spinozita

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Evidentemente estas lucubraciones humanas hacen que la naturaleza de la substancia sea tergiversada y confundida. En medio de la puja, no solamente de finiquitar y de alcanzar lo deseado sino también de disfrutar la tranquilidad que brinda el tener a su alrededor cosas o seres que le representan ventajas, se despiertan en el hombre sensaciones emocionales en donde la substancia resulta con un papel activo en esta colaboración que cree recibir por parte de algo o de alguien, hasta el punto de que le atribuyen una cierta libertad que le confiere la capacidad de interferir y e intervenir en favor suyo. Pero estas cosas que puede ser agradable el hecho de pensarlas, no es en realidad el conocimiento verdadero que se quisiera tener de la naturaleza pues, como se vio extensamente páginas atrás, no hay ningún fin. El deseo y el apetito del hombre no son más que necesidades naturales de ciertos atributos y determinaciones de su ser vitales en la conservación de su existencia y en el deber-ser de su esencia. Además, todas las cosas al tener unos atributos propios que las diferencian y una existencia desmiente la idea de que unas pudieron hacerse para la esclavitud y superioridad de otras, en vez de eso, cada cual persevera en sí misma siendo lo que-es. Todavía es mal falso que la substancia posea libertad o que pueda modificar aquello que ha ordenado solo por querer ayudar a una especie en particular, tal como lo piensa el hombre, puesto que la naturaleza está determinada desde su eternidad y al determinar a las demás las cosas la realidad transcurre calculadamente como debe ser. No obstante, esta confianza y fe ciega de ponerse como destinatarios de una finalidad, ha provocado también que el hombre por sí solo se segregue de la naturaleza al no ser capaz de convivir o de aceptar sus determinaciones. Se había dicho que las distintas esencias de todas las cosas era una condición natural debida no sólo a la diversidad de formas y de seres que la realidad infinita de la substancia envuelve sino al principio de individuación inmediato que las distinguirse de su principio y causa y entre ellas mismas. Pero acontece que el hombre en su ingenuidad de estimarse parte de algún fin que tiene como objetivo su ganancia, toma una postura de rechazo y de pugna frente a aquello que en su diferencia y oposición le afecta y no

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Evidentemente estas lucubraciones humanas hacen que la naturaleza de la substancia sea tergiversada y confundida. En medio de la puja, no solamente de finiquitar y de alcanzar lo deseado sino tambin de disfrutar la tranquilidad que brinda el tener a su alrededor cosas o seres que le representan ventajas, se despiertan en el hombre sensaciones emocionales en donde la substancia resulta con un papel activo en esta colaboracin que cree recibir por parte de algo o de alguien, hasta el punto de que le atribuyen una cierta libertad que le confiere la capacidad de interferir y e intervenir en favor suyo. Pero estas cosas que puede ser agradable el hecho de pensarlas, no es en realidad el conocimiento verdadero que se quisiera tener de la naturaleza pues, como se vio extensamente pginas atrs, no hay ningn fin. El deseo y el apetito del hombre no son ms que necesidades naturales de ciertos atributos y determinaciones de su ser vitales en la conservacin de su existencia y en el deber-ser de su esencia. Adems, todas las cosas al tener unos atributos propios que las diferencian y una existencia desmiente la idea de que unas pudieron hacerse para la esclavitud y superioridad de otras, en vez de eso, cada cual persevera en s misma siendo lo que-es. Todava es mal falso que la substancia posea libertad o que pueda modificar aquello que ha ordenado solo por querer ayudar a una especie en particular, tal como lo piensa el hombre, puesto que la naturaleza est determinada desde su eternidad y al determinar a las dems las cosas la realidad transcurre calculadamente como debe ser.

No obstante, esta confianza y fe ciega de ponerse como destinatarios de una finalidad, ha provocado tambin que el hombre por s solo se segregue de la naturaleza al no ser capaz de convivir o de aceptar sus determinaciones. Se haba dicho que las distintas esencias de todas las cosas era una condicin natural debida no slo a la diversidad de formas y de seres que la realidad infinita de la substancia envuelve sino al principio de individuacin inmediato que las distinguirse de su principio y causa y entre ellas mismas. Pero acontece que el hombre en su ingenuidad de estimarse parte de algn fin que tiene como objetivo su ganancia, toma una postura de rechazo y de pugna frente a aquello que en su diferencia y oposicin le afecta y no le contribuye a nada deseable en su juicio. La manera-de-ser que compelen a ciertos seres, cosas u objetos, las repudia y no las reconoce porque parecen no alinearse a sus pretensiones particulares y, en casos extremos, intenta dominarlas en su esencia o en sus atributos para re-dirigirlas a sus ideales pro, cuando no puede hacer esto con toda, las excluye y las aparta de su alcance lo ms que pueda hasta llegar a dividir la naturaleza. Incluso, se aferran tanto a proteger sus intereses y conveniencias que con su imaginacin desearan que tales cosas no valoradas con una utilidad dejasen de existir o de ser como-son algo que, segn la verdad de la naturaleza, es un absurdo abismal, pues todo lo que existe tiene que existir y ser eso que-es porque as estaba predispuesto desde la substancia. Spinoza ofrece algunos ejemplos al respecto que soportan con la misma experiencia humana lo dicho: (cita). Aparte de los avatares que causan los fenmenos naturales en sus ciclos, la muerte, la vejez, las anomalas dadas por el desgasto paulatino del cuerpo humano; entre otras, son aspectos que no se pueden evadir de la naturaleza porque estn establecidos a que sucedan y sean lo que-son de acuerdo al orden eterno que no poda ser de otra forma diseado por la substancia independientemente que la actitud del hombre con sus actos de repudio ante esto sea bastante displicente. De all resulta que los tradicionales conceptos de bueno y malo, de alegra y tristeza, y de amor y odio, son invenciones que aunque le han servido al hombre para conservarse en cierta manera al discernir entre aquello que disminuye o potencia su existencia, no se ajustan a la verdad de la naturaleza y responden a una mala-interpretacin del egocentrismo humano.