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Universidad Complutense Madrid

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Sc i · Fd I - Rev i s ta d e C i e n c i a F i cc i ó n - # 1 9 - 0 3 /2 0 1 8 - Fa cu l ta d d e I n fo rm á t i ca - U CM - I SSN 1 9 89 -8 3 63

Sci·FdI: Revista de Ciencia Ficción

de la Facultad de Informática

de la UCM

Po r t a d a : J a v i e r M u ñ o z P é re z | h t tp : //www . u cm . e s /s c i - fd i | s c i fd i @ fd i . u cm . e s

· Cómo inventé la máqu ina del tiempo · Le Gu in , sherpa en las pend ientesdel postmodern ismo · H ikikomori · Ma iá · Siempre para otro · Barker ·

Luces y sombras de la fantasía científica soviética · Siega ·

UniversidadComplutense

Madrid

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Comité EditorialRafael Caballero RoldánEnrique Eugenio Corrales MateosHéctor Cortiguera HerreraManuel Gómez LagóstenaPablo Moreno GerJavier Muñoz PérezSalvador de la Puente GonzálezFrancisco Romero CalvoFernando Rubio DiezJulio Septién del CastilloDavid Sigüenza TortosaGumersindo Villar García-Moreno

PortadaJavier Muñoz Pérez

MaquetaciónBeatriz Alonso CarvajalesEnrique Eugenio Corrales MateosSalvador de la Puente González

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EditorialComité Editorial

Aviso Legal

Salvo cuando se especifique locontrario, todo el contenido generado por lapropia revista SCI-FDI está sujeto a la licencia“Creative Commons Reconocimiento 3.0”,con la excepción de las obras publicadascuyos autores conservan la propiedadintelectual. Por tanto, los relatos podrán estarsujetos al tipo de licencia que estimeoportuno el autor, aunque desde Sci-FdI serecomienda alguna de las licencias CreativeCommons.

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Edición on-l ine:http://www.ucm.es/sci-fdi/

Envíos, dudas o sugerencias:[email protected]

Mientras preparábamos este número de Sci-FdI, conocimos la triste noticia del fallecimiento deUrsula K. Le Guin, primera Gran Maestra de laciencia ficción y fantasía. Por ello, no podemosdejar pasar la oportunidad de rendirle un sentidotributo dedicándole nuestra portada y un breveensayo, pero sobre todo recordando lo que nos hahecho disfrutar (y reflexionar) con su extensa yvariada literatura. Desde aquí queremos animar atodos nuestros lectores a que realicen el mejorhomenaje que puede recibir cualquier escritor: quesu obra sea leída. Hay mucho donde elegir, desdelos muy premiados “La mano izquierda de laoscuridad”, “Los desposeídos” o “El nombre delmundo es bosque”, a la aclamada serie de Terramar,pasando por todas sus historias ambientadas en elEkumen, terminando con su último libro “Contar esescuchar”. Hagámonos todos un favor a nosotrosmismos disfrutando con su lectura.

En otro orden más lúdico, el presentenúmero incluye el ganador del concurso deguiones de videojuegos organizadoconjuntamente por Sci-FdI y las asociaciones ASCIIy LAG. Desde aquí queremos agradecer sucolaboración a todos los participantes en elconcurso, así como a los miembros del jurado,donde han estado representadas tanto lasmencionadas asociaciones como profesionales delmundo del videojuego. Asimismo, damos laenhorabuena a Jacobo Roda, autor de “Maiá”, unmuy merecido ganador del concurso.

Siguiendo con los videojuegos, incluimos lahistoria del mejor piloto de la frontera, ambientadaen el universo del juego Titanfall. A continuaciónpasamos a nuestra sección de relatos, donde tras laépoca de realizar la siega descubriremos cómoinventé la máquina del tiempo. Posteriormenteaprenderemos lo duro que es que sea siempre paraotro, para terminar conociendo a Hikikomori.Como ya hicimos en el número anterior,concluimos con un interesante ensayo, en estecaso titulado “Luces y sombras de la fantasíacientífica soviética I: de la Rusia zarista a la GranPurga”. El título deja clara la temática del mismo,pero queremos hacer hincapié en el “I”, que nosadelanta que en un futuro próximo incluiremos ennuestra revista el “II”.

Antes de finalizar, el equipo editorial desearealizar una importante aclaración. Ha llegado a

nuestro conocimiento el rumor recientementepropagado de que va a realizarse una game jamdonde se propondrá la implementación de Maiá. Elequipo editorial y los responsables de la Facultaddesean anunciar que, lógicamente, estasacusaciones son habladurías con muchofundamento. Estamos ansiosos por disfrutar de losvideojuegos que se realicen durante la game jamque están preparando ASCII y LAG. Es más, si elpróximo número de la revista se retrasa seráporque estaremos muy ocupados jugando conellos…

Le Guin, sherpa en las pendientes del postmodernismo.... 5Maiá.................................................................................. 6La historia del mejor piloto de la frontera........................ 1 5Siega................................................................................ 1 7Cómo inventé la máquina del tiempo.............................. 1 9Siempre para otro............................................................ 22Hikikomori....................................................................... 25Luces y sombras de la fantasía científica soviética, I .........30

Índice

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Código de coloresRE

LATO

ENSAYO

POEM

A

TEATRO

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Ursula K. Le Guin: sherpa en laspendientes del postmodernismo

Héctor Cortiguera

Aún recuerdo el momento en quedescubrí a Ursula K. Le Guin al coger uno de suslibros en la biblioteca pública. Por aquelentonces tenía reciente “El Señor de los Anillos”y cualquier cosa que tuviera pinta de fantasíaque caía en mis manos la devoraba con ansia. Y,de repente, encuentro un libro que se llama “Unmago de Terramar”. Tenía que llevármelo a casa.En ese momento no esperaba mucho más quela enésima colección de novelas derivativas deluniverso de Tolkien. Y lo que encontré fue unlibro que rompió todos mis esquemas sobre elgénero. Le Guin me abrió los ojos a un nuevomodo de escribir fantasía y me hizoexperimentar, de nuevo, el sentido de lamaravilla.

La obra de Le Guin es extensa y abarca(casi) todos los géneros imaginables, y en todosellos se desenvolvía con estilo y soltura. Encualquiera de sus novelas encontramosmomentos de genio, fragmentos de una bellezadelicada que solo ella sabía crear y pasajestocados por una sutil nostalgia por algo que nosomos capaces de explicar. Y hasta en el sitiomás inesperado podemos encontrar palabrasque resuenan. Como en la introducción a sucolección de relatos “Un pescador del marinterior”. En este pequeño texto Le Guin haceuna sincera apología de la ciencia ficción. Y esuna pena que esta defensa de la ciencia ficciónesté en este volumen. Al fin y al cabo quientenga ese libro en las manos no necesita serconvencido, está predicando al converso. Enapenas unas páginas, Le Guin traza losprincipios que han sostenido su obra. Evitar laciencia ficción como “literatura de ideas”, alejarlade los libros de texto o manuales deinstrucciones y devolverla a su justo lugardentro de la narrativa, de la literatura: “No sonlas invenciones de un satanás matemático,problemas disfrazados de historias. Son historias.”

Le Guin irrumpió con fuerza en una épocaen la que la ciencia ficción vivía un éxtasistecnológico. La carrera espacial avanzaba cadavez más rápido y más lejos y Estados Unidosaún parecía la arcadia próspera y pacífica que

Norman Rockwell pintaba en sus cuadros. Enuna época donde los escritores centraban susnovelas en torno a su optimismo científico ytecnológico, ella apostó por preocuparse por lomás importante: las personas (o alienígenas)que vivían sus historias: “No acepto el juicio deque la utilización de imágenes y metáforastecnológicas o de otros mundos, de viajesespaciales, del futuro, de sociedades o seresimaginarios, impida que la ciencia ficción tengaen cuenta la experiencia humana.”

La narrativa es una manera de abrir unaventana a otros mundos. Algunos escritorestratan de hacer mundos lo más parecidosposibles al nuestro, otros buscan llegar a loslímites de la imaginación. Pero al final, todo sonmundos de ficción que solo son accesibles através de la lectura. La lectura nos permitevisitar otras épocas, otros planetas o el modode pensar de otras personas. El realismo nosata a los límites conocidos de nuestro mundo ynuestra sociedad. Para poder ir más allá ytrascender esos márgenes es necesariodeshacerse de esas ataduras.

La magia de Le Guin es la magia deTerramar. La magia nos permite moldear larealidad, que deje de obedecer lasinquebrantables leyes físicas para queobedezca a nuestra voluntad. Y en Terramar, lamanera de dominar a la naturaleza es a travésde los nombres verdaderos de las cosas, sunombre en el lenguaje primordial de lacreación. Le Guin teje nuevas realidades con suspalabras, y en la urdimbre asoma la belleza queha sido la fuente de su inspiración: “La bellezade una historia puede ser intelectual [...]; puedeser estética [...]; puede ser humana, emocional,moral; es posible encontrarlas todas en lamisma historia. Y sin embargo, los críticos ycomentaristas de ciencia ficción tratan confrecuencia la historia como si no fuera más queuna exposición de ideas, como si el “mensaje”intelectual lo fuera todo. [...] Eso es meraingenuidad. Y deja de lado por completoaquello que me es más querido en la cienciaficción, su belleza.”

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Guion

Despiertas en la única habitación de tuminúsculo apartamento: un cuchitril en el quecaben, a duras penas, una cama, un hornillo degas, una mesa atestada de trastos, una teleantigua y, en una esquina, una jaula con unpájaro. Las voces en tu cabeza, ecos de lagente en la que has resonado, no te dejandormir. No es nada nuevo. Todas las noches esla misma historia. Aún despierta, siguesescuchándolas:

JOSH: ¡Libérame, sal de mi cabeza!

NÍA: ¿Volveré a ser yo misma algún día?

ARIA: Márchate, cora, devuélveme micuerpo.

La tele empieza a hacer ruido de estática.Te das cuenta de que está encendida, pero norecuerdas haberla dejado en marcha antes deacostarte. Una cara te mira fijamente. Televantas y empiezas a pasar canales. Da igualel que pongas, siempre sale la misma mujermirándote fijamente: es una actriz que tesuena mucho. Está diseminada por miles decarteles publicitarios en las paredes de laciudad. Unas veces anuncia un perfume, otrasun coche; en ocasiones, hasta un helado.Diferentes anuncios, pero siempre el mismorostro. De repente, empieza a hablarte:

CRISTINE WU: ¿Cómo estás, Naizha?

Supones que sigues durmiendo, así queprocuras ignorarla y sigues pasando de canal.A ella no le importa, ya que siempre está enpantalla. Lo mismo pasa con sus palabras, quecontinúan a pesar de los repetitivos saltos deun canal a otro.

CRISTINE WU: ¿Piensas seguirignorándome?

TÚ: Espero despertarme de un momentoa otro, la verdad.

CRISTINE WU: No estás durmiendo.

TÚ: Entonces, ¿están echando esto en

MaiáJacobo Roda Segarra

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todos los canales, todo el mundo te ve?

CRISTINE WU: No, sólo tú. Digamos quees un pase privado. Quizá es porque seas unacora, quizá es porque eres tú simplemente,quién sabe.

TÚ: ¿Quién eres?

CRISTINE WU: ¿No me reconoces? SoyCristine Wu, la cara más conocida del mundogracias a la publicidad. Puedo ser tu madrepara que compres una sopa casera que, enrealidad, está hecha de mierda; puedo ser laamante que pone caliente a tu maridomientras que, en otro anuncio, te vendo elchocolate con el que vas a sustituir el sexo queno vas a tener con él.

TÚ: Entendido. Me estoy volviendo unpoco más loca todavía.

Apagas la tele y giras sobre tus talonescon la intención de volver a tu cama. Entonces,todo vibra durante unas décimas de segundo.Tras el suceso, ya has llegado a la cama, peroinmediatamente, sin haber recorrido ladistancia que la separa de la tele.

TÚ: ¡Mierda! Nunca me acostumbro aesas malditas arritmias temporales.

Cristine Wu vuelve a aparecer en lapantalla aún apagada.

CRISTINE WU: Niña, no vuelvas a apagarla tele si estoy hablando.

TÚ: ¿Dónde se supone que estás?

CRISTINE WU: En la tele, en las ondaselectromagnéticas, en tu cabeza, ¿qué más da?Pon en marcha tu biosoft de comunicaciones.Tienes un trabajo, cora.

La tele se pone en negro finalmente. Elgraznido del pájaro que tienes en una jaulahace que te levantes decidida a poner enmarcha el biosoft. Al lado del pájaro hay unacaja llena de circuitos electrónicos impresos.Rebuscas hasta que das con la placa decomunicaciones. Tiene un tubo que recorre elcircuito. Coges una de las tres probetas demaiá que siempre llevas en tu bolsillo. Viertesla mitad en el tubo transparente del biosoft yla otra mitad se la vacías en el gaznate alpájaro. El líquido azulado está atascado en unpar de puntos de la placa. Tras resolver unsencillo puzle, maiá fluye por todo el circuito yel pájaro empieza a funcionar con la lógicaimpresa en el circuito. Su imitación a palabras

humanas suenan como quebradas yenervantes, pero son comprensibles:

PÁJARO: Trabajo sencillo. Resonar,entrar y conseguir unos planos. Mil unidades.

TÚ: ¡Mil unidades! ¿Sólo por robar unospapeles?

PÁJARO: Sí. ¿Te interesa?

TÚ: Ya lo creo. Dame algo más deinformación. ¿Hombre o mujer?

PÁJARO: Hombre. Se llamaMorgenstern. Un pez gordo de Atlas.

TÚ: Mierda… un hombre. Odio resonaren hombres. Y además, de Atlas.

PÁJARO: ¿Te interesa o no?

TÚ: Mil unidades son mil unidades…hecho. Dame los detalles y el destino.

Sales de tu apartamento. En la lista dedestinos, aparece el bar en el que tu víctima vaa tomarse una copa después de trabajar. No eslo ideal, ya que cuando resuenes en él, tendrásque volver a conducirlo a las oficinas, pero nohay otro momento más seguro paraadministrarle maiá.

Con los detalles que te han dado de laoperación, tan pronto como entras en el barreconoces a Morgenstern sentado en uno delos taburetes a la barra del bar. Al lado tiene unasiento vacío. Te sientas a su lado y te pidesuna copa.

CAMARERO: ¿Sentiste la última arritmiadel tiempo?

MORGENSTERN: Y quién no…

CAMARERO: Parecía que estabandesapareciendo, pero han vuelto.

MORGENSTERN: Van a ir a mucho peor.Créeme, sé de lo que hablo. Un segundo,ahora vuelvo.

Tu víctima hace bastantes visitas al baño.Aprovechas una de sus ausencias para vaciarlemedia probeta de maiá en la copa de las dosque te quedan y te marchas del bar.

Has vuelto de nuevo a tu apartamento.Te sientas encima de la cama y te tomas la otramitad del maiá con el que has drogado aMorgenstern. Cierras los ojos. Un ruido blanco,como de una radio sintonizada en ningúnlugar, se apodera de la habitación. Todo a tu

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alrededor desaparece.

