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ILUMINACIO NES II BAUDELAIRE Un poeta en el esplendor del capitalismo

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172614302 Benjamin Walter Ilumi

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ILUMINACIONES IIBAUDELAIREUn poeta en el esplendor del capitalismo

LA BOHEMIA

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25 En su descripcin del conspirateur de profession Mars prosigue: La condicin nica de la revolucin es para ellos la organizacin suficiente de su conjura... Se lanzan a invenciones que han de lograr milagros revolucionarios; bombas incendiarias, mquinas destructivas de mgica eficacia. Motines que han de sorprender tanto ms maravillosamente cuanto menor es su motivacin racional. Ocupados con semejantes trebejos proyecta vos, no tienen otra meta que la prxima de derribar al gobierno existente, despreciando en lo ms hondo la ilustracin terica de los trabajadores acerca de sus intereses de clase. De ah les viene su irritacin no proletaria, sino plebeya, contra los habits noirs (levitas oscuras), gentes ms o menos cultivadas, que representan ese lado del movimiento, del cual los otros sin embargo, igual que de los representantes oficiales de! partido, jams podrn independizarse por entero1. Los atisbos polticos de Baudelaire no sobrepasan en el fondo los de estos conspiradores profesionales. Ofreci sus simpatas al retroceso clerical o las otorg al levantamiento del 48? Su expresin jams lo puso en claro y su fundamento 'era quebradizo. La imagen que present en los das de febrero, blandiendo un arma en la esquina de una calle de Pars al grito de Abajo e! genera! Aupick! [footnoteRef:1], resulta fehaciente. En cualquier caso hubiese podido hacer suyas las palabras de Flaubert: De toda la poltica slo entiendo una cosa, la revuelta. As hubiese habido que entenderlo segn el paso final de una anotacin que transmite con sus bosquejos sobre Blgica: Digo "viva la revolucin!, igual que dira "viva la destruccin!, viva la penitencia! , viva el castigo! , viva la muerte! No slo sera feliz como vctima; no me desagradara hacer el [1: JI, pg. 728. Baudelare, Le tres . sa mere, Pars, 1932, pg. 83.1 TI, pg. 666.]

papel de verdugo, para sen i ir la revolucin desde ambos lados. Todos tenemos espritu republicano en la sangre, igual que tenemos la sfilis en los huesos; estamos infectados democrtica y sifilticamente5.Esto que Baudeaire seala podra designarse como la metafsica def provocador. En Blgica, que es donde escribi la tal anotacin, hubo un momento en que se le tom por sopln de la Polica francesa. De suyo, semejantes componendas no eran tan extraas, ya que Baude- aire el 20 de diciembre de 1854 escriba a su madre en relacin a los pensionados literarios de la Polica: Jams aparecer mi nombre en sus ignominiosas listas \ Lo que h Blgica pudo ocasionarle semejante fama es difcil que slo fuese la enemistad que puso bien a las claras en corara de Hugo, proscrito entonces y muy celebrado all. En que dicho rumor se levantase tuvo parte su devastadora irona; quizs hasta llegara a caer en extenderlo l mismo. El cuite ele la Llague, que volvemos a encontrar en (Jeorges Sorel y que se ha convertido en parte consistente, inalienable de la propaganda fascista, forma en Baudeaire uno de sus primeros nudos de fecundidad. El espritu en que Cline ha escrito sus Bagaet- les pour un rna$sacre, el ttulo mismo, nos reconducen inmediatamente a una anotacin del diario baudelairiano: Podra organizarse una bonita conspiracin con el fin de ex tem i n a r I a raza j u da7. El b I a n qu i s t a Riga u .11:, que concluy su carrera de conspirador como jefe de Polica en la Comuna parisina, parece haber tenido igual humor macabro, de! cual se habla mucho por cierto en testimonios sobre Baudeaire. As se dice en Bes iiomm.es de i,a rvoltion de 1871, de Charles Proles; Rigaul: tena en todos los asuntos, adems de una gran sangre fra, una socarronera asoladora. Le resultaba sta imprescindible hasta en su fanatismo0. Incluso la ilusin terrorista, con la que topa Marx en los conspirateurs, tiene en Baude- [footnoteRef:2] [2: Charles Proles, Bits homm.es de la rcvohilion de ]S7J, Pars, 1898, pg. 9.]

Jaire su contrapartida. El. 23 do diciembre de 1865 escribe a su madre: Si vuelvo a hallar la fuer?.a de tensin 3r la energa que lie posedo algunas veces, har que mi clera respire por libros que provoquen horror. Quiero poner en contra ma a toda la raza humana. Sera esto un placer tan grande, que me resarcira de todo [footnoteRef:3] [footnoteRef:4] [footnoteRef:5]. Esta ira sauda la rogne .ha sido la actitud que durante medio siglo ha alimentado en las luchas de las barricadas a los conspiradores profesionales de Pars. [3: Bau dla ut i, Let tres sa mre, pg. 278.] [4: Marx-Engees, Bespr. vori Cheuu und De J.a Hodde, /. c. pg. 556.] [5: Cfr. A.iasson de Grandsacne y Maurice Pea ut, Revolution, de J83. Plan des combis de Parts actx 27, 28 el 29 juillet, Pars, s. a.,a Vctor Hugo, Oeuvres completes. Ed ilion definitive. Roman VUI: Les Miserables, Pars, 1881, pgs. 522 y ss.1,1 I, pg. 229.]

De dichos conjurados dice Marx: Ellos son los que alzan y dirigen las primeras barricadas19. De hecho la ba j'ricada est en el punto fijo del movimiento conspirador. En la revolucin de julio atravesaron, la ciudad ms de cuatro mil barricadas n. Cuando Fourier busca ansiosamente un ejemplo de ira va i i non salari, mais passi on- n, no encuentra otro mejor que c) del levantamiento de barricadas. En Les Miserables retiene Hugo de manera impresionante la red de barricadas, dejando en las sombras a los que las ocupan: Por doquier vigilaba la invisible Polica de la revuelta. Mantena el orden, esto es !a noche... Unos ojos que desde arriba se hubiesen fijado en tales sombras hacinadas hubiesen quiz tropezado en sitios dispersos con una apariencia poco clara, en la que se reconocan contornos quebrados, de lnea arbitraria, perfiles de curiosas construcciones. En estas ruinas se mova algo que se asemejaba a unas luminarias. Y all era donde estaban las barricadas Y En un fragmento que nos ha quedado de arengas a Pars, y que por cierto deba haber concluido Les Fleurs clu mal, no se despide Baudelaire de la ciudad sin evocar sus barricadas; recuerda sus adoquinados mgicos que como fortines se encrespaban hacia lo alto19. Mgicos son desde luego esos

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25adoquines, ya que el poema de Baudelaire desconoce las manos que ios pusieron en movimiento. Pero tal pathos pudiera muy bien estar obligado al blanquismo. Puesto que e! blanquista Tridon exclama: O force, reine des barricades, toi qui brilles dans leclair et dans lmeute... c'est vers toi que les prisonniers tendent leurs mains enchanes !i. Al final de la Comuna el proletariado, como un animal tocado de muerte en su guarida, palpaba su propio retroceso t as las barricadas. De la derrota tuvo la culpa que los obreros, adiestrados en las luchas en barricadas, no fuesen favorables al combate abierto que Thiers no hubiese tenido ms remedio que atajar. Aquellos obreros preferan, segn escribe uno de los ms vencientes historiadores de la Comuna, al encuentro en campo abierto la pelea en el propio barrio... y, de ser necesario, la muerte tras los adoquines amontonados en barricada en una calle de Pars 1S.El jefe ms importante de las barricadas parisinas, Blan- qui, se hallaba entonces en su ltima crcel, en Fort du Taureau. En l y en sus camaradas vio Marx, en su retrospeccin de la revolucin de junio, los verdaderos dirigentes del partido proletario 1Los conceptos que Marx aduce en su exposicin del ambiente conspirador en Pars, hacen que nos percatemos mejor que bien de la posicin hbrida que en l adoptara Blanqui. Por un lado hay buenas razones para que ste entrase en la tradicin como putschista. Para la [footnoteRef:6] [footnoteRef:7] tradicin representa el tipo de poltico que, como Marx dice, considera su misin la de adelantarse al proceso revolucionario en desarrollo, empujarle artificiosamente a la crisis e improvisar una revolucin, sin que haya condiciones para ella [footnoteRef:8]. Pero si por otro lado nos atenemos a descripciones que se conservan sobre Blanqu, aparece este ms bien semejante a los habits noirs en los que los conspiradores profesionales tenan sus desacreditados competidores. Un testigo ocular describe del modo siguiente un club blanquista: Si queremos tener una idea precisa de la impresin que, desde el primer instante, causaba el club revolucionario de Blanqui en comparacin con los otros dos clubs de que dispona entonces el/par- tido del orden, lo mejor es que pensemos en el pblico de la Comdie Franaise en una tarde en que se representen a Racine o a Corneille, a la par que nos imaginemos a la multitud popular que llena un circo en el que los acrbatas exhiben nmeros de arte mortal. Por as decirlo, se encontraba uno en una capilla consagrada al rilo ortodoxo de la conspiracin. Las puertas estaban abiertas para cualquiera, pero slo volva el que era adepto. Tras el malhumorado desfile de los oprimidos... se alzaba el sacerdote de aquella morada. Su pretexto era resumir las quejas de sus clientes, del pueblo representado por la media docena de imbciles presuntuosos e irritados a los que acababa de escucharse. En realidad explicaba la situacin. Su aspecto era distinguido; su indumentaria impecable; fino era el cuidado de su cabeza; su expresin tranquila; slo un relmpago hirsuto, nuncio de desgracias, atravesaba a veces por sus ojos. Eran stos pequeos, afilados y penetrantes, y normalmente miraban ms bien con benevolencia que con dureza. Su modo de hablar era mesurado, paternal y claro; el modo de hablar menos declamatorio que junto con el de Thiers he odo jams ie. Blanqui aparece aqu como un doctrinario. Las seas del ha- bit noir se confirman hasta en pequeos detalles. Era sabido que el viejo acostumbraba a ensear con guantes negros *. Pero la seriedad medida, la impentrabilidad, que le son a Blanqui propias, aparecen distintas a la luz en la que las coloca una advertencia de Marx, que escribe de estos conspiradores profesionales: Son los alquimistas de la revolucin y comparten por entero el desconcierto de ideas y las orejeras y las ideas fijas de los alquimistas antiguos 1!\ La imagen de Baudelaire se establece as corno por si misma: el artculo enigmtico de la alegora en unos, y en los otros la mercadera de misterios del conspirador, [6: u Cit. por Chari.is Benoist, Le 'mythe' de la classe ouvrire, Revue des deux mondes, 1 de marzo de 1914, pg. 105.n Georges Laronze, Histoire de ta Commune de 1871, Paris, 1928, pg. 532.] [7: K. Marx, Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte, l. c., pdg. 28.] [8: J Makx-Hngels, Bespr. von Chenu und De la Hodde, /. c., pgina 556,18 Informe de J. J. Wmss, cit. por Gusta vu Geffuoy, L'enferm, op. cit,, pgs. 3'16 y ss.]

