120 cuentos de oriente. ramiro calle

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Trata sobre cuentos orientales que conllevan un mensaje espiritual.

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LOS 120 MEJORES CUENTOS

LOS 120 MEJORES CUENTOS

DE LAS TRADICIONES ESPIRITUALES

DE ORIENTERecopilacien de Ramiro Calle y Sebastin Vzquez

Digitalizado por Biblioteca Upasika

www.upasika.comIntroduccin

En todas las tradiciones espirituales de Oriente, tanto religiosas como filosficas, el

cuento ha sido -y es- uno de los elementos de enseanza ms precisos y preciosos que existen. Habra que resear que, tal vez, el trmino cuento no sea muy adecuado para este tipo de breves narraciones que desde luego poco tienen que ver, tanto en

estructura como en significado, con nuestro legado mtico occidental, ya que mientras que el contenido de nuestros cuentos en Europa gira casi exclusivamente en torno al concepto de viaje inicitico, en Oriente, estas historias muestran una funcin bien

distinta. En efecto, si repasamos nuestros cuentos occidentales, vemos que tanto los personajes como el escenario sealan los elementos clsicos del viaje inicitico: crisis de la situacin establecida, confrontacin entre el bien y el mal, pruebas a vencer, logro

a conquistar, proceso de transformacin del protagonista de persona normal a hroe y establecimiento de nuevo orden. Es decir, un esquema ms o menos reconocible y fcil de rastrear en todos o en algunos de sus componentes.

Sin embargo, como hemos dicho, las historias reunidas en este libro, tienen una virtud particular precisa: la de "ilustrar una situacin" -de un modo deliberadamente esquemtico- en la que se muestran determinadas actitudes y comportamientos que

aluden o bien a estados psicolgicos, o bien a etapas de la bsqueda espiritual. Es interesante resaltar que muchas de ellas se refieren al dao que produce el peso de las creencias en el ser humano, y por tanto a la necesidad de adquirir la percepcin correcta, es decir, la capacidad de percibirse a s mismo y percibir al mundo tal como es y no tal como somos, significando esta adquisicin la antesala del conocimiento

real. Del mismo modo, y con frecuencia, en estas historias se abordan distintos aspectos morales donde se resaltan conductas que parten de una posicin tica insobornable y que muestran de un modo rotundo los ms sobresalientes valores humanos en su mxima expresin.

Pero no se debe olvidar que el factor mas importante en este tipo de cuentos es que tienen el poder de provocar en la conciencia un impacto capaz de situar al oyente o al lector en un estado de comprensin ms elevado, brindndole la oportunidad de sentirse reflejado de un modo directo en una situacin concreta donde puede reconocerse. y ste

ha sido el motivo de que este tesoro de sabidura haya pervivido durante siglos con absoluta frescura y vigencia.

Otro aspecto a destacar es la aparicin habitual de los personajes del maestro y el discpulo. Esto se debe a que en muchas ocasiones se trata de ancdotas reales que, por su capacidad de "ilustrar una situacin, han sido transmitidas a lo largo de los siglos,

y que adems ofrecen una magnfica oportunidad al lector de situarse en una posicin de aprendizaje.

Por ltimo, resear que, de un modo sorprendente, estos cuentos presentan varios niveles de lectura que se adecuan al estado interior del lector -tanto psicolgico, moral o espiritual- y que pueden proporcionarle a cada cual un tipo de enseanza acorde con su particular capacidad y entendimiento.

En lo que se refiere a encontrar las fuentes de estas historias, hay que sealar que en su gran mayora es sencillamente imposible. Lo mismo aparecen en la tradicin suf que en chistes regionales; tanto en la enseanza budista como en el hinduismo; tanto en China, al amparo del taosmo, como a la sombra de los monasterios zen del Japn; igual en

los zocos del norte de frica como en los bazares de Estambul; lo mismo entre los rabinos de Jerusaln o los monjes del monte Athos que en los mercados sirios o persas; tanto en las estepas de Mongolia o Kurdistn como en las nevadas cumbres del Tbet.

Asimismo, tampoco pueden ser datadas con un mnimo de rigor, pues al pertenecer principalmente a tradiciones orales, se pierden en un pasado indefinido. Bien es cierto que muchas de ellas poseen, por ejemplo, un claro componente budista o suf, pero

no se puede asegurar que no tengan un origen anterior y que posteriormente fueran asimiladas por estas corrientes de pensamiento.

Respecto a nuestra seleccin de historias, es obvio que sta responde a un particular criterio personal, pero no es menos cierto que la mayora de las que podrn leer en las pginas siguientes son consideradas como imprescindibles en sus respectivas tradiciones por su potente capacidad de transmisin, as como por la calidad de su contenido de enseanza. Por este motivo, muchas de ellas sern familiares para el pblico conocedor de este tipo de literatura, aunque hemos procurado que otras sean

prcticamente inditas. Como el lector observar, se ha omitido en la redaccin, dentro de lo posible, toda referencia que pudiera identificar los cuentos con una determinada cultura, religin, poca o lugar geogrfico; esto obedece, de un modo deliberado, al propsito de que fuera el mensaje el protagonista absoluto, tratando adems de evitar que se pudieran establecer referencias preconcebidas con determinadas culturas o tradiciones.

Slo nos queda desearle una lectura amena y enriquecedora. Ojal estas sencillas historias sean capaces de hacerle llegar todo el enorme caudal de sabidura que ocultan bajo el disfraz de lo anecdtico y lo cotidiano, y que puedan servirle como un valioso

-y hermoso- instrumento de trabajo interior en cualquiera de sus aspectos psicolgico, tico o espiritual.

SEBASTIN VZQUEZ

A MODO DE PRLOGO:

Un cuento sobre las diferencias aparentes

Cuatro viajero provenientes de distintos pases que seguan la misma ruta juntaron el poco dinero que tenan para comprar comida.

-El persa dijo: comparemos angur.

-El rabe contest: no, yo quiero inab.

-El turco no estuvo de acuerdo y exclam: de eso nada, yo comer uzum.

-El griego protest diciendo: lo que compraremos ser stafil.

Como ninguno saba lo que significaban las palabras de los dems, comenzaron a pelear entre s.

Tenan informacin, pero carecan de conocimiento.

Pas por all un hombre que dijo:

-Yo puedo satisfacer el deseo de todos ustedes, denme su dinero.

Los viajeros accedieron a la solicitud del recin llegado. Al cabo de un rato, el hombre regres con aquello que todos haban mencionado sin saber que se referan a lo mismo: uvas.

La dificultad de aprender verdaderamente

En cierta ocasin, un hombre de gran erudicin, fue a visitar a un anciano que estaba

considerado como un sabio. Llevaba la intencin de declararse discpulo suyo y aprender de su conocimiento. Cuando lleg a su presencia, manifest sus pretensiones pero no pudo evitar el dejar constancia de su condicin de erudito, opinando y sentenciando sobre cualquier tema a la menor ocasin que tena oportunidad. En un momento de la visita, el sabio lo invit a tomar una taza de t. El erudito acept, aprovechando para hacer un breve discurso sobre los beneficios del t, sus distintas clases, mtodos de cultivo y produccin. Cuando la humeante tetera lleg a la mesa, el sabio empez a servir el t sobre la taza de su invitado. Inmediatamente, la

taza comenz a rebosar, pero el sabio continuaba vertiendo t impasiblemente, derramndose ya el lquido sobre el suelo.

-Qu haces insensato? -clam el erudito-. No ves que la taza ya est llena?

-Ilustro esta situacin -contest el sabio-. T, al igual que la taza, ests ya lleno de tus propias creencias y opiniones. De qu te servira que yo tratara de ensearte nada?

Qu es lo importante?Un monje de gran devocin e instruido, cruzaba una vez un ro en barca cuando al pasar

al lado de un pequeo islote, oy una voz de un hombre que muy torpemente intentaba elevar unas plegarias. En su interior no pudo por menos que entristecerse. Cmo era posible que alguien fuera capaz de entonar tan mal aquellos mantras? Tal vez aquel pobre hombre ignoraba que los mantras deban recitarse con la entonacin adecuada, el ritmo y la musicalidad precisas, con la pronunciacin perfecta. Decidi entonces ser generoso y desvindose de su rumbo se acerc al islote para instruir a aquel desdichado sobre la importancia de la correcta ejecucin de los mantras. No en vano, se consideraba un gran especialista y aquellos mantras no tenan para l ningn secreto. Cuando arrib, pudo ver a un pobre andrajoso de aspecto sosegado cantando unos mantras con poco acierto. El monje, con serena paciencia, dedic algunas horas a instruir minuciosamente

a aquel individuo que a cada momento mostraba efusivas muestras de agradecimiento a su improvisado benefactor. Cuando entendi que por fin aquel sujeto sera capaz de recitar los mantras con cierta solvencia se despidi de l, no sin antes advertirle:

-Y recuerda, mi buen amigo, es talla potencia de estos mantras, que su correcta pronunciacin permite que un hombre sea capaz de andar sobre las aguas.

Pero apenas haba recorrido unos metros con la barca, cuando oy la voz de aquel hombre recitar los mantras an peor que antes.

-Qu desdicha -se dijo a s mismo-, hay personas incapaces de aprender nada de nada.

-Eh, monje -escuch decir a su espalda muy cerca de l.

Al volverse vio al pobre andrajoso que, caminado sobre las aguas, se acercaba a su barca y le preguntaba:

-Noble monje, he olvidado ya tus instrucciones sobre el modo correcto de recitar los mantras. Seras tan amable de repetrmelo de nuevo?

El peso de las creenciasDos jvenes monjes fueron enviados a visitar un monasterio cercano. Ambos vivan en su propio monasterio desde nios y nunca haban salido de l. Su mentor espiritual no cesaba de hacerles advertencias sobre los peligros del mundo exterior y lo cautos que deban ser durante el camino.

Especialmente incida en lo peligrosas que eran las mujeres para unos monjes sin experiencia:

-Si veis una mujer, apartos rpidamente de ella. Todas son una tentacin muy grande. No debis acercaros a ellas, ni mucho menos hablar, por descontado, por nada del mundo se os ocurra tocarlas. Ambos jvenes aseguraron obedecer las advertencias recibidas, y con la excitacin que supone una experiencia nueva se pusieron en marcha. Pero a las pocas horas, ya punto de vadear un ro, escucharon una voz de mujer que se quejaba lastimosamente detrs de unos arbustos. Uno de ellos hizo ademn de acercarse.

-Ni se te ocurra -le ataj el otro-. No te acuerdas de lo que nos dijo nuestro mentor?

-S, me acuerdo; pero voy a ver si esa persona necesita ayuda -contest su compaero,

Dicho esto, se dirigi hacia donde provenan los quejidos y vio a una mujer herida y desnuda.

-Por favor, socorredme, unos bandidos me han asaltado, robndome incluso las ropas. Yo sola no tengo fuerzas para cruzar el ro y llegar hasta donde vive mi f:lmilia.

El muchacho, ante el estupor de su compaero, cogi a la mujer herida en brazos y, cruzando la corriente, la llev hasta su casa situada cerca de la orilla. All, los familiares atendieron a la asaltada y mostraron el mayor agradecimiento al monje, que poco despus reemprendi el camino regresando junto a su compaero.

