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Alumnos trabajando: cuando comprender lo que leemos ya

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Taller de animación a la lectura dirigido a estudiantes de secundaria y primaria.

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Page 1: Alumnos trabajando taller

“Alumnos trabajando:

cuando comprender lo que leemos ya

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no es un problema”

BIENVENIDOSEl día de hoy aprenderemos y reforzaremos algunas habilidades necesarias para la comprensión de textos, tan necesarias en la vida escolar como en nuestra vida diaria.

Recordaremos que existen diversos tipos de lectura (oral y silenciosa) como diversos tipos de textos.

Practiquemos:

Importante:

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Ahora nos toca trabajar, durante este taller trabajaremos 3 lecturas y en cada una de ellas aplicaremos ciertas técnicas que nos permitirán comprender mejor lo que leemos.

¡Mucha suerte!

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Lic. Elizabeth Alberco Cuya Bibliotecóloga

LECTURA N° 1

NO ESPERO QUE CREAN LA HISTORIA MÁS EXTRAORDINARIA QUE VOY A CONTAR. NO ESTOY LOCO, SOLO QUIERO RELATARLES UNOS ACONTECIMIENTO QUE ME HAN ATERRORIZADO

ESTE GUSTO LO LLEVÉ HASTA MI ADULTEZ, ME CASÉ Y TUVE LA ALEGRÍA DE QUE MI ESPOSA COMPARTIERA MIS PREFERENCIAS POR LOS ANIMALES.

UNA NOCHE LLEGUÉ A CASA MUY EMBRIAGADO; NOTÉ QUE EL GATO EVITABA MI PRESENCIA, LO COGÍ PERO ÉL, ESPANTADO POR MI VIOLENTA ACTITUD, ME HIZO CON LOS DIENTES UNA HERIDA EN LA MANO

MIRA COMO NUESTRO HIJO JUEGA CON SUS ANIMALITOS

¡QUÉ GATITO TAN LINDO!

¡QUÉ PERRITO TAN CARIÑOSO!

¡QUÉ HERMOSO GATITO NEGRO!

TENÍA UN GATO NEGRO QUE SE LLAMABA PLUTÓN, ERA MI PREFERIDO Y MI COMPAÑERO DE JUEGOS

DESDE MUY PEQUEÑO ME GUSTARON LOS ANIMALES

NO QUIERO COMER ESA COSA, DEJAME

PERO AMOR HICE TU PLATO FAVORITO

MALO

YA FUISTE

¡DONDE ESTA MI NAVAJA!

¡AY MALVADO GATO!

CON EL PASO DE LOS AÑOS MI CARÁCTER FUE CAMBIANDO DEBIDO AL ALCOHOL; ME VOLVÍ HURAÑO, IRRITABLE Y DESCONSIDERADO

ME ESTREMEZCO AL RECORDAR AQUELLA ATROCIDAD; AGARRÉ AL POBRE ANIMAL POR LA GARGANTA Y CON LA NAVAJA LE SAQUE UN OJO

CUANDO LA RAZÓN VOLVIÓ A MI CON EL AMANECER, EXPERIMENTÉ UN SENTIMIENTO DE HORROR Y REMORDIMIENTO POR EL CRIMEN QUE HABÍA COMETIDO

EL GATO MEJORABA POCO A POCO Y SE PASEABA POR LA CASA COMO ANTES, PERO HUÍA ATERRORIZADO AL VERME

TE DUELE SOLO CUANDO PREGUNTAN

PERO EL SENTIMIENTO ERA DÉBIL; PRONTO AHOGUÉ EN EL VINO LOS RECUERDOS

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LA PERSEVIDAD DE HACER EL MAL SOLO POR AMOR AL MAL ME IMPULSO A TORTURAR AL INOCENTE ANIMAL. UNA MAÑANA, PASE UN NUDO ALREDEDOR DE SU CUELLO Y LE AHORQUE

ESA MISMA NOCHE HUBO UN INCENDIO EN LA CASA, SOLO SOBREVIVIMOS MI ESPOSA, UN CRIADO Y YO. LA DESTRUCCIÓN FUE COMPLETA, TODA MI FORTUNA DESAPARECIÓ.