Ya resuenas en Morgenstern: estásdentro de su cabeza. Tienes todo el control desu cuerpo. Sigue en el bar, delante de la copaen la que habías vertido maiá, y que ahora estávacía.

MORGENSTERN (pensamiento): ¡Malditoscoras ladrones! ¿Quién eres? Te juro que, cuandome liberes, te buscaré y te mataré. ¡Ningún coraresuena en mi mente!

TÚ (pensamiento): Tarde, ¿no crees?Relájate y disfruta. Sólo necesitaré tu cuerpoun rato.

Te despides del camarero, te levantas y temarchas del bar. En la lista de destinos estánlas oficinas de Atlas Internacional, en la TorreAtlas. Te diriges hacia allí.

La recepción está casi a oscuras. Una luzbaja ilumina a un soldado que, tras elmostrador de la entrada, está viendo unarevista porno.

SOLDADO: Señor, ¿no se habíamarchado ya?

TÚ: He olvidado una cosa en la oficina.Descuida, no tardaré mucho.

SOLDADO: Sí… sí, claro, señor.

Cuando te diriges hacia el ascensor,alguien que conoces empieza a hablar pormegafonía:

CRISTINE WU: ¿Te gusta tu nuevocuerpo, niña?

Te quedas helada por unos instantes.Miras al soldado, pero parece que sólo túescuchas a Cristine Wu.

CRISTINE WU: Pase privado. ¿No lorecuerdas?

Dentro del ascensor tienes queintroducir un código para acceder a tudespacho. Pruebas varios, pero todos sonerróneos. Al tercer intento, escuchas por elaltavoz del ascensor:

CRISTINE WU: Agárrate.

Todo vibra durante unas décimas desegundo. Otra arritmia temporal. En este caso,te resulta de gran ayuda, porque el salto en eltiempo, aunque muy breve, te muestra elcódigo introducido por Morgenstern unashoras atrás. Cuando todo deja de vibrar,

introduces el mismo código y sales al pasilloprivado donde, al fondo, está el despacho deMorgenstern.

El corredor está mal iluminado, pero lasparedes están llenas de fotos históricas ypósters relacionados con la corporación AtlasInternacional. En una de ellas se puede ver unrecorte de prensa del día de la fundación de lacompañía, casi dos siglos atrás. Otro recortemuestra el día en que Atlas compró unapequeña compañía de investigaciónfarmacéutica con el objetivo de uniralimentación y medicación, todo en el mismoproducto; el titular del artículo reza:«Alimentación profiláctica: cuando no hacefalta estar enfermo para medicarse».

En otra, un mapa con las decenas demarcas comerciales de alimentación tras lasque se esconde Atlas; abajo, una cifraapabullante: «El 99% de la cesta de la comprapertenece a Atlas Internacional».

Uno de los recortes de prensa desentonadel resto: «Atlas se mete en el negocio de laminería», al lado de una foto de una mina acielo abierto delante de la que posa, sonriente,Morgenstern. Se sabía que era una mina por eltexto de la noticia, porque lo que parecía enrealidad era una montaña agujereada porarriba, de tal forma que parecía haber un conoinvertido invisible dentro de ella. Miras la fotode la mina con detalle: es un lugar conocidopara ti; se parece mucho a la montaña dondete llevaba tu padre a jugar de pequeña.

Llegas a la única puerta del pasillo, alfondo del todo. Entras y ves el sobriodespacho de tu víctima: un escritorio con unasilla sobre un suelo enmoquetado y unaventana de cuerpo entero con vistas a ladecadente ciudad.

CRISTINE WU: ¿Te gustan las vistas?

TÚ: ¿Desde dónde hablas?

CRISTINE WU: Desde que los malditosordenadores dejaron de funcionar por culpade las arritmias temporales, me las tengo queingeniar para poder hablar, ¿sabes? Menos malque los viejos cacharros analógicos no se ventan afectados.

Te das cuenta de que la voz sale de unavieja radio portátil que Morgenstern tienesobre el escritorio.

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TÚ: Sí, son unas vistas preciosas. Si conpreciosas te refieres a una ciudad podrida.

CRISTINE WU: No hay lugar en el mundocreado por el ser humano más alto que este; elático de la Torre Atlas. Disfrutad de vuestraobra.

Tras admirar por unos segundos lasvistas, te diriges al escritorio. No encuentras loque buscas sobre el mismo, pero tiene uncajón con un candado rotatorio. El puzle paraencontrar la combinación no es demasiadocomplejo, con lo que en menos de un minutoescuchas un chasquido y abres el cajón.Encuentras unos planos en una hoja azul y telos guardas. También hay una pistola.

TÚ: Ya casi he acabado. Uno de lostrabajos más sencillos de los últimos años.

CRISTINE WU: ¿Tú crees? Ahora te faltasacarlo.

TÚ: Si es tan fácil como entrar… medespido del tipo de la entrada, dejo los planosen un hueco tras un ladrillo en la iglesiacrisfucionista de enfrente, le meto una dosisde amnésico retardado a mi víctima y lo liberoen una esquina con una botella de vodka vacíaen la mano.

CRISTINE WU: Qué alegría que lo tengastan claro.

La respuesta de Cristine Wu te da unescalofrío por la espalda. Decides coger lapistola que había en el cajón, por si acaso.Deshaces el camino por el pasillo con losrecortes de prensa, te metes en el ascensor ybajas hasta la recepción. El soldado, que haguardado la revista, está muy nervioso cuandopasas por delante.

SOLDADO: Se… señor, ¿puededetenerse un momento?

TÚ: ¿Qué sucede?

SOLDADO: Es sobre un protocolo deseguridad violado.

El soldado mira en su centro decomunicaciones, un sistema de radioantediluviano que, al ser analógico, siguefuncionando a pesar de las arritmiastemporales. Oprime unas teclas que suenan amáquina de escribir antigua y vuelve a mirarte:

SOLDADO: Ha llegado un protocolonuevo que ordena detenerle si usted entraba

en Atlas fuera de su horario habitual.

TÚ: ¿Cómo? ¿Quién ha ordenadosemejante gilipollez?

SOLDADO: Usted mismo, señor.

El soldado levanta su fusil de asalto y teapunta directamente.

TÚ: ¿Qué estás haciendo, soldado?

SOLDADO: Señor, tengo que pedirle quepermanezca en el edificio, hasta que venganrefuerzos, sin oponer resistencia.

CRISTINE WU: Tu plan está siendo unéxito, Naizha.

Una arritmia temporal hace que todovibre. El soldado da un pequeño salto atrás enel tiempo; de repente, vuelve a estar sentadoen la silla, viendo la revista porno. Son sólounos segundos, pero los suficientes para quepuedas sacar la pistola y descerrajarle unabala. Todo el mostrador de recepción se tiñede sangre. Sales a toda velocidad. En laesquina está la iglesia crisfucionista.Rebuscando entre los ladrillos encuentras unosuelto donde dejar los planos. Te tomas lapastilla de amnésico retardado y tratas dedejar de resonar en Morgenstern. Sinembargo, no funciona. Vuelves a intentarlo,pero no puedes salir de su cabeza. No importacuántas veces lo intentes, estás atrapada.

Las sirenas de policía, o de los furgonesnegros de los matones de Atlas, que no sabesqué es peor, se acercan. Presa del pánico,tienes que escapar inmediatamente del lugaraún dentro del cuerpo de Morgenstern. No teda tiempo a recoger los planos, que se quedanescondidos detrás de la piedra. Además, teacabas de tomar la pastilla de amnésicoretardada. Si te hace efecto, estás perdida. Temetes los dedos hasta la garganta y vomitasen la calle. Entonces, ves un coche parado enla acera a unos metros de distancia. Te acercasy encañonas al conductor:

TÚ: ¡Fuera del coche ahora mismo!

El conductor sale corriendo. Coges elvehículo y te marchas del lugar. Confundida,decides volver a tu apartamento para pensarcon calma tus próximos movimientos. Allísigue tu cuerpo inerte sobre la cama. Mientrasno seas capaz de salir de la mente deMorgenstern, así seguirá. El rostro de CristineWu vuelve a aparecer en la tele apagada:

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CRISTINE WU: Un éxito de operación¿verdad, niña?

TÚ: Cállate.

CRISTINE WU: ¿Cómo piensas salir deesta?

TÚ: Necesito pensar.

El pájaro que utilizas para cargar biosoftgrazna en su jaula. Eso te da una idea.

TÚ: Ya sé… pediré ayuda al Templo Cora.Seguro que saben cómo sacarme de estecuerpo.

CRISTINE WU: Claro, claro… ves a pedirayuda a los que te metieron en esto.

TÚ: ¿Por qué dices eso?

CRISTINE WU: Obvio, ¿no? Ellos teenseñaron a meterte en la cabeza de la gente,a controlar cuerpos que no eran tuyos. Si nohubiera sido por ellos, no estarías en estasituación.

Te levantas y te diriges a la caja conbiosoft, ignorando los comentarios de CristineWu. No tardas mucho en encontrar el circuitopara comunicarse con el Templo. Para hacerlofuncionar con el pájaro necesitas otra dosis demaiá. El cuerpo de Morgenstern que ahoraocupas no tiene, pero recuerdas que tuverdadero cuerpo, el de Naizha tendido en lacama, todavía tenía una tercera dosis. Teacercas y coges la probeta. Como la vezanterior, vacías la mitad en el tubotransparente del biosoft y la otra mitad en lagaznate del pájaro. Resuelves otro puzle paraque maiá pueda fluir por el circuito. Cuando loconsigues, el pájaro empieza a hablar con suvoz quebrada:

PÁJARO: Mensaje a enviar al TemploCora.

TÚ: Cora Naizha en problemas. Misióncon resultado inesperado. Solicito ayuda alTemplo.

PÁJARO: «Cora Naizha en problemas.Misión con resultado inesperado. Solicitoayuda al Templo». ¿Enviar este mensaje?

TÚ: Afirmativo.

PÁJARO: Mensaje enviado. Esperandorespuesta… Respuesta recibida. «El Temploacogerá a la cora Naizha en treinta minutos.Enviando ubicación».

El Templo nunca está en el mismo sitiocomo medida de seguridad. La comunicaciónte permite saber adónde dirigirte. Sales delapartamento y, en la lista de destinos, ahoraaparece el Templo Cora. Te diriges hacia esedestino: resultan ser los baños mixtosubicados en el sótano de una discoteca. Haysuciedad por todas partes, muchas de laspuertas de los retretes están destrozadas y, enuno de ellos, parece haber una personainconsciente. De pie, delante de ti, hay unajovencísima chica tatuada de pies a cabeza.

ILISIA: ¡Tú no eres Naizha!

TÚ: No, no te marches, por favor. SoyNaizha. Estoy atrapada en este cuerpo. Es unode los peces…

ILISIA: ¡No! Ni se te ocurra darmedetalles de tu víctima.

La chica se acerca a tu lado y te toca lacara. Parece fiarse de tu palabra.

ILISIA: ¿Cómo es posible que una coratan experimentada como tú no sepa salir deuna víctima?

TÚ: No lo sé… quizá algo o alguien melo ha impedido, pero no estoy segura. Lasvoces que escucho…

ILISIA: Las voces que todos los coraescuchamos son normales. Son ecos de lasmentes en las que has estado. Se suelen oírdurante el sueño, o en sus momentos previoso posteriores. Sin embargo, ninguna de esasvoces puede impedir que salgas de la mentede una víctima.

TÚ: ¿Esas voces pueden provenir deotros lugares? La tele, una radio…

ILISIA: ¿De qué hablas? Nunca habíaoído semejante sandez.

TÚ: Bien, no importa. ¿Puedesayudarme?

ILISIA: Claro. Hay dos formas de salirinevitablemente de la mente de la persona enla que estás resonando: matarla o infligirle undolor extremo.

TÚ: ¿Recordará algo?

ILISIA: No tiene por qué, especialmentesi lo matas. El problema es que tú sí querecordarás cualquiera de las dos experiencias.Si quieres un consejo, no es nada agradablerecordar la muerte.

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TÚ: Bien, me lo pones fácil. Elijo el dolor.

Ilisia observa a un lado y a otro de losbaños. Se queda mirando una placa en lapared medio rota de la que salen unos cablesde electricidad. Se acerca a uno de los lavabos,tapona el desagüe y deja abierto el grifo paraque el seno se llene hasta el borde. Coge elcable suelto que salía de la pared y lo estirahasta el lavabo.

ILISIA: Ven a lavarte la cara. Esto acabarápronto.

Te acercas y, antes de que puedasprepararte, Ilisia te coge la cabeza y la sumergeen el fregadero al mismo tiempo que, con laotra mano, introduce el cable que da chispazosdentro del agua. Das un grito bajo el agua ytodo se vuelve blanco.

Despiertas en tu apartamento, yaocupando tu verdadero cuerpo. Te quedasextendida sobre la cama un rato, con laespeluznante sensación de la electrocucióntodavía en tu mente.

CRISTINE WU: Tengo que confesarte queestoy un poco confundida con tus habitualescambios de aspecto.

TÚ: Oh, cállate.

CRISTINE WU: ¿Qué piensas hacerahora?

TÚ: Acabar el trabajo. Darle los planos alque me contrató y ver qué puedo sacarle. Quées lo que ha pasado. Pero primero tendré queir a recogerlos.

Te levantas y sales del apartamento. En lalista de destinos, seleccionas la Torre Atlas.Estás en la esquina donde robaste el coche,frente a la iglesia crisfucionista. Rebuscas en elladrillo que había suelto y recoges los planos.Cuando sales de allí, en la lista de destinosaparece ahora el punto de reunión con tucliente. Te diriges hacia allí.

Llegas a un bar solitario y oscuro. Hay unhombre en silla de ruedas. Sobre uno de losmangos para empujarla hay un pájaro. Tiene lapata atada a la silla con una cadena. Te sientasfrente a él. El hombre articula las palabras conla boca, pero no sale ningún sonido de sugarganta. En su lugar, es el pájaro el que lasdice:

PÁJARO-CLIENTE: ¿Tienes algo para mí?

TÚ: ¿A quién le hablo, al pájaro o austed?

PÁJARO-CLIENTE: A mí. El pájaro y laparte de mi cerebro encargada del hablaresuenan con maiá. Simplemente es unaayuda ya que soy incapaz de hablar, entreotras cosas. Usaría uno de los viejosordenadores para sintetizar mi voz… sifuncionaran, ¿verdad? Malditas arritmiastemporales que inutilizaron toda nuestratecnología.

TÚ: ¿Qué le sucedió?

PÁJARO-CLIENTE: Cuando teinstruyeron en el Templo Cora, ¿te hablaron delas consecuencias de esta profesión a largoplazo?

TÚ: ¿Usted era un cora?

PÁJARO-CLIENTE: Así es. Y mírame:ahora a duras penas soy humano.

TÚ: Enséñeme el dinero.

El hombre deja encima de la mesa unsobre con un fajo de billetes. Sacas los planosy los pones al lado.

TÚ: ¿Qué he robado? ¿Por qué Atlas?

PÁJARO-CLIENTE: ¿No has cobrado ya,cora?

TÚ: Estaría dispuesta a hacerle unarebaja si me cuenta de qué va esto… laoperación tuvo algunos imprevistos.

