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129 TEORIAS DEL CONTENIDO MENTAL O UNA NATURALIZACION CIENTIFICISTA Liza Skidelsky Universidad de Buenos Aires Los dualismos ya no están de moda. Quizá sea éste uno de los logros más afortunados de la filosofía contemporánea. Ni los semánticos (análitico- sintético) ni los gnoseológicos (dado-interpretado; subjetivo-objetivo) ni los antropológicos (naturaleza-convención) ni los metafísicos (apariencia-realidad, esencia-accidentes). Todo esto es “el mundo felizmente perdido”. En lo que nos concierne, tampoco se habla más de un mundo físico opuesto a un mundo mental. Sin embargo, el problema que surge inmediatamente es que cuando se trata de superar los dualismos parece inevitable, al menos hasta ahora, caer en alguno de los extremos. Tal es así, que hoy en día parece haber consenso en la tesis de que “todo forma parte del mundo natural”. Hay varias maneras de sostener esta tesis, ya sea en distintas disciplinas filosóficas como en el interior de una misma disciplina según el objeto a naturalizar. Dentro de la filosofía de la mente y en relación con los contenidos mentales, me ocuparé de la más extrema de las tesis naturalistas acerca del contenido. Se trata de un proyecto de naturalización del contenido mental que se toma muy en serio su tarea redentora de las propiedades intencionales. Y digo 'redentora' porque esta es la motivación básica que guía a toda empresa de naturalización del contenido. Se cree que si no se vincula las ‘propiedades intencionales’ con algo del ‘mundo natural’, éstas quedan eliminadas de la ontología o bien se vuelve al dualismo no deseado. Por propiedades intencionales se entiende una subclase de las propiedades mentales que consiste en el estar (de un organismo) en un determinado estado de creencia,

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TEORIAS DEL CONTENIDO MENTAL O UNA NATURALIZACION

CIENTIFICISTA

Liza Skidelsky

Universidad de Buenos Aires

Los dualismos ya no están de moda. Quizá sea éste uno de los logros

más afortunados de la filosofía contemporánea. Ni los semánticos (análitico-

sintético) ni los gnoseológicos (dado-interpretado; subjetivo-objetivo) ni los

antropológicos (naturaleza-convención) ni los metafísicos (apariencia-realidad,

esencia-accidentes). Todo esto es “el mundo felizmente perdido”. En lo que nos

concierne, tampoco se habla más de un mundo físico opuesto a un mundo

mental. Sin embargo, el problema que surge inmediatamente es que cuando se

trata de superar los dualismos parece inevitable, al menos hasta ahora, caer en

alguno de los extremos. Tal es así, que hoy en día parece haber consenso en

la tesis de que “todo forma parte del mundo natural”. Hay varias maneras de

sostener esta tesis, ya sea en distintas disciplinas filosóficas como en el interior

de una misma disciplina según el objeto a naturalizar. Dentro de la filosofía de

la mente y en relación con los contenidos mentales, me ocuparé de la más

extrema de las tesis naturalistas acerca del contenido.

Se trata de un proyecto de naturalización del contenido mental que se

toma muy en serio su tarea redentora de las propiedades intencionales. Y digo

'redentora' porque esta es la motivación básica que guía a toda empresa de

naturalización del contenido. Se cree que si no se vincula las ‘propiedades

intencionales’ con algo del ‘mundo natural’, éstas quedan eliminadas de la

ontología o bien se vuelve al dualismo no deseado. Por propiedades

intencionales se entiende una subclase de las propiedades mentales que

consiste en el estar (de un organismo) en un determinado estado de creencia,

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deseo, intención, etc., que es ‘acerca de’ algo. El mundo natural al que se

alude en este proyecto de naturalización es el de la ciencias naturales, por eso

convendría denominarlo naturalismo cientificista1.

Si bien tanto el naturalismo cientificista como el no cientificista

consideran que no hay estados o propiedades mentales ‘que floten libremente’,

el primero cree que la ciencia puede dar cuenta de ellos. Así, sean las que

fueren las entidades que se postulen, éstas, de alguna manera, se relacionan

con las entidades que las ciencias naturales dicen que hay. Sin embargo, y

paradójicamente, sigue en pié el problema heredado del dualismo cartesiano:

¿cómo se conecta lo mental con lo físico? Un naturalista es alguien que acepta

que el problema heredado es un problema, pero lo reformula. Se trata, ahora,

de la cuestión de cómo algo físico o biológico o natural (sea un individuo, un

sistema cognitivo o los estados de un organismo), puede tener propiedades no

físicas, esto es, propiedades que las ciencias naturales no parecen admitir en

su ontología. Lo que ofrece, entonces, un naturalista cientificista que cree en el

proyecto de naturalizar el contenido de los estados mentales (lo que creemos,

lo que deseamos, etc.) es una teoría formulada en términos no mentales, en la

que figuren sólo las propiedades que las ciencias naturales estén dispuestas a

admitir. No es sorprendente advertir que lo que en teoría del conocimiento

constituyó el proyecto de "abandono de la meta de una filosofía primera" (Quine

1981, p. 92.)2 se transformó en esta empresa cientificista de la filosofía de la

mente, en el proyecto de elevar a las ciencias naturales al rango de filosofía

primera.3

Actualmente, gran parte de los trabajos en el ámbito de la filosofía de la

mente se ocupan de discutir el tema de la naturalización de los contenidos

mentales. Si bien hay varias teorías en oferta en el mercado creo que este

trabajo ganará en profundidad si se desarrollan las dos teorías principales que

están actualmente en pugna: la Semántica Informacional de Jerry Fodor y la

1 Sigo a Pettit 1992 en la utilización de esta expresión. 2 Véase el capítulo 3 de este volúmen. (N. del E.) 3 El proyecto de abandono de una filosofía primera en el ámbito de la teoría del conocimiento significaba oponerse al carácter fundamentador de la filosofía. Sin embargo, según mi interpretación de la empresa quineana y del naturalismo cientificista, éste último no hace más que adoptar y extremar una de las consecuencias del primero, esto es, la idea de las ciencias naturales como piedra de toque de la ontología.

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Biosemántica de Ruth Millikan. Las he elegido porque creo que son los intentos

más elaborados de los que disponemos actualmente y, en este sentido,

representan las dos tendencias más significativas dentro de este proyecto

cientificista de naturalización de los contenidos mentales.4 En este trabajo,

primero me ocuparé de desarrollar ambas teorías, luego intentaré explicitar las

tesis con las que se compromete cualquiera que apoye un proyecto así, y por

último se verán algunas estrategias opuestas a este proyecto sin abandonar un

marco naturalista.