AQUELLO ME IMPRESIONÓ PROFUNDAMENTE Y EL REMORDIMIENTO ME HIZO BUSCAR OTRO GATO. LO HALLÉ EN UNA CANTINA.

A LA MAÑANA SIGUIENTE ACUDÍ A VISITAR LAS RUINAS, TODAS LA PAREDES, CON UNA SOLA EXCEPCIÓN, SE HABÍAN DERRUMBADO, EN ESA PARED SE HABÍA ESCULPIDO LA FIGURA DE UN GIGANTESCO GATO

SU EXAGERADO CARIÑO HACIA MÍ HIZO QUE LO ODIE, NI DE DÍA NI DE NOCHE PUDE YA GOZAR DE REPOSO.

CIERTO DÍA, EN QUE ME DIRIGÍA AL SOTANO PARA CUMPLIR UNA TAREA DOMÉSTICA, EL GATO SE ME ATRAVEZÓ Y ESTUVE A PUNTO DE CAER.

FURIOSO AGARRÉ UN HACHA Y ME DISPUSE A MATARLO, PERO MI ESPOSA DETUVO EL GOLPE, DOMINADO POR LA RABIA HUNDÍ EL HACHA EN SU CRANEO, CAYÓ MUERTA EN EL ACTO.

AHORA YA ESTÁS MUERTO, POR FIN

¡OH, MI CASA !

¿TIENE FUEGO?

$#C…

¡POBRE GATITO TUERTO SE PARECE A PLUTÓN!

NI EN EL BAÑO ME DEJAS

¡ME CAIGO!

ERA NEGRO IGUAL QUE PLUTÓN, Y SIN DARME CUENTA TUERTO TAMBIÉN; SÓLO LE DIFERENCIABA UNA MANCHA BLANCA CON LA FORMA DE UNA HORCA

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LA PARED QUEDO COMO NUEVA, CANSADO POR BUSCAR AL GATO POR TODOS LADOS ME DORMI

DESPUÉS ME PUSE A PENSAR EN CÓMO OCULTAR SU CUERPO. RECORDE QUE EN LA EDAD MEDIA LOS MONJES EMPAREDABAN A SUS VÍCTIMAS

DESPUÉS DE UNA RIGUROSA INSPECCIÓN POR TODOS LOS RINCONES DEL SÓTANO, LOS POLICÍAS ESTABAN COMPLETAMENTE SATISFECHOS Y SE DISPONÍAN A MARCHAR

SI QUE ME DORMI

AHORA TE QUEDAS AHÍ, COMO NIÑA BUENA JE, JE, JE

AL CUARTO DÍA DESPUÉS DEL ASESINATO, UN GRUPO DE POLICÍAS SE PRESENTÓ INESPERADAMENTE EN MI CASA PARA EXAMINARLA

DECIDÍ HACERLO EN UNA PARED DEL SOTANO, QUE SE PRESENTABA PARA LA OCASIÓN

SE VIO EL CADAVER MUY DESCOMPUESTO DE MI ESPOSA; SOBRE SU CABEZA SE HALLABA EL ODIOSO GATO ¡HABÍA EMPAREDADO VIVO AL MONSTRUO EN LA TUMBA!

AHORA YA SI FUISTE

¡QUÉ TAL PASEN¡ BAJEN AL SÓTANO POR TERCERA O CUARTA VEZ

CONVENCIDO DE MI EFICAZ ESCONDRIJO LOS DIRIGI POR TODA LA CAS, SIN QUE ME TEMBLARA UN SOLO MUSCULO

NI BIEN SE EXTINGUIÓ EL SONIDO DE MIS GOLPES SE ESCUCHO UN GRITO ANORMAL E INHUMANO. UN MOMENTO DESPUÉS VARIOS HOMBRES DESTRUYERON LA PARED

Y EN MI FRENTE TICO DESEO DE DECIR LAS COSAS CON NATURALIDAD GOLPEÉ FUERTEMENTE CON UN BASTÓN LA PARED TRAS LA CUAL SE HALLABA EL CADAVER DE MI ESPOSA

ESTA CASA ESTA MUY BIEN CONSTRUIDA ¿VEN?

