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Artículo sobre la relación entre los smartphones y la televisión publicado en la revista TVyVideo 19 número 5 de 2013.

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TV y smartphones: usos, negocios y transmisión

por Daniel ConDeminas*

TECNOLOGÍA

Las emisiones de señal digital te-rrestre, en cualquiera de los tres estándares adoptados en Latino-américa, permiten ofrecer canales HD. C ontenidos en alta definición hasta hace poco sólo disponibles en los paquetes Premium de los operadores de TV paga satelital. Por otra parte, el acceso no lineal a contenidos audiovisuales, que eran el gran atractivo de los PC conectados a internet, se ha hecho móvil, y a su vez ha llegado a la pantalla de televisor de salón. De esta hiperconectividad multipan-

Los dos modelos convencionales de la TV abierta y gratuita y la TV paga, ya sea por cable o satélite, viven una enorme transformación marcada por la convergencia digital entre las telecomunicaciones y el audiovisual.

talla, la experiencia audiovisual hoy es tan personalizable como socializable, y además en tiempo real.

Esta dicotomía entre consumo personalizado e interacción compartida colectivamente con ellos –la TV social— da a los equipos móviles, sean smartphones o tablets, un doble rol: poder ser la primera pantalla, la de consumo directo de un contenido audiovisual, o ser la “segunda pantalla” cuando se está delante de la pantalla de TV del comedor o salón. En este artículo abordaremos principalmente el primer rol.

Los avances tecnológicos que ha ofrecido la informática de equipos y la digitalización de las telecomunicaciones permiten poder responder afirmativamente a una peti-

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ción de consumo que no era posible hace una década. La demanda de lo quiero aquí, ahora y en cualquier pantalla (conectada) tiene ofertas que la satisfacen, pero que exigen un gran esfuerzo a las empresas operadoras de televisión y de telecomunicaciones.

Y es una demanda que ha permitido la entrada en juego de otras empresas, nativas de internet, que han virtuali-zado el modelo de los videoclubs para trasladarlos a las pantallas en plataformas OTT. Ello sin olvidar el sector de los fabricantes de equipos, que han visto como su nego-cio se ampliaba ofreciendo accesos propios a contenidos, como los modelos propietarios de acceso a internet de las SmartTV.

En todo caso, la convergencia digital está produciendo una confluencia de modelos de negocio. Para las empresas broadcast u operadoras de TV paga, el futuro pasa por ofrecer sus contenidos en todas las pantallas, más allá de las tradicionales emisiones terrestres, satelitales o de distribución por cable. Para las operadores de telecomuni-caciones, las inversiones en nuevas y más potentes redes de conexión –sean inalámbricas o de fibra óptica— son rentables si se asocian a subscripciones de servicios vincu-lados a contenidos audiovisuales, como los de quadruple play, con sus paquetes de IPTV y de tarifas planas para la navegación por internet.

Y en toda esta revolución, los grandes protagonistas van a ser las pantallas móviles y la –cada vez mayor—pantalla de TV del salón. El error sería considerarlas pantallas com-petidoras o adversarias. Como comentábamos antes, no sólo permiten consumos audiovisuales complementarios,

adaptados a circunstancias bien distintas, sino que a su vez su uso puede ser simultáneo.

La evolución de las redes de telefonía móvil, sean 3G y especialmente las 4G basadas en LTE advanced, junto al acceso a redes WiFi de gran capacidad, han permitido trasladar a los smartphones y tablets modelos de con-sumo audiovisual hasta hace poco reservados a los PC conectados a internet de banda ancha. El VOD y el Catch Up permiten una explotación comercial, ya sea vía pago unitario, subscripción o publicidad, en la que el cine y la televisión van a tener una fuente de ingresos cada vez más importante.

Hasta hace pocos años, la difusión de los contenidos audivisuales estaba directamente vinculado a las progra-maciones televisivas. Y aunque internet ha difuminado las fronteras administrativas, Europa representa un complejo mosaico cultural y lingüístico que, a pesar del proceso inconcluso de nacimiento de nuevos estados, es mucho más diverso del mapa político actual. La suma de estos y otros factores ha dado como resultado una lista nada menor de operadores con ofertas de VOD que abarcan también a las pantallas móviles.

De históricas como Dailymotion a más recientes como Wuaki o Total Channel, pasando por evoluciones de la TV paga satelital como Yomvi, todas ellas demuestran que el futuro pasa por una oferta multipantalla. En Latinoamérica, el acelerado despliegue de fibra óptica y de redes de banda ancha inalámbrica está viendo florecer servicios similares, ya sea nacidos de canales nacionales líderes, como el caso de la chilena TVN, a multinacionales extranjeras como

Las nuevas pantallas para el consumo audiovisual, no son competencia son un complemento.

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Sony con su Crackle, presente ya en 18 países.

¿Y las emisiones broadcast para equipos móviles? La respuesta no es sencilla, ya que nos encontramos ante dos posibilidades tecnológicas, que aún son incipientes para poder pronosticar su explotación econó-mica, pero que son indispensables para garantizar el acceso masivo y de millones de smartphones y tablets a un mismo contenido.

Ante el creciente volumen de consu-mos simultáneos de video en movi-lidad exige unas soluciones que no sean de distribución unitaria a cada equipo, sino de auténticas emisiones masiva, que no dependan del número de equipos receptores conectados sino de la cobertura territorial de sus señales. Con un continuo crecimiento del consumo de Tb por segundo, el 90% de los cuales es causado por tránsito de contenidos audiovisuales, la oferta de nuevas redes de emisión es una necesidad a corto plazo.

En el 2006 tuve la oportunidad de participar en las pruebas piloto que se hicieron en la zona de Barcelona de emisiones de TV para smartphones con el stándard de TV digital europeo

para equipos móviles nacido dos años antes, el DVB-H. Tecnológicamente funcionaron bien, y la experiencia de los usuarios fue muy positiva, pero plan-teaban dos problemas importantes: el consumo energético para la recepción y procesamiento de la señal era tal que las baterías se descargaban a gran velo-cidad y, mucho más grave, requería una red de trasmisores paralela y aún más compleja que la que utilizaría la TDT para los hogares, en aquel momento desplegándose ya por la geografía europea a toda velocidad.

El alto costo de esta segunda red, sumado a la escasa predisposición a pagar por este servicio que ex-presaron los participantes en los focus group, hizo desestimar su im-plantación comercial. Experiencias posteriores, como la alemana de incentivar la venta de smartphones con receptores de DVB-T no tuvo tampoco un buen resultado, por las dificultades de recepción en el interior de edificios.

En América Latina, uno de los argu-mentos para la adopción del estándar de TV digital brasileño-japonés fue que sus emisiones serían plenamente aptas para su recepción móvil; pero la comercialización de smartphones

Si la transición de

la TV analógica a la

TDT no se culmina

en Latinoamérica

en muy pocos

años, la televisión

de acceso gratuito

estaría gravemente

amenazada.

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con receptor ISDB-T no parece que sea ningún sonado éxito por el momento, a pesar de los esfuerzos de las administraciones públicas de países como Argentina, Venezuela o Brasil.

Precisamente, un reciente estudio en este último país arro-jaba el dato que solo un 1% de los smartphones a la venta estaban equipados para ver estas emisiones. En todo caso, el futuro está aún por escribir. En México, la apuesta de Televisa en el 2008 para ofrecer sus canales en movilidad mediante emisiones en ATSC-MH, tampoco fue ganadora.

Pensando ya en los próximos años, la emisión de TV en movilidad tiene, como apuntábamos, dos posibles alter-nativas, maduras tecnológicamente pero que responden a dos modelos de negocio y de la misma estructura de los media resultante muy distintos: el LTE broadcast y, en el caso europeo, la señal DVB-T2 Lite; mucho más evolucio-nada que el ISDB-T one seg. Las dos mostraron su enorme potencial en el MWC de Barcelona de este 2013.

En el primer caso, se trata que las nuevas redes de telefo-nía móvil no solo permitan unas grandes velocidades de streaming o descargas punto a punto, sino que ofrezcan auténticas emisiones en red de paquetes audiovisuales o programas en tiempo real, sin streaming. Verizon ya anunciado su intención de ofrecer en directo la retrans-misión de la Super Bowl del 2014.

Esto no es planteable con las actuales redes 3G, sino será solo posible en auténticas redes 4G con la tecnología LTE advanced. Pero que sean emisiones no significa necesaria-mente que sean libres. Al contrario, estaríamos hablando de un servicio para los clientes del operador de telefonía móvil que los ofrezca y, por tanto, su implantación despla-zaría el negocio de la TV hacia las empresas Telecom.

La alternativa proviene de las actuales emisiones de TV digital. Las señales en DVB-T2 Lite pueden compartir un mismo MUX (canal digital de TV) que contenga una emisión en 4K. Un empaquetamiento que no es posible en los estándares hasta hace poco existentes, ya fueran el europeo, el brasileño japonés o el norteamericano; capaces solo de compartir en un mismo MUX uno o escasos canales en HD, pero ninguno en UHD TV.

Por ello, no debería extrañar que el despliegue de canales 4K coincidiera con una generalización del consumo de TV en los móviles. Un escenario doblemente interesante para las operadoras de TV, que continuarían pilotando –aunque ya no monopolizando—los principales drivers de la oferta audiovisual, desde una red de telecomunicaciones que depende directamente de ellos aunque esté gestionado por terceras empresas.

¿Qué modelo ganará? Es difícil hacer un pronóstico,

y pudiera ser que puedan convivir, por lo menos unos años. En todo caso lo que sí puede afirmarse es que si la transición de la TV analógica a la TDT no se culmina en Latinoamérica en muy pocos años, la televisión de acceso gratuito estaría gravemente amenazada ante el avance de una oferta vinculada directamente a unas redes de telecomunicaciones vinculadas a la telefonía móvil que avanzan a gran velocidad.

Con el riesgo de ser duramente cuestionado, estoy con-vencido que el futuro de la televisión abierta dependerá que los plazos de puesta en marcha de las redes de emi-soras de TV digital sean lo más cortos posibles, y que los calendarios se cumplan sin más demoras, garantizando coberturas iguales o, si es posible, superiores a las actuales

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analógicas, despliegue supletorio que se antoja indispensable si lo que se preten-de es acercarse a la universalización del servicio televisivo, más allá de ciudades y conurbaciones urbanas.

Si bien es cierto que el único país del continente americano que está desple-gando una red de emisiones en DVB-T2 es Colombia, cabe apuntar que los EUA están evaluándolo como posible estándar en la evolución de sus emisiones terres-tres, cuyo consumo ha crecido en casi un 20% desde el apagón analógico. A nadie le debería extrañar que se planteen el potencial abandono de su propio sistema, el ATSC, ante uno que ofrece todas las garantías de emisión en 4K, la resolución digital adoptada por las majors del cine en substitución, ya definitiva, de los his-tóricos 35mm fotoquímicos.

Las ofertas OTT que surjan directamente de los actuales canales de TV o de nue-vos operadores, agradecerán, sobretodo aquellos que sean propios de un país y no multinacionales, que las TV conectadas o híbridas gestionen las ofertas broadband en entornos horizontales y no propie-tarios como defienden y promueven enérgicamente cada uno de los grandes fabricantes de pantallas.

Los sistemas propietarios de SmartTV favorecen aquellos contenidos OTT que estén vinculados accionarialmente o co-mercialmente con el grupo empresarial, mientras que un estándar horizontal de TV híbrida como el que están impulsado en Europa países como Francia o Alema-nia, el HbbTV, se convierte en un terreno de juego neutral que permite a los canales nacionales no salir con desventaja; claro está si invierten en plantear una platafor-ma OTT atractiva que vaya más allá de la clásica oferta de VOD y Catch up de sus emisiones lineales. De ahí proyectos como el TV-Ring, participado por organismos de investigación, empresas TIC y televisiones de Bélgica, Holanda, Alemania, Bélgica y Cataluña, plantean la TV conectada como vehículo de participación e inte-ractividad.

Pero volviendo al principio, las empresas broadcast no deben descuidar, bajo nin-

gún concepto, el uso de smartphones y tablets como “segundas pantallas” que fidelicen la audiencia ofreciendo expe-riencias personalizadas a cada uno de los espectadores que comparten la gran pantalla doméstica. Y si la publicidad destinada a las pantallas móviles crece de forma destacada cada año, y se prevé que en el 2015 ya represente el 6% del total mundial, razón de más para vincular las dos pantallas simultáneamente.

Si el principal motivo para interactuar con la “segunda pantalla” son los con-tenidos que se proyectan en la primera ¿Solo nos va a interesar la fidelización vía comentarios en las redes sociales, o vamos a ir más allá? Desde la creación de app’s específicos no solo de canales sino de programas, a la oferta de contenidos específicos fuera de la primera pantalla, todo está experimentándose y aquí pro-ductoras y canales tienen mucho filón por explorar en proyectos transmedia que den protagonismo a un espectador, especialmente joven, que quiere interac-tuar con los contenidos.

Concursos y programas presentados en el reciente MIPCOM de Cannes van en esta línea. Si los storytelling transmediáticos tienen futuro garantizado, lo que ya se debe poner en duda es la monetarización de contenidos de ficción específicos para las pantallas móviles. La moda de las moviseries fue pasajera.

El mayor consumo audiovisual no signifi-ca que cualquier nueva oferta vaya a ser un negocio. Es más, ante tanta oferta, los contenidos de calidad y exclusivos de canales o plataformas van a ser los ganadores, junto a las retransmisiones en directo de grandes eventos culturales, deportivos o sociales. El fenómeno de Netflix con “House of cards” no deja de ser una lógica traslación del éxito de las grandes series producidas para HBO.

La TV tiene un gran futuro, y en gran parte pasará en las pantallas móviles.

*Daniel Condeminas i Tejel, consultor en co-municación y TV digital, @DCondeminas

Daniel Condeminas.

“El futuro de

la televisión

abierta

dependerá de

que los plazos

de puesta en

marcha de

las redes de

emisoras de

TV digital sean

lo más cortos

posibles, y que

los calendarios

se cumplan sin

más demoras”.