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Creer Saber Conocer

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  • 272 HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA

    opinin se convirtiera, por definicin, en saber, aunque no estuviera suficientemente justificada; lo cual es absurdo.

    2] Los trminos ticos "deber", "derecho" slo pueden apli--= carse, con sentido, a acciones voluntarias. Slo podemos obli ..... ..... /

    garnos a aquello que est en nuestro poder ejecutar; slo tiene sentido hablar de "derecl1os,. respecto de acciones intencio-nales. Es "estar seguro" una accin semejante? En el captulo 5 dimos una respuesta negativa a esa pregunta. Si "estar se-guro'' se refiere a la certeza, depende con necesidad de la justi-ficacin que tengamos. Nuestra certeza es proporcional a la fuerza de las razones consideradas. Nadie puede obligarse a tener certeza sin razones o viceversa. Si "estar seguro" se refiere, en cambio, a un sentimiento, ms o menos vago, de confianza o seguridad interior, que puede acompaar a algunas creencias, se suscitan otras dificultades. Prescindamos incluso de la ma- ; yor de ellas: la ocurrencia de un sentimiento no puede ser condicin para definir el conocimiento. Aun as, queda otro problema: al menos es discutible su carcter intencional y vo-: luntario. Est en nuestro poder suscitar o rechazar un senti-. _. tniento? Podramos hablar, por ejemplo, de nuestro cho" a sentir tristeza o de nuestro "deber" de estar confiados? Tal parece que los sentimientos, en gran medida al n1enos, se nos imponen; son estados que nos sobrecogen; antes que pro-vocarlos, los padecemos. Si nuestra voluntad puede influir en ellos no es decidiendo tenerlos, sino tomando medidas indirec-tas para propiciarlos o atenuarlos. Si tal es el caso, podra qui-zs l1abl'arse de un "derecho a tomar medidas para provocar un sentimiento de seguridad'', pero no de un derecho a tener ese sentimiento. Tambin podra intervenir la voluntad al adop-tar los comportamientos exteriores que corresponden a un sen-timiento, aunque no se lo tenga realmente. Entonces podra tal vez pensarse en un "derecl1o a comportarnos como si estu-viramos seguros", pero no en un ''derecho a estar seguros". Cuando, en el lenguaje ordinario, usamos en ocasiones ex-presiones de deber referidas a sentimientos, solemos entender-las en uno u otro de esos dos sentidos. Por ejemplo, si en un duelo recordamos la obligacin de estar tristes o, en una si-tuacin angustiosa, la de mantenernos confiados, en an1bos ca-sos no pretendemos que se decida tener un sentimiento, sino que se procure propiciarlos con otros actos que estn en nuestro poder, o bien que, con nuestros comportamientos externos, ex-presemos ante los dems ese sentimiento.

    HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA 273

    En ningn sentido parece, pues, que ''estar seguro'' tuviera las condiciones que permitieran aplicarle predicados que slo pueden atribuirse, con sentido, a voluntarias. No se .descarta, en - que enos predicados-. .. los en que la voluntad tiene una relacin cori el proce .. so de creer; La voluntad, dijimos, puede intervenir antes a des-

    ( pus de la adopcin de una creencia: antes, en el proceso de deliberacin y justificacin que conduce a ella; en la ejecucin de las acciones orientadas por el!a. Por lo tanto, otr posib:lidad .de aplicar trminos evaluativos a las creencias ra incluirlos en la definicin ya no de "saber"', sino de "justi-ficacin". Es lo que intent Roderick Chisholm en su Perceiv-ing (1957).

    Chisl1olm observ con .acierto que -muchos trminos epist .. micos como "adecuado", "aceptable", "razonable", "probable", etc., son usados "al apreciar el valor epistmico o cognitivo de las proposiciones". Los enunciados acerca de conocimientos o de creencias no seran meramente descriptivos, tambin- expre-sara_n una evaluacin (appraisal) (p. 4). Estableci as una analoga entre teora del conocimientd y tica: caractersticas de ticos son aplicables tambin a enttnciados epis-tmicos. "El razonamiento y el discurso epistmicos son muy se:. mejantes al y discurso ticos" .(p. 100). Esta ana-loga empieza en la definicin misma de los trminos.

    Todas las nociones epistmicas pueden definirse a partir de una oracin que permanece indefinida, en la cual aparece un trmino evaluativo: uh es ms digno de ser credo por S que i'' (donde h e i son dos proposiciones cualesquiera): Una de las tres condiciones de saber que h, sera !'tener razones ade-cuadas (adequate evidence) para h". Ahora bien, "razones adecuadas (adequate evidence)'' puede definirse en funcin de aquella pritnera oracin indefinida. As, us tiene razones ade-cuadas para h'' significa: "No sera razonable para S aceptar no h.'' "No sera razonable para S aceptar no h" significa, a su vez: u h es ms digno de ser credo por S (more worthy o S's belief) que no h" (pp. 4-5). Cl1isholm puede afirmar entonces que "si no es razonable para S aceptar h) S debe abstenerse de aceptar o de creer h" (p. 13). As, los trminos de "justifica-cin'' o de "razones adecuadas" nos remiten, por definicin) a un trn1ino evaluativo ("digno de ser credo") que, a su vez,

    .. . no puede ser definido por otros trminos epistmicos. Pregun-tar si una proposicin est suficientemente justificada, sera -

  • 274 HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA

    preguntar si esa proposicin es "ms digna de -ser -creda por S que su negacin'' y, por ende, si .s debe creerla. Desde la defi-n~cin, de . ~~s . trm.no$, I.a teor~a d.el . conoci~~~~nt9 .. puede ser . d '' . d 1 . , ,~~. ~nt~rpreta . a~;:.COJil~J _M,.a ttCa:- e. a .cr~enc1a ~~~r .. ~~~ ..... ~~-~ . :: ~5~ . ..:..-,.... e

    '

    .. CQ.ishol~t ~iene razn,: en. destaca.r-~ ~~ re&on~.nci~ ev.aluativa de_~ igs co.~c~ptQs ep.i.stmicos~ -~ ~ip. ~ du~a, ., un~r ~reen~ia .. ~.'razo-

    bl ,, ,,. .f. d , ' na .. ~':.'. ';~.; .. lus~~ ~e~ .~ ;-:, :,nQs _, pa~~ce n;t s'\:dya .lQSfl'>:,.q~e .. ~.Ptrs que c~r~~can . de .. esas carilcterfsticas. .r;rrmii\OS cpmo ~~verdadero~, "basado en razones suficiente~", ~'adecuado", suscitan .en noso-tros una acti~ud favorable, mientras que la falsedad y el . error despiertan nuestro rechazo. Pero el problema .. consiste en si esa resonancia valorativa obedece a que forme parte del significado mismo de los trminos epistmicos, esto es, si en su definicin se incluyen trminos valorativos. Es lo que hace notar Rode-rick Firth (1959) en una critica a la "tica de la creencia!~. de , Chisholm, que nos parece definitiva.

