teresa' y la crisis de lo psicosocial

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> ERGONOMÍA Y PSICOSOCIOLOGÍA 61 Junio de 2009 Gestión Práctica de Riesgos Laborales 10 E l artículo de este mes se dedica al tema estrella por antonomasia: la crisis. Pero desde un enfoque diferenciado. Se ve- rá hasta qué punto lo psicosocial sigue interesando como elemento de conocimiento del entorno laboral y de evaluación de la adaptación de los puestos de trabajo a las personas que los ocupan. Y ahí se encontrarán argumentos para de- finir la importancia real de los factores psicológicos y sociales implicados en el desempeño de la tarea. Incluso se hará una propuesta genérica para mejo- rar la salud de las organizaciones. A día de hoy se sabe poco de los orígenes exactos de esta crisis histórica que se vive en todo el mundo, aparte de lo ya apuntado por los exper- tos (y algún premio Nobel entre ellos) sobre la “avaricia sin medida” de determinadas entidades financieras privadas de rango global, así como de la falta de herramientas de control por parte de las autoridades políticas del ramo para detener estos abusos a tiempo. ¿Casualidad, inoperancia, interés simbiótico? El tema sobrevuela a una altura demasiado es- tratosférica como para ensayar una opinión se- ria y detallada sobre el tema. Pero sí se pueden comentar las tácticas perversas, más cercanas al suelo, que están llevando a cabo los directivos de algunas empresas con la inestimable ayuda de sus consultores económicos y financieros de guardia. Me refiero al rosario de Expedientes de Regulación de Empleo (EREs) que han florecido por toda la geografía laboral española, afectando a todas las poblaciones y a todos los sectores in- dustriales. Tanto los evidentemente afectados por la crisis (automoción y sus proveedores, acero, plástico, etcétera) como los demás están aprove- chando la coyuntura angustiosa de una circuns- tancia global desfavorable para cortar por lo sano con sus plantillas actuales. No creo necesario explicar en qué consiste un ERE, porque todo el mundo sabe que se trata de un procedimiento que se solicita a la autoridad la- boral (y es ésta quien lo aprueba o deniega) para suspender (o extinguir definitivamente) las relacio- nes laborales entre una empresa y sus empleados garantizando los derechos de los trabajadores. Este expediente permite al empresario conti- nuar con su actividad mientras se produce una ex- tinción o suspensión de la relación laboral de una parte de la plantilla que ha de estar convenien- temente justificada (causas económicas, técnicas, organizativas o productivas, por fuerza mayor o por extinción de la personalidad jurídica del contratan- te). Por otro lado, al trabajador le permite asegurar que se garanticen y preserven sus derechos en todo momento. Mi opinión al respecto es la siguiente: como mecanismo esporádico de actuación exclusiva en situación de emergencia resulta válido; como for- mato planificado para ralentizar el pico de una crisis parece plausible y puede resultar hasta beneficioso. Lo que es de temer es que una vez abierta la veda y estando las entidades administrativas sufi- cientemente flexibles para la concesión semiauto- mática de los ERE, pudiera darse el caso de otras empresas que, sin hallarse en situación real de crisis, jueguen a simularla para recibir el apoyo de los fondos de compensación pertinentes. Me temo que ya existe más de un bufete de asesores económicos y financieros especiali- zándose en las muy interesantes Tecnologías del 'Teresa' y la crisis de lo psicosocial Juan Manuel Gutiérrez, socio director de Conducta Integral Segura Hay que impedir que la deflación económica no influya también en una cierta depreciación psicológica 010_s_Ergonomia.indd 10 010_s_Ergonomia.indd 10 28/05/2009 17:40:45 28/05/2009 17:40:45

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Page 1: Teresa' y la crisis de lo psicosocial

> ERGONOMÍA Y PSICOSOCIOLOGÍA

Nº 61 • Junio de 2009Gestión Práctica deRiesgos Laborales10 •

E l artículo de este mes se dedica al tema estrella por antonomasia: la crisis. Pero desde un enfoque diferenciado. Se ve-rá hasta qué punto lo psicosocial sigue

interesando como elemento de conocimiento del entorno laboral y de evaluación de la adaptación de los puestos de trabajo a las personas que los ocupan. Y ahí se encontrarán argumentos para de-finir la importancia real de los factores psicológicos y sociales implicados en el desempeño de la tarea. Incluso se hará una propuesta genérica para mejo-rar la salud de las organizaciones.

