Sameraelquesolíaestarsiempreserio.
AstridpasóporaltolarudezadeQuinnyrespondió:—Gracias,Sam.—Sebebiólamitaddelalata,peronosesentó—.Loschicos
dicenqueesalgunahistoriamilitarquehasalidomal.Ocosadeterroristas.Odeextraterrestres.OdeDios.Haymuchasteorías.Peroningunarespuesta.
—¿CreesenDios?—preguntóconimpertinenciaQuinn,quebuscabapelea.—Pues sí —replicó Astrid—. Pero no creo en la clase de Dios que hace
desaparecera lagente sinmotivo.Se suponequeDiosesamor.Yestonopareceamor.
—Pareceelpeorpicnicdelmundo—seleocurrióaSam.—Humor negro —señaló Astrid. Al ver que Sam y Quinn la miraban sin
comprender,añadió—:Losiento.Tengolahorribletendenciaaanalizarloquedicelagente.Obienosacostumbráisamíonopodréissoportarme.
—Meinclinohacialasegundaopción…—murmuróQuinn.—¿Quéeshumornegro?—preguntóSam.—Negroporqueescomoveselmundo.Avecescuandolagenteestánerviosao
asustada, cuenta chistes —y se disculpó—. Claro que algunas personas, cuandoestán nerviosas o asustadas, se vuelven pedantes. Y si no sabéis lo que significapedante,osdoyunapista:eneldiccionario,lailustraciónqueutilizaneslamía.
Samserio.Unniñodepocomásdecincoañosquellevabaunositogrisdeojostristesse
acercóhastaellos.—¿Sabéisdóndeestámimamá?—No,hombrecito,losiento—respondióSam.—¿Podéisllamarlaporteléfono?—letemblabalavoz.—Losteléfonosnofuncionan—explicóSam.—Nofuncionanada—saltóQuinn—.Nofuncionanadayestamostodossolos
aquí.—¿Sabes qué creo?—le dijo Sam al niño—. Creo que tienen galletas en la
guardería.Estájustocruzandolacalle.¿Ves?—Sesuponequenodebocruzarlacalle.
—Nopasanada.Tevigilarémientraslohaces,¿vale?El niño ahogó un sollozo y se marchó hacia la guardería, con su osito
fuertementeagarrado.—Losniñosvienenati,Sam—observóAstrid—.Esperanquehagasalgo.—¿Quehaga qué?Loúnico que puedo hacer es sugerirles que se comanuna
galleta—dijoSam,conmocionado.—Sálvalos,Sam—leazuzóQuinnconamargura—.Sálvalosatodos.—Todosestánasustados,comonosotros—intervinoAstrid—.Nohaynadieal
mando,nadieledicealagenteloquetienequehacer.Notanqueeresunlíder,Sam.Confíanenti.
—Nosoylíderdenada.Estoytanasustadocomoellos.Tanperdidocomoellos.—Supistequéhacercuandoelapartamentoestabaenllamas—opinóAstrid.Sam se puso en pie de un salto. Tan solo era energía nerviosa, pero el
movimientoatrajo lamiradadeunadocenadeniñosqueestabancerca.Todos lomiraban como si fuera ahacer algo.Samsintióunnudoen el estómago. InclusoQuinnlomirabaexpectante.
Sammaldijoentredientes.Y,entonces,conuntonodevozlobastantealtocomoparallegaravariosmetros,empezóadecir:
—Mirad,loquetenemosquehaceresesperar.Alguienseenterarádeloquehapasadoyvendráabuscarnos,¿deacuerdo?Asíquetranquilizaos,nohagáisningunalocura,ayudaoslosunosalosotroseintentadservalientes.
ParasorpresadeSam,oyóunaoleadadevocesquerepetíanloquedecía,quelocompartíancomosisetrataradeuncomentariobrillante.
—Loúnicoquehemosdetemeresalmiedoensí—susurróAstrid.—¿Qué?—FueloquedijoelpresidenteRooseveltcuandoelpaísenteroestabaasustado
debidoalaGranDepresión—seexplicólachica.—Vale, lo único bueno de todo esto era queme había librado de la clase de
historia,yahoralaclasedehistoriamesigue—sequejóQuinn.Sam se rio.Nomucho, pero sintió alivio al oír queQuinn aún conservaba el
sentidodelhumor.—Hedeencontraramihermano—insistióAstrid.—¿Dóndemáspodríaestar?—lepreguntóSam.Astridseencogiódehombrossinsaberquéhacer.Parecíatenerfríopuestoque
solollevabaunablusafina.Samdeseabatenerunachaquetaqueofrecerle.—Con mis padres, en alguna parte. Los sitios más probables son donde mi
padretrabajaydondemimadrejuegaatenis.EnClifftop.Clifftoperaelhotelvacacionalquequedabajustoencimadelaplayafavoritade
Samparasurfear.Nuncahabíaestadoallí,nisiquieraensusjardines.—Creo que Clifftop es lo más probable —pensó Astrid—. Me sabe mal
preguntaros,pero¿vendríaisconmigo?—¿Ahora,denoche?—lepreguntóQuinn,incrédulo.Samseencogiódehombros.—Mejorquequedarnossentadosaquí,Quinn.Puedequeallítengantele.Quinnsuspiró.—HeoídoqueenClifftoplacomidaesgenial.Unserviciodeprimera.Extendiólamano,ySamtiródeélparaquesepusieraenpie.Atravesaron la multitud arracimada. Los chicos llamaban a Sam y le
preguntabanquésucedía,lepreguntabanquédebíanhacer.Yéldecíacosascomo:—Ánimo.Todosaldrábien.Disfrutade lasvacaciones,colega.Disfrutade las
barritasmientraspuedas.Tuspadresvolveránprontoyselasllevarántodas.Ylosniñosasentíanosereíanoinclusodecían«Gracias»,comosileshubiera
dadoalgo.Oía cómo repetían su nombre. Oía fragmentos de conversación, «Yo estaba
aquellavezenelautobús»,o«Tío,haentradodirectamenteeneledificio»o,«¿Ves?Hadichoquetodosaldríabien».
ElnudoqueSamsentíaenelestómagocadavez ledolíamás.Seríaunaliviocaminar en la noche. Quería apartarse de todas aquellas caras asustadas que lomiraban,queesperabanalgodeél.
PasaroncercadelainterseccióndondeestabaelcampamentodeOrc.Elfuegodébilchisporroteaba,yfundíaelasfaltobajolasbrasas.SeislatasdecervezaCoorsdescansabanenunanevera llenadehielo.Unode los amigosdeOrc, un zoquetegrandeyconcaradeniñollamadoCookie,sehabíapuestoverdeyestabaatontado.
—Oye,¿adóndeoscreéisquevais?—exigióHowardalverlosacercarse.—Adarunavuelta—explicóSam.—¿Dossurferostontosyunagenio?—Asíes.VamosaenseñaraAstridasurfear.¿Temolestaoqué?HowardserioymiróaSamdearribaabajo.—Tecreesqueeresunhombre,¿verdad?SamBusEscolar.Pues,vaya.Nome
impresionas.—Qué pena, porque me paso la vida esperando impresionarte, Howard —
comentóSam.
Howardadoptóunaexpresiónastuta.—Tienesquetraernosalgodevuelta.—¿Dequéestáshablando?—NoquieroqueOrc se sientamal—explicóHoward—.Creoque sea loque
sealoquevayáisacoger,deberíastraerlealgoaél.Orc estaba desparramado en una silla rapiñada, con las piernas extendidas, y
prestabapocaatención.Sumirada,nuncademasiadocentradadeporsí,divagaba,pero gruñó afirmativamente. En cuanto lo oyeron, varios de sus chicos seinteresaronporelgrupodeSam.Unodeellos,unchicoaltoyflacoapodadoPandaporloscírculosnegrosquelerodeabanlosojos,diounosgolpecitosconsubatedemetalenelasfalto,enseñaldeamenaza.
—Asíqueeresungranhéroeoalgoasí,¿eh?—semofóPanda.—Estáisagotandoesafrase…—observóSam.—No, no, no, Sammy, no, no cree que sea mejor que nosotros —se burló
Howard,ehizounaburdaparodiadeSamenel incendio—.Cogeunamanguera,cogealosniños,hazesto,hazlootro,yoestoyalmandoaquí.Soy…Sam,Samelsurfero.
—Nosvamos—leinterrumpióSam.—¡Oye,oye,oye!—protestóHoward,yseñalóhaciaarribaconuna floritura,
haciaelsemáforo—.Espérateaquesepongaverde.Durante unos pocos y tensos segundos, Sam se planteó si debía pelearse en
aquel momento, omejor evitarlo. Entonces la luz cambió y Howard se rio y sedespidióconlamanodeellosalpasar.
SEIS
290HORAS,07MINUTOS
NADIEHABLÓDURANTEvariasmanzanas.Lascallesseibanvaciandoyoscureciendoamedidaqueseacercabanalbulevar
delaplaya.—Lasolassuenanextrañas—observóQuinn.—Planas.Samestabadeacuerdo.Sentíacomosiunosojoslosiguieran,aunqueyanose
veíalaplaza.—Yvapara largo—agregóQuinn—.Sonolas lisas.Perohayun frentebajo
justoahí.Tendríaquehabersidounamarejadalarga.Perosuenacomounlago.—El hombre del tiempo no acierta siempre —comentó Sam, y se puso a
escucharatentamente.AQuinnse ledabamejor interpretarelestadodelmar.Seoíacomounritmo
extraño,peroSamnoestabaseguro.Las lucesparpadeabanaquíyallá,procedentesde las casasquequedabana la
izquierda,delasfarolas,peroestabamuchomásoscuroquedecostumbre.Aúnnoeramuy de noche, apenas la hora de cenar. Las casas tendrían que haber estadoiluminadas.Pero,porelcontrario,solohabíalucesautomáticasylasquequedabanencendidas durante todo el día. En una de las casas parpadeaba la luz azul de untelevisor.CuandoSamseasomópor laventanavioadosniñoscomiendopatatasfritasymirandolaseñaldeelectricidadestática.
Todos los ruidos de fondo que apenas se detectaban —el sonido de losteléfonos, losmotoresde loscoches, lasvoces—habíandesaparecido.Oíancadapaso que daban. Cada respiro. Cuando un perro se puso a ladrar como un loco,todossesobresaltaron.
—¿Quiénvaaalimentaraeseperro?—sepreguntóQuinn.Nadie sabía contestarle a eso. Habría perros y gatos por toda la ciudad. Y
estabancasisegurosdequetambiénhabríabebésencasasvacíasenaquelmomento.Erandemasiadascosasjuntas.Demasiadoenloquepensar.
Sam miró hacia las colinas, entrecerró los ojos para no ver las luces de laciudad.A veces, si encendían las luces del campo de atletismo, se veía un brillodistante procedente de la Academia Coates. Pero no aquella noche. De aquella
direcciónsolobrotabaunaabsolutaoscuridad.UnapartedeSamnegabaque sumadrehubieradesaparecido.Unapartedeél
queríacreerqueestabaallíarriba,eneltrabajo,comocualquierotranoche.—Lasestrellassiguenallí—señalóAstridy,acontinuación,añadió—:Espera.
No. Las estrellas están ahí arriba, pero no las que quedan justo por encima delhorizonte.CreoqueVenusdeberíaestarcasiponiéndose.Peronoestáallí.
Lostreschicossedetuvieronymiraronhaciaelocéano.Ahídepie,parados,loúnico que oían era la extraña y plácida regularidad de las olas al lamer la costa,comounmetrónomo.
—Ospareceráraroquedigaesto,peroelhorizonteparecemásaltodeloquedebería—comentóAstrid.
—¿Alguienhavistoponerseelsol?—preguntóSam.Nadielohabíavisto.—Sigamos—propusoSam—.Tendríamosquehabertraídobicisopatines.—¿Yporquénouncoche?—preguntóQuinn.—¿Sabesconducir?—lepreguntóSam.—Hevistocómosehace.—Yyotambiénhevistopracticarcirugíacardíacaentelevisión—añadióAstrid
—.Esonosignificaquelovayaaintentar.—¿Ves cirugía cardíaca en televisión?Eso explicamuchas cosas,Astrid—se
burlóQuinn.El bulevar se apartaba de la costa y subía haciaClifftop. La discreta señal de
neón del hotel, enclavada junto al camino entre arbustos cuidadosamenterecortados, estaba encendida. La majestuosa entrada principal estaba iluminadacomo si fuera Navidad, el hotel había colocado hileras de luces blancasparpadeantesconantelación.
Habíauncochevacío,conlapuertaabierta,elmaleterolevantadoylasmaletasenelcarritocercanodeunbotones.
Cuandoloschicosseacercaron,laspuertasautomáticasdelhotelseabrierondegolpe.
Elvestíbuloeraamplioyespacioso,conunmostradordemaderaclarapulidaquesecurvabaalolargodemásdenuevemetros,suelosdebaldosasbrillantesyaplicaciones de latón brillante que conducían a un bar más oscuro. Uno de losascensorespermanecíaabierto,esperando.
—Noveoanadie—observóQuinn,susurrandodeunmodopocohabitualenél.—No.
Samestabadeacuerdo.Habíauna televisiónenelbarquenoemitíanada.Nohabíanadieenelmostradorprincipalnien laportería,nienelvestíbulonienelbar.Suspisadasresonabanenlasbaldosas.
—La pista de tenis es por aquí —indicó Astrid, y les condujo en aquelladirección—.AllíesdondetendríanqueestarmimadreyPete.
Las pistas de tenis estaban iluminadas. No se oía el ruido de las pelotas algolpearcontralasraquetas.Noseoíaningúnruidoenabsoluto.
Perotodoslovieronalmismotiempo.Atravesandoen línearecta lapistade tenismásalejada,seccionandoun jardín
muycuidado,cortabalapiscinaunabarrera.Unmuro.Unmuroligeramentebrillante.Noesqueparecieraopaco,perocualesquieraquefueralaluzqueloatravesara,
seveíalechosa,costabaapreciarla,noeramuchomásbrillantequeelentorno.Setratabadeunmuro reflectante,comosimirarasa travésdeunaventanadecristalesmerilado.Ynohacíaruido.Novibraba.Casiparecíatragarseelsonido.
Sampensóquepodíaserquesetratasedeunamembrana.Deunmilímetrodegrosor.Algoaloquepodíadartoquecitosconeldedoyreventarcomounglobo.Puedequenofueramásqueunailusión.Perosuinstinto,sumiedo,lasensaciónquenotabaen labocadelestómago, le indicabaqueestabamirandounmuro.Nounailusión,ounacortina,sinounmuro.
Labarreraascendíamásymás,perosedifuminabaalrecortarsecontraelfondodelcielonocturno.Seextendíahastadondelesalcanzabalavistaalaizquierdayala derecha.Ninguna estrella brillaba a través de ella, pero luego,más arriba, lasestrellasreaparecían.
—¿Quéeseso?—preguntóQuinn.Sutonodevozindicabaadmiración.Astridselimitóamenearlacabeza.—¿Quéeseso?—repitióQuinn,insistente.Se acercaron a la barrera con pasos lentos, listos para echar a correr, pero
movidosporlanecesidaddeaproximarse.Accedieronalrecintobordeadodetelametálicaycruzaronlapistadetenis.La
barreraatravesabalared,quesalíadeunposteverticalyterminabainterrumpidaenelvacíobrillante.
Samtiródelared,perosemanteníaensusitio.Pormuchoquetirara,labarreranopermitíaquepasaramásred.
—Tencuidado—susurróAstrid.
QuinnsequedórezagadoydejóqueSamseadelantara.—Tienerazón,tío,tencuidado.Samestabaapocosmetrosdelabarrera,conlasmanosextendidas.Dudó.Vio
unapelotadetenisverdeenelsueloylarecogió.Lalanzócontralabarrera.Perolapelotarebotó.Cogió la pelota y se la quedó mirando. No tenía marcas. Nada indicaba que
hubierahechootracosasalvorebotar.Diolosúltimostrespasosquefaltabany,enaquellaocasión,sindudarlo,tocó
labarreraconlasyemasdelosdedos.—¡Ay!—apartólamanodegolpeyselaquedómirando.—¿Qué?—gritóQuinn.—Quema.Ostras,colega.Mehadolido.Samsacudiólamanoparadeshacersedeldolor.—Déjameecharleunvistazo—lepidióAstrid.—Ahoraestoybien.Samextendiólamano.—Noveoningunaquemadura—indicóAstrid,dándole lavueltaa lamanode
Sam.—No,perocréeme,serámejorquenotoqueslacosaesa.Incluso entonces, incluso con todo lo que estaba pasando, el tacto de ella
generabaunaclasemuydistintadechoqueeléctrico.Astridteníalamanofría.Esolegustaba.
Quinn cogió una silla de una de las líneas de banda. Era una silla sólida dehierroforjado.Quinnlalevantó,lasostuvodelantedeél,ygolpeólabarreraconlaspatas.
Perolabarreranocedió.Quinngolpeóotra vez,más fuerte, lo bastante fuerte para que el retroceso le
hicieradarunsaltohaciaatrás.Perolabarreranocedió.Derepente,Quinnsepusoagritar,amaldeciryagolpearlasillacomounloco,
unayotravezcontralabarrera.Samnopodíaacercarselobastanteparadetenerlosinhacersedaño.Colocóuna
manoenelbrazodeAstridparadetenerla.—Déjaloquelosaquetodo.Quinn arrojó la silla una y otra vez contra la barrera. Pero no dejó ninguna
marca.Finalmente,Quinndejócaerlasilla,sesentóenelasfalto,pusolacabezaentre
lasmanos,ygritódesesperado.
LaslucesbrillabanenelinteriordelMcDonald’scuandoentróAlbertHillsborough.Una alarma antiincendios atronaba. Un pitido separado, bip, bip, bip, exigíaatenciónurgenteentrelosquejidosmásfuertesyfuriososdelaalarma.
Unoschicossehabíanmetidodetrásdelmostradoryhabíancogidogalletasypastasdanesasdelavitrina.UnacajadejuguetesdelHappyMeal,relacionadosconunapelículaqueAlbertnohabíavisto,estabaabierta,ylosjuguetesdesparramados.Nohabíapatatasfritasenelcubo,perosímuchasenelsuelo.
Incómodo, Albert dio la vuelta hasta la puerta de la cocina e intentó abrirla.Estabacerrada.Retrocedióysaltóporencimadelmostrador.
Peroestaralotroladoleresultabaincómodo,comosiestuvieracometiendoundelito.
Una cesta de patatas fritas ennegrecidas, quemadas, descansaba en el aceitecaliente.Albertencontróunpaño,cogióelasade lacestay lasacódelaceite.Lacolgódeunganchoparaqueelaceitesecolaradebidamente.Laspatatas llevabanfriéndosedesdeaquellamañana.
—Creoqueyaestánlistas—dijo.El temporizador de la freidora continuaba pitando. Tardó un segundo, pero
encontróelbotóncorrectoylopulsó.Elruidocesó.Había tres galletitas negras en la parrilla. Eran hamburguesas que, como las
patatas,llevabanmásdediezhorasextradecocción.Albert encontró una espátula, sacó las hamburguesas y las arrojó a la basura.
Hacía ratoquehabíandejadodehumear,peronadiehabíadetenidoeldetectordehumo.Albert tardóunosminutos endiscurrir cómo subirse al techo sin aterrizarsobrelaparrillachamuscadaycalienteparadarlealbotóndereposición.
Elsilencioleprodujoungranalivio.—Asíestámejor.Albertsebajó.Sepreguntósidebíaapagarlasfreidorasylaparrilla.Esosería
lomásseguro.Apagarlotodoysalir.Alaoscuridaddelaplaza,dondeseestabanreuniendoloschicos,asustados,esperandounrescatequetardabamuchoenllegar.Peronoconocíaanadieallí.
Albert teníacatorceañosyeraelmenordeseishermanos.Yelmáspequeño.
Sustreshermanosydoshermanasibandelosquincealosveintisieteaños.Albertyahabíamiradoencasa:ningunodeellosestabaallí.Lasilladeruedasdesumadreestabavacía.Elsofádondesolíaestarechadayverlatelevisiónycomeryquejarsedeldolordeespaldaestabavacío.Soloquedabasumanta,nadamás.
Resultabararoestarsolo,inclusounrato.Resultabararoquenohubieraningúnhermanomandóndiciéndoleloqueteníaquehacer.Norecordabaningunaépocadesuvidaenlaquenolehubieramandadoalguien.
Y ahoraAlbert se paseaba por la cocina delMcDonald’smás solo de lo quepodríahaberseimaginadonunca.
Encontróelcongelador.Tiródelasagrandedecromoy lapuertadeaceroseabrióconunaexclamaciónahogadaysoltandovaporhelado.
Dentro había estantes de metal y cajas apiladas de hamburguesas claramenteetiquetadas,bolsasgrandesdeplásticoconnuggetsdepollo,tirasdepollo,patatasfritas.Unnúmeromenordecajasdesalchichaspequeñas.Pero,sobretodo,muchashamburguesasgrandes.
Se desplazó hasta la nevera, no tan fría y primitiva, pero sí más interesante.Había bandejas cubiertas de tomate cortado, bolsas de lechuga cortada en tiras,tubosgrandesdeplásticodesalsaBigMacymayonesayketchup,asícomograndesbloquesdequesoenlonchas.
EncontróunasalitadedescansoconpósteressobreseguridadylamaniobradeHeimlich,todaseninglésyenespañol.Losproductosdesechablesestabanapiladoscontra las paredes de la sala: cajas gigantes de vasos de plástico y cajas deenvoltoriosdepapelencerado.Tambiénhabíacilindrosdemetalmate repletosdeCoca-Cola.
Enlapartedeatrás,cercadelapuerta,habíacarritosaltosconruedasllenosdebollosdedistintasclases.
Todo tenía su sitio asignado. Todo estaba organizado. Todo estaba limpio,aunqueconunacapadebrillograsiento.
Llegadoundeterminadomomento, sin saber exactamente cuándo,Albert dejódever todoaquellocomoalgointeresante,yempezóaverlocomouninventario.SepusoatraducirmentalmentelosingredientesseparadosaBigMacs,sándwichesdepolloyMcMuffinsdehuevo.
UnadelashermanasdeAlbert,Rowena,lehabíaenseñadoacocinar.Alestarsumadre incapacitada, los chicos siempre habían tenido que arreglárselas solos.RowenafuelacocineranooficialhastaqueAlbertcumpliódoceaños,yentoncespartedelasobligacionesculinariasrecayeronenél.
Sabía hacer frijoles con arroz, el plato favorito de su madre. Sabía hacerperritoscalientes.Sabíahacertorrijasconbeicon.NuncaselohabríareconocidoaRowena,peroAlbertdisfrutabacocinando.Eramuchomejorquelimpiarsinmás,loquepordesgraciaaún teníaquehacer, aunque también fuera responsablede lacenadelosviernesydelossábados.
El jefe teníaunaoficinadiminuta.Lapuertaestabaentornada.Dentrohabíaunescritoriollenodecosas,unacajafuertecerrada,unteléfono,unordenadoryunaestanteríadeparedcargadaconelpesodegruesosmanuales.
Oyó ruido, voces, y alguien que golpeaba el dispensador de pajitas; luegodisculpas.Dos chicos de séptimo se apoyaban en elmostrador,mirando elmenúquequedabaporencimadesuscabezascomosiesperaranparapedir.
Albertdudó,peronodurantemuchorato.Sedijoasímismoquepodíahacerlo,casisorprendidodesuspropiospensamientos.
—¡BienvenidosaMcDonald’s!—exclamó—.¿Puedoayudaros?—¿Estáabierto?—¿Quéqueréis?Loschicosseencogierondehombros.—¿Doscombosnúmerouno?Albertmirólaconsoladelordenador.Eraunlaberintodebotonesdistinguibles
porelcolor.Aquellapartetendríaqueesperar.—¿Quéqueréisdebeber?Esdecir,¿québebidaqueréis?—¿Refrescodenaranja?—Marchando—dijoAlbert.Encontró hamburguesas en un cajón refrigerado debajo de la parrilla. Los
chicosemitieronunruiditodesatisfaccióncuandolascolocóenlaparrilla.Albertviounsombrerodepapelenunaestanteríayselopuso.Mientraslashamburguesaschisporroteaban,abrióelgruesomanualybuscóel
índicedepatatasfritas.
SIETE
289HORAS,45MINUTOS
LANAYACÍAENlaoscuridad,mirandohacialasestrellas.Yanoveíaa losbuitres,peronoestaban lejos.Unoscuantoshabían intentado
posarsecercadeallí,yPatrickloshabíaasustado.Peroellasabíaqueseguíanahífuera.
Tenía miedo. Miedo a morir. Miedo de no volver a ver a papá y mamá.Probablemente suspadresni siquiera sabíanquehabíadesaparecido.Llamabanalabuelo Luke cada noche y hablaban con ella, le decían que la querían… y senegabanadejarlavolveracasa.
—Queremos que descanses de la ciudad, cariño —le decía su madre—.Queremosquedediquesuntiempoapensaryaaclarartelasideas.
Lanaseponíafuriosaalrecordarelcomportamientodesuspadres.Sobretodoeldesumadre.Siladejabafluir,larabiaeratanintensaquecasibloqueabaeldolor.
Peronodeltodo.Enrealidad,no.Ynodurantemuchotiempo.Eldolorsehabíaconvertidoensuúnicomundo.Eldolorytambiénelmiedo.
Sepreguntabaquéaspectotendríaenaquelmomento.Nuncahabíasidoguapa:leparecíaqueteníalosojosdemasiadopequeños,yelpelooscurodemasiadolaciocomoparapoderhaceralgomásquedejarlocaer.Peroahoraqueteníalacarallenadearañazos,cortesysangrereseca,debíadeparecercomosalidadeunapelículadeterror.
¿DóndeestabaelabueloLuke?Recordabasoloamediaslosinstantespreviosalaccidente, y el accidente en sí era tan solo un borrón, imágenes fraccionadas delespacioarremolinándoseasualrededormientrassucuerpoeragolpeado.
Eraconfuso.Noteníasentido.Suabuelohabíadesaparecidodelacamionetasinmás:estabaahí,yderepenteyanoestaba.Norecordabaqueseabrieraocerraralapuertadelacamioneta,¿yporquéhabríadehabersaltado?
Unalocura.Imposible.Deunacosasíqueestabasegura:suabuelonolehabíaadvertido.Desapareció
enunabrirycerrardeojosyellaempezóacaerporelbarranco.Lanasemoríadesed.Ellugarmáscercanodondesabíaquepodíabebererael
rancho.Y probablemente no quedaba amás de kilómetro ymedio. Si pudiera de
algunamanera levantarsey llegara lacarretera…pero inclusodedía, inclusoenbuenestado,lasubidahabríaresultadocasiimposible.
Levantóunpocolacabezadoloridaygiróelcuellohastaqueviolacamioneta.Estababocaarriba,apocosmetros,yserecortabacontralasestrellas.
Algo se escabulló por su cuello. Patrick se sentó sobre las patas traseras,concentradoeneldébilsonido.
—Nodejesquemepasenada,muchacho—suplicólachica.Patrickladrócomocuandoqueríajugar.—Notengocomidaparati,chico.Noséquévaaserdenosotros.Patrickvolvióasentarse,conlacabezasobrelaspatas.—Creoquemamáestarácontenta.Estarárealmentecontentadehabermehecho
venir.NohabríanotadolosojosquebrillabanenlaoscuridadsiPatricknosehubiera
levantadodegolpe,erizándoseygruñendocomonuncalohabíaoído.—¿Quépasa,muchacho?Unos ojos verdes acechaban, incorpóreos. La miraban fijamente. Los ojos
pestañearonlentamente,yvolvieronaabrirse.Patrickladrabacomounloco,saltandoadelanteyatrás.Elpumarugió.Emitióunruidoronco,ungruñidoprofundo.—¡Vete!¡Déjameenpaz!—gritóLana.Suvozerapatética,débil,yconscientedesupropiadebilidad.PatrickcorrióhastaLana,sedio lavuelta,armándoseotravezdecoraje,yse
enfrentóalpuma.Al instante se inició la batalla, una explosión de ruidos terribles, de gruñidos
caninos y felinos. Terminó en medio minuto y los ojos centelleantes del pumareaparecieron en la distancia. Pestañearon una vez, miraron fijamente y seesfumaron.
PatrickregresóapasolentoysearrastróconmuchoesfuerzojuntoaLana.—Buen chico —susurró Lana—. Has asustado al viejo puma, ¿verdad,
muchacho?Québuenperro.Buenchico.Patrickmeneódébilmentelacola.—¿Tehahechodaño,muchacho?¿Tehahechodaño,miperritobueno?Lana lepasó lamanobuenaporencima.Teníael collarhúmedo, resbalabaal
tocarlo.Solopodíasersangre.Lanalepalpó,yPatrickgimiódedolor.Entoncessintiócómofluía.HabíauncorteprofundoenelcuellodePatrick.La
sangre bombeaba hacia fuera, brotaba con cada latido, consumiendo la vida del
perro.—¡No,no,no!—gritóLana—.¡Nopuedesmorir,nopuedesmorir!Sisemoría,estaríasolaeneldesierto,sinpodermoverse.Sola.Volveríaelpuma.Yluegolosbuitres.¡No,no!Esonoibaapasar.¡No!Teníademasiadomiedoparacontenerse,nopodía razonaracausadelmiedo,
nopodíaresistirseaél.Lanagritóaterrorizada.—¡Mamá,mamá,mamá! ¡Quiero amimamá! ¡Ayuda, que alguienme ayude!
¡Mamá,losiento,losiento,quieroirmeacasa,quieroirmeacasa!Sollozóyfarfulló,yeldolordelasoledadyelmiedoaúneramásintensoque
laagoníadesucuerpomaltrecho.Ahogabalasalidadelaireenlospulmones.Estabasola.Solaconsudolor.Ypronto,losdientesdelpuma…Patrickteníaquevivir.Teníaquevivir.Eraloúnicoqueposeía.Abrazó al perro tan fuerte como pudo sin que su propio dolor le hiciera
desmayarse, y colocó la palma sobre la herida del perro, presionando tan fuertecomoseatrevió.
Detendríalasangre.Loabrazaríayevitaríaqueseleescaparalavida.Contendríalavidadentrodeélynosemoriría.Peroaúnseleescurríasusangreentrelosdedos.Aguantóyconcentrótodasuvoluntadenmantenersedespiertaparacontenerla
herida,peromantenerasuamigoconvida.—Buenchico—susurróconloslabiosresecos.Peleópormantenersedespierta.Perolasedyelhambre,eldoloryelmiedo,la
soledadyelhorrorfuerondemasiadoparaella.Despuésdeunrato,Lanasequedódormida.
Ysumanoseresbalódelcuellodelperro.
Sam,QuinnyAstridpasarongranpartedelanocheregistrandoelhotelenbuscadePete.Astrid averiguó cómo acceder al sistema de seguridad del hotel y creó unallavemaestradeplásticoqueservíaparatodaslaspuertas.
Comprobaroncadahabitación.NoencontraronalhermanodeAstrid,nianadiemás.
Se detuvieron, agotados, al llegar a la última habitación. La barrera laatravesaba.Eracomosialguienhubierapuestounaparedenmitaddelahabitación.
—Atraviesalatelevisión—señalóQuinn.Cogióunmandoadistanciaypulsóelbotónrojodeencendido.Nada.—Me encantaría saber qué aspecto tiene el otro lado de la barrera. ¿Se ha
encendidoelmediotelevisordealguienenelotrolado?—preguntóAstrid.—Si es así, igual alguien podría decirme si losLakers ganaron el partido—
comentóQuinn,peronadie,nisiquieraélmismo,teníaganasdereírse.—Probablemente tuhermanoesté a salvoalotro lado,Astrid—la reconfortó
Sam,yañadió—:contumadre,probablemente.—Esonolosé—replicóAstrid—.Deboasumirqueestásoloydesamparadoy
quesoylaúnicaquepuedehaceralgoparaayudarle.Cruzólosbrazossobreelpechohaciendofuerza,peroentoncesañadió:—Losientosilohedichocomosiestuvierafuriosacontigo.—No.Lohasdichofuriosa,peronoconmigo.Yanopodemoshacernadamás
esta noche. Es casi medianoche. Creo que deberíamos volver a esa habitacióngrandequehemosvisto.
Astrid se limitó a asentir, y Quinn parecía estar a punto de venirse abajo.Encontraronlasuite.Teníaunbalcónenormequedabaalocéanomuypordebajo.Ala izquierda, la barrera bloqueaba la vista. Por lo que veían, se adentraba en elocéano.Eracomounaparedquesalieradelhotel,unaparedinterminable.
La suite tenía unahabitación conuna camadematrimonio extragrandeyotracon dos camas dobles, todo muy pijo. Había un minibar con licores, cerveza,refrescos,frutossecos,Snickers,unabarradeTobleroneyunoscuantosaperitivosmás.
—Lahabitaciónde los chicos—anuncióQuinn, y sedejó caer boca abajo enunadelascamasdobles.
Alospocossegundossequedódormido.SamyAstridpasaronunrato juntosenelbalcón,compartiendoelToblerone.
Ningunodelosdosdijonadadurantemuchorato.—¿Quécreesqueesesto?—acabópreguntandoSam.Nohacíafaltaqueexplicaraaquésereferíacon«esto».—Avecesmepareceunsueño—comentóAstrid—.Estanextrañoquenohaya
aparecido nadie. Quiero decir que este sitio debería estar repleto de soldados,científicosyperiodistas.Yderepenteapareceunmurodelanada,lamayoríadelagente de la ciudaddesaparece, ¿y aun así nohay camionetas de las emisoras con
conexiónvíasatélite?Sam ya había llegado a una terrible conclusión al respecto. Se preguntaba si
Astridtambién.Yasíera.—Nocreoque sea solounmuro loquenos separadel sur, ¿sabes?Creoque
puedeseruncírculo.Nosrodea.Puedequeestemosaisladosentodasdirecciones.Dehecho,dadoquenohavenidonadiearescatarnos,esbastanteprobable.¿Noteparece?
—Sí.Estamosmetidosenuna trampa.Pero¿porqué?¿Yporquédesaparecentodoslosquetienenmásdecatorceaños?
—Nolosé.Samsemantuvoensilencio.Yanoqueríapreguntarlopróximoqueselehabía
ocurrido,nosabíasiqueríaoírlarespuesta,hastaquesedecidió:—¿Quépasacuandoloschicoscumplenquinceaños?Astridvolviósusojosazuleshaciaél,ysemiraron.—¿Cuándoestucumpleaños,Sam?—Elveintidósdenoviembre.TansolocincodíasantesdeAccióndeGracias.
Dentrodedocedías.No,ahoraonce,yaqueesmedianoche.¿Yeltuyo?—Enmarzo.—Megustamásmarzo.Ojulio,oagosto.Eslaprimeravezquedeseosermás
joven.Para queAstrid dejara demirarlo de lamanera en que lomiraba y para que
dejaradesentirlástimaporél,Samañadió:—¿Creesquesiguenvivosenalgúnlugar?—Sí.—¿Locreesdeverdadoporquequieresqueesténvivos?—Sí—insistiólachica,ysonrió—.¿Sam?—Dime.—Yoestabaenelbusescolaraqueldía.¿Teacuerdas?—Vagamente—respondióSam,yserio—.Misquinceminutosdefama.—Fuiste la personamás valiente y tranquila que he visto en la vida. Todo el
mundopensólomismo.Fuisteelhéroedelaescuelaentera.Yluego,nosé…Fuecomosi,comositehubieras…desvanecido.
El último comentario molestó un poco a Sam. No se había desvanecido.¿Verdad?
—Bueno,lamayoríadelosdíasnoledaunataquealcorazónalconductordelbus—añadióelchico.
Astridserio.—Creo que eres una de esas personas…Vas por la vida viviendo sinmás.Y
entonces algo va mal, y ahí estás. Tomas la iniciativa y haces lo que tienes quehacer.Comohoy,conelincendio.
—Sí, bueno, para serte sincero, casi prefiero la otra parte.La parte en la quesolovivolavida.
Astridasintiócomosilocomprendiera,peroentoncesañadió:—Esonoesloquevaapasarestavez.Sam bajó la cabeza y miró hacia el césped que había abajo. Una lagartija
atravesó correteando un puente de piedra. Deprisa, despacio, otra vez deprisa, yluegodesapareció.
—Mira,noesperesmuchodemí,¿deacuerdo?—seexcusóSam.—De acuerdo, Sam. —Le dio la razón, pero no parecía estar realmente de
acuerdo con él—. Mañana veremos de qué va todo esto. Y encontraremos a tuhermano.
—Yencontraremosamihermano.Astrid sedio lavueltay semarchó.Sampermanecióenelbalcón.Nooía las
olas.Habíamuypocabrisa.Peroolíalasfloresdelosjardinesdeabajo.YelolorsaladodelPacíficonohabíacambiado.
Le dijo a Astrid que estaba asustado, y lo estaba. Pero también tenía otrossentimientos. El vacío de la noche demasiado tranquila calaba en él. Estaba solo.AunconAstridyQuinn,estabasolo.Élsabíaalgoqueellosnosabían.
Elcambioeratangrandequenolograbaasimilarlo.Todoestabaconectado,estabasegurodeello.Loquehizoasupadrastro,loque
hizoensucuarto, loquehabíapasadocon lapequeña lanzallamasconcoletas, ladesapariciónde todos losmayoresdecatorceaños,yaquellabarrera imposibleeimpermeable…todoeranpiezasdelmismopuzle.
Yeldiariodesumadre,aquellotambién.Estabaasustado,abrumado,sesentíasolo.Peromenossoloenciertosentidode
loquelohabíaestadolosúltimosmeses.Lapequeñapirómanademostrabaquenoeraelúnicoconpoderes.
Quenoeraelúnicoraro.Alzólasmanosysemirólaspalmas.Pielrosada,callosdeencerarlatabla,una
líneadelavida,otradeldestino.Unapalmacorriente.¿Cómo?¿Cómohabíasucedido?¿Quésignificaba?
Ysinoeraelúnicoraro,¿esoqueríadecirquenoeraresponsabledeaquellacatástrofe?
Extendiólasmanosconlaspalmashaciafuera,hacialabarrera,comosifueraatocarla.
Cuandoestabaasustadoemitíaluz.Cuandoestabaasustadopodíaquemarlelamanoaunhombre.Peroseguroquenoeracapazdehaberprovocadotodoaquello.Esoloalivió.No,nohabíasidoél.Peroalgooalguienhabíasido.
OCHO
287HORAS,27MINUTOS
—QUÉDATE QUIETA. ESTOY intentando cambiarte el pañal —le insistió MaryTerrafinoalaniñapequeña.
—Noesunpañal—replicólaniña—.Lospañalessonparabebés.Estassonmisbraguitasdepracticar.
—Oh,losiento,nolosabía.Acabó de subirle las braguitas de practicar y sonrió, pero la niña rompió a
llorar.—Mimamásiempremeponelasbraguitas.—Yalosé,cariño—laintentótranquilizarMary—.Peroestanochelohagoyo,
¿deacuerdo?TambiénMaryqueríaecharseallorar.Nohabíatenidotantasganasdelloraren
la vida. Se hizo de noche.Ella y su hermanode nueve años, John, repartieron elúltimo Goldfish con sabor a cheddar. Repartieron todos los zumos. Casi no lesquedaban pañales. La guardería Barbara no estaba preparada para cuidar de losbebésdenoche.Solocontabanconunsuministrolimitadodepañales.
Habíaveintiochoniñosen lamásgrandede lasdoshabitaciones.CuidabandeellosMary,JohnyunaniñadediezañosllamadaEloise,comolaprotagonistadeloscuentosinfantiles,quesobretodocuidabadesuhermanodecuatroaños.Eloiseera una de las niñas responsables. Un par de niños más, abrumados y sin sabercómo enfrentarse a todo aquello, se limitaron a dejar a sus hermanos en laguarderíaynointentaronquedarseaayudar.
Mary y John prepararon leche en polvo y llenaron los botellines. Hicieron«comidas»conloquehabíaenlaguarderíayloqueJohnhabíaconseguidoporahí.Leyeronlibrosilustradosenvozalta.PusieronCDdeRaffiunayotravez.
Marydijo«Noespreocupéis, todosaldrábien»unmillóndeveces.Abrazóacada niño una y otra vez, como si estuviera repartiendo abrazos en la cadena demontajedeunafábrica.
Pero los niños seguían llorando pidiendo a susmamás. Seguían preguntando:«¿Cuándo vendrá mi mamá? ¿Por qué no está aquí? ¿Dónde está?». Y exigíanenfurruñados y asustados almismo tiempo: «Quiero amimadre. Quiero irme acasa.Ahora».
Marytemblabadeagotamiento.Se dejó caer en lamecedora y se quedómirando la habitación. Había cunas.
Esterillas en el suelo. Cuerpecitos enroscados de uno u otro modo. La mayoríadormidos.Aexcepcióndelaniñadedosañosquenodejabadellorar.Yelbebéconlloreraintermitente.
SuhermanoJohnhacíaesfuerzospornodormirse.Sacudíalosrizosaltratardelevantar lacabeza,perocadavezselecaíamásymás.Estabadesplomadoenunasilla al otro lado de la habitaciónmientrasmecía unmoisés improvisado que enrealidadnoeramásqueunamacetadeplásticoapropiadadelaferretería.Marylomiróydijo:
—Estoytanorgullosadeti,John…Elchicosonriódulcemente,yMarycasisedesmoronó.Letemblabaellabio.Se
lellenaronlosojosdelágrimas.Selehizounnudoenlagargantayleempezóadolerelpecho.
—Tengoqueirapis—exclamóunavoz.Marylocalizólafuente.—Vamos,Cassie,vamos—leindicó.El baño estaba al lado de la habitación principal. Mary la llevó hasta allí y
esperó,apoyadacontralapared.Luegolelimpióelculitoalaniña.—Siemprelohacemimami—comentóCassie.—Losé,cariño.—Mimamisiempremellamaasí.—¿Cariño?Ah,¿quieresquetellamedeotramanera?—No.Peroquierosabercuándovendrámimami.Laechodemenos.Siemprela
abrazoyellamebesa.—Losé.Perohastaquevuelva,¿puedodarteunbesoyo?—No.Solomimami.—Deacuerdo,cariño.Volvamosalacama.Devueltaalahabitaciónprincipal,MarysedirigióaJohn.—Oye,hermano—lealborotólosrizospelirrojos—,senosestánacabandolas
provisiones.Tendremosproblemasporlamañana.Tengoqueiraverloquepuedoreunir.¿Puedesaguantaraquíunrato?
—Sí,puedolimpiarculitos.Mary salió a la plaza nocturna y prácticamente silenciosa. Algunos niños
dormíanen losbancos.Otrosseacurrucabanengruposen tornoaunas linternas.VioaHowardcaminandoconunMountainDewenunamanoyunbatedebéisbol
enlaotra.—¿HasvistoaSam?—lepreguntó.—¿QuéquieresdeSam?—NopuedocuidardetodoslospequeñosúnicamenteconlaayudadeJohn.Howardseencogiódehombros.—¿Yquiéntelohapedido?Aquellofuedemasiado.Maryeraaltayfuerte.Howard,aunqueeraunchico,era
máspequeño.Marydiodospasoshaciaél,acercandosucaraaladelchico.—Escúchame,gusano.Sinocuidoaesosniños,semorirán.¿Loentiendes?Hay
bebésahídentroquenecesitanquelesdendecomeryloscambien,yparecequesoylaúnicaquesedacuentadeello.Yprobablementehaymásniñospequeñosensuscasas, solos, sin saber qué está pasando, sin saber cómo alimentarse,muertos demiedo.
Howard dio un paso hacia atrás, levantó un poco el bate, dudando, pero acontinuaciónlodejócaer.
—¿Yquésesuponequetengoquehaceryo?—protestó.—¿Tú?Nada.¿DóndeestáSam?—Sehamarchado.—¿Quéquieresdecir,quesehamarchado?—QuierodecirqueQuinnyAstridyélsehanmarchado.Marypestañeó,sintiéndoseestúpidaylenta.—¿Yquiénestáalmando?—¿CreesquesoloporqueaSamlegustahacerseelgranhéroecadapardeaños
esoloconvierteenelquemanda?Maryibaenelbusdosañosatráscuandoelconductor,elseñorColombo,sufrió
el ataque al corazón. Estaba enfrascada en un libro y no prestaba atención, perolevantólavistacuandosintióqueelautobússedesviaba.Cuandosediocuentadeloquepasaba,Samyaconducíaelbushastaelarcéndelacarretera.
Enlosdosañossiguientes,SamsemostrótancalladoymodestoyparticipótanpocoenlavidasocialdelaescuelaqueMarysehabíaolvidadodeesemomentodeheroísmo.Muchoslohabíanolvidado.
Y, sin embargo, ni siquiera se sorprendió cuando Sam fue quien tomó lainiciativaduranteelincendio.Y,dealgúnmodo,habíaasumidoquesialguienibaaestaralmando,eseseríaSam.Sediocuentadequeestabaenfadadaconélpornoestarallíenaquelmomento:necesitabaayuda.
—VeteabuscaraOrc—lepidióaHoward.
—YonoledigoaOrcloquetienequehacer,zorra.—¿Perdona?—replicóella—.¿Quémeacabasdellamar?Howardtragósaliva.—Nohequeridodecirnada,Mary.—¿DóndeestáOrc?—Creoqueestádurmiendo.—Despiértalo. Necesito ayuda. No puedo seguir despierta. Necesito al menos
dos niños que tengan experiencia como canguros. Y luego necesito pañales ybiberonesytetinasyCheeriosymuchaleche.
—¿Yporquévoyahaceryotodoeso?Marysabíaquéresponderle.—Nolosé,Howard.¿Igualporquenoeresunidiotaintegral?¿Igualenelfondo
eresunserhumanodecente?PeroHowardlamiróescépticoyresoplócondesdén.—Mira,loschicoshacenloquediceOrc—seexplicóMary—.Letienenmiedo.
LoúnicoquelepidoaOrcesquesecomportecomoOrc.Howardpensóenloqueacababadedecir.Marycasipodíaverlopensar.—Olvídalo—secansólachica—.YahablaréconSamcuandovuelva.—Sí,éleselgranhéroe,¿verdad?—LavozdeHowardrebosabasarcasmo—.
Pero,oye,¿dóndeestá?¿Lovesporaquí?Porqueyonoloveo.—¿Mevasaayudarono?Tengoquevolver.—De acuerdo. Iré a buscar tus cosas, Mary. Pero recuerda bien quién te ha
ayudado.EstástrabajandoparaOrcyparamí.—Yo cuido de los niños—protestóMary—. Si trabajo para alguien, es para
ellos.—Comotehedicho,recuerdaquiénhaestadoaquícuandolohasnecesitado.Howardsevolviósobresustalonesysemarchócaminandoconairearrogante.—¡Dosniñerasycomida!—legritóMary.Lachicavolvióa laguardería.Había tresniños llorando,yel llantoseestaba
contagiando.Johnibatambaleándosedelacunaalaesterilla.—Yahevuelto—anuncióMary—.Duermeunpoco,John.Johnsederrumbósinmás.Sepusoaroncarinclusoantesdetocarelsuelo.—Todosaldrábien—ledijoMaryalprimerniñoque lloraba—.Todosaldrá
bien.
NUEVE
277HORAS,06MINUTOS
SAMDURMIÓVESTIDOysedespertótemprano.Habíapasadolanocheenelsofádelahabitaciónprincipalenlasuitedelhotel.
SabíaporlasacampadasenlaplayaqueQuinnhablabaensueños.ParpadeóyvioaAstrid,cuyocuerpodescribíaunasombraestilizadarecortada
contra el sol. Estaba de pie frente a la ventana, pero lo miraba. Sam se limpiórápidamentelabocaenlaalmohada.
—Perdona,babadelsueño.—Noqueríadespertarte,peromiraesto.Elsoldelamañanahabíasalidopordetrásdelaciudad,pordetrásdelacadena
montañosa.Losrayosdesolquebrillabanybailabanenelaguaparecíanincapacesdealcanzar elvacíogrisde labarrera,que se curvabamar adentro, comosiunaparedsealzaradesdeelocéano.
—¿Quéalturatiene?—sepreguntóSamenvozalta.—Deberíapodercalcularlo—indicóAstrid—.Midesdesdelabasedelapared
hastaunapunta,yluegocalculaselánguloy…daigual.Debedetenerporlomenossesentametrosdealto.Estamosenel tercerpisoynisiquieranosacercamosa lapartedearriba.Siesquelahay.
—¿Quéquieresdecircon«siesquelahay»?—Noestoysegura.Nomehagasmuchocaso:solopiensoenvozalta.—Puespiensaenvozlobastantealtaparaqueyolooiga.Astridseencogiódehombros.—Vale.Puedequenohayapartedearriba.Puedequenoseaunapared,sinouna
cúpula.—Peroveoelcielo—afirmóSam.Veonubes.Semueven.—Deacuerdo.Bien,imagínateesto:tienesuntrozodecristalnegroenlamano.
Comounalentemuygrandeymuyoscuraparagafasdesol.La inclinashaciaunlado, y es opaca. La inclinas hacia el otro, y es reflectante. La miras cerrandomucholosojosycasitepareceverlaluzquepasaatravésdeella.Tododependedelánguloy…
—¿Oíseso?—preguntóQuinn.Apareciósinquesedierancuenta,yserascabadeunmodoindiscreto.
Samescuchóatentamente.—Unmotor.Ynoestálejos.Salieron corriendo de la habitación, bajaron las escaleras a toda velocidad y
abrieron de un golpe las puertas dobles que daban a los jardines del hotel. Acontinuacióndieronlavueltahastalaspistasdetenis.
—EsEdilio,elchiconuevo—señalóSam.EdilioEscobarestaba sentadoen lacabinaabiertadeunapequeñaexcavadora
amarilla.Mientrasloobservaban,seacercóalabarreraybajólapala.Atravesólahierbaysacóunapaladadetierra.
—Intenta salir cavando —indicó Quinn, que echó a correr y saltóimpulsivamentea laexcavadora juntoaEdilio,quediounsaltodemásde treintacentímetrosporlosaires,perocayósonriendo.
—Hola, chicos, parece que os habéis fijado en esto, ¿eh?—Edilio apagó elmotor,yseñalólabarreraconelpulgar—.Porcierto,nolotoquéis.
Samasintióarrepentido.—Sí,yanoshemosdadocuenta.Edilio volvió a poner enmarcha elmotor y cavó tres paladasmás.Luego se
bajó,cogióunapalayextrajolosúltimoscentímetrosdetierraquequedabanentreelagujeroylabarrera.Perolabarreracontinuaba,inclusobajotierra.
Edilio, SamyQuinn sumaron esfuerzos para cavar unmetro ymedio con laexcavadoraylapala.Noencontraronelfondodelabarrera.
Pero Sam no quería parar. Tenía que haber fondo. Tenía que haberlo. Tocópiedra, y no conseguía que la pala cavaramás hondo.Cadapalada sacabamenostierraquelaanterior.
—Puede que con un martillo neumático. O al menos con unos picos pararomperlapiedradeahíabajo.
Solo entonces, al no oír respuesta, se percató de que era el único que seguíacavando.Losotrospermanecíandepiemirándolo.
—Sí,igual…—acabódiciendoEdilio,yseinclinóparaayudaraSamasalirdelagujero.
Samtrepó,arrojólapalaaunladoysesacudiólatierradelostejanos.—Hasidounabuenaidea,Edilio—comentó.—Como lo que hiciste en el incendio, tío —indicó Edilio—. Salvaste la
ferreteríaylaguardería.Samnoqueríapensarenloquehabíasalvadoyenloqueno.—Nohabríasalvadonada,incluidomipropiotrasero,sintuayuda,Edilio.Ysin
QuinnyAstrid—añadiótraspensarlodespués.QuinnmiródetenidamenteaEdilio.—¿Porquéestásaquí?—lepreguntó.Ediliosuspiróyapoyólapalacontralabarrera.Sesecóelsudordelafrentey
mirólosjardinesbiencuidados.—Mimadretrabajaaquí—comentó.—¿Quiénes,lajefa?—preguntóQuinnconunasonrisita.—Estáenelservicio—contestóEdiliosinalterarse.—¿Sí?¿Ydóndevives?—insistióQuinn.Edilioseñalólabarrera.—Allí.A treskilómetrospor la carretera.Tenemosunacaravana.Mipadre…
misdoshermanospequeños…Teníanunvirus,asíquemimadreleshizoquedarseencasa.Álvaro,mihermanomayor,estáenAfganistán.
—¿Estáenelejército?—Enlasfuerzasespeciales—sonrióEdilio—.Laélite.Noeraunchicogrande,peroibatanerguidoquenoparecíabajo.Susojoseran
oscuros,comosicasinotuvieranesclerótica,ysumiradadulceperonomiedosa.Teníalasmanosásperasymarcadascomosipertenecieranaotrocuerpo.Manteníalosbrazosligeramenteseparadosdeltronco,conlaspalmasdelasmanosunpocoadelantadas,comosiestuvieraapuntodecazaralgo.Parecíacompletamentequietoyalmismotiempodispuestoaentrarenacción.
—Estoesunaestupidez.Lagentequeestáalotroladodelabarrerasabeloquehasucedido—opinóQuinn—.Noescomosinosehubierandadocuentadequederepenteestamosdetrásdeestemuro.
—¿Y?—preguntóSam.—Ytienenmejorequipoycosasquenosotros,¿verdad?Puedencavarmucho
máshondo,pasarpordebajodelabarrera.Orodearla.Ovolarporencimadeella.Aquíestamosperdiendoeltiempo.
—Nosabemoshastadóndeseextiendeporarribaoporabajo—señalóAstrid—.Parecedetenerseunossesentametrosporarriba,peropuedequeseaunailusiónóptica.
—Porencima,pordebajo,alrededoroatravésdeella,perotienequehaberunamanera…—señalóEdilio.
—Comocuando tuspadres cruzaron la fronteradesdeMéxico, ¿eh?—apuntóQuinn.
SamyAstridlomiraronperplejos.
Edilio se enderezó aún más y, pese a ser quince centímetros más bajo queQuinn,parecíamirarlodesdearriba.
—Honduras,mispadressondeHonduras—comentóenvozbajaycalmada—.Tuvieron que atravesar México antes incluso de alcanzar la frontera. Mi madretrabajadecamarera.Mipadreespeón.Vivimosenunacaravanayconducimosunachatarra. Aún tengo un poco de acento porque aprendí español antes que inglés.¿Hayalgomásquequierassaber,colega?
—Noqueríaempezarnada,amigo—señalóQuinn.—Puesmuybien.Noeraunaamenaza,enrealidadno.Yencualquiercaso,Quinnpesabanueve
kilosmásqueEdilio.PerofueQuinnquiendiounpasoatrás.—Tenemos que irnos —señaló Sam, y le explicó a Edilio—: Buscamos al
hermanodeAstrid.Éles…necesitaquealguienlocuide.Astridcreequeigualestáarriba,enlacentralnuclear.
—Mi padre trabaja allí de ingeniero—explicó Astrid—. Pero está a más dequincekilómetrosdeaquí.
SamdudóantesdepedirleaEdilioqueseunieraaellos.Quinnsemolestaría.Elchiconosecomportabacomosolía,locualnoeradeextrañar,teniendoencuentaloqueestabapasando,peroaSamleinquietaba.Porotrolado,Ediliomantuvolacabezafríaduranteelincendio.Tomólainiciativa.
AstriddecidióporSam:—¿Edilio?¿Tegustaríavenirconnosotros?ASamlefastidióunpoco.¿PensabaAstridqueSamnopodíaencargarsedelas
cosas?¿NecesitabaAstridaEdilio?AstridpusolosojosenblancomientrasmirabaaSam.—Mehaparecidoqueasíiríamosalgranoydejaríamosdehacerelgallito.—Yonoestabahaciendoelgallito—gruñóSam.—¿Ycómonosdesplazaremos?—preguntóEdilio.—Creoquenodeberíamos intentar conducir un coche, si te refieres a eso—
opinóSam.—Puedequetengaalgo.Nouncoche,perosíalgomejorquecaminarmásde
quincekilómetros.Ediliolesllevóhastalapuertadeungaraje,escondidoenlapartetraseradelos
vestuariosdelapiscina.Subió lapuertaymostródoscarritosdegolfconel logotipodelhotelen los
laterales.
—Losjardinerosylostiposdeseguridadlosusanparadesplazarseyparairalcampodegolfalotroladodelacarretera.
—¿Hasconducidoalgunodeestosantes?—preguntóSam.—Sí.Mipadrehacealgúnqueotroturnoenelcampodegolf.Cuidadelcampo.
Yovoyconél,aayudarle.Asíeramásfácildecidirse.HastaQuinnteníaqueverlelalógica.—Deacuerdo—accedióQuinnaregañadientes—.Conducestú.—Podemosprobarporlacallequevadirectahastalacarretera.Eslaprimeraa
laderecha—indicóSam.—Evitaselcentro—señalóAstrid—.Noquieresquelosniñosseteacerqueny
tepreguntenquédebenhacer.—¿Queréisiralacentral?—preguntóSam—.¿Oqueréisvercómomequedo
diciéndolealagentequenotienenadaquetemersalvoelmiedoensí?Astridserio,loqueenopinióndeSamfueelsonidomásdulcequehabíaoído
enlavida.—Teacuerdas…—señalóAstrid.—Sí, me acuerdo. Roosevelt. La Gran Depresión. A veces, si me esfuerzo
muchomuchísimo,hastapuedomultiplicar.—Humordefensivo—seburlóAstrid.Atravesaron el aparcamiento y se metieron en la calle con el carrito. Luego
giraronbruscamentealaderechaaminorandoendirecciónaunasecciónangostayreciénasfaltada.Elcarritodegolfredujo lavelocidadal ircuestaarribaynoibamuchomásrápidoqueapie.Enseguidavieronquelacalleterminabaalllegaralabarrera.Pararonysequedaronmirandomuyserioselfinalabruptodelacalzada.
—Es como los dibujos animados del Correcaminos —señaló Quinn—. Sipintamosuntúnelenella,podemosatravesarla,peroelcoyotechocarácontraella.
—De acuerdo. Pues volvamos a la calle del acantilado, pero atajando por lascalles quevan a dar a la carretera, nonos acercaremos a la plaza—dijoSam—.TenemosqueencontraraPete.Noquierotenerquepararyhablarconunmontóndeniños.
—Ynosevitaremosquealguiennosrobeelcarrito—añadióEdilio.—Sí,esotambién—reconocióSam.—¡Para!—gritóAstrid,yEdiliopisólosfrenosdegolpe.Astridsaltódesuasientoyvolviótrotandohaciaalgoblancoquehabíajuntoa
lacarretera.Searrodillóycogióunaramita.—Es una gaviota—señaló Sam, sorprendido de que aAstrid le importara—.
Igualsehagolpeadocontralabarrera,¿no?—Quizá…peromiraesto.Tocólapatadelanimalconlarama,levantándola.—¿Elqué?—Es palmeada, claro. Como debería ser. Pero mira cómo se extienden los
dedos.Miralasuñas.Songarras.Comolasdeunavedepresa.Comounhalcónounáguila.
—¿Estásseguradequeesunagaviotanormal?—Megustanlospájaros—explicólachica—.Estonoesnormal.Lasgaviotas
nonecesitangarras,asíquenotienen.—Asíqueesunpájaroraro—resumióQuinn—.¿Podemosseguir?Astridseplantó.—Noesnormal.Quinnseechóareír.—Astrid,noestamosnisiquieraenlamismazonahorariadelanormalidad.¿Y
esoesloquetepreocupa?¿Laspatasdelospájaros?—Oestepájaroesuncasoúnicoyraro,unamutaciónaleatoria—señalóAstrid
—,osetratadeunaespecienuevaqueacabadeaparecer.Evolucionada.—Yvuelvoadecir:¿yqué?—insistióQuinn.Astrid estaba a punto de decir algo. Pero entoncesmeneó la cabeza un poco,
comodiciéndoseasímismaqueno.—No te preocupes, Quinn. Como tú has dicho, estamos muy lejos de la
normalidad.Volvieronasubirsealcarritoyavanzaronaveintekilómetrosporhora.Giraron
en laTercerayaminoraron,distanciándosede laciudad,y recorrieron laCuarta,queeraunacalleresidencialsilenciosa,sombría,másantigua,decididamentepobre,cercadelacasadeSam.
Los únicos coches que vieron estaban aparcados o estrellados. Las únicaspersonasquevieronfuerondosniñosquecruzaronlacalledetrásdeellos.Oyeronruidosdetelevisiónprocedentesdeunavivienda,peroenseguidadeterminaronquedebíatratarsedeunDVD.
—Al menos funciona la electricidad—comentó Quinn—. No se han llevadonuestro DVD. También funcionarán los MP3, aun sin acceso web. Aún tenemoscanciones.
—«Nosehanllevado»—señalóAstrid—.¿Hemospasadode«Dios»a«ellos»?Llegaronalacarreteraypararon.
—Vaya,estosíquedamiedo—comentóQuinn.En mitad de la autopista había un tractor-tráiler de UPS. El tráiler se había
soltado y estaba a un lado, como un juguete desechado. El tractor, la parte decamión,aúnseguíaenpie,peroenelarcéndelacarretera.UnconvertibleSebringhabía chocado contra la partedelantera.Yno salióbienparado.Chocóde frente.Mediococheestabaabollado,reducidoa lamitaddesulongitudhabitual.Yhabíaardido.
—Los conductores se esfumaron, tanto el del coche como el del camión—indicóQuinn.
—Almenosnadiehasalidoherido—comentóEdilio.—Anoserquehubieraalgúnniñoenelcoche—señalóAstrid.Nadiepropusocomprobarlo.Nadiepodríahabersobrevividoaesechoqueoal
incendioposterior.Ningunodeellosqueríaversihabíauncuerpoenelasientodeatrás.
Lacarreterateníacuatrocarriles,dosencadadirección,nodivididos,sinoconunoparagirarenmedio.Siemprehabíatráfico.Inclusoenplenanoche.Peroenesemomentosolohabíasilencioyvacío.
Edilioserio,untantotembloroso.—Aún espero que aparezca un camión grande y viejo a toda velocidad en
nuestradirecciónynosatropelle.—Todounalivio—murmuróQuinn.Ediliopisóelacelerador,elmotoreléctricosepusoazumbarysalieronhacia
lacarretera,bordeandoeltráilerdeUPSvolcado.Era una experiencia inquietante. Iban más despacio que un ciclista en una
carreterapor laquenadie sehabíadesplazado jamásamenosdecienkilómetrospor hora. Pasaron deslizándose junto a una tienda de componentes y un taller dereparación de coches, junto a un edificio de oficinas bajo donde trabajaban unabogadoyuncontable.Envariospuntosdelacarreterahabíacochesquesehabíanestrellado contra los que estaban aparcados. Un convertible se había estrelladocontraunatintorería,arrancandoelcristalcilindrado.Laropaenvueltaenplásticoyacíadesperdigadaporelcapódelcocheyelcompartimentodepasajeros.
Unsilenciosepulcrallosacompañabamientrasconducían.Soloseoíaelruidodelosneumáticosdegomablandayelrunrúntensodelmotoreléctrico.
Laciudadquedabaasuizquierda.Aladerecha,latierrasealzabaabruptamentehasta formarunacadenaelevadaquesecerníasobrePerdidoBeach,eracomosupropiomuro.SamnuncahabíavistotanclaroquePerdidoBeachyaestabalimitada
por diversas barreras, pormontañas al norte y al este, por el océano al sur y aloeste. Aquella carretera, aquella carretera silenciosa y vacía, era básicamente laúnicavíadeentradaosalida.
AdelantequedabalaestacióndeChevron.ASamleparecióvermovimiento.—¿Quéosparece,chicos?—preguntó.—Igual tienen comida. Es un minimercado, ¿verdad? —preguntó Quinn—.
Tengohambre.—Deberíamoscontinuar—indicóAstrid.—¿Edilio?—lepresionóSam.Edilionosabíaquédecir.—Noquieroparecerparanoico.Perocolega,quiénsabe…—Creoquevotoporcontinuar—decidióSam.Edilioasintióydetuvoelcarritodegolfenelladoizquierdodelacarretera.—Si hay niños allí, sonreímos y saludamos y decimos que tenemos prisa—
propusoSam.—Sí,señor—añadióQuinn.—Nomevengasconeso,tío.Hemosvotado—leadvirtióSam.—Sí,Deacuerdo…Estaba claro que había gente en la estación de Chevron. Una ligera brisa
condujounabolsadeDoritos rotacarreteraabajoendirecciónaellos,comounaplantarodadorarojaydorada.
Cuandoseacercóelcarritodegolf,unodelosniños,yluegootro,salieronalacarretera.Cookiefueelprimero.Samnoreconocióalsegundo.
—¿Quépasa,Cookie?—exclamóSamalacercarseacasiveintemetros.—¿Quépasa?—respondióCookie.—BuscamosalhermanodeAstrid,colega.—Espera—indicóCookie.Llevabaunbatedebéisboldemetal.Elotrochicoasuladollevabaunmazode
críquetarayasverdes.—No,colega,estamosenunamisión,nosvemosluego—indicóSam.Se despidió con la mano mientras Edilio mantenía el pie en el acelerador.
Estabanamediometroyenseguidalosdejaríanatrás.—¡Detenlos!—gritóentoncesunavozprocedentedelaestacióndeChevron.HowardcorríaydetrásdeélibaOrc.Cookiesepusodelantedelcarrito.—Nopares—susurróSam.—Colega,cuidado—advirtióEdilioaCookie.
Cookiesaltóaunladoenelúltimomomento.Elotrochicogolpeófuerteconelmazo, y el palo demadera alcanzó el poste de acero que aguantaba el toldo delcarrito.SesoltólacabezadelmazoyporpocoledaaQuinnenlacabeza.
EntonceslosdejaronatrásyQuinnlesgritó:—¡Oye,casimedasenlacabeza,pedazodeidiota!Estabanaunosdiezmetros,ycadavezmáslejos,cuandoOrcgritó:—¡Atrapadlos,imbéciles!Cookieeraunchicogrande,peronorápido.Peroelotroniño,elquesosteníael
mazoroto,eramáspequeñoyveloz.Echóacorreratodavelocidad.HowardyOrcse hallaban muy atrás. Corrían a toda pastilla, pero Orc era pesado y lento yHowardsedistanciódeél.
Elchicoconelmazolosalcanzó.—Mejorqueparéis—dijoresoplando,corriendojuntoaellos.—Nolocreo—comentóSam.—Tío,teclavaréelpalo—amenazóelniño,peroresoplabaconmásesfuerzo.Hizounadébilintentonadeclavarleelextremorotodelmazo.Samloagarróyforcejeóhastaquitárselodelasmanos.Elchicotropezóycayó.
Samarrojóelmazoaunladocondesdén.Howardestabaapuntodealcanzarlos, estaba justodetrásdel carrito.Astridy
Quinn lo observaban sin inmutarsemientrasHoward extendía los brazos duros yflacoscomoaspasdemolino.EchólavistaatrásysediocuentadequeOrcnoibaaalcanzarlo.
—Howard,¿quétecreesqueestáshaciendo,tío?—preguntóQuinnconuntonode voz perfectamente razonable—. Eres como un perro persiguiendo un camión.¿Quévasahacersinosatrapas?
Howardentendióaquésereferíayaminoró.—Esunapersecuciónacámara lenta, tío. Igual saldremospor la tele—opinó
Edilio.Esecomentarioprovocóunarisanerviosa.Perocincominutosdespuésnadiesereía.—Vieneuncamiónatodavelocidad—señalóAstrid—.Tendremosqueparar.—Nonosatropellará—comentóQuinn—.NisiquieraOrcestátanloco.—Puede que sí o que no—añadióAstrid—, pero eso es un chico de catorce
añosconduciendounHummer.¿Deverdadquieresestarenlacarretera?—Nosvaamachacar—afirmóQuinn.
DIEZ
274HORAS,27MINUTOS
EL HUMMER SERPENTEABA hacia delante y atrás por la carretera, pero no podíanpretenderquenolosalcanzaría.
—¿Sigooparo?—preguntóEdilio.Susmanosseaferrabanansiosasalvolante.—¡Ahora nos van a patear el culo! —gritó Quinn—. Tendríamos que haber
paradosinmás.Tehedichoqueparáramossinmás,perono.ElHummerseacercabaaunavelocidadinaudita.—¡Nosvanadar!—gritóAstrid.Quinn saltó del carrito y corrió.ElHummer se detuvode golpe.Cookie y el
chicodelmazosebajaronentropelysalierontrasQuinn.—Para—indicóSam,traslocualsaltóycorrióaayudaraQuinn.Elchicointentósaltaralacunetajuntoalacarretera,peroaterrizómal.Losdos
matones lo alcanzaron antes de que pudiera recuperarse. Cookie le golpeó en laespaldaconelpuño.
SamtomóimpulsoparaabalanzarsesobreCookie,loagarróporelinteriordelcodoytiróhaciadelanteparahacerlocaer.
Cookie aterrizó boca abajo bruscamente ySam lo soltó.Cookie había dejadocaer el bateparagolpear aQuinn con lospuños, ySamse lanzó a recogerlo.Elchico delmazo,Edilio yQuinn tuvieron una pelea breve pero violenta en la queEdilioyQuinnterminarondepieyelotrochicoenelsuelo.PeroasíOrcyHowardtuvierontiempodebajardelcamión.
OrcbalanceóelbateygolpeóaEdiliodetrásdelasrodillas,porloqueelchicocayócomounsacodecemento.
TrasagarrarelbatedeCookie,SamcorrióainterponerseentreOrcyEdilio.—¡Noquieropelearmeconvosotros!—gritóSam.—Sé que no quieres pelearte conmigo—afirmóOrc, seguro de símismo—.
Nadiequierepelearseconmigo.Astridseacercóagrandeszancadas.—¡Paradtodos!—gritó.Teníalospuñoscerrados.Ylágrimasenlosojos.Pero
estabaenfadada,notriste—.¡Nonecesitamosestamierda!HowardsedeslizóentreOrcyAstrid.
—Apártate,Astrid,aquímiOrctienequedarleunalecciónaestegamberro.—¿Que me aparte? No eres quién para decirme que me aparte… so…
invertebrado…—Astrid,mantentealmargen,yomeencargo—intervinoSam.Ediliointentabaseguirfirme,peroaduraspenaslograbamantenerseenpie.Sorprendentemente,Orcpropuso:—Oye,dejemoshablaraAstrid.Conelsubidóndeadrenalina,Samporpoconolooye.Peroentoncesprocesó
loqueOrchabíadichoymantuvolabocacerrada.Astrid tomó aire. Tenía el pelo alborotado. La cara roja. Finalmente,
esforzándoseporcalmarse,dijo:—Nobuscamospelea.—Hablaporti—murmuróCookie.—Estoesunalocura—siguióAstrid—.Solamentebuscamosamihermano.Orcentrecerróaúnmáslosojos.—¿Elretrasado?—Esautista—replicóAstrid.—Sí.ElpequeñoPe-tardo—seburlóOrc,peronoinsistiómás.—Deberíashaberparado,Sammy.Howardchasqueólalengua,ymeneólacabezacomosilolamentara.—Yalohedichoantes,¿ysoyyoelqueacabarecibiendo?Quinngesticulabamucho,estabafuriosoconSam.HowardasintióendirecciónaQuinn,conaireburlón.—Tendríasquehaberescuchadoa tucolega,Sam.Ya te lodijeanoche, tienes
quecuidardemiOrc.—¿Cuidardeél?¿Quéquieresdecir?—preguntóAstrid.Howardlamirócondureza.—TienesquemostrarrespetoalcapitánOrc,esoquierodecir.—¿Elcapitán?Samcontuvoeldeseodereírse.HowardseacercóaSam.SecrecíaalteneraOrcjustodetrásdeél.—Sí.Elcapitán.Alguienteníaquetomarlainiciativayponersealmando,¿no?
Túestabasocupado,supongoquesurfeandooloquesea,asíqueelcapitánOrcseofrecióaponersealmando.
—¿Almandodequé?—preguntóQuinn.—Deevitarquetodossevuelvanlocos,fíjate.
—Sí…Orcestabadeacuerdo.—Loschicosloestabanreventandotodo,sellevabantodoloquequerían…—
prosiguióHoward.—Sí…—Ytodosesosmocosos,esospequeñajoscorriendoporahí,ynohabíanadie
paraquedejarande lloraroparacambiarles lospañales.Orcsehaaseguradodequecuidarandeellos.—Howardsonriócontodalacara—.Loshaconsolado.Oalmenossehaaseguradodequealguienlohiciera.
—Así es —afirmó Orc, como si fuera la primera vez que lo hubiera oídoexpresadodeaquellamanera.
—Nadiemás queríamantener las cosas bajo control, así queOrc es ahora elcapitán,hastaquevuelvanlosadultos—añadióHoward.
—Solosivuelven…—locorrigióOrc.—Exacto—confirmóHoward—.Loquehadichoelcapitán.SammiróaAstrid.Laverdadesquealguien teníaqueconseguirque lagente
dejaradecomportarsealocadamente.SamnohabríaelegidoaOrcparaesetrabajo.Peroéltampocoqueríahacerlo.
Elenfrentamientocasisehabíaextinguido.Yahoraquelosdosbandosestabancara a cara, no quedaba duda acerca de quién ganaría si volvía a empezar. Erancuatrocontracuatro,peroentreloscuatromatonesestabaOrc,quecontabaporlomenoscomotres.
—SoloqueremosirabuscaraPete—acabódiciendoSam,tragándosesurabia.—¿Sí?Sibuscáisalgo,esmejorirmásbienlentos—seburlóHoward.—Quiereselcarrito…—dedujoSam.—Deesosetrata,Sammy…Howardextendiólasmanosenungestodeconciliación.—Escomocuandolagentepagaimpuestos,¿deacuerdo?—añadióeldelmazo.—Exacto.—Howardestabadeacuerdo—.Esunimpuesto.—¿Ytúquiéneres,sisepuedesaber?—Astriddesafióaldelmazo—.Nuncate
hevistoporlaescuela.—VoyalaAcademiaCoates.—Mimadreeslaenfermeradenochedeallí—comentóSam.—Puesyano—repusoelchico.—¿Yporquéestásaquíabajo?—preguntóAstrid.—Nomellevababienconloschicosdeallíarriba.
Eldelmazointentósoltarlafrasecomosifueraunchiste,peroelefectoquedódebilitadoporelmiedoquereflejabansusojos.
—¿Hayalgúnadultoallí?—preguntóSam,expectante.—Aaay,Sammyquiereasumami…—seburlóHoward.—Llévateelcarritodegolf—lointerrumpióSam.—Nopierdaseltiempointentandohacerteelduroconmigo.Teconozco,colega
—explicóHoward—.SamBusEscolar,elseñorbombero.Tepones todoheroicopero luego desapareces, ¿verdad?Contigo la cosa viene y se va.Anoche todo elmundopreguntaba: «¿Dónde estáSam? ¿Dónde estáSam?», y yo tenía quedecir:«Bueno,SamsehaidoconAstridlaGenioporqueSamnopuedeestarcongentenormalcomonosotros.Samtienequeirseconsunoviarubiaybuenorra».
—Noesminovia—replicóSam,ylolamentóalinstante.Howardserio,encantadodehaberleprovocado.—Mira, Sam, siempre has conseguido vivir en tu propio mundo, demasiado
bueno para todos, mientras que el capitán Orc y yo y nuestros chicos siempreestaremosporaquí.Sitúteapartas,nosotrostomamoslainiciativa.
Samsentía cómoAstridyQuinn loobservaban, esperandoquenegara loquedecíaHoward.¿Peroparaqué?Samhabíasentidolasexpectativasdemuchoschicosdelaplaza,chicosqueesperabanquetomaranlainiciativa,comodecíaHoward.Yloúnicoquehabíaqueridohacererahuir.AprovechólaoportunidaddemarcharseconAstrid.
—Estomeaburre—gruñóOrc.—Deacuerdo,Sam.VeteabuscaralpequeñoPetardo,perocuandovuelvas,trae
unbuenregaloparaelcapitán.ElcapitáncontrolalaERA,tío.—¿Laqué?—preguntóAstrid.Howardestabaencantadodequelepreguntaran.—Me lo he inventado yo mismo. ERA. E-R-A. Significa Espacio Radiactivo
Adolescente.Unazonaradiactivasoloparachicos.—Howardseriomalévolamente—.Notepreocupes,Astrid,tútambiénteloaprenderás:ERA,comounanuevaERA.
Elsollequemabalacara.Lanaabriólosojos.Unasformasaladasdemalagüerovolabanporencimadeella,atravesabanelsolyvolvíanaaparecer.Losbuitreslavigilabanyesperaban,segurosdequeacabaríasiendosucomida.
Tenía la lengua tan hinchada que le llenaba la boca entera y casi la ahogaba.Teníaloslabiospartidos.Seestabamuriendo.
Miróasualrededorenbuscadelcuerpodesupobreperro.Tendríaquehaberestadoallí,asulado.Peronohabíaningúncuerpo.
Entoncesoyóunladridofamiliar.—¿Patrick?Seacercódandosaltoshaciaella,excitado,animándolaaacercarseyjugar.Lana levantó el brazobuenoy le tocó el cuello.El pelo estaba enmarañadoy
apelmazado por la sangre seca. Palpó donde había estado la herida fatal. Pero sehabía cerrado. Aún tenía la costra, pero ya no sangraba y, a juzgar por elcomportamientodePatrick,elperronuncasehabíaencontradomejor.
¿Lohabíasoñadotodo?No,lasangresecademostrabaqueno.Seesforzóporrecordarlosúltimosinstantesquepasóconscienteaquellanoche.
¿Rezó? ¿Qué era aquello, un milagro? No recordaba haber rezado, no era unapersonaqueseplanteararezar.
¿Lohabíaprovocadoella?¿HabíaconseguidodealgúnmodocuraraPatrick?Casiserio.Estabadelirando.Seestabavolviendoloca.Seimaginabacosas.Sehabíavueltolocaporeldolor,lasedyelhambre.Loca.Algoolíafatal.Eraunolorasquerosamentedulceymaloliente.Miró su brazo derecho destrozado. La carne, sobre todo la carne tensa y
estirada,queapenascubríasushuesosrotos,sehabíaoscurecidodeunnegroquetendíaalverde.Elolorerarepugnante.
Lana respiró hondo varias veces, temblando, esforzándose por no gritar dehorror.Habíaoídohablardelagangrena.Eraloquepasabacuandolacarnemoríaoseinterrumpíalacirculación.Seleestabamuriendoelbrazo.Notabaelhedordelacarnehumanapudriéndose.
Un buitre revoloteó hasta posarse a pocos metros. Se la quedó mirandofijamentemientrasmeneabaelcuellosinplumas.
Elbuitretambiénconocíaesehedor.Patrick volvió dando saltos, ladrando, y el buitre, reticente, echó a volar
batiendolasalas.—Nome cogerás—graznó Lana, pero la debilidad de su propia voz aún la
asustómás.Losbuitreslaacabaríanrodeando.Loharían.PeroahíestabaPatrick,curadotrasloqueparecíaunaheridafatal.Lanaapoyólamanoizquierdasobrelacarnejustodebajodelhuesodesubrazo
derecho.Lacarneestabacalientealtacto.Parecíahinchadabajolacostradesangre
seca.Cerró losojosypensóque fuera loque fuera loque loprovocara, loque le
hubiera sucedido a Patrick, quería que le sucediera también a ella. «No quieromorir.Noquieromorir».
Entonces se puso a divagar pensando en su casa. En su habitación. En lospósteresen lasparedes,enelatrapasueñoscolgadodelantedeunaventana,en losanimales de peluche olvidados en una cesta demimbre, en el armario repleto deropa,ensucoleccióndeabanicosasiáticosquetodoelmundoconsiderabaextraña.
Yanoestabafuriosaconsuspadres.Tansololosechabademenos.Queríaasumadremásqueaningunaotracosaenelmundo.Ytambiénechabademenosasupadre.Élsabríacómosalvarla.
Tuvo sueños febriles, vio imágenes que le cortaron la respiración e hicieronquesucorazónlatieracomounmartilloneumático.
Sintióqueflotabasobreunafinacapadetierra.Latierraeracomolapieldeunglobo. Debajo había un espacio abierto repleto de nubes arremolinadas yllamaradasrepentinas.Ymásabajoaún,unmonstruo,algoextraídodesuinfancia,elmonstruoqueamenudoladespertabaensueños.
Estabacinceladoenlarocaviva,eraunabestiatosca,lentayastutacuyosojosnegrosbrillaban.
Ydentrodeesabestiaterriblehabíauncorazón.Peroaquelcorazónbrillabaenverde,noenrojo.Yeracomounhuevo,rotoparaquelaluzbrillanteydolorosaseescapara.
Ladespertódeunrespingoelruidodesupropiogrito.Se incorporó, como siempre hacía cuando despertaba de una pesadilla en su
propiacama.Seincorporó.Eldoloreraterrible.Lacabezalemartilleaba,laespalda,el…Semiróelbrazoderecho.Duranteuninstanteseleolvidórespirar.Olvidóinclusoeldolorenlacabeza,la
espaldaylapierna.Seolvidódetodosellos.Porqueyanoledolíaelbrazo.Elbrazoestabaenderezado.Delcodoalamuñecaformabaunalínearecta.Lagangrenatambiénhabíadesaparecido.Eloloramuertehabíadesaparecido.Aúnteníalacostradesangresecaenelbrazo,peroaquellonoeranada,nada
comparado con lo que había habido, ni punto de comparación con lo que habíahabidoenél.
Temblando,levantóelbrazoderecho.
Semovía.Cerrólentamenteelpuñoderecho.Losdedossecerraron.Noeraposible.Noeraposible.Loqueveíanoeraposible.Peroeldolornomentía.Yeldolorpunzantedelbrazoderechosehabíavuelto
sordo.Lanapusolamanoizquierdasobrelapiernarota.No fue rápido.TardómuchoyLanaestabamuydébilpor la sedyelhambre.
Peromantuvolamanoallíhastaque,unahoramástarde,hizoloquetemíaquenopodríavolverahacernuncamás:LanaArwenLazarsepusoenpie.
Dosbuitresestabanparapetadosenloaltodelafurgonetavolcada.—Meparecequehabéisesperadoenbalde—comentóLana.
ONCE
273HORAS,39MINUTOS
SAM,QUINN,EDILIOyAstridsedesplazabanapie.Losinsultosylasrisaslosseguían.—Quinn,Edilio,chicos,¿estáisbien?—preguntóAstrid.—¿Aparte del moratón grande que probablemente tendré en la espalda? —
replicóQuinn—.Claro. Aparte del hecho de queme han dado sinmotivo, estoyperfecto.Qué buen plan, tío.Ha salido genial. Les damos el carrito de golf, nospeganynoshumillan.
Samreprimióeldeseodegritarasuamigo.Quinnnoseequivocaba.Samhabíadecididoignorarelcontroldecarretera,yhabíanpagadounprecioporello.
LaspalabrasdeHowardlehacíanmuchodaño.Eracomosielpequeñogusanolehubieraarrancadolapielyhubieramostradoalmundocómoeraenrealidad.Noesquetuvierarazónenlodequeerademasiadobuenoparatodoelmundo,enesose equivocaba, pero sí acertaba en lo de que no deseaba tomar la iniciativa. Samtenía sus razones, pero en aquelmomento no importaban tanto como la violentasensacióndequelohabíaavergonzadodelantedesusamigos.
—Me recuperaré, no pasa nada —respondió Edilio a Astrid—. Si sigocaminando,desaparecerá.
—Sí,deacuerdo,pórtatecomounhombretón,Edilio—seburlóQuinn—.Igualtegustaquetearreen.Puesamíno.Nomegustaquemearreen.¿Yahorasesuponequetenemosqueircaminandohastalacentral?¿Porqué,parairabuscaraunniñoqueprobablementenisabequeestáperdido?
Samvolvióareprimirelbrotedeira,ydijotandelicadamentecomopudo:—Tío,nadieteobligaavenir.—¿Dicesquenodebería?—Quinndiodospasos rápidosy agarró aSamdel
hombro—.¿Dicesquequieresquemevaya,colega?—No,tío.Eresmimejoramigo.—Tuúnicoamigo.—Sí,tienesrazón.—Loúnicoquedigoes:¿quiénhamuertoytehahechorey?—preguntóQuinn
—.Actúascomosifueraseljefe.¿Ycómohasucedidoeso?¿Cómoesquereciboórdenesdeti?
—Norecibesórdenes—replicóSam,enfadado—.Noquieroquenadie reciba
órdenesdemí.Siquisieraquelagenterecibieraórdenesdemí,loúnicoquetendríaque hacer es quedarme en la ciudad y empezar a decirle a todo elmundo lo quetienequehacer—yañadióenvozmásbaja—:Túpuedesestaralmando,Quinn.
—Nunca he dicho que quisiera estar almando—refunfuñóQuinn. Pero se leestabaagotandoelrencor.LanzóunamiradasiniestrahaciaEdilio,yotradereceloaAstrid—.Esqueesraro,tío.Antesestábamostúyyo,¿verdad?
—Sí—reconocióSam.—Loúnicoquequieroescogerlastablaseirnosalaplaya—selamentóQuinn,
paraacontinuaciónsorprenderlegritando—:¿Dóndeestántodos?¿Porquénohanvenidoapornosotros?¿Dónde-están-mis-padres?
Se pusieron a caminar otra vez. Edilio cojeaba un poco. Quinn se quedórezagado,murmurando.SamcaminabajuntoaAstrid,aúnnerviosoensupresencia.
—HasmanejadobienaOrc—comentóSam—.Gracias.—Lediclasesderepasodemates—sonrióAstridconironía—.Leintimidoun
poco.Aunquetampocopodemoscontarmuchoconeso.Caminabanporenmediodelaautopista.Eraextrañoverlalíneaamarillabajo
suspies.Extraño.—EspacioRadiactivoAdolescente—dijoAstrid.—Sí.Creoquesenosvaapegar,¿no?—Puedequenoseasolounchiste.¿Ysiesunazonaradiactiva?SammiróaAstridmuyserio.—¿Quieresdecirqueigualhahabidounaccidenteenlacentralnuclear?—Noséquéquierodecir.—¿Pero crees que podría estar conectado? ¿Como si hubiera explotado la
centraloalgoasí?—Siguehabiendoelectricidad.PerdidoBeachobtienetodalaelectricidaddeesa
planta. Las luces siguen encendidas. Así que, de unmodo u otro, la planta siguefuncionando.
Ediliosedetuvoyexclamó:—Oíd,chicos,¿porquécaminamos?—PorqueelimbécildeOrcyelidiotadeHowardnoshanrobadoelcarritode
golf—gimióQuinn.—Tío…Edilioseñalóuncochequesehabíasalidodelacarreterayhabíaidoaparara
lacuneta.Habíadosbiciscolocadassobrelabacadelcoche.—Medanoséquécogerlabicidealguien—comentóAstrid.
—Pues supéralo—le espetó Quinn—. Por si no te has fijado estamos en unnuevomundo:unanuevaERA.
Astridalzólavistaendirecciónaunagaviotaquevolabanomuylejosdeellos.—Sí,Quinn,mehefijado.Cogieron lasdosbicisysesubierondosacadauna,Quinnencaramadoa los
manillaresdeEdilio,yAstridalosdeSam.Elpelodelachicaledabaenlacaraylepicabaunpoco.Samselamentócuandoencontrarondosbicicletasmás.
La carretera principal no llegaba a la central nuclear. Tenían que girar a unasecundaria. Había una caseta de piedra impresionante en el giro, y una puerta arayasrojas,comolasdeloscrucesdelasvíasdetren.Estababajadaparabarrarelpaso,asíquepedalearonpararodearla.
Lacarreteraserpenteabaatravésdelasladerascubiertasdehierbasecayfloressilvestres amarillas marchitas. No había ni casas ni tiendas cerca de la central.Estaba rodeada por centenares de acres de vacío en todas direcciones, laderasempinadasyalgunosárbolesescasos,pradosyarroyossecos.
La carretera acababadescendiendohasta la costa rocosa y escarpada.Lavistaera increíble, pero las olas, normalmente explosivas, estaban tranquilas, comodomesticadas. La carretera se alzaba y caía, se enroscaba en símisma un par deveces,seescondíadetrásdelascolinas,yluegoseabríaaunnuevopanoramadelocéano.
—Hayotrapuertadeseguridadmásadelante—señalóAstrid.—Sihayunguardiaallí,lobesaré—comentóQuinn.—Esto está siemprevigiladoypatrullado—informóAstrid—.Tienencasi un
ejércitoprivadoparaprotegerlacentral.—Puesyano—indicóSam.Llegaronhastaunaalambradarematadaconalambredeespino.Laalambradase
extendíahastalasrocasdelaizquierda,ydesaparecíahacialascolinasaladerecha.Aquel cuartel era mucho más imponente, casi una fortaleza. Parecía capaz deresistir un ataque a gran escala. La puerta formaba una sección elevada de laalambradaquebajabaosubíaalapretarunbotón.
Loschicosdejarondepedalearysequedaronmirandoelobstáculo.—¿Ycómoentramos?—preguntóAstrid.—Alguientrepaporlapuerta—sugirióSam—.Piedra,papel,tijeras.Lostreschicosjugaronapiedra,papel,tijeras,ySamperdió.—Tío,¿papel?Hombre…—Quinnseburló—.Todoelmundosabequehayque
decirtijerasenlaprimeraronda.
Sam trepó rápido por la alambrada, hasta que el alambre de espino le hizodetenerse.Sequitólacamisaylaenvolvióalrededordelfilamentodealambremáspeligroso.Pasóunapiernapor encimaygritó cuandoel alambre lepinchóen lapierna.Peroyaestaba.Sedejócaeralsuelo,enelotrolado,dejandolacamisaenlaalambrada.
Entróenelcuartel.Elaireacondicionadoestabapuestoaunatemperaturamuybaja,porloquelamentóenseguidahabersedejadolacamisa.
Unahilerademonitoresdecoloresmostrabalacarreteraporlaqueacababandebajar,asícomounaselecciónrotatoriadeescenasdelexterior:delocéano,larocaylamontaña.Tambiénmostrabadiversaspuertasdeaccesocontarjetaalacentral.
En el baño detectó un pase electrónico con un cordón colgado de un gancho.Algún tipo estaba en el váter cuando desapareció. Sam se colgó el cordón delcuello.
En un armario junto a la habitación principal halló una camisa de uniformemilitardeunverdegrisáceo,variastallasdemasiadogrande.Contralaparedhabíaunaestanteríacerradaconarmasautomáticasypistolas.Lahabitaciónolíaaaceiteyasulfuro.
Pasó un buen rato mirando las armas. Armas automáticas contra bates debéisbol.
—Novayasporahí…—murmuró.Dejó el armario atrás y cerró la puerta con firmeza. Pero mantuvo la mano
apoyadaenelpicaporteduranteunrato.Yentoncesmeneólacabeza.No.Nohabíallegadoaesepunto.
Todavíano.La fuerza de la tentación lo intranquilizó. ¿Qué diablos le pasaba para
planteárselosiquiera,niquefueraunsegundo?Apretóelbotónparaabrirlapuertadelaalambrada.—¿Porquéhastardadotanto?—lepreguntóQuinnreceloso.—Buscabaunacamisa—respondióSam.La central nuclear estaba perfectamente aislada, era un complejo enorme e
imponente de edificios tipo almacén dominados por dos cúpulas inmensas decementoconcampanadevidrio.
Samsehabíapasadolavidaoyendohablardelacentralnuclear.Parecíaquelamitad de la gente de PerdidoBeach trabajaba en ella.De niño había oído recitarmensajestranquilizadores.Ylaverdadesquenoledabamiedo.Peroahora,alverlaplantaensí,comounabestiarelucienteyerizadaagazapadaporencimadelmary
bajolasmontañas,sesentíaintranquilo.—Podrías meter todas las casas de Perdido Beach en este lugar—señaló el
chico—.Nuncalahabíavistodecerca.Esgrande.—MerecuerdaunpocoacuandoestuveenRomayviSanPedro,esacatedral
tangrande—explicóQuinn—.Comoque…yasabes…quetesientesmuypequeñoalmirarla.Comoquedeberíasarrodillarte,paraestarenelladoseguro.
—Yaséqueesunapreguntaestúpida,pero,novamosavolvernosradiactivos,¿verdad?—preguntóEdilio.
—EstonoesChernóbil—intervinoAstrid,cortante—.Ellosnoteníannitorresdecontención.Esoesloquesonlasdoscúpulasgrandes.Losreactoresensíestándebajodelascúpulasdecontención,demodoquesirealmentepasaalgo,elgasovaporradiactivoquedacontenidodentro.
QuinndiounapalmadaaEdilioenlaespalda,concordialidadfingida.—Ypor eso no hay nada de qué preocuparse.Excepto que, ay, a esta zona la
llamanelRincónRadiactivo.Mepreguntoporqué.Quéhabrápasadoconesodequetodoestotalmenteseguroytal.
Quinn y Sam se sabían la historia, peroAstrid señaló a Edilio la cúpulamásalejadadelasdos.
—¿Vesquecadacoloresdistintoyqueunaparecemásnueva?A ladeallí lecayóunmeteorito.Hacecasiquinceaños.Pero¿cuántasposibilidadeshaydequeesovuelvaasuceder?
—¿Ycuántasdequesucedaunasolavez?—murmuróQuinn.—¿Unmeteorito?—repitióEdilio,yalzólavistaalcielo.Elsolyahabíaalcanzadosupuntomásaltoyseestabaponiendoendirecciónal
agua.—Un meteorito pequeño que se movía a gran velocidad—explicó Astrid—.
Chocó contra la vasija de contención y la hizo estallar. La vaporizó. Golpeó elreactorysiguiósucursosinmás.Enrealidad,menosmalquesemovíamuyrápido.
Sam vio la imagen en su mente. Se imaginaba la gran roca espacialprecipitándose a una velocidad imposible, como una cola de fuego, haciendoestallarlacúpuladecementoenmilpedazos.
—¿Yporquéesbuenoquefueramuyrápido?—preguntóSam.—Porqueperforólatierraysellevóelnoventaporcientodelcombustiblede
uranioconsigoalinteriordelcráter.Hizounagujerodemásdetreintametros.Asíquebásicamenterellenaronelagujero,loasfaltaronyreconstruyeronelreactor.
—Heoídodecirqueuntipomurió—comentóSam.
—Unodelosingenieros—asintióAstrid—.Meimaginoqueestabatrabajandoenlazonadelreactor.
—¿Meestáisdiciendoquehayunmontóndeuraniobajotierraysesuponequenadiehadepensarqueespeligroso?
Ediliosemostrabaescéptico.—Un montón de uranio y los huesos de un tipo —puntualizó Quinn—.
Bienvenido a Perdido Beach, donde nuestro eslogan es: «¿Radiación? ¿Quéradiación?».
Astrid iba la primera. Había visitado la central varias veces con su padre.Encontróunapuertaanodinasinseñalizarenelladorectodeledificiodelaturbina.Sampasólatarjetaporlaranura,ylapuertahizoclicalabrirse.
ElinterioreraunespaciograndeyoscuroconuntechoaltodeperfilesendobleTyelsuelo,decementopintado.Habíacuatromotoresenormes,cadaunodeellosmásgrandequeunalocomotora.Elruidoeraincreíble.
—Estassonlasturbinas—gritóAstridporencimadelaullidohuracanadodelosmotores—.Eluranioprovocaunareacciónquecalientaelaguaqueseconvierteenvapor,quellegahastaaquí,hacegirarlasturbinasygeneraelectricidad.
—¿Meestásdiciendoquenolohacenconhámsteresgigantesenunarueda?—gritóQuinn—.Mehabíaninformadomal.
—Serámejorqueechemosunvistazoprimero—gritóSan,ymiróaQuinn.Quinnhizounsaludolánguidoamododeburla.Se repartieron por la sala de la turbina. Astrid les recordó que Pete no solía
venir cuando lo llamaban. El único modo de encontrarlo era buscando en cadaesquina,cualquierespaciodondeunniñopudieraestardepie,sentadooescondido.