Despreciativamente, y no era de esperar otra cosa, habla Marx de las tabernuchas en las que el conjurado inferior se senta como en su casa. A Baudelaire le era familiar el vaho que en ellas se sedimentaba. En ese vali se desarroll ese gran poema que se intitula Le vin des chijfonniers. Podramos datar su redaccin a mitad de siglo. Se discutieron entonces pblicamente asuntos que resuenan en estos versos. Se trat, por ejemplo, del impuesto de los vinos. La Asamblea Constituyente de la Repblica haba acordado su abolicin, corno la acord en 1830. En Las luchas de ciases en Francia muestra Marx cmo en la marginacin de tales impuestos las reivindicaciones del proletariado urbano saltan al encuentro de las de los campesinos. Los impuestos que sobrecargan al vino comn en tan alta medida como ai ms refinado aminoraban el. consumo, ya que a las puertas de todas las ciudades de ms de 4.000 habitantes se haban erigido fielatos y cada ciudad se haba transformado en un pas extranjero con aduanas preventivas contra el vino francs w. Marx dice que en los impuestos del vino el campesino degusta el "bouquet" del gobierno. Eero tambin perjudicaban a los habitantes urbanos y les obligaban, para encontrar* Bn.udetn.ire sabia estimar estos detalles. Y aunque se la encaje a un innominado, la siguiente formulacin es suya: "Por qu los pobres no se ponen guantes para mendigar? Haran fortuna" fop. ct., pg. 02H).1S Marx-Enciels, Bespr. v.on Chenu und Dla 1-locklc, /. c., pgina 556.w K. Marx, Dic Klassenkiitupfe m Frankreich 1848 bis 1850, pg. 87, Berln, 1895.

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29 vino barato, a salir hasta los comercios de las afueras. En ellos se despachaba el vino libre de .impuestos al que se llam vin de la barrire. Si damos fe a H, A. Frgier, jefe de seccin en la Direccin General de la Polica, los trabajadores ponan en l, nico que se les conceda, sus delicias de manera obstinada, orgullosa, exhibicionista. Hay mujeres que no ponen reparos en seguir a la "barrire a sus maridos, junto con sus hijos que ya podran trabajar... Despus regresan a casa medio borrachos y se muestran ms ebrios de lo que estn para que quede claro a la vista de todos que han bebido y no poco. A veces los hijos imitan a los padres*1. Un observador contemporneo escribe: Por lo menos es seguro que el vino de las barrires ha ahorrado al aparato del gobierno no pocos golpesEl vino abre al desheredado sueos de futura venganza y seoro futuro. As en Le vin des chiffonniers:On voit un chiffonnier qui vient, hochant la tte, Buttant, et se cognant aux murs comme un pote Et, sans perdre souci des mouchards, ses sujets, Epanche tout son coeur en glorieux projets.H.prte des serments, dicte des lois sublimes Terrasse les mchants, relve les victimes,Et sous le firmament comme un dais suspendu Senivre des splendeurs de sa propre vertu*1.Los traperos aparecieron en mayor nmero en las ciudades desde, que los nuevos procedimientos industriales dieron a los desperdicios un cierto valor. Trabajaban para intermediarios y representaban una especie de industria casera que oslaba en la calle. El trapero fascin a su poca. Las miradas de los primeros investigadores del pauperismo estn pendientes de l como embrujadas por una [footnoteRef:9] [footnoteRef:10] [9: -1 H. A. Frigiu, Des classes dangereuses de la population dans tes grandes villes et des moyens de les rendre meilleures, Paris, 1840, vol. 1, pg. 86.] [10: Eooumw Foucault, Paris inventeur. Physiologie de lin dits (rie franaise, Paris, 1844, pg. 10. I, pg. 120.]

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3.1pregunta muda; cundo se alcanza el lmite de la miseria humana? En su libro Des ctasses dangereuses de la population, Frgier le dedica seis pginas. Le Play da el presupuesto de un trapero parisino y su familia en el tiempo que va de 1849 a 1850, presumiblemente tiempo en el que surge el poema de Baudelaire *.Naturalmente el trapero no cuenta cu la bohemia. Pero todos los que formaban parte de sta, desde el literato hasta el conspirador profesional, podan reencontrar en el trapero algo de s mismos. Todos estaban, en una protesta ms o menos sorda contra la sociedad, ante un maana ms o menos precario. A su hora poda el trapero sentir con aquellos que daban tirones a las casacas fundamentales de la sociedad. En su sueo no est a solas. [footnoteRef:11] [11: El presupuesto es un documento social no tanto por las encuestas realizadas en una determinada familia como por el intento de que la ms honda miseria aparezca como menos escandalosa porque se la clasifica limpiamente. Con la ambicin de no dejar a ninguna de sus faltas de humanidad sin el prrafo legal que hay que observar a su respecto, han hecho florecer los Estados totalitarios una semilla que presumimos latente en un periodo ms temprano del capitalismo. La cuarta seccin de este presupuesto de un trapero necesidades culturales, diversiones e higiene es la siguiente : Instruccin de los hijos; el que da trabajo a la familia paga el dinero para la escuela : 48 francos ; compra de libros : 1,45 francas. Ayudas y limosnas (los obreros de este estrato social no dan generalmente limosnas) ; fiestas y celebraciones ; comidas en las que toda la familia toma parte en una de las barrires (8 excursiones al ao) ; vino, pan y patatas : francos ; comidas consistentes en macarrones aderezados con mantequilla y queso, adems del vino, en el da de Navidad, en. el martes de carnaval, por Pascua y en Pentecosts :estos gastos estn consignados en la primeraseccin ; tabaco de mascar para el hombre (colillas que recoge el mismo obrero)... representa desde 5 hasta 34 francos; rap para la mujer (se compra)... 18,66 francos; juguetes y otros regalos para los nios; l franco; correspondencia con los parientes; cartas a los hermanos del obrero que habitan en Italia; un promedio de una al ao. El recurso ms importante de la familia en casos de desgracia consiste en la beneficencia privada... Ahorros anuales (el obrero no tiene previsin alguna; lo que sobre todo le importa es procurar a su mujer y a su hijita todas las comodidades compatibles con su estado; no ahorra en absoluto, sino que gasta da a da todo lo que gana (Fnanic Lu Play : Les ouvriers, Paris, 1855. pgs. 274 y ss.). Un comentarlo sarcstico de Buret ilustra el espritu de semejante encuesta; Como el humanitarismo, incluso la decencia, prohben dejar que un hombre muera como un animal, no podr negrsele la limosna de un atad (Eugne Buret: De la misre des ctasses laborieuses eu Angleterre et en France, Paris, 1040, vol. I, pg. 266.)]

Le acompaan camaradas; tambin en torno a ellos hay aroma de barriles y tambin ellos han encanecido peleando. Su bigote le cuelga hacia abajo como una vieja bandera. En su ronda le salen al paso Jos mouchards, los -soplones, sobre los cuales sus sueos le dan dominio +. Ya en Sainte-Beuve se encuentran ternas sociales tomados de Ja vida cotidiana de Pars, Eran una conquista de Ja poesa lrica, pero no lo eran todava de la perspicacia. En el espritu del rentista cultivado, la miseria y el alcohol se interpenetran en una relacin esencialmente diversa a como lo hacen en el de un Baudelaire.Dans ce cabriolet le classe j'examineLhomme qui me conduit, qui nest plus que machine,Hideux, barbe paisse, longs cheveux colls;Vice, et vin et sommeil chargent ses yeux sols.Comment Vhomme peut - il ainsi tomber? pensais-je,Et je me reculais Vautre coin du sige* Es fascinante seguir cmo la rebelln se abre lentamente camino en las diversas versiones de los ltimos versos del poema. Estos dicen en la primera versin:Cest ainsi que. le in rgne difis ses bienfaits.Et chante ses exploits par le gosier de lhomme.Grandeur de la bont de Celui que tout nomme,Qui nous avait dj donn le doux sonmeil,Et voulut ajouter le Vin, fils du Soleil,Polir rchauffer le coeur et calmer la souffranceDe tous ces innocents gui meurent en si Zea ce (op. cit., 1551).En 1862 dicen:Pour apaiser le coeur et. calmer la sou//rTiee De tous ces innocents qui ?ne7ret en silence,Dieu leur avait dj donn le doux sommeil;Il ajouta le vin, fils sacr du Soleil (op. cit., 1552).Y por fin en 1857 dicen cambiando radicalmente el sentido:Pour ioyer la rancoeur et bercer l'indolence De tous ces victx maudits qui meurent en silence,Dieu, touch de remords, avait fait le sommeil;LHomme ajouta le Vin, fils sacr du Soleil (op. cit., 102),Se sigue obviamente que la estrofa encuentra su forma ms segura junto con el contenido blasfemo.( Chatles-Augustin Sainte-Beuve, Les consolations. Penses d'aot, Pars, 1863, pg. 193.

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33Hasta aqu el comienzo del poema; lo que sigue es una .interpretacin edificante. Sainte-Beuve se plantea la cuestin de si no estar su alma tan desamparada como Ja del cochero de alquiler.La letana intitulada Abel el Can muestra el subsuelo sobre el que se apoya el concepto ms libre y ms comprensivo que tena Baudelaire de los desheredados. Del antagonismo entre los hermanos bblicos hace un antagonismo de dos razas eternamente irreconciliables.Race dAbel, dors, bois et mange;Dieu te sourit complaisamment.Race de Can, dans la fangeRampe fit meurs misrablement **,El. poema consiste en diecisis dsticos, cuyo comienzo, alternando, es el mismo que el de los precedentes. Can, antepasado de los desheredados, aparece en ellos como el fundador de una raza, y esta no puede ser otra que la proletaria. En el ao 1838 publicaba Granier de Cassagnac su Uisloire des ctasses ouvrires el des classes bourgeoises. Esta obra supo dar a conocer el origen de los proletarios; formaban una case infrahumana que haba surgido de un cruce de ladrones y prostitutas. Conoci Baudelaire estas especulaciones? Es muy posible. Y es cierto que Marx top con ellas y salud en Granier de Cassagnac al pensador de la reaccin bon apa rt isla. En El Capital fija su teora racista en el concepto de una raza de autnticos propietarios de mercancas entre las que cuenta al proletariado. Y exactamente en este sentido aparece en Baudelaire la raza que procede de Can. Claro que l no hubiese podido definirla. Se trata de la raza de aquellos que no poseen otra mercanca que su propia fuerza de trabajo.El poema de Baudelaire est en el ciclo intitulado R-E5 I, pg. 136.a K. Marx, Das Kapital, ed. Korsc.h, pg. 173, Berln, 1932.volte [footnoteRef:12]. Las tres piezas que lo componen mantienen un tono fundamentalmente blasfemo. No hay que tomar demasiado en serio el satanismo baudelairiano. Si tiene alguna importancia, la tiene slo en cuanto que es la nica actitud en Ja que Baudelaire estaba en situacin de mantener a la larga una posicin no conformista. La ltima pieza del ciclo, Les litcmies de Safan, es, por su contenido teolgico, el miserere de una liturgia ofdica. Satn se manifiesta en su corona de rayos lucifennos: como guardin del saber profundo, como instructor en las destrezas prometeicas, como patrn de los empedernidos y de los inexorables. Entre lneas relampaguea la tenebrosa cabeza de Blanqui. [12: Sigue a] titulo una advertencia previa suprimida en adiciones posteriores. Califica este grupo de poemas como Una imitacin sumamente literaria de los "sofismas de la ignorancia y de la clera. En realidad no puede hablarse de imitacin. Los procuradores del Estado del Segundo Imperio asi lo entendieron y sus sucesores lo entienden tambin asi. Como con mucha negligencia lo descubre el baron Seillicre en su interpretacin del poema inicial. Se llama Le renienent de Saint Pierre y contiene los versos:Revais-tu de ces jours...O, le coeur tout gonfl d'espoir et de vaillance,Tu fouettais tons ces vils marchands tour de bras,Ou tu fus matre enfin? Le remord n-a-iAl pasPntr dans ton flanc plus avant que la lance? (op. ait., 114).En ese remordimiento atisba el irnico hermeneuta autorrepro- ches "por haber dejado escapar una ocasin tan buena para introducir la dictadura del proletariado (Ernest Seilliire : Baudelaire, Pars, 1931, pg. 193).21 I. pg. 138.38 Jures Lrmatiie, Les contemporains, 1VU srie, Pars, 1895, pg. 30.M Cfr. Auguste-Marseille Barthlmy, Nmsis. Satire hebdomadaire, Pars, 1S34, vol. , pg. 225 (Larchevch et la bourse).]

