4-el mago de la serpiente

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    La puerta de la muerte El Mago de la Serpiente Margaret WeisTracy Hickman

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    El Mago de

    la

    serpienteLibro 4

    Dedicado a mi nueva nieta,Natalie Briana Baldwin,

    y a sus padres, David y Joyce.Margaret Weis

    Dedicado con amor a Don y Jen Allphin.

    Tracy Raye Hickman

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    PRLOGO

    Aquel da tuve que descargar mi clera sobre Haplo 1. Un trabajo nada agradable.

    Pocos me creern, pero me afligi obrar como requera el asunto. Tal vez me habraresultado ms fcil si no me hubiese sentido responsable en buena medida.Cuando comprend que a los patryn nos haba llegado la hora, cuando ya casi ramossuficientemente fuertes como para fugarnos de esta atroz prisin a la que nosarrojaron los sartn y ponernos de nuevo en marcha para recuperar el liderazgo deluniverso que nos toca por derecho propio, escog entre todos nosotros a uno para quese adelantara y explorara los nuevos mundos.Eleg a Haplo. Me indujeron a ello la rapidez de su mente, la independencia de supensamiento, su coraje y su capacidad para adaptarse a nuevos entornos.

    Pero, ay!, han sido estas mismas cualidades las que lo han llevado a rebelarse contram. Por eso, insisto, soy responsable en parte de lo sucedido.

    Consider que necesitara capacidad para pensar por s mismo si habra de enfrentarsea los territorios desconocidos de los mundos creados por nuestro antigu o enemigo, lossartn, en los que habitaban los mensch. 2 Resultaba de vital importancia quereaccionara con inteligencia y destreza ante cualquier situacin y que no revelara anadie en ninguno de esos mundos que nosotros, los patryn, nos hemos liberado denuestras cadenas. Haplo se port esplndidamente en dos de los tres mundos quevisit, a excepcin de algunos errores insignificantes. Fue en el tercero donde metraicion y se traicion a s mismo. 3

    Lo sorprend justo antes de que partiera rumbo a su cuarta visita hacia Chelestra, elmundo del agua. Se hallaba a bordo de su nave dragn, la misma que lo haba tradode Ariano, y se dispona a zarpar hacia la Puerta de la Muerte. No dijo nada al verme.No pareca sorprendido. Daba la impresin de haber estado esperndome, de estarseguro de que me presentara, aunque el desorden que reinaba a bordo pareca indicarque se haba estado preparando para una partida apresurada. Desde luego, tambin el

    interior de su persona albergaba una gran confusin.

    1Xar, Una crnica de poder, vol. 24. El diario personal del Seor del Nexo. (Xar no era su verdadero nombre. De

    hecho, ni siquiera es un nombre patryn y, sin duda, fue l mismo quien lo invent; probablemente proceda de la

    antigua palabra zar, der ivada de Csar.)

    2Trmino utilizado por los sartn y los patryn para referirse a las razas inferiores: humanos, elfos y enanos. Es

    interesante apuntar que la palabra est tomada de una de las muchas lenguas humanas de los tiempos anteriores ala Separacin (alemn, probablemente) y s ignifica gente.

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    Referencias a los viajes de Haplo a los mundo s de Ariano, Pryan y, por ltimo, Abarrach, relatados en volmenesanteriores de El ciclo de la Puerta de la Muerte.

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    Aquellos que me conocen pueden tildarme de hombre duro, cruel, pero el lugar en elque me cri es aun ms duro y cruel. En mi larga vida he presenciado demasiadodolor, demasiado sufrimiento para que ste me conmueva. Pero no soy un monstruo.No soy un sdico. Lo que le hice a Haplo fue por necesidad, y no me produjo ningn

    placer.Escatima la vara y echars a perder al nio, dice un proverbio mensch.Haplo, creme cuando digo que esta noche estoy triste por ti. Pero fue por tu propio

    bien, hijo mo.Por tu propio bien.

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    1EL NEXO

    Maldicin, aprtate del camino. Haplo dio un puntapi al perro. El animal seencogi y se escabull en la penumbra de la bodega, hasta que le pasara el mal humora su amo.Sin embargo, Haplo poda ver la tristeza de aquellos ojos que lo observaban desde laoscuridad. La culpabilidad y los remordimientos que lo embargaron slocontribuyeron a aumentar su irritacin y su enojo. Mir con ferocidad al perro y eldesorden de la bodega. En ella se haban amontonado apresuradamente arcas, cubas ycajas, rollos de cuerda y toneles, que permanecan all donde haban sido tirados.

    Recordaba una ratonera, pero no se atreva a perder tiempo poniendo orden,amontonando las cosas con cuidado, guardndolas de forma segura como hacasiempre.Tena mucha prisa. Estaba desesperado por abandonar el Nexo antes de que loatrapara su seor. Contempl la confusin, incmodo, con una comezn en las manosque ansiaban arreglar aquel revoltijo. Dio media vuelta y abandon la bodega endireccin al puente de mando. El perro se levant sin hacer ruido y lo sigui con pasossilenciosos.Alfred! le espet al animal. Todo es culpa de Alfred. Maldito sartn! Nunca habratenido que dejarlo marchar. Debera haberlo trado hasta aqu, a mi seor, para quefuera l quien se encargara del miserable desgraciado. Pero cmo iba a imaginar queel cobarde tendra finalmente el valor de saltar de la nave! Supongo que t no tendrsidea de cmo ocurri, verdad?Se detuvo y clav en el perro una mirada recelosa. El animal se sent, lade la cabezay lo mir con afable inocencia, pero movi con alegra la cola al or el nombre deAlfred. Haplo prosigui su camino gruendo, lanzando rpidos vistazos a derecha eizquierda. Observ con alivio que su nave no haba sufrido daos irreparables. Lamagia de las runas que cubran el casco haba cumplido su trabajo, preservando elAlade Dragn del abrasador entorno de Abarrach y de los mortales hechizos que los

    lzaros4 le haban echado en sus intentos por secuestrarla.

    Haca muy poco que haba traspasado la Puerta de la Muerte, y saba que erapeligroso darle la espalda demasiado deprisa. Haba perdido la conciencia del viajedesde Abarrach. No, perdido no era la palabra correcta. La haba apartadodeliberadamente. El sueo no onrico posterior haba acabado de restablecerle la saludmientras cicatrizaba la herida de la flecha que llevaba en el muslo y eliminaba losltimos vestigios del veneno que le haba inoculado el seor de Kairn Necros. Al

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    Los lzaros eran los terribles nigromantes de Abarrach, el reino de fuego, cuyas almas vivientes estn atrapadasen cuerpos ya muertos .

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    despertar, el cuerpo de Haplo se encontraba en perfectas condiciones, pero no podadecirse lo mismo de su mente. Casi lamentaba haber vuelto a la conciencia.Su cerebro se hallaba en el mismo estado que la bodega. En l se agolpaban unamaraa de pensamientos, ideas y sentimientos. Algunos estaban alejados en rincones

    oscuros, desde donde vea cmo lo miraban. Otros se esparcan revueltos de cualquiermanera. Amontonados de forma precaria y descuidada, podan desmoronarse a lamenor provocacin. Saba que podra organizarlos con tiempo, pero no dispona demucho y no quera perderlo. Tena que escapar, alejarse.Haba enviado el informe sobre Abarrach a su seor a travs de un mensajero, dndolecomo excusa para no presentarse en persona la necesidad de perseguir al sartnevadido.

    Mi seor, podis apaar por completo Abarrach de vuestros clculos. He encontrado evidencias

    que indican que los sartn y los mensch habitaron una vez esta extensin de roca derretida y

    estril.Sin duda, ni siquiera su poderosa magia pudo hacer nada para sobreponerse a un clima tan

    hostil. Al parecer, intentaron establecer contacto con los otros mundos, pero sus tentativas

    fracasaron. Sus ciudades se han convertido ahora en sus propias tumbas.Abarrach es un mundo muerto.

    El informe no menta. Haplo no haba dicho nada falso acerca de Abarrach. Pero suverdad estaba cubierta por un barniz que ocultaba debajo la madera podrida. Estabaprcticamente seguro de que su amo sabra que su sirviente menta, pues el Seor delNexo tena la facultad de estar al corriente de lo que ocurra en la cabeza de unhombre... y en su corazn.El Seor del Nexo era la nica persona a quien Haplo respetaba y admiraba, la nica aquien tema. La clera de su seor era terrible y poda llegar a ser mortal. Su magiatena un increble poder. Cuando todava era joven, haba sido el primero en escapardel Laberinto. Era el nico de todos los patryn entre los que se inclua Haplo quehaba tenido la valenta de regresar a esa prisin letal para luchar contra sus terribleshechizos y liberar a su gente.

    El pnico congelaba a Haplo cada vez que imaginaba un posible encuentro con suseor. Y pensaba en ello casi constantemente. No tema el dolor fsico, ni siquiera lamuerte. Se trataba del miedo a ver la desilusin en los ojos de su seor, a enfrentarsecon la evidencia de haber traicionado al hombre que le haba salvado la vida, que loamaba como a un hijo.

    No le dijo Haplo al perro, es mejor continuar hacia Chelestra, el prximo mundo.Es preferible ir deprisa, correr el riesgo. Con suerte, con el tiempo llegar a resolver laconfusin que llevo dentro. Entonces, cuando regrese, podr enfrentarme a mi seor

    con la conciencia clara.Alcanz el puente, se detuvo y mir fijamente la piedra de gobierno. Haba tomadouna decisin. Slo tena que poner las manos sobre la piedra redonda cubierta de

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    runas y la nave se soltara de las amarras mgicas que la sujetaban al suelo y navegarapor el crepsculo prpura del Nexo. Por qu dudaba?

    Algo iba mal. No haba examinado el vehculo con la minuciosidad habitual. Haba

    escapado sano y salvo de Abarrach y haba cruzado sin problemas la Puerta de laMuerte, pero esto no significaba que pudiera realizar otro viaje.

    Haba preparado la nave de cualquier manera, improvisando arreglos para lo que notena tiempo de reparar a conciencia. Tendra que haber reforzado las estructurasrnicas que seguramente se habran debilitado con el viaje y haber revisado si sehaban producido grietas, tanto en la madera como en los signos mgicos, y deberahaber reemplazado los cabos desgastados.Tambin debera haber consultado a su seor acerca de este nuevo mundo. Los sartnhaban dejado en el Nexo informacin escrita referente a los cuatro mundos. Sera unalocura precipitarse a ciegas en el mundo del agua, sin contar siquiera con el msrudimentario conocimiento de aquello a lo que se enfrentaba. Anteriormente, l y suseor se haban reunido y estudiado...Pero aqul no era momento. No, no era buen momento.

    Tena la boca seca, con un sabor desagradable. Trag saliva pero no not alivio.Extendi las manos hacia la piedra de gobierno y se sobresalt al contemplar cmo letemblaban los dedos. Se le agotaba el tiempo. A estas alturas, el Seor del Nexo yahabra recibido su informe. Ya sabra que le haba mentido.Debo partir... ahora dijo con voz queda, obligndose a tocar la piedra.Pero se senta igual que un hombre que ve cmo se le viene encima un funesto destino,que es consciente de que debe correr para salvar la vida, y sin embargo se encuentraparalizado y los miembros no responden a las rdenes de su cerebro.