PeroPetenoestabaenlasaladelaturbina.Astridacabóhaciéndolesseñasparaquesiguieranadelante.Traspasarpordos
puertas,volvieronaoírsehablarconnormalidad.—Vamos a la sala de control—sugirió Astrid, y los condujo a través de un
pasillosombríohastaunasaladecontroldeaspectoanticuado.ParecíasacadadeunalanzaderaespacialdelaNASA,conordenadoresdelosde
antes, monitores parpadeantes y demasiados paneles con demasiadas lucesbrillantes,interruptoresypuertosdedatosantiguos.
Y ahí, sentado en el suelo de la sala de control, balanceándose ligeramenteadelanteyatrásyjugandoaunvideojuegoenunaconsolaportátil,estabaPete.
Astrid no corrió hasta él. Se lo quedó mirando y a Sam casi le pareciódecepcionada.Inclusoleparecióqueretrocedíaunpoco.Peroentoncesseobligóa
sonreíryseacercóhastaél.—Petey…—empezóadecirAstridconvoztranquila.Comosinuncasehubieraperdido,comosihubieranestadojuntostodoelratoy
no resultara raroverlo soloenmitadde la saladecontroldeunacentralnuclearjugandoaPokémonenunaGameBoy.
—Gracias a Dios que no estaba con los reactores —comentó Quinn—. Mehabríanegadoenbandaaregistrarlos.
Edilioasintióparaexpresarqueestabadeacuerdo.Peteteníacuatroañosyelpelorubiocomosuhermanamayor,peroerapecoso
ycasifemenino,porloqueeramuyguapo.Noparecíalentoniestúpido:dehecho,sinolosupieras,habríaspensadoqueeraunniñonormal,probablementelisto.
Pero cuando Astrid lo abrazó, apenas pareció darse cuenta. Tardó casi unminutoenquitarunamanodelbotóndecontroldelvideojuegoytocarleelpelocongestoabstraído.
—¿Has comido algo?—le preguntóAstrid, para a continuación replantear lapregunta—.¿Hambre?
TeníaunmodoparticulardehablaraPetecuandodeseabacaptarsuatención.Lesostenía lacaraentre lasmanos,bloqueandocuidadosamentesuvisiónperiférica,mediocubriéndolelasorejas.Acercabalacaradelchicoalasuyaylehablabaconcalma,peroarticulandodemodolentoycuidadoso.
—¿Hambre?—repitiólentamente,peroconfirmeza.Peteparpadeó,yasintióconlacabeza.—Deacuerdo—dijoAstrid.Edilio estaba inspeccionando el panel electrónico anticuado que cubría gran
partedelapared.Fruncióelceñoyarrugólafrente.—Todoparecenormal—informó.—Perdona,¿eresingenieronuclearademásdeconductordecarritosdegolf?—
seburlóQuinn.—Solomemirolaslecturas,tío.Meimaginoqueloverdeesqueestábien,¿no?
—Y se acercó hasta unamesa baja y curva donde descansaban tresmonitores deordenador delante de tres sillas giratorias desgastadas, donde admitió, fijándoseatentamente en uno de losmonitores—:No sé ni leer esto. Todo son números ysímbolos.
—Voy a la sala de descanso a ver si encuentro comida para Petey—anuncióAstrid,queempezóamoverse,peroPetesepusoagimotear.Hacíaelruidodeuncachorrocuandoquierealgo.AstridmiróaSamsuplicante—.Lamayorpartedel
tiemponosedacuentadequeestoy.Detestomarcharmecuandosísedacuenta.—Iréabuscarlacomida—seofrecióSam—.¿Quélegusta?—Nuncarechazaelchocolate.Él…—Astridempezóadeciralgomás,perose
frenó.—Iréabuscarlealgo—dijoSam.Edilio se había acercado hasta lo que parecía la parte más modernizada de
equipoenlasala,unapantalladeplasmaempotradaenlapared.Quinn tambiénmiraba la pantalla,mientras hacía girar lentamente una de las
sillasdeingeniero.—Miraaversiencuentrasotrocanal,esteesaburrido.—Es un mapa —señaló Edilio—. Ahí está Perdido Beach. Hay algunos
pueblecitosatrásenlascolinas.LlegahastaSanLuis.Elmapabrillabaenazulclaro,blancoyrosa,conunadianarojaenelcentro.—El rosa indica elpatrónde radiactividadpor si algunavezhayuna fuga—
explicó Astrid—. El rojo es la zona inmediata donde la radiación sería intensa.Extraesusdatosde losvientos, loscontornos terrestres, lascorrientesdechorro,todoeso,yloajusta.
—¿Elrojoyelrosaindicanpeligro?—preguntóEdilio.—Sí.Esaeslacolumnadondelaradiactividadestaríaporencimadelosniveles
aceptables.—Esmuchoterreno—comentóEdilio.—Peroesraro.—AstridayudóaPetealevantarseyseacercóalmapa—.Nunca
lo había visto con el aspecto de ahora.Normalmente, la columna se dirige tierraadentro,yasabes,porlosvientospreponderantesquevienendelocéano.Avecesseextiende y baja hasta Santa Bárbara. O sube y atraviesa el parque nacional,dependiendodeltiempo.
El rosa formaba un círculo perfecto. La zona roja era como una diana en elinteriordelcírculoexterior.
—El ordenador no recibe datos del tiempo vía satélite—se percatóAstrid—.Así que debe de haber vuelto a la configuración por defecto, que es este círculorojoconunradiodealgomásdequincekilómetros,yuncírculorosaconunradiodemásdecientocincuenta.
Samechóunvistazoalmapa.Alprincipionoloentendía,peroluegoempezóalocalizarlaciudad,playasqueconocía,yotroselementos.
—Laciudadenteraestádentrodelazonaroja—indicóSam,yAstridasintió—.Lazonarojavajustohastaelextremosurdelaciudad.
—Sí.Sammiróalachicaparaaveriguarsiveíalomismoqueél.—AtraviesaClifftop.—Sí…—afirmóAstridlentamente—.Asíes.—¿Estáspensando…?—Sí—repitióAstrid—.Me parece una coincidencia bastante increíble que la
barreraparezcaestaralineadaconelbordedelazonadepeligro.—Yañadió—:Almenoslapartequeconocemosdelabarrera.Nosabemossiincluyeelpuntorojoentero.
—¿Estosignificaquehahabidoalgúntipodefugaradiactiva?Astridnegóconlacabeza.—Nolocreo.Saltaríanlasalarmasportodoestelugar.Peroloqueresultararo
es que es como causa y efecto, pero al revés. LaERA fue lo que interrumpió losdatosdeltiempo,loqueprovocóqueelordenadorvolvieraatrás.PrimerolaERA,yluegoelmapavuelveatrás.¿AsíqueporquéhabríadeseguirlabarreradelaERAunmapacuyaslíneashaprovocadoella?
Sammeneólacabezaylesonrióuntantocompungido.—Debo de estar cansado. Me he perdido. Voy a buscar comida —dijo, y
recorrióelpasilloenladirecciónqueAstridleindicó.CuandovolviólavistaAstridestabadepie,mirandoelmapa,conunaexpresión
tensayangustiadaenelrostro.AstridsediocuentadequeSamlamiraba.Susojosseencontraron.Lachicase
estremeciócomosi lahubierapillado.PasóunbrazoprotectoralrededordePete,quevolvíaaconcentrarseeneljuego.Astridparpadeó,bajólavista,respiróhondo,sinpoderevitartemblar,yapartólavistadeliberadamente.
DOCE
272HORAS,47MINUTOS
—CAFÉ…—MARYPRONUNCIÓlapalabracomosifueramágica—.Café.Esoesloquenecesito.
Estaba en la atestada y estrecha sala de maestros de la guardería Barbara,buscandoenlaneveraalgo,cualquiercosa,paraalimentaraunaniñaquesenegabaacomer.Estuvoapuntodecaersedentrode lanevera,estaba tancansada…hastaqueviolacafetera.
Esoeraloquehacíasumadrecuandoestabacansada.Eraloquehacíatodoelmundocuandoestabacansado.
En respuesta a su desesperada petición de ayuda a última hora de la noche,Howard proporcionó a la guardería una caja de pañales Huggies para reciénnacidos, dos garrafas de leche y media docena de bolsas de patatas y Goldfish.TambiénenvióaPandacuandoMarylooyóamenazarconpegaraunniñollorosodetresañosyloechódeledificio.
PerolasgemelasAnnayEmmasehabíanpuestolaspilasparaayudarla.Noeragentesuficiente,nidelejos,peroMaryhabíaconseguidodormirdoshorasenteras.
Peroentonces,cuandodespertóaquellamañana—no,eraporlatarde,¿verdad?,habíaperdidolanocióndeltiempo—,estabatangroguiquenosolonoteníaniideadequéhoraera,sinoquedurantelosprimerossegundosnoteníaniideadedóndeestaba.
Marynuncahabíahechocaféantes,perohabíavistohacerlo.Habíaunmedidor.Habíafiltros.
Su primer intento supuso una larga espera para nada. Se pasó diez minutossentadamirando lacafeteraenestadocomatosohastaquesediocuentadequesehabíaolvidadodeponeraguaenlamáquina.Ycuandolapuso,salióenformadechorrodevapor.Perocincominutosmástardeobtuvounaaromáticacafetera.
Vertió una taza y sorbió sin estar muy convencida. Estaba muy caliente yamargo. No tenía leche para acompañarlo, pero sí azúcar. Empezó con doscucharadas.
Esoestabamejor.Noestababueno,perosímejor.Se llevó la taza a la habitación principal. Había por lo menos seis niños
llorando.Habíaquecambiarpañales.Habíaquedardecomeralosmáspequeños.Otravez.
UnaniñadetresañosconelpelorubioralohabíavistoaMaryyseleacercócorriendo.Sinpensar,Mary se agachópara cogerla.Yel café sederramópor elcuelloyloshombrosdelaniña,quesepusoagritar.
Marygritótambién,asustada:—¡Ay,Diosmío!Johnseacercócorriendo.—¿Quéhapasado?Laniñaaullaba.Marysequedóparalizada.—¿Quédeberíamoshacer?—gritóJohn.Annaseacercócorriendoconunbebéenbrazos.—Ay,Díosmío,¿quéhapasado?Laniñagritabasinparar.Marydejócuidadosamentelatazadecafésobreelmostrador.Y,acontinuación,
atravesócorriendotodaslashabitacionesdelaguardería,hastasaliralacalle.Corrió llorando hasta su casa que quedaba a dos manzanas. Abrió la puerta
torpemente.Apenaspodíaverdebidoalaslágrimas.Lossollozoserantanintensosquetodosucuerposeestremeció.
Elinteriordelacasaestabafrescoysilencioso.Todoeracomosiempre,soloquemuytranquilo,tantoquesussollozosparecíanruidosanimales,discordantes.
Marysetranquilizóasímisma.—Todosaldrábien,todosaldrábien.La misma mentira que se dedicaba a decir a los niños. Y fue acallando los
sollozosquelahacíantemblar.Marysesentóalamesadelacocina.Apoyólacabezasobrelosbrazos,conla
intencióndellorarunpocomás,envozbaja.Peroesemomentoyahabíapasado.Pasóunratoescuchandoelsonidodesupropiarespiración.Mirabalasvetasde
maderadelamesa.Elagotamientohacíaquesearremolinaran.Nopodíacreerquesumadreysupadrenoestuvieranencasa.¿Dóndeestaban?¿Dóndeestabantodos?Sudormitorio,sucama,estabanarriba.No podía hacerlo. No podía irse a dormir. Si lo hacía, tardaría horas en
despertar.Los niños la necesitaban. Su hermano, el pobre John, encargándose de todo
mientrasaellaledabaunataque…Mary abrió la nevera. Había helado Ben & Jerry’s con brownie fundido.
DoveBars.Podíacomérselasyluegosentirsemejor.Podíacomérselasyluegosentirsepeor.Siempezaba,igualnoterminaría.Siempezabaacomercuandosesentíaasí,no
terminaríahastaquesesintieratanculpablequeseobligaraavomitarlotodo.Mary sufríabulimiadesdeque teníadiez años.Atracones seguidosdepurgas,
unayotravezenuncicloaceleradodereaparicionescadavezmásesporádicas,quele hicieron llegar a pesar casi veinte kilos demás, y los dientes se le volvieronásperosydescolorieronporelácidoestomacal.
Fue lo bastante lista para ocultarlo durante mucho tiempo, pero sus padresterminaron averiguándolo. Luego vinieron los terapeutas y un campamentoespecial,ycuandonadadetodoaquelloayudó,empezólamedicación.Hablandodela cual,Mary se acordó de que tenía que sacar una botellita del armarito de lasmedicinas.
EstabamejorconelProzac.Teníalascomidascontroladas.Yanovomitabamás.Habíaperdidopartedelpesoextra.
¿Peroporquénocomerahora?¿Porquéno?Sintió el aire frío del congelador. El helado, el chocolate, allí estaban.No le
haríandaño.Nounasolavez.Nocuandoestabamuertademiedoysolaycansada.SolounaDoveBar.Lasacódelacajaycondedostorpesyansiososabrióelenvoltorio.Selametió
enlabocadeunavez,estabatanbuena…tanfría…notabaelchocolateresbaladizoy grasiento al fundirse en la lengua, el crujido de la cobertura al morderla, elheladoblandoydeliciosodevainillaenelinterior.
Selazampótoda.Selazampócomounlobo.Mary agarró la tarrina deBen& Jerry’s.Volvía a llorar otra vezmientras la
poníaenelmicroondasylaablandabaduranteveintesegundos.Queríaquequedarablando,quefueracomosopafríadechocolate.Queríatragárselatoda.
Elmicroondaspitó.Agarró una cuchara, una grande, sopera. Hizo palanca para abrir la tapa del
helado y lo vertió, a medias con la cuchara y a medias dejando que el densochocolatedelatarrinacayeraporlagarganta,sinprobarlaapenasporlaansiedad.
Llorabaycomía,selamíalasmanos,sacudíalacuchara.Lamiólatapa.Yentoncessedijoqueyahabíatenidobastante.
Sacó dos bolsas de basura de plástico grandes, de las de color negro. Y fuellenando sistemáticamente una de ellas con cualquier cosa que sirviera paraalimentara losniños:galletassaladas,mantequilladecacahuete,miel,RiceChex,barrasdeNutri-Grain,anacardos.
Llevólasegundabolsaalpisodearribay la llenódealmohadonesysábanas,papel higiénico y toallas, sobre todo toallas porque podían reemplazar a lospañales.
EncontrólabotellitadeProzac.Laabrióy la inclinóenlamano.Laspastillaseranoblongas,decolorverdeynaranja.Sacóunayselatragóbebiendoaguadelgrifoconlamano.
Soloquedabandospastillas.Arrastrólasdosbolsashastalapuertaprincipal.Entoncesvolvióasubaño,ycerrólapuertatrasdesíconcuidado.Searrodillódelantedelváter,levantólatapaysemetióeldedoenlagarganta
hastaquelaarcadalehizodevolvertodalacomida.Cuandoterminóselavólosdientesyvolvióabajar.Cogiólasbolsasyempezó
aarrastrarlashastalaguardería.
—Me imagino que Pete no podrá sostenerse sobre los manillares de la bici —comentóSamaAstrid.
—No,nopuede—leconfirmóAstrid.—Deacuerdo,entoncesiremosapie.¿Quéhoradebedeser,lascuatro?—Quizámejorpasemoslanocheaquí,ysalgamosporlamañana.—Ycomole
preocupabanlasquejasanterioresdeQuinn,Samañadió—:¿Quéteparece,Quinn?¿Nosquedamosonosvamos?
Quinnnosabíaquédecir.—Estoyderrotado.Además,tienenunamáquinadedulces.Enlaoficinadeljefedelacentralhabíaunsofá,queAstridpodíacompartircon
Pete.OfrecióaunEdiliotodavíaagarrotadoloscojinesparalaespalda.SamyQuinn inspeccionaron las instalacioneshastaqueseencontraroncon la
enfermería.Allíhabíacamillasconruedas.Quinnserio.—Asurfear,colega.Samdudó.PeroentoncesQuinnechóacorrer,imprimióvelocidadalacamilla,
saltóencimadeellaeinclusoconsiguióponerseenpieantesdeestamparlacontra
lapared.—Deacuerdo—dijoSam—.Yopuedohacereso.Pasaron unos minutos surfeando en las camillas a través de los pasillos
abandonados. Y Sam descubrió que aún era capaz de reírse. Parecía que habíanpasadounmillóndeañosdesdequeSamsurfeabaconQuinn.Unmillóndeaños.
Sam y Quinn aparcaron las camillas en la sala de control. Ninguno de ellosentendíalosmandos,peroparecíaqueeraellugardondedebíanestar.
Vieron que Edilio había recopilado cinco trajes antirradiación, que parecíantrajesespaciales,cadaunoconsucapucha,sumáscaraantigásyunabotellapequeñadeoxígeno.
—Québien,Edilio—comentóQuinn—.¿Porsiacaso?Edilioparecíaincómodo.—Sí,porsiacaso.CuandoQuinnlesonrióotravezconsuficiencia,Edilioañadió:—¿Nocreesquetodoloquehapasadoesporestelugar?Miraelmapa,colega.
¿Ladianarojaqueresultaqueestájustopordondevalabarrera?IgualeseHowardteníarazón,¿sabes?¿EspacioRadiactivoAdolescente?Menudacoincidencia.
—La radiación no provoca que aparezcan barreras o desaparezca gente —intervinoAstrid,cansada.
—Peroesmortal,¿no?—presionóEdilio.Quinn suspiró y empujó su camilla hacia un rincón oscuro, aburrido de la
discusión.SamesperóaoírlarespuestadeAstrid.—Laradiaciónpuedematar—reconocióAstrid—.Tepuedematarlentamente,
tepuedematardespacio, tepuedeprovocarcáncer, tepuedeponerenfermo,onohacertenada.Ypuedecausarmutaciones.
—¿Mutacionescomolasdeunagaviotaquederepentetienegarrasdehalcón?—preguntóEdiliodeliberadamente.
—Sí,perosolodespuésdemucho,muchotiempo…Nodeundíaparaotro.—LachicaselevantóycogióaPetedelamano—.Tengoquellevarloalacama.—Yañadióporencimadelhombro—:Notepreocupes,notemutarásestanoche,Edilio.
Sam se estiró en la camilla. La habitación proyectaba una luz débil que seoscureciócasideltodocuandoAstridencontrólosinterruptorescorrespondientes.LosmonitoresdeordenadorylaslecturasdeLCDbrillaban.
PuedequeSamhubieradecididodejarmáslucesencendidas.Dudabaquefueracapazdedormir.
DescansabarecordandolaúltimavezquehabíaidoasurfearconQuinn.Eldía
después de Halloween. EL sol de principios de noviembre era débil, pero en surecuerdobrillaba;cadaroca,guijarroycangrejodearenaserecortabancontralaluzdorada.Ensumemoria, lasolaserancomocriaturasmaravillosas,casivivas,azules,verdesyblancas,quelollamaban,queloretabanaqueolvidarasuspenasyseacercaraajugar.
Luego la escena cambióde lugar y sumadre estaba en lo alto del acantilado,sonriendo y saludándole. Recordó ese día. Casi siempre estaba dormida por lamañanamientrasélsurfeaba.Peroaqueldíahabíaidoaverlo.
Llevabasufaldacruzadadefloresblancasyazulesyunablusablanca.Supelo,muchomás claro que el de Sam, ondeaba con la fuerte brisa, y parecía frágil yvulnerableallíarriba.Élqueríagritarparaqueseapartaradelborde.
Peroellanolooía.Éllegritaba,peroellanolooía.Sam se despertó de repente del recuerdo convertido en sueño. No había
ventanas, no habíamodo de ver si era de noche o de día. Pero nadiemás estabadespierto.
Sebajódeslizándosedelacamillaysepusoenpie,procurandonohacerruido.Fueavercómoestabanlosdemás,unoporuno.Porunavez,Quinnestabacalladoynohablabaensueños;EdilioroncabasobreloscojinesqueAstridlehabíadado,yAstridestabaenroscadaenunextremodelsofádelaoficina,conPetedormidoenelotro.
La segunda noche sin padres. La primera noche en un hotel, y ahora allí, enaquellacentralnuclear.
¿Dóndeestaríanlanochesiguiente?Samnoqueríavolveravivirensucasa.Queríaquevolvierasumadre,perono
volverasucasa.En lamesa del jefe de la central Samvio un iPod.No se fiaba de los gustos
musicales del jefe, quien, a juzgar por la foto familiar de su escritorio, debía detenersesentaaños.Peronoleparecíaquepudieravolveradormirse.
Se deslizó tan silenciosamente como pudo por la oficina, casi rozándole lamanoaAstrid.Diolavueltaalescritorio,moviendolasillaapenas,apoyándoseconsumocuidadoparanorozarlaestanteríadetrofeos,lamayoríadegolf.
Peroentoncesnotóunmovimientorepentinoasuspies,unarata.Diounsaltoatrásysegolpeócontralavitrinadetrofeos.
Seprodujounestruendotremendo.YPeteabriólosojosdegolpe.
—Lo siento…—murmuró Sam, pero no pudo añadir nadamás, porque Petesoltóunchillido.Eraunruidoprimitivo.Unruidoestridente,repetitivo,histérico,comoeldeunbabuino.Samañadió—:Nopasanada.Es…
Se le hizo un nudo en la garganta y no pudo emitir ningún otro sonido. Nopodíahablar.
Nopodíarespirar.Samseagarró lagarganta.Sentíaunasmanos invisibles en tornoa sucuello,
unos dedos de acero que le arrebataban el aire. Tiró con fuerza de los dedos,mientrasPetechillabayagitabalosbrazoscomounpájarotratandodevolar.
Petegritaba.EdilioyQuinnestabandespiertos.Samsintióqueleardíanlosojos,queselenublabalavista.Elcorazónlelatía
aceleradamente.Lospulmonesconvulsionabanalnopoderaspirarnada.—Petey, Petey, está bien.—Astrid tranquilizó a su hermano, acariciándole la
cabeza, arrullándolo. Sus ojos reflejaban un miedo desesperado—. Asiento deventana,Petey.Asientodeventana,asientodeventana,asientodeventana.
Samseacercóalescritoriotambaleándose.AstridbuscóatientaslaGameBoydePete.Laencendió.—¿Quépasa?—gritóQuinn.—Haoídounruidofuerte—gritóAstrid—.Lehaasustado.Cuandoseasustale
daunataque.Todovabien,Petey,todovabien,estoyaquí.Aquítienestujuego.Samqueríagritarquetodonoibabien,queseahogaba,peronolograbaemitir
ningúnsonido.Lacabezaledabavueltas.—OyeSam,¿quéhaces?—preguntóQuinn.—¡Seestáahogando!—exclamóEdilio.—¡Puedescallaraeseestúpidoniño!—gritóQuinn.—Nopararáhastaquetodossecalmen—replicóAstridentredientes—.Asiento
deventana,Petey,vetealasientodeventana.Samcayóapoyándoseenunarodilla.Quélocura.Seibaamorir.Elmiedoseapoderódeél.Elmundoseestabavolviendonegro.Susmanos,conlaspalmasextendidashaciafuera,tratabandeempujarnadaen
absoluto.Derepentesurgióundestellodeluz.
Eracomosiunaestrellapequeñasehubieravueltosupernovaenlaoficinadeljefedelacentral.
Samcayó,inconsciente.Diez segundos más tarde, recuperó la conciencia. Estaba de espaldas, y los
rostrosasustadosdeQuinnyEdiliolomirabanfijamente.Peteestabacallado.Susojospreciososestabanenganchadosalvideojuego.—¿Estávivo?—preguntóQuinnconunavozcomodistante.Samaspiró,demanerabruscayrepentina.Yluegounavezmás.—Estoybien—bramó.—¿Estábien?LavozdeAstriddejabatraslucirelpánico,perosecontrolabaparaevitarque
Petesedescontrolaraotravez.—¿Dedóndehavenidoesaluz?—exigióEdilio—.¿Habéisvistoeso?—Tíos,esofueloquevieronenlaluna.Quinnteníalosojosmuyabiertos.—Salgamosdeaquí—propusoEdilio.—¿Dóndepodemos…?—empezóapreguntarAstrid.Ediliolainterrumpió:—Medaigual.Fueradeaquí.—Bien dicho —accedió Quinn, que se inclinó para darle la mano a Sam y
ayudarloaponerseenpie.ASamlacabezaaúnledabavueltas,ytodavíaletemblabanlaspiernas.Novalía
lapenaresistirse,elpánicoestabareflejadoen todos losrostrosque lorodeaban.Noeraelmomentodediscutiroexplicarse.
No se veía capaz de hablar, por lo que se limitó a señalar hacia la puerta yasentir.
Asíqueecharonacorrer.
TRECE
258HORAS,59MINUTOS
NO SE LLEVARON nada, tan solo echaron a correr, conQuinn a la cabeza y EdilioacompañandoaAstridyPete.Samibamediogroguidetrás.
Corrieronhastaatravesarlapuertaprincipal.Entoncessedetuvieron,jadeando,inclinados, apoyando las manos en las rodillas. Estaba muy oscuro. La centralnuclearparecíaaúnmásunservivodenoche,comosirespirara.Lailuminabanuncentenardefocos,porloquelascolinasquesecerníanporencimaaúnresultabanmásoscuras.
—Deacuerdo,¿quéhasidoeso?—exigióQuinn—.¿Quéhasidoeso?—Peteyhatenidounataquedepánico—respondióAstrid.—Sí,esoyalohepillado.¿Peroyesaluzquesehadisparado?—Nolosé—consiguiócontestarSam.—¿Porquéteahogabas,tío?—Meahogabasinmás.—¿Sinmás?¿Teahogabasconelairesinmás?—Nosé,igual…igualcaminabadormidooalgoyhecogidoalgodecomery
meheatragantado.Noresultabaconvincente,ylamiradadeincredulidaddeQuinn,compartidacon
ladeEdilio,indicabaquenoselocreían.—Hadebidodesereso—añadióAstrid.Eseúltimocomentario resultó tan inesperadoque inclusoSam fue incapazde
ocultarsusorpresa.—¿Quéotracosapodríahaberprovocadoque seahogara?—preguntóAstrid
—.Ylaluzdebedehabersidoladealgúnsistemadealarmainternoaldispararse.—No teofendas,Astrid, perodeningunamanera—intervinoEdilio.Puso las
manosenjarras,cuadrándoseparahablaraSam,yañadió—:Colega,yavasiendohoradequeempiecesacontarnoslaverdad.Terespeto,colega,pero¿cómovoyarespetartesimemientes?
CogiódesprevenidoaSam.Eralaprimeravezqueél,oalgunodeellos,veíaaEdilioenfadado.
—¿Quéquieresdecir?Samtratódedistraerlo.
—Pasaalgo,colega,ytienequevercontigo,¿verdad?—planteóEdilio—.Esaluzqueacabadeaparecer.Lahevistoantes.Lavijustoantesdesacarteporaquellaventanadeledificioenllamas.
Quinnvolviólacabezadegolpe.—¿Qué?¿Quéestásdiciendo?—Laparedy lagentequedesaparece,esonoes todo—explicóEdilio—.Hay
algomás.Tienequever contigo,Sam.Y conAstrid, ya que ahora te ha cubiertoenseguida.
Sam se sorprendió al darse cuenta de que Edilio tenía razón: Astrid tambiénsabíaalgo.Noeraelúnicoqueguardabasecretos.Sesintiómuyaliviado.Noteníaporquéguardárseloparaélsolo.
—De acuerdo.—Sam respiró hondo y trató de organizar sus ideas antes deempezarasoltarlo todo—.Paraempezar,nosé loquees,¿deacuerdo?—dijoenvoz baja—. No sé de dónde viene. No sé cómo ocurre. No sé nada al respectoexceptoque,aveces…,esuna…hayunaluz.
—¿Dequéhablas,tío?—exigióQuinn.Samlevantólasmanos,volviendolaspalmashaciasuamigo.—Yopuedo…Tío,séquetepareceráunalocura,peroavecesmesaleluzdelas
manos.Quinnladróunacarcajada.—No,tío,nopareceunalocura.Unalocuraesquedigasqueeresmejorqueyo
montandounaola.Peroloquedicesesdepsiquiátrico.Sesaledemadre.Enséñamecómolohaces.
—No sé cómo—reconoció Sam—. Ha pasado cuatro veces, pero no puedohacerquepasesinmás.
—Hasdisparadoláserescuatrovecesconlasmanos.—Quinnnosabíasireírogritar—.Teconozcodesdehace,nosé,mediavida,¿yahoraeresLinternaVerde?Deacuerdo…
—Esverdad—confirmóAstrid.—Chorradas.Siesverdad,hazlo.Enséñamelo.—Teloestoydiciendo,solomepasacuandomeentraelpánicooalgoasí.No
hagoquepase,pasasinmás.—Acabasdedecircuatroveces.Vilaluzenelincendio.Yacabodeverlaahora.
¿Cuálesfueronlasotrasdos?—Antes pasó enmi casa.Hizo…quiero decir, hice…una luz.Como si fuera
unabombilla.Estabaoscuro.Tuveunapesadilla…—Seencontróconlamiradafija
deAstridy,derepente,se leencendióunabombilla—.¡Túlaviste!—exclamó—.Vistelaluzenmicuarto.Lohassabidodesdeelprincipio.
—Sí—admitióAstrid—.Losédesdeaquelprimerdía.YsélodePeteydesdehacemástiempo.
Edilioaúnqueríasaberlobásico.—Elincendio,aquí,labombilla,esosontres.—LaprimeravezfueconTom—explicóSam.AquelnombrenosignificabanadaparaEdilio,perosíparaQuinn.—¿Tupadrastro?—preguntóQuinnbruscamente—.Expadrastro,quierodecir.—Sí.QuinnmirabafijamenteaSam.—Tío,noestásdiciendoloqueparecequeestásdiciendo,¿verdad?—Pensé que iba a hacer daño a mi madre. Pensé… Yo estaba dormido, me
desperté,bajélasescaleras.Estabanlosdosenlacocinagritando,viaTomconuncuchillo,ymesalióundestellodeluzdelasmanos.
Samsintióquelaslágrimasleescocíanlosojos.Lesorprendió.Noestabatriste.Entodocaso,sesentíaaliviado.Nuncaselohabíacontadoanadie.Eracomosilequitaranunpesodeencima.PeroalmismotiemponotócómoQuinndabaunpasoatrás,poniendodistanciaentreambos.
—Mimadrelosabía,claro.Mecubrióenlasaladeurgencias.Tomgritabaqueyolehabíadisparado.Losmédicosvieronunaquemadura,porloquesabíanquenoeraundisparo.MimadrecontólamentiradequeTomsehabíagolpeadocontralacocina.
—Tuvoqueelegirentreprotegerteatioapoyarasumarido—comentóAstrid.—Sí. Y Tom se dio cuenta, cuando el dolor ya estaba controlado, de que
acabaríaenunalapsiquiátricasiseguíahablandodequesuhijastrolelanzabarayosdeluz.
—¿Lequemastelamanoatupadrastro?—preguntóQuinnentonoestridente.—Guau,repiteeso.¿Hicistequé?—exigióEdilio.Ahoraeraélquienestabasorprendido.—Supadrastroterminóconungancho,tío—explicóQuinn—.Letuvieronque
amputar lamano, por aquí—hizo unmovimiento comode cortar a la altura delantebrazo—.Lovihaceunasemana,enSanLuis.Ahorallevaunodeesosganchos,ya sabes, como unas tenazas o algo así. Estaba comprando cigarros y le daba eldinero al dependiente con el gancho. —Hizo los gestos correspondientes,empleando dos dedos para simular las pinzas del brazo ortopédico, y añadió
dirigiéndoseaSam—:¿Asíqueeresunaespeciedefenómeno?—preguntó.Noparecíahaberdecididosiestabaenfadadooleresultabadivertido.—No soy el único —replicó Sam poniéndose a la defensiva—. La niña del
incendio.Creoqueloempezóella.Cuandomevio,leentróelpánico.Eracomosilesalierafuegolíquidodelasmanos.
—Así que tú contraatacaste. Hiciste tu cosa a la niña. —Sam solo veía elcontornodelrostrodeEdiliohablandoenlaoscuridad—.Esoesloquetehaestadopreocupando.Creesquelehicistedaño.
—Nosécómocontrolarlo.Nolepidoquesepresente.Nosécómohacerquedesaparezca.TansolomealegrodenohaberhechodañoaPete.Meahogaba.
QuinnyEdiliopasaronacentrarsuatenciónenelniño.Petesefrotabalosojosadormilado y miraba hacia delante, indiferente a ellos, puede que ni fueraconsciente de que existían. Puede que se preguntara qué hacía de pie en la nochehúmedafueradeunacentralnuclear.Puedequenosepreguntaranada.
—Yéltambién—loacusóQuinn—.Esunfenómeno.—Nosabeloquehace—protestóAstrid.—Esono resultaprecisamente tranquilizador—leespetóQuinn—.¿Quées lo
quesabehacer?¿Disparamisilesconelculooalgoparecido?Astridlemesóelpeloasuhermanoyleacaricióconlosdedosunladodela
cara.—Asientodeventana—suspiró—.Asientodeventanaeslaexpresiónclave.Le
ayudaaencontrarunsitiotranquilo.Eselasientobajolaventanademicuarto.—Asientodeventana—dijoPeteinesperadamente.—Habla—observóEdilio.—Síhabla,peronomucho—comentóAstrid.—Habla.Estupendo.¿Quémássabehacer?—preguntóQuinnconsarcasmo.—Parecequesabehacermuchascosas.Lamayorpartedeltiemponosllevamos
bien.Yelrestodel tiemponosefijaenmí.Perounavezestabahaciendoterapia,trabajando con un libro ilustrado con el que a veces trabajamos. Le enseño unaimageneintentoquedigalapalabray,nosé,supongoqueyoestabademalhumoraquel día. Creo que fui demasiado brusca al cogerle la mano y ponerle el dedosobre la imagen como se supone que tienes que hacer. Se puso furioso. Y, derepente,yoyanoestabaallí.Estabaensucuartoy,almomentosiguiente,estabaenelmío.
SeprodujounsilenciomortalmientrasloscuatromirabanfijamenteaPete.—Entonces igualpuedesacarnosde laERAydevolvernosconnuestrospadres
—acabódiciendoQuinn.Volvieron a sumirse en el silencio. Los cinco estaban de pie en mitad de la
carretera, con la central bien iluminada zumbando detrás de ellos. La carreteraoscuradescendíapordelante.
—Sigoesperandoqueterías,Sam—señalóQuinn—.Enplan:«Tehepillado,tío».Dimequeesalgúntipodetruco.Dimequesoloteestásriendodemí.
—Estamosenunmundonuevo—comentóAstrid—.Mirad,hacetiempoquesécómopiensaPetey.Heintentadocreerqueseproduciríaalgúntipodemilagro.Aligualquetú,Quinn,queríacreerqueeraDiosquienloprovocaba.
—¿Yqué es loque loprovoca?—preguntóEdilio—.Quierodecir, dicesquetodoestopasabaantesdelaERA.
—Mira,sesuponequeyosoylista,peroesonoquieredecirqueentiendanadade esto —admitió Astrid—. Lo único que sé es que siguiendo las leyes de labiologíay la física,nadade todoestoesposible.El cuerpohumanonoposeeunórganoquegenere luz. ¿Y lo quehizoPetey, la capacidaddemover cosas de unlugaraotro?Loscientíficoshanaveriguadocómohacerloconunpardeátomos.No con humanos. Haría falta más energía de la que produce la central nuclearentera,loquesignifica,básicamente,quesehabríanreescritolasleyesdelafísica.
—¿Cómoreescribeslasleyesdelafísica?—sepreguntóSam.Astridalzólasmanos.—Apenas puedo seguir la física de las clases avanzadas. Para entender esto,
tendríasqueserEinsteinoHeisenbergoFeynman,aesenivel.Yosoloséquepasancosas imposibles. Así que o bien esto no está pasando, o de alguna manera lasreglashancambiado.
—Comosialguienhubierahackeadoeluniverso—señalóQuinn.—Exacto.—AstridsemostrósorprendidadequeQuinnlohubieraentendido—.
Comosialguienhubierahackeadoeluniversoyreescritoelsoftware.—No quedan más que chicos, hay una pared grande, y mi mejor amigo es
mágico—resumióQuinn—.Pensaba:«Bueno,almenos,apesardetodo,aúntengoamicolega,aúntengoamimejoramigo».
—Sigosiendotuamigo,Quinn.—Sí,bueno,noesexactamentelomismo,¿verdad?—suspiróQuinn.—Probablementehayaotros—lesrecordóAstrid—.OtroscomoSamyPetey.
Ylaniñaquemurió.—Tenemos que mantener esto entre nosotros —sugirió Edilio—. No se lo
podemosdeciranadie.Alagentenolegustalaspersonasquecreenquesonmejor
queellos.Siloschicosnormalesseenterandeesto,habráproblemas.—Puedequeno—intervinoAstridsinquererperderlaesperanza.—Ereslista,Astrid,perosicreesquealagentelevaagustaresto,esquenola
conoces—leespetóEdilio.—Bueno,noseréyoquienmevayadelalengua—afirmóQuinn.—De acuerdo, probablemente Edilio tenga razón —concedió Astrid—. Al
menosporahora.Y,sobretodo,nopodemosdejarquenadieaverigüelodePetey.—Yonovoyadecirnada—confirmóEdilio.—Vosotroslosabéis.Conesobasta—comentóSam.Empezaron a andar juntos hacia la lejana ciudad. Caminaban en silencio. Al
principio,todosalmismopaso.LuegoQuinnsaltóalapartededelante.YEdiliosealejóaunlateral.AstridestabaconPete.
Samsequedórezagado.Queríatranquilidad.Queríaintimidad.Aunapartedeélle habría gustadoquedarse cadavezmás rezagadohasta quedarse atrás, olvidadoporlosdemás.
Pero estaba unido a esas cuatro personas. Sabían lo que era. Conocían susecreto.Ynosehabíanvueltoensucontra.
El sonido de Quinn cantando Three Little Birds llegaba hasta donde él seencontraba.Samaceleróelpasoparaalcanzarasusamigos.
CATORCE
255HORAS,42MINUTOS
SAM,ASTRID,QUINNyEdiliosedejaroncaerenelcéspeddelaplaza,agotados.Petepermaneciódepie,jugandoasujuego,ignorándolotodo,comosiunacaminatademásdequincekilómetrosdurantetodalanochenofueramásqueunpaseo.Elsolse alzaba recortado contra las montañas detrás de ellos e iluminaba el océanodemasiadocalmo.
La hierba estaba húmeda de rocío y empapaba la camisa de Sam. Pensó quenuncapodríadormirseallí.Yentoncessedurmió.
Despertó con el sol en la cara. Parpadeó y se incorporó. El rocío habíadesaparecido,y lahierbachisporroteabaporelcalor.Habíaunmontóndechicosporallí.Peronoveíaasusamigos.Quizáshabíanidoabuscarcomida.Tambiénélteníahambre.
Al incorporarse se dio cuenta de que toda lamultitud semovía en una únicadirección,hacialaiglesia.
Sesumóalmovimiento.Unachicaqueconocíapasóporsulado.Lepreguntóquépasaba.
—Tansolosigoalosdemás—lecomentólachica.Sam siguió caminando hasta que lamultitud empezó a espesarse. Entonces se
encaramóal respaldodeunbancodelparque,aguantándoseapenas,peroasíveíaporencimadelascabezasdetodos.
CuatrocochesbajabanporAlamedaAvenue.Conducíancomocochesoficiales,comosisetrataradeundesfile.Aesaimpresióncontribuíaqueeltercercochedelafila fueraunconvertiblecon lacapotabajada.Loscuatroeranvehículososcuros,potentesycaros.Elúltimocochedelafilaeraunmonovolumennegro.Conducíanconlaslucesencendidas.
—¿Vienealguienarescatarnos?—lepreguntóunchicodequintoaSam.—Noveocochesdepolicía,asíquelodudo.Mejorquédateatrás,chico.—¿Sonalienígenas?—Creoquesifueranalienígenasveríamosnavesespaciales,noBMW.La procesión o desfile o caravana o lo que quiera que fuera aquello condujo
siguiendoelbordillodelaacerahastallegaraloaltodelaplaza,cruzandolacalledesdeelayuntamiento,ysedetuvo.
Salieronchicosdetodosloscoches.Loschicosllevabanpantalonesdeportivosnegrosycamisasblancas.Laschicasllevabanfaldasnegrasplisadasycalcetinesajuego que les llegaban por las rodillas. Tanto chicos como chicas llevabanchaquetasdeunrojoapagado,conunemblemagrandecosidosobreelcorazón,yllevabancorbatasrayadasenrojo,negroydorado.
El emblema presentaba las letras C y A recargadas, cosidas con hilo doradosobre un fondo quemostraba un águila real y un puma. Debajo del emblema seencontraba el lema latino de la Academia Coates: «Ad augusta, per angusta». Alugareselevadosporcaminosangostos.
—SontodoschicosdeCoates.—QuienhablabaeraAstrid.Peteyellaestabandepie junto aEdilio. Sambajó del banco para ponerse a su lado—.Una exhibiciónbienensayada—comentólachica,comosileyeralamenteaSam.
Cuando los chicos de Coates salieron de los coches, lamultitud dio un pasoatrás.Siemprehuborivalidadentreloschicosdelaciudad,quepensabanqueerannormales,ylosdeCoates,quetendíanaserricos,yaunquelaacademiaintentabaocultarlo,extraños.
Coateseraellugaralquetuspadresricostemandabancuandoenotrasescuelaslesresultabas«difícil».
LoschicosdeCoatessepusieronenfila,nocomounequipodeentrenamientoentérminosdeordenyprecisión,perosícomosilohubieranpracticado.
—Casimilitares…—comentóAstridenvozbaja,tratandodeserdiscreta.Entoncesunchico,quellevabaunjerseyamarilloconcuelloenpicoenvezde
chaqueta,sepusoenpieenelconvertible.Sonriótímidamenteytrepóconagilidaddesdeelasientodeatráshastaelmaletero.Entoncessaludócomosinoconfiaraensímismo,comosinosecreyeraloqueestabahaciendo.
Eraguapo, inclusoSamsehabíafijado.Teníaojosycabellooscuros,nomuydistintosalosdelpropioSam.Peroelrostrodelchicoparecíabrillarconunaluzinterior. Irradiaba seguridad, pero sin arrogancia o condescendencia. De hecho,inclusoparecíarealmentehumilde,ahísolo,depie,mirandoporencimadetodoslosdemás.
—Hola a todos —empezó—. Soy Caine Soren. Ya debéis de haberos dadocuentadequeyo…nosotros…venimosdelaAcademiaCoates.Esooesquetodostenemoselmismomalgustoenropa.
Algunosdeentrelamultitudserieron.—Unchisteautocríticoparaquenossoltemos—continuócomentandoAstriden
unsusurro.
En un extremo, Sam detectó al chico del mazo. El chico se apartaba, seagachaba, actuabacomosi intentara esconderse.EldelmazoeradeCoates. ¿Quéeraloqueleshabíadicho?¿QuenosellevababienconloschicosdeCoates?Algoasí.
—SéquehayunatradiciónderivalidadentreloschicosdelaAcademiaCoatesylosdePerdidoBeach—señalóCaine—.Puesbien,esoeraantes.Meparecequeahoraestamosjuntosenesto.Ahoratenemoslosmismosproblemas.Ydeberíamostrabajarunidosparaenfrentarnosaellos,¿noosparece?
Variascabezasasintieronamododerespuesta.Su voz era clara y un poco más aguda, quizá, que la de Sam, pero fuerte y
decidida.Teníaunmododemirara lamultituddelantedeélqueparecíacomosimiraraacadapersonaalosojos,comosivieraacadapersonacomounindividuoúnico.
—¿Sabéisloquehapasado?—preguntóunavoz.Cainenegóconlacabeza.—No, no creo que sepamosmás que vosotros. Todos los que tienenmás de
quinceañoshandesaparecido.Yestáelmuro,labarrera.—LallamamosERA—gritóHoward.—¿Cómo?Caineparecíainteresado.—ERA.EspacioRadiactivoAdolescente.Cainereflexionóunmomento,yacontinuaciónserio.—Esfantástico.¿Setehaocurridoati?—Sí.—Es esencialmantener el sentidodel humor cuandode repente pareceque el
mundosehaconvertidoenunlugarmuyextraño.¿Cómotellamas?—Howard.Soyelnúmerounodelcapitán.ElcapitánOrc.Unaoleadadeinquietudrecorriólamultitud.Cainelainterpretóalinstante.—EsperoqueelcapitánOrcytúossuméisamíyacualquierotroquequiera
sentarse a hablar de nuestros planes de futuro. Porque tenemos un plan para elfuturo—recalcóestaúltimafraseconunmovimientodecorte,comosidejaraatráselpasado.
—¡Quieroamimami!—gritóderepenteunniñopequeño.Todossecallaron.Elchicoexpresabaloquetodossentían.Cainebajódeunsaltodelcocheyseacercóhastaelniño.Searrodillóanteély
lecogiólasmanos.Lepreguntócómosellamaba,yvolvióapresentarse.
—Todos queremos que vuelvan nuestros padres—dijo en voz baja, pero lobastante alto comoparaque looyeranclaramente losquequedabanmáscerca—.Todosqueremoseso.Ycreoqueesosucederá.Creoqueveremosatodosnuestrospadres,yanuestroshermanosmayores,einclusoanuestrosprofesores.Deverdadlocreo.¿Tútambiénlocrees?
—Sí—sollozóelniño.Caineloenvolvióenunabrazoyañadió:—Séfuerte.Séelniñofuertequequerríatumami.—Québuenoes—señalóAstrid—.Esbuenísimo.Entonces Caine se puso en pie. La gente había formado un círculo a su
alrededor,cerca,perorespetandosuespacio.—Todos tenemos que ser fuertes. Todos tenemos que superar esto. Si
trabajamos juntos para elegir buenos líderes y hacemos lo que debemos, lolograremos.
Lamultitudenteradeniñospareciócrecerunpoco.Habíamiradasdecididasenrostrosantesagotadosyasustados.
Samestabahipnotizadoanteaquellaactuación.Enpocosminutos,Cainehabíaimbuidoesperanzaaungrupomuyasustadoydesanimado.
Astrid también parecía hipnotizada, aunque Sam detectó el destello frío delescepticismoensumirada.
El propio Sam se mostraba escéptico. Desconfiaba de las exhibicionesensayadas. Desconfiaba del encanto. Pero costaba no pensar que al menos CaineintentaballegaraloschicosdePerdidoBeach.Costabanocreerenél,aunquefueraunpoco.YsiCaineteníarealmenteunplan,¿acasoesonoerabueno?Nadieparecíatenerniidea.
Cainevolvióaalzarlavoz:—Sia todos losdeaquíosparecebien,megustaría tomarprestada la iglesia.
Me gustaría sentarme con vuestros líderes, en presencia de nuestro Señor, ycomentar mi plan, y cualquier cambio que queráis hacer. ¿Hay… ejem… unadocenadepersonasquepuedanhablarporvosotros?
—¡Yo!—exclamóOrc,abriéndosepasoaempujones.Aúnllevabasubatedebéisboldealuminio.Ysehabíaapoderadodeuncascode
policía, uno de los cascos de plástico negro que usaban los policías de PerdidoBeachcuandopatrullabanenbicicleta.
Cainelanzóunamiradapenetrantealmatón.—TúdebesdeserelcapitánOrc.
—Sí.Esesoyyo.Caineletendiólamano.—Encantadodeconocerle,capitán.Orcsequedóboquiabierto.Dudó.Sampensóquedebíadeserlaprimeravezen
laturbulentavidadeOrcquealguienledecíaqueestabaencantadodeconocerle.Yprobablemente la primeravezque alguien seofrecía a darle lamano.Orc estabaclaramenteconfundido,ymiróaHoward.
Howard miraba alternativamente a Orc y a Caine, tratando de evaluar lasituación.
—Leestárindiendohonores,capitán—acabóseñalandoHoward.Orcgruñó,sepasóelbatedelamanoderechaa la izquierda,y leextendiósu
gruesazarpa.CainelaagarróconambasmanosymiróconairedegravedadaOrcalosojosmientrasselaestrechaba.
—Quélisto—comentóAstridenvozbaja.SosteniendoaúnlamanodeOrcconlasuya,Cainelosdesafió:—Vamos,¿quiénmáshablaporPerdidoBeach?BettelaVivarachaintervino:—Sam Temple entró en un edificio ardiendo para rescatar a una niña. Tiene
permisoparahablarpormí.Seoyóunmurmullocolectivoafavor.—Sí,Samesunhéroedeverdad—saltóunavoz.—Podríahabermuerto—losecundóotra.—¡Sí,Sameselindicado!La sonrisa de Caine apareció y se desvaneció tan rápido que Sam no estaba
segurodeloquehabíasucedido.Duranteunmicrosegundoleparecióquereflejabaunaexpresióntriunfante.CainecaminóhastaSam,abiertoydecidido,conlamanoextendida.
—Probablementehaygentemejorqueyo—opinóSam,apartándose.PeroCaineloagarródelcodoehizoqueledieralamano.—Sam, ¿verdad? Parece que eres un auténtico héroe. ¿Eres familia de la
enfermeradenuestraescuela,ConnieTemple?—Esmimadre.—No me sorprende que tenga un hijo valiente —comentó Caine—. Es una
mujermuybuena.Veoqueereshumildeademásdevaliente,Sam,peroyo…tengoquepedirteayuda.Necesitotuayuda.
Al mencionar a su madre, todo encajó en su sitio. Caine, «C». ¿Cuántas
posibilidadeshabíadeque«C»fueraotrochicodeCoates?
Tardeo temprano,C.oalgunodeellosharáalgograve.Alguiensaldráherido.ComolepasóaS.conT…
—Vale—accedióSam—.Siesoesloquelagentequiere.Semencionaronunos cuantosnombresmás, ySam, sin entusiasmopero leal,
mencionóaQuinn.LosojosdeCainepasarondeSamaQuinn,yduranteunadécimadesegundola
miradadelchicodeCoatesserevelócínicayastuta.Peronodurónada,sustituidaporsuexpresiónensayadadehumildadydeterminación.
—Entremosjuntos—propusoCaine.Sevolvióysemarchódecididoasubirlosescalonesdelaiglesia.Elrestode
loselegidosformóunafilatrasél.UnadelaschicasdeCoates,deojososcurosymuyguapa,abordóaSamyle
tendiólamano.Samselacogió.—SoyDiana—anunció,sinsoltarlelamano—.DianaLadris.—SamTemple.Lamiradanegroazuladodelachicaseencontróconlasuya.Élqueríaapartar
lavista,yaquesesentíaincómodo,peroporalgúnmotivonopodía.—¡Ah! —exclamó ella, como si alguien le hubiera contado algo fascinante.
Entonceslosoltóysonrió—.Puesmuybien.Másvalequeentremos.NoquerremosdejaralLíderIntrépidosinseguidores.
Era una iglesia católica, construida un centenar de años atrás por un hombrericoqueteníaunafábricadeconservasquesehallabaoxidadayabandonada,comounamonstruosidaddezincjuntoalpuertodeportivo.
Con sus arcos elevados, media docena de estatuas de santos y maravillososbancosdemaderadesgastados,laiglesiaeraprobablementemuchomásmajestuosadeloquemerecíalapequeñaciudaddePerdidoBeach.Delasseisventanasaltasypuntiagudas, tres conservaban sus vidrieras de colores con sus representacionesoriginalesde Jesúsendiversasparábolas.Lasotras tres sehabíanperdidoconeltranscursodel tiempo, el vandalismo, el climao los terremotosy sehabíanvistosustituidasporvidrierasdecoloresmásbaratascondibujosabstractos.
Cuando Astrid entró en la iglesia se arrodilló y santiguómientras miraba elintimidatoriocrucifijograndeencimadelaltar.
—¿Aquíesdondevasalaiglesia?—lepreguntóSamenunsusurro.—Sí,¿ytú?Sammeneó la cabeza.Era la primeravezque entraba.Sumadre era judía no
practicante, nadie hablaba de la religión de su padre, y el propio Sam solo seinteresaba vagamente por la religión. La iglesia le hacía sentir pequeño y desdeluegofueradelugar.
Cainesedesplazóconseguridadhastaelaltar,quenoeramuygrande,tansoloun rectángulo de mármol claro en lo alto de tres escalones cubiertos por unaalfombra granate. No se acercó hasta el púlpito anticuado y alzado, sino que sequedóenelsegundodelostresescalones.
Entotalhabíaquincechicos,incluidosSamTemple,Quinn,AstridyPete,AlbertHillsboroughyMaryTerrafino;ElwoodBooker, elmejor atleta denoveno, y sunovia, Dahra Baidoo; Orc, cuyo nombre real se rumoreaba que era CharlesMerriman,HowardBassemyCookie,cuyonombrerealeraTonyGilder.
De la Academia Coates, además de Caine Soren, estaban Drake Merwin, unchicosonrienteyjuguetóndemiradamalvadaconelpeloenmarañadodelcolordelaarena,DianaLadris,yunchicodequintoconpintadeperdido,gafasgrandesyelpelorubiodereciénlevantadoalqueCainepresentócomoJackeldelordenador.
Todos los chicos de PerdidoBeach se sentaron en los bancos, conOrc y lossuyosrepartidosporeldedelante.Jackeldelordenadorsesentótanalejadoenunlateral como pudo. Drake Merwin se quedó de pie sonriendo, con los brazoscruzados sobre el pecho, a la izquierda de Caine, y Diana Ladris vigilaba a lamultitudaladerechadeCaine.
SamvolvióadarsecuentadequeloschicosdeCoateslohabíanensayadotodoparaaquellamañana,desdeeldesfiledecoches—debíadehaberlescostadohorasdeprácticaalvolantellegaradominarlo—hastaaquellapresentación.LosplanesylasprácticasdebíandehaberseiniciadojustodespuésdequeempezaralaERA.
Esolepreocupaba.Despuésdehacertodaslaspresentaciones,Cainesepusoaexplicarsuplan.—Tenemos que trabajar juntos —anunció—. Creo que deberíamos
organizarnos para que no se destruyan las cosas, y para encargarnos de losproblemas. Creo que nuestro objetivo debería sermantener las cosas enmarcha.Así,cuandobajelabarrerayvuelvalagentequehadesaparecido,veránquesenoshadadobastantebienmantenerlotodoenfuncionamiento.
—Elcapitányaseencargadetodo—comentóHoward.—Esevidentequehahechountrabajoexcelente—concedióCaine,bajandolos
escalones y dirigiéndose aOrcmientras hablaba—. Pero es una carga. ¿Por quétendríaquehacerelcapitánOrctodoeltrabajo?Creoquenecesitamosunsistema,ycreoquenecesitamosunplan.CapitánOrc—sedirigiódirectamente almatón—:estoy seguro de que no quieres tener que asignar la comida y cuidar de losenfermosymantenerlaguarderíaenmarcha,yleertodaslascosasquetendríasqueleeryescribirtodaslascosasquetendríasqueescribir,paraestablecerunsistemaaquíenPerdidoBeach.
—HaadivinadoqueOrcescasianalfabeto—susurróAstrid.Orc miró a Howard, que parecía hipnotizado por Caine, y se encogió de
hombros.TalycomocomentóAstrid,lamencióndeleeryescribirloincomodaba.—Exactamente —afirmó Caine como si Orc le hubiera dado la razón con
palabras. Y volvió a convertirse en el centro de atención, dirigiéndose al grupoentero—: Parece que la electricidad funciona. Pero las comunicaciones no. MiamigoJackeldelordenadorcreequepuedehacerfuncionarlosmóvilesotravez.—Seoyóunmurmullodeexcitación,yCainealzó lasmanos—.Noquierodecirquepodamosllamaranadiefuerade…¿cuáleraeltérminobrillantedeHoward?LaERA.Peroalmenospodremoscomunicarnosentrenosotros.
LasmiradasseconcentraronenJackeldelordenador,quetragósalivayasintióconlacabeza,secolocóbienlasgafasysesonrojó.
—Tardaremos,perojuntospodemosconseguirlo—losalentóCaine.Yenfatizósucertezagolpeandoelpuñoderechocerradocontrasupalmaizquierda—.Ademásde un sheriff que de alguna manera se asegure de que se siguen las reglas, untrabajoquecreoqueDrakeMerwinestácapacitadoparahaceryaquesupadreesteniente de la patrulla de carretera, necesitaremos un jefe de bomberos paraencargarsedelasurgencias,yparaellopropongoaSamTemple.Basándomeenloquehadichoanteslagentesobresuvalienteactuaciónenelincendio,creoqueeslaelecciónevidente,¿noesasí?
Variaspersonasasintieronymurmuraronmostrándoseafavor.—Teestámarcandoelterreno—susurróAstrid—.Sabequecompitesconél.—Noconfíasenél—susurrótambiénSam.Noeraunapregunta.—Es unmanipulador—señalóAstrid—.No significa que seamalo. Igual no
estámal.—Samsalvólaferreteríaylaguardería.Ycasisalvaalaniña.Hablandodela
cual,alguientienequeenterrarla—intervinoMary.—Exacto—señalóCaine—. SiDios quiere, no tendremos que enfrentarnos a
esa necesidad otra vez, pero alguien tiene que enterrar a los muertos. Igual que
alguien tiene que ayudar a los que estén enfermos o heridos.Y alguien tiene quecuidardelosniñospequeños.
—Mary se ha dedicado a cuidar de los peques, es decir, de los pequeños—explicóDahraBaidoo—.EllaysuhermanoJohn.
—Pero necesitamos ayuda —intervino Mary enseguida—. Aún no hemospodidodormir.Senosacabanlospañalesylacomiday…—suspiró—todo.Johnyyoconocemosa losniñosahora,ypodemosmantener lascosasenmarcha,peronecesitamosayuda.Necesitamosmuchaayuda.
ParecióqueaCaine se le empañaban losojos, casi comosi fueraaderramarunalágrima.SedirigiórápidamentehastadondeestabaMary,lahizolevantarseylarodeóconelbrazo.
—Eresunapersonamuygenerosa,Mary.Tuhermanoytútendréiselpoderdereclutar…¿cuántaspersonasnecesitaréisparacuidardelospeques?
Marycalculómentalmente.—Nosotros dos y cuatro más, puede —entonces, al adquirir confianza, se
corrigió—: De hecho, necesitamos cuatro por la mañana, cuatro por la tarde ycuatro de noche. Y necesitamos pañales y leche en polvo. Y tenemos que poderpedircosasalagente,comocomida.
Caineasintió.—Los más jóvenes son nuestra mayor responsabilidad. Mary y John, tenéis
autoridadabsolutaparareclutaratodosloquenecesitéis,yexigir lossuministrosqueoshaganfalta.Sialguienosdiscute,Drakeysugente,incluidoelcapitánOrc,seasegurarándequeconsigáisloquenecesitáis.
Maryparecíaabrumadayagradecida.PeroHowardno.—¿Qué dices, ahora? Antes lo he dejado pasar, ¿pero ahora dices que Orc
trabaja para este tipo? —y apuntó con el pulgar a Drake, que sonrió como untiburón—.No trabajamosparanadie.ElcapitánOrcno trabajaparanadie,niconnadie,nisiguelasórdenesdenadie.
Sam vio que una expresión de furia helada aparecía brevemente en el rostroatractivodeCaine,peroseesfumótanprontocomoapareció.
Orcdebiódeverlatambién,porqueselevantó,yCookieconél.Ambosteníanbienagarradosunosbates.Drake,queaúnsonreía,seinterpusoentreellosyCaine.Seavecinabaunapelea,repentinacomountornado.
Lo extraño era queDianaLadrismiraba fijamente a Sam, como siOrc no lapreocupara.
Cainesuspiró,alzólasmanos,yutilizóambaspalmasparamesarseelcabello.Entonces se oyó un estruendo, que ascendió por el suelo y los bancos. Un
terremoto pequeño, menor, nada que muchos californianos, Sam incluido, nohubieransentidoconanterioridad.
Todo el mundo se puso en pie, todo el mundo sabía qué hacer cuando seproducíaunterremoto.
Peroentoncesoyeronunruidocomodeaceroymaderaresquebrajándose,yelcrucifijoseseparódelapared.Sesoltódelostornillosquelosostenían,comosiungiganteinvisiblelohubieraarrancado.
Nadiesemovió.Unalluviadeyesoypiedrascayósobreelaltar.El crucifijo cayó hacia delante. Cayó como un árbol derrumbado por una
motosierra.Mientrascaía,Cainepusolasmanosenjarras,yadoptóunaexpresiónsombría,
dura,furiosa.Elcrucifijodemásdetresmetrosymedioseestampócontralosbancosdela
fila delantera. El impacto resultó tan fuerte e inesperado como un accidente decoche.
OrcyHoward saltaronaun lado.PeroCookie fuedemasiado lento.Labarrahorizontaldelacruzlealcanzóelomoplatoderecho.
Cayóalsueloyempezóaextenderseunamancharoja.Todo sucedió en unos pocos segundos. Tan rápido que los chicos que se
pusieronenpiedeunsaltonotuvieronocasióndeecharacorrer.—¡Ayuda,ayuda!—gritóCookie.Yacía gimiendo en el suelo. La sangre le calaba la tela de la camiseta, y se
extendíaporelsuelo.ElwoodlequitólacruzdeencimayCookiegritó.Cainenosemovió.DrakeMerwinmirabafríamenteaOrc,conlosbrazosaún
cruzados,mostrándoseindiferente.DianaLadrisseguíamirandoaSam.Lasonrisasagazensurostronosequebró.AstridagarróaSamdelbrazoysusurró:—Salgamosdeaquí.Tenemosquehablar.Dianatambiéndetectóesegesto.—Aaaay,ayyy,¡ayuda,aytío,quemeduele!—gritabaCookie.OrcyHowardnosemovieronparaayudarasucolegacaído.Sinperderlacalma,Caineintervino:
—Esto es terrible. ¿Alguien sabe primeros auxilios? ¿Sam? Tu madre eraenfermera.
Pete, que permanecía callado y quieto como una piedra, comenzó a mecersecadavezmásrápido.Agitabalasmanoscomosiahuyentaraunataquedeabejas.
—Tengo que sacarlo de aquí, se está descontrolando…—comentó Astrid, yagarróaPete—.Asientodeventana,Petey,asientodeventana…
—Nosoyenfermero—protestóSam—.Nosé…FueDahraBaidooquienabandonóeltranceprovocadoporloatónitaqueestaba
ysearrodillójuntoaldoloridoyquejosoCookie.—Yoséalgodeprimerosauxilios.Elwood,ayúdame.—Creoquetenemosunaenfermanueva—anuncióCaine,quenoparecíanimás
agitadoni preocupadoque el directorde la escuela cuandoanunciabaunnombreparaelcuadrodehonor.
Diana se apartó, se deslizó hasta Caine y le susurró algo al oído. Los ojososcurosdeCaine recorrierona loschicosperplejos, comosi losanalizaraunoauno.Sonrió,yasintióhaciaDianademaneraimperceptible.
—Estareuniónseposponehastaquepodamosayudaranuestroamigoherido.¿Cómosellama?,¿Cookie?
LavozdeCookieapremiabaaúnmás,exigíaayuda,rozabalahisteria.—Medueledeverdad,meduelemucho,ayDios…Caine indicó aDrake yDiana que lo siguieran al bajar del altar. Pasaronpor
delantedeSam,siguiendoaAstridyPetequesalíandelaiglesia.Drakesedetuvoamediocamino,sevolvió,yhablóporprimeravez.—Ah…esto…¿capitánOrc?—comentóentonoburlón—.Hazquetugente,los
quenoestánheridos,sealineefuera.Decidiremostus…tareas—yañadióconunasonrisaqueeracasiungruñido—…másadelante.
QUINCE
251HORAS,32MINUTOS
JACKTARDÓENdarsecuentadequeteníaqueseguiraCaineylosdemásalexteriordelaiglesia.Selevantóderepenteysegolpeócontraelbanco,haciendounruidoqueatrajolaatencióndelchicocalladodelqueCainehabíadichoqueeraunhéroe.
—Perdón…—murmuróJack.Elchicocaminórápidamentehastalasalida.Alprincipionoveíaaningúnotro
de los chicos de Coates. Había mucha gente fuera de la iglesia, dando vueltas,hablando de lo que había pasado dentro. Los gritos de dolor de Cookie apenasquedabanamortiguados.
Jacklocalizóalachicaaltayrubiaquehabíavistoantesdentroconsuhermanopequeño.
—Perdona,¿sabesdóndehanidoCaineylosdemás?Lachicacuyonombrenorecordabalomiróalosojos.—Estáenelayuntamiento.¿Dóndepodríaestarsinonuestronuevolíder?AJacklecostabadetectarlosmaticesenelhabladelagente.Peronopasópor
altoelfríosarcasmodelachica.—Sientohabertemolestado.Jackse subió lasgafase intentó sonreíralmismo tiempo. Inclinó lacabezay
buscóelayuntamiento.—Estáaquímismo—señalólachica,yañadió—:MellamoAstrid.¿Realmente
creesquepuedesconseguirquefuncionenlosteléfonos?—Claro. Aunque tardaré. Ahora mismo la señal va de tu teléfono a la torre,
¿verdad?—El chico adoptó un tono condescendiente y dibujó con las manos laformadelatorreconrayosradiandohaciaella—.Entoncespasaaunsatélite,ydeahíaunrouter.Peroahoranopodemosenviarseñalesaunsatélite,asíque…
Leinterrumpióungritoterriblementefuertededolorprocedentedelinteriordelaiglesia,quelehizoestremecerse.
—¿Cómo sabes que no podemos comunicarnos con un satélite? —preguntóAstrid.
Jack parpadeó sorprendido y adoptó la expresión arrogante habitual cuandoalguiencuestionabasudominiotecnológico.
—Dudoquepudierasentenderlo.
—Ponmeaprueba,chico—loretóAstrid.ParasorpresadeJack,lachicaparecíaseguirtodoloquedecía.Asíquesepuso
a explicarle cómo podría volver a programar unos cuantos ordenadores buenosparaquehicieranderouterprimitivodelsistematelefónico.
—Noiríarápido.Quierodecirquenopodríaaguantarmásde,pongamos,unadocenadellamadasalavez,perodeberíafuncionaraunnivelbásico.
ElhermanopequeñodeAstridparecíamirarfijamentelasmanosdeJack,queelchicoretorcíanervioso.JackseponíanerviosopornoestarcercadeCaine.AntesdequebajarandesdelaAcademiaCoates,DrakeMerwinhabíaadvertidoatodoelmundo que debía limitarse a hablar con los chicos de Perdido Beach elmínimoimprescindible.YlasadvertenciasdeDrakeibanenserio.
—Bueno,mejorvoytirando…—empezóadecirJack.—Asíquetevanlosordenadores—Astridlodetuvo.—Sí.Mevalatecnología.—¿Cuántosañostienes?—Doce.—Muyjovenparateneresashabilidades.Jackseriorestándoleimportancia.—Nomecuestahacernadadeloqueheestadohablando.Muchagentenopuede,
peroamínomecuesta.Jack nunca había ocultado sus habilidades tecnológicas. Consiguió su primer
ordenadorensucuartaNavidad.Suspadresaúnexplicabanlahistoriadecómosepasócatorcehorasdelantedelordenadoraquelprimerdía,parandosolamenteparatomarbarrasdeNutri-Grainyzumos.
Cuando tenía cinco años ya sabía instalar programas sin dificultad y navegarpor laweb.Cuando cumplió los seis sus padres le pedíanque les ayudara con elordenador.Alosochoteníasupropiawebyaportabaasistenciatécnicanooficialensuescuela.
Alosnueve,Jackentróenelsistemainformáticodelapolicíalocalparaborrarunamultaporexcesodevelocidaddelpadredeunamigo.
Suspadresseenteraronylesentróelpánico.ElsemestresiguientelopasóenlaAcademiaCoates,queeraellugardondeenviabanalosniñoslistosydifíciles.
PeroJacknoeradifícil,ylemolestabaquepensaranquesí.Encualquiercaso,elcambionolesirvióparanometerseenlíos.Alcontrario,enCoateshabíachicosalosquelospadresdeJackhabríanconsideradounamalainfluencia.Algunosdeellos,muymala.
Yalgunoseranmalossinmás.—Asíque,¿quéesloqueteresultaríadifícil?—preguntóAstrid.—Casi nada —respondió el chico sinceramente—. Pero lo que me gustaría
haceresconseguirquefuncioneinternet.Aquíenla…comosellame.—PareceserquelallamamoslaERA.—Sí.AquíenlaERA.Quierodecir,basándomeenelnúmerodecasasytiendas,
diría que hay unos doscientos veinticinco ordenadores decentes. El territorio esbastantepequeño,asíqueresultaríabastantefácilmontarunaredwi-fi.Esoesfácil.YsituvieraaunquesolofueraunpardeG5paratrabajar,creoquepodríamontarunaredlocallimitada.
Jacksonriófelizalpensarentodoaquello.—Esoestaríagenial.Asíque,dime, Jackeldel…¿debería realmente llamarte
Jackeldelordenador?—Todoelmundomellamaasí.OavecessoloJack.—Deacuerdo,Jack.¿QuéesloquequierehacerCaine?AJacklopillódesprevenido.—¿Qué?—¿Quéesloquequierehacer?Eresunchicolisto,seguroquealgosabes.Jackqueríamarcharse,peronosabíacómo.Astridseacercóylepusolamano
enelbrazo.Éllemirólamano.—Séquetramaalgo—comentóAstrid.Suhermanopequeñoconcentrósusojos
grandescomoplatosyhabitualmentedistraídosenJack—.¿Sabesloquecreo?Jacknegóconlacabezalentamente.—Creo que eres una buena persona—continuóAstrid—. Creo que eresmuy
listo,asíqueaveceslagentenotetratamuybien.Lesasustatutalento.Eintentanutilizarte.
Jacknopudoreprimirseyasintióaloíraquellasafirmaciones.—PeronocreoqueDrakeseabuenapersona.Noloes,¿verdad?Jack se mantuvo muy quieto. No quería decir nada. No era tan rápido
entendiendo a las personas como a las máquinas. La gente no solía ser taninteresante…
—Esunmatón,¿verdad?Drake,quierodecir.Jacknodijonada.—Esomeparecía.¿YCaine?Jacknorespondió,peroAstriddejó lapreguntaenelaire.Jack tragósalivae
intentóapartarlavista,peronoleresultabafácil.
—Caine—repitióAstrid—.Lepasaalgomalo,¿verdad?LaresistenciadeJackeldelordenadorsedesmoronó,peronosucautela.—Puedehacercosas—susurró—.Puede…—¡Jack,estásahí!JackyAstriddieronunrespingo.EraDianaLadris,queasintiócordialmenteal
veraAstrid.—Esperoquetuhermanopequeñoestébien.Hassalidotanrápidoquepensaba
queigualestabaenfermo…—No,no,estábien.—Tienesuertedetenerte—y,mientraslodecía,DianacogiólamanodeAstrid,
comosifueraaestrechársela.PeroJacksabíaquenoeraasí.Astridapartólamano.Dianateníaunabonitasonrisa,peroenaquelmomentonolamostraba.Jackse
preguntaba si Diana habría podido terminar con Astrid. Probablemente no: solíatardarmáseninterpretarelniveldeenergíadelosdemás.
Elambientetensoseviointerrumpidoporelruidodeunmotordiésel.Eraunchicoconpintademexicano,queconducíaunaexcavadoraporlacalle.
—¿Quiénesese?—preguntóDiana.—Edilio—explicóAstrid.—¿Yquéhace?El chico de la excavadora empezó a cavar una zanja justo en el césped de la
plaza,cercadelaaceradondeyacíaelcuerpodelaniñabajolamanta,quetodosevitaban.
—¿Quéhace?—repitióDiana.—Creoqueenterraralaniñamuerta—respondióAstridenvozbaja.—Cainenolehadichoquehicieraeso.Dianafruncióelceño.—¿Yquémásda?—le espetóAstrid—.Hayquehacerlo.Dehecho, creoque
voyairaversipuedoayudar.Yasabes,sileparecebienaCaine.Diananosonrió.Perotampocogruñó,yJacklehabíavistohacerloenmásde
unaocasión.—Parecesbuenachica,Astrid—comentóDiana—.Seguroqueeresunadeesas
chicas listas al estilo de Lisa Simpson, llena de buenas ideas y preocupada porsalvarelplanetaoquéséyo.Perolascosashancambiado.Estayanoestuantiguavida.Es…¿sabescómoes?Comosiantesvivierasenunbarriomuybueno,yahoravivesenunomuyduro.Ynoparecesdura,Astrid.
—¿Qué la ha provocado? La ERA digo. ¿Lo sabes? —exigió saber Astrid,negándoseaquelaintimidara.
Dianaserio.—Alienígenas. Dios. Un cambio repentino en el continuo espacio-tiempo. He
oído a alguien llamarte Astrid la Genio, así que probablemente ya se te hanocurrido explicaciones que yo ni me imagino. No importa. Ha pasado. Y aquíestamos.
—¿QuéesloquequiereCaine?—preguntóAstrid.JacknosepodíacreerqueAstridnosehubieraacobardadoantelaseguridadde
Diana.Lamayoríadelagentesíseveíaintimidada.Lamayoríadegentenopodíahacerlefrente.Ysilohacían,searrepentían.
A Jack le pareció detectar un destello de admiración en los ojos oscuros deDiana.
—¿QuequéquiereCaine?Élquiereloquequiere.Yloconseguirá—respondióDiana—.Ahora, vete corriendo al funeral. Apártate demi camino.Y cuida de tuhermanopequeño.¿Jack?
Aloírsunombre,Jacksaliódesutrance.—Sí.—Ven.Jack empezó a seguir a Diana, avergonzado de su obediencia inmediata y
perruna.Subieronlosescalonesdelayuntamiento.Cainehabíaocupadoeldespachodel
alcalde, lo que no sorprendió a nadie que lo conociera. Estaba sentado tras unescritorioenormedecaoba,balanceándoselentamentedeladoaladoenunasilladecuerogranatedemasiadogrande.
—¿Adóndehasido?—preguntóCaine.—HeidoabuscaraJack.Caineparpadeó.—¿YdóndeestabaJackeldelordenador?—Enningúnsitio.Estabadandovueltas,perdido.Jacksepercató,perplejo,dequeDianaleestabacubriendo.—Me he topado con la chica—comentó Diana—. La rubia con el hermano
extraño.—¿Sí?—La llamanAstrid laGenio.Creo que está relacionada con ese chico, el del
incendio.
—SellamaSam—lerecordóCaine.—CreoquetenemosquevigilaraAstrid.—¿Lahasleído?—preguntóCaine.—Enparte,asíquenoestoysegura.Caineextendiólasmanosmostrandosuexasperación.—¿Porquétengoquesuplicarinformación?Dímelosinmás.—Creoquetienedosbarras.—¿Y tienes alguna idea de cuáles pueden ser sus poderes? ¿Encendedor?
¿Acelerador?¿Camaleón?OtraDekkano,por favor.Eradifícil.YesperoquenoseaotraLectoracomotú,Diana.
Diananegóconlacabeza.—Niidea.Nisiquieraestoyseguradequellenedosbarras.Caineasintió,yactoseguidosuspirócomosillevaraelpesodelmundosobre
loshombros.—Ponlaenlalista,Jack.AstridlaGenio:dosbarras.Conuninterrogante.Jack sacó su PDA. Ya no tenía internet, claro, pero sus otras funciones aún
servían.Introdujoelcódigodeseguridadyabrióelarchivo.Seabrió la lista.Habíaveintiochonombresenella, todosdechicosdeCoates.
Enlacolumnadespuésdecadanombrehabíaunnúmero:uno,dosotres.Solounnombreteníauncuatroacontinuación:eldeCaineSoren.
Jackseconcentróenteclearlainformación.Astrid.Dosbarras.Interrogante.Tratódenopensarenloqueesosignificabaparalachicarubiayguapa.—Ha idomejor de lo que esperaba—comentó Caine a Diana—. Predije que
habríaalgúnmatónalquetendríamosqueenfrentarnos.Ydijequehabríaunlídernatural.Hacemosqueelmatóntrabajeparanosotros,yvigilamosallíderhastaquepodamosenfrentarnosaél.
—Lovigilaré—añadióDiana—.Esmono.—¿Haspodidoleerlo?JackhabíavistoqueDianalecogíalamanoaSam.Asíquesequedóalucinado
cuandoDianarespondió:—No.Nohetenidoocasión.Jack frunció el ceño, pues no sabía si debía recordárselo a Diana. Pero era
estupidez.ClaroqueDianasabríasihabíaleídoaSamono.—Hazlo tan pronto como puedas —le insistió Caine—. ¿Has visto cómo lo
mirabantodos?Ycuandohepedidoquemenombraranagente,elsuyohasidoel
primer nombremencionado. Nome gusta que sea hijo de la enfermera Temple.Vayaconlacoincidencia.Léelo.Sitieneelpoder,puedequenopodamosesperaraenfrentarnosaél.
Lanasehabíacurado.Peroestabadébil.Hambrienta.Sedienta.Lasederalopeor.Nosabíasipodríasoportarlo.Perohabíavividouninfiernoysobrevivido.Y,poresemotivo,albergabacierta
esperanza.El sol había salido, pero aún no la rozaba con sus rayos. El barranco estaba
sombreado.Lanasabíaquelomejorquepodíahacereravolveralranchoantesdequelatierraquemaratantocomounpastelreciénsalidodelhorno.
—Notepongasapensarencomida—bramó.Laanimódescubrirqueaúnteníavoz.Trató de trepar otra vez hasta la carretera, pero dos rodillas peladas y dos
palmas escoriadas más tarde reconoció que no podía conseguirlo. Ni siquieraPatrickpodía.Estabademasiadoempinado.
Sololequedabaseguirelbarrancohastaque,consuerte,fueraapararaalgunaparte. No era un camino fácil. En general, la tierra estaba dura, pero en otroslugaressemovíaydeslizabaylahacíatropezar.
Cada vez que caía, le costaba aúnmás volverse a levantar. Patrick resollaba,caminabamásquesaltaba,tancansadoydoloridocomoellamisma.
—Estamosjuntosenesto,¿verdad,muchacho?—comentólachica.Los arbustos le arañaban las piernas, y las rocas le amorataban los pies. En
algunospuntoshabíaqueevitarmatorralesdeespino.Hubounpuntoenelquenopudo sortearlos, y tuvo que atravesarlos con mucho cuidado, muy despacio,acumulandoarañazosqueardíancomoelfuegoensuspiernasdesnudas.
Pero, una vez pasado elmatorral, apoyó lamano en los arañazos y el dolordisminuyó.Unosdiezminutosmástarde,yanoquedabanirastrodeellos.
Eraunmilagro.Lanaestabaconvencida.Sabíaquenoteníaelpoderdecuraraperrosopersonas.Nolohabíahechonuncaantes.Peronosabíacómoseproducíaelmilagro.Sumenteestabaconcentradaentemasmásurgentes:cómoescalarunacuesta repentina, o bordear esa zona de zarzas, o dónde, dónde, dónde podríaencontrarcomidayaguaenaquelpaisajereseco.
Deseabahaberprestadomuchamásatenciónalterrenocuandoibanyveníandel
rancho a la furgoneta. ¿Llevaba aquel barranco al rancho o pasaba de largo?¿Estaba a punto de llegar? ¿Se dirigía a ciegas hacia el auténtico desierto? ¿Laestababuscandoalguien?
Las paredes del barranco ya no eran elevadas, pero sí igual de empinadas, ycada vez se acercabanmás. El barranco se estaba estrechando. Eso tenía que serbueno.Siseestrechabaysehacíamásbajo,¿nodebíadeestaracercándosealfinal?
Lanamiraba el suelo, por si hubiera serpientes, cuando Patrick se detuvo enseco.
—¿Quépasa,chico?—peroellatambiénvioloquepasaba.Una pared atravesaba el barranco.Una pared increíblemente alta,muchomás
altaqueelbarrancoensí,unabarrerahechade…algoquenohabíavistoantes.Eltamañodescomunaldelapared,combinadoconloextrañoqueresultabaque
estuvieraenaquellugar,hizoqueelmiedoseapoderaradeLana.Peronoparecíaquelaparedhicieranada.Noeramásqueunmuro.Unmurotranslúcido,comodeleche aguada. Brillaba un poco, como si fuera un efecto especial en vídeo. Eraabsurdo.Imposible.Unapareddondenohabíamotivosparaquehubieraunapared.
Lanaseacercó,peroPatricknoquiso.—Tenemosqueiraverquées,muchacho—loapremió.Patrick no estaba de acuerdo. No tenía ningún interés en ver lo que era. Al
acercarse,Lanavislumbróundébilreflejodesímisma.—Probablementeseamejorquenomevea—murmuró.Tenía el pelo tieso por la sangre reseca. Sabía que estaba sucia.Veía la ropa
rasgada,ynodeunmodoartísticoymoderno,sinohecha jironesporaquíyporallá.
Lanarecorriólosúltimoscentímetroshastalabarreraylatocóconundedo.—¡Aaah!Gritó y apartó el dedo. Antes del accidente habría descrito el dolor como
punzante.Ahorateníaunumbraldedolormáselevado.Peronovolveríaatocarelmuro.
—¿Unaespeciedevallaeléctrica?—preguntóaPatrick—.¿Quéhaceaquí?Ya no le quedaba ninguna otra opción salvo intentar escalar por un lado del
barranco.ElproblemaeraqueLanaestababastanteseguradequeelranchoquedabaalaizquierda,yporeseladonosepodíatrepar.Habríanecesitadocuerdayclavos.
Leparecióquepodríaascenderpor laderecha,yendode la rocaescarpadaalsaliente con tendencia a desmoronarse. Pero, en ese caso, a no ser que estuvieratotalmentedesorientada,elbarrancoquedaríasituadoentreelranchoyella.
Laalternativaquelequedabaeravolverpordondehabíavenido.Habíatardadomediodíaenllegarhastaallí.Seharíadenocheantesdequevolvieraalpuntodepartida.Moriríajustodondehabíaempezado.
—Vamos,Patrick.Salgamosdeaquí.Tardóloqueleparecióunahoraenescalarporlacuestadeladerecha,bajola
miradasilenciosaysiniestradelaparedqueLanahabíallegadoaconsiderarunservivo,unafuerzadescomunalymalévoladecididaadetenerla.
Cuandoalcanzófinalmentelapartedearriba,parpadeó,seprotegiódelsolconlamanoyexaminóelespacioenterodeizquierdaaderecha.Yentoncesfuecuandocasisevinoabajo.Noveíanirastrodelacarretera.Nirastrodelrancho.Solounacadenaescarpadaypocomásdeunkilómetroymediodetierrallanaantesdetenerqueempezaraescalar.
Yaquellaparedimposible.Aquellaparedimposiblequenopodíaestarallí.Unodeloscaminosestababloqueadoporelbarranco,elotroporlasmontañas,
yelterceroporlaparedqueatravesabaelpaisajecomosiacabaradecaerdelcielo.El único camino abierto se hallaba por donde había venido, en una franja
angostadetierraqueseguíaelbarranco.Seprotegiólosojosyparpadeóporlaluzdelsol.
—Espera—ledijoaPatrick—.Allíhayalgo.Acurrucada juntoa labarrera,nomuy lejosdelpiede lasmontañas…¿había
realmenteunaparcelaverde,quebrillabadebidoalcalorcreciente?Teníaqueserunespejismo.
—¿Quéteparece,Patrick?Patricksemostrabaindiferente.Yanoteníaánimos.Noestabaenmejorforma
quelapropiaLana.—Meparecequeloúnicoquetenemosesunespejismo—comentóLana.Se dirigieron hacia allí juntos. Al menos era más fácil que trepar por el
barranco. Pero el sol se había convertido en un martillo, y golpeaba la cabezadesprotegidadeLana.Notabacómosucuerpose ibarindiendoporquesuespírituestabaatormentadoporlasdudas.Perseguíaunespejismoconlaspocasfuerzasquelequedaban.Semoriríapersiguiendounestúpidoespejismo.
Perolaparcelaverdenodesapareció.Aumentóunpocodetamañoalcerrarladistancia.LaconcienciadeLanaseconsumíacomounavelaparpadeante,oscilante:se mantenía alerta unos segundos para, a continuación, perderse en un sueñoinforme.
Lana iba tambaleándose, arrastrando los pies, medio cegada por el brillo
implacabledelsol,cuandosediocuentadequeyanopisabaarenasinohierba.Losdedosdelospiesnotaronlaesponjosidaddelahierba.Eraunaparcelaminúscula,detresmetrosymedioportresmetrosymedio.En
elcentrohabíaunaspersorqueibahaciadelanteyhaciaatrás.Noestabaencendido.Pero del aspersor salía una manguera. Y la manguera llevaba a una cabaña demadera,sinventanas.
Noeraunagrancabaña,nomuchomásgrandequeunahabitación individual.Detrásde lacabañahabíaunacasetademaderamedioderruida.Yunaespeciedemolino,queenrealidadnoeramásqueunahélicedeavióncolocadaenloaltodeunatorredestartaladadeseismetrosdealto.
Lanarecorriólamangueratambaleándose,buscandosuorigen.Procedíadeuntanquedeaceroantespintado, ahorapulido, subidoaunaplataformade traviesascolocadasbajoelmolino.Unatuberíaoxidadasobresalíatambiéndedebajo.Habíaválvulasy tubospara conectarlos.Lamanguera terminabaenungrifo soldadoalextremodeltanque.
—Esunpozo,Patrick—señaló.Lanamanipulófrenéticaytorpementelaconexióndelamanguerahastaquese
soltó. Abrió el grifo. Salió agua a chorros, caliente y apestando a minerales yóxido.
Lanadejóqueelagualeresbalaraporlacara.Dejóquelelavaralasangredelrostro.Dejóquelesuavizaraelpelollenodecostras.
Pero no había llegado tan lejos como para dejar que la salvación se leescurriera por un placer momentáneo. Volvió a cerrar el grifo. La última gotatemblóenellabioseco.Lacogióconlayemadeldedoylautilizóparalimpiarselacostradelojoensangrentado.
Yentonces,porprimeravezennosabíacuántotiempo,serio.—Aúnnoestamosmuertos,¿verdad,Patrick?—comentóLana—.Aúnno.
DIECISÉIS
171HORAS,12MINUTOS
—PRIMEROTIENEQUEhervirelagua,yluegoponeslapasta—indicóQuinn.—¿Yesocómolosabes?Sam no las tenía todas consigo, y daba vueltas a una caja azul de rotini
intentandoencontrarlasinstrucciones.—Porquehevistoamimadrehacerlocomounmillóndeveces.Elaguadebe
empezarahervirprimero.SamyQuinnsequedaronmirandolaollagrandedeaguaenelfuego.—Simirasunaollanuncahierve—señalóEdilio.SamyQuinnapartaronlavista,yEdilioserio.—Noesmásqueundicho.Noesverdad.—Yalosabía—dijoSam,yacontinuaciónserio—.Deacuerdo,nolosabía.—Igualyapuedescalentarlacontusmanosmágicas—sugirióQuinn.Samloignoró.LemolestabaqueQuinnbromearasobreeso.Elcuarteldebomberoserauncubodehormigóndedospisos.En lapartede
abajoestabaelgarajequealbergabaelcochedebomberosylaambulancia.El segundopiso era la zonahabitable, una habitacióngrandeque comprendía
una cocina, unamesa oblonga y un par de sofás que no combinaban.Una puertaconducíaaunahabitaciónestrecha,aparte,conliteras,dondecabíanseispersonas.
La habitación principal trataba de parecer alegre sin lograrlo.Había fotos debomberos,algunoserguidosenposesformales,otrosbromeandoconsuscolegas.Había cartas de agradecimiento, incluidas cartas ilustradas de la visita de los deprimero, todas las cuales empezaban con «Querido bombero», aunque a vecesestabanmalescritas.
Había una mesa redonda grande que mostraba los restos de una partida depóquer abandonada abruptamente —manos de cartas caídas, fichas, cigarros enceniceros—cuandolostresllegaron,peroyalahabíanlimpiado.
Y había una despensa sorprendentemente bien provista: tarros de salsa detomate,latasdesopa,cajasdepasta.Habíaunacajarojalacadadegalletascaseras,bastanteranciasperonoincomiblessiseponíanquincesegundosenelmicroondas.
Sam aceptó que lo nombraran jefe de bomberos. No porque quisiera, sinoporque muchas otras personas parecían desear que lo fuera. Esperaba que en
realidad nadie le pidiera hacer nada, porque tras pasar tres días en el cuartel debomberos apenas sabían cómo poner en marcha el coche, y ya no digamosconducirloohaceralgoconél.
La única vez que un chico se presentó corriendo y gritando «¡Fuego!», Sam,QuinnyEdiliocargaronyarrastraronunamanguerayunallavederiegoduranteseismanzanasparaluegodescubrirqueelhermanodelchicohabíapuestounalataenelmicroondas.Elhumotansoloprocedíadelhornoquemado.
Pero,asufavor,hayquedecirquesabíandóndeencontrartodoslossuministrosde urgencia en la ambulancia. Y habían practicado con lamanguera grande y labocaderiegoparasermásrápidosyeficacesqueEdilioenelprimerincendio.
Ydominabanlabarradelosbomberos.—Senosestáacabandoelpan—comentóEdilio.—Nonecesitas pan si tenemos pasta—señaló Sam—.Ambos son hidratos de
carbono.—¿Quién habla de nutrición? Se supone que tienes que comer pan con la
comida.—Pensabaquetugentecomíatortillas—intervinoQuinn.—Lastortillassonpan.—Bueno,puesnotenemospan—resumióSam—.Deningunaclase.—Enunasemanaoasí,nadietendrápan—señalóQuinn—.Hayqueircociendo
pan.Sino,seponemohosoalcabodeuntiempo.YahabíanpasadotresdíasdesdequeCaineysupandillasehabíandiseminado
porlaciudadysehabíanapoderadodeella.Tres días sin que apareciera nadie para rescatarlos. Tres días cada vez más
deprimentes.Tresdíasenlosquecadavezsehacíanmásalaideadeque,almenosdemomento,aquellaerasuvida.
YlaERAensí—todoelmundohabíapasadoallamarlaasí—yateníacincodíasdevida.Cincodíassinadultos.Cincodíassinmadres,padres,hermanosmayores,profesores,agentesdepolicía,dependientesdetiendas,pediatras,curasodentistas.Cincodíassintelevisión,internetoteléfonos.
Enunprimermomento,Cainehabíasidobien recibido.Lagentequeríasaberquehabíaalguienalmando.Lagentequería respuestas.Lagentequería reglas.ACaineseledabamuybienestablecersuautoridad.CadavezqueSamhabíatratadoconél, lehabía impresionadocómoCainesecomportabaconabsolutaseguridad,comosihubieranacidoparaello.
Pero,entansolotresdías,tambiénhabíansurgidodudas.Lasdudassecentraban
enCaineyDiana,peromásaúnenDrakeMerwin.Algunoschicosafirmabanquesenecesitaba a alguien que diera un poco de miedo para asegurarse de que seobedecíanlasreglas.Otroschicosestabandeacuerdoconeso,peroseñalabanqueDrakedabaalgomásqueunpocodemiedo.
LosniñosquedesafiabanaDrakeoasus llamadasrecibíanbofetadas,golpes,empujones,lostirabanalsueloy,enunaocasión,arrastraronaalguienaunbañoylemetieronlacabezaenél.ElmiedoaDrakesustituíaalmiedoalodesconocido.
—Séhacertortillasfrescas—comentóEdilio—.Solonecesitoharina,unpocodemanteca,salylevadura.Aquítenemosdetodo.
—Ahórrateloparalanochedetacos—leespetóQuinn,queagarrólapastadelasmanosdeSamylametióenlaolla.
—¿Oísalgo?Ediliopusomalacara.Sam yQuinn se quedaron inmóviles. El ruidomás fuerte que oían era el del
aguahirviendo.Peroentoncestodoslooyeron.Unavozquegemía.Sam dio tres pasos hacia la barra, enroscó las piernas y los brazos a su
alrededorysedejócaera travésdelhuecohastaaterrizarenelgaraje iluminadoporunaluzestridente.
Elgarajeestabaabiertoalairenocturno.Alguien—unachica,ajuzgarporsupelolargoyrojizo—sehabíadesplomadoenelumbral.Parecíacomosihubieraintentadoarrastrarse,moverse,sinllegarrealmenteaningunaparte.
Tresfigurasavanzaronhastalaentradaprocedentesdelacalle.—Ayúdame—suplicólaniñaenvozbaja.Samsearrodillóasulado.Yretrocediósorprendido.—¿Bette?El lado izquierdo de la cara de Bette la Vivaracha estaba cubierto de sangre.
Tenía un tajo sobre la sien. Jadeaba, estaba sin aliento, como si se hubieraderrumbadotrasunamaratóne intentaraacumular laenergíaque lequedabaparaarrastrarsehastalalíneademeta.
—Bette,¿quéhaocurrido?—¡Intentancogerme!—gritóBette,yseagarróalbrazodeSam.Lastresfigurasoscurasavanzaronhastaelbordedelcírculodeluz.Unadeellas
claramenteeraOrc.Nohabíaningúnotrochicoigualdegrande.EdilioyQuinnseacercaronalapuertadelgaraje.
SamsesoltódeBetteysecolocójuntoaEdilio.
—¡Siqueréisqueospegue,tíos,loharé!—gritóOrc.—¿Quéestápasandoaquí?—exigiósaberSam.Entrecerrólosojosyreconocióalosotrosdoschicos,unodeséptimollamado
Karl,yChaz,unode losdeoctavodeCoates.Los tres ibanarmadosconbatesdealuminio.
—Estonoesasuntotuyo—leadvirtióChaz—.Tenemosunasuntoentremanos.—¿Quéasunto?Orc,¿haspegadoaBette?—Harotolasreglas.—¿Haspegadoaunachica,tío?Edilioestabaindignado.—Cállate,espaldamojada—leespetóOrc.—¿DóndeestáHoward?—lepreguntóSam,paraentretenerlounpocomientras
tratabadedecidirquéhacer.YahabíaperdidounapeleaconOrc.Orcsetomólapreguntacomouninsulto.—NonecesitoaHowardparatratarcontigo,Sam.OrcsedirigióhaciaSam,perosedetuvoapocoscentímetrosdeél,ysecolocó
elbatesobreelhombrocomosiestuvieraapuntodegolpearlapelotaparaunhomerun. Como un bateador listo para el siguiente lanzamiento. Solo que, en aquellaocasión,lapelotaparecíaserlacabezadeSam:eraimposiblequenolediera.
—Apártate,Sam—leordenóOrc.—Deacuerdo,novolveréapasarporesto—afirmóQuinn—.Déjalequeledé,
Sam.—Nadade«déjale»—protestóOrc—.Hagoloquequiero.SampercibióunmovimientodetrásdeOrc.Habíagentebajandopor la calle,
veinteniñosomás.Orctambiénsediocuenta,ymiróasuespalda.—Notevanasalvar—leadvirtióOrc,ybalanceóelbateconfuerza.Samseagachó.Elbatepasóa todavelocidadporencimadesucabeza,yOrc
diomediavuelta,llevadoporelimpulso.Sam perdió el equilibrio, pero Edilio estaba preparado. Soltó un rugido y
arremetiódecabezacontraOrc.PuedequeEdiliofueralamitaddegrandequeOrc,peroelmatóncayóalsueloyquedódespatarradoenelsuelodehormigón.
ChazfueaporEdilio,intentandosepararlodeOrc.Lamultitud de chicos que había llegado corriendo por la calle avanzó hacia
ellos.Seoíanvocesenfadadasyamenazas,todasdirigidascontraOrc.Samsefijóenquegritaban,peroanadieledioprecisamentepormeterseenla
desigualpelea.Unavozinterrumpióelgriterío.—Quenadiesemueva—ordenóDrake.OrcapartóaEdilioysepusoenpiedeunsalto.Empezóapegaralchico,dando
puntapiés con sus Nike del 45 a un Edilio que se defendía con los brazos. Samintervinoparaayudarasuamigo,peroDrakefuemásrápido.SaltódetrásdeOrc,loagarródelpelo,letiródelacabezahaciaatrásylediouncodazoenlacara.
