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metodologia

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  • /A CUAJIMAlPA

  • Refiexiones sabre el espacio en las ciencias sociales: enfoques, problemas y llneas de investigaci6n de Alejandro Mercado Celis

    D.R. 2010, Alejandro Mercado Celis

    D.R. 2010, Universidad Aut6noma Metropolitana Unidad Cuajimalpa Avenida Constituyentes 1054, Col. Lomas Altas, Del. Miguel Hidalgo, 11950 Mexico, D . F.

    D .R. 2010, Juan Pablos Editor, S. A. Malintzin 199, Col. del Carmen, Del. Coyoacan, 041 00 Mexico, D. F.

    Imagen de portada: Cynthia Martinez

    Diseiio de portada: Daniel Dominguez Michael

    ISBN: 978-607-477-307-1 UAM-Cuajimalpa 978-607-7700-73-9 Juan Pablos Editor

    Impreso en Mexico Reservados los derechos

    INDICE

    Introduccion Alejandro Mercado Celis

    lNSTITUCIONES POLITICAS

    La importancia del espacio en el estudio de los partidos politicos

    Esperanza Palma Ciudadanfa, espacio y democracia .-J?.---

    Gabriel Perez Perez ~ ;1"----

    GOBIERNO

    Region y dinamica ambiental Miriam Alfie Cohen

    La dimension territorial de la cooperacion oficial descentralizada

    Leonardo Dfaz Abraham

    SOCIEDAD

    Sociologfa y espacio Jorge Galindo

    [7]

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    25

    47

    77

    105

    129

  • SOCIOLOGiA Y ESPACIO

    Jorge Galindo*

    INTRODUCCION

    Son las diez de la manana, las tres secretarias empleadas en el despacho del senor X llevan ya una hora laborando. Si bien cada una de las secretarias cuenta con su propio escritorio, las tres ocu-pan un area comun en la que estan a la vista de los clientes y proveedores que ingresan al despacho. A las 1 O:OSllega el senor X, quien saluda a dos de las secretarias con un cordial "buenos dfas" y se dirige allugar de su secretaria particular, la cual tiene su escritorio justo afuera de la oficina del jefe. La secretaria par-ticular se pone de pie, saluda al jefe y le informa sobre las lla-madas que ha recibido en lo que va de la manana. El sefior X responde al saludo y agradece la informacion. Antes de entrar a su oficina, se acerca a su secretaria particular y le hace un en-cargo personal. La distancia entre ambos le permite al jefe dar a su secretaria particular una ligera palmada en la espalda. La secretaria sonrfe y le dice al jefe que nose preocupe, que tcndra listo lo que le pidi6 en menos de una hora.

    Si bien es cierto que la escena anteriormente descrila repro-duce muchos de los cliches (de jerarqufa y genero) de lo que su

    * Jorge Galindo es doctor en Sociologfa porIa Universidad Ludwig M,, ximilian de Munich. Es profesor del Departamento de Ciencias Soria it-s d( l.t Universidad Aut6noma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Une:t\ dt invtsti gaci6n: teorfa sociol6gica clasica y contemporanea. Correo clectr6nim: Jg.tltn [email protected]>.

    [129]

  • 1~0 JORGE GALINDO

    cede en una oficina -cliches que en algunos lugares ya han sido superados- , no puede negarse su tipicidad sociologica. Haga-mos ahora un ejercicio mental e imaginemos que Ia escena trans-curre de Ia siguiente manera: a las diez de Ia mafiana, el jefe se encuentra ya en su oficina; pecos minutes despues, Ia secretaria particular entra sin tocar a dicha oficina, sea proxima al jefe y lo saluda con una palmadita en Ia espalda. Desde el punta de vis-ta sociologico, dque esta "mal" en Ia segunda escena? dQue hay en ella de sociologicamente improbable?

    En primer Iugar habrfa que decir que, a diferencia del jefe -quien tiene todo el derecho de ingresar a! area secretarial sin avisar que sale de su oficina-, Ia secretaria tiene que tocar Ia puerta antes de entrar a! espacio del jefe (un espacio que a Ia vez tiene alga de publico y alga de privado) y, una vez hecho esto, tie-ne que esperar que el jefe le avise si puede o no pasar. Toda vez que la secretaria esta dentro de la oficina, debe mantener una dis-tancia respecto a! jefe, distancia que las mas de las veces queda marcada por su escritorio (regularmente mas grande y espacio-so que el de las secretarias). Por otra parte, mientras que el jefe - jerarquicamente superior- puede aproximarse y tocar Ia es-palda de su secretaria, esta no debe acercarsele demasiado, pues tocar al jefe implicarfa romper la distancia ritual. Ademas, en este caso los problemas derivados de la cercanla no solo deben verse desde Ia perspectiva de Ia jerarqufa, sino tambien desde la pers-pectiva de genero. En caso de que Ia secreta ria se aproxime dema-siado a! jefe 0 que incluso lo llegue a tocar, el riesgo noes solo que el jefe pueda pensar que Ia secretaria es una "igualada", sino que interprete este acto como una muestra de interes sexual.

    El ejercicio mental propuesto ha tenido Ia finalidad de reve-larnos no solo Ia existencia, sino tam bien la rigidez de las estruc-turas espaciales de la sociedad. Como suele ocurrir en muchos otros aspectos de Ia vida social, pensamos que el espacio es algo nat ural, algo dado, alga que simple y llanamente "esta ahf". Sin c111hargo, lejos de ser una instancia natural y neutra - un esce-

    SOCIOLOGfA Y ESPACIO l ~ l

    nario inerte donde sucede Ia accion-, el espacio es una de las dimensiones constitutivas de Ia vida social. Por esta razon, desde sus inicios Ia sociologfa se ha dado ala tarea de pensar Ia mane-ra en que el espacio no solo es configurado por, sino tambien contribuye a configurar las relaciones sociales.

    De hecho, las aproximaciones sociologicas al tema del es-pacio han sido tantas que resultarla imposible exponerlas todas en un solo artfculo. Asf pues, el presente escrito no puede tener por objetivo hacer un recuento exhaustive de lo que bien po-drfamos denominar "Ia sociologla del espacio". Lo que aquf se busca es algo mas modesto, a saber: sefialar algunos de los ejem-plos mas representatives de las reftexiones que Ia sociologfa ha dedicado a! tema del espacio con el fin actualizar la memoria de Ia disciplina y sensibilizar nuestra mirada.'

    La importancia de este trabajo de actualizacion de Ia me-moria radica en el hecho de que, hoy en dla, Ia sociologfa suele ser vista tanto por los sociologos mismos como por el resto de los cientfficos sociales como una disciplina en la que el espacio, a diferencia del tiempo, no ha desempefiado rol alguno. En efec-to, hoy en dfa muchos sociologos piensan que el espacio no es mas que el escenario inerte donde se lleva a cabo Ia accion y son incapaces de concebirlo como una dimension estructurante del mundo social. Un trabajo como este muestra que esta forma de ver las casas no es resultado de un menosprecio estructural por el tema del espacio, sino de un olvido puntual que debe ser subsanado.

