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  • JULIN MARTELY LA

    NOVELA NATURALISTA ARGE1VTINA

  • BIBLIOTECA DE INVESTIGACIN

    n 6

  • Carlos Javier Morales

    JULIN MAR1 LL

    Y LANOVELA NATURALISTA ARGE1VTINA

    UNIVERSIDAD DE LA RIOJAServicio de Publicaciones

  • Julin Martel y la novela naturalista argentina

    de Carlos Javier Morales Alonso (publicado por la Universidad de La Rioja) se encuentra bajo una

    Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

    Permisos que vayan ms all de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los titulares del copyright.

    El autor

    Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2011

    publicaciones.unirioja.es

    E-mail: [email protected]

    Dibujo portada: Bernald Buffet

    ISBN: 978-84-694-0194-1

  • JULliN MARTEL Y LA NOVELA NATURALISTA ARGENTINA

    PRELIMINAR

    Las dos ltimas dcadas del diecinueve constuyen para Hispanoamricauna encrucijada de tendencias literarias diversas -al menos en su genesis-, las cua-les, sin embargo, van a llegar a convivir en infinidad de autores y de obras. Deuna parte, la literatura de esta epoca contin a explotando la herencia romnticaque desde varios decenios viene produciendo frutos imperecederos y de temti-ca propiamente hispanoamericana. Tal herencia no perder su vigor a finales desiglo, ni siquiera despues, como ha llegado a conduir Raimundo Lazo, quien afir-ma que el romanticismo se halla en la esencia de toda la literatura de nuestraAmrica l

    Junto a ella, sin que suponga en este caso una altemativa, sino unaevolucin natural del romanticismo, asistimos a la gestacin y al triunfo de lapotica modemista, que ya haba dado frutos excelentes en la prosa desde los aossetenta, con Jose Mart y Manuel Gutierrez Njera, y que enseguida fecundar elquehacer en verso de autores de primera fila: tanto los mismos Mart y Njeracomo Daro, Casal, Silva y, ms tarde, Lugones, Herrera y Reissig, etc2. Comoconfirmare ms abajo, se trata este del movimiento literario -con sus correlatosartstico, filosfico, teolgico; en fin, espirituales- ms avanzado de este panora-ma y en el que Hispanoamerica conseguir revelar su potencialidad creadora einfluir eficazmente en las literaturas europeas. Y para completar este vago bocetohe de aludir al naturalismo, corriente literaria manifestada prioritariamente a tra-ves de la narrativa e importada de Francia, donde fue originada por Emile Zolaen la decada del setenta, a partir de la publicacin de los tomos de su gran nove-la cdica Les Rougon-Macquart. Tal actitud estetica, que informar gran parte dela narrativa de la epoca en toda Europa, alcanzar una respuesta masiva en losnovelistas hispanoamericanos de las dos ltimas decadas del XlX y dejar unaimpronta indeleble durante toda la primera mitad del >0C. Cabe serialar desde

    1. Cfr. Raimundo LAZO, El romanticismo. Lo romntico en la Irica btspanoamericana (Desde el siglo XVI basta1970), Mxico, Ed. Porra, 1971.

    2. Sobre este aspecto, cfr. Iyan SCHULMAN, Jos Mart y Manuel Gutirrez Njera: Iniciadores del Modernismo(1875-1877), en Revista lberoamericana (Pittsburgh), )00C, ng 57, 1964 (Tambin recogido en su libro Gnesisdel modernismo, Mxico, El colegio de Mxico, 1968, 2a. ed.).

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  • CARLOS JAViER MORALES

    ahora que, en la implantacin del naturalismo en Hispanoamerica, Argentinaocupa un puesto primordial, como comprobaremos a lo largo de estas pginas.

    Sobre el planteamiento metodolgico de mi estudio, debo serialar elintento de sistematizar los principios que constituyen la teora narrativa de Zola,segn aparecen formulados en sus escritos tericos; sin perder de vista tampocola encarnacin efectiva de tales principios en sus mismas novelas. Tal estudio dela novelstica zoliana nos permitir juzgar con la mayor precisin y acierto posi-bles la captacin y plasmacin del naturalismo por parte de los narradores argen-tinos y, en especial, por Julin Martel, objeto especfico de esta indagacin. Heconsiderado oportuno, asimismo, realizar un estudio conjunto de la produccinnarrativa de filiacin naturalista en la Argentina, circunscrita de modo propio alos dos ltimos decenios del XIX, aunque con algunos resultados muy significa-tivos en los arios posteriores. La penetracin en la obra de tales autores y, de modoespecial, en las novelas pertenecientes al llamado ciclo de la Bolsa -en el queMartel ocupa un lugar preferente- nos permitir valorar la produccin de Martelen el contexto novelstico de su pas y de su tiempo, as como corroborar su fun-dn emblemtica dentro del naturalismo argentino, en el que se aproximan y lle-gan a conjugarse esteticas originariamente bien diferendaci2s.

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  • JULIN MARTEL Y LA NOVELA NATURAL1STA ARGENTINA

    I. EL NATURALISMO EN SU GNESIS

    La concepcin novelstica de Zola se formula tericamente en Le romanexprimentale, de 1880; Le Naturalisme au Thtre y Les Romanciers Naturalistes,de 1881, amen de otros escritos publicados anteriormente de modo fragmenta-rio, como la coleccin Du roman, aparecida entre 1878 y 1890. Desde 1871 sehaba abierto una acalorada polemica con motivo de los distintos tomos de lacoleccin narrativa ya citada, Les Rougon-MacquarA todo lo cual da lugar a unaasimilacin rpida de sus planteamientos en otros pases de Europa. En Espariatambien encontrar senderos propicios en la novela de Clarn y de la PardoBazn, adems de otros autores, como Juan Valera, que tericamente habanrenegado de esa mentalidad cientfica y estetica y que, sin embargo, en sus rela-tos transfieren de un modo u otro los mismos principios naturalistas, como ocu-rre, sin duda, en Pepita Jimnez.

    El naturalismo, en definitiva, viene a coronar la orientacin realista quehaba adoptado la novela desde muchos decenios antes y cuyo origen puedesituarse en los relatos de Balzac, que desde los arios 30 se muestran como elmodelo necesario de la nueva novela superadora de los efluvios romnticos, aun-que tambien hunda sus races en ellos -piensese en el paso previo que constituyeel costumbrismo, de carcter genuinamente romntico-. Es preciso serialar queZola se siente heredero de tales autores realistas y de ellos alaba ante todo ese sen-tido de lo reah expresin utilizada por el y que da ttulo a un clebre artculo. ParaZola el mencionado sentido de lo real se convierte en el punto de partida de lanovelstica que el se encuentra inaugurando:

    Pero nadie se ha decidido en conceder imaginacin a Balzac y a Stendhal.Se ha hablado de sus poderosas facultades de observacin y anlisis; son grandes

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  • CARLOS JAVIER MORALES

    porque han pintado su poca y no porque hayan inventado cuentos (...). Ved anuestros grandes novelistas contemporneos, Gustave Flaubert, Edmond y JulesGoncourt, Alphonse Daudet: su talento no reside en lo que imaginan sino en quepresentan a la naturaleza con intensidad 3.

    Sobre esta base del realismo narrativo, el naturalismo aporta algunosprincipios ms, puesto que dota de una fundamentacin cientfica a la tenden-cia realista ya iniciada. Para Zola, en efecto, la creacin novelstica se basa en unainvestigacin cientfica que exige por parte del escritor el conocimiento y laprctica de una rigurosa metodologa. Para los principios tericos de esta nuevaciencia positiva que es, en el entender de Zola, la narrativa experimental, el autorse ha inspirado en la epistemologa del mdico francs Claude Bernard, quienen 1865 publica su Introduction l'tude de la mdecine exprimental En el granescrito terico zoliano, Le roman exprimental (1880), las citas y los comentariosde adhesin a los postulados de Bernard se suceden ininterrumpidamente.

    El pensamiento mdico de ste se fundamenta en la capacidad de expli-car los fenmenos cerebrales del hombre mediante unas leyes tan indiscutiblesy universales como las que rigen en los fenmenos fsicos. Zola incluye una citadel mdico: ''Estoy persuadido de que los obstculos que rodean el estudio expe-riemental de los fenmenos psicolgicos son debidos en gran parte a las difi-cultades de este orden; ya que, a pesar de su naturaleza maravillosa y de la deli-cadeza de sus manifestaciones, es imposible, en mi opinin, no hacer entrar losfenmenos cerebrales, como todos los fenmenos de los cuerpos vivos, en lasleyes de un determinismo cientfico u . Y comenta Zola a continuacin: ''Estoest claro. Ms tarde, sin duda, la ciencia encontrar este determinismo de todaslas manifestaciones cerebrales y sensuales del hombre" 4 . Este propsito de pene-trar en los fenmenos psicolgicos del ser humano, con el fin de encuadrarlosen el dominio de unas leyes tan necesarias como las que gobiernan su compor-tamiento fisiolgico, alienta toda la empresa literaria de Zola, la cual, por estarazn, aspira a considerarse como una empresa verdaderamente cientfica.

    Pero la existencia de unas leyes inexorables se afirma no slo para la psi-cologa del hombre, sino tambin para la accin del medio social, que se conci-be como un agente primordial en el determinismo de los actos humanos:

    3. "Le sens du rel" (Du roman), en Le Voltaire, 20-VIII-1878, recogido en E. ZOLA, El naturalismo,Barcelona, Ed. Peninsula, traduccin de Laureano Bonet, 1972, p. 181.

    4. E. Zola, Le roman exprimental, recogido en El naturalismo, ed. cit., p. 40.

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  • JULIN MARTEL Y LA NOVELA NATURALISTA ARGENTINA

    Para el fisilogo, el medio exterior y el medio interior son solamentecuestiones qumicas y fisicas, lo cual le permite encontrar fcilmente leyes.Todava no ha llegado el momento de probar que el medio social sea tambiencuestin fsica y qumica 5.

    Y con tales presupuestos nos hallamos en condiciones de captar en su sig-nificado ms pleno la definicin que en el mismo escrito nos ofrece Zola de loque el ha decidido denominar novela experimentaZ por esas mismas razones cien-tificistas: ''La novela experiental -nos dice- es una consecuencia de la evolucincientfica del siglo; contina y completa la fisiologa, que a su vez se apoya en laqumica y en la fisica; sustituye el estudio del hombre abstracto, del hombremetafisico, por el estudio del hombre natural, sometido a las leyes fisico-qumi-cas y determinado por las influencias del medio ambiente; es, en una palabra, laliteratura de nuestra era cientfica, al igual que la literatura clsica y romntica hacorrespondido a una era escolstica y teolgica" 6. La nueva novela se concibe,pues, como una exigencia de los nuevos tiempos, marcados por la mentalidadpositivista en la comprehensin de la realidad. Por ello, por la pretensin de eri-girla en una investigacin de carcter estrictamente cientfico, la novela deberapoyarse en las aportaciones de otras ciencias experimentales, como las ya sea-ladas. Zola, por ltimo, aboga por una concepcin materialista del hombre, queconsidera ms acorde con el mtodo cientfico. Y veremos cmo ese positivismoaplicado al ser humano con todo su rigor conlleva, como es previsible, un reduc-cionismo de su esencia y de sus potencialidades. Para nuestro autor la era delhombre espiritual y trascendente ya ha sido reduida a la pginas desafortunadasde la historia: si el romanticismo es un ideal vacuo y ya anquilosado, por lomismo deben ser condenadas -a su juicio- la teologa y la filosofia escolsticas. Yacomprobaremos las consecuencias de esta apasionada renuncia.