Toi qui jais au proscrit ce regard calme et haut Qui damne tout un peuple autour d'un chafaud w.Ese Satn, al que el rosario de Jas invocaciones conoce tambin como confesor... de los conspiradores, es distinto del intrigante infernal al que los poemas llaman con el nombre de Salan Trismgiste, de demonio, y las piezas en prosa con el de Su Alteza cuya morada subterrnea est cerca del bulevar. Lematre ha sealado la escisin que hace del diablo por un lado autor de todo

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35 lo malo y luego gran derrotado, gran vctima M, Al problema se le da la vuelta, pero nada ms, si se plantea la pregunta de qu le obligaba a Baudelaire a dar una forma radicalmente teolgica a su radical repudio de los poderosos.La protesta contra los conceptos de orden y de honradez se conservaba mejor', tras la derrota del proletariado en la lucha de junio, entre los poderosos que en los sometidos. Quienes confesaban el derecho y la libertad vean en Napolen III no al emperador-soldado que en seguimiento de su to quera ser l, sino al aventurero favorecido por la suerte. Y as retienen su figura los Chtiments. Por su lado la bohme dore consideraba que en los embriagadores festejos con que se rodeaba, en su corte, se hacan realidad sus sueos de una vida libre. Las memorias en las que el conde Viel-Castel describe el entorno del emperador dejan a una Mimi y a un Schaunard como muy honrados, muy burgueses, muy cursis. El cinismo era de buen tono en las clases superiores; en las bajas el razonamiento rebelde. En su Eloa, Vigny, sobre las huellas de Byron, ha rendido homenaje en sentido gnstico al ngel cado, a Lucifer. De otro lado, Barthlmy haba asociado en su Nmesis el satanismo a los poderosos; hizo que se dijese una misa del agios y que se cantase un salmo de la renta20. Tal doble rostro de Satn le es a Baudelaire ms que familiar. En l Satn habla no slo para los de abajo, sino tambin para los de arriba) Apenas hubiese podido Marx desear mejor lector para las lneas siguientes: Cuando los puritanos se quejaban en el Concilio de Constanza de la vida licenciosa de los Papas. ., tronaba contra ellos el cardenal Fierre d'Aily: "Slo el diablo en persona puede salvar a la Iglesia catlica, y vosotros reclamis ngeles". As exclamaba la burguesa francesa despus del golpe de Estado: slo el jefe de la sociedad del 10 de diciembre puede salvar a la sociedad burguesa! Y slo el robo a la propiedad, el perjurio a la religin, los bastardos a la familia, el desorden al orden w. En sus horas rebeldes Baudelaire, admirador de los jesutas, no quera rehusarse por entero y para siempre a dicho salvador. Sus versos se contienen en lo que no se prohiba su prosa. Por eso se instala Satn en ellos. A l le deben esa fuerza tan sutil incluso en la irritacin desesperada por no rescindir del todo la adhesin a aquello contra lo cual se indignaban la clarividencia y el humanismo. La confesin piadosa se le escapa casi siempre a Baudelaire como un grito de pelea. No quiere dejarse quitar su Satn. Este es la autntica prenda en el conflicto que Baudelaire tena que sostener con su .acreencia. No son los sacramentos y la oracin les que se ventilan; se trata de la reserva lucifer ana de ultrajar a Satn, del cual es vctima.Con su amistad por Pierre Dupont quiso Baudelaire profesar como poeta social. De este autor dan un bosquejo los escritos crticos de D'Aurevilly; En su talento y en su cabeza toma Can la delantera al dulce Abel. Can el spero, el hambriento, el que estalla de envidia, el montaraz, Can que se ha ido a las ciudades para sorbetear los posos del encono que se van acumulando en ellas, para tomar parte en Ir^s falsas ideas que viven all su triunfo [footnoteRef:13] [footnoteRef:14]. Esta caracterizacin expresa exactamente lo que solidarizaba a Baudelaire con Dupont. Como Dupont, Can se ha ido a las ciudades y se ha apartado del idilio. La cancin tal como la entendieron nuesLros padres... incluso la simple romanza, le caen muy lejos s\ Dupont ha sentido llegar la crisis de la poesa lrica junto con la desmembracin progresiva entre ciudad y campo. Uno de sus versos lo confiesa sin habilidad alguna; dice que el poeta presta alternativamente su odo a los bosques y a la masa. Las masas le remuneraron su atencin; hacia [13: 3,1 K. Maux, Der uchtzehnte Brumaire des Lotus Bonaparte, L c. pg. 124.] [14: J'uusS-AmDp. Baruey d'Aurevilly, Le XIXe sicle. Les oeuvres et les hommes, Les potes, Paris, 1862, pg. 242.83 Pierre Larousse, Dictionnaire universel du XIXe picle, vol. 6, Paris, 1870, pg, 1413 (articule Dupont),]

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37 1843 Duponl estaba en boca de Lodos. Y cuando Jas ascenciones de ia revolucin fueron perdindose una tras otra, Dupont compuso su Chant da vol. Poco hay en la poesa poltica de aquel tiempo que pueda medirse con su estribillo. Es una hoja del laurel que Rail Marx reclamara entonces para las frentes amenazadoras y tenebrosas de los combatientes de junio.Fais voiv, en djouant la ruse O Rcpublicain cas porvers Ta grande face de Mdasc Au milieu de rouges clairs YLa introduccin con la que en 1851 contribuy Baudelaire a una entrega de poemas dupontianos fue un acto de estrategia literaria. En ella encontramos las curiosas sentencias siguientes: La utopa pueril de la escuela de] arte por el arte, al excluir (a moral y con frecuencia incluso la pasin, tena que ser necesariamente estril. Y ms adelante, con una referencia manifiesta a Auguste Barbier: ...cuando un poeta, desafortunado algunas veces, pero casi siempre grande, se puso a proclamar en un lenguaje inflamado la santidad de la insurreccin de 1830 y a cantar las miserias de Inglaterra y de Irlanda... se despach la cuestin, y desde entonces el arte ha sido inseparable de la moral y de la utilidad fl5. Todo lo cual no tiene nada de esa honda duplicidad que da alas a Ja propia poesa de Baudelaire. Este se interesaba por Jos oprimidos, pero tanto por sus ilusiones como por su causa. Daba escucha a los cantos de la revolucin, pero tambin la prestaba a la voz superior que habla desde el redoble de los tambores de Jas ejecuciones. Cuando Bonaparte llega al poder con el golpe de Estado, Baudelaire se pone furioso por un momento. Luego mira los acontecimientos desde un "punto de vista providencial y se somete corno un mon-n E. Marx, Dem Andcnken der Jttnikampfer, cd. Rjazanov, pg. 40, Viena, 1928.P ierre Diont, Le chant du vote, Pars, 1850. II, pg. 403.je sr>. Teocracia y comunismo [footnoteRef:15] [footnoteRef:16] no eran para l convicciones, sino susurros que se disputaban su odo: la una no tan serfica, ni tan Juciferino ei otro, como sin duela pensaba.. No tard mucho Baudelaire en abandonar su .manifiesto revolucionario y una serie de aos despus escribe: A esta gracia, a esta ternura femenina es Picrre Dupont deudor en sus primeros cantos. Por fortuna, y muy grande, la actividad revolucionaria, que en aquella poca se llevaba de calle a casi todos los talentos, no desvi por completo el. suyo de su camino natural35. Tal spera ruptura con lart pour Kart tena valor para Bau- delaire solamente como actitud. Le permita dar a conocer el nibjlo de juego del que dispona como literato y que posea con ventaja sobre los escritores de su tiempo sin excluir a los .ms grandes de entre ellos. Con lo cual se pone en claro en qu estaba por encima del oficio literario que le rode. [15: 15 Paul Desjaruins, Charles Baudelaire, La revue bte.ua, Pars, 1887, pg. 19.] [16: IT, pg, 659."s II, pg. 555.]

El oficio literario de cada da se haba movido a lo largo de ciento cincuenta aos alrededor de las revistas. Comenzaron a cambiar las cosas hacia el final del primer tercio del siglo. En los folletones de los peridicos la bello littratnre obtuvo un mercado. En la introduccin de los folletones se resumen los cambios que trajo para la Prensa la revolucin de julio. 3^ajo la Restauracin no se permiti vender determinados nmeros de peridicos; algunos slo se reciban por suscripcin. Quien no poda costear la elevada cuota de ochenta francos por suscripcin anual, quedaba referido a los cafs en los que con frecuencia muchos hacan cola para leer un ejemplar. En 1S24 hubo en Par/s cuarenta y siete mil suseviptores de peridicos; en 1836 eran setenta mil y doscientos mil en T 346. El peridico de Girar din La Presse desempe en este ascenso un papel decisivo. Haba aportado tres innovaciones importantes: la rebaja del precio de a suscripcin a cuarenta francos, los anuncios y la novela por entregas. Al mismo tiempo la informacin breve, abrupta, empezaba a hacerle la competencia al informe sosegado. Resultaba recomendable por su utilidad mercantil. Los llamados rclames abran el camino: por tales se entenda una noticia, al parecer independiente del editor, pero en realidad pagada por l, con la cual en la seccin de redaccin se haca referencia a un libro para el que en el mismo nmero o en el de la vspera se reservaba un anuncio. Ya en 1839 se quejaba Sainte-Beuve de sus efectos desmoralizadores. Cmo se puede condenar en la seccin crtica" un engendro sobre el que dos pulgadas ms abajo leemos que se trata de una maravillosa obra de nuestra poca? La fuerza de atraccin de las letras del anuncio, por cierto cada vez ms grandes, lleva la delantera; representa una mole imantada que trastorna la brjula 3. Los rclames estn en el inicio de un desarrollo cuyo final es la noticia ce bolsa en los diarios pagada por los interesados. Es difcil escribir la historia de la informacin por separado de la de la corrupcin de la prensa.La informacin necesitaba poco sitio; y era ella, no el artculo poltico de fondo, ni tampoco la novela del folletn, la que ayudaba al peridico a ese cariz nuevo cada da, variado con astucia incluso en pruebas, y en el cual resida una parte de su encanto. Tena que renovarse constantemente: eotilleos de la ciudad, intrigas de teatro, hasta lo que era digno de saberse, eran sus fuentes preferidas. Desde e primer momento hay que percatarse de la elegancia, algo barata, tan caracterstica del folletn. La seora Cirardin saluda a la fotografa en sus Le tres parisienses como sigue: Hoy en da se trata mucho del invento del seor Daguerre y no hay nada ms chusco que las explicaciones sersimas que nuestros eruditos ele saln saben da)[footnoteRef:17] [footnoteRef:18] al respecto. El seor Daguerre puede estar tranquilo, no van a robarle su secreto .. De veras, su descubrimiento es maravilloso; pero no se entiende en absoluto; lo han explicado demasiadas veces10. No fue tan rpido ni tan general el acomodo al estilo del folletn. [17: 39 Sainth-Bruvo, De la littrature industrie! le, Revue des deux mondes, 1839, pg. 682.] [18: 41 Gaiirui. Guillkmot, Lc bol jeme, Pars, 1868, pg. 72.]