    Para cumplir este objetivo, los diversos aportes han sido or-ganizados en cuatro apartados. En primer lugar, se expondn.ln las ideas de tres importantes clasicos de Ia disciplina: Ferdinand Tonnies, Georg Simmel y Emile Durkheim. Si bien es cierLO q m otros autores como Karl Marx y Max Weber tambien scm upa-

    1 Nose busca, pues, mostrar Ia manera en que estas reflcxioncs h.111 "doic' cuperadas en discusiones cientffico-sociales mas recientes.

  • 132 JORGE GALINDO

    ron de Ia tematica espacial, Simmel y Durkheim llevaron a cabo reftexiones programaticas sabre el papel que el espacio deberfa ocupar en Ia investigaci6n sociol6gica. Por su parte, Tonnies inaugur6 una vfa de reftexi6n en torno a Ia diferencia entre la sociabilidad rural, de corte comunitario, y la sociabilidad urba-na, de corte asociativo, que ha sido replicada una y otra vez, cier-tamente con otros conceptos.

    En el segundo apartado, el centro de la reftexi6n es la ciudad. No cabe duda que la sociologfa ha dedicado al tema de la ciu-dad muchos de sus esfuerzos investigativos. Ante Ia imposibi-lidad de presentar todo lo que se ha escrito sabre este tema, se ha optado por presentar una de las vertientes mas representati-vas: la ecologfa humana de la asf Hamada Escuela de Chicago. Marcada por las reftexiones de Simmel, la Escuela de Chica-go hizo de la ciudad el escenario de la vida moderna y llev6 a cabo estudios clasicos en los que el espacio siempre estuvo pre-sente. No obstante las crfticas de la sociologfa urbana de corte marxista -representada en los afios setenta por Manuel Cas-tells- , el pensamiento de Escuela de Chicago sigue siendo paradigmatico para todo aquel que desee pensar las relaciones entre el espacio y la sociedad.

    E l tercer apartado aborda el espacio desde el punta de vista de las desigualdades socialcs. Apoyado en las reftexiones de Durk-heim y sus disdpulos sabre la manera en que las formas primi-tivas de clasifi caci6n encontraban una traducci6n en el espacio, la corriente sociol6gica que gira en torno a Pierre Bourdieu se ha dado a la tarea de analizar la forma en que las desigualdades propias del espacio social quedan marcadas en el espacio ffsico. En este apartado se muestra la estrecha relaci6n que existe entre el habitus y el habitat.

    En el ultimo apartado la atenci6n se dirige ala importancia que tiene el espacio en la estructuraci6n de la vida cotidiana. Para mostrar este pun to se analiza ran los a partes de Erving Goffman y Anthony Giddens.

    SOCIOLOGfA Y ESPACIO I ll

    ESPACIO Y SOCIEDAD: LAS REFLEXIONES CUSICAS

    Ferdinand Tonnies: comunidad, asociaci6n y espacio

    Es bien sabido que Ia sociologfa nace como disciplina cientffica que pretende explicar los cambios de las sociedades europeas en su transito del arden tradicional al arden moderno. Justamente en estas reftexiones sabre el cambia estructural de dichas socie-

    d.ad~s podemos encontrar las primeras aproximaciones de Ia dis-ctplma al tema del espacio, pues se tenfa clara que el cambia

    estruc~r~l_estaba relacionado con un cambia espacial. El ejem-plo mas mtido de esto podemos encontrarlo en Ia clasica obra de Ferdinand Tonnies, Comunidad y asociaci6n, de 1887. Para To-nnies, los espacios propios de Ia sociabilidad comunitaria eran

    ~ndamentalmente, Ia casa y la aldea. Por una parte, la casa cons~ Lttuye la sede del parentesco (comunidad de sangre), pues en ella se com parte~ las posesiones y los placeres. Y si bien es cierto que Ia pe:t~nencta a una familia no siempre depende de la proximi-d.ad fisrca, ya que en algunos casos - las llamadas diasporas, por CJempl~ el mero recuerdo basta para sentir dicha pertenencia, csto no mega que las relaciones de parentesco se caracterizan por la proximidad ffsica (Tonnies, 1979:40). Por otra parte, la al-dea rural funge como sede de las relaciones de vecindad. En ella

    [ ... ] Ia proximidad de los habitaculos, los campos comunes y bas-ta Ia mera propincuidad de pertenencias exigen multiples contactos humanos y propician el conocimiento fntimo de los individuos. Exi-gen tam bien Ia cooperaci6n en el trabajo, en el orden y en Ia adminis-traci6n y conducen a Ia comun petici6n de gracia y misericordia a los dioses y espfritus de Ia tierra y el agua, que prodigan bendicioncs o amenazan con tremendas catastrofes (Tonnies, 1979:40).

    ~difer~ncia de las relaciones comunitarias, caracterizadas por f.t rectproctdad y el consenso, las relaciones de asociaci6n ticncn t omo rasgos fundamentales ei individualismo y el afan de gan:m

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    cia. Si bien Ia ciudad tambien puede ser sede de las relaciones comunitarias, esta se convierte en un espacio propicio para Ia emergencia de las relaciones de asociacion, las cuales encuentran su nicho reproductive fundamental en el mercado, un mercado que cada vez se hace mas grande hasta llegar a abarcar al mun-do entero. De tal suerte que

    [ 0 0 .) cuanto mayor sea el area comercial, mas probable sera que pre-valezcan las leyes del intercambio y que se ignoren aquellas cualida-des no comerciales que relacionan a hombres y cosas. E l comercio tiende a concentrase en un mercado mayor, el mercado mundial, del cual se vuelven dependientes todos los mercados restantes. A mayor area, mayor evidencia respecto de la verdad que afirma que empresarios y creadores comerciales hacen cuanto hacen en bene-ficia propio (Tonnies, 1979:84).

    Tenemos, pues, que cada forma de sociabilidad crea y pre-supone un espacio que no solo lees caracterfstico, sino t~~bien necesario. Asf, los espacios pequefios fomentan la prox1m1dad, las relaciones comunitarias, mientras que los espacios grandes hacen que nuestras relaciones se vuelvan mas impersonales y, par lo tanto, adquieran un caracter mas asociativo. La distin-cion de Tonnies entre comunidad y asociacion resulto tan pa-radigmatica para la joven sociologfa que fue recuperada, con algunas modificaciones, par autores tan importantes como Georg Simmel, Emile Durkheim e, incluso, Max Weber. Veamos brevemente los aportes de los dos primeros autores al tema que nos ocupa.

    Georg Simmel y las cualidades fundamentales del espacio

    Para Georg Simmel, el espacio per se no puede ser tema de Ia so-ciologla, pues este solo adquiere relevancia sociologica una vez que se convierte en resultado de Ia actividad sintetica del ser hu 111

    ano, (mica cntidad capaz de abstraer del continuum de la rna

    SOCIOLOGIA Y ESPACIO I ~ 'i

    terialidad espacial un espacio particular. Solo cuando mediantr su activi~ad mental u~ individ~o (o grupo) es capaz de distinguir un ~sp~c1? como propw, la reahdad espacial cobra relevancia para Ia dtsClphna sociologica.