    Aparte del positivismo, que reduce cualquier explicacin terica a lospuros datos de experiencia, siempre se han sealado como fuentes prximas deZola la reciente formulacin de la doctrina d2rwiniana sobre la evolucin de lasespecies y, por supuesto, el descubrimiento de las leyes de la herencia biolgica.En efecto, dentro del determinismo con que nuestro autor analiza la actuacinhumana, la herencia biolgica merece un lugar preeminente, como se reconoceen el mismo texto que vengo citando: "Sin arriesgarme a formular leyes, creo quela cuestin de la herencia tiene mucha influencia en las manifestaciones intelec-

    5. Op. cit., p. 43.

    6. Op. cit, p. 45.

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  • CARLOS JAVIER MORALES

    tuales y pasionales del hombre. Tambien doy una importancia considerable almedio ambiente" 7. En una de sus novelas de madurez, La bestia humana (1891),extremadamente fiel a estos principios, las reacciones de los personajes se justifi-can en gran parte por razones de herencia, que llegan a imposibilitar cualquierasomo de culpa. Por ejemplo, el insnto asesino de Jaime, que siente el deseo dedescuartizar a cualquier mujer atractiva, se explica por la conducta de sus ante-pasados:

    No era dueo de s, obedeca a sus msculos, a la fiera rabiosa. Y eso queno beba, rechazando incluso el menor vaso de aguardiente, pues haba observa-do que una gota de alcohol bastaba para enloquecerle. Llegaba a pensar que paga-ba por los otros, por los padres y los abuelos que haban bebido, por aquellasgeneraciones de borrachos que le enfermaron la sangre, con un lento envenena-miento, con un salvajismo que le llevara a hacer compaa a los lobos devora-dores de mujeres, en el fondo de los bosques 8

    Junto al comportamiento fisiolgico comn a la especie humana y juntoa los imperativos emanados por la herencia biolgica, el otro gran factor deter-minante de la conducta del hombre viene a ser, como ya he anunciado, el medioambiente. Por tal debemos entender el mismo medio social, con todos sus com-ponentes fisicos y humanos, el cual se halla legislado de manera tan inapelablecomo ocurre con el medio fisico, segn nos ha confirmado el gran escrito teri-co en un prrafo que conviene leer de nuevo:

    Para el fisilogo, el medio exterior y el medio interior son puramentecuesones qumicas y fisicas, lo cual le permite encontrar fcilmente leyes.Toclava no ha llegado el momento de probar que el medio social sea tambiencuestin fisica y qumica 9.

    La radicalidad con que Zola enuncia tales conclusiones sobre la actuacindel medio ambiente trae como consecuencia inmediata, en su quehacer de nove-lista, una atencin esmerada a la recreacin del espacio, principalmente median-te la descripcin, que se yergue no como un recurso pintoresco, segn entend-an los neoclsicos y en cierta manera los romnticos, sino como un elemento

    7. Op. cit, p. 42.

    8. E. ZOLA, La bestia humana, Barcelona, Editorial Lorenzana, traduccin de M. Garca Sanz, 1966, p. 58.

    9. Le roman exprimental, en op. cit., p. 43.

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  • JULIN MARTEL Y LA NOVELA NATURALISTA ARGENTINA

    esencial de la entidad narrativa. En el texto ''La descripcin", perteneciente a Duroman, lo expresa con una nitidez y concisin sorprendentes: "Definire, pues, ladescripcin: un estado del medio que determina y completa al hombre" 10 Si elgran proyecto del naturalismo consiste precisamente en el anlisis cientfico de laconducta humana, y si el medio social se concibe como uno de sus factores pri-mordiales, ya podremos intuir la preponderancia que adquiere la representacindel espacio, bajo la tecnica descriptiva, dentro del texto narrativo. De esta mane-ra se multiplican hasta el infinito las descripciones de lugares, de ambientes, desociedades, de personas; y todo analizado tanto en su aspecto externo como enel mbito de la interioridad, de lo psicolgico, percibido siempre en relacin decausalidad con lo somtico.

    Una vez que he revisado las fitentes principales de la teora narrativa deZola, as como la concepcin del ser humano que la sustenta, sometido a undeterminismo radical, conviene esbozar con unos pocos trazos el mtodo con-creto que ha de emplear el nuevo novelista. Se trata, en efecto, de un mtodorigurosamente cientfico, entendiendo por ciencia lo que entienden sus contem-porneos positivistas, que centran su investigacin en la autoridad suprema de losfenmenos. Ante ellos, el novelista, como cualquier otro cientfico, ha de con-vertirse en un atento observador, cuya inspiracin es la contemplacin serena yextremadamente objetiva de la realidad circundante. Pero, como al cientfico, nole basta la mera observacin, sino que le es preciso experimentar, provocar situa-ciones nuevas, donde los mismos elementos se hallen condicionados por otrascircunstancias, hasta poder corroborar que las supuestas leyes act an del modoprevisto:

    El novelista es, a la vez, observador y experimentador. En l, el observa-dor ofrece los hechos tal como los ha observado, marca el punto de partida, esta-blece el terreno slido sobre el que van a moverse los personajes y a desarrollarselos fenmenos. Despus, aparece el experimentador e instituye la experiencia,quiero decir, hace mover a los personajes en una historia parcular para mostraren ella que la sucesin de hechos ser la que exige el determinismo de los fen-menos a estudiar (...). En suma, toda la operacin consiste en tomar los hechosen la naturaleza, despus en estudiar los mecanismos de los hechos, actuandosobre ellos mediante las modificaciones de circunstancias y ambientes sin apar-tarse nunca de las leyes de la naturaleza. Al final, est el conocimiento del hom-bre, el conocimiento cienfico en su accin individual y social 11.

    10. De la description" (Du roman), en Le Voltaire, recogido en El naturalismo, ed. cit., p.203.11. Le roman exprimental, en op. cit., pp. 34-35.

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  • CARLOS JAV1ER MORALES

    La idea de experimentacin, para Zola, induye la de modificacin. Buenaparte de ese experimento consiste, pues, en estudiar esos mecanismos actuandoen circunstancias que el novelista ha elegido previamente, lo cual supone unacierta modificacin sobre aquellas circunstancias que l observ en la realidad.Pero las leyes que regulan ese mecanismo son, lgicamente, invariables, por loque el resultado es un dato de experiencia que enriquece el conocimiento delfenomenismo humano:

    Partimos de hechos verdaderos, que son nuestra base indestructible; pero,para mostrar el mecanismo de los hechos, es necesario que produzcamos y diri-jamos los fenmenos; esta es nuestra parte de invencin, de genio en la obra 12 .

    Zola ha llegado en este momento a delimitar su misin como creador, queconsiste nicamente en la implantacin de esas nuevas condiciones a los fen-menos anteriormente observados. El creador novelstico, pues, slo es dueo dela ficcin narrativa, pero no perdamos de vista que tal ficcin es, en este caso, unaleve alteracin que el autor opera sobre la realidad, manteniendo la esencia de lamisma y modificando exclusivamente aquellos accidentes que puedan contribuira obtener una experiencia nueva, un conocimiento ms preciso de la realidad y,por otra parte, un inters narrativo ms sobresnliente. La ficcionalidad, por tanto,en la mente de Zola, se reduce a un nivel muy superficial de la entidad novelis-tica:

    El novelista todava inventa; inventa un plan, un drama; pero esta inven-cin es un trozo de drama, la primera historia que se le ocurre y que la vida coti-diana siempre le proporciona. Despues, en la economa de la obra, ello tiene unaimportancia rnnima. Los hechos estn en ella slo como des2rrollos lgicos delos personajes. La gran cuestin consiste en poner en pie a criaturas vivas queinterpreten la comedia humana con la mayor naturalidad posible delante de loslectores. Todos los esfuerzos del escritor tienden a esconder lo imaginario debajode lo real l3 .

    Para hacer ms explcita la contundencia de tal conviccin, Zola, sintti-camente, invita al autor narrativo a preocuparse del cmo, de lo accidental, y nodelporqude esa realidad, pues esta ltima cuestin excede el objeto de todo an-lisis positivista.

    12 Op.cit., p. 36.

    13 "Le sens du re1", en El naturalLsmo, ed. cit., p. 50.

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  • JULIAN MARTEL Y LA NOVELA NATURALISTA ARGENTINA

    Como fruto de esa fidelsima observacin de lo real, en la novela naturalistase despliegan con singular protagonismo las extensas descripciones de fenmenosordinarios y aparentemente invlidos para la ficdn narrativa, pero que constituyenuna parte elemental de esa completa estructura de la realidad que el autor nos repre-senta. En la misma novela La bestia humana se describe, a lo largo de casi todo elextenso captulo VII, el viaje en tren desde El Havre a Pars en una madrugada denieve, especialmente desde el punto de vista tcnico. El lector se sorprende progresi-vamente ante esa atencin exdusiva del novelista hacia el funcionamiento de lamaquinaria de un tren sobre wia va cubierta por la nieve. Se trata, una vez ms, deuna de esas inesperaclas lecciones sobre cosas que siempre se han detectado en este tipode relatos.

    La voluntad del narrador naturalista puede definirse como una pasin por laobjetividad a toda costa, por cuanto los enunciados ticos implicitos en el texto sealzan como consecuencia necesaria del anlisis minudoso operado antes. El narra-dor naturalista consigue, por tanto, convencer al lector con la supuesta irrefiitabili-dad de los estudios dentficos. Pero no olvidemos que todo texto narrativo posee unafuridn subversiva, que trata de orientar a favor suyo la estimadn del lector, y elnarrador manejar todos sus recursos para conseguir verificar dicha finalidad sub-versiva de su creacin novelescal4. Y esa maquinacin personal del narrador en arasde sus propios objetivos acontece tambin en el origen de una novela realista y aunnaturalista, donde la realidad se muestra aparentemente mimetizada hasta en susentresijos ms hisignificantes con la finalidad de conduir y persuadir al lector sobreuna teora concreta. La eficacia subversiva de un relato de este tipo, como conse-cuencia de su rigurosa indagadn dentificista, resulta incalculable: la aparienda derealidad tan palpable consigue eficazmente el efecto esperado en el lector.

    En el caso del naturalismo de Zola, aunque de forma tdta, hay una toma depostura que el lector ha de descubrir personalmente. Siempre coindde en un pro-psito que se hace constante en su obra: la crtica de la sociedad burguesa que havisto configurarse y generalizarse en su tiempo. Pero no es de ning n modo una cr-tica manifiesta, sino que emerge implidtamente del minudoso anlisis de la reali-dad.

