vida de la virgen maria

203
MISTICA CIUDAD DE DIOS VIDA DE LA VIRGEN MARIA María de Jesús Agreda LIBRO VII CAPITULO 1 Quedando asentado nuestro Salvador Jesús a la diestra del eterno Padre, descendió del cielo a la tierra María santísima, para que se plantase la nueva Iglesia con su asistencia y magisterio. CAPITULO 2 Que el evangelista San Juan en el capítulo 21 del Apocalipsis habla a la letra de la visión que tuvo, cuando vio descender del cielo a María santísima Señora nuestra. CAPITULO 3 Prosigue la inteligencia de lo restante del capítulo 21 del Apocalipsis. CAPITULO 4 Después de tres días que María santísima descendió del cielo se manifiesta y habla en su persona a los apóstoles, la visita Cristo nuestro Señor y otros misterios hasta la venida del Espíritu Santo. CAPITULO 5 La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y otros fieles; le vio María santísima intuitivamente y otros ocultísimos misterios y secretos que sucedieron entonces. CAPITULO 6 Salieron del cenáculo los apóstoles a predicar a la multitud que concurrió, cómo les hab1aron en varias lenguas, se convirtieron aquel día casi tres mil y lo que hizo María santísima en esta ocasión. CAPITULO 7 Se juntan los apóstoles y discípulos para resolver algunas dudas en particular sobre la forma del Bautismo, se lo dan a los nuevos catecúmenos, celebra San Pedro la primera misa y lo que en todo esto obró María santísima. CAPITULO 8 Se declara el milagro con que las especies sacramentales se conservaban en María santísima de una comunión para otra y el modo de sus operaciones después que descendió del cielo a la Iglesia. CAPITULO 9 Conoció María santísima que se levantaba Lucifer para perseguir a la Iglesia y lo que contra este enemigo hizo, amparando y defendiendo a los fieles. CAPITULO 10 Los favores que María santísima por medio de sus ángeles hacía a los apóstoles, la salvación que alcanzó a una mujer en la hora de la muerte y otros sucesos de algunos que se condenaron. CAPITULO 11 Se declara algo de la prudencia con que María santísima gobernaba a los nuevos fieles y lo que hizo con San Esteban en su vida y muerte y otros sucesos. CAPITULO 12 La persecución que tuvo la Iglesia después de la muerte de San Esteban, lo que en ella trabajó nuestra Reina y MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Página 1

Upload: aluchy-goes

Post on 14-Sep-2015

12 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

VIDA DE LA VIRGEN

TRANSCRIPT

  • MISTICA CIUDAD DE DIOSVIDA DE LA VIRGEN MARIA

    Mara de Jess Agreda

    LIBRO VIICAPITULO 1Quedando asentado nuestro Salvador Jess a la diestra del eterno Padre, descendi del cielo a la tierra Marasantsima, para que se plantase la nueva Iglesia con su asistencia y magisterio.

    CAPITULO 2Que el evangelista San Juan en el captulo 21 del Apocalipsis habla a la letra de la visin que tuvo, cuando viodescender del cielo a Mara santsima Seora nuestra.

    CAPITULO 3Prosigue la inteligencia de lo restante del captulo 21 del Apocalipsis.

    CAPITULO 4Despus de tres das que Mara santsima descendi del cielo se manifiesta y habla en su persona a los apstoles, lavisita Cristo nuestro Seor y otros misterios hasta la venida del Espritu Santo.

    CAPITULO 5La venida del Espritu Santo sobre los apstoles y otros fieles; le vio Mara santsima intuitivamente y otrosocultsimos misterios y secretos que sucedieron entonces.

    CAPITULO 6Salieron del cenculo los apstoles a predicar a la multitud que concurri, cmo les hab1aron en varias lenguas, seconvirtieron aquel da casi tres mil y lo que hizo Mara santsima en esta ocasin.

    CAPITULO 7Se juntan los apstoles y discpulos para resolver algunas dudas en particular sobre la forma del Bautismo, se lodan a los nuevos catecmenos, celebra San Pedro la primera misa y lo que en todo esto obr Mara santsima.

    CAPITULO 8Se declara el milagro con que las especies sacramentales se conservaban en Mara santsima de una comunin paraotra y el modo de sus operaciones despus que descendi del cielo a la Iglesia.

    CAPITULO 9Conoci Mara santsima que se levantaba Lucifer para perseguir a la Iglesia y lo que contra este enemigo hizo,amparando y defendiendo a los fieles.

    CAPITULO 10Los favores que Mara santsima por medio de sus ngeles haca a los apstoles, la salvacin que alcanz a unamujer en la hora de la muerte y otros sucesos de algunos que se condenaron.

    CAPITULO 11Se declara algo de la prudencia con que Mara santsima gobernaba a los nuevos fieles y lo que hizo con SanEsteban en su vida y muerte y otros sucesos.

    CAPITULO 12La persecucin que tuvo la Iglesia despus de la muerte de San Esteban, lo que en ella trabaj nuestra Reina y

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 1

  • cmo por su solicitud ordenaron los apstoles el Smbolo de la fe Catlica.

    CAPITULO 13Remiti Mara santsima el Smbolo de la fe a los discpulos y a otros fieles, obraron con l grandes milagros, fuedeterminado el repartimiento del mundo a los apstoles y otras obras de la gran Reina del cielo.

    CAPITULO 14La conversin de San Pablo y lo que en ella obr Mara santsima y otros misterios ocultos.

    CAPITULO 15Se declara la oculta guerra que hacen los demonios a las almas, el modo cmo el Seor las defiende por susngeles, por Mara santsima y por s mismo, y un concilibulo que hicieron los enemigos despus de la conversinde San Pablo contra la misma Reina y la Iglesia.

    CAPITULO 16Conoci Mara santsima los consejos del demonio para perseguir a la Iglesia, pide el remedio en la presencia delAltsimo en el cielo, avisa a los apstoles, viene Santiago a predicar a Espaa, donde le visit una vez Marasantsima.

    CAPITULO 17Dispone Lucifer otra nueva persecucin contra la Iglesia y Mara santsima, manifistasela a San Juan y por suorden determina ir a Efeso, se le aparece su Hijo santsimo y la manda venir a Zaragoza a visitar al apstolSantiago y lo que sucedi en esta venida.

    LIBRO VIIRegresar al Principio

    CONTIENE CMO LA DIESTRA DIVINA PROSPER A LA REINA DEL CIELO DE DONESALTSIMOS, PARA QUE TRABAJASE EN LA SANTA IGLESIA; LA VENIDA DEL ESPRITU SANTO;

    EL COPIOSO FRUTO DE LA REDENCIN Y DE LA PREDICACIN DE LOS APSTOLES; LAPRIMERA PERSECUCIN DE LA IGLESIA; LA CONVERSIN DE San PABLO Y VENIDA DE

    SANTIAGO A ESPAA; LA APARICIN DE LA MADRE DE DIOS EN ZARAGOZA Y FUNDACIN DENUESTRA SEORA DEL PILAR.

    CAPITULO 1

    Quedando asentado nuestro Salvador Jess a la diestra del eterno Padre, descendi del cielo a la tierra Marasantsima, para que se plantase la nueva Iglesia con su asistencia y magisterio.

    1. A la segunda parte de esta Historia puse dichoso fin, dejando en el cenculo y en el cielo empreo a nuestra granReina y Seora, Mara santsima, asentada a la diestra de su Hijo y Dios eterno, asistiendo en ambas partes, por elmodo milagroso que queda dicho (Cf. supra p.II n.1512) le concedi la diestra divina de estar su santsimo cuerpo en dospartes, que en su gloriosa Ascensin, para hacerla ms admirable, la llev consigo el Hijo de Dios y suyo a darla laposesin de los premios inefables que hasta entonces haba merecido y sealarle el lugar que por ellos y los dems quehaba de merecer le tena prevenido desde su eternidad. Dije tambin (Cf. supra p.II n.1522) cmo la Beatsima Trinidad dejen la eleccin libre de esta divina Madre si quera volver al mundo para consuelo de los primitivos hijos de la Iglesiaevanglica y para su fundacin, o si quera eternizarse en aquel felicsimo estado de su gloria sin dejar la posesin quede l la daban. Porque la voluntad de las tres divinas Personas, como debajo de aquella condicin, se inclinaban, conel amor que a esta singular criatura tenan, a conservarla en aquel abismo en que estaba absorta y no restituirla otra vezal mundo entre los desterrados hijos de Adn. Y por una parte parece que peda esto la razn de justicia, pues ya elmundo quedaba redimido con la Pasin y muerte de su Hijo, a que ella haba cooperado con toda plenitud yperfeccin. Y no quedaba en ella otro derecho de la muerte, no slo por el modo con que padeci sus dolores en la deCristo nuestro Salvador, como en su lugar queda declarado (Cf. supra P.II n.1264, 1341,1381), sino tambin porque la gran Reina

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 2

  • nunca fue pechera de la muerte, del demonio, ni del pecado, y as no le tocaba la ley comn de los hijos de Adn. Ysin morir como ellos, deseaba el Seor a nuestro modo de entender que tuviese otro trnsito con que pasara de viadora(Criatura racional que est en esta vida y aspira y camina a la eternidad.) a comprensora (Persona que goza la eterna bienaventuranza) del estado de lamortalidad al inmortal y no muriera en la tierra la que en ella no haba cometido culpa que la mereciese, y en el mismocielo poda el Altsimo pasarla de un estado a otro.

    2. Por otra parte, slo quedaba la razn de parte de la caridad y humildad de esta admirable y dulcsima Madre, porqueel amor la inclinaba a socorrer a sus hijos y que el nombre del Altsimo fuese manifestado y engrandecido en la nuevaIglesia del Evangelio. Deseaba tambin entrar a muchos fieles a la profesin de la fe con su solicitacin e intercesin eimitar a sus hijos y hermanos del linaje humano con morir en la tierra, aunque no deba pagar este tributo, pues nohaba pecado. Y con su grandiosa sabidura y admirable prudencia conoca cun estimable cosa era merecer el premioy la corona, ms que por algn breve tiempo poseerla, aunque sea de gloria eterna. Y no fue esta humilde sabidura sinpremio de contado, porque el eterno Padre hizo notoria a todos los cortesanos del cielo la verdad de lo que SuMajestad deseaba y lo que Mara santsima elega por el bien de la Iglesia militante y socorro de los fieles. Y todosconocieron en el cielo lo que es justo conozcamos ahora en la tierra; que el mismo Padre eterno - as, como dice SanJuan (Jn 3,16), - am al mundo, que dio a su Unignito para que le redimiese, as tambin dio otra vez a su hija Marasantsima, envindola desde su gloria para plantar la Iglesia que Cristo su artfice haba fundado; y el mismo Hijodio para esto a su amantsima y dilecta Madre y el Espritu Santo a su dulcsima Esposa. Y tuvo este beneficio otracondicin que le subi de punto, porque vino sobre las injurias que Cristo nuestro Redentor haba recibido en supasin y afrentosa muerte, con que desmereci el mundo este favor. Oh infinito amor! Oh caridad inmensa! Cmose manifiesta que las muchas aguas de nuestros pecados no le pueden extinguir!

