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Terminar la revolucin. Manuel Anczar y el Eclecticismo
filosfico en Colombia, s. XIX.
Mario Alejandro Molano Vega
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Filosofa
Bogot, Colombia
2017
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Terminar la revolucin.
Manuel Anczar y el Ecleclticismo filosfico en Colombia, s. XIX
Mario Alejandro Molano Vega
Tesis presentada como requisito parcial para optar al ttulo de:
Doctor en Filosofa
Director:
Doctor, Lismaco Parra Pars
Lnea de Investigacin:
Pensamiento colombiano
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Filosofa
Bogot, Colombia
2017
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Agradecimientos
Quisiera expresar mis ms profundos agradecimientos al profesor Lismaco Parra, del
Departamento de Filosofa de la Universidad Nacional de Colombia, quien me ha guiado en este
proceso de investigacin con la paciencia y generosidad que lo caracterizan e incluso me alent en
los momentos de mayor incertidumbre. Tambin estoy en deuda con el profesor Elas Palti quien
me acogi en su seminario "La gnesis de la democracia moderna. Perspectivas histricas y
debates contemporneos", en la Universidad de Buenos Aires, y me hizo importantes sugerencias
y observaciones en varios momentos del proyecto. Los profesores del seminario sobre historia
conceptual de la Universidad de San Martn (hoy Maestra en Historia Conceptual): Claudio
Ingerflom, Giussepe Duso y Sandro Chignola, as como los compaeros que all conoc,
contribuyeron de manera significativa a mi manera de comprensin de la historia de los conceptos.
Agradezco igualmente al profesor Francisco Ortega, del Departamento de Historia de la
Universidad Nacional de Colombia, y al profesor Gilberto Loaiza Cano, del Departamento de
Historia de la Universidad del Valle, quienes me escucharon como ponente en el XIV Congreso
Colombiano de Historia y cuyos trabajos investigativos me ayudaron siempre a entender la
compleja historia poltica del siglo XIX colombiano. Asumo la responsabilidad de las lagunas y
errores cometidos en esa difcil materia. Estoy en deuda con la Escuela de Verano de Historia
Conceptual-Concepta y al Colegio de Mxico por haberme permitido asistir a la primera versin
de este evento acadmico que reuni a profesores especialistas como Javier Fernndez Sebastin,
Joo Paulo Pimenta, Martin Burke y Guillermo Zermeo, entre otros, y donde pude exponer mi
proyecto. Por su parte, la Universidad Jorge Tadeo Lozano me prest un apoyo valioso en distintos
momentos de mi investigacin, especialmente al concederme la licencia que me permiti realizar
mi pasanta de investigacin en la ciudad de Buenos Aires. Esta investigacin no habra llegado a
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completarse sin la paciencia y el apoyo incondicional de mi esposa, Norma Donato. Fue ella quien
me dio el nimo necesario para seguir adelante cuando estaba a punto de rendirme. Mi amor y
gratitud estarn siempre con ella. Agradezco tambin a mi madre Dora Vega y mis hermanos
Camilo y Diana, quienes siempre me alentaron en este difcil camino.
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Resumen
La presente investigacin se inserta en el campo de la historia de la filosofa en Colombia. En primer lugar, su objetivo consiste en examinar el paradigma de la historia de las ideas que ha sido aplicado en nuestro pas (captulo 1) y ponerlo en dilogo con los horizontes investigativos abiertos por la historia de los conceptos (Reinhart Koselleck) y la historia de los lenguajes polticos y sociales (John Pocock, Quentin Skinner) (captulo 2). En segundo lugar, el objetivo es abordar el discurso filosfico del intelectual neogranadino Manuel Anczar (1811-1882), para examinar la forma en que responde a la problemtica poltica de su momento histrico (captulo 3). Esta problemtica se formula en trminos de terminar la revolucin, lo cual implica tanto una tarea de estabilizacin poltica y social, como una tarea de cumplimiento de objetivos establecidos por la Revolucin francesa y por la Independencia. Encontramos que el disucrso de Anczar se inserta dentro de un paradigma discursivo denominado Eclecticismo filosfico construido por autores franceses (Franois Guizot, Victor Cousin) y asimilado por intelectuales cubanos (captulo 4). A partir de este discurso se impulsan en la Nueva Granada procesos de educacin poltica y lucha electoral, reforma estatal y concepcin de un sistema de educacin pblica (captulo 5); tambin se construyen las bases de una cultura esttica republicana (captulo 6). La investigacin concluye que el discurso empleado por Anczar combina una visin moralizada de la poltica con una filosofa esencialista de la historia. De esta forma el poder poltico se naturaliza como ejercicio de gestin social por parte de las lites ilustradas y el proyecto de construccin nacional se idealiza como destino histrico. No obstante, se trata de un momento especfico en el proceso desencadenado por el advenimiento de la poltica moderna.
Palabras clave: historia de las ideas, filosofa en Colombia, historia conceptual, historia
de los lenguajes sociales y polticos, Manuel Anczar, Eclecticismo filosfico.
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Abstract
The present research is inserted in the field of the history of Colombian philosophy. In the first place, its objective is to critically examine the paradigm of history of ideas, that has been applied in our country (chapter 1) and put it in dialogue with research horizons opened by german history of concepts (Reinhart Koselleck) and the history of political languages (John Pocock, Quentin Skinner) (chapter 2). In the second place, the objective of this research is to face the philosophical speech of the neogranadian Manuel Anczar (1811-1882) in order to examine how it answer to the political problems of his historical context. Those political problems are formulated in terms of to finish the revolution, that implies both a task of political and social stabilization and fulfilling the objectives established by the French revolution and the independency.We find that Ancizars speech is inserted inside a paradigm called Eclecticism builded by French authors (Franois Guizot, Victor Cousin) and embraced by Cubans intelectuals (chapter 4). From this speech are driven process of political education and electoral struggle, public reforms and design of a public education system in Nueva Granada (chapter 5); also from this speech are built the foundations of a republican aesthetic culture (chapter 6). This research concludes that the Manuel Ancizars speech combine a moralizated vision of politics with an essentialist philosophy of the history. In this way, the politic power is naturalized like a social management exrcise by educated elites and the proyect of national devolpment is idealized like historical destination. However, it is a specific moment in the process triggered by the coming of modern politics.
Keywords: History of ideas, Colombian philosophy, conceptual history, history of political languages,
Manuel Anczar, Philosophical eclecticism.
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Contenido
Resumen ................................................................................................................................................ IX
Lista de figuras ....................................................................................................................................... XI
Introduccin ............................................................................................................................................ 1
Primera parte: historia de la filosofa en Colombia. Ms all de la historia de las ideas. ........................... 6
1. Historia de la filosofa en Colombia: estado del arte y reflexiones .................................................... 7
1.1. Jaime Jaramillo Uribe y la investigacin en historia de la filosofa ............................................. 9
1.2. Normalizacin, latinoamericanismo e impostura .................................................................... 14
1.3. Nuevas perspectivas .............................................................................................................. 19
1.4. Conclusiones: limitacin de la historia de las ideas ................................................................. 23
2. Ms all de la historia de las ideas: historia conceptual y de los lenguajes polticos ........................ 28
2.1. De la historia de ideas a la historia de conceptos: ................................................................... 28
2.1.1. Historias de conceptos y modernidad ........................................ 34
2.1.2. Ilustracin y Bildung ................................................................... 38
2.2. De la historia de ideas a la historia de lenguajes polticos: ...................................................... 41
2.3. Conclusiones: hacia una historia no esencialista de la filosofa ............................................... 49
Segunda parte: Terminar la revolucin. Manuel Anczar y el eclecticismo filosfico ............................... 56
Introduccin .......................................................................................................................................... 57
3. Discurso filosfico-poltico de Manuel Anczar. Contexto histrico y vocabulario. .......................... 62
3.1. Contexto histrico ...................................................................................................................... 62
3.2. Vocabulario filosfico-poltico ..................................................................................................... 68
3.2.1. Psicologa y teodicea: ciencia positiva y fe religiosa .............................................................. 69
3.2.2. Perfectibilidad, progreso, historia ......................................................................................... 74
3.2.3. Sociedad, democracia, revolucin, igualdad ......................................................................... 78
3.2.4. Moral y poltica: libertad, justicia, gobierno .......................................................................... 85
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3.2.5. Repblica democrtica 95
3.3. Conclusin: vectores del discurso filosfico-poltico de Manuel Anczar ...................................... 97
4. Doctrinarismo y Eclecticismo francs: adopcin de un paradigma discursivo ............................... 102
4.1. Terminar la Revolucin: Guizot y el problema del gobierno ................................................... 109
4.2. Filosofa y gobierno: Victor Cousin y el Eclecticismo francs .................................................. 128
4.3. El Eclecticismo en Cuba 150
4.4. Conclusin: la poltica como gestin social y su fundamento histrico-filosfico ................... 169
5. Manuel Anczar y los potenciales del eclecticismo en la Nueva Granada ...................................... 172
5.1. Educacin poltica y pugna electoral ...................................................................................... 174
5.2. Reforma del Estado 193
5.3. La necesidad de un sistema educativo ................................................................................... 201
5.4. Conclusin: fricciones entre el discurso y la realidad ............................................................. 208
6. Hacia una cultura esttica republicana ......................................................................................... 211
6.1. Componentes conceptuales: sensibilidad como facultad del espritu ..................................... 211
6.2. Literatura e imagen 226
6.3. Conclusiones: cultura esttica y representacin poltica ........................................................ 247
Eplogo: naturalizacin del poder poltico e idealizacin de la temporalidad ........................................ 250
Bibliografa .......................................................................................................................................... 253
Anexos ................................................................................................................................................ 263
A. Lecciones de Moral. Transcripcin del texto de Manuel Anczar. .............................................. 263
B. Tabla comparativa de constituciones del siglo XIX en Colombia: ............................................... 311
C. Modelos visuales de Santa Brbara mrtir. .............................................................................. 315
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Lista de figuras
Ilustracin 1. Manuel Anczar. Casa de Boyac provincia de Tunja. Boceto a lpiz. Libreta I. Fondo
Manuel Anczar, Universidad Nacional de Colombia. ........................................................................... 234
Ilustracin 2. Carmelo Fernndez. Tunja. Casa de Boyac provincia de Tunja. Cuartel general de Barreiro
en 1819. Acuarela. Biblioteca Nacional. F.C. Corogrfica, 36. ............................................................... 235
Ilustracin 3. Manuel Anczar. Piedra de Gmeza. Boceto a lpiz. Libreta I. Fondo Manuel Anczar,
Universidad Nacional de Colombia. ..................................................................................................... 237
Ilustracin 4. Carmelo Fernndez. Piedra grabada de Gmesa. Provincia de Tundama. Acuarela.