AOrcempezóasangrarlelanarizyaullóderabia.DrakevolvióapegarleydejóqueOrccayeradenuevoalsuelo.—¿Quépartede«quenadiesemueva»nohasentendido,Orc?—exigiósaber
Drake.Orc se apoyó en una rodilla y embistió a Drake como un jugador de fútbol
americano. Drake se apartó, ágil como un torero. Extendió la mano y ordenó aChaz:
—Dameeso.Chazleentregóelbate.Drakeasestóungolpebreveybruscoconelbateen lascostillasdeOrc.Otra
vez en los riñones, y otra vez en un lado de la cabeza. Cada golpe eramedido,preciso,efectivo.
Orcsediolavueltaimpotente,desprotegido.DrakepresionóelextremoanchodelbatecontralagargantadeOrc.—Tío,realmentetienesqueaprenderaescucharcuandohablo.EntoncesDrakeserio,diounpasoatrás,hizogirarelbateenelaire,loatrapóy
loapoyócontrasuhombro.—De acuerdo, ¿por qué no me dices lo que está pasando, señor jefe de
bomberos?—preguntóaSamconunasonrisadibujadaenelrostro.Samsehabíaenfrentadoamatones.PeronuncahabíavistoanadiecomoDrake
Merwin.OrcdebíadepesarveinticincokilosmásqueDrake,pero esteúltimo lohabíavapuleadocomoaunmuñeco.
SamseñalóaBette,queaúnestabatumbada.—CreoqueOrclahapegado.—¿Sí?¿Y?—Puesquenoibaadejarlequevolvieraahacerlo—afirmóSamtancalmado
comopudo.—Nomehaparecidoqueestuvierasapuntoderescataranadie.Mehaparecido
queteibanaarrancarlacabezadeungolpe—señalóDrake.
—¡Bettenohacíanadamalo!—gritóunavoz joveny agudaprocedentede lamultitud.
—Cállate—leespetóDrake,yseñalóaChaz—.Tú.Explicadequévaesto.Chazeraunchicoatléticoconelpelorubiocasialaalturadelosojosygafas
modernas. Llevaba el uniforme de Coates, sucio y arrugado después de usarlodurantevariosdías.
—Esachicaestabahaciendoalgo—señalóaBette—.Estabautilizandoelpoder.Samsintióescalofríos.Había mencionado el poder. Como si fuera algo que se mencionara en una
conversacióninformal.Comosifueraalgoquetodosconocían.—Vaya,¿aquéterefieres,Chaz?Drakesonreía,perosutonodevozeradeindiscutibleamenaza.—Anada—seapresuróaresponderChaz.—¡Hacíauntrucodemagia!—gritóunavoz—.Nohacíadañoanadie.—Lehedichoqueparara.Orc volvía a estar en pie, mirando a Drake con odio no disimulado, pero
tambiénconciertacautela.—Orceselayudantedel sheriff—recordóDrake—.Asíquecuando ledicea
alguienquedejedehaceralgomalo,tienequedejardehacerlo.Siestachicasehanegadoaobedecer,creoqueselohabuscado.
—Notienederechoapegaralagente—protestóSam.Drakesonreíacomountiburón:condemasiadosdientesymuypocohumor.—Alguientienequehacerquelagentesigalasreglas,¿verdad?—¿Hayreglasencontradehacertrucosdemagia?—preguntóEdilio.—Sí—respondióDrake—.Perosupongoquealgunagentenolosabía.¿Chaz?
Dalealjefedebomberoslaúltimacopiadelasreglas.Samaceptóunahojaarrugadaydobladasinmirarla.—Yalastienes.Ahorayaconoceslasreglas—dijoDrake.—Aquínadiehacemagia—intervinoQuinnentonoconciliador.—Entoncesmitrabajohaterminado.—Drakeseriodesupropiagraciaylanzó
elbatedebéisbolaChaz—.Deacuerdo.Idtodosacasa.—Bettesequedaráaquíunrato—comentóSam.—Loquetúdigas.Orc y los demás se fueron trasDrake.Lamultitud se abrió paso para dejarle
pasar.SamsearrodillóanteBette.
—Vamosaponerteunastiritas—ledijo.—¿Quéesesodelostrucosdemagia?—lepreguntóQuinn.Bettemeneólacabeza.—Nohasidonada.—Ha hecho que le salieran bolitas de luz de las manos—intervino una voz
joven—.Hasidountrucomuyguay.—Deacuerdo,chicos,yahabéisoídoloquehadichoDrake:marchaostodosde
aquí—ordenóQuinnenvozalta—.Idtodosacasa.Sam,QuinnyEdilioayudaronaBetteaentrary lasentaronen laambulancia.
Edilio usó las toallitas esterilizadas para limpiarle la sangre de la cara, aplicócremaantibióticayusódostiritasparacerrarlaherida.
—Puedespasarlanocheaquí,Bette—leindicóSam.—No,tengoquevolveracasa,mihermanomenecesitará,perogracias—Bette
consiguióesbozarunasonrisaparaEdilio—.Sientoquetehayanpateado.—Nohasidonada.Edilioseencogiódehombros,untantoincómodo.
Sam acompañó a Bette a casa. Quinn y Edilio subieron las escaleras con pasocansino.
Quinnseacercóalaollayutilizólaespumaderaparasacarunospocosrotini.Probóuno.
—Parecepapilla,tío—selamentó.—Demasiadohecho.Ediliolediolarazónalverloporencimadelhombro.—¿Cheerios?—propusoQuinn.Se sirvió unos cuantos y empezó a tararear para sí, decidido a no trabar
conversaciónconEdilio.Apenaspodíaaguantaralchico.Sualegría.Locompetenteque era en todo. Y, en aquelmismomomento, elmodo en que se había lanzadocontraOrccomoelsoldadodeuncomandomexicano.
Quinnpensabaqueeraunaestupidez,unaestupidezatacarauntipocomoOrc.EraterribleloquelehabíapasadoaBette,pero¿dequéservíameterseconalguienaquiennopodíasganar?SiDrakenohubieraaparecido,Edilio tendría suertedepoderseguircaminando.
Aunquepensandoenello…Samvolvió.Saludócon lacabezaaEdilioyapenasmiróaQuinn,queapretó
losdientes.Perfecto.Samestabafuriosoconélpornohabersemetidoenlapelea.¡ComosiSamfueraungranhéroe!QuinnrecordabamuchasvecesenlasqueSamsehabíarajadoanteolasalasqueQuinnsehabíasubido.Muchas.
—Lapastanohasobrevivido—informóQuinn.—He llevado a Bette a casa. Espero que esté bien—comentó Sam—.Me ha
dichoqueestababien.—Bette tiene lo mismo que tú, ¿verdad? —afirmó Quinn, mientras Sam se
sentabaysedisponíaacomeruncuencodecereales.—Sí.Puedequemenos, supongo.Mehadichoque loúnicoquesabehaceres
quelebrillenlasmanos.—Asíqueaúnnolehaquemadoelbrazoanadie,¿eh?QuinnestabahartodelmodoenqueSamlomirabaconunamezcladepenay
desprecio.Estabahartodequenolorespetaransoloporqueteníasentidocomúnynosemetíaenloquenoeraasuntosuyo.
Samlevantólavistaconlosojosentrecerrados,comosifueraapelearseporloque acababa de decirle. Pero apretó los labios adoptando una expresión grave,apartólacomidaynodijonada.
—Poresonose lopuedescontaranadie—señalóQuinn—.Lagentepensaráqueeresunbichoraro.Yyavesloquelespasaalosraros.
—Bettenoesrara—replicóSamobligándoseatranquilizarse,conlosdientesapretados—.Noesmásqueunaniñadelaescuela.
—Noseastonto,Sam—insistióQuinn—.Bette,Pete,laniñadelincendio,tú.Siyasoiscuatro,esquehaymás.Alagentenormalnolevaagustar.Lagentenormalvaapensarqueerespeligrosooquéséyo.
—¿Esoesloquepiensas,Quinn?—preguntóSamconvozcontenida.SeguíaevitandomiraraQuinnalosojos.Sam encontró la hoja con las reglas en su bolsillo de atrás, la desplegó y
extendiósobrelamesa.—Solo te digo que eches un vistazo a tu alrededor, tío. Los niños ya tienen
bastantedeloqueasustarse.¿Cómovalagentenormal…?—¿Puedesparardedecir«gentenormal»deesamanera?—protestóSam.Edilio,quehabíapasadoaejercerdeconciliadorhabitual entreSamyQuinn,
intervino:—Leeesasreglasenvozalta,colega.Samsuspiró.Alisóelpapelcuidadosamente,repasólapáginayemitióunruido
grosero:
—Lanúmerounodice queCaine es el alcalde dePerdidoBeachy de toda lazonaconocidacomolaERA.
—Noselotienemuycreído,¿no?—resoplóEdilio.—Númerodos.Drakeeselsheriffytieneelpoderdehacercumplirlasreglas.
Número tres, yo soy el jefe de bomberos y responsable de responder a lasurgencias.Québien.Quésuertetengo.—Samlevantólavistayañadió—:Tenemos.
—Québienqueteacuerdasdelosdeabajo—leespetóQuinn.—Número cuatro, nadie puede entrar en ninguna tienda ni sacar nada sin
permisodelalcaldeoelsheriff.—¿Yesotemolesta?—protestóQuinn—.Lagentenopuedededicarsearobar
cosassinmás.—No me molesta —reconoció Sam, un tanto reticente—. La cinco dice que
todos tenemos que ayudar aMary en la guardería, proporcionarle lo que pida, yayudarlacuandolopida.Deacuerdo,meparecejusto.Seis:nomatarás.
—¿Deverdad?—preguntóQuinn.Sam sonrió lánguidamente, como hacía cuando estaba cansado de estar
enfadadoyesperabaquetodoslosdemástambiénloestuvieran.—Esbroma—repuso.—Deacuerdo,dejadehacereltontoylimítatealeerlo.—Solointentoconservarelsentidodelhumormientraselmundosedesmorona
anuestroalrededor—sedefendióSam—.Seis:todostenemosqueayudarentareascomoregistrarlascasasoloquesea.Siete:sesuponequetodosdebemosinformarsobrecualquiermalcomportamientoaDrake.
—Asíquetodostenemosqueserinformantes—resumióEdilio.—No te preocupes, no hay polis de inmigración, no hay migra —intervino
Quinn—.Y,bueno, si alguien averigua cómomandarte devuelta aMéxico, yo teacompaño.
—Honduras—replicó Edilio—.México no. Será ya la décima vez que te lodigo.
—Ahívalanúmeroocho.Laleerétalycomoestáescrita—continuóSam—.Lagente no hará trucos de magia ni ninguna otra acción que cause miedo opreocupación.
—¿Yesoquéquieredecir?—preguntóQuinn.—SignificaqueobviamenteCaineconoceelpoder.—Puesqué sorpresa.—Edilioasintiómientras seguíacomiendode sucuenco
decereales—.Chicosquehablandeellocomosi fueraobradeDios.Siemprehe
dichoqueCaineteníaelpoder.LagentedicequeCaineescomounmago.—No,tío—protestóQuinn—.Situvieraelpoder,noharíaqueOrcyDrakese
dedicaranaintentardeteneralosquelousen.—Claroquesí,Quinn—replicóSam—.Siquisieraserelúnicoquelotuviera…—Muchaparanoia,¿no,tío?—Número nueve —continuó leyendo Sam—: Estamos en un estado de
excepción. Durante esta crisis nadie debería criticar, ridiculizar ni obstaculizar aningunadelaspersonasquerealizansustareasoficiales.
AQuinnnoleparecíamal.—Bueno,estamosencrisis,¿verdad?Siestonoesunacrisis,noséquélopuede
ser.—¿Asíquederepentenopodemosdecirnada?Samnegabaconlacabezasinacabardecreérselo.El instanteenqueintentaba
reconciliarseconélhabíaterminado.SamvolvíaaestardecepcionadoconQuinn.—Mira,escomolaescuela,¿no?—afirmóQuinn—.Nopuedesmeterteconlos
profes.Noensucara,almenos.—Entoncesteencantarálanúmerodiez,Quinn:«Elsheriffpuededecidirquelas
reglasanterioresnosonsuficientesparaalgunassituacionesdeurgencia.Enesoscasos,elsheriffpuedeformularlasreglasnecesariasparamantenerelordenyalagenteasalvo».
—Formular—seburlóQuinn—.ParecequeAstridleshaayudadoaescribirlas.Samapartóelpapel.—No.NoeselestilodeAstrid.—Juntólasmanos,lascolocósobrelamesa,y
anunció—:Estoestámal.LamiradadepreocupacióndeEdilioreflejabaladeSam.—Sí, tío,estonoestábien.EscomodecirqueCaineyDrakepuedenhacer lo
quequieran,cuandoquieran.—En eso se resume. —Sam estaba de acuerdo—. Y hace que las personas
empiecenasospecharlasunasdelasotras,sevuelvanlasunascontralasotras.—No lo pillas, tío—se rio Quinn—. La gente ya sospecha. No vivimos una
épocanormal,¿deacuerdo?Estamosseparadosdelmundo,notenemosadultosnipolicíaniprofesnipadresy,noteofendas,peroalgunosdelosnuestros,comoquemutanytal.Tecomportascomosiesperarasquetodosiguieranormal,comosinofueraunanuevaERA.
Samestabahartodemostrarsepaciente.—Ytú tecomportascomosipensarasqueBettemerecíaque lepegaran.¿Por
quénoestásenfadado,Quinn?¿PorquéteparecebienlaideadequeOrcpegueaunachicaalaqueconoces,unachicaquenuncahacedañoanadie?
—Ah,¿aesovamos?¿Aqueesculpamía?—Quinnsepusoenpieyapartólasilla—.Mira,Sam,nodigoquemeparezcabienquelepeguen,¿deacuerdo?Pero¿qué esperas? Quiero decir, ya se meten con los chicos por llevar la ropaequivocada o por ser malos en deportes o lo que sea. Y eso cuando sí que hayprofesypadres.Esaeslavidanormal.¿Yteparecequeahora,conloliadoqueestátodo,loschicosvanapensar:«Ah,Sampuededispararrayosdefuegoporlosojosonoséqué,deacuerdo,¡quéguay!»?No,tío,nofuncionaasí.
ParasorpresadeQuinn,yaúnmásdeSam,Ediliocomentó:—Tiene razón. Si hay más gente como, ya sabes, como Bette y tú, habrá
problemas. Algunos tienen poderes y otros no. Yo estoy acostumbrado a ser unciudadano de segunda.—Lanzó una mirada sombría a Quinn mientras lo decía,mirada que Quinn ignoró—. Pero otras personas se pondrán celosas y tendránmiedoy,encualquiercaso,todosestánasustados,asíquebuscaránaalguienaquienculpar. A alguien a quien culpar de todos sus problemas. Es lo que se llamacabeza…cabeza…
—…deturco—añadióQuinn.—Sí,exacto,cabezadeturco.Quinn abrió las manos como para indicar que se había ofendido, pues era
inocente.—¿Quéesloqueheestadodiciendo?Asísonlascosas:sieresdiferente,eresla
víctima.Intentascomportartecomosifuerassuperior,Sam,untipohonrado,peroaúnnosabescómohacerlo.Lopeorquenospasabaanteseraquenosmetíamosenlíos,nosechaban,nossuspendíanoalgoasí.Silacagasahoratedanconunbatedebéisbol. Siempre ha habidomatones, pero los adultosmandaban. ¿Ahora?Ahoramandan los matones. Es un juego distinto, colega, un juego totalmente distinto.Ahoraseguimoslasreglasdelosmatones.
DIECISIETE
169HORAS,18MINUTOS
—¡NECESITOMÁSPASTILLAS!Cookie se lamentaba con una voz que para desgracia deDahraBaidoo nunca
parecíaperderintensidadnivolversemásronca.—Esdemasiadotemprano—ledijoDahrapormillonésimavezenlosúltimos
tresdías.—¡Damelaspastillas!—chillóCookie—.Meduele.Meduelemucho.Dahra se tapó los oídos con lasmanos e intentó interpretar el texto que tenía
delante. Probablemente le habría resultado más fácil averiguar qué hacer si aúntuviera internet. Entonces podría haber abierto una página de Google y teclear«Vicodina»y«sobredosis».Le costaba extraer una respuestadirectadel gruesoydesgastadomanualmédico que alguien le trajo de la única consulta que había enPerdidoBeach.
Elproblema,entreotros,eraquejugabaamezclarcualquiercosa,desdeAdvilhastaVicodina o Tylenol con codeína. En elmanual no decía cómo controlar eldolormezclandounpocodeestoyunpocodeaquello,ynoexplicabalosuficientedenada.
El novio de Dahra, Elwood, se había derrumbado en una silla, exhausto. Sehabíacomportadocomounamigofiel,almenosenloreferenteaestarconellayhacerlecompañía.YsiempreleayudabaalevantaraCookieparadeslizarelorinalbajosutraserocuandolonecesitaba.
Perohabíacosasquesunovionohacía.Nolimpiabaelorinal.Noaguantabaelembudocuandoelchiconecesitabamear.
LohabíahechoDahra.Enlostresdíastranscurridosdesdequeaccidentalmentesehabíaconvertidoenlapersonaresponsabledeaquelmiserable,oscuro,sombríoysubterráneoreinodelsufrimientosinventanasbajolaiglesia,Dahrahabíahechotoda clase de cosas que nunca pensó que podría hacer. Cosas que sabía que noquería hacer, como poner inyecciones diarias de insulina a un niño diabético desieteaños.
LlamaronalapuertayDahraapartólasilladelescritorioyelcírculodeluzqueiluminabaellibrocasiinútil.
MaryTerrafinosepresentóconunaniñaquedebíadetenerunoscuatroaños.
—Hola,Mary—lasaludóDahra—.¿Quétenemosaquí?—Sientomolestarte.Séloocupadaqueestás.Peroledueleelestómago.Lasdoschicas seabrazaron.Noseconocíanbienantesde laERA, pero ahora
erancomohermanas.Dahrasearrodillóalaalturadelosojosdelaniña.—Hola,cielo.¿Cómotellamas?—Ashley.—De acuerdo, Ashley, vamos a tomarte la temperatura y a ver qué te pasa.
¿Puedesvenirysentarteenlamesa?Dahra deslizó el termómetro electrónico en una funda de plástico nueva y lo
metióenlabocadelaniña.—Tieneslosnúmerosdelrevés—comentóMary,ysonrió.Cookiegritóderepente,tanaltoycontantaestridenciaqueAshleycasisetraga
eltermómetro.—Se me están acabando las pastillas —comentó Dahra—. No sé qué hacer.
Hemosvaciadolaconsultadelmédicoyavecesconseguimosmedicamentosquelagentehaencontradoalregistrarlascasas.Peroleduelemucho.
—¿Ynomejora?Suhombro,quierodecir.—No. Y no va a mejorar. Lo único que puedo hacer es limpiarlo. —Dahra
examinó el termómetro—. Un pelín más de 37 ºC. Está dentro de lo normal.Recuéstateydéjamecomprobaralgo.Voyaapretarteunpocolabarriga.Puedequetehagacosquillas.
—¿Mevasaponerunainyección?—preguntólaniña.—No, cariño. Solo quiero apretarte un poco la barriga.—Dahra presionó un
poco con las yemas de los dedos, luego apretómás y soltó de repente—. ¿Te hehechodaño?
—Cosquillas.—¿Quéesloqueestásbuscando?—preguntóMary.—Apendicitis—respondióDahra—.Esdeloúnicoquesé,Mary.Cuandobusco
«dolordebarriga»mesaledetodo,desdeestreñimientohastacáncerdeestómago.Igualnecesitahacercaca.—Lepreguntóalaniña—:¿Hashechocacahoy?
—Meparecequeno.—Lasentaréenelbaño—añadióMary.—Quebebaunpocodeagua.Yasabes,unpardetazas.Marylediolamano.—Séquenoeresmédico,peroquésuertetenerteconnosotros.
—Intento leer ese libro—suspiróDahra—. Pero lo único que hace es darmemiedo.Quiero decir, que hay comounmillón de enfermedades de las que nuncahabíaoídohablaryenlasquenoquieropensar.
—Ya,meimagino.Marynoparecíadispuestaamarcharse.Dahralepreguntósiqueríaalgomás.—Mira…esto…séquetodoestoesmuyraro.—Marybajólavozadoptandoun
tonoconfidencial—.Perocualquiercosaquetecuente…—Nocuentoanadieloquepasaaquí—replicóDahraconsequedad.—Ya lo sé. Lo siento. No es que… quiero decir, es que es algo que me da
vergüenza.—Mary.Yanadamedavergüenza.Yaestoymetidaenlahumillaciónyelasco,
asíquenadadeloquemecuentesmemolestará.Maryasintió.Seenroscólosdedosdelasmanosydijorápidamente:—Mira,esquetomoProzac.—¿Paraqué?—Solopara,bueno,paraalgunostemas.Loquepasaesquesemehaacabado.
Séquenoestanimportantecomomuchasotrascosasqueestáshaciendo.—MiróaCookie—.Loquepasaesque,cuandonotomolaspastillas,mepongo…
Tomóairebruscamenteysoltóunsuspiroqueeracasiunsollozo.—No hay problema—la calmóDahra. Quería sabermás, pero su instinto le
indicóquemejordejarlocorrer—.Déjameverloquetengo.¿Sabescuántotomascadadía?
—Cuarentamiligramos,unavezaldía.—Tengoqueorinar—gimióCookie,lastimero.Dahraseacercóhastaelarmaritodondeguardabalosmedicamentos.Algunos
estaban en grandes botellas de farmacia, y otros en botellitas marrones máspequeñascontapónderosca.Yteníanalgunasmuestrasdelaconsultadeldoctor.
Elwoodsedespertóresoplando.—Ay,tío,mehedormido.—Hola,Elwood—losaludóMary.—Esto…eh…—empezóElwood.Apoyólacabezasobrelamanoyvolvióadormirse.—Québienqueestécontigo—comentóMary.—Es un inútil —comentó Dahra bruscamente, aunque hizo cuanto pudo por
calmarse—.Pero almenos está aquí. Supongoque te puedo dar unas pastillas deveinteydejarque te tomesdos.—Vertió lascápsulassobre lapalma—.Aquíhay
bastante para una semana. Lo siento, no tengo ningún envase donde puedasguardarlas.
Marycogiólaspíldoras,agradecida.—Eres buena persona, Dahra. Cuando todo esto haya terminado, ya sabes,
cuandoseamosmayores,puedeshacertemédico.Dahrasoltóunarisaamarga.—Despuésdeesto,Mary,esloúltimoquequieroser.Laspuertasdelhospitalseabrieronderepente.Lasdoschicassevolvieronde
golpeparaveraBette laVivaracha.Se tambaleabayseapretaba lacabezacon lamanoderecha.
—Eeeeueeeeleaaaeeezaaaa…Apenasselaentendía.Arrastrabalaspalabras.Elbrazoizquierdoparecíainerte,
lecolgabaflácidoauncostado.Yarrastrólapiernaizquierdaaldarvariospasoshaciaellas.
Dahracorrióacogerlaalverquesederrumbaba.—¡Elwood,despierta!—exclamóDahra.Elwood,DahrayMaryarrastraroncomopudieronaBettehastalacamadonde
habíaexaminadoaAshley.—Ahoratengoquehacercaca—señalóAshley.—¡Ay,Diosmío,necesitomáspastillas!—berreóCookie.—¡Cállate!—gritóDahra.Setapólosoídosconlasmanosycerrólosojos—.
¡Callaostodos!Betteyacíarecostadaenlamesa,ysusurró:—Ooooosieeeento…—Nomereferíaati,Bette—sedisculpóDahra—.Recuéstate.—Dahramiróel
rostrodeBetteyordenóaElwood—:Tráemeellibro.DahraabrióelmanualsobrelabarrigadeBetteyempezóarepasarelíndicea
todavelocidad.—Eeee…ueeeele—gimióBette.Levantóelbrazobuenoparatocarelbultoensangrentadoqueteníaenlacabeza.—¿Tehapegadoalguien,Bette?—preguntóElwood.Bette parecía confusa ante la pregunta. Miró a Elwood como si lo que
preguntaranotuvierasentido,ygimiódedolor.—Lamitaddesucuerpoestáparalizada—comentóDahra—.Miracómotiene
labocacaída.Ylosojos.Nosemuevenalapar.—Uueeleuuucchooo—gimióBette.
—Creoquedicequeleduelelacabeza—tradujoMary—.¿Quéhacemos?—Nolosé,¿ysileabrolacabezayveosipuedoarreglarlo?—chillóDahra—.
Luego,nada,leharéunacirugíarápidaaCookie.Sinproblemas.Quierodecir,quecomotengoesteestúpidolibro…
Dahraagarróellibroyloarrojóalotroladodelahabitación.Elmanualpatinóporelsuelopulidodelinóleo.
Entonces Dahra intentó respirar hondo varias veces. La niña, Ashley, estaballorando.MarymirabaaDahracomosisehubieravueltoloca.Cookiealternabalosgimoteospidiendopastillasygritandoquenecesitabaorinar.
—Uuuidaeeeiiieeermaaano.—BetteagarróelbrazodeMary—.Iiieerrmano.ElrostrodeBettesecontrajodedolor,hastaquesusrasgosserelajaron.—Bette…—empezóadecirDahra.—Bette.Oye…nomehagasesto,Bette…—Bette…—susurróDahra,ypusodosdedossobreelcuellodeBette.—¿Quéhadicho?—preguntóElwood.—Creoquenoshapedidoquecuidáramosdesuhermano—respondióMary.DahralevantólosdedosyacaricióelrostrodeBette,comosiquisieraalargar
ladespedida.—¿Está…?Marynopudoterminarlapregunta.—Sí —susurró Dahra—. Debía de tener una hemorragia interna, no solo
externa.Quienquiera que le haya dado en la cabeza la hamatado.Elwood, vete abuscaraEdilioalparquedebomberos.DilequetenemosqueenterraraBette.
—AhoraestáconDios…—comentóMary.—NoestoyseguradequehayaDiosenestaERA—opinóDahra.EnterraronaBettejuntoalapirómanaenlaplaza,alaunadelamadrugada.No
habíaningúnlugarparaguardarloscadáveres,yningúnmododeprepararlosparasuenterramiento.
Ediliocavóelhoyoconsuexcavadora.Elruidoquehacía,latensióndelmotorylassacudidasrepentinasdelapala,resultabanhorriblementeruidosasyfueradelugar.
Sam estaba allí, junto con Astrid y Pete; Mary; Albert, que venía delMcDonald’s;Elwood,ennombredeDahra,que teníaquequedarseconCookie,ylasgemelasAnnayEmma.ElhermanopequeñodeBettetambiénestabaallí,solotenía nueve años, y sollozaba mientras Mary lo rodeaba con su brazo. Quinndecidiónoasistir.
SamyEdiliotransportaronelcuerpodeBettedurantelostresmetrosymedioquehabíadelsótanodelaiglesiaalaplaza.
No se les ocurría ningúnmodo delicado o digno de introducir a Bette en elhoyo, así que, al final, la arrojaron sin más. Hizo un ruido parecido al de unamochilaalcaer.
—Deberíamos decir algo—sugirió Anna—. Quizá cosas que recordamos deBette.
Así que lo hicieron, contaron las pocas historias que recordaban.Ningunodeelloseramuyamigodelachica.
Astridempezóarezar.—Padrenuestroqueestásenloscielos,santificadoseatunombre…Petesepusoa rezarconella.Nadie lehabíaoídodecir tantaspalabras.Todos
losdemás,exceptoSam,sesumaronaloshermanos.Entonces cada uno echó una palada de tierra sobre el cuerpo y se apartó
mientrasEdilioutilizabalaexcavadoraparaterminardecubrirla.—Mañanaleharéunacruz—señalóEdiliocuandohuboterminado.LaceremoniaseestabadisgregandocuandoOrcyHowardaparecieron,como
fantasmasenlaniebla,ysequedaronmirando.Nadiehablóconellos.Semarcharonalcabodepocosminutos.
—Notendríaquehaberladejadovolveracasa—selamentóSamaAstrid.—No eresmédico.No podías saber que sufría una hemorragia interna.Y, en
cualquier caso, ¿qué podrías haber hecho? La pregunta es: ¿qué vamos a hacerahora?
—¿Quéquiereshacer?—preguntóSam.—OrcasesinóaBette—afirmóAstridconrotundidad—.Quizánoquería,pero
siguesiendounasesinato.—Sí.Lamató.¿Yquéquiereshaceralrespecto?—AlmenospodemosexigirquehaganalgoaOrc.—¿Exigir a quién? —Sam se subió la cremallera de la chaqueta, había
refrescado—.¿QuieresiraexigirjusticiaaCaine?—Esunapreguntaretórica—comentóAstrid.—¿Quieres decir que es una pregunta que no espero que seas capaz de
responder?Astridasintió.Ningunode losdos supoquédecirduranteun rato.Maryy las
gemelas, que habían pasado a hacerse cargo del hermano pequeño de Bette,volvieronalaguardería.
—NosésiDahrapuedeaguantarasímuchomás—señalóElwood,sindirigirseanadieenparticular.
Acontinuaciónseenderezóyseencaminóotravezalhospital.EdilioseacercóaSamyAstrid.—Esto no puede haber pasado sinmás, ¿me escucháis?Si lo dejamos correr,
¿cuándoparará?Nosepuedeirporahímatandoalagenteagolpes.—¿Tienesalgunaidea?—preguntóSamfríamente.—¿Yo? Soy un espalda mojada, ¿recuerdas? No soy de aquí. Ni siquiera
conozcoaestagente.Nosoyungrangenio,ynotengopoderes,colega.Edilio dio una patada a la tierra, con fuerza, como si quisiera hacer daño a
alguien.Parecíaque ibaadecir algomás,pero se reprimió, sedio lavueltay semarchódandozancadas.
—CainetieneaDrakeyaOrc,aPandayaChaz,yheoídoqueeldelmazohahecholaspacesconél.Ypuedequetengaamediadocenadechicosmás—señalóSam.
—¿Lestienesmiedo?—preguntóAstrid.—Sí,Astrid.—Deacuerdo.Perotambiéntedabamiedoentrarenunedificioenllamas…—Nolopillas,¿verdad?—SamseacalorótantoqueAstriddiounpasoatrás—.
Séloquequieres,¿deacuerdo?Séloquequeréistúyunascuantaspersonasmás.Queréisqueseaelanti-Caine.Noosgustaelmodoenquehacelascosasyqueréisquevayayloeche.Puesbueno,tevoyacontaralgoquenosabes:aunquepudierahacerlo,noseríamuchomejorqueél.
—Teequivocasrespectoaeso,Sam.Túeres…—¿Aquellanocheenqueuséelpoderporprimeravez?¿Cuandohicedañoami
padrastro?¿Cómocreesquemesentí?—Triste.Arrepentido—Astrid lomiróa lacaracomosi tuvieraque llevar la
respuestaescritaenella—.Asustado,probablemente.—Sí.Todoeso.Yotracosamás.—Levantóycerróconfuerzaelpuñoaescasos
centímetrosdelrostrodeAstrid—.Notéunsubidón,Astrid.Unsubidón.Pensé:«Ay,Diosmío,miraquépoder tengo.Mira loquepuedohacer».Un subidón enorme,unalocura.
—Elpodercorrompe…—susurróAstrid.—Sí,esomehandicho—señalóSamentonosarcástico.—El poder corrompe, el poder absoluto corrompe de forma absoluta. He
olvidadoquiénlodijo.
—Cometomuchoserrores,Astrid.Noquierocometer este.Noquiero ser esaclasede chico.Noquiero serCaine.Quiero…—Abrió losbrazos,mostrando suindefensión—.Soloquierohacersurf…
—Notecorromperás,Sam.Túnoharíasesascosas.Samseretrajo,peroellavolvióaacercarse.—¿Cómopuedesestartansegura?—Bueno,pordosmotivos.Elprimero,quetúnoeresasí.Claroquenotasteun
subidóndepoder.Peroluegoloapartaste.Noteaferrasteaél,loapartaste.Eseeselprimermotivo.Túerestú,noeresniCaineniDrakeniOrc.
Samqueríaestardeacuerdoconella,queríaaceptarlo,peroleparecíaquenoeraasí.
—Noestéstansegura.—Yelsegundomotivo:esquemetienesamí.—¿Tetengoati?—Sí.La rabia y la frustración que sentía Sam se esfumaron como si alguien los
hubieradesenchufado.Seperdióduranteunmomento,mirándolaalosojos.Astridestabamuycerca.ElcorazóndeSamseaceleróyreverberóporelcuerpoentero.
Estabanaescasoscentímetroselunodelotro.Samredujoladistanciaalamitad,ysedetuvo.
—Nopuedobesartecontuhermanopequeñomirando—señaló.Astriddiounpasoatrás,agarróaPetedeloshombros,ylehizodarselavuelta
paraquenolosviera.—¿Yahora?
DIECIOCHO
164HORAS,32MINUTOS
ALBERT SE MARCHÓ del funeral y atravesó la plaza hacia elMcDonald’s.Deseabatener a alguien con quien hablar. Igual si encendía las luces vendría alguien atomarseunahamburguesatardía.
Pero la pequeñamultitud se dispersó antes de que pudiera abrir la puerta deentradadelMcDonald’s—suMcDonald’s—,ylaplazaquedóvacíaysilenciosaaexcepcióndeldébilzumbidodelaslíneaseléctricassobresuscabezas.
Albert se quedó en la puerta con las llaves en una mano y su gorra deMcDonald’senlaotra—selahabíaquitadoporrespetoalachicamuerta—,ydejóqueelpesimismoylaaprensiónseapoderarandeél.Eraunapersonaoptimistapornaturaleza,perounfuneralnocturnoporunachicaasesinadapormatones…noesquesirvieraexactamenteparalevantarleelánimo.
Albert disfrutaba de su soledad desde que empezó la nueva ERA. Estabapreocupado por sus hermanos y hermanas. Añoraba a su madre. Pero, en uninstante,pasódeserelmenordeseishermanos,elcabezade turco, lavíctima,elpequeño explotado e infravalorado, a convertirse en una persona responsable yrespetadaenaquellanuevayextrañacomunidad.
Perotodasesascosasnocambiabanelhechodeque,enaquelmomento,conelolor de la tierra recién removida en la nariz y la inquietud y el aburrimientoapoderándosedesumente, lehabríaencantadoestarviendounade las truculentasseriespolicíacasfavoritasdesumadreyrobarlepalomitasdelcuencoensuregazo.
LasgrandespreguntassobrelaERA—qué,porquéycómo—nolepreocupabanmucho.Erauntipoprácticoy,encualquiercaso,erancosassobrelasqueteníaquereflexionaralguiencomoAstrid.Respectoalosucedidoaquellanoche,alasesinatodeBette, eraalgode loque teníanqueencargarsechicoscomoSam,Cainey losotros.
Lo que preocupaba aAlbert era algo totalmente distinto: que nadie trabajaba.Nadie exceptoMary yDahra y a vecesEdilio. Todos los demás se lamentaban ovagaban por ahí o se peleaban o se quedaban sentados jugando a videojuegos oviendoDVD.Erantodoscomoratasviviendoenunacasaabandonada:secomíanloque encontraban, la liaban donde querían, y dejaban las cosas más sucias y
estropeadasdeloqueselashabíanencontrado.Aquellonopodíadurar.Todoelmundosededicabaamatareltiempo.Perosi
loúnicoquehacíaneramatareltiempo,eltiempoacabaríamatándolosaellos.EsoeraloquepensabaAlbert.Loquesabía.Peronopodíaexplicárseloanadie
y hacerles escuchar. No sabía hablar con la seguridad y aplomo de Caine, o laactitud distanciada y sabelotodo deAstrid. CuandoAlbert hablaba, la gente no leprestabaatencióncomohacíanconSam.
Necesitaba las palabras de otra persona para explicar lo que sus instintos leindicabanquedebíadeserverdad.
Albertsemetiólasllavesenelbolsilloyempezóarecorrerlacalleconpasosdecididos que resonaban en los escaparates de las tiendas oscuras. Lo másinteligentehabría sido irseacasa,dormirunascuantashoras.Prontoamanecería.Peroélsabíaquenopodríadormirse.Sam,Caine,AstridyJackeldelordenadorsabían hacer ciertas cosas, sabían ciertas cosas, pero aquello era un tema paraAlbert.
—Nopodemosserratas—murmuróparasí—.Tenemosqueser…Pero incluso cuando intentaba explicárselo a sí mismo, no encontraba las
palabrasadecuadas.LabibliotecadelcondadoenPerdidoBeachnoeraunlugarimpresionante.La
entrada sombría, polvorienta y de techo bajo lo recibió con un tufillo a mohocuandoabriólapuertadegolpe.Nuncahabíaentradoantesysequedósorprendidoal encontrarlaabierta, con los tubos fluorescentes sobre sucabezaparpadeandoyzumbando.
Albertmiróasualrededoryserio.—Noha venidonadie desde la nuevaERA—le dijo a una estantería de libros
amarillentos.Miróelviejoescritorioderobledelabibliotecaria.Nuncasabíasdóndepodía
ocultarseunabarritadecaramelo.Encontróunalatadecaramelosdementa.Parecíaquellevabantiempoallí,comoregalitosqueentregaraniñosqueveníanenrarasocasiones.
Semetióunoen labocayempezóarecorrer lasescasasestanteríasdel lugar.Sabíaquenecesitabaaveriguaralgo,peronosabíaelqué.Parecíaquelamayoríadeloslibrosllevabanallí,sinquenadielostocara,desdeantesdequenacieraAlbert.
Encontró una enciclopedia, como la Wikipedia pero en papel y muyvoluminosa.Sedejócaersobrelaalfombraraídayabrióelprimertomo.Nosabíaloquebuscaba,perosabíapordóndeempezar.Apartirdeahíbuscóeltomodela
letra T y la entrada llamada «trabajo». Había dos entradas principales. Una sereferíaaltrabajofísico.
La otra hablaba sobre el trabajo como las «actividades necesarias para lasupervivenciadelasociedad».
—¡Sí!—exclamóAlbert—.Deesoestoyhablando.Empezóaleer.Fuedeentradaenentrada,entendiendosoloenparteloqueleía,
perolosuficienteparaseguirunapistatrasotra.Eralomismoqueseguirenlacesdelaweb,soloquemásdespacio,ylevantandomáspeso.
Laentradade«trabajo»lecondujoa«productividad»,quelecondujoaalguienllamado«KarlMarx»,quelecondujoaotrotipoantiguollamado«AdamSmith».
Albert nunca había sido buen estudiante. Pero lo que había aprendido en laescuela nunca le había importadomucho. Aquello sí importaba. Todo importabaahora.
Albertseadormeciólentamenteysedespertóderepentealnotarunosojosquelomiraban.
Sediolavuelta,sepusoenpiedeunsaltoysuspiróaliviadocuandovioquenoera más que un gato. Era un gatito atigrado amarillo, regordete, probablementeviejo.Llevabauncollarrosayunaplacadelatónenformadecorazón.Estabadepie, sereno y seguro de sí mismo, enmitad del pasillo. Lemiraba con sus ojosverdes,ymeneabalacola.
—Hola,gatito—saludóAlbert.Elgatodesapareció.Sehabíaido.Albert retrocedióasustado.De repente le ardía la caradedolor.Teníaalgato
encima,sobrelacara,clavándolelasgarrasenlacabeza.Elgatobufó,mostrandoferozsusdientescomoagujasaunmilímetrodelosojosdeAlbert.
Elchicogritópidiendoayuda,ygritóalgato,queleclavóaúnmáslasgarras.Albertaúnteníauntomodelaenciclopediaenlamanoderecha,eldelaletraS.Yseatizóenlacabezaconél.
Elgatodesapareció.YAlbertquedóaturdidoporelgolpedellibro.Elgatoestabaalotro ladodelasala, recostadocontodatranquilidadsobre la
mesadelabibliotecaria.Eraimposible.Nadasemovíatanrápido.Nada.Albertrespiróentrecortadamenteyempezóarecularhacialapuertaquedabaa
lacalle.Sinquehicieraalgúnmovimientoque losojosdeAlbert lograrandetectar, el
gatosaltódelescritorioasunuca.Loteníaencimacomounposeso,clavándolelasgarras,arañándole,rasgándolelaropa,bufándole.
Albertvolvióagolpearseconellibropesadoyadarseenlacabezaporqueelgato sehabíaencaramadoaunaestanteríay lemiraba,burlándoseconsumiradafríayverdededesprecio.
Ibaaatacarlootravez.ElinstintohizoqueAlbertlevantaraellibroparaprotegerselacara,perosintió
queeltomolecaíaviolentamenteenlasmanos.La cara del gato, deformada por la rabia, quedaba a un centímetro de la de
Albert.Peroellibroseguíaenelmismositio.Yelgatoestabasobreellibro.No,loatravesaba.Albertmiróestupefactocómolosojosdelgatoseoscurecíanysualmaanimal
seesfumaba.Elchicodejócaereltomodelaenciclopediaenelsuelo.Elpesadotomoazul
encuadernadoencueroseccionabaalgato justopordetrásde laspatasdelanteras.Eracomosialguienlohubieracortadoporlamitadyhubieracosidolasdospartesallibro.Lapartedeatrássalíaporlacontracubierta.
—Unapesadilla,esunapesadilla…—murmuróAlbert.Perosiestabasoñando,desdeluegoeraunsueñomuyrealista.Estabasegurode
quenopodíasoñareloloramoho.Ydequetampocopodíasoñarcómosehabíanvaciadolavejigaylosintestinosdelgatoensuciándolotodotrassumuerte.
Albert recordabahabervistoelbolsode labibliotecariaensuescritorio.Conmanostemblorosas,vaciósucontenidoenlamesa:pintalabios,cartera,polvera,unteléfonomóvil.
Albert recogió el tomo. Pesabamucho. El peso del gato sumado al del librodebía de aproximarse a los diez kilos. Y el gato atravesado en el libro abultabademasiado,erademasiadograndeparacaberenelbolso.
Pero teníaque enseñárselo a alguien.Era imposible. Imposible.Pero era real.Albertnecesitabaquealguienmásledijeraqueerareal,quealguienleconfirmaraquenosoñabaoestabaloco.
Caineno.¿Sam?Estaríaenelparquedebomberos,peroaquellonoeracosadeSam,sinodeAstrid.DosminutosmástardeestabaenlaentradabieniluminadadecasadeAstrid.
Lachicaabriólapuertaconcautelatrascomprobarquiéneraporlamirilla.
—¿Albert?Sonlastantasde…ay,Diosmío,¿quétehapasadoenlacara?—Mevendríanbienunastiritas—señalóAlbert.Sehabíaolvidadodelaspecto
que debía de tener. Se había olvidado del dolor—. Sí. Me vendría bien algo deayuda.Peronohevenidoporeso…
—Entonces…—Astrid.Necesito…Nosabíaquédecir.PeseaestarseguroenlaentradadecasadeAstrid,elmiedo
se apoderó de él y tardó unminuto en poder pronunciar alguna palabra o emitiralgúnsonido.
Astridlohizoentrarycerrólapuerta.—Necesito…—Volvióaempezar,ydenuevonoconsiguiódecirnada.Convoz
ahogada,añadió—:Miraesto…Descargóelgatoyeltomosobrelaalfombraoriental.Astridsequedóinmóvil.—¡Hapasado tan rápido!Mehaatacado.Ni siquiera lohevistomoverse.Era
comosi estuvieraenunsitio, ¿deacuerdo?Y luegoestabaencimademí.Quierodecir,quenohasaltado.Ha…aparecido.
Astrid se arrodilló para empujar cuidadosamente el libro. Trató de que seabriera,peroel cuerpodelgatoatravesabacadapáginay lasmantenía juntas.Nocomosielgatohubierahechounagujero,sinocomosisehubierafundidoconelpapel.
—¿Quéocurre,Astrid?—lesuplicóAlbert.Ellanodijonada,sequedómirandosinmás.Albertveíaporsuexpresiónque
estabadandovueltasyvueltasalasunto,pensando.PeroAstridnolerespondió,yalcabo de un rato Albert aceptó que no habría ninguna respuesta rápida. No habíaexplicaciónposibleparaalgoquenopodíaser.
Peroellahabíavistoaquellacosa,aquellacosaimposible.Noestabaloco.Trasloqueparecióunmontónderato,Astridsusurró:—Vamos,Albert,hagamosalgoconesosarañazos.
Lana yacía en la oscuridad en la cabaña, escuchando los ruidos misteriosos deldesierto. Algo emitía un sonido leve y parecía deslizarse como una manoacariciandoseda.Habíaotracosaqueemitíaráfagasdepercusiónmuyrápidas,uninsectobateríadiminutoqueaminoróalcabodesegundosyseperdióysecallódeltodoantesdevolveraempezarotravez.
Elmolinochirriabadeunmodoexasperante.Nuncadurantemuchorato,nuncasiguiendoalgúntipodepatrón.Nohabíabrisaauténtica,sinosusurrosquehacíangirar las aspasdemaderauncuartodevuelta…chiic…omediavuelta…chiiiic,chiiic,olasempujabasuavementesinmás,demaneraqueemitíanunruidocomoelpiarestridentedeunpájaro.
Todos aquellos ruidos contrastaban con los ronquidos tranquilizadores dePatrick.Roncabaydejabadehacerlo,yvolvíaaroncarydevezencuandoemitíaunruiditohiposoqueaLanaleresultabaencantador.
ElcuerpodeLanaestababien.Susheridassehabíancuradomilagrosamente.Sehabíalavadolasangreincrustada.Teníaagua,comidaycobijo.
Pero su cerebro era como un motor acelerado. Daba vueltas y vueltas, searremolinabanlosrecuerdosdeldolor,delterror,losfogonazosdelasientovacíodesuabuelo,lacaídaporlapendiente,losbuitres,elpuma.
Pero por escabrosas que resultaran aquellas imágenes, no estaban más quereciénpintadasconrelaciónaotrasmáspermanentes.Lasdesuhogar.Laescuela.Elcentrocomercial.El cochede supadrey la furgonetade sumadre.Lapiscinacomunitaria. El horizonte fantástico y fabuloso de la calle de Las Vegas visibledesdelaventanadesuhabitación.
Sumándolo todo, las imágenes que daban vueltas y vueltas en su menteprovocabanquelehirvieralasangresincesar.
Deberíaestarencasa,noallí.Deberíaestarensuhabitación.Deberíaestarconsusamigos.Nosola.
Nosolaescuchandoaquellosruidosinquietantesyunchirridoyunronquido.Sihubieratenidounpocomásdecuidado…Intentómeterlabotelladevodkaen
elbolso,elbolsobonitoconcuentasque legustaba.Peroelbolsoerademasiadopequeño, y la únicabolsa lobastantegrande era lamochila para los libros, y noqueríallevarlaporquenopegabaconsuropa.
Poresolapillaron.Poruntemaestúpidodemoda,porquererestarguapa.Yahora…Larabiaquesentíahaciasumadrevolvióaapoderarsedeella.Leparecíaquese
ibaaahogarentodaaquellarabia.Eraaellaaquienculpaba,asumadre.Supadresolohacíaloquesumadrele
decía que hiciera. Él tenía que apoyarla aunque fuera más comprensivo, no tanestrictooquejicacomoella.
¿Y qué si le daba una botella de vodka a Tony? No es que fuera a conducirbebido.
Sencillamente, la madre de Lana no entendía Las Vegas. Las Vegas no eraPerdido Beach. Las Vegas le exigía mucho. Era una ciudad de verdad, y nocualquierciudad.LosniñoscrecíanantesenLasVegas.Habíamuchasexigencias,inclusoparachicosdeséptimoyoctavo,yyanodigamosparalosdenovenocomoella.
Laestúpidadesumadre.Eraculpasuya.Aunquecostabaculparasumadredelaparedlisaeintimidatoriadeldesierto.
Costabaculparladeeso.Puede que hubieran sido los extraterrestres y, en aquel momento, unos
monstruosespeluznantesestuvieranpersiguiendoasuspadresporlascallesdeLasVegas,comoenLaguerradelosmundos.Puede.
Esa idea la reconfortó de unmodo extraño.A fin de cuentas, almenos no laperseguíanextraterrestresmontadosentrípodesgigantes.Puedequelaparedfueraalguna clase de defensa contra los extraterrestres. Puede que estuviera a salvo enaquelladodelmuro.
LavezdelabotelladevodkanoeralaprimeraquerobóparaTony.LanabirlóunpocodeXanaxdesumadreparaél.Yotravezrobóunabotelladevinoenunatienda.
No era inocente: nunca pensó que Tony la quería o algo así. Sabía que lautilizaba.Peroellatambiénloutilizaba,asumanera.Tonyteníaciertareputaciónenelcolegio,ypartedeellasehabíatraspasadoaLana.
Patrickresoplóylevantólacabezaderepente.—¿Quépasa,muchacho?Lanaselevantódelacamaysequedóagachada,ensilencioytemerosa,enel
fondodelacabañaoscura.Habíaalgofuera.Looíamoverse.Oíapisadasdébilesenelsuelo.Patrickselevantóperolohizodeunmodoextraño,acámaralenta.Seleerizó
elpelodellomo,selepusodepunta.Mirabafijamentelapuertadeentrada.Se oyó que algo rascaba, exactamente como intentaría hacer un perro,
intentandoentrar.YentoncesLanaoyó,oleparecióoír,unsusurrodistorsionado.—Sal.Patrick tendría que estar ladrando, pero no lo hacía. Estaba rígido, jadeaba
intensamente,yteníalamiradaclavadaenlapuerta.—Teimaginascosas—susurróLana,intentandotranquilizarse.—Sal—volvióallamarlaconvozásperaysusurrante.
Lanasediocuentadequeteníaqueorinar.Teníamuchasganasynohabíabañoenlacabaña.
—¿Hayalguienahí?—gritó.Nohuborespuesta.Puedequehubierasidosolamentesuimaginación.Opuede
quesoloelviento.Sedeslizóhastalapuertayescuchóatentamente.Nada.MiróaPatrick.Elperro
continuabaconelpeloerizado,perosehabíarelajadounpoco.Laamenaza,fueraloquefuera,sehabíamarchado.
Lanaabrióunpoco lapuerta.Nada.Noveíanada,encualquiercaso,yestabaclaroquePatrickyanoestabapreocupado.
Noteníaelección:teníaquecorrerhastaelexcusadoexterior.Patricksaltóasulado.
El excusado no era más que una caja vertical, sin decorar, sin adornar, nodemasiadoapestosaybastantelimpia.Claroquenohabíaluz,porloqueteníaqueorientarsepalpándolotodo,localizarelasientoyelpapelhigiénico.
Llegóunmomento en queLana se echó a reír.A fin de cuentas, era un pocochistosoorinarenunexcusadomientrassuperrohacíaguardia.
El paseo de vuelta a la cabaña fue un pocomás relajado. Lana se reservó unmomentoparaalzarlavistahaciaelcielonocturno.Lalunayadescendíahaciaelhorizonte occidental. Las estrellas…pues la verdad es que las estrellas tenían unaspectoextraño.Peronoestabamuyseguradeporquépensabaeso.
Continuócaminandohacia lacabañahastaqueparóen seco.Entre lapuertayella se interponía un coyote. Pero no era como ninguno de los coyotes que suabuelo le habíamostrado.Ninguno de ellos era ni tan siquiera tan grande comoPatrick,peroaquelanimalamarilloypeludoeradeltamañodeunlobo.
Patrick no había visto ni oído al animal acercarse y parecía demasiadoestupefactoparareaccionar.Patrick,quenohabíadudadoenenfrentarseaunpuma,parecíaintimidadoeindeciso.
ElabuelodeLanalehabíaenseñadocosassobrelosanimalesdeldesierto:habíaque respetar pero no temer al coyote; los lagartos asustaban con sus repentinoscambiosdevelocidad;losciervosseparecíanmásaratasgigantesqueaBambi;losburros silvestres no tenían nada que ver con sus hermanos domésticos, y lasserpientes de cascabel no eranuna amenaza siemprey cuando llevaras botas y teanduvierasconcuidado.
—¡Fuera!—gritóLana,yagitó lasmanoscomo lehabíaenseñadoahacer suabuelosialgunavezllegabaaacercarsemuchoauncoyote.
Pero el coyote no semovió, sino que emitió un sonido agudo y cortante quehizo queLana diera un salto hacia atrás. Por el rabillo del ojo vio tres o cuatrofiguras oscuras que se acercaban a toda prisa hacia ella, tres o cuatro sombrasveloces.
Entonces Patrick reaccionó.Gruñó amenazador,mostró los dientes y erizó ellomo,peroelcoyotenosemovióysuscompañerosseacercabanrápidamente.
A Lana le habían explicado que los coyotes no eran peligrosos para loshumanos, pero ya no se lo podía creer. Se inclinó hacia la derecha, esperandoengañaralcoyote,peroelanimalerademasiadorápidoparatomarleelpelo.
—Patrick,¡atrápalo!—leapremiólachica,desesperada.Pero lo único que hacía Patrick era gruñir y exhibirse, y en pocos segundos
llegaríanlosdemáscoyotesy…bueno,¿quiénsabeloqueocurriríaentonces?Lananoteníaelección:teníaquellegarhastalacabaña.Teníaquellegarhastala
cabañaomoriría.Gritócontodassusfuerzasycorrióhaciadondeestabaelcoyote.Parasusorpresa,elanimalretrocedió.Lanavioduranteuninstantealgopequeñoyoscuroyelcoyoteaullódedolor.Lanalodejóatrásalcabodeunsegundo.Quedabandiezpasoshastalapuertade
lacabaña.Diez,nueve,ocho,siete,seis…Patrickpasócorriendodelantedeella,presadelpánico,ysemetiódentro.Lana le pisaba los talones. Se dio la vuelta y cerró la puerta tras de sí sin ni
siquiera aminorar. Derrapó hasta detenerse, se volvió, corrió otra vez hasta lapuertaysepegóaella.
Pero los coyotes no la perseguían. Tenían otros problemas. Oyó aullidossalvajes,gritoscaninosdedoloryrabia.
Alcabodeunratolosaullidosdisminuyeron,espaciándosehastaquefinalmentesedetuvieron.Unanuevavozdecoyoteinicióunanuevaseriedeaullidossalvajes,aullidosalaluna.
Yluegovolvióelsilencio.Por lamañana, con la luz del sol y todos los terrores nocturnos desterrados,
Lanahallóalcoyotemuertoatreintametrosdesupuerta.Aúnpegadaasuhocicohabía media serpiente con la cabeza ancha, en forma de diamante. Su cuerpo sehabíapartidoporlamitad,peronoantesdequeelvenenopenetraraeneltorrentesanguíneodelcoyote.
Lanapasólargoratomirandolacabezadelaserpiente.Estabaseguradequeeraunaserpiente.Y,aunasí,estabaseguradehaberlavistovolar.
Lanatratódeolvidarsedetodoaquello.Ytambiénpasarporaltoelsusurroquehabíaoído,porquelasserpientesvoladorasyloscoyotessusurrantesdeltamañodeungrandanésnoeranposibles.Habíaunapalabraparadefinira laspersonasquecreíanencosasimposibles:locos.
—Creo que al final el abuelo no era tan experto en los animales del desiertocomocreía—comentóaPatrick.
DIECINUEVE
132HORAS,46MINUTOS
—NOTETIENEquegustar,tío,peroesetipoestáhaciendocosasbuenas.Quinnestabaapuntodellamaralaterceracasaaquellamañana.IbanconélSam
yQuinnyunachicadeCoatesllamadaBrooke.Eranel«equipoderegistrotres».EraeloctavodíadelaERA.ElquintodíadesdequeCaineaparecióyseapoderó
detodo.ElsegundodesdequeSambesóaAstridjuntoaunatumbareciéncavada.Cainehabíaorganizadodiezequiposderegistroparaquerecorrieranlaciudad,
cadaunodeloscualesempezabacubriendounamanzana.Laideaeraentrarencadacasa de cada una de las cuatro calles que formaban la manzana. Entraban paraasegurarse de que el fuego estuviera apagado, el aire acondicionado estuvieraapagado, la tele estuviera apagada, las luces interiores estuvieran apagadas y laslucesdelporcheencendidas.Teníanqueapagarlossistemasderiegoautomáticoyloscalentadoresdeagua.
Sinoencontrabanningunadeesascosas,tendríanqueañadirloaunalistaparaque luego interviniera Edilio. Parecía que se le daban bien las cosas mecánicas.RecorríaPerdidoBeachconuncinturóndeherramientasydosniñosdeCoatesquelehacíande«ayudantes».
Los equipos de registro también buscaban niños perdidos, bebés que podíanhaberquedadoabandonados,quizásatrapadosenlascunas.Ymascotastambién.
Encadacasahacíanunalistaconcualquiercosaútil,comolosordenadores,ycualquier cosa peligrosa, como las armas o las drogas.Tenían que anotar cuántacomidahabíayrecogertodaslasmedicinasparaenviárselasaDahra.Lospañalesylalecheenpolvoparabebésibanalaguardería.
Eraunbuenplan.Unabuenaidea.Caineteníaalgunasideasbuenas,deesonohabíaduda.HabíaencargadoaJack
eldelordenadorqueorganizaraunsistemadecomunicacióndeurgencia.Elchicotuvo la idea de hacerlo a la antigua: instalaría radios de corto alcance en elayuntamiento,elparquedebomberos,laguarderíaylacasaabandonadaqueDrakesereservabaparaélmismoyparaalgunosdesussheriffs.
PeroCainenohabíaemprendidoningunaaccióncontraOrc.Samsepresentóanteélparaexigirlequeactuara.
—¿Yquésesuponequetengoquehacer?—preguntóCainecomosirealmentenosupieraquédecirle—.Betteestaba rompiendo las reglas,yOrcessheriff.Fueunatragediaparatodoslosimplicados.AOrclesabefatal.
AsíqueOrcseguíarondandolascallesdePerdidoBeach.QueSamsupiera,aúnhabíasangredeBetteenelbatedelmatón.Yelmiedoalosdenominadossheriffshabíaaumentadodiezveces.
—Vamosaterminarconesto.NoibaaponerseadiscutirsobreCainedelantedeBrooke.Dabaporhechoque
laniñadediezañoseraunaespía.Encualquiercaso,estabadeunhumorpésimoporqueunadelascasasqueteníaquevisitarmástardeeralasuya.
Quinnllamóconlosnudillosyaltimbre.—Nada—comentó,e intentó forzar lapuerta.Peroestabacerrada,por loque
pidió—:Tráemeelmazo.Cadaequipoderegistro teníauncarro,cogidode laferreteríaodel jardínde
alguien.Llevabanunmazopesadoenelcarro.Habían tardado dos horas en poner a punto las dos primeras casas. Aún
tardarían un tiempo hasta haber registrado todas las casas de Perdido Beach yasegurarsedequeeranseguras.
—¿Quieresdarlealmazo?—preguntóSamaQuinn.—Vivoparaelmazo,tío.Quinn levantó elmazo con esfuerzo y lo estampó contra la puerta, justo por
debajodelpicaporte.Saltólamadera,yQuinnempujólapuertaparaabrirla.Deinmediatonotaronunolormuyfuerte.—Ay,tío,¿quésehamuertoaquí?—preguntóQuinn,comosifueraunchiste.Peronadieleriolagracia.Nadamásentrar,vieronenelsuelodemaderaduraelchupetedeunbebé.Los
treschicosseloquedaronmirando.—No,no,no.Nopuedohaceresto—negóBrookeconlacabeza.Lostreschicossequedaronenelporche,puesningunoseatrevíaaentrar.Pero
tampocoparecíandispuestosacerrarlapuertaypasardelargo.A Brooke le temblaban tanto las manos, que Sam se las agarró y sujetó y
murmuró:—Deacuerdo,deacuerdo.Notienesqueentrar.Era una niña regordeta y pecosa con el pelo pajizo y rojizo. Llevaba el
uniformedeCoatesyhastaesemomentocasileparecíaquenoteníaentidadpropia.Nuncabromeaba ni jugaba, solo hacía lo que se suponía que tenía que hacer, tan
soloseguíaaSam.—Esque,despuésdelodeCoates…—empezóBrooke.—¿Qué?—preguntóSam.Brookesesonrojó.—Nada. Tan solo… ya sabes… que han desaparecido todos los adultos.—Y
entonces,alsentircomoteníaqueexplicarsemás,añadió—:Comoquenoquierovermáscosaschungas,¿deacuerdo?
SamlanzóunamiradaelocuenteaQuinn,peroelchicoselimitóadecir:—Creo que hay, diría, un niño muerto dentro. No tenemos que entrar para
saberlo.—¿Hay alguien ahí dentro?—gritó Sam, tan alto como pudo, y entonces se
dirigióaQuinn—.Nopodemosignorarlosinmás.—QuizádeberíamosinformaraCaine—propusoQuinn.—No me lo imagino yendo casa por casa —replicó Sam—. Se pasa el día
sentadocomosifueraelemperadordePerdidoBeach.Comonadielesiguióelrollo,Samañadió:—Dameunadelasbolsasgrandesdebasura.Quinnarrancóuna.Diezminutosmás tarde, Sam había terminado.Arrastró la bolsa y su penoso
contenidoporlaalfombrahastalapuertaprincipal.Lalevantóconmuchoesfuerzoporlasasasylacolocóenelcarro.
—Comosacarlabasura—comentóanadieenconcreto.Le temblaban las manos. Estaba tan enfadado que quería lastimar a alguien.
Estaba tanenfadadoque sihubierapodidoponer lasmanosencimaaquienquieraquehubieracausadotodoaquello,lohabríaestrangulado.
Pero,enrealidad,Samestabafuriosoconsigomismo.Noconocíabienaaquellafamilia.Soloestabalamadre,yluegosusdiversosnovios.Yelniñopequeño.Noeranamigos,nisiquieraconocidos,peroaunasítendríaquehaberpensadoeniravercómoestabaelbebé.Esetendríaquehabersidosuprimerpensamiento.Tendríaquehaberseacordado,peronolohizo.
SinvolverlavistahaciaQuinnyBrooke,Samordenó:—Abridvarias ventanas.Dejadque entre aire fresco.Podemosvolver cuando
noestétan…cuandohayadesaparecidoelolor.—Tío,yonovoyaentrar—protestóQuinn.Samacortórápidamenteladistanciaentreambos.AlvercómoSamlomiraba,
Quinndiounpasoatrás.
—Herecogidoalbebéylohemetidoenlabolsadebasura,¿verdad?Asíqueentrayabrelasventanas.Hazlo.
—Tío,daunpasoatrás,enserio.Túnomedasórdenes.—No,peroCainesí…Quinnextendiólamano,casiprovocándole.—Perdona, ¿te molesto? ¿Por qué no me quemas la mano y ya está, chico
mágico?SamyQuinnsehabíanpeleadomuchasvecesalolargodelosaños.Perodesde
eliniciodelanuevaERA,sobretododesdequeSamexplicóaQuinnlaverdadsobresí mismo, los desacuerdos más banales se enquistaban rápidamente. Estabanencaradoselunohaciaelotrocomosifueranaempezarapegarse.Samestabalobastanteenfadadoparahacerlo.
—Yoloharé,Sam—intervinoBrooke.TodavíaapocoscentímetrosdeQuinn,Samledijo:—Noquieroquelascosasseanasíentrenosotros.Quinnrelajólosmúsculosyseobligóasonreír.—Noesnada,tío.—Abrelasventanas—pidióSamaBrooke—.LuegoveadecirleaEdilioque
cave otro hoyo. Yo voy a registrar mi casa. Estaría bien si pudieras empujar elcarrohastaelcentro.Perosinopuedes,loentenderé.
Y,sindecirunapalabramásaQuinn,saliódisparado,perosedetuvopocoantesdequeterminaraelcamino.
—Brooke,miraaversiencuentrasunafotodeélconsumadre,¿deacuerdo?Noquieroqueloentierrensolo.Deberíatener…
Nopudodecirunapalabramás.Mediocegadoporunaslágrimasinesperadas,marchó calle abajo y subió a trompicones los escalones hasta su propia casa,aquellacasaqueodiaba,ycerrólapuertadeunportazodetrásdeél.
Tardó un rato antes de darse cuenta de que el portátil de su madre habíadesaparecido.
Seacercóhasta lamesay tocóel tablero, justodondeestabaelportátil,comoparaasegurarsequenoeranimaginacionessuyas.
Entoncessediocuentadequehabíacajonesabiertos.Yarmarios.Nosehabíanllevadocomida,sololahabíanrevuelto,ypartedelacomidahabíaterminadoenelsuelo.
Salió disparado hacia su cuarto. La luz seguía allí. Su intento inútil decamuflarlahabíaquedadoaldescubierto.
Alguienlosabía.Alguienlahabíavisto.Peroallínoacababatodo.Habíanregistradoloscajonesyelarmariodelcuarto
desumadre.Sumadreguardabaunacajacerradademetal,grisyplana,ensuarmario.Sam
losabíaporqueselohabíaseñaladoenmásdeunaocasión.—Sialgunavezmeocurre algo, aquí estámi testamento—ledijomuy seria,
peroentoncesañadió—:Yasabes,porsimeatropellaunautobús.—NotenemosautobusesdelíneaenPerdidoBeach—señalóSam.—Deacuerdo…esoexplicaporquénuncallegana tiempo—concluyóella,y
entonces se rieron y ella lo rodeó con el brazo para abrazarlo y, sin soltarlo,susurró—:Sam,tupartidadenacimientotambiénestáaquí.
—Deacuerdo.—Túdecidirássiquieresverlaono.Samsepusotensomientrasellaloseguíaabrazando.Leofrecíalaposibilidad
desaberquédecíalapartidadenacimiento.Habríatresnombresanotados:elsuyo,eldesumadreyeldesupadre.
—Puedeser.Opuedequeno—lerespondióSam.Ella lo abrazócon fuerza,peroél se soltó condelicadezay se apartódeella.
Entonces quiso decir algo. Pedir disculpas por lo que le había sucedido a Tom.Preguntarasumadresitambiénélhabíaasustado,dealgunamanera,asuauténticopadre.
HabíamuchossecretosenlavidadeSam.Y,aunquesumadresehabíaofrecidoacontárselos,Samsabíaqueellaenrealidadnoquería.
HacíamesesqueSamsabíalodelacaja.Sabíadóndeencontrarlallave.Perolacajahabíadesaparecido.No teníamuchas dudas acerca de quién podía habérsela llevado, sobre quién
habíaregistradolacasa.CaineyasabíaqueSamteníaelpoder.Samrecuperósubicicleta.Enaquelmomento loquequeríadesesperadamente
eraestarconAstrid.Ellaharíaquetodotuvierasentido.La mayoría de los chicos habían pasado a desplazarse en bicicletas —no
siemprelassuyas—oenmonopatines.Sololospequescaminaban.YcuandoSamatravesó la plaza de camino a casa de Astrid se encontró con una procesión depeques cruzando la calle. El hermano John iba a la cabeza. La madre Maryempujabaun carrito de dos asientos.Unaniña vestida con el uniformedeCoatesllevabaaunpequeñoenganchadoalacadera.Dosniñosmás,reclutadosparaaquel
día,guiabanlafiladeunatreintenadepreescolares.Ibanseriosparatratarsedeungrupode niños pequeños, pero almenos había cierto jugueteo, el suficiente paraqueMarytuvieraquegritar:
—JuliayZosia,volvedalafila.Las gemelas Emma y Anna controlaban el final de la fila. Sam las conocía
bastante bien, en realidad una vez salió con Anna. Emma llevaba un carritoindividual, yAnna empujaba un carrito de supermercado Ralph’s con aperitivos,pañalesybiberones.
Sam se detuvo y esperó a que cruzaran la calle. Se quedaron en el paso depeatones, lo que se imaginaba que debía de ser bueno.Eramejor que los pequesaprendieran a cruzar la calle como si pudiera haber tráfico. Algunos niños sehabían puesto a conducir, pero en general les había idomal.Caine también teníareglasrespectoaeso:nadiepodíaconducirexceptopartedesugenteyEdilio,quienen teoría tenía que conducir la ambulancia o el coche de bomberos. Si algún díaaveriguabacómo.
—¿Quétalestás,Anna?—preguntóSameducadamente.—Hola,Sam.¿Dóndehasestado?—Enelcuarteldebomberos.Ahoravivoallí—explicó.Annaseñalóalospequesquemarchabandelantedeella.—Turnoconlosbebés.—Unrollo—comentóSam.—Nopasanada.Nomeimporta.—Y también se le da muy bien —exclamó Mary volviéndose hacia ellos,
tratandodeanimarla.—Puedo cambiar un pañal en menos de sesenta segundos —señaló Anna
riéndose—.Menos,siessolopis.—¿Adóndevais?—Alaplaya.Vamosdepicnic.—Québien,osveoluego.—¡Oye,deséanosfelizcumpleañosaAnnayamí,Sam!—exclamóEmma.—¡Felizcumpleañosalasdos!—exclamóSam.Se quedó parado sobre los pedales de la bici y cogió velocidad mientras se
dirigíaacasadeAstrid.SamseentristecióunpocoalrecordarsuúnicacitaconAnna.Erabuenachica.
Peroentoncesnoleinteresabasalirconchicas,esaeralaverdad.Solohabíasalidoconellaporqueleparecíaqueeraloqueteníaquehacer.Noqueríaqueloschicos
pensaranqueeraunsoso.Ysumadrenodejabadepreguntarlesisalíaconalguien,asíquefueaverunapelículaconAnna.Recordabalapelícula:Stardust.
Su madre los llevó. Era su noche libre. Los dejó en el cine y los recogiódespués.Annay él fueron aCaliforniaPizzaKitcheny se partieronuna pizza depolloalabarbacoa.
¿Sucumpleaños?Samfrenólabicibruscamenteypedaleóhaciaatrás,haciadondehabíadejadoa
lospeques.No tardómuchoenalcanzarlos.Acababande llegara laplaya.Todoslos peques se dirigían hacia el espigón bajo, riéndose al quitarse los zapatos ycorrerporlaarena,mientraslamadreMarygritabacomounamaestra:
—Cogedloszapatos,noperdáisloszapatos,Alex,recogeloszapatosyllévaloscontigo.
Anna y Emma habían aparcado el carrito de la compra lleno de aperitivos,pañalesybotellas.Emmaestabavaciandolacargadelcarrito.
—Míraleelpañal—lerecordólamadreMary,yEmmalohizo.Samdejólabicienelsueloycorrió,sinaliento,hastaAnna.—¿Quépasa,Sam?—¿Cuántoscumples?—jadeóSam.—¿Qué?—¿Cuántosañoscumples,Anna?La chica tardó un rato en asimilar sumiedo. Tardó un rato en percatarse del
motivodeltemordeSam.—Quince…—acabósusurrandoAnna.—¿Yquépasa?—preguntóEmma,alnotarelcambiodehumordesugemela—.
Nosignificanada.—Nada…—susurróAnna.—Probablementetengasrazón—dijoSam.—Ay,Diosmío—exclamóAnna—.¿Vamosadesaparecer?—¿Cuándonacisteis?—preguntóSam—.¿Aquéhora?Lasgemelassemiraronasustadas.—Nolosabemos.—Sabéis que no ha desaparecido nadie desde el primer día, así que
seguramente…EntoncesEmmadesapareció.YAnnagritó.Losotrosniñosmayoressedieroncuenta.Lospequeñostambién.
—¡Ay,Diosmío!—gritóAnna—.¡Emma,Emma,ay,Diosmío!AgarrólasmanosdeSamyéllasujetóconfuerza.Algunosde lospeques se contagiarondelmiedo.LamadreMary se acercóy
preguntó:—¿Quépasa?Estáisasustandoalosniños.¿DóndeestáEmma?—¡Ay,Diosmío!Annanoparabadedeciresafraseyderepetirelnombredesuhermana.—¿DóndeestáEmma?—preguntóMary—.¿Quépasa?Samno quería explicárselo.Anna le hacía daño al apretarle con los dedos el
interiordelasmanos.Lachicalomirabafijamenteconlosojosmuyabiertos.—¿Concuántosminutosdediferencianacisteis?—preguntóSam.Annaselimitabaamirarlo,horrorizada.—¿Con cuántos minutos de diferencia nacisteis, Anna? —susurró Sam,
apremiándola.—Seisminutos—susurróella—.Sostenmelasmanos,Sam,nomedejesir.—Noloharé,Anna,notedejaréir.—¿Quévaapasar,Sam?—Nolosé,Anna.—¿Iremosadondeestánnuestramadreynuestropadre?—Nolosé,Anna.—¿Voyamorir?—No,Anna.Novasamorir.—Nomesueltes,Sam.Mary se acercó a ellos con un bebé enganchado a la cadera. John también.
Algunosdelospequeslosmirabanseriosypreocupados.—Noquieromorir…—repetíaAnna—.Yo…yonosécómoes.—Nopasanada,Anna.—Fueagradable.Cuandosalimos—sonrióAnna.—Lofue…Durante una décima de segundo, fue como si Anna se hiciera borrosa. Iba
demasiadorápidoparaserreal.Sevolvióborrosa,ySamcasipodríajurarquelesonrió.
YentonceslosdedosdeSamdejarondeagarrarla.Duranteunratoterriblementelargonadiesemoviónidijonada.Lospequeñosnogritaron.Losmayoressequedaronmirandosinmás.LasyemasdelosdedosdeSamaúnrecordabaneltactodelasmanosdeAnna.
Elchicomirabaellugardondehabíaestadosucara.Aúnveíasusojossuplicantes.Incapaz de controlarse, extendió una mano hacia el espacio que Anna había
ocupado.Tratódetocarunrostroqueyanoestabaallí.Alguienseechóallorar.Alguiengritó,luegootrasvocestambién,ylospequesempezaronallorar.Sam se encontraba mal. Cuando su profesor desapareció, no se lo esperaba.
Peroaquellavezlohabíavistovenir,comounmonstruoenunapesadillaacámaralenta.Aquellavezlohabíavistovenir,comosiestuvieraenganchadoalasvíasdeltrenynopudierasaltaraunlado.
VEINTE
131HORAS,03MINUTOS
—HAPASADOSINmás—anuncióDrake.Caine estaba sentado en su silla de cuero demasiado grande, la que antes
pertenecíaalalcaldedePerdidoBeach.Lehacíaparecerpequeño.Lehacíaparecermuyjoven.Y,paraempeorarlascosas,semordisqueabalauñadelpulgar,conloquecasiparecíaqueseestabachupandoeldedo.
Dianaestabarecostadaenelsofá,leyendounarevistaycasisinprestaratención.—¿Quéhapasado?—Dos chicas a las quememandaste seguir.Acabandedar el gran salto.Han
hechopuf,comodiceeseidiotadeQuinn.Cainesepusoenpiederepente.—Talycomopredije.Talycomodije.Cainenoparecíacontentodetenerrazón.Saliódedetrásdesuescritorioy,para
granregocijodeDrake,arrancólarevistaaDianadelasmanosylaarrojóalotroladodelahabitación.
—¿Creesquequizápodríasprestaratención?—leespetó.Dianasuspiróyseincorporólentamente,sacudiéndoseunpocodepelusadela
blusa.—No teenfadesconmigo,Caine—protestó lachica—.Yo fui laquedijoque
teníamosqueempezararecopilarpartidasdenacimiento.Drake se reservó tiempo para revisar el perfil psicológico de Diana el día
despuésdequeempezaralanuevaERA.Peroparaentonceslosarchivosdelachicayasehabíanperdido.Ensulugar,DianadejóelperfildeDrakeabiertoenlamesadeldoctor,ydibujóunacaritasonrientejuntoalapalabra«sádico».
Hacíamucho queDrake la odiaba. Pero después de aquello, odiar aDiana seconvirtióenunaocupaciónatiempocompleto.
PeroparaindignacióndeDrake,CaineaceptabalainsolenciadeDiana.—Sí.Esafueunabuenaidea.Muybuenaidea.—ElchicodeDiana,Sam,estabaallí—intervinoDrake.Diananorespondióalaprovocación.—Le sostenía la mano a una de las chicas cuando se ha esfumado—añadió
Drake—.Lamiraba directamente a los ojos.Mira, desaparece la primera chica y
todos saben lo que va a pasar a partir de ahí. La segunda chica no paraba delloriquear.Estabademasiadolejosparaoírloquehadicho,perosenotabaqueseestabameandoencima.
—Sadismo—intervinoDiana—.Eldisfrutedelsufrimientodeotro.Drakeforzósusonrisadetiburón.—Laspalabrasnomeasustan.—Noseríasunpsicópatasiteasustaran,Drake.—Dejadlo estar, los dos—intervino Caine, y volvió a recostarse en la silla
demasiado grande y a morderse otra vez el pulgar—. Estamos a diecisiete denoviembre.Tengocincodíasparaaveriguarcómosuperaresto.
—Cincodías—repitióDrake—.Noséquéharíamossiteesfumaras,Caine…MiróaDianacomoindicándolequesabíaexactamenteloqueharíasiCaineya
noestuviera.Jack el del ordenador entró disparado por la puerta, tan nervioso y asustado
comosiempre,llevandounportátilabierto.—¿Qué?—gruñóCaine.—He entrado—anunció Jack el del ordenador orgulloso. Y cuando vio que
nadiereaccionaba,añadió—:EnelportátildelaenfermeraTemple.Caineparecíaperplejo.—¿Elqué?Ah,genial.Tengoproblemasmásimportantes.DáseloaDiana.Ysal.JackeldelordenadorentregóelportátilaDianayseescabullódeldespacho.—Unpequeñogusanoasustado,¿eh?—señalóDrake.—Notemetasconél,esútil—leadvirtióCaine—.Drake…¿quéesloquehas
vistoexactamentecuandolachica…noshadejado?—Alaprimeranolahemiradodirectamentecuandohapasado.Alasegundasí.
Estabaahí,yalminutosiguienteyano.—¿Alaunaydiecisiete?—Sí,másomenos.Cainediounmanotazoenlamesa.—¡Nomedigasmásomenos,idiota!—gritó—.Estoyintentandoentendertodo
esto.Yasabesquenosetratasolodemí.Todosnoshacemosmayores.Tambiéntellegaráeldíaenqueestarásesperandodesaparecer.
—Doce de abril, un minuto después de la medianoche, Drake —le recordóDiana—.Noesquehayamemorizadoeldía,lahoraoelminutoexactoo…—dejódehablarmientrasleíalapantalladelordenador.
—¿Qué?—preguntóCaine.
Dianaloignoróperoquedabaclaroquehabíaencontradoalgomuyinteresanteen el diario de Connie Temple. La chica se levantó rápidamente, de un modoeleganteyfelino,yabrióelarmariodondeguardabanlosarchivos.SacólacajademetalgrisylacolocócasiconreverenciasobrelamesadeCaine.
—¿Aúnnolahaabiertonadie?—preguntó.—Me interesaba más el portátil de la enfermera Temple —explicó Caine—.
¿Porqué?—Hazalgoútil,Drake—leordenóDiana—.Rompeestacerradura.Drakeagarróunabrecartas,metiólahojaporelcierrebaratoylohizogirar.El
cierreserompió,yDianaabriólacaja.—Parece un testamento.Y, ah, esto es interesante, un recorte de prensa sobre
aquellacosadelbusescolardelaquetodoshemosoídohablar.Y…aquíestá.Sostuvouna fundadeplásticoqueprotegíaunapartidadenacimiento impresa
demaneramuyelaborada.Selaquedómirandoyempezóareírse.—Yabasta,Diana—leadvirtióCaine.Selevantóotravezdeunsaltoylearrancólapartidadenacimientodelamano.
Selaquedómirandoypusomalacara.Acontinuaciónsedejócaercomosifueraunamarionetayalguienlehubieracortadoloshilos.
—Veintidósdenoviembre—dijoDiana,yseriomalévolamente.—Coincidencia…—murmuróCaine.—Estresminutosmayorquetú.—Esunacoincidencia.Nonosparecemos.—¿Cuáleslapalabraparalosgemelosquenosonidénticos?—Dianasepusoel
dedo en la boca, parodiandouna reflexiónmuy sesuda—.Ah, sí, falsos gemelos.Mismovientre,mismospadres,óvulosdistintos.
ParecíaqueCainefueraadesmayarse.Drakenuncalohabíavistoasí.—Esimposible.—Ningunodevosotrosconocea suauténticopadre—señalóDiana.Ahorase
hacía la simpática, semostraba tan comprensiva comopodía—. ¿Y cuántas vecesmehasdichoquenoteparecesennadaatuspadres,Caine?
—Notienesentido—murmuróCaine.ExtendiólamanohaciaDiana,y,trasdudarlo,ellaledejóqueselatomara.—¿Dequéhabláisvosotrosdos?—exigiósaberDrake.Nolegustabaserlaúnicapersonaexcluidadeunaconversación.Peroamboslo
ignoraron.—Tambiénestáeneldiario—indicóDiana—.EldelaenfermeraTemple.Sabía
que eras mutante. Sospechaba que tenías alguna clase de poder imposible, y esevidenteque también lohabíanotadoenotros.Sospechabaquehabíasprovocadounadocenadeheridasdelasquenadiesabíaelmotivo.
Drakeladróunarisa,alentenderdequéhablaban.—¿EstásdiciendoquelaenfermeraTempleeralamadredeCaine?ElrostrodeCaineardióderabiarepentina.—Cállate,Drake.—Dos niños nacidos el veintidós de noviembre —insistió Diana—. Uno se
quedaconsumadre.Alotroselollevan,yloadoptaotrafamilia.—¿EratumadreytedioenadopciónysequedóconSam?Drakesereía,disfrutabadelahumillacióndeCaine.Caine se apartó de Diana y se dio la vuelta extendiendo las manos, con las
palmashaciafuera,endirecciónaDrake.—Error…—empezó a decir Diana, aunque no quedaba claro si le hablaba a
CaineoaDrake.AlgogolpeóelpechodeDrake.Eracomosi logolpearauncamión.Lohizo
elevarse en el aire y lo estampó contra la pared. Hizo añicos un par de cuadrosenmarcadosycayódesplomado.
Drakeseobligóadejardetemblar.QueríaecharseencimadeCaineyatacarlo,rematarlo antes deque ese locopudieragolpearlootravez.PeroCaine se cerníasobreél,conlacararoja,enseñandolosdientes,comounperrorabioso.
—Recuerdaquiénmanda,Drake—señalóCaineenvozbajaygutural,comosiprocedieradeunanimal.
Drakeasintió,abatido.Demomento.—Levántate—leordenóacontinuaciónCaine—.Tenemostrabajoquehacer.
AstridestabaenelporchedelaentradaconPete.Eraelmejorsitioparatomarelsol.Estabasentadaenlamecedorablancagrandedemimbreconlospiessubidosalaverja.Laspiernasdesnudasbrillabanpor sublancura a la luzdel sol.Siemprehabía sido pálida y nunca había sido la clase de persona que se obsesionara porponersemorena, pero aqueldíanecesitabaque lediera el sol.Tendía apasar losdías con Pete en el interior.Y, tras estar un par de días dentro, la casa se estabaconvirtiendoenunaprisión.
Sepreguntabasieraasícomosesentíasumadre.¿Poresohabíapasadodeestartodos los días y todas las noches dedicada a Pete a buscar cualquier excusa para
dejárseloaquienquisieraencargarsedeél?La calle donde vivíaAstrid había cambiado en algunos sentidos desde que se
iniciólanuevaERA.Loscochesestabanahíparadosynuncasemovían.Nuncahabíatráfico.Loscéspedesestabandemasiadocrecidos.LasfloresqueelseñorMassiliosiemprehabíamantenido tanbonitasdospuertasmásalláseestabanmarchitando,mustiasporlafaltadecuidados.
Lasbanderitasestabansubidasenunpardebuzones,esperandoauncarteroquenunca iba a venir.Había un paraguas abierto rodando lánguidamente calle abajo,quesolosemovíaunoodoscentímetroscadavez.Aunpardecasasdedistancia,unanimalsalvaje,oquizásunamascotahambrienta,habíavolcadopielesdeplátanoennegrecidas,periódicosempapadosyhuesosdepollodelabasuraporlaentrada.
AstridvioqueSamllegabapedaleandofrenéticamenteensubici.Lehabíadichoquepasaríaabuscarlaparairalatiendayloesperabaconunamezclaincómodadesensaciones.Queríaverlo,yalmismotiempoestabanerviosa.
Estabaclaroqueesebesohabíasidounerror.Ono.Samarrojólabicienelcéspedysubiólosescalones.—Hola,Sam.Eraevidentequeestabapreocupado.Astridbajó laspiernasy se inclinóhacia
delante.—AnnayEmmaacabandehacerpuf.—¿Qué?—Yo estaba allí.Mirándolas. Le estaba sujetando la mano a Anna cuando ha
sucedido.Astrid se levantóy sinpensarlomucho envolvió aSamcon susbrazos como
cuandointentabaconfortaraPete.Pero a diferencia de Pete, Sam respondió abrazándola también con torpeza.
Durante un instante, Sam hundió la cara en el pelo de ella y la chica oyó cómojadeaba.Parecíaqueibanavolverahacerlo,lodebesarse,peroentonces,losdosseapartaronalmismotiempo.
—Estabaasustada—señalóSam—.Anna,quierodecir.HavistodesapareceraEmma.Solosellevabanseisminutos.AsíqueprimeroEmma.YluegoAnna,queseloesperaba.Sabíaqueibaapasar.
—Quéhorror.Sam,entra.Astridmiróasuhermano.Estabaconsuconsola,comodecostumbre.AstridcondujoaSamhastalacocinaylesirvióunvasodeagua.Samsebebió
lamitaddeunsolotrago.—Tengocincodías—explicópreocupadoSam—.Cincodías.Ni siquierauna
semana.—Esonolosabesseguro.—No, ¿verdad?No lo sé.Nome sueltes el rollodeque todo irábien.No irá
bien.—Deacuerdo.Tienesrazón.Poralgúnmotivo,losquinceañossonellímitey,
cuandollegasaellos,hacespuf.Aquellaconfirmaciónpareció tranquilizarlo.Necesitabaquealguienexpusiera
claramentelaverdad,sinevasivas.AAstridleparecíaqueeraelmododeayudaraSam,nosoloahora,sinoenelfuturo.Siesqueteníanalgúnfuturo.
—Loheestadoevitando.Noqueríapensarenello.Mehabíaconvencidodequenoibaapasar.—Samconsiguióesbozarunasonrisairónicaparaella.Samveíasupropiomiedo reflejado en ella e intentaba reprimirlo—. Lo bueno es que ya notengoquepreocuparmeporlodeprimentequevaasercelebrarAccióndeGraciasenestaERA.
—Puedequehayaunmododevencerlo—sugirióAstridconcautela.Samlomiróesperanzado,comosiellapudieratenerunarespuesta,peroAstrid
meneólacabeza,porloqueelchicoañadió:—Nadie busca siquiera una salida de la ERA. Tiene que haber un modo de
escapar.Nosabemossihayunapuertagrandeyabiertaenlabarrera.Ounasalidaalmar.Ohaciaeldesiertooelparquenacional.Nadiehabuscadosiquiera.
Astrid se resistió a calificar ese sentimiento como el de «la esperanza es loúltimoquesepierde»,yenvezdeesocomentó:
—Sihubieraunmodode salirdeaquíhabríaunmododeentrar.Yelmundoentero debe de saber lo que ha sucedido. Perdido Beach, la central nuclear, laautopistabloqueadaderepente…elmundotienequehabersedadocuenta.Ytienenmásgenteyrecursosquenosotros.Debendeteneralamitaddeloscientíficosdelmundotrabajandoenello.Peroaquíseguimos.
—Losé.Todoesoyalosé.—Samsehabíacalmadounpocoysentadoenunode los taburetes que rodeaban el mostrador de la cocina. Pasó una mano por lasuperficielisadegranitocomoparaapreciarlafrialdaddelapiedra—.Heestadopensando,Astrid.¿Yunhuevo?
—Ups,nomequedanhuevos.—No,quierodecir,piensaenunhuevo.Elpollitosaledelhuevo,¿verdad?Pero
si intentas entrar tú, se deshace. —Hizo un gesto con los dedos, como si
desmenuzaraalgo,parailustrarlo.ComoAstridnorespondió,Samseentristecióyañadió—:Teníasentidocuandomeloheplanteado.
—Laverdadesquealgodesentidotiene.Sam estaba claramente sorprendido. Los ojos le brillaban de unmodo que a
Astridlegustaba,yesbozóunasonrisatorcida.—Parecessorprendida…—señaló.—Sí,laverdad.Puedequeseaunaanalogíaapta.—Solodices«analogíaapta»para recordarmequeeresmás listaqueyo—se
burlóSam.Se miraron fijamente y acto seguido apartaron la vista, sonriendo
avergonzados.—No lo lamento, ¿sabes? —empezó Sam—. Quiero decir, que era un mal
momento,unmalsitioytodoeso,peroaunasínololamento…—Quieresdecir…—Sí…—No, yo tampoco —dijo Astrid—. Esto… ha sido mi primer beso. Si no
cuentascuandobeséaAlfredoSlavinenprimero,claro.—¿Elprimero?—Pues…sí…¿ytú?Élmeneólacabezayseestremeciólamentándolo.—Perohasidolaprimeravezquerealmentequería.Ambos permanecieron en un silencio cómodo durante unos instantes, tras el
cualAstridañadió:—Sam, lo de la cáscara del huevo, lo que quieres decir es que si la gente de
fueraintentapenetrarenelmurodelabarrera,puedeserpeligrosoparanosotros.Ypuedequeyasehayandadocuenta.Puedequeloqueocurreesquesolonosotrospodemos romper la barrera y salir. Puede que el mundo entero esté esperando,mirando, esperando que averigüemos cómo salir del cascarón.—Astrid abrió elarmarioporencimadeellaysacóunabolsadegalletasamedias.Lapusosobreelmostradorycogióunaparaella—.Esunabuenateoría,perotedascuentadequesiguesinserprobable.
—Yalosé.PeronoquieroquedarmeaquísentadoaesperaraquemelleguelahorasihayunmododesalirdelaERA.
—¿Yquéesloquequiereshacer?Sam se encogió de hombros. Tenía una manera de hacerlo con la cual no
expresabanidudasniincertidumbresinoqueeramásbiencomosiunapersonase
deshicieradeunacargapesada,seliberaraparapoderactuar.—Quieroempezarrecorriendolabarrerayversiresultaquehayalgunapuerta
grande.Igualpasasporesapuertayestántodosallí,¿sabes?Mimadre,tuspadres,AnnayEmma.
—Losprofesores—añadióAstrid.—Noarruinesunabonitaimagen.—Ysiencuentraslapuerta,¿Sam?¿Laatravesarás?¿Quélespasaráatodoslos
niñosquesiguenenestaERA?—Tambiénsaldrán.—Nosabrássiesunapuertahastaquelaatravieses.Y,encuantolohagas,puede
quenohayamododevolveraentrar.—Astrid,dentrodecincodíasdesapareceré.Harépuf.Meabriré.—Tienesquepensarentimismo—dijoAstridsinningunainflexiónenlavoz.Samparecíaofendido.—Nomeparecejustoque…Loquefueraqueestuvieraapuntodedecirseperdióporqueenesemomentose
oyerondosruidosenunasucesiónrápida.Elprimerofueungolpetazoprocedentedefuera.ElsegundofueelchillidodePete.
Astridcorrióhastalapuerta,laatravesóatodavelocidad,yseencontróaPetehechounabola,temblando,aullando,listoparaqueledieraunataque.
Habíaunapiedraenelsueloentarimadojuntoaél.Y en la acera, riéndose, estaban Panda, un chico de Coates llamado Chris y
Quinn. Panda y Chris llevaban bates de béisbol. Chris también llevaba una bolsablancadebasura.Dentrodelabolsaseveíaellogodeunaconsolanueva.
—¿Le habéis arrojado una piedra a mi hermano?—gritó Astrid, a quien laindignaciónlehabíaquitadoelmiedo.
SearrodillójuntoaPete.Samcruzólamitaddelcésped,muydecidido.—¿Quéhashecho,Panda?—Meignoraba—repusoelchico.—Pandasolobromeaba,Sam—señalóQuinn,yseinterpusoentreSamyPanda.—¿Lanzarunapiedraaunniñoindefensoessolobromear?—protestóSam—.
¿Ysepuedesaberquéhacesporahíconestetíochungo?—¿Aquién llamas chungo?—exigióPanda, aferrándose a subatedebéisbol,
peronocomosifueraaempezaragolpear.—¿Aquiénllamochungo?Acualquieraquelanzaunapiedraaunniñopequeño.
Samnoseacobardaba.Quinnlevantólasmanosdemaneraconciliadora.—Mira,tómateunrespiro,tío.NoesmásqueunamisiónparalamadreMary.
HareclutadoaPandaylohaenviadoabuscarelositodepeluchedeunniño,¿deacuerdo?Estamoshaciendoalgobueno.
—¿Haciendoalgobuenoyrobandocosas?—SamseñalólabolsadebasuraqueChris llevaba agarrada—.Y al volver, ¿se os ha ocurrido lanzar una piedra a unniñoautista?
—Oye,para—protestóQuinn—.LlevamoseljuegoaMaryparaquelosniñostenganalgoquehacer.
PetesehabíapuestoagritarleaAstridaloído,asíquelachicanooíatodoloque decían, solo fragmentos de palabras furiosas entre un Quinn cada vez mássusceptibleyunSamabrumadoporlarabiacontenida.
EntoncesSamsevolviósobresus talonesysedirigió,muyofendidootravezhastaAstrid.QuinnlehizouncortedemangasysemarchótancampanteconPandayelchicodeCoates.
Sam se dejó caer violentamente sobre la silla del porche. Durante los diezminutosquetardóAstridencalmarasuhermanopequeñoyhacerquevolvieraaconcentrarseensuvideojuego,Samsiguiófurioso.
—Seestávolviendo inútil.Peroqué inútil…—empezóSam,peroentonces seechóatrásyañadió—:Bueno,losuperaremos…
—¿TerefieresaQuinnyati?—Sí.Astridseplanteóquedarsecalladasinmás,noforzarlo.Peroeraunacharlaque
tendríaquetenerconSamtardeotemprano.—Nocreoquevayaasuperarlo…—Noloconocesmuybien.—Estácelosodeti.—Bueno,claro,esquesoytanguapo…Samseesforzóporbromearalrespecto.—Esuntipodepersona,ytúotra.Cuandolavidasiguenormalmente,eresmás
omenoselmismo.Perocuandolavidasevuelveraraydamiedo,cuandohayunacrisis, de repente te conviertes enunapersona totalmente distinta.No es culpa deQuinn,peroélnoesvaliente.Noesfuerte.Ytúsí.
—Aúnquieresqueseaungranhéroe.—Quiero que seas quien eres. —Astrid permanecía junto a Pete, pero le
extendiólamanoaSam—.Sam,lascosasvanaempeorar.Ahoramismotodosloschicosestánenestadodeshock.Tienenmiedo.Peroaúnnosabencuánasustadosdeberíanestar.Tardeotempranoseacabarálacomida.Tardeotempranofallarálacentral nuclear. Cuando estemos aquí sentados en la oscuridad, hambrientos ydesesperados,¿quiénestaráalmando?¿Caine?¿Orc?¿Drake?
—Bueno…—empezó a responder Sam, muy seco—. Dicho así parece muydivertido.
—Deacuerdo,dejarédeinsistirte.Leparecíaqueteníaqueecharseatrás.Lepedíaloimposibleaunchicoalque
apenasconocía.PeroAstridsabíaqueeraloqueteníaquehacer.Creíaenél.Sabíaqueestabadestinadoaello.Se preguntaba por qué. En realidad no tenía nada de lógica. No creía en el
destino.Astridsehabíapasadolavidaconfiandoensucerebro,ensucomprensiónde los hechos. Y ahora una parte de ella que apenas sabía que existía, una parteenterradaydescuidadade sumente, se esforzabapor salir:nohabíaningúnbuenmotivo para ello, tan solo un instinto que seguía empujándola a que empujara aSam.
Peroestabasegura.Segura.Astrid se volvió hacia Pete para que Sam no viera lo preocupada que estaba,
peronolesoltólamano.Estabasegura.Comosicontestaraacuántossondosmásdos.Asídesegura.Soltó lamanodelchicoy respiróhondo,aunque temblaba.Ydejódesentirse
segura.Laexpresióndepreocupaciónaumentóensurostro.—Vayamosabuscarcomida—señaló.Sam tenía lamente enotraparte, estabapreocupado, asíqueno sepercatóde
cómoAstridsemirabalasmanos,concentrada.Lachicaselimpiólaspalmascontralospantalonescortos.
