José María ÍñigoPeriodista

SEvILLA,

FuTuROcIuDAD ABIERTA AL

La urbe cambia de fi sonomía sin sobresaltos, convirtiéndose suavemente en una moderna población del siglo XXI.

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n el caso de Sevilla, la

fundación de esta po-

blación andaluza se

debe tanto al mito como

a la historia. Ambos se

han dado la mano a lo

largo de la historia para

ofrecer como resultado

una de las ciudades más importantes de España, car-

gada de grandes atractivos turísticos y razones que

justifi can una y mil veces su visita. En la actualidad, los

sueños de los sevillanos pasan por recorrer los sub-

terráneos de su ciudad gracias al Metro que, con un

coste de 500 millones de euros, 20 kilómetros de vías,

23 estaciones y la estimación de unos 14 millones de

viajeros por año, cambiará sus vidas. El suburbano

facilitará a propios y extraños la movilidad en una po-

blación cuyo centro urbano es uno de los mayores de

Europa. De momento se han impreso 400.000 folletos

informando a los habitantes de los servicios de la Lí-

nea 1, la primera que ha entrado en funcionamiento,

que une Mairena del Aljarafe, San Juan de Aznalfara-

che Sevilla y Dos Hermanas. Ahí es nada.

Al mismo tiempo, Sevilla lava su cara poblándose de

calles peatonales, más rutas para los ciclistas urba-

nos (casi cien kilómetros de carril bici y precios muy

razonables en el alquiler), embelleciendo las fachadas

de casas y palacios, y ofreciendo como resultado una

ciudad moderna, viva y amable.

Muchos siglos antes de que se intuyera siquiera la

posibilidad de un tren que atravesase las entrañas de

la ciudad, sus primeros moradores, los Tartesos, con-

vertían Sevilla en la primera monarquía conocida en

Occidente. De la fundación de Sevilla se habla en las

Sagradas Escrituras como fruto del infl ujo colonizador

de los fenicios y de los griegos sobre los pueblos indí-

genas ubicados en esas latitudes.

Si las ciudades son libros que hay que leer con los

pies, ésta es un ejemplo perfecto. Hay que recorrerla,

con rumbo o sin él, hacerlo sin prisas, disfrutando de

los olores y del clima, del ambiente, del aire... Des-

cubrir aquí y allá palacios y museos dejándose llevar

E

“Sevilla lava su cara poblándose de calles peatonales, rutas para ciclistas urbanos, embelleciendo fachadas de casas y palacios... Ofreciendo como resultado una ciudad moderna y viva.”

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Plaza de España.

Detalle Feria de Abril.

por ese “color especial” que dice la canción que tiene

Sevilla. A día de hoy, se ubique donde se ubique el

viajero, la silueta de la Giralda

es una guía segura. Tomando

este “faro” como referencia,

comenzamos el recorrido a

pie. La Catedral es una de las

tres mayores del mundo cris-

tiano (tras el Vaticano en Roma

y la de San Pablo en Londres)

y responde a la decisión de su

Cabildo Catedralicio de erigir

una gran catedral gótica “tal

que quienes la vieran el día

de mañana nos tomaran por

locos”.

Algunos de los puntos turís-

ticos más representativos se

alinean en las cercanías del Guadalquivir, con men-

ción para la Plaza de España y los jardines que la ro-

dean con grandiosos edificios construidos con motivo

de la Exposición Iberoamericana de 1929. El Parque

de María Luisa, inicialmente afrancesado y luego se-

villanizado, es el más típico de la ciudad. A sus espal-

das se alza el gigantesco edificio de la antigua Fábrica

de Tabacos, hoy Universidad,

construida por Sebastián Van

der Brocht dotado de una

majestuosa portada, cuyo

frontón triangular termina con

una estatua de la Fama reali-

zada por Cayetano de Acos-

ta. El edificio debió impresio-

nar a Prosper Merimé, que

lo describe en su obra “Car-

men”. Cerca de este enclave,

el Palacio de San Telmo luce

una impresionante portada

plateresca como entrada

principal a la sede central de

la Comunidad Autónoma de

Andalucía.

