acerca de los partidos políticos, 1890-1943

Upload: fernando-manuel-suarez

Post on 09-Jan-2016

13 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Acerca de Los Partidos Políticos, 1890-1943

TRANSCRIPT

  • Anuario del I E H S 15(2000)

    ACERCA DE LOS PARTIDOS POLTICOS, 1890-1943

    Ana Virginia Per sello'

    Introduccin

    La extensin del sufragio universal y la aparicin ele partidos polticos organizados y estables son fenmenos polticos simultneos e interdependientes. Los partidos recorrern a partir de all un camino - e n la teora y en los hechos- en el que se irn, muy lenta y gradualmente, separando de las connotaciones negativas que se le asignaron, de su asocia-cin con lo perturbador y lo nocivo para la consecusin del orden; pero deber para ello aceptarse que son diferentes de la faccin. Durante todo el siglo >0/111 partido y faccin funcionaron como trminos intercambiables y su separacin implic un proceso terico de aceptacin de lo diferente, de eliminacin de la idea de que slo la unanimidad permita la estabilidad acompaado en la prctica por el trnsito de los partidos de notables a los parti-dos de masas, organizados y permanentes.

    Este pasaje que va del rechazo a la aceptacin de los partidos ha sido ampliamente teorizado. Entre quienes se ocupan de el, Sartori es de los que prefiere una explicacin emprica. Los partidos -d i ce - requirieron para su existencia la paz bajo un gobierno consti-tucional, no una guerra interna en la que estuviera en juego el establecimiento de una cons-titucin1.

    De hecho, en los ingleses pre-constitucionales - con la sola excepcin de Burke quien concibe al partido antes de que exista como realidad histrica concreta y ya en 1770 lo considera como inseparable del gobierno liberal-; en los revolucionarios franceses y en los federalistas norteamericanos predomina el rechazo al partido, su asociacin/confusin con la faccin; ia idea de que las divisiones socavan la soberana del pueblo.

    El trnsito de las agrupaciones de notables al partido electoral, externo, provocado por la ampliacin del sufragio, es un resultado no previsto y no deseado. Antes de ser plena-

    ' Universidad Nacional de Rosario / C1UNR. 1 Giovarmi Sartori, Pa r t i dos y s i s t e m a s de par t idos . M a r c o para un anlisis, Madrid, Alianza, 1980.

    239

  • mente aceptados, los partidos sern concebidos como un mal, aunque necesario. Esta idea circula hacia mediados del siglo XIX en el primer liberalismo alemn, cuyo exponente ms conocido en el Ro de la Plata es Bluntschli (ha)' innumerables referencias de que fue ledo por los constitucionalistas rioplatenses). Su teora se acerca al planteo de los estadios vitales de Rohmer: al igual que el hombre, las sociedades pasan por cuatro edades tpicas a las cuales les corresponden distintas fuerzas del alma. En uno y en otro, los partidos son parte de un todo preestablecido. Hay una realidad suprapartido.

    Es cierto que, en ese momento, no exista nada parecido a un partido poltico organi-zado. Sin embargo, esta aceptacin con reticencias est presente tambin en Tocqueville quien puede observar su funcionamiento concreto en Estados Unidos. Los considera un "mal inherente a los gobiernos libres" y sigue preocupado porque no se conviertan en facciones2. En general, este proceso de tensin entre la aceptacin, la reticencia o el rechazo ha sido asociado a dos fenmenos: el de los cambios que la aparicin del partido trae en cuanto a la representacin, y por ende, a la composicin, dinmica y rol del parlamento, por un lado, y por otro, a la cuestin de la organizacin, es decir, a la aparicin de las mquinas con sus problemas de burocratizacin y fenmenos intrapartidistas conexos, particular-mente conflictivos en su relacin con el gobierno democrtico.

    En cuanto a la asociacin entre las dos cuestiones, tal vez el primero en ocuparse sistemticamente de ello fue Ostrogorski, a principios de siglo, en La democratie el les pais politiqws, donde aborda los casos ingls y norteamericano3. Ostrgrsk es sumamente crti-co. Los partidos socavan el parlamentarismo. Su aparicin provoca una crisis de la represen-tacin. El mandato estereotipa la opinin (pensamos como batalln) y desplaza la delibe-racin del parlamento4.

    Toda tentativa para afirmar la libertad y la independencia del pensamiento poltico ser ele aqu en adelante reprimida, porque toda divergencia de opiniones ser un atentado contra la unidad del partido y una amenaza contra el Caucus que se ha convertido en el guardin permanente de esa unidad

    Hasta all la representacin se pensaba como virtual, es decir, los notables, no alinea-dos, con independencia de criterio y con la autoridad que les confera su posicin social y su capacidad para el gobierno, sintetizaban a la comunidad. El mandato o las instrucciones a los representantes eran impensables.

    A partir de los cambios operados en las formas que asume la mediacin, o sea, la aparicin de partidos que deben buscar sus votos fuera del parlamento, fenmeno provoca-do por la masividad del sufragio, el diputado deja de ser el "hombre de confianza", tal cual lo conceba Burke, para ser el portavoz de su partido. La disciplina del voto y el mandato, es uno de los elementos que marca el trnsito del gobierno de notables al gobierno de partidos. Es decir, la forma de la representacin cambia, y esto es lo que Ostrogorski evala como una crisis que afecta en sentido negativo el desarrollo de la democracia.

    2 Alexis de Tocqueville, .La d e m o c r a c i a en Amr i ca , tomo I, Madrid, Alianza, 1980. 3 Moisei Ostrogorski, La d e m o c r a t i e et les pa r t s po l i t iquea , Pars, Edtions du Seuil, 979. 4 Cfr. Bemarc! Manin, "Metamorfosis de la representacin", en Q u q u e d a de la r ep resen tac in? ,

    Venezuela, CLACSO, 1992.

    240

  • El sentimiento de partido, plantea Ostrogorski, exista en Inglaterra bajo el rgimen de sufragio restringido, "pero era ms bien el atributo de una clase dirigente que una fe nacio-nal", su organizacin era rudimentaria, grupos libres de ciudadanos sin "autoridad represen-tativa" que obtenan su influencia de su situacin personal. La extensin del sufragio estable-ce la "ortodoxia de partido", es decir, un puado de militantes obtiene su mandato de un nmero tambin restringido de correligionarios pob'ticos, pero la diferencia reside en que el

    S simulacro de los nuevos procedimientos electivos que presiden su formacin le confieren legitimidad. Pueden invocar la representacin de la mayora. Esto se transfiere al parlamen-to. El diputado es ajeno a la circunscripcin y el elemento personal (capacidad, condicin . social) ya no cuenta. Recibe rdenes del partido y la ausencia de disciplina en el voto puede llegar a ser considerada un acto de alta traicin.

    Ostrogorski describe la mquina de partido para mostrar los efectos que considera perversos. Tal como l mismo concibe el objeto de su trabajo, los partidos son puestos de observacin desde donde es posible considerar el funcionamiento del gobierno democrti-co en su conjunto. En este sentido, se distancia de la obra de Bryce3, que aparece unos aos antes y tambin de Michels, quien publica su libro en 19116.

    El tercer tomo de La repblica americana de Bryce est dedicado al sistema de partidos. Su contribucin terica se limita a afirmar la inestabilidad de los partidos y la imposibilidad del funcionamiento del gobierno representativo sin ellos. Su contribucin reside en la des-cripcin de la anatoma interna de los partidos americanos. Este ltimo tema, el de la orga-nizacin, es central en Michels, quien comparte con Ostrogorski la preocupacin por el hecho de que la mquina devenga un fin en s mismo para uso de los grupos dirigentes.

    Las tendencias a la oligarquizacin son inmanentes al partido, dir Michels. Toda orga-nizacin lleva en su seno el germen de la oligarqua. La ley de hierro propuesta por Michels influye an hoy en el anlisis organizacional. Michels y Ostrogorski, de hecho, estn presen-tes en Weber, bsicamente en su percepcin de los cambios que implica el pasaje del parla-mento de notables al parlamento de partidos, aunque en este ltimo la evaluacin del rol de los partidos pierde, en parte, su connotacin negativa.

    Weber ' sostiene que la extensin del sufragio y el desarrollo de los partidos socava la concepcin liberal clsica del parlamento como el lugar del debate que, guiado por el inters general, define la poltica nacional. La masividad del sufragio sita al partido en el centro de la escena poltica. Sin embargo, lejos de instalarse en una postura crtica, parte del anlisis ele las organizaciones polticas concretas encontrando aspectos de progreso en su desarrollo. Su planteo es que el parlamento de partidos cuyos representantes se han vuelto votantes disciplinados garantiza la expresin de ideas encontradas, proporciona un espacio para la negociacin.

    Para Weber, la burocratizacin, si bien cercenaba la autonoma individual, era un pro-ceso mucho ms amplio y complejo que el descripto por Michels, compatible con cierto grado de democratizacin poltico y con el surgimiento de lderes "capaces". Esto, en su

    5 james Brvce, L o s pa r t i dos pol t icos en E s t a d o s U n i d o s , Madrid, La Espaa Moderna, s / f . 6 Robert Michels, L o s pa r t i dos pol t icos. Un e s tud io soc io lg ico de las t endenc i a s o l igrquicas de

    la d e m o c r a c i a m o d e r n a , Buenos Aires, Amorrortu, 1991. Max Weber, El pol t ico y el c ient f ico, Madrid, Alianza, 1993; y de! mismo autor, Escr i tos pol t icos,

    Madrid, Alianza, 1991.

    241

  • particular concepcin de la democracia, era preferible al caciquismo de notables o a la despolitizacin resultante del predominio de los grupos de inters. Este proceso de cambios en la forma que adopta la representacin y en las caractersticas de las organizaciones pol-ticas -observado, descripto y teorizado por Bryce, Ostrogorski, Michels, Weber, entre otros, para los casos ingls, norteamericano, y ms tarde, alemn- form parte muy temprana-mente del debate de los publicistas, la prensa y la clase poltica argentina, buscando en los modelos externos y en sus tericos la fuente de inspiracin para producir cambios polticos o para justificar situaciones dadas.

    La intencin de este texto es dar cuenta de ese debate en Argentina entre 1890 y 1943. El recorte temporal no es arbitrario. Enmarca un largo ciclo de la historia argentina que recorre un debate sobre cmo poner en acto la "repblica verdadera", su materializacin y su crisis. El horizonte imaginado incluy la novedosa institucin de los partidos polticos como forma predominante de la representacin de los ciudadanos ante el gobierno.

    El recorrido que propone este artculo, centrado en las ideas y respresentaciones que se desplegaron en torno a los partidos polticos plantea una tensin entre ese proyecto poltico y las prcticas efectivamente vigentes. La materializacin del rgimen democrtico-liberal y del sistema de partidos produjo decepcin. No se adapt a la visin prescriptiva, al "deber ser" elaborado a partir de referentes externos. Pero, a pesar de las dificultades para consolidarse, la promesa democrtica mantuvo un alto grado de legitimidad, que la propues-ta autoritaria en los aos 30 o logr desarticular y los intentos de reformulacin del rgi-men terminaron apelando nuevamente a la democracia, aunque las prcticas la transgredieran sin que surgiera una alternativa legtima a la organizacin partidaria.

