terapias de tercera generación

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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Estudios Superiores Iztacala Psicología Clínica Teórica IV Profesora: Antonia Rentería 2805 Origen y desarrollo la Psicología Clínica (terapias de tercera generación). Monterrosas Márquez Gustavo Periodo: 2010-2

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Desarrollo de técnicas formuladas en psicología clínica: terapias de primera generación, de segunda generación y la nueva ola de terapias clínicas.

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Page 1: terapias de tercera generación

Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Estudios Superiores Iztacala

Psicología Clínica Teórica IV

Profesora: Antonia Rentería

2805

Origen y desarrollo la Psicología Clínica (terapias de

tercera generación).

Monterrosas Márquez Gustavo

Periodo: 2010-2

Índice

Page 2: terapias de tercera generación

Introducción

La ciencia y su influencia en la estructuración cultural de las sociedades

Distinción entre investigación científica básica y aplicada en psicología y la

producción de tecnología como resultado de la investigación científica

Desarrollo científico de la psicología: La ciencia de la conducta (terapias de

primera generación)

La Psicología Clínica cognitivo-conductual (terapias de segunda generación)

Nuevas aproximaciones al problema (terapias de tercera generación)

Ejemplo hipotético del uso de herramientas tecnológicas formuladas bajo los

preceptos usados en las terapias de tercera generación

Conclusiones

Bibliografía

Introducción

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Page 3: terapias de tercera generación

El presente trabajo representa un esfuerzo por explicar el origen, así como el

desarrollo y la generación de tecnología de la psicología Clínica. De esta manera,

se trataran asuntos concernientes a la conformación de estatutos e instituciones

científicas que modulan y guían por medio de ciertas reglas y metodología

específica la manera en la que el hombre se acerca y percibe la realidad. No

obstante, es importante mencionar la manera en la que el medio social, así como

otras instituciones e inclusive ciertos acontecimientos de gran relevancia

pertenecientes a éste influyen en la generación de conocimiento al interior de la

ciencia.

También, se enmarca el desarrollo de tecnología en psicología al interior de este

marco de relaciones llamado ciencia. En esta tónica, se plantean antecedentes no

científicos de la psicología y el paso crucial que esta disciplina debió tomar para

introducirse al campo de conocimientos ordenados anteriormente mencionado. Al

respecto, en el estudio de la historia de la psicología es posible observar, como

bien lo dice Kantor (1990) que: “…la Psicología se distingue por los desacuerdos

violentísimos acerca de si se ocupa o no de eventos tangibles y observables,

como las demás ciencias”. Dicha disyuntiva se prolonga hasta días presentes ya

que, tanto en instituciones como en comunidades científicas, no es extraño

encontrar a psicólogos cuyos alegatos estén a favor de procesos fenomenológicos

y de constructos que hacen referencia a entidades que de alguna forma modulan y

controlan la conducta de los organismos.

La Psicología Clínica surge como resultado de la no aceptación de dichos

constructos ya que, a pesar de que no se tienen registros específicos y exactos

acerca de quien la originó y en que momento se originó, es posible rastrear los

primeros brotes de esta área tecnológica a la aparición de la revista llamada The

psichological Clinic en 1907 cuyo fundador fue Lightner Witmer (Phares, E. & Trull,

T., 1999). Además, el enfoque de las publicaciones de la revista antes

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Page 4: terapias de tercera generación

mencionada se podía ubicar en el enfoque conocido como conductual; enfoque

que planteaba que el objeto de estudio de la psicología debía ser única y

exclusivamente la conducta de los organismos en lo individual y su relación con el

medio ambiente. Tanto los principios teóricos como los metodológicos que los

conductistas usaban ponían énfasis en la conducta manifiesta (observable) y en

los acontecimientos ambientales que influían en ella (Kazdin, A. E., 1996). De esta

manera la psicología clínica surge de la investigación aplicada de la psicología

experimental, cuyo máximo representante fue la psicología Conductual. Por lo

tanto, en las próximas páginas se tratará de hacer un recuento histórico acerca del

surgimiento de la psicología clínica; su origen, desarrollo pasando por las

derivaciones tecnológicas de estas terapias denominadas como 2ª y 3ª generación

de terapias clínicas así como sus principales aportaciones a la problemática social

relacionada con tendencias conductuales socialmente inaceptables que atañen a

las personas.

3

Page 5: terapias de tercera generación

La ciencia y su influencia en la estructuración cultural

de las sociedades

Es bien sabido que el medio social en el cual surge el conocimiento influye

en la construcción de modelos explicativos y de teorías que explican, describen y

predicen una parte de la realidad así como en la estructuración de instituciones

que rigen la manera en la que se realiza investigación. Como bien lo explica

Kantor (1990): “…todas las empresas científicas son instituciones especializadas

situadas en sus matrices culturales particulares”; en otras palabras, la ciencia y el

quehacer científico se pueden entender como un producto surgido del

establecimiento de intereses específicos de un grupo de personas en relación a

eventos particulares específicos, o bien, circunstancias sociales que generan y

propician el origen y desarrollo de conocimiento particular.

En el estudio de cada una de las ciencias, es posible encontrar diversas

matrices culturales y condiciones específicas que promovieron el desarrollo y

estudio de fenómenos particulares. No obstante, existen factores que favorecen en

mayor proporción al desarrollo de la ciencia, por ejemplo: la existencia de

instituciones científicas depende directamente de la comunidad en la que se

encuentra asentada, es decir, de una población lo suficientemente numerosa y

bien organizada. De igual manera, depende de las condiciones de de vida del

grupo (la facilidad o dificultad con la que el grupo o comunidad logran el sustento

de cada uno de sus miembros).

En este sentido, es posible decir que todo el saber moderno ha sido el

resultado de orígenes muy humildes surgidos de las primeras observaciones de

fenómenos, que por un o por otra razón parecieron importantes en el pasado.

Pero, existe un peligro en tomar las presupociones hechas a partir de una primera

observación como principios o axiomas preestablecidos; dicho peligro radica

principalmente en que es posible que el trabajo científico de trasfondo se

4

Page 6: terapias de tercera generación

encuentre mal realizado, es decir, que la metodología o el problema principal en el

que se fundamentan se encuentren mal definidos o bien, realizados de una

manera inadecuada. Otro problema común en la realización del quehacer

científico es la confusión de contextos temporales y culturales del trabajo realizado

con anterioridad ya que en muchas ocasiones es común caer en anacronismos

surgidos del hecho de que se trata a un problema surgido en un contexto temporal

diferente como si fuera actual (Kantor, 1990).

Los problemas descritos anteriormente tienen que ver con el hecho de que

las perspectivas culturales pasadas influyen en la interpretación de los eventos

actuales y en especial, en la historia de la ciencia, influyen poderosamente la

cultura general y las perspectivas filosóficas de cada uno de los personajes que

colaboraron a formarla.

