un seminario en la jungla

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    IPr61ogo

    S1,yo tambien soy de esa especie de viejas lechu-zas instructoras. La primera vez que le i Un semi-nario en lajungla me reconoci en tantas situacio-nes ... y tambien a muchos de los participantesque he tenido ocasion de conocer. Fuesen emplea-dos enviados por sus empresas, 0 voluntarios,o incluso admiradores, las personalidades delos participantes son como un cajon de sastre, yenos acuden movidos por expectativas muy di-versas.

    Para empezar, estan los perfeccionistas, los queen realidad tienen demasiado trabajo, que notienen tiempo para perder, asisten al seminarionerviosos y malhumorados, y se riiegan a desco-nectar el movil.

    -Es que necesito estar localizable en todo mo-mento.

    Luego, los que profesan el principio de no to-marse en serio los seminarios.

    -~A que viene toda esapsicoparla? ~Que toea

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    UN SEMINARIO EN LA JUNGLA Prologo

    hoy, bailar en corro alrededor del caldero de lasbrujas, 0 que?

    Algunos asisten muy a gusto, aunque s610 seaporque el cursillo los saca de la rutin a durante unpar de dias.

    Otros adopt an un aire critico, de veteranos 9ueyahan oido infinidad de seminarios.

    -La cosa no es como aqui se explica. En el Ul-timo curso en que estuve, y le aseguro que quien10dirigia era una eminencia, aprendi que ...

    Contrarios a estes son los que estan en todomomento pendientes de nuestros labios, comoesperando la receta magica y la explicaci6n detodas las dificultades, 0 c6mo mufiirse de cacheen tres dias. Y luego Ie piden cuentas al directorde estudios porque sus problemas no se han re-suelto ..

    No esrnenudo el desafio para un instructor.Pero que alegria cuando comprobamos que todosesostipos diferentes ligan durante el seminarioy acaban por constituir un equipo. En tan pocotiempo que casi no se puede creer, unas personasque ni siquiera se conodan forman uncolectivo yse refuerzan. Eso es 10mas interesante. A h f se fun-den las resistencias y germina la confianza. Ahivemos c6mo nace el deseo de darse/eedback mu-tuamente, de aprender los unos de los otros, deofrecerse alternativas intelectuales.

    Que alivio para los participantes cuando vansabiendo, por 10 que dicen los demas, que todosellos se enfrentan a los mismos acertijos y tienenproblemas similares. Ciertamente 10 mejor de losseminarios consiste en que apreciamos en otros lasmismas debilidades que hemos identificado ennosotros, y les proponemos unas soluciones quea nosotros mismos pueden sernos utiles, Y todoeso por medio de acciones y vivencias comunes:los juegos, los coloquios, los talleres 0 grupos detrabajo.

    Y que diferente la despedida, si recordamos lascautelosas exploraciones mutuas de loscomienzos:ahora se intercambian direcciones, se prometenamistades duraderas, se imparten los iiltimos con-sejos:

    -jQue no vuelvan a tomarte el pelo!Se augur an contactos telef6nicos. Todo va a

    cambiar. Y de pronto, nos hallamos otra vez en laempresa, en la oficina, en la nave, a solas con nues-tros buenos prop6sitos, con las estrategias y losprocedimientos que hemos practicado virtualmen-teoPorque, ala hora de la verdad, estamos siempresolos.

    Este libro puede servir de preparaci6n para elseminario, 0 para acompaiiar la puesta en practica,paraespolear la ambici6n 0 para ayudar a perseve-rar. En todo caso, es una lectura amena. Sigamos a

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    UN S EM INARIO E N L A J UNGLA

    Aurelio en su viaje a traves de Un semina rio en lajungla.

    SABINE ASGODOMENTRENADORA, COACH Y ESCRITORA,

    PROPIETARIA DE ASGODOM LIVE, MUNICH

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    , Unas ideas personalespara empezar

    He trabajado durante muchos afios como instruc-tor y director de seminarios en una importante en-tidad financiera de mi pals, y 10hice de muy buenagana. No me importa reconocer que 1aseparacionno me result6 nada facil, porque alli siempre tuve1asensaci6n de estar haciendo algo importante ydotado de sentido. Sin embargo, en un momentodado no tuve mas remedio que tomar 1adecisionde despedirme.

    ~Por que?E1que alguna vez haya tratado de escribir du-

    rante su escaso tiempo libre, sabe en que consiste1adificultad. Siempre ocurre algo que 10estorba, ycuando por fin consigue uno sentarse delante delordenador, las ideas no quieren acudir a 1aHama-da. Resumiendo, que decidi convertir mi afici6n-la de escribir- en profesi6n. Y viceversa: sigodando seminarios. No tantos como en otros tiem-pos, pero sf con 1aasiduidad suficiente para man-

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    UN SEMINARIO EN LA JUNGLA Unas i de as p er so n at es p ar a empe za r

    tenerme al dia, tratar con la gente y evitar el peli-gro de convertirme en un ermitaiio.

    Naturalmente las experiencias adquiridas du-rante mi actividad como instructor han que dadoincorporadas a este libro. Los cursillistas que vanapareciendo sin dudale pareceran allector proto-tipos conocidos, aunque me he permitido carica-turizar un poco algunas veces.

    Tambien he procurado documentarme, comodebe hacer un escritor serio (si es que eso existe).El tema central de este libro es el exito. Su fun-damento principal es el conocimiento de los pro-pios puntos fuertes, unido a la disposici6n paraaprender. Esa es la {mica base que permite progre-sar, es decir, seguir desarrollando los puntos fuer-tes y tratar de compensar tal 0 cual punto debil.Esa regla sirve tanto para la vida ptofesional comopara el ambito privado. Las reglas del exito que in-dico en Un seminario en lajungla son de validezgeneral. En el fondo, no se trata de nada nuevo, eincluso diria que much as de ellas son verdades dePerogrullo. Se preguntara ellector critico: ~A quevieneentonces esta fabula?.A 1 0 que yo contesto: ~No son las cosas mas ba-sicas de la vida, las verdades de Perogrullo, las queolvidamos con demasiada frecuencia entre el es-tres cotidiano? El ejemplo mas palmario: todos sa-bemos que solo se vive una vez, pero j que pocas

    personas emplean su tiempo conscientes de que essu activo mas valioso!

    Un seminario en lajungla trata de abrir los ojosa factores del exito que por elementales muchasveces pasan desapercibidos. Quiere dar una sacu-dida, sensibilizar e incitar a la reflexi6n. Si 1 0 con-sigo, habre cumplido con mi proposito.

    Queda ellector cordialmente invitado a seguirel camino de Aurelio hacia Un seminario en la jun- ,/gla, para que ... pero [bah! Es mejor que 1 0 leausted mismo.

    BORIS VON SMERCEK

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    E1 primer dia

    Como todas las mananas, el sol se levanto sobre elhorizonte para disipar la neblina que velaba la sa-bana. La sombras de los arboles encogieron pocoa poco y la inmensa estepa africana empezo a ca-lentarse como un horno. Los pajaros cantaban enlas ramas, los antilopes y los nus padan la escasahierba, y las jirafas estiraban hacia el cielo sus lar-gos cuellos. Para la mayoria de los animales, unamanana como cualquier otra.

    No asi para Aurelio, desde luego.Normalmente, Aurelio vivia su vulgarisima vida

    de hormiga laboriosa, infatigable, siempre algoapresurado, pero dentro de unas noqnas. j Y esoera 10 que Ie gustaba, y mucho, ademas! Vivia consu adorada Aurelia en una pequefia cueva del ex-trarradio, un poco aparte de las galerias principa-les del hormiguero. No era un nicho excesivamen-te confortable, pero a ellos les pareda acogedor yles bastaba. Adernas, Aurelio trabajaba tanto, quecasi nunca paraba en casa. Con 10 cual tenia bas-

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    tante resentida a Aurelia, que habria preferidopasar mas tiempo con su pareja. Pero que podiahacer Aurelio. Era preciso cumplir con la ley de lacomunidad.

    Aurelio era picador, es decir, que su oficio con-sistfa en cavar tuneles y galerias. Oficio nada exi-gente pere si muy variado, que le obligaba a viajarmucho. Adernas, era un trabajo importante. Singalerias no funcionaba ningun hormiguero, y solopodia funcionar bien mientras se tuviese en buenestado la complicada red de tuneles y pozos deventilacion. En fin de cuentas, Aurelio ganaba unacantidad suficiente de cereales para alimentarse asi mismo y mantener a Aurelia.SLEn lineas generales, Aurelio estaba contentoconsigo mismo y con la vida que llevaba.

    En Iineas generales.Pero no ese dia. Aunque ardiese la arena de la

    estepa, cl tenia los pies fries ... que tratandose deun himenoptero son seis pies. Porque, en vez dedesayunar en buena paz y compafiia como otrasmananas, para acudir luego a su trabajo y regresara su casa por la tarde, iba al encuentro de un desti-no incierto.

    La mochila pesaba sobre sus espaldas. Recordoel grana de trigo que Aurelia le habia dado para elviaje. Pero no tenia apetito. Mas bien todo 1 0 con-,.trario. \

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    El pr imer diaA primera hora de la manana, al despedirse de

    Aurelia, ella le deseo mucha diversion.-La tendre, jdescuida! -habia contest ado el.Pero 1 0 que sentia en realidad era: j q ue te

    crees ni eso!Aurelio miro al sol Y.se enjugo una gota desudor de la frente. Era sudor frio, tan frio comosus pies. jSi por 1 0 menos supiera 1 0 que le espera-bat La incertidumbre 1 0 ponia nervioso, yen losultimos dias, intranquilo y excitado; habia corridotanto galerias arriba y abajo que sus compafieros lepreguntaban si estaba entrenandose para los Jue-gos Olimpicos de las Hormigas.

    Ya podian reir tranquilos. Claro, como nadielos obligaba a dejar la obra para ...S f, ~para que, bien mirado?Aurelio no 1 0 sabia. Su jefe, el encargado de las

    excavaciones del hormiguero, no quiso dedrselo.Y se habia limitado a explicarle:

    -Uno de est a seccion tiene que asistir al semi-nario ese, Aurelio, y quiero que seas tu.

    jUn seminario!Lo mismo que Aurelia, el encargado Ie deseomucha diversion, y para colmo, poniendo cara de

    estar haciendole un gran favor. Y eso que el encar-gada sabia mejor que nadie cuantos metros de gale-ria le faltaban a Aurelio para antes del fin de mesoYera esencial que estuviesen terminados a tiempo.

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    . .UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    Aurelio no queria ni acordarse de que el seminarioiba a durar toda una semana. j Siete diasl , y sinnadie que 10 sustituyese en el tajo.El no tenia su-plentes, y bastante agobiados que andaban sus com-pafieros con 10 suyo. En una semana ademas, segu-ramente se recibirian mas ordenes de trabajo. Si seIe acumulaban las demoras, ~como se las arreglarialuego? Por una vez tuvo ganas de decide su opinional encargado. ~En que estaria pensando cuando 10eligio para el seminario? [Seguro que no le imp or-taba ni pizca el compromiso en que 10 ponia!

    ~O tal vez el encargado queria darle a entenderque estaba descontento con su trabajo? Tal vez lasuperioridad 10 consideraba demasiado lento, 0poco cuidadoso, 0 que no guardaba la precisionnecesaria. Esa idea, que no se le habia ocurridoantes, hizo que se Ie enfriasen los pies todavia mas.

    Aurelio trato de echar a un lado semejantes preo-cupaciones. Hasta entonces habia tenido siempre laimpresion de que su jefe estaba contento con el. Porsupuesto, el no era un trepa como aquel colega querecien terminados los estudios de arquitectura fuenombrado a dedo director de proyectos y encarga-do de restaurar la camara de la reina. Pero tampocoera tan perezoso y desmotivado como aquel otrocompafiero que todas las mafianas se presentabacon los ojos llenos de legafias para tomar un tragode licor real y luego seguir durmiendo en un rincon.