    Ahora bien, en cualquier caso ha de afirmarse que la rica recreadn de la rea-liciad que se verifica en un texto naturalista nos ofrece un enfoque parcial de sta,

    14 . Cfr. para este concepto de subversin la obra de Francisco Javier del PRADO BIEZMA Cmo se analizauna novela (Madrid, Alhambra, 1984), que bajo este sencillo ttulo contiene un exhaustivo y riguroso trata-do de narratologa.

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  • CARLOS JAVIER MORALES

    mediante el cual se seleccionan aquellos aspectos de la realidad que se consideranproductivos para el efecto previsto y se desprecian, de la misma manera, aquelloselementos, tan reales como los primeros, que no responden al desafio persegui-do por el narrador. Adems, si en el anlisis slo se aplican razones de orden cien-tfico-experimental, la realidad se ve conculcada de otras grandes motivacionesque sogrepasan el nivel del dato de experiencia positiva.

    As refiexiones anteriores, tan escuetamente expuestas, nos ayudan a com-probar el alto grado de determinismo del que estn dotaciAs estas creaciones nove-lsticas. Es la neresidad frente a la contingencia lo que domina el actuar del serhumano; es la necesidad propia de las leyes fisicas, que se presentan como el ver-dadero modelo de causalidad, tanto en los acontecimientos propiamente fisicoscomo en los espirituales, concebidos stos como reductibles a aqullos.

    Ya en este momento conviene precisar, como hace el mismo autor, que taldeterminismo de los fenmenos no puede confiindirse con el fatalismo, comouna apreciacin simple podra conduir. Nada ms romntico que el pretendidofatalismo, y nada, por tanto, ms lejano a la intencin de Emile Zola. Ello seexplica porque en el determinismo naturalista la causalidad de los fenmenosresulta -al menos en su propsito- perfectamente explicable por las leyes cienti-ficas, mientras que al hablar de fatalismo nos adentramos en el imperio de lasfuer-zas imprevisibles, de la ausencia de todo fuero y toda organizacin. Zola seencarga muy bien de deslindar tales conceptos:

    No actuamos nunca sobre la esencia de los fenmenos de la naturaleza,sino slo sobre su determinismo, y por el hecho de que actuamos sobre el, eldeterminismo difiere del fatalismo, sobre el cual no se puede actuar. El fatalismosupone la manifestacin necesaria de un fenmeno, independientemente de suscondiciones, mientras que el determinismo es la condicin necesaria de un fen-meno cuya manifestacin no es obligada15.

    Lo que viene a proponer Zola es una narrativa en la que cualquier acon-tecimiento tenga su explicacin nec,esaria por las leyes de la naturaleza y de la psi-cologa humana, sin intervencin alguna de agentes sobrenaturales o que tras-ciendan el mbito de la realidad recreada en la novela. Es ms: el ideal del natu-ralismo zoliano reside en el conocimiento cada vez ms perfecto de las leyes querigen al hombre y a la naturaleza, para llegar a dominarla, para que sea el mismo

    15 . Le roman exprimentaL en op. cit., p. 50.

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  • JULIN MARTEL Y LA NOVELA NATURALISTA ARGENTINA

    ser humano quien configure su propio determinismo. No obstante, el autor, enla praxis novelistica, de cara a ofrecer un argumento de interes y atractivo litera-rios, ha de trabajar sobre los fenmenos de una manera un tanto -aunque lige-ramente- artificial, puesto que la ficcin conlleva, inevitablemente, un distancia-miento mayor o menor sobre el discurrir natural de los acontecimientos. En lanovela experimental, el autor, por ms que contradiga su propsito, tambien hade efectuar ese distanciamiento con respecto al desarrollo natural de las accionesque observ en la realidad exterior. De modo que en esta narrativa, necesa ria-mente, tambien encontramos un grado importante de inverosimilitud: ademsde las razones apuntadas, debemos considerar que ese mtodo, pretendidamen-te cientfico y realista, a la postre incide en unos reduccionismos y simplificacio-nes muy notorias. Las causas que se tienen en cuenta en los sucesos novelescosde Zola son muy limitadas y de ah se sigue una dosis no pequefia de irrealidad,aunque muy encubierta. Tal simplificacin de la causalidad normalmente secompensa por la deformacin de la psicologa humana mediante la exageracin:los personajes zolianos actan guiados por sus pasiones, pero lo realmente sub-versivo es que tales pasiones no admiten ning n grado de moderacin, sino quesiempre se manifiestan en su mximo desorden, en una intensidad que, bien con-siderada, resulta daramente hiperblica.

    Y en esta somera revisin de los postulados del naturalismo conectamoscon la dimensin moral de la persona, que en esta nueva estetica sufre unaimportante transformacin. El personaje naturalista, como hemos dicho, evolu-ciona bajo el influjo incontrolable de sus pasiones, entendidas corrio leyes queencauzan al individuo de un modo inevitable. De esta manera el desorden de laspasiones, que segn el cristianismo proviene de las heridas de la naturaleza huma-na a consecuencia del pecado, no se juzga desde un punto de vista plenamentemoral y, por tanto, libre, sino como un destino insoslayable del hombre. En talespersonajes las virtudes, que son hbitos individuales, frutos del esfuerzo continuopor sobreponerse al mal moral, no tienen un lugar propio, pues el ser humanose juzga incapaz de superar las dificultades que se le aproximan, tanto si se tratade dificultades extemas como si son propias de su personal debilidad.

    De esta manera la conducta del personaje no es susceptible de juicio: suconducta ha de ser necesariamente as, porque obedece a las leyes inviolables dela naturaleza humana, de la herencia y del medio social que opera sobre el indi-viduo.

    Por seguir ilustrando estas reflexiones con la misma novela, La bestiahumana, una obra madura y paradigmtica de la nueva estetica, podemos citar

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  • CARLOS JAV1ER MORALES

    la suspensin del juicio que realiza el autor ante el comportamiento de Jaime, elhombre -ya citado- que devora mujeres hermosas. Enseguida nos damos cuentade que, sencillamente, no se deja lugar a una valoracin moral, porque sta sejuzga imposible:

    Su crneo estallaba bajo el esfuerzo, no consegua hallar respuesta;demasiado ignorante, pensaba, con el cerebro demasiado apagado, en aquellaangustia de hombre impulsado a unos actos en los que su voluntad no conta-ba para nada y cuya causa se haba borrado de su mente16.

    Y, a pesar de todo, Zola posee su concepto peculiar de moralidach quetrata de definir as:

    Voy a resumir nuestro papel de moralistas experimentadores. Enseriamosel mecanismo de lo til y de lo nocivo, desligamos el determinismo de los fen-menos humanos y sociales a fin de que un da se pueda dominar y dirigir estosfenmenos. En una palabra, trabajamos con todo el siglo en la gran obra de laconquista de la naturaleza y del hombre17.

    Su concepto de moral se reduce a un simple conjunto de los comporta-mientos posibles del hombre, sin hacer referencia alguna a un fin consideradocomo bien en s. El nico fin segn el cual cabe orientar los acontecimientos esel que dicta lo tih con toda la relatividad que este valor conlleva (la crtica encu-bierta al modelo burgus de sociedad no impide, pues, que el autor incurra enel mismo dogma del utilitarismo burgues). No existen, pues, leyes ni bienesmorales permanentes y universales para el ser humano. Por supuesto, en susnovelas tampoco encontraremos un propuesta moral explcita: su habilidad pararepresentar la realidad de acuerdo con sus objetivos le permite luego terminarsus novelas de modo que ellas ofrezcan al lector la aparente posibilidad de juz-gar a su arbitrio, porque ellas, en su formulacin, se presentan como indiferen-tes.

    Esta indiferencia moral ms o menos aparente -pero formal por su modoaseptico de pronunciarse sobre dicha materia- ha de considerarse como un pasodecisivo hacia la configuracin de la novela contempornea. Tengamos en cuen-ta, como lcidamente ha analizado y concluido Flix Martnez Bonati, que lanovela contempornea (entendiendo por tal la que nace con las rupturas narra-

    16 La bestia bumana. ed. cit., p. 59.17 Le roman exprimental en op. cit., p. 51.

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  • JULIN MARTEL Y LA NOVELA NATURALISTA ARGENTINA

    tivas de la segunda dcada del siglo XX, incoadas por Proust y Kafka) se fraguatras un proceso de cuestionamiento y desvanecimiento de la sabidura moral tra-dicional; de manera que en la novela (y en los restantes gneros literarios) que-dar invalidado cualquier discurso que d por consabidos y compartidos losvalores morales de la tradicin (cristiana, esencialmente). No es tanto que lanovela sea incapaz de transmitir enunciados ticos cuanto que stos deban serfundamentados en el propio mundo narrativo y en la accin de cada obra, sinque resulte aceptable formular tales principios al margen de la accin represen-tada.

    El realismo y, en mayor medida, el naturalismo contribuyen a esa erosinde cualquier didactismo moral dentro de la novela en favor de la enserianza quela propia realidad narrada pueda comunicar por s misma. En palabras deMartnez Bonati, ''el realismo novelstico no es una mera alegora de la sabidu-ra tradicional. Es parte del largo proceso de erosin de sta por el desarrollo delanlisis cientfico y la expansin informativa de la experiencia. La plenitud de lanovela, puede decirse, se da cuando todava est vigente la sabidura, peroempieza a ser internamente descoyuntada por su propio desarrollo. De ah laheterogeneidad interna del discurso narrativo realista"18.

    En efecto, dentro de ese objetivismo y de ese anlisis cientificista queopera el naturalismo narrativo, aparece como extraria cualquier formulacinmoral que se inserte en el discurso por parte del autor en cuanto narrador prin-cipal. Pero como en la poca histrica de la novela naturalista (ltimo cuarto delsiglo XIX) an no se han demolido los componentes de dicha sabidura moral,an es posible que el autor-narrador sustente unos valores morales positivosheredados de la tradicin: su mayor o menor fortuna literaria depender delmtodo expositivo que adopte, el cual nunca deber asumir un carcter formal-mente didctico.

    De ah que en el realismo y el naturalismo encontremos esa "heteroge-neidad del discurso'' a que alude el terico citado. El entero corpus de la nove-la naturalista, y a lo largo de este libro se comprobar, nos ofrecer distintos gra-dos de moralizacin dentro del discurso novelesco: cada autor realizar un par-ticular esfuerzo para formular de modo implcito y cada vez ms oculto las con-vicciones morales que intenta transmitir. En la novela del siglo XX tal esfuerzo

    18 Flix MARTINEZ BONATI, "El sentido histrico de algunas transformaciones del arte narrativo" en RevistaCbilena de Literatura, 47, noviembre de 1995 (pp. 5-26), p. 7.

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    no resultar tan arduo, pues los principios morales objetivos se han desvaneci-do en cuanto tales del universo mental del novelista. Lo cual no implica que ennuestro siglo la obra narrativa no pueda ejercer ninguna funcin moral; slo queesta se verter en el relato de muy distinto modo.