Biblioteca Nacional. F.C. Corogrfica, 37. ............................................................................................. 238
Ilustracin 5. Manuel Anczar. Piedra pintada de Saboy. Boceto a lpiz. Libreta I. Fondo Manuel Anczar,
Universidad Nacional de Colombia. ..................................................................................................... 239
Ilustracin 6. Carmelo Fernndez. Piedra pintada de Saboy. Provincia de Vlez. Acuarela. Biblioteca
Nacional. F.C. Corogrfica, 138. ........................................................................................................... 239
Ilustracin 7. Carmelo Fernndez. Vlez. Arriero i tejedor de Vlez. Acuarela. Biblioteca Nacional. F.C.
Corogrfica, 142. ................................................................................................................................. 244
Ilustracin 8. Carmelo Fernndez. Vlez. Estancieros de las cercanas de Vlez. Tipo blanco. Acuarela.
Biblioteca Nacional. F.C. Corogrfica, 134. ........................................................................................... 244
Ilustracin 9. Carmelo Fernndez. Soto. Tejedoras i mercaderas de sombreros nacuma en Bucaramanga -
Tipos blanco, mestizo i zambo. Acuarela. Biblioteca Nacional. F.C. Corogrfica, 133............................. 246
Ilustracin 10. Jan Vierix (1544-1625). Santa Brbara virgen y mrtir. 1612? Grabado a partir de diseo
de Jan van der Straedt (Stradanus, 1523-1605), publicado por Philip Galle (1537-1612) ...................... 315
Ilustracin 11. Baltasar Vargas de Figueroa (1629-1667). Santa Brbara mrtir. s. XVII. Coleccin Lozano
Ortiz. Bogot, Colombia. ...................................................................................................................... 316
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Introduccin
La investigacin que presento parte del inters por replantear la forma tradicional de la historia de
la filosofa como una historia de ideas. Aunque este paradigma ha cumplido una importante
funcin como conciencia histrica de la filosofa en nuestro pas, no obstante su manera de
entender la relacin entre historia y filosofa parte de supuestos que han sido fuertemente
cuestionados. Se trata particularmente de descentrar las ideas y las doctrinas como objetos de
estudio que poseen un desarrollo temporal. En contraste, buscamos comprender la forma en que la
filosofa elabora conceptos y discursos que estn situados en contextos histricos problemticos a
los cuales intentan dar respuesta. Desde esta ptica que adoptamos, la filosofa es productora de
paradigmas de pensamiento y matrices discursivas mediante las cuales los sujetos construimos
interpretaciones de nuestro propio mundo y trazamos rutas de accin y comportamiento social. La
historia no es en este sentido una narrativa sobre el decurso temporal de una determinada doctrina
o idea, sino antes bien es la fuente de problemas que interpelan y afectan nuestros modos de
interpretar y actuar en el mundo, esto es, de nuestros paradigmas intelectuales. Ms que una
historia de la filosofa (tradicionalmente entendida) nos interesa en este sentido examinar la
condicin histrica de los conceptos y los lenguajes que empleamos efectivamente para organizar
la vida social y poltica de nuestro pas.
Ahora bien, una tarea semejante plantea a su vez la exigencia de captar los discursos filosficos
como intrnsecamente polticos. Pero esto no quiere decir que aplicamos una reductiva crtica
ideolgica a la filosofa, sino que nos esforzamos por entender que la filosofa, en su labor
productiva de conceptualidades y modos de inteligibildiad de los estados de cosas, se encuentra
inscrita dentro de los escenarios polmicos de la construccin de nuestras sociedades. Esta
inscripcin de la filosofa en el mundo polmico de la poltica tampoco se reduce a un ensamblaje
funcional entre sistemas de dominio y conceptos. Los paradigmas intelectuales que usamos no son
simplemente un relfejo de las relaciones de poder, estn cargados de tensiones internas, son
apropiados en sentidos diferentes y su relacin con las estructuras sociales es problemtica.
La bsqueda de una forma diferente de entender la historia de la filosofa, nos llev a su turno a la
pregunta por la construccin en Colombia de un proyecto poltico republicano. Es all donde
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aparece en el horizonte investigativo la figura del intelectual neogranadino Manuel Anczar. A
partir de la valiosa biografa que el historiador Gilberto Loaiza Cano le dedica a Anczar y del
acceso al Fondo Anczar en la Universidad Nacional de Colombia, pudimos descubrir en este
personaje uno de los gestores ms importantes del proyecto de una repblica democrtica,
utilizando sus propios trminos. Anczar prcticamente no haba llamado la atencin de filsofos
o historiadores de la filosofa, exceptuando las menciones que hace Jaime Jaramillo Uribe sobre
l en El pensamiento colombiano del siglo XIX. All afirma que Anczar fue uno de los intelectuales
que contribuy al ensayo de mezclar la correccin de las frmulas de liberalismo romntico y
radical de ascendencia francesa, con un neoliberalismo de origen ingls; y lo ubica junto a Miguel
Samper, Jos Mara Samper y Florentino Gonzlez como uno de los ms notables representantes
del liberalismo clsico que tuvo Colombia en el siglo XIX y quienes recibieron la impronta del
pensamiento liberal ingls ([1964] 1996, pgs. 170, 253).
Al adentrarnos en el estudio de las fuentes primarias, el caso de Anczar comenz a revelarnos una
problemtica poltica que surga del contexto histrico de mitad del siglo XIX y que su discurso
filosfico trataba de responder. Esa problemtica se sintetizaba en la frmula terminar la
revolucin, la cual encierra un doble sentido. En primer lugar, se refera a la necesidad de poner
fin a la inestabilidad de un mundo poltico que haba quedado complentamente trastocado por la
Revolucin poltica en Francia y los procesos de independencia de los Estados Unidos y de las
colonias espaolas en Amrica. En segundo lugar, terminar la revolucin quera decir concluir
una tarea o llevar a trmino un proyecto que se entenda como necesario e irrenunciable desde que
la revolucin y las independencias haban triunfando. Para responder a este problema era menester,
entonces, la combinacin de la defensa de derechos, el desarrollo econmico, el equilibrio e
independencia de poderes, con la restriccin de la participacin popular en la poltica, la lucha
contra los caudillos militares y la legitimacin de lites sociales como detentadoras del poder
poltico. Asimismo era indipensable plantear la creacin de rganos de formacin de la opinin
pblica, de un sistema educativo y de una cultura nacional republicana. Estas instituciones
resultaban necesarias justamente en virtud de crear lazos ms robustos entre el poder poltico y las
bases sociales populares, a travs de la representacin de los fines morales del ser humano, de la
historia y del destino de la nacin.
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Al mirar en una perspectiva ms amplia, encontramos que Anczar enunciaba su discurso liberal
republicano desde un paradigma cuyos principales artfices eran intelectuales franceses a los cuales
se ha prestado poca atencin desde nuestro pas y, no obstante, resultan una pieza clave para
entender nuestra propia historia intelectual y poltica. Ellos eran Franois Guizot y Victor Cousin,
organizadores del crculo de los doctrinarios y de la escuela filosfica del eclecticismo francs
respectivamente. Los discursos de Guizot y de Cousin fueron a su vez interpretados y discutidos
por intelectuales con los cuales Anczar pas sus aos de formacin en la Isla de Cuba. Ese proceso
de asimilacin tambin dej sus huellas en nuestro intelectual neogranadino.
Ahora bien, este ejercicio de rastreo y recuperacin de las fuentes usadas por Anczar, nos permiti
reconstruir lo que podemos denominar el contexto lingstico de enunciacin de su discurso
(Pocock J. , 2011); o, para decirlo en otras palabras, el paradigma filosfico-conceptual desde el
cual hablaba nuestro personaje. Lo que observbamos era que el doctrinarismo y el eclecticismo
francs constituan ms que una doctrina particular, un lenguaje poltico y filosfico caracterizado
por un vocabulario conceptual especfico que debamos describir y analizar. A su turno, la
conexin de Anczar con el lenguaje del doctrinarismo y el eclecticismo francs nos permiti
captar que en vez de ser una particularidad histrica neogranadina, la necesidad de estabilizar
sociedades posrevolucionarias y posindependentistas perteneca a un proceso ms profundo que
consista en lo que Franois-Xavier Guerra denomin el nacimiento comn del rea Latina
(Francia, Espaa y Latinoamrica) a la poltica moderna (Guerra F.-X. , 2001, pg. 370). En su
momento inicial, este proceso irrumpe como crisis profunda que sacude los fundamentos del poder
poltico durante la Revolucin francesa y los procesos independentistas hispanoamericanos. Pero
posteriormente se producir una crisis que afecta directamente el principio del pueblo y de la
nacin como instancias constituyentes del poder poltico. Este momento corresponde en Francia a
lo que Pierre Rosanvallon llam el momento Guizot, es decir, a los aos de la Monarqua de
Julio (1830-1848); mientras tanto, en Hispanoamrica se producir como el ascenso de lo que Elas
Palti llama, en el caso mexicano, un lenguaje estratgico de accin sobre la sociedad civil, hacia
mitad del siglo XIX (2005, pg. 487). El problema a resolver era la conciliacin entre el principio
de la soberana popular como fundamento del orden poltico moderno y la necesidad de formar
una sociedad cohesionada que configurase cuerpo de pueblo y fuera gobernable, en palabras de
Anczar (Lecciones de Moral). Era tarea de las lites polticas crear una tal cohesin social y
encontraron en los discursos de tono romntico sobre la superioridad moral, sobre el desarrollo
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histrico de la civilizacin y sobre el sueo de la repblica, un poderoso instrumento. Justamente
es este el momento en que el discurso de Anczar cobra sentido dentro del proceso poltico de la
modernidad, al cual est indisolublemente ligada la historia intelectual y poltica de nuestro pas.