    La periodizacin elegida permitir mostrar cambios y recurrencias en el universo de las ideas sobre los partidos asociadas a transformaciones eri el rgimen poltico, por lo cual consideramos tres momentos: 1890-1912,1916-1930 y 1930-1943.

    A partir de la crisis de 1890 comienza a aceptarse, aunque con reticencias, la legitimi-dad de los partidos como organizadores del electorado y mediadores entre la sociedad civil y el estado. La legitimidad que se les acuerda se funda ms en modelos externos que en prcticas concretas, el consenso se crea sobre un "deber ser" de las agrupaciones: organicidad, permanencia y principios. La reforma de la ley electoral de 1912 deber crear al ciudadano y a los partidos. En los aos de los gobiernos radicales las ideas en torno a los partidos salen del plano de las abstracciones, o mejor, de las expectativas y el clculo de posibilidades y se instalan en el anlisis de los partidos "realmente existentes". Se sigue acordando sobre su legitimidad en abstracto, en tanto instituciones necesarias al rgimen representativo, pero se les niega en su funcionamiento concreto. Surge, adems, hacia finales del perodo, otra lnea de pensamiento, el nacionalismo, que rechaza la instancia partido y propone cambios en la forma que debe asumir la representacin. En los aos 30, tal como plantea Natalio Botana8, se abre una crisis de creencia en el valor acordado al rgimen democrtico y el pensamiento nacionalista y corporativsta encuentra un publico ampliado. Sin embargo, los partidos como instituciones mediadoras no pierden legitimidad. Es sintomtico que la dcada se abre con el primer estatuto (1931) y se cierra con un proyecto de cdigo poltico (1943) que reglamen-tan su funcionamiento interno.

    s Natalio Botana, '"La crisis de legitimidad en Argentina y el desarrollo de los partidos polticos", Criterio, ao XI.1U, septiembre 1970, n 1, pp. 604-650.

    242

  • De los notables a los partidos, 1890-19129

    Nuestra impresin es que la hiptesis ele Sartori - los partidos son aceptados en deter-minadas condiciones histricas y no en otras se cumple en el Ro de la Plata. Bajo condicio-nes revolucionarias, es decir, en el momento de la ruptura del pacto colonial y en los aos siguientes en que la preocupacin central es la constitucin de un orden poltico, se teme a la divisin y se.cuestiona fuertemente la "poltica facciosa". El debate en torno al orden posible, y deseado divide a la opinin en torno a cuestiones puntuales, centralizacin o descentralizacin del. poder, resolucin de la cuestin de la capital, etc. Las agrupaciones polticas se formaban y desaparecan en funcin de cada debate. Dictada la constitucin, resueltos estos problemas centrales comienza a ponderarse la aparicin de partidos.

    .. ..Hilda .Sbato recupera, en un artculo reciente, la revolucin de '1852 como un mo-mento de refundacin poltica que instala a los partidos, "redes de vinculacin y moviliza-cin electorales por fuera del aparato oficial, aunque encontraron en l soportes materiales para su funcionamiento" pero admite que la nocin de partido "resultaba cuanto menos incmoda"10. Y esto era as en tanto se privilegiaba la unanimidad, sesgo que adquiere carcter ele permanencia en la cultura poltica argentina11.

    El lugar privilegiado concedido a la unanimidad, que iremos siguiendo a lo largo de nuestro trabajo, desplegar caractersticas diferentes en cada perodo. Si nos instalamos en el plano de las ideas, funciona tensionando la legitimidad acordada a los partidos desde una instancia de articulacin superior: la consecusin del orden, el progreso, la construccin de la nacin. En la prctica, implicar la reserva de una cuota de arbitrariedad desde los sectores que ejercen el poder, que se sustenta en la negacin del otro, de la diversidad.

    En la etapa previa, y an en el momento de consolidacin del estado nacional, la unanimidad aparece como su condicin de posibilidad, no es "lo opuesto sino .la premisa del pluralismo" y de hecho, es inherente al concepto parlamentarista liberal que rechaza a los partidos, tal como plantea Elias Palti dialogando con el texto de H. Sbato12.

    El ao 1890 marca un punto de inflexin percibido por sus contemporneos. Abre, en ese sentido, un balance de lo transcurrido a partir del inicio de la vida independiente, y sobre todo, desde el momento en que se dicta la constitucin. Todo es puesto en cuestin, desde la constatacin de que el sistema poltico est en crisis. La crisis econmica actualiza la insatisfaccin con las prcticas polticas vigentes abriendo, o tal vez sera ms conveniente

    9 Sobre este periodo ver j\'. Botana v E. Gallo (comps.) De la repblica pos ible a la Repbl ica verdadera (1880-1910), Buenos Aires, Ariel/Espasa Calpe, 1997.

    10 Hilda Silbato, "Virtudes cvicas, poltica criolla", en Carlos Altamirano (ed.) La Argen t ina en el Siglo XX, Buenos Aires, Ariel/Universidad Nacional de Quilines, 1999, p. 14.

    n Un gobernador de. la provincia de Salta, Todd, en 1861 sancion la unanimidad por decreto: "'Dada la constitucin nacional cesaron v debieron desaparecer para siempre, los partidos o bandos polticos que sembraron la discordia y causaron la desunin , el atraso y los mayores desastres de los que el pas ha sido vctima. Por eso decreto: Artculo Io- Se prohibe en la provincia de Salta la existencia de los partidos polticos. Artculo 2 o-Debiendo ser los ciudadanos, rodos constitucionales, sumisos a la Constitucin que nos rige y hemos jurado, el que de hoy en adelante proclame algn bando o se titule, de! partido liberal, ser reputado sedicioso y estar bajo la vigilancia de la polica...". Citado por Alfredo Palacios en Cmara de Senadores, Diar io de ses iones (en adelante CSDS), 17/5 /1938, p. 103.

    13 Elias Palti, "El legado como problema (a propsito de Ja ponencia de Hilda Sbato)", en Carlos Altamirano (ed.), op.ci., p. 27.

  • decir recreando, un debate en el que se yuxtaponen cuestiones referidas al rgimen instaurado por la Constitucin de 1853 y el funcionamiento del sistema poltico. El aspecto ms cono-cido de este debate, que tiene como emisores privilegiados a las revistas acadmicas, los editoriales de la prensa y la aparicin de numerosos libros y, como uno de sus foros, al parlamento es el que desenmascara - e n la medida en que devela y denuncia- el desajuste entre principios constitucionales y prcticas. La afirmacin fuerte es que la crisis por la que transita el pas es una crisis moral a la par que institucional.

    A este nivel el discurso presenta cierta homogeneidad, hay consensos fuertes, predo-mina la crtica a una clase gobernante que falsea, transgrede y manipula los vnculos repre-sentativos. Publicistas y polticos, oficialistas y opositores, demandan por un orden ms inclusivo fundndose en que la apata, la indiferencia, la prescindencia del ciudadano es producto del predominio de los intereses de crculo.

    Las objeciones a un orden diagramado por los constitucionalistas para la inclusin y que, sin embargo, funciona de manera excluyeme, anclan en el pasado. La historia aparece como un lugar privilegiado para explicar los males presentes junto con la tradicin, ios rasgos tnicos, la psicologa y la sociologa.

    Ajusfar las prcticas a la norma aparece como un requerimiento ineludible cuya base se asienta en un planteo moral. Pero esta cuestin encierra otra, en la cual los consensos son menos fuertes. Estn tambin en discusin los principios mismos que sustentan el rgimen poltico: la relacin entre poderes y entre gobierno federal y gobiernos provinciales.

    La crtica al personalismo es recurrente y constituye el eje desde el cual muchos publicistas periodizan la historia. Para algunos de ellos estuvo ausente en Mayo, punto de partida de la organizacin nacional, y apareci en la etapa de la anarqua simbolizado en la figura del caudillo, exponente de una etapa de la conciencia colectiva, de las masas indisciplinadas, para exacerbarse con Rosas que marca "la subordinacin de la sociedad a un hombre, que se llama despotismo"13. Es la etapa brbara, anmala, de la "democracia inorgnica", que como resultado de la evolucin da paso a un personalismo de distinto signo, el de Mitre y Alsina, que tienden al mejoramiento de las instituciones y al progreso de la democracia, "caciquismo civilizador"14 de grandes prestigios individuales en los que se condensan y actan las fuerzas cvicas del pas.

    Despus de la cada de Rosas gobiernan los capaces que, en la versin de Joaqun V. Gonzlez, intentaban imponer "desde arriba" una constitucin "a un pueblo que no se hallaba educado para levantarla"13. La incapacidad del electorado justificaba las transgresio-nes. Sin embargo, hacia el 90 parece dejar de hacerlo, la ficcin del sistema representativo se ha tornado intolerable y el argumento es que las tendencias personalistas se han vuelto oficialistas, ha desaparecido la lucha entre las agrupaciones polticas y los acuerdos han dado paso a la unanimidad roquista.

    Para los publicistas que leen la historia como un camino ascendente en el que una etapa es superada por la siguiente, 1880 marca un corte, una vuelta atrs que encuentra su

    ' * Vicente Gallo, "Partidos v legisladores", Revista de D e r e c h o , H i s to r i a y Le t ras (en adelante, R D H L ) , 1,111, mayo 1899, pp. 415-431, 416.

    " CP. Bunge, "Poltica caciquista", Revis ta Ju r d ica y de C i e n c i a s Sociales (en adelante RJCS), XIX, 1,1, enero-febrero 1902, pp. 55-72.

    19 Joaqun V. Gonzlez, El juicio del siglo, Buenos Aires, CEAL, 1979.

    244

  • respuesta en 1890. La crtica a los gobiernos electores que perpetan crculos gobernantes, a la parodia del voto, a la adjudicacin de cargos pblicos como servicios electorales, al cjecutvismo que absorbe al parlamento, al centralismo que convierte a las provincias en meras dependencias administrativas y anula la vida comunal, aglutina a la oposicin.

    V Es el momento en que en el nivel de las ideas y de las prcticas se instala con fuerza la cuestin de los partidos polticos. Surgen agrupaciones polticas nuevas, por fuera del. apara-to estatal y comienza a definirse lenta y conflictivamente la cuestin de su legitimidad. Si los males del sistema poltico se encuentran en el origen vicioso de los elencos gobernantes, en el.oficialismo, en la unanimidad; si a la ilegitimidad de origen se suma la ilegitimidad de ejercicio y los que gobiernan ya no son los ms capaces; si la apata del ciudadano es produc-to del fraude y de los acuerdos de cpulas, entonces, de lo que.se trata es de reformar las leyes; y constituir las instituciones capaces de modificar las costumbres.