    El perro lanz un gruido. Se le erizaron los pelos del cuello y fij la vista en un puntopor debajo y ms all de Haplo.Haplo no se volvi. No tena necesidad: saba quin se encontraba en la puerta.Lo supo a travs de numerosos indicios. No haba odo a nadie aproximndose, las

    runas de advertencia que llevaba tatuadas en la piel no se haban activado y el perrono haba reaccionado hasta que el hombre estuvo al alcance de la mano. El animalpermaneci plantado donde estaba, con las orejas levantadas y un grave gruidoretumbndole en el pecho.Haplo cerr los ojos y suspir. Para su sorpresa, sinti una gran sensacin de alivio.Vete perro. Ordeno.El animal levant la vista hacia l y solt un gruido, rogndole que lo reconsiderara.Hazlo mascull, vamos.Se le acerc gimiendo y le puso la pata sobre la pierna. Haplo le rasc las orejas

    peludas y le frot el hocico.Vete. Espera fuera.

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    Cabizbajo, a regaadientes, el perro abandon el puente con un trote lento. Haplo looy echarse justo al lado de la entrada, lo oy resoplar, y supo que el animal estaraall, tan cerca de la puerta como fuera posible sin llegar a desobedecer la orden de suamo.

    No mir al hombre que se haba materializado en la penumbra crepuscular del interiorde la nave. Permaneci con la cabeza agachada. Tenso, nervioso, traz con el dedo lasrunas grabadas en la piedra de gobierno.Ms que verlo u orlo, presinti que el hombre se acercaba. Sobre su brazo se cerr unamano. Era anciana y nudosa, y sus runas configuraban una masa de colinas y vallessobre la arrugada piel, pero los signos eran todava oscuros y fciles de leer, y supoder era muy fuerte.

    Hijo mo dijo una voz amable.Si el Seor del Nexo se hubiera presentado en la nave furioso, llamndolo traidor,soltando amenazas y acusaciones, Haplo lo habra desafiado, se habra enfrentado a lhasta, sin duda, perder la vida.Pero esas dos simples palabras lo desarmaron por completo: Hijo mo.En ellas escuch compasin, comprensin. Lo estremeci un sollozo, y cay derodillas. De sus prpados brotaron lgrimas ms abrasadoras y amargas que el venenoque haba tomado en Abarrach. Ayudadme, mi seor! Suplic, y las palabras fluyeron como un grito sofocado deuna garganta que ardiera de dolor. Ayudadme!Lo har, hijo mo contest Xar. Acarici con la mano nudosa el cabello de Haplo.Lo har.La presin de la mano se intensific dolorosamente. Xar le alz con brusquedad lacabeza, obligndolo a mirar hacia arriba.Has sido lastimado en lo ms profundo, terriblemente herido, y tu lesin no estcicatrizando limpiamente. Supura, no es cierto, Haplo? La gangrena se extiende.brela con la lanceta. Prgate de su hedionda infeccin o te consumir la fiebre.Mrate, observa lo que esta infeccin ha hecho ya contigo. Dnde est el Haplo quesali desafiante del Laberinto, sabiendo que cada paso poda ser el ltimo? Qu hasido del Haplo que tantas veces se enfrent a la Puerta de la Muerte? Dnde se

    encuentra ahora? Sollozando a mis pies igual que un nio!Dime la verdad, hijo mo. Cuntame la verdad sobre Abarrach.

    Haplo inclin la cabeza y confes. Las palabras manaron como un torrente,liberndolo, aflojando el dolor de la herida. Habl con rapidez febril. Su narracinestaba llena de interrupciones y fragmentos inconexos y su discurso era, a menudo,incoherente, pero Xar no tuvo ninguna dificultad en seguir el relato. El lenguaje de lospatryn y sus rivales, los sartn, tena la facultad de crear imgenes en la mente que sepodan ver y comprender en caso de que fallaran las palabras.

    De modo que los sartn han estado practicando el arte prohibido de la nigromancia...murmur el Seor del Nexo. Eso era lo que temas contarme, verdad? Locomprendo, Haplo. Comparto tu repulsin y tu disgusto. Los sartn hicieron mal uso

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    de este poder maravilloso. Cadveres descompuestos que se arrastran, dedicados atrabajos de siervo. Ejrcitos de huesos que se golpean entre s hasta hacerse polvo.De nuevo, lo tranquiliz acaricindolo con sus manos nerviosas.Tan poca fe tenas en m, hijo mo? Despus de todo este tiempo, todava no me

    conoces? No conoces mi poder? Realmente crees que utilizara mal ese don comohan hecho los sartn.Perdonadme, mi seor susurr Haplo, que se senta dbil y abatido pero muyreconfortado. He sido un estpido. No utilic la cabeza.Tuviste a un sartn en tu poder. Podras habrmelo trado y lo dejaste marchar,Haplo, dejaste que escapara. Pero lo comprendo. Te confundi y te hizo ver lo que noera. Te enga. Lo entiendo. Estabas enfermo, moribundo...No me excusis, mi seor protest Haplo con aspereza. Se senta avergonzado, y elllanto le haba dejado la garganta en carne viva. Lo hice a sabiendas. El veneno meafect el cuerpo pero no la mente. Soy dbil, corrupto. No merezco vuestra confianza.No, no, hijo. T no eres dbil. El mal al que me refiero no es el que te ha producido elveneno del dinasta, sino el que te ha estado dando el sartn. Un veneno mucho msinsidioso, que acta sobre la mente en lugar de atacar el cuerpo. Es el verdaderoculpable de la herida que antes he mencionado. Pero ahora hemos limpiado la llaga,no?Xar enred en sus dedos los cabellos de Haplo.

    El patryn alz la vista hacia su seor. Las interminables batallas contra la poderosamagia del Laberinto haban dejado huellas en las lneas de su rostro. Aun as, tena lapiel tersa, el mentn firme y fuerte y una nariz que sobresala como el pico afilado deun ave de presa. Los ojos brillantes traslucan sabidura y avidez.S contest Haplo, la herida est drenada.Y ahora es necesario cauterizarla para evitar que vuelva la infeccin.Desde el otro lado de la puerta lleg un sonido de rasguos. El terrible tono deamenaza que se perciba en la voz del Seor del Nexo haba alertado al perro, quesalt sobre sus patas, dispuesto a defender a su amo.Quieto, perro le orden ste mientras, con la cabeza gacha, se dispona a recibir sucastigo.

    El Seor del Nexo alarg la mano, agarr a Haplo por la camisa y, de un tirn, rasgen dos el tejido dejando al descubierto la espalda y los hombros de su servidor. Elcuerpo de Haplo reaccion involuntariamente ante el peligro que se avecinaba, y lasrunas tatuadas en su piel comenzaron a emitir un leve resplandor con tonalidadesrojas y azuladas.Apret las mandbulas y continu arrodillado. El resplandor de los signos sedesvaneci lentamente. Levant la cabeza para fijar en su seor la mirada tranquila yresuelta.Acepto mi castigo. Ojal me purifique, mi amo y seor.

    Que as sea, hijo mo. No me resulta placentero ejecutarlo.

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    El Seor del Nexo puso la mano en el pecho de Haplo, sobre el corazn. Sigui unaruna con un dedo, y su larga ua dibuj un reguero de sangre. Pero el mayor dolor loinfligi en la magia del patryn. Las runas del corazn eran los primeros eslabones en elcrculo de su ser. Al contacto de su seor, comenzaron a separarse y la cadena empez

    a romperse.El Seor del Nexo hundi el filo de su magia dentro de los signos mgicos, y losseccion. Un segundo eslabn se solt del primero y se rompi. Lo mismo ocurri conel tercero, el cuarto y, ms tarde, el quinto. Cada vez a mayor velocidad, las runas queconstituan la fuente del poder de Haplo y su defensa contra otras fuerzas sequebraron, se hicieron aicos, se convirtieron en astillas.El dolor era insoportable. Agujas de metal le taladraban la piel y ros de fuegoatravesaban la sangre de sus venas. Cerr la boca y aguant cuanto pudo sin gritar.Finalmente no resisti ms, y no reconoci sus propios alaridos cuando stos brotaron.El Seor del Nexo era experto en su trabajo. Cuando pareci que Haplo estaba a puntode desmayarse de dolor, interrumpi el tormento y se puso a hablar con suavidad desu pasado juntos, hasta que recuper el sentido. Entonces, reanud el castigo.

    La noche, o lo que en el Nexo se conoca como noche, proyect sobre la nave el suavemanto de un rayo de luna. El amo traz un signo mgico en el aire, y la torturatermin. Haplo se desplom sobre la cubierta como si estuviera muerto. El sudor lecubra el cuerpo desnudo, tena escalofros y le castaeteaban los dientes. En sus venasresurgi un residuo de dolor similar al destello de una llama o la hendidura de unacuchilla, y profiri otro agnico lamento. El cuerpo se crisp y se agitespasmdicamente, fuera de control.El Seor del Nexo se inclin y, una vez ms, puso la mano sobre el corazn de susiervo. En ese momento podra haberlo matado. Podra haber roto la proteccin,destruido cualquier posibilidad de recuperacin. Haplo not el contacto fro de suamo sobre la piel ardiente. Se estremeci, ahog un gemido y se qued rgido,absolutamente inmvil.Ejecutadme! Os he traicionado! No merezco vivir!Hijo susurr su amo, apenado. Sobre el pecho de Haplo cay una lgrima . Mipobre hijo...

    La lgrima sell la runa.Haplo, con un suspiro, se dio la vuelta y empez a llorar. El Seor del Nexo se acerc asu joven servidor, cogi entre sus brazos la cabeza ensangrentada y lo acun, lotranquiliz e hizo obrar su magia hasta reparar las runas y restablecer el crculo de suser.Haplo se sumi en un sueo reparador.El Seor del Nexo se quit su propia capa blanca de fino lino y lo cubri con ella. Sedetuvo un momento para contemplar al joven. Los estragos de la agona comenzabana remitir, y el rostro de Haplo volva a mostrar un aire duro y severo, sereno y

    decidido, como una espada cuyo metal se haba fortalecido al contacto con el fuego,como un muro de granito cuyas grietas se haban rellenado con acero fundido.

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    Coloc las manos sobre la piedra de gobierno y, pronunciando las runas, la activ paraque iniciara su viaje a travs de la Puerta de la Muerte. Se dispona a abandonar lanave cuando lo asalt un pensamiento. Realiz una rpida inspeccin por la navedragn y recorri con su aguda vista cada rincn en penumbra.

    El perro haba desaparecido.Excelente.El Seor del Nexo desembarc por fin, plenamente satisfecho.

