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TEMA I LA CULTURA DEL BARROCO Y LOS INICIOS DE LA CIENCIA MODERNA EN ESPAÑA INTRODUCCIÓN El Barroco es la expresión más característica de la cultura del siglo XVII. No se trata de una contraposición al Renacimiento, sino que es en realidad la cultura que le sucede. El Barroco es una cultura de crisis donde el individuo se muestra como un hombre sombrío que está rodeado por la miseria que el hambre y la peste han creado. Por este motivo en literatura destaca el Quijote (entre ilusión y realidad); la novela picaresca (sobre la precariedad de los bienes materiales, necesidad de la astucia y el desencanto); la poesía (reflexión intimista sobre el fugaz paso de la vida y el sentido de la caducidad) y el teatro (por su amplio calado social, variada temática y camino abierto para soñar). El Barroco es crisis pero también paradoja, de ahí su explosión artística a través de iglesias, palacios, esculturas o pinturas. A veces se alza como un medio de ocultar aspectos negativos, resaltando, en plan triunfalista, otros detalles más trascendentes. El catolicismo hizo del Barroco un arma contra el protestantismo. Para Maravall, el Barroco es una cultura dirigida, masiva, urbana y muy conservadora (un mensaje controlado desde el poder político, social y eclesiástico y dirigido a las masas). Al ser una época tan convulsa, no faltaron voces que pretendían mejorar la vida. Los inicios de la ciencia moderna en España fueron tardíos y lentos (el dominio inquisitorial era palpable), así como la tradición frenaron su desarrollo y difusión. La aparición de tertulias (derivarían en sociedades científicas), el apoyo de mecenas (Don Juan José de Austria) y la aparición de mentes abiertas dispuestas a avanzar en la investigación y

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TEMA I LA CULTURA DEL BARROCO Y LOS INICIOS DE LA CIENCIA MODERNA EN ESPAÑA

INTRODUCCIÓN

El Barroco es la expresión más característica de la cultura del siglo XVII. No se trata de una contraposición al Renacimiento, sino que es en realidad la cultura que le sucede. El Barroco es una cultura de crisis donde el individuo se muestra como un hombre sombrío que está rodeado por la miseria que el hambre y la peste han creado. Por este motivo en literatura destaca el Quijote (entre ilusión y realidad); la novela picaresca (sobre la precariedad de los bienes materiales, necesidad de la astucia y el desencanto); la poesía (reflexión intimista sobre el fugaz paso de la vida y el sentido de la caducidad) y el teatro (por su amplio calado social, variada temática y camino abierto para soñar). El Barroco es crisis pero también paradoja, de ahí su explosión artística a través de iglesias, palacios, esculturas o pinturas. A veces se alza como un medio de ocultar aspectos negativos, resaltando, en plan triunfalista, otros detalles más trascendentes.

El catolicismo hizo del Barroco un arma contra el protestantismo. Para Maravall, el Barroco es una cultura dirigida, masiva, urbana y muy conservadora (un mensaje controlado desde el poder político, social y eclesiástico y dirigido a las masas). Al ser una época tan convulsa, no faltaron voces que pretendían mejorar la vida.

Los inicios de la ciencia moderna en España fueron tardíos y lentos (el dominio inquisitorial era palpable), así como la tradición frenaron su desarrollo y difusión. La aparición de tertulias (derivarían en sociedades científicas), el apoyo de mecenas (Don Juan José de Austria) y la aparición de mentes abiertas dispuestas a avanzar en la investigación y la experimentación dieron origen a avances en algunos campos. También influyeron las Academias.

Los novatores surgieron en la medicina, química y biología con grandes avances gracias a los viajes e intercambios de cartas. En otros campos más controlados por la Inquisición (física, matemáticas o astronomía) los avances fueron mínimos, sin embargo destacó el jesuita José de Zaragoza (publicó en 1675 la primera obra de astronomía española moderna). Sin embargo la mayoría de la población española vivía de espaldas a los avances científicos.

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1. EL CONCEPTO DE BARROCO

El Barroco no es una deformación del Renacimiento, es una cultura con personalidad propia. Su cronología aproximada abarca desde el último tercio del siglo XVI hasta las dos primeras décadas del reinado de Carlos II. Se distinguen tres fases:

1. Periodo de formación. Reinado de Felipe III (1598-1621).2. Periodo de plenitud. Reinado de Felipe IV (1621-1665).3. Periodo de decadencia. Primera parte del reinado de Carlos II

(dos primeras décadas).

