100 años de facultad de ingeniería 125 años de ingeniería

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100 años de Facultad de Ingeniería 125 años de Ingeniería Nacional

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Coordinación editorial: José Gabriel Lagos l Corrección: Magdalena Sagarra

Diseño y armado: Jessica Stebniki l Fotografía interior: Santiago Mazzarovich

Facultad de ingenieríauniVerSidad de la rePÚBlicaAv. Julio Herrera y Reissig 565 - Montevideo, Uruguay

ISBN: 978-9974-0-1432-9

Diciembre 2016 - Montevideo, Uruguay

decanaMaría Simon

comité editorialLiliana Borzacconi, Alción Cheroni, Marcelo Fiori, Álvaro Giusto, Mariana Pereira, Alejandro Landoni,

Graciela Silva, Ulises Travieso y María Simon

consejo de la Facultad de ingenieríaOrden Docente

Titulares: Pablo Belzarena, Iván López, Martín Pedemonte, Alejandro Romanelli, Alvaro Giusto

Suplentes: Gabriel Cazes, Juan Pablo Oliver, Francisco Pedocchi, Daniel Ariosa, Roberto Pérez Rodino,

Luis Teixeira, Arturo Lezama, Franco Simini, Jorge Sotuyo

Orden Egresados

Titulares: Mercedes Visca, Nelma Benia, Sarah Dominguez.

Suplentes: Patricia Perruni, Aldo Fierro, Schubert Gallo, Gustavo Zabalza, Emiliano Martínez, Raúl Boado

Orden Estudiantil

Titulares: Sofía Senatore, Lucía Sasaín, Leopoldo Agorio.

Suplentes: Anara Eguren, Varinia Cabrera, Mathías Pereira, Lucía Campora, Alejandra Clivio,

Leandro Domínguez

Mesa del claustro Heber Enrich (presidente), Marcelo Fiori (1º vicepresidente), Brian Álvez (2º vicepresidente)

Secretario estudiantil: Pablo Da Costa (t), Martín Randall (s)

Secretario Egresado: Daniel Rubino (t), Víctor Cristar (s)

Secretario Docente: Lorena Etcheverry (t), Franco Simini (s)

coordinación generalÁrea de Comunicación de la Facultad de Ingeniería

Fotografía de tapa: Sofía Lagomarsino

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Índice

introducción María Simon

conversación con los decanos Héctor Cancela

conversación con los decanos Rafael Guarga

conversación con los decanos Ismael Piedra-Cueva

conversación con los decanos María Simon

el futuro comienza hoy Rafael Guarga

el líder silencioso: la informática en uruguay Ana Asuaga, María Laura Bermúdez, Ulises Travieso

la agrimensura en nuestro país: una trayectoria de casi dos siglos Instituto de Agrimensura

Y vos, ¿qué estudiás? Área de Comunicación de la Fing

la siembra de 1918 continuará dando sus frutos a la sociedad uruguaya Generación 67

tres décadas de investigación en tratamiento de residuos Soledad Gutiérrez

academia-empresa: hablar un mismo idioma Sebastián Hernández, Ana Libisch

el mundo cambia, la Facultad también Área de Comunicación de la Fing

¿Qué es la ingeniería Biomédica? Franco Simini

Vientos de cambio Comisión de Posgrado en Energía de la Facultad de Ingeniería

un puente entre la academia y la sociedad Fundación Julio Ricaldoni

el primer satélite Juan Pechiar

¿eso también es matemática? Marcelo Fiori

¡agua! ¡den agua a las cuerdas! Alejandro Romanelli

lo esencial es invisible a los ojos Elizabeth González

clima y mecánica de los fluidos Rafael Terra

un siglo Alción Cheroni

04 l

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A lo largo de 2016 organizamos varias ac-tividades en la Facultad; nos festejamos a no-sotros mismos con alegría pero sin compla-cencia, planificando cambios en forma crítica y fecunda, a partir del centenario de nuestra denominación como Facultad de Ingeniería.

Procesos complejos tienen historias com-plejas. La primera facultad de la que egre-saron ingenieros fue la llamada Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas, creada en 1885 bajo el impulso positivista de Alfredo Vásquez Acevedo1 y en el caldo de cultivo de una pro-funda discusión sobre el modelo de país de-seado, sobre la independencia y la descoloni-zación, sobre la naciente actividad fabril que venía a complementar la ganadera, generan-do una clase trabajadora urbana. Un modelo de país con producción propia y con exporta-ción imponía grandes obras nacionales, como el puerto, la red vial y, algún tiempo después, la electricidad.

Se discutió si crear una facultad, contra-tar extranjeros o mandar estudiantes al ex-terior, porque se pensaba que se necesitaría muy pocos ingenieros. Aunque parezca increí-ble, estas ideas vuelven referidas a los posgra-dos, a la investigación o a algunas tecnologías. Gracias al empeño de varios, los profesionales

locales llegarían a tiempo para liderar las gran-des obras del desarrollo y aprender, crear cono-cimiento y transmitirlo. Eso valía incluso más que las obras materiales.

Fue en 1915 que la Facultad de Arquitectura y la Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas fueron creadas a partir de la Facultad de Matemáticas. La denominación indica la iden-tificación del saber y la investigación tecno-lógica como entidades autónomas, superan-do un modelo erróneo, que creía en una mera aplicación de las ciencias fundamentales. Nos debemos todavía una epistemología profun-da de lo tecnológico, intento ambicioso que esperamos iniciar junto con los filósofos del conocimiento.

Una facultad tan diversa tiene una historia y un presente muy ricos, que recorrimos en su-cesivos artículos publicados durante la segun-da mitad del año en el periódico la diaria (pue-den leerlos también en este libro). Hay carreras surgidas en distintos momentos, desde las tra-dicionales, varias veces cambiadas, hasta las tan jóvenes como las licenciaturas en Ciencias Hídricas Aplicadas, Ingeniería Biológica, Ingeniería de Producción e Ingeniería Forestal. Las hay surgidas en nuestra Facultad y tam-bién nacidas en colaboración, como Ingeniería

Alimentaria. Existen grupos de investigación con varias generaciones académicas, que pu-dieron superar la interrupción de la interven-ción. Se brindan carreras de posgrado, nacidas con la democracia, curiosamente no previstas por la Ley Orgánica.

Hoy estamos nuevamente ante una necesi-dad enorme de más ingenieros. El país ha cre-cido económica y socialmente durante los últi-mos diez o 12 años, después de una profunda crisis; está al borde entre el salto cualitativo y el estancamiento. El desarrollo durable solo pue-de reposar en la creación de conocimiento, que mejora la productividad y contribuye a la den-sidad del tejido intelectual. Esto incluye la in-vestigación tecnológica, la innovación, la crea-ción teórica o artística.

En particular se necesita un aporte impor-tante de la ingeniería, que ocupa un rol especial en el desarrollo, por la aplicación de la ciencia y la creación de tecnologías. En el mundo hay carencia de ingenieros2. En Uruguay hay menos de seis ingenieros cada 1.000 trabajadores. En Suecia o en Alemania hay más de 30 en igual base3. En la región hay entre el doble y el triple.

Si Uruguay quiere seguir un camino de de-sarrollo basado en el trabajo y el conocimien-to, hacen falta muchos más ingenieros. Hace

[ I N T R O D U C C I ó N ] M A R í A S I M O N

Nuestra Facultad de Ingeniería,la de todos nosotros

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un tiempo, nos parecía bien tener desocupa-ción cero; ahora ya tenemos desocupación ne-gativa, y esto es una traba para el desarrollo.

Hay al menos tres vías a recorrer simultá-neamente: 1) lograr mayor egreso y de buen ni-vel, lo que implica retener y entusiasmar más; 2) impartir formaciones terciarias en institutos de tipo politécnico, que complementen el tra-bajo de los ingenieros; y 3) estimular a las ni-ñas y jóvenes mujeres, cuya presencia está entre 25% y 30%, en contraste con la matrícula uni-versitaria total.

Para retener y entusiasmar se están gene-rando formas de aprendizaje activo, talleres, apoyos basados en las tecnologías. También se desarrollaron varias carreras de tecnólogo, y se hace difusión en la educación media. Pero no podemos dejar de lado la necesidad de un pre-supuesto que permita condiciones que no sean de masividad, y de becas que permitan una ma-yor dedicación de los estudiantes.

La Universidad no es tal sin creación de co-nocimiento. Sin ánimo exhaustivo y ni siquie-ra descriptivo, merece mención la construcción de nuestros institutos y líneas de investigación sistemáticas. Desde las ciencias fundamentales, que aportan no solo conocimiento sino forma-ción del pensamiento y tienen una tradición de

nivel mundial, hasta grupos de investigación tecnológica. Se podría exponer varios casos de aporte al país; nombraré muy pocos.

Es llamativo que un país en el que predomi-na la producción primaria tenga el peso que tie-ne en la producción de software, y se debe decir que esa industria emergente nace de la Facultad de Ingeniería, de su Instituto de Computación y del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, sin desconocer otros aportes.

Cuando se presenta a la tecnología como opuesta a lo natural, no puedo menos que pen-sar en el tratamiento de efluentes, desarrollado desde la Facultad de Ingeniería durante déca-das y aplicado por muchas industrias y estable-cimientos rurales y en activo desarrollo.

Vemos, ya parte del paisaje, los molinos de generación eólica. Se ha diversificado la matriz energética al punto de que el viento produce al-rededor de 25% de la energía eléctrica consu-mida en el país, lo que permite que la energía basada en hidrocarburos funcione solo como respaldo. Recordamos a precursores de fines de los años 50 y a quienes, también desde la Facultad de Ingeniería, llevaron a cabo tenaz-mente proyectos de investigación sobre apro-vechamiento del viento y sobre integración de las energías renovables a la red eléctrica desde

1986, cuando se decía que no era económico y, por lo tanto, no valía la pena.

Por esos pasados, este presente y su proyec-ción al futuro, y porque el futuro no es un pai-saje sino una construcción, este año celebra-mos, discutimos y planificamos. ■

1 Interesantes y detallados datos históricos, vincu-

lados con las circunstancias que vivía el país y las

ideas que se discutían, se pueden leer en el portal

www.galileo.fhuce.edu.uy.

2 Datos de Ingenieure auf einen Blick 2013. VDI, The

Association of German Engineers.

3 Se puede ver http://www.unesco.org/new/en/

media-services/single-view/news/engineer_

shortage_a_threat_to_development_underlines_

unescos_first_global_report_on_engineering, que

muestra una preocupación mundial, desde los países

con mayores carencias a los más desarrollados, por

las formaciones en ingeniería.

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El doctor en informática Héctor Cancela fue decano de la Facultad de Ingeniería entre 2010 y 2015.

La importancia de la ingeniería para una sociedadEsencialmente la ingeniería es utilizar dife-rentes recursos —sean materiales, técnicos, el conocimiento de la gente y su trabajo— para desarrollar bienes y servicios para el buen fun-cionamiento de la sociedad, para generar más bienestar y una mejor calidad de vida. El obje-tivo de la ingeniería pasa por brindar las con-diciones para que una sociedad sea más segu-ra en su alimentación, vivienda, vestimenta, tecnología, recreación, etcétera. La visión de la ingeniería es brindar esos espacios de desa-rrollo a la sociedad.

Por supuesto, dicho así es muy ambicio-so, y no es la única disciplina que tiene esos objetivos. Uno puede pensar que todo el co-nocimiento y las tecnologías, las humani-dades y las ciencias, tienen esa repercusión en algún momento. Quizás la ingeniería tie-ne muy a la vista esa necesidad. Las ciencias básicas son fundamentales para el desarrollo de la humanidad, el bienestar de la sociedad y todo lo que dijimos; la ingeniería utiliza los

conocimientos generados por las ciencias bá-sicas, sumando entre otros elementos este en-foque y preocupación por su aplicación a la mejora del bienestar social.

Cómo la ingeniería podría contribuir más proactivamente con el desarrolloHistóricamente, la sociedad uruguaya ha te-nido un espacio importante para la ingenie-ría. José Batlle y Ordóñez, al finalizar la última guerra civil a comienzos del siglo xx, dice algo como: “Tal como necesité los generales para ganar esta última guerra voy a necesitar a los ingenieros para reconstruir el país”.

Uruguay sigue siendo un país cuya pro-ducción es, en gran medida, de base agrícola. Aun ahí la ingeniería cumple un papel enor-me porque no hay agricultura que pueda de-sarrollarse sin infraestructura y logística. No hay posibilidad de articularla con los proce-sos productivos posteriores sin ingeniería. Incluso dentro del propio desarrollo agríco-la, cada vez más la posibilidad de que el país crezca y se mantenga inserto en los mercados internacionales pasa por la incorporación de tecnología a los procesos, sea porque hay ma-yor nivel de procesamiento de la producción primaria para agregarle valor, sea porque en

la propia producción primaria cada vez más la tecnología cumple un papel central, con la agricultura de precisión, la trazabilidad, la agroinformática, el mayor uso de maquinaria, de información, de apoyo a la toma de decisio-nes, de uso de información meteorológica. En todos esos aspectos hay un valor que la inge-niería puede y tiene que aportar para que toda esa producción, por un lado, tenga un mayor nivel de eficiencia y, por otro, adquiera mayor valor tanto en el consumo interno como en la exportación. Ahí hay un papel que a veces está invisibilizado, pero es muy importante.

Por supuesto que la ingeniería también tie-ne un lugar relevante en el desarrollo indus-trial del país, que ha atravesado distintas eta-pas, incluyendo períodos de reducción de las capacidades. Afortunadamente, en estos últi-mos años hay una apuesta por rearmarlas e in-sertarlas en cadenas de valor a nivel regional y mundial. Uruguay sigue teniendo, y va a te-ner siempre, un problema de escala. Es muy difícil desarrollar un complejo industrial po-tente exclusivo de Uruguay, pero hay nichos y oportunidades en los cuales Uruguay, sumado a otros países, puede tomar un papel en la ca-dena productiva. Ahí sin duda va a estar siem-pre la ingeniería.

C O N V E R S A C I ó N C O N L O S D E C A N O S

Héctor Cancela

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En cuanto a servicios también la ingenie-ría tiene cada vez más un papel fundamen-tal. Para empezar, hay una infraestructura de base: las telecomunicaciones. Tal como las in-fraestructuras viales y logísticas siguen siendo fundamentales para cualquier país, hoy las in-fraestructuras de telecomunicación son igual-mente importantes. Uno no puede decir que una sea más importante que la otra, pero sin buenas redes y servicios de comunicación, no hay ninguna actividad que funcione. Y es otra área donde la ingeniería nacional tiene una tradición muy importante. Para dar ejemplos de hace unos años pero cercanos en el tiempo: la construcción de las centrales Telex urugua-yas, el armado de las primeras redes de datos nacionales, la expansión de la infraestructura de base de telecomunicaciones, sea cableada, con fibra óptica o inalámbrica. Tener una ca-pacidad nacional fuerte, que sigue el estándar del mundo, que se sabe utilizar de forma efi-ciente y que, al mismo tiempo, logra dar servi-cios adecuados para los privados, el gobierno y las personas, es un elemento esencial.

Otra área de importancia creciente en toda sociedad, y más en aquellas que van enveje-ciendo como la nuestra, es el cuidado de la sa-lud. También allí la presencia de la ingeniería es cada vez mayor, sea en dispositivos médi-cos, en el uso y desarrollo de tecnologías de intervención, en todo lo que tiene que ver con medicamentos –de producción, de búsqueda de nuevos compuestos, etcétera–, en el uso de las tecnologías de la información para generar historias clínicas, para saber cómo tratar a los pacientes, para optimizar el uso de los recur-sos, gestionar mejor los existentes y lograr un mejor resultado. Nuevamente ahí está presen-te la ingeniería.

En la educación también. En estos días se ha lanzado un concurso de uso de tecnolo-gía para resolver problemas educativos. Por supuesto que la tecnología no es en sí misma una solución para la educación, pero sí es una habilitadora; por algo tenemos el Plan Ceibal y el uso de plataformas virtuales de aprendizaje a nivel universitario. Son elementos en los que está presente la ingeniería que también cons-truye una infraestructura.

En el arte: hay nuevos medios y el arte se va transformando. Todas las expresiones artís-ticas clásicas son igualmente válidas, pero apa-recen nuevas en las que hay personas formadas en ingeniería y tecnologías y también en el arte, y juntan esas dos facetas. Tenemos el arte de-sarrollado con instrumentos nuevos, a través de sintetizadores virtuales, utilizando las redes inalámbricas como parte de una obra para que sea interactiva, todo lo que es la realidad virtual en el entretenimiento y la diversión.

La realidad virtual como herramienta de juego pero también la gamification: usar lo que se ha aprendido de los juegos para aplicarlo a tareas más serias. Hay todo un enfoque de uti-lizar elementos del comportamiento humano que se han aprendido en el desarrollo de juegos para, por ejemplo, potenciar la educación, pero también para potenciar la rehabilitación médi-ca: alguien tiene que hacer ejercicios aburridos todos los días en un aparato, le ponen realidad virtual y coordinan el ejercicio con lo que está viendo para que juegue mientras se rehabilita.

En el trabajo: ciertas tareas, como atender un call center, se hacen a través de software que agrega elementos lúdicos o de recompen-sa a la persona que hace la tarea, de manera que sea más gratificante y la pueda hacer con más atención y eficacia.

Cómo puede la ingeniería incrementar su aporteHay que empujar en varios aspectos. Uno es lograr que cada vez más jóvenes sigan las ca-rreras de ingeniería. Por suerte tenemos mu-chos ingresos, pero hacen falta muchos más, y tenemos bastantes egresos, pero hacen fal-ta muchísimos más. Se necesita, sin dudas, más ingenieras e ingenieros. Digo ingenieras porque si bien ha crecido globalmente en la Facultad la presencia femenina, todavía sigue siendo muy acotada. Realmente necesitamos que cada vez más jóvenes, mujeres y hombres, opten por las carreras de ingeniería.

Es importante también que en otras carre-ras y áreas haya más conocimiento de lo que es la ingeniería y de lo que puede aportar; más facilidades para construir un lenguaje común.

Por supuesto, en Uruguay es importante el Estado. Siempre le pedimos que haga un mayor aporte, no solo de más recursos para el funcionamiento de la Facultad y la forma-ción de la gente sino también para la coope-ración y para proyectos de incorporación de más ingeniería y más tecnología en los distin-tos ámbitos. Hay ya recorrido un camino im-portante: la Facultad ha tenido muchos con-venios con ute, Antel, ANCAP, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, con varios ministerios como el miem, el mtop, el Mides, y otros ámbitos del Estado que han dado lugar a proyectos muy interesantes. Sin embargo, hay muchos lugares del Estado en donde todavía se puede ganar incorporando más conocimiento.

Por medio de la Fundación Ricaldoni, en-tre otras herramientas, la Facultad busca llegar a ámbitos donde no es tan sencillo tener ese primer contacto con la ingeniería.

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Los aportes más importantes de la ingeniería al paísSe hicieron las grandes represas hidroeléctri-cas, con participación del exterior, pero tam-bién estuvo presente la ingeniería nacional. Se hicieron los puentes con Argentina. Hoy nos parece que las represas ya están, pero fueron proyectos muy grandes que cambiaron el país.

Hoy otro proyecto muy grande es la ener-gía eólica. En la Facultad de Ingeniería hubo estudios precursores de energía eólica en la década del 60, a fines de los 80 y principios de los 90 hubo proyectos bien importantes, con apoyo de ute, que llegaron a conseguir un primer molino prototipo para conocer el potencial eólico del país, mucho antes de que se pensara que era del todo práctico. En aque-lla época había mucha gente que pensaba que no valía la pena, que era demasiado caro, sin embargo la visión de estudiar el potencial de esta tecnología dio sus frutos años más tarde. En esos estudios también se ve la formación de los recursos humanos. ¿Por qué se pudo im-plementar ahora esta política? Porque buena parte de la gente que la impulsó desde el go-bierno antes había sido docente en la Facultad de Ingeniería y se formó en estas temáticas. Tenían un conocimiento previo adquirdo en la Facultad, donde había habido una apuesta institucional a entender cómo era el funciona-miento de la energía eólica, qué características tenía y si era adecuada para el país.

Hoy se está estudiando la generación de energía a través de las olas; en el mundo ya hay lugares donde se está usando, todavía no es económico, pero quién sabe si en 20 años no lo será. La Facultad tiene que ser capaz de enten-der las distintas alternativas que hay y las tec-nologías existentes, de tener una prospectiva

de qué tecnologías podrían venir o se están de-sarrollando para aplicarlas cuando haga falta.

Ha habido también edificios emblemáti-cos: el Cilindro Municipal, por el desarro-llo de la tecnología de la construcción, la infraestructura. O la rambla: hoy no entende-mos la ciudad de Montevideo sin esa rambla continua, pero hay un tramo que es natural y otro que es construido desde cero; fue una obra tan importante que incluso se filmó con fines educativos.

Las obras de saneamiento. El Puerto de Montevideo, que es una obra fantástica, lugar más importante de entrada y salida de produc-tos del país, con un papel fundamental tam-bién para el turismo. El Puerto como obra de la ingeniería es extremadamente significativo.

Por supuesto, como ingeniero en el área de computación tengo que mencionar todo el desa-rrollo de la industria del software, que nació muy pequeña y ha crecido hasta convertirse en un área muy dinámica y con un perfil exportador que ha sido referencia en América Latina, don-de varios países han intentado copiar su ejemplo.

Qué le queda por hacer a la FacultadCada vez hay más pedidos y oportunidades en ámbitos en los que la Facultad tiene para apor-tar. De todos modos, la responsabilidad núme-ro uno de la Facultad sigue siendo la formación de recursos humanos, de profesionales a nivel de grado y posgrado, dándoles formación per-manente, así como la cooperación con otras instituciones, porque en definitiva la ingenie-ría nacional es el trabajo de todos los ingenie-ros del país.

La Facultad para poder formar tiene que mantenerse, por un lado, al tanto del estado del arte y, por otro, generar conocimiento. La

Facultad tiene que mantener equipos de investi-gación y una política de convenios, extensión y vinculación con el medio. La política de exten-sión y convenios le permite, por un lado, enten-der cuáles son las necesidades de la sociedad, cuáles son los desafíos que se están dando des-de el punto de vista tecnológico y social y detec-tar problemas, estén o no resueltos en el mundo. Necesita también hacer investigación, tanto bá-sica como aplicada, para generar nuevo conoci-miento que sea aplicable a la realidad local o que permita adquirir y desarrollar metodologías que luego puedan ser utilizadas para resolver distin-tos problemas. En esa tarea de investigación, de-sarrollo y vinculación dentro y fuera del país sur-gen muchísimas oportunidades.

H trabajar en los temas de infraestructura física, vial, transporte, también de comunica-ciones por supuesto. Como todo, hay períodos de mayor o menor desarrollo de las distintas áreas. La Facultad tiene que mantener el de-sarrollo de la tecnología de la construcción, el control de calidad, el mejoramiento de la mantención de las infraestructuras, la cons-trucción de nuevas de forma eficiente y tam-bién la gestión.

Una vez que la Facultad genera un grupo importante en un área, el grupo que la llevó a cabo tiene que seguir trabajando, no repi-tiendo exactamente lo que hizo, sino buscan-do nuevos desafíos, viendo qué problemas hay que no estén bien resueltos, que se pueda hacer mejor.