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    2EN ALGN LUGAR MS ALL DE LA PUERTA DE LA MUERTE

    Alfred despert con un espantoso alarido resonndole en el odo. Permaneci inmvily aterrorizado mientras escuchaba con el corazn desbocado, las manos sudorosas ylos prpados apretados a la espera de que se repitiera el grito. Tras unos instantes deprofundo silencio, lleg a la confusa conclusin de que haba sido l mismo.La Puerta de la Muerte. Ca por la Puerta de la Muerte. O, mejor dicho se corrigiestremecindose ante la idea, fui empujado a travs de la Puerta.Yo que t, no estara por aqu cuando despierte, le haba advertido Haplo...

    ...Haplo se haba dormido, sumido en uno de los sueos reparadores vitales para los

    de su raza. Alfred estaba sentado en la nave tambaleante, en la nica compaa delperro, que yaca junto a su amo en actitud protectora. Echando un vistazo a sualrededor, se dio cuenta de la soledad que lo envolva. Estaba aterrorizado y, paracombatir el pnico, se aproxim a Haplo en busca de su compaa, aunque steestuviera inconsciente.Se sent a su lado y se entretuvo observando el rostro severo del patryn. Advirti queno descansaba en calma, sino que frunca el entrecejo en una expresin de severidad,como si nada ni el sueo y quiz ni la propia muerte pudiera proporcionar una pazcompleta al patryn.Movido por la compasin y la lstima, alarg la mano para alisar un mechn decabello que caa sobre aquella cara implacable.El perro alz la cabeza y solt un gaido amenazante. Alfred apart la mano.Lo siento, ha sido involuntario.El animal, que conoca a Alfred, pareci considerar admisible la disculpa y volvi aecharse.Alfred dej escapar un enorme suspiro y ech una mirada nerviosa por la nave queavanzaba a sacudidas. A travs de la ventana, vislumbr el abrasador mundo deAbarrach que se alejaba de ellos en un confuso torbellino de humo y llamas. Frente al, contempl el agujero negro de la Puerta de la Muerte que se aproximaba a gran

    velocidad.Oh, vaya! murmur al tiempo que se encoga. Si tena que abandonar la nave, mejorque lo hiciera pronto.El perro tuvo la misma idea. Se incorpor de un salto y empez a ladrar paraapremiarlo.Lo s, ha llegado el momento asinti. Me has salvado la vida, Haplo. Y no es queno te est agradecido, pero... estoy terriblemente asustado. Creo que no tendr el valorsuficiente.Tendrs la valenta de quedarte? pareca preguntarle el animal, exasperado.

    Tendrs el coraje de enfrentarte al Seor del Nexo?

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    El Seor del Nexo, el amo de Haplo, era un poderoso mago patryn. Sus habitualesdesmayos no salvaran a Alfred de aquel hombre terrible. Escarbara y rastreara cadasecreto que escondiera en su ser. La tortura, los tormentos se prolongaran tantotiempo como aguantara vivo... y no caba duda de que el patryn se encargara de que

    su presa viviera mucho, mucho tiempo.La amenaza tendra que haber bastado para hacer actuar a Alfred; por lo menos, esoera lo que l crea. Se record de pie en la cubierta superior, sin la ms ligera nocin decmo haba llegado all.Los vientos de la magia y el tiempo silbaban a su alrededor. Se le pegaban sin ningnrespeto a los mechones de su incipiente calva y hacan aletear los faldones de su largaprenda de abrigo. Se aferr a la barandilla con ambas manos y mir hacia el exterior,horriblemente fascinado con la Puerta de la Muerte.Y entonces supo que sera tan incapaz de arrojarse a aquel abismo como de poner finconscientemente a su miserable y solitaria existencia.Soy un cobarde le dijo al perro que, aburrido, lo haba seguido hasta la cubierta.Alfred sonri dbilmente y se mir las manos, que se agarraban a la baranda con losnudillos blancos por la presin. Me parece que soy incapaz de soltarme. Yo...

    De pronto, el perro pareci enloquecer. Con un gruido, mostrando los dientes, salthacia l. Alfred solt las manos para protegerse la cara en un acto reflejo de proteccin.El animal se le abalanz sobre el pecho y lo hizo caer por la borda...Qu haba ocurrido despus?No poda recordar nada excepto la sensacin de confusin y extremo horror.Conservaba una vivida impresin de estar cayendo..., cayendo por un agujero quepareca demasiado pequeo para que pasara un mosquito y que sin embargo erasuficientemente grande como para engullir la nave dragn alada. Recordaba la cada atravs de la luz brillante en la oscuridad, el ensordecedor rugido del silencio, lasensacin de dar volteretas mientras no se mova.Y al fin, cuando iba a alcanzar el punto ms alto, haba llegado al suelo.Y all era donde se encontraba, o al menos eso supona.

    Consider la posibilidad de abrir los ojos, pero decidi no hacerlo. No tena ningn

    deseo de ver lo que lo rodeaba. Donde quiera que estuviese, tena que ser horrible.Mejor dejarse llevar por el sueo y, con un poco de suerte, no despertar nunca ms.Por desgracia, como suele ocurrir en estos casos, cuanto ms empeo pona endormirse, ms se desvelaba. Una luz brillante se filtr a travs de los prpadoscerrados. Not una superficie dura, llana y fra que se extenda bajo sus pies y advirtique tena dolorido el cuerpo, lo cual indicaba que haba estado algn tiempo echadoall. Tambin tena fro y estaba sediento y hambriento.No saba dnde haba aterrizado. La Puerta de la Muerte conduca a cada uno de loscuatro mundos que los sartn haban creado con su magia despus de la Separacin.

    Tambin llevaba al Nexo, la bella tierra crepuscular ideada para albergar a los patrynrehabilitados tras su liberacin del Laberinto. Tal vez se hallaba all. Quizs habaregresado a Ariano. Tal vez no haba ido a ninguna parte, en realidad!

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    Tal vez al abrir los ojos vera al perro mirndolo con aire afable.Le dolan los msculos faciales de tanto apretar los prpados para mantenerloscerrados. Pero la curiosidad y el punzante dolor que le atravesaba la parte inferior dela espalda pudieron con l. Abri los ojos con un quejido, se sent y mir

    nerviosamente a su alrededor.Casi llor de alivio.Se encontraba en una gran habitacin circular iluminada con una suave y relajante luz

    blanca que proceda de las paredes de mrmol. El suelo era del mismo material y en lhaba incrustadas diversas runas, signos mgicos que le resultaron familiares.Delicadas columnas sostenan la cpula del techo abovedado. Empotrados en losmuros de la sala, se disponan hileras sucesivas de compartimientos de cristalconcebidos para mantener personas en un estado de animacin suspendida y que alfinal, trgicamente, se haban convertido en atades.

    Alfred supo dnde se encontraba: en el mausoleo de Ariano. Estaba en casa. Y decidi,desde un principio, no volver a salir de all. Se quedara para siempre en aquel mundosubterrneo. Aqu estara a salvo. Nadie conoca ese lugar, excepto una mensch, unaenana llamada Jarre, y sta no tena manera de encontrar el camino de vuelta. Nadiedara con aquel sitio ahora, protegido como estaba por la poderosa magia sartn. Yapoda la guerra entre enanos, elfos y humanos causar estragos en Ariano, que l novolvera a participar. Ya poda Iridal seguir buscando al hijo que le haban cambiado,que l no estaba dispuesto a ayudarla. Ya podan seguir vagando por Abarrach losmuertos vivientes, que l estaba decidido a volverles la espalda a todos, excepto aaquellos benditos cadveres silenciosos que tan bien conoca y que ahora volvan a sersus compaeros.Al fin y al cabo, un hombre solo, qu puede hacer?, se pregunt melanclico.Nada.Qu se puede esperar que haga?Nada.Quin puede esperar que haga algo?Nadie.Alfred se repiti este pensamiento: nadie. Record la maravillosa y terrible

    experiencia en Abarrach cuando haba credo tener la certeza de que en el universoexista un poder benfico supremo, de que no estaba solo como haba credo todosesos aos.Pero este sentimiento se haba desvanecido, haba muerto con el joven Jonathan, aquien haban destruido la muerte y los lzaros de Abarrach.Tendra que habrmelo imaginado dijo Alfred con tristeza. O quizs Haplo tenarazn. Tal vez yo mismo cre esa visin que todos experimentamos y no tuveconciencia de haber lo hecho, tal como sucede con mis desvanecimientos, o comocuando formul el hechizo que priv de su vida mgica a los muertos. Y, si eso es as,

    entonces tambin es cierto lo que dijo Haplo. Yo conduje a la muerte al pobreJonathan. Engaado por falsas visiones y promesas, se sacrific para nada. Escondila cabeza entre las trmulas manos y hundi los hombros. Donde quiera que voy,

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    siembro el desastre, as que no ir a ningn otro sitio. No quiero hacer nada. Mequedar aqu. A salvo, protegido, rodeado de los que una vez am.

    De cualquier forma, no poda pasar el resto de su vida en el suelo. Existan otras salas,

    otros lugares a donde ir. Hubo un tiempo en que los sartn haban vivido all abajo.Temblando, entumecido y con el cuerpo dolorido, intent ponerse en pie. Pero los piesy las piernas tenan distinta intencin, se resistieron a ponerse en marcha y sedesmoronaron bajo su peso. Cay, pero continu resuelto a seguir intentndolo y, trasunos momentos, lo consigui. Cuando al fin se levant, observ que sus pies parecaninclinados a tomar una direccin contraria a la que l se haba propuesto.Una vez que todas las partes de su cuerpo se pusieron ms o menos de acuerdo,Alfred se impuls hacia los compartimientos de cristal para dar un afectuoso saludo aaquellos que haba abandonado tanto tiempo atrs. Los cuerpos de los atades nuncale devolveran el saludo, nunca pronunciaran palabras de bienvenida. Jams abriranlos ojos para mirarlo con amistosa satisfaccin. Pero su presencia y la paz que de staemanaba lo reconfortaban.Se senta reconfortado y lo invada la envidia.Nigromancia. El pensamiento revolote en su mente como si se tratara de unmurcilago: Puedes devolverles la vida.Pero la terrorfica sombra plane sobre l slo un instante. No se dej tentar. Habasido testigo de las espantosas consecuencias que la magia negra haba tenido enAbarrach. Y tena la horrible sensacin de que la nigromancia haba matado a aquellosamigos suyos, les haba robado la fuerza vital para insuflrsela a quienes, segnsospechaba, no la deseaban.

    Fue directamente a un atad que le era bien conocido. En l yaca la mujer que amaba.Despus de las horribles visiones de tumulto y muerte que haba presenciado enAbarrach, necesitaba verla durmiendo en paz. Con cario y lgrimas en los ojos, pusolas manos en la cara externa de la ventana de cristal tras la que ella se encontraba yapret la frente contra el vidrio.Algo no encajaba.Tal vez la causa era el llanto que le empaaba la visin y le impeda ver con claridad.

    Parpade unas cuantas veces y se restreg los ojos. Cuando fij la vista retrocediapresuradamente, sobresaltado y presa de una gran conmocin.No, no poda ser cierto. Estaba sobreexcitado, haba cometido un error. Despacio, sedesliz hacia el atad y volvi a mirar con atencin en su interior.Dentro se hallaba el cuerpo de una mujer sartn, pero no era Lya!Alfred se estremeci de pies a cabeza.Clmate! se aconsej. Ests mirando donde no es. Has estado dando tumbosdurante ese terrible viaje a travs de la Puerta de la Muerte. Te has equivocado decompartimiento y ests contemplando otro. Vuelve atrs y empieza de nuevo.