    Retomando mi explicacin sobre el contenido moral que nos proporcionala narrativa naturalista, debo serialar que en ella la libertad humana carece de unlugar posible, al menos como principio motor de los actos humanos, los cuales seven instados por leyes tan necesarias e inviolables como las que gobieman el acon-tecer fisico. La naturaleza humana queda de este modo notablemente mermada ensus potencialidades: la dimensin espiritual del hombre, carente de libertad, resul-tar una falacia, y as la criatura humana queda desposeda de tal condicin y se ase-meja a la naturaleza de la bestia, como reza en el ttulo de la novela varias veces cita-da.

    Y ante esta radical incapacidad de la naturaleza humana emerge necesaria-mente el cuestionamiento de los valores religiosos hasta ahora transmitidos y acep-tados en toda su infalibilidad. La religin, como ensegt da propugnarn los telo-gos moderrstas, se reduce ms bien al fuero de lo exdusivamente psicolgico,como un sentimiento personal sometido a los continuos vaivenes del apetito. Noser ya, por lo general, dependencia de Dios y adhesin a su voluntad providente,aun a fuerza de un amor sacrificado, sino al contrario: impulso de la criatura, quebusca en la prctica religiosa una satisfaccin de su ansiedad de placet Pero, tenien-do presente lo dicho ms arriba, podemos ya intuir que el asedio de esos valores reli-giosos no se llevar a cabo mediante una contienda intelectual y especulativa, esdecir, mediante un ataque terico al dogma y a la moral, como ocurri en los ariosde la flustracin. Ahora el desmoronamiento de las creencias religiosas se opera deun modo ms sutil, basado en el anlisis psicolgico del individuo: tanto del seglar,que no encuentra en la aparente vida cristiana la satisfaccin de sus aspiraciones,como del sacerdote, que en su intimidad ms propia padece las mismas dud2s einseguridades de sus feligreses, as como las mismas pasiones desaforacins que loenvuelven y restan eficacia a su labor pastoral. Por tanto, se abandona ese antideri-ca 1 ismo militante y volteriano para ejercer un ataque menos directo pero igual-mente demoledor de los valores religiosos.

    De todo lo expuesto hasta ahora podr inferirse un empobrecimiento de larealidad como resultado de la recreacin naturalista. Es el empobrecimiento debi-do al despojo materialista realizado sobre el ser humano: si la realidad se reduce aunas leyes fisicas o tan necesarias como esas leyes fisicas, tal reduccin de la reali-dad, bajo apariencia de verosimilitud, nos conduce a la valoracin del mundo

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    actual como un mbito sombro y aun detestable. De ah el pesimismo generaliza-do que se comprueba en toda narracin naturalista cuando se trata de juzgar a lasociedad presente. Al margen de la obra, el autor podr profesar un mayor o enmenor optimismo intelectual, pero esto slo depender de su confianza en el cien-tificismo naturalista, que en un futuro podra transformar las leyes de la sociedad.En cualquier caso, ese optimismo nunca tiene parte en la obra, pues sta slo atien-de a la representacin de la realidad social del momento.

    Es, en condusin, la realidad observada ''de tejas abajo, a partir de unosdatos que ms bien nos muestran las limitaciones que las posibilidades de dicha rea-lidad.

    Dentro del panorama literario hispanoamericano -y aunque no argentino,muy vinculado a la literanira argentina-, encontramos una altemativa a ese rea I is-mo naturalista: se trata del cubano -ms bien enteramente hispanoamericano- JosMart, que prefiere optar, en aquella misma poca, por un "realismo real, como llo llama, muy diferente del realismo naturalista. Para l, segn ha conduido el cr-tico tambin cubano Nicols Dorr, bajo la redundancia del "realismo real'' hay unaactitud ante el mundo mucho ms positiva, pero no menos objetiva. Se trata stede un real ismo torali7ador, que no es mero retrato extemo del acontecer inmedia-to, sino retrato total de los hechos reales, de los deseos y aspiraciones ms profun-das; de la esperanza por conseguir una sociedad ms justa y un hombre ms per-fecto. En definitiva, lo que pretende es analizar la realidad proyectndola hacia elfuniro, alumbrando lo que es en el presente a la luz de lo que debe ser. Y ambos nive-les, el actual y el posible en un finuro esperanzador, son dos aspectos irrenunciablesde la realidad que han de considerarse en todo anlisis de sta 19

    . Observamos, pues,que en una misma poca Mart se mantiene al margen del naturalismo, con unavoluntad superadora, y de este modo contribuye a la pode pasa dinrnica en que seorigina la produccin literaria hispanoamericana de aquel entonces, que es msbien una encrucijada de tendencias y actitudes enormemente enriquecedora.

    Tambin Mart, con su profunda renovacin estilstica -a la que har refe-rencia ms abajo- enriquece la prosa en que se materializan los textos naturalistasargentinos. Por esta razn el estilo de los mismos dista considerablemente del pre-ferido por Zola, que resulta llamativamente sencillo y referencial, con la pretensinde representar una realidad lo ms desnuda posible y tratando de eludir as todoprotagonismo del narrador.

    19 Cfr. Nicols DORR, "Las ideas estticas de Jos Martr, en Bobemia, La Habana, n 5, 1982, pp. 14-19

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    En el ligero recorrido que haremos por el naturalismo argentino y en elposterior anlisis de La Bolsa, de Martel, la obra que nos ocupa, presenciaremosel modo en que ese naturalismo de origen frances es asimilado en el Ro de laPlata.

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    II. EL NATURALISMO EN ARGENTINA

    1. Penetracin del naturalismo francs en Argentina.

    El hecho de que la escuela naturalista canalizara su labor creadora por elgnero novelstico es indudablemente satisfactorio para el desarrollo de dichognero en cuanto tal, que en esos arios recibi una inmensa aportacin terica ycreadora por parte de los autores de filiacin zoliana. Adems, si tenemos encuenta la historia de cada literatura en particular, como es el caso de la argentina,la ebullicin del naturalismo no slo propith una elaboracin novelstica msambiciosa y favorable, sino que dio lugar a la primera promocin de novelistasprofesionales, vinculados vocacionalmente a este gnero. Con el naturalismo,Argentina contemplar el nacimiento de sus primeros grandes narradores, sinolvidar, por supuesto, antecedentes egregios que en ningn caso podran silen-ciarse.

    En esta breve reseria histrica de la llegada del naturalismo a la Argentina,conviene partir del hecho de que en 1880 el pas an presencia la plena vigenciade la esttica romntica: la creacin literaria se vierte hacia los gneros propios deeste gusto, como el cuadro de costurnbres, el relato sentimental e histrico; ade-ms de la ya rancia tradicin lirica de este pas. Se debe advertir, asimismo, quetales producciones cuentan con la aprobacin generalizada por parte de lectoresy crticos.

    Sin embargo, en tomo a este ario de 1880 se produce una efervescencia denuevas inquietudes estticas que ser decisiva en la historia de las letras argenti-nas. Ese dima de renovacin se ver favorecido por el respaldo de intelectuales ycrticos de prestigio, que no esperan del romanticismo imperante una va de pro-greso cultural para su pania. Entre ellos podemos destacar la presencia de Luis B.

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    Tamini, que haba viajado por Europa y conoca ya las nuevas tendencias que seperfilaban en la literatura del Viejo Continente. En principio no celebra abierta-mente la publicacin de las novelas de Zola y reconoce que la literatura nacionaldeber liberarse de su servil dependencia respecto a Europa para encauzarse por sen-deros de mayor autenticidad: "Trmulos y extticos ante la gloria de Pars, vivimoscon los ojos puestos en la rada, esperando el prximo paquete" 20 . En cualquiercaso, y en este mismo artculo, realiza una moderada defensa del naturalismo, siem-pre que permita conectar con la realidad nacional.

    El hecho fundamental en el do de la polmica sobre el naturalismo enArgentina viene dado por la publicacin del primer captulo de L'Assommoir ("La.Tabema") de Zola en las pginas de La Nacin, el 3 de agosto de 1879. Tal acon-tecimiento origin las controversias suficientes como para que al siguiente da sesuspendiera la publicadn del resto de la obra. A partir de este hecho significativoy realmente efiraz, se configuran varias posturas con respecto al naturalismo, queejercern una armada contienda durante los arios 1880 y 1881. Tales actitudespueden dasificarse en tres tipos.

    En primer lugar estaran los que abjuran del naturalismo por considerarlodescamado y corruptor, como Jos Manuel Estrada y Pedro Goyena, directores dela Revista ibgentina. En 1881 publican la traduccin de un ensayo crtico del fran-cs Charles Bigot, intelectual que aboga por el valor de la condenda moral y renie-go de ese mecanicismo aplicado a la psicologa humana.

    El 4 de abril de 1880 Martn Garca Mrou, bajo el seudnimo de JuanSantos, haba publicado en 1.4 Nacin un ensayo en contra del naturalismo, queluego sera induido en sus Estudios literarios de 1884.

    Pero el gran diario argentino tambin sirve como vehculo para aquellosautores y crticos que consideran benefidoso el advenimiento de esa nueva esttica,como Benigno B. Lugones, que el 1 de noviembre de 1879 publica en el mismodiario el relato breve El beso matinah de patrones romnticos aunque con ciertostintes naturalistas, especialmente en las descripciones. El relato fue manifiestamen-te reprobado por un sector considerable de la crtica. l ya haba dado a conocer supostura con distintos ensayos ("La exogamia", de 1878; "Una faz de la vicia porte-ria, ensayo de estadstica social", de 1879, etc.), algunos de los cuales haban visto

    20 Luis B. TAMINI, articulo aparecido en La Nacin, en 1880, cit. por Andrs AVELLANEDA en "El naturalis-mo y Eugenio Cambaceres", en Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, Centro Editor de AmricaLatina, 1986, vol II, pp. 145-146.

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    la luz en las pginas del mismo peridico 21 . En ellos haba dado muestras de suamplia formacin cientfica, que abarcaba la medicina, la sociologa, la fisiologa,etc., y que le pennita ofrecer datos estaclisticos sobre distintos fenmenos socialesde su pas, especialmente referidos a la inmigracin. El 2 de mayo de 1880 insisteen las mismas convicciones con el ensayo Arte realista y arte idealista, dondeemprende un duro ataque al romanticismo, por evasivo y sentimental, y expresa lanecesidad de un compromiso de la fiteratura con la realidad circundante, por lo queaplaude sin condiciones la esttica naturalista.

    Los defensores de la nueva novela se deciden pronto a intervenir manifes-tando su adhesin a la narrativa recin importada de Francia. Por dtar a otro per-sonaje significativo en esta polmica, cabe hablar de Flctor E Varela, que el da 5de abril de 1880 aprovecha las pginas de El Porteo para hacer una intendonadarplica al ensayo de Garca Mrou ya mencionado, que haba aparecido un daantes.