Al estudiar el tipo de respuesta que el discurso de la poltica como gestin y accin estratgica
sobre la sociedad ofrece ante la crisis de la soberana popular, lo que hallamos fueron sus profundas
tensiones internas. La primera de ellas y quizs la ms palpable fue la paradjica conjuncin de la
bsqueda de apoyo popular y de la afirmacin de las desigualdades sociales sobre las cuales se
naturalizaban relaciones de dominio y sumisin. Podramos decir acaso que el discurso de Anczar
es simultneamente democrtico y antidemocrtico: a la reivindicacin de los derechos y libertades
superpone la afirmacin clasista de la superioridad y la inferioridad. Pero tambin encontramos
otras tensiones. La bsqueda de un poder descentralizado que permeara ms eficazmente en la
sociedad y permitiera el balance de poderes, sirvi a la vez a un proceso de desregulacin de los
poderes regionales. La representacin de un proyecto poltico republicano orientado hacia el
progreso de la nacin albergaba, al mismo tiempo, la mirada prejuiciosa frente a las clases
populares y las exclua de participar en la formulacin y la construccin de ese proceso ms que
como grupos subordinados.
Guardo la conviccin de que las aporas y tensiones del discurso filosfico que Anczar adopta
pueden resultar iluminadoras para pensar crticamente la coyuntura actual que nuestro pas
atraviesa. Justamente necesitamos abrir el espacio poltico para construir proyectos de nacin
pluralistas, de manera que debemos encontrar alternativas a los lenguajes polticos y filosficos de
la representacin y la gestin social. Especialmente se trata de entender con mayor amplitud de
qu forma an nos alcanza el nacimiento a la poltica moderna. Nuestro escenario histrico actual
quizs pueda comprenderse como el resultado de crisis sucesivas de la poltica de la representacin
y el disciplinamiento social que encuentra sus primeras formulaciones en la segunda mitad del
siglo XIX. Pero quebrar estos discursos supone el desafo de entender la poltica como un espacio
abierto de debate en el que debemos construir colectivamente los futuros a los que deseamos
acceder.
Como ya puede verse por lo anterior, la investigacin se organiza en dos partes. La primera de
ellas palntea un estado de la investigacin sobre la historia de la filosfa en Colombia con el
objetivo de trazar las limitaciones del paradigma de la historia de las ideas (Captulo 1).
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Posteriormente, quisiera plantear un dilogo con la historia de los conceptos y la historia de los
lenguajes polticos que nos permita abrir los horizontes de investigacin histrico-filosfica
(Captulo 2). La segunda parte de la investigacin inicia con la contextualizacin y delimitacin
del vocabulario filosfico y poltico empleado por Manuel Anczar (Captulo 3) y pasa a identificar
el paradigma intelectual dentro del cual se inscribe este discurso (Captulo 4). Los ltimos dos
captulos se proponen rastrear las formas mediante las cuales el discurso del eclecticismo filosfico
sirvi como plataforma para la lucha electoral, la reforma estatal, el diseo de un sistema de
educacin nacional (Captulo 5) e incluso sent las bases para construir una cultura esttica
republicana (Captulo 6).
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Primera parte: historia de la filosofa en Colombia. Ms
all de la historia de las ideas.
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1. Historia de la filosofa en Colombia: estado del arte y reflexiones
En este captulo inicial me propongo realizar una revisin de la bibliografa ms relevante que trata
sobre la historia de la filosofa en Colombia. Con este ejercicio busco plantear una pregunta por la
conciencia histrica que la filosofa posee de s misma, las formas en que realiza esta conciencia
empelando conceptos y estructuras narrativas, y sobre todo, el modo de darse a s misma un papel
en la vida poltica y cultural del pas.
Antes de seguir adelante, sera oportuno delimitar el enfoque a fin de prevenir un par de
malentendidos. En particular, trataremos de tomar distancia con respecto a una historia idealista
de la filosfa para la cual sta es una entidad autnoma que despliega su proceso histrico desde s
misma a travs de las generaciones. Pero tampoco quisiera enfocar el problema desde la
perspectiva de un anlisis sociolgico del campo de la filosofa, es decir, de la manera en la cual
los filsofos y sus huestes se relacionan entre s alrededor de la filosofa como actividad que ellos
mismos producen. Lo que me propongo interrogar es la forma en que determinadas personas, en
determinados momentos de la historia colombiana, han intentado organizar una serie de hechos
pasados bajo categoras o denominaciones como pensamiento colombiano o filosofa
colombiana. Lo que espero observar es la manera en la cual se producen este tipo de esfuerzos y
se recurre en ellos a determinadas categorizaciones y estructuras de organizacin temporal que nos
permiten discutir sobre la existencia o no de la filosofa o el pensamiento colombiano; sobre sus
distintas pocas (filosofa colonial, filosofa de la Ilustracin, filosofa moderna); sobre sus
partidos (tomismo y neotomismo, utilitarismo y positivismo, marxismo, existencialismo,
racionalismo); o sobre sus funciones polticas y culturales (mantener tradiciones, generar
pensamiento crtico moderno, generar identidad arraigada localmente, etc.). Desde este punto de
vista me refiero a la filosofa y a su conciencia histrica como acontecimientos que son
interpretados y en cierta manera producidos a travs de la reflexin conceptual misma y dentro de
horizontes histricos que son en s mismos heterogneos y dismiles.
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La organizacin que propongo para hacer inteligible este recorrido plantea tres estaciones: en la
primera de ellas nos encontraremos con la figura central e ineludible de Jaime Jaramillo Uribe
como primer gestor de una conciencia histrica de la filosofa en Colombia en la dcada de 1950.
La segunda estacin nos conducir a los autores que siguieron de alguna manera la estela de
Jaramillo Uribe desde finales de los aos 60, si bien en direcciones distintas e incluso opuestas.
De una parte, Rubn Sierra Meja desarrolla sus estudios sobre el impacto que represent en
Colombia el estudio de la filosofa moderna (Nietzsche; Husserl y Heidegger; Marx y la Escuela
de Frankfurt; Max Scheler) principalmente en el crculo de profesores que fundaron el Instituto de
Filosofa de la Universidad Nacional. De otra parte, se encuentra el proyecto de entender la
filosofa en Colombia como un proceso histrico que debe desembocar en un pensamiento ms
radicalmente propio, esto es, colombiano y latinoamericano. Este proyecto fue liderado por
Germn Marqunez Argote en los aos 70 y 80, y se extiende hasta la actualidad. En medio de este
escenario me gustara detenerme en la voz crtica, incluso virulenta, de Rafael Gutirrez Girardot,
a finales de la dcada de 1980. Quisiera interpretar esta irrupcin de Gutirrez como punto en el
cual podra encontrarse el quiebre de la conciencia histrica de la filosofa que se haba venido
produciendo en nuestro pas. Todo esfuerzo de entender o interpretar la historia de la filosofa en
Colombia debe enfrentarse al cuestionamiento que me parece estar en el fondo de las
provocaciones de Gutirrez: no se ha convertido la historia de la filosofa en Colombia en un
acto de disimulo, de impostura o de simulacin que busca ocultar el hecho crudo y duro de nuestro
fracaso en el intento de constituir el pensamiento autnomo en una funcin central dentro de
nuestra sociedad? En la medida en que este cuestionamiento apunta al centro mismo de lo que
significa la filosofa y de su papel en las sociedades modernas, encuentro que abre una etapa
diferente en la construccin de la conciencia histrica de la filosofa en nuestro pas. As tratar de
dar una mirada a algunas de las contribuciones a la historia de la filosofa que se han elaborado a
partir de finales del siglo XX.
Para finalizar el captulo quisiera presentar algunas reflexiones crticas sobre el recorrido
propuesto. Me interesa proponer la tesis de que la conciencia histrica de la filosofa en Colombia
no puede desligarse de la reflexin sobre el papel que la filosofa cumple en la construccin de una
sociedad moderna. La pregunta por la historia de la filosofa no tiene sentido ms que como
pregunta por la filosofa en tanto productora de legitimidad e institucionalidad poltica en funcin
de las libertades y el desarrollo social equitativo; igualmente como productora de valores culturales
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y modos de comportamiento colectivo que alientan la autonoma de los sujetos, la ampliacin de
los conocimientos y la ciencia, la expresin libre de las diversas formas de vivir. Desde esta
perspectiva, la historia de la filosofa en Colombia debe entenderse como una labor que va ms
all del necesario trabajo de recopilacin y organizacin cronolgica de autores y obras. Se trata
de indagar por la inextricable relacin entre filosofa y modernidad que se despliega en nuestra
historia colombiana quizs ya desde el perodo colonial, resulta fundamental en la construccin de
la nacin y, an hoy da, se pone en juego cuando intentamos responder a los desafos de la
educacin como funcin social bsica, el lugar que ocupamos como pas latinoamericano en el
orden mundial y la necesidad de construir una sociedad poltica pluralista, tolerante, pacfica y
equitativa.
1.1. Jaime Jaramillo Uribe y la investigacin en historia de la filosofa
La historia de la filosofa en Colombia, en cuanto campo de investigacin historiogrfico, se
inaugura con tres escritos de Jaime Jaramillo Uribe. Se trata de dos ensayos: Tradicin y
problemas de la filosofa en Colombia ([1953] 2002), Antecedentes de la filosofa en Colombia
(1960); y un libro que sin lugar a dudas puede considerarse como fundacional para esta rea de la
historia intelectual: El pensamiento colombiano en el siglo XIX ([1964] 1996). A esta lista debe
sumarse la separata Proceso de la filosofa en Colombia que la Universidad de Antioquia publicara
en 1960, en la cual se encuentran el mencionado ensayo Antecedentes, de Jaramillo, y el texto
de Jaime Vlez Correa, La filosofa colombiana en el presente (1960, pgs. 892-1010). Vlez
Correa daba a conocer all la opinin de los filsofos del momento sobre la existencia o no de la
filosofa colombiana y presentaba un panorama de la disciplina en esos aos. Circulando como
una separata especial de la Revista de la Universidad de Antioquia en 1960, Proceso de la filosofa
en Colombia intentaba ser el primer relato de la historia de la filosofa en nuestro pas.