    En estas versiones la ley tiene propiedades intrnsecas, capacidad de regenerar el funcionamiento del sistema. Pero desde otros lugares, circulan versiones menos optimistas: el personalismo, la unanimidad, la violencia como medio de resolver el conflicto poltico son producto de "una modalidad del genio nacional" que tiene su gnesis en la conquista. Si esto es as, la situacin poltica no es transitoria, no tiene que ver con grados de desarrollo o estadios de la conciencia colectiva, responde a particularidades del carcter, a los que se suman adems rasgos tnicos. "La influencia de la raza engendra hbitos y contribuye a determinar la forma de las instituciones"16. La mezcla de tradiciones espaola e indgena, la "hibridez", explica el predominio de los espritus rudimentarios, la idea nica, las frmulas simples, el fanatismo poltico, los criterios ingenuos y facciosos17.

    En ese horizonte de ideas se abren, paso los partidos y la reflexin sobre los mismos.

    Partidos y representacin

    Hacia 1890 predomina la opinin -entre intelectuales y polticos- de que los partidos son necesarios para el gobierno republicano, lo cual no implica que hayan desaparecido las objeciones que se esgrimen en defensa del individuo como base de la representacin, y de la deliberacin como forma ms ajustada de la toma de decisiones.

    El debate en torno a la representacin que implica el pasaje de un gobierno de nota-bles a otro en el que el centro de la escena poltica lo ocupen los partidos est instalado y emerge claramente cuando se discute la cuestin electoral. En lneas generales, los partida rios de la circunscripcin rechazan al partido como forma de organizacin del electorado y reivindican el rol del notable local, de) vecino prestigioso, en tanto quienes propician alguna forma de sistema de lista asumen la necesidad de la existencia de partido.

    La prensa se hace eco de la discusin. En 1899, un artculo aparecido en el diario Lr Nacin y firmado por Rafael Igarzbal aborda la cuestin de los partidos polticos vinculada al tema de la deliberacin. La afirmacin fuerte es que el mandato es contrario al sistema representativo y viola la Constitucin. El ejemplo que propone Igarzbal es Estados Unidos

    16 Migue! Romero, "Poltica interna. Estudio psicolgico", R j C S , XVI 11,11,1901, pp. 217~233. 1 ' Lucas Ayarragaray, La a n a r q u a a rgen t ina y el caudi l l i smo. E s t u d i o ps ico lg ico de los o r genes

    a rgen t inos , Buenos Aires, TalS.Gff. Arg. de j.L.Rosso, tercera edicin, 1935.

  • donde la preponderancia de los partidos desnaturaliza el gobierno ideado por los constinacionalistas. La existencia de un partido liberal y otro proteccionista suprimira el debate cuando y donde es necesario, en el Congreso. Una vez ganadas las elecciones, ia tendencia triunfante se considerara legitimada para imponer "un mandato incompatible con toda discusin posterior, por ilustrada y conveniente que fuera"'8.

    La idea es que el rgimen de disciplina partidista puede sofocar la espontaneidad de la deliberacin y la toma de decisiones puede quedar reducida a "un acto mecnico de vota-cin por consigna poltica". El parlamento debe dar entrada a representantes que por su posicin y vinculaciones puedan prescindir de "las ataduras de la disciplina partidista" y puedan superar "las opiniones en boga" y "los lugares comunes y parciales que suelen erigirse en doctrinas de gobierno."19

    El despliegue del argumento opuesto, es decir, la defensa del sometimiento de los legisladores a las reglas de la disciplina de partido como un modo de superar el personalismo imperante en la vida poltica argentina, lo encontramos en numerosos publicistas y legisla-dores para los cuales los ejemplos a seguir son Estados Unidos e Inglaterra,

    Vicente C. Gallo es uno de ellos. Admira la institucin del club poltico ingls, lugar en el que se toman las decisiones que se trasladan luego al parlamento y que opera impidiendo la indisciplina. Y si bien recupera las objeciones posibles frente al traslado de una institucin semejante al sistema poltico argentino concluye que sera beneficioso para superar las prc-ticas imperantes. A la primera objecin, que el legislador es un representante del pueblo y por ende es soberano en el ejercicio de su mandato, responde Gallo planteando que el pueblo no puede ser concebido ms que organizado en partidos. Ilustra su argumento sos-teniendo que si los librecambistas eligen un representante ste no puede pasarse al campo de Jos proteccionistas.

    La segunda objecin alude al rgimen, que en Argentina es presidcncialista y en Ingla-terra, parlamentario. En ese caso, el ejemplo a seguir es Estados Unidos donde los represen-tantes sienten la accin del partido a travs del cauais commike. Las consecuencias funestas de la ausencia de partidos organizados, de programas comunes, de mayoras estables, de lderes, puede observarse en Francia, concluye20.

    Tambin Estanislao Zebalios centra su anlisis en el caso norteamericano y su referen-cia es Pulitzcr. Su propuesta es un sistema bipartidista: partidos permanentes, estables y de principios, rotndose en el poder y un parlamento disciplinado como modo de sostener el rgimen republicano.25

    Acuerdo, oficialismo y oposicin

    El clima de ideas que se va gestando en el trnsito del siglo XIX al XX en Argentina parte, como ya vimos, del dato de que el rgimen poltico est en crisis, y uno de los elemen-tos siempre presentes en los diagnsticos de la poca es la ausencia de partidos o su desapa-ricin del escenario poltico y su reemplazo por grupos personalistas. La referencia alude a la

    1 8 La N a c i n (LN), 1 /1 /1899 . 1 9 L N , 24 /12/1899.

    V. Gallo, "Partidos y legisladores", R D H L , 1,111, mayo 1899, pp. 415-431. 21 Estanislao Zebalios, "Congresos y presidentes", R D H L , UI, IX, mayo 1901, pp. 465-472.

    24&

  • ausencia de oposicin por desintegracin de los partidos antes existentes, por un lado, y por otro, a la faita de organicidad, permanencia y extensin nacional de las agrupaciones de notables.

    La poltica de "conciliacin" instrumentada por Avellaneda .en 1877 marc el punto de partida de 'la indisciplina, del desprestigio y abdicacin de partidos opositores", dice Zeballos. Consolid al Partido Nacional y debilit las bases de sustentacin del mitrismo. Despus del 90, la "poltica del acuerdo" produjo efectos semejantes desorganizando al partido radical y absorbiendo a la Unin Cvica Nacional.

    Es a partir del establecimiento de esta dinmica de funcionamiento entre gobierno y oposicin que Zeballos explica la sustitucin de los partidos por el personalismo y Joaqun Castellanos, la supresin de la lucha y el establecimiento del fraude, como un hecho ya no circunstancial sino normal y permanente22. '

    "La desapar ic in del o r g a n i s m o par t ido , ha e n t r e g a d o la pol t ica a g r u p o s l imitados, q u e giran en t o r n o de p e r s o n a j e s eminen te s , cuyas ideas a c e p t a n , sin deba tes y sin reservas, c o n plena abdicacin. . ."2 3

    El acuerdo subvirti la vida pblica generando "desaliento e indiferencia", plantea Miguel Romero, para quien la situacin no es accidental ni transitoria. El personalismo, el predominio de un solo partido - formas moderadas del despotismo- son "rasgos tnicos y particularidades del carcter" que perviven desde la etapa de la conquista24.

    En 1900, una fraccin del partido nacional cuyo radio de accin se circunscribe a Buenos Aires y Capital levanta la bandera antiacuerdista fundndose en la "necesidad y conveniencia poltica de estimular la actividad cvica de los partidos."2""1 Los comentarios son escpticos:

    "(...) no es de es t imular la lucha cvica de lo que se trata, s ino de acaparar el p o d e r para un partido.. . se va c o n t r a el acue rdo , c o m o cont ra toda resistencia opos i c in que sea un obs t cu lo la exclusividad del g o b i e r n o en toda la repblica"" ' '

    Segn la misma fuente, los mviles no son otros que las rivalidades intestinas en el PAN2". De hecho, no se constituye a partir de all un nuevo partido y la mencin al episodio slo nos sirve para mostrar la presencia de resistencias a la poltica del acuerdo aunque stas surjan simplemente como rencillas personales en el interior del partido que ha propiciado esta poltica.

    22 Estanislao Zeballos, "La poltica del acuerdo y la desorganizacin de los partidos argentinos", R D H L , I, II, diciembre 1898, pp. 332-339; v Joaqun Castellanos, CDDS, 11,1902,5a s.p., 27/11, pp. 416-441, pp. 419-420.

    2 3E. Zeballos, "Congresos y presidentes. Crisis institucional en ambas Amricas", R D H L , 111, IX, junio 1901, pp. 615-629, p. 622.

    24 Miguel Romero, "Poltica interna. Estudio psicolgico", RJCS, XVIII, 1.1,1901, pp. 217-233,218. 2 5 L , 16/1 /1900. 26 IbiAcm. r Idem, 2/2/1900.

  • Principios y programas

    El monopolio del gobierno por el PAN explicara, entonces, segn este diagnstico, la ausencia de partidos. Este argumento se cruza con otro: no hay partidos porque desapare-cieron las causas que motivaron su formacin. No existen divergencias de principios econ-micos, religiosos, o disidencias en torno al rgimen poltico instaurado.

    El personalismo es la regla en la formacin de agrupaciones polticas que no pueden considerarse partidos porque carecen de principios y de programa. Vagas abstracciones como la moralidad administrativa, la pureza del sufragio y el impulso al progreso son com-partidas por amigos y adversarios. Desaparecidas las antinomias, superado en 1880 el ltimo conflicto con el establecimiento de la capital en Buenos Aires, slo restan dos motivos de enfrentamiento: las preferencias personales acerca de las candidaturas y el juzgamiento de la conducta del gobierno. Los primeros ceden en las campaas electorales que unifican volun-tades y las disciplinan. Los segundos, renen a ciudadanos alejados de la militancia poltica, pero slo tienen peso en ocasiones lmite, tal es el caso de 189028.

    Subyace la idea de que los partidos no pueden fundarse sino en una oposicin de ideas sobre el sistema de gobierno. Rivarola propone volver a la antinomia entre la unidad y la pluralidad, entre el unitarismo y el federalismo29. En 1908 comienza a discutirse la posibili-dad de crear el partido unitario que como consecuencia, se predice, aglutinar a los federales. De no constituirse partidos programticos, los lmites entre oficialismo y oposicin seguirn siendo tan difusos como en 1890 en que liberales, mi instas, nacionalistas, federalistas y autonomistas se nuclearon en torno al gobierno, a la par que en el Parque haba unitarios, federales, autonomistas y mitrstas. As, la Unin Cvica surgida de all, no poda ser ms que una "concentracin heterognea y de circunstancias, de ciudadanos llegados de todos los campos del pasado" que termin pactando con el gobierno.

    Dos partidos se asumen como la reaccin frente a esta ausencia de programas y prin-cipios. En 1896 se constituye el Partido Socialista y en 1908 la Liga del Sur. Ambas agrupa-ciones se inscriben en el sistema de ideas imperante. Sostienen postulados de progreso y de modernizacin, en tanto que critican la subversin del sistema republicano y el falseamiento del sistema electoral, los que descansan, segn su planteo, en el exceso de facultades del ejecutivo, en la concentracin del poder, en la centralizacin. Sus bases de apoyo difieren. El socialismo se propone como el representante de los trabajadores, mientras la Liga nuclea a comerciantes, terratenientes y sectores medios del sur de la provincia de Santa Fe.

