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Historia del Mundo Contemporáneo 1º Bto. Manolo Ibáñez

Unidad 9. Democracias y totalitarismos (1918-1939)

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UNIDAD 9.- DEMOCRACIAS Y TOTALITARISMOS (1918-1939). INTRODUCCIÓN

1.- LA CRISIS DE LAS DEMOCRACIAS LIBERALES 1.1. Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial. 1.2. Las democracias ante la crisis. 2.- LOS TOTALITARISMOS ANTICOMUNISTAS. 2.1. Doctrina política. 3.- EL FASCISMO ITALIANO 3.1. Nacimiento y conquista del poder. 3.2. La dictadura fascista. 4.- EL NAZISMO ALEMÁN. 4.1. De los orígenes a la conquista del poder. 4.2. La dictadura nacionalsocialista. Fuente: Resumen elaborado a partir del libro de 1º de bachillerato de la editorial Vicens Vives y del proyecto Kairós.

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Unidad 9. Democracias y totalitarismos (1918-1939)

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UNIDAD 9. DEMOCRACIAS Y TOTALITARISMOS INTRODUCCIÓN

El periodo de entreguerras es uno de los de mayor inestabilidad como consecuencia de los problemas derivados de la Primera Guerra Mundial que se vieron agravados por la crisis económica.

El triunfo de la revolución soviética propicio un clima de pánico que favoreció la expansión de regímenes autoritarios y el retroceso de las democracias. Así surgieron los movimientos fascista y nazi en Italia y Alemania. La agresividad de su política exterior junto a la conversión de Japón en una potencia expansionista condujo a la Segunda Guerra Mundial. 1. LA CRISIS DE LAS DEMOCRACIAS LIBERALES.

La depresión económica y el triunfo de la revolución soviética favorecieron un ambiente de desestabilización en las democracias liberales que habían triunfado tras la Primera Guerra Mundial.

1.1. Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial.

Los nuevos países que surgieron tras la desmembración de los Imperios

europeos tras la guerra adoptaron mayoritariamente regímenes liberales parlamentarios (Alemania, Austria, Checoslovaquia…). Al mismo tiempo, la democracia se consolidó en Europa occidental. Sin embargo, en la década de los 20 se vivió una difícil situación económica como consecuencia de la salida de la guerra que acabó complicándose tras la crisis de 1929.

A esto hay que añadir la crisis social. Las huelgas se extendieron por todo el continente y fueron duramente sofocadas. Los sindicatos y los partidos comunistas se reforzaron animados por el triunfo de la revolución soviética. Todo esto llevó a una fuerte oposición a la democracia tanto por parte de la clase obrera como por la de la burguesía que veía con temor una situación revolucionaria.

1.2. Las democracias ante la crisis.

Los países que tenían sistemas democráticos arraigados consiguieron integrar en el sistema al socialismo emergente. Fue el caso del Reino Unido cuya situación económica era difícil. Además la situación se agravó con la guerra de independencia de Irlanda. En 1921 el gobierno británico aceptó la partición de Irlanda. La mayoría católica consiguió amplia autonomía que acabaría en independencia. En los condados del norte (Ulster) se dio un fuerte enfrentamiento entre católicos y protestantes. En Francia llegó al poder una gran coalición de izquierdas, el Frente Popular (1936), dentro del marco parlamentario y democrático. Preocupadas por sus problemas internos, las democracias se encerraron en sí mismas y contemplaron con impotencia el ascenso de las dictaduras en otros países de Europa.

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2. LOS TOTALITARISMOS ANTICOMUNISTAS.

Al término de la I Guerra Mundial, Europa vivió una situación especialmente

difícil. Tenía que recuperarse de los daños ocasionados por la guerra y se percibía el peligro de una revolución obrera (hubo varios intentos en este sentido). Además, desde principios de los años 30, llegaron los efectos de la depresión económica del 29, cuando los EE UU retiraron los capitales invertidos para dar prioridad a sus problemas internos.

Como consecuencia, el sistema liberal entró en una profunda crisis. Los países

de larga tradición democrática como Gran Bretaña y Francia, pudieron hacerle frente, aunque con dificultades. Pero en otros casos, se desarrollaron con fuerza movimientos nacionalistas, totalitarios y anticomunistas: los fascismos.

Se iniciaron en un clima de inseguridad vivido por las clases medias desde el

fin de la guerra. Al principio, utilizaron un discurso extremista (una combinación de elementos nacionalistas y socialistas). Eso les permitió atraerse a una parte del proletariado y ser movimientos de masas. Pero sólo alcanzaron el poder cuando consiguieron ganarse el apoyo de los grandes capitalistas, temerosos de una revolución como la que había triunfado en Rusia.