    _Asf, desde el p~nto de vista de Ia sociologfa del espacio, puedc dectrse que para S1mmellas acciones recfprocas entre individuos (Ia materia de la que esta compuesta eso que comunmente de-no~inamos sociedad) implican siempre el acto de llenar un es-pacw. En este sentido, cuando dos personas viven aisladas una de otra y sus respectivas actividades se concentran unicamente en el lugar que cada una de ellas ocupa, el espacio vacfo existente entre una y otra es un data sociol6gicamente irrelevante. Sin em-?argo, si esta~ personas en~ran en accion recfproca (da igual si esta_ es de caracter cooperat1vo o conflictivo), entonces dicho es-p_acw se llena en term_ino_s simb6licos. J ustamente par esta capa-ct_dad para dotar de stgmficado al espacio entre dos individuos,

    S1mmel-ha~i~~do eco d~ ~~manuel Kant- define al espacio como la cond1c10n de postbthdad de la coexistencia.

    ~n un i~portante te~to intitulado "El espacio y la socie-dad ~parectdo en su Socwlogia de 1908, Simmellleva a cabo un mmucioso analisis de lo que denomina las cinco cualidades fundamentales del espacio. Analicemos cada una de ellas bre-vemente.

    a) Exclusividad_. Es bien sabido que dos cuerpos no pueden ocupar un m1smo Iugar en el espacio. Empero, cuando se trata del esp~cio socialmente construido, este principia qued_a supedtta_do a la formacion espacial especffica. Asf, por eJemplo, mtentras que el concepto de Estado reclama una exclusividad territorial practicamente inapelable, no parece haber mucho problema con el hecho de que un mis-~o Estado sea la sede de diversas congregaciones rei i gwsas.

    b) Di~is_ibilidad. Para que el ser humano pueda aprovech;11 pracucamente el espacio, es necesario que este sea divid ido

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    en unidades. Al igual que el marco establece Ia diferen-cia entre Ia obra de arte y su entorno, ellimite resultante de Ia division del espacio es Ia condicion de posibilidad de la emergencia de grupos. En este sentido, afirma Sim-mel: "Los que se limitan mutuamente no son los pafses, no son las tierras, noes el radio de la ciudad y el del cam-po; son los habitantes o propietarios, que ejercen la accion mutua que acabo de indicar [ . . . ] Ellimite noes un hecho espacial con efectos sociol6gicos, sino un hecho sociol6gico con una forma espacial" (Simmel, 1986:652).

    c) Fijacion. Condicion de posibilidad del sedentarismo, para Simmella fijacion no solo esta relacionada con la vincu-lacion que los individuos y los grupos desarrollan con una determinada localidad, sino tambien con la capacidad de ausentarse de ella y, eventualmente, de regresar, pues solo si el grupo o algunos objetos significativos permanecen en un lugar determinado puede un miembro del grupo aban-donar dicha sede a sabiendas de que podra regresar.

    d) Proximidad o distancia. La cuarta cualidad del espacio proclive de ser analizada sociologicamente yace en la proxi-midad o distancia sensible existente en las relaciones red-procas, pues basta "una simple mirada para convencerse de que dos asociaciones, cuya cohesion se debe a la igualdad fundamental de intereses, energfas y sentimientos, ten-dran distinto caracter seglin que sus miembros se hallen en contacto espacial o esten separados unos de otros" (Simmel, 1986:670). De tal suerte que, si bien es cierto que el conocimiento del espacio no puede ayudarnos a definir si las relaciones entre dos sujetos 0 grupos seran de amistad ode enemistad, esto no niega que una determi-nada relacion, ya sea amistosa o antagonica, desarrollara caracterfsticas peculiares dependiendo de silos sujetos es tan proximos o lejanos en el espacio. La relevancia del espa-cio para Ia estructuracion de las interacciones redprocas

    SOCIOLOGfA Y ESPACIO I l'l

    se pone de manifiesto en el hecho de que una modifica cion de la escala puede traer consigo una modificaci6n de la relacion. Debe quedar claro, sin embargo, que se habla de la mera posibilidad y no de la certeza, pues, como sc ha dicho una y otra vez, para Simmel el espacio noes un factor determinante, sino condicionante.

    e) Movilidad. Para Simmel, la posibilidad de que los seres humanos se muevan de un lugar a otro es lo que da a nues-tro mundo moderno "el genero de existencia que cono-cemos". Esta cualidad nos permite observar las relaciones socioespaciales que se desprenden de fenomenos como la migracion. Mediante el analisis de la figura del extranje-ro, Simmel es capaz de dar cuenta de que la proximidad es-pacial no siempre viene aparejada con una proximidad social.

    La morfologia social de Emile Durkfzeim

    Para Emile Durkheim y los colaboradores de Ia revista I.:annee sociologique, entre los que encontramos a destacadas figuras de Ia ciencia social francesa como Marcel Mauss, Maurice Halb-wachs, Celestin Bougie y Fran~ois Simiand, el espacio siempre fue una importante dimension del analisis social. La relevancia del espacio queda de manifiesto en Ia pretension de Durkheim de fun dar una disci plina cien tffica denominada "morfologfa social". Mezcla de geograffa humana y demograffa estadfstica, Ia morfo-logfa social tiene el objetivo fundamental de estudiar el sustrato material de las sociedades. A este respecto reflexiona Durkheim:

    La vida social reposa sobre un sustrato que esta determinado ta n to en su tamafio como en su forma. Lo que lo constituye es Ia mas:1 de los individuos que componen Ia sociedad, el modo como csdn distribuidos sabre el terreno y Ia naturaleza y Ia configuraci6n d

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    los fen6menos sociales [ ... ] H e aqu1 todo un con junto de problemas que evidentemente interesan a Ia sociologia y que, al refer~rse todos ellos a un unico y mismo objeto, deben ser Ia competenCia de una y Ia misma ciencia. Es a esta ciencia a Ia que proponemos Hamar moifolog{a social (Durkheim, 1989:241-242).

    Un caso prototfpico de la manera en que Durkhei~ co~cebi'a esta capacidad que la forma de la sociedad tiene de m_flmr en las representaciones sociales puede encontrarse en su hbro De La division del trabajo social de 1893. Para dar cuenta de las ca~sas efectivas que llevaron a las sociedades a dividir el trabaJO, Durkheim recurre a una explicacion de corte morfologico. En su opinion, existe una suerte de "presion evolutiva" derivada del aumento en la densidad material del grupo que lleva a las so-ciedades a pasar de lo homogeneo a lo heterogeneo. Cuando Durkheim habla de la "densidad material" remite al hecho de que la distancia real entre los individuos se acorta debido al creci-miento de la poblacion en un espacio determinado. A su vez, el aumento de esta densidad material puede tener como correlato un incremento de la densidad moral, es decir, de las relacioncs sociales efectivas. Justo cuando esto sucede, es decir, cuando hay mas relaciones sociales entre individuos en un determinado Iugar, es cuando surge la ya mencionada '_'p_r,esion evo_l~~va", pues este orden de cosas funge como condtcwn d~ postbthdad del aumento de la intensidad en la lucha por la vtda que, a Sll vez tiene como correlato posible la emergencia del conflicto. En est: contexto los individuos que realizan las mismas actividad(s subsisten co~ mayores dificultades. Sobre este punto, Durkheim reflexiona en los siguientes terminos:

    En una misma ciudad las diferentes profesiones pueden coexis111 sin verse obligadas a perjudicarse recfprocamente, pues persiguru objetos diferentes. El soldado busca Ia gloria militar; _el sace~dolc . Ia autoridad moral; el hombre de Estado, el poder; elmdustnal,l.a riqueza; el sabio, el renombre cientifico; cada uno de ellos pun ic.