¿YA SÉ MARCHAN? ESTAS PAREDES TIENEN UNA GRAN SOLIDEZ

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Para un quehacer doméstico, me acompañó un día al sótano de un viejo edificio en el que nos obligara a vivir nuestra pobreza. Por los agudos peldaños de la escalera me seguía el gato, y, habiéndome hecho tropezar la cabeza, me exasperó hasta la locura. Apoderándome de un hacha y olvidando en mi furor el espanto pueril que había detenido hasta entonces mi mano, dirigí un golpe al animal, que hubiera sido mortal si le hubiera alcanzado como quería. Pero la mano de mi mujer detuvo el golpe. Una rabia más que diabólica me produjo esta intervención. Liberé mi brazo del obstáculo que lo detenía y le hundí a ella el hacha en el cráneo. Mi mujer cayó muerta instantáneamente, sin exhalar siquiera un gemido.

Realizado el horrible asesinato, inmediata y resueltamente procuré esconder el cuerpo. Me di cuenta de que no podía hacerlo desaparecer de la casa, ni de día ni de noche, sin correr el riesgo de que se enteraran los vecinos. Asaltaron mi mente varios proyectos. Pensé por un instante en fragmentar el cadáver y arrojar al suelo los pedazos. Resolví después cavar una fosa en el piso de la cueva. Luego pensé arrojarlo al pozo del jardín. Cambien la idea y decidí embalarlo en un cajón, como una mercancía, en la forma de costumbre, y encargar a un mandadero que se lo llevase de casa. Pero, por último, me detuve ante un proyecto que consideré el mas factible. Me decidí a emparedarlo en el sótano, como se dice que hacían en la Edad Media los monjes con sus víctimas.

La cueva parecía estar construida a propósito para semejante proyecto. Los muros no estaban levantados con el cuidado de costumbre y no hacía mucho tiempo había sido cubierto en toda su extensión por una capa de yeso que no dejó endurecer la humedad.

Por otra parte, había un saliente en uno de los muros, producido por una chimenea artificial o especie de hogar que quedó luego tapado y dispuesto de la misma forma que el resto del sótano. No dudé que me sería fácil quitar los ladrillos de aquel sitio,

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colocar el cadáver y emparedarlo del mismo modo, de forma que ninguna mirada pudiese descubrir nada sospechoso.

No me engañó mi cálculo. Ayudado por una palanca, separé sin dificultad los ladrillos, y, habiendo luego aplicado cuidadosamente el cuerpo contra la pared interior, lo sostuve en esta postura hasta poder establecer sin gran esfuerzo toda la fábrica a su estado primitivo. Con todas las precauciones imaginables, me procuré una argamasa de cal y arena, preparé una capa que no podía distinguirse de la primitiva y cubrí escrupulosamente con ella el nuevo tabique.

Cuando terminé, vi que todo había resultado perfecto. La pared no presentaba la más leve señal de arreglo. Con el mayor cuidado barrí el suelo y recogí los escombros, miré triunfalmente en torno mío y me dije: "Por lo menos, aquí, mi trabajo no ha sido infructuoso".

Mi primera idea, entonces, fue buscar al animal que fue causante de tan tremenda desgracia, porque, al fin, había resuelto matarlo. Si en aquel momento hubiera podido encontrarle, nada hubiese evitado su destino. Pero parecía que el artificioso animal, ante la violencia de mi cólera, habíase alarmado y procuraba no presentarse ante mí, desafiando mi mal humor. Imposible describir o imaginar la intensa, la apacible sensación de alivio que trajo a mi corazón la ausencia de la detestable criatura. En toda la noche se presentó, y ésta fue la primera que gocé desde su entrada en la casa, durmiendo tranquila y profundamente. Sí; dormí con el peso de aquel asesinato en mi alma.