PÁJARO-CLIENTE: Atlas encontró unafuente de maiá natural. Algo distinto, máspuro, más intenso. Sus posibilidades iban másallá de la mierda que sintetizamos aquí. Pordesgracia, con la fuente encontró algo que nodebía… o alguien, no sabría decirte. Una voz oun ser. No se manifestaba a todo el mundo, nisi quiera a todos los cora; tampoco lo hacíasiempre bajo la misma apariencia.

TÚ: ¿Una voz en la tele, en la radio o enlos aparatos de megafonía?

PÁJARO-CLIENTE: En ocasiones.Además, esa cosa parecía tener un controlabsoluto del espacio pregeométrico al queaccedemos cuando usamos maiá para resonar:podía entrar en la cabeza de cualquier cora eincluso retenerlos ahí en la pregeometría,evitando que volvieran a su propio cuerpo. Encualquier caso, todo lo que pude averiguar pormis medios es que esa cosa le dio algunas

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ideas a Morgenstern. Quería que Atlasconstruyera algo para ella; era algorelacionado con maiá. La respuesta está aquí.¿Podrías extender los planos, por favor?

Despliegas lo que robaste sobre la mesa,de tal forma que el hombre pueda verlo. Élasiente en silencio en repetidas ocasiones,aunque no sabes si es por la revelación de loque le muestras o por los problemasneurológicos que parece arrastrar.

PÁJARO-CLIENTE: Es una refinería. Detamaño gigantesco, por lo que parece.

TÚ: ¿Para procesar qué?

PÁJARO-CLIENTE: Maiá natural,supongo. Pero deben querer procesar mucho,a juzgar por las dimensiones de la fábrica.

Entonces recuerdas uno de los cartelesdel ático de la Torre Atlas:

TÚ: «El 99% de la cesta de la comprapertenece a Atlas Internacional».

PÁJARO-CLIENTE: Inquietante, ¿verdad?Lo que me intriga es el tamaño… ¿dóndeestarán construyendo esta refinería?

TÚ: ¿Cómo de grande es?

PÁJARO-CLIENTE: Como para caberencima de una montaña.

Ya sabes dónde está. Y ahí es dondetienes que ir a buscar las últimas respuestas. Televantas y coges el dinero.

PÁJARO-CLIENTE: ¿Dónde vas?

TÚ: Primero iré a dejar esto a casa. Quizátenga una conversación con la tele. Luego mevoy a dar un paseo por la montaña.

PÁJARO-CLIENTE: Llévate esto. Si te vasa meter en los asuntos de Atlas, la necesitarás.

El hombre señala a una pistola queasoma desde uno de los laterales de la silla. Lacoges y te marchas.

En la lista de destinos, seleccionas tuapartamento. Al entrar, tres soldados vestidosde negro han puesto patas arriba tus escasasposesiones. La cama está rajada, la mesa contodos sus trastos volcados y la tele parpadeaen el suelo.

CRISTINE WU: Sorpresa, niña.

Los soldados te apuntan con sus fusiles.En ese preciso instante, una arritmia temporal

hace que todo vibre. Los soldados aparecen denuevo con los fusiles bajados, momento queaprovechas para sacar la pistola y dispararles alos tres, que caen abatidos tiñendo de rojo tuapartamento.

CRISTINE WU: ¿Puede que, en tuperfecta y sencilla misión, olvidaras darle lapastilla amnésica a tu víctima?

TÚ: Cállate, ¿quieres?

Registras a los soldados. Tienen variasunidades de explosivo plástico en su mochilade operaciones. Recoges todo el que puedes yte marchas. Recuerdas el lugar donde está lamina a cielo abierto, porque ya has estado allíde pequeña. Sales del apartamento y, en lalista de destinos, aparece dicho lugar.

Llegas a una zona frondosa de bosque.Al avanzar unos metros, la pendiente empiezaa aumentar y la vegetación desapareceabruptamente. Estás en la ladera de unapequeña montaña plagada de grúas,camiones y material de construcción. Estántodos parados, ya que parece que hoy no haynadie trabajando. Al subir por montaña, unaconstrucción a medio terminar aparece sobrela misma, cubriendo parte del agujero central.Tiene el aspecto del esqueleto de una fábricaque trata de agarrarse sobre la montañahueca. Te asomas al borde y ves, al fondo de lamontaña, un lago que rezuma una sustanciaazul eléctrico: maiá natural. Escuchas una vozdetrás de ti:

MORGENSTERN: Así que eres tú quiense coló en mi cuerpo, robó mis planos ydespués me electrocutó.

TÚ: ¿Qué estáis haciendo aquí?

MORGENSTERN: Nada que tú y tusamigos los cora no hayáis hecho cientos deveces con vuestras víctimas… pero esta vez auna escala algo mayor. ¿Has oído esaexpresión de los negocios?: «Piensa engrande».

TÚ: ¿No está la gente ya bastantecontrolada con la publicidad?

MORGENSTERN: Oh, pero eso es unjuego de niños. Esto será un salto cualitativo.Un control real y absoluto. Aunque no todo elmérito es de Atlas, ¿sabes? La idea original fuede una amiga que creo que ya conoces. Porcierto, que siempre le ha gustado la

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publicidad, aunque eso también lo sabes.Quizá cogió la idea de ahí y la llevó un pocomás allá. Lo que realmente no he conseguidoaveriguar es por qué se te presentó a titambién, una simple cora… aunque eso ya noimporta.

Morgenstern te encañona con unapistola. No hay ninguna arritmia temporal quete salve en ese momento. El hombre dispara.Todavía tienes tiempo de girarte un últimoinstante hacia el corazón de la montaña, ellago azul eléctrico sobre el que te precipitas.Todo se vuelve blanco.

Apareces en un lugar extraño: parece unprado, pero la hierba es de un tono azuladoluminiscente; además, se mueve de una formacoordinada, como si fuera algún tipo deorganismo. Pasan revoloteando unosorganismos parecidos a insectos, y por el sueloreptan unos animales que no habías vistojamás. Todo empieza a hablar; a veces la frasela empieza la hierba y luego la continúaalguno de los seres vivos que has visto.

PLANETA: Bienvenida, niña.

TÚ: ¿Estoy muerta?

PLANETA: En parte, aunque eso pasóunos instantes después de que resonaras conuna buena cantidad de maiá puro.

TÚ: Entonces…

PLANETA: Tu consciencia está en lapregeometría. Estás muerta, si quieres decirloasí.

TÚ: Pero… ¿dentro de quién estoyresonando?

PLANETA: ¡Con el Universo, niña! Eso deresonar en alguien es con vuestra porqueríasintética. Lo que has usado esta vez es puro,que es lo que corre por el núcleo de estemundo, es decir, de mí mismo. Eso cambia lascosas. De hecho, aquí estás, a miles de años luzde tu antiguo cuerpo humano, y en uninstante puedes estar en otra galaxia. Es lo quetiene la pregeometría, que no entiende deespacios. Y tú te has colado en ella.

TÚ: ¿Cómo llegó a nuestro mundo? Merefiero a maiá.

PLANETA: Una especie de vulcanismotremendo. Lo uso para enviar maiá por toda lagalaxia.

TÚ: Pero… ¿no dices que no hay espacioen la pregeometría?

PLANETA: Sí, es cierto; pero para queotros seres, como vosotros los humanos,puedan acceder a ella, hay que tender primeroel cable. ¿Recuerdas vuestra antigua internet,antes de que las arritmias temporales hicieranque todos los ordenadores dejaran defuncionar? Primero el cable; después, ya todoera instantáneo.

TÚ: ¿Cómo sabes tanto de esasarritmias?

PLANETA: Porque la culpa la tiene maiá,obviamente. Verás, aunque la pregeometríanos permita entender el Universo de otramanera, sigue habiendo una cara visibleformada por la dualidad espacio-tiempo. No sepuede hacer trampas. Si te saltas las reglas delespacio-tiempo al recurrir a la pregeometría,tiene sus consecuencias en el lado del espacio-tiempo.

TÚ: No entiendo qué quieres decir…

PLANETA: ¿Crees que es gratis que tuconsciencia esté aquí, a miles de años luz de tuantiguo contenedor corpóreo? Esas cosastienen consecuencias en el espacio-tiempo.Pero tranquila, no te llevas tú toda la culpa.Cada vez que alguien usa maiá en tu planeta,la consistencia del espacio-tiempo se resiente.De ahí las arritmias temporales. No hay nadaque hacer… tampoco es que importedemasiado. Cuando tu especie quedeunificada, ya poco importará la falta deconsistencia del espacio-tiempo.

TÚ: ¿Unificar la especie?

PLANETA: Claro, ¿por qué crees que tehe traído? Ese cretino de Morgenstern sólo mehacía falta para procesar y distribuir maiá a lagente. Contaminarla. Hacer que todosresuenen en la pregeometría. Pero no tiene lafortaleza mental para ser mi enlace con loshumanos. Tú, sin embargo, fuiste la primerahumana en entrar en contacto con el maiá queyo envié a la Tierra. Algo sutil, pero losuficientemente intenso como para queamoldara tu mente. ¿No recuerdas los viajesque hacías con tu padre a la montaña dondeimpactó mi meteorito?

TÚ: Estás muy equivocado si piensas quevoy a servirte de esa forma.

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PLANETA: ¿Crees que será muy diferentede lo que pasaba hasta ahora? Estáis más queacostumbrados. ¿Por qué crees que escogí lafigura de Cristine Wu para aparecerme? Haceya tiempo que no pensáis de una formaautónoma. Esto es el siguiente paso natural. Larefinería está a punto de empezar a funcionar.Ya no hay nada que hacer.

Entonces recuerdas los explosivos querobaste a los soldados de Morgenstern y quetodavía están en tu cuerpo en la Tierra. Si yaestás permanentemente en la pregeometría,no te debería resultar complicado resonar enla mente de Morgenstern, que ya tomó maiácuando ocupaste su cuerpo por primera vez. Ytodavía debe de estar en las inmediaciones dela refinería.

Así pues, tomas el control de su cuerpofácilmente. Ahora vuelves a estar en la Tierra,pero en el cuerpo de Morgenstern. Estabamarchándose de la montaña. Das media vueltay te diriges de nuevo a la refinería, en la cimade la montaña. Bajas por el agujero excavadoen su interior hasta que llegas al lago de maiáen el fondo. Tu cuerpo flota allí. Rebuscas en ély encuentras los explosivos. Tras resolver unsencillo reto activando unos botones parallevar la corriente desde el temporizador hastael explosivo, el detonador se activa. Unacuenta atrás de unos escasos segundos sepone en marcha. Cuando llega a cero, larefinería y la montaña desaparecen dentro deuna potente explosión. Todo se vuelve negro.

FIN

Jugabil idad

Maiá consiste en una aventura tipo«point and click», al estilo de las aventurasgráficas. Así se potencia el aspecto narrativodel videojuego. La mecánica consiste en laexploración de ciertos puntos clave de cadaescenario.

Además, se cuenta con un pequeñoinventario donde se van recogiendo losobjetos necesarios para avanzar en la historia,tal como se detalla en el apartado del guion.

El viaje entre un escenario y otro se hacemediante la «lista de destinos» que aparececuando salimos de un escenario. Esta listapuede ampliarse o reducirse, en función de lascosas que vayamos descubriendo en la

historia.

También hay diversos puzles queresolver para poder avanzar la aventura. Estospuzles son mecánicas simples que nos sirvenpara activar algunos aspectos necesarios en lahistoria (por ejemplo, conducir maiá a travésde los tubos en los circuitos de biosoft odescifrar la cerradura de Morgenstern).

Estética

Maiá es una aventura de cortecyberpunk. El diseño del guión se ha realizadopensando en obras clásicas como Dreamweb.Una estética similar a videojuegos como este,con una vista cenital y el uso de gráficos pixel-art, simplifica la producción del videojuego, asícomo la contextualización al momento en elque el cyberpunk alcanzó su máxima plenitud,con trabajos como los de William Gibson:

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Prólogo

Estimado lector de SCI·FDI. Sin duda te resultará

raro ver un prólogo para un relato corto (pero

intenso), pero es que no todos los días uno tiene

el honor de hacerlo para algo que ha escrito el

“pichichi” del equipo de Titanfall 2 de la Facultad

de Informática de la UCM (@TitanFall_FDI).

Cuando los guionistas de la saga original

dejaron al aire el profundo drama que se desató

en la Frontera tras el heroico sacrificio de James

MacAllan, Fernando decidió interrumpir la

devastación con la que acostumbra a sembrar

en cada partida el campo de batalla

(comparable a una 5ª convocatoria de EDA, MMI

y todos los Fundamentos juntos) y se sentó a

escribir sobre el que es sin duda el personaje más

carismático de la saga. ¿El resultado? Ciencia

Ficción aplicada a videojuegos que a su vez

retorna como más Ciencia Ficción en forma de

relato corto.

Y si todavía no conoces a Barker, te animamos a

que estés atento a las retransmisiones del equipo

a través de la red o en los distintos eventos de

beneficencia en los que solemos participar. Este

curso académico estaremos luchando por

existencias para el Banco de Alimentos de

Madrid… y nos dejaremos la piel (y el blindaje de

nuestros titanes) para conseguir hasta el último

kilogramo posible.

José Luis Vázquez-Poletti

Profesor FDI y orgulloso capitándel Equipo de Titanfall 2 de la FDI

“Ferrites ex coelo cadentes”(“ferritas que caen del cielo”)

***

Lugar: Planeta Armonía.

Línea temporal: 47 (ó 48) aguardientesdespués de la Batalla de Deméter.

Escenario: refugio temporal de Robert “Barker”Taube.

BARKER: La historia delmejor piloto de la frontera

Fernando Méndez Torrubiano

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Personajes:

BARKER: expiloto de la IMC. Actualmenteen el bando miliciano. Alcohólico.

SARAH Briggs: comandante de losmerodeadores milicianos. Piloto del EER.

James McAllan: antiguo comandante dela IMC, encabezó la rebelión contra ellos. KIA.

General Marder: general de la divisiónARES de la IMC. Paradero actual, desconocido.

Blisk: líder de los depredadoressupremos. No le importa la Frontera, leimporta cobrar.

***

Entra la comandante Sarah Briggs en la

habitación de Barker, donde lo encuentra

borracho, en el suelo y rodeado de botellas

vacías. Tras incorporarlo, Sarah ayuda a Barker a

asearse y se sienta a charlar con él. Barker no

quiere saber nada de la lucha en la Frontera.

SARAH: “Barker, necesitamos tu ayuda.En las últimas semanas hemos sufrido muchasy muy valiosas pérdidas. Tras la Batalla deDeméter y la muerte de McAllan, los ánimosestán más bajos que nunca. Tú y el resto depilotos que rescatamos en Angel City nosseríais de gran ayuda en esta lucha.”

BARKER: “Ya te dije que no quería sabernada de la Frontera. Jamás debisteis sacarmede aquel agujero. No me vas a convencercomo hiciste con McAllan, él cayó en tutrampa y lo pagó con su vida. Ahora no tengoa nadie, no me quedan amigos y no tienesentido seguir luchando contra la IMC en unabatalla perdida. Ellos tienen armas queacabarán con esta guerra en un abrir y cerrarde ojos, si no acaban antes con la Frontera.”