La aparición de los novatores marcaría la transición entre Barroco e Ilustración.

Todos los Austrias de la época buscaron la defensa del catolicismo y se convirtieron en here-deros del ambiente del Concilio de Trento. Estas circunstancias, a las que se sumó la mala gestión en la utilización de las riquezas provenientes de América, produjeron una depresión económica que alcanzó en mayor o menor medida a todos los estamentos de la sociedad, agudizados en las décadas centrales del siglo, para iniciar una tendencia a la mejoría a partir de los años 80.

El Barroco suponía una sensibilidad estética contraria al equilibrio y serenidad renacentista, una visión del mundo fundamentada en una profunda desconfianza hacia la naturaleza huma-na y hacia la fragilidad de sus realizaciones. El Barroco es la respuesta a una época de crisis económica y de alteraciones sociales:

Descenso poblacional. La población descendió a lo largo del siglo debido a las pestes, el hambre, la expulsión de los moriscos o la emigración a América en contraste con lo que sucedió en otros países de Europa, dejando a España en situación de inferioridad.

La presión fiscal aumentó, las actividades industriales, comerciales y agrícolas se dete-rioraron por las cargas fiscales que soportaban las clases trabajadoras.

Manipulación monetaria. Caída de la producción agraria. Alza de los precios. Dependencia industrial.

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Los fracasos militares necesitaron grandes esfuerzos económicos al implantarse contri-buciones y arbitrios ruinosos. Tras la Paz de Westfalia se perdió la hegemonía en el mundo y había que admitir una nueva realidad basada en la urgencia de adecuar las necesidades del país a sus auténticas posibilidades.

Según Weisbach, la esencia del barroco es la síntesis de lo contrapuesto. En los territorios hispánicos convivieron, el agotamiento político y económico con una gran floración cultural y artística, la monarquía autoritaria con los planteamientos populistas, un desmesurado sentido del honor con la relajación moral y una fe intensamente vivida con una visión realista y crítica del mundo.

La literatura, el pensamiento y el arte españoles alcanzaron el momento cumbre de su historia y su más peculiar personalidad. Esta centuria fue agónica para España, pero en el arte imperaron la originalidad y la riqueza. Se puede afirmar que la propia situación de crisis contribuyó al esplendor artístico, porque el barroco nació para fortalecer y afianzar los poderes tradicionales y actuar sobre la voluntad del hombre, conduciéndole por el camino de la fe católica, para que pudiera alcanzar la salvación eterna, única meta importante de la existencia humana. El arte barroco era lo que necesitaba una monarquía en declive, que podía realzar con él su prestigio ocultando su hundimiento. También lo necesitaba la iglesia para conservar su protagonismo en lo espiritual y en lo temporal y también lo necesitaba un pueblo con condiciones de vida cada vez más difíciles, porque el Barroco podía hacerle olvidar las penas con sus fiestas y sus ricas decoraciones y ayudarle a buscar consuelo en la oración con la que podría obtener la protección divina para aliviar sus males.

El Barroco nació en Italia, pero encontró en la España del siglo XVII unas circunstancias políticas, económicas y sociales que facilitaron su aceptación y una peculiar y enriquecedora interpretación impulsada por la propia situación y cualidades del país.

2. BARROCO Y RELIGIÓN

La reforma protestante originó un período de duda y desintegración en el mundo europeo en los últimos años del S. XVI. Surgieron unos nuevos planteamientos ideológicos que crearon la necesidad de una renovada cultura que sirviera como instrumento integrador y, sobre todo, que ofreciera al hombre un fundamento seguro de su existencia.

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Una existencia que había sufrido profundos cambios al desaparecer el concepto renacentista de universo único y armonioso y ser sustituido por un pluralismo manifestado en el orden religioso, político, económico y filosófico. Por vez primera la opinión pública despertó interés en las autoridades religiosas y civiles, que comprometieron a la cultura, especialmente al arte, la defensa de los intereses y en su propósito de influir en las posibilidades electivas del hombre de esta época. Era necesario un nuevo arte para expresar y hacer triunfar la renovación contrarreformista católica y consolidar el poder de las monarquías absolutas, (ambos estamentos fueron los principales impulsores del nuevo lenguaje artístico). El barroco nació aceptando la diversidad de pensamientos, actitudes y necesidades expresivas.