    El socialismo lee el proceso social y poltico a travs de un corpus de referencia cons-tituido por el marxismo, al que considera el nico "mtodo cientfico". La profundizacin del capitalismo se explica, en ese marco, a partir de la conviccin ele que los pueblos atrasa-dos repiten los pasos de los pases adelantados. Arribar al socialismo obliga a desarrollar hasta sus ltimas consecuencias el capitalismo. Dentro de esta perspectiva ms general, elabora un programa mnimo de reformas polticas para la democratizacin del sistema que no difieren demasiado de las sostenidas por otras agrupaciones: representacin de las mino-

    2 8J.N. Matienzo, "El gobierno representativo federa!...", op.cit. 2 9 Rodolfo Rivarola, Pa r t i dos pol t icos un i ta r io y federa l ( E n s a y o de pol t ica) , Buenos Aires, Flix

    Lajourne y Ca., 1904.

    248

  • ras, naturalizacin de los extranjeros, supresin del senado, parlamentarismo y derecho de iniciativa, referndum y revocatoria, Apela, adems, al anticlericalismo y al antimilitarismo: separacin de la iglesia y el estado y supresin del ejrcito permanente. La defensa de los intereses obreros se sintetiza en la jornada de ocho horas, la abolicin de ios impuestos indirectos y el impuesto progresivo y directo sobre la renta.

    La Liga, agrupacin santafecina liderada por Lisandro de la Torre, intenta diferenciar-: se al proponer reformas institucionales concretas en las instituciones provinciales, centradas

    bsicamente en la reforma del rgimen comunal. En 1914, la Liga se constituye en el centro a partir del cual intentan nuclearse las fuerzas conservadoras para dar origen a un partido capaz de disputarle las elecciones al radicalismo, El objetivo fracasa pero el partido se orga-niza. El partido demcrata progresista redacta entonces un extenso programa.

    El radicalismo, por su parte, se propone como un partido orgnico, impersonal y de principios y as lo establece en su carta orgnica. Sin embargo, la redaccin de un programa tensiona a la agrupacin muy tempranamente. Yrigoyen, sucesor de Alem en la direccin del partido, niega la necesidad de un programa argumentando que la Unin Cvica Radical es ms que un partido, es la nacin misma.

    Federico Pinedo dir, aos ms tarde, que la ausencia de programas, caracterstica de los partidos de la "poltica criolla" es un fenmeno factible de ser generalizado. Republica-nos y demcratas en Estados Unidos o liberales y conservadores en Inglaterra no presentan diferencias demasiado perceptibles y an en el interior de ellos las ideas y los intereses no son siempre homogneos, Esto lo lleva a considerar que los partidos absolutamente imper-sonales, homogneos y separados netamente unos de otros constituye una nocin pura-mente t e r i c a .

    Organizacin interna

    Weber estableci una distincin entre partidos de notables y partidos de masas, aten-diendo a la organizacin interna de las agrupaciones. Esta clasificacin weberiana fue retomada despus por diferentes tericos que abordaron la cuestin partidos. En los aos 20, Heinz Marr llam partidos de representacin a los partidos de notables tpicos de la democracia parlamentaria del siglo XIX y partidos de integracin a los que corresponden al orden poltico del siglo XX con la ampliacin del sufragio universal. Esta distincin ser retomada por Sigmund Neumann en los aos 5031.

    El partido de notables tiene origen parlamentario. Sus miembros pueden desarrollar, por su posicin econmica, una actividad poltica continuada aunque no como profesin; viven para la poltica pero no de ella. La cohesin est dada horizontalmente por los diputa-dos pero no tienen direccin ni estructura vertical. Su mayor actividad se desarrolla en perodos electorales y, por lo general, ellos mismos son los que sufragan32. La procedencia social de estos grupos haca que Weber los considerase una reserva, eran la "aristocracia

    >0 Federico Pinedo, En t i e m p o s de la Repb l i ca , Buenos Aires, Ed. Mundo Forense, 1946, pp. 22-23. 31 Cfr. Kur t Lenk v Franz Neumann (eds.) Teor a y sociologa crtica de los pa r t idos polticos, Barcelona,

    Anagrama, 1980. -1" No ocurre as en el caso argentino. Uno de los argumentos fuertes para poner en marcha reformas a la

    ley electoral, como ta obligatoriedad de! voto, se basa en la ausencia de los "notables" del comido.

    249

  • espiritual", del mismo modo que para Ostrogorski lo eran los "gentlemen" que dirigan la poltica en Inglaterra. A diferencia de ellos, los partidos de masas constituyen organizacio-nes burocrticas, "mquinas" que reclutan sus adherentes por fuera de parlamento. A pesar de que esta clasificacin deja fuera diferencias sustanciales entre partidos y como toda tipologa no da cuenta de las especificidades, nos sirve en este momento como una primera aproxi-macin para caracterizar a los partidos argentinos en el momento en que se constituyen como tales, es decir, hacia 1890.

    En esa coyuntura, el Partido Autonomista Nacional responde a la caracterizacin de grupo de notables.

    ...especie de rbo l genea lg i co de p r o f u n d a s races... a cuya s o m b r a se han c o b i j a d o y a n se cobi jan , los es tadis tas m s eminen te s , los pol t icos m s brillantes, los p e n s a d o r e s y los intelectuales de mayor i n f l u j o en la cu l tura argentina.3 3

    Si bien la constitucin prescribe el voto universal, el hecho de que no sea obligatorio y secreto hasta 1912 posibilita prcticas fraudulentas y manipulacin. El grupo en el poder no tiene necesidad de reclutar adherentes, de ampliar sus bases, o de constituir un aparato centralizado. Est organizado en comits o clubs polticos que cambian sus denominaciones localmente. "Colecciones transitorias de ciudadanos" ser la caracterizacin que de ellos haga J.N.Matienzo.

    Cada jefe t iene, c o m o es na tura l , un p e q u e o crculo de n t imos qu ienes consu l t a c u a n d o lo cree c o n v e n i e n t e (...) El c o m i t es n o m i n a l m e n t e la au tor idad guberna t iva del par t ido: lo represen ta en t o d o y para t odo , a u n q u e no sea c o m p u e s t o p o r de l egados electivos. La des ignac in de m i e m b r o s f u n d a d o r e s del c o m i t se hace c o m n m e n t e p o r el jefe del pa r t i do (...)M

    El comit, en este caso, responde a la caracterizacin que de l hace Duverger. Tiene su equivalente en el cauats de los partidos ingleses constituido por miembros de las lites tradicionales formadas "por el nacimiento o la seleccin natural". Predomina la calidad sobre la cantidad. Su objetivo no es ampliar sus bases30. No tiene una organizacin perma-nente sino que acta ms bien bajo la forma de descomposiciones y concentraciones suce-sivas.

    En el momento en que aparecen las primeras demandas por la democratizacin de la vida poltica va ampliacin de la participacin se intensifican las apreciaciones en torno a cmo deben ser los partidos que se adapten a esos cambios. Los publicistas comienzan a plantear la necesidad de partidos que sostengan principios, que sean orgnicos y permanen-tes. La referencia obligada son nuevamente los partidos ingleses y norteamericanos, discipli-nados y organizados. En 1889 lleg a la Argentina la primera edicin del libro de Bryce, La

    El pas , 13 /4 /1903. El PAN. Su historia. Su reconstruccin. ENB. ^ j .N. Matienzo, op.cit., pp. 237-238. " Maurice Duverger, L o s p a r t i d o s pol t icos, Mxico, FCE, 1957.

  • repblica americana. Este texto describe la organizacin de los partidos americanos basada en el sistema de las convenciones que reemplaz a los comits que elegan a los candidatos en cnclaves. La librera Jacobsen, en la calle Florida recibi dos ejemplares. Jos Nicols Matienzo adquiri uno y el otro el Dr. Virgilio Tedn. A ambos les impact profundamente el sistema de divisin entre comit y convencin en la organizacin partidaria. Ambos, en ese momen-to, eran jueces, Tedn en Buenos Vires y Matienzo en La Plata y, por ende, no intervenan abiertamente en poltica. Sin embargo, convinieron en poner toda su influencia para que los dirigentes de la Unin Cvica adoptaran el sistema36. De hecho el sistema se adopt, incor-

    : potndose a la carta orgnica de 1892. Referencias posteriores de quienes participaron en la elaboracin de esos estatutos confirman que el modelo era Estados Unidos v el referente Bryce, quien aos ms tarde se convertir en cita obligada de todos aquellos que se refieran a la cuestin partidos. '.' ' ' El sistema apareca como una superacin de las prcticas existentes en el interior del

    Partido Autonomista Nacional y en efecto, la Unin Cvica (UC), la Unin Cvica Radical (UCR) y el Partido Socialista, agrupaciones nuevas, las adoptan, aunque en un primer mo-mento ms como norma que como prctica. El argumento era erradicar a las agrupaciones personalistas, nucleadas con fines transitorios, alrededor de notables.

    Cuando en la UC se est discutiendo la formalizacin de la organizacin con el dicta-do de una carta orgnica, Francisco Barroetavca plantea:

    La idea codif icada en este p royec to , implica un i n m e n s o p r o g r e s o en la his tor ia de n u e s -t ros pa r t idos pol t icos, p o d i e n d o asegurarse que hasta e l p re sen te e l g o b i e r n o de los pa r t i dos a rgen t inos ha s ido dictatorial u o l igrquico y no d e m o c r t i c o representat ivo. . . U n a personal idad p r o m i n e n t e , p re sag iosa o t emida en la repbl ica , o b ien un c o m i t centralista f o r m a d o de una m a n e r a capr ichosa , irregular y para e n c u m b r a r a una p e r s o n a d e t e r m i n a d a de an temano. . . g o b e r n a b a n d i sc rec iona lmen te nues t ros pa r t idos pol t icos, r e l egando las provincias , sus c i rcunscr ipc iones y municipios.3"

    Aqu aparecen dos cuestiones que despus van a quedar plasmadas en los estatutos. En primer lugar, la idea de conformar una agrupacin permanente, principista e imperso-nal. Por el otro, establecer como principio general el gobierno descentralizado, dndole al partido una estructura federativa con base en los clubs (organismos locales que a partir de 1908 en la UCR adoptarn el nombre de comits), Barroetavea confirma que la carta no es una idea original de Gouchn --a quien se le atribuye la autora- sino que ste adapt ios estatutos de los partidos norteamericanos-^8.

    El Partido Socialista no slo se organiza estatutariamente, sino que hace de ello una bandera de propaganda. Su estructura orgnica responde a la de un partido moderno, a semejanza de los partidos socialistas europeos que separan funcionalmente a dirigentes, cuadros y bases. Las bases estn organizadas en agrupaciones barriales o circunscripcionales.

    36 Narrado por |o$ N.Matienzo en CDDS, Y, 1922, ir.50, sesin extraordinaria, 22 /12/1922. 3 Francisco Barroetave (comp.) U n i n Cvica. Su or igen, o rgan izac in y t endenc ia , Buenos Aires,

    Landcrbeger y Cont, 1981, p. 351. 38 Idem, p.35.3.