    De acuerdo con Firth, habra conceptos ev:iluativos impli-cados. por concep~os descriptivos, sin que formen parte de la definicin de esos conceptos . . Por ejemplo, entre . "el filete ~~ suave" y "el filete es digno de comerse", o bien entre "Scr~tes es osado" y "Scrates es digno de admiracin", ~ lly una relacin de "implicacin causal'': la osada de Scrates es causa) en ciertas circunstancias, de que sea digno de admiracin, pero no puede definirse por esa evaluacin positiva. Podramos decir que el concepto descriptivo ("osado") implica, en algunos casos, el evaluativo ("digno de admiracin"), pero no que ste forme parte de su significado.1 Si as fuera,. la relacin entre esos conceptos seria analtica y un enunciado como "aunque Scrates sea osado no merece nuestra admiracin", sera lgica-mente contradictorio; lo cual es falso. En efecto, en ciertas cir-cunstancias ese enunciado podrfa ser verdadero: cuando la osa-da implicara temeridad o denotara un carcter irreflexivo e imprudente. De parecida manera, las razones (evidence) ade-cuadas de una proposicin pueden ser causa de que sea "digna de ser crefda", pero no se definen por ese trmino evaluativo. La prueba es que los enunciados "aunque no tenga razones ade-cuadas para pJ p es digna de ser creda" o up est justificada para SJ pero no p es ms digna de ser creda por l" pueden ser falsos, pero no son lgicamente contradictorios. Chisholm

    1 Firth usa como ejemplo: .,Scrates es valiente." Nosotros lo cambia-mos, porque el significado de "valiente" si podra implicar una evalua-cin positiva; "osado", en cambio,. no la implica necesariamente.

    HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA 275

    cometera el error de descartar la posibilidad de una evaluacin positiva de enunciados que no cuenten con una justificacin adecuada~ -Pero es -perfectamente co~cebible que alguien con-

    d ...... ~ sidere . ~dignas~ lde _ser ~ cre~das" .propo~itione$:.~'i~tacionales~.o ~:~s.~--~ r>;.. ~ ~, Ir ~

    ficientemente justificadas. ~-No ~es sa la . postura de~ n Pas'eal, de ~ unL/Kierkegaard, .re~pecto lie\la, fe religiosa? El valor d I~

    .fe,: o .. de .. \ una crt!ehcia tmQral; c.podr~a nedi~se;.por ~ caia_ct)~rfsti~cas diferehtes~. a su ' justifica~in::: ~ racional..> Por>-l tanto~ -~~oncly Firth..:;.. ~ no: podenjos ~ sostener que , Jos .. trm'ins i epistmicos {-se definan por . trminos evaluativos, sino slo que, "en ciertos contextos, 'pued!!n .ser 'usados para hacer evaluaciones ticas y que, en ess contextos, implican enunciados ticos" (p. 499). Tanto Ayer como Chisholm han percibido la existencia de una .relacin entre enunciados epist~micos y en:unciados eyaluativos, pero fallaron al concebirla-,como una relacin analtica, funda-da en la definicin . de los trminos epistmicos. Si los enunciados normativos referidos a creencias_ no pueden

    derivarse del - significado de . los , ~rmirios epistmicos, cabe intentar otro camino: ciertos enunciados normativos podrfan expresar condicione~ para que las creencias tuvieran un carc-ter racional. En lugar de tratar de comprender nociones epis-tmicas a partir de trminos evaluativos, como .. digno de ser credo", podramos cambiar de enfoque: comprender lo que sea "4igno de ser credo'' a partir de otro concepto: el de "ra-cionalidad". Y sta es justamente la . perspectiva en que se sita el primer intento de establecer una tica de la creencia, el de J ohn Locke .. Empecemos, pues, recordando el Ensayo sobre el entendimiento humano. ~ . !

    La primera tica de la creencia: ]ohn Locke

    En los captulos 15, 16 y 19 del libro IV del Ensayo, aparece la base de lo que podra ser una tica de la creencia. Locke con-

    f cibe~ creencia como un a.cto mental de "asentimiento": "la ~dmisin o recepcin de una proposicin como verdadera". El ~sentimiento tiene grados, que varan desde una plena seguri-

    ad y confianza hasta la conjetura y la duda (1979, p. 655). A ora bien, si queremos que nuestras .creencias sean racionales,

    (iebemos regirnos por un principio: dar a cada proposicin un . grado de asentimiento proporcionado a la probabilidad que le !,~ otorgan las razones en que se funda., "La mente - escribe (1979,

  • 276 HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA

    p. 656)- si quiere proceder raci~nalmen.te, debe examirJ,ar todos los fundamentos de probabilidad y ver cmo estn ms o me-nos en ft;l~Or o .en ~o~tra ~e cua~q~ie~ proppsicin _.:prQb~ble,~.ante~ ~~e as,entir. ~.o disentir de ella y, despus de:~ un,\ balance ~ ade-c~a~P.P d~ . la tq~~id~d, re~haz(!rl~ ~

  • 278 HACIA UNA TICA DE LA CJtEENCIA ' . .