    Junto a tales autores aparecen otros que revelan una aceptacin crtica de lanueva escuela, como el ya citado Luis B Tamini, que propone asimilarla siempreque sea favorable para un conocimiento ms proffindo de su propia sociedad.Tambin sobresale la figura de Emesto Quesada, que en un principio slo se atre-ve a manifestar su sorpresa ante el anlisis riguroso de la realidad que propone Leroman exprimentah texto que comenta en 1881. Al ario siguiente escribe una rese-ria de la novela recin aparecida de Eugenio Cambaceres, Pot-pourri, en la quemanifiesta su temor por las consecuencias que pueden desprenderse de esa crticaimplacable de su sociedad.

    An cabe hablar de una cuarta postura ante el naturalismo, que se configu-ra con posterioridad -en tomo a 1886- y que viene protagonizada por aquellosadversarios de la esttica zoliana que, despus de una reflexin sobre su anterior acti-tud y despus de contemplar el auge y las posibilidades que ofrece el naturalismo,deciden convertirse en defensores del mismo, como el mismo Emesto Quesada,Lucio V. Lpez y Martn Garca Mrou, quien en 1885 publica la novela Ley sodahdonde se transparentan ciertas tcnicas y concepciones de Zola. En 1886, en suobra Libros y autores reali72 un elogio incondidonal sobre Cambaceres.

    Conviene advertir en esta breve noticia histrica que tales apologistas delnaturalismo coinciden en un trasvase de la nueva esttica experimental al estudiode la realidad argentina, como de hecho se practic, segn veremos ms abajo.

    21 Cfr. Teresita FRUGONI DE FRITZSCHE, "Introduccin" a Sin rumbo de Eugenio Cambaceres, Buenos Aires,Ed. Plus Ultra, 1980, 3a ed, p. 26.

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    En 1890 podemos afirmar que la teora y praxis narrativa de Zola se haimplantado definitivamente en Argentina; continuar fecundando la creacin delos novelistas hasta finales de siglo y perpetuando su huella en muchos autores delas primeras decacias del sigtente, como Roberto J. Payr.

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    2. Rasgos pectthares del naturalismo argentino.

    Ciriendonos al mbito del naturalismo argentino, se pueden generalimralgunos rasgos que definen la recepcin de esta corriente europea en la nacinrioplatense. Como ya he anotado al inicio, en estas tierras perviven con mayorintensidad los impulsos romnticos, que el naturalismo, en gran medida, tratabade anular. Esta actitud romntica se manifiesta en una presencia muy acusada delautor-narrador, con toda la subjetividad que le corresponde. El afn naturalistapor desmem imr la realidad para mostrar toda la complejidad de esta se ve con-dicionado de inmediato por la arbitrariedad de ese autor-narrador, que seleccio-na a su gusto los fenmenos que le interesan para el enunciado intelectual ymoral que ha motivado su novela, de tal modo que la realidad aparece muchoms simplificada que en la generalidad de los naturalistas europeos, al menos enlo referente al anlisis cientfico-experimental.

    En Hispanoamerica la novela de tesis y el naturalismo convivieron msestrechamente que en el Viejo Mundo, y la nueva corriente no se propuso supe-rar a aquella. La objetividad de estas narraciones resulta, por tanto, muy relativa,como ilustra muy bien la novela que analim re ms adelante. Y este rasgo afectaa todos los componentes del anlisis naturalista: a la mmesis del espacio, a lapenetracin en todos y cada uno de los personajes, al ritmo de la narracin, etc.Por otra parte, como un nuevo rasgo diferendal, debo anotar la mayor presenciade los valores trascedentes y la estimacin positiva que se les rinde: no es frecuenteuna actitud encomistica hacia la refigin catlica ni tampoco hacia el clero, perola creencia en lo divino, aunque muchas veces se site en una ltima instanciacasi inaccesible, permanece a lo largo de casi todas las novelas de este perodo; elpesimismo, como fruto de ello, se ve en ocasiones atenuado hacia soluciones msesperanzadoras.

    Tambien es preciso considerar la confluencia de varias corrientes esteticasen el panorama argentino de entonces, que en muchas ocasiones entrecruzan suinflujo en una misma obra. En este sentido hemos de referirnos al movimientomodernista, que, al menos en el plano estilstico, suele dotar al naturalismo deun anhelo de perfeccin formal que lo redime de su estrecha referencialidad rea-lista. Tendremos oportunidad de comprobarlo en estas mismas pginas.

    Pero an podemos seguir penetrando en el carcter general que presentala narrativa naturalista en Argentina, si la comparamos con la francesa, no sloen cuanto a las tecnicas de construccin novelistica sino tambien considerandolos objetivos que se persiguen en Europa y en el pas sudamericano que nos

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    ocupa. Aqu sera oportuno meditar por un momento en la comparacin queestablece el crtico argentino Andres Avellaneda. Para el la asimilacin del natu-ralismo en Argentina slo puede explicarse por motivos culturales, merced al pro-fundo deseo de ponerse al da con Europa, deseo que, a su parecer, late en lasaspiraciones de polticos, intelectuales y artistas del pas rioplatense. La adopcinde la nueva estetica de curio franrs perseguira, segn su reflexin, una sincro-nizacin cultural entre uno y otro extremo del Adntico 22 .

    Ariade el mismo crtico que la adhesin argentina a la escuela de Zola semanifiesta exdusivamente en el plano de las tecnicas, no en los fines ideolgicosperseguidos por ambas narrativas. Ello se debe a que, si Zola acta con la inten-cin de criticar los males de la sociedad burguesa que ya ha arraigado honda-mente en su pas, en Argentina tal propsito resulta inviable, pues la sociedad deall muestra una estructura y una fisonoma muy diferentes. Andres Avellanedallega a afirmar, para realzar la distancia entre ambos naturalismos, que si Zolareprueba el comportamiento de la dase burguesa as como su razn de ser, en lanovela argentina del momento se emprende una defensa de esa misma dase bur-guesa.

    En mi entender es tambien preciso reconocer otro carcter diferencial enel naturalismo argentino, pero no podemos radicarlo en un enfrentamiento declases sociales, sino en razones morales y literarias, aunque, como es evidente,estas se hallan en conexin con la realidad social en que se ha generado esa lite-ratura.Teniendo en cuenta las novelas que conozco, puedo afirmar que el natura-lismo argentino, a diferencia del frances, presenta principalmente una finalidadmoral directa, que se hace explcita a lo largo de sus textos. Sus objetivos moralesse extienden a todos los niveles, pues se propone tanto el mejoramiento individualcomo el que puede conseguir la sociedad por entero. Y esa responsabilidad eticapalpita tanto en la primera novela natura 1 ista, Pot-pourri (1881), de Cambaceres,como en las novelas de la poca de apogeo de esta corriente, tales como Quilito(1881), de Carlos Mara Ocantos; induso en otras posteriores. Y esa finalidadmoral no se basa en el apoyo a unas dases sociales en perjuicio de otras, al menossi por dase social entendemos el concepto ya tradicional determinado por lo eco-nmico. Lo nico que se persigue es la honradez pblica y privada, como ocurreen La Bolta, de Martel, donde no se juzga a los individuos por su estrato social,sino por su conducta moral personal; as como a la sociedad no se la valora concriterios de clase, sino con razones morales que inviten a su perfeccin conjunta.

    21 Cfr. Andrs AVELLANEDA, "El naturalismo y Eugenio Cambaceres", en op. cit.,p. 147.

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    Podra hablarse de cierto dasismo si por tal entendemos la animadversinque ostenta el novelista hacia algunos grupos sociales muy concretos, determina-dos por la nacionalidad o induso por la raza. En este sentido s que podemos atri-buir a la gran mayora de los narradores de esta corriente una condena feroz alinmigrante, especialmente al italiano y, en algunos casos -como en La Boila-, aljudio. Slo de esta manera se puede pensar en un Cambaceres dasista: basta repa-rar en la perversin casi innata con que construye a sus personajes italianos. Laraz,On de ser de tales grupos sociales, si bien guarda cierta relacin con el poderoeconmico, no se desprende de una consideracin vertical de la sociedad, sino deotros motivos particulares. Por tanto, no me parece oportuno concebir la actitudde estos narradores como un clasismo burgues o antiburgues, pues no he encon-trado motivos que sostengan tal conceptualizacin.

    Con frecuencia, esa finalidad moral enlam con la denuncia, como se evi-dencia en La Bolsa, por no salir de nuestro autor. Y tal propsito de denunciadirecta es un rasgo casi constante en la literatura lspanoamericana. Lo encon-tramos ya en la que se tiene por primera novela del Nuevo Mundo, el PeriquilloSarrziento (1816), de Lizardi.

    Por otra parte, la sociedad porteria, en la decada del 80, s que ofrece yanotables rasgos en comn con esa sociedad recreada en la narrativa zoliana.Buenos Aires ha dejado ya de ser la ''gran aldea, para convertirse en una urbe degrandes pretensiones econmicas y de poderosas inversiones, que dan lugar, yaen estos arios, a una muy considerable dase burguesa.

    Con tales matizaciones no pretendo manifestar un simple disentimientocon las reflexiones del crtico citado, sino valorar el carcter diferencial del natu-ralismo argentino en su justa medida, sin atenerme a criterios de dase, antes bienestimando el conjunto de todas las motivaciones que impelen a los narradores deeste pas a adoptar las tecnicas de la novela experimental.

    Como podemos comprobar, no se trata solamente de imitar unas tecni-cas europeas, de lo cual abominan algunos literatos tan serialados como Luis B.Tamini, sino de asimilar de Europa unos cauces esteticos que favorezcan el pro-greso cultural y social del pas.

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    3. Direcciones del naturalismo argentino.

    Una vez expuestos los rasgos generales que pueden atribuirse al conjuntode los relatos naturalistas de este pas, llegamos al momento de sealar la diversi-dad de tendencias, tanto tecnicas como temticas, que puede registrarse en elciertamente amplio panorama de la novela experimental argentina.

    Evidentemente, nunca se puede satisfacer la pretensin de realizar unarigurosa tipologa de las obras, segn las tendencias comunes que estas adoptenentre las producciones de su tiempo. En el caso del naturalismo argentino tam-poco es fcil encontrar una obra que se adece fidelisimamente a los imperativosprescritos por Zola; entre otros motivos, por el carcter autenticamente argenti-no que presenta la nueva estetica en este pas, como acabo de precisar. En cual-quier caso, s es posible delimitar hasta cierto punto una serie de tendencias diver-sas que se definen en este vasto panorama.

    De una parte, nos encontramos con unos novelistas que representan loque podramos considerar naturalismo ortodoxo, por hallarse ms prximo a lastecnicas y a las inquietudes vitales que alientan las novelas de Zola. Entre ellosfigura el mximo representante de esta corriente, Eugenio Cambaceres, quepublica el primer relato novelstico de filiacin naturalista: el ya citado Pot-pou-rri, de 1881. Tendremos ocasin ms abajo de revisar su labor creadora con par-ticular atencin, con vistas a establecer las relaciones pertinentes entre su obra yla de Julin Martel.