La Iglesia de Roma determinó el nacimiento del nuevo arte, (se convertía ahora en un medio de propaganda al servicio de la causa católica dispuesto en Trento), la Iglesia deseaba que el artista, con imágenes y pinturas, instruyera al pueblo recordándole los artículos de la fe y le moviera a la gratitud ante el milagro y beneficios recibidos, ofreciéndole el ejemplo a seguir y, sobre todo, excitándole a adorar y amar a Dios.

El Barroco como estética de la Contrarreforma frente al protestantismo. Para cumplir su misión el arte debía poseer fuerza de atracción sobre los sentidos y poder de penetración en el espíritu, debía ser seductor y didáctico para mostrar el camino de la salvación, por lo que las imágenes de la Virgen y los santos invaden retablos y capillas de las iglesias. En Trento se dispuso que las imágenes instruyeran y enseñaran el camino a los fieles. Había que conseguir un aspecto cotidiano de las imágenes y las representaciones para lograr una mayor cercanía a los fieles.

La claridad y conmoción primero, y el asombro y el deslumbramiento después, fueron usados en el transcurrir de la centuria para dar respuesta a las exigencias de la iglesia católica con una cuidada escenografía, el uso controlado de la luz y por los gestos desmedidos.

La explosión de la sensibilidad en el arte religioso derivó en distintas manifestaciones, aparecen éxtasis, procesiones, apariciones y revelaciones. A la vez desde el púlpito aumentó la importancia de los sermones buscando la confianza en una mejor vida futura ausente de miserias. También la muerte se presenta como una auténtica liberación.

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CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA BARROCA

El barroco es una cultura dirigida:

1. Reforzamiento de la autoridad real como solución de todos los problemas, haciendo de la corte el gran centro político y cultural.

2. La corte es un lugar de encuentro de escritores, pintores, arquitectos, músicos, bajo el mecenazgo real.

3. También proliferan mecenas entre aristócratas, funcionarios o comerciantes, como símbolo de estatus social.

4. Importancia de la educación: la escuela, las Academias, las tertulias.

5. Las manifestaciones culturales del Barroco están muy mediatizadas por la influencia de gobernantes que conceden subvenciones, influyen en el gusto de los demandantes, prohíben algunas obras o manifestaciones literarias o artísticas, etc.

6. Es importante el uso de la persuasión para conmover e impresionar al espectador.

7. Proliferan las solemnes manifestaciones del poder; las fiestas como arma política.

El Barroco es una cultura masiva:

1. Existencia de una “masa” heterogénea socialmente: diferentes estamentos, diferentes profesiones, distinta riqueza y variado nivel cultural

2. Dentro de esta masa se produce, sin embargo el anonimato de los individuos como unidades yuxtapuestas; el hombre se convierte en “espectador” igual que el resto de espectadores.

3. Está dirigido a las masas: teatro, retablos, fiestas, literatura, fuegos de artificio, etc.

El Barroco en una cultura urbana:

1. Las ciudades, son claros centros de movimientos subversivos que pueden afectar al orden político y social. Abundan en ella pícaros, vagabundos, ladrones, etc. Los esta-mentos privilegiados (también viven en las ciudades) promueven la cultura barroca en defensa de sus intereses. La ciudad es el escenario fundamental del Barroco: en ella se ubican los palacios e iglesias, se organizan los fuegos de artificio, se representan las obras de teatro, etc.

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El Barroco es una cultura conservadora:

1. El absolutismo monárquico, en el origen del afán conservador.2. Adopta una actitud conservadora para mantener el orden

establecido frente al aparente desmoronamiento del sistema vigente.