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39 En 1.860 y en 1863 se publicaron en Pars y en Marsella los dos volmenes de las Rey oes parisiennes del barn Gastn de FJotte. Se tomaban el trabajo de luchar contra la ligereza de los datos histricos en la prensa de Pars y muy especialmente en el folletn.'En los cales, durante el aperitivo, se hinchaba la informacin. La costumbre del aperitivo... se estableci junto con la llegada de la prensa de bulevar. Anteriormente, cuando slo existan los grandes peridicos serios... no se conoca la hora del aperitivo. Esta es consecuencia lgica de la "crnica parisina y del cotilleo de la ciudad M, El ajetreo del cal ejercit a los redactores en el tempo del servicio de noticias antes de que se desarrollase el aparato de este ltimo. Al ponerse en uso el telgrafo elctrico hacia finales del Segundo Imperio, perdi el^bu- levar su monopolio. Se pudo desde entonces referir catstrofes y crmenes del mundo entero.La asimilacin del literato a la sociedad en la que viva se realiz, por tanto, en el bulevar. En el bulevar era donde se mantena a disposicin de cualquier suceso, de un dicho gracioso o de un rumor. En l desplegaba las colgaduras de sus relaciones con colegas y calaveras; y estaba tan pendiente de sus efectos como las pelanduscas de su arle para vestirse". En el bulevar pasaba sus horas de ocio que exhiba ante los dems como una parte de su tiempo de trabajo. Se comportaba tal y como si hubiese aprendido de Marx que el valor de toda mercanca est determinado por el tiempo de trabajo que socialmente es necesario para su produccin. El valor de su propia fuerza de trabajo cobra, pues, casi algo de fantstico en vsta del dilatado no hacer nada que a los ojos de! pblico era necesario para su perfeccionamiento. Y en semejante evaluacin no estaba e pblico a solas. La elevada remune- [footnoteRef:19] racin de] fot Ici .ti de entonces muestra que estaba fundada en circunstancias sociales. De hecho exista una interconexin entre la baja del precio de las suscripciones, el incremento de los anuncios 3- la importancia creciente del folletn, [19: Con una mirada nn poco penetrante se percata uno de que una muchacha, que hacia las ocho se deja ver elegante y ricamente vestida, es la misma que a las nueve se presenta como fcil modistilla y que se muestra a las diez como campesina F. F. A. Bkaud : Les filies Tiubliques de Pars et la plice qui les rgit, Paris-Ueipzig, 1839, val. I, pgs. 51 y ss.).]

A causa de a nueva disposicin la baja del precio de ia$ suscripciones tiene que vivir el peridico de los anuncios; para recibir muchos, la pgina cuarta, que termin destinada a la publicidad, deba llegar al mayor nmero posible de suscriptoves. Se hizo necesario un cebo dirigido a todos, sin miramientos por su opinin privada y que tena su valor c.n la sustitucin de la poltica por la curiosidad... Dado el. punto de partida, un precio de cuarenta francos por suscripcin, se lleg por necesidad casi absoluta a travos del anuncio a ia novela del folletn^. Y esto es jo que precisamente explica la alta remuneracin de tales contribuciones. .En 1845 ajust Dumas con he Constitutionnel, y con La Presse un contrato en el que se le sealaban por cinco aos unos honorarios mnimos de sesenta y tres mi) francos por una produccin anual mnima de diecioch volmenes Y Eugne Sue percibi por Les Mystres de Paris un pago de cien mil francos. Se han calculado Jos honorarios de Lamartine en cinco millones ele francos en el espacio de tiempo que va desde .1838 hasta 1851. Por la Histoire ries Girondins, que primero apareci en folletn, haba recibido seiscientos mil francos.7a.n oppara remuneracin de la mercanca literaria en los diarios condujo por necesidad a situaciones corrompidas. Se daba el caso de que el editor, al adquirir los manuscritos, se reservase el derecho de hacerlos firmar por un autor de su eleccin. Lo cual presupona que algunos novelistas de xito no tenan dificultades con su firma. Con ms detalle informa al respecto un panfleto, Fabrique de romans, Maison Alexandre Dumas'ei Cieu.,3. Ai-rjjio Niri'TftiF;NT. Histoire d la littrature franaise sous le Gouvernement de Juillet, Paris, 1859, vol. T, pg, 30J.43 Ctr. S. CiiAiU'iiY, La monarchie tle Juillet, en Histoire de France contemporaine depuis la Rvolution jusquil la paix de 1919, Pars, 19214922, vol. 4, pg. 352,44 Ctr. EucfcNi; us (Jacijuot)' Mtircouirr, Fabrique de romans, Maison Alexandre Dumas el Ce, Pars, S45.La Reviic des dcux mondes escribi por entonces: Quin conoce los ttulos de todos los libros que ha firmado el seor Duraas? Los conoce el mismo? Si llevase un diario, en el "debe y el "haber" seguro que olvidara-., a ms de uno de esos hijos de los que es padre legtimo, natural o adoptivo15. Corri la fbula de que Damas ocupaba en sus stanos a toda una compaa de literatos pobres. Todava despus de diez aos de las observaciones de la gran revista 1855 encontramos en un pequeo rgano de la bohemia la siguiente y pintoresca descripcin de la vida de un novelista lleno de xito al que el autor llama De Sanctis; Llegado a casa De Sanctis cierra cuidadosamente... y abre una pequea puerta oculta tras su biblioteca, Y as se encuentra en un gabinete bastante sucio, mal iluminado. En l est sentado, con una larga pluma de ganso en i a mano, un hombre adusto, que mira sumisamente y tiene enmaraados los cabellos. Reconocemos en 1 a una milla al verdadero novelista de raza, aunque no sea ms que un antiguo empleado de ministerio que ha aprendido el. arte de Balzac leyendo Le Constitu ionncL El autntico autor ele La cmara de los crneos es l; l es el novelista w. El Parlamento intent bajo la Segunda Repblica luchar contra la preponderancia del folletn. Se cargaba con un impuesto de un cntimo las entregas, una por una, de la novela. Pero tal prescripcin qued en corto plazo fuera de vigor con las leyes de prensa reaccionarias que, al limitar la libertad de opinin, dieron al folletn un valor elevado.La elevada remuneracin del folletn, junto con su gran consumo, ayudaba a los escritores que la servan a conseguir un gran nombre entre el pblico. Algunos no estuvieron lejos de emplear, combinndolos, sus medios y su fama: la carrera poltica se les abra casi automtl- [footnoteRef:20] [footnoteRef:21] [20: 15 Paulin Lima vrac, Pu roman actuel et de nos romanciers, Revue des deux mondes, 1845, pg. 953.w Paul Sauln.1 en, Du roman en gnra] ci du romancier moderne en particulier, La bohme, 1855, L pg. 3.^] [21: El uso de Jos 'negros no estaba limitado ai io]letn. Scribe ocupaba para el dilogo de sus piezas a toda una serie de colaboradores annimos.]

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43 camente. Con ello se dieron nuevas formas de corrupcin, cuyas consecuencias fueron mayores que las del mal uso del nombre de autores conocidos. Una vez despierta la ambicin poltica del literato, era fcil para el rgimen indicarle el camino apropiado, En 1846 Salvandy, Ministro para Jas Colonias, ofreci a Alexandre Punas emprender a costa del gobierno y la empresa estaba calculada en diez mil francos un viaje a Tnez para hacer propaganda de la poltica colonial. La expedicin fracas, se devor mucho dinero y termin con una pequea interpelacin en la Cmara. Sue fue ms afortunado, ya que adems de aumentar, a causa del xito de Les Mystres de Paris, el nmero de suscriptores de Le Constitutionnel de 1res mil seiscientos a veinte mil, fue elegido diputado por los obreros de Pars en 1850 con ciento treinta mil votos. No ganaron mucho con ello los electores proletarios; Marx llama a la eleccin comentario sentimental y extenuante de los logros en el mandato anterior[footnoteRef:22]7. Si la literatura poda abrir a los preferidos una carrera poltica, ser dicha carrera a su vez utilizadle para la consideracin crtica de sus escritos. Lamartine depara un buen ejemplo. [22: El uso de Jos 'negros no estaba limitado ai io]letn. Scribe ocupaba para el dilogo de sus piezas a toda una serie de colaboradores annimos.]

Los xitos decisivos de Lamartine, Mditations y Harmonies, alcanzan a los t iempos en que el campesinado francs estaba todava en posesin del disfrute del terruo logrado. En unos versos ingenuos a Alphonse Karr el poeta equipara su creacin a la de un viador:Tout homme avec fiert peni vendre sa sueur!Je vends ma grappe en fruit comme tu vends ta fleur, Heureux quand son nectar, sous mon pied qui la foule, Dans nies tonneaux nombreux en ruisseaux d'ambre coule, Produisant son matre ivre de sa chert,Beaucoup d'or pour payer beaucoup de libert!1*.Estas lneas, en las que Lamartine ensalza su prospevi-11 K. Marx, Dcr achtzehme Brumaire des Louis Bonaparte, 1. c., pg. 68.n Alphonse de Lamartine, Oeuvres potiques compltes, Ed. Guyard, Paris, 1936, pg. 1506 (Lettre Alphonse Karr).dad como prosperidad campesina y se felicita por los honorarios que su producto le procura en el mercado, son ms que instructivas, si se las considera menos desde su lado moral [footnoteRef:23] que como expresin de un sentimiento de clase. Este era el del pequeo campesino. He aqu una pieza de la historia de la poesa de Lamartine. La situacin de pequeo campesino se hizo crtica en los aos cuarenta. Estaba endeudado. Su minifundio no se hallaba ya en la llamada patria, sino en el banco hipotecario15. Con Jo cual se desmoronaba el optimismo campesino, base de la contemplacin transliguradora de la naturaleza que es propia de la lrica la martini ana. Al. surgir el minifundio en acuerdo con Ja sociedad, en dependencia de los poderes naturales y sometido a la autoridad, lue naturalmente religioso; el minifundio armiado y desmoralizado, desmembrado de la autoridad y de la sociedad, empujado por encima de su propia limitacin, era naturalmente irreligioso 6li. Y precisamente en este cielo hacan las poesas de Lamartine figuraciones de nubes. En 1830 haba escrito Sainte-Beuve: La poesa de Andr Chnier... es en cierta manera el paisaje sobre el cual la de Lamartine ha desplegado el cielo51. Este cielo se derrumb para siempre cuando los campesinos franceses votaron en i888 por la presidencia de Bonaparte. Lamartine haba cooperado a preparar su voto [footnoteRef:24], Sainte-Beuve escribe acerca de su papel en Ut revolucin: ... esiubt-i determinado para ser el Orfeo que con sus liras doradas guiase y mesurase tal intrusin de los brbtros r,. Secamente, Baudelaire le 11 am a un poquito pu i a ero, un poquito prostituid o . [23: El ultramontano Louts Veiitllot escribe en una carta abierta a Lamartine: De veras- que no sabe TJd. que ser libre quiere decir mucho ms que despreciar el oro? V para procurarse esa ndole de libertad que se compra con oro, produce Ud. sus libros de manera tan comercial como sus legumbres o su vino!" (Louis Veuillot; Payes choises, ed. Albalat, Lyon, 1906, pg. 31).w K. Makx, Oer achtzehne Bntmaire ces Lotus Bonapartc, 1. c., pg. 123.5 Ibid, pg. 122.31 Santc-Bevf-, Va, posies ec pettses de Josepft Deforme, Pars, 1863, pg. 170.] [24: Pokrowsll ha probado con informes del entonces embajador ruso en Pars, Kisseljev, que los acontecimientos ocurrieron tul y como Marx los habla previsto en Las luchas de clases en Francia. El 6 de abril de 1849. Lamartine haba asegurado a) embajador que las tropas se agruparan en ln capital una medida que ms tarde buscara justificar la burguesa con las manifestaciones obreras del 16 de abril. La advertencia de Lamartine, segn el cu ni se necesitn-]

