wodehouse p g - ukridge.doc

Upload: carlosdape

Post on 12-Apr-2018

244 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    1/251

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    2/251

    P. G. Wodehouse

    Ukridge

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    3/251

    Ttulo original:Ukridge

    P. G. Wodehouse, 1924

    Traduccin: Esteban Riambau Saur

    Editor digital: GONZALEZ

    Digitalizacin: orhi

    ePub base r1.2

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    4/251

    Dedicado con afecto y gratitud a

    Old Bill Townend

    mi amigo desde los das de la adolescencia y que fue el primero en presentarme aStanley Featherstonehaugh Ukridge

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    5/251

    1

    EL INSTITUTO CANINO DE UKRIDGE

    Muchacho dijo Stanley Featherstonehaugh Ukridge, aquel hombre deprobada resistencia, sirvindose de mi tabaco y deslizando distradamente lapetaca en su bolsillo, has de escucharme, hijo de Belial.

    Qu? dije yo, recuperando la petaca.

    Quieres amasar una fortuna enorme?

    Quiero.

    Pues entonces escribe mi biografa. Virtela sobre el papel y nospartiremos los beneficios. ltimamente, he estado efectuando un detenido estudiosobre tus escritos, viejo caballo, y te ests equivocando. En ti, lo malo es que noprofundizas en los manantiales de la naturaleza humana y todas estas cosas. Telimitas a discurrir un aburrido argumento acerca de cualquier tema de poca monta

    y a desarrollarlo. En cambio, si te dedicaras a mi vida, tendras algo sobre lo cualvale la pena escribir. Dinero a espuertas en ello, amigo mo: derechos radiofnicosingleses, derechos radiofnicos americanos, derechos editoriales, derechos teatralesy derechos cinematogrficos. Puedes creerme si te digo que, de acuerdo con unclculo muy prudente, conseguiramos al menos cincuenta mil libras por barba.

    Tanto?

    Ya lo creo. Y escchame bien, muchacho, pues voy a decirte una cosa. Eresun buen chico y somos amigos desde hace aos, por lo que te ceder mi parte de

    los derechos radiofnicos ingleses a cambio de cien libras en metlico.

    Y qu te hace pensar que yo tenga cien libras?

    Pues entonces te ofrezco mi parte en los derechos radiofnicos ingleses yamericanos por cincuenta.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    6/251

    Se te ha desabrochado el botn del cuello.

    Y qu me diras de mi parte total de todo el tinglado, por veinticinco?

    No me interesa, gracias.

    Entonces te dir lo que debes hacer, viejo caballo dijo Ukridge, inspirado. Prstame tan slo media corona para ir tirando.

    Si los incidentes ms destacados en la ignominiosa carrera de S. F. Ukridgehan de ser ofrecidos al pblico y no, como algunos podran sugerir,decentemente ocultados, supongo que yo soy el hombre indicado paraescribirlos. Ukridge y yo hemos sido amigos ntimos desde nuestros das escolares.

    Juntos practicamos el deporte sobre el csped, y cuando l fue expulsado nadie le

    ech de menos tanto como yo. Un asunto desagradable, aquella expulsin. Elespritu generoso de Ukridge, siempre mal sintonizado con las reglas del colegio, lemovi en cierta ocasin a quebrantar la ms solemne de todas ellas evadindose denoche para probar su habilidad en las paradas de tiro al coco de la feria local, y suprevisin al ponerse unas patillas de color escarlata y una nariz postiza para laexpedicin qued completamente neutralizada por el hecho de que distradamenteluci su gorra escolar en todo momento. La maana siguiente nos dej, con gransentimiento de todos.

    Hubo despus un hiato de unos cuantos aos en nuestra amistad. Yo meencontraba en Cambridge, absorbiendo cultura, y Ukridge, por lo que yo podadeducir de sus escasas cartas y los informes de mutuos conocidos, revoloteaba porel mundo como un ave migratoria. Alguien le encontr en Nueva York, en elmomento en que desembarcaba de un buque de transporte de ganado. Otros levieron en Buenos Aires, y alguien ms explic no sin tristeza que haba sidoabordado inesperadamente por l en Montecarlo y sableado por valor de cincolibras. Hasta que yo no me establec en Londres, no reapareci l en mi vida. Nosencontramos un da en Piccadilly y reanudamos nuestras rlaciones all dondehaban quedado truncadas. Las antiguas asociaciones son vigorosas, y el hecho de

    que l tuviera aproximadamente mis medidas y por tanto pudiera llevar miscalcetines y mis camisas, nos uni muy ntimamente.

    Despus desapareci de nuevo, y pas ms de un mes antes de que volvieraa tener noticias de l.

    Fue George Tupper quien trajo estas noticias. George era director del colegio

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    7/251

    en mi ltimo ao, y ha cumplido con exactitud la impecable promesa de aquellosdas lejanos. Est en el Foreign Office, donde cumple como el primero y es muyrespetado. Tiene un corazn diligente y generoso y se toma muy en serio losproblemas de los dems. A menudo, se haba lamentado ante m como un padre

    acerca del errtico progreso de Ukridge a travs de la vida, y ahora, al hablar,pareca lleno de una dicha solemne, como la que inspirara un hijo prdigoreformado.

    Te has enterado de la de Ukridge? me dijo George Tupper. Por fin hasentado la cabeza. Ha ido a vivir con una ta suya, propietaria de una de aquellascasas tan grandes en la campia de Wimbledon. Una mujer muy rica. Estoy muycontento. Esto ser una suerte para nuestro viejo amigo.

    Supongo que en cierto modo tena razn, mas para m esta dcil sumisin

    que le llevaba a buscar la compaa de una ta rica en Wimbledon me pareca encierto modo un final trgico, casi indecente, para una carrera tan variopinta comola de S. F. Ukridge. Y cuando me lo encontr una semana ms tarde, esta sensacinen mi corazn se hizo todava ms onerosa.

    Era en Oxford Street, en aquella hora en que las mujeres llegan desde lossuburbios para hacer sus compras, y l se encontraba de pie entre perros y porterosdelante de Selfridges. Tena los brazos llenos de paquetes, su cara era una mscarade sombra incomodidad, e iba tan elegantemente vestido que por un instante no lo

    reconoc. Todo lo que ha de llevar el Hombre Correcto se haba reunido en supersona, desde el sombrero de seda hasta los zapatos de charol, y, como me confiya en el primer minuto, estaba sufriendo las torturas del infierno. Los zapatos leapretaban, el sombrero le irritaba la frente, y el cuello postizo era peor que elsombrero y las botas combinados.

    Ella me lo hace llevar explic de mal humor, sealando con la cabezahacia el interior de los almacenes y profiriendo un breve alarido al causar elmovimiento que el cuello le rascase el pescuezo.

    No obstante dije, tratando de orientar su mente hacia hechos msdichosos, debes de estar pasndotelo en grande. George Tupper me ha dicho quetu ta es rica. Supongo que estars viviendo lo que se dice como un rey.

    El rancho y el copeo son buenos admiti Ukridge, pero es una vidaagotadora, muchacho. Una vida de lo ms agotador, viejo caballo.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    8/251

    Por qu no vienes a verme alguna vez?

    No se me permite salir de noche.

    Bien, pues quieres que venga a verte yo a ti?

    Una expresin de aguda alarma brot por debajo del sombrero de copa.

    Ni soarlo, muchacho me dijo Ukridge con firmeza. Ni lo suees. Eresun buen chico mi mejor amigo y todas esas cosas, pero lo cierto es que mipostura en la casa ni siquiera ahora es muy slida, y la mera visin de tu personahara trizas todo mi prestigio. Ta Julia te considerara ordinario.

    Yo no soy ordinario.

    Bueno, pero pareces ordinario. Llevas un sombrero flexible y cuelloblando. Y si no te molesta mi sugerencia, viejo caballo, yo creo que, en tu lugar,desaparecera ahora mismo, antes de que salga ella. Adis, muchacho.

    Iscariote! murmur tristemente para mis adentros mientras bajaba porOxford Street. Iscariote!

    Hubiera debido tener ms fe. Hubiera debido conocer mejor a mi Ukridge.Hubiera tenido que comprender que un suburbio londinense no poda encarcelar a

    aquel gran hombre por ms tiempo de lo que Elba consigui con Napolen.

    Una tarde, al llegar a la casa de Ebury Street en la que tena alquiladoentonces el dormitorio y la sala de estar en la primera planta, encontr a Bowles, micasero, de pie y en actitud de escucha al pie de la escalera.

    Buenas tardes, seor dijo Bowles. Le est esperando un caballero quedesea verle. Hace un momento, cre orle llamar.

    Quin es?

    Un tal seor Ukridge, seor. l

    Un vozarrn atron el aire desde el piso superior.

    Bowles, viejo caballo!

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    9/251

    Bowles, como todos los dems propietarios de apartamentos amueblados enel distrito sudoeste de Londres, era un ex mayordomo, y a su alrededor, comoocurre con todos los ex mayordomos, se cerna como un velo un aura dedignificada superioridad que nunca haba dejado de abrumar mi espritu. Era un

    hombre de aspecto majestuoso, de cabeza calva y ojos saltones de un verde msbien claro, unos ojos que parecan sopesarme desapasionadamente y considerarmedeficiente. Hmmm parecan decir. Joven, muy joven. Y ni mucho menos loque yo estoy acostumbrado a encontrar en los mejores sitios. Y or que a estedignatario se le dirigan y adems a gritos como viejo caballo me afect conla misma sensacin de caos inminente que afligira a un cura joven y devoto si vieraa alguien dar una palmada en la espalda de su obispo. Por lo tanto, la impresin,cuando el hombre contest, no slo con mansedumbre sino con lo que casiequivala a camaradera, fue paralizante.

    Seor? gorgote Bowles.

    Trigame seis huesos y un sacacorchos.

    Muy bien, seor.

    Bowles se retir y yo sub a saltos por la escalera y abr de golpe la puerta demi sala de estar.

    Vlgame el cielo! exclam, estupefacto.

    El lugar era un mar de perros pequineses. Una posterior investigacin redujosu nmero a seis, pero en aquel primer momento pareci como si hubieracentenares de ellos. Ojos saltones se encontraban con los mos all donde mirase yla habitacin era un bosque de colas ondeantes. Dando la espalda a la chimenea yfumando plcidamente, all estaba Ukridge.

    Hola, muchacho! exclam, con un vigoroso gesto de la mano, comopara invitarme a disponer del lugar. Llegas justo a tiempo. Yo tengo que darme

    prisa y tomar un tren dentro de un cuarto de hora. Silencio de una vez, chuchos!rugi, y los seis pequineses, que haban estado ladrando sin parar desde millegada, enmudecieron a medio ladrido y permanecieron inmviles. Lapersonalidad de Ukridge pareca ejercer un magnetismo sobre el reino animal desde los ex mayordomos hasta los pequineses que lindaba con lo sobrenatural. Me voy a Sheeps Cray, en Kent. He alquilado una casita all.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    10/251

    Te dispones a vivir all?

    S.

    Pero y tu ta?

    Pues la he dejado. La vida es dura y la vida es cosa seria, y si pretendoamasar una fortuna tengo que moverme por ah y no quedarme anquilosado en unlugar como Wimbledon.

    Algo de cierto hay en ello.

    Adems, me dijo que la visin de mi persona la pona enferma y que noquera volver a verme nunca ms.

