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1 MARÍA EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓNXXI Jornadas de M. Teresa: María en la contemplación y en la predicación Congregación de Santo Domingo - Granada, 10 Febrero 2013 José Cristo Rey García Paredes, CMF I. PRESENCIA DE MARÍA EN LA MISIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA: INTERVENCIONES, MENSAJE Y PROPUESTAS DEL SÍNODO 1. INTERVENCIONES EN EL AULA SINODAL 2. MARÍA EN EL “MENSAJEDEL SÍNODO 3. MARÍA EN LAS “PROPOSITIONESDE LOS PADRES SINODALES 4. LA VISIÓN SINODAL DE LA "NUEVA EVANGELIZACIÓN" A) LA NUEVA EVANGELIZACIÓN TIENE SU PRINCIPAL PROTAGONISTA Y ACTOR EN EL ESPÍRITU SANTO. B) LA NUEVA EVANGELIZACIÓNDETECTA Y FACILITA NUEVOS PUNTOS DE ENCUENTROCON JESUCRISTO C) UNA IGLESIA PECADORA EN MISIÓN DE EVANGELIZACIÓNII. MARÍA, ESTRELLA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN 1. DESDE LA MEMORIA: MARÍA, EVANGELIZADA Y EVANGELIZADORA, SUBVERSIVA Y PELIGROSA A) HABITADA POR EL ESPÍRITU DEL ENGENDRAMIENTO B) LA MUJER SUBVERSIVA Y PELIGROSA: MAGNIFICAT EN CONTEXTO C) LA MUJER DEL OTRO EVANGELIO”, OPUESTO AL EVANGELIO IMPERIAL D) DISCÍPULA Y MADRE ESPIRITUAL 2. DESDE LA PRESENCIA MISTERIOSA: COLABORADORA DEL ESPÍRITU, AGENTE PRINCIPAL DE LA MISIÓN EVANGELIZADORA A) COLABORADORA DEL ESPÍRITU: LAS MARIOFANÍAS Y PRESENCIA MATERNA DE MARÍA EN LA VIDA ESPIRITUAL DE LA IGLESIA B) LUCHADORA CONTRA LOS MALOS ESPÍRITUS: LOS MENSAJES C) MARÍA COMO SEDUCCIÓN DE DIOS, EN CLAVE FEMENINA III. CONSECUENCIAS PARA LA MISIÓN EVANGELIZADORA: 1. LA MISIÓN TAREA ESPIRITUAL 2. LA MISIÓN COMO MATERNIDAD 3. LA MISIÓN COMO LUCHA Y ESPERANZA 4. MARÍA EN LA PREDICACIÓN

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MARÍA EN LA “ NUEVA EVANGELIZACIÓN” XXI Jornadas de M. Teresa:

María en la contemplación y en la predicación

Congregación de Santo Domingo - Granada, 10 Febrero 2013

José Cristo Rey García Paredes, CMF

I. PRESENCIA DE MARÍA EN LA MISIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA:

INTERVENCIONES, MENSAJE Y PROPUESTAS DEL SÍNODO

1. INTERVENCIONES EN EL AULA SINODAL

2. MARÍA EN EL “MENSAJE” DEL SÍNODO

3. MARÍA EN LAS “PROPOSITIONES” DE LOS PADRES SINODALES

4. LA VISIÓN SINODAL DE LA "NUEVA EVANGELIZACIÓN" A) LA NUEVA EVANGELIZACIÓN TIENE SU PRINCIPAL PROTAGONISTA Y ACTOR EN EL ESPÍRITU SANTO.

B) LA “NUEVA EVANGELIZACIÓN” DETECTA Y FACILITA “NUEVOS PUNTOS DE ENCUENTRO” CON

JESUCRISTO

C) UNA IGLESIA PECADORA “EN MISIÓN DE EVANGELIZACIÓN”

II. MARÍA, ESTRELLA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

1. DESDE LA MEMORIA: MARÍA, EVANGELIZADA Y EVANGELIZADORA, SUBVERSIVA Y

PELIGROSA A) HABITADA POR EL ESPÍRITU DEL ENGENDRAMIENTO B) LA MUJER SUBVERSIVA Y PELIGROSA: MAGNIFICAT EN CONTEXTO C) LA MUJER DEL “OTRO EVANGELIO”, OPUESTO AL EVANGELIO IMPERIAL D) DISCÍPULA Y MADRE ESPIRITUAL

2. DESDE LA PRESENCIA MISTERIOSA: COLABORADORA DEL ESPÍRITU, AGENTE PRINCIPAL DE

LA MISIÓN EVANGELIZADORA A) COLABORADORA DEL ESPÍRITU: LAS MARIOFANÍAS Y PRESENCIA MATERNA DE MARÍA EN LA VIDA

ESPIRITUAL DE LA IGLESIA B) LUCHADORA CONTRA LOS MALOS ESPÍRITUS: LOS MENSAJES C) MARÍA COMO SEDUCCIÓN DE DIOS, EN CLAVE FEMENINA

III. CONSECUENCIAS PARA LA MISIÓN EVANGELIZADORA:

1. LA MISIÓN TAREA ESPIRITUAL

2. LA MISIÓN COMO MATERNIDAD

3. LA MISIÓN COMO LUCHA Y ESPERANZA

4. MARÍA EN LA PREDICACIÓN

2

María en la “ nueva Evangelización” XXI Jornadas de M. Teresa:

María en la contemplación y en la predicación

Congregación de Santo Domingo

Granada, 10 Febrero 2013

José Cristo Rey García Paredes, CMF

Estamos participando en estas XXI Jornadas de la M. Teresa, dedicadas al tema

“María en la contemplación y en la predicación”. Me corresponde hablar sobre el se-

gundo aspecto “María en la misión evangelizadora de la Iglesia”.

La Iglesia se encuentra en un momento muy crítico. Se sabe llamada, por una par-

te, a emprender “una nueva evangelización” en el contexto del siglo XXI. Así lo de-

muestra el reciente sínodo sobre “La Nueva Evangelización y la transmisión de la

fe”. Por otra parte se contempla a sí misma en estado de vulnerabilidad ante una so-

ciedad globalizada, posmoderna, cada vez más inabarcable y compleja: sabe que ne-

cesita hacerse creíble , pues salen a la luz pública escándalos de diversas índole que

lo impiden.

La virgen María, madre de Jesús es –después de Jesús- la persona más creíble de

nuestra comunidad de fe. La aclamamos como “la purísima”, “la bellísima”, ”la

santísima”. Y nos referimos a ella dentro de la comunidad cristiana no solo como un

personaje del cual nos separa más de veinte siglos de distancia, sino como una “pre-

sencia misteriosa” a la cual es muy sensible la Iglesia y de una manera especialísima

la piedad popular. Así se demuestra en las diversas fiestas marianas, devociones,

santuarios y romerías. Podemos decir que María es “nuestra contemporánea”, aun-

que no nos resulte fácil explicarlo. En este sentido es lícito que nos preguntemos qué

rol puede jugar María en la misión evangelizadora de la Iglesia en este tiempo, en es-

te cambio de época al que estamos asistiendo.

Voy a abordar este tema en tres momentos de reflexión:

Primero: la presencia de María en la misión evangelizadora de la Iglesia según

el Mensaje y las Propuestas del último Sínodo.

Segundo: María, estrella de la “Nueva Evangelización”: desde la “memoria” y

la “presencia misteriosa”.

