the novel as cryptogram, nlr 95, september-october 2015

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  • 7/25/2019 The Novel as Cryptogram, NLR 95, September-October 2015

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    NEWLEFTREVIEW95

    noviembre - diciembre 2015

    SEGUNDAPOCA

    ARTCULO

    Wolfgang Streeck Por qu el euro divide a Europa?

    NUEVAS MASAS

    Zhanna Andreasyan Protestas por el precio dely Georgi Derluguian combustible en Armenia

    Daniel Finn Las guerras del agua en Irlanda

    ARTCULOS

    Paik Nak-chung El doble proyecto de la modernidad

    Fredric Jameson Una relectura de Vida y destinoClaudio Magris La novela como criptograma

    CRTICA

    Dylan Riley La propiedad guiando al pueblo?

    Emilie Bickerton Just Remember This

    Tony Wood Las vidas de Dzhugashvili

    Robin Blackburn Oro blanco, trabajadores negros

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    claudio magris

    ES CONCEBIBLE LA NOVELA SIN EL

    MUNDO MODERNO?

    En una pgina de su diario, Benedetto Croce recoge la visita

    del escritor de novelas Moravia1. La nota posee una incon-fundible malicia, ese humor brutal, sagaz y capaz de golpearde lleno, que sigue siendo quiz la faceta ms genial y dura-

    dera de don Benedetto; el puntilloso calicativo, escritor de novelas,

    es tambin y sobre todo un rudo redimensionamiento de Moravia y unaimplcita limitacin de su importancia y de su fama, como si el nombreMoravia no fuera de por s suciente y fuera preciso, al igual que para

    cualquier otro visitante annimo, especicar su profesin o cualquier

    otro elemento para conferirle una identidad. La denicin, adems, nosuena como un cumplido. De por s neutra, como el dato de un pasa-porte, parece casi reduccionista, indicativa de una actividad honesta yapreciable, aunque solo sea por benevolencia, pero no particularmentebrillante y en todo caso situada a un nivel no elevado de la vida del esp-ritu: ms el ejercicio de una funcin prctica til, s, desde el punto devista dialctico que una creacin de poesa, de aquello que para Crocees la poesa.

    Ciertamente, Croce ha amado algunas novelas y las ha sabido inter-pretar, pero la novela como tal ha seguido siendo, fundamentalmente,extraa a su esttica y a su crtica; no por casualidad, porque la novelaes expresin de aquella modernidad radical, de aquel mundo modernoque Croce celebraba como armacin y progreso del espritu la historia

    como historia de la libertad, el liberalismo emancipado de dogmatismosreligiosos y polticos, etctera, pero contra el que su naturaleza ms

    ntima se rebelaba. Era incapaz de comprender y compartir las nuevas

    1 Esta es una traduccin de pensabile il romanzo senza il mondo moderno?, enFranco Moretti (ed.), Il romanzo, vol. 5, Roma, 2003.

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    formas de ser y de sentir, esas transformaciones de la sensibilidad y dela subjetividad en sus relaciones con el mundo: la polvorienta, pardica,incluso degradada pero tambin radicalmente nueva e intrpida odisea.

    La novela nace y crece cuando se desintegra aquella civilizacin agrariay aquel orden feudal, espejo de perennes o al menos, antiqusimasestructuras del ser que siguieron siendo las categoras esenciales de lafantasa y del gusto de Croce, de su forma de mirar y vivir el mundo yde dar sentido a su evolucin. En el plano poltico, Croce exalta a la bur-guesa, que ha destruido los cnones clsicos propios del mundo agrarioy creado y amado la novela, pero en el plano esttico l contina siendocompletamente extrao e insensible a la moderna prosa del mundo

    que, como habra podido ensearle su querido Hegel, constituye lapremisa y la esencia de la novela. Croce sabe vivir y lo hace con unainteligencia libre de prejuicios como contemporneo la vida moderna,pero no as la cultura, el arte o la literatura, es decir, el mundo a travsdel cual los hombres viven la vida y, por lo tanto, tambin la polticamoderna. Es un aguerrido contemporneo de Mussolini y de Lenin,pero no de Kafka.

