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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN ENRIQUE GUZMÁN Y VALLE

Alma Máter del Magisterio Nacional

DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE PSICOLOGÍA Y FILOSOFÍA

Lic. García Tarazona J Omar.

Doctoral en psicología educacional y tutorial

La Psicología Humanista

como Nuevo Paradigma Psicológico

 

Desde hace cinco décadas, la Psicología Humanista ha ido penetrando en forma muy significativa en los

medios académicos, tanto de pregrado como de postgrado, a nivel teórico como a nivel práctico. Primero

lo hizo más bien como protesta y alternativa de las dos corrientes clásicas en psicología: el psicoanálisis y

el conductismo; después, presentando una visión integral, coherente y lógica, de la rica y compleja

dotación del ser humano. Esta visión integral se ha ido consolidando con una firme fundamentación

epistemológica de su enfoque y con el desarrollo y estructuración de metodologías y técnicas apropiadas

y sensibles a lo más específicamente humano, como es la libertad, la conciencia, la creatividad, los

valores y los sentimientos.Este marcado enfoque epistemológico y metodológico llega hasta el punto de

constituir un nuevo paradigma psicológico. Esto es debido a la convicción de que las diferencias entre

las diversas orientaciones de la psicología actual arrancan de fuertes divergencias de naturaleza

epistemológica y que sólo partiendo de esa base se puede llegar a una mayor unificación de la disciplina

psicológica.

 

 El Movimiento Humanista

El movimiento humanista no es exclusivo de la psicología; se ha manifestado en todos los aspectos del

pensamiento humano y en todos los aspectos de la interacción humana: en sociología, en antropología,

en ciencia política, en filosofía y hasta en teología. Los más grandes problemas de nuestro tiempo son

ahora los problemas humanos.

En la evolución histórica de la psicología como ciencia se ha puesto énfasis en tres enfoques o filosofías

de la ciencia psicológica: el empirismo clásico, el empirismo lógico y la metaciencia.

El empirismo clásico concibió la psicología como una ciencia puramente descriptiva de las

observaciones de los fenómenos psicológicos y de la conciencia y, quizá, como una formulación tímida de

"leyes" empíricas sobre las relaciones entre estos fenómenos. Este enfoque prevaleció hasta la Primera

Guerra Mundial y, en amplios sectores del conductismo americano y algunos psicólogos de la Gestalt,

también después.

El empirismo lógico predominó entre 1930 y 1960. Con él se da cabida al "pensamiento lógico", en el

más amplio sentido de la palabra. El conocimiento científico, según este enfoque, no consistirá sólo en la

descripción de los hechos y leyes, sino también en la formulación de hipótesis explicativas, para lo cual

hará uso de construcciones lógicas o modelos. Es la "era de las teorías".

A partir de la Segunda Guerra Mundial, fue apareciendo y, especialmente en las tres décadas siguientes,

se desarrolló un tercer nivel de "abstracción" que va más allá de los dos anteriores, el descriptivo y el

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hipotético, es el nivel de la metaciencia. Aunque todavía no tiene un nombre universalmente aceptado,

ésta es una nueva filosofía o teoría de la ciencia. Su tesis básica sostiene que las teorías científicas son

parte de todo el contexto cultural, el cual, por consiguiente, las influencia en sus formulaciones. Por lo

tanto, toda teoría científica tiene su parte filosófica o metateoría.

Cae también dentro de un "amplio marco" de referencia, el del enfoque humanista de la psicología, es

decir, aquel que considera al ser humano en sí como un ser potencialmente libre y creativo, cuyo compor-

tamiento puede depender más de su marco conceptual interno que de la coacción de impulsos internos

(Psicoanálisis) o de la presión de fuerzas exteriores (Conductismo).

El concepto del ser humano que tiene la Psicología Humanista es sumamente rico y complejo. Esta

orientación no desea excluir de su estudio nada de todo lo que, según su enfoque, identifica y distingue

mejor al hombre, como es la libertad, la creatividad, los valores, el amor, actuar con un propósito y

dirigirse hacia una meta, la auto-realización, el sentido de la vida, del sufrimiento y de la misma muerte.

De aquí que una metodología general, adecuada y eficaz para su estudio, esté en gran parte por hacerse.