    En este mismo grupo de naturalistas ms dciles a la estetica zoliana con-tamos tambien con la figura de Juan Antonio Argerich, cuya obra Inocentes o cul-pables (1884) se inscribe en una temtica muy propia de esta escuela, amen decompartir algunos de sus rasgos tecnicos. La novela cuenta el acontecer de un ita-liano que contrae matrimonio con una portea, a la que transmite sus costum-bres indecentes. A su hijo tambien le conragia sus taras fisiolgicas y morales, elcual termina stcidndose. Por tanto, a uno de los motivos connaturales a lanarrativa experimental, como es el de la herencia, se suma otro tema recurrenteen el naturalismo argentino, como son las consecuencias negativas derivadas dela inmigracin. En efecto, una de las intenciones ms firmes en casi todas lasnovelas de esta corriente es la denuncia de los males que la inmigracin ha tra-do consigo, tales como la desnaturalizacin de las costtunbres argentinas, la per-dida de tradicin e identidad culturales; los malos hbitos morales contrados enel extranjero por esas clases bajas que llegan al pas, as como la transmisin dedichos hbitos y de los defectos fisiolgicos o psquicos por la herencia. ste es,

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    en sintesis, el conjunto de motivos que intervienen en el enunciado moral deInocentes o culpables, un enunciado moral que, pese a la aplicacin de los meto-dos naturalistas, se hace demasiado explcito, ya que viene reforzado por m lti-ples reflexiones que se materializan en el texto narrativo.

    La influencia del naturalismo se transparenta especialmente en la ampliarecreacin del espacio, que se extiende a ambientes muy diversos, incluso a los deburdel y a otros escenarios de amores ilegtimos, representados con suficientedetalle. Tambien es un legado directo de la escuela experimental el anlisis psi-colgico que se opera en algunos personajes de la novela, de tal manera que ellector puede apreciar con suficiente claridad la evolucin interna, mental y afec-tiva, de la familia. Cabe apuntar que el proyecto naturalista se halla en el origende esta novela, aunque tambien se evidencia la falta de rigor en la aplicacin delmetodo zoliano. De modo especial en lo referente al excesivo protagonismo delnarrador.

    Dentro del mismo tipo de relato, tanto tecnica como temticamente,debemos incluir otra de las obras ms representativas del naturalismo argenti-no, como es Irresponsable (1889), de Manuel T. Podest. En este caso asistimosa un estudio casi monogrfico de los efectos de la herencia biolgica, que seencarnan en un personaje radicalmente desequilibrado, sujeto de las accionesms incoherentes. Tales acciones, segn la propuesta cientfica del texto, jamspodrn imputrsele en el mbito moral, por derivarse inevitablemente de unmal hereditario. La obra revela la desgracia de este individuo, que vive entera-mente determinado por sus pasiones brutales. Como consecuencia de ello,experimenta cambios bruscos -totalmente irracionales- en su conducta, queoscila entre el odio, el perdn y el caririo; entre el egosmo absoluto y una filan-tropia sin lmites. El personaje, al que slo conocemos como "El hombre de losimanes, muere en un manicomio.

    Junto a la indagacin profunda en la interioridad del protagonista, elautor aprovecha no pocas ocasiones para representar algunas escenas propias dela vida argentina del momento, tanto en su dimensin espiritual como externa.Sin embargo, al lado de tales tendencias de corte experimental, su naturalismoposee evidentes limitaciones, como podr concluirse si atendemos al carcterepisdico de la obra, que avanza a traves de cuadros ms o menos inconexos, sindar lugar a una accin del todo compacta, como tambien ocurre en el Pot-pou-rri de Cambaceres y en el Libro extrao de Sicardi, por citar dos grandes ejem-plos.

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    El comportamiento del hombre de los imanes'' s que es objeto de unminucioso anlisis, con el fin de sostener el enunciado cientificista que se pro-pone. Por lo dems, salvo escasos personajes secundarios que aparecen retrata-dos con cierta integridad, el resto de los caracteres se reduce a esquemas muysimples. Otro rasgo del naturalismo que Podest ha tratado de asimilar es la tanperseguida objetividad por parte del narrador, que en este caso consigue man-tener una impasibilidad pasmosa ante el desventurado acontecer del protago-nista. Slo se concede una habitual irona sobre determinados personajes yambientes.

    Podest, por tanto, se sita con pleno derecho entre los novelistas zolianosde Argentina, aunque tal adscripcin a la nueva escuela se efecte ms en el planoideolgico y terico que en el nivel propiamente formal, donde an se percibemuy ntidamente la huella del costumbrismo. No obstante, como acabamos deobservar, ha utilizado algunas tecnicas experimentales con plena intencin y sin-gular acierto.

    Al lado de esta narrativa pretendidamente ortodoxa en cuanto a los postu-lados naturalistas, encontramos otras tendencias que, dentro de la misma escuela,proyectan sus creaciones hacia distintos idearios esteticos. De una parte cabrahablar de un naturalismo romntico-modernista, que puede parecer una contra-diccin radical. Con tal calificativo quiero referirme a unos autores que aceptanlos principios de la nueva escuela, tanto ideolgicos como tecnicos, pero que pose-en una sensibilidad romntica irrenunciable y que no pueden desmarcarse an delas exigencias de esa estetica precedente. Al mismo tiempo, han sido sorprendidospor la novedad de los simbolistas franceses y de los modemistas hispanoamerica-nos, como Mart y Daro, y tratan de acomodarse a sus halla7gos, al menos en elplano estilstico. Ya veremos cmo aqu deberamos incluir a Julin Martel.

    Pero antes mecionare, dentro. de la misma tendencia, a uno de los autoresargentinos ms significativos de la poca: Francisco Sicardi, que entre 1894 y 1902publica los distintos volmenes de su vasto Libro extrao. Externamente nos ofre-ce un proyecto similar al de los grandes autores realistas y naturalistas, al menos encuanto al plan general de la obra, que se compone de cinco vol menes, parango-nndose as con los extensos proyectos novelisticos de Ba172c, con La comediahumamz, o de Zola, con Les Rougon-Macquart. Aparte de esa articulacin en dis-tintos libros, con la evidente autonoma de cada uno, su naturalismo reside en laperspectiva mdica y fisiolgica con que analiza el comportarrento de los perso-najes, que son sometidos a un verdadero estudio cientfico. Sin embargo, al llegara este punto, he de advertir que su naturalismo se limita al plano intelectual y te-

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    rico, por cuanto esteticamente el narrador se ajusta ms bien a los imperativos desu sensibilidad romntica, ms propicia para la defensa de los valores espiritualesrecibidos por la tradicin, para reflexionar sobre la religin y la poesa, para la con-templacin subjetiva del paisaje y de los objetos. En este mismo sentido cabehablar de la manifestacin afectiva por parte del narrador a la hora de enjuiciarpersonajes y situaciones, que conecta directamente con el protagonismo del narra-dor romntico.

    Junto al anlisis psicolgico de los personajes principales -Carlos Mendez,Enrique Valverde, Manuel de Paloche, etc.- y de sus familias respectivas, el autor-narrador, instado por un ferviente . anhelo de perfeccin social, no deja de for-mular explcitamente un mensaje edificante y apostlico, mediante sucesivasreflexiones y admoniciones que lo distancian mucho del quehacer naturalista.Asimismo, sus ideas sobre la cultura y la socieciad argentina se decantan por unaconservacin a toda costa de los valores tradicionales legados por la cultura espa-ola, frente al afrancesamiento acariciado por muchos; ello es debido a queFrancia, a su juicio, no posee en ese momento grandes ideales que enriquezcanla cultura y el pensamiento humanos.

    La obra, como antes se dejaba entrever, presenta una carcter fragmenta-rio, no slo por su estructuracin en volmenes, sino por la misma organizacinintema de cada uno de ellos. Como en otras novelas ya citadas, en muchas oca-siones asistimos a una mera sucesin de cuadros que tratan de representar la rea-lidad argentina del momento con sus mltiples conflictos. Por el estudio de estarealidad colectiva se acerca muy bien a la narrativa zoliana, si bien en muchoscasos los diversos personajes que componen el entramado social se hallan cons-truidos como tipos de validez general, ms que como sujetos individuales.

    En cuanto al estilo, la novela se halla muy lejos de la sobriedad naturalis-ta y se acerca ms bien al discurso enftico y afectivo del romanticismo. Tambienpuede apreciarse la utilizacin de un simbolismo embrionario, que vincula eltexto -aunque tmidamente- a la estetica modemista. Con todo, su relativa adhe-sin al naturalismo se hace muy evidente en la ideologa que anima la obra, consus presupuestos cientficos, as como en la intencin de retratar la realidadargentina hasta en sus ms ocultos entresijos.

    En este mismo tipo de creaciones naturalistas en las que a n subyace unaherencia dara de los ideales y la sensibilidad romnticos, y que tambien traslucensu simpata por los principios modernistas, encontramos otras novelas significa-tivas de este perodo, como Hora.s de fiebre (1891), de Segundo I. Villafae, queanalimre con mayor atencin al abordar la narrativa del llamado "cido de la

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    Bolsa". La misma obra de Martel, La Bolstz, tambien contiene esos anhelosromnticos y modemistas amoldados a un mtodo ciertamente experimental.Por supuesto, algunas novelas de Cambaceres, como veremos, sin alejarse dema-siado del naturalismo ortodoxo, se hallan muy fronterizas con las tecnicas romn-ticas y con el posterior modemismo, al menos en el nivel estilstico.

    Y, para completar este esbozo de una tipologa de la novela naturalistaargentina, es preciso situarnos ante otra tendencia general donde las propuestasdel naturalismo se incorporan a una narrativa realista de carcter costumbrista yde intenso sabor local, tanto en las ideas como en el lenguaje. En tales obras nose asume incondicionalrnente la teora narrativa de Zola; tan slo se asimilanalgunas tecnicas con el propsito de fundamentar cientficamente el anlisis rea-lista de la sociedad argentina. Entre ellas figura otra gran novela de la poca,Quilito (1891), de Carlos Mara Ocantos, que merece un estudio atento, al quems adelante -al tratar del ''cido de la Bolsa"- le dedicare algunas pginas. Dentrodel mismo grupo debemos induir el relato de Martn Garca Merou titulado Leysocial (1885). Aunque ambientado en Espaa, concretamente en Madrid y SanSebastin, durante la decada de los ochenta, la obra cumple una funcin de an-lisis social perfectamente transferible a la vida argentina de aquel tiempo. El pro-tagonista, Marcos, es un hombre deteriorado psicolgica y moralmente; en suvida disoluta mantiene relaciones adlteras con una cortesana, a quien luego cas-tig-ar con crueldad. La muerte de Marcos en un duelo se concibe como una penaimpuesta por la misma sociedad, que al final termina ejecutando su ley y cobran-do en el individuo el mal que de el recibi.