    tido, no est en nuestro poder, no podemos tampo

  • ,

    280 HACIA VNA TICA DE LA CREENCIA

    peso de nuestra ignorancia, la torpeza de nuestra razn; otros, en cambio, ataen a nuestra propia voluntad.- A lo largo de t~do este trab~jo se ha manifestado, ~en distintas formas, un conflicto . . El conoc_i~iento no Se tsha presentado como el resul-tado de ~na .. elabQraci(>n -'sosegada; .sino comQ.'~:el .. .producto. de una lucha. Para llegar a su fin la razn debe :. descubrir y. com-batir la infl_uencia~~ .. de los,- motivos perscLl.ales ,; ,que: .. pr~tehden dobl~garla. Vimos _ cmo , deseos , e int~reses--:~pueden intervenir en el proceso de deliberacin para poner nuestras crencias a su servicio. El conocimiento slo se alcanza, al vencer nuestra propia inercia mental, nuestro miedo a la inseguridad, nuestro afn de justificar, con nuestras creencias, nuestros deseos. , El ''pensamiento por deseo,, las ideologas, son las formas ms cla-ras del antagonismo que opone un querer irracional a la ten-dencia a conocer. El conflicto se manifiesta como una luc_ha entre los intereses particulares y el inters general. Y esa lucha atae a la voluntad. ~ -

    Podemos en tender por "racionalidad''_ la tendencia a lograr . razones suficientes y adecuadas para nuestras creencias, que garanticen su verdad, y a procurar que nuestras acciones sean\ congruentes con esas creencias. La racionalidad sera el medio ; para que nuestras disposiciones a actuar alcancen efectivamen-te la realidad. Y ste es un fin que responde, segn vimos, al inters general de la especie.

    Hasta ahora el juicio de "deber'' es slo un juicio l1ipottico: seala el medio que tenemos que emplear para lograr un fin propuesto; "deber" no ~s pues un trmino tico, sino prag .. mtico. 'Sin embargo, ese juicio hipottic9 puede dar lugar a ~n juicio categrico, bajo el s~puesto de que la realizacin del Inters general de la especie constituye una norma universal. Si aceptamos el valor ltimo de realizar el inters general de la especie, entonces, el juicio de deber relativo a nuestras creen-cias tiene un carcter categrico. Postulado de una tica es la obligacin de perseguir el inters general y subordinar a l los intereses particulares que se le opongan. El inters general es, en efecto, el que atae a todo hombre en cuanto tal y a la comunidad ms amplia de la especie humana. La adquisicin del conocimiento por cualquier individuo y por la comuni-dad, con el objeto de asegurar el acierto y el sentido en la accin para todos, est en ese inters. De ese postulado tico se deriva, pues, la obligacin de racionalidad en la comunidad. Los preceptos de una tica de las creencias deben ser tales que

    '

    , IIACIA UNA ETICA DE LA CREENCIA 281

    su cumplimiento l1aga posible una comunidad en el conoci-miento y asegure, as, la realizacitl del inters general. Corres .. ponden, por lo tanto, -.a una: tica de dimensin social. Son congruentes. ~ con~. la inte~pretaci9n del conocimiento com~ .una

    .. . a~tiy;j.dad~ q.ue.iropl\~a tuna,.dim~nsin comunitaria ~ y ;que tien

  • 282 H.-\CIA UNA tTICA DE LA CREENCIA

    presentes las razones, no podemos menos que asentir a las creencias que justifican. r. '

    Pero si no est en nuestro poder creer o dejar. de ,~. creer lo. verdadero o lo _probable, -sf est en l dar a nuestras creencias una justificacin ms o menos racional; Trataremos,:-pues, de formular una , norma de justifiacin :racional en ~;.los siguientes t - . .. . . 8 \ \ .. ~ "1" ~... .. ,.., ,., l .. , " ,. r w , 1 t Jo > .,. , \ !T .. 1 , ,, .. ~ , ~ '- .. rmlnos . .. , .. .'-~-.,.(.,,: , . '- . . ,. , .... ,, ......

    . Norma J, . Todo . sujeto\ debe.~ procurar: para sus'~c~eencias~. un,._~ justificacin lo ms racional posible, de acuerdo. con la prt;. tica que esas creencias pretenden guiar y con el tipo de conoci-miento que se propone alcanzar. t -.

    Una justificacin es tanto ms racional cuanto mayor es la g~ranta que suministra para alcanzar .la realidad. Podemos procurar de varias maneras que la justificacin de nuestras creen-cias sea lo ms racional posible. En primer lugar, muchas cre_~.ncias las aceptamos sin razones explcitas. Condicin de racio-nalidad es comprobar si, puestas en cuestin, sqministran una garanta de verdad, esto es, hacer reflexivas las razones impl-citas en que pueden fundarse. Toda cre.encia debe poder justi~ ficarse en razones. explcitas. ~

    En segundo lugar, la justificacin debe corresponder a una ; poncleracire del rigor cientfico, de toda creencia basada en una forma de sabidura (moral, poltica, religiosa), con1o la intro-misibn de las opiniones personales en las creencias cientficas. J>orque a cada tipo de creencia corresponde su justificacin adecuada. Entre la adoracin filistea de la ciencia como nica verdad y el oscuro entusiasmo por el conocimiento subjetivo,. del>e encontrar su can1ino, en cada caso, la prudencia.

    El precepto de procurar para nuestras creencias una justifi-caci~>n racional adecuada slo es un juicio categrico sol)re el supuesto de cumplir con un inters general; por ello tiene una dimensin comunitaria. No se refiere slo a las creencias indi-

  • 284 HACiA NA TICA DE LA CREENCIA

    viduales, sino las . compartidas por una comunidad y, en su lmite, por la human'idad entera. Podemos pues :. universlizar la Norma 1 en otra: . :. _,.,, . :. .. : . -.>., , :. :. ~ ~ .tz: ..::, .q .. {:;=~ : ~. .: .. >1:-.. >z , , . No1ma _ l ..: . Tod(y ;sujeto -debe pro'i:'ura:r ~>qile" las~i--creen't(i~:;J(!,e

    la cornu-nidad~ ;a que.'. pette.nece tengan~;'uria ~-fjusti/tclz(ftofi~ ~-().~-ms ,acional posible. }7de'> .. a:cuerd(J {torf ;za,., protlcti?t~que r-esas" cr~~~'iiiS P're~en~e.n :gu'iar :y! con , ~l ; tipo de .: conocimi~~i'O~vlu~ se )prop~ne- . a lcan~ar .... : . , ~. , ).