SARAH: “¿Armas? ¿Qué clase de armas?Barker, tienes que ayudarnos.”

BARKER: “Cuando estaba en la prisión deAngel City, pude escuchar más de lo que debía.El General Marder acudía personalmente todaslas semanas a escupirme e intentar sacarme elparadero de McAllan a golpes, por suerte paraMcAllan, desconocía su ubicación. Era miamigo, pero me dejó tirado en aquel sucio yoscuro agujero, solo vino a por mí cuando menecesitó. El caso, es que, en ciertas ocasiones,cuando creían que estaba inconsciente, Mardermencionó algo sobre un arma capaz de plegarel espacio y el tiempo, un arma que cambiaría el

curso de la historia y daría a la IMC el control dela Frontera que tanto ansiaba. Solo necesitabauna fuente de energía, llamada El Arca de laque no disponían. Pero creo que habíancontratado a Blisk para encontrarla. Eso es todolo que sé, ahora déjame tranquilo.”

SARAH: “Está bien Barker, gracias por lainformación. Encontraremos El Arca antes queBlisk. Pero no puedes quedarte aquí, bebiendohasta que tu conciencia desaparezca y olvidesquién eres. Ten, McAllan tenía esto en sucamarote (Sarah le entrega a Barker una foto deél junto a su amigo James McAllan, en la que

aparece el texto “Life takers and heartbreakers”), creo que deberías tenerlo tú.Barker, McAllan no te abandonó, simplementeno podía arriesgar la vida de todos loshabitantes de La Colonia para adentrase enAngel City, hubiese sido una locura y tú losabes.”

La comandante Sarah Briggs abandona la

habitación, mientras Barker se queda sentado,

con la mirada perdida en la fotografía que Sarah

le acaba de entregar.

Acababan de nacer Los Invencibles de

Angel City (ACES).

Una historia original deFernando Méndez Torrubiano

Alumno y piloto de la Facultadde Informática de la UCM

“El problema de ser un héroe es quetienes que estar dispuesto a morir

por aquello en lo que crees.”

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SiegaBelén Fernández Crespo

“Yes, there are aliens. No, we shouldn't contact

them.”

Stephen Hawking(Fuente: The Atlantic.com, “Stephen Hawking:

Don´t contact Aliens.”26 de Abril de 2010.)

***

El sol parpadea, como una luz queagoniza bajo el soplido del viento.

Durante todo el día de ayer, apenas fueuna candela. Aguanté la respiración, rezandopor que no se apagara, por que no fueranaquellos nuestros últimos ocho minutos devida, y por fin, esta mañana, los rescoldosparecieron avivarse.

Miro por la ventana. Veo el pequeñoresplandor, un cincuenta por ciento más leveque el que hay durante una tormenta denieve, y trato de atraparlo en mi mente:recordar el calor, la llama de la que tanto huíen los días de verano, molesta por la sensaciónasfixiante; preservar aquellos atardeceres colorescarlata, engalanados de nubes azul añil.Nunca me imaginé que sería testigo de estefenómeno. Supuse que cuando ocurriese, yanos habríamos extinguido.

El fenómeno comenzó el once denoviembre, hace ya veinte días. El Solchisporroteaba de forma diferente, como siestuviera perdiendo su llama. Podría deberse aun cambio de ciclo o a la aparición de algunanueva mancha solar excepcional. Nada máslejos de la realidad: la superficie del Sol estabalisa e impecable. Sin embargo, su coloranaranjado había cambiado a un rojo intenso.

No acabo de comprender el empeñohumano por encontrar y contactar con seresde otros planetas, de enviarles informacióndetallada sobre quiénes somos, dóndeestamos y cómo llegar.

En los primeros años, eran simples notaslanzadas al azar a la inmensidad del espacio:canciones enviadas desde antenas, placas

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adjuntas a sondas con la esperanza de quellegaran a algún receptor, tal y como losantiguos marineros habían hecho con losmensajes en botellas.

Hasta que descubrieron aquel sistemasolar, gemelo del nuestro, a tan solo cuatroaños luz.

La distancia parecía ínfima, encomparación con la de otros posibles planetashabitables cuyo nombre había surgido endiversas ocasiones. Era urgente buscar laforma de enviar unos dispositivos que fuerannuestros ojos, que revelaran la verdad yterminaran con las elucubraciones ydeducciones en lo referente a la atmósfera, laexistencia de agua y de vida.

No hubo consulta planetaria. No lesimportaba nuestra opinión. Como siempre, lospoderosos tomaron sus propias decisionesatendiendo a sus intereses; como siempre, nopensaron en las consecuencias de sus actos.Las nano-naves guiadas por láser simplementese lanzaron.

Y esperamos veinte años.

Esperamos tanto, que ya nadierecordaba la existencia de aquella misión.

Y allí estaba el vampiro cósmico, inmóvil,ileso, anclado de forma desconocida a nuestroastro: Un perfil negro indeterminado que, dealguna forma incomprensible para nosotros,esquilmaba la preciada energía. Su emisióncalorífica de miles de grados formaba elnegativo de la imagen que nadie ha sido capazde captar, ponía cara al Horror remoto quejamás confrontaremos; nos ayudó acomprender que el tamaño de “la nave” eraequivalente al de un planeta como Mercurio.¿Por medio de qué procedimientos extraerá laesencia a nuestra estrella? ¿Dónde almacenarála energía o a qué lugar la transportará si lohace? ¿Por qué nuestro Sol y no otro? ¿Sehabrán agotado los recursos en su civilizacióno serán unos simples piratas que pretendenvender el combustible al mejor postor?

—Se nos van a olvidar las palabras,mamá —dice mi hijo de seis años.

—No te entiendo.

—De no ir al cole.

—Son solo unas vacaciones...

¿Cómo explicarle la verdad? ¿Cómodecirle que no hay futuro cuando ni siquieraha comenzado a vivir? ¿Qué haré cuando lasplantas y los animales mueran? ¿Cómo loprotegeré del Horror cuando no quedenalimentos?

—Tengo frío, mamá.

—Vamos a taparnos con la manta.Abrázame.

Miro al cielo continuamente, esperandoun milagro que sé que jamás ocurrirá. La vidase apaga, la Tierra se enfría lentamentemientras una espesa capa de nieve y hielo locubre todo. Ni siquiera los edificios sonreconocibles. Ya no recuerdo cómo era elmundo, cómo era nuestra existencia. Sientocómo la Nada avanza irrefrenable y unescalofrío recorre mi nuca. De fondo, elzumbido continuo de las noticias, que, alintentar dar explicación de los hechos, buscanayudarnos a encontrar la paz, a aceptarnuestro destino. En continuo estado de alerta,apenas puedo dormir.

Somos meros espectadores, queasistimos impotentes a nuestra destrucción.Jamás sabremos cómo son los Recolectores.No han tenido la deferencia de permitirnos verqué rostro tiene nuestra Muerte, de luchar.Para ellos, debemos de tener la mismaimportancia que una inapreciable partícula depolen. Nuestro orgullo humano nos llevó apensar que, al saber de nosotros, vendrían aenseñarnos su avanzada tecnología yviviríamos juntos en un Universo de armoníaideal. Deberíamos habernos fijado en cómonos tratamos los unos a los otros para haberpredicho lo que ocurriría de antemano.

Según los expertos, finalmente seacercarán a la Tierra para arrancarle el agua.Seguramente lo harán antes de que el Sol seapague definitivamente y el Planeta comiencea errar, inerte, por el espacio.

Recogemos lo que sembramos.

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Cómo inventé lamáquina del tiempo

Juan Ramón Segura

—¡Atención niños! —anunció la

maestra—. Hoy viene a visitarnos el Profesor

Oswald Dante, descubridor del viaje en el

tiempo. Supongo que os preguntaréis…

“¿cómo es posible que una eminencia en este

campo venga a una escuela perdida en una

colonia exterior?”, ¿verdad? Pues bien, resulta

que el profesor es un antiguo amigo de la aquí

presente señorita Osiris… ainch. —Suspiró la

anciana, con mirada perdida, regodeándose

en algún recuerdo pasajero.

—En fin, ¡gracias a la gran nebulosa

tengo público real presente! —añadió con un

visible aspaviento.

—Os recuerdo que vuestras redes

neurales y hologramas nunca permitirán tener

una experiencia como venir al aula en

persona; en particular lo digo por usted, señor

Blanket —dijo la mujer, dirigiéndose a una de

tantas webcams integradas en la pared,

iluminándose un punto rojo en su monitor.

—Así que vayamos al asunto

directamente sin andarnos por las ramas.

¡Pase, profesor! —dijo, y los alumnos

prorrumpieron en un aplauso (ya sea en forma

de holograma, imagen en monitor o humano

real).

El científico saludó a los presentes y dio

dos sonoros besos a la señorita Osiris, como

era costumbre en su planeta natal. La

profesora, ante esta efusiva manifestación,

enrojeció visiblemente ya que ese no era un

saludo habitual en las aún tradicionales y

arcaicas colonias. Entretanto, algún que otro

pícaro y divertido alumno sonreía desde su

habitáculo.

—¡Hola, chicos! Y… gracias, señorita

Osiris, por esta cálida presentación. Me

imagino que estaréis deseando preguntar

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infinitud de cosas; entre otras, cómo se me

ocurrió la idea, ¿verdad? Pues bien, comenzaré

por el principio… hace tiempo, me

obsesionaba la paradoja temporal de los

gemelos, que asociaban a la antigua teoría de

la relatividad de Einstein. Es decir, si un

hombre se quedaba en la antigua Tierra

mientras su hermano viajaba por el espacio, a

una velocidad cercana a la luz, a su regreso la

persona que se quedaba en el planeta había

envejecido mucho más que su pariente

astronauta. Aparte de servir para ilustrar una

teoría sobre la relatividad del tiempo en

función del espacio y la velocidad de la luz, se

me ocurrió que, en cierta manera, bajo el

punto de vista del astronauta que va en la

nave, hubiera sido como viajar al futuro. Así

que, ni corto ni perezoso, me puse manos a la

obra… ¿cómo podríamos alcanzar una

velocidad tal, sin destrozar la nave, el

astronauta, y…?

—… ¡Y el tremendo gasto de energía

que ello supondría! —saltó de su asiento un

niño, sin poder refrenar su ansia.

—Jajaja. ¡Muy bien, pequeño! ¿Cómo te

llamas? —preguntó el anciano.

—Jacob —respondió el niño enro-

jeciendo de golpe, siendo consciente de a

quién había interrumpido.

—… Y a ver, pequeño Jacob, ¿qué otro

problema había? ¿Lo sabes? —El pequeño

enmudeció de golpe.

—Jajaja —rió de nuevo el anciano—. No

pasa nada si no lo sabes. Ni los más grandes

físicos del momento lo hubieran podido

resolver. Se suponía que la masa era

directamente proporcional a la energía y casi

se duplicaba conforme la velocidad

aumentaba, así que estábamos ante un gran

dilema y parecía imposible el lograr movernos

a través del tiempo. Sin embargo, en el 2064,

tras la gran guerra… ¿alguien sabe lo que pasó

en esa fecha? —Unas pocas luces verdes se

encendieron en el monitor de la señorita

Osiris, a la par que unas cuantas manitas se

levantaban.

—A ver… ¡tú! —señaló Oswald— ¡La

chica de las coletas!

—Pues… se descubrió el rayo de

neutrinos, unas partículas que carecían de

masa.

—¡Muy bien, pequeña! De esa forma,

podríamos insuflar energía sin aumentar la

masa, pero aún había que estabilizarlo y

gracias a las nuevas partículas que se

descubrieron en el acelerador de la época,

pudimos fabricar los anillos de metal exótico.

Dentro de ellos, podíamos acelerar los

neutrinos, electrones, quarks, etc., a

velocidades increíbles sin necesidad de

montar máquinas descomunales para tal fin.

Eso revolucionó la era espacial.

—¿Y por qué estacionan las plataformas

temporales en las colonias del vórtice exterior?

—volvió a preguntar el impaciente Jacob.

—Pues… —respondió el profesor

sonriendo—, porque necesitamos un ambiente

sin interferencias externas como: gravedad,

constantes climatológicas, campos magnéticos,

etc. También, dado que viajamos a un futuro

cercano, necesitamos reaparecer en un entorno

seguro y sin cambios. ¿Os gustaría conocer un

secreto? —añadió el científico con aire teatral.

—Estamos investigando la posibilidad e

implicaciones que tendría viajar al pasado,

aunque hoy en día es algo imposible.

Los niños pusieron los ojos como platos,

dejando volar su imaginación.

—¿Alguien sabe por qué es imposible?

—Y solamente la niña de las coletas levantó la

mano.

—¡Vaya! Sí que es una joven inteligente

su alumna, señorita Osiris.

En ese instante, la profesora hizo una

mueca extraña y, con disimulo, se puso a

buscar en el listado de la clase, ya que no

recordaba a esa niña.

—Pues porque de ser así, ya nos habría

visitado alguien del futuro, cosa que nunca ha

pasado… ¿verdad, profesor? —El profesor, tras

sonreír, se quedó mirando fijamente a la

pequeña, pareciéndole encontrar algo familiar

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en ella.

—Perdona, ¿me dijiste que tu nombre

era…? —preguntó Oswald.

—Lucrecia Dante. Y he de admitir que ha

sido un honor conocerte, abuelo.

Al decir esto, la niña desapareció dentro

de una gran aura de luz. Los enseres de la

habitación volaron por los aires al desaparecer

la gran bola de blanco fuego, dejando en el

lugar una mancha negra y un intenso olor

metálico a quemado. Todos los presentes se

miraron entre sí, sin mover un solo músculo

durante unos instantes. Tras lo cual, el profesor

comenzó a reír con un paroxismo cercano a la

locura.

—Bueno —dijo por fin la señorita

Osiris—, esto ha sido bastante… inesperado.

Y el científico, mudando de repente su

expresión, salió como alma que lleva el diablo

en dirección a la estación temporal.

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Siempre para otroVíctor Muñoz Ramírez

Tras contemplarla de la mano de aquel

tipo alto, con pelo rapado al estilo militar, y de

haber mesado su propia melena, deseó que la

piel de tan raudo hombre fuese la suya. Su

chica dejó de hablarle. Ella firmó la guerra con

el restallido de una bofetada, que sonó como

una salva de cañones, y él, antes de girar la

cabeza por el golpe, vio un resplandor del

pelo rojizo y leonino de ella, y cobardemente

cedió al asedio, y así pasaron dos días sin

hablarse. Al tercero, sin apartarla de su

pensamiento, tampoco secundó el final, y sólo

hizo un hueco para la joven novia del soldado,

cuya instantánea todavía bombardeaba su

memoria mientras caminaba por un parque de

Madrid al atardecer, cuando los edificios en el

horizonte se asemejan a una gran mandíbula a

punto de devorar la cúpula celeste. Entre las

colinas de los jardines y los árboles en la

decadencia del otoño, oyó a una joven

llamando a su perro. Insistía en un nombre

demasiado humano. Se le antojaba

desagradable. Él recorría un sendero con la

cabeza gacha, se dejaba empujar por el viento

sin elegir dirección alguna. De nuevo le

sobresaltó el nombre en el aire, esta vez a

pocos metros de él, y alzó la cabeza y

reconoció a la joven que había visto la otra

tarde con el vestido de flores y las medias

negras. De pie, uno frente a otro, con la tenue

luz eléctrica de la ciudad, ambos perplejos: él,

por la expectación ante una desconocida que

ya había condenado a la ausencia que

alimenta el deseo; ella, con una mueca

conciliadora y tímida, arrepentida se mordía el

labio y una lágrima goteo desde su barbilla.