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    tu p ri me r d iaNo, Aurelio era un obrero consciente, un trabaja-dor en el que se podia confiar. 0, pot 10 menos, talse consideraba el a si mismo.

    ~Era posible que estuviera equivocado?Junto a estas vagas preocupaciones, ensombredael animo de Aurelio otro temor mucho.mas grande.

    Por cierto que el nunca habia participado en un se-minario, pero habia hablado del tema con algunoscompafieros suyos que habian pasado ya por esa ex-periencia. Aunque bast ante desagradables, por 10que ellos contaban, todos los seminarios solian de-sarrollarse de una manera bastante parecida.

    Tal circunstancia, en teoria propicia para tranqui-lizar un poco a cualquier principiante, a Aurelio nole tranquilizaba ni poco ni mucho. Estaba enteradode que, ademas de las tareas de grupo y las conferen-cias del jefe de estudios, Ie tocaria intervenir en losllamados juegos de rol y presentaciones. Perspec-tiva que con solo pensarlo Ie enfriaba los pies hastadejarlos convertidos en autenticos carambanos dehielo. En aquellos momentos no sepodia hacer nada,excepto rezar fervorosamente para que pasara de elese caliz durante los mas venideros.De nuevo dirigio Aurelio la mirada al cielo. Laaltura del solIe indico que llevaba retraso. Contantas cavilaciones y angustias, habia olvidado lahora. Apreto el paso, 10 que habitualmente le ser-via para desahogar un poco el estres. Adernas, no

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    tenia ningun deseo de presentarse cuando el semi-nario hubiese comenzado ya. Por una parte, le ha-bria azorado mucho notar las miradas de los asis-tentes fijas en el. En segundo lugar (1 0 que eramucho mas importante), por nada del mundo que-rria que el instructor se fijase en su persona. Por-que tan pronto como le tomaban a uno en supunto de mira, inmediatamente quedaba uno mar-cado como voluntario para toda clase de activi-dades. Y esto era precisamente 1 0 que conveniaevitar a toda costa.

    En consecuencia, Aurelio se cifio la mochilacon fuerza y acelero todavlarnas. No hay nadacomo ir sobre seguro, se dijo. Mas vale presentar-se demasiado pronto que demasiado tarde.

    Media hora mas tarde seguia caminando con cele-ridad por la estepa cada vez mas castigada por elsol. Poco despues, sin embargo, el paisaje cambiorepentinamente. Paso a paso las dunas iban ce-diendo a la tierra humeda y blanda, y las hierbasagostadas a las matas, los helechos y los arbustosde lozano verdor. Hasta los arboles, antes nudososy retorcidos, presentaban otro aspecto, mas tallu-dos y coronados por abundante y vigoroso follaje.El dosel verde tamizaba la luz del sol, ya proximoa su cenit en aquellos momentos. En otras circuns-

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    El primer diatancias, Aurelio seguramente habria juzgado muyagradable .e l cambio y poder acogerse a la sombra,

    Su camino le llevaba a cruzar la selva. Esta se es-pesaba cada vez mas, y tanto asi que Aurelio empezoa sentirse un poco sobrecogido. Mas de una veztemio equivocar la ruta. Cuando ya casi desesperabade haber acertado con la direccion, sevio en su lugarde destino, Muerto de fatiga, pero aun a tiempo.Mejor aun, llegaba el primero. Ni siquiera se habiapresentado todavia el director del seminario.

    ~Que 1TIaSda? -se dijo Aurelio-s- . AI menos,as! tendre ocasion de echar una ojeada por estosandurriales.

    Despues de inspeccionar las inmediaciones llego ala conclusion de que el seminario jba a tener lugaren un marco bastante grato, suponiendo que se-mejante calificativo fuese aplicable en materia deseminarios. El claro en donde se encontraba Aure-lio era luminoso y casi pareda acogedor, en todocaso mas que el resto de la selva. Algunos toconesformaban semidrculo alrededorde otro un pocoalejado y algomas alto. Hacia un lado, Aureliodescubrio la ribera de un rio. Pero no se acercopor alli, porque como es sabido lashormigas abo-rrecen el agua. En realidad, hastaentonces nuncase habia aventura do fuera del hormiguero 0 de las

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    sendas que conducian a el, frecuentadas por lasgentes de so.pueblo. Y nunca se habia alejado deeste tanto como ahora.

    Pero tampoco se habia atrevido a llevarle lacontraria a su jefe. Habria sido un exceso de auda-cia verdaderamente insolito,

    Por eso, 1 0 que hizo fue rehuir el enfrentamien-to directo con el encargado de las excavaciones yse resigno a su sino.

    De momento, al menos, no tenia queja. La asis-tencia al seminario por 1 0 visto era inevitable, peroel claro en donde iba a celebrarse Ie habia gustadono poco.

    Lo que Ie gusto bastante menos fueron los demasparticipantes, que fueron apareciendo de uno enuno.

    EI primero fue el elefante Elpidio, un coloso deanimal. Si experimento alguna aprension a la vistade Aurelio -como se sabe, los elefantes temen atodos los insectos susceptibles de meterseles den-tro de sus trompas y obligarlos a estornudar- no1 0 dio a entender.

    Lastima, penso Aurelio. Habria sido preferiblecon tar con la compafiia de alguien que estuvieratan asustado como el, aunque fuese por motivosdiferentes.

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    E l primer di a

    Para distraerse y para averiguar de paso si Elpi-dio no Ie tenia un poco de miedo en realidad, pormas que 1 0 disimulase, Aurelio Ie pregunto educa-damente como estaba.

    -Muy bien, gracias=--replico el proboscideoen tono grunon-. Estoy magnificamente bien,gracias, ~yusted?

    -Esplendido =-mintio a su vez Aurelio, yapersuadido de que el elefante no Ie temia. 0 mejordicho, aquel paquidermo no parecia capaz de te-nerle miedo a nada, jpara que!

    EI chasquido de una rama rota en el matorraldistrajo a Aurelio. Miro con interes hacia el origendel ruido, pero no vio nada. Paso un rato antes deque se oyese mas ruido de ramas, y antes de quepudiese distinguirse a nadie, el elefante Ie dijo envoz baja:

    -Uno que viene tan lento no puede ser masque ...

    Pero no pudo terminar, porque le interrumpiouna voz cascada, 0mas bien un graznido que sealzo de entre los arbustos:

    -jCalla esa trompa, Elpidio! [Cuando tengasmis afios no hablaras con tanta impertinencia!

    Pasaron todavia algunos minutos, hasta quepor fin asomo de entre la espesura la tortuga, queluego resulto ser un macho muy decidido, conciento dieciocho afios a sus espaldas, 0 mejor

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    dicho sobre el voluminoso caparazon, Llevaba dossemanasde camino, y seguramente habria tardadomucho mas, si no fuese porque el rinoceronteacepto llevarla a cuestas una parte del recorrido.Al preguntarle Aurelio por su nombre, dijo que 1 0habia olvidado a causa de su.avanzada edad. Haciaveinte 0 treinta afios que habia dejado de usarlo, ydesde entonces todo el mundo le llamaba senorQuelonio.

    Elpidio daba muestras de que el recien llegadono le caia 'demasiado simpatico y se alejo diciendoque iba a buscar algo de comer. Tenia hambre,porque hacia poco mas de una hora que no habiat~mado nada. Todo un record para el, cornentocon cierto enfasis. El hambriento se marcho altrote en busca de las provisiones de frutasamon-tonadas alrededor del claro.

    Asi que, mientras el elefante iba en busca de ali-mento, Aurelio trato de entablar conversacion conel senor Quelonio.

    -~Te alegras de asistir al seminario? -pregun-to Aurelio.

    -~Alegrarme? =-repitio el anciano, embutidoa medias en su coraza-. ~De que iba a alegrarme?En ellugar de don de vengo me espera un mentonde trabajo que he dejado allf. No me atrevo a pen-sar siquiera en el caos que encontrare cuando re-grese.

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    E l primer di a

    El senor Quelonio parecia un tipo malhumora-do. Una cos a, sin embargo, tenia en comun conAurelio y 1 0 hacia un poco simpatico: su aversion a1 0 que se les avecinaba para los siete dias siguien-tes.~Tal vez su interlocutor estaba al tanto de 1 0que sucedia en los seminarios? Aurelio iba a pre-guntarselo cuando aparecio el mono.

    -jAnda! -exclamo este al verlos-. ~Que te-nemos aqui? Dos personajes que parecen reciensalidos de un cortejo funcbre. ~Que pasa con vo-sotros? Traeis unas caras que espantan a las fieras.

    El senor Quelonio solto una especie de grufiidomalhumorado.-~Que mosca te ha picado? -insistio elmono-.

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA El primer dia

    para comprender que se habia tropezado con elbuf6n del grupo.

    -Se llama Modesto, aunque parezca mentira-hab16 la tortuga al oido de Aurelio cuando elmono se alej6 para saludar al elefante-. Un culode mal asiento. No sabe 10que es quedarse quietoen un lugar. Ademas, se cree duefio de la cienciainfusa. Y siempre esta haciendo bromas, lamayo-ria a costa de los demas. Ya 10 iras conociendo.Sera mejorque no hagas demasiado caso de las ne-cedades que diga,

    Aurelio se volvi6 para echarle otra ojeada albromista escasamente gracioso, pero se qued6yerto de espanto al verse encarado con un gigan-tesco agujero negro, todo e l ribeteado de blancospufiales. Poco despues el agujero desapareciobruscamente y Aurelio comprendi6 que acababade ver las fauces de una fiera.

    -jPodias tene~ un poco mas de cuidado cuan-do bostezas, Lea! -se indign6 el senor Quelo-nio-. iMenudo susto Ie has metido a este chiqui -tin!

    Aurelio estaba demasiado sobrecogido paratomar a ofensa que le llamasen enano y chiqui-tin. Entonces se dio cuenta de que todavia tern-blaba de pies a cabeza.

    -jCaramba! S f que 10s iento -replic6la pan-tera.

    Pero 10 dijo con un tonillo de aburrimiento ycomo si realmente no 10 sintiera eri absoluto. Noobstante,prosigui6:

    -. No tenia intenci6n de asustarte, chiquitin, Esque todavia estoy algo sofiolienta, porque apenashace diez minutos que me he levantado. AI fin y alcabo; no hay mas que unos diez kilometres de ca-mino. Aun no me he sacudido el Bueno.

    Bostez6 de nuevo, se estiro y, dando un salto .tremendo, seencaram6 sobre uno de los tocones.

    -Diez kil6metros endiez minutos -murmur6la tortuga como quien acaba de escuchar una afir-maci6n desaforada-. jMira que hay gente exage-rada!-Debe ser de las fuerzas de despliegue rapido-dijo Aurelio, que empezaba a reponerse delsusto.

    -Si madrugase mas no tendria ninguna nece-sidad de correr tanto -replic6 el senor Quelo-nio, tajante-. Sea como fuere, aqui solo falta elaguila. .

    -~El aguila? ~Que aguila? -se sobresalt6 denuevo Aurelio, pues le constaba que muchas avesson insectivoras.

    -Si, pero no te preocupes -dijo el senor Que-lonio-. No te had dafio. Los himen6pteros noson plato de su gusto, y no 10tomes a ofensa. Es unave muy sibarita, y aun diria que un tanto extrava-

    I I I 28 tr' j ! ' ~ I 1 1 1 . ~ - - - - - - ~ ~ - - - - - - - - - - - - - - - -_ _! ! i ~~ ' .,;

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    gante. Se llama Eduardo, pero quiere que todo elmundo Ie llame King Edward. A mi me suena unpoco ridicule, pero [que Ie vamos a hacer! Tiene lasoberania de los aires, eso no puede discutirsele,Sera por eso que nunca se ha presentado con pun-tualidad a ningun seminario. Debe de tener asun--tos mas importantes que solventar.