3

Tercero: Consecuencias para la conversión pastoral y la misión evangeli-

zadora de predicación “hoy”.

I. PRESENCIA DE MARÍA EN LA MISIÓN EVANGELIZADORA DE LA

IGLESIA: INTERVENCIONES, MENSAJE Y PROPUESTAS DEL

SÍNODO

Como podría esperarse, dado el tema del último Sínodo, las referencias a María, la

madre del Señor, fueron esporádicas. No obstante, disponemos de un cierto número

de intervenciones de los Padres sinodales, el Mensaje del Sínodo y algunas Proposi-

ciones –presentadas al Papa-, donde se reflexiona sobre la relación entre María y la

nueva evangelización, que son muy útiles para iniciar el tema.

1. Intervenciones en el aula sinodal

En las intervenciones de los Obispos representantes de los diversos continentes,

únicamente dos de ellos hicieron referencia explícita a María como “madre de la Igle-

sia”1 o “estrella de la nueva evangelización en el largo camino”2. También el Papa

Benedicto XVI - en su homilía con motivo del inicio del año de la fe (jueves, 11 de oc-

tubre de 2012)- dijo:

“que la Virgen María brille siempre como estrella en el camino de la nueva evangeliza-

ción”.

Monseñor Catalino Claudio Giménez Medina, de los Padres de Schönstatt, Obispo de

Caacupé, Presidente de la Conferencia Episcopal de Paraguay, fue el único padre si-

nodal que dedicó una preciosa intervención a María, basándose en el Documento de

Aparecida: habló de ella, presente tanto en la primera evangelización de América La-

tina y del Caribe (como muestran sus innumerables invocaciones), como en la Nueva

Evangelización en la cual aparece María como en una “nueva visitación” a sus hijos

e hijas de Dios dispersos. He aquí sus palabras:

“como madre de la Iglesia, no podemos prescindir de ella en la Nueva Evangelización, en

su función originaria de Portadora gozosa de la Palabra y del Espíritu. La Visitación nos

1 Cf. intervención del cardenal Péter Erdö, Arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría), Presidente de

la Conferencia Episcopal y Presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa

(C.C.E.E.), concluyó su intervención con esta invocación: “Santa María, madre de la Iglesia, ruega

por nosotros”.

2 El cardenal Oswald Gracias, Arzobispo de Bombay (India), Secretario General de la Federation of

Asian Bishops' Conferences" (F.A.B.C.), concluyó su intervención con estas palabras: “Que María,

estrella de la nueva evangelización, nos guíe en el largo camino”.

4

presenta a María como la primera mujer laica misionera con una participación activa

central: a) la reacción de María como aquella que escucha la Palabra y actúa (Lc 8, 19-21;

11, 27ss.); b) su permanencia con Isabel nos habla de amor, de paciencia, de entrega, de

espíritu de servicio (Lc 1, 56); c) cómo María visita hoy también a sus hijos, transmitiendo

a Cristo; d) una nueva evangelización con obras, no solo con palabras: a través de su per-

manencia tres meses ha hecho posible un encuentro con Isabel y su contexto familiar lle-

vando en sí la Palabra hecha carne, en la cotidianidad; e) es un modelo simple (paradigma)

de una nueva Iglesia en Misión permanente, que se presenta más maternal, más acogedora,

más humilde, pobre y servicial en medio a su hijos en el camino del Pueblo de Dios, ense-

ñando a vivir en comunión. Hoy María es la protagonista de una Nueva Visitación en las

casas de nuestra gente. Esta Nueva Visitación será acogida positivamente a semejanza de

la reacción de Isabel que con humildad y alegría salió a recibir a María preguntándose:

¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a mi?” (Lc 1, 43). La Palabra encarna-

da va de casa en casa. Esta es la imagen de la Nueva Evangelización, fruto de la conversión

pastoral: la Iglesia, como Madre, va al encuentro de sus hijos dispersos. Este método con-

lleva un nuevo ardor. Es una expresión eclesial que despierta mucha vida. Es como una

onda expansiva que entra en los barrios”.

También monseñor Paul Desfarges, Obispo de Constantine (Algeria) se refirió a la

escena de la Visitación como paradigma de la misión:

“Allí donde se acerque María, allí ha sido precedida por el Espíritu que es siempre el prota-

gonista del encuentro. Nuestras Iglesias están al servicio del Reino de Dios. La Iglesia es

testigo e instrumento de aquello que Dios hace en la humanidad. El Espíritu hace posible

que la humanidad quede estupefacta ante la fe del otro y los frutos que ella produce en su

vida, como demuestra la conversión del Beato Charles de Foucauld”.

Y también monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez, arzobispo de Camagüey

(Cuba) habló de la importancia de las visitas a los pueblos de Cuba de la imagen

histórica de la Virgen María de la Caridad, madre y patrona de Cuba, precedida por

la predicación de los misioneros que la presentaron como Madre de Dios hecho

hombre y que hablaron de la caridad que debe unir a todos los hijos de la Virgen.

Varios padres sinodales destacaron –desde diversos puntos de vista- la importan-

cia de las apariciones y los santuarios marianos en la Nueva Evangelización3

3 Monseñor Milton Luis Tróccoli Cebedio, Obispo titular de Munaziana, auxiliar de Montevideo (Uru-

guay), se refirió a la importancia de los santuarios marianos, como ocasión para el anuncio del

Evangelio en clave kerygmática. El cardenal Josip Bozanic, Arzobispo de Zagreb (Croacia) hizo refe-

rencia a los santuarios marianos donde emerge el “Homo religiosus” y el “Homo ritualis” y se con-

vierten en lugares de reconciliación y conversión También mons. Zygmunt Zimowski, presidente del

consejo pontificio de agentes sanitarios, hizo referencia a los santuarios marianos como espacios

donde afluye el mundo del sufrimiento. Monseñor Anthony Fallah Borwah, obispo de Gbarnga (Libe-

ria) se refirió a María como estrella de la Evangelización y a la importancia de las apariciones y san-

5

El cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, habló

de la importancia del paradigma mariano –propuesto por la “Verbum Domini” (nn. 27

y 28), que actúa de una manera especialísima en la lectura orante de la Escritura. Ex-

plicando el “paradigma mariano”, ofrece el cardenal una interesantísima cita de Urs

Von Balthasar en el primer volumen de su “Estética Teológica”:

"Así como una madre explica el mundo a su hijo, le muestra lo que debe ver y cómo lo debe

mirar, así como ella no solo le enseña las palabras del lenguaje, sino que le desvela la reali-

dad correspondiente para que la palabra surja de la imagen y a ella vuelva, así la Iglesia –

apoyándose en definitiva en la experiencia de la madre del Señor, según la carne, en laue

fue la creyente por excelente, puede enseñar a sus hijos la Palabra de Dios y transmitirles –

gracias a su propia experiencia de madre y de esposa-, no solo el significado sino también el

gusto y el olor, el carácter concreto y encarnado de esta palabra"4

Como conclusión de las reflexiones sinodales - en la “relatio post discerptatio-

nem”- el cardenal Donald William Wuerl, arzobispo de Washington, manifestó el

acuerdo de los Padres Sinodales sobre el origen trinitario de la Evangelización y en

ese contexto habla de María como aquella que acogió en primer lugar la Palabra5. Re-

saltó así mismo el consenso sinodal sobre la importancia de los santuarios marianos

como centros para la nueva evangelización y la maternidad y ejemplaridad de María

tuarios marianos para llevarla a cabo; he aquí sus palabras: ““Mentre questo Sinodo saluta la Beata

Vergine Maria come “Stella dell’evangelizzazione”, emerge anche la necessità di ispirarsi alla sua

grande sapienza, in particolare alle apparizioni approvate, come Fatima, i cui messaggi potrebbero

essere importanti per la nuova evangelizzazione”.