    Se dio la vuelta y una vez ms se acerc tambalendose hasta el centro de lahabitacin, con las piernas dbiles como cera derretida e incapaces de sostenerlo.Desde aquella posicin cont cuidadosamente las hileras de compartimientos de

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    cristal en un sentido y en el opuesto. Se dijo que se haba saltado una hilera y volviatrs, haciendo caso omiso a la voz interior que le deca que todo el tiempo habaestado en el sitio correcto.Apart la vista y rehus mirar hasta estar cerca, para evitar que sus ojos le jugaran otra

    mala pasada. Cuando se plant frente al atad, cerr los prpados y luego los abricon rapidez, casi esperando atrapar algo al vuelo.La desconocida segua all.Alfred boque con un escalofro y se peg al cristal. Qu estaba ocurriendo? Acasoestaba perdiendo el juicio?Es muy probable se dijo. Despus de todo lo que he pasado... Tal vez Lya no existinunca. Quizs nicamente dese que existiera y, ahora, despus de pasar tanto tiempolejos, no consigo evocar su rostro.Mir de nuevo. Si realmente su mente desvariaba, lo haca de manera muy racional.La mujer era mayor que Lya; rayaba la edad de l, conjetur. Tena el cabellocompletamente blanco, y el rostro un rostro atractivo, pens, contemplndola contristeza y perplejidad haba perdido la elasticidad y la delicada belleza de la

    juventud, pero en su lugar haba adquirido la gravedad y la resolucin propias de lamadurez.Tena una expresin solemne y seria, aunque las arrugas alrededor de la bocaindicaban que una sonrisa clida y generosa haba adornado los labios. La arruga de lafrente, apenas visible bajo las finas ondas de su cabello, dejaba entrever que no habatenido una vida fcil, que haba reflexionado y meditado mucho acerca de infinidad decosas. Tena un aire triste. La sonrisa que ahora se adivinaba, no la haba iluminadocon frecuencia. Un manto de profundo anhelo y punzante melancola envolvieron aAlfred. All haba alguien con quien podra haber conversado, alguien que lo habracomprendido.Pero... qu haca ella en ese lugar?Yacer, debo yacer murmur para s.

    Con la vista nublada por la confusin de sus pensamientos, casi a ciegas, Alfredavanz a tientas a lo largo del muro que albergaba numerosos compartimientos hastallegar al suyo. Tena que volver a l, descansar, dormir... o quiz despertar. Tal vez

    estaba soando. l...Sartn bendito! Alfred dio un paso atrs con un grito ronco.All haba alguien! En su propio compartimiento! Era un hombre de edad mediana,con una cara grave, fra, atractiva. Sus fuertes manos descansaban a los costados.Realmente, me he vuelto loco! Se llev las manos a la cabeza. Esto..., esto esimposible. Retrocedi tambalendose para mirar otra vez con atencin a la mujer queno era Lya. Cerrar los ojos y cuando los abra todo habr vuelto a la normalidad.Pero no los cerr. Sin poder creer lo que haba visto, fij la mirada en ella. Tena lasmanos cruzadas sobre el pecho.

    Las manos. Se haban movido! Se alzaron..., cayeron! Haba respirado.La observ de cerca largo rato. El sueo mgico en el que descansaban los durmientesaminoraba el ritmo respiratorio.

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    Bajo las manos, el pecho se alz y descendi otra vez. Y, ahora que Alfred se habarepuesto de la conmocin inicial, contempl con claridad el leve rubor que lecoloreaba las mejillas, un color que nunca haba visto en el rostro de Lya.Est... viva! susurr.

    Se dirigi a trompicones hasta el compartimiento de cristal que antes le habapertenecido y en el que ahora yaca otro hombre y escudri su interior. La vestiduradel hombre una sencilla tnica blanca se movi. Los globos oculares giraron bajo losprpados; un dedo se crisp.Febrilmente, con la mente sobreexcitada y el corazn a punto de estallar de alegra,Alfred corri de una cmara a otra para mirar en el interior de cada una.No haba duda. Todos aquellos sartn estaban vivos!

    Exhausto, con la cabeza dndole vueltas, regres al centro del mausoleo e intentponer orden en sus pensamientos. Le result imposible. No lograba encontrar elprincipio ni el fin de aquel ovillo.Sus amigos del mausoleo llevaban muchos aos muertos. En repetidas ocasiones loshaba dejado y, al regresar, nada haba cambiado. Al principio, cuando habacomprendido por primera vez que era el nico superviviente entre todos los sartn deAriano, se neg a creerlo. Se haba apostado a s mismo que, la prxima vez, cuandovolviera, los encontrara vivos. Pero nunca haba sucedido tal cosa y, muy pronto, el

    juego se hizo tan doloroso que prefiri abandonarlo.Pero ahora haba vuelto a jugar y lo que era ms, haba ganado!Cierto que todos aquellos sartn, del primero al ltimo, le resultaban desconocidos.No tena idea de cmo haban llegado hasta all o por qu, ni de qu haba sido de losque haba dejado atrs. Pero eran sartn y estaban vivos!A menos, claro, que realmente se hubiera vuelto loco.Haba una manera de averiguarlo. Alfred vacil. No estaba seguro de querer saberlo.Recuerdas lo que dijiste acerca de retirarte del mundo se dijo a s mismo, de novolver a involucrarte en la vida de los dems? Podras marcharte, abandonar estahabitacin sin mirar atrs.Pero dnde ira? se pregunt con impotencia. Si tengo algn hogar, es ste.Aunque slo fuera por curiosidad, se decidi a actuar.

    Con su voz nasal, comenz a salmodiar las runas en tono agudo. A medida quecantaba, su cuerpo se balanceaba y sus manos siguieron el ritmo. Despus, las alz ytraz los signos en el aire al mismo tiempo que dibujaba con los pies su intrincadaestructura.La magia envolvi aquel cuerpo tan extremadamente desmaado de ordinario y, porun momento, la belleza ilumin a Alfred. Sus miembros se movieron con elegancia, yla cara tristona resplandeci con una sonrisa radiante. Se entreg a la magia, bail conella, le cant, la abraz. Vuelta tras vuelta, danz por el mausoleo con solemnidad, conlos faldones flotando al aire y haciendo revolotear los rados encajes.

    Una a una, las puertas de cristal se fueron abriendo. Uno tras otro los que moraban enlas cmaras tomaron el primer aliento del mundo exterior. Uno a uno volvieron la

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    cabeza, abrieron los ojos y miraron a su alrededor maravillados o confusos, reacios aabandonar el dulce sueo en el que haban estado sumidos.Absorto en la magia, Alfred no se haba dado cuenta de lo que suceda a su alrededor.Continu bailando con gracia sobre el suelo de mrmol, trazando con los pies

    movimientos precisos. Cuando hubo terminado de formular el hechizo y la danzallegaba a su fin, se movi cada vez ms lentamente, continuando con sus grcilesgestos, menos exagerados ahora. Por fin se detuvo y, levantando la cabeza, mir a sualrededor, ms desconcertado an que aquellos que acababan de despertar de susueo.Varios centenares de hombres y mujeres ataviados con delicadas tnicas blancas sehaban reunido a su alrededor y esperaban cortsmente a que terminara de completarsu danza mgica para no interrumpirlo. Alfred se detuvo y los otros continuaronesperando respetuosamente para darle tiempo a salir de su estado mstico y volver a larealidad, en un acto parecido a la cada en un lago helado.

    Un sartn, el mismo que haba encontrado Alfred en su compartimiento de cristal, seadelant hacia l. El modo en que los dems se apartaron con deferencia para dejarlepaso y el respeto y la confianza con que lo miraron indicaban su condicin deportavoz del grupo.Se trataba, como Alfred haba observado, de un hombre de mediana edad, y por suapariencia no era difcil adivinar por qu los mensch haban tomado por dioses a lossartn. Las lneas de su cara eran poderosas; sus rasgos y el brillo de sus ojos castaosdelataban inteligencia. El cabello corto se rizaba sobre la frente en un estilo que leresultaba familiar aunque no acertaba a recordar dnde lo haba visto antes.El extrao sartn se movi con una gracia que caus la envidia del torpe Alfred.Me llamo Samah dijo con una voz rica y melodiosa mientras le dedicaba unaanticuada reverencia pasada de moda mucho antes de que Alfred fuera un chiquillo yque los sartn ms ancianos practicaban con poca frecuencia.

    No contest. Lo mir de hito en hito, con el cuerpo paralizado. Le haba revelado sunombre sartn!5 Esto poda significar tanto que aquel Samah confiaba en l unextrao, un desconocido como en un hermano, como que tena demasiada confianza

    en su propio dominio de la magia para temer el poder de un contrario. Se inclin porel segundo motivo. El poder que irradiaba el sartn de la tnica calent al pobreAlfred como el sol de un da de invierno.En otro tiempo, Alfred le habra revelado su nombre sartn sin pensarlo dos veces, conla seguridad de que cualquier influencia que aquel hombre pudiera ejercer sobre ltena que ser buena a la fuerza. Pero entonces an era inocente, todava no haba vistoel cuerpo de sus amigos y familiares yacer en atades de cristal, ni el uso que los

    5 Dada la naturaleza mgica del lenguaje de los sartn, stos tienen dos nombres: uno privado, que poseecaractersticas mgicas y cuyo conocimiento podra dar a otro sartn poder sobre l, y uno pblico, que tiende aanular el efecto de la magia.

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    sartn haban dado a la prctica prohibida de la tenebrosa nigromancia. Dese poderconfiar en ellos, habra dado la vida por confiar en ellos.Me llamo... Alfred contest con una torpe reverencia.se no es un nombre sartn coment Samah ceudo.