Pava los lados problemticos de tan brillante fenmeno difcilmente podra alguien tener mirada ms penetrante que Baudelaire. Lo cual tal vez est en relacin con que desde siempre haba sentido cun poca brillantez se posaba sobre . Porche opina que parece corno s Baudelaire nu hubiese podido elegir dnde colocar sus manuscritos Eh Ernest Reynaud escribe que Baudelaire tuvo que contar con costumbres de tunantes; tuvo que habrselas con editores que especulaban con la vanidad de las gentes de mundo, de los aficionados y de los principiantes, y que slo aceptaban manuscritos si conseguan suscripto res s\ El propio comportamiento de Baudelaire corresponde a este estado de cosas. Pone el mismo manuscrito a disposicin de varios editores, otorga segundas impresiones sin sealarlas como tales. Temprana y plenamente consider sin ninguna ilusin el mercado literario. En 1846 escribe: Una casa puede ser muy hermosa, pero sobre todo, y ajiles de que nos detengamos en su belleza, tiene tantos metros de alta y (autos metros de larga. Igual pasa con la literatura, que presenta una sustancia inestimable; es, sobre todo, lneas llenas; y el arquitecto literario, al que no slo su nombre promete ganancia, tiene que vender a cada precio. Hasta su muerte sigui estando Baudelaire mal situado en el mercado literario. Se ha calculado que con i,oda su obra no gan ms de quince mil francos.Balzac se aniquila con caf; Musset se embota con ajenjo..., Murgen muere... en una Casa de Salud igual que [footnoteRef:25] [footnoteRef:26]ahora Baudelaire. Y ni uno de estos escritores ha sido socialista! 57, escribe el secretario par lieu i ar de Sainte-Beuve, Jules Troubat. Baudelaire ha merecido, desde luego, el reconocimiento que quiere tributarle esta ltima poca. Pero no por ello dej de calar en la verdadera situacin del literato. Era usual que e confrontase y a s mismo en primer lugar con las prostitutas. De eso habla el soneto La muse vnale. El gran poema introductorio Au lecteur representa til poeta en la postura poco ventajosa de quien acepta monedas contantes y sonantes por sus confesiones. Uno de sus primeros poemas, que no tuvo acceso a Les Fleurs du mal, est dirigido a una muchacha de la vida. Su segunda estrofa dice: [25: ran aproximad ament diez das para la concentracin de las tropas, arroja de hecho una luz ambigua sobre aquellas manifestaciones. (Cfr. MicHAIl N. Pokhowski : llistorische Aiifsiltze, Viena, 188, pginas 108 y ss.),] [26: SAiMTB'Pnuvr, Les consolations, pg. J)8.Ci por FianOs PoRCHti, La vie donloureu.se de Charles Baudelaire, Pars, 1926, pg. 248.M Confr. ibid., pfg. 156.M Euniist Ravnaud, Charles .OiwdernVe, Pars, 1922, pg. 319.w ti, pg. 385.]

Pour avoir des souliers, elle a vendu son me.;A'iais le bon Dieu rirait si, prs de cette infme,Je tranchais du tartuffe et singeais la hauteur,Moi qui vends ma. pense et qui veux tre auteur iB.La Cdtima estrofa, Cette-bchme - l, c'est mon tout, incluye sin reparos a esta criatura en la hermandad de la bohemia. Baudelaire saba lo que de verdad pasaba con el liLerato: se dirige al mercado como un gandul; y piensa que para echar un vistazo, pero en realidad va para encontrar un comprador.

1906,5; Cit. por Eugne Cripet, Charles Baudelaire, Paris, ptig. 190.EB I, pg. 209.

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49 Ei: FLANEUREl escritor, una vez que ha puesto el pie en el mercado, mira el panorama en derredor. Un nuevo gnero literario ha abierto sus primeras inten lonas de orientacin. Es una literatura panormica. Le livre des Ceni-et-Un, Les Franais peints par eux-mmes, Le diable Paris, La grande ville, disfrutaron al mismo tiempo que los panoramas, y no por azarj de los favores de la capital. Esos libros consisten en bosquejos, que con su ropaje anecdtico diramos que imitan el primer trmino plstico de los panoramas e incluso, con su inventario informativo, su trasfondo ancho y tenso. Numerosos autores les prestaron su contribucin. Estas obras en colaboracin son el sedimento del mismo trabajo literario colectivo que Girardin haba albergado por vez primera en el folletn. Eran vestuarios de saln para escritos que de por s venan marcados del EoroV.o tal loyer o. Eu. ellos ocuparoo sido ^referente los insignificantes cuadernos que se llamaban fisiologas. Siguen las huellas a tipos como los que le salen al paso al que visita el mercado. Desde los tenderos ambulantes de los bulevares hasta los elegantes en el foyer de la Opera, no hubo figura de la vida parisina que no perfilase el fisilogo. El gran momento del gnero coincide con el comienzo de los aos cuarenta. Es la escuela superior de los folletones; la generacin de Baudelaire ha cursado en ella. Que a ste tuviese poco que decirle, muestra lo pronto que anduvo su propio camino.En 1841 se lleg a contar con setenta y seis fisiologas A partir de este ao decay el gnero; desapareci con la monarqua burguesa. Era pequeoburgus desde sus races. Monnier, el maestro del gnero, era un cursi dotado de una extraordinaria capacidad para la observacin de s mismo. Jams traspasaron las fisiologas tan limitado horizonte. Despus de haberse dedicado a los tipos, le lleg el Lurno a la fisiologa de la ciudad. Aparecieron Pars la nuil, Pars i lab le, Pars dans 1ea.u, Pars chevai, Pars pil toresque, Pars mari. Cuando se agot el filn, se produjo un verdadero atrevimiento: la fisiologa de los pueblos. Tampoco se olvid la fisiologa de los animales que desde siempre resultaban muy recomendables como tema inocente. Porque lo que importaba era la inocencia. Eduard Fuchs, en sus estudios sobre la historia de la caricatura, advierte que en los comienzos de las isiologas estn las llamadas leyes de setiembre, es decir, las exacerbadas aedidas de censura de 1836. Por medio de ellas se separ de golpe de la poltica a un grupo de artistas capaces y adiestrados en la stira. Y si logr xito en Jo grfico, con mayor razn tena que lograrlo en la literatura la tal maniobra del gobierno. Ya que en sta no haba una energa poltica que pudiese compararse con la de un Daumier. La reaccin es, por tanto, el presupuesto por el que se explica la colosal revista de la vida burguesa que... se estableci en Francia... Todo desfilaba como por encima... das alegres y das de luto, Lrabajo y descanso, costumbres matrimoniales y usos propios de los clibes, familia, casa, hijos, escuela, sociedad, teatro, tipos, profesiones a.Lo apacible de estas pinturas se acomoda al hbito del flneur[footnoteRef:27] [footnoteRef:28] [footnoteRef:29] que va a hacer botnica al asfalto. Pero ni si- [27: Cfr. Chales LouAnime, Sintisiique lutmire de Ja produc- tion intellectuellc eri France depuis quinze ans, Revue des deux mondes, J5 de noviembre de 1847, pg. 686,] [28: Eduard Fuchs, Die Karikatur der europischen Vlker, Munich, 1921, vol. i, pg. 362.] [29: En el texto alemn original el autor empica siempre el trmino en francs. Seguimos pues su decisin, sin duda apoyada en la referencia constante que hace de este hombre que vagabun-]

quiera entonces se poda ya callejear por toda la ciudad. Antes de Haussmann eran raras las aceras anchas para los ciudadanos, y las estrechas ofrecan poca proteccin de ios vehculos. Difcilmente hubiese podido el callejeo desarrollar toda su importancia sin los pasajes. Los pasajes, una nueva invencin del lujo industrial, dice una gua ilustrada del Pars de 1852, son pasos entechados con vidrio y revestidos de'mrmol a travs de toda una masa de casas cuyos propietarios se han unido para tales especulaciones. A ambos lados de estos pasos, que reciben su luz de arriba, se suceden las tiendas ms elegantes, de modo que un pasaje es una ciudad, un mundo en pequeo. Y en este mundo est e f/neur como en su casa; agenciaba cronista y filsofo al lugar preferido por los paseantes y los fumadores, al picadero de todos los pequeos empleos posibles*. A s mismo se agenciaba un medio infalible de curar el aburrimiento que medraba fcilmente bajo la mirada de basilisco de una reaccin saturada. He aqu una frase de Guy que nos transmite Baudelairc: ... quien se aburra en el seno de la multitud, es un imbcil, un imbcil y yo lo desprecio fi. Los pasajes son una cosa intermedia entre la calle y el interior. Si queremos hablar de un mrito de las fisiologas, citaremos el bien probado del folletn: a saber, hacer del bulevar un interior. El bulevar es la vivienda del flanear, que est como en su casa entre fachadas, igual que el burgus en sus cuatro paredes. Las placas deslumbrantes y esmaltadas de Jos comercios son para l un adorno de pared tan bueno y mejor que para el burgus una pintura al leo en el saln. Los muros son el pupitre en el que apoya su cuadernillo de notas. Sus bibliotecas son los kioscos de peridicos, y las terrazas de los cafs balcones desde los que, hecho su trabajo, contempla su negocio. Que la vicia slo medra en toda su multiplicidad, en la riqueza inagotable de sus variaciones, entre los ado- [footnoteRef:30] [footnoteRef:31] quines grises y ante el trasfondo gris de despotismo: ste era el secreto pensamiento polLico del que las fisiologas formaban parte. [30: dca, que callejea, de este pascante en Cortes, que diramos en castellano, a la ciudad de Pars (N. del T.).1 Ferdinand von Gall, Paris und seine Salons, vol. 2, Oldenburg, 1845, pag. 22,] [31: II, pg. 333.]

