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Cid, Muñoz, Paredes, Saavedra. Tratamiento biopsicosocial de pacientes con esquizofrenia: Análisis del discurso de los profesionales del equipo multidisciplinar de un hospital de Santiago de Chile
Revista Sul Americana de Psicologia, v1, n2, Ago/Dez, 2013
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TRATAMIENTO BIOPSICOSOCIAL
DE PACIENTES CON ESQUIZOFRENIA: ANÁLISIS DEL DISCURSO DE LOS PROFESIONALES DEL EQUIPO MULTIDISCIPLINAR DE UN HOSPITAL
DE SANTIAGO DE CHILE
Biopsychosocial treatment of patients with schizophrenia: discourse analysis of professional multidisciplinary team of a hospital in Santiago
de Chile
Tratamiento biopsicosocial de pacientes con esquizofrenia: Análisis del discurso de los profesionales del equipo multidisciplinar de un hospital
de Santiago de Chile
Nelson Cid – Universidad Católica Silva Henríquez Carolina Muñoz – Universidad Católica Silva Henríquez Jessenia Paredes – Universidad Católica Silva Henríquez Joaquín Saavedra – Universidad Católica Silva Henríquez
Endereço para contato
Nelson Cid Peña - [email protected] Carolina Muñoz - [email protected] Jessenia Paredes - [email protected]
Joaquín Saavedra - [email protected]
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Resumen
El presente artículo tiene como propósito dar a conocer el discurso del equipo multidisciplinar del
programa hospital de día vinculado al Hospital clínico San Borja Arriarán en Santiago de Chile, en
relación a la esquizofrenia, su tratamiento y la experiencia de los profesionales que trabajan en dicho
programa. Metodológicamente el trabajo investigativo se abordó desde la perspectiva cualitativa, donde la
recolección de información se realizó mediante entrevistas que luego fueron analizas a través de la
identificación de repertorios interpretativos. El principal hallazgo radica en la importancia del tratamiento
biopsicosocial en el proceso de rehabilitación que emerge del dispositivo terapéutico desprendido del
programa, dado que incorpora un trato humanizador hacia la persona con esquizofrenia, con el objetivo de
luchar contra la estigmatización y alcanzar su autonomía.
Conceptos clave: discurso; esquizofrenia; hospital de día; tratamiento biopsicosocial
Resumo
O presente artigo tem como propósito dar a conhecer o discurso de uma equipe multidisciplinar do
programa de hospital-dia vinculado ao Hospital clínico San Borga Arriarán em Santiago do Chile, em
relação à esquizofrenia, seu tratamento e a experiência dos profissionais que trabalham neste programa.
Metodologicamente o trabalho investigativo se dirigiu desde a perspectiva qualitativa, onde a coleta de
informações realizou-se mediante entrevistas que logo foram analisadas através da identificação de
repertórios interpretativos, os quais permitiram determinar como principal descoberta à importância do
tratamento biopsicossocial no processo de reabilitação que emerge do dispositivo terapêutico desprendido
do programa hospital-dia, posto que incorpore um tratamento humanizado para com a pessoa portadora de
esquizofrenia, com o objetivo de lutar contra a estigmatização e alcançar sua autonomia.
Palavras chaves: discurso; esquizofrenia; hospital dia; tratamento biopsicossocial
Abstract
This paper aims to present the speech of a multidisciplinary team that belongs to day hospital program
linked to the Clinical Hospital San Borja Arriaránin Santiago, Chile, in regard to schizophrenia, its
treatment and the experience of professionals working in the program. Methodologically the research
work was approached from the qualitative perspective, where data collection was conducted through
interviews which were then analyzed through the identification of interpretative repertoires. The main
finding is the importance of bio-psycho-social treatment in the rehabilitation process emerging from
therapeutic device detached from the program, since it incorporates a humanizing treatment for the person
with schizophrenia, with the aim of combating stigma and achieve his own autonomy.