    Por el determinismo que anima la concepcin de la sociedad podemosadvertir la impronta del naturalismo en el origen de esta novela. Sin embargo,por la misma configuracin de la accin, en ese desenlace hay mucho de fatali-dad romntica, que no se explica fcilmente mediante la causalidad exdusiva delos agentes naturales. Tambien incorpora el tema de la herencia, aunque en estecaso adquiere una dimensin espiritual que es totalmente ajena al tratamiento deZola. En Ley social el personaje no es totalmente responsable de su perversin,porque ha heredado el mal por el pecado original transmitido a toda la humani-dad de generacin en generacin. Por tanto, al tratar el factor hereditario, encon-tramos una trascendencia de lo fisiolgico y fenomenico hacia causas de ndoleespiritual. No obstante, aunque de un modo muy limitado, Garca Merou ha asi-milado tales tecnicas del naturalismo, a las que se suma el anlisis psicolgico querealiza sobre el prorAgonista, as como el retrato social que alcanza perfiles muyconcretos a lo largo de toda la obra.

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    En 1896 ve la luz otra novela que vale la pena mendonar por revelar unrelativo acercamiento al naturalismo, al que acomparian otras tendencias litera-rias ajenas a este. Tambien posee el valor de encararse ante una cuestin primor-dial en la sociedad de la epoca, como es el tema de la inmigracin, que constitu-ye un verdadero cido novelistico en la Argentina de las dos ltimas decadas delXIX. Me refiero en este caso a la novela Teodoro Foronda, de FranciscoGrandmontagne, que cuenta la historia de un inmigrante espariol que asdendede la nada a una ostentosa riqueza y contrae matrimonio con una porteria. Ladimensin psicolgica de la obra resulta muy superficial y se aproxima ms alcuadro de costumbres, pues lo que pretende, adems de denunciar los seriosincovenientes de la inmigracin masiva, es presentar un retrato global del mundorural y urbano de su pas. El lenguaje se halla muy distante de las grandes inno-vaciones que experimenta la prosa del momento, aunque destaca por su marca-do casticismo. En stuna, Teodoro Foronda, ms que un ejemplo de narracinnaturalista, constituye una experiencia rea lista, con una herencia muy prximadel costtunbrismo romntico, que aspira a ser, ante todo, un estudio de la socie-dad de su tiempo.

    Grandmontagne tambien es autor de una novela posterior de caracteresmuy similares, La Maldonada (1898), que a traves de una historia de amor ycelos nos ofrece un eltudio social semejante al anterior, sin que tecnicamentesuponga un avance con respecto a aquel. Por sus motivos temticos deberincluirse en el llamado ''cido de la Bolsa", del que tratare ms adelante.

    Por supuesto, en esta reseria de algunas novelas que representan diversastendencias dentro del panorama general del naturalismo argentino no pretendoagotar el elenco de autores y obras producidas en este perodo y afines a la este-tica propuesta por Zola. Tan slo he tratado de ilustrar las distintas posibilidadesen que se vertebra esta tipologa con la alusin a aquellas novelas ms interesan-tes o, al menos, ms significativas dentro del movimiento que nos ocupa.

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    4. La trayectoria naturalista de Eugenio Cambaceres.

    La figura central del naturalismo argentino es, sin duda, EugenioCambaceres, tanto por la calidad de su obra como por el volumen de la mismay por la evolucin que se percibe a lo largo de su trayectoria. Cambaceres naceen Buenos Aires en 1843 y es hijo de un quimico francs y de una porteria desupuesto origen ingls. Estudi en el Colegio Nacional y ms tarde se gradu ydoctor en Derecho. Su prestigio acadmico le llev, en 1870, a ocupar el cargode Secretario del clebre Club del Progreso, lugar de encuentro de la alta bur-guesia bonaerense. En el mismo ario fue elegido diputado por la legislatura de laprovincia de Buenos Aires y en 1874 ocupa un escario como diputado nacional.

    En la vida politica manifest desde el principio una ideologia progresistay rupturista en mltiples aspectos, que result avanzada incluso para sus correli-gionarios, y que le hizo merecer el juicio generalizado de ateo y masn. En 1876abandona la vida pblica para dedicarse por entero a la creacin literaria.

    En la obra narrativa de Cambaceres, compuesta fundamentalrnente porcuatro novelas, se percibe como una constante su atencin preferente al musidoburgus, a diferencia de Zola, que en ocasiones radica el protagonismo en la daseobrera, como en L'Assommoir. Tal opcin exclusiva por la representacin de lavida burguesa, a la que progresivamente contempla con mayor simpatia, se expli-ca por razones autobiogrficas y tambin por ser sta la dase propiamente revo-ludonaria en los cambios proftindos que experimenta la sociedad argentina.Ahora bien, si su critica a dicha clase social carece de crudeza y de rotundidad,no podemos afirmar que el propsito de sus obras se concrete en una defensa dela burguesia como clase unitaria. De ninguna manera, aunque algunos enfoquessociolgicos de la critica puedan arrojar en un principio tal intuicin 23 . La obrade Cambaceres no puede ser entendida como la defensa de una clase social, sinocomo el anlisis de unos personajes singulares y de la sociedad argentina en suconjunto, con el fin de contribuir a su perfeccin moral. Tal condusin vienecorroborada por la apologia que en ms de una ocasin realiza sobre otros gru-pos sociales inferiores, como los empleados de la estancia, que en algunos casospresentan mayor categoria humana que el serior Andrs de Sin rumbo. Por tanto,su propuesta respalda a cualquier dase social, siempre que se halle integrada porpersonajes honrados.

    23 Cfr. Andrs AVELLANEDA, op cit.,p. 154.

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    Su crtica se dirige, ante todo, contra los elementos importados del exte-rior, principalrnente contra la inmigracin, aunque indirectamente tambin arre-mete contra los valores culturales que sta trae consigo. Y por esta aversin haciatales grupos sociales podemos hablar, s, de un cierto clasismo por parte deCambaceres, que no deriva tanto de razones econmicas como de mo vos nacio-nalistas y culturales, segn he puntualizado.

    Paulatinamente se observa una preferencia por la vida rural frente a laurbana, precisamente porque en esta ltima se asientan esos pobladores advene-dizos. En Sin rumbo, por ejemplo, se apuesta por la vida del gaucho. Tambinreprueba el arribismo y los intereses egostas que hierven en la ciudad y que semantienen al margen de cualquier criterio etico.

    Esta crtica se halla necesariamente vinculada a una decidida defensa de lascosnunbres patrias, en la cual tambin se detecta una voluntad de inmovilismosocial, que se manifiesta ante cuestiones muy concretas. Por ejemplo, en la crticade los matrimonios entre dases distintas, como sucede en Msica serztimental entrePablo y Loulou, o en Sin rumbo, con Andrs y Donata; as como en su ltima nove-la, En la sangre, donde el casamiento de Genaro con Mxima se juzga como unabsoluto fracaso. Por tanto, en esta tendencia se trasluce un tradidonalismo socialque contrasta llamativamente con su carcter laicista y agnstico. El rnismo con-servadurismo lo advertimos en la mirada compasiva y patemalista que mantienehacia la mujer, de la cual se acepta con resignacin su debilidad y su destino exdu-sivo al placer, como un sujeto meramente pasivo. Lo comprobaremos en la refle-xin que reaIi7l sobre el nadnento de Andrea, la hija del protagonista de Sinrumbo, que origina por su condicin femenina un lamento muy significativo de supadre.

    Sin embargo, en otras consideraciones revela una voluntad ciertamenteanrquica ante los convencionalismos sociales, como en el tema del honor tradi-donal del esposo, el cual no es considerado un motivo sufidente para la violencia,segn se desprende del final de Pot-pourri, donde el marido no decide venganzaalguna hacia el seductor de su mujer.

    Formalmente, en Cambaceres presenciamos una progresiva adopcin de lastcnicas del naturalismo, especialmente en el modo de construir sus personajesnovelescos. En este sentido, desde su primera hasta su ltima novela, se hace muyevidente su evolucin desde un costumbrismo con ciertas pretensiones narrativashacia un naturalismo con grandes proporciones de anlisis experimental. Junto aello, como veremos, ir incorporando las importantes innovaciones que recibe laprosa hisprca del momento, prindpalmente las que inaugura el movin ento

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    modernista, con su sensibilidad parnasiana, su percepcin impresionista y su expre-sin simblica.

    Dentro de la estetica naturalista su evolucin podra sintetizarse hablandode una inquieta persecucin por la objetivickidnarrativa, que desde el primer rela-to hasta el ltimo adquiere dimensiones mucho mayores, aunque nunca aban-done el punto de vista personal.

    Su primera novela, Pot-pourri, aparece en 1881 y se basa en un recorridopor distintas situaciones de la vida argentina, en el que se aprovecha para intro-ducir una tenue trama novelesca: la historia de un matrimonio con doble adul-terio, que termina con la huida del seductor, una vez que ha sido amenazado porun amigo del marido. El final resulta, pues, poco convencional y carente de todocompromiso por parte de los protagonistas. Pero el grueso de la novela vienedado por la sucesin de cuadros que representan distintos ambientes del vivir desu pas: la dase poltica, con unas elecciones amariadas por el caudillo; lasCmaras, donde se pronuncian palabras nobilisimas que han sido vaciaclas detodo contenido; el poltico de la Pampa, que promueve el levantamiento de losgauchos en contra del gobierno establecido; los negocios del poltico, que slopersigue su interes personal, etc. Aparte de la vida poltica se repara tambien enel acontecer del gaucho, en el ambiente de la Pampa, en los lugares de diversinde Buenos Aires, como el Club del Progreso, etc.

    La debilidad de la trama favorece el carcter fragmentario de la narracin,estructurada como una sucesin de cuadros sociales, seg n he adelantado msarriba, de manera que su filiacin costumbrista no se oculta en ning n momen-to. El relato, contado en primera persona, nos sita ante un narrador que es almismo tiempo el protagonista y que es tambien quien contribuye en mayormedida a la unificacin de todo el material reunido. Dicho narrador se nos mues-tra esceptico y desengariado, actitud que con frecuencia le conduce a la crtica ya la moralizacin, como puede comprobarse en los juicios que realiza frecuente-mente sobre cada uno de los individuos. Al margen de ese serialado proragonis-ta, el resto de los personajes se ajusta en mayor o menor grado a la categora detipos que contribuyen a generar la debil trama novelesca y a crear as una ilusinde realidad vital. De esta manera la tesis propuesta es defendida de un modo msverosmil, aunque la omnisciencia del narrador y el esquematismo de los perso-najes hacen que dicha tesis o enunciado moral sea demasiado explcito y de esca-so rendimiento en la ficcin.

    La obra, por otra parte, supuso un evento de primera fila en el panoramaliterario de entonces, tambien en el nivel estilistico, en el que se hace gala de una

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    libertad expresiva sin lrrtes, que recurre a coloquialismos muy audaces para ellenguaje literario de entonces. Ocasionalmente se pueden advertir algunas refe-rencias tnrclas a las leyes de la herencia, con las que se trata de justificar la con-ducta de los personajes; pero siempre son referencias muy vagas, que a n sehallan muy lejos de la plenitud naturalista.