1. La semántica informacional

Los estados mentales como los de creencia, deseo, temor y similares

tienen la propiedad de ser intencionales. Cuando se está, por ejemplo, en un

estado de creencia ese estado es acerca de algo, siempre hay algo que se

cree. Los filósofos de la mente que consideran que existen estados

intencionales (estén o no embarcados en un proyecto de naturalización del

contenido) sostienen que el contenido de esos estados, en el caso de la

creencia lo que se cree, puede ser verdadero o falso y refiere a algo. Y es

porque se cree lo que se cree, y se desea lo que se desea, que nos

comportamos como lo hacemos. Desde el punto de vista lingüístico, esta idea

se expresa a través de giros como ‘X cree (desea) que…’, y en los puntos

suspensivos se incluye la proposición creída, o deseada. Lo que sigue a la

claúsula ‘que’ es considerado el contenido del estado mental. Así, ‘Juan cree

que las vacas son marrones’ se analiza, en términos relacionales, como una

actitud (en este caso, de creencia) que un organismo (Juan) mantiene con un

contenido (las vacas son marrones). Los estados intencionales son llamados

Actitudes Proposicionales (AP). El contenido de una AP es intencional en el

sentido tradicional de Brentano 1874: el estado mental tiene la propiedad de ser

‘acerca de’ algo, en este ejemplo, acerca de las vacas. El objetivo de una

semántica para los estados intencionales no es el de dar cuenta de por qué una

4 Cabe hacer notar que hay otras teorías que por razones de extensión no podré desarrollar y que consideran que ’natural’ alude a la neurofisiología (entrelazada con modelos conexionistas de la arquitectura mental). Es el caso de P. M. Churchland 1989 y P. S. Churchland 1986.

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persona tiene las creencias que tiene o cómo se forman las creencias, sino en

qué consiste tener un contenido intencional y qué es lo que hace que una

creencia sea, por ejemplo, acerca de las vacas y no acerca de los perros.5

Son realistas intencionales quienes sostienen las dos características de

los estados intencionales mencionadas antes, esto es, que existen estados con

un contenido que es semánticamente evaluable (es decir, tiene propiedades

semánticas tales como condiciones de verdad, referencia, etc.) y que causa el

comportamiento de los individuos en función de esas propiedades semánticas.

Algunos filósofos consideran que sólo un sistema representacional interno

puede cumplir con ambos requisitos6. Por ende, los realistas intencionales, en

el sentido explicitado aquí, están comprometidos con la idea de que hay

representaciones internas que poseen propiedades semánticas/intencionales

que causan la conducta.

Si además de ser realista intencional, se es fisicalista, esto es, se cree

que las propiedades básicas y últimas son las físicas,7 entonces el problema

a resolver es cómo encajar las propiedades semánticas/intencionales en un

mundo cuyas propiedades son físicas. El naturalismo no es más que la

consecuencia metodológica del fisicalismo, tal como dice Fodor: si "todo

acerca de lo que habla la ciencia es físico [...] entonces, tiene que ser posible

que las cosas físicas tengan las propiedades que aparecen en las leyes

científicas, y debe haber un relato inteligible acerca de cómo las cosas físicas

las pueden tener" (Fodor 1994, p. 5). Dicho de otra manera, si desde el punto

de vista ontológico se cree en la existencia de estados intencionales con las

características que mencioné más arriba y además se cree que la ontología

del mundo es física entonces parece ser que se sigue una tesis metodológica

que lleva básicamente a naturalizar aquello que en principio no parece ser 5 En lo que sigue se utilizarán indistintamente los términos ‘mental’ e ‘intencional’, pero hay que tener en cuenta que los estados intencionales son un subconjunto de los estados mentales. Por otra parte, también se utilizará indistintamente los términos ‘intencional’ y ‘semántico’, pero hay que tener en cuenta que las propiedades intencionales (tener un contenido o ser acerca de algo) son un subconjunto de las propiedades semánticas que tienen los estados intencionales. 6 A mi entender, la postulación de representaciones internas se relaciona fundamentalmente con un proyecto más básico, y que constituye una de las motivaciones principales para la naturalización del contenido, que consiste en la obtención de una psicología científica. Para esto último, véase la tercera sección y Skidelsky 1998. 7 Véase Capítulo 4, apartado 3, de este volúmen. (N. del E.)

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per se parte del mundo natural. Así, las propiedades

semánticas/intencionales o el contenido de los estados mentales o lo

intencional, o lo que sea mental, tiene que poder relacionarse con alguna

propiedad del mundo físico. Parece ser que la tesis metodológica del

naturalismo lleva a una restricción ontológica que no es sólo propia del

ámbito de lo mental sino que afectaría a cualquier ciencia especial, esto es

según Fodor, a todas las ciencias menos la física (por ejemplo, un geólogo

tendría que explicar que algo físico sea una montaña8).

Uno de los intentos para resolver la cuestión de cómo algo físico puede

tener propiedades no físicas (intencionales) son las teorías covariacionales del

contenido. La idea central es que las representaciones covarían con cosas del

mundo. Fodor incorpora los aspectos básicos de la teoría desarrollada por Fred

Dretske9 y le adiciona su propuesta que se denomina teoría de la dependencia

asimétrica. La semántica de Dretske es un intento de aplicar la teoría de la

comunicación de Shanonn 1948. La noción básica es la de información, y dado

que es una noción objetiva puesto que no supone ningún proceso de

interpretación por parte de un agente cognitivo sino que se define en términos

de relaciones nómicas entre eventos, se la puede utilizar para explicar la noción

de representación en términos naturalista (Fodor 1990a, p. 208).

Los agentes cognitivos son vistos como sistemas que procesan

información (la detectan, recuperan y transforman) por medio de mecanismos

de nivel inferior puramente físicos. El contenido mental queda fijado por una

relación causal entre algo en el mundo y una representación (que porta

información acerca de eso en el mundo).

Siguiendo esta idea, Fodor sostiene que la covariación es una relación

nomológica/causal10 entre propiedades, esto es, entre la instanciación de una 8 Véase Fodor 1994, p. 5. 9 La teoría de Dretske (1981, 1988) apela a aspectos teleológicos: los mecanismos tienen la ´función’ de procesar información, en circunstancias óptimas, puesto que están evolutivamente diseñados para ello. Fodor no está dispuesto a aceptar ningún aspecto teleológico, básicamente, porque la noción de ´circunstancias óptimas’ lleva a un círculo puesto que para explicar el contenido se apela a esta noción pero para fijar las circunstancias se requiere saber cúal es el contenido (Véase, Fodor 1987, cap. 4) y porque la noción de ´función’ lleva a la indeterminación del contenido debido a la indeterminación misma de cualquier función (Véase Fodor 1990b, cap. 3). 10 Fodor utiliza la noción de 'causa' como la relación natural que explica la relación de representación. En el único lugar donde la explicita sólo dice que para que haya una relación

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cierta propiedad (del mundo) y la instanciación de una representación (en el

organismo) que se refiere a (o tiene información de) esa propiedad. Por

ejemplo, cuando se piensa VACA11, este concepto significa vaca porque hay

una ley (por ejemplo, ‘las vacas causan VACAS’), que soporta contrafácticos

(por ejemplo, ‘Si hubieran vacas, éstas causarían pensamientos acerca de las

vacas’ o ‘si no hubieran vacas, no tendríamos pensamientos acerca de las

vacas’), entre esta representación y la vaca en el mundo (específicamente, la

propiedad de ser vaca). De esta manera, el contenido surge y se determina por

relaciones nómicas efectivas y contrafácticas.