  • Un comit ejecutivo de siete miembros de los cuales se elige el secretarlo general, dirige el partido y se renueva cada dos aos. La carta orgnica contempla comits provinciales y locales, estructura federativa que no tiene demasiado peso dadas las caractersticas casi loca-les de un partido que se circunscribe a la Capital Federal. El voto de los afiliados selecciona representantes a los congresos ordinarios que se renen cada dos aos y resuelven sobre la marcha del partido, reformas estatutarias y programa. En casos excepcionales se rene un congreso extraordinario. Cada afiliado pagaba una cuota mensual sin la cual careca del derecho a voto39.

    Por su parte, la Liga del Sur surge como una organizacin laxa en 1908, dirigida por-ua junta Ejecutiva, una Junta Consultiva y una Comisin de Hacienda. Se propone como una liga y no como un partido distancindose de ese modo del resto del espectro partidario y de la connotacin negativa que todava implica el trmino partido. Admite, por otra parte, que sus miembros pertenezcan a otros partidos polticos40. Las ligas, en la tipologa de Duverger, responden a un mtodo poltico primitivo. Tienen fines polticos, aunque centra-dos en la propaganda y en la agitacin para producir reformas pero sin involucrarse en el terreno electoral y parlamentario41. En el caso de la Liga santafecina, marcha progresiva-mente por el camino de la institucionalizacin. En 1911 dicta su carta orgnica que pauta una estructura de comits y convenciones de distrito y departamentales cerrando la pirmi-de un Comit central y una Convencin general y se disuelve en 1915 para integrarse al Partido Demcrata Progresista, cuya estructura est dbilmente articulada dado que los partidos provinciales que convergen en su formacin lo hacen manteniendo sus propias caractersticas organizativas internas.

    Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, primero la perspectiva de la am-pliacin del sufragio, y luego su concrecin en 1912, obligan a redefinir prcticas en el interior de los partidos. De hecho, lo que resulta de ello es una coexistencia de agrupaciones laxas, dbilmente articuladas, grupos locales que se nuclean slo ante las elecciones y res-ponden a "personalidades eminentes" y agrupaciones nuevas que intentan eliminar a las lites polticas tradicionales y configurar nuevas lites, capaces de competir en el terreno electoral. Se trata de partidos nuevos que establecen lazos ms regulares, una coordinacin ms permanente, que apelan a las masas abriendo la estructura de los comits conservado-res tratando de democratizarlas prcticas (aunque bajo las apariencias sobrevivan las viejas), que tienden a reproducir la estructura administrativa del estado, nacionalizndose y perma-neciendo ms all de las coyunturas electorales. La demanda pasa porque los grupos de notables -inorgnicos, locales, transitorios- se constituyan en partido:

    .. "Habituados los conservadores argentinos, a una vida incondicionalmente presidencial, nada harn si V.E. no los exhorta por medio de su consejo patritico. Convoque V.E. a trescientos notables conservadores e impngalos de la situacin del pas y de abandonar la vida de crculo y de constituirse en parado orgnico."42

    3 9 Sergio Berensztein, Un pa r t i do pa ra la A r g e n t i n a m o d e r n a . O r g a n i z a c i n e i d e n t i d a d del pa r t i do social is ta (1896-1916), Buenos /Vires, D o c . C E D E S / 6 0 , 1 9 9 1 .

    4 0 Carlos Malamud, Pa r t i dos pol t icos y e l ecc iones en la Argen t i na . La l i g a del Sur (1908-1916), Madrid,Univ.Nac.de Eduacin a Distancia, 1997.

    45 M. Duverger, op.cit. 4 2 Estanislao Zeballos, "La futura presidencia. Expectativa", R D H L , XVII , LI, mayo 1915, pp. 134-136.

    252

  • : Esto implica, adems, una aceptacin de que la oposicin -radicales y socialistas-funciona orgnicamente. Una vez dictada la ley Senz Pea aumentan, en 3a prensa y en las revistas de la poca, los llamados a la unidad y organicidad conservadora. El fracaso del intento nnificador con eje en el Partido Demcrata Progresista preanuncia el triunfo radi-cal4-y .agudiza las contradicciones que se traducen en un nuevo interrogante, la ley que ampla el sufragio debi ser promulgada antes o despus de la constitucin de los partidos? Es decir, la confianza depositada en que la sancin legislativa constituira por s sola partidos orgnicos comienza a ser puesta en cuestin. La ley debi haber sido corolario y no punto de partida?, debi dictarse cuando la cuestin partidos fuera un hecho concreto?

    La "democracia de partidos", 1916-193044

    Los grupos dirigentes y la oposicin, cuya fuerza ms visible residir en el partido radical, surgido como partido externo -segn la tipologa de Duverger al aparato guberna-mental, convergen en 1912 en una respuesta al agotamiento de un rgimen percibido como excluyente. La reforma electoral se propone como tarea la construccin de la democracia y los radicales, en el poder entre 1916 y 1930, sern los encargados de llevarla a cabo. Los gobiernos electores y el control de la sucesin sern reemplazados por reglas que definen a la democracia representativa: los partidos, actores privilegiados del juego poltico, canalizan las demandas de la ciudadana y las elecciones peridicas deciden cules de ellos llegarn al poder, segn la definicin de Nun, quien adems seala tanto la indispensabilidad como la insuficiencia del sistema de reglas. No hay estado de derecho sin reglas pero stas no alcan-zan para dar cuenta de las prcticas concretas mediante las cuales se aplican43.

    La reforma electoral de 1912 mantiene el sufragio universal ya inscripto en la norma pero ampla la participacin en la medida en que la garantiza con el secreto y la obligatorie-dad del voto y asegura la representacin de las minoras en un porcentaje fijo, el tercio. Dificultosa y lentamente ir constituyndose el ciudadano y los partidos irn adquiriendo legitimidad como canalizadores y agregadores de las demandas sociales.

    Sin embargo, la confianza depositada por los reformadores del 12 en que la ley cons-tituira -casi mgicamente- un sistema competitivo de partidos no se puso en acto y las instituciones no se fortalecieron. Los gobiernos radicales no encontraron "las formas institucionales de resolucin de los conflictos, ampliando los espacios de representacin y de discusin, as como los mecanismos estatales de regulacin"46.

    Estanislao Zeballos sintetiza ios avatares de ese intento. Entre mayo de 1915 y junio de 1916 publica en la Revis ta de D e r e c h o , H i s to r i a y Let ras , que dirige, una serie de artculos titulados "La futura presidencia". Sus subttulos van marcando paso a paso los sucesos: "Expectativa" (mayo), "Incerridumbre" (junio), "Anarqua" (julio) y "Disolucin" (agosto), a! que le sigue, en el mismo mes, "La solucin radical".

    '!4 Sobre los partidos entre 1916 y 1930 ver Waldo Ansaldi, "Un caso de nomenclaturas equivocadas? Los partidos polticos despus de la ley Senz Pea, 1916-1930", en W. Ansaldi ti ni (ed.) Argen t ina en la p a z de dos g u e r r a s . 1914-1945, Buenos Aires, Biblos, 1993.

    Jos N u n , "La teora poltica y la transicin democrtica", en Jos N u n y Juan C. Ponantiero (comps.) E n s a y o s s o b r e la t rans ic in d e m o c r t i c a en la Argen t ina , Buenos Aires, Puntosur, 1987, p. 18.

    4 6 Luis Alberto Romero, Breve historia de la Argen t ina c o n t e m p o r n e a . Buenos Aires, Sudamericana, 1994.

    253

  • La escasa compet ti viciad y la baja institucionalizacin del sistema de partidos se funda en el no reconocimiento del otro y, por consiguiente, en la imposibilidad de adecuar las prcticas al conjunto de reglas que pautan ios intercambios recprocos. A la negacin del adversario, rasgo compartido por el gobierno y ia oposicin, se suma la vocacin hegemnica del partido radical.

    Entre 1916 y 1930 se reproduce, aunque de manera invertida, la relacin que caracte-riz a ia etapa precedente, El partido de oposicin apela al gobierno de la ley, reclama el respeto a las reglas de procedimiento, defiende la ampliacin de las normas vigentes en funcin de una mayor democratizacin del sistema. El partido de gobierno descubre que la realizacin de su vocacin hegemnica se compatibiliza mal. con la obediencia a un sistema de reglas. La apelacin a la constitucin que el radicalismo esgrima en la oposicin ser ahora asumida por los conservadores que argumentan arbitrariedad en el ejercicio del poder. Los trminos del enfrentamiento se tornan irreductibles y dificultan la construccin de un sistema competitivo de partidos.

    El debate abierto sobre el "deber ser" de los partidos y la apelacin recurrente a los modelos ingls y norteamericano se transforma en esta etapa en una impugnacin perma-nente a los partidos "realmente existentes". Ostrogorski y Michels se suman ahora a Brycc como referentes obligados a la hora de tematizar a las agrupaciones polticas, aunque el problema no aparece localizado - c o m o en el caso de estos autores- en la emergencia de los partidos, sirio en lo que se evala como su ausencia. En el plano discursivo, el cambio esperado implicaba corregir los errores del pasado en el marco de la democracia liberal, de la organizacin del conflicto a travs de partidos, que en tanto partes, lo tradujeran. Pero esos partidos -orgnicos, disciplinados, permanentes- que compartiesen o se alternasen en el poder, en la perspectiva de sus contemporneos, no habran llegado a constituirse.

    Estanislao Zeballos, desde las pginas de la Kemta de Derecho, Historia y insiste en que es la falta de partidos orgnicos lo que hace que la situacin poltica dependa "del capricho de los hombres-caudillos o de los crculos-gobierno" y sostiene que la concentra-cin del pueblo en partidos debi ser previa a la sancin de la reforma electoral4':

    ...la ley electoral de 1912 es una desgracia nacional , q u e no ha p o d i d o regular la vida cvica f u n d a n d o los d o s g r a n d e s pa r t idos necesarios.. . ha e jerc ido inf luencia fatal, disol-ven te s o b r e e l espr i tu de p a r t i d o (...) ley de p e r t u r b a c i n polt ica orgnica , de d isolucin y de anarqua q u e n o s aleja del g o b i e r n o cons t i tuc iona l de los g r a n d e s pa r t i dos y asegura el de las ol igarquas (...) ha d e c a p i t a d o a la Repblica.'18

    El diario LM Nacin en innumerables editoriales coloca en la ausencia de partidos pol-ticos uno de ios motivos fundamentales que explican "la indiferencia de la opinin pblica" como rasgo de las costumbres polticas en la Argentina y no como se supona habitualmcn-te, en "la falta de espritu nacional", "la deficiente educacin poltica de la masa popular" o "el cosmopolitismo no asimilado". Es la falta de organizacin y direccin del electorado lo que explica la apata ciudadana 49

    ' ' Estanislao Zeballos, "Fracaso de la lev electoral de 1911*', R D H L , XIX, LVI, marzo 1917, pp. 415-420. 48 Idem, XX, LX, enero 1922, pp. 126-127. 4 9 L N , 14 /3 /1916 :

    254

  • . Fuera de! radicalismo dominante, cuya coherencia se aprecia ms en su temperamento ..negativo que en sus aspiraciones positivas, y los grupos socialistas que tienen un carcter

    .. .aisladamente loca!, los dems ncleos o son formaciones que se producen al.azar de las : circunstancias o son restos espectrales de partidos histricos, que no supieron adaptarse a las exigencias de la accin.disciplinada. De ah resulta que el escenario poltico no ....