3. La masa más desfavorecida acoge bien los cambios (la tradición bajo aspectos nuevos)

4. Se vigilan las “novedades” por considerarlas peligrosas.

La pintura disfrutó de la protección de monarcas y nobles y sus encargos muy relacionados con el mundo religioso. Los sectores eclesiásticos eran los principales clientes de pintores y escultores, (los escultores sufrieron más los efectos de la merma de capacidad económica de este estamento). Monasterios, parroquias, pero, sobre todo, cofradías de clérigos y seglares fueron los principales impulsores de la escultura, que careció asimismo del mecenazgo real y privado, que no afectó ni a la calidad y a la creatividad de los artistas. La corona, la iglesia y la nobleza fueron los principales clientes de los artistas, que apenas trabajaron para la burguesía (poco desarrollada).

En este panorama económico y social, los artistas, generalmente, disfrutaban de una modesta posición económica y escaso reconocimiento social, salvo algunas excepciones (Velázquez). Estaban sometidos al sistema gremial y considerados como artesanos, arquitectos, escultores y pintores, sobre todo estos, lucharon por elevar su condición social, defendiendo el carácter noble y liberal de sus actividades, con el propósito también de evitar los impuestos.

Fue el siglo de la publicación del Quijote, de Góngora, Quevedo, de Lope de Vega, de Tirso de Molina y Calderón, de Gregorio Fernández y Martínez Montañés, de Ribera, Velázquez, Zurbarán, Murillo, Claudio Coello, etc. Todos ellos y muchos más configuraron el llamado Siglo de Oro español, único por su riqueza creadora y también porque creció y se desarrolló dando testimonio del sentir de un pueblo, lo que permitió que el arte poseyera, por primera vez en España, una expresión primordialmente nacional.

4.- LOS TRATADISTAS DE LA ECONOMÍA: EL ARBITRISMO

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El hombre del siglo XVII tiene conciencia de crisis y propone medios y modos para superarla. El pensamiento político y económico se muestra crítico con la situación que se vive porque hay un empobrecimiento generalizado y porque termina la hegemonía española en Europa.

El arbitrismo se convierte en la corriente del pensamiento político-económico de la España del Seiscientos más representativa.

Los tratadistas denuncian los principales problemas:

1. El abandono de los sectores productivos.2. El gusto por el lujo y la ostentación.3. El aumento de la presión fiscal.4. El fomento del ocio y el estilo de vida de los nobles.

Se proponen vías para superar la crisis generalizada:

Fomento de la agricultura, la industria y el comercio. Limitación del número de clérigos. Medidas proteccionistas para las materias primas. Contribución de todos los estamentos al fisco.

Algunos de los principales tratadistas: Sancho de Moncada, Pedro Fernández de Navarrete, Francisco Martínez de la Mata, Miguel Álvarez Osorio y Redin, etc.

LA PUBLICÍSTICA

Surgen los primeros periodistas:

Algunos defienden los intereses de la Monarquía (usados con fines propagandísticos).

Hay otro sector: los críticos.

En el reinado de Carlos II se produce la primera aparición sistemática del periodismo español:

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A mediados del siglo XVII se crean boletines de noticias (sin periodicidad).

Aparece en 1661 la “Gaceta” a instancias de Don Juan José de Austria.

En Zaragoza, Sevilla, Valencia y Méjico, surgen gacetas locales. Don Juan José de Austria se valdrá de la prensa, la propaganda y

los pasquines en sus enfrentamientos con Nithard entre 1665-1669. Contribuyen a la creación de un estado de opinión.

A finales del siglo XVII aparecen nuevas publicaciones.

LA CIENCIA MODERNA: LOS “NOVATORES”.

Europa vive en el siglo XVII la “revolución científica” (triunfa el nuevo método físico-matemático) cuyas formulaciones teóricas fueron (fundamentalmente) de Descartes, Galileo o Kepler, culminando con Newton y su teoría de la gravedad.

El aislamiento de Europa, la crisis social y económica del mundo hispánico y la decadencia científica respecto a los avances renacentistas son fenómenos relacionados entre sí dentro de lo que suele denominarse como la cultura del Barroco. En 1625 se clausuró la Academia de Matemáticas, en 1616 se condenó el heliocentrismo, los grandes focos universitarios de Alcalá, Salamanca, y Valladolid dejaron de estar en la élite del mundo académico europeo. Leiden, Florencia, París, Londres, Cambridge, las ciudades donde se estaba construyendo el programa de la Revolución Científica.

