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1 UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA L E Ó N ESTUDIOS CON RECONOCIMIENTO DE VALIDEZ OFICIAL POR DECRETO PRESIDENCIAL DEL 3 DE ABRIL DE 1981 ESTABLECIMIENTO DE LA ALIANZA TERAPÉUTICA CON UN ADOLESCENTE ANTISOCIALESTUDIO DE CASO QUE PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRA EN PSICOTERAPIA CLÍNICA PRESENTA MARÍA FERNANDA VÁZQUEZ OBREGÓN LEÓN, GTO. 2019

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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA L E Ó N

ESTUDIOS CON RECONOCIMIENTO DE VALIDEZ OFICIAL POR DECRETO PRESIDENCIAL DEL 3 DE ABRIL DE 1981

“ESTABLECIMIENTO DE LA ALIANZA TERAPÉUTICA CON UN ADOLESCENTE ANTISOCIAL”

ESTUDIO DE CASO

QUE PARA OBTENER EL GRADO DE

MAESTRA EN PSICOTERAPIA CLÍNICA

PRESENTA

MARÍA FERNANDA VÁZQUEZ OBREGÓN

LEÓN, GTO. 2019

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Índice

Introducción ..................................................................................................................................... 4

1. Presentación del caso .............................................................................................................. 6

1.1 Datos generales ................................................................................................................... 6

1.2 Motivo explícito de consulta ............................................................................................. 6

1.3 Ruta por la cual accedió al servicio de psicoterapia ................................................. 7

1.4 Principales indicadores ..................................................................................................... 7

1.4.1 Situaciones ...................................................................................................................... 8

1.4.2 Competencias ................................................................................................................. 9

1.4.3 Estructura subjetiva ........................................................................................................ 9

1.4.4 Contextos ....................................................................................................................... 10

1.5 Psicodiagnóstico y pronóstico ...................................................................................... 12

1.6 Curso de la intervención .................................................................................................. 15

1.7 Motivo explícito de finalización ..................................................................................... 17

1.8 Indicaciones adicionales al tratamiento ...................................................................... 18

1.9 Principales indicadores de cambio .............................................................................. 18

2. Fundamentos y diseño inicial .............................................................................................. 20

2.1 Problema a intervenir ....................................................................................................... 20

2.2 Indicación de tratamiento ................................................................................................ 21

2.3 Congruencia metodológica ............................................................................................. 22

2.4 Pertinencia técnica ............................................................................................................ 22

2.5 Adecuación de medios ..................................................................................................... 23

2.6 Esquema del procedimiento indicado ......................................................................... 23

2.7 Indicaciones y contraindicaciones ............................................................................... 24

2.8 Alcances y límites pronosticados para el caso ......................................................... 25

2.9 Contrato ............................................................................................................................... 25

2.10 Análisis del momento de contratar ............................................................................ 26

2.11 Encuadre resultante ....................................................................................................... 26

3. Desarrollo y curso del caso .................................................................................................. 27

3.1 Marco referencial para la escucha ................................................................................ 27

3.2 Presentación de las premisas esenciales del marco referencial en el diálogo

con otros autores ..................................................................................................................... 27

3.3 Crítica de las premisas esenciales del marco referencial en diálogo con otros

autores ........................................................................................................................................ 40

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3

3.4 Enunciación del posicionamiento propio ................................................................... 49

3.5 Presentación de viñetas selectas y diálogo sobre las mismas ............................ 50

3.6 Diálogo desde el propio marco referencial................................................................. 65

3.7 Diálogo intradisciplinar .................................................................................................... 69

3.8 Diálogo interdisciplinar .................................................................................................... 71

3.9 Articulación del caso y construcción de insistencias ............................................. 73

4. Conclusiones ............................................................................................................................ 75

4.1 Logros y pendientes explicitados por Uno ................................................................. 75

4.2 Aspectos éticos ................................................................................................................. 75

4.3 Resultados para el desarrollo profesional y personal del sustentante .............. 76

4.4 Aportes al marco referencial de la psicoterapia clínica .......................................... 79

Referencias .................................................................................................................................... 81

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4

Introducción

Ante la inquietud por las medidas impuestas jurídicamente por el aumento en el

número de adolescentes que se involucran en actos contra la ley, se pretende

realizar un estudio de caso sobre el acompañamiento psicoterapéutico impuesto

como medida cautelar a un joven menor de edad que se encuentra en contacto

con la ley. Esto con la finalidad de comprender la alianza terapéutica con un

adolescente antisocial enviado a psicoterapia como medida cautelar.

Este trabajo comprende el análisis de las características de relaciones

terapéuticas con pacientes que presenten estructura límite, conceptos

relacionados a la estructura antisocial y dificultades de un acompañamiento

psicoterapéutico cuando no se cuenta con un motivo intrínseco de consulta.

También, se considerará el registro y seguimiento de sesiones de psicoterapia con

un adolescente canalizado por la Procuraduría General de Justicia para

acompañamiento psicológico a Nima, Centro de Promoción de los Derechos

Humanos de Niñas, Niños y Adolescentes en Guanajuato.

En dicho proceso se resaltan las características de una estructura de

personalidad antisocial o límite que cuestionarán el éxito de un proceso de

psicoterapia impuesto por un tercero, al menos para cumplir con los objetivos

solicitados por este último. Esto con la finalidad de analizar las vicisitudes de

generar, desde un proceso psicoterapéutico individual, los cambios solicitados por

una autoridad legal que busca disminuir las posibilidades de reincidencia del(la)

adolescente en conductas delictivas.

Actualmente, cuando un(a) menor de edad comete algún delito, se busca

abordar el problema desde un enfoque integral, basado en Derechos Humanos,

especialmente cuando el niño o la niña que infringe la ley es menor de 12 años ya

que las consecuencias jurídicas que se pueden imponer ante ellos y ellas son muy

limitadas. Al no poder ser procesados jurídicamente, las medidas más comunes

que se toman son la canalización a terapia psicológica y el monitoreo de su

desarrollo en el ámbito escolar. De acuerdo con el artículo 160 de la Ley Nacional

del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes, el o la adolescente

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5

deberá tener sesiones de asesoramiento y actividades análogas en las que se

desarrolle integralmente y adquiera una actitud positiva hacia su entorno.

A partir del trabajo psicoterapéutico con un adolescente de 13 años en proceso

jurídico por ser cómplice de homicidio, surge un gran interés por explorar los

alcances y limitaciones que puede tener un proceso de psicoterapia en el

desarrollo y futuro de estos(as) adolescentes. Si bien, es admirable la apertura y

validación del ámbito jurídico ante los alcances de la psicoterapia, se encuentra

importante ejemplificar con el presente estudio de caso la complejidad de redimir

las conductas antisociales de adolescentes inmersos en contextos sociales y

familiares tan complicados a partir de un proceso psicológico al cual ellos(as) no

acuden por voluntad propia.

La mayoría de los y las adolescentes que cometen un delito son

canalizados(as) como medida cautelar a un proceso de acompañamiento

psicológico, pretendiendo brindar soluciones integrales en vez de únicamente

jurídicas. Sin embargo, a pesar de estas medidas, la Red Interinstitucional de

Atención Integral en Materia de Justicia para Adolescentes ha encontrado que, en

el último año, el número de adolescentes que reinciden en la comisión de

actividades delictivas ha aumentado notablemente en el estado de Guanajuato.

¿Es posible establecer una alianza terapéutica con un adolescente con

estructura antisocial que acude a psicoterapia en contra de su voluntad? Con el

presente estudio de caso, basado en el acompañamiento psicoterapéutico a un

joven de 13 años que se encuentra en contacto con la ley, se pretenden analizar

las limitaciones que se podrían tener ante el establecimiento de una alianza

terapéutica en un proceso impuesto por un tercero a un adolescente con

características de personalidad antisocial.

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1. Presentación del caso

1.1 Datos generales

El presente estudio de caso se llevó a cabo a partir del trabajo con un

adolescente canalizado por la Procuraduría General de Justicia para

acompañamiento psicológico, a quien, por respeto a la confidencialidad,

llamaremos “Leonardo”. El trabajo con Leonardo comenzó en octubre de 2017 y

terminó, con un tiempo interrumpido en el proceso, en junio de 2018.

Leonardo es un joven, varón, de 14 años. Estatura promedio, delgado,

moreno, facciones finas, ojos color café, pelo color negro y lacio. Generalmente

porta playera, bermudas, tenis y el pelo despeinado. Su actitud es indiferente,

aunque se percibe ameno y alegre; reservado en su conversación y respuestas.

Nació en ****(ciudad, estado), pero ha vivido la mayor parte de su vida en

****(ciudad, estado) y un tiempo en la ****(ciudad, estado). Actualmente vive con

su padre, madre y hermanos; tiene un hermano mayor, uno más chico que él y

una hermana aún más pequeña. En su familia no hay enfermedades genéticas

importantes, sin embargo, hay una fuerte tendencia hacia el consumo y venta de

drogas, actividad que realizan su padre, hermano mayor, tíos y primos.

En el ámbito escolar, su padre y madre manifiestan que siempre ha tenido

un buen desempeño. No obstante, debido a la situación que lo trae a psicoterapia,

abandonó la escuela por unos meses. Actualmente, ya ha retomado sus estudios

y se encuentra cursando primero de secundaria en el turno vespertino de la

escuela más cercana a su nuevo domicilio. No manifiesta problemas relacionados

con el sueño y con sus hábitos alimentarios. Su mayor pasión en la vida es jugar

fútbol. Su contexto social y familiar se percibe peligroso.

Hace algunos meses fue reconocido como cómplice de un homicidio, razón

por la que acude a psicoterapia ante la orden de un juez.

1.2 Motivo explícito de consulta

El motivo de consulta explícito que Leonardo refiere cuando se presenta es:

“Hice cosas que no debía y el juez me dijo que tenía que venir a psicología y

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cumplir en la escuela” (sic.) Al momento del estudio, Leonardo se encontraba en

proceso jurídico por ser cómplice en un homicidio. El juez determinó como medida

cautelar, el sometimiento del adolescente a un año de terapia psicológica y estricta

asistencia a la escuela.

La estructura intrapsíquica de Leonardo, así como su ambiente social y

familiar lo han llevado a normalizar el delito, la violencia y las adicciones, llegando

al grado de ser cómplice de un homicidio. Debido a su edad al momento del delito

-13 años- y a su condición de cómplice, no fue detenido; sin embargo, debe

cumplir con la asistencia a psicoterapia y a la escuela, al menos durante el periodo

de juicio.

Dicha demanda concierne a la Procuraduría General de Justicia del Estado

de Guanajuato, sin embargo, se encuentra esencial generar un motivo de consulta

propio del adolescente.

1.3 Ruta por la cual accedió al servicio de psicoterapia

Leonardo fue canalizado a “Nima, Centro de Promoción de los Derechos

Humanos de Niñas, Niños y Adolescentes en Guanajuato” por la Procuraduría

General de Justicia del Estado de Guanajuato para recibir acompañamiento

psicológico, al menos durante el tiempo que lleve el juicio referente a su caso. Una

psicóloga de la Procuraduría llamó a Nima para preguntar si ahí se podría atender

la necesidad de Leonardo, ella menciona haber buscado una institución cercana al

domicilio de la familia para facilitar su adherencia al proceso.

La primera cita para el papá y la mamá de Leonardo fue agendada por la

psicóloga de Nima que atendería el caso y la psicóloga de la Procuraduría. A partir

de la segunda cita, la comunicación fue directamente entre la familia y la terapeuta

de Nima quien, a su vez, reporta semanalmente la asistencia o inasistencia del

adolescente al personal de la Procuraduría General de Justicia.

1.4 Principales indicadores

Se encuentra como determinante primaria en el caso la estructura subjetiva

del adolescente, pues se observan en él algunos indicadores tales como la

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indiferencia y carencia de culpabilidad ante el delito cometido, rasgos de

personalidad antisocial debido al contexto en que se encuentra, características de

una personalidad disocial e indicadores de impulsividad, entre otros.

En un segundo nivel, se observa relación con las determinantes de contexto

y situaciones, pues el fácil acceso y la tendencia que hay en su contexto hacia

este tipo de conductas serán determinantes en su futuro.

1.4.1 Situaciones

En cuanto a indicadores de situaciones que pudieron desencadenar el

problema se encuentran las siguientes:

a.) Cambios de ciudad y de casa. Desde que su madre estaba embarazada de

Leonardo, tuvieron que irse de ****(ciudad) a ****(ciudad) por problemas del

papá relacionados con la venta de drogas. Regresaron a León y después

de unos años tuvieron que volver a salir de la ciudad porque buscaba a su

padre por un robo. Después de unos meses de haber regresado a

****(ciudad), se cambiaron de casa, por lo que Leonardo tuvo que cambiar

de escuela y de colonia a medio ciclo escolar. Los cambios de ciudad y de

casa de la familia de Leonardo, pueden provocar en él una falta de

fortalecimiento de vínculos afectivos y gran desconcierto, especialmente por

la edad en la que se encuentra, generando una falta de sentido de

pertenencia y alteraciones por la sensación de huida y evasión de

responsabilidades.

b.) Papá, hermano, tíos y primos con adicción y venta de drogas.

Normalización de las sustancias tóxicas. Riesgo de caer en una adicción o

en su distribución.

c.) Cómplice en homicidio. En abril de 2017 Leonardo fue cómplice en el

homicidio de un joven. A pesar de no haber sido él quien lo apuñaló, afirma

haber estado presente con el responsable e incluso haber dado algún golpe

a la víctima. Esto puede traer un fuerte sentimiento de culpa, evasión de

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responsabilidades, amenaza hacia su libertad, obligación de cumplir

sentencias y señalamiento o estigmatización social.

d.) Detención de su padre. A principios del 2017, el padre de Leonardo fue

detenido por un robo que él afirma no haber cometido. Leonardo expresa

que su momento más triste ha sido el tiempo que su padre estuvo en

prisión, lejos de ellos. Esto implica un enfrentamiento con la realidad y

sensación de falta de protección, ya que el padre de Leonardo siempre se

había mostrado como cabeza de familia y mantienen una relación muy

unida.

Todas las situaciones mencionadas anteriormente forman parte del contexto de

Leonardo, el cual se considera es la determinante primaria del caso.

1.4.2 Competencias

Referente a los indicadores de competencias de Leonardo, se encuentra su

inteligencia y la constancia que demostró en la escuela y en el deporte. En el

ámbito escolar, nunca ha presentado problemas académicos ni de conducta, lleva

buena relación con los maestros y con sus compañeros.

A pesar de sus elecciones, se considera una persona capaz de identificar

conductas dañinas y benéficas. Ejemplo de ello es la decisión de Leonardo de

mantenerse “alejado” de las drogas. De igual manera, muestra facilidad para

entablar relaciones amistosas, leales y unidas con sus amistades y familia.

Se considera que Leonardo circula, ya que ha retomado sus estudios y el

tiempo que estuvo sin estudiar, ayudaba a su tío a vender birria; ayuda en su casa

con algunas labores, juega futbol los fines de semana y se mostraba con buena

disposición a seguir su sentencia.

1.4.3 Estructura subjetiva

Su estructura subjetiva abarca indicadores de indiferencia ante ciertos

temas, tales como motivo de consulta -haber sido cómplice en un homicidio-,

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escuela, entre otros. Presenta algunos rasgos de personalidad antisocial debido al

contexto en que se encuentra, personalidad disocial y rasgos de impulsividad. Se

identifica un patrón de tendencia a relacionarse con personas conflictivas a pesar

de él ser tranquilo. Sus principales relaciones se establecen con la familia nuclear

y extensa, compañeros del salón, vecinos, maestros y amigas.

1.4.4 Contextos

A continuación, se mencionan las características de su entorno familiar,

educativo y socio-cultural que llevaron a determinar que se trata de un caso

primariamente contextual.

A.) Familiar. Toda la familia de Leonardo se encuentra inmersa en un contexto de

drogas, riñas, asesinatos y peligro. Esto hace que para la familia ya estén

normalizadas dichas conductas.

En el presente familiograma (donde se cambiaron los nombres por respeto

a la confidencialidad) se señalan el consumo de drogas del padre y del hermano

de Leonardo, así como la presencia de violencia en la relación de pareja entre su

madre y padre. La familia nuclear mantiene una relación sumamente estrecha con

la familia extensa del padre, la cual es muy numerosa. Para él, sus primos y tíos

son muy importantes y considera que los familiares son las únicas personas en las

que se puede confiar.

1982

Antonio

35

1984

Berenice

33

2001

Edgar

162003

Leonardo

14

2009

Joaquin

8

2011

Alejandra

6

Martín

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11

Es importante destacar que la mayor parte de los varones en su familia

extensa -adultos y jóvenes- consumen drogas y han estado en prisión por tráfico

de armas, robos, riñas, uso y venta de drogas, entre otras.

B.) Educativo/productivo. Al momento de la psicoterapia, Leonardo se encontraba

cursando el primer año de la secundaria. Ambos padres cuentan con secundaria

trunca y se dedican a vender juguetes y cosméticos en diferentes “tianguis”. Su

hermano mayor abandonó la secundaria y, desde entonces, tampoco ha tenido un

trabajo estable. Sus dos hermanos pequeños asisten a la primaria. Hasta ahora, el

ámbito educativo no se ha visto afectado por su contexto, a excepción de los

cambios de escuela. Sin embargo, es un riesgo latente que, como su hermano,

Leonardo deje de estudiar en algún momento, ya que la escuela no es prioridad

para la familia.

C.) Socio-cultural. Su contexto está repleto de drogas, violencia, robos, huidas,

cambios a distintas ciudades y cambios de casa, intervenciones policiacas,

asesinatos, entre otras. Los lugares con los que ha tenido o mantiene contacto

incluyen la cárcel, juzgados para atención de su propio caso, diversos anexos para

adicciones en los que han estado internados amigos, primos y su hermano. En su

círculo social las drogas, la violencia, los robos, los cambios de ciudad, las

intervenciones policiacas y los asesinatos no solo son cotidianos, sino que son la

forma de relacionarse unos con otros y las fuentes de “trabajo”. Desde que él era

pequeño, su padre ha consumido drogas como la marihuana y el cristal. Desde

hace aproximadamente dos años, su hermano mayor también ha comenzado a

consumir y actualmente se encuentra ingresado en un anexo. El mundo de delitos,

consumo y venta de drogas es para Leonardo sumamente común. Incluso es una

forma de interacción entre los varones de su familia y una fuente de ingreso para

algunas de sus amistades.

Ahondado a esto, se resalta que ha vivido intervenciones policiacas.