El lugar de la Facultad y la ingeniería del futuroLas tecnologías y la ingeniería están cada vez más indisolublemente embebidas en la vida diaria. Muchas veces están invisibilizadas,

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porque en casi todas las cosas que hacemos o tocamos hay ingeniería metida y no nos da-mos cuenta, pero por otra parte las profesio-nes vinculadas a la ingeniería son aquellas que en esta etapa en el mundo tienen un fuerte crecimiento y una fuerte demanda. Creo que la tendencia actual se va a profundizar y va-mos a ver que cualquier sector de actividad va a requerir del aporte de tecnología, conoci-miento e ingeniería en algún sentido para fun-cionar bien.

Nosotros como país no vamos a poder de-sarrollar todo, vamos a seguir siendo consu-midores de ingeniería; eso es natural, somos un país chico, pero hay nichos en los que po-demos generar ingeniería propia y eso sin duda cuando se logra brinda un valor agre-gado enorme, por lo que hay que redoblar la apuesta a ser generadores de conocimiento y de nuevas tecnologías. Hay otros ámbitos en los que, aun siendo consumidores de inge-niería y tecnologías, tenemos que lograr te-ner suficiente conocimiento para usarla bien. Los molinos de viento no los fabricamos en Uruguay, pero entendemos lo suficiente de energía eólica para saber dónde y cómo hay que ponerlos, qué tipo de molinos conviene tener, cómo es el mantenimiento, cuáles son las condiciones justas para las inversiones; eso pasa también por acá, aunque no construyas el molino.

Somos tres millones de personas: no va-mos a poder hacer y desarrollar todo, ni si-quiera los países más grandes son líderes en todas y cada una de las ramas de la ingeniería. Pero sin dudas hay nichos y espacios que po-demos explotar, y en los que el conocimien-to que desarrollemos puede ser determinante para el crecimiento nacional. ■

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El doctor en ingeniería hidráulica Rafael Guarga fue rector de la Universidad de la República entre 1998 y 2006 y decano de la Facultad de Ingeniería entre 1992 y 1998.

Este cuadro ha tenido mucha repercusión, por-que es una forma novedosa de presentar nues-tro subdesarrollo en materia científica y, sobre todo, tecnológica.

En el cuadro se examinan dos aspectos, uno que tiene que ver con la capacidad científica y otro con la tecnológica. El tamaño de la cabeza de Superman está asociado a la capacidad cien-tífica y el del cuerpo a la tecnológica.

La capacidad científica está medida por el número de investigadores por millón de habi-tantes y la tecnológica por el número de pa-tentes concedidas a residentes en cada país, que es mucho menor, como es evidente, que el número de patentes registradas por año en el país.

La diferencia es importante porque las transnacionales que quieren vender en el mer-cado uruguayo registran sus patentes acá, en-tonces aparecen 100 patentes registradas, pero a residentes son solo dos o tres.

Lo anterior está tomado del Informe sobre Desarrollo Humano de 2009, el más reciente de

C O N V E R S A C I ó N C O N L O S D E C A N O S

Rafael Guarga

CAPACIDAD CIENTíFICA TECNOLóGICA POR MILLóN DE HABITANTES (Informe soBre Desarrollo Humano, PNUD 2009)

Capacidad científica: número de investigadores por millón de habitantesProducción tecnológica: número de patentes concedidas a residentes por año y por millón de habitantes

Proporciones relativas de Superman

Cabeza (capacidad científica)Cuerpo (producción tecnológica)

USA11

FINLANDIA1,630,9

URUGUAY0,1

0,004

ESTADOS UNIDOS FINLANDIA URUGUAY

x20

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los que, en lo que hace a desarrollo tecnológico, trae la estadística que nos interesa.

Si uno toma un país pequeñito como Finlandia, que tiene cinco millones de habitan-tes, se encuentra con que tiene más científicos por millón que Estados Unidos; por eso la ca-becita del Superman finlandés es más grande que la del estadounidense. Pero su cuerpo es un poco más chico, porque en materia de paten-tes registradas por millón de habitantes tiene el 90% de las que tiene Estados Unidos.

Uruguay es mucho más pequeño que Estados Unidos pero no tanto más que Finlandia, porque tenemos 3.5 millones de ha-bitantes. Como el Superman uruguayo ni se ve, puse una lupa que multiplica por 20. La cabe-cita uruguaya tiene la décima parte del tamaño que la estadounidense y el cuerpo es 250 veces más chico.

Esa es la capacidad tecnológica de Uruguay. Si no la cambiamos, no vamos a llegar nunca a ningún lado.

La importancia de la ingeniería para la sociedadLa ingeniería es un aspecto muy importante de la tecnología, que es la aplicación de la ciencia a la transformación de la realidad. Su impor-tancia es sustantiva porque es una herramienta, quizás la principal, que permite avanzar en la incorporación de valor, en particular a lo que el país exporta. Si no la desarrollamos —y en el dibujo aparece cuán atrasados estamos en cuanto a la aplicación del conocimiento cien-tífico a la transformación de la realidad— sere-mos eternos exportadores de materias primas con muy bajo valor agregado.

Si bien esto está cambiando en nuestra re-lación con el mundo, lo está haciendo muy

lentamente. Eso se registra en el índice del nú-mero de patentes concedidas a residentes en Uruguay. Es 4 por 1.000 del índice correspon-diente a Estados Unidos y 4,4 por 1.000 en la comparación con Finlandia, que no es tan dife-rente a Uruguay en tamaño.

La ingeniería como parte significativa de la tecnología es de las principales herramientas del país, pensando a futuro, para salir de la con-dición de subdesarrollo y, por tanto, para dupli-car o triplicar el ingreso per cápita, que significa incrementar, en esa proporción, el bienestar de las personas que lo habitan.

Los aportes más importantes de la ingeniería en UruguayEn primer lugar, la construcción de infraestruc-tura, que refiere a las carreteras, la urbanización de las ciudades, el saneamiento, la construcción de los puertos, el ferrocarril, los aeropuertos. Todo esto hace al desarrollo del país y lo esta-mos viendo ahora con la posible instalación de una fábrica de celulosa en el medio del territo-rio: es necesario sacar esa producción y hay que construir el ferrocarril correspondiente. Todos estos constituyen elementos basales a los efec-tos del desarrollo.

También todo lo que tiene que ver con la operación de las industrias, que es parte impor-tante de la aplicación de la ingeniería. Cuando hablo de ingeniería me refiero a todas sus ra-mas: química, civil (estructuras), industrial an-tes, hoy mecánica, etcétera. También todo lo relacionado a la informática. Todo ello es, lla-mándolo de forma genérica, la infraestructura necesaria para cualquier proceso de desarrollo, de tal manera que hoy podemos decir que la in-geniería uruguaya, a los efectos de cumplir con los requerimientos que ha demandado el país

en lo que hace al desarrollo actual, ha cumplido su función.

Estos 100 años de la Facultad de Ingeniería permitirán hacer un balance ampliamente po-sitivo en cuanto a lo que la ingeniería ha hecho.

Creo que lo que se viene a futuro le va a demandar a la ingeniería un protagonismo mucho más importante que el que ha tenido hasta hoy.

Cómo podría contribuir más proactivamente la ingeniería al desarrollo de la sociedad uruguayaCreo que la ingeniería, sin mayores cambios, en un desarrollo casi vegetativo, podrá atender el incremento o el desarrollo de la infraestruc-tura en todos sus aspectos, lo que ya se ha he-cho hasta ahora.

Hacia el futuro la demanda sobre la inge-niería es mucho mayor, sobre todo si pensamos en un futuro distinto, en un país que se relacio-ne con el mundo no ya meramente exportando carne, soja y algún elemento avanzado en ma-teria informática, sino con un intercambio que incorpore en forma creciente valor agregado.

Valor agregado, como ya hemos menciona-do, es ingeniería aplicada en la producción que el país tenga, sea cual sea.

La nueva gran tarea que hasta ahora no ha desempeñado la ingeniería local, salvo muy puntualmente, es la creación de tecnología.

Esto es esencialmente lo que la ingeniería debería hacer para colaborar en forma proac-tiva al desarrollo moderno, a un desarrollo de avanzada de la sociedad uruguaya.

La generación de tecnología pasa a ser un nuevo capítulo. Históricamente es un gran desafío en cuanto a la construcción de un país que sea capaz de ofrecerle a su población

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un bienestar creciente respecto de lo que se tiene hoy.

Tomemos por ejemplo una empresa uru-guaya de gran importancia en cuanto a la pro-ducción de leche. Si nosotros exportamos leche estamos exportando prácticamente una mate-ria prima con muy poco valor agregado. Si ma-ñana África se desarrolla, va a exportar leche inmediatamente, ni bien tenga vacas. Por lo tanto, se trata de agregarle valor para exportar otros aspectos que derivan de la leche o vincu-lándola con otras exportaciones que sean capa-ces de generar un nuevo producto.

Uno puede decir que esa tecnología se puede importar, pero el que la creó fuera del país no lo hizo para vendérnosla a nosotros, sino para desarrollar sus propios productos, de tal manera que difícilmente alguien nos venda las claves por las cuales entra al mundo para que compitamos con él. Eso debe ser desarrollado localmente.

Esa tecnología uruguaya desarrollada y pa-tentada localmente y en el mundo es la que nos permitirá entrar por nuevos carriles vendien-do productos que ya no sean materia prima con precio fijado en los mercados de Chicago, sino con precios que fijamos nosotros.

Lo que debe hacer la Facultad de Ingeniería para aumentar su contribución a la sociedadEn primer lugar, la Facultad de Ingeniería —in-cluyo a la Facultad de Química y a la de Ciencias, que también están vinculadas a la tecnología— tiene que procurar que se incremente sustanti-vamente el número de egresados.

En este momento menos de la mitad de los que llegan permanecen en la Facultad, y eso es terrible. Se podría decir que eso no es preocu-pación de la Universidad, pero lo es porque la v tiene la obligación de mirar en forma amplia

para incorporar al país y al resto de los urugua-yos a su visión del futuro.

La tasa de ingenieros por millón de habi-tantes en Uruguay es bajísima. No podemos pensar en un desarrollo que significa incor-porar tecnología a nuestros productos, o en-gendrar tecnologías que como tales se ven-dan en el mundo a partir de gente sin el nivel cultural necesario.

Entonces, la principal obligación de la Fing es incrementar el número de ingenie-ros egresados. El problema de permanen-cia no solo es de Primaria y Secundaria sino también de la Facultad. Podríamos decir que es un problema conjunto; hay que abordarlo para procurar extender al máximo la capa-cidad de captura de jóvenes que manifiestan vocación por la ingeniería —por algo llegan a la Facultad—.

El mayor rechazo ocurre con jóvenes que vienen del interior; en general son alumnos muy destacados en sus instituciones de ori-gen, mirados localmente como pequeños ge-nios porque van a estudiar ingeniería, que llegan a la Facultad y quedan afuera porque su preparación de base es insuficiente.

Es responsabilidad de la Facultad y de la Udelar hacer de eso un problema nacional y corregirlo, advertirlo y no quedarse pasiva-mente pensando que exigir un alto nivel es la causa de que la mitad pierda. Este es el prin-cipal de nuestros problemas.

Otro aspecto muy importante es su vin-culación con la producción. Creo que la Facultad de Ingeniería ha hecho impor-tantes avances en esto. Si uno mira otras áreas de la Universidad, quizás la facultad más vinculada a la vida productiva del país sea la de Ingeniería —posiblemente la de

Agronomía también, pero está vinculada a un área clásica—.

La Facultad de Ingeniería tiene que vincu-larse fuertemente para ayudar en este proceso de cambio tan importante, tan necesario y en el cual estamos tan atrás, que es el de generar tec-nologías capaces de transformar la calidad de nuestra producción de materias primas con muy poco valor agregado a exportar valor agregado.

En este esfuerzo histórico de estrechar el vínculo con la vida productiva del país, que es lo que estamos enfatizando hacia el futuro, hay cosas absolutamente incomprensibles. En particular, lo que sucede con el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (Latu).

En 1975 la dictadura le confirió la tarea de la investigación tecnológica al Latu. Es enten-dible que la dictadura no haya querido saber nada con la Universidad, aun cuando la tenía intervenida, pero eso no ha sido transformado.

Hoy la investigación tecnológica sigue en manos del Latu desde el punto de vista legal. La Universidad tiene en su Ley Orgánica la inves-tigación científica. Eso está bien, es una tarea permanente y, si se quiere, clásica; desde hace muchos años las universidades, sobre todo en América Latina, son pensadas como los ámbi-tos en los que se hace investigación científica. Pero la tecnológica aquí está encomendada a otro organismo. Como si la investigación tec-nológica y la científica fueran mundos inde-pendientes, cuando, como es sabido, son mun-dos fuertemente interdependientes.

No ha habido una corrección a esa decisión, que creo que es muy necesario hacer ahora, así como establecer una vinculación mucho más estrecha entre la Udelar y el Latu. No quiere de-cir que no haya vínculos, pero ocurren por fue-ra de toda normativa legal. ¿Por qué? Porque

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no somos conscientes del gigantesco esfuerzo que implica transformar el pequeñísimo cuer-pito del Superman uruguayo en algo parecido al robusto Superman finlandés.

Creo que en ese sentido es muchísimo lo que le queda por hacer a la Facultad de Ingeniería.

La primera tarea, entonces, es aumentar significativamente el alumnado, y la segunda, es lograr una vinculación estrecha con la vida productiva y, en particular, con el Latu, que, por cierto, hay que hacerlo de forma institucio-nal. Debe eliminarse ese divorcio que creó la dictadura, que hoy puede corregirse.

El futuro de la ingenieríaEn esta perspectiva, más allá de lo que vaya a ocurrir en la vida política y social del país —que no es competencia directa de la ingenie-ría—, la ingeniería y la Facultad de Ingeniería deben operar como un motor muy importante en cuanto a la mejora del nivel de vida de los uruguayos.

Es decir, hoy somos un país subdesarrolla-do que vive, en su relación con el mundo, de la exportación de materias primas con poco valor agregado; no estamos más atrás que eso, tene-mos un ingreso per cápita que nos ubica en la mitad de la escala. ¿Cómo lo multiplicamos por dos? No hay otro camino que la tecnología.

En la medida en que la ingeniería cumpla este papel creo que su futuro será enormemente promisorio. Eso quiere decir que las familias y los chicos van a ver en la ingeniería lo que hoy, todavía, buena parte de la población ve en el fu-turo profesional del médico o abogado; por eso esas facultades tienen el peso que tienen en la estructura de la Universidad.

Creo que si logramos que se estimule a los chicos a opciones en las cuales pesen cada vez

más los aspectos tecnológicos vamos a estar cambiando el país.

En ese sentido, el futuro de la ingeniería de-bería ser impulsar cada vez más los aspectos que mencionamos antes para que se constituya en un motor fundamental en la mejora de la ca-lidad de vida de los uruguayos.

Cómo debería prepararse la Facultad para la ingeniería del futuro.Como mencionaba antes, lo primero es el aumento del alumnado. No podemos pensar en un futuro sin que haya una duplicación o triplicación de los egresos en diez años. Por cierto, necesitamos ingenieros no meramente para operar tecnologías que vienen de afuera. Por eso el gráfico de Superman está medido en patentes cedidas a residentes, que significa el registro en Uruguay de aplicaciones del co-nocimiento que son originales a la escala del mundo. Hoy por hoy estamos en el orden de una patente por año por millón de residentes, Estados Unidos tiene 225, y Finlandia 200. La Facultad de Ingeniería debería batallar para aumentar legítimamente su alumnado traba-jando con todas las herramientas.

Aquí la cuestión periodística y propagan-dística es muy importante: es fundamental crear conciencia de que el futuro viene por aquí, de que si hay un futuro mejor, es por este lado. Los medios de comunicación masi-vos tienen un papel muy importante en esto.

Asimismo, en la preparación para la “in-geniería del futuro” un aspecto central es el fortalecimiento del vínculo con la vida pro-ductiva del país.

La Facultad de Ingeniería hace con-venios, tendría que hacer muchos más. ¿Cómo? Mostrando que la capacidad de crear

tecnología que puede haber en la Universidad es muy conveniente para aquellos que tienen industrias, que mejoran su producción y pue-den pasar de un pequeño mercado interno a exportar al mundo. ■

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El doctor en mecánica de los medios geofísicos y ambientales Ismael Piedra-Cueva fue decano de la Facultad entre 2005 y 2010.

La importancia de la ingeniería para la sociedadLa fundamentación para que la Facultad de Matemáticas expidiera el título de Ingeniero era la necesidad de que el país tuviera técnicos sufi-cientemente capacitados para, primero, ser con-traparte defensora de los intereses del Estado en los distintos proyectos de desarrollo en infraes-tructura que en ese momento se estaban ejecu-tando (venían empresas del extranjero y no había una contraparte nacional que pudiera controlar e interactuar con la visión del interés nacional). El segundo punto apuntaba a formar parte de la soberanía nacional: tener técnicos que pudie-ran desarrollar proyectos de interés para el país. Entonces el motivo de fundación de esta Facultad fue contribuir a la consolidación de la soberanía nacional por medio del conocimiento y el desa-rrollo de infraestructura. Tiene un rol absoluta-mente esencial.

Y la ingeniería, de alguna manera, también se fue desarrollando desde ese origen, evolucio-nando como pasa en todas las disciplinas, des-de cuestiones bastante puntuales. Inicialmente, fue la ingeniería civil, clásica, con su significado

abarcativo y en contraposición a la ingeniería militar. Lo que nosotros hoy conocemos como ingeniería civil, y aun en sus primeros años, se reconocía una gama de matices bastante gran-des. Los que hacen caminos, los que hacen es-tructuras propiamente dichas, los que hacen construcción, la hidráulica, en fin, hay muchos matices. Gradualmente el país se fue industria-lizando y se creó la necesidad de desarrollar con mucha fuerza diferentes especializaciones de la ingeniería, como la eléctrica, la mecánica, la agrimensura, la ingeniería química, que se de-sarrolló con mucha fuerza, y más modernamen-te todo lo que está vinculado a la ingeniería in-formática, ingeniería de alimentos, etcétera. La evolución continúa: aparecen las ingenierías con perfiles medioambientales, en energía. Hay una muy vasta área de actuación y en todo hay cosas muy importantes para aportar. En mi vi-sión aquellos países que realmente incorporan la ingeniería en forma masiva realmente cons-truyen futuro.

Los aportes más importantes de la ingeniería en UruguayLo primero, como siempre, es que hay ciclos, pero está claro que la ingeniería de la primera mitad del siglo pasado, y antes todavía, se destacó.

Sin dudas una obra insigne fue la construc-ción del Puerto de Montevideo. Tomás García de Zúñiga, uruguayo, uno de los primeros inge-nieros que se graduó de esta Facultad, tuvo un rol relevante en la construcción y posconstruc-ción del Puerto. Un proyecto que llevó 40 años desarrollar, que una vez que comenzó la ejecu-ción, como suele ocurrir, por dificultades de dis-tinta naturaleza, hubo que ajustar en cuestiones de entidad. García de Zúñiga no era un ingeniero portuario ni mucho menos, y sin embargo, sus aportes fueron muy relevantes. Hoy vemos la grandeza de esa obra cuando la comparamos con otros proyectos que están en vías de estudio en la zona del Río de la Plata, que encuentran dificul-tades y desafíos muy importantes también. Así que uno se imagina que en 1900, cuando empezó la construcción del Puerto, poder haber avanza-do con una obra colosal como esa fue realmente impresionante. Lo mismo ocurrió con la obra de la rambla portuaria, que hoy asumimos como un elemento integrado a la ciudad, pero construir el muro costanero fue una obra titánica para la épo-ca, y lo sería seguramente hoy también.

Otro ejemplo de grandes obras que desarro-lló el país y que marcaron el crecimiento de la in-geniería nacional es la represa Rincón del Bonete (se llama en realidad Gabriel Terra), la primera

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Ismael Piedra-Cueva

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de llanura del mundo. Normalmente se hacían represas en zona de sierras o montañas, pero en llanura era muy poco habitual y Uruguay fue pio-nero en esto. Si bien hubo ingenieros extranjeros trabajando, el país desarrolló capacidades propias muy relevantes en esa ingeniería. Ese es para mí uno de los ejemplos que más ilustran cómo se de-sarrolló la ingeniería a partir de proyectos y de obras ejecutadas. Con la participación activa se logró un nivel de experticia extraordinario par-tiendo prácticamente de muy poco conocimiento.

Creo que la ingeniería ha hecho contribu-ciones muy destacadas en la medida en que el país ha desarrollado infraestructura y ha tenido grandes proyectos. Hubo desarrollo de infraes-tructura pública y de emprendimientos indus-triales. Es cierto también que después de perío-dos de gran inversión y crecimiento siguieron largos lapsos en los que hubo una merma de este tipo de inversión. La industria, la empresa, el de-sarrollo de infraestructura no tuvieron una par-ticipación muy relevante en el país por períodos largos de tiempo. Uruguay entró en una suerte de letargo durante varias décadas, fue consu-miendo su capital invertido en infraestructura, y eso también llevó a que las empresas de inge-niería perdieran experticia, empezaran a buscar otros nichos; se desarrolló mucho estudio pero poca experiencia en la obra en sí misma. Eso ge-nera estancamiento, luego, otro ciclo, y otra vez la demanda de profesionales crece y también del nivel de conocimiento, porque se puede trans-mitir de generación en generación.

En la Facultad de Ingeniería hay muchos pro-fesionales destacados que trabajan en distintas disciplinas en el medio, que afortunadamente también aportan sus conocimientos para la for-mación de recursos humanos. La Facultad, en el proceso de enseñanza y formación, combina con

buen criterio investigadores centrados en aspec-tos más básicos y fundamentales, investigadores focalizados en la resolución de problemas a cor-to plazo, y profesionales que desarrollan su expe-riencia en el medio profesional. La Facultad de Ingeniería tiene el deber de formar ingenieros, y así lo hacemos.

Los ciclosSon momentos económicos y políticos. Están asociados. Hubo un largo período en el que el mundo financiero en el país tenía un rol protagó-nico y el aporte de empresas de ingeniería, de in-dustria, no era visualizado como lo más relevante para el sistema productivo; por lo tanto no era re-quisito tener desarrollo de infraestructura, efec-tuar inversiones en desarrollo empresarial indus-trial, de servicios o de conocimiento asociado. Hay decisiones políticas, claramente vinculadas a los ciclos económicos, pero lo que más controla es la visión de política. Aun en una fase negativa y contractiva de la economía, el país puede decidir planificar y organizar la salida de esa situación por medio de inversiones que tendrán sus frutos a mediano plazo. Hay que levantar la mirada a 10 o 20 años, y para recorrer ese camino hay una se-cuencia de pasos que hay que tomar desde ahora. Es de a poco, pero es un proceso que se retroali-menta. Creo que está faltando eso: cuál es la vi-sión estratégica, qué tipo de país queremos y qué hacemos para que ello se produzca.

El momento actual en la serie de ciclosDespués de la salida de la crisis de 2002, se combinó un fuerte crecimiento con políticas que hicieron un viraje para lograr un país más basado en el desarrollo productivo y menos en el financiero. En ese crecimiento Uruguay era una gran aspiradora de la ingeniería. Fue muy

difícil retener a la gente acá en la Universidad, porque había y todavía hay mucha demanda desde la sociedad. Para las empresas del sector privado también hubo un fuerte crecimiento, no solo creció su participación nacional sino también internacional.

Es natural que de lo que más se hable es de la informática, por el impacto que tiene, pero no solo es la informática. Aun las empresas más tra-dicionales de la ingeniería salieron a competir a nivel internacional y hoy muchas de ellas tienen una fuerte presencia. Obviamente, un poco obli-gadas por la situación, pero una vez que se po-sicionan en el contexto internacional empieza a haber otra demanda en cuanto a calidad y tipo de profesionales. En definitiva, todavía hoy ha coe-xistido ese fuerte impulso del crecimiento. Y eso para nosotros es muy bueno, genera muchas ven-tanas de oportunidad.