Todos los autores aceptan la existencia de una protoilustración en torno a los novatores. Las últimas décadas del siglo XVII, (desde 1687), comenzó a darse en España un movimiento tímido pero perceptible de renovación cultural que venía ya forjándose desde mediados de la centuria. Esta renovación se fraguó especialmente en Madrid, Sevilla, Valencia o Zaragoza y alrededor de disciplinas científicas preferentemente centradas en el área experimental, como la medicina y la química. Renovación que enfrentó a defensores de la ciencia antigua con conspicuos avalistas de la ciencia moderna.

Durante el siglo XVII podemos dividir la ciencia española en tres períodos:

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1. Primer tercio del siglo XVII: prolongación de la actividad científica del siglo XVI.

2. 1640-1680: se introducen, de forma aislada, algunos elementos modernos.

3. 1680-1700: se rompe con el saber tradicional, se sientan las bases de la ciencia moder-na. Surgen los novatores (el precursor fue Juanini con Discurso político y físico en 1679, dedicado a Don Juan José de Austria).

Requisitos para el cambio en la segunda mitad del siglo XVII:

1. Cambio de dirección en la política pública iniciada por Don Juan José de Austria.

2. Interés de Don Juan por los aspectos de la ciencia moderna: observación astronómica, experimentos químicos, disecciones, etc.

3. Formación de tertulias patrocinadas por mecenas.4. Creación de sociedades científicas.5. Establecimiento de lazos intelectuales y culturales con Italia.

Surgen nuevas instituciones científicas:

En 1625 Felipe IV funda el Colegio Imperial de San Isidro, tutelada por jesuitas.

En 1681 se crea el Colegio de San Telmo de Sevilla, antecedente de las instituciones ilustradas, para la enseñanza del arte de navegar (marina, pilotaje y la artillería).

En 1700 se crea en Sevilla la Real Academia de Medicina y Ciencias (es la primera institución científica española al servicio de las ideas modernas).

Los novatores destacan en medicina y en química. En las demás ramas (matemáticas, física y astronomía) no hay un movimiento porque la teoría heliocéntrica estaba prohibida, la nueva física estaba en confrontación con las tesis aristotélicas (aún dominantes). Existía un predominio del eclecticismo (esquemas clásicos con modernos).

Los cultivadores de la ciencia española del siglo XVII luchaban aislados. No llegaron a crear escuela. La mayoría pertenecían al sector clerical.

En Medicina: destacan el grupo renovador de Zaragoza y el valenciano:

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Se rompe con los esquemas médicos tradicionales. Aparecen nuevos conocimientos como resultado de los viajes

con la correspondencia epistolar y el contacto con la realidad (realización de autopsias).

Destacan: Juan de Cabriada y Crisóstomo Martínez, defensores del criterio empírico (observación y experimentación).

En Química: aparecen los seguidores de la iatroquímica (química aplicada a la curación de enfermedades) iniciada en el siglo XVI con Paracelso:

Aparecen nuevos elementos curativos (quina y antimonio). La farmacia se coloca al mismo nivel que la medicina

destacando la farmacia real, la monástica y la militar. Se crean colegios de boticarios.

En Matemáticas los avances son lentos. Destacan:

Juan Cedillo, seguidor y defensor del heliocentrismo. José de Zaragoza (al frente de la cátedra de matemáticas del

Colegio Imperial de Madrid, fue preceptor de Carlos II en matemáticas).

Juan Caramuel. Dedicó su obra Arquitectura civil a Don Juan José de Austria.

Antonio Hugo de Omerique, precursor de la geometría analítica.

En Astronomía: se mueve entre la innovación y la lucha frente a las viejas ideas astronómicas que persistían:

Se realizan expediciones que promueven estudios cartográficos (mapas, atlas, etc.).

Destaca el jesuita José de Zaragoza: publicó la primera obra de astronomía moderna en España, además inventó y construyó varios instrumentos astronómicos.

La sociedad española del Seiscientos frente a las nuevas corrientes científicas se pueden distinguir dos grupos:

1. Tradicionalistas moderados que van aceptando las novedades pero sin darles mucha importancia.

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2. Los tradicionalistas intransigentes (intolerantes y cerrados). Formados en el desfasado escolasticismo, son reacios a la innovación y son fieles a Galeno y a Aristóteles.