Transcurrieron el segundo y el tercer día. Mi verdugo no vino, sin embargo. Como un hombre libre, respiré una vez más. En su terror, el monstruo había abandonado para siempre aquellos lugares. Ya no volvería a verle nunca: Mi dicha era infinita. Me inquietaba muy poco la criminalidad de mi tenebrosa acción. Inicióse una especie de sumario que apuró poco las averiguaciones. También se dispuso un reconocimiento, pero, naturalmente, nada podía descubrirse. Yo daba por asegurada mi felicidad futura.

Al cuarto día después de haberse cometido el asesinato, se presentó inopinadamente en mi casa un grupo de agentes de Policía y procedió de nuevo a una rigurosa investigación del local. Sin embargo, confiado en lo impenetrable del escondite, no experimenté ninguna turbación.

Los agentes quisieron que les acompañase en sus pesquisas. Fue explorado hasta el último rincón. Por tercera o cuarta vez bajaron por último a la cueva. No me alteré lo más mínimo. Como el de un hombre que reposa en la inocencia, mi corazón latía pacíficamente. Recorrí el sótano de punta a punta, crucé los brazos sobre mi pecho y me paseé indiferente de un lado a otro. Plenamente satisfecha, la Policía se disponía a abandonar la casa. Era demasiado intenso el júbilo de mi corazón para que pudiera reprimirlo. Sentía la viva necesidad de decir una palabra, una palabra tan sólo a modo de triunfo, y hacer doblemente evidente su convicción con respecto a mi inocencia.

—Señores—dije, por último, cuando los agentes subían la escalera—, es para mí una gran satisfacción haber desvanecido sus sospechas. Deseo a todos ustedes una buena salud y un poco más de cortesía. Dicho sea de paso, señores, tienen ustedes aquí una casa construida—apenas sabía lo que hablaba, en mi furioso deseo de decir algo con aire deliberado—. Puedo asegurar que ésta es una casa excelentemente construida. Estos muros...¿Se van ustedes, señores? Estos muros están construidos con una gran solidez.

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Entonces, por una fanfarronada frenética, golpeé con fuerza, con un bastón que tenía en la mano en ese momento, precisamente sobre la pared del tabique tras el cual yacía la esposa de mi corazón.

¡Ah! Que por lo menos Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio. Apenas húbose hundido en el silencio el eco de mis golpes, me respondió una voz desde el fondo de la tumba. Era primero una queja, velada y encontrada como el sollozo de un niño. Después, en seguida, se hinchó en un prolongado, sonoro y continuo, completamente anormal e inhumano, un alarido, un aullido, mitad horror, mitad triunfo, como solamente puede brotar del infierno, horrible armonía que surgiera al unísono de las gargantas de los condenados en sus torturas y de los demonios que gozaban en la condenación.

Sería una locura expresaros mis sentimientos. Me sentí desfallecer y, tambaleándome, caí contra la pared opuesta. Durante un instante detuviéronse en los escalones los agentes. El terror los había dejado atónitos. Un momento después, doce brazos robustos atacaron la pared, que cayó a tierra de un golpe. El cadáver, muy desfigurado ya y cubierto de sangre coagulada, apareció, rígido, a los ojos de los circundantes.

Sobre su cabeza, con las rojas fauces dilatadas y llameando el único ojo, se posaba el odioso animal cuya astucia me llevó al asesinato y cuya reveladora voz me entregaba al verdugo. Yo había emparedado al monstruo en la tumba.

LECTURA N° 2

Primero, vamos a leer todos juntos este texto:

El 26 de octubre de 1949 no fue un día de grandes noticias. El maestro Clemente Manuel Zabala, jefe de redacción del diario donde hacía mis primeras letras de reportero, terminó la reunión de la mañana con dos o tres sugerencias de rutina. No encomendó una tarea concreta a ningún redactor. Minutos después se enteró, por teléfono de .que estaban vaciando las criptas funerarias del antiguo convento de Santa Clara, y me ordenó sin ilusiones:

«Date una vuelta por allá a ver qué se te ocurre».