    No concedi, sumiso.Es un nombre mensch. Pero t eres un sartn, no es cierto? No eres un mensch,verdad?S, lo soy. Quiero decir no, no lo soy. Alfred se confundi con las palabras.El lenguaje sartn, como el patryn, posea la facultad mgica de evocar imgenes delmundo y el entorno del que hablaba. En las palabras de Samah, Alfred habapresenciado un reino de extraordinaria belleza, compuesto de agua por completo, conun sol brillante en su centro. Un mundo constituido a su vez por otros mundospequeos: continentes encerrados en burbujas de aire, vivos en s mismos, aunquedormidos ahora, que en sus sueos vagaban alrededor del sol. Vio una ciudad sartn,donde la gente trabajaba, luchaba...Lucha. Guerra. Combate. Monstruos salvajes que emergan de las profundidades,causaban estragos, sembraban la muerte... Junto a las imgenes de la batalla, sinti unchoque en el cerebro que estuvo a punto de hacerle perder el sentido.Soy el jefe del Consejo de los Siete... comenz Samah.Lo mir boquiabierto y se qued sin respiracin, como si se hubiera dado un fuertegolpe contra el suelo.Samah. El Consejo de los Siete. No poda ser cierto...Por la expresin ceuda del hombre, Alfred comprendi que le estaba formulando unapregunta.Eh..., perdn? balbuce.El resto de los sartn, que haban permanecido de pie sumidos en un silenciorespetuoso, empezaron a murmurar e intercambiaron miradas. Samah ech un vistazoa su alrededor y los hizo callar sin necesidad de pronunciar una sola palabra.Estaba diciendo, Alfred el tono de su voz era amable, paciente; Alfred sinti que losojos se le llenaban de lgrimas, que, como cabeza del Consejo, tengo el derecho y laobligacin de hacerte ciertas preguntas, no por mera curiosidad ociosa, sino movidopor la necesidad, dados los tiempos de crisis en que vivimos. Dnde est el resto de

    nuestros hermanos?Samah mir en torno a s con expectacin.Estoy..., estoy solo respondi Alfred, y la palabra solo trajo imgenes queimpulsaron a Samah y los otros sartn a clavar en l la mirada, con un repentino ypunzante silencio.Algo ha salido mal? pregunt por fin el presidente del Consejo.S, ha sucedido algo espantoso!, quiso gritar Alfred. Pero lo nico que hizo fuemirar confuso a Samah mientras la realidad tronaba a su alrededor como la terribletormenta que ruge perpetuamente sobre Ariano.

    No..., no estoy en Ariano, verdad? Las palabras brotaron de su oprimido pecho.No. Qu te ha hecho creer tal cosa? Te encuentras en el mundo de Chelestra, porsupuesto respondi Samah con rudeza, a punto de perder los estribos.

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    Oh, vaya! exclam dbilmente y, con un grcil movimiento en espiral, se derrumbsuavemente hasta el suelo, inconsciente.

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    3A LA DERIVA EN ALGN LUGAR DEL MAR DE LA BONDAD

    Me llamo Grundle.De nia, sta fue la primera palabra que aprend a escribir. No estoy segura de por qula escribo aqu, ni de por qu empiezo con ella. Lo nico que s es que he estadomucho tiempo mirando esta pgina en blanco y debo escribir algo o de lo contrario nolo har nunca.Me pregunto quin encontrar y leer esto. O si alguna vez llegar a manos dealguien. Dudo que lo sepa nunca. No tenemos ninguna esperanza de sobrevivir alfinal del viaje.(A no ser, claro est, que confiemos ingenuamente en un milagro, en que algo o

    alguien venga en nuestra ayuda. Alake dice que esperar una cosa as y rezar para queocurra es una crueldad, si pensamos en el sufrimiento que fe espera a nuestra gente sinos salvamos. Supongo que tiene razn, ya que es la ms inteligente de todos. Pero henotado que contina practicando sus ejercicios de invocacin, cosa que no hara deseguir sus propios consejos. )Alake fue quien me recomend que escribiera la crnica del viaje. Dice que losnuestros pueden encontrarla cuando hayamos desaparecido y en ella encontrarnconsuelo. Por supuesto, tambin es necesario hablar de Devon. Todo esto es cierto,pero sospecho que me ha asignado esta tarea para quedarse sola y que nadie lamoleste cuando desee practicar su magia.Supongo que tiene razn. Es mejor estar ocupado en algo que no hacer nada y sentarsea esperar la muerte. Pero tengo mis reservas acerca de que nuestra gente encuentrenunca este relato. Creo que es ms probable que lo haga un extrao.Me resulta raro pensar que un extrao pueda leerlo cuando yo haya muerto. Y todavame es ms inslito compartir con un desconocido mis temores y recelos, cuando nosoy capaz de hacerlo con aquellos a quienes amo. Tal vez esa persona proceda de otraluna marina, si existen otras lunas marinas, cosa que dudo. Alake tambin dice que especado pensar que el Uno no ha creado a nadie ms que a nosotros. Pero los enanossomos muy dados a dudar, a sospechar de cualquier cosa que no haya existido, como

    mnimo, tanto tiempo como nosotros. Dudo que nuestra muerte sirva para algo. Dudoque los seores del mar mantengan su palabra. Nuestro sacrificio ser en vano. Losnuestros estn condenados.Ya est. Por fin lo he escrito. Y me siento mejor despus de hacerlo, aunque ahoradeber asegurarme de que Alake no vea nunca este diario.Me llamo Grundle.Esta vez ser ms fcil. Mi padre es Yngvar Barbapoblada, Vater de los gargan. Mimadre se llama Hilda. Se dice que de joven era la ms hermosa de toda la luna marina.Se han dedicado canciones a mi belleza, pero he visto un retrato suyo del da de su

    boda, y yo no soy nada a su lado. Las patillas le llegaban casi a la cintura y eran de esecolor dorado tan raro y apreciado entre los enanos.

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    Mi padre cuenta que, cuando mi madre apareci en la palestra del concurso, las demsparticipantes abandonaron nada ms verla, dejndola como incontestable vencedora.Mi madre era especialmente diestra porque haba practicado el tiro de hacha y eracapaz de dar en el blanco cinco de cada seis veces. Si me hubiera quedado en Gargan,

    ya se habran celebrado los concursos matrimoniales por obtener mi mano, ya queestoy al final de la Edad de la Bsqueda.Este borrn es una lgrima. Ahora estoy convencida de que Alake no debe ver estediario! No lloro por m. Estoy llorando por Hartmut. l me amaba y yo lecorresponda. Pero no debo dejarme llevar por el recuerdo o pronto las lgrimasemborronarn toda la pgina.Probablemente, la persona que encuentre esto se sorprender de que un enano sea suautor. Los nuestros no se interesan por materias como la escritura, la lectura y laaritmtica. Escribir vuelve perezosa la mente, segn dicen los mos, que son capacesde retener en la memoria la historia completa de Gargan, adems de la familiar decada individuo. En realidad, los enanos no tenemos un lenguaje escrito propio, raznpor la cual estoy utilizando el de los humanos.Tambin conservamos en la cabeza excelentes relatos, que causan el asombro denuestros proveedores elfos y humanos. Todava no conozco al enano que no puedadecir con detalle cunto dinero ha hecho en el transcurso de una vida. Algunos de

    barba canosa podran pasarse das enteros haciendo recuento! Yo misma no habraaprendido a leer y escribir si no fuera porque estoy o estaba destinada a gobernar.Como tendra que tratar de cerca con nuestros aliados humanos y elfos, mis padresdecidieron que deba educarme entre ellos y conocer sus costumbres. Al propiotiempo (y creo que esto era para ellos lo ms importante), esperaban que yo educara aelfos y a humanos en nuestros hbitos.A edad temprana, me mandaron a Elmas la luna marina de los elfos6 junto conAlake, la hija del gobernante de Phondra. Alake tiene aproximadamente mi edadmental, aunque no se corresponde en trminos de ciclos reales. (La brevedad de lavida humana los obliga a crecer deprisa.) Con nosotras se encontraba Sadia, laprincesa lfica que comparta nuestros estudios.La bella y gentil Sadia... Nunca volver a verla. Pero, gracias al Uno, ha escapado deeste funesto destino.

    Las tres muchachas pasamos juntas muchos aos, durante los que volvimos locos anuestros maestros y aprendimos a querernos como hermanas. De hecho, estbamosms unidas que muchas hermanas que conozco, pues entre nosotras jams hubo celoso rivalidad.Las nicas diferencias surgan al aprender a convivir con los defectos de las dems.Pero nuestros padres queran que creciramos juntas. A m, por ejemplo, nunca mehaban gustado mucho los humanos. Hablaban muy fuerte y rpido, eran demasiado

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    Una de las numerosas pequeas tierras habitables que crearon los sartn. Su nombre deriva del hecho de queestas pequeas lunas orbitan el sol marino de Chelestra, aunque en el interior, no en e l exterior.

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    agresivos y corran de tema en tema, de un sitio a otro. Nunca se paraban a sentarse nise tomaban tiempo para pensar.El largo perodo que pas en contacto con humanos me ense que su impaciencia yambicin, la constante necesidad de darse prisa, prisa, prisa, era su manera de

    combatir la brevedad de su vida.Por el contrario, comprend que los longevos elfos no eran soadores perezosos, comocreen la mayora de enanos, sino gente que simplemente se toma la vida como viene,sin preocuparse por el maana, con la certeza de que habr innumerables maanaspara enfrentarse a los problemas.Por otro lado, Alake y Sadia tenan la paciencia suficiente para aguantar mi bruscafranqueza, rasgo caracterstico de mi gente. (Me gustara pensar que es una buenacualidad, pero no debe llevarse a extremos!) Un enano siempre debe decir la verdad,sin importar lo preparados que los dems estn para escucharla. Tambin podemosser muy testarudos y, una vez que decidimos algo, nos mantenemos en nuestros trecey raramente cedemos. De un humano inslitamente tozudo se dice que tiene pies deenano.En mis estudios, aprend a hablar y escribir con fluidez en humano y en lfico (a pesarde la irritacin que causaba en nuestra pobre tutora mi manera de coger la pluma).Estudi la historia de sus lunas marinas y las distintas versiones de la historia deChelestra, nuestro mundo. Pero lo que aprend por encima de todo fue a querer a misamadas hermanasamigas y, a travs de ellas, a sus respectivas razas.Solamos planear la manera de unir ms a los nuestros, cuando por fin gobernramos,cada una en su propia luna marina.Ya nunca ser as. Ninguna de nosotras vivir lo suficiente.Supongo que ser mejor explicar lo que ocurri.Todo comenz el da en que me dispona a bendecir el cazador de sol. Mi da. Mi granda.La excitacin no me haba dejado dormir. Apresuradamente me vest con mis mejoresropas: una blusa de manga larga de tejido sencillo y prctico (en nuestra vida notienen lugar los adornos), un vestido atado a la espalda y unas botas slidas yresistentes. De pie frente al espejo de mi dormitorio en la casa de mi padre, comenc latarea ms importante del da: cepillar y rizarme el cabello y las patillas.

    El tiempo pas volando hasta que o que mi padre me llamaba. Hice ver que no lehaba odo y continu observndome con ojo crtico mientras me preguntaba si estabapresentable para aparecer en pblico. No debe pensarse que esa preocupacin por miaspecto naca de la vanidad. Como heredera al trono de Gargan iba tanto a presenciarcomo a tomar parte del acto.Tena que admitirlo: estaba preciosa. Apart los tarros de esencias importados de loselfos de Elmas, y devolv las tenacillas a su sitio junto a la chimenea. Sadia, quesiempre tiene una nube de sirvientes revoloteando a su alrededor (y que nunca se hacepillado ella misma su larga cabellera rubia) no entiende que yo no slo me vista sin

    ayuda, sino que adems lo recoja todo cuando termino. Los gargan somos genteorgullosa y autosuficiente y nunca se nos ocurrira dejar a otros este tipo de laboresdomsticas. Nuestro Vater tala su propia madera para el hogar, nuestra Muter hace su

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    colada y friega el suelo. Yo misma me rizo el pelo. La nica marca de distincin que lafamilia real recibe sobre los dems es que se espera de nosotros que trabajemos eldoble que el resto de gargan.Aquel da, sin embargo, mi familia recibira una de las contadas recompensas por los

    servicios prestados al pueblo. La flota de cazadores de sol estaba completa. Mi padrepedira al Uno que los bendijera, y yo tendra el honor de clavar un mechn de miscabellos en la proa del buque insignia.Mi padre me llam de nuevo. Sal deprisa de mi habitacin y entr corriendo al saln.Dnde est esa chica? Le preguntaba a mi madre. El sol marino habr pasadosobre nuestras cabezas y nos habremos congelado para cuando est lista.Es su gran da le record ella, apaciguadora. Querrs que tenga buen aspecto, no?Todos sus pretendientes van a estar presentes.Bah! gru. An es demasiado joven para pensar en esas cosas.Tal vez, pero lo que hoy ve el ojo, maana llena la cabeza replic mi madre citandoun proverbio enano.7Hum! resopl mi padre.Pero, cuando me vio, se le hinch el pecho de orgullo y no volvi a comentar nadams respecto a mi demora.Padre, cunto te echo de menos! Qu difcil es todo esto! Qu difcil!