La Inquisición frente a la renovación científica (particularmente la astrología) al prohibir y condenar la teoría heliocéntrica:

Personal del Santo Oficio impedía, en puertos y fronteras, la llegada de obras foráneas.

Se censuraban líneas o se retiraban obra de autores españoles. Otros a título particular denunciaban obras ante el Santo Oficio.

Juan Bautista Juanini Milanés españolizado, fue el primer novator. Su Discurso político y phísico (1674) marca el inicio de una serie de significativas contribuciones. En él elaboró el primer estudio moderno de higiene pública al analizar las condiciones de salubridad del aire de una ciudad (Madrid). Su segunda obra, Nueva Idea Physica Natural (1685), es un tratado de iatroquímica moderna centrado en la investigación de los ácidos y alcalinos. Juanini defendió la doctrina del "espíritu nitro-aéreo", un antecedente directo del descubrimiento del oxígeno, aplicó la iatroquímica a la fisiología vegetal e incluso llegó a estudiar y experimentar con el sistema nervioso, destacando unas famosas Cartas (1691), sin duda, la exposición más completa de la anatomía, fisiología y patología del sistema nervioso de la Edad Moderna española.

José Lucas Casalete El aragonés ejemplifica el movimiento novator en la universidad de Zaragoza, uno de los centros más activos del periodo. Fue un declarado antigalenista, lo que le granjeó la repulsa de muchos colegas en la universidad, llegó a levantar una gran polémica con su crítica de la fluxión humoral, el concepto central tradicional para explicar el mecanis-mo de las enfermedades. Mostró gran interés por la localización de los focos infecciosos.

Crisóstomo Martínez es el primer español de la investigación microscópica, la deslumbrante corriente que en Europa estaban comenzando a desarrollar Malpighi, Hooke y Leeuwenhoek.

Juan de Cabriada. El valenciano Cabriada fue el abanderado más visible entre los novatores. Cabriada está unido a uno de los manifiestos más famosos de la ciencia española, la Carta filosófica-

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médico-chymica (1687), una proclama del método experimental en anatomía y química, al tiempo que una refutación abierta de la autoridad de los antiguos y una valiente denuncia del atraso científico español. La reacción que siguió a la publicación de la Carta fue todo lo violenta que cabía esperar tanto del anquilosado contexto institucional español como del carácter polemista del propio escrito.

Juan Caramuel. Polígrafo religioso de origen bohemio y seguidor de Descartes y de Kircher. Su obra fue extensísima (teología, musicología, historia y matemáticas); sus libros fueron una referencia imprescindible para comprender dónde estaba el cultivo de la ciencia dentro de la cultura del Barroco. Aunque no era un científico, su interés por la astronomía le llevó a publi-car varias monografías sobre órbitas planetarias y mecánica celeste, redactadas en un estilo muy moderno y asumiendo novedades como las de Kepler. El Cursus Mathematicus (1667-1668) resume sus ideas matemáticas, arquitectónicas y astronómicas, donde destacan las primeras tablas de logaritmos publicadas por un español.

José de Zaragoza. Fue el gran divulgador de las matemáticas y la geometría. Sus tratados lograron elevar considerablemente el nivel de difusión de la aritmética, el álgebra y las prime-ras nociones geométricas no euclidianas. Destacan sus indagaciones astronómicas, debidas en parte a su relación con Mut. Juntos realizaron observaciones del cometa de 1664 y estudiaron asuntos como el diámetro solar y su paralaje. Mut llegó a atisbar la trayectoria parabólica del citado cometa, lo que le ha valido ser mencionado en alguna ocasión como precedente de Newton en este punto. Zaragoza publicó el resultado de sus observaciones en el prestigioso Journal des Savants, y construyó él mismo instrumentos de precisión, mostrando así como la barrera entre ciencia teórica y artes útiles se deshacía en la mente de los modernos. Su tratado Esphera en común, celeste y terráquea (1675) incorpora nociones de Copérnico, Tycho Brahe, Galileo, Kepler, Kircher y otros, así como las conclusiones de sus propias observaciones. En él se anunciaba la geofísica y se criticaban a partir del método experimental las viejas ideas aristotélicas acerca de la incorruptibilidad de los cielos y los orbes cristalinos. Su cautela a la hora de enjuiciar el heliocentrismo vuelve a señalar la presión de la época para mantener las doctrinas tradicionales.