Anduvo lentamente hacia él, alargó la mano

para tocarle la cara, volvió a pronunciar aquel

nombre y lo abrazó como nadie lo había

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hecho, salvo una chica que conocía de aquí a

un tiempo. Ella intentó desahogarse entre el

llanto espasmódico y la risa floja, símbolo

siempre de insumisión ante la fatalidad.

Perdona, dijo ella, y añadió algo como “nunca

más te dejaré ir, fue mi culpa, fueron mis celos,

jamás te haré sentir mal”. El joven entendió la

equivocación, pero no dijo nada, y la apretó

contra su pecho tan atónito como alborozado.

La noche entonces era cerrada. Sugirió que

fueran a su casa, donde podrían reconciliarse.

Él únicamente asintió con la cabeza, se dieron

la mano y lo condujo a través de un barrio de

calles antiguas y estrechas que nunca había

visto. Sus pasos eran erráticos y débiles, ella lo

guiaba, como la muerte en un mural de

Albertus Pictor. En más de una ocasión pensó

en dar la vuelta y volver a su pequeña

habitación alquilada y no tentar más al

destino. “No se puede jugar una celada como

esta y pretender salir ileso”, se dijo, a la par que

sucumbía a la inercia del engaño, acosado por

las sombras de los callejones que lo invitaban

a sumergirse más y más en el sueño, y por el

encanto y determinación de la joven cuyo

nombre no sabía y que, sin embargo, fingía

conocer. No halló su propia voluntad,

laberíntica como aquel arrabal. Pero, al fin, se

detuvieron delante de una casa rústica, con

una fachada de adornos de piedra gastados

por el tiempo, en la cual aún se podía

reconocer las vegetaciones moriscas. Un

escalofrío le recorrió la espalda. Cruzaron una

puerta de madera con grandes goznes y una

aldaba que había erosionado la superficie.

Dentro, un patio interior con balconada

cuadrangular de corte árabe, una fachada y

columnas cubiertas por una retorcida hiedra.

En las sombras de los soportales apenas podía

percibirse la figura de un hombre, que al ver a

la pareja entrar, se levantó y con paso

magnánimo se dejó iluminar por la luna que se

vertía en el centro del patio; dejó ver su barba

canosa, sus párpados cansados de esperar, una

guayabera grisácea y unos pantalones de

trabajo, y sus ojos hostiles que no apartó del

rostro del chico en ningún momento. Y

silencio. Hasta que la chica intervino, como las

mujeres de Picasso, implorando una tregua

informe y forzosa, y lo llamó padre; y el

anciano, hija; y del joven no hubo palabra.

Dentro de la casa los muebles viejos y

estanterías rebosaban de artículos de

recuerdo de Madrid, y fotos de su hija con un

joven con el pelo muy corto, de hombros

anchos. Aunque, luego pensó, tampoco

parecía demasiado grande, era muy posible

que se pareciera a él, lo que le recordaba, por

otro lado, que hacía tiempo que no se cortaba

el pelo y, estaba claro, que a ella le gustaba así.

La madre, una señora hirsuta y con una

inaudita jovialidad, no dejaba de traer bandeja

tras bandeja de pescado, aderezado,

horneado, frito y sometido a otras tantas

técnicas culinarias que ocultase la evidencia

de que todos los platos estaban hechos con

los mismos ingredientes y prácticamente de la

misma manera. La madre se equivocó como

hizo su hija, se dirigió a él con un nombre que

no era el suyo, aunque la firmeza con la que lo

pronunciaba, así como el comportamiento del

resto de comensales, que reaccionaban

escrutándole el rostro, buscando una

respuesta fática, le hizo creer que podía estar

él equivocado y que no le hubieran llamado

por otro término que no fuese su nombre, que

quizás el que pensaba que tenía no lo era, o tal

vez lo era y no sabía decir que lo era. Él asintió

con una sonrisa, sin saber el motivo de la

alusión, y se llevó otro trozo de pescado a la

boca. Y volvió a pasar desapercibido. En

cuanto regresó a casa, tan eufórico como

confuso, no tardó en coger una antigua

máquina cortapelos que tenía guardada en

casa desde no sabía cuándo y no sabía por

qué y se rasuró el pelo hasta que pudo notar la

raíz tirando del cuero cabelludo al pasarse la

mano por la cabeza. Y se vieron aquella misma

tarde, y la siguiente a esa, y muchos días más.

Se prometieron no volver a enfadarse, estar

siempre juntos ocurriera lo que ocurriera, él la

miró a los ojos, la besó, y bajaron por la calle

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hasta la zona comercial. Cogidos de la mano,

jugaban con sus dedos y se hacían muecas

para hacer reír al otro. Y cuando nada podía ser

más perfecto, él giró la cabeza y comprendió

que no podía fingir quien no era, que la

definición del amor es hambre, y la de

perfección, previsibilidad; y durante mucho

sabía que en sus brazos no habría vida posible.

Disimuló ver a aquella chica pelirroja, de

cintura de avispa y mirada inteligente,

aferrado al brazo de un joven de pelo largo,

menos formal que él, pero apuesto a su

manera. Y vio cómo los miraban, y pasaron de

largo. La felicidad era para otro, siempre para

otro. Su mano quedó descolgada, su novia lo

miró con rabia y tristeza, gritó que nunca había

sido suficiente, lo maldijo y corrió, rota en

llanto, entre la multitud hasta perderse; y él

caminó despacio hacia la periferia. Su

pensamiento era una hebra rojiza que se

desenvolvía como las calles se van

desplegando por el plano de la ciudad; se

desplegaban como se reducía el futuro sobre

su horizonte. O así lo creía entonces, antes de

saber que al tercer día el infierno volvería a

llamar a su puerta. Y lo acogió con dulzura, su

hastío desapareció, su mente volvió a ser vacía

y sus dedos se mezclaron en el fuego del

tiempo. Recordó, en sus labios, aquello que

dijo cierto poeta: …Yme acuerdo de lo eterno, y

de las estaciones muertas, y de la presente y viva,

y de su música. Así que, entre esta inmensidad,

mi pensamiento anego, y naufragar me es dulce

en este mar.

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La enorme torre repleta deapartamentos se alzaba ominosa, comoqueriendo tocar el cielo… y sí, ahora querecuerdo, me dijeron que en el pasado lallamaban “rascacielos”. Había decenas—cientos quizás—, como flores en un jardín,de distintos tamaños y formas, extendiéndosevastamente hasta el horizonte y limitando conla playa cuyas azuladas aguas chocaban conlos arrecifes y la costa. En cada uno de ellosvivían cientos de personas, una por cadaventanita más o menos. Interminables avesmecánicas sobrevolaban las edificaciones,como mosquitos alrededor de la basura. Unasreparaban las estructuras cuando sedeterioraban o dañaban por el ambiente, otrasrecogían la basura que los habitantes dejabancaer por tubos y terminaban en un granbasurero común, y otras entregaban paquetesde cosas que la gente de los Edificioscompraba.

Sabía que los hombres de mi tribu mebuscarían, así que no tenía más opción quedirigirme allí, a pesar de la desconfianza queme generaba esa gente extraña… la gente delos Edificios. ¡No tenía más remedio! Así queesperé entre unas cajas repletas de cablessueltos y chatarra al lado de la puerta principalde una de estas viviendas hasta que una de lasaves llegó volando e hizo sonar el timbre. Yade cerca no parecía un ave, sino un cangrejovolador metálico con dos pinzas y un únicoojo rojo y brillante en el centro. La puerta de lavivienda se abrió y de ella emergió un sujetoflaco y barbudo, de pelo largo. Se veía amable.

—Le hemos traído su pedido, Sr. Sakaro—anunció el cangrejo volador con unaextraña voz mecánica. El tipo revisó lospaquetes y dio su aprobación, y luego pasóuna tarjeta por una de las ranuras delcangrejo, este pareció estar complacido puessu ojo rojo se tornó verde y se alejó en pazcomo si lo hubieran alimentado.

Y antes de que se cerraran las puertas,entré sigilosamente a la vivienda,

HikikomoriDaniel González

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escondiéndome y caminando lenta ysilenciosamente a espaldas del dueño.

Me mantuve oculta un tiempo detrás deunas cajas vacías. Robaría todo lo que pudieray que fuera comestible, dormiría tranquilaescapando del frío, y luego me escaparía en lamañana a continuar mi trayecto… o esopensaba hacer, hasta que escuché la voz delsujeto.

—¿Quién es usted y que hace aquí?—me dijo con ese acento extraño de la gentede los Edificios. Me apuntaba con un arma defuego, y por el aspecto de la misma eraevidente que no era como los viejos ydestartalados rifles que usaban los hombresde mi tribu, sino tan moderna y adelantadacomo todas sus otras posesiones.

Me levanté enseguida y alcé los brazos.

—No me lastime, señor, por favor—rogué—. No quería molestarle ni hacerledaño, señor.

—¿Qué hace en mi casa?

—Solo buscaba donde pasar la noche ycomer, señor.

—Usted es una de ellos, ¿verdad? Unacavernícola.

—¿Una qué…?

—Una de esas personas que viven en lanaturaleza y no usan tecnología.

—Sí, señor. Sólo quiero comida, señor—dije—, y haré lo que usted me pida acambio.

El sujeto se quedó pensativo yfinalmente pareció sucumbir a mi oferta. Bajóel arma y me hizo entender con señas que medejaba quedar.

—Ven —dijo amablemente—, primerocome algo. Toma. —Me sirvió una aromáticacena en un plato de un material que yo noconocía, pero que era un poco más duro que elpapel, aunque más suave que la madera. ¡Quédelicia! Estaba caliente y muy sabrosa… másque nada que hubiera comido antes en mivida. También me sirvió un refresco que sabíaextraño, como ácido, y tenía burbujas.

—¿Estuvo buena la comida? —preguntó.

—Deliciosa, señor —dije, reclinándomeen la silla con la panza bien llena.

—Puedes llamarme Sakaro. A propósito,muchacha, ¿cómo te llamas?

—Jan.

—Bien, Jan, te prestaré el baño para quete asees.

Había escuchado que la gente de losEdificios tenía esas habitaciones, pero jamásme imaginé realmente cómo eran. El piso eracomo hecho de piedra laminada y las paredestenían cuadritos en miniatura. En el centrohabía una enorme pila donde cabía unhombre y de la pared manaba tanta aguacomo uno quisiera, ¡y además tibia! Tambiéntenía un lugar donde sentarse que se llevabala caca y a la par una mesa con papeles que élllamaba revistas en las que salían fotos demuchas mujeres desnudas.

Me dijo que podía usar cualquier cosaque quisiera ahí en el baño y me enseñó comocerrar el agua y cambiarle la temperatura.

—Pero ten cuidado de que no salga muycaliente, o puedes quemarte —me advirtió.También me dio unos líquidos que hacíanburbujas y olían muy bien para usar en micabello. Después de algo así como una hora deremojarme y enjabonarme, y tras relajarme unrato en el agua caliente, decidí salir. Empecépor batirme y saltar para secarme el cuerpo,pero luego vi que me había dejado unas telasesponjosas y con ellas me sequé y luego toméunas cosas azules terminadas en navajas queservían para remover el pelo y con ellas merasuré las piernas, las axilas y el pubis ya quenoté en las revistas de la mesa que asíandaban las mujeres de los Edificios.

Como ya no deseaba ponerme losharapos que traje cuando llegué porqueestaban sucios, salí del baño tapándome conuna de las telas esponjadas. Sakaro meobservó y sonrió. Estaba sentado en una sillaenorme como un trono, pero acolchada y quegiraba y tenía rueditas, al frente de uno deesas… computadoras. Habían pasado añosdesde la última vez que había visto una ya queno las usábamos mucho, solo algunos sabiosde algunas tribus las sabían manejar y todaslas que había visto eran mucho más viejas quela de Sakaro. Pero sabía bien para que servían:pensaban más rápido que nosotros.

—¿Mejor?

—Mucho mejor —contesté—, gracias.

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—Y dicho eso removí la toalla y me coloqué derodillas al lado de Sakaro. Era hora de darle elprimer pago.

***

No soy nada mala en satisfacer a loshombres, pero la reacción de Sakaro fuetremenda. Parecía como si fuera la primera vezque una mujer lo tocaba ahí. Una vezculminado el asunto y con cara de felicidad,Sakaro y yo nos sentamos en la mesa delcomedor a conversar.

—¿Vive solo? —le pregunté.

—Sí. Vivía con mis padres, pero murieronhace años. Mi madre fue la última en fallecer,solía estar en un cuarto del segundo piso.

—¿Y no se siente solo?

—Tengo muchos amigos y estoy casado.

—¿En serio? ¿Y su esposa? ¿Por qué novive aquí?

—Ella vive en su propia casa. Muy lejos.En otro continente.

—¿Nunca la ha visto?

—En persona no, pero hacemosvideochat con frecuencia.

—¿Y cómo se conocieron? ¿Cómo secasaron?

—Nos conocimos en una sala de chatpara solteros y fuimos novios dos años, y hacecinco decidí pedirle que nos casáramos así queambos cambiamos el estatus de “solteros” a“casados con…” en nuestros perfiles. Todosnuestros amigos nos dieron muchos likes.

No entendí la mitad de lo que dijo, perocomprendí el concepto.

—¿Y sus amigos? ¿Lo visitan?

—No, ¿por qué lo harían? Los veo todoslos días ahí —dijo señalando la computadora—,me publican cosas agradables en el muro.

—¿Entonces no conoce a ninguno de susamigos en persona? ¿Cómo trabaja? ¿Cómogana dinero para pagar todo esto y la comidaque se come?

—Soy ingeniero de redes graduado en launiversidad. Trabajo para una empresa enmantenimiento de su página web, a cambio seme deposita quincenalmente una suma dedinero en mi cuenta bancaria y con eso

compro todo.

—¿Alguna vez ha visto o tocado esedinero?

—Por supuesto que no. ¿Para quéquerría hacer eso? ¡Es ridículo!

—Entonces, ¿cómo compra las cosas?

—Mira —me dijo, y me llevó hasta lapantalla de su computador cuyas imágenescambiaban constantemente según suscomandos según lo que tecleaba y adóndedirigía la flecha que se mueve dentro delmonitor. Así llegó a un sitio que, según medijo, se llamaba Supermercado.com, dondeescogía un montón de cosas como víveres,ropa y artículos de higiene tocando lasimágenes, y luego la computadora lepreguntaba: “¿Desea hacer una compra?” Éltocó con la flechita blanca un letrero verdeque confirmaba la pregunta y luego leapareció un espacio para introducir números,allí introdujo un código que estaba tambiénen la tarjeta que utilizó para alimentar alcangrejo mecánico.