4 Luego el autor hace referencia a la horrible devastación que la “crítica histórica” de la Biblia produce,

cuando olvida el principio mariano: “Le spaventose devastazioni che il metodo della "critica storica"

esercita oggi nel mondo della fede, non sono possibili che in una sfera che ha abbandonato la

dimensione mariana della Chiesa, rinunciando con ciò ad ogni significato spirituale ed alla sua

trasmissione ecclesiale. Queste devastazioni si diffondono non solo nell'intero dominio teologico,

ma anche nel dominio filosofico. n mondo vi si è ridotto senza immagine e senza valore, è un

coacervo di fatti che non dicono più nulla, al cui centro un'esistenza nuda, senza immagine né

forma, è afferrata dal freddo e dall'angoscia. La filosofia e la teologia dell'immagine si reggono e

crollano insieme, e quando l'immagine della donna scompare dalla realtà teologica, sono una

concettualità e una astratta tecnica mascoline e senza immagine a prevalere”: (Hans Urs von

Balthasar, La Gloire et la Croix. Les aspects esthétiques de la Révé1ation, vol. I: Apparition, co1l. Théologie,

61, Paris, Aubier, 1965, p. 357).”

5 “La Chiesa è coinvolta in questo moto di Divina Autorivelazione che inizia con la Beata Vergine

Maria quando, sotto l’azione dello Spirito Santo, riceve nel suo seno la Parola di Dio che si è

incarnata in lei per potersi dare al mondo intero. È la Parola incarnata che offre le sue parole di vita

eterna a coloro che pongono la loro fede in lui. Dopo la sua morte e Risurrezione, Gesù ha inviato la

Chiesa, sua Sposa e suo nuovo Corpo, nel mondo per continuare la sua missione evangelizzatrice”.

6

en la acción evangelizadora6. Concluyó su intervención invocando a María, estre-

lla de la “nueva evangelización”7.

2. María en el “Mensaje” del Sínodo

El Mensaje de los Padres Sinodales habla en su último número sobre María y la re-

conoce como “la estrella que ilumina el desierto”(Mensaje, n. 14).

Como María, el Sínodo siente la necesidad de celebrar la presencia de Jesús en las

comunidades cristianas y expresar la absoluta confianza en su ayuda a favor de la

nueva evangelización, con palabras de María en su Magnificat (Lc 1, 46.49).

Reconocen que María nos orienta en el camino que, a veces, puede parecer un de-

sierto:

“así como en las noches en el desierto las estrellas se vuelve más luminosas, así en el cielo

de nuestro camino resplandece con vigor la luz de María, al estrella de la nueva Evangeli-

zación a la cual, llenos de confianza nos entregamos”.

3. María en las “Propositiones” de los Padres Sinodales

Merece la pena resaltar la presencia de María en tres de las 58 “Propositiones” en

las cuales los Padres sinodales sintetizaron sus reflexiones y aportaciones al tema de

la Nueva Evangelización y, a partir de las cuales, el Papa elaborará su exhortación

apostólica post-sinodal.

En la proposición 23, dedicada a la llamada universal a la santidad como elemento

constitutivo de la nueva evangelización, se dice de María lo siguiente:

“Reconocemos a María como el modelo de santidad que se manifiesta en actos de amor, in-

cluyendo la entrega total de sí misma. La santidad es una parte significativa de todo com-

promiso evangelizador para el que evangeliza y para el bien de aquellos que son evangeli-

zados”

En la proposición 39 se reconoce la importancia de la piedad popular para llevar a

cabo en nuestro tiempo el gran proyecto de la nueva evangelización. De ella se dice

lo siguiente:

6 L’insistenza su Maria, Madre della Chiesa e della Nuova Evangelizzazione come modello e patrona

dei nostri sforzi è apparsa in vari interventi. Soprattutto, la sua fede ci incita a rispondere allo stesso

modo. È grazie alla sua fede che la Parola di Dio ha fatto il suo ingresso nel nostro mondo. A

imitazione di Maria, possiamo operare, grazie alla nostra fede e alla nostra testimonianza della vita

nello Spirito, un mutamento nel mondo nel quale viviamo.

7 “Che Maria, Stella della Nuova Evangelizzazione ed esempio per ogni discepolo, missionario ed

evangelizzatore, interceda per noi, affinché il lavoro di questo sinodo produca frutti abbondanti per

la gloria di Dio e la salvezza di uomini e donne”.

7

“La piedad popular es un auténtico lugar de encuentro con Jesucristo y expresa

además la fe del pueblo cristiano en la bienaventurada Virgen María y en los Santos. La

nueva evangelización reconoce el valor de estas experiencias de fe y las anima para crecer

en la virtud cristiana. Las peregrinaciones a los santuarios son un aspecto importante de la

nueva evangelización”

Estas referencias anteriores a María culminan y se desarrollan muy bella e inspi-

radoramente en la proposición 58 se habla de María, estrella de la nueva evangeliza-

ción:

“El Concilio Vaticano II presentó María en el contexto del misterio de Cristo y de la Iglesia

(cf. LG 52, 68). El Papa Pablo VI la declaró “estrella de la Evangelización”.

Ella es, por tanto, el modelo de fe, esperanza y amor.

Ella es la primera auxiliadora que lleva a los discípulos al Maestro (cf. Jn 2).

En el Cenáculo ella es la Madre de los creyentes (cf. Hech 1,14).

Como madre del Redentor, María se convierte en testigo del amor de Dios.

Cumple voluntariamente la voluntad de Dios.

Ella es la mujer fuerte, que juntamente con Juan, permanente al pie de la cruz.

Ella siempre intercede por nosotros y acompaña a los creyentes en su camino de

fe hasta la cruz del Señor.

Como Madre y Reina ella es una señal de esperanza para los que sufren y para

quienes padecen necesidad.

Hoy, ella es la “Misionera” que nos ayudará en las dificultades de nuestro

tiempo y con su cercanía abrirá los corazones de los hombres y las mujeres a la

fe. Ponemos nuestros ojos en María.

Ella nos ayudará a proclamar el mensaje de la salvación a todos los hombres y

mujeres, para que ellos a su vez se conviertan en agentes de Evangelización.

María es la Madre de la Iglesia. A través de su presencia, podrá la Iglesia llegar a

ser la casa de muchos y madre de todos los pueblos”.

En esta densa y preciosa Proposición sinodal encontramos en síntesis todo lo que

quisiera desarrollar en esta conferencia. No se podría decir más concisamente y me-

jor. En ella se nos presenta a María como “estrella de la Evangelización”. Fue Pablo

VI quien así la definió en la Evangelii Nuntiandi:

“En la mañana de Pentecostés, Ella presidió con su oración el comienzo de la evangeliza-

ción, bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea Ella la estrella de la evangelización siempre re-

novada” (EN, 81).

Y se explica porqué María es llamada “estrella”:

porque anuncia que el tiempo de la buena nueva ha llegado,

8

porque guía, indica el camino para la evangelización;

porque es protagonista de la evangelización desde la aurora de los tiempos:

desde el fiat hasta la cruz.