    3. Cumplidos tres das enteros que Mara santsima estuvo en el cielo gozando en alma y cuerpo la gloria de la diestrade su Hijo y Dios verdadero y admitida su voluntad de volver a la tierra, parti de lo supremo del empreo para elmundo con la bendicin de la Beatsima Trinidad. Mand Su Majestad a innumerable multitud de ngeles que laacompaasen, eligiendo para esto de todos los coros y muchos de los supremos serafines ms inmediatos al trono de ladivinidad. La recibi luego una nube o globo de refulgentsima luz, que la serva de litera preciosa o relicario quemovan los mismos serafines. No pueden caber en humano pensamiento y en vida mortal la hermosura y resplandoresexteriores con que esta divina Reina vena, y es cierto que ninguna criatura viviente la pudiera ver o mirarnaturalmente sin perder la vida. Y por esto fue necesario que el Altsimo encubriera su refulgencia a los que lamiraban, hasta que se fuesen templando las luces y rayos que despeda. A slo el evangelista San Juan se le concedique viese a la divina Reina en la fuerza y abundancia que la redund de la gloria que haba gozado. Bien se dejaentender la hermosura y gran belleza de esta magnfica Reina y Seora de los cielos, bajando del trono de la BeatsimaTrinidad, pues a Moiss le resultaron en su cara tantos resplandores de haber hablado con Dios en el monte Sina (Ex34,29 (A)), donde recibi la ley, que los israelitas no los podan sufrir ni mirarle al rostro (2 Cor 3,13 (A.)); y no sabemos que elprofeta viese claramente la divinidad y, cuando la viera, es muy cierto que no llegara esta visin a lo mnimo de la quetuvo la Madre del mismo Dios.

    4. Lleg al cenculo de Jerusaln la gran Seora, como sustituta de su Hijo santsimo en la nueva Iglesia evanglica. Yen los dones de la gracia que le dieron para este ministerio vena tan prspera y abundante, que fue admiracin nuevapara los ngeles y como asombro de los santos, porque era una estampa viva de Cristo nuestro Redentor y Maestro.Baj de la nube de luz en que vena y sin ser vista de los que asistan en el cenculo se qued en su ser natural, encuanto no estar ms de en aquel lugar. Y al punto la Maestra de la santa humildad se postr en tierra y pegndose conel polvo dijo: Dios altsimo y Seor mo, aqu est este vil gusanillo de la tierra, reconociendo que fui formada deella, pasando del no ser al ser que tengo por vuestra liberalsima clemencia. Reconozco tambin, oh altsimo Padre,que vuestra dignacin inefable me levant del polvo, sin merecerlo yo, a la dignidad de Madre de vuestro Unignito.De todo mi corazn alabo y engrandezco vuestra bondad inmensa, porque as me habis favorecido. Y enagradecimiento de tantos beneficios, me ofrezco a vivir y trabajar de nuevo en esta vida mortal todo lo que vuestravoluntad santa ordenare. Me sacrifico por vuestra fiel sierva y de los hijos de la Iglesia Santa, y a todos los presentoante vuestra inmensa caridad y pido que los miris como Dios y Padre clementsimo, y de lo ntimo de mi corazn oslo suplico. Por ellos ofrezco en sacrificio el carecer de vuestra gloria y descanso para servirlos y el haber elegido conentera voluntad padecer, dejando de gozaros, privndome de vuestra clara vista por ejercitarme en lo que es tan devuestro agrado.

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 3

  • 5. Se despidieron de la Reina los santos ngeles que haban venido a acompaarla desde el cielo, para volverse a l,dando a la tierra nuevos parabienes de que dejaban en ella por moradora a su gran Reina y Seora. Y advierto que,escribiendo yo esto, me dijeron los santos prncipes que por qu no usaba ms en esta Historia de llamar a Marasantsima Reina y Seora de los ngeles, que no me descuidase en hacerlo en lo que restaba por el gran gozo que enesto reciben. Y por obedecerlos y darles gusto la nombrar con este ttulo muchas veces de aqu adelante. Y volviendoa la Historia, es de advertir que los tres das primeros que estuvo la divina Madre en el cenculo despus de haberbajado del cielo, los pas muy abstrada de todo lo terreno, gozando de la redundancia del jbilo y admirables efectosde la gloria que en los otros tres haba recibido en el cielo. De este oculto sacramento slo el evangelista Juan tuvonoticia entonces entre todos los mortales, porque en una visin se le manifest cmo la gran Reina del cielo habasubido a l con su Hijo santsimo y la vio descender con la gloria y gracias que volvi al mundo para enriquecer laIglesia. Con la admiracin de tan nuevo misterio estuvo San Juan dos das como suspendido y fuera de s, y sabiendoque ya su santsima Madre haba descendido de las alturas, deseaba hablarla y no se atreva.

    6. Entre los fervores del amor y el encogimiento de la humildad estuvo el amado apstol batallando consigo casi unda. Y vencido del afecto de hijo, se resolvi a ponerse en presencia de su divina Madre en el cenculo y, cuando iba,se detuvo y dijo: Cmo me atrever a lo que me pide el deseo, sin saber primero la voluntad del Altsimo y la de miSeora? Pero mi Redentor y Maestro me la dio por madre y me favoreci y oblig a m con ttulo de hijo; pues mioficio es servirla y asistida, y no ignora Su Alteza mi deseo y no le despreciar; piadosa y suave es y me perdonar;quiero postrarme a sus pies. Con esto se determin San Juan y pas a donde estaba la divina Reina en oracin con losdems fieles. Y al punto que levant los ojos a mirarla, cay en tierra postrado, con los efectos semejantes a los que lmismo y los dos apstoles sintieron en el Tabor cuando a su vista se transfigur el Seor, porque eran muy semejantesa los resplandores de nuestro Salvador Jess los que percibi San Juan en el rostro de su Madre santsima. Y como leduraban an las especies de la visin en que la vio descender del cielo fue con mayor fuerza oprimida su naturalflaqueza y cay en tierra. Con la admiracin y gozo que sinti estuvo as postrado casi una hora, sin poderse levantar.Ador profundamente a la Madre de su mismo Criador. Y no pudieron extraar esto los dems apstoles y discpulosque asistan en el cenculo, porque a imitacin de su divino Maestro y con el ejemplar y enseanza de Marasantsima, en el tiempo que estuvieron los fieles aguardando al Espritu Santo muchos ratos de la oracin que tenanera en cruz y postrados.

    7. Estando as postrado el humilde y santo apstol, lleg la piadosa Madre y le levant del suelo, y manifestndose conel semblante ms natural se le puso ella de rodillas y le habl y dijo: Seor, hijo mo, ya sabis que vuestraobediencia me ha de gobernar en todas mis acciones, porque estis en lugar de mi Hijo santsimo y mi Maestro paraordenarme todo lo que debo hacer, y de nuevo quiero pediros que cuidis de hacerlo por el consuelo que tengo deobedecer. Oyendo el santo apstol estas razones, se confundi y admir sobre lo que en la gran Seora haba visto yconocido y se volvi a postrar en su presencia, ofrecindose por esclavo suyo y suplicndola que ella le mandase ygobernase en todo Y en esta porfa persever San Juan algn rato, hasta que vencido de la humildad de nuestra Reina,se sujet a su voluntad y qued determinado a obedecerla en mandarla, como ella lo deseaba; porque ste era para l elmayor acierto, y para nosotros raro y poderoso ejemplo con que se reprende nuestra soberbia y nos ensea aquebrantarla. Y si confesamos que somos hijos y devotos de esta divina Madre y Maestra de humildad, debido y justoes imitarla y seguirla. Le quedaron al evangelista tan impresas en el entendimiento y potencias interiores las especiesdel estado en que vio a la gran Reina de los ngeles, que por toda su vida le dur aquella imagen en su interior. Y enesta ocasin, cuando la vio descender del cielo, exclam con grande admiracin, y las inteligencias que de ella tuvo lasdeclar despus el santo evangelista en el Apocalipsis, en particular en el captulo 21, como dir en el siguiente.

    Doctrina que me dio la gran Reina y Seora de los ngeles.

    8. Hija ma, habindote repetido tantas veces hasta ahora que te despidas de todo lo visible y terreno y mueras a timisma y a la participacin de hija de Adn, como te he amonestado y enseado en la doctrina que has escrito en laprimera y segunda parte de mi vida, ahora te llamo con nuevo afecto de amorosa y piadosa madre, y te convido departe de mi Hijo santsimo, de la ma y de sus ngeles, que tambin te aman mucho, para que olvidada de todo lodems que tiene ser te levantes a otra nueva vida ms alta y celestial, inmediata a la eterna felicidad. Quiero que tealejes del todo de Babilonia y de tus enemigos y sus falsas vanidades con que te persiguen, y te avecindes a la ciudadsanta de la celestial Jerusaln y vivas en sus atrios, donde te ocupes toda en mi verdadera y perfecta imitacin, y porella con la divina gracia llegues a la ntima unin de mi Seor y tu divino y fidelsimo Esposo. Oye, pues, carsima, mi

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 4

  • voz con alegre devocin y prontitud de nimo. Sgueme fervorosa, renovando tu vida con el dechado que escribes dela ma, y atiende a lo que yo hice despus que volv al mundo de la diestra de mi Hijo santsimo. Medita y penetra contodo cuidado mis obras, para que, segn la gracia que recibieres, vayas copiando en tu alma lo que entendieres yescribieres. No te faltar el favor divino, porque el Altsimo no quiere negarle nada a quien de su parte hace lo quepuede y para lo que es de su agrado y beneplcito, si tu negligencia no lo desmerece. Prepara tu corazn y dilata susespacios, fervoriza tu voluntad, purifica tu entendimiento y despeja tus potencias de toda imagen y especie de criaturasvisibles, para que ninguna te embarace, ni obligue a cometer ni una leve culpa o imperfeccin, y el Altsimo puedadepositar en ti su oculta sabidura, y t ests preparada y pronta para obrar con ella todo lo ms agradable a nuestrosojos, que te ensearemos.

    9. Tu vida desde hoy ha de ser como quien la recibe resucitada despus de haber muerto a la que tuvo primero. Ycomo el que recibe este beneficio suele volver a la vida renovado y casi peregrino y extrao en todo lo que antesamaba, mudando los deseos y reformadas y extinguidas las calidades que antes haba tenido y en todo procedediferente, a este modo y con mayor alteza quiero que t, hija ma, seas renovada, porque has de vivir como si de nuevoparticiparas los dotes del alma en la forma que te es posible con el poder divino que obrar en ti. Pero es necesariopara estos efectos tan divinos que t te ayudes y prepares todo el corazn, quedando libre y como una tabla muy rasa,donde el Altsimo con su dedo escriba y dibuje como en cera blanda y sin resistencia imprima el sello de mis virtudes.Quiere Su Majestad que seas instrumento en su poderosa mano para obrar su voluntad santa y perfecta, y elinstrumento no resiste a la del artfice, y si tiene voluntad usa de ella slo para dejarse mover. Es pues, carsima, ven,ven a donde yo te llamo y advierte que si en el sumo bien es natural comunicarse y favorecer a sus criaturas en todostiempos, pero en el siglo presente quiere este Seor y Padre de las misericordias manifestar ms su liberal clemenciacon los mortales, porque se les acaba el tiempo y son pocos los que se quieren disponer para recibir los dones de supoderosa diestra. No pierdas t tan oportuna ocasin, sgueme y corre tras mis pisadas y no contristes al Espritu Santoen detenerte, cuando te convida a tanta dicha con maternal amor y tan alta y perfecta doctrina.

    CAPITULO 2

    Regresar al Principio

    Que el evangelista San Juan en el captulo 21 del Apocalipsis habla a la letra de la visin que tuvo, cuando viodescender del cielo a Mara santsima Seora nuestra.