—¿Ves? Acabo de comprar todo eso. Unrobot de entrega me lo traerá en un par dedías. —Robot… así era que se llamaban esascosas voladoras artificiales.

—¿Y dónde aprendiste a hacer esetrabajo por el que te pagan?

—Acá mismo —dijo señalando a lacomputadora—, así aprendí todo lo necesariodesde primaria hasta la universidad.

No entendí bien nada de eso. ¿Cómopodía vivir así? Me pareció una existenciahorrible.

Sakaro interpretó mal mi disconformidad.

—¿Estás molesta por nuestro intercambio?

—Toda mi vida he tenido que hacer esetipo de cosas a cambio de comida, agua oprotección, y ni con mucho de la mismacantidad o calidad que me ofreces.

—¿Por qué dejaste tu tribu?

—Guerra. Interminables guerras entretribus por recursos, comida, mujeres… estabacansada de tanta violencia.

—Eso suena terrible. ¡Que vida tanespantosa has sufrido!

Me encogí de hombros. Él no parecía

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entender que, a pesar de la dureza, era mejorque su existencia, ahí enjaulado, como losanimales comestibles que los cazadores de latribu encierran para que no se escapen. Perono era mi intención convencerlo, así que mequité la ropa que él me había prestado yprocedí a darle otro pago, esta vez de cuerpocompleto.

***

Pasé varios días con Sakaro… más de losque había pensado quedarme en un principio.Su cama era tan suave y sus cobijas tancálidas… como todo ahí, tan cómodo yagradable que no deseaba irme. No tenía quehacer nada allí, ni siquiera limpiar, pues unosrobots pequeños limpiaban la casa una vez aldía, siempre a la misma hora.

Sakaro dormía sobre su acolchada camatan profundamente que parecía muerto.Supongo que había quedado demasiadocansado desde nuestro último encuentroapenas una hora antes y fui a sentarme frentea la computadora. Él me había enseñado muyrudimentariamente a usarla y ya habíaaprendido a iniciar esas imágenes conmovimientos que cuentan una historia…¿Cómo los llamaba? ¡Videos! Casi todos conhistorias de sexo, violencia y guerra. Películascon monstruos y seres fantásticos. Habíatambién algunos donde los personajes hacíancosas tontas y se escuchaban risas en el fondo,unos con dibujos que se movían y casi la mitaddel material conformado por historias sobrepersonas teniendo sexo en todas las formas ysituaciones imaginables. ¿Por qué ver todo esoy no vivirlo? No me imagino a Sakarosoportando la violencia de la guerra como laha vivido mi tribu, mucho más intensa que lamostrada por sus videos.

Entonces pensé en el segundo piso… allídonde había muerto la madre de Sakaro.¿Cómo se deshacía de sus muertos la gente delos Edificios? ¿Se los llevaría algún robot comocon la basura? Decidí investigar, así que subípor las escaleras y llegué hasta el piso superior,que estaba casi cubierto por la penumbra. Alfinal se observaba una puerta bien cerrada ycaminé hacia ella con curiosidad.

Toqué el botón que servía para abrir laspuertas. Ésta se desplegó hacia un ladoperdiéndose dentro del marco y el interior dela habitación quedó expuesto para mí. Estaba

sumido en unas tinieblas impenetrables, enuna lobreguez mucho más profunda que la delexterior. Aún así me adentré y percibí deinmediato el aire viciado y añejo. Pasé mimano por el interruptor que bien sabía queproducía la luz, y de pronto aquella oscuridadse disipó enteramente.

Y allí estaba… una imagen grotesca deun cuerpo momificado y cadavérico.Prácticamente reducida a huesos sostenidosentre sí por los vestigios de carne y ropa,sentada sobre una silla por siempre reposabala madre de Sakaro. No muy lejos, sobre lacama, la momia del padre que se veía aún másvieja. Pero lo más sorprendente es que amboscadáveres debían de haber fallecido hacemucho tiempo… Los inspeccioné bien,porque pensé que mis ojos me estabanengañando… no podían llevar años, sinosiglos muertos.

En el suelo, cerca de las momias, yacíauno de esos discos miniatura que se utilizanpara introducir información a la computadora.Algo me dijo que aquello era la respuesta almisterio así que lo tomé e inmediatamentedespués escuché la puerta abrirse de golpe.

Salí de la habitación y caminé por elpasillo escuchando la voz de Sakaro gritando yamenazando a los intrusos, quienes lecontestaban airadamente. Luego escuchégolpes y un cuerpo cayendo al suelo. Lapistola de Sakaro colgaba de una pared al ladode un cilindro rojo con un dibujo de llamasgrabado en un costado, así que la tomé y bajélas escaleras. Ahí encontré a tres hombres demi tribu blandiendo garrotes, y a Sakaro tiradoen el suelo, inconsciente o muerto.

—¿De verdad creías que te nos ibas aescapar, Jan? —dijo Curax, el líder, sonriendocon sus dientes amarillentos. Lo conocía bien ysabía de lo que era capaz, así que le apuntécon el arma. Mis intenciones estaban claras.—¿Entonces te has convertido en uno deellos? —dijo—, ¿en una gente del Edificio?

—Lo que haga con mi vida ya no debeimportarte.

El cuerpo de Sakaro en el suelo comenzóa convulsionar y luego, para mayor sorpresa,produjo chispazos que salieron de su cráneo.Lo que brotaba de la cabeza no era sangre,sino aceite, y después emanó de él un humonegro. ¡También era un robot!

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Al ver esto, Curax y sus acompañantesentraron en pánico y escaparon de la casa.Observé el disco que tenía algo escrito en suportada, pero yo no sabía leer. Aún así, Sakarome había enseñado lo suficiente decomputadoras, por lo que introduje el disco enla misma y escuché lo que decía en medio deimágenes ilustrativas que se mostraban en laluz nacarada del monitor.

“¿Ha perdido recientemente a un serquerido? ¿Es una persona reservada que nosale mucho? ¡Adquiera ya el Modelo Pigmalión3000! ¡El último y más avanzado tipo de robot!Con el Pigmalión 3000 usted será capaz deintroducir en él su cerebro mediante una muysegura operación quirúrgica y podrámantenerse vivo indefinidamente. Su nuevocuerpo robot no enfermará, ni padeceráhambre, frío o dolor; mientras que la pielsintética, diseñada con los más grandesavances en sensación artificial, es capaz desentir todos los placeres que sentiría una pielhumana normal. Todos sus sentidos semantendrán intactos; podrá degustardeliciosas comidas, disfrutar de baños conagua tibia y, por supuesto, su vida sexual nocambiará en nada. El Pigmalión 3000 estádiseñado para emular todas las funcionesbiológicas del coito y suministrar al usuario elmismo placer. ¡Adquiéralo ya!”

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Luces y sombras de la fantasíacientífica soviética, I

R. Campoamor Stursberg

Cuando se han cumplido recientementelos cien años de la llamada Revolución deOctubre, sobre la que tanto se ha escrito ydisputado, parece adecuado aprovechar laocasión para hablar, aunque sea brevemente,acerca de la literatura de ciencia ficciónsoviética, enorme en cuanto a producción serefiere, pero a la par escasamente conocida yeditada en el ámbito occidental. Nopretendemos en absoluto discurrirsesudamente sobre la génesis y evolución de lallamada fantasía científica soviética, así comode sus connotaciones filosóficas, políticas osociológicas, tarea que por otra parte seríainmensa, y para lo cual existen ya profundostratados y multitud de monografíasespecíficas1, sino tan solo indicar a grandesrasgos las tres principales etapas en las quepuede dividirse, netamente diferenciadas porsus motivaciones, credibilidad científica y nivelde introspección. Reivindicamos asimismoalgunos autores y obras que, por una u otrarazón, siguen siendo mayoritariamentedesconocidos por el aficionado a la cienciaficción, pese a su calidad o relevancia en elgénero. Esta primera fase, que constituye elobjetivo de la presente reflexión, sería lacorrespondiente a la transición de la literaturarusa de tipo fantástico a la ciencia ficciónsoviética propiamente dicha. En términoscronológicos, esta primera época finalizaría en1937, año en el que turbulentosacontecimientos obligarían a los autores deciencia ficción soviéticos verdaderamentecreativos a permanecer en un estado delatencia que duraría más de una década.

Aunque no cabe objeción al hecho deque la moderna ciencia ficción ha sidopopularizada mayoritariamente por los autoresnorteamericanos, constituye una percepciónincompleta e inexacta pensar que estos son dehecho los únicos inventores de esta literatura yostentan el monopolio en cuanto a calidad ytrascendencia se refiere. Hugo Gernsback fuesin duda unos de los precursores modernos de

la ciencia ficción,2 convirtiéndola en unfenómeno de masas a través de las llamadasrevistas pulp, vehículo de baja calidad y precioque supuso la rampa de lanzamiento yconsolidación de un tipo de literatura hastaentonces prácticamente inédito.3 Lascondiciones sociales, políticas y económicas delos EEUU antes de la bancarrota de 1929, asícomo el meteórico ascenso económico eindustrial tras el colapso europeo en la SegundaGuerra Mundial, contribuyeron de formadecisiva a la supremacía de la ciencia ficciónanglosajona, al menos en el área de influenciaoccidental. Sin embargo, antes de esta eclosióneditorial, literaria y comercial, que seríarazonable fijar en la década 1920-1930, existíaya una consolidada tradición de literatura deanticipación, amalgamada con tintes folclóricoso fantásticos, y no siempre exenta deintenciones políticas, en la extensa ydesconocida literatura rusa. La situación en laRusia zarista, atrasada en muchos aspectoscomo consecuencia de una estructura aúnfeudal, no ofrecía excesivas motivaciones deanticipación a los escritores, si bien existenalgunos interesantes precedentesdecimonónicos que, por otra parte, no tuvieronla difusión deseada, al ser asfixiados por unairracional censura y una aversión frontal acualquier innovación, literaria o no. Estosautores, relegados al olvido, sentaron unprecedente en el que, de una u otra forma,muchos de los autores posteriores se basaron,al margen de su motivación particular paraabordar una temática concreta. De ello surgiríauna tendencia literaria explotada en los añosinmediatamente anteriores a la Revolución deOctubre, y que marcaría una primera etapa dela ciencia ficción soviética. En este contexto, elantecedente más interesante lo constituye la(fragmentaria) novela catastrofista El año 4338

del compositor y escritor Vladimir F. Odoyevski.Escrita hacia 1835, aunque inédita hasta 1926,esta obra representa una de las primerasextrapolaciones, con fines dramáticos, de los

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descubrimientos científicos de la época. En esterelato futurista, redactado en forma de cartasdel protagonista a sus amigos, se narran losesfuerzos de Rusia y China, potenciasmundiales en el año 4338, para evitar la colisióndel cometa de Biela4 con la Tierra un año mástarde, en 4339. Entre las más acertadasprofecías de futuro que se incluyen en el texto,destacamos los viajes espaciales, el controlartificial del clima y el uso de drogasalucinógenas y sueros de la verdad. Pese a sucarácter de relato de aventuras, la novela deOdoyevski proyecta una cierta desconfianzacon respecto al progreso científico y susaplicaciones, lo que es un raro ejemplo dentrodel emergente entusiasmo científico de laépoca.

A la par que la influencia de H. G. Wells yJulio Verne se extendía por Europa y América,los autores rusos asimilaban el nuevo estilo denarración de estas dos grandes figuras,adaptándolas a las costumbres yconvencionalismos de su país. Muchas de estascomposiciones no dejan de ser burdospastiches, cuya originalidad se limita a uncambio de denominaciones geográficas. Comoejemplo de una descarada imitación de Vernedestaca En el mundo del futuro (1892) de NikolaiShevlonski, que relata un viaje al Polo Norte enun vehículo de última tecnología, sin aportarelementos esencialmente novedosos. Con unestilo más próximo a Wells, en la curiosa novelaEl Capitán Nemo en Rusia (1898) de KonstantinK. Sluchevski, el protagonista trata de forzar uncambio climático a base de plantaciones depalmeras y cactos en la isla de Novaya Zemlya,combinadas con estaciones electromagnéticasy parques eólicos, en lo que es posible discernirun antecesor casero del controvertido proyectoHAARP. En un nivel más serio, y amparado poruna sólida formación científica, mencionamos aKonstantin E. Tsiolkovski, pionero de laastronáutica y autor de varios fascinantesrelatos en los que trataba de popularizar susideas sobre los cohetes, los viajesinterplanetarios y el estudio del Sistema Solar.

No obstante, hacia finales del siglo XIXaumenta la tendencia a denunciar desequilibriossociales a través de la literatura fantástica, siendoabandonadas progresivamente las tramasbasadas en la extrapolación científica y laespeculación tecnológica. Tómese comoejemplo al conocido poeta del simbolismo V. Y.

Briúsov, autor de algunas narraciones notablesque han sido injustamente olvidadas. En 1905aparece el relato utópico La República de la Cruz

del Sur, en el que, mediante el uso de crónicasperiodísticas, se describen los estragos que unapandemia de origen desconocido estáprovocando en la citada república, sita en laAntártida y descrita como una prósperasociedad de corte totalitario. La enfermedad, dela que sólo se indica que es de origen psíquico,convierte a los afectados en orates furiosos yviolentos, lo que, unido al aislamiento de estepaís, contribuye al caos social. Al margen de lasmuchas interpretaciones que se han dado alrelato, es destacable la anticipación del autor alinsinuar el uso de epidemias y crisis sanitariaspara desestabilizar un sistema político y alterarel equilibrio financiero de las naciones.

De estos ejemplos se deduce que losautores anteriores a la Revolución de Octubre,pese a la siempre irritante censura, gozaban decierto margen de maniobra en sus escritos,siempre que éstos no supusiesen poner enduda la infalibilidad del régimen zarista o laestática jerarquía del orden social. Por ello nodeja de sorprender que libros con fuertecontenido político sean editados sin problemas,y otros sean censurados de manera absurda,como En otro planeta de Porfiri P. Infantiev, unainocente aventura sobre un viaje a Marte en laque el protagonista narra su asombro ante tanavanzada civilización. Varios capítulos centralesdel texto, en los que se describe el nivelcientífico y cultural de los marcianos, fueroneliminados supuestamente por serpotencialmente peligrosos. Una presunciónridícula, considerando que, como consecuenciade los trágicos acontecimientos posteriores a laderrota en la guerra contra el Japón y larepresión de San Peterbursgo en 1905, laaparición de textos cargados de tendenciasrevolucionarias se multiplicó exponen-cialmente, sin que la censura hiciese aparentesesfuerzos para evitar su aparición. Laprovocativa revista La Vida Ideal, fundada enSan Petersburgo en 1907, puede considerarsecomo la primera publicación periódica en Rusiasobre ciencia ficción, aunque los temas tratadosse referían principalmente a cuestiones sociales,ajenas al entusiasmo que los avances científicosprovocaban en otras latitudes.