Leonardo ha presenciado, en repetidas ocasiones, la entrada forzada y violenta de

hombres armados a su casa por sospecha de venta de droga. Ha presenciado

extrema violencia, robos, golpes, amenazas, entre otras conductas por parte de

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supuestas autoridades. La impresión que puede generar esto en un adolescente,

así como el ver a su padre en la cárcel, a su hermano o amigo en un anexo y a sí

mismo en un juicio, puede tener serias implicaciones en su desarrollo, madurez y

vida adulta.

1.5 Psicodiagnóstico y pronóstico

La información recabada, el marco referencial empleado y la opinión del

terapeuta, hacen suponer un estado que requiere profundizar el diagnóstico y

sugerir que se obtenga una segunda opinión, principalmente enfocada en la

profundización del conflicto intrapsíquico de Leonardo. La atención psicológica se

considera necesaria; se sugiere, se pueda integrar la familia al proceso para

recabar más información y entender mejor su dinámica familiar.

Se considera que el caso de Leonardo es primariamente contextual y de la

estructura subjetiva del adolescente, ya que, el motivo que lo trae a un proceso

psicoterapéutico es originado por las conductas antisociales presentadas, las

cuales parecen ser normalizadas en el contexto social y familiar en el que se

encuentra. Desde antes de su nacimiento, la familia de Leonardo ha estado

inmersa en un contexto de venta y consumo de drogas, riñas, delitos y peligro. Lo

cual lo ha llevado a relacionarse con personas de contextos similares y adoptar

este tipo de conductas.

Al relacionar algunas de las conductas observadas en Leonardo con los

criterios de la Clasificación Multiaxial de los Trastornos Psiquiátricos en Niños y

Adolescentes, CIE-10 (2001), se podría considerar que el adolescente presenta un

trastorno disocial de la personalidad, perteneciente a la categoría de trastornos de

la personalidad y del comportamiento. Dicho trastorno se caracteriza por la gran

disparidad entre las normas sociales predominantes y el comportamiento del

individuo.

Dentro del trastorno disocial de la personalidad se encuentra el trastorno de

la personalidad antisocial, el cual, según el DSM V, sugiere indicadores de un

patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás,

manifestado en el incumplimiento de las normas sociales respecto a los

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comportamientos legales, impulsividad o fracaso para planear con antelación,

irritabilidad y agresividad que se manifiesta por peleas o agresiones físicas

repetidas, desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás,

ausencia de remordimiento que se manifiesta con indiferencia o racionalización del

hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.

Por otro lado, se encuentra en el DSM V rasgos de un trastorno de la

conducta, pues, tanto Leonardo, como su familia, han presentado un patrón

repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos

básicos de otros(as) ni las normas o reglas sociales propias de la edad. Además,

el adolescente ha utilizado un arma para dañar a terceros y ha ejercido la crueldad

física contra personas. Incumple reglas establecidas por su entorno, tales como

horario de llegada a casa impuesto por sus padres y faltas constantes a la

escuela.

Dicho trastorno añade la posibilidad de presentar indicadores de emociones

psicosociales limitadas, lo cual es claro en Leonardo, pues hay una completa falta

de remordimiento o culpabilidad, se muestra una falta general de preocupación

sobre las consecuencias negativas de sus accione, a pesar de haber causado

daño a alguien, ni se preocupa por las consecuencias de trasgredir las reglas.

Pareciera ser insensible o carente de empatía ante los sentimientos de los demás.

Por último, manifiesta un afecto superficial o deficiente, pues no expresa

sentimientos ni muestra emociones con los demás, salvo de una forma que parece

poco sentida, poco sincera o superficial. El trastorno de la conducta en Leonardo

se considera actualmente grave de acuerdo con los criterios del DSM 5, pues los

problemas han provocan un daño considerable a los demás, en este caso, la

muerte de una persona.

De acuerdo con las características del contexto familiar y social de

Leonardo, se sugiere que su estructura de personalidad forme parte del Eje V de

la Clasificación Multiaxial de los Trastornos Psiquiátricos en Niños y Adolescentes

(2001), el cual refiere Situaciones Psicosociales Anómalas Asociadas al trastorno

presentado. Este eje señala aquellos aspectos de la situación psicosocial del

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adolescente que son significativamente anormales en su contexto del nivel de

desarrollo, de las experiencias vividas y de las circunstancias socioculturales

predominantes. Ahondado a esto, en las sesiones con Leonardo se encuentran

varios indicadores categorizados por el CIE-10 como Situaciones Psicosociales

Anómalas Asociadas al trastorno presentado, tanto en tipos anormales de crianza,

acontecimientos vitales agudos y factores estresantes sociales.

El pronóstico de Leonardo invita a una valoración psiquiátrica y un proceso

de psicoterapia extenso que permita crear un motivo de consulta propio del

adolescente. De igual manera, se sugiere que el adolescente pueda ingresar en

algún programa de atención integral que presente nuevas y distintas alternativas a

su estilo de vida. Se recomienda seguir el proceso de acompañamiento con

Leonardo, así como invitar a su madre para que ella también pueda recibir

atención.

Se considera que el seguimiento a la atención brindada a Leonardo es de

suma importancia, principalmente debido a su corta edad. Si bien el pronóstico de

dicho acompañamiento no puede ser garantizado como favorable por lo

comprometedor que es el contexto donde se encuentra inmerso, un proceso

adecuado podría ayudar a evitar que, en sus próximos años, Leonardo cometa

algún otro delito o consuma drogas.

Se encuentra primordial un trabajo integral que se pueda brindar a

Leonardo o, en el mejor de los casos, a toda su familia. Es posible apreciar en él

fortalezas y capacidades que le permitirían revindicar su camino, sin embargo, el

contexto familiar y social en que él que ha crecido toda su vida pueden permear

dicho cambio.

Se percibe en Leonardo cierta inquietud por llevar una vida distinta a la que

conoce, ya que ha decidido mantenerse alejado de las sustancias tóxicas -

consumo y venta- manifiesta tener deseos de continuar sus estudios y de ser

jugador profesional de futbol -a pesar de ser un sueño complicado y un tanto

fantasioso, el deporte es parte importante y benéfica de su vida-.

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Sería importante, en caso de haber continuado con el proceso

psicoterapéutico, trabajar la relación con sus padres y los conceptos que él tiene

de los mismos. Explorar sus modelos de vida, resignificar experiencias pasadas

que lo han llevado al presente que hoy vive, trabajar toma de conciencia,

sentimientos de culpa, identidad, responsabilidad y un proyecto de vida propio.

Algunas de las fortalezas encontradas en Leonardo son su inteligencia, la

responsabilidad y constancia que ha demostrado en la escuela y en el deporte. Se

detecta como áreas libres de conflicto su pasión por el futbol, donde ha

demostrado dedicación, responsabilidad y constancia. Así como la escuela, ya que

nunca ha presentado problemas académicos ni de conducta en el ámbito escolar;

lleva buena relación con los maestros y con sus compañeros.

A pesar de sus elecciones, se considera una persona capaz de identificar

conductas dañinas y benéficas. Es importante resaltar que, a pesar de lo común

que es el consumo y la distribución de sustancias tóxicas en su familia y contexto,

Leonardo ha decido mantenerse “alejado” de las mismas. Se rescata en él la

facilidad para entablar relaciones amistosas, la lealtad y unión que mantiene hacia

sus amistades y familia.

1.6 Curso de la intervención

Después de recibir la llamada de la Procuraduría General de Justicia del

Estado de Guanajuato, se asignó una cita destinada para entrevistar a la mamá y

al papá de Leonardo, donde se recabó información de la familia y de la historia del

adolescente. Una semana después, se tuvo la primera entrevista con Leonardo y,

posteriormente, 7 sesiones de seguimiento. A lo largo de las sesiones con

Leonardo y con sus padres, hubo un sentimiento de sorpresa ante el estilo de vida

de la familia; es difícil creer que una persona de la edad de Leonardo pueda vivir

ciertas situaciones con tanta normalidad. Si bien, en un principio había mucho

asombro, poco a poco el diálogo y la actitud de Leonardo fueron contagiando

dicha normalización ante la situación. Hasta que, gracias a la supervisión

adecuada de casos, se pudo observar que la terapeuta empezaba a perder de

vista la gravedad de los aspectos relevantes, preocupándose por cuestiones no

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significativas, al menos no en comparación con lo narrado por Leonardo y sus

padres. La terapeuta adjudica esto a su preocupación por no mostrar ante

Leonardo expresiones corporales y frases que manifestaran su asombro ante lo

que contaba, pues no quería que se sintiera juzgado.

Un gran reto del proceso fue conseguir la confianza de Leonardo para

lograr así que él pudiera hablar de las situaciones tan delicadas por las que

pasaba, especialmente el acontecimiento que lo llevó a psicoterapia. Es a partir de

la sesión en la que la madre pide hablar con la terapeuta que pareció que fue más

fácil para Leonardo hablar de ciertas cosas; tal vez él pensaba que no debía

hacerlo y el ver que su madre lo hizo, le dio más confianza. Una vez obtenida la

confianza, resultaba muy intrigante ir conociendo un poco más de su historia

semana con semana, lo cual permitió seguir entendiendo su situación.

En cuanto a su madre, se observó que la segunda vez que habló con la

terapeuta, se explayó mucho más, ya que, en la entrevista con su esposo, no

habló mucho, fue él quien sostuvo la mayor parte de la conversación. En su caso,

al principio de la entrevista, provocó un sentimiento de rabia e indignación por

parte de la terapeuta hacia las autoridades, ya que habló de un detenimiento

injusto que le realizaron, en donde lo torturaron, lo hicieron firmar y lo detuvieron

por un robo que él no había cometido. Sin embargo, al darse cuenta de todo el

entorno y la historia familiar, se recupera la imparcialidad. Ambos padres resultan

agradables, aunque queda la sensación con el papá de que busca quedar bien,

pero que oculta algo.

Se encuentra alarmante la naturalidad con la que Leonardo cuenta ciertas

experiencias de su vida, ya que pareciera ser parte de una película o una serie.

Resulta intrigante explorar si temas como el homicidio del cual es cómplice, las

intervenciones policiacas, el internamiento de su hermano, entre otros, le son

realmente indiferentes o si no se ha logrado abrir del todo en el proceso.

Es importante mencionar que, después de la tercera sesión con Leonardo,

el proceso se interrumpe por seis meses, debido a los cambios de su proceso

legal. Al retomar el proceso jurídico, se le pregunta a Leonardo si desea ser

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canalizado al mismo lugar o si desea acudir a uno distinto, a lo que él responde

que desea continuar en Nima.

Hacia el final de las sesiones, se percibe mucha confianza por parte de

Leonardo hacia la terapeuta y mayor compromiso con el proceso de psicoterapia.

1.7 Motivo explícito de finalización

Después de una entrevista con el padre y la madre, una entrevista con

Leonardo y siete sesiones de seguimiento, se termina el proceso psicoterapéutico

con el adolescente debido a la renuncia de la terapeuta ante la institución a la que

él fue canalizado. Ante dicho cambio, se les notifica, tanto a Leonardo y su familia,

como al personal de la Procuraduría, que una nueva psicóloga llegará al centro,

por lo que puede continuar ahí su tratamiento. Sin embargo, la Procuraduría

decide canalizarlo a otra institución.

A los pocos meses de su canalización a la nueva institución, el enlace con

la Procuraduría llamó a Nima para saber si ya se había reanudado la atención

psicológica, ya que la otra institución de Leonardo no fue de su agrado y solicitó

retomar la atención psicológica en Nima.

Ante esto, surgen dos suposiciones; una de ellas es un posible retroceso en

el proceso de confianza de Leonardo, ya que él tardó algunas sesiones en mostrar

apertura ante ciertos temas. Si desde el primer proceso se percibió cierta dificultad

para confiar en la terapeuta, es posible suponer que un segundo proceso, en tan

poco tiempo, pueda haberle generado mayor desconfianza, por lo que él no logró

sentirse cómo en la nueva institución y solicitó retomar su proceso en Nima. Si

bien, él sabía que la terapeuta no sería la misma, era un espacio ya conocido para

él.

Por otro lado, una segunda hipótesis del porqué Leonardo buscó regresar a

Nima, parte del tipo de institución al que fue canalizado. Debido a su contexto y a

que él mencionó en una audiencia legal que había probado alguna vez la

marihuana, la Procuraduría decidió canalizarlo a un centro de adicciones a recibir

psicoterapia. Durante el tiempo trabajado en Nima con Leonardo, él llegó a

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18

mencionar molestia por esta perspectiva de la juez, argumentando que él había

sido honesto al decir que había probado dicha droga y encontraba injusto que por

esto se le asumiera como adicto o consumidor.

Hasta el momento, únicamente se ha retomado la comunicación entre Nima

y la Procuraduría para dialogar la posibilidad del regreso de Leonardo, más no se

ha establecido fecha para recibirlo.

1.8 Indicaciones adicionales al tratamiento

En su momento, se sugirió que Leonardo ingresara a algún programa de

atención integral en el que se le presenten nuevas y distintas alternativas a su

estilo de vida. Como ejemplo de dichos programas, se compartió el contacto de

Órale León, la cual es una organización civil que busca ayudar a jóvenes de entre

16 y 28 años a desarrollar y potencializar sus habilidades para la vida en el ámbito

personal y laboral a través de sesiones dinámicas y capacitaciones que permitan

descubrir fortalezas personales, establecer un plan de vida y obtener

certificaciones relacionadas con la vocación laboral.

Así mismo, se recomendó continuar con un proceso de acompañamiento

psicológico a Leonardo y un espacio terapéutico familiar en el que se puedan

abordar temas que tengan inferencia a nivel familiar, tales como estilos de crianza,

relaciones interpersonales, conductas de riesgo, entre otras.

1.9 Principales indicadores de cambio

A pesar de haber sido un proceso de psicoterapia corto, se pueden

identificar dos principales indicadores de cambio; uno de ellos es la confianza para

poder hablar de ciertos temas, especialmente de su familia. En un principio,

Leonardo no mostraba apertura para hablar de su familia ni del delito. Fue a partir

de la tercera sesión, cuando Leonardo se percibe completamente distinto al hablar

de su contexto familiar. Al analizar, se relaciona tan notable apertura con la

presencia de su mamá; al finalizar la segunda sesión, la mamá de Leonardo pidió

pasar un momento con la terapeuta para comentar algunas situaciones. Manifestó

sus propias preocupaciones, principalmente por su hijo mayor, hermano de

Leonardo, quien tiene un fuerte problema con la adicción. De igual manera,

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19

compartió algunas vivencias personales relacionadas con la adicción y violencia

de su esposo. En la siguiente sesión, pareciera que Leonardo, al saber que su

madre ya lo había hablado, percibió una especie de “permiso” para hablar acerca

de la adicción de su hermano y de su padre, y de las conductas delictivas

practicadas por sus familiares.

Un segundo indicador identificado, el cual también está relacionado con la

confianza, fue el poder nombrar lo que hizo. En un principio, Leonardo se refería al

delito como “el problema”, “lo que pasó”, etc. y no se percibía cómodo hablando de

ello. Poco a poco, se fe logrando que él ahondara un poco más acerca de cómo

sucedieron los hechos y que pudiera decir que participo cómo cómplice en un

homicidio.

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2. Fundamentos y diseño inicial

2.1 Problema a intervenir

De acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)

en 2014 hubo 16 mil 885 adolescentes en México que infringieron la ley penal, de

los cuales, sólo el 27 por ciento estuvieron privados de su libertad. El otro 73 por

ciento de los y las jóvenes, son partícipes de resoluciones penales que implican

medidas cautelares que ayuden a regular su conducta; una de ellas es el

sometimiento a un proceso de psicoterapia. Es importante considerar que el

problema de la delincuencia juvenil va más allá de un adolescente que comete una

acción prohibida, ya que se ha encontrado necesario tomar en cuenta que los

comportamientos delictivos implican interacciones, pensamientos, elecciones,

emociones, recompensas, rasgos, perfiles de personalidad, aprendizajes,

socializaciones, creencias, actitudes, atribuciones, expectativas, etc. por lo que su

abordaje requiere de gran profundidad y entendimiento del entorno familiar y

contextual del adolescente. (Guerrero, 2017)

Los tratamientos psicoterapéuticos como medida cautelar pudieran ser

efectivos, siempre y cuando el(la) adolescente reconozca las afectaciones de su

conducta y esté interesado(a) en generar un cambio. No obstante, el que los y las

adolescentes en estas circunstancias no acudan de manera voluntaria a la

atención, es el primer obstáculo para establecer y lograr objetivos terapéuticos,

pues no se cuenta con una participación voluntaria ni deseo de cambio para poder

conseguir resultados positivos. En la mayoría de los casos, la motivación ante el

tratamiento termina una vez que se ha concluido el proceso penal, por lo que es

de suma importancia la adherencia que se pueda lograr antes de que éste

termine. Existen algunos casos exitosos en los que no necesariamente hay

motivación, pero existe aceptación hacia el programa. Entre muchos otros, uno de

los beneficios de un proceso psicoterapéutico efectivo es la disminución de la

probabilidad de reincidencia. A su vez, el riesgo de reincidencia decrece si los

procesos están más estructurados y adecuados a las necesidades personales.

(Levy, 2008)

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La pertenencia y utilidad de la psicología juega un importante papel en la

delincuencia, la cual es uno de los mayores problemas sociales. Las conductas

antisociales de los y las jóvenes, así como el consumo de alcohol y otras drogas,

están vinculados a muchos delitos. Una vez cometido un delito, vienen nuevos

problemas como la exclusión social y la frustración como base para la agresión.

Es por esto por lo que la atención a los jóvenes que cometen un delito debe ir más

allá, partiendo de una comprensión más completa del problema que oriente hacia

la prevención de la reincidencia. Es fundamental comprender que el origen de las

conductas antisociales es multifactorial, por lo que la psicología puede ser clave

para el tratamiento de algunas de sus dimensiones, más no de todas. La violencia

no es producida aleatoriamente, sino que parte de una cultura de conflictos

familiares, sociales, económicos y políticos, y del sistema globalizado que a su vez

permea las diferentes formas de vida en la sociedad, donde los estilos de vida de

los jóvenes son catalogados como formas de delincuencia. (Santisteban, 2011)

2.2 Indicación de tratamiento

El tratamiento con Leonardo fue indicado por un juez, quien dictaminó la

necesidad de un proceso psicoterapéutico durante el tiempo que durara el juicio y,

por lo menos, un año más después de su finalización. El requisito del juez para el

tratamiento fue una sesión por semana, quedando a decisión de la terapeuta y

Leonardo el día y el horario.

Se pretende analizar la alianza terapéutica en el proceso con Leonardo a

través de un enfoque psicodinámico. El proceso comenzó en octubre de 2017 y

terminó en junio de 2018, sin embargo, únicamente se llevaron a cabo nueve

sesiones, ya que hubo un periodo largo de interrupción debido a un cambio en el

proceso legal.

