una sociedad sin alma

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Las paradojas de la libertad en la modernidad tecnologizada Módulo: Comprensión de contextos Culturales. Profesor: Jaime González Gamboa Texto (fragmento): Una sociedad sin alma. Autor: Gilles Lipovetsky (La era del vacío: ensayos sobre el Individualismo contemporáneo, Ed. Anagrama, Barcelona, 1985) Dos importantes legados de este siglo han sido la consolidación de los sistemas democráticos y la tiranía impuesta por los avances tecnológicos. Si al primero se le achaca una desertización de los valores éticos, a los segundos se los acusa de haber excluido a gran parte de la población. El filósofo Gilles Lipovetsky reivindica el papel de la escuela como integrador social. Nada es más común cuando se habla del Tercer Milenio que evocar el hundimiento de la moral, la crisis de sentido y los valores. La idea, por supuesto, no es nueva, por cuanto reconduce la temática del nihilismo moderno y lo relaciona con la extensión del neoliberalismo y con el individualismo posmoderno. Las lógicas económicas y culturales del universalismo individualista conducirían ineluctablemente a la guerra de todos contra todos, al cinismo, al egoísmo generalizado, a la degradación de las relaciones sociales, en resumen, a una sociedad sin alma, ni fin ni sentido. No les faltan argumentos a quienes sostienen esta tesis: multiplicación de los casos de corrupción, delincuencia en alza, nuevos guetos urbanos, guerra económica indiferencia hacia los países del Tercer Mundo. Sin embargo, no sabríamos cómo enfrentarnos a esta visión catastrofista, pues sólo corresponde a una de las caras del individualismo posmoderno, la que yo he denominado individualismo irresponsable. Dos razones de fondo conducen a sopesar la aproximación apocalíptica del mundo contemporáneo. La primera se apoya en el punto de vista radicalmente pesimista que alimenta el miedo al futuro. Si se diaboliza el, individualismo asimilándolo a un principio intrínsecamente nefasto, entonces es toda nuestra civilización la que equivale al mal, sin que logremos ver el modo en que nuestras sociedades podrían 1

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Una Sociedad Sin Alma

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Una sociedad sin alma

Las paradojas de la libertad en la modernidad tecnologizadaMdulo: Comprensin de contextos Culturales.Profesor: Jaime Gonzlez GamboaTexto (fragmento): Una sociedad sin alma. Autor: Gilles Lipovetsky(La era del vaco: ensayos sobre el Individualismo contemporneo, Ed. Anagrama, Barcelona, 1985)Dos importantes legados de este siglo han sido la consolidacin de los sistemas democrticos y la tirana impuesta por los avances tecnolgicos. Si al primero se le achaca una desertizacin de los valores ticos, a los segundos se los acusa de haber excluido a gran parte de la poblacin. El filsofo Gilles Lipovetsky reivindica el papel de la escuela como integrador social.

Nada es ms comn cuando se habla del Tercer Milenio que evocar el hundimiento de la moral, la crisis de sentido y los valores. La idea, por supuesto, no es nueva, por cuanto reconduce la temtica del nihilismo moderno y lo relaciona con la extensin del neoliberalismo y con el individualismo posmoderno. Las lgicas econmicas y culturales del universalismo individualista conduciran ineluctablemente a la guerra de todos contra todos, al cinismo, al egosmo generalizado, a la degradacin de las relaciones sociales, en resumen, a una sociedad sin alma, ni fin ni sentido. No les faltan argumentos a quienes sostienen esta tesis: multiplicacin de los casos de corrupcin, delincuencia en alza, nuevos guetos urbanos, guerra econmica indiferencia hacia los pases del Tercer Mundo. Sin embargo, no sabramos cmo enfrentarnos a esta visin catastrofista, pues slo corresponde a una de las caras del individualismo posmoderno, la que yo he denominado individualismo irresponsable. Dos razones de fondo conducen a sopesar la aproximacin apocalptica del mundo contemporneo. La primera se apoya en el punto de vista radicalmente pesimista que alimenta el miedo al futuro. Si se diaboliza el, individualismo asimilndolo a un principio intrnsecamente nefasto, entonces es toda nuestra civilizacin la que equivale al mal, sin que logremos ver el modo en que nuestras sociedades podran salir: lo peor este siempre ante nosotros. Nada es ms importante en la Europa actual que volver a otorgar el sentido de confianza al futuro justo ahora, cuando se extinguen los grandes sistemas ideolgicos. Este es uno de los desafos del Tercer Milenio: reencontrar el sentido del futuro histrico, la confianza en construccin de un porvenir mejor.