    Es imaginable la novela sin el mundo moderno? La novela esel mundomoderno; no solo no podra existir sin l, como no puede darse una olasin el mar, sino que en ciertos aspectos se identica con l, es su expre-sin mudable, al igual que la mirada o el contorno de una boca son laexpresin de un rostro. Cierto, el trmino novela procede de la EdadMedia y ah estn tambin las novelas griegas, pero se podra decir queestas, en la medida en que merecen o justican este nombre, presentan

    ya aunque sea solo de forma embrionaria y con todas las caractersticasculturales, sociales y estilsticas de su poca esos caracteres de moder-nizacin (para bien y para mal) y de ambivalencia que son propiamentela marca de la novela: su conexin con la disolucin de la pica, la ambi-valente simbiosis entre la crisis de una determinada cultura literaria ylas innovaciones tcnicas, donde los vestigios del universo pico sonremodelados y recompuestos en nuevas estructuras, y el ocaso de losvalores antiguos coexisten con la impetuosa construccin de una nuevarealidad; una mezcla de estrategias narrativas populares, por entregasy en feuilletons, que cautivaron al pblico de la antigedad tanto como

    cautivaran despus a la burguesa; y una fusin polifnica de gneroscultos y vulgares y, especialmente, de registros y temas. Entonces, denuevo, el n del mundo antiguo se antoja cada vez ms como un reejo

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    del n del moderno (y quiz del posmoderno?) y la elusiva inminencia

    de algo radicalmente diferente que podemos sentir, aunque todava nodenir ni tampoco imaginar.

    La primera novela en sentido propio es la inconmensurable Don Quijotede la Mancha, que segn Dostoievski habra bastado, por s sola, parajusticar a la humanidad ante los ojos de Dios. Partiendo de su modelo,

    siglos ms tarde, el romanticismo inventa y codica la novela como

    expresin por excelencia de la modernidad. En Don Quijote, el epos yla fe en el eposconrman su defuncin, su condicin de ilusin, perosin dejar por ello de recorrer los destartalados caminos en ruina de esemundo como si estos fueran bosques encantados, densos de poesa y de

    signicado. La novela nace con esta desilusin y con esta desengaaday paradjica resistencia. Don Quijotees la epopeya del desencanto, queconserva en prosa triunfal, al menos al principio, ecos y resonancias dela poesa de la epopeya.

    El gran estilo pico escribe Hegel consiste en el hecho de que laobra parece cantarse a s misma, presentndose como autnoma, sinque se tenga en la cabeza el nombre del autor; Homero es uno, nadie

    y muchos. El hroe del eposy con l, el autor siente que vive en unmundo lrico, es decir, sensible y concreto, rico en signicantes y enpoesa como los bosques del mito antiguo, poblados por los dioses. Es lacondicin originariamente potica del mundo, como la llama Hegel,en la cual los valores, las normas ticas, la unidad de la vida no sonsentidas por el individuo como algo impuesto desde fuera, sino como siestuvieran soldadas a su disposicin anmica, que ignora toda escisin.

    El sujeto se siente en armnica e inocente unidad consigo mismo y conla vida, que se le antoja repleta de sentido. La multiplicidad de las cosasparece unicada en un orden superior, iluminada por un signicado

    que conere a todo un valor insustituible y transforma, como quera

    Don Quijote, una baca comn de barbero en el yelmo de Mambrino,nico e irrepetible.

    Esta condicin originariamente potica termina, segn Hegel, conla moderna era del trabajo, un estadio adulto que prescribe nes obje-

    tivos que el individuo debe jarse aunque sea contra su individualidad,adecundose al progreso social que exige su especializacin, es decir, larestriccin de su desarrollo personal, la renuncia a la formacin completa

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    de su personalidad, en favor de una potenciacin unilateral de su especiali-zacin profesional. Cuando esta escisin se instaura, las determinacionesuniversales que guan la accin humana dice Hegel dejan de formarparte del alma del individuo y se yerguen ante l como una constriccin

    extraa, como un ordenamiento prosaico de las cosas.

    La abstraccin y la mecanizacin del trabajo parecen desempoderar alsujeto, contraponiendo a su poesa del corazn a su exigencia de viviruna vida verdaderamente suya, experiencias irrepetiblemente individualesy signicativas la prosa del mundo, la annima red de relaciones socia-les, en la cual los individuos se sienten simplemente un medio dentro deun mecanismo social cuyos nes se les escapan. Hiperin, el hroe de la

    novela-poema de Hlderlin, que suea con el renacimiento de la Greciaclsica en una nueva civilizacin que sea a la vez ms armoniosa y msntegra, nos habla de una vida cortada de raz, del hombre que lo era todoy debera, y volver a serlo, pero que, sin embargo, no es nada.