    Y;'':;.:/advierta la presencia de fuerzas organizadas.y constantes. Crease que bajo la influencia de . . . - a lev electoral se crearan los partidos orgnicos. El tiempo transcurrido demuestra lo contrario.5" "V.1. V1 : ; '^

    En el planteo del diario -coincidente, por otro lado, con el de numerosos publicistas v polticos-la introduccin de prcticas democrticas ("que suponen la mediocridad de todos por el encumbramiento artificioso de los ms") se dio en un medio en que ja "muchedum-bre" ansia mejorar pero no conoce ni puede discernir cmo lograrlo y en que las agrupacio-nes polticas ejercen dominio sobre ella explotando algunos conceptos .simples .y se le ase-mejan por una equivalente ausencia de nocin sobre sus necesidades y de capacidad para dirigirla".51 Cuando se plantea la ausencia de partidos se hace referencia a su falta de princi-pios pero adems a su inorganicidad: descomposicin, dispersin, atomismo, disgregacin, son los trminos ms frecuentemente empleados para aludir a una caracterstica acentuada en las organizaciones polticas: el fraccionamiento.

    Dispersos estn los restos de los viejos partidos histricos; dispersos los elementos que concurrieron a formar otros, a imagen y semejanza de aquellos, en la poca que precedi a la gran reforma electoral de la presidencia Senz Pea; dispersos los ncleos que se unieron para constituir al partido demcrata progresista y la concentracin conservado-ra; y hay sntoma de dispersin en el mismo partido radical, como los hay, por causas siempre distintas, en el partido socialista que ha sufrido ya varias disgregaciones.^

    La afirmacin comn es que ia dispersin es producto del personalismo, por un lado, y por otro, de la ocupacin de espacios de poder. La puja por el reparto del presupuesto divide y esto explica no slo la fractura del radicalismo sino tambin la de) socialismo. Pen-ltimo, las consecuencia ms visibles de la ausencia de partidos son el ejecutivismo y la pobreza de la vida parlamentaria.

    La negacin del otro

    Son las mismas agrupaciones polticas las que colaboran a construir una opinin confluyente sobre la ausencia de partidos (por falta de principios, de organicidad o de per-manencia). Radicales y conservadores se acusan mutuamente de no constituir partidos. Los conservadores caracterizan al partido radica!, como un "conglomerado de anhelos y de vo-luntades", como "una gran fuerza social" pero no como un partido, dado que no es orgni-

    5 0 L N , 26 /9 /1929 . V: L N , 27 /3 /1916 . 5 2 L N 20 /5 /1919 .

  • co, ni tiene principios que se traduzcan en un programa. Adems, no es democrtico. Es absolutista y personalista porque parte de conceptos errneos, tales como la tesis del apos-tolado, la teora del plebiscito y la intencin de monopolizar la representacin del pueblo.

    La pregunta conservadora por excelencia en esos aos es dnde est el parado radi-cal?, aludiendo a sus divisiones internas en diferentes niveles. En principio, las divisiones -a medida que el radicalismo ocupa posiciones de gobierno- se van cristalizando en las provin-cias entre rojos y azules, blancos y negros, nacionalistas y disidentes, etc.. En segundo lugar, entre gubernistas y no gubernistas. Y en este caso, los conservadores no aluden nicamente a una escisin ideolgica entre los sostenedores de la poltica presidencial y quienes, doctrinariamente, se oponen, sino a lo que el diputado conservador Moreno define como una divisin entre satisfechos e insatisfechos haciendo referencia al reparto de posiciones de gobierno y empleos pblicos33.

    Los radicales, por su parte, no reconocen a los conservadores como una fuerza nacio-nal, sino como una sumatoria de partidos provinciales. Son una casta gobernante, dicen, meros representantes de s mismos. Son los restos de un naufragio provocado por el triunfo radical. El diputado Araya sostiene que no son un partido porque no tienen nombre (por supuesto, tampoco principios). No tener nombre implica carecer de individualidad, de carcter, de tradicin, de un modo de ser que los defina, plantea, haciendo referencia al hecho de que los conservadores reciben una denominacin diferente en cada provincia: demcratas en Crdoba, liberales en Tucumn, Unin Provincial en Salta, Partido Popular en Jujuy, Concentracin Cvica en Corrientes34.

    En cuanto al socialismo y la democracia progresista, sus adversarios polticos les reco-nocen otganicidad y doctrina pero les niegan carcter nacional. El socialismo, adems, es para ellos una "secta" cuya orientacin responde a postulados externos ms que a los inte-reses nacionales. Pero ambos partidos no reconocen el carcter de tales al resto. La acusa-cin mutua de no constituir partido obliga a las agrupaciones polticas a definirse. El radica-lismo se propone como la nica fuerza organizada, encarnacin del pueblo que, a pesar de las diferencias est unida por un sentimiento con races en el pasado y con compromisos con el presente. A la caracterizacin de personalista responde que no se ha constituido momentneamente para ninguna campaa electoral y que ha sobrevivido a sus lderes.

    El diputado Molina dice ms: el radicalismo es un dique, capaz de resistir a la anarqua, al maximalismo, al desorden. Es una fuerza nacionalista que se opone al colosal desplaza-miento de valores ticos, a la "desorbitacin del trabajo y del capital", a la intensa conmo-cin que tiende a organizar el mundo "haciendo tabla rasa de la familia, de la patria, de las instituciones.'03 A la pregunta conservadora acerca de dnde est el radicalismo ste res-ponde que en la masa popular, en la propaganda callejera, en el comit, en la protesta, en la plaza pblica.

    Los conservadores, por su parte, aceptan no ser un partido orgnico nacional, pero se asumen como fuerzas provinciales democrticas. Cuando delimitan sus fronteras afirman que reciben nuevos miembros expulsados por el comportamiento de los gobiernos provin-ciales radicales y que abandonan residuos que engrosan las filas de Ja oposicin.

    5 3 CDDS, Tomo VI, reunin 73 ,19 /11 /1919 . 5 4 CDDS, reunin 70 ,12 /11 /1919 . 5 5 CDDS, reunin 72 ,12 /11 /1919 .

    256

  • Encarnamos, dice Snchez Sorondo, la reconquista institucional36. A lo que agregan que les bastara entonces sealar como programa la constitucin, "pero hasta las grandes palabras se desacreditan cuando han sido utilizadas por espritus subalternos"3 '. Proponen no slo el cumplimiento de la constitucin sino el de las formas democrdco-liberales: conservar la organizacin bsica republicana, representativa y federa); ms legislativo y me-nos ejecutivo e innovar aceptando los nuevos enunciados sociales.

    Socialistas y demcratas progresistas se piensan a s mismos como los nicos partidos programticos y rechazan, desde ese lugar, formar parte de todos los intentos que se realiza-ron en este perodo por unificar a la oposicin en los momentos previos a las elecciones presidenciales. Producida la divisin radical en 1923, la lgica de confrontacin entre el partido en el gobierno y la oposicin se traslada a personalistas y antipersonalistas. La mitad del radicalismo se convierte en el 'rgimen' de la otra mitad.

    Los socialistas, divididos en 1927, reproducen la misma lgica del radicalismo. El peor adversario del socialismo independiente pasa a ser el socialismo cuyo gobierno "centraliza-do, oligrquico y neptico"38 provoc en el partido "un estado de crnica demagogia", difundi un "hermtico y reaccionario espritu de secta", "rutina y tradicionalismo"39.

    Pero, ms an, la consideracin de la escisin radical provoca divisiones en el interior de los otros partidos, que entendan que se estaba librando una lucha entre la "civilizacin" y la "barbarie". No todos van a estar dispuestos a colocar a los antipersonalistas del lado de la civilizacin y esto les trae conflictos internos en el momento de establecer alianzas electo-rales.

    La representacin

    Matienzo, que en gran cantidad de publicaciones abord la cuestin de los partidos polticos se pregunta por qu tendi a desaparecer la costumbre practicada en el ltimo tercio del siglo XIX de exigir a los candidatos a funciones pblicas la posesin de calidades morales e intelectuales. Responde que esto es as debido a la inmigracin europea prove-niente de "clases poco preparadas para el gobierno representativo e indiferente a nuestras tradiciones nacionales", al advenimiento de la democracia que "en todo el mundo tiende a rebajar el nivel de la clase gobernante" y a la falta de leyes. La solucin est en ponerle remedio a aquellos males que son curables: reglamentar el funcionamiento de los partidos polticos611.

    Dos proyectos presentados en la cmara de diputados por radicales, uno en 1925' y otro en 192762, intentan dar respuesta a la no constitucin de un sistema de partidos, a partir de la intervencin del estado en la constitucin y en las prcticas internas de las agrupacio-nes polticas reglamentando el modo de seleccin de los dirigentes y candidatos a cargos

    CDDS, reunin 73 ,13 /11 /1919 . Idem.

    5 8 Manifiesto de! Partido Socialista independiente, publicado en L N , 12/7/1927. 59 Manifiesto de! comit de redaccin de la revista "Crtica Social", publicado en L N , 9 /7 /1927 .

    Matienzo, Reglamentacin lega! de los partidos polticos, publicado en L N , 17/6/1927. 61 CDDS, reunin 16, 24 /6 /1925 . ' 62 CDDS, reunin 18, 14/7/1927.

    257

  • electivos. Comienza a pensarse en el reemplazo del sistema de las convenciones por la participacin directa de los afiliados. El ejemplo vuelve a ser Estados Unidos donde a partir de la primera dcada del siglo, comenzaron a dictarse leyes que reglamentaban el funciona-miento de los partidos.

    A la propuesta ce normativizar a los partidos se suman otras iniciativas: modificar la ley electoral reemplazando la lista incompleta por la representacin proporcional y estable-cer la carrera administrativa63.

    Si en 1911, cuando se estableci la lista incompleta, el argumento que predomin fue que la ausencia de agrupaciones permanentes y orgnicas imposibilitaba la representacin proporcional por algn sistema de cociente dado que ste facilitaba la dispersin, ahora los partidos ele oposicin plantean que la proporcionalidad va a incitar el desarrollo y la activi-dad de los partidos. La lista quebrant la unanimidad pero no favoreci a los partidos64.

    El establecimiento de la carrera administrativa permitiendo que se acceda a los cargos pblicos por concurso y se respeten las situaciones de antigedad y escalafn evitara las pujas internas a los partidos a la par que moralizara la administracin. Pero la legislacin es slo una de las respuestas al problema del funcionamiento partidario en los aos de los gobiernos radicales. Aparecen, adems, otros argumentos inscriptos en un universo de ideas diferente, que ponen en discusin el tema de la representacin en su conjunto. Si la ley Senz Pea fracas y el parlamento es ineficiente y escasamente representativo de lo que se trata es de modificar su composicin. Quienes deben sentarse en el parlamento son los represen-tantes de intereses sectoriales, los agricultores, los ganaderos, los industriales. Esta es una propuesta asociada en lneas generales a los grupos nacionalistas de derecha pero no les es privativa en tanto est presente tambin en algunos de los publicistas que aos antes propo-nan la constitucin de un sistema de partidos para superar prcticas personalistas. El tema de la representacin funcional como alternativa atraviesa las ms diversas tradiciones cultu-rales y polticas. Legislacin o representacin funcional de intereses, o ambas, sern los tpicos recurrentes en los aos 30.