    Yo hubiera podido sospechar, apenas le ech la vista encima, que habaocurrido un altibajo. La suntuosa indumentaria que en nuestro ltimo encuentro lehaba convertido en tan atractivo espectculo haba desaparecido, y haba vuelto aadoptar su atuendo preWimbledon, que era, como dicen los anuncios, claramenteindividualizado. Sobre unos pantalones de franela gris, una chaqueta de golf y unsuter marrn luca, como un manto real, un impermeable de un amarillo chilln.Su cuello postizo se haba soltado del botn y mostraba tres dedos de cuellodesnudo. Llevaba los cabellos en desorden y su imperiosa nariz quedaba rematadapor unos quevedos de montura de acero, diestramente asegurados a sus ampliasorejas con alambre del ms corriente. Todo su aspecto rezumaba insurreccin.

    Bowles hizo su aparicin con una bandeja llena de huesos.

    Eso es. Trelos al suelo.

    Muy bien, seor.

    Me gusta ese tipo dijo Ukridge, al cerrarse la puerta. Antes de que t

    llegaras, hemos tenido una conversacin de lo ms interesante. Sabas que tieneun primo que trabaja en los espectculos de variets?

    A m no me ha confiado gran cosa.

    Me ha prometido presentrmelo ms adelante. Puede ser til estar encontacto con un hombre que conoce el oficio. Y es que has de saber, muchacho, que

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    11/251

    he ideado el ms extraordinario de todos los planes. Hizo un espectacular gestosemicircular con el brazo, derribando un busto de yeso que representaba a Samuelnio en plena plegaria. Est bien, est bien, puedes arreglarlo con cola ocualquier cosa por el estilo, y por otra parte es probable que te sientas mejor sin l.

    Pues s, seor, he trazado un gran plan. La mejor idea en mil aos.

    Y de qu se trata?

    Voy a entrenar perros.

    A entrenar perros?

    Para los teatros de variets: Nmeros con perros, ya sabes. Perritos sabios.Hay en ello dinero a espuertas. Voy a comenzar en plan modesto con estos seis.

    Cuando les haya sealado unos cuantos trucos, los vender a algn colega por unabuena suma y comprar doce ms. Los entrenar, los vender por una buena sumay, con el dinero, comprar veinticuatro ms. Los entrenar

    Oye, espera un momento. Mi cabeza empezaba a dar vueltas y tena unavisin de Inglaterra pavimentada con perros pequineses, todos ellos ejecutandonmeros. Y cmo sabes que podrs venderlos?

    Claro que podr. La demanda es enorme. La oferta no puede dar abasto.De acuerdo con una estimacin prudente, yo dira que el primer ao deberaembolsarme cuatro o cinco mil libras. Esto, desde luego, antes de que el negocioempiece a expandirse de veras.

    Comprendo.

    Cuando tenga las cosas debidamente en marcha, con una docena deayudantes bajo mis rdenes y una empresa organizada, empezar a tocar dinero deveras. Lo que tengo en mi mente es una especie de instituto canino situado enpleno campo. Un lugar grande, con mucho terreno. Clases regulares y un

    currculum fijo. Una plantilla numerosa, con cada miembro de la misma cuidandode un cierto nmero de perros, y yo al frente e inspeccionndolo todo. Y una vez lacosa se ponga en marcha, funcionar por s sola y todo lo que yo tendr que hacerser sentarme y endosar los cheques. Es que no se trata de limitar mis operacionesa Inglaterra. La demanda de perros sabios es universal en todo el mundocivilizado. Amrica quiere perros sabios. Australia quiere perros sabios. A fricano le estorbaran unos cuantos, de ello no me cabe la menor duda. Mi objetivo,

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    12/251

    muchacho, consiste en obtener gradualmente un monopolio comercial. Quiero quetoda persona que necesite un perro sabio de cualquier clase acudaautomticamente a m. Si deseas aportar algo de capital, por mi parte no habrinconveniente.

    No, gracias.

    Est bien. Como quieras. Pero no olvides que hubo un fulano que metinovecientos dlares en el negocio de los coches Ford, cuando ste comenzaba, ydespus cobr nada menos que cuarenta millones. Oye, va bien este reloj? Cielos!Voy a perder el tren. Aydame a movilizar esos malditos animales.

    Cinco minutos ms tarde, acompaado por los seis pequineses y portador deuna libra de mi tabaco, tres de mis pares de calcetines y los restos de una botella de

    whisky, Ukridge parti en taxi rumbo a la estacin de Charing Cross, para iniciar suvida de trabajo.

    Pasaron unas seis semanas, seis tranquilas semanas sin Ukridge a la vista,pero una maana recib un agitado telegrama. De hecho, no era tanto un telegramacomo un grito de angustia. En cada una de sus palabras alentaba el espritutorturado de un gran hombre que hubiera batallado en vano contra una adversidadabrumadora. Era la clase de telegrama que Job pudo haber mandado despus deuna prolongada sesin con Bildad el Shuhita:

    VEN INMEDIATAMENTE, MUCHACHO. CUESTIN DE VIDA OMUERTE, VIEJO CABALLO. SITUACIN DESESPERADA. NO ME FALLES.

    Me moviliz como un toque de cometa y tom el primer tren.

    El White Cottage de Sheeps Cray destinado, presumiblemente, aconvertirse en aos futuros en lugar histrico y una Meca para peregrinos amantesde los perros era un edificio pequeo y maltrecho situado cerca de la carreteraprincipal a Londres, a cierta distancia del pueblo. Lo encontr sin dificultad, ya que

    Ukridge pareca haber conseguido una cierta celebridad en el vecindario, peroefectuar mi entrada en l represent una tarea ms ardua. Llam a la puertadurante un minuto, sin resultado, despus grit, y estaba a punto de llegar a laconclusin de que Ukridge no estaba en casa cuando la puerta se abri de repente.Puesto que en aquel momento yo me dispona a descargar un golpe final, entr enla casa de manera que recordaba a un componente del Ballet Russe en trance depracticar un paso nuevo y difcil.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    13/251

    Lo siento, viejo caballo dijo Ukridge. De haber sabido quin eras, note habra hecho esperar. He credo que eras Gooch, el de la tienda de comestiblesGneros suministrados por valor de seis libras, tres chelines y un penique.

    Comprendo.

    Me est acosando en pos de su infernal dinero me explic Ukridgetristemente, mientras me conduca a la sala de estar. Resulta un poco duro. A fema que es un poco duro. Vengo aqu para inaugurar un gran negocio y hacerles alos nativos un favor, estableciendo una pujante industria en medio de ellos, y de

    buenas a primeras se revuelven y muerden la mano que iba a alimentarlos. Desdeque llegu aqu, me he visto obstaculizado y baqueteado por esos chupadores desangre. Un poco de confianza, un poco de afecto, un poco de aquel antiguo espritudel toma y daca, era cuanto peda yo. Y qu ocurri? Queran algo a cuenta! Y

    dale con atosigarme con ese algo a cuenta, te lo aseguro, precisamente cuando yonecesitaba todos mis pensamientos, todas mis energas y hasta la ltima onza deconcentracin a mi disposicin para mi tarea, extraordinariamente difcil ydelicada. Yo no les poda dar algo a cuenta. Ms tarde, slo con que hubieranmostrado una paciencia razonable, sin la menor duda yo hubiera estado encondiciones de saldar sus infernales facturas y cincuenta veces ms. Pero el tiempotodava no haba llegado a su madurez. Les expuse mis razonamientos. Dije: Aqume tienen, un hombre ocupadsimo, empeado de firme en educar a seis perrospequineses para que acten en los escenarios, y ustedes vienen a distraer mi

    atencin y menguar mi eficiencia parloteando no s qu acerca de algo a cuenta.Esto no es espritu de solidaridad dije. No es aquel espritu que predominasobre las riquezas. Esas ideas angostas y mezquinas nunca pueden aportar elxito. Pero no, eran incapaces de comprenderlo. Empezaron a presentarse aqu atodas horas y a increparme en las vas pblicas, hasta que la vida se convirti param en una perfecta maldicin. Y qu crees que ha ocurrido ahora?

    Qu?

    Los perros.

    Tienen el moquillo?

    No. Peor. Mi casero me los ha confiscado como garanta para cobrar sumaldito alquiler! Me ha dejado sin existencias. Se ha apropiado del activo. Haparalizado el negocio en su mismsima base. Has odo en toda tu vida algo tan

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    14/251

    miserable? Ya s que yo haba accedido a pagar ese condenado alquilersemanalmente y que llevo seis meses de atraso, pero, por favor, es de suponer queun hombre con una tarea inmensa entre manos no tiene por qu preocuparse porestas naderas cuando est entregado a la ms delicada Pues bien, as se lo

    expuse al viejo Nickerson, pero de poco sirvi. Y entonces te mand el telegrama.

    Ah! hice yo, y hubo una pausa breve pero tensa.

    Pens dijo Ukridge, con expresin meditabunda que tal vez tpudieras sugerir a alguien a quien yo pudiese recurrir.

    Hablaba con un tono desinteresado, casi indiferente, pero sus ojos memiraban con un brillo significativo, y los evit con una sensacin de culpabilidad.En aquel momento, mis finanzas se encontraban en su incierto estado de

    costumbre de hecho, en condiciones bastante peores que las usuales, debido aunas insatisfactorias especulaciones en Kempton Park el sbado anterior, y mepareci que, si hubo alguna vez un momento para pasarle el mochuelo a otro, eraste. Me concentr. Era una ocasin en que convena pensar deprisa.

    George Tupper! grit, en la cresta de una onda cerebral.

    George Tupper? me hizo eco un Ukridge radiante, cuyo malhumor sedeshaca como la niebla ante el sol. El hombre ms indicado, a fe ma! Essorprendente, pero no haba pensado en l. George Tupper, claro! George el delcorazn de oro, el viejo compaero de escuela. Actuar en el acto y no escatimar eldinero. Esos tipos del Foreign Office siempre tienen un par de billetes de losgrandes metidos en un calcetn. Los sacan de los fondos pblicos. Vuelve a laciudad, muchacho, a toda velocidad, chale mano a Tuppy, dedcale un par derequiebros y sultale un sablazo de veinte machacantes. Ha llegado el momento deque todos los hombres de buena voluntad acudan en ayuda de sus semejantes.

    Yo haba estado convencido de que George Tupper no nos fallara, y no nosfall. Afloj la pasta sin un murmullo, incluso con entusiasmo. Pareca como si

    aquel encargo hubiera sido hecho a su medida. Cuando era un jovencito, Georgesola escribir poesas sentimentales para la revista del colegio, y ahora es uno deesos hombres que siempre estn encabezando listas de suscripcin y organizandohomenajes y presentaciones. Escuch mi historia con la seria actitud oficial queesos individuos del Foreign Office asumen cuando estn decidiendo si han dedeclarar la guerra a Suiza o enviar una nota enrgica a San Marino, y no llevaba yo

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    15/251

    dos minutos hablando cuando l ya sacaba su talonario de cheques. El penoso casode Ukridge pareca haberle emocionado profundamente.

    Qu mala suerte coment George. De modo que se dedica a adiestrarperros? Pues bien, parece muy injusto que, si al final ha decidido trabajar de veras,desde un buen principio tope con dificultades financieras. Tendramos que haceralgo por l. Al fin y al cabo, un prstamo de veinte libras no puede aliviarpermanentemente la situacin.

    Creo que eres un tanto optimista si lo consideras como un prstamo.

    Lo que Ukridge necesita es capital.

    l tambin piensa lo mismo, y Gooch, el dueo del colmado.