    La novela nace del triunfo de la prosa del mundo, percibida y ar-mada loscamente como una ruptura histrica radical, una alteracin

    devastadora de la sociedad y de la relacin entre los hombres, de su vida

    y de la narracin de su vida. Se trata de un vuelco metafsico de la his-toria, en el que la negacin y el eclipse de la metafsica misma es unelemento bsico. Para la modernidad es esencial el dominio sobre la

    historia y la naturaleza; se trata de un proyecto para moldear y dirigirsu desarrollo. Cualquier n que se proponga un proyecto as inducir

    siempre un sentimiento concreto vertiginoso hasta la exasperacin dela mutabilidad de todo lo que una vez pareci al menos en relacincon los tiempos histricos del hombre eterno e inalterable. De formagradual, las pasiones y las percepciones, la conciencia y la razn de laspersonas pasan a estar sujetas al cambio, y as tambin sus cnones debelleza y poesa. La novela es el signicante perfecto de esta transfor -macin universal, que destruye todo orden clsico, toda belleza poticaperenne, y que no permite ya creer que el sol de Homero siga brillandosobre nuestras cabezas. No es difcil entender por qu la novela no eraun gnero literario particularmente del agrado de Croce, para quien laalternativa poesa-no poesa tena un carcter inmutable.

    La novela es el gnero literario que representa al individuo en la prosadel mundo. El sujeto se siente en un principio extrao en la vida, divi-dido entre su nostlgica interioridad y una indiferente y desconectada

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    realidad exterior. La novela es a menudo la historia de un individuo quebusca un sentido que no existe, es la odisea de una desilusin. Hegel,sin embargo, albergaba esperanzas de que la novela llegara a convertirseen la moderna epopeya burguesa, cuyos protagonistas, una vez superada

    la adolescente exigencia de la poesa del corazn, se insertaran juiciosa-mente en la concatenacin del mundo, subordinndose a la prosaicarealidad de aquellas relaciones sociales que al principio los haban cons-ternado. El conicto entre el individuo y el curso del mundo deba as

    dar paso, tras superar las horcas caudinas del desencanto y la depre-sin subjetiva, a un eplogo positivo, al reconocimiento de una totalidadsocial en la que integrarse y a la aceptacin consciente del duro precioel desempoderamiento del individuo que el progreso histrico exige.

    Antipica

    La moderna epopeya burguesa inspirada en esta fe dialctica no selleg prcticamente a materializar. Una de sus realizaciones no dema-siado relevante podra ser, por ejemplo, paradjicamente, la novelarealista socialista o estalinista, que representar la edicacin de un

    mundo pico, colectivo la revolucin, la sociedad comunista, los planes

    quinquenales, capaz de conferir signicado a la vida de los individuossometidos a l, aunque en el nterin sean aplastados.

    Ms que producir la epopeya moderna que esperaba Hegel, la novelamoderna se convirti en la pica del desencanto, de una existenciafragmentada y desintegrada. Quiz nicamente la novela del sigloxviii, anterior a la Revolucin Francesa, revele un carcter de epopeyamoderna, que acepta hasta el nal la prosa del mundo y encuentra

    incluso un margen para la propia aventura vital, emancipada de todocdigo de valores. El Tom Jonesde Fielding es una autntica epopeyaburguesa, una jubilosa correspondencia entre un sujeto sin valores yun mundo sin valores, que se ofrece una y otra vez a los deseos sinlmite del protagonista y a los saludables conictos que surgen de ah.

    Los personajes de Defoe en primer lugar, Moll Flanders, la indestructi-ble cortesana construyen su mundo y gozan de l conados a su propia

    energa vital, que se arma precisamente gracias a la indiferencia y a la

    intercambiabilidad de los valores, que se adoptan o se descartan como

    si fueran prendas de vestir. Esta epopeya moderna se basa en la con-anza en que la lucha despiadada y la competencia universal darn lugar

    a una mayor libertad.

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    Entonces, la mano invisible de Adam Smith, diosa de un mundomoderno regido por la ciencia triste de la economa, puede decirseque gobierna el universo novelesco como antao los dioses del Olimpoy por encima de ellos, el destino gobernaban el universo de la pica?

    Tambin en este caso el orden de las cosas y su resultado nal no estndeterminados de antemano. El mismo Adam Smith, por otra parte,utiliza la metfora de la mano invisible como ha demostrado GiorgioGilibert menos de lo que se cree (tres veces); y aunque ciertamentetena conanza en cuanto a su operar, su fe en ella no era tan incondi-cionalmente optimista como se tiende a suponer.

    Segn el diagnstico de Fichte, que mucho ms tarde Lukcs desarrolla-

    ra de manera brillante, la novela fue el gnero literario de una poca, lamoderna, que Fichte dene como la era de la culpa, del pecado consu-mado, o bien de la libertad vaca, del conicto feroz que disgrega cualquier

    posible orden, de la lucha egocntrica y despiadada de todos contra todos,de la anarqua de los particulares desarraigados de toda totalidad.