    Los aos 30: Crisis de identidad y crisis de organizacin

    Los aos 30 enmarcan una profunda crisis del rgimen poltico cuyo primer dato es ia ruptura de la regla de transferencia del poder. Ruptura que pone en cuestin el sistema institucional vigente, pero no funda un rgimen poltico nuevo, desplegndose en una suce-sin de gobiernos que descreen de la democracia como forma de organizacin. La traduc-cin de este descreimiento es diferente en cada caso: el gobierno militar intenta una reformulacin corporativa y el justismo apela a mecanismos fraudulentos sostenidos por la idea de la incapacidad del elector. En la prctica, se inauguran nuevos mecanismos de tran-saccin entre intereses sociales que van constituyendo un sistema poltico ms complejo en el que coexisten partidos y corporaciones en los mbitos de toma de decisiones.

    6j Esta ltima cuestin ia desarrollamos en Ana Virginia Persello, "Administracin pblica v gobiernos radicales", Ponencia presentada a las VI I J o r n a d a s I n t e r e s c u e i a s / D e p a r t a m e n t o s de His to r ia , Neuqun, 1999.

    6"' Razones de espacio no nos permiten hacer referencia al debate que este tema genera.

    258

  • El sistema de partidos, que con dificultades haba empezado a estructurarse en los aos precedentes, pierde competitividad y representatividad. La recurrencia al fraude limita la posibilidad de la competencia y los profundos cambios que implica el creciente intervencionismo estatal y el desarrollo industrial dan lugar a la emergencia de nuevos acto-res a los que los partidos son incapaces de incorporar y representar. Crisis de legitimidad v crisis de.representacin. Conferencias, editoriales de diarios, libros, revistas, debates parla-mentarios, discursos polticos refieren a la cuestin partidos. Los trminos no difieren de-masiado de la evaluacin que se haca en los aos de los gobiernos radicales, Pero la crisis supone nfasis diferentes. Se alude, recurrente, incansablemente, a la doble crisis de los partidos: por un lado, de la eficacia terica de los postulados que sostienen, por el otro, de sus procedimientos y prcticas. Crisis de identidad y crisis de organizacin. Dos aspectos del mismo problema que encuentran su sntesis en lo que se considera el mal de la poca: el personalismo.

    Hay consenso en que ios partidos son los grandes ausentes en el debate econmico, que sus definiciones doctrinarias son ambigas, vagas, y en la mayora de ios casos, grandilocuentes y vacas de contenido. La identidad partidaria, como posibilidad de dar respuesta a las demandas sociales, articulndolas y transformndolas en accin poltica, est en crisis y depende, por lo menos en parte, de la organicidad del partido, de la depuracin de sus prcticas internas, de la eliminacin de sus procedimientos antidemocrticos. El debate de ideas, las definiciones programticas, slo sern posibles si las prcticas internas de los partidos -caudillismo, "trenzas", arreglos electorales- son reemplazadas por otras que per-mitan a los ms aptos, a los ms capaces, dirigir la marcha de las agrupaciones y representar-las en los niveles de gobierno.

    Identidad y organizacin son. evaluados como aspectos inescindibles de la misma cues-tin. La faccionalizacin, las uniones precarias y tan slo formales impiden el debate de ideas y son producto del personalismo y del electoralismo, no responde a discrepancias en el terreno de las ideas, sino al reparto de cuotas de poder entre los caudillos y las camarillas entronizadas en la direccin de las agrupaciones partidarias. El diagnstico involucra al funcionamiento global del sistema poltico. El personalismo imperante en los aos de los gobiernos radicales justifica el golpe de septiembre. Los excesos y abusos en el manejo del poder, el rgimen de desorden, de desastre, de deshonestidad, el desquicio administrativo, los favoritismos, las irregularidades constituidas en normalidad, la funesta influencia de los comits en la funcin de gobierno, la inmoralidad cvica, el uso del pueblo como instrumen-to o mercanca, la deificacin del gobernante, la difusin de falsos dioses y falsos creyentes, el sensualismo, el sectarismo, la intolerancia, son vicios atribuidos al personalismo propio de las democracias inmaduras y caractersticos de una cultura poltica exacerbada por el yrigoyenismo. El gobierno surgido del golpe se propone como superador de esas prcticas. El radicalismo yrigoyenista, principal blanco de las crticas, justifica su estilo poltico aludien-do a su carcter popular, aunque hace su mea culpa y promete redimirse:

    ...el m e si a ni sm o personal is ta - q u e es m a n e r a inadecuada de las democ rac i a s incipien-tes no imp id i esa e s t ruc tu ra de sen t imien tos y a n h e l o s que ha d a d o a nues t ro p a r t i d o un f u e r t e t e m p e r a m e n t o , u n a p r o p e n s i n espiritual.. . ...sabr adap ta r se a la v o z nueva , sabr encon t r a r el espri tu de la. poca , la f rmula de su t i empo , el l ema cvico de su accin..

    259

  • ...surgir de la entraa del pueblo, superando las formas iniciales del instinto y del senti-miento.)/0

    Para los radicales antipersonalistas la crtica al personalismo no tiene atenuantes, en tanto all haban fundado su razn de ser y su bandera: el radicalismo personalista es una fuerza primitiva e inorgnica y la "revolucin de septiembre" deber terminar con "la cegue-ra y obstinacin absurda y criminal del pequeo grupo dominante"66.

    La respuesta concreta del radicalismo reorganizado por Marcelo T de AJveas: en sep-tiembre de 1931 es la reforma de su carta orgnica vigente desde 1892 reemplazando el sistema de las convenciones por el voto directo de los afiliados para la eleccin de autorida-des y candidatos a cargos electivos, mecanismo que, para la dirigencia ya haba establecido el socialismo en 1926.

    Superados los momentos inmediatos al golpe la crtica comienza a extenderse a todas las agrupaciones polticas y la propuesta es reformar su funcionamiento interno y externo.

    Partidos y representacin

    El 4 de agosto de 1931 el gobierno de Uriburu, renunciando a sus devaneos corporativistas, dicta un decreto reglamentando el funcionamiento de los partidos polticos, gesto que implica otorgarles legitimidad como personas de derecho publico, aunque su intencin ltima fuera controlar su accionar. Los primeros en reaccionar son los grupos nacionalistas nucleados en La Nueva Repblica que se sienten traicionados por el gobierno de facto. Al reglamentar el funcionamiento de los partidos, Uriburu los fortalece en detri-mento de su propio poder y echa por tierra los objetivos revolucionarios:

    Pretenden que con la organizacin desaparecer el personalismo. Pero nadie se los cree pues es cosa sabida que el argentino est por fulano o zutano y no por tal o cual iclea. La apariencia austera de Repetto, la voz atiplada de de la Torre, el exitismo delirante de De Tomaso, la afabilidad cordial de Caballero, la violencia siniestra de Cantoni, la estampa procer del seor Alvear o el empaque de Snchez Sorondo, han decidido ms votos en pro o en contra que el proyecto de divorcio, la separacin de la iglesia y el estado, el proteccionismo, el librecambio o el voto femenino.6"

    La primera objecin al decreto es que es inconstitucional porque va en desmedro de las libertades pblicas en beneficio no del estado, lo cual sera provechoso, sino de los parti-dos, "bandas organizadas con el solo propsito de usufructuar el presupuesto". Las liberta-des de la constitucin son ele carcter individual y el decreto obliga al pueblo a optar "entre varios equipos demaggicos". Constituye para los nacionalistas un absurdo que el estado pueda determinar quines sern objeto del sufragio.

    ^ Discurso de apertura de la asamblea radical realizada en Rosario en noviembre de 1930 pronunciado por el dirigente de la juventud radical Ernesto Laclau, transcripto en La Capital . 9 /11 /1930!

    66 Mensaje de Eduardo Laurencena con motivo de la transmisin del gobierno de Entre Ros, transcripto en La Capi ta l ; 2 /10 /1930 .

    6 La N u e v a Repbl ica , 7 /10 /1931 , en El p e n s a m i e n t o pol t ico nacional is ta . Antologa se lecc ionada y c o m e n t a d a p o r ju l io I r azus ta , Buenos Aires, Obligado Editora, 1975, p, 2U.

    260

  • De hecho, de lo que se trata es de modificar las formas que asume la representacin:

    No hay representacin autntica si los elegidos no interpretan las aspiraciones y los intereses de los diversos grupos sociales. Cada asamblea representativa debera significar

    - .un compendio del pas. Lejos de ver tal cosa, nuestros parlamentos no representan sino :;':;lps!intereses subalternos de los comits polticos y de la casta oligrquica de profesionales . .que monopolizan el sufragio y usufructan por su intermedio el gobierno de la nacin.)/'* .

    v..;. La idea de que la crisis de representacin no puede ser salvada por los partidos polti-cos, por lo menos no slo por ellos, no es privativa de los grupos nacionalistas de derecha. Con matices que implican articular nuevas formas de representacin de intereses a la demo-cracia como forma de gobierno aparece en el interior mismo de las agrupaciones polticas69.

    La necesidad de legislar

    Durante toda la dcada va ganando terreno en los crculos polticos c intelectuales la idea de reglamentar el funcionamiento de los partidos, idea que no es nueva ya que, como vimos, formaba parte, ya a principios de siglo, ele los planteos de Jos N. Matienzo entre otros. La idea se traduce en una gran cantidad de iniciativas legislativas tanto nacionales como provinciales'0 apoyadas por editoriales de diarios como La Nacin o l-a Capital de Rosario, por la publicacin ele una serie de libros que abordan el tema generalmente bajo el modelo de la comparacin con las leyes norteamericanas en la materia'1 y finalmente, en 1942, con la realizacin de una encuesta que lleva adelante el Instituto de Investigaciones Jurdieo-Polticas de la Universidad Nacional del Litoral que rene opiniones de intelectua-les, polticos, directores de diarios, hombres de letras y profesores universitarios, cuarenta en total.

    Por qu y para qu reglamentar? Los propiciadores de las iniciativas argumentan que pautar el funcionamiento interno y externo de los partidos fortalecer la democracia perfec-

    68 Ernesto Palacio, "Oligarquas de comit", en El p e n s a m i e n t o polt ico nacional is ta . . . . op.cir., pp. 23-24 ' 69 Para el caso del radicalismo ver Ana Virginia Persdlo, El rad ica l i smo en crisis, 1930-1943, Rosario, Ed. Fundacin Ross, 1996.