Sin embargo, éste es el gran desafío que se presenta a los psicólogos humanistas: respetar plenamente

ese objeto de estudio tan sutilmente estructurado y entretejido, y encontrar, al mismo tiempo, el

procedimiento más adecuado para comprenderlo.

Por esto, la epistemología constituirá el marco de referencia crítico en que se ubica la metodología.

Ambas partes se dedicarán a estudiar las bases de un posible paradigma para la psicología, que sea a la

vez "científico", es decir, fruto de un estudio rigurosamente crítico y sistemático, y "humanista", o sea, fiel

a la naturaleza integral y personal de los seres humanos.

El objetivo fundamental de esta segunda parte, la metodológica, es dar una base firme y sólida a las

siguientes tesis centrales: el método depende del objeto de la ciencia, y si el objeto de estudio "humano",

"animal" e "inorgánico" es irreductible uno a otro, necesita métodos diferentes; la vida humana tiene una

riqueza de contenido que no captan las técnicas matemáticas u operacionalistas y necesita métodos más

humanos y personalistas; la clave para la comprensión de la persona es el estudio del significado de las

acciones y de la intención que las anima, más que el mero es tudio de la conducta externa; los caminos

que parecen más adecuados para una cabal comprensión del hombre son los métodos que se centran en

el "diálogo": el hermenéutico-dialéctico, el fenomenológico, el etnográfico, el de investigación-acción, el de

historias de vida, etc., y, en general, las metodologías cualitativas, ya que reúnen un conjunto de

bondades y cualidades que los hacen flexibles y sensibles a las características propias de cada persona.

Por consiguiente, no nos interesan tanto la naturaleza y validez del conocimiento en sí, en sentido básico

y universal, sino la naturaleza y validez de ciertos procedimientos metodológicos para enriquecer una

parte del conocimiento, la de la comprensión del hombre como persona. Sin embargo, le corresponde a la

misma psicología analizar y desentrañar la naturaleza de los procesos psíquicos en que se fundamenta la

metodología de la ciencia.

 

La “Tercera Fuerza” en Psicología

 

Durante la primera mitad del siglo xx, la Psicología caminó en dos direcciones notablemente diferentes e

incomunicadas. Por un lado, la orientación conductista, objetivista, mecanicista y positivista. Por el otro, el

grupo de psicologías que se originaron con Freud y el Psicoanálisis. Sin embargo, estas dos corrientes

tenían como denominador común un principio básico sobre la naturaleza del hombre que influirá el marco

de referencia conceptual y los métodos de investigación e interpretación de los hallazgos consiguientes: el

determinismo. Si para los unos la conducta era interpretada como un proceso automático y casi-mecánico,

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estimulado por el medio ambiente exterior (enfoque reactivo), para los otros era un producto desenca-

denado por impulsos internos (enfoque reactivo en profundidad).

El modelo metodológico físico fue ya considerado como inadecuado en la década del 50 por insignes

físicos como Heisenberg (1974) y Oppenheimer (1956), quienes aconsejaron a los psicólogos no modelar

su ciencia sobre una Física ya superada e incapaz de ayudar a entender los fenómenos psíquicos, en los

cuales la mente humana entra como objeto y como sujeto del proceso científico, y le señalaron la

conveniencia de abogar por un pluralismo en metodología que incluyera métodos naturalistas y

descriptivos.

Estimulada e insatisfecha ante esta serie de incongruencias, ha nacido y se ha desarrollado una "Tercera

Fuerza" en Psicología, la Psicología Humanista, que presenta diferentes facetas: de protesta, de desafío,

de complemento, de extensión o de alternativa de las otras dos corrientes, la Psicología Conductista y el

Psicoanálisis. La Psicología Humanista acepta los modelos y analogías de las otras dos corrientes como

guías legítimas para ciertas áreas de investigación, pero no los considera como una descripción adecuada

de los seres humanos y menos soporta que sean elevados a la categoría de dogmas, como fre-

cuentemente lo han sido.