    Aunque Fichte tiene fe en el advenimiento nal de una era emancipada

    y de redencin, siente la Edad Moderna como la encarnacin de una

    contradiccin insuperable, y la culpa que deriva de esa contradiccines la fuente del mejor arte moderno y, sobre todo, de la gran novelamoderna. El sentido de culpa, la condicin pecaminosa, no conciernede manera moralista al individuo concreto, sus acciones privadas de lasque l sera subjetivamente responsable, sino a la condicin histricageneral, la imposibilidad objetiva de instaurar valores y de encontrar unsentido a la vida, al caos y a la angustia del mundo. El individuo experi-menta el sentimiento de vivir en un mundo cado y vive este sentimientosuyo como culpable: tal y como les suceder a los personajes de Kafka,que se sentirn culpables por su incapacidad para liberarse de su propiacondicin de debilidad y de futilidad, por su impotencia para resistir almecanismo del mundo que los amenaza y por su inadaptacin ante lafuerza creadora y al mismo tiempo destructiva de la existencia.

    La melancola, la deprimente sensacin de sentirse vctima, se vive comoculpa. Este sentimiento de culpa no desconoce el progreso y sus con-quistas ni recurre a idealizaciones nostlgicas y falsas de la antigedad,

    sino que subraya el nexo estrechsimo que se da entre el progreso y laviolencia de las transformaciones que lo realizan, as como el peligro quese cierne sobre el individuo, que puede verse destronado y engullido enun anonimato amorfo.

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    Extrao a la vida, desarraigado y desacompasado con los tiempos,el arte asume esta anttesis con respecto al mundo, a la vez que caepresa de l. La modernidad est marcada por la falta de un cdigotico o esttico, de valores fundacionales que puedan dar sentido y

    unidad a una existencia proteica que adopta la apariencia de unosobjetos desconectados, dispares y ordenados al azar. La novela nacede esta desconexin y la reproduce. Es una ciudadana ms de esametrpolis que se ha convertido en emblema de la modernidad y ale-gora de la caducidad, de un tumultuoso progreso que transforma elmundo y edica realidades ciclpeas, pero que tambin y sobre todo

    va dejando ruinas tras de s.

    La novela es con frecuencia una mezcla de celebracin y crtica de lamodernidad, pero lo relevante es que esta ltima pasa a ser en todo casosu respiracin, la circulacin de su sangre. La novela es al mismo tiempola despiadada representacin y la manifestacin del nuevo demonio delmundo moderno, el consumo. Es el gnero literario burgus por exce-lencia, y la burguesa es creadora y protagonista del mundo modernoy de su nexo de produccin y consumo; produce y consume novelas,conforme a un ciclo y un ritmo en el que es difcil decir como, por otra

    parte, sucede con toda la actividad del nuevo homo oeconomicus si es lademanda la que condiciona la oferta o es al revs. La burguesa escribeGiuliano Baioni vive directamente la inestabilidad de la modernidad,esa variabilidad de la vida histrica subrayada por Simmel.

    La novela criatura y voz de esta inestabilidad introduce la literatura enel mecanismo del consumo y de la competencia, es decir, en el mercado,realidad exquisitamente moderna. En su genial ensayo Sobre el estudiode la poesa griega(1797), Friedrich Schlegel observ que para los moder-nos la belleza y la objetividad de las formas clsicas haba dado paso alo interesante, es decir, cualquier cosa que fuera nueva y excntrica,capaz de estimular los cada vez ms sosticados gustos de los consumi-dores con sorpresas cada vez ms estimulantes, as como un drogadictonecesita constantemente dosis cada vez ms fuertes y en combinacionesnuevas. Inventor del romanticismo, Schlegel teoriza de esta forma tancontempornea sobre el arte de vanguardia, con sus experimentosque han de ser necesariamente cada vez ms radicales, y la pro-

    duccin en masa, cuyos procesos resultan necesarios a los nuevostiempos. La novela (solo hay que pensar en lo que le sucedi a la ccin

    romntica promovida por Schlegel) asume radicalmente el consumo

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    como destino de la modernidad y se integra, a diversos niveles, en elmecanismo de lo interesante: de lo interesante al por mayor a lo msrenado y a lo ms poticamente grandioso.

    Al hacerlo, asume tambin, convirtindolo en su estructura profunda,lo efmero, lo pasajero y lo melanclico como el nuevo sentimiento deltiempo, caracterstico de la modernidad; la conciencia peculiar, nuevarespecto a la tradicin precedente de lo efmero, de la caducidad, deltiempo entendido como melancola. La moda un tema principal enManon Lescauty en muchas pginas de Goethe, por citar tan solo algu-nos ejemplos combina la seduccin con la caducidad, erosy articio, entanto que sustancia inestable de la vida. De este terreno surgirn obras

    maestras de la literatura universal, de El rojo y el negro a Niels Lyhne,de Oblomov a La educacin sentimental: grandes odiseas del individuomoderno, expatriado de toda trascendencia, sujeto a un tiempo sin reali-zacin, a una vida que no es ms que evanescencia.