El mensaje hace “memoria” de María como evangelizadora:

concibió la Palabra, interiorizó la Palabra, dejando que creciera en su ser y lle-

gara a plenitud en Ella, entregó la Palabra a los hombres…

fue la primera auxiliadora que trajo y llevó a los discípulos al Maestro (cf. Jn

2);

en el Cenáculo fue testigo del amor de Dios y Madre de los creyentes (cf. Hech

1,14);

fue la mujer fuerte, que juntamente con Juan, permaneció al pie de la cruz y

acompaña a los creyentes en su camino de fe hasta la cruz del Señor.

Después habla de la presencia de María en la historia de la Iglesia:

como Madre y Reina: es una señal de esperanza para los que sufren y para

quienes padecen necesidad;

como “Misionera” que nos ayuda en las dificultades de nuestro tiempo: con su

cercanía abre los corazones de los hombres y las mujeres a la fe y nos ayuda a

proclamar el mensaje de la salvación a todos los hombres y mujeres, para que

ellos a su vez se conviertan en agentes de Evangelización;

como Presencia que ayuda a la Iglesia llegar a ser la casa de muchos y la ma-

dre de todos los pueblos.

¿Qué más se puede decir sobre la relación de María y la Nueva Evangelización? La

riqueza de la reflexión sinodal, nos invita a seguir profundizando sobre el tema, te-

niendo en cuenta las pautas ofrecidas por el Sínodo.

4. La visión sinodal de la "nueva evangelización"

Estamos en un tiempo en el que la iglesia se plantea una nueva evangelización. Se

hace necesaria, porque nos encontramos en un tiempo diferente. Las nuevas genera-

ciones no conectan fácilmente con el Evangelio, con la religión, pero de forma muy

especial con las instituciones religiosas.

El sínodo sobre la Nueva Evangelización y la transmisión de la fe nos da unas cla-

ves importantes para pasar de un viejo paradigma a un nuevo paradigma de evange-

lización. No voy a detenerme demasiado en ello, porque no se ese el objetivo de esta

conferencia, pero sí creo necesario, presentarlo en breves rasgos, para proceder des-

pués a la reflexión que nos ha de ocupar: La virgen María en la nueva evangeliza-

ción.

9

a) La nueva Evangelización tiene su principal protagonista y actor en el

Espíritu Santo.

Somos propensos a asumir en la misión evangelizadora un protagonismo que no

nos corresponde. Creemos que es la Iglesia la que hace la misión, la que evangeliza.

La convertimos en el gran sujeto. Ella sería la responsable última de todo. Eso parec-

ían decir no pocas intervenciones en el aula, en las cuales no se hacía la menor refe-

rencia al Espíritu Santo, o a lo más se hacía como una nota al pie de página. Y con

ello, no pocas intervenciones desprendían la sensación de fracaso ante el secularis-

mo, de pesimismo ante la sociedad emergente. Hubo, en cambio, unas pocas inter-

venciones que proclamaron el protagonismo del Espíritu Santo y la ”novedad” que el

Espíritu aporta; mostraban una visión mucho más optimista. Así fueron las interven-

ciones de los obispos Bruno Forte, Gustavo García-Siller, Malayappan Chinnapa, y el

Secretario General de la Alianza Evangélica Mundial, Dr. Geoffrey Tunnicliffe8. Y re-

sultó que fueron tenidas en cuenta, tanto en el Mensaje final como en las “Proposi-

tiones”.

El n. 6 del Mensaje es el texto-base para interpretar la nueva evangelización en

clave teo-céntrica:

“en la Iglesia la conversión y la evangelización no tienen como primeros actores a nosotros,

pobres hombres, sino al mismo Espíritu del Señor” (M,6).

“No somos nosotros quiénes para conducir la obra de la evangelización, sino Dios: la acti-

vidad verdadera viene de Dios y solo introduciéndonos en esta iniciativa divina, solo im-

plorando esta iniciativa divina, podemos nosotros también llegar a ser –con él y en él-

evangelizadores” (M,6)

8 Mons. Bruno Forte apuntó de dónde viene la novedad de la evangelización que hoy se requiere:

“Convendría desarrollar la dimensión pneumática, teniendo en cuenta cuanto afirma el Instrumen-

tum Laboris, n. 41: El Espíritu Santo es el primer agente de la nueva evangelización. Él hace nuevo el

corazón para que cante el canto nuevo. Gracias a Él la novedad no está en el orden cronológico nue-

vo sino en el de la novedad escatológica cualitativa. La iniciativa es de Dios; está en la fuerza del

Espíritu”. En el mismo sentido se expresó el Secretario General de la Alianza Evangélica Mundial,

Dr. Geoffrey Tunnicliffe: “En cuanto creyentes tenemos encomendada la tarea, por el Padre y el

Hijo, mediante el Espíritu Santo, de llevar adelante la misión de Dios, de modo que es característica

esencial de los evangélicos –y lo debe ser siempre- tratar que toda la tierra escuche el Evangelio por

entero en sus palabras, sus acciones y su carácter”. Mons. Gustavo García-Siller decía: “La realidad

de este mundo exige una nueva efusión del Espíritu Santo…. No habrá nunca evangelización posi-

ble sin la acción del Espíritu Santo (EN, 75)… Para que los cristianos avancen con la nueva evangeli-

zación necesitamos un nuevo Pentecostés”. También Mons. A. Malayappan Chinnapa, arzobispo de

Madras y Mulapore se refirió al Espíritu Santo diciendo que él es “el autor de la pluralidad y la di-

versidad… el que ofrece a todos la posibilidad de que se asocien de la forma sólo a Dios conocida, al

misterio pascual”. De ahí deducía que “mejorar las condiciones de los pobres, los oprimidos y los

discriminados, debe ser el objetivo prioritario de la Nueva Evangelización”.

10

“Estamos convencidos, además, que la fuerza del Espíritu del Señor puede renovar su

Iglesia y hacerla de nuevo esplendorosa” (M,6).

“Aquí está nuestra fuerza y nuestra certeza, que el mal no tendrá jamás la última palabra,

ni en la Iglesia, ni en la historia… Nosotros confiamos en la inspiración y en la fuerza del

Espíritu, que nos enseñará lo que debemos decir y lo que debemos hacer, aún en las cir-

cunstancias más difíciles” (M,6).

Esta perspectiva teo-céntrica de la Nueva Evangelización la forma de ver el mun-

do es positiva sin, por ello, negar la realidad negativa:

“No nos sentimos atemorizados por las condiciones del tiempo en que vivimos. Muestro

mundo está lleno de contradicciones y de desafíos, pero sigue siendo creación de Dios y,

aunque herido por el mal, siempre es objeto de su amor y terreno suyo, en el que puede ser

resembrada la semilla de la Palabra para que vuelva a dar fruto” (M,6)

“No hay lugar para el pesimismo en las mentes y en los corazones de aquellos que saben

que su Señor ha vencido a la muerte y que su Espíritu actúa con fuerza en la historia…

¡Nuestra Iglesia está viva” (M,6).