    Capital repiti George Tupper con firmeza, como si estuvieranegociando con el plenipotenciario de alguna Gran Potencia. Toda empresacomercial requiere capital al principio. Frunci el ceo, meditabundo. Dndepodemos obtener capital para Ukridge?

    Robando en un banco.

    El rostro de George Tupper se aclar.

    Ya lo tengo! exclam. Esta misma noche ir a Wimbledon y hablarcon su ta.

    Olvidas que con ella Ukridge goza de la misma popularidad que puedatener el cocido fro?

    Cabe que exista un distanciamiento temporal, pero si le narro los hechos yla convenzo de que Ukridge est efectuando realmente un genuino esfuerzo paraganarse la vida

    Est bien, intntalo si quieres, pero es probable que te eche encima lacaballera.

    Tendr que hacerse diplomticamente, claro. Mejor ser que no le digas aUkridge lo que me propongo hacer. No deseo suscitar esperanzas que no puedanverse cumplidas.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    16/251

    Una mancha amarilla en el andn de la estacin de Sheeps Cray me anunci,la maana siguiente, que Ukridge haba venido a esperar mi tren. El sol relucadesde un cielo sin nubes, pero se necesitaba algo ms que el resplandor solar paraobligar a Stanley Featherstonehaugh Ukridge a abandonar su impermeable. Pareca

    un gotern de mostaza animado.

    Cuando entr el tren en la estacin, l se ergua en solitariagrandeurtratandode encender su pipa, pero cuando me ape percib que se le haba unido unhombre de aspecto tristn que, a juzgar por su rpida y directa manera de hablar yla vehemencia de sus gesticulaciones, daba la impresin de estar ventilando algntema que le inspirase profundos sentimientos. Ukridge pareca sentirse violento yabochornado, y, al aproximarse, pude or que su voz entonaba una sonorarespuesta:

    Apreciado seor, muy apreciado viejo caballo, sea usted razonable yprocure cultivar una visin generosa, amplia y flexible

    Entonces me vio y se interrumpi, aunque no de mala gana, y aferrando mibrazo me arrastr a lo largo del andn. El hombre de aspecto tristn nos sigui,titubeante.

    Has conseguido la pasta, muchacho? inquiri Ukridge con un tensomurmullo. La has conseguido?

    S, aqu est.

    Gurdala, gurdala! gimi Ukridge como si agonizara, al verme palparel bolsillo. Sabes quin era el tipo con el que estaba hablando? Gooch, el de latienda de comestibles!

    Gnero suministrado por valor de seis libras, tres chelines y un penique?

    Exactamente!

    Pues ahora tienes la gran oportunidad. Lnzale una bolsa de oro y sequedar pasmado.

    Mi querido viejo caballo, yo no puedo permitirme el lujo de recorrer estelugar arrojando monedas, slo para lograr que los tenderos se queden pasmados.Este dinero va destinado a Nickerson, mi casero.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    17/251

    Mira, me parece que el de las seis libras, tres chelines y un penique nosest siguiendo.

    Entonces, por lo que ms quieras, muchacho, largumonos de aqu! Si esehombre supiera que llevamos encima veinte libras, nuestras vidas correranpeligro. Se abalanzara sobre nosotros.

    Salimos apresuradamente de la estacin y me condujo hacia un caminosombreado que discurra a travs de los campos, escabullndonos furtivamentecomo aqul que en un sendero solitario camina sin volver la cabeza, porque sabeque un temible demonio sigue de cerca sus pasos. En realidad, el temibledemonio haba desistido de la persecucin despus de dados los primeros pasos, ymomentos ms tarde llam la atencin de Ukridge sobre este hecho, pues no era laclase de da en que uno se dedica a batir innecesariamente rcords de marcha.

    Se detuvo, aliviado, y se sec su espaciosa frente con un pauelo quereconoc por haber sido en otro tiempo de mi propiedad.

    Gracias a Dios, nos lo hemos quitado de encima dijo. Creo que a sumanera no es un mal hombre; tengo entendido que es un buen marido y un buenpadre, y que canta en el coro de la iglesia. Pero no tiene visin. Esto es lo que lefalta, viejo caballo: visin. No puede entender que todas las grandes empresasindustriales han sido montadas sobre un sistema de crdito liberal y generoso. No

    entiende que el crdito es la sangre vital del comercio. Sin crdito, el comercio notiene elasticidad. Y si el comercio no tiene elasticidad, de qu demonios sirve?

    No lo s.

    Ni lo sabe nadie. Bien, ahora que se ha marchado, puedes darme el dinero.Lo ha escupido de buena gana el viejo Tuppy?

    Gozosamente.

    Lo saba dijo Ukridge, profundamente emocionado. Lo saba. Es unbuen amigo. Uno de los mejores. A m siempre me ha gustado Tuppy. Un hombreen el que puedes confiar. Cualquier da, cuando esto me funcione en gran escala, lorecuperar multiplicado por mil. Me alegro de que lo hayas trado en billetespequeos.

    Por qu?

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    18/251

    Quiero esparcirlos sobre la mesa, delante de ese Nickerson.

    Es aqu donde vive?

    Habamos llegado a una casa de tejado rojo, apartada de la carretera ysituada entre rboles. Ukridge accion vigorosamente la aldaba.

    Dgale al seor Nickerson le dijo a la sirvienta que el seor Ukridgedesea hablar con l.

    En el porte del hombre que finalmente entr en la habitacin donde noshaban hecho pasar haba aquel algo sutil pero a la vez bien definido que en todo elmundo constituye el sello del acreedor. El seor Nickerson era un hombre demediana edad, rodeado casi por completo de patillas, y a travs de ese follaje mir

    a Ukridge con ojos glaciales, proyectando ondas de un deletreo magnetismoanimal. Era posible ver en seguida que no le tena ningn afecto a Ukridge. Enresumidas cuentas, el seor Nickerson se pareca a uno de los profetas menosafables del Antiguo Testamento disponindose a entrevistar al monarca cautivo delos amalequitas.

    Y bien? dijo, y nunca he odo pronunciar estas palabras de una manerams impresionante.

    He venido por lo del alquiler.

    Ah! exclam el seor Nickerson, con cautela.

    Para pagarlo.

    Para pagarlo! exclam el seor Nickerson con incredulidad.

    Aqu lo tiene dijo Ukridge, y con un gesto soberbio arroj el dinerosobre la mesa.

    Comprend entonces por qu aquel hombre de voluminoso cerebro habaquerido billetes de pequea denominacin. Ofrecieron una simpticademostracin. Soplaba una leve brisa a travs de la abierta ventana, y tan musicalfue el susurro que provoc al acariciar el fajo de billetes, que la austeridad delseor Nickerson pareci desvanecerse como la espuma que se desprende de unahoja de afeitar. Por un momento, apareci una mirada de estupor en sus ojos y el

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    19/251

    hombre se tambale ligeramente, y despus, cuando empez a recoger el dinero,asumi el aire benevolente del obispo que bendice a unos peregrinos. Por lo que alseor Nickerson se refera, el sol estaba en su cnit.

    Pues muchas gracias, seor Ukridge, desde luego dijo. Muchsimasgracias. Verdad que no queda ningn resquemor?

    No por mi parte, viejo caballo respondi Ukridge afablemente. Elnegocio es el negocio.

    Exactamente.

    Bien, ser mejor que me lleve aquellos perros ahora dijo Ukridge,apropindose de un cigarro de una caja que acababa de descubrir en la repisa de la

    chimenea, y metindose un par ms en su bolsillo con la mayor campechanera.Cuanto antes vuelvan conmigo, tanto mejor. De hecho, han perdido un da en sueducacin.

    Desde luego, seor Ukridge, no faltara ms. Estn en el cobertizo, alfondo del jardn. Se los voy a buscar en seguida.

    Y se retir de la habitacin, balbuceando palabras de agradecimiento.

    Es sorprendente ver qu cario le tienen esos tipos al dinero suspir

    Ukridge. Es algo que no me gusta ver. Sordidez, lo llamo yo. Los ojos de esefulano chispeaban, literalmente chispeaban, muchacho, al contar la pasta. Buenoscigarros stos aadi, embolsndose tres ms.

    Se oyeron unos pasos vacilantes afuera y el seor Nickerson entr de nuevoen la habitacin. Al parecer, algo turbaba su mente. Haba una mirada vidriosa ensus ojos rodeados por patillas, y su boca, aunque no resultara fcil verla a travs deaquella jungla, me dio la impresin de formar una triste mueca. Recordaba a unprofeta menor al que hubieran golpeado detrs de la oreja con una piel de anguila

    debidamente rellenada.

    Seor Ukridge!

    Qu hay?

    Los los perritos!

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    20/251

    Bien?

    Los perritos!

    Qu les pasa?

    Se han marchado!

    Marchado?

    Han huido!

    Huido? Cmo diablos iban a poder huir?

    Haba, al parecer, una tabla suelta en la parte posterior del cobertizo. Losperritos deben de haberse abierto paso por ella. No hay ni traza de ellos.

    Ukridge alz los brazos, presa de la desesperacin, y se hinch como unglobo cautivo. Los quevedos bailaron sobre su nariz, su impermeable aleteamenazadoramente, y su cuello se desprendi del botn posterior.

    Maldita sea mi estampa!

    Lamento muchsimo que

    Maldita sea mi estampa! grit Ukridge. Es duro. Es muy duro. Vengoaqu para inaugurar un gran negocio que, con el tiempo, habra procurado trabajoy prosperidad a toda la poblacin, y, apenas he tenido tiempo para dar mediavuelta y atender a los detalles preliminares de la empresa, viene este hombre y mehurta los perros. Y ahora va y me dice con una risa despreocupada

    Seor Ukridge, yo le aseguro

    Me dice con una risa despreocupada que se han ido. Ido! Ido adonde?

    Pero si pueden estar diseminados por todo el condado! Buenas son misposibilidades de volverlos a ver. Seis valiosos pequineses, ya prcticamenteadiestrados para el escenario, donde podran haberse vendido con un beneficioenorme

    El seor Nickerson gesticulaba con expresin culpable y, en este momento,extrajo de su bolsillo un arrugado fajo de billetes que, muy nervioso, ofreci a

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    21/251

    Ukridge, quien los apart con asco.

    Este caballero explic con voz de trueno, y sealndome con un ampliogesto es nada menos que un abogado. Ha sido una verdadera suerte queprecisamente hoy haya venido a visitarme. Has seguido atentamente losprocedimientos?

    Contest que los haba seguido muy atentamente.

    Y en tu opinin cabe emprender una accin legal?

    Dije que me pareca altamente probable, y esta opinin de un expertopareci dar el toque final al derrumbamiento del seor Nickerson. Casi conlgrimas en los ojos, volvi a ofrecer el dinero a Ukridge.

    Qu es esto? pregunt ste, con altanera.

    He he pensado, seor Ukridge, que si a usted le parece bien, tal vezconsienta en tomar de nuevo su dinero y y considerar concluido el episodio.

    Ukridge se volvi hacia m con las cejas enarcadas.

    Ja! grit. Ja, ja!

    Ja, ja! core debidamente.

    Cree que puede concluir el episodio devolvindome mi dinero. No teparece buena sta?

    Sabrosa asent.

    Aquellos perros valan centenares de libras y cree poder arreglar el asuntoconmigo por veinte miserables libras. Lo habras credo de no haberlo odopersonalmente, viejo caballo?

    Nunca!