Keywords: discourse; schizophrenia; day hospital; biopsychosocial treatment
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Introducción
A lo largo del tiempo, la enfermedad mental ha sido concebida de formas
distintas de acuerdo con el momento histórico y cultural en que se inscriba. Luego de las
ideas que la asociaban inicialmente a la posesión mágica y al pecado, y de los escasos
avances en el tratamiento y dignificación que se observaron en los primeros siglos de la
Modernidad, se puede hablar de un primer intento científico de elaboración teórica
sobre la enfermedad mental con el surgimiento del modelo médico de salud mental, el
cual sostiene que la etiología de las enfermedades mentales puede explicarse desde la
dimensión biológica. Posteriormente surgen movimientos que cuestionan la forma en
que las personas con trastornos mentales son tratadas, planteándose así una alternativa
de tratamiento más humanizadora. De esta forma, en el siglo XIX, Pinel promueve el
llamado tratamiento moral orientado a cambiar la actitud de la sociedad frente a los
enfermos mentales y buscando que ellos sean merecedores de tratamiento médico
(Feixas y Miró, 1993).
En el último siglo, los avances en la concepción y tratamiento de la enfermedad
mental, y en la dignificación de quienes la poseen son innegables. Asimismo, coexiste
mayor diversidad de concepciones -algunas hasta contrapuestas- que en el resto de su
historia. Esto no es necesariamente señal de desorientación sino más bien de la
relevancia que tiene dicho fenómeno para la comunidad interesada en su comprensión:
el concepto de enfermedad mental es en sí problemático y obliga a tomar posición
respecto de él; y prueba de ello es la existencia de orientaciones defendidas con gran
convicción que formulan una u otra explicación y tal o cual propuesta de solución.
Una breve y muy selectiva reseña de estas concepciones contemporáneas
permite distinguir, en primer lugar, a la psiquiatría moderna. Ella considera que la
mente no es simplemente un fenómeno biológico, de modo que, para la comprensión de
una enfermedad mental es también necesario considerar los estados subjetivos que son
propios de cada cual. Los manuales que caracterizan las enfermedades mentales, si bien
organizan los trastornos mentales y permiten un diagnóstico confiable, no son
suficientes para la comprensión de éstos, siendo necesario reconocer que hay ciertas
características esenciales que hacen que cada sujeto sea único (Kremer, 2011).
Paralelamente a la psiquiatría moderna, han surgido corrientes de pensamiento críticas
hacia ésta. Tal es el caso, por ejemplo, de la antipsiquiatría, que concibe los
diagnósticos de trastornos mentales como etiquetas estigmatizadoras aplicadas a
personas cuyas conductas son consideradas molestas o disruptivas hacia la estructura
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social (Arnau, 2005). Por otra parte, desde una posición posestructuralista, Foucault se
pregunta: “¿hay que internar a los psiquiatras?” (2005, p. 353). Tal interrogación
evidencia un juicio negativo a la práctica psiquiátrica que, según él, ha pecado de
vanidad en relación al tratamiento de los "locos". Para este autor, la psiquiatría se había
constituido en un organismo de coerción, y por tanto se debían revisar sus fundamentos
como disciplina de saber y poder.
Uno de los trastornos mentales que ha suscitado un interés particular por la
psiquiatría y otras disciplinas de la salud mental es la esquizofrenia, la cual no es ajena a
las distintas conceptualizaciones y propuestas descritas antes. Este cuadro afecta al uno
por ciento de la población mundial, con una aparición entre los 15 y 20 años de edad en
hombres y unos diez años más tarde en mujeres (Cohen, 2006). En Chile, la
esquizofrenia presenta una prevalencia de un 0,5% en la población mayor de 15 años.
Además, se estima una incidencia anual de doce nuevos casos por cada cien mil
habitantes. La tasa de muertes prematuras de pacientes con esquizofrenia se presenta en
alrededor del 1,87% (Ministerio de Salud [MINSAL], 2009).
Como se mencionó, la esquizofrenia ha sido parte del objeto de las discusiones
contemporáneas respecto de la concepción, tratamiento y dignificación de los pacientes
con trastornos mentales. Pero en particular respecto de este cuadro, una de las corrientes
que se plantean como divergentes de los modelos de intervención psiquiátrica clásica es
la de la psiquiatría comunitaria. Esta perspectiva afirma que la persona con
esquizofrenia no debe ser considerada como un ente pasivo receptor de un tratamiento
médico sino que es fundamental que se le conciba como un sujeto instruido. Así, al
poseer conocimiento acerca de su condición, podrá mejorar su comportamiento
neutralizando el miedo y la actitud defensiva, contribuyendo a incrementar su
autoestima, su confianza, y a reducir la discapacidad social y el riesgo de recaídas
(Goldman, 1988). Asimismo, la psiquiatría comunitaria sostiene que es fundamental
promover intervenciones que incluyan al núcleo familiar como un actor importante en el
proceso, y que además se potencie la psicoeducación con pacientes y sus familias en
relación con el manejo de los síntomas psicóticos resistentes o residuales, y con la
adquisición de habilidades sociales, ocupacionales y de la vida diaria.