Es de importancia fundamental hacer mención de que no solo las

circunstancias sociales marcan cambios en la producción de ciencia y en el

quehacer científico. La afectación en general se produce de manera bilateral; el

ejemplo más asiduo de lo anterior es la teoría de la evolución planteada por

Darwin ya que fue tal su impacto en las sociedades que los dogmas instaurados

por las instituciones eclesiásticas quedaron minados y su veracidad fue puesta en

duda.

5

Page 7: terapias de tercera generación

Distinción entre investigación científica básica y

aplicada en psicología y la producción de tecnología

como resultado de la investigación científica

En el apartado anterior se sugirieron dos tipos de problemáticas generadas

a partir de dos factores que delimitan la producción de conocimiento al interior de

la ciencia en general. Dichos factores estaban directamente relacionados con

condiciones de confusión temporal y con características de una población

específicas (vg. la ideología, el acceso a la información, el acceso al sustento, la

estabilidad económica, etc.). No obstante, existe otro tipo de confusión que atañe

a quien enfrenta, diseña, estudia o pone en práctica políticas científicas y técnicas.

Dicho problema es la distinción entre la investigación científica y las actividades

generadas a partir de ellas.

El problema en la distinción entre lo que es la ciencia y el producto de ella

(técnica) se presenta principalmente en situaciones en las que se suele hablar de

las dos como si fuera una misma cosa. No obstante antes de entrar de lleno a este

asunto, es de vital importancia tratar un error que también se presenta de manera

constante cuando se habla de ciencia, es decir, la confusión entre ciencia básica y

ciencia aplicada. La mejor manera de ejemplificar este error, es citando a Mario

Bunge (1998, pp. 35), quien dice lo siguiente:

“He aquí un físico que estudia las interacciones entre la luz y las interacciones

entre la luz y los electrones, en particular el efecto fotoeléctrico. Principio de

la célula fotoeléctrica (o fotovoltaica). Esta persona hace ciencia básica, sea

teórica o experimental, si lo único que se propone es enriquecer el

conocimiento humano de las interacciones entre la luz y la materia. En el

laboratorio contiguo otro físico estudia la actividad fotoeléctrica de ciertas

sustancias particularmente sensibles, con el fin de comprender cómo

funcionan las células fotoeléctricas, lo que a su vez podrá servir para fabricar

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Page 8: terapias de tercera generación

dispositivos fotoeléctricos más eficaces. Este investigador hace ciencia

aplicada (teórica o experimental) porque aplica conocimientos obtenidos en

investigaciones básicas.”

En este sentido y con el ejemplo anterior es posible observar que la

diferencia fundamental entre ciencia básica y aplicada es que: 1) La ciencia básica

solo busca enriquecer el conocimiento humano al interior de una ciencia y 2) La

ciencia aplicada busca la manera de aplicar el conocimiento generado a partir de

la ciencia básica a circunstancias de la vida cotidiana, que en general, suelen

plantearse a manera de problemas.

Una vez definida la distinción entre ciencia básica y aplicada se retomará el

ejemplo de Bunge (op. cit. Pp. 36) para realizar la distinción entre ciencia y

tecnología:

“… encontraremos también a un investigador que estudia células

fotoeléctricas, pero ya no tan solo para saber cómo funcionan, sino también

para diseñar una batería de células fotovoltaicas, montada sobre un satélite

artificial que se mantenga encima de una ciudad, para proveerla de energía

eléctrica. Esta persona no es un científico sino un ingeniero (de alto nivel por

supuesto) y como tal, su mirada está puesta sobre artefactos útiles. Para él la

ciencia no es un fin sino un medio.”

En el ejemplo anterior es posible percatarse de la diferencia entre ciencia y

tecnología ya que la finalidad de la actividad realizada por el ingeniero o técnico es

diferente a la del científico, es decir, la actividad del técnico tiene como finalidad

obtener ganancias o beneficios. Idealmente dichas ganancias irían dirigidas a la

sociedad, no obstante en los últimos años, los beneficios solo han llegado a las

manos de los accionistas y empresarios.

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Page 9: terapias de tercera generación

Es importante señalar que distinguir tipos de actividad no implica separarlas

ya que en la época moderna hay un flujo incesante de la investigación básica a la

investigación aplicada y de ésta a la técnica. No obstante, es necesario recordar

que no hay investigación científica sin supuestos filosóficos ya que estos delimitan

la manera de conocer y transformar a la naturaleza; de la misma forma, no

existiría la técnica sin la ideología ya que esta fija valores y fines.

La figura 1 muestra que en el estudio de la ciencia y en la producción de la

tecnología intervienen diversos factores que forman parte de una red compleja y

dinámica.

Figura 1. Esquema del sistema de producción y circulación de conocimientos,

artefactos y servicios en una sociedad moderna (Bunge, 1998).

Filosofía

CosmovisiónEnfoqueProblemas

Teorías

Ciencia Básica

Ciencia Aplicada

Conocimientos

Problemas

Ideología

ValoresMetas

ValoresMetas

ValoresMetas

ValoresMetas

Conocimientos

Técnica

Problemas

IndustriaComercio Servicios

Problemas

DiseñosPlanes

Instrumental

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Page 10: terapias de tercera generación

Desarrollo científico de la psicología: La ciencia de la

conducta

(Terapias de primera generación)

Como ya se mencionó anteriormente, las perspectivas culturales influyen en

la investigación y en la interpretación de los eventos actuales. En la historia de la

psicología es posible observar que dicha influencia hizo su marcado énfasis en las

derivaciones postulares dualistas; a causa de que nuestra cultura es

predominantemente dualista muchos autores interpretan a la psicología como lo

hacían los antiguos griegos o inclusive San Agustín o Santo Tomás a pesar de

que en la actualidad las concepciones metafísicas del alma son muy diferentes a

las que tenían los antiguos griegos como Aristóteles o inclusive a la concepción

que se tenía en el medioevo (Kantor 1990). De esta manera, el estudio del

desarrollo de la psicología que se realiza a continuación no debe tomarse desde

una perspectiva actual, sino retomando la escena y el lugar espacio-temporal en el

cual se desarrollaron los postulados.

El principal impulso en el desarrollo de la psicología científica se puede

rastrear hasta Descartes cuya distinción entre materia y mente (dualismo

filosófico) se contrapuso al materialismo (punto de vista que indica que en el

universo solo existe la materia) y generó la concepción de que el universo se

conforma de dos realidades: el de la materia física que se extiende en tiempo y

espacio y el de la mente que no es material y no es extensible. Dicho dualismo

permitió que los pensadores realizaran descripciones al margen de las

concepciones propias; este acontecimiento dio origen al positivismo, que, a su

vez, fue retomado por Comte y lo convirtió en lo que se llama positivismo (doctrina

filosófica aplicable no solo a la ciencia sino a todo ámbito concerniente al hombre)

(Gross, 1998).