-Dios mo! No slo has visto a esa mujer desnuda, sino que adems la has tomado en brazos.

-As era recriminado una y otra vez por su acompaante. Pasaron las horas, y el otro no dejaba de recordarle lo sucedido.

-Has cogido a una mujer desnuda en brazos! Has cogido a una mujer desnuda en brazos! Vas a cargar con un gran pecado!

El joven monje se par delante de su compaero y le dijo:

-Yo solt a la mujer al cruzar el ro, pero t todava la llevas encima.

La dificultad de la percepcin global

Una vez lleg un elefante a una ciudad poblada por ciegos. En esa ciudad se ignoraba

qu y cmo era ese extrao y enorme animal, as que decidieron llamar a los ms eruditos entre ellos para que elevaran un dictamen. El primero se acerc al animal y palp concienzudamente sus patas. Al rato sentenci:

-Amigos, no hay duda. Un elefante es como una columna.

El segundo de ellos tambin se acerc al paquidermo y toc a fondo sus orejas.

-Temo comunicaros que mi colega se ha equivocado. Un elefante es un gran abanico doble -dijo el segundo. El tercero, en cambio, centr su inspeccin en la trompa.

-Debo decir -proclam- que mis dos colegas han errado en su apreciacin. Es evidente que un elefante es como una gruesa soga. De este modo cada erudito capt su propio grupo de defensores y detractores, inicindose una polmica que hizo que llegaran a las manos. En esto lleg al pueblo un hombre que vea perfectamente, y ante aquella confusin pregunt el motivo de la disputa. Desordenadamente, cada grupo volvi a defender su opinin sobre lo que en verdad era un elefante. Odos a todos, el hombre que vea trat de sacarles de su error explicando que cada erudito slo haba percibido una parte del elefante, por lo que les describi cmo era en realidad el animal. Pero los ciegos creyeron que aquel hombre estaba loco. Lo expulsaron de su poblado, y continuaron por los siglos debatiendo entre ellos sobre lo que crean deba ser un elefante.

No es lo mismo la fantasa que la realidad

Cuentan que haba un rey a quien le gustaban mucho los dragones. Se hizo un gran experto en esta materia y su palacio estaba decorado con obras de arte que recreaban todo tipo de dragones, gran parte de sus joyas representaban dragones y su ropa estaba decorada con motivos de dragones. En sus jardines manaban fuentes con dragones de piedra e instaur una gran fiesta llamada el Festival del Dragn. Incluso afirmaba que sera capaz de dar cualquier cosa con tal de tener la oportunidad de ver a un dragn si es que stos hubiesen existido.

Una noche, un fuerte ruido lo despert. Un enorme animal estaba introduciendo su cabeza por la ventana y, al abrir sus fauces, lanz una llamarada que casi alcanz al rey. Era un dragn. El aterrorizado monarca llam a gritos a su guardia, que acudi en tropel armada hasta los dientes.

-Matad a esa bestia! -ordenaba el rey fuera de control. Al cabo de una cruenta pelea, el extraordinario animal yaca muerto a las puertas de palacio.

Desde ese momento, al rey dejaron de gustarle los dragones.

As es la vida

Un agricultor pacfico y tranquilo que viva con su hijo vio un da que su nico caballo

se haba escapado del establo. Los vecinos no dudaron en acercarse a su casa y condolerse por su mala suerte.

- Pobre amigo, qu mala fortuna. Has perdido tu herramienta de trabajo. Quin te ayudar ahora con las penosas tareas del campo? T solo no podrs, y te espera el hambre y la ruina.

Pero el hombre nicamente contest:

-As es la vida.

Pero dos das despus su caballo regres acompaado de otro joven y magnfico ejemplar. Los vecinos esta vez se apresuraron a felicitarlo.

-Qu buena suerte, ahora tienes dos caballos.

Has doblado tu fortuna sin hacer nada! El hombre slo musit:

-As es la vida.

Pero a los pocos das el padre y su hijo salieron juntos a cabalgar. En un tramo del camino, el joven caballo se asust y tir de la montura al muchacho, que se parti una pierna en la cada. Nuevamente los vecinos se acercaron a su casa.

-S que es mala suerte; si no hubiese venido ese maldito caballo, tu hijo estara sano como antes, y no con esa pierna rota que Dios sabe si sanar.

El agricultor volvi a repetir:

-As es la vida.

Pero ocurri que en aquel reino se declar la guerra y los militares se acercaron a aquella perdida aldea a reclutar a todos los jvenes en edad de prestar servicio de armas. Todos marcharon al frente menos el hijo del agricultor, que fue rechazado por su imposibilidad de caminar. Los vecinos fueron otra vez a casa del agricultor, en esta ocasin con lgrimas en los ojos.

-Qu desgracia la nuestra, no sabemos si volveremos a ver a nuestros hijos; t en cambio tienes en casa al tuyo con una pequea dolencia!

El hombre, una vez ms, dijo:

-As es la vida.

El verdadero poder

Un hombre de corazn endurecido decidi hacerse discpulo de un sabio con fama de

tener mucho conocimiento y poder. En realidad, lo que deseaba era llegar a convertirse en maestro l mismo y reunir miles de discpulos que lo venerasen y satisfacieran todos sus caprichos. Pero el sabio, leyendo el corazn de aquel hombre, lo rechaz como discpulo. No obstante, no se dio por vencido. Corra el rumor de que el maestro posea

un talismn mgico que era la fuente de su poder y sabidura, por lo que decidi averiguar si era cierto, y llegado el caso, robarlo. Por fin, una noche, despus de mucho esperar y acechar, logr hacerse con el talismn. Pero aquel individuo, por ms que manipulaba y estudiaba el talismn, no era capaz de adquirir un pice de conocimiento ni poder aunque, no obstante, lleg a tener algunas centenas de pobres discpulos a los que enseaba. Confiaba en que antes o despus el talismn le relevase todos sus secretos.

Pero una noche, de repente, apareci en su estancia el maestro.

-Eres un pobre desgraciado que no conoce las consecuencia de sus actos -le espet-. Haces creer a esos pobres desgraciados que eres un maestro, y en realidad ests manipulando sus emociones y anhelos. Nadie te dio la potestad de ensear. Esta

potestad slo puede otorgarla un hombre de conocimiento como yo. Y ni yo, ni nadie como yo te la dar jams. Ahora devulveme el talismn que me robaste .

Aquel hombre, sintindose atrapado, contest lleno de ira:

-Est bien, tal vez yo no logre nunca el conocimiento y el poder, pero t lo has perdido y por eso vienes a buscar el talismn mgico que otorga esos dones. Pues has de saber que no te lo devolver nunca, antes te matar o tendrs t que matarme.

-Pobre desgraciado -dijo el maestro-, no te das cuenta de tu estupidez. Yo soy un maestro y puedo hacer otro talismn! T con el talismn no puedes ser un maestro!

Opiniones ajenas

Un abuelo y su nieto se encaminaron un da a una aldea vecina para visitar a unos familiares, por lo que se acompaaron de un borrico a fin de hacer ms llevadera la jornada. Iba el muchacho montado en el burro cuando al pasar junto a un pueblo oyeron:

-Qu vergenza! El jovencito tan cmodo en el burro y el pobre viejo haciendo el camino a pie.

Odo esto decidieron que fuera el abuelo en la montura y el joven andando. Pero al pasar por otra aldea escucharon:

-Viste al egosta? l bien tranquilo en el burro, y el muchachito caminando.

Entonces acordaron que lo mejor sera montar los dos en el jumento y as atravesaron otro pueblo, donde unos lugareos les gritaron:

-Qu hacis vosotros? Los dos subidos en el pobre animal. Qu crueldad, vais a terminar reventndolo!

Vista la situacin, llegaron a la conclusin de que lo ms acertado era continuar a pie los dos para no tener que soportar ms comentarios hirientes. Pero pasaron por otro lugar y tuvieron que or cmo les decan:

-Tontos! Cmo se os ocurre ir andando teniendo un burro?

Lo fundamental y lo accesorio

Un hombre se perdi en el desierto. Al cabo de unos das ya punto de morir de sed, vio

que una caravana se acercaba. Como pudo, llam la atencin de los viajeros, que presurosos se dirigieron hacia el necesitado. ste, con un hilo de voz apenas pudo decir:

-Aaaguaa.

-Pobre hombre, parece que quiere agua, rpido, traigan un pellejo -reclam uno que pareca el jefe.

-Un pellejo no, por Dios -interpel otro-, no tiene fuerzas para beber en un pellejo, no se dan cuenta? Traganos una botella y un vaso para que pueda hacerlo cmodamente.

-Un vaso de cristal? Ests loco o qu te pasa? -protest otro de los presentes-. No ves que lo coger con tanta ansia que puede romperlo y daarse? Traigamos un cuenco de madera!

-Aaaguaa... susurr el moribundo.

-Creo que ustedes se han vuelto locos -agreg un cuarto hombre-. Es que acaso no recuerdan que tenemos un vino excelente? Siempre lo reanimar ms un buen vaso de vino que el agua. Traigamos el vino!

-Beebeeer -implor el sediento con sus ltimas fuerzas.

-Seguro que el desierto los ha hecho perder el juicio. Cmo vamos a darle vino sin saber si este hombre es musulmn? Estaramos obligndolo a cometer un gran pecado! Preguntmosle antes si es religioso -solicit otro hombre de aspecto bondadoso.

-Pero es que de verdad piensan darle de beber aqu a pleno sol? Antes tenemos que ponerlo a la sombra; yo tengo ciertos conocimientos de medicina y les digo que este hombre est ardiendo de fiebre y agotado. Llevmoslo a la caravana y pongmoslo en una cama -intervino otro de los presentes.

A los mercaderes no les dio tiempo a discutir ms, aquel hombre acababa de fallecer en sus brazos.

Otro punto de vista

Un paseante vio una vez a un pastor que, subido a una escalera, daba de comer de las tiernas ramas de un rbol a una cabra que llevaba en brazos. A cada rato deba bajarse de la escalera y buscar una nueva posicin donde subirse, para que la cabra comiera hojas verdes. Intrigado, pregunt a aquel hombre:

-Qu haces ah subido a la escalera?

-No lo ves? -contest el pastor-. Doy de comer a la cabra.

-Y cmo se te ocurre hacer eso? -volvi a preguntar de nuevo-. No ves que as vas a tardar muchsimo tiempo?

-Y qu prisa tiene la cabra?

Interpretando los smbolos

Una vez un monje mendicante lleg a un monasterio en busca de alojamiento. Segn

la tradicin lo normal era entablar con el recin llegado un debate sobre distintos aspectos de la enseanza budista en el que se pona a prueba tanto al husped como a los monjes del cenobio. Pero aquel da todos estaban muy cansados, as que el abad decidi que el debate corriera a cargo de un monje que, adems de tuerto, tena pocas luces.

El abad decidi aconsejarlo:

-Como no tienes mucho conocimiento ni facilidad de palabra, procura que el debate se haga en silencio, y adems intenta que sea lo ms corto posible.

A la maana siguiente, el abad se encontr con el visitante, que ya parta.

-Qu tal fue el debate? -pregunt.

-Puedes sentirte satisfecho de tus monjes, l dijo ser el ms torpe de todos, pero confieso que me derrot claramente por su elevada comprensin del budismo.