Socialmente no eran sospechosos estos escritos. Una cosa tienen en comn las largas series de caracterizaciones, estrafalarias o sencillas, simpticas o severas, que las fisiologas presentaban al lector: su inocencia, su bona- chonera consumada. Semejante parecer sobre el prjimo estaba demasiado lejos de la experiencia para que no se escribiese por causas desacostumbradamente polmicas. Proceda de una inquietud de ndole muy especial. Las gentes tenan que arreglrselas con una nueva situacin, bastante extraa, que es peculiar de las grandes ciudades. Simmel ha retenido lo que aqu est en cuestin con una formulacin feliz: Quien ve sin or, est mucho ms-., inquieto que el que oye sin ver. He aqu algo caracterstico para la sociologa de Ja gran ciudad. Las relaciones alternantes de los hombres en las grandes ciudades... se distinguen por una preponderancia expresa de la actividad de los ojos sobre la del odo. Las causas principales son los medios pblicos de transporte. Antes del desarrollo de los autobuses, de los trenes, de los tranvas en el siglo diecinueve, las gentes no se encontraron en la circunstancia de tener que mirarse mutuamente largos minutos, horas incluso, sin dirigirse la palabra unos a otros c. La nueva situacin no era, segn Simmel reconoce, precisamente hogarea. Ya Bulwer instrument su descripcin de los hombres de las grandes ciudades en Eligen Arm refirindose a la observacin goeluana de que todo hombre, el mejor igual que el ms miserable, lleva consigo un misterio que, de ser conocido, le hara odioso a todos los dems 7. Y las fisiologas eran buenas para dejar de lado como de poca monta semejantes representaciones inquietantes. Si se nos permite decirlo as, hacan como de orejeras para el estpido animal de ciu-c Georg Stmmel, Soziologie, Berln, 1958, pg. 486.1 Edward Gj-orcb Bulwer Lvtton, Engen Aram. A tale, Pars, 1832, pg. 314.ciad8, del que habla Marx. La limitacin fundamental que daban, si era necesario, a su visin, la muestra una descripcin del proletaria francs en Physiologie de Vindustrie franaise de Foucaud: Para el obrero un goce tranquilo es ni ms ni menos que agotador. Ya puede ser la casa que habita, bajo un cielo sin nubes, verde y estar penetrada por e! aroma de las flores y animada por los trinos de los pjaros, que se encontrar desocupado. Es inaccesible a los atractivos de la soledad, Pero si por casualidad llega a sus odos un tono o un silbido agudos desde una fbrica lejana..., si escucha el sonsonete montono que proviene del molino de una manufactur, se alegra en seguida su frente. Ya ni percibe el selecto perfume de las flores. El humo de las chimeneas de las fbricas, los golpes eslremecedores de los yunques le hacen temblar de gozo. Recuerda entonces ios das venturosos de su trabajo guiado por el espritu inventor. El empresario que lea esta descripcin, se retiraba a descansar quiz ms sosegado que nunca.;/De hecho lo que estaba ms a mano era dar a las gentes, a unos de otros, una imagen alegre. A su manera urdan as las fisiologas la fantasmagora de la vida parisina. Tal procedimiento sin embargo no poda llevar muy lejos. Las gentes se conocan entre s como deudores y acreedores, como vendedores y clientes, como patronos y empleados y, sobre todo, se conocan como competidores. A la larga no pareca demasiado prometedor despertar en ellos respecto de sus colegas la representacin de un ser tan inocente. De ah que pronto se formase en este gnero otra opinin del asunto que tendra efectos mucho ms tnicos. Se retrotrae basta las fisonomas del siglo dieciocho. En cualquier caso poco tiene que ver con los slidos empeos de aqullas. En Lavater o en Gall entraba en juego un autntico empirismo junto con la especulacin y la extravagancia. Los fisilogos vivan de su crdito sin dar nada de lo que era suyo. Aseguraban que [footnoteRef:32] [footnoteRef:33] cualquiera, incluso el ayuno ce todo conoc men i v del lonja, esl:aba en situacin de descifrar la profesin, el carcter, la extraccin y el modo de vida ele los viandantes. En ellos ese don se presenta como una capacidad que tas hadas le lian puesto en la cuna ni habitante de la gran ciudad. Con semejantes certezas estaba Balzac, y ms que nadie, en su elemento. Le iban bien a su preferencia por enunciados sin limitaciones. El genio, escribe por ejemplo, es tan perceptible en el hombre que hasta el ms inculto, cuando se pasea por Pars, si se cruza con un gran artista, sabr en seguida dnde est in. Delvau, amigo de Baudelaire y el ms interesante entre los pequeos maestros del folletn, pretende distinguir al pblico de Parts en sus diversas capas sociales tan fcilmente como un gelogo distingue las formaciones en las rocas. Si algo semejante fuese factible, no sera entonces la vida en la gran, ciudad ni mucho menos tan inquietante como a algunos /.es pareca probable. Se trataba entonces nada ms que de urna fioritura, cuando Baudelaire se pregunta: Qu son los peligros del bosque y de la pradera comparados con los conflictos y los choques cotidianos de la civilizacin? Ya enlace a su vctima en el bulevar, ya atraviese su presa en bosques desconocidos, no sigue siendo e hombre eterno, el animal ele presa ms perfecto?1. [32: 8 Marx und Engels ber Feuerbach, Marx-Engels Archiv, Zeitschrift des Marx-Engels-lnstituis, Frankfurt T (1926), pg, 271.] [33: Foucalu), op. cit., pag. 222.Honor t j Balzac, Le cousin Pons, Pars, J 914, pii g* J 30.]

Para esa vctima o ti liza B a u delai re 1 a. ex p re s i n dupe; cl trmino designa al engaado, al que se deja llevar de !a nariz; es la contrapartida clel buen conocedor de-hombres. Cuanto menos sosegada se hace la gran ciudad, tanto mayor conocimiento de lo humano, se pensaba, ser necesario para operar en ella. En realidad la agudizada ludia por Ja competencia lleva sobre todo a que cada uno anuncie sus intereses imperiosamente. El conocimiento preciso de stos sirve con frecuencia mucho mejor que el del mismo ser, cuando lo que hay que hacer es valorar el comportamiento de un hombre. Por tanto, el don, del que tan de buen grado se ufana el flneur, es ms bien [footnoteRef:34] uno ce ios dolos vecinos a Baco en el mei'cado. Baudelaire apenas ha venerado dicho dolo. La fe en el pecado original le haca inmune contra la fe en el conocimiento de los hombres. Se emparejaba es esto con de Maistre, que por su lado haba aunado el estudio del dogma con la aficcin a Baco. [34: II, pg. 63?.]

Pronto quedaron abolidos los metoduelos que los fisto logis tas vendan a] mejor postor. Por el contrario, un gran futuro le estaba destinado a la literatura que se atena a los lados inquietantes y amenazadores de la vida urbana. Tambin dicha literatura tena que habrselas con la masa. Pero proceda de otra manera que las fisiologas. Poco le importaba determinar los tipos; ms bien persegua las funciones propias de Ja masa en la gran ciudad. Entre ellas toma aires de urgencia una. que ya un informe policial destacaba en las postrimeras del siglo diecinueve. Es casi .imposible,, escribe un agente secreto parisino en el ao 1798, mantener un buen modo de vivir en una poblacin prietamente mas i fi cada, donde por as decirlo cada cual es un desconocido para todos los dems y no necesita por tanto sonrojarse ante nadie n. Aqu la masa aparece como el asilo que protege al asocial de sus perseguidores. Entre sus lados ms amenazadores se anunci ste con antelacin a todos los dems. Est en el origen de la historia detectivesca.

En los tiempos, del terror, cuando cada quisque tena algo de conspirador, cualquiera llegaba a estar en situacin de jugar al detective. Para lo cual proporciona el vagabundeo la mejor de las expectativas. El observador, dice Baudelaire, es un prncipe que disfruta por doquier de su incgnito[footnoteRef:35] [footnoteRef:36]. Y s el flneur llega de este modo a ser un detective a su pesar, se trata, sin embargo, de algo que socialrnente le pega muy bien. Legitima su paseo ocioso. Su indolencia es solamente aparente. Tras ella se oculta una vigilancia que no pierde de vista al malhechor. Y as es como el detective ve abrirse a su sensibilidad campos [35: C.it. en Adolpiiu Schmirt, Tableaux de ta. rvolution franaise, publis sur les papiers indits du dpartement et de la police secrte de Paris, vol. 3, Leipzig, J870, pg. 337.] [36: * .TI, pg. 333.]

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53 bastante anchurosos. Conforma modos del comportamiento tal y como convienen al tempo de la gran ciudad. Coge las cosas al vuelo; y se suea cercano al artista. Todo el mundo alaba el Jp2 veloz de) dibujante, Balzac quiere que la maestra artstica est en general ligada al captar rpido [footnoteRef:37]. [37: En Straphia, Balzac habla de una "visin rpida, cuyas percepciones ponen, en cambios sbitos, a disposicin de la fantasa los paisajes ms. opuestos de la tierra.u Cfr. Roger Messac. Le Deiectif novel et l'influence de la pense scientifique, Paris, 1929.,h Cfr. Andri: Lr. Biuton, Balzac, Paris, 1905, pg. 83.,G H [PPOi-YTf- B a non, La vrit sur le cas de. M. Cha'mpfleury, Paris, 1857, pg. 30.v Cfr. la introduccin de Paul Vallkv a la edicin Ces. (Pars, 1928) de has Fleurs du Mal.18 [bdII, pg. 424.]

La sagacidad criminalista, unida a la amable negligencia del flneur, da el boceto de Dumas Mohiccms de Paris. Su hroe se resuelve a entregarse a las aventuras persiguiendo un jirn de papel que ha abandonado a los juegos del viento. Cualquiera que sea la huella que el flneur persiga, le conducir a un crimen. Con lo cual apuntamos que la historia deectivesca, a expensas de su sobrio clculo, coopera en la fantasmagora de la vida parisina. An no glorifica al criminal; pero s que glorifica a sus contrados y sobre todo a las razones de la caza en que stos le persiguen. Messac ha mostrado cul es el empeo en aducir en esto reminiscencias de Cooper u, Lo ms interesante en la influencia de Cooper es lo siguiente: que no se la oculta, sino que ms bien se hace de ella ostentacin. En los Mohicans de. Pars citados, dicha ostentacin est ya en el ttulo; e autor promete al lector abrirle en Pars una selva virgen y una pradera. El grabado del frontispicio del tercer volumen muestra una calle poco transitada entonces y llena de maleza; la leyenda de tal vista dice: La selva virgen en la rue dEn- fer. El prospecto editorial de la obra abarca esta relacin con una fioritura de gran aliento en la que nos permitimos presumir la mano de un autor entusiasmado consigo mismo: Pars los mohicanos... estos dos nombres rebotan uno contra otro como el quin vive de dos desconocidos gigantescos, A ambos los separa un abismo; y ste est sacudido por las chispas de esa luz elctrica que tiene su foco en Alexandre Dumas. Ya antes Fval haba colocado a una piel roja en aventuras urbanas. To- val es su nombre y logra, durante un paseo en berlina, arrancar la cabellera a sus cuatro acompaantes blancos sin que el cochero lo advicrla en absoluto. Les Mystcrcs de Parts sealan ya a! comienzo a Cooper, prometiendo que sus hroes ele los bajos fondos parisinos no estn menos apartados de la civilizacin que los salvajes que Cooper representa tan acertadamente. Pero es especialmente Balzac quien no se cansa de referirse a Cooper como ejemplo. La poesa del terror, de la que estn llenos los bosques americanos en los que tribus enemigas se encuentran en el sendero de la guerra, esa poesa, que tan bien le viene a Cooper, se adeca exactamente hasta 027 Jos mnimos de!alies a la vida parisina. Los transentes, los comercios, los coches de alquiler o un hombre .que se apoya en una ventana, todo ello interesaba a las gentes de la guardia de corps de Peyrades tan ardientemente como un tronco de rbol, una guajada de cnstoj', una roca, una piel de bfalo, una canoa inmvil o una hoja que se mueve interesan al lector de Cooper. La intriga de Balzac es rica en formas de juego que estn entre las historias de indios y las de detectives. Hubo quien pusiera temprano reparos a sus mohicanos en "spencer" y a sus "hurones en levita" !S. Por otro lado, Hippolyte Babou, siempre cerca de Baudelaire, escribe retrospectivamente en el ao 1857: Balzac rompe las paredes para abrir camino libre a la observacin.[footnoteRef:38]., escucha en las puertas---, se comporta, segn dicen gazmoamente nuestros vecinos los ingleses, como polce detective l,J. [38: "Es preciso volver Siempre a Sadc... para explicar el mal", H, pf. G94.]