    10. Al oficio y dignidad tan excelente de hijo de Mara santsima, que dio nuestro Salvador Jess en la cruz al apstolSan Juan, como sealado por objeto de su divino amor, era consiguiente que fuera secretario de los inefablessacramentos y misterios de la gran Reina que a otros eran ms ocultos. Y para esto le fueron revelados muchos queantes haban precedido en ella y le hicieron como testigo ocular del secreto misterioso que sucedi el da de laAscensin del Seor a los cielos, concedindole a esta guila sagrada que viese subir al sol Cristo nuestro bien con luzdoblada siete veces, como dice Isaas (Is 30,26 (A.)), y a la luna con luz como del sol, por la similitud que con l tena. Lavio el felicsimo evangelista subir y estar a la diestra de su Hijo, y viola tambin descender, como queda dicho (Cf. supran.5), con nueva admiracin, porque vio y conoci la mudanza y renovacin con que bajaba al mundo, despus de lainefable gloria que en el cielo haba recibido con tan nuevos influjos de la divinidad y participacin de sus atributos.Ya nuestro Salvador Jess haba prometido a los apstoles que antes de subir al cielo dispondra con su Madresantsima que estuviese con ellos en la Iglesia para su consuelo y enseanza, como se dijo en el fin de la segunda parte(Cf. supra p.II n.1505). Pero el apstol Juan, con el gozo y admiracin de ver a la gran Reina a la diestra de Cristo nuestroSalvador, se olvid por algn rato de aquella promesa y absorto con tan impensada novedad lleg a temer o recelarsesi la divina Madre se quedara all en la gloria que gozaba. Y en esta duda padeci San Juan entre el jbilo que sentaotros amorosos deliquios que le afligieron mucho, hasta que renov la memoria de las promesas de su Maestro y Seory vio de nuevo que su Madre santsima descenda a la tierra.

    11. Los misterios de esta visin quedaron impresos en la memoria de San Juan y jams los olvid, ni los dems que lefueron revelados de la gran Reina de los ngeles, y con ardentsimo deseo quera el sagrado evangelista dejar noticia deellos en la Santa Iglesia. Pero la humildad prudentsima de Mara Seora nuestra le detuvo para que mientras ella vivano los manifestase, antes los guardase ocultos en su pecho para cuando el Altsimo ordenase otra cosa, porque noconvena hacerlos antes manifiestos y notorios al mundo. Obedeci el apstol a la voluntad de la divina Madre. Y

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 5

  • cuando fue tiempo y disposicin divina que antes de morir el evangelista enriqueciera a la Iglesia con el tesoro deestos ocultos sacramentos, fue orden del Espritu Santo que los escribiese en metforas y enigmas tan difciles deentender, como la Iglesia lo confiesa. Y fue as conveniente que no quedasen patentes a todos, sino cerrados y selladoscomo las perlas en el ncar o en la concha y el oro en los escondidos minerales de la tierra, para que con nueva luz ydiligencia los sacase la Santa Iglesia cuando tuviese necesidad y en el nterin estuviesen como en depsito en laoscuridad de las sagradas Escrituras que los doctores santos confiesan, en especial el libro del Apocalipsis.

    12. De la providencia que tuvo el Altsimo en ocultar la grandeza de su Madre santsima en la primitiva Iglesia hehablado algo en el discurso de esta divina Historia (Cf. supra p.II n.413) y no me excuso de renovar aqu esta advertencia porla admiracin que causarn de nuevo a quien los fuere ahora conociendo. Y para vencer la duda, si alguno la tuviere,ayudar mucho considerar lo que varios santos y doctores advierten, que ocult Dios a los judos el cuerpo y sepulturade Moiss (Dt 34,6) por excusar que aquel pueblo, tan pronto en idolatras, no errase con ella dando adoracin al cuerpodel profeta que tanto haba estimado o que le venerase con algn culto supersticioso y vano. Y por la misma razndicen que cuando Moiss escribi la creacin del mundo y de todas sus criaturas, aunque los ngeles eran la parte msnoble de ellas, no declar su creacin el profeta con palabras propias, antes la encerr en aquellas que dijo: Cri Diosla luz (Gen 1,3); dejando lugar para que por ellas se pudiera entender la luz material que alumbra a este mundo visible,significando tambin en oculta metfora aquellas luces sustanciales y espirituales que son los santos ngeles, de quienno convena dejar entonces ms clara noticia.

    13. Y si al pueblo hebreo se le peg el contagio de la idolatra con la comunicacin y vecindad de la gentilidad, taninclinada y ciega en dar divinidad a todas las criaturas que les parecan grandes, poderosas o superiores en algunapotencia, mucho mayor peligro tuvieran los mismos gentiles de este error si, cuando se les comenzaba a predicar elEvangelio y la fe de Cristo nuestro Salvador, se les propusiera juntamente la excelencia de su Madre santsima. Y enprueba de esta verdad basta el testimonio de San Dionisio Areopagita (Cf. supra la nota 3 del libro 1 c.4), que con haber sidofilsofo tan sabio que conoci entonces al Dios de la naturaleza, con todo esto, cuando ya era catlico y lleg a ver yhablar a Mara santsima, dijo que si la fe no le enseara que era pura criatura, la tuviera y adorara por Dios. En estepeligro incurrieran fcilmente los gentiles ms ignorantes y confundieran la divinidad del Redentor, que deban creer,con la grandeza de su Madre pursima, si se les propusiera todo junto, y pensaran que tambin ella era Dios como suHijo, pues eran tan semejantes en la santidad. Pero ya este peligro ha cesado, estando tan arraigada la ley y fe delEvangelio en la Iglesia y tan ilustrada con la doctrina de los sagrados doctores y tantas maravillas como Dios haobrado en esta manifestacin del Redentor. Y con tanta luz sabemos que slo l es Dios y hombre verdadero, lleno degracia y de verdad, y que su Madre es pura criatura y sin tener divinidad fue llena de gracia, inmediata a Dios ysuperior a todo el resto de las criaturas. Y en este siglo tan ilustrado con las verdades divinas sabe el Seor cundo ycmo conviene dilatar la gloria de su Madre santsima, manifestando los enigmas y secretos de las sagradas Escrituras,donde la tiene encerrada.

    14. El misterio de que voy hablando, con otros muchos de nuestra gran Reina, escribi el evangelista en el captulo 21del Apocalipsis debajo de metforas, en particular llamando a Mara santsima ciudad santa de Jerusaln ydescribindola con las condiciones que por todo aquel captulo prosigue. Y aunque en la primera parte le declar porms extenso en tres captulos que le divid ajustndole, como se me dio a entender, al misterio de la InmaculadaConcepcin de la beatsima Madre, ahora es fuerza explicarle del misterio de bajar la Reina de los ngeles del cielo ala tierra despus de la Ascensin de su Hijo santsimo. Y no se entiende por esto que haya alguna contradiccin yrepugnancia en estas explicaciones, porque entrambos caben en la letra del texto sagrado, pues no hay duda que ladivina sabidura pudo en unas mismas palabras comprender ajustadamente muchos misterios y sacramentos, y en unapalabra que habla podemos entender dos cosas, como dice David (Sal 61,12 (A)), que las entendi sin equivocacin nirepugnancia. Y sta es una de las causas de la dificultad de la sagrada Escritura, y necesaria para que la oscuridad lahiciese ms fecunda y estimable y llegasen los fieles a tratarla con mayor humildad, atencin y reverencia. Y el estartan llena de sacramentos y metforas fue porque en este estilo y palabras se pueden significar mejor muchos misteriossin violencia de los trminos ms propios.

    15. Esto se entender mejor en el misterio de que hablamos, porque el evangelista dice (Ap 21,2) que vio descender delcielo la ciudad santa de Jerusaln nueva y adornada, etc. Y no hay duda que la metfora de ciudad le conviene converdad a Mara santsima y que descendi del cielo ahora, despus de haber subido a l con su Hijo benditsimo, yantes, en la Concepcin Inmaculada, en que descendi de la mente divina, donde como tierra nueva y cielo nuevo

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 6

  • estuvo formada, y se declar en la primera parte. Y el evangelista entendi entrambos estos sacramentos cuando la viodescender corporalmente en la ocasin de que hablamos y los encerr en aquel captulo. Y as es necesario ahoraexplicarle a este intento, aunque se repita de nuevo la letra del sagrado texto, pero ser con ms brevedad, por lo queya queda dicho en la primera explicacin. Y en sta hablar en nombre del evangelista para ceirme ms en ella.

    16. Y vi - dice San Juan - un cielo nuevo y tierra nueva, porque se fue el primer cielo y primera tierra y no hay mar(Ap 21,1). Cielo nuevo y tierra nueva llam a la humanidad santsima del Verbo encarnado y a la de su divina Madre,cielo por la habitacin y nuevo por la renovacin. En Cristo Jess nuestro Salvador habita la divinidad en unidad depersona, por sustancial unin indisoluble. En Mara por singular modo de gracia despus de Cristo. Y estos cielos sonya nuevos, porque la humanidad pasible, que llagada y muerta estuvo en el sepulcro, la vio levantada y colocada a ladiestra de su eterno Padre, coronada de la gloria y dotes que mereci con su vida y muerte. Y vio tambin a la Madreque le dio este ser pasible y cooper a la Redencin del linaje humano asentada a la diestra de su Hijo y absorta en elocano de la divina luz inaccesible, participando la gloria de su Hijo como Madre y que la mereci de justicia por susobras de inefable caridad. Llam tambin cielo nuevo y tierra nueva a la patria de los vivientes, renovada con lalucerna del Cordero, con los despojos de sus triunfos y con la presencia de su Madre, que como reyes verdaderoshaban tomado la posesin del reino, que ser eterno. Le renovaron con su vista y nuevo gozo que han comunicado asus antiguos moradores y con los nuevos hijos de Adn que a l han trado para poblarle como ciudadanos y vecinosque jams le pierdan. Con esta novedad se fue ya el primer cielo y la primera tierra, no slo porque el cielo de lahumanidad santsima de Cristo y el de Mara, donde vivi como en primer cielo, se fueron a las eternas moradas,llevando a ellas la tierra del ser humano, sino tambin porque a este antiguo cielo y tierra pasaron los hombres del serpasible al estado de la impasibilidad. Se fueron los rigores de la justicia y lleg el descanso. Pas el invierno de lostrabajos (Cant 2,11) y vino el verano de la alegra y gozo eterno. Fuese a si mismo la primera tierra y cielo de todos losmortales porque, entrando Cristo nuestro bien con su Madre santsima en la celestial Jerusaln, se rompieron loscandados y cerraduras que por cinco mil doscientos y treinta y tres aos haban tenido, para que ninguno entrase enella y todos los mortales quedasen en la tierra, si no se satisfaca primero la divina justicia de la ofensa por las culpas.

    17. Y singularmente Mara santsima fue nuevo cielo y nueva tierra, ascendiendo con su Hijo y Salvador Jess ytomando la posesin de su diestra en la gloria de alma y cuerpo, sin haber pasado por la comn muerte de todos loshijos de los hombres. Y aunque antes en la tierra de su condicin humana era cielo, donde por especialsimo modovivi la divinidad, pero en esta gran Seora se fueron este primer cielo y tierra y pas por orden admirable a ser nuevocielo y nueva tierra, en que habitase Dios por suma gloria entre todas las criaturas. Y con esta novedad, en esta nuevatierra en que habitaba Dios no hubo mar, porque para ella se acabaran las amarguras y tormentas de los trabajos siadmitiera el quedarse desde entonces en aquel estado felicsimo. Y para los dems que en alma y cuerpo o slo enalma quedaron en la gloria, tampoco hubo mar de borrascas y peligros como le haba en la primera tierra de lamortalidad.