Es con esta inspiración que en la esfera de la salud pública chilena se ha
formulado el Plan de salud mental que refleja las orientaciones de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) en cuanto a enfatizar el desarrollo de servicios comunitarios
de salud mental y el fomento de acciones preventivas y de intervención temprana, en
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donde usuarios, familias y organizaciones locales sean partícipes de un tratamiento
biopsicosocial, adoptándose así un modelo comunitario de acción terapéutica (Minoletti
y Zaccaria, 2005).
Incluso desde antes de la formulación de dicho plan, una de las iniciativas que
han hecho hincapié en las dimensiones descritas son los hospitales de día. Éstos surgen
como parte de un modelo comunitario de salud mental que busca evitar una concepción
estigmatizadora hacia las personas con enfermedades mentales y se propone luchar en
contra de la privación de sus derechos. Este tipo de programas atiende en forma
ambulatoria a pacientes, los cuales reciben un tratamiento biopsicosocial, es decir, una
intervención que pretende combinar el tratamiento farmacológico y psicológico, y la
inclusión de variables socio-familiares y personales, propuesta que coincide con las
directrices planteadas por el Estado en la materia (MINSAL, 2009).
El tratamiento en los hospitales de día es llevado a cabo por un equipo
multidisciplinario del área de salud mental: psiquiatras, psicólogos, terapeutas
ocupacionales, enfermeras, monitores y trabajadores sociales. Todos ellos comparten el
objetivo de poner en práctica un adecuado plan de tratamiento integral con los sujetos y
su entorno social más próximo. Para ello, es de suma importancia que cada profesional
cumpla con su rol tanto individual como al interior del equipo con el fin de lograr mayor
eficacia en el tratamiento (MINSAL, 2001).
Sumado a lo anterior, es posible considerar que las enfermedades mentales, y en
específico la esquizofrenia y sus modelos de tratamiento, se dimensionan como
constructos sociales que implican una toma de posición de los mencionados
profesionales de la salud, que es posible de ser develada gracias a la interpretación de un
conjunto de prácticas, que se expresan bajo aquellas reglas y normas que son posibles
de interpretar en el contexto de una conceptualización discursiva, la cual es objeto de la
presente investigación.
Así, el estudio del discurso permite profundizar en distintas dimensiones que
superan lo descriptivo: permite conocer cómo ciertas prácticas lingüístico-
comunicativas pueden operar con un estatus de realidad para los sujetos que las asumen
como propias; ayudan a dimensionar las consecuencias performativas que dichos
discursos tienen en los sujetos implicados; y por último, permiten instalar un nuevo
discurso que entrará en juego junto con otros para constituirse -o no- en una realidad
posible.
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Ahora bien, otro interés en esta investigación fue centrarse en el equipo
multidisciplinar del programa hospital de día. Un conjunto de profesionales de diversas
áreas del quehacer en salud mental, que tienen competencias distintas y -se supone-
complementarias, lo vuelve un fenómeno de interés para las ciencias sociales en la
medida en que las disciplinas de lo social han ido disminuyendo progresivamente la
delimitación cerrada y exclusiva de sus objetos de estudio e intervención. En este
sentido, profundizar en un equipo donde dichos cambios debieran hacerse realidad en
pos del cumplimiento de los propósitos del programa, permite observar empíricamente
lo que a nivel teórico se denomina la disolución de las fronteras de los objetos
disciplinares.
Vinculando lo señalado acerca del discurso y el equipo multidisciplinar del
hospital de día se obtiene otro motivo para configurar la presente investigación. Es
sabido que los discursos se naturalizan como verdades no por el mero hecho de ser
comunicados sino porque son puestos en juego por personas que tienen la capacidad de
que sus enunciados tengan alguna repercusión. En este sentido, los discursos de los
profesionales del programa, por el hecho de situarse en un rango jerárquico superior,
tienen consecuencias performativas y constitutivas de realidad al menos hacia los
pacientes esquizofrénicos y su entorno familiar. Si a ello se le agrega el hecho de que el
equipo del programa encarnaría en buena medida las directrices del Estado respecto de
la salud mental pública, el estudio de sus posiciones discursivas cobra aún mayor interés.
En concreto, la investigación ya configurada se realizó respecto de los discursos
que el equipo de profesionales tiene en tres áreas temáticas que se considera son los ejes
de dichos discursos: la esquizofrenia en sí, el tratamiento biopsicosocial que
proporcionan, y la experiencia profesional en el programa hospital de día. Para ello se
definió como escenario de investigación el Programa Hospital de Día del Hospital
Clínico San Borja Arriarán, el cual trabaja con personas esquizofrénicas entre otros
tipos de pacientes, cuenta con un equipo compuesto por distintos profesionales y se basa
en un modelo comunitario acorde con una visión de la salud mental de carácter
biopsicosocial.
Método
La investigación se sitúa desde una metodología cualitativa, es decir, que
pretende “sacar sentido de o interpretar los fenómenos de acuerdo con los significados
que tienen para las personas implicadas” (Rodríguez, Gil y García, 1999, p. 24). De esta
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manera, “los métodos cualitativos parten del supuesto básico de que el mundo social es
un mundo construido con significados y símbolos, lo que implica la búsqueda de esta
construcción y sus significados” (Ruiz Olabuénaga, 2009, p. 31).
Los participantes seleccionados fueron los diferentes profesionales de un equipo
multidisciplinar perteneciente al Programa Hospital Día del Hospital San Borja Arriarán,
compuesto por una psicóloga, una asistente social, un médico psiquiatra, una terapeuta
ocupacional, una monitora y una enfermera. Estos profesionales presentaron como
característica un tiempo de experiencia trabajando en el programa Hospital de Día, entre
2 y 10 años.
Como técnica de producción de información se consideró la entrevista
semiestructurada, la cual se presenta como una herramienta y técnica flexible, capaz de
adaptarse a diversas condiciones, situaciones y personas, permitiendo la posibilidad de
aclarar preguntas, orientar la investigación y resolver las dificultades que pueda
encontrar el sujeto entrevistado (Corbetta, 2007).
Para analizar la información obtenida se utilizaron los repertorios interpretativos,
que pueden definirse como dispositivos que las personas enunciantes usan para la
construcción de sus versiones sobre determinadas prácticas. Cada uno de estos
repertorios se forma por una serie de términos de manera específica, en donde se
desarrollan símbolos significativos ubicados en la retórica del discurso (Potter y
Wheterell, 1987). A su vez, estos repertorios se desarrollan en la comunidad lingüística
en la cual se encuentra inserto el sujeto, los cuales no son recursos individuales ni
inventados, sino parte integral de aquella comunidad (Gil, Guarné, Rodríguez, Vitores,
2005; Garay, Iñiguez, y Martínez, 2005).
Los repertorios interpretativos adquieren significancia debido a que atribuyen
especial énfasis en el lenguaje, y principalmente en la agencia humana con respecto al
uso de éste, dando la posibilidad de mayores opciones de construcción, y
deconstrucción de determinadas interpretaciones de la realidad social. Es por ello que
tanto repertorios interpretativos como discurso refieren al concepto de ideología, ya que
al ser parte de una comunidad inserta en determinados procesos históricos y culturales,
se desarrollan a la vez formas de entender lo normal y lo anormal, lo bueno y lo malo, la
enfermedad y la salud (Gil, Guarné, Rodríguez, Vitores, 2005).
En el contexto de esta investigación, los repertorios interpretativos se muestran
como parte de la noción de discurso del equipo multidisciplinar que con posterioridad se
analizó. El “primer objetivo de un estudio de este tipo es realizar codificaciones
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preliminares y, así, cribar un subgrupo manejable de datos de entre cientos de páginas
de la transcripción” (Wetherell, 1996, s/p en Potter y Wheterell, 1987). Dentro de estos
discursos se buscaron los patrones de variabilidad, que en palabras de Sisto (2003)
tienen relación con determinados eventos y creencias que pueden ser vistos de diversas
formas a través del discurso.
Resultados
Producto del análisis efectuado en las entrevistas a los distintos profesionales del
equipo multidisciplinar, se proponen seis repertorios interpretativos:
El Hospital de Día presenta limitantes en cuanto a su funcionamiento, sin embargo
los profesionales tienen la capacidad de sobreponerse a las situaciones adversas:
Dentro del discurso de los distintos profesionales se pudo constatar diversas
limitaciones que dan cuenta de un escenario de detrimento en las condiciones laborales
con las que tiene que lidiar el equipo multidisciplinar para llevar a cabo su trabajo. Entre
estas dificultades se encuentran: la falta de recursos tanto materiales como humanos y
una elevada necesidad de apoyo por parte del paciente, las cuales desembocan en un
desgaste laboral del profesional. Por otra parte, estas condicionantes no determinan el
accionar de los sujetos, ya que la voluntad con la que se trabaja permite el despliegue de
un conjunto de capacidades para aminorar estas limitantes y favorecer el proceso de
rehabilitación.
En el tratamiento biopsicosocial, el paciente es gestor en su proceso de
rehabilitación:
Este repertorio se asocia con la activa participación del paciente en el desarrollo
de su tratamiento, en donde éste no es visto como un mero receptor de las indicaciones
terapéuticas de los distintos profesionales que componen el programa hospital de día,
sino que adquiere trascendencia como co-gestor de las actividades, talleres y de su
propio tratamiento, con el objetivo de que desarrolle de manera óptima su autonomía, en
tanto un sujeto, un ser humano capaz de desenvolverse con normalidad en la sociedad,
siendo capaz de dirigir sus actos.
El hospital de día busca la transición entre la hospitalización y la reinserción
social, en el contexto comunitario de salud mental. Desde este punto de vista existe un
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debate en los distintos profesionales del equipo multidisciplinar, en relación a la
terminología con que se designa al sujeto que recibe tratamiento. Por ejemplo, algunos
usan el concepto de usuario, otros de cliente o paciente. Esto en última instancia
dependerá de la disciplina de cada profesional, y del grado de implicancia o
protagonismo que el profesional le dé al paciente en su proceso de rehabilitación. Sin
embargo, la mayoría de los integrantes del equipo aun cuando tienen discrepancias al
respecto, concuerdan en que el sujeto que es atendido en este programa debe tener una
participación activa y/o rol principal en su proceso de cambio hacia la integración social.
El equipo multidisciplinar apunta hacia una horizontalidad de las relaciones de
poder:
Frente a la necesidad de promover una relación que favorezca la comunicación,
y por sobre todo el establecimiento de vínculos con el paciente a favor de su mejoría,
los profesionales que integran el equipo multidisciplinar suscitan un trato humano en el
cual se plantea la concreción de objetivos compartidos, tanto por ellos como por los
mismos pacientes, buscando la inserción socio-laboral y la recuperación de las personas.
Así, se formula una relación equilibrada entre profesional y paciente, donde exista una
coparticipación, interacción y libertad de actuar del paciente, sin otorgarle un poder
absoluto a los integrantes del equipo multidisciplinar. De esta manera el poder sólo se
aprecia como una capacidad de control en las actividades que dirigen los profesionales,
pero que le entregan un grado de autonomía a los pacientes, permitiendo comprender
que el discurso de los integrantes del equipo multidisciplinar evita la jerarquía y el
posicionamiento de uno en desmedro del otro, considerando que las funciones requieren
tanto de la experticias de los miembros, del cumplimiento de un rol, como del trabajo en
equipo.
Los ejes de la rehabilitación del paciente con esquizofrenia consideran la
dimensión educativa, familiar y comunitaria:
Uno de los aspectos que diferencian al hospital de día de otras propuestas
terapéuticas en salud mental, específicamente en el tratamiento de la esquizofrenia, es
su trabajo con los ejes de educación, familia y comunidad. Tales esferas o dimensiones
de intervención son parte del proceso de reinserción social, en tanto el equipo
multidisciplinar en su discurso las releva como necesarias para un mejor tratamiento.
Pero es necesario considerar que la no intervención en dichas esferas, a su vez, acarrea
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una serie de limitantes derivadas, lo cual es representado como un obstáculo grave al
momento de hablar de buenos resultados en el programa hospital de día.