  • ..

    286 HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA

    miento o de educacin se realice por el convencimiento y no por imposicin. I .. a Norma 1 slo entra en conflicto con la Nor-ma 2 si la obligacin de comunica~ el conocimiento se inter-preta como obligacin de imponerlo. La a-pariencia de conflicto . de normas puede presentarse tambin en sentido contrario. Por amor a la tolerancia, puede dejarse en la ignorancia y el aban-dono a grupos sociales o a pueblos marginados. Una vez ms, el conflicto es slo aparente; slo existe si la obligacin de tolerancia se in~erpreta como desinters y omisin ante el error y el atraso ajenos.

    La unin de ambas normas, es decir, la obligacin de trans-mitir el conocimiento sin violentar la libertad de creencia del otro, es un ideal tico de todos los procesos de educacin y de aculturacin racionales y, a la vez, libertarios. Establece el deber de comunicar el conocimiento de tal modo que el otro pueda hacer suyas las razones en que se funda y, despus de ponderarlas, aceptarlas como propias. CompartirOF ~el conocimien-to adquirido, no por autoridad sino por la presentacin de la~ razones en que se justifica, de tal modo que el otro, al cons~derarlas, pueda llegar por s mismo a la verdad: ideal de ~ educacin y de la transmisin de cultura, roto innumerables veces por los mtodos de adoctrinamiento represivos, al servicio de la dominacin de unos hornbres por otros.

    Las normas de veracidad y de confiabilidad

    Las dos primeras .normas regulan la intervencin de la voluntad en el proceso de justificacin y comunicacin de creencias, la tercera se refiere a la relacin entre la disposicin a actuar (creen-cia) y la accin efectiva. Podra formularse as:

    Norma 3. Todo sujeto debe obrar de manera que su prctica sea congruente con sus creenczas.

    Este deber se refiere a cualquier accin externa en que se 111anifieste una creencia; entre ellas se cuentan las expresiones verbales; es, a la vez, deber de congruencia de la conducta con lo que se cree y de veracidad en la expresin. Es claro que esta norma expresa una de las condiciones que as.eguran que nuestra prctica se adecue efectivamente a la realidad.

    Al igual que las normas anteriores, la norma de congruencia y veracidad no slo se refiere a las creencias propias sino tam-

    - bin a las ajenas. Si11 embargo, en este caso no tendra sentido

    HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA 28'1 ,

    una generalizacin como "todo sujeto debe procurar que la prctica de los miembros de la comunidad a que pertenece sea cngruente con sus creencias", pues no estara en nuestro po-der cumplir con ella .. En cambio, s ~ es. posible otr~-. aplicacin de la Norma 3 a nuestra relacin con las acciones ajenas. Se formulara de la siguiente manera:

    Norma J. Todo sujeto debe suponer, mientras no tenga ra-zones suficientes para ponerlo en duda, que las acciones de los

    otros son congruentes con sus creencras. A la Norma J corrp..spondera el siguiente derecho: Todo

    sujeto tiene el derecho a que los dems supongan, mientras no tengan razones suficientes para ponerlo en duda., qtte sus acciones son congruentes con sus creencias.

    Se trata del deber y del derecho a confiar en los dems, a no suponer, sin razones, incongruencia o engao en su conducta. Por supuesto, ese deber y ese derecl1o no pueden entrar en con-tradiccin con la Norma 1, a la que deben estar subordinados, la cual establece el deber de procurar u.na justificacin suficiente y adecuada a nuestras creencias. De all que slo pueda obser-varse, mientras no exista una justificacin suficiente para la

    creencta contrarta. La norma de confiar en las creencias ajenas suele expresarse

    en mucl1as ocasiones de la vida diaria. Admitimos que cual-quiera tiene derecho a que se le crea mientras no se demuestre que miente; nos sentimos obligados a creer en nuestros amigos y parientes cercanos, en el testimonio de personas solventes,. por la consideracin que les debemos; y todos defenderamos con energa nuestro derecho a que no se niegue crdito a nuestras afirmaciones, mientras no haya pruebas en contrario. Negar, sin fundamento, la confiabilidad rle una persona es considerado : agresin injustificada. En efecto, sin esas obligaciones y dere-chos no subsistira el mnimo de confianza requerido para man-tener una comunidad racional entre los hombres.

    Por otra parte, slo podemos saber lo que el otro cree, a partir de sus comportamientos externos (entre los que se cuen-tan sus expresiones verbales). Pero vimos (captulo 3) que para poder inferir una creencia a partir de acciones observables, debemos suponer dos condiciones: 1] que la disposicin del sujeto est determinada por el objeto o situacin objetiva; 2] que las acciones del sujeto sean congruentes con su disposicin. No podramos usar "creencia" para referirnos a disposiciones

    - ajenas si 110 ~opusiramos una tender1cia ger1eral a -que las ac- ...

    . .

  • ,

    288 HACIA tJNA ETiCA DE LA CREENCIA

    ciones fueran congruentes con las creencias y stas con la verdad, tal cotno a cada quien se le presenta. Slo as- puede darse un mbito de comunicacin racional y, :por ~nde; de conocimiento

    I . .. . 1 .. ~ t ~.r, ;,., ~: . \ . ~ l J... ... ) : . . ' Co ectlvo ' : . ''.1 i. ...... -. ',, - . ::., t . .:_ - .': . i',. ,;_ ... _ .. -'1-':.: '., ' .; .( ...... ;~ .. .. " ,\, Daniel Dennett (1978, p. 18) ha sea~I~do dos condi~ioies )ara la aplicacin del concepto de creenci:ti; que ~~r,resporden~ con

    .. ~ ' . .. :-otras -palabras a las tres normas qe' :Iiert.Ios ~mehcionad'C). -"Para que el concepto de ._:,creencia encuentre~ : apic~l'cin ' . ..L:esc'ibe..:.. deben darse dos condiciones: 1] en general,. nbrmalmente; con mayor frecuencia, si x cree que P~ p es verdadera; 2] en general, normalmente; con mayor frecuencia, si -X asevera PJ cree' que p (y por [1 ], p es verdadera). Si no se dieran esas condiciones, no tendramos sistemas racionales de comunicacin." Tene-nlos que remplazar la condicin [1] de Dennett por ~uestras normas 1 y 2, por razones ya indicadas: no podemos estipular = creer en la verdad, -sino slo justificar racionalmente nuestras creencias. As modificadas, las condiciones de~ ~a. plicacin, del concepto de creencia coinciden con las condiciones de una t~~-cionalidad colectiva. .