    Aun no habia terminado de hablar el senorQuelonio cuando Aurelio oyo sobre su cabeza unrumor, que se convirtio en un batir de alas, y esteen una ventolera que estuvo a punto de revolcarlo.En el Ultimo segundo consiguio asirse a una briznade hierba. Pero e l movimiento de la atmosfera cesocon la misma rapidez y Aurelio cay6 al suelo.Cuando logro rehacerse, pudo comprobar que lacausa del vendaval no habia sido un aguila sinouna senora lechuza. Parecia casi tan vieja como elmismisimo senor Quelonio.

    -Una manana radiante, estupenda -dijo la le-chuza sin dirigirse a nadie en particular. Sus ojosgrandes, redondos, de color amarillo y negro, Ieconferian un aire de gran inteligencia y autoridadnatural.Veo que estamos casi al completo.Excelente,excelente =-conrinuo.

    -~Tu sustituyes al aguila? -pregunto el pa-quidermo sin dejar de embaular forraje.

    -No, no -replicola lechuza-. Me llamo Mi-

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    El primer dianerva y soy la que va a conducir vuestro seminarioen los proximos siete dias,

    Aurelio y el senor Quelonio fueron a ocuparsus puestos junto a la pantera. A'su lado se sent6el elefante, rnascando ruidosa~ente todavia.EImono fue el mas tardo.

    -Visteme despacio que tengoprisa -mascu-116cuando al fin fue a ocupar su tocon,

    Minerva hizo como si no oyese e l dicho.-Hemos empezado con retraso, asi que vamos

    a tratar de aprovechar el tiempo -anunci6-.~Alguno de vosotros sabe donde esta el aguila?

    Todos menearon la cabeza.-Entonces, supongo que podemos comenzar-dijo la lechuza.En un as breves palabras preliminares expreso

    su contento ante la tarea que les aguardabaen losdias siguientes, y puso enfasis en la seguridad deque todos aprenderian algunascosas en aquel se-minario. Cosas importantes. "

    Sonabamuy prometedor.. Al discurso inaugural le siguio la inevitableronda de presentaciones. Minerva dijo que eraimportante conocerse un poco mejor desde el pri-mer momento, sobre to do en un seminario comoaquel. !

    Cualquiera sabe 1 0 que eso significa, se dijo Au-relio.

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    Predicando con el ejemplo, Minerva les relatesu propia vida rica en acontecimientos. Habia tra-bajado en muchos oficios, sobre todo como explo-radora y experta en ratones, y asimismo en laAd-ministracion y la construcci6n de nidos.Esta versatilidad le vali6 el respeto de los asis-tentes. Por 10 visto se hallaban ante una personaque no solo estaba versada en la teoria, sino queademas conocia bien la practica.

    Minerva sigui6 contando que hacia algunosafios emprendi6 una actividad de instructora envuelo nocturno para otras lechuzas. Hasta descu-brir que no la llenaba del todo ensefiar solo a lasde su especie, y ademas el vuelo nocturno no erael unico tema interesante. iEran tantas las cosasque habia aprendido Minerva, y tantas las ense-fianzas que estaba en condiciones de transmitir!De manera que se habia establecido por su cuentacomo instructora, y se hallaba en condiciones deensefiar a todo genero de animales.

    Cuando Minerva hubo terminado su relato einvito a los participantes a contar sus propias ex-periencias, Aurelio se sinti6 al borde del colapsocardiaco, ya que habia cometido la imprudenciade sentarse en uno de los dos tocones mas exte-riores, y por consiguiente, era muy grande el peli-gro de figurar entre los primeros invitados a ha-blar.

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    ,

    E l p rim er d ia

    iMaidici6n!Por fortuna, el elefante, que estaba sentado al

    otro extremo del semicirculo, se adelanto y empez6ahablar espontaneamente. Aurelio quedo tan ali-viado que apenas escucho lo que contaba. Tampocohizo mucho caso de la exposici6n del mono Modes-to. Como el aguila seguia sin presentarse, el turnosalt6 un lugar y le toc6 a la pantera. El momentaneoalivio de Aurelio desapareci6 reemplazado por unaaprensi6n creciente, porque pronto Ie tocaria a elhablar. Ensay6 mentalmente su alocucion mientrase l senor Quelonio se disponia a comenzar la suya.

    Poco despues Ie tocaba a Aurelio hacer su pro-pia presentaci6n. Dijo su nombre, su edad, y sepuso a describir los cometidos que realizaba en elhormiguero. Hab16 con fluidez, sin meterse en di-gresiones, yael misrno le pareci6 que 10 hada conaplomo suficiente. Al final todo salio bastantebien, por 10 que respire hondo antes de sentarse.j Habia superado la primera dificultad!

    La lechuza Minerva dio las gracias 'a todos, ycuando se disponia a abordar el primer tema delseminario propiamente dicho, se oy6 en 10alto unchillido penetrante, y un amasijo de plumas cay6del cielo como un meteoro. Y cuando pareda queiha a hincarse en el suelo el amarillo y curvadopico, sobresaliente como una punta de flecha, elgigantesco par de alas se despleg6 frenando la

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    caida en picado, y dos garras armadas de aceradaspuntas se posaron suavementeen el toconquehabia quedado desocupado.

    -Llevo un poco de retraso, ~no? -preguntoinnecesariamente el aguila.

    Aurelio no pudo sino admitir que, en efecto, elrecien llegado irradiaba una especie de sefiorioaristocratico, De acuerdo con el papel que repre-sentaba, King Edward no se excuse por la tardan-za, limitandose a decir:

    -Estamafiana he tenido que despachar un parde asuntos importantes y sumamente urgentes. Su-pongo que 10 comprendereis,

    Minerva asintio con aire fatigado, y agrego sinla menor muestra de resentimiento:-Celebro que todos hayan podido presentar-se. Y puesto que todos saben que til eres el rey delos aires, en tu caso prescindirernos de presenta-ciones. Aver si podemos pasar de una vez al temade nuestro seminario.

    Hizo una pausa significativa y acto seguidoanuncio en tono teatral:

    -iLa superuiuenaa enla jungla!

    Las palabras quedaron como colgan do en el aire yla tortuga se puso a refunfufiar en seguida:

    -Vaya tonteria.

    34

    EI primer dia

    Todos 10 oyeron, incluso la instructora.Tampoco el elefante parecia muy convenci-

    do.-No es habitual que coincidamos el sefior

    Quelonio y yo =-barrito con su trompa-. Pero eneste caso no tengo mas remedio que dade la razon.Por mas que 10 pienso, no veo de que va a servir-nos semejante seminario.

    La pantera y el aguila abundaron en la mismaopinion con el argumento de que ellos no vivianen la selva sino en la sabana y en los aires, respecti-vamente. A su entender, la eleccion de los asisten-tes no habia sido demasiado acertada.

    -Puedo aseguraros que aqui no ha ocurridoningun equivoco =-replico Minerva-. El mimerode candidaturas recibidas para este seminario ex-cedio al de plazas disponibles, y yo misma me en-cargue de la seleccion. Lo cual excluye toda posi- .bilidad de error.

    El mono, que no se habia pronunciado hastaentonces, se encogio frivolamente de hombros yopine:

    -jNo veo razon para perderme este semina-rio! [La supervivencia en la jungla! Parece emo-cionante, ~no? Sea comofuere, yo estoy a favor.

    -. Y yo que 10 celebro, Modesto -respondiolalechuza-. En cuanto a los dernas, naturalmentenadie esta obligado a quedarse si"no quiere. Pero

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    _ . . . . . . .I I . h _

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    os ruego que me concedais un poco de confianza.Estoy absolutamente convencida de que todos sa-caremos algun provecho de las experiencias quenos esperan dentro de los proximos siete dias.Tomad parte en nuestra pequefia aventuray no osarrepentireis.

    [Auentura', repitio Aurelio para sus adentros.En ese momento se Ie habrian heladolos pies, sino fuese porque los tenia ya como otros tantostempanos.

    En vista de que todos los demas se declarabandispuestos a dade al menos una oportunidad al se-minario, decidi6 participar e l tam bien evitandosingularizarse. Asi que, dejando a un lado sus pre-venciones, se dispuso a poner al mal tiempo buenacara.

    P ro cu ra ten er cla ro en q ueconsis te tu punto fu er te p er sona l.

    -Antes de entrar en eI tema propiamentedicho -anunci6 Minerva-, quiero dejar biensentada una cosa. Quiero que todos reflexioneisacerca de cual es vuestro punto fuerte principal.Cada uno de vosotros, en su profesi6n, desempefia

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    El primer diaun cometido importante. Vosotros mismos acabaisde contarlo.Pero ~os habeis preguntado algunavez cual puede.ser vuestro plus personal, absoluta-mente peculiar y propio?

    Hizo una pausa de efecto para que los oyentesrumiasen la pregunta, antes de proseguir:

    -. Tomaos el tiempo que os haga falta. Concen-traos. Estoy segura de que cada uno descubriraque es 10 que Ie distingue especialmente.

    Aurelio se atragant6. ~En que iba a consistir supunto fuerte personal? Justamente el era uno masentre millones de obreros de su hormiguero, unode los cientos de miles dedicados a excavar gale-rias todas ellas mas omenos iguales a las demas.~Un talento especial del individuo? ~C6mo podiaser? 1 jamas habia oido cosa semejante. Los pica-dores eran picadores y nada mas. Las nodrizas dela reina eran nodrizas, y las hormigas soldados, sol-dados. Asl eran las cosa s desde siempre. Solo asipodia funcionar el sistema.

    Aurelio mir6 a su alrededor, fijandose en suscompafieros como si acabase de reparar en ellos:el elefante Elpidio, el mono Modesto, el aguilaKing Edward, la pantera Lea y la tortuga, el sefiorQuelonio. Saltaba a la vista que ninguno de ellostendria demasiada dificultad endecir cual era supunto fuerte. Ados 0 tres de ellos casi se les adivi-naba 10 que estaban pensando, se dijo Aurelio.

    37

    ..

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA El primer diaLea no necesit6 demasiado tiempo para averi-

    guarlo y casi ponia cara de aburrida. Elpidio, KingEdward e incluso el senor Quelonio, tan lento nor-malmente, tampoco necesitaron largas cavilacio-nes. En cambio, el mono se rascaba el pellejo conaire pensativo, y le parecio a Aurelio qlle titubeabaentre las muchas cualidades que consideraba sersus puntos fuertes. Hasta que por fin se decidi6.

    El iinico indeciso era Aurelio. Pero, por masque se devanaba los sesos, no se le ocurria ningunacualidad positiva. Nerviosismo y agitacion, pens6.Esas eran las caracteristicas que hallaba en simismo, a falta de otras. Aunque dificilmente cree-ria-nadie que fuesen puntos fuertes. Si se le ocu-rriese a Minerva preguntarle a el en ese momento,iba a pasar un mal rato.

    Dos 0 tres veces sinti6 Aurelio la tentaci6n deechar a correr en circulo por la linde del claro paratranquilizarse los nervios. Pero desisti6 al compren-der que seria imposible hacerlo sin llamar la atenci6nde los demas. ~Y si se fingiese enfermo 0 adujesecualquier otra excusa para despedirse y abandonar elcurso? Decir, por ejemplo, que despues de pensarlomucho se habia dado cuenta de que no podia aban-donar su trabajo habitual durante siete dias.

    Pero desisti6 al momento, burlandose de supropia pusilanimidad. j Haber hecho un caminotan largo para claudicar ala primera oportunidad!