Así, en la Estrella roja (1908) de AlexanderA. Bogdanov, eminente médico y uno de los

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autores centrales del llamado Proletkult,5

encontramos un primer exponente de laaplicación de la ciencia ficción a la literatura confines políticos. Influido por los acontecimientosde 1905-1907, el autor, cuya motivaciónprincipal es alentar al proletariado mediante unesquema de lo que será el futuro tras la luchade clases, crea una notable sociedad marcianabasada en los cánones del marxismo más puro.Todos los problema éticos, religiosos yfilosóficos han sido resueltos mediante unadesruralización del planeta Marte, laconstrucción de modernas y eficientesciudades-factoría y la uniformización completade la sociedad, desde una lengua única y oficialhasta la supresión de los nombres personales yla creación de una nomenclatura neutral. Unasociedad carente de héroes y monumentos,basada plena y únicamente en la ciencia, dondeel talento es la única recompensa. Talesmagnificencias son descritas al protagonistaLeonid, revolucionario y matemático, por elmarciano Menni, emisario de tan fabulosarealización de la sociedad que tanto anhelaLeonid para su país y el resto del mundo. Lanovela El ingeniero Menni es una continuaciónde Estrella roja, con una trama similar. En ella, elmarciano Menni convence al revolucionarioLeonid para visitar Marte y convencerse de losavances de su civilización, ya totalmenteautomatizada, igualitaria y sujeta a planesestatales. Pese a la perfección del sistema socialestablecido, la incapacidad de los marcianospara sintetizar proteínas los lleva a planear lacolonización de la Tierra, al juzgar a sushabitantes incapaces de la revolución social. Enun congreso científico cuya finalidad es decidirsobre los planes de invasión, la abnegada Lenni,médico de profesión y amante por otra partedel revolucionario Leonid, logra convencer a losgobernantes de que los terrícolas aún debenenfrentarse a dificultades mayores que lasexperimentadas por los marcianos en suconquista por el socialismo, convirtiéndose asíen la salvadora de los terrícolas. A modo deanexo, una segunda parte de la novela presentauna retrospectiva histórica de Marte,incluyendo la construcción de los famosos (einexistentes) canales de Schiaparelli, así comouna descripción detallada de la revolución sinviolencia que catapultó a los marcianos alestablecimiento de una sociedadperfectamente igualitaria.

Ambos textos de Bogdanov pueden

catalogarse como una utopía positivista, en losque plantea un plan concreto para crear unasociedad mejor. Al margen de la publicidad queBogdanov hace de sus idealessocialdemócratas, la novela contiene variasvisiones de futuro acertadas, como la existenciade ordenadores, los materiales sintéticos y eluso de la energía nuclear con fines industriales.Aunque la influencia de Bogdanov en autoressoviéticos es innegable, oficialmente no figuracomo uno de los impulsores, posiblemente acausa de su idealismo desmesurado.

Otro destacado representante de estatendencia, y que utiliza ingeniosamente laciencia ficción como medio para la divulgaciónde los ideales revolucionarios, es Alexei Gastev,uno de los más activos poetas del proletariado.Hombre formado en los duros trabajosindustriales, se convertirá en el principalapóstol del culto a la máquina, mediante la cualse simboliza el progreso. Lejos de limitarse aexponer sus ideas por escrito, Gastev será elcreador del Instituto Central del Trabajo enMoscú, cuyas máximas basadas en la tríada“calibre – guía - maquinista” puedeninterpretarse como un serio intento deexperimentar la bioenergética a nivel social. Eneste sentido, el relato Express, una fantasía

siberiana (1916) contiene todos los ingredientescaracterísticos de lo que será la ciencia ficciónsoviética en su primera etapa, desde laexaltación de la máquina hasta la completaindustrialización del país. En esta obra, lasvastas extensiones de Siberia, sinónimo de lanaturaleza indómita, han sido sometidas ytransformadas por el ideario progresista eninabarcables complejos industriales, donde laomnipresente máquina constituye el factorprincipal en la creación de una nuevahumanidad. Esta glorificación de laindustrialización como eje principal delprogreso, equivalente a la eliminaciónsistemática de la Rusia tradicional y agraria,producirá violentas reacciones de rechazo, delas que surgirán algunas de las más destacadasantiutopías de la época.

El año 1917 supone una ruptura con elpasado y el comienzo de una nueva era. Lo quehasta entonces era fantasía (científica) rusa seconvierte en literatura soviética, aunque en losprimeros años las directrices no estén claras, alsumarse multitud de tendencias revo-lucionarias distintas y, en ocasiones,

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incompatibles. Comúnmente se postula queVivian Itin fue, oficialmente, el primer escritorsoviético de ciencia ficción.6 De formaciónjurídica, Itin se implica pronto en losmovimientos revolucionarios, llegando a sercomisario del pueblo y presidente de una cortedisciplinaria. En la ciudad siberiana de Kanskescribe El país de Gonguri, aparecida en 1922,obra simbolista consagrada a una minuciosaenumeración de las condiciones sociales en lasociedad futura, libre de guerras y de violencia.En Gonguri, el trabajo, realizado por máquinasrápidas y eficientes, se concibe como unfestival, y todos los habitantes del país disfrutanequitativamente de los frutos del esfuerzocomún. La obra fue aclamada por su optimismoy la detallada descripción de la lucha de clases,convirtiéndose así en la primera utopíasoviética.

Todas las obras enumeradas, que puedencatalogarse como representativas, nos permitenconcluir que las motivaciones, objetivos ylugares comunes de la ciencia ficción soviéticadifieren radicalmente del extendido modeloanglosajón, más focalizado en una primeraépoca en los logros tecnológicos y científicos,en contraposición con la producción soviética,volcada en el análisis pormenorizado de lascondiciones requeridas para la consolidación deun nuevo modelo social, y orientada hacia lautopía. La ciencia y la tecnología estánmeramente destinadas a ser herramientas parala conquista de la sociedad perfecta, así como elcatalizador de la simbiosis de la máquina con laclase trabajadora, siguiendo la doctrina deGastev.

Uno de los primeros autores en combatiresta idea de amalgama hombre-robot esYevgeny I. Zamyatin, cuya novela distópicaNosotros (1920) es condenada con vehemenciacomo “la reacción burguesa ante el terror queinspira la grandiosa herejía del comunismo enconstrucción”.7 Escrito en el exilio, y nuncaaparecido en la URSS, este libro es ciertamentecrítico con el sistema, pero no se limita adenunciar las perversiones de la nueva cúpulagubernamental, sino que extiende su crítica alos países occidentales, en particular el ReinoUnido, donde Zamyatin trabajó como ingenierodurante la Primera Guerra Mundial.

La novela describe un anónimo estadounitario del futuro, que el autor sitúa a unos milaños del presente, donde todos los ciudadanos

son perfectamente iguales y anónimos,viviendo una existencia plenamenteuniformizada, exenta de individualidad alguna,y careciendo incluso de nombres. El estado lodirige un “Benefactor”, cuyo control sobre lamoral, el comportamiento, la cultura, elpensamiento y, en suma, cualquier aspecto dela vida cotidiana, es absoluto e inamovible.

La trama se mueve en torno al ingenieroD-503, narrador de la historia, que comienza adesarrollar escrúpulos morales cuando suirrefrenable deseo de conquistar a la heroína I-330 contradice el programa estatal establecido,al estar la sexualidad tipificada como “bien deconsumo” que sólo es admisible a ciertas horasy en circunstancias especiales, bajo estrictocontrol estatal, estando el cumplimiento deesta norma supervisado por una policía de lamoral. Instigado por I-330, D-503 trata dederrocar al Benefactor en el llamado “día de launidad”, en la que todos los ciudadanos debencumplir con el democrático trámite de ratificaral líder. El intento de golpe de estado falla, y losdos protagonistas deben exiliarse al otro ladodel muro que aísla el Estado del resto delmundo, donde habitan seres semisalvajes. Eneste exilio, D-503 e I-330 continúan con susplanes revolucionarios, que nuevamentefracasan y terminan con la ejecución sumaria deI-330 y la “reeducación” de D-503 a base de unalobotomía. Este libro es claramente pesimista, ysu gran mérito consiste en anticipar opronosticar algunas de las aberraciones quetotalitarismos posteriores han llevado a lapráctica a lo largo y ancho del globo. Lasdistopias A Brave NewWorld de Huxley (1932) y1984 de Orwell (1948), del mismo tipo queNosotros, fueron escritas no obstante con la“ventaja” de la extrapolación a partir de hechosconcretos ya acaecidos en Italia, Alemania y laUnión Soviética, entre otros. Ya en 1921,Zamyatin, desencantado con las consecuenciasy derivas de la revolución, declaraba: “temo quela literatura rusa no tenga otro futuro que supasado”.

En este contexto, merece la pena citarotra novela contraria a la filosofía industrialistade Gastev, pero de carácter positivista, debida aAlexander V. Chayanov y titulada El viaje de mi

hermano Alexei al país de la utopía campesina

(1920). En ella, el autor expresa conconocimiento de causa las esperanzas que larevolución despertó en el campesinado, los

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grandes olvidados y desde tiemposinmemoriales. El protagonista es AlexeiKremnev, obrero 37413, quién, disgustado conel extremismo mecanicista del sistema,despierta un día para constatar que harealizado un viaje en el tiempo de 1921 a 1984.En esta sociedad futura, el mundo está divididoen dos bloques rivales, habiendo sido losbolcheviques derrotados por los socialistasrevolucionarios. A partir de 1932, un régimencampesino empieza a desarrollarse en armonía.Las industrias y fábricas son desmanteladas, y lapoblación redistribuida en pequeñaslocalidades apartadas de los núcleos urbanos yredes de transporte (es curioso observar queesta medida se llevó a cabo en la prácticadurante la Segunda Guerra Mundial). Lasgrandes ciudades (Moscú, Leningrado, Kazán)han sido erradicadas y reconvertidas en centrosde recreo y diversión. El estado centralista ya noexiste, habiendo sido reemplazado por unrégimen campesino basado en elcooperativismo. Como símbolo de la concordiay el eclecticismo, el monumento nacional de laRusia campesina incluye fraternalmente lasestatuas de Lenin, Kerensky y Milyukov.

La posición contraria al bolchevismo yurbanismo posiblemente convierten este libroen el más condenado y atacado dentro delrégimen, al poner en duda e indicar lasdeficiencias de una de las máximas de laspolíticas leninista y estalinista: la colectivización.No debemos olvidar que Chayanov eraeconomista agrario, profundo conocedor de larealidad campesina del país. Su condenapública pone de manifiesto la derrota final delas aspiraciones del campesinado tras larevolución. Esto, añadido a su aversión a laspseudociencias tales como el emergentelyssenkoismo, le garantizaría un billete sinretorno a los campos de trabajo en 1931. Pese auna certera predicción debida al escritorPlatonov, formulada en la misma época, pocossospecharían que la gloria del proletariado seríaigualmente efímera, siendo la figura delabnegado obrero industrial entregado porcompleto a la revolución reemplazada, de 1932en adelante, por la omnisciente figura delburócrata implacable y el laberíntico aparatoadministrativo. El tiempo de la utopía y de lossueños de futuro había acabado, para dar lugara una creciente y sistemática depuración de losideólogos y pensadores disconformes con lanueva tendencia de un estado volcado en el

culto a la personalidad y la completauniformización del país.

Hacia 1923 los ideólogos del partido,encabezados por Andre A. Zhdanov, comienzana establecer unas férreas reglas y condiciones alas que debe someterse la nueva cultura(ciencia, literatura, música, arte, espectáculos),cuya finalidad no es entregarse a la frivolidaddel esparcimiento o el entretenimiento, sinoproporcionar una vía de educación alproletariado en el renacimiento social del país,así como forzar una drástica ruptura con elpasado. Es el tímido comienzo del repudiooficial de tendencias científicas y filosóficas“occidentales” y “decadentes”, tales como larelatividad de Einstein, la cosmología deLemaître, la cibernética o la genética deMendel. Nacía de esta forma una cienciadictada esencialmente por la ideología, alservicio exclusivo de los intereses del Estado,deplorable moda que muy pronto se veríareproducida en otros países europeos, conefectos igualmente funestos. El establecimientode temas rigurosamente prohibidos coartaenormemente la libertad de elección de losautores, no sólo de aquellos dedicados a laciencia ficción. Todo aquello que no avaleexactamente la (aún cambiante) ideología delmomento es proscrito. Paradójicamente, losautores que más afectados resultan con estacensura no son los nostálgicos zaristas o losconservadores, sino aquellos comprometidosrevolucionarios cuyas motivaciones, legítimas,chocaban frontalmente con la nueva ideología,al permitirse sugerir variantes o mejoras, oinsinuar y denunciar manipulaciones de loscuadros en beneficio de unos cuantosprivilegiados. Atendiendo a un natural sentidode conservación, los escritores depuran susobras de extrapolaciones peligrosas o alusionesa temas y situaciones que puedan dar lugar, enun futuro, a una exhibición del inagotableingenio de la policía política en fabricardemoledoras acusaciones.

De ello resulta, en general, una literaturapredecible y carente de vigor y audacia. Unagran mayoría de las novelas que se editan en ladécada de 1920 comienzan a estar cortadasesencialmente por el mismo patrón,consistente en un héroe proletario (una versiónsoviética del Flash Gordon de turno), el hostil ymaquiavélico Occidente pleno deespeculadores, espías, banqueros y ladrones, así

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como los colaboracionistas diversos queespeculan con la Nueva Política Económica,8 osimplemente traidores comprados con el oroextranjero. La trama se mueve invariablementeen torno a la lucha de unos con otros, de lainmoralidad de los anti- ocontrarrevolucionarios, en oposición a laincólume convicción del héroe surgido de lalucha revolucionaria. En un asombrosodespliegue de imaginación, los autoresenumeran una cantidad pasmosa de fechorías,crímenes, vilezas e inmoralidades de los siervosde la conspiración extranjera, que esarrolladoramente aniquilada por la clasetrabajadora, dirigida en la victoria final por elhéroe. Triunfa, por extensión, una nuevafilosofía que impulsa al pueblo a un ciegosacrificio.

El representante más impactante de estatendencia es el poeta Serguei P. Bobrov con La

especificación del iditol (1923), novela por otraparte notable por su estructura caleidoscópica,formada por escenas aparentemente inconexas,boletines de prensa, estadísticas, anuncios einformes (aunque con una temática distinta,comparable en su forma a las dos grandesnovelas urbanas Manhattan Transfer (1925) de J.Dos Passos y Berlin Alexanderplatz (1929) de A.Döblin). En esta obra, grupos financieros ycriminales internacionales luchan por laposesión y monopolio de una sustancia insólitay extraordinaria, el iditol, para lo cual no dudanen desencadenar conflictos bélicos, crisisfinancieras y desórdenes sociales. El ritmotrepidante de la narración es tal que el propioautor incluyó una sinopsis del libro en elprólogo, con el fin de evitar confusiones. El granmérito de esta singular narración es haberprofetizado, de forma asombrosamenteacertada y realista, las sombrías manipulacionespolíticas y sociales que las multinacionales ygobiernos están dispuestos a sustentar con elobjetivo de monopolizar el mercado.