El movimiento humanista, más que una Escuela, es una nueva orientación hacia la Psicología, un modo

de pensar sobre el hombre y toda la empresa científica que modifica la imagen que tenemos de los seres

humanos y libera a la Psicología de varias restricciones artificiales que le impusieron teorías que ahora

aparecen como superadas. No se puede decir que los proponentes principales de esta orientación –

Abraham Maslow, Carl Rogers, Gordon Allport, Charlotte Bühler, Rollo May, Viktor Frankl, Wilhelm Dilthey,

Edward Spranger, William Stern, Kurt Lewin, Kurt Goldstein, Gardner Murphy, Erich Fromm, Fritz Perls,

Eric Berne, al igual que un gran número de otros psicólogos actuales– tengan una ideología básica

común, pero tanto ellos como los demás psicólogos humanistas simpatizan o comparten muchas

posiciones sostenidas por la Psicología de la Gestalt, la Psicología Adleriana, la Junguiana, la Neo-

Freudiana, la Psicología del Yo, la Fenomenológica, la Existencial, la "Self-theory", la Transaccional y la

Proactiva.

Siguiendo e integrando las ideas de la Asociación de Psicología Humanista, podemos señalar cuatro

características como las más típicas en los autores más representativos de esta orientación psicológica:

 

1. Una atención centrada en la experiencia humana consciente como fenómeno primario ineludible al

estudiar al ser humano. Las explicaciones teóricas y la conducta externa son consideradas como

posteriores y secundarias ante la experiencia misma y ante la significación de ésta para la persona.

2. Un énfasis en cualidades tan profundamente humanas como la elección, la creatividad, la

valoración y la auto-realización, en cuanto opuestas a un pensar sobre los seres humanos en

términos mecanicistas y reduccionistas.

3. Fidelidad al "significado y valor" cuando se eligen los problemas de estudio e investigación, y

oposición al énfasis que se pone en la objetividad metodológica a expensas de la significación.

4. Especial aprecio por la dignidad y valor del ser humano e interés en el desarrollo del potencial

inherente a cada persona.

 

 

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    Características del paradigma científico-humanista

 

Los principales representantes de la Psicología Humanista están de acuerdo en que los puntos más

significativos que debieran distinguir o sobre los cuales se debiera construir un paradigma científico y

humanista para la Psicología pudieran ser los siguientes:

 

1. Reconocer, ante todo, la prioridad de la experiencia inmediata. Esta experiencia tiene prioridad por

su original inmediatez, porque la vivimos y experimentamos antes de cualquier conceptualización

y aparición de significados, porque es el modo fundamental en que se nos ofrece el mundo y

porque es el fenómeno básico para toda clase de actividades, incluyendo la misma ciencia.

2. Comprensión de la naturaleza de la conciencia y de la conducta. El considerar la conciencia y

experiencia interna como fenómenos irrelevantes o secundarios más que soluciones son

evasiones. Husserl enfatiza la importancia de la conciencia por su principal característica: la in-

tencionalidad; es decir, "toda conciencia es conciencia de algo", está dirigida hacia algo, hacia un

objeto, el objeto intencional, que es el que le da su sentido, su significado.

3. Adopción de un enfoque inicialmente descriptivo. De esta forma, permitiremos al fenómeno que

hable por sí mismo y en su apariencia podrá revelar algo que no está plenamente patente o

incluso algo que se mantiene escondido a la observación normal. En este sentido se dice que los

fenómenos tienen "significado", "sentido" o "dirección", porque provienen de algo y se refieren a

algo que está más allá de lo que "es dado". Este enfoque es también la mejor vía para distinguir y

diferenciar lo que ofrece el fenómeno de por sí y lo que le añade el ser humano, pues toda

persona es a la vez un "receptor" y un "dador" de significados. El significado del fenómeno es el

resultado de un proceso, la resultante de una interacción, un diálogo o una dialéctica entre el

sujeto y el mundo.

4. Máxima relevancia a los presupuestos. La razón principal de poner gran atención en los presupuestos

es el hecho de que la Psicología no se apoya en sí misma. La Filosofía fenomenológica se preocupa

mucho de describir lo que "aparece" precisa y exactamente como aparece. Para esto utiliza la técnica

de la reducción –epoché– y trata de poner entre paréntesis todo conocimiento previo relacionado con

el objeto y, sobre todo, los presupuestos y los prejuicios. Pero éste es un ideal imposible de alcanzar

en forma completa. Por esto, si no se puede trabajar sin presupuestos, lo mejor será clarificar bien los

que se tienen; es decir, ser plenamente conscientes de la perspectiva u óptica con que se mira, del

enfoque que se adopta y de la intención con que se trabaja.