    Puesto que ya estaba alli, mas valia tratar de sacarel mejor partido posible de la situaci6n. Y eso fue1 0 que decidi6: ya que no le distinguia ningunacualidad especial, por 1 0 menos trataria de apren-der algo de todos los dermis.

    Habiendolo decidido, Aurelio respiro hondo yse prepar6 en su fuero interno para hacer su con-fesi6n publica.

    En aquellos momentos la lechuza estaba to-mando de nuevo la palabra:

    -Veo que todos habeis reflexionado. Estabien, muy bien.

    El mono levant6 un brazo para ofrecerse a serel primero en hablar, pero Minerva dijo:

    -No, no. Cada cos a a su tiempo, Modesto.Por ahora no quiero deliberar sobre vuestros pun-tos fuertes.

    Y guifiandole un ojo, agreg6:-Visteme despacio que tengo prisa, (no es

    verdad?El mono sonri6 burlonamente y baj6 el brazo.Aurelio sonreia tambien. Al menos el no se

    habia puesto en evidencia desde elprimer momen-to, como el otro. A 1 0 mejor se le ocurriria algunpunto fuerte suyo antes de que Minerva volviesesobre la cuesti6n.

    La instructora prosigui6, es~avez dirigiendosea todos:

    IiI

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    ..

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    -----------------.---------- --------.._UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    -- No os preocupeis, Todos tendreis ocasi6n deexponer vuestros puntos fuertes, porque vamos aocuparnos de ese asunto con gran detalle. Mejoraun, durante nuestro viaje incluso se os ofrecera laoportunidad de hacer demostraci6n de ellos.

    La sonrisa desaparecio del semblante de Aure-lio. ~Estaba segura de haber escuchado la palabraviaje?

    El senor Quelonio carraspe6 e hizo la preguntaque por 10 visto todos tenian en mente:

    -jEjem! ~Has dicho viaje? ~Que significa esoexactamente?

    Esta vez le toc6 a Minerva el turno de sonreir.No con malicia, como quien sabe algo y se 10 calla,ni con prepotencia, sino mas bien con cierto airemisterioso.

    -Voya ensefiaros una cosa.

    El grupo conducido por la lechuza salio del claro ycruzando por entre las matas se acerc6 a la orilladel rio, don de vieron una balsa amarrada a una nu-dosa raiz saliente. La embarcaci6n se mecia verti-ginosamente en aquellas aguas vivas, y vista.a la es-cala de Aurelio era de un tamafio colosal. Habriancabido en ella hasta diez hormigueros por 10menos. Tan impresionantes medidas, sin embargo,no tranquilizaron a Aurelio. Pues si bien el coloso

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    El primer di a

    flotante parecia sobradamente solido, no cabianinguna duda de que habia sido construido paranavegar en el agua.

    jEl agua!El elemento mas aborrecido, precisamente, al

    que Aurelio temia mas que a ninguna otra cosa.El habria preferido hacer marchas. 0 excavaruna galeria hasta el polo norte, si fuese necesario.Ni siquiera se negaria a volar, por ejemplo alomos de un albatros gigante. Pero ... ~montarseen una balsa? En aquel seminario, a 10 que pare-cia, todas las circunstancias se habian conjuradocontra cl.

    Y no era Aurelio el unico esceptico. Las caras detodos, excepto el mono, manifestaban una total au-sencia de espfritu de aventura. King Edward hizo unmohin con el pico. Pareda querer decir que un vehi-culo tan primitivo era indigno de su pros apia y cate-goria. En cuanto a Elpidio, era evidente que se pre-guntaba si su peso no convertiria la balsa en unaplataforma submarina.

    -~Es necesario que subamos a una balsa?=-grufio la pantera-. ~A que viene todo esto? ~Esque no podemos limitarnos a pasear por la orilladel rio como hace todo el mundo?

    -jNo me vengas con esas! -se indign6 donQuelonio-. jA rni que ya llevo catorce jornadasde marcha! Es cierto que ami tampoco me gust an

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    los rios, pero voy a deciros una cosa: [no quierodar ni un paso mas! jPrefiero embarcarme!

    Estas palabras desencadenaron una encendidadiscusion sobre los pros y los contras de la trave-sia fluvial. La polemica daba muestras de eterni-zarse.Cuando todos hubieron expuesto infinidad derazonamientos en uno y otro sentido, intervinoMinerva:

    -Una vez mas"he de pediros que confieis en mi-y alzando la voz, agrego->: Podeis creerme quetengo mis motivos para haber elegido la balsa. Esparte necesaria de la leccion de hoy.

    -. ~Que quieres que aprendamos de ese ...trasto? -pregunto el aguila en tono de increduli-dad.

    -Aprendereis a navegar en balsa y algo mas-rep lico Minerva-. De la selva, del rio, perosobre todo de vosotros mismos.

    Aurelio no veia que se sacase nada en limpio deaquello. ~Que tenian que ver la condenada selva,el condenado rio y sobre todo la condenada balsacon un formicido como eI?

    -Os prometo que antes de que anochezca eldia de hoy entendereis 10 que he querido decir-prosiguio Minerva.

    Finalmente todos aceptaron. Y seguramente lacuriosidad fue el factor mas decisivo de su asenti-

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    El primer diamiento y de que venciesen la aversion que les inspi-raba la balsa. Incluso Aurelio estaba impaciente porsaber que les reservaba la vieja lechuza sabia. Y, porult imo, cuando Elpidio puso sus anchas espaldas depaquidermo a disposicion de los que, en caso decmergencia, no pudiesen salvarse nadando 0volan-clo, quedaron silenciadas las ultimas objeciones.

    El debate les habia abierto el apetito y ademas( ,I sol empezaba a pasar ya de la mitad de su carre-1:1 celeste.

    ~j Ya va siendo hora de almorzar! -barritolIpidio-c-. jEstoy muerto de hambre!

    Aurelio, un poco desganado despues de lascmociones de la mafiana, saco de la mochila sugrano de cereal y se 10 ofrecio cortesmente al ele-l.mte. Al principio este 10 rechazo dandole las gra-.rus, pero luego 10 olfateo con la punta de la trom-1);1 y 10 tomo cuando ya Aurelio se disponia aI', IIardarselo.

    -Un aperitivo no puede hacer dafio -se burlo1:,Ipidioingiendo masticar con gran satisfaccion=-.( \ 1Il esto iremos aguantando hasta que rehueven laprovision de fruta. jGracias, pequefiin! [Me hass.r lvado la vida!Acto seguido se concedieron una pausa, por-(111l' el calor agobiante incluso ala sombra invitaba,I echar una siestecita. Casi todos optaron por.iprovcchar la ocasion.

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    .~UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    Tambien Aurelio trat6 de cerrar los ojos, perono tard6 en darse cuenta de que no conseguiriaconciliar e 1 suefio. Sus pensamientos giraban alre-dedor de Aurelia y de aquella galeria del hormi-guero cuya terminaci6n estaba prevista para fin demesoUna carga de trabajo casi irrealizable, 0mejordicho inalcanzable del todo puesto que le obliga-ban a ausentarse durante siete elias.

    Aurelio suspir6, el animo apesadumbrado -porla perspectiva de tener que pechar con un trabajoduplicado a partir de la semana siguiente.

    Cuando todos se hallaron de nuevo reunidos junto ala orilla, Minerva les explicolo que les esperaba paralas fechas venideras.

    -A partir de este punto -dijo sefialando ellugar donde estaba amarrada la balsa=-, navegare-mos rio abajo durante una semana. Como veis, lasaguas bajan muy lentas, y asi contimian durante lamayor parte del recorrido. Desde luego sera precisoveneer algunos impedimentos, pero nada que supon-ga un riesgo excesivo para nadie. Si perdeisla orien-taci6n debido a los numerosos meandros del rio, noos preocupeis. Yo he hecho esta travesia muchasveces acompafiando a infinidad de grupos. Hoyeslunes. De acuerdo con mi experiencia, llegaremos adestino el domingo a mediodia, aproximadamente.

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    , EI primer dia

    -~C6mo conocercmos-cual es el destino?-pregunt6 el sefior Quelonio-. No me gust ariapasar de largo.

    -Es un lugar en don de dos palmeras gigantes-cas se cruzan sobre el agua -contest6 Minerva-.Aunque es posible. que extraviemos e 1 camino,porque el curso del do se bifurca un par de veces.Pero cuando estemos cerca de la meta, imposiblepasar de largo, jos 1 0 garantizo!

    -~ Y eso es todo? -pregunt6 don Queloniolleno de suspicacia-. ~S610 se trata de llegardonde las dos palmeras se cruzan sobre el rio?

    -Sf, claro, pero es que ademas se trata de lle-gar ilesos -e'xplic6 Minerva-. A 10mejor inclusolograis disfrutar un poco de la travesia.-~ Un viaje sorpresa, como si dijeramos? -seburlo don Quelonio-. j De ninguna manera! j AIII no me gustan las sorpresas!

    -Intentalo al menos. Tal vez no sea tan malocomo tu 1 0 imaginas -propuso Minerva.

    -Y ~c6mo regresaremos aqui cuando haya-1110S llegado adestino? -sigui6 desconfiando latortuga-. Para una semanaen balsa rio abajo,calculo cuatro semanas a pie por la ribera.-No temas==respondio la lechuza-. Ya hetornado mis disposiciones para el regreso. ~Al-guien mas tiene alguna observaci6n 0 preguntaque hacer?""

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    En vista de que nadie rechistaba, Minerva con-cluyo:

    -Esta bien, pues vamos a la balsa.

    Esto era mucho mas faci] decirlo que hacerlo. El-pidio sobre todo, con su enorme peso corporal,fue un problema diffcil. Para empezar, el grupo in-tento la tactica Elpidio allado derecho y todoslos demas al izquierdo, pero resulto que les ha-bria hecho falta un rinoceronte, por 1 0 menos,para equilibrar la almadia,

    -2Por que no probamos al reves, Elpidio alaizquierda y todos nosotros ala derecha? -bromeoel mono, pero nadie mas rio el chiste.El paquidermo se ruborizo un poco, porquedurante la pausa habfa aprovechado para arreba-fiar de la provision de frutas, y dijo:

    -Lamento causar tantas dificultades. Debe serporque acabo de comer un tentempie, Quiza de-beriamos esperar un rato.

    La pantera grufio:-iQue mas da! No creo que vayaa cambiar

    gran cosa. iTu siempre estas recien comido!Despuesde varios intentos fallidos mas, solven-taron el problema colocando a Elpidio en el cen-tro de la balsa. De este modo la embarcacion que-daba con estabilidad suficiente para que los demas

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    E l primer dia

    pudieran moverse por don de quisieran. Despues(It' algunas pruebas en aguas de poco calado, com-probaron que induso Elpidio podia desplazarse;dgo, con tal de que 1 0 hiciese muy poco a poco, alIiempo que el mono, la pantera y la tortuga pasa-ha n a ocupar e l lugar diametralmente opuestopara hacer contrapeso.

    Zarparon poco mas tarde. Minerva largo e lcabo, revoloteo hacia 1aparte delantera de 1abalsav alli se quedo adoptando una postura como demascaron de proa. Muy cerca de ella, Aurelio con-Iemplaba el1ento giro de 1abalsa arrastrada por 1aorriente hasta que salio a1centro de rio, poco apoco pero inexorablemente, cada vez mas lejos deh orilla. Ya no se podia volver atras.