A día de hoy se sabe poco de los orígenes exactos de esta crisis histórica que se vive en todo el mundo, aparte de lo ya apuntado por los exper-tos (y algún premio Nobel entre ellos) sobre la “avaricia sin medida” de determinadas entidades financieras privadas de rango global, así como de la falta de herramientas de control por parte de las autoridades políticas del ramo para detener estos abusos a tiempo.

¿Casualidad, inoperancia, interés simbiótico? El tema sobrevuela a una altura demasiado es-tratosférica como para ensayar una opinión se-ria y detallada sobre el tema. Pero sí se pueden comentar las tácticas perversas, más cercanas al suelo, que están llevando a cabo los directivos de algunas empresas con la inestimable ayuda de sus consultores económicos y financieros de guardia. Me refiero al rosario de Expedientes de Regulación de Empleo (EREs) que han florecido por toda la geografía laboral española, afectando a todas las poblaciones y a todos los sectores in-dustriales. Tanto los evidentemente afectados por la crisis (automoción y sus proveedores, acero, plástico, etcétera) como los demás están aprove-chando la coyuntura angustiosa de una circuns-

tancia global desfavorable para cortar por lo sano con sus plantillas actuales.

No creo necesario explicar en qué consiste un ERE, porque todo el mundo sabe que se trata de un procedimiento que se solicita a la autoridad la-boral (y es ésta quien lo aprueba o deniega) para suspender (o extinguir definitivamente) las relacio-nes laborales entre una empresa y sus empleados garantizando los derechos de los trabajadores.

Este expediente permite al empresario conti-nuar con su actividad mientras se produce una ex-tinción o suspensión de la relación laboral de una parte de la plantilla que ha de estar convenien-temente justificada (causas económicas, técnicas, organizativas o productivas, por fuerza mayor o por extinción de la personalidad jurídica del contratan-te). Por otro lado, al trabajador le permite asegurar que se garanticen y preserven sus derechos en todo momento.

Mi opinión al respecto es la siguiente: como mecanismo esporádico de actuación exclusiva en situación de emergencia resulta válido; como for-mato planificado para ralentizar el pico de una crisis parece plausible y puede resultar hasta beneficioso.

Lo que es de temer es que una vez abierta la veda y estando las entidades administrativas sufi-cientemente flexibles para la concesión semiauto-mática de los ERE, pudiera darse el caso de otras empresas que, sin hallarse en situación real de crisis, jueguen a simularla para recibir el apoyo de los fondos de compensación pertinentes.

Me temo que ya existe más de un bufete de asesores económicos y financieros especiali-zándose en las muy interesantes Tecnologías del

'Teresa' y la crisis de lo psicosocial

Juan Manuel Gutiérrez, socio director de Conducta Integral Segura

Hay que impedir que la deflación

económica no influya

también en una cierta

depreciación psicológica

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Nº 61 • Junio de 2009Gestión Práctica deRiesgos Laborales 11•

www.riesgos-laborales.com

Expediente de Regulación de Empleo, Sociedad Anónima (en sus iniciales, Teresa) para conven-cer a la Administración de la lamentable situación financiera –ficticia– de algunas empresas.

Las Teresa, es decir los enredos y tejema-nejes de ingeniería financiera para simular situa-ciones de descalabro económico ante las institu-ciones, no son de recibo. Y los amigos de Teresa (esas consultoras que ayudan a otras empresas a disfrazar sus números reales), menos aún. Sobre todo en estos momentos en los que el desem-pleo está alcanzando cotas nunca vistas.