5. El objeto de estudio necesita también una clarificación de acuerdo a las siguientes puntua -

lizaciones: es necesario entender lo presente para descubrir el contexto. Se pone el énfasis en el

descubrimiento y comprensión de lo que está presente, de lo que es actual y real en el mo mento,

para que después, por medio de la descripción, se llegue a descubrir la estructura de la situación

como un todo, en sus relaciones, contexto y significado.

6. La inevitable presencia del científico en la ciencia. Esta presencia ha sido tenida en cuenta muy

poco. Se ha creído que puede haber una presencia "neutra". Esto no es siquiera cierto en la

Física (Oppenheimer, 1956). Los métodos "objetivos" no eliminan la presencia del investigador,

sino que simplemente lo hacen presente de otra forma. Se parte del presupuesto que el enfoque

objetivo es mejor que cualquier otro; pero, podemos preguntarnos: ¿para qué fin o con qué

intención?

         La situación del laboratorio es una situación artificial. Efectivamente, el in vestigador es el que la

crea: selecciona el equipo, define las variables, elige los estímulos, determina el número de

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sujetos y los procesos para analizar los datos, etc. De esta forma, la situación de laboratorio es

un artefacto humano.

         Si los pre-juicios y la influencia del investigador sobre las cosas no se pueden eliminar del

conjunto de variables, lo más lógico será que, como en el caso de los presupuestos, sean

incluidos y tenidos en cuenta, como hace el físico que tiene en cuenta la temperatura previa del

termómetro que usa y su influencia en la temperatura del líquido que mide. Y la razón es

simplemente el hecho de que son parte de los datos que forman la situación.

FENOMENOLOGIA

Fenomenología, movimiento filosófico del Siglo XX dedicado a describir la estructura de la experiencia así

como ésta se presenta a sí misma a la conciencia, sin recurrir a la teoría, deducción o suposiciones de otras

disciplinas tales como las ciencias naturales.

El fundador de la fenomenología, el filósofo alemán Emund Husserl, introdujo el término en su libro “ Ideas: una

introducción general a la fenomenología pura” (1913, en alemán. Traducido al inglés en 1931). Los primeros

seguidores de Husserl tales como el filósofo alemán Max Scheler, influenciado por su libro previo

“Investigaciones Lógicas” (1900 en alemán, traducido en 1970), afirmó que la tarea de la fenomenología es

estudiar las esencias, tales como la esencia de las emociones. Aun cuando Husserl mismo nunca abandonó su

interés inicial en las esencias, sostuvo posteriormente que sólo la esencia de ciertas estructuras especiales de

la conciencia son el objetivo propio de la fenomenología. Como lo formulara Husserl después de 1910, la

fenomenología es el estudio de las estructuras de conciencia que posibilitan a la conciencia para referirse a

objetos externos a ella misma. Este estudio requiere reflexionar acerca del contenido de la mente, excluyendo

cualquier otra cosa. Husserl llamó reducción fenomenológica a este tipo de reflexión. Puesto que la mente

puede ser dirigida tanto a objetos reales como a no existentes, Husserl destacó que la reflexión

fenomenológica no presupone que algo exista, sino que consiste en un “poner entre paréntesis la existencia”,

esto es, dejar de lado la cuestión de la existencia real del objeto contemplado.

Husserl descubrió cuando contemplaba el contenido de su mente, actos tales como recordar, desear y

percibir, y los contenidos abstractos de tales actos, que Husserl llamó significados. Estos significados, afirmó,

hacían posible dirigir un acto hacia un objeto bajo cierto aspecto, y tal direccionalidad, llamada intencionalidad,

sostuvo él que es la esencia de la conciencia. La fenomenología trascendental, de acuerdo con Husserl, es el

estudio de los componentes básicos de los significados que hacen posible la intencionalidad. Más tarde, en las

“Meditaciones Cartesianas” (1931; trad. 1960), introdujo la fenomenología genética, la cual definió como el

estudio de cómo estos significados son construidos en el curso de la experiencia.

Heidegger

Todos los fenomenólogos siguen a Husserl en el intento de la descripción pura. Así, todos suscriben el eslogan

de Husserl “a las cosas mismas”. Difieren entre si, sin embargo, en cuanto a si la reducción fenomenológica

puede realizarse y en cuanto a qué es manifiesto para el filósofo dando una pura descripción de la experiencia.