    IJurante un rato los animales se dedicaron a familia-rizarse con la vida a bordo. Lo de andar sobre unal - ase que se balanceaba continuamente no se domi-naba sin mas ni mas, y as! hubieron de ~prenderloAurelio y sus acompafiantes. Poco a poco, sin em-Ilargo, se acostumbraron a1sube y baja ininterrum-Ilido y empezaron a moverse con cierto aplomo. Au-relio cornprobo que los troncos estaban muy bienntaclos, con 1 0 que no corria e l peligro de caerse porun resquicio y ahogarse. AI anochecer ya tenia casiI n scnsacion de moverse sobre suelo firme.

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    .

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    Vencido el miedo, SUS sentidos se abrieron a lasmaravillas de la naturaleza. Nunca antes habia ad-mirado la selva desde la perspectiva fluvial, ni ha-bian desfilado ante sus ojos tantas imageries impre-sionantes. Aun no sabian con exactitud adonde losllevaba aquel viaje, pero era preciso reconocer quelas vistas bien valian la pena. Si aquella manana sehubiese despedido alegando enfermedad 0un ex-ceso de trabajo que le obligaba a regresar al hor-miguero -como en algun momenta lleg6 a pen-sar-, se habria perdido aquellos panoramasarrebatadores. Y ahora se daba cuenta de que ha-brta sido una verdadera lastirna. Se considerabaenriquecido al tener la ocasion de echar una mira-da mas alla de los limitados horizontes de su hor-miguero. Aunque tal vez fuese porque aun nohabia visto nada que explicase la reticente posturade aquellos colegas suyos, los que tenian experien-cia en materia de frecuentaci6n de seminarios. Lasverdaderas dificultades quizas aguardaban a lavuelta de la esquina.

    Aurelio se habria quedado horas a contemplarlos hermosos paisajes, pero el sol estaba cayendoya hacia el horizonte. Y ese fue-el momenta elegi-do por la lechuza para hacer honor a la promesaformulada antes del almuerzo.

    -Es la hora de la primera leccion -anunci6 atodos en general-. Como dije antes, tengo un mo-

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    E l primer di a

    Iivo para haber elegido una balsa como medio de( II -splazamienro.

    -Para que aprendamos acerca de la balsa, del1'1( IY de la selva-sugiri6 el mono.

    -Pero sobre todo y principalmente, acerca dev(isotros mismos -Ie corrigi6 Minerva, y parecio!jIll'su pequefio pico curvado esbozaba una sonri-s .r llena de profunda sabiduria.

    A continuacion agreg6:-Sera mejor que nos repartamos cerca de la

    l.orda, para procurar que la balsa no escore delI. Ido de Elpidio.

    Losparticipantes obedecieron la indicaci6n de la'l . -chuza. Aurelio, el senor Quelonio, Modesto, Lea yLingEdward se colocaron a estribor, mientras Elpi-diu se quedaba en el centro, aproximadamente,1"'1'0 estirando un poco el cuello hacia babor.

    -Excelente, excelente -aprob6 la disposici6nMinerva-. Como sabeis, el tema de nuestro semi-uario es Supervivencia en lajungla. Y aunque noItHlos habitais en la jungla, he prometido quelotios y cada uno sacareis provecho de este semi-lIano.-Asi es, Y ipobre de ti si nos has mentido!d j jo la pantera.-Eso -corrobor6 el aguila=-. Pobre de ti si

    III IS has mentido. Porque de momento aun no veoI " ra que me aprovechan a mi estos ejercicios de

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    supervivencia. Mi reino son las alturas y no vivo enla selva, ni pienso hacerlo nunca. '

    Minerva asintio con aire distraido.-Te deseo que no tengas que hacerlo nunca

    -dijo-. Sin embargo, permiteme una pregunta:~no es cierto que todos, mas 0menos, vivimos enuna selva?

    -~Que significa eso? ~Es una de tus celadaspsicol6gicas?

    Quie n a pre nd a a o rie nta rs ee n la ju ng la se ra dueriod e su p ro pia v id a.

    -No, no. Lo digo completamente en serio-contest6 Minerva-. Aunque no sea una selvade helechos, arbustos y arboles, ~acaso novivecada individuo en su propia jungla absoluta-mente personal? ~En una espesura de obliga-ciones y deberes de obligado cumplimiento, tanintrincada que llega a parecernos impenetra-ble? ~En una vida, e incluyotambien la vida pro-fesional, que se ha vuelto tancomplicada quemuch as veces no hay manera de saber d6ndese halla 10 importante y d6nde 10 secunda-rio?

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    El primer diaAurelio empez6 a comprender 10 que trataba

    ( I t - .Iecirles la lechuza. En su caso, almenos, estaba,I(l'rtando de lleno.

    No e s d iffc il a p re nd er la s re gla s,e l a rte c on sis te e n s ab er a plic arla srealmente.~ I, - - - - - - - - - - - - - - - - - - ~-Por tanto, el que consigue orientarse en

    ~;tI iungla tendra el dominio de su propia vida.I)"I'n eso se dispone de un par de reglas sencillas.A I recorrer esta selva material que tenemosIl.lnnte aprenderemos a conocerlas, y sabremos.1 que situaci6n corresponde cada una de ellas.1',,1'0 vaya esto por delante: importa aprenderIlls reglas y no es demasiado dificil. La habili-( 1 . 1 d suprema consiste en saber aplicarlas ala rea-l idad.

    =-Bien, bien, bien -dijo la pantera-. AsfIlues, se pretende que aprendamos algo acerca deIi ! selva de la vida. Eso es facil de entender. PeroIII) responde ami pregunta. ~Por que es necesario'Illl' ocupemos esta plataforma movediza?

    De nuevo asintio Minerva.Por eso os he pedido que os colocarais cerca

    ,Ie 1;1horda -dijo-. Es para que podais mirar el

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    - a - - w

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    agua, porque la primera respuesta a la pregunta decomo sohrevivir en la selva se halla en el rio.

    -~En el rio? ~La primera respuesta? -pre-guntaron al mismo tiempo varios de los oyentes entone de incredulidad.-Sf. Claro esta que 10 distinguimos mejorquienes, como yo, sabemos volar. Pero no es im-

    prescindible. Mira bien, Lea. Mirad todos conatencion, Nuestra primera [eccion consistira enresponder ala pregunta: ( _Q u e h ay en el rio?

    Pasaron unos segundos antes de que la panteracontestase:

    -Agua.-~Y que mas? -volvi6 a preguntar la lechu-

    za. -Piedras -contest6 la tortuga.-~Yquemas?-Ram as partidas y hojas que lot an y van

    arrastradas por la corriente -. intervino King Ed-ward.-Si,~yque mas?-Peces -dijo Elpidio, por 10 que Aurelio sos-

    pecho que ya estaria otra vez pensando en la comi-da. -. Todo eso es verdad, pero ~haY'algo mas?-insisti6 la lechuza.

    De nuevo hubo una pausa, hasta que Modestoexclamo subitamente:

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    E l primer di a

    -iYo veo un mono!Iba a enfadarse Aurelio ante la ridicula salida

    II e aquel sujeto que por 10 visto se erda gracioso,1 ) ( '1'0 comprendi6 en seguida que Modesto se refe-11;1 a su propia imagen.

    -Muy bien -se apresuro a replicar la lechu-1'.;1 - . ~Os parece que hay algo mas en el rio?

    Entonces Aurelio supo que Ie tocaba el turnodl ' contestar, Todos los dernas habian dicho ya susopiniones. Asi pues, dejo que Ie embargaran denuevo las sensaciones, aver si percibia algo mas.I'ero entonces cayo en la cuenta de que los estimu-los tan abundantes Ie impedian pensar con dari-Ilad. Veia el agua, las piedras, las ramas y las hojassueltas lotando sobre la superficie, los peces, losrdlejos de Modesto, de los demas y de si mismo, yN( ibretodo eso la imagen invertida de los arbolesgigantescos y el cielo nocturno con sus resplando-I (c\ de color purpura. Y oyo una vez mas la : pre-F,IJntade la lechuza, como si viniera de muy lejos:

    -~Que hay en el rio?Y aunantes de haber conseguido poner en

    Iuden sus ideas, Aurelio contesto:-Todo.I)Iuante unos segundos que a el se Ie antojaron in-

    soportablemente eternos, nadie dijo una sola pala-bra. Aurelio tuvo la sensaci6n de que se le habia,'scapado una tonteria incalificable. En realidad,

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA

    habfa acertado con la respuesta sin saberlo elmismo.

    jTodo esta en el rio ! Y 1 0 quieraso no, tu estas en m edio de to do.

    -jEso exactamente es 1 0 que he querido darosa entender con esta travesia fluvial en la balsa!-dijo la lechuza-. [ Iodo estd en el rio! Y os guste 0no, vosotros tambien. Aunque amarraseis la balsa encualquier remanso, las aguas siguen fluyendo sincesar. Y sino soltais las amarras de vez en cuando, noireis a ninguna parte. Pero si emprendeis el viaje ve-reis, vivireis y aprendereis muchas cosas. En los pro-ximos dias ireis entendiendo que recorrer la selva delavida no es tan diferente de cruzar una jungla auten-tica. Las estrategias de supervivencia son las mismas.Por eso debeis considerar la travesia en la balsa unsimbolo de vuestra vida profesional... 0mejor aun, dela vida entera. De una cosa estoy segura, y es quevamos a tener todos un viaje emocionante.

    Poco despues amarraron la balsa junto a un clarode la orilla. Mientras el sol desapareda por com-

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    EI primer dia

    pl\'to detras del horizonte y hadan su aparici6n laluna y las estrellas, los animales prepararon sucumpamento para la noche. Quiso la casualidad'PIl' se arremolinara sobreellos una nube de lu-IIl'I"nagas. Y asi Minerva, Elpidio, Modesto, KingI':dward, Lea, el senor Quelonio y Aurelio se que-.l.iron un buen rata en agradable tertulia, contan-,II)St' unos a otros infinidad de anecdotas vividasI'('rsonalmente 0 que conocian de oidas. CuandoIIIhandada de luciernagas se traslad6 a otra parte,"IIIIS decidieron tumbarse a dormir.

    Aurelio no tenia mucho suefio y se qued6 unIiiIIIcontemplando las estrellas del cielo, ya que1 : , atmosfera estaba completamente diafana.l'I'IIs6 en Aurelia y en la primera jornada, recien(oucluida, del seminario. Entonces record6 quer H ' h nbfa propuesto aprender de los demas anima-I('~,cuanto le fuese posible, Y aunque ninguno de1 1 l ~ ,participantes hubiese explicado todavia cual('I'll su punta fuerte, sin embargo Aurelio acababa,II comprender una cosa. Un detalle muy impor-JIII11I'. Pese a ser bastante obvio, hasta entonces1 1 1 1 1 1 ( ' a se Iehabia ocurrido. Y como no que ria 0 1 -vrdarlo, anot6la primera lecci6n en un trozo dehoi;! de palmera:

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    El segundo dia

    f':sa noche Aurelio, atemorizado por los ruidos de1 .1 selva,que eran demasiado desconocidos para el,III' IIIVOun suefio tranquilo. Mas de una vez des-1 . \ ' 1 ' 1 < > sobresaltado para comprobar que la balsa""gllia bien amarrada y que no andaba por alli nin-jJ,llIl depredador,

    Los roces, grufiidos y chillidos procedentes de1 .1 rilla 1 0 tuvieron largas horas desvelado. E in-IIICltlsoespues de refugiarse detras de una oreja de

    1,',lpidio, tarde bastante en sentirse protegido.

    Hay que atreverse a 1 0 nuevo.para senti rse vivo.

    Ik manera que tuvo tiempo sobrado para re-I1txionar. ~No seria aquella otra de las lecciones'I''' Iv tocaba aprender? Quien aceptase el desafio

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    y considerase la travesia de la selva un reto, tendriaque ser valiente y plantar cara a los peligros. Allaen casa, en su hormiguero, vivian bien abrigados.Alli no les amenazaba ningun peligro. A cambiode eso, les aguardaba la misma rutin a todos losdias.