También las ocho “Propositiones” dedicadas a la “naturaleza de la nueva evange-

lización” (Pr, 4-12), describen concisamente la relevancia y primacía de la “missio

Dei”, de la “missio Spiritus”. La proposición 4 invita a reconocer, ante todo, la “pri-

macía de la gracia de Dios” (Pr, 4); la Iglesia no es dueña de la misión evangelizado-

ra; la misión que viene de la Trinidad es la fuente de la misión eclesial:

“La Iglesia y su misión evangelizadora tienen su origen y fuente en la Santísima Tri-

nidad (plan del Padre, la obra del Hijo, la misión del Espíritu Santo”)” (Pr, 4).

La misión de la Iglesia consiste en continuar “la misión del amor de Dios en nuestro

mundo” (Pr, 4).

El Espíritu Santo suscita en ella “el poder de evangelizar y dar testimonio de la Pala-

bra de Dios con entusiasmo y energía” (Pr. 4).

La proposición 7 reconoce que la misión evangelizadora, tanto a nivel mun-

dial como local “debe responder a la acción del Espíritu Santo, como en un

nuevo pentecostés” (Pr, 7).

También otras “Propositiones” hacen referencia al Espíritu.

La proposición 36 que habla de la espiritualidad de la Nueva Evangelización

dice:

11

“El principal agente de la evangelización es el Espíritu Santo, que abre los cora-

zones y los convierte a Dios. La experiencia del encuentro con el Señor Jesús, hecho

posible por el Espíritu, que introduce dentro de la vida trinitaria” (Pr, 36)9.

Hablando de los agentes y participantes de la Nueva Evangelización, en la

proposición 43 se pone una vez más de relieve el protagonismo del Espíritu

Santo sobre cualquier otro protagonismo:

“El Espíritu Santo dirige la Iglesia en su evangelización misionera a través de “varios

dones, jerárquicos y carismáticos… Ambos fluyen del mismo Espíritu de Dios, no

están en competitividad sino más bien son co-esenciales en la vida de la Iglesia y en la

efectividad de su acción misionera. La vida consagrada ocupa un lugar especial en la

dimensión carismática de la Iglesia… contribuye con sus propios dones a la evangeli-

zación misionera” (LG, 4).” (Pr, 43).

De este planteamiento se deduce que:

No es a Iglesia la que cuenta con la ayuda del Espíritu Santo en la misión que

ella programa y realiza, sino que es el Espíritu Santo quien cuenta con la cola-

boración de la Iglesia en la misión que Él realiza en nombre del Abbá y de

Jesús; para ello capacita a la Iglesia y a cada uno de nosotros con sus dones. Se

da aquí un cambio de paradigma, una especie de revolución copernicana en la

comprensión de la misión evangelizadora10.

Si la misión viene de Dios, entonces no todo pivota sobre la Iglesia: hay que

decir no al “activismo pastoral y misionero”, a la excesiva programación y

evaluación, a la excesiva preocupación por organizar acontecimientos, a las

agendas llenas y de los móviles en constante conexión….

Una de las más significativas misiólogas de nuestro tiempo, Kirsteen Kim, conclu-

ye en su más reciente obra titulada (“Coaligarse con el Espíritu: conectando la Iglesia

mundial con la misión local”) lo siguiente:

“La misión de Dios es mayor que cualquier iglesia y es en este amplio movimiento en el que

participan todas las iglesias en el mundi. La missio Dei se derrama por doquier, cruza fron-

9 La proposición 37 referida al sacramento de la Confirmación reafirma cómo todos los bautizados re-

cibimos por ella: “la plenitud del Espíritu Santo, sus carismas y el poder de dar testimonio del

Evangelio abiertamente y con coraje” (Pr, 37).

10 Esta visión de la “misión evangelizadora”, que proviene ya del movimiento ecuménico y del conci-

lio Vaticano II, es una auténtica revolución copernicana. No es la misión evangelizadora aquella que

gira en torno a la Iglesia. Es la Iglesia la que gira en torno a la “Missio Dei”. La misión es como el sol;

la Iglesia se constituye como satélite que gira en torno a ella.

12

teras y es llevada adelante a través del mundo por el viento del Espíritu. Ella no tiene

un único origen”11.

La Iglesia tiene la tarea de descubrir los diversos caminos para discernir la actua-

ción del Espíritu a través de las culturas y de la historia.

b) La “nueva Evangelización” detecta y facilita “nuevos puntos de encuentro”

con Jesucristo

Gracias al Espíritu Santo el ser humano es llevado a la Presencia de Jesús y Jesús

viene a nosotros y se hace el encontradizo. El Espíritu –decía Kathryn Tanner- “irra-

dia la humanidad de Jesús”.

Es todo un acierto que el Mensaje del Sínodo se inicie con el icono de la Samarita-

na encontrándose con Jesús en el brocal del pozo. Encuentros como ese han de acon-

tecer hoy también. Lo desean los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Con sus va-

sijas vacías buscan saciar su sed más profunda12, pero ¡qué insatisfactorias son las

ofertas que encuentran! ¡No sacian la sed! (M, 1).

Los Padres sinodales se preguntan: ¿Cuáles son los puntos de encuentro con el Se-

ñor que viene a nosotros, lleno de novedad y de belleza, en este tiempo?” (M, 3). La

tarea evangelizadora consiste en detectar esos puntos de encuentro, frecuentemente

no en el templo, sino en espacios de la vida ordinaria: la familia, el trabajo, la amis-

tad, la pobreza, las pruebas de la vida (M, 4).

También la Iglesia quiere ser “punto de encuentro”, espacio “ofrecido por Cristo

para este encuentro” (M, 3); sobre todo, desea serlo en sus celebraciones litúrgicas,

que son obra de Dios y donde ella “hace visible en sus palabras y gestos el Evange-

lio” (M, 3). De ahí la importancia de una seria renovación de la vida, liturgia, oración

y predicación de la Iglesia y de cada una de sus comunidades.

c) Una Iglesia pecadora “en misión de evangelización”

El Espíritu Santo actúa la nueva evangelización a través de una Iglesia que es san-

ta y pecadora: Semper reformanda, Semper formanda. La Iglesia es invitada por el Espíri-

tu a colaborar en su misión sin cerrarse, dispuesta escuchar y también a hablar y dar

testimonio. Pero hay veces en que los miembros de la Iglesia bloquean la acción del

Espíritu; hay en la Iglesia una parálisis transversal, que bloquea su misión.

11 K. KIM, Joining in with the Spirit: Connecting World Church and Local Mission, Epworth Press, London,

2009, p. 284.

12 “No hay hombre o mujer que en su vida, como la mujer de Samaría no se encuentre junto a un pozo

con una vasija vacía, con la esperanza de saciar el deseo más profundo de su corazón” (M, 1).

13

Por eso, “hay que descubrir las razones profundas de los límites de diversas institu-

ciones eclesiales en mostrar la credibilidad de las propias acciones y del propio testimonio,

en tomar la palabra y en hacerse escuchar en calidad de portadores del Evangelio de Dios”

(Instrumentum Laboris, 32).

La propositio 22 dice que “son muchos los obispos hablaron de la necesidad de una

renovación en santidad en sus vidas, si quieren ser verdaderos y efectivos agentes de

nueva evangelización”. Y en correspondencia la propositio 23 indica que “la llamada

universal a la santidad es un constitutivo de la Nueva Evangelización.

La nueva evangelización es el nombre dado a un impulso espiritual, a un gran mo-

vimiento de conversión que la Iglesia necesita (Pr, 22).

La llamada a la conversión no tiene únicamente referencias éticas o morales; tam-

bién se habla de una “conversión pastoral”13. Esta conversión nos lleva a luchar con-

tra los malos espíritus, contra las fuerzas del mal. La misión evangelizadora tiene,

por tanto, un carácter agónico, martirial. No debemos olvidar el carácter apocalíptico

de la evangelización14.