    Te dir lo que voy a hacer explic Ukridge, despus de cavilar.Tomar este dinero. El seor Nickerson le dio las gracias. Y hay un par decuentas insignificantes que deben serles abonadas a unos comerciantes locales.Usted se ocupar de ello

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    22/251

    Desde luego, seor Ukridge, desde luego.

    Y hecho esto pues tendr que pensarlo. Si decido llevar el asunto aljuzgado, mi abogado se pondr debidamente en contacto con usted.

    Y abandonamos a aquel hombre ruin, miserablemente agazapado detrs desus patillas.

    Tuve la impresin, mientras recorramos el camino sombreado por losrboles hasta salir al blanco resplandor de la carretera, de que Ukridge se estabacomportando, en su hora de desastre, con una fortaleza francamente admirable.Las existencias de su negocio, la savia de su empresa, estaban diseminadas a lolargo y lo ancho de Kent, probablemente para no regresar nunca ms, y todo lo quepoda ensear en el otro lado del balance era la cancelacin de unas pocas semanas

    de alquileres atrasados y el pago de las deudas a Gooch, el de la tienda decomestibles, y sus amigos. Era una situacin que bien hubiese podido quebrantarel nimo de un hombre corriente, pero Ukridge no pareca ni mucho menosabatido. Ms bien mantena una actitud gallarda. Brillaban sus ojos detrs de lasgafas y silbaba una tonadilla alegre. Y cuando finalmente empez a cantar, crellegado el momento de crear una diversin.

    Qu piensas hacer? le pregunt.

    Quin, yo? exclam Ukridge, con tono boyante. Pues pienso regresara la ciudad en el prximo tren. No te importar, verdad, caminar hasta la prximaestacin? Slo se trata de ocho kilmetros. Sera un poco arriesgado partir desdeSheeps Cray.

    Por qu arriesgado?

    A causa de los perros, claro.

    De los perros?

    Ukridge tarare unos alegres compases.

    S, claro, haba olvidado hablarte de ellos. Los tengo en mi poder.

    Qu?

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    23/251

    S. Ayer por la noche, ya muy tarde, sal y los saqu de aquel cobertizo. Solt una risita, muy divertido. La cosa no pudo ser ms sencilla. Slo senecesitaba una cabeza despejada y equilibrada. Me agenci un gato muerto y le atun cordel, lo arrastr hasta el jardn del viejo Nickerson despus de oscurecido,

    saqu una tabla de la parte posterior del cobertizo, met la cabeza por el agujero ehice chasquear la lengua. Los perros salieron uno tras otro y yo emprend elregreso a buen paso, arrastrando a Don Gato con el cordel. Una gran carreramientras dur, muchacho. Los sabuesos captaron en seguida el aroma y partieronen jaura a ochenta por hora. El gato y yo tuvimos una media regular de ochenta ycinco. Yo pensaba que en cualquier momento el viejo Nickerson oira aquel jaleo ysaldra de la casa escopeta en mano, pero no ocurri nada. Dej que la jaurasurcara los campos durante veinte minutos, sin detenerse ni una sola vez, aparqulos perros en mi sala de estar, y me met en la cama. Estaba agotado, te lo aseguro.Uno ya no es tan joven como en otros tiempos.

    Guard silencio por unos momentos, consciente de un sentimiento que eracasi de reverencia. Aquel hombre era indudablemente inmenso. Siempre habahabido algo en Ukridge que embotaba todo sentido moral.

    Bien dije por fin, desde luego no te falta perspectiva.

    S? repuso Ukridge, satisfecho.

    Ni tampoco aquella visin generosa, amplia y flexible.

    Hoy en da hay que tenerla, muchacho. Es la base de una provechosacarrera en el mundo de los negocios.

    Y cul es la prxima etapa?

    Nos estbamos aproximando al White Cottage. Se alzaba baado por la luzsolar y esper que en su interior hubiera algo fresco para beber. La ventana de lasala de estar estaba abierta y a travs de ella nos llegaban los ladridos de los

    pequineses.

    Siempre encontrar otra casa de campo en otro lugar dijo Ukridge,contemplando su casita con cierto sentimentalismo. No ser difcil. Hay muchoschalets por ah. Y entonces me dedicar a trabajar en serio. Te asombrar ver losprogresos que he hecho ya. En seguida te ensear lo que pueden hacer esosperros.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    24/251

    Saben ladrar muy bien.

    S, parece como si algo les excitara. Y es que te dir, muchacho, que hetenido una gran idea. Cuando fui a verte en tu casa, mi plan consista enespecializarme en amaestrar perros para los teatros de variets lo que podramosllamar perros profesionales. Pero he estado reflexionando, y ahora no veo por quno habra de desarrollar tambin el talentoamateur. Imaginemos que t tienes unperro Fido, un perrillo casero y crees que alegrara el hogar el hecho de quefuese capaz de efectuar unos cuantos trucos de vez en cuando. Pero t eres unhombre muy ocupado que no dispone de tiempo para enserselos, y es entoncescuando le atas una etiqueta al collar, lo envas por un mes al Instituto CaninoUkridge, y vuelve a tu casa perfectamente educado. Ningn problema, ningunapreocupacin, y condiciones asequibles. A fe ma, que no estoy seguro de que nohaya ms dinero en el sectoramateurque en el profesional. No veo por qu, con el

    tiempo, los propietarios de perros no habran de enviarme regularmente sus canes,tal como envan a sus hijos a Eton y a Winchester. Te aseguro que es una idea queempieza a prosperar. Te dir una cosa qu te parecera entregar collaresespeciales a todos los perros graduados en mi colegio? Algo distintivo, que todo elmundo reconociera. Ves lo que quiero decir? Una especie de divisa de honor. Eltipo propietario de un perro autorizado a lucir el collar Ukridge estara en posicinapta para mirar con menosprecio al fulano cuyo can no lo tuviera. Gradualmente,se llegara hasta el punto de que todo el que ocupase una posicin social decente seavergonzara de ser visto paseando a un perro no educado por Ukridge. Y entonces

    sera como un corrimiento de tierras. Surgiran perros de todos los rincones delpas. Ms trabajo del que yo pudiera asumir. Tendra que fundar sucursales. Elproyecto es colosal, con millones en l, muchacho. Millones! Hizo una pausa conlos dedos en la manija de la puerta principal. Claro est prosigui que eneste momento de nada servira ocultar el hecho de que me encuentro obstaculizadoy mermado por falta de fondos, y que slo puedo enfocar las cosas a pequeaescala. Lo que equivale a decir, amigo mo, que de un modo o de otro he deconseguir capital.

    Pareca llegado el momento de difundir la buena noticia.

    Le promet que no lo mencionara dije, por temor de que pudieraconducir a una decepcin, pero de hecho George Tupper est tratando de reunir elcapital para ti. Esta noche pasada le dej comenzando a hacer sus gestiones.

    George Tupper! Los ojos de Ukridge brillaron con viril emocin.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    25/251

    George Tupper! Te juro que ese tipo es la sal de la tierra. Un buen amigo, leal! Unverdadero amigo. Un hombre en el que cabe confiar. A fe ma que si hubiera porah ms fulanos como el buen Tuppy, no existira todo este pesimismo y estazozobra tan propios de nuestra poca. Dio la impresin de tener alguna idea

    acerca de dnde podra encontrarme ese poquitn de capital?

    S. Se dispona a explicarle a tu ta cmo te habas instalado aqu paraadiestrar a esos pequineses y Qu te ocurre?

    Se haba producido un cambio tremendo en la hasta entonces alegre fachadade Ukridge. Sus ojos se haban desorbitado y su mandbula colgaba. Con la adicinde unos palmos de patillas grises, se habra parecido al seor Nickerson como unagota de agua a otra.

    Mi ta? murmur, aferrndose a la manija de la puerta.

    S. Qu pasa? George pensaba que, si le contaba toda la historia, tal vezella se ablandara y se sumara a la buena causa.

    El suspiro de un valeroso luchador al llegar al fin de sus fuerzas se abripaso a travs del pecho de Ukridge, cubierto por el impermeable.

    De todos los malditos, infernales, oficiosos, embrollones, cabezotas,enredones y entremetidos asnos dijo con una expresin sombra. GeorgeTupper es el peor.

    Qu quieres decir?

    Ese hombre no debera andar suelto. Es una amenaza pblica.

    Pero

    Estos perros son propiedad de mi ta. Los sustraje cuando ella me puso de

    patitas en la calle!

    En el interior delcottage, los pequineses seguan ladrando industriosamente.

    A fe ma aadi Ukridge que resulta bastante duro

    Yo creo que hubiera dicho ms, pero en aquel momento una voz habl con

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    26/251

    repentina e impresionante brusquedad desde el interior de la casa. Era una voz demujer, una voz queda y acerada, una voz que, segn me pareci a m, sugera unosojos fros, una nariz ganchuda y unos cabellos de un gris de hierro.

    Stanley!

    Fue todo lo que dijo, pero bast. Los ojos de Ukridge buscaron los mos,despavoridos, y mi amigo pareci encogerse dentro de su impermeable como uncaracol sorprendido en el momento de comerse una lechuga.

    Stanley!

    Dime, ta Julia contest Ukridge, con voz trmula.

    Ven aqu. Deseo hablar contigo.

    S, ta Julia.

    Me escurr hasta la carretera. En el interior de la casita, los ladridos de lospequineses haban llegado a una nota histrica. Me encontr lanzado al trote ydespus aunque era un da caluroso corriendo con notable rapidez. Hubiesepodido quedarme de haberlo querido, pero por alguna razn no quise hacerlo.Algo pareca decirme que en aquella severa escena domstica yo hubiera sido unintruso.

    Ignoro qu fue lo que me dio esta impresin, pero probablemente debise avisin o a una perspectiva generosa, amplia y flexible.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    27/251

    2

    UKRIDGE Y EL SINDICATO DE ACCIDENTES

    Medio minuto, muchacho dijo Ukridge, y agarrndome un brazo meoblig a detenerme junto a la pequea multitud que se haba congregado ante lapuerta de la iglesia.

    Era una multitud como todas las que cabe ver cualquier maana, durante latemporada de apareamiento en Londres, frente a cualquiera de las iglesiasubicadas en las tranquilas plazuelas entre Hyde Park y Kings Road, en Chelsea.

    Consista en cinco mujeres con aspecto de cocineras, cuatro nieras, mediadocena de hombres de la clase no productora que por unos momentos habanabandonado su tarea normal, consistente en apuntalar la pared de la taberna ElRacimo de Uvas, en la esquina, y adems un vendedor ambulante con unacarretilla de hortalizas, diversos chiquillos, once perros, y dos o tres jvenes deaspecto decidido con cmaras fotogrficas colgadas del hombro. Era evidente queall se estaba celebrando una boda y, a juzgar por la presencia de los fotgrafos y la

    hilera de coches elegantes a lo largo de la acera, una boda de cierto postn. Lo queya no resultaba evidente al menos para m era por qu Ukridge, el msencallecido de los solterones, haba deseado sumarse a los espectadores.

    Qu se est tramando aqu? inquir. Por qu interrumpimos nuestropaseo para asistir a las exequias de un perfecto desconocido?

    De momento, Ukridge no replic. Pareca absorto en sus pensamientos.Despus profiri una risotada hueca y burlona, un ruido desagradable que

    recordaba el ltimo gargarismo de un alce moribundo.

    Perfecto desconocido, por toda m galera de antepasados! replicabruptamente. Sabes a quin estn enganchando aqu para toda la vida?

    A quin?

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    28/251

    A Teddy Weeks.

    Teddy Weeks? Teddy Weeks? Vlgame el cielo! exclam. De veras?

    Y cinco aos se disiparon en mi memoria.

    Fue en el restaurante italiano de Barolini, en Beak Street, donde Ukridgeexpuso su gran proyecto. Barolinis era uno de los lugares de recreo predilectos denuestro pequeo grupo de enrgicos luchadores, en los das en que losfilantrpicos restauradores del Soho solan ofrecer cuatro platos y caf por uncheln y seis peniques, y aquella noche, adems de Ukridge y yo, estaban presenteslos ciudadanos siguientes: Teddy Weeks, el actor de teatro, recin terminada sugira con la compaa que representabaTan slo una dependiente, Victor Beamish, elartista, el hombre que traz aquel dibujo del Pianista O-So-Eesi en las pginas de

    anuncios delPiccadilly Magazine, Bertram Fox, autor deCenizas de remordimientoyotros guiones cinematogrficos an por producir, y Robert Dunhill, que, empleadocon un sueldo de ochenta libras anuales por el New Asiatic Bank, representaba alsobrio y astuto elemento comercial. Como de costumbre, Teddy Weeks habaacaparado la conversacin y nos estaba diciendo, una vez ms, lo buen actor queera y cun duramente le haba tratado un hado maligno.

    No es necesario describir a Teddy Weeks. Bajo otro nombre ms eufnico,hace tiempo ya que su apariencia personal les resulta odiosamente familiar a todos

    aquellos que leen los semanarios ilustrados. Era entonces, como ahora, un joven denauseabunda apostura, que posea exactamente los mismos ojos melosos, la mismaboca expresiva y el mismo cabello ondulado que tanto admira el pblico actualaficionado al teatro. Y sin embargo, en este perodo de su carrera se estabamalogrando en compaas ambulantes de poca monta, de la clase de las queinauguran en Barrow-in-Furness y saltan a Bootle al cabo de media semana. latribua esto, tal como Ukridge era tan amigo de atribuir sus propias dificultades, afalta de capital.

    Lo tengo todo se quejaba, subrayando sus observaciones con una

    cucharilla de caf. Buena planta, talento, personalidad, una voz bien timbrada,todo. Lo nico que necesito es una oportunidad. Y no la puedo conseguir porqueno tengo la indumentaria adecuada. Esos empresarios son todos ellos lo mismo,pues nunca miran por debajo de la superficie y nunca se molestan en averiguar siuno posee autntico genio. Todos ellos se fundan slo en las ropas. Si yo pudierapermitirme el lujo de comprar un par de trajes en una sastrera de Cork Street, si

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    29/251

    me pudiera encargar mis zapatos a medida en Moykoff en vez de conseguirlos deserie y de segunda mano en Moses Brothers, y si por una vez me viese dueo de unsombrero decente, de un buen par de botines y de una pitillera de oro, todo ello almismo tiempo, podra entrar en la oficina de cualquier empresario teatral de

    Londres y firmar contrato para trabajar maana mismo en una obra estrenada en elWest-end.

    Fue en este momento cuando entr Freddie Lunt. Al igual que RobertDunhill, Freddie era un magnate financiero en ciernes y asiduo cliente deBarolinis, y de pronto se nos ocurri pensar que haba pasado bastante tiempodesde la ltima vez que le habamos visto all. Inquirimos la razn de suextraamiento.

    He guardado cama durante ms de quince das contest Freddie.

    Esta afirmacin suscit la enrgica desaprobacin de Ukridge. Este granhombre tena la costumbre de no levantarse nunca antes del medioda, y en ciertaocasin, cuando una cerilla lanzada descuidadamente todava encendida hizo unagujero en sus nicos pantalones, lleg hasta el punto de permanecer cuarenta yocho horas entre las sbanas, pero una pereza en tan majestuosa escala leescandaliz.

    Joven gandul coment con severidad. Dejar que las horas doradas de

    la juventud se escapen de este modo, cuando deberas haber estado trabajando defirme y forjndote un nombre!

    Freddie se sinti agraviado por esta falsa imputacin.

    Es que tuve un accidente explic. Me ca de la bicicleta y me disloquun tobillo.

    Qu mala pata fue nuestro veredicto.

    Pues yo no estoy tan seguro dijo Freddie. No me sent mal un buendescanso. Y, claro est, adems hubo las cinco libras.

    Qu cinco libras?

    Cobr cinco libras delWeekly Cyclistpor haberme dislocado el tobillo.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    30/251

    Que cobraste qu? grit Ukridge, enormemente excitado, comosiempre que se hablaba de dinero fcil. Me ests diciendo que un periodicuchode mala muerte te pag cinco libras slo porque te dislocaste el tobillo? Recapacita,viejo caballo. No ocurren cosas como sta.

    Pues es la verdad.

    Puedes ensearme las cinco libras?

    No, porque si lo hiciera trataras de que te las prestara.

    Ukridge dej pasar esta observacin con un digno silencio.

    Le pagaran cinco machacantes a cualquiera que se torciera el tobillo?

    pregunt, cindose al tema principal.

    S, siempre que fuera suscriptor.

    Ya saba yo que tena que haber alguna trampa coment sombramenteUkridge.

    Muchos semanarios estn empleando este reclamo prosigui Freddie.Pagas la suscripcin de un ao y ello te autoriza a una pliza de seguro poraccidente.

    Nos sentimos interesados. Esto ocurra en das anteriores a la poca en quetodo peridico londinense compitiera encarnizadamente con sus rivales en elcampo de los seguros, ofreciendo a los ciudadanos plizas fabulosas que lespermitieran ganar una fortuna si se rompan el cuello. Hoy en da, los peridicosllegan a pagar hasta dos mil libras por un genuino cadver y cinco libras semanalespor una mera dislocacin de la columna vertebral, pero en aquel tiempo la idea eranueva y resultaba muy atractiva.

    Cuntos de esos panfletos hacen esto? pregunt Ukridge, y por el brillode sus ojos poda verse que aquel poderoso cerebro zumbaba como una dinamo.Diez?

    S, creo que s. Diez al menos.

    Entonces el tipo que se suscribiera a todos ellos y despus se dislocara el

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    31/251

    tobillo cobrara cincuenta libras? pregunt Ukridge, siguiendo su agudorazonamiento.

    Y ms si la lesin fuera ms grave respondi Freddie, el experto.Tienen una tarifa regular. Tanto por un brazo roto, tanto por una pierna rota, y assucesivamente.

    El cuello postizo de Ukridge se desprendi de su botn y sus quevedos sebalancearon precariamente al volverse l haca nosotros.

    Cunto dinero podis reunir? pregunt.

    Para qu lo quieres? quiso saber Robert Dunhill, con la cautela propiadel banquero.

    Mi querido viejo caballo, no lo ves? Pero hombre, si he tenido la idea delsiglo! A fe ma que es el mejor proyecto, jams ideado para hacerse de oro.Reunimos entre todos dinero suficiente y nos suscribimos por un ao a cada unode esos malditos peridicos.

    Y qu se conseguira con ello? dijo Dunhill, con una helada falta deentusiasmo. Adiestran a los empleados de banca para que sepan ahogar todaemocin, de modo que, una vez llegados a cargos directivos, puedan rehusarcualquier operacin en descubierto. Lo ms probable es que ninguno de nosotrossufra el menor accidente, y entonces habremos tirado el dinero.

    Pero hombre, no seas burro! resopl Ukridge. No irs a creer que yosugiero dejar la cosa en manos del azar! Escuchadme! He aqu el plan. Nossuscribimos a todos estos peridicos, despus lo echamos a suertes, y el tipo quesaque la carta fatal o lo que sea va, se rompe la pierna y cobra el botn, nos lorepartimos entre todos y vivimos como reyes. Debera ascender a centenares delibras.

    Sigui un prolongado silencio y despus volvi a hablar Dunhill. La suya erauna mente slida ms bien que gil.

    Y si no le fuera posible romperse la pierna?

    Vlgame el cielo! grit Ukridge, exasperado. Estamos en pleno sigloveinte, con todos los recursos de la moderna civilizacin a nuestra disposicin, con

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    32/251

    oportunidades para rompernos las piernas en todas partes y t haces unapregunta tan tonta como sta! Claro que se rompera la pierna. Cualquier asnopuede romperse una pierna. La situacin es dura! Estamos todos al borde de laquiebra, y personalmente, a no ser que Freddie pueda dejarme parte de aquellas

    cinco libras hasta el sbado, me va a resultar muy difcil ir tirando. Todosnecesitamos dinero como el aire que respiramos, y sin embargo, cuando yopresento ese proyecto maravilloso para cobrar algo, en vez de felicitarme por midespierta inteligencia os dedicis a presentar objeciones. No es ste el esprituapropiado. No es ste el espritu que hace triunfar.

    Si tan mal andas de fondos objet Dunhill, cmo te las arreglarspara aportar tu parte?

    Apareci en los ojos de Ukridge una mirada apenada, casi de estupefaccin,

    y contempl a Dunhill a travs de sus torcidas gafas, como el que piensa si su odole ha engaado.

    Yo? exclam. Yo? Me gusta esto! A fe ma que sta s que es buena!Y es que, maldita sea, si hay algo de justicia en el mundo, si queda una migaja dedecencia y de buenos sentimientos en vuestro interior, yo pensara que deberaisdejarme participar gratuitamente por haber sugerido la idea. Resulta muy duro!Yo pongo el cerebro y hay quien quiere que escupa tambin la pasta. Os juro queno me esperaba esto, y me duele, lo aseguro! Si alguien me hubiera dicho que un

    viejo amiga osara

    Bueno, est bien dijo Robert Dunhill. Est bien, est bien, est bien.Pero te dir una cosa: si te toca a ti, ser el da ms feliz de mi vida.

    No me tocar repuso Ukridge. Algo me dice que no me tocar.

    Y no le toc. Cuando, en medio de un silencio solemne roto tan slo por ladistante disputa de un camarero con el cocinero a travs de un tubo acstico,concluimos la operacin del sorteo, el hombre marcado por el destino result ser

    Teddy Weeks.

    Supongo que incluso en la primavera de la juventud, cuando lasextremidades rotas parecen ser cosa ms leve de lo que llegan a ser ms tarde en lavida, nunca puede ser cosa indiscutiblemente agradable tener que salir a la vapblica y procurar que a uno le ocurra un accidente. En tales circunstancias, pensarque con ello uno est beneficiando a sus amigos aporta muy poco consuelo. A

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    33/251

    Teddy Weeks no pareci aportarle ni el mnimo consuelo, y el hecho deexperimentar muy poca inclinacin a sacrificarse en aras del bien pblico se hizocada vez ms evidente a medida que pasaban los das y l segua intacto. Cuandome visit para debatir este asunto, Ukridge se mostr visiblemente perturbado. Se

    hundi en un silln junto a la mesa en la que yo comenzaba a consumir mimodesto alimento natural y, despus de beberse la mitad de mi caf, suspirprofundamente.

    A fe ma rezong que esto resulta un tanto descorazonador. Meestrujo el cerebro pensando proyectos para conseguirnos a todos un poco de dineroprecisamente cuando ms necesitados andamos de l, y cuando tengo la que esprobablemente la idea ms sencilla y al mismo tiempo ms jugosa de nuestros das,ese maldito Weeks me pone en evidencia al evadir lo que es su evidente deber. Y lopeor de todo, muchacho, es que, por haber empezado con l, debemos continuar

    igual. No nos es posible reunir dinero suficiente para pagarle a otro suscripcionesanuales. Se trata de Weeks o de nadie ms.