    Aqui, por el contrario, todo era nuevo, y mu-chas veces inspiraba temor. Aunque al mismotiempo, desde luego todo era mucho mas excitan-teoHacia mucho tiempo que Aurelio no se hallabatan lIeno de vida.

    Cuando salio el sol, aquella sensaci6n de cos-quilleo en la boca del est6mago continuaba ahi.Era una extrafia mezcla de nerviosismo y curiosi-dad, temor y valor, reserva prudente y ganas deentrar en acci6n. Asi debia ser el espiritu de losaventureros y descubridores, sospech6 Aurelio.Aunque, hasta entonces, el nunca habia conocidoese anhelo de exploraci6n mas que por los relatosde los ancianos del Consejo, cuando se conme-moraba el dia de la fundaci6n del hormiguero.Cuando los escuchaba lc pareda a Aurelio queaquellos habian sido tiempos de grandes peligros,y se alegraba de no haber tenido que conocerlospor experiencia directa. Ni en suefios se habriafigurado que el espiritu de aventura pudiera seralgo tan emocionante. Lo iinico que todaviale daba .un poco de retortij6n era pensar que la

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    E l seg un do dia

    lechuza seguramente aprovecharia la jornadapara preguntarle por sus puntos fuertes. Y aunno se le habia ocurrido una contestaci6n a tal pre-gunta.

    Despues del desayuno Minerva dispuso que co-menzaran con algunos ejercicios de calentamiento.Para despabilar el cuerpo y el espiritu, y para sa-cudirse el cansancio de los miembros, segun dijo.Ellos hicieron estiramientos, flexiones, inhalaron,exhalaron, doblaron la columna hacia delante yhacia atras, y describieron circulos con las piernasy la cabeza. Hasta que esto Ultimo se evidenci6 de-masiado peligroso, porque el elefante al hacer mo-linetescon su tromp a le desrnocho al aguila variasplumas.

    Minerva dio la voz de alto y luego, reunidos enun coloquio informal, pasaron revista a las expe-riencias de la jornada anterior. Por otra parte, Mi-nerva deseaba conocer el estado de animo de cadauno.

    Aurelio se ajusto a la verdad y declar6 que, sibien ignoraba que otras novedades iba a deparar-les la semana de viaje, las esperaba con interes ... ,rosa que se Ie habria antojado imposible la mafia-na anterior, por ejemplo.

    Entre los demas participantes hubo division deopiniones. A la pantera le parecia demasiado lentocl sistema adoptado.

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    -Por tierra y corriendo ya habriamos llegado,en vez de tenerque esperar a1 domingo -dijo, ysolto un gran bostezo-. Ya se, ya se ... si 10hicie-ramos no.estariamos en el rio, ~vetdad?

    Pareda no importarle 1amanera de llegar a des-tino, con tal de que todo se hiciese deprisa.

    -Si caminaramos tampoco seria necesario ra-cionar el alimento tan estrictamente -se quejo elelefante, cuya racion de fruta para el desayuno ha-bria bastado para sustentar toda una colonia dehormigas- .Ahora que ya hemos entendido 10quepretendias darnos a entender.Minerva, podriamoscontinuar a pie, me parece a mi.

    Ni siquiera el sefior Quelonio se pronuncia-ba ya en .contra de la via terrestre, aunque E1-pidio le habia advertido que tuviese muchocuidado con caerse de 1abalsa de espa1das. E1pi-dio Ie asegur6 que 1a corriente se llevaba a lastortugas que chapuzaban de espa1da, y que aveces resultaban arrastradas hasta el fin delmundo sin poderlo evitar. Aurelio sospechabaque era una broma del paquidermo, pero el senorQuelonio se 1a tom6 muy en serio. De todas ma-neras, el nunca habia sido demasiado partidariode experimentos. jY aquel seminario 10 era!jCiertamente!

    E1 mono fue el unico partidario de continuarpor 1avia prevista por Minerva.

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    -A mi me ocurre como a1 p equefiin -dijoapuntando con un adem an a Aurelio, quien nosupo si enfadarse 0 agradecer que alguien apoyasesus opiniones-. Imposib1e prever 10que sucederadurante este viaje, pero tengo bien clara una cosa.Si continuamos por tierra y llegamos estamismanoche, no disfrutaremos del rio y de 1aselva, 0 10que es 10mismo, de nuestra vida, con 1amisma in-tensidad que si nos tomamos todo el tiempo deaqui a1domingo.

    -A ti no te espera ningiin trabajo que vaya aquedarse pendiente hasta que ni regreses, por 10visto -objet6 el elefante.

    -jC1aro que sf! Lo mismo que a todos vos-otros-c-replico Modesto- . ~Teneis idea de 10 di-ffci1que es conseguir que te autoricen la asistenciaaun seminario en mi departamento? Yo le pregun-te ami jefe que otra cosanecesitaba yo para sermas eficiente. Entonces abri6 un grueso archiva-dor y se puso a buscar el curso mas indicado paramf. Pero cuando vio cuantos cocos iba a tener quepagar por estos siete dias, falt6 poco para que lediese un soponcio. Y a mi me ha costado seismeses de hacer el mico para el, argumentandoleuna y otra vez que yo no serfa el unico benefi-ciario, y que todo el departamento, incluso el, sal-driamos ganando si yo aprendia a trabajar todaviamejor que hasta ahora. Hasta el mes pasado no

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    consegui que firmase. Por eso, ahora os ruego quesigamos con la balsa. Pasaran afios antes de queme autoricen otro seminario.

    Una vez mas los participantes se avinieron a se-guir viaje en la balsa como estaba previsto. 0 biens~ compadecieron del mono, 0echaron de ver quela calidad del seminario iba a resentirse si 10 abre-viaban haciendo el recorrido por tierra. Las razo-nes nunca se supieron, pero el caso fue que larga-ron amarras y la travesia continu6.

    Con no poco dis gusto por parte del elefante, laprimera crisis verdadera se present6 poco antesdel almuerzo.Durante'la manana King Edward habia comen-tado con los demas 10 bajo que estaba el nivel delas aguas. En tanto que aguila habia visto muchomundo y no se leescapaba ningun detalle de losque se estudian con mas comodidad desde 10 alto.El nivel de los rios era una de esas circunstancias,obviamente. A tenor de 10 que pudo entender Au-relio, el aguila King Edward estaba no poco preo-cupada por los muchos bajios que habia visto.Los apuros comenzaron con un crujido estre-mecedor, tan horrisono que se le erizaron las ante-nas a Aurelio. Mientras trataba de distinguir laprocedencia del estrepito, le fall6 bajo los seis pies

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    E l seg un do d iacel suelo, 0mas exactamente los troncos de la jan-

    gada, y cay6 rodando. A los demas les ocurri6 10mismo, y falt6 muy poco para que el paquidermoElpidio aplastase a Aurelio';

    -jCaramba, Elpidio! =-jadec Aurelio para lla-mar la atenci6n del coloso, no fuese a aplastarlomientras pataleaba para incorporarse-. jPodiastener un poco de cuidado!

    Pero Elpidio no entendi6 bien el sentido de laadvertencia.

    -A mi no me pasa nada, pierde cuidado-dijo.

    Antes de que Aurelio pudiese aclarar 10 quepretendia decir, se oy6la voz de Minerva, que traiael plumaje algo descompuesto:-2Alguien se ha hecho dafio? -pregunt6 altiempo que se alisaba su vestido de plumas-. No.jMejor! Lamento mucho esta detenci6nrepentina.Sospechaba que tal vez ocurriria algo asi, pero mefiguraba que frenariarnos de una manera massuave.

    -' Seguramente has subestimado nuestro cala-do =-grufioIa tortuga mirando de reojo a Elpidio.

    -jCalado! 2Que calado? -repiti6 con indigna-cion el elefante-. Supongo que el abuelete no pre-tende insinuar que yo he tenido algo que ver, ~eh?

    -Haya paz -' dijo Aurelio-. ~Que fue 10 queocurri6?

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    -Pues que va a ser, pequefiin -grazn6 KingEdward muy divertido-. Que nos hemos trope-zado con un banco de arena. Toda la manana queestoy tratando de explicar que llevamos demasia-do calado para el escaso caudal que arrastra el rio.jHay que soltar lastre!Lo de soltar lastre, se figure Aurelio, seria lav.enganzapor el trompazo recibido durante la se-si6n de gimnasia matutina.

    _. jSies que nadie mehace caso!-exclam6 KingEdward-. Ahora yaseha formado el revoltijo.

    -A proposito de revoltijo, no vendria maltomar algo... -quiso proponer el elefante.

    Pero no le dejaron terminar, sino que exclama-ron todos a cora:-Nooo ... jAhora no secome!

    En vista de que Elpidio pasaba por ser el cul-pable, decidieron que fuese el primero en abando-nar la balsa.

    -jA menos lastre menos calado! -jale6 lasentencia King Edward, poniendo de nuevomucho enfasis en la palabra lastre.

    Pero los calculos no salieron. La balsa seguiaencallada.Elpidio se rehizo al ver el desconcierto de losdemas participantes.

    -jPara que vayan hablando de lastre! -barri-t6-. Exijo que los senores Quelonio y King Ed-

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    El segundo diaward se retracten ahora mismo de sus ofensivasmanifestacionesy que me presenten sus excusas.

    -jDe eso ni hablar! -replic6 el aguila=-. Unsoberano de los aires no pide disculpas a nadie.y la tortuga insistia con tozudez, aunque sin

    mirar a Elpidio:_ . jS i! jDemasiado calado! [Demasiado cala-do! [Esohe dicho!

    La situacion estaba todavia mas embarrancadaque la balsa.

    Tras laacalorada discusi6n fue Lea, que hastaentonces se habfa mantenido algo apartada, la queconsigui6 tranquilizar los animos. Estuvo un ratoen conciliabulo con la tortuga y el aguila. Aunquehablaban en voz baja, obviamente trataba deha-cerles comprender que solo el elefante Elpidiosena capaz de poner a flote la balsa, gracias a sufuerza descomunal.Asi que, mal que bien, el senorQuelonio y KingEdward presentaron sus excusas.Elpidio, muy ufano, se daba aire con los dos aba-nicos de sus orejas.

    -Y ahara que est a todo solucionado -Iehablo Lea con voz duldsima-, (tendrias la ama-.bilidad deempujar un poco la balsa para tratar dedesencallarla?

    Muy complacido, Elpidio sonri6 y dijo:-Como no, Lea. Siempre y cuando el senor

    Quelonio y KingEddi me 10 pidan por favor.

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    ,La tortuga anunci6 no sin alguna precipitaeion:-iJamas!Yel aguila grazn6, perpleja:-~ King Eddi?Esta vez Lea se puso a discutir en voz baja con

    Elpidio. Como se hallaba cerca, Aurelio entendi6que la pantera Ie pedia a Elpidio que no provocaseotra discusi6n. Que un gigante como el no tenianinguna necesidad de meterse en mezquinas renci-llas de poder, argument6 hablandole al oido conmucho despliegue de encanto femenino.

    En efecto Elpidio se dej6 persuadir, y sin hacer-se mas de rogar por el aguila y la tortuga, se puso aempujar la balsa con su voluminoso cuerpo. Perono consigui6 moverla ni un centimetro, ni siquieracuando utilize sus colmillos a manera de palanca.

    -No hay manera -jade6-. iComo no se nosocurra otra idea!

    EI grupo decidi6 solicitar ayuda a Minerva,pero esta no ofreci6 ninguna solucion por mas quelc insistieron. Estaban abandonados a sus propiosrecursos.

    Habiendo fracasado el intento de desencallar labalsa reduciendo lastre y con la fuerza del elefan-te, al principio hubo gran abatimiento entre losreunidos. Poco a poco, sin embargo, la resignacionfue cediendo ellugar ala complacencia y empeza-ron a brotar las ideas.