Cómo se puede contribuir más proactiva-mente desde la ingeniería a la sociedadToda la ingeniería tiene cosas en común, como la forma en que se estructura el pensamiento, que para ciertas cosas no es muy flexible y para otras es muy bueno por el ordenamiento secuencial de las ideas con cierta objetividad. Eso hace que la forma de visualizar los proyectos —sobre todo los grandes— permita una organización eficien-te y firme sobre cómo evolucionan las cosas. Los tiempos políticos muchas veces son más cortos que los tiempos de los proyectos y eso complica el desarrollo de las ideas. Además, hay una can-tidad de aspectos en los que todavía no tenemos los resultados que nos gustaría. Por ejemplo, que la ingeniería tenga una contribución más fuerte en el desarrollo de la innovación, en lo público y en lo privado. Porque, en definitiva, si no hay in-novación, no hay productos nuevos, no se mejora

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la eficiencia de productos y procesos existentes, y si no hay elementos nuevos, es muy difícil en un mundo tan globalizado mantener una parti-cipación y presencia fuertes, porque todo cambia muy rápido. Entonces para las economías como la nuestra, tan basadas en productos de la tierra, como la carne, la soja, la lechería, lo forestal, el arroz, etcétera, debemos incorporar aun más tec-nología. Mantener mercado y competir en las ex-portaciones requiere esfuerzos importantes, que además deben ser continuos. Es muy difícil de recuperar un mercado que se pierde. Hay gente que trabaja específicamente en eso. Pero a mu-chos de nosotros nos gustaría dar pasos más le-jos todavía y que haya otro tipo de innovación, no solo en productos sino en procesos, en servi-cios. En resumen, que el país tenga mayores ele-mentos para competir en la exportación, y a su vez para mejorar la eficiencia de la inversión y el gasto público. Imaginemos Salud Pública, con el presupuesto que dedica a la salud, lo altamente beneficioso que sería incorporar más tecnología, más innovación, mejoras de los procesos. O en la educación… No hay rubro de actividad en el que hacer un enfoque más sistémico no genere un beneficio relativamente rápido. Lo que pasa es que a veces hay limitación de recursos humanos, porque Uruguay es un país donde el número de ingenieros por habitante es relativamente peque-ño. En Brasil, desde hace más de diez o 15 años, el gobierno central ha establecido un programa con presupuesto exclusivo para fortalecer la for-mación de las ingenierías a nivel público y priva-do. El proceso de innovación está muy asociado al manejo y desarrollo de tecnología, así que ojalá tuviéramos el doble de estudiantes y el doble de egresados. Esa es una de las grandes dificultades que tenemos en la Facultad y en la Universidad. La Universidad de la República tiene como

cometido actuar en todas las áreas y tratar de que el conocimiento universitario se desarrolle lo mejor posible. Nosotros, mirando el rol de la in-geniería, sentimos que requiere mayor desarro-llo. Y ahí nos encontramos también con las fa-mosas limitaciones presupuestales. La Facultad hace un esfuerzo muy importante en la enseñan-za. Ingresan en el orden de 1.300 estudiantes por año, en disciplinas como la matemática y la física, que requieren tratamientos muy especiales. Eso es un desafío hace varias décadas. La Facultad ha trabajado sin descanso y con mucha imagina-ción, siempre proponiendo y buscando formas nuevas. Pero hay cierto tope. Es muy difícil te-ner mejores resultados con la relación docente, salones y el número de estudiantes existentes en la actualidad.

Lo que debería hacer la Facultad de Ingeniería para aumentar su contribución a la sociedadClaramente debemos tener un mayor número de egresados en todas las disciplinas, y si se pudie-ra, hasta abrir carreras nuevas o flexibilizar más la currícula. En eso, a pesar de todos los esfuer-zos, estamos lejos. Tenemos limitantes que solo nosotros no podemos resolver, como lo presu-puestal. Pero tampoco es una facultad que no haya hecho nada al respecto. Todo lo contrario. Se ha reformateado el uso de los recursos, siem-pre buscando la mejor optimización. No ha ha-bido pereza en cambiar internamente, como por ejemplo con el plan de estudio. Eso es una enor-me fortaleza de la Facultad. Otro aspecto, que es un poco más difícil todavía pero que puede depender de nosotros, es que todavía tenemos dificultades en que un egresado sea emprende-dor, innovador. En otros países sale un ingeniero y piensa en poner su empresa, su start-up, para empezar a trabajar sobre algo que le gustó, o a

partir del proyecto de fin de carrera. Aún eso no ha florecido como nos gustaría. Hay casos exi-tosos y por eso son suficientes para demostrar que es posible, pero queremos que sea masivo; que un graduado de ingeniero sea un creador de ideas, un creador de trabajo. Como todo, los pro-yectos tienen una tasa de mortandad alta, pero hay un reciclaje. A veces a corto plazo se ve que la idea no prospera, pero en el camino segura-mente aparecen otras. Ese ecosistema de jóvenes emprendedores con base en la ingeniería es im-prescindible para tener una economía dinámica. Nosotros no creamos profesionales para ir a tra-bajar solo a los entes públicos. Eso está bien, por-que se necesita, pero también necesitamos de los otros, que abran horizontes. Si no son ellos los que perforan los límites actuales y van más allá, ¿quiénes van a ser? No lo vamos a hacer nosotros con más de 50 años. Eso es lo que típicamente hacen los jóvenes y hay que darles espacio, ayu-darlos en los temas financieros y en la estructu-ración de negocios, cuestiones que están fuera de lo que normalmente enseñamos. Tiene que ha-ber a la salida del espacio de formación formal otros. Hoy en día los hay pero no en la cantidad que se requeriría. Tenemos un debe en fomen-tar y estimular ese tipo de participación de los jóvenes egresados. Cuando lo miramos desde el punto de vista de la formación no todo cuadra, porque a veces la nuestra es más clásica, y una formación muy estructurada puede ir en desme-dro de la capacidad de creación, que es un poco más desestructurada. Hay que ver también otros países cómo han fomentado eso, pero es algo que el país tiene que apoyar y valorar. El otro día es-cuchábamos gente que había venido de Corea del Sur que decían que hace 50 años su país era del quinto mundo, del subdesarrollo y el atraso, pero había ciertos valores, como la educación, y en

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particular la educación universitaria, que es muy valorada a nivel social. La aspiración de la pobla-ción de todo el mundo era poder estudiar y tener estudios universitarios, porque eso le abría puer-tas, las puertas del mundo, y eso estaba implan-tado en la sociedad. Se podían sacrificar muchas cosas y concentrarse en la educación, porque se veía como un logro extraordinario. La sociedad también valora mucho la capacidad de creación y de innovación, que la gente tenga sus empre-sas. Y si se funden una y mil veces está bien por-que así se aprende. No es visto como un fracaso. Es decir, lo es porque hay dinero en el medio y todo lo demás, pero la sociedad tiene que tomar eso como valor y estimularlo, y que la gente tenga esa actitud. A nosotros nos gustaría que fueran los ingenieros los que impulsaran este proceso de transformación, pero es un tema social gene-ral, porque no hay área del conocimiento ni de la vida en la que las cosas no se puedan mejorar ni transformar usando la inteligencia. De cualquier tipo de trabajo. Entonces estas cosas se van desa-rrollando de a poquito, llevan su tiempo.

El futuro de la ingenieríaSeguimos muy atados a una educación tradi-cional: la matemática, la física, la mecánica. Hoy la formación en ingeniería está tomando giros bastante fuertes en la manera en que se educa y se forma al estudiante. Eso nos va a costar bastante trabajo interno transformarlo, porque también juega en la forma en que los jóvenes piensan. Los grandes números de estu-diantes inhiben vías y caminos que en sistemas más reducidos quizás fueron exitosos. Por eso creo que va a ser un trabajo difícil y arduo para la Facultad, porque además los docentes tene-mos que avanzar en un proceso de cambio que no es para nada fácil. Pero será trascendental,

porque no se puede pensar que en los próximos 50 años vamos a seguir formando en ingeniería como lo hacemos hoy y como lo hicimos hace 50 años. No es que no haya cambiado, no es que hoy enseñemos lo mismo, pero cierta forma de trabajar va a tener que cambiar o tendrán que aparecer nuevas posibilidades, que no se tra-baje de manera tan escolástica —profesor, es-tudiante—, sino que haya quienes eduquen de otra forma, en base a un proyecto, trabajando más sobre algo en concreto a partir de lo que se va aprendiendo. Hay muchos países que es-tán innovando en ese sentido, entonces la inge-niería va a estar muy atada a cómo es el proce-so educativo, porque la forma de pensar de los egresados está condicionada por cómo les ense-ñan. Es un gran desafío. Otro desafío es que el desarrollo masivo de conocimiento obliga con-tinuamente a ser muy selectivo en qué se ense-ña y qué se deja de enseñar. Y a veces eso tam-bién nos cuesta, porque no se puede enseñar todo, pero lo que no se puede dejar de enseñar es a pensar. Entonces la selección de los temas es muy relevante para que los alumnos tengan una base para seguir aprendiendo, eso es cen-tral. Elegir esa matriz, esa estructura básica, es una cuestión muy difícil. Además los propios docentes tienen que ver qué tipo de profesional están formando.

El debate entre lo que necesita el país hoy y lo que queremos para el futuro mediatoUruguay tiene una dinámica económica tan volátil que pasamos épocas en las que el cue-ro y los textiles eran los número uno y 10 o 15 años después nada. Pasamos 20 años en los que la soja no existía, y llegó un día en el que la agricultura hizo boom. Entonces cuan-do hay esos ciclos económicos tan marcados,

si mirás la formación de recursos humanos, que es un proceso a largo plazo, es difícil es-tar en fase con esos ciclos. La ingeniería eléc-trica tiene varias ramas; hay una que es la de potencia, la que está vinculada a la generación y a la transmisión eléctrica. Durante 20 años los egresados con perfil en potencia, ¿dónde iban a trabajar? A ute, pero ute no necesitaba mu-cha gente, así que no había muchos estudiantes de esa especialización. Fue suficiente que ute comenzara con su plan de desarrollo en ener-gías renovables, ¿y dónde estaban los ingenie-ros en potencia? No había. Pero ahora sí había interés y fueron surgiendo los estudiantes, jun-to con una política desarrollada por el miem y ute. A los tres o cuatro años empezaron a graduarse. ¿Pero qué va a pasar a futuro? No sabemos qué demanda de ingenieros habrá, y esos ciclos hacen muy difícil para la institución definir perfiles fijos. No hay más remedio que organizar una currícula en escalones —lo bá-sico y fundamental con alguna movilidad, y un segundo nivel con más elasticidad— que per-mita perfilarse a distintas opciones con un año de formación complementaria de acuerdo a lo que suceda en el país. No hay otra opción, por-que tenemos ciclos económicos rápidos, y eso obliga a que cada cual estructure su formación de grado y posgrado de una manera inteligente y suficientemente flexible para tomar distintos caminos a medida que la situación del país de-mande profesionales con diferentes orientacio-nes. Es un desafío grande. ■

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La ingeniera industrial especializada en te-lecomunicaciones María Simon fue ministra de Educación y Cultura entre 2005 y 2010, y decana de la Facultad de Ingeniería entre 1998 y 2005, y nuevamente desde 2015 hasta hoy.

La importancia de la ingeniería para una sociedadEl rol de la ingeniería es muy particular, aun-que en general no se percibe a primera vis-ta. Cuando andan bien, los sistemas de la in-geniería no llaman la atención, pero cuando no andan bien se notan mucho. La ingeniería es una herramienta esencial del desarrollo. Tiene un rol de transmisión entre las cien-cias de base y la aplicación al mundo mismo, añadiéndole el conocimiento tecnológico. En relación al cambio de denominación, cuan-do una antigua Facultad de Matemáticas se convierte en una Facultad de Ingeniería y una de Arquitectura, empieza el reconocimiento de que el ingeniero no es solamente alguien que sabe matemática y física y la aplica para resolver problemas concretos, sino que ade-más hay una creación de conocimiento tec-nológico. Esa creación responde a una episte-mología diferente de la de las ciencias físicas. La física es el ejemplo tradicional de ciencia:

elabora teorías y las contrasta con la realidad; la ingeniería también, pero a menudo no tra-baja contra la realidad del mundo natural, sino hacia otras creaciones humanas, o satis-face necesidades humanas. O, en el caso de la ingeniería en computación, se aplica más la matemática que la física, y además necesita laboratorios de otro tipo que los de las cien-cias básicas. Muchas veces ese laboratorio tie-ne que ser el país. Si uno quiere experimen-tar con una gran red eléctrica, tiene que ser la red de UTE; no se puede hacer a escala de laboratorio. Otro ejemplo son los biorreacto-res, sistemas capaces de tratar los efluentes de tambos o curtiembres, que se encuentran car-gados de materia orgánica e incluso de meta-les pesados u otros elementos poluyentes. Los reactores se han desarrollado mucho en esta Facultad, desde hace por lo menos 25 años, con distintas industrias. Se necesita ir a esca-la real en algún momento; no se puede hacer todo de puertas para adentro. Así, la ingenie-ría tiene una creación de conocimiento, de distinta naturaleza, y una forma de trabajo y de investigación propias.

Su importancia para una sociedad tam-bién resulta esencial en la creación de pues-tos de trabajo, en la evolución hacia formas

de producción que agregan más valor, de lo primario a algo más elaborado, y en una serie de tecnologías o de puesta en funcionamien-to de ciertas tecnologías, en objetos mismos o en sistemas, en formas de organización. A veces la creación no está en el objeto, sino en la forma de organizarlo.

Realmente creo que la ingeniería tiene una relevancia muy grande, que hace al desarro-llo económico por el tema de la secundariza-ción o tercerización de la producción, pasán-dola de primaria a más elaborada y creando puestos de trabajo. Es, en cierto modo, tra-bajo intelectual en sí mismo, en cuanto a que es creación de conocimiento, diseño. La glo-balización hace que lo que se diseña aquí se termine fabricando en otro lado; por ejemplo, los circuitos integrados, que están adentro de muchos aparatos, no se fabrican aquí, sino solo en dos o tres lugares en el mundo, pero el trabajo intelectual de desarrollarlos vale y se paga, y genera fuentes de empleo.

También tiene que ver con un ambiente más limpio, si se aplica bien. A veces se con-trapone lo tecnológico con lo natural, y justa-mente hay tecnologías que permiten el desa-rrollo sin impacto o con el mínimo impacto sobre el medio ambiente. Las curtiembres

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María Simon

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antiguas producían mucho más polución que las modernas, y hoy hay más curtiembres pero generan menos polución gracias al tra-tamiento de efluentes.

Además es fundamental el respeto por el trabajo. Al ingeniero muchas veces le toca dirigir trabajo de otros: ser ingeniero de planta, ingeniero de obra, ingeniero jefe de emprendimiento; y ese respeto por el medio ambiente hay que extenderlo también al res-peto por el recurso trabajo, por el recurso tiempo humano.

Una buena definición: la ingeniería tra-baja en la aplicación de las ciencias exactas y naturales y el conocimiento tecnológico para resolver temas de importancia social, que sean para el bienestar de las personas y que creen empleo, optimizando los recursos que se emplean, con respeto por el medio am-biente y por la dignidad de los trabajadores. Para mí esa definición resume todo lo que hay que decir.

Los aportes más importantes de la Facul-tad de IngenieríaTal vez el más importante sean los ingenie-ros mismos. Ingenieros que han sabido resol-ver temas muy grandes a lo largo de la histo-ria, antigua y actual, y que han demostrado en su gran mayoría un alto sentido ético y de respeto por los trabajadores. Los primeros ingenieros egresaron en 1892. En ese enton-ces no se llamaba Facultad de Ingeniería sino Facultad de Matemáticas; hubo debates im-portantes en el país sobre si era necesario, si no era más barato para los pocos que se iban a precisar mandarlos a estudiar a Europa o Estados Unidos. Y claro, si el modelo de país era hacer poquitas obras, unas carreteras

para que la producción del campo llegue al puerto, y no mucho más. ¿Era más barato? Sí, pero estaban comparando dos cosas distintas. Una cosa es hacer algunas obras y terminar-las y otra es desarrollar un país. El desarrollo de un país necesita, como ya lo decía Oscar Maggiolo, que fue nuestro rector, de genera-ción de ciencia, tecnología y cultura endóge-nas (que no quiere decir “aisladas”).

Alrededor de 1890 empiezan a egresar ingenieros y en la década de 1910, 1920, en las que se desarrollan grandes obras nacio-nales, hay ya un conjunto de ingenieros mí-nimo pero suficiente para dirigir y para pro-yectar la red vial, parte de la red ferroviaria, más tarde la red eléctrica. Como lo hicieron uruguayos, se aprendió mucho. Haciendo se aprende —estas cosas además se aprenden en el campo— y ellos a su vez formaron a otros, generando una larga historia de gente que además siguió muy vinculada a la Facultad de Ingeniería.

Por ejemplo, cuando la construcción de la represa de Rincón del Bonete, la empre-sa tenía unos fondos que no se gastaron. En muchos lugares, esos sobrantes podrían em-plearse para finalidades de corrupción. Acá los ingenieros egresados que trabajaban en ute pidieron que dedicaran un equipo de en-sayo para aparatos de maniobra y transforma-dores en la Facultad para que, como entidad independiente, certificara la calidad de lo que iban a comprar para construir la red eléctrica. Creo que el aporte principal de la Facultad se da por medio de sus profesionales.

Además, hay otros aportes directos al me-dio a través de proyectos, convenios con larga historia. Por ejemplo, el primer convenio des-pués de la intervención fue por la construcción

de un puerto; en ese momento era ministro de Transporte Norberto Sanguinetti. Después se siguió una larga serie de obras marítimas, de barcos, de asesoramientos en artes de pes-ca para las cuales la Facultad también invier-te. Construyó un canal hidrométrico, donde se hacen pruebas con un espejo de agua: para simular la corriente de agua lo que se hace es mover un carrito con el que se arrastran mo-delos (por ejemplo, de buque o de arte de pes-ca) para que se vea qué pasaría. Una inversión importante es un canal de olas, de una cuadra de largo, donde se producen olas para simu-lar qué pasa con el oleaje, relacionado con las obras marítimas y la navegación. Se han he-cho trabajos de asesoramiento en el depósito de sedimentos, y en definitiva, del modelado de las corrientes importantes, del Río de la Plata y del Río Uruguay, sobre todo.

Otro tema que se ha desarrollado largo tiempo es el de la energía eólica, que tuvo al-gunos precursores muy tempranos por 1940 o 1950, pero que sobre todo se intensificó al final de la dictadura. Hubo gente que volvió al país y que tenía alguna experiencia, cerca de 1990; todo el mundo nos decía que tenía interés académico, que si queríamos hacerlo, bien, pero que no tenía ninguna perspectiva económica. Y basta salir ahora por la carre-tera y ver la cantidad de molinos y de granjas eólicas, algunas propiedad del Estado, otras propiedad de privados. También se supo ne-gociar con privados porque, para entonces y gracias a haber investigado, se sabía de vien-to. El primer molino que se instaló en este país lo instaló la Facultad de Ingeniería en un convenio con ute y con la Intendencia de Maldonado en la Sierra de Caracoles. Y era de un tamaño que, en comparación con los

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que se están instalando ahora, parece un ju-guete. Ahora está instalado en el Parque de Vacaciones de ute con la finalidad de aho-rrar energía en esa instalación, pero tam-bién con fines didácticos. Eso nos permitió saber sobre el viento, sobre cómo se integra esa energía, que es bastante aleatoria por-que se genera cuando hay viento, en un siste-ma eléctrico en el que la demanda sigue otra pauta temporal. Se supo integrar al punto de que en este momento somos, si no el país que tiene más porcentaje de energía eólica, uno de los que tiene más. A veces se vende ener-gía de origen eólico a Argentina, con lo cual tampoco ese país quema combustibles fósi-les. Esa es una línea que se sucedió a lo largo de muchos convenios.

Se trabajó también en eficiencia energé-tica, porque la mejor generación es el aho-rro. Se está trabajando fuerte ahora en ener-gía solar: la Facultad tiene un laboratorio de energía solar en Salto, que está muy bien instalado y puede hacer medidas precisas en todo el territorio nacional y detecta elemen-tos interesantes sobre el potencial solar, que además se compensa bastante con el eóli-co (porque hay viento más bien de noche). Estamos emprendiendo ese camino con la energía solar. Por ahora los paneles son rela-tivamente caros, pero eran mucho más caros cuando empezamos.

También se ha trabajado sistemática-mente en microelectrónica. Empezó sien-do un grupo muy pequeño, modesto, y con el tiempo ha convocado cada vez más profe-sionales, gente que además creó conocimien-to porque tiene investigación sobre el tema. Han asesorado al Centro de Construcción de Cardioestimuladores, que fabrica marcapasos

y muchos otros dispositivos de aplicación biológica. Y hace poco se instaló aquí una empresa microelectrónica internacional para hacer diseño porque aquí hay gente para ha-cerlo. Que haya o no recursos humanos hace tanto la diferencia como si hay energía o no.

Hay, además, toda una línea muy impor-tante en el monitoreo de cuestiones rurales. Monitoreo de cultivos, detección temprana de plagas, apoyo biológico en la cría de ga-nado, en el proceso de obtención de la carne: son procesos que a veces no parecen ser tan de ingeniería, sino más primarios, pero la in-corporación de tecnología hace la diferencia entre un producto de calidad garantizada y otro que no la tiene.

Cómo puede contribuir la Facultad más proactivamente al desarrolloTenemos que estimular la demanda de conoci-miento. No se trata de que que ya sepamos todo y estemos esperando que nos vengan a consul-tar, pero podemos desarrollar conocimiento; tenemos la potencialidad y el método. Hemos tenido muchas veces demanda de conocimien-to por parte del Estado —ute, Dirección de Hidrografía, Dirección de Puertos, Antel— en forma directa o indirecta. Algunas de esas em-presas han creado fondos sectoriales a los que se pueden presentar proyectos y muchas veces la Facultad de Ingeniería lo hace. También he-mos tenido demanda de empresas privadas (en la esfera del tratamiento de efluentes en gene-ral son privados), también en el tema de pro-tección forestal.

Hace falta estimular la demanda porque en este país aproximadamente el 80% de la investigación la realiza la Universidad de la República y eso no es bueno. Sería ideal

que la Universidad hiciera más, pero además que otros hicieran mucho más. Hay poca investigación en el país, hay poca creación de conocimiento.

Las empresas que empiezan a trabajar con la Udelar no se arrepienten. Es una buena señal. Quiere decir que no les fue mal, que de repente tenían algún preconcepto, como que la Universidad tiene tiempos demasia-do largos, y descubrieron que no es así: la Universidad sabe entender tiempos de otros, incluso a veces tiempos extremadamente pe-rentorios. Hay que saber hacer crecer esa de-manda de conocimiento porque ahí se ob-tiene una financiación superior. El Estado nunca tiene que bajar los brazos, no tiene que disminuir su inversión, porque sería como sacarle el combustible a un avión que recién está levantando.