El filósofo alemán Martín Heidegger, colega de Husserl y más brillante crítico, afirmó que la fenomenología

debería hacer manifiesto lo que está oculto en la experiencia ordinaria, cotidiana. Así, intentó en “El ser y el

tiempo” (1927; trad. 1962), describir lo que él llamó la estructura de la cotidianeidad, o del estar-en-el-mundo,

que él encontró que era un sistema interconectado de equipamiento, roles sociales y propósitos.

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Puesto que, para Heidegger, uno es lo que hace en el mundo, es imposible la reducción fenomenológica de la

propia experiencia privada y, debido a que la acción humana consiste en una aprehensión directa de los

objetos, no es necesario plantear una entidad mental especial llamada significado para dar cuenta de la

intencionalidad. Para Heidegger, estar lanzado al mundo entre las cosas en el acto de reconocer objetos, es

una forma más fundamental de intencionalidad que aquella revelada en el simple mirar a o pensar sobre los

objetos y es esta intencionalidad más fundamental la que hace posible la direccionalidad analizada por Husserl.

Fenomenología francesa.

El existencialista francés Jean Paul Sartre intentó adaptar la fenomenología de Heidegger a la filosofía de la

conciencia, de ese modo retornando efectivamente a Husserl. Estaba de acuerdo con Husserl en que la

conciencia siempre está dirigida a objetos, pero criticó su afirmación de que tal direccionamiento solo es

posible por medio de entidades mentales especiales llamadas significados. El filósofo francés Maurice

Merleau-Ponty rechazó la visión de Sartre de que la descripción fenomenológica revela que el ser humano es

conciencia libre, pura y aislada. Destacó el rol del cuerpo activo, involucrado en todo conocimiento humano,

generalizando así la intuición de Heidegger de incluir el análisis de la percepción. Tal como Heidegger y Sartre,

Merleau-Ponty es un fenomenólogo existencialista, en tanto el niega la posibilidad de poner la existencia entre

paréntesis. La fenomenología ha tenido una influencia pervasiva en el pensamiento del Siglo XX. Se han

desarrollado versiones fenomenológicas de la teología, sociología, psicología psiquiatría y crítica literaria y la

fenomenología sigue siendo una de las más importantes escuelas en la filosofía contemporánea.

Análisis transaccional de la Personalidad Humana

El Análisis Estructural de los Estados del Yo, fue el punto de partida del Dr. ERIC BERNE en su evolución

del psicoanálisis tradicional a los métodos de interacción psicodinámica del Análisis Transaccional. Como una

ampliación a los conceptos teóricos freudianos del Yo, la Teoría del Análisis Transaccional propone un modelo

de personalidad humana basado en tres sistemas de funcionamiento del Yo a los que denomina: Estado del Yo

“Niño”; Estado del Yo “Padre” y Estado del Yo “Adulto”.

El Estado del Yo Niño (N)

Este Estado del Yo representa el aspecto más antiguo y primitivo de la personalidad; es decir, el estado natural

en que nace el individuo. Surge de la sumatoria de las tendencias innatas (hambres, impulsos, instintos con

sus conductas respectivas) y las experiencias vividas en los primeros años de la infancia.

Representa un importante aspecto de nuestra personalidad ya que contiene el núcleo básico de sentimientos

sobre nosotros mismos y sobre los demás.

Cuando el niño tiene el control de la conducta (cuando “usamos” el Niño), sentimos y actuamos como cuando

éramos chicos, tanto desde nuestros aspectos positivos (espontaneidad, intuición, creatividad) como en los

negativos (dependencia, sumisión, rebeldía).

El niño representa el concepto “sentido” de la vida.

El Estado del Yo Padre (P)

Este Estado del Yo deriva de figuras parentales significativas en nuestra infancia (papá, mamá, sustitutos) y

contiene las actitudes y el comportamiento que fueron observados e imitados de ellos. Es como si en el Estado

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del Yo P, dispusiéramos de cintas grabadas a las que podemos recurrir para saber “qué haría mi padre o mi

madre en esta situación”.

En el Estado del Yo P se graban tanto los aspectos positivos como los negativos: la educación y el castigo; la

protección y la humillación; los permisos y las prohibiciones.

El Estado del Yo Adulto (A)

Este Estado del Yo contiene el concepto razonado y pensado de la vida. No se refiere a la edad de las

personas, sino a su habilidad para pensar racionalmente, basándose en hechos objetivos.