* * *

La nueva Evangelización puede ser comprendida como la gran iniciativa del Espíritu Santo

en nuestro tiempo para “dar gloria a Dios”, al Abbá y al Hijo Jesús –sanando a la Iglesia de

su parálisis transversal-, para descubrirle a la humanidad actual sus valores, sus virtudes, sus

logros, su humanismo, su belleza y, al mismo tiempo, para sanarla de sus males y errores y

expulsar de ella los malos espíritus que intentan dominarla. Y también es una gran iniciativa

del Espíritu Santo para descubrirle a la Iglesia cuánto es amada por Jesús, cuántos valores y

virtudes la adornan, cuánta belleza irradia con su liturgia, su caridad, su doctrina, su testi-

monio y para sanarla también de sus impurezas, sus males, sus pecados, su parálisis misione-

ra.

Colaboramos con el Espíritu discerniendo dónde actúa, con quiénes y en qué di-

rección, colaborando con Él en la lucha y derrota de los poderes y potestades que

dieron muerte a Jesús y quieren seguir dando muerte a quienes le siguen y sembran-

do el mundo de injusticias, violencia y corrupción.

13 “La Nueva Evangelización requiere una conversión personal y comunitaria, nuevos métodos de

evangelización y renovación de las estructuras pastorales, para ser capaces de pasar de una estrate-

gia pastoral de conservación, a una posición pastoral auténticamente misionera. La Nueva Evangeli-

zación nos lleva a una auténtica conversión pastoral que nos mueve hacia actitudes e iniciativas que

nos llevan a evaluaciones y cambios en las dinámicas de las estructuras pastorales que ya no res-

ponden a las exigencias evangélicas de nuestro tiempo” (Pr, 22).

14 A ello me he referido en un articulo publicado en mi página web: “¿Espacio para la apocalíptica en

la nueva evangelización?”: http://www.xtorey.es/?p=2107.

14

El Sínodo nos propuso:

un nuevo envío (hacia los nuevos escenarios de misión),

la necesidad de nuevos evangelizadores (forjados en una nueva espiritualidad),

un nuevo anuncio (aunque Jesucristo es el mismo ayer, hoy y mañana, sin em-

bargo, el mensaje ha de ser descifrado en nuestro tiempo, en las claves lingüís-

ticas y simbólicas propias de nuestras culturas).

II. MARÍA, ESTRELLA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Ya hemos visto cómo se fue imponiendo esta invocación a María como “estrella de

la Nueva Evangelización”. Pablo VI recurrió a ella en su exhortación apostólica

"Evangelii Nuntiandi". Varios padres sinodales se refirieron a ella. Finalmente el

Mensaje del Sínodo invoca a María como estrella de la Evangelización y la describió

como una estrella especialmente brillante en el desierto en el que nos encontramos en

nuestro tiempo.

El sentido más obvio de la expresión es que María ejerce en la misión evangeliza-

dora de la Iglesia una función similar a la de las estrellas que guían al ser humano en

la noche, o en la navegación. Con ello se dice, que en el camino de la evangelización

la Iglesia necesita una orientación, una gran clave para saber dónde ubicarse, hacia

dónde ir, cómo actuar15.

Lo que sí debemos decir ya de principio es que María no suplanta al Espíritu San-

to, sino que es aquel ser humano que tanto en su historia como en su presencia en

nuestros contemporáneos nos transmite el sabor del Espíritu y nos invita a ser fieles

y dóciles a Él.

Ahora, existe un peligro de pensar e interpretar el perfil bíblico y teológico de

María en clave demasiado espiritual y protectora. Sin embargo, su figura bíblica y te-

ológica nos permiten comprender y vivir su presencia en clave de transformación e

innovación que nuestro mundo necesita.

15 Personalmente no siento demasiada atracción por esta imagen: es una imagen de “cosa”, no “perso-

nal”. Revela una función pasiva, más que una función activa, personal, libre. En todo caso, no debi-

era olvidarse este segundo aspecto que es fundamental.

15

1. Desde la memoria: María, evangelizada y evangelizadora, subver-

siva y peligrosa

Evocar a María, hacer memoria de ella es lo mismo que conectar con la mujer más

dócil al Espíritu que podamos imaginar y, por lo tanto, más alternativa y revolucio-

naria.

a) Habitada por el Espíritu del engendramiento

La primera noticia evangélica de ella que tenemos nos dice lo que el ángel Gabriel

le prometió: "el Espíritu Santo descenderá sobre ti y la sombra del Altísimo te cubrirá

con su sombra". Y ¿qué realiza María con el Espíritu Santo? El ángel Gabriel se lo

acababa de anunciar con estas palabras: “¡Alégrate, agraciada!” (cai√re, kecaritw-

me÷n: Lc 1,28) Es la más bella noticia que ha de alegrar a María al máximo y que la

convierte en la mujer más agraciada de la tierra. El ángel le anuncia que está impli-

cada en el más insospechado proyecto alternativo de Dios en favor del ser humano y

que conlleva un nuevo reinado: "concebirás y darás a luz un hijo, a quien pondrás

por nombre Jesús. Será llamado hijo de Dios y Dios le dará el trono de David su pa-

dre y reinará en la casa de Jacob por los siglos de los siglos". En esto consiste funda-

mentalmente el Evangelio: en que

"cuándo llegó la plenitud del tiempo (to\ plh/rwma touv cro/nou) Dios envió a su hijo

(e˙xape÷steilen oJ qeo\ß to\n ui˚o\n aujtouv), nacido de mujer (geno/menon e˙k

gunaiko/ß), nacido bajo la ley (geno/menon uJpo\ no/mon), para que seamos resca-

tados del dominio de la ley (iºna tou\ß uJpo\ no/mon e˙xagora¿shØ) y para que no-

sotros seamos hijos de Dios por adopción (iºna th\n ui˚oqesi÷an aÓpola¿bwmen) y,

como hijos nos envió el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones (e˙xape÷steilen oJ

qeo\ß to\ pneuvma touv ui˚ouv aujtouv ei˙ß ta»ß kardi÷aß hJmw◊ n), que clama

Abbá" (Gal 4,4-5).

Este Evangelio tuvo lugar en Maria, antes de todo. A ella fue enviado el Espíritu

del Abbá para que de ella naciera el Hijo del Abbá. Ella se sintió rescatada del domi-

nio de la ley, libre, hija y colaboradora de Dios Padre en el engendramiento del Hijo.

Su corazón se vio agraciado con el Espíritu del nuevo Génesis.

La respuesta de María a esta buena noticia, a este Evangelio no fue meramente ins-

tintiva, ni irracional o irresponsable. Ella creyó necesario dialogar con el mensajero

divino: "¿cómo será esto pues o conozco varón?" Sólo después de conocer que sería

colaboradora del Espíritu de Dios "para quien nada hay imposible" respondió María

al mensajero: "he aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra".