    La excepcin austriaca

    La novela es tambin impensable sin la nueva funcin del dinero, que

    nace con el ascenso de la burguesa. El dinero se convierte en un prota-gonista de la literatura, especialmente la narrativa; la gran novela inglesadel siglo xviiipor poner solo un ejemplo articula su aventura tambinatendiendo a la nueva cualidad del dinero, al ritmo de su circulacin,a su movilidad y a su uidez, que transforman la existencia, derriban

    fronteras y levantan otras, despedazando y forjando cadenas. El dineroparece correr como la sangre en las venas, hasta confundirse con la vita-lidad misma, con las pulsiones del individuo arrancado de la tradiciny a merced del mundo, que lo eleva o lo arrastra consigo. En un pasajedel Faustode Goethe reconoci Marx uno de los primeros ejemplos dela nueva naturaleza demoniaca del dinero, una visin de la esencia delcapitalismo, donde el dinero no simplemente permite la adquisicin debienes, sino que transforma a sus usuarios, establecindose as en unaforma de ser, capaz de convertir cualquier cosa incluidos los valores ylos sentimientos en cualquier otra, al ser el medio de una intercambia-bilidad universal. En Defoe, Goethe o Balzac, por citar tan solo algunosnombres, el dinero y sus mltiples usos (consumo, inversin, especu-

    lacin) son inseparables de la seduccin y la violencia que la literaturacon sentimientos y juicios diferentes segn los autores, las pocas y lassituaciones va dibujando al contar la vida, el encuentro y el desencuen-tro entre el individuo y la realidad.

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    La nueva concepcin del dinero es inseparable del gnero literario porexcelencia que narra esta modernidad capitalista, que no es otro quela novela. Esta ltima se convierte en un fenmeno de mercado, conbestsellerscomo Robinson Crusoeo Las desventuras del joven Werther, ini-

    maginables en el pasado. Pero, por encima de todo, la nueva ccininterioriza el mercado como su estructura propia. La excepcin a estoes la literatura austriaca, en la que este sentido del dinero est casi com-pletamente ausente. En Viena, la economa, a pesar de ser el objeto degrandes escuelas de pensamiento, desde la poca de Mara Teresa hastael siglo xx, nunca adquiri el estatus de Weltanschauung, y no dej de serno obstante su alto grado de complejidad cientca un descendiente de

    la crematstica aristotlica, el arte de hacer cuadrar los balances, arte re-

    nado de aprender con rigor y necesario, pero para crear las premisas quehacen posible la realizacin de valores que no pertenecen a la economa.En la literatura austriaca del siglo xix, el dinero es exorcizado, gastadoen una taberna, cobrado como una pensin, inmovilizado en una nca

    rural; jams se invierte, nunca se convierte en una sustancia viva, comos sucede para los personajes de Balzac o para la liberadora y devasta-dora actividad empresarial de Fausto. De manera que no es casual queen la literatura austriaca del siglo xix, que era rica en otros aspectos,

    haya poco o nada en materia de novelas. La cultura austriaca, que en elsiglo xixpermanece con frecuencia atrasada con respecto a las grandeslosofas de la modernidad, imbuidas de la fe en el progreso inmanente

    a la historia, se convierte en una cultura de vanguardia cuando estamodernidad fuerte, con sus losofas sistemticas tendentes a aferrar y

    a ordenar en grandes sntesis la totalidad del mundo, entra en crisis. Lacultura austriaca pasa entonces a ser una avanzadilla y un sensibilsimosismgrafo de la crisis (Viena en tanto que estacin meteorolgica deln del mundo, dir Karl Krauss), un laboratorio del anlisis intermi-nable que descompone cada unidad, empezando por la del individuomismo; un observatorio de la incertidumbre, de la indeterminacin, delcaos probabilstico que marcan la civilizacin contempornea.

    La literatura austriaca producir entonces grandes novelas-antinovelas.No frescos sociales, sino frescos de la desintegracin del tejido social yde toda unidad, incluida la del yo: las obras maestras de Musil, Kafka yotros gigantes. La cultura austriaca est ms atenta a la fenomenologa

    de lo moderno cuanto menos dispuesta est a aceptar sus pretensionesglobales; por ejemplo, nadie ha entendido mejor que Karl Krauss lapotencia meditica y la transformacin de los medios de comunicacin,

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    pero precisamente por ello esa cultura se negaba a creer que la lecturade los peridicos pudiera ser el sustituto de la oracin matutina, comoquera Hegel, por mucho que hubiera ya dejado de practicar tales rezoso hubiera olvidado a quin dirigrselos. Precisamente por esta razn, la

    cultura austriaca demostr ser una tan sutil intrprete de la crisis de lamodernidad fuerte, cuando sus certezas se desintegraban en la incerti-dumbre, la indecisin y la virtualidad; cuando al sentido de la realidadque a menudo absolutiza la realidad presente como la nica imagina-ble se le contrapuso, con Musil, el sentido de la posibilidad, la idea deque las cosas bien podran ser de otra manera.