(El histórico convento de las clarisas, convertido en hospital desde hacía un siglo, iba a ser vendido para construir en su lugar un hotel de cinco estrellas. Su preciosa capilla estaba casi a la intemperie por el derrumbe paulatino del tejado, pero en sus criptas permanecían enterradas tres generaciones de obispos y abadesas y otras gentes principales. El primer paso era desocuparlas, entregar los restos a quienes los reclamaran, y tirar el saldo en la fosa común, Me sorprendió el primitivismo del método. Los obreros destapaban las fosas a piocha y azadón, sacaban los ataúdes podridos que se desbarataban con sólo moverlos, y separaban

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los huesos del mazacote de polvo con jirones de ropa y cabellos marchitos. Cuanto más ilustre era el muerto más arduo era el trabajo, porque había que escarbar en los escombros de los cuerpos y cerner muy fino sus residuos para rescatar las piedras preciosas y las prendas de orfebrería.

El maestro de obra copiaba los datos de la lápida en un cuaderno de escolar, ordenaba los huesos en montones separados, y ponía la hoja con el nombre encima de cada uno para que no se confundieran. Así que mi primera visión al entrar en el templo fue una larga fila de montículos de huesos, recalentados por el bárbaro sol de octubre que se metía a chorros por los portillos del techo, y sin más identidad que el nombre escrito a lápiz en un pedazo de papel. Casi medio siglo después siento todavía el estupor que me causó aquel testimonio terrible del paso arrasador de los años.

Allí estaban, entre muchos otros, un virrey del Perú y su amante secreta; don Toribio de Cáceres y Virtudes, obispo de esta diócesis; varias abadesas del convento, entre ellas la madre Josefa Miranda, y el bachiller en artes don Cristóbal de Eraso, que había consagrado media vida a fabricar los artesonados. Había una cripta cerrada con la lápida del segundo marqués de Casalduero, don Ygnacio de Alfaro y Dueñas, pero cuando la abrieron se vio que estaba vacía y sin usar. En cambio los restos de su marquesa, doña Olalla de Mendoza, estaban con su lápida propia en la cripta vecina. El maestro de obra no le dio importancia: era normal que un noble criollo hubiera aderezado su propia tumba y que lo hubieran sepultado en otra.

En la tercera hornacina del altar mayor, del lado del Evangelio, allí estaba la noticia. La lápida saltó en pedazos al primer golpe de la piocha, y una cabellera viva de un color de cobre intenso se derramó fuera de la cripta. El maestro de obra quiso sacarla completa con la ayuda de sus obreros, y cuanto más tiraban de ella más larga y abundante parecía, hasta que salieron las últimas hebras todavía prendidas a un cráneo de niña. En la hornacina no quedó nada más que unos huesecillos menudos y dispersos, y en la lápida de cantería carcomida por el salitre sólo era legible un nombre sin apellidos: Sierva María de Todos los Ángeles. Extendida en el suelo, la cabellera espléndida medía veintidós metros con once centímetros.

El maestro de obra me explicó sin asombro que el cabello humano crecía un centímetro por mes hasta después de la muerte, y veintidós metros le parecieron un buen promedio para doscientos años. A mí, en cambio, no me pareció tan trivial, porque mi abuela me contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el mordisco de un

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perro, y era venerada en los pueblos del Caribe por sus muchos milagros. La idea de que esa tumba pudiera ser la suya fue mi noticia de aquel día, y el origen de este libro.

Gabriel García Márquez(Cartagena de Indias, 1994)Del amor y otros demonios

Luego de haber leído, vamos a elaborar un organizador visual con las ideas principales del texto leído:

Del amor y otros

demonios

2. ¿Dónde sucede?

3. ¿Cuándo sucede?

1. ¿Quién es el narrador?