    18. Y yo Juan, - prosigue el evangelista, - vi a la ciudad santa Jerusaln, que descenda del cielo y de Dios,preparada como la esposa adornada para su varn (Ap 21,2). Yo indigno apstol de Jesucristo soy a quien se lemanifest tan oculto sacramento, para que diese noticia al mundo, y vi a la Madre del Verbo humanado, verdaderaciudad mstica de Jerusaln, visin de paz, que descenda del trono del mismo Dios a la tierra, como vestida de lamisma divinidad y adornada con una nueva participacin de sus atributos, de sabidura, potencia, santidad,inmutabilidad, amabilidad y similitud con su Hijo en el proceder y obrar. Vena como instrumento de la omnipotentediestra, como vicedis por nueva participacin. Y aunque vena a la tierra para trabajar en ella en beneficio de losfieles, privndose para esto voluntariamente del gozo que tena con la visin beatfica, determin el Altsimo enviarlapreparada y guarnecida con todo el poder de su brazo y recompensarle el estado y visin que por aquel tiempo dejabacon otra vista y participacin de su divinidad incomprensible, compatible con el estado de viadora, (Criatura racional que est enesta vida y aspira y camina a la eternidad.) pero tan divino y levantado que excediese a todo humano y anglico entendimiento. Paraesto la adorn de su mano con los dones a que la pudo extender y la dej preparada como esposa para su varn elVerbo humanado, de tal manera que ni pudiese desear en ella gracia alguna ni excelencia que le faltase, ni por estarausente de su diestra dejase este varn de estar en ella y con ella como en su cielo y trono proporcionado. Y como laesponja recibe y embebe en s misma el licor que participa, llenando de l todos sus vacos, as tambin a nuestromodo de entender qued llena esta gran Seora de la influencia y comunicacin de la divinidad.

    19. Prosigue el texto: Y del trono o una gran voz que deca: Mira al tabernculo de Dios con los hombres, y

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 7

  • habitar con ellos, y sern pueblo suyo, y l ser su Dios. (Ap 21,3) Esta voz, que sali del trono, llev toda mi atencincon divinos efectos de suavidad y gozo. Y entend cmo antes de morir la gran Seora reciba la posesin del premiomerecido por singular favor y prerrogativa debida a sola ella entre los mortales. Y aunque ninguno de los que llegan aposeer el que les toca tiene autoridad para volver a la vida ni se les deja en su mano, pero a esta nica Esposa se leconcedi esta gracia para engrandecer sus glorias; pues habiendo llegado a poseerlas y hallndose reconocida yaclamada de los cortesanos del cielo por su legtima Reina y Seora, descendi por su voluntad a la tierra para sersierva de sus mismos vasallos y criarlos y gobernarlos como hijos. Por esta caridad sin medida mereci de nuevo quetodos los mortales fuesen pueblo suyo y se le diese nueva posesin de la Iglesia militante donde volva a ser habitadoray gobernadora; y mereciera tambin que Dios est con ellos y sea Dios misericordioso y propicio con los hombres,porque en su pecho estuvo sacramentado todo el tiempo que este sagrario de Mara pursima vivi en la Iglesiadespus que descendi del cielo. Y para estar en ella, cuando no hubiera otra razn, se quedara su mismo Hijosacramentado en el mundo, y por sus mritos y peticiones estaba con los hombres por gracia y nuevos beneficios, y poresto aade y dice:

    20. Y enjugar las lgrimas de sus ojos y en adelante no habr muerte, ni llanto, ni clamor. (Ap 21,4) Porque esta granSeora viene por Madre de la gracia, de la misericordia, del gozo y de la vida, ella es quien llena al mundo de alegra,quien enjuaga las lgrimas que introdujo el pecado que comenz de nuestra madre Eva. Es la que convirti el luto enregocijo, el llanto en nuevo jbilo, los clamores en alabanza y gloria, y la muerte del pecado en vida, y para quien labuscare en ella. Ya se acab la muerte del pecado y los clamores de los rprobos y su dolor irreparable, porque si antesse acogieran los pecadores a este sagrado en l hallaran perdn, misericordia y consuelo. Y los primeros siglos, dondefaltaba Mara Reina de los ngeles, ya se fueron y pasaron con dolor, y los clamores de los que la desearon y no lavieron, como ahora la tienen y la posee el mundo para su remedio y amparo y detener la justicia divina para solicitarmisericordia a los pecadores.

    21. Y el que estaba en el trono dijo: Atiende que hago nuevas todas las cosas. (Ap 21,5). Esta fue voz del eterno Padreque me dio a conocer cmo todo lo haca nuevo: Iglesia nueva, ley nueva, sacramentos nuevos. Y habiendo hecho tannuevos favores a los hombres como darles a su Hijo unignito, les haca otro singularsimo de enviarles a la Madre,tan renovada y nueva con admirables dones y potestad de distribuir los tesoros de la Redencin que su Hijo puso ensus manos, para que los derramase en los hombres con su prudentsima voluntad. Para esto la envi a la Iglesia desdesu real trono, renovada con la imagen de su Unignito, sellada con los atributos de la divinidad, como un trasuntocopiado de aquel original, cuanto en pura criatura era posible, para que de ella se copiase la santidad de la nuevaIglesia evanglica.

    22. Y me dijo: Escribe, porque estas palabras son fidelsimas y verdaderas. Y me dijo tambin: ya est hecho. Yosoy el principio y el fin; y dar al sediento que beba de balde de la fuente de la vida. El que venciere poseer estascosas, y ser Dios para l, y ser l hijo para m. (Ap 21,5-7) Me mand escribir este misterio el mismo Seor desde sutrono, para que testificase la fidelidad y verdad de sus palabras y obras admirables con Mara santsima, en cuyagrandeza y gloria empe su omnipotencia. Y porque estos sacramentos eran tan ocultos y levantados, los escrib encifra y en enigma hasta su lugar; y tiempo sealado, que por el mismo Seor se manifestasen al mundo y se entendieseque ya estaba hecho todo lo posible que convena para remedio y salud de los mortales. Y con decir que estaba hecho,les haca cargo de haber enviado a su Unignito para redimirlos con su pasin y muerte, ensearlos con su vida ydoctrina, y a su Madre enriquecida para socorro y amparo de la Iglesia, y al Espritu Santo, para que la prosperase,ilustrase, confirmase y fortaleciese con sus dones, como se lo haba prometido. Y porque no tuvo ms que darnos eleterno Padre dijo: ya est hecho. Como si dijera: Todo lo posible a mi omnipotencia y conveniente a mi equidad ybondad, como principio y fin que soy de todo lo que tiene ser. Como principio, se le doy a todas las cosas con laomnipotencia de mi voluntad, y como fin las recibo, ordenando con mi sabidura los medios por donde lleguen aconseguir este fin. Los medios se reducen a mi Hijo santsimo y a su Madre, mi dilecta y nica entre los hijos de Adn.En ellos estn las aguas puras y vivas de la gracia, para que como de su fuente, origen y manantial beban todos losmortales que sedientos de su salud eterna llegaren a buscarlas. Y para ellos se darn de balde; porque no las puedenmerecer, aunque se las mereci, y con su misma vida, mi Hijo humanado, y su dichosa Madre se las granjea y merecea los que a ella acuden. Y el que venciere a s mismo, al mundo y al demonio, que pretenden impedirle estas aguas devida eterna, para ese vencedor ser yo Dios liberal, amoroso y omnipotente, y l poseer todos mis bienes y lo que pormedio de mi Hijo y de su Madre le tengo preparado, porque le adoptar por hijo y heredero de mi eterna gloria.

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 8

  • 23. Pero a los tmidos, incrdulos, odiosos, homicidas, fornicadores, malficos, idlatras y a todos los mentirosos, suparte para stos ser en el estanque de fuego y ardiente azufre, que es la muerte segunda (Ap 21,8). Para todos los hijos deAdn di a mi Unignito por Maestro, Redentor y Hermano, y a su Madre por amparo, medianera y abogada conmigopoderosa, y como tal la vuelvo al mundo, para que todos entiendan que quiero se valgan de su proteccin. Pero a losque no vencieren al temor de su carne en padecer o no creyeren mis testimonios y maravillas obradas en beneficiosuyo y testificadas en mis Escrituras, a los que habindolas credo se entregaren a las inmundicias torpes de losdeleites carnales, a los hechiceros, idlatras, que desamparan mi verdadero poder y divinidad y siguen al demonio,todos los que obran la mentira y la maldad, no les aguarda otra herencia ms de la que ellos mismos eligieron para s.Esta es el formidable fuego del infierno, que como estanque de azufre arde sin claridad con abominable olor, dondepara todos los rprobos hay diversidad de penas y tormentos correspondientes a las abominaciones que cada unocometi, aunque todas convienen en ser eternas y privar de la visin divina que beatifica a los santos. Y sta ser lasegunda muerte sin remedio, porque no se aprovecharon del que tena la primera muerte del pecado, que por la virtudde su Reparador y de su Madre pudieron restaurar con la vida de la gracia. Y prosiguiendo la visin, dice elevangelista:

    24. Y vino uno de los siete ngeles, que tenan siete copas llenas de siete novsimos castigos, y me dijo: Ven y temostrar la Esposa, que es mujer del Cordero. (Ap 21,9) Conoc que este ngel y los dems eran de los supremos ycercanos al trono de la Beatsima Trinidad, y que se les haba dado especial potestad para castigar la osada de loshombres que cometiesen los pecados referidos, despus de publicado al mundo el misterio de la Redencin, vida,doctrina y muerte de nuestro Salvador, y la excelencia y potestad que tiene su Madre santsima para remediar a lospecadores que la llaman de todo corazn. Y porque con la sucesin de los tiempos se manifestaran ms estossacramentos con los milagros y luz que recibira el mundo y con los ejemplos y vidas de los santos, y en particular delos varones apostlicos fundadores de las religiones, y tanto nmero de mrtires y confesores, por esto los pecados delos hombres en los ltimos siglos sern ms graves y detestables, y sobre tantos beneficios la ingratitud ser mspesada y digna de mayores castigos, y consiguientemente mereceran mayor indignacin de la digna ira y justiciadivina. As en los tiempos futuros que son los presentes para nosotros castigara Dios con rigor a los hombres conplagas novsimas, porque seran las ltimas, acercndose cada da al juicio final. Vase en la primera parte el nmero266.

    25. Y me levant en espritu el ngel a un grande y alto monte y me mostr a la ciudad santa de Jerusaln, quebajaba del cielo desde el mismo Dios (Ap 21,10). Fui levantado con la fuerza del poder divino a un monte alto desuprema inteligencia y luz de ocultos sacramentos, y con el espritu ilustrado vi a la esposa del Cordero, que era sumujer, como a ciudad santa de Jerusaln; esposa del Cordero, por la similitud y amor recproco del que quit lospecados del mundo, y mujer, porque le acompa inseparablemente en todas sus obras y maravillas y por ella sali delseno de su eterno Padre para tener sus delicias con los hijos de los hombres, por hermanos de esta Esposa. Y por ellatambin hermanos suyos del mismo Verbo humanado. La vi como ciudad de Jerusaln, que encerr en s y dioespaciosa habitacin al que no cabe ni en los cielos ni en la tierra, y porque en esta ciudad puso el templo ypropiciatorio donde quiso ser buscado y obligado para mostrarse propicio y liberal con los hombres. Y la vi comociudad de Jerusaln, porque en su interior vi encerradas todas las perfecciones de la Jerusaln triunfante, y el adecuadofruto de la Redencin humana todo se contena en ella. Y aunque en la tierra se humillaba a todos y se postraba anuestros pies, como si fuera la menor de las criaturas, la vi en las alturas levantada al trono y diestra de su Unignito,de donde descenda a la Iglesia, prspera y abundante, para favorecer a los hijos y fieles de ella.

    CAPITULO 3

    Regresar al Principio

    Prosigue la inteligencia de lo restante del captulo 21 del Apocalipsis.