    Signifcado y totalidad

    Pero esta novela radicalmente innovadora y destructora de las estruc-turas narrativas hubiera sido impensable sin la transformacin de loreal y, todava ms, de la subjetividad acaecida en la modernidad; sinese proceso de fragmentacin y descomposicin que lo trastoc todo,que redujo el yo a una anarqua de tomos (Nietzsche), a otro(Rimbaud), a un hombre sin atributos (Musil), a un nexo de nodos ycualidades carente de centro, de atributos sin hombre. Todo nuestro

    ser, declaraba Musil, no es ms que un delirio de muchos. En suTeora de la novelauna obra maestra que sigue siendo fundamentalpara comprender qu le ha sucedido durante los dos ltimos siglosa la vida y a la narracin de la vida Lukcs muestra que la novela semueve en un mundo en el que, a diferencia del universo de la pica, elsentido ya no es dado, ya no es inmanente a las cosas, si bien latente,sino que debe ser construido, cuando no resulte, por el contrario, comosuceder paulatinamente, imposible construirlo. En el frontispicio dela novela moderna se dira que est escrita aquella terrible sentenciade Ibsen, que deca que pretender vivir vivir verdaderamente es demegalmanos. Por supuesto, lo que quera decir es que semejante

    megalomana, la bsqueda de la vida verdadera, es necesaria, pero quesolo la conciencia de la temeridad y de la dicultad del intento podra

    acercarnos a ella.

    La novela da cuenta de las peripecias de esta bsqueda, de la odisea desus fracasos o de la aproximacin, a pesar de todo, a esta plenitud de

    sentido. Nacida de la disgregacin de la pica, la novela (especialmentela gran novela del siglo xix) es tambin reconstruccin de una pica, deuna totalidad de vida.

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    La novela-epopeya no nace de la prosa del mundo, como quera Hegel,de una totalidad identicada con el puro mecanismo social, sino de una

    totalidad concebida en trminos mtico-religiosos: es decir, nace de unacivilizacin agraria o, en todo caso, preburguesa, preindustrial. La pica

    moderna, que es el arte capaz de aprender el todo unitario de la vida porencima de las escisiones, no se reconcilia con la prosa social, sino que larefuta y la trasciende. El gran respiro de Tolsti en Guerra y Paz, cuandologra condensar la ley del cosmos en la mazurca de Natasha, est enrai-zado en una totalidad natural, es decir, en la sociedad e ideologa que secorresponden con ella.

    En la literatura estadounidense, por poner otro ejemplo, la totalidad

    pica no la expresa la novel, que en este caso se concentra en la esferasocial, sino el romance, donde la verosimilitud social-realista o psico-lgica es ajena a la narracin, que en cambio se abre a una visinintuitiva y potica del mundo, como el de la pequea Pearl en La letraescarlata, de Hawthorne. La epopeya no es la novela burguesa, sino elromance mtico-fantstico, que se libera como deca Henry James dela contingencia, de la vulgaridad y de la banalidad de la vida cotidiana,para jar su mirada no solo en las determinaciones sociales, sino tam-

    bin en los problemas extremos y en las cosas ltimas: el destino, laculpa y la libertad.

    Esta pica, que est todava cercana a la naturaleza y an no ha sido fago-citada por la segunda naturaleza de la tcnica y las relaciones sociales, sehalla a menudo incompleta: avanza a tientas en pos de un sentido ltimode la vida, ms all de cualquier lmite social prosaico, dejndole elremate nal al porvenir, como lo expres Melville. Se trata de una pica

    que, en Moby Dicky despus en los libros de Faulkner, puede dar cuentade la aniquilacin de la vida, pero no del sentido. En tiempos ms recien-tes el epostambin se ha desarrollado, en los mrgenes de la civilizacinburguesa o ms all de ellos, contra la novela: la narrativa latinoameri-cana, como se revela en la obra ms lograda salida de este ln, Grandeserto, del brasileo Guimares Rosa, epopeya de una vida errabundaen el altiplano que no pierde nunca, en el uir y en el polvo de sus peri-pecias, el sentido de la propia unidad fastica. Tambin en este caso eln objetivo que trasciende al individuo no es la mediacin social de las

    relaciones de trabajo, y tampoco la subversiva negacin irnico-vanguar-dista de esas relaciones, sino, antes bien, un sentido mtico-religioso dela unidad de la vida, la fe en un universal que unique lo mltiple.