6. ¿Por qué investiga a Sierva María?

5. ¿Qué descubrió?

4. ¿Cuáles son los personajes?

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LECTURA N° 3

Primero, vamos a leer todos juntos este texto:

Epilogo: 19 años después

El otoño pareció llegar repentinamente ese año. La mañana del uno de Septiembre era crispada y dorada como una manzana y mientras la pequeña familia se apresuraba a cruzar la ajetreada calle hacia la grandiosa y sombría estación, el humo de los tubos de escape de los coches y el aliento de los caminantes centelleaban como telas de araña en el aire frío. Dos grandes jaulas descansaban en lo alto de los carritos de equipaje que los padres empujaban, las lechuzas dentro de ellas ululaban indignadamente, y la pequeña pelirroja se demoraba temerosamente tras sus hermanos, aferrada al brazo de su padre.

-No pasará mucho tiempo, y también tú iras, -le dijo Harry.-Dos años, -resopló Lilly-. ¡Yo quiero ir ahora!

Los transeúntes miraban curiosamente a las lechuzas mientras la familia se abría paso hasta la barrera entre los andenes nueve y diez. La voz de Albus llegó hasta Harry por encima del clamor que les rodeaba; sus hijos habían reasumido la discusión que habían empezado en el coche.-¡No! ¡No estaré en Slytherin!-¡James, dale un respiro! -dijo Ginny.

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-Yo solo digo que podría ser, -dijo James, sonriendo a su hermano menor-. No hay nada de malo en ello. Podría estar en Slyth...Pero James captó la mirada de su madre y se quedó en silencio. Los cinco Potters se aproximaron a la barrera. Con una mirada ligeramente autosuficiente sobre el hombro hacia su hermano menor, James tomó el carrito de manos de su madre y echó a correr. Un momento después, se había desvanecido.-Me escribiran, ¿verdad? -preguntó Albus a sus padres inmediatamente, aprovechando la momentánea ausencia de su hermano.-Cada día, si quieres que lo hagamos, -dijo Ginny.-No cada día, -dijo Albus rápidamente-. James dice que la mayoría de la gente solo recibe cartas de casa una vez al mes.-Escribimos a James tres veces por semana, -dijo Ginny.-Y no deberías creer todo lo que te cuenta de Hogwarts -añadió Harry-. A tu hermano le gusta gastar bromas.Lado a lado, empujaron el segundo carrito hacia adelante, cobrando velocidad. Cuando se aproximaron a la barrera, Albus hizo una mueca, pero no se produjo ninguna colisión. En vez de eso, la familia emergió a la plataforma nueve y tres cuartos, que estaba oscurecida por el vapor blanco que surgía del expreso escarlata de Hogwarts. Figuras confusas se movían como un enjambre a través de la neblina, en la que James ya había desaparecido.-¿Dónde están? -preguntó Albus ansiosamente, espiando hacia las nebulosas formas que pasaban mientras se abrían paso andén abajo.-Los encontraremos -dijo Ginny tranquilizadoramente.Pero el vapor era denso, y resultaba difícil discernir la cara de nadie. Desconectadas de sus propietarios, las voces sonaban antinaturalmente ruidosas. Harry creyó haber oído a Percy discurriendo ruidosamente acerca de las regulaciones de escobas, y se alegró la excusa que se le presentaba para no pasar y saludar...-Creo que esos son ellos, Al, -dijo Ginny de repente.Un grupo de cuatro personas emergió de la niebla, de pie junto a un carrito muy grande. Sus caras solo se enfocaron cuando Harry, Ginny, Lily, y Albus llegaron justo ante ellos.-Hola, -dijo Albus, que sonaba inmensamente aliviado.Rose, que ya vestía su nueva túnica de Hogwarts, le sonrió.-¿Todo bien al aparcar entonces? -preguntó Ron a Harry-. Para mí si. Hermione no se creía que pudiera pasar un exámen de conducir muggle, ¿verdad? Pensó que había Confundido al examinador.-No, no es cierto, -dijo Hermione-. Tenía una fé absoluta en ti.-Para que quede claro, le Confundí. -susurró Ron a Harry mientras juntos alzaban el baúl de Albus y la lechuza hasta el vagón-. Solo olvidé mirar por el retrovisor, y mira tú. Puedo utilizar un Encantamiento Supersensorial para eso.De vuelta en la plataforma, encontraron a Lilly y Hugo, el hermano menor de Rose, teniendo una animada conversación sobre en qué casa serían seleccionados cuando finalmente fueran a Hogwarts.-Si no entras en Gryffindor, te desheredaremos, -dijo Ron- pero sin presiones.-¡Ron!Lilly y Hugo rieron, pero Albys y Rose parecían solemnes.-No lo dice en serio, -dijeron Hermione y Ginny, pero Ron ya no estaba prestando atención. Captando la atención de Harry, asintió hacia un punto a unas cincuenta yardas de distancia. El vapor se había disipado por un