Los prejuicios de los profesionales respecto de la esquizofrenia se rompen en la
experiencia laboral:
Este repertorio da cuenta de las ideas preconcebidas de los profesionales antes de
su llegada al hospital de día, en las cuales priman sentimientos vinculados al miedo,
incertidumbre y preocupación por su integridad, tanto física como mental, debido al
poco conocimiento que poseían en aquellos tiempos, sobre el comportamiento de los
pacientes mentales del recinto. Pero a medida que se establecieron en la institución,
fueron minimizando sus temores y prejuicios, explicitando un cambio en su visión sobre
la esquizofrenia, basado en la experiencia que adquirieron, y la instauración de
relaciones con los sujetos que requieren su ayuda en el proceso de recuperación.
Uno de los principales objetivos del equipo de trabajo es des-estigmatizar a los
pacientes con esquizofrenia:
El equipo multidisciplinar tiene como uno de sus objetivos principales abordar
un conflicto que aunque no es propio de la esquizofrenia, sí está aparejado a ella y
reviste un grado de influencia tal que condiciona el desarrollo de esta patología y las
posibilidades de reintegración social de los sujetos afectados. Este conflicto está
asociado al estigma, un atributo negativo que se le da a una persona, una categorización
que afecta a su identidad social. Esto ocurre, entre otras cosas, porque la sociedad no
tiene conocimiento de la enfermedad, o si es que lo tiene, éste es vago, impreciso y con
ideas preconcebidas que se asocian a este trastorno, con conceptos tales como, “locura”,
“violencia” y “muerte”, los cuales originan miedo, rechazo y sesgo, restándole agencia
social a la persona con esquizofrenia, en tanto ser humano. Tales condicionantes en
última instancia repercuten en que el mismo paciente, por miedo, no busque ayuda para
rehabilitarse, saliendo del colectivo y cayendo en el ostracismo.
Discusión
En nuestro interés de conocer el discurso de los profesionales que integran un
equipo multidisciplinar, hemos conseguido dilucidar que este equipo cumple con el
objetivo que apunta a la recuperación de los pacientes con esquizofrenia, tomando como
base lo planteado por el Ministerio de Salud (2001). Además se promueve la autonomía
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de los pacientes al considerarlos sujetos capaces de desarrollar diversas habilidades para
integrarse en la sociedad. Esto se logra mediante un tratamiento de enfoque
biopsicosocial que se enmarca en una perspectiva comunitaria de salud mental,
complementando aspectos psicológicos, sociales, familiares, ambientales y biológicos.
Es por ello que resulta necesario otorgar un tratamiento que integre las
mencionadas variables y de este modo abarcar la totalidad del sujeto, considerando
además sus particulares estilos de vida, los que requieren un plan de trabajo
individualizado que tome en cuenta la evolución y manifestación de la enfermedad, la
que se presenta de manera diferente en cada persona. De esta manera las intervenciones,
según el discurso de los profesionales del equipo multidisciplinar no deben ser
generalizadas. Tal punto coincide con las orientaciones del Ministerio de Salud (2001)
relacionadas con la forma de tratamiento que ha de entregarse a estos pacientes y de esta
manera romper con aquellos modelos de atención estandarizados que reducen al
individuo a un mero conjunto de signos y síntomas.
Este plan de trabajo lo desarrolla un equipo de profesionales perteneciente a
distintas disciplinas que en su conjunto representan la esencia de este modelo
biopsicosocial, es decir, la integración de las competencias de cada profesional bajo el
alero de un objetivo común, que rescatando lo planteado por Olivos (1984), es lograr la
transición desde una hospitalización cerrada hacia la reinserción social del sujeto.
Dichas competencias profesionales pueden desplegarse con mayor libertad en el
programa hospital de día, logrando abrir paso hacia una nueva forma de trabajo
profesional, no individualizando la labor terapéutica en una sola imagen de autoridad, o
estableciendo jerarquías que reflejen el poder de una profesión por sobre la otra. De allí
el trabajo en equipo como una de las formas representativas de este tipo de institución,
donde el poder es compartido, no existiendo exclusión de ningún miembro del equipo
en la toma de decisiones; siendo un ejemplo de ello, que el diagnóstico, las actividades
y tipo de intervenciones se realizan en conjunto, y no por un profesional en particular.
