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SÍNDROME DE DESACONDICIONAMIENTO FÍSICO EN EL PACIENTE
CRÍTICO
FT. Alejandra Mondragón Barrera*.
*Especialista en Fisioterapia en Cuidado Crítico. Candidata a Magister en
Epidemiología. Docente Facultad de Fisioterapia, Universidad CES.
RESUMEN
El paciente críticamente enfermo afronta circunstancias que pueden generar pérdida de
su condición física, como la utilización de equipos de monitorización y de soporte
vital, la aplicación de fármacos sedantes y relajantes neuromusculares, la
inmovilización prolongada en cama, eventos traumáticos de diversas etiologías y por
supuesto, la(s) patología(s) que lo llevaron a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI),
así como las concomitantes.
La pérdida o disminución de la condición física o desacondicionamiento físico es un
síndrome que tiene repercusiones multisistémicas que pueden comprometer la
capacidad funcional de la persona. Esta situación dilata las estancias tanto en las
unidades de cuidado crítico como en los servicios de hospitalización, lo que afecta
negativamente la salud pública y más importante, la situación del paciente y su familia.
En respuesta a esta problemática se han propuesto varias estrategias de prevención y
tratamiento del síndrome de desacondicionamiento, involucrando a todo el equipo que
conforma la UCI, incluido el fisioterapeuta.
PALABRAS CLAVE
Desacondicionamiento físico, Cuidado intensivo, Capacidad funcional
INTRODUCCION
La condición física es un concepto que engloba todas las cualidades físicas que una
persona requiere para la práctica de una actividad física y está constituida por todas las
funciones y estructuras que intervienen en la realización de la misma. Estas funciones
son la locomotriz, cardiorrespiratoria, hematocirculatoria, psiconeurológica y
endocrinometabólica (1).
El desacondicionamiento físico puede definirse como la pérdida de las adaptaciones
fisiológicas y la reducción en el desempeño que ocurre rápidamente cuando el
individuo deja de participar en sus actividades regulares tanto de la vida diaria como
durante el ejercicio(2)
DESACONDICIONAMIENTO FÍSICO EN UCI
El síndrome de desacondicionamiento es multicausal y engloba alteraciones
funcionales en diversos sistemas del organismo, características que probablemente
dificulten le elaboración de escalas o instrumentos de evaluación que permitan
determinar el grado de severidad del mismo ni especificar cuáles órganos o sistemas
del paciente se están viendo perturbados. Por tanto, en muchos de los estudios sólo se
investigan las alteraciones que afectan un sistema u órgano en particular.
Se ha estudiado que en el individuo críticamente enfermo se desencadena una
respuesta metabólica asociada a la lesión y la infección, que empieza con la activación
de mediadores como las citoquinas (factor de necrosis tumoral alfa (3),
interleukinas(4), factores estimulantes de colonias), mediadores neuroendocrinos
(catecolaminas, cortisol, insulina, glucagon, hormona antidiurética, renina,
angiotensina, aldosterona y adrenomedulina) y activación de factores de transcripción
nuclear(5).
Los efectos metabólicos serán entre otros, la perpetuación de la respuesta inflamatoria,
el deterioro del glutatione (principal mecanismo de defensa celular), alteraciones
enzimáticas de la membrana mitocondrial encargadas de la elaboración de ATP,
liberación de sustancias que llevan a mayor lesión celular y apoptosis de las células,
oxidación y activación de producción de radicales libre, proteasas y liberación de
metabolitos del acido araquidónico (tromboxanos y leucotrienos). Asimismo se
produce hiperglicemia, hipertrigliceridemia, retención de agua y sales con
hiponatremia, pérdida de potasio, magnesio y fosfato y deficiencia de zinc. Se genera
también aumento de la síntesis de proteínas hepáticas y alteraciones hematológicas
determinado por la respuesta de fase aguda, y producción de quimioatrayentes,
anafilaloxinas vasoactivas, opsoninas y estimulador de neutrófilos y adherentes de los
neutrófilos al endotelio, causado por el aumento en la cascada de complemento. El
catabolismo proteíco es resultante de la repriorización de los procesos metabólicos
determinados por las citoquinas y los mediadores neuroendocrinos, que buscan proveer
un incremento de sustratos en los tejidos involucrados en la defensa contra la injuria
(5).