-Cuntame cmo fue el dilogo -rog el abad.

-Para empezar, yo levant un dedo, queriendo expresar al Buda. l contest levantando dos dedos, hacindome ver que una cosa era el Buda y otra sus enseanzas. Yo entonces levant tres dedos, indicando al Buda, su enseanza y sus monjes. Pero a continuacin l lanz un puo contra mi cara hacindome entender que todo parte de una comprensin nica y definitiva. No supe qu contestar, as que, derrotado, me marcho de tu monasterio.

Instantes despus apareci el monje tuerto, y el abad le pidi el relato de lo ocurrido en el debate.

-Ese hombre era un maleducado, empez levantando un dedo recordndome que yo tena solo un ojo; yo fui benevolente y levant los dos dedos en seal de que l afortunadamente tena los dos ojos, pero insisti en el insulto al levantar los tres

dedos mostrando que entr l y yo tenamos tres ojos, as que le di un puetazo. Entonces se levant y se dio la vuelta sin decir nada.

Cielo e infierno cercanos

Un samurai fue a visitar a un viejo sabio para plantearle una duda que lo atormentaba.

-Seor, estoy aqu porque necesito saber si existen el infierno y el paraso.

-Quin lo pregunta? -contest el maestro.

-Un guerrero samurai.

-T un samuray? -se burl el maestro-. Con esa cara de idiota que tienes?

El guerrero no daba crdito a lo que oa.

-Seguro que adems de estpido eres un cobarde -se mof de nuevo.

La ira se adue del samurai que desenvain instintivamente su sable.

-Ahora se abren las puertas del infierno! -grit el anciano.

El guerrero comprendi de sbito la actitud del maestro y guard su sable avergonzado.

-Ahora se abren las puertas del paraso! -exclam de nuevo el maestro.

La prisin del odio

Dos hombres haban compartido injusta prisin durante largo tiempo en donde recibieron todo tipo de maltratos y humillaciones. Una vez libres, volvieron a verse aos despus. Uno de ellos pregunt al otro:

-Alguna vez te acuerdas de los carceleros?

-No, gracias a Dios ya lo olvid todo -contest-. y t?

-Yo contino odindolos con todas mis fuerzas -respondi el otro.

Su amigo lo mir unos instantes, luego dijo:

-Lo siento por ti. Si eso es as, significa que an te tienen preso.

Quin se atreve a juzgar?

Ocurri una vez que en un pueblo muri de vejez el juez. Como tardaba en llegar el sustituto y los casos se acumulaban, los ciudadanos decidieron nombrar en el puesto interino a un convecino suyo a quien todos respetaban por su sabidura y sentido de la justicia.

Al da siguiente le lleg el momento de presidir un juicio. Empez hablando el fiscal, que, de un modo brillante y elocuente, convenci a todos los presentes sobre la culpabilidad del reo.

-Tiene razn el fiscal! -exclam el improvisado juez.

-Seora, an debe or al abogado -le record el secretario del juzgado.

Tom entonces la palabra el abogado, que, en brillantsima exposicin, tambin convenci a los presentes sobre la inocencia de su defendido.

-Tambin tiene razn el abogado -dijo el Juez.

-Pero seora! -volvi a intervenir el secretario-. No es posible que tengan razn los dos!

-EI secretario tiene razn tambin! - Dicho lo cual, el juez dio por terminado el juicio.

Milagros sin significado

Un anciano maestro mand a sus discpulos a recorrer mundo con el encargo de que le

trajeran noticia del acontecimiento ms maravilloso que hubiesen contemplado durante su viaje. Al cabo de muchos meses regres uno de ellos y empez a narrarle lo siguiente:

-Maestro, lo ms increble y maravilloso que he contemplado en estos largos meses ocurri un da en que estaba a punto de tomar una barcaza que cruzaba un caudaloso ro. En el momento de zarpar, lleg un pobre anciano que le pidi al barquero que por caridad lo llevase a la orilla ya que no dispona de dinero.

El dueo de la barca se neg airadamente y solt amarras con toda rapidez, de tal modo que la barca se adentr en la corriente. Pero en ese momento, y ante la mayor sorpresa de todos, el anciano cerr los ojos, entr en un estado de arrebatamiento Y comenz a

caminar sobre las aguas hasta que vade el ro! No es asombroso? No es eso un milagro?

-Cunto costaba el pasaje de la barca? -pregunt el maestro.

-Slo dos monedas -respondi el discpulo.

-Pues esas dos monedas es todo el valor del milagro que has contemplado.

Autntico conocimiento

Cuentan que, en un pas lejano, los discpulos de una orden mstica eran sometidos a pruebas muy duras. Un da, un maestro reuni a varios de ellos y les dijo:

-Ayer, unos aspirantes a la maestra fueron sometidos a un examen, quiero que vosotros me deis vuestra opinin sobre quin ha sido el triunfador de la prueba, y as podr conocer vuestra capacidad de comprensin. Acompaadme y os explicar los detalles.

Caminaron juntos un trecho hasta que llegaron a un lugar donde se abran unos pozos. El maestro continu hablando:

-La prueba era muy sencilla. En cada uno de esos cinco pozos repletos de serpientes venenosas, se encerr a los candidatos con el objetivo de que pasaran la noche all. Acerqumonos y veamos el resultado.

As, cuando se asomaron al primer pozo, observaron que slo estaban las serpientes. En el segundo pozo, vieron muerto al candidato rodeado de serpientes. En el tercer pozo, observaron al candidato tranquilamente sentado en medio de todas las serpientes muertas. En el siguiente pozo contemplaron cmo el cuarto hombre dorma a pierna suelta al lado de una pequea hoguera sin que hubiera ninguna serpiente a su alrededor. Por ltimo, en el quinto pozo, vieron cmo el candidato se encontraba en postura de meditacin y con el rostro lleno de serenidad mientras las serpientes recorran plcidamente su cuerpo.

-Bien -dijo el maestro-, quiero que ahora me digis quin es el candidato que ha triunfado en la prueba, argumentndome vuestras conclusiones.

Despus de una pequea deliberacin en la que constataron que todos estaban de acuerdo, un portavoz se dirigi al maestro:

-Creemos que el ganador es el hombre que est meditando en el quinto pozo. En el primero, parece evidente que el hombre huy. El segundo muri envenenado por las serpientes. El tercero hizo un acto de valor matndolas, pero slo se desembaraz del problema. El cuarto candidato dio muestras de inteligencia al utilizar el fuego para que

las serpientes huyeran. En cambio, el ltimo hombre consigui tal control sobre s mismo, y alcanz tal grado de paz interior que hasta esos peligrosos animales han demostrado mansedumbre ante l.

-Vuestras conclusiones son producto de las apariencias y no de la realidad, mucho ms simple -dijo el maestro-. Y todo porque el punto de partida es falso: la verdad es que las serpientes no son venenosas. Ciertamente, el primer candidato huy creyndose en peligro, el segundo muri presa de su propio miedo a morir, el tercero mat a unos pobres animales inofensivos, el quinto realiz un esfuerzo de concentracin y control innecesarios en una situacin que no lo requera. Slo el cuarto candidato tena un conocimiento real: l saba que aquellos animales no eran en absoluto peligrosos,

por eso se tumb tranquilamente a dormir, aunque antes prefiri encender una hoguera para calentarse y sacar del pozo a las serpientes para estar ms cmodo.

Falsas seales de santidad

Un hombre decidi buscar a un maestro de quien poder aprender tanto de su conocimiento como de su ejemplo. Un amigo se enter de sus intenciones y se prest a ayudarlo:

-Yo conozco a un hombre santo que vive en la montaa; si quieres, te acompaar a visitarlo.

Ambos iniciaron el camino en medio de una nevada y, a media jornada, se sentaron a descansar al lado de una fuente. El buscador pregunt a su amigo:

-Cmo sabes que ese ermitao es un hombre santo?

-Por su conducta --contest ste-. Viste siempre tnica blanca en seal de pureza, come hierbas y bebe agua, lleva clavos en los pies para mortificarse, a veces rueda desnudo por la nieve y tiene un discpulo que le da peridicamente 20 latigazos en la espalda.

En ese momento apareci un caballo blanco que, despus de beber agua en la fuente y mordisquear unas hierbas, se puso a rodar por la nieve. Al verlo, el buscador se levant y dijo a su amigo:

-Me voy, ese animal es blanco, come hierba y bebe agua, lleva clavos en sus cascos, le gusta tirarse por la nieve y seguro que recibe a la semana ms de 20 latigazos. Sin embargo, no es ms que un caballo.

Quin est ms loco?

Unos hombres fueron a inspeccionar un manicomio famoso por el acertado tratamiento

que all se les daba a los pacientes. Entre los muchos enfermos encontraron a uno de ellos extremadamente sonrojado y que desprenda un gran calor.

Preguntaron a los mdicos encargados sobre aquel caso tan singular.

-Es el enfermo ms antiguo del hospital -contestaron aquellos sabios-. Ese hombre se cree un horno.

-Y cmo con sus conocimientos no han podido curarlo an?

-Bueno...vern -se excusaron los mdicos-, lo que ocurre es que hace un pan excelente.

Las respuestas de DiosUn hombre muy devoto viva en una casa algo alejada de una aldea. Llegada la poca

de las lluvias, stas aparecieron con una fuerza desacostumbrada. Al cabo de una semana de llover sin parar, vio cmo algunos aldeanos con sus pertenencias se alejaban del lugar pasando frente a su puerta.

-Vecino -le dijeron-, dicen que todava llover mucho ms, y esta es una zona que puede inundarse fcilmente. Sube a nuestro carro y nosotros te ayudaremos a cargar tus cosas.

-Gracias amigos -contest el hombre devoto-, pero no estoy preocupado. Dios me ayudar si llega el caso. Y como acostumbraba, esa noche rez, pidiendo a Dios que lo mantuviera fuera de peligro.

Pero continu lloviendo dos semanas ms. El agua ya haba penetrado en su casa y le llegaba hasta las rodillas. Los ltimos habitantes de la aldea le gritaron desde sus barcas al tiempo que remaban apresuradamente:

-Vecino, no te demores ni un instante en venir con nosotros, no pierdas tiempo en recoger nada.

Las aguas amenazan con subir an ms.

-Gracias, pero no os preocupis por m. Marchad tranquilos, que Dios no me dejar desamparado, seguro que maana deja de llover -contest desde el armario donde estaba subido. Y esa noche la pas rezando y pidiendo a Dios que no lo abandonara en aquella situacin, sin duda ya angustiosa.

Durante la semana siguiente las aguas fueron subiendo indefectiblemente, de tal modo que nuestro hombre termin encaramado en el punto ms alto del tejado. Aun as, no dej de rezar ni un instante solicitando la ayuda de Dios, confiando ciegamente en la divina providencia. Estando en esta situacin se acerc por all un equipo de salvacin perfectamente pertrechado.

-Preprese, que vamos a salvarlo. Ha tenido suerte que passemos por aqu, las lluvias no amainan y la situacin es cada vez peor; pero no se preocupe, aqu estamos nosotros para salvarle la vida -le grit el jefe del equipo.