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    --Yo se como sacar la balsa de aqui -dijo elIII0110-. ~eis esta rama que se cierne sobre no-:.(llros?

    Todas las miradas se volvieron hacia arriba.-Atamos las cuatro esquinas de nuestra alma-

    , 1 1 ; t y echamos la cuerda por encima de esa rama.l.ucgo saltamos todos al agua para izar la balsa. La()rriente la arrastrara un poco y entonces podre-IIIOS soltarla y ponerla a flote.

    -j Me parece que olvidas 10 que pesa la balsa,listillo!-' seburl6la tortuga, con 10 que el mono~,(.sumio en un profundo silencio.

    ~Tal vez sea suficiente con bajarnos todospropuso la pantera-. Cierto que Elpidio pesa

    m.is que todos nosotros, pero imagino que en totalII IS demas tambien Ie echamos bastantes kilos a lah.iscula. Excepto el pequefiin, claro est a -rema-('1)(\volviendose hacia Aurelio.~, -Y si eso no basta -recogi6 el hilo King Ed-wa I'd el aguila->, yo tratarfa de sujetar la balsaCOil mis garras y batir las alas con todas mis fuer-"';IS.

    -~Y con eso crees que levantaras ese trasto?-Claro que no, pero al menos rebajamos pesoreplico King Edward.-jEso no dara resultado jamas en la vida!

    cxclamo la tortuga-. Creo gue 10 mas sencillosn,t esperar a la proxima crecida de las aguas.

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    -( Nos alcanzaran hasta entonces las provisio-nes de boca? -se preocupo el elefante.

    -Note sentaria mal estrechar un poco esa cin-tura, estimado -replico el senor Quelonio.

    Aurelio se acordo de Aurelia y de.los numero-sos proyectosde nineles que se amontonariansobre su mesa de trabajo., -(Cuanto habra que esperar a esa proximacrecida? -pregunto.

    -Seis meses, tal vez -' respondio la tortuga-.o siete como maximo.-Yo ten go' autorizad6 un seminario de siete

    elias,no de siete meses== objeto Elpidio." -Yo tampoco puedo esperar tanto. Hago faltaen el hormiguero -dijo Aurelio., Pero no quisodejarlo en una opinion negati-va, pareciendole que debia aportar una sugeren-cia constructiva para resolver el problema comohabian hecho los demas, por-lo que agrego:

    -A 10 mejor tii, Elpidio, podrias soplar con tutrompa debajo de la balsa. para tratar de desmon-tar el banco de arena, (que te parece?

    -Podria funcionar -gruno el paquidermo-.No perdernos nada con ensayarlo.Pero tambien ese intento fracaso, Elpidio pusoen marcha el turbo durante diez minutos peroluego tuvo que desistir, con la tromp a congestio-nada.

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    IIE l seg un do d fa

    Entonces el mono se puso a chillar:-iEh, chicos! [Ya 10 tengo! Lo he pensadoy

    esta rama parece 10 bastante solida como para so-portar el peso de la balsa ...

    -Crda yo que ese nurnero de la rama 10 hab fa -mos discutido ya... -Ie interrumpiola tortuga,-Cierto, cierto, senor Quelonio.. Y tenias"razon cuando dijiste que esta balsa es condenada-mente pesada.

    -Entonces, no veo por que razon hemos de se-guir perdiendo el tiempo con ese punto.

    Pero el mono Modesto se empefio en defendersu idea, muy excitado:

    - iSi no conseguimos alzar este monstruo connuestras fuerzas, construiremos un polipasto!-(Un que?

    -iUn polipasto! No-se necesita mas que unpar de poleas de madera y unas sogas bien robus-tas.

    E! mono explico su solucion. Aurelio, como pi- .:cador de galeria que era, sabia algo de mover car-gas pesadas y le gusto la sugerencia,

    En cambio todos los dernas se opusieron a laproposicion de Modesto.-iMenuda ocurrencia! -resoplo el elefante, 'todavia visiblemente fatigado por' el esfuerzo ante-rior-. [Un polipasto! Es la primera vez que oigohablar de semejante cosa.

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    -Aunque til no sepas 10 que es, no quita quepueda funcionar -se defendi6 Modesto.

    -jPatochadas! -Ie interrumpi6 King Ed-ward-. Yohe vistomucho mundo, pero eso del po-lipasto...no creo que funcione.

    Entonces intervino la pantera:-. Y aunque pudiera servirnos ... tardadamosdemasiado en fabricarlo. jDe aquf a que derribe-mos un arbol, construyamos un par de ruedas demadera y montemos ese armatoste absurdo trans-curriran muchos dias!

    -jDe ninguna manera! -se excit6 el mono-.[Un par de horas, a 10 sumo!-~C6mo 10 sabes? ~Es que alguna vez has

    construido un polipasto?-Eso no -confes6 Modesto-. Pero he vistocomo funcionan y c6mo estan hechos.

    -~D6nde has visto til eso? -desconfi6la tor-tuga-. Yotengo ciento dieciocho afios y nunca enla vida se me habria ocurrido una idea tan desca-bellada.

    -Los humanos hacen esa clase de construccio-nes. A ellos les sirven para levantar pesos grandisi-mos -dijo el mono.-No, no. Es demasiado complicado -objet6la tortuga-. Adernas, es demasiado trabajo. ~Quepasa si no funciona tu polipasto? [Nos habriamosfatigado para nada!

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    Entonces Aurelio se atrevi6 a tomar la pala-bra.-Pues a mi me parece que deberiamos inten-

    tarlo. Lo que dice Modesto me parece bastante ra-zonable. Como sabeis, yo trabajo en la construe-ci6n de galerias. Y aunque es laprimera vez queoigo eso del polipasto, imagino que podria servirpara levantar esta balsa y desembarrancarla.

    -Gracias, enano -contest6 el mono.Pese a 10 de enano, Aurelio crey6 entender

    que el agradecimiento era sincero.-~Acaso no aprendimos ayer que todas las

    cosas estan en el rio?-prosigui6 Modesto diri-giendose a todos-. Pues vamos a seguir la co-rriente y vamos a intentar alga nuevo. Yono pro-pondria 10 del polipasto si se nos hubiese ocurridouna soluci6n mejor. Un remedio conocido y milveces probado. Pero si existe una soluci6n asi, yopor desgracia no la recuerdo.

    Elpidio, King Edward, Lea y el senor Queloniocallaban un poco avergonzados. En efecto, los re-medios que habian propuesto ellos acababan defracasar estrepitosamente.

    -Os 10 ruego -insisti6 el mono-. Hagamosal menos el intento de ensayar un nuevo camino.[Puesto que no tenemos nada que perder! Y siesofracasa, siempre nos queda el camino por tierra, 0esperar ala pr6xima crecida.

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    Aurelio se dio cuenta de que las mentes de losescepticos empezaban a claudicar.-2Tu nos garantizas e l exito de tu polipas-

    to?Fue el aguila quien hizo la pregunta, yagreg6

    en seguida:-r+r-Quiero decir si la maquina es tan buena que

    puede levantar el peso de una balsa.-No puedo dar ninguna garantia -replic6

    Modesto-. Pero si no hacemos la prueba, no 10averiguaremos nunea.

    S i no se .ensaya 1 0 nuevo, nuncas e s ab ra s i h ab rfa fu nc io na do .

    Lea dijo que no tenia ganas de perder mastiempo sin hacer nada. Elpidio tenia hambre y noestaba para seguir cavilando en busca de solucio-nes. El partido de los detractores del polipasto sedeshada como un azucarillo. Finalmente, inclusoel senor Quelonio concedi6:-Esta bien. Podemos probar. No cree quefuncione, pero si todos estan a favor no quiero seryo el iinico que diga locontrario.

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    Pusieron manos ala obra despues del almuerzo.Elpidio derrib6 una palmera por el procedimientode empujarla con su poderosa cabezota. El aguilaemple6 su afilado pieo a manera de escoplo, y tall6las piezas de madera necesarias con arreglo a lasindicaciones que iba dandole el mono Modesto.Lea, con sus afilados colmillos hizo tiras ungran numero de hojas de palma, y Aurelio las tren-z6 para hacer sogas. El senor Quelonio se encarg6del control de calidad. Su mirada severa no des-cuidaba ningun detalle, ya que el menor defectopodia significar no s610 la ruin a de la idea, sino elfracaso de toda la expedici6n y del seminario. Si serompiesen las cuerdas y la balsa cayera con dema-siada violencia, tal vez se quedarian sin embarca-ci6n para continuar.

    Y nadie deseaba correr semejante riesgo.La maquirra qued6 a punto transcurridas ape-

    nas dos horas de trabajo. Los cursillistas ataronsogas a las cuatroesquinas de la balsa, anudaronlos extremos libres y los fijaron a una soga largaque el mono Modesto pas6 pof las poleas.

    -Si mis calculos aciertan, ahora Elpidio debe-ria saear la balsa del agua sin demasiado esfuerzo-. anunci6 Modesto.

    Entreg6 el extremo de la soga al elefante y este,agarrandola con su tro1p.pa, empez6 a tirar conprecauci6n.

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    Y hete aqui que, para asombro de todos losparticipantes, la balsa empezo a moverse.

    La tortuga, sobre todo, no daba credito a susojos.

    -iHabrase visto el mono ese! -exclarn6 estu-pefacta y en tono de involuntaria admiracion.S610 entonces se atrevi6 Modesto a dar riendasuelta a su jubilo:

    -iHurra! Despues de escuchar tantas criticas,yo mismo desconfiaba del resultado de la empresa,iPero yaveis que ha fun cionado ! -Y termino conotro hurra triunfal.

    Sin embargo, no era el unico que se habia qui-tado un peso de encima. Los demas animales tam-bien estaban contentos.

    Mas tarde, y mientras la balsa reanudaba su nave-gaci6n empujada por una suave corriente, el grupocoment6 el suceso.

    Minerva dijo:-Yo conoda ese banco de arena. Para vo-

    sotros, en cambio, ha sido un impedimento queno podiais prever, No un peligro, pero S 1 una difi-cultad nueva para vosotros, que no teniais una so-luci6n ensayada de antemano. Intentemos recapi-tular ahora como os enfrentasteis a la situaci6n.~Quien 10 recuerda?

    74

    -Empezamos por reunir ideas -comenz6King Edward.

    -Algunas ideas fueron rechazadas en seguida,y otras las pusimos a prueba y nos vimos obligadosa descartarlas despues -dijo Elpidio.

    --Asi ha sido, exactamente --asinti6 Miner-va-. Y decidme, ~que clase de ideas fueron esas?-Ideas inutiles, evidentemente -murmur6 el

    elefante como hablando consigo mismo.-No he querido decir eso -replic6la lechu-

    za-. Dejando aparte que fue la idea de Modestola que dio resultado, ~en que se diferenciaba esaidea de todas las demas?

    Por un instante nadie entendi6 ad6nde queriair a parar la instructora.Entonces Aurelio tuvo una ocurrencia repenti-na:

    -i En que la idea de Modesto ha sido nueva!-exclam6-. A los demas se nos ocurrieron solu-ciones que habian sido aplicadas con anterioridaden otras situaciones parecidas. iEran ideas obvias!

    -Lo que no significa necesariamente que lasideas obvias no sean utiles en ningun caso -co-rnento Ia lechuza-. No obstante, tiene raz6n Au-relio. Es 10mismo que me ha Hamado la atenci6n ami. ~Y que fue 10 que ocurrio cuando Modesto,apartandose de las pautas mentales corrientes,propuso la idea del polipasto?

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    -iQue no nos la tomamos en serio! -dijo elaguila.