Hasta aquí las representaciones que constituyen el contenido de un

estado mental son causadas por cosas del entorno y portan información

acerca de lo que las causó. Sin embargo, esta teoría causal cruda tiene un

problema: hay muchas cosas en el entorno que pueden causar una

representación determinada y puede ocurrir que, en algunos casos, esa

representación no sea acerca de aquello que la causó. Esto es, el ámbito de

los contenidos semánticos es mucho más acotado que el de las relaciones

causales. La teoría de la dependencia asimétrica es introducida como un

intento de solucionar el problema tradicional de las teorías causales de que

no todo lo que causa (o si se prefiere, lo que entra en relaciones nómicas

con) una instancia representacional es semánticamente relevante para su

contenido. Dicho de otra manera, no todas las cosas en el mundo que

causan instancias de VACA constituyen su contenido y a la vez VACA puede

ser causada de muchas maneras (pueden haber muchas razones por las que

uno piense en vacas) y, sin embargo todas significan (o tienen el contenido)

causal entre dos cosas "algo tiene que ocurrir en el mundo" (Fodor 1990a, p.189). No la analiza en profundidad puesto que considera que no es necesario ofrecer una teoría acerca de la relación causal. En todo caso, la semántica estaría utilizando el mismo aparato metafísico que el resto de las ciencias empíricas, no es parte de su tarea ofrecer una teoría de la causalidad. Supongo que para evitar este tipo de inconvenientes, Fodor 1994 (p. 54) termina sosteniendo que prefiere una teoría nómica (que subsuma propiedades bajo la relación que sea que las ciencias naturales digan que hay) a una causal. 11 Respeto la tipografía usual. Los nombres de los conceptos se escriben en mayúsculas y los nombres de sus valores semánticos se escriben en itálicas (e.g. 'VACA' nombra el concepto que expresa la propiedad de ser vaca). Los nombres de las expresiones en español aparecen entre comillas.

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vaca. 12

La idea central de esta teoría es explicar la relación de 'R representa S' es

verdadero si y sólo C, en donde C alude a condiciones naturales, no

expresadas en términos semánticos o intencionales. (Cf. Fodor 1994, p. 5.)

Estas condiciones, dadas por un conjunto de relaciones nomológicas

entre propiedades, son las que permiten que las representaciones tengan

contenido. Las leyes mantienen entre sí relaciones de dependencia

asimétrica, es decir, hay una especie de jerarquía entre ellas. Así, por

ejemplo, VACA tiene el contenido vaca y no caballo en una noche oscura

porque el que haya instancias de VACA causadas por caballos en una noche

oscura depende de que haya instancias de VACA causadas por vacas, de

manera que la ley de que los caballos en noches oscuras causan VACAS

depende de la ley de que las vacas causan VACAS pero no a la inversa

porque si no hubiera una conexión causal entre VACA y vaca no habría una

conexión causal entre VACA y caballo en una noche oscura. Dicho de otro

modo, las falsedades dependen ontológicamente de las verdades. El

contenido se constituye, entonces, por la información más la dependencia

asimétrica (que permite distinguir el contenido de la mera información). De

manera que, las condiciones naturales para que surga el contenido son un

conjunto de relaciones nómicas entre propiedades que mantienen entre sí

una dependencia asimétrica y que están expresadas en términos no

intencionales: "X" tiene el significado (o el contenido) X si:

1- Los X causan "X"' es una ley. 2- Algunos "X" son realmente causados por X. 3- Para todo Y no igual a X, el que los Y qua Y causen realmente "X" es asimétricamente dependiente de que los X causen "X". (Fodor 1990a, p. 208.)

Estas son el tipo de leyes que ‘naturalizan’ la intencionalidad y que

estarían incluidas en una teoría del significado o semántica de los estados

12 Drestke 1981 también propone una solución que es objetada por Fodor. Esta consiste en identificar las condiciones de verdad de una creencia con las que las causaron durante el período de aprendizaje (de la formación de creencias), las causas que podrían dar lugar a una creencia luego de ese período no forman parte de las condiciones de verdad y por ende llevarían a creencias falsas. Fodor 1990b (pp.61 y ss.) le responde: 1- ¿cuándo se detiene la formación de creencias?, 2- se aprende un concepto igual aunque uno esté expuesto a

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intencionales. Así, la semántica naturalizada consistiría en "una teoría que

articule, en términos que no sean ni semánticos ni intencionales, condiciones

suficientes para que un fragmento del mundo sea acerca de (exprese,

represente, sea verdad de) otro fragmento" (Fodor 1987, p. 146). Si se

pregunta cuáles son los términos no semánticos ni intencionales, Fodor da

algunos ejemplos como el vocabulario de las longitudes de onda, la potencia

de la luz y cosas por el estilo y afirma que, en última instancia, es una

cuestión de intuición puesto que no hay una manera satisfactoria de decir

cuáles términos son semánticos o intencionales (Fodor 1987, p.166 y 1990b,

p. 48, n.1). La semántica naturalizada de Fodor abarca, además, dos

aspectos, uno fisicalista y otro atomista. Es fisicalista porque se puede decir lo

que es la dependencia asimétrica en lenguaje no semántico o intencional y es

atomista porque, por ejemplo, se pueden tener pensamientos acerca de las

vacas aunque no se tengan pensamientos acerca de ninguna otra cosa. 13

El proyecto de naturalización de las propiedades mentales (tanto el de

Fodor como el de Millikan) asimila la idea de explicación en términos naturales

a la de reducción. La búsqueda de condiciones suficientes naturales para que

algo físico sea intencional (esto es, que conecten un ámbito de propiedades

con otro) implica que lo intencional quede reducido a lo físico, pero no consiste

en eliminar la noción (en el plano semántico) o el fenómeno (en el plano

ontológico), sino que es una manera de conservarla/lo. En otras palabras, es

una estrategia que permite que lo no mental explique lo mental de modo de que

lo mental no quede fuera del ámbito de lo natural. Así, en la teoría de Fodor, la

relación de representación se reduce a la de relaciones nomológicas, en el

sentido de que las últimas explican a la primera.

2. La biosemántica

La biosémantica es una propuesta para naturalizar la intencionalidad

via la biología. La que se ha ocupado de desarrollarla desde su libro

Language, Thought, and Other Biological Categories hasta la actualidad es la

condiciones erróneas, y 3- ese criterio no se aplica para creencias innatas. 13 Cf. Fodor 1990a, p. 182; 1990b, pp. 51-52; y 1994, p. 6. Véase, además, la tesis (10) del

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filósofa Ruth Garret Millikan. Otros filósofos han propuesto teorías dentro de

esta línea biologicista como David Papineau (1984, 1987, 1990), Colin

McGinn (1989) y Andrew Woodfield (1990). La teoría de Millikan contiene un

aparato conceptual muy rico en terminología técnica (sólo las disquisiciones

en torno a la noción de función llevarían un capítulo completo) de manera

que intentaré desarrollarla acudiendo sólo a aquellos conceptos que sean

imprescindibles para lograr una comprensión adecuada de este proyecto.