-Se equivoca, buen hombre -contest el devoto-, mi vida slo est en manos de Dios y l no permitir que muera, seguro que maana mismo deja de llover y en unos das todo vuelve a la normalidad. Esto es una prueba que Dios me manda para probar mi fe, pero yo confo en su infinita sabidura.

Odo esto, aquellos hombres decidieron dar media vuelta, pensando que no mereca la pena esforzarse en ayudar a un loco que no quera salvarse.

Como continu lloviendo, el hombre devoto muri ahogado al da siguiente y su alma lleg ante la presencia de Dios.

-Seor, estoy frustrado, defraudado y desconcertado. Por qu te negaste a socorrerme? Sabes que rec sin parar pidindote que no me abandonaras. Por qu lo hiciste? -preguntaba aquel alma entre desconsolados sollozos. -Mi confianza en tu ayuda era absoluta.

La voz de Dios son como un trueno.

-Cmo que me negu a ayudarte? Nadie tiene la culpa de que seas un completo idiota.

Quin crees que te envi a los vecinos del carro, a los de las barcas y al equipo de salvamento?

Empezar por lo pequeo

Un asceta meditaba profundamente en su cueva cuando se sinti molestado por un ratoncillo que se puso a roer sus ropas.

-Mrchate estpido -dijo el ermitao-. No ves que has interrumpido mi meditacin?

-Es que tengo hambre -contest el ratn.

-Llevaba ms de treinta das de meditacin buscando la unidad con Dios y me has hecho fracasar -se lament el ermitao.

-Cmo buscas la unidad con Dios si no puedes siquiera sentirte unido a m que slo soy un simple ratn? -respondi el roedor.

Forma esto parte de m?

Cuentan que un hombre sufra con gran frecuencia ataques de ira y clera, as que decidi un da abordar esta situacin. Para ello se fue al encuentro de un viejo sabio con fama de conocer la naturaleza humana. Cuando lleg a su presencia, habl de este modo:

-Seor, quiero solicitar tu ayuda, ya que tengo fuertes arranques de ira que estn haciendo mi vida muy desgraciada. Yo s que soy as, pero tambin s que puedo cambiar si usted me aconseja.

Lo que me cuentas es muy interesante -dijo el anciano-. De todas maneras, para poder tratar bien tu problema es necesario que me muestres tu ira y as pueda saber de qu naturaleza es.

-Pero ahora no tengo ira -argument el hombre.

-Bien -contest en anciano-, lo que tendrs que hacer en este caso es que la prxima vez que la ira te invada, has de venir lo ms deprisa posible a ensermela.

El hombre iracundo se mostr de acuerdo y regres a su casa. Pero pocos das despus se encontr de nuevo con otro ataque de clera y march rpidamente a ver al anciano. Sin embargo, ocurra que el viejo habitaba en lo ms alto de una colina muy alejada, as que cuando por fin alcanz la cima y se present al sabio...

-Seor, estoy aqu de nuevo como me dijiste.

-Estupendo, mustrame tu ira.

Pero al pobre hombre se le haba pasado la ira durante la subida.

-Es posible que no hayas venido lo suficientemente rpido -dijo el anciano-. La prxima

vez corre mucho ms deprisa y as llegars todava con ira.

Pasados unos das, al hombre le asalt otro fuerte ataque de clera y recordando la recomendacin del sabio, comenz a correr cuesta arriba todo lo rpido que pudo. Cuando media hora despus lleg completamente agotado a casa del viejo, ste le reprendi severamente:

-Esto no puede continuar as, otra vez llegas sin ira. Creo que debes esforzarte an ms y tratar de subir las cuestas mucho ms deprisa. De otro modo no voy a poder ayudarte.

El hombre march entristecido, jurndose a s mismo que la prxima ocasin correra con todas sus fuerzas para llegar a tiempo de mostrar su ira.

Pero no ocurri as. Una y otra vez suba la cuesta, ya cada ocasin llegaba ms y ms fatigado y desde luego sin un asomo de ira.

Un da que lleg especialmente extenuado, el maestro, por fin, le dijo:

-Creo que me has engaado. Si la ira formara parte de ti, podras ensermela. Has subido a mi casa veinte veces y nunca has sido capaz de mostrarla. Esa ira no te pertenece. No es tuya. Te atrapa en cualquier lugar y con cualquier motivo y luego te

abandona. Por tanto, la solucin es fcil: la prxima vez que quiera llegar a ti, no la recojas.

Saberlo o no saberlo

Un caminante lleg a un pueblo donde se anunciaba la actuacin del hombre maravilloso, un personaje que, segn contaba el pregonero, era capaz de realizar milagros.

El viajero se coloc en lugar de privilegio para ver el nmero, y, empezado ste, observ que, en efecto, aquel hombre realizaba prodigios tan grandes como el de crear objetos de la nada. Terminada la funcin, se acerc al hombre maravilloso y le

pregunt:

-Dnde est el truco de los fenmenos que realizas?

-No hay ningun truco -contest ste.

-Quieres decirme que eres capaz de crear de la nada? -volvi a inquirir.

-As es -contest de nuevo.

-Eso es imposible -grit el viajero. Slo puede crear Dios. Es que acaso t eres Dios?

-As es -volvi a responder el hombre maravilloso.

Lleno de indignacin ante aquella irrespetuosa manifestacin, el viajero grit burlndose:

-T eres tan Dios como puedo serlo yo!

-As es tambin -respondi de nuevo-, slo que hay una pequea diferencia entre t y yo.

-Cul es? -pregunt intrigado el caminante.

-Que yo lo s y t no.

Comprender lo que uno mismo dice

Un maestro y su discpulo caminaban por un prado. En su paseo Iban oyendo las voces de distintas criaturas: el mugido de las vacas, el trinar de los pjaros, el balar de las ovejas, el relinchar de las caballeras. . .

-Si tan slo pudiera comprender un instante lo que dicen -dijo en un suspiro el discpulo refirindose a los animales.

Mucho ms importante para ti sera si tan slo pudieras comprender un instante la verdadera esencia y significado de lo que t mismo dices -respondi el maestro.

La importancia de lo inmediato

Un monje errante con hambre y sed de varios das visit un pueblo y ofreci en la

plaza pblica un hermoso sermn que versaba sobre las venturas de los santos en el cielo.

Finalizado el discurso, una mujer de aspecto acaudalado le pregunt:

-Todo lo que ha dicho me ha interesado mucho, pero hay algo que me preocupa. Puede decirme qu es lo que comen y beben esos santos en el cielo?

-Mujer ignorante -clam el monje-, me preguntas qu comen los santos en el cielo, y no se te ocurre preguntarme qu es lo que yo como.

No es lo mismo pedir que ofrecer

Un rey haba fijado unas horas al da para que cualquier sbdito pudiera tener audiencia.

Una maana lleg un mendigo fuera de las horas sealadas y pidi ver al rey. Los guardias se burlaron de l y le preguntaron si no conoca la ley. El mendigo contest:

-La conozco perfectamente, pero es vlida slo para aquellos que quieren pedir al rey cosas que ellos mismos necesitan; yo, en cambio, quiero hablar con el rey sobre las cosas que el reino necesita.

El mendigo fue admitido en el palacio inmediatamente.

Interpretando segn convenga

Un da de lluvia torrencial un vecino corra presuroso buscando cobijo, cuando un

hombre devoto le pregunt:

-Por qu corres?

-Corro para no mojarme -contest.

-No sabes, desgraciado, que el agua de lluvia es una bendicin divina? Disfruta de ella! -le increp el religioso.

Impresionado, el vecino comenz a caminar despacio, calndose hasta los huesos.

Ocurri que, otro da, el vecino vio al devoto corriendo bajo la lluvia.

-Has olvidado ya que la lluvia es una bendicin del Seor? -pregunt irnico.

-Precisamente por eso corro a fin de no pisar esta bendita agua -respondi mientras se perda calle abajo.

Pedir el favor completo

Un hombre de condicin humilde haba perdido su herramienta de trabajo y peda a los

cielos el poder recuperarla encomendndose a un santo particular.

-Si haces que la encuentre, prometo que entregar tres monedas de oro en ofrenda -deca entre sollozos.

Al cabo de un rato, encontr lo perdido y exclam:

-Oh, poderoso santo, que has logrado que encuentre mi herramienta, haz, por favor, que encuentre ahora tres monedas de oro.

Sin percepcin correcta no hay juicio correctoUn jinete vio que un escorpin venenoso se introduca por la garganta de un hombre que

dorma tumbado en el camino. El jinete baj de su cabalgadura y con el ltigo despert al hombre dormido a la vez que le obligaba a comer unos excrementos que haba en el suelo. Mientras, el hombre chillaba de dolor y asco:

-Por qu me haces esto? Qu te he hecho yo?

El jinete continuaba azotndolo y obligndole a comer los excrementos.

Instantes despus, aquel hombre vomit arrojando el contenido del estmago con el escorpin incluido. Comprendiendo lo ocurrido, agradeci al jinete el haberle salvado la vida, y despus de besarle la mano insisti en entregarle una humilde sortija como muestra de gratitud. Al despedirse le pregunt:

-Pero por qu sencillamente no me despertaste? Por qu razn tuviste que usar el ltigo?

-Haba que actuar rpidamente -respondi el jinete-. Si slo te hubiera despertado, no me habras credo, te habras paralizado con el miedo o habras escapado. Adems, de modo alguno hubieses tomado los excrementos, y el dolor de los azotes provocaba que te convulsionases, evitando que el escorpin te picara.

Dicho lo cual, parti al galope hacia su destino.

No lejos de all, dos hombres de una aldea vecina haban sido testigos del episodio. Cuando regresaron junto a sus paisanos, narraron lo siguiente:

-Amigos, hemos sido testigos de unos hechos muy tristes que revelan la maldad de algunos hombres. Un pobre labrador dorma plcidamente la siesta a la vera de un camino, cuando un orgulloso jinete entendi que obstaculizaba su paso. Se baj de su caballo y con el ltigo comenz a azotarlo por tan mnima falta. No contento con eso, le oblig a comer excrementos hasta vomitar, le exigi que le besara la mano y adems le rob una sortija. Pero no os preocupis, a la vuelta de un recodo hemos esperado al arrogante jinete y le hemos propinado una buena paliza por su deplorable accin.

Siempre si Dios quiere

Un vecino se encontr a otro por el camino.

- Donde vas, amigo? -pregunt.

-Voy al mercado a comprar un burro -contest el otro.

-Ser si Dios quiere.

-No hace falta en este caso decir si Dios quiere; tengo dinero, y en el mercado venden burros, as que no hay duda de que regresar con un burro.

-Acurdate que siempre hay que decir si Dios quiere -volvi a recordarle el amigo.

Pero camino del mercado, unos bandidos robaron la bolsa con el dinero del vecino. Sin embargo, dispuesto a no regresar a casa sin el jumento, negoci con el vendedor de burros y lo convenci de que se lo entregara con la promesa de que en breve se lo pagara a un precio ms alto. De vuelta a su casa, otros bandidos le robaron el burro y le dieron adems una buena tunda.

Ya de anochecida, el pobre hombre vena de regreso por el camino, cuando se encontr de nuevo con el amigo.

-De dnde vienes con ese aspecto? -pregunt.