Los ejemplos más significativos que tomaron el poder fueron el Fascismo

italiano (en 1922) y el Nazismo alemán (en 1933).

2.1. Doctrina Política En cada país estos sistemas totalitarios fascistas tuvieron sus rasgos propios. Pero presentan unas características comunes:

• Su rechazo al sistema democrático liberal y, a la vez, su voluntad de impedir -mediante la violencia sistemática- el peligro de revolución socialista en su país.

• Un nacionalismo imperialista: someter por la fuerza a otros pueblos para engrandecer la propia nación (el “espacio vital” o Lebensraum de los nazis). Tendencias xenófobas y -de forma radical en el caso alemán- antisemitas. El pueblo debía estar permanentemente “entrenado” para una intervención. El desarrollo de este imperialismo fue la razón principal del estallido de la II Guerra Mundial.

• El totalitarismo: la subordinación “total” del individuo al Estado, la Nación y al Partido. Mussolini lo expresó así: “Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”. En la práctica suponía:

o La supresión de toda forma de oposición o disidencia política, consideradas como una traición a la comunidad nacional.

o Un estricto control social: desde el poder se organiza la vida cotidiana, las costumbres, la cultura, el arte... Y lo hacen desde el sistema educativo, las organizaciones del Partido para cada sector de la población (juventud, mujeres, mundo laboral) y la utilización masiva de la propaganda (época de la radio y los noticiarios cinematográficos).

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o La economía está subordinada a los objetivos del Estado. Se permite la economía privada capitalista, pero hay un dirigismo estatal: la industria armamentística, obras públicas, sindicación obligatoria, prohibición de la huelga,...

• Partido único y jefe carismático. El Partido actúa como vanguardia de la comunidad nacional, dirige la conquista del Estado e implanta el sistema totalitario. Está organizado según el modelo militar basado en la jerarquía, la disciplina y la obediencia. El líder carismático (Duce, Führer) representa a la nación entera y la “guía” hacia su “grandeza”.

3. EL FASCISMO ITALIANO

3.1. Nacimiento y conquista del poder

Italia fue uno de los países vencedores en la I Guerra mundial. Pero muchos italianos hablaron de una “victoria mutilada” al no obtener las compensaciones territoriales que esperaban de su participación en la guerra. Fueron las llamadas “tierras irredentas” (Dalmacia, Fiume)

Como en otros países, la posguerra estuvo acompañada de enfrentamientos y conflictos revolucionarios, como la ocupación de fábricas. Las clases medias temieron una revolución comunista. En estas condiciones, un antiguo socialista y combatiente, Benito Mussolini, fundó un grupo antiliberal y ultranacionalista en 1919, los fascios de combate. En 1921 los transformó en el Partido Fascista con un nuevo programa que mezclaba lo populista en lo social con la defensa de la propiedad privada y un nacionalismo a ultranza y con un proyecto expansionista en la política exterior. Sus militantes vestían como uniforme la camisa negra, hacían el saludo romano y practicaban una violencia selectiva contra los grupos socialistas y comunistas. El movimiento creció con rapidez.

A comienzos de los años veinte su representación en el Parlamento era escasa. El

movimiento fascista supo ganarse a los sectores descontentos de las clases medias y el apoyo de las fuerzas conservadoras. En esas condiciones, en octubre de 1922 organizó una demostración de fuerza: la marcha sobre Roma. “Camisas negras” de todo el país confluirían sobre la capital ocupando edificios públicos, comunicaciones e instituciones.

El gobierno liberal habría podido disolverlos con facilidad. Pero el rey Víctor

Manuel III, contando con el apoyo del ejército, cedió y nombró a Mussolini nuevo jefe de gobierno.

3.2. El régimen fascista

En los tres primeros años, Mussolini gobernó manteniendo algunas instituciones del sistema liberal, como el parlamento.

A partir de 1925, convertido en el jefe todopoderoso (el Duce) fue implantando gradualmente la dictadura, con un Estado que llamó “totalitario”. Eliminó a los partidos de la oposición (socialistas, comunistas, democristianos) quedando como único el Partido Nacional Fascista, cuyos órganos se equiparan a los órganos del Estado. La resistencia antifascista -poco activa- fue eliminada y la masa del pueblo italiano aceptó el fascismo, unos con entusiasmo y otros con pasividad.

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Su política se va a concretar, principalmente, en los siguientes aspectos:

• Política exterior

Al principio, Mussolini defendió una política pacificadora y moderada: presencia de Italia en la Conferencia de Locarno, buena relación con el Reino Unido y acuerdos con el Vaticano (Tratado de Letrán de 1929).