—Sí—dijoSam—.Vayamosmientraspodamos.
VEINTIUNO
129HORAS,34MINUTOS
—ENSÉÑAMETULISTA—exigióHoward.EstabaantelapuertadeentradadeRalph’s,sentadoenunasillaplegable,conlos
pies apoyados en una segunda silla. En un pequeño combo de TV y DVD veíaSpiderman3.Apenaslevantólavistacuandoseacercaron.
—Notengounalista—repusoAstrid.—Necesitasunalista.Noentranadiesinlista.—Deacuerdo—accedióSam—.¿Tienespapelylápiz?—Puesresultaquesí,Sam.Howardsesacóuna libretapequeñadeespiraldelbolsillodeunachaquetade
cueroquenolefavorecíayselaentregóaAstrid.LachicaescribióloquenecesitabayselapasóaHoward.—Tepuedesllevartodolofresco,lodecomer.Sevaaestropear.Casinoqueda
yahelado,peropuedequequedenpolos.—MiróaPete—.¿Tegustanlospolos,pe-tardo?
—Vamos,terminaya…—leadvirtióSam.—Siqueréisalgoenlatadoopastaoloquesea,necesitáispermisoespecialde
Caineodeunodelossheriffs.—¿Dequéestáshablando?—exigióAstrid.—Digoquetepuedesllevartodalalechuga,huevos,delicatessenylecheporque
todocaducarápronto,peronosguardamoscosascomosopaenlataoloquenoseestropee.
—Deacuerdo,tienesentido—reconocióAstrid.—Igual con los productos de papel. Cada uno se lleva un rollo de papel
higiénico.Así que hazlo durar.—Volvió amirar la lista—. ¿Tampones? ¿De quétamaño?
—Cállate—leespetóSam.—Vamos,entrad—dijoHoward,yseechóareír—.Perolocomprobaré todo
cuandosalgáis,ysinoestábien,osharédevolverlo.La tienda estaba hecha un desastre. Antes de que Caine pusiera un guardia,
habíanrobadocasi todas lascosasdepicar.Y losque lohabíanhechonoerannilimpios ni cuidadosos. Había tarros rotos de mayonesa, vitrinas caídas, cristales
rotosdepuertasdeneverasdestrozadas.Habíamoscasportodaspartes.Latiendaempezabaaolerabasura.Algunasde
laslucessehabíanquemadoyquedabanespaciosaoscuras.Lospósteresdecoloresllamativos aún colgaban sobre sus cabezas ofreciendo ofertas especiales ydescuentos.
SamagarróuncarroyAstridsubióaPetealasiento.Todas las flores en la pequeña floristería de la esquina parecíanmustias.Una
docena de globos conmensajes de «FelizNavidad» o deAcción deGracias aúnflotaban,peroestabanperdiendoaltura.
—Quizá debería buscar un pavo —señaló Astrid, mirando donde se exhibíacomida de Acción de Gracias: ingredientes para hacer tarta de calabaza, carnepicada,salsadearándanos,dosificadoresdesalsaparaelpavo,relleno.
—¿Sabescocinarunpavo?—Puedo encontrar las instrucciones online. —Y acto seguido suspiró—. Ay
no…Puedequehayaunlibrodecocinaporahí.—Nosquedamossinsalsadearándanos.—Nopodemoscogernadaenlatado.SamseadelantóalaseccióndeproductosfrescosysedetuvoalverqueAstrid
seguíamirandoelexpositorconproductosdetemporada.Estaballorando.—Eh,¿quéocurre?Astridtratódesecarselaslágrimas,peronopodíaparar.—Siemprehacíamoslascompraslostres,mimadre,Peteyyo.Eraelmomento
de la semana en el que hablábamos. Ya sabes, comprábamos despacio ycomentábamosquéíbamosacomeryhablábamostambiéndeotrascosas.Así,sinmás.Nuncahabíaestadoaquísinmimadre.
—Niyo.—Esunasensaciónrara.Pareceelmismositio,peronoloes.—Ya nada es lo mismo —comentó Sam—. Pero la gente sigue necesitando
comer.AsíconsiguióarrancarleunasonrisaaAstrid.—Deacuerdo,vamosacomprar.Cogieron lechuga,zanahoriasypatatas.Samfuedetrásdelmostradoracoger
un par de filetes y envolverlos en papel. Las moscas se habían apoderado dealgunos trozos de carne que habían quedado fuera al desaparecer los carniceros.Peronoparecíanhabertocadolacarnededentro.
—¿Algomás,señora?—preguntó.
—Bueno,comonadiemásselalleva,tambiénmellevarélacarneparaasar.Samseinclinósobreelmostrador.—Deacuerdo,merindo.¿Cuáleslacarneparaasar?—Esa grande. —Dio unos golpecitos en la vitrina—. La puedo meter en la
nevera.—Claro.Carnepara asar.—Sam la sacóy la colocó sobreunahoja depapel
encerado—.¿Tedascuentadequevalecomoveintedólareselkilooalgoasí?—Ponloenmicuenta.Pasaron a los productos lácteos. Y allí estaba Panda, de pie, nervioso,
blandiendoelbatelistoparagolpear.—¿Otraveztú?—saltóSam.Pandanocontestó.YAstridgritó.Samsevolvió,yvioduranteun instanteaDrakeMerwinantesdequealgo le
golpeara en un lado de la cabeza. Se fue tambaleando hasta una estantería conenvasesdequesoparmesanorallado,ygolpeólosenvasesverdeshaciéndoloscaerportodaspartes.
Vio el bate girando, trató de pararlo, pero la cabeza le daba vueltas y noconseguíacentrarlamirada.
Lefallaronlasrodillasycayóalsuelo.A lo lejos vio a unos chicos moviéndose rápido, puede que fueran cuatro o
cinco.DosagarraronaAstridylesujetaronlasmanospordetrás.Entoncesoyóunavozdechica,queSamnoreconocióhastaquePandadijo:—Diana…Samresistíaperonopodíacontrolarlosmúsculos.Algopasóporencimadesu
manoizquierda,yluegodeladerecha.Unosdedosfuerteslomanteníanbiensujeto.Cuando por fin pudo centrarse se quedómirando estúpidamente lo que había
ocurrido. Le habían atado las muñecas con un cierre de plástico, al que habíananudadounglobodesinflado,pegadoconcintaadhesiva.
DianaLadrissearrodillóypusolacaraalaalturadeladeSam.—EsdeplásticoPET.Tienelasuperficiereflectante.Asíquenointenteshacerde
lastuyas,Sam:tefreiríaslasmanos.—¿Quéestáshaciendo?—Samhablabaarrastrandolaspalabras.—Tuhermanoquieretenerunaagradableconversacióncontigo.AquellafrasenoteníasentidoySamnoestabasegurodehaberlaoídobien.La
únicapersonaquelollamabaaveces«hermano»eraQuinn.
—DejadiraAstrid—pidió.DrakesepusodelantedeDianaygolpeóaSamenlaespalda,porloquesele
doblaronlaspiernas.Drakesecolocóporencimadeélyempujóelextremodesubate contra la nuezdeSam.Elmismomovimientoque empleó conOrc lanocheanterior.
—Sieresbuenchico,seremosamablescontunoviaysuhermanoretrasado.Sidasproblemas,memeteréconella.
ElmecanismodePeteparaempezaragritarsinpararsehabíadesencadenado.—Callaaeseniñoolocallaréyo—amenazóDrakeaAstrid.Yluegoordenóa
Howard,Panday losdemás—:Cogedalgranhéroeyarrojadloenelcarrode lacompra.
LevantaronaSamylosoltarondentrodelcarro.Howarderaelqueempujabaytarareaba:—Sammy, Sammy, Sammy. SamBus Escolar ahora es SamCarro del Súper,
¿eh?Drake se inclinó hacia Sam, quien lo último que vio fue una tira de cinta
adhesivaqueleibanaponersobrelosojos.Loempujaroncarreteraabajoenelcarrodelsúper.Loempujaronporlaciudad.
No veía nada, pero notaba las sacudidas. Y oía la risa y las pullas deHoward yPanda.
Samintentódescifrarlaruta,averiguarhaciadóndesedirigían.Despuésdeloquepareciómuchorato,notóqueibancuestaarriba.
—Tío,quealguienmeayudeaempujarestacosa—empezóaquejarseHoward—.Freddie,tío,ayúdame.
El carro aceleró durante un rato, hasta que perdió velocidad. Sam oyó quealguienibasinaliento.
—Cogeaalgunosdeesosqueestánmirando—exigióFreddie.—Sí.¡Oye,tú!Venaquíyayúdameaempujarestecarro.—No,tío.Nidecoña.EraQuinn.ElcorazóndeSamdiounvuelco.Quinnleayudaría.Entonceselcarrosedetuvo.—¿Qué,tienesmiedodequetuchicoseenteredeloquehasestadohaciendo?
—espetóHoward.—Cállate,tío—saltóQuinn.—Sammy,¿quiéncreesquenoshaavisadodeque ibasacomprarconAstrid,
eh?
—Cállate,Howard.Quinnparecíadesesperado.—¿Quiéncreesquenoshahabladodetuspoderes,Sam?—Nosabíaqueibanahaceresto—suplicóQuinn—.Nolosabía,tío…Samsediocuentadequenolesorprendía.Peroaunasí,latraicióndeQuinnle
dolía más que cualquier otra cosa que le hubiera hecho Drake. Quería gritar aQuinn.QueríallamarloJudas.Perogritarychillarleharíanparecerdébil.
—Nolosabía,hermano.Telodigodeverdad—insistióQuinn.—Sí. Igualpensabasquequeríamosorganizarunareunióndelclubdefansde
SamTemple—comentóHoward,yse riodesupropiagracia—.Ahoraagarraelcarroyempújalo.
Yelcarroempezóamoverseotravez.Sam estaba furioso. Quinn lo había traicionado. Astrid estaba con Drake y
Diana.Ynopodíahacernadaalrespecto.Parecíaquenoibaapasarnunca,perofinalmentesedetuvieron.Sin avisar, volcaron el carro y Sam cayó sobre la acera.Dio una voltereta e
intentórascarelglobocontraelsuelosinquesedierancuenta.Perolapatadaquerecibióenlascostillaslodejósinaliento.—¡Oye!—exclamóQuinn—.Noletienesquepegar.UnasmanosagarraronaSamporlosbrazosyentoncesoyólavozdeOrc:—Sidasproblemas,tedaréunapaliza.Le hicieron subir unas escaleras a trompicones. Había una puerta, grande a
juzgarporelruidoquehacía.Entoncessuspiesresonaronenellinóleopulido.Se detuvieron. Se abrió otra puerta. Hicieron entrar a Sam. Orc le dio en la
espinillaySamcayóbocaabajo.Entonces Orc se montó sobre su espalda, le agarró del pelo y le tiró
bruscamentedelacabezahaciaatrás.—Quítalelacinta—ordenóunavoz.Howardlevantóelbordedelacinta,loagarróylaarrancódecuajo,llevándose
partedelascejasdeSamenelproceso.Elchicoreconociódóndeseencontraba.Eraelgimnasiodelaescuela.YacíaenelsuelopulidodemaderaconCainemirándolotranquilamente,conlos
brazoscruzados,disfrutandodelmomento.—Hola,Sam—ledijo.Samgirólacabezaaizquierdayderecha.Orc,Panda,Howard,FreddieyChaz
iban armados con bates de béisbol. Quinn intentaba encogerse como si quisiera
desaparecerdesuvista.—Tienesmuchostíos,Caine.Debodeserpeligroso.Caineasintiócomosiyalohubierapensado.—Megustasercuidadoso.ClaroqueDraketieneatunovia.Asíquesiyofuera
tú,intentaríanocausarningúnproblema.Drakeesunchicoviolentoyperturbado.Howardserio.—Déjaloqueselevante—ordenóCaine.OrcselevantódelaespaldadeSamperonosinantesclavarleunarodillaenlas
costillas.Samsepusoenpie,tembloroso,perosealegródenoseguirenelsuelo.EstudióatentamenteaCaine.SeconocieronenlaplazacuandoCaineacababade
llegar.Desdeentonces,sololohabíavistodepasada.Caineloestudiabaconlamismaatención.—¿Quéquieresdemí?—preguntóSam.Caine empezó a morderse el pulgar, y luego bajó las manos casi como si
adoptaralaposicióndefirmes.—Ojaláhubieraalgúnmododequefuéramosamigos,Sam.—Veoquetemueresdeganasdeserminuevocolega.Caineserio.—¿Ves?Tienessentidodelhumor.Esonovienedetumadre.Nuncamepareció
muydivertida.¿Quizávienedetupadre?—Puesnolosé.—¿No?¿Porquéno?—Tienes el portátil demimadre. Tienes todos sus documentos personales.Y
tienesaQuinnparaqueterespondapreguntassobremí.Asíquemeimaginoqueyasabeslarespuesta.
Caineasintió.—Sí. Tu padre desapareció poco después de que tú nacieras. Creo que no le
impresionastemucho, ¿no?—Caine se rio de su propio chiste, y algunos de susseguidoresselesumaronmedioconvencidos,yaquenoloacababandeentender—.Bueno,puesnotesientasmal.Resultaquemipadrebiológicotambiéndesapareció.Igualquemimadre.
Samnointervino.Teníalasmanosentumecidasporelcierredeplásticoquelasataba.Estabaasustado,perodecididoanodemostrarlo.
—Nosepuedenllevarzapatosdecalleenelsuelodelgimnasio—señalóSam.—¿Asíquetupadredesapareceynisiquieraquieressaberporqué?—preguntó
Caine—.Qué interesante.Yosiemprehequeridosaberquiénes fueronmispadres
deverdad.—Déjameadivinarlo:enrealidaderesunmagocriadopormuggles.LasonrisadeCaineerafría.Levantólamanoconlapalmahaciafuera.Unpuño
invisiblegolpeóaSamenlacaraylohizotambalearsehaciaatrás.Estuvoapuntodecaeralsuelo,todoledabavueltasylesalíasangredelanariz.
—Sí.Algoasí—repusoCaine.ExtendióambasmanosySamsintióqueseelevabadelsuelo.CainelolevantóunmetroyluegoentrecruzólosdedosySamcayódegolpe.Elchicoselevantólentamente.Lapiernaizquierdaletemblaba.Leparecíaque
sehabíahechounesguinceeneltobillo.—Tenemos un sistema paramedir el poder—explicóCaine—. Se lo inventó
Diana.Puedeleera lagentesi lessostienelamano,puededecirnoscuántotienen.Lodescribecomolaseñaldeunteléfonomóvil.Unabarra,dosbarras,tresbarras.¿Sabesquémesaleamí?
—Queestásloco.Samescupiólasangrequelerecorríalaboca.—Cuatro barras, Sam. Soy el único al que ha leído que tiene cuatro barras.
Puedolevantarte,hacertevolarhaciaeltechooestampartecontralapared.Ilustróloquequeríadecirconmovimientosdemanosconlosqueparecíaque
estuvierahaciendounadanzahawaianahula.—Podríasconseguirtrabajoenuncirco—señalóSam,inspirado.—Aaah,chicoduro…ACaineparecíamolestarlequeSamnohubierarespondidomaravillado.—Mira, Caine, tengo las manos atadas, tienes a cinco de tus matones a mi
alrededorconbatesdebéisbol,¿ysesuponequedeboasustarmeporquesabeshacertrucosdemagia?
Samcontócincoynoseis.NoqueríacontaraQuinn.CainetomónotadelaomisiónylanzóunamiradadesospechahaciaQuinn,que
aúnparecíaeltípicochicoquenosabíadóndeponerseoquéhacerconsigomismo.—Yunodeesoscinco—señalóSam—esunasesino.Unasesinoyunhatajode
cobardes.Esaestupandilla,Caine.Caineabriómucholosojos,mostrólosdientes,furioso,yderepenteSamsalió
disparadoalotroladodelgimnasio.Disparadocomosilohubieranarrojadodesdeunacatapulta.
Elgimnasiodabavueltasasualrededor.Sam se estampó contra el aro de la canasta, y se dio con la cabeza contra el
tablerodefibradevidrio.Quedócolgadodelaroduranteuninstanteyluegocayódeespaldas.
Lo arrastraron unas manos invisibles con una fuerza aterradora, como si lohubierabarridountornado,hastaqueacabóalospiesdeCaine.
Aquellaveztardóenlevantarse.Alflujodesangredelanarizsesumabaunhilodesangredelafrente.
—Variosdenosotrosdesarrollamospoderes extraños,desdehaceunosmeses—explicóCainecomosifueralomásnaturaldelmundo—.Somoscomounclubsecreto.Frederico,Andrew,Dekka,Brianna,yotrosmás.Trabajamosunidosparadesarrollarlos.Nosanimamoslosunosalosotros.Verás,esaesladiferenciaentrelagentedeCoatesylosdelaciudad.Enuninternadocuestaguardarsecretos.Peroenseguidaquedóclaroquemispoderessondeunordentotalmentedistinto.¿Loqueteacabodehacer?Nadiemáspodríahacerlo.
—Sí,esohasidounapasada—comentóSam,tratandodemostrarsedesafiante—.¿Puedesvolverahacerlo?
—Teestáprovocando.Dianaacababadeentrarenelgimnasioyeraevidentequenolegustabaloque
veía.—Intentademostrarloduroquees—comentóCaine.—Sí.Ylohahecho.Sigamos.—Nomehablesenesetono,Diana—leadvirtióCaine,crispado.DianasepaseóporelgimnasiohastaquedarsedepiejuntoaCaine.Cruzólos
brazos por encima del pecho y meneó la cabeza hacia Sam, burlándose de sudesdicha.
—Vaya,quémalaspectotienes,Sam.—Ypeorquetendrá—amenazóCaine.—Este es el trato, Sam—suspiró Diana—. Caine quiere que le des algunas
respuestas.—¿PorquénoselopreguntaaQuinn?—Porquenosabelasrespuestas,perotúsí,asíquesetratadelosiguiente:sino
respondesalaspreguntasdelLíderIntrépido,DrakevaaempezarapegaraAstrid.Yparaquelosepas:Drakeestámaldelacabeza.Notelodigoparaasustarte,telodigoporqueesverdad.Yosoymala,Cainetienedeliriosdegrandeza,peroDrakeestátotalmentemajara.Podríamatarla,Sam.Yempezarádentrodecincominutossinovuelvoyledigoquenolohaga.Asíque…tictac…
Samtragósangreybilis.
—¿Quépreguntas?DianapusolosojosenblancoysevolvióhaciaCaine.—¿Vesquéfácilhasido?Y,porincreíblequepareciera,CaineaceptólachuleríadeDiana.Sinamenazas,
sinatacarla,selimitóaaceptarloconunamezcladerabiayresentimiento.SamsequedóperplejoaldarsecuentadequeCaineestabaenamoradodeella.
Lasvecesqueloshabíavistojuntosnomostrabanningunaseñalexternadeafecto,peronopodíaserdeotromodo.
—Háblamedetupadre—leexigióCaine.Samseencogiódehombros,unmovimientoquelehizoestremecersededolor.—No formaba parte de mi vida. Lo único que sé es que a mi madre no le
gustabahablardeél.—Atumadre.AlaenfermeraTemple.—Sí.—En el nombre de tu partida de nacimiento, donde dice «nombre del padre»
pone«TaeganSmith».—Deacuerdo.—Taegan.Unnombremuyraro.Muyraro.—¿Yqué?—Pero Smith esmuy común. Es el nombre que podría usar un hombre para
ocultarsuverdaderonombre.—Mira,estoyrespondiendoatuspreguntas,dejaqueAstridsevaya.—Taegan—repitió Caine—. Ahí mismo en la partida de nacimiento. Madre:
Constance Temple. Padre: Taegan Smith. Fecha de nacimiento: 22 de noviembre.Horadenacimiento:22:10horas.SierraVistaRegionalMedical.
—Asíqueahorapuedeshacermeelhoróscopo.—¿Noteinteresanadadetodoesto?—Meinteresasaberloqueestápasando—suspiróSam—.Porquéestamosen
unanuevaERA.Cómohacerquepareocómoescapardeella.En la larga listadecosasquemepreocupan,mipadrebiológico,alquenoconocí,yquenosignificónadaparamí,quedabastantealfinal.
—Teesfumarásdentrodecincodías,Sam.¿Esoteinteresa?—DejaqueAstridsevaya.—Vamos,Caine.Déjaloestar—insistióDiana.Cainesonrióconsuficiencia.—Meinteresamucholacuestióndeladesaparición.¿Sabesporqué?Porqueno
quieromorir.Ynoquieroencontrarmede repenteotravezenelmundodeantes.MegustalanuevaERA.
—¿Esoesloquecreesquepasa,quevolvemosalmundodeantes?—Yohagolaspreguntas—replicóCaine.—DejaqueAstridsevaya.—Lo que quiero decir es —continuó Caine— que tú y yo tenemos algo en
común,Sam.Nacimoscontresminutosdediferencia.Samsintióescalofríosderepente.—Tresminutos—repitióCaine,acercándoseaél—.Primerotú.Yluegoyo.—No.Nopuedeser…—murmuróSam.—Sípuede—afirmóCaine—.Ytúeres…hermano…La puerta se abrió de golpe. Drake Merwin entró disparado en el gimnasio.
Buscabaalgo.—¿Estáaquí?—¿Quién?—preguntóDiana.—¿Atiquéteparece?Larubiaysuhermanoelretrasado.—¿Lahasdejadoescapar?—exigióCaine,olvidándosedeSamporuninstante.—No la he dejado escapar. Estaban en la habitación conmigo. La chica me
estabamolestando,asíquelehedado.Entonceshandesaparecido.Sehanido.CainelanzóunamiradaasesinaaDiana.—No, no, le faltan meses para cumplir los quince. Y, en cualquier caso, su
hermanopequeñotienecuatro.—¿Yentoncescómo…?—Cainearrugólafrente—.¿Puedeserelpoder?Dianameneólacabeza.—He vuelto a leer aAstrid viniendo hacia aquí.Apenas tiene dos barras.No
puedeser.¿Sehanteletransportadodospersonas?Cainepalideció.—¿Seráelretrasado?—Esautista,estácomoensupropiomundo—corrigióDiana.—¿Lohasleído?—Esunniñoautista,¿porquéhabríadeleerlo?CainesevolvióhaciaSamylevantólamanoamododeamenaza.—¿Quésabesdeesto?—Caineacercósucarahastaquedarapocoscentímetros
deSam,ygritó—:¿Quésabes?—Bueno,séquedisfrutoviéndoteasustado,Caine.ElpuñoinvisiblehizoqueSamcayeradesplomadodeespaldas.
Diana, por primera vez, parecía preocupada. Su sonrisita habitual se habíaesfumado.
—LaúnicavezquehemosvistoteletransportefueconTaylorenCoates.Ysolopodíaatravesarlahabitación.Teníatresbarras.Siesteniñopuedeteletransportarseasímismoyasuhermanaatravésdelasparedes…
—Podríatenercuatro…—terminólafraseCaineenvozbaja.—Sí. Podría tener cuatro—repitió Diana. Y cuando dijo la palabra «cuatro»
miródirectamenteaSam—.Inclusomás.—Orc,Howard—ordenóCaine—:encerradaSamyatadloparaquenopueda
desatarse el globo de lasmanos, y luego haced que Freddie os ayude.Ha puestoyeso antes, sabe qué hacer. Coged lo que necesitéis de la ferretería.—Agarró aDrakedelhombro—.EncontradaAstridyaeseniño.
—¿Cómovoyaatraparlossipuedendesaparecercuandolesvieneengana?—Nohedichoquelosatrapes—corrigióCaine—.Cogeunarma,Drake.—Dispáralesantesdequetevean.Sam cargó contra Caine y lo embistió antes de que pudiera reaccionar. El
impulsohizoqueamboscayeranal suelo.SamgolpeóaCaineen lanarizcon lacabeza.Cainetardóenrecuperarse,peroDrakeyOrcseabalanzaronsobreSamyloarrancaronapatadasdeCaine.
—Nopuedesmataralagente—gimióSam,dolorido—.¿Estásloco?—Mehashechodañoenlanariz—gimióCaine.—Estásfatal,Caine.Necesitasayuda.Estásloco.—Sí—afirmóCaine,palpándoselanarizyestremeciéndosedeldolor—.Eslo
quemedicenunayotravez.EsloquelaenfermeraTemple…mamá…medecía.Alégratedequenecesitomantenerteconvida.Sam.Necesitovercómodesapareces,averiguarcómoevitarquemepaseamí.Orc, llévateaestehéroedeaquí.Drake,vete.
—¡Sileshacesdaño,Drake,teatraparéytemataré!—gritóSam.—Nomalgastessaliva—leadvirtióDiana—.NoconocesaDrake.Tunoviaestá
prácticamentemuerta.
VEINTIDÓS
128HORAS,32MINUTOS
ASTRID QUERÍA GRITAR a Drake y Diana, denunciarlos, exigir saber qué clase depersonasdespreciablesutilizabanlaERAcomoexcusaparalaviolencia.
Pero tenía que mantener tranquilo a Pete. Esa era su prioridad principal, suhermano.Suhermanodemiradavacía,desapegadoydesvalido.
Astridestabaresentidaconél.Lahabíaconvertidoenmadreconcatorceaños.Noleparecíanadabien.Esedebíasersumomentodedestacar,deseratrevida.Eraelmomentodeusarsuintelecto,esedonsupuestamentetanmaravillosoquetenía…Peroestabahaciendodecanguro.
HicieronentraraAstridyPetealaulaparodiandolasformasdecortesía.Noerauna de las aulas de Astrid, pero podría haberlo sido. Todo le resultabadolorosamentefamiliar:loslibrosabiertossobrelasmesas,lasparedesdecoradascondibujosyproyectosdeestudiantes.
—Siéntate.Leeunlibro,siquieres—lepropusoDiana—.Séquetegustanesetipodecosas.
Astridcogióunodeloslibros.—Uy,sí,matesdecuarto.Megustanesetipodecosas.—¿Sabesqué?Nomegustasnada—comentóDiana.Drakeseapoyócontralaparedyesbozóunasonrisaburlona.—Claroquenotegusto—afirmóAstrid—.Tehagosentirinferior.LosojosdeDianarelampaguearon.—Nomesientoinferioranadie.—¿Deveras?Porquenormalmente lapersonaquehace cosasmalas reconoce
quelepasaalgomalo.¿Sabes?Aunqueloreprima,sabequealgolepasa.—Sí—dijoDianasinmás—.Quémalmesabe.Lodemicorazónmalvadoy
demás.Damelamano.—¿Qué?—Prometonoinfectarteconmimaldad.Damelamano.—No.—Drake.Hazquemedélamano.Drakesedespegódelapared.Astridextendiólamano.Dianalacogióentrelassuyasylasostuvo.
—Leeselpoder—señalóAstrid—.Tendríaquehabérmeloimaginadoantes.Ytútambiéntienes,¿no?
MiróaDianacomosimiraraunespécimendelaboratorio.—Sí.—Dianalasoltó—.Leoalagente.Peronotepreocupes,sololeoniveles
de energía, no tus pensamientos secretos sobre cuántas ganas tienes de enrollarteconSamTemple.
Astridseruborizóasupesar.Dianaseriodeella.—Ay,porfavor,esqueestanevidente…esguapo,esvaliente,eslisto,perono
tantocomotú.Esperfecto.—Esunamigo—protestóAstrid.—Ya,ya.Bueno,enseguidasabremossiesunbuenamigo.Sabequetetenemos.
SinolecuentaaCainetodoloqueCainequieresaber,yhaceloqueseaqueCainelepida,Draketevaahacerdaño.
Astridseechóatemblar.—¿Qué?—Bueno,paraesotenemosaDrake—suspiróDiana—.Legustahacerdañoala
gente.Nolotenemosparadarconversación.ParecíaqueDrakepreferiríaabalanzarsesobreDiana.Susojosentrecerradosde
lagartosecerraronaúnmás.Diananopasóporaltosuexpresión.—Vamos, ponme la mano encima, Drake —lo provocó la chica—. Caine te
mataría—yañadióaAstrid—:Másvalequetecomportes,estámuycabreado.YentoncesDianasemarchó.AstridsintióqueDrakelamirabafijamente,peroellanopodíalevantarlavista.
Mantuvo la mirada baja, concentrada en el libro de mates. Entonces miró a suhermano,queestabasentadojugandoasuestúpidojuego,sinpoderhacernada,sinquererhacernada,sinimportarlenada.
AAstridlaavergonzabasupropiomiedo.Laavergonzabanopodermiraralacaraalmatónapoyadocontralapared,totalmentedespreocupado.
No lecabía lamenordudadequeSamseesforzaríapor salvarla.PeropuedequeCainepidieraaSamalgoquenopudieradarle.
Astrid tenía que pensar, elaborar un plan. Estaba asustada, siempre le habíaasustadolaviolenciafísica.LeasustabaelvacíoquepercibíaenDrakeMerwin.
Se apresuró a acercar su mesa a Pete y le puso una mano en el hombro. Elpequeño no reaccionó. Sabía que ella estaba allí, pero no demostraba nada,concentradocomoestabaensujuego.
SinconseguirmiraraDraketodavía,Astridcomentó:
—¿NotemolestaqueDianate tratecomounanimalsalvajealquemantienearaya?
—¿Yatinotemolestadarvueltasporahíconeseretrasado?—replicóDrake—.¿Tenerpegadoaesepequeñoretrasado?
—Noesretrasado—protestóAstrid,sinalterarse.—Ah,¿lohedichomal?¿Nosedice«retrasado»?—Esautista.—Retrasado—insistióDrake.Astridlomiró.Seobligóamirarloalosojos.—Lagenteyanousalapalabra«retrasado».Cuandolausaban, lohacíanpara
indicarunadiscapacidadintelectual.Petenoesintelectualmentediscapacitadoenesesentido.Tieneporlomenosuncocientenormal,ypuedequemásalto.Asíqueesapalabranosirve.
—¿Ah,sí?Vaya.Porquemegustalapalabra«retrasado».Dehecho,megustaríaoírteladecir.Retrasado.
Astridsintióqueeltemorseapoderabadeella.Nolecabíadudadequepensabahacerledaño.Continuómirándolofijamenteunratohastaquebajólavista.
—Retrasado—insistióDrake—.Dilo.—No—susurróAstrid.Drake se paseó por el aula. No llevaba armas. No las necesitaba. Colocó los
puñossobreelescritorioyseinclinóhaciaella.—Retrasado—repitióDrake—.Di:«Mihermanoesretrasado».Astridnosabíasipodríahablar.Seestabatragandolas lágrimas.Queríacreer
queeravaliente,peroenaquelmomento,conaquelmatónapocoscentímetrosdeella,sabíaquenoloera.
—Mi.Hermano.Vamos,diloconmigo.Dilo.LabofetadafuetanrápidaqueAstridapenasviomoverselamano.Leardíala
cara.—Dilo.Mi…—Mi…—empezóella,susurrando.—Másalto,quieroqueelpequeñoretrasadolooiga.Mihermanoesretrasado.LasegundabofetadafuetanduraqueAstridcasisecaedelasilla.—Puedesdecirlomientrasaúntengaslacarabonita,odespuésdequetelahaya
machacado.Túdecides.Mihermanoesretrasado.—Mihermanoesretrasado—dijoAstrid,yletemblólavoz.DrakeserioencantadoysedirigióhastadondeestabaPete,quehabíalevantado
lavistadelvideojuegoycasiparecíapercatarsedeloquepasaba.DrakeacercólacaraalespacioqueocupabayconunamanoagarróaAstriddelpeloparaque labocadelachicaestuvieracercadeloídodelniño,traslocualexigió:
—Unavezmás,altoyclaro.EmpujólacaradeAstridcontraelladodelacabezadePeteygritó:—¡Mihermanoes…!YAstridcayódegolpeensucama.Ensucama.Ensudormitorio.Pete estaba en el asiento bajo la ventana, con las piernas cruzadas sobre el
banco,yelvideojuegoenlamano.Astrid supo de inmediato lo que había ocurrido. Pero aún le resultaba
increíblementedesconcertante.Estabaenelcolegio,yalmomentosiguienteensucuarto.
Nopodíamirarlo.Lacaraleardíadelasbofetadas,peroaúnmásdevergüenza.—Gracias,Petey—susurró.
OrcsacóaSamarastrasdelgimnasioylollevóalasaladepesas.Howardmiróasualrededor,pensandoquéhacer.—Howard, tío, no puedes tragar con esto —le suplicó Sam—. No te puede
parecerbienqueCainemateaAstridyPete.Nisiquieraati.TúnoqueríasmataraBette.Estosepasadelaraya.
—Sí,sepasadelaraya…—admitióHoward,preocupado,conlabocatorcidahaciaunladoesbozandoungestoburlón.
—Tenéisqueayudarme.DejadmequevayatrasDrake.—Nolocreo,Sammy.Mira,hevistoloquepuedehacerDrake.Ylosdoshemos
vistoloquepuedehacerCaine.—Traslocual,comentóaOrc—:Pongámosloaquíenestebanco.Bocaarriba.Leataremoslaspiernasaeseposte.
OrclevantóaSamyloarrojócontraelbancodepesas.—Orc,estovaaserasesinatoasangrefría—leadvirtióSam.—Paramíno,tío—señalóOrc—.Soloteestoyatando.—DrakevaamataraAstrid.Ellateayudóapasarlasmates.Puedespararesto,
Orc.—Notendríaquehabérselodichoanadie—gruñóOrc—.Daigual,porqueya
nohaymates.Usaronuna cuerdapara atarle los tobillos a laspatasdel banco.Y lepasaron
otracuerdaalrededordelacintura.—Deacuerdo,ahorallegalapartebuena—anuncióHoward—.Ponemospeso
en labarra.Atamos lasmanosdeSama labarray labajamos, ¿deacuerdo?Asíestaráocupadoevitandoquelepartaelcuello.
Orctardóenentenderlo,asíqueHowardleenseñócómohacerlo.EntoncesOrcapilóvariospesossobrelabarra.
—¿Cuánto puedes aguantar, Sam? —preguntó Howard—. Yo diría que leponemosdosdeveintekilosencadaextremo,¿no?Conlabarra,sonnoventakilos.
—Nidecoñaaguantaránoventakilos—opinóOrc.—Creo que tienes razón, Orc. Creo que ya estará ocupado evitando que lo
ahoguelabarra.—Esto no está bien, Howard—señaló Sam—. Tú sabes que no. Vosotros no
hacéiscosasasí.Soismatones,noasesinosdespiadados.—Sammy,vivimosenunmundototalmentedistinto—suspiróHoward—.¿No
tehasdadocuenta?EslanuevaERA,tío.Orcbajóelpeso.LabarraquedabaapoyadasobrelasmuñecasatadasdeSam,
que le presionaban la nuez. Empujó hacia arriba con todas sus fuerzas, pero nopodría levantar noventa kilos ni en su mejor día. Lo único que podía hacer eracontinuarpresionandohaciaarribaparaseguirrespirando.
—Vamos,tío—serioOrc—,volvamosconCaineonosperderemosmáscosas.HowardsiguióaOrc,perosedetuvoenlapuerta.—Resultararo,Sam.Aquellaprimeranoche,colega,pensé:«Dentrodepocoel
dichosoSamBusEscolar seencargaráde todosino tenemoscuidado».Todos tehacíancaso.Yalosabes.Perono,túerasdemasiadoguayparahacerloasí.Tefuistesindecirnadaanadie,tefuisteconAstrid.—Serio—.Claroqueestábuena,¿no?YahoraCaineseencargadelaERAyDrakesevaacargaratunovia.
Sam luchaba contra el peso, pero no había manera de levantarlo. Incluso siestuvieraenotraposición,nopodríalevantarlodeningunamanera.
PeroHoward,quetanlistosecreía,habíapasadoporaltounacosa:enaquellapostura,Sampodíacogerelgloboconlosdientes.
Intentóromperlo,perotardabamuchoynoteníatiempo.Noteníaningunadudade que Pete habría teletransportado a Astrid y a sí mismo a su casa. Drake losencontraríaallí.
Sam trató de rasgar el globo con los dientes, pero resbalaba y era duro. Ycuandoseconcentrabaenelglobo,nopodíaconcentrarseen levantarelpesodelcuello.
Labarrahacíaquelosnudillosseleclavaranenlagarganta.Seguíaempujandohaciaarriba,peroyateníacalambresenlosbrazos.Perdíafuerzaenlosmúsculos.
O bien rasgaba el globo y se soltaba las manos, o evitaba que la barra leahogara.Nopodíahacerambascosas.
Y, aunque se soltara las manos, ¿qué conseguiría? No era como Caine. Nocontrolabasuspoderes.Puedequerasgaraelgloboyluegonopudierahacernada.
Labarrasedeslizóhaciaabajounpocomás.Teníaelgloboentrelosdientes.Lomordióintentandohacerunagujeritoyagrandarlo.Para entonces, Drake habría salido de la escuela y estaría en movimiento.
¿Tendríaquepararantesenalgúnlugarparacogerelarma?Astridsabríaqueibantrasella.Sabríaqueseríapeligrosoquedarseencasa.¿Se
desplazaríalobastanterápido?¿Yadóndeiría?Samnotó el rechinarde losdientes entre sí.Habíahechoun agujero.Pero se
estabaquedandosinaliento.Apenasnotóqueseabríalapuerta.Oyó pasos rápidos sobre la alfombra y el ruido y el tacto al quitar algunos
pesosdelabarra.Samtomóaire.—Aguanta,tío.Quinnquitóelrestodepesosdelabarra.Conlosbrazostemblorosos,Samapartólabarraqueleapretabaelcuello.—Nosabíaqueharíanesto,tío.Nolosabía,tío—repitióQuinn.Estabapálido,
comosinuncahubieravistoelsol—.Tienesquecreerme,Sam.Leestabaquitandolascuerdas.Samseincorporó.Quinn estaba hecho un desastre. Había llorado, y tenía los ojos rojos e
hinchados.—TejuroporDiosquenolosabía.—TengoquellegarhastaAstridantesqueDrake—señalóSam.—Losé,losé.Vayacagada.Trassoltarselaspiernas,Samsepusoenpie.—¿Estoesotrotruco?¿VanaseguirmehastaAstrid?—No, tío. Me arrearán si se enteran de que te he dejado marchar. —Quinn
extendiólasmanos,suplicante—.Metienesquellevarcontigo.—¿Ycómovoyaconfiarenti,Quinn?—Simedejasaquí,¿quécreesquemeharáCaine?
Samnoteníatiempoparadiscutirytomóunadecisiónrápida.—MástevalerezarparaqueaAstridnolepasenada,Quinn.Sihacesestopara
chivarte,mástevalequetambiényoestémuerto.Quinnsepasólalenguaporloslabios,nervioso.—Notienesqueamenazarme,tío.—Nomellamestío—protestóSam—.Nosoytutío.
VEINTITRÉS
128HORAS,22MINUTOS
ASTRIDSINTIÓUNgranalivioseguidodemuchavergüenzaporloquehabíahecho,pordejarqueDrakelaaterrorizara,porllamarretrasadoaPete.
Letemblabanlasmanos.Habíatraicionadoasuhermano.Lodetestabaporserlo que era, por necesitar tanto, y lo había traicionado para salvarse. Por lo queestabamuchomásenfadadaconsigomismadeloquenuncalohabíaestadoconél.
Peroteníaquepensar.Rápido.¿Quéhacer?Drakevolveríaaatraparla.EstabaseguradequeCaineoesacriaturamalignade
Dianacomprenderíanloquehabíasucedido.Drake solo tardaría unos segundos en informarles. Unos segundosmás tarde
Caineentenderíaloquehabíapasado.SirealmenteDianapodíaleerelpoderdelaspersonas, sabría que Astrid no los había teletransportado. Sabría que había sidoPete.
Teníanqueirse.Enseguida.¿Peroadónde?AalgúnsitiodondeDrakenolosbuscara.YSamsí.Silograbaescapar.Siesqueaúnestabavivo.El cerebro le iba a cámara lenta, le daba vueltas en círculos, no lograba
concentrarse.Nodejabadeveraquel rostro terribleyenfermo,desentirelardoragudo de su mano, que persistía sumado al rubor intenso que le provocaba lavergüenza.
—Piensa,idiota—sereprochó—.Piensa.Esloúnicoquesetedabien.Nopodíanatravesarlaciudad.Nopodíancogeruncoche…erademasiadotarde
paraempezaraenseñarseasímismaaconducir.Sumenteeraunacámaradesenfocada,dabavueltasysearremolinabayvolvía
una y otra vez al instante en que el miedo se apoderó de ella, en que no pudoresistirlomásytraicionóasuhermano.Unbucleensumenterepetíaunayotravezlaspalabras«Mihermanoesretrasado».
EntoncespensóenClifftop.Enlahabitaciónquecompartieronaquellaprimeranoche.Sí.ASamseleocurriría.PeroQuinntambiénestabaallí.Puedequellegaraala
mismaconclusión.
Astriddudó.Ynoeraelmomentodedudar.Drakenodudaría.Seguroqueyahabíasalidoensubusca.Seguroqueyaestabadecamino.
Nopodíavolveraenfrentarseaél.—Petey,tenemosqueirnos.Astrid le agarró la mano y lo condujo tras ella. Escaleras abajo. No podían
pararpornada.Niunsegundo.Porlapuertadelantera.No.Mejorporlatrasera.Fueroncaminando—costabaconvenceraPetedequecorriera—porelpatiode
atrás.Lavallademaderanaturalerabastantebaja,peroaunasíaAstridlecostóytardómuchoenquePetetreparaporella.Recorrierontambiénelpatiotraserodelvecino.
—Mantenteapartadadelascalles—sedijoAstrid.Llegaron hasta donde pudieron, de patio trasero en patio trasero, hasta que
tuvieronquesaliralacallealencontrarseelpasocortado,yluegosiguieronotravezporpatiosycallejones.
Novieronanadie.Peronohabíamododesabersilosvigilaban.Alcanzaron lacolinaqueseñalabael límitede laciudadyel comienzode los
jardines de Clifftop. Subieron como pudieron por un camino de unos arbustosaferrándose a la arena. Astrid tiraba de Pete. Estaba desesperada por moverserápido,perotemíahaceralgoquelosobresaltara.
Clifftop no había cambiado. La barrera seguía allí. El vestíbulo continuabalimpio,iluminadoyvacío.
Astridteníalallaveelectrónicaquehicieronaquellaprimeranoche.Encontrólasuite,abriólapuertaysedesplomóenlacama.
Sequedóallíechada,jadeando,mirandoeltechovacío.Lacamaerablanda.Elaireacondicionadozumbaba.
PodíaexplicarlaspalabrasqueDrakehabíapuestoensuboca.Eranpalabrassinsentido.Tansolopalabras.Petenoleimportaba.
Peronopodíaexplicarseelmiedo.Laavergonzaba.Se puso una mano fría sobre la cara, para ver si le ardía tanto como se
imaginaba.
—¿Dóndevamos,Sam?—preguntóQuinnansioso.Ibanauntroteligero,noatodavelocidad,sinoaunaquepudieranmantener.Samlosconducíadirectamenteatravésdelaciudad,atravésdelaplaza,como
sinoleimportaralapersecución.—EncontraremosaAstridantesqueDrake—señalóSam.—Vamosamirarensucasa.—No.Lobuenodeunagenio esqueno tienesqueplantearte si hahechouna
tontería.Sabráquetienequesalirdesucasa.—¿Yadóndeirá?Sampensóunmomento.—Alacentralnuclear.—¿Alacentralnuclear?—Sí.Asíquecogeremosunboteysubiremosporlacosta.—Deacuerdo.Pero,tío…,esdecir,colega,¿nodeberíamosescondernosenvez
deatravesartodalaciudad?Samnolerespondió.Unodelosmotivosporlosqueibaenlínearectaenvez
deocultarseeraqueesperabarecogeraEdilioenelparquedebomberos.ElotroeraquenecesitabasabersiQuinnlotraicionaríaencuantotuvieralaoportunidad.
YhabíaunacuestióntácticaqueSamentendíadeunmodointuitivo:Caineteníamáspoder,asíqueSamtendríaquesermásrápido.Cuantomástiempodejaraquecontinuaraeljuego,másprobabilidadeshabríadequeCaineganara.
Alcanzaronelparquedebomberos.Edilioestabasentadoenlacabinadelcocheconelmotorenmarcha.VioaSamyQuinnyseasomóporlaventanilla.
—Quéoportuno,colega.Voyaintentarlo,voya…SecallóderepentecuandoviolacaraensangrentadadeSam.—Edilio.Vamos.Tenemosqueirnos.—Deacuerdo,colega.Déjamesolocoger…—No,ahoramismo.DrakeestábuscandoaAstrid.Vaamatarla.Ediliobajódeunsaltodelcoche.—¿Adóndevamos?—Alpuertodeportivo.Vamosacogerunbote.CreoqueAstridiráalacentral
nuclear.Lostressefueronaltrotehaciaelpuerto.SamsabíaqueOrcyHowardestaban
enlaescuelaconCaine.DrakesedirigíaacasadeAstrid.Asíaúnquedabanunoscuantosmatonessueltos,peroningunodeelloslepreocupabaespecialmenteaSam.
VieronalchicodelmazoyaotrodeCoatesholgazaneandoenlosescalonesdelayuntamiento.Ningunodeellosleshizofrentealpasarcorriendo.
El puerto deportivo no era grande, tan solo tenía cuarenta gradas, la mitadocupadas.Habíaundiqueseco,yeldescomunalalmacéndezincoxidadoqueantes
era una fábrica de conservas y actualmente albergaba tiendas de reparación debarcos.Habíaunmontóndebotesfueradelaguacolocadossobreunosbloques.Noparecíanmuyestables,comosiunabrisafuertepudieravolcarlos.
—¿Quécogemos?—sepreguntóSam.Habíalogradosuprimerobjetivo,peronosabíanadadebotes.MiróaEdilio,
queleindicóqueéltampocosabíanada.—De acuerdo. Algo donde quepan cinco personas. Amotor. Con el depósito
lleno.Quinn,miralosbotesdeladerecha.Edilio,losdelaizquierda.Yoiréhastaelfinaldelpuerto.Vamos.
Se dividieron y empezaron a recorrer sus respectivos caminos, saltando encualquier bote que pareciera adecuado, buscando las llaves, intentando averiguarcómocomprobarelcombustiblemientraseltiempocorría.
SamseimaginabaaDrakeregistrandolacasadeAstrid.Pistolaenmano.IríaunpocomásdespacioporelmiedoaqueAstridyPetepudieranteletransportarsesinmás. Drake no sabía que en realidad Pete no controlaba sus poderes, así queintentaríasersigilosoytenerpaciencia.
Yesoerabueno.CuantomenossupieraDrake,máslentoiría.Derepenteunmotorcobróvida.Samsaltóotravezalmuelledesdeelboteque
estabaexplorando.VolviócorriendoyseencontróaQuinnorgullosamentesentadoenunaBostonWhaler,unalanchamotoraabierta.
—Estáatope—informóQuinnmientraselmotorresoplabadespacio.—Buen trabajo, colega. —Sam saltó al bote junto a Quinn—. Edilio, suelta
amarras.Ediliosoltólasamarrasdelacornamusaysaltóalalancha.—Tengoqueadvertirtedequememareo—comentó.—Noesnuestromayorproblema,¿eh?—señalóSam.—Lahepuestoenmarcha,peronoséllevarla—indicóQuinn.—Niyo—reconocióSam—.Perosupongoquevoyaaprender.—¡Oye,oye!—exclamólavozestruendosadeOrc—.¡Noosmarchéis!Orc,HowardyPandaestabanalfinaldelmuelle.—Eldelmazo—señalóSam—.Noshavisto.Debedehabérselodicho.Lostresmatonesempezaronacorrer.Sammirabafrenético losmandos.Elmotorresoplaba.La lanchadesamarrada
seapartabadelpuerto,peroibademasiadolenta.InclusoOrcpodríahabersaltadosindificultades.
—Elacelerador.—Edilioseñalóunapalancaconlapuntaroja—.Asíseponeen
marcha.—Sí.Espera.Samsubió lapalancaunamuesca.La lanchaavanzóychocócontraunpilote.
Sam por poco pierde el equilibrio. Edilio se agarró firmemente a la barandilla.Quinnsesentódegolpeenlaproa,quepasórozandoelpiloteycasiporaccidenteacabaenelmarabierto.
—Tómateloconcalmaparaempezar—comentóEdilio.—¡Para!¡Paraelbote!—gritóOrchastaquedarsesinaliento,pataleandoenel
muelle—.¡Tevoyaromperlacrisma!Resoplando,lalanchadeSamsealejódelpuerto.Esperabaestarnavegandoen
la dirección correcta. En cualquier caso ya no habíamanera de queOrc pudierasalvarladistanciaentreellos.
—¡Cainetematará!—gritóPanda.—¡Quinn,traidor!—aullóHoward.—Dilesqueyoteheobligado—señalóSam.—¿Qué?—Díselo—dijoSamentredientes.Quinnsepusoenpie,hizobocinaygritó:—¡Élmehaobligado!—Ahoradilesquevamosalacentralnuclear.—Tío…—Hazlo—insistióSam—.Yseñala.—¡Vamosalacentralnuclear!—aullóQuinn,yseñalóhaciaelnorte.Samsoltóel timón, sedio lavueltayestampóunduroganchode izquierdaa
Quinn.Quinnvolvióasentarsedegolpe.—¿Qué…?—Teníaquehacerlobien—seexplicóSam,peronoeraunadisculpa.La lancha alcanzó elmar abierto. Sam levantó lamano con el dedo corazón
extendido,muyporencimadelacabeza,subióotramuescadelacelerador,ygiróendirecciónnortehacialacentralnuclear.
—¿Dequévaesto?—preguntóEdilio,desconcertado.Estaba muy por detrás de Sam, por si el chico decidía golpearlo a él a
continuación.—Astridnoestaráenlacentral—señalóSam—.EstaráenClifftop.Soloiremos
porelnortemientrasOrcnosvea.—Mehasmentido—loacusóQuinn,toqueteándoselabarbillaparaasegurarse
dequenoselehabíadesencajado.—Sí.—Nohasconfiadoenmí.Orc,HowardyPandadesaparecierondesuvista.Debíandevolvercorriendoa
laciudadparainformaraCaine.Encuantoseaseguródequesehabíanmarchado.Samgiróeltimón,empujóelaceleradorhastaarribaysedirigióhaciaelsur.
Drakevivíaenunacasavacía juntoa laplaza.Quedabaamenosdeunminutodedistancia caminando desde el ayuntamiento. Antes pertenecía a un tipo que vivíasolo. Era pequeña, solo tenía dos dormitorios y estaba muy limpia y muyorganizada,comolegustabanlascosasaDrake.
El tipo,elpropietario,dequienDrakehabíaolvidadoelnombre, teníaarmas.Tresentotal,unaescopetadelveinteconcañonessuperpuestos,unrifledecazadetreinta-cero-seisconunamirayunaGlocksemiautomáticadenuevemilímetros.
Drakesiempreteníalastresarmascargadas.Estabancolocadasenlamesadelcomedor como un muestrario, como si fueran algo para contemplarafectuosamente.
Levantó el rifle. La culata era lisa como el cristal, y estaba tan pulida queresplandecía.Olíaaaceroyaceite.Dudabasicogerelrifleporquenuncalohabíadisparado.Noteníaniideadecómousarlamira.¿Peroleresultaríamuydifícil?
Se deslizó la tira de cuero alrededor del tronco y comprobó que le dejabalibertad demovimiento en los hombros. El rifle pesaba y era un poco largo. Laculata forrada de goma le llegaba hasta la parte de atrás delmuslo, pero podríamanejarla.
Entonceslevantólapistola.Cerrólamanoentornoalaempuñaduraestriadayenroscóeldedoalrededordelgatillo.ADrakeleencantabaeltactodelarmaenlamano.
Supadre lehabía enseñadoadispararutilizando supistolade servicio.Drakeaúnseacordabadelaprimeravez.Decargarcartuchosydedeslizarelcargadorenlaculatadelarma.Deabrirlaguíaparameterunabala.Ydequitarelseguro.
Clic.Seguro.Clic.Mortal.Recordó cómo supadre le había enseñado a agarrar la culata, firmepero sin
apretardemasiado.Aapoyar lamanoderechaen lapalmaizquierdayaajustar lamiraconcuidado,aponersedeladoparaconvertirseenunblancomáspequeñosi
alguien devolvía los disparos. Su padre tuvo que gritarle porque ambos llevabanprotecciónparalosoídos.
—Si tiras al blanco, centras la mira delantera en la marca de las traseras.Levántala hasta que las miras queden justo por debajo del blanco. Suelta airedespacioyaprietaelgatillo.
Elprimerdisparo,elretroceso,elmodoenqueelarmasedesplazabamásdequince centímetros, el olor a pólvora…estaban tan nítidos en lamente deDrakecomocualquierotrorecuerdo.
Ensuprimerdisparonoacertóalblanco.Lo mismo ocurrió con el segundo porque, tras experimentar el culatazo la
primeravez,seestremecióanticipándosealmomento.En el tercer disparo acertó a duras penas, alcanzando parte de la esquina
inferior.Aquel primer día disparó una caja entera de munición y, cuando hubo
terminado,acertabaatodoloqueapuntaba.—¿Ysinotiroalblanco?—preguntóasupadre—.¿Ysidisparoaalguien?—No dispares a nadie —le respondió su padre. Pero entonces cambió de
opinión,aliviadosindudadeencontraralgoquepodercompartirconsuinquietantehijo—.Cadapersona te contaráuna técnicadistinta.Pero simepreguntas amí…Pongamosquemeencargodeparar el tráficoymepareceverqueunciudadanointenta coger su arma y me parece que igual tengo que dispararle rápido. Puesapunto sin más. Como si el cañón fuera un sexto dedo. Apuntas y si tienes quedisparar,disparasmediocargador,bang,bang,bang,bang.
—¿Porquétantasveces?—Porque si tienes que disparar, disparas a matar. En una situación así no
apuntasconcuidadoalcorazónolacabeza,apuntasalcentrodelcuerpoyesperasacertarlebien,perosino,sisololedasenelhombrooenlabarriga,soloporlavelocidadmismadelosdisparosyaloharáscaer.
DrakenopensabaquefueraanecesitarseisdisparosparamataraAstrid.Recordaba vívidamente, como a cámara lenta, cuando disparó a Holden, el
chicodelvecinoalquelegustabaacercarseamolestar.Fueunabalaalmusloconunarmadecortocalibre,yaunasíelchicoporpocosemuere.Ese«accidente»lehizoaterrizarenCoates.
EnaquelmomentoteníaentrelasmanoslaGlockdenuevemilímetros,menospotentequelaSmith&Wessondelcalibrecuarentadesupadre,peromuchomejorquelamunicióndelveintidósqueutilizóenelcasodeHolden.
Conundisparobastaría.Unoparalarubiaestiradayotroparaelretrasado.Esoestaríaguay.Volvería,presentaríasuinformeaCaine,ycomentaría:«Dosblancos,dosdisparos».AsíseleborraríalasonrisitadelacaraaDiana.
LacasadeAstridnoquedabalejos.Peroloqueresultaríadifícilseríacogerlaantesdequesuhermanopequeñoutilizaraelpoderparavolveradesaparecer.
Drake detestaba el poder. Solo había unmotivo por el que eraCaine y no élquienmanejabaelcotarro:lospoderesdeCaine.
Pero Caine entendía que había que mantener controlados a los chicos conpoderes.YencuantoCaineyDianatuvieranatodoslosraroscontrolados,¿cómoevitarían queDrake empleara sus nuevemilímetros demagia para apoderarse detodo?
Peroprimerolomásimportante.Miraba la casadeAstridamediamanzanadedistancia, enbuscadecualquier
señalqueindicaraenquéhabitaciónseencontraba.Se deslizó hasta el patio trasero. La puerta estaba cerrada. Las personas que
cerraban la puerta de atrás también cerraban la de delante. Pero puede que lasventanasno.Saltólaverjayseinclinóparaagarrarsea laventana,quesedeslizóconfacilidad.Noeracosafácilabrirlaventanasinhacermuchoruido.
Tardódiezminutoseninspeccionarcadahabitacióndelacasa,mirandoencadaarmarito,bajocadacama,detrásdecadacortina,inclusomiróenlosespaciosdelaltillodondenocabíaunapersonadepie.
Entonces experimentó un instante de pánico. Astrid podría estar en cualquierlugar.Quedaríacomounidiotasinolaatrapaba.
¿Yadóndeiría?Miróenelgaraje.Allínohabíanada.Nohabíacoches,ydesdeluegotampoco
estabaAstrid.Perohabíauncortacésped,ydondehubierauncortacésped tambiénhabría…,exacto,unbidóndegasolina.
SepreguntabaquésucederíasiAstridyelretrasadoaparecíanmágicamenteenunacasaenllamas.
Drakeabrióelbidón,entróenlacocinayempezóaverterlagasolinaporlosmostradores,porelsalón,salpicólascortinas,dejóquechorrearaporelcomedor,porlamesayempapótambiénlascortinasdelaentrada.
Noencontrabacerillas.Rasgóunpocodepapelabsorbenteyloprendióconelfuegodelacocina.Arrojóelcucuruchodepapelardiendoenlamesadelcomedorysalióporlapuertadelantera,sinmolestarseencerrar.
—Aquínosepodráesconder—sedijo.
Volvióa todaprisa a laplazay subió las escalerasde la iglesia.En la iglesiahabíauncampanario.Noeramuyalto,pero leofreceríaunaperspectivabastantebuena.
Subiólasescalerascirculares.Empujólasbisagrasdelatrampillaytrepóhastaun espacio estrecho, polvoriento y recubierto de telarañas dominado por unacampana.Tuvomuchocuidadodenotocarla,oelsonidoretumbaría.
Las ventanas tenían los postigos cerrados y unos respiraderos inclinados encadaesquinaquedejabanquecircularaelaireyqueelsonidoresonarahaciafuera,pero que solo le permitían ver por debajo. Utilizó la culata del rifle para hacersaltarelprimerconducto,quecayóalsuelo.
Loschicosdelaplazaalzaronlavista.Puesquelomiraran.Hizosaltarlosotrostres conductosy cayeronestrepitosamente.Asídisponíadeunavista ilimitada, entodasdirecciones,delostejadosnaranjadePerdidoBeach.
Empezó por la casa de Astrid, que ya empezaba a humear. Iría paso a paso,como un cazador, buscando cualquiermovimiento. Cada vez que viera a alguiencaminarocorreroirenbici,losmiraríaatravésdelamiradelrifleycentraríaelblanco.
SesentíacomosifueraDios.Loúnicoqueteníaquehacereraapretarelgatillo.Peroningunade las figurasenmovimientoquequedabanmuypordebajoera
Astrid.Esepelorubioeraimposiblenoverlo.Perono.Astridnoestaba.Entonces,justocuandoestabaapuntoderendirse,detectóunaconcentraciónde
actividad en el puerto deportivo. Giró la mira, y de repente Sam Temple quedócentrado en pleno círculo luminoso. Durante un instante apuntó lamira hacia supecho.Peroentoncesdesapareció.Habíasaltadoaunalancha.
Imposible.CaineteníaaSamatrapadoenlaescuela.¿Cómohabíaescapado?EdilioyQuinntambiénestabanenlalancha,quesealejaba.Drakeveíaquesalía
aguaarremolinadadelmotor.Quinn…AsíeracomohabíaescapadoSam.Teníaqueserasí.DrakepensóqueesperabatenerunaagradablecharlaconQuinnalrespecto.Enel puertoveía aOrc agitandounbate, gritando, incapazdehacernada.La
lancha cogía velocidad y formabaun arco en dirección norte, dejandouna estelalargayblancadibujadacomounaflechaenelagua.
NolecabíaningunadudadequeSamintentaríaencontraraAstrid.Ysedirigíahaciaelnorte.
Hacialacentralnuclear.Teníaquesereso.
Drakemaldijo y volvió a sentir, durante un instante, elmiedodesesperadodefallar a Caine. No le preocupaba lo que le haría —a fin de cuentas, Caine lonecesitaba—,perosabíaquesilefallabaynolograbacumplirsusórdenes,Dianasereiría.
Drakebajóelrifle.¿CómopodríallegaralacentralantesqueSam?Puesnohabíamanera.Aunquecogieraunalanchaselimitaríaaperseguirlo.¿Y
un coche? Quizá. Pero no sabía el camino, y el recorrido en lancha sería másdirecto. Tardaría un rato en llegar al puerto deportivo y… pero, alto… unmomento.
Lalanchagirócientoochentagrados.—Ay,quélistoeresSam—susurróDrake—.Peronolobastante.A travésde lamiraveíael rostrodeSamdepieal timón,conelvientoen la
cara, tras haber escapado de Caine y burlado a Orc, todo gallito y seguro de símismoalcogervelocidadendirecciónsur.
Drakesabíaquenopodíadispararledesdetanlejos.Desplazólamirahaciaelsurysedetuvoenlabarrera.Samnopodríairmucho
máslejosenaquelladirección.¿Iba a la playa al pie de los acantilados? Si ella estaba allí abajo, Drake no
podría alcanzarla antes de que Sam llegara en la lancha. Si estaba allí abajo, eljuegohabríaterminado.
Pero si no… Si estaba… pongamos… en el hotel… ¿Clifftop, se llamaba?Entonces,aúnteníaunaoportunidadsisemovíarápido.
¡CómomolaríapoderdispararlejustodondeSamTemplepudieraverlo!
VEINTICUATRO
127HORAS,45MINUTOS
POR POCO ASTRID no ve la lancha. Se acercó a la ventana solo para cerrar lascortinas,perovioporelrabillodelojolalanchaahífuera,eraloúnicoquehabíaenelagua.
Duranteuninstantesepreguntósiseríanadultos,alguienqueveníaarescatarlosde la ERA. Pero no, si vinieran a rescatarlos, no vendrían con una sola lanchaabierta.
Y, en cualquier caso, Astrid estaba convencida de que no vendría nadie. Niahora.Niprobablementenunca.
Entrecerró los ojos pero no veía quién iba en la lancha. Si tuviera unosprismáticos…Parecía haber tres personas, puedeque cuatro.No lo sabía seguro.Perolalanchaseacercabaatodavelocidad.
Se arrodilló para ver qué quedaba en el minibar. Durante su última estancia,Sam,Quinnyellalohabíanvaciadocasideltodo.Paracomersoloquedabanunosanacardos.
TardeotempranotendríaquealimentaraPete.Antesdequellegaraquienquieraquefueraenlalancha.
—Vamos,Petey—lepidió,yleayudóabajardelbordedelacama—.Vamos,vamosabuscaralgodecomer.¿Ñam,ñam?—usabaesaexpresiónporqueaveceslefuncionaba—.¿Ñam,ñam?
Podían ir al restaurante del hotel y probablemente encontrar algo allí, igualhacerseunsándwichdepollooalgo,oalmenosencontraralgúnyogurocualquiercosa. O podían ir a lo seguro y limitarse a vaciar los minibares de otrashabitaciones.
Astridabriólapuertaymiróelpasillo.Estabavacío.—Nosquedamosconlasbarritas—dijo,aldarsecuentadequenoseatrevíaa
bajaralrestaurante.En la habitación de al lado había minibar pero no tenía la llave puesta. Lo
intentó en tres habitaciones más hasta que se dio cuenta de que tuvo suerte laprimeranoche.Todas lasneverasestabancerradas.Pero,unmomento,puedequelasllavesfueranintercambiables.
—Vamos,volvamosalahabitación—indicóaPete.
—Ñam,ñam—protestóPete.—Ñam,ñam—confirmóAstrid—.Vamos,Petey.Volvieronasaliralpasilloyentoncesoyóel ruidodelascensor.Losmotores
eléctricosqueabríansinesfuerzolapuerta.¿SeríaSam?Sequedóparalizada,entreelmiedoylaesperanza.Elmiedoacabóganando.El ascensor estaba al final del pasillo, girando una esquina. Solo tenía unos
segundos.—Vamos—susurró,yempujóaPeteparaqueavanzara.Deslizónerviosalatarjetaeléctricaporlaranura.Demasiadorápido.Teníaque
hacerlomásdespacio.Otravez.Seguíasiniluminarseenverde.Probóunavezmásyoyólapuertadelascensorcerrándose.
Eraél.DerepentesupoqueeraDrake.—Dios te salveMaría, llena eres de gracia, el señor está contigo…—era la
únicaoraciónqueseleocurría.Volvióameterlatarjeta.Laluzparpadeóenverde.Giróelpicaporte.Élestabaahí.Alfinaldelpasillo.Ahídepieconunriflesobreelhombroyuna
pistolaenlamano.Astridestuvoapuntodedesmayarse.Drakesonrió.Levantólapistolaysedispusoaapuntar.AstridmetióaPetedeunempujónenlahabitaciónyentrótropezandodetrásde
él.Dio un portazo al entrar y pasó el cerrojo. Entonces añadió el cierre de
seguridad.Seoyóunruidoincreíblementefuerte.Sehizounagujeroenlapuertadeltamañodeunamonedapequeña,conelmetal
arrugado.Otraexplosiónyelpicaportequedómediocolgando.Pete podría salvarlos. Él podría. Tenía el poder. Pero seguía calmado,
indiferente.Inútil.Elbalcón.Eralaúnicasalida.—¡Petey,vamos!—bramó.—¡Ñam,ñam!—protestóPetey.
Drakeembistiólapuerta,peroaguantó.Elcerrojocontinuabaensusitio.Disparóunayotravez,frustrado,hastaqueelcerrojosaltóporlosaires.SepusofrenéticoalpensarquePeteyyellapodríanteletransportarseotravez.Astridteníaquehacerlecreerqueasíera.ArrastróaPetealbalcón,abriólapuertaymiróhaciaabajo.Elsueloamucha
distancia.Demasiada.Perohabíaunbalcónjustopordebajodeellos.Astrid se subió a la barandilla, muerta de miedo, temblando, pero no tenía
alternativa.¿Cómo podría hacer que Pete la siguiera? Ahora estaba obsesionado con la
comida.—GameBoy—ledijoentredientes,y le acercóel juegoa la cara—.Vamos,
Petey,vamos,GameBoy.Indicóasuhermanoqueseacercaraycolocólamanodelniñoenlabarandilla,
solounamanoporquevolvíaaestarenfrascadoeneljuego,absortoensuestúpidojuego,demasiadotranquiloparausarsupoder,demasiadoimpredecible.
—Bendita tú eres entre todas lasmujeres, y bendito es el fruto de tu vientre,Jesús—sollozóAstrid.
No iba a funcionar. Ella podría descolgarse, pero ¿cómo conseguiría que lohicierasuhermano?
Erapequeño.Igualpodíacolumpiarlo.Podríasujetarlolospocossegundosquefueranecesario.
—SantaMaría,madredeDios…Seagarróalabarandillaconlamanoizquierda,agarróaPetedelamuñecacon
laderecha,ytiróparabajarlodelabarandilla.Petesecayó,peroAstridloatrapó,sujetándolo con las uñas, hasta que se le resbaló y siguió cayendo. Cayó hastaestamparseenlasilladelporchedeabajo.
Aterrizóbruscamente.Ysequedóperplejo.Astrid oyó a Drake embestir la puerta una vez más y cómo el cerrojo se
astillabaalceder.Soloaguantabaunadébilcadenitaconlaquehabríaterminadoenunabrirycerrardeojos.
—…ruegapornosotros,pecadores…Astrid se balanceó y se dejó caer, aterrizando casi encima de Pete. No tenía
tiempoparapensareneldolorintensodelapierna,nienlasangrenienlacarnearañada, solo para agarrar a Pete, abrazarlo, sujetarlo fuerte y retirarse hacia lapuertacorrederadecristaldelbalcón.
—Asientodeventana, cariño, asientodeventana—susurró, apretando laboca
contraeloídodelniño.OyóaDrakeenlahabitacióndearriba.Leoyóabrirlapuertaysaliralbalcón.Nopodíaverlos.Anoserqueseinclinaramucho.«Ruegapornosotros,pecadores,ahorayenlahoradenuestramuerte»,terminó
derezaryestrechóasuhermano.«Amén».OyóaDrakemaldecirfurioso.Lohabíanconseguido.Pensabaquehabíandesaparecido.«Gracias,Dios»,rezóAstridensilencio.Yentonces,Peteempezóagemir.SelehabíacaídoeljuegocuandoAstridlodejócaerdesdeelbalcón.Laparte
deatrásdeljuegoestabaabierta.Unadelaspilashabíasalidorodando.YahoraPeteintentabahacerquefuncionaraynoiba.
Astridcasisepusoasollozarenvozalta.Drakedejódemaldecir.Astrid levantó la vista y allí estaba, inclinándose por encima de la barandilla,
consusonrisadetiburóndeorejaaoreja.Tenía la pistola en lamano, pero nopodía apuntarles desdedonde estaba, así
quepasóunapiernaporencimadelabarandilla,seagachótalycomohabíahechoAstridparaverlosconclaridad.
Drakeapuntó.Yserio.Yentoncesaullódedolorycayó.Astridseasomóporlabarandilla.Drakehabíacaídoalcéspeddespatarrado,de
espaldas,yestabainconsciente.Yacíasobresurifleyconlapistolaallado.—¡Astrid!—lallamóSam.Estabapor encimade ella, sujetandoaún la lámparademesaquehabíausado
paraatizaraDrakeenlacabeza,inclinadosobrelabarandilla.—Sam…—¿Estásbien?—EncuantoencuentrelapiladePeteyloestaré.Erauncomentarioestúpido,ycasiserio.—Tengounalanchaabajoenlaplaya.—¿Adóndevamos?—¿Quétepareceaunsitioquenoseaeste?
VEINTICINCO
127HORAS,42MINUTOS
HABÍAN PASADO DOS días desde que Lana había sobrevivido a los coyotes. Loscoyotes parlantes.Dos días desdequeuna serpiente le había salvado la vida.Unaserpientevoladora.
Elmundosehabíavueltoloco.Mientrasregabalahierbaaquellamañana,Lananodejabadevigilaratentamente
por si aparecían coyotes y serpientes. Prestaba mucha atención a cada ladrido,gruñidooticdePatrick.Élerasusistemadealerta.Anteserandueñaymascota,oquizá se podría afirmar que eran amigos. Pero ahora formaban un equipo. ErancompañerosenunjuegodesupervivenciaquecombinabalossentidosdePatrickysucerebro.
Sabíaqueeraunaestupidez,loderegarelcésped,dadoquenoestabaseguradequehubierasuficienteaguaparaella.Peroaldueñodeaquellacasitaruinosaeneldesiertoleencantabatenerunospocosmetroscuadradosdecésped.Eraundesafíocontraeldesierto.Undesafío,aunqueeligieravivirallíenmitaddelanada.
En cualquier caso, en unmundo de locos, ¿por qué no podría estar loca ellatambién?
El dueño de la cabaña se llamaba Jim Brown. Lo averiguó a partir de unospapelesensuescritorio.JimBrown,sinmás.Nohabíafotosdeél;teníacuarentayocho años.Un poco joven, en opinión deLana, para abandonar la civilización yvolverseermitaño.
La caseta tras la cabaña estaba repleta de racionesde supervivencia.Nohabíanada fresco para comer, pero sí suficientes latas de galletas, mantequilla decacahuete, melocotones, macedonia, chiles, fiambre y comidas «militares» listasparaconsumirparaqueLanayPatrickpudieranvivirunaño,oinclusomás.
No había teléfono, ni televisión ni nada electrónico. No había aireacondicionadoparaamortiguarelbrutalcalordelatarde.Nohabíaningunaclasede electricidad. Lo único mecánico era el molino que hacía girar la bomba queextraíaaguadeltubodedebajo,yunamuelaapedalesutilizadaparaafilarpicosypalasyhojasdesierra.Habíaunoscuantospicos,palas,sierrasymartillos.
Tambiénhabíarastrosdelaexistenciadeuncocheounafurgoneta.Lasmarcasdeneumáticoconducíanatravésdelaarenadesdeunaespeciedegarajeabiertoque
seapoyabaenellateraldelacasa.Habíabidonesdegasolinavacíosenlabasuraydostanquesdeacerorojodecasicienlitrosqueporelolorseguroquedebíandeestarllenosdegasolina.
En la puerta de atrás había una pila de traviesas, perfectamente colocadasformando un montículo cuadrado. Junto a ella había madera más pequeña, lamayoríaerantablonesestándarconclavosclavados.
Jim el Ermitaño, como lo llamaba Lana, debía de haber salido. Puede que sehubieraidoparasiempre.Puedequeloquelehabíasucedidoasuabuelolehubierasucedidotambiénaél,yellafueralaúnicapersonaquequedaravivaenelmundo.
Noqueríaestarallísivolvía.Nohabíamododeaveriguarsipodíafiarsedeunhombrequevivíaenunvalledondehacíauncalorabrasador,situadoentrecolinaspolvorientasalfinaldeningunacarretera,yqueteníauncéspedtanverdecomouncampodegolf.
Lanaterminóderegarelcéspedy,juguetona,rocióaPatrickconlamangueraantesdeapagarla.
—¿Quieresalgodechile,chico?—lepreguntóalperro.Lana entró primero. La cabaña era como un horno, hacía tanto calor que
empezóasudarantesdeatravesarelumbral,peronoleparecíaquefueraaquejarsejamásdealgotaninsignificante.Nodespuésdeloquehabíasufrido.
¿Quehacíacalor?Puesdeacuerdo.Teníaagua,teníacomidaytodosloshuesosintactos,queeracomolegustabatenerlos.
Elchileibaenunalatagrande.Alnotenernevera,teníanquecomérseloantesde que se estropeara, así que comían chile varias veces seguidas, hasta que seterminaba. Pero al menos habíamacedonia de postre. Puede que al día siguienteabrieraunadelaslatasgrandesdepudindevainillayasísepasaranunpardedíascomiendosolopudin.
Nohabíacocina,solounaencimeraconunquemador.Nohabíafregadero.Solohabía una silla y unamesa, y una cama estrecha y pequeña pegada a la pared.Elúnico elemento decorativo era una alfombra persa raída en el centro de la únicahabitación. El mejor asiento de la casa era una butaca apestosa pero cómodacolocadasobre laalfombra.Estabaatascadaen laposiciónreclinada,peroaLanayaleveníabien.Loúnicoquequeríaerareclinarseytomarselascosasconcalma.
Loúnicoquepodíahacerera leer.JimelErmitañoteníaexactamente treintayocholibros.Loshabíacontado.HabíanovelasbastanterecientesdePatrickO’Brian,DanSimmons,StephenKingyDennisLehane,yalgunos librosquese imaginabaeran de filosofía, de escritores como Thoreau. Había clásicos cuyos títulos le
resultabanfamiliares:OliverTwist,Ellobodemar,Elsueñoeterno,Ivanhoe…Nada le había llamado precisamente la atención, no había libros de J. K.
RowlingoMegCabot,nohabíanadaparaniños.Peroalolargodelprimerdíasehabía leídoOrgulloyprejuicioyahoraempezabaEl lobodemar.Ningunode losdoserafácil.PeroloúnicoqueteníaLanaeratiempo.
—No podemos quedarnos aquí, Patrick —comentó Lana mientras el perroatacabasucuencodechile—.Tardeotempranotendremosqueseguir.Misamigosestaránpreocupados.Todosloestarán.Inclusomamáypapá.Debendepensarqueestamosmuertos.
Pero incluso al decirlo envoz alta,Lana tenía sus dudas.No le quedabagrancosaparahacerunavezinventariadaslasreservas,asíquesepasabalamayorpartedel tiempo sentada en la silla demadera, leyendo, omirando sinmás el paisajedesierto. Acercaba la silla hasta la puerta donde disponía de algo de sombra ymirabaelcéspedylascolinasquelarodeaban.Habíaperfeccionadoeltrucodeleerun párrafo, alzar la vista para revisar la zona en busca de peligro, comprobar siPatrick daba señales de alerta y volver a sumergirse en el libro para leer otropárrafo.
Al cabo de un rato, el vacío inacabable se apoderó de su siempre débiloptimismo.
Labarreracontinuabaallí.Estabadetrásdelacabaña,noensucampodevisión,anoserqueseapartaradeella.
Lana se dirigió con una taza de hojalata llena de agua hacia la puerta, con laintención de bebérselamientras echaba otro vistazo al césped, cuando de repentevioaPatrickcorriendohaciaella.Teníaelpeloerizado.Meneabalacabezacomosileestuvieradandounataque.
—¡Entra!—gritóLana.MantuvolapuertaabiertahastaquePatrickentródisparado,lacerródegolpey
corrióelcerrojo.Patrick tropezó con la alfombra, resbaló, rodó dos veces y cayó sentado.
Llevabaalgoenlaboca.Algovivo.Lanaseacercóconmuchocuidado,yseinclinóparaverlo.—¿Unlagartocornudo?¿Esoesloquetraes?¿Casimematasdelsustoporun
lagartocornudo?—Sentíaloslatidospesadosdesucorazónalvolveraponerseenmarcha—.Escupeeso.PorelamordeDios,Patrick,¿cuentocontigoytúvasyteasustasdeunestúpidolagartocornudo?
Pero Patrick no quería soltar su trofeo. Lana decidió dejarle hacer lo que le
dieralagana.Detodosmodoselbichoyaestabamuerto,yleparecíaquePatricktambiénteníaderechoaenloquecerasumanera.
—Telopuedesquedarsitelollevasafuera—señaló.Lanasedirigióotravezhacialapuertaperoprimerosearrodillóparaalisarla
alfombra.Entoncessepercatódequehabíaunaescotillaenelsuelo.Lanaapartóaúnmáslaalfombra,doblándolaporencimadelabutaca.Dudó,noestabaseguradesiqueríaverloquehabíabajoesastablas.Puedeque
JimelErmitañofueraJimelAsesinoenSerie.Peronoesquetuvieraotracosaquehacer.Apartólabutacayacabódeenrollar
laalfombra.Habíaunaanilladeaceroempotrada.Tiróparaabrirla.Enelespacioquequedababajolaescotillahabíabarrasdemetalperfectamente
apiladas,deentrequinceyveintecentímetrosdelargocadauna,lamitaddeanchasyunterciodegruesas.
ALananolecabíadudaalgunadeloqueeran.—Oro,Patrick,esoro.Loslingotesdeoroeranpesados,puedequedenuevekilosomás,perolevantó
lossuficientesparapoderverlaprofundidaddelapila.Calculóquedebíadehaberunoscatorceentotal,yquecadaunopesabaporlomenosnuevekilos.
Lananoteníaniideadecuántovalíaeloro,perosabíaloquecostabanunpardependientesdearo.
—Sonmuchospendientes…—comentó.Patrickmiróporelagujero,perplejo.—¿Sabes loque significa,Patrick? ¿Todo esteoro aquí y todos estospicosy
palasafuera?QueJimelErmitañoesunbuscadordeoro.CorrióhaciaelgarajedondeJimelErmitañoaparcabasufurgoneta.Patrickla
siguiódandosaltos,esperandoquejugaran.AvecesLanalearrojabaelmangorotode un hacha para que se lo devolviera, pero aquel día Patrick se iba a quedardecepcionado.
Por primera vez, Lana siguió cuidadosamente las marcas de neumáticos.Estaban desapareciendo, pero aún se veían. A unos treinta metros de la casa separtían en dos. Algunas marcas, puede que más antiguas, iban en una dirección,haciaelsudeste,probablementehaciaPerdidoBeach.Otrasmásfrescassedirigíanhacialabasedelacadenamontañosaendirecciónnorte.
LeparecíaquePerdidoBeachdebíadeestaraveinticincootreintakilómetrosdedistancia,loquesuponíaunacaminatamuylargabajoelcalor.Perosilaminaseencontrabaalpiedelasmontañas,noparecíaqueestuvieraniaunadécimapartede
esadistancia.JimelErmitañopodríaestarallí.Siloestaba,tambiénpodríaestarsufurgoneta.Ysino,puedequesufurgonetaestuvieraallídetodosmodos.
Lana sentíaunaprofundaaversiónhacia la ideadevolver a aventurarseen lodesconocido. Había estado a punto de morir la última vez. Y es posible que loscoyotes aún estuvieran allí fuera, esperando pacientemente. Pero ¿recorrer unkilómetrohastalamina?Esopodíahacerlo.
Llenóuna jarradeplásticodeagua.BebiómuchayseaseguródequePatricktambiénestuvierahidratado.Se llenó losbolsillosdecomidaspreparadasymetióaúnmásenunatoallaqueretorcióparaconvertirlaenunbolso.Yseembadurnódeprotectorsolarqueencontróenunkitdeurgenciasmédicas.
—Vamosadarunpaseo,Patrick.
EdiliosonriócuandoAstridsesentóalaizquierdadelaBostonWhaler.—GraciasaDios.Ahoraalmenostenemosaunapersonalistaenlalancha.Edilio y Quinn empujaron la lancha desde la arena hacia el suave oleaje. Se
subieronaellaycolgaronlaspiernasporunladoparalimpiarselaarenapegajosa.Sam condujo la lancha a mar abierto, hacia la barrera. Esperaba que Drake
estuvieramuertooalmenosgravementeherido.Peronoestabaseguroyqueríairsemuylejosantesdequeelpsicópataempezaraadispararles.
Sam se dio cuenta de que nunca antes en su vida había deseado que alguienmuriera.HabíantranscurridoochodíasdesdeeliniciodelanuevaERA.Ochodíasyhabía visto locuras suficientes para el resto de su vida. Y ahora se dedicaba afantasearsobrelamuertedeunchico.
En cuanto le dio al acelerador y quedaron lejos del alcance de cualquier balaempezó a sentirse mejor. Era lo más parecido al surf que había hecho desde eliniciodelaERA.LasolaseraninsignificantesperolaWhalerlassurcabacomounafuerza maravillosa que le recorría las piernas, le hacía castañetear los dientes ysonreír. El rocío salado le salpicaba, y a Sam le costaba sentirse mal cuando elrocíolesalpicabalacara.
—Gracias,Edilio.Yati,Quinn—seguíafuriosoconQuinn,peroahoratodosestaban,literalmente,enelmismobarco.
—Yaverás lasgraciasquemedascuandovomitepor toda la lancha—señalóEdilio,queseestabaponiendoverde.
Samrecordóquedebíamantenerseaunadistanciadeseguridadde labarrera,peroalmismotiempoqueríamantenersecercadeella.Aúnexistíalaposibilidadde
quehubieraunagujero,unapuerta,unaaberturaatravésdelacualtodospudierannavegarydespedirsedeaquellalocura.
Enelextremonorteveíalosacantiladosquerecortabanelisloteocupadoporlacentralnuclear.Másallásoloseveíaunamanchaborrosaenlaneblina,elcontornodelamáscercanademediadocenadeislaspequeñasprivadas.
AstridsacóloschalecossalvavidasylepusounoaPete.Ediliotambiénaceptóunoparaél,peroQuinnsenegó.
Astridtambiénencontróunaneverapequeñallenaderefrescoscalientes,panylosingredientesrestantesparahacersándwichesdemantequilladecacahueteyjalea.
—Nonosmoriremosdehambre—señaló—.Almenosdemomento.La barrera quedaba a su izquierda, formando un muro terrible, imponente,
rotundo. Las olas golpeaban impacientes contra ella. El agua también queríaescaparse.
SameraunpezenunacuarioyelmurodelaERAejercíadepareddelapecera.Elmismomisteriosemitranslúcidodelatierraserepetíaenelagua.
Samcontinuódeslizándosehastaquedar lobastante lejosparaqueClifftopnoparecieramayorqueunapiezadeLegoenloaltodeunafranjaestrechadearena.PerdidoBeacheracomouncuadroalóleo,conpuntosysalpicadurasdecolorquesugeríanquesetratabadeunaciudad,perosinofrecerdetallesalrespecto.
—Voyaprobaralgo—anunció.Sam apagó el motor y dejó que la lancha se bamboleara. La barca parecía
quererdesviarsehacia elmuro.Habíaunacorriente,muy leveperodefinida,queseguíaellateraldelmuroqueseapartabadelatierra,lalargacurvaqueseextendíamaradentro.
—¿Tenemosancla?—preguntóSam.La respuesta vino en forma de arcadas. Sam apartó la vista mientras Edilio
devolvíalacomida.—Notepreocupes,yabuscaré.No había ancla. Pero se fijó en que Astrid estaba haciendo sándwiches de
mantequilladecacahueteyjalea.LepasóunoaSam.Elchiconosehabíadadocuentadequeteníahambre.Semetiómediosándwich
enlaboca.—PorestotellamanAstridlaGenio—farfullóconlabocallenademantequilla
decacahuete.—Colega,nohablesdecomida…—gruñóEdilio.Samregistrósupequeñalancha.Nohabíaningunaanclaporningunaparte,pero
síalgunosparachoquesdeplásticoquecolgóporunladoporsirozabalabarrera.Y había un rollo de cuerda azul y blanca de nailon. Ató bien un extremo a unacornamusayelotroseloatóalrededordeltobillo.Sequitólacamisayloszapatos,quedándose en pantalones cortos. Rebuscando en una de las bodegas halló undestornilladorlargo.
—¿Quéestáshaciendo?—preguntóQuinn.Samloignoró.—Edilio,colega,¿sobrevivirás?—Esperoqueno—replicóEdilioconlosdientesapretados.—Voyasumergirme,aversipuedopasarpordebajodelabarrera.Astrid lo miró escéptica, preocupada, pero Sam vio que más bien estaba
enfrascadaensuspropiosasuntos.Probablemente intentabaaceptar la ideadequeporpocoledisparan.
—Tiraréparasubirtesitequedasatascado—comentóQuinn.Samasintió.AúnnoestabapreparadoparahablarconQuinn.Tampocosabíasi
algúndíaloestaría.Ysezambullóporunlateral.Recibióencantadoelagua.Fríaperomuybienvenida.Rioalnotarlasal.Respiróhondounpardeveces,contuvoelaliento,ysesumergió.Nadabadando
fuertes patadas y ayudándose con unamano libremientras en la otra sostenía eldestornillador para esquivar la pared de la ERA. No tenía ningún deseo de verseempujadohaciaella.Sehizodañoal tocarlaconeldedo.Apoyarelhombrooelmuslocontraellatampocoresultaríaagradable.
Bajó más y más. Deseaba haber tenido la previsión de coger el equipo desubmarinismo o al menos una máscara y aletas en el puerto deportivo, pero enaquel momento estaba preocupado por otras cosas. El agua estaba bastantedespejada,peroaunasí,lavisibilidadseveíareducidaporlasombradelabarrera.
Cuandoyanopudoaguantarmáslarespiración,embistiócontralabarrera.Eldestornillador no tocó nada, y Sam sintió una excitación momentánea que seesfumócuandoensusiguienteembestidanotóunaresistenciasólida.
Saliódisparadohacialasuperficieyboqueóparacogeraire.Labarreraseextendíaalmenosseismetrospordebajodelasuperficie.Sitenía
fondo,tendríaquebuscarloconuntanquedeaireyaletas.Lalanchasebalanceabacontralabarreraaquincemetrosdedistancia.Samoyó
el chasquido inconfundible cuando Astrid le abrió una Coca-Cola a Pete. Quinnestabasentadoenlaproaencargándosedelacuerda,yaunparecíacomosiEdiliofueraadevolverpartedelhígado.
Samnadóhastalalancha,tomándosesutiempo,disfrutandodemasiadodelaguaenlapielparasentirsedecepcionadopornohaberhalladounmododesalirdelaERA.
Oyóelruidodelmotoryelimpactodelchoquecontralasolasantesdeverlabarca.Pataleófuerteparalevantarlobastantelacabezaporencimadelaguaypoderverlo.
—¡Eh!—gritó.Quinnoyóelmotoralmismotiempo.—¡Vieneunalancha!¡Rápido!—gritóQuinn.—¿Dedónde?—¡Delaciudad!¡Rápido!
VEINTISÉIS
126HORAS,10MINUTOS
SAMNADÓAtodavelocidadynotardóenapoyarlamanoenlabordadelaBostonWhaler.QuinnlosubióySamcayórodandoenlacubierta.
Perosepusoenpieenseguidayviounalanchamotoragrandeyalargada,queselesveníaencima,amenosdemediokilómetrodedistancia.Lalanchasalpicóunaenormeolaenlaproa.LallevabaunchicoaquienSamnolograbareconocerdesdelejos.Depie,agarrándosedesesperadamente,ibanHowardyOrc.Drakenoestaba.
—Nopodemosdejarlosatrás—señalóQuinn.LaadrenalinaparecíahabertranquilizadoelestómagodeEdilio.—Nolosabremoshastaquelointentemos.—No,Quinntienerazón—intervinoSam—.Astrid,nosueltesaPete.Edilioenrollólacuerdaconmanoságiles.Nopodíandejarlaarrastrandoenel
aguaoseenredaríaenlahélice.En cuanto subieron la cuerda, Sam apretó el acelerador y la lancha cogió
velocidad rápidamente, recorriendo la barrera. La lancha de Orc viró paraseguirlos.
Sujetandoconfuerzaasuhermanopequeño,Astridmiróaunladoygritó:—¡Nosestápersiguiendo,nointentainterceptarnos!Samtardóunsegundoenentenderaquéserefería.Lalanchaalargadanohabría
tenidodificultadeseninterceptarloseimpedirleselpaso.Peroelconductornoselohabíaplanteado.
Casidemasiadotarde,elconductordelalanchaviróhacialaderecha,tratandode colocarse detrás de Sam, pero fue un giro torpe e iba demasiado rápido. Lalanchaalargadarebotócontra labarreraconunestrépito increíble,comosi fueraun bombo. Entonces, cuando las hélices volvieron a tocar el agua, la lanchaalargadasaltóhaciadelanteypasódisparadaalaWhaler.
—Espera…—advirtióSam.Laolade lacurvadescritapor la lanchaalargada inundó laWhalery lahizo
chocarcontralabarrera.Samsetambaleóperonocayó,esforzándoseconlospiesdescalzospornoperdersujeciónenlacubiertapeligrosamenteinclinada.
No habían conseguido tumbar la BostonWhaler, y cuando la hélice volvió atocar el agua, ganó velocidad. Salieron disparados por la derecha de la lancha
alargada, acercándose tanto a ella que Sam podría haber extendido la mano ychocarloscincoconHoward.
LaWhaleribaatodotrapo,saltandodeolaenolaconlabarreraalaizquierda,apartándosecadavezmásdelatierra.
Pero la lancha alargada era mucho más rápida y, cuando el conductor serecuperó,seacercórugiendotrasdeSamynotardóenrevolver laestelaqueibadejando.
—¡Párate,idiota!—gritóOrcaSam.Peroelchicoignorósuexigencia.Lamenteleibaamilporhora.¿Cómopodía
escapar?Sulanchaeramáspequeña.Eramáságil,perodesdeluegomáslenta.Ylaotra lancha era tan grande, tan pesada, que incluso podía pasar por encima de laBostonWhaler.
—¡Paraoteatropellamos!—gritóOrc.—¡No seas estúpido, Sammy!—gritóHoward, aunque no se le oía debido al
estruendodelosmotoresyeltorrentedeagua.DerepenteAstridestabaasulado.—Sam,¿puedeshaceralgo…?—Quizá.Tengounaidea.—¿Estáshablandode…?—susurróAstrid.—No sé cómo hacer eso, Astrid, pasa sin más. Y este no es exactamente el
momentodepreguntaraYodacómoutilizarmipoder.Ediliosesumóaellos.—¿Tienesunplan,Sam?—Nounobueno.Samcogióelauriculardelaradiojuntoalaceleradoryapretóelbotón:—SoySam.¿Merecibís?Corto.Vio la expresiónde sorpresa en el rostrodeHoward.Sí, lo recibían.Howard
cogióelauricularylomiróenfadado.—Aprieta el botón, Howard —le mostró Sam—. Y cuando termines, dices
«corto»ylosueltas.Corto.—Tienes que parar—insistióHoward, con la voz endurecida por el pequeño
receptor—.Ah,corto.—Nocreoquevayamosahacereso,Howard.CainehaintentadomataraAstrid.
Orcytúcasimematáis.Corto.Howardsemantuvoocupadounminutomientraspensabaunabuenamentira.—Deacuerdo,Sammy,Cainehacambiadodeidea.Dicequesioscomportáis,
osdejarámarcharatodos.Corto.—Sí,yyomelocreo…—replicóSam.Samacercóaúnmássulanchaalabarrera.Estabatancercaquepodríahaberla
tocado.—Siintentasatropellarme,chocarásconlabarrera—leadvirtióSam—.Corto.Se produjo un silencio. Entonces se sumó una nueva voz, débil pero audible.
Teníaquevenirdeunaradiodelacosta.—¡Cogedlo!—ordenólavoz—.¡Cogedloonovolváis!EraCaine.Estabautilizandolaradioqueempleabaparamantenerseencontacto
conDrake,laguarderíayelparquedebomberos.—Oye,Caine,tambiéntienenaAstridyalretrasado.YaQuinn.—¿Queeé?Repítelo:¿Astridestáconellos?—Asíes,Caine—fueSamquiencontestóaquellavez,disfrutandodelinstante,
aunqueeraprobablequeaqueltriunfoduraramuypoco—.Tumascotapsicópatatehafallado.
—¡Cogedlosatodos!—ordenóCaine.—¿Ysiutilizanelpoder?—sequejóHoward.—Si pudieran usar el poder, ya lo habrían hecho. —La sonrisita de Caine
recorriólasondassonoras—.Sinexcusas:cogedlos.Cainecorto.—Sam,sipuedeshacerlo,tienesquehacerlo…—suplicóAstrid.—¿Hacerelqué?—preguntóEdilio—.Ah,lacosaesa…Laradiovolvióacrujir.—Tieneshastaquecuentediezhaciaatrás,Sammy—eraHoward—.Entonceste
daremosyosatropellaremos.Notienequeserasí,peronotenemoselección.Asíque…diez…
—Edilio,Astrid,Peteytúagachaosenlacubierta.Quinn,tútambién.—Nueve…EdilioempujóaAstridasuladoyseechóenlacubiertaconPeteentreellos.—Ocho…—Másvalequeesteseaunbuenplan,tío…—intervinoQuinn.PerotambiénfueaagacharseconAstrid.—Siete…seis…Laproade la lanchaalargadasecerniósobre lapopadelaWhalercomouna
enormecuchillaroja,saltandoarribayabajocomosisedispusieraaserrarlos.Elestruendo de los tres motores rebotaba en la barrera, que distorsionaba yamplificabaelsonido.
—Cinco…Teníaunplan.Peroerasuicida.—Cuatro…—¿Estáistodoslistos?—¿Listosparaqué?—Tres…—Quenosvaadar…—¿Eseestuplan?—chillóQuinn.—Dos…—Másbien…—repusoSam.—Uno…Sam oyó cómo losmotores gemelos de la lancha alargada incrementaban la
velocidad. La proa en forma de cuchilla roja de carnicero saltó hacia ellos. Eracomosialguienhubieraatadouncohetealapartedeatrás.
SamredujolavelocidadhastaalcanzarunpuntomuertoyviróparaqueelladoizquierdodelalancharozaraelmurodelaERA.
LaWhaleraminorómuylentamente.—¡Aguantad!Samseagachó,arrodillándoseenlacubiertahúmeda,agarróeltimónconuna
manoylogiróhacialaderechahastaestabilizarlo.Setapólacabezaconelbrazolibre,gritandoparanoacobardarse.
LaBostonWhaleraminoró.Perolaotralanchano.Laproaaltaenformadedagaseabalanzósobrelamitadizquierdadelapopa
delaBostonWhaler.Seoyóunchirridoalhacerseañicoslafibradevidrio.ElimpactoapartóaSam
deltimón.ElextremoinferiordelaWhalersehundió,yloscincochicosylabarcaentera se encontraron de repente sumergidos. Sam gritaba en el agua, gritaba yforcejeaba para evitar que se lo tragaran las hélices que hacían girar el agua unmilímetroporencimadesucabeza,alavelocidaddeuntornado.
Laotralanchabloqueabaelsolconunrojointensoyunblancomortal,comoun cuchillo atravesado en la lanchamás pequeña. Los grandes motores gemelosfuerabordachirriaban.
Perolalanchaalargadanodestrozódeltodolapequeña,sinoquealalcanzarlaenun lateralsaltópor losairescomouncochedeacrobaciasal tocarunarampa.Rodóenplenoaireylasuperestructuraseestrellócontralabarrera,loqueprovocó
queselehicieraañicoselparabrisasyseleabollaranlasbarandillas.La lanchaalargadacayóde ladoseismetrospordelantede laBostonWhaler.