Resulta inaceptable que las empresas utilicen esas Teresas para paralizar su actividad productiva o incluso para rescindir algunos contratos con los objetivos espurios de renovar fraudulentamente la plantilla, obtener un mayor margen industrial o negarse a aceptar la disminución de la cuantía de los dividendos anuales que reciben sus directivos.

Desde el punto de vista psicosocial, como colectivo de técnicos especialistas hay que tener claros los principios profesionales para evaluar de forma nítida cómo está afectando ese tipo de in-tervenciones falaces a una dimensión psicosocial tan básica como la estabilidad en el empleo (bajo las denominaciones de inseguridad, interés por el trabajador, recompensas, etcétera). Precisamente en estos momentos de complejidad extraordinaria los psicosociólogos han de demostrar la importan-cia que tiene lo psicosocial para contribuir al mejor funcionamiento de las empresas.

Lo importante es no dejarse amilanar por la circunstancia actual. Se trata de impedir que la de-flación económica (bajada general del precio de bienes y servicios) no influya también en una cierta depreciación psicológica de gerentes y trabajado-res hasta el punto de que les lleve a arrinconar los draconianos preceptos de seguridad y salud de las épocas florecientes. No debe valer el “trabajar de cualquier manera con tal de trabajar”. No tendría sentido ahora desempeñar las tareas de cualquier modo después de todo lo que se ha avanzado en los últimos años para llegar a estar en línea con el resto de los países de la Unión Europea.

Dicho lo cual, se propone una opción de cre-cimiento que puede proporcionar más estabilidad y confianza a las desguarnecidas estructuras de las organizaciones: se trata de aumentar el trabajo de los psicosociólogos ampliando su cometido actual

hasta abarcar el mantenimiento de la salud psí-quica de los trabajadores, contribuyendo al man-tenimiento de los estándares de salud psicosocial.

No se está propugnando la creación de nue-vos puestos de trabajo para esta profesión, ya que no se trataría de contratar a nuevas personas por la sencilla razón de que los psicólogos (en su versión psicosociológica o psicosocial) ya existen y ya trabajan en o para las empresas. Aunque, siendo realistas, poco. Muy poco.

Actualmente su tarea se limita a cumplir es-trictamente con lo establecido por la Ley de Pre-vención: realizar evaluaciones de riesgos psicoso-ciales y, en función del diagnóstico proponer una serie de acciones correctivo-preventivas para resti-tuir las carencias observadas en la organización del trabajo. Una serie de acciones a las que el empre-sario de turno, responsable de controlar todos los riesgos de sus trabajadores, prestará usualmente una atención limitada.

Y es una pena, porque las observaciones que plantean los psicosociólogos cuando estructuran las posibilidades de mejora de cualquier situa-ción empresarial suelen ser lógicas y muy poco traumáticas. Lejos del enfoque utilitarista y estric-

tamente financiero que suele plantear la deno-minada reingeniería de la tijera, sus propuestas tienden a basarse más en la recuperación de los activos infrautilizados que en la incorporación de nuevos y revolucionarios recursos (ya sean má-quinas o personas) ultramodernos. Los psicoso-ciólogos prefiren arreglar lo que ya hay antes que tirarlo todo y empezar de cero.

Y ya puestos a pedir, avanzaré un paso más, proponiendo que los psicólogos del Trabajo for-men parte de las unidades básicas de salud de las empresas. En la actualidad, sólo los médicos y ATS se ocupan de mantener la salud (estrictamente física, se entiende) de los trabajadores. No se pi-de que se contrate en masa a los psicosociólogos porque, como antes se decía, estos/as ya están en las empresas, sino que se amplíen sus cometidos.

Esta sugerencia responde al hecho de que parece que el siglo XXI es ya el momento de com-prender que las personas necesitan algo más que salud física y que los empresarios deben atender también a la salud psicosocial de sus empleados. Porque les interesa a estos, por supuesto. Pero tam-bién porque ayudará a reforzar el delicado estado del contrato psicológico que une a empresarios y trabajadores, que tan maltrecho se encuentra.

Hay que impedir que la crisis no influya también en una depreciación psicológica de gerentes y trabajadores, hasta el punto de que arrinconen los preceptos de seguridad y salud.

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