Estos primeros escritos revelan que la historia de la filosofa colombiana surga de una coyuntura
importante: el problema mismo de la existencia de una filosofa colombiana y las implicaciones
de su existencia o inexistencia. En efecto, un buen nmero de filsofos de esos aos respondieron
negativamente la pregunta planteada por Vlez Correa: No espere nadie hablar de filosofa
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colombiana (Fernando Gonzlez), no hay un pensamiento propio de Hispanoamrica, y por
consiguiente, de Colombia (Abel Naranjo Villegas), No se puede hablar de filosofa colombiana
porque primero hay que crear unas cuantas cosas previas (Rafael Gutirrez Girardot), No existe
a mi juicio filosofa colombiana porque los problemas filosficos no son nuestros (Cayetano
Betancur). El propio Jaramillo Uribe se preguntaba en 1953 Tiene algn sentido hablar de una
tradicin colombiana en materia de filosofa?, acto seguido reconoca, como tantos otros, el
panorama desolador que ofreca nuestro pas en materia filosfica si se pensaba en aportes,
producciones, conocimiento riguroso y planteamiento de problemas propios (1960, pgs. 895-
898). Pero Jaramillo logra enfocar la cuestin desde un punto de vista diferente que nos lleva a
observar la manera en la que est construida la historia de la filosofa en Colombia en esta etapa
inicial. Se trataba de comprender la filosofa como un saber histrico al menos en tres sentidos.
En primer lugar, la filosofa deba ser entendida para Jaramillo como una de las reas constitutivas
de la cultura, sin la cual era imposible comprender el desarrollo histrico del pas de una forma
amplia. La filosofa no se encontraba simplemente superpuesta a las condiciones sociales de una
nacin, sino que jugaba un papel decisivo en sus procesos histricos. Ese papel consista en dotar
de sentido y de valor las condiciones materiales de la vida social, a travs de la reflexin intelectual
rigurosa. Con timbres hegelianos Jaramillo afirmaba: Las naciones como los individuos, no
necesitan vivir nicamente, sino darle a su vida un contenido valioso. La vida en s misma tiene
con respecto a las creaciones del espritu un valor inferior y secundario. Sin la creacin de cultura,
de alta cultura, no hay organismo social que pueda justificar su existencia ([1953] 2002, pg. 3).
Partiendo de esta premisa, Jaramillo plantea con lucidez que la relacin entre la filosofa y la
sociedad en la que arraiga no puede ser simplificada con frmulas idealistas. Por el contrario, l
piensa en un contrapunto y una influencia recproca entre el medio social problemtico que
plantea la historia social de Colombia y el desarrollo de una tradicin filosfica en nuestro pas
([1953] 2002, pg. 8). As, el carcter histrico de la filosofa consistira, en segundo lugar, en esta
relacin problemtica entre los discursos filosficos o las ideologas, como las llama Jaramillo, y
las realidades sociales colombianas. Desde este punto de vista, la filosofa es un campo delimitado
de la cultura el cual produce sentido y valor en medio de condiciones sociales particulares,
cambiantes y problemticas.
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Para Jaramillo la historia de la filosofa tendra que abordar, en consecuencia, la relacin entre el
saber filosfico y los problemas de cada generacin, de cada momento histrico y de cada
sociedad. Al menos parcialmente, la historicidad de la filosofa consistira en la permanente
fabricacin de respuestas para las problemticas especficas que las sociedades enfrentan en cada
momento histrico. La sensibilidad de Jaramillo con respecto a la relacin entre la filosofa y los
problemas del entorno social y cultural de una poca, le permitir vincular los brotes de
pensamiento ilustrado en Espaa y sus colonias, con los esfuerzos por desarrollar una
administracin y una economa modernas en el rea cultural hispnica. Y tambin la relacin entre
formas de pensamiento filosfico liberales, como el utilitarismo y el positivismo, y el proyecto
neogranadino de crear las condiciones de una sociedad moderna en lo poltico, en lo econmico y
en lo cultural. Jaramillo reconoce igualmente la importancia que poseen los actores sociales que
mantienen viva y producen la tradicin filosfica: los intelectuales, filsofos, crticos y polemistas
que asimilan, adaptan, crean y difunden las ideas filosficas. Estos sujetos componen la clase
intelectual, la Intelligentsia, de una sociedad que ayuda a formar y transformar esa sociedad y a
travs de la cual la filosofa parecera tener una influencia efectiva en el medio social
(Antecedentes de la filosofa en Colombia, 1960, pgs. 878-879).
Pero la filosofa posee, en tercer lugar, un carcter histrico en la medida en que constituye una
tradicin de pensamiento. Quizs la peculiaridad histrica de la filosofa radique para Jaramillo
justamente aqu, en la labor de plantear y replantear ideas y problemas constantes a lo largo de una
extensa tradicin a travs de la cual estos problemas e ideas reciben formulaciones diversas. La
historia de la filosofa es la tradicin del pensamiento filosfico. A su vez, para Jaramillo habr
filosofa all donde exista cultivo de la tradicin filosfica: Los maestros que a comienzos del
siglo XVII empezaron a dar las primeras lecciones de filosofa escolstica en los seminarios,
colegios y universidades de Santa Fe, eran los depositarios, mantenedores y cultivadores de una
parte muy considerable del saber filosfico tradicional (1960, pg. 878). La importancia de esta
tradicin filosfica radica en que ella guarda los grandes problemas metafsicos y ontolgicos a
los cuales slo puede accederse a travs del estudio riguroso de las fuentes originales en una
perspectiva filolgica. La relacin de la filosofa con la historia social no supone para Jaramillo
ninguna alteracin de aquellos problemas e ideas sobre los cuales se desenvuelve la historia de la
filosofa: lo que cambia dice Jaramilloson las perspectivas y no los problemas, y menos
an la verdad misma ([1953] 2002, pg. 21). Lejos de minar la historicidad de la filosofa, este
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tipo de problemas y verdades suprahistricas es de hecho la condicin de posibilidad de la historia
de la filosofa en cuanto historia de las ideas. Los ms de dos mil aos de tradicin filosfica
occidental pueden ser narrados histricamente como una marcha sin rupturas desde los griegos
hasta nosotros ([1953] 2002, pg. 22).
De este primer acercamiento a la forma en que la filosofa se constituye en objeto de indagacin
historiogrfica podran discutirse mltiples aspectos. Marquemos por ahora que no es una
construccin homognea y carente de tensiones internas. Por el contrario puede observarse que en
esta construccin de la filosofa como objeto histrico se entrecruzan diversas posiciones que
sugieren ciertas contradicciones. La ms visible de ellas es la que uno puede hallar entre las dos
ltimas acepciones de la historicidad de la filosofa. Si por una parte la filosofa es un segmento
de la cultura que entra en relacin cambiante y problemtica con el entorno social, parece difcil
sostener al mismo tiempo que la filosofa constituye una tradicin monoltica que se desenvuelve
sin rupturas como una mancha triunfal alrededor de ciertos problemas y verdades suprahistricas
de tipo epistemolgico, moral y ontolgico.
A pesar de sus tensiones internas, es sobre estos planteamientos que descansa la construccin de
los primeros relatos de la historia de la filosofa en Colombia. En Antecedentes de la filosofa en
Colombia, Jaramillo presenta un proceso histrico de la filosofa que va a desarrollarse con mucha
mayor profundidad en El pensamiento colombiano en el siglo XIX (1964). El proceso iniciara en
el siglo XVII con la enseanza de la filosofa escolstica en los seminarios y universidades de
Santa Fe. Desde la segunda mitad del siglo XVIII, con la irrupcin de tendencias ilustradas en
Espaa y la Nueva Granada, este proceso sufrira un viraje inicial, no necesariamente
revolucionario, pero s de consideracin en la medida en que plante la apertura hacia la ciencia
moderna y los problemas epistemolgicos que de ella se derivaban. De este contexto iniciado en
la colonia por las reformas educativas de Francisco Antonio Moreno y Escandn, surgira a su vez
el pensamiento de Francisco Jos de Caldas y del padre Jos Flix de Restrepo. Consolidada la
independencia, Jaramillo analiza el periodo republicano en etapas que van del utilitarismo al
positivismo y el desarrollo de las crticas contra la ciencia moderna planteadas por Miguel Antonio
Caro y el neotomista Rafael Mara Carrasquilla. En este relato de la historia de la filosofa en
Colombia, las tendencias del siglo XIX se proyectaran hasta las dcadas de 1930 y 1940 cuando
se crean mejores condiciones institucionales para el desarrollo de la filosofa (reforma educativa,
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Universidad Nacional) y, bajo la influencia de Jos Ortega y Gasset y la Revista de Occidente,
empiezan a circular traducciones de Edmund Husserl, Martin Heidegger, Georg Simmel y Max
Scheler, entre otros, en Espaa y Latinoamrica.