    . . Ctno debe interpretarse la norma de confiabilidad? No e~

    un deber de creer lo que el otro crea; pues creer es un acto i11voluntario, al que no podemos obligarnos. Tampoco es el deber de manipular nuestros razonamientos a modo de obligar-nos a aceptar razones suficientes para creer lo que el otro cree, })Ues esto ira en contra de las Normas 1 y 1. Nadie puede obligar a otro a aceptar ciegamente lo que l cree: por lo contrario, tiene el deber de someter su creencia al exan1en ra-cional de otro. Qu prescribe, entonces, la No'rma 3*? Deriva de la 'A'orma 3, la cual establece el deber de congrencia y veracidad; prescribe, por lo tanto, que supongamos en el otro esa congruencia y veracidad, aunque no aceptemos lo que l cree. La prescripcin subsiste, aun cuando no podatnos creer lo que el otro cree. Para entender a una tribu primiti,a, debe-mos suponer que los comportamientos y expresiones de sus miembros son congruentes con sus creencias, aunque seamos incapaces de aceptar lo bien fundado de ellas. Creer en la vera .. ciclad de un loco, de un nio o de un adversario no me obliga a compartir sus ideas. La Nortna 3* prohibe, as, las actitudes que impiden la cotnprensin de los dems Y la con1unicacin con ellos. Su cumplimiento excluye el apresuramiento en juzgar al otro sin escucl1arlo, la desconfianza injustificada frente a l, la falta de apertura a sus razones, pero no excluye nuestro deber

    HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA 289

    de. juzgar libreiD:ente sus razones. La confiab!lidad en el otro est por eso sujeta a las Normas 1 y 1: confiar que .el otro es congr\lente t;:Qn. sus q~encias no e:'i?te el deber de ~o acep~~rl~s Ql~~n~.r~s , cai.~zc~p ~-de ~yf~~~~s. suf~~~n5es~ -.~n \._:: .. ' .. ~~- - L: ~t~>..,; ~ -';.: .

    IQ.terp~etar la .~.~r.~a. _(le , J;:Qri{Jabthda~, como , la :. o_:f>ltgac~n . de. cr~ef.,_ }o . q~e , el .l'~as~ de tQda .. pol~\iC'!- impo.sitiya. ,de, a:e~n~ias: ,i_Gualq~.er,., e(lu~~cacin .. a,p~oritat::i~{~~~; jus~ifi.(;a \_en~ la : p~l1gact~n ; de (cr.ee~''~ iba,s.a~a (n. la simple conf~an.za . en .IQ ~ -'que dc~ el r. qaestrot:i.~ualquie~.= imposicin cultural acude . a~ P:~e~eJtdido . deber deJ~q.ue .los dopinados crean lo q~e los dq~~nad

  • 290 HACIA UNA tTICA DE LA CREENCIA

    religiones fundadas en un testimonio revelado. Dios es la ins-tancia de valor ~ moral y de competencia absolutos; luego, la obligacin de creer en su -palabra-debe ser tambin absoluta y prevelecer sobre cualquiera :otra. La mayora de las- religiones que cren 4 en una revelacin . divina, presentan el deber de la fe en las palabras de Dios como una o~lig~c~n :suprema. N~ podra est~r }- condicioiiada a ninguna .otra; ni siquiera a la de justific~cin adecuada .. en razones propias .. C~mo -no :estar obli-gados a creer, por sobre todas Ias cosas, -a quien es. la fuente de toda verdad, de todo saber? Qu otra creencia o razn po-dra oponrsele? La obligacin de la fe no puede, a los ojos del creyente, estar subordinada a ninguna otra fiorma, porque Dios es el testigo absolutamente veraz. Pero, quieri esto sostenga suele pasar por alto que el deber -de la fe slo obligara a quien previamente creyera que los testimonios que se copsi-deran revelados son efectivamente expresin de 13! palabra de Dios. Y esa creencia no se puede basar ya en la~- confiabilidad, requerira ser -fundada en razones objetivas: exigira, por 1~ tanto, la aplicacin de la N or!"a 1. La -falacia de la intoler~~cia religiosa consiste justamente en olvidar que la fe slo oblig~a quien justifique en razo~es objetivamente suficientes el ca~ rcter divino de la revelacin. Pero esa justificacin no puede darse. La imposicin de una fe religiosa no puede, por lo tanto, aducir la norma de confiabilidad. La fe no puede obligar a na-die, es asunto de una libre eleccin.

    Recapitulemos algunos puntos: 1] Las normas en que se expresa una tica de la creencia no

    se refieren a las creencias mismas, sino a los actos voluntarios que intervienen en el proceso de llegar a creer o en el de expre-sar lo que se cree.

    2] La validez tica de las normas depende de la aceptacin de un postulado: la prevalencia del inters general sobre los intereses particulares que se le opongan. Las normas establecen condiciones de que las creencias presten garantas para alcanzar la realidad; lo cual est en el inters general.

    3] Podemos entender por racionalidad las caractersticas que debe tener una creencia para llegar a ser conocimiento. Los grados de racionalidad de una creencia corresponderan a la mayor o nenor medida en que esa creencia garantiza para un sujeto alcanzar la realidad. En este sentido, las normas pueden interpretarse como reglas para lograr racionalidad en nuestras

    ....... creencias.