    26. Esta ciudad santa de Jerusaln, Mara Seora nuestra - dice el evangelista, - tena la claridad de Dios, y suresplandor era semejante a una piedra preciosa de jaspe como cristal (Ap 21,11). Desde el punto que tuvo ser Marasantsima, fue su alma llena y como baada de una nueva participacin de la divinidad, nunca vista ni concedida a otracriatura, porque ella sola era la clarsima aurora que participaba de los mismos resplandores del sol Cristo, hombre yDios verdadero, que de ella haba de nacer. Y esta divina luz y claridad fue creciendo hasta llegar al supremo estado

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 9

  • que tuvo, asentada a la diestra de su Hijo unignito en el mismo trono de la Beatsima Trinidad y vestida de variedadde todos los dones, gracias, virtudes, mritos y gloria, sobre todas las criaturas. Y cuando la vi en aquel lugar y luzinaccesible, me pareci no tena otra claridad ms que la del mismo Dios, que en su inmutable ser estaba como enfuente y en su origen y en ella estaba participado, y por medio de la humanidad de su Hijo unignito resultaba unamisma luz y claridad en la Madre y en el Hijo y en cada uno con su grado, pero en sustancia pareca una misma y queno se hallaba en otro de los bienaventurados ni en todos juntos. Y por la variedad pareca al jaspe, por lo estimable erapreciosa y por la hermosura de alma y cuerpo era como cristal penetrado y baado y sustanciado con la misma claridady luz.

    27. Y tena la ciudad un grande y alto muro con doce puertas y en ellas doce ngeles, escritos los nombres de lasdoce tribus de Israel: tres puertas al Oriente, tres al Aquiln, tres al Austro y tres al Occidente (Ap 21,12-13). El muroque defenda y encerraba esta ciudad santa de Mara santsima era tan alto y grande, cuanto lo es el mismo Dios y suomnipotencia infinita y todos sus atributos, porque todo el poder y grandeza divina y su sabidura inmensa seemplearon en guarnecer a esta gran Seora, en asegurarla y defenderla de los enemigos que la pudieran asaltar. Y estainvencible defensa se dobl cuando descendi al mundo para vivir en l sola, sin la asistencia visible de su Hijosantsimo, y para asentar la nueva Iglesia del Evangelio, que para esto tuvo todo el poder de Dios por nuevo modo a suvoluntad contra los enemigos de la misma Iglesia visibles e invisibles. Y porque despus que fund el Altsimo estaciudad de Mara franque liberalmente sus tesoros y por ella quiso llamar a todos los mortales al conocimiento de smismo y a la eterna felicidad sin excepcin de gentiles, judos, ni brbaros, sin diferencia de naciones y de estados, poreso edific esta ciudad santa con doce puertas a todas las cuatro partes del mundo sin diferencia. Y en ellas puso losdoce ngeles que llamasen y convidasen a todos los hijos de Adn, y en especial despertasen a todos a la devocin ypiedad de su Reina; y los nombres de las doce tribus en estas puertas, para que ninguno se tenga por excluido delrefugio y sagrado de esta Jerusaln divina y todos entiendan que Mara santsima tiene escritos sus nombres en elpecho y en los mismos favores que recibi del Altsimo para ser Madre de clemencia y misericordia y no de la justicia.

    28. El muro de esta ciudad tena doce fundamentos y en ellos estaban los nombres de los doce Apstoles delCordero (Ap 21,14) Cuando nuestra gran Madre y Maestra estuvo a la diestra de su Hijo y Dios verdadero en el trono desu gloria y se ofreci a volver al mundo para plantar la Iglesia, entonces el mismo Seor la encarg singularmente elcuidado de los apstoles y grab sus nombres en el inflamado y candidsimo corazn de esta divina Maestra y en l sehallaran escritos si fuera posible que le viramos. Y aunque entonces ramos solos once los apstoles, vino escrito enlugar de Judas, San Matas, tocndole esta suerte de antemano. Y porque del amor y sabidura de esta Seora sali ladoctrina, la enseanza, la firmeza y todo el gobierno con que los doce apstoles y San Pablo fundamos la Iglesia y laplantamos en el mundo, por esto escribi los nombres de todos en los fundamentos de esta ciudad mstica de Marasantsima, que fue el apoyo y fundamento en que se aseguraron los principios de la Santa Iglesia y de sus fundadoreslos apstoles. Con su doctrina nos ense, con su sabidura nos ilustr, con su caridad nos inflam, con su paciencianos toler, con su mansedumbre nos atraa y con su consejo nos gobernaba, con sus avisos nos prevena y con supoder divino, de que era dispensadora, nos libraba de los peligros. A todos acuda como a cada uno de nosotros y acada uno como a todos juntos. Y los apstoles tuvimos patentes las doce puertas de esta ciudad santa ms que todoslos otros hijos de Adn. Y mientras vivi por nuestra Maestra y amparo jams se olvid de alguno de nosotros, sinoque en todo lugar y tiempo nos tuvo presentes y nosotros tuvimos su defensa y proteccin, sin faltarnos en algunanecesidad y trabajo. Y de esta grande y poderosa Reina y por ella participamos y recibimos todos los beneficios,gracias y dones que nos comunic el brazo del Altsimo, para ser idneos ministros del Nuevo Testamento (2 Cor 3,6). Ypor todo esto estaban nuestros nombres en los fundamentos del muro de esta ciudad mstica, la beatsima Mara.

    29. Y el que hablaba conmigo tena una medida de oro, como caa para medir la ciudad, sus puertas y su muro. Y laciudad est puesta en cuadrngulo, con igual longitud y latitud. Y midi la ciudad con la caa de oro, con que tenadoce mil estadios. Y su longitud, latitud y altura eran iguales. (Ap 21,15-16) Para que yo entendiese la magnitud inmensade esta ciudad santa de Dios, la midi en mi presencia el mismo que me hablaba. Y para medirla tena en la mano unavara o caa de oro, que era el smbolo de la humanidad deificada con la persona del Verbo y de sus dones, gracia ymerecimientos, en que se encierra la fragilidad del ser humano y terreno y la inmutabilidad preciosa e inestimable delser divino que realzaba a la humanidad y sus merecimientos. Y aunque esta medida exceda tanto a lo mensurado, perono se hallaba otra en el cielo ni en la tierra con que medir a Mara santsima y su grandeza fuera de la de su Hijo yDios verdadero, porque todas las criaturas humanas y anglicas eran inferiores y desiguales para investigar y medir estaciudad mstica y divina. Pero medida con su Hijo, era proporcionada con l, como Madre digna suya, sin faltarle cosa

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 10

  • alguna para esta proporcionada dignidad. Y su grandeza contena doce mil estadios, con igualdad por todas cuatrosuperficies de su muro, que cada lienzo contena doce mil de largo y de alto, con que vena a estar en cuadro ycorrespondencia muy igual. Tal era la grandeza e inmensidad y correspondencia de los dones y excelencias de estagran Reina, que si los dems santos lo recibieron con medida de cinco o dos talentos, pero ella de doce mil cada uno,excedindonos a todos con inmensa magnitud. Y aunque fue medida con esta proporcin cuando baj del no ser al seren su Inmaculada Concepcin, prevenida para Madre del Verbo eterno, pero en esta ocasin que baj del cielo aplantar la Iglesia fue medida otra vez con la proporcin de su Unignito a la diestra del Padre y se hall con lacorrespondencia ajustada para tener all aquel lugar y volver a la Iglesia para hacer el oficio de su mismo Hijo yReparador del mundo.

    30. Y la fbrica del muro era de piedra de jaspe; pero la ciudad era de oro finsimo, semejante al vidrio puro ylimpio. Y sus fundamentos estaban adornados con todo gnero de piedras preciosas. (Ap 21,18-19) Las obras ycompostura exterior de Mara santsima, que se manifestaban a todos como en la ciudad se manifiesta el muro que larodea, todas eran de tan hermosa variedad y admiracin a los que la miraban y comunicaban, que slo con su ejemplovenca y atraa los corazones y con su presencia ahuyentaba los demonios y deshaca todas sus fantsticas ilusiones,que por eso el muro de esta ciudad santa era de jaspe. Y con su proceder y obrar en lo exterior hizo nuestra Reinamayores frutos y maravillas en la primitiva Iglesia, que todos los apstoles y santos de aquel siglo. Pero lo interior deesta divina ciudad era finsimo oro de inexplicable caridad, participada de la de su mismo Hijo, y tan inmediata a ladel ser infinito que pareca un rayo de ella misma. Y no slo era esta ciudad de oro levantado en lo precioso, sinotambin era como vidrio claro, puro y transparente, porque era un espejo inmaculado en que reverberaba la mismadivinidad, sin que en ella se conociese otra cosa fuera de esta imagen. Y a ms de esto era como una tabla cristalina enque estaba escrita la ley del Evangelio, para que por ella y en ella se manifestase al mundo todo, y por eso era devidrio claro y no de piedra oscura (Ex 31,18) como las de Moiss para un pueblo solo. Y los fundamentos que sedescubran en el muro de esta gran ciudad todos eran de preciosas piedras, porque la fund el Altsimo de su mano,como poderoso y rico, sin tasa ni medida, sobre lo ms precioso, estimable y seguro de sus dones, privilegios yfavores, significados en las piedras de mayor virtud, estimacin, riqueza y hermosura que se conoce entre las criaturas.Vase en el captulo 19 de la primera parte, libro primero (Cf. supra p.I n.285-296).

    31. Y las puertas de la ciudad, cada una era una preciosa margarita. Doce puertas, doce margaritas, y la plaza orolucidsimo como el vidrio. Y no haba templo en ella, porque su templo es el mismo Dios omnipotente y el Cordero.(Ap 21,21-22) El que llegare a esta ciudad santa de Mara para entrar en ella por fe, esperanza, veneracin, piedad ydevocin, hallar la preciosa margarita que le haga dichoso, rico y prspero en esta vida y en la otra bienaventuradopor su intercesin. Y no sentir horror de entrar en esta ciudad de refugio, porque sus puertas son amables y decodicia, como preciosas y ricas margaritas, para que ninguno de los mortales tenga excusa si no se valiere de Marasantsima y de su dulcsima piedad con los pecadores, pues nada hubo en ella que dejase de atraerlos a s y al caminode la eterna vida. Y si las puertas son tan ricas y llenas de hermosura a quien llegase, ms lo ser el interior que es laplaza de esta admirable ciudad, porque es de finsimo oro y muy lucido, de ardentsimo amor y deseo de admitir atodos, enriquecerlos con los tesoros de la felicidad eterna. Y para esto se manifiesta a todos con su claridad y luz, yninguno hallar en ella tinieblas de falsedad o engao. Y porque en esta ciudad santa de Mara vena el mismo Diospor especial modo y el Cordero, que es su Hijo sacramentado, que la llenaban y ocupaban, por esto no vi en ella otrotemplo ni propiciatorio ms que al mismo Dios omnipotente y al Cordero. Ni tampoco era necesario que en esta ciudadse hiciera templo para que orase y pidiese con acciones y ceremonias como en los dems, que para sus splicas van alos templos, porque el mismo Dios y su Hijo eran su templo y estaban atentos y propicios para todas sus peticiones,oraciones y ruegos que por los fieles de la Iglesia ofreca.