El desacondicionamiento desde el punto de vista cardiovascular y pulmonar, se ha
demostrado que el desempeño puede verse reducido entre 5 y 35% en personas que
permanecen inmovilizadas en cama (6). Los mecanismos cardiovasculares
involucrados en estas alteraciones pueden ser central (cardiaco) y periféricos. Así, un
incremento de la frecuencia cardiaca máxima está asociado con elevación en la
actividad simpática (liberación de norepinefrina) e incremento de la respuesta de los
betaadrenergicos (7). Por tanto en el paciente críticamente enfermo, las respuestas
adrenérgicas podrían incrementar la contractilidad cardiaca, lo que aumentaría la
fracción de eyección durante la actividad física, pero paradójicamente se reducirían el
volumen sistólico y el llenado cardiaco. Por tanto, el gasto cardiaco máximo se
reduciría dramáticamente (6). En forma paralela, el volumen de llenado puede estar
disminuido por reducción en el retorno venoso, que puede ocurrir secundario a
incremento en la capacitancia de las venas en los miembros inferiores y por escasa
función de las bombas muscular y toraco-abdominal(8).
En el sistema pulmonar se dan disfunciones de carácter restrictivo por factores como la
inmovilidad y la aplicación de modalidades ventilatorias controladas, que conllevan a
alteraciones en las capacidades y volúmenes pulmonares por atrofia, debilidad y fatiga
de la musculatura respiratoria. La ventilación y el intercambio gaseoso también puede
verse afectado por los cambios en las zonas de distribución de la ventilación y la
perfusión pulmonar (9).
En cuanto a la estructura y función del sistema musculo-esquelético, se ha encontrado
que el desgaste y la debilidad muscular que se producen en los individuos en la UCIs
se debe tanto a la inmovilidad como a una variedad de mecanismos que incluyen una
nutrición inadecuada, la necrosis muscular, la miopatía o el deterioro de las fibras
musculares (10). Además de la debilidad generalizada, los pacientes frecuentemente
tienen disminución de la movilidad por pobre control del balance, miedo a caer o
anquilosis articular (11).
Es importante tener en cuenta también, las alteraciones del metabolismo óseo,
secundarias a la exposición a drogas como esteroides, a las descargas de peso por
reposo en cama durante largos periodos de tiempo, los síndromes de hiperresorción o
deficiencia de la vitamina D por pobre nutrición o falta de luz solar, y las disfunciones
renal o hepática que pueden estar presentes en el paciente críticamente enfermo (11).
Se han generado también muchas investigaciones con respecto a la Miopatía del
Paciente Crítico (MPC), que afecta a enfermos con sepsis grave y Síndrome de
Disfunción Múltiple de órganos (SDMO), la cual se asocia generalmente a la
Polineuropatía del Paciente Crítico (PPC). También es usual encontrar estudios sobre
la Miopatía Cuadripléjica Aguda (MCA) de los pacientes asmáticos que reciben altas
dosis de esteroides y relajantes musculares no despolarizantes (RMND)(12).
La polineuropatía del paciente crítico (PPC) es una degeneración axonal primaria de
fibras motrices y sensitivas que se acompaña de degeneración de las fibras musculares
como resultado de la denervación aguda que sufren dichas fibras del músculo
estriado(13). Ocurre en pacientes críticos, especialmente los que contraen síndrome de
respuesta inflamatoria sistémica (SRIS) y sepsis grave con síndrome de disfunción
multiorgánica (SDMO). Generalmente, la PPC coexiste con la miopatía del paciente
crítico, por lo que en la actualidad muchos autores lo denominan polineuromiopatía del
paciente crítico (PNMPC) (12).
Sumado a lo anterior, por la postura prolongada y la falta de actividad muscular
frecuente en la UCI, se producen alteraciones perceptuales somáticas importantes y
reducción de los procesos de retroalimentación motora proporcionados por la actividad
física (14).
Otra de las complicaciones que puede presentarse es la formación de úlceras por
presión. En la Unidad de Cuidados Intensivos existe una mayor incidencia debido a
una serie de factores que aumentan el riesgo de aparición de las mismas (gravedad del
paciente, drogas utilizadas, deterioro del nivel de conciencia, estado hemodinámico,
inmovilidad, acúmulo de líquido en el tercer espacio, entre otros).