-Me han robado el dinero si Dios quiere, tambin me han robado el burro si Dios quiere, tengo una deuda que no s como pagar si Dios quiere, me han dado una paliza si Dios quiere, voy a que me vea el mdico si Dios quiere, y maldito sea tu padre si Dios quiere!

El mismo tipo de pagoDos hombres se presentaron ante el juez de la localidad.

-Seora -dijo el primero-, vengo a demandar a este individuo porque ha vendido toda la lea que ha cortado y no quiere darme mi parte.

-Si l ha cortado la lea, qu es lo que t has hecho? -interrog el magistrado.

-Yo lo he estimulado dndole gritos de aliento y nimo constantemente, eso ha provocado que cortara ms lea de la habitual y que le pagaran una cantidad superior a la que normalmente recibe.

El juez se qued pensando unos instantes.

-Lo que reclama este hombre es justo -sentenci-. Leador, dame la bolsa con el dinero que has recibido y entregaremos la parte que le corresponde a este hombre.

El juez cogi la bolsa del compungido leador y la agit ante la cara del hombre hasta que sonaron las monedas dentro.

-ste es tu pago: ya tienes el sonido del dinero.

Rutina o conciencia

Un joven discpulo se acerc a su maestro y le pregunt:

-Seor, cmo podemos huir de la rutina: todos los das nos vestimos, comemos...

El maestro contest:

-No vestimos y comemos.

-No comprendo -dijo el joven.

-Si no comprendes, ponte la ropa y come -respondi el maestro.

La magnitud del problema

Un monje le dijo una maana a su maestro que tena un problema que deseaba comentar con l, y ste le contest que esperase hasta la noche.

Llegada la hora de dormir, el maestro se dirigi a todos los discpulos preguntando:

-Dnde est el monje que tena un problema? Que salga aqu ahora!

El joven, lleno de vergenza, dio un paso al frente.

-Aqu hay un monje que ha aguantado un problema desde la maana hasta la noche y no se ha preocupado en resolverlo. Si tu problema hubiese consistido en que tenas la cabeza debajo del agua, no habras aguantado ms de un minuto con l.

Qu clase de problema es ese que eres capaz de soportarlo durante horas? -pregunt el maestro.

Naturaleza destructiva

Ocurri que un escorpin deseaba vadear un ro cuando acert a pasar por all una rana que tena la misma intencin.

-Rana -dijo el escorpin-, quiero cruzar el ro pero yo no s nadar. Por qu no me ayudas llevndome a tu espalda?

-Cmo voy a llevarte? Eres muy peligroso, tu veneno es mortal y seguro que me picaras.

- Te aseguro que no te atacar -protest el escorpin-. Tienes la certeza de ello, ya que si te picase yo tambin morira cuando t te hundieras.

Este argumento convenci a la rana, que, con el escorpin ya subido a su espalda, comenz a cruzar el ro. Pero justo en medio de la corriente, sinti el doloroso picotazo de la alimaa clavndose en su carne.

-Por qu lo has hecho? -acert a preguntar instantes antes de morir.

-Lo siento mucho, ranita, pero es mi naturaleza -respondi el escorpin mientras se hunda en las aguas para siempre.

Verdadero maestro, verdadero discpulo

Dos viajeros, uno que vena del norte y otro que vena del sur, se encontraron casualmente en un punto del sendero y decidieron continuar juntos para hacer ms llevadero el camino. Uno de ellos pregunt al otro:

-Hacia dnde te diriges?

-Voy a donde pueda encontrar un maestro, un autntico maestro, llevo aos de bsqueda incansable viajando por el mundo -contest el hombre que vena del sur -pero no desespero, s que encontrar un autntico maestro es muy difcil, su aparicin en el mundo es muy rara y por tanto la posibilidad de encontrarlo es tambin muy escasa.

-Y qu hars cuando lo encuentres? -volvi a preguntar cl compaero.

-Oh, qu gran momento ser ese! Me postrar a sus pies, mi corazn se estremecer y mis ojos seguramente derramarn lgrimas. Dios quiera que algn da pueda vivir ese momento -contest.

Pasaron las jornadas y ambos compartieron diversas vivencias cotidianas adems de la comida de cada da y el fuego por las noches.

Una maana, el hombre que vena del norte, dijo:

-Ha llegado el momento de separarnos, t sigue tu camino, que yo seguir el mo.

-Adnde irs? -pregunt su compaero.

-Continuar mi bsqueda.

-Qu bsqueda?

-La de un autntico discpulo. Encontrar una persona as en el mundo es algo extraordinariamente raro. Es verdaderamente raro que alguien sea capaz por s mismo primero de reconocer a un autntico maestro, y despus de mostrar el comportamiento y

la actitud correctas que le permitan aprender.

Instantes despus, el hombre que vena del sur, pudo ver como el Maestro de su poca se alejaba por el camino.

Hacerlo a tiempo

En una pequea laguna vivan tres peces. Un da vieron que un pescador se haba acercado a la orilla y preparaba su red de pesca. Despus de deliberar, decidieron adoptar la estrategia de saltar fuera de la charca y hacerse pasar por muertos intentando adoptar una posicin inmvil y aguantando la respiracin. Uno de ellos pas a la accin

rpidamente, por lo que, tomando impulso, salt a los pies del pescador aunque se le olvid estarse quieto y aguantar la respiracin. ste, atnito por la rara actitud del pescado, lo observ y, ante la sospecha de que aquel pez pudiera estar enfermo o algo

parecido, resolvi tirarlo al agua. Una vez en su elemento, nad rpidamente hasta refugiarse en un pequeo escondite. El segundo pez hizo lo mismo, y aunque se estuvo quieto no logr aguantar sin respirar. El pescador se extra de ver otro pez a sus pies,

pero esta vez decidi cogerlo y meterlo en la bolsa.

Afortunadamente para el animal, el pescador olvid cerrarla as que el pez, haciendo un gran esfuerzo, pudo escapar y volver al agua. Finalmente, el ltimo pez hizo lo mismo que sus compaeros, saltando a la orilla, siendo el nico capaz de estar completamente

inmvil y aguantar la respiracin. Pero el pescador, harto ya de aquella extraa actitud de los peces, lo meti en la bolsa, se asegur de que estaba bien cerrada y se march a su casa a preparar el sabroso pescado para comer.

No es fcil imitar a la naturaleza

Un rey convoc en una ocasin un concurso para premiar al artista capaz de realizar una

obra que imitase a la naturaleza, de tal modo que nadie fuera capaz de distinguirla del modelo original. Se presentaron muchas esculturas magnficas, de gran belleza y delicadeza, pero comparadas con el modelo natural, todas ellas podan ser diferenciadas por un motivo u otro. Pero un da se present un viejo artista que mostr al jurado una cesta llena de hojas verdes.

Durante aos haba estado el escultor trabajando con un jade hasta finalizar aquella pieza maestra absolutamente idntica a unas hojas de verdad. Hasta el ms mnimo detalle, hasta el ms ligero matiz estaban presentes en aquella escultura excepcional. Examinadas las hojas presentadas por el viejo escultor, ninguno de los presentes fue capaz de distinguir cul de todas ellas era la pieza artificial y cules eran las naturales. Lgicamente, el premio le fue concedido de inmediato. Feliz por aquel resultado, el rey mand llamar a su sabio consejero.

-Contempla, mi buen amigo, la obra maestra que ha ganado el concurso. Seguro que nadie es capaz a simple vista de distinguirla de unas hojas verdaderas. Este irrepetible artista ha estado trabajando ms de diez aos en su obra, y ha demostrado que la mano del hombre es capaz de igualar en belleza a la naturaleza. Me gustara conocer tu opinin.

-Mi opinin es que si un rbol tardase ms de diez aos en hacer unas hojas, apaados estaramos! -contest el consejero entre risas.

Falso conocimiento

Un hombre se present a un maestro con la solicitud de que lo aceptase como discpulo.

El maestro lo interrog acerca de sus conocimientos:

-Qu es para ti lo real?

- Todo lo que nos envuelve es fenomnico. La verdadera naturaleza de lo real es el vaco -contest el hombre.

En aquel mismo momento el maestro le peg un fuerte golpe. Lleno de ira, el visitante se levant amenazante.

-Si todo es vaco, de dnde te viene esa furia?

-pregunt el maestro.

Autntico milagroUn hombre se present a un maestro y le dijo:

-Mi anterior maestro ha muerto. l era un hombre santo capaz de hacer muchos milagros. Qu milagros eres t capaz de realizar?

-Yo cuando como, como; cuando duermo, duermo -contest el maestro.

-Pero eso no es ningn milagro, yo tambin como y duermo.

-No. Cuando t comes, piensas en mil cosas; cuando duermes, fantaseas y sueas. Yo slo como y duermo. Ese es mi milagro.

El verdadero inters

Un rey tuvo noticias de que en su reino viva un santo asceta capaz de hacer grandes prodigios, por lo que decidi llamarlo a palacio.

-Me han dicho que eres una persona de grandes poderes. Seras capaz de permanecer enterrado un ao y sobrevivir? -pregunt el monarca-. Si logras superar tal prueba, te recompensar con este fabuloso diamante -y el rey le mostr una enorme y brillante piedra preciosa.

-Desde luego, majestad -contest el asceta-, puedo suspender mi respiracin y mis constantes vitales durante ese largo periodo de tiempo. Puede demostrar que mis capacidades fsicas estn muy por encima de los lmites habituales, pues durante aos

me he sometido a un dursimo entrenamiento.

Se hicieron los preparativos, y el asceta fue enterrado a cuatro metros de profundidad. Para asegurarse de que no pudiera haber engao, el monarca dio orden de que da y noche, durante un ao completo, hubiese un cuerpo de guardia vigilando aquella fosa. Transcurrido el plazo, el rey, la nobleza y centenares de curiosos, se reunieron ante la tumba esperando el resultado de la prueba. Pasaron unos minutos de gran intensidad hasta que los guardias cavaron los cuatro metros que les separaban del santo. Atnitos, vieron que aquel hombre emerga vivo de entre la tierra gritando:

-Por Dios! Dnde est el diamante prometido?

Emociones verdaderas?

Cuentan que, en China, un hombre ya anciano decidi regresar al lugar donde haba nacido y del que sali siendo muy joven. En el camino se uni a un grupo de viajeros que seguan la misma ruta y les explic su deseo de volver a la tierra que lo vio nacer.

Despus de varias montonas jornadas, aquellos hombres decidieron divertirse a costa del viejo.

-Mira, anciano, estamos llegando a la tierra de tus antepasados, esas montaas que vemos las contemplaron tus ojos cuando eras nio.

El viejo, a pesar de no recordar nada, se sinti dichoso de ver aquellas cumbres.

Horas despus llegaron a unas casas en ruinas.

-Mira, anciano, seguro que entre estas piedras jugaste en tu infancia.

El viejo, al ver aquel pueblo abandonado, no pudo dejar de emocionarse. Al rato, llegaron a un olvidado cementerio.

-Mira esas tumbas -le dijeron, continuando la broma-. Aqu con seguridad estn enterrados tus padres, y los padres de tus padres.

Al or estas palabras, el anciano no pudo contener la emocin, y estall en lgrimas.

Arrodillado frente a aquellas tumbas, a aquel viejo le venan a la memoria mil y un recuerdos de su niez, le inundaban el corazn viejas y aoradas sensaciones, la nostalgia invada su alma con un caudal de emociones.