    Los objetos de su crtica, como ya he serialado de modo generico, se sit-an en el arribismo social, de modo especial en los captulos V, VI y VII, en losque se narra la historia del hijo de un capataz de estancia, que logra introducirseen la vida poltica y termina cometiendo toda suerte de inmoralidades. En supostura ideolgica Cambaceres aqu se muestra partidario de la ciudad, conside-rada como asiento de la civilizacin, frente a la Pampa, en la que se localiza labarbarie. Al mismo tiempo denuncia otros vicios generalizados en la sociedad desu pas, como la mentira, la fanfarronera patriotera, la deshonestidad en la vidapoltica, etc. La obra, considerada en su conjunto, constituye una crtica directaa la ausencia de honradez y de sentido moral en la vida de su pas, tanto en elfuero del individuo como en el mbito social.

    Como ya he dicho, y contra lo que pueda parecemos a primera vista, estanovela caus una sorpresa muy notable en el momento de su aparicin, porcuanto inaugura en la literatura argentina la crtica realista y directa de la socie-dad, que se extiende a todos los ambientes. Al mismo tiempo, su lenguaje desen-fadado, nada convencional, pleno de coloquialismos y de espontaneidad expre-siva, marc un primer paso para el acercamiento de la novela a la realidad cir-cundante, lo cual result un logro evidente en su tiempo.

    Su segunda novela, Msica sentimental (1884), representa un estadio nota-blemente ms avanzado en la evolucin de su narrativa hacia el naturalismo. Noscuenta el acontecer de un joven argentino, Pablo, que viaja a Pars para llevar unavida de desenfreno. All conoce a Loulou, una prostituta con la que mantienerelaciones amorosas. Pero Pablo llega ms tarde a seducir a una condesa, quienprovoca los celos de Loulou, y esta advierte al marido de aquella sobre la aven-tura ertica de su esposa y Pablo. En el duelo entre los dos hombres muere elmarido de la condesa. Pablo, en cambio, ver la muerte a consecuencia de unasfilis y, despues de todo, Loulou regresa a la prostitucin.

    La narracin en primera persona sigue siendo rica en comentarios deautor sobre las cuestiones ms diversas, como la abulia, el sentido de la vida y dela muerte, el placer; el enriquecirniento del inngrante, las rniserias de la vidaparisiense, aparentemente placentera, la situacin inferior y marginal en que sehalla la mujer; la ilegitimidad de los duelos... Por tanto, a n perdura la omnis-

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    ciencia de modo muy patente. Sin embargo, el empleo por vez primera del esti-lo indirecto libre, que reproduce el punto de vista de los personajes, supone yaun paso importante hacia la objetividad narrativa.

    Los personajes an continan siendo tipos, de carcter muy esquemtico,salvo los protagonistas, que aparecen representados con una dimensin interior untanto ms honda. La trama novelesca ha ganado ligeramente en densidad, aunquesigue sufriendo el freno que le impone el estudio social directo, ms propio delcostumbrismo.

    Con lo dicho podemos intuir que en Msica sentimental se perciben yaunos presagios ms prometedores del naturalismo narravo. Ms all de la tc-nica, en lo referente a la cosmovisin que se ha delineado en la obra, se hacepatente un clistanciamiento de la fatalidad romntica, por cuanto Pablo no lle-gar a la muerte a consecuencia de un duelo, sino a causa de una sfilis, esto es,debido a un factor fisiolgico que l lleva en su organismo. Muy naturalista resul-ta, s, la atencin que dedica al proceso de esta enfermedad del personaje. Por otraparte, la eventual redencin de la prostituta, a causa del amor de Pablo, quepodra generar una trama del ms ejemplar romanticismo, se ve frustrada final-mente por la muerte de aqul, despus de la cual Loulou regresar a la prostitu-cin. La concepcin de un determinismo natural y social, del que el personajejams podr liberarse, se hace muy evidente en la suerte que corren Pablo yLoulou, los protagonistas del relato.

    La crtica social contenida en la novela trata de demostrar la frivolidadinherente a la vida parisiense, donde el personaje se degrada tanto en lo fisicocomo en lo moral. De esta manera comienza el desprestigio de la vida urbana,que en las obras posteriores de Cambaceres se vierte a n con mayor claridad. Eneste sentido, la evolucin de su pensamiento con respecto a Pot-pourri no puederesultar ms obvia.

    Cambaceres, por tanto, se ha adentrado intencionadamente por los terre-nos del naturalismo narrativo: la concepcin de esta novela es bien elocuente, porms que en el plano tcnico an tenga muchas etapas que quemar.

    Pero es en Sin rumbo (1885) donde Cambaceres alcanza tal vez las msaltas cotas de naturalismo que podemos encontrar en la novela argentina, auncuando la obra contenga otros elementos muy ajenos a la escuela de Zola. Por susigMficado dentro de la trayectoria de su autor y dentro de la implantacin delnaturalismo en Argentina, esta novela merece una atencin especial. Su protago-nista es Andrs, un joven que ha heredado una gran fortuna, en la que se inclu-

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    ye una rica estanda en la Pampa y una casa ostentosa en Buenos Aires. Andres esvctima de una adolescencia excesivamente liberal, que le ha conduddo a unajuventud de total insatisfaccin, pues el prongonista, ahto de placer, se encuen-tra vaco de toda ilusin y de toda aspiracin vital. Sin ningn objetivo preciso,Andres emprende varias aventuras amorosas, entre las que destaca su relacinpasajera con la chinita Donata, hija de un puestero de su estancia, que terminaembaranda. l huye de inmediato a la dudad y alli conoce a Amorini, unasoprano italiana que ha llegado a Buenos Aires para interpretar Aida. Enseguidainida con ella otra aventura ertica, pero al poco tiempo se cansa y acaba abo-rreciendola, una vez que se ha enfrentado a su marido. De regreso a la estancia,encuentra a su hija recien nacida, Andrea, pero no a su madre, que ha muerto enel sobreparto. Su hija le hace recobrar la ilusin por la vida, aunque a los pocosarios ella muere de difteria y Andres, nuevamente hundido, se suidda.

    El argumento, que he tratado de exponer con mayor extensin, puedearrojar muchas luces sobre el carcter naturalista de la obra. El empleo de la ter-cera persona por parte del narrador revela muy bien el distanciamiento que esteha verificado con respecto a la accin novelesca, en aras de una mayor objetivi-dad. La utilizacin del estilo indirecto libre, que haba sido incoado en Msicasentimentah se convierte aqu en una tecnica constante y muy eficaz en la b s-queda de esa objetividad narrativa. Aunque en este ejemplo se trate de estilodirecto, el efecto es muy similar: me refiero al captulo VII, en el que asistimos aldiscurso del alcalde en la fiesta de donacin del altar a la iglesia prxima a laestanda. Su discurso se materializa segn una retrica verbosa e insustancial. Y almostrarnos esa inoperancia de su estilo ya caduco, se nos convence de la inutili-dad de su propuesta como alcalde, pese a que tampoco le falta toda la razn. Loimportante, en el plano tecnico, es que esa irona sobre la retrica envejecida delalcalde se reproduce desde la perspectiva del personaje, Andres, que est escu-chndole; de manera que el lector adivina automticamente la sensacin de abo-rrecimiento y de desacuerdo que experimenta el personaje ante tales palabras.

    Despues del alcalde interviene el propio Andres con un pequerio discur-so, en el que aprovecha para hacer gala de su esceptidsmo radical, que contrastaburlescamente con el carcter voluntarioso del alcalde. Andres termina propo-niendo que se permita al hombre ser la bestia que lleva dentro, una peticin delms ortodoxo naturalismo24 . Lo que intento rea 17A r es que el contraste de pare-

    24 Citar por la excelente y necesaria edicin de Rita Gnutzmann (Bilbao, Universidad del Pas Vasco, 1993,pp. 62-64).

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    ceres se efecta tan slo reproduciendo el discurso de cada personaje, sin quehaya mediado expresamente el comentario del narrador. Con los dilogos fre-cuentes y con el uso abundante del estilo indirecto libre esa vida propia de lospersonajes se enriquece notablemente y disminuye el volumen de la voz narra-dora.

    Con este episodio trado a nuestra memoria tambien podemos ilustrar lacrtica que se ejerce en la obra contra esa retrica anquilosada, as como la consi-guiente propuesta de un lenguaje ms personal y crea vo, que es precisamenteuna de las pretensiones de Cambaceres en esta novela. En efecto, el estilo de Sinrumbo resulta muy expresivo y emplea toda suerte de recursos para conseguir eseimpacto. Todo ello da como resultado la configuracin de un estilo intenciona-damente encrespado y barroco, si tenemos en cuenta la gran cantidad de adjeti-vos, de incisos y aposiciones, que engrosan numerosos sintagmas no progresivos,como nos corroboran estos breves ejemplos:

    A la vista de la tierra reseca y partida en grietas por el sol, de los pastosabatidos y marchitos, en presencia del viento exhalando el montono gemido desu voz al desgarrarse en su choque contra las copas de los rboles, o levantando alo lejos la espiral de negros remolinos, como humarecias del campo en combus-n, un fastidio inaguantable, un odio, una saciedad de aquel cuadro mil vecescontemplado lo invada25

    En este otro irrumpe ante el lector la profusin de sintagmas nominalespuros, con los cuales se construye todo el prrafo, excepto al fmal del mismo,donde encontramos el nico verbo en forma personal:

    Abandonado Andres a su negro pesimismo, minada el alma por la zapade los grandes demoledores humanos, abismado el espritu en el glacial y terribleu nada" de las doctrinas nuevas, prestigiadas a sus ojos por el triste caudal de suexperiencia, penosamente arrastraba su vida en la soledad y el aislamiento 26 .

    Por no acumular ms citas de las estrictamente necesarias, incluire unejemplo en el que se consiguen yuxtaponer mltiples estructuras oracionalesencabezadas por verbos de movimiento, que contribuyen a ofrecer una sensacinde mxima agitacin en el comportamiento del personaje:

    25. Sin rumbo, ed. cit., cap. V, p. 58.

    26. Ed. cit., cap. V, p. 57.

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    Daba un golpe rabioso a la ventana, echaba aldaba a los postigos y en lasdensas tinieblas de su casa convertida en un sepulcro, se arrojaba de espaldas a lacama y fumaba, incesantemente, unos tras otros paquetes enteros de cigarrillosturcos27 (...) .

    Segn comprobaremos al analizar La Boisa de Martel, ese barroquismo esti-listico mantiene una deuda indiscutible con la renovacin del lenguaje literario queverifica Jose Mart, ya citado por otros motivos. Dentro del lenguaje modernista,una de las peculiaridades de Mar estriba en una voluntad estilistica que incorpo-ra y adapta a su propia sensibilidad y a su propia poca las tecnicas emplearlas porlos dsicos del Siglo de Oro espariol, en especial los autores que integran el barro-co conceptista, cc>mo Gracin28 . Si tenemos en cuen