16

b) La mujer subversiva y peligrosa: Magnificat en contexto

Basta recordar que el Evangelio la presenta como la mujer de la poética revolucio-

naria del Magnificat, la mujer que esquiva con José las amenazas de muerte de Hero-

des el Grande y de los Césares de Roma; la mujer cuya maternidad se lanza a re-

prender a su Hijo Mesías por haberse quedado en el templo, sin que ella y José lo su-

pieran; es la mujer que llena de confianza le pide al Hijo que supla el vino faltante en

una boda de Caná y que después tiene el coraje de liderar a sus familiares para resca-

tar a Jesús, que predicaba con un éxito extraordinario en Cafarnaúm y que se encon-

traba ya con amenazas de muerte; esta mujer siguió a Jesús en el camino de la cruz,

no ya como madre, sino como discípula, incluso llegó hasta donde sus discípulos y

discípulas más cercanos no fueron capaces de llegar: ¡hasta la cruz! Como otras muje-

res de su tiempo, pudo ser una mujer que llevaba un velo, pero que añoraba una

humanidad diferente16.

Si leemos el Magnificat como el texto de una mujer buscadora y sedienta de Dios

en el contexto histórico de Israel, descubrimos que es una llamada subversiva contra

los líderes injustos, como podían ser César Augusto y Herodes, que entonces ocupa-

ban los tronos. Lucas nos dice que apenas el ángel Gabriel dejó a María, ella se apre-

suró a ir a la casa de su pariente más anciana, Isabel, para comunicarle la buena noti-

cia. María entendió que la anciana Isabel podría también, por gracia de Dios, dar a

luz un hijo muy especial. El exégeta del Nuevo Testamento R.T. France lo expresó

poéticamente diciendo:

“Una es anciana y no tiene hijos; la otra es joven y no tiene marido. Pero las dos están en-

cinta”.

Y las dos están preparadas para anunciar la Buena Noticia al mundo.

En el momento en que María cruza el umbral de la casa de Isabel, la mujer –antes

que ella embarazada- explota en una bendición poética a favor de María. María se

hace eco de ella hablando de lo que ha ocurrido en su seno: “Mi alma glorifica al Se-

ñor, y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador”.

María se alegra de lo que Gabriel le dijo y lo que Isabel ha confirmado: su hijo es el

hijo de David, el Mesías, el futuro Rey. Ella exulta porque Dios va a establecer la jus-

ticia poniendo en acto su reino sobre Israel y a favor especialmente de lo más pobres

y lo que lo añoraban. María se alegra porque –como Ana, la madre del profeta Sa-

16 Cf. Jaroslav Pelikan, Mary Through the Centuries: Her Place in the History of Culture, Yale U. Press,

1996; Tim Perry, Mary for Evangelicals, Interarty 2006; cf. Scot McKnight, The real Mary: Why Evange-

lical Christians cam embrace the Mother of Jesus, Paeclete, 2006;

17

muel- va a ser Madre. Por eso, “todas las generaciones la llamarán bienaventu-

rada… porque el Todopoderoso ha hecho obras grandes por mí” (Lc 1, 46-49).

Las siguientes palabras del Magnifica van más allá de lo que es la alegría de una

mujer que va a tener un hijo. Ellas son las palabras de una mujer que se encuentra en

lo más bajo del orden social. Es la voz que proclama que finalmente ha llegado el

Mesías de Dios que traerá la justicia para los pobres. Es la voz de una mujer subversiva

que proclama un orden nuevo, centrado en su hijo, el Único que salvará al pueblo de

sus pecados (Mt 1,21). Para entrar en el contexto del Magnificat es preciso recordar a

Herodes el Grande, que asesinó a miembros de su familia por simples sospechas de

traición; el mismo Herodes que oprimió más que ningún otro a Israel con impuestos

en desfavor total por los más pobres. En ese contexto, las palabras de María son pa-

labras de subversión, palabras que revelan cómo podrían y deberían preocuparse los

magnates y los líderes injustos de Israel. María tal vez cantó este canto muchas más

veces: en Nazaret entre los campesinos de Israel: “¡Está para llegar la hora. Bendito

sea el Señor!”.

María no solo era subversiva, sino también peligrosa. Podríamos decir, con el len-

guaje de hoy, que María era “radioactiva”. El evangelista Lucas pone en contraste el

Evangelio del imperio romano y el Evangelio de Jesús: “ocurrió en aquellos tiempos

un edicto de Cesar Augusto obligando a todo el mundo a empadronarse”. La historia

de Roma dio un gran giro con Augusto, el hijo adoptivo el dictador Julio César. Tras

su muerte, Julio César fue declarado oficialmente “dios”. Cuando Augusto asumió el

poder fue considerado un salvador porque acabó con las amargas guerras civiles y

creó la pax romana. El evangelio de Roma era que Augusto “hijo de un Dios”, salvó a

Roma trayendo la paz al mundo.

c) La mujer del “otro Evangelio”, opuesto al evangelio imperial

La historia de la Navidad de Lucas, narrada a través de los ojos de María, pone el

nacimiento de Jesús en el contexto del evangelio de Roma. Lucas dice cómo los ánge-

les anunciaron a los pastores y a María la Buena Noticia del nacimiento de Jesús, el

Hijo de Dios, que sería el salvador que traería la paz a la tierra. El ángel Gabriel se lo

había dicho a María: “el santo que nacerá de ti se llamará hijo de Dios” (Lc 1,35)..

Nueve meses después, ángeles dicen a los pastores fuera de Belén: “No temáis. Os

traigo una buena notica de gran alegría para todo el pueblo” (Lc 2,10). Jesús, el Hijo

de Dios es la buena noticia para el pueblo. Y sigue diciendo el ángel: “Hoy, en la ciu-

dad de David, un salvador os ha nacido: es el Mesías del Señor” (Lc 2,11). Y después

escuchamos al coro de los ángeles: “Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz en la tierra

a los hombres en quienes reposa su gracia” (Lc 2,14). Por lo tanto, el Evangelio de

18

Lucas nos dice, que no es César Augusto el Hijo de Dios que trae la paz, sino

Jesús de Nazaret. Jesús era peligroso no solo para Herodes, también para el Empera-

dor Augusto.

Lucas nos dice que María “conservaba todas estas cosas y las meditaba en su co-

razón” (L 2,19). En la Biblia meditar en el corazón significa “ponderar”, interpretar,

deliberar (Gen 37,11; Dan 7,28).

María era peligrosa porque era subversiva. Ella conocía la identidad de su hijo,

que le había sido revelada. Ella debería comunicarla a los demás. Solo María podía

comunicar las historias que ahora vemos en los Evangelios. Sólo ella escuchó las po-

derosas palabras de Gabriel; sólo ella se encontró con Isabel y tal vez transmitió las

reacciones de Zacarías; sólo ella y José conocieron lo de los pastores y lo magos. El

“Fiat” de María al ángel tiene que ver con todo lo que estamos diciendo.

d) Discípula y madre espiritual

La memoria evangélica de María nos lleva a contemplarla durante la vida publica

de Jesús como una mujer en búsqueda, como auténtica discípula de Jesús. Ser discí-

pulo significa en Lucas dos cosas: escuchar la Palabra de Dios e incorporarla en la

propia vida (ponerla en práctica y ponderarla en el propio corazón). Y ello implica-

ba17: no llevar una vida fácil, pasar por tribulaciones y cuestionamientos, apoyar toda

la vida en Dios, ser humildes y buscar ayuda, reflexionar y orar.