Avizoramos muchísimas cuestiones en las que podríamos contribuir; algunas ya están en proceso. Estamos empezando a trabajar con la Intendencia de Montevideo para opti-mizar el transporte urbano; también en temas de caminería. Se podría hacer mucho en te-mas de optimización en general, de logística, de procesos industriales variados, de electró-nica y telecomunicaciones, de gestión eléctri-ca y eficiencia energética a distintos niveles. Hay proyectos de alumnos, y de alumnos con profesores para este tipo de cosas.

Lo que le falta a la Facultad de Ingeniería es articular esas soluciones.

La diferencia del conocimiento tecnoló-gico con otro tipo de conocimiento es que se desarrolla junto con: hay que tener un in-terlocutor y un ámbito de aplicación. Lo que nos está faltando es más demanda de cono-cimiento, más necesidad de innovación. Eso

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se viene y se va a venir, y si no lo hacemos a tiempo lo vamos a perder, porque con solu-ciones compradas no se compite. Si no llega la demanda de mayor innovación y creación será grave, porque nuestro aparato producti-vo va a tener problemas. Y eso es lo que nos permite desarrollar nuevas aplicaciones e in-cluso educar a los futuros ingenieros: se for-ma distinto un ingeniero en una facultad que colabora con el medio que en una facultad que no lo hace, porque se educa a la luz de determinada actividad.

Nos está faltando fomentar la demanda a nivel tanto público como privado. En ge-neral, cuando se habla del sector producti-vo se piensa en lo privado, pero en este país hay mucha producción pública y también hay direcciones que generan políticas (de medio ambiente, de gestión del agua, de telecomu-nicaciones, de energía). En esos lugares es vital generar una interacción fuerte con la Universidad, porque les puede servir de cen-tro de investigación y desarrollo, y es lo que le corresponde además: es la Universidad de la República.

Por medio de ese crecimiento de la deman-da de conocimiento se desarrolla una espiral positiva. Si se generan políticas de medio am-biente o de mejor gestión de la energía, por ejemplo, a su vez las empresas que están re-gidas por esas políticas van a demandar a los profesionales que apliquen tecnologías efi-cientes, las mejores, las más nuevas, que creen soluciones a su medida. De la política nacio-nal pasamos a lo que hacen los particulares y de la actuación directa de la Facultad sale una mayor esfera de acción, para sus egresados y para los de otras carreras. Por ejemplo, a raíz de las políticas ambientales, carreras como

las de geógrafo o arqueólogo, que antes eran más bien seguidas por gusto personal, tienen una demanda laboral importante; lo mismo pasa con las carreras de ingeniería.

Con esto se relaciona el desarrollo de los posgrados en ingeniería, que crean conoci-miento de amplio nivel, creación autóctona o investigación sistematizada que le da más lu-gar al egresado de grado. En la medida en que se genera una mayor demanda de conocimien-to aparece una mayor exigencia en el nivel.

El lugar que ocupará la ingenieríaCreo fuertemente que el desarrollo se basa en la creación científica y cultural, en la creación humana. Además, confío en ese tipo de desa-rrollo, porque se pueden obtener ventajas tem-porales. Por ejemplo, hay países que funcionan o que partieron del uso de mano de obra bara-ta y no es deseable esto para Uruguay, porque va en detrimento de las condiciones de trabajo y además es un camino corto. Necesariamente es un camino que se agota, porque si la gen-te mejora su nivel de vida —que es lo que to-dos queremos— la mano de obra deja de ser tan barata. No tenemos una población gran-de ni perspectivas de crecer demasiado, por lo que nos enfrentamos al desafío en calidad. Tenemos que apuntar a una producción de ca-lidad para exportar, pero también para noso-tros, tenemos que aspirar a una vida de cali-dad, y en eso la ingeniería desempeña un rol muy importante. Hay un problema: tenemos muchos menos ingenieros de los que precisa-ríamos, como cuatro veces menos.

Estamos haciendo un esfuerzo impor-tante, en primer lugar, para que la gen-te no abandone la Facultad. Poniendo, por ejemplo, talleres en los primeros años para

entusiasmar, y se está logrando una mayor adhesión. También tenemos que hacer difu-sión entre los jóvenes —y ahí sí habría que decir “y las jóvenes”—. En la Udelar en su conjunto hay cerca de 67% de mujeres, mien-tras que en la Facultad de Ingeniería en la mayoría de las carreras tenemos 25%, 20% y a veces menos, salvo en ingeniería química y de alimentos. Si se igualara la cantidad de mujeres y de hombres que entran, crecien-do el número de mujeres, se incrementaría nuestra matrícula en 40%. La gente tiene de-recho a descubrir su vocación y tiene dere-cho a seguirla y disfrutar de ella; y el país no está en condiciones de desperdiciar talentos.

Evidentemente, para eso precisamos un presupuesto que acompañe, porque en este momento un crecimiento de 40% de la matrí-cula nos daría problemas locativos y de canti-dad de docentes. Pero uno no tiene que auto-rrestringirse: eso se tiene que resolver porque hay que tomar consciencia de que es muy im-portante que haya más ingenieros. Estamos en una relación de 3 a 1 o 4 a 1 con países limítro-fes como Brasil y de 6 a 1 o más con países más desarrollados. Eso es una traba para el desa-rrollo. En este momento hay más demanda que oferta de trabajo en todas las especialidades.

Otro esfuerzo que estamos haciendo en ese sentido es la generación de profesiones vinculadas a la ingeniería, como la de los tecnólogos, que cubren un rango en el que hay incluso más escasez que en el de los in-genieros. Hay gran falta de mandos medios, de buenos programadores, buenos capataces, buenos tecnólogos mecánicos. Están teniendo pleno empleo. El primer tecnólogo mecánico egresó en 1996 o 1997 a partir de un acuerdo entre la Universidad de la República y la utu;

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ahora se encamina como iniciativa a tres par-tes con la utu y la Universidad Tecnológica. Además, algunos tecnólogos cursan ingenie-ría después: se reconoce bastante de lo que aprendieron y se ven motivados. La idea, de todos modos, es que con eso puedan trabajar, y están trabajando bien.

Cómo debería proyectarse la Facultad para la ingeniería del futuroMás y mejores egresos es la clave. Fortalecer los posgrados es importante, porque mejora el cuerpo docente, que es mejor en la medida que investiga. Es muy distinto un profesor que in-vestiga, aunque no enseñe lo mismo que está investigando, porque a la luz de la investiga-ción, del que hace las cosas, la explicación y la comprensión son distintas.

Además, aspiramos a que no todos nues-tros posgraduados se queden solamente en la institución; queremos que ingresen en los or-ganismos nacionales que hacen políticas, que deberían hacerse en el mayor nivel y en coope-ración internacional. En general, la gente que hace posgrados se internacionaliza de alguna manera porque procuramos que haga una esta-día en otra parte, que la tesis sea codirigida por un profesor de otro país. Nos da la seguridad de que estamos en un nivel correcto. Entonces, si ubicamos gente con altos conocimientos en or-ganismos que hacen políticas sería bueno para todo el mundo, porque se harán buenas políti-cas con visión a futuro para prevenir las cosas antes de que pasen.

Como otro efecto de los posgrados es la inserción directa en la producción con ma-yor innovación, con más capacidad de crea-ción. No olvidemos que la ingeniería es una carrera altamente vinculada con las personas.

A veces no se la percibe tan así, pero toda cosa de la ingeniería es usada por seres hu-manos, aunque a veces sin que se la vea. Y, paralelamente, las cosas más importantes no se ven. Uno se comunica a través de satéli-tes que no están a la vista, por ejemplo; no-sotros lo sabemos porque se desarrolló uno aquí y se puso en órbita. Cuando algo funcio-na bien uno no se preocupa: Internet funcio-na, las redes de computadoras funcionan, las computadoras funcionan. Todo eso ha cam-biado nuestras vidas en forma drástica y para mejor. Si bien hay muchas cuestiones que se pueden criticar en el mundo actual, el nivel de vida medio ha mejorado en gran medida gracias a la tecnología.

Por el contrario, el medio ambiente sufre deterioro y las desigualdades se han acentua-do; sobre estos fenómenos deberán trabajar tanto las nuevas tecnologías como las cien-cias fundamentales, sociales y humanas. ■

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En 1885 se creaba en nuestro país, y en el seno de la Universidad de la República, la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas. Albergaba varias disciplinas que luego, con el correr del tiempo, se desarrollarían en facultades inde-pendientes dentro de la propia Universidad de la República, como las actuales facultades de Ingeniería, Arquitectura y Ciencias.

En 2015 se cumplieron 100 años de la crea-ción de la “Facultad de Arquitectura” así como de la denominación de “Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas” correspondiente a nuestra ac-tual Facultad de Ingeniería. Este centenario es lo que hoy conmemoramos.

Hay que señalar que, hasta la creación en 1987 de la Facultad de Ciencias, dos discipli-nas básicas como la Física y las Matemáticas se cultivaron fundamentalmente dentro de la Facultad de Ingeniería. También hoy se desarrollan aquí, pero coordinando sus ac-tividades con los respectivos institutos de la Facultad de Ciencias.

Agente de cambio económicoPara apreciar el fuerte impacto que ha tenido en el desarrollo del país la existencia de nuestra “centenaria” Facultad, basta repasar el excelen-te material editado en 2005 por la Asociación

de Ingenieros, titulado 100 años de Ingeniería construyendo el Uruguay. Allí se presentan las 100 realizaciones más significativas de los inge-nieros uruguayos en el último siglo; el resulta-do, sin duda, impresiona al lector.

Sin embargo, estos logros no deben hacer-nos perder la perspectiva: nuestra economía, en todo el siglo considerado, ha estado vin-culada al comercio mundial por medio de la exportación de materias primas con reduci-do valor agregado. Esto, como es sabido, le fija un techo al desarrollo del país. Ese techo solo podrá ser superado mediante una transforma-ción sustantiva en la naturaleza de la produc-ción local exportable. De la actual situación, en la que el intercambio comercial con el mun-do se establece sobre la base de productos de bajo valor agregado y cuyo precio se fija por la competencia entre quienes ofrecen bienes semejantes, deberemos transitar hacia un in-tercambio comercial de naturaleza progresi-vamente diferente. Deberá incluir, por cierto, lo que hoy producimos, pero deberá incorpo-rársele, y con peso creciente en el tiempo, una componente de bienes tangibles e intangibles que incluyan “creación tecnológica” como ele-mento de valorización y de diferenciación de estas nuevas exportaciones.

El objetivo de avanzar en un cambio pro-gresivo de la naturaleza de nuestras exportacio-nes, objetivo sin duda ampliamente comparti-do, supone grandes transformaciones dentro de lo que denominamos “el país productivo”. En estas transformaciones, nuestra Facultad deberá jugar un papel muy significativo.

Hoy el país tiene cerca de 200 egresados anuales en ingeniería por millón de habitan-tes, en su gran mayoría provenientes de la Fing. Sin embargo, en aquellos países cuya vinculación económica con el mundo tiene las características a las que aspiramos, dicho índice trepa a valores varias veces mayores: en Estados Unidos era de 631 y en Finlandia, de 1.575, según números de la unesco para 2010. Se trata, respectivamente, de una po-tencia mundial y de un pequeño país cuyo in-tercambio comercial con el mundo, 50 años atrás, se basaba también en productos de bajo valor agregado.

Por lo tanto, es claro que una gran tarea para nuestra Facultad es tomar la iniciativa en un esfuerzo nacional —que compromete también a la Administración Nacional de Educación Pública— para que, en un plazo corto, se dupli-que el número actual de egresados en ingenie-ría. Por sí solo, ello no causará un cambio en la

R A F A E L G U A R G A

El futuro comienza hoy

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economía del país, pero se acompasará con una transformación posible y necesaria.

Por otra parte, si se examina la realidad productiva del país desde el punto de vista de la capacidad de “creación tecnológica” medi-da, por ejemplo, por el número de patentes que registramos los residentes en Uruguay, nos encontramos con cifras sorprendentes (por lo reducidas): una patente por año por cada millón de habitantes. En Estados Unidos eran 244 y en Finlandia, 214 (según el infor-me 2009 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).

¿Qué hacer?Decía José Pedro Varela, 30 años antes de que se crease la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas: “Las generaciones que ahora se edu-quen, si no quieren quedar rezagadas, ser ins-trumentos inútiles en la economía nacional, necesitan prepararse para hacer frente a las exi-gencias, no de la época actual, sino de la época futura”. Tenía razón entonces y también la tiene hoy. Si las exigencias del futuro inmediato son las que antes formulamos, y una amplia mayoría acuerda con ellas, la pregunta es cómo estamos preparando a las generaciones de hoy para que el país pueda transitar hacia esa “época futura”.

¿Qué estamos haciendo como sistema edu-cativo nacional para que el índice de ingenie-ros que egresan de nuestra Facultad tenga un ascenso significativo en la próxima década? Es sabido que la mitad de los estudiantes no con-tinúan sus estudios luego de transcurridos dos años de su ingreso. Si esto pudiera atenderse con la urgencia que la realidad demanda, po-dría obtenerse un avance todavía insuficiente pero significativo.

¿Qué estamos haciendo hoy para que los notablemente bajos índices de “creación tecno-lógica” crezcan aceleradamente respecto de las cifras mínimas que hoy presenta Uruguay?

Es sabido que el mercado interno tiene una conducta conservadora en materia tecnológica. Sin embargo, a la escala del mundo, la “creación tecnológica” uruguaya, si es buena, puede encon-trar mercados muy amplios que permitan desa-rrollos imposibles de imaginar si nuestro hori-zonte es la escala local. Para que esto sea posible se requieren, entre otras, acciones de apoyo por parte del Estado que vayan más allá de las clá-sicas ayudas puntuales a proyectos individuales.

Naturalmente, estos cambios tan signi-ficativos no dependen exclusivamente de la Facultad de Ingeniería o de la Universidad de la República, pero no menos cierto es que sin

decisiones oportunas a tomar en estas institu-ciones, los avances se enlentecerán y los proce-sos a impulsar se verán como quimeras.

El aniversario de los 100 años de nuestra Facultad de Ingeniería es un buen momento para examinar críticamente un pasado que otros construyeron y para reflexionar sobre un futuro en el que actuarán quienes hoy se están formando o se habrán de formar como ingenieros.

Sobre ese futuro a construir queremos afir-mar que, desde la Facultad de Ingeniería y la Universidad de la República mucho se puede hacer para que se concreten los sueños más ambiciosos que hoy podamos tener. ■

GUARGA es ingeniero y doctor en Ingeniería.

Entre 1975 y 1985 estuvo asilado en México.

Fue rector de la Universidad de la República

y decano de la Facultad de Ingeniería, y por

su actividad creativa en materia tecnológica

ha recibido los premios Nacional de Ciencia y

Tecnología (México), Génesis (Uruguay), FIMA

(España), Rolex (Suiza) y Techaward (Cali-

fornia). Es miembro de la Academia Nacional

de Ingeniería y de la Academia Nacional de

Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la

República Argentina.

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Uruguay es el primer exportador en términos per cápita de software y servicios informáticos de América Latina, y el tercero en términos ab-solutos. El sector aporta al país más de 300 mi-llones de dólares, genera más de 16.000 puestos de trabajo y tiene un porcentaje de desocupa-ción negativo. Todos estos logros no son obra de la casualidad, sino de una apuesta del país y un crecimiento continuos que van a cumplir medio siglo.

Cuando solo era computaciónEntre 1968 y 1969 se creó la primera carre-ra universitaria de computación, la que otor-gaba el título de “computador universitario”. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República compró e instaló la prime-ra computadora, cuyo uso fue fundamental-mente en la enseñanza, aunque también fue aplicada para los primeros procesamientos de interés del país, como los censos naciona-les de la época. Cabe aclarar que en ese en-tonces no se hablaba de “informática”, sino de “computación”.

La creación de la carrera de computador uni-versitario y el interés creciente de los ingenieros eléctricos de la Udelar en la computación pue-den considerarse pilares en el desarrollo de la

computación académica en el país, pero segu-ramente el gran espaldarazo al mencionado de-sarrollo se lo dio la creación del Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas (Pedeciba), que en cierto modo es fruto del trabajo, sobre fines de la dictadura, de un grupo de científicos y pro-fesionales residentes en el país, con el apoyo del licenciado en Biología Braulio Orejas Miranda. Preocupados por la forma en que el régimen de facto había afectado la calidad universitaria, co-menzaron a formular una estrategia que permi-tiera revertir la situación. Pusieron el foco en la repatriación de profesores, pensando en retor-narlos a sus lugares de investigación y docen-cia anteriores al golpe de Estado. Fueron los pri-meros pasos en la formulación de la estrategia que culminaría con la creación del Pedeciba, en octubre de 1986, por un convenio entre el Ministerio de Educación y Cultura y la Udelar, y con la activa participación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. La Ley de Presupuesto Nacional de 1995 estableció al Pedeciba como programa permanente.

Para los informáticos fue particularmente importante la inclusión de la disciplina como una de las ciencias básicas del programa, ya que resultó la base fundamental para su desarrollo académico en Uruguay. Se lo debemos a la visión

de algunos informáticos de entonces y también a la generosidad de los científicos de áreas más tra-dicionales —matemática, física, biología y quí-mica—, que aceptaron y promovieron la inclu-sión de esta disciplina que aún estaba naciendo.

El programa está vigente y se ha transforma-do en la herramienta por excelencia para el desa-rrollo académico y de investigación de las áreas que lo integran.

Más allá de la academiaLa otra cara de la producción académica, la in-dustrial, representada por la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (cuti), per-mitió que se llegara a cifras de exportaciones muy significativas.

El temprano surgimiento de la formación académica en el área de las tecnologías de la in-formación y la comunicación (tic) —que pos-teriormente recibió el apoyo del Pedeciba—, la puesta en marcha de centros de desarrollo en grandes empresas y la generación de líderes em-presariales —que dado el limitado mercado lo-cal debieron rápidamente buscar nuevos merca-dos para sus emprendimientos— posibilitaron el surgimiento de capacidades profesionales y empresas desarrolladoras de tecnologías compe-titivas internacionalmente, que hoy conforman

A N A A S U A G A , M A R í A L A U R A BE R M ú D E Z , U L I S E S T R AV I E S O

El líder silencioso: la informática en Uruguay

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el tejido empresarial del sector, y que lograron aprovechar la “escala Uruguay” para la imple-mentación e implantación de sus soluciones, a la postre globales.

Los egresados de las primeras carreras uni-versitarias de la Facultad de Ingeniería de la Udelar vinculadas al área —en particular, com-putadores universitarios, ingenieros eléctricos e ingenieros de sistemas— fueron los pioneros en la instalación de empresas que continúan siendo exitosas. Así, a partir de finales de la década de 1980, la industria del sector consiguió una tem-prana internacionalización respecto de los de-más países de la región.

De acá a DinamarcaEn 2015 Uruguay se destacó por la creación de un software para mejorar la pesca industrial y lograr un importante ahorro de combustible. El proyecto fue liderado por la empresa AcruSoft y revolucionó las costumbres de la industria pes-quera en mercados en los que existe una fuerte tradición en esta actividad, como Dinamarca, Islandia y Noruega. Según 180.com.uy, la em-presa fue creada por Frank Chalkling, un ex ca-pitán de navío nacido en Paysandú. El software creado por Chalkling permite predecir el com-portamiento del sistema de pesca: cuál va a ser

la apertura de la red (horizontal, vertical), el vo-lumen de agua filtrada, la resistencia, y depen-diendo de esta, se deduce el consumo de com-bustible del barco.

Este importante desarrollo industrial del país no habría tenido lugar sin la temprana y continua dedicación de la academia al desarro-llo de la ciencia informática, lo que demostró una vez más el acierto de las palabras del pri-mer director del Pedeciba, el doctor Roberto Caldeyro Barcia: “Sin ciencia básica no hay in-novación, ni tecnología, ni industria, y sin in-dustria un país se viene abajo”.

Ellas se hicieron un lugarEn estos tiempos de transformaciones diver-sas, muchas de estas positivas, deseamos re-saltar el aporte de las mujeres en este camino de avance de la informática. Tal vez no sea ca-sualidad que el primer título de magíster que otorgó la Fing fue a una ingeniera en compu-tación, o que la nueva área del Pedeciba —la de Bioinformática— se encuentre liderada por una mujer, o que 50% de los investigadores del área Informática del Pedeciba sean mujeres. Es muy alto el porcentaje de mujeres que trabajan tanto en el área académica como en la indus-trial, vinculadas directa o indirectamente con

la capacitación y producción del sector de las tic, y se desarrollan múltiples actividades con el fin de atraer más representantes del género femenino al sector.

Quizá la expresión de Rosi Braidoti colabo-re, en parte, a comprender este cambio: “El fac-tor tecnológico no debe considerarse la antítesis del organismo y de los valores humanos, sino una prolongación de lo humano, intrínsicamen-te ligado a él”1. ■

BERMúDEZ es historiadora docente del

Instituto de Historiología de la Facultad de Hu-

manidades y Ciencias de la Educación (Udelar)

y profesora agregada en el Centro Universitario

Región Este (Udelar).

ASUAGA es ingeniera de sistemas de la Facul-

tad de Ingeniería (Udelar) y hoy se desempeña

como asistente académica del decanato de la

Facultad de Ingeniería.

TRAVIESO es estudiante de ingeniería química

y trabaja en el Área de Comunicación de la

Facultad de Ingeniería (Udelar).

1 Braidoti, Rosi. Cyberfeminism with a Difference. En:

CD-Rom, Mediawise, Abril, 1998. Disponible en www.

let.ruu.nl/womens_studies/rosi/cyberfem.htm.

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Un día de 1826 cruzó el Río Uruguay, junto con el ejército de Buenos Aires, un joven de 23 años. Su edad ocultaba una vasta experiencia militar y científica, dominaba ciencias tan difí-ciles como la astronomía de posición, la geode-sia, la cartografía, la geografía y la topografía. Su uniforme militar no le impedía cargar per-manentemente con el grafómetro, la brújula, la cuerda de medir, planos, mapas y su cuader-no de anotaciones. Había estado en La Pampa en la tristemente célebre frontera, que inspiró historietas, novelas y películas en las que se les disputaban tierras a los “Indígenas Pampas”. Un paisaje chato, monótono e inhóspito no era el territorio que atraería la curiosidad científica del joven; sería el paisaje suavemente ondulado regado de ríos y arroyos de la Banda Oriental que lo haría, y su corazón lo cautivaría una jo-ven lugareña nacida en San Carlos. Ese paisa-je diverso, sin extremos, con sus montes gale-ría, sus cerros chatos, sus serranías accesibles, sus mares de piedra, los pastizales y montes de pradera, los ríos cristalinos zigzagueantes, los extensos humedales, las llanuras inundables, las cuchillas transitables, las costas con inmen-sos arenales, la diversidad de flora y fauna. Las habilidades adquiridas en la frontera, en la lu-cha con los bravos Pampas en un territorio

inhóspito, con largos períodos de soledad, le serían más que suficientes para internarse en el territorio oriental y todos los días descubrir algo nuevo: un ñandú macho con sus chara-bones, roedores de tamaño suficiente para ali-mentarse una semana, trinos y cantos de pája-ros desde el alba al atardecer, flores tan bellas y frágiles como la flor del zucará, y en medio del verde monte descubrir un ceibo en flor. Su curiosidad no se limitó a deslumbrarse con un paisaje sorprendente a cada paso, también tuvo la capacidad de observar las riquezas naturales, los minerales, la geología, la navegabilidad de sus ríos y la fertilidad de sus tierras, que serían la base del desarrollo futuro.

“Es á la multitud y situación de los ríos, que muchos pueblos deben sus progresos y la fortuna de que gozan, atrayendo á sus márge-nes centros de población y de trabajo, que lle-van en sí mismo gérmenes de abundancia y de vida”, escribiría.