    Abandonamos nuestra casa, que es ms bien una cueva excavada en la montaa.Todas nuestras casas y comercios se construyen en su interior, al contrario que los delos humanos y elfos que se levantan en las laderas. Tard largo tiempo enacostumbrarme a vivir en el palacio de coral de Elmas que, a m entender, se apoyabaen la roca de forma precaria. Sola tener pesadillas en las que se desmoronaba por lamontaa y me arrastraba en su cada.Era una maana esplndida. Los rayos del sol marino brillaban entre las olas. 8 Lasescasas nubes que flotaban sobre la caverna atraan su destello. Nos unimos a lamultitud que descenda por el escarpado camino que lleva a la playa del Mar de laBondad. Nuestros vecinos llamaron a mi padre para palmotearle la gran barriga eltpico saludo enano y lo invitaron a reunirse con ellos en la taberna despus de laceremonia.

    7Los enanos pasan por diversas etapas a lo largo de la vida, empezando por la Edad de la Infancia, a la que sigue

    la Edad de la Bsqueda, la cual da paso a la Edad de la Sensatez. A los enanos no se les permite casarse hasta que

    alcanzan la Edad de la Sensatez, momento en que se considera que la sangre caliente de la Edad de la Bsqueda seha enfriado hasta dar paso al sentido comn de las personas adultas. Despus de la Edad de la Sensatez,

    aproximadamente a los doscientos aos, los enanos pasan a la Edad de la Sabidura.

    8 La posicin del sol marino con relacin a las lunas marinas produce a quien se encuentra en estas lunas la

    impresin de que el sol est en el agua, debajo de l. As pues, la luz irradia desde el agua, no desde el cielo. ste

    suele presentar un color turquesa que procede de los musgos que crecen en la superficie de las cavernas de aire de

    la luna marina.

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    l les devolvi el saludo y continuamos el camino de bajada. Cuando estamos en tierrafirme, los gargan viajamos siempre a pie. Los carros son para transportar patatas, nopersonas. A pesar de que estamos familiarizados con la costumbre lfica de viajar encarruaje y la humana de utilizar bestias de carga, la mayora de enanos considera tal

    pereza un signo de debilidad innato en las otras dos razas.El nico vehculo que utilizamos los gargan es nuestro famoso barco sumergiblediseado para navegar por el Mar de la Bondad. Estos barcos, orgullo de los enanos,se construyeron por necesidad, dada nuestra desafortunada tendencia a hundirnoscomo piedras en el agua. No ha nacido el enano capaz de nadar.Somos tan buenos constructores navales que los de Phondra y los de Elmas, que en unprincipio fabricaban sus propias embarcaciones, dejaron de hacerlo y empezaron adepender de nuestra produccin. Ahora, con la financiacin de elfos y humanos,hemos construido nuestra obra maestra: una flota de sumergibles, de cazadores de sol,con capacidad para alojar la poblacin de tres lunas marinas.Han pasado generaciones desde que fuimos llamados para construir los cazadores desol anunci mi padre. Nos detuvimos en el abrupto sendero para contemplar conadmiracin el puerto que se extenda all abajo, al nivel del mar . Nunca se diseuna flota tan grande para transportar a tantos. ste es un momento histrico que serecordar largo tiempo.Y un gran honor para Grundle dijo mi madre al tiempo que me diriga una sonrisa.Le devolv la sonrisa pero no dije nada. Los enanos no somos conocidos precisamentepor nuestro sentido del humor, pero a m se me considera ms seria y responsable quecualquiera de mi raza, y aquel da el deber absorba mi pensamiento. Tengo unanaturaleza extremadamente prctica, sin un destello de sentimentalismo oromanticismo (como Sadia sola comentar con tristeza).Ojal tus amigas estuvieran aqu hoy para verte aadi. Las invitamos, pero, claro,estn muy ocupadas preparando la Caza del Sol con los suyos.S, madre asent, me habra encantado que pudieran estar aqu.

    Yo no deseaba que la persecucin del sol marino alterara el estilo de vida de losenanos, pero no pude menos que envidiar el respeto que los phondranos sentan porAlake o el cario y la admiracin que los elmanos profesaban a Sadia. Para los mos,

    yo simplemente soy una joven enana ms durante la mayor parte del tiempo. Meconsol con la idea de poder contar todo lo ocurrido a mis amigas y (para ser sincera)con la certeza de que ningn cazador de sol llevara en la proa un mechn de suscabellos.Llegamos al puerto, donde los gigantescos sumergibles flotaban anclados. Al verlostan de cerca, me impresion su gran tamao, la cantidad de trabajo que habarequerido su construccin.Los cazadores de sol parecan ballenas negras; tenan la proa lisa y estaban fabricadoscon madera seca de Phondra, llamada as porque est cubierta de una capa de resina

    natural que la protege del agua. El casco estaba tachonado de ventanas, que brillabancomo joyas a la luz del sol marino. Y sus proporciones! No poda creerlo! Cada

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    cazador de sol, y all haba diez, tena casi ocho estadios 9 de longitud. Aquellainmensidad me desconcertaba, hasta que, de pronto, record que estaban ideados paraalojar a los habitantes de tres reinos.La brisa del mar aument. Me atus las patillas y mi madre me arregl el pelo. La

    multitud que se congregaba en los muelles se apart de buena gana para dejarnospaso. Los gargan, a pesar de la excitacin, se movan en orden y con disciplina, sinasomo de los bulliciosos empujones que cabra esperar de una reunin similar dehumanos.Anduvimos entre ellos al tiempo que nos inclinbamos a derecha e izquierda. Loshombres se tocaban el mechn de pelo de la frente, signo ceremonioso de respetoapropiado para la ocasin. Las mujeres azuzaban a sus hijos, quienes miraban

    boquiabiertos los enormes sumergibles, incapaces de desviar la mirada de talesmaravillas para prestar atencin a algo tan cotidiano como era su rey.

    Yo me situ al lado de mi madre, el lugar adecuado para una muchacha enana soltera.Miraba directamente al frente, aunque procuraba bajar los ojos con modestia,concentrada en mis deberes. Pero me resultaba difcil apartar la vista de las dos largashileras de jvenes enanos que, vestidos con su coraza de cuero y con la barba afeitada,formaban en el extremo del muelle.Todos los hombres que se hallaban en la Edad de la Bsqueda prestaban servicio en elejrcito. Se haba escogido a los mejores para formar parte de la guardia de honor delVater y su familia en aquel da.Uno de esos hombres tendra, con toda seguridad, el privilegio de casarse conmigo.No era muy correcto que yo tuviera favoritos, pero saba que Hartmut derrotara a susadversarios con facilidad.Nuestras miradas se cruzaron y su sonrisa me inund de una sensacin de calor.Es tan atractivo! Tiene el pelo cobrizo, largo y fuerte, y las patillas rojizas, y seguroque la barba que se dejar una vez casado tambin ser del mismo color. Ya habaalcanzado el rango de seor de los cuatro clanes, un alto honor para un enanosoltero.10A una orden de su mariscal, los soldados levantaron las hachas el arma favorita delos enanos en seal de saludo, las hicieron girar y golpearon con ellas el suelo.

    Advert que Hartmut mova la suya con ms destreza que cualquier otro hombre de suclan. Esto era un magnfico augurio, puesto que el lanzamiento de hacha, la tala y elarte de esquivarla determinaban al ganador de la contienda matrimonial.

    9Medida patrn de los enanos: 1 estadio = 620 pies enanos. El estadio tambin es una carrera pedestre con la que

    los enanos conmemoran la era que recoge el re inado de los dos primeros monarcas. No se sabe si la carrera rec ibiel nombre de la medida, o viceversa.

    10 Entre los enanos, el servicio militar se organiza en clanes familiares, cuyos hombres jvenes sirven juntos

    formando unidades. stas, conocidas como regos, estn al mando del jefe de clan. Hartmut manda un rego que

    consta de cuatro clanes, de ah su ttulo. Por encima de l quedan el jefe de rego, el mariscal, el jefe de clan y,finalmente, el Vater.

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    Deja de mirar a ese joven! Me susurr mi madre tirndome con fuerza de la manga. Qu va a pensar de ti?

    Obedientemente, clav los ojos en la ancha espalda de mi padre, pero me di perfecta

    cuenta de en qu momento pas cerca de Hartmut, quien permaneca de pie al bordedel muelle, y o cmo la cabeza del hacha golpeaba contra el suelo de nuevo, esta vezslo para m.Ante la proa del buque insignia se haba levantado una reducida plataformaceremonial para que nos alzramos sobre la multitud. Subimos al entarimado y mipadre se adelant. El pblico, aunque nunca haba sido muy ruidoso, se qued ahoraen absoluto silencio.Familia ma11comenz el Vater mientras cruzaba los brazos sobre la gran barriga,mucho tiempo ha pasado desde que los nuestros se vieron obligados a emprender laCaza del Sol. Ni siquiera los ms viejos entre nosotros y aqu dedic una respetuosareverencia a un enano de avanzada edad cuya barba ya griseaba y que se hallaba en elsitio de honor en primera fila entre la multitud recuerdan la poca en que losnuestros persiguieron el sol marino y desembarcaron en Gargan.Mi padre se acordara intervino el anciano. Hizo el viaje siendo muy joven.El Vater, mi padre, se detuvo un momento, confuso por la inesperada interrupcin.Mir por encima de la muchedumbre hacia nuestra caverna y sus hileras de puertas devivos colores, y, por primera vez, ca en la cuenta de que me dispona a abandonar mitierra natal y viajar hacia un lugar desconocido, donde tal vez no habra puertas quecondujeran al seguro y oscuro refugio de la montaa.