Pero viendo aquella escena, los viajeros se compadecieron del anciano y acordaron contarle la verdad.

-Sentimos decirte esto, pero la verdad es que queda an mucho camino hasta que lleguemos a la patria de tus antepasados. Decidimos gastarte esta broma slo por entretenernos. Te rogamos aceptes nuestras disculpas.

El anciano se levant en silencio, recogi sus cosas y reemprendi el camino.

Llegada la noche, y ante el mutismo del viejo, sus compaeros de viaje volvieron a expresarle su pesar por la broma.

-Apreciado amigo, tu silencio nos produce hondo pesar, volvemos a pedirte perdn por nuestra conducta.

-Mi silencio nada tiene que ver con vuestra conducta que ya he olvidado -contest el anciano-, se debe a que no he encontrado respuesta a una pregunta que me atormenta: Cmo es posible que haya emociones verdaderas cuando stas provienen de hechos falsos?

Buscando donde no hay nada

Una noche, un hombre que regresaba a su casa encontr a un vecino debajo de una farola buscando algo afanosamente.

-Qu te ocurre? -pregunt el recin llegado.

-He perdido mi llave y no puedo entrar en casa -contest ste.

-Yo te ayudar a buscarla.

Al cabo de un rato de buscar ambos concienzudamente por los alrededores de la farola, el buen vecino pregunt:

-Ests seguro de haber perdido la llave aqu?

-No, perd la llave all -contest el aludido, sealando hacia un oscuro rincn de la calle.

-Entonces, qu haces buscndola debajo de esta farola?

-Es que aqu hay ms luz.

No se puede comprar todo

Un noble inmensamente rico decidi un buen da que deba contar entre su squito

con un rapsoda que compusiera y cantara himnos y alabanzas a su persona.

Para ello, mand contratar al mejor juglar que hubiera en todo el mundo.

De regreso, los enviados contaron que, en efecto, haban hallado al mejor rapsoda del mundo, pero que ste era un hombre muy independiente que se negaba a trabajar para nadie. Pero el noble no se dio por satisfecho y decidi ir l mismo en su bsqueda.

Cuando lleg a su presencia, observ que el juglar, adems de ser muy independiente, se encontraba en una situacin de franca necesidad.

-Te ofrezco una bolsa llena de oro si consientes en servirme -le tent el rico.

-Eso para ti es una limosna y yo no trabajo por limosnas -contest el rapsoda.

-Y si te ofreciera el diez por ciento de mi fortuna?

-Eso sera una desproposicin muy injusta, y yo no podra servir a nadie en esas condiciones de desigualdad.

El noble rico insisti:

-Y si te diera la mitad de mi fortuna accederas a servirme?

-Estando en igualdad de condiciones no tendra motivo para servirte.

-Y si te diera toda mi fortuna?

-Si yo tuviera todo ese dinero, no tendra ninguna necesidad de servir a nadie.

Aprendizaje o dineroUn hombre con fama de sabio y que haba amasado una gran fortuna le lleg la hora de

la jubilacin. Desde ese momento, cada da encontraba motivos para invitar a sus numerosos amigos a costosos banquetes, o para hacerles caros regalos.

Pasados unos meses de lujos y derroches, un amigo le dijo:

-Creo que deberas dejar de gastar de ese modo. Aunque tu fortuna es mucha, ests dilapidndola rpidamente, y recuerda que tienes unos hijos que te heredarn.

-Precisamente por ellos lo hago -contest-.

La riqueza conseguida sin esfuerzo arruina la capacidad de los inteligentes y agrava la estupidez de los ms torpes. Yo a mis hijos les he dado la educacin y los medios suficientes como para que se construyan un futuro por ellos mismos. La expectativa de

disponer de mi patrimonio no sera ms que una invitacin a que aparecieran la codicia y la indolencia. No necesitan mi dinero para nada, no sera ms que un veneno en sus vidas-. Y en efecto, aquel hombre gast hasta el ltimo cntimo antes de morir.

A cada uno su respuesta

Un joven discpulo solicit al Maestro Iluminado el asistir en silencio a las entrevistas

que ste conceda a aquellas personas que iban en busca de su consejo y sabidura.

La primera visita fue la de un hombre que pregunt:

-Maestro, Dios existe?

-S -fue la lacnica respuesta.

En la segunda visita una mujer tambin pregunt:

-Seor, Dios existe?

-No -fue en esta oportunidad la contestacin.

En una tercera visita un joven interrog:

-Iluminado, Dios existe?

En esta ocasin, el Maestro guard silencio, y el joven se march sin una respuesta a la pregunta formulada.

El discpulo, desconcertado por la extraa conducta del Maestro, no pudo por menos que preguntarle:

-Seor, cmo puede ser que a tres preguntas iguales hayas respondido de modo diferente cada vez?

-Lo primero que has de saber -contest el Maestro- es que cada contestacin va dirigida a la persona que pregunta y por tanto no es para ti ni tampoco para nadie ms. y lo segundo es que he respondido de acuerdo con la realidad y no con las apariencias. En el primer caso se trataba de un hombre en el que mora la divinidad pero que ahora vive

un momento de oscuridad y duda, por eso he querido apoyarlo. El segundo caso se trataba de una mujer beata apegada a las formas externas de la religin que ha descuidado a su familia por atender el templo, y por ese motivo es bueno que aprenda a

encontrar a Dios entre los suyos. El tercer caso se trataba slo de alguien que ha venido a verme por curiosidad y sencillamente ha improvisado esa pregunta como poda haber hecho cualquier otra.

El verdadero culpable

Un hombre fue al puesto de guardia a denunciar el robo de su burro. Una vez all, y enterados al detalle de lo sucedido, los policas comenzaron a hacerle observaciones:

-Usted ha tenido poco cuidado. Cmo se le ocurre tener un simple cierre de madera en la puerta de la cuadra en vez de un slido cerrojo? - opin uno.

-No puedo creer que desde la calle se pudiera ver el burro, siendo una tentacin para cualquiera. Es que no se le pas por la cabeza nunca guardar al animal de miradas ajenas elevando las paredes de la cuadra? -dijo otro.

Un tercero, en tono crtico, le censur:

-Pero dnde estaba usted en ese momento? Cmo es posible que no viera al ladrn marcharse con el burro?

De este modo fueron cayendo sobre l un buen nmero de acusaciones hasta que, harto ya de esa situacin, dijo:

-Seores, acepto todo lo que me han dicho, pero algo de culpa tambin ha de tener el ladrn, no creen?

Lo primero es lo primero

Un agricultor contrajo una enfermedad en los ojos y decidi ir al mdico. No obstante,

el precio de la consulta le pareci muy alto y resolvi ir al veterinario que, meses antes, le haba cobrado una pequea cantidad por curar a su burro.

El veterinario le aplic en los ojos el mismo emplasto que utilizaba con las caballeras y aquel hombre qued ciego. Maldiciendo su suerte, el agricultor present su caso ante el juez reclamando justicia.

-Seora, este hombre me ha dejado ciego.

Utiliz conmigo una medicina ponzoosa que en vez de curarme me ha perjudicado an ms.

-Pero este hombre es un veterinario, por qu no acudi a un mdico como es lo razonable? -preguntel juez.

-Soy un hombre pobre y no poda permitirme pagar los honorarios del mdico, pero ese veterinario deba haberme advertido que su emplasto para caballeras me iba a dejar ciego -argument el agricultor.

-Seor -dijo el veterinario, que hasta ese momento haba permanecido en silencio-, yo siempre trato el mal de ojos de las caballeras del mismo modo y siempre con excelentes resultados, por qu a este asno iba a recetarle algo distinto?

-Pero yo no soy un asno! -protest el agricultor.

-No es cierto, seor juez; si en vez de un asno fuese un hombre, hubiese ido al mdico y no al veterinario, y mejor le hubiese ido si primero se hubiera preocupado por su salud antes que por su bolsa.

El juez absolvi al veterinario.

Cmo ensea un maestro

Un discpulo cay gravemente enfermo y solicit a su maestro que lo curase, puesto que

adems era un mdico excepcional capaz de hacer desaparecer cualquier mal. Oda la demanda, el maestro se neg radicalmente a curar al discpulo.

Tiempo despus, el discpulo san por sus propios medios, pero qued inmensamente dolido por la conducta de su maestro, al que abandon.

Un da decidi visitar a un hombre iluminado al que narr el episodio de su enfermedad y la negativa del maestro a curarlo.

Aquel hombre le dijo:

- Te equivocas grandemente, tu maestro actu con la ms alta generosidad.

-Cmo puede ser? l se neg a ayudarme cuando estaba a punto de morir!

-No fue as, l evit que dejaras de experimentar por ti mismo lo que significa estar suspendido entre la vida y la muerte.

Yo o la proyeccin que tienes de m

Un monje pint un retrato de su maestro de enorme calidad y absolutamente vvido en su gran parecido. Un da, decidi mostrrselo.

El maestro mir el cuadro y dijo al pintor:

-Es tan grande el realismo de este cuadro que no te quedan ms que dos opciones: o me matas a m o lo quemas inmediatamente.

Quin lo tiene en la mente?

Una discpula pregunt a su maestro cul era el misterio ms profundo de todos los

misterios. ste, por toda respuesta, le dio un pellizco en las nalgas.

Indignada ante tal comportamiento, exclam:

-Todava tienes eso en la mente!

El maestro respondi:

-Todava tienes t eso en la mente!

Si no sabes: acta

Un maestro cont a sus discpulos lo siguiente:

-Una gacela, segn se levantaba todos los das, empezaba a correr por la selva. Un tigre, segn se levantaba todos los das, tambin empezaba a correr por la selva.

La gacela corra para salvar su vida, ya que si el tigre la alcanzaba morira inmediatamente. El tigre tambin corra para conservar su vida, ya que si no daba caza a la gacela, morira de hambre. Ambos corran todos los das por su vida. Vosotros, discpulos, no sabis an si sois gacelas o tigres, ni tampoco sabis quin sois ni adnde vais, por eso debis hacer como la gacela y el tigre: segn os levantis poneos a correr por vuestra vida.

Codicia y autoengao

Un viajero hambriento lleg a una casa en el camino. Llam a la puerta y, cuando le

abrieron, pidi de comer. Pero all habitaba una familia de corazn duro y poco piadosa.

-Si quieres comer, por qu no trabajas? -le contestaron.

-Os equivocis -contest el viajero-, slo deseaba averiguar si erais gente bondadosa. Yo no necesito comida, pues conozco la receta mgica de la sopa de piedras, as que a m jams me falta el alimento.

-Sopa de piedras? -se preguntaron aquellas gentes egostas suponiendo inmediatamente que el conocimiento de aquella receta podra reportarles algn beneficio.

-Lamentamos profundamente haberte ofendido -dijeron al viajero-. Por qu no entras y

despus de descansar no nos muestras esa receta de sopa con piedras?

-De acuerdo -contest el viajero-, lo primero es disponer de una buena olla con agua y ponerla en el fuego, a continuacin debis recoger una docena de hermosas piedras bien redondeadas, las cuales tenis que limpiar a fondo.

La familia sigui al pie de la letra las instrucciones.