EPIDEMIOLOGÍA
No se encuentran en la literatura disponible estudios que determinen específicamente la
incidencia y prevalencia de desacondicionamiento. Las investigaciones disponibles son
específicas sobre algunos de los elementos que lo conforman, tales como la debilidad
muscular, las miopatías y las polineuropatías, dentro de las más comunes.
La ocurrencia de la debilidad adquirida en UCI varía dependiendo de cada paciente,
del método diagnóstico usado y del momento de la evaluación. De Jonghe et al (15)
encontraron debilidad adquirida en UCI clínicamente significativa, en el 25% de los
pacientes que reciben ventilación mecánica por más de 7 días. Es de anotar que un
número sustancial de pacientes podría no ser evaluado con el test de función muscular
por el estado de conciencia. En otros estudios, se han encontrado incidencias mayores
que van del 50% al 100% (16).
La incidencia de la PPC es variable y oscila entre un 50 y un 80%, dependiendo
fundamentalmente de los criterios diagnósticos utilizados (17).
La incidencia de MPC no es bien conocida. La principal razón es que la miopatía es
difícil de detectar, ya que los ENF no son sensibles ni específicos y se requiere un
procedimiento invasivo como es la biopsia muscular (18).
Las úlceras por presión en UCI tienen una incidencia que varía entre 4,7 al 18,6% y
pueden llegar hasta el 56% de acuerdo al tipo de paciente que ingrese en la UCI (19).
FISIOPATOLOGÍA
Según algunos investigadores, la confluencia de varios factores como el uso de
corticoesteroides, los bloqueadores neuromusculares, la inmovilización y la sepsis,
entre otros contribuyen a que se generen trastornos neuromusculares (20). Por tanto las
vías por las cuales se producen estos trastornos serán diversos:
Sedantes: Los agentes sedantes tienen múltiples efectos adversos conocidos, como
las depresiones miocárdica y respiratoria, la inestabilidad hemodinámica, el
incremento del riesgo de tromboflebitis, ulceras por decúbito y polineuropatía (21).
Además, la sedación profunda conduce a inmovilización prolongada, por lo que
puede producir debilidad severa por trastornos nerviosos y/o musculares (22).
Inflamación sistémica: Diversos estudios sobre la enfermedad neuromuscular en el
paciente críticamente enfermo han identificado la correlación entre la debilidad
muscular adquirida en la UCI con el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica,
la sepsis y la disfunción multiorgánica (23)(15) (24). Existen algunas hipótesis
sobre el mecanismo por el cual la inflamación sistémica podría producir lesión
nerviosa y muscular. Una de las más aceptadas es la que concierne a la isquemia o
la injuria por la acción de células inflamatorias y de algunas citoquinas. Asimismo,
el incremento de la permeabilidad vascular podría estar relacionado con la
expresión de la adhesión de moléculas en el endotelio vascular (25).
Corticoesteroides: La relación entre el uso de agentes corticoides y los trastornos
neuromusculares es controversial. Varios autores han encontrado una asociación
significativa entre el uso de corticoesteroides y el desarrollo de debilidad muscular
adquirida (26). En modelos animales, la administración de cortocoesteroides puede
producir atrofia muscular selectiva, particularmente en las fibras rápidas. Puede
ocurrir lesión de los filamentos delgados tanto por denervación, como por la
aplicación de cortocoesteroides. También puede ocurrir pérdida completa de la
excitabilidad muscular, debido a la inactivación de canales rápidos de sodio(16).
De otro lado, algunos estudios no encontraron relación entre el uso de esteroides
con alteraciones neuromusculares (27).
Bloqueadores neuromusculares: Se ha reconocido ampliamente la asociación entre
los agentes bloqueadores neuromusculares y la debilidad por trastornos
neuromusculares. El mecanismo por el cual se podría producir es por un efecto
persistente del medicamento tal como ocurre con los agentes o sus metabolitos que
se acumulan cuando existe disfunción renal o hepática. Otra explicación involucra
a pacientes con asma aguda y falla ventilatoria quienes son tratados con altas dosis
de corticoesteroides en combinación con los bloqueadores neuromusculares (16).