Tenemos entonces tres categoras historiogrficas fundamentales: Colonia, Independencia,
Repblica; las cuales se corresponden con categoras histrico-filosficas: escolstica, Ilustracin,
utilitarismo/positivismo/neotradicionalismo. Valga decir que Jaramillo capta interesantes
tensiones al interior de ese proceso concebido de forma lineal. Particularmente interesante resulta
notar que en el periodo republicano las crticas al positivismo surgieron de posiciones diversas que
haban abrazado los principios positivistas en cierto momento y en momentos tardos de sus vidas
replanteaban sus posiciones. Es el caso de Jos Mara Samper y de Rafael Nez, por ejemplo,
marcados por el signo de cierta nostalgia idealista del romanticismo. Tampoco tradicionalistas
como Miguel Antonio Caro lo eran totalmente. Su crtica al positivismo y la ciencia moderna se
haca no obstante aceptar su papel en la historia y reconocer su valor en el desarrollo de la sociedad
moderna. Puede hablarse entonces de una modernidad conservadora o tradicionalista en el
pensamiento colombiano? As parece sugerirlo Jaramillo al sealar que Miguel Antonio Caro no
slo no fue un neotomista consumado, sino que adems admiti hasta cierto punto las teoras sobre
el progreso humano y social, equilibrndolas con la fe catlica (El pensamiento colombiano en el
siglo XIX, [1964] 1996, pg. 473).
Ahora bien, el proceso histrico de la filosofa que se extendera desde el siglo XVII hasta 1930,
se aprecia como recorrido preliminar que sentaba las bases para un periodo diferente en el cual
trabaja el propio Jaime Jaramillo y su generacin. Era el periodo de una forma diferente de hacer
filosofa. Ya no podra tratarse solamente de ver filosficamente la realidad, como haba
ocurrido en la poca republicana del siglo XIX, algo que quiz hubiese dado a la vida poltica
colombiana ese tono de utopismo, de aspereza y de ineficacia. El siglo XX, aunque iniciara
tardamente para la filosofa, deba romper con el rgido espritu de las ideologas, para
convertirse en una actividad autnoma y un ejercicio riguroso de pensamiento: la creacin
filosfica, como la creacin artstica y como toda creacin en el plano de la cultura superior, se
resiste, por la naturaleza misma de su objeto y por la lgica interna a que obedece, a ser
regimentada y dirigida. Hay en esto una afinidad entre la labor del filsofo y la del artista. Ambos
slo pueden desarrollarse dentro de la libertad, casi me atrevera a decir, del vagabundaje
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intelectual ([1953] 2002, pg. 16). Aquella lgica interna de la filosofa estara constituida por
los grandes problemas metafsicos y ontolgicos que el filsofo debe pensar cada vez dentro de
la tradicin y que van ms all de la fundamentacin de las creencias religiosas, las metodologas
cientficas o los afanes polticos. A su vez, la libertad del pensamiento debe desarrollarse como
rigor profesional en el cual debe privilegiarse la labor sistemtica del razonamiento, el
conocimiento filolgico de las fuentes originales y la autonoma de la filosofa como mbito
diferenciado de la cultura.
La preocupacin de Jaramillo por reivindicar la filosofa como un rea autnoma de la cultura,
revela que su relato histrico se conectaba directamente con la pregunta por la existencia de la
filosofa en Colombia que causaba tanto escepticismo entre los filsofos. El proceso histrico que
l trazaba y documentaba constitua el marco dentro del cual era necesario comprender la labor
filosfica en nuestro pas. Tal marco haca posible que la filosofa se insertara en la cultura
colombiana como forma de participacin del pas en la rica tradicin occidental, ya no para
copiarla o adaptarla sencillamente, sino para enriquecerla desde la posicin peculiar que nos
corresponde como pas latinoamericano: Nuestra misin consiste en asimilar el legado de la
filosofa occidental, en conocerlo seriamente, en penetrarlo. Y posedos de la certidumbre de que
la filosofa y la ciencia son procesos inacabados e inacabables, debemos retomar sus problemas
sin renunciar a los que sean especficos de nuestra situacinesforzndonos por aportar nuestro
modesto grano de arena al inmenso proceso que constituye la marcha del espritu a travs de una
historia que es tambin nuestra historia ([1953] 2002, pg. 22).
1.2. Normalizacin, latinoamericanismo e impostura
La pregunta que Vlez Correa planteara sobre la existencia de la filosofa colombiana y que
Jaramillo Uribe transforma en la indagacin sobre un cierto cultivo de la tradicin filosfica
occidental en Colombia, no son preguntas ingenuas. Por el contario respondan a la tesis extendida
por Francisco Romero en 1934, segn la cual en Latinoamrica se haba alcanzado un estado de
normalidad filosfica, esto es, la filosofa se haba convertido en una funcin ordinaria de la
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cultura en nuestros pases.1 En la dcada de 1980 Rafael Gutirrez Girardot emprende una
demoledora empresa crtica en contra de este tipo de injustificado, aunque comprensible
optimismo que Romero haba expandido en Latinoamrica y que estaba influido por el
pensamiento de Jos Ortega y Gasset, Jos Gaos y Leopoldo Zea. Esta crtica radical de Gutirrez
Girardot es importante por cuanto representa un distanciamiento profundo con respecto al
optimismo no slo de Romero, sino quizs tambin de Jaramillo Uribe y Vlez Correa sobre el
desarrollo de la filosofa en Colombia.
Dentro de la estela de estos dos autores se desarrolla en buena parte la historia de las ideas
filosficas en nuestro pas y en particular la contribucin de Rubn Sierra a esta tarea. En 1967,
Sierra public un breve texto titulado Estado actual de la filosofa en Colombia (pgs. 234-236);
posteriormente en 1977 aparecera el artculo Temas y corrientes de la filosofa colombiana en el
siglo XX en la revista Eco, donde sostiene que Luis Eduardo Nieto Arteta, Rafael Carrillo y
Danilo Cruz Vlez representaron una verdadera ruptura con la tradicin neotomista y sus obras
de la dcada de 1940, la inauguracin de la filosofa moderna en Colombia (1978, pgs. 98-99).
Ms all de la influencia de Ortega y Gasset, Sierra seala en este importante estudio la forma en
que la fenomenologa, la ontologa, la teora del derecho, la Teora Crtica de la escuela de
Frankfurt, sumadas al marxismo y a los estudios sobre Nietzsche, enriquecieron la reflexin
filosfica colombiana de pioneros como Cayetano Betancur, Estanislao Zuleta, Carlos B. Gutirrez
y Ramn Prez Mantilla, por mencionar algunos nombres. En 1985, Sierra publica La filosofa en
Colombia, siglo XX, una compilacin a su cargo con ensayos filosficos que testimonian de alguna
forma esa normalidad filosfica de la que hablaba Romero y comparta tambin Jaramillo Uribe
(pgs. 9-13). De paso, la compilacin consagraba los nombres de los filsofos. En el Prlogo,
Sierra sostiene: Puede decirse que algo nuevo surge a partir de la dcada de 1940 con la aparicin
en nuestro medio del cultivo universitario de la filosofa y de cierta produccin filosfica que se
enmarca dentro de corrientes contemporneas como la fenomenologa o la teora pura del derecho
(1985, pg. 9).
Por su parte, el grupo integrado alrededor de Germn Marqunez Argote (Roberto Salazar Ramos,
Eudoro Rodrguez Albarracn, Joaqun Zabalza Iriarte, Daniel Herrera y Leonardo Tovar), publica
1 Ver: Francisco Romero, Palabras a Manuel Garca Morente sobre la normalidad de la filosofa (1934), en: El Hombre y la Cultura. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1950.
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en 1988 el libro La filosofa en Colombia. Historia de las ideas (1988). All se parte tambin de la
obra de Jaramillo Uribe, pero se introducen algunos giros. Por una parte hay un intento de delimitar
terica y metodolgicamente el enfoque de la historia de las ideas desde el cual se aborda el
proceso de la filosofa en Colombia. Por otra parte, este proceso se narra desde la preocupacin
por la situacin histrica especfica de Latinoamerica y de Colombia. Estos dos rasgos del libro
generan quizs sus tensiones ms visibles. Si bien se trata de una historia de la filosofa en
Colombia, el material puede expandirse hasta lo ilimitado, toda vez que se acepta la tesis de que
La historia de las ideas se orienta en primer lugar a un estudio ms genrico de todo el conjunto
de las ideas y no slo de las ideas filosficas (1988, pg. 17). A pesar del hegelianismo con el
cual se asume la historia de la filosofa como una lgica interna que permite juzgar sobre el
grado de verdad que pueda tener una filosofa (1988, pg. 17), se propone como punto de fuga
un espectro bastante difuso de la totalidad de las ideas que conformaran la cultura especfica de
Latinoamrica: Toda cultura genera una cierta manera de ver, de interpretar y vivir la realidad.
Una cierta filosofa que subyace a cualquier intento reflexivo y sistemtico. Hoy es incluso
manifiesto cmo ciertos usos, categoras, formas lingsticas, cosmologas estn enraizadas en
temas culturales y slo se entienden desde su matriz cultural (1988, pg. 20). Esta tendencia
desemboca en la visin que Germn Marqunez Argote expone sobre la creacin de una filosofa
autnticamente latinoamericana en los aos 60, tras el proceso de normalizacin de los aos 30 y
40. En este trnsito, Latinoamrica habra pasado de una actitud universalista de referencia
europea, a una visin local emancipatoria en la cual Colombia estaba claramente rezagada
(Marqunez Argote, 1988, pgs. 418-419).2
La voz crtica de Gutirrez Girardot se recortara, entonces, sobre el avance de la historia de las
ideas y su vertiente latinoamericanista. En su libro, significativamente titulado Provocaciones, el
principal blanco de la crtica era Jos Ortega y Gasset y todo lo que representaba, esto es, la
carencia de crtica en las Espaas y el arte de la simulacin majestuosa a la que dicha carencia
conduca (Provocaciones, [1992] 1997). Ortega se haba convertido en el mito que haba que
2 Algunos filsofos se interesaron por profundizar en momentos especficos de la tradicin filosfica documentada por Jaramillo. Es el caso de Daniel Herrera Restrepo, quien publica el artculo titulado La filosofa en la Colonia en 1979, para discutir y precisar la periodizacin de este momento histrico de las ideas filosficas en Colombia (Herrera Restrepo, 1979). Otros filsofos recorrern el camino de la autenticidad de Espaa y Latinoamrica, como Germn Marqunez Argote, imbuidos de los discursos de la teologa de la liberacin, de la influencia de filsofos espaoles como Xavier Zubiri y de las discusiones sobre una filosofa propiamente latinoamericana.
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destruir para captar una verdad escueta: el fracaso sistemtico de todos los intentos por introducir
y desarrollar el pensamiento crtico en Hispanoamrica. Segn Gutirrez, el captulo largo y
pertinaz que corresponde a la figura de Jos Ortega y Gasset constituye una culminacin de la
prevalencia del dogmatismo sobre la razn, sobre la crtica, sobre las formas elementales del
pensamiento cientfico ([1992] 1997, pg. 37). Gutirrez recorre los hitos de la historia del
pensamiento hispano-catlico a contrapelo: los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola han
construido una cultura de la autodegradacin y el temor, profundamente hostil al espritu del
atrvete a saber kantiano. Con excepcin de los grandes telogos, Francisco de Vitoria y
Francisco Surez, el catolicismo se consagr a ocupar y a arrasar espiritual y culturalmente sus
pases. Sus habitantes se convirtieron forzosamente en sus dciles pupilos y, con ello, perdieron la
mayora de edad ([1992] 1997, pg. 32). La Ilustracin espaola de Feijoo y Jovellanos fue
solamente verbal y llena de reservas. Durante el siglo XIX las corrientes del krausismo y el
positivismo, a pesar de ser ideologas secularizadas, haban recado en el carcter eclesial y
religioso que haba en ellos dejando tras de s una pobre herencia. Finalmente, la Cruzada del
general Franco fue la ltima etapa a que lleg esa persecucin, fue la consecuencia lgica del
fanatismo con que la Santa Madre anatemiz todo lo moderno con el argumento de que todo lo
moderno es malo porque es moderno ([1992] 1997, pg. 33).
Ms all de la carencia de crtica en la tradicin hispano-catlica, para Gutirrez era preciso
exorcizar el estilo de trabajo que Ortega y Gasset haba instituido y que se caracterizaba por la
intimidacin, la pretensin de haber anticipado cualquier cosa, la falta de conocimiento de las
fuentes originales y, en fin, el arte de la simulacin o la impostura intelectual. No poda
desconocerse que Ortega hubiese contribuido a difundir la filosofa europea en Hispanoamrica,
como tampoco poda ignorarse el hecho de haber introducido la simulacin en la ciencia, el truco
bibliogrfico, el arte peculiar de la inlectura, sic veniat verbum, la justificacin importantista de
cualquier balbuceo, etc. ([1992] 1997, pg. 133). En un texto titulado Problemas de la filosofa
en Colombia, aparecido en el 2008 en la revista Aquelarre, pero perteneciente al mismo espritu
crtico de Provocaciones, Gutirrez proyecta su crtica sobre otras imposturas (2008, pgs. 59-70).
Particularmente se refiere all a los nacionalismos latinoamericanistas de los aos 60 y 70 y a la
teora de la dependencia, los cuales promovieron, segn Gutirrez, una actitud de independencia
y autenticidad detrs de la cual se expresaba el resentimiento reactivo contra la cultura occidental
europea. Por este camino se terminaba rpidamente glorificando de nuevo la tradicin colonial
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de la hacienda, saboteando cualquier posibilidad de asimilacin crtica de la filosofa occidental
y buscando enemigos externos a instancia de los cuales quedaran minimizadas las causas internas
por las cuales Hispanoamrica haba resistido tenazmente la cultura y la ciencia moderna. El
problema de la historia de las ideas filosficas en el rea cultural hispano-catlica se plantea para
Gutirrez Girardot como un proceso reactivo, en el cual la tradicin colonial antimoderna se afirma
sobre la cultura ilustrada de la crtica y la labor cientfica rigurosa. En un proceso semejante, estn
en juego tambin la construccin de una sociedad democrtica que rompa los vnculos de vasallaje
y seora. Por esta razn Gutirrez vincula el desarrollo de una cultura ilustrada y crtica a la
construccin de instituciones universitarias de orden pblico que garanticen la asimilacin y la
difusin de la tradicin filosfica occidental en Colombia.
Tambin durante la segunda mitad de la dcada de 1980, Rubn Jaramillo Vlez represent una
voz crtica y escptica que segua muy de cerca los planteamientos de Gutirrez Girardot. Sus
conferencias y artculos ms relevantes sobre este tema son recogidos en el reconocido volumen
Colombia: la modernidad postergada (1998).3 Jaramillo Vlez presenta all una raz histrica de
la resistencia hispana a la cultura moderna. El comienzo del siglo XVI, con los territorios de
Amrica recin descubiertos, marc la derrota de una burguesa urbana naciente (Guerra de las
comunidades de Castilla, 1520-22); la persecucin de poblaciones de origen rabe y judo (Estatuto
de limpieza de sangre en Toledo, 1547); y la lucha contra el espritu de la Reforma (Dieta de
Worms, 1521). Espaa le daba entonces la espalda a la cultura moderna en sus inicios. La
paradoja de Espaa en los comienzos de la modernidad escuchamos a Jaramillo V. consisti
en que al tiempo que favoreca notoriamente, por la consolidacin del mercado mundial, el
desarrollo del capitalismo, ella misma permaneca feudal, y proyectaba en los territorios por ella
conquistados la anacrnica estructura seorial y el espritu feudal (1998, pg. 8). De all lo que el
autor llama anormalidad filosfica, empleando el concepto de uno de sus principales maestros,
Danilo Cruz Vlez, y tambin el asincronismo de Amrica Latina con respecto a los procesos
de transformacin vividos en Francia, el rea germana e Inglaterra. La lucha independentista
3 Sin embargo, debe tenerse en cuenta la labor de Jaramillo Vlez como gestor de la revista Argumentos donde Gutirrez Girardot public el artculo titulado Universidad y sociedad, en 1985. Desde Argumentos Jaramillo Vlez divulg la filosofa alemana empezando por Kant y su tesis central de la Ilustracin como mayora de edad, autonoma del pensamiento y construccin de una sociedad libre. A Jaramillo Vlez le debemos un aporte clave a la cultura colombiana al introducir los autores principales de la Escuela de Frankfurt como Marcuse, Horkheimer, Adorno y Benjamin.
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represent no solamente la conciencia de este asincronismo, sino la lucha por superar este rezago
y producir las condiciones de una educacin, una cultura y un pensamiento modernos (1998, pgs.
83-85). El escenario del siglo XX hereda esta confrontacin que se manifiesta con todo su poder
destructivo y retrgrado con la dictadura de Franco. Para Jaramillo si puede haber una filosofa
latinoamericana no es con la afirmacin voluntarista y sofstica de una presunta identidad de la
Amrica Latina, que con frecuencia se alimenta del rencor en contra de la modernidad (1998,
pg. 91). Por el contrario, solamente los logros de la cultura occidental, esto es, la filosofa, la
ciencia, la tecnologa, constituyen autnticos medios para reflexionar y comprender el pasado del
cual provenimos y para enfrentar nuestras problemticas especficas. Una tarea de la filosofa
consiste entonces en leer la historia a contrapelo (siguiendo la formulacin de Walter Benjamin)
para redescubrir esa otra Espaa y esa otra Latinoamrica de quienes se han empeado en
transformar el tradicionalismo hispnico.4 En lugar de los sustitutos identitarios, el aporte de
Rubn Jaramillo recorre el camino de la apropiacin de la cultura occidental y su riqueza.
1.3. Nuevas perspectivas
En el cambio del siglo XX al XXI encontramos aproximaciones a la historia de la filosofa en
Colombia desde nuevas perspectivas. Sin duda, se contina trabajando en clave de la autenticidad
latinoamericana; tambin encontramos epgonos de Gutirrez Girardot y de Rubn Jaramillo.5 Pero
es evidente que se elaboran formas de comprender el papel de la filosofa en nuestra historia
cultural y social que tienden a desbordar la perspectiva de la historia de las ideas, a pesar de tomarla
como punto de partida.
Un ejemplo de ello es el seminario adscrito a la Ctedra de Pensamiento Colombiano organizado
por Lismaco Parra y Rubn Sierra Meja en la Universidad Nacional. El objetivo manifiesto de
este proyecto consita en promover la investigacin en historia de las ideas y en general de la
4 Jaramillo hace el reconocimiento de Jos Gaos, Wenceslao Roces, Jos Medina Echeverra, Eugenio Imaz, Joaqun Xirau y Manuel Garca Morente, como espaoles que, desde el exilio, hicieron aportes significativos a la difusin y el estudio de filsofos como Edmund Husserl, Martin Heidegger, Max Weber y Wilhelm Dilthey, entre otros. 5 Son los casos de Damin Pachn (Estudios sobre el pensamiento colombiano, 2011) y de Manuel Gustavo Rodrguez Valbuena (La filosofa en Colombia, modernidad y conflicto, 2003).
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cultura colombiana (2002, pg. 7). Desde 2002 el seminario produjo una serie de volmenes que
recorren diferentes momentos neurlgicos de la historia colombiana: Miguel Antonio Caro y la
cultura de su poca (2002), El radicalismo colombiano del siglo XIX (2006), Repblica Liberal:
sociedad y cultura (2009) y La restauracin conservadora: 1946-1957 (2012). Estos libros son
producto de un trabajo interdisciplinario en el que participan investigadores de distintas
formaciones y perspectivas. A los filsofos Lismaco Parra y Rubn Sierra Meja, se suman
tambin Rodolfo Arango, ngela Uribe Botero, Leonardo Tovar, Toms Barrero, Laura Quintana,
entre otros. Pero el espectro de miradas se abre con la participacin de importantes historiadores,
como Eduardo Posada Carb, Malcom Deas, Daro Acevedo Carmona, Marco Palacios y Renn
Silva; crticos literarios e historiadores del arte y la arquitectura, como David Jimnez, Carolina
Alzate, Beatriz Gonzlez y Carlos Nio Murcia; socilogos y economistas, como Roco Londoo
Botero, Fernando Cubides y Salomn Kalmanovitz. Con esta amplia participacin de
investigadores con diferentes formaciones y enfoques, el abordaje de la historia de la filosofa
resulta enriquecido. La mera yuxtaposicin de miradas resulta productiva, pues permite hacer una
aproximacin amplia sobre los contextos sociales y culturales de momentos especficos de la
historia del pas.