    HACIA uNA TICA DE LA CREENCIA 291

    4] Si ~o se acepta el_ postulado tico, las normas expre~an condicione~ para . lograr uq. fin: ~1 - d~: 1~ . J;a

  • 292 HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA

    razones suficientes para cualquiera. El intolerante en materia de religin presenta su propia fe como si tuviera que ser paten-t~ pa_ra cualqu~era~ pues la considera obra ae Dios; er' recl1azo

    ~ a su doctrina lo atribye entonces a ce.guera demoniaca,. r-gUl!o - ~o bajas pasiones, sin ver los motivos , personales que cnduceln a. su propia intol~rancia. Las morales autoritarias present~n sistemas de valores, relativos a cada sociedad, como si fueran ~re~eptos universales_ incontrovertibles. En las ideologas pol~ ttcas es aun ms clara esta operacin. Caracterstica esencial del pensamiento ideolgico es justamente presentar como un saber ~niversal, fundado en razones objetivas, creencias que expresan Intereses de un grupo determinado. Las ideologas modernas tratan de presentar como saber cientfico .lo que es, en realidad, un complejo de creencias histricas y sociales, basadas en ra-z_ones controvertibles, hipt~sis tericas no del todo confirma- , das y algunas proposicio~es cientficas. Al presentar ese com-plejo de creencias como una ciencia, adquiere ~ a obligatorie-dad de un saber intersubjetiva; puede entonces imponerse a todos los dems: cualquier negativa a aceptarlo poqr atribuir&~ a la influencia de intereses particulares. Este disfraz de una ideologa bajo el ropaje de una ciencia aparece en muchas ideo-logas contemporneas.

    La intolerancia cumple un papel social: imponer y sostener un sistema de dominacin sobre las mentes. Al presentar como saber objetivamente justificado opiniones controvertibles o, aun, formas de sabidura personal, el dogmtico puede exigir el de-ber de sumisin a sus propias creencias. Caracterstica de la intolerancia es atribuir el rechazo de sus doctrinas a motivos subjetivos y tildar de perversidad moral o poltica a la actitud crti~a ajena. Se cierra as un circulo: el idelogo presenta, por motivos personales, creencias controvertibles como si fueran cien-cia; de esta manera puede- atribuir el rechazo de sus creencias

    a motivos personales del otro. .. , Si la intolerancia es parte indispensable de un pensamiento

    de. dominio~ la actividad crtica es el primer paso de un pensa-miento de liberacin. De all la importancia libertaria de la ac-tividad cientfica y del anlisis filosfico: establecer los lmites y fundamentos de un saber objetivo, frente a las creencias per-sonales, permite revelar la maniobra del pensamiento dogm-tico. La ciencia y la filosofa crtica han cumplido ese papel desmistificador fren-te al fanatismo religioso y a la intolerancia moral, y debern seguir cumplindolo frente al dogmatismo ideo-

    HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA 293

    lgico. Pero para comprender el dogmatismo es menester mos-trar el carcter interesado de todo conocimiento, aun del cien-tfico: Slo podemos oponer a la intolerancia ideolgica el ca-

    ~ _ '[. r~ter : UQ.iver~t!l _del saber objetivo~ , si. de~tubrill)OS deba jo -de _ ... ella~ l.s intereses partculares que la ~mueven y~ les enfrentamos el : inters general .. en: el . conocimientoi q~ .: :. - :; 't.

    El dogmatismo tiene-~ .uri ~ - contrario:!,: l !~esc'pticismo~ : El pri-m~to ~acepta ~razijnes '-irisuficien'tes . so' !''cap~';r:'ne 'inl:o-O:trover'tibles,

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    el segundo rechaza~;ualesquiera raz:ones que no sean incntro .. vertibles. El dogmtico pretende hacer pasar por saber univer-sal sus opiniones personales, el escptico rio deja pasar ninguna opinin personal que no tenga el carcter de saber 'Uiliversa!. Si el primero peca por exceso, el segundo, por defecto. Escpti .. co no es quien se limita a poner en cues'tin las justlfitaciones insuficientes de las creencias y exige para: ellas una ju.stificacin adecuada, sino quien slo admite como justificacin deseable la que se base en razones incontrovertibles y descarta la legiti-midad de cualquier otra -creencia. -~una de sus formas, la ms extrema, es la duda universal; otra, ms razonable, el cientificis-mo. Podramos entender por "cientificismo" una postura que slo concede validez de conocimiento a la ciencia, en sus formas ms rigurosas, y rechaza el valor y la necesidad, tanto de las opi-niones controvertibles como de un conocimiento personal. En nombre de la ciencia se recusan, no slo las creencias que carecen de una justificacin objetiva, sino cualquier forma de sabidura .. . As como el dogmatismo subordina la autntica ciencia a un conocimiento personal, esta forma de escepticismo destierra el conocimiento personal en nombre de la ciencia.

    Vimos que entre creencias justificadas y saber no puede esta-blecerse una frontera precisa. El saber, por ~ estar fundado en razones objetivamente suficientes, es el lmite al que tiende toda creencia que pretenda justificacin, pero puede l1aber mu-chos grados de fundamentacin, segn las justificaciones se acer-quen ms o menos a ese lmite. El cientificismo alimenta el prejuicio de considerar a la ciencia como una forma de cono-cimiento cualitativameote diferente a los otros saberes que rigen nuestra vida. Pero no hay tal: su diferencia est en el gra-do de objetividad que logra en su justificacin, pero no en que sea un saber por principio diferente a los saberes no cient-ficos. En el continuo de las creencias basadas en ralones ms o menos controvertibles, dnde marcaramos la frontera del saber objetivo? Si la distincin entre un saber objetivo y una . :~

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    creencia fundada en razones controvertibles es segura en sus extremos, se vuelve discutible en todos los casos intermedios.