    Los ojos se me llenaron de lgrimas. Agach la cabeza, avergonzada ante laposibilidad de que alguien (especialmente Hartmut) me viese llorar.Nos espera un nuevo reino, una luna marina suficientemente grande para que las tresrazas, humana, lfica y enana, podamos convivir, cada una en su propio reino, perocompartiendo el comercio y el trabajo, en un esfuerzo comn por construir un mundoprspero.E1 viaje ser largo y penoso. Y, cuando lleguemos, nos enfrentaremos a la agotadoratarea de reconstruir nuestras casas y negocios. Ser difcil partir de Gargan. La

    necesidad nos obliga a dejar atrs muchas cosas que amamos, pero llevaremos connosotros lo ms valioso y preciado: a los dems. Abandonaremos monedas, ropas,cacharros de cocina, cunas y camas, pero, como nos tenemos los unos a los otros,nuestra nacin enana llegar a su destino fuerte y preparada para avanzar y establecersu grandeza en ese nuevo mundo.

    11 Los enanos de Chelestra creen que todos ellos descienden de los dos nicos enanos que sobrevivieron a la

    Separacin de los mundos y que, por tanto, todos estn emparentados . Aunque la leyenda no tiene muchos visos

    de realidad, contribuye a explicar la slida unidad de los enanos, que tienen en altsima estima los vnculosfamiliares. En este sentido, la familia real es vista ms co mo un arquetipo familiar que como una monarqua.

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    Durante el discurso, mi padre haba rodeado con el brazo a mi madre y ella, a su vez,me haba cogido la mano. Nuestro pueblo lanz vtores de alborozo y se me secaronlas lgrimas.En tanto que nos tengamos los unos a los otros me dije, en tanto que

    permanezcamos unidos, esta tierra nueva ser nuestro hogar.Ech un tmido vistazo a Hartmut. Le brillaban los ojos. Me sonri a m, solamente am. En esa mirada, en esa sonrisa nos lo dijimos todo. Las pruebas de seleccin para la

    boda no podan amaarse, pero la mayora de enanos conoca de antemano elresultado.Mi padre continu hablando para hacer hincapi en que, por primera vez en la historiade Chelestra, humanos, elfos y enanos realizaran juntos la Caza del Sol.Por supuesto, en otros tiempos habamos efectuado la Caza del Sol, y habamosperseguido el sol marino que vaga indefinidamente a la deriva a travs del agua queconstituye nuestro mundo. Pero entonces los enanos estbamos solos y huamos de lalarga noche de hielo que amenazaba con cubrir lentamente nuestra luna marina.Apart de la mente el triste pensamiento de abandonar mi tierra natal y empec apensar en los ratos divertidos que me esperaban a bordo con Alake y Sadia. Leshablara de Hartmut, de su distincin, aunque ninguna muchacha lfica o humanapodra apreciar con propiedad cun atractivo era.

    Mi padre carraspe. Vi cmo me miraba. Mi madre me dio un codazo en el costado.Sent que me ruborizaba y volv en el acto al desarrollo de la ceremonia. Sostuve en lamano el mechn de cabello que me haba cortado y que ahora luca atado con unacinta azul brillante. Mi padre me dio el martillo y mi madre el clavo. Con ambos en lamano me volv hacia el ancho bao de madera del cazador de sol que se alzaba sobre micabeza. La muchedumbre esperaba en silencio el momento de gritar su alegra cuandola ceremonia hubiese concluido.Con todos los ojos (dos en particular) fijos en m, enrosqu firmemente el mechnalrededor del clavo, apoy ste en la viga de madera que sobresala del casco y estabaa punto de golpearlo con el martillo cuando escuch un murmullo que se extendaentre el pblico. Me record el oleaje del mar durante una de las inusuales tormentasde Chelestra.

    Mi primera reaccin fue sentir una gran irritacin hacia aquello o aquel que me estabaarruinando el gran momento. Consciente de que no atraa la atencin del pblico, bajel martillo e, indignada, ech un vistazo a m alrededor para ver qu causaba aquellaconfusin.Todos los gargan hombres, mujeres y nios contemplaban fijamente el mar.Algunos sealaban con el dedo. Los ms bajos se ponan de puntillas y estiraban elcuello para conseguir vislumbrar algo.Me imagino gru mientras intentaba asomar la cabeza por el sumergible sindemasiada suerte que Alake y Sadia han venido despus de todo, justo para acaparar

    el centro de atencin. Bueno, han elegido un mal momento, pero al menos estn aqupara mirar. Siempre puedo volver a empezar.

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    Pero por la expresin de las caras de los enanos que estaban por debajo de miposicin, quienes vean el mar con claridad, deduje que lo que quiera que fuese que seacercaba no era una de las naves cisne alegremente decoradas que construamos paralos elfos, ni tampoco una de las recias naves de pesca de los humanos. Cualquiera de

    las dos habra sido recibida con un gran revuelo de barbas y alguno que otro agitar demanos, el colmo de la expresividad de los enanos. En cambio, ahora se mesaban labarba signo de intranquilidad en los de mi raza y las madres reunan a Toschiquillos que se haban alejado.Vater, es preciso que veas esto! grit el mariscal del ejrcito enano que se habaprecipitado sobre la plataforma.Quedaos aqu nos orden mi padre, y despus descendi de la tarima y corri tras elotro hombre.

    Obviamente, la ceremonia haba terminado. Estaba enojada, enfadada porque noconsegua ver nada e irritada con mi padre por haberse marchado a la carrera. Mequed aferrada al martillo y al mechn de pelo y maldije el destino que me habahecho princesa y me obligaba a permanecer en esa estpida plataforma mientras todoel mundo en Gargan observaba lo que estaba sucediendo.No me atreva a desobedecer a mi padre una joven enana que hiciera una cosa astendra que cortarse las patillas como castigo y afrontar la humillante experiencia ,pero seguramente no se me tendra en cuenta que me deslizara hasta el extremo delentarimado. Quiz lograra ver algo desde all. Acababa de dar un paso y ya oa a mimadre tomar aliento para ordenarme que volviera, cuando Hartmut salt hasta dondenos encontrbamos y corri hacia nosotras.El Vater me ha ordenado que vele por ti y por vuestra hija en su ausencia, Muter explic con una reverencia hacia mi madre. Sin embargo, sus ojos me miraban a m.Tal vez el destino supiera lo que se traa entre manos, en fin de cuentas. Decidquedarme donde me encontraba.Qu ocurre? le pregunt ella, nerviosa.Un incidente en el mar, eso es todo contest Hartmut sin darle importancia. Unamancha de aceite que se extiende. Y algunos creen haber visto cabezas emerger de ella,pero me da la impresin de que las han visto a travs del cristal de una jarra de

    cerveza. Lo ms probable es que se trate de un banco de peces. Han zarpado botespara investigar.Esta explicacin pareci tranquilizarla. Pero a m no me calm. Vi cmo Hartmut noapartaba la vista de su mariscal, a la espera de rdenes. Y, aunque haca un cortsesfuerzo por sonrer, su expresin era severa.Creo, Muter prosigui, que ser mejor que bajis de esta plataforma hasta quedeterminemos cul es la causa de esa mancha aceitosa.Tienes razn, muchacho. Grundle, dame ese martillo. Pareces una tonta ah de pie,con eso en la mano. Voy a reunirme con tu padre. No, Grundle, t qudate aqu con

    este joven guardia.Ech a andar con paso decidido y, enrgicamente, se abri paso entre la multitud. La

    bendije para mis adentros.

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    A m no me pareces una tonta me asegur Hartmut. Creo que ests esplndida.Me acerqu a l y mi mano, ahora que se haba librado del martillo, encontr el modode llegar hasta la suya. Los barcos partan de la playa y los hombres remaban con granesfuerzo para adentrarse en el mar. Bajamos de la plataforma y corrimos hacia la orilla

    mezclados con los dems habitantes de Gargan.De qu crees que se trata? murmur.No lo s contest Hartmut, que dejaba aflorar su preocupacin, ahora queestbamos a solas. Llevamos toda la semana escuchando antiguas leyendas. Losdelfines hablan de criaturas extraas que nadan por el Mar de la Bondad: serpientescon la piel cubierta de un aceite que emponzoa el agua y envenena a cualquier pezque tenga la desgracia de pasar a su lado.De dnde proceden? pregunt, acercndome ms.Nadie lo sabe. Hemos odo extraas historias a lo largo de los ltimos ciclos. Segnlos delfines, cuando el curso del sol marino comenz a alterarse, se deshelaron variaslunas marinas que permanecan congeladas desde slo el Uno sabe cundo. Quizsestas criaturas vengan de una de esas lunas.Mira! grite. Algo ocurre.

    La mayora de enanos haba dejado de bogar en sus botes. Algunos haban alzado losremos y permanecan inmviles en el agua con la vista fija en el mar. El resto habaempezado a remar hacia la playa, presa de un gran nerviosismo. Yo no vea nada msque la capa de aceite en el agua, un limo verde pardusco que alisaba las olas y sepegaba a la superficie de los barcos que tocaba. Tambin me llegaba su olor, unapestilencia malsana que me revolva el estmago.Hartmut me apret la mano.El agua empezaba a retirarse! Nunca haba visto nada igual: era como si una bocagigantesca que se hallara bajo nosotros se estuviera tragando el agua. Varios botes yahaban alcanzado la playa y permanecan varados en la arena mojada, cubierta deaceite. Pero aquellos que an se hallaban mar adentro estaban siendo engullidos juntocon el agua! Los marineros remaban con fuerza, en un intento frentico por detener suavance. Los sumergibles se hundieron ms y ms, cabeceando de proa a popa, yfinalmente golpearon el fondo con un estrpito aterrador.

    En ese momento, una cabeza enorme emergi entre las olas. Tena la piel gris verdosacubierta de escamas que relucan a la dbil luz del sol con una siniestra iridiscencia. Lacabeza era pequea, del mismo tamao que el cuello. Al parecer era toda cuello, amenos que se contara como cola la parte posterior. La serpiente traz una horriblecurva sinuosa. La primera vez que nos mir, tena los ojos verdes, pero de prontocambiaron de color y comenzaron a centellear con un feroz brillo rojo. La criatura sealz ms y ms y, a medida que creca, iba tragando agua.Era enorme, monstruosa. Como mnimo, tena la mitad de la altura de la montaa.Contempl el agua que se alejaba y de repente tuve el escalofriante presentimiento de

    que me iba a arrastrar con ella. Hartmut me rode con el brazo. Su cuerpo, firme yfornido, era slido y tranquilizador.

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    El monstruo alcanz una altura increble y a continuacin se abalanz para aplastarcon la cabeza el barco insignia, en cuyo casco abri un gran boquete. El agua formuna gran ola que barri la orilla de la playa.Corred! Aull mi padre, y su voz retumb sobre el gritero de la multitud. Corred

    hacia la montaa!Los gargan dimos media vuelta y huimos. Ni siquiera en medio del terror se diorienda suelta a la confusin, el desorden o el pnico. Los hijos alzaron en volandas alos enanos ms ancianos, que no podan moverse con suficiente rapidez. Las madrescogieron en brazos a sus hijos ms pequeos y los padres cargaron en la espalda a losmayores.Corre directamente hacia arriba, Grundle! Me dijo Hartmut. Yo tengo que volver ami puesto.

