violencia en las mujeres durante el conflicto armado en el putumayo

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Violencia en las mujeres durante el conflicto armado en el Putumayo Le Bretón señala que “el cuerpo es una construcción simbólica, no una realidad en sí mismo”, es decir que a través del cuerpo se puede lograr definir a una persona. La iglesia católica a lo largo de los años, ha definido al cuerpo como algo sagrado, que no se puede tocar ya que las mujeres reflejan pureza y virginidad. Para nadie es un secreto que en nuestro país, la violencia se agudizó a mediados y a finales del siglo XX donde los paramilitares y guerrilleros azotaron la región norte del país, Antioquia, Tolima, entre otros. Putumayo no fue la excepción porque era un departamento donde el narcotráfico convirtió un escenario de guerra en estos lugares, hasta tal punto donde la población civil ha sido estigmatizada por la sociedad ya que piensan que se dedican a actividades ilícitas. El objetivo de los paramilitares en este lugar era combatir a la guerrilla y hacerse al control del narcotráfico dentro de este territorio, además de expandir su poderío en este punto estratégico de la guerra. Las mujeres de El placer se caracterizan por ser mujeres verracas, campesinas y dedicadas al hogar en labores como la cocina, el cuidado de la familia, etc. Los paramilitares las atormentaban, perseguían, violaban y torturaban por que aseguraban que ellas eran guerrilleras o

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Violencia

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Page 1: Violencia en Las Mujeres Durante El Conflicto Armado en El Putumayo

Violencia en las mujeres durante el conflicto armado en el Putumayo

Le Bretón señala que “el cuerpo es una construcción simbólica, no una realidad en

sí mismo”, es decir que a través del cuerpo se puede lograr definir a una persona.

La iglesia católica a lo largo de los años, ha definido al cuerpo como algo sagrado,

que no se puede tocar ya que las mujeres reflejan pureza y virginidad.

Para nadie es un secreto que en nuestro país, la violencia se agudizó a mediados

y a finales del siglo XX donde los paramilitares y guerrilleros azotaron la región

norte del país, Antioquia, Tolima, entre otros. Putumayo no fue la excepción

porque era un departamento donde el narcotráfico convirtió un escenario de

guerra en estos lugares, hasta tal punto donde la población civil ha sido

estigmatizada por la sociedad ya que piensan que se dedican a actividades

ilícitas.

El objetivo de los paramilitares en este lugar era combatir a la guerrilla y hacerse

al control del narcotráfico dentro de este territorio, además de expandir su poderío

en este punto estratégico de la guerra. Las mujeres de El placer se caracterizan

por ser mujeres verracas, campesinas y dedicadas al hogar en labores como la

cocina, el cuidado de la familia, etc. Los paramilitares las atormentaban,

perseguían, violaban y torturaban por que aseguraban que ellas eran guerrilleras o

informantes de la guerrilla debido a su aspecto físico (su forma de vestir con botas

y pantalones negros), su forma de caminar y su actitud retadora (por que no

querían dejarse violentar por ellos). Es decir que estas mujeres valientes se

cuidaban a sí mismas como también a sus familias de cualquier enemigo que las

atacara.

El júbilo del carnaval en el cuerpo popular “es una fiesta típicamente comunitaria

en la que el conjunto de los hombres tiende a la comunión mas allá de las

tensiones de la vida social”, es decir que los individuos aprovechaban cualquier

motivo en el cual pudieran festejar en comunidad. En esa época de la violencia

los paramilitares sentían placer al maltratarlas físicamente, además algunas

mujeres de este casco urbano se vieron obligadas a compartir espacios de

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intimidad con ellos, otras fueron amenazadas de muerte a ellas y a sus familias o

terminaron secuestradas convirtiéndose en esclavas sexuales. “Según algunas

mujeres, el paramilitar era más amoroso, detallista, compartía con ellas y no

maltrataba, mientras que el civil era simple, machista y maltrataba a la mujer, con

lo cual se continuaba la violencia doméstica predominante en la región”. Es decir

que a veces las mujeres somos masoquistas porque a pesar que estos individuos

a veces las someten al maltrato y a la tortura prefieren algunas conductas

detallistas de estos individuos mientras que los esposos son parcos y poco

amorosos.

“Castigaron a un señor como que se emborrachaba y llegaba y violaba a la hija y

llegaba y violaba a la mujer […] tenía sexo con la mujer con objetos, entonces le

decían a ese señor agáchate para meterte el fusil, porque si vos sos capaz de

meterle cosas a tu mujer, por qué no te vas a aguantar el fusil. A vos también te

podemos violar, a ver, agáchate ya mismo, ya, el susto. Yo creí que le iban a

meter el fusil a ese señor, da susto. Metiéndome en el lado femenino, yo sí sentía

qué duras eran las palabras, pero yo creo que ese señor ya no volvía a hacer eso

[…] Entonces, un hombre como medio loco o no, a lo mejor no será loco, será

costumbre… después a ese le dieron golpe en cantidad, golpes sí le dieron, ¡uish!,

eso le daba el uno, le daba el otro, le daba el otro, le daba golpes ahí delante de

todos”. De otro lado las Farc sancionaba la violencia de los hombres hacia las

mujeres, ya que la guerrilla prohíbe que el esposo le pegue a su esposa. Es así

donde se tiene una perspectiva totalmente diferente del maltrato hacia la mujer,

que a pesar de la disputa de ese determinado territorio, los guerrilleros aparecen

como personas racionales que piensan que la mujer debe ser amada,

comprendida y respetada, respetando también las normas de fidelidad que ellas

deben tener hacia su pareja sentimental. Para estos actores, el cuerpo femenino

representó, al igual que el territorio, el espacio donde pudieron inscribir su

dominación de diferentes maneras ya que fueron humilladas, desmoralizadas y

heridas tanto física como psicológicamente.

Jessica Paola Vargas – 3420112006.