Ese joven inquieto, estudioso, observa-dor y dispuesto no pasó inadvertido ante los ojos preocupados de los comandantes mili-tares del Gobierno Provisorio. Le transmi-tieron a José María Reyes dos órdenes que marcarían profundamente el desarrollo fu-turo de Montevideo.

En 1829, cuando los patriotas orientales in-gresan a Montevideo, le ordenan demoler la muralla y trazar la Nueva Ciudad; la paz ma-terializada en el territorio. Los orientales ha-bían logrado atravesar las murallas luego de 18 años de intentos frustrados, de sitios, de bata-llas ganadas y perdidas, de traiciones, de pac-tos, de éxodos y exilios. Esa muralla era no solo un obstáculo al progreso sino un símbolo de la ocupación colonial. El comienzo de su destruc-ción fue un acontecimiento público y la pren-sa registró a los dos pobladores que tiraron las primeras piedras. El joven Reyes, como militar que era, cumplió las órdenes de sus superiores, pero en su cabeza rondaba otra preocupación: cómo resolver el problema de la tierra.

Era una demanda de los pobladores que poseían tierras, otorgadas de mil maneras, pero que no tenían seguridad jurídica. La República era muy joven y la paz era frágil, la historia lo demostraría. Es así que entre la demolición de la muralla y el cálculo de la Nueva Ciudad Reyes se hizo tiempo para convencer al ministro de Gobierno, Giró, so-bre la necesidad de crear el Departamento Topográfico. Él había trabajado en la Comisión Topográfica de Buenos Aires, y esa experiencia le sirvió para diseñar una de las

I N S T I T U T O D E A G R I M E N S U R A

La Agrimensura en nuestro país: una trayectoria de casi dos siglos

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primeras oficinas técnicas del naciente Estado y proponer la creación de un sistema de ad-ministración de la tierra; diría: “El estableci-miento de la Comisión Topográfica no solo la demandan los intereses de la sociedad en ge-neral sino los más próximos e importantes de la hacienda pública… Así es que planificado un Departamento Topográfico, los elementos con que se organice, y las aplicaciones que él despliegue determinarán sus compromisos. El tiempo perfeccionará esta institución y el país habrá ganado mucho…”.

Así, quedó asentado el sistema de adminis-tración de la tierra, que le otorgara a Uruguay la certeza jurídica que permite hoy desarro-llar una fase superior: es la base del ordena-miento territorial y desarrollo sostenible. No es posible desarrollar el ordenamiento terri-torial si no se dispone de un buen sistema de administración de la tierra. Es así que Reyes moldeó la profesión del agrimensor integrada a ese sistema, que permite resolver el proble-ma de la tierra, le otorga un rol fundamental en esa solución, a tal punto de que es inscripto en el registro de la Comisión Topográfica por él presidida como el Agrimensor No 1. De esa manera, la profesión de agrimensor fue reco-nocida, regulada y registrada.

El siglo xx es testigo del abandono pro-gresivo de las brújulas, sextantes, cuerdas, ca-denas, escuadras de campo y planchetas; al teodolito se le incorpora definitivamente las cintas de medir, las reglas de cálculo, las pri-meras calculadoras mecánicas, los tiralíneas, los planos en tela. También se incorpora el “Sistema Internacional de Medidas” eliminan-do el uso de la vara y la cuadra en favor del metro y la hectárea.

En forma paralela a las mejoras tecnoló-gicas se dictan un conjunto de leyes orien-tadoras y ordenadoras del desarrollo inmo-biliario: la Ley de Centros Poblados (1946) ordena el crecimiento de las ciudades, la Ley de Propiedad Horizontal habilita la división de las propiedades en apartamentos para fa-cilitar las enajenaciones; se establece la obliga-toriedad del Plano de Mensura inscripto para las trasmisiones de dominio de bienes rurales (1944) y urbanos (1966).

Los avances tecnológicos y la moderni-dad en materia legal sirven de contexto para la formación de los nuevos profesionales: durante 1915 la decimonónica Facultad de Matemáticas da paso a las nuevas Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas y Facultad de Arquitectura; será la primera la responsable

de expedir los títulos habilitados a los futuros agrimensores. Durante 1936 se reformulan los planes de estudio priorizando el dictado de matemáticas, física, topografía, geodesia, cartografía, agrimensura legal, catastro y eco-nomía política; el mismo año, la Intendencia Municipal de Montevideo destina una por-ción de sus tierras para la construcción de su actual edificio.

Los avances tecnológicos, legales y en in-fraestructura fueron acompañados por la ac-tualización en los planes de estudio; la forma-ción original de dos años de 1915 es llevada a tres años durante 1947. El plan de estudios de 1969 agrega un cuarto año; el plan de 1974 modifica algunas materias y cambia la deno-minación a “Ingeniero Agrimensor”. El Plan 1992 incorpora innovaciones tecnológicas, profundiza el estudio de las “ciencias duras”, aumenta la diversificación profesional de los egresados y lleva la carrera a cinco años. Actualmente, se dictan las materias del Plan 1997 para Ingeniero Agrimensor y Plan 2011 para Tecnólogo en Cartografía.

Entre los componentes axiológicos de toda profesión siempre vamos a encontrar tres: la componente teórica, la componente práctica y el cumplimiento de la demanda de la sociedad.

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Podremos encontrar profesionales dedicados a la investigación teórica o al estudio de los casos prácticos de aplicación cotidiana; po-dremos estar trabajando en bibliotecas, ofici-nas, estudios o a la intemperie. Lo que siempre hemos de tener presente es que existe una so-ciedad que requiere de nuestras prácticas, de nuestros leales saber y entender, de nuestros criterios; todo bajo el filtro de la actitud críti-ca, el método científico y el librepensamiento.

La sólida formación teórico práctica de los ingenieros agrimensores permite, entre otras co-sas, tener garantizada la seguridad jurídica con la identificación de todas las propiedades inmue-bles de nuestro país por medio de un catastro que es ejemplo a nivel mundial. La construcción civil, los litigios legales, proyectos geofísicos, informá-ticos, avaluatorios, fotogramétricos, agropecua-rios, hidrológicos y cartográficos son espacios naturales para la actividad de los actuales inge-nieros agrimensores y tecnólogos en Cartografía.

La tecnología ha avanzado notablemente en las últimas décadas. El auge de las tic, los siste-mas globales de navegación por satélite (gnss), las imágenes satelitales, los dispositivos aéreos no tripulados (drones), los dispositivos láser (LiDAR), los radares y una lista muy larga de etcéteras están disponible para todos.

Un teléfono celular nos permite conocer en forma inmediata nuestra localización en el mundo; nos podemos conectar y navegar por sitios internacionales de proveedores de datos satelitales para descargar una imagen actualizada de cualquier parte del mundo. La tecnología de realidad virtual nos permite la creación de mundos en los que podemos si-mular una obra civil y ver su impacto en el medio ambiente; disponemos de la tecnolo-gía necesaria para identificar cualquier obje-to solamente con un par de lentes y super-poner un mundo virtual sobre el espacio que nos rodea; dispositivos aéreos no tripula-dos nos permiten hacer reconocimientos en cuestión de minutos; los datos se recolectan en campo, se envían a otra parte del mun-do y son devueltos para replantear grandes obras, todo a una velocidad de pocos minu-tos; podemos hacer grandes relevamientos en pocas horas y responder a tragedias natu-rales antes y mejor. En definitiva, el mundo se nos ha hecho más grande, más preciso y más inmediato.

Han cambiado las condiciones y las necesi-dades, pero luego de miles de años la humani-dad continúa buscando su seguridad y su con-tinuidad; una buena parte de estas inquietudes

se centra en afianzar la relación del hom-bre con su tiempo y su espacio. La tradición (aquello que viene del pasado) impone a nues-tros profesionales la proyección al futuro. La responsabilidad que asumimos en la forma-ción de nuevas generaciones nos comprome-te en seguir apoyando a la sociedad, aplicando nuestros conocimientos y procurando siem-pre “dar forma” a un mundo mejor. ■

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La ciencia puede divertirnos y fascinarnos, pero es la inge-niería la que cambia el mundo.

Isaac Asimov

En el imaginario colectivo están muy presen-tes algunas carreras universitarias, pero otras pa-san desapercibidas o no son vislumbradas en toda su dimensión por la mayoría de las personas. Es el caso de la ingeniería, una profesión oculta a la vista de todos y de la que, muchas veces, poco se sabe.

Un ingeniero no es un matemático, ni un físi-co ni un químico; aunque, tal vez, sea un poco de cada uno. Entonces, ¿qué es y qué hace un ingenie-ro? ¿Cómo se forma? ¿Dónde trabaja? Sin dudas, responder estas preguntas es una tarea un tanto di-fícil la mayor parte del tiempo. Pero hay tres días al año en los que la labor se hace más sencilla, en los que podemos ver, mostrar y sentir lo que hacen nuestros ingenieros: son los días en que se desarro-lla Ingeniería deMuestra.

Ingeniería deMuestra es el evento anual que or-ganiza la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República en conjunto con su Fundación Julio Ricaldoni, en el cual se presentan proyectos, investigaciones y emprendimientos con el fin de exhibir las actividades que se realizan en la institu-ción. En 2016 la actividad se realizó los días 13, 14 y 15 de octubre en la propia Facultad y tuvo más de

100 stands para descubrir, aprender y jugar.

¿Qué podías encontrar?Hubo experiencias con computadoras, drones, frutas y arte, así como también exposiciones y visi-tas. Cada proyecto es presentado por los estudian-tes y docentes que trabajaron en él, lo que brinda una posibilidad de interacción única y enriquece-dora, que es el diferencial de esta feria.

Un prototipo de sistema de gestión que contro-la las cargas de un hogar en función del precio de la energía; una planta de producción de queso artesa-nal a escala real que modifica el proceso actual; un pez robot que esquiva obstáculos; la simulación de un sistema de aislamiento acústico gracias al cual en la zona exterior no se percibía ruido mientras que en el interior se mostró el nivel sonoro con música electrónica; y un programa de inteligen-cia artificial capaz de jugar de forma competente al Family Game, fueron algunos de los trabajos que se apreciaron.

Además, se podía recorrer parte de las ins-talaciones con visitas guiadas. El Instituto de Física abrió sus puertas al igual que el Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental. Los asistentes tuvieron la posibilidad de conocer el laboratorio de óptica, el túnel de viento y el canal de olas, entre otros lugares.

Un cierre diferente cada díaCada noche, al finalizar la muestra, se realizó un cierre especial. El jueves la competencia Mi tesis en 180 segundos cerró la jornada. Allí, los parti-cipantes tenían tres minutos para presentar su te-sis de maestría o doctorado recurriendo a cual-quier medio audiovisual o modalidad alternativa de presentación ante un público no especializado.

Por otra parte, el viernes el día terminó con el Concurso de construcción de puentes con materia-les no tradicionales, instancia en la que estudiantes de la Fing armaron puentes a escala que debían soportar el mayor peso posible.

Finalmente, el sábado se realizó la entre-ga de premios a los participantes y un show de arte digital y música electrónica con los 100 años de la denominación de Facultad de Ingeniería como eje central. Esta actividad es-tuvo a cargo del Laboratorio de Medios del Instituto de Computación.

Este evento se hace todos los años. Así que po-dés ir y mostrarles a tus padres, tus amigos, tus hermanos o tu pareja todo lo que un ingeniero puede hacer, o mejor aun, ¡lo que vos podés ha-cer! Y si sos esa madre, ese hermano, ese amigo o no sabés nada de ingeniería, podés darte una vuelta, conocer y entusiasmarte con todo lo que esta profesión tiene para dar. ■

Á R E A D E C O M U N I C A C I ó N D E L A F I N G

Y vos, ¿qué estudias?

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La carrera de Ingeniería Química consti-tuyó, en 1967, la inclusión en la Universidad de la República de una nueva rama de la in-geniería. Con ello culminó una evolución iniciada con la Ley 4.274/912, que, en cierto modo acompasó, con una diferencia de años, lo acontecido mundialmente.

La Ley 4.274/912 creó el Instituto de Química Industrial (iqi), al que se le asignaron funciones asesoras pero no docentes, incorpo-radas por el decreto del 05/01/1915, que esta-blecía la conveniencia de implementar la ense-ñanza de Química Industrial y, tres años más tarde, la Ley 5.728/918 creaba la profesión de “Química Industrial, para preparar un técnico a un nivel superior", llenando una necesidad en el medio pues no había una profesión con orientación a las industrias de procesamiento.

Previamente, en 1913, se nombra como di-rector del iqi al doctor Latham Clarke, gradua-do de la Universidad de Harvard, quien aclima-ta a nuestro medio los métodos de estudio que en su país natal habían dado buenos resultados.

En 1921 egresan los dos primeros profesio-nales: los químicos industriales Aurelio Pastori y Félix Aboal Amaro.

En 1929 la Ley 8.394/929 crea la Facultad de Química y Farmacia (fqf) e incorpora a ella la

parte docente del iqi que, parcialmente, conti-nuó dictándose en este hasta que en 1940 se ha-bilitó el edificio de la fqf.

En 1954 culmina la elaboración de un nue-vo plan de estudios; paralelamente, con el in-greso al profesorado de químicos industriales destacados se inicia un proceso de capacita-ción, con los aportes del doctor Werner Kunzel y del magíster ingeniero químico Jorge Molina, que redunda en la mejora de la formación que se imparte basada en los criterios que se esta-ban aplicando en Europa y en Estados Unidos.

En 1967 se logró el objetivo de inaugurar los cursos de una nueva carrera: Ingeniería Química. Nació como la primera experien-cia en la Udelar del concepto de la enseñan-za compartida entre dos facultades. El ejer-cicio de construir el Plan de Estudios de Ingeniería Química fue un valioso ensayo de negociación entre los representantes de los tres órdenes de cogobierno de las facul-tades de Ingeniería y Química integrando la Comisión Interfacultades (cf).

La iniciativa de esta rama de la Ingeniería surgió de los docentes de la Facultad de Química, gracias a la visión, inteligencia, energía y perseverancia de los profesores quí-micos industriales Héctor Ibarlucea, Miguel

Zunino, Remigio Gabin y Manuel Canosa, acompañados por los delegados profesionales Hugo Trimble y estudiantiles Eduardo Lanza, Ricardo Tournier, Ruben Ordoqui y Alberto Lorenzi. La contrapartida por la Facultad de Ingeniería fue liderada por el decano ingeniero Oscar Maggiolo y, en toda su extensión, por el profesor ingeniero Andrés Tierno.

Los estudiantes que iniciamos los cursos del novel Plan de Estudios en 1967 encontra-mos en la Facultad de Química un ambiente en el que profesores y estudiantes se esforzaban por concretar exitosamente esta carrera y, en la Facultad de Ingeniería, donde se observaba con curiosidad la nueva experiencia.

El Plan de Estudios se construyó con un Núcleo Básico y un Núcleo Técnico con el obje-tivo de formar un ingeniero químico generalis-ta. Incluía algunas materias en las que el estu-diante tenía opciones a elección.

En el Núcleo Básico se lograba la forma-ción en química, física y matemáticas me-diante cursos con alta carga horaria de trabajo experimental. La bibliografía utilizada era la editada en la década del 60 en Estados Unidos y tuvimos profesores con posgrados que nos estimularon a formular y resolver problemas de dificultad creciente.

G E N E R A C I ó N 6 7

La siembra de 1918 continuará dando frutos a la sociedad uruguaya

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El Núcleo Técnico, donde se abordaban los fenómenos de transporte, culminaba con un proyecto de integración de los conoci-mientos adquiridos con conclusiones sobre la viabilidad técnico económica. Profesionales referentes en la industria consolidaron nues-tro perfil ético, técnico y humano al transmi-tir los conocimientos de cada materia y su ex-periencia personal.

Se destaca la novedad de la materia optativa Ingeniería Bioquímica, iniciativa liderada por docentes que nos dieron el ejemplo de generar un emprendimiento industrial.

En 1973, con el traslado del Núcleo Técnico, como estaba previsto inicialmente y superando los inconvenientes que planteó la intervención, Ingeniería Química se incorporó a la Facultad de Ingeniería. Teniendo claro que Bioingeniería significaba una línea de acción de alto impacto, Ingeniería Bioquímica se transforma en mate-ria obligatoria.

Luego el Plan de Estudios se estructuró con una duración de cinco años, se incorporó el sis-tema de créditos y herramientas actuales como las que permiten simulación de procesos. La metodología de acreditación de la carrera ha estimulado revisiones, manteniendo rasgos es-pecíficos que son de valor e interés local.

Es de orden destacar la visión de los go-bernantes que, a principios del siglo xx, aqui-lataron el papel del Químico Industrial para el desarrollo del país; también la de los pro-fesores arriba mencionados que impulsaron la transformación de Química Industrial a Ingeniería Química.

El siglo xx y despuésA principios del siglo xx los técnicos que di-rigían las plantas de las industrias químicas,

llamados químicos industriales, poseían una formación muy descriptiva y carente de gene-ralización que combinaba elementos de quími-ca, ingeniería civil y mecánica.

Con la Primera Guerra Mundial, al aumen-tar el número y complejidad de los problemas, en la industria química se empezó a reconocer gradualmente la necesidad de una rama distin-ta dentro de la ingeniería, no como mezcla de química con ingeniería mecánica y civil, sino “basada en las operaciones unitarias, las que en su propia secuencia y coordinación constituyen un proceso químico llevado a escala industrial”. Este primer intento reformista lo realiza Arthur Little en 1915 al presentar al mit un informe que recién se aprueba en 1992.

En años posteriores esta intención se exten-dió a otra unidad vinculada a la reacción quí-mica, el proceso unitario, se aportan otras he-rramientas (análisis dimensional y escalado, balances de masa y energía, equilibrio y cinéti-ca química, etcétera) y se establece que la feno-menología de los procesos está gobernada por los fenómenos de transporte.

Con ello, “ingeniero químico” evolucionó su núcleo curricular y pasó a ser responsable de la confianza con que los ingenieros químicos integran el conocimiento de muchas disciplinas en la solución de problemas.

De lo transmitido por el académico profe-sor ingeniero químico Miguel Zunino en 1994, y con su beneplácito, transcribimos los siguien-tes párrafos que permiten entender la evolución en el contexto internacional de nuestra carrera.

“La Ingeniería Química tiene un rico pa-sado y un brillante futuro. En poco más de un siglo sus practicantes han erigido una gran parte de la infraestructura tecnológica de la sociedad moderna. En los años venideros

evolucionará para afrontar desafíos que abar-can una amplia gama de disciplinas intelec-tuales y escalas físicas (desde la escala mole-cular hasta la escala planetaria).

Los desafíos tecnológicos impulsaron e im-pulsan desafíos para la Ingeniería Química:

· Nuevas necesidades que significan nuevos productos (biotecnología, electrónica, etcétera).

· Creciente competencia internacional que determina calidad y eficiencia crecientes en los procesos, los productos, uso y consumo de energía.

· Responsabilidad para lograr el desarro-llo sostenible, la seguridad de procesos y pro-ductos, combatir el cambio climático y cuidar el ambiente.

· Participación creciente en grupos multi-disciplinarios para lograr soluciones a nece-sidades diversas, incluyendo, por ejemplo, la salud y el bienestar de una población con ex-pectativa de edad en aumento".

La Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República tuvo y tiene la suficiente diná-mica para actualizar sus planes de estudio de acuerdo a las nuevas necesidades y para incor-porar nuevas carreras: Ingeniería Química es un ejemplo. ■

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¿Qué país queremos los uruguayos? ¿Es po-sible un “Uruguay Natural” sin cuidado am-biental? ¿Es mejor apostar a la producción primaria y de servicios o incluir, además, el desarrollo industrial empleando los productos del agro y agregarles valor?

La Facultad de Ingeniería, en particular su Instituto de Ingeniería Química, está abocado a formar profesionales para el desarrollo de la in-dustria química, la agroindustria y la industria alimentaria en el país. El desarrollo produc-tivo industrial, en particular la implantación de nuevos emprendimientos como una nueva planta de celulosa, son bienvenidos siempre que el esquema productivo no genere en el lar-go plazo un perjuicio ambiental o una pérdida de recursos naturales que no hayan sido previa-mente bien evaluados y resulten tolerables, es decir, que sean considerados irrelevantes. Por ello, el Instituto de Ingeniería Química, a par-tir de la visión de la doctora María Viñas, que en 1985 había retornado del exilio en México, entendió que era imperioso desarrollar conoci-miento en el área del tratamiento de efluentes y reducir así los perjuicios ambientales, para ha-bilitar el incremento de producción industrial.

Fue a partir de su impulso que el institu-to comenzó sus actividades de investigación

proponiendo y desarrollando soluciones de tra-tamiento de efluentes industriales. Se generaron luego varios grupos de investigación que pro-fundizaron en este tema y en otros derivados.

Efluentes industriales y contaminaciónUn ejemplo: la industria láctea —uno de nues-tros principales rubros de exportación— ge-nera aguas residuales, producto del lavado de las instalaciones industriales, de los tanques de leche, etcétera. Esta agua no contiene ma-yormente productos químicos, sino que se compone básicamente de leche diluida o al-guno de sus componentes. Sin embargo, estos compuestos, aunque inocuos para nosotros, deterioran los cursos de agua debido a que provocan un enorme incremento de microor-ganismos que se alimentan de los residuos or-gánicos y reducen así la concentración de oxí-geno en el agua. De este modo, la población de peces y organismos que requieren oxíge-no se ve reducida y el equilibrio del curso se rompe. La contribución de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo genera también otros problemas, como el crecimiento explosivo de algas.

Pero, por fortuna, existen y se han desarro-llado métodos de tratamiento de estas aguas,

al igual que las aguas residuales generadas por los frigoríficos, lavaderos de lana, curtiembres, etcétera. Desde el instituto hemos trabajado en este sentido y contribuido a diseñar plan-tas de tratamiento en todos estos rubros. En particular, nos hemos abocado al estudio del tratamiento biológico de efluentes y residuos.

Los tratamientos biológicos emplean mi-croorganismos para reducir la contamina-ción orgánica, es decir, confinan en uno o varios tanques los microorganismos (que en este contexto llamamos biomasa) que de otra manera crecerían en el curso de agua. El agua depurada es separada de la biomasa antes de su vertido.

El diseño de estos sistemas ha sido objeto de estudio, y el Instituto ha participado en el diseño conceptual de plantas como Conaprole, Lanera Santa María, Coleme y Coca-Cola, en-tre otras. Además, se han desarrollado dos pa-tentes en relación a estos sistemas, y se han pu-blicado más de 50 artículos científicos. El foco del estudio ha sido puesto en el modelado ma-temático orientado a la predicción de las efi-ciencias de remoción y la maximización de la generación de biogás. Por otra parte, el mode-lado ha permitido mejorar los diseños de los sistemas de reacción biológica, permitiendo

S O L E D A D G U T I é R R E Z

Tres décadas de investigación en tratamiento de residuos

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una operación más eficiente y sorteando difi-cultades operacionales que los hacen más ami-gables para los operadores.

Efluentes industriales vs efluentes en el agroLa producción agropecuaria, en particular en la medida en que se intensifica, es generadora de contaminación: por caso, en la cría de ga-nado estabulado se concentran las excretas ani-males. Estas excretas en sí mismas, y las aguas que escurren de las pilas donde se acumulan, son residuos y efluentes orgánicos, pero si estas aguas o sólidos llegan a un curso de agua ge-neran los mismos problemas que los efluentes industriales. Sin embargo, en este caso las ex-cretas son, además de un problema, una opor-tunidad: contienen nutrientes y micronutrien-tes que el suelo requiere para la producción de alimento animal.