Al ser el tratamiento indicado por un juez, Leonardo no comenzó su proceso

con un motivo de consulta propio, lo cual es el primer impedimento para lograr una

alianza terapéutica. Así mismo, nunca se percibió en él una actitud de

arrepentimiento o de responsabilización de las consecuencias de su acción, por lo

tanto, no había una intención de cambio de su parte.

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2.3 Congruencia metodológica

Este modelo de investigación se trabajó desde el estudio de un caso clínico,

guiado bajo el modelo de Françoise Dolto de su libro “El caso Dominique” (1971).

Siguiendo dicho modelo, se relacionan referentes teóricos con viñetas

características del proceso de acompañamiento psicoterapéutico a un adolescente

de 14 años, presentando: una entrevista inicial con el padre y madre del

adolescente, una entrevista inicial con el adolescente, un psicodiagnóstico y siete

sesiones de seguimiento. Es importante mencionar que el proceso fue

interrumpido por un periodo intermedio por inasistencia del adolescente y,

posteriormente, concluido por la deserción laboral de la terapeuta en la institución

de atención.

2.4 Pertinencia técnica

Actualmente, el sistema legal en México recurre a medidas cautelares para

sancionar, redimir y erradicar conductas delictivas en jóvenes a través del

sometimiento a procesos psicoterapéuticos, atención en adicciones, continuación

de estudios, capacitaciones laborales, actividades recreativas, entre otras. Dichas

propuestas son pertinentes y en algunos de los casos serán reparadoras. Sin

embargo, uno de los requisitos fundamentales para que un proceso

psicoterapéutico sea exitoso, es necesario que la persona acuda a terapia por su

propia voluntad y que sea capaz de encontrar alguna molestia, inconformidad o

problema que le gustaría cambiar.

Es por esto por lo que, para hablar de un proceso psicoterapéutico

trascendente en un(a) adolescente que ha cometido un delito, es necesario

entender su estructura de personalidad y las posibilidades que esta misma brinda

de propiciar una alianza y adherencia terapéutica; lo cual se pretende fundamentar

con teoría del enfoque Psicodinámico, integrando algunos aspectos de enfoques

posmodernos que invitan a cuestionar si en realidad hay o no un paciente o

consultante en la relación terapéutica.

Además de los aportes psicoterapéuticos, se busca enriquecer el presente

estudio de caso con referencias interdisciplinares que permitan estudiar la

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problemática desde otras visiones, tales como la sociología, criminalística y

criminología, ya que desde la mirada sociológica, la delincuencia juvenil es un

tema latente en la actualidad debido a su alta conflictividad por la protección sobre

los menores de edad y por los ámbitos que abarca, enfatizando en el ámbito

educativo y en los estilos educativos de las figuras adultas de referencia. (Nieto,

2009)

2.5 Adecuación de medios

En un principio, debido a los horarios variantes de Leonardo por audiencias,

escuela y cambio de casa, no había un día fijo para sus sesiones; al terminar cada

una, se establecía la siguiente cita dependiendo de sus actividades de la semana.

Al ser el espacio terapéutico una institución con horario de atención corrido, esto

no generaba problema, por lo que se accedió a tener dicha flexibilidad, siempre y

cuando Leonardo acudiera una vez por semana y respetara la fecha propuesta por

él mismo la semana anterior. Sin embargo, tras varias confusiones por parte de

Leonardo acerca de la hora o día de su cita, se decidió fijar un día y horario

específico para favorecer la continuidad del proceso.

Lo anterior fue reiterado cuando regresó a proceso después de la

interrupción, ya que los objetivos del proceso indicados por el juez ahora incluían

el reforzamiento del sentido de responsabilidad de Leonardo hacia sus deberes. A

raíz de esto, se retoma el encuadre de un día y hora fija de sesión y se añade, en

acuerdo conjunto, un tiempo específico de tolerancia ante el retraso.

2.6 Esquema del procedimiento indicado

El proceso psicoterapéutico de Leonardo se llevó a cabo bajo un enfoque

psicodinámico, pues se buscaba comprender los conflictos internos del

adolescente para explicar la motivación afectiva de su conducta anormal.

Conforme pasaron las sesiones, se fue encontrando que el entorno familiar y

social de Leonardo son la principal causa de la presencia de conductas

antisociales en estructuración psíquica. De igual manera, una vez finalizado el

proceso se continuó analizando y estudiando el caso bajo las teorías

psicodinámicas con la finalidad de encontrar las características de personalidad y

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de la misma situación que dieron lugar a varios aspectos transferenciales y contra

transferenciales que dificultaron la creación de un vínculo terapéutico y una

adherencia al proceso.

El abordaje técnico de esta teoría, así como el estudio en general del

proceso, fueron en todo momento monitoreados por una supervisión grupal

integrada por compañeros de la maestría en Psicoterapia Clínica y por

profesionales expertos y expertas en distintos enfoques. Las observaciones,

comentarios, sugerencias y señalamientos de dicho grupo permitieron brindar un

acompañamiento ético y profesional a Leonardo.

2.7 Indicaciones y contraindicaciones

Leonardo acude a psicoterapia por indicación de un tercero, siendo el

tratamiento una medida cautelar impuesta al adolescente por haber sido cómplice

de un homicidio. A pesar de acudir por orden del juez, Leonardo siempre se

mostró dispuesto a cooperar en el proceso, aunque no tuvo claridad de la utilidad

de éste. Los acuerdos que se establecen entre Leonardo, la terapeuta y la

instancia encargada de monitorear el cumplimiento de la medida cautelar, son los

siguientes: la duración del proceso psicoterapéutico dependerá de la temporalidad

del proceso jurídico, se llevará a cabo una sesión de 50 minutos por semana, la

terapeuta notificará semana con semana si el adolescente acude puntualmente a

su cita y deberá informar inmediatamente ante una falta.

Si bien este proceso es necesario y es enfocado a la búsqueda de un

beneficio para Leonardo, se encuentra como contradicción la voluntad propia del

paciente a iniciar una psicoterapia. En su gran mayoría, los autores de la

psicología hacen referencia a la importancia de la propia iniciativa de la persona

para lograr un proceso exitoso, ya que, si no hay un reconocimiento de una

dificultad, problema o necesidad a mejorar, es muy complejo el avance. Es por

esto por lo que una psicoterapia impuesta a Leonardo se considera una

contradicción al proceso en sí; al acudir en contra de su voluntad, el trabajo con él

comienza siendo contra corriente, convirtiendo el espacio terapéutico en una parte

más del aparato de control al cual se encuentra sometido.

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2.8 Alcances y límites pronosticados para el caso

Hubo algunas las limitaciones que se presentaron durante el estudio de

caso. La primera de ellas fue la falta de voluntad del adolescente por recibir

atención psicológica, ya que él acudió por orden de un juez, lo cual pudo haber

permeado el proceso. Una segunda limitante de este estudio sería el error de

suponer que la psicoterapia por sí sola sería la solución a las problemáticas del

adolescente referido. Si bien un proceso psicoterapéutico puede ser de gran

utilidad, es indudablemente necesario que se realice un trabajo integral con él. Por

último, cabe mencionar que el joven comenzó el proceso de acompañamiento en

octubre de 2017, dejó de asistir en diciembre del mismo año, retomó el

seguimiento en mayo de 2018 y se tuvo que finalizar en junio del mismo año por

deserción de la terapeuta. Dichas interrupciones y un final abrupto son

consideradas limitantes del estudio, pues no permitieron un proceso constante y

fijo.

2.9 Contrato

El trabajo con Leonardo se llevó a cabo en las instalaciones de Nima,

Centro de Promoción de los Derechos Humanos de Niñas, Niños y Adolescentes

de Guanajuato. Se realizaron 9 sesiones, una de ellas destinada a la entrevista de

los padres de Leonardo; durante el proceso, hubo algunas inasistencias y un

periodo de 7 meses en el cual no se trabajó debido a modificaciones en su

proceso legal.

En la primera sesión, tanto con los padres, como con Leonardo, se abordó

el tema del abordaje del caso como parte del estudio de la maestría en

Psicoterapia Clínica, quedando firmado un contrato que incluye responsabilidades

y derechos de todas las partes implicadas en el proceso psicoterapéutico.

Asimismo, se clarificó que se notificaría a la autoridad correspondiente la

asistencia de Leonardo al proceso, aclarando la diferenciación de instancias y

enfatizando en que esto no implica compartir información del contenido terapéutico

con la autoridad gubernamental encargada de su adherencia a la medida.

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2.10 Análisis del momento de contratar

Desde la primera entrevista, tanto con los padres, como con Leonardo, se

pudo observar que, a pesar de acudir a psicoterapia por una orden judicial, los tres

mostraron disposición y una actitud favorable ante el proceso. No hubo una queja

verbal por tener que acudir y los padres de Leonardo incluso señalaron que

encontraban pertinente y benéfico el ingreso de su hijo a la psicoterapia por

considerarla una posibilidad para él de concientizar sus actos y evitar cometer los

mismos errores que su padre. Sin embargo, ellos solían justificar las constantes

faltas y retardos de su hijo a las citas, lo cual manifiesta su poco interés en el

proceso.

En cuanto a Leonardo, a pesar de siempre mostrar una actitud

cooperadora, la obligatoriedad ante su asistencia al proceso se hizo notar en las

inasistencias, impuntualidades y, en un principio, en su negación a ahondar en

ciertos temas. Sin embargo, una vez que su mamá mencionó algunas

problemáticas de la familia, Leonardo comenzó a mostrar mayor confianza en el

espacio psicoterapéutico, llegando a profundizar en temas de conflicto familiar.

2.11 Encuadre resultante

Después de algunas inasistencias ocasionadas por confusión de horarios,

se acordó con Leonardo que sus citas serían todos los viernes a las 11 am. A

diferencia de las primeras sesiones, en caso de no poder acudir o de llegar más

de diez minutos tarde, la sesión se reprogramaría hasta el siguiente viernes,

implicando esto la notificación de inasistencia a la autoridad responsable. Cabe

mencionar que la propuesta de la terapeuta fue brindar quince minutos de

tolerancia ante el retardo y Leonardo mismo sugirió que fueran diez minutos,

comprometiéndose a llegar unos minutos antes de su cita.

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3. Desarrollo y curso del caso

3.1 Marco referencial para la escucha

Para poder analizar la alianza terapéutica con un adolescente antisocial que

acude a psicoterapia por decreto de un tercero, es importante comprender la

definición psicológica de la adolescencia en sí y algunas características de ésta

como crisis de identidad, sentimiento de culpa, los cambios propios del desarrollo

que se presentan y los riesgos que éstos conllevan, entre otras. Así mismo, será

necesario abordar términos propios de la delincuencia juvenil, los criterios de la

estructura de personalidad antisocial, estructura límite, conflicto intrapsíquico,

trastornos de la personalidad, características del proceso psicoterapéutico,

adherencia al tratamiento, alianza terapéutica, resistencia, neurosis transferencial,

contratransferencia, motivos de consulta del paciente límite, entre otros.

Para la construcción del presente estudio de caso fueron consultados varios

autores, a continuación, se abordarán los principales.

3.2 Presentación de las premisas esenciales del marco referencial en el

diálogo con otros autores

Kernberg, O. – Organización fronteriza de la personalidad.

Kernberg (1979) relaciona las características de las personas que presentan

organización fronteriza de la personalidad con los síntomas iniciales de las

neurosis, especificando pueden sufrir episodios psicóticos pasajeros. Cuando

dichos casos son abordados con métodos analíticos clásicos, pueden

experimentar una pérdida de la prueba de realidad e incluso ideas delirantes que

aparecen únicamente en la transferencia. Por lo tanto, desarrollan una psicosis

transferencial y no una neurosis transferencial. Para poder determinar si una

persona cuenta con dicha organización, es necesario realizar un análisis

estructural, el cual, según Freud, se conforma por un análisis de los procesos

mentales desde la perspectiva de las tres estructuras psíquicas: yo, ello y superyó.

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Kernberg, P. – Trastornos de personalidad.

Kernberg (2000) presenta varios criterios obtenidos a través del DSM IV para

diagnosticar un trastorno de personalidad en niños y adolescentes, de los cuales

se consideran los siguientes para el presente estudio de caso:

A). Presenta un patrón resistente de experiencia interna y comportamiento

que se desvía significativamente de las expectativas de su cultura. Este patrón se

manifiesta en una o más de las siguientes áreas:

1. Cognición, esto es, formas de percibir e interpretarse a sí mismo, a otras

personas y acontecimientos.

2. Afectividad, es decir, el rango, sensibilidad, labilidad y qué tan apropiada es la

respuesta emocional.

3. Funcionamiento interpersonal.

4. Control de impulsos.

B.) El patrón persistente es inflexible y generalizado a través de una amplia

variedad de situaciones sociales y personales.

C.) El patrón persistente conduce a una tensión clínicamente significativa y

a un deterioro en el funcionamiento social, ocupacional y de otras oreas

importantes de funcionamiento.

D.) El patrón es estable y de larga duración y su aparición puede ser

rastreada por lo menos hasta la adolescencia o la adultez temprana.

E.) El patrón persistente no se explica mejor a través de la manifestación o

consecuencias de otro trastorno mental.

F.) El patrón persistente no se debe a los efectos fisiológicos directos de,

una sustancia, por ejemplo, abuso de drogas o una medicación; o una enfermedad

medica determinada, por ejemplo, traumatismo cráneo encefálico.

Por otro lado, Kernberg también cita la lista de verificación conductual de

Achenbach (1991), dentro de la cual se encuentran relevantes los siguientes:

- Trastorno limítrofe de la personalidad: discute mucho, se queja de la soledad,

actúa impulsivamente o sin pensar, ataca físicamente a otros, crueldad,

prepotencia o maldad hacia otros, se hace daño intencionalmente o intenta

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suicidarse, destruye sus propias cosas, siente o se queja de no ser querido, grita

mucho, cambios abruptos de estado de ánimo o de sentimientos, habla de

matarse, berrinches o irritabilidad.

- Trastorno antisocial de la personalidad: crueldad con los animales, crueldad,

prepotencia o maldad hacia otros, destruye cosas que pertenecen a su familia o a

otros, no parece sentirse culpable después de portarse mal, huye de casa, prende

fuego, roba en casa, roba fuera de casa, se involucra en muchas peleas, actúa de

modo impulsivo o sin pensar, miente o hace trampa, amenaza a personas,

haraganería (no va a la escuela), vandalismo.

Winnicott, D. – Tendencia antisocial.

De acuerdo con este autor, existe una relación entre la tendencia antisocial

con una privación de algún aspecto positivo en la infancia. Ejemplifica que un(a)

adolescente que roba no está buscando en sí el objeto que robó, sino aquello de

lo cual fue desposeído(a) en la infancia, aquello a lo que tiene derecho y le ha

defraudado en la satisfacción de sus necesidades.

Winnicott consideraba que las primeras etapas del desarrollo emocional están

llenas de conflictos y desintegraciones potenciales. La relación con la realidad

externa todavía no está firmemente arraigada, la personalidad aún no está del

todo integrada; el amor primitivo tiene un fin destructivo y el niño pequeño no ha

aprendido todavía a tolerar y manejar los instintos. Puede llegar a manejar estas

cosas, y muchas más, si lo que lo rodea es estable y personal. Al comienzo

necesita indispensablemente vivir en un círculo de amor y fortaleza para que no

experimente demasiado temor frente a sus propios sentimientos y sus fantasías y

pueda progresar en su desarrollo emocional. Por el contrario, cuando el niño no

cuenta con los cuidados necesarios que le generen una sensación de seguridad,

el niño buscará por fuera lo que no encontró en casa a fin de encontrar la

estabilidad necesaria para superar sus primeras etapas del crecimiento emocional.

Winnicott (1981) planteó lo siguiente:

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“Cuando un niño roba fuera de su hogar también busca su madre, pero

entonces con mayor sentimiento de frustración, y con una necesidad cada

vez mayor de encontrar, al mismo tiempo, la autoridad paterna que ponga

límite al efecto concreto de su conducta impulsiva y la actuación de las

ideas que surgen en su mente cuando está excitado. El delincuente sólo

puede tornarse cada vez más inhibido para amar, y en consecuencia más y

más deprimido y despersonalizado, y eventualmente incapaz de sentir en

absoluto la realidad de las cosas, excepto la realidad de la violencia.”

Winnicott sugiere que los adolescentes, al comenzar a infringir la ley se

sienten cada vez más distantes de las relaciones con sus padres, sin encontrar en

el resguardo de éstos a través de los límites y guía de acciones que deberían

implementar para hacer sentir al adolescente preocupación por su bienestar.

(Winnicott, 1981)

Freud, S. - La culpa

Freud comprende las conductas prohibidas de los y las adolescentes como

método de escape de su culpa. Menciona que dicho sentimiento de culpa proviene

del complejo de Edipo. En algunos casos, el complejo de Edipo puede arrastrar

hasta la adolescencia un gran sentimiento de culpa por los deseos incestuosos

hacia el padre o la madre, ante lo cual propone que los y las adolescentes, tras

querer disminuir la culpa que sienten por dichos pensamientos, buscan

inconscientemente cometer algún acto prohibido, buscando alivio de su culpa al

recibir un castigo. (Freud, 1914)

En Proyecto de una psicología para neurólogos (1986) Freud define a la culpa

como el desamparo y vida pulsional como fuentes de moralidad. El significado de

culpabilidad parte de la condición de indefensión en la que se encuentra el sujeto

en sus relaciones con la constelación pulsional. De igual manera, se parte de la

relación de la culpa con las experiencias de satisfacción, pues dichas experiencias

remiten a lo permitido y a lo prohibido, por lo que cuando se piensa en culpa, se

piensa en la ley, la transgresión, la deuda, la autoridad y el castigo. Sin embargo,

Freud inicia su reflexión sobre la condición moral de las personas, las fuentes del

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sentimiento de culpa y sus consecuencias con el planteamiento del ser humano en

condición de sujeto inmaduro y dependiente de sus objetos por lazos libidinales.

En otras palabras, la reflexión de Freud se basa en la dependencia en el Otro y

situación de indefensión ante una experiencia que resulte fuente de moralidad.

Las concepciones que las personas formamos referentes a la moral dependen

de las intervenciones y educación de los padres, pues a través de ellas se cuelan

los motivos morales, así como de los criterios culturales de la sociedad, la época a

la que pertenece el individuo y las creencias particulares de los padres. Lo que

surja de estas experiencias constituirá las leyes que se inscribirán en el

inconsciente del sujeto y desde ahí, regulará sus satisfacciones y será lo que

origine sentimiento de culpa y angustia ante transgresiones.

Etchegoyen, H. – Psicoterapia y Alianza terapéutica.