    32. Y no tena necesidad de luz del sol ni de la luna, porque la claridad de Dios la daba luz y su lucerna es elCordero. (Ap 21,23). Despus que nuestra Reina volvi al mundo de la diestra de su Hijo santsimo, no fue ilustrado suespritu con el modo comn de los santos, ni como el que tuvo antes de la Ascensin, sino que, en recompensa de lavisin clara y fruicin de que careca para volver a la Iglesia militante, se le concedi otra visin abstractiva y continuade la divinidad, a que corresponda otra fruicin proporcionada. Y con este especial modo participaba del estado de loscomprensores, aunque estaba en el de viadora (Criatura racional que est en esta vida y aspira y camina a la eternidad.). Y fuera de este beneficiorecibi tambin otro, que su Hijo santsimo sacramentado en las especies del pan persever siempre en el pecho deMara como en su propio sagrario, y no perda estas especies sacramentales hasta que reciba otras de nuevo. Demanera que mientras vivi en el mundo despus que descendi del cielo, tuvo consigo siempre a su Hijo santsimo y

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 11

  • Dios verdadero sacramentado. Y en s misma le miraba con una particular visin que se le concedi, para que le viesey tratase, sin buscar fuera de s misma su real presencia. En su pecho le tena, para decir con la Esposa: Le tengo y nolo dejar (Cant 3,4). Con estos favores ni pudo haber noche en esta ciudad santa, en que alumbrase la gracia como luna,ni tuvo necesidad de otros rayos del sol de justicia, porque le tena todo con plenitud y no por partes como los demssantos.

    33. Y caminarn las gentes en su resplandor, y los reyes de la tierra llevarn a ella su gloria y su honor (Ap 21,24).Ninguna excusa ni disculpa tendrn los desterrados hijos de Eva, si con la divina luz que Mara santsima ha dado almundo no caminaren a la verdadera felicidad. Para que ilustrase su Iglesia, la envi del cielo su Hijo y Redentor en susprimeros principios y la dio a conocer a los primognitos de la Iglesia Santa. Despus de la sucesin de los tiempos haido manifestando su grandeza y santidad por medio de las maravillas que esta gran Reina ha obrado en innumerablesfavores y beneficios que de su mano han recibido los hombres. Y en estos ltimos siglos que son los presentes dilatarsu gloria y la dar a conocer de nuevo con mayor resplandor, por la excesiva necesidad que tendr la Iglesia de supoderosa intercesin y amparo para vencer al mundo, al demonio y a la carne, que por culpa de los mortales tomarnmayor imperio y fuerzas, como ahora las tienen para impedir les la gracia y hacerlos ms indignos de la gloria. Contrala nueva malicia de Lucifer y sus seguidores quiere oponer el Seor los mritos y peticiones de su Madre pursima y laluz que enva al mundo de su vida y poderosa intercesin, para que sea refugio y sagrado de los pecadores y todoscaminen y vayan a l por este camino tan recto y seguro y lleno de resplandor.

    34. Y si los reyes y prncipes de la tierra caminasen con esta luz y llevasen su honor y gloria a esta ciudad santa deMara y en exaltar su nombre y el de su Hijo santsimo empleasen la grandeza, potestad, riquezas y potencia de susestados, asegrense que si con este norte se gobernasen mereceran ser encaminados con el amparo de esta supremaReina en el ejercicio de sus dignidades y con grande acierto gobernaran sus estados o monarquas. Y para renovar estaconfianza en nuestros catlicos prncipes, profesores y defensores de la santa fe, les hago manifiesto lo que ahora y enel discurso de esta Historia se me ha dado a entender para que as lo escriba. Esto es, que el supremo Rey de los reyesy Reparador de las monarquas ha dado a Mara santsima especial ttulo de Patrona, Protectora y Abogada de estosreinos catlicos. Y con este singular beneficio determin el Altsimo prevenir el remedio de las calamidades y trabajosque al pueblo cristiano por sus pecados le haban de sobrevenir y afligir y sucedera en estos siglos presentes como condolor y lgrimas lo experimentamos. El dragn infernal ha convertido su saa y furor contra la Santa Iglesia,conociendo el descuido de sus cabezas y de los miembros de este cuerpo mstico y que todos aman la vanidad ydeleite. Y la mayor parte de estas culpas y de su castigo toca a los ms catlicos, cuyas ofensas, como de hijos, sonms pesadas, porque saben la voluntad de su Padre celestial que habita en las alturas y no la quieren cumplir ms quelos extraos. Y sabiendo tambin que el reino de los cielos padece fuerza y se alcanza con violencia (Mt 11,12), ellos sehan entregado al ocio, a las delicias y a contemporizar con el mundo y la carne. Este peligroso engao del demoniocastiga el justo Juez por mano del mismo demonio, dndole por sus justos juicios licencia para que aflija a la IglesiaSanta y azote con rigor a sus hijos.

    35. Pero el Padre de las misericordias que est en los cielos no quiere que las obras de su clemencia sean del todoextinguidas y para conservarlas nos ofrece el remedio oportuno de la proteccin de Mara santsima, sus continuosruegos, intercesin y peticiones, con que la rectitud de la justicia divina tuviese algn ttulo y motivo conveniente parasuspender el castigo riguroso que merecemos y nos amenaza, si no procuramos granjear la intercesin de esta granReina y Seora del cielo, para que desenoje a su Hijo santsimo justamente indignado y nos alcance la enmienda de lospecados, con que provocamos su justicia y nos hacemos indignos de su misericordia. No pierdan la ocasin losprncipes catlicos y los moradores de estos reinos cuando Mara santsima les ofrece los das de la salud y el tiempoms aceptable de su amparo (2 Cor 6,2). Lleven a esta Seora su honor y gloria, dndosela toda a su Hijo santsimo y aella por el beneficio de la fe Catlica que les ha hecho, conservndola hasta ahora en sus monarquas tan pura, con quehan testificado al mundo el amor tan singular que Hijo y Madre santsimos tienen a estos reinos y el que manifiestanen darles este aviso saludable. Procuren, pues, emplear sus fuerzas y grandeza en dilatar la gloria y exaltacin delnombre de Cristo por todas las naciones y el de Mara santsima. Y crean que ser medio eficacsimo para obligar alHijo engrandecer a la Madre con digna reverencia y dilatarla por todo el universo, para que sea venerada y conocidade todas las naciones.

    36. En mayor testimonio y prueba de la clemencia de Mara santsima, aade el evangelista: Que las puertas de estaJerusaln divina no estaban cerradas ni por el da ni por la noche; para que todas las gentes lleven a ella su gloria y

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 12

  • honra. (Ap 21,25-26) Nadie, por pecador y tardo que haya sido, por infiel y pagano, llegue con desconfianza a las puertasde esta Madre de misericordia, que quien se priva de la gloria que gozaba a la diestra de su Hijo para venir asocorrernos no podr cerrar las puertas de su piedad a quien llegare a ellas por su remedio con devoto corazn. Yaunque llegare en la noche de la culpa o en el da de la gracia y a cualquier hora de la vida, siempre ser admitido ysocorrido. Si el que llama a media noche a las puertas del amigo que de verdad lo es le obliga por la necesidad o porla importunidad a que se levante y le socorra dndole los panes que pide (Lc 11,8 (A.)), qu har la que es Madre y tanpiadosa que llama, espera y convida con el remedio? No aguardar que seamos importunos, porque es presta enatender a los que la llaman, oficiosa en responder y toda suavsima y dulcsima en favorecer y liberal en enriquecer. Esel fomento de la misericordia, motivo para usar el Altsimo de ella y puerta del cielo para que entremos a la gloria porsu intercesin y ruegos. Nunca entr en ella cosa manchada ni engaosa (Ap 21,27). Nunca se turb, ni admitiindignacin ni odio con los hombres, no se hall en ella jams engao, culpa ni defecto, nada le falta de cuanto sepuede desear para remedio de los mortales. No tenemos excusa ni descargo, si no llegamos con humildereconocimiento, que como es pura y limpia tambin nos purificar y limpiar a nosotros. Tiene la llave de las fuentesdel Redentor, de que dice Isaas (Is 12,3) saquemos agua, y su intercesin, obligada de nuestros ruegos, vuelve la llave ysalen las aguas para lavarnos ampliamente y admitirnos en su felicsima compaa y de su Hijo y Dios verdadero portodas las eternidades.

    Doctrina que me dio la gran Reina y Seora de los ngeles.

    37. Hija ma, te quiero manifestar para tu aliento y de mis siervos que has escrito los misterios de estos captulos conagrado y aprobacin del Altsimo, cuya voluntad es que se manifieste al mundo lo que yo hice por la Iglesia volviendoa ella desde el cielo empreo para ayudar a los fieles, y tambin el deseo que tengo de socorrer a los catlicos que sevalieren de mi intercesin y amparo, como el Altsimo me lo encarg, y yo con maternal afecto se le ofrezco a ellos.Tambin ha sido especial el gozo de los santos, y entre ellos de mi hijo Juan, que hayas declarado el que tuvierontodos cuando sub con mi Hijo y mi Seor a los cielos acompandole en su Ascensin, porque ya es tiempo que loentiendan los hijos de la Iglesia y conozcan ms expresamente la grandeza de beneficios a que me levant elTodopoderoso y se levanten ellos en su esperanza, estando ms capaces de lo que les puedo y quiero favorecer, porqueme compadezco como madre amorosa de ver a mis hijos tan engaados del demonio y oprimidos de su tirana a queciegamente se han entregado. Otros grandes sacramentos encerr Juan mi siervo en el captulo 21 y en el 12 delApocalipsis de los beneficios que me hizo el Altsimo, y de todos has declarado en esta Historia lo que puedenconocer ahora los fieles para su remedio por mi intercesin, y ms escribirs adelante.

    38. Pero desde luego para ti has de coger el fruto de todo lo que has entendido y escrito. Y en primer lugar, te debesadelantar en el cordial afecto y devocin que conmigo tienes y en una firmsima esperanza de que yo ser tu amparoen todas tus tribulaciones y te encaminar en tus obras y que las puertas de mi clemencia estarn para ti patentes ytambin para todos cuantos t me encomendares, si fueres la que yo quiero y tal como te deseo. Y para esto te advierto,carsima, y te aviso que, como yo fui renovada en el cielo por el poder divino para volver a la tierra y obrar en ella connuevo modo y perfeccin, as el mismo Seor quiere que t seas renovada en el cielo de tu interior y en el retiro ysuperior de tu espritu y en la soledad de los ejercicios donde te has recogido para escribir lo que resta de mi vida. Yno entiendas se ha ordenado sin especial providencia, como lo conocers ponderando lo que precedi en ti para darprincipio a esta tercera parte, como lo has escrito. Ahora, pues, que sola y desocupada del gobierno y conversacin detu casa te doy esta doctrina, es razn que con el favor de la divina gracia te renueves en la imitacin de mi vida y enejecutar en ti cuanto es posible lo que conoces en m. Esta es la voluntad de mi Hijo santsimo, la ma y tus mismosdeseos. Oye, pues, mi enseanza y cete de fortaleza, determina con eficacia tu voluntad, para ser atenta, fervorosa,oficiosa, constante y diligentsima en el agrado de tu Esposo y Seor. Acostmbrate a no perderle jams de tu vistacuando desciendas a la comunicacin de las criaturas y a las obras de Marta. Yo ser tu maestra, los ngeles teacompaarn, para que con ellos y sus inteligencias alabes continuamente al Seor, y Su Majestad te dar su virtud,para que pelees sus batallas con sus enemigos y tuyos. No te hagas indigna de tantos bienes y favores.

    CAPITULO 4

    Regresar al Principio

    Despus de tres das que Mara santsima descendi del cielo se manifiesta y habla en su persona a los apstoles, la

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 13

  • visita Cristo nuestro Seor y otros misterios hasta la venida del Espritu Santo.

    39. Advierto de nuevo a los que leyeren esta Historia que no extraen los ocultos sacramentos de Mara santsima queen ella vieren escritos, ni los tengan por increbles por haberlos ignorado el mundo hasta ahora, porque a ms de quetodos caben digna y convenientemente en esta gran Reina, aunque la Santa Iglesia hasta ahora no haya tenido historiasautnticas de las obras maravillosas que hizo despus de la Ascensin de su Hijo santsimo, no podemos negar queseran muchas y muy grandiosas, pues quedaba por maestra, protectora y madre de la ley evanglica, que se introducaen el mundo debajo de su amparo y proteccin. Y si para este ministerio la renov el altsimo Seor, como se ha dicho,y en ella emple todo el resto de su omnipotencia, ningn favor o beneficio por grande que sea se le ha de negar a laque fue nica y singular, como no disuene de la verdad Catlica.