La biosemántica es una teoría teleológica basada en la teoría de la

evolución. La noción clave es la de función biológica y ésta es entendida en

términos de la selección natural que actúa sobre las especies para producir

adaptaciones al entorno, el surgimiento de los rasgos nuevos que son

favorables para la reproducción se transmiten y la función de estos rasgos

consiste en el ejercicio de la capacidad que portan. Así, toda estructura

orgánica tiene una función ‘propia’ (o ‘adecuada’) que está relacionada con su

historia, y no con sus poderes causales o su constitución física, porque son los

ancestros los que determinan si un sistema tiene una función determinada

(puesto que su ejecución llevó a su conservación) independientemente de si la

función se realiza actualmente. Al igual que las estructuras orgánicas, tanto los

estados mentales como el lenguaje son miembros de categorías biológicas y

éstas se definen por sus funciones propias. Una función ‘propia’ puede haber

sido diseñada o adquirida (un ejemplo de esto último son las creencias y

deseos).

La realización de una función depende de lo que se supone que un

sistema hace (o debe hacer o está diseñado para hacer) y de las condiciones

Normales (adecuadas u óptimas) para un funcionamiento exitoso. Las

condiciones Normales son las históricamente óptimas bajo las cuales una

función se realizó. Esto quiere decir que una condición es la adecuada para la

realización de una función no por ser la condición actual (o posible) bajo la cual

un sistema ejecuta su función sino por ser la que permitió que ese sistema

reprodujera una capacidad con esa función. De manera que no se trata de una

cuestión contrafáctica (como en la semántica informacional), en la que dadas

las condiciones adecuadas el sistema realizaría cierta función sino que el atomismo del contenido en la tercera parte de este trabajo.

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sistema debe realizar esa función (para ello fue diseñado).14

La mayúscula en ‘Normal’ alude justamente al carácter no actual ni

frecuencial ni promedio de las condiciones sino a su carácter normativo,

histórico (relativo a la historia de una función). Tal es así, que algunas

funciones rara vez se realizan porque las condiciones son poco frecuentes o se

realizan bajo condiciones raras. Un ejemplo de lo primero es la función de los

espermatozoides de fecundar el óvulo, muy pocos la realizan. Un ejemplo de lo

último es el reflejo vomitivo, una condición normal para vomitar es la presencia

de veneno en el estómago, sólo bajo esa condición es que la función de evitar

que el cuerpo se intoxique tuvo históricamente efectos beneficiosos. Las

condiciones Normales son las que hay que mencionar para dar una ‘explicación

Normal’ del buen funcionamiento de un sistema. La explicación Normal es la

que prepondera en los casos históricos en los que se realizó esa función y da

cuenta de su ejecución diciendo cómo funcionó adecuadamente a lo largo de

su historia, mencionando leyes naturales y la estructura del sistema. Así, la

intencionalidad no es una cuestión de tener alguna función propia en

particular sino que radica en la manera en que Normalmente un sistema

realiza su función. La intencionalidad se explica por relaciones Normales

entre las representaciones y lo representado. Las noción ‘Normal’ se explica

en términos de historia evolutiva. Esta es la secuencia de la explicación

naturalista de la intencionalidad.

Como se ha notado, en la biosemántica hay representaciones, pero la

relación de representación no es solamente de covariación (al igual que en la

teoría de Fodor) porque puede haber rasgos de un sistema que covaríen con

propiedades del entorno y no por ello ser representaciones (caso del

camaleón que cambia de color). Tampoco las representaciones son signos

naturales (ponerse rojo cuando se hace ejercicio no es una representación).

De manera que la propuesta es identificar el contenido con independencia

del entorno que lo causó. Algo representa porque su función es representar.

La función de una representación no es indicar (como en la semántica

informacional) sino que es la función de los productores de representaciones

producir una representación que indique, de manera que la representación 14 Cf. Gomila 1995 para este punto.

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no produce la relación de indicación sino que está en esa relación. Puesto

que la función de una representación es representar, su contenido no se

identifica con la función sino con las condiciones Normales para que un

sistema ejecute su función propia. Dicho de otra manera, un estado es

representacional porque su función es establecer una relación de

correspondencia por medio de principios de proyección (esto lo hacen los

sistemas de producción de representaciones) y el contenido consiste en las

condiciones Normales (que hacen que las representaciones se correspondan

con lo dado) para el funcionamiento apropiado de los mecanismos

consumidores de representaciones. Algo es una representación sólo para un

sistema que la interpreta, de manera que son los mecanismos que consumen

las representaciones los que determinan cuáles correspondencias son las

adecuadas, es decir, cuáles estados son representacionales y cuál es su

contenido.

Como se dijo, algo es una representación no por simple covariación

entre la representación y lo representado sino por proyección según

principios que operan transformaciones en la representaciones y en lo

representado. Estos principios son reglas de correspondencia (funciones

matemáticas de proyección) biunívocas. La correspondencia entre la

representación y lo representado radica en el conjunto de las

transformaciones isomórficas que se dan en (y no en las partes de) la

estructura representacional y en el estado de hecho en el mundo. Así, por

ejemplo, la orientación y distancia del néctar se corresponden con el norte y

el tempo de la danza de las abejas, respectivamente. Tanto la danza como

su representación está articulada, la representación completa es la danza en

un tiempo y un lugar con un tempo y una orientación. Es en este sentido que

las representaciones y lo que está en el mundo está articulado, esto es,

compuesto de elementos invariantes y variantes. El contenido, entonces,

depende de lo representado y de la relación de correspondencia.15

Hemos mencionado a los productores y consumidores de

representaciones. Estos son dos aspectos de los sistemas cognitivos y es en

15 Cf. Millikan 1984, p. 86.

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los mecanismos consumidores de representaciones en los que hay que

poner atención porque son los que al determinar el contenido otorgan estátus

representacional a un estado del organismo. En este sentido, Millikan se

opone a la distinción estátus representacional (ser una representación) -

contenido representacional (ser una representación de algo en particular).

Que algo sea una representación y lo que fija el contenido de esa

representación se ejecuta por el mismo sistema y por la misma explicación (a

diferencia la postura de Fodor, quien considera que lo que hace que algo sea

una representación está determinado por la organización funcional del

sistema y su contenido por las causas que bajo ciertas condiciones

determinan el contenido).

La semántica que hay que construir es una semántica para el lenguaje

de los consumidores que son los que usan el sistema de representaciones.