El recorrido que se traza a travs de la historia colombiana tampoco se ve constreido por una
narrativa exclusiva y lineal. Por el contrario, al centrarse ms bien en periodos coyunturales que
en una narrativa extensa, los investigadores pueden profundizar en problemticas diferentes y
mostrar la heterogeneidad y particularidad de cada momento histrico. Como sostiene el editor del
proyecto, Rubn Sierra, entre los propsitos del seminario ha estado siempre presente ofrecer
elementos para la formacin de la conciencia nacional, a travs de la recuperacin y el anlisis de
la obra de los escritores y de los estadistas, como tambin de programas polticos y sociales que
en el devenir social y cultural colombiano han tenido como objetivo pensar los problemas y ofrecer
criterios de solucin en las diferentes pocas que conforman nuestra historia (2009, pg. 13).
No obstante, la riqueza evidente que este proyecto conlleva, existe el vaco total de una reflexin
sobre el propio ejercicio de una historia del pensamiento o de la filosofa que propicie los dilogos
interdisciplinarios con la historia, la ciencia poltica o la historia del arte y de la literatura. Estos
vnculos an aparecen en una forma demasiado abstracta, esto es, como paralelismos o
yuxtaposiciones de lo literario y lo poltico, lo filosfico y lo esttico. Quizs no hemos ido mucho
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ms all de lo que el paradigma de la historia de las ideas preconizaba con un gesto de
magnanimidad dudosa: que la literatura y el arte tambin son pensamiento. En esta misma
direccin, debemos notar que si bien el proyecto toma las problemticas especficas de cada
momento histrico como eje de investigacin, hace falta elaborar justamente una perspectiva de
anlisis que fracture las visiones teleolgicas de la historia y nos permita reconocer la especificidad
y la problematicidad de los diferentes momentos histricos. Pero quizs an tomamos el carcter
de nuestra nacionalidad y la conciencia nacional como hilo conductor y telos de la historia del
pensamiento y la cultura.
Por su parte, el libro de Santiago Castro-Gmez titulado La hybris del punto cero constituye otro
aporte significativo a la historia del pensamiento en Colombia (2005). De entrada, el proyecto de
Castro-Gmez ya no consiste en una historia centrada en ideas, sino en el discurso de la
Ilustruacin y su lugar de enunciacin, esto es, su posicin con respecto a los intereses
geopolticos de expansin europea sobre otros territorios del mundo. El problema central que
Castro-Gmez persigue se encuentra justamente en la forma en que ese vnculo entre discurso y
lugar de enunciacin se constituye y al mismo tiempo se oculta o se invisibiliza. La hybris del
punto cero debe entenderse, entonces, como el punto en el que convergen el discurso ilustrado del
siglo XVIII y los intereses colonialistas europeos, pero al mismo tiempo es el mecanismo mediante
el cual este vnculo se borra naturalizando tanto el discurso como las relaciones de poder que ste
justifica y sostiene. Aparentemente el discurso de la Ilustracin, que es el discurso de las ciencias
naturales y del hombre, alcanza un estatus de objetividad y neutralidad que lo sita por encima de
los intereses particulares y los juegos del poder. Se instala as en un no-lugar desde el cual valida
sus conocimientos como universalmente vlidos. Pero es justo esta construccin de un no-lugar,
la pretensin de no participar en el juego del poder, lo que desenmascara sus profundos lazos con
la expansin colonial de Europa sobre Amrica y el mundo: la poltica del no lugar asumida
por las ciencias humanas en el siglo XVIII tena un lugar especfico en el mapa de la sociedad
colonial y fungi como estrategia de control sobre las poblaciones subalternas (Castro-Gmez,
2005, pg. 14). Precismanete la efectividad de la estrategia consista en fabricar ese no lugar o
punto cero sobre el cual no es posible adoptar ningn punto de vista de manera que se erige
como una mirada soberana sobre del mundo (Castro-Gmez, 2005, pg. 18).
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El principal aporte de la investigacin de Castro-Gmez se encuentra en la crtica radical al
iluminismo como mecanismo de poder colonial y expansin capitalista, que fue difundido desde
Europa, pero que fue acogido tambin en las periferias americanas y, en particular, form parte
fundamental de un proceso de desarrollo de la conciencia nacional criolla en la Nueva Granada.
Apoyado en la crtica ideolgica marxista (Hardt y Negri), la teora poscolonial (Edward Said) y
la teora latinoamerica de la colonialidad (Mignolo, Dussel, Quijano), Castro-Gmez pone en
evidencia con razn la forma en que la visin teleolgica de la historia de la civilizacin y del
hombre, legitim y propici prcticas de dominacin poltica, de racismo y de explotacin
econmica. Estas visiones teleolgicas son parte constitutiva del pensamiento de autores centrales
de la tradicin iluminista europea, como Hume, Locke, Adam Smith, Kant, Condorcet, Turgot o
Hegel. E igualmente sern visiones apropiadas desde la periferia latinoamericana para forjar, a su
vez, un orden excluyente y autoritario que aplica un sistema racista de castas, hace de la ciencia
instrumento de control biopoltico y reprime formas alternativas de conocimiento. Desde esta
ptica crtica, la modernidad es desenmascarada, en realidad, como colonialidad y no como
superacin suya. La modernidad y la colonialidad pertenecen entonces a una misma matriz
gentica, y son por ello mutiamente dependientes. No hay modernidad sin colonialismo y no hay
colonialismo sin modernidad porque Europa slo se hace centro del sistema-mundo en el
momento en que constituye a sus colonias de ultramar como periferias (Castro Gmez, 2005,
pg. 50).6 Por esta razn, el impulso de dominacin hacia lo Otro, lo brbaro (el negro, el
indgena, el asitico), resulta constitutivo para el discurso filosfico moderno.
Para nuestro propsito, lo que resulta relevante captar con toda claridad es que la historicidad del
pensamiento, en este caso de las ciencias naturales y de las ciencias humanas, se concibe aqu
desde el punto de vista de la funcionalidad de los discursos para un sistema mundial de dominacin
en el cual Europa ocupa el eje central y Amrica representa una de sus periferias subordinadas. De
all emana justamente su radicalidad crtica.
Aunque coincide con las reivindicaciones latinoamericanistas de la historia de las ideas de los aos
70 y 80, no obstante la perspectiva de Castro-Gmez las excede. Descentra las ideas como objeto
de estudio y desplaza su eje hacia los discursos y sus lugares de enunciacin. De esta forma el
6 Como Castro-Gmez pone de presente, esta es en sntesis la tesis que Enrique Dussel planteaba la hablar de un paradigma planetario, (Dussel, 1999).
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pensamiento, la filosofa o la ciencia, son vistos como factores efectivos de la historia. No obstante,
la categora de discurso se limita a un mecanismo ideolgico de enmascaramiento de intereses
reales de poder econmico y poltico. A su turno, el anlisis de los lugares de enunciacin se ve
limitado a una denuncia de la participacin de los autores y sus textos en los intereses de
dominacin europea o criolla sobre poblaciones subalternas. De esta forma, la interaccin entre
discursos y contextos socio-polticos recae en cierto mecanicismo y el esfuerzo crtico se hace
unilateral. Lo que aqu se escapa es, sobre todo, la densidad y complejidad de los discursos mismos
como objetos histricos en donde se localizan profundas tensiones internas, se entrelazan
diferentes intencionalidades y se responde a problemticas y circunstancias variables. Nada de esto
puede ser captado si los discursos constitutivos de la modernidad se reducen a instrumento
ideolgico de la expansin europea por el mundo. Desde luego, no se trata de negar el papel de los
elementos discursivos en la construccin de relaciones sociales y formas de organizacin polticas
injustas (los elementos epistmicos de la colonialidad), sino de romper las visiones teleolgicas de
la historia del pensamiento, ya se etienda como mbito autnomo de progreso y elevacin, ya se
entienda como instrumento del poder. Quizs lo que an nos hace falta por elaborar en nuestro
pas es justamente una historia del pensamiento capaz de comprender que el mundo moderno,
especialmente el mundo de la poltica moderna, surge como problematicidad y como apora, pues
choca cada vez con mayor profundidad y amplitud con la inesencialidad y la contingencia de todo
lo humano.
1.4. Conclusiones: limitacin de la historia de las ideas
Despus del recorrido que acabamos de desarrollar podemos plantear una primera reflexin.
Cuando Jaime Jaramillo Uribe emprende su indagacin sobre la historia del pensamiento en
Colombia lo hace con plena consciencia de que la filosofa constituye un componente fundamental
en los procesos de construccin de una sociedad moderna. Aunque para Jaramillo la historia de la
filosofa est constituda por la tradicin de problemas filosficos elaborados en distintas pocas
por los filsofos, al mismo tiempo esta tradicin se encuentra para l inextricablemente unida al
desarrollo de instituciones polticas y culturales modernas. La filosofa es esencial para dotar de
sentido la existencia humana y as mismo para producir formas de cultura y de comunidad poltica
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que expresen y realicen valores humanos fundamentales. De esta forma, Jaramillo genera el
paradigma conceptual y narrativo central desde el cual en Colombia la filosofa adquiere
conciencia histrica de s misma. Durante el final de la Colonia la filosofa habra servido para
modernizar la administracin y renovar la economa. Durante el siglo XIX, la filosofa habra sido
el laboratorio de pensamiento sobre la necesidad y la legitimidad de la independencia, as como,
posteriormente, ensay diversas frmulas para la construccin de la repblica. Desde las dcadas
de 1930 a 1950 se configuraba un horizonte histrico diferente y la filosofa deba asumir tambin
roles distintos. Esencialmente, deba constituirse en el eje central de la institucionalizacin del
pensamiento libre y crtico como una funcin social imprescindible. Los trabajos de Rubn Sierra
sobre la filosofa moderna en Colombia retoman este paradigma y lo profundizan. El estudio de la
filosofa moderna de una manera rigurosa, con niveles ms elevados de especializacin sobre
determinados autores y problemas, representaba precisamente la posibilidad de que el pensamiento
crtico se desarrollara como actividad autnoma en nuestro pas. Esa posibilidad constitua un valor
en s mismo, pues significaba que la sociedad colombiana asuma que el pensamiento era una
actividad vital para el desarrollo del conocimiento, la cultura y la reflexin sobre la propia sociedad
colombiana.