Por otra parte, el conjunto de creencias que comparte el equipo del hospital de
día en relación a la importancia del tratamiento biopsicosocial, en determinados
momentos entra en conflicto, debido a que existen profesionales que consideran que su
labor se ve interferida por los procedimientos de las otras disciplinas que integran este
enfoque comunitario. Ejemplo de ello, es la visión de que hay pacientes que van
“dopados” a los talleres, por tanto, éstos no cumplirían con su propósito de promover la
adquisición de habilidades y recursos por parte de los usuarios. Ello se ve contrastado
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con aquellas teorías clásicas que consideraban en primera instancia la medicación como
única alternativa de tratamiento para los trastornos mentales. Esta situación refleja dos
posturas que ven de manera diferente el camino para lograr el objetivo de la
rehabilitación. Sin embargo, lo que se puede rescatar de ambas es la importancia que le
asignan a la rehabilitación del paciente, facilitando una acción conjunta, cooperación y
un grado de convivencia agradable entre los miembros del equipo.
En cuanto a la temática del poder, los profesionales manifiestan no ejercer
dominio sobre los pacientes, refiriendo que más bien ejercen un rol de guía entre la
instauración y la aplicación de una actividad terapéutica. Esto da cuenta de que no
existe un ejercicio de poder centralizado en una sola figura, sino que está distribuido,
donde no se presenta la exclusión de algún miembro del equipo ya que el aporte que
brindan desde su disciplina es fundamental para la consecución del logro de
determinadas metas terapéuticas. En particular esta situación puede contrastarse con la
teoría de Van Dijk (2008) en relación al poder, ya que el hospital de día en tanto una
institución de salud tendría la capacidad de influir con sus decisiones profesionales en el
destino de sus pacientes, en el control y conocimiento de sus prácticas, pero dicha
ostentación quedaría soslayada por cierto grado de deseabilidad social que dentro del
discurso del equipo aboga por la igualdad y la horizontalidad de las relaciones. Lo
anterior, dice razón de que la mencionada concepción de trabajo común y horizontal
entre los profesionales, no necesariamente implica la no existencia de conflictos y lucha
de intereses personales y disciplinares en determinados momentos, los cuales de
presentarse, serán mediados en instancias de resolución de conflictos, como son las
reuniones de equipo que se realizan periódicamente en el Hospital de Día.
Considerando lo anterior se destaca la relación existente entre profesional y
paciente dentro de este recinto, donde lo más importante es entregar un trato
humanizador, lo que coincide con los postulados del tratamiento biopsicosocial
propuestos por Engel (en Vargas, s/f). Dicho tratamiento en términos generales
permitiría al paciente desplegar acciones en pro de su tratamiento, es decir, otorgarle un
rol activo en su proceso de rehabilitación, participando en conjunto con el equipo de
profesionales de la toma de decisiones tales como la creación y planificación de talleres
que aspiran al desarrollo de habilidades ocupacionales, que le sirvan al paciente para la
búsqueda y mantención de un empleo, disminución de las disfunciones interpersonales,
minimizar su aislamiento y aumentar las posibilidades de éxito en su establecimiento de
vínculos. Esto hace de este hospital de día en particular un dispositivo de salud mental
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distinto a los hospitales psiquiátricos tradicionales, los que históricamente han
entregado un tratamiento de enfoque biomédico que ve al paciente como un mero
receptor de medicamentos, donde no tiene la más mínima implicancia en su proceso de
recuperación, siendo víctima de técnicas de normalización que atentan contra su
integridad y personalidad, aislándolo y privándolo de libertad.
No obstante, el modelo antipsiquiátrico de Cooper (1974) que hace una crítica
manifiesta a la internación, se vería de cierto modo refutado por el discurso del equipo
del hospital de día, ya que los hospitales psiquiátricos de la actualidad no representan un
dispositivo necesariamente negativo para la rehabilitación del paciente, pues se
desarrollan como una instancia previa a futuras mejoras. Es decir, es el dispositivo en
donde se tratan fases más críticas de la esquizofrenia que requieren de hospitalización,
en donde en un futuro el paciente ya compensado podrá incorporarse al programa
hospital de día para seguir con su rehabilitación, sobre la base de un modelo de redes en
atención en salud mental. Ello se representa como una base para el progreso del objetivo
de la rehabilitación que responde a lo que Betancur (1994) llamará modelos integrativos
en esta área, pues de lo contrario se tendería a reducir la complejidad del trastorno de la
esquizofrenia y del tratamiento hacia los pacientes limitando las posibilidades de acción
e intervención.
Otro de los puntos a tener en cuenta es que el hospital de día debe estar abierto a
la contingencia, siendo flexible al momento de modificar lo planificado frente a una
problemática emergente. En este sentido, el relato de uno de los profesionales es
clarificador, cuando en su discurso refiere que puede tener estructurada una actividad,
un taller, pero si llega un familiar con una crisis o problema se debe abandonar lo
organizado y atender la emergencia del momento. Igualmente en el caso de la terapia
con los pacientes, si existe una descompensación propia de la enfermedad, la actividad,
el curso o el taller que se esté realizando pasa a segundo plano, cambiando las
prioridades bajo la premura del momento.
En lo relativo a la convivencia, es importante enfatizar que tanto los pacientes
como los profesionales que interactúan a diario en el hospital de día, desarrollan un
sentimiento de arraigo con el lugar, ya que comparten experiencias en las cuales se
establecen relaciones de cercanía, de apoyo y contención, donde muchas veces se
involucran sentimientos y emociones que trascienden las relaciones formales y
protocolares entre paciente y terapeuta, lo cual disminuye el autismo y el aplanamiento
afectivo que según Bleuler (citado en Silva, 2000) son característicos del trastorno de la
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esquizofrenia. Este tipo de vínculos facilita la construcción de un discurso común, un
nosotros, lo cual concuerda directamente con los objetivos que plantea el Ministerio de
Salud (2001) en relación al programa de Orientaciones Clínicas para el
Funcionamiento de los Hospitales de Día en Psiquiatría, sobre el tipo de relaciones que
han de establecerse en el contexto del citado programa.
Para concluir, y a modo de reflexión, es posible referir que las personas que
padecen de alguna enfermedad mental a menudo se ven enfrentadas ante dos problemas
que merman la recuperación y prolongan el estado crítico de los sujetos. El primero
tiene relación con la sintomatología de la propia enfermedad y el segundo es la actitud
que adopta la sociedad hacia ellos. Por lo general esta actitud es negativa y pone a las
personas en peligro de exclusión, dejándolas fuera de todo beneficio y oportunidades
sociales. Estas actitudes negativas que se encuentran presentes en la sociedad, por lo
general están relacionadas a la ignorancia y a la falta de información que existe sobre
las enfermedades mentales, lo cual favorece la aparición del estigma.
Este escenario pone en discusión la temática referida a las actuales políticas
públicas de salud mental en Chile, las cuales pretenden implementar una red territorial
de servicios comunitarios tales como los hospitales de día, que entregan un tratamiento
de enfoque biopsicosocial favoreciendo el desarrollo personal y social del paciente con
esquizofrenia. Sin embargo, tal como lo refieren documentos del mismo Ministerio de
Salud, esta institución no destina los suficientes recursos tanto materiales como
humanos para el buen funcionamiento de éstos (Minoletti y Zaccarias, 2005).
Lo anterior se pudo ver reflejado en el discurso del equipo multidisciplinar del
recinto hospitalario, el cual posee un número reducido de profesionales para llevar a
cabo el tratamiento biopsicosocial, específicamente uno por cada disciplina, lo cual
genera un desgaste en dicho equipo y un alto porcentaje de licencias médicas asociadas
al estrés laboral, dificultando el trabajo que se realiza a diario en este recinto, ya que el
grupo se ve incompleto.
A pesar de todas estas dificultades, el programa hospital de día es un gran
avance para el tratamiento de enfermedades mentales severas, ya que se presenta como
una alternativa a los hospitales psiquiátricos tradicionales, rescatando la esencia de
trabajar en conjunto con el paciente, otorgándole un rol protagónico en su proceso de
recuperación. Por esta razón, es imperioso continuar desarrollando este tipo de
programas, fortaleciendo las redes territoriales ligadas al modelo comunitario de salud
mental, las cuales permitan la construcción de un mayor número de hospitales de día, de
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tratamiento integral que le entregue las herramientas necesarias para desenvolverse de la
mejor manera posible en nuestra sociedad.
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Submissão: 18/02/2013 Última revisão: 20/03/2013 Aceite final: 02/04/2013