Por ello, el abordaje del tratamiento de re-siduos en el medio agrario es diferente y el de-safío consiste en optimizar la distribución de los residuos para su mejor aprovechamiento, sin perjuicio ambiental ni riesgo sanitario y a costos adecuados.

Hemos trabajado intensamente desde 2003, en conjunto con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y organizacio-nes de productores de leche, en el diseño de so-luciones de tratamiento para tambos.

Transformar residuos en recursosLos tratamientos biológicos pueden realizar-se por procesos aeróbicos o anaeróbicos (en presencia o en ausencia de oxígeno, respecti-vamente). En particular, el tratamiento anae-robio de efluentes y residuos sólidos es una fuente de biogás, ya que cuando se emplean

microorganismos particulares y se evita el in-greso de oxígeno en los sistemas, se produce por fermentación una mezcla de gases con alto con-tenido de gas metano combustible. Por esto los residuos se consideran con esa doble condición: es necesario tratarlos para evitar la contamina-ción de cursos de agua, agua subterránea, etcé-tera, y pueden ser fuente de recursos valiosos como el biogás. También los barros (la bioma-sa) que se generan en las plantas de tratamien-to son un material con potencial fertilizante. El Instituto de Ingeniería Química ha desarrolla-do y puesto en operación sistemas anaerobios de tratamiento y cuenta con una unidad pilo-to de pruebas para tratamiento y generación de biogás.

Transformar recursos en productos valiososEn nuestra visión, es preciso concebir el futuro productivo efectuando una economía de recur-sos naturales, que son cada vez más escasos. Los residuos adquieren así otra dimensión: la posi-bilidad de constituirse en materias primas para la fabricación de productos químicos de alto valor. En este contexto, los residuos y efluen-tes industriales se conjuntan con los residuos y la producción agrícola. Constituyen la materia prima para concebir procesos que generen pro-ductos comercializables. La biorrefinería, es de-cir, la obtención de productos valiosos a partir de biomasa, es otro de los aspectos que desde hace más de diez años abordamos en el Instituto de Ingeniería Química. Hemos empleado para ello barros provenientes de plantas de trata-miento anaerobio de efluentes, en particular de barros de lavaderos de lana, y contamos con numerosas publicaciones en este sentido, ade-más de una patente de invención. Asimismo, el Instituto trabaja en la valorización de residuos

de la industria de celulosa, como el licor ne-gro. Este efluente, rico en lignina, se quema en las plantas de pulpa para generar energía. La lignina, que representa aproximadamente 30% de la madera, es un polímero abundante que puede ser empleado para sustituir parcial-mente la matriz de productos de la industria petroquímica, con las consiguientes ventajas ambientales. Actualmente se investigan apli-caciones alternativas a la combustión, como adhesivos, recubrimientos, precursor de quí-micos, etcétera. Este es el camino que tenemos por delante. ■

GUTIéRREZ es profesora agregada en el Ins-

tituto de Ingeniería Química de la Facultad

de Ingeniería (Universidad de la República) e

integra el Sistema Nacional de Investigado-

res, Nivel I.

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La relativa desconexión entre el conocimien-to científico-tecnológico nacional y la matriz productiva del país es un problema ampliamen-te reconocido en Uruguay. Promover el diálo-go entre los productores de conocimiento y las empresas es imprescindible para el desarrollo y la sustentabilidad de los sistemas productivos.

¿Cómo hacer para fomentar el uso y la apro-piación del conocimiento por parte del sector productivo? ¿Cómo vincular la oferta de cono-cimiento disponible con una demanda tecnoló-gica concreta de una empresa?

La experiencia de trabajo conjunto en-tre la propuesta de extensión del Instituto de Ingeniería Mecánica y Producción Industrial (iimpi) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República y el Centro de Extensionismo Industrial (cei) es un ejem-plo exitoso de la articulación entre estas dos poblaciones.

Mediante el espacio de formación integral, el iimpi, sus docentes y alumnos trabajan con pequeñas y medianas empresas para ayudar-las a resolver problemas de índole productivo: diagnósticos primarios de eficiencia energética, evaluación de diseños y buen funcionamiento de las máquinas e instalaciones industriales, re-comendaciones sobre mejoras del layout de la

planta, estudios de viabilidad técnico-económi-cos para la inversión en equipos y maquinaria.

El cei, una iniciativa conjunta del gobierno (Ministerio de Industria, Energía y Minería), la industria (Cámara de Industrias del Uruguay) y la academia (Udelar), con posterior apo-yo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, articula, por su parte, las necesi-dades tecnológicas y competitivas de las pymes industriales con la estructura de conocimien-tos, apoyos y servicios de aplicación industrial.

Para ello, ofrece diagnósticos gratuitos adaptados a la situación de cada pyme, que son acompañados de un plan de acción en el que se indican también los instrumentos de apoyo a la innovación y la competitividad que reducen el costo de la ejecución de las acciones recomen-dadas por el centro.

Gracias a la articulación acordada, el cei deriva al iimpi aquellas empresas que necesitan resolver un problema concreto y ya identificado en su diseño de producción.

Dos casosEl horno de una empresa productora de ali-mentos para celíacos no cocina de forma pa-reja debido a que está mal regulado. El empre-sario arrastra desde hace mucho tiempo este

problema que hace que su proceso productivo sea ineficiente. Se utilizan únicamente los sec-tores del horno que cocinan bien y se desapro-vecha su capacidad. Hay un problema concreto: resolver por qué el horno no está cocinando de forma pareja. El iimpi y sus estudiantes visitan en repetidas ocasiones la empresa, proponen soluciones, investigan, se interiorizan sobre el uso de ese tipo de hornos en otras empresas en donde funcionan de manera eficiente, y logran hacer una propuesta de solución al problema, que la empresa implementa exitosamente.

Optimizar los tiempos de producción en lí-nea y los recursos necesarios de producción, de manera de minimizar costos, fue otra de las ta-reas de los estudiantes de ingeniería mecánica y de ingeniería en producción con una empresa que construye casas prefabricadas. El contacto con los empresarios, las entrevistas al personal de planta, los relevamientos de los equipos dis-ponibles y del layout, son todas actividades que acercan a los estudiantes al mundo laboral y a la realidad de las pymes uruguayas.

Los trabajos realizados por el grupo de es-tudiantes y sus docentes han sido varios y han versado sobre distintos temas que ven de mane-ra teórica en los cursos. El trabajo del cei segui-rá siendo detectar necesidades, transformarlas

S E B A S T I Á N H E R N Á N D E Z , A N A L I B I SC H

Academia-empresa: hablar un mismo idioma

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en demandas y vincularlas con la oferta de ins-trumentos de apoyo a la competitividad, servi-cios o el conocimiento.

El extensionismo implica salir a buscar a las empresas, revertir la tendencia estructural al aislamiento por parte de las pymes, que impide la generación y aplicación de los conocimientos necesarios para incrementar su productividad y competitividad. El extensionismo es desarro-llar vínculos con otras redes de servicios, finan-zas, clientes, o en este caso la academia, como actor clave de la producción de conocimiento científico-tecnológico.

Este trabajo de cooperación será comple-mentado con el lanzamiento de una plataforma web con una interfaz atractiva y de fácil uso que contendrá la oferta nacional de conocimiento de aplicación industrial. El cei espera lanzar ese producto clave este año.

Exponer de forma accesible al sector pro-ductivo nacional las capacidades de la acade-mia para la resolución de problemas actuales o potenciales de las empresas es un camino que hay que recorrer y que pretendemos que oficie de disparador de redes y relaciones en-tre sus usuarios, y que fomente la generación de proyectos conjuntos y la transferencia tecnológica.

Es imprescindible buscar caminos de inter-cambio para construir conocimiento y aplicarlo en la sustentabilidad de los sistemas producti-vos. Que las universidades formen a profesio-nales en la escucha de las necesidades del sec-tor productivo, con capacidad para asumir sus problemas y desafíos, es una aspiración y tarea que desde el cei se busca promover y facilitar con experiencias como esta. Que la academia y las empresas hablen un mismo idioma es una aspiración que deberíamos compartir todos. ■

HERNÁNDEZ es ingeniero mecánico especiali-

zado en energía. Docente del IImpI, coordina el

espacio de formación integral que desarrolla

las propuestas de extensionismo industrial

Dalavuelta y Krona, desde su implementación

en 2013.

LIBISCH es licenciada en Comunicación Social

y tiene una maestría en Medios y Desarrollo

Internacional de la Universidad de East Anglia

en Norwich, Inglaterra. Es responsable de

comunicación en el Centro de Extensionismo

Industrial.

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En un Uruguay que comenzaba a transitar el abandono del militarismo para llegar al civilismo, surgía la prestigiosa Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas. Fue en 1888, luego de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica confeccionada en 1881, cuando se empezaron a dictar los primeros cursos de Ingeniería de Puentes, Caminos y Calzadas, de Arquitectura, de Ingeniería Geográfica y de Agrimensura.

El entonces rector de la Universidad de la República, Alfredo Vásquez Acevedo, jun-to a un destacado consejo, fueron los respon-sables del plan de organización general de la Facultad. Vásquez Acevedo sostenía en ese momento que aquellas primeras carreras “sa-tisfacían los deseos de la juventud estudiosa y las necesidades más urgentes del país”1.

Si bien pasaron muchos años desde ese primer paso —incluso, desde la adquisi-ción de la denominación de Facultad de Ingeniería, en 1915—, uno de los propósi-tos de la institución continúa vigente: formar profesionales capacitados para insertarse en un mundo en constante cambio, capaces de afrontar las necesidades y demandas del sec-tor productivo, así como de contribuir al de-sarrollo de la sociedad.

Nuevos títulos y nuevos horizontesHoy existen más de una veintena de carreras de grado en la Fing. Todas ellas —ingenierías, licen-ciaturas y tecnicaturas— surgen como respuesta al proceso de transformación que vive nuestra so-ciedad. Ejemplo de esto son el desarrollo produc-tivo, la investigación y profundización en áreas del conocimiento y los nuevos desarrollos científicos.

Considerando estos cambios, la Fing ha impulsado y llevado adelante la presencia de carreras —total o parcialmente— en el in-terior del país: la Licenciatura en Ciencias Hídricas Aplicadas (Salto), la Licenciatura en Ingeniería Biológica (Paysandú), la Tecnicatura en Telecomunicaciones (Rocha) e Ingeniería Forestal (Tacuarembó), entre otros.

Estos títulos, además, se crean en lugares es-tratégicos de nuestro territorio, lo que permite a los estudiantes estar en contacto con los re-cursos y el medio profesional desde el inicio de la carrera. Es de suma importancia mantener el vínculo entre las propuestas académicas y la si-tuación real de cada región donde los centros universitarios se encuentran instalados.

Desarrollo productivoIngeniería Forestal e Ingeniería de Producción son carreras que se corresponden con el

desarrollo productivo. En los últimos años, es-tos sectores lograron alcanzar un incremento preponderante y, a su vez, vienen transitando un camino de consolidación ágil e intensa.

Hoy día, la exportación de productos fores-tales es uno de los elementos con mayor empuje en la balanza comercial uruguaya. Por ese mo-tivo, es esencial la intervención de un profesio-nal con un sólido dominio de las ciencias bási-cas y básicas-aplicadas, así como la capacidad para intervenir tecnológicamente en la resolu-ción de problemas.

Asimismo, en un contexto global en el que los estados aumentaron la eficacia y eficiencia de los procesos de producción de bienes y ser-vicios, resulta necesaria la incorporación de un experto en el manejo de sistemas integra-dos de materiales, información, equipos y re-cursos humanos. Es aquí donde el ingeniero de Producción Industrial aparece y desempeña el rol de “articulador”. Para ello, es fundamental el aprendizaje de conocimientos de ciencia, tec-nología, economía y administración.

Investigación y profundizaciónAlgunas carreras que se encuentran vinculadas a la investigación y el desarrollo de nuevas espe-cialidades son la Licenciatura en Ciencias de la

Á R E A D E C O M U N I C A C I ó N D E L A F I N G

El mundo cambia, la Facultad también

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Atmósfera, la Licenciatura en Ciencias Hídricas Aplicadas y la Licenciatura en Computación.

La observación, comprensión y predicción del tiempo y el clima tienen implicancias deci-sivas en innumerables actividades y procesos de interés para la sociedad. Por esa razón, es vital la contribución de un profesional dedica-do al planteo y la atención de problemas, des-de el cambio climático global hasta aspectos micrometeorológicos.

Con énfasis, sobre todo, en la región sureste de América del Sur, el licenciado en Ciencias de la Atmósfera es quien logra hacer viable un me-jor tratamiento y abordaje científico a los proble-mas relacionados con la temática. Esta carrera es dictada en conjunto con la Facultad de Ciencias.

Siendo Uruguay históricamente reconocido por su producción agrícola-ganadera, resulta ineludible administrar con responsabilidad los recursos necesarios para este tipo de prácticas; uno de estos recursos fundamentales es el agua. El licenciado en Ciencias Hídricas Aplicadas es un especialista que posee la habilidad —ayuda-do por instrumentos y herramientas informá-ticas— para resolver situaciones y desarrollos que la producción agrícola, ganadera, agroin-dustrial y los entes administradores del recurso hídrico requieran.

Nuevos desarrollos científicosPor último, una de las titulaciones que en esen-cia es interdisciplinaria es la Licenciatura en Ingeniería Biológica. Es una de las más recien-tes y, utilizando métodos de la ciencia, la tecno-logía y la ingeniería, introduce a los estudiantes en el uso de los nuevos equipamientos y técni-cas en el sector de la salud, veterinario y de la biología. Incluye, además, el desarrollo de pro-ductos y servicios médicos.

Es necesario responder a la demanda exis-tente en esta área, que es cada vez más am-plia. Eso genera que las metas académicas deban adaptarse no solo a las tecnologías evolutivas, sino también a los cambios cultu-rales inherentes a la naturaleza social de al-gunas de sus aplicaciones.

A la vanguardiaMás de 130 años transcurrieron desde el inicio de los primeros cursos dedicados a la ingenie-ría nacional. La firme convicción con la que se llevó adelante este propósito dejó de lado todo tipo de descreimiento en la formación nacio-nal y apostó a la calidad y el profesionalismo de los egresados.

Los ingenieros son unos de los tantos ac-tores que se preparan para resolver problemas

constructivos y científicos, así como sociales y económicos. La Fing evolucionó conjuntamen-te con el mundo y lo seguirá haciendo porque estar a la vanguardia y enriquecerse de los cam-bios es una de sus metas.

El ex rector de la Universidad Rafael Guarga citaba a José Pedro Varela en su colum-na “El futuro empieza hoy”: “Las generaciones que ahora se eduquen, si no quieren quedar re-zagadas, ser instrumentos inútiles en la econo-mía nacional, necesitan prepararse para hacer frente a las exigencias, no de la época actual, sino de la época futura”. ■

1 Tomado del libro 75 primeros años en la formación

de los ingenieros nacionales, de María Laura Martínez.

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Alejandro Volta inició el estudio de la fisio-logía con métodos de la ingeniería al confir-mar en 1792 las observaciones de Luis Galvani sobre la interacción entre corrientes iónica y eléctrica en las patas de las ranas. Desde enton-ces la vida humana ya no pudo concebirse sin el aporte de instrumentos de diagnóstico, tra-tamiento o sustitución de funciones, resultados de la Ingeniería Biomédica (ib). En forma cre-ciente, la ib pone a disposición del médico la evidencia funcional que guía su conducta o los instrumentos que corrigen y hasta reemplazan órganos, como un marcapasos o una cabeza de fémur de repuesto.

La fisiología del parto fue descrita por pri-mera vez en el mundo por un equipo interdis-ciplinario uruguayo que encabezaba el doctor Roberto Caldeyro Barcia. Ocurrió en la segun-da mitad del siglo xx y desde entonces la in-vestigación biomédica ha tenido en el país epi-sodios de innovación tecnológica asociados a logros científicos, en plena interacción entre fi-siología e instrumentación biomédica.

Cuando finalizó la intervención dictatorial de la Universidad de la República, en 1985, las facultades de Medicina y de Ingeniería unieron esfuerzos para apoyar la docencia en ib: crea-ron el Núcleo de Ingeniería Biomédica (nib),

con sede en el Hospital de Clínicas. Allí se plantean los problemas asistenciales a ser estu-diados por la ingeniería. Recurriendo al traba-jo interdisciplinario de profesionales y docen-tes de diferentes formaciones —todos dirigidos por la motivación biomédica—, el nib ha de-sarrollado prototipos en respuesta a planteos clínicos. Esta experiencia interdisciplinaria fue tomada por la Udelar, que la potenció en su Espacio Interdisciplinario, donde estudia el efecto benéfico del trabajo transversal entre disciplinas, para resolver problemas cada vez más complejos.

Diagnóstico no invasivo: ImpetomEn el 2000, la medicina intensiva percibió que sería importante disponer de un instrumen-to de seguimiento de la ocupación del espacio pulmonar por líquido sin recurrir a placas, con la consiguiente irradiación ionizante (rX). Al comprobar que ninguna oferta de mercado colmaba las aspiraciones, estudiantes y do-centes del nib aceptaron el desafío de desarro-llar un equipo basado en corrientes inocuas que permitan distinguir el agua del aire por su impedancia eléctrica. Además, proyecta-ron la obtención de una imagen tomográfica en la que representaron en colores diferentes

el aire y el agua que contiene el tórax de un paciente en terapia intensiva. Las tareas abar-caron el proyecto y la realización de circuitos electrónicos para inyectar corrientes conoci-das en electrodos cutáneos, con frecuencias y amplitudes imperceptibles. También fue necesario realizar circuitos de medida de las tensiones resultantes en los demás electrodos. Finalmente, se recurrió a la matemática de la reconstrucción tomográfica para representar lo que hasta ese momento solamente los ra-yos X podían revelar: el interior del tórax y su composición (aire y líquido).

Tema de cuatro proyectos de grado, una tesis de maestría, varias publicaciones y de un Congreso Latinoamericano sobre Bioimpedancia realizado en Montevideo en 2015, la línea de investigación Impetom (to-mografía por impedancia eléctrica) se conso-lida. El ritmo de desarrollo es lento, sin embar-go, y desde 2013 se ha detectado en el mercado mundial un sistema similar al Impetom de uso clínico. A pesar de ser un equipo barato de se-guimiento inocuo del edema pulmonar, sin competencia internacional, Impetom no logra instalarse en el mercado debido a nuestras de-bilidades para la transferencia tecnológica de prototipos prometedores hacia la industria.

F R A N C O S I M I N I

¿Qué es la Ingeniería Biomédica?

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Luz fría para los recién nacidos: BiliLEDEl tratamiento de la hiperbilirrubinemia del recién nacido incluía lámparas con luz mono-cromática que ayuda a degradar moléculas en sangre, pero con una elevada emisión de ca-lor. En 2006, junto a la aparición en el mer-cado de led de diversas longitudes de onda, el Instituto de Física de la Fing desarrolló la idea del BiliLED, luego retomada en sucesivos prototipos por el nib. La obtención de un ins-trumento liviano, frío y de larga vida fue rá-pidamente reconocida y adoptada por todos los centros de medicina intensiva neonatal. Al año siguiente, la Universidad transfirió la patente a una empresa de plaza, creando em-pleo y actividad económica. El impacto en la asistencia fue notorio y Uruguay fue el primer país en tener una elevada proporción de tra-tamientos realizados con luz fría y de campo uniforme. Limitaciones nacionales impidie-ron que el producto fuera ofrecido en el mer-cado internacional, luego de haber saturado la plaza. Sin embargo, en la feria de equipos biomédicos Hospitalar 2016, realizada en San Pablo, Brasil, resultó grato ver que todos los fabricantes de incubadoras ofrecen hoy lám-paras azules con led, similares al BiliLED, de-sarrollado una década antes.

Trabajo interdisciplinario: AbdopreEl médico intensivista se enfrenta a la posi-ble instalación de hipertensión en el abdo-men del paciente, un cuadro clínico grave y de elevada mortalidad. Esta situación se tra-ta con descompresión quirúrgica. Planteado el problema al nib, se desarrolló un dispo-sitivo que incluye una campana en la que se hace el vacío parcial, hasta reducir la pre-sión intraabdominal y permitir las funcio-nes vitales durante el tratamiento de las cau-sas, sin cirugía. La solución fue propuesta y convalidada a lo largo de sesiones de tra-bajo interdisciplinario, durante las cuales cada integrante (médico, ingeniero, dise-ñador industrial) hizo el esfuerzo de enten-der el punto de vista del otro, con el objeti-vo de mejorar el entendimiento y encontrar soluciones mixtas (entendiendo por “mix-ta” la inclusión de motivaciones y caminos de todas las formaciones participantes). El prototipo, ya conocido como Abdopre, está siendo objeto de evaluación por socios in-dustriales extranjeros. Se sabe que la capa-cidad de difusión industrial de esta riqueza es limitada en un país que sabe promocionar productos tradicionales, pero quizá no tanto este tipo de investigaciones.

El desarrollo de aplicaciones en ib tiene an-tecedentes válidos que le permiten aspirar a abrir espacios en la vida productiva del país, con nuevos y mejores equipos y sistemas bio-médicos. La ib es parte activa en el concierto mundial de la transformación de nuestra es-pecie de “humana” en “humano-mecánica” o “humano-electrónica”, al darnos una vida más larga, más hábil y más disfrutable. ■

SIMINI es profesor de Ingeniería Biomédica en

la Universidad de la República.

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En menos de una década, Uruguay pasó de no tener energía eólica en su sistema eléctri-co a estar en el podio mundial por la parti-cipación de la generación a partir del viento en su matriz energética. La apuesta por este recurso autóctono, no contaminante y reno-vable, es parte de un programa nacional de desarrollo de energías renovables no conven-cionales, que también incluye la energía solar y la biomasa.

En la actualidad, 26% de la energía eléc-trica que consume Uruguay es de origen eó-lico, habiéndose registrado momentos pun-tuales en los que más de 80% de su potencia demandada fue generada a partir del viento. Uruguay cuenta con 940 mw de potencia eóli-ca instalada, y ute llegará, para fines de 2017, a tener más de 1.400 mw. Cabe destacar que hace menos de diez años toda la capacidad de generación en la red eléctrica de Uruguay (térmica e hidráulica) no llegaba a 3.000 mw.

La apuesta por introducir las energías re-novables autóctonas no tradicionales (bioma-sa, solar y, en particular, el viento) en la ma-triz energética nacional constituyó un paso fundamental hacia la independencia energé-tica del país. Además de reducir la dependen-cia del petróleo, se reduce la vulnerabilidad

al cambio climático y a las sequías que afec-tan la generación hidroeléctrica, al tiempo que se apuesta por un recurso no contami-nante. Pero sobre todo corresponde destacar que, después de la hidráulica —ya explotada al máximo—, la energía eléctrica obtenida a partir del viento es la más conveniente econó-micamente, aun con precios de petróleo tan bajos como los de la actualidad.

La revolución de los molinosLa revolución eólica en Uruguay fue posible por la confluencia de diversos factores. Por un lado, el país cuenta con un nivel de viento abundante, con una amplia red eléctrica ins-talada y conectada a los países vecinos, lo que nos coloca en una posición adecuada para gestionar este recurso. Además, la generación eléctrica en Uruguay tiene un fuerte compo-nente hidráulico que permite compensar las naturales variaciones del viento, inherente-mente intermitente.