Ventilación mecánica: Se ha encontrado que la duración de la ventilación
mecánica puede ser un factor de riesgo, independiente de la duración de la falla
multiorgánica, que podría determinar la severidad de la debilidad muscular (15) .
Esto es debido a que en muchas ocasiones las modalidades ventilatorias aplicadas
o la misma patología pulmonar, requieren que el paciente este sedado y/o relajado.
Otro factor importante relacionado con la ventilación mecánica es la pérdida de la
fuerza en los músculos respiratorios, tanto por atrofia de los mismos como por
daño en las miofribrillas, que se da por el desuso, cuando se instauran modos
controlados (27).
Hiperglicemia: La debilidad muscular asociada con altos niveles de glucosa ha
sido demostrada en pacientes críticamente enfermos con falla multiorgánica (27) y
los efectos periféricos de la hiperglicemia crónica sobre el sistema nervioso central
son conocidos (28) .El mecanismo generador parece estar relacionado con la
activación de la glicolisis y la fosforilación oxidativa, que incrementan la captación
pasiva de glucosa y de la generación y/o capacidad del sistema de captar las
especies reactivas de oxígeno, lo que puede desencadenar daño mitocondrial de los
diversos tejidos(29).
Inmovilización: La inmovilización desencadena una serie de alteraciones
metabólicas aún desde las primeras 24 horas y se caracteriza por la atrofia de las
fibras musculares tipo I, la fatiga muscular por menor capacidad oxidativa de la
mitocondria, la baja tolerancia al déficit de oxigeno y una mayor dependencia de
metabolismo anaeróbico. Si la inmovilización se perpetúa por tres semanas, se
pierde el 50% de la fuerza muscular, y ocurren cambios metabólicos consistentes
en pérdida de nitrógeno ureico, de 2 a 12 gr por día, perdida de calcio hasta 4 gr
por día y balance negativo de sodio, potasio y fósforo. Luego de 8 semanas de
inmovilidad se desarrolla intolerancia a carbohidratos y pérdida del 16% de masa
ósea, mayor riesgo de trombosis venosa profunda e hipotensión ortostática (30).
Asociado a esto también se van a dar alteraciones en la piel por posturas
mantenidas, principalmente donde se sitúan las prominencias óseas, alteración en
la sensibilidad profunda y de los volúmenes y capacidades pulmonares (31).
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de las alteraciones neuromusculares se basa en el Examen
Neurofisiológico (ENF) y en la biopsia muscular. Los dos signos que claramente
pueden diferenciar entre neuropatía y miopatía son el análisis del potencial de acción
de unidad motriz (PAUM) y el reclutamiento de fibra generado por el esfuerzo vo-
luntario. En las miopatías, el PAUM está disminuido en amplitud y duración y es
polifásico, con reclutamiento precoz. El diagnóstico de certeza lo da la biopsia
muscular, y se recomienda realizarla a los pacientes con debilidad muscular,
especialmente si impide la desconexión de la VM, sin un diagnóstico neurofisiológico
de PPC ni bloqueo de conducción en el ENF (12).
Con respecto al sistema cardiovascular, el diagnóstico puede establecerse gracias al
monitoreo de los signos vitales (FC, PA) (32) durante la ejecución de una actividad o
durante los cambios de posición del paciente, evaluándose las respuestas
hidrodinámicas y neurohumorales (33). Es necesario tener en cuenta el esfuerzo
percibido por el paciente, sobre todo cuando recibe medicación que regula la
frecuencia cardiaca o la tensión arterial, ante lo cual se puede aplicar la Escala de Borg
(34).
A su vez, en el sistema respiratorio, el desacondicionamiento puede verse representado
por la dependencia al ventilador, es decir la incapacidad del paciente de reasumir su
función respiratoria, lo que ocasiona intentos fallidos de destete y signos clínicos de
intolerancia. Objetivamente, podrían usarse el cociente entre frecuencia respiratoria y
volumen tidal o Indice de Yang-Tobin (35) como reflejo de la resistencia muscular
respiratoria, la medición de PIM y PEM (36) para mirar la fuerza muscular respiratoria.
Para determinar la funcionalidad se pueden aplicar instrumentos validados tales como
la Escala de Barthel (37) o la Medida de Independencia Funcional (FIM en ingles)
(38).