Por otra parte, en el contexto Ingles, lo empiristas como Locke, Hume y

Berkley consideraban que la única fuente de conocimiento verdadero acerca del

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Page 11: terapias de tercera generación

mundo era la experiencia sensorial, es decir, aquello que llega a uno a través de

los sentidos o que se puede inferir de la relación entre tales hechos sensoriales.

Los acontecimientos mencionados anteriormente se suscitaron en

momentos y en sociedades diferentes, sin embargo fueron el parte aguas para el

surgimiento de la psicología científica. Dicha manera de hacer psicología hace

referencia al método que utiliza (el método científico) y se enmarca, en general, el

nacimiento de la Psicología Científica con la instauración del primer laboratorio de

Psicología experimental, mismo que fue instaurado por Wilhelm Wundt en

Alemania en y por William James en EUA (Gross, 1998).

No fue sino hasta que el psicólogo experimental B. F. Skinner publica

Conducta de los organismos. En dicho libro se refleja un gran interés por

relacionar el comportamiento con lo que Skinner llamara neurología. En la misma

tónica, Skinner expresa una considerable preocupación por la unificación de la

ciencia:

‘‘One of the objectives of science is presumably the statement of all

knowledge in a single language.’’ (Timberlake, Schaal & Steinmetz, 2005; pp.

305).

Es decir, uno de los objetivos de la ciencia es presumiblemente el postulado

de que todo el conocimiento deberá estar en un solo lenguaje. De hecho el interés

de Skinner por lograr una explicación de la conducta al margen de las relaciones o

implicaciones con la neurología versaba en un postulado esencial:

‘‘. . . proceeding from a behavioral fact to its neural correlates instead of

validating the fact as such, and then proceeding to deal with other problems in

behavior.’’ (Timberlake, Schaal & Steinmetz, 2005; pp. 305).

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Page 12: terapias de tercera generación

Dichos postulados promovieron la creación de un cuerpo de conocimientos

ordenados que en primer lugar: se lograron establecer como una ciencia

independiente encaminada al control y dinamismo de la conducta separadas de

otro tipo de conocimientos pertenecientes a otras ramas de la ciencia, tales como:

la neurología, la fisiología e inclusive de las especulaciones e inferencias

pertenecientes a la teoría cognitiva. En segundo lugar, logro crear un nexo entre la

conducta y la neurobiología a manera de integración comprensiva y no invaciba ni

inespecífica.

Como resultado de las formulaciones teóricas desarrolladas por Skinner se

defendía la proposición de que los psicólogos deberían de considerar el reflejo

como una correlación entre estimulo y respuesta. Tales relaciones funcionales

R=f(E), se establecían por medio de la observación de covariaciones de un

estímulo E y una respuesta R (Vargas-Mendoza, 2007). Al respecto, no cabe la

menor duda de que el conductismo ha sido el modelo que más ha contribuido al

desarrollo tecnológico de la psicoterápia científica y aunque Skinner propone muy

pocos conceptos nuevos, ya que en su mayoría derivan de los de Pavlov, Watson,

y particularmente los de Thorndike, la distinción entre dos tipos de conducta

(respondiente y operante) marca el parte aguas en los diseños de aplicaciones

terapéuticas debido al énfasis que éste da a la contrastación empírica (Feixas y

Miró, 1993).

Entre las aportaciones más influyentes al campo de la psicoterapia actual

es posible mencionar el énfasis en los determinantes actuales de la conducta

frente a los determinantes históricos así como la especificación de las conductas

problema y los tratamientos terapéuticos en términos objetivos. Tal como lo

menciona Feixas (1993):

“Y gracias a la adopción y extensión de estos principios, los tratamientos

psicológicos han podido incorporarse a la psicología científica.” (pp. 206-

207).

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Page 13: terapias de tercera generación

Con relación a las diferentes técnicas que se han creado a partir de este

modelo teórico podemos encontrar a las siguientes:

Condicionamiento Clásico

Condicionamiento operante

Aprendizaje vicario u observacional

Control de estímulos

Entrenamiento en respuestas alternativas

Condicionamiento aversivo.

Desde la publicación de La Conducta de los Organismos hasta el presente,

el análisis y el control de la conducta ha proliferado en cuestiones tanto aplicadas

como académicas en todo el mundo; un hecho curioso es que Skinner y la

metodología que desarrolló han sido ampliamente adaptados inclusive a las

neurociencias. Uno de los aportes más importantes del conductismo skinneriano

es la marcada influencia que tuvo sobre la medición de los efectos de lesiones

cerebrales o en simulaciones de aprendizaje en el cerebro, los procedimientos

usados en la investigación de la discriminación, en la motivación y en la

adquisición del lenguaje así como la marcada influencia en el desarrollo de

procedimientos de instauración de conductas en individuos con deficiencias que

afectaban principalmente la actividad que se suscita en la corteza cerebral.

Como se enmarca en las afirmaciones realizadas anteriormente, las

terapias formuladas desde el marco teórico conductual se han caracterizado por

realizar aproximaciones unilaterales, directas, objetivas y racionales (quizás las

mejores cualidades heredadas) al estudio del comportamiento; así como también

el compromiso con el rigor científico y el desarrollo de tecnología basadas en

principios del aprendizaje validados de forma empírica (Mañas, 2007).

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Page 14: terapias de tercera generación

Lamentablemente durante las últimas décadas la creencia en el poder

explicativo de los paradigmas clásicos del condicionamiento se ha debilitado

considerablemente, dando paso a nuevos procedimientos generados a partir de

conocimiento ya existente al interior de este modelo y que se conocerán como las

terapias de segunda generación.

La Psicología Clínica cognitivo-conductual

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Page 15: terapias de tercera generación

(Terapias de segunda generación)

Cuando se compara el análisis aplicado de la conducta con las técnicas

basadas en el pensamiento es posible ver que estas últimas son el extremo

opuesto ya que en lugar de manipular condiciones presentes en el contexto, lo que

se manipula en ellas son acontecimientos privados, implícitos o encubiertos. Esto,

en lugar de ser un avance en el estudio de la conducta, pareciera ser un retroceso

en el cual se hacen alusión a dos tipos de dimensiones observacionales y en el

cual, más allá de los instrumentos que se utilicen para medir las variaciones que

se manipulen, parecen volver al anticuado uso del introspeccionismo.