    40. Estuvo tres das en el cielo gozando de la visin beatfica, como dije en el primer captulo (Cf. supra n.3), y descendi ala tierra el da que corresponde al domingo despus de la Ascensin, que llama la Santa Iglesia infraoctava de la fiesta.Estuvo en el cenculo otros tres das gozando de los efectos de la visin de la divinidad y templndose losresplandores con que vena de las alturas, conociendo el misterio slo el evangelista Juan, porque no convenamanifestar este secreto a los dems apstoles por entonces ni ellos estaban harto capaces para l. Y aunque asista conellos, se les encubra su refulgencia los tres das que la tuvo en la tierra, y fue as conveniente, pues el mismoevangelista a quien se le concedi este favor cay en tierra postrado cuando lleg a su presencia, como arriba se dijo(Cf. supra n.6), aunque fue confortado con especial gracia para la primera vista de su beatsima Madre. Tampoco fueconveniente que luego y repentinamente le quitase el Seor a nuestra gran Reina la refulgencia y los dems efectosexteriores e interiores con que vena desde su gloria y trono, sino que con orden de su sabidura infinita fuese poco apoco remitiendo aquellos dones y favores tan divinos, para que volviese el virginal cuerpo al estado visible ms comnen que pudiera conversar con los apstoles y con los otros fieles de la Santa Iglesia.

    41. Dejo asimismo advertido arriba (Cf. supra p.II n.1512) que esta maravilla de haber estado Mara santsima personalmenteen el cielo no contradice a lo que est escrito en los Actos apostlicos (Act 1,14 (A.)), que los apstoles y mujeres santasperseveraron unnimes en oracin con Mara Madre de Jess y sus hermanos despus que Su Majestad subi a loscielos. La concordia de este lugar con lo que he dicho es clara, porque San Lucas escribi aquella historia segn lo quel y los apstoles vieron en el cenculo de Jerusaln y no el misterio que ignoraba. Y como el cuerpo pursimo estabaen dos partes, aunque la atencin y el uso de las potencias y sentidos fuese ms perfecto y real en el cielo, es verdadque asista con los apstoles y que todos la vean. Y a ms de esto, se verifica que Mara santsima perseveraba conellos en oracin, porque desde el cielo los vea y una su oracin y peticiones con todos los moradores del santocenculo, y en la diestra de su Hijo santsimo se las present y alcanz para ellos la perseverancia y otros grandesfavores del Altsimo.

    42. Los tres das que estuvo esta gran Seora en el cenculo gozando de los efectos de la gloria y en el nterin que seiban templando los resplandores de su redundancia, se ocup en encendidos y divinos afectos de amor, deagradecimiento y de inefable humildad, que no hay trminos ni razones para manifestar lo que de este sacramento heconocido, aunque ser muy poco respecto de la verdad. En los mismos ngeles y serafines que la asistan caus nuevaadmiracin, y con ella conferan entre s mismos cul era mayor maravilla, haber levantado el brazo poderoso delAltsimo a una pura criatura a tantos favores y grandeza o el ver que despus de hallarse tan levantada y enriquecidade gracia y gloria sobre todas las criaturas se humillase, reputndose por la ms nfima entre ellas. Con esta admiracinconoc que los mismos serafines estaban como suspensos - a nuestro modo de entender - mirando a su Reina en lasobras que haca, y hablando unos con otros decan: Si los demonios antes de su cada llegaran a conocer este raroejemplo de humildad, no fuera posible que a vista suya se levantaran en su soberbia. Esta nuestra gran Seora es laque sin defecto, sin mengua, no por partes, sino con toda plenitud, llen los vacos de la humildad de todas lascriaturas. Ella sola ponder dignamente la majestad y sobre eminente grandeza del Criador y la poquedad de todo locriado. Ella es la que sabe cundo y cmo ha de ser obedecido y venerado, y como lo sabe lo ejecuta. Es posible queentre las espinas que sembr el pecado en los hijos de Adn produjese la tierra este candidsimo lirio de tanto agradopara su Criador y fragancia para los mortales (Cant 2,2; 6,1 (A.)), y que del desierto del mundo, yermo de la gracia y todoterreno, se levantase tan divina criatura, tan afluente de las divinas delicias del Todopoderoso (Cant 8,5)? Eternamente seaalabado en su sabidura y bondad, que form tal criatura tan ordenada y admirable para santa emulacin de nuestranaturaleza, para ejemplo y gloria de la humana. Y t, bendita entre las mujeres, sealada y escogida entre todas lascriaturas, seas bendita, conocida y alabada de todas las generaciones. Goces por toda la eternidad de la excelencia que

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 14

  • te dio tu Hijo y nuestro Criador. Tenga en ti su agrado y complacencia, por la hermosura de tus obras y prerrogativas;quede saciada en ellas la inmensa caridad con que desea la justificacin de todos los hombres. T por todos le dessatisfaccin y mirndote a ti sola no le pesar haber criado a los dems ingratos. Y si ellos le irritan y desobligan, t leaplacas y le haces propicio y caricioso. Y no admiramos que tanto favorezca a los hijos de Adn, pues t, Seora yReina nuestra, vives con ellos y son de tu pueblo.

    43. Con estas alabanzas y otros muchos cnticos que hacan los santos ngeles celebraron la humildad y obras de Marasantsima despus que descendi del cielo, y en algunos de estos loores altern ella con sus respuestas. Antes que ladejasen en el cenculo los que volvieron al cielo despus de haberla acompaado y pasados los tres das que estuvo enl sabiendo slo San Juan los resplandores que la cercaban conoci que ya era tiempo de tratar y conversar con losfieles. Lo hizo as y mir a los apstoles y discpulos con gran ternura como piadosa Madre, y acompandolos en laoracin que hacan los ofreci con lgrimas a su Hijo santsimo y pidi por ellos y por todos los que en los futurossiglos haban de recibir la santa Fe Catlica y la gracia. Y desde aquel da, sin omitir alguno de los que vivi en laSanta Iglesia, pidi tambin al Seor que acelerase los tiempos en que se haban de celebrar en ella las festividades desus misterios, como en el cielo se le haba manifestado de nuevo. Pidi tambin que Su Majestad enviase al mundo losvarones de levantada y sealada santidad para la conversin de los pecadores, de que tena la misma ciencia. Y enestas peticiones era tanto el ardor de la caridad con los hombres, que naturalmente la quitara la vida, y para alentarla ymoderar la fuerza de estos anhelos muchas veces le envi su Hijo santsimo uno de los serafines ms supremos que larespondiese y dijese que se cumpliran sus deseos y peticiones, declarndola el orden que la divina Providencia habade guardar en esto para mayor utilidad de los mortales.

    44. Con la visin de la divinidad, de que gozaba por el modo abstractivo que tengo dicho (Cf. supra n.32), era tan inefable elincendio de amor que padeca aquel castsimo y pursimo corazn, que sin comparacin exceda a los ms inflamadosserafines, inmediatos al trono de la divinidad. Y cuando alguna vez descenda un poco de los efectos de esta divinallama, era para mirar la humanidad de su Hijo santsimo, porque ninguna especie de otras cosas visibles reconoca ensu interior, salvo cuando actualmente trataba con los sentidos a las criaturas. Y en esta noticia y memoria de su amadoHijo senta algn natural cario de su ausencia, aunque moderado y perfectsima, como de madre prudentsima. Perocomo en el corazn del Hijo corresponda el eco de este amor, se dejaba herir de los deseos de su amantsima Madre,cumplindose a la letra lo que dijo en los Cantares (Cant 6,4 (A.)), le hacan volar y le traan a la tierra los ojos con que lemiraba su querida Madre y Esposa.

    45. Sucedi esto muchas veces, como dir adelante (Cf. infra n.213,347,357.598,619,631,646,656,665,etc.), y la primera fue en uno de lospocos das que pasaron despus que la gran Seora descendi del cielo, antes de la venida del Espritu Santo, an noseis das despus que conversaba con los apstoles. En este breve espacio descendi Cristo nuestro Salvador enpersona a visitarla y llenarla de nuevos dones y consolacin inefable. Estaba la candidsima paloma adolecida de amory con aquellos deliquios que ella confes causaba la caridad bien ordenada en la oficina del Rey (Cant 2,4-5 (A.)). Y SuMajestad, llegando a ella en esta ocasin, la reclin sobre su pecho en la mano siniestra de su deificada humanidad ycon la diestra de la divinidad la ilumin y enriqueci y la ba toda de nuevas influencias con que la vivific yfortaleci. All descansaron las ansias amorosas de esta cierva herida, bebiendo a satisfaccin en las fuentes delSalvador y fue refrigerada y fortalecida para encenderse ms en la llama de su fuego amoroso que jams se extingui.Cur quedando ms herida de esta dolencia, fue sana enfermando de nuevo y recibi vida para entregarse ms a lamuerte de su afecto, porque este linaje de dolencia ni conoce otra medicina ni admite otro remedio. Y cuando ladulcsima Madre con este favor cobr algn esfuerzo y se le concedi el Seor a la parte sensitiva, se postr ante SuReal Majestad y de nuevo le pidi la bendicin con profunda humildad y fervoroso agradecimiento por el favor querecibi con su vista.

    46. Estaba la prudentsima Seora desimaginada de este beneficio, no slo por haber tan poco tiempo careca de lapresencia humana de su santsimo Hijo, sino porque Su Majestad no le declar cundo la visitara y su altsimahumildad no la dejaba pensar que la dignacin divina se inclinara a darla aquel consuelo. Y como sta fue la primeravez que la recibi, fue mayor la admiracin con que qued ms humillada y aniquilada en su estimacin. Estuvo cincohoras gozando de la presencia y regalos de su Hijo santsimo, y nadie de los apstoles conoci entonces este beneficio,aunque en el semblante con que vieron a la divina Reina y en algunas acciones sospecharon tena novedad admirable,pero ninguno se atrevi a preguntarle la causa por el temor y reverencia con que la miraban. Para despedirse de suHijo pursimo al tiempo que conoci se quera volver a los cielos, se postr de nuevo en tierra, pidindole otra vez su

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 15

  • bendicin y licencia para que si alguna la visitase como entonces reconociese en su presencia los defectos que cometaen ser agradecida y darle el retorno que deba a sus beneficios. Hizo esta peticin, porque el mismo Seor la ofrecaque la visitara algunas veces en su ausencia y porque antes de la subida a los cielos, cuando vivan juntos,acostumbraba la humilde Madre a postrarse ante su Hijo y Dios verdadero, reconocindose indigna de sus favores ytarda en recompensarlos, como en la segunda parte queda dicho (Cf. supra p.II n.698, 989, 921,1028). Y aunque no pudo acusarse dealguna culpa, porque ninguna cometi la que era Madre de la santidad, ni tampoco con ignorancia se persuadi a quela tena porque era Madre de la sabidura, pero dio el Seor lugar a su humildad, amor y ciencia, para que llegase a ladigna ponderacin de la deuda que como pura criatura tena a Dios como a Dios, y con este altsimo conocimiento yhumildad le pareca poco todo lo que haca en retorno de tan soberanos beneficios. y esta desigualdad atribua a smisma y aunque no era culpa quera confesar la inferioridad del ser terreno comparado con la divina excelencia.