Río arriba, a continuación de Triana, se encuentra el

sector de la Cartuja, zona que tomó su nombre del

monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas fun-

dado en 1400 por el arzobispo don Gonzalo de Mena.

Cuando Cristóbal Colón se afincó en Sevilla después

del primer viaje, la Cartuja se convirtió en su residen-

cia habitual. Aquí estudió y discutió sus expediciones

con el fraile Gaspar Gorricio. Después de la Exposi-

ción, desmantelados algunos pabellones, su núcleo

principal ha servido de base para el proyecto “Cartuja

92” y para el Parque de los Descubrimientos, recin-

to de atracciones donde destacan el pabellón de la

Navegación, el del Futuro y el de Andalucía. Por otra

parte, la recuperación del Guadalquivir ha convertido

la zona en uno de los lugares de paseo favoritos de

la Sevilla de hoy. Con este motivo se tendieron cuatro

nuevos puentes entre Sevilla y la Cartuja: de Chapina,

las pasarelas de la Cartuja y de la Barqueta, con el

del Alamillo.

El capítulo de fiestas -”Sevilla, ciudad de la gracia”-

está servido con ejemplaridad y alegría a lo largo del

año. La Semana Santa representa la expresión del

sentimiento religioso popular con un profundo carác-

ter mariano; y como festividad laica destaca la Feria

de Sevilla, el rito colectivo de exaltación de la prima-

vera más importante en el mundo.

Con la Sevilla tradicional y eterna convive la moderna

y funcional, la de los congresos que recibe al año

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FOTO: Vista de la Giralda y La Catedral desde el Hotel EME.

“Sevilla es interminable, infinita. Hay que verla de noche y de día, en primavera y otoño. No hay una sola, hay miles”

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Puente de la Barqueta

cientos de miles de hombres de negocio que en-

cuentran sus magnífi cas instalaciones y Palacio de

Congresos, FIBES, dotado

de los últimos adelantos

tecnológicos, un punto de

encuentro que puede alber-

gar más de 20.000 congre-

sistas en sus once salas de

reunión. Y junto al fl amante

Palacio de Congresos, ho-

teles especialmente prepa-

rados para tales aconteci-

mientos, como el Barceló

Renacimiento, o la Hacien-

da La Boticaria con capaci-

dad para 4000 huéspedes.

Sevilla es, gracias a sus faci-

lidades acogedoras, destino

ideal para el cada vez más

fl oreciente negocio de los

congresos y convenciones.

En el apartado de restauración, “ir de tapas” es otro

de los atractivos con más capacidad de convocatoria

turística y viajera. La tapa es una pequeña porción de

alimento, de gran variedad y calidad, que acompaña

a la copa de vino. Entre las más populares resaltan

los aliños de patatas, atún o

huevas, bacalao con tomate,

caracoles, rabo de toro, espi-

nacas, “pringá”, “soldaditos de

Pavía”, sangre encebollada,

tortillitas de bacalao, camaro-

nes, pescaíto frito, etc. Cada

barrio tiene y se enorgullece

de su recorrido de “copeo” y

“tapeo”.

Sevilla es interminable, infi nita.

Hay que verla de noche, y de

día, en invierno y en verano,

en primavera cuando parece

un jardín, y en otoño, cuando

los turistas parecen brindar

un descanso a los sevillanos.

Hay que contemplarla bajo el

sol y la lluvia. Cuando hace un

fresquito agradable y cuando el termómetro está a

punto de explotar. Porque no hay una sola Sevilla, hay

miles. Y el pecado es no descubrirlas.

FOTO: Vistas Río Guadalquivir88 STYLÍSSIMO

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