    Supongo que debemos darle tiempo.

    Esto es lo que dice l gru Ukridge malhumorado, mientras se servaunas tostadas. Dice que no sabe cmo empezar. Oyndole hablar, uno creera quesufrir un accidente de nada es una tarea delicada e intrincada que requiere aos deestudio y una preparacin especial. Pero si un cro de seis aos podra hacerlo sin

    ningn problema y en menos de cinco minutos! Ese hombre es infernalmenteespecial. Uno le hace sugerencias tiles y, en vez de aceptarlas en un amplio yrazonable espritu de cooperacin, te sale cada vez con alguna objecin frvola. Estan remilgado! Cuando salimos la noche pasada, topamos con un par de bracerosque se estaban peleando. Un par de tipos fuertes y saludables, capaces, cualquierade ellos, de enviarle por un mes al hospital. Le dije que se metiera entre los dos ytratase de separarlos, pero me contest que no, que era una disputa privada que al en nada le incumba, y que no consideraba justificada su interferencia. A eso lellamo yo ser melindroso. Te aseguro, muchacho, que ese fulano es un caso perdido.

    Le ha entrado el canguelo. Nos equivocamos al permitirle entrar en el sorteo.Hubiramos tenido que pensar que un tipo como l nunca pueda dar resultados.No tiene ni la menor nocin de sacrificarse en lo ms mnimo en beneficio de lacomunidad. Tienes un poco ms de mermelada, muchacho?

    No tengo.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    34/251

    Entonces me marcho anunci Ukridge, malhumorado. Supongo aadi, haciendo una pausa ante la puerta que no podras prestarme cincochelines?

    Cmo lo has adivinado?

    Entonces te dir otra cosa prosigui Ukridge, siempre justo y razonable: puedes pagarme la cena de esta noche. Por unos momentos pareciregocijado por este satisfactorio compromiso, pero de nuevo volvi a invadirle elmalhumor y su faz se nubl. Cuando pienso dijo en el dinero encerrado enel cuerpo de aquel pescado sin sangre, esperando tan slo salir a relucir, me echaraa llorar. Llora, muchacho, como si fueras un nio! Nunca me gust aquelhombre, tiene una mirada aviesa y se ondula el cabello. No confes nunca en unhombre que se ondule el cabello, viejo caballo.

    El pesimismo de Ukridge era exclusivo de ste. Pasados quince das, y al nohaberle ocurrido a Teddy Weeks nada peor que un leve resfriado del que cur enun par de das, el consenso general de la opinin entre sus aprensivos colegas delSindicato era que la situacin haba llegado a ser desesperada. No haba la menorseal de beneficio sobre el vasto capital que habamos invertido, y entretanto habaque comprar comidas, pagar a caseras y adquirir un suministro razonable detabaco. Y en tales circunstancias, era una tarea melanclica la de leer el diariomatinal.

    A lo largo y lo ancho del globo habitado, o al menos as lo daba a entenderaquella hoja bien informada, estaban ocurriendo cotidianamente toda clase deaccidentes a prcticamente todo el mundo, con la excepcin de Teddy Weeks.Granjeros de Minnesota eran engullidos por mquinas cosechadoras, campesinosde la India eran biseccionados por cocodrilos, vigas metlicas de rascacielos caan,hora tras hora, sobre cabezas de ciudadanos en todas las ciudades desde Filadelfiahasta San Francisco, y las nicas personas que no padecan envenenamiento porptomana eran aqullas que se haban cado desde acantilados, estrellado suscoches contra muros, metido el pie en el orificio de una caldera, o supuestodemasiado a la ligera que la pistola no estaba cargada. Al parecer, en un mundoasolado Teddy Weeks era el nico que caminaba de un lado a otro, inclume yrebosante de salud. Era una de aquellas situaciones crueles, irnicas, sombras,grises y desesperadas que a los novelistas rusos tanto les agrada describir, y yo nome senta capaz de culpar a Ukridge por emprender una accin directa en estacrisis. Lo nico que lamentaba era que la mala suerte echara a perder un plan tan

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    35/251

    excelente.

    Mi primera sospecha de que haba estado tratando de apresurar las cosassurgi cuando l y yo caminbamos una tarde a lo largo de Kings Road, y mecondujo hasta Markham Square, un lgubre remanso donde antes l haba tenidoalquiladas unas habitaciones.

    Cul es la idea? pregunt, ya que el lugar me desagradaba.

    Teddy Weeks vive aqu dijo Ukridge. En las que fueron mishabitaciones.

    No me pareci que esto aadiera la menor fascinacin al lugar. Cada da y entodos los aspectos lamentaba ms y ms haber cometido la imprudencia de meter

    un dinero del que muy difcilmente poda disponer en una empresa quepresentaba todos los sntomas de acabar en desastre, y mis sentimientos respecto aTeddy Weeks eran fros y hostiles.

    Quiero preguntar por l me explic Ukridge.

    Preguntar por l? Y por qu?

    Pues lo cierto es, muchacho, que tengo la impresin de que le ha mordidoun perro.

    Y qu es lo que te lo hace pensar?

    Bueno, no lo s repuso Ukridge, con expresin soadora. Slo que seme ha ocurrido esta idea. Ya sabes cmo se le acuden a uno las ideas.

    La mera contemplacin de este atractivo acontecimiento resultaba taninspiradora que por unos momentos me oblig a guardar silencio. En cada uno delos diez peridicos en los que habamos invertido, las mordeduras de perro estaban

    especficamente recomendadas como algo que todo suscriptor debera padecer.Estaban a mitad de camino en la lista de accidentes lucrativos, en un puestoinferior al de una costilla rota o un peron fracturado, pero en mejor lugar que unuero. Me recreaba gustosamente en la imagen conjurada por las palabras deUkridge cuando una exclamacin me devolvi, sobresaltado, a las realidades de lavida. Una visin asqueante se present ante mis ojos. Por la calle se acercabacontonendose la figura familiar de Teddy Weeks, y una sola mirada a su elegante

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    36/251

    persona bast para decirnos que nuestras esperanzas se haban edificado sobre laarena. Ni siquiera un Pomerania miniatura le haba pegado una dentellada a aquelhombre.

    Hola, chicos! nos salud Teddy Weeks.

    Hola! respondimos de mala gana.

    No puedo pararme dijo Teddy Weeks. Tengo que ir a buscar unmdico.

    Un mdico?

    S. El pobre Victor Beamish. Le ha mordido un perro.

    Ukridge y yo cambiamos una triste mirada. Nos pareca como si el Hado sehubiera salido de su cauce para jugar con nosotros. De qu serva que un perromordiese a Victor Beamish? Y de qu serva que cien perros mordiesen a VictorBeamish? Un Victor Beamish mordido por un perro no tena el menor valor en elmercado.

    Ya conocis a aquella especie de fiera que tiene mi casera? dijo TeddyWeeks. Aquel perro que siempre se escapa y ladra a la gente que se acerca a lapuerta principal? Un perro mestizo con ojos saltones y colmillos centelleantes, que

    necesita desesperadamente un corte de pelo. Me lo encontr un da en la calle, al ira visitar a Ukridge, y slo la presencia de ste, que lo conoca bien y para el cualtodos los perros son como hermanos, me salv del triste destino de Victor Beamish.No s cmo ha sido, pero esta tarde se ha metido en mi dormitorio. Estabaesperando all cuando he vuelto a casa. Vena Beamish conmigo y el animal le hamordido en una pierna apenas he abierto yo la puerta.

    Y por qu no te ha mordido a ti? inquiri Ukridge, apesadumbrado.

    Lo que no puedo entender prosigui Teddy Weeks es cmo diablos semeti aquella fiera en mi habitacin. Alguien debi de ponerlo all. En conjunto,todo resulta bastante misterioso.

    Y por qu no te mordi a ti? insisti otra vez Ukridge.

    Es que yo consegu trepar a lo alto del armario ropero mientras l morda

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    37/251

    a Beamish explic Teddy Weeks. Y entonces vino la casera y se lo llev. Perono puedo entretenerme hablando. He de ir a buscar a aquel mdico.

    Nos quedamos mirndole en silencio mientras se alejaba por la calle. Nodejamos de observar la cautela con la que hizo una pausa en la esquina para vigilarel trfico antes de cruzar la calle, y la precaucin con la que se ech atrs parapermitir que pasara ante l un camin.

    Has odo? coment Ukridge, muy tenso. Trep a lo alto del armarioropero!

    S.

    Y has visto cmo ha esquivado a aquel excelente camin?

    S.

    Algo ha de hacerse manifest Ukridge con firmeza. A ese hombre hayque hacerle adquirir un sentido de sus responsabilidades.

    El da siguiente, una delegacin visit a Teddy Weeks.

    Ukridge era nuestro portavoz y fue al grano con admirable contundencia.

    Qu hay? pregunt Ukridge.

    Qu hay de qu? replic Teddy Weeks nerviosamente, evitando su ojoacusador.

    Cundo veremos accin?

    Ah, te refieres a aquella cuestin del accidente?

    S.

    He estado pensando al respecto dijo Teddy Weeks.

    Ukridge se ci el impermeable que llevaba dentro y fuera de casa y bajotodos los climas. Hubo en este gesto algo que recordaba a un miembro del Senadoromano en el momento de disponerse a denunciar a un enemigo del Estado. Demanera muy parecida debi de ajustarse la toga Cicern al respirar

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    38/251

    profundamente, antes de atacar a Clodio. Juguete por un momento con el alambreque mantena sus quevedos en su lugar, y trat, aunque sin xito, de abrocharse el

    botn posterior del cuello postizo. En momentos de emocin, el cuello postizo deUkridge siempre asuma una especie de aficin temperamental al salto que ningn

    botn poda reprimir.

    Y ya iba siendo hora de que lo pensaras replic severamente, con voz detrueno.

    Nos movimos significativamente en nuestros asientos, excepto VictorBeamish, que haba rehusado una silla y se haba quedado de pie junto a lachimenea.

    A fe ma que ya iba siendo tiempo de que pensaras en ello. No te das

    cuenta de que hemos invertido en ti una suma enorme, en el bien entendido de quepodamos confiar en que cumplieras con tu deber y obtuvieras resultadosinmediatos? Nos veremos forzados a llegar a la conclusin de que eres tancobardica y tan poquita cosa como para querer evitar tus honorables obligaciones?Tenamos mejor opinin de ti, Weeks. A fe ma que te creamos otra cosa. Tetenamos por un hombre de pelo en pecho, luchador, emprendedor y generoso,capaz de apoyar a sus amigos hasta el fin.

    S, pero

    Cualquier tipo con sentido de la lealtad y la comprensin de lo que la cosasignificaba para los dems, hara ya mucho tiempo que se habra dado buena maaen encontrar la manera de cumplir con su deber. T ni siquiera aprovechas lasoportunidades que se cruzan en tu camino. Ayer mismo te vi retroceder cuando unsolo paso hacia la calzada habra permitido a un camin atropellarte.

    Es que no es tan fcil que un camin le atropelle a uno.

    Bobadas. Slo se requiere un poco de resolucin de la ms corriente.