Aterrizó con un fuerte golpe, se hundió mucho, tanto que Sam pensó que novolveríaasaliraflote,peroentoncessebamboleóhaciaarribacomounsubmarinoalsaliralasuperficieyseenderezó.
La Whaler había sufrido las consecuencias del choque. La popa estabadestrozada, las barandillas de la izquierda habían desaparecido, elmotor de proaennegrecidoestaba ladeadoperoaúnsujeto.Unterróngrandesehabíaestampadoen la fibra de vidrio de la proa. Más de medio metro de agua se agitabaruidosamente en cubierta. La consola de mando estaba inclinada hacia delante yhaciaunlado,demodoqueel timónestabatorcidoylapalancadelaceleradorsehabíasalidodesuranuraycolgabasuelta.Elmotorsehabíainundadoypetardeaba.
PeroSamnoestabaherido.—¡Astrid!—gritó,aterrorizadoalnoverla.Pete estaba solo,mirándolo, casi comosi aquel sucesohubierapenetradopor
finensuconciencia.QuinnyEdiliosaltaronalalanchayseinclinaronhacialapartedeatrás.Habían
visto lamano finadeAstridagarrando labarandilla.Lasubieronabordo,medioahogadaysangrandodebidoauncorteprofundoenlapierna.
—¿Seencuentrabien?Edilioasintió,demasiadoempapadoparacontestar.Samapretólamanillaesperandoquefuncionara.ElgranmotorMercuryrugió.
Elaceleradorestabarígido,atascado,peroalempujarlocontodassusfuerzaslogróquesemovierahaciadelante.Eltimóntorcidoaúngiraba.
Lalanchaalargadaestabajustodelante,varada.Orcestabaenelagua,gritandofurioso. Howard correteaba en busca de un chaleco salvavidas mientras elconductorintentabaponerenmarchalosmotores.Pordesgracia,noparecíanhabersufridodaños.
Eraahoraonunca.Samsedesatófrenéticamentelasogadeltobilloycogióelextremosueltocon
losdientes.SaltóalaguayrecorriólosescasosmetrosqueseparabanlaWhalerdelaotralancha.
—Estánadandohaciaaquí.Sulanchaseestáhundiendo—gritóelconductordelalanchagrande,sinentenderlo.
PeroHowarderamáslisto.—Tramaalgo…
Sam se sumergió en el agua. Tenía que ser en esemomento, antes de que elconductorpusieraenmarchalosmotores.Siesashélicesempezabanagirarseríademasiado tarde,y tendríamuchasposibilidadesdeperder losdedoso incluso lamanoentera.
Samseesforzópormantenersesumergido,mirandoatravésdelaguarevuelta,intentandoaveriguarconlosdedosdóndeestaba…ahíestaba.Ahíhabíaunahélice.
Enganchólasogadenailonentornoalahélicederechaylaatótanfuertecomopudo. A continuación salió disparado hacia la izquierda, soltando el aire que lequedabaparapodermantenersesumergido.
Oyó el clic de encendido, el giro de la manivela. Un giro de los dedos delconductory…
Elmotorsepusoenmarcha.Samreculó,presadelpánico.Lasdoshélicesempezaronaagitarseyarevolverelagua.Entoncesladerecha
seagarrotóylaizquierdagiróysedetuvo.Conlasúltimasfuerzasquelequedaban,Samatólacuerdaentornoalahélice
izquierda,seapartódelapopaysalióalasuperficieaescasosmetrosparacogerairerápidamente.
Oyóquelosmotoresvolvíanagiraryacalarse.Porfinelconductordelalanchaalargadasedabacuentadeloquehabíapasado,
yHowardestabaenlapopagritandoamenazasfuriosas.Sam se dio la vuelta y empezó a nadar a todavelocidadhacia laWhaler, que
rebotabacontralabarrera.—¡Sam!—gritóAstrid—.¡Detrásdeti!Elgolpevinodeningunaparte.Samgirólacabeza.Susojosnoconseguíanconcentrarse.Todoslosmúsculos
desusextremidadesestabanflácidos.Yalehabíasucedidoantes.Comocuandosecayódela tabladesurfy la tabla
volvióylegolpeó.Enelfondosabíaloqueteníaquehacer:nodejarsevencerporelpánico,dejarpasarunossegundosparadespejarse.
Peroaquellonoeraunatabladesurf.Unsegundoimpactofueapararjustoasulado,ynoledioenlacabezaperosíenlaclavícula.
EldoloragudoayudóaSamacentrarse.VioaHowardlevantarelbicherolargodealuminioparauntercerimpacto,por
lo que pudo evitarlo fácilmente. Cuando alcanzó el agua, Sam embistióconcentrandotodosupesoenél.
Howardperdióelequilibrio,ySamtiró.Howardsoltóelbicheroysedioconel
pechocontraunodelosmotores.Samvolvió a dirigirse hacia laWhaler, pero era demasiado tarde.Ahora era
Orcquienloperseguía,ymientrasunamanogiganteleagarrabaelcuello,laotralezurraba.
ElpuñodeOrcgolpeóelaguaantesque lanarizdeSam,asíqueelefectoseredujounpoco,peroleafectódetodosmodos.
Sam se hizo una bola y pataleó con tanta fuerza como pudo en dirección alplexo solar de Orc. Sus golpes también se vieron amortiguados por el peso delagua,peroloimpulsaronhaciadelanteyaOrchaciaatrás.
Sam era mejor nadador, pero Orc era más fuerte. Mientras Sam intentabaescapar,Orcleagarrabalacinturadelospantalonesynolossoltaba.
Howardsehabíapuestoenpie,ygritabaanimandoyalabandoaOrc.LapeleateníalugarjustodebajodelaproadestrozadadelaWhaler.Samdiounavolteretahaciaatrás,golpeóconlospiesdesnudoscontraelcascoyempujóparasumergirse.Esperaba que cuandoOrcmetiera la cabeza en el agua le entrara el pánico y losoltara.Funcionó,ySamquedólibre.LibreperoatrapadoenunaesquinaestrechaentrelapareddelaERAylaproadelbarco.
ElrostrodeOrcdibujóunamuecamonstruosaderabia.IbadirectohaciaSam,porloquealchiconolequedóotraopción.EsperóaOrc,leagarródelacamisaalacercarse furioso, la retorció y aprovechó el propio ímpetu del matón paraestamparlodecaracontraelmurodelaERA.
Orcgritó.Seagitócomounlocoyvolvióagritar.Samseapartópataleando,aprovechandoelcuerpodeOrcparacogerimpulso.
LapatadahizoqueOrcchocaradeladocontralabarreraygimieracomountoromoribundo.
Samnadóhastaagarrarsealabordadeestriborysemantuvobiensujeto.—Edilio.Dale.EdilioempujóelaceleradorhaciadelantemientrasSam,conayudadeAstridy
Quinn,seencaramabaabordo.Orcgritabaincoherenciasconlabocadentrodelagua.Howardbajóaayudarlo,
yelconductordelalanchaestabaperplejo,sinsaberquéhacer.La soga estaba bien atada a la cornamusa de la cubierta. La cornamusa no
aguantaría, pero un buen tirón serviría para rematar almenos una de las hélicesatascadas.
EdilioalejólaWhalerdelabarrerayadvirtió:—Cuidadoconlacuerda,Sam.
Leavisójustoatiempo,yaquecolgabayflotabaenelagua.LacuerdasetensóycasilecortaelbrazoaSam.
LaWhalerseestremeciódebidoalimpacto.Lacornamusasedesprendiódelacubierta.Perolashélicesdelalanchaalargadahabíanquedadoinutilizadas.
—¡Oye,estohasidounalocura!—exclamóEdilioriéndose.—Meparecequeyasetehapasadoelmareo,¿no?Laradiocrujióalvolveralavida.LavozfamiliardeHoward,ahoraapagaday
temerosa,selamentaba:—SoyHoward…sehanescapado.Lavozdébildelacostarespondió:—¿Porquénomesorprende?—Nuestralanchanofunciona—volvióahablarHoward.—Sam—dijoCaine—.Simeoyes,hermano,quesepasquetevoyamatar.—¿Hermano?¿Porquétellamahermano?—preguntóAstrid.—Esunalargahistoria…Samsonrió.Disponíandemuchotiempoparacontarhistorias.Habíanescapado.
Peroeraunavictoriainútil.Yanopodíanvolveracasa.—Deacuerdo,asíqueoescapamosonada—comentóSam.Marcó con el timón una ruta que seguía la barrera larga y curva. Astrid
encontró la parte de arriba de una botella de lejía y se dispuso a iniciar la largatareadeachicarelaguadelalancha.
VEINTISIETE
125HORAS,57MINUTOS
LANATARDÓMÁSdeloqueesperabaenalcanzarelfinaldelashuellasdeneumáticos.Loquepensabaqueseríapocomásdekilómetroymediodebíadesereltriple.Ytransportarelaguaylacomidaconelcalorabrasadornohabíafacilitadolascosas.
Ya había llegado la tarde cuando arrastró sus pies cansados en torno a unafloramiento de la cadena montañosa. Y allí, para su sorpresa, encontró lo queparecíaunpueblomineroabandonado.Debíadehabersidounacoloniagrandeenotraépoca:habíaunadocenadecasasapretujadasenelpliegueestrechoyempinadodelacadena.Lascasaseranindistinguibles,comounaacumulacióndepalosgrises,peroparecíaquealgúntipodecallehabíaocupadopocomásdemediamanzana.
Era un lugar inquietante, silencioso, siniestro, con ventanas destrozadas sincristalesquelamirabancomoojostristes.
Tras lasruinasde lacalleprincipal,ocultaacualquieraquepasaraporallí—aunqueLananoeracapazdeimaginarseporquéseacercaríaalguienaaquellugarfeo y desierto—, había una estructura más resistente. Era de la misma maderagrisáceade lasotras,pero seguíaenpieyestaba rematadaporun tejadodezinc.Teníaeltamañodeungarajeparatrescoches.Lashuellasconducíanhastaella.
—Vamos,chico—llamóLana.Patrickcorrióhaciadelante,olisqueólahierbacercadelapuertadelacabañay
volvióconlacolaaúnerguida.—Asíquenohaynadiedentro—setranquilizóLana—.Ohabríasladrado.Abriólapuertadegolpe,noqueríaentrarsigilosamentecomolatípicachicade
unapelículadeterror.El sol se colaba por docenas de agujeros y grietas del tejado de estaño y los
nudosdelamadera.Peroseguíaestandooscuro.La furgonetaestabaallí.Eramásnuevaque lade suabuelo,y teníaunacama
máslarga.—¿Hola?¿Hola?—Esperoyvolvióallamar—.¿Hola?Comprobóprimerolafurgoneta.Eldepósitoestabamediolleno.Noencontraba
lasllaves.Registrócadacentímetrodelafurgoneta,peronada.Frustrada, Lana se puso a registrar el resto de la choza. Sobre todo había
maquinaria.Algoqueparecíaparaaplastarrocas.Unaespeciedecubagrandecon
válvulasdecalorpordebajo.Unabombonaarrinconada.—De acuerdo. O encontramos las llaves y seguramente nos matamos
conduciendo—resumióLanaaunPatrickquelaescuchabaatento—,ocaminamosnosécuántoskilómetrosbajoelcalorhastaPerdidoBeacheigualnosmorimosdesed.—Patrickladró—.Estoydeacuerdo.Sigamosbuscandolasllaves.
Además de la puerta alta y doble en la fachada de la choza, había otra máspequeña detrás. Al atravesarla Lana halló un sendero trillado que serpenteaba através de feos montones de piedras, pasando por un cementerio de máquinas deacero oxidadas, y terminaba en una abertura en el suelo enmarcada en madera.Parecía la boca sorprendida de la montaña, un cuadrado negro torcido con dosvigasdeapoyorotasqueformabanunosdientesirregularesysalientes.
Unavíadetrenestrechaconducíaalamina.—Nocreoquequeramosentrarallí—señalóLana.Patrickseacercóconcautelaalaaberturadelsuelo.Seleerizóelpelodellomo
ygruñó.Peronogruñíaalaabertura.Lana oyó el tumulto de patas almohadilladas. Bajando por la ladera de la
montaña, comounaavalanchaamortiguada, corríaunamanadadecoyotes.Puedequedosdocenas,inclusomás.
Bajabanaunavelocidadespeluznante,yalacercarseLanaoyóquesusurrabanconvozforzada,glotal.
—Comida,comida…—No…—sedijoLana.No. Debía de estar imaginándoselo. Lana volvió la vista asustada, hacia la
cabañaqueyaquedabamuypordebajodeella.Elaladerechadelamanadacorríaparainterceptarla.
—¡Patrick!—gritó,ysaliódisparadahacialaentradadelamina.Encuantoatravesaronelumbrallatemperaturadescendióvariosgrados.Como
sihubieranentradoenunaparatodeaireacondicionado.Nohabíaluzsalvolaqueprocedíadefuera,ylosojosdeLananotuvierontiempodeadaptarse.
Olíafatal.Aalgofétidoyempalagoso.Patrick se volvió para enfrentarse a los coyotes y se erizó. La manada se
concentróentornoalaentradadelamina,perosedetuvoallí.Cegada,Lanapalpólaoscuridadenbuscadealgo,decualquiercosa.Encontró
piedrastangrandescomoelpuñodeunhombreyempezóaarrojarlas,alanzarlasfrenéticamentealoscoyotes,sinapuntar.
—¡Largo!¡Fuera!¡Marchaosdeaquí!Pero ninguno de los misiles de Lana alcanzó su objetivo. Los coyotes los
esquivarondelicadamente,sinesfuerzo,comosijugaranaunjuegonodemasiadodifícil.
Lamanadasedividióendos,formandouncorredor.Unodeloscoyotes,noelmásgrandeperosídesdeluegoelmásfeo,avanzóconlacabezaerguidaatravésdelamanada.Teníaunadelasorejasenormesmediorota,estabasarnoso,por loquetrozosdepielasomabanaunladodesuhocicoastuto,ymostrabaparcialmentelosdientesenelladoizquierdodelabocadebidoaalgunaheridaantiguamarcadaconungruñidopermanente.
EllíderdeloscoyotesgruñóaLana,queseestremecióperolevantóunapiedragrandeamododeamenaza.
—¡Atrás!—leadvirtióLana.—Humano aquí no—respondió el coyote, arrastrando las palabras como si
arrastraraunasbotassobregravahúmeda,peroenuntonomásagudo.Lanapasóvariossegundosmirándolosinmás.Noeraposible.Peroparecíaque
lavozprocedieradelcoyote.—¿Qué?—Fuera—leordenóelcoyote.Aquellavezresultóinconfundible.Viocómoselemovíaelhocico.Detectóelesfuerzodelalenguapormoverse
trassusdientesafilados.—Nopuedeshablar…—musitóLana—.Estonoesreal…—Fuera.—Memataréis…—Sí.Fuera,mueredespacio.Dentro,mueredeprisa.—Puedeshablar…—dijoLana,sintiendocomosisehubieravueltorealmente
loca.Elcoyotenorespondió.PeroLanaseplantó.—¿Porquénopuedoquedarmeenlamina?—Humanoaquíno.—¿Porqué?—Fuera.—Vamos,Patrick—llamóLana,susurrandoyconvoztemblorosa.Y empezó a apartarse del líder de la manada de coyotes, adentrándose en la
oscuridad.
Entonces su pie tocó algo. Bajó la vista rápidamente y vio una pierna quesobresalía de un peto ensangrentado. Aquel era el origen del mal olor. Jim elErmitaño llevaba muerto mucho tiempo. Lana saltó detrás del cuerpo,interponiéndoloentreelcoyoteyella.
—Lohabéismatado—loacusó.—Sí.—¿Porqué?Lanaviounalinterna,unagranlinternacuadrada,ylarecogió.—Humanoaquíno…Elcoyoteladróunaordenasumanadayentraronatodaprisaenlacuevayse
abalanzaronsobreelcuerpo.LanayPatricksevolvieronyecharonacorrer.Lanamanipuló la linternamientras corría, intentando encontrar el interruptor. Pero laoscuridadnotardóenvolversetotal.
Un dolor agudo en el tobillo la hizo tropezar, pero no se cayó. Encontró elinterruptoryde repente el pozode laminaquedóbañadoenuna luz extrañaquesolomostrabapiedraspicudasyvigasdemaderaestropeadas.
Sorprendidos por la luz, los coyotes se echaronhacia atrás.Les brillaban losojos.Susdientesesbozabandébilesmuecasblancas.Yentonceslaatacaron.
Laquijadadeuncoyote secerrócomoun tornoalrededordelmúsculode supantorrilla,yLanacayódesplomada.Loscoyotesseapiñaronalrededordeella.Suhedorascendíaantelanarizdelachicaysupesolaaplastaba.
Lanaseesforzóporponerseenpieapoyándoseenloscodos.Perounsegundotorno se cerró sobre su antebrazo y cayó, sabiendo que no volvería a levantarse.Oyó el ladrido aterrorizado de Patrick, mucho más profundo e intenso que loschillidosexcitadosdeloscoyotes.
Peroentonces la soltaron todos almismo tiempo.Aullaron sorprendidosy sepusieronasaltarymenearlascabezasaizquierdayderecha.
Lana yacía en el suelo sangrando por la docena de dentelladas recibidas,rodeadadeuninquietantecírculoluminosoqueproyectabalalinterna.
Ellíderdelamanadagruñóyelrestodeloscoyotessecalmóunpoco,aunquequedabaclaroquealgoloshabíaasustado,yaúnlosasustaba.
Los coyotes se movían nerviosos, agitados. Tenían las orejas erguidas yorientadas hacia las sombras profundas que se adentraban en el pozo de lamina.Comosioyeranalgo.
Lana se esforzó por escuchar, pero su respiración áspera y sollozante se loimpedía. El corazón le latía como un martinete, como si le fuera a rasgar las
costillas.Loscoyotesyanolaatacaban.Habíaalgodistinto.Algoenelaire.Algoensus
mentescaninasinsondables.Habíapasadodepresaaprisionera.Ellíderdelamanadaseleacercólentamenteylaolfateó:—Camina,humana.Lanaseinclinóyapoyólamanocontralapeorheridadeunmordisco.Eldolor
comenzóadisminuiraliniciarselacura.Peroaúnsangrabadeunadocenadepinchazospequeñoscuandosepusoenpie
yseadentróenlacueva,cadavezmás,conPatrickcercayloscoyotessiguiéndoladetrás.
Sefueadentrandohastaquelavíadeltrenacabóyaccedieronaloqueparecíauna nueva sección del túnel, donde lamadera que apuntalaba el techo aún estabaverde,ylascabezasdelosclavosaúnbrillaban.Enelfondodelpozohabíamenospiedrasdesmenuzadasypolvo.
Allí era donde Jim el Ermitaño trabajaba, cavaba, seguía la veta de metalamarillobrillante.
Al ir avanzando, el miedo fue apoderándose de Lana de un modo diferente.Había soportado el miedo aterrador y paralizante a la muerte. Pero aquellasensacióneradistinta: se le ablandaban todos losmúsculos,parecíaarrebatarleelcalordelasangreyllenarlelasarteriasdeaguaheladayelestómagodebilis.
Teníafrío.Fríoportodaspartes.Cadapielepesabamediokilo,nolograbalevantarlosyhacerlosavanzar.Cada rincón de su cerebro protestaba: «¡Corre, corre, corre!», pero no podía
correr,noerafísicamentecapaz.Loúnicoquepodíaeraavanzar,alversecadavezmásatraídaporunavoluntadquenoformabapartedeella.
Finalmente,Patricknopudosoportarlomás.Sediolavueltaysaliócorriendo,abriéndosepasoentrelosdesdeñososperrossalvajes.
Lanaqueríallamarlo,perosuslabiosdébilesnolograronemitirningúnsonido.Cadavezmásadentro.Cadavezmásfrío.La luzde la linternaperdió intensidadyalhacerloLanasepercatódeque las
paredesdelacuevateníanundébilbrilloverdoso.Yaestabacerca.Cercadeella.Fueraloquefuera,estabacerca.Lalinternacayódesusdedosentumecidos.Pusolosojosenblancoycayóderodillas,indiferente,inconscienteinclusoal
dolorcuandochocaroncontralapiedradura.Derodillas,cegada,Lanaesperó.Una voz explotó en el interior de su cabeza. Lana arqueó la espalda de un
espasmo y cayó de lado. Cada terminación nerviosa, cada célula de su cuerpo,gritabadedolor.Undolorcomosilahirvieranviva.
Ynosabíacuántoduraría.Laspalabrasexactasqueoyó,siesquefueronpalabras,nuncalasrecordaría.Sedespertaríamástarde,despuésdequedoscoyoteslasacaranarastrasdela
cueva.Lasacaronarastrasdelacuevahastalanoche.Yallíesperaronpacientementeaquevivieraomuriera.
VEINTIOCHO
123HORAS,52MINUTOS
SAM,EDILIO,QUINN,AstridyPeteseguíanlapareddelaERAmaradentro.Lacurvadelabarreralosapartabadelatierra,yluegolosacercabaotravez.
Nohabíaningúnagujeroen lapared.Nohabíaningunaescotillaparaescaparfácilmente.
El sol se estaba poniendo mientras se desplazaban al norte de un puñado deislitas privadas. En una de ellas había un bonito yate blanco estrellado. Sam seplanteódarunrodeoparainspeccionarlodecercaperoluegodecidióqueno.HabíadecididoinvestigarlabarreradelaERAentera.Siteníaqueestaratrapadocomounpezenunapecera,queríavertodalapecera.
LapareddelaERAbordeabalacostaenplenoParqueNacionalStefanoRey,trasdescribirunlargosemicírculoenelmardeunaplacidezinquietante.
Lacostaeraimposible,unafortalezaderocayacantiladosescarpados,tocadosporlaluzdoradadelsolqueseponía.
—Esbonito…—murmuróAstrid.—Preferiríaquefuerafeoytenerdondeamarrar—señalóSam.Lasolasseguíandóciles,peroalasrocasnolescostaríanadahacerperforarel
cascodelayainutilizadaBostonWhaler.Se dirigieron hacia el sur, deslizándose, esperando encontrar un lugar para
detenerseantesdequesevaciaraeldepósitoycayeralanoche.FinalmentedetectaronunabarradearenaminúsculaenformadeV,depocomás
detresmetrosymediodeanchoylamitaddeprofundidad.Sampensabaque,conunpocodesuerte,podríallevarlalanchahastaallíyhacerlaencallar.Perolabarcanosobreviviríadurantemuchotiempo,ytendríanquedesplazarseapie,sinmapa,alpiedeunacantiladodemásdeveintemetros.
—¿Cómovamosdecombustible,Edilio?Ediliometióunpalitoporeldepósitoylosacó.—Nohaymucho.Unpardecentímetros.—Bien.Deacuerdo,puesmeparecequeeselmomento.Ajustaosloschalecos
salvavidas.Samempujóelaceleradorhaciadelanteysedirigiódirectamentehacialaplaya.
Teníaquemantenerlavelocidadoellentooleajeloempujaríahacialasrocasqueatestabanamboslados.
La lancha corrió sobre la arena. El impacto sacudió a Astrid, pero Edilio laagarró de la mano antes de que cayera. Los cuatro se bajaron a toda prisa. NopodíanobligaraPeteaquebajara,onisiquieraaquereconocieraquelosdemásexistían. Así que Sam, temiendo que en cualquier momento pudiera asustarse yahogarlo, teletransportarlo, o cuando menos ponerse a aullar, cargó con elmuchachohastalaorilla.
Edilio se llevó el kit de urgencias de la lancha, que se limitaba a unas pocastiritas,unacajadecerillas,dosbengalasyunabrújuladiminuta.
—¿CómohacemosparaquePetesubaporesteacantilado?—sepreguntóSamenvozalta—.Nocostarámuchosubirpero…
—Sabetrepar—señalóAstrid—.Avecestrepaporlosárboles.Cuandoquiere.SamyEdilioadoptaronunaexpresiónidénticadeincredulidad.—Síquesabe—insistióAstrid—.Solohederecordar laspalabrasadecuadas.
Algosobreungato.—Deacuerdo…—Unavezsiguióaungatoporunárbol…—Yanosésisiguehabiendomareas—intervinoQuinn—,perosilashay,esta
playaquedarásumergidamuypronto.—Whiskas—dijoAstrid.Loschicoslamiraron—.Elgato.SellamabaWhiskas.
—SeagachójuntoaPete—.Petey,¿Whiskas?¿Whiskas?¿Teacuerdas?—Noséporquénomesorprende…—murmuróQuinn.—Deacuerdo,aver,¿quéteparecesitúsubesprimero,Edilio,yluegoAstrid
paraquePetepuedaseguirte?QuinnyyoiremoslosúltimosporsiPeteseresbala—propusoSam.
ResultóqueAstridteníarazón.Petesabíatrepar.Dehecho,casipasóaAstridalsubir.Noobstante,noalcanzaronlacimadelacantiladohastaquesehizodenoche.Paracuando,finalmente,sederrumbaronenunaalfombradehierbayhojasdepinobajoárboleselevados,necesitarontodaslastiritasquellevabaEdilio.
—Creoquedormiremosaquí…—dijoSam.—Hacecalor—señalóAstrid.—Estáoscuro—recordóSam.—Pueshagamosfuego—propusoAstrid.—Paraquenovenganlososos,¿eh?Edilioestabanervioso.
—Me temoque eso esunmito—explicóAstrid—.Los animales salvajesvenfuegosconstantemente.Nolesasustan.
Ediliomeneólacabeza,arrepentidodehaberhablado.—Aveces,Astrid,quelosepastodonoayudamucho.—Yalopillo—secorrigióAstrid—.Loquequeríadeciresquelososos,como
todoslosanimalessalvajes,temenelfuego.—Ya…demasiadotarde…Ediliomirónerviosoendirecciónalasnegrísimassombrasbajolosárboles.AstridyEdiliovigilabanaPetemientrasSamyQuinnbuscabanleña.Quinn,queestabanerviosopormásdeunmotivo,leapremió:—No te quiero agobiar ni nada, pero tío, si de verdad tienes alguna clase de
magia,tienesqueaveriguarcómoutilizarla.—Yalosé.Créeme,sisupieracómohacerluz,loharía.—Sí…siemprehastenidomiedodelaoscuridad.—Nosabíaquelosupieras…—comentóSamalcabodeunrato.—Noesnada.Atodoelmundoleasustaalgo—dijoQuinnenvozbaja.—¿Yatiquéteasusta?—¿Amí?—Quinnhizo una pausa, sujetando los palitos demadera que había
conseguido recopilar, y reflexionó—. Supongo que me asusta no ser nada. Unagran…nada.
Recogieronmaderayhojasdepinosuficientesparaencenderelfuegoyalcabodepocolograronunahogueravivayhumeante.
Ediliomirabalasllamas.—Mejorasí,aunquenoasustealososos.Además,yanoestoyenesalancha…
Megustalatierrafirme.Elcalordelfuegonoeranecesario,peroSamlodisfrutabaigualmente.Laluz
naranja rebotabadébilmenteen los troncosy ramasde losárbolesyhacíaque lanoche pareciera más oscura. Pero mientras ardiera el fuego, podían fingir queestabanasalvo.
—¿Alguien sabe alguna historia de miedo para contar? —preguntó Edilio,medioenbroma.
—¿Sabéisloquemegustaría?—dijoAstrid—.Nubesalabrasa.Unavezestuvedeacampada.Erauncampinga laantigua,conpescaycaballosyesascancioneshorriblesjuntoalfuego.Ynubes.Entoncesnomegustaban,sobretodoporquenoqueríaestardecampamentos.Peroahora…
Samlamiróa travésde las llamas.Lasblusasblancasalmidonadasde la fase
anterioralaERAhabíandadopasoalascamisetas.Yyanoleintimidabatotalmente,despuésdepasar tantas cosas juntos.Pero seguía siendo tanhermosaque avecesteníaqueapartarlavista.Yelhechodehaberlabesadoimplicabaque,ahora,cadavezquepensabaenella,leinvadíauntorrentederecuerdos,aromas,sensacionesysaboresabrumadores.
Samsemovióinquietoysemordióellabio,recurriendoaldolorparadejardepensarenAstridysucamisetaysupeloysupiel.
—Noeselmomentoniellugar…—murmuró.Pete estaba sentado con las piernas cruzadas,mirando hacia el fuego. Sam se
preguntabaquépasabaporsumente.Sepreguntabaquépoderseescondíatrasesosojosinocentes.
—Hambre…—dijoentoncesPete—.Ñam,ñam…Astridloabrazó.—Losé,hermanopequeño.Mañanaconseguiremoscomida.Unotrasuno,todosfueronsintiendoquecadavezlespesabanmáslospárpados.
Unotrasotrofueronestirándose,callándose,durmiéndose.Samsequedódormidoel último. El fuego se estaba apagando. La oscuridad se acercaba procedente detodoslosrincones.
Sesentóconlaspiernascruzadas,comounindio,comodecíaneneljardíndeinfancia,pusolaspalmasbocaarribaylasapoyósobrelasrodillas.
¿Cómo?¿Cómohabíaocurrido?¿Cómolehabíaocurridotodoaquello?¿Cómopodíacontrolarlo,queocurrieracuandoélquisiera?Samcerrólosojoseintentórecrearelpánicoexperimentadocadavezquehabía
creado la luz. No le costaba recordar la emoción, pero le resultaba imposiblesentirla.
Tan silenciosamente como pudo, se apartó del fuego. La oscuridad bajo losárbolespodíaocultarunmillardeterrores.Caminóhaciasumiedo.
Lashojas depino se aplastabanbajo sus pies.Caminóhasta que lo únicoqueveíaeraelbrillodébildelosrestosdelfuegodetrásdeélyyanoolíaelhumodelpino.
Alzó lasmanos delmodo en que había visto hacerlo aCaine, con las palmashaciafuera,comosiindicaraaalguienqueparara,ocomounpastorbendiciendoaunacongregación.
Tratóderecordarelmiedoqueleprodujoaquellapesadillaensuhabitación,elpánicocuandoPete loestabaahogando, lareacciónrepentinacuandolapirómana
tratódematarlo.Peronada.Noibaafuncionar.Nopodíasimularelmiedo,eintentarasustarsea
símismoconunbosqueoscurotampocoleservía.Entoncessediolavuelta.Habíaoídounruidodetrásdeél.—Nofunciona,¿verdad?—comentóAstrid.—Pues casi, casi me asustas lo bastante como para que volviera a pasar —
comentóSam.Astridseacercó.—Tengoquecontartealgoterrible.—¿Algoterrible?—HetraicionadoaPetey.Drake…Élqueríaquelellamaraunacosa…Seretorcíatantolosdedosqueparecíaquesehacíadaño.Samlecogiólasmanos.—¿Quéhahecho?—Nada.Solo…—¿Soloqué?—Mehaabofeteadounpardeveces,nohasidotanterriblepero…—¿Te ha pegado? —Sam sentía como si hubiera tragado ácido—. ¿Te ha
pegado?Astridasintió.Intentóexplicarse,perosuvozlatraicionaba.Así que señaló el lado de la cara, el sitio donde Drake le había pegado con
fuerzasuficientecomoparaladearlelacabeza.Astridtratódecalmarseylointentóotravez:
—Nohasidonada.Peroteníamiedo,Sam,teníatantomiedo…Astridseacercó,deseandoquizáquelarodearaconsusbrazos.PeroSamdiounpasoatrás.—Esperoqueestémuerto—señalóSam—.Esperoqueestémuerto,porquesi
noloestá,lomataréyo.—Sam…Había cerrado los puños. Sentía como si el cerebro le hirviera dentro de la
cabeza.Respirabaentrecortadamente.—Sam…—susurróAstrid—.Inténtaloahora…Éllamirósincomprender.—¡Ahora!—gritóella.Samalzólasmanos,conlaspalmashaciafuera,dirigiéndolashaciaunárbol.—¡Aaaah!—gritó,ysalieronrayosdeluzbrillante,verdosa,desusmanos.
Samdejócaerlasmanosaloslados,jadeando,aturdidoporloquehabíahecho.El árbol estaba quemado y cayó, primero despacio, luego más rápido, hastaestamparsepesadamentecontraunespino.
Astrid se le acercó por detrás y deslizó los brazos alrededor del chico. SamsintiólaslágrimasdeAstridenlanuca,ysualientoeneloído.
—Losiento,Sam…—¿Losientes?—Nopuedesevocarelmiedocadavezquelonecesites,Sam.Perolairaesel
miedodirigidohaciafuera.Lairaesfácil.—¿Mehasmanipulado?Samsezafódeellaysevolvióparamirarla.—Lo que ha pasado conDrake ha sido tal y como te he dicho—se justificó
Astrid—. Pero no pensaba contártelo hasta que te he visto aquí intentándolo. Nodejabasdedecirqueelmiedoeraloquehacíaquefuncionaraelpoder,asíquehepensado…
—Sí… —Sam se sintió extrañamente derrotado. Acababa de conseguir, porprimeravez,provocarlaluzavoluntad.Peroestabatriste,noeufórico—.Asíquetengoqueestarfurioso,noasustado.Tengoquequererhacerdañoalagente.
—Aprenderásacontrolarlo.Mejorarás,podrásusarelpodersintenerquesentirnada.
—Y ese será un día feliz, ¿eh? —La voz de Sam estaba teñida de amargosarcasmo—.Podréquemaralgosinsentirnada.
—Losiento,Sam.Deverdadquesí.Losientoporti,esdecir,sientoquetengaque ocurrir esto. Tienes razón en lo de temer el poder. Pero la verdad es quenecesitamosquetengasestepoder.
Permanecierondepie,apartadosasolo treintacentímetroselunodelotro.Lamente de Sam estaba muy lejos, recordando cosas de una época que parecíaremontarseunmillóndeaños.Unmillóndeaños,oquizátansoloochodías.
—Losiento—volvióasusurrarAstrid,pasandolosbrazospordebajodelosdeSamparaatraerlohaciaella.
Él apoyó la barbilla sobre su cabeza, mirando hacia delante, hacia el fuego,hacia laoscuridadque losrodeaba, laoscuridadque loasustabadesdequeeraunbebé.
—Avecesatrapaslaola,yavecesteatrapaati—acabódiciendo.—EslanuevaERA,Sam.Noerestú:eslanuevaERA.
VEINTINUEVE
113HORAS,33MINUTOS
EL PIEDELana se enganchó conuna raíz y cayó a cuatropatas.Patrick se acercósaltandoparamirarla,perosemantuvoaciertadistancia.
Nip,elcoyotequeseencargabapersonalmentedeatormentaraLana,leclavólaquijada.
—Yamelevanto,yamelevanto…—murmuróLana.Teníalasmanosrascadas.Otravez.Ylasrodillasensangrentadas.Otravez.Lamanada se distribuía delante de ella, serpenteaba entre la artemisa, saltaba
zanjas,sedeteníaaolisquearagujerosdetortugasdetierra,yseponíaenmarchaotravez.
Lananopodíaseguirelritmo.Porrápidoquecorriera,loscoyotessiemprelaalcanzabany,cuandoquedabarezagada,Niplemordíalostobillos,yenocasioneslehacíasangre.
Niperauncoyotesubalterno,ansiosopordemostrarloquevalíaallíderdelamanada.Peronoerafiero,nocomoalgunosdelosotros,asíquenoladesgarrabacon losdientes, sologruñíaymordía.Perocuando retrasabaa lamanadacon sucorrerhumano lentoy torpe,el líderde lamanada legruñíaygolpeabamientrasNipgemíaysehumillaba.
Patrickocupabaellugarmásbajoenlajerarquía,pordebajoinclusodeLana.Era un perro grande y fuerte, pero saltaba meneando la cola, con la lenguacolgando,algoquealosvelocesyeficientescoyoteslesresultabadespreciable.
Loscoyoteserancazadoressolitarioscapacesdeatraparinclusoalosconejosoardillasmásrápidos.Patrickse las teníaquearreglarsoloy,dadoqueeramuchomáslento,pasabahambre.
HabíanofrecidoaLanaunadelaspresasdellíder,unaliebremediocomidaymedioviva,peronoteníatantahambre.Todavía.
Casi había olvidado que nada de todo aquello era posible. Era increíble lorápidoquehabíaaceptadounmundodefinidoporunabarreragigante.Absurdoquesupieraquepodíacurarconeltacto.Ridículoquehubieraaceptadoelhechodequeel líder de lamanada podía hablar. Con palabras. En su idioma; pormucho quecostaraentenderlo.
Unalocura.
Total.Pero lo ocurrido en aquellamina, donde la oscuridad se ocultaba en toda su
magnitud,lejosdelsol,delmundodelarazón,habíaeliminadocualquierdudaqueaúnlequedara:elmundohabíaenloquecido.Ellahabíaenloquecido.
Loqueteníaquehacererasobrevivir,noanalizarocomprender,sinosolamentesobrevivir.
Se le estaban destrozando los zapatos. La ropa estaba rota. Iba sucia. Habíatenidoqueorinarydefecaralairelibre,comounperro.
Sehabíacortado repetidamenteenbrazosypiernasconpiedraspuntiagudasyespinas,lahabíanacribilladolosmosquitos.Inclusolahabíamordidounmapacheacorralado.Perolasheridasnohabíanduradomucho.Dolían,dolíancadavez,peroLanalascuraba.
Loscoyotescorrierontodalanocheenbuscadesusiguientecomida.Solohabíanpasadounasdocehoras,peroyaleparecíaquellevabatodalavida.—Soyhumana—serepetíaLana—.Soymáslistaqueél.Soysuperior.Soyun
serhumano.Pero allí enmedio, en lanocheoscuradel desierto, no era superior.Eramás
lenta,torpeydébil.Paranodesanimarse,LanahablabaconPatrickoconsumadre.Aquellotambién
eraunalocura.—Me lo estoy pasando de maravilla aquí, mamá —comentaba Lana—. He
perdidounpocodepeso.Es la dieta del coyote: no comesnaday corres todo elrato.
Lanacayóenunagujeroysintióquesetorcíayrompíaeltobillo.Eldoloreraincreíble.Perosoloduraríaunminuto.Elagotamientoeramuchomásprofundo,yladesesperaciónmásdolorosa.
Ellíderdelamanadaseasomóamirarladesdeunarocasaliente.—Corremásrápido—ordenó.—¿Porquémetenéisprisionera?—exigióLana—.Matadmeodejadmeir.—Oscuridaddicematarno—respondióellíderdelamanadaconsuvozaguda,
torturada,inhumana.Lananolepreguntóquéqueríadecircon«laOscuridad».Habíaoídosuvozen
lacabeza,enelfondodelaminadeorodeJimelErmitaño.Eraunacicatrizensualma,unacicatrizquesupodercuradornopodíasanar.
—Solo os estoy retrasando —sollozó Lana—. Dejadme aquí. ¿Para qué mequeréis?
—Oscuridaddice:túenseñas.Líderaprende.—¿Aprendequé?—gritóLana—.¿Dequéhablas?El líder de la manada se le abalanzó, la hizo caer de espaldas y se mantuvo
encimadeellaexhibiendolosdientesporencimadesucuelloexpuesto.—Aprende matar humanos. Reúne todas manadas. Líder líder de todas. Mata
humanos.—¿Mataatodosloshumanos?¿Porqué?El líderde lamanada salivaba.Unahilera largadebaba resbalóde suhocico
hastalamejilladelachica.—Odiohumano.Humanomatacoyote.—Mantentefueradelasciudadesynadiematacoyote—argumentóLana.—Todoporcoyote.TodoporLíder.Nohumano—insistióelanimalconsuvoz
forzadaysobrenatural.Noconseguíaalargarsemucho,perosufuriayodiosecomunicabanconmuy
pocas palabras. Lana no sabía cómo sonaría un coyote cuerdo si pudiera hablar,peronolecabíaningunadudadequesetratabadeuncoyoteloco.
A los animales no se les ocurren ideas descabelladas sobre eliminar especiesenteras.Aquellaideanoprocedíadellíderdelamanada.Losanimalespensabanenlacomida,lasupervivenciaylaprocreación,siesquepensaban.
Pero aquella cosa en la cueva… laOscuridad… el líder de lamanada era suvíctimaysusirviente.
La Oscuridad había infundido aquella ambición malvada en el líder de lamanada.Peronohabíaconseguidoenseñarleamataralossereshumanos.CuandoLana se presentó en laminade oro, laOscuridad aprovechó la oportunidadparautilizarla.
Pormuyaterradorquefuera,elpoderdelaOscuridadteníalímites.NecesitabautilizaraloscoyotesyaLanaparallevaracabosuvoluntad.YlosconocimientosdelaOscuridadtambiénteníansuslímites.
Lanasabíaloqueteníaquehacer.—Adelante, mátame. —Lana arqueó el cuello, presentándoselo desafiante—.
Vamos.Unmordiscorápidoy todohabría terminado.Dejaríasangrar laherida.Nola
curaríasinoquedejaríaquesusarteriasderramaransuvidaenlaarenadeldesierto.Enaquelmomento,unapartedeLananosabíasiseestabaechandounfarol.La
Oscuridadhabíaabiertounapuertaensumente,unapuertaaalgocasitanaterradorcomolapropiaOscuridad.
—Vamos—desafióalcoyote—.Adelante,mátame.El líder coyote titubeó, y soltó una especie de aullido ansioso. Nunca había
capturadoaunapresaindefensaquenopelearaporvivir.Funcionaba.Lanaapartóelhocicohúmedodellíderdelamanadaysepusoen
pie,sintiendoaúneldolordeltobillo.—Simevasamatar,mátame.Ellíderdelamanadalaatravesóconsusojosmarronesyamarillos,peroLana
noseechóatrás.—Notetengomiedo…Ellíderdelamanadaseestremeció.Peroentoncessusojossedirigieronhacia
Patrick,yotravezhaciaella.Ledirigióunamiradaastutaylascivadesoslayo.—Mataperro.EntoncesquienseestremeciófueLana.Perosabíainstintivamentequenopodía
mostrarsedébil.—Adelante.Mátalo.Silohacesnotendrásmododeamenazarme.Unavezmás,lacaramarcadadellíderdelamanadareflejósuconfusión.Era
un pensamiento complicado. Era un pensamiento que requería más de unmovimiento,comosiintentarajugaralajedrezyanticiparsealoquesucederíadosotresmovimientosmásadelante.
ElcorazóndeLanadiounvuelco.Sí,elloseranmásfuertesyrápidos.Peroellaeraunserhumano,concerebro
humano.Los coyotes habían cambiado en ciertos sentidos: algunos tenían hocicos y
lenguas que les permitían hablar con dificultad, y eran más grandes de lo quedeberían,másfuertesdeloquedeberían,inclusomáslistosdeloquetendríanqueser.Peroseguíansiendocoyotes,seguíansiendosimples, losmovíaelhambre,eldeseodeaparearseylanecesidaddehallarsusitioenlamanada.YlaOscuridadnoleshabíaenseñadoamentirofarolear.
—LaOscuridaddiceenseñar—repitióellíderdelamanada,volviendoaloqueyasabía.
—De acuerdo. —El cerebro de Lana hervía, intentando decidir hacia dóndeorientar aquella conversación. Buscando ventaja—. Deja en paz a mi perro. Yconsígueme comida decente. Comida para humanos, no conejos sucios mediomasticados.Yyoteenseño.
—Nocomidahumanaaquí.«Esverdad,animalsucioysarnoso»,pensómientrasplaneabasusiguientepaso.
Allínohabíacomidahumana.—Yame he dado cuenta—comentó, reprimiendo el tono triunfal en su voz,
manteniendounaexpresióncuidadosamenteneutra, tratandodenorevelarnada—.Asíquellévamealsitiodondecrecelahierba.Yasabesdedóndehablo…Elsitiodondecreceelverdeeneldesierto.Llévamehastaallí,ollévameotravezhastalaOscuridadydilequenopuedescontrolarme.
Al líder de la manada no le gustó aquello, y expresó su frustración no conpalabras humanas sino conuna serie de aullidos furiosos, lo queprovocóque elrestodelamanadatrataradeocultarse,inquieta.
EllíderseapartódeLanamostrandounapantomimadefrustración,incapazdecontrolaruocultarsusemocionessimples.
—Ves,mamá—susurróLanamientrasapretaba lasmanossanadorascontraeltobillo—.Avecesesbuenodesafiar.
Finalmente,sinmediarpalabra,ellíderdelamanadasemarchótrotandohaciaelnordeste.Lamanadalosiguiódespacio,aunritmoqueLanapodíaseguir.
Patrickibadetrásdesudueña.—Sonmás listosque tú,chico—susurróLanaasuperro—.Peronosonmás
listosqueyo.
—Despierta,Jack.Jackeldelordenadorsehabíaquedadodormidosobreelteclado.Sepasabalas
nochesenelayuntamiento, trabajandoparacumplirconsupromesadeorganizarunsistematelefónicoprimitivo.Noerafácil.Peroeradivertido.
Yasíseolvidabadeotrascosas.EraDianaquienintentabadespertarlo,sacudiéndoleelhombro.—Ah,hola…—murmuróJackeldelordenador.—¿Esacaradetecleado?Notequedamuybien…Jack se palpó la cara y se ruborizó. Algunas teclas cuadradas se le habían
quedadomarcadasenlamejilla.—Hoyesungrandía—empezóDiana,recorriendolahabitaciónhastalanevera
pequeña,delaqueextrajounrefresco.Loabrió,levantólapersianaybebiómientrasmirabahacialaplaza.Jack el del ordenador se ajustó las gafas. Uno de los lados estaba un poco
torcido.—¿Esungrandía?¿Porqué?
Dianaserioasumanerasabelotodo.—Vamosacasadevisita.—¿Acasa?—Jacktardóunossegundosenentenderlo—.¿TerefieresaCoates?—Vamos,Jack,dilocomositehicierailusión.—¿PorquévamosaCoates?Dianaseacercóhastaélyapretólamanocontrasumejilla.—Tanlisto…yaunasí,avecestanlento…¿NuncateleeslalistaqueCainete
pidió que guardaras? ¿Recuerdas a Andrew? Pues cumple quince años. Tenemosquesubirhastaallíantesdelahoramaldita.
—¿Yyotengoqueir?Tengomuchotrabajoquehacer…—Ellíderintrépidotieneunplanqueteincluye…Diana extendió las manos con un gesto dramático, como si fuera un mago
revelandocómoterminabauntruco.—Vamosagrabarelgranmomento.AJackleasustabalaideatantocomoleemocionaba.Leencantabatodoloque
teníaqueverconlatecnología,sobretodocuandoseleofrecíalaoportunidaddeexhibirsusconocimientostécnicos.Pero,comotodoslosdemás,sehabíaenteradodelosucedidoalasgemelasAnnayEmma.Noqueríavermorirnidesapareceranadie,oloquefueraquehicieran.
Pero…seríafascinante.—Cuantas más cámaras mejor—pensó Jack en voz alta, trabajando ya en el
problema, imaginándoseya cómoplantearlo—.Si pasa enun instante, tendremosquetenersuerteparaconseguirunplanodelsegundopreciso…Envídeodigital,noenfotos.ElmáscaroysofisticadoqueDrakepuedaencontrar.Cadacámarahadetener trípode. Y necesitaremos mucha luz. Sería mejor si tuviéramos un fondosimple, ya sabes, comouna pared blanca o algo parecido.No, espera, puede queblancano,igualverde,asípuedohacerchromakey…Ytambién…
Jacksedetuvo,avergonzadodehabersedejadollevar,yporquenolegustabaloqueestabaapuntodedecir.
—¿Tambiénqué?—Mira,noquieroqueaAndrewlepasenada.—¿Tambiénqué,Jack?—insistióDiana.—Bueno, ¿y si Andrew no se quiere quedar ahí de pie? ¿Y si semueve? ¿O
intentahuir?CostabadescifrarlaexpresióndeDiana.—¿Quieresqueloaten,Jack?
Elchicoapartólamirada.Noqueríadecireso.Noexactamente.Andrewnoeratanmalo…paraserunmatón.
—No he dicho que quiera que lo aten—Jack recalcó la palabra «quiera»—.Perosisesaledelcuadrodedondeestánorientadaslascámaras…
—SabesJack,avecesmepreocupas…—comentóDiana.Jackeldelordenadorsintióqueelruborlesubíaporelcuello.—Noesculpamía—replicóacaloradamente—.¿Quésesuponequetengoque
hacer?Y,encualquiercaso,¿quién tecreesqueeres?Haces loque tediceCaine,igualqueyo.
EralavezquemásenfadadosepermitíamostrarseanteDiana,yseestremecióesperandosuréplicamordaz,peroellarespondióenvozbaja:
—Yo sé quién soy, Jack. No soy muy buena persona.—Cogió una silla conruedasysesentójuntoaél.Lobastantecomoparahacerlesentirincómodo.HacíapocoqueJackse fijaba realmenteen laschicas,yDianaeraguapa—.¿SabesporquémipadrememandóaCoates?
Jackmeneólacabeza.—Cuando teníadiez años, Jack,más jovenque tú,meenterédequemipadre
teníaunaamante.¿Sabesloqueesunaamante,Jack?Losabía.Oalmenosleparecíaquesí.—Así que le conté amimadre lo de la amante. Estaba furiosa conmi padre
porquenomequeríacompraruncaballo.Mimadresevolvióloca.Hubounagranescenaentremimadreymipadre.Muchosgritos.Mimadreseibaadivorciar.
—¿Ysedivorciaron?—No.No les dio tiempo.Al día siguientemimadre resbaló y se cayópor la
escaleragrandequetenemos.Nosemurió,peroyanopuedehacernada.—Ehizolos gestos propios de una persona que apenas aguanta la cabeza—. Tiene unaenfermeraatiempocompleto;sepasaeldíatumbadaenlahabitación.
—Losiento…—Sí.—Dianadiounapalmadaparaindicarqueelmomentodelasconfidencias
ya había pasado—. Vamos, vámonos. Llena la mochila de cacharros. Al LíderIntrépidonolegustaperdereltiempo.
Jack obedeció y empezó ameter cosas, herramientas pequeñas, unamemoriapequeña,unzumo,ensumochiladeHogwarts.
—Que tumadre sehicieradañoenelaccidentenosignificaque seasmala—señalóJack.
Dianapestañeó.
—Dije a la policía que había sido mi padre. Les dije que lo había vistoempujarla.Loarrestaron,salióentodas lasnoticias.Memetíensusasuntosy losfastidié. Los polis acabaron dándose cuenta de quementía.Y papáme envió a laAcademiaCoates,findelahistoria.
—Creo que es peor que lo que yo hice para que me mandaran a Coates—reconocióJack.
—Yesoessolopartedelahistoria.Loquequierodeciresquenoparecesmalapersona,Jack.Ycreoquemásadelante,cuandotedescuentadeloqueestápasando,tevasasentirmal.Yasabes,culpable.
Jackdejódehacerlamochila,ysequedóconunpardeauricularescolgando.—¿Quéquieresdecir?¿Quéquieresdecircon«loqueestápasando»?—Vamos,Jack.¿TuagenditadelJuicioFinal?¿LalistaqueguardasparaCaine?
¿Todosesosraros?Yasabesdequévalalista.Yasabesloquelesvaapasaralosraros.
—Yonohagonada.SologuardolalistaparatiyparaCaine.—Pero¿cómotesentirásentonces?—preguntóDiana.—¿Quéquieresdecir?—Notepongasobtusoaposta,Jack.¿CómotesentiráscuandoCaineempiecea
recorreresalista?—Noesculpamía…Jackestabadesesperado.—Duermes profundamente, Jack. Ahora mismo, ¿mientras dormías? Te he
cogidoesamanoregordetaquetienes.Eslomáscercaquedebesdehaberestadodeirdelamanoconunachica.Suponiendoquetegustenlaschicas.
Jack sabía qué iba a decir a continuación. Diana vio su miedo y sonriótriunfante.
—Asíque,¿dequésetrata,Jack?¿Cuálestupoder?Élmeneólacabeza,sinatreverseahablar.—Nohasañadidotunombrealalista,Jack.¿Mepreguntoporqué?Sabesque
Caineutilizaalosrarosquelesonfieles.Sabesquemientrasseastotalmentelealteirábien.—SeacercótantoqueJackrespirabasualiento—.Tienesdosbarras,Jack.Antesno teníasnada.Loque significaque tuspoderes se estándesarrollando.Loquesignifica,ohsorpresa,quelagentepuedeadquirirelpodermásadelante.¿Noesasí?
Jackasintió.—Y no te has molestado en decírnoslo. Me pregunto qué significa eso en
términosdelealtad.—Soytotalmenteleal—soltóJackeldelordenador—.Soytotalmenteleal.No
tienesquepreocupartepormí.—¿Quéesloquepuedeshacer?Jack atravesó la habitación con las piernas temblorosas. Sin previo aviso, la
vidasehabíaconvertidoenalgopeligroso.Abrióelarmario,ysacóunasilla:deacero,funcional,sinadornos,peromuyresistente.Aexcepcióndelrespaldodondelabarrademetalestabaaplastadohastaformarlaimpresiónperfectadeunosdedos.Comosifueradearcilla,ynodeacero.
Oyóelgritoahogado,bruscoyrepentinodeDiana.—Me di con el dedo—explicó—.Me dolía mucho. Agarré la silla mientras
dabasaltosygritaba.Dianaexaminóelmetal,recorriendoelcontornodelaimpresióndelosdedos.—Vaya,vaya,eresmásfuertedeloquepareces,¿verdad?—NoselodigasaCaine—lesuplicóJack.—¿Quécreesqueharía?—preguntóDiana.Jack estaba aterrorizado. Aterrorizado ante aquella chica imposible a la que
nuncaentendía.Derepentesupolarespuesta:teníaunmododecontraatacar.—Séque leíste aSamTemple, te vi—la acusó—. ¡Le dijiste aCaine que no,
perolohiciste!Tienecuatrobarras,¿verdad?Sam,quierodecir.Cainesevolveríalocosisupieraquehayotroconcuatrobarrasahífuera.
Diananisiquieradudó.—Sí.Samtienecuatrobarras.YCainesevolveríaloco.Pero,Jack,¿tupalabra
contralamía?¿AquiéncreesquecreeráCaine?Jacknoteníanadamás.Ningunaotraamenaza.Asíquesevinoabajo.—Nodejesquemehagadaño—susurró.—Lohará.Tepondráenlalista.Siyonoteprotejo.¿Meestáspidiendoquete
proteja?Jackatisbóunrayodeesperanzaensuoscuridadpersonal.—Sí,sí.—Dilo.—Porfavor,protégeme.Los ojos de Diana parecieron derretirse, ya no parecían helados sino casi
cálidos,ysonrió.—Te protegeré, Jack. Pero piensa que, de ahora en adelante, me perteneces.
Cuandotepidaquehagasalgo,loharás.Sinpreguntar.Ynolehablarásanadiemás
detupoder,odenuestrotrato.Jackvolvióaasentir.—Mepertenecesamí,Jack.NoaCaine.NiaDrake.Amí.MipequeñoHulk.Y
sialgunaveztenecesito…—Haréloquetúquieras.Dianaleacariciólamejillaconlaspestañas,sellandoasíeltrato,yentoncesle
dijoaloído:—Séqueloharás,Jack.Y,ahora,vámonos.
TREINTA
108HORAS,12MINUTOS
QUINNESTABACANTANDOunacanción.Laletraeraunaespeciedehomenajesiniestroalsurf.
—Quéanimado—comentóAstrid,muyseca.—Es Weezer —le explicó Quinn—. Sam y yo los vimos en Santa Bárbara.
Weezer.JackJohnson.InsectSurfers.Unconciertoincreíble.—Nohabíaoídohablardeningunodeellos.—Songruposdesurf.Bueno,Weezernotanto,sonmástiposka-punk.PeroJack
Johnsonprobablementetegustaría.SalíandelParqueNacionalStefanoRey,bajandoporlaladerasecadelacadena.
Los árboles eran más pequeños y escasos, y se combinaban con hierbas altas ysecas.
Aquella mañana se habían topado con un campamento. Los osos se habíanapoderadodegranpartedelacomida,perohabíasobrevividosuficienteparaquelos cinco pudieran tomarse un desayuno contundente. Ahora tenían mochilas ycomida y sacos de dormir que pertenecían a extraños. Tanto Edilio como Samdisponíandeunbuencuchillo,yQuinnseencargabadellevarlaslinternasypilasquehabíanencontrado.
Lacomidamejoróbastantelosánimosdetodos.Peteestuvoapuntodesonreír.Caminaban con la barrera a su izquierda. Era una experiencia inquietante.
Muchos árboles quedaban cortados por la mitad por la barrera. Sus ramas seextendíanhaciaellaydesaparecíanensu interior.Osalíandeella.Las ramasquesalían de la barrera no se caían, pero estaba claro que se estabanmuriendo. Lashojasestabanmustias,parecíaquenorecibíanningunaclasedenutrientes.
DevezencuandoSam ibaa inspeccionar algúnbarrancoo amirardetrásdeuna roca grande, siempre buscando un lugar que la barrera no alcanzara. Peroenseguida sedio cuentadeque era inútil.Labarrera alcanzaba cada zanjay cadaconducto.Seenroscabaentornodecadaroca,seccionabacadaarbusto.
Noseinterrumpía.Noterminaba.Lafacturadelabarreraera,talycomohabíaobservadoAstrid,impecable.—¿Quétipodemúsicategusta?—preguntóSam.
—Déjamequeloadivine—interrumpióQuinn—.Clásica.Yjaaazz—yalargólapalabrajazzamododeburla.
—Enrealidad…—¡Unaserpiente!—gritóderepenteEdilio.Diounospasoshaciaatrás,tropezó,
cayó,yvolvióaponerseenpie,avergonzado.Entonces,más tranquilo,añadió—:Allíhayunaserpiente.
—Déjamever—pidióAstrid,conganas.Se acercó con cautela mientras Sam y Quinn se mantenían, aún más
cautelosamente,fueradesualcance.—Nomegustanlasserpientes—reconocióEdilio.—Sí, yame lo ha parecido por la elegancia con la que te has apartado…—
sonrióSam,ylelimpióunpocodetierrayhojassecaspegadasalaespalda.—¡Deberíaisveresto!—losllamóAstridconurgencia.—Veaverlatú.Yoyalahevisto—comentóEdilio—.Mebastaconverlauna
vez.—Noesunaserpiente—señalóAstrid—.Almenosnosolounaserpiente.No
deberíapasarnosnada,estáenunagujero.Samseacercó reticente.En realidadnoqueríaver la serpiente.Pero tampoco
queríapareceruncobarde.—Nolaasustéis—indicóAstrid—.Podríaecharseavolar.Unpoco,almenos.—¿Perdona?—Samsequedóparalizado.—Pisadconcuidado.Sam se acercó sigilosamente. Y ahí estaba. Al principio solo vio la cabeza
triangular asomando desde el fondo de un agujero demás de treinta centímetrosrecubiertodehojascaídas.
—¿Esunaserpientedecascabel?—Ya no —comentó Astrid—. Ponte detrás de mí. —Cuando Sam se hubo
colocado,Astridseñaló—:Mira.Comounmetroochentapordebajodesucabeza.—¿Quéeseso?Algunaspartesdelapielásperanoestabancubiertasdeescamas,sinoqueeran
grises y estaban estriadas con lo que parecían venas rosadas, que colgabanadheridasalcuerpodelaserpiente.
—Parecenvestigiosdealas—señalóAstrid.—Lasserpientesnotienenalas—comentóSam.—Nosolíantener…—indicóAstridmisteriosamente.LosdosseapartarondespacioyvolvieronconEdilio,QuinnyPete,quealzaba
lavistaalcielocomosiesperaraquellegaraalguienprocedentedeesadirección.—¿Quées?—preguntóQuinn.—Unaserpienteconalas—respondióSam.—Ah, muy bien, porque me parecía que no teníamos suficiente de qué
preocuparnos—comentóQuinn.—No me sorprende —intervino Astrid. Cuando los demás se la quedaron
mirando,seexplicó—:QuierodecirqueesevidentequeseestáproduciendoalgúntipodemutaciónaceleradaenlanuevaERA.Dehecho,considerandoaPeteyyaSamyalosdemás,lamutacióntienequehaberprecedidoalaERA.PerosospechoquelaERAestáacelerandoelproceso.Vimoslagaviotamutante.YluegoelgatodeAlbertqueseteletransportaba.Yahoraesto.
—Pongámonosenmarcha—propusoSam,sobretodoporquenoservíadenadaquedarseallílamentándose.
Todossiguieroncaminandoconmáscuidado,mirandohaciaelsuelo,fijándosemuybienenloquepodríanpisar.
Pararon para comer cuando Pete empezó a protestar y organizó una huelgasentada.Samayudóaprepararlacomida,yluegocogiósulatademelocotónysubarritaenergéticaysesentósolo,aciertadistanciadelosotros.Necesitabapensar.Todosestabanesperandoqueseleocurrieraunplan,lonotaba.
Aúnseencontrabanunpocoporencimadelfondodelvalle,aldescubiertoysinsombra alguna. El terreno era rocoso. El sol pegaba fuerte.No parecía haber unbuenlugarpararefugiarseoponersealasombradelantedeellos.Soloseveíalabarreraextendiéndosemásymás,porsiemprejamás.Desdelaalturaenlaqueseencontraban tendría que poder ver por encima de ella, pero Astrid tenía razón:mirarasdesdedondemiraras,labarreraparecíaigualdealtaeimpenetrable.
Brillabaunpococonlaluzdelsol,peroengeneralnocambiaba,nidedíanidenoche. Siempre brillaba con un débil resplandor grisáceo. Era lo bastantereflectanteparaqueenocasionescasiteparecieraqueseveíaunaabertura,árbolesque se extendían más allá de la barrera, o un elemento del paisaje que parecíahoradarla.Perosiempresetratabadeunailusiónóptica,unefectodelaluz.
NotómásqueoyóaAstridalacercarsepordetrás.—Esunaesfera,¿verdad?—comentóSam—.Nosrodeadel todo.Tambiénva
pordebajoyporencima.—Esomeparece…—¿Porquévemoslasestrellasdenoche?¿Porquévemoselsol?—Noestoy segura de que veamos el sol—reflexionóAstrid—.Puede que se
trate de una ilusión. Puede ser alguna clase de reflejo. No lo sé. —Pisódeliberadamenteunaramitaylapartióporlamitad—.Laverdadesquenolosé.
—Detestasdecir«Nolosé»,¿verdad?Astridserio.—Tehasdadocuenta…Samsuspiróydejócaerlacabeza.—Es una pérdida de tiempo, ¿verdad? Quiero decir, intentar encontrar una
puerta,unasalida…—Puedequenohayasalida—leconfirmóAstrid.—¿Yelmundosigueahí?Esdecir,¿alotroladodelabarrera?Astridsesentójuntoaél,lobastantecercaparaseramigable,perosintocarlo.—Heestadopensandomuchoenello.Megustótuideadelhuevo.Peroadecir
verdad,Sam,nomeparecequelabarreraseasolounapared.Unaparednoexplicaloquenosestápasando.A tiyaPeteyya lospájarosyalgatodeAlbertya lasserpientes.Ynoexplicaporquétodoslosmayoresdecatorceañosdesaparecierondegolpe.Ysiguendesapareciendo.
—¿Yqué explicaría todo eso?—Sam levantó unamano—.Espera, no quieroobligarteadecirlootravez:nolosabes.
—¿RecuerdascuandoQuinndijo«alguienhahackeadoeluniverso»?—¿AhorasacaslasideasdeQuinn?¿Peronoerasungenio?Astridignorólaburla.—Eluniversoposeeciertasreglas.Comoelsoftwaredelsistemaoperativode
un ordenador. Nada de lo que estamos viendo puede pasar con el software denuestrouniverso.ElmodoenqueCainemuevecosasconlamente.Elmodoenquesacasluzporlasmanos.Nosonsolomutaciones:sonviolacionesdelasleyesdelanaturaleza.Almenosdelasleyesdelanaturalezatalycomolasconocemos.
—Sí,¿y?—Y…—Astrid meneó la cabeza compungida, sin poder creerse sus propias
palabrasmientraslaspronunciaba—.Ycreoquequierodecir…queyanoestamosenelantiguouniverso.
Samlamirófijamente.—Solohayununiverso.—La teoría de los universos múltiples ya lleva mucho tiempo circulando—
explicóAstrid—.Peroquizápasóalgoqueempezóaalterarlasreglasdelantiguouniverso.Solounpoco,enunazonapequeña.Peroelefectoseextendió,yllegóunpuntoenelqueelantiguouniversoyanopodíacontenerestanuevarealidad.Porlo
quesecreóunnuevouniverso.Ununiversomuypequeño.—Astridrespiróhondo,aliviada,comosiacabaradesoltarunacargapesada—.Pero¿sabesqué,Sam?Quesoylista,peronosoyprecisamenteStephenHawking.
—Comosialguieninstalaraunvirusenelsoftwaredelantiguouniverso.—Exacto. Primero era pequeño.Hubo algunos cambios en ciertos individuos.
EnPetey.En ti.EnCaine.Másenniñosqueenadultosporque losniñosnoestánformadosdel todo,sealteranmásfácilmente.Yluego,aquellamañana,pasóalgoquedecantólabalanza.Opuedequevariascosas…
—¿Cómoatravesamoslabarrera,Astrid?Astridapoyólamanosobreladeél.—Sam,noestoyseguradequepodamosatravesarla.Cuandodigoqueestamos
enununiversodistinto,quierodecirquepuedequeno tengamosningúnpuntodecontacto con el universo antiguo. Puede que seamos como pompas de jabón quepuedenatraerseyunirse.Pero igualsomoscomopompasde jabónseparadaspormilmillonesdekilómetros.
—¿Entoncesquéhayalotroladodelabarrera?—Nada. No hay otro lado. Puede que la barrera sea el final de todo, en este
nuevouniverso.—Meestásdeprimiendo…Samintentódecirlodeunmododesenfadado,sinconseguirlo.AstridenroscólosdedosenlosdeSam.—Podríaequivocarme…—Supongo que ya lo averiguaré en… ¿qué día es hoy? En menos de una
semana.Astrid no sabía qué responderle. Permanecieron un rato sentados juntos,
mirando hacia el desierto. A lo lejos, un coyote solitario trotaba con el hocicohundidoparanoperderelrastrodesupresa.Unpardebuitresdescribíancírculosvagosenelcielo.
Al cabo de un rato Sam se volvió hacia Astrid y se encontró sus labiosesperándolo. Le resultó fácil y natural. Tan fácil y natural como podía resultarlealgoquehacíaqueelcorazóndeSamamenazaraconsalírseledelpecho.
Seapartaronsindecirnadayseapoyaronelunosobreelotro,disfrutandodeaquelcontactofísicosencillo.
—¿Sabesqué?—acabódiciendoSam.—¿Qué?—Nopuedopasarmelospróximoscuatrodíasasustadotodoeltiempo.
Astridasintió,enunmovimientoqueSampercibiómásquevio.—Túmehacesvaliente,¿losabías?—comentóSam.—Pues justo estaba pensando que ya no quiero que seas valiente.Quiero que
estés conmigo. Quiero que estés a salvo y no que vayas buscando problemas,quédateconmigo,cercademí.
—Demasiado tarde… —Sam forzó un tono liviano—. Si desaparezco, ¿quépasarácontigoyconPete?
—Podemoscuidardenosotrosmismos—mintiólachica.—Meconfundesmucho,¿losabías?—comentóSam.—Bueno,noerestanlistocomoyo,asíqueesfácilconfundirte.Sam sonrió. Y volvió a ponerse serio. Acarició el pelo de la chica con una
mano.—Lo que pasa, Astrid, es que puedo pasarme todo este tiempo asustado,
intentandohallarunmododeescapar,opuedodedicarmeaplantarcara.Puedequeentonces,sidesaparezco,puedequealmenosPeteytú…
—Podríamostodos…—empezóella.—No.Nopodríamos.Nopodríamosescondernosenelbosqueycomercomida
decampingdeshidratada.Nopodemosescondernossinmás.AAstridletemblóellabioyseapartóunalágrimaqueacababadeformarse.—Tenemosquevolver.Almenosyosí.Tengoquedarlacara.Ycomopara reforzar loquedecía,Samsepusoenpie.CogióaAstridde la
manoylallevótrasdesí.Volvieronjuntosconlosdemás.—Edilio,Quinn.Hecometidomuchoserrores.Ypuedequeahoratambiénesté
comiendootro.Peromehecansadodeevitarlapelea.Yestoyhartodeintentarhuir.Mepreocupamucho,mucho,quepuedahacerqueosmaten.Asívosotrostenéisquedecidirsiqueréisvenirconmigo.PeroyotengoquevolveraPerdidoBeach.
—¿VamosapelearcontraCaine?—preguntóQuinnalarmado.—Yaerahora…—comentóEdilio.
—BienvenidaaMcDonald’s—saludóAlbert—.¿Enquépuedoservirte?—Hola,Albert—saludóMary.Miró la carta, algunos de cuyos elementos tenían el nombre tapado con
cartulinasnegraspegadasconcelo.Lasensaladashabíandesaparecidorápidamente.Yanohabíabatidosporquelamáquinasehabíaroto.
AlbertesperópacientementeysonrióalaniñaqueacompañabaaMary,quese
diocuentaycomentó:—Ah,losiento,deberíapresentarte.EstaesIsabella.Isabella,esteesAlbert.—BienvenidaaMcDonald’s—saludóotravezAlbert.—Isabellaesnueva.Unequipoderegistrolaacabadeencontrarylahatraído.—Mimamáymipapáhandesaparecido—comentóIsabella.—Losé.Losmíostambiénhandesaparecido—añadióAlbert.—YocreoquetomaréunBigMacyunagrandedepatatas—pidióMary—.Yun
menúinfantilparaIsabella.—¿Nuggetsdepolloohamburguesa?—Nuggets.—¿YlaBigMaclaquieresconbagel,muffindedesayunoosobreungofre?—¿Ungofre?—Losiento,Mary,peronoencuentropanfrescoporningunaparte—seexcusó
Albert—.Usocualquiercosacongeladaqueencuentroparaquehagadepanecillo.Yporsupuestonohaylechuga,peroesoyalosabes.
—¿Aúntienessalsaespecial?—TengocomocientocincuentalitrosdesalsaBigMac.Yenloquerespectaa
lospepinillos, tendréparasiempre.Déjamequeempieceapreparar tupedido.Yoelegiríaelbagel.
—Pueselbagel.Albertmetióunacestanuevadepatatasfritasenelaceitehirviendo.Yluegouna
racióndenuggets en una segunda cesta.Apretó ambos temporizadores.Luego seacercóconsolturaalgrill,dondecolocótreshamburguesaspequeñas.
Abrióelbagel,leechóunchorritodesalsa,yañadiócebolletasydospatatitasconsalsaencimadelpanecillo.
EsperóyobservócómoMaryintentabaanimaraIsabellaenelcomedor.Laniñaestabamuyseriayparecíaapuntodeecharseallorar.
Albertdiolavueltaalashamburguesasylasprensóparaacelerarlacocción.Saltó el temporizador de la freidora. Sacó la cesta, coló el aceite sobrante y
arrojó las patatas en la caja. Una pasada rápida por el salero, y se puso con losnuggets.
Albert disfrutaba de los movimientos de ballet que había practicado yperfeccionado durante los últimos… ¿cuántos días habían sido? ¿Ocho? ¿Nueve?NuevedíastranscurridosdesdequeseencargabadelMcDonald’s.
—Bien…—murmuróAlbert,satisfecho.Desde el incidente al que todos se referían como el del «gato de Albert», el
chico permanecía dentro o cerca delMcDonald’s. No había gatos sobrenaturalesqueseteletransportaranenelMcDonald’s.
Repartióelpedidoendosbandejasylasllevóhastalaúnicamesaocupada.—Gracias—ledijoMary.—Se nos ha acabado nuestra promoción habitual —comentó Albert—. Pero
tengoalgunosjuguetes,yatepuedesimaginar,cositasdeRalph’sonoséqué.AsíquehayunjugueteenelHappyMeal.Soloquenoesunjuguetecomún.
Isabella sacóunamuñequitadeplásticoconelpelo rosabrillantede subolsa.Nosonrió,peroseaferróalamuñeca.
—¿Así que cuánto tiempo crees que podrás mantener abierto este lugar?—preguntóMary.
—Bueno, tengomuchas hamburguesas. Justo el día que empezó la ERA habíavenido un camión de reparto. Lo habrás visto empotrado contra la casa antiguadetrásde la tiendade componentes, ¿no?Encualquier caso, cuando lleguéallí elmotoraúnestabaenmarcha,porloqueseguíarefrigerado.Tengolaneverallena.Además, tengo hamburguesas guardadas en neveras por toda la ciudad—asintiósatisfecho—. Tengo dieciséis mil doscientas ocho hamburguesas, incluidos loscuartosdelibra.Sirvounasdoscientascincuentaaldía.Asíquemeduraránunpardemeses,másomenos.Laspatatasseacabaránantes.
—¿Yentoncesqué?Albert dudó. No estaba seguro de si debía ponerse a hablar de ello, pero le
alegrabateneraalguienconquiencompartirsuspreocupaciones,asíqueañadió:—Mira,nopodemosvivirsiempredelacomidaquetenemos.Quierodecir,de
acuerdo, tenemos toda la comida aquí, toda en la tienda, y un poco en todas lascasas,¿no?
—Esmuchacomida.Siéntateconnosotras,Albert.Alchicoleincomodabahacerlo.—Enelmanualdicequenonossentemosconlosclientes.Perocreoquemeiría
bientomarmeundescansoysentarmealamesadeallado.Marysonrió.—Estásmuyenelpapel…Albertasintió.—Cuandobaje labarrera,quieroqueel jefedezonavengaymediga:«Vaya,
buentrabajo,Albert».—Noessolounbuen trabajo.Hacesque lagentepiensequequizáshaycierta
esperanza,¿sabes?
—Gracias,Mary,québienquedigaseso.Leparecióqueeralomásagradablequelehabíandichonunca,yesoleprodujo
unasensaciónmuyagradable.Muchoschicosentrabanysequejabandenoobtenerexactamenteloquequerían.
—Pero¿tepreocupaloquepaseluego?—insistióMary.—Ahora haymucha comida. Pero ya hay carencias.Ya casi no se encuentran
barritasnipatatasdebolsa.Losrefrescosseacabarándentrodepoco.Yalfinalseacabarátodo.
—¿Cuándoseráalfinal?—Pues no lo sé. La gente no tardará mucho en pelearse por la comida. La
estamosgastando.Nocultivamosmásniproducimoscosasnuevas.MarydiodosmordiscosasuBigMac.—¿YCainelosabe?—Selohedicho.Peroestáocupadoconotrascosas.—Esunproblemagrave…—señalóMary.Albert no quería hablar de cosas tristes, nomientras alguien disfrutaba de su
comida.PeroeraMaryquienpreguntaba,yparaAlbert,Maryeraunasantacomolasotrasdelaiglesia,porloqueañadió:
—Solointentohacerloquemetocaaquí…—¿Podemoscultivaralimentos?—preguntóMaryenvozalta.—Me imaginoqueesodependedeCaineo…dequien sea—comentóAlbert,
concautela.Maryasintió.—¿Sabesqué,Albert?Nome importaquiénmaneje lascosas,pero tengoque
cuidardemisniños.—Yyotengoesto—Albertlediolarazón.—Y Dahra tiene el hospital —añadió Mary—. Y Sam solía encargarse del
parquedebomberos.—Sí.Fue un momento extraño para Albert. Admiraba a Mary, pensaba que era la
personamáshermosaquehabíaconocidoapartedesumadre,yqueríaconfiarenella. Pero no estaba seguro de si podía. Le preocupaba lo que estaba pasando enPerdidoBeach.Pero¿ysiMarynoestabadeacuerdo?¿YsilecontabaaDrakequeAlbertsequejaba,puedequeinclusosinproponérselo?
Drakepodríaordenarlequecerrara.YAlbertnosabíaquéharíaconsigomismosi perdía el restaurante. El trabajo le había servido para no pensar mucho en lo
sucedido.Y,porprimeravezensuvida,Alberteraunapersona importante.En laescuelanoeramásqueotrochico.PeroahoraeraAlbertHillsborough,hombredenegocios.
Pensándolobien,AlbertquerríaqueCaineyDrakesemarcharan.Perolaúnicapersonaquepodíaplantarlescarayencargarsedelascosasestabaenotraparte,loperseguíanparaatraparlo.
—¿Cómoestálahamburguesa?—preguntóaMary.—¿Sabesqué?—Marysonrióyserelamióeldedocubiertodeketchup—.Creo
quemegustamásconelbagel.
TREINTAYUNO
100HORAS,13MINUTOS
CONDUCÍAN AUNAvelocidad terriblemente lentadePerdidoBeachaCoates.Pandaiba al volante, aúnmásnerviosode lohabitual, aterrorizado, enopiniónde Jack.Estaba oscuro, y Panda no paraba de decir que nunca había conducido de noche.Había tardado cinco minutos en encontrar las luces, tras toquetearlo todo ydescubrircómofuncionaban.
Caine iba sentado junto a él chupándose el pulgar, callado, pero preocupado.HabíainterrogadorepetidasvecesaJacksobrecómoregistrarlagrandespedidadeAndrew. Lo que empezó como lluvia de ideas de Caine de algúnmodo se habíaconvertidoenresponsabilidaddeJack.Sifuncionaba,Cainereivindicaríalaautoríadelplan.Perosifracasaba,sindudaJacksellevaríalasculpas.
Porunavez,Diana,queibasentadajuntoaJack,noteníanadaquedecir.JacksepreguntabasitemíavolveraCoatestantocomoél.
JackibaencajadoentreDianayDrake,quienllevabaunapistola,unaautomáticamásgrisquenegra,enlasolapa.
Jacknuncahabíavistounapistoladecerca.Ydesdeluegonuncahabíavistounapistolaenlasmanosdeunchicoqueleparecíaqueestabaloco.
Drakenodejabademanosear el arma.Nodejabade abriry cerrar el seguro.Bajólaventanillayapuntóalasseñalesdestopalpasar,peronodisparó.
—¿Sabes cómo disparar esa cosa? ¿O te vas a disparar en el pie? —acabópreguntándoleDiana.
—No va a disparar—le cortóCaine antes de queDrake pudiera contestar—.Soloesunaccesorio.QueremosqueAndrewsecomporte.Yyasabeslodifícilquesepone.Conlapistolalagentesetranquiliza.
—Sí,ya,amímetranquilizamucho…—señalóDiana.—Cállate,Diana—leespetóCaine.Dianaserioconsusuficienciahabitualyvolvióacallarse.Jacksudaba,aunqueeraunanochefrescayCainehabíabajadolasventanillas.
Jackpensabaque igualvomitaría.Seplanteódecirqueestabademasiadoenfermoparair,perosabíaqueCainenoledejaríaquedarseencasa.Sehabíaidosintiendopeoramedidaquepasabaeldíamientrasseapresurabaporrecopilarelequipoquenecesitarían. Se pasó el día con Drake registrando casas en busca de cámaras y
trípodes,porloquehabíatenidosuficientedelmatónparaelrestodesuvida.Seacercarona lapuerta.Era impresionante, teníadoshojasdehierro forjado
afiligranado,medíamás de seismetros de alto y se situaba entre unos pilares depiedra aún más elevados. El lema de Coates, «Ad augusta, per angusta», estabaescritosobredosplacasdoradasqueseuníanalcerrarselaspuertas.
—Dalealclaxon.Quienquieraqueestéenlapuertadebedehabersedormido—ordenóCaine.
Panda ledioalclaxon.Alnohaberrespuesta,seapoyóenél.Emitíaunruidosordo,queahogabanlosárboles.
—Drake…—dijoCaine.Drake salió del coche, pistola enmano, y avanzó hacia la puerta. La abrió y
entróenlacasetadelguardiadepiedra.Salióalcabodepocossegundosyvolvióasubirsealcoche.
—Nohaynadieenlacaseta.Cainefruncióelceñomirandoporelretrovisor.—EsonoespropiodeBenno.Bennosiguelasórdenes.BennoeraelmatónaquienCainehabíadejadoacargodeCoates.AJacknunca
lehabíagustadoesechico—anadie legustaba—,peroCaine tenía razón:Bennoera el tipo de matón que hacía lo que otros matones más fuertes le decían quehiciera. No tomaba sus propias decisiones. Y no era tan estúpido para creer quepodíaanularlasórdenesdeCaine.
—Algonovabien—señalóPanda.—Todonovabien,Panda—locorrigióDiana.Pandaatravesó lapuerta.Quedabaotromediokilómetrohasta laescuela. Iban
ensilencio.Pandallevóelcochehastaelfinaldelcamino,hastalarotondadelantedeledificioprincipal.
Laslucesestabanencendidasentodaslasventanas.Unadelasdelsegundopisosehabíahechoañicos,porloqueseveíaclaramenteunaulaentera.
Lospupitresestabanarrinconadoscontraunapared.Lapizarraestabarajadayrayada. Todos los dibujos y pósteres y exhortaciones que antes adornaban lasparedes del aula estaban carbonizados, enroscados debido al calor. Un trozoenormedepareddeladrilloymaderayacíaenelcésped.
—Vaya,esonoesbuenaseñal—comentóDianaarrastrandolaspalabras.—¿Quiéntieneelpoderdehacereso?—exigióCainefurioso.—El chico que hemos venido a ver—respondió Diana—. Aunque ha hecho
muchodañoparatenertresbarras.
—Benno ha perdido el control aquí arriba —comentó Drake—. Te dije queBennoeraunpelele.
—Vamos.—Cainecontinuóavanzando,pisando lagrava,seguidoporel resto—.Subeporlasescaleras,Panda,yabrelapuerta.Veamosquénosespera.
—Nidecoña—dijoPanda,aquienletemblabalavoz.—Cobarde—leespetóCaine.Alzólasmanos,conlaspalmashaciafuera,yderepentePandaseechóavolar
porlosaires.Seestampócontralapuertaycayódesplomado.Entoncesselevantólentamenteyvolvióacaerse.
—Meduelelapierna,nopuedomoverla—gimió.EnaquelmomentoseabriólapuertadelaentradaygolpeóaPandaalhacerlo.
SalióluzdedentroyJackviomediadocenasdefigurascaminandocomomonosacuatropatas,abriéndosepasoaempujones,gritando,aullando,aterrorizados.
Bajaron las escaleras a trompicones. Cada uno llevaba un bloque de cementotoscoquearrastrabaalcorrer.PeroJackyasabíaquenotransportabanlosbloques,sinoqueteníanlasmanosatascadasenelcemento.
Jack había intentado no pensar en ello, olvidarse de aquella solución burda ycruelalproblemadelosniñosdeslealesconpoderes.Perotrasdescubrirsupropiopodercasinopensabaenotracosa.
Alprincipiodescubrieronquelospoderessobrenaturalesparecíanconcentrarseatravésdelasmanos.
Jack se corrigió con severidad: no, no lo descubrieron ellos, sino él. LoobservóyseloexplicóaCaine.YCaineordenóaDrakequehicieraaquellacosahorrible.
—Recuerdaaquiénperteneces—susurróDianaaloídodeJack.—¡Danos de comer, danos de comer! ¡Necesitamos comida! —gritaron las
víctimasdelbloquedecemento.Erauncorodevocesdébilesydesesperadas,tannecesitadasqueaJackleentró
el pánico. No podía estar allí. No podía estar con aquella gente. Se volvió paramarcharse,peroDrakeloagarródeloshombrosytiródeélhaciadelante.
Noteníaescapatoria.Losrarosgritabanpidiendocomida.Una chica llamada Taylor, cuyos brazos estaban rojos y despellejados por
encimadelbloque,teníalacarasuciayapestabaasuspropiosfluidoscorporales,sederrumbóalospiesdeJack.
—Jack…—dijo con voz ronca—.Nosmatan de hambre. Benno nos daba de
comer,perohadesaparecido.Nohemoscomido…porfavor,Jack.Jackseinclinóyvomitóenlagrava.—Quémelodramático,Jack—señalóDiana.CainesubíalosescalonesenesemomentoyDrakeseapresuróaseguirlo.DianaayudóaJackalevantarseyloempujóhaciadelante,dejandoatrásalos
chicosconmanosdebloque.Jack vio la silueta de Caine recortada en la puerta y a Drake corriendo para
adelantarlo:québuenperritoestabahecho.Entonces se oyó un estallido, como el estruendo de un jet supersónico que
sobrevolarasuscabezas.Drake cayó sobre Caine, y su pistola salió volando por los aires. Caine no
perdióelequilibrio,peroDrakeseagarrólasorejasycayóderodillas,gimiendo.Caine extendió una mano por encima del hombro, sin ni siquiera mirar.
Extendiólosdedosymostrólaspalmasdelasmanos.Eltrozocaídodeparedsederrumbabaladrilloaladrillo.Unotrasotro,comosi
acadaladrillolehubieransalidoalas,sedespegabanysalíanvolando.LosladrillospasabanporencimadelacabezadeCaineyatravésdelapuerta
abiertaalavelocidaddelasbalasdeunaametralladora.La puerta se cerró de golpe. Pero los ladrillos la atravesaban. La madera se
astillabahaciendoelruidodeunmartilloneumático.Alcabodepocossegundoslapuertahabíaquedadodeshecha.
Caineserio,desafiandoaquienquieraqueestuvieraalotroladodelapuerta.—¿Erestú,Andrew?¿Erestú,creesquepuedesenfrentarteamí?Caine avanzó, dirigiendo aún el flujo de ladrillos como una ametralladora
Gatlingporencimadesucabeza.—Estás muy inspirado, Andrew —gritó Caine—. Pero sigues siendo un
segundón.Caineentróporlapuertadestrozada.Agachándose por debajo del torrente de ladrillos, y excitadísima por todo lo
queestabaocurriendo,Dianadijo:—Vamos,Jack,noquerrásperderteelespectáculo.DentroestabaelmajestuosorecibidorqueJackconocíamuybien.Ocupabatres
pisos, dominados por una enorme araña de luces. Dos escaleras conducían alrellanodelsegundopiso.
Losladrillosyahabíanhechopedazosunadelasescaleras.Elruidoquehacíaneracomoeldeunamotosierracortandometal.
Andrew,aquienJackconsiderababastantebuenchico,norealmenteconflictivohasta que le sobrevinieron los poderes, permanecía estupefacto a menos de tresmetrosdeCaine.Teníalabraguetadelospantalonesmojada.
Ladescargadeladrillossedetuvotanrepentinamentecomohabíaempezado.Andrewintentósinéxitosubirporlasegundaescalera.—Nomehagasdestruirtambiénesaescalera—leadvirtióCaine—.Seríamuy
pocopráctico.Andrewperdiólasganasdeluchar,ydejócaerlasmanosaloslados.Parecíaun
chico al que su madre hubiera pillado haciendo algo malo. Culpable. Asustado.Buscabaelmododenegociar.
—Caine, no sabía que eras tú, tío. Pensaba que nos atacaba, bueno, ya sabes,Frederico—letemblabalavoz,ytratabadecubrirselareveladoramanchaconlasmanos.
—¿Freddie?¿QuétienequeverFrederico?—Tío,Bennohadesaparecido.Yalguienteníaquedirigirtodoesto.Frederico
intentóhacerlo,aunqueBennoeramásamigomíoqueélyentonces…—LuegomeencargarédeFrederico—lointerrumpióCaine—.¿Quiéntecrees
queeresintentandodirigirtodoesto,Andrew?—¿Yquésesuponequeibaahacer,Caine?—Andrewtratabadeapaciguarlo—.
Benno hizo puf. Frederico estaba en plan voy a controlarlo todo. Pero yo, yo tedefendía,Caine.—EraevidentequeaAndrewseleacababadeocurriresaidea—.Eso era lo único que hacía, defenderte. Frederico no paraba de decir: «Caine nomola,olvídatedeCaine,yomeencargodetodo».
CainehizocallaraAndrewymirófuriosoaJack.—¿CómoesquenossaltamoselcumpleañosdeBenno?Jack no tenía respuesta. Notó que se deshacía por dentro, y se encogió de
hombros,indefenso.EntoncesempezóatoquetearsuPDA,deseandodemostrarqueaúnnohabíallegadoelcumpleañosdeBenno.
—Caine,¿creesque los registrosde laescuelapodríanestarmal?—intervinoDiana—. ¿Que igual alguna secretaria senil escribió un uno en vez de un siete oalgoasí?NoculpesaJack.SabesqueJackesdemasiadoordenadoparaequivocarseconunnúmero.
CainemiróaJackcondureza,peroacontinuaciónseencogiódehombros:—De acuerdo, lo que tú digas.Además, aún tenemos aAndrew preparándose
parasugransalto.Andrewserelamióeintentóreírse.
—Novoyaesfumarme.Novoyapirarme.Mira,Bennoestabadormido.Teníapoderes, pero el tipo estaba dormido. Así que no creo que hagas puf si tienespoderes,nosiestásdespiertoysiestás,yasabes,preparado.
Dianaseriomuyalto,conunarisadiscordante.Caineseestremecióycomentó:—Esunateoríainteresante,Andrew.Tendremosqueponerlaaprueba.—¿Quéquieresdecir?—Soloqueremosmirar…—señalóCaine.—Nome…nomevaisametercemento,¿verdad?Sigosiendotucolega,Caine,
nuncausaríamispoderesentucontra.Sisupieraqueerestú,quierodecir.—Estásdejandoquelosrarossemuerandehambre—leespetóDiana—.Yaveo
porquétepreocupaquetemetancemento.—Oye,senosacabalacomida—gimióAndrew.—Drake,disparaalraroeste—ordenóDiana.Drakeselimitóareírse.—Creo que lo haremos en el comedor —propuso Caine—. Jack, ¿tienes el
equipo?Jacksaltócasidosmetros,sorprendidoalverquesedirigíanotravezaél.—No.No.Tengoquevolveracogerlo.—Drake, llévate a este y coged las cosas —ordenó Caine—. Diana, coge a
Andrewdelamanoyllévalohastaelcomedor.
Elruidoresultabacasisimpáticocuandobrillabaelsol,peroahora,enlaoscuridad,losaullidoslesprovocabanescalofríos.
—Noesmásqueuncoyote—lostranquilizóSam—.Noospreocupéisporél.Apenasveíandóndepisaban,asíquesemovíandespacio,probandoaver.—Igualtendríamosquehaberacampadoenaquelbarranco—señalóEdilio.—Encuantoencontremosunsitiolobastanteplanoparacolocarlossacos,voto
porparar—propusoSam.Unashorasantesllegaronaunbarrancoprofundoyabrupto,queeraimposible
rodearycasiimposibleescalar.Petesevolviólocomientrastirabandeélhaciaelotroladodelbarranco,yatodoslesaterrorizabaquepudierahaceralgo.
—Hawái—empezóadecirQuinn,mientrasPeteaullaba—.Hawái.—¿PorquénodejasdedecidirHawái,colega?—lepreguntóEdilio.—Si se vuelve loco y decide llevarnos a una de sus excursiones mágicas
sorpresa,quieroestarenHawái,nootravezencasadeAstrid.Edilioselopensóunpocoyacabódiciendo:—Votoporeso.Hawái,Pete,Hawái.PeroPetenoahogóanadie,no teletransportóanadieniviolóningunade las
leyesoriginalesdelafísica.La barrera quedaba cada vez más alejada a su izquierda, y resultaba casi
invisiblealaluzdelalunaquesealzaba.Samseguíadecididoaseguirla,perosinlaesperanzadeencontrarunapuerta,soloporqueeraelúnicomodoqueconocíadeencontrarelcaminodevueltaacasa.Tardeotemprano,labarrerasecurvaríaotravezentornoaPerdidoBeach.
Entoncesoyeronunosgemidosmuyfuertes.—Ay,esohapasadocerca—selamentóEdilio.Samasintió.—Enesadirección.Igualmejornosdesviamosunpoco,¿no?—Pensabaqueloscoyotesnoerannada—gruñóEdilio.—Ynoloson.Normalmente.—Dime que no estás pensando que a los coyotes les habrán salido alas —
comentóEdilio.—Creoquehaymás arenaymenos rocas—observóAstrid—.Petey llevaun
ratosintropezar.—No veo bien para estar seguro —señaló Sam—. Pero, en cualquier caso,
pararemos dentro de cinco minutos. Empecemos todos a buscar leña mientrasseguimos.
—¿Sinopuedoverelsuelocómovoyaverlaleña?—preguntóQuinn.—Oye,mirad—indicóSam—.Allíhayalgo.Nosé.Parece…nosé,unedificio
oalgo.—Noveonada—protestóQuinn.—Estámásoscuroquedecostumbre.Noveoestrellas.SedirigieronhaciadondeindicabaSam.Podíahabercomidaoaguaorefugio.DerepentelospiesdeSamtocaronunasuperficiepuntiagudaquelerecordóal
mantodehojasdepinoblandasqueforrabaelbosque.Seinclinóytocóloquesolopodíaserhierba.
—Chicos,esperad.Samnoqueríaabusardelaslinternas.Teníanpocaspilasymuchaoscuridad.—Sam,iluminaunpocoaquí.Elcolorverdeeraindiscutible,pesealadurezadelaluzblanca.
Con cuidado, Quinn recorrió la hierba con la linterna e iluminó una cabaña,juntoalaquehabíaunmolino.
Seacercaronconsumocuidado,loscincopegadosentornoalapuertamientrasQuinn iluminaba el picaporte ySam lo tocaba, lo agarraba y, entonces, se quedóparalizado.
Oyóunospasosatropelladosenlaoscuridaddetrásdeellos.—¡Entrad,idiotas!—chillóunavozfemenina.Quinngiró la linternayviounmovimientoacelerado,algoqueseacercabaa
todavelocidadhaciaél.Semovíanotrascosas,comounmargrisenlaoscuridad.La luz saltó de un perro dando saltos al rostro aterrorizado de una chica
harapientaysucia.—¡Corred,corred!—gritó.Samagarróelpicaporteylogiró,peroantesdequepudieraabrirlodeltodola
chicachocócontraSamylohizocaer,demodoquesedesparramósobreelsuelodemaderayarrugóunaalfombraaldeslizarse.Elperroaterrizósobresupechoyrebotó.
Quinngritódedolorysorpresa.Habíaperdidolalinterna.Aúnbrillabaatravésdel suelode tablasyseagachóparacogerla.Samvioentoncesque iluminaba laspiernasdeAstrid,yaEdiliocayendo.
Entoncesoyeronuncorodeaullidoscaninos,ylachicaquehabíaderribadoaSam se esforzaba pormantenerse en pie, y el perro ladraba y gruñía, y se oíantambiénotrosgruñidosalacercarseotroscuerposatodavelocidad.
—¡Lapuerta,lapuerta!—gritabaaúnlachica.Teníaalgoencima,algorápidoyfurioso,gruñendo.Samse levantó tambaleándose,agarróelpicaportey tratódecerrardegolpe,
pero un cuerpo peludo ya se había abierto paso. Se oyó una protesta canina, ungruñido,ySamnotóundolor repentinoen lapierna.Unamandíbulade acero secerróentornoasurodilla,destrozándoleelhueso.
Samseestampócontralapuertayasísecerró.Resbalóyaterrizódeculocontraella. Pero aquel animal salvaje y gruñón tenía el hocico pegado a su cara, y loscolmilloscerradosadoscentímetrosdesusojos.
Samextendiólasmanoshaciafuerayseencontróconelpeloásperosobreelmúsculoqueseretorcíaacausadeldañoinfligido.
Sintióundolorterrible,agudo,enelhombro,ysupoquelasmandíbulasdelabestiasehabíancerradoen tornoasucarne.Elanimal losacudía,desgarrándola,
destrozándola,hurgandomáshondo.Samgritóasustadoypeleóconpuñosdébilescontralabestia,peroerainútil.La
bestiadesplazólasmandíbulasalavelocidaddelrayodelhombroalcuellodeSam.Lasangrelebrotabaporelpecho.
Samalzó lasmanoscon laspalmashacia fuera,peroelataqueerademasiadoferoz.Layugularleestabasecandoelcerebro.Susmanosyanolepertenecían.Sucuerpoenteroparecíalejano.Ibasumiéndosemásymásenlaoscuridad.
