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OJOS SOBRE LA HISTORIA El Cardenismo en la actualidad

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OJOS SOBRE LA

HISTORIA

El Cardenismoen la actualidad

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Director generalZayra sanchez reyes

EdicionAurora diaz diaz

InvestigacionAna silvia diaz rodriguez

Area de inovaciony entrevistas

Carlos altamirano cordova

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Lázaro CardenasBiografía

Lázaro Cárdenas del Río (21 de mayo de 1895 - 19 de octubre de 1970) fue un general y es-tadista mexicano, Presidente de México del 1 de diciembre de 1934 al 30 de noviembre de 1940. Se destacó, entre otras acciones de gobierno, por la reforma agraria y la creación de los “ejidos” en el sector agropecuario mexi-cano; por la nacionalización de los recursos del subsuelo, en especial del petróleo, y por haber brindado asilo político a los exiliados españoles du-rante la guerra civil. Así como,

por haber consolidado las bases del funcionamiento del Partido Nacional Revolucio-nario y su proceso evolutivo, mediante la incorporación de las grandes centrales obreras, hacia el Partido de la Revolu-ción Mexicana, antecedentes del Partido Revolucionario Institucional. Nació en Jiquil-pan, Michoacán, México, al occidente del país; siendo hijo de Dámaso Cárdenas Pinedo y Felícitas del Río Amezcua. Fue el mayor de 8 hermanos. Tres hermanas (Angelina, Josefina y Margarita); y cuatro

hermanos (Dámaso, Alberto, Francisco y José Raymundo). En 1913 se incorporó a la fuer-zas revolucionarias de Martín Castrejón, después alcanzó el grado de general a los 25 años. De 1928 a 1930 fue gober-nador del estado mexicano de Michoacán. Fungió como Secretario de Gobernación en el gabinete del presidente Pascual Ortiz Rubio y como dirigente del Partido Nacional Revolucionario. Lázaro Cárde-nas murió víctima de cáncer en la Ciudad de México en 1970.

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Antecedentes del Cardenismo

En el decenio de los treinta México pasó por un radical proceso de transformación de su sector político. Para comen-zar, en 1929 se respondió al vacío de poder generado por el asesinato del presidente electo y caudillo mayor, Álvaro Obregón, con la creación de una institución que resolviera pacíficamente las aspiraciones y contiendas por la obtención

de las candidaturas a puestos de elección popular entre los políticos surgidos de la Revolución mexicana. Dicha institución, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), se con-formó a partir de la unificación de numerosos grupos, partidos y organizaciones regionales y sectoriales, los que conser-varían el control local –incluso se fortalecerían– a cambio de

formar parte disciplinada de la nueva estructura nacional Si bien la estrategia resultó exitosa y a partir de entonces desaparecieron las rebeliones preelectorales –aunque no las escisiones al interior de la insti-tución–, locierto es que pronto el PNR tuvo que modificar su naturaleza y su estructura. En efecto, apenas medio año después de creado la economía mundial sufrió la mayor crisis de su historia, con prontas y severas repercusiones en México. Es incuestionable que el crack de 1929 abatió la ac-tividad económica nacional: la reducción de las exportaciones y el encarecimiento de las im-portaciones contrajeron la pro-ducción, provocando cierres y “quiebras” de empresas con su consecuente secuela de desempleo. Hubo sectores especialmente afectados, como el minero, el petrolero y el textil, pero fue general el deterioro socioeconómico, por la reducción real del salario debido al gran aumento de los precios. Dado que el PNR no era un partido organizado a partir de clases sociales, lo que le hubiera permitido ejercer un control sobre éstas, la politización y movilización de los obreros y campesinos provocadas por dicha crisis se convirtieron en una grave fuente de inestabilidad. Por ello el gobierno se vio obligado a otorgar considerables conc-esiones a tales grupos y a radi-calizar su discurso y su política

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social, lo que probablemente fue la explicación final del der-rumbe del presidente Pascual Ortiz Rubio y de su reemplazo por Abelardo Rodríguez, en septiembre de 1932, quien dio inicio al proceso reformista que luego llevaría a su máxima ex-presión Lázaro Cárdenas.4 En efecto, desde el principio de su gobierno, Cárdenas estableció una explícita alianza con los obreros y campesinos, con-ducta que molestó y preocupó a las clases altas y medias y a los grupos organizados de revolucionarios, veteranos te-merosos de perder el poder –y sus beneficios– que detentaban desde el triunfo de la Revolución mexicana. El enfrentamiento de 1935 y 1936 entre Plutarco Elías Calles y Cárdenas fue, en última instancia, la lucha entre los respectivos adalides de todos estos grupos sociales.El triunfo del modelo cardenista fue una amenaza terrible para