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    De esta forma, al igual que la lanza de Aquiles, la novela hiere y cura;entreverada con las laceraciones de la modernidad, al mismo tiempola abraza en una nueva totalidad. De Hugo a Dickens, de Tolsti aDostoyevski, un gnero que naci como fragmento de la disgregacin

    de la poca se propuso recobrar la unidad de la vida que la existenciamoderna tiende a fracturar; celebra ideales y narra pasiones, debate lasgrandes cuestiones sociales del momento, suministra informacin y danoticias, es un mapa de fantasas y de conocimiento. O bien exaspera lanegatividad (una categora esencialmente moderna), la disociacin entreel individuo y la vida hasta un punto irreconciliable.

    La novela del yo, empezando por Anton Reiser, de Moritz, es la novela

    de la negacin del yo, de su represin y de su cancelacin: algunos delos hroes ms grandes de la novela moderna (en concreto, de aquellasobras que mejor representan la crisis de la modernidad fuerte, de susproyectos de dominacin de la tierra y de la historia) son, de algunamanera y dependiendo de las pocas y contextos culturales, personajessin mundo y sin historia, de Frdric Moreau a Oblomov, de NielsLyhne al escribiente Bartleby, de Joseph K. a Peter Kien. De esta forma,

    el gran mundo pico y la esquirla aislada e inaccesible pueden convivir

    en un mismo autor: Melville no solo escribi Moby Dick, sino tambinBartleby, el escribiente.

    No ha habido un escrutinio mayor del fondo del abismo de la moderni-dad, de su Escila y Caribdis sin remisin, o de su impasse, que el de lanovela; la risa de Zeno, que solo poda provenir de este gnero literario,es el ltimo recurso tanto ms trgico cuanto ms irnico y elusivo delnihilismo occidental. Sin ese nihilismo, la novela europea tal y como laconocemos no existira. Su protagonista, oculto tras tantas y tan con-tradictorias mscaras, es el bermenschnietzscheano, no tan distinto,tal y como reconoca el propio Nietzsche, del hombre del subsuelo deDostoyevski: sujetos en curso de una mutacin antropolgica radical. Aligual que Nietzsche, Dostoyevski ya haba barruntado en su tiempo y enel futuro la llegada inminente del nihilismo, de lo que es todava nuestrofuturo, pero en parte tambin nuestro presente el n de los valores

    morales conocidos, que para Nietzsche (como nos recuerda VittorioStrada) era una liberacin a celebrar y para Dostoyevski, una enferme-

    dad a combatir. En Dostoyevski, en Tolsti y en tantos otros gigantesde la novela (y no solo de la novela, obviamente, sino de la literatura engeneral), esta ltima es el escenario del advenimiento del nihilismo, que

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    es un hecho de la modernidad; la novela es el escenario de su triunfo, desu catstrofe y de la resistencia al mismo.

    En la novela, adems, la realidad moderna pasa a ser la estructura narra-

    tiva misma. La descripcin de Musil de la metrpolis es la radiografa dela novela experimental, tentacular como la propia ciudad:

    Por lo tanto, abstengmonos de dar especial importancia al nombre de la

    ciudad. Como todas las grandes ciudades, estaba hecha de irregularidades,alteraciones, fallas, intermitencias, colisiones de cosas y sucesos, puntua-dos por silencios abismales; de un gran latido rtmico tanto como de ladiscordancia crnica y del desplazamiento mutuo de todos sus ritmos riva-les. En su conjunto, era como una burbuja hirviente dentro de una olla

    hecha de la materia duradera de los edicios, las leyes, las regulaciones ylas tradiciones histricas.

    Esta estructura plural caracteriza al propio protagonista de El hombre sinatributos, la gran novela interminable de la ilimitada realidad contem-pornea. En tantas novelas de Berlin Alexanderplatza las obras de DosPassos, entre otras muchas la complejidad, la organizacin, la desco-nexin y el caleidoscopio de la vida metropolitana se han convertido enmontaje y collagenarrativo, estilo y plpito de la narracin. En Karl y el

    siglo veinte, Rudolf Brunngraber convierte en novela y en personajes denovela eventos histricos, la estadstica, las uctuaciones de los precios,

    las cifras del empleo y de la inacin.