Entoncesoyóunruidosordoypesado.Ylamandíbuladeacerosesoltó.Ydenuevounruidosordoypesado.Sampusolosojosenblanco,peroantesdedesmayarsevioduranteuninstantea
la chica andrajosa y salvaje encima de él. La chica alzó las manos, juntas, porencima de la cabeza. Todo fue a cámara lenta para Sam, y los ojos le echaronchispascuandovioquelachicagolpeabaalcoyoteenlacabezaconalgopesado,amarilloyrectangular.
TREINTAYDOS
97HORAS,43MINUTOS
LANA ENCENDIÓ UNA de las linternas de Jim el Ermitaño y examinó la escena. Lacabaña estaba tal y como la había dejado. Solo que ahora había dos coyotesmuertos,treschicosasustados,unniñorarodecuatroañosquelamirabafijamenteyunchicocasimuertoenelsuelo.
DiounpuntapiéaNip,queno reaccionó.Estabamuerto, lehabíaaplastadoelcráneoconunlingotedeoromacizo.Lohabíagolpeadounayotravezhastaqueselecansaronlosbrazos.
Al otro coyote no lo conocía lo bastante bien como para llamarlo por elnombre.Perohabíamuertodelmismomodo,estabademasiadoconcentradoensupresaparapercatarsedelpeligroquecorría.
Patrickyacíaenunrincón,avergonzado,confuso,sinsabercómocomportarse.Unodeloschicos,untipoconpintadesurfero,parecíareflejaridénticaconfusión.
—Buenchico—comentóLana,yPatrickmeneólacoladébilmenteenelsuelo.Entoncespreguntóalsurfero—:¿Ytúquiéneres?
—Quinn.MellamoQuinn.—¿Ytú?—preguntólarubiaguapa.Lanasesentíainclinadaaqueledisgustaradeinmediato:parecíaeltipodechica
demasiado perfecta que se metería con alguien como Lana. Pero por otra parteprotegía al niño raro, meciéndolo entre sus brazos, por lo que igual no era tanmala.
Unchicodecaritaredondaypelooscurocortadoalrapesearrodillójuntoalchicoherido:
—Chicos,sehahechomuchodaño.La rubia se agachó rápidamente hacia él. Le abrió la camisa y un torrente de
sangrebrotódesupecho.—¡Ay,Diosmío,no!—gritólarubia.Lanalaapartóyapoyóunamanocontralaheridarebosante.—Vivirá—comentó—.Yoloarreglaré.—¿Qué quieres decir con que lo arreglarás?—exigió la rubia—.Tienen que
coserle,unmédico.Miracómosangra…—¿Cómotellamas?—preguntóLana.
—Astrid,¿yquéimporta?—Entoncesdejódehablaryseinclinómásparaver—.Lahemorragiaseestádeteniendo.
—Sí…yo tambiénmehe fijado—dijoLanaconbrusquedad—.Tranquila.Sepondrábien.Dehecho…—Inclinólacabezaparaverlomejor—.Dehecho,apuestoaquecuandonoestácubiertodesangreesguapo.¿Estunovio?
—Nosetratadeeso—replicóAstrid,aunqueluegoañadióenvozbaja,comosinoquisieraquelosotroslooyeran—:Másomenos.
—Bueno,séquetepareceráunalocura,perosepondrábienenpocosminutos.—Lanaapartólamanoparamostrarquelaheridairregularyaseestabacerrando,yvolvióacubrirla—.Nomepreguntescómo.
—Nopuedeser…—dijoelchicodelpelocortadoalrape.Fuera, lamanada de coyotes aullaba como loca y golpeaba la puerta. Pero el
pestilloaguantaba.Lanametióunasilladeespaldasbajoelpicaporteycalculósusiguientepaso.
La puerta no aguantaría eternamente. Pero lamanada estaría desorientada, nosabríaquéhacerhastaqueellídervolvieradesucaceríaprivada.
—SellamaSam—comentóAstrid—.EseesEdilio,yesteesmihermano,Pete,yyosoyAstrid.Ycreoquenosacabasdesalvarlavida.
Lanaasintió.Mejor.Lachicaleteníarespeto.—Yo me llamo Lana. Y oíd, los coyotes no han terminado con nosotros.
Tenemosqueasegurarnosdequelapuertaresistirá.—Mepongoconello—seofrecióEdilio.Elchicoheridosedespertódegolpe.Mirófijamentealoscoyotesmuertos.Se
tocóelcuello.Mirólasangrequeteníaenlamano.—Vivirás—leinformóLana—.Yarreglaréelresto.Déjamemantenerlamano
encima.Nosabíasifiarse,ymiróaAstrid.—Noshasalvadolavida—leexplicólachica—.Yacabadecerrarunaherida
quesangrabahaceunminuto.Samdejóquevolvieraaponerlelamanoenelcuello.—¿Quiéneres?—lepreguntóconvozronca.—Lana.LanaArwenLazar—respondió.—Gracias.—Nohayproblema.Perocuidado:puedequenosigasasalvo.Él asintió.Oíael frenesíde fuera,y seestremeciócuandounode loscoyotes
embistiócontralapuerta.
—¿EsoqueusaEdiliodemartilloesunlingotedeoro?El chico había roto la cama y estaba clavando uno de los barrotes sobre la
puerta.Lanasoltóunarisaburlona.—Sí.Tenemosunmontóndeoro.Patrickyyosomosricos.Desplazólamanodelcuelloalhombro.—Funcionamejorsitequitaslacamisa.—Nocreoquepueda.Samseestremeciódedolor.Lana deslizó lamano bajo la camisa, y palpó el caos horripilante de heridas
secundarias.—Enpocosminutosteencontrarásmejor.—¿Cómohaceseso?—lepreguntóSam.—Estánpasandomuchascosasraras.Samasintió.—Sí.Lohemosnotado.Graciasporsalvarmelavida.—Denada,peropiensaquetodavíanohanintentadoentrardeveras.Cuandoel
líderdelamanadavenga,puedequeesocambie.Sonfuertesylistos.—Tútambiénestássangrando—señalóelchico.—Ya lo arreglaré—comentóLana, casi indiferente—.Mehe acostumbrado a
loscortes.Yapretólamanocubiertadesangrecontrasupierna.—¿Quiénesellíderdelamanada?—preguntóSam.—Eselcoyoteprincipal.Leheengañadoparaquemedejeveniraquí.Esperaba
poderescapar.Oalmenosteneralgoparacomerademásdeanimalesatropellados.Los coyotes son listos, pero básicamente siguen siendo perros listos. ¿Tenéishambrechicos?Yosí.
Samasintió.Entoncesseenderezóconmuchasdificultades,moviéndosecomounviejo.
—En cuanto termine con mi pierna, te sanaré la tuya—le comentó Lana—.Contamosconunbuensuministrodecomidaymuchaagua,almenosduranteuntiempo.Lapreguntaessiellíderdelamanadaencontraráunmododeentrar.
—Hablasdeestecoyotecomosifueraunapersona—señalóAstrid.Lanaserio.—Noesunapersonaconlaquetegustaríapasarelrato.—¿Es…esuncoyotesinmás?—preguntóAstrid.
Lana se la quedómirando. Ahora veía la inteligencia tras su imagen de niñamona.
—¿Quésabesacercadeeso?—preguntóLanaconcautela.—Sé que algunos animales están cambiando. Hemos visto una gaviota con
garras.Yvimos,bueno,unaserpienteconloqueparecíanunasalas.Lanaasintió.—Sí, he visto alguna de esas. De cerca. Asustan de muerte a los coyotes, la
verdad.Nopuedenvolar,perolasdecascabelusanlasalasparatenerunpocomásdeespacioqueantes.Dehechounavezmesalvaronelpellejo.Yhaceunashoraslashevistomatarauncoyote.Ellíderdelamanadahadicho…
—¿Hadicho…?—repitióEdilio.—Oslocontarétodo,perocomamosprimero.Nohecomidonada.Aunqueme
ofrecieronunpocodeardillacruda.Pudinenlatado,esoesloquequiero.Heestadosoñandoconél.
Sacó una lata y la abrió precipitadamente.No esperó a buscar un plato o unacuchara, sino que metió la mano y se lo metió en la boca. Entonces se quedóparalizada,abrumadaporladulzuramaravillosadelpudin.
Estaballorandocuandodijo:—Losiento.Quémaleducadasoy.Ostraerévuestrapropialata.Samseacercócojeandoyagarróunpocodepudinconlamano,siguiendosu
ejemplo.—Yotampocosoymuyeducado—señaló,aunqueLananotóqueestabaunpoco
horrorizadoantesuvoracidad.Entoncesdecidióquelegustaba.—Escuchad,Sam,ytodos,ostengoquedecirqueprobablementeosasustará:el
líderdelamanadasabehablar.Quierodecir,quedicepalabrashumanas.ComolaBarbiesabihonda;esunaespeciedemutanteoalgoparecido.Pensaréisqueestoyloca.
AhorateníaenlamanolatazadehojalatadeJimelErmitañoylautilizabaparaservirse otra cucharada del maravilloso, maravilloso pudin. La rubita (o sea,Astrid)estabaabriendounalatademacedonia.
—¿QuésabesdelaERA?—lepreguntóAstrid.Lanadejódecomeryselaquedómirando.—¿Laqué?AAstridledabavergüenza,perocontinuó:—Asíescomolallamalagente.EspacioRadiactivoAdolescente,ERA,lanueva
ERA.—¿Yquéquieredecir?—¿Hasvistolabarrera?Lanaasintió.—Asíes.Hevistolabarrera,ylahetocado.Locual,porcierto,noesunabuena
idea.—Porloquesabemos,formaungrancírculo—explicóSam—.Oinclusouna
esfera.Pensamosqueelcentroestáenlacentralnuclear.Tieneunradiodealgomásdequincekilómetrosdesdeallí,unostreintadeancho…
—…unacircunferenciadealgomásdecienkilómetros,yunáreadequinientoscincocomacincuentaysietekilómetroscuadrados—apuntóAstrid.
—Coma cincuenta y siete —repitió Quinn desde su esquina—. Eso esimportante.
—Sí,cincuentaysiete—comentóAstrid—.Bueno,yamecallo.Lananodejabadetenerhambre,asíquecogióunacucharadademacedonia.—Sam,¿creesquelaprovocólacentralnuclear?Samseencogiódehombrosydudó,sorprendido.Lanaseimaginabaqueyano
sentíadolorenelhombro.—Nadie lo sabe. De repente todas las personas de más de catorce años
desaparecenyestálabarreraylagente…ylosanimales…Lanaasimilólentamentelanuevainformaciónqueleproporcionaban.—¿Quieresdecirtodoslosadultos?¿Handesaparecido?—Han hecho puf—concretóQuinn—.Se han largado. Se han pirado. Se han
esfumado.Hanpilladolasalida.Sehanabierto.Hanemigrado.Adultosyjóvenes.Soloquedancríos.
—He hecho todo lo posible por reforzar la puerta—anunció Edilio—. Perosolotengoclavos.Puedequeseaposiblequeentrealguien.
—Igualnosehanpiradotodos,igualhemossidonosotros—señalóLana.—Esaesunadelasposibilidades,estáclaro—comentóAstrid—,peronoesque
importemucho.Así que decididamente la rubia era un coco. Lana se preguntaba acerca de su
hermanopequeño.Estabamuycalladoparasertanpequeño.—Mi abuelo desapareció mientras conducía la furgoneta —explicó Lana,
recordandoaqueldíaterrible—.Lafurgonetaseestrelló.Yyomeestabamuriendo.Quierodecirquesemesalíanloshuesos.Teníagangrena…Yentonces,fuecomosipudieracurar,sinmás.Amiperro.Amímisma.Ynoséporqué.
Seoyóuncororepentinodeaullidosexcitadosdetrásdelapuertademadera.—Ha venido el líder de la manada —comentó Lana. Se acercó hasta el
fregaderoycogióuncuchillodecocinadeJimelErmitaño.SevolvióhaciaSamadoptandounaexpresiónferoz—.Seloclavaréenelcorazónsientra.
SamyEdiliotambiénsacaronsuscuchillos.Procedentedelotroladodelapuerta,amuypocoscentímetrosdedistancia,se
oyólavozaguda,gruñonaysofocadadiciendo:—Humana.Sal.—¡No!—gritóLana.—Humana,sal.—Niporelpelodemibarbillailla.—Megusta—susurróAstrid,ysonrió.—Humana,sal.Humanaenseñalíderdemanada.Humanadice.—Lecciónnúmerouno,animalsucio,feo,asquerosoysarnoso:nuncaconfíes
enunhumano.Aquellafraseprodujounsilencioprolongado.—LaOscuridad—gruñóellíderdelamanada.Lanasintióqueelmiedolecontraíaelpecho.—Adelante.Cuéntaseloatuamodelamina.IbaadecirquenoteníamiedodelaOscuridad,peroaquellaspalabrashabrían
sonadofalsas.—¿Quéesesodelamina?—preguntóSam.—Nada.—¿Entoncesporquéestáesecoyoteahífuerahablandodeello?¿Quéesesode
laoscuridad?Lanameneólacabeza.—Nolosé.Mellevaronhastaallí.Esunaviejaminadeoro.Esoestodo.—Mira,noshassalvadolavida—insistióSam—,peroqueremossaberloque
pasa.Lana enroscó los dedos alrededor de la empuñadura del cuchillo para evitar
temblar.—No sé lo que está pasando, Sam.Hay algo ahí abajo en lamina. Eso es lo
únicoquesé.Loscoyotesloescuchan,lotemenyhacenloquelesordena.—¿Lohasvisto?—Nolosé.Nomeacuerdo.Enrealidadnoquieroacordarme.Seoyóungolpemuyfuerteenlapuertaquehizovibrarlosgoznes.
—Edilio,vamosabuscarmásclavos—indicóSam.
ElcomedordelaAcademiaCoatessiemprehabíaresultadoextrañoydesapacibleaJack. En términos de diseño y color, intentaba ser espacioso y colorido. Teníaventanas altas y el techo elevado; las puertas eran arcos altos decorados conbaldosascolonialesluminosasyornamentadas.
LasmesaslargasypesadasdemaderaoscuradelprimerañoqueJackpasóenCoates, en cada una de las cuales cabía sesenta estudiantes, se habían vistosustituidas el último año por dos docenas de mesas redondas más pequeñas,decoradasconcentrosdepapelmachéhechosporlosestudiantes.
Enelextremomásalejadodelcomedorhabíanhechounmosaicoapartirdeunmontón de papeles de colores pintados uno a uno. La temática era «Avanzarunidos».Habíandispuestoloscuadradosdepapelformandounaflechagigantequeseñalabadelsueloaltecho.
Perocuantomásintentabananimaraquellahabitación,menosagradableparecía,como si los pequeños toques de color y fantasía se limitaran a acentuar susdimensionesabrumadoras,suantigüedadyformalidadirreducible.
Panda,quenosehabíarotolapiernaperosehabíahechounfuerteesguince,sedejó caer en una silla y parecía acongojado y resentido. Diana permanecía a unlado:nolegustabaloqueestabaapuntodepresenciar,ynoloocultaba.
—Súbete a la mesa, Andrew—le ordenó Caine, señalando una de las mesasredondasdelantedelmosaicodelaflecha.
—¿Quéquieresdecirconquemesubaalamesa?—exigióAndrew.Algunos chicos asomaron la cabeza en el comedor. Drake les chistó y
desaparecieron.—Andrew,puedessubirtealamesaoteharélevitarhastaallí.—Súbete,imbécil—leinsistióDrake.Andrewsesubióalasilla,yluegoalamesa.—Noveoporqué…—Átalo.Jackeldelordenador,empiezaaprepararlotodo.Drakesacóunacuerdadelabolsa.Atóunextremoalrededordeunapatadela
mesa,calculócomounmetroochenta,lacortóyatóelotroextremoentornoalapiernadeAndrew.
—Colega,¿quéesesto?—preguntóAndrew—.¿Quéestáshaciendo?—Esunexperimento,Andrew.
Jackempezóaprepararlaslucesytrípodesparalascámaras.—Estoesunalocura,colega.Estonoestábien,Caine.Noestábien.—Andrew, tienes suerte de que te doy una oportunidad de sobrevivir al gran
salto—señalóCaine—.Asíquedejadelloriquear.DrakeatólaotrapiernadeAndrewyluegosesubiódeunsaltoalamesapara
atarlefirmementelasmanospordetrás.—Colega,necesitolasmanoslibresparaelpoder…DrakemiróaCaine,queasintióamododerespuesta.AsíqueDrakedesatólas
manosaAndrewymirólaarañaquelesquedabaporencima.Lanzóelextremodelacuerdaporencimadelaaraña,unacosapesadadehierrodelaqueloschicosdeCoatesseburlabandiciendoqueeraeldécimoNazgul.
Drake ciñó la cuerda alrededor del pecho deAndrew, la ajustó debajo de lasaxilasytiródeélhastaquelospiesapenastocabaneltablerodelamesa.
—Asegúrate de que susmanos no puedan apuntar en esta dirección—indicóCaine—.Noquieroqueesaondaexpansivaquetienederribelascámaras.
AsíqueDrakesuspendiócadamanodelamuñeca,demodoqueAndrewparecíaunchicoqueintentararendirse.
Jack observaba por el visor de una de las cámaras. Andrew todavía podríasalirsedel cuadrobalanceándosehaciaun ladouotro. Jacknoqueríadecirnada,sentíalástimaporAndrew,perosielvídeosalíamal…
—Esto…aúnpodríamoverseunpocohacialaizquierdaoladerecha…EntoncesDrakepasóunascuerdasporelcuellodeAndrew,exactamentecuatro
queconducíanamesasquequedabanaloscuatrolados.Andrewnopodríamoversemásdetreintacentímetrosencualquierdirección.
—¿Quéhoraes,Jack?—preguntóCaine.JackcomprobósuPDA.—Diezminutos…Jacksemantuvoocupadoconlascámaras,cuatrodeellasibansobretrípodes,
treserandevídeoy lacuartaeraunacámarade fotosmotorizada.Tenía tambiéndos focosconperchaspara iluminaraAndrew.Lo iluminaroncomosi fueraunaestrelladecine.
—Noquieromorir…—musitóAndrew.—Niyo—reconocióCaine—.Poresodeverdadesperoquepuedasvenceral
puf.—Seríaelprimero,¿no?—comentóAndrew.Sesorbiólanariz,peroempezóaderramarlágrimas.
—Elprimeroyelúnico—leconfirmóCaine.—Estonoesjusto…—protestóAndrew.JackajustóelobjetivoparaabarcarelcuerpoenterodeAndrew.—Cinco minutos—señaló Jack—. Voy a adelantarme y a poner el vídeo en
marcha.—Hazloquetengasquehacer,Jack,noloanuncies—leriñóCaine.—¿No puedes ayudarme, Caine? —suplicó Andrew—. Tienes cuatro barras.
Iguallosdosjuntos,siusamosnuestropoderalavez,¿verdad?Peronadielecontestó.—Tengomiedo,¿deacuerdo?—gimióAndrew,ysepusoallorarsinparar—.
Noséloquevaapasar.—Puede que te despiertes fuera de la ERA—comentó Panda, que hablaba por
primeravez.—Puedequetedespiertesenelinfierno…queesdondeperteneces—intervino
Diana.—Deberíarezar—dijoAndrew.—¿QueDiosme perdone por ser un raro que deja que la gente semuera de
hambre?—sugirióDiana.—Unmomento…—intervinoJackenvozbaja.Estaba nervioso porque no sabía cuándo encender la cámara de fotos. Nadie
sabía si la partida de nacimiento deAndrew se ajustaba alminuto.Benno llevabasemanasdesaparecido,porloqueAndrewpodríadesaparecerantes.
—Dios,perdónamepor todas lascosasmalasquehehechoy llévameconmimadre,cuántolaechodemenos,yporfavordéjamevivir,nosoymásqueuncrío,asíquedéjamevivir,¿deacuerdo?EnelnombredeDios,amén.
Jackencendiólacámaradefotos.—Diezsegundos.La sala estalló con una explosión sonora procedente de lasmanos alzadas de
Andrew.Oleadasderuidoensordecedorempezaronaresquebrajareltechodeyeso.Jacksetapólasorejasymiróentrefascinadoyhorrorizado.—¡Eslahora!—gritóJackparahacerseoírporencimadeladescargaderuido.Caíantrozosdeyesodeltechocomosifuerangranizo.Todaslasbombillasde
laarañasehicieronañicos,comounanevadadepolvodecristal.—¡Diezmás!—gritóJack.Andrewseguíaallí,conlasmanosenloalto,gritando,sollozando,albergando
quizáciertaesperanza,ciertaesperanza.
—¡Veintemás!—señalóJack.—¡Sigueasí,Andrew!—gritóCaine,poniéndoseenpie,ansioso,esperandoque
realmentepudieravenceralpuf.Eltechoseestabaresquebrajandoaúnmás,yJacksepreguntabasisecaería.Hastaquelaondasonoracesó.Andrewestabaexhausto,peroseguíaahí.Seguíaenpie.—Ah,Diosmío,graciasa…Yentoncesdesapareció.Lascuerdascayeronalsoltarsederepente.Nadiedijonada.Jack rebobinó una de sus videocámaras de alta velocidad. La retrocedió diez
segundos.Entoncespulsó reproducirymiró la imagenen lapantalladiminutadeLCD,fotogramaafotograma.
—Enfin—comentóDiana—,vayaconlateoríadequesitienespoderesnotelargas.
—Hadejadodeatacar—señalóCaine—,yentoncessehaesfumado.—Hadejadodeatacaryentonces,diezsegundosmástarde,sehalargado—lo
corrigióDiana—.Losregistrosdenacimientonuncasontotalmenteprecisos.Unaenfermeraescribelahora,yesposiblequehayasidocincominutosantesodespués.Algunasseguramenteseretrasanmediahora.
—¿Haspilladoalgo,Jack?—preguntóCaine,desanimado.Jackavanzaba fotogramaa fotograma.Vio aAndrewproyectando las ráfagas
sonorasyvioqueparaba,agotadoporelesfuerzo.Violamediasonrisanerviosa,elmomentoenqueabriólaboca,cadasílaba,yentonces…
—Tenemosqueponerloenunproyectormásgrande—señaló.Llevaronlascámarashastalasaladeordenadoresydejaronlostrípodesyfocos
en el comedor. Encontraron un monitor nítido de veintiséis pulgadas. Jack noperdió el tiempo copiando nada, se limitó a conectar los cables y empezó areproducir.Caine,DrakeyDianaseapiñaronentornoaél,conlosrostrosansiososencendidosporlaluzazul.Pandaseacercócojeandohastaunasillaysederrumbóenella.
—Mirad—señalóJack—.Aquímismo.Miradloqueocurre.Yavanzóelarchivofotogramaafotograma.—¿Esoquées?—preguntóDiana.—Estásonriendo,¿veis?—comentóJack—.Ymiraalgo.Yloqueresultararo
esquenoesposibleporqueestefotogramaescomo,pongamos,unadecimotercera
partedeunsegundo,peroledatiempodepasardeestaexpresión—loavanzóunfotograma—a esta otra.Mirad, aquí, donde ha vuelto amover la cabeza.Y aquímismosedeslizanlascuerdas,tienelasmanoslibres.Perosiloadelantosolotresfotogramasyanoestá.
—¿Yquéquieredecir,Jack?Cainecasileimploraba.—Déjamemirarlasotrascámaras—loignoróJack.De las otras dos cámaras solo una había captado elmomento en sí. Esta otra
tambiénmostraba una imagen borrosa deAndrew pasando de una postura a otraconuna sacudida repentina.Enaquella también se soltaban lascuerdasyextendíalosbrazos.
—Parecequebuscaunabrazo—señalóDiana.Jacksabíaqueeraimprobablequelacámaradefotosaportarainformaciónútil,
perolaenganchótambiényavanzólagrabaciónhastaelmomentopreciso.Cuandolaimagensecargótodosahogaronungrito.
Se veía claramente a Andrew, sonriendo, feliz, transformado, con los brazosextendidos.Lacosahacialaqueseorientabaparecíaundestello,unreflejodealgo,soloqueeraverdecasifluorescenteyelrestodelasluceseranblancas.
—Hazzoomenesamanchaverde—señalóCaine.—Hayunproblemadeprofundidaddecampo—comentó Jack—.Déjameque
intenteampliarla.La imagen tardó varios segundos en centrarse en la nube verde. Tuvo que
ampliarlavariasveceshastaquepudieronver loqueparecíaun agujero rodeadoporunosdientesafiladoscomoagujas.
—¿Yesoquées?—sepreguntóDianaenvozalta.—Parece un… no lo sé —respondió Jack—. Pero no parece algo a lo que
querríasacercarte.—Élhavistoalgodistinto…—opinóDiana.—Haalteradoeltiempodealgunamanera,haaceleradoeltiempodeAndrew—
Jackpensabaenvozalta—.AsíqueparaAndrew todohaduradomuchomásqueparanosotros.Puedequeparaélhayansidodiezsegundos,oinclusodiezminutos,aunque para nosotros ha sido menos que un parpadeo. Hemos tenido suerte depoderpillaralgo.
EntoncesCainelesorprendióaldarleunapalmaditaenelhombro.—Notesubestimes,Jack.—Nohahechopufsinmás—comentóDiana—.Havistoalgo.Haextendidolas
manos.Esacosaverde,quenospareceunmonstruo,debedehaberresultadoalgodistintoparaAndrew.
—¿Peroelqué?—Loqueélquisieraquefuera—respondióDiana—.Algoquedeseabatantoen
aquelmomento que se ha acercado hasta ella. Si tengo que adivinarlo, diría queAndrewhavistoasumadre.
Drakehablóporprimeravezdespuésdeunrato.—Asíqueestodehacerpufnoesalgoquepasasinmás.—No,hayunengaño—comentóCaine—.Untruco,unamentira.—Unaseducción…—apuntóDiana—.Comounadeesasplantascarnívorasque
atraealbichoconperfumeycoloresfuertesyluego…Cerrólamanoentornoaunbichoimaginario.Caineparecíahipnotizadoporlaimagencongelada,yañadióconvozdistraída:—¿Ysepuededecirqueno?Esaeslapregunta.¿Podemosdecirquenoalaflor
decolores?¿Podemosdecirqueno…ysobrevivir?—Deacuerdo,yapillolodelamadre,perotengootrapregunta—interrumpió
Drakebruscamente—.¿Quéeraesodelosdientes?
TREINTAYTRES
88HORAS,24MINUTOS
LOS COYOTES SE pasaron la noche aporreando la puerta, intentando echarla abajo.Pero Sam, Quinn y Edilio habían desprovisto la cabaña de todo lo que pudieraservirparareforzarlapuerta,ypensabanqueaguantaría.Sampensabaquesí…almenosduranteunrato.
—Nopuedenentrar—señalóSam.—Ynosotrosnopodemossalir—indicóLana.—¿Puedeshacerlo?—preguntóAstridaSam.—Nolosé—reconocióSam—.Supongo.Perotengoquesalirparahacerlo.Si
funciona,deacuerdo.Perosino…—¿Alguien quiere más pudin? —preguntó Quinn, intentando animarlos un
poco.—Esmejor quedarse aquí—opinóAstrid—.Tendrán que atravesar la puerta.
Esosignificaunoodosalavez.¿Asíseríamásfácil,Sam?—Sí…menudafiesta.—Samlevantósutazadealuminio—.Quinn:damepudin.Al cabo de varias horas los coyotes se cansaron de aporrear la puerta. Los
chicos durmieron un rato, de dos en dos, de modo que siempre hubiera dosdespiertos.
Elcieloempezóaaclararseadoptandoun tonogrisperlaquenobastabaparaverconclaridad,perosíparaqueEdilioencontraraotroagujeroenlamaderaquelepermitióverlaterribleimagencongregadaenlaentrada.
—Debedehabercomouncentenarahífuera—informó.Lanadejódearreglarselaropaconagujaehilo,selevantóyfueaverloporsí
misma.—Esoesmásqueunamanada—señaló.—¿Lo ves bien? —preguntó Astrid, bostezando y frotándose los ojos para
quitarseelsueño.—Ahora sé un poco sobre coyotes —respondió Lana—. Si vemos tantos,
significaquehayalmenoseldoblepor losalrededores.Algunos tienenqueestarfueracazando.Loscoyotescazandenocheydedía.
Lanavolvióasentarseycogiólacostura.—Estánesperandoalgo…—comentó.
—¿Elqué?—Nohevistoallíderdelamanada.Igualsehaido.Igualestánesperandoaque
vuelva.—Tardeotempranodejarándeinteresarse,¿no?—aventuróAstrid.Lanameneólacabeza.—Loscoyotesnormalesseguro.Peroestosnosonnormales.Esperaron,ycadahoramásomenosSamoEdilioselevantabaamirar,ycada
vezveíancoyotes.Hastaquederepenteoyeronuncentenardevocescaninasqueemitíanaullidos
excitados.Patricktambiénselevantó,conellomoerizado.Samcorrióamirarquépasaba.Lanaloiluminóconlalinterna.—Tienenfuego—informóSam.Lanaloempujóytrepóparaverloporsímisma.—Esellíderdelamanada—confirmó—.Tieneunaramaardiendo.—Noessolounaramaardiendo,esunaantorcha—lacorrigióSam—.Noes
soloalgoquehayaencontrado.Soloardeporunextremo,yunaramanoharíaeso.Tienequehaberlaencendidoalguienconmanos.Alguienselahadado.
—LaOscuridad—susurróLana.—Estacabañaarderácomounacerilla…—advirtióSam.—¡No,noquieroarder!—gritóLana—.¡Tenemosquesalir,haceralgúntipode
pactoconellíderdelamanada!—Hasdichoquenosmataría—lerecordóAstrid, tapándole lasorejasconlas
manosaPete.—Mequierenviva,quierenquelesenseñecosashumanas,esofueloquedijola
Oscuridad,nopuedematarme,menecesita…—Inténtalo—dijoSam.—¡Líderdemanada,líderdemanada!—gritóLana.—Noteoye…—Esuncoyote,puedeoíraunratónensuagujeroamásdequincemetrosde
distancia—le espetó Lana. Alzó la voz todo lo que pudo e insistió—: ¡Líder demanada,líderdemanada!Haréloquequieras.
Samvolvíaaespiarporelagujero.—Estáaquífuera—susurró.—Líderdemanada,nolohagas—suplicóLana.—Seestánretirandotodos…
—Ay,Diosmío…—Humo…Edilioseñalóunrayodeluzenelumbraldelapuerta.Lanalevantóunlingoteysepusoagolpearlostablonesquehabíanclavadoala
puerta,peroEdiliolaagarródelosbrazos.—¿Quieresardervivo?—leincrepóLana.Ediliolasoltó.—¡Vamos a salir! —gritó Lana mientras golpeaba los tablones—. ¡Vamos a
salir!Pero no resultaba más fácil quitar los tablones que ponerlos. Una lengua
amarillaempezabaaasomarpordebajodelapuerta.Samseapartóderepentedelagujeropordondeespiaba.—¡Fuego!—¡Noquieroquemarme!—gritóLana.—Loquemataeselhumo—susurróSam,mirandoaAstrid—.Tienequehaber
unasalida.—Yasabescuál…—lerecordóAstrid.Elhumopenetrabaporlasgrietasyvetasdelapareddeatrás.Lanagolpeaba los tablones.El humo se estaba acumulandobajo las vigas.La
cabañaardíarápidamente.Elcaloryasehabíavueltoinsoportable.—¡Ayudadme!—gritóLana—.¡Tenemosquesalir!Edilioentróenacción,ayudándolaaapartarlostablones.SamseinclinóporencimadelacabezadePeteybesóaAstridenlaboca.—NodejesquemeconviertaenCaine…—lepidió.—Temantendrévigilado.—Estábien,¡apartaostodosdelapuerta!Sam habló en voz demasiado baja para que se le oyera entre los gritos de
pánico.AgarrólamanodeLanamientrasgolpeabaconunlingote.—¿Quéestáshaciendo?—protestólachica.—Mehassalvadolavidacontupoder…ahorametocaamí.Lana,EdilioyQuinnseapartarondelapuerta.Samcerrólosojos.Leresultabafácilencontrarlaira.Estabafuriosoportantas
cosas…Peroporalgúnmotivo,cuandointentabacentrarseenloqueleindignabaaquel
ataque,nopensabaenellíderdeloscoyotes,onisiquieraenCaine.Laimagenque
leveníaalamenteeraladesumadre.Quéestúpido.Quéequivocado.Quéinjustoporsuparte,quécruelincluso.Peroaunasí,cuandointentabaalcanzarsuira,veíaasumadre.—Nofueculpamía…—susurróaaquellaimagen.Alzólasmanosconlosdedosextendidos.Peroenaquelinstantelapuertamedioquemadaseabriódegolpe.Habíallamasyhumoportodaspartes,untorrentedehumoqueahogaba.Yatravésdelinfiernosaltóuncoyotetangrandecomoungrandanés.Sampensóqueasíleresultaríamásfácil.Unallamaradadeluzverdeyblancasaliódesusmanosalzadasyelcoyotecayó
alsuelo.Unaquemadurademásdeveintecentímetrosloatravesaba.Samgeneróunasegundallamarada,equivalenteaunmillardebombillas,yla
fachadadelacabañasevinoabajo.Elvacíorepentinosetragópartedelasllamas,aunquenotodas,tansolofueuna
pausaenelincendioqueSamaprovechóparasalirarrastrandoaAstriddelbrazo,yesta a su vez a Pete. Los demás se desembarazaron de su estupefacción y lossiguieron.
Avanzaronatravésdelagujeroenlacabañayloscoyotessearremolinarontrasellos, mostrando hileras sucesivas de dientes peligrosos bajo miradas frías yconcentradas.
Sam soltó aAstrid, alzó lasmanos y la luz volvió a explotar.Una docena decoyotesseincendiaronycayeronoseretorcieronosalieroncorriendo,chillandoenlanochecomolucesdebengalarecortadascontralapenumbracadavezmenor.
—Líder demanada…—advirtióLana con voz ronca debido al humoque losrodeaba.
SeapoyabaenelbrazodeEdilio.Estabanasalvodelacabañaperoaúnlejosdelcésped.
Lacabaña sedesmoronó tras ellosyardiócomounahoguera.La luznaranjareveló un centenar de rostros caninos que losmiraban fijamente sin comprendernada.Lesbrillabanlosojosylosdientes.
El líder destacaba en la manada y miraba directamente a Sam, con el peloerizado,sintemerles.Ladróunaordenylamanadaenterasedesplazócomounsoloanimal,comounaoleadadefuriarabiosa.
Sammantuvo las manos en alto y disparó unos haces de luz verde y blancapurísima. El primer grupo de coyotes se incendió inmediatamente. Se volvieronasustados y salieron disparados hacia sus hermanos, provocando el pánico entre
todos.Lamanadapusopiesenpolvorosaycorrióhacialanoche.Ellíderdelamanada
yanosemostrabaintrépido,yanosemostrabalíder,sinoquelosseguía,corriendoparaseguirelritmodesuejércitovencido.Algunosardíanalcorreryprendíanlosarbustossecos.
EntoncesSamdejócaerlasmanosaloslados.Astridestabajuntoaél.—Tío…—empezóQuinnatemorizado.—Nocreoquevuelvan—señalóSam.—¿Yahoraadóndevamos,colega?—preguntóEdilio.Sammiróeldesiertovacío,queaúnestabatanoscurocomoparatragarsetoda
laluzdelacabañaenllamas.Queríallorar.Nosabíaqueteníatantairadentro.Leponíaenfermo.Sumadrehabíahechotodoloquehabíapodido,noeraculpasuya.Queríavomitar.
Astrid se dio cuenta de que Sam no estaba en condiciones de hablar, así queintervino:
—VolveremosaPerdidoBeach.Volveremosyarreglaremoslascosas.—YCaineseapartarásinmás—señalóQuinn—.Nohayproblema.Lalarí,la
lará.—Nodigoqueseafácil,seráunapruebaparanosotros…—protestóAstrid.Ediliomeneólacabeza.—Novaaserunaprueba.Vaaserunaguerra.
—Elsolsepondráprontoypodremosveralgo—comentóDrake.—¿Verqué?—gimióPanda—.Ahífuerasolohaydesierto.—Cainedicequeseguramentesequedarácercadelabarrera,paraencontrarel
caminodevuelta.Pandaparecíanerviosocuandopreguntó:—¿CainepiensaqueSamvolverá?Pandaseguíaenfurruñadopor su tobillo torcidoycasi inutilizado,por loque
DrakehabíacogidoadoschicosmásdeCoates.Elprimeroeraunchicogordodeorigen chino llamado Chunk, un matón de bajo nivel, no uno con el que Drakenormalmentesecodearía.Ademásnosecallabanunca,nodejabadealardeardelosgruposquehabíavistoenconciertosydelasestrellasdecinequehabíaconocido.ElpadredeChunkeraagenteenHollywood.
SiesqueaúnexistíaHollywood.LaotraeraunachavalanegraflacallamadaLouise,unadelasconductoras.Con
Pandamedioinútil,Drakenecesitabaunconductor.DespuésdequeAndrewseesfumara,CaineyDianahabían idoconel rarode
Jack a hacer un trato con Frederico y a intentar volver a controlar las cosas enCoates.CainehabíamandadoaDrakeconórdenesdeintentarencontraraSam.
ADrakenolegustabatenerqueseguirsusórdenes.Teníasueñoy,comoseñalóaCaine, habíamucho espacio vacío ahí fuera, ya no hablemos de noche, así que¿cómosesuponíaqueibaaencontraraSam,aunqueaúnsiguieralabarrera?
—HayunacarreteraquesubehaciaPiggybackMountain—mencionóCaine—.¿Teacuerdas?¿Laexcursiónaquella?Sevedurantevarioskilómetros.
Asíquepeseaqueaúnestabaoscuro,ypeseaqueLouiseeraunaconductoramucho más alocada que el cauteloso Panda, y pese a las quejas de Panda y lacháchara de Chunk, subieron hasta Piggyback Mountain y, al cabo de un rato,encontraronelmirador.
Llevaban un rato allí, escuchando los aullidos de los coyotes procedentes delvalle,mientrasDrakeamenazabaconpegaraChunksinosecallabasobrelavezenquecoincidióconChristinaAguilera.
Drakeestabafurioso,infelizporestarallíarribaenmitaddelanada,sincomidanirefrescosninada,soloconunabotelladeaguayaquellosidiotas.
—¿QuéhapasadoconAndrew?—preguntóLouiseduranteunodelosinusualessilenciosdeChunk.
—Sehapirado,tío.Sehaabierto—intervinoPanda.—Aúnmequedamásdeunaño,tengotrece—dijoLouise,comosiaalguienle
importara—.Alguienvendráarescatarnosenunaño,¿no?—Másvaleque lohaganantes—dijoDrakearrastrandolaspalabras—,como
mequedaunmes…—Tengohastajunio—comentóChunk—.¿Ysabesentoncesloquesoy?Soyun
cáncer.—Yalohepillado…—murmuróDrake.—Elsignodelcangrejo—añadióChunk.—Tengoquesalir.Drakesebajódelmonovolumenenelqueestabanycaminóhaciaelbordedel
mirador,hasta labarandilla.Empezóamirarpor la laderayentonces lovio.Eracomounacerilladesplazándoseenlanoche.Imposiblesaberaquédistancia.
—¡Chunk,tráemelosprismáticos!
Chunkseacercóatodaprisapocossegundosdespués.Drakeobservócómolaluzpequeñayparpadeantesedesplazabaatodavelocidadyenzigzag,muchomásabajodedondeseencontraban.
—EstoescomoestarenHollywoodHills,¿sabes?—comentóChunk—.En loaltodeMulhollandDrive,queesdondeviventodoslosactoresfamososydemás.Unavezfuiacasadeuntíoqueeraundirectoralquemipadrerepresentaytal,¿deacuerdo?Y…
Drake arrancó los prismáticos de las manos a Chunk e intentó que la chispaentrara en su campo de visión. Pero le resultaba casi imposible. La veía y actoseguido la perdía. Incluso cuando lograba seguirla unos pocos segundos, nolograba ver nada claro, no eramás que una llama naranja recorriendo un vacíomonótono.Peroestabacasisegurodequesemovíademasiadorápidoparaquelatransportaraunapersona,aunquefueraalguienveloz.
Entonceslaluzdejódemoverse.YDrakesediocuentadequelallamaestabaaumentando.
Miró fijamenteydetectóalgún tipodeestructura,comounacasaoalgoenelresplandorqueseextendía.
Pandaseacercócojeandohastaellos.Drakelepasólosprismáticos.—¿Quéteparecequees?Pandamiró a través de los prismáticos y, en aquelmomento, se produjo una
llamaradadeluzquelehizosoltarlosygritar.La segunda llamarada resultó aúnmás clara, y entonces vio luces de bengala
describiendocaminosdeluzatravésdelaoscuridadjustoantesdequeamaneciera.Pandavolvióamirar.—Hay una especie de casa… y una torre o algo parecido… y hay algo así
como…perros.Una tercera luz cegadora provocó que surgieran aún más luces de bengala
moviéndosecomolocas.—Nosé,colega—repusoPanda.—Pienso que igual hemos encontrado lo que estábamos buscando—comentó
Drake.Chunkestabaasustado,ypreguntó:—¿Creesqueesesechicoalqueintentáisatrapar?Eltíotieneelpoder,colega.
Comoenaquellapeli…Drakesesacólapistoladelcinturóneintervino:—No,Chunk:esteeselpoder.Ylotengoyo.
EsohizocallaraChunkdurantealgunossegundos.—Elfuegoseestáextendiendo—señalóLouise—.Seguramenteestátodoseco
ahíabajoylosmatorralesyesoseincendian.Drake también se fijó. Volvió a mirar en la dirección de donde venían,
intentandoentenderelpaisaje.—Coatesquedaahíatrás.Labarreraquedaallá—señaló—.Nohayviento,así
que el fuego subirá por la colina. Lo que significa que vendrán por aquí, haciaCoates.Pasaránpordebajodenosotros.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Dispararles cuando pasen caminando? —preguntóChunk,ansiosoyasustadoalavez.
—Sí, de acuerdo, casi un kilómetro colina abajo y voy a dispararles con unapistola.—Drakesepusosarcástico—.Idiota.
—¿Yquéharemos?—preguntóPanda—.NomeextrañaqueaCaine leasusteestetío.¿Eltíopuedehacertodoeso?
—Apuestoaqueesedeahítienecuatrobarras—opinóChunk—.HevistotodaclasedecosasenCoatesconBennoyAndrewyFrederico,yningunodeellospodíahaceresaclasedecosas.¿CreesquepuedetumbaraCaine?
Drake se volvió y le dio en la boca con el interior de lamano libre.CuandoChunksetambaleóhaciaatrás,Drakeseleacercóyledioenlaentrepierna.
Chunksellevólasmanosabajoycayóderodillas.—¿Porquéhashechoeso,hombre?—gimió.—Porque estoy harto de oírte —replicó Drake—. Estoy harto de toda esta
mierda de los poderes. ¿Has visto lo que hicimos a los raros enCoates? ¿Quiéncrees que se encargó de eso? ¿Todos estos chicos con sus estúpidos «poderes»?¿Queincendiancosasymuevencosasyteleenlamenteytodoeso?¿Quiéncreesqueloscogióunotrasotromientrasdormíanylosnoqueóycuandosedespertaronteníanlasmanosmetidasenunbloquedecemento?
—Fuistetú,Caine—respondióPanda,intentandoaplacarlo—.Túlospillasteatodos.
—Así es. Y entonces ni siquiera tenía un arma. No se trata de quién tienepoderes,idiotas.Setratadequiénnotienemiedo.Ydequiénvaahacerloquehayquehacer.
ChunkseestabaponiendoenpieconayudadePanda.—NotenéisquepreocuparosdeSamTemplenideCaine,gusanos,sinodemí
—lesespetóCaine—.ElseñorManosdeLáserdeahíabajono llegaráapelearseconCaine.Voyaacabarconélmuchoantes.
TREINTAYCUATRO
87HORAS,46MINUTOS
HABÍAN PASADO A ser seis: Sam, Edilio,Quinn, Lana,Astrid y Pete.Demomentohabían abandonado todos los planes de seguir la barrera de laERA para volver acasa. El fuego, que formaba una combinación de naranja y amarillo brillante,trepaba por las colinas hacia el norte, cortándoles el paso. Lo único que podíanhacereraseguirdesplazándosehaciaelsur.Lospieslespesabancomosifuerandeplomoporelagotamiento.
PetesederrumbóensilencioysequedórezagadohastaqueAstridsediocuenta.EntoncesEdilioySamhicieronturnosparacargárseloalaespalda,conloqueaúnavanzabanmásdespacioylescostabamás.
Petesedurmióasíduranteunrato,puedequedoshoras,yentonces,cuandoloschicosyanopodíandarotropaso,despertóysepusoacaminarporsucuenta,ytodos se pusieron a seguirlo, demasiado cansados para discutir o tratar dereconducirlo,yaqueengeneralibaenladireccióncorrecta.
—Tenemosqueparar,colega—propusoEdilio—.Laschicasestáncansadas.—Estoybien—dijoLana—.Heestadocorriendoconloscoyotes.Caminarcon
vosotrosescomoestarparado.—Yanopuedomás.Samestabadeacuerdoysedetuvoahímismo,justoalladodealgoqueeraun
arbustomuygrandeounárbolpequeño.—¡Petey!—llamóAstrid—.Vuelve,vamosaparar.Pete dejó de caminar, pero no volvía. Astrid se arrastró agotada hasta donde
estaba:cadapisadalecomunicabaeldolorquesentía.—¡Sam!—gritóAstrid—.¡Rápido!Sam pensó que estaba demasiado lejos para responder, pero de algún modo
consiguiómover los pies otra vez y se dirigió hasta donde estabanPete de pie yAstridarrodillada.
Unachicayacíaenlatierra.Teníalaropaarrugadayelpelonegroenmarañado.Era asiática, atractiva sin ser guapa, y pocomás que un saco de huesos. Pero loprimero en que se fijaron fue que sus antebrazos terminaban en un bloque decementosólido.
Astridsesantiguórápidamenteypusodosdedossobreelcuellodelachica.
—¡Lana!—llamóAstrid.Lanaevaluólasituaciónrápidamente.—Noveoheridas.Creoqueigualtienemuchahambreoestáenferma.—¿Qué hace aquí fuera? —preguntó Edilio—. Ostras, colegas, ¿qué le han
hechoenlasmanos?—No puedo curar el hambre—comentó Lana—. Lo intenté conmigo misma
cuandoestabaconlamanada.Nofuncionó.Ediliodesenroscóeltapóndesubotelladeagua,searrodillóyvertióunpoco
concuidadosobrelamejilladelachicaparaquelecayeranunasgotasenlaboca.—Mira,selabebe…Ediliocogióuntrocitodeunabarritaenergéticaylacolocódelicadamenteenla
boca de la chica. Al cabo de un segundo la chica empezó a mover la boca, amasticar.
—Allí hay una carretera—señaló Sam—.O esome parece.Una carretera detierra,creo.
—Vinieronconelcocheyladejaronaquí—leconfirmóAstrid.Samseñalólatierra.—Yavescómoarrastróelbloque.—Pasan cosas muy chungas… —murmuró Edilio enfadado—. ¿Quién haría
algoasí?AstridsediocuentadequePeteseguíamirandofijamentealachica.—Nosuelemiraralagentedeesemodo.—Supongo que nunca había visto lo que pueden hacer algunos malvados—
opinóEdilio.—No…Peteynosueleconectarconlagente.Nosoncompletamenterealespara
él. Una vez me corté con un cuchillo de cocina, me hice mucho daño, me salíasangre,ynipestañeó.Ysoylapersonamáscercanaaélenelmundoentero.
—Sam,puedes…,yasabes,¿quemarelbloquedecementoparaquelesaltedelasmanos?—preguntóLana.
—No.Notengotantapuntería.—Ni siquiera sé qué se puede hacer—se lamentó Edilio mientras daba otro
trocitodecomidaalachica—.Siintentasromperlacosaesaconunmazooalgoasí,oinclusoconmartilloycincel, leharámuchodaño.Probablementelepartirátodosloshuesosdelasmanos,colega.
—¿Quiéndebedehaberlehechoesto?—sepreguntabaLana.—Eseuniformeesde laAcademiaCoates—respondióAstrid—.Nodebemos
deestarmuylejosdeallí.—¡Sssh!¡Oigoalgo!—susurróLana.El instinto leshizoagacharsea todos.Seoíaelmotordeuncocheconducido
erráticamente,yaqueacelerabayalmomentosiguienteaminoraba.—Vamos,averigüemosquiénes—propusoSam.—¿Ycómomoveremosaestachica?—preguntóEdilio—.Igualpuedocargarla
aella,peroaellayelbloqueno,colega.—Túcogealachicayyoelbloque—sugirióSam.—Estacosapesamucho—sequejóEdilio—.Másvalequenome topeconel
pendejoque lehahechoesto. ¿Hacerleestoaunapersona?¿Quéclasedeanimalhacealgoasí?
Elcocheresultóserunmonovolumen.Loconducía,porloquepodíaverSam,unchicosolo.
—Loconozco—intervinoAstrid,ysaludó.Elmonovolumendiounaseriedebandazoshastadetenerse.Astridseapoyócontralaventanillaabierta—.¿Jackeldelordenador?
Sam había visto almago de los ordenadores por la ciudad pero nunca habíahabladorealmenteconél.
—¡Hola!—saludóelchico—.¡Ay,Dios,habéisencontradoaTaylor!Laestababuscando.
—¿Laestabasbuscando?—Sí.Está enferma.Del coco, ya sabes.Se fuede la escuela, así que la estaba
buscandoy…Enaquelpreciso instante,unsegundodemasiado tarde,Samsupoqueerauna
trampa.Drake saliódedetrásde la tercera filade asientos.EncañonabaaAstrid en la
cabeza,peromirabadirectamenteaSam.—Niseteocurra.Pormuyrápidoquetecreasqueeres,loúnicoquetengoque
haceresapretarelgatillo.—No voy amoverme—comentó Sam, y alzó lasmanos para indicar que se
rendía.—Sammy,losétodosobretupoder.Manténlasmanosaloslados.—Tengoqueayudarallevaraestachica—señalóSam.—Nadieselallevaráaningunaparte.Estáacabada.—Novamosaabandonarla—protestóAstrid.—El tipo que tiene la pistola toma las decisiones.—Drake sonrió—.Y si yo
fuera tú, Astrid, no me presionaría. Caine quiere intentar cogeros a tu hermanopequeñoyaticonvida.Perosiintentáisdesaparecer,dispararéaSam.
—Eresunpsicópata,Drake—leespetóAstrid.—Vaya. Menuda palabra. Supongo que por eso eres Astrid la Genio, ¿eh?
¿Sabesotrapalabraquemola?Retrasado.Astridseestremeciócomosilehubierapegado.—Mihermanoesretrasado…—laimitóDrake—.Ojalálohubieragrabado.De
acuerdo.Vamosasubirnosaestafurgonetaunoauno.Despacitoyconcuidado.—Sinlachica,no—seplantóSam.—Esoes—loapoyóEdilio.Drakesoltóunsuspiromelodramático.—Uuff…Deacuerdo.Cogedla.ArrojadlaenelasientodelanterojuntoaJack.Hacerlo les costó cierto esfuerzo. La chica estaba viva, pero no demasiado
conscienteyestabademasiadodébilparamoverse.Quinn estaba paralizado por el miedo y la indecisión. Sam veía el conflicto
reflejadoensucara.¿DeberíadefenderaSamointentarcongraciarseconDrake?Samsepreguntabaquédecidiría.Porahora,suamigomirabaconlosojosmuy
abiertos,perplejo.Letemblabalabocaymirabaentodasdireccionesbuscandounarespuesta.
—Todosaldrábien,Quinn—susurróSam.Quinnnisiquieralooyó.AstridsesubióalafurgonetaysesentójustodetrásdeJack.—Realmentepensabaquehabríaesperanzaparati,Jack…—No—intervinoDrake—.Jackescomoundestornilladorounpardealicates.
Unaherramienta.Haceloqueledecimosquehaga.PeteyLanacompartieronlasegundafiladeasientosconAstrid.EdilioySam
ibansentadosdetrás.DrakeapretabalapistolacontraelcogotedeEdilio.—Elproblemalotienesconmigo—lerecordóSam.—Igual te arriesgas si es solo tuvida laqueestá en juego—repusoDrake—.
Peronotearriesgarásaquedispareatumascotamexicana,oatunovia.Iban a trompicones, y Jack se desviaba a menudo al arcén. Pero no se
estrellaron, que era la única esperanza de Sam. Aparcaron a las puertas de laAcademiaCoates.
Sam solo había estado una vez antes, había ido para ver dónde trabajaba sumadre.Parecíaquehubieranbombardeadoeledificioantiguoysombrío.Unadelasaulasdelpisodearribaquedabaaldescubierto.Lapuertaprincipalhabíaexplotado.
—Pareceunazonadeguerra—comentóEdilio.—LaERAesunazonadeguerra—añadióDrakeentonosiniestro.Al ver aquel sitio, Sam sintió que le volvían los recuerdos tristes. Sumadre
habíahechotodoslosesfuerzosposiblespordescribirsutrabajocomoalgoquelaentusiasmaba, y Coates como un lugar donde iba a disfrutar trabajando. PeroinclusoentoncesSamsabíaquetrabajabaallíporqueélhabíarotoelmatrimoniodesumadre.
Sentía en su interior la rabia residual hacia su madre. Era infantil. Leavergonzaba.Le parecía equivocada.Y era unmalmomento para pensar en todoaquello,ahora,dondeseencontraba,conloqueestabapasando,conloqueparecíaqueibaapasar.
¿CuálfuelaexpresiónquepropusoEdilio?¿Cabezadeturco?Teníaqueecharlela culpa a alguien, y la rabia hacia sumadre había ido en aumento desdemuchoantesdelaERA.
Pero Sam pensó que por furioso que estuviera debía de ser peor para Caine.Samfueelhijoconelquesequedó.Cainefueelqueentregó.
Cuandopararon,Panday unpar de chicos a los queSamno conocía estabanesperando.Todosibanarmadosconbatesdebéisbol.
—QuieroveraCaine—exigióSamalbajar.—Sinduda—dijoDrake—.Peroprimerotenemosqueencargarnosdealgunas
cosas.Poneosenfila.Dadlavueltaaledificioenunasolafila.—DileaCainequesuhermanoestáaquí—insistióSam.—AhoranoteenfrentasaCaine,Sammy,teenfrentasamí—loamenazóDrake
—.Tedispararíayamismo.Osdispararíaatodos.Asíquenomecabrees.Hicieron como se les ordenó. Giraron la esquina hasta la zona comunitaria
detrásdeledificioprincipal.Habíaunescenariopequeñoarregladoparapareceruncenador.
Másdedosdocenasde chicos se alineabanenunabarandillabaja en tornoalcenador.Todosestabanatadosconunacorreaquelesdejabamuypocalibertaddemovimientos. Tenían el cuello atado a la barandilla como caballos. Cada chicocargabaconunbloquedecementoquelescubríalasmanos.Teníanlosojosvacíosylasmejillashundidas.
AstridexclamóunapalabraqueSamnuncapensóquesaldríadesuboca.—Bonitolenguaje—señalóDrake—.Yencimadelantedelpetardo.Habían colocado una bandeja de la cafetería delante de cada uno de los
prisioneros.Debíande haberlas traídohacía pocoporque algunos aún lamían las
bandejas,encorvados,conlacarahundidaylalenguafuera,lamíancomoperros.—Es un círculo demonstruos—afirmóDrake orgulloso, agitando unamano
comosidirigieraaquelespectáculo.Enunacarretillaviejaydesvencijadaaunlado,treschicosusabanunapalacon
elmango corto paramezclar cemento. Hacía un ruido como de chapoteo fuerte.Arrojaron una palada de grava en lamezcla y la removieron como si fuera unasalsagrumosa.
—¡Oh, no! —gritó Lana, apartándose, pero uno de los chicos de Coates lagolpeódetrásdelasrodillasconsubatedebéisbol,ylachicasederrumbó.
—Hayquehacer algocon los rarosquenoquieren ayudar, nopuedo teneroscorriendoporahísueltos.—DrakedebiódenotarqueSamibaahaceralgo,porqueclavó la pistola en la sien de Astrid—. Tú decides, Sam. Haz un solo gesto yveremoscómoesrealmenteelcerebrodeungenio.
—Oye,yonotengopoderes,tío—sequejóQuinn.—Esto es de locos, Drake, tú estás loco —le espetó Astrid—. No puedo ni
intentar razonar contigo porque estás demasiado mal, no hay nada que hacercontigo,estásfatal.
—Cállate—lechistóDrake—.Deacuerdo,Sam.Túprimero.Esmuyfácil.Metelasmanosdentro,yvoilà,adióspoderes.
—Sam es raro, yo no, tío —suplicó Quinn—. No tengo poderes. Soy unapersonanormal.
Sam se acercó temblando hasta la carretilla. Los chicos que mezclaban elcementoparecíanmuyinfelicesconloqueestabanhaciendo,peroSamnosehacíailusiones:haríanloquelesordenaban.
Había un agujero excavado en la tierra de más de medio metro de largo, lamitaddeancho,ypuedequeunosveintecentímetrosdeprofundidad.
Los quemezclaban cemento echaron una palada en el agujero, llenándolo untercio.
—Metelasmanosdentro,Sam—ordenóDrake—.HazloolaGenioharápum.Sam metió las manos en el cemento. El chico con la pala arrojó cemento
húmedo y pesado en el agujero y utilizó una pala para aplastarlo. Luego añadiómedia palada más y utilizó la pala para alisarlo, retirar el cemento sobrante yvolveraecharloenlacarretilla.
Samestabaallíarrodilladoconlasmanosrecubiertasyelcerebroenloquecidopensandoplanesdesesperadosyhaciendocálculosimposibles.Sisemovía,Astridmoriría.Sinohacíanada,seconvertiríanenesclavos.
—Deacuerdo,Astrid,ahoratetocaati—anuncióDrake.Otroagujeroyelmismoproceso.Astridllorabamientrasdecía:—Todosaldrábien,Petey,todosaldrábien.Uno de los que mezclaban cemento se afanó en hacer un tercer agujero. Lo
hacíaconrapidezysenotabalaprácticaalvaciarlatierraconlapalita.—Solotardaunosdiezminutos,Sam—comentóDrake—.Sivasahaceralgo
valientetequedanochominutos.Tictac.—Asíescomotienesquetrataralosraros—señalóQuinn—.Nohayopción,
Drake.Sam notaba cómo se endurecía el cemento. Al intentar mover los dedos, los
notóaprisionados.AstridestabamásdisgustadadeloqueSamlahabíavistonunca.Lloraba abiertamente. El miedo de Astrid alimentaba el de Sam. No podíasoportarlo.Yaeralobastantemaloparaél,peroademásverlaasí…
PeroAstridno lomiraba,estaba totalmenteconcentradaenPete.Casicomosilloraraporél,comunicándolesuterror.
Claroquesí…Peronofuncionaba.Peteseguíaconsujuego,enotromundo.—Creoqueyaestás,Sam—serioDrake—.Intentasacarlasmanos.Nopuedes,
¿verdad?DrakeseacercóaSampordetrásylediounmanotazoenlanuca.—Vamos,Sam.HastaCaine te tienemiedo,asíquedebesdeserduro.Vamos,
enséñameloquetienes…VolvióagolpearaSam,estavezconelcañóndelapistola.Elchicocayóboca
abajoenlatierra.Sam se levantó. Tiraba tan fuerte como podía, pero tenía las manos
aprisionadas.Leescocía lapiel.Seesforzabapornodejarse llevarporelpánico.Queríagritarymaldecir,peroesosoloserviríaparaentreteneraDrake.
—Eso es, compórtate como un hombre—cacareóDrake—.A fin de cuentas,tienescatorceaños,¿no?¿Asíquecuántotefaltaparapirarte?EstodelaERAessolounafasepasajera,¿no?
Los mezcladores sacaron el bloque de cemento de la tierra y, al intentarincorporarse,Samnotóelpeso terribledeaquellacosa.Podíamantenerseenpie,peronosinesfuerzo.
Drakeseacercóaél.—¿Asíquequiéneselhombreaquí?¿Quiéntehahechocaeratiyalrestode
estosraros?Yo.Yoquenotengoningúnpoder.Samoyóquesecerrabalapuertadeuncoche.EstirólacabezayvioaCainey
Dianaacercándoseatravésdelcésped.Caine caminaba lánguidamente, sonriendo cada vez más a medida que se
acercaba.—Vaya,sieselrebeldeSamTemple.Déjamedartelamano.Oh,vaya,losiento
—serio,aunqueparecíaquelohacíamáscomodistensiónqueporotromotivo.—Lotengo—anuncióDrake—.Lostengoatodos.—Asíes.Buentrabajo,Drake.Muybuentrabajo.Yveoquetambiéntienesalos
amiguitosdeSam.—¿Por qué no rascas aDrake detrás de las orejas, Caine, ya que ha sido tan
buenperro?—propusoDiana.Los mezcladores sacaron las manos de Astrid del cemento. La chica lloraba
histéricamente, incapazdemantenerseenpie.Peteseacercóhastaella,caminandocomosifuerasonámbulo,enfrascadoensuGameBoy.
AstridextendióelbloquedecementohaciaPete.Derepente,Samsediocuentadeloqueestabahaciendo.Teníaquedistraerlos.
MantenerlaatenciónapartadadeAstridyPete.—¡No querrás enfrentarte a esta chica, se llama Lana! —exclamó Sam,
inclinandolabarbillahaciaella—.Esunacurandera.Cainealzólascejas.—¿Unaqué?¿Unacurandera?—Puedecurarcualquiercosa,cualquierclasedeherida—continuóSam.Astrid, que apenas podíamoverse, balanceaba el bloque lenta y rítmicamente,
adelanteyatrás,describiendounarcoestrecho,haciéndolochocarcontralaGameBoydePete.
—Amímecuró—prosiguióSam—.Memordióuncoyote.¿Queréisverlo?—Tengounaideamejor—intervinoCaine—.Drake:dalealachicaalgopara
curar.Drake se rio estentóreamente, entusiasmado, y apretó la boca de su pistola
contralarodilladeSam.—¡No!—gritóDiana.Fueunaexplosiónensordecedora.Alprincipionopercibióeldolor,peroSam
sederrumbó.Cayódeladocomounárbolcaído.Viocómoseledoblabalapierna,conunagujeroenlamitad.
Yentoncessintióeldolor.Drakesonriódeorejaaorejayexclamóunexultante:—¡Bieeen!
Sorprendida,AstridgolpeóelbloquedecementocontraPete con tanta fuerzaquelaGameBoylesaltódelasmanosylohizoretrocederunpaso.
Dianafruncióelceño,alarmada.PorprimeravezcaptólapresenciadePete.A través de una neblina roja de dolor, Samvio cómoDiana abríamucho los
ojosysudedoapuntabahaciaPete.—¡Drake,idiota!¡Elniño,elniño!AstridcayóderodillasyestampóelbloquedecementocontralaGameBoy.Nohuboningúndestello.Noseoyónada.Pero de repente el bloque de cemento desapareció de las manos de Astrid.
Desapareciósinmás.IgualqueeldelasmanosdeSam.Yeldetodoslosotrosniños.Astridestabaagatas,conlosnudilloshundidosenlatierrablanda.Los bloques de cemento desaparecieron como si nunca hubieran existido,
aunque lasmanosdeaquellosquehabíanpasadomás tiempoatrapados formabanmasasdepielpálida,muerta,mudada.
Caine reaccionó con rapidez. Se apartó, se volvió y corrió hacia el edificio.Dianaparecíadividida,indecisa,hastaquesaliódisparadatrasCaine.
Pete recogió su juego. El bloque había desaparecido un segundo antes dedestrozarlo.Laconsolaestabasuciayahoralesalíaunabriznadehierba,peroaúnfuncionaba.
Drakesemantuvoinmóvil.Aúnllevabalapistolaenlamano,humeanteporlabalaquehabíadisparadoalarodilladeSam.
Parpadeó.AlzólapistolaydisparóaPete.Peronoapuntóbien.Erróel tirodebidoaun
relámpagodeluzverdeyblancacegadora.El brazo deDrake, el brazo entero deDrake que sostenía el arma, empezó a
arder.Drakegritóyelarmacayódesusdedosquesederretían.Lacarneselehabíavueltonegra.Yelhumoeramarrón.Drakegritabaymirabahorrorizadocómoelfuegoledevorabaelbrazo.Echóa
correr,conelvientoavivándolelasllamas.—Buendisparo,Sam—señalóEdilio.—Le apuntaba a la cabeza —comentó Sam, apretando los dientes debido al
dolor.LanasearrodillójuntoaSamypusolasmanossobreelamasijosangrientoque
sehabíaformadoensurodilla.—Tenemos que irnos de aquí —consiguió decir Sam—. Olvidaos de mí,
tenemosquecorrer.Volvamosa…Caine…Peroesofueloúltimoqueconsiguiódecir.Notócomosiunagujeronegrose
lotragara.Ysesumergiómásymásenlainconsciencia.
TREINTAYCINCO
86HORAS,11MINUTOS
—¿DÓNDEESTAMOS?SamsedespertóderepenteyseavergonzóaldarsecuentadequeEdilioyotro
chicoalquenoconocíalollevabanmedioarastrasporlacarretera.EntoncesEdiliosedetuvo.—¿Puedesponerteenpie?Sampusoapruebalaspiernas.LacuracióndeLanahabíaacabado.—Sí,estoybien.Dehechomeencuentrobien.Volviólavistaysediocuentadequeibanalacabezadeunaespeciededesfile
variopinto.AstridyPete,Lanaquellevabaaunchicodelamanomientrassuperrosaltabaporlosbosquespersiguiendoaunaardilla,Quinnquecaminabasoloporelarcéndelacarretera,rechazadoyavergonzado.Yhabíacasidosdocenasdechicos,losrarosquehabíanliberadodeCoates.
Edilioviolaexpresióndesucara.—Hasconseguidounamultituddeseguidores,Sam.—¿Cainenonospersigue?—Todavíano.El grupo que formaban avanzaba desordenadamente carretera abajo, se
amontonabaaquíyallá,serepartíaporotroslugares,deambulando,indisciplinado.Samseestremeciócuandovio lasmanosde loschicosdeCoates.Elcemento
había absorbido toda la humedad de su piel, que estaba blancuzca y suelta, y aalgunoslescolgabacomolosvendajesharapientosdelamomiadeunapelículadeterror.Susmuñecasmostrabancírculosrojosdondeelcementohabíarozadoconlacarne,haciéndolasangrar.Yestabanmuysucios.
—Sí—afirmóEdilio, sabiendo enqué se fijaba—.Lanava unopor uno.Loscura.Esincreíble.
ASamlepareciónotaralgomásenlavozdeEdilio.—Ytambiénesguapa,¿eh,Edilio?Edilioabriómucholosojosyempezóasonrojarse.—Es…bueno…yasabes…Samlediounapalmaditaenelhombro.—Quetengassuerte.
—Creesqueella…quierodecir,yameconoces,yosolo…Ediliotartamudeóhastacallarse.—Tío, primero veamos si podemos seguir vivos. Luego puedes pedirle para
saliroloquesea.Sam inspeccionó el lugar donde se encontraban. Estaban en la carretera de
Coates,pasadalapuertadehierro,aúnamuchoskilómetrosdePerdidoBeach.Astridsepercatódequesehabíadespertadoyseapresuróaseguirsupaso.—Yaerahoradequedespertaras…—comentó.—Bueno—Samdecidióseguirleeltonodebroma—,normalmente,despuésde
quemedisparenylanzarláseresconlasmanos,megustadisfrutardeunasiestecita.VioqueLanalomirabayarticulólapalabra«gracias».Lanaseencogiódehombroscomodiciendo«nohasidonada».—Cainenotedejarápasaresta—añadióAstrid,poniéndoseseria.—No,nosperseguirá—señalóSam—.Peroaúnno.Nohastaqueseleocurra
unplan.HaperdidoaDrake.Y tienequeestarpreocupadopor todosestoschicosconpoderesqueloodianamuerte.
—¿Quétehacepensarquenonosperseguirásinmás?—Piensa en cuando bajó por primera vez a Perdido Beach—señaló Sam—.
Teníaunplan.Entrenóasugente,yensayó.—¿Asíqué,volvemosaPerdidoBeach?—preguntóAstrid.—Orcsigueallí,yalgunosmás.Puedehaberproblemasconellos.—Tenemosqueconseguirlescomida—intervinoEdilio.—Quedan cinco o seis kilómetros hasta Ralph’s—reflexionó Sam—. ¿Crees
queloconseguirán?—Supongoque tendránquehacerlo.Pero también tienenmiedo.Quierodecir,
queestánmuytocados.¿Contodoloquehansufrido…?—Todostenemosmiedo,nosepuedehacergrancosaalrespecto—lerecordó
Sam.Peronolegustóloquedijo.Erapalabreríasinsentido:claroquetodostenían
miedo,perosíquepodíanhaceralgoalrespecto.Dehecho,teníanquehaceralgoalrespecto.Samsedetuvoenmitaddelacarreterayesperóaquelosdemásloalcanzaran.—Escuchad—empezó a decir. Alzó las manos para captar su atención, para
tranquilizarlos,perohabíanvistoloquesucedíacuandoSamalzabalasmanos.Seestremecieron y parecían dispuestos a salir disparados hacia los bosques, así queSam las bajó rápidamente—. Perdón. Dejadme empezar otra vez: ¿podríais
escucharmetodos?—empleóuntonodevozmásdulceymantuvolasmanosaloslados.
Esperó pacientemente hasta asegurarse de que todos le escuchaban. Quinnseguíaretraído.
—A todos nos han pasado cosas malas —prosiguió—. Algunas muy malas.Estamosexhaustos,agotados.Nosabemosloqueestápasando.Elmundoenteroseha vuelto raro.Nuestros propios cuerpos ymentes han cambiado demanera aúnmásraraqueladelapubertad.
Asíseganóunascuantassonrisasyunarisaavara.—Sí.Séquetodosestamostocados.Todostenemosmiedo.Yo,almenos,sí—
admitió,sonriendocompungido—.Asíquenovamosafingirquenonosdamiedo.Síquenosda.Pero,aveces,elmiedoeslopeor,¿sabéis?—Sumiradarecorriólosdiversosrostrosysepercatódeunapreocupaciónaúnmayor—.Aunqueelhambretampocotieneningunagracia.Estamosakilómetrosdeunatienda.Allíosdaremosdecomeratodos.Séquealgunosdevosotroshabéisvividouninfiernodesdequeestosucedió.Megustaríadecirosquehaterminado,peronoesasí.
Todoslomiraronpreocupados.Samhabíadichotodoloqueteníaprevistodecir,peroaúnnecesitabanalgomás.
Miró a Astrid, tan seria como todos los demás, pero ella asintió con la cabeza,animándoleaañadiralgo.
—De acuerdo, de acuerdo…—dijo en voz tan baja que algunos tuvieron queacercarseaél—.Estoesloqueharemos:nonosvamosarendir.Vamosaluchar.
—¡Oído!—gritóunavoz.—Lo primero que hemos de tener claro: no hay diferencia entre raros y
normales.Sitienespoderes,tenecesitaremos.Sinolostienes,también.Lascabezasasentían.Loschicossemiraban.—LoschicosdeCoates.LosdePerdidoBeach.Ahoraestamosjuntos.Estamos
juntos.Puedequehayáishechocosasparasobrevivir.Puedequenosiemprehayáissidovalientes.Puedequehayáisperdidolasesperanzas.
Unachicaestallóensollozosderepente.—Bueno, pues todo eso ha terminado ahora —dijo Sam con delicadeza—.
Empezamosdecero.Aquíyahora.Ahorasomoshermanos.Noimportaquenonossepamos los nombres, somos hermanos y vamos a sobrevivir, y ganaremos, yhallaremoselcaminopararecuperaralgúntipodefelicidad.
Seprodujounlargoyprofundosilencio.—Así que yome llamo Sam. Estoy en esto con vosotros.Hasta el final—se
volvióhaciaAstrid.—YosoyAstrid,yestoyenestoconvosotros.—MellamoEdilio.Loquehandicho.Hermanos.—ThuanVong—dijounchicoflacoconlasmanosaúnsincurar,comopeces
muertos—.Yotambién.—Dekka—intervinounachicafuerteyrobustacontrencitascosidasyunaroen
lanariz—.Yotambién.Meapunto.—Yotambién—dijounachicaflacaconcoletascobrizas—.MellamoBrianna
y…,bueno,puedoirmuyrápido.Unoauno,todosdeclararonsudeterminación.Empezabansusurrandoyluego
sus voces cobraban fuerza. Cada vozmás fuerte que la anterior,más firme,másdecidida.
Solo Quinn permanecía callado. Tenía la cabeza inclinada, y las lágrimas leresbalabanporlasmejillas.
—Quinn…—lollamóSam.Quinnnorespondía,solomirabaalsuelo.—Quinn… —insistió Sam—. Empezamos de cero. El pasado no cuenta.
¿Hermanos,colega?Quinnluchócontraelnudoqueteníaenlagarganta,hastaquerespondióenvoz
baja:—Sí.Hermanos.—Deacuerdo.Ahoravamosaconseguircomidaparatodos—propusoSam.Cuando se pusieron en marcha otra vez, ya no iban repartidos en todas
direcciones.Noibancomounejército,perosítodolocercaquepuedeirungrupodeniñostraumatizados.Conlascabezasunpocomáserguidas.Inclusoalguienserio.Eraunsonidoagradable.
—Nadaquetemerexceptoalmiedoensí—recordóAstridenvozbaja.—Nocreohabermeexpresadoconclaridad.Ediliolediounapalmaditaenlaespalda.—Lohashechobastantebien,colega.
—Samhavuelto.—¿Qué?—Sam.Havuelto.Estábajandoporlacarretera.Howard tensó el pecho. Bajaba los escalones del ayuntamiento, de camino al
McDonald’s,paratomarseunadelasgofreburguesasdeAlbert.EraElwood,elnoviodeDahraBaidoo,quienseloestabacontando.No se podía negar que parecía aliviado. Parecía contento.Howard tomó nota
mentaldequeElwooderadesleal,peroalmismotiemposediocuentadequepodíaencontrarse con problemasmás graves de los que preocuparse que la lealtad deElwood.
—Si Sam vuelve, será al final de una correa sujeta por Drake Merwin —comentóHoward,desafiante.
PeroElwoodsehabíaidoacontárseloaDahrayyanoleescuchaba.Howardmiróasualrededor,sintiéndoseunpocosolo,sinsaberquéhacer.Vio
aMaryTerrafinoempujandouncarritode lacompracargadodezumos,pomadapara bebés y algunas manzanas en dirección a la guardería. Howard bajó lasescalerasylainterceptó.
—¿Cómovaeso,Mary?—preguntó.—Telavanadarconqueso…—replicóMary,riéndosedesupropiagracia.—¿Sí,esocrees?¿Quémevanadar?—Samestádecamino.—¿Lohasvisto?—Trespersonasdistintasmehandichoquevieneporlacarretera.Másvaleque
corrasadetenerlo,Howard—seburlóMary.—Soloesuno,lepatearemoselculo.—Quetengassuerte…HowarddeseabaqueOrcestuvieraallí.ConOrcasulado,noteníaqueaguantar
ningunadelasinsolenciasdeMary.Peroasolaslacosacambiaba.—¿QuieresqueledigaaCainequeestásdepartedeSam?—leretóHoward.—Nohedichoqueestuvieradepartedenadie.Estoydepartedelospequesalos
que cuido. Perome he fijado en esto,Howard: que en cuanto oyes el nombre deSam,derepente,estásapuntodemearteencima.Asíque,¿quiénsabe?Igualerestúeldesleal.Afindecuentas,siCainees tanestupendo,¿porqué tendríasque tenermiedoaSam?
Maryseapoyócontralacestadelcarroyvolvióaempujarlo.Howardtragósalivayseenfrentóasupropiomiedo.—No es para tanto—se dijo—. Tenemos aCaine y aDrake y aOrc.Vamos
bien,vamosbien…Secreyóloquedecíaduranteveintesegundos,hastaqueechóacorrerenbusca
deOrc.ElchicoestabaenlacasaquehabíaocupadoycompartíaconHoward,al
otro ladode ladeDrake.Eraunacallecorta,el sitiomáscercadelayuntamientodondesepodíavivir.LoschicoslollamabanElRincóndelMatón.
OrcsehabíadormidoenelsofáviendoatodovolumenunDVDdekung-fu.Sehabíaacostumbradoapermanecerdespiertodenocheydormirdedía.
EnopinióndeHowarderaunacasahorrible,muymaldecoradayqueolíaaajo,pero a Orc no le importaba. Quería permanecer cerca de lo que ocurría en laciudad.YqueríapermanecercercaparavigilaraDrakequeestabaalotroladodelacalle.
Howard buscó el mando y apagó el televisor. Había latas de cerveza vacíassobrelamesitaauxiliardecristalycigarrillosenuncenicero.Orcsebebíaunpardecervezasaldía.
DesdelodeBette.Apartirdeentoncessehabíapuestoabeberenserio.HowardestabapreocupadoporOrc.No es que le gustara precisamente, pero sus destinosestabanligadosynolehacíaningunagraciacómoseimaginabasumundosiOrcloabandonaba.
—Orc,levantatío.—Norespondía—.Orc,levanta.Tenemosproblemas.Howardlediounosgolpecitosenelhombro.Orcabrióunpocounojo.—¿Porquémemolestas?—SamTemplehavuelto.Orc tardó un poco en procesar esa información, hasta que se incorporó de
repenteyseagarrólafrente.—Ay,tío…,lacabeza.—Se llama resaca —le espetó Howard. Entonces, cuando Orc le lanzó una
miradaasesina,seablandóyañadió—:TengoTylenolenlacocina.Llenóunvasodeagua,vertióunpardepastillasenlapalmadelamanoyselo
diotodoaOrc.—¿Yquépasa?—preguntóOrc.Nunca había sido precisamente rápido, pero su espesor actual molestaba
realmenteaHoward.—¿Quequépasa?QueSamhavuelto.Esoesloquepasa.—¿Y?—Vamos,Orc.Piensa.¿CresqueSamvienealaciudadsintenerunplan?Caine
noestáaquí, tío, estáen lacolina.YDrake también.Loquesignificaque túyyoestamosalmando.
Orc extendió la mano para coger una lata de cerveza, la agitó y suspiró
satisfechoaloírqueaúnhabíaunpocodecerveza.Sebebióloquequedaba.—¿AsíquetenemosquepatearleelculoaSam?—preguntóOrc.Howard no había pensado tanto.Que Sam volviera no era buena señal. ¿Sam
habíavueltoyCaineno?Costabaentenderlo.—Vamosaespiarlo,colega.Veremosenquéanda.Orcentrecerrólosojos.—Siloveo,lepatearéelculo.—Almenostenemosqueaveriguarquébusca—leadvirtióHoward—.Tenemos
quehablarconquienestéenelayuntamiento.Elchicodelmazo,igual.Chaz.Conquienencontremos.
Orcsepusoenpie,eructóyanunció:—Tengo que mear. Luego cogeremos el Hummer. Iremos a patear algunos
culos.Howardmeneólacabeza.—Orc.Escúchame.Séquenoquieresoíresto,peroapoyaraCainepuedeque
nonosconvenga.Orclomiróconunaexpresiónestúpida,denocomprender.—Orc, colega, ¿y si ganaSam?Quiero decir, ¿y si Samgana aCaine? ¿Qué
pasaráentonces?Orc tardó tanto en contestar, queHoward no estaba seguro de que lo hubiera
oído.EntoncesOrcsoltóunsuspiroquecasiparecíaunsollozo.AgarróaHowarddelbrazo,queeraalgoquenuncahacía.
—Howard:yomatéaBette.—Noqueríashacerlo,Orc.—Tú eres el listo—afirmó Orc poniéndose triste—. Pero a veces eres más
tontoqueyo,¿losabías?—Deacuerdo…—Maté a alguien que nome hizo ningún daño.Astrid no volverá amirarme
nuncamássinoesporquemeodia.—No,no,no—tratódeaplacarloHoward—.Samnecesitaráayuda.Necesitaráa
alguien fuerte.Vamos a verle ahora y nos tragamos el orgullo, ¿sabes?, en plan:«Sí,túeresnuestrohombre,Sammy».
—Simatasaalguien,ardesenelinfierno—insistíaOrc—.Melodijomimadre.Unavezmipadremeestabapegando,yoestabaenelgaraje,ycogíunmartillo.—Orc representó la escena de cómo lo cogía, lo miraba, lo levantaba, y luego lodejabacaer—.Ellamedijo:«Simatasatupadre,arderásenelinfierno».
—¿Yluegoquépaso?Orc levantó la mano izquierda y la acercó a la cara de Howard. Había una
cicatriz,unaredondacasiperfecta,depocomásdeseiscentímetrosdeancho.—¿Esoquées?—preguntóHoward.—Lataladradora.Labrocade3/16.—Orcserioconsarcasmo—.Supongoque
tengosuertedequenofueraladetrescuartosdepulgada,¿no?—Quémal,tío—selamentóHoward.SabíaqueOrc lopasabamal en su casa.Pero lode la taladradora se salíade
madre.Élveníadeunafamiliabastantenormal,ningunodesuspadreseraborrachoniviolentoninadaparecido.Howardhacíaloqueteníaquehacerparasobrevivir,porque era pequeño y débil y no era popular. Le gustaba estar almando, que lagenteletuvieramiedo,asíqueseramigodeOrcleibabien.
Pero Howard empezaba a comprender que, aunque Orc era idiota, no seequivocaba.OrcySamBusEscolar,elgranhéroe,nuncasellevaríanbien.
PorloqueHowardestabatanatrapadocomoOrc.Atrapado.—Puesvale—resumióHoward—.VamosaveraCaine.Orceructóestentóreamente.—Caineestáfuriosoconnosotros.—Sí,peroaúnnosnecesita…
TREINTAYSEIS
84HORAS,41MINUTOS
—¡SUJÉTALO!—GRITÓDIANA.Suvozseoíamuy lejana.DrakeMerwin laoíaborboteara travésdeungrito
rojoquelellenabaelcerebro.Gritos, gritos, gritos por todas partes, por todo su cerebro, de unmillón de
bocas,alzándoseycayendo,buscandoaire.—Puedo sujetarlo—dijo una voz, la deCaine—.Nos apartamos a la de tres.
Uno…dos…Drakeseagitabacomounloco,desatado,chillando,pataleando,sehacíadaño
peroeraincapazdeparar.Eldolorera…nuncahabíasentidoundolorigual,nuncahabíaimaginadoundolorparecido.
Unafuerzaloaprisionabacomosiunmillardemanoslosujetaranfirmemente.—¿Tienes la sierra? —preguntó Diana, nada arrogante, nada arrogante en
absoluto,sinosinceramentehorrorizada.Drake luchaba contra una fuerza invisible, pero Caine lo tenía sujeto con su
poder telecinético. Lo único que Drake podía hacer era gritar y maldecir, y enrealidadapenaslograbamoverlosmúsculosfacialesparaello.
—Novoyahacerlo…—sollozóPanda—.Nolevoyaserrarelbrazo,tío…Esas palabras hicieron queDrake se estremeciera demiedo además de sentir
dolor.¿Subrazo?Ibana…—Mematarásilohago—gimióPanda.—Novoyahacerlo—sesumaronvariasvoces—.Nidecoña.—Yo lo haré—intervino Diana, asqueada—.Menuda panda de chicos duros.
Damelasierra.—¡No,no,no!—aullóDrake.—Eselúnicomododeparareldolor.—Cainecasimostrabaemociones,cierta
piedad—.Elbrazoyanosirve,Drake,tío…—Lachica…larara—jadeóDrake—.Ellapodráarreglarlo.—Noestáaquí—comentóCaineconamargura—.SehaidoconSamyelresto
deesagente.—Nomecorteselbrazo—protestóDrake—.Déjamemorir.Déjamemoriryya
está.Dispárame.
—Losiento.Perotodavíatenecesito,Drake.Inclusomanco.Seoyóaalguienentraratodaprisaenlahabitación.—SolohepodidoencontrarTylenolyAdvil—anuncióJackeldelordenador.—Vamosaacabarconesto—saltóDiana.Estabaimpacienteporlisiarlo.Teníamuchasganas.—Silohaces,tematará—leadvirtióPanda.—Ah, Drake ya ha decidido qué es lo que quiere hacer —repuso Diana—.
Aprietaeltorniquete…—Se desangrará hasta morir —le advirtió Jack—. Las arterias de su brazo
debendesergrandes.—Tienerazón—intervinoCaine—.Necesitamosunmododesellarelmuñón.—Ya está cauterizado —le insistió Diana—. Solo tengo que cortar bajo la
quemadura.—Bueno,deacuerdo…—No puedo pasar a través de tu campo de fuerza… ¿puedes retirarlo para
mantenerle el lado izquierdo paralizado, e igual Panda y algunos de los otroschicossupuestamentedurospuedensujetarloporelmuñón?
—Almenosdameunatoalla…noquierotocareso—comentóPandaconasco.—¡Nadievaaamputarmeelbrazo!—bramóDrake—.¡Mataréacualquieraque
metoque!—Suéltalo,Caine—lepidióDiana.Drake ya no sentía el elefante sobre su pecho, otra vez podíamoverse. Pero
ahoraelrostrodeDianaquedabaaescasoscentímetrosdelsuyo.Elpelooscurodelachicacolgabasobresucarallorosa.
—Escúchame,matón estúpido—empezó a decirDiana—.Vamos a quitarte eldolor.Mientrasesemuñónquemadosigaahí,seguirásasí.Gritarásyllorarásytemearásenlospantalones.Sí,tehasmeadoencima,Drake.
DealgunamaneraaquellaafirmaciónsorprendióaDrakeylehizocallarse.—Solotequedaunaesperanza.Una.Quecortemoslapartemuertadetubrazoy
lohagamossinqueempiecesasangrarotravez.—Sialguienmeamputaelbrazolomato—insistióDrake.DianaseapartófueradelavistadeDrake.—Hacedlo.Panda,Chunk.Agarradelmuñón—ordenóCaine.VolvieronacernirsesobreDrake, inmovilizándolo.Nonotaba la toallaque le
envolvíaelbrazoolasmanosqueloagarraban.Aquellapartedesubrazoerahuesodescubierto,todalacarnesehabíafundido,losnerviossehabíanquemado,estaban
muertos. El dolor comenzaba más arriba, donde habían sobrevivido suficientesterminaciones nerviosas para torturar a su cerebro enfebrecido con una agoníainacabable.
—NohasidoDiananiPandaniChunk,nisiquierayo—intervinoCaine—.Nohemossidoningunodenosotros,Drake.HasidoSamquientehahechoesto,Drake.¿Quieresquesesalgaconlasuya?¿Oquieresvivirlobastanteparahacerlesufrir?
Drake oyó un ruidometálico y entrecortado. La sierra era demasiado grandeparaqueDianalamanejaraconfacilidad.Lahojatemblabaunpocoalalinearla.
—Deacuerdo.Sujetadlo.Irétanrápidocomopueda—anuncióDiana.Drake perdió el conocimiento, pero sus sueños eran tan dolorosos como su
despertar. Entraba y volvía a salir tortuosamente: despierto gritaba, dormidolloraba.
Oyóunruidosecoalolejoscuandosubrazocayóalsuelo.Y,entonces,un frenesí repentinodecarrerasygritos,órdenesyconfusión, la
imagen de Diana cosiéndole con una aguja y dedos ensangrentados. Todas lasmanosencimadeél,presionándoletantoquelefaltabaaireenlospulmones.
Mirandohacia arribadesde el fondodeunpozoprofundo,Drakevio rostroslunáticosquelomirabanenloquecidos,rostrossangrientoscomomonstruos.
—Creoquevivirá—dijofinalmenteunavoz.—QueDiosnosasistasivive.—No.QueDiosasistaaSamTemple.Yluegonada.
—Astrid, necesito que hables con estos chicos —le pidió Sam—. Averigua quépoderestienen.Cuántocontroltienen.Buscamosatodoslosquepuedanayudarenunapelea.
Astridparecíaincómoda.—¿Yo?¿NodeberíahacerloEdilio?—TengounatareadistintaparaEdilio.Sam, Astrid, Pete y Edilio estaban en la plaza, sentados exhaustos en los
escalonesdelayuntamiento.Quinnsehabíaido,nadiesabíadónde.Habíandadodecomer enRalph’s a los chicos liberados deCoates—losRaros deCoates, comoahorasellamabanasímismos,orgullosos—ylosvolvíaaalimentarAlbert,quesepaseaba entre ellos repartiendo hamburguesas. Algunos de ellos habían comidodemasiado de una sola vez y habían vomitado. Pero amuchos aún les cabía una
hamburguesa,aunquefuerasobreungofretostadoconpepitasdechocolate.Lanaacababadeterminardecurarlasmanosdelosrefugiados.Setambaleabaa
causadelagotamientohastaqueSamobservóquesuspiernascedieronycayóenlahierba. Antes de que pudiera incluso levantarse para pedir ayuda algunos de loschicos de Coates la tendieron con una delicadeza casi reverente. Enrollaronchaquetasparahacerleunaalmohadaytomaronprestadaunamantadeunatiendadecampañarotaparacolocárselaporencima.
—Deacuerdo,yahablaré conellos—accedióAstrid, pero seguía reticente—.NopuedoleeralagentecomohaceDiana.
—¿Esoesloquetepreocupa?NoeresmiDiana.YesperonosertuCaine.—Supongo que esperaba que, de algún modo, todo esto habría cesado. Al
menosduranteuntiempo.—Creoquepararáduranteuntiempo.Peroprimerotenemosquetrazarunplan
yasegurarnosdequeestamospreparadoscuandovuelvaCaine.—Tienesrazón.—Lachicasonriódébilmente—.Encualquiercaso,tampocoes
queestuvierasoñandoconunagrancomida,unaduchacalienteyhorasyhorasdesueño.
—Claro.Noquerrásempezaraablandarteahora,¿no?—ASamse leocurrióotracosa—.Perooye,manténaPetecontento,¿eh?Noquieroquedesaparezcasdegolpe.
—Eso sería una pena, ¿no? —añadió la chica con brusquedad—. Puede queintenteeltrucodeQuinn:Hawái,Petey,Hawái.
Astridseacercóasuhermano,seaseguródequeestababienysesumergióenlamultitud.
SamseacercóaEdilio.—Necesitoquehagasalgo.—Loquetúquieras.—Hayqueconducir.Yhayqueguardarunsecreto.—Elsecretonoesproblema.¿Yconducir?Tragósalivacomounpersonajededibujosanimados.—Necesitoquecojasunafurgonetayvayasalacentralnuclear.—Leexplicólo
quequería,ylaexpresióndeEdiliosefueensombreciendoconcadanuevapalabra.Cuandohuboterminado,Sampreguntó—:¿Puedeshacerlo?Tendrásquellevartealmenosaotrochicocontigo.
—Puedohacerlo.Nomehacegracia,peroesoyalosabes.—¿Aquiéntellevarás?
—AElwood,creo,siDahramelopresta.—Deacuerdo.Tómateunaodoshorasparaaprenderaconducir.—Unoodosdíasmejor.—Hizounsaludomilitardebromayañadió—:Nohay
problema,migeneral.Samsequedósentadoasolas,encorvado.Lacabezaledabavueltasdebidoala
faltadesueñoyalassecuelasdeldoloryelmiedo.Sedijoquenecesitabapensar,quenecesitabaprepararse.Caineestaríatramandoalgo.
Caine.Suhermano.Suhermano.¿Cuántotiempolequedaba?Tresdías.Entresdíasél…desaparecería.YCainetambién.Quizá moriría. Quizá cambiaría en algún sentido. Quizá saltaría al universo
anteriorsinmás,conunmontóndehistoriasincreíblesquecontar.YdejaríaaAstridatrás.Si Caine hubiera sido una persona normal y equilibrada, podría pasar sus
últimos días preparándose para lo que significara el puf: muerte, desaparición,huida. Pero Sam dudaba que Caine fuera a hacer eso. Caine necesitaría vencer aSam.Esanecesidadseríaaúnmásfuertequelanecesidaddeestarpreparadoparaelfin.
—Nuncamegustaronloscumpleaños…—murmuróSam.Albert Hillsborough terminó de repartir las hamburguesas a los agradecidos
chicosdeCoatesysubiólosescaloneshastadondeestabaSam.—Mealegrodequehayasvuelto,colega—lesaludóAlbert.Poralgúnmotivo,Samsesintióobligadoaponerseenpieyofrecerlelamano
alchico,queseladiosolemnemente.—Molaloquehashecho,lodemantenerelMcDabierto.Albertparecíaunpocopreocupado.—NolollamamosMcD.EsMcDonald’s.SiempreseráMcDonald’s.Aunque…
—concedió—meheapartadobastantedelmanualdeinstruccionesestándar.—Hevistolasgofreburguesas.A Albert le preocupaba algo. Fuera lo que fuera, Sam no tenía ni tiempo ni
energía para ello, peroAlbert se estaba convirtiendo en una persona importante,alguienaquiennohabíaquemandarapaseo.
—¿Quépasa,Albert?—Bueno,puesquehehechoinventarioenRalph’sycreoque,simeayudaran
mucho,podríaorganizarunabuenacenadeAccióndeGracias.Samlomirófijamenteypestañeó.—¿Qué?—AccióndeGracias.Eslasemanaqueviene.—Aaah…—Hay hornos en Ralph’s. Hornos grandes. Y nadie se ha llevado los pavos
congelados.CalculadoscientoscincuentachicossicasitodoslosdePerdidoBeachsepresentan,¿no?Unpavodaparaunasochopersonas,asíquenecesitamostreintayunotreintaydospavos.Nohayproblema,porquehaycuarentayseispavosenRalph’s.
—¿Treintayunpavos?—Lasalsadearándanosnoseráproblema,elrellenonoseráproblema,todavía
nadiesehallevadomuchorelleno,aunquetendréqueaveriguarcómomezclarsietemarcasyestilos,avercómosabe.
—Relleno…—repitióSamconsolemnidad.—No tenemos suficientes boniatos enlatados, tendremos que usar frescos y
algunaspatatashervidas.Elgranproblemaserálanatalíquidayelheladoparalospasteles.
Sam quería echarse a reír, pero almismo tiempo le resultaba conmovedor ytranquilizadorqueAlberthubierapensadotantoenaqueltema.
—Meimaginoquelamayorpartedelheladohadesaparecido—comentóSam.—Sí.Tenemosmuypocohelado.Yloschicostambiénsehanidollevandolos
envasesdenatalíquida.—¿Peropodremostomarpastel?—Tenemos congelado. Y tenemos algunas masas que podemos hornear
nosotrosmismos.—Esoestaríabien.—Tendré que empezar tres días antes. Necesitaré diez personas para que me
ayuden.Puedollevarmelasmesasdelsótanodelaiglesiaycolocarlasenlaplaza.Creoquepuedohacerlo.
—Apuestoaquesí,Albert.Samtratódetransmitirleentusiasmo.—LamadreMaryencargarácentrosdemesaalospeques…—Escucha,Albert…PeroAlbertlevantóunamano,interrumpiéndolo.—Yalosé.Quierodecir,queyaséquepuedequetengamosunagranpeleaantes
de eso.Y he oído que se acerca tu decimoquinto cumpleaños. Pueden pasar todaclasedecosasmalas.PeroSam…
EntoncesfueSamquienlointerrumpió:—¿Albert?Ponteaprepararlagrancomida.—¿Sí?—Sí.Asíhabráalgoquelagenteestéesperandoconganas.Albert se marchó, y Sam se esforzó por no bostezar. Vio que Astrid estaba
enfrascadaenunaconversacióncontreschicosdeCoates.PensóqueAstridhabíavividotodotipodehorrores,perodealgunamanera,inclusoconlablusasucia,elpelorubiolacioygrasientoylacaramanchada,estabaguapa.
Al alzar la vista Sam contempló toda la plaza, todos los edificios hasta elextremomásalejadoeinclusoelocéano,elocéanodemasiadoplácido.
Cumpleaños.Acción deGracias. Puf.Y un enfrentamiento conCaine. Eso sinmencionar la vida cotidiana si de alguna manera todos lograban sobrevivir. SinmencionarhallarunmododeescaparoterminarconlaERA.YloúnicoquequeríahacereracogeraAstriddelamanoyllevarlahastalaplaya,echarunamantasobrelaarenacálida,yacerjuntoaellaydormirunmesseguido.