    0 Por razones de espacio hacemos constar slo los provectos nacionales: Jos Antonio Amuchstegui, CDDS, 24 /0 /1925 , pp. 235-239: PE.N. (Provecto Tamborim), CDDS, 14/7/1927, pp. 174-178; Adrin C. Escobar, CDDS, 17/5/1933, pp. 191-198; Nicols J.Matien/.o, CSDS, 1933, pp. 469-472; PE.N. (Proyecto Mel), CDDS, 8 /9 /1933 , pp. 65-68; Alfredo L.Palacios, CSDS, 17/5 /1938, pp. 93-105; P.E.N. (Proyecto Taboada), CDDS, 1 /6 /1938 , pp. 282-284; Aiqumedes Soldano, CDDS, 21 /11 /1938 , pp. 355-351; Armando An tille, CDDS, 29 /5 /1940 , pp. 15"M 59; Santiago lassi, CDDS, 1 /8/1940, pp. 725-728; Jorge Perkins, CDDS, 2 /9 /1941 , pp. 731-733 y Anteproyecto de Cdigo Poltico elaborado por el Ministerio del interior (Angel Culaciati) en febrero de 1943, Cuarta parte: "De los partidos polticos", artculos 120" a 295, Ninguno .le estos provectos fue sancionado, exceptuando el Estatuto de los partidos polticos de 1931. i

    Para mencionar slo algunos: Csar Barros Hurtado, H a c i a u n a d e m o c r a c i a orgnica , Buen*

  • donando las prcticas electorales y moralizando la vida poltica en la medida en que permita, el reemplazo de los hombres por las ideas.

    Los proyectos de reglamentacin podran ser analizados de diferentes modos y alre-dedor de distintos ejes. Por ejemplo, podramos separar las iniciativas a partir del sector poltico que las presenta, ya sea ste el oficialismo o la oposicin, y dentro de esta ltima, a socialistas y radicales; sin embargo, preferimos delimitar temas recurrentes y preocupacio-nes comunes dado que el origen partidario no marca diferencias importantes entre un pro-yecto y otro.

    En principio, todos los proyectos consideran a los partidos personas de derecho jurdico y colocan el otorgamiento de la personera en la justicia federal, para lo cual pautan las condiciones: contar con carta orgnica, programa, denominacin propia, tesoro "hones-to", fondo electoral propio, contabilidad acorde al Cdigo de Comercio y registro de afilia-dos.

    Programa y doctrina

    El grado de control del estado sobre el programa partidario vara de un proyecto a otro. Algunos slo exigen que los propsitos expresados no sean contrarios al bien pblico, o que se excluya la incitacin a la violencia, otros utilizan una frmula ms o menos comn: "objeto conveniente al pueblo, respeto a la Constitucin Nacional y a las autoridades por ella creadas". Sus alcances suelen estar explicitados en las fundamentaciones. Cuando Uriburu sanciona el estatuto de 1931 expresa en la fundamentacn que "las autoridades federales no deben otorgar personera a las agrupaciones que propicien la disolucin del estado o utilicen medios ilcitos o contrarios a los principios republicanos", Escobar propone negarles el carcter de partidos a aquellas agrupaciones "peligrosas para nuestra nacionalidad y el orden poltico social establecido en el pas" y Ortiz sostiene que un partido que "reciba apoyo material o inspiraciones de un pas extranjero, o que realice actos de agravio de la nacionali-dad, no puede ser tolerado dentro del estado".

    En este ltimo caso se incorpora un artculo (14) que prohibe el uso en la propagan-da electoral de smbolos ajenos a la soberana nacional y de otro idioma que no sea el castellano; artculo que reproduce el proyecto Fassi (19) que, adems, incorpora la prohibi-cin de toda organizacin partidaria de adiestramiento colectivo para el uso directo de la fuerza.

    El consenso en la necesidad de normatizar se quiebra cuando lo que est en juego es pautar la orientacin ideolgica de los partidos. Alfredo Palacios, ai presentar su proyecto en la Cmara de Senadores, pone el eje en ta defensa de la libertad de pensamiento, que hace posible la manifestacin de todas las ideas "que siendo o pudiendo ser diversas, engendran las divisiones que agrupan y forman los partidos... dualismo poltico que requiere un rgi-men de tolerancia contrario a la unanimidad letal". La divergencia surge claramente de la encuesta realizada por el Instituto de Investigaciones Jurdico-Polticas de la Universidad del Litoral, en 1942. Cuando su director, Salvador Dana Montano, sintetiza las respuestas, avala el reconocimiento de todos los partidos cualquiera sea su ideologa y se ve obligado, a posterior!, a hacer declaraciones sobre este punto en funcin de la polmica que genera. Su opinin es que "prohibir la existencia de partidos de ideas contrarias u opuestas a las consa-gradas es condenarlos a ia clandestinidad y a la accin secreta o encubierta, ms peligrosa en

    262

  • definitiva, que su reconocimiento y sometimiento al control de la ley"72. Esto no implica ; -aclara- proclamar la "legitimidad de todos los fines" partidarios sino tan solo su tolerancia,

    su "admisibilidad jurdica". Y concluye apostando a que "sin el consentimiento popular, no podrn establecerse en el pas regmenes autoritarios, impopulares".

    Reemplazar el sistema de las convenciones por el voto directo de los afiliados en la eleccin de autoridades partidarias y candidatos a cargos electivos se evala como el nico modo de superar "la accin disolvente de las camarillas oligrquicas o demaggicas", segn Uriburu; de evitar "las componendas, los caucus" suprimiendo y matando al "caudillo pro -videncial", en palabras de Amuchstegui.

    Slo cinco de los doce proyectos (Amuchstegui, Justo, Palacios, Soldano y el Ante-proyecto de Cdigo Poltico de 1943) establecen el voto directo para la seleccin de autori-dades y candidatos. El estatuto de 1931 y los proyectos de Escobar y Antille slo lo contem-plan para la eleccin de autoridades locales y delegados a las convenciones de distrito; Ortiz, Fassi y Matienzo, nicamente para los candidatos. En el caso del proyecto Matienzo, es prcticamente lo nico que considera objeto de reglamentacin e incorpora una novedad, el sistema de representacin proporcional si rigiera pata las elecciones locales en el distrito, o de no ser as el voto graduado, es decir, computando un voto entero al candidato ms votado de la lista, medio voto al segundo y as siguiendo, lo cual permite la representacin de las minoras evitando, segn cree, los cismas. La proporcionalidad de la representacin ser incorporada despus al Anteproyecto de Cdigo Poltico elaborado durante el gobierno de Castillo73. Un solo proyecto, el de Arqumides Soldano, un radical, contempla la posibilidad de la eleccin de candidatos extrapartidarios "cuando un nmero de afiliados no inferior al 10% de los inscriptos en el padrn partidario de un distrito electoral" lo proponga (artculo 51). El proyecto Tamborini no contempla la eleccin de autoridades y establece que los candidatos sean elegidos en asamblea pblica74.

    Resulta claro que no es la pertenencia a un partido poltico lo que define la posicin frente a 1a seleccin interna. Los estatutos del partido socialista contemplan !a eleccin de sus autoridades por voto directo desde 1926 y la carta orgnica del partido radical sanciona-da en septiembre de 1931 para reemplazar a los estatutos de 1892 establece el voto directo para todas las instancias (artculo 29, inc.b) aunque en 1a prctica slo Crdoba, Capital Federal y Santa Fe realizan elecciones directas para candidatos a cargos electivos y se mantie-

    7 2 Publicado en La Capi ta l , 28 /8 /1942 . 73 El Anteproyecto de Cdigo Poltico difiere en varios aspectos de los otros proyectos. En principio pauta

    minuciosamente a organizacin interna desde la unidad bsica (es la primera vez que e! organismo local aparece mencionado de esta manera) hasta la federacin en cuanto a sus autoridades (rgano legislativo, ejecutivo y judicial) y nmero de miembros de sus comisiones. En segundo lugar, al definir a los adherentes del partido, que en todos los proyectos son los electores, incorpora a las mujeres y a los jvenes en igualdad de derechos y deberes, excepto ser elegidos candidatos a cargos electivos y excluye de las elecciones internas a los analfabetos.

    ~4 En el provecto de 1927 presentado por Alvear y Tamborini la preocupacin central es reglamentar el procedimiento en caso de escisiones partidarias poniendo el cambio de denominacin y la separacin de bienes en manos de la justicia, preocupacin que responde indudablemente a los conflictos derivados de la escisin de su propio partido en 1923.

    263

  • ne el segundo grado para las autoridades centrales y los candidatos a presidente y vicepresi-dente de la nacin y gobernadores (slo Santa. Fe dirime las candidaturas a gobernador por voto directo).

    La intransigencia, que disputa con escaso xito posiciones en el interior del aparato partidario y en las listas de candidatos, demanda a la direccin ejercida por Alvear la aplica-cin del voto "directsimo", desde candidatos a presidente de la nacin hasta miembros de comisiones de fomento y consejos escolares, en tanto entiende que los mtodos eleccionarios de segundo grado desvirtan la verdadera expresin de la soberana popular '3.

    Otros sectores del partido plantean no reglamentar o reglamentar lo menos posible. Esto aparece con mucha claridad en el proyecto presentado a la cmara de diputados por Perkns, Arbeletche y Sancerni Jimnez en 1941. La iniciativa reglamenta la confeccin y uso del padrn de afiliados para evitar el problema de las afiliaciones dobles que, segn los firmantes es "lo nico factible de reglamentacin en un partido poltico", reglamentar ms es equiparar el partido a una sociedad annima, los partidos no existen a partir del otorga-miento de la personera por un juez "ella les viene del sufragio del pueblo, o de las ideas que difundan".

    Partidos y elecciones

    Otro de los aspectos que se consideran en los proyectos de reglamentacin es la actuacin electoral de los partidos. A excepcin de los proyectos de Amuchstegui, Matienzo y Palacios, todos proponen penar con la disolucin al partido que no se presente a eleccio-nes en perodos que oscilan entre los dos y los cinco aos 5' se considera delito la induccin a la abstencin. Adems, muchos de los proyectos incorporan artculos que enumeran los delitos de corrupcin electoral: el fraude, la promesa de empleos y la distribucin de bebi-das, alimentos o ropa para obtener votos, los juegos de azar en los comits, los traslados de personal en la administracin pblica en los meses previos a elecciones. Los proyectos se acumulan pero no se sancionan y de hecho la nica reglamentacin es el Estatuto de 1931 aunque su aplicacin depende de cmo evalen los jueces su vigencia dado que surge de un gobierno de facto. Parece haber coincidencias sobre la necesidad pero no sobre la oportuni-dad de reglamentar. La oposicin teme la instrumentacin de la ley por el gobierno.

    A modo de conclusin

    Las ideas vinculadas a los partidos polticos entre fines del siglo XIX y la llegada del peronismo al poder no cambian sustancialmente. Predominan las recurrencias y la reitera-cin de tpicos. En todo caso, se modifican sus articulaciones y sus nfasis, pero remiten, insistentemente, a un "deber ser", a un modelo prescriptivo elaborado en los momentos en que se debata la ingeniera institucional deseada par un pas que se haba concebido de manera incluyente y funcionaba excluyntemente.. A partir de all se despliega la impugna-cin y la crtica a las. agrup