Etchegoyen (2010) define la psicoterapia como el tratamiento dirigido a la

psiquis, en un marco de relación interpersonal, y con respaldo en una teoría

científica de la personalidad. Los rasgos característicos que el autor destaca de la

psicoterapia por su devenir histórico son: 1.) su método, pues la psicoterapia se

dirige a la psiquis por la única vía practicable, la comunicación; 2.) su instrumento

de comunicación: la palabra o, mejor dicho, el lenguaje verbal y preverbal y a la

vez el mensaje; 3.) su marco, la relación interpersonal médico-enfermo; 4.) por su

finalidad, la cual es curar; 5.) por su propósito, ya sea la enseñanza,

adoctrinamiento, catequesis, etc.

La indicación de la psicoterapia debe hacerse, según Etchegoyen, atendiendo

al tipo y al grado de enfermedad del paciente y a otros factores, que son siempre

de peso y a veces decisivos. Algunos de ellos dependen de la persona y otros de

su entorno. El valor social de la persona no debe implicar un juicio de valor; al

incluirlo entre sus criterios de selección, el analista debe estar seguro de que no

se deja llevar por el prejuicio o por un factor afectivo (contratransferencia) sino por

una evaluación objetiva de la importancia del tratamiento para ese individuo y de

este individuo para la sociedad.

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Dentro de los factores que se están considerando está la actitud psicológica

del paciente frente a la indicación del análisis. Nunberg descubrió hace muchos

años (1926) que todo paciente trae al tratamiento deseos neuróticos y no solo

deseos realistas de curación y, desde luego, la resultante de ambos mostrará los

aspectos sanos y enfermos, que habrán de desarrollarse como neurosis de

trasferencia y alianza terapéutica. A veces los deseos neuróticos (o psicóticos) de

curación pueden configurar de entrada una situación muy difícil y conducir

inclusive a lo que Bion describió en 1963 como reversión de la perspectiva.

Al comenzar un proceso psicoterapéutico, el paciente sabe que se está

ofreciendo un tratamiento largo, en el que el objetivo principal es que la persona

logre conocerse a sí misma, lo cual no para todos es atractivo y para nadie es

agradable. Desde esta perspectiva, Etchegoyen hace referencia a una vocación

para el análisis, lo cual no todos los pacientes tienen. Por su parte, Freud prefería

los casos que llegaban espontáneamente, pues consideraba que nadie puede

tratarse a partir del deseo del otro. Si bien las expresiones manifiestas del

paciente son siempre equívocas y solo con la marcha misma del análisis se

podrán evaluar, la actitud mental profunda frente a la verdad y al conocimiento de

sí mismo influye notoriamente en el desarrollo del tratamiento psicoanalítico. A

esto se refiere sin duda Bion (1967), cuando habla de la función psicoanalítica de

la personalidad. Kuiper (1968) afirma que la motivación para el análisis y el deseo

de conocerse a sí mismo son decisivos, incluso más que el tipo de enfermedad y

otras circunstancias.

A veces, la falta de espontaneidad y de autenticidad ante la solicitud de un

proceso psicoterapéutico, está relacionada con la patología misma del paciente, y

entonces es parte de nuestra tarea analizarla y resolverla en la medida que nos

sea posible. Este problema también puede verse desde la perspectiva de la

renuncia altruista de Anna Freud (1936), en cuanto estos individuos solo pueden

tener acceso al análisis en función de otros y no de sí mismos, tema al que

también se refiere Joan Riviere en su artículo sobre la reacción terapéutica

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33

negativa, de 1936. Desde cualquiera de los anteriores, se puede concluir que, en

estos casos, la indicación es siempre más delicada y peor el pronóstico.

Janine Chasseguet-Smirgel (1975), en sus estudios sobre el ideal del yo,

considera que, más allá del diagnóstico, hay dos tipos de pacientes en cuanto a su

comportamiento en el tratamiento: los pacientes con un auténtico deseo de

conocerse a sí mismos y llegar al fondo de los problemas, que buscan un análisis

completo y riguroso. Y los que buscan resolver sus conflictos de manera rápida y

fácil porque son incapaces de captar la gran propuesta humana que el análisis

formula y carecen del insight que les permita tomar contacto con sus conflictos. La

autora considera se trata de una actitud frente al análisis y frente a la vida, que

interfiere de manera importante en el proceso y, por su índole, no siempre puede

modificarse con una psicoterapia.

Es por esto por lo que se encuentra sumamente importante diferenciar la

motivación para el análisis con la búsqueda de un alivio concreto frente a un

síntoma o a una determinada situación de conflicto, ya que la búsqueda de un

alivio concreto implica una débil motivación, que se pierde con la disolución del

síntoma y conduce de inmediato a un desinterés en la continuidad del proceso o a

una rápida huida a la salud.

Por otro lado, es importante considerar el entorno social o familiar del

paciente, pues la posibilidad y el desarrollo del análisis que el paciente depende

en gran medida de que se disponga de un medio adecuado que lo soporte cuando

falta el analista, es decir entre sesión y sesión, en el fin de semana o en

vacaciones. Una persona que está totalmente sola o que no cuenta con un

entorno familiar favorable, es siempre difícil de analizar. Desde luego que esto

varía con la psicopatología del paciente. En el trabajo con neuróticos, existe

internamente un soporte personal, aunque también se necesite un apoyo familiar.

Pero en el caso de los psicóticos, los psicópatas, adictos y perversos, si el medio

familiar no presta una ayuda concreta, el análisis se hace casi imposible. Cuando

el futuro paciente depende de un medio familiar hostil al análisis, la tarea será más

difícil, y tanto más si esa dependencia es concreta y real, económica, por ejemplo.

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Estos factores, aunque no hagan a la esencia del análisis, deben pesarse en el

momento de la indicación.

En cuanto a la Alianza terapéutica, Etchegoyen refiere que no todo lo que

aparece en el proceso analítico es transferencia, siempre hay algo más; la

transferencia está en todo, pero no todo lo que está es transferencia. La alianza

terapéutica va a lado de la transferencia.

Sterba (1934) explica la alianza terapéutica como la base de una disociación

terapéutica del yo en la que dos partes, la que colabora con el analista y la que se

opone; la que colabora está vuelta hacia la realidad y la que se opone comprende

los impulsos del ello, las defensas del yo y los dictados del superyó. La disociación

terapéutica del yo se debe a una identificación con el analista, cuyo prototipo es el

proceso de formación del superyó.

A diferencia de Sterba, Strachey (1934) no considera la disociación

terapéutica del yo como lo decisivo en el proceso analítico, sino en que el

psicoanalista asuma el papel de un superyó auxiliar. Sin embargo, los dos

concuerdan en la importancia de la interpretación de la transferencia y resistencia.

Frente a una trasferencia que amenazan la marcha del análisis, surge un factor

derivado de la influencia correctora del analista. Al interpretar el conflicto

trasferencial, el analista contrapone los elementos yoicos que se conectan con la

realidad y los que tienen una carga de energía instintiva o defensiva. De esta

manera, el analista logra una disociación dentro del yo del paciente, que le permite

establecer una alianza contra las poderosas fuerzas del instinto y la represión. Por

lo tanto, cuando se inicia un análisis que va a terminar con buen éxito, el inevitable

destino que le espera al yo es la disociación.

De acuerdo con el modelo freudiano de 1912, del que Sterba parte, la

trasferencia se establece como resistencia al trabajo del análisis, ya que el

paciente actúa para no recordar una experiencia infantil, lo que promueve una

defensa del yo frente al analista trasformado en representante de las mismas

tendencias a las que el yo del analizado se tiene que oponer.

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35

El trabajo del analista consiste, dice Sterba (1934), en superar la resistencia

de trasferencia que obstruye el avance del proceso. El analista se encuentra,

pues, en una difícil situación, porque se ha trasformado en el destinatario de la

repetición emocional que opera en el paciente para obstruir justamente los

recuerdos que el analista busca.

Zetzel (1956), distingue la trasferencia como alianza terapéutica de la neurosis

de trasferencia, la cual considera una manifestación de la resistencia. De este

modo, la alianza terapéutica queda definida como parte de la trasferencia, aunque

se la haga depender de la existencia de un yo suficientemente maduro, que no

existe en los pacientes severamente perturbados y en los niños pequeños.

Sterba (1934) sostiene que el tratamiento psicoanalítico se hace posible por

un proceso de disociación del yo, pues la parte que está vuelta hacia la realidad,

crea una alianza con el analista para observar y comprender a la parte instintiva y

defensiva. Toda su concepción se apoya en la tarea interpretativa del analista que

opera sobre el acting out del conflicto transformándolo en pensamiento, en

palabras, a la par que le sirve como modelo de identificación al analizado. Para

este autor, no es necesaria la teoría de la regresión terapéutica, pues la alianza

empieza a formarse justamente cuando el analista interpreta.

La diferencia entre alianza terapéutica y la neurosis de trasferencia radica en

los criterios de analizabilidad y la hipótesis de una regresión terapéutica en

respuesta a las particularidades que ofrece al analizado el comienzo del

tratamiento analítico. Melanie Klein también aporta algunas diferencias entre estas

dos; la alianza terapéutica es entendida por Klein como asentada en las funciones

autónomas del yo y concretamente en la autonomía secundaria; pero se la remite

a las primeras relaciones de objeto del niño con los padres, en especial con la

madre. El concepto de alianza terapéutica es la base indispensable del tratamiento

analítico y se la vuelve a definir como una relación positiva y estable entre el

analista y el paciente que permite llevar a cabo la labor de análisis. La alianza

terapéutica depende de la autonomía secundaria y ésta de la relación de objeto

con la madre, por lo que Zetzel (1956) llega a la conclusión de que la regresión

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terapéutica está al servicio del yo. Con esto ya se hace difícil mantener que la

neurosis de trasferencia es un mecanismo de defensa del yo y que la regresión es

una manifestación de la resistencia.

Conceptos Freudianos – Transferencia y Contratransferencia

La primera definición que Freud hace de la transferencia es: “perturbación de

la relación del paciente con el analista, es decir, uno de los posibles obstáculos

que aparecen en el curso de la cura que al detener el trabajo analítico tiene el

estatuto de una resistencia” (Freud, 2005). Freud plantea que dicha resistencia

puede ser manifestada a través de diferencias con el analista, las cuales pueden

aparecer de distintas maneras en cada caso. Otro mecanismo de defensa común

ante una transferencia es la represión, la cual es definida por Freud como la

operación psíquica por la que se separa la representación de su afecto en

aquellas representaciones que dan cuenta de un conflicto pulsional y que son

displacientes por su contenido.

De acuerdo con Freud, la resistencia aumenta a medida que la labor analítica

se acerca al nódulo, por lo que considera que la terapia no debe consistir en

extirpar algo, sino en fundir la resistencia. Es decir, las resistencias deben surgir,

pues indican la aproximación al núcleo patógeno y están estrechamente ligadas a

la transferencia.

Para Freud, la abstinencia y la neutralidad son principios que deben

caracterizar a la actitud del analista durante el proceso. Por neutralidad se refiere

a que el analista no debe dirigir la cura en funciones de sus ideales, creencias,

prejuicios, etc. por lo que debe mantener neutralidad en las manifestaciones

transferenciales. Es a partir del concepto de neutralidad que surge el

planteamiento de la contratransferencia, la cual es definida por Freud (1910) como

el efecto que ejerce el paciente sobre el sentir inconsciente del analista.

Para Money- Kyrele la neutralidad implica que el analista se preocupe por el

bienestar del paciente sin involucrarse emocionalmente en sus conflictos. Pero la

preocupación por su bienestar proviene de la fusión de dos impulsos: el reparador

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y el paternal. Por lo que el analista debe discriminar cuáles de las emociones del

paciente resuenan en sus propias fantasías inconscientes. (Ruiz, 2005)

Fiorini, H. – Fenómenos resistenciales.

Fiorini cita dos cuestiones centrales del trabajo de Freud en El yo y el ello

(1923) para la observación clínica de los fenómenos resistenciales; refiere que el

paciente experimenta dificultades cuando se le plantean ciertas tareas, pues, al

aproximarse a lo reprimido, sus asociaciones fallan. En estos casos se considera

que la persona está experimentando una resistencia, a pesar de él no saberlo;

puede tener sentimientos de displacer, más no sabe nombrarla ni indicarla. Y

puesto que esta resistencia es parte de su yo y es resorte de éste, se enfrenta una

situación imprevista. En el yo mismo se ha encontrado algo que es también

inconsciente, que se comporta exactamente como lo reprimido, vale decir,

exterioriza afectos intensos sin devenir a su vez consciente y se necesita de un

trabajo particular para hacerlo consciente. He aquí la consecuencia que esto tiene

para la práctica analítica: caeríamos en infinitas imprecisiones y dificultades si

pretendiéramos atenernos a nuestro modo de expresión habitual y, por ejemplo,

redujéramos la neurosis a un conflicto entre lo consciente y lo inconsciente.

Nuestra intelección de las constelaciones estructurales de la vida anímica nos

obliga a sustituir esa oposición por otra: la oposición entre el yo coherente y lo

reprimido escindido de él". (Fiorini, 2008)

Kernberg, O. – Mecanismos de defensa

Kernberg (1975) describe como mecanismos de defensa de la organización

limítrofe de la personalidad la escisión, identificación proyectiva, control

omnipotente, devaluación, idealización primitiva y negación, cada uno de los

cuales se expresa interpersonalmente y el entrevistador puede vivenciarlos a

través de su contratransferencia; esto es, sus reacciones emocionales hacia el

paciente. Los mecanismos de defensa característicos de la organización psicótica

de la personalidad incluyen dispersión, constricción extrema, encapsulación,

desmantelamiento y fuga.

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38

- Escisión: proceso activo que consiste en mantener apartados atributos del

sí mismo del otro, sin considerar las contradicciones y negándolas. Los

atributos escindidos son tan amenazantes que no se reconocen como

pertenecientes a una parte del sí mismo o del otro (es decir, la falta de

síntesis de las imágenes contradictorias del sí mismo y del objeto en la

idealización y devaluación). Narración implícita: dos aspectos

contradictorios de "mí" y de la otra "persona" están separados y

desconectados entre ellos.

- Identificación proyectiva: externalización de aspectos agresivos negativos

de las imágenes del sí mismo del objeto hacia objetos que son percibidos

como peligrosos. El temor a las represalias hace que el individuo se

defienda mediante controlar a los demás para evitar que lo ataquen. El

objeto (o experiencia) está afuera de mí. "Yo" estoy manteniéndome

activamente a cierta distancia para que no se me revierta.

- Control omnipotente: el niño intenta controlar el mundo externo siendo todo

poderoso e impositivo, con la expectativa de ser tratado de manera

especial. Debo de mantener a todo el mundo bajo mi control.

- Devaluación primitiva: el niño devalúa al otro por completo. Es rechazado

por ser repugnante y aborrecido, se le descarta por no tener relevancia y

puede aparecer como siniestro o amenazador. En este punto, la

devaluación se completa y se enfoca en una característica (o conjunto de

éstas) que ocasiona que la otra sea inaceptable, sin características

rescatables. No eres nada bueno.

- Negación: consiste en negarse a reconocer la realidad de una experiencia

traumática, un afecto doloroso o un sector específico del mundo externo.

Me desconecto, me excluyo de la experiencia (dolorosa). Hago como si no

hubiese sucedido o como si no existiese.

- Idealización primitiva: la persona u objeto se valora por encima de todo

debido a una (o varias) características que no es duplicable: El atributo

inalcanzable otorga un don y encanto mágico, dándole poder y autoridad a

los otros. El objeto es perfecto, puro, amable y poderoso. No soy punto de

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comparación. El objeto está "por encima" y yo "por debajo". (Kernberg,

1975)

Laplanche, J. – Frustración y Renegación.

Laplanche describe la frustración como la condición del sujeto que ve

rehusada o se rehúsa la satisfacción de una demanda pulsional. En psicología, se

tiende a asociar frustración y gratificación y a definirlas como la condición de un

organismo sometido a la ausencia o a la presencia de un estímulo agradable. Esta

concepción puede relacionarse con algunos puntos de vista de Freud,

especialmente aquellos en los que parece asimilar la frustración a la ausencia de

un objeto externo susceptible de satisfacer la pulsión. En este sentido, contrapone

las pulsiones de autoconservación, que reclaman un objeto exterior, a las

pulsiones sexuales, que pueden satisfacerse durante mucho tiempo en forma

autoerótica y en forma de fantasías: solamente los primeros podrían ser

frustrados.

De estos textos se desprende que lo que interviene en la frustración, según

Freud, no es tanto la carencia de un objeto real sino la respuesta a una exigencia

que implica una determinada forma de satisfacción o que no puede recibir

satisfacción de ninguna clase.

En cuanto a la renegación, refiere ser un término utilizado por Freud para

definir el modo de defensa consistente en que el sujeto se rehúsa a reconocer la

realidad de una percepción traumatizante, principalmente la ausencia de pene en

la mujer. Este mecanismo fue especialmente invocado por Freud para explicar el

fetichismo y las psicosis; a manera en la que Freud relaciona este proceso con el

mecanismo psicótico es explicado desde la idea de que el proceso no parece raro

ni muy peligroso en la vida psíquica del niño, pero que, en el adulto, constituirá el

punto de partida de una psicosis. En la medida en que la renegación se refiere a la

realidad exterior, Freud ve en ella, en contraste con la represión, el primer tiempo

de la psicosis: mientras el neurótico comienza reprimiendo las exigencias del ello,

el psicótico comienza por renegar la realidad.

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La renegación no sólo se refiere a una afirmación a la que uno se opone, sino

también a un derecho o a un bien al que se rehúsa; en este caso el rehusar es

ilegítimo. Por ejemplo, renegar de la justicia, de los alimentos, etc.; rehusarse a lo

que le corresponde. (Laplanche, 2004)

3.3 Crítica de las premisas esenciales del marco referencial en diálogo con

otros autores

Andrade, N. – Alianza terapéutica.