A mediados de los años treinta, la política exterior dio un giro hacia la expansión territorial y militar: invasión de Abisinia y Albania. El apoyo a Franco en la Guerra Civil española reforzó la amistad con la Alemania nazi (Eje Roma-Berlín) y anunció la catástrofe de una nueva guerra mundial.

• Política económica

Intervencionismo estatal con apoyo a la empresa privada, para estimular la

producción, sanear la economía nacional y fortalecer la moneda (“batalla de la lira”). Fuerte inversión en infraestructuras: carreteras, puentes, pantanos, etc. A partir de la crisis económica internacional, la política económica se orientó a la autarquía.

• Política social

La Carta del Lavoro (1927) reguló las relaciones laborales: trabajadores y empresarios se encuadran en el sistema de las corporaciones, se suprime la huelga, etc. Y se estableció la subordinación de las fuerzas económicas al desarrollo general de la nación. Medidas para favorecer el incremento de la natalidad.

4. NAZISMO ALEMÁN

4.1. De los orígenes a la conquista del poder El final de la Guerra fue especialmente duro para Alemania. Inmersa en una crisis económica, desmoralizada por la derrota, se sintió muy humillada por las condiciones de la paz de Versalles: perdió sus colonias, fue parcialmente desmilitarizada y, sobre todo, tenía que pagar las reparaciones de guerra. Alemania también vivió intentos de revolución socialista (república socialista en Baviera, movimiento de los espartaquistas, etc.), que acabaron siendo derrotados.

En ese clima tan propicio de crisis y humillación nacional dio sus primeros pasos el nazismo. Su líder indiscutible fue Adolf Hitler, al frente del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista (NSDAP). Como en el caso del fascismo italiano, mezcló hábilmente el discurso nacionalista con promesas de cambio social profundo. Y también practicó la violencia sistemática contra aquellos que consideraban traidores a la nación.

Siendo todavía un grupo pequeño, en 1923 intentó tomar el poder con apoyo de los

militares: el “putsch de la cervecería” en Múnich. Hitler fracasó y fue a la cárcel. Allí escribió Mein Kampf (“Mi lucha”), donde expuso su visión del mundo y su programa. Era muy similar al del fascismo italiano pero resaltaba especialmente el antisemitismo.

Sus aspectos fundamentales eran los siguientes:

• Revisión del Tratado de Versalles.

• Unión de Austria al Reich alemán (Anschluss).

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• Rearme militar. Limitación de las libertades individuales y denuncia del sistema parlamentario.

• Organización corporativa y centralizada del Estado.

• Antisemitismo.

• Doctrina del espacio vital (Lebensraum).

• Germanización de Alemania, renunciando a la tradición latina.

La crisis de 1929 hundió la economía alemana. Se disparó el número de parados. La idea de una posible revolución comunista volvió a cobrar fuerza. Los grandes capitalistas empezaron a apoyar al Partido nazi, que experimentó un gran crecimiento, al presentarse como la solución de los problemas mediante un gobierno fuerte y autoritario.

En las elecciones de 1932 obtuvieron el mayor número de votos, aunque sin

mayoría absoluta. Y en enero de 1933, Hitler era nombrado canciller mediante un pacto con los sectores conservadores. En apenas un año, había implantado su dictadura: el Tercer Reich.

4.2. La dictadura nacionalsocialista

La dictadura nazi se basó en la eliminación de los disidentes y enemigos (políticos y raciales), el sistema de partido único, la sindicación obligatoria, la prohibición de la huelga, una propaganda omnipresente.... Hitler inició una política armamentística (fábricas de Krupp, Thyssen) y de obras públicas que resolvió la crisis económica. Esa circunstancia le dio una enorme popularidad. Pero también preparó a los alemanes para una política imperialista y expansiva.

La ideología del Estado nazi se resumió en su eslogan “un pueblo, un imperio, un jefe”. Es decir:

• Un pueblo (Volk), el alemán, encarnación de la “raza aria” cuya pureza debía fomentarse. El pueblo alemán era superior a las demás, en especial frente a los judíos. Los judíos eran considerados como los culpables de todos los males del país. Fueron sometidos a una persecución cada vez más intensa: desde las Leyes de Nuremberg (1934), por las que se les privaba de la ciudadanía alemana y quedaban prohibidos los matrimonios mixtos, el boicot a los comercios judíos, la “noche de los cristales rotos” (1938)... hasta decretar su exterminio -la “solución final”- durante los años de la guerra.

• Un imperio (Reich), unificador de los territorios donde había comunidades de origen alemán y conquistador de otros como “espacio vital”. Este planteamiento llevará a Alemania a un expansionismo militar cuyo desenlace fue el estallido de la II Guerra Mundial.

• Un jefe (Führer), el líder carismático que concentra todo el poder y dirige el país con autoridad.