-Mientras que limpiis a conciencia las piedras -continu ordenando el viajero-, nunca estar de ms aadirle algunas verduras al agua; as que ir a la huerta y recoger tomates, pimientos, apio, cebollas y zanahorias.

La familia estaba muy contenta, obedeciendo las instrucciones para hacer la sopa de piedras.

-Debis continuar limpiando las piedras hasta que brillen, esto es muy importante, pero para que el agua de coccin coja ms gusto, agregaremos a las verduras un poco de jamn, tocino y una gallina pelada y troceada -orden el viajero.

Al cabo de un rato sala un olor estupendo de la olla.

-Falta sal -dijo el viajero despus de probar el guiso. Creo que ahora debemos aadirle algunas hierbas aromticas para amalgamar los sabores, y slo al final pondremos las piedras si es que sois capaces de limpiarlas satisfactoriamente.

Al olor del caldo y ante la admonicin del viajero, los miembros de la familia se afanaron en limpiar con ms bro y entusiasmo las piedras.

-Mientras que terminis de limpiar las piedras, probar este caldo, donde se han de aadir las piedras no sea que no est en su punto -dicho lo cual, el viajero se sirvi un plato del guiso hasta arriba.

El viajero, una vez acabado el plato, se sirvi otro igual de repleto. Los miembros de la familia vean a aquel hombre como degluta el jamn, la gallina y las verduras a dos carrillos, mientras la boca se les hacia agua y empezaban a mostrar sntomas

de cansancio de tanto frotar las piedras.

-nimo, ms bro, un poco ms, y ya estarn listas esas estupendas piedras para aadirlas a la olla, no desfallezcis que dentro de nada podris disfrutar de la irrepetible sopa de piedras. De este modo estimulaba el viajero a los fatigados habitantes de la

casa a la vez que terminaba ya el contenido del recipiente. El nio ms pequeo de la casa advirti el hecho y protest ya en el lmite de sus fuerzas:

-Seor, nosotros llevamos varias horas frotando con cepillos estas pesadas piedras, y usted en cambio se ha comido todo el guiso de la olla, por qu no friega ahora un poco las piedras y yo como?

-Muchacho ignorante -clam el viajero-, no ves que yo soy el nico que conoce el secreto de la sopa de piedras? Lo que yo he comido es un simple guiso de verduras, jamn y gallina que cualquiera sabe hacer y que se le puede aadir si se quiere a la sopa de piedras como acompaamiento. Yo, generosamente, me he brindado a mostraros mi secreto, y vosotros en cambio me habis ofendido, pretendiendo que trabajase. Nunca me he sentido ms insultado!

Dicho lo cual, se dio la vuelta y desapareci de la casa en un santiamn.

Aquella familia se qued de una pieza, y por ms intentos que realizaron, nunca encontraron el secreto de la sopa de piedras, pues cuando intentaban imitar lo hecho por el viajero, siempre les sala un guiso de verduras, jamn y gallina. En cuanto al

muchacho, recibi una buena paliza y adems se qued varios das sin comer por idiota.

El mismo tipo de miedo en la mente

En cierta ocasin, un discpulo fue a buscar a un maestro que viva en la cumbre de una

montaa. En el camino encontr una manada de lobos que le aterroriz.

Cuando lleg estaba muy asustado. El maestro, al verlo, le dijo:

-Ah, todava tienes eso.

Al llegar el momento de la cena, el maestro escribi en el asiento del discpulo la palabra Dios.

Unos instantes antes de sentarse, el discpulo pudo ver lo que estaba escrito en su silla y se retir evitando sentarse. El maestro dijo, rindose:

-Ah, tambin tienes eso.

En ese momento, el discpulo comprendi.

Hacer impecablemente lo que la vida trae

Cuentan que la bella hija de un comerciante qued embarazada de su novio.

Cuando el indignado padre pidi una explicacin, la muchacha dijo que la haba posedo un monje vecino. Al dar la joven a luz, su padre tom al cro en brazos y se dirigi al humilde hogar del monje.

-ste es el fruto de tu pecado, qudate con l antes de que lo mate -grit el encolerizado comerciante mientras se retiraba profiriendo terribles insultos.

El monje cuid al nio como si fuera suyo, de tal modo que la gente pens que lo haba adoptado.

Un da de invierno, el monje peda limosna en medio de una nevada llevando consigo al nio. La muchacha, viendo la escena se arrepinti de su engao y cont la verdad a su padre. El comerciante, avergonzado, lleg a casa del monje y, arrojndose a sus pies, le pidi perdn.

El monje pregunt tranquilamente:

-Tiene el nio otro padre?

Conciencia de la propia ignorancia

Cuentan que el abad de un templo era considerado por todos como un hombre piadoso,

justo y erudito. A l se dirigan todos para buscar su ayuda y consejo en los ms variados temas, tanto de ndole espiritual, como filosfico o social. A ello dedicaba su vida el abad, atendiendo todo el tiempo a cuestiones de cualquier naturaleza.

Un da, una mujer del lugar que haba perdido un hijo se encamin al templo para cumplir con los ritos funerarios. Cuando encontr al abad, le pregunt:

-Seor, decid me por compasin. Adnde ha ido mi hijo?

En ese momento, el viejo abad se dio cuenta de

que no poda responder sinceramente a la mujer sin apelar a cualquier respuesta convencional. Se dijo a s mismo: Yo crea haber alcanzado el grado de sabidura y no s responder a la pregunta esencial, de qu me sirve ser abad de este templo?.

Dicen que entonces dej el templo y march en busca del verdadero conocimiento.

No vieron lo que esperaban ver

Un da, el gobernador de una provincia decidi ir a ver a un hombre que gozaba fama de

severo asceta. Enterado ste de la prxima visita pidi a un discpulo que le trajera vino, queso y tocino. Cuando lleg el gobernador con su squito y le vieron comiendo y bebiendo alegremente tumbado, se dieron la vuelta desilusionados.

Cuando se marcharon, el discpulo pregunt al asceta el motivo de su actitud.

-Ellos no tenan ningn inters en verme a m, slo venan a ver lo que suponan que debe ser un asceta, y yo no tengo ni ganas ni tiempo que perder con los que, en vez de querer saber, suponen.

Cuestin de necesidad

Cuentan que un desconocido se present a la puerta del monasterio llevando oro y rog al abad que lo repartiera entre los monjes. El abad dijo:

-Los monjes no lo necesitan.

El desconocido insisti, as que lo puso en una cesta en medio del patio con un letrero que pona: El que necesite, que coja.

Nadie toc nada. Algunos ni siquiera miraban.

Pasado un tiempo, aquel hombre regres y vio que su oro estaba intacto. Valorando este hecho, alab a los monjes por su santidad y renuncia.

El abad le dijo:

-No se trata de santidad. Todo est en funcin de la necesidad. Para nosotros, el oro es intil ya que nada podemos hacer con l. Comemos, vestimos y estamos a cubierto. Nuestras necesidades son otras. Necesitamos a Dios y por eso estamos aqu buscndolo. Ve y da tu oro a los pobres.

Llantos y risas

Un viejo monje agonizaba. A su alrededor, sus compaeros lloraban cuando el moribundo se ri con tres fuertes carcajadas.

-Dinos, hermano, por qu res cuando nosotros te lloramos -preguntaron los monjes.

-La primera vez me he redo de vuestro miedo a la muerte. La segunda porque no estis preparados para afrontarla, y la tercera porque yo paso de la fatiga al descanso y mientras vosotros gems. Dicho esto, cerr los ojos y expir.

El desatento tampoco ve

Un hombre caminaba apresuradamente por la noche cuando al doblar una esquina tropez con otro que se alumbraba con un farol.

En el momento de ir a increparlo, se dio cuenta de que era ciego.

-Para qu demonios vas con un farol si eres incapaz de ver nada? -pregunt el hombre apresurado.

-Para que puedan verme y no tropiecen conmigo los tontos como t! -replic el ciego.

Compartir

Un hombre cercano ya a la muerte fue a ver a un maestro para preguntarle:

-Hombre sabio, dime cul es la diferencia entre cielo e infierno.

-Veo una montaa de arroz humeante y sabroso, y alrededor una muchedumbre de hambrientos. Sus palillos son ms largos que sus brazos, as que cuando prenden la comida, no pueden llevrsela a la boca y son vctimas de la frustracin y el sufrimiento. Ese es el infierno -contest el maestro.

-Y el cielo? -volvi a preguntar el viejo.

-Veo una montaa de arroz humeante y sabroso, y alrededor una muchedumbre alegre.

Sus palillos son ms largos que sus brazos, pero han decidido, al prender la comida, drsela los unos a los otros. Ese es el cielo.

El poder de la experiencia

Una mujer tena un hijo joven que se puso enfermo. El mdico le dijo que su nica cura

resida en tomarse una pcima a la vez que permaneca en ayuno una semana. Pero el joven se encontraba en apariencia bien, y era incapaz de ayunar un solo da, a pesar de las continuas advertencias de su madre y el mdico. Un da, la mujer oy hablar de

un sabio que viva en un lugar lejano y que tal vez podra ayudarla. Fue a verlo y le cont su situacin.

El maestro dijo:

-Mujer, vuelve dentro de una semana con tu hijo.

A la semana, la madre y el hijo hicieron el largo viaje para presentarse de nuevo ante el sabio.

Cuando llegaron a su presencia, ste le dijo al joven:

-Has de saber que si no ayunas una semana, ser peligroso para ti. Podis marcharos.

La mujer, oyendo aquellas simples palabras, qued desconcertada. Haba sospechado que aquel hombre utilizara algn poder extrao para convencer a su hijo, o tal vez realizase un poderoso ritual de peticin a alguna divinidad.

-Seor -dijo-, hemos recorrido un largo viaje para verte, y lo nico que se te ocurre decirle es algo que tanto su mdico como yo le hemos repetido miles de veces.

-No es lo mismo -respondi el sabio.

-Y cul es la diferencia? -quiso saber la mujer.

-La diferencia es que yo he estado ayunando esta semana.

Cuando regresaron a su pueblo, el joven guard por propia voluntad la semana de ayuno, tom la pcima y se cur.

Detalles con significado

Un joven rey gobernaba a su pueblo con justicia y sobriedad. Se ocupaba del bienestar de sus sbditos, los impuestos que cobraba eran los imprescindibles para cubrir eficazmente las necesidades generales y dedicaba su jornada a atender puntualmente los asuntos de estado. En el reino haba paz y prosperidad. A su lado siempre estaba su fiel y sabio consejero, que ya haba servido como tal a su padre.

Un da, el joven rey dijo en una comida a su mayordomo:

-Estoy cansado de comer con estos palillos de madera, soy el rey, as que da orden al orfebre de palacio de que me fabrique unos palillos de marfil y jade.

Oda esta orden, el consejero se dirigi inmediatamente al soberano:

-Majestad, os pido que me relevis lo antes posible de mi cargo. No puedo serviros por ms tiempo.

El monarca, extraado, pregunt cul era el motivo de aquella repentina decisin.

-Es por los palillos, seor -respondi el consejero-. Ahora habis solicitado unos palillos de jade y marfil, y maana querris sustituir los platos de barro por una vajilla de oro. Ms adelante, vuestros vestidos de tela desearis que sean reemplazados por otros de seda. Otro da, en vez de conformaros con comer verduras y puerco, solicitaris lenguas de alondra y huevos de tortuga. De este modo, llegar el momento en que los caprichos, la autocomplacencia y el mal uso del poder os harn ser injusto con vuestro pueblo.