    SOCIOLOGlA Y ESPACIO IW

    pues, alcanzar su fin sin impedir a los otros alcanzar el suyo. Lo mis mo sucede tambien incluso cuando las funciones se hallan mcnos alejadas unas de otras. El medico oculista no hace concurrencia al que cura las enfermedades mentales, ni el zapatero al sombrerero, ni el albaiiil a! ebanista, ni el ffsico a! qufmico, etc.; como prestan servicios diferentes, pueden prestarlos paralelamente. Cuanto mas, sin embargo, se aproximen las funciones, mas puntos de contacto hay entre elias, mas expuestas estan, por consiguiente, a combatir-se (Durkheim, 1990:281-282).

    De tal suerte que, para Durkheim, "La division del trabajo varfa en razon directa al volumen y a Ia densidad de las socie-dades, y, si progresa de una manera continua en el transcurso el desenvolvimiento social, es que las sociedades, de una manera regular se hacen mas densas, y, por regia, mas voluminosas" (Durkheim, 1990:275-276).

    LA ESPACIALIDAD URBANA

    Georg Simmel y la vida en las grandes ciudades

    1\dcmas de sus reflexiones en torno a las cualidades fundamen-l.dcs del espacio, Simmel ha dejado su impronta en la tematica '\pacial g racias a su celebre ensayo de 1903 : "Las grandes urbes \ L1 vida del espi'ritu" (Simmel, 1986a). En este escrito, Simmel 111.diza los efectos que las grandes aglomeraciones urbanas tie-

    Ill 11 en Ia subjetividad del ser humano, dando asf inicio a una 11 .11licion que continuara principalmente con los estudios de eco-l,gla urbana de la denominada Escuela de Chicago.

    Para Simmel el primer aspecto que debe tomarse en consi-ol, 1 .~eion en el analisis de la condicion del individuo en la vida 111 h,tfHl moderna es aquello que denomina "el acrecentam icnto ,1, l.1 vida nerviosa". A este respecto, Simmel reflexiona:

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    El fundamento psicol6gico sobre el que se alza el tipo de individua-lidades urbanitas es el acrecentamiento de la vida nerviosa, que tiene su origen en el rapido e ininterrumpido intercambio de impresio-nes internas y externas [ ... ] En tanto que Ia gran urbe crea precisa-mente estas condiciones psicol6gicas (a cada paso por Ia calle, con el tempo y las multiplicidades de Ia vida econ6mica, profesional, social), produce ya en los fundamentos sensoriales de Ia vida ani-mica, en el quantum de consciencia que esta nos exige a causa de nues-tra organizaci6n como seres de Ia diferencia, una profunda oposici6n frente a Ia pequefia ciudad y Ia vida del campo, con el ritmo de su imagen senso-espiritual de Ia vida que fluye mas leota, mas habitual y mas regular (Simmel, 1986a:247-248).

    Simmel considera que este incremento de Ia vida nerviosa es, a su vez, condicion de posibilidad de la emergencia del caracter intelectualista de la vida anfmica urbana. AI estar basada en la tranquilidad de las costumbres, la vida anfmica del poblado de menores dimensiones tiene por centro el establecimiento de re-laciones basadas en Ia sensibilidad. En franco contraste, la vida anfmica del urbanita se estructura a partir del entendimiento, ya que solo este es capaz de generar la adaptabilidad necesaria de nuestro espfritu ante los ingentes insumos del entorno. Asf, Ia centralidad del entendimiento en la vida anfmica del habi-tante de Ia gran ciudad se traduce en una personalidad marcada por la racionalidad ( entendida como racionalidad tecnico-ins-trumental) .

    La vida anfmica del urbanita tambien se caracteriza por un permanente afan de individuacion. En efecto, la preponderan-cia en la vida moderna del desarrollo de lo que Simmel denomi-na el espfritu objetivo -es decir, de la cosificacion y masificacion de los productos de Ia cultura humana- lleva a que diversos individuos, en su aspiracion de no ser nivelados porIa dinamica social, se esfuercen por marcar su diferencia respecto a los demas. Por esta razon no resulta extrafio que justo en las grandes ciu clades sea donde podemos encontrar las personalidades mas ex travagantes.

    SOCIOLOGfA Y ESPACIO 111

    Un ultimo aspecto de Ia vida en las grandes ciudades qu

  • 142 JORGE GALINDO

    por Ia problematica empfrica propia del periodista. Estudian:e de fi lologfa, historia y filosofia, alumno de ~ohn De~ey en Mt-h . de Georg Simmel en Berlin y de Wtlhelm Wmdelband c tgan, . , d d

    en Estrasburgo y Heidelberg, Park ~e tambten rep_ortero e ts-tintos peri6dicos estadounidenses e tncluso fu~g~o como secre-tario del Jfder afroamericano de los derechos ctvtles: Booker T. Washington. .

    Para Park Ia ciudad representaba el gran lab~ratono don?e se gestaba el ser humano moderno por exc:le~Cia: el_ urba~tta (Park, Burgess et al., 1925). Apoyado en las tecmcas de t~vestJ.gaci6n de los antrop6logos y de Ia mano de conceptos _denvados de Ia sociologfa y Ia ecologfa, Park nos presenta una_t,~agen dual de Ia sociedad, a saber: Ia sociedad como orden btotJ.co y Ia so-ciedad como orden cultural. Esta dualidad co~c~ptual ~e per-

    tl' Park observar con gran nitidez Ia recurstvtdad extstentc mt oa bT en las relaciones entre el orden material y el orden stm o tco. La ecologfa humana de Park reconoce, pues, qu~ 1~ c~mpetencia - principia regulativo de todo lo vtvo- ~sta ~~r_mtada p~r Ia cultura. De tal suerte que Ia superestructura stmbohca se cons-tituye en un instrumento de direcci6n y control de la estruc~ura bi6tica. Desde esta 6ptica, Ia comunidad humana ~s constdc-rada como una poblaci6n que vive en un area determt~ada y q~c posee una cultura material (artefactos ~ecnol6gicos) e tnmatenal (costumbres y creencias) que determma el us~ ~~ !os re~ursoli naturales y las funciones desempeiiadas en Ia dtvtswn soctal dd trabajo.