Individualismo irresponsable

Debemos avanzar una segunda razn. No es cierto que las democracias posmodernas equivalgan a un desierto de valores. El sentido de la indignacin moral no ha desaparecido en modo alguno y nuestras sociedad no cesan de reorganizarse en torno a un ncleo estable de valores compartidos. No estamos en el grado cero de los valores, como testimonia progreso del voluntariado y de las asociaciones, la lucha contra la corrupcin la adhesin de las masas en favor de la tolerancia, la reflexin biotica, los movimientos filantrpicos, las fuertes protestas que denuncian la violencia sufrida por los nios y los inmigrantes. Si, por una parte, las sociedades postmodernas generan un individualismo irresponsable, por otra, promueve: formas de individualismo responsable. De hecho, la extensin del individualismo coincide con un refuerzo de la legitimidad de los valores humanistas y democrticos, as como con una creciente exigencia de transparencia y de responsabilidad individual. Cuanto ms se incrementa el poder econmico y tcnico, ms se afirma la exigencia de colocar lmites modales a nuestra dinmica prometeica. Se ve mejor as el desafo del porvenir no excomulgar el individualismo sino hacer que el individualismo irresponsable retroceda en Favor del responsable, es decir, de un individualismo que rechace el despus de m el diluvio, que reivindique la autolimitacin de su soberana y que est atento al respeto de los derechos los otros. Pero para avanzar en este sentido es verdad que estamos relativamente desarmados. Primero, porque los grandes modelos de emancipacin histrica, las principales utopas de la modernidad triunfante ya no tienen credibilidad. Debido a que los dos modelos de capitalismo que aparecen ante nuestros ojos apenas son divertidos. Por un lado, el modelo neoamericano, con un paro dbil pero con una clase media en declive, con guetos, desigualdades econmicas y sociales exacerbadas, una solidaridad: un sistema de salud claudicantes... Por otro, el modelo renano, con el mantenimiento de un sistema de proteccin social acompaado de un paro generalizado persistente. Ninguno de los dos casos ofrece soluciones como para entusiasmarse.

En estas condiciones, la principal cuestin en torno al futuro de nuestras sociedades reside en el modelo de capitalismo y de justicia social que sepamos construir. No se trata de buscar una alternativa al mercado, sino de construir un capitalismo y una democracia justos, o ms justos. Qu democracia? Qu mercado? Ninguna otra pregunta es tan crucial en este momento en el que se ahonda de nuevo en las desigualdades sociales. Ya no vivimos una crisis de fundamentos de orden poltico y econmico, vivimos una crisis del vnculo social que se da en las democracias a varias velocidades. La crisis de la integracin social por el trabajo, la exclusin y dualizacin de las democracias es ahora lo ms problemtico. Nada es ms importante que redefinir la idea de progreso social, repensar lo que debe ser una poltica de solidaridad en tiempos de mundializacin. Tenemos el deber de inventar un nuevo contrato social que concilie los valores individualista del mercado y la obligacin de solidaridad; un nuevo Estado providencia exigido no slo por su crisis financiera, sino tambin por los nuevos fenmenos de exclusin que afectan a millones de individuos y que engendran la gran pobreza, el paro de larga duracin, a los sin techo... en pocas palabras, al individuo des-socializado, privado de futuro. En este contexto, el Estado providencia no puede ser un simple distribuidor de ayudas oficiales para la vivienda, la sanidad, el fomento del empleo, los jubilados: esto ya no es humanamente suficiente. Tenemos que inventar una nueva filosofa de los derechos sociales a fin de que nadie se quede al margen del camino, que no haya individuos que se conviertan en intiles sociales, excluidos para siempre. La cuestin de fondo ya no es la explotacin econmica, sino la exclusin social que la dinmica del mercado y de las nuevas tecnologas tienen el riesgo de reforzar de modo duradero. Por ello debe revitalizarse la idea de derecho social, que no puede definirse solamente: como derecho a prestaciones sino como derecho de integracin o de insercin en la sociedad. La justicia social en una democracia no puede satisfacerse con convertir a los hombres en asistidos sociales: se debe dar sentido y consistencia a la idea de que todos tienen derecho a participar en sociedad, de ser tiles a la sociedad, tal como afirma Pierre Rosanvallon, La nouvelle question sociale (Seuil, 1995).

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