Asimismo, el desarrollo eólico se ha ba-sado en el conocimiento generado en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República a lo largo de décadas de inves-tigación sobre las características del viento, la tecnología necesaria para explotarlo, las

regiones más adecuadas, los problemas de in-terconexión con la red eléctrica y la interac-ción con el sistema energético. También en esta institución se formaron los técnicos que lideraron la incorporación de la energía eólica a la matriz energética del país.

Las primeras evaluaciones sobre el recur-so fueron realizadas en la década de 1950 por el ingeniero Emanuele Cambilargiu, quien fue capaz de caracterizar el viento en el te-rritorio de Uruguay. En el mismo período, Oscar Maggiolo y Agustín Cisa lideraron es-tudios sobre el desarrollo de tecnología apro-piada para la explotación del viento como fuente de energía.

En 1988, un acuerdo firmado en-tre ute y la Udelar posibilitó que técni-cos del Instituto de Ingeniería Eléctrica y del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental realizaran una eva-luación del potencial eólico para su apro-vechamiento integrado a la red eléctrica. Se identificaron sitios potenciales de explo-tación, se efectuaron mediciones que per-mitieron diseñar y elaborar el primer mapa eólico del país y se estudió la operación de los aerogeneradores y su interacción con el sistema eléctrico nacional. Convenios

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Vientos de cambio

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subsiguientes posibilitaron estudiar la in-tegración en gran escala, la factibilidad de sistemas autónomos y la interacción en-tre generadores de distintas fuentes con la demanda.

De estos trabajos surgió un aporte parti-cularmente importante de la Fing: el desa-rrollo de herramientas informáticas de simu-lación de sistemas de energía eléctrica con la inclusión de energías renovables, herra-mientas cuyos resultados incidieron decisi-vamente en el dimensionado de la incorpora-ción en curso y la planificación futura. Cabe destacar también los estudios sobre el fun-cionamiento de una red en la que gran par-te de la energía proviene de fuentes dispersas en el territorio.

La primera experiencia en el país con la tecnología la llevó a cabo la Facultad en el 2000 con la instalación del primer aerogene-rador de porte en la Sierra de los Caracoles. Este también fue el lugar elegido por ute para albergar a su primer parque eólico, que se in-auguró en 2009 con una potencia total de 10 mw y una integración de cinco aerogenerado-res. Los resultados obtenidos fueron tan alen-tadores que el Programa de Energía Eólica del Ministerio de Industria, Energía y Minería se

propuso llegar a la incorporación de 300 mw de energía eólica para 2015, cifra que fue re-visada hasta alcanzar el actual objetivo de ins-talar 1.400 mw para fines de 2017.

Para terminar de poner en marcha la in-corporación de la energía eólica a la matriz energética, el país utilizó múltiples mecanis-mos: oferta de compra de energía a empre-sas que se instalaran en el país, instalación de parques eólicos propios de ute, promoción y gestión de parques mediante captación de ahorro y capital nacionales, y sociedades con otros países.

Vientos de futuroLas proyecciones actuales muestran al vien-to como el gran protagonista de la generación eléctrica de Uruguay para los próximos 30 años. El rol desempeñado por la Fing en esta revolución eólica continuará siendo clave, formando técnicos especializados y desarro-llando programas de investigación y desarro-llo que apuntan a lograr un mejor aprovecha-miento del recurso, como el que actualmente se lleva adelante para el Despacho Nacional de Cargas, denominado “Pronóstico Operativo”, que consiste en un conjunto de estudios capa-ces de predecir el comportamiento del viento

con la mayor precisión posible, aspecto fun-damental para lograr un abastecimiento de la red eléctrica seguro y rentable.

La Universidad transfiere sus conoci-mientos mediante la formación de perso-nas. En ese sentido, la Facultad ha integra-do estos temas en varias de sus carreras de grado y posgrado, en una propuesta especí-fica de maestría y doctorado en Ingeniería de la Energía. ■

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Desde 2011, la ciudad de Durazno cuen-ta con un Sistema de Alerta Temprana (sat) que permite “ganarle la carrera al río” en épo-cas de lluvia y evacuar antes de que se pro-duzcan inundaciones. “En abril de 2016 casi 6.000 personas tuvieron que abandonar sus casas. Pese a eso, tuvimos una evacuación or-denada, con mucha tranquilidad y en seco, es decir, antes de que el agua llegara a las vi-viendas”, dijo Jesús María Rodríguez, direc-tor del Centro Coordinador de Emergencias Departamentales (Cecoed).

El sistema fue desarrollado por el Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental (imfia) de la Fing, en el marco de un convenio entre su Fundación Julio Ricaldoni (fjr) y la Organización Meteorológica Mundial (omm). Nutriéndose de diversas informaciones, el sat es capaz de predecir la evolución del nivel del río, el nivel máximo que alcanzará frente a la costa y la fe-cha en que ocurrirá, con un margen de error de un día.

“Antes había caos. Ahora podemos pla-nificar y realizar la evacuación con tiempo, durante el día y con mayores condiciones de seguridad. Todo esto ha devenido en una ma-yor confianza de la población en el Comité

de Emergencias, porque saben que contamos con información exacta para actuar a tiempo. No es lo mismo juntar las cosas teniendo el agua en la puerta que hacerlo uno o dos días antes”, concluyó Rodríguez.

Pese a que el sistema no es la solución de-finitiva para el problema, ha permitido me-jorar sustancialmente la situación de los po-bladores de Durazno. La experiencia ha sido tan positiva que desde 2014, gracias a un con-venio firmado entre la Agencia Nacional de Innovación e Investigación y la fjr, el imfia trabaja en la ampliación del sat para la cuen-ca del Río Cuareim y del Río Olimar, lo que beneficiará a los pobladores de Artigas y Treinta y Tres que viven situaciones similares.

Al servicio de la sociedadEl rol clave cumplido por la fjr en el desarrollo y la implementación del sat es un ejemplo cabal de su misión institucional. Desde 2003, constitu-ye el instrumento de vinculación tecnológica de la Facultad de Ingeniería, lo que en los hechos significa que es la responsable de articular los co-nocimientos y las capacidades de la Facultad con los desafíos productivos del país.

“Los grupos de investigación de la Fing trabajan para resolver problemas que afectan

a las personas. El rol de la Fundación consiste en facilitar la transferencia de estos conoci-mientos que se generan en la academia a toda la sociedad. Por eso, para definir nuestra mi-sión, habitualmente usamos conceptos como vincular o articular”, señaló Julieta López, di-rectora ejecutiva de la fjr.

La puesta en funcionamiento del sat im-plicó la vinculación y el trabajo en conjun-to de distintas instituciones, lo que redundó en un beneficio concreto para los duraznen-ses. Además de la Fing, la fjr y la omm, tam-bién intervinieron el Sistema Nacional de Emergencias, la Dirección Nacional de Aguas, el Instituto Uruguayo de Meteorología, ute, la Intendencia de Durazno, la Facultad de Arquitectura, y el Centro Coordinador de Emergencias Departamentales de Durazno.

Un puente de alto impactoVincular, articular y tender puentes son con-ceptos frecuentemente utilizados para de-finir la misión de esta Fundación creada en 2003. Así es como, a lo largo de sus 13 años de vida, ha trabajado con más de un centenar de organizaciones (públicas y privadas, na-cionales y extranjeras), gestionando proyec-tos que han supuesto desarrollos tecnológicos

F U N D A C I ó N J U L I O R I C A L D O N I

Un puente entre la academia y la sociedad

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innovadores y mejoras en la calidad de vida de los uruguayos.

Proyectos vinculados a la historia clínica electrónica, las energías renovables, la gestión de cuencas, el software público, las ciudades in-teligentes y el tratamiento de efluentes, entre otros, son algunos de los más de 70 convenios que actualmente tiene en ejecución la fjr.

“En los próximos años la Fundación debe profundizar su rol de puente a distintos nive-les, potenciando el trabajo de los grupos de investigación de la Facultad. Además tiene el desafío de internacionalizar algunas de sus acciones”, señaló María Simon, decana de la Facultad de Ingeniería y presidente de la fjr, a propósito del rol que deberá cumplir esta institución a futuro.

Inspirar vocacionesEn Uruguay hay un ingeniero por cada seis médicos y tres abogados, según datos del Panorama de la Educación 2014, el anuario del Ministerio de Educación y Cultura. “Si el país quiere industrializarse, debe cambiar esta realidad”, ha dicho en reiteradas oportunida-des el rector Roberto Markarian.

Además de su misión articuladora, la fjr cumple con dos roles estratégicos que apuntan

a contribuir a este cometido: promueve el ac-ceso de los jóvenes a las carreras de ingeniería y fomenta la generación de nuevos emprendi-mientos de base tecnológica. La organización de la feria Ingeniería deMuestra, la gestión de la beca Martha Elena Peluffo Etchebarne de Jauge, el apoyo a iniciativas que fomentan la cultura científica en jóvenes, y su Programa de Apoyo al Emprendedurismo van en línea con estos postulados.

“El país necesita más ingenieros, por lo que no debemos desperdiciar vocaciones. Desde la fjr buscamos acercar esta profesión a la ciudadanía y fomentar que más niños y adolescentes se interesen por las carreras científicas. En este sentido, también trabaja-mos para inspirar vocaciones, talentos y sue-ños que contribuyan al desarrollo del país”, concluyó López. ■

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La exploración del espacio comenzó en 1957 con la puesta en órbita del primer sa-télite artificial, el Sputnik 1, por parte de la Unión Soviética. Fue seguido, a los pocos me-ses, por el lanzamiento desde Estados Unidos del Explorer I. En ese comienzo de la deno-minada carrera espacial ya participaban las universidades. La tecnología espacial requie-re conocimientos científicos avanzados, y rea-lizar ciencia en el espacio requiere tecnología avanzada. Es justamente en las universidades donde se produce un círculo virtuoso por el cual ciencia y tecnología se sirven mutuamen-te para avanzar.

La exploración espacial tuvo un desarrollo vertiginoso. En pocos años se enviaron perso-nas al espacio y se pusieron en órbita satéli-tes científicos, comerciales y militares. Se lle-varon instrumentos a la Luna, y luego gente. Sondas y robots han explorado la totalidad del Sistema Solar, y estaciones espaciales habita-das orbitan nuestro planeta. Y tal vez sepamos relativamente más de Marte que del fondo de nuestros océanos.

Aprendizaje en proyectosA finales de 2006, un grupo de allegados al Instituto de Ingeniería Eléctrica de la Facultad

de Ingeniería de la Universidad de la República trajo la idea de hacer un satélite acá. Hubo dis-cusiones y tormentas de ideas. ¿Por qué no? Hubo muchos por qué no: parecía algo costo-so y trabajoso, en una institución con recur-sos escasos, con una agenda de investigación establecida y muchos estudiantes de los que ocuparse. Pero también quedó claro desde el principio que este sería un proyecto completa-mente dedicado a la formación de capacidades en el país.

Tener un satélite en órbita no es lo mis-mo que aprender a hacer un satélite. Esto úl-timo era lo que nos interesaba: aprender todo lo necesario para construir un satélite funcio-nal, aunque nunca llegásemos a financiar el lanzamiento. Involucrar a muchos estudian-tes de grado, aprender cosas nuevas, fomen-tar nuevas líneas de investigación, establecer contacto con otras universidades, colaborar con empresas e instituciones del medio y, en especial, motivar a niños y jóvenes en ciencia y tecnología. Estas ideas fueron los cimientos del proyecto.

A principios de 2007 comenzamos investi-gando el estado del arte en satélites pequeños, y cómo muchas otras universidades estaban en el mismo camino. A mitad de año ya había

seis estudiantes que comenzaban a desarrollar los primeros prototipos de satélite.

Estos prototipos de bajo costo, que llama-mos GloboSat, eran dispositivos con varios sensores y otros experimentos, que transmi-tían información constantemente por un sis-tema de radio. Cada GloboSat era transporta-do por un globo sonda, que es un globo que se infla con helio, mide unos dos metros de diámetro en el momento del lanzamiento y sube hasta más de 30 kilómetros de altitud. A esas alturas, por la baja presión atmosférica, el globo mide cerca de diez metros de diáme-tro y explota. Un paracaídas se encarga de que el GloboSat descienda de forma controlada en alguna parte del país.

Entre 2008 y 2010, cuatro versiones de GloboSat fueron liberadas, operadas y recu-peradas exitosamente. Se aprendió mucho de electrónica, energía, bajo consumo, funcio-namiento en condiciones extremas, software, telecomunicaciones. Y muy especialmente se aprendió a elaborar sistemas robustos, que de-bían funcionar por su cuenta sin alguien cerca que pudiera reiniciarlo o restablecerlo en caso de fallo.

A esa altura, ya había estudiantes hacien-do prototipos de partes de lo que sería un

J U A N P E C H I A R

El primer satélite

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pequeño satélite. Aun sin presupuesto, exis-tía la fuerte convicción de que el aprendizaje mediante proyectos desafiantes era un cami-no acertado. La forma tradicional de impar-tir conocimientos en las universidades es por medio de clases expositivas: un docente frente al pizarrón cuenta lo que sabe de un tema, y decenas de estudiantes toman apuntes, con la esperanza de que algún día esas notas de clase adquieran sentido y los ayuden a salvar el exa-men. Pero el verdadero aprendizaje se produce cuando uno se tiene que remangar e intentar resolver un problema concreto o desarrollar un proyecto de la vida real. Por eso, en la ense-ñanza de la ingeniería son tan importantes los trabajos de laboratorio y los proyectos realiza-dos durante la carrera.

En el mundo hay universidades pioneras en el llamado aprendizaje basado en proyec-tos, en el que aprender haciendo es la norma.

La Fing organiza anualmente Ingeniería deMuestra, una exposición gigante de pro-yectos y trabajos de investigación. Allí está-bamos en 2010, mostrando los avances ha-cia la construcción de un satélite, cuando captamos la atención de las autoridades de Antel, la empresa estatal de telecomunicacio-nes. La empresa se sintió identificada con los

propósitos del proyecto: generación de cono-cimientos locales en varias áreas de la inge-niería, consolidación de capacidades existen-tes, y difusión de ciencia y tecnología hacia niños y jóvenes de todo el país. Así, en agosto de 2011 la Udelar y Antel firmaron un con-venio para la construcción conjunta de un nanosatélite.

Habitualmente los convenios con la Universidad son unidireccionales: esta reali-za un desarrollo o estudio para una empresa o institución que lo requiere. Lo novedoso del trabajo en el satélite era que ambas institucio-nes realizarían el desarrollo en forma conjun-ta. Un equipo en la Fing se encargaría de una parte llamada aviónica, mientras que un equi-po en Antel desarrollaría la carga científica.

La aviónica comprende la energía, el tele-comando, el control y la telemetría del satéli-te. La carga científica consiste en captores de imagen, su procesamiento y transmisión.

En una carrera tan agotadora como enri-quecedora, el nanosatélite, cuyas dimensiones son: 10 centímetros por 10 centímetros por 20 centímetros, completamente diseñado y cons-truido en el país, superó las pruebas de califi-cación para vuelo en febrero de 2014, y el 19 de junio de ese año fue puesto en órbita por un

cohete ruso. Fue el primer objeto espacial de bandera uruguaya y fue operado desde nues-tras estaciones terrenas por casi un año, supe-rando todas nuestras previsiones. ■

PECHIAR es ingeniero y docente del Instituto

de Ingeniería Eléctrica (Fing, Udelar) desde

1993. Fue coordinador del proyecto AntelSat.

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En los últimos años hemos presenciado un crecimiento abrumador en materia de tecnolo-gía: autos que se manejan solos, algoritmos ca-paces de entender el contenido de una imagen, o grandes avances en procedimientos y equipos médicos, por nombrar algunos de los ejemplos que hasta hace unos años eran propios de la cien-cia ficción.

La aplicación de las ciencias básicas a pro-blemas cotidianos ha existido siempre, y si bien esto se vio potenciado enormemente en el siglo pasado, fundamentalmente con la creación de la computación, el boom de la última década impresiona particularmente. Sin embargo, la velocidad con la que se van acumulando estos sucesos no nos permite detenernos a compren-der en profundidad la naturaleza de todos esos logros científicos.

Los anuncios de nuevos teléfonos con funcio-nalidades increíbles, las noticias sobre algoritmos de reconocimiento de rostros o sobre vehículos autónomos se centran (muy razonablemente) en los problemas que el nuevo producto soluciona, o en cómo a partir de ahora determinada tarea será mucho más fácil. En general se esconde que lo que está atrás de todo esto es la matemática, y muchas veces esta matemática es nueva, desarro-llada en los últimos años.

Para que sea posible realizar estos aportes de calidad, con el nivel de creación e innova-ción que se requiere en estos ámbitos, es nece-sario conjugar una sólida base matemática con una motivación natural y capacidad para traba-jar con aplicaciones.

La Facultad de Ingeniería y, en particular, su Maestría en Ingeniería Matemática no son aje-nas a este fenómeno.

Aplicaciones localesEn términos generales, la Maestría en Ingeniería Matemática está orientada a egresa-dos de carreras de ingeniería que desean pro-fundizar en los fundamentos teóricos, así como a egresados de la Licenciatura en Matemática con un fuerte interés en las aplicaciones. Los institutos de Física y Matemática de la Facultad de Ingeniería (así como sus pares en la Facultad de Ciencias) son reconocidos por su gran nivel, lo que permite que esta combinación de teoría y motivación práctica en los estudiantes resulte en trabajos con una fuerte componente de am-bos mundos.

Entre los trabajos de tesis que realizaron estudiantes de esta maestría podemos encon-trar el diseño óptimo de redes de telecomuni-caciones, con aplicación a la red de Antel, la

predicción de caudales de aporte a nuestras re-presas hidroeléctricas, un sistema no invasivo de detección de pólipos en el colon a partir de imágenes de tomografía computada, y estima-ciones del precio del petróleo y acciones para toma de decisiones financieras, por citar unos pocos ejemplos. Las aplicaciones son muy im-portantes, los resultados son prometedores, y la matemática que hay atrás es linda, como toda la matemática.

Poder integradorLos problemas a resolver por los científicos son cada vez más multidisciplinarios, cada vez más impactantes y cada vez más difíciles. Grandes desafíos requieren de una gran teoría, por eso se necesitan más estudiantes e investigadores con una fuerte formación básica y ganas de aplicarla. El mundo está yendo hacia allí.

Hace pocos meses despertamos con una no-ticia impactante: el programa de computadora AlphaGo, diseñado por Google, había vencido por primera vez a uno de los mejores jugadores del mundo de go, el juego de mesa. Si bien ya hace dos décadas de la victoria en el ajedrez de Deep Blue sobre Garri Kasparov, aún se pensa-ba que la complejidad del ancestral juego chino haría prácticamente imposible este hecho.

M A R C E L O F I O R I

¿Eso también es matemática?

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Lo realmente interesante es que las he-rramientas que permitieron la victoria de AlphaGo son las mismas que hacen que, ante una imagen (que para una computadora son un montón de píxeles sin sentido), un algo-ritmo pueda entender que se trata de un atar-decer, un perro o una bicicleta, realizar reco-nocimiento de voz o detectar y transcribir la melodía principal en una pieza musical. Todas tareas que, hace algunos años, los humanos ha-cíamos muchísimo mejor que las computado-ras, al punto de que era difícil imaginar que se podía llegar a resultados aceptables median-te lo que ahora se conoce con el marketinero nombre de Inteligencia Artificial.

Algo similar sucede con otra gran familia de algoritmos. Hoy en día se pueden realizar resonancias magnéticas con menos tiempo de exposición, o tomografías computadas con menos radiación, y los sistemas de recomen-dación de Netflix o Amazon nos sugieren qué nos gustaría ver, leer, o comprar en función de lo que hemos visto o comprado en el pa-sado, y en general estas recomendaciones son muy criteriosas.

Todo esto y muchísimo más se basa en una preciosa teoría matemática, de la que uno de los responsables es Terence Tao (ganador de la

medalla Fields, el premio más prestigioso en matemática). Este es un ejemplo de un área que es tan atractiva para matemáticos “puros” como “aplicados”, aunque esta distinción sea cada vez más difusa.

Muchas veces la comunidad científica logra algoritmos que funcionan muy bien para de-terminada tarea, y luego se entiende la teoría que hay atrás de esto. Otras veces sucede al re-vés: ciertos resultados dan lugar a aplicaciones impensadas para los creadores originales. Así, la teoría y algoritmia en distintas áreas como optimización, ecuaciones diferenciales, geo-metría, probabilidad o grafos (por nombrar al-gunos ejemplos) se complementan para lograr aplicaciones sorprendentes.

La Maestría en Ingeniería Matemática es el lugar natural para amalgamar estos mundos. Así lo venimos haciendo, pero aún tenemos es-pacio para hacer más. Por eso, terminamos con tres invitaciones.

Invitamos a los estudiantes de todos los niveles a volcarse a carreras tecnológicas. Y a aquellos que ya lo hicieron, a profundizar en la teoría y en las herramientas que permi-ten aplicaciones tan interesantes y necesa-rias. Invitamos a los colegas de la academia a sumarse y unir esfuerzos para lograr metas

comunes, a traer problemas que podamos re-solver juntos. Invitamos también a empresas, consolidadas y start-ups, a que busquen ta-reas que se puedan realizar mejor, procesos que se puedan optimizar, y espacios para que la creatividad permita hacer la diferencia; nos ofrecemos a acompañarlos, a que tengan un área de investigación dentro de su empresa. El objetivo es claro, y los ejemplos de éxito son sumamente motivantes.

Caminemos juntos, entonces, que el cami-no es divertido y los resultados son tan útiles como gratificantes. ■

FIORI es doctor en Ingeniería Eléctrica y

asistente del Instituto de Matemática y

Estadística Rafael Laguardia de la Facultad de

Ingeniería. Además, es investigador del Pede-

ciba en Matemática y del Sistema Nacional de

Investigadores.

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En 1581 un joven de 19 años se matriculó, por voluntad de su padre, como estudiante de me-dicina en la Universidad de Pisa. Cuatro años más tarde cambió de carrera y se dedicó a las matemáticas. Esta decisión fue determinante para su vida y es probable que haya sido apun-talada por el especial momento histórico que le tocó vivir. En pleno Renacimiento, la difusión de las ideas del humanismo determinaba una nueva concepción del hombre y el mundo, tras siglos de predominio de una mentalidad rígida y dogmática. La siguiente historia de ingenie-ría, que pudo haber sido tema de reflexión del estudiante mencionado, ilustra bien la época.

Se trata de la erección del obelisco de la pla-za de San Pedro en Roma. El obelisco -un mo-nolito de piedra sin inscripciones, con más de 320 toneladas y 25 metros de alto- fue trans-portado desde Egipto en tiempos del empera-dor Calígula, en el año 37, y estuvo enclavado en su circo privado. Allí fue donde se torturó y crucificó al apóstol Pedro, razón por la que el obelisco fue denominado “el testigo mudo”. Su traslado desde Alejandría a Roma había sido una hazaña, pero 1.500 años después el obelis-co yacía abandonado cerca de la Sacristía de la Basílica. Llegó a su ubicación actual durante el pontificado de Sixto V, que, conocido como

el “papa terrible”, se destacó por su severidad como consejero de la Inquisición de la iglesia católica. Su origen humilde lo obligó a traba-jar como porquero cuando niño y se decía que como consejero aplicaba al pueblo la misma ru-deza que había aplicado a la manada de cerdos.