    Asf, por ejemplo, Park describe Ia for~a e~-que el desarro llo de los medios de difusi6n de Ia comumcacton y de ~a movt Iidad urbana va mermando Ia significaci6n de las relacwnes dr vecindad, pues el urbanita no tiene por que pasa: Ia mayor parte de su tiempo en su vecindario. Por el contrano, las r~ l. ciones propias de las areas de segregaci6n (com~ los guetos) ~It' ll den a preservar Ia solidaridad de an_tafio propta de los vecmm En dichas areas las relaciones de vecmdad seven reforzadas por

    SOCIOLOGfA Y ESPACJO

    Ia pertenencia a un determinado grupo racial o una dctermina da ra_za. De tal suerte que ahf Ia distancia espacial y Ia distancia afecttva terminan por reforzarse mutuamente.

    Louis Wirth y el urbanismo como modo de vida

    Para Louis Wirth el mundo moderno se caracteriza fundamental-mente por ei hecho de que Ia especie humana se ha concentrado en grandes aglomeraciones urbanas. Si bien Wirth consideraba que Ia sociologfa de su tiempo habfa hecho importantes avances en el estudio de Ia sociabilidad urbana, no dejaba de reconocer q ue Ia disciplina carecfa aun de una teorfa coherente del feno-meno urb_a~~- Par~ p,o~er paliar _esta situaci6n, Wirth propane una defimcwn socwlog1ca de Ia cmdad que permita orientar los csfuerzos conceptuales de la disciplina. Asf, para Wirth Ia ciu-dad se define como: "un establecimiento relativamente grande, dc~so y permanente de individuos socialmente heterogeneos" ~trth, 2005:4). A partir de esta definicion, Wirth se da a Ia tarea d_c tnvestiga~ cuales son las formas de accion y organizacion so-' 1ales que tfptcamente se derivan del establecimiento de individuos 'ocialmente heterogeneos en un medio urbano. A continuacion 'eran expuestas algunas refiexiones de Wirth en torno a los tres ,fcmentos constitutivos del fen6meno urbano.

    1) Tamaiio de Ia poblacion. No cabe duda que Ia estructura de las relaciones sociales entre los individuos se vera afectada porIa cantidad de habitantes de una determinada ciudad. Por ejemplo, es bien sabido que e1 conocimiento mutuo de todos sus habitantes resulta imposible. Esto lleva a que gran parte de las relaciones sociales que establece el ur-banita tengan que estar marcadas por una presentacion fragmentada de Ia personalidad, pues comunmente solo podemos mos~ar aquellos rasgos de personalidad exigi-dos por ei rol fiJado porIa situaci6n social. Esta fragmcn

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    taci6n de la personalidad -acompafiada de su correlate sociol6gico: la segmentacion de roles- tendra para el urbanita un significado ambivalente, ya que, si bien par una parte implica un grado de libertad impensable para el habitante del pequefio poblado, par la otra, puede He-gar a generar tales problemas de integracion que Wirth no dud a en evocar el concepto durkheimiano de anomia para caracterizar esta situacion.

    2) Densidad. En lo que respecta a los topicos referidos a la densidad de la poblacion, Wirth remite en primera ins-tancia a las reflexiones de Durkheim ya antes presentadas en torno a la relacion existente entre este fenomeno y la division social del trabajo. Par otra parte, la densidad de la poblacion genera tam bien ciertas estructuras subjeti-vas dignas de destacarse. Entre estas una que incumbc particularmente al habitante de la ciudad de Mexico cs aquella que refiere al hecho de que la densidad urbana expone a nuestros sentidos (especialmente al sentido de lavista) a enormes contrastes. Asf, par ejemplo, el urbanita se acostumbra a convivir cotidianamente con "esplendor y escualidez, riqueza y pobreza, inteligencia e ignorancia, arden y caos" (Wirth, 2005:8). La densidad tambien con lleva a una intensa lucha par el espacio.

    3) Heterogeneidad. Las relaciones sociales entre individuo~ socialmente heterogeneos se caracterizan par su proclivi dad a romper con "la rigidez de las llneas de casta y a com plicar la estructura de clases, produciendo a sf un entramadc 1 de estratificacion social mas diferenciado y ramificado qui' el que se encuentra en sociedades mas integradas" (Wirth, 2005:9). Este contexto social fomenta la movilidad - ts pacial y social-, y hace que el individuo aprenda a V!'t la inseguridad y la inestabilidad como elementos constitu tivos de su cotidianeidad. Esta movilidad, a su vez, dih culta que un grupo determinado sea capaz de monopolizar

    SOCIOLOG[A Y ESPACIO l l'i

    Ia lealtad del individuo. Paradojicamente Ia crecicnte in dividualizaci6n de Ia vida en Ia ciudad s~ ve contrarn:s tada -t~l y .como lo habfa observado Simmel- par una tendenc1a mveladora en la cual el individuo se conviertc ~n ~~a mera categorfa. Asf, por ejemplo, para la polftica c1 mdJvtduo noes mas que un componente de Ia masa elec-toral, Y para Ia economfa una categorfa particular de clien-te (solo basta entrar a una tienda departamental y observar que ahf uno solo existe en tanto que "bebe" "niii " "d _

    , " b , o, a rna o ca allero").

    ESPACIO Y DESIGUALDAD

    Pierre Bourdieu: habitus y habitat

    ~n ~u obra de .1912, Las_ formas elementales de la vida religiosa, E~Ile D~rJc?eJ.O: re~exwno sabre Ia manera en que las clasifi-c.acJOnes pnm1t1vas se traducen al espacio ffsico. En este sen-lido, Durkheim afirma:

    La sociedad supone, pues, una organizaci6n consciente de si que no es otra cosa que una clasificaci6n. Esta organizaci6n de la sociedad se comunica natural~ente al espacio que ella ocupa. Para prevenir tod,o choque, es prec1so que una porci6n determinada del espacio est~ afectada a cada grupo particular: en otros terminos, es nece-sano que e~ :s~acio total este dividido, d iferenciado, orientado, y que es~a~ dJvJsJones y esas orientaciones sean conocidas por todos los espmtus (Durkheim, 1991 :452).

    Aiios despues, Pierre Bourdieu recupero este planteamicn-to para desarrollar una sociologfa de los usos sociales del espacio 11.1sada en ~n concepto de espacio dual y relacional. En efecto, P1ra Bourd1eu el concepto de espacio no solo remite a Ia rea!i d.1cl ffsica, sino fundamentalmente a] "Iugar" simbol ico-so~ial

  • 146 JORGE GALINDO

    en el que las practicas se hacen inteligibles al distinguirse unas de otras.

    Debido a que Bourdieu considera que ninguna practica pue-de explicarse por sf misma (pues solo podemos en tender, por ejem-plo, que significa leer a Marcel Proust si conocemos ellugar que este au tor ocupa en el campo de la literatura), recurre a esta me-tcifora espacial para dar cuenta de las relaciones de jerarqufa que hacen inteligible el significado de las prcicticas. Por esta razon, cuando Bourdieu busca analizar fenomenos socioespaciales co-mo los guetos, seve en la necesidad de distinguir entre el espacio ffsico y el espacio social, hacienda de este ultimo el factor que explica la estructuracion del primero.