Con la Escala propuesta por el Panel Europeo de úlceras por presión (UPP) para definir
y clasificarlas, se podría determinar el compromiso en el dominio tegumentario(39).
ESTRATEGIAS DE PREVENCION Y TRATAMIENTO DEL
DESACONDICIONAMIENTO FISICO
Se han propuesto varias medidas para evitar o disminuir el desacondicionamiento, tales
como tratar precozmente la enfermedad de base, controlar estrictamente la glucemia
(80/120 mg/dl), utilizar los RMND como último recurso, el menor tiempo posible y si
se administran, monitorizar su acción con un estimulador de nervio periférico (30).
También se recomienda administrar corticoides sólo en casos estrictamente necesarios
y a las menores dosis posibles, corregir y evitar la hiperosmolaridad, utilizar el menor
tiempo posible la nutrición parenteral (30), interrumpir o disminuir el uso de agentes
sedantes y realizar terapia física y ocupacional tempranamente (40).
La implementación de medidas cinéticas y de posicionamiento en las unidades de
cuidado intensivo, ya sea de forma pasiva o activa (según el estado del paciente)
previenen la pérdida de sensibilidad ortostatica, disminuyen la alteración de los
barorreceptores cardiacos y disminuyen la disfunción endotelial (7) y favorecen la
mejoría de la fuerza en cuádriceps, la capacidad funcional y la auto-percepción al alta
hospitalaria (41).
En un estudio que examinó el efecto del entrenamiento físico sobre el estado funcional
medido con el Índice de Barthel (IB) y la Medida de Independencia Funcional (FIM)
en sujetos que requieren ventilación mecánica se demostró que un programa de 6
semanas de entrenamiento físico puede mejorar el estado funcional debido al aumento
en la fuerza muscular en los miembros y a la disminución de requerimiento de la
ventilación mecánica, es decir, el tiempo libre de ventilador. Al parecer, este último
efecto puede estar sustentado en que los ejercicios de fortalecimiento en los miembros
superiores facilitan la acción de músculos accesorios inspiratorios, como el pectoral, lo
que puede contribuir a un acortamiento en el tiempo de ventilación y de destete de la
misma (42).
El posicionamiento ayuda a tener mejoría en la relación V/Q (Ventilación/Perfusión),
en los volúmenes pulmonares y en el aclaramiento de la vía aérea, reduciendo el
trabajo cardiaco y pulmonar, previniendo de igual forma la aparición de hipotensión
ortostática (8).
Los movimientos articulares han demostrado que incrementan en forma positiva las
variables metabólicas y hemodinámicas en pacientes críticamente enfermos, con un
aumento aproximado de oxigeno de 15% y también se han reportado algunos efectos
fisiológicos de las movilizaciones, como la adecuación en el transporte de oxigeno, la
mejoría de la relación V/Q y la reducción de efectos de la inmovilidad (43).
Estas son algunas de las muchas ventajas que tienen las estrategias de manejo que
realizan los fisioterapeutas en las UCIs y estos hallazgos plantean muchas necesidades
tanto desde la intervención como de la investigación.
Al evaluar los procesos de atención de los usuarios es probable que se requiera la
elaboración de guías de manejo o protocolos, que de acuerdo con el sustento
académico que se ha logrado hasta ahora, persigan garantizar la movilidad y actividad
tempranas. Un protocolo planteado bajo estos términos, definiría la intervención
temprana como el intervalo que inicia con la estabilización fisiológica y continua
durante la estancia en la UCI y determina cuando darle inicio de acuerdo a unos
criterios de estabilidad neurológica, circulatoria y respiratoria (44).
CONCLUSIONES
Cómo puede observarse, el síndrome de desacondicionamiento físico es una situación
que conlleva a mayor deterioro en la salud y más demora en la recuperación de los
pacientes que han requerido un servicio de cuidados intensivos, por lo que es
imperativo desarrollar e implementar estrategias para evitar o disminuir su efecto
negativo sobre el bienestar de las personas. Son varias y diversas dichas estrategias, y
entre ellas se encuentra la intervención por parte del fisioterapeuta, por lo que se
requiere que las modalidades de intervención sean adecuadas y oportunas.
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