«DespuésdelagrancenadeAccióndeGracias»,seprometióSam.«Despuésdelatarta».
TREINTAYSIETE
79HORAS,00MINUTOS
COOKIE SE DIO la vuelta y se puso en pie. Aún se notaba las piernas débiles ytemblorosas.Tuvoquesujetarseapoyándoseenlamesa.
Peroseaguantabaconelbrazoquehabíaquedadocompletamentedestrozado.DahraBaidooestabaahí,yElwoodtambién,mirándolocomosipresenciaranun
milagro.—Supongoqueloes…—sedijoLana.—Nomeduele…—comentóCookie.Serio.Sereíaincrédulo,nopodíacreérselo.Giróelbrazohaciadelanteyhacia
arriba.Cerrólosdedosenunpuño.—Noduele…—Deacuerdo,nuncapenséqueveríaalgoasí.Elwoodmeneólacabezalentamente.LosojosinyectadosensangredeCookiesellenarondelágrimas.—Nomeduele,nomeduelenada…—susurróparasí.Probóadarunpaso.Y luegootro.Habíaperdidomuchopeso.Estabapálido,
másquepálido, casiverde.Temblabacomounosoquecaminara sobre suspatastraserasyestuvieraapuntode tropezar.Teníapintaexactamentede loqueera:unchicoquehabíahechounviajedeidayvueltaalinfierno.
—Gracias—susurróaLana—.Gracias…—Noescosamía…noesmásque…noséloquees.Lana estaba cansada. Había tardado mucho en curar a Cookie. Llevaba en el
hospitaldesdelasochoenpuntodeaquellamañana,lahabíandespertadolosgritosdeagoníadelchico.
LaheridadeCookieeramuchopeorquesubrazoroto.Habíatardadomásdeseis horas en curarla, por lo que había perdido toda la energía acumuladadurmiendo en el parque, y volvía a estar agotada. Estaba segura de que afuerabrillabaunsolprecioso,peroloúnicoquequeríaeraunacama.
—Esestacosaquehago…—Lanatratódecontenerunbostezoyseestiróparadistenderlaespalda—.Noesmásque…unacosa…
Cookie asintió. Entonces hizo algo que nadie esperaba. Se puso de rodillasfrenteaunaDahraperpleja.
—Túmehascuidado…Dahraseencogiódehombrosyparecíasumamenteincómoda.—Estábien,Cookie.—No.—Elchicolecogiólamanotorpementeeinclinólafrentehaciaella—.
Cualquiercosaquequieras.Cualquiercosa.Encualquiermomento.Siempre.—Laslágrimasleimpedíanhablarbien—.Cualquiercosa.
Dahralehizoponerseotravezenpie.AnteseratangrandeypesadocomoOrc.AúneralobastantegrandeparasobrepasaraDahra.
—Tienesqueempezaracomer…—ledijolachica.—Sí,comer.¿Yluegoquéhago?Dahraempezabaaexasperarse.—Nolosé,Cookie.EntoncesLanatuvounaidea.—VeteabuscaraSam.Prontohabráunapelea.—Puedopelear—aseguróCookie—.Encuantocomaalgoy,bueno, recupere
partedelafuerza.—McDonald’s está abierto—comentóDahra—. Prueba la torriburguesa. Está
mejordeloqueparece.Cookiesemarchó.—Lana,séqueesporCookie,perosientocomositambiénmehubierassalvado
lavidaamí.Mehevueltolocacuidándolo—leexplicóDahra.ALanalaincomodabalagratitud.Siemprelahabíaincomodado,inclusoenlas
cosassinimportancia.Ylaideadequelagenteledieralasgraciasporhacercasimilagrosleresultabaridícula.
—¿Sabes algún lugar donde pueda dormir, algo parecido a una cama? —preguntó.
ElwoodllevóaPatrickyaellaasucasa.QuedabaamenosdeunkilómetrodelaplazaycuandollegaronLanaibaprácticamentesonámbula.
—Entrad—lesinvitóElwood—.¿Quierescomeralgo?Lananegóconlacabeza.—Soloquierounlugarpara…esesofá.—Puedesusareldormitoriodearriba.Lanayaestababocaabajoenelsofá.Sedurmióalcabodeunsegundo.Cuandodespertóeradenoche.Tardóunratoensaberdóndeestaba.ElwoodsehabíapreocupadodedardecomeraPatrick.Habíaunplatorebañado
en el suelo de baldosas de la cocina. Patrick estaba enroscado delante de una
chimeneadegas,aunquenohabíafuego.Lana semoría de hambre, así que investigó la cocina, sintiéndose como una
ladrona.Habíanvaciadolaneveraaexcepcióndelzumodelimón,lasalsadesoja,unenvasedecartóndelecheyzumocaducadoyunalechugapasada.
El congelador estaba mejor. Había alitas de pollo picantes, algo en unTupperware,ypizzadepepperoniparaelmicroondas.
—¡Ah,sí,eso!Metiólapizzaenelmicroondasytecleólosnúmeros.Erafascinanteverladar
vueltas.Selehacíalabocaagua.Noseconcentrabaenotracosaqueenesperarqueelmicroondaspitara.
Secomiólapizzarasgándolaconlasmanos,doblandolostrozospegajososyrecogiendoloquehubieraresbaladoporlaencimera.
—Ah,¿tútambiénquieres?—preguntóaPatrickcuandoapareciómeneandoelrabo,ansioso.
Learrojóunpedazoqueelperroatrapóenelaire.—Bueno,yahapasado,¿no,muchacho?Lanaencontróladuchadeldormitorioprincipalenelpisodearribaysepasó
media hora bajo el chorro de agua caliente. El agua caía roja y marrón por eldesagüe.
EntonceshizopasaraPatrick,loenjabonó,loaclaróylohizosalirparaquesesacudieraelaguacomounposesoysalpicaratodoelbaño.
Lanaseenvolvióenunatoallaysedispusoaexplorarlacasaenbuscaderopa.Elwood no parecía tener hermanas, pero su madre era menuda, así que Lanaconsiguióhacerseunconjuntociñéndoseyatándoselaropa.
Recogiólaropaviejaycasisedesmayadeloqueapestaba.—Ay,Diosmío,Patrick,¿yyoolíaaesto?Tengoquequemarestascosas.Pero se contentó con meter la ropa ensangrentada, embarrada, sudada,
desgarradayharapientaenunabolsadebasura.Pordesgracia teníaquequedarsecon los zapatos viejos: los de lamadre de Elwood eran un par de númerosmásgrandes.
Bajó trotando las escaleras. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan bien.Entoncesvioelteléfonoynopudoresistirelimpulsodedescolgarlo.Dellamarasumadre, de contárselo a sumadre…, bueno, de algo. Ya sabía lo que le habíacontadotodoelmundosobrelaERA.Peroaunasí…
—Nohayseñal,Patrick.APatricknoleinteresaba.
—¿Sabesqué,Patrick?Mevoyaquedarsentadallorandounrato.Peronolesalíanlaslágrimas.AsíquefinalmentesuspiróysellevóunaPepsi
Dietcalientehastaelporche.Eranochecerrada.Lacalleestabatranquila.Seencontrabaenlaciudadenlaque
se crio pero de la que hacía tiempoque se habíamarchado.Se había topado conalgunos chicosque conocíade entonces, pero lamayoríano la reconociópor losuciaqueiba.
Puede que a partir de entonces la gente al menos la conociera. Aunque se leocurrió que era probable queSam,Astrid yEdilio no la reconocieran ahora queestabalimpia.
—Tengoganasdeiraalgúnsitio—comentóaPatrick—.Peronosédónde.Un coche giró la esquina. Se movía despacio. Quienquiera que estuviera al
volantenoeraunconductorexperimentado.Lanasepuso tensa,preparándoseparaescabullirseotravezdentroycerrar la
puerta.Levantó lamanoparasaludarconcautela,peronoveíaalconductorynoparecíaquefueraapararseacharlar.Elcochecontinuócalleabajohastagirar.
—Algúntipodepatrulla—comentóaPatrick.Permanecióunratomásenelporcheantesdevolveraentrar.Y,entonces,reconocióalinstantealchicoqueestabadepieenlacocina.Patrickgruñóyerizóellomo.—Hola,rara—saludóDrake.Lana se echó hacia atrás, pero era demasiado tarde. Drake la apuntó con su
arma.—Soy diestro. Al menos solía serlo. Pero aún puedo acertarte desde esta
distancia.—¿Quéquieres?Drake extendió elmuñón de su brazo derecho.Ya no tenía brazo a partir del
codo.—¿Quécreesquequiero?LaúnicavezquehabíavistoaDrakeMerwinlehabíarecordadoal líderdela
manada: fuerte, alerta, peligroso. Pero había pasado de esbelto a demacrado, lasonrisa de tiburón se había convertido en una mueca tensa y tenía los ojosenrojecidos.Sumirada,queantesdibujabauna lánguidaamenaza, sehabíavueltointensa,abrasadora.Parecíaquelohubierantorturadohastanopodermás.
—Lointentaré—dijoLana.—Harásalgomásqueeso.
Drake se retorció de dolor, con el rostro crispado. Soltó un gemido bajo einquietante.
—Nosésipuedohacerquetecrezcaunbrazoentero.Déjametocarlo.—Aquíno—lechistóDrake,eindicóconlapistola—.Porlapuertadeatrás.—Simedisparas,nopodréayudarte.—¿Puedes curar perros? ¿Qué te parece si le vuelo los sesos? ¿Puedes curar
eso,rara?ElcochequeanteshabíavistoLanaaparcado,conelmotorenmarcha,estabaen
elcallejóndetrásdelacasa.ElchicollamadoPandaibaalvolante.—Nomehagashaceresto—lesuplicóLana—.Teayudaríaencualquiercaso.
Notienesporquéhacerlo.Noservíadenadadiscutir.LapocaconcienciaquehubierapodidotenerDrake
algunavezhabíamuertojuntoconsubrazo.Asíquesemarcharonatravésdelaciudaddormida.Hacialanoche.
HowardvioconsuspropiosojoselpequeñoejércitoqueSamhabíareunido.Losvio invadirRalph’s.La tiendaestabasinvigilar, loquesignificabaque losdemássheriffshabíandecididoapartarsedesucaminoymarcharsedeallí.
—Esquehaydemasiados—habíaconcluidoHoward.AsíqueOrcyél robaronuncocheparadirigirsea laAcademiaCoates.Pero
dieronungiroequivocadoenalgúnpuntodelcaminoyacabaronenunacarreteradetierraqueconducíaaldesiertomientrascaíalanoche.
Retrocedieron intentando rehacer el camino, pero eso tampoco habíafuncionado.Yalfinalseleshabíaacabadolagasolina.
—Estaideaestúpidahasidotuya…—murmuróOrc.—¿Yquéqueríashacer?¿QuedarteenlaciudadconSam?Teníaaveintechicos
conél.—Podríapatearleelculo.—Orc,noseasestúpido—leespetóHoward,frustrado—.SiCainenoestáallí,y
Drake no está allí, y Sammy vuelve a la ciudad como si fuera un gran qué ¿quécreesquesignifica?Quierodecir,vamosOrc,piensaunpoco.
Orcentrecerrósusojosporcinos.—Nomellamesestúpido.Sitengoquehacerlo,tepatearélospiños.Howard perdió veinte minutos intentando que Orc se sintiera mejor. Pero
seguíansentadosenuncocheparadoenmitaddelanada.
—Veounaluz…—anuncióOrc.—Ay,sí…Howard bajó del coche de un salto y empezó a correr. Orc avanzaba
pesadamentedetrásdeél.Los dos faros de un coche se desplazaban describiendo un ángulo en el que
podrían cruzarse con ellos. Pero si no corrían, el coche no los vería, nunca losvería.
—¡Dateprisa!—gritóHoward.—¡Alcánzalo!—apremióOrcaHoward,yaquedejódecorrerypasóacaminar
congranesfuerzo.—¡Vale! —gritó Howard. Pero se le enganchó el pie con algo, y cayó
desparramadoenlatierra.Selevantóyfueentoncescuandonotóeldoloragudoeneltobillo—.Pero¿qué…?
Sequedóparalizado.Habíaalgofueraenlaoscuridad.NoeraOrc,eraalgoqueapestabayjadeabacomounperro.
Howardselevantódegolpeyechóacorrer.—¡Algomepersigue!—gritó.Laslucesdelcochesedirigíanhaciaél.Podíaconseguirlo.Podíaconseguirlo.
Sinovolvíaacaerse.Sielmonstruonoloatrapabaantes.Los pies de Howard alcanzaron el asfalto y quedó iluminado de un blanco
brillante.Elcocheparóensecoconunchirrido.Noseveíaalmonstruoporningúnsitio.—¿Howard?Howardreconociólavoz.Pandaseasomabaporlaventanilla.—¿Panda?Tío,mealegrodeverte.Hemosestado…Algo oscuro y rápido saltó y se agarró del brazo de Panda, que soltó un
chillido.Procedentedelinteriordelcoche,unperroladrófrenéticamente.AlgogolpeóaHowardenlaespaldayelchicocayóenlacalzadaapoyándose
enmanosyrodillas.El coche dio una sacudida hacia delante. El parachoques se detuvo a quince
centímetrosdelacabezadeHoward.Entoncesseoyóungrito,unavozmasculina.EraOrc.Orcqueestabaahídetrás
enlaoscuridad,enalgunaparte.Había perros por todas partes, arremolinándose en torno a Howard. No, se
percatódequenoeranperros,sinolobos.Coyotes.
Seabriólapuertadelcoche,yPandacayó,medioenzarzadoconuncoyote.Seoyóunestruendoysurgióunaráfagadeluznaranja.Peroloscoyotesnopararon.Otrodisparo,yunode loscoyotesaullódedolor.Drakebajó tambaleándose,
comounespantapájarosantelosfarosdelcoche.Entoncesloscoyotesseapartarondelaluz,perodeningunamanerasefueron.
Howardselevantódespacio.DrakeapuntóconlapistolaalacaradeHoward.—¿Mehaslanzadoestosperros?—¡Amítambiénmehanmordido,hombre!—protestóHoward.Entoncesgritó
aldesierto—:¡Orc!¡Orc,tío!¡Orc!Unavozcomodegravamojada,peroconuninquietantetonoagudo,habló:—Dahembra.Howard escudriñó la noche intentando entenderla. Pero no era Orc. ¿Dónde
estabaOrc?—¿Quéhembra?—exigióDrake—.¿Quiénessois?Lentamente, de todos los flancos, alrededor del coche, el desierto empezó a
moverse.Lassombrassedeslizabanhaciaellos.Howardseencogió,peroDrakesemantuvofirme.
—¿Quiénhayahífuera?—preguntó.Uncoyotesarnosoconelhocicodañadoquelemarcabaunamuecasiniestrase
aproximóalcírculodeluz.Howardcasisevuelveacaeraldarsecuentadequeeraelcoyoteelquehablaba.
—Dahembra.—No.—Drakeserecuperóenseguidadel impacto—.Esmía.Necesitoqueme
cureelbrazo.Tieneelpoderyquierorecuperarmibrazo.—Túeresnada—seburlóelcoyote.—Soyelchicodelapistola—replicóDrake.Losdos,talparacualenopinióndeHoward,semiraronconojospenetrantes.—¿Quéquieresdeella?—exigióDrake.—Oscuridaddice:traehembra.—¿Oscuridad?¿Yesoquées?—Da hembra. —El líder de la manada volvía a su único pensamiento—. O
matamostodos.—Osmataréyoatodos.—Túmuere—insistióellíderdelamanada,tozudo.
AHowardleparecióquehabíallegadolahoradeintervenir.—Chicos,chicos.Parecequeestamosempatados.¿Asíqueporquénohacemos
untrato?—¿Dequéhablas?—Mira,Drake,¿hasdichoalgodequelahembratecureelbrazo?—Tieneelpoder.Quieromibrazo.—Y usted, señor… coyote. ¿Tiene que llevarla con otro perro llamado
Oscuridad?El líderde lamanadamiró aHowarddeunmodoque indicabaque se estaba
planteandocómocazarloycomérselo.—Puesbien—aHowardletemblabalavoz—,creoquepuedocerraruntrato.
TREINTAYOCHO
74HORAS,10MINUTOS
—ASTRID—DIJOEDILIO—,sientolodetucasa.Astridleapretólamano.—Ya…tengoqueadmitirquemeharesultadodurovereso…—Puedesquedarteenelparquedebomberosconmigo,SamyQuinn—ofreció
Edilio.—Nopasanada.PeteyyyovamosavivirconlamadreMaryyelhermanoJohn
durante un tiempo.Casi nunca están en casa.Y cuando están, pues, ya sabes, estábienteneragentecerca.
Los tres, Edilio, Astrid y Pete, estaban en la oficina que antes pertenecía alalcaldedePerdidoBeachyrecientementehabíaocupadoCaineSoren.Samsehabíaresistidoa la ideade instalarseenella,porqueparecíaquesehacíael importante.Pero Astrid insistió en que los símbolos eran importantes y en que los chicosqueríanpensarquehabíaalguienalmando.
AcomodóaPeteenunasillayleentregóunabolsadecerealesdearroz.APetelegustabansolos,sinleche.
—¿DóndeestáSam?—preguntólachica—.¿Yporquéestamosaquí?Edilioparecíaincómodo.—Tenemosalgoqueenseñarte…Samabriólapuerta.NosonrióalveraAstrid.MiróaPetepreocupado,saludóy
añadió:—Astrid,hayalgoquequieroqueveasyquecreoquePetenodeberíaver.—Noloentiendo.Sam se hundió en la silla que antes ocupaba Caine. Astrid se quedó
impresionada al percatarse de lomucho que se parecían los dos chicos. Y de lodistintoqueexpresabansusrasgossimilares.MientrasCaineocultabasuarroganciay crueldad bajo una apariencia decidida y controlada, Sam dejaba que lasemociones se le notaran en la cara. En aquel momento estaba triste, agotado ypreocupado.
—MepreguntosiPetepodríasentarseconEdilioenlaotrahabitación.—Esonotienemuybuenapinta…—empezóadecirAstrid,ylaexpresiónenel
rostrodeSamnolacontradijo.
AstridconsiguióquePeteselevantara,nosinesfuerzo.Ediliosequedaríaconél.
SamteníaunDVDenlamano.—Ayer envié aEdilio a la central nuclearparabuscardos cosas.Primero,un
alijodearmasautomáticasdelacasetadelguarda.—¿Ametralladoras?—Sí. No solo para tenerlas, sino para asegurarnos de que los otros no las
cogen.—Oseaqueahoracompetimosporlasarmas…EltonodeAstridparecióirritaraSam.—¿QuieresqueselasdejeaCaine…?—No te estaba criticando, yo solo… ya sabes. Chicos de noveno y
ametralladoras:cuestaimaginarseunfinalfeliz.Samsetranquilizó,einclusosonrió.—Sí.Laexpresión«chicosdenovenoconametralladoras»novaprecisamente
seguidade«pasanunbuendía».—Nome extraña que tuvieras tan mala cara—señaló Astrid, pero nada más
decirlosupoqueseequivocaba.Teníaalgomásquecontarle.Algopeor.DelDVD.—Meheestadopreguntando, igualque tú, ¿porqué laERA parece rodeara la
centralnuclear?Dieciséiskilómetrosencadadirección.¿Porqué?AsíqueEdiliosepusoainvestigarvídeosdeseguridaddelacentral.
Astridsepusoenpiederepente,sorprendiéndoseasímisma.—NodeberíadejaraPeteyasolas…—Sabes lo que contiene este DVD, ¿verdad? —No era una pregunta—. Lo
adivinaste aquella primera noche.Me acuerdo de cuandomirábamos el mapa envídeo.PasasteelbrazoaPeteymemirastede formamuyrara.Entoncesnosupequépensardeaquellamirada.
—Entoncesnosabíasipodíaconfiarenti—seexcusóella.SammetióelDVDenelreproductoryencendióeltelevisor.—Seoyebastantemal.Astridveía lasaladecontrolde lacentralnucleardesdeunacámaracongran
angularsituadaenloalto.La cámaramostraba la sala de control con cinco adultos, tres hombres y dos
mujeres.UnodeelloseraelpadredeAstrid.Laimagenprovocóqueselehiciera
unnudo en el estómago.Ahí estaba su padre,meciéndose en la silla, bromeandoconlamujerdelaestacióndeallado,inclinándosehaciadelantepararellenarunospapeles.
Y,sentadoenunasillacontralapareddelfondo,conelrostroiluminadoporlaGameBoyomnipresente,estabaPete.
Seoíaunaconversación,peroeraininteligible.—Ahoraviene…—anuncióSam.Derepenteseoyóunclaxon,unruidodiscordanteydistorsionado.Todoslosdelasaladecontroldieronunbrinco.Lagenteseacercócorriendoa
losmonitores,alaslecturasdeinstrumentos.ElpadredeAstridlanzóunamiradapreocupada en dirección a su hijo, pero enseguida se inclinó hacia su monitor,mirándolofijamente.
Otraspersonasentraronenlasalayseacercaronconeficienciamuyensayadaalosmonitoresquenomirabanadie.
Segritaroninstruccionesprecipitadaslosunosalosotros.Saltóunasegundaalarma,másestridente.Saltóunaluzdealarmaestroboscópica.Todoslosrostrosestabanasustados.YPetesemecíafrenéticamente,conlasmanosenlosoídos.Surostroinocente
reflejabadolor.Los diez adultos concentrados en la sala reflejaban de un modo terrible sus
esfuerzosporcontrolar ladesesperación.Pulsaban teclas, apretaban interruptores.ElpadredeAstridagarróunmanualgruesoyempezóapasar laspáginasa todavelocidad,mientraslagentegritabaylasalarmasatronabanyPetechillaba,chillabaconlasmanossobrelosoídos.
—Noquieroveresto—dijoAstrid,peronopodíaapartarlavista.Petesepusoenpieycorrióhastasupadre,peroelpadre,frenético,loapartó.
Petechocócontraunasillayfueapararcontralamesalarga,mirandounmonitorquemostraba,intermitente,unaseñaldeadvertenciadecolorrojofuerte.
Elnúmerocatorce.—Códigouno-cuatro—explicóAstrid, abatida—.Se looídecirunavezami
padre.Esuncódigoparalafusióndelnúcleo.Bromeabaconeso.Códigouno-uno,un pequeño problema; código uno-dos, te preocupas; código uno-tres, llamas algobernador; código uno-cuatro, te pones a rezar. Y el siguiente paso, el códigouno-cincoes…ladestrucción.
EnelDVD,Peteseapartabalasmanosdelosoídos.
Elclaxonnocesaba.Undestellocubriótodalapantalla.Hubovariossegundosdeimagenestática.Cuando la imagen se estabilizó, la señal de alarma se silenció. Y Pete estaba
solo.—Astrid, te habrás fijado en que la fecha indicada en la cinta es el 10 de
noviembre a las10:18.Elmomentoexacto enque todas laspersonasmayoresdecatorceañosdesaparecieron.
Enlacinta,Petedejódellorar.Ni siquieramiró a su alrededor, sino que volvió hacia donde estaba sentado,
recuperósuconsolaysiguiójugando.—PeteprovocólanuevaERA—afirmóSam.Astrid se tapóel rostrocon lasmanos.Se sorprendiópor las lágrimasque le
brotaban,ypor la fuerzaque tenían.Seesforzópordejarde sollozar,pero tardóvariosminutosenpodervolverahablar.Samesperópacientemente.
—Nosabíaloquehacía—gimióAstridenvozbajaytemblorosa—.Nosabeloquehace.Nocomonosotros.Nocomosipudierapensar:«Sihagoesto,pasaráestootro».
—Esoyalosé.—Nopuedesecharlelaculpa.Astridlevantólavista.Lellameabanlosojos,desafiantes.—¿Echarlelaculpa?—Samseacercóparasentarsejuntoaellaenelsofá.Tan
cercaque les rozaban laspiernas—.Astrid,parecementiraque tedigaesto,perocreoquehaspasadoalgoporalto.
Astridvolviósucarallorosahaciaél,preguntándosequéhabíapasadoporalto.—Astrid, se estaba produciendo una fusión. No parecía que lo tuvieran
controlado.Todosparecíanmuyasustados.Astridahogóungrito.Samteníarazón:selehabíapasadoporalto.—Él detuvo la fusión. Una fusión que podría haber matado a todos los de
PerdidoBeach…—Sí.Nomeenloqueceelmodoenquelohizo,peropuedequenossalvarala
vidaatodos.—Éldetuvolafusión—repitióAstrid,sinentenderloaúndeltodo.Samsonrió,einclusoserio.—¿Quéesloquetediviertetanto?—quisosaberlachica.—He entendido algo antes que Astrid la Genio. Cómo lo estoy disfrutando.
Déjamequemeregodeeunminuto.
—Disfrútalo,puedequenovuelvaasuceder…—Ah,créeme…ya losé.—Samlecogió lamano,yellasealegrómuchode
sentirsutacto—.Nossalvó.Perotambiéncreótodaestacosatanrara.—No toda.—Astridmeneó la cabeza—.Lasmutaciones son precedentes a la
ERA.De hecho, lasmutaciones fueron el requisito necesario para que surgiera laERA,sinlascualeslaERAnosehabríadado.
Samsenegabaadejarseimpresionar.—Puedesinsistirtodoloquequierasenlos«precedentes»y«requisitos»,pero
yosigoregodeándome.AstridlevantólamanodeSamhastaponerlaensuslabiosylebesólosdedos.
Entonceslosoltó,sepusoenpie,recorriólahabitaciónarribayabajo,sedetuvoycomentó:
—Diana.Habladeellocomosifueranlasbarrasdelosteléfonosmóviles.Dosbarras, tres barras. Caine tiene cuatro. Tú también,me imagino. Petey…debe detenercinco,osiete…
—Odiez…—PeroDianacreequeescomolarecepción.Comoquealgunostenemosmejor
que otros. Si es verdad, entonces no generamos la energía, solo la usamos, lafocalizamos.
—¿Y?—¿Y de dónde viene? Para ampliar la analogía: ¿dónde está la torre de
telefonía?¿Quéesloquegeneralaenergía?Samselevantósuspirando.—Unacosaessegura:queestonosalgadeaquí.LosabeEdilio, loséyoylo
sabestú.Nadiemásdebesaberlo.Astridasintió.—Lagenteloodiaría.Ointentaríautilizarlo.Samasintió.—Ojalá…—No.—Astridseencogiódehombrosindicandoquenohabíanadaquehacer
—.Nohaymododequedeshagaloquehizo.—Esunapena—comentóSam, conuna sonrisa irónicaqueno le llegóa los
ojos—.Porquetictac,tictac…
Lanaavanzabaatrompiconesenlanoche.
Otravezconloscoyotes.Reviviendolapesadilla.Y,paracolmo,DrakeyHowardibandandotumbosconella.Drakeconsupistola.Drakemaldiciendoporeldolor.YHowardllamandoaOrcconstantemente.Peroelmayormotivodesufrimientoeraeltemoralpozodelaminayloque
yacíaalfondo.HabíadesobedecidoalaOscuridad.¿Quéleharíaelmonstruofurioso?—Vamos a parar e intentaré arreglarle el brazo a Drake, ¿de acuerdo? —
suplicó.—Noparar—gruñóellíderdelamanada.—Déjameintentarlo…El líder de la manada la ignoró, y corrieron y tropezaron y se levantaron y
corrieronunpocomás.Nohabíaescapatoria.Ningunaposibilidaddeescapar.Anoser…LanaseacercóaDrake.—¿Ysinomedejacurarte?—No intentes jugármela —respondió Drake lacónicamente—. En cualquier
caso,ahoraquieroveresacosaquetedatantomiedo.—No,nocreoquequieras—leaseguróLana.—¿Qué es?—preguntó Howard, nervioso, casi tan asustado como la propia
Lana.Perolachicanoteníarespuestaparaesapregunta.Cadapasoquedabanlescostabamás,yellíderdelamanadalemordióvarias
vecesparahacerlaavanzar.Cuandonolohacía,eraDrakequienagitabalapistola,amenazándolaconpalabras,gestosymiradas.
Llegaronalcampamentomineroabandonadodespuésdelapuestadelalunayconlasestrellasdesvaneciéndoseantesdelanunciodelamanecer.
En la vida había tenido tantomiedo. Era como si le hubieran sacado toda lasangreylahubieransustituidoporbarrofrío.Apenaspodíamoverse.Sucorazónlatíaconfuerza,legolpeabaenelpecho.QueríaacariciaraPatrick,consolarseunpoco con él, pero no podía inclinarse, no conseguía hablar. Se mantenía muycontenida,silenciosa,rígida.
«Voyamoriraquí»,pensó.—Luzhumana—dijoellíderdelamanadaarrastrandolaspalabras.
Señaló una linterna encajada entre las rocas. Howard saltó a cogerla y laencendió.Letemblabatantolamanoquelaluzbailoteabaporlasparedesrocosas,proyectandosombrasvoladorascomofantasmasquesemovieranatodavelocidad.
AhoraeraDrakeelqueparecíadesconfiar,teníamiedodealgoquenolograbaexplicarse.Hacíapreguntas,cadavezmásagitado,mientrasseadentrabanenelfríoglacialdelamina.
—Quealguienmedigaloquevamosaver—insistíaDrake…—Tengoquesaberaquénosenfrentamos.—Serámejorquehablemosdenuestroacuerdo.—¿Cuántoqueda?Mientrashablabandescendíanporelpozo.Lanateníaqueforzarcadarespiración,teníaquerecordarse:respira,respira…Patricksehabíaido.Loshabíaabandonadoenlaentradadelamina.—Colega…no…no puedo hacer esto—tartamudeóHoward—.Tengo que…
que…Lefaltabaelaliento.—Cállate—leespetóDrake,alegrándosedeteneraalguienconquienpagarsus
frustraciones.Howardsevolvióderepenteyechóacorrer,llevándoselalinternaconél.Ellíderdelamanadaaullóunaordenydoscoyotessalieronaperseguirlo.Sin linterna, Lana veía el débil brillo verdoso de las paredes. Oscuridad por
detrás.YOscuridadpordelante.—Déjalomarchar—pidióDrake—.Howardnoesimportante.Yosí—dijocon
unhilodevoz.Lanacerrólosojosconfuerza,perodealgúnmodoelbrilloverdeconseguía
penetrarsuspárpados,comosipudierabrillara travésdelacarne,penetrarensucráneo.
Yanopodíaavanzarmás,ycayóderodillas.Ya estabanmuy cerca.Quedaba ahímismo, ahí delante, en la siguiente curva.
Era un montón de piedras machacadas brillante, deslizante, móvil. La Oscuridadintrodujounosdedosheladosinvisiblesensumente,yLanasupoquehablabasuspalabras.
—¡La curandera!—exclamó enunaversión torturadaymaníaca de su propiavoz.
Manteníalosojoscerrados,peronotóqueDrakesearrodillabajuntoaella.—¿Porquévienesaverme?—gritóLanacomounamarioneta,noeramásque
unaherramientaalserviciodelaOscuridad.—Elcoyote…—logródecirDrake.—Líder de lamanada fiel—dijo laOscuridad a través deLana—.Obediente,
peroaúnnoigualahumano.—Abrelosojos—sedecíaLana—.Sévaliente.Sévaliente.Mírala,enfréntate,
lucha.PerolaOscuridadestabaensucabeza,empujandoeinsistiendo,curioseandosus
secretos,riéndosedesuresistenciapatética.Aunasíabriólosojos.Sehabíapasadotodalavidadesafiándolotodo,yesole
daba fuerzas. Peromantenía la vista baja, era lo bastante fuerte para obligarse aabrirlosperoleaterrorizabademasiadomiraraaquellacosaalacara.
Laspiedrasbajosusrodillasbrillaban.Laestabatocando,tocabalaparteinferiordeaquellacosa.EllíderdelamanadasepostróenelfondodelacuevajuntoaLana,apoyándose
sobreelpecho.Derepente,Lanasintióunadescargaeléctricadeunafuerzaaterradora.Arqueó
laespalda,volviólacabezahaciaatrásyabriólosbrazosdeparenpar.Eldoloreracomosiuncarámbanoseleclavaraenelojoyluegolepresionara
elcerebro.Intentógritar,peronoconsiguióemitirningúnsonido.Entonces la cosa desapareció y Lana cayó de espaldas, con las piernas aún
dobladas. Intentó respirar como un pez en la tierra, incapaz de llenarse lospulmones.
—Desafío…—gruñóconunavozquenoeralasuya.—Me tiene que arreglar el brazo—intervino Drake—. Si la matas no podrá
ayudarme.—Eresmuyatrevidoalexigir—dijolaOscuridadatravésdeLana.—¡No…es…que…quieromibrazo!—gritóDrakeentrecortadamente.Lana se percató de que volvía a respirar. Tragó oxígeno. Empujó para
levantarsedelsuelo,apartándosecentímetroacentímetrodelaOscuridad.Drake emitió un gemido agónico. Lana lo veía tal y como había estado ella,
comosi sehubieraagarradoauncableeléctrico.Sucuerposeagitabacomounamarioneta.
EntonceslaOscuridadlosoltó.—Ah…—laOscuridadforzóunrictusenel rostrodeLana—.Heencontrado
unmaestromuchomejorparati,líderdelamanada.El coyote se había atrevido a levantarse, pero mantenía la cola y la cabeza
alineadas en una postura sumisa. Miró a Drake, que continuaba doblado,agarrándoseelbrazodolorido.
—Estehumanoosenseñaráamatarhumanos—señalóLana.Drakehablócomosicadasílabaresultaraunesfuerzo.—Sípero…mibrazo…—Dameelbrazo—dijoLanay,sinquererlo,searrastróhastaDrake.Elchicosepusoenpie,temblandoperodecidido,yextendióelmuñónquemado
ycercenado.—Te daré un brazo que no ha tenido ningún humano—dijo la Oscuridad a
travésdeLana—.Notienesningunamagia,humano,perolachicaservirá.Drakesemovióaunavelocidadsorprendente.SediolavueltaytiróaLanadel
pelo.—Cógemeelbrazo—dijoDrakeentredientes.Lana colocó la mano temblorosa sobre la carne quemada. Notaba el hueso
reciéncortadopordebajoyleentrabanganasdevomitar.Peroelbrilloaumentó.Lanasintióelcuerpoenterollenodeél,nocálidosino
frío,fríocomoelhielo.LacarnedeDrakeestabacreciendo.Notabacomosemovíabajolosdedos.Peronoeracarnehumana.Noerahumanaenabsoluto.—No…—susurrólachica.—Sí—respiróDrake—.Sí…
TREINTAYNUEVE
36HORAS,37MINUTOSS
AndsometimeswhenyoulietomeSometimesI’lllietoyouAndthereisn’tathingyoucouldpossiblydoAllthesehalf-destroyedlivesAren’tasbadastheyseemButnowIseebloodandIhearpeoplescreamThenIwakeupAndit’sjustanotherbaddream
SAMCANTABALAcancióndeAgentOrangequesonabaensuiPodcomosilaletrafamiliarhubierapasadodeperteneceraotracancióninquietanteadescribirsuvida.
Estabaenelparquedebomberos,peronodisfrutabaprecisamentedelacomidaensolitario.Quinnestaba…,enfin,yanuncaparecíasaberdóndeestabaQuinn.Suamigo,¿aúneraapropiadaesapalabra?,suamigoQuinneraunasombraqueibayvenía, a veces bromeaba como antes y otras veces permanecía sentado, huraño,viendoDVDqueyahabíavistounmillóndeveces.
Encualquiercaso,noestabaparacomerenelparquedebomberos,peseaqueSamhabíahechosopasuficienteparamásbocas.
Ediliosematerializóensilencioenelumbraldelapuerta.Parecíadesanimado.Samsepercatódequehabíaestadocantandoenvozbaja,y,avergonzado,bajó lamúsicaysequitólosauriculares.
—¿Quéhasdescubierto,Edilio?—SiestáenalgunapartedePerdidoBeach, seestáescondiendodemaravilla,
Sam —explicó Edilio—. Hemos buscado. Hemos hablado con todos. Lana hadesaparecido. Y su perro también. Estaba en casa de Elwood, y luego va ydesaparece.
Samarrojóelreproductordemúsicasobrelamesa.—Tengosopa.¿Quieresunpoco?Ediliosehundióenlasilla.—¿Dequévalacanción?
—Habladepedirayudaenunmundoquesehavueltoloco.Loschicoscompartieronunarisamordaz.—La siguiente será una canción antigua, ¿cómo se llamaba?—Sam trató de
recordar—.Ah,sí.EsadeREM:It’stheEndoftheWorldasWeKnowIt.—Así es—comentó Edilio—. He estado buscando a una chica que cura a la
gente con magia, y he pasado algo de tiempo aprendiendo a disparar con unaametralladora.
—¿Yesocómova,porcierto?—Tengoacuatrochicosquemásomenospuedenhacerlo,contandoaQuinn.
Pero, colega,no somosprecisamentemarines, ¿sabes?Unchico llamadoTomseponeadispararyporpocomeda.Tuvequelanzarmesobreunmontóndemierdadeperro.
Samintentónoreírse,peroencuantoempezaronningunodelosdospudoparar.—Ya,teparecedivertido…,esperaaquetetoqueati.Samvolvióaponerseserio.—No sé qué es lo que retiene a Caine. Han pasado dos días. ¿A qué está
esperando?—¿Por qué tanta prisa? Cuanto más tiempo tengamos, más preparados
estaremos.—Tío,mañanaporlanochedesaparezco—lerecordóSam.—Esonolosabesseguro,colega—insistióEdilio,avergonzado.—OjalásupieraquéestápasandoenCoates.Edilioloentendiódeinmediato.—¿Hablasdeespiarlos?Samapartólasopa.—Nosédequéhablo,colega.Unapartedemícreequedeberíamosirhastaallí,
¿sabes?Subiryatacarlos.—Tenemosarmas.Tenemoschicosquesabenconducir.Tenemos,apartede ti,
cuatro mutantes con poderes que pueden resultar útiles. Ya sabes, poderes paraluchar, no como esa chica que puede desaparecer pero solo si está muyavergonzada.
Samsonriósinquerer.—Esbroma.—No,colega,esmuytímida,ysiledicesalgocomo«Tieneselpelobonito»,se
vuelveinvisible.Perosigueahí.Lapuedestocar,peronolapuedesver.—EsonoserviráprecisamenteparadeteneraCaine.
—Taylorestátrabajandoenlodelteletransporte.Ahorapuederecorrerunparde manzanas. —Edilio no sabía qué más proponer—. Pero en términos útiles,tenemosaeseniñodenueveañosquepuedehacerloquehacestúconlaluz,peronotanto.
—Nueve.Nopodemoshacerqueunchicodenueveañoshagadañoaalguien—protestóSam.
—¿Yquétepareceesachicadeoncequesemuevetanrápidoquecasinolaves?—¿Brianna?—AhorasehacellamarBrisa,rápidacomolabrisa.—¿LaBrisa? ¿Como un superhéroe?—Sammeneó la cabeza, preocupado—.
Genial. Justo lo que necesitamos. —Era una de las expresiones favoritas de sumadre,«justoloquenecesitamos».Sintióunapunzadaagudaenelpecho,peroselepasórápido—.¿YquéencargaremosaBrisacuandovayazumbandoporahí?
Edilioparecíaincómodo.—Supongoqueledaremosunarma.Dispara,seapartayvuelveadisparar.—Ay,Diosmío.—Saminclinólacabeza—.¿Cononceañosledamosunarma?
¿Paradispararalagente?¿Asereshumanos?Esdelocos.Edilionosabíaquéresponderaeso.—Lo siento, colega. No quiero cargarte con esto, Edilio. Es que… es una
locura.Estámal.Yaesbastantemaloentrechicosdenuestraedad,pero¿conchicosdecuartoyquinto?
Entonces se oyó el ruido de unas pisadas subiendo las escaleras, y tanto SamcomoEdiliosepusieronenpiedeunsalto,esperandolopeor.
Dekka,unadelasrefugiadasdeCoates,entróatodaprisayresbalóenelsueloencerado.Sehabíahechodañoenlafrente,untajodemásdecincocentímetros,ysehabíanegadoaqueLanaselocurara.
—Eso me lo hizo Drake cuando me pateó—había explicado—. Cúrame lasmanosdelcemento,peronometoqueslacabeza.Quierorecordarlo.
SamsediocuentadequeaqueleraelsegundorasgomásinteresantedeDekka.El primero debía de ser el hecho de que parecía tener el poder de suspender lagravedadenunazonapequeña.
—¿Quépasa,Dekka?—preguntóSam.—Esetipo,Orc.Acabadellegaralaciudadhechoundesastre.—¿Orc?¿SoloOrc?¿SinHoward?Dekkaseencogiódehombros.—Nohevistoanadiemás.Quinnmehadichoquemejorfueraacontártelo.Me
hadichoqueibaaseguiraOrchastasucasa.EsadebíadeserlacasaqueOrccompartíaconHoward.Noquedabamuylejos.—Igualdeberíallevarpistola.Edilioyaseponíaenlopeor.—CreoquepuedomanejaraOrc—opinóSam,sorprendidodelaseguridadque
mostrabaensímismo.NuncaantesenlavidahabíacreídoquepudieramanejaraOrc.Quinnestabaesperandofueradelacasa.Samlediolasgraciasdeunmodocasi
formal.—TeagradezcoquemehayasmandadoaDekkayquehayasestadovigilando.—Hago lo que puedo —repuso Quinn, en un tono más amargo de lo que
probablementepretendía.SamyEdiliosemantuvieronaunladomientrasQuinnllamabaalapuerta.Lavozreconocibledelmatónaulló:—Entrad,idiotas.Orcestabaabriendounalatadecerveza.—Dejadmebebermeesto—murmuróOrc—.Yluegoyapodéismatarmeo lo
quesea.Orchabíapasadounpardedíasmalos.Teníarasguños,heridas,golpes.Unojo
hinchadoynegro.Lospantalonesdesgarradosysucios.Lacamisaapenasparecíaunacamisa:estabahechajirones,yselahabíavueltoaanudardecualquiermanera.
Seguíasiendogrande,peronoparecíatanamenazadorcomoantes.—¿DóndeestáHoward?—preguntóSam.—Conellos.—¿Conquiénes?—ConDrake.Conlachica,comosellame,Lana.Yunperroquehabla.—Orc
sonrió—. Ya. Estoy loco. Un perro que habla. Fueron los perros los que meatacaron.Mehanhechounagujeroenlastripas.Semehancomidolapierna.
—¿Dequéhablas,Orc?Orctomóunsorbolargo,ysuspiró.—Tío,québuenaestá.—Hablaclaro,Orc—leespetóSam.Orceructóruidosamente.Selevantódespacio.Dejólacerveza.Conlosbrazos
rígidos,sequitólacamisaharapientaporencimadelacabeza.Edilioahogóungrito.Quinnapartólavista.Samsequedómirandosinmás.Zonas grandes del pecho y el vientre de Orc estaban cubiertas de grava. Las
piedrecitaserandelcolordelaguaturbia,verdegrisáceo.CuandoOrcrespiraba,lagravasubíaybajaba.
—Seestáextendiendo—señaló.Parecíahacerlegracia.Latocóconundedo—.Estácaliente.
—Orc…¿cómohapasado?—preguntóSam.—Te lohedicho.Losperros semehan comido lapiernay las tripasyotras
partesquenotediré.Entoncesqueseharellenadoconesto.Seencogiódehombros,ySamoyóun ruidodébildepasosenuncaminode
gravahúmedo.—Noduele—explicóOrc—.Mehacíadaño.Peroahorayano.Peropica.—MadredeDios—murmuróEdilio.—Sea como sea—continuóOrc—, sé que todosmeodiáis.Así quematadme
ahoraosalid.Tengohambreysed.Loschicossemarcharon.Unavezfuera,Quinnbajólacallerápidamente,sedetuvoderepenteyvomitó
enunarbusto.SamyEdilioloalcanzaron.SampusounamanoenelhombrodeQuinn.—Losiento—dijoelchico—.Supongoquesoydébil.—Seacercancosaspeores—comentóSam—.Peroderepente,lodehacerpuf,
así,sinmás,comoquenoparecelopeorquepuedepasar,¿no?
—Hace dos días que desapareció Drake —señaló Diana—. Tenemos quefijarnosenloquetenemosaquí.
—Estoyocupado—leespetóCaine.EstabandepieenelcéspeddelaentradadeCoates.Cainesupervisabaelintento
de reparar el agujero causado por la anterior lucha de poder. Teletransportabaladrillos, unos pocos cada vez, hasta dondeChaz y el chico delmazo intentabanunirlosconcemento.
Yaseleshabíaderrumbadodosveces.Unacosaeravertercementoenunmoldedelsuelo.Perocostabamuchomásunirladrillos.
—Tenemos que hacer alguna clase de trato con… con los de la ciudad —propusoDiana.
—«Losdelaciudad».Nodices«Sam»ni«tuhermano».—Deacuerdo,mehaspillado.Tenemosquehaceralgunaclasedetratocontu
hermano,Sam.Aúntienencomida,yanosotrossenosestáacabando.
Cainemostró lomucho que lo preocupabamientras hacía levitar otra pila deladrillosatravésdelapuertadelanteradelaescuelayhastaelsegundopiso,dondeChazyelchicodelmazoesquivabanlacargaentrante.
—Estoymejorandoenesto—comentó—.Tengomáscontrol,másprecisión.—Ayquébien…Cainehundióloshombros.—Oye, podríasmostrar algode apoyode vez en cuando.Sabes lo que siento
porti.Peroloúnicoquehacesesmeterteconmigo.—¿Yquéquieres,quenoscasemos?Cainesepusorojo,yDianasoltóunacarcajadainusualmenteestentórea.—Te acuerdas de que tenemos catorce años, ¿no? Quiero decir que sé que
piensasqueereselNapoleóndelaERA,peroseguimossiendoniños.—Laedadesrelativa.SoyunadelasdospersonasmásmayoresdelaERA.Yla
máspoderosa.Dianasemordiólalengua.Ibaareplicarleconunarespuestadesabihonda,pero
yasehabíametidosuficienteconCaineenloquellevabandedía.TeníatemasmásimportantesqueabordarqueelamoradolescentedeCaine.Porqueeraeso.Cainenoeracapazdeamardeveras,enprofundidad,desentireltipodeamorquecrececonelpasodeltiempo.
—Claroqueyotampoco…—murmuróDiana.—¿Elqué?—Nada—observabaaCainemientrastrabajaba.Noloqueestabahaciendo,sinoalchicoensí.Eraelchicomáscarismáticoque
habíaconocidoenlavida.Podríahabersidounaestrelladerock.Yestabaclaroquecreíaqueestabaenamoradodeella.Poresemotivotolerabasusimpertinencias.
Aellasesuponíaque legustaba.Sehabíansentidoatraídoselunoporelotrocasidesdeelcomienzo.Eranamigos…No,esanoeralapalabra.Cómplices.Sí,esaserviría: cómplices. Se habían vuelto cómplices desde que Caine descubrió suspoderes.
Ellahabíasidolaprimerapersonaaquienselosenseñó.Habíahechocaerunlibrodelamesadesdeelotroladodelahabitación.
Ellahabíasidolaqueleanimóatrabajarenellos,adesarrollarlos,apracticarensecreto.Cadavezquealcanzabaunnuevonivel,seloenseñabaaella.Ycuandoellamostraba lamásmínima expresión de amabilidad hacia él, o le halagaba unpoco, o incluso si asentía indicando admiración, él se hinchaba y parecía brillarcomosilaluzsereflejaraenél.
Costabatanpocomanipularlo…Nonecesitabaafectoreal,tansoloinsinuarlo.Diana encargaba a Caine que utilizara su poder para hacer tropezar a algún
estiradoquenolegustaba,oparahumillaraalgúnprofesorquelahabíareñido.Ycuando lecontóqueelprofesordeciencias lahabíaacorraladoenel laboratoriovacío y había intentadometerlemano,Caine lo hizo caerse por unas escaleras yacabarenelhospital.
Dianadisfrutódeaquellaépoca.Teníaunprotectorparaloqueseleantojarayquenopedía nada a cambio.Pese a su egodescomunal, su aspecto y su encanto,Caine era terriblemente torpe con las chicas. Ni siquiera había intentado besar aalguna.
PeroentoncesCaineatrajo laatencióndeDrakeMerwin,queyaeraconocidocomoelmatónmáspeligrosoenunaescueladondenofaltabanmatones.YapartirdeentoncesCaineloshacíaenfrentarseentreellos:hacíaunpocoporDianacuandoselopedíaytambiénunpocoporCaine.
AmedidaqueaumentaronlospoderesdeCaine,ambasrelacionescambiaron.Y luego la enfermera de la escuela, la madre de Sam—que también era la
madredeCaine,aunqueningunodeelloslossabía—,empezóapercatarsedequepasabaalgomuyextrañoconsuhijitoperdido.
Losladrillossederrumbaronderepente.Seoyeronunaseriederuidossordosalcaerenelcésped,yaChazyalchicodelmazogruñendoymaldiciendo.
ParecíaqueCainenosehabíadadocuenta.—¿Quécreesquepasó?—preguntó, casi como si leyera lospensamientosde
Diana.—Creo que no los han puesto lo bastante rectos —respondió la chica, a
sabiendasdequenoeraloquepreguntaba.—No me refiero a eso. Con ella, con la enfermera Temple —y repitió el
nombre,alargándoloparaverquésentía—.ConlaenfermeraConnieTemple.Dianasuspiró.Noleapetecíateneraquellaconversación.—Laverdadesquenoconocíaalamujer.—Tienedoshijos.Sequedauno.Elotrolodaenadopción.Yoeraunbebé.—Nosoypsiquiatra…—protestóDiana.—Siempretuveesasensación,¿sabes?Dequemifamilianoeramifamiliade
verdad.Nuncamedijeronqueeraadoptado,peromimadre,bueno, lamujerquepensaba que eramimadre, no sé cómo llamarla ahora…En cualquier caso, ellanunca hablaba de cómo me tuvo. Ya sabes, como cuando las mujeres hablan decuandosepusierondepartoytal.Nuncahablabadeeso.
—Lástimaquenotengasaltípicomédicodelatele.Podríascontárseloaél.—Creo que era bastante fría, la enfermeraTemple.Mi así llamadamadre.—
AhoramirabaaDianaconlacabezaladeada,frunciendoelceñoconunaexpresiónescéptica—.Unpococomotú,Diana.
Dianaemitióunruidogrosero.—No intentes hurgarmás en el asunto,Caine. Probablemente no eramás que
unaadolescentejodidacuandotetuvo.Debiódepensarquepodríaencargarsedeunbebé,peronodedos.Opuedequeintentaraqueosadoptaranalosdos,peronadiequeríaquedarseconSam.
Cainesequedódesconcertadoaloíraquelcomentario.—¿Intentashacermelapelotaaldecireso?—Solo intentoqueavances.¿Aquién le importa losproblemascon tumadre?
Tenemoscomidaparados,tressemanasmáximo.Luegoyanonosquedaránada.—¿Vesloquequierodecir?Seguroqueeraigualquetú,Diana.Fríayegoísta.Dianaestabaapuntodereplicarcuandooyóunruidoaceleradodetrásdeella.
Sevolvióyviounaoleada,unamanadadebestiassalvajes,peludasyamarillas.Loscoyotes parecían venir de todas partes al mismo tiempo, como una invasióndisciplinadaydecididaaaplastarlosaCaineyaella.
Cainealzólasmanosconlaspalmashaciafuera,armadoylistoparaatacar.—¡No!—gritóunavoz—.Noleshagasdaño,sonamigos.EraHoward,queavanzabahacia ellos agitando lasmanos.Detrásde él iba la
chicacurandera,Lana,queparecíaestupefacta.YdetrásdeellosibaDrake.Dianamaldijoenvozbaja.Seguíavivo.YentoncesvioelbrazodeDrake.El muñón quemado, el resto del brazo que serró mientras Drake gritaba y
llorabayamenazaba,sehabíavistoalterado.Estabaalargado,comosisehubieraconvertidoenuncarameloenvueltoenun
papeloscuroyensangrentado.Ledabadosvueltasalrededordelcuerpo.No.Imposible.Howardfueelprimeroenacercarsecorriendohastaellos.—¿HaaparecidoOrcporaquí?PeroniCaineniDianarespondieron.AmbosmirabanfijamenteaDrake,quese
aproximabahacia ellosmuypagadode símismo.Yanoera aquel espantapájarosandrajosoqueseechóallorarcuandovioelmuñónfundidodesumanoyaciendo
enelsuelodebaldosas.—Drake…pensábamosqueestabasmuerto…—comentóCaine.—Hevuelto…ymejorquenunca.Yextendióel tentáculo rojodesde lacintura, comounapitónquesoltaraa su
víctima.—¿Tegusta,Diana?—preguntóDrake.Elbrazo,laserpienteimposibledeunrojodescarnado,seenroscóporencima
de la cabeza de Drake, arremolinándose y contorsionándose. Y entonces, a talvelocidad que el ojo humano apenas podía detectar el movimiento, lo hizochasquearcomounlátigo.
Unchasquidofuerte.Unpequeñoestruendosonoro.Dianagritódedolor.Perpleja,sequedómirandoelcortequelehabíahechoen
lablusayelhilodesangrequebrotabadesuhombro.—Losiento—comentóDrakesin fingir sinceridad—.Aún tengoquemejorar
mipuntería.—Drake… —dijo Caine, pese a la sangre y herida de Diana, y sonrió—.
Bienvenidootravez.—He traído ayuda. —Drake extendió la mano izquierda, y Caine le dio
torpementeladerecha—.Entonces…¿cuándovamosacargarnosaSamTemple?
CUARENTA
26HORAS,47MINUTOS
—VENDRÁN MAÑANA POR la noche —anunció Sam—. Creo que Caine necesitaderrotarme.Creoqueparaélesuntemadeego.
Habíanorganizadoelconsejodeguerrafinalenlaiglesia.EnlamismaiglesiaenlaqueCainetomótanhábilmenteelpoder.Habíanvueltoacolocarlacruzcontralapared.Noestabadondesesuponíaquedebíaestar,peroalmenosyanoestabaenelsuelo.
RepresentabanaloschicosdePerdidoBeachSam,Astrid,Pete,Edilio,Dahra,Elwood y la madre Mary. También habían invitado a Albert, pero estabaconcentrado en su preparación de Acción de Gracias, y en experimentar con latortiburguesa. Representaban a los refugiados de Coates tres chicas: Dekka, lapequeñaBriannalaBrisayTaylor.
—Caine es un chico que necesita ganar.Necesita ganar antes de hacer puf.Oganar antes de que yo haga puf. Lo que quiero decir es que no va a aceptar quehayamosliberadoatodosestoschicosdeCoatessinmásyquenosencarguemosdePerdidoBeach—señalóSam—.Asíque tenemosqueestarpreparados.Y tambiénqueprepararnosparaalgomás:mañanaesmicumpleaños—pusomalacara—.Noes precisamente un cumpleaños cualquiera. Pero, de todos modos, tenemos quedecidirquiénocuparámilugar…si…cuando…salga.
Varioschicosemitieronruidosexpresandosolidaridadoánimos,indicandoquepuedequeSamnofueraadesaparecer,oquequizásescaparde laERA fuera algobueno.PeroSamloshizocallaratodos.
—Mirad, lobuenoesquecuandoyodesaparezca tambiéndesapareceráCaine.LomaloesqueaúnquedaránDrakeyDianaylosdemásmatones.Orc…,bueno,nosabemosexactamentequélepasa,peroHowardnoestáconél.YLana…tampocosabemosquélehapasado,sisehamarchadooqué.
La pérdida de Lana había sido un golpe muy duro. Todos los refugiados deCoateslaadorabanporcómoleshabíacuradolasmanos.Ylestranquilizabapensarquepodríacuraracualquieraqueestuvieraherido.
—Nomino a Edilio para que ocupe tu lugar si… bueno, ya sabes—propusoAstrid—. En cualquier caso, necesitamos un número dos, un vicepresidente ovicealcaldeoalgoparecido.
Ediliopusocaradesorpresa,comosiAstridestuvierahablandodealgúnotroEdilio,yañadió:
—Quéva.Astrideslapersonamáslistaquehayaquí.—YotengoquecuidardePete.Marytienequecuidardelospequesyevitarque
se hagan daño.Dahra tiene la responsabilidad de tratar a todos los que se hagandaño. Elwood ha estado tan ocupado en el hospital con Dahra que no se haenfrentadoniaCaineniaDrakenianingúnotrodelafaccióndeCoates.EdiliosehaenfrentadoaOrcyDrake.Ysiempresehamostradovaliente,listoycapaz.
AstridguiñóunojoaEdilio,reconociendoquepodíaincomodarlo.—Exacto—lasecundóSam—.Entonces,sinadie tieneobjeciones,asíserá.Si
mehierenodesaparezco,Edilioestaráalmando.—RespetoaEdilio—intervinoDekka—,peronotienepoderes.—Tiene el poder de ganarse la confianza de la gente y de intervenir cuando
tienequehacerlo—leespetóAstrid.Nadievolvióaplantearobjeciones.—Puesvale—prosiguióSam—.TenemosanuestragentepreparadayEdilioles
dirádóndeir.Taylor,séquetevaaresultarunpocoaburrido,ytambiénquepuededarunpocodemiedo.Cogeaunamigoparaquevayacontigo,hacedturnosparadormir, pero aseguraos de que uno de vosotros está despierto. Y no dejéis depracticar. Brisa, tu papel es muy importante: tú serás nuestro sistema decomunicación en cuanto empiece todo. ¿Dekka? En cuanto contacte Taylor connosotros,túyyosaldremos.
—Guay—dijoDekka.—Vamosaganarestabatalla—losanimóSam.Tras lo cual todos se levantaronparamarcharse.Astrid semantuvo rezagada.
SamdioaEdiliounosgolpecitosenelhombro.—Escúchame,sipuedesencontraralgoútilquepuedahacerQuinn…—Ahoramepongo.Nodisparamal.Lotengoapostadoencimadelaguardería
conunadelasametralladoras.Samasintió,lediounosgolpecitosenlaespaldayloviomarcharse.—Quinnconunaametralladora—comentó—.Lepidoamiamigoquedisparea
lagente.—Leestáspidiendoquesedefiendayquedefiendaa lospeques—lojustificó
Astrid.—Sí,esolocambiatodo.Samadoptóuntonosarcástico.
—¿Yquéquieresquehagayo?—lepreguntóAstrid—.Nomehasencargadoningúntrabajo.
—Quieroqueencuentresunlugarseguroyteescondasallíhastaquetodoestohayaterminado.Esoesloquequiero.
—Pero…—Pero…apartirdemañanaporlatarde,tenecesitoallíarriba—señalóhacia
arriba.—¿Enelcielo?—preguntóAstridsonriendo.—Sígueme…SamcondujoaAstridysuhermanohastaelcampanario.Lospanelesenrejados
seguíancaídos, talycomoDrakeloshabíadejado.LaslucesdePerdidoBeachseveíaninquietantementenormalesdesdeallíarriba.Muchascasasaúnteníanlaslucesencendidas. Las escasas farolas estaban iluminadas. Brillaba la señal amarilla delMcDonald’s.Unabrisa transportaba el olor a patatas fritas y hojas de pino, sal yalgas.
Había dos sacos de dormir colocados en el estrecho espacio. Un par deprismáticosyunwalkie-talkieinfantilseencontrabanjuntoaunabolsadepapel.
—TehepuestocomidaypilasparalaconsoladePeteenesabolsa.Nocreoqueel walkie-talkie funcione muy bien, pero yo tengo el otro. Se puede verprácticamentetododesdeaquíarriba.
Era un espacio muy estrecho. Pete se sentó enseguida en una esquinapolvorienta.AstridySamestabandepie,incómodamentecerca,conlacampanaporencimadesuscabezas.
—¿Mehasdejadounarma?Élnegóconlacabeza.—No.—Pidesatodoslosdemásquehagancosasterribles.Yamísoloquemire.—Esdistinto.—¿Porqué?¿Qué?—Bueno…necesitotucerebro.Necesitoqueobserves.—Quétontería.Samasintió.—De acuerdo, sí.No te has entrenadopara disparar. Probablemente acabarías
disparándoteenelpie.—Ah…Astridnoestabamuyconvencidadeello.
—Escúchame, sé que es una locura, pero igual deberías pensar en la idea deQuinn,yasabes,ladehacerquePetetemandeaHawái.Oadondesea.Éltieneelpoderdehacerlo.Silascosasnosalenbien…
—No quiero quememande a no sé dónde—protestóAstrid—.No creo quefuncionara,enprimerlugar.Yensegundo…
—¿Sí?—Y,ensegundo,noquieroabandonarte.Élapoyódelicadamentelapalmadelamanosobresumejilla,yellacerrólos
ojosyseapoyóenél.—Astrid,soyyoelquemevoyamarchar.Yalosabes.—No, eso no lo sé. He rezado para que no pase. He pedido a María que
interceda.—¿María?¿QuieresdeciraMaryTerrafino?—No, tonto.—Astrid se rio—. Estás hecho un pagano.AMaría.A laVirgen
María.—Ah,aesa…—Séque no creesmucho enDios, pero yo sí.Creo queÉl sabe que estamos
aquí.Creoqueoyenuestrosrezos.—¿Creesquetodoestoesunplandivino?¿LaERAytodolodemás?—No,creoenellibrealbedrío.Creoquecadaunotomasuspropiasdecisiones
yllevaacabosuspropiasacciones.Yquenuestrasaccionestienenconsecuencias.Elmundoesloquehacemosconél.PerocreoqueavecespodemospedirleaDiosquenosayudeyÉllohará.AvecescreoqueÉlnosmiraydice:«Vaya,miraloqueestánhaciendoahoraesosidiotas:másvalequelosayudeunpoco».
—Aceptaríalaayudaencantado.—Ydelmismomodo,ojalátuvieraunarma.Sammeneólacabeza.—Yolehicedañoamipadrastro.ADrake.PodríahabermatadoaDrake.Nosé.
Ynoséquévaapasaracontinuación.Perosíqueséquecuando lehagodañoaalguien,esomedejahuella.Comounacicatrizoalgoasí.Escomo…—Buscabalaspalabras,yellaloenvolviófuerteconsusbrazos—.Escomomirodilla…¿ComocuandoDrakemedisparó?Yasehacurado,graciasaLana,comosinuncahubierasucedido.Pero¿lodequemaraDrake?Esoestádentrodemí,enmicabeza,yLananomehacuradoeso.
—Sihayunalucha,otrossentiránesedolor.—Túnoeresotros.
—¿No?—No.—¿Porqué?—Porquetequiero.Astrid permaneció tanto rato en silencio queSampensó que debía de haberla
molestado.Peronosesoltó,niseapartó,sinoquemantuvolacarahundidaensucuello. Sam sintió las lágrimas cálidas de la chica sobre su piel, hasta quefinalmenteAstriddijo:
—Yotambiéntequiero.Samsuspiróaliviado.—Bueno,yahemossuperadoeso…Peroellanosesumóasurisanerviosa.—Tengoalgoquecontarte,Sam.—¿Unsecreto?—No estaba segura de ello, así que no he dicho nada. Cuesta separarlo del
coeficiente.Intuiciónesnormalmenteelnombrequedamosalapercepciónnormalperoacentuadaquetienelugarpordebajodelniveldepensamientoconsciente.
—Aaah…Sampusovozdetonto.—Durantemuchotiempo,noestabaseguradequefueraotracosaqueintuición
normal.—Elpoder…mepreguntabasilosabías.Dianacomentóqueteníasdosbarras.
Yonoquería,yasabes,obligarteapensarenello.—Losospechaba.Peroesraro.Tocolamanodeunapersonayavecesveolo
queenmimentepareceunrayodefuegoatravesandoelcielo.Samseapartóunpocoparaverlemejorlacara.—¿Unrayo?Astridseencogiódehombros.—Quéraro,¿no?Loveobrillanteoapagado,cortoolargo.Noséloquequiere
decir, no puedo controlarlo y aún no he intentado de veras explorarlo. Peromesiento como si viera parte de, no sé cómo decirlo, ¿la trascendencia o algo? Escomo si viera el alma de una persona o quizá su destino, pero en términosmuymetafóricos.
—Muymetafóricos—repitióSam—.¿Tupodereselpoderdelametáfora?AlmenosconesoSamseganóunasonrisayunempujón.—Listillo. Lo que quiero decir es que desde el principio he sabido que eras
importanteenalgúnsentido.Eresunaestrellafugazquecruzaelcielodejandounrastrodechispas.
—¿Ymañanaqué,meestrellaréfugazmentecontraunapareddeladrillos?—Pues no lo sé —admitió Astrid—. Pero sé que eres la estrella fugaz más
brillantedelcielo.
Jack el del ordenador se despertó y sintió su mano blanda sobre la boca. Fueraestabaoscuro,pero lahabitaciónestababañadaenelbrilloazulde lapantalladelordenador.Jackveíaelcontornodesurostro,supelooscuro,susojosbrillantes.
Dianalechistóponiéndoseundedosobreloslabios.Elcorazóndelchicolatíaatodafuerza.Algoibamal,noteníaningunadudade
ello.—Levántate,Jack.—¿Quépasa?—¿Recuerdasnuestroacuerdo?¿Recuerdastupromesa?Élnoqueríadecirquesí.Noquería.Siemprehabíasabidoquequisieraloque
quisieraDiana,seríapeligroso.YJackestabamásaterrorizadoquenunca.Drakehabíavuelto.Drakeeraunmonstruo.Dianaleacariciólamejillaconlasyemasdelosdedos.Jacksintióescalofríos.
Yentonces,tambiénconmuchasuavidad,lediouncacheteenlamejilla.—Tehepreguntadosirecordabasnuestrapromesa.Jack estaba mudo. Demasiado confundido para poder hablar, demasiado
nerviosoporsupresencia,demasiadoaterrorizadoporloqueellapodríaquerer.Yasintió.
—Vístete.Llévatesololaropa.Nadamás.—¿Quéhoraes?Jacktratódeganartiempo.—Eshoradehacerloquehayquehacer.—Labocadulcedelachicaesbozóuna
sonrisasardónica—.Aunqueseapormotivosequivocados.Jacksebajódelacama,alegrándosemuymuchodehaberencontradounparde
pantalones de pijama que ponerse. Hizo que Diana se volviera y se vistiórápidamente.
—¿Adóndevamos?—Vasaconducir.
—Soloheconducidounavezyporpocomemetoenunacuneta.—Eresunchicomuylisto,Jack.Yaaprenderás.Salieron deslizándose de la habitación hacia el pasillo a oscuras. Bajaron las
escalerasconmuchomuchocuidado.Dianaabriólentamentelapuertadelacalleymiró el patio. Jack se preguntaba si Diana había preparado una excusa por sialguiendecidíadetenerlos.
Elruidodelaszapatillasenlagravadelaentradaseveíaamplificadoenelairenocturnoynebuloso.Eracomosiintentaranhacerruido.Comosidierancadapasoconunmazo.
Dianalollevóhastaelmonovolumenaparcadotorpementeenlahierba.—Lasllavesestánpuestas.Entra.Ponteenelasientodelconductor.—¿Adóndevamos?—ConducehastaPerdidoBeach.Solotú.Jacksealarmó.—¿Yo?¿Soloyo?¡No,no,no!Simevoy,Cainepensaráquehasidoideamía.
EnviaráaDrakeabuscarme.—Jack, ome obedeces ome quedaré aquí gritando.Vendrán y diré que te he
pilladointentandoescapar.Jacksintióquesuresistenciasedesmoronaba.Eramuyprobable.Ellaloharíay
Caineselacreería.Yluego…vendríaDrake.Jackseechóatemblar.—¿Porqué?—suplicóJack.—EncuentraaSamTemple.Dilequetehasescapado.Jacktragósalivaeinclinólacabeza.—Mejoraún,encuentraalachica,Astrid.—Dianarecuperópartedesuactitud
burlona—.AstridlaGenio.EstarádesesperadaporsalvaraSam.—Deacuerdo,deacuerdo.—Jacksearmódevalor—.Mejorvoytirando.Dianaletocóelbrazo.—HáblalesdeAndrew.Jacksequedóparalizadoconlamanoenelcontacto.—¿Esoesloquequieresquehaga?—Jack, si Sam desaparece, Drake se volverá contra mí, y Caine no podrá
detenerlo.Drakeesmásfuertequeantes.NecesitoaSamvivo.Necesitoaalguienaquien Drake pueda odiar. Necesito equilibrio. Háblale a Sam de la tentación.Adviérteledequeletentarárendirsealgransalto,peroqueigual,igual,sidicequeno…—Dianasuspiró.Noparecíamuyesperanzada—.Vamos,ve.
Lachicasediolavueltasobresustalonesyvolvióaentrarenelcolegio.
Jack la siguió con la mirada hasta que alcanzó la puerta. También era suoportunidad de escapar. Podía apartarse de Caine y Drake y de todo lo querepresentaban.Peroseibaaquedar.
¿EraposiblequeDianaamararealmenteaCaine?Jackrespiróhondoparatranquilizarseygirólallave.Elmotorrugió.Lehabía
dadodemasiadofuerte.Hacíademasiadoruido.—Ssh,ssh—dijo.Giróla llaveparaponerseenmarchaypisóelacelerador.Peronopasónada.
Casi ledaunataquedepánico.Entoncesrecordóelfrenodeurgencia.Losoltóyvolvióaprobarconelacelerador.Elcochesearrastróaplastandolagravaalpasar.
—Oye,¿adóndevas?EraHoward.¿Quéestabahaciendoahíenmitaddelanoche?Aúnbuscabaasuamigo,almatónOrc,comosiempre.HowardpasórápidamentedeunaexpresiónperplejaacuestionarseloqueJack
hacía,yenseguidaaasustarse.—Oye,tío,para,para.Jackpasóde largo.Porel retrovisorvioqueHowardentrabacorriendoen la
escuela.Debería conducir más rápido. Pero a Jack el del ordenador le aterrorizaba
conducir. Tenía que tomar demasiadas decisiones, exigía demasiada atención, erademasiadopeligroso,demasiadomortal.
Sedetuvoenlapuertadehierro.Estabacerrada.Saltódelcocheylaabrióatodaprisa.
Permaneció un momento parado y escuchó. Ruidos en el bosque. Las gotascondensadasquecaíandelashojasylosanimalitosquelashacíancrujiryunadébilbrisaqueapenaslasempujaba.Entoncesoyóelruidodelmotordeuncoche.
Jack volvió al vehículo, giró la llave de contacto y atravesó la puerta dandobandazos.
Ladejóabiertay semarchó.Noesque lapuerta tuvieraque retrasar anadie,pero a él sí que lo había retrasado. Ya lo estaban persiguiendo. Sin duda, Pandaestaría al volante, él era el conductor con más experiencia, mucho másexperimentadoqueJack.
Panda.ConDrakeallado.Drakeysubrazomonstruoso.Jack sintió que el miedo se le metía en el cuerpo. Apretó el volante con
demasiadafuerza.Lapartesuperiorlesaltóenlasmanos.Apartóelarcodeplásticodequincecentímetrosygimióasustado.Seobligóa
sujetarelvolanteconmáscuidado,acontrolarelpánico,acentrarseenconducir.Aconcentrarseenlacarreteraqueserpenteabaporlamontaña,queveníadebosquesdensoshaciaunterrenomásabiertoyentornoalespolón.
Viounaslucesporelespejoretrovisor.Ay,Diosmío;ay,Diosmío.Lomatarían.Drakeusaríasumanodelátigoparaatacarlo.—¡PiensaJack!—gritóconunavehemenciarepentinayterrible—.¡Piensa!Noeraun temadeprogramación.Noera tecnológico.Eramásprimitivo.Era
fuerzaymásfuerza,violenciaymásviolencia,odioymiedo.¿Ono?Quizátansolosetratabadeunacuestióndeespacio.Elmonovolumenestabaen
loaltodelacarretera.Elcochequecerrabarápidamenteladistanciaquedabamásabajo.
Jackllevabaunmonovolumencontracciónalascuatroruedas.Miró el bordede la carretera.Una cunetaprofunda se extendía a lo largodel
ladoderecho.Unaparedabruptadetierraypiedraquedabaasuizquierda.Elcocheseacercabaagranvelocidad.Estabaamenosdedoscientosmetros.Yentonceslavio:unacarreteradetierraamanoderecha.Puedequenollevaraa
ningunaparte.Puedequesiguieraunospocosmetrosyseinterrumpiera.Nopodíaelegir. Jack dio un volantazo hacia la derecha y, pese a que ibamuydespacio, leparecióquepodíavolcar.
Peroelmonovolumenseenderezóycayósobrelacarreteradetierra.Laslucesdelanteras iluminaron un círculo brillante de tierra y maleza en la oscuridadimpenetrablesinluna.Noveíanada…nosabíanada…Conducíaporquesí,conlaesperanzadequelacarreteradetierranoterminaraderepenteenunprecipicio.
Costaba sujetar el volante, ya que saltaba violentamente. Pero tampoco podíaagarrarlocondemasiadafuerzaoseromperíaensuspotentesmanos,yentoncessíqueestaríaacabado.
Detrás de él las luces del sedán iban como locas, arriba y abajo, saltandodesenfrenadas. La carretera de tierra le costabamuchomás. Pormuymal que lopasaraelmonovolumen,alcocheleresultabaimposible.
Jackfueapartándoselentamentedelcochehastaquelaslucesmenguarondetrásdeélylequedóclaroquesehabíadetenido.
El chico redujo la velocidad, de modo que le resultó más fácil controlar elvehículo.
Había dejado atrás a sus perseguidores. Pero ¿cómo llegaría hasta Perdido
Beach? Solo sabía llegar por la calle principal. ¿Conduciría aquella carretera detierraaalgunaparte?
Loúnicoquesabíaconcertezaeraquenopodríavolveratrás.
CUARENTAYUNO
03HORAS,15MINUTOS
LASHORASDELdíatranscurrieronensilencio.Samsabíaquenotardaríaenempezar.Yenmuypocashorashabríaterminado.Elchicoteníaavariaspersonasvigilandolasafuerasdelaciudad,peroporlo
demásrecomendabaalagentequedurmiera,comiera,queintentararelajarse.Cainellegaríaporlanoche.Samestabasegurodeello.
Habíaintentadoseguirsupropioconsejo,peroleresultabaimposibledormir.Seestabacambiandoderopaypensandoquetendríaquecomeralgoaunquele
doliera el estómago cuando Taylor se presentó de repente en el parque debomberos.Samibaenboxers.
—Vienen hacia aquí —comentó Taylor sin más preámbulos—. Oye, buenosabdominales…
—Cuéntamelo.—BajanseiscochesporlacarreteraprocedentesdeCoates.LlegaránaRalph’s
enunminuto.Semuevendespacio.—¿Hasvistoalgunacaraconocida?¿ACaineoaDrake?—No.Sam entró en la habitación de las literas,meneó la cama de Edilio, dio unos
golpesenladeQuinn,ygritó:—¡Chicos,levantaos!—¿Qué?—Quinn estaba adormilado y confuso—. Pensaba que teníamos que
dormir.—Yyahasdormido.Taylordicequesehanpuestoenmarcha.—Yaestoy.Edilio se levantó de la cama totalmente vestido, y desenganchó una siniestra
pistolaautomáticadelosbarrotesdelacama.Samseembutiólostejanosysepusoabuscarloszapatos.—RebotahastaallíymiraaversihanentradoenRalph’sosehandivididoen
grupos—pidióSamaTaylor.—Notequiteslaropa—leadvirtióTaylor—.Podríavolverenseguida.—Cuandovuelvas,vealaplaza.Voydirectamentehastaallí.
YasíTaylorsedesvaneció.—¿Listo?—pidióSamaEdilio.—No,¿ytú?Samnegóconlacabeza.—Encualquiercaso,hagamosquefuncione.Quinnsebajódesulitera.—¿Eslahora?—Sí.Esdenoche.Comonoshabíamosimaginado.Sabesdóndevas,¿no?—¿Directoalinfierno?—murmuróQuinn.SamyEdiliosedeslizaronporelpostehastaaterrizarenelgaraje.Elwalkie-
talkie en el cinturón de Sam crujió con estridencia. Era la voz deAstrid, tensa einterrumpidaporelruidodeelectricidadestática.
—Sam.Losestoyviendo.Sambajóunpocoelvolumenypulsóelbotón.—Tayloracabadecontármelo.¿Peteytúestáisbien?—Estoybien.Veoseiscoches.HanpasadodelargodeRalph’s.Creoquevana
girarhacialaescuela.—¿Porquéenesadirección?—Puesnolosé.Samsemordióellabioyreflexionó.—Mantenteescondida,Astrid…—Sam…—empezóella.—Losé…yotambién…Sam se puso a caminar rápido, sin correr. Si se hubiera echado a correr
pareceríaquelehabíaentradoelpánico.—Pensé que vendrían de la misma manera que la primera vez—comentó a
Edilio—.Eselcaminomásdirectohastaelcentrodelaciudad.—Yo pensé que igual se apoderaban de Ralph’s y hacían que los
persiguiéramos…—Nolopillo—reconocióSam.Llegaronalcentrode laplazayEdilio seadelantóhastaelayuntamientopara
comprobarelestadodesustropas.Taylor se apareció a menos de cuatro metros de distancia, mirando en la
direcciónequivocada.—Taylor…aquí…—Ah…vanhacialaescuela.YCaineestáconellos.CaineyDiana.Nohevistoa
Drake. Igual está muerto. —Hizo este último comentario con entusiasmoinequívoco.Yentonces,porsiSamnolahabíaentendido,añadió—:Esperoqueestémuerto,esemaldito…
—¿Tehanvisto?—No.Yademásnomepuedentocar.Semedademasiadobien.Podríarebotar
hastalaescuela,verquéhacen.—Notepongaschula—leadvirtióSamseñalándolaconeldedo—.Noquiero
perderte.Manténciertadistancia.Ve.Taylorleguiñóelojoyseesfumó.—Estánsaliendodeloscoches,entrandoenlaescuela—comentóAstridporel
walkie-talkie.Sammiróhaciaelcampanario,tancercaquepodríagritarle,peroAstridmiraba
fijamente la escuela, no a él. Sam vio a Quinn corriendo con su ametralladoracolgadadelhombro.
—¡Buenasuerte,tío!—ledeseóSam.Quinnsedetuvodegolpe.—Gracias.Mira,Sam,yo…—Ahoranotenemostiempo…—dijoSam,deformafirmeperodelicada.Elchicosequedósolodepieenlaplaza,conlapiernaapoyadaenelbordede
lafuente.Laescuela.¿Porqué?¿Yporquévenirdedía,porquénoesperaraquecayeralanoche?
AlbertseacercócorreteandodesdeelMcDonald’syleentregóunabolsa:—Unosnuggets,colega.Porsiteentrahambre.—Gracias,tío.—Confiamosenti,Sam—añadióAlbert,ysemarchó.Sammordisqueóunnuggety tratódepensar.Lode laescuelaera inesperado.
¿Ysisetratabadeunaoportunidad?ConCainefueradelcoche,apie,enunedificioqueSamconocíamuchomejorqueél…
Sampulsóelbotóndelwalkie-talkie.—¿Hayalgunaseñaldequeseesténmarchandodelaescuela?—No.Hanpuestoauntíofueradeguardia.CreoqueesPanda.Teconfirmoque
noveoaDrake.Quizápodríaacabarcontodoaquello.Enaquelmismomomento,enunmanoa
manoconCaine.Asíno tendríaque implicaraningunodeaquelloschicos.Nadietendríaqueapretarelgatillo.
Dekkacorrióendirecciónaél.
—Sam,losiento,noteencontraba.Opuedequelolograranellosdossolos,SamyDekka.Asítendríaeldoblede
posibilidades.Ysería locorrecto:unodePerdidoBeachyotrodeCoates,unoalladodelotro.
—Caine está en la escuela —le informó Sam—. Estoy pensando que igualdeberíamosabordarlosallí.
—¿YDrakeestá?—preguntóDekka.—Nadielohavisto.Puedeque…puedequenoaparezca.—Bien—dijoDekkasinrodeos.—Nohemostenidomuchotiempoparaconocernos—señalóSam—.Yahora,
enfin,yonotengomuchotiempoypunto,pero¿cuántopuedescontrolartupoder?Dekkaexhalóypensóenloquelehabíapreguntado.Semirólasmanoscomosi
ellasfueranadarlelarespuesta.—Tengoqueestarmuycerca.Puedosacudirunaparedbastantebien,olanzara
alguienporlosaires,perosolosiestoyapocosmetros.—¿Sí?—Estoylista—afirmó.Tayloraparecióotravez.—Estántodosdentrodelaescuela.Tienenunguardia,porloqueveo.Yseguro
queDrakenoestá.—De acuerdo. Haremos lo siguiente—propuso Sam—.Dekka y yo vamos a
buscarlos. Taylor, necesito que vayas a contárselo a Edilio. Luego necesito quesubashastaelcampanario,dondeestáAstrid.SiDekkayyonosmetemosenlíos,podemosnecesitarunadistracción.
—Tío,yonosubo,yohagopop.Yamepongo…—yTaylordesapareció.—Supongoquealgúndíameacostumbraréaquehagaeso…—murmuróSam.Elchico respiróhondo, temblando.Erasuprimeragrandecisión tácticade la
batallaqueseavecinaba.Yesperabaquenofueraunaequivocación.
Jackmantuvo elmonovolumen escondido bajo unos árboles durante todo el día.Durmió a ratos, aplastado en el asiento del conductor, con todas las puertascerradas,demasiadoasustadoparaecharsemáscómodamenteatrás.
A Jack no le importaba cuánta prisa tuviera Diana porque se encontrara conSam,noqueríamorirporella.
Hastaqueelsolnosepusonoseatrevióagirarlallaveyasalirdeslizándose
desuescondrijosombreado.Recorrió carreteras de tierra sin señalizar, con las luces apagadas,
desplazándose a paso de tortuga. Dobló esquinas ciegas, subiendo, bajando, a laizquierda,a laderecha.Elmonovolumenteníaunabrújula incrustadaenelespejoretrovisor, pero las indicaciones nunca parecían tener sentido. Indicaba sur y almomentosiguienteeste,inclusoaunquenohubieragirado.
Le resultaba imposible saber dónde iba. Podría conducir con las lucesencendidasyver lacarretera,peroentonces losdemás también loverían.Asíqueconducíaenlaoscuridadunpocomásrápidoquesifueraapie.Einclusoconesalentitud,elvehículorebotabaydabatantosbandazosqueaJackleparecíacomosilehubierandadounapaliza.
Tenía más claro que nunca que tenía que llegar hasta Sam. Caine nunca leperdonaríasutraición.SolopodríasalvarseconSam.PerosolosiSamsobrevivíaal puf. Si Sam desaparecía, Caine ganaría y la ERA se convertiría en un lugardemasiadopequeñoparaescondersedeCaineyDrake.
Jack comprobó el reloj del salpicadero.Se sabía el día y la hora enqueSamharíapuf.Yquedabanpocomásdedoshoras.
Sealzólalunaylacarreterasevolviórecta,asíquepudoavanzarunpocomásrápido,ansiosoporllegaraunlugarseguro.Unconejopasódisparadopordelantedeél.Jackgiróelvolanteynoledio,perosesaliódelacarreterayrebotóenuncampo.
Tiró del volante con fuerza y viró bruscamente hacia la carretera al mismotiempoqueunacamionetapasóatodavelocidadprocedentedelaotradirección.
Jack maldijo y se volvió para mirar. Las luces de freno se iluminaron y lacamionetaparóensecoconunchirrido.
Jack ledioa la llaveysuvehículoavanzó,pero lacamionetaestabadando lavueltayseacercabarápidamente.
Enlaoscuridadresultabaimposibleverquiénlaconducía,peroenlamentedeJacksolopodíaserunapersona:Drake.
Jack se echó a llorar mientras apretaba el acelerador. La aguja del depósitoindicabaqueestabacasivacío.Perolacamionetacontinuabaacercándose.
El únicomodo de escapar seríametiéndose en el campo donde puede que lacamioneta no pudiera seguirlo. Jack aminoró un poco y giró hacia el campo enbarbecho.Latierraestabaarada,blanda,yelmonovolumenrebotabacomounlocoatravésdelossurcos.
Perolacamionetamanteníalamismavelocidad.
EnelcampoquequedabadelantedeJackunaslucespotentesseencendierondegolpe. Un tractor avanzaba a una velocidad sorprendente para barrarle el paso.Detrásdeltractor,muyrezagadadelacarretera,habíaunagranjaoscurayruinosa.
Jack se estaba poniendo malo. Lo habían atrapado. De algún modo, porimposiblequepareciera,loteníanatrapado.
Jacknovioellechosecodelarroyo.Elvehículorecorrióvariosmetrosporlosaires,yJacksintiólaextrañasensacióndenopesarnadahastaquecayóenlaotraorillaysedetuvobruscamente.Seoyóunestruendo,seabrióelairbag,Jacknotóunhorribleaplastamientoycayódeespaldasenlatierra.Noestabaheridoperosídemasiadoperplejoparamoverse.
Las luces del monovolumen iluminaban el campo donde yacía. Había doschicos,chicoychica,recortadosporlaluz.NoeranDrakeMerwin.
Jackseatrevióarespirar,peronoseatrevióalevantarse.—Tehemosvisto conduciendopor aquí con las luces apagadas—le acusó la
chica.Jacksepreguntócómopodíahaberlovistoenunanocheoscuracomobocade
lobo.Nopreguntó,peroellarespondiódetodosmodos.—Aunque tengas las delanteras quitadas, las de freno siguen encendidas.
Supongoquenohabíaspensadoeneso.—Notengomuchaexperienciaconduciendo.—¿Quiéneres?—preguntóelchico,quedebíadeserdelaedaddeJack.—¿Yo?Soy…Jack.LagentemellamaJackeldelordenador.Lachicallevabaunaescopetaenlamano,yapuntabaelcañónalacaradeJack.—Nomedispares—suplicóelchico.—Estás en nuestra tierra, y nosotros protegemos nuestra tierra —afirmó la
chica—.¿Porquénohabríamosdedispararte?—Tengo que… si no… Escuchad, si no llego a Perdido Beach, pasará algo
horrible.La chica exhibía una extraña combinación de coletas y una expresión dura,
endurecida aún más por la cruda luz blanca procedente del monovolumen. Noparecíaimpresionada.Debíadeteneronceodoceaños,yJacksediocuentadequeelchicoyellaseparecíantantoquedebíadesersuhermano.
—Noparecepeligroso—comentóelchico,ypreguntóalaccidentado—.¿PorquétellamanJackeldelordenador?
—Porquesémuchosobreordenadores.Elotrochicopensóunpocoyacabódiciendo.
—¿PuedesarreglarunaWii?Jackasintióbruscamente,ylatierraselemetióenelpelo.—Podría intentarlo. Pero de verdad, de verdad, tengo que llegar a Perdido
Beach.Esmuyimportante.—MiWiiesmuyimportanteparamí.AsíquearréglamelaWii,ynodejaréque
Emily te dispare. Supongo que el hecho de que no te disparen es tan importantecomollegaraPerdidoBeach,¿no?
—Hola,Mary—saludóQuinn.Seencontraronenlapuertadelaguardería—.Voyarriba.
Marycerrólapuertarápidamentedetrásdeella.—Noquieroquelosniñosveanlasarmas—señalómientrasmirabafijamente
ladeQuinn.—Mary,tampocoyoquieroverlas…—¿Tienesmiedo?—Memeodemiedo…—Yotambién…—TocóaQuinnenelbrazo—.QueDiostebendiga.—Sí.Esperemos,¿no?Queríaquedarseyhablarconella.Cualquiercosaparaevitarsubirseal tejado
con una ametralladora. Pero Mary tenía cosas que hacer, y Quinn también. Leavergonzaba darse cuenta de que ansiaba entrar en aquella habitación de laguarderíayquedarseahíescondidosinmásconMary.
Atravesó la guardería hasta el callejón de la parte de atrás, se colgó laametralladoraconcuidadoytrepóporlaescaleradealuminiodesvencijada.
La guardería y la ferretería compartían el tejado. Era plano, de grava yalquitrán,ysololoadornabanvariastuberíasverticalesydosunidadesantiguasdeaire acondicionado. Estaba rodeado por un parapeto, una pared de menos de unmetrorematadaconbaldosascolonialesrotas.
Quinn se colocó en la esquina que daba a la iglesia y el ayuntamiento, y viocomoSamyDekkasemarchaban.
—Nolacagueshoy—sedijo—.Nolacagues.Laescaleravibró,yunborrónaparecióeneltejado.Quinnagarrósuarma.El
borrónseconvirtióenlafiguradeBrianna.—Tienesquedejardehacereso,Brianna—lariñóQuinn.Briannasonrióylocorrigió:
—SoyBrisa.MellamoBrisa.—Estásdemasiadometidaenelpapel—gruñóQuinn—.¿Cuántosañostienes?
¿Diez?—Once. Cumpliré doce dentro de un mes.—Brianna se sacó un martillo de
orejasdel cinturóny loblandió—.CaineyDrakemematarondehambreconunbloquedehormigónencadamano.NoerademasiadojovenparaqueCaineyDrakeestuvieranapuntodeacabarconmigo.
—Ya… —Quinn deseaba que se marchara y lo dejara en paz, pero estabaencargada de desplazarse entre Quinn, Edilio, Sam y cualquier otro, llevandomensajes—.Entonces¿cuántavelocidadpuedescogerBrianna?
—Nolosé.Puedoirtanrápidoquelagentecasinomeve.—¿Ynotecansa?—Nomucho.Peromedestrozaloszapatos.—Levantóunpieparamostrarlela
suela desgastada de una de sus zapatillas—. Y tengo que llevar coletas o se meenredaelpeloymeescueceenlosojos—ymeneólastrenzasaldecirlo.
—Debedeserraro.Tenerpoderes.—¿Túnotienesninguno?Quinnmeneólacabeza.—No.Ninguno.Soysolo…yo.—ConocesaSammuybien,¿verdad?Quinnasintió.LoschicosdeCoatesselopreguntabanconstantemente.—¿Ycreesqueganará?—preguntólachica.—Esperemosquesí,¿no?Brianna se miró las manos, las manos que habían estado aprisionadas en el
cemento.—Poresonoimportaquetengasoloonceaños:tenemosqueganar.
Sam se esforzabapor reprimir la sensación fatalista que se iba apoderandode élmientras caminaban con Dekka hacia la escuela. No temía salir herido; a fin decuentas,esperabahacerpufalfinaldeldía,yluego…bueno,puesnolosabía…
Teníamiedoalfracaso.Fueraloquefueraloquelesucediera,teníaquepensarenAstrid.YenPete,porqueAstridquedaríadestrozadasilepasaraalgoaPete.YtampocoteníaqueolvidarelhechodequepuedequePetefueraelúnicoquepodríaacabarconlaERA.
TeníaquevenceraCaineporella.Portodosellos,portodosloschicos.Yesole
pesabacomosicargaraconunelefanteenlaespalda.Teníaqueganar.TeníaqueasegurarsedequeAstridsesalvara.Entoncespodría
desaparecersieranecesario.Perocuantomásseacercaba,másdudabadeladecisiónquehabía tomado.Se
estabadesviandodelplan, loque significabaquenadie sabía realmentequépapeldebíadesempeñar.QueCainehubieraidoalaescuelalohabíadesmontadotodo.
Se detuvieron a unamanzana del principio de los jardines de la escuela. Sampulsóelwalkie-talkie.
—¿Hacambiadoalgo?—No —respondió Astrid—. Los coches siguen aparcados. Panda está en la
puertadelaentrada.Seestáhaciendodenochemuyrápido,asíquenopuedoestartotalmentesegura.¿Sam?
—Dime.—CreoquePandatieneunarma.—Deacuerdo.—Tencuidado.—Eeeh…esto…—Samcortó.Queríadecirleunavezmásquelaquería,perocasileparecíacomositentaraal
destino.YapensabademasiadoenAstridynolobastanteenCaine.—De acuerdo,Dekka, no haymodo de acercarse sin que nos vea.Tengo que
estaralavistaparaderribaraPanda.Dekka asintió. Tenía los labios apretados, como si no pudiera abrir la boca.
Respirabafuerte,tensa.Asustada.—Contaréhastatres.Vamosaladetres.Asaco.Encuantopuedaintentoagarrar
aPanda.Túhazloquetengasquehacercuandolleguemosalapuerta.¿Lista?Ellanocontestó.Sepasóunminutoquesehizomuylargomirandoalvacíosin
más,hastaqueacabódiciendo,convozronca:—Estoylista.—Uno.Dos.Tres.Salierondedondeestabanagazapadosyempezaronacorrera todavelocidad.
CubrieronladistanciaquehabíahastaelprincipiodelosjardinesyyarecorríanelpatiocuandoPandalosvioygritó.
—¡No lo hagas, Panda! —le advirtió Sam, gritando tan alto como podíamientrascorrían.
Pandadudóylevantóelarma,perosinapuntarparadisparar.—¡Noquierohacertedaño!—gritóSam.
Quincemetros.Pandaapuntóydisparó.Labalacomenzóavolar.Pandamiróelarmaboquiabiertocomosilavieraporprimeravez.—¡No!—gritóSam.Nuevemetros.Pandavolvióaalzarelarma.Surostroreflejabamiedoeindecisión.Sam se dejó caer en el suelo, rodó y se levantó en cuclillas mientras Panda
volvíaadisparar.Samextendióelbrazoconlosdedosabiertos.Laluzverdeyblancanoalcanzó
aPanda,peroperforóunagujeroenelladrillojuntoasucabeza.Pandaarrojóelarma,sevolvióyechóacorrer.Tresmetros.—Dekka,dalealapuerta.Dekka alzó mucho las manos y la gravedad bajo la puerta se suspendió. La
paredentera,incluidoelmarcodelapuerta,diounbandazorepentino,comosiuncamiónlahubieragolpeadoporelotrolado.Lapuertaseabriólentamente.Algodetierrasueltaymorterocaídosalierondisparadosdirectamentehaciaelcielo.
Dekka dejó caer las manos y la tierra cayó otra vez, los ladrillos sedesplomaronyresquebrajaron,ylajambadelapuertasehundióypartió.
Samdisparóhaciaelinterioroscuroatravésdelaaberturadelapuerta.Dekkayélentrarondisparadosycadaunoseapoyóbruscamentecontraunapared,jadeandoy listos para seguir. Unos carteles de papel y unos pósteres antes coloridos quecolgabanenlasparedesardíanyseenroscabandebidoalacargadeSam.
Noseoíanada.SammiróaDekka,queparecíatanasustadacomoél.Fueronbordeandolaentradaconlosnerviostensosylosojosinspeccionando
cadapuertaqueveían.La oficina quedaba a la derecha, y delante de ella había una pared de cristal
reforzado.Samseacercódeslizándose.Miróenelinterior.Nada.LaslucesseguíanencendidasdesdeeliniciodelaERA.
¿Deberíacontinuarsininspeccionarlaoficinaafondo?SiunodelosdeCaineestaba allí, Sam y Dekka podrían acabar rodeados. Sam le indicó con unmovimientoqueentrara.
PeroDekkameneólacabezaviolentamente.—Vale—dijoSam—.Yameencargoyo.
Cruzóelpasillorápidamenteyabriólapuerta.Algograndeseabalanzósobreél. Sam se agachó de forma instintiva, pero le dio, le dio de refilón, y saliódisparadodandovueltas.
Unchicodepelooscuroestabaagachado sobre lamesade la secretaríade laescuela.Llevabaunpalodemadera,cortoyancho,enunamano.Elchicosonrióysaltódenuevo,rápidocomounfelino.
Pilló a Sam desprevenido, que aterrizó bruscamente golpeándose la cabezacontraelsuelo,inclusovioestrellitas.
Samsediolavuelta,perodemasiadodespacio.Elotrochicosehabíaapartadoparaponerseasalvoysepreparabaparaotroataque.
Derepente,elchico,lospapelesynotasdelescritorio,asícomoelescritorioensí,seelevarondelsuelo,enlínearecta,ychocaroncontraeltechobajo.
El chico apenas tuvo tiempo de sorprenderse y sentir el dolor antes de queDekkarestauraralagravedad,porloquecayócomounapiedra.Samseacercóaélantesdequepudierarecuperarse,searrodillósobresupechoyleagarrólacabezaconlasmanos.