Ahora bien, a partir de este paradigma clsico de Jaime Jaramillo se desarrollaron al menos dos
variantes. La primera de ellas es la variante polticamente radicalizada de Marqunez Argote y su
grupo, durante los aos 70 y 80. La segunda es la variante autocrtica y escptica de Rafael
Gutirrez Girardot y Rubn Jaramillo. En la variante politizada de Marqunez Argote la
conceptualizacin de la filosofa como factor de cambios culturales y polticos queda desplazada
por el uso de la filosofa como medio de reivindicacin de la cultura autctona-popular
latinoamericana, especialmente en los elementos de su identidad catlica-mestiza. La filosofa
debe extraer estos elementos identitarios para hacer evidente la existencia de un pensamiento
autctono y as reivindicar sus derechos frente al pensamiento europeo y su apariencia de
universalidad. La historia de la filosofa contribuye a reconstruir un proceso histrico agregativo
en el cual los elementos hispano-catlicos se mezclan con los elementos locales para producir el
verdadero pensamiento colombiano, el cual requiere de una formulacin correcta (una ontologa
del ser latinoamericano y/o colombiano). De esta manera el potencial emancipatorio de la filosofa
se desplaza sutil, pero significativamente: ya no radica tanto en la autonoma del pensamiento,
como en la afirmacin de una identidad comunitaria local y popular. Asimismo, el horizonte
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histrico de la construccin de una sociedad moderna en Colombia resulta relativizado en la
medida en que la universalidad de los valores (elaborados por la filosofa) en los que se apoya
dicho proyecto, es cuestionada y reemplazada por la particularidad de los modos de ser propios.
La variante de Gutirrez Girardot y Rubn Jaramillo Vlez no va a desplazar el eje del paradigma
de Jaime Jaramillo, como en el caso de Marqunez Argote. La filosofa representa, para Gutirrez
Girardot y Jaramillo Vlez, el ejercicio libre del pensamiento y concuerdan en que es esa la funcin
social que desempean, especialmente a travs de la universidad, en las sociedades modernas (las
cuales a su vez no pueden pensarse sin la filosofa). Sin embargo, estos dos filsofos ponen
seriamente en duda que la autonoma del pensamiento haya logrado convertirse en un valor
institudo en las culturas hispano-catlicas y particularmente en Colombia. Aunque pueden
identificarse momentos y aventuras significativas, la historia poltica e intelectual de nuestro pas
mostrara que el tradicionalismo dogmtico, el nacionalismo reactivo y los intereses particulares,
han triunfado sobre aquellos intentos de introducir el pensamiento libre como valor intrnseco de
nuestra cultura y nuestras instituciones. As cobran sentido los conceptos de simulacin
majestuosa, retro-modernidad y modernidad postergada como formas de conciencia
profundamente negativa de la historia de la filosofa en Colombia. An hoy resulta difcil pensar
la historia de la filosofa en Colombia por fuera de los desafos que plantea para nuestra sociedad
y nuestra cultura la realizacin de valores modernos, incluso para aquellos que han denunciado
tales valores como enmascaramiento del poder colonizador europeo. Y sin embargo, las maneras
de plantear el vnculo entre la filosofa y los procesos histricos de nuestra sociedad permanecan
atrapadas dentro de lmites demasiado estrechos.
Aqu encontramos el lugar propicio para hacer una segunda reflexin. La historia de la filosofa
en Colombia ha sido elaborada, en su etapa de 1950 a 1990, desde una perspectiva de historia de
las ideas. Dentro este enfoque, la categora ideas configura un objeto de investigacin que posee
al mismo tiempo una historia intrnseca, constituida por las tradiciones filosficas de los sistemas
de pensamiento, las doctrinas y los problemas permanentemente reelaborados; y una historia
extrnseca, en la medida en que tales ideas forman parte de un proceso histrico ms amplio que
puede ser interpretado tanto en el sentido del desarrollo (o atraso) de la cultura moderna, como en
el sentido de la adquisicin (o alienacin) de nuestra propia identidad colombiana o
latinoamericana. En este sentido, a pesar de entender con claridad que la historia de la filosofa
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hace parte de los procesos histricos que produjeron las sociedades modernas, sin embargo, la
pertenencia misma de la filosofa a la modernidad permanece planteada de una manera nebulosa,
abstracta y apoyada en narrativas de avance/retroceso, propio/ajeno, moderno/antimoderno.
Gutirrez Girardot y Rubn Jaramillo abrieron algunas grietas en esta perspectiva al hablar en su
momento de retro-modernidad y de asincrona, pues as apuntaron al reconocimiento de paradojas
y ambivalencias presentes en nuestros procesos histricos. Pero ser de la segunda mitad de la
dcada de 1990 en adelante que distintos investigadores ensayen nuevas perspectivas para la
historia de la filosofa en Colombia.
Con la Ctedra de Pensamiento Colombiano y la investigacin de Santiago Castro-Gmez
observamos que el paradigma de la historia de las ideas comienza a mostrarse exahusto. En el caso
de la Ctedra, la pregunta por la realizacin de valores modernos en nuestro pas a travs de la
filosofa (que estaba en la base del planteamiento de Jaime Jaramillo Uribe), sigue siendo vital
para la tarea de formacin de la conciencia nacional y para la reflexin sobre sus carencias.
Sin embargo, esta pregunta resulta desplazada a un segundo trmino una vez el proyecto se
concentra en los temas y problemas especficos de cada periodo de la historia nacional. Tambin
resulta refractada por las perspectivas dismiles de los investigadores y el nfasis que ponen en
otros campos de la cultura y la sociedad. En el caso de Santiago Castro-Gmez, la visin reactiva
del pensamiento europeo que estaba presente en la variacin latinoamericanista de la historia de
las ideas sufre un desplazamiento an ms radical. Su tema central ya no sern las ideas sino, como
dijimos, los discursos y sus lugares de enunciacin dentro de un sistema de intereses en el que
Europa se erige como dominador de Amrica. Desde esta perspectiva ya no tendr sentido la
pregunta por la realizacin de valores modernos mediante la filosofa, pues la modernidad es la
que queda profundamente cuestionada como fuente de valores universales. Si la Ctedra pone al
descubierto que un relato totalizante de la historia de la filosofa en Colombia resulta inoperante,
La hybris del punto cero muestra, a su vez, la insuficiencia del concepto de modernidad como
matriz de valores universales. De esta forma sus planteamientos se instalan en un terreno distinto
al paradigma de historia de las ideas, a pesar de que partan de algunas de sus premisas.
En consecuencia, con estas reflexiones debemos revisar crticamente el proyecto de la historia de
las ideas como paradigma fundamental desde el cual se construye la histora del pensamiento y de
la filosofa en nuestro pas. La potencialidad crtica de la historia de las ideas parece desgastada en
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la medida en que nos mantiene atados a visiones teleolgicas de la historia que, o bien, reducen la
problemtica al carcter nacional y sus carencias, o bien, construyen relatos totalizantes de la razn
como mero instrumento del poder. Pero ms notable an consiste en que este paradigma se muestra
insuficiente para comprender el carcter intrnsecamente poltico de los discursos filosficos, en
tanto que marcos que brindan legitimidad al orden social en que vivimos, pero que son, al mismo
tiempo, disputables, modificables y problemticos; es decir, histricos.
La tarea de revisn crtica de la historia del pensamiento y la filosofa en Colombia requiere que
tomemos en cuenta los debates y transformaciones que ha sufrido la historia intelectual a finales
del siglo XX en varios lugares del mundo. Sera de particular ayuda entender los virajes que la
Historia conceptual alemana y la escuela de Cambridge han introducido en sus respectivos
contextos, justamente para encontrar alternativas a las limitaciones de la historia de las ideas y del
espritu. Un ejercicio tal tampoco es nuevo en el mbio hispanoamericano. Siguiendo de cerca la
Historia conceptual alemana, Javier Fernndez Sebastin ha liderado junto con otros importantes
historiadores y filsofos el proyecto Iberconceptos que representa un importante hito en la historia
del pensamiento poltico iberoamericano.7 Otro aporte proviene de la trayectoria investigativa de
Elas J. Palti quien ha abierto nuevas perspectivas a la historia intelectual latinoamericana a partir
de su dilogo crtico con la Escuela de Cambridge. No se trata de un ejercicio de colonialismo
intelectual, ni de imitar una moda acadmica, sino de acceder a los debates que nos permitan
ampliar nuestra comprensin de la filosofa como fenmeno histrico y como factor poltico de la
sociedad colombiana. En el siguiente captulo nos proponemos hacer un aporte en ese sentido
recorriendo los planteamientos tericos y metodolgicos de la Historia conceptual alemana y la
escuela de Cambridge.
7 Ver especialmente Javier Fernndez Sebastin, Introduccin. Hacia una historia atlntica de los conceptos polticos. En: Diccionario poltico y social del mundo iberoamericano. La era de las revoluciones, 1750-1850. Iberconceptos-I. Madrid, 2009. Pgs. 23-46.
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2. Ms all de la historia de las ideas: historia conceptual y de los
lenguajes polticos
Como veamos en el captulo anterior, el paradigma de la historia de las ideas resulta insuficiente
para comprender el carcter intrnsecamente poltico de la filosofa como productora de discuros
que intervienen en los procesos sociales y polticos de construccin del pas. En consecuencia, es
la propia historicidad del pensamiento filosfico la que queda fuera de foco si nos centramos, o
bien, en ideas, doctrinas o problemas perennes; o bien, en la autenticidad latinoamericana o
colombiana y en el carcter nacional; o bien, en la total funcionalid