    Desenlaces

    La novela no es solo mmesis del mundo moderno, sino que se ha pos-tulado tal vez como el instrumento cognitivo privilegiado desde donde

    descubrirlo: en el periodo que media entre nales del siglo xix y ladcada de 1930 la gran estacin cultural del siglo xx, cuando la lite-ratura alcanz una frontera an no superada, escritores como Musil,Joyce, Proust, Svevo, Mann, Broch o Faulkner y otros han pedido a la

    narrativa ese conocimiento del mundo que el enorme desarrollo de lasciencias no poda permitirse ofrecer, porque la especializacin extremahaba hecho a cada una de ellas impenetrable incluso para los cientcos

    de las restantes (por no hablar del comn de los mortales), vaciando todo

    sentido de la unidad del mundo. Solo una novela que asumiese sobresus espaldas esas problemticas cientcas, mostrando cmo los hom-bres vivan ese mundo disgregado, poda y puede aferrar el sentido dela realidad y de su disolucin, mimetizada pero tambin comprendida a

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    fondo y dominada en las mismas formas experimentales de la narracin,en la disgregacin y recreacin de las estructuras narrativas.

    Es imposible imaginar la novela sin el mundo moderno? Es una

    pregunta absurda, cuya respuesta corre el riesgo de inducirnos a res-ponder trazando mapas exhaustivos del paisaje y la historia de la novelamoderna. En cambio, se plantea hoy otra pregunta, quiz ms legtima ysobre todo ms inquietante. El mundo moderno, la modernidad fuerte,est realmente llegando a su n (si no lo ha hecho ya)? Si es as, la tras-cendencia de ese cambio podra ser anloga a la que tuvo en su da el n

    del mundo clsico. Durante casi dos siglos, la ms alta literatura occi-dental fue como la otra cara de la luna de la historia, la zona en sombra.

    La denuncia de la insuciencia de la realidad existente, el sentimientode su precariedad radical, hablaba de la necesidad de algo irreductible-mente otro, de una redencin mesinica y revolucionaria que, por otraparte, era negada por cada revolucin real. Desde sus comienzos, esdecir, desde el Romanticismo o incluso desde nales del siglo xviii,esta literatura est marcada por la profunda herida que la historia pare-ca haber inigido en el individuo, impidindole realizar plenamente

    su propia personalidad de acuerdo con la evolucin social y hacindole

    sentir la imposibilidad y la ausencia de la vida verdadera, el exilio de losdioses y la fragmentacin de su propia existencia. El progreso social,nunca ignorado por la gran literatura innovadora, como tampoco porla nostalgia reaccionaria y romantizante, pona an ms en evidencia elmalestar y la incertidumbre del individuo.

    La novela la literatura en general ha sido esta voz de la modernidad:su poesa, su tribunal y su contestacin. Ahora todo esto parece haberllegado a su n; un karaoke a distintos niveles ha suplantado toda uto-pa y toda revolucin, y el hombre mismo, tal y como Nietzsche habaprevisto, est cambiando radicalmente. Si en el pasado los cambios tar-daban milenios, hoy la mutacin adopta un ritmo vertiginoso. En unmundo en el cual la ingeniera gentica est en vas de crear superhom-bres, o criaturas y especies difciles de denir; en el que la virtualidad

    va sustituyendo la as llamada realidad, y en el que los bits inmaterialescomo se ha armado hacen las veces de tomos, qu puede hacer o

    ser la novela?

    Por el momento la novela parece que se resiste a reconocer esta gran

    transformacin, y ha optado en general por dar un paso atrs con respecto

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    a la experimentacin, tan en boga en el pasado reciente. La novelamedia orece, al menos en trminos cuantitativos, desde una serena

    indiferencia ante la realidad: desde la ignorancia absoluta del mundo yde su transformacin. La novela tpica actual es como un trasnochado

    telfono de disco: se parece cada vez ms tambin en la ptina noblede sentimientos humanos ostentados y garantizados como si nada aaquellos rancios productos literarios que la gran novela moderna, trasirrumpir violentamente en la escena, haba barrido. Semejante retardo oregresin es una rendicin a la estril potencia de lo meramente exis-tente, como escriba Lukcs en sus notas para el inacabado libro sobreDostoyevsky, en cuyas obras que no eran novelas, segn l vea laalentadora emergencia de un nuevo mundo redimido de la iniquidad (y

    del que el escritor ruso habra sido el Homero y el Dante) y de una nuevaforma de narrarlo.

    Ms que este nuevo epos utpico, un siglo despus de estas palabrasde Lukcs, parece triunfar un supermercado poltico-social, en el quelas novelas a menudo remakesde versiones de la tradicin son unalnea de productos menor, aunque popular y que se vende bien. Quizla novela termine sin quererlo parodindose a s misma. Pero eso, como

    dira Kipling, es otra historia.