Las historias de detectives, cuyo inters reside en una construccin lgica, que como tal no tiene por que ser propia de las narraciones de crmenes, aparecen por primera vez en Francia al traducirse los cuentos de Poe: 7 misterio de Marie Rogt, Los crmenes de la calle Morgue, La carta robada. Con la traduccin de estos modelos adopt Baudelaire el gnero. La obra de Poe penetr por entero en la suya; y Baudelaire subraya este estado ele cosas al hacerse solidario de! mtodo en el que coinciden todos Jos gneros a Jos que se dedic Poc. Poe fue uno de los tcnicos ms grandes de a nueva literatura. El ha sido el. primero que, como advierte Valry l7, intent a narracin cientfica, la cosmogona moderna, Ja exposicin de manifestaciones patolgicas. Estos gneros tenan para l valor de ejecuciones exactas de un mtodo para el que reclamaba vigencia general. En Jo cual Barde] ai re se pone por completo a su lado y escribe en el sentido de Poe: No est lejos el tiempo en el que se comprender que toda literatura que se reliase a marchar fraternalmente entre la ciencia y la filosofa es una literatura homicida y suicida lfl. Las historias de detectives, las ms ricas e,u consecuencias entre todas Jas ascenciones de Poc, pertenecen a un gnero literario que satisface al postulado bauddairiano. Su anlisis constituye una parte del anlisis de "la propia obra de Baudelaire, sin perjuicio de que ste no escribiera ninguna historia, semejante. Les Fleurs du mal conocen como disiecla metn- bra tres de .sus elementos decisivos: Ja vctima y el lugar del hecho (Une martyre), el asesino (Le vin de Vas- sassin), la masa (La crpuscide du so ir). Falta el cuarto, que permite al entendimiento penetrar esa atmsfera preada de pasin. Baudelaire no ha escrito ninguna historia de detectives, porque la identificacin con el detective le resultaba imposible a su estructura pusionaj. El clculo, el momento constructivo, caan en l del lado asocial. Y ste a su vez total y enteramente del de la crueldad, Baudelaire fue un lector de Sacie demasiado bueno para poder competir con Poe LEl contenido social originario de las historias detectives cas es Ja difumi nacin de las huellas de cada uno eq la multitud de la gran ciudad. Poc se dedica a es te'terna penetrantemente en Ll misterio da Marte Rogl, su cuento de crmenes ms extenso. Cuento que adems es el * prototipo de 1.a valoracin de informaciones de peridico en orden al descubrimiento de crmenes. El detective de Poe, el caballero Dupin, no trabaja sobre la base de inspecciones oculares, sino sobre la de los informes de la prensa diaria. Un peridico, Le Commerciel, sostiene la opinin de que a Marie Rogct, la asesinada, la quitaron de en medio los criminales inmediatamente despus de que hubo abandonado la casa materna. "Es imposible que una persona tan popularmente conocida como la joven vctima hubiera podido caminar tres cuadras sin que la viera alguien, y cualquiera que la hubiese visto la recordara..." Esta idea nace de un hombre que reside hace mucho en Pars, donde est empleado y cuyas andanzas en uno u otro sentido se limitan en su mayora a a vecindad de las oficinas pblicas. Sabe que raras veces se aleja ms de doce cuadras de su oficina sin ser reconocido o saludado por alguien. Frente a la amplitud de sus relaciones personales, compara esta notoriedad con la de la joven perfumista, sin advertir mayor diferencia entre ambas, y llega a la conclusin de que, cuando Marie sala de paseo no tardaba en ser reconocida por diversas personas, como en su caso, Pero esto podra ser cierto si Marie hubiese cumplido itinerarios regulares y metdicos, tan restringidos como los del redactor, y anlogos a los suyos. Nuestro razonador va y viene a intervalos regulares dentro de una periferia limitada, llena de personas que lo conocen porque sus intereses coinciden con los suyos, puesto que se ocupan de tareas anlogas. Pero cabe suponer que los paseos de Marie carecan de rumbo preciso. En este caso particular lo ms probable es que haya tomado por un camino distinto de sus itinerarios acostumbrados. El paralelo que suponemos exista en la mente de Le Commerciel slo-es defendible si se traa de dos personas que atraviesan la ciudad de extremo a extremo. En este caso, si imaginamos que las relaciones personales de cada uno son equivalentes en nmero, tambin sern iguales las posibilidades de que cada uno encuentre el mismo nmero de personas conocidas. Por mi parte, no slo creo posible, sino muy probable, que Marie haya andado por las diversas calles que unen su casa con la

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57 de su la sin encontrar a ningn conocido. Al estudiar este aspecto corno corresponde, no se debe olvidar nunca la gran desproporcin entre las relaciones personales (incluso Jas del hombre ms popular de Pars) y la poblacin 1otal de la ciudadDejando de lado el contexto que provoca en Pee estas reflexiones, el detective pierde su competencia, pero el problema no pierde su vigencia. Est, por cierto, un poco entornado en la base de uno de los ms famosos poemas de Les Fleurs du mal, del soneto A une passante:La rue assourdissante autour de moi h niait.Longue, mince., en grand deuil, douleur majestueuse-, Une femme passa, dune main fastueuse Soulevant, balanant le feston et F ourlet;Agile et. noble, avec sa jambe de statue.Moi, je buvais, crisp comme un extravagant,Dans son oeil, ciel livide o germe l'ouragan,La douceur qui fascine et le plaisir qui tue.Un clair... puis la nuit! - Fugitive beaut Dont le regard me fait soudainement renatre,Ne te verrai-je plus que dans l'ternit?Ailleurs, bien loin dici! trop tard! jamais peut-tre! Car jignore oit lu fuis, tu ne sais oit je vais,O toi que jeusse aime, toi qui le savais!El soneto A une passante no presenta a la multitud como asilo del criminal, sino como el del amor que se le escapa al poeta. Cabe decir qite trata de la funcin de la multitud no en la existencia del ciudadano, sino en la del ertico. Dicha funcin aparece a primera vista como negativa; pero no lo es. La aparicin que le fascina, lejos, muy lejos de hurtarse a! ertico en la multitud, es en la multitud donde nicamente se le entrega. El encanto clel [footnoteRef:39] [39: Edgar Ai.lan Poe, Cuentos, trad. de J. Cortzar, 1, pgs. 487- 488, Madrid, 1970. an Ibid., I. pg. 106.]

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59 habitante urbano es un amor no tanto a primera como a ltima vista. El jamais es el punto culminante del encuentro en el cual la pasin, en apariencia frustrada, brota en realidad del poeta como una llama. Y en ella se consume; claro que no se eleva de ella ningn ave fnix. El vivsimo nacimiento del primer terceto abre un panorama del suceso que se manifiesta muy problemtico a la luz de la estrofa precedente. Lo que hace que el cuerpo se contraiga en un espasmo no es la turbacin por eso cuya imagen se apodera de todos los recintos de su ser; tiene ms del choque de un imperioso antojo que se le viene encima sin aviso alguno al solitario, El aditamento comme un extravagant casi lo expresa; el tono que dispone el poeta, segn el cual la aparicin femenina est de luto, no se para en ocultarlo. En realidad hay una honda ruptura entre el primer cuarteto, que abre la escena, y los tercetos que la transfiguran. Al decir Thibaudet de estos versos que slo pudieron surgir en una gran dudad'-11, se queda en su superficie. Su figura interior se acrisola al reconocerse en ellos el amor mismo estigmatizado por la gran ciudad [footnoteRef:40] [footnoteRef:41]. [40: Alurrt TimuunET, Intrieurs, Pars, 924, pg, 22.] [41: Un poema del primer George acoge tambin el tema del amor a ana mujer que pasa. Se le escapa lo decisivo la corriente en que la mujer, que tropieza de paso eon el poeta, es llevada por la multitud. Las miradas del que habla son, como tiene que confesarle a su dama, hmedas, anhelantes, apartadas, antes de confiarse hundindose en las tuyas", Stefan George, Hymnen Pilyefahrten, Berln, 1922, pg. 23. Baudelaire no deja lugar a duda acerca de que hubiese mirado hondamente los ojos a Ui mujer que pasa.Balzac, Modeste Mignon, Paris, 1850, pag, 99. w Sigmund Englandhu, Geschichte der franzsischen Arbeiter- Associationen, vo). 3, Hamburgo, 1863-03, p6g. 126.*' /M/., pg. 115.E. A. Poe, op. ci., I, pg. 256, 64 ]

Desde Luis Felipe encontramos en la burguesa el empeo por resarcirse de la prdida del rastro de a vua privada en la gran ciudad. Lo intenta dentro de sus cuatro paredes. Es como si hubiese puesto su honor en no dejar hundirse en los siglos ese rastro si no de sus das sobre esta tierra, s al menos de sus artculos y requisitos de consumo. Incansable le toma las huellas a toda una serie de objetos. Se preocupa por fundas y estuches para zapatillas y relojes de bolsillo, termmetros y hueveras, cubiertos y paraguas. Prefiere las fundas de terciopelo y de. felpa que conserven la huella de todo contacto. Ai estilo de final cic] Segundo Imperio Ja casa se le convierte en una especie de estuche. La concibe como una funda del hombre en la que ste queda embutido con todos sus accesorios; y esparce sus rastros, igual que la naturaleza esparce en el granito una fauna muerta. No hay por qu pasar por alto que ei proceso tiene sus dos lados. Se subraya el valor sentimental o real de los objetos as conservados. Se sustrae a stos de la mirada profana de quien no es su propietario v su contorno queda especialmente difuminado y de manera muy significativa. No hay nada de extrao en que la repulsa del. control., que en el asocial es una segunda naturaleza, retorne en la burguesa propietaria.En estas costumbres podemos percibir la ilustracin dialctica de un texto aparecido e.n el Journal ofjicic en muchas entregas. Ya en 1836 haba escrito Balzac en Modeste Miguon: Pobres mujeres de Francia! Querrais ele .muy buen grado seguir siendo desconocidas para hilar vuestra pequea novela ele amor, pero cmo vais a poder lograrlo en una civilizacin que hace consignar en las plazas pblicas la salida y la llegadi de los carruajes, que cuenta las cartas y Jas sella una vez a su recepcin y otra a su entrega, que provee a las casas de nmeros y que pronto tendr a todo el pas catastrado hasta en su m ni i ti a parcela M. Desde la Revolucin francesa una extensa red de controles haba ido coartando cada vez con rns fuerza en sus mallas a la vida burguesa. La numeracin de las casas en la gran ciudad da un apoyo muy til al progreso de la normaizncin. La administracin napolenica la haba hecho obligatoria para Pars en 1805. En los barrios proletarios esta simple medida policial tropez desde luego con resistencias. En Sant-Antoine, el barrio de los carpinteros, se dice todava en 1864: Si a alguno de los moradores de este arrabal se le preguntase por su direccin, dar siempre el nombre que lleva su casa y no el nmero oficial y fro Y Tales resistencias no fueron desde luego a la larga capaces de nada en contra del empeo por compensar por medio de un tejido mltiple de registros la merma de rastros que trajo consigo la desaparicin de los hombres en las masas de las grandes ciudades. Baudelaire se encontraba tan perjudicado como un criminal cualquiera por este empeo. Huyendo de los acreedores, se afili a cafs y a crculos de lectores. Se dio el caso de que habitaba a la vez dos domicilios, pero en los das en que la reota estaba pendiente pernoctaba con frecuencia en un tercero, con amigos. Y as vagabunde por una ciudad que ya no era, desde haca tiempo, Ja patria, del flneur. Cada cama en la que se acostaba se le haba vuelto un lit hasardeux 1 Crpel; cuenta entre 1842 y 1858 catorce direcciones parisinas de Baudelaire.Medidas tcnicas tuvieron que venir en ayuda del proceso administrativo de control. Al comienzo del procedimiento de identificacin, cuyo standard de entonces est dado por el mtodo de Bertillon, est la determinacin persona! de la firma. Y el invento de la fotografa representa un paso en la historia de este procedimiento. Para la criminalstica no significa menos que lo que para ja escritura signific la invencin de la imprenta. La fotografa hace por primera vez posible retener claramente y a la larga las huellas de un hombre. Las historias detecti- vescas surgen en el instante en que se asegura esta conquista, la ms incisiva de todas, sobre el incgnito del hombre. Desde entonces no se aprecia que terminen los esfuerzos por fijarle csicamente en obras y palabras.El famoso cuento de Poe El hombre de la multitud es algo as como la radiografa de una historia detecti- vesca. El material de revestimiento que presenta el crimen brilla en l por su ausencia. S que ha permanecido el mero armazn: el perseguidor, la multitud, un desconocido que endereza su itinerario por Londres de tal modo que sigue, siempre estando en el centro. Ese desconocido es el flneur. Y as lo entendi Baudelaire, que ha llamado a ste en su ensayo sobre Guy l'homme