    Para Bourdieu el espacio ffsico adquiere relevancia para el analisis sociologico por el hecho de que

    [ ... ] en tanto cuerpos (e individuos biol6gicos), los seres humanos estan, en el mismo concepto que las cosas, situados en un Iugar (no estan dotados de Ia ubicuidad que les permitirfa estar en varios lugares a Ia vez) y ocupan un sitio. E!lugar puede definirse decidida-mente como el pun to del espacio fisico en que escin situados, "tienen Iugar", un agente o una cosa. Vale decir, ya sea como localizaci6n, ya, desde un pun to de vista relacional, como posicion, rango en un orden. Elsitio ocupado puede definirse como Ia extension, Ia super-ficie y el volumen que un individuo o una cosa ocupan en el espacio ffs ico, sus dimensiones o, mejor, su volumen exterior (como a veces suele decirse de un vehfculo o un inmueble) (Bourdieu, 1999: 119).

    Empero, esta localizacion y posicionamiento espacial no sc explican por sus cualidades intrfnsecas, sino por la localizaci6n y c1 posicionamiento de los agentes en el espacio social.

    De hecho, el espacio social se retraduce en el espacio ffsico, pero siempre de manera mas o menos turbia, el poder sobre el espacio que da Ia posesi6n del capital en sus diversas especies se manific~ ta en el espacio ffsico apropiado en Ia forma de determinada relaciou

    SOCIOLOGfA Y ESPACIO 1

  • 148 JORGE GALINDO

    razon, el espacio flsico se nos presenta como una re~lidad en Ia que las diferentes especies de individuos, grupos, btenes y ser-vicios se distribuyen en funcion del volumen y Ia estructura del capital que posean. De ello resulta Ia concent~acion _e~ deter-minados lugares de los individuos y grupos meJOr posKwnados en Ia escala social, asf como de los bienes mas escasos.

    Evidentemente, estas concentraciones no solo sedan dellado de los mejor posicionados, ya que tam bien aquellos que no ocu-pan un Iugar privilegiado tienden a concentrase ~n ~eterminad~s regiones del espacio ffsico; y de hecho Ia ~spectfictdad -posl-tiva o negativa- de cad a una depende relactonalmente de Ia otra. Al igual que en el ejemplo sobre Ia lectura de Proust, lo esen-cial de tener un negocio en Santa Fe o en Polanco solo puede aprehenderse si, como menciona Bourdieu a proposito de los comercios en Ia Quinta Avenida deN ueva York y Ia rue Fauburg Saint-Honore parisina, "se los pone en relacion con comercios situados en el mismo campo, en posiciones inferiores, pero en otras regiones del espacio flsico" (Bourdieu, 1999:121). Es aquf donde podemos apreciar la manera en que las _oposiciones p~~pias del espacio ffsico son proclives a ~eproduetrse_en ~os espm -tus y el lenguaje: "en la forma de opostcwnes constttuttvas de un principia de vision y division, vale decir, en tanto que categorfas de percepcion y evaluacion o de estructuras mentales" (Bour-dieu, 1999:121).

    El aspecto fundamental que Bourdieu busca develar con su anal isis sobre la estructura social del espacio es Ia lucha de Ia que csta es resultado. Justamente, hace falta desnaturalizar al espacio para poder ver Ia arbitrariedad social del poder operando s?brc cl. Para mostrar aquello que se esconde detras de una reahdad a primera vista tan natural como el espacio, Bourdieu uti~iz~ !o~ siguicntes tipos de ganancias relacionadas con su aproptacwn:

    Las ganancias de espacio pueden asumir Ia forma deganancias de lo calizaci6n, en sf mismas susceptibles de analizarse en dos clases: Ia~

    SOCIOLOGfA Y ESPACIO 1111

    rentas (llamadas de situaci6n) que se asocian a! hecho de cst:cJ ~i tuado junto a agentes y bienes escasos y deseables (tales como los equipamientos educativos, culturales o sanitarios); lasganancias dt< posicion ode ran go (como las que asegura una direcci6n prestigiosa), caso particular de las ganancias simb6licas de distinci6n que se vincu-lan a Ia posesi6n monop61ica de una propiedad distintiva [ ... ] Adem as pueden asumir Ia forma deganancias de ocupaci6n (ode volumen) y Ia posesi6n de un espacio ffsico (grandes parques, amplios depar-tamentos, etcetera) puede ser una manera de mantener a distancia y excluir toda clase de intrusiones indeseables (Bourdieu, 1999: 122).

    De Ia reflexi6n anterior se desprende una interesante idea respecto a una particular forma del capital espacial que podrfa-mos denominar "capital de movilidad", pues en el contexto del mundo globalizado esta claro que aquel que carece de (ciertos) capital(es) queda irremediablemente atado allugar. .

    EL ESPACIO DE LA INTERACCION

    Erving Coffman y Ia organizaci6n espacial de los encuentros

    < :omo pudo verse en el ejemplo que abre el presente texto, la es-t ructuracion social del espacio no remite necesariamente a la cscala "macro". Esta claro, pues, que aquello que desde el pun-to de vista sociologico se puede denominar "lo infinitamente pcquefio", a saber la interaccion, es tambien un fenomeno espa- 1,d. Desde el punto de vista de la sociologfa, el concepto de in-lnaccion define un tipo de relacion social caracterizada por la l'ncepcion recfproca. En este sentido, la espacialidad de la in-lc 1.1ccion queda definida por el alcance de nuestros sentidos.

    \~f. Ia interaccion termina, basicamente, cuando y donde ya no I11 Hicmos ver, escuchar u oler a los demas actores, en principia, 1nvolucrados. Ya Simmel en su digresion sobre la sociologfa de lc scntidos incluida en sus reflexiones sobre el espacio habfa

  • 150 JORGE GALINDO

    dado muchas pistas de esto (Simmel, 1986:676-695). A.fios des-pues, Goffman recupera la curiosidad por lo pequefio y desarro-lla una aproximacion conceptual cuya finalidad es descifrar los enigmas de este (micro) orden social.

    Una de las aproximaciones clasicas de Goffman a las estructu-ras espaciales de la interaccion puede encontrarse en su obra de 1959 La presentaci6n de La persona en La vida cotidiana (Goffman, 2006). En dicha obra Goffman desarrolla un enfoque teatral para dar cuenta de los encuentros interactivos. Al igual que un actor solo puede entrar a escena si conoce su papel y si tiene todos los aditamentos para ejecutarlo (vestuario, escenografia, etc.), el actor social seve constrefiido a "representar" un rol para poder man-tener una determinada situacion social. Asi, por ejemplo, para poder representar cabalmente el rol de medico un determina-do actor no solo requiere los conocimientos, sino que tambien necesita comportarse e incluso vestirse como tal. Seria dificil depositar nuestra confianza en un sujeto que nos recibe en su consultorio hablando calo urbano y vestido con un overol de mecanico o con la camiseta de un equipo de futbol. Sin impor-tar que tan bueno sea, simple y llanamente no le creeriamos que es medico. Algo similar pasa con ellugar en el que nos recibe. Un consultorio tipico suele exhibir los diplomas que acreditan los co-nocimientos profesionales del medico en cuestion. Dependiendo de la especialidad que el medico tenga, esperaremos una de-terminada escenografla. Al pediatra le perdonaremos que tenga cuadros de ositos y pal etas, algo que no nos inspiraria nada de con-fianza en el caso del urologo.