    Al establecer una demarcacin estricta entre saber cientfico y creencias que no sop. del todo incontrovertibles, corremos el riesgo de rechazar la mayora de. las creencias que necesitamos. Porque sin todo ese abanico de creencias que, sin ser injustifi-cadas, no podemos asegurar que sean incontrovertibles, 1~ vida se~a imposible. L~ mayora de las creencias que nos pertniten orientar nuestra v1da y lograr xito en nuestras acciones, no son cientficas. Los conocimientos sobre la vida cotidi~na, sobre las otras personas, sobre nuestra sociedad, no suelen fundarse e11 teor~as comprobables por cualquiera, suelen ser creencias de cuya solidez no dudamos, pero que se basan en razones con-trovertibles o en conocimientos personales. De ellas depende nuestra supervivencia diaria. ~-.~ . Vimos ya c~mo. ~1 nmero de alternativas pertinentes a con-

    Siderar, >ara JUStificar una creencia, es relativo a ~ la situacin concreta y al fin que, en cada caso, ha de cumplir la creencia. Si nos proponemos garantizar el acierto de nuestras acciones en el plazo ms largo y en las ms variadas circunstancias te- . '-; , .. nen1os que examinar todas las alternativas pertinentes, antes de dar por suficiente la justificacin, tal es el caso del conocimiento cientfico. Pero no sera razonable exigir el mismo grado de fundamentacin para las creencias que nos orientan en las decisiones apresuradas de nuestra vida prctica. Proseguir, en esos casos, una indagacin cientfica para fundar o recusar la creencia t.endra por resultado el fracaso de la accin propuesta. El deber de dar. una justificacin suficiente y adecuada a nues-tras creencias entrara aqu en conflicto con el deber de reali-zar otros actos . . Tan poco razonable sera pedir una fundatnen.. -tacibn exhaustiva para las creencias que rigen nuestra vida cotidiana, como dejar de l1acerlo para las verdades de la cien-cia. Exigir una justificacin rigurosa para las creencias de la vida prctica, tanto individual como social, sera pedantera; no exigirla para las creencias cientficas, diletantismo.

    Convertir a la ciencia en el patrn con el cual medir cual-quier otra forma de acceso a la realidad, lleva tambin a igno-rar las _vas de comprensin personal del sentido del mundo y de la vida, que no pueden, por principio, reducirse a un saber objetivo. El cientificismo contemporneo es l1ermano de la actitud de desdeosa arrogancia con que el "civilizado'' contem-pla las creencias de los grupos l1~n1anos que no han accedido

    , HACIA UNA ETICA DE LA CREENCIA 295

    a detern1inado nivel de desarrollo tcnico. El desprecio por las actitudes religiosas, por las morales particulares, por las ricas formas de sabidura personal que ;no pretenden competir con l~ ,fie~Fia, es una formil de intolerancia que, no por ejercerse , -~ ~ en nombre del conocimiento objetivo, deja de utilizarse como un arnta de violencia y de dominio . . La expansin colonial de Occidente ha sojuzgado pueblos enteros, destruyendo sus cul-turas, con la pretendida .justificacin de introducirlos a la ciencia y a la tcnica modernas.

    Por otra parte, el cientificismo contemporneo, al olvidarse de la dimensin personal del conocimiento, conduce a una deshumanizacin del saber. Ya Husserl, en La crisis de la cien-cia europea (1954), haba sealado ese peligro. Si la ciencia prescinde de todo juicio de valor, si aleja de s todo inters vital e histrico, si permanece inconsciente a las actitudes y fines que le dieron origen, corre el riesgo de convertirse en un cono-cimiento desligado del hombre concreto y de su vida moral. Pero la ciencia tiene un valor moral justamente porque responde a intereses vitales de cualquier hombre y est al servicio de su~ fines.

    La ciencia misma no puede plantearse el conocimiento de valores ni, la eleccin de fines. Ambos son asuntos de sabidura. Y la sabidura no se funda en razones objetivas, es el fruto de un conocimiento personal. La ciencia que rechaza toda sabidura renuncia a contestar cualquier pregunta por el valor y por el sentido. El cientificismo pretende reducir todo conocimiento a un saber objetivo, del que est . ausente cualquier postulacin de valores. Por una parte, sostiene que la ciencia debe estar libre de toda valoracin y de toda eleccin de fines, por la otra, que cualquier adhesin a valores slo puede tener una validez individual. Asi, el cientificismo invita a aceptar un saber carente de otro fin que el saber mismo; sin quererlo, reduce la bsqueda incesante del conocimiento a una pasin sin sentido.

    El cientificismo puede tener un uso ideolgico. Al recl1azar, por dubitable, todo conocimiento de fines y valores, puede llevar a ocultar la importancia de los intereses que estn bajo las creencias colectivas, incluyendo el mismo cientificismo. ste puede ser utilizado tambin para desacreditar cualquier accin basada en creencias morales, polticas o religiosas, que supongan una adhesin a valores. Ahora bien, las creencias que plantean la necesidad de cambios sociales son de ese tipo. Cualquier ac- -

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    titud disruptiva tiene una dimensin de pensamiento inadap-tado a la realidad y disconforme con ella. Cualquier programa de transformacin social proyecta un orden humano que con-sidera ms valioso. Frente a l la actitud cientificista sostiene la necesidad de prescindir de todo juicio de valor o de fines en el conocimiento social, pues slo as podra asegurarse un saber objetivo. Pero entonces, su negativa a proponer valores y fines, en nombre de la ciencia, puede enmascarar, bajo el compromiso con la -objetividad, un compromiso con el orden social vigente. No suele haber peor enemigo de la inadaptacin y rechazo del orden existente que el cientificismo; el "realismo" ante los hechos, la conformidad a ellos suele ser su lema. De hecho, forma parte de las ideologas de las sociedades altamente desarrolladas, destinadas a desacreditar el ''voluntarismo" y el "utopismo" de los movimientos libertarios. El escepticis1no frep-te a toda posibilidad de innovacin y de cambio profundos se acomoda muy bien con el conformismo ante la situacin exis-tente y sus estructuras de dominacin. No en balde los enfo- . ques tecnocrticos y conservadores de la vida social suelen tra- tar de engalanarse con una postura cientificista. . ~