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61 des foules. Pero la descripcin de Poe de esta figura est libre de la connivencia que Baudelaire le prestaba, El flneur es para Poe sobre todo se que en su propia sociedad na se siente seguro. Por eso busca la multitud; y no habr que ir muy lejos para encontrar la razn por la cual se esconde en ella. Poe dfumina adrede la diferencia entre el asocial y el flneur. Un hombre se hace tanto ms sospechoso en la masa cuanto ms difcil resulta encontrarlo. Reposando de una larga persecucin, resume para s el narrador su experiencia: Este viejo, dije por fin, representa el arquetipo y el gnero del profundo crimen. Se niega a estar solo. Es el hombre de la multitud "s.Y no slo para este hombre reclama el autor el inters del lector; por lo menos se apega en igual grado a la descripcin de la multitud. Y ello tanto por motivos documentales como artsticos. En ambos aspectos el narrador sigue el espectculo de la multitud. Tambin Je sigue, en una conocida narracin de E. T. A. Hof fmann, el pariente desde su ventana de chafln. Pero qu apocada es la mirada sobre la multitud de quien est instalado en su vida casera. Y qu penetrante es la del hombre absorto en ella a travs de las lunas de los cafs. En la diferencia de los puestos de observacin estriba la diferencia entre Berln y Londres. De un lado el rentista; se sienta en e) mirador como en una platea; y cuando quiere darse una' vuelta por el mercado, tiene en la mano unos gemelos de pera. De otro lado el consumidor, el innominado, que entra en el caf y en seguida lo abandona atrado por el imn de la masa que incansablemente le vapulea. De un lado un gran surtido de pequeas estampas de gnero que forman todas ellas un lbum de lminas coloristas; de otro lado un bosquejo que hubiese podido inspirar a un gran grabador; una multitud inabarcable en la que nadie est del todo claro para el otro y nadie es para otro enteramente impenetrable. Al pequeoburgus alemn le han fijado estrechos lmites. Y sin embargo, Hoffmann era por idiosincrasia de la familia de los Toe y los Baude-

laire. En la nota biogrfica a la edicin original de sus ltimos escritos se advierte: Hoffmann no fue nunca especialmente amigo de la naturaleza. El hombre, comunicacin por aqu, observacin por all, el mero ver a los hombres valia para l ms que 'todo. Si paseaba durante el verano, cosa que con el buen tiempo suceda diariamente por la tarde..., no haba taberna o confitera en la que no entrase para ver si haba all alguien y qu clase de personas eran*1. Ms tarde se quejar Diclcens, estando de viaje, de la falta de mi do callejero, indispensable para su produccin. No puedo decir cunto echo en falta las calles, escriba en 1846 desde Lausanne, cogido como estaba por el trabajo en Dombey mui Son. Es como si diesen algo a mi cerebro de lo cual no puede ste pasarse, si ha de trabajar. Una semana, quince das,' s que soy capa?, de escribir maravillosamente en un lugar apartado; basta Juego con un da en Londres para remontarme otra vez... Pero son enormes el esfuerzo y el trabajo de escribir a diario sin esa linterna mgica... Mis figuras parece que quisieran quedarse quietas, si no tienen a su alrededor una multitud57. Entre las muchas sas que en la odiada Bruselas ponen a Baudelaire fura de s hay una que le llena de un encono especial. No hay escaparates en las tiendas. El callejeo, tan gi'ato a los pueblos dotados de imaginacin, es imposible en Bruselas. No hay nada que ver y los caminos son imposibles58. Baudelaire amaba la soledad; pero la quera en la multitud.Al correr de sus narraciones Poe deja que oscurezca. Se detiene en la ciudad bajo la luz de gas. Slo con dificultad cabra separar la iluminacin de gas de la apariencia de la calle como interior en el que se resume la fantasmagora del flanear. La primera luz de gas prendi en los pasajes. En la niez de Baudelaire se hizo el [footnoteRef:42] [footnoteRef:43] interno de utilizarla al aire Jibre; se dispusieron candela- bros en la Place Vendme. Y bajo Napolen Ui crece rpidamente el nmero de las farolas de gas en Pars2". Lo cual aumentaba Ja seguridad en la ciudad; haca que la multitud se sintiese en casa en plena calle tambin por la noche; expulsaba al cielo estrellado de la imagen de la gran ciudad ms confiadamente de corno haba sucedido por causa de sus casas elevadas. Corro las cortinas tras el sol; se ha ido se a la cama como debe. En adelante no veo oir luz que la de la llama de gas[footnoteRef:44] [footnoteRef:45]. La [una y las estrellas no merecen ya mencin alguna. [42: 2,3 Ernst Tiimnort Amatoi/s Hoffmann, Ausgewhlte Schriften, vol. 15: Leben untl Nachlass. Von Julius Eduard Hilzig, Stut- gart, 1839, pg. 32.] [43: Cif. ann. (Franz Mehring): Charles Dickens, Die Neue Zeit. 30, 1911-12, vol. I, pg. 621.M Ibicl, II, 710.] [44: 33 Cfr. La irarisjonnation de Pars sous le Second Empire, Exposition da la Bibliothquc ai des trav/uix histoviquas de la ville de Paris, rdig par Marcel Poete. E. Clouzot cl: G. llenrlol, Pars, J9J 0, pg. 65.33 Juui'N Lemej, Paris cm gciz, Pars, 1861, pg. H).] [45: La misma, imagen en Crpusculc. ctu soir: el celo, se /erifle lentenicnt commc une grande alcve U, pg. 108).31 Acfrkd .DolvaU, Les icures'parsiennes, Pars, I860, pg. 206.n Cr. Loms Veuillot, Les odeurs de Parts, Pars, 19,14, pgina 182.]

En ios tiempos florecientes del Segundo Imperio los comercios de las calles principales no cerraban antes de las diez de la noche. Era el esplendor del noctambulismo. El hombre, escribi Delvau en el captulo de sus Picures parisienses dedicado a la segunda hora despus de medianoche, debe'.descansar de cuando en cuando; paradas, estaciones le estn permitidas; pero no tiene derecho a dormir L Dickens .se acuerda en el lago ginebrino nostlgicamente de Genova, en donde dispona de dos millas de calle para vagar' bajo su iluminacin por las noches. Ms tarde, al extinguirse los pasajes, caer fuera de moda el callejeo y no resultar ya distinguida Ja luz de gas, le pareci a un ltimo flneur, que arrastraba tristemente sus pasos por el vaco pasaje Colbert, que el temblor de los candelabros no expona ms que el miedo ele su llama a no ser ya pagada a fin de mes to. Entonces escribi Ste- venson su lamento por la desaparicin de las farolas de gas. Se deja sobre todo [levar por el ritmo en que los faroleros van por las calles encendiendo una tras otra lasfarolas. Primero dicho ril.rno se destaca ecunimemente del crepsculo, pero luego ciudades enteras se encuentran de golpe, con un choque brutal, bajo el fulgor de ia luz elctrica. Esa luz debera caer nicamente sobre asesinos o criminales pblicos o iluminar los pasillos de los manicomios, ya que est hecha para aumentar el terror, el terror Y No pocas razones nos dicen que la luz de gas slo tardamente fue sentida de manera tan idlica como la sinti S te ven son que escribe su necrologa. Y sobre tocio lo atestigua as un discutible texto de Poe. Apenas podr describirse ms lgubremente los efectos de esa luz: ...los resplandores del gas, dbiles ai comienzo de la ludia contra el da, ganaban por fin ascendiente y esparcan en derredor una luz agitada y deslumbrante. Todo era negro y sin embargo esplndido como el bano con el cual fue comparado el estilo de Tertuliano :1. Y en' otro lugar dice Poe que en el interior de la casa el gas es inadmisible. Su luz dura, temblorosa, ofende a los ojos.Ttrica y desmembrada, como la luz en la que se mueve, aparece la multitud londinense. Lo cual no vale slo para la chusma que con la noche se desliza fuera ele sus guaridas [footnoteRef:46] [footnoteRef:47] [footnoteRef:48]. Poe describe de la manera siguiente la clase de los altos empleados: Todos ellos mostraban seales de calvicie y Ja oreja derecha, habituada a sostener desde haca mucho un lapicero, apareca extraamente separada. Not que siempre se quitaban o ponan el sombrero con ambas manos y que llevaban relojes con cortas cadenas de. oro de maciza y antigua forma Y En su descripcin Poe no pretende la apariencia inmediata. Estn exageradas las semejanzas a las que se somete el pequeo burgus al existir en la multitud; su cortejo no dista mucho de ser uniforme. Y an es ms sorprendente la descripcin de l multitud segn el modo que tiene de moverse. La gran ..mayora de los que iban pasando tenan un aire tan serio1 como satisfecho, y slo parecan pensar en la [46: Robeut Louis Stev enson, Virgin ib us Ptierisqiie and Other Papis, Londres, 1924, pg. 132.] [47: E. A. Poe, op. cii I, 251.] [48: Ibtd.30 md.t I, pg. 24Ei.]

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67 manera de abrirse paso en el apiamiento. Fruncan las cejas y giraban vivamente los ojos; cuando otros transentes ios empujaban, no daban ninguna seal de impaciencia, sino que se alisaban la ropa y continuaban presurosos, Otros, tambin en gran nmero, se movan incansables, rojos los rostros, hablando y gesticulando consigo mismos como si la densidad de la masa que los rodeaba los hiciera sentirse solos. Cuando hallaban un obstculo a su paso cesaban bruscamente de mascullar, pero redoblaban sus gesticulaciones, esperando con sonrisa forzada y ausente que os dems es abrieran camino. Cuando los empujaban, se deshacan en saludos hacia los responsables, y parecan llenos de confusin 37#. Se pensar que habla de individuos medio borrachos, miserables, Bn realidad se trata de gentilhombres, comerciantes, abogados, traficantes y agiotistas30. Lo que est en juego no es una psicologa de clases, es otra cosa [footnoteRef:49] [footnoteRef:50] [footnoteRef:51]. [49: 37 IbUU L pg. 247.] [50: En Un jour de Phtie encontramos el paralelo a este pasaje. Aunque est firmado por otra mano, hay que atribuir a Baudelaire este poema. (Cfr. CHAm.Es Baudelaire Veis retrouvs, ed. Jules Mouquet, Pars, 1929). La analoga del ltimo verso para con lu alusin de Poe a Tertuliano es tanto ms notable cuanto que el poema fue escrito lo ms tarde en 1843, en un tiempo en que Baudelaire nada saba de Poe,Chacun, nous coudoyant, sur le trottoir y lissant,Egoste et brutal, passe et nous clabousse,Ou, pour courir plus vite, en s'loignant nous pousse.Partout jauge, dluge, obscurit du ciel:Noir tableau qu'et rv le noir EzcchieU (I, pg. 211).as Ibcl, I, pg. 248.] [51: La imagen de America que Marx llevaba consigo parece ser del mismo material que la descripcin de Poe. Destaca el movimiento enfebrecido, Juvenil de la produccin material" en Estados Unidos y le hace responsable de que no fuese el tiempo ni hubiese ocasin pava abolir el antiguo mundo de los espritus" (K. Marx, lier achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte, ed. Rjaznnov. Viena, 1917, Pg. 30.) incluso la fisonoma de las gentes de negocios tiene en Poe algo de demoniaco. Baudelaire describe cmo al llegar la oscuridadCependant des dmons malsains dans l'atmosphre S'veillent lourdement, comme des gens d'djfaire (I, pg. 108).Tnl vez este pasaje de Crpuscule du soir est influido por el texto de Poe.]

Hay una litografa de Senefelder que representa un club de juego. Ni uno de los retratados en