Entonces, yo me rebelar contra su majestad, y por nada del mundo deseo ver amanecer ese da.

Dicen que el rey revoc la orden dada al orfebre y que desde ese da fue llamado el Prudente. Y conserv al viejo consejero a su lado hasta su muerte.

No siempre es lo mismo

Un hombre noble y sereno viajaba con su burro por unos parajes solitarios. En un trecho del camino aparecieron unos bandidos y le robaron el burro y todo lo que llevaba.

Despojado de sus posesiones, aquel hombre continu sus camino andando tranquilamente. Ante aquella actitud, el jefe de los salteadores dijo a sus secuaces:

-Es rara la actitud de ese individuo. Los dems suplican y ruegan por sus bienes.

Su comportamiento es el de un hombre sabio, por lo que es seguro que ocupe un alto cargo en el gobierno. Eso significa que cuando llegue a la ciudad y explique lo sucedido, la polica vendr a capturarnos con redoblados esfuerzos, ya que se trata de un

hombre importante. Lo mejor ser que lo matemos.

Al poco tiempo lleg a la capital la noticia de la muerte de aquel hombre y las circunstancias de la misma, pues los bandidos fueron detenidos y confesaron su crimen.

Conocidas las causas de aquella muerte, los ciudadanos expresaron las ms variadas opiniones sobre lo sucedido. As, un padre dijo a sus hijos:

-Si alguna vez cais en manos de bandidos, no se os ocurra comportaros como ese idiota al que han matado.

Un da, aquel muchacho al que aconsej su padre fue interceptado en su camino por unos salteadores. Una vez despojado de sus bienes, los bandidos le dijeron que se marchara tranquilamente. No obstante, recordando el muchacho la advertencia de

su padre, porfi con los ladrones defendiendo lo robado. Los bandidos, viendo que apenas era un jovencito, decidieron olvidarse de l y regresar a su refugio, pero el muchacho los persigui reclamndoles a voces lo que era suyo. Ante la alternativa de que pudiera alertar con sus gritos a alguien, o de que pudiera seguirlos hasta su secreta guarida, el jefe de los ladrones, muy a su pesar, dio la orden de matarlo.

Estpido respeto hacia las formas

Un hombre fue invitado a comer en la mansin de unas personas muy ricas, y lleg al

gape ataviado con ropas modestas. Al instante, advirti que los anfitriones eludan saludarlo y que los camareros evitaban servirlo. Como viva cerca, corri a su casa y se visti con una tnica muy cara y lujosa. As volvi al banquete, donde nadie haba reparado en su ausencia. A su regreso, los dueos de la casa lo recibieron cortsmente y los criados mostraron ante l grandes ademanes de respeto.

Llegado el momento de la cena, aquel hombre se quit la tnica y la arroj en medio de los manjares.

-Por qu haces eso? -le preguntaron extraados los anfitriones.

-Ha sido mi tnica y no yo la que ha recibido vuestro respeto y atenciones. Que sea ella la que se quede a comer.

Dicho lo cual, aquel hombre abandon aquella casa.

Los devotos de los burros

Un hombre era el respetado custodio de un santurario muy venerado que guardaba las

cenizas de un antiguo santo. Un da, su hijo decidi recorrer con su burro el mundo en peregrinaje visitando otros lugares sagrados. Al cabo de unos aos, el animal, ya envejecido, enferm y muri. Aquel hombre se entristeci, ya que haba sido su nico

compaero durante largas jornadas. As, decidi enterrarlo bajo un humilde tmulo que l mismo construy con piedras. A la vez, consider que su viaje haba concluido y que llegaba cl momento de regresar a su casa, pero antes vio conveniente descansar en aquel lugar durante algn tiempo.

De este modo, los que pasaban por all, vean a aquel peregrino en silencio junto a aquella tumba, y concluyeron que sin duda all estaba enterrado algn santo annimo, y no un santo cualquiera, sino alguien en verdad excepcional, pues su discpulo no se mova de aquel lugar ya lloviera o nevara. La voz se extendi por la comarca, y al poco aparecieron por all gentes con flores y ofrendas que dejaban con devocin sobre la tumba del burro; no pasaron muchas semanas antes de que alguien propusiera construir un santuario conmemorativo donde los fieles pudieran elevar plegarias a tan ilustre santo.

Nuestro hombre, asombrado por la extraa conducta de los lugareos, emprendi el viaje de vuelta a su casa.

Cuando se encontr con su padre, le narr lo acontecido con la tumba de su burro. El padre, al or lo sucedido, guard silencio unos instantes.

-Hijo mo -habl por fin-, he de confesarte algo. Debes saber que este santurario donde te criaste, por una sucesin de acontecimientos parecidos a los que me has contado, fue erigido sobre la tumba de mi burro hace ya ms de treinta aos.

De lo que es capaz el miedo

Un rey oy hablar de un pretendido hombre santo que aseguraba tener poderes excepcionales. Harto ya de esos farsantes, mand llamar a palacio a aquel individuo.

-Demuestra ahora, y aqu mismo, esos poderes de los que alardeas, o de lo contrario mandar que te ejecuten en el acto -amenaz el rey.

-Seor -clam aquel hombre-, ahora mismo tengo grandes visiones de seres angelicales en los cielos y de terribles criaturas en los infiernos.

-Cmo es posible que puedas ver nada ms all de estos espesos muros? -pregunt el rey en el lmite de su paciencia.

-Majestad, slo se necesita miedo -respondi el pobre hombre.

Esfuerzo correcto

Un hombre decidi cavar un pozo en un terreno que posea. Eligi un lugar y profundiz hasta los cinco metros, pero no encontr agua.

Pensando que aquel no era el sitio idneo, busc otro lugar y se esforz ms llegando hasta los siete metros, pero tampoco esta vez hall agua. Decidi probar una tercera ocasin en distinto lugar, y cavar an mucho ms, pero cuando lleg a los diez metros, concluy que en su terreno no haba agua y que lo mejor era venderlo.

Un da fue a visitar al hombre al cual haba vendido el terreno, y se encontr con un hermoso pozo.

-Amigo, mucho has tenido que cavar para encontrar agua, recuerdo que yo piqu ms de veinte metros y no encontr ni rastro -dijo el recin llegado.

-Te equivocas -contest el aludido-. La verdad es que yo slo cav doce metros, pero a diferencia de ti, siempre lo hice en el mismo sitio.

La mentira de los sucedneosUnos monos, durante una fra noche de invierno vieron a unos hombres alrededor de

una hoguera. Al acercarse, inmediatamente advirtieron el calor que desprenda aquel extrao fenmeno de color rojo semitapado por maderas.

Cuentan que a partir de entonces, durante sucesivas generaciones, en las noches fras, los monos se reunan alrededor de unas maderas que colocaban encima de un crculo que previamente haban pintado de rojo. y si hablaban entre ellos, todos coincidan en que ese era el modo correcto de calentarse.

Cuando algn mono ignorante llegado de fuera declaraba que senta el mismo fro alrededor del crculo rojo como lejos de l, era reprendido con severas admoniciones respecto al poco respeto que guardaba al conocimiento de los antiguos sabios.

Un villano con respuesta para todo

Un hombre que se haca pasar por santo fue requerido para realizar un milagro. Naturalmente, el milagro no se produjo, as que el pretendido santn decidi que lo mejor era marcharse de all cuanto antes.

Viendo este comportamiento, los presentes se dirigieron a l increpndolo:

-Vaya santo que eres, no slo no haces milagros como afirmabas, sino que adems te vas sin dar ninguna explicacin.

-Eso no es as -respondi el aludido-, los santos no somos ni orgullosos ni obstinados. Si el milagro no sale a la primera, yo acepto humildemente los dictados del cielo y no me obstino en realizarlo de nuevo.

Y aunque parezca increble, aquel farsante continu conservando intacta ante los dems su pretendida condicin de santo.

Justicia y sabidura

Un hombre muri, dejando una gran fortuna repartida entre sus dos hijos. Pero ambos

eran codiciosos y en sus enfermas mentes anid la sospecha de que el otro haba sido favorecido con una parte ms cuantiosa. Por ese motivo discutieron de tal modo que decidieron elevar su disputa al juez de la localidad.

ste, despus de tomar nota de todos los argumentos presentados por ambos, les pregunt:

- T -le dijo al primer hermano-, eres capaz de jurar que tu hermano ha recibido en herencia una parte mayor que la tuya?

-S -contest el aludido sin vacilar.

-Y t -se dirigi al segundo hermano-, eres capaz de jurar tambin que tu hermano ha recibido una parte mayor que la tuya?

-S -respondi el interpelado, de modo igualmente categrico

-Pues si ambos estis convencidos de tal cosa, mi sentencia es que ambos intercambiis vuestras respectivas herencias. Que se ejecute inmediatamente lo dictado -orden el juez.

No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos

Un hombre visit una tierra lejana y compr un espejo, objeto que era absolutamente

desconocido para l. Le haba llamado la atencin, porque cada vez que lo miraba le pareca ver en su interior la cara de su padre fallecido, as que lo guard en un cofre y se lo llev a su pas.

De vuelta en su casa, cuando se senta triste o preocupado, suba al desvn, abra el cofre y se asomaba en l para ver la cara de su padre, que, aunque triste y preocupada tambin, le transmita confianza y nimo.

Su mujer, extraada por aquella conducta, decidi un da que estaba sola subir al desvn y abrir el cofre. Para su sorpresa, vio en su interior la cara de una mujer que la miraba con curiosidad.

Cuando regres el marido, ambos discutieron amargamente.

-Hombre vil, me engaas con esta mujer! -clamaba ella mirando dentro del cofre.

-Ests loca! No ves que es mi padre? -responda l asomndose tambin al espejo.

-Crees que soy ciega? Yo veo claramente una mujer! -contestaba ella de nuevo.

Como la discusin creca, decidieron que alguien justo y sabio arbitrara en la disputa.

Para ello eligieron al sacerdote de la comunidad.

Despus de un minucioso examen del asunto, aquel hombre ecunime mir al espejo dentro del cofre y declar:

-Ni aqu est tu padre, ni tampoco hay ninguna mujer claramente lo que hay es un sacerdote!

Cuidado con los imbciles

Un hombre lleg con su saco de trigo a un molino y, viendo all otros sacos de harina,

vaci el suyo y empez a llenarlo con la harina de los otros sacos.

El molinero, al verlo le dijo:

-Se puede saber qu haces?

-Soy un hombre imbcil -replic-, as que acto segn mi pobre juicio.

-Si eres imbcil, por qu no coges trigo de tu saco y lo pones en los sacos de los dems? -pregunt el molinero.

-Porque soy un imbcil comn, para hacer eso debera ser un gran imbcil.

Dnde est el sabor?Un maestro ofreci un trozo de meln a su discpulo.

-Tiene buen sabor el meln? -le pregunt.

-S, tiene un sabor excelente -contest.

-Pero quin tiene buen sabor, el meln o la lengua? -volvi a preguntar el maestro.

-Bueno, el sabor nace de la interdependenc