No obstante, esta orientación se desarrollo como consecuencia de la

insatisfacción de las explicaciones estímulo-respuesta, y como fruto directo de la

investigación que ha demostrado el papel de los procesos de pensamiento en el

control de la conducta, así como la incapacidad teórica que los preceptos

conductistas tienen para demostrar el continuo entre la conducta animal y la

conducta humana (Skinner, 1986). De la misma forma, se reconoce la importancia

de dichas postulaciones debido a que la causa de muchos de los problemas que

reportan los usuarios, tienen fundamentos en el nivel cognitivo, es decir, se

originan como conductas diferentes a las manifiestas.

Con relación a las diferentes técnicas que se han creado a partir de este

modelo teórico podemos encontrar a las siguientes:

Terapia racional emotiva

Autoinstrucción

Solución de problemas

Autoobservación

Autorefuerzo

Autocastigo

Desensibilización sistemática

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Page 16: terapias de tercera generación

Al respecto, todas las técnicas mencionadas anteriormente responden a un

grupo de demandas sociales que la primera ola de terapias conductuales fue

incapáz de satisfacer. En palabras de Mañas (2007):

“… a pesar del avance que supuso esta primera ola de la terapia de conducta,

ni el modelo del aprendizaje asociacionista o paradigma estímulo-respuesta (el

conductismo inicial watsoniano) ni el análisis experimental de la conducta (el

conductismo radical skinneriano) fueron eficaces en el tratamiento de

determinados problemas psicológicos que presentaban los adultos.” (Pp. 27).

En general, la falta de traspolación de los constructos conductistas de

primera generación al contexto aplicado se debió primordialmente por las

dificultades que ofrecía el análisis empírico a la caracterización y explicación del

lenguaje y la cognición humana.

La aparición de esta segunda ola de terapias conductistas puede ubicarse

en la década de 1960 y se caracterizó principalmente por las consideraciones

teóricas acerca del pensamiento y lenguaje. Este nuevo enfoque daba suma

importancia a estos dos parámetros y los enmarcó como causa y explicación de

los diferentes trastornos psicológicos.

En esta tónica surge una pregunta bastante lógica: ¿Por qué se le llaman

terapias conductistas de segunda generación si todas las técnicas generadas a

partir de este enfoque parecen enmarcarse en el umbral de las denominadas

terapias cognitivo-conductuales? La respuesta a esta pregunta resulta sencilla

siguiendo la lógica descriptiva y lineal que adopta el presente trabajo. Se les

puede enmarcar en el rubro de terapias conductistas de segunda generación

debido a todas estas terapias formularon, y aún mantienen, sus parámetros de

efectividad centrados en el cambio por contigencias (en el que el cambio solo es

observable a través de la conducta del individuo) y en las que, las variables de

interés, fueron trasladadas a los eventos cognitivos; eventos considerados ahora

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Page 17: terapias de tercera generación

como los principales causantes de la conducta y, por tanto, los que transforman al

pensamiento como objetivo principal de la intervención.

Realizadas las aclaraciones anteriores, es posible hacer referencia de

manera concreta que dentro del amplio abanico de terapias de segunda

generación se encuentran las más estandarizadas y utilizadas actualmente, tales

como la Terapia Cognitiva de Beck para la Depresión (e.g., Beck, Rush, Shaw y

Emery, 1979), la Terapia Racional Emotiva de Ellis (e.g., Ellis y MacLaren, 1998),

la Terapia de Autoinstrucciones de Meinchenbaum (e.g., Meinchenbaum, 1977),

así como la multitud de paquetes de tratamiento programados o estandarizados

amparados, la mayoría de ellos, bajo la rúbrica de terapias cognitivo conductuales.

A pesar de los avances que esta concepción representó para el tratamiento

de problemas psicológicos y para subsanar las demandas sociales generadas por

una amplia gama de eventos propios de la vida en sociedad de finales del siglo XX

y principios del siglo XXI, las terapias de segunda generación también presentan

varias problemáticas propias de su relación con el ámbito científico.

La primera de estas problemáticas se puede ubicar bajo los parámetros de

efectividad que estas técnicas parecen tener. Al respecto, todas las técnicas

formuladas a partir de la segunda generación de terapias continúan empleando las

técnicas y procedimientos propios de las terapias de primera generación, en ese

sentido, resulta difícil adjudicar un valor efectivo (de manera independiente) a los

componentes novedosos que utilizan. E incluso en muchos casos, tal como Mañas

(2007) lo advierte, diversos psicólogos han descartado el uso de estas terapias y

se ha optado por regresar al uso de las terapias de primera generación ya que, se

le adjudica mayor eficacia a los componentes conductuales que a los agregados

por la “segunda ola” de terapias conductuales:

“Aunque estas terapias han resultado efectivas en el tratamiento de múltiples

problemas psicológicos, lo cierto es que aún quedan muchos problemas sin

16

Page 18: terapias de tercera generación

resolver. Algunos de estos problemas giran en torno a lo que realmente es

efectivo dentro del conjunto de técnicas que emplean las terapias de segunda

generación. […] Es más, la efectividad de estas terapias se ha relacionado más

con los componentes conductuales que con los componentes cognitivos

propiamente dichos.” (Pp. 28).

Una segunda problemática se presenta en los datos experimentales

obtenidos de la aplicación de estas terapias. Los datos experimentales disponibles

indican que los intentos de control, reducción o eliminación de los eventos

privados (entendidos como pensamientos, cogniciones o sentimientos)

problemáticos en la realización de comportamientos en situaciones específicas,

producen en muchos casos efectos de rebote o efectos contrarios a los deseados

por los terapeutas. Un ejemplo de ello se indica en el trabajo de Gross y Levenson

(1997):

“Our findings suggest that for negative emotions such as sadness, inhibiting

emotional expressive behavior does not provide relief from the subjective

experience of that emotion. Thus, as a route to the alleviation of negative

feelings, hiding one's emotions is unlikely to help one feel better.” (Pp. 102).

Entre los efectos mencionados también se han descrito notables

incrementos tanto en la intensidad, frecuencia, así como en la duración, e incluso,

en la accesibilidad a los eventos privados no deseados. Es decir, los datos

experimentales atentan contra los supuestos formulados bajo esta corriente

terapéutica en lugar de reforzarla y, en ese tenor se hicieron necesarias nuevas

formas de explicar, describir, predecir y tratar los principales problemas que

aquejan a los usuarios de los servicios de terapia psicológica, por lo tanto, es en

este marco histórico que las terapias de tercera generación se hacen presentes.