    Y el senor Quelonio remacho:-Mas aun, todos los ,demas hemos intentado

    persuadirle para que la descartase.

    IE I c amb io s ue le p erc ib irs e c omoun p elig ro , p orq ue h ay q ue v en ee r

    habitos y e nfre nta rs e a 1 0desacostumbrado.

    I ,

    por la misma situacion. El motivoes que cualquierinnovacion, cualquier cambio, cualquier desvia-cion de la norma, como en nuestro caso ha sido laidea del polipasto, sup one una sensacion de peli- ~gro.

    -~De peligro? =--repitio Aurelio.-SLPorque es menester echar por la borda lasviejas costumbres y encarar 1 0 desacostumbrado.Ademas, puede suceder que fracase el ensayo deponer en marcha algo nuevo, y entonces todo elesfuerzo no habra servido de nada. 0 1 0 que es to-davia peor: si la idea resulta, es posible que en ade-lante deba ponerse en practica siempre. Por eso,muchas veces nos parece mas sencillo no intentar-1 0 siquiera, para poder afirmar luego que el pro-blema no tenia ninguna solucion.-Si, en efecto -se sonrio Minerva=-. Eso fue1 0 que hicisteis. Eso es 1 0 que se llama decir frases

    matadoras. Y porcierto que Modesto ha escucha-do un buen repertorio: Esto no puede /uncionar. Esdemasiado complicado. Nadie 1 0 ha intentadonunca ..Etcetera. Es un milagro que Modesto no sehaya dejado persuadir.

    Hizo una breve pausa antes de.continuar:-Leo en vuestras caras que estais preguntan-

    doos como y por que habeis reaccionado de esamanera, ~no es cierto? Quiero decir, mas abiertosa las sugerencias nuevas. Tranquilizaos. Os asegu-ro que no estuvisteis peor que todos los demasgrupos que asistieron a este seminario y pasaron

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    ,E I q ue a ho ga co n frases

    m atad oras las id ea s n uevas e ng ermen , n un ca s ab ra que ventajas

    habrfan repor tado .

    -Nuestro ejemplo del polipasto naturalmen-te no tiene demasiada trascendencia. Dentro dealgunos dias todos volvereis a vuestras antiguas

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA E l s eg un do d ia

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    , 'I

    I!III

    ocupaciones, y es posible que ninguno de vo-sotros se vea nunca mas en la necesidad de usarun polipasto, si no quiere. Lo que importa son loscambios que encontrareis en vuestra vida, y masespecialmente en vuestro trabajo. En estos casoslas modificaciones aportan efectos significativos.Pero si irnpcdis que ocurran empleando frasesmatadoras, nunca sabreis que ventajas habrian re-presentado. Como ocurri6 con el polipasto cuan-do la balsa qued6 embarrancada. Se que much osde vosotros habeis ido contra vuestras propias in-clinaciones alaceptar la idea del mono. Y celebroque todos hayais sido cap aces de veneer vuestraaversi6n natural a las novedades. Lo cual nosconduce al tema siguiente. Ayer anuncie que ospreguntaria vuestros puntos fuertes en el momen-to oportuno.

    AI instante se Ie helaron de nuevo los pies a Au-relio, porque todavia no se le habia ocurrido nada.2Iba a verse obligado a confesarlo?

    Aurelio respir6 cuando la lechuza se volviohacia Modesto y le pregunt6:-Tu,Modesto, has sido hoy el salvador de la

    situaci6n, al resolver un problema para el que noexistia una soluci6n prefabricada y de resultadoconocido. Ahora dinos: (cual es tu punto fuerteprincipal?

    -La creatividad -contest6 el mono.

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    titt,,

    Durante la jornada, Modesto explic6 eri queconsistia su trabajo habitual. Estaba empleado enel departamento de primates de una reserva natu-ral, y como encargado del marketing tenia la mi-si6n de inventar acrobacias n_uevaspara los monos.Sus congeneres realizaban luego las gracias que ael se le ocurrian, para que nunca les faltase a losturistas del safari algo divertido que reir y fotogra-fiar.

    -Los humanos cada vez son mas exigentes-explic6 Modesto-. Hay que darles un buen es-pectaculo para que no dejen de acudir. Si quieresque dejen su dinero en la taquilla del parque, hayque ofrecerles piruetas nuevas. Asi es como nosganamos el pienso nosotros los monos.-La creatividad siempre es un factor decisivopara el exito, y no solo en el caso de los monos-remach6 Minerva-. Esta demostrado que lacreatividad es ventajosa para todas las especies.Estoy segura de que a todos vosotros se os ocurri-ran ejemplos de creatividad util para los mas di-versos aspectos de vuestra actividad diaria.

    Aurelio 1 0 pens6. De momento no sele ocurri6ninguna idea de manera espontanea, pero prefiri6guardar silencio sobre esa circunstancia.

    La lechuza sigui6 ahondando en el tema:-Ante todo, conviene que nos preguntemos:

    (que es realmente la creatividad?

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA E l se gu nd o d ia

    . . . . _ -

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    \. . . .

    -Abundancia de ideas -opino la pantera.-Capacidad para pensar cosa s nuevas -dijo

    King Edward.Minerva asintio:-Todo eso esta bien, pero todavia no me

    basta...,,-~No basta?-No. Por decido de una nianera un tanto pri-

    mitiva: ~de que os habria servido la idea pura deun polipasto?

    -~Quieres decir que ademas es necesario tra-ducir las ideas a la realidad? =-avcnturo la tor-tuga.

    Para que la creativ idaddespl iegues u fu erz a, e s n ec es ar io s ab erlaIIe va r a la practlca,

    -Exacto -dijo Minerva-. Creatividad sig-nifica fuerza creadora. Pero solo vale en la medi-da en que se realiza. Modesto ha comprobadohoy, por experiencia propia, que eso no es tanfacil.

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    1 ,1 . . .,.,

    Las s ituac iones desacos tumbradasno son nec es ar iamen tea gra da ble s, p ero s f bestial mente

    emocionantes .,, -yo solo hoy -suspiro el mono quitandoimportancia con un ademan-s-. No creais quetodas las ideas que se me ocurren en la reserva en-cuentran la aceptacion inmediata de mis colegas.Mas a menudo sucede todo 10 contrario, como, aqui con el polipasto. Hay que luchar para conse-guir que el grupo quiera poner a prueba una suge-.rencia. A mf me gusta la variacion. Y aunque deboconfesar que las situaciones desacostumbradas nome resultan agradables siempre, una cos a S I es.cierta: j que siempre son bestialmente emocionan-tes!

    Despues de la cena, Aurelio busco una oportuni-.dad para tener una larga conversacion a solas conelmono.

    -Envidio tu creatividad -Ie dijo-. Comoobrero, uno tiene pocas ocasiones de poner aprueba nuevas ideas. Excavamos galerias de sol

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    UN SEMINARIO EN LA JUNGLA E l se gu nd o d ia

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    a sol, un dia tras otro. Pura rutina. Ni siquiera se1 0 que es ocurrirserne una idea nueva. Mepareceque no he nacido para ser creativo.

    Poco 0 mucho, to do s s omoscreativos.

    -'jTonterias! -se impaciento e l mono-.Todos podemos ser creativos. Unos mas, otrosmenos, pero todos poseemos cierta dosis de creati-vidad.

    ,-. ~A que se debe, entonces, que ami nunca seme haya ocurrido una idea nueva todavia? -pre-gunto Aurelio.

    -~Te has tornado tiempo alguna vez para tenerideas?

    Aurelio se quedo atonito,-~Tiempo?

    L as id eas so n com o la fruta ,han d e crecer y m adu rar.

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    -jClaro! -ex clarno e l mono-. ~O acasocrees que las buenas ideas acuden solas? A veces siocurre, pero generalmente hay que tratar de man-tener despejada la cabeza, a fin de abrir espaciopara esas nuevas ideas. Recuerda esto: [Ias ideasson como la fruta! Necesitan crecer y madurar. Lasmas de las veces, la idea nace como un pensamien-to vago que uno lleva consigo durante varios dias,o varias semanas, hasta que germina una idea au-tentica. Lo mas importante es tomar nota de todaslas ocurrencias en seguida. De 1 0 contrario, las 0 1 -vidaras en cualquier momento, jYseria gran lasti-rna!

    -Pero ~que pasa si result a que mis ideas nosirven para nada? -objeto Aurelio.-jQue importa! -replico el mono-. Todo elmundo puede equivocarse.

    -Ya me gustaria que mi jefe opinara de esamanera =-rnurmurc Aurelio.

    P ara m ejo ra r h ay q ue cometere rro re s y a pr en de r d e e llo s.

    -No temas a las equivocaciones -replico Mo-desto-. La iinica manera de mejorar es cometer

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    UN SEMINARIO EN LAJUNGLA E I s egundod ia

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    errores...y aprender de ellos.Tii eres un tipolisto,me parece. Tienes potencial. Lo iinico que tefaltaes atreverte a ser creativo.

    Al anochecer, tumbado en la balsa, Aurelio sequed6 contemplando el cielo estrellado. Ciertoque esa noche tambien se oyeron en la selva losgritos y los rugidos de las fieras, pero Aurelio em-pezaba a dominar sumiedo y decidi6 que no serianecesario esconderse detras de la oreja de Elpidio.

    Lo mismo que la noche anterior, meditolargorato sobre muchas cosas. ~Estar1a en 10 cierto elmono? ~Eraposible que sehallase un margen parala creatividad incluso en una vida tan rutinariacomo la suya?

    Y en efecto, aunque era la primera vez que setomaba tiempo para pensarlo, no dejaron de ocu-rrirsele algunas ideas para mejorar la construcci6nde las galerias en los hormigueros. ~Talvez debe-dan apuntalar las.paredes con briznassecas depaja para evitar que se hundieran las galer1as?~Oincluso concebir una distribuci6n mas eficiente delos pasadizos, con el fin de ahorrar tiempo a todoslos transeiintes que los utilizasen? Cuanto mas 10pensaba, mas sugerencias se le ocurrfan ..., algunasde ellas bastante alocadas, pero no por ello menosinteresantes.

    84 -,

    Y nopensaba solo en 10 tocante a su trabajo ha-bitual. Veta tambien muchas posibilidades decreatividad y para romper la rutin a en su propiavida. Recordo entonces sus aiios juveniles, cuandoansiaba saborear tantas experiencias. 2Que sehabia hecho de aquellos anhelos? Al correr deltiempo muchos de ellos habian caido en el olvido.Pero sepropuso intentar algunas cosas cuando sehallase otra vez en eltumulo de su tribu.

    Un dia mas habia asimilado una lecci6n impor-tante. Y como no deseaba olvidarla, sac6 de lamo-chila suhoja de palma y anot6:

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    E I tercer d ia

    E1tercer dia amaneci6 radiante, 0 asi se10pareci6 aAurelio. Durante 1anoche habia sofiado con Aure-lia y de c6mopensabaIfner en practica sus nuevasideas. En suefios habia l1\ventadoun compresor deaire. Unas hojas masticadas hasta darles 1aforma.conveniente eran las palas de los rotores, una rami-ta hacia de manivela, y 1acarcasa era un trozo decafia. E1aparato servia para despejar eficazmentelas ga1erias del hormiguero. Sus colegas y sobretodo su jefe sehabian opuesto tenazmente ala in-troducci6n del invento, pero Aurelio 10gr6persua-didos a todos. E1exito habia sido arrollador.

    Esta construcci6n, natura1mente, era utopica.Nunca existiria compresor semej'arite.'Pero no d~~jaba de ser un bonito suefio, y Aurelio se sinti6 to-davia mas motivado para lograr 1arealizaci6n demuchas de las ideas recogidas 1atarde anterior.

    La manana comenzo tranquila. Reunido el grupo

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