En esta línea provocadora, destaca Ilya G.Ehrenburg, autor emergente en esta época, y,posteriormente, el cronista bélico másdestacado de la URSS. En su extraña novelaJulio Jurenito, el autor relata la epopeya de unmisterioso aventurero mejicano, el citadoJurenito, que viaja a través del mundo con sietediscípulos en una misión mística para instaurarla paz mundial, aunque los resultados soncontraproducentes. El libro, plagado de

discursos proféticos y mesiánicos de Jurenito,acaba con el autosacrificio del mismo en unparque moscovita. Situada temporalmenteentre 1913 y 1921, el libro supone una sátiradespiadada tanto de los países occidentalescomo de Rusia, así como de los valores moralesy éticos de estas naciones. En esta misma vía dedesestabilización, en Trust D.E. (1923), unaventurero a sueldo de un grupo de financierosse dedica a ejecutar un plan cuya finalidad es ladestrucción de Europa (véase el acrónimo D.E),fomentando hostilidades y guerras entre lasnaciones, principalmente Francia y Alemania,en las que se no se duda en utilizar armasbacteriológicas. El resultado es una Europacontinental transformada en un erial, donde lossupervivientes recurren al canibalismo.

A la lista anterior pueden añadirse otrasnarraciones con la misma motivación ydesarrollos parejos, correspondientes a lasllamadas “novelas de producción”, tales comoLa psicomáquina (1924) de Victor V. Goncharov,La muerte de Gran Bretaña (1926) de Serguei T.Grigor’ev, Apetito microbiano (1927) de AnatolyShishko, La revuelta de los átomos (1928) deVladimir E. Orlovski o la República nómada

(1930) de Yakov M. Okunev. A pesar de estepasajero estancamiento del género, semejanteal período de máxima expansión de lasreiterativas operetas espaciales del pulp

americano, pueden destacarse algunos autoresy títulos que proporcionan ciertoentretenimiento, o presentan muy disimuladasdiscrepancias con el desarrollo político delmomento, manteniendo un nivel literarioaceptable y ajeno al folleto propagandístico opublicitario.

El autor más conocido es probablementeAlexander R. Beliaev, que puede considerarsecomo el primer escritor profesional de cienciaficción en el ámbito soviético. De calidaddesigual a lo largo de su trayectoria en elgénero (1925-1939), las novelas y relatos deBeliaev carecen no obstante de rigor científico,rozando a veces el absurdo, pero desarrollandotramas interesantes generalmente ajenas a lautopía. El ciclo de relatos del profesor Wagneres quizá el más destacado, pese a ciertosestereotipos y una ciencia más quecuestionable, como por ejemplo sus máquinasantigravitatorias. En un plano científico algomás serio, aunque exagerado hasta laimposibilidad, una característica recurrente en

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las novelas de Beliaev es su fijación por losmétodos quirúrgicos para la “mejora” de lacondición humana. Así, en La cabeza del

profesor Dowell (1925) se trata la posibilidad detransplantar cabezas, en este caso con el fin depreservar los conocimientos de un sabiofallecido en un accidente.9 La novela Ictiandro oel relato El hombre que perdió su cara tambiéntienen como protagonistas a sujetos deexperimentación quirúrgica, con resultadosmás o menos dramáticos. En su última época,Beliaev abandona del todo la credibilidadcientífica para centrarse en la fantasía pura,siendo Ariel la más fantástica (y última) de susaportaciones a la ciencia ficción. Baste decir queel protagonista, capaz de volar libremente sinempleo de artilugios, es capaz de modificar a suvoluntad el carácter del movimiento de sucuerpo, lo que lamentablemente constituyeuna violación de la segunda ley de latermodinámica. Al margen de estos defectos, laproducción de Beliaev es considerable ymeritoria, formando por sí misma unabiblioteca de ciencia ficción que inspiró amuchos de sus contemporáneos y sucesores.

En Corazón de perro (1925), debida a MijailA. Bulgakov, encontramos una parábola sobrela pérdida de humanidad derivada de lasrevueltas sociales, así como una crítica a lamonotonía de la existencia. La sinopsis, que nodeja de tener cierta relación con La isla del

doctor Moreau de Wells, combina hábilmente lafantasía científica del nuevo hombre construidoa partir de la cirugía con un apenas disimuladodesdén por la manipulación de la sociedad. Lahistoria relata como el profesor Preobrashenski,cirujano moscovita, experimenta en un perrocallejero el trasplante de órganos humanos.Como consecuencia de la operación, seproduce una metamorfosis queprogresivamente va humanizando al perro, almenos en el sentido orgánico. Estatransformación va acompañada de una pérdidade empatía y respeto por Preobrashenski, asícomo de una creciente e irreprimible crueldad.El hombre-perro, llamado Moppel, llega aconvertirse en ciudadano soviético y empleadopúblico, cargo en el que da rienda suelta a suinmoralidad y embriaguez. Preobrashenski,consternado con el resultado de suexperimento, opera clandestinamente aMoppel con la esperanza de revertir el proceso,lo que finalmente ocurre.

Alexei N. Tolstoi, pariente lejano del granLev, y escritor ya consagrado antes de laRevolución, aporta en este período dos novelasde interés que supieron evitar todo tipo depurgas, literarias o no, y que corresponden aepopeyas de los nuevos héroes revolucionarioscontra los decadentes y corruptos estamentospolíticos y financieros, pero sin caer en lainsustancialidad de algunos de suscontemporáneos.

La primera de estas novelas, Aelita (1923),estaría destinada a convertirse en un icono dela fantasía científica soviética. No se trata deuna novela propagandística, aunque haya sidoincorrectamente catalogada como tal, sino deuna genuina novela de aventuras al estilo deRice Burroughs con connotacionesrevolucionarias, pero sin llegar a los extremospanfletistas y, en ocasiones risibles, que veríanla luz en el período 1920-1930, donde todotrata de reinventarse y depurarse de lasinfluencias de la tradición. El ingeniero Loss,acompañado de un veterano revolucionariollamado Gusev, viaja a Marte para encontrarsecon una avanzada civilización, fundada porsupervivientes de la Atlántida. Esta sociedad, noobstante, es de tipo feudal, con una extensamasa trabajadora descontenta por lasdesigualdades. Al margen, el planeta está endeclive por causas medioambientales. Mientrasel soldado Gusev se dedica a planificar y liderarel alzamiento del pueblo contra la élite delplaneta, el ingeniero Loss suspira por Aelita, hijadel gobernante, y se deja seducir por lasleyendas atlantes. Pese a sus esfuerzos, ellevantamiento de Gusev fracasa, y los dosprotagonistas se ven obligados a huir de Marte,con gran pesar del ingeniero, que debeabandonar a su Aelita. Aunque el destino finalde ésta es incierto, parece sugerirse que no hasido castigada por su relación con losagitadores terrestres, dado que Loss y Gusevcaptan desde la Tierra desesperados mensajesde radio emitidos por Aelita.

La temática de El hiperboloide del

ingeniero Garin (1927) es mucho más prosaica.Un sabio plenamente enajenado, Garin,inventor de lo que suponemos se trata de untipo de láser, se rebela contra el mundo ydecide convertirse en amo del mismo,mediante el chantaje, la extorsión y elasesinato, acompañado de una beldadenigmática y cruel llamada Zoya, que es, en

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cierto sentido, el catalizador que inspira a Garinen su enfermiza obsesión por establecer unsistema de castas en el cual, de forma natural,Zoya y él formarán la cúspide. Después de serperseguido a lo largo de medio mundo por elagente soviético Shelga, y después de múltiplesperipecias folletinescas, el ambicioso plan deGarin finalmente fracasa.

Como elemento atípico y fuera de todaclasificación, destacamos Bluff (1928), novelaespuria escrita bajo pseudónimo por BorisLipatov, en la que un grupo de periodistasamericanos simulan un aterrizaje marciano paraaumentar las ventas de su diario. El libro constade las supuestas crónicas de estos periodistas,así como de las misivas de tan fabulososvisitantes. Para aumentar la verosimilitud deltexto, el propio Alexei Tolstoi incluye en unprefacio una entrevista con el hipotético autor,un tal Ris Whilki Li. Dejando de lado sudiscutible calidad, el relato merece ser citadopor iniciar la moda de la intoxicacióninformativa, técnica que sigue siendo de furiosaactualidad.

En 1927 aparece la novela Dentro de mil

años, del ingeniero Vadim D. Nikolsky,posiblemente la utopía marxista más lograda,entre cuyas particularidades más destacablesfigura la predicción de una explosión atómicaen 1945, anticipándose en 17 años a CleveCartmill (Deadline, 1944). En este lejano futuro,el sueño de la sociedad perfecta se hacristalizado por fin, tras largas luchas ysacrificios supremos. La sinopsis es,nuevamente, bastante simplista, conprotagonistas estereotipados de cartón piedra,un ingeniero soviético y un sabio alemán, cuyasperipecias en su viaje temporal al año 2927 sedescriben. El éxito de esta obra se debe a queno compromete en modo alguno las promesasde los políticos del momento: la sociedadliberada es, en primer lugar, el producto de unsiglo de guerras, seguido del esfuerzo de variasgeneraciones para el fortalecimiento de lanueva estructura social. A corto plazo, todo esprivación y sufrimiento, y serán lasgeneraciones lejanas las que disfruten de loslogros de la Revolución.

La que puede considerarse la últimautopía (comunista) hasta el deshielo de 1956 esla obra El país de los felices (1931), del autorletonio Jan L. Larri, cuya ardiente devoción alideal de la construcción de un nuevo futuro fue

recompensada con una larga estancia en elgulag. El libro en sí mismo no sólo no cuestionael sistema político, sino que defiende convehemencia sus logros y metas. A diferencia deotros autores, Larri sitúa la novela en un tiempono excesivamente lejano (1980), así comocentrada en la propia Unión Soviética. Para estefin elige Magnitogorsk, ciudad que había sidorecientemente construida, primer modelo decomplejo industrial y obrero, que se convertiríapronto en el centro neurálgico de la producciónde acero de la URSS, y el mayor del mundo ensu categoría. Cabe preguntarse, en estascircunstancias, cuál fue el pecado capital deLarri, que supuso la condena de su obra ypersona. Entre todas las hipótesis que se hanemitido al respecto, enumeramos tan sóloaquellas que tienen más verosimilitud. Laprimera es que se trata de un relato cuyaproximidad temporal es excesiva. Un tortuosocamino de mil años de construcción de lanueva sociedad podía ser aceptable, cincuentaaños eran inadmisibles, ya que haría albergarexcesivas esperanzas de mejora a quienesdebían sacrificar todo por la consecución delobjetivo. En segundo lugar, el libro refleja unalucha (dentro de los márgenes del marxismodialéctico) entre la juventud y las autoridades,que raya en la irreverencia. La puesta en dudade los dirigentes (suponemos que ya fosilizadosen el lapso 1930-1980) por parte de la juventud,cuyo destino era ser moldeada, adaptada ysacrificada a conveniencia de la ideología, sinformar parte del estamento decisorio, era unaaberración para la inamovible estructura departido gerontocrático que se estabafraguando. Tanto el tiempo como la localizacióngeográfica de la novela eran vistas como unpeligro, ya que implícitamente sugería que laconsumación del estado soviético sería unarealidad en pocas décadas, y, por tanto, que lasprivaciones serían efímeras. En este sentido, alautor peca de muy poco realista, teniendo suscensores una visión más realista y objetiva,pues eran plenamente conscientes de que elgran cambio duraría generaciones. En tercerlugar, la mal disimulada analogía entre losnombres de los antagonistas principales(Molibdeno y Kogan) con los líderes de factodel momento (Stalin y Kaganovich, éste últimodetractor absoluto de la utopía) es demasiadoevidente para ser pasada por alto. Aunque estehecho es en sí mismo mezquino, no esdescartable que constituyese el detonante real

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de la depuración del autor.

Debe destacarse que, en esta primeraépoca, la práctica totalidad de autores que sevuelcan en la ciencia ficción son bien escritoresprofesionales procedentes de otros ámbitosliterarios o ideólogos revolucionarios queanhelan, a través de las epopeyas narradas,imbuir un espíritu y educación comunistas en lapoblación, con el fin de regenerar al pueblo. Elprogresivo agotamiento de la libertad creativaen los primeros, así como la frecuentementeviolenta desaparición de los segundos,redundarían, como ya hemos indicado, en unatrivialización de la literatura de ciencia ficciónen el período 1937-1956, con escasos autoresde mérito artístico, y composiciones inocuasbasadas en los mismos estereotipos yconsignas, comparables en intrascendencia alas aventuras espaciales de las novelas debolsillo occidentales. No obstante, pese alfatalismo del momento, estas mismascircunstancias darían nacimiento a unageneración de autores con una sólidaformación científica y cuyo dominio de la sutilcrítica del sistema soviético a través de lasparábolas de la fantasía científica raya en el arte,dando lugar a obras muy profundas que, lejosde ser meramente un fenómeno literario,constituyen la crónica oculta de una época.

En resumen, pese al tormentoso períodoque precede y sucede a la Revolución deOctubre, con continuos cambios y luchasinternas, la emergente literatura soviéticapresenta, aunque de forma involuntaria,aspectos interesantes que marcarán una sendaque la hará diferir de la ciencia ficciónoccidental (más concretamente, de la adaptadaa partir de los moldes estadounidenses),evolucionando lentamente hacia una literaturade introspección cuyo valor real no ha sido, porel momento, plenamente reconocido, altratarse mayoritariamente de relatos exentos deacción o tramas epopéyicas, cuya lectura debefrecuentemente realizarse a varios niveles. Seráa lo largo de la Segunda Guerra Mundial y lainmediata postguerra cuando comiencen apublicarse, de forma esporádica y discontinua,relatos que permiten vislumbrar la brillantezque alcanzará la fantasía científica soviéticadespués de 1956. Pero todo ello corresponde auna segunda etapa, que será el objeto deestudio en una próxima ocasión.

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1 Véase el estudio crítico de Britikov citado enla nota 6, así como aquellos contenidos en labiliografía.

2 La novela Ralph 124C41+, aparecida en1911 en Modern Electrics, puede considerarseel primer intento de popularizar la fantasíacientífica en revistas periódicas.

3 Las obras anteriores catalogadas comociencia ficción estaban generalmente escritaspara un público más selecto, al menos en loque a su poder adquisitivo se refería.

4 Cometa con una periodicidad de 6.6 añoscuya órbita fue descrita en 1826 por W. vonBiela. La intersección de su órbita con laterrestre hizo temer (equívocamente) en 1832una futura colisión. Fragmentado en 1852.

5 Textualmente, culto al proletariado. Susexpresiones más características son ladeificación de la máquina y del trabajoindustrial como máximo exponente delprogreso.

6 Según el aclamado crítico A. F. Britikov enRusskii sovetskii nauchno-fantasticheskii roman

(Leningrad: Nauka, 1970)

7 Véase L. Trotsky, 2014: Literatura y revolución(Buenos Aires, Ediciones RYR)

8 Período de transición en la economía,vigente de 1921 a 1928, correspondiente auna especie de capitalismo de estado.

9 Esta inquietante idea fue de hecho llevada ala práctica por el cirujano Serguéi Briujonenkoen la década de 1940, mediante suscontrovertidos experimentos con perros.

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