Nuevas aproximaciones al problema (Terapias de

tercera generación)

17

Page 19: terapias de tercera generación

Como ya anteriormente se ha mencionado en este trabajo, las terapias de

tercera generación surgen como producto de tres principales condiciones: (1) el

desconocimiento sobre el por qué resultan exitosas o efectivas o, por el contrario,

el por qué fracasan las terapias cognitivas actuales; (2) la gran cantidad de

resultados recientes de numerosas investigaciones básicas sobre el lenguaje y la

cognición desde una perspectiva analítica-funcional y; (3) el hecho de que

actualmente existan concepciones y modelos cuya aproximación mantienen una

perspectiva radicalmente funcional al comportamiento humano.

Steven Hayes (2004) fue el primero en agruparlas de esta manera (basadas

en los supuestos teóricos de los que parten) y puede ser definida de la siguiente

manera:

El grupo de terapias fundamentadas en una aproximación empírica y

enfocada en los principios del aprendizaje; esta tercera ola de terapias cognitivas y

conductuales es particularmente sensible al contexto y a las funciones de los

fenómenos psicológicos (no solo a las formas). Su uso, por otra parte, puede ser

enfatizado en las estrategias de cambio basadas en la experiencia y en el

contexto.

Los tratamientos formulados a partir de esta ola tienden a desarrollar o

construir repertorios amplios, flexibles y efectivos en lugar de eliminar o suprimir

los problemas claramente definidos; en palabras de Hayes (2004):

“… La tercera ola reformula y sintetiza las generaciones previas de las terapia

cognitivas y conductuales y las conduce hacia cuestiones, asuntos y dominios

previa y principalmente dirigidos por otras tradiciones, a la espera de mejorar

tanto la comprensión como los resultados.” (Pp. 639).

Esta nueva generación de terapias parece encontrar concordancia con las

nociones de complejidad (Montgomery, 2007) que se ciñen al supuesto de que la

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Page 20: terapias de tercera generación

estructuración de los fenómenos se efectúa de manera compleja al interior de una

red de nexos y relaciones que mantienen entre sí. Esto es, no se cree que el

objeto de estudio se dimensione en la única parte de que es materia de estudio;

simplemente se le reduce a medidas manipulables, establecidas por la ciencia en

cuestión con la que es tratado, con fines pragmáticos. Un ejemplo claro de ésta

concordancia se muestra en que, el científico de la conducta, dimensionará o

segmentará un evento en categorías de interés; es decir, un conductista

skinneriano no será capaz de analizar un evento más allá del paradigma de

estímulo-respuesta (planteamientos mecanisístas). Por otra parte, un científico de

la conducta perteneciente a la tercera ola de terapias conductuales acepta el

carácter múltiple de un evento teniendo en cuenta que existe una gran cantidad de

fenómenos que pueden estar afectándolo y, a su vez, realizará un análisis de los

eventos a través de metodologías prácticas que acepten que, tanto el

conocimiento como el ser sólo tienen significado en relación con un entorno social

e histórico. En este tipo de análisis es indispensable realizar las interconexiones e

interpretaciones de un evento con otros en conjunción con nociones espacio-

temporales del aquí y el ahora.

Referente a lo anterior es claramente visible que esta nueva generación de

terapias puede distinguirse de sus generaciones antecesoras en diversos puntos

teóricos, metodológicos y filosóficos: en primera instancia, abandonan el

compromiso de utilizar exclusivamente cambios de primer orden (cambios en la

conducta); en segundo lugar, adoptan asunciones de corte más contextualista; en

tercer lugar, utilizan estrategias de cambio más experimentales por la persona en

lugar de emplear exclusivamente estrategias de cambio de primer-orden o directas

y por último; amplían y modifican de forma considerable el objetivo a tratar o

cambiar. Todos estos puntos no reflejan en ninguna manera el objetivo que sí se

puede ver reflejado en las terapias de segunda generación, es decir, en el cambio,

eliminación o alteración de los eventos privados para así cambiar la conducta de

una persona. En este sentido, las terapias de tercera generación se centran en el

cambio o alteración de la función psicológica del evento en particular a través de la

19

Page 21: terapias de tercera generación

alteración de los contextos verbales en los cuales los eventos cognitivos resultan

problemáticos.

En lo que concierne a diferencias filosóficas, las terapias de tercera

generación se basan en nociones contextualistas funcionales a diferencia de las

terapias de primera y segunda generación que se encuentran basadas en

nociones mecanisistas. Esto es: la tercera ola de terapias se centra en los eventos

de interés de una forma holística (sensibilidad en el contexto) para la comprensión

y análisis de la naturaleza y función de un evento (Mañas, 2007).

Dentro de la producción tecnológica referente a la tercera ola podemos

encontrar a la Terapia de Aceptación y Compromiso (Acceptance and

Commitment Therapy o ACT) (Hayes, 2004); la Psicoterapia Analítica Funcional

(Functional Analytic Psychotherapy o FAP) (Kohlenberg y Tsai, 1991); la Terapia

de Conducta Dialéctica (Dialectical Behavior Therapy o DBT) (Aramburu, 1996);

la Terapia Integral de Pareja (Integrative Behavioral Couples Therapy o IBCT)

(Jacobson y Christensen, 1996) y la Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness

para la depresión (Mindfulness-Based Cognitive Therapy o MBCT) (Scherer-

Dickson, 2004).

A pesar de la basta literatura referente a este tipo de terapias, los hallazgos

referentes a la aplicación de las mismas aún son mínimos; al respecto debe

considerarse que el desarrollo de la tecnología mencionada con anterioridad es

bastante reciente (entre 10 y 12 años). Aunado a lo anterior, es probable que el

entendimiento de las nociones manejadas por este tipo de terapias pueda resultar

un tanto complicado ya que, como Mañas (2007) lo menciona:

“…en algunas ocasiones, podría resultar un poco contra-intuitivo o contra-

cultural el trabajar con este tipo de terapias, donde se le hace ver a la persona

(a través de metáforas, paradojas, ejercicios experienciales, entre otras

técnicas) que los intentos de control que mantiene sobre sus eventos privados,

20

Page 22: terapias de tercera generación

lo que cree que ha de hacerse -lo que socialmente está considerado como

correcto-, no es la solución de su problema sino que, y paradójicamente,

dichos intentos de control forman parte intrínseca del problema mismo.” (Pp.

29).

Siguiendo la lógica planteada en el presente trabajo, a continuación se

presentará la aplicación de un caso hipotético de una de las herramientas

tecnológicas formuladas bajo las nociones adyacentes a las terapias de tercera

generación.

21

Page 23: terapias de tercera generación

Ejemplo hipotético del uso de herramientas tecnológicas

formuladas bajo los preceptos usados en las terapias de

tercera generación

Las nuevas terapias de conducta o terapias de tercera generación, utilizan

técnicas o procedimientos de intervención más indirectos en lugar de limitarse

exclusivamente al uso de técnicas basadas en cambios de primer orden o técnicas

directas, como siempre se había hecho hasta la actualidad. El uso de estas

técnicas, supone quizás el salto más cualitativo, en cuanto a la tecnología se

refiere, de esta nueva generación de terapias. Lo anterior solo puede explicitarse

mediante la presentación de un ejemplo hipotético de la aplicación de cualquiera

de las herramientas tecnológicas formuladas a partir de ésta tercer ola de terapias.