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momento y tres personas estaban de pie en un espacio libre de la cambiante niebla.-Mira quién está ahí.Draco Malfoy estaba allí de pie con su esposa e hijo, con un abrigo oscuro abotonado hasta la garganta. Su pelo estaba peinado hacia atrás de tal forma que enfatizada la barbilla puntiaguda. El nuevo chico se parecía a Draco tanto como Albus se parecía a Harry. Draco captó un vistazo de Harry, Ron, Hermione y Ginny mirándole, asintió cortésmente, y se alejó.-Así que ese es el pequeño Scorpius, -dijo Ron-. Asegúrate de machacarle en cada exámen, Rosie. Gracias a Dios heredaste el cerebro de tu madre.-Ron, por amor de Dios, -dijo Hermione medio severa, medio divertida-. ¡No intentes volverlos uno contra otro antes de que empiecen siquiera la escuela!-Tienes razón, lo siento, -dijo Ron, pero incapaz de contenerse, añadió-. No seas muy amigable con él, Rosie. El abuelo Wesley nunca te perdonaría que te casaras con un sangre pura.-¡Ey!James había reaparecido, se había librado a sí mismo de su baúl, lechuza y carrito, y evidentemente estaba que explotaba con nuevas noticias.-Teddy está de vuelta, -dijo sin respiración, señalando sobre el hombro hacia las vaporosas nubes-. ¡Acabo de verle! Y adivina que está haciendo. ¡Morreándose con Victoire!Fulminó con la mirada a los adultos, evidentemente decepcionado por su falta de reacción.-¡Nuestro Teddy! ¡Teddy Lupin! ¡Besándose con nuestra Victoire! ¿Nuestra prima? Y le pregunté a Teddy que estaba haciendo...-¿Les interrumpiste? -dijo Ginny- Te pareces tanto a Ron...-... ¡y dijo que había venido a verla! Y después me dijo que me largara. ¡La estaba besando! -Añadió James como preocupado de no haber sido lo bastante claro.-¡Oh, sería adorable que se casaran! -murmuró Lilly soñadoramente-. ¡Entonces Teddy sería realmente parte de la familia!-Ya viene a casa a cenar casi todos los días -dijo Harry, .... falla mi imaginación pero supongo que dice algo así como qué más da que se quede todo el rato.-¡Si! -dijo James entusiasmado-. No me importaría compartir cuarto con Al... Teddy podría quedarse mi habitación.-No, -dijo Harry firmemente-. Al y tú estarán peleando a cada rato y no quiero que la casa acabe demolida.-Son casi las once, será mejor que suban.-¡No olvides darle recuerdos a Neville! -dijo Ginny a James y le abrazó.-¡Mamá! No puedo hacer eso con un profesor.-Pero conoces a Neville...James puso los ojos en blanco.-Fuera, si, pero en la escuela es el Profesor Longbotton, ¿verdad? No puedo entrar en Herbología y darle recuerdos...Sacudiendo la cabeza ante las tonterías de su madre, se apresuró a adelantarse para dar una patada a Albus.-Luego te veo, Al. Vigila a los Thestrals.-Creía que eran invisibles. Dijiste que eran invisibles.