los grupos en el poder y para los sectores altos y medios, los cuales acometieron numer-osos esfuerzos oposicionistas a través de varias organiza-ciones sectoriales y grupos de presión, así como mediante diversos partidos políticos, efímeros y fallidos. Las clases medias y los grupos empresari-ales fueron conscientes de que su unificación era urgente para protegerse del gran impulso organizador que caracterizó a los obreros y campesinos durante esos años, proceso que gozó de la dirección y el respaldo gubernamental y que concluyó con la creación de las grandes centrales de masas: la Confederación de Trabajadores de México (CTM) en 1936, y la Confederación Nacional Campesina (CNC) en 1938. Los principales ámbitos de desavenencia fueron, además de las explícitas simpatías de Cárdenas por los obreros y

campesinos y su no menos evidente rechazo a los sectores medios y altos, sus políticas educativa, religiosa, económica e internacional. Obviamente, el rechazo al populismo también fue parte esencial del oposi-cionismo de las clases medias y altas. No fue casualidad que sus primeras organizaciones del decenio descendieran del movimiento vasconcelista de 1929, crítico del militarismo y la corrupción gubernamental, o que hayan sido secuelas del conflicto cristero. Por ejemplo, hacia 1933, en los albores de la contienda por la presidencia que elevaría a Cárdenas al poder, se organizó el Partido Regenerador Nacional, forma-do por varios ex vasconcelistas como Alfonso Taracena, Ale-jandro Gómez Arias, Andrés Henestrosa y Salvador Azuela, y por católicos como Armando Chávez Morado y Federico Méndez Rivas.

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Crítica y Análisis

Javier Garciadiego Dantan nació en

la ciudad de México el 5 de septiembre

1951. Cursó la licenciatura en Ciencias

Políticas en la Universidad Nacional

Autónoma de México. Es Maestro en

Historia por la Universidad de Chi-

cago y posee dos doctorados: uno en

Historia de México, por El Colegio de

México, y otro en Historia de América

Latina, por la Universidad de Chicago.

Su especialidad es la historia de la

Revolución mexicana, sobre todo en

sus aspectos político y cultural, y en un

corte cronológico que abarca de finales

del siglo XIX a mediados del XX.

Los principales ámbitos de desavenencia fueron, además de las explícitas simpatías de Cárdenas por los obreros y campesinos y su no menos evidente rechazo a los sectores medios y altos, sus políticas educativa, religiosa, económica e internacional. Obviamente, el rechazo al populismo también fue parte esencial del oposi-cionismo de las clases medias y altas. No fue casualidad que sus primeras organizaciones del decenio descendieran del movimiento vasconcelista de 1929, crítico del militarismo y la corrupción gubernamental, o que hayan sido secuelas del conflicto cristero. Por ejemplo, hacia 1933, en los albores de la contienda por la presidencia que elevaría a Cárdenas al poder, se organizó el Partido Regenerador Nacional, forma-do por varios ex vasconcelistas como Alfonso Taracena, Ale-jandro Gómez Arias, Andrés Henestrosa y Salvador Azuela, y por católicos como Armando Chávez Morado y Federico Mé-ndez Rivas.7 El propósito del Partido Regenerador Nacional era luchar por la libertad de con-ciencia y de enseñanza, “pero sin clericalismos de ninguna especie”, bandera sostenida en su periódico La Verdad, dirigido por el propio Taracena. Sin embargo,dicho partido tuvo un impacto limitado, pues acordó abstenerse de participar en las inminentes elecciones, dado que consideraba que aún es-taba pendiente el resultado de las elecciones de 1929; aunque

José Vasconcelos se afilió al Regenerador Nacional desde el exilio, pues le parecía la única solución viable para la situación del país, desde un principio advirtió que no podía ser candidato presidencial en tanto que él ya era el presidente del país, moral y legalmente, desde 1929.8 Hubo otras or-ganizaciones que se opusieron a que Cárdenas obtuviera la presidencia del país. Una fue el Partido Civilista Renovador, de “fe liberal” e “ideales conserva-dores”, que se disolvió cuando el ex maderista, ex obregonista y ex callista ingeniero Alberto J. Pani9 se negó a ser su candida-to.10 Otros partidos contrarios a la candidatura de Cárdenas fueron el Nacional Antirreelec-cionista, que también naufragó cuando rechazó su candidatura el ex carrancista Luis Cabrera, a quien se proponía en tanto que poseía un “cerebro de estadista”, lo que garantizaba que haría de México una “nación respetable”, mientras que Cárdenas les parecía, ilus-trativamente, un “analfabeta sectarista” y “fanático”

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