    Se alej corriendo con el hacha de combate en la mano y se reuni con el ejrcito quese agrupaba en la orilla, preparado para cubrir la retirada de la gente.Yo saba que deba correr, pero se me haban paralizado los pies y tena las piernasdemasiado dbiles como para hacer algo ms que sostenerme. Mir fijamente a laserpiente que haba emergido, indemne, entre los restos del sumergible. Con lo quepodra ser una risa silenciosa en su boca desdentada, se arroj sobre otro barco. Lamadera se rompi y qued hecha astillas. Del mar surgieron otras criaturas idnticas ala primera que comenzaron a destrozar los dems sumergibles y cualquier otraembarcacin que estuviera a su alcance. El oleaje que creaban las bestias era tanimponente que arras la playa, donde complet la devastacin.Los botes volcaron y arrojaron al agua a la tripulacin. Algunas embarcaciones fueronsimplemente engullidas, y los enanos que llevaban a bordo desaparecieron en laespuma aceitosa. El ejrcito opuso una rpida resistencia a las serpientes. Hartmut, elms bravo de todos, se adentr en el agua con el hacha alzada en desafo. Las criaturasno les hicieron el menor caso y se contentaron con aplastar todas las embarcacionesdel puerto, excepto una: el barco real, el que usbamos para ir y volver de Phondra yElmas.El monstruo se detuvo y contempl los estragos que haban causado sus criaturas. Susojos haban vuelto a adquirir un tono verdoso y tena la mirada inexpresiva, fija.

    Movi la cabeza de lado a lado en un gesto lento y prolongado, y, cada vez que susojos nos enfocaban, nos encogamos ante su mirada.Empez a hablar y las otras bestias cesaron en su destruccin para escuchar.La serpiente habl perfectamente en el idioma de los enanos.Este mensaje est destinado a vosotros y a vuestros aliados, los humanos y los elfos.Somos los nuevos Seores del Mar. Slo podris navegar con nuestro permiso, y stetiene un precio. Ms adelante sabris cul es el pago. Lo que hoy habis presenciado esuna demostracin de nuestro poder, de lo que os ocurrir si no pagis. Haced caso denuestra advertencia!

    La serpiente se hundi en el agua y desapareci. Las otras la imitaron y nadarondeprisa entre los trozos de madera que flotaban en la cenagosa superficie.

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    Permanecimos con la vista clavada en los restos de los cazadores de sol. Recuerdo elsilencio que cay sobre nosotros. Ni tan slo se llor por los muertos.Cuando estuvimos seguros de que las serpientes se haban ido por fin, iniciamos lalgubre tarea de recuperar los cuerpos de los que haban perecido, todos los cuales

    presentaban sntomas de envenenamiento. Una hedionda capa de aceite capaz dematar a cualquiera que sorbiera un trago cubra ahora las aguas marinas, hastaentonces puras y potables.Y as fue como comenz todo. Mi historia es mucho ms larga, pero Alake se acercapor el barco para buscarme y recordarme que es la hora de comer. Humanos! Creenque la comida es el remedio de todos los problemas. Me gusta tanto comer como acualquier enano, pero ahora mismo no tengo mucho apetito.Por el momento, tengo que dejar aqu mi relato.

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    4A LA DERIVA, EN ALGN LUGAR DEL MAR DE LA BONDAD

    Alake sigue insistiendo en que tenemos que comer para conservar las fuerzas, pero noacabo de entender para qu cree que las vamos a necesitar. Para luchar contra esasserpientes dragn, como supongo que debemos llamarlas? Nosotros tres? Con estasmismas palabras se lo he dicho, malditos seamos los enanos por nuestra franqueza.He notado que Alake estaba ofendida, aunque ella es demasiado amable como paradevolverme el reproche. Devon se las ha arreglado para disimular lo embarazoso de lasituacin e incluso nos ha hecho rer, aunque sus bromas nos han puesto al borde delas lgrimas. Despus, por supuesto, hemos tenido que comer algo para complacer aAlake. Ninguno de nosotros ha comido mucho, sin embargo, y todos Alake incluida

    nos hemos alegrado al terminar. Ella se ha levantado para seguir con su magia. Devonha vuelto a su ocupacin predilecta: soar con Sadia. Y yo debo continuar con mirelato.Una vez recuperados los cadveres y extendidos por la playa para que losidentificaran sus respectivas familias, stas se alejaron en compaa de amigos quehacan lo posible por consolarlas. Como mnimo haban muerto veinticinco personas.Observ al amortajador andar de aqu para all sin un objetivo concreto, con la miradaperdida. Nunca antes haba tenido que preparar tantos cadveres para el descansofinal en el cementerio de la montaa.Mi padre cruz unas palabras con l, que consiguieron tranquilizarlo. Se mand undestacamento de soldados para ayudarlo, entre los que se encontraba Hartmut. Era untrabajo triste y penoso y se me encogi el corazn por l.

    Yo haca cuanto estaba en mi mano por ayudar, lo que no era gran cosa. Estabademasiado aturdida por los repentinos acontecimientos que haban trastornado miordenada vida. Por fin, me sent en la plataforma y me qued contemplando el mar.Los cazadores de sol que haban quedado ms o menos intactos flotaban panza arriba.No eran muchos y tenan un aspecto alicado y deprimente, como si se tratara de pecesmuertos. Todava tena en la mano el mechn con el lazo azul. Lo arroj al agua y mir

    cmo se alejaba lentamente sobre la superficie aceitosa.All me encontraron mis padres. Mi madre me abraz con fuerza. Estuvimos un largoinstante sin hablar.Debemos contar lo ocurrido a nuestros amigos suspir mi padre.Pero cmo vamos a hundirnos entre los mundos? 12 Qu ocurrir si nos atacan esasterribles criaturas? pregunt ella, asustada.

    12

    Los enanos utilizan el trmino hundirse, ms adecuado que el de navegar, para describir el viaje ensumergible. Humanos y elfos prefieren la terminologa antigua.

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    No lo harn asegur l rotundamente y con la vista clavada en el nico barco que lasserpientes haban dejado intacto. Recordis sus palabras? Contdselo a vuestrosaliados.Al da siguiente nos hundimos rumbo a Elmas.

    Elmasia, la ciudad de los reyes elfos, es un lugar lleno de belleza y encanto. Filigranasde coral rosa y blanco soportan el palacio, conocido con el nombre de la Gruta, que sealza a orillas de los diversos lagos de agua dulce de la luna marina. El coral est vivo ycontina creciendo. Los elfos se dejaran matar antes que sacrificarlo, de manera que laforma de la Gruta vara constantemente.Esto nos puede parecer una molestia a humanos y enanos, pero los elfos lo encuentranmuy ameno y entretenido. Si una habitacin queda cerrada por el rpido desarrollodel coral, simplemente empaquetan sus cosas y se mudan a otra que con toda certezase habr creado mientras tanto.Encontrar el camino en el interior del palacio es una experiencia interesante. Loscorredores que un da conducen a un lugar pueden llevar a otro completamentedistinto al siguiente. Como todas las habitaciones de la Gruta son de una belleza sinpar el coral blanco proyecta destellos opalescentes y el rosa produce un clidoresplandor, a la mayora de elfos no les importa demasiado dnde se encuentran.Algunos visitantes que acuden a tratar asuntos de negocios con el rey pueden vagarpor la Gruta durante das antes de emprender el ms insignificante intento depresentarse ante Su Majestad.No hay asunto que resulte apremiante para la comunidad elfa. Las palabras prisa,precipitacin y urgencia no existan en su vocabulario hasta que comenzaron atratar con los humanos. Nosotros los enanos no nos hemos relacionado con unos nicon otros hasta nuestra historia ms reciente.Estas divergencias tan manifiestas en la naturaleza de humanos y elfos provocaron enuna ocasin serios enfrentamientos entre las dos razas. Los elfos de Elmas, aunque porlo general son tolerantes, no tardan en revolverse si se los presiona demasiado. Noobstante, despus de varias guerras destructivas, ambos bandos comprendieron quesaldran ganando si trabajaban juntos en vez de separados. Los humanos de Phondrason una gente encantadora, aunque muy enrgica. Pronto aprendieron a manejar a los

    elfos, y en la actualidad los engatusan y halagan de tal modo que consiguen de ellos loque quieren. Esta marcada simpata de los humanos ha surtido efecto incluso en loshoscos enanos, y han acabado por ganarse tambin nuestra confianza.Durante muchas generaciones, las tres razas hemos vivido y trabajado juntas enpacfica armona, cada una en su propia luna marina. No me cabe ninguna duda deque habramos continuado en estrecha relacin durante muchas generaciones ms, deno ser porque el sol marino fuente de calor, luz y vida de las lunas marinas empeza abandonarnos.

    Fueron los magos humanos, que adoran investigar y escarbar hasta dar con el porqu,el cmo, el cundo y el dnde, quienes descubrieron que el curso del sol marino seestaba alterando y que ste comenzaba a moverse a la deriva. Este hallazgo provoc

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    un flujo de actividad en los humanos, digno de contemplacin. Realizaron medicionesy clculos, mandaron delfines a explorar en su lugar y los interrogaron ciclo tras ciclo,con la intencin de averiguar lo que supieran sobre la historia del sol marino. 13Segn Alake, sta es la explicacin que ofrecieron los delfines: Chelestra es un globo

    de agua en la infinitud del espacio. Su exterior, en contacto con la glacial oscuridad dela Nada, est compuesto de una gruesa capa de hielo. El interior, que comprende elMar de la Bondad, es templado por la accin del sol marino, un astro cuyas llamasdesprenden tanto calor que el agua del mar no puede extinguirlas. El sol marinocaldea el agua que tiene a su alrededor, derrite el hielo y da vida a las lunas marinas,pequeos planetas que los Creadores de Chelestra han ideado para que seanhabitados.Los enanos proporcionamos informacin concerniente a las lunas marinas, recopiladaa base de dedicar largos Tiempos a la excavacin y la investigacin del interior de laesfera. Las esferas son una coraza de roca con un interior sometido a altastemperaturas y compuesto de diversos elementos qumicos. Estas sustanciasreaccionan ante los rayos del sol marino y producen aire respirable, que envuelve a laslunas marinas en una burbuja. El sol marino es, pues, imprescindible para que hayavida.Los humanos de Phondra llegaron a la conclusin de que, dentro de unoscuatrocientos ciclos, el sol marino dejar muy atrs las lunas. Se impondr una larganoche, el Mar de la Bondad se congelar, y con l cualquiera que permanezca enPhondra, Gargan o Elmas.Cuando el sol marino desve su curso explicaron los delfines que haban sidotestigos del fenmeno, el Mar de la Bondad se convertir en un estrato de hielo que,lentamente, aprisionar a las lunas marinas. Pero la naturaleza mgica de estas lunases tal que la mayor parte de su vida vegetal y animal no perecer, sino que seconservar en congelacin. Cuando el sol marino regrese, las lunas iniciarn eldeshielo y volvern a ser habitables.

    Recuerdo cuando Dumaka de Phondra, gobernante de su pueblo, explic el relato delos delfines acerca de las lunas marinas en la primera reunin de emergencia de lasfamilias reales de Elmas, Phondra y Gargan, encuentro que se celebr cuando tuvimos

    la primera not