    Procura pensar que un nio se ha cado en plena calle un tierno nio de doradoscabellos dijo Ukridge, profundamente afectado. Y que un coche de grantamao o cualquier otro vehculo avanza hacia l. La madre del nio se halla de pieen la acera impotente, crispadas las manos en su agona. Maldicin! grita.Nadie ser capaz de salvar a mi hijito?. S! gritas t. Yo, desde luego!. Ysaltas y la cosa queda concluida en medio segundo. No s por qu razn hacestantos remilgos.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    39/251

    S, pero dijo Teddy Weeks.

    Es ms: me aseguran que no duele ni una pizca. Una especie de choquesordo, y esto es todo.

    Quin te lo ha dicho?

    Lo he olvidado. Alguien.

    Pues bien, puedes decirle de mi parte que es un asno dijo Teddy Weekscon aspereza.

    Est bien. Si objetas contra ser atropellado por un camin, hay muchosotros procedimientos, pero a fe ma que de poco servira sugerirlos. No me parece

    que tengas el menor empuje. Ayer, despus de tomarme yo todas las molestias parameter un perro en tu habitacin, un perro que te hubiera hecho todo el trabajo,pues todo lo que t tenas que hacer era quedarte quieto y dejar que l empleara susano juicio, qu ocurri? Pues que trepaste a

    Victor Beamish le interrumpi, hablando con una voz enronquecida por laemocin.

    Fuiste t quien puso aquel condenado perro en la habitacin?

    Cmo? hizo Ukridge. Pues s, pero ms tarde podemos hablar sobreesto prosigui apresuradamente. Lo importante en este momento esdictaminar cmo diablos vamos a persuadir a este pobre gusano para que cobre eldinero de nuestro seguro. Y es que, maldita sea, yo hubiera pensado que habras

    Todo lo que yo puedo decir comenz Victor Beamish,acaloradamente.

    S, s le ataj Ukridge, en cualquier otro momento. Ahora debo

    ceirme a la cuestin que nos ocupa, muchacho. Estaba diciendo que yo hubierapensado que te habras sentido ms que dispuesto a cumplimentar la tarea en tupropio beneficio. Siempre te ests quejando de que no tienes ropas con las queimpresionar a los empresarios. Piensa en todo lo que puedes comprar con tu parteen la operacin una vez hayas reunido un poquitn de determinacin de la mscorriente y visto con claridad la situacin. Piensa en los trajes, los zapatos, lossombreros y los botines. Siempre ests hablando de tu dichosa carrera y de que

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    40/251

    todo lo que necesitas para meterte en una produccin del West-end es una buenaindumentaria. Pues bien, sta es tu oportunidad para hacerte con ella.

    Su elocuencia no fue en vano. Una mirada ansiosa apareci en los ojos deTeddy Weeks, la mirada que pudo haber brillado en los de Moiss en la cumbre delPisgah. Respiraba entrecortadamente y era evidente que el hombre estabapaseando mentalmente por Cork Street, sopesando los mritos de un sastre famosofrente a los de otro.

    Os dir lo que har dijo de pronto. Es intil pedirme que yo ponga enprctica semejante cosa a sangre fra. Sencillamente, no puedo hacerlo. No tengosuficiente valor. Pero si vosotros, amigos mos, me ofrecis esta noche una cenaregada abundantemente con champn, creo que esto me entonar debidamente.

    Rein un espeso silencio en la habitacin. Champn! Esta palabra soncomo un toque de difuntos.

    Y cmo demonios vamos a costearnos el champn? exclam VictorBeamish.

    As es insisti Teddy Weeks. Lo tomis o lo dejis.

    Seores dijo Ukridge, parece como si la compaa necesitara mscapital. Qu os parece, viejos caballos? Vamos a hablar con franqueza, con unespritu comercial abierto y cartas sobre la mesa, y veremos qu puede hacerse.Personalmente, puedo aportar diez chelines.

    Qu? exclamaron todos los reunidos, presa del asombro. Cmo?

    Empear un banjo.

    Pero si t no tienes ningn banjo.

    No, pero George Tupper s, y s dnde lo guarda.

    Con tan prometedor comienzo, las suscripciones se sumaron unas a otras. Yocontribu con una pitillera. Bertram Fox crea que su casera le permitira quedarle adeber otra semana. Robert Dunhill tena un to en Kensington que, segn lpensaba, si se le sableaba con el debido tacto soltara toda una libra, y VictorBeamish dijo que si el director de publicidad del Pianista O-So-Eesi fuese tan

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    41/251

    mezquino como para negarle un adelanto de cinco chelines a cuenta de futurostrabajos, ello indicara que le haba juzgado errneamente. En resumidas cuentas, alos pocos minutos esta maniobra financiera relmpago haba producido elimpresionante total de dos libras y seis chelines, y preguntamos a Teddy si podra

    entonarse debidamente dentro de los lmites de esta suma.

    Lo intentar contest Teddy Weeks.

    Por consiguiente, sin olvidar el hecho de que aquel excelente establecimientosuministraba champn a ocho chelines la botella de cuarto, fijamos el acto enBarolinis a las siete.

    Considerada como acta social, la cena destinada a entonar a Teddy Weeks nofue un xito. Casi desde su principio, creo que todos la consideramos como una

    dura prueba. Ello no se debi tanto al hecho de que l bebiera abundantemente elchampn a ocho chelines de Barolini, mientras nosotros, por falta de fondos, nosveamos obligados a limitarnos a bebidas de menor categora, sino que lo querealmente estrope todo placer que pudiera ofrecer la funcin fue el efectoextraordinario que el champn ejerci en Teddy. Qu haba en realidad en elchampn suministrado a Barolini y servido por ste a aquellos clientes lo bastanteaudaces como para beberlo, a ocho chelines la botella pequea, sigue siendo unsecreto entre el creador del brebaje y su propio Creador, pero tres copas del mismo

    bastaron para convertir a Teddy Weeks, hasta entonces un joven amable y ms bien

    empalagoso, en un truculento matasiete.

    Se pele con todos nosotros. Con la sopa, atac las teoras artsticas de VictorBeamish, el pescado le encontr ridiculizando las teoras de Bertram Fox sobre elfuturo del cine, y cuando lleg el muslo de pollo con ensalada de diente de len, o,como afirmaron algunos, ensalada de hilachas las opiniones sobre este puntovariaron, el bebedizo infernal haba actuado de tal modo en l que habaempezado a sermonear a Ukridge acerca de su malograda existencia, y leapremiaba, con un tono audible desde el otro lado de la calle, a buscarse un trabajoy de este modo adquirir un amor propio que le permitiera mirarse al espejo sinpestaear. Claro estaba, aadi Teddy Weeks con lo que todos calificamos comoinnecesaria virulencia, que difcilmente lograra este objetivo el simple amorpropio, por mucho que fuera ste. Dicho lo cual, pidi imperiosamente otra botellade ocho chelines.

    Nos miramos unos a otros, desalentados. Por excelente que fuese el fin

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    42/251

    buscado por todo aquello, nadie poda negar que la cosa resultaba insoportable.Pero la poltica nos hizo guardar silencio. Reconocamos que aqulla era la nochede Teddy Weeks y que debamos seguirle la corriente. Victor Beamish afirmdcilmente que Teddy le haba aclarado una serie de puntos que le haban estado

    preocupando durante largo tiempo. Bertram Fox se manifest de acuerdo en quepesaba mucho lo que Teddy haba dicho acerca del futuro del primer plano. Y elpropio Ukridge, aunque su espritu altanero se haba resentido hasta sus cimientosdebido a los comentarios personales de aqul, prometi asimilar su homila yactuar de acuerdo con ella lo antes posible.

    Mejor ser! dijo Teddy Weeks, beligerantemente, mordiendo la puntade uno de los mejores cigarros de Barolini. Y te dir otra cosa: que no me entereyo de que has vuelto a apropiarte de calcetines ajenos.

    De acuerdo, muchacho contest humildemente Ukridge.

    Si hay una persona en el mundo a la que yo desprecie prosigui Teddy,dirigiendo una abrasadora mirada al acusado, es el burlador de calcetines elcalzador de birladones bueno, ya sabis a lo que me refiero.

    Nos apresuramos a asegurarle que sabamos a lo que se refera y l se sumien un prolongado estupor, del que salt tres cuartos de hora ms tarde paraanunciar que ignoraba lo que pretendamos hacer nosotros, pero que l se

    marchaba. Dijimos que tambin nos marchbamos nosotros y, despus de pagar lacuenta, as lo hicimos.

    La indignacin de Teddy Weeks al descubrimos congregados a su alrededoren la acera, frente al restaurante, fue intensa, y lo expres libremente. Entre otrascosas, dijo que tena una reputacin que conservar en el Soho, cosa que no eraverdad.

    Est bien, Teddy, viejo caballo dijo Ukridge, apaciguador. Slo quehemos pensado que te agradar tener a tus buenos amigos a tu alrededor cuando

    lo hagas.

    Haga? Cuando haga el qu?

    Hombre, pues cuando provoques el accidente.

    Teddy Weeks le dirigi una mirada truculenta, pero en seguida pareci

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    43/251

    como si su talante cambiara de repente y prorrumpi en una estentrea yprolongada carcajada.

    Es el mejor chiste que jams haya odo! grit, divertido. Yo no voy atener ningn accidente. No supondris que me tom en serio lo de sufrir unaccidente, verdad? Slo os quise gastar una broma. Y entonces, con otro sbitocambio de actitud, pareci ser vctima de una profunda melancola. Acarici conafecto el brazo de Ukridge y una lgrima rod por su mejilla. Una simple bromaafirm. Verdad que no os ha disgustado mi broma? quiso saberansiosamente. Os ha gustado mi broma, verdad? Todo ha sido broma. Nunca hetenido la intencin de sufrir un accidente. Slo quera cenar. La partehumorstica volvi a imponerse sobre su pesadumbre. La cosa ms divertida que

    jams haya odo dijo cordialmente. Yo no quera un accidente, quera una cena.Cena cenaxidente, cerrte caxrdente explic como puntualizacin. Y ahora,

    buenas noches a todos aadi alegremente.

    Y resbalando sobre una piel de pltano al bajar de la acera, fue lanzadoinstantneamente a tres metros de distancia por un camin que pasaba por all.

    Dos costillas y un brazo dijo el mdico cinco minutos despus, mientrasdiriga el traslado del herido. Cuidado con esa camilla.

    Pasaron dos semanas antes de que la direccin del Hospital Charing Cross

    nos informara de que el paciente estaba en condiciones de recibir visitantes. Unacolecta entre todos cubri el precio de una cesta de frutas, y Ukridge y yo fuimosdelegados por los accionistas para entregarla junto con sus saludos y sus deseos deun pronto restablecimiento.

    Hola! dijimos a media voz, como es propio en estas visitas, cuandofuimos admitidos a su presencia.

    Sintense, seores replic el invlido.

    Debo confesar que ya en ese primer momento experiment una levesensacin de sorpresa. No era propio de Teddy Weeks llamamos seores. Encambio, Ukridge no pareci notar la menor anomala.

    Vaya, vaya, vaya dijo jovialmente. Y cmo nos encontramos,muchacho? Te hemos trado un poco de fruta.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    44/251

    Me estoy restableciendo satisfactoriamente replic Teddy Weeks, conaquel extrao tono oficial que ya me haba llamado la atencin en sus primeraspalabras. Y me agradara decir que, en mi opinin, Inglaterra tiene motivo parasentirse orgullosa de la eficiencia y prontitud de sus grandes peridicos. La

    excelencia de sus textos, el ingenio de sus diversos concursos y, por encima detodo, el espritu emprendedor que ha dado como resultado este programa deseguros de accidente, estn ms all de todo encomio. Lo han anotado todo? inquiri.