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Pero James simplemente se río, permitió que su madre le besara, dio un abrazo rápido a su padre, después saltó rápidamente al tren. Le vieron avanzar, después alejarse vagón arriba hacia sus amigos.-Los Thestrals no son nada de qué preocuparse, -dijo Harry a Albus-. Son criaturas gentiles, no hay nada que asuste en ellos. De todos modos, ustedes no van a llegar a la escuela en los carruajes, iran en botes.Ginny se despidió de Albus.-Te veremos en Navidad.-Adiós, Al, -dijo Harry mientras su hijo le abrazaba-. No olvides que Hagrid te ha invitado a tomar el té el próximo viernes. No te metas en líos con Peeves. Nada de duelos con nadie hasta que hayas aprendido como hacerlo. Y no dejes que James se meta contigo.-¿Y si acabo en Slytherin?El susurro era solo para su padre, y Harry sabía que solo el momento de la partida podría haber obligado a Albys a revelar lo grande y sincero que era su temor.Harry se agachó para que la cara de Albus estuviera ligeramente por encima de la suya. Solo Albus entre los tres hijos de Harry, había heredado los ojos de Lilly.-Albus Severus, -dijo Harry quedamente, para que nadie más que Ginny pudiera oirle, y ella tenía suficiente tacto como para fingir que estaba escuchando a Rose, que ya estaba en el tren-, te pusimos ese nombre por dos directores de Hogwarts. Uno de ellos era un Slytherin y fue probablemente el hombre más valiente que nunca haya conocido.-Pero y si...-... entonces la Casa Slytherin habrá ganado un excelente estudiante, ¿verdad? A nosotros no nos importa, Al. Pero si a ti te importa tanto, podrás elegir Gryffindor en vez de Slytherin. El Sombrero Seleccionador toma en cuenta tu elección.-¡De veras!-Lo hizo en mi caso, -dijo Harry.Nunca antes había contado eso a sus hijos, y vio la maravilla en la cara de Albus cuando lo dijo. Pero ya las puertas se estaban cerrando a lo largo de todo el tren escarlata, y los sonidos señalaban el momento de partir para los últimos rezagados.Albus saltó al vagón y Ginny cerró la puerta tras él. Los estudiantes colgaban de las ventanas que tenían más cerca. Un gran enjambre de caras, sobre y fuera del tren, parecían estar de vueltas hacia Harry.-¿Por qué están todos mirando? -exigió Albus mientras Rose y él se giraban alrededor para mirar al resto de los estudiantes.-No dejes que eso te preocupe, -dijo Ron-. Soy yo. Soy extremadamente interesante.Albus, Rosie, Hugo, y Lily rieron. El tren empezó a moverse, y Harry caminó junto a él, observando la delgada cara de su hijo, ya sonrojada por la excitación. Harry siguió sonriendo y saludando, incluso aunque era un poco embarazoso, observando como su hijo se alejaba de él...El último rastro de humo se evaporó en el aire otoñal. El tren había doblado una esquina. La mano de Harry estaba inmóvil, alzada en un adiós.-Estará bien, -murmuró Ginny.

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Cuando Harry miró hacia ella, bajó la mano ausentemente y se tocó la cicatriz en forma de relámpago de la frente.-Lo sé.La cicatriz no le había dolido a Harry en diecinueve años. Todo iba bien.

Harry Potter y las reliquias de la muerte (2008)J.K. Rowling

Luego de haber leído, vamos a elaborar un mapa mental, a continuación se ha colocado un ejemplo:

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Otro ejemplo

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Recuerda:

La longitud de la línea debe ser igual a la de las palabras. Varía el tamaño de las letras, línea e imágenes. Organiza bien el espacio. Asocia las ideas mediante flechas y colores. Emplea una palabra clave por línea. Al hacer un mapa emplea tu estilo personal para manifestar tu

creatividad.

¡Ahora a trabajar!