El término de alianza terapéutica tiene su origen en el seno del modelo

psicoanalítico. Freud (1913) aunque no utilizó este concepto como tal, dio a

conocer que antes de que el terapeuta proporcione al paciente sus primeras

interpretaciones, debe establecerse en la relación un adecuado rapport, siendo la

adherencia del paciente al tratamiento y al analista el primer objetivo de la

intervención. Sterba (1934) destacó la importancia de la identificación positiva del

paciente con su terapeuta en el logro de las distintas tareas terapéuticas. Zetzel

(1956) usó el término alianza terapéutica para referirse a la capacidad del paciente

de emplear la parte sana de su yo en vincularse o unirse al analista en el

cumplimiento de los cometidos terapéuticos. Greenson (1965) hizo una distinción

entre alianza de trabajo -habilidad del paciente para conectar con las tareas

propias del análisis- y alianza terapéutica -capacidad de terapeuta y paciente para

formar un vínculo personal-. Luborsky (1976) sugirió que la alianza entre terapeuta

y paciente se desarrollaba en dos fases: a) la primera fase o alianza tipo I, sobre

todo en el inicio de una psicoterapia, representa la percepción que el paciente

tiene del terapeuta como una persona que le ayuda y que le ofrece apoyo, en el

marco de una relación cálida y afectuosa y b) la segunda fase o alianza tipo II, en

fases posteriores del proceso psicoterapéutico, incluye el “capital” que destina el

paciente a trabajar y colaborar conjuntamente con el terapeuta en las tareas

propias del proceso. Bordin (1979) definió la alianza terapéutica como el elemento

relacional de carácter activo propio de todas aquellas relaciones que pretenden

inducir un cambio. Su formalización incluye la presencia de tres componentes o

dimensiones:

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1. El vínculo abarca una compleja red de nexos personales positivos entre

paciente y terapeuta, cuya calidad determina el tono emocional que el paciente

tiene del terapeuta y que incluye aspectos tales como la empatía, la confianza

mutua y la aceptación. Conviene aclarar que un concepto relacionado con el

vínculo es el de rapport, entendido éste último como el grado de contacto afectivo

entre paciente y terapeuta (Fernández y Rodríguez, 2001).

2. Acuerdo entre paciente y terapeuta respecto a los objetivos de la

psicoterapia, es decir, el mutuo consentimiento acerca de qué es lo que se

pretende lograr con la intervención psicoterapéutica.

3. Acuerdo entre paciente y terapeuta respecto a las tareas o actividades a

realizar, intrínsecamente relacionadas con la psicoterapia que se esté llevando a

cabo. Hace referencia al acuerdo acerca de los medios adecuados para alcanzar

los objetivos propuestos, por lo que una relación terapéutica que esté funcionando

bien se caracteriza por el hecho de que: a) tanto paciente como terapeuta

perciben la importancia y relevancia de estas tareas y b) cada uno de ellos está

dispuesto a aceptar la responsabilidad de la realización de las mismas.

La presencia de un vínculo personal entre paciente y terapeuta, de un

compromiso que posibilite la colaboración y de un acuerdo en la dirección a seguir

(objetivos) y en las actividades (tareas) a realizar durante el tratamiento, son

compartidos en distinto grado por las medidas de alianza. La alianza hace

referencia a la calidad y a la fuerza de esta relación de colaboración entre paciente

y terapeuta la cual incluye: a) un vínculo afectivo positivo entre ellos, b) elementos

de carácter cognitivo (consenso acerca de las metas a conseguir y los medios

para alcanzarlas), c) un sentido de equipo entre paciente y terapeuta, d) aspectos

conscientes e intencionales y e) algunos elementos procedentes de relaciones

pasadas (tanto del paciente como del terapeuta).

Krupnick, Sotsky, Simmens, Moyer, Elkin, Watkins y Pilkonis (1996) y Bachelor

y Salamé (2000), consideran que un patrón uniforme de alianza se relaciona en

mayor medida con resultados satisfactorios al finalizar el tratamiento. No obstante,

es muy importante establecer una fuerte alianza terapéutica al inicio del

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tratamiento psicoterapéutico. Existe un acuerdo significativo de las investigaciones

en señalar que el momento crítico para ello se sitúa entre la tercera y la quinta

sesión, ya que de lo contrario: a) las perspectivas de éxito del tratamiento pueden

verse amenazadas (Horvath y Bedi, 2002) o b) puede existir riesgo de que el

paciente decida finalizar de forma prematura la intervención (Tryon y Kane, 1993).

La alianza terapéutica se ve afectada por un conjunto de variables

moderadoras. Estas hacen referencia a: a) variables del paciente: severidad del

cuadro clínico antes de empezar la psicoterapia, tipo de trastorno, relaciones

objetales y conductas de apego en sus primeros años, b) variables del terapeuta:

habilidades interpersonales y de comunicación, empatía, calidez, experiencia y

formación y comportamientos y/o actitudes negativas y c) variables de la

interacción: complementariedad entre terapeuta y paciente y colaboración entre

los participantes.

De manera general se puede afirmar que la investigación sobre la relación

terapéutica se ha dirigido últimamente a estudiar aquellos aspectos concernientes

a la colaboración y al carácter interactivo de la relación, destacando entre ellos la

alianza terapéutica (Lambert y Barley, 2002). Específicamente, los estudios sobre

la alianza han orientado y orientan sus esfuerzos a examinar: a) la influencia de

las variables moderadoras sobre la alianza, b) las causas, tipos y resolución de

rupturas de la alianza terapéutica y c) la relación entre la alianza y los resultados

de la psicoterapia, correspondencia que cuenta con una mayor tradición

investigadora y a la que se dedicará el siguiente apartado.

Las dos principales características de la alianza terapéutica son:

1. Es una de las claves del cambio en psicoterapia, por lo que su uso se ha

extendido a distintos modelos psicoterapéuticos.

2. Es uno de los conceptos que más se ha estudiado en investigación de

procesos, ya que ofrece un marco idóneo para entender y trabajar la relación entre

paciente y terapeuta y es la variable que ha mostrado correlaciones más

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consistentes con los resultados a través de diversas medidas y de diversos

enfoques. (Andrade, 2005)

Fernández, C. y Rodríguez, L. – Tratamiento con trastornos de la

personalidad.

En el artículo Tratamiento psicoanalítico de los trastornos de personalidad

(Fernández y Rodríguez, 2013), se realiza un análisis acerca de las teorías de

algunos cuadros psicopatológicos en tanto a su evaluación y tratamiento. Este

artículo comienza definiendo los trastornos de personalidad desde distintos

autores, entre ellos:

- Kurt Schneider (1974), quien se refiere a las personas con estas estructuras

como personalidades que por su carácter sufren y/o hacen sufrir a los

demás;

- Sigmund Freud, estableció el término “trastornos de la personalidad” para

aquellas estructuras que no entraban del todo en el cuadro neurótico, pero

tampoco en el psicótico.

- Otto Kernberg, utiliza como una de sus principales bases para sus teorías la

“importancia de las más tempranas relaciones objetales internalizadas en la

determinación de las vicisitudes del conflicto intrapsíquico y las relaciones

psíquicas" (Kernberg, 1979).

- Kohut, diferencia los trastornos fronterizos de Kernberg con los trastornos

narcisistas, propuestos por él, en la posibilidad de utilizar el tratamiento

psicoanalítico clásico en los trastornos fronterizos, mientras que en los

narcisistas elabora su propia forma de tratamiento: la terapia expresiva. El

mérito de Kohut fue instituir el narcisismo como una característica positiva

dentro de la personalidad.

Dentro de la teoría psicoanalítica, se clasifican los trastornos mentales en tres

grandes categorías: psicosis, neurosis y psicopatías o trastornos de personalidad.

Los desórdenes fronterizos manifiestan su gran fragilidad psíquica en trastornos

de conducta y afectivos, en la separación de los objetos como totalmente buenos y

totalmente malos, y en los acting-out tan frecuentes en este tipo de patologías.

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Además, existen características representativas de estos cuadros, como la

impulsividad, la auto agresividad, la gran inestabilidad emocional, las dificultades

interpersonales, una cierta perturbación sobre su identidad y la falta de flexibilidad

en diversas áreas.

Para poder comenzar un adecuado tratamiento con este tipo de

personalidades, es necesario primero tener claramente identificada y

diagnosticada la presencia de un trastorno de personalidad; para poder evaluar

esto, Kernberg propone: establecer un buen clima durante la entrevista con el

paciente; hacer uso de la observación de las conductas, respetando los ritmos de

cada persona; prestar atención a las reacciones, es decir, valorar comunicación

verbal y no verbal; hacer preguntas abiertas, dejando expresar al paciente sus

síntomas, malestar, motivación para el tratamiento, sentimientos y pensamientos;

centrar la entrevista en los síntomas, conflictos o dificultades del paciente, y los

modos particulares en que los refleja en la interacción con el entrevistador. Todo

esto, de modo tal que se logre observar el grado de integración de identidad, el

tipo de operaciones defensivas y la prueba de realidad del paciente. Para llegar a

esto, propone técnicas como:

- Clarificación: exploración de la información que el paciente ha proporcionado,

evocando material consciente y preconsciente sin imponerle un reto, a través de

preguntas, abiertas o cerradas, respecto a aquello que nos suscita dudas.

- Confrontación: presentar al paciente las áreas de información que parecen

contradictorias o incongruentes.

- Interpretación: establecer lazos entre el material consciente y preconsciente,

y las funciones o motivaciones inconscientes, ansiedades subyacentes y conflictos

activados. Para poder utilizar esta técnica, hay que haber establecido previamente

una buena alianza, para evitar rechazos o ausencias continuadas a citas.

- Interpretación de la Transferencia: palabras o actitudes del terapeuta que le

recuerden al paciente algo acontecido en el pasado; analizarlo podría reflejar la

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reconstrucción de relaciones patogénicas y conflictivas con los demás

significantes en el pasado del paciente.

En la primera fase de la entrevista se recomiendan preguntas abiertas,

directas o indirectas, presentadas en secuencia, para permitir al paciente expresar

el motivo que le ha traído a consulta, su malestar, su sintomatología, así como

explorar la prueba de realidad, su conciencia de enfermedad y la necesidad de

tratamiento, y la naturaleza realista o no de sus expectativas sobre el mismo. En

esta fase hay que investigar acerca de la difusión de la identidad, analizando qué

dificultades tiene el paciente para hablar sobre él mismo como persona -quién es,

qué relaciones mantiene con el exterior, etc.-. La difusión de la identidad se

representa clínicamente por un concepto pobremente integrado de sí mismo y

otros significantes. Las imágenes buenas y malas de los objetos y del sí mismo no

están integradas, la escisión lleva a cabo tal separación.

Respecto al tipo de operaciones defensivas, las personas con trastorno de

personalidad pueden presentar operaciones defensivas primitivas: identificación

proyectiva, escisión, negación, omnipotencia. Sin embargo, el mecanismo de

defensa esencial de estos trastornos es la escisión, el cual refiere a la

coexistencia, dentro del yo, de dos actitudes psíquicas respecto a la realidad

exterior en cuanto ésta contraría una exigencia pulsional: una tiene en cuenta la

realidad, la otra la reniega y la substituye por una producción del deseo. Kernberg

(1979) define la escisión como la separación del objeto totalmente bueno o

totalmente malo. Al mantener separados estados afectivos contradictorios, se

protege al sujeto de posibles ambivalencias y reconocimientos de emociones

dolorosas; es por esto que, señalar esos aspectos contradictorios durante la

terapia puede provocar un aumento en la ansiedad del paciente.

Una vez diagnosticado el trastorno de personalidad, se puede comenzar con

el tratamiento, el cual parte de la base de una buena alianza terapéutica con el

paciente para obtener un clima de confianza y respeto, donde la palabra será la

herramienta para la curación. El vínculo terapéutico se va desarrollando sesión a

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46

sesión, lo cual, en los trastornos fronterizos, tiene mayor relevancia que la

regresión al pasado.

Dentro de la teoría psicoanalítica, desde sus inicios, ha sido motivo de

discusión qué tipo de trastornos eran aptos para un psicoanálisis clásico. Kernberg

distingue entre el psicoanálisis, la psicoterapia de expresión y la psicoterapia de

apoyo, la segunda como el método apropiado para el tratamiento de los trastornos

de personalidad. Las cuatro diferencias básicas entre la técnica psicoanalítica

clásica y la terapia de expresión que el autor propone son: no existencia de diván,

reducir de seis a tres o un día de terapia por semana, contención hospitalaria

debido a la necesidad de un encuadre más contenedor que evite autolesiones, y

situar el marco en el aquí y ahora, no basándose en la infancia tanto como en un

psicoanálisis clásico.

Las principales técnicas de la terapia de expresión son la clarificación y la

interpretación. La terapia de expresión mantiene la neutralidad analítica de la

técnica clásica, así como el análisis de la transferencia. Sin embargo, ésta se

centra en la gravedad del acting-out y en las perturbaciones de la realidad externa.

Para Kernberg, los tres elementos esenciales técnicos de la terapia de expresión

son los siguientes:

1.) Interpretación: para contraindicar la sugestión y la manipulación.

2.) Neutralidad técnica: empatía, conciencia emocional de la experiencia del

paciente y capacidad para empatizar con lo que no puede tolerar de él, incluyendo

la integración, a nivel cognoscitivo y emocional, de lo que está escindido. La

neutralidad significa conservar una distancia equitativa de las fuerzas que

determinan los conflictos intrapsíquicos del paciente.

3.) Análisis de la transferencia: ayudarle a integrar las relaciones objetales

parciales en relaciones objetales totales. Se elabora únicamente en el presente,

puesto que hay una deficiente diferenciación del concepto de sí mismo y una falta

de diferenciación e individuación de los objetos, lo que impide que estos pacientes

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47

diferencien las relaciones objetales presentes de las pasadas, confundiendo

transferencia y realidad y no discriminando al analista del objeto transferencial.

En cuanto al pronóstico, la presencia de rasgos antisociales en el paciente y la

calidad de las relaciones objetales son importantes, las reacciones terapéuticas

negativas tienen implicaciones negativas significativas. Estas reacciones pueden

venir por una interpretación inadecuada o temprana, o por una transferencia hacia

el terapeuta negativa y no trabajada.

Soltero, D. – Medidas de prevención hacia el delito.

Tras el interés por comprender el fenómeno de la delincuencia para poder

trazar medidas de prevención y erradicación del delito, se han desarrollado

múltiples estudios y puntos de vista que intentan comprender a la persona

delincuente, abarcando posturas como el interaccionismo, la criminología crítica,

sociología del conflicto y visión antropológica. Más adelante se describirán un

poco dichas posturas, sin embargo, la conclusión de Soltero (2007) propone que

las distintas teorías propuestas explican el cometimiento de delitos desde

aspectos fisiológicos, la estructura social, explicaciones psicoanalíticas de las

motivaciones del delincuente, teorías del aprendizaje social, características

antropomórficas, entre otras.

En el artículo, el autor busca comprender los procesos y situaciones que llevan

a una persona a convertirse en delincuente, considerando como fuente de

conocimiento a las personas que tienen trato directo con los delincuentes. Esto

cobra importancia para el presente estudio de caso, pues al tener un

entendimiento general e interdisciplinar de las posibles causas que han llevado al

adolescente a cometer un delito, se podrán resaltar factores que dificultan el

abordaje desde un proceso psicoterapéutico, pues se encuentran múltiples

causales que van más allá de los alcances en un proceso individual impuesto.

Los resultados de la investigación analizada por el autor con delincuentes

internos parten de la premisa de que el ser humano en su naturaleza tiende hacia

lo bueno y que, por lo tanto, hay un proceso por el cual la persona se convierte en

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48

delincuente, proceso explicado por una serie de situaciones y características en la

historia de vida de la persona.

Con esta premisa de partida se construye la idea de que la noción de

delincuente se va construyendo, dependiendo de los factores que influyen en la

relación de los caminos de las personas, los eventos de la vida reforzarán la

tendencia hacia el camino bueno o marcaran la vulnerabilidad para desviarse de

él. El primer factor propuesto como distanciante del camino bueno es el papel que

tiene la familia en el desarrollo del individuo y la falta de vigilancia de los padres

como factor de riesgo. Las dos principales variables señaladas en cuanto a la falta

de vigilancia giran en torno a las malas compañías con quienes pueden llegar a

convivir los hijos, lo cual está fundamentado con los reportes obtenidos acerca de

la relación entre un apoyo parental bajo con la importancia que los adolescentes

dan a las presiones de grupo, lo cual está asociado a conductas antisociales y

factores de riesgo (Parker, 2004).

Como segundo factor influyente en el alejamiento del camino bueno, se

encuentra la edad, pues el autor considera a partir de los resultados que, a los

quince años de vida, es la edad crítica en la que se refleja el camino que el

adolescente va tomando, pues en dicha etapa, los jóvenes tienen una noción de

“aguantar todo”, lo cual facilita la incursión en actos delictivos por la energía vital y

el atrevimiento propios de la edad.

A partir de la experiencia de la investigación citada con reclusos, se encuentran

tres posibles posturas que los delincuentes toman una vez que son internado en la

cárcel, las cuales son corregirse y retomar el buen camino, ver la cárcel como el

final del camino y volverse reincidentes o cruzar la frontera de no regreso hacia el

camino bueno. En la primera de las opciones, los maltratos vividos dentro hacen

que los implicados valoren a su familia y estén arrepentidos de lo que hicieron. En

cuanto a la tercera opción, volverse reincidentes, la etiqueta otorgada a la persona

de “matón, agresivo, delincuente, lo peor de lo peor, malo, etc.” se vuelve auto

concepto; se pierde el miedo al castigo -a la cárcel-, y la sensibilidad ante el dolor

del otro.

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49

El artículo concluye que la comprensión del fenómeno de la delincuencia y del

proceso de convertirse en delincuente no se puede encerrar en variables causales

deterministas, más sí que las distintas explicaciones del fenómeno corresponden

con el discurso social. Se resalta la importancia de conocer las particularidades de

cada caso para poder hacer los análisis pertinentes, pues se busca ya no ver al

delincuente como el problema, sino poder ver las multiplicidades de situaciones

que llevan a una persona a volverse delincuente, siendo entonces imposible

generar una visión única de la explicación del fenómeno. Por ello, la

generalización del concepto contribuye a ignorar las diferencias explícitas entre las

personas que cometen un delito y entre las situaciones consideradas como actos

delictivos.

3.4 Enunciación del posicionamiento propio

La terapeuta que acompañó el proceso de Leonardo siempre tuvo gran

interés por el caso, pues considera la delincuencia juvenil un tema de relevancia

hoy en día. Al comenzar el proceso, la terapeuta contaba con altas expectativas

acerca de lo que se lograría con el adolescente, sin embargo, sesión con sesión

fue comprendiendo la complejidad de la situación y siendo más realista en cuanto

a los alcances que se podrían tener con un proceso psicoterapéutico individual.

Otro punto importante a tomar en cuenta en el proceso psicoterapéutico fue

el enfoque con el cual se abordaría, pues en el transcurso de las sesiones se

supervisó desde distintos enfoques y se experimentó cierta confusión desde la

misma terapeuta acerca de cuál sería la manera más adecuada de llevar el

proceso, pues en momentos parecía ser mejor abordar desde el modelo sistémico

familiar y se siguieron algunas recomendaciones desde el enfoque humanista;

finalmente, debido a la estructura psíquica del adolescente, se decidió utilizar un

enfoque psicodinámico.

Finalmente, el presente estudio de caso permitió a la terapeuta tener una

visión más amplia, realista y puntual hacia este tipo de casos, pues ayudó a

comprender lo propuesto por Soltero (2007) acerca de no ver al delincuente como

el problema, sino ver las multiplicidades de situaciones que llevan a una persona a

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50

cometer un delito. El trabajo con Leonardo ayudó a comprender que por mejores

que sean las intenciones del terapeuta, los alcances que se pueden tener con este

tipo de casos desde la psicoterapia son limitados.