Para ello en el presente trabajo se ha elegido presentar un ejemplo de la

aplicación de la terapia denominada Psicoterapia Analítica Funcional o FAP,

para lo cual se procederá a explicar sus fundamentos, así como sus modos de

aplicación. Al respecto, la FAP, por pertenecer al rubro de las terapias de tercera

generación, pone gran interés en las conductas explícitamente contextuales.

Al ser el consultorio terapéutico un contexto más de interacción la FAP toma

en cuenta la relación terapéutica como un contexto en el que pueden acontecer

los problemas del cliente, lo que supone la oportunidad de modificarlos en el

momento mismo de su aparición. Para la FAP, los problemas que pueden

acontecer en dicho contexto son funcionalmente equivalentes a los problemas que

acontecen en su vida cotidiana (Kohlenberg y Tsai, 1991). En esta tónica, el

quehacer del terapeuta debe consistir en la detección de estas conductas del

cliente que tienen lugar en la sesión y en su análisis funcional.

Según las formulaciones teóricas adyacentes a ésta herramienta

tecnológica, las conductas problemáticas del cliente acontecidas en el contexto

terapéutico y que son funcionalmente equivalentes en su vida cotidiana son

22

Page 24: terapias de tercera generación

denominadas conductas clínicamente relevantes (CCR). Las CCR pueden ser de

tres tipos: CCR1, CCR2 y CCR3 (Kohlenberg y Tsai, 1991).

Por un lado, las CCR1 son las conductas problemáticas que ocurren en la

sesión, y cuya frecuencia se trata de reducir en terapia; mientras que las CCR2

por el contrario son mejorías que tienen lugar en el contexto de la sesión; y por

último, las CCR3 constituyen toda conducta verbal del cliente en la que el paciente

o usuario del servicio describe o establece relaciones causa-efecto entre su

conducta y los factores ambientales con los que se ésta se relaciona. En la

aplicación de la FAP se considera que estos tres tipos de CCR’s del cliente forman

amplias clases de respuesta basadas en las funciones de dichas clases. Es

importante aclarar que ninguna CCR es una clase genérica que pueda definirse

con base en la topografía de respuestas concretas.

Con respecto a lo anterior, en la aplicación de la FAP el terapeuta debe

tener claro que una CCR no puede identificarse con base en lo que el paciente

verbalice o le diga; tampoco puede identificarse si el paciente emite por una única

ocasión dicha respuesta durante la sesión. Lo que el terapeuta identifica como

CCR debe ser una clase, no un episodio concreto.

Por otra parte, toda CCR se encuentran bajo control de variables

situacionales y contextuales, es decir, bajo el control de la conducta del terapeuta

en la sesión, con sus funciones evocadoras, discriminativas y reforzantes. Es así

que, la función de el terapeuta que se encuentra aplicando la FAP es la de

identificar la ocurrencia de toda conducta que pertenezca a cualquiera de las tres

clases que conformen las CCR’s, realizar un análisis funcional pertinente y actuar

en consecuencia de ello. No obstante, esta tarea no es tan fácil como parece ya

que, es necesario que el terapeuta diseñe una estrategia que aplique

sistemáticamente con el objetivo ulterior de lograr una relación terapéutica intensa,

para así, elicitar la ocurrencia de las CCR’s y modificarlas.

23

Page 25: terapias de tercera generación

Concerniente a lo anterior, el terapeuta se enmarca como un factor crucial

de cambio al interior de la terapia. Es por ello que Kohlenberg y Tsai (1991)

proporcionan una serie de 5 reglas que permiten orientar al terapeuta en la tarea

de identificar y modificar las CCR’s:

-Regla 1: Desarrollar un repertorio para la búsqueda de las CCR’s.

-Regla 2: Crear un ambiente terapéutico que promueva la elicitación de las

CCR’s.

-Regla 3: Reforzar de modo sistemático y natural todas las CCR2 que se

observen durante las sesiones terapéuticas, teniendo en cuenta que más que

instruir una nueva conducta es necesario moldearla.

-Regla 4: Identificación de los repertorios necesarios para la administración

y búsqueda de los reforzadores relevantes para las CCR’s.

Regla 5: Generar en el cliente un repertorio de descripción de relaciones

funcionales entre las variables de control y sus respuestas.

Estas reglas estratégicas tienen la función de generar una relación

terapéutica que constituya un contexto de aceptación de la conducta del cliente,

dado que se le reconoce a ésta una función importante para el cliente.

Descripción del paciente:

El paciente es un varón de 16 años, residente de la localidad de Barrientos

ubicada en Tlalnepantla estado de México. No es fumador pero consume alcohol

ocasionalmente. Sus ocupaciones se basan principalmente en la práctica de

Karate y el estudio del 1er semestre de bachillerato. Vive en el domicilio familiar

con su madre y dos hermanas mayores. Acudió a consulta debido a que estaba a

punto de perder o terminar su relación con su novia de 15 años: “… es que me

enojo muchísimo cuando no me hace caso por andar platicando con sus amigos

[…] siento que no me da mi lugar, haber, porque yo si estoy con ella y ella no

puede estar conmigo cuando la voy a ver; eso me pone bien mal, siento ganas de

24

Page 26: terapias de tercera generación

pegarles a sus amigos o a alguien, es una sensación de mucho coraje y no sé que

hacer […] no la quiero perder porque ella fue mi primera vez en todo y pues ya

llevamos bastante tiempo juntos…”

Historia del problema:

El problema de DL comenzó a los 14 años al iniciar una relación estable

con su actual novia, actualmente llevan 2 años y un mes de relación. En esta

relación, DL comenzó a experimentar celos que progresivamente se fueron

intensificando. Tras una fuerte discusión por este motivo, decidieron romper la

relación. No obstante una semana después reanudaron la relación después de

hablar acerca del incidente que los hizo terminar. A partir de ahí, DL mantuvo

controlada la situación de sus celos debido a que su novia dedicó más tiempo a

sus salidas y visitas conjuntas. Poco tiempo después, al volver a la rutina

implicada en sus actividades escolares, las discuciones volvieron a presentarse,

siempre por motivo de los celos de DL. En este sentido, comenta DL: “Yo no

quiero romper con ella. (...). Yo sé que va a estar bien cañón encontrar una novia

que aguante como soy, con lo de los celos y todo eso”. “Muchas veces me iba al

campo a pasear, a pensar y a desahogarme y a pedirle a Dios que se resolviera

todo esto”.

Cuando DL completó sus estudios de secundaria se dedicó en mayor

tiempo a sus estudios de Karate y se graduó en primer dan de cinta negra. Su

consejero era su padre, con el que consultaba cualquier asunto, incluidos los

problemas que en el pasado y el presente le ocasionaban los celos. Éste siempre

le decía que se buscara a una joven de bien, “[...] que se dedique a ti y al hogar y

que cuando camine contigo vaya al frente con la cabeza abajo sin necesidad de

mirar a todos los que pasan a su lado… y tú debes ir atrás para andar checando

que tampoco le vayan coqueteando”. También solía expresar en repetidas

ocasiones que “no me da miedo pegarle a otro si anda tras mi novia, al fin gracias

al Karate yo creo que puedo partirle la cara a cualquiera que se me ponga

25

Page 27: terapias de tercera generación

enfrente… entonces si se presenta la oportunidad pues me rifo”. (En este punto

es posible detectar una CCR1 en relación a un repertorio inadecuado de

descripción de su conducta y las variables de control).

Las topografías de respuesta de los celos de DL en relación con su novia

eran similares a las de otras relaciones. La pareja se conoció en la secundaria en

la que ambos estudiaban. Al comienzo todo marchó bien ya que todos los ratos

libres la pasaban uno en compañía de otro pero aproximadamente tres meses

después comenzaron a intercalar ratos de convivencia entre amigos en los que DL

noto que comenzaron a desencadenarse sus celos. Evitaban lugares concurridos

en su escuela para que DL estuviera contento o bien para impedir que otros

hombres miraran a su novia. Al llegar a un lugar lleno de gente, DL estudiaba a los

hombres presentes para saber si había alguno que pudiera gustarle a su novia. Si

era así, DL salía del lugar o se alejaba lo suficiente para evitar contacto visual con

dicho hombre y obligaba a su novia a abandonarlo con él. Casi siempre salían

solos y acudían a lugares poco o nada concurridos como parques o la casa de

ella. A menudo DL interrogaba insistentemente a su novia sobre las razones para

que hubiera hecho alguna cosa, “[...] tratando de cacharla en la movida”.

Continuamente DL miraba a su novia para ver “si empezaba de coqueta con sus

miraditas” o miraba con insistencia a otros hombres. También le molestaba

enormemente que su novia mantuviera una conversación con otros hombres,

incluso si eran sus amigos íntimos. Cuando no se encontraban juntos y en

horarios fuera de clases, DL llamaba a su novia por teléfono a casa entre 3 y 4

veces, e insistía en recogerla a la salida de la escuela (ella iba un grado más abajo

que él, por lo que cuando DL terminó la secundaria, su novia cursaba el último

año). Se presentaba a diario 15 minutos antes de que la escuela anunciara la

salida y no consentía que saliera con sus compañeras después de cerrar la

secundaria. Durante el día y en sus entrenamientos, DL solía pensar en lo que

estaría haciendo su novia. La mayor parte de sus llamadas telefónicas a su novia

las realizaba en momentos en los que lo agobiaban pensamientos de que su novia

le era infiel o le había mentido sobre sus pasadas relaciones. Estos pensamientos,

26

Page 28: terapias de tercera generación

de contenido siempre relacionado con dudas y desconfianza sobre la fidelidad de

su novia, solían ocurrir cuando DL se encontraba desocupado o al escuchar

comentarios de contenido sexual de sus compañeros en Karate o en la TV. Sin

embargo, la actividad física de DL realizada durante sus prácticas no parecía

alterada. Se desempeñaba en su deporte y en otras ocupaciones diarias

correctamente. Sólo el área interpersonal se encontraba claramente afectada por

los celos desde los tres meses posteriores en que inició su relación con su novia.

Durante las entrevistas iniciales no se apreciaron instancias de uso de

autovaloraciones negativas. DL no se consideraba un hombre feo ni mala persona

en esencia (CCR2: ausencia de términos descalificativos). Al describir su

problema valoraba los celos como “esas ideas que me hacen sentir mal”, y

detallaba exhaustivamente las topografías de respuesta implicadas en los

episodios de celos y su estructura temporal. En este sentido cuando se le pedía

alguna descripción de aspectos concretos de su problema, DL respondía con

rapidez y sin rodeos (CCR2: adecuada descripción de relaciones conducta-

conducta). Sin embargo, no se apreciaban instancias de conducta verbal en las

que DL estableciera relaciones entre su conducta y variables de control (CCR1:

repertorio inadecuado de descripción de relaciones entre la conducta y sus

variables de control).

En respuesta a los celos de DL, su novia siempre cedía a sus deseos,

accedía a que salieran solos y toleraba de mala gana que no salieran con otras

parejas o que no fueran a fiestas de amigos. Cuando se encontraba mal la

relación de DL en este sentido, su novia le reprochaba lo injustificado de sus celos

y lloraba. Cuando DL la interrogaba por cualquier cosa, su novia trataba de aducir

razones de su conducta y trataba de razonar con él sobre lo injustificado de sus

celos. DL solía quedarse satisfecho y tranquilo, pero él reconocía que este período

de calma era muy breve: en una misma tarde DL podía experimentar más de un

episodio de celos.

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Page 29: terapias de tercera generación

DL juzgaba sus celos como absurdos: “Es que nos sé porque ando

pensando eso (sus ideas de celos). Luego resulta que esas cosas no son ciertas,

son absurdas, pero no puedo evitarlo”. Pero este juicio no parecía ayudarlo a

modificar su problema. Podía imaginarse que su novia miraba a alguien, y a

continuación desencadenarse las conductas descritas más arriba, junto a una

intensa emoción que DL denominaba desesperación, consistente en una gran

inquietud subjetiva, expresión facial de ira y una respiración acelerada y fuerte y

una gran tensión en hombros y puños. Habitualmente, si evitaba o escapaba de

las situaciones que habían evocado los celos o si llamaba por teléfono a su novia,

esta emoción disminuía. Juzgar los celos como absurdos no se traducía en una

lucha sistemática contra los pensamientos de celos. DL simplemente actuaba en

congruencia con ellos o las emociones evocadas en las situaciones recién

descritas. Sólo tras un episodio, y cuando su novia se echaba a llorar, DL criticaba

sus pensamientos de celos y su conducta, sintiéndose además muy culpable por

haber hecho sufrir a su novia. En este sentido, reconocía que a menudo

provocaba a su novia para que llorara “porque así sé que no me está engañando y

sí me quiere”. Aunque refería encontrarse nervioso con cierta frecuencia, DL

apenas hablaba sobre sus emociones, y sólo cuando se hablaba sobre los celos

durante las entrevistas iniciales.