    Siguiendo con la metafora teatral, Goffman considera que si bien es cierto que los actores necesitan tener todo listo para salir a escena, tam bien requieren disponer de un espacio para dejar ck )ado el papel que se les exige (o que se exigen) interpretar. Asf, Goffman establece que nuestro comportamiento esta regionaliza do y denomina a las dos regiones fundamentales que lo estructuran con los conceptos de "region anterior" y "region posterior". La rc

    SOCIOLOGfA y ESPACJO I 'l l

    gion anterior es el ambito don de ti 1 sultorio, el salon de clases I ~ned ugar la actuacion (cl COil La region posterior. por s~ a :esa o7 enos espera nuestra cita) . que se han suprimido del rpal ~ es e dlugardonde los elementos

    o eJecuta o hacen s . . , este sentido Goffman refl . "E u apancwn. En

    , exwna s muy co , 1 posterior de una represent . , . mun que a region Iugar donde se lleva a cabo e:~o:~eed:~~~entre edn udn extremo del clio de u ~ separa a e ella por mc-

    M' n~l ~mpara y un pastllo vigilado" (Goffman 2006124) . as a a e estas dos regiones fundamen I G , . .

    ttfica una tercera region a Ia cual d . ta es,_ offman Iden-de "region exterior" remite 1 e~omma extenor. EI concepto

    a espacw que es irrel puesta en escena d d . evante para la e una etermmada actu . , E do, podrfamos decir . . acwn. n este senti-

    csta afuera del teatro:ue la region extenor designa todo lo que

    En nuestra sociedad la diferencia e 1 . , region posterior desempefia un 1 ntre a regwn anterior y la Ia estructuracion de la co d _pape fundamental no solo en

    n ucta smo tam bien 1 . . to de los estereoti os D h ' . en e manterumien-gional" del trabaJ~ s. ,e le~ho, existe una suerte de division "re-

    egun a Imagen de 1a pe A , . que los empleos en las re . . rsona. SI, mientras tess, etc.) seran ocupado gwnl es antenores (recepcionistas, hos-

    s por a gente "bon " 1 rcgiones traseras (generalmente todo a , Ita ' os p_uestos de las lar con el cliente) se asignaran a 1 "quel que no ?ene que tra-

    p , 1 . os menos agrac1ados" or u timo, debe quedar claro 1 d. . . , .. lcrior remite a una rea1idad I . qule Ea Istmcwn antenor/pos-1. re acwna sto signifi d t rcndo de Ia actuacion que v 11 ca que, epen-

    lr;gar puede ser region anter~;: re~~~~:~~~7~~~;termi~ado p o, una oficina puede ser ellu a d d . I, por eJem-' i6n o ellugar donde est g .r, on e se prepare una actua -

    a actuacwn se llevara a cabo.

    Tiempo, espacio y regionaLizaci6n en Anthony Giddens

    I >e Ia mano del ana1isis goffmaniano de 1 . . , ~:mgraffa historica de Torste H a Interaccwn y de Ia n agerstrand, Anthony G iddens

  • 152 JORGE GALINDO

    rctoma el concepto de region para dar cuenta de la importan~ia del espacio (y el tiempo) en Ia estructuracion de Ia vida social (Giddens, 1995). A diferencia de los representantes del ~struc: tural funcionalismo, quienes consideran que el arden social esta basado en Ia interiorizacion de estructuras normativas par parte de los actores, en su teoria de Ia estructuracion Giddens piensa que la continuidad de Ia vida social (el arden social) ~e debe a que los actores desarrollan un dominio pnktico-refleXIvo sabre sus acciones. Este dominio pnktico-reflexivo se alcanza gracias ala rutina, pues solo mediante ella podemos desarrolla_r Ia s~guridad ontologica necesaria para veneer Ia angustia que Imphca_ hacer alga par vez primera. Recordemos Ia prim era vez que subm~os _a una bicicleta, Ia inseguridad con Ia que pedaleabamos, las suph-cas a nuestros padres para que no nos soltaran. Tras unas cuan-tas caidas, sin embargo, nos convertimos en ciclistas consum~dos. Cuando se ha arribado a dicho estado, las casas han cambiado radicalmente. Nos apena que nuestros padres esten tan al pen-diente de nosotros y aprovechamos cualquier oportunidad para realizar aetas par demas temerarios. La diferencia entre un mo-m en toy otro es que Ia practica nos ha ayudado _a _desarrollar las tecnicas de cuerpo necesarias para andar en bicicleta al grado que ya no tenemos que pensar lo que estamos hacienda (no pen samos que debemos pedalear, doblar ala derecha, f~enar, etc.). Asi, para Giddens este domini a practico sabre las .accwnes (y no la incorporacion de esquemas sistemico-norm_ativos) es lo ~ll(' hace en primera instancia posible Ia emergenoa de reguland:l des; yen este proceso la dimension espaciotemporal desempcn.r un papel fundamental. .

    Para dar cuenta de la man era en que la dimension espacwtcnr poral contribuye a Ia estructuracion de nues~a c~~ducta, Giddtm propane analizar Ia jornada com lin de un mdlVlduo. A lo !ar_g" del dia las actividades de un actor tipico se desarrollan en drstur tas sed~s, las cuales estan divididas a su vez en regiones (Gidckm, 1995: 151). E l concepto de "sede" en Ia teoria de Ia estructuranon

    SOCIOLOG[A Y ESPACIO l 'il

    remite a tod.a porcion delimitada del espacio flsico que fungc ro ~o ~~c:,nano de una interaccion. Por su parte, el concepto dl' regton refiere a la diferenciacion espaciotemporal a] interior

    de una de~erminada sede. As!, por ejemplo, el concepto de sedc puede aphcarse a realidades tan diversas como una casa una fabri~a, ~na ciudad o un Estado nacional. A su vez, -para ~odcr contrtbmr a Ia organizacion de la conducta de los actores socia-les, c.ada sede se divide en regiones. De tal suerte que, por poner un eJemplo, una casa tfpica se divide en recamaras sala come-dar, cocina y baiio. Cada uno de estos espacios reU:ite n~ solo a una realidad ffsica separada del resto, sino a una determinada es-tructura temporal. Asf, por lo regular las recamaras son espacios donde se llevan a cabo acciones por la maiiana y la noche, mien-tras q~e la sala, e1 comedor y la cocina albergan actividades diur-n_as. St en Iugar de una casa consideramos a una determinada cmdad como sede, ~ntonces veremos Ia diferenciacion espacio-temporal de las regwnes de actividad en terminos de casa tra-baj~ Y l~gar_e/s de div_ersion. Para Giddens, esta clara que' esta regwnaltzacwn espacwtemporal de las sedes contribuye a estruc-lurar las practicas, pues si no contaramos con estos escenarios nuestras acciones quedarfan sumergidas en un mar de incerti-clumbre.