    Ukridge y yo nos miramos.

    Nos haban dicho que Teddy volva a estar prcticamente normal, pero estosonaba a delirio.

    Qu es lo que tenemos que anotar, viejo caballo? preguntafectuosamente Ukridge.

    Teddy Weeks pareci sorprendido.

    Acaso no son reporteros?

    Porqu reporteros?

    Yo crea que venan de parte de uno de esos semanarios que me han

    pagado el seguro, para entrevistarme explic Teddy Weeks.

    Ukridge y yo cambiamos otra mirada. Esta vez, fue una mirada deintranquilidad. Creo que un negro presentimiento haba empezado ya a proyectarsu sombra sobre nosotros.

    Pero bien tienes que recordarme, no es as, Teddy, viejo caballo? pregunt Ukridge, con ansiedad.

    Teddy Weeks frunci el ceo en dolorosa concentracin.

    Pues claro que s dijo por fin. T eres Ukridge, verdad?

    Esto es. Ukridge.

    Claro. Ukridge.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    45/251

    S. Ukridge. Es curioso que me hubieras olvidado!

    S dijo Teddy Weeks. Es el efecto del choque que recib cuando meatropell aquel trasto. Supongo que deb de recibir un golpe en la cabeza, y estotuvo como efecto una cierta inseguridad en mi memoria. Los mdicos de estehospital estn muy interesados. Dicen que es un caso de lo ms inusual. Puedorecordar algunas cosas perfectamente, pero en ciertos aspectos mi memoria registraun vaco completo.

    S, pero escucha, viejo caballo dijo Ukridge con voz trmula,supongo que no habrs olvidado lo de aquel seguro, verdad?

    Oh, no, esto lo recuerdo.

    Ukridge dej escapar un suspiro de alivio.

    Estaba suscrito a varios semanarios continu Teddy Weeks, y ahorame estn pagando el seguro.

    Esto es, esto es, viejo caballo! exclam Ukridge. Pero a lo que merefiero es si recuerdas el Sindicato. S, verdad?

    Teddy Weeks enarc las cejas.

    Sindicato? Qu Sindicato?

    Pues cuando nos reunimos todos y juntamos el dinero para pagar lasuscripcin a estos peridicos, y echamos a suertes cul de nosotros tena quesufrir un accidente y cobrar el seguro. Y te toc a ti, no lo recuerdas?

    Un profundo asombro, y adems un asombro escandalizado, se extendi porla faz de Teddy Weeks. El hombre pareca ultrajado.

    Desde luego, no recuerdo nada de esto dijo con severidad. Y nopuedo imaginarme ni por un momento consintiendo en formar parte de lo que, a

    juzgar por tu propio relato, parece ser una conspiracin criminal para obtenerdinero, bajo falsas apariencias, de varios semanarios.

    Pero, muchacho

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    46/251

    No obstante dijo Teddy Weeks, si algo de verdad hay en esa historia,no dudo de que tendris pruebas documentales que la respalden.

    Ukridge me mir. Yo mir a Ukridge. Hubo un largo silencio.

    Nos largamos, viejo caballo? pregunt Ukridge, con tristeza en la voz. De nada sirve quedarnos aqu.

    No repliqu con el mismo pesar. Ser mejor que nos marchemos.

    Me alegra haberos visto dijo Teddy Weeks, y gracias por la fruta.

    La siguiente vez que vi a aquel hombre, sala de las oficinas de unempresario teatral en el Haymarket. Llevaba un sombrero nuevo de un delicado

    gris perla, botines que hacan juego con l, y un flamante traje de franelaadmirablemente cortado, con una rayita roja casi invisible. Tena una expresinradiante y, al pasar junto a l, vi que sacaba del bolsillo una pitillera de oro.

    Si lo recuerdan ustedes, fue poco despus cuando caus sensacin comojoven primer actor en aquella funcin del Apollo y comenz su sensacional carreracomo dolo de las tablas.

    Dentro de la iglesia, el rgano haba iniciado los familiares compases de laMarcha nupcial. Sali un sacristn y abri las puertas. Las cinco cocineras cesaron en

    sus reminiscencias de otras bodas ms elegantes en las que ellas habanparticipado. Los fotgrafos prepararon sus cmaras. El verdulero avanz un pasosu carretilla cargada de legumbres. Un hombre andrajoso y sin afeitar, que seencontraba a mi lado, profiri un gruido de desaprobacin.

    Rico gandul! dijo el hombre andrajoso.

    Sali de la iglesia un ser hermoso, que llevaba prendido de su brazo a otroser, algo menos hermoso.

    No era posible negar el efecto espectacular de Teddy Weeks. Se mostrabams apuesto que nunca. Sus suaves cabellos, esplndidamente ondulados,

    brillaban al sol, sus ojos rasgados centelleaban, y su cuerpo enfundado en unchaqu impecable era el de un Apolo. Pero su novia daba la impresin de queTeddy se haba casado por dinero. Hicieron una pausa ante el portal y losfotgrafos empezaron a actuar con presteza.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    47/251

    Tienes un cheln, muchacho? pregunt Ukridge en voz baja.

    Para qu lo quieres?

    Viejo caballo repuso Ukridge, en tensin, es de la ms vitalimportancia que disponga de un cheln aqu y ahora.

    Se lo entregu. Ukridge se volvi hacia el hombre andrajoso, y me fij en quesostena en la mano un tomate de gran tamao y de aspecto jugoso y ms quemaduro.

    Quiere ganarse un cheln? pregunt Ukridge.

    Ya lo creo! replic el hombre andrajoso.

    La voz de Ukridge se convirti en un ronco murmullo.

    Los fotgrafos haban terminado sus preparativos. Teddy Weeks, con lacabeza echada hacia atrs, con aquel gesto altanero que ha atrado a tantoscorazones femeninos, exhiba sus clebres dientes. Las cocineras, en voz baja,hacan comentarios adversos relativos al aspecto de la novia.

    Ahora, por favor! dijo uno de los fotgrafos.

    Sobre las cabezas de la multitud, dirigido con excelente puntera, paszumbando un tomate grande y jugoso, y estall como una granada entre losexpresivos ojos de Teddy Weeks, cubrindolos con una capa escarlata. Salpic elcuello de Teddy Weeks y gote sobre el chaqu de Teddy Weeks. Y el hombreandrajoso dio una rpida media vuelta y ech a correr por la calle.

    Ukridge aferr mi brazo. Haba en sus ojos una mirada que reflejaba unaprofunda alegra.

    Nos vamos? dijo Ukridge.

    Cogidos del brazo, echamos a andar bajo el agradable sol de junio.

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    48/251

    3

    LA PRESENTACIN DE BATTLING BILLSON

    He descubierto que, con el paso del tiempo, se hace cada vez ms difcilrecordar las circunstancias exactas en las que uno conoci a tal o cual persona, puesen general no me jacto de poseer una de esas memorias privilegiadas que seadquieren suscribindose a los cursos por correspondencia anunciados en lasrevistas. Y sin embargo, puedo asegurar, sin la menor duda o vacilacin, que elindividuo ms tarde conocido como Battling Billson entr en mi vida a las cuatro ymedia de la tarde del sbado, 10 de septiembre, dos das despus de mivigesimosptimo aniversario. Y es que en mi primera visin del interfecto huboalgo que fue causa de que los acontecimientos permanecieran fotogrficamentegrabados en las tablillas de mi mente cuando el ayer ya se ha esfumado en suspginas. No slo fue nuestro encuentro dramtico e incluso sorprendente, sino quemostr algo del orden de la ltima gota de agua, del dardo final de una Fortunaadversa. Pareci poner el punto final a la tristeza de la existencia.

    Durante ms de una semana, todo me haba salido persistentemente mal. Me

    haba ausentado de la ciudad, para efectuar una forzada visita a unos parientes delcampo con los que poco simpatizaba, y haba llovido, llovido y llovido. Habahabido plegarias familiares antes del desayuno y partida de besigue despus decenar. En mi viaje de regreso a Londres, mi compartimiento haba estado lleno decros, el tren se haba detenido en todas las estaciones, y mi nico alimento habansido unas rosquillas. Y cuando finalmente llegu a mi alojamiento en Ebury Streety busqu el puerto calmante de mi sala de estar, lo primero que vi al abrir la puertafue aquel hombre enorme y pelirrojo echado en el sof.

    No hizo el menor movimiento al entrar yo, pues estaba dormido, y lo quemejor puede describir la impresin instantnea que me caus su fsico formidablees decir que no sent el menor deseo de despertarle. El sof era pequeo, y lrebosaba fuera de l en todas direcciones. Tena una nariz rota y su mentn era elde un actor cinematogrfico especializado en el Salvaje Oeste, en trance de expresarDeterminacin. Tena una mano debajo de la cabeza y la otra, que colgaba hastallegar al suelo, pareca un jamn extraviado y petrificado. Ignoraba yo lo que

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    49/251

    pudiera estar haciendo en mi sala de estar, pero por mucho que deseara saberlo,prefer no recabar informacin de primera mano. Haba en l algo que parecasugerir la posibilidad de que fuera uno de aquellos hombres que al despertar sesienten ms bien enojados. Sal de la sala y baj silenciosamente para obtener

    informacin de Bowles, mi casero.

    Seor? dijo Bowles con su majestuosa actitud de ex mayordomo,surgiendo de las profundidades acompaado por un intenso olor a eglefinoahumado.

    Hay alguien en mi habitacin susurr.

    Debe de ser el seor Ukridge, seor.

    Nada de esto repliqu con aspereza. Rara vez reno valor paracontradecir a Bowles, pero esta manifestacin fue tan inexacta que no pude dejarlapasar. Es un hombre enorme y pelirrojo.

    El amigo del seor Ukridge, seor. Se reuni ayer aqu con el seorUkridge.

    Qu quiere decir eso de que se reuni ayer aqu con el seor Ukridge?

    El seor Ukridge vino para ocupar sus habitaciones en ausencia de usted,

    seor, la noche siguiente a su partida. Supuse que ello contaba con el beneplcitode usted. l me dijo, si lo recuerdo correctamente, que no haba inconveniente.

    Por alguna razn u otra que yo nunca he podido explicar, desde su primerencuentro la actitud de Bowles con respecto a Ukridge haba sido la de un padreindulgente con un hijo predilecto. Ahora daba toda la impresin de felicitarme portener un amigo capaz de acudir para meterse en mis habitaciones cuando yo meausentaba.

    Deseaba algo ms, seor? inquiri Bowles, con una rpida y suspicazmirada por encima de su hombro. Pareca poco dispuesto a separarse por largotiempo del eglefino ahumado.

    No contest. Pues no. Cundo ha de regresar el seor Ukridge?

    El seor Ukridge me inform de que volvera para cenar, seor. A menos

  • 7/21/2019 Wodehouse P G - Ukridge.doc

    50/251

    que haya alterado sus planes, asiste ahora a una funcin de tarde en el GaietyTheatre.

    El pblico empezaba ya a marcharse cuando llegu al Gaiety. Esper en elStrand, y finalmente me vi recompensado por la visin de un impermeableamarillo que se abra camino a travs de la multitud.

    Hola, muchacho! exclam, afable, Stanley Featherstonehaugh Ukridge. Cundo has vuelto? Oye, quiero que recuerdes esta tonada para que puedascantrmela maana, pues estoy seguro de que para entonces ya la habr olvidado.Hace as. Se plant en medio de la crecient