Tratamiento tentativo (hipotético):

Es necesario diseñar un registro sencillo donde DL y su novia puedan

anotar la fecha, hora y situación en la que tenga lugar cada episodio de celos.

Este registro debe realizarse a diario y en pareja.

Por otra parte es necesario fomentar un ambiente terapéutico en el cual sea

posible replicar algunas CCR’s por lo que es necesario que la novia de DL acuda a

terapias. En ese sentido, y con el consentimiento informado a la pareja tratar de

incitar los episodios de celos a través de contacto visual solo con la novia de DL,

28

Page 30: terapias de tercera generación

exclusión de la plática a DL todo ello para detectar CCR’s relacionadas con los

celos.

Debido a que los objetivos de la terapia no irán encaminados en ningún

momento a eliminar o atenuar los celos, sino la función de los mismos en la

relación de pareja cada terapia debe estructurarse para que la pareja trate de

describir las relaciones entre las conductas de interés y sus variables de control,

para fomentar acciones efectivas encaminadas a lograr sus metas como

individuos y como pareja.

Por último, debe realizarse una exposición en vivo para ejercitar la

prevención de respuesta; y para ello se deben ejecutar (sin graduarla inicialmente

en una jerarquía de dificultad creciente ya que es mejor preferir que la propia

práctica con dichos procedimientos fuera delimitando la dificultad de cada

actividad) una serie de actividades encaminadas a exponer a los pacientes a la

situación real para así desarrollar repertorios conductuales funcionales ante

episodios que pudieran promover los celos de DL.

29

Page 31: terapias de tercera generación

Conclusiones

Recordemos que el objetivo del presente trabajo era el de explicar el origen

así como el desarrollo de la tecnología creada en el ámbito de la psicología clínica.

Al respecto se conceptualiza dicho desarrollo como la interacción entre diferentes

áreas de conocimiento y niveles del quehacer científico que van del ámbito

filosófico, pasando por los ámbitos de la ciencia básica, ciencia aplicada, ideología

y el de necesidades sociales.

Recientemente, ha emergido una amplia gama de terapias psicológicas

desde la aproximación o tradición conductual las cuales, según Steven Hayes

(2004), es necesario diferenciar o agrupar en una clasificación siguiendo una

lógica que denote sus antecedentes teórico-metodológicos principalmente en el

abordaje, resolución y eficacia de problemáticas sociales en campo clínico de la

psicología. Por ello, este autor emplea la expresión “La Tercera Ola de Terapias

de Conducta”, para referirse a un grupo específico de terapias, dentro de un

amplio espectro de terapias surgidas recientemente desde la tradición conductual,

que comparten algunos elementos y características comunes. A este grupo de

terapias surgidas durante la actual ola de terapias de conducta se las conoce

como “Las Terapias de Tercera Generación”.

De acuerdo con el planteamiento de Hayes, tras una primera generación de

técnicas conductuales (desensibilización, exposición o los conocidos

procedimientos del control contingencial), fundamentadas directamente sobre el

condicionamiento clásico y el operante, y una segunda que incorporó las técnicas

cognitivas (y algunos de sus planteamientos teóricos), se ha abierto camino una

tercera generación en la que, sin perder nunca de vista la base experimental y

científica, se propone una recuperación del planteamiento contextualista, se

renueva el énfasis en el análisis funcional y se profundiza en el papel que la

relación terapéutica y el lenguaje natural juegan en el contexto clínico.

30

Page 32: terapias de tercera generación

De forma general, podría decirse que la característica esencial o definitoria

de este nuevo grupo de terapias es el énfasis que le otorgan a variables,

cuestiones o asuntos que tradicionalmente han sido menos investigados, en la

mayoría de los casos obviados totalmente y, en otros muchos, rechazados de

forma directa desde el tradicional análisis clínico y experimental del

comportamiento.

Los métodos de intervención y técnicas que utilizan las terapias de tercera

generación se basan frecuentemente en la experimentación por parte de los

clientes, es decir, son técnicas más experimentales -en el sentido de

experimentar, sentir, vivir en uno mismo- que didácticas o directas, como en el

caso de las terapias de la primera y segunda generación.

Lamentablemente los hallazgos y datos experimentales encontrados a la luz

de este nuevo grupo de terapias aún son escasos y, comparándolos con la

evidencia hallada por las terapias de primera y segunda generación es posible

advertir que la aplicación de la tercera ola de terapias aún no ha sido bien

difundida. Lo que sí es cierto es que, a pesar de ser un hallazgo tecnológico

bastante joven no se puede dudar de su eficacia y de los beneficios que conlleva

su uso. En ese sentido, este grupo de terapias subsana los errores metodológicos

de los anteriores grupos o generaciones otorgando nuevos parámetros de eficacia

tanto a los clientes como a los terapeutas. Es bastante posible que con un

desarrollo de la Psicología tan pujante como la que se puede ver en la actualidad,

y dado el interés de tantos clínicos por mejorar sus procedimientos y mantener el

compromiso de la renovación permanente, el futuro de este grupo de terapias es

muy prometedor. Además, cada día se reportan nuevos y mejores resultados que

esta generación está teniendo frente a problemas muy difíciles de abordar y ante

los cuales no se contaba con terapias bien desarrolladas (piénsese, en particular,

en los problemas de personalidad). Por supuesto esta implantación no es ajena a

la enseñanza institucionalizada de estas terapias, aspecto en el que aún se tiene

mucho camino que recorrer ya que como el apartado final de este escrito lo ilustra,

31

Page 33: terapias de tercera generación

es bastante difícil cambiar el quehacer terapéutico al que se estaba acostumbrado

y bajo el cual se forman la mayoría de los psicólogos.

Hoy en día es necesario que la formación y la supervisión de terapeutas

también se incorporen a los sistemas de enseñanza en nuestro país, para que,

desde la misma universidad, se promueva su aprendizaje. Como señala de

manera adecuada Montgomery (2007):

“Sin embargo, es preciso convenir en que una vez conseguido el propósito de

establecer las leyes básicas que rigen los fenómenos y su tecnología de

cambio subsecuente, se hace necesario ir más allá. Y es que el científico no

puede —como los navegantes antiguos que no pasaban de las Columnas de

Hércules—, renunciar a perfeccionar sus observaciones y a tratar de

dimensionar el mundo de manera compleja, como es realmente. Más aun si

ya cuenta con las herramientas del ordenador y los programas de

simulación.” (Pp. 40).

Si bien es difícil abandonar los quehaceres terapéuticos a los que tanto

tiempo hemos invertido, también es cierto que no se le puede dar la espalda al

desarrollo tecnológico.

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Page 34: terapias de tercera generación

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