Pensar con claridad es una función del A y como vemos, no se relaciona con tener 18 años o más, sino que es

una capacidad que comienza a desarrollarse en la niñez y continúa a lo largo de toda la vida, siempre y cuando

no sea obstaculizada.

Cuando el A está activo, nuestro pensamiento está focalizado, nuestro conocimiento está en el “aquí y ahora” y

nuestra conducta se orienta hacia el objetivo.

A través del Análisis Transaccional podemos clarificar de qué manera experimentamos nuestras necesidades,

deseos y sentimientos sobre nosotros mismos y sobre los demás; cómo pensamos; cómo aprendimos de

nuestras figuras parentales valores y creencias y cómo los Estados del Yo influyen en las conductas y las

relaciones. Este conocimiento de la estructura de la personalidad y de nuestra capacidad de cambiar su

funcionamiento, nos llevará a una mayor sensación de poder personal y de opciones para nuestras vidas.

El existencialismo

“Si Dios no existe, al menos hay un ser cuya existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder

ser definido, por ningún concepto, y este ser es el hombre. No hay naturaleza humana porque no hay Dios que

la conciba” Jean Paul Sartre (1905-1980)

Los conceptos que la terapia gestalt toma del existencialismo son los siguientes:

La vivencia concreta está por sobre las abstracciones.

Prioridad de lo vivido.

Se reflexiona antes de actuar.

Cada experiencia humana es singular e intransferible.

Cada existencia es original.

Cada persona es responsable de su proyecto existencial.

Eso le da sentido a su vida y así crea cada día su libertad relativa.

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La filosofía existencial y la fenomenología constituyen el fondo más importante

para los conceptos de la psicología humanista y de la Terapia Gestalt. Los fenómenos existenciales se basan

en la existencia de las personas, las relaciones entre ellas, sus alegrías, sufrimientos…vivenciados

directamente. Para la visión existencial las personas están continuamente re-haciéndose o descubriéndose a sí

mismas. No existe una “esencia” en la naturaleza humana que pueda ser descubierta “de una vez por todas,

para siempre, y para todos”, siempre hay nuevos aspectos, horizontes, problemas y nuevas oportunidades.

Para la terapia gestáltica, tanto lo que se siente "subjetivamente" como lo que se observa "objetivamente"

constituye información relevante.

El existencialismo es un movimiento filosófico que da origen a la mayor parte de las teorías humanistas hoy en

día. Parte de la obra de Sören Kierkegaard y de F. Nietsche, con aportes de Karl Jaspers, Martin Heidegger y

J.P. Sartre entre otros.

La vida humana es sentida como breve y transitoria, lo que implica que la vida en sí adquiere un valor

intrínseco. El existencialismo niega la supremacía de la racionalidad. Rechaza lo abstracto o clasificado y hace

énfasis en la experiencia vital individual y directa. La experiencia subjetiva individual es considerada válida. El

punto común de la corriente existencialista y las teorías organísmicas es la valoración de la experiencia

subjetiva.

Soeren Kierkegaard fue el primero en llevar a cabo esta ruptura con la filosofía

tradicional en la primera mitad del siglo IXX. Propone que la verdad es la

subjetividad y que ser individuo es lo más propio e intimo del hombre, de ahí su

valor absoluto. Un siglo más tarde, Martín Heidegger retoma los planteamientos de

Kierkegaard. El filósofo esboza que el ser humano se encuentra existencialmente

en el acto de decidir o elegir: el ser humano se encuentra en cuanto tiene un

margen de libertad de movimientos que lo posibilitan, y a su vez el ser humano se

encuentra en cuanto él tiene que ser, tiene que decidir y elegir.

La visión del hombre en el mundo del existencialismo nos entrega varios conceptos clave para el modelo

humanista y por ende para la terapia gestalt, libertad y miedo, elección y decisión, responsabilidad, estar

en el mundo, condición de presente.

El principio básico del Existencialismo de que "una persona debe responsabilizarse de su propia existencia",

fue adoptado por Perls de la siguiente forma: "Unicamente yo me puedo mover, pensar, sentir, vivir. Yo no

puedo moverte a ti, yo no puedo pensar, sentir y vivir por ti. Yo soy yo y tu eres tú". De aquí surgieron las

resistencias gestálticas: proyección, introyección, retroflexión, deflexión, y confluencia.