    47. Pero entre los inefables misterios y favores que recibi desde el da de la Ascensin de su Hijo Jess Salvadornuestro, fue admirable la atencin que esta prudentsima Maestra tuvo para que los apstoles y dems discpulos sepreparasen dignamente para recibir al Espritu Santo. Conoca la gran Reina cun estimable y divino era este beneficioque les prevena el Padre de las lumbres y conoca tambin el cario sensible de los apstoles con la humanidad de suMaestro Jess y que los embarazara algo la tristeza que padecan por su ausencia. Y para reformar en ellos estedefecto y mejorarlos en todo, como piadosa Madre y poderosa Reina, en llegando al cielo con su Hijo santsimodespach otro de sus ngeles al cenculo para que les declarase su voluntad y la de su Hijo, que era se levantasen a ssobre s y estuviesen ms donde amaban por fe al ser de Dios que donde animaban que eran los sentidos, y que no sedejasen llevar de la vista sola de la humanidad, sino que les sirviese de puerta y camino para pasar a la divinidad,donde se halla adecuada satisfaccin y reposo. Mand la divina Reina al santo ngel que todo esto les inspirase ydijese a los apstoles. Y despus que la prudentsima Seora descendi de las alturas, los consol en su tristeza y losalent en el desmayo que tenan, y cada da una hora les hablaba y la gastaba en declararles los misterios de la fe quesu Hijo santsimo le haba enseado. Y no lo haca en forma de magisterio sino como confirindolo, y les aconsejhablasen ellos otra hora confiriendo los avisos y promesas, doctrina y enseanza de su divino Maestro Jess y que otraparte del da rezasen vocalmente el Pater Noster y algunos salmos y que lo dems gastasen en oracin mental y a latarde tomasen algn alimento de pan y peces y el sueo moderado. Y con esta oracin y ayuno se dispusiesen pararecibir al Espritu Santo que vendra sobre ellos.

    48. Desde la diestra de su Hijo santsimo cuidaba la vigilante Madre de aquella dichosa familia, y para dar a todas lasobras el supremo grado de perfeccin, aunque hablaba despus de bajar del cielo a los apstoles, nunca lo hizo sin queSan Pedro o San Juan se lo mandasen. Y pidi y alcanz de su Hijo santsimo que as se lo inspirase a ellos, paraobedecerlos como a sus vicarios y sacerdotes, y lodo se cumpla como la Maestra de la humildad prevena, y despusobedeca como sierva, disimulando la dignidad de Reina y de Seera, sin atribuirse autoridad, dominio ni superioridadalguna, sino obrando como inferior a todos. Con este modo hablaba a los apstoles y con los otros fieles. Y en aquellosdas les declar el misterio de la Santsima Trinidad con trminos muy altos e incomprensibles, pero inteligibles yacomodados al entender de todos. Luego les declar el misterio de la unin hiposttica y todos los de la Encarnacin yotros muchos de la doctrina que haban odo de su Maestro, y cmo para mayor inteligencia seran ilustrados por elEspritu Santo cuando le recibiesen.

    49. Les ense a orar mentalmente, declarndoles la excelencia y necesidad de esta oracin y que en la criaturaracional el principal oficio y ms noble ocupacin ha de ser levantarse con el entendimiento y voluntad sobre todo locriado al conocimiento y amor divino, y que ninguna otra cosa ni ocupacin se debe anteponer ni interponer para queel alma se prive de este bien, que es el supremo de la vida y el principio de la felicidad eterna. Les ense tambincmo deban agradecer al Padre de las misericordias el habernos dado a su Unignito por nuestro Reparador y Maestroy el amor con que nos haba redimido a costa de su pasin y muerte Su Majestad, y porque a ellos que eran susapstoles los haba escogido entre los dems hombres para su compaa y fundamentos de su Santa Iglesia. Con estasexhortaciones y enseanza ilustr la divina Madre los corazones de los once apstoles y de los otros discpulos y losfervoriz y dispuso para que estuviesen idneos y prevenidos a recibir al Espritu Santo y sus divinos efectos. Y comopenetraba sus corazones y conoca la condicin y natural de cada uno a todos se acomodaba, como la necesidad decada cual lo peda, segn su gracia y espritu, para que con alegra, consuelo y fortaleza obrasen las virtudes, y en lasexteriores les advirti hiciesen humillaciones, postraciones y otras acciones de culto y reverencia, adorando a lamajestad y grandeza del Altsimo.

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 16

  • 50. Todos los das por la maana y tarde iba a pedir la bendicin a los apstoles, primero a San Pedro como cabeza yluego a San Juan y a los dems por sus antigedades. Al principio se queran retirar todos de hacer esta ceremonia conMara santsima, porque la miraban como a Reina y Madre de su Maestro Jess, pero la prudentsima Seora losoblig, para que todos la bendijesen como sacerdotes y ministros del Altsimo, declarndoles esta suprema dignidad yel oficio que por ella les tocaba, la suma reverencia y respeto que se les deba. Y como esta competencia vena a sersobre quin ms se humillaba, era cierto que la Maestra de la humildad haba de quedar victoriosa y los discpulosvencidos y enseados con su ejemplo. Por otra parte las palabras de Mara santsima eran tan dulces, ardientes yeficaces en mover los corazones de todos aquellos primeros fieles, que con una fuerza divina y suavsima los ilustrabay reduca a obrar todo lo ms santo y perfecto de las virtudes. Y reconociendo ellos estos admirables efectos en smismos, los conferan unos con otros y admirados decan: Verdaderamente en esta pura criatura hallamos la mismaenseanza, doctrina y consuelo que nos falt con la ausencia de su Hijo y nuestro Maestro. Sus obras y palabras, susconsejos y comunicacin llena de suavidad y mansedumbre, nos ensea y obliga, como lo sentamos con nuestroSalvador cuando nos hablaba y viva con nosotros. Ahora se encienden nuestros corazones con la doctrina yexhortaciones de esta admirable criatura, como nos suceda con las palabras de Jess nuestro Salvador. Sin duda quecomo Dios omnipotente ha depositado en la Madre de su Unignito la sabidura y virtud divina. Podemos ya enjugarlas lgrimas, pues para nuestra enseanza y consuelo nos dej tal Madre y Maestra y nos concedi tener con nosotrosesta viva arca del Testamento, donde deposit su ley, su vara de los prodigios, el man dulcsimo para nuestra vida yconsuelo.

    51. Si los sagrados apstoles y los dems hijos primitivos de la Santa Iglesia nos hubieran dejado escrito lo queconocieron y alcanzaron de la gran Seora Mara santsima y de su eminente sabidura como testigos de vista, lo quela oyeron, hablaron y comunicaron en tanto tiempo, con estos testimonios tuviramos noticia ms expresa de lasantidad y obras heroicas de la Emperatriz de las alturas y cmo en la doctrina que enseaba y en los efectos queobraba se conoca haberle comunicado su Hijo santsimo un linaje de virtud divina semejante a la suya; aunque en elSeor estaba como la fuente en su origen y en su beatsima Madre estaba como en el arcaduz o conducto por donde secomunicaba y comunica a todos los mortales. Pero los apstoles fueron tan felices y dichosos que bebieron las aguasdel Salvador y de la doctrina de su pursima Madre en su misma fuente, recibindolas por el sentido, como convenapara el ministerio y oficio que se les encargaba de fundar la Iglesia y plantar la fe del Evangelio por todo el orbe.

    52. Por la traicin y muerte del infeliz entre los nacidos, Judas, estaba su obispado, como dijo David (Sal 108,8 (A.)), devacante y era necesario que se proveyese en otro digno del apostolado, porque era voluntad del Altsimo que para lavenida del Espritu Santo estuviese cumplido el nmero de los doce, como el Maestro de la vida los haba numeradocuando los eligi. Este orden del Seor les declar Mara santsima a los once apstoles en una de las plticas que leshaca, y todos admitieron la proposicin y la suplicaron que como Madre y Maestra nombrase ella al que conociese porms digno e idneo para el apostolado. No lo ignoraba la divina Seora, porque tena escritos en su corazn losnombres de los doce con San Matas, como dije en el segundo captulo (Cf. supra n.28). Pero con su humilde y profundasabidura conoci que convena remitir aquella diligencia a San Pedro, para que comenzase a ejercer en la nuevaIglesia el oficio de Pontfice y cabeza, como vicario de Cristo, su autor y Maestro. Le orden al apstol que estaeleccin la hiciese en presencia de todos los discpulos y otros fieles, para que todos le viesen obrar como supremaCabeza de la Iglesia. Y as lo hizo San Pedro como lo orden la Reina.

    53. El modo de esta primera eleccin que se hizo en la Iglesia refiere San Lucas en el captulo 1 de los Hechosapostlicos (Act 1,15ss). Dice que en aquellos das que fueron entre la Ascensin y venida del Espritu Santo el apstol SanPedro, habiendo juntado los ciento y veinte que se hallaron tambin a la subida del Seor a los cielos, les hizo unapltica en que les declar cmo convena haberse cumplido la profeca de David de la traicin de Judas, la cual dejescrita en el salmo 40 (Sal 40,10), y cmo habiendo sido elegido entre los doce apstoles prevaric infelizmente y se hizocaudillo de los que prendieron a Jess y del precio por que le vendi le qued por posesin el campo que se comprcon l - que en la lengua comn llamaban Haceldama - y al fin como indigno de la misericordia divina se colg a smismo y revent por medio, derramando sus entraas. Como todo era notorio a cuantos estaban en Jerusaln; yconvena que fuese elegido otro en su lugar en el apostolado para testificar la Resurreccin del Salvador, conforme otraprofeca del mismo David (Sal 108,8); y ste que haba de ser elegido deba ser alguno de los que haban seguido a Cristosu Maestro en la predicacin desde el bautismo de San Juan.

    54. Acabada esta pltica y convenidos todos los fieles en que se hiciera eleccin del decimosegundo apstol, se remiti

    MISTICA CIUDAD DE DIOS - VIDA DE LA VIRGEN MARIA - PARTE 3 Pgina 17

  • a San Pedro el modo de la eleccin. Determin el apstol que de entre los sesenta y dos discpulos se nombrasen dos,que fueron Jos, llamado el Justo, y Matas, y entre los dos se sortease y se tuviese por apstol aquel a quien le cupiesela suerte. Aprobaron todos este modo de elegir, que entonces era muy seguro porque la virtud divina obraba grandesmaravillas para fundar la Iglesia. Y escribiendo los nombres de los dos cada uno en una cdula con el oficio dediscpulo y apstol de Cristo, los pusieron en un vaso que no se viese, y todos hicieron oracin pidiendo a Dioseligiese a quien fuera su santsima voluntad, pues conoca como Seor los corazones de todos. Luego San Pedro sacuna suerte en que estaba escrito: Matas, discpulo y apstol de Jess, y con alegra de todos fue reconocido yadmitido San Matas por legtimo apstol y los once le abrazaron. Y Mara santsima, que a todo estaba presente, lepidi la bendicin y a su imitacin lo hicieron los dems fieles y todos continuaron la oracin y ayuno hasta la venidadel Espritu Santo.

    Doctrina que me dio la Reina del cielo Mara santsima.

    55. Hija ma, te admiras con razn de los ocultos y soberanos favores que recib de la diestra de mi Hijo y de lahumildad con que los reciba y agradeca, de la caridad y atencin que entre este gozo tena a las necesidades de losapstoles y fieles de la Santa Iglesia. Tiempo es ya, carsima, de que en ti cojas el fruto de esta ciencia; ni t puedesahora entender ms, ni mi deseo en ti se extiende a menos que a tener una hija fiel que me imite con fervor y unadiscpula que me oiga y siga con todo el corazn. Enciende, pues, la luz de tu viva fe, con saber que yo soy tanpoderosa para favorecerte y ayudarte, y fa de m, que lo har sobre tus deseos y ser liberal sin escasez en llenarte degrandes bienes. Pero t