    Esta aproximacion a las rutinas cotidianas permite a Giddens llcvar a cab~ un analisis que va mas alia de lo que comunmen-lt: s~ deno~u~a ,~ic~osociologfa, ya que las sedes, en tanto que ~taltdades fiJas (evtdentemente, nada es para siempre, pero no '.rbe duda que la materialidad de las distintas sedes las con vier-'"en elementos estables de Ia vida social), contribuyen a Ia inte-g .rei on de las realidades micro propias de Ia interaccion entre 111 tsentes con las realidades macro propias de las instituciones. hi', c1 espacio se convierte en el elemento clave para desarrollar '" ' ' teorfa capa~ de integrar lo micro con lo macro, pues s61o Ja llf('Za del espacw puede proporcionar a la vida socialla cstabi l1do~d necesaria para mantenerse coherente en el tiempo. En cstc

  • J 54 JORGE GALINDO

    sentido, el espacio debe servisto como una estructura fundamen tal de lo social. Cabe recordar que para Giddens el concepto de cstructura no solo connota constrefiimiento, sino tambien po-sibilidad. Para Ia teorfa de Ia estructuracion, el espacio es, pues, un recurso del que los actores pueden hacer uso para potenciar sus capacidades (y, en este sentido, un elemento que contribuyc a generar gradientes de poder).

    Sin embargo, Ia importancia que el espacio reviste en Ia teo-ria de Ia estructuracion de Giddens no solo tiene que ver con Ia manera en que para esta los actores pueden llegar a estructurar sus acciones mediante un dominio pnl.ctico-reflexivo del espacio (si ellector aun no esta del todo convencido de Ia importancia del espacio en Ia estructuracion de Ia vida cotidiana se le invita a reacomodar los muebles en sus espacios cotidianos y a monitorear los pequefios episodios de descontrol practico que este cambio puede generar antes de haber incorporado el nuevo ordenamien-to mediante el trato rutinario), sino tambien con Ia forma en que concebimos a Ia modernidad como realidad social (Giddens, 1993). En efecto, para Giddens la modernidad se caracteriza por un dinamismo estructural en gran parte posibilitado por lo que de-nomina el "desanclaje" espaciotemporal. Por desanclaje, Giddens entiende Ia capacidad que las relaciones sociales tienen de des-pegarse de sus contextos locales de interaccion para reestructu-rarse en espacios y tiempos indefinidos. Evidentemente, esta capacidad de despegue noes algo privativo del mundo moderno. Sin embargo, en esta epoca como en ninguna otra, el desancla-je se ha potencializado gracias al desarrollo de las sefiales simbo-licas (como el dinero) y de los sistemas expertos (las tecnologfas de Ia comunicacion y el transporte). Asf, para Giddens Ia moder-nidad es, en gran parte, un fenomeno que remite a Ia ampliacion del horizonte espacial de las relaciones sociales en el marco de una tccnologfa orientada a Ia convergencia espaciotemporal, es dec-ir, a Ia reduccion del tiempo empleado para trasladarse de un Iugar a otro.

    SOCIOLOGiA Y ESPACIO 155

    CONCLUSIONES: HACIA lA CIENCIA SOCIAL DEL ESPACIO

    Sin una pretension de exhaustividad, el presente articulo ha bus-' ado introducir al lector a Ia sociologfa del espacio. Para hacer-lo se analizaron reflexiones teorico-sociologicas en las que se observa el proceso recursivo mediante el cualla sociedad no solo cstructura al espacio, sino que se estructura a sf misma a traves de este espacio previamente socializado. En este sentido, debe quedar claro que la sociologfa nose in teresa en el espacio per se, sino en el espacio en tanto que realidad incorporada en el flujo de la practica social. En tanto que realidad "socialmente cons-truida".

    No obstante Ia representatividad de las posturas expuestas en este escrito, un trabajo mas extenso sobre el tema no podrfa dejar de lado las siguientes aproximaciones: el analisis de Ia tipologfa de las ciudades de Max Weber (1992:938-1046); las contribuciones de Maurice Halbwachs sobre las relaciones entre memoria colec-tiva y espacio (1997: 193-236); los aportes del mismo Halbwachs (1970; 2004) y del resto de los durkheimianos - fundamen-talmente Marcel Mauss (2006:41-47) y Celestin Bougie (1945: 71-83)- al desarrollo de Ia morfologfa social; las reflexiones de Alfred Schutz sobre el ordenamiento espacial del mundo de Ia vida cotidiana (Schutz y Ludemann, 2003:54-61); las investiga-ciones deN orbert Elias sobre las estructuras habitacionales como fndice de las estructuras sociales (1996:60-90) y sobre las relacio-nes entre establecidos y marginales en las comunidades urbanas (Elias y Scotson, 1994); las indagaciones del ya mencionado Er-ving Goffman sobre los territorios del yo (1979); los aportes de Manuel Cas tells a Ia sociologfa urbana de corte marxista (2004) y a Ia so~iologfa de Ia globalizacion (1996:409-462); Ia sociologfa de Ia movilidad de John Urry (2007); las etnograffas urbanas de-sarrolladas desde una perspectiva b0urdiana por Lo!c Wacquant (2007); las investigaciones sobre Ia :;ociologfa de la materialidad

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    y Ia tecnologfa plasmadas en la teorfa del actor red de Bruno La tour (2008), asf como las contribuciones teoricas de Martina Low (2001).

    Mas alia de la sociologfa, Ia teorfa social del espacio ha cono-cido desarrollos importantes en Ia obra de filosofos como Mar-tin Heidegger (1997:207-229), Henri Lefebvre (1991) y Michel Foucault (2005). En el ambito de Ia historia, las reflexiones de Fernand Braude! (2002) siguen siendo paradigmaticas.

    Por otra parte, recientemente Ia geograffa ha abandonado su tradicional mutismo teorico y ha comenzado a abonar el te-rreno para lo que puede llegar a ser una fructffera relacion con Ia sociologfa. Entre los avances de este movimiento podemos des-tacar a Ia geograffa marxista de David Harvey (2004), Ia geogra-ffa posmoderna de Edward Soja (1994), las investigaciones de Nigel Thrift (1996) y, muy particularmente, lo trabajos de Jacques Levy (1999); Levy y Lussault (2003) y Michel Lussault (2007).

    A su vez, Ia consolidacion de los sistemas de informacion geografica parece anunciar una era dorada de los analisis so-cioespaciales. No cabe duda que queda aun mucho por hacer. Sin embargo, tal y como se ha mostrado, recordar lo que Ia socio-logfa ha dicho sabre el espacio es un primer paso hacia Ia plena incorporacion de la dimension espacial a las investigaciones de Ia disciplina.

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