María fue una mujer judía, educada en las creencias del Antiguo Testamento, en

una tradición religiosa en la que Dios parecía estar lejos, sólo en su infinita majestad

(Ex 3,5-6; 19,16)18. La majestad de Dios era tal que nadie podía ver a Dios y sobrevi-

vir. Isaías se sentía perdido por haber contemplado la gloria de Dios (Is 6,5). El nom-

bre de Dios, Yahweh, no podía ser pronunciado: ¡su nombre es santo! Por eso, María

fue educada en la reverencia a la majestad inmensa de Dios. Pero, María hubo de pa-

sar al Nuevo Testamento, a una concepción y experiencia de Dios, diferente: cercano,

amoroso, cotidiano, encarnado. María fue la primera en acoger la nueva fe en Dios.

Se fió de Él y, como Abraham, salió sin saber adónde iba. Solo fiándose de la Palabra,

guiada la Palabra, fue oyente y dejó que su vida quedara totalmente configurada por

la Palabra. Nadie la puso tan en práctica como ella. A través de ella la Palabra se hizo

carne. Isabel fue testigo de todo esto: por eso, la llamó “la creyente”.

17 Cf. Paul E. Robertson, Mary: a model disciple, en “The theological educator”, 54 (1996), pp. 21-32.

18 Cf. Las reflexiones de M. Pauline – W. Lewela, Mary’s Faith-model of our own: a reflection, en AFER, 27

(1985), pp. 92-98

19

La acogida de la Palabra altera la propia vida, el propio proyecto. La perseve-

rancia se vuelve necesaria. El cambio puede ser muy radical y re-orientar la vida. Es

como una semilla que cae en tierra buena y da el ciento por uno (Mc 13, 8.23; Lc

8,8.15). La maternidad de María debe ser contemplada desde la perspectiva de su

discipulado: “mi madre es la que escucha la Palabra y la pone por obra”.

En el diálogo de Caná (Jn 2, 1-5) Jesús le dice a María que las relaciones materno-

filiales anteriores se transforman ahora en un nuevo tipo de relación, porque co-

mienza su hora con el signo que realiza a través de la intervención de María. Ella

confía en que Jesús actuará. María acepta la nueva relación y les pide a los servidores

que haga lo que Jesús les diga, los pone totalmente al servicio de Jesús. A través de

María Jesús descubre que ha llegado “la hora”. El “fiat” de María apresuró la llegada

de la hora.

Junto a la cruz de Jesús estaba su madre (Jn 19, 25). Más que cualquier otra perso-

na María comparte la muerte de su Hijo. Esta separación de la muerte forma parte

del misterio divino de un Jesús, que elude constantemente a su madre. Es su implica-

ción final , su fiat último. Cuando abandona el Calvario María es una mujer sola, pe-

ro sigue creyendo. Es la fe que permanece entre la muerte y la resurrección. Es María

del sábado santo. Pero en la cruz redescubre una nueva orientación de su materni-

dad: es la madre del discípulo amado.

2. Desde la presencia misteriosa: colaboradora del Espíritu, agente princi-

pal de la Misión evangelizadora

Tanto la presencia de Jesús y, en menor grado, la presencia de María en la historia

pospascual, se explican únicamente desde la “misión del Espíritu Santo”. Es el Espí-

ritu Santo el principal agente de todo en la Iglesia.

a) Colaboradora del Espíritu: las mariofanías y presencia materna de María en

la vida espiritual de la Iglesia

María actúa en la historia de la Iglesia “en el Espíritu”. Fue el Espíritu quien la

asumió en cuerpo y alma al cielo, es el Espíritu el protagonista de todas las mariofan-

ías que acontecen a lo largo de los tiempos. María no suplanta al Espíritu, no lo hace

retroceder, no lo ofusca. Es más bien el Espíritu quien aparece, emerge con el rostro y

la presencia de María.

La “misteriosa presencia” de María en la historia de la Iglesia no puede ser expli-

cada como si ella en el cielo tuviera una autonomía extraña que le permitieran “au-

sentarse”, y ejercer aquí en la tierra una misión “especial”. Nuestra fe nos dice que

María forma parte de la “communio sanctorum”, que ha pasado definitivamente a

20

otra dimensión. El dogma cristiano nos dice que fue asumida en cuerpo y alma

al cielo. Ya su realidad total pertenece única y exclusivamente a Dios.

Si Jesús se hace presente es siempre “en el Espíritu”. Si María se hace presente es –

con mucha más razón- “en el Espíritu Santo”. Esto nos lleva a interpretar todos los

fenómenos marianos de la historia de la Iglesia y de la evangelización como “mani-

festaciones del Espíritu Santo”. María no es la gran protagonista. Lo es únicamente el

Espíritu Santo, que asocia a María a su acción evangelizadora..

b) Luchadora contra los malos espíritus: los mensajes

En cuanto colaboradora del Espíritu María es una señal clara de discernimiento.

Con ella no convive el espíritu del mal. Ella es la Inmaculada, la victoriosa. Por eso,

ha sido considerada frecuentemente como la que con su Hijo aplasta la cabeza del

Maligno, como la mujer apocalíptica a quien el Dragón es incapaz de vencer. María

es “refugio” contra las adversidades del mal, debeladora de las herejías.

La razón de todo ello es la mutua inmanencia que existe entre María y el Espíritu

Santo.

c) María como seducción de Dios, en clave femenina

La misteriosa presencia de María nos hace experimentar la dimensión más feme-

nina y materna de Dios, ofuscada tantísimas veces por el patriarcalismo, por el ma-

chismo. En el imaginario teológico-cristiano ha prevalecido la perspectiva masculina

de lo divino. María no suplanta a Dios, pero sí es referencia a esa dimensión de lo di-

vino que casi nunca nos atrevemos a expresar: que nuestro Dios es Padre y Madre,

dios y diosa.

La seducción que María ejerce en la historia humana (“bienaventurada me lla-

marán todas las generaciones”) es el gran recurso de Dios para atraernos hacia sí.

Después, María no es punto de llegada, es señal, icono, compañera de camino, que

nos deja en brazos de nuestro Dios Padre-Madre.

III. CONSECUENCIAS PARA LA MISIÓN EVANGELIZADORA:

1. La misión tarea espiritual

Lo importante no es lo que nosotros hacemos, sino lo que el Espíritu Santo puede

realizar a través de nosotros. La misión se despliega como irradiación de “santidad”,

como testimonio de la obra de Dios en nuestro mundo y de la experiencia que ello

produce en nosotros.

21

2. La misión como maternidad

María nos enseña que es posible concebir por obra del Espíritu. Hemos de redes-

cubrir la maternidad de la Iglesia y su capacidad de ser “casa de todos y madre de

todos los pueblos”. La maternidad y paternidad espiritual es el modo de dar conti-

nuidad a la maternidad de María en el Calvario, cuando Jesús derramó el Espíritu.

3. La misión como lucha y esperanza

La evocación de María en la misión evangelizadora, no nos lleva al espiritualismo,

sino al compromiso por hacer que llegue el Reino de Dios y sean vencidas las bestias

que deshumanizan y destruyen al ser humano. Es misión apocalíptica, lucha contra

el dragón, concepción de un nuevo ser humano.

Cuando el Espíritu nos visita en y con María llega la “bendición” a los seres

humanos y con ella la Promesa.

4. María en la predicación

Hablar de María en las claves que hemos expuesto aquí, nos llevará a entenderla

desde la Pneumatología, desde el Espíritu; también desde la comunión de los santos:

no es bueno separar lo que Dios ha unido (María y José, María y la comunidad de los

redimidos, María y la Iglesia). Así pasamos del “privilegio” a la “comunión” y a la

representación del todo.