3.5 Presentación de viñetas selectas y diálogo sobre las mismas

A continuación, se presentarán las viñetas más representativas del proceso,

que ejemplifican aspectos teóricos citados en los apartados anteriores. En la

presentación de viñetas, la letra L. refiere a diálogos de Leonardo; la letra P. a su

padre; M. a su madre y T. al terapeuta.

L: “Hice cosas que no debía y el juez me dijo que tenía que venir y cumplir

en la escuela”.

T: Leonardo se encuentra en proceso jurídico por ser cómplice en un

homicidio. La juez ha determinado como medidas cautelares que Leonardo

debe acudir un año a terapia psicológica y asistir a la escuela.

Motivo explícito e implícito de consulta en primera entrevista.

Desde el comienzo del proceso, es posible señalar las dificultades que este

caso tendrá en varias áreas, una de ellas, en la alianza y adherencia al

tratamiento. Al comenzar el proceso, Leonardo refiere acudir a la atención por

obligación de un juez. Desde cualquier enfoque psicológico, el aspecto inicial

esencial es que la persona acuda a proceso por su propia voluntad. En el caso de

la perspectiva de Etchegoyen (2010) es necesario contar con una vocación para el

análisis, lo cual no todas las personas tienen. El mismo autor, hace referencia a

Freud, pues él consideraba que nadie puede tratarse a partir del deseo del otro,

pues la actitud mental frente a la verdad y al conocimiento de sí mismo influye

notoriamente en el desarrollo del tratamiento. De igual manera, Kuiper (1968)

afirma que la motivación para el análisis y el deseo de conocerse a sí mismo son

decisivos, incluso más que el tipo de enfermedad y otras circunstancias. Por su

parte, Anna Freud (1936), en cuanto los individuos que solo pueden tener acceso

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51

al análisis en función de otros y no de sí mismos, generará una reacción

terapéutica negativa. Desde cualquiera de los anteriores, se puede concluir que,

en estos casos -como lo es el de Leonardo-, la indicación de tratamiento es más

delicada y peor el pronóstico. (Etchegoyen, 2019).

Se muestra serio e indiferente ante el tema que lo trae a terapia, sin

embargo, al mismo tiempo se percibe dispuesto y ameno.

Fragmento del terapeuta en las observaciones de la primera entrevista

En la primera entrevista, se observa a Leonardo resistente a hablar del tema

que lo trajo a sesión y un tanto reservado en general. No obstante, también fue

posible percibirlo agradable y cooperador. Esto generó en la terapeuta cierta

incertidumbre, la cual podría ser explicada desde la definición que Sterba (1934)

otorga a la alianza terapéutica como la base de una disociación terapéutica del yo

en la que se cuenta con dos partes del paciente, la que colabora con el analista y

la que se opone; la que colabora está vuelta hacia la realidad y la que se opone

comprende los impulsos del ello, las defensas del yo y los dictados del superyó.

En la presente viñeta, también es posible ejemplificar la seducción característica

de las personalidades límite, al mostrarse amables y gratos con los terapeutas.

M: “Él en realidad no hizo nada, solo se bajó del coche y dicen que le dio

toques con una chicharra, pero los que lo golpearon fueron el primo y su

amigo”.

Fragmento del diálogo de la madre en la entrevista con los padres.

En varios momentos del proceso, se encontraron indicadores de unos padres

permisivos y carentes de límites hacia sus hijos, un ejemplo de ello es la respuesta

de la madre de Leonardo al minimizar la acción de su hijo, por la cual está

inculpado como cómplice de homicidio. Parker (2004) sugiere que la formación de

los delincuentes se va construyendo a través de distintos factores; como principal

factor propone el papel que tiene la familia en el desarrollo del individuo y la falta

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52

de vigilancia de los padres como factor de riesgo. Sostiene esto bajo la idea de

que la falta de vigilancia puede propiciar que los adolescentes cuenten con

amistades que los perjudica o pone en riesgo, como lo es el caso de Leonardo.

Señala el autor la existencia de reportes que relacionan el apoyo parental bajo con

la importancia que los adolescentes dan a las presiones de grupo de pares, lo

cual, a su vez, está asociado a conductas antisociales y factores de riesgo.

M: Cuando recién pasó, estaba nervioso y asustado, pero a mí casi no me

cuenta nada, es grosero y enojón.

P: Es que es muy marcada la diferencia conmigo y con su mamá porque yo

soy más duro.

Fragmento del diálogo de los padres en la entrevista con los padres.

La alianza terapéutica está asentada en las funciones autónomas del yo y

concretamente en la autonomía secundaria, pero se la remite a las primeras

relaciones de objeto del niño con los padres, en especial con la madre, según

Melanie Klein (Etchegoyen, 2010). El concepto de alianza terapéutica es la base

indispensable del tratamiento analítico y es definida como una relación positiva y

estable entre el analista y el paciente que permite llevar a cabo la labor de análisis.

Sin embargo, una de las muchas características que favorecen o entorpecen la

alianza, son las relaciones establecidas por la persona con sus vínculos primarios,

especialmente con la madre. En el caso de Leonardo, se puede observar en ésta y

en otras viñetas, que la relación con su madre es distante, sin un sentido de

respeto ante su autoridad y carente de un vínculo seguro y cercano.

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P: Nosotros dos somos de aquí, aquí nos conocimos y tuvimos al primer

hijo, pero nos fuimos un año a vivir a ****(ciudad) por un problema que

tuvimos aquí. Allá nació Leonardo, pero al poco tiempo de que nació nos

regresamos a ****(ciudad).

T: ¿El resto del tiempo él ha vivido en ****(ciudad)?

P: No, en el 2012 tuvimos otra vez un problema aquí, lo que le decía del

acuso de robo, y nos fuimos a ****(ciudad). Estuvimos ahí como casi 5 años

y en el 2017 nos regresamos a ****(ciudad) y fue cuando me detuvieron y

pasó lo de Leonardo.

Fragmento del diálogo del padre en la entrevista con los padres.

En cuanto a la estructura, Winnicott (1981) destaca una relación entre la

tendencia antisocial con la privación de algún aspecto positivo en la infancia,

explicando que el adolescente está en búsqueda de aquello de lo cual fue

desposeído en la infancia, de aquello le ha defraudado en la satisfacción de sus

necesidades. Añade que las primeras etapas del desarrollo emocional están llenas

de conflictos y desintegraciones potenciales, pues la relación con la realidad

externa todavía no está firmemente arraigada y la personalidad aún no está del

todo integrada. Para poder aprender a tolerar y manejar los instintos que esto

suscita, requiere de un ambiente estable y personal, vivir en un círculo de amor y

fortaleza para que no experimente demasiado temor frente a sus propios

sentimientos y sus fantasías y pueda progresar en su desarrollo emocional.

Leonardo tuvo que cambiar de ciudad de residencia en más de una ocasión,

debido a problemas que su padre tenía, siendo dichos cambios difíciles para él,

pues no lograba establecerse fijamente en ningún lado, perdía amistades y vivían

rodeados de miedo y persecución.

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P: Pues de enfermedades no, de adicciones la mera verdad es que yo sí

consumo, ahorita ya lo hago menos, pero en su vida pues sí me ha visto

siempre consumir a mí. Y con su hermano grande también, con él sí le

batallamos más porque está más metido, yo siempre he consumido, pero

nunca ha llegado a ser un impedimento para que trabaje o siga

funcionando bien y mi hijo sí. Él de plano sí está más mal, pues.

T: O sea que, ¿podríamos decir que él está acostumbrado a ver el

consumo de drogas?

M: Sí, la verdad sí. También sus tíos y primos en las reuniones familiares y

así siempre están fumando marihuana.

Fragmento del diálogo con los padres en la entrevista con los padres.

Uno de los aspectos que es importante considerar en todo proceso terapéutico

es el entorno social o familiar del paciente, pues la posibilidad y el desarrollo del

análisis que el paciente tenga dependerá en gran medida de que se disponga de

un medio adecuado que lo soporte cuando falta el analista, es decir entre sesión y

sesión, en el fin de semana o en vacaciones. Una persona que está totalmente

sola o que no cuenta con un entorno familiar favorable, es siempre difícil de

analizar. Desde luego que esto varía con la psicopatología del paciente. En el

trabajo con neuróticos, existe internamente un soporte personal, aunque también

se necesite un apoyo familiar. Pero en el caso de los psicóticos, los psicópatas,

adictos y perversos, si el medio familiar no presta una ayuda concreta, el análisis

se hace casi imposible. (Etchegoyen, 2019). Tal es el caso de Leonardo, pues su

ambiente familiar y social, lo ha llevado a normalizar conductas delictivas,

consumo y venta de drogas, violencia, etc.

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Dificultad para escribir y hablar acerca de su vida, se le tuvieron que hacer

muchas preguntas que sirvieran como guía para la autobiografía que se le

solicitó escribiera.

Fragmento del terapeuta en las observaciones de la sesión 1.

Con esta actividad se pretendía conocer un poco de la vida y forma de ser

de Leonardo, pues en la entrevista verbalizó un auto concepto muy pobre; sin

embargo, al momento de hacer la autobiografía, se topó con lo mismo, Leonardo

no lograba identificar aspectos de relevancia en su vida ni de su personalidad, por

lo que se le fueron haciendo preguntas para integrar una auto biografía corta.

Esto, junto con más ejemplos del proceso, reflejan una importante

ambivalencia en cuanto a su identidad, lo cual, Fernández y Rodríguez (2013)

consideran ser uno de los indicadores de los desórdenes fronterizos. Estos

autores encuentran que dichas personalidades manifiestan su gran fragilidad

psíquica en trastornos de conducta y afectivos y en los acting-out. Refieren como

características representativas de estos cuadros la auto agresividad, la gran

inestabilidad emocional, la falta de flexibilidad en diversas áreas, las dificultades

interpersonales, una cierta perturbación sobre su identidad y la impulsividad, de

las cuales, Leonardo presenta las últimas tres características.

Cuidar en mí que pareciera que lo patológico no me angustia (drogas,

asesinato), pero sí aspectos normales como firma de formatos.

Fragmento del terapeuta en las observaciones de supervisión de la sesión 1.

En todo caso de psicoterapia es imprescindible analizar los aspectos

transferenciales y contratransferenciales. Durante todo el proceso con Leonardo

se recibió supervisión por parte de un grupo de psicoterapeutas en formación y un

psicoterapeuta con amplia experiencia; cada sesión fue supervisada y se

agregaron a las observaciones de cada sesión los comentarios y señalamientos

realizados por el grupo. Esta supervisión permitió, entre otras cosas, se pudieran

analizar la transferencia y contratransferencia. Para Freud, la abstinencia y la

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56

neutralidad son principios que deben caracterizar a la actitud del analista durante

el proceso. Por neutralidad se refiere a que el analista no debe dirigir la cura en

funciones de sus ideales, creencias, prejuicios, etc. por lo que debe mantener

neutralidad en las manifestaciones transferenciales. Es a partir del concepto de

neutralidad que surge el planteamiento de la contratransferencia, la cual es

definida por Freud (1910) como el efecto que ejerce el paciente sobre el sentir

inconsciente del analista.

M: “Empezamos de novios y yo salí embarazada. Cuando supieron, fueron

sus papás y él a hablar conmigo y con mi papá y me dijo que me fuera a

vivir con él. Mi papá dijo que no, que estábamos muy chicos, que me

quedara con él y él me ayudaba. Pero Antonio me dijo que, si no me iba

con él, que ya me olvidara de él, que ya no iba a ir ni nada. Yo no quería

porque pues decía, cómo le vamos a hacer si él ni trabaja ni nada. Pero me

dijo que iba a empezar a trabajar con su papá, pero pues su papá vendía

droga. Pues al final sí me fui con él y empezó a trabajar en eso.

Al principio nos llevábamos bien y todo estaba bien, pero después ya nos

peleábamos mucho porque empezó con el vicio y se ponía muy agresivo

cuando ya no traía. Me pegaba mucho y yo no me dejaba, pero la verdad

siempre salía perdiendo.

Después, por lo mismo de su trabajo, tuvo un problema y se tenía que ir de

****(ciudad). Primero se fue nada más él a ****(ciudad), porque allá tenía a

un tío. Se iba a intentar ir para Estados Unidos, pero a la mera hora se

quedó ahí y ya mandó dinero para que nos fuéramos el niño y yo con él,

ahí yo ya iba embarazada de Leonardo. Estando allá era bien feo porque él

se ponía agresivo y como que le empezó a poner a otra droga porque veía

cosas que no pasaban, me celaba mucho; de todo se inventaba que yo

estaba con otros. Y pues yo no tenía a nadie más allá, estaba sola y él ya

estaba muy, muy mal.”

Fragmento del diálogo de la madre en la sesión 2.

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57

Este discurso de la madre es de suma importancia para el caso, pues en él se

encuentran aspectos relacionados con la estructura de personalidad de Leonardo,

así como con factores que interfieren en la dificultad para establecer una alianza

terapéutica con el adolescente. Otto Kernberg (1979), utiliza como una de sus

principales bases para sus teorías de los trastornos de la personalidad la

importancia de las más tempranas relaciones objetales internalizadas en la

determinación de las vicisitudes del conflicto intrapsíquico y las relaciones

psíquicas. Esta viñeta permite ver que las relaciones objetales de Leonardo, desde

su concepción y hasta el momento, han siempre contado con vicisitudes,

inestabilidad, falta de deseo y agresiones.

Por otro lado, se encuentran características de factores que pueden haber

contribuido a permear la alianza terapéutica, pues ésta depende de un conjunto de

variables moderadoras, entre las que se destacan para éste apartado, la situación

del paciente, tomando en cuenta la severidad del cuadro clínico antes de empezar

la psicoterapia, tipo de trastorno, relaciones objetales y conductas de apego en

sus primeros años. (Andrade, 2005). De igual manera, los apegos y relaciones

objetales de la infancia de Leonardo ejemplificados en el discurso de la madre,

son factores que dificultan el establecimiento de una alianza terapéutica.

Se percibe en su diálogo que hay la concepción de que el hermano mayor,

Edgar, es “el malo” y Leonardo “el bueno”.

Fragmento del terapeuta en las observaciones de supervisión de la sesión 2.

Kernberg (1975) describe como mecanismos de defensa de la organización

limítrofe de la personalidad la escisión, identificación proyectiva, control

omnipotente, devaluación, idealización primitiva y negación, cada uno de los

cuales se expresa interpersonalmente y el entrevistador puede vivenciarlos a

través de su contratransferencia; esto es, sus reacciones emocionales hacia el

paciente. En el caso de Leonardo, se encuentra que utiliza la escisión como

mecanismo de defensa, pues pareciera que él busca mantener apartados atributos

del sí mismo del otro, sin considerar las contradicciones y negándolas. Los

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58

atributos escindidos son tan amenazantes que no se reconocen como

pertenecientes a una parte del sí mismo o del otro; es decir, la falta de síntesis de

las imágenes contradictorias del sí mismo y del objeto en la idealización y

devaluación.

T: ¿Se juntan puros niños o también con niñas?

L: Puros niños, bueno se juntan como dos o tres niñas, pero no las

tomamos mucho en cuenta.

T: ¿Por qué?

L: Pues porque son niñas

Fragmento del diálogo entre Leonardo y el terapeuta en la sesión 3.

L: (…) los hombres son fuertes, resisten más que las mujeres jugando o en

algo de fuerza; son los que mantienen o están a cargo de la familia cuando

ya están juntados. A veces, peleoneros; unos chaparros y unos altos, unos

güeros, otros morenos y otros rositas. Trabajan, juegan futbol, hacen

deporte, manejan carros, motos y camionetas, no lavan trastes, ni ropa ni el

baño, las mujeres tienen el pelo largo, ellos corto o algunas veces largo. Me

gusta ser hombre porque nosotros podemos jugar futbol, correr, ir a fiestas;

no me gustaría ser mujer porque ellas barren, hacen el que hacer de la

casa, la comida y así. Las mujeres no pueden ir a fiestas porque sus papás

no las dejan porque ellas se ponen borrachas y no se pueden controlar

cuando están borrachas. Yo puedo ayudar a mi mamá a barrer o a recoger

antes de irme, pero ellas se quedan y hacen eso diario.

Fragmento del diálogo de Leonardo en la sesión 6.

Las dos viñetas anteriores, refieren nuevamente a los mecanismos de

defensa utilizados por Leonardo. En éstas, se encuentran factores de una

devaluación primitiva, el cual es un mecanismo defensivo que Kernberg (1975)

también describe como característico de la organización limítrofe de la

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59

personalidad. La devaluación primitiva es la devaluación que el niño o adolescente

hace al otro por completo. Leonardo rechaza a las mujeres por ser “menos” que

los hombres; las descarta por no tener relevancia. En este punto, la devaluación

se completa y se enfoca en una característica, o conjunto de éstas, que ocasiona

que la otra sea inaceptable, sin características rescatables.

L: Sí, porque creo que ya volvieron a abrir el caso que porque la señora

(mamá del joven que murió) no había quedado conforme con la resolución.

T: ¿Y estás nervioso?

L: Ne…

(… Relato de ministeriales en su casa, los tenían hincados con armas

apuntándolos)

T: ¿Tú estabas asustado ese día?

L: No porque ya me había tocado estar en otras así. Una vez en la

****(ciudad) yo estaba en casa de un amigo ahí por mi casa y también

llegaron, pero no esos sino los de la maña y se llevaron cosas y nos

gritaron y así igual.

Fragmento del diálogo entre Leonardo y terapeuta en la sesión 3.

En la investigación realizada por Soltero (2007) con reclusos acerca de la

prevención del delito a través del entendimiento de las causas por las cuales una

persona comete este tipo de conductas, se encuentra entre uno de los factores

principales, la edad en la que se comienzan a tener dichas conductas. El autor

considera a partir de los resultados que, a los quince años de vida, es la edad

crítica en la que se refleja el camino que el adolescente va tomando, pues en

dicha etapa, los jóvenes tienen una noción de “aguantar todo”, lo cual facilita la

incursión en actos delictivos por la energía vital y el atrevimiento propios de la

edad. La presente viñeta contiene uno de los varios comentarios que en su

momento Leonardo hizo en sesiones, en los cuales refleja una actitud de

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60

indiferencia o “valentía” -tal y como lo describe el autor- ante situaciones de alto

riesgo.

Las tres preguntas que tenía en la planeación de la sesión y no hice, a

pesar de haberlas visto, fueron: ¿Habrá otra forma de vivir? ¿Cómo sería

ser el único de la familia que nunca entre a la cárcel? ¿Se puede vivir con

frustraciones?

Durante sus respuestas, pensé: ¿cómo puede haber gente que piense

todavía así? ¿Cómo vivirá su mamá? ¿Qué piensa de su mamá? Hay

muchas mujeres más fuertes y deportistas que tú. ¿No crees que has

lastimado o hecho sentir mal al joven que murió y a su familia? Llegué a

sentir un poco de coraje con sus respuestas acerca de las mujeres;

constantemente me repetía a mí misma que estas ideas son parte de su

contexto y educación.

Fragmento del terapeuta en las observaciones de supervisión de la sesión 6.

La viñeta anterior reitera lo anteriormente expresado en viñetas anteriores

acerca de la importancia de analizar los aspectos transferenciales y

contratransferenciales. Se encuentra relacionado con ésta viñeta el concepto de

neutralidad propuesto por Freud (1910) y citado en viñetas anteriores, añadiendo

la propuesta de Money- Kyrele (Ruiz, 2005), en la cual, la neutralidad implica que

el analista se preocupe por el bienestar del paciente sin involucrarse

emocionalmente en sus conflictos. No obstante, es esencial analizar dicha

preocupación por su bienestar, pues ésta puede provenir de la fusión de dos

impulsos: el reparador y el paternal. Por lo que el analista debe discriminar cuáles

de las emociones del paciente resuenan en sus propias fantasías inconscientes.

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T: ¿Qué te ha hecho sentir mal alguna vez en tu vida?

L: Mmmm, nada

T: ¿Y crees que alguna vez tú hayas hecho sentir mal a alguien?

L: No, bueno, a veces a mis papás cuando no me dejan salir y aun así me

salgo. Luego pienso, les hubiera hecho caso porque al día siguiente ya

cierran la puerta con llave y no puedo salir.

T: ¿Recuerdas algo que alguna vez te haya lastimado o hecho sentir triste?

L: Mis caídas en el futbol

T: ¿Y tú has lastimado alguien?

L: No

T: ¿Hay algo que te haga sentir enojado o frustrado?

L: No, solo se me hace cansada la clase de matemáticas.

T: ¿Qué piensa de las reglas y las leyes?

L: Según que las tenemos que cumplir. Por ejemplo, si me dicen que llegue

a una hora y no llego a esa hora, me castigan, a veces. Las leyes no sirven

porque los que hacen cosas, dan dinero y ya.

Fragmento del diálogo entre Leonardo y terapeuta en la sesión 6.

En este diálogo con Leonardo, se resaltan aspectos de la renegación,

término utilizado por Freud para definir el modo de defensa consistente en que el

sujeto se rehúsa a reconocer la realidad de una percepción traumatizante. Freud

relaciona este proceso con el mecanismo psicótico desde la idea de que el

proceso no parece raro ni muy peligroso en la vida psíquica del niño, pero que, en

el adulto, constituirá el punto de partida de una psicosis. En la medida en que la

renegación se refiere a la realidad exterior, Freud ve en ella, en contraste con la

represión, el primer tiempo de la psicosis: mientras el neurótico comienza

reprimiendo las exigencias del ello, el psicótico comienza por renegar la realidad.

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La renegación no sólo se refiere a una afirmación a la que uno se opone,

sino también a un derecho o a un bien al que se rehúsa; en este caso el rehusar

es ilegítimo. Por ejemplo, renegar de la justicia, de los alimentos, etc.; rehusarse a

lo que le corresponde. (Laplanche, 2004)

L: “Por ejemplo, con mi mamá es más fácil hablar de cosas de la escuela

porque si la mandan llamar de que hice algo, ella va y ya no me regaña ni

me dice nada.”

Fragmento del diálogo de Leonardo en la sesión 7.

De acuerdo con Winnicott (1981), cuando el niño no cuenta con los cuidados y

límites necesarios que le generen una sensación de seguridad, el niño buscará por

fuera la autoridad paterna que ponga límite al efecto concreto de su conducta

impulsiva. Tal y como se había citado en viñetas anteriores, las figuras de

autoridad de Leonardo, especialmente la materna, han sido siembre ambivalentes,

lo cual contribuye al cometimiento de conductas delictivas.

T: ¿Y de “el problema”? ¿Qué me puedes decir?

L: El 09 de abril íbamos Beto, yo y mi primo en el carro de mi primo. Íbamos

a ir a la fiesta de una prima. Beto mató a un muchacho en la zona

****(colonia) y por eso tengo que ir a audiencias y con la psicóloga. No me

gusta hablar de eso porque me aburro.

Fragmento del diálogo entre Leonardo y la terapeuta en la sesión 1.

Platicó de ambos temas, pero muy escuetamente, se le tuvieron que ir

haciendo preguntas para que se adentrara en el tema.

Fragmento del terapeuta en las observaciones de supervisión de la sesión 3.

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63

Me sentí tranquila cuando llegó y contenta con su nivel de respuesta en la

sesión. A pesar de ser cortante con los temas de la escuela y de su

hermano, sentí que se expresó con más confianza en otros de los temas.

Fragmento del terapeuta en las observaciones de supervisión de la sesión 4.

Leonardo llegó a su sesión a tiempo y estuvo platicando mucho desde el

inicio. Percibí el ambiente de la sesión tranquilo y ameno.

Fragmento del terapeuta en las observaciones de supervisión de la sesión 7.

Con las cuatro viñetas anteriores se pretende mostrar algunas de las

características que tuvo el intento de establecimiento de alianza terapéutica a lo

largo del proceso. De acuerdo con Fernández y Rodríguez (2001), la alianza

terapéutica incluye la presencia de tres componentes o dimensiones. El primero

de ellos es el vínculo entre paciente y el terapeuta, cuya calidad determina el tono

emocional que el paciente tiene del terapeuta y que incluye aspectos tales como la

empatía, la confianza mutua, la aceptación y el grado de contacto afectivo entre

paciente y terapeuta. En las viñetas presentadas, se puede observar una falta de

confianza en un principio, más también se refleja el mejoramiento de ésta misma

conforme el paso de las sesiones; logrando tener una relación empática.

Podría considerarse que el primer componente de la alianza terapéutica,

referente al rapport entre paciente y terapeuta iba avanzando satisfactoriamente

en el proceso, sin embargo, los dos siguientes componentes, no estaban

presentes en el caso. La segunda característica de la alianza hace referencia al

acuerdo entre paciente y terapeuta respecto a los objetivos de la psicoterapia, es

decir, el mutuo consentimiento acerca de qué es lo que se pretende lograr con la

intervención psicoterapéutica. Lo cual no se encuentra en el caso de Leonardo,

pues al acudir por imposición de un tercero, él no contaba con un objetivo

terapéutico o de cambio más allá de cumplir con lo que se le pidió.

El tercer aspecto del proceso de alianza terapéutica es el acuerdo entre

paciente y terapeuta respecto a las tareas o actividades a realizar, intrínsecamente

Page 64: UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA L E Ó N

64

relacionadas con la psicoterapia que se esté llevando a cabo. Hace referencia al

acuerdo acerca de los medios adecuados para alcanzar los objetivos propuestos,

por lo que una relación terapéutica que esté funcionando bien se caracteriza por el

hecho de que el paciente y el terapeuta perciben la importancia y relevancia de

estas tareas, y que cada uno de ellos está dispuesto a aceptar la responsabilidad

de la realización de éstas. Es difícil contar con la aceptación y el consentimiento

de la importancia de tareas y medios instrumentales para el proceso, cuando el

paciente no cuenta siquiera con un deseo de cambio. Este apartado se refleja en

la falta de interés por actividades como la autobiografía o la indiferencia ante

ciertos temas. (Fernández y Rodríguez, 2001)

Múltiples autores, compilados en Andrade (2005), coinciden en la estrecha

relación entre una alianza adecuada y resultados satisfactorios al finalizar el

tratamiento. De lo contrario, las perspectivas de éxito del tratamiento pueden verse

amenazadas o puede existir riesgo de que el paciente decida finalizar de forma

prematura la intervención.

Primera entrevista: puntual

Entrevista con papás: puntual

Sesión 1: puntual

Sesión 2: puntual

Inasistencia

Sesión 3: 15 minutos tarde

Sesión 4: 15 minutos tarde

Periodo de 6 meses de pausa en el proceso

Sesión 5: 5 minutos antes

Sesión 6: puntual

Sesión 7: puntual

Hora de llegada de Leonardo a cada una de las sesiones.

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65

Finalmente, se registra la hora de llegada de Leonardo y sus inasistencias,

pues éstas reflejan la falta de adherencia al tratamiento del adolescente, lo cual es

punto de partida esencial para cualquier proceso. Freud (1913) comprendía dentro

de la alianza terapéutica la necesidad establecer en la relación un adecuado

rapport, incluso antes de que el terapeuta proporcione al paciente sus primeras

interpretaciones, siendo la adherencia del paciente al tratamiento y al analista el

primer objetivo de la intervención.

3.6 Diálogo desde el propio marco referencial

La adolescencia es la transacción del desarrollo entre la infancia y la adultez

que implica cambios físicos, cognitivos y psicosociales importantes y que asume

diversas formas en diferentes entornos sociales, culturales y económicos. Es un

periodo tanto de crecimiento -físico, cognitivo y social-, como de riesgos; por lo

que es común que las y los jóvenes tengan problemas para manejar todos estos

cambios a la vez y es posible que necesiten ayuda para superar los riesgos de

esta etapa. Es en esta etapa donde se cobra mayor conciencia del género y se

puede ajustar la conducta o apariencia a las normas que se observan en sus

determinados contextos. De igual manera, dichos cambios facilitan la aparición de

actos de intimidación o acoso –siendo víctimas o partícipes en ellos- y confusión

acerca de su propia identidad personal y sexual. (Larson y Wilson, 2004)

A pesar de los riesgos que la adolescencia conlleva, es una etapa de

oportunidades, idealismo y promesas. Es durante estos años que los y las jóvenes

deberían ingresar en el mundo del trabajo o de la educación superior, establecer

su propia identidad y cosmovisión, y comenzar a participar activamente en la

configuración del mundo que les rodea. Por lo que, idealmente, la adolescencia

debería ser una etapa en la que se cuente con un espacio claro y seguro para

llegar a conciliarse con esta transformación cognitiva, emocional, sexual y

psicológica, libres de la carga que supone la realización de funciones propias de

adultos y con el pleno apoyo de adultos responsables en el hogar, la escuela y la

comunidad. Sin embargo, no todos los y las adolescentes cuentan con ello.

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66

Comúnmente, los y las adolescentes que están en contacto con la ley no cuentan

con dicho apoyo de adultos responsables. (UNICEF, 2011)

Al relacionar algunas de las conductas observadas en Leonardo con los

criterios de la Clasificación Multiaxial de los Trastornos Psiquiátricos en Niños y

Adolescentes, CIE-10 (2001), se podría considerar que el adolescente presenta un

trastorno disocial de la personalidad, perteneciente a la categoría de trastornos de

la personalidad y del comportamiento. Dicho trastorno se caracteriza por la gran

disparidad entre las normas sociales predominantes y el comportamiento del

individuo. Cuenta con las siguientes características:

-Despreocupación cruel por los sentimientos de los demás

-Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las

normas, reglas y obligaciones de la sociedad

-Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas, aunque no existe

dificultad para iniciarlas

-Muy baja tolerancia a la frustración y bajo umbral para descargar la agresividad,

incluido el comportamiento violento

-Incapacidad para sentir culpa y aprender de la experiencia, en particular del

castigo

-Marcada predisposición para culpar a los demás u ofrecer racionalizaciones

verosímiles que expliquen su comportamiento conflictivo con la sociedad

Dentro del trastorno disocial de la personalidad se encuentra el trastorno de

la personalidad antisocial, el cual, según el DSM V, sugiere indicadores de un

patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás,

manifestado en el incumplimiento de las normas sociales respecto a los

comportamientos legales, impulsividad o fracaso para planear con antelación,

irritabilidad y agresividad que se manifiesta por peleas o agresiones físicas

repetidas, desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás,

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67

ausencia de remordimiento que se manifiesta con indiferencia o racionalización del

hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.

Por otro lado, se encuentra en el DSM V rasgos de un trastorno de la

conducta, pues, tanto Leonardo, como su familia, han presentado un patrón

repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos

básicos de otros(as) ni las normas o reglas sociales propias de la edad. Además,

el adolescente ha utilizado un arma para dañar a terceros y ha ejercido la crueldad

física contra personas. Incumple reglas establecidas por su entorno, tales como

horario de llegada a casa impuesto por sus padres y faltas constantes a la

escuela.

Dicho trastorno añade la posibilidad de presentar indicadores de emociones

psicosociales limitadas, lo cual es claro en Leonardo, pues hay una completa falta

de remordimiento o culpabilidad, se muestra una falta general de preocupación

sobre las consecuencias negativas de sus accione, a pesar de haber causado

daño a alguien, ni se preocupa por las consecuencias de trasgredir las reglas.

Pareciera ser insensible o carente de empatía ante los sentimientos de los demás.

Por último, manifiesta un afecto superficial o deficiente, pues no expresa

sentimientos ni muestra emociones con los demás, salvo de una forma que parece

poco sentida, poco sincera o superficial. El trastorno de la conducta en Leonardo

se considera actualmente grave de acuerdo con los criterios del DSM 5, pues los

problemas han provocan un daño considerable a los demás, en este caso, la

muerte de una persona.

De acuerdo con las características del contexto familiar y social de

Leonardo, se sugiere que su estructura de personalidad forme parte del Eje V de

la Clasificación Multiaxial de los Trastornos Psiquiátricos en Niños y Adolescentes

(2001), el cual refiere Situaciones Psicosociales Anómalas Asociadas al trastorno

presentado. Este eje señala aquellos aspectos de la situación psicosocial del

adolescente que son significativamente anormales en su contexto del nivel de

desarrollo, de las experiencias vividas y de las circunstancias socioculturales

predominantes. En las sesiones con Leonardo se encuentran los siguientes

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68

indicadores categorizados por el CIE-10 como Situaciones Psicosociales

Anómalas Asociadas al trastorno presentado:

(4) Tipos anormales de crianza

(4.1) Supervisión y control inadecuados de los padres:

Falta de un conocimiento por parte de los padres sobre lo que hace el

adolescente o dónde está

Estrategias de control claramente inefectivas

Ausencia de preocupación o de intentos de intervención cuando se sabe

que el adolescente se encuentra en situaciones de riesgo psicológico

Los padres no saben cuándo vuelve el adolescente a casa

Falta de reglas reconocibles acerca de lo que el adolescente puede o no

hacer

Las intervenciones disciplinarias son expresadas en términos generales e

imprecisos, más que en términos explícitos acerca de lo que se espera del

adolescente

La disciplina es tan inconsciente con y entre los padres, que existe una falta

de respuesta predecible sobre mal comportamiento del adolescente

Los intentos de disciplina no son asertivos, sin un seguimiento consistente

que permita determinar si el resultado ha sido como se pretendía

Falta de intervención cuando se sabe que el adolescente se está

mezclando con grupos que suponen un riesgo psicológico sustancial, por

ejemplo, cuando el adolescente es parte de un grupo de delincuentes o

drogadictos

Falta de intervención cuando se sabe que el niño presenta un

comportamiento que con probabilidad le acercará serios problemas

(actividades delictivas, uso de arma, etc.)

Falta de intervención cuando se sabe que el adolescente se encuentra en

situaciones de riesgo físico importante

(6) Acontecimientos vitales agudos

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69

(6.5) Experiencias personales atemorizantes:

Serias incertidumbres acerca de si el adolescente saldrá ileso

Si existe implícitamente una amenaza de muerte

Si el adolescente es testigo de un grave accidente o trauma deliberado en

familiares u otros individuos con los que tiene una relación emocional

estrecha

Si el niño está involucrado en un episodio que amenaza a la propiedad, en

circunstancias que conllevan también una amenaza personal

(7) Factores estresantes sociales

(7.0) Persecución o discriminación negativa:

Golpes u otro tipo de degradación física

Impedir que el adolescente participe en actividades de ocio y trabajo que le

gusten

(7.1) Migración o cambio social:

El traslado de la familia es forzado e implica la pérdida de seguridad

personal

El cambio supone una reducción en el bienestar o estatus social del

adolescente.

3.7 Diálogo intradisciplinar

Para el presente estudio de caso resulta imprescindible entender la

estructura de personalidad de un adolescente que ha cometido un delito para

analizar las posibilidades que esta misma brinda de propiciar una alianza y

adherencia terapéutica; lo cual se buscó fundamentar con teoría del enfoque

Psicodinámico, integrando algunos aspectos de enfoques posmodernos que

invitan a cuestionar si en realidad hay o no un paciente o consultante en esta

relación terapéutica.

De acuerdo con Fisch (1988), psiquiatra pionero de la Terapia Breve, la

tarea principal de la terapia consiste en influir sobre el cliente para que afronte de

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70

un modo distinto su problema o dolencia. Pero el cómo se influye sobre otro

individuo, depende en gran medida de a quién intentamos influir. Así mismo, no se

trata de hacer sugerencias, sino de la manera en la que se enmarcan las

sugerencias.

Los pacientes son personas que poseen sus propios valores, creencias y

prioridades, las cuales determinan el modo en que actuarán. El hecho de conocer

la postura o las creencias del paciente permite determinar las directrices

necesarias para encuadrar una sugerencia, de modo que sea posible que el

paciente acepte. En este sentido, se propone una persuasión eficiente que utiliza

la postura del paciente para facilitar su colaboración, ayudando así a solucionar el

problema. Es por esto por lo que es de suma importancia que el terapeuta preste

minuciosa atención ante las declaraciones de postura de los pacientes, envueltas

en sus discursos, pues si el terapeuta ignora estas declaraciones de postura,

puede cometer el desatino de emplear una estrategia que provoque resistencia.

Entre las distintas posturas que pueden encontrarse en los pacientes, se

encuentran algunas que pueden afectar significativamente al tratamiento. Lo

primero que se puede observar es si la persona que acude a recibir atención se

define a sí misma como paciente o define a otro como paciente. Una vez paciente,

la persona puede asumir la postura de tener un problema doloroso, por lo cual el

cambio se vuelve urgente por necesidad, o bien, el estado de las cosas es

indeseable pero no incómodo en exceso y no se necesita un cambio. En los casos

en los que una persona se somete a terapia bajo imposición, suele presentar la

segunda postura.

Una vez en terapia, los pacientes suelen asumir una de estas tres posturas:

se convierten en receptores pasivos de la sabiduría y los consejos del terapeuta;

toman a su cargo activamente el tratamiento, utilizando al terapeuta como caja de

resonancia pasiva; o buscan ayuda a través de una actividad y una

responsabilidad recíprocas entre ellos y el terapeuta.