    Conocimiento y liberacin

    Llegamos al final de un camino. El conocimiento no es un fin en s mismo. Responde a la necesidad de hacer eficaz nuestra accin en el mundo y darle un sentido. Su logro es una meta regulativa en la realizacin y el perfeccionamiento de todo hombre y de la especie. Para alcanzarlo tenemos que superar va-rios impedimentos. El primero est inscrito en las li_mitaciones de nuestra propia naturaleza. Pero hay otros obstculos que im-piden el conocimiento: nuestros propios deseos e intereses. La mayora no se generan en nuestra naturaleza, responden a si-tuaciones histricas, son producto de relaciones sociales concre-tas. El conocimiento es, en gran medida, el resultado de una lucha contra los motivos que nos impiden alcanzar la realidad. Esa lucha puede tomar la forma de un conflicto entre los in-tereses particulares y el inters general, pues muchos intereses particulares propician formas de irracionalidad e intolerancia. Dogmatismo y escepticismo son las ms importantes; ambas per-miten sujetar las creencias colectivas a intereses de personas o _de grupos. La tica _de las creencias enuncia reglas para liberar-

    HACIA UNA TICA DE LA CREENCIA 297

    nos de esa sujecin. Pero esas reglas son, al mismo tiempo, con-diciones de un pensamiento racional.

    As, al final convergen varios temas, se encuentran: la reali-zacin del hombre por el conocimiento, su liberacin, el acceso a una comunidad racional, las normas ticas para lograrla. La relacin entre conceptos epistmicos y conceptos ticos se es-tablece mediante dos nociones que les son comunes: racionali-dad y liberacin. El conocimiento slo se obtiene al cumplir con las condiciones de racionalidad; stas implican la liberacin de las formas dP dominio sobre las creencias que imponen . los intereses particulares. La tica de las creencias, al elevar a normas de accin las condiciones de racionalidad, enuncia jus-tamente esos procedimientos de liberacin. Permite, as, formu-lar un nuevo tema. Al anlisis de los conceptos epistmicos de-bera suceder el de las formas concretas en que la persecucin del conocimiento ha contribuido a acercarnos a la realizacin de una comunidad humana libre de sujecin. Queda planteada una pregunta: qu papel desempefia la razn en la lucha por liberarnos de la dominacin?

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    lNDICE l>E NOl\lllRES Y CONCEP1"'0S

    Accin intencional: 104, 251-252, 256

    Actitud: 4J-57J 68 Agustin de Hipona: 76n, 109 Ajzen, Icek: 121n Allport, Gordon W.: 44-45, 47,

    ~09

    Alston, William P.: 103n Alternativas racionales: 161-166 Althusser, Louis: 257-258 Anlisis conceptual: 2024 Anscombe, G. E. M.: 69 Aprehensin inmediata: 63-65,

    83, 128-129, 198, 200, 216, 218 Aristteles: 104, 262-264, 267 Asentimient9: 25-26, 29, 96, 115-

    117, 275-278 Aseveracin: vase 1 uicio Austin, 1. L.: 1 33n, 177, 179,

    205, 208-209 Autonoma de la razn: 284-286 Ayer, Alfrcd J.: 17n, 270-271,

    275.

    Bain, Al ex a ndcr: 31 n, 42 Ballachey, E. L.: 45 Bogardus, E. S.: 41 Brahe, 'rycho: 145-116, 152, 162 Braithwaitc, R. B.: 31, 72-73 Brcntano, Franz: 25 Bruno, Giordano: 119 Ruda, Shakyamuni: 227-22.8

    Campbell, Donald T.: 48n Castaeda, Hctor-N eri: 160, 180 Certeza: 15, 93, 115-117, 130-131,

    142-144, 272, 277 Chein, Isidor: 46

    [307]

    Chisholm, Roderick: 17n, 157, .187, 191, 270; 271, 273-275

    (;iencia: 21, 151, 168, 171-174, 222-226, 228-23~, 236, 265-266. 283 . - aplicada y tcnica: 237-211 - y filosofa: 11-14

    Cientificismo: 21, 293-296 Clark, 1\fichael: 1 57n (;ogito: 142-144 Comunidades epistmicas: 115-

    154 Comunidades sapienciales: 214-

    249 Condillac, f:Licnne: 12 (~onfiabilidad: 286-290 (~onocimiento: 217-221

    - esttico: 242-244 - mstico: 248 - moral y religioso: 244-249 - personal: 197-2-19 - "por familiarizacin ": 198,

    199-200 - y prctica: vase Prctica Preguntas sobre el-: 11-12

    Consenso: 150-154 Consistencia cognitiva: 112, 266 Convicciones: 116-120, 227, 276-

    277 Credibilidad cspontnea: 80, 85,

    106 Creencia: 58-7}

    - con1o causa: 38 - como disposici

  • - testimonial: 212-216, 289 Sabidura: 226-234~ 239-249, 283 Sahagn, Bernardino de: 261-262 Snchez Vzqucz, Adolfo: 252,

    254n, 256, 257n, 258 Schaff, Adan1: l3n, 252, 254n,

    256, 257n Schefflcr, Israel: 223n S k yrms, 1lrya n: 15 7 n Sociologa del conocimiento: 266 Sociologisn1o: 13 Scrates: 18, 19, 22, 7 5 Sosa, Erncst: 157 Strauss, A.: 43 Swain, l\farshaJI: 90, 157, 158n

    ,.I arski, Alfrcd: 176 ,. rcrtuliano: ) 09 'rhotnas, W. l.: '13

    NDICE J)F. NOMBRF.S Y CONCF.PTOS

    '"l'hurstone, L. L.: 44, 49 Tolerancia: 269, 285-286, 291- 293 l .. oms de Aquino: 76n Transmisin del conocimiento: - 2 1 0-211, 236 l""uomela, Raimo: 69

    Veracidad: 286-287 Verdad: ()0, 176-196

    (~ritcrio de-: 179-180, 253-257 l)cfinicilnl sem,ndca de:- 176-

    177

    \\'cstic, F. R.: 55 \Vittgcnstein, l .. udwig:

    133, 177 \Vooslcy, A. D.: 133n

    Znaniacki, I.: 43

    22, SOn,

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    ianpreso en isnpresora grfica hen1ndez capuchinas nun. 378 col. evolucin, cp. 57700 edo. de tnxico febrero de 2008

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