—Sitemuevestequemolacabeza—amenazóSam.Elchicorelajólosmúsculos.—Bienhecho—dijoSam,yordenó—:Dekka,cógeleelpalo.Encuentraalgode
cinta.—Traslocualpreguntóalchico—:¿Quiéneres?¿DóndeestáCaine?—SoyFrederico.Nomequemes.—¿DóndeestáCaine?—Noestáaquí.Sehanidotodosatrásencuantohemosllegado.Noshandejado
aPandayamí.ASamselehizounnudoenelestómago.—¿Sehanido?FredericodetectóelmiedoenlamiradadeSam.—NopuedesganaraCaine;Drakeyéllotienentodoprevisto.—Heencontradocinta—anuncióDekka—.¿Quieresqueloate?—Esunadistracción—replicóSam.GolpeóaFredericoenlanariz,lobastante
fuertepara afectarle.Frederico aullódedolor—.Ahora átalo.Rápido.—Pulsóelwalkie-talkie—.Astrid…
Apenaspodíaoírsuvoz.—Ay,Diosmío,Sam…—¿Quéestápasando?Su respuesta fue demasiado embrollada para entenderla. Pero entre los
fragmentosdeelectricidadestática,sintiómiedo.—Lahecagado—selamentóSam—.Noeramásqueuntruco.
CUARENTAYDOS
02HORAS,23MINUTOS
—¡QUINN,QUINN!—¿Alguiengritaminombre?—sepreguntóQuinn.Briannaseñalóelcampanario.Quinnentrecerrólosojosyviolasiluetaoscura
deAstridagitandolosbrazoscomounaloca,señalando,gesticulando,gritandoendirecciónaalgo.
—Iréaverloquequiere—seofrecióBrianna.Empezóadesvanecerse,perosedetuvodegolpe,cuandoapenashabíaalcanzadolapartesuperiordelaescalera—.Ay,Diosmío,mira.
Corriendoporlacalle,bajandodesdeelsuryporelcallejón,seacercabaunamanadadecanesamarillosysalvajes.Saltabanporencimadeloscochesaparcados,de lasbocasde riego, sedetuvieronbrevementeparaolisquearbasura, aunque sedesplazabanaunavelocidadincreíble.
Ibandirectosalaguardería.Briannaempezóaenrollar laescalera.Quinnsaltóensuayuda.Ladeslizaron
hastaarribaylaapartaronmientraspasabanpordebajolosprimeroscoyotes.—¿Quéhago?—gritóQuinn.—Dispárales—propusoBrianna.—¿Aloscoyotes?¿Quedisparealoscoyotes?—¡Nohanvenidodecasualidad!—exclamóBrianna.Aloírlos,uncoyotealzólavista.—Silencio—chistóQuinn,yseagachódetrásde laparedapretandolapistola
automáticacontrasupecho.—Quinn,vanaporlospeques…—señalóBrianna.—Noséquéhacer.—Síquelosabes.Quinnnegóconlacabezaviolentamente.—No.Nadiemehadichoquedisparealoscoyotes.Briannamiróporunlateralyseretrajoderepente.—Esél…esDrake…y…algolepasa…Quinn no queríamirar, no quería, pero el rostro lívido deBrianna hacía que
mirar fuera lo menos aterrador. Se levantó lo justo para poder ver parte del
callejón.PavoneándosedetrásdeloscoyotesibaDrakeMerwin.Llevabaenlamanoun
látigolargo,rojoygrueso.Bueno,noenlamano.Ellátigoerasumano.—Dispárale—leapremióBrianna—.Hazlo.Quinn preparó el arma. Apoyó el cañón corto sobre la baldosa colonial y
apuntó.Drake no corría, ni semovía furtivamente, estaba en pleno callejón, a lavistadetodos.
—Nopuedoacertarle—anuncióQuinn.—Mientes—leacusóBrianna.Quinnserelamióyapuntó,enroscandolosdedosenelgatillo.Era imposible fallar desde donde estaba. Drake quedaba a menos de nueve
metros de distancia. Quinn había practicado con la pistola. Había disparado a untroncoyvistocómolabalaatravesabalamadera.
Siapretabaelgatillo,lasbalasatravesaríanaDrakedeidénticamanera.Aprietaelgatillo.Drakepasóentoncesjustopordebajo.—Sehaido—susurróQuinn—.Nohepodido…Entoncesoyeronlosgritosdeniñosaterrorizadosprocedentesdelaguardería.
MaryTerrafinohabíatenidomuymaldía.Porlamañanasehabíadadounatracón,una«atracatacón»,comolollamabaella.EncontróunacajadebolsasdeDoritos,sesentóyabriólasveinticuatrobolsas.
Luegolovomitótodo.Peroaúnnoleparecíasuficienteparapurgarelexcesode comida, así que se tomó un laxante fuerte que le había hecho pasarse el díaentrandoysaliendodelbaño.
Yahoraledolíaelestómago,teníaretortijonesyestabafuriosayavergonzadadesímisma.
Mary solía tomarse las pastillas por la mañana, Prozac y vitaminas. Pero amedidaqueavanzabaeldíasehabíaidosintiendotanhechapolvoquetambiénsehabía tragado un Diazepam que había encontrado en el armarito del baño de sumadre donde guardaba las medicinas. El Diazepam le había inducido ciertatranquilidadmental,comosivertieranmelazasobreunosengranajes.Perodebidoalfármacotodoleresultabalento,frustrante,confuso,asíqueparacontrarrestarlosefectosdelDiazepamsesirviócaféenuna tazacon tapa, leañadióazúcaryse lallevóalaula.
Entonces Quinn entró con una ametralladora. Mary evitó que los niños lovieran, pero había algo profundamente perturbador en la visión de unaametralladora en elmundo real, no en la tele ni enunvideojuego, sino justo ahídelantedeella.
Ahora estaba sentada con las piernas cruzadas en un círculo de niños, queprestabanatenciónmientrasleíasobremamágataysusgatitosysobreunatormentadescomunal.Habíaleídotantasvecestodosloslibrosqueselossabíadememoria.
Otros niños estaban en otros rincones jugando a disfrazarse, o pintando, oapilandobloques.
Su hermano John estaba revisando los pañales de los «pequeñines», que eracomollamabanalospequesqueseguíanllevandopañales.
Una de las ayudantes deMary, una chica llamadaManuela, hacía que un niñopequeñodierasaltitossobresusrodillasmientrastratabadequitarseunamanchaderotuladordelablusa.Murmurabamientraslohacía.
Isabella,quesehabíaconvertidoenlasombradeMarydesdequelatrajeronalaguardería,estabasentadatambiénconlaspiernascruzadasymirabaporencimadelhombro.Marymarcabalaspalabrasconeldedo,unatrasotra,pensandoquequizásestabaenseñandoaIsabellaaleer,loquelahacíasentirvagamentebien.
Entoncesoyóqueseabríalapuertatrasera.DebíadeserQuinnquepasabaotravez.
Peroseoyóungrito.Marysevolvióparaver.Seoyeronmásgritos,yun torrentedefigurasamarillassuciassemetióen la
habitación.Se oyeronmás gritos cuando los coyotes apartaron a los niños, los hicieron
caer,volcaronloscaballetesylassillas.Gritos procedentes de sus pequeñas gargantas, gritos y caritas aterrorizadas,
ojossuplicantes.Isabella echó a correr, presa del pánico. Pero un coyote se le abalanzó al
instante, la echó al suelo y permaneció encima de ella, mostrándole los dientes,gruñendo.Suhocicobabeabaaquincecentímetrosdesugarganta.
Marynogritónilloró,sinoqueaulló.Sepusoenpiedeunsaltoaullandounapalabraquenohabríaqueridoqueoyeran lospeques.Sezafóde laspaletillasdelcoyotequeasediabaaIsabellaapuñetazolimpio.
—¡Suéltala!—gritó—.¡Suéltala,animalasqueroso!John intentó correr en su ayuday soltóungrito ahogado.Uncoyote le había
agarradolacapuchaconlasmandíbulasyledabavueltas,lasacudíacomounperrofrenéticoquemasticaraunjuguete,ahogandoaJohnconcadameneo.
Manuela permanecía petrificada en una esquina, con la mano sobre la boca,rígidaporelmiedo.
Excitados,alocadosyagitados,loscoyotesgemíanysaltabanymordíanatodoslosquelosrodeaban.UnniñollamadoJacksongritabaaunodeloscoyotes:
—¡Perromalo,perromalo!El animal reaccionóy lo atacó, dejandounamarcade sangre en el tobillode
Jackson,quegemíadedoloryterror.—¡Mary!—gritaba—.¡Mary!Entonces,uncoyotesarnosoyamayorgruñóylosdemássecalmaronunpoco.
PerotodoslosniñosllorabanygemíanyJohntemblabayManuelateníaagarradosadosdelospequeseintentabaparecervaliente.
YentoncesDrakeentróenlahabitación.—¡Tú!—bramóMary—.¡Cómoteatrevesaasustaralosniñosdeestamanera!Drakedesenroscósubrazodeserpiente.Lapuntamarcóunribeterojosobrela
mejilladelachica.—Cállate,Mary.Elchasquidodellátigohizocallaraalgunosdelosniños.Mirabanalucinadosy
horrorizadosmientras la chica a la que habían llegado a considerar su tutora sellevabalamanoalaherida.
—A Caine no le gustará esto —le advirtió Mary—. Siempre ha dicho quemantendríaalosniñosasalvo.
—Estaréisasalvomientrasmantengáislabocacerradayhagáisloqueosdiga—replicóDrake.
—Sacaaestosanimalesdeaquí—leexigióMary—.Escasilahoradedormir.La hora de dormir, como si eso significara algo para los perros, o para el
monstruoqueteníaanteella.Aquellavez,Drakehizochasquearellátigoyloenroscóentornoalagarganta
deMary.Lachicasintiólasangrebombeándoleenlacabeza,intentandorespirarsinconseguirlo.Mary clavó las uñas en la carne escamosadel látigo, perono logróqueaflojara.
—¿Quépartede«cállate»eslaquetecuestaentender?—Draketiródelachicahaciaél—.Teestásponiendoroja,Mary.
Lachicaintentózafarse,peronosirviódenada.Ellátigovivoerafuertecomounapitón.
—Mira,necesitoqueentiendasalgo,Mary:paraestosperros,enloqueaellosrespecta,estosniñitosnosonmásqueunmontóndehamburguesas.Seloscomeráncomosecomenalosconejos.
Desenroscó el tentáculo del cuello de la chica. Mary se hundió en el suelo,intentando que entrara aire por una garganta que parecía tan estrecha como unapajita.
—¿Qué quieres? —bramó entonces Mary—. Drake, tienes que sacar a estoscoyotesde aquí.Puedes cogermede rehén.Peroestosniñosno saben loqueestápasandoytienenmiedo.
Drakeserioconcrueldad.—Oye,líderdelamanada.Noosvaisacomeralosniños,¿verdad?Marynoselopodíacreercuandoelcoyotegrandeysarnosohabló.—Líderdemanadadeacuerdo.Nomatar.Nocomer.—Hastaque…—lehizoseguirDrake.—HastadecirManodeLátigo.ElrostrodeDrakeseiluminó.—ManodeLátigo.Eseeselmotecariñosoquemehanpuesto.Isabella, que se había escondido en una esquina, se acercó extendiendo una
mano,comosiquisieraacariciarallíderdelamanada.—Sabehablar—señalóIsabella.—Apártate—ledijoMaryentredientes.PeroIsabella la ignoró.Apoyó lamanosobreelcuellodel líder.Elcoyotese
erizóygruñóunpoco,peronolemordió.Isabellaleacaricióelpeloáspero.—Perritobueno…—comentó.—No te acerques demasiado —le advirtió Drake fríamente—. Puede que al
perritobuenoleentrehambre.
—Hapicado—informóPanda—.Vaunachicaconél.Tieneunpoderrarocomo…como…nosécómollamarlo.Hacequelascosassalganvolandodelsuelo.
—Debede serDekka—señalóDianaLadris—.Nos imaginamosque sería unproblema.YtambiénBrianna.YquizáTaylor,sihamejoradosushabilidades.
Estabanenunacasaquenopertenecíaanadiequeconocieran.Unacasaenuncallejónaunamanzanade la escuela.Lascortinasestabanbajadas, las luces talycomolashabíandejado.Noentrabanisalíanadieporlapuertaprincipal.
—Ahora mismo mi hermano corre hacia la guardería—resumió Caine, queapenas podía contener su alegría—. Ha caído. Ha caído totalmente. Si es que yasabíaqueintentaríahacerseelhéroeyvenirapormí.
—Si es que eres brillante —comentó Diana con sequedad—. Lo tienes todocontrolado.
—Nisiquieratúpuedesponermenervioso.Asídecontentoestoy—dijoCainesonriendoconsuficiencia.
—¿DóndeestáJack?—preguntóDiana,ycuandoCainepusomalacara,señaló—:¿Ves?Aúnpuedoponertenervioso.
DianasabíaqueJackhabíatenidoquedesviarsedelacarreteraymeterseeneldesierto.PandayDrakeselohabíancontado.Peroloquenosabíaeraloquehabíasucedidodespués.SiCaine apresaba a Jack el del ordenador, aDianano le cabíadudadequeelgeniecillotecnológicoladelataría.¿YentoncesquéharíaCaine?
Mientrastanto,DianateníaqueserlistaypretenderquelepreocupabalahuidaodesercióndeJack,ocomofueraquedebieradenominarla.AsíCaineyDrakenoleiríandetrás.
AnoserquecapturaranaJack.Dianareprimióelmiedoquesentíayloocultósirviéndoseunvasodeaguadel
fregaderodelacocina.ApartedeDianayCaine,enlacasafrancaestabanHoward,Chunk,Pandayel
chicodelmazo.PandaestabamuyafectadoporsuenfrentamientoconSamyDekka.Aratosmurmurabaalgocomo«unagujeroatravesandolapared,podríahabersidomicabeza».
ChunkhabíaintentadoentretenerlosconlasmismashistoriasdeHollywoodqueyahabíanoídounmillóndevecesantes.CaineamenazóconentregárseloaDrakesinosecallaba.
Howard no resultaba menos irritante. Permanecía sentado, sufriendo yquejándosedevezencuandodequedebíairabuscaraOrc.
—Orcesunsoldado,tío.Sivolviera,estaríaenlacasaenlaquevivíamos.Noquedatanlejos.Podríaacercarmehastaallí.Seríabuenotenerlocerca.
—Orchamuertoeneldesierto—replicóPandacondureza—.Sabesqueesoscoyotesloatraparon.
—¡Cállate,Panda!—gritóHoward.Habíaotrapersonaenlacasita,yesaeraLana.Desdequedemostrósuspoderes
de curación, Caine insistía en que debían mantenerla cerca. A Diana seguíaresultándole un misterio perturbador. Siempre parecía estar mirando algo muy
distante. Se negaba a hablar cuando intentaban conversar con ella. No parecíaenfadada, ni estarmolesta con ellos, sinomás bien era como si se hallara en unlugartotalmentedistinto,preocupada,reflexionando,comosivieraalgodistinto.
UnasombrasecerníasobreLana.Unvacíollenabasusojos.Caine se paseaba arriba y abajo, desde la zona abierta de la cocina hasta el
comedor,arribayabajo,arribayabajo.Habíaempezadoamorderseelpulgarotravez, de ese modo estúpido en que solía hacerlo, hasta que se detuvo y alzó lasmanosypreguntóaDiana:
—¿Dóndeestá?¿DóndeestáBug?BugeraunodelosrarosquehabíadecididoseguiraCainedesdeelprincipio.
Mucho antes de la ERA, desde que Caine descubrió sus poderes, aprendió acontrolarlos y a reconocer a otros como él. En aquella época el objetivo eracontrolarelentornode laescuela:Coatesnuncahabía sidounsitioagradable.Lamitaddeloschicosdelaescuelaeranmatonesdealgunaclase.Cainehabíadecididoqueteníaqueserelmatónprincipal,elmatónalquenosepodríaintimidar.
BugsiemprehabíasidounpequeñogusanoaojosdeDiana.Nollegabaalniveldeauténticomatón,eramásunacriaturatipoHoward,unlameculos,unpelota.Soloteníadiezañosyeraunguarroquesehurgabalanariz.Peroentonces,undíaqueFrederico amenazó con patearle el trasero, se manifestó su poder: aterrorizado,Bugdesapareció.
Solo que no desapareció realmente, eramás bien como si se fundiera con elentorno,comouncamaleón.Aúnpodíasverlosisabíasqueestabaallí.Perolapieleinclusolaropaadoptabanlacoloraciónprotectoradeloquehubieradetrásdeél,como si un espejo reflejara lo que le quedara detrás. El resultado era bastanteaterrador.Bugcolocadodelantedeuncactus loharíaparecerverdeycomosi lesalieranpinchos.
—Ya conoces a Bug —le recordó Diana—. Aparecerá para que le hagascarantoñas.AnoserqueSamounodelossuyoslohayandetectado.
Enaquelmomentolapuertadelacalleseabrióysecerró.Semovíaalgoquecostaba ver bien, era difícil ver qué era, como una arruga marcada en el papelpintado.
—YaquíestáBug…—anuncióDiana.Cainesedirigiódeunsaltohaciaél.—¿Quéhasvisto?Bugabandonósucamuflajeysehizoclaramentevisible.Eraunchicobajo,de
pelocastaño,condientessalidosynarizpecosa.
—Hevistomuchascosas.Samestáenlaciudad,justoenfrentedelaguardería.Noparecequeestéhaciendonada.
—¿Quéquieresdecirconquenoestáhaciendonada?—QuierodecirqueestáahícomiendodelMcDonald’s.Cainelomirófijamente.—¿Qué?—Estácomiendo.Patatasfritas.Creoquetienehambre.—¿SabequeDrakeyellíderdelamanadatienenalospeques?Bugseencogiódehombros.—Supongo…—¿Yestáahísinmás?—¿Quéesperabasquehiciera?—exigióDiana—.Sabequetenemosalosniños.
Estáesperandoaoírquéqueremos.Cainesemordióelpulgarconfiereza.—Trama algo. Probablemente se imagina que tenemos unmodo de vigilarlo.
Asíqueseaseguradequeloveamos.Mientras,tramaalgo.—¿Yquépodemoshacer?Drakey loscoyotesestánahídentrocon losniños.
Notieneelección.Tienequehacerloqueledigasquehaga.PeroCainenoestabaconvencido.—Tramaalgo…Lanase removióensuasientoymiróaCaine,comosi looyeraporprimera
vez.—¿Qué?—preguntóDiana.—Nada —respondió Lana, y acarició a su perro omnipresente—. Nada en
absoluto.—Tengoqueiraencargarmedeestoahora—anuncióCaine.—Elplaneraesperarhastaquenosacercáramosalahoradelcumpleaños.Así
perderáseacomosea.—Creesquepuedevencerme,¿no?—Creoquehatenidounpardedíasparaprepararse—opinóDiana—.Ytienea
másgente.Yalgunosdeellos,sobretodolosrarosdeCoates,quierenvertemuerto.—Seacercóhastapegarsea lacaradelchico—.Meescuchasparadarcadapaso,Caine,peroluegohacesexactamenteloquetehedichoquenohicieras.Tedijequedejarasmarcharalosrarosquenoquisieranseguirteelrollo.Perono,teníasqueescucharlosconsejosparanoicosdeDrake.TedijequebajarasaPerdidoBeachehicierasuntratorápidoparaconseguircomida.Peroteníasqueintentarapoderarte
deella.Yahoravasahacerloquetedalagana,yacabarásfastidiándolotodo.—Tufemeconmueve—señalóCaine.—Eres listo.Eresencantador.Tienesungranpoder.Pero tuegoestá fuerade
control.Podría haberla atacado, pero en vez de esoCaine abrió los brazos indicando
indefensión.—¿Yquésesuponíaque ibaahacer?¿QuedarmeenCoates?¿Yyaestá?¿No
vesque esto es unaoportunidad?Estamos enunmundo totalmentenuevo.Soy lapersonamáspoderosadeestenuevomundo.Sinadultos.Sinpadresnimaestrosnipolicías.Esperfecto.Perfectoparamí.LoúnicoquetengoquehaceresencargarmedeSamyunospocosmás,ytendréelcontrolabsoluto.
Cuandoterminósudiscurso,teníalospuñoscerrados.—Nunca lo controlarás todo, Caine. Este mundo cambia constantemente. Los
animales.Laspersonas.¿Quiénsabequéserá losiguiente?Nohemoscreadoestemundo,nosomosmásqueunospobrestontosquevivimosenél.
—Teequivocas.Yonosoyuntonto.Esteserámimundo.—Segolpeóelpecho—.Mío.VoyadirigirlaERA,nolaERAamí.
—Noesdemasiadotardeparaecharseatrás.Caine sonrió, con una especie de eco oscuro de su sonrisa antiguamente
encantadora.—Teequivocas.Hallegadolahoradeganar.DeenviaraBugparaqueledigaa
Sammiscondiciones.—Iréyo—seofrecióDiana.Eraunaestupidez.Sabía loqueéldiría.Ynotaba la sospechaqueempezabaa
formarseensumirada.—Bug.Yasabesquédecir.Ve.CaineempujóaBugyelcamaleónsefundióconelfondo.Lapuertaseabrióy
secerró.CainecogiólamanoaDiana.Ellaqueríaapartarla,peronolohizo.—¡Salidtodos!—ordenóCaine.Howardsepusoenpietrabajosamente.Lanatambién.Cuandosoloquedaronlos
dos,CaineyDiana,éllaatrajohaciasíylaabrazótorpemente.—¿Quéestáshaciendo?—preguntóella,muytensa.—Probablementemoriréestanoche.—Te pones muy melodramático, ¿no? Hace un momento eras invencible y
ahora…
Él la interrumpió con un beso precipitado e imprevisto. Ella le dejó besarladurante unos segundos hasta que se apartó, aunque no con fuerza suficiente paraliberarsedesuabrazo.
—¿Porquéhashechoeso?—preguntólachica.—Eslomínimoquemedebes,¿no?Cainehablabacomounniñonecesitado.—¿Tedebo?—Medebes.Además,yopensabaque…yasabes…Su arrogancia había dado paso a la petulancia, que a su vez se estaba
transformandoenvergüenzayconfusión.—Estonosetedamuybien,¿losabías?—seburlóDiana.—¿Quéquieresquetediga?Estásbuena,¿deacuerdo?Dianainclinólacabezahaciaatrásyserio.—¿Queestoybuena?¿Esoesloquemequieresdecir?Primeroereseljefedela
ERA,yactoseguidoteportascomounniñopatéticoenbuscadesuprimerbeso.El rostrodeCaineseensombrecióyDianasepercatóenseguidadequehabía
ido demasiado lejos. La mano de Caine, con los dedos extendidos, estaba en elrostrodelachica.Dianasepusotensaesperandoladescargadeenergía.
Permanecieron un buen rato de esa misma manera, inmóviles. Diana apenasrespiraba.
—Afindecuentas,metienesmiedo,Diana—susurróCaine—.Peseatuactitudytodolodemás,detrásdetodoeso,metienesmiedo.Loveoentusojos.
Ellanodijonada.Caineseguíasiendopeligroso.Aesadistancia,teníaelpoderdematarlaconelpensamiento.
—Pues no quiero parecer un niño patético en busca de su primer beso —resumióCaine—.Asíque¿porquénomedas loquequiero?¿Qué teparecesiapartirdeahoratelimitasahacerloquetedigo?
—¿Meestásamenazando?Caineasintió.—Tal y comohasdicho,Diana, nosotros nohicimos laERA, vivimos en ella.
AquíenlaERAsetratadetenerpoder.Yolotengo.Ytúno.—Supongoqueveremossierestanpoderosocomocrees—señalóDiana,con
cautelaperosindoblegarse—.Yaloveremos.
CUARENTAYTRES
02HORAS,22MINUTOS
LA GUARDERÍA NO tenía ninguna ventana que diera a la plaza. Sam se metiófurtivamenteenelcallejónparamirarporunadelasventanasenloaltodelapared.Vioaloscoyotes.RetrocedióalveraDrake.
Los coyotespercibieronenseguida supresencia.Era imposible sorprenderlos.MientrasmirabafijamenteaSamalosojos,Drakedesenroscósumanodelátigoybajódespaciolacortina.
Losniñosseacurrucaronprácticamenteencimalosunosdelosotros,solemnesyaterrorizadosymirandodistraídosLasirenitaenlatele.
Sam volvió a la plaza.NiDrake ni los coyotes podían verlo allí. Pero sintióunosojosque loobservaban.Tardóendarsecuentade lapresenciadelchicoqueestabaasulado.
—¿Quiéneres?¿Ycómohasllegadohastaaquí?—MellamanBug.Semedabienaparecermealagente.—Esoveo.—Tengounmensajeparati.—¿Sí?¿Quéquieremihermano?—Cainedicequeotúoél.—Yameloimaginaba.—Dicequesinohacesloquedice,dejaráaDrakeyloscoyotessueltosconlos
peques.Samreprimióeldeseodepropinarleunpuñetazoalpequeñomonstruopor la
arroganciaconlaqueprofiriósuamenazadespiadada.—Deacuerdo.—Deacuerdo.Puesquesalgantodosalaplaza.Todoslostuyos.Alairelibre,a
la plaza, donde podamos verlos. Si alguien se queda escondido, ya sabes lo quepasará.
—¿Yquémás?—Que tu gente deje las armas o lo que tengan en los escalones del
ayuntamiento.Yquetodoslosrarossemetanenlaiglesia.—Mepidequemerindaantesinclusodeluchar—señalóSam.Bugseencogiódehombros.
—Diceque,silereplicas,Drakedejaráqueloscoyotesataquenalosniñosdeunoenuno.TienesquehacertodoestoyluegoCaineytúosenfrentaréis.Siganas,nopasanada,Drakedejarámarcharalospeques.Tuladoquedalibre.CainevuelveaCoates.
—¿Porquéhacesesto,Bug?¿Yteparecebien?¿Amenazaraniñospequeños?Bugseencogiódehombros.—Hombre,nomevoyaenfrentaraCaineoaDrake…Samasintió.Sumenteya estaba enotro lugar, tratandodehallar unmodode
haceralgo,dehallaruncamino.—DiaCainequeleresponderédentrodeunahora.Bugsonrió.—Me ha dicho que dirías eso. ¿Lo ves? Es listo. Ha dicho que tienes que
enviarmeturespuestadevuelta.Síono,sinextrasninada.Sammiróelcampanario.DeseabaqueAstridestuvieraconél.Puedequetuviera
unarespuesta.Lostérminosquepedíaeranimposibles.Estabatotalmenteseguro,másalláde
toda duda razonable, de que, aunque él ganara, aunque de algún modo Caineadmitierasuderrota,Drakenuncasemarcharíasinmás.
Deunmodouotro,teníaquederrotaraDrakeyaCaine.Mil pensamientos hervían en su mente, mil miedos aullaban en ella,
empujándose entre ellos, exigiendo atención,mientras Bug lomiraba impacientepormarcharse.Noteníatiempodedarlesentido.Nohabíatiempoparaelaborarunplan.TalycomoCainehabíaprevisto.
Samhundióloshombros.—DiaCainequeacepto.—Vale—dijoBug, nomás preocupado de lo que lo habría estado porque le
anunciaraqueibaacomerpolloparacenar.El camaleón se fundió con el fondo, casi desapareciendo. Sam vio cómo se
marchabacorriendo,comosilaluzysuimagensecombaran.Alpocoyacostabadistinguirlo.
Sampulsólasteclasdelwalkie-talkie.—Astrid.Ahora.Ediliovigilabadesdesupuestodelaferretería,yseacercócorriendo.Sam se esforzó por regular la respiración ymantener cara de póquer. Había
demasiadosojosmirándolo.Demasiadagentequenecesitabacreerenél.Enelautobúsescolar,hacíayamuchotiempo,nadiesehabíadadocuentadeque
habíaunproblemaantesdequeSamselevantaraytomaraelcontrol.Costabamásmostrarsesegurocuandoelmundoenteroobservabatodostusmovimientos.
ConAstridyEdilioasulado,SamexplicórápidamenteloquepedíaCaine.—Tenemos muy poco tiempo. Caine volverá a enviar al espía camaleón en
cuanto le cuente loque le hedicho.Caine semoverá rápido, nonosdará tiempoparaprepararnos.
—¿Tienesunplan?—preguntóAstrid.—Algo así. Parte de un plan, en cualquier caso. Tenemos que retrasarlos un
poco.BugvaaveraCaine,Bugvuelve,yenesotardaporlomenoscincominutosestédondeestéCaine,probablementeunpocomás.EntoncesBugtienequeverqueestamoshaciendoloquenoshandichoquehagamos.Tendráqueverquelagentesalealexterior,ytendráqueveranuestrosamigosdeCoatesdirigiéndosehacialaiglesia. Entonces volverá a informar a Caine, que dirá: «Asegúrate de que estántodos».
—Más tiempo. —Astrid asintió complacida—. No nos apresuraremos. Dehecho, igual tenemos que presionar a algunos de los niños, puede que esténdiscutiendo.Tienesrazón,Cainenosepresentaráhastaqueestéseguro.
—Sitenemossuerte,tenemosmediahora—comentóEdilio.Miróelreloj,perocostabaverloconlorápidoquecaíalanoche.—Deacuerdo.Deacuerdo.Loúnicoquehehechohastaahoraescagarla.Así
quesiestoesunalocura,quealguienmelodiga.—Eresnuestrohombre,Sam—repusoEdilio.YAstridleapretólamano.—Puesestoesloqueharemos.
Maryleyó.Cantó.Hizo de todomenos pasos de claqué. Pero no habíamanera de distraer a los
niñosdel horror que se encontraba ante ellos.Seguían todos losmovimientos deDrake,solemnesytemerosos.Lamanodelátigoocupabatodaslasmiradas.
Algunosdeloscoyotessehabíandormido.Otros,encambio,observabanalosniñosconunamiradaquesolopodríacalificarsedehambrienta.
Marydeseaba tenerotroDiazepam,oquizá tres,o inclusodiez.Le temblabanlas manos. Seguía teniendo retortijones. Necesitaba ir al baño, pero tambiénquedarseconlosniños.
SuhermanoJohnestabacambiandounpañal,queeraloquehacíanormalmente,
soloquelabocadeJohnformabaunaUalrevésporcómoletemblabanloslabios.Maryleyó.—«Nocomeríahuevosverdesconjamón.Nomegustan,Sam…».Ysumente,dandovueltasyvueltascomounanoriaenloquecidaquenopodía
detener, se preguntaba: «¿Qué hago, qué hago? ¿Qué hago si…? ¿Qué hagocuando…?¿Quéhago?».
UnchicollamadoJacksonlevantólamano.—¿MadreMary?Losperroshuelenmal.Marycontinuóleyendo.—«Nomeloscomeréenlalluvia.Nomeloscomeréeneltren…».Yesqueeraverdad,losperrosapestaban.Suhedoreraasfixiante,eraunolor
muyfuerteaalmizcleyanimalesmuertos.Semeabansinreprimirseenlaspatasdelascunasymesasyelegíanlaesquinaconlosdisfracesparadefecar.
Pero los coyotes no estaban tranquilos, todo lo contrario. Estaban inquietos,nerviosos,noestabanacostumbradosa estar enunespaciocerrado,y a estar conhumanos.Ellíderdelamanadamanteníaelordencongruñidosyaullidos,peroéltambiénestabanerviosoyagitado.
Solo Drake parecía cómodo. Estaba repantigado en la mecedora que Maryempleaba para acunar a los peques y dormirlos de nocheo darles el biberón.Sufascinación por la mano de látigo era inagotable, no dejaba de levantarla parainspeccionarla,enroscándolaydesenroscándola,deleitándoseenello.
¿Salvar a los niños? ¿Salvar a John? ¿Pero podría ella salvar a alguien?¿Salvarseasímisma?
«¿Quéhago?».«¿Quéhagocuandoempiecelamatanza?».Derepenteaparecióunachica.EraTaylor.Ahímismo,enplenahabitación.—Hola,hetraídocomida—anunció.Llevaba una bandeja de McDonald’s. Estaba repleta de hamburguesas sin
cocinar.Todas las cabezas de los coyotes se volvieron.Drake tardó en reaccionar, lo
pillódesprevenido.Taylor arrojó la bandeja contra la pared que compartían la guardería y la
ferretería.Lacarnesedeslizóporlosbloquespintadosconcoloresalegres.Drakechasqueólamanodelátigo.PeroTayloryasehabíaido.Loscoyotesdudaronuninstante,yentoncesseabalanzaronsobre lacarne.En
uninstanteestabangruñendoymordiéndoseentreellos,empujando,disputándosela,encaramándoselosunosencimadelosotrosenunfrenesíhambriento.
Drakesepusoenpiedeunsaltoygritó:—¡Líderdemanada,contrólalos!Peroellíderdelamanadasehabíasumadoalfrenesí,yatacabaferozmenteal
chicoparareivindicarsudominioysupartedelrepentinobotín.Dos cosas pasaron casi a la vez: la pared se estremeció y resquebrajó y los
coyotes que estaban más cerca de ella flotaron repentinamente, con las patasescarbandoelaire.
—¡Dekka!—gruñóDrake.Aparecióundestellocegadordeluzverdeyblancay,comosiunaantorchade
butanoquemarapapeldeseda,seformóunagujerodemásdesesentacentímetrosdeanchoenelhormigón.Elagujeroestabaenloaltodelapared,muyporencimade las cabezas de los niños pero justo donde los coyotes de repente livianosflotaban.A uno de ellos el relámpago le alcanzó directamente. El rayo de luz loatravesó por lamitad. Los trozos de coyote flotaban salpicando etéreos glóbulosrojos.
LosniñosgritaronyJohngritóyDrakeseapartódelapared,delazonadondelascosasnopesaban.
Edilioasomólacabezaporelagujero.—Mary.Todosalsuelo.—¡Todosal suelo!—gritóMary,y John searrojó sobreunpequeñajoque se
escapaba.—¡Sam,vamos!—volvióagritarEdilio.Elchicoperforóunnuevoagujeromásabajo,a laalturadelpecho,yenesta
ocasiónlosrayosdeluzrecorrieronlahabitaciónentera,volandoparedescubiertasde pinturas descoloridas, quemando a los coyotes, prendiéndoles fuego demodoqueflotabancomoglobosllameantesdeldesfiledelcentrocomercialMacy’s.
—¡Yaestá,Dekka!—gritóEdilio.Loscoyotescayeronruidosamente,algunosvivos,otrosmuertos,peroninguno
de ellos con ganas de pelear. La puerta se abrió de golpe, abierta por unamanoinvisible,yloscoyotescorrieronatropellándoseparaintentarescapar.
—¡Líderdemanada!—aullóDrake—.¡Cobarde!Elrayodeluzaniquiladorsedirigióhaciaél.Drakecayóalsuelo,maldiciendo,
ysedeslizóhacialapuerta.
Quinnsintióyoyócómolaparedentrelaguarderíaylaferreteríaretumbabayseresquebrajaba.
Unos segundos más tarde vio salir a los coyotes formando una maraña depánicohaciaelcallejónycorriendoenunayotradirección.
YentoncesaparecióDrake.Quinnseencogiódetrásdelparapeto.Briannacorrióvalientementeamirar.—EsDrake.Estuoportunidad.—Baja,idiota—lechistóQuinn.PeroBriannasevolviócontraél,furiosa.—Dameelarma,cobarde.—Nisiquierasabesdispararla—gimióQuinn—.Además,probablementeyase
haido.Ibacorriendo.Briannavolvióamirar.—Seestáescondiendo.Estádetrásdelcontenedor.Quinnsearmódevalorparamirar,solounamiradita,lobastanteparaveralgo.Briannateníarazón:Drakeestabadetrásdelcontenedor,esperando.La puerta de atrás de la ferretería se abrió y salió Sam en solitario. Miró a
izquierdayderecha,peronoveíaaDrake.—¡Sam,detrásdelcontenedor!—gritóBrianna.Sam sedio la vuelta rápidamente, peroDrake fuedemasiado rápido.Soltó su
látigo,golpeóelbrazoconelqueSamsedefendía,ycorrióhaciaél.Samcayódeespaldasysediolavueltamuyrápido,peronolobastante.Auna
velocidadinhumana,lamanodelátigoatravesóelaireymarcóunarayabrillanteenlaespaldadeSam,atravesándolelacamisa.
Samgritó.Brianna comenzó a tirar de la escalera de aluminio hacia el borde, pero su
velocidad la traicionó. Perdió el control y la escalera cayó repiqueteando en elcallejón.
DraketeníaellátigoenroscadoentornoalagargantadeSam,queseahogaba,loapretaba…loestabamatando.
QuinnveíaquelacaradeSamestabaenrojeciendo.Samempujólasmanosporencimadeloshombrosydisparóaciegas.
Los rayos chamuscaron el rostro de Drake, pero no lo detuvieron. ArrojóviolentamenteaSamcontralapareddelcallejón.Quinnoyóelhorriblecrujidodesucráneocontraelladrillo.Samsehundió,apenasconsciente.
—¡OlvídatedeCaine!—sepavoneóDrake—.¡Yomismotetumbaré!Alzó lamanode látigo, listoparaarremeterconfuerzasuficientepararajara
Samdelacaderaalcuello.EntoncesQuinndisparó.El retrocesodelarmaensusmanos lesorprendió.Sucediósinpensarenello.
Noapuntó,noapretóelgatilloconcuidadocomohabíaaprendidoahacer,sinoquedisparóporpuroinstinto.
Lasbalasagujerearonelladrillo.Drake se giró de golpe y Quinn se alzó tembloroso, de modo que se quedó
totalmenteexpuesto.—¡Tú!—exclamóDrake.—Noquierotenerquemataranadie—afirmóQuinnconvozquebrada,apenas
audible.—Morirásporesto,Quinn.Elchicotragósaliva,yenaquellaocasiónapuntócuidadosamente.AquellofuedemasiadoparaDrake,queconungruñidofuriososaliócorriendo
delcallejón.Samsepusoenpiedespacio.AQuinnleparecíaunancianoqueselevantaratras
resbalarenelhielo.PeromiróaQuinnylehizounaespeciedesaludomilitar.—Tedebouna,Quinn.—Sientonohaberledado—respondióQuinn.Sammeneólacabeza.—Colega, no tienes que pedir perdón por no querer matar a alguien. —
Entonces,alveraBrianna,sedesembarazódelcansancioquesentíaypropuso—:¿Brisa? Ven conmigo. Quinn, si alguien vuelve a la guardería, no tienes quedispararles,¿deacuerdo?Perodisparaalaireparaquelosepamos.
—Esolopuedohacer—afirmóQuinn.
Samcorrióhacialaplaza,segurodequeBriannaloalcanzaríaenseguida.Alcabodepocossegundosestabaasulado.
—¿Quéocurre?—preguntólachica.—Todoelmundo fingequecumplecon loquepideCaine.Si tenemossuerte,
Bug informarádequeestamosobedeciendoantesdequeDrakevuelvaycuenteaCainequehemosrecuperadolaguardería.
—¿QuieresquevayatrasDrake?
—Usaesospiesrápidos.Encuéntralosipuedes,peronointentesenfrentarte,tansoloavísame.
SemarchóantesdequeSampudieraañadirquetuvieracuidado.Elchico sepusoacorreraunavelocidad terriblemente lentaencomparación
conladeBrianna.Loschicosnormales,másdeuncentenar, todoslosquehabíanpodidoreunirenpocotiempo,seestabanarremolinandoenunextremodelaplaza.Sam contaba con que Caine no sabía cuántos chicos había en Perdido Beach ocuántoshabíaenlaciudadrespectoalosqueseescondíanensuscasas.Teníaquehacerqueparecieraconvincente,peropodíanseguirlasexigenciasdeCainey,aunasí,unoscuantospodíanpermanecerescondidosconEdilio.
AstridyPete,DekkayTayloryelrestodelosrarosdeCoatesestabanentrandoenlaiglesia,protestandoairadaydescaradamente.
Samsedirigióhastalafuenteysesubióallateral.—Deacuerdo,Bug.Séqueestásmirando.VeadecirleaCainequehemoshecho
loquehapedido.Dilequeestoyesperando.Dilequesinoesuncobarde,quevengaaquíyseenfrenteamícomounhombre.
Yacontinuaciónsebajó, ignorando lasmiradasdelcentenaromásdechicosqueseacurrucabanasustadosyvulnerablesenlaplaza.
¿Había visto Bug lo sucedido en la guardería? Seguro que había oído losdisparos.ConunpocodesuerteinterpretaríaqueprocedíandeDrakeodeprácticasdetiro.
Y lo que resultaba igual de peligroso, ¿llegaría Drake a advertir a Caine?Tendría que averiguarlo enseguida. En cualquier caso, Sam dudaba que Cainepudieraresistirseaunaconfrontacióncaraacara.Suegoloexigía.
Elwalkie-talkiedeSamcrujió.BajóelvolumenytuvoqueapretarlocontralaorejaparaoíraAstrid.
—Sam…—¿Estáisbienenlaiglesia,Astrid?—Ambosestamosbien.Todosestamosbien.¿Ylaguardería?—Segura.—GraciasaDios.—Escucha, haz que todos se echen al suelo, que se metan debajo de los
bancos…asípodránprotegerseunpoco.—Aquímesientoinútil…—ManténcalmadoaPete,esimpredecible.Escomouncartuchodedinamita…
nosabemosloquepuedehacer.
—Creoqueunaampolladenitroglicerinaseríaunaanalogíamásapropiada.Enrealidadladinamitaesbastanteestable.
Samsonrió.—¿Sabesquesiempremeponescuandodices«analogíaapropiada»?—¿Porquécreesquelohago?Al saber que Astrid estaba allí, a solo quince metros de distancia, sonriendo
triste, asustada pero intentando hacerse la valiente, Sam sintió tanta añoranza ypreocupaciónquecasiseechaallorar.
Deseaba queQuinn hubiera podido eliminar aDrake. Pero sospechaba que elalmadesuamigonohabríaquedadointactasilohubierahecho.Algunaspersonaspodían hacer cosas así. Y otras no. Probablemente los segundos eran los másafortunados.
—Vamos,Caine—susurróSamparasí—.Hagámoslo.Briannaaparecióasulado.—Drakehaidoasucasa.Yasabes,allugardondesealojaba.—¿YCaineestáallí?—Nolocreo…—Buen trabajo,Brisa.Ahora entra en la iglesia.VedespacioparaqueBug te
veasiestávigilando.—Quieroayudar.—Esoesloquenecesitoquehagas,Brianna.Lachicasemarchóvisiblementedespacio.Samsequedósolo.Losnormalesse
acurrucaban en el extremo más alejado de la plaza tal y como Caine habíaordenado.Losraros—Samdetestabausaresapalabra,perocostabanohacerlo—estabanenlaiglesia.
PorloquelaluchaselimitabaaCaineyaél.¿VendríaCaine?¿Vendríasolo?Sammiróelreloj.Alcabodepocomásdeunahora,yanoimportaría.Nomuylejosdeallí,oyóelaullidodeuncoyote.
CUARENTAYCUATRO
01HORA,06MINUTOS
—¡LOESTÁNHACIENDO!—gritóPandaalentrarporlapuerta.—Muy bien —dijo Caine—. Es la hora del espectáculo. Subíos todos a los
coches.Salierondisparadoshacia lapuerta.Chaz,Chunk,elchicodelmazoyunmuy
avergonzado Frederico, que por fin se había liberado de las ataduras de cintaadhesiva, todos corrieron ameterse en la furgoneta del garaje.Diana les seguía,rebosandorabiacontenidaportodoslosporosdelapiel.PandaagarróaLanadelbrazoylaempujóhacialapuerta.
SoloentoncesCainesediocuentadequefaltabaalguien.—¿DóndeestáHoward?—No…nolo…sé—reconocióPanda—.Nolohevistomarcharse.—Gusanoinútil.SinOrcesunpesomuerto—comentóCaine—.Olvidadlo.El segundo vehículo del garaje era un coche de lujo, un Audi con techo
corredizo. Panda saltó detrás del volante, y Diana se puso de copiloto. Caine sequedóconelasientotrasero.
Pandapulsóelcontrolremotodelapuertaautomáticadobledelgarajeyambaspuertassealzaron.
Los dos coches avanzaron. La furgoneta Subaru no tardó en arrastrarsechirriandojuntoalAudi.
Chazconducíalafurgoneta,ybajólaventanillapidiendodisculpas.—Empezamosbien…—comentóDiana.—¡Vamos!—ordenóCainesinmás.Panda aceleró al llegar a la calle,manteniendo la velocidad a unos prudentes
cuarentakilómetrosporhora.Lafurgonetapermanecíaunamanzanapordetrás.—Parara parara pararampampam parara parara pararampampam —Diana
empezóacanturrearlaOberturaaGuillermoTell.—Para—leespetóCaine.RecorrierondosmanzanashastaquePandatuvoquefrenarenseco.Unadocenadecoyotespasaronatodavelocidadporlacalle.Caineselevantóatravésdeltechocorredizoygritó:—¿Quéestáishaciendo?¿Adóndevais?
Ellíderdelamanadasedetuvoylomiróconsusojosamarillos.—ManodeLátigoido—gruñó.—¿Qué?¿Quéhapasadoenlaguardería?—ManodeLátigoido.Líderdemanadaido—resumióelcoyote.—No puede ser.—Caine se dirigió entonces a Diana—: Tienen la guardería,
¿quéhago?—Túdirás,líderintrépido.Cainegolpeóconelpuñoeneltechodelcoche.—Deacuerdo,líderdelamanada,sinoeresuncobarde,sígueme.—Líder de manada sigue a Oscuridad. Otros siguen a líder. Manada tiene
hambre.Manadadebecomer.—Tengocomidaparati—señalóCaine—.Hayunaplazallenadeniños.Ellíderdelamanadadudó.—Esfácil—prosiguióCaine—.Puedesvenirconmigoycomerteatantosniños
comoquieras.Reúneatodostuscoyotes.Tráelosatodos.Esunbufé.El líder de lamanada aulló una orden a los suyos. Los coyotes formaron un
círculoendirecciónaél.—¡Síguenos!—exclamóCaine,queyahabía ideadounplan,ymirabaconlos
ojosenloquecidosyexcitados—.Vamosdirectosalaplaza.Vedirectoalosniñosquehayallí.Funcionaráperfectamente.
—¿Puñodefuegoallí?Cainetardóunpocoenentenderlo.—¿Quién?Ah,Sam.Puñodefuego,¿eh?Sí,estaráallí,peroyomeencargaré
deél.Ellíderdelamanadaparecíadudar.—Siellíderdelamanadatienemiedo,igualotrodeberíaserlíderdelamanada.—Líderdemanadanoteme.—Entoncesvamos…
—¡Ay, colega!—se lamentóHoward—. ¡Ay,Diosmío; ay,Diosmío! ¿Qué te hepasado,Orc?
Se había deslizado del escondite de Caine y dirigido a la casa que antescompartía con Orc. Encontró a su protector allí, sentado en un sofá que habíacedido bajo el peso del chico y hundido por lamitad. Había botellas de cervezavacíaspordoquier.
Orcllevabaenlamanoelmandodeunjuego.—Tengolosdedosdemasiadograndesparaestacosa…—Orc,tío,¿cómoteha…?Quierodecir,¿quétehapasado?La mitad de la cara de Orc seguía siendo suya. Su ojo izquierdo, su oreja
izquierdayelpeloporencima,asícomotodalaboca,aúnpermitíanidentificaraOrc.Peroelrestodeélformabaunaespeciedeestatuahundidadegrava.Eraporlomenosuna cabezamás altoqueantes.Tenía laspiernasgruesas como troncosdeárboly losbrazoscomobocasderiego.Lehabíaestallado laropa,demodoqueahoralecolgabayapenaslecubría.
Cuandosemovióensuasiento,hizounruidocomodepiedrashúmedas.—¿Cómohapasadoesto,tío?—Esmisentencia—afirmóOrcsinmás.—¿Quéquieresdecir,colega?—PorpegaraBette.HasidoDios,Howard.Essusentencia.Howardluchócontraelinstintodevolverseysalircorriendoygritando.Trató
demirarelojohumanodeOrcperonopudoevitarmirarelotro,queeracomounaostraamarillabajounacejadepiedra.
—¿Puedesmoverte?¿Puedeslevantarte?Orc gruñó y se puso en pie con mucha más facilidad de lo que Howard
esperaba.—Sí.Aúntengoquepoderlevantarmeaorinar.—¿Quépasarácuandoseextiendaalaboca?—Creoqueyasehaextendidodeltodo.Paróhacehoras,creo.—¿Teduele?—No.Peropicacuandoseextiende.Parailustrarlo,empleóunodesusdedosdepiedradeltamañodeunasalchicha
pararascarseenlalíneaentresunarizdegravaysumejillahumana.—Conloquepesas,colega,debesdeserbastantefuerteparaponerteenpie.—Sí.Orcmetiólamanoenlaneveraasuspiesysacóunalatadecerveza.Inclinóla
cabeza hacia atrás y abrió la boca. Estrujó la parte superior de la cerveza y unaerupción de espuma y líquido salió disparada.Orc se bebió lo que le cayó en laboca,yelrestolechorreóporlacarahastaelpechopétreo.
—Ahorasolopuedoabrirlasasí.Tengolosdedosdemasiadograndesparatirardelaanilla.
—¿Quéestáshaciendo,colega?¿Hasestadoaquísentadobebiendocervezasin
más?—¿Y qué más voy a hacer?—Encogió los hombros de escombrera. Su ojo
humanoobien llorabaoestabaenfermo—.Loquepasaesquecasinomequedabirra.
—Colega, tienes que volver al ruedo. Se acerca una guerra. Y tienes queparticipar,ponertusello,¿sabes?
—Loúnicoquequieroesmáscerveza.—Puesdeacuerdo.Esoharemos.Iremosabuscarmáscerveza.
Lasestrellasllenabanelcielo.Lalunabrillabajuntoalcampanario.Uncoyoteaulló,unulularsalvajecomoungritofantasmaldedesesperación.Samvio en sumente a losmutantes en la iglesia.AEdilio escondido con un
puñadodechicosdeconfianzaenlasruinasquemadasdeledificiodeapartamentos.VioaQuinneneltejadoconlaametralladoraquepuedequeusaraopuedequeno.Vioaloschicosarremolinados,perdidosyasustadosenelextremosurdelaplaza.YaMaryyalosniñospequeñosaúnenlaguardería.YaDahraenelsótanodelaiglesiaesperandoheridos.
Drakesehabíaretirado.Porahora.¿QuéharíaOrc?¿DóndeestabaCaine?¿Yquéocurriríadentrodeunahoracuandoelrelojmarcaraexactamentequince
añosdesdeelnacimientodeSam, ligadosin saberloantesaunhermano llamadoCaine?
¿PodríaderrotaraCaine?TeníaquederrotaraCaine.Y, de algún modo, también tenía que destruir a Drake. Si —cuando— Sam
desapareciera,pegaraelgransalto,hicierapuf,noqueríadejaraAstridamerceddeDrake.
Sabíaqueelfinaldebíaasustarle.Quedebíaasustarleelprocesomisteriosoque,al parecer, se limitaría a sustraer a Sam Temple de la ERA. Pero no estaba tanpreocupadoporsímismocomoporAstrid.
Menosdedossemanasatrásellaeraunaabstracción,unideal,unachicaaquienmirabafurtivamente,perosinrevelarnuncasuinterés.Yeracasiloúnicoenloquepensaba mientras su reloj interno avanzaba hacia una desaparición repentina y
posiblementefatal.El resto de sumente daba vueltas ymás vueltas a cómo se presentaríaCaine.
¿EntraríaenlaciudadcomounpistoleroenunapelidelOeste?¿Permaneceríanatreintapasosyentoncesdesenfundarían?¿Cuálde losdos seríamáspoderoso?¿Elgemeloconelpoderde la luzoel
gemeloconelpoderdemoverlamateria?Estabaoscuro.Samdetestabalaoscuridad.Siemprehabíasabidoquesufinllegaríadenoche.Denocheysolo.¿DóndeestabaCaine?¿LoestabavigilandoBugtambiénenesemomento?¿HaríaEdilioloqueQuinnnopudierahacer?¿QuésorpresatendríaCaineguardadabajolamanga?Taylor se le apareció a escasosmetros. Parecía que acababa de venir de una
entrevistaconundemonio.Estabablanca,teníalosojosmuyabiertosylebrillabanalaluzdelasfarolas.
—Vienen…—anunció.Sam asintió y se enderezó, esforzándose conscientemente por frenar la
aceleraciónrepentinadesucorazón.—Bien…—dijo.—No,élno—locorrigióTaylor—.Loscoyotes.—¿Qué?¿Dónde?Taylorseñalóporencimadelhombrodelchico.Sam se dio la vuelta de golpe. Venían corriendo, a toda velocidad y en dos
direcciones,corriendohacialamultituddesprotegidadeniños.Eracomoundocumentalsobrelanaturalezadelosqueponíanenclase.Como
ver unamanada de leones atacando a una de antílopes. Solo que esamanada erahumana.Esamanadanopodíaescaparalavelocidaddelrayo.
Eraunamanadaindefensa.El pánico se apoderó de ellos. Se concentraron hacia la mitad, mientras los
chicosdelosextremosveíancomoseacercabasufinantelasrápidaspatasdelosanimales.
Samechóacorrer,levantósuúnicamanobuena,buscóunobjetivoygritó.Peroentoncesoyóelruidodelmotordeuncoche.
Sam patinó hasta detenerse, y se dio la vuelta otra vez.Unas luces delanterasbajaban a toda prisa por la calle pasada ya la iglesia. Era un monovolumen
polvoriento.Elvehículo chocócontra el bordilloque rodeaba laplaza, saltó a laacera y acabó frenando tan abruptamente que varios terrones de tierra húmedasaltaronporlosaires.
Detrásseacercabanotroscochesatodapastilla.Seoyerongritoscuandoloscoyotesseacercaronalamanadahumana.Samextendiólamanoylaluzverdeatravesóelladoizquierdodelajauría.Nopodíadispararalotro lado,pueshabíaniñosdelantecorriendo,asustados,
ahora todos corrían hacia Sam en busca de protección, por lo que le resultabaimposiblebrillar.
—¡Agachaos,agachaos,agachaos!—gritó—.¡Alsuelo!Peroresultóinútil.—¡Salvadme!—gimióJackeldelordenador,cayendodelmonovolumen.UnAudiderrapóhastaparardelantedelaiglesia.Habíaalguiendepieasomado
poreltechocorredizo.Entonces se oyó un grito de terror y pánico absoluto.Alguien había caído, y
luchabacontrauncoyotequeledoblabaeltamaño.—¡Edilio,ahora!—aullóSam.—¿Estáspasandomalanoche,hermano?—gritóCaine,exultante—.Puessevaa
ponerpeor.Caine alzó las manos, pero no las dirigió hacia Sam, en absoluto, sino que
concentró la energía increíble de su telequinesis hacia la iglesia. Era como si ungigante invisible, una criatura del tamaño de un dinosaurio, se hubiera apoyadocontralapareddepiedracaliza.Lapiedraseresquebrajó.Lasvidrierassehicieronañicos. La puerta de la iglesia, que era el punto débil, estalló al reventársele losgoznes.
—¡Astrid!—gritóCaine.Se oían gritos de pánico procedentes de la plaza, mezclados con gruñidos y
aullidossalvajescuandoloscoyotescaíansobrelosniños.Derepenteseoyóelestruendodel repiqueteode laametralladora.Disparaban
desdeeltejadodelaguardería.Ediliosaliócorriendodeledificioquemado,contresmásdetrás,ycargócontra
loscoyotes.Caine volvió a atacar y esta vez el monstruo invisible, la bestia de energía,
empujófuerte,muyfuertecontralafachadadelaiglesia.Lasventanas laterales, todas lasvidrierasantiguasy lasnuevas,explotaronen
unalluviacentelleante.Elcampanariosebamboleó.
—¿Cómovasa salvarlos,Sam?—se regocijóCaine—.Unempujónmásysehunde.
Jack estaba a los pies de Sam, agarrándose a él, y lo hizo tropezar con unafuerzainesperada.
SamdisparóaciegasaCainealcaer.—¡Puedosalvartedelpuf!¡Sálvametúamí!—suplicóJack.Sam cayó de golpe, pataleó contra las manos de Jack que lo agarraban, se
retorcióhastasoltarseyallevantarsevioquelapareddelaiglesiasecombabaysederrumbabalenta,lentamentehaciadentro.
Eltejadotemblabaysehundía.Elcampanariosetambaleóynosehundió,perotoneladas de piedra caliza, revoque y enormes vigas de madera cayeron con unestruendocomosiseacabaraelmundo.
—¡Astrid!—gritóSamotravez,sinpoderhacernada.SamcorriódirectohaciaCaine,ignorandolamasacredetrásdeél,bloqueando
losgritosygruñidosvoracesyelritmoentrecortadodelasametralladoras.Samapuntóydisparó.El rayo alcanzó la parte delantera del coche de Caine. La hoja de metal se
ampolló, y Caine trepó torpemente por el techomientras otros que a Sam no leimportabantantocomoparaidentificarlossalierondisparadosporlaspuertas.
SamdisparóyCaineloesquivó.UnaexplosiónalcanzóaSam,ylodetuvocomosisehubieraestampadocontra
unapared.BuscóincesantementeaCaine.¿Dóndeestaba,dónde?Gritos ahogados procedentes de la iglesia se sumaron al ruido de fondo, un
infierno infantil donde se oían chillidos llamando a su madre, gritos agónicos,desesperados,suplicantes.
Samnotóunmovimientorepentinoydisparó.Caineledevolvióeldisparoylaestatuadelafuenteestallóycayódesupedestal
salpicandoaguafétida.Samestabaotravezenpie.TeníaqueencontraraCaine,teníaqueencontrarloy
matarlo,matarlo.HubomásdisparosdeametralladorayoyóqueEdiliogritaba:—¡No,no,no,dejadedisparar,vasadarlealosniños!Sam rodeó elAudi en llamas.Caine corría por delante, saltando una boca de
riego.SamdisparóydelsuelobajolospiesdeCainesalieronllamasyunhumonegro
aceitoso.Elpavimentoardía.
Caine cayó desparramado en la calle, pero se dio la vuelta rápidamente, seapoyóenunarodillaySamrecibióunimpactomasivoquelehizocaerdeespaldas,estupefacto.Lasangrelebrotabadelabocaylasorejas,teníatodoslosmiembrostorcidos,ynopodía,nopodía…
ElrostrodeCaineestabaensangrentado,gritabaylomirabacomounloco.Samsintióqueelodioardíaensuinteriorysalíaatravésdesusmanos.Cainesaltóaunlado,demasiadodespacio,yelazoteluminosolechamuscóel
costado.Leardíalacamisa.Cainegritabaeintentabaapagarlallama.Samintentóponerseenpie,perolacabezaladabavueltas.Caine entró disparado en el edificio de apartamentos quemado, a través de la
mismapuertaporlaqueSamintentósalvaralapequeñapirómana.Samsetambaleó,peroechóacorrerdetrásdeél.Fueronescalerasarribahastaelpasilloquemado,queaúnapestabaahumo.En
el piso superior estaban los restos de maderas quemadas y trozos de tejadoalquitranadocaídoscomosifuerantoboganesinfantiles,yfragmentosdeparedesytuberíasquesobresalíanfueradelugar.
Otraexplosión,ySamviocómolamediaparedjuntoaélseondulabadebidoalimpacto.
—Caine,terminemosconesto—dijoSamconvozronca.—¡Venabuscarme,hermano!—gritóCaineconvozdolorida—.¡Derribaréeste
lugarsobrenosotros!Samdetectódedóndeprocedíasuvozycorrióporelpasillo,corrióbajo las
estrellasdisparandolaluzmortaldesusmanos.PeroCainenoestaba.Una puerta que aún colgaba de los goznes, pese a que la pared de alrededor
habíadesaparecido,chirrióysemoviólentamente.Samlagolpeó,sediolavueltaydisparóhacialahabitación.Una viga de madera chamuscada voló por los aires. Sam la esquivó
agachándose.Lasiguientelealcanzóelbrazoizquierdoyledestrozóelcodo.Másescombros,untorrentedeescombros,hicieronqueSamseapartara.
Cainealzó lasmanosporencimade lacabeza,con losdedosextendidosy laspalmasabiertas.Samseagarróelcodoizquierdodestrozadoconlamanoderecha.
—Seacabóeljuego,Sam—dijoCaine.Algo apareció detrás deCaine que le hizo tambalearse. El chico se agarró la
cabeza.Briannaestabadetrásdeélblandiendosumartillo.
—¡Corre,Brisa!—gritóSam,peroerademasiadotarde.Pese a tambalearse hacia atrás, Caine disparó a quemarropa y Brianna salió
disparadahacialapared,atravesándola.Cainesaltótrasellaporlaabertura.Samdisparóalaparedymarcóunagujero.AtravésdeélvioaCainehaciendo
estallarlaparedsiguiente.Samsintióqueelsuelocedíabajosuspies:eledificioseestabahundiendo.Se volvió y echó a correr, pero de repente el suelo había desaparecido y se
precipitóporlosaires,cayendo,yeledificioconél,asualrededor,encimadeél.Samcayóyelmundocayósobreél.
CUARENTAYCINCO
14MINUTOS
QUINNOBSERVABAHORRORIZADO,petrificado,cómoloscoyotesatacabanalosniños.VioaSamdispararyerrareltiro.Vio a Sam agonizar durante un instante terrible mientras Caine atacaba la
iglesia.YaSamcorrerhacialaiglesia.—¡No!—gritóQuinn.Apuntó.—¡Nodisparesalosniños,no!—sollozó,yapretóelgatillo.Apuntóhacialoscoyotes.Habíamuchosmásqueantes.Loscoyotesapenassepercatarondesupresencia.Uno de ellos cayó, retorciéndose, como si hubiera tropezado, y no volvió a
levantarse.Entoncesyanopudodispararmás,pueslasbestiasestabanentremezcladascon
losniños.Quinncorrióhacialaescaleraysedeslizóporellahastacaeryaterrizardolorosamenteenelcallejón.
«Sal corriendo», le gritaba su cerebro, «huye de todo eso». Dio tres pasosapartándose, presa del pánico, hacia la playa, corriendo hacia la playa, peroentonces,comosiunafuerzainvisiblesehubieraapoderadodeél,sedetuvo.
—Nopuedeshuirdetodoeso—sedijo—.Nopuedes.Y mientras lo decía corría otra vez hacia delante, hacia la guardería. Pasó
rozandoaMaryqueprotegíaaunniñoensusbrazos,atravesólaplazablandiendoelarmacomosifueraunpalo,corriendoygritandocomounlunático,balanceandolaculatahastaaplastarhorriblementeelcráneodeuncoyote.
EdilioestabaallíyhabíachicosdisparandoyEdiliogritaba:—¡No,no,no!YentonceslosojosyelcerebrodeQuinnsellenarondesangre,ytodosellenó
de sangre y perdió la cabeza, perdió la cabeza mientras balanceaba el arma ygritabaygolpeabauna,yotra,yotravez.
MarymanteníaagarradaaIsabellayseacurrucabaconJohn,ylosniñosgritabanal
oírlalocuradefuera,losgritos,gruñidosyarmas.—SálvanosJesús,sálvanosJesús—repetíaalguienconunavozatormentaday
sollozante,yMarysupoqueeraellaquienrezaba.
Drakeoyóelaullidodeloscoyotesenlanocheyadivinóensuoscurocorazónloquesignificaba.
Yasehabíalamidolobastantelasheridas.Labatallahabíaempezado.—Eslahora—musitó—.Lahoradeenseñárseloatodos.Abrió la puerta de entrada de su casa de una patada y avanzó hacia la plaza,
gritando,gritando,deseandopoderaullaralalunacomoloscoyotes.Oyóquedisparabanysacó lapistoladesucinturónydesenroscósumanode
látigoylachasqueó,encantadodelchasquidoqueemitía.Delante de él dos figuras se apartaban, también atraídas por el ruido de la
batalla. Una parecía increíblemente pequeña. Pero no, era la otra la que eraincreíblemente grande. Tan grande como un luchador de sumo. Era una criaturarastrera,hundida,demiembrosgruesos.
Ladesigualparejasedesplazabahacialaluzqueproyectabaunafarola.Drakereconocióalmáspequeño.
—¡Howard,traidor!—gritó.Howardsedetuvo.Labestiaasuladosiguiócaminando.—Notemetasenesto,Drake—leadvirtióHoward.Drakelesacudióconellátigoenelpecho,rasgándolelacamisaymarcandoun
rastrodesangrequeseveíanegrobajolacrudaluz.—MásvalequevayáisaayudaraacabarconSam—lesadvirtióDrake.Larudabestiasevolviólentamenteyretrocedió.—¿Quéeseso?—exigióDrake.—Tú…—murmurólabestia.—¿Orc?—exclamóDrake,medioemocionadomedioaterrorizado.—Tútieneslaculpadeloquehice—selamentóOrc.—Apártate de mi camino—ordenó Drake—. Hay una pelea. Ven conmigo o
muereahoramismo.—Solo quiere un poco de cerveza, Drake —explicó Howard intentando
aplacarlo,agarrándoselaheridadelpecho.Encorvadodedolor,aúntratabademanipular,dehacerseellisto.
—Diosmehasentenciado—afirmóOrcarrastrandolaspalabras.—Pedazo de idiota —lo insultó Drake, tras lo cual desenroscó su mano de
látigoylahizocaercontodasufuerzasobreelhombrodeOrc.—¡Aaaah!—aullóOrcdolorido.—Muévete,imbécil—ordenóDrake.Orcsepusoenmarcha.Peronohacialaplaza.—¿Quieres probar mi mano de látigo, so raro? Te haré pedazos—amenazó
Drake.
Astridsintióunpesoqueleaplastabaelfinaldelaespaldaylasrodillas.Yacíabocaabajo,sobrePete.Perpleja,perolobastanteconscienteparaentenderqueloestaba.
Respiróhondoysusurró:—Petey…Oyóelruidoatravésdesushuesos.Lepitabanlosoídos,oíaunruidoapagado.Petenosemovía.Astridintentólevantarlaspiernas,perotampocosemovían.—Petey,Petey…—selamentó.Seapartóalgodelosojos,polvo,tierra,sudor,ypestañeóparaconcentrarseen
su hermano.Había protegido gran parte de su cuerpo de la pared caída, pero untrozoderevoquedeltamañodeunamochilalehabíacaídosobrelacabeza.
Astridreprimióunsollozo.Pusodosdedossobreelcuellodelniñoynotósupulso.Lachica sentía su respiracióndébil, elpechoquesubíaybajabadebajodeella.
—Ayuda…—dijo convoz ronca, sin saber si gritabao susurraba, incapazdeoírdebidoalpitido—.Quealguiennosayude,quealguiennosayude…salvadamihermano…salvadlo—suplicó,ylasúplicaseconvirtióenplegaria—.SalvaaSam.Sálvanosatodos.
Empezóarecitardememoriaunaoraciónquehabíaoídohacíamuchotiempo.Suvozsonabadistante,comosipertenecieraaotro.
—SanMiguelArcángel,defiéndenosenlabatalla.Sénuestroamparocontralamaldadylastrampasdeldemonio.
Sentíamásqueoíasuspropiossollozos,unestremecimientoincontrolablequelehacíapronunciarmallaspalabras.
Como si se burlara de su súplica, una lluvia de cristal y fragmentos de yesocayóasualrededor.
—Que Dios le reprima, es nuestra humilde súplica; y tú, príncipe de losejércitoscelestiales,conlafuerzaqueDiostehadado…
Pete seagitóygruñó.Movió la cabezayAstridvio laheridaprofunda,haciadentro,lamarcasemejanteaunacuchillaensucabeza.
—…arroja al infierno aSatanás y a los demás espíritusmalignos quevaganporelmundobuscandolaperdicióndelasalmas.
Habíaalguiendepieenlosescombrosporencimadeella.Astridgiróelcuelloy vio, recortado contra el techo elevado por un repentino relámpago verde, unrostrooscuro.
—Amén.—Nosoyprecisamenteunángel,ymenosunarcángel—afirmóDekkaconuna
vozqueAstridapenasoía—.Peropuedoquitarteestascosasdeencima.Caineselevantódeunsaltodeentrelosescombrosdeledificio.Lohabíaconseguido.Lohabíaconseguido.Samestababajolosescombros.Enterrado.Vencido.Pero Caine apenas pudo disfrutar de aquel momento. El dolor del costado
izquierdodesucuerpoeraterrible.Lapeligrosaluzverdeyblancahabíafundidosucamisaconlacarneyleproducíaunaagoníahastaentoncesinimaginable.
Fue tambaleándosehacia la iglesia en ruinas, intentandoentender el caos a sualrededor. Ya no disparaban más, pero seguía habiendo gritos y chillidos ygruñidos,yunaseriedeestruendosbreves,elchasquidodeunlátigo.Pordebajodetodoaquello,unbomboseguíaunritmoaleatorio.
Cainesedetuvoymirófijamente,olvidándoseduranteunosinstantesdeldolorquesentía.
En los escalones del ayuntamiento, Drake y un monstruo tosco libraban unabatallatitánica.
Drakechasqueabasumanodelátigoydisparabalapistola.Elmonstruo atacaba torpemente una y otra vez, sin conseguir darle,mientras
Drakedabavueltaschasqueandoelbrazounayotravezsinconseguiraunasíquelabestiaseretirara.
La bestia se balanceó y no alcanzó a Drake por pocos centímetros. El puñopétreo se estampó contra uno de los pilares de piedra caliza en la fachada delayuntamiento. La columna se resquebrajó y casi se derrumba. Unas esquirlassalierondisparadas.
Cainebajólavistaatraídoporunavozaguda,arrastradaygruñona.
—Hembradicelíderdemanadapara—intervinoellíderdelamanadaenfadado.—¿Qué?Caine no entendía nada hasta que vio que Diana se acercaba dando grandes
zancadas,conelpelooscuroondeandoylamiradafuriosa.—Hedichoaestabestiainmundaqueparara.Dianaapenaspodíacontrolarse.—¿Quepararaqué?—preguntóCaine.—Aúnatacanalosniños.Hemosganado.Samhamuerto.Hazqueparen,Caine.CainevolvióaconcentrarseenlabatallaentreDrakeyelmonstruo.—Soncoyotes…—comentófríamente.—Hasperdido lacabeza,Caine—leespetóDiana—.Esto tienequeparar.Has
ganado.Estotienequeparar.—¿O qué, Diana? ¿O qué?—exigió Caine—. Vete a buscar a Lana. Me han
herido.Líderdelamanada,hazloquequieras.—Igual por eso te abandonó tu madre—comentó Diana despiadadamente—.
Igualvioquenoerassolomalo,sinoretorcido,enfermoymalvado.Caine reaccionó con violencia repentina, olvidándose de sus poderes y
abofeteándolaconfuerza.Diana se balanceó hacia atrás por el golpe y cayó sentada, dolorida, en los
escalonesdepiedra.Caineviosurostroconunaclaridadrepentina,terrible,debidaalresplandorde
unacolumnabrillantedeluzverdeyblancacegadora.Unaluzquesolopodíaprocederdeunlugar.La luz era como una lanza dirigida hacia el cielo. Se arqueaba hacia arriba
desdelosescombrosdeledificiodeapartamentos.—No…—murmuróCaine.Perolaluzardióyapartólosescombros,todoelpesoaplastantedeledificiode
apartamentoshundido.—No…—repitióCaine,ylaluzseapagódegolpe.Detrás de él, Drake y Orc continuaban con su batalla lenta y rápida, ágil y
pesada, astuta y torpe, pero lo único que veía Caine era la figura ennegrecida ycubiertadehollíndemiradabrillantequecaminabahaciaéldesdelosescombros.
Caine apuntó las manos hacia la fachada destrozada de madera y yeso de laiglesia.DirigiólasmanoshaciaSamyunmontóndeescombrossalióvolandoporlosaires.
Samalzólasmanos.Elfuegoverdehizoexplotartrozosdeladrilloyvigasde
maderapesadas.Ardíanenelaire,convirtiéndoseencenizasantesdealcanzarlo.
DekkaretirólosescombrosquecubríanaAstridyPete.Pero no le resultó fácil. Su capacidad para suspender la gravedad también
implicaba suspenderla debajo deAstrid, y Pete y ella flotaban en una galaxia demaderayyesorotoquedabavueltasymásvueltas.
DekkaextendiórápidamenteunamanoytiródeAstridparasacarladelazonadesuspensión.AstridcayóalsuelojuntoconPete.
—Gracias—dijoAstrid.—Hay mucha gente atrapada aquí dentro —comentó Dekka, sin perder un
momentoparairaayudaralosdemás.AstridseagachóeintentólevantaraPete,peroestabaflácido,noeramásqueun
pesomuerto.Lepasólosbrazosalrededordelpechoyloestrechócomosifueraunbebé demasiado grande. Hizo que él también la abrazara y salió tambaleándosetorpemente de la iglesia, medio arrastrándolo medio tropezando con losescombros.
Lana podría curarlo, pero Lana no estaba. Lo único que se le ocurría erallevarloconDahraalsótano.Pero¿quépodríahacerDahra?Dehecho,¿eraposiblealcanzar el hospital o había quedado bloqueada la entrada por los escombroscaídos?
Por primera vez se percató de que la pared delantera de la iglesia habíadesaparecido.Veíaelcielonocturnoylasestrellas.Perotambiénveíalaterribleluzteñidadeverde.
Volvía a huir a medida que disminuía el pitido. Oía gruñidos animales y elchasquidosecodeunlátigoydemasiadasvocesllorando.
Derepente, losescombrosapiladosasualrededorempezaronavolarpor losaires.
Astrid se echó al suelo, protegiendo otra vez a Pete, protegiéndolo todavía,siempreprotegiendoaPete.Trozosdeparedyfragmentosdepanelesdemaderayalgunaqueotrajuntademaderayacerosealzabancomoavionesdespegandodeunaeropuerto y aceleraban alocadamente, formando una corriente que salía de lafachadadestrozadadelaiglesia.
Laluzverderelampagueóyseoyeronexplosiones,estruendodeexplosiones,ysehizounaluzaúnmásbrillante.
Entonces,eltorrentedeescombrossedetuvo.
Astridvolvióaincorporarse,ytiródePetealhacerlo.Alguiencorrióhaciaellaporlacallehastaquesedetuvo,jadeando,mirándola
fijamente,comounanimalasustadoyacorralado.—Caine…—Astridescupiósunombre.Élnodijonada.Astridvioqueestabaherido.Quesentíadolor.Teníaelrostro
surcadodesudorytierra.Lamirabafijamentecomosivieraunfantasma.Unaluzpeligrosaaparecióensumiradaturbia.—Perfecto…—susurró.EntoncesAstridsintióqueseelevabaporlosaires.Seaferródesesperadamente
aPete,peroseleescapódeentrelasmanos,deentrelosdedosqueloagarraban,yelniñocayóalsuelo.
—¡Salyvenajugar,hermano!—gritóCaine—.Tengoaunaamigatuya.Astrid flotaba, impotente, indefensa,yCaineavanzabadetrásdeella,usándola
comoescudo.Atravesabanlafachadadelaiglesia,salíanalosescalones,mirandohaciaunaescenapesadillescadeperroslocosybatallasviolentas.
Samestabaallí alpiede losescalones.Ensangrentadoyherido,conunbrazoflácido.
—¡Vamos, Sam, quémame ahora! —chilló Caine—. ¡Vamos, hermano,muéstrametuspoderes!
—¿Teescondesdetrásdeunachica,Caine?—¿Crees que puedes burlarte? Lo único que importa es ganar. Así que
ahórratelo.—Temataré,Caine.—No,noloharás.Nosinmataratunovia.—Ambosdesapareceremosenunminuto,Caine.Sehaacabadoparalosdos—
lerecordóSam.—Quizáparati,Sam.Peronoparamí.Sécómohacerlo.Sécómoquedarme—
dijoCaine,ysoltóunarisasalvaje.—Sam—intervinoAstrid—,hazloquetengasquehacer.Destrúyelo.Enesemomento,Dianasubíalasescaleras.—Sí,Sam,destrúyeme—seburlóCaine—.Tieneselpoder.Bastaquehagasun
agujeroatravésdeellayasítambiénmeatraparás.—Caine, bájala. Compórtate como un hombre, por una vez…—le reprendió
Diana.—Bájala, Caine—insistió Sam—. Es el fin. Quince años y fuera. No sé qué
pasará,iguallamuerte,ynoquerrásmorirconmássangreenlasmanos.
Caineserioamargamente.—No sabes nada demí. Tú no te criaste sin saber quién eras.No tuviste que
inventarteapartirdetupropiaimaginación,detupropiavoluntad.—Yo me crie sin padre —protestó Sam—. Y sin explicaciones. No sabía la
verdad.Igualquetú.Cainemirósureloj.—Creoquetehallegadolahora,Sam.Túvasprimero,¿teacuerdas?Yquiero
quesepasestoantesdequetevayas:yosobreviviré,Sam.Voyaseguiraquí.YoytuamadaAstridytodoslosdelaERA.Serántodosmíos.
—Sam,elmododevenceralpufes…—empezóDiana.Caine se volvió hacia ella, alzó lamano y la atacómientras seguía hablando.
Dianasaliódisparadaporlosaires,describióunavolteretahaciaatrásyaterrizóalotroladodelacalleenlahierbadelaplaza.
PeroelesfuerzodistrajoaCaine.HabíasoltadoaAstrid.AsíqueSamextendiólamano,conlapalmahaciafuera.
CUARENTAYSEIS
01MINUTO
UNDISPAROCERTERO.PodíamataraCaineconunsolopensamiento.Pero el mundo a su alrededor se desvanecía. Astrid yacía desplomada y
blanquecina.Descolorida,casitranslúcida.ElpropioCaineparecíaunfantasma.Noseoíanada.Losgritosdelosniñoshabíancesado.LabatallaentreDrakey
Orcselibrabaacámaralenta,eiguallosataquesdeloscoyotes:humanos,bestiasymonstruossedesplazabanfotogramaafotograma.
Samteníaelcuerpoentumecido,comosisehubieramuertoysololequedaraelcerebrozumbandoenelcráneo.
—Eslahora—dijounavoz.Conocíaesavozyaloírlasintiócomouncuchilloenelestómago.Sumadreestabaanteél.Tanhermosacomosiempre.Supeloseagitabaconuna
brisaqueélnosentía.Susojosazuleseranelúnicocolorqueveía.—Felizcumpleaños—ledijo.—No—susurróél,aunqueyanopodíamoverloslabios.—Tehas convertido en un hombre—comentó, y la boca de sumadre sonrió
conironía—.Mihombrecito…—No.Ellaleextendiólamano.—Ven.—Nopuedo.—Sam,soytumadre.Tequiero.Venconmigo.—Mamá…—Tócame.Estoyasalvo.Tepuedollevarlejosdeaquí,deestelugar.Sam negó con la cabeza lentamente, como si se ahogara enmelaza. Algo le
estabaocurriendoaltiempo.Astridnorespiraba.Nadiesemovía.Elmundoenteroestabacongelado.
—Serácomoantes…—empezósumadre.—Noera…—empezóél—.Mementiste.Nuncamedijiste…—Nuncatementí.Sumadrefruncióelceño,decepcionada.
—Nomedijistequeteníaunhermano.Nomedijiste…—Venconmigo—insistióella, impaciente,sacudiendounpocolamanocomo
hacía cuando era pequeño y se negaba a cogérsela para cruzar la calle—. Venconmigoahora,Sam.Estarásasalvoysaldrásdeaquí.
Samreaccionóinstintivamente.Volvíaaserelniñoquereaccionabaalavozde«mamá»,alavozde«obedéceme».Sedispusoatocarla,extendiósumanohacialadeella…ylaretiró.
—Nopuedo—susurró—.Hayalguienporquientengoquequedarme.El enfado apareció de repente en los ojos de su madre, una luz verde,
surrealista,antesdequelamujerparpadearayeldestellodesapareciera.Y,entonces,procedentedelmundoblanqueado, irreal,Cainepenetróen la luz
inquietante.LamadredeSamsonrióaCaine,yéllamirósorprendido.—EnfermeraTemple…—murmuró.—Mamá—locorrigió—.Hallegado lahoradequemisdoschicosseunana
mí,venganconmigo.Lejosdeaquí.Caineparecíahechizado,incapazdeapartarlamiradadeaquelrostrodelicadoy
sonriente,desuspenetrantesojosazules.—¿Porqué?—preguntóCaineconvozdeniñopequeño.Sumadrenodijonada.Unavezmás,soloduranteunsegundo,susojosazules
brillaronenunverdetóxicoantesdevolveralazulfrío,helado.—¿Porquéélynoyo?—preguntóCaine.—Ha llegado lahoradequevengasconmigo—insistió sumadre—.Seremos
unafamilia.Lejosdeaquí.—Túprimero,Sam—indicóCaine—.Vecontumadre.—No—dijoSam.ElrostrodeCaineseoscurecióporlaira.—Ve,Sam.Ve.Ve.Veconella—ahoragritaba.ParecíaquereragarraraSam,empujarlohacialamadrequenohabíanllegadoa
compartir, pero susmovimientos eran extraños, inconexos, como unmuñeco depalitosagitándoseensueños.
Cainedejódeintentarloycomentó,desanimado:—Jacktelohacontado…—Nadiemehacontadonada—replicóSam—.Tengocosasquehaceraquí.Sumadreextendiólosbrazoshaciaellos,enfadada,exigiendoqueleprestaran
atención.
—Venidamí,venidamí.Cainemeneólacabezalentamente.—No.—Pero tú eres el hombre de la casa ahora, Sam—lo aduló la madre—.Mi
hombrecito.Mío.—No.Soylibre.—Yyonunca fui tuyo—dijoCainecondesdén—.Ahoraesdemasiado tarde,
madre.El rostrodesumadre temblaba.Lacarne tiernaparecíadescomponerseenun
montón de piezas de rompecabezas. La boca de sonrisa delicada y suplicante sefundió, se hundió hacia dentro, y en su lugar apareció una boca bordeada condientesafiladoscomoagujasyunosojosllenosdefuegoverde.
—¡Peroosatraparé!—bramóelmonstruoconviolenciarepentina.Cainelomiróhorrorizado.—¿Quéeres?—¿Que qué soy? —se burló el monstruo despiadadamente—. Soy vuestro
futuro.Túmismovendrásavermeallugaroscuro,Caine.Vendrásencantado.—¡No!—protestóCaine.Elmonstruoserio:unarisotadacruelsaliódelabocadelapiraña.Pero se desvanecía lentamente. El color volvía a filtrarse en el mundo que
rodeaba a Sam y Caine. Orc y Drake volvieron a una velocidad normal. El airevolvíaaolerapólvora.Astridrespiraba.
SamyCaineestabandepie,frenteafrente.Elmundoeraelmundo.Sumundo.LaERA.Dianalosmirabafijamente.Astrid
ahogóungritoyabriólosojos.Cainefuerápido.Levantólasmanosconlaspalmashaciafuera.PeroSamlofuemás.SaltóhaciaCaine,avanzóhastaestarasualcanceyagarró
lacabezadesuhermanoconlamanobuena.TeníalapalmaapoyadacontralasiendeCaine,ylosdedosleagarrabanelpelo.—Nomehagashacerteesto—leadvirtióSam.Cainenointentóapartarse.Susojosansiabandesafiarle.—Adelante,Sam…—susurróCaine.Sammeneólacabeza.—No.—¿Sienteslástima?—seburlóCaine.—Tienes quemarcharte,Caine—dijoSam en voz baja—.Noquieromatarte.
Peronopuedesestaraquí.Brianna aceleró hacia ellos, frenó en seco y colocó una pistola en la sien de
Caine.—Si Sam no acaba contigo, lo haré yo. Seguro que no eresmás rápido que
Brisa.Cainelaignoró,desdeñoso.PerosabíaqueyanoteníaocasióndeatacaraSam.
Briannaerademasiadorápidaparadesafiarla.—Esunerrordejarmevivir,Sam—leadvirtióCaine—.Sabesquevolveré.—No,novolverás.Lapróximavez…—Lapróximavezunodenosotrosmataráalotro—señalóCaine.—Vete.Mantentealejado.—Nunca—afirmóCaineconsuantiguainsolencia—.¿YDiana?—Puedequedarseaquí—indicóAstrid.—¿Puedes,Diana?—lepreguntóCaine.—AstridlaGenio—seburlóDiana—.Tanlista…yalaveztantonta.DianaseacercóaSam,leagarrólamejillaconlamanoylediounbesoenla
comisuradeloslabios.—Losiento,Sam.Lachicamalaacabaconelchicomalo.Asíescomofunciona
elmundo.Sobretodoeste.SedirigióhaciaCaine.No le cogió lamanoqueél le extendía,ni siquiera lo
miró,perocaminóasuladomientrasbajabanlosescalones.
LabatallaentreDrakeyOrcibaperdiendofuellehastaunempateporagotamiento.DrakevolvíaaalzarsulátigoparagolpearloshombroscomotorresdealtatensióndeOrc,perosusmovimientoseranlentos,pesados.
—Déjalo estar, Drake —señaló Diana—. ¿No sabes cuándo ha terminado lapelea?
—Nunca—jadeóDrake.Cainealzólamanoizquierdaycasisinesfuerzotiródelbelicosoymalhablado
Drakeparaquefueratrasél.Loscoyotes,losqueseguíanvivos,lossiguieronensusalidadelaciudad.Edilio alzó el armay apuntóhacia las bestias que se retiraban, humanasyno
humanas.SusojosseencontraronconlosdeBrianna…ambosestabanpreparados.—No,colega.Laguerrahaterminado—intervinoSam.Ediliobajóelarma,reticente.
—Bajaelarma,Brisa.Déjaloestar—señalóSam.Briannaobedeció,másaliviadaqueotracosa.Quinnsubió losescalonesparaponerseal ladodeEdilio.Estabasalpicadode
sangre.ArrojósuarmaalsueloylanzóaSamunamiradasombría, infinitamentetriste.
Patrickapareciódandosaltos,excitado,acompañadodeLana.—Sam,déjameverelbrazo—lepidiólachica.—No—dijoSam—.Yoestoybien.Veaveralosdemás.Sálvalos,Lana.Yono
podría.Igualtúsí.EmpiezaconPete,queesmuy…muyimportante.Astrid volvió a entrar en la iglesia en busca de su hermano y salió otra vez,
sujetándolopordebajodelosbrazos,arrastrándolo.—Ayudadme…—suplicóAstrid,yLanacorrióhaciaella.Sam quería ir al encuentro de Astrid. Necesitaba hacerlo. Pero estaba tan
agotadoquenopodíamoverse.Apoyó lamanobuena sobre elhombro fuertedeEdilio.
—Diríaquehemosganado—comentóSam.—Sí.—Edilio le dio la razón—.Voy a buscar la excavadora. Tengomuchos
hoyosquecavar.
FINAL
HABÍATANTACOMIDAqueparecíaqueibaahundirlasmesas.Habíapavoyrelleno,salsadearándanosylarecopilaciónmásgrandedepastelesquehabíavistoSamenlavida.
Primero dispusieron las mesas en el extremo sur de la plaza. Pero entoncesAlbertsepercatódequelagentenoqueríaestarlejosdelashilerasdetumbasdelextremonorte,queríaquedarsecercadeellas.HabíaqueincluiralosmuertoseneldíadeAccióndeGracias.
Comieronconplatosdepapelyutilizarontenedoresdeplástico,sentadosenlaspocassillasquehabíaoenlahierbaensí.
Huborisas.Hubogimoteosy también lágrimas,mientras lagente recordabaelpasadodía
deAccióndeGracias.Hubo música gracias al equipo de música que había instalado Jack el del
ordenador.Lana se había pasado días enteros curando a todos lo que podía curar.Dahra
habíapermanecidoasulado,organizando,priorizandolospeorescasos,apoyandoy repartiendo pastillas para el dolor entre quienes tenían que esperar. Cookie sehabíaperdidotodalalucha,perosehabíaconvertidoenelfielenfermodeDahra,empleandosutamañoysufuerzaenlevantaralosheridos.
Marysacóalospequesparaelgranfestín.SuhermanoJohnyellaprepararonplatospara ellos, se losdieronaunoscuantosy les cambiaron lospañales sobremantasextendidasenlahierba.
Orc se sentó con Howard en una esquina, los dos solos. Orc había luchadocontraDrakehastallegaraunpuntomuerto.Peronadie—ymuchomenosOrc—sehabíaolvidadodeBette.
Laplazaestabahechaundesastre.Eledificiodeapartamentosquemadoestabadestrozado.Ahoralaiglesiasoloteníatresparedes,yelcampanarioprobablementesedesmoronaríasillegabaahaberunatormenta.
Habían quemado a los coyotesmuertos. Sus cenizas y huesos llenaban variasbolsasdebasuragrandes.
Samloobservabatodoaciertadistancia,haciendomalabarismosconunplatodecomidaeintentandoquenoselecayeraelrelleno.
—Astrid, dime si estoy loco, pero pienso que si quedan restos de la cenapodríamosenviarlosaCoates—señalóSam—.Yasabes,comoofrendadepaz.
—No,noestásloco—dijoAstrid,ylepasóelbrazoporlacintura.—Sabesquehacetiempoquetengounplan…—¿Quéplan?—Túyyosolosenlaplaya,soloeso…—¿Soloeso?—Bueno…—Diceél,dejandoquelaelipsispuedaimplicarvariascosas…—Megustaquelaelipsisimpliquevariascosas…—sonrióSam.—¿Mevasacontarloquesucedióduranteelgranpuf?—Sí.Loharé.Peroigualhoyno.—IndicóconlacabezaendirecciónaPete,que
seencorvabaenunplatodecomidaysebalanceabaadelanteyatrás—.Mealegrodequeestébien.
—Sí—dijoAstridsinmás,paraluegocomentar—:Creoquelaherida,elgolpeen la cabeza… bah, da igual. Por una vez no hablemos de Petey. Pronuncia tudiscursoyluegoveamossisabessiquieraloquesignifica«elipsis»…
—¿Midiscurso?—Todosestánesperando…Yasíera.Entoncessepercatódequevariasmiradasexpectantesibandirigidas
hacia él, y de que había una sensación en el aire como de que quedaba un temapendiente.
—¿Tienesalgunacitamásquetepuedafusilar?Astridreflexionóuninstante.—Deacuerdo,aquítienesuna:«Sinmaldadhacianadie,conamoratodos,con
fuerzaenlojusto,conlaayudadeDiosparaverlojusto,esforcémonosenacabarnuestrotrabajo,encerrarlasheridasdelanación…».DelpresidenteLincoln.
—Ya,comoquevaaserasí,comoquevoyadarundiscursoquesueneasí…—Todossiguenasustados—lerecordóella,ysecorrigió—.Todosseguimos
asustados.—Ynohaterminado…yalosabes.—Haterminadoporahora.—Ytenemospastel.—Entonces,suspirando,Samsesubióalbordedelafuente
—.Mmm…gente.No le costómuchocaptar su atención.Se reunieronen tornoa él. Incluso los
máspequeñosbajaroneltonodesusrisitas,almenosunpoco.—Primerodetodo,graciasaAlbertyasusayudantesporestacomida.Unhurra
porelauténticoMacPapi.
Hubo una ronda de aplausos convencidos y alguna risa. Albert saludó,avergonzado,ytambiénfruncióunpocoelceño.Noparecíaconvencidodelusodelprefijo«Mac»deunmodoquenoaprobabaelmanualdeMcDonald’s.
—Y tenemos que mencionar a Lana y Dahra, porque, sin ellas, aquí habríamuchosmenosdenosotros.
Elaplausofuecasireverente.—Nuestro primer día de Acción de Gracias en la ERA—señaló Sam cuando
empezaronadisminuirlosaplausos.—¡Yesperemosqueelúltimo!—gritóalguien.—Sí.Esverdad—concedióSam—.Peroaquíestamos.Aquí,enestelugarenel
quenuncahemosqueridoestar.Ytenemosmiedo.Novoyamentirosydecirosque,a partir de ahora, todo será fácil.No lo será.Será duro.Ynos asustaremosmás,supongo.Yestaremostristes.Ysolos.Hanpasadoalgunascosashorribles.Algunascosashorribles…—Seperdióduranteuninstante,perovolvióaencauzarse—.Peroaunasí,estamosagradecidos,ydamosgraciasaDios,sicreéisenÉl,aldestino,oanosotrosmismos,porestaraquí.
—¡Ati,Sam!—gritóalguien.—No,no,no.No.Damoslasgraciasalosdiecinueveniñosqueestánenterrados
aquímismo.—Señalóhacia las seis hilerasde tres tumbas,más la que empezabauna séptima fila. Las tumbas de madera cuidadas, pintadas a mano, llevaban losnombresdeBetteydemasiadosmás—.Ydamoslasgraciasaloshéroesqueestánpor aquí ahora mismo comiendo pavo. Hay demasiados nombres paramencionarlos,yatodoslesdaríacorte,detodosmodos,perotodoslosconocemos.
Hubo una oleada de aplausos fuertes, prolongados, y muchos rostros sevolvieronhaciaEdilio,Dekka,TayloryBrianna,yalgunoshaciaQuinn.
—Todosesperamosqueestoterminará.Todosesperamosqueprontopodamosvolveralmundodondeestánlaspersonasqueamamos.Peroahoramismoestamosaquí.EstamosenlaERA.Yloquevamosahacerestrabajarjuntos,ycuidarlosunosdelosotros,yayudarnosentrenosotros.
Lospresentesasintieron,algunosinclusochocaronloscinco.—Lamayoría de nosotros somos de Perdido Beach. Algunos son de Coates.
Algunosdenosotros somos…bueno,unpoco raros.—Seoyeronalgunas risitasahogadas—.Yalgunosno.Peroahoraestamostodosjuntos,estamostodosjuntosenesto.Vamosasobrevivir.Siesteesnuestromundoahora…quierodecir,esteesnuestromundoahora.Esnuestromundo.Asíquehagamosqueseabueno.
Ysebajódelafuenteensilencio.
Entoncesalguienempezóaaplaudirrítmicamenteyadecir:—Sam,Sam,Sam…Otros se le sumaron, y enseguida todas las personas de la plaza, incluidos
algunosdelospeques,corearonsunombre.Quinnestabaallí,ytambiénEdilioyLana.—¿Mehacesunfavor?¿PuedesecharunojoaPete?—pidióSamaQuinn.—Nohayproblema,tío.—¿Adóndeva?—preguntóEdilio.—Nosvamosalaplaya.SamcogióaAstriddelamano.—¿Quieresquevayamos?—lepreguntóEdilio.Lanalepasóelbrazoyledijo:—No,Edilio;noquieren.
El chico caminaba rígido, mostrando la herida medio curada en el costado. Elcoyotecaminabajustodelante,indicandoelcaminoatravésdeldesierto.Elsolseponía al oeste. Proyectaba sombras alargadas de las rocas grandes y la malezadibujabaelrostrodelamontañadeunnaranjainquietante.
—¿Cuántofalta?—preguntóCaine.—Pronto—señalóellíderdelamanada—.Oscuridadestácerca.
MICHAELGRANT.Hapasadogranpartedesuvidaenmovimiento.Criadoenunafamilia de militares, asistió a más de diez escuelas tanto en América como enEuropa,yseconvirtióenescritor,enparteparamanteneresalibertad.Susueñomásanhelado es dar la vuelta almundo y visitar todos los continentes, incluyendo laAntártida. Ha trabajado en campañas políticas, de crítico de restaurantes y hastagrabadodocumentales,perolodejótodoporconsiderarlodemasiadoaburrido.
Sehizoescritor,segúncuenta,porquesumujer(K.A.Applegate)ledijoqueyaerahoradecrecerydeencontraruntrabajodeverdad.Desdeentonces,Grantyellahanescritomásdeuncentenardenovelas.EselautordelasagadeéxitodeventasinternacionalOlvidados, hasta elmomento ya han sido publicadas en español lascuatro primeras entregas de esta saga:Olvidados, Hambre, Mentiras y Plaga. Yaunque no se ha especificado fecha exacta para las ultimas dos entregas,Fear yLight,seesperaqueseantraducidaspronto.
ActualmenteviveenCaliforniacon suesposa,KatherineApplegate,y susdoshijos.
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