Sin restar importancia a las posturas anteriormente citadas, se encuentra

una aún más determinante para el éxito o fracaso de la terapia: el que el individuo

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se declare cliente efectivo o no. La diferencia que se pretende hacer entre el

término paciente y cliente reside en la idea de que un cliente es un individuo que

está buscando activamente la ayuda de un terapeuta, es decir, que solicita la

ayuda. Por el contrario, el paciente es aquel que el cliente define como persona

desviada o perturbada, trátese de él mismo o de otra persona. Continuando este

planteamiento, para considerarse a una persona un cliente, se debe contar con

alguna de las siguientes tres ideas en su discurso: 1.) “he estado luchando contra

un problema que me perjudica de manera significativa”, 2.) “no he logrado

solucionar mi problema únicamente con mis propios esfuerzos”, 3.) “necesito que

usted me ayude a solucionarlo”.

El hecho de que la persona logre definirse a sí misma como cliente o no, es

de primordial importancia, pues el no cliente no se encuentra interesado en

cambiar el estado de su situación, aunque advierta una dolencia. Muy a menudo el

individuo que adopta esta postura ha venido a consulta del terapeuta por

imposición de una tercera persona: sus padres, su cónyuge, un tribunal de justicia

o sus hijos adultos. En estos casos, se ha comprobado que es sumamente difícil

conseguir que el paciente te introduzca en el proceso de tratamiento; responderá a

las preguntas de manera muy breve, o con generalidades muy amplias relativas a

hechos cotidianos. En estos casos, para el terapeuta se convierte más difícil

conseguir información de utilidad y será más complicado fijar horas de entrevista,

pues surgirán “inconvenientes” del paciente para poder asistir a sus citas.

3.8 Diálogo interdisciplinar

Además de los aportes psicoterapéuticos, se busca enriquecer el presente

estudio de caso con referencias interdisciplinares que permitan estudiar la

problemática desde otras visiones, como la sociología y la criminología. Desde la

mirada sociológica, la delincuencia juvenil es un tema latente en la actualidad

debido a su alta conflictividad por la protección sobre los menores de edad y por

los ámbitos que abarca, enfatizando en el educativo, la forma de educar a los hijos

e hijas; influyendo de forma muy importante los estilos educativos de las figuras

adultas de referencia. El perfil de los menores y jóvenes que infringen la ley en

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72

nuestra sociedad ha cambiado de forma considerablemente en los últimos

tiempos. (Nieto, 2009)

Por su parte, en la criminología Aniyar (1977) destaca al respecto la

perspectiva clínica y la postura interaccionista, en las cuales la delincuencia no es

un problema únicamente del delincuente, sino de la interacción entre el que

comete el delito y la sociedad. Destacando también la criminología crítica, la cual

sugiere como fuente del delito la naturaleza problemática de la ley y las

instituciones.

Sánchez y Gonzáles (2003) exponen la comprensión de la delincuencia

desde las posturas posmodernas, abarcando los modelos positivistas ubicados en

una concepción verdadera y única que hay que descubrir. Se destaca la visión

clásica del derecho penal, la visión antropológica, las aportaciones de la psicología

clínica y la visión estructural-funcional. Reconociendo la relación entre las

funciones que tienen las diferentes estructuras sociales con la delincuencia como

como un elemento inherente al funcionamiento y estructura de la sociedad. En

este abordaje, se toman en cuenta cuatro corrientes: el interaccionismo simbólico,

el modelo de etiquetamiento, la sociología del conflicto y la criminología crítica.

José Sanmartín (2002), filósofo especialista en el estudio de las

interacciones de la sociedad y la violencia, utiliza la relación entre lo innato y lo

aprendido para cuestionar la agresividad instintiva y el dominio de la razón. El

autor utiliza algunos casos para ejemplificar la falta de equilibrio que, en la

naturaleza, opera entre los mecanismos de despliegue de la agresividad y los

mecanismos innatos reguladores o inhibidores. En algunas ocasiones, cuando las

personas han vivido diversas situaciones de maltrato, injusticia, dolor, la razón

anestesia las emociones que nos permiten ponernos el lugar del otro o empatizar

con el dolor ajeno al momento de causarlo. Cuando una persona está dañando a

otra bajo las circunstancias anteriormente mencionadas, Sanmartín considera que

las personas saben lo que están haciendo, más sienten lo que están haciendo,

pues debido a sus historias personales, esto puede resultar una liberación; en vez

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73

de correlacionar su crimen con el dolor, correlacionan el placer que se puede

sentir al verse liberado de la tortura.

“Agresivos somos todos; violentos, algunos”, Sanmartín (2002) refiere que

los seres humanos somos agresivos por naturaleza, pues la agresividad es un

instinto. Sin embargo, la regulación de la agresividad se realiza en el plano

inconsciente por la amígdala, pero también hay una regulación consciente por

parte de nuestra razón. Nuestra razón, según las circunstancias, inhibirá o

potenciará nuestra agresividad innata. Cuando no se cuenta con un equilibrio

entre la agresividad y sus reguladores naturales, se producen acciones

intencionalmente dañinas hacia individuos de nuestra misma especie; es entonces

cuando podemos hablar de violencia.

“La agresividad es común al lobo y al humano. La violencia, no. La violencia

depende íntimamente de lo aprendido a lo largo de la historia personal de cada

uno. Según sea lo aprendido, se actuará en el campo de lo agresivo. Si se ha

aprendido que la vida del otro no vale nada, no será difícil saltar por encima de ese

mandamiento impreso por la evolución en nuestra naturaleza que nos ordena no

matar a un miembro de la misma especie. La violencia, en definitiva, es una

resultante de la incidencia de la cultura sobre la biología. Somos agresivos por

naturaleza, pero violentos por cultura.”

3.9 Articulación del caso y construcción de insistencias

Para poder realizar el análisis del establecimiento de la alianza terapéutica

con un adolescente antisocial, fue necesario abordar los criterios diagnósticos que

llevaron a concluir que el adolescente cuenta con un trastorno de la personalidad,

para lo cual se citaron autores e instrumentos diagnósticos como el DSM-V y el

CIE-10. Se utilizaron los aportes de Otto y Paulina Kernberg (1979 y 2000) acerca

de las características de los trastornos de personalidad; los fundamentos de

Winnicott (1981) referentes a la personalidad antisocial integrada a partir de

privaciones en la infancia; y de manera complementaria, el tratamiento propuesto

por Fernández y Rodríguez (2013) para personas con trastornos de personalidad.

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74

Una vez fundamentadas las características de la estructura de personalidad

de Leonardo, se abordó la alianza terapéutica, comenzando por su definición y

mencionando sus características, componentes, relevancia, alcances y

limitaciones. Para dicho apartado se utilizaron principalmente las aportaciones de

Etchegoyen (2010), quien a su vez hace referencia a conceptos de Freud y

Melanie Klein, entra otros. Como autor secundario con relación a la alianza

terapéutica se citó a Andrade (2005) para ahondar en temas como la adherencia

al tratamiento, componentes de la alianza y variables que afectan la misma.

Si bien los dos temas anteriores son los centrales para el estudio de caso,

fue necesario abarcar algunos otros conceptos que permitieron explicar y analizar

de una manera más completa la relación terapéutica con Leonardo.

Indudablemente, dos aspectos esenciales para el análisis fueron la transferencia y

la contratransferencia, las cuales se fundamentaron desde la descripción que Ruiz

(2005) hace de éstos en Conceptos Freudianos. De igual manera, se tomaron en

cuenta algunos mecanismos de defensa presentes en el adolescente y

característicos de las estructuras límite de personalidad, desde Kernberg (1975) y

del Diccionario del Psicoanálisis de Laplanche (2004). Finalmente, se incluyeron

aspectos teóricos de Freud (1914) referentes a la culpa y se dialogó con un

artículo de Soltero (2007) acerca de la prevención del delito desde la comprensión

de la complejidad de éste.

Después de contar con los argumentos teóricos, se buscó relacionar los

conceptos descritos con actitudes, diálogos, percepciones y fragmentos de las

sesiones llevadas a cabo en el proceso psicoterapéutico con Leonardo. Lo cual

permite relacionar la práctica con la teoría, siendo esto uno de los principales

objetivos planteados por la Maestría en Psicoterapia Clínica.

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75

4. Conclusiones

4.1 Logros y pendientes explicitados por Uno

Debido al final abrupto del proceso, no hubo oportunidad de tener una

sesión formal de cierre en la que el paciente explicitara los logros y pendientes

que encontraba en las pocas sesiones que se tuvieron. Sin embargo, desde la

visión del terapeuta, fue posible observar una mejoría en cuanto a la confianza en

la relación, manifestada en la creciente apertura por hablar de ciertos temas.

Por el contrario, se encuentra un pendiente primordial para el tratamiento:

un motivo de consulta propio. La razón por la cual Leonardo acude a psicoterapia

es por ser éste un requisito del proceso legal en el que se encuentra, más no por

una necesidad de cambio o motivación de él mismo. Esto sin duda alguna es una

limitante esencial en todo proceso, por lo que, al regreso a terapia de Leonardo

después de los seis meses de interrupción, se buscó establecer con él un motivo

propio. Esto se realizó gracias a un avance en la formación de la terapeuta, pues

se logró comprender que el deseo de un cambio de conducta en el adolescente

era del juez y de la terapeuta misma, más no de Leonardo ni de su familia,

siquiera.

Una vez que esto fue entendido y aceptado, se intentó replantear los

objetivos del proceso psicoterapéutico en colaboración con Leonardo. Para esto,

se le presentó al adolescente la hoja de canalización emitida por el poder judicial,

en la cual se planteaban los objetivos que dicha institución buscaba del proceso

psicoterapéutico, comentándole que esos eran los objetivos del juez, pero que

nosotros podríamos trabajar a partir de los que él mismo estipulara. El adolescente

únicamente refirió estar de acuerdo con el objetivo de la procuraduría que refería a

mejorar su control de impulsos, más no se percibió una motivación real y el

proceso concluyó antes de poder continuar elaborando un motivo de consulta

propio.

4.2 Aspectos éticos

En el abordaje del presente estudio de caso se buscó siempre respetar los

lineamientos éticos que rigen la práctica de la psicoterapia. Entre muchos otros

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76

puntos, se le dio especial importancia a la confidencialidad -debido a la situación

legal que estaba de por medio- a la claridad y honestidad hacia el paciente en

cuanto a los lineamientos del proceso y al respeto incondicional de la persona sin

importar la situación que lo atañe, ni juicios morales del terapeuta.

El compromiso ético abarcó, entre muchos otros, los siguientes puntos:

o Hablar de todas las vicisitudes que pueden ocurrir en el proceso

psicoterapéutico referentes a un encuadre: horarios y honorarios,

obligaciones y derechos tanto del paciente, como del terapeuta, firma de

consentimiento informado acerca de los aspectos del encuadre, entre otras.

o Tomar en cuenta el contexto sociocultural.

o Respeto a los derechos y a la dignidad de las personas y a la propia

integridad.

o Principio de no maleficencia.

o Autonomía.

o Justicia.

o Beneficencia.

o Reconocer y validar la profesión y el área de especialización.

o Trabajo interdisciplinario.

o Canalización y derivación.

o Integrar diferentes enfoques.

o Reconocer las limitaciones personales y profesionales.

o Estar en supervisión y diálogo constante.

o Ser congruente acudiendo al análisis propio.

o Respetar que no exista un doble vínculo entre paciente y terapeuta.

4.3 Resultados para el desarrollo profesional y personal del sustentante

A continuación, se presenta un listado de pensamientos que engloban los

aprendizajes generados a través de la realización del estudio de caso de

Leonardo, el cual refiere al establecimiento de alianza terapéutica con un

adolescente antisocial. Algunos de los puntos son conclusiones de los

aprendizajes teóricos y otros de enseñanzas personales. La suma de ambos, sin

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77

duda alguna, han propiciado un enorme enriquecimiento a la formación

psicoterapéutica.

El presente proceso psicoterapéutico no contó con un paciente. A pesar de

los intentos de la terapeuta por defender el proceso, las condiciones

sociales, familiares, jurídicas y psíquicas de Leonardo no propiciaron un

contexto apto para psicoterapia; partiendo del hecho de no contar con una

motivación al cambio por parte del paciente, ni una consciencia de

malestar. Cabe aclarar que no por ello el proceso no tuvo sentido, a

contrario, hubo cambios y modificaciones conductuales.

Las condiciones presentadas no permitieron establecer una alianza

terapéutica, por lo tanto, las limitantes del proceso eran incapacitantes de

atención. En un comienzo, la falsa idea de que la alianza terapéutica se

limita a la relación o trato entre paciente y terapeuta, generó la expectativa

de contar con una alianza alentadora al proceso. Sin embargo, al conocer

todos los componentes que la forman, se comprende que obtuvo un buen

rapport y relación, más no fue posible establecer una alianza terapéutica en

el sentido estricto de la definición teórica.

Se considera que otra determinante para el proceso fue el contexto social

del adolescente, pues éste no solo dificulta la mejoría actual del paciente,

sino que ha interferido en su estructuración psíquica a tal grado de

presentar un trastorno de personalidad. Es imposible pensar que ante un

entorno así, un proceso de psicoterapia -impuesto por un tercero- evitará el

cometimiento de conductas delictivas por parte del adolescente.

En cuanto a las medidas cautelares que ahora son impuestas jurídicamente

a los adolescentes infractores, se considera como un gran avance el que el

ámbito legal esté dando mayor peso y valor al trabajo que se puede lograr

desde la psicología; sin embargo, en casos tan complicados como el de

Leonardo, la psicoterapia puede resultar insuficiente si se pretende que,

únicamente con ésta, se logren cambios de la dimensión solicitada por el

juez. Es decir, en casos en los que se cuenta con un trastorno en la

estructura de personalidad de los y las adolescentes, este tipo de medidas

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78

por sí solas, son aún insuficientes y tenderán al fracaso del sistema judicial

por el tipo de trabajo integral que se requiere con dichas personalidades y

por el simple hecho de partir de una demanda ajena.

Por otro lado, se encuentra importante el reconocimiento de la

vulnerabilidad del terapeuta ante la seducción característica de los

pacientes con estructura límite, pues dicha seducción originó en la

terapeuta una confusión con la inexistente alianza terapéutica. Ésta

característica llega a dificultar la mayoría de los procesos con pacientes de

estructura límite.

En el proceso de formación como psicoterapeuta, es sumamente

importante la supervisión de los casos, el tener la dicha de poder supervisar

desde distintos enfoques hace aún más enriquecedor el proceso, pues las

distintas opiniones y puntos de vista de los supervisores desde sus propios

enfoques, permitió ampliar la visión de la terapeuta para comprender e

interpretar el caso de una manera mucho más amplia y completa. Las

distintas interpretaciones de los y las supervisoras permitieron hacer un

análisis completo del caso, desde distintas áreas y perspectivas. Ante esto,

se resalta la importancia de la integración de un estilo propio de la

terapeuta a partir de todos los aprendizajes adquiridos.

Tomando en cuenta todos los puntos anteriormente mencionados, se

considera que, en respuesta a la pregunta inicial del presente estudio de caso,

sería posible establecer una alianza terapéutica con un adolescente con

estructura antisocial que acude a psicoterapia en contra de su voluntad,

siempre y cuando se logre generar un motivo de consulta propio del

adolescente. De lo contrario, no habrá una introyección real de malestar ni

motivación al cambio y, por lo tanto, no se lograría establecer una alianza

terapéutica como tal.

Finalmente, como aprendizaje significativo de mayor relevancia ante el caso se

encuentra la importancia del ser o tener paciente en un proceso de

psicoterapia. Desde distintos conceptos, términos y fundamentos, todos los

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79

enfoques de la psicoterapia refieren la necesidad de contar, en cualquier tipo

de caso, con una persona -sea llamada paciente, consultante, cliente, etc.-

consciente de una necesidad de cambio. Dicha base para toda relación

terapéutica cobra especial relevancia en el trabajo en instituciones en las que

muchas de las ocasiones no se cuentan realmente con un paciente, pues en

estos casos, es mínimo lo que se puede hacer por el otro, por mejores que

sean las intenciones del terapeuta. Dicho punto significó un tema importante a

nivel personal, pues se llegó a experimentar una sensación de defraudación

ante el reconocimiento de no poder hacer más por el otro.

4.4 Aportes al marco referencial de la psicoterapia clínica

De acuerdo con Montalvo (2003), en la formación, comúnmente se prefiere

hablar de casos bien logrados que el estudio de los casos interrumpidos, ya que

estos no concuerdan con las nociones estéticas que dictan lo que debe ser un

buen elemento educativo. Se cree que el dedicar mucho tiempo a busca entender

a detalle las dificultades especiales que llevaron a que se descontinuara el caso,

podría desanimar al terapeuta en formación. Sin embargo, muchos terapeutas

opinan que, para capacitarse, hay mucho que aprender de los casos

interrumpidos; después de todo, estos constituyen más de la mitad de los casos a

los que se enfrentarán cuando se trabaja con indigentes, asuntos de drogadicción,

delincuencia y violencia -más aún en una institución como la fiscalía-.

Estos casos vienen con múltiples problemas y surgen de variados contextos

culturales, con ellos no es posible dejar de tropezarse con la fragmentación y

escasez de servicios. En este entorno, el terapeuta no puede hacerse de muchas

ilusiones sobre los límites del problema o los propios y pronto descubre que

muchos de los obstáculos que se encuentran no nacen principalmente de la mente

o conducta del paciente, sino de la falta de coordinación y colaboración por parte

de los supuestos recursos y aliados del terapeuta. Abundan además los

descuadres anímicos entre el terapeuta y la familia que resultan en la interrupción

de la terapia. Los casos interrumpidos aportan una enorme dosis de realidad a la

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80

formación del terapeuta, enseñan, entre otras cosas, que el arte escondido de

saber cómo desprenderse responsablemente de ciertos casos es necesario.

Los casos interrumpidos contribuyen a que el terapeuta ajuste o se desligue

por completo de las metáforas del día que pretenden orientar la terapia. La noción

de que la vida es como un libro del cual usted es autor y narrador pronto resulta

inútil y desechable. Lo mismo sucede con la idea romántica de que su alma es un

barco y usted es su capitán. Si el terapeuta y la familia por fin ven que son más

como un bote de papel que navega a la deriva con una diminuta vela mientras el

mar los azota con feroces olajes, aumentan las posibilidades de que puedan

ajustar las metas y ayudarse mutuamente. El terapeuta no encuentra los

acostumbrados puntos de apoyo con que antes contaba y tiene que ubicarse en

las nuevas verdades ineludibles. Con seguridad puedo contar con que algunos de

los míos me traicionen o boqueen. Con seguridad puedo contar con que algunos

casos harán que pierda mi ecuanimidad.

Fomentar que se acepte esto por parte de los terapeutas en capacitación,

posiblemente alivie la falta de satisfacción y la insidiosa desmoralización que

tiende a apoderarse de los entornos de servicios de salud mental pública.

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81

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