La maniobra de traslado del obelisco a la Plaza de San Pedro fue adjudicada al ingeniero Doménico Fontana y constaba de tres etapas. Primero se lo debía colocar horizontalmente sobre rodillos, luego transportarlo y por último posicionarlo verticalmente sobre un basamento en el centro de la plaza. Para realizar el trabajo se precisaron 900 hombres, 75 caballos, varias decenas de cabrestantes e innumerables anda-mios y poleas. Sixto V había dado la orden de que durante la ejecución de las maniobras ni los obreros ni la multitud podían pronunciar pa-labra alguna. Sería aplicada la pena de muerte a quien rompiera el silencio, y para ello se ha-bía dispuesto en un lugar bien visible una horca con su verdugo.

El trabajo fue iniciado el 30 de abril de 1586. El 7 de mayo el obelisco estaba colocado hori-zontalmente en el centro de la plaza. Durante la mayor parte del traslado sólo se habían oído los sonidos de los rodillos sobre los adoqui-nes, los movimientos ágiles de los obreros y los

quejidos de cuerdas y animales. Pero cuando el obelisco ya casi estaba en su posición definiti-va, las cuerdas dejaron de correr sobre las po-leas: estaban calientes, se deshilachaban y ame-nazaban con romperse. Domenico Fontana no sabía qué ordenes impartir. Se profundizaba el silencio en la plaza. Era inminente la caída del monolito. De pronto, del silencio se levanta una voz que en un dialecto genovés dijo:

-¡Agua! ¡Den agua a las cuerdas!El consejo fue inmediatamente seguido por

los ingenieros de obra, pues comprendieron que las cuerdas de cáñamo se acortan cuando se mojan y que ese acortamiento cubriría la dis-tancia necesaria para colocar el obelisco en su posición vertical.

El peligro había sido disipado por un ma-rinero llamado Benedetto Bresca, que, por su-puesto, fue detenido sin tardanza por los solda-dos del Vaticano. La historia oficial cuenta que Sixto V recompensó al marinero concediéndole ciertos privilegios. La arbitrariedad de la pena y su levantamiento muestra la liviandad con la que un régimen autoritario puede decidir en un sentido y en el contrario. Pero, además, el epi-sodio es ejemplar, porque ilustra cómo Bresca, con oficio e imaginación, enfrenta un problema difícil arriesgando su integridad.

A L E J A N D R O R O M A N E L L I

¡Agua! ¡Den agua a las cuerdas!

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Esta historia de la ingeniería tiene cierto paralelismo con la que años después debió en-carar el joven estudiante de matemáticas que invocábamos al principio, pues su trabajo cien-tífico rompió con las teorías oficiales asentadas en la física aristotélica y debió enfrentar a la Inquisición de la iglesia católica. El estudiante se llamaba Galileo Galilei y su trabajo es con-siderado fundamental en el establecimiento del método científico.

El método es aplicable a todo y tiene sólo dos reglas: 1) No hay verdades sagradas; todas las suposiciones se han de examinar crítica-mente y los argumentos de autoridad carecen de valor. 2) Hay que descartar o revisar todo lo que no cuadre con los hechos.

Imaginación y escepticismoEn 2015, a 100 años de la denominación de nuestra Facultad como Facultad de Ingeniería, se realizó la primera colación de posgrados. En la ceremonia se hizo un repaso histórico de la evolución de los posgrados desde la salida de la dictadura, para mostrar el enorme crecimiento de los últimos años. Pero además de la canti-dad, fue sorprendente su calidad. Por caso, ese mismo año se defendió una tesis de maestría que proponía el diseño, análisis y construcción

de un sistema de orientación espacial y control del primer satélite uruguayo.

El proyecto de trabajo surgió como una colaboración entre el Instituto de Ingeniería Eléctrica y Antel. Las restricciones técnicas que debía cumplir el satélite eran un verdadero de-safío, que fue abordado con una combinación de imaginación y escepticismo propios de la mejor ingeniería: imaginación para idear y pro-poner soluciones y escepticismo para separar rigurosamente la fantasía de la realidad.

Al igual que este, la mayoría de los proyec-tos de tesis presentados en la Facultad han ge-nerado ciencia y tecnología que contribuyen al desarrollo de la sociedad. Pero también debe-mos recordar a los investigadores que es im-portante promover y generar actividades que el ciudadano no especializado pueda apre-ciar, disfrutar, entender; en definitiva, que to-dos puedan apoderarse de nuestros logros. En compensación, tal vez en tiempos difíciles para la ciencia y la tecnología podamos esperar que alguna persona del pueblo grite: “¡Agua! ¡Den agua a las cuerdas!”. ■

ROMANELLI es doctor en Física Nuclear

desde 1994 y profesor titular en la Facultad

de Ingeniería.

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Como todas las grandes ciudades de Latinoamérica, Montevideo es ruidosa. Por lo general la gente no piensa en el ruido como un problema ambiental, ni mucho menos como un problema evitable o por lo menos mitigable. Es como si cada cual asumiera que es un costo in-herente a las comodidades de la sociedad mo-derna, y no algo que muchos padecemos pero a la vez todos generamos.

Sin embargo, cuando el generador de ruido no asume que puede perjudicar a otros, cuando descarta un residuo energético -que es una for-ma de pensar el problema de la gestión de la con-taminación sonora-, alguien está pagando por ese costo no asumido, y por lo general lo está pagando con el deterioro de su salud. Ha costa-do mucho salir de la idea de que el ruido es un problema de la sociedad moderna, y que se con-vierte en tal cuando el generador tiene “la mala suerte” de tener por vecino a un “inadaptado”, un “intolerante” o un “insociable”.

Los problemas centrales de ruido en las so-ciedades del siglo XXI son los mismos que des-cribía Séneca en el siglo I: el ruido del tránsito, el ruido ocupacional y el ruido de ocio. En una carta a Lucilio, Séneca escribió: “Entre los ruidos que hay a mi alrededor sin distraerme, están los carros de la calle, el aserrador vecino, y aquel que

cerca de la fuente de Meta Sudans afina sus flau-tas y trompetas y, más que cantar, berrea”. Quizá hoy podríamos pensar algo parecido pero en tér-minos de motos y autos, de talleres industriales y fábricas, o de “aquel que al lado de mi casa escu-cha su musiqueta a todo volumen hasta que se va a bailar a los boliches de moda”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define desde hace décadas “salud” como “un es-tado de completo bienestar físico, mental y so-cial, y no sólo la ausencia de enfermedad o dolencia”, pero recién en 2004 asume que la mo-lestia que ocasiona el ruido es, en sí misma, un efecto adverso para quienes lo padecen.

A partir de esa gran constatación, la calidad acústica ambiental se integra a los llamados “con-dicionantes ambientales de la salud”, lo que lleva a que en 2011 sea la misma OMS la que publique un estudio documentado con una metodología previamente desarrollada, discutida y evaluada, que indica: “Realizados los cálculos, se estima que los ‘años de vida ajustados por discapacidad’ perdidos en los estados miembros de la Unión Europea y otros países de Europa Occidental de-bido al ruido ambiental son 61.000 años de vida por cardiopatía isquémica, 45.000 años por de-terioro cognitivo en niños, 903.000 años por trastornos del sueño, 22.000 años por tinnitus

(zumbidos o acúfenos) y 587.000 años por mo-lestia. Esto conlleva a que por lo menos un mi-llón de años de vida sana se pierdan cada año por el ruido de tránsito en la parte occidental de Europa”. No es poco. El ruido sigue estando en la lista de los contaminantes a los que se suele pres-tar atención cuando estallan problemas que to-man estado público; sin embargo, la prevención y la concientización no son moneda corriente. Al ruido se alude con metáforas visuales (“voy a ver a los Rolling Stones”, “¿viste qué trueno?”) y quizá eso está relacionado, justamente, con que es un contaminante que no se ve y no deja rastros en el ambiente una vez que cesa. Pero a diferencia de lo que tantas veces se dice, empleando las pala-bras de Antoine de Saint-Exupéry, “lo esencial es invisible a los ojos”, parece que primara el criterio de “si no lo veo, no lo creo”.

Acústica ambiental en nuestro paísEl Departamento de Ingeniería Ambiental

del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental de la Universidad de la República comenzó a trabajar en áreas vincu-lados al ruido en 1991. Primero se abordaron temas ocupacionales, luego se incorporó la vi-sión epidemiológica en relación a la pérdida auditiva -es decir, pensando en la salud auditi-va de un grupo humano que comparte algunas

E L I Z A BE T H G O N Z Á L E Z

Lo esencial es invisible a los ojos

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características además de la exposición a ruido y no en la salud auditiva individual, que es un tema que requiere ser abordado por los profe-sionales de la salud- y en 1996 se comenzaron estudios de mayor porte en acústica ambiental, en particular en relación a mapas acústicos de ruido urbano, por medio de un proyecto de in-vestigación y un convenio con la Intendencia Municipal de Montevideo. Desde entonces, la actividad del Grupo de Investigación sobre Contaminación Sonora ha sido sostenida y cre-ciente. Se ha convertido en un referente sobre acústica ambiental a nivel regional, pero por sobre todo ha tenido la oportunidad de partici-par en grandes desafíos a nivel nacional. Entre estos está el desarrollo de una metodología para diseñar monitoreos y mapeos de ruido urbano. También se generó un modelo predictivo para evaluar la incidencia acústica de aerogenerado-res de gran porte -un problema cuya solución aún no está consensuada a nivel internacional desde que hacia 2006 se constatara, con un jui-cio internacional mediante, que los modelos comerciales que se aplicaban y aún están en uso no son adecuados y subestiman los niveles so-noros esperados en los receptores-. Asimismo, el Grupo participó en la discusión técnica de la reglamentación de la Ley de Contaminación

Acústica sancionada en 2004 y en la investiga-ción sobre problemas complejos de ruido como inestabilidades termoacústicas en fuentes de gran porte.

Además, el Grupo realiza actividades de di-fusión y concientización, como la Semana del Sonido, que tuvo este año su segunda edición nacional y en la que se contó con actividades gratuitas para todas las edades, conferencias, charlas técnicas y mesas redondas con actores relevantes y especialistas de primer nivel, en las que se logró gran participación de los asisten-tes. Del mismo modo, la organización de char-las para escolares, liceales y docentes en forma-ción son parte de las actividades que el Grupo jerarquiza, con la convicción de que a largo pla-zo sólo un cambio cultural auténtico podrá ge-nerar una mejora sostenible en la calidad acús-tica ambiental.

Los actuales conflictos que atraviesa la ciu-dad de Montevideo ya han estado en la agen-da de muchos otros países, con distintos enfo-ques y diferente grado de éxito. La normativa departamental reclama urgentemente una revi-sión integral para afrontar la gestión de la con-taminación sonora en nuestros días, al tiem-po que instrumentos como la definición de Zonas Acústicamente Saturadas (zonas ZAS)

y la realización de mapas acústicos estratégi-cos (que han demostrado ser exitosos y costo-eficientes en países europeos) están “pidiendo pista” para aterrizar en Uruguay. Si esas herra-mientas fueran adaptadas e incluidas en nues-tro -escaso- marco normativo nacional y de-partamental, contribuirían a mejorar la calidad de vida de la población. ■

GONZÁLEZ es profesora titular en el Instituto

de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Am-

biental.

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El severo impacto socioeconómico de la ex-tensa y profunda sequía que experimentó el país en el bienio 1988-1989 fue disparador de una nueva línea de trabajo en la Facultad de Ingeniería: la aplicación de la mecánica de los fluidos al estudio de la dinámica atmosférica y el clima. Se trata de una disciplina que ha te-nido en el mundo un espectacular desarrollo científico-tecnológico en las últimas décadas, con múltiples aplicaciones de crítica impor-tancia en diversos sectores de interés nacional, pero que no contaba con una fuerte tradición universitaria en Uruguay.

En el joven Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental (IMFIA) se creó el Grupo de Dinámica de la Atmósfera y el Océano, a iniciativa de su entonces di-rector, Rafael Guarga, con el apoyo de la Comisión Sectorial de Investigación Científica y UTE y con la colaboración y guía académi-ca de Roberto Mechoso, profesor del entonces Departamento de Ciencias de la Atmósfera en la Universidad de California, Los Ángeles.

Si bien desde un principio se cultivó una vo-cación de desarrollar aplicaciones útiles al inte-rés del país, los esfuerzos iniciales se concentra-ron en la formación de recursos humanos para consolidar el primer núcleo académico, lo cual

implicó necesariamente pasantías de diversa extensión en el exterior de los investigadores que se fueron incorporando el grupo. Durante este primer tiempo se desarrollaron líneas de investigación en análisis de variabilidad climá-tica y predicción climática estacional.

Recién entrado el nuevo milenio, y con-vergiendo con esfuerzos concomitantes en la Facultad de Ciencias, se estuvo en condicio-nes de elaborar, implementar y sostener una propuesta conjunta para la creación de una Licenciatura en Ciencias de la Atmósfera que se concretara en 2007 y que empezara a te-ner sus primeros egresados en años recientes, paso fundamental para fortalecer el ejerci-cio profesional de la disciplina meteorológica en el país.

El hecho de que el grupo se desarrollara en el seno del IMFIA le significó una oportunidad de fructífera interacción con diversas ramas de la ingeniería expuestas al clima. Se tejieron inicialmente estrechas colaboraciones con ma-rítima, hidrología, ingeniería del viento, mo-delación numérica computacional. Dichas co-laboraciones, que luego se fueron extendiendo a otros grupos de la facultad y externos, fueron la base desde la cual se abordaron luego múl-tiples estudios de meteorología y climatología

aplicada a problemas de ingeniería que el país fue requiriendo, en particular a medida que su matriz eléctrica fue diversificándose con la in-corporación de energías renovables que depen-den del clima, como la eólica y la solar.

Riesgo climático en el sistema eléctricoDe los múltiples proyectos de investigación y convenios de asesoramiento desarrollados en estos más de 25 años de inicio de esta línea de actividad, una fracción significativa refiere a al-gún aspecto de la gestión del riesgo climático en el sistema eléctrico. En los inicios el énfasis estuvo en el análisis de las anomalías de precipi-tación y su impacto en la generación hidroeléc-trica, pretendiendo informar la planificación estacional en aquellos casos en que existía pre-dictibilidad, fundamentalmente asociada al fe-nómeno de El Niño-Oscilación Sur.

A medida que se fue diversificando la matriz eléctrica, se multiplicaron las esca-las temporales de interés en que algún aspec-to del clima es relevante, desde la planifica-ción de largo plazo al despacho de carga. Se trabajó de forma sostenida junto con UTE, la Administración del Mercado Eléctrico y la Dirección Nacional de Energía en el desarro-llo de herramientas que ayudan a incorporar

R A F A E L T E R R A

Clima y mecánica de los fluidos

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la información climática a la gestión del sistema eléctrico.

Agro y meteorologíaOtro sector con el que se interactuó durante todos estos años es el agropecuario. En el pe-ríodo inicial se asesoró a privados mediante la elaboración de pronósticos climáticos a medi-da para apoyar la toma de decisión; en parti-cular en el sector arrocero para la gestión de los embalses de riego. Asimismo, se ha cola-borado continuamente con la administración pública en muy diversos espacios del queha-cer agropecuario: comisiones de sequías, de se-guros y colaboración en diversos proyectos de investigación para caracterizar el riesgo climá-tico en el sector y generar herramientas prácti-cas que faciliten su gestión, últimamente en el marco del desarrollo del Sistema Nacional de Información Agropecuaria.

En la última década, desde la conforma-ción del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático se incorporó esta temáti-ca al trabajo del grupo y a la tarea de asesora-miento a la administración. Se participó en la elaboración del primer Plan Nacional en 2009 y, desde entonces, se ha colaborado en múlti-ples instancias gubernamentales y proyectos

que abordan el problema de la adaptación al cambio climático.

La reciente reformulación institucional del servicio meteorológico, con la creación del Instituto Uruguayo de Meteorología, brin-da una nueva oportunidad y un gran desafío. Antes había sido con motivo de la creación de la Dirección Nacional de Agua y Saneamiento (ahora Dirección Nacional de Aguas), con la que el grupo colabora fuertemente desde su etapa fundacional, en conjunto con la sección de hidrología-clima del IMFIA.

Es mucho lo que queda por hacer para el de-sarrollo de la ciencia meteorológica en el país y su transferencia tecnológica en instituciones fortalecidas que permitan la implementación de políticas climáticamente inteligentes al ser-vicio de la sociedad. Pero ahora el país cuenta con un camino recorrido que lleva ya un cuarto de siglo y que permite mirar al futuro con otra esperanza. ■

TERRA es profesor titular del Instituto de Me-

cánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental

de la Facultad de Ingeniería. Es ingeniero civil

por la Universidad de la República y doctor en

Ciencias de la Atmósfera por la Universidad de

California, en Los Ángeles. ■

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Cuando el 27 de noviembre de 1915 la Facultad de Ingeniería adquirió su designa-ción, habían pasado 30 años desde la crea-ción de la Facultad de Matemáticas y Ramas Afines. Creada por la Ley Orgánica de la Universidad en 1885, fue una novedad insti-tucional realmente insólita que abrió un fren-te cultural revulsivo para un medio social al que, como invocara el ingeniero José Serrato, le era indiferente y hostil que los jóvenes estu-diaran una profesión que se consideraba in-necesaria para un país económica y cultural-mente dependiente.

Bajo la orientación del rector doctor Alfredo Vásquez Acevedo, quienes inicialmen-te colaboraron con él trazando con optimismo el derrotero futuro de la Facultad se enfrenta-ron con audacia a la indiferencia y hostilidad de amplios sectores de la sociedad, proclamando que la formación de los ingenieros era necesa-ria para conquistar material y espiritualmente la independencia del país. En ese acto funda-cional tomaron como propio el proyecto po-lítico que fuera proclamado por la generación del 80 con el objetivo claro de que Uruguay de-jara de ser “una factoría extranjera”.

La Facultad se creó y organizó para hacer realidad esta riesgosa misión de transformar

la factoría en nación. Por tanto, desde el 10 de octubre de 1892, cuando egresaron los tres primeros ingenieros nacionales y como men-saje orientador para las siguientes genera-ciones, fue manifiestamente claro que, como afirmara el ingeniero José Serrato al conme-morarse el 60º aniversario de la ingeniería na-cional: “La profesión de ingeniero no es un fin sino un medio para resolver grandes proble-mas económicos y sociales, utilizando para ello los conocimientos adquiridos, en los que predominan los verdaderamente profesiona-les. Su rol es técnico y social”.

Debemos entender esta reflexión de Serrato en el contexto de la función social que asumieron los ingenieros nacionales tanto en la construcción y organización de los apara-tos técnicos del Estado, a los que convirtieron en poderosos y eficaces instrumentos del na-cionalismo económico, como en el impulso de profundas reformas sociales tendientes al “mejoramiento de las clases obreras y traba-jadoras […] elevar su cultura, sus medios de existencia y su dignidad humana”.

A partir de 1915 la profesión de ingenie-ro en Uruguay ya está sólidamente estable-cida. Se ha constituido y consolidado como una comunidad socialmente prestigiada e

institucionalmente legalizada, cuyo espacio de actividades, además de los propios de la pro-fesión, se realiza desde los puestos de direc-ción, gestión y técnicos de los departamentos especializados de los ministerios y fundamen-talmente de los servicios públicos nacionaliza-dos y estatizados.

En tal sentido, la Fing ha formado un nue-vo tipo de profesional universitario: los téc-nicos del Estado, que se han caracterizado no solo por la calidad de su capacitación cientí-fico-técnica sino por la amplitud de su for-mación cultural, fuentes desde las que se han forjando cuadros técnicos con una elevada conciencia social.

Los ingenieros nacionales se constituye-ron en una fuerza social relevante en el pro-ceso de construcción de un modelo económi-co-industrial autónomo orientado hacia estos objetivos: 1) independencia económica; 2) so-beranía energética; 3) estatismo, dirigismo, intervencionismo y desarrollo económico-so-cial planificado, y, 4) autonomía cultural.

Estos objetivos componen una matriz doc-trinaria de permanente vigencia que, en me-dio de los avatares de la historia del país a lo largo de estos 100 años, ha sido el eje so-bre el que ha girado la específica actividad

A L C I ó N C H E R O N I

Un siglo

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técnico-profesional en sectores clave del pro-ceso productivo nacional, tales como las obras públicas, los transportes, la energía, las comu-nicaciones, etcétera.

Actualmente los mencionados secto-res continúan en contienda, entendiéndolos como cuestiones prioritarias para el desarro-llo económico-social del país, pues lo que aún sigue estando en juego es la defensa de la so-beranía nacional.

Ha sido en el fragor de estas batallas por modernizar el país que se fue forjando la con-ciencia social de los ingenieros nacionales, de-mostrando en la teoría y en la práctica la ca-pacidad técnico-profesional para enfrentarse y resolver los problemas que por su gravedad y urgencia apremian a la sociedad uruguaya.

En un país de complejas relaciones eco-nómicas, donde los intereses contradictorios de los distintos sectores sociales impactan no siempre a favor de la autonomía de las insti-tuciones universitarias, se producen tensiones que en determinadas etapas de la historia de la Facultad llevaron a cuestionar los propios principios fundacionales.

Así como la Universidad, la Facultad ha vivido momentos críticos y traumáticos; sin embargo, a lo largo de estos 100 años la

institución se constituyó en un potente centro de producción científica y tecnológica de ex-celencia reconocida internacionalmente, y ha superado etapas de estancamiento. A partir de 1985, a pesar de haber padecido el genocidio social y cultural que provocó la dictadura, ha seguido avanzando, incrementando las carre-ras, creando posgrados y maestrías, estable-ciendo “programas de estímulo a la práctica de la investigación científica y formación de investigadores” (de acuerdo con el ingeniero Oscar Maggiolo), fomentando fuertemente la extensión como forma de vinculación con el medio, es decir, potenciando creativamente hacia la sociedad las capacidades innovadoras de sus profesionales.

Esta Facultad le ha dado al país mujeres y hombres universitarios y ciudadanos ilus-tres, científicos y técnicos altamente califica-dos, pero fundamentalmente profesionales socialmente solidarios con los requerimien-tos del sistema productivo nacional y con las necesidades de los sectores populares más carenciados.

Sobre los hombros de los gigantes que los han precedido —para decirlo con una expre-sión cara a Isaac Newton— se elevan las ac-tuales generaciones de jóvenes estudiantes,

docentes y egresados de la Facultad de Ingeniería. Ante los retos del presente y las imprevisibles vicisitudes que augura el futu-ro, a ellos les corresponde el reto de asumir y defender los principios de un legado histórico que Maggiolo sintetizó en Políticas de desarro-llo científico y tecnológico de América Latina (1968): “Independencia política, independen-cia económica, autonomía cultural, son los tres factores decisivos de la verdadera inde-pendencia de las naciones. La independencia política no es mucho más que una ilusión, si no se fundamenta en una verdadera indepen-dencia económica. Esta, a su vez, es solo posi-ble, si existe autonomía cultural, que a través de la producción de técnicas científicas, posi-bilita el uso autónomo de los recursos natura-les de la nación”. ■

CHERONI es profesor agregado de Ciencia,

Tecnología y Sociedad y jefe del Departamen-

to de Inserción Social del Ingeniero (Fing,

Udelar).

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IMPRESO EN CENTRAL DE IMPRESIONES LTDA.

Depósito legal Nº 369.489

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Aunque su historiA comienzA décAdAs Antes,

en 1916 se creA lA FAcultAd de ingenieríA

dentro de lA universidAd de lA repúblicA.

con estA publicAción, entre reFlexivA y

descriptivA, entre críticA y propositivA,

celebrAmos su primer siglo.

FAC

UL

TAD

DE INGENIERIA