La función de los mecanismos productores de representaciones es que éstas

se correspondan con el mundo, que la representación (signo) coincida con lo

representado (mundo), pero son los consumidores los que determinan el

contenido, es decir, cuál regla de correspondencia es la adecuada. Cuál sea

ésta depende de la historia evolutiva del sistema. Esta es la condición

Normal para que los consumidores funcionen adecuadamente y de ella

depende el contenido de las representaciones porque son los consumidores

los que comprenden (interpretan) un sistema de representaciones. Siguiendo

con el ejemplo más citado de Millikan, la función de la danza de las abejas es

estimular el sistema nervioso de las abejas que lo ven para que vuelen en

cierta dirección y recolecten el néctar (representación imperativa), el

contenido de la danza es la localización del néctar (representación

indicativa).16 No es la función lo que la hace ser representacional puesto que la

función no es el contenido de la representación sino que el contenido (que se

establece por una regla de correspondencia entre la representación y lo

16 En el caso de sistemas con representaciones elementales como el de las abejas, las indicativas y las imperativas están entremezcladas, de manera que puede ocurrir que en tanto representación imperativa, sea su función propia la que determina la regla de correspondencia que, a su vez, determina el contenido. Pero, en sistemas complejos, como los humanos, las representaciones indicativas no obtienen su contenido por su función sino que sus condiciones de verdad corresponden a las condiciones Normales de ejecución de las funciones.

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representado) permite que el sistema realice su función. La intencionalidad, es

así una relación entre los consumidores (puesto que es aquí donde comienza

la explicación Normal), las representaciones y el entorno.

Las representaciones son concebidas como símbolos en el sentido de

que tienen alguna ‘forma’ que les permite ser manipuladas y estos símbolos

son semánticos porque se proyectan en el mundo cuando se tiene éxito en

ejecutar la función propia. Según su forma se combinarán entre sí. Tal como se

mencionó antes, las representaciones son signos articulados, con estructura,

sus elementos varían con lo que es representado. Las representaciones tienen

como una de sus funciones participar en inferencias, esto es, combinarse entre

sí para llevar información nueva. La idea básica es la misma que la de la

semántica informacional, esto es, los sistemas cognitivos realizan

transformaciones de información entre ítems con contenido pero, el medio de

las representaciones es como un mapa o un modelo (más que las oraciones

del lenguaje del pensamiento) puesto que la relación entre las representaciones

y el mundo es la de un isomorfismo matemático (abstracto).

Por otro lado, el conjunto de los ítems que tienen funciones biológicas

es mayor del que tiene contenido representacional, piénsese en el corazón

cuya función es la de bombear sangre al cuerpo. A su vez el conjunto de los

sistemas que poseen representaciones es mayor que el de los ‘creyentes’,

piénsese en el sistema detector de moscas de las ranas. Si bien hay un

continuo biológico entre tener una función y tener creencias, tienen que darse

ciertos requisitos para pertenecer a un conjunto u otro. Recién se puede

hablar de representaciones cuando hay una relación de proyección entre la

representación y lo representado; y el sistema representacional de los

humanos difiere de las especies inferiores porque: 1) no todas sus

representaciones son autoreferenciales, 2) las almacenan, 3) poseen

representaciones indicativas (determinadas por cómo son los hechos) e

imperativas (dicen qué hacer al mecanismo que las interpreta) claramente

distinguibles, 4) participan en inferencias, 5) sólo los humanos realizan actos de

identificación de manera de saber acerca de qué son sus representaciones, y

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142

6) las representaciones tienen estructura proposicional (sujeto/predicado).17 De

estas características la más importante es la 5, un sistema tiene

representaciones en sentido estricto porque funciona apropiadamente cuando

un mecanismo intérprete identifica los referentes con los que se corresponde.

En cuanto a la evaluación semántica de las representaciones, una

representación será falsa cuando las circunstancias para producirla no sean

las Normales (las que fueron históricamente cuando tuvo éxito). Las

representaciones verdaderas son las que se proyectan en el mundo de

acuerdo con reglas especificables (esto sucede cuando las condiciones son

las Normales). Lo mismo ocurre para el caso de las creencias, un tipo de

creencia se corresponderá con algo en el mundo si y sólo si algún mecanismo

lo seleccionó porque se correspondió con eso mismo en el pasado. Las

creencias se aprenden (también el aprendizaje es un mecanismo de selección

natural en el sentido de que favorece ítems que dan lugar a recompensas) y

mientras que la función propia del sistema de creencias es producir creencias

de que p si y sólo si p, las creencias tienen la función propia de contribuir a los

procesos de inferencia práctica para ayudar a cumplir los deseos.

3. El naturalismo cientificista

En lo que sigue intentaré explicitar las tesis que comparten ambas

teorías y también aquellas que las hacen ser teorías en competencia por la

mejor explicación naturalista del contenido de los estados mentales. El objetivo

de esto es tener bien claro con cuáles tesis uno se compromete si va a apoyar

un proyecto naturalista cientificista y, más en particular, con cuáles se

compromete si apoya a alguna de las dos teorías en pugna. El naturalismo

acerca del contenido mental consiste en la tesis que dice lo siguiente:

(1) Naturalismo: las condiciones suficientes para que un estado mental tenga contenido son especificables en términos no-semánticos o no-intencionales.

Tanto Fodor como Millikan ofrecen condiciones suficientes para que un

17 Cf. Millikan 1989, secc. V.

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143

estado mental tenga un contenido intencional. Según Fodor, esas condiciones

son un conjunto de leyes que conectan instancias de representaciones con

instancias de propiedades en el mundo. Según Millikan son un conjunto de

condiciones Normales (junto con principios de proyección) que conectan la

representación con lo representado. Tanto las leyes como las condiciones

Normales se formulan en términos no intencionales, esto es, expresiones en las

que no figuran términos como ‘creencia’, ‘deseo’, ‘intenciones’, etc. Ambas

teorías son cientificistas en el sentido que sostienen la siguiente tesis:

(2) Naturalismo cientificista: los términos no intencionales utilizados en (1) son términos que refieren a propiedades (eventos, procesos, relaciones, etc.) que las ciencias naturales aceptan como parte de sus teorías.

Este es el naturalismo cientificista propiamente dicho y que da nombre

a todo el proyecto dado el peso que tiene esta tesis. Tanto en la teoría de

Fodor como en la de Millikan, las condiciones suficientes para que un estado

mental sea intencional se formulan en términos aceptados por las ciencias

naturales, sólo que ambos apelan a distintas ciencias como los paradigmas

que dan cuenta del mundo natural. Fodor es fisicalista, acepta que todas las

entidades son o supervienen a o se realizan en entidades físicas (y considera

que la física es la ciencia básica), de manera que la relación de

intencionalidad, planteada en términos de la conexión entre las

representaciones y el mundo, se reduce a una relación física legal. El

fisicalismo es una tesis ontológica más acotada que el naturalismo. Se podría

sostener (1) y sin embargo aceptar que las condiciones se formulen en

términos no físicos, por ejemplo, que aludan a propiedades naturales de otra

ciencia. Tal es el caso de Millikan quien considera que la psicología es una

rama de la fisiología, que a su vez forma parte de la biología y por ende, ésta

última es la ciencia a cuya ontología hay que apelar. Por eso, la relación de

intencionalidad se explica en última instancia en términos evolutivos.

Ahora bien, la tesis fisicalista surgió originariamente para oponerse al

dualismo ontológico de manera de defender la idea de que lo mental no

constituía un reino distinto del mundo de las cosas físicas. Formulada la

cuestión de esta manera amplia, Millikan es fisicalista, pero si nos atenemos

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144

a la tesis tal como se la explicitó, Millikan no es fisicalista18. De manera que

hay que entender la diferencia en (2) simplemente como la elección de la

ciencia paradigmática a la que reducir el fenómeno de la intencionalidad, así

las tesis quedan especificadas de la siguiente forma:

(2.F) Los términos utilizados en (1) son términos que refieren a propiedades (u otras entidades) de la física, (2.M) Los términos utilizados en (1) son términos que refieren a propiedades (u otras entidades) de la biología.

La tesis (1) y (2) son tesis filosóficas, más específicamente referidas a la

ontología general del mundo y, por ende incluyen a los contenidos mentales.

Ambas suponen una tesis naturalista metafilosófica, una tesis acerca de la

naturaleza de la empresa filosófica:

(3) Tesis naturalista metafilosófica: la filosofía de la mente debe desarrollarse en conformidad y haciendo uso o explicitando el aparato metafísico de la ciencia de la época de manera de integrar a la mente en el mundo natural-científico.

En las teorías de Fodor y Millikan hay datos empíricos que intervienen

en argumentos que no son ya los tradicionales a priori, de modo que, la manera

de hacer filosofía no se concibe como una tarea argumentativa puramente a

priori sino incorporando los datos, la terminología, los ejemplos y la ontología

de las ciencias naturales.

La motivación para adherir a las tesis (1) y (2) radica en la conjunción de

dos tesis relacionadas con la naturaleza de los estados intencionales. Tanto

Fodor como Millikan son realistas intencionales, consideran que hay realmente

estados con contenido y que esos estados están conformados por

representaciones. Si se parte de una ontología como ésta (en la que la que uno

de los términos de la relación intencional son las representaciones y, por

supuesto se descuenta que no se es dualista) entonces, se buscará relacionar

las representaciones con algo del mundo natural.19 Ambas tesis pueden

18 Cf. Millikan 1984, p. 12. 19 Como este es un punto importante para entender por qué algunos filósofos creen que hay que desarrollar una semántica para el contenido mental y que además sea naturalista, dejaré

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145

formularse de la siguiente manera:

(4) Realismo intencional: existen estados internos con contenido intencional que son causalmente explicativos de la conducta de un organismo y que pueden ser evaluados semánticamente. (5) Representacionalismo: los estados intencionales son estados relacionales de un individuo con representaciones, de manera que el contenido intencional está constituido por representaciones internas.

Para ambas teorías existen estados intencionales y estos son

representacionales. Las representaciones conforman un sistema que el

organismo manipula de manera de dar lugar a representaciones nuevas. Este

sistema de representaciones guía la conducta de los organismos y ésta se

explica apelando a la información que aquellas portan. Ahora bien, para Fodor

este sistema representacional tiene propiedades sintácticas (o formales) y

semánticas tal como posee el lenguaje natural (aunque no es ninguno de los

lenguajes naturales). Las creencias, los deseos, etc. tienen la forma de las

oraciones (el contenido tiene la forma de proposiciones) de manera que se las

puede evaluar semánticamente, esto es, se puede adscribir verdad o falsedad

a las representaciones. En la teoría de Fodor, (4) y (5) toman la forma

específica de la tesis del lenguaje del pensamiento20.

En cambio, Millikan parece no aceptar esta tesis de Fodor. Primero,

porque sostiene que otras especies tienen intencionalidad sin que sus

representaciones tengan estructura oracional. Desde un punto de vista amplio,

se puede hablar en términos de representaciones para los sistemas que hacen

uso de ‘iconos intencionales’ (elementos que exhiben el rasgo de ser acerca

de), pero éstas serían muy elementales (por ejemplo, la danza de las abejas),

lo único que se requiere es que haya una relación de proyección entre una hasta el final, cuando se discuta el proyecto naturalista cientificista, la profundización de la índole de la relación entre el conjunto de las tesis (4) y (5),y el conjunto de las tesis (1) y (2). 20 En el caso de Fodor, este sistema es concebido a la manera de un lenguaje. A lo largo de su producción filosófica, Fodor da varios argumentos en favor de la existencia de un lenguaje del pensamiento. Básicamente están relacionados con que permite explicar fenómenos mentales como la productividad (capacidad ilimitada de producir y comprender pensamientos nuevos) y la sistematicidad (es una propiedad sintáctica y consiste en que la capacidad para pensar algunos pensamientos está conectada con la capacidad para pensar otros, así un organismo que puede pensar aRb también puede pensar bRa y viceversa) y, por otro lado, permite dar cuenta de la postulación de mecanismos computacionales por parte de las teorías científicas. Véase en particular, Fodor 1975 y 1987.

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146

forma y algo en el mundo. Parecería que sólo los humanos tienen

representaciones en sentido estricto, y éstas se definen como elementos que

participan de procesos inferenciales. La noción de inferencia hay que

entenderla en sentido amplio y consiste simplemente en un proceso de

transformación de información. Para ello se requiere que haya un sistema que

identifique una forma como la misma que participa en otras combinaciones.

Esto es necesario para mantener la misma referencia a través de distintas

modalidades sensoriales (por ejemplo, el mismo objeto visto que olido). Así, los

procesos humanos de pensamiento dependen de que se pueda identificar el

referente de las representaciones, cosa que no ocurre en el caso de otros

mecanismos intencionales (por ejemplo, las abejas no ‘saben’ acerca de qué

son sus representaciones o no ‘conocen’ sus referentes). Además, los

procesos inferenciales también requieren que las representaciones se agrupen

en una estructura sujeto-predicado para que sea posible que distintos sujetos

tengan el mismo predicado o que un mismo sujeto tenga distintos predicados, y

ser pasibles de negación.

Hasta aquí, si se admite que los seres humanos poseen

representaciones (con la estructura oracional mencionada), entonces ¿por qué

no adherir a la tesis del lenguaje del pensamiento para los humanos? Millikan

1993 considera, y ésta es la segunda razón, que no sólo no se requiere una

tesis así (por motivos que se deben a su teoría de la proyección entre mapas o

modelos mentales y estructuras del mundo) sino que desarrolla un argumento

que alude a un problema técnico que se le presenta a todo lenguaje lógico

formal. Millikan cree que la manipulación computacional (sintáctica o por las

formas de los símbolos) de las representaciones, que Fodor plantea, descansa

en una analogía con los sistemas lógicos formales y muestra que un lenguaje

del pensamiento requeriría de símbolos que se agrupen en tipos para que se le

apliquen reglas formales que determinen la validez de las inferencias, y puesto

que no hay un criterio para agruparlos en un tipo particular, no hay manera de

que funcione un lenguaje así.21 Aquí habría que aclarar mínimamente lo 21 El criterio no es puramente la similaridad de las formas de las instancias puesto que siempre se acude a la intención del que diseña el sistema formal para decir que la instancia p corresponde al tipo p, y esto es algo que no podría ocurrir en un sistema computacional autónomo.

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147

relacionado con la manipulación de las representaciones en el modelo

computacional propuesto por Fodor. Las representaciones tienen formas

determinadas, así si un símbolo p representa vaca lo hace porque la instancia

particular p corresponde con el tipo P de vaca. Y es al tipo P al que se aplican

las reglas de transformación. Lo mismo ocurre para las creencias, para

preservar la validez de las inferencias en las que intervienen, una instancia de

creencia debe tener la misma forma que el resto de las instancias de la misma

creencia. La propuesta de Millikan para las oraciones mentales no requiere que

los elementos sean del mismo tipo para poder realizar transformaciones sobre

ellos ni que se les aplique las mismas reglas de proyección según la forma del

elemento.22

Más allá de los problemas técnicos que pueda tener la tesis particular de

Fodor, Millikan sostiene que las representaciones humanas pueden adoptar la

forma de oraciones mentales y que sólo éstas tienen contenido proposicional,

de manera que pueden ser evaluadas semánticamente. Pero incluso, si no

llegara a haber oraciones mentales los contenidos expresados en el lenguaje

público (las oraciones que adscriben correctamente creencias a un individuo)

podrían estar implícitos en (en el sentido de implicados por) las

representaciones mentales, de la misma manera que las oraciones del lenguaje

público explicitan los contenidos de las representaciones de una rana o una

abeja.

En ambas teorías, el contenido de las representaciones está

determinado por las relaciones (de covariancia legal o de proyección) que

mantiene la representación con lo representado. Esto se opone a la idea de

que el contenido de nuestras creencias se determina por propiedades internas

al organismo (tesis internalista). Cualquier teoría que postule que el contenido

de los estados mentales depende de algo en el mundo es una teoría

externalista. Así, ambos enfoques comparten la siguiente tesis.

(6) Externalismo: lo que determina el contenido de los estados intencionales son sus relaciones con el mundo.

22 Para Millikan 1984 (pp. 75-76), las instanciaciones de los símbolos mentales se agrupan de acuerdo a su historia, a la función propia que comparten y no a su forma.

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148

La tesis (6) no está asociada a ninguna de las tesis anteriores, es decir, se

puede ser externalista sin sostener un proyecto naturalista cientificista para el

contenido de los estados mentales y sin adherir a la tesis representacionalista.

En efecto, para ser externalista no hace falta adherir al realismo intencional

puesto que se puede ser instrumentalista, esto es, sostener que adscribir

creencias forma parte de adoptar una actitud hacia ciertos sistemas de manera

de tratarlos como intencionales, sin postular que tengan estados internos

intencionales. Tanto para un realista como para un instrumentalista, los

individuos tienen estados físicos con algún tipo de información, pero para un

instrumentalista la intencionalidad es una cuestión de interpretación de ciertos

sistemas cognitivos complejos que no tienen que tener necesariamente

estados internos con contenidos pasibles de evaluación semántica. Y, por

supuesto, se es externalista porque al momento de adscribir deseos y

creencias para dar cuenta de la conducta de esos sistemas se toma en cuenta

el entorno que los rodea.23

La idea de que la conducta de los individuos es producto de sus deseos

y creencias es lo que se denomina folk psychology (psicología de sentido

común). Todos los filósofos de la mente creen en esto, incluso los que no

comparten ninguna de las tesis mencionadas hasta aquí, y más allá de las

respuestas que se puedan dar con respecto al estátus ontológico de los deseos

y las creencias (si están en la mente o sólo son adscripciones lingüísticas), su

naturaleza (si son oraciones del lenguaje del pensamiento o mapas) o la

manera en que se determine su contenido (por leyes o proyección). Algunos,

como Fodor, creen que la folk no sólo tiene que ser el punto de partida de la

psicología sino que esta última tiene que justificar esta idea básica de la folk,

expresada más arriba. Para este filósofo, la psicología cognitiva no es más que

la formulación científica de la visión folk. Desde la folk se suele hacer

generalizaciones intencionales (que relacionan los contenidos de las creencias,

deseos, intenciones, etc.) para dar cuenta de la conducta de los individuos. Por

ejemplo, si se está incendiando un edificio se puede describir el 23 Esta es, muy resumida, la postura de Dennett 1987. Si hubiera que oponerla al realismo intencional, tal como se lo definió, habría que decir que es instrumentalista pero, a decir verdad es realista respecto del contenido (pero no a la manera de representaciones internas, tal como lo conciben los realistas intencionales).

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149

comportamiento de los individuos que se encuentran en él diciendo que dada

su creencia de que el edificio se incendia y su deseo de salir, intentarán por

todos los medios salir del edificio. Si estas generalizaciones pueden convertirse

en leyes entonces, la folk psychology estaría dotada de las leyes (en este caso,

intencionales) que son necesarias en toda teoría que aspire a ser científica. Si

las leyes intencionales no fueran posibles, entonces no se podría incluir a la

psicología dentro de la visión científica del mundo24.

Por su parte, Millikan 1986 sostiene que sólo si la folk es entendida en

términos de una teoría que pretende explicar el comportamiento de los

organismos postulando estados internos con funciones propias (y no entidades

que obedecen leyes), entonces podría ser el punto de partida para la ciencia

cognitiva. Pero, de esta manera la psicología no sería científica en el sentido de

constar de leyes porque tan sólo se podrían hacer generalizaciones, y esto es

así porque las funciones propias dependen de condiciones externas óptimas

que pueden fallar, por ende no se corresponden con leyes (estrictas, válidas

para todos los casos) que soporten contrafácticos. Este argumento de Millikan

no parece ser una razón de peso para la inexistencia de leyes, puesto que

Fodor tampoco cree que las leyes de la psicología científica serán leyes

estrictas sino ‘ceteris paribus’, esto es, leyes que se cumplen manteniéndose

ciertas condiciones iguales.

La diferencia de criterios más bien radica en un segundo argumento que

sostiene que tener una función no confiere poder causal, un sistema no hace

algo por tener una función, de manera que no habrá leyes causales en la

ciencia cognitiva futura y por ende, no hay que esperar explicaciones biológicas

o psicológicas predictivas como las causales. De todas formas, habría

explicaciones de cómo un sistema cognitivo ejecuta Normalmente las funciones

y, en cierto grado falible (por lo dicho anteriormente), se podría predecir su

comportamiento. Las explicaciones no serían legaliformes (haciendo referencia

24 La empresa de una psicología científica en Fodor abarca, a mi entender, tres aspectos. En primer lugar, la elaboración de leyes causales intencionales. Para esto se apela al poder causal de las representaciones internas para producir el comportamiento de los individuos. En segundo lugar, la elaboración de leyes psicofísicas que relacionen los estados representacionales con la base física del individuo. Y, en tercer lugar, una semántica que relacione los contenidos de las representaciones con rasgos del mundo, esto es, una teoría del contenido. Para un desarrollo de estas ideas, véase Skidelsky 1998.

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150

a condiciones iniciales y leyes), sino que serían como las históricas, esto es,

retrospectivas, tratando de explicar cómo sucedió un episodio haciendo alusión

a los pasos de una secuencia. Más allá del desacuerdo acerca de la estructura

de la folk y de una teoría científica, está claro que ambos consideran que es

posible convertir a la folk en ciencia y por lo tanto tener una psicología

científica, por ende ambos acuerdan en las siguientes dos tesis.

(7) El punto de partida de la psicología cognitiva es la folk psychology. (8) Uno de los objetivos (explícitos o implícitos) para el desarrollo de una semántica del contenido mental es la obtención de una psicología científica. Por otro lado, si de lo que se trata es de dar condiciones naturales para

que un estado mental tenga un contenido es porque se cree que dichas

condiciones pueden especificar un contenido ‘determinado’ de un estado

mental particular, de manera que ambas teorías sostienen:

(9) La tesis de la determinación del contenido: hay algo en el mundo, un hecho decisorio (fact of the matter) que fija el contenido de los estados intencionales.

La idea es que el contenido de una creencia no puede consistir en más

de una opción porque si fuera así, entonces las condiciones naturales no serían

suficientes para determinarlo. En la teoría de la dependencia asimétrica, el

contenido está determinado por contrafácticos. En la biosemántica el contenido

está fijado por determinantes históricos (las condiciones Normales para

ejecutar la función). En la teoría de la dependencia asimétrica, el contenido está

determinado por contrafácticos. En la biosemántica el contenido está fijado por

determinantes históricos (las condiciones Normales para ejecutar la función).

De manera que (9) se formula de estas dos formas:

(9F) El contenido queda fijado por relaciones nomológicas entre instanciaciones de representaciones e instanciaciones de propiedades en el mundo. (9M) El contenido queda fijado por relaciones de proyección entre una representación y lo representado en condiciones Normales.

Cualquier teoría del contenido que asuma la tesis (9) debe enfrentarse

con el problema de la disyunción cuya consecuencia es que no habría lugar

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151

para las representaciones falsas o erróneas, porque habría casos en los que

el contenido de un estado mental parece ser la disyunción de varios

contenidos ya sea porque hay varias propiedades en el mundo que podrían

causar una misma representación o hay varias condiciones Normales en que

un sistema ejecutaría su función propia. Así, por ejemplo la extensión de

VACA podría incluir la disyunción de las propiedades ser vaca o ser un

caballo en una noche oscura. Es por ello que Fodor introduce su teoría de la

dependencia asimétrica. Como este es un problema que afecta a ambas

teorías de manera que forma parte de las objeciones que han recibido, se

desarrollará en la sección 4.1.

En Fodor, lo que está en el mundo determina el contenido de una

representación porque hay una ley que los conecta. En cambio, la teoría de

Millikan sostiene que el contenido se determina por una relación de isomorfía

estructural entre las representaciones y lo representado. Ambos tipos de teoría

no son más que las versiones refinadas de teorías semánticas para el lenguaje

natural: la teoría causal en el caso de Fodor y la teoría del isomorfismo en el

caso de Millikan. Ambas tienen problemas, por ejemplo, las primeras fracasan

en dar cuenta de las representaciones que no covarían con nada real en el

mundo (por ejemplo, el caso del unicornio) y las segundas llevan a un regreso

de interpretación porque hay muchas vias de proyección de una representación

a algo en el mundo. Tanto Fodor como Millikan intentan resolver estos y otros

problemas que se les plantea a estas teorías tradicionales. En relación a los

mencionados aquí, en la teoría causal de Fodor, el contenido de un concepto

es su referente, pero como la conexión es entre propiedades, esto puede incluir

propiedades que no se instancian. Sin embargo, una de las condiciones

suficientes de la teoría de la dependencia asimétrica dice que algunos “X” están

actualmente causados por los X, por lo tanto hay que entender a las

propiedades no instanciadas como construcciones a partir de propiedades

instanciadas. En la teoría del isomorfismo de Millikan, las representaciones son

figuras (pictures) en sentido abstracto y están articuladas, de manera que

representan “estados de hechos” 25. La teoría acepta que hay infinitas

relaciones de proyección, pero lo único que afirma es que “se supone” que las

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152

creencias se proyectan en estados de hecho en el mundo de acuerdo con

ciertas reglas de proyección. Este “se supone” se explica en términos de

Normalidad o adecuación, de manera que sólo las creencias que son

verdaderas lo son en virtud de que se ha establecido cierta correspondencia

actual.

De acuerdo a lo dicho antes, estas teorías semánticas no son

desarrollos específicos para los estados mentales, esto es, no hay un marco

conceptual propio para la elucidación de los mismos. La idea es tomar teorías

que se han desarrollado para el lenguaje natural y, con mayor o menor suerte

en la resolución de sus problemas, utilizarlas para dar cuenta de lo mental

porque simplemente se asume que las propiedades semánticas del lenguaje

son análogas a la de los estados mentales y como estos son considerados

representacionales, por transitividad (Fodor) o de manera independiente

(Millikan), las representaciones también las poseen.

Por otro lado, la tesis (9) parece estar estrechamente relacionada con el: (10) Atomismo del contenido: la propiedad de “tener contenido intencional” es atomista en el sentido de que podría estar instanciada por sólo una cosa. 26 Esta tesis se opone al holismo semántico que sostiene que si algo tiene la

propiedad de “tener contenido intencional”, entonces muchas otras cosas la

tienen. Formulada para las creencias, esto significa que el contenido de una

creencia depende del contenido de todo nuestro sistema de creencias (o de, al

menos, otras creencias, si se sostiene un molecularismo del contenido). Un

holismo así amenaza la tesis de la determinación del contenido porque si se

introduce cualquier elemento no denotativo (como por ejemplo, las

concepciones del agente), el contenido de una creencia dependería del resto,

con lo cual resultaría difícil que dos personas compartan alguna (ni siquiera un

mismo agente podría tener la misma creencia en momentos distintos) y si no se

puede establecer que, al menos, dos personas comparten creencias entonces

no habría leyes intencionales. Esto último es así porque las leyes se establecen

para agrupar a los individuos según las creencias que comparten de manera de

25 En el sentido del Tractatus de Wittgenstein. Cf. Millikan 1990, pp.158-9. 26 Sigo las definiciones de atomismo, molecularismo y holismo de Fodor y Lepore 1992, cap. 1.

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153

poder explicar su comportamiento apelando justamente a esas creencias

compartidas. Por otra parte, el proyecto mismo de naturalización se vería

amenazado porque si interviene algún aspecto epistémico para la

determinación del contenido, entonces ya no es posible una explicación de la

intencionalidad en términos no semánticos/intencionales.

En la teoría de Fodor, el contenido sólo depende de la denotación, por

eso ningún contenido depende de otro. En la teoría de Millikan, si bien la

determinación del contenido no depende sólo de la denotación, puesto que se

determina por medio de una función semántica de proyección hacia el mundo,

ésta última no lleva al holismo. Millikan (1993) acepta que la

composicionalidad27 es una forma de proyección en la medida en que hay que

entenderla como una operación (en sentido matemático, otras serían, por

ejemplo, la sustitución y la introducción de la negación) que permite

transformaciones en las representaciones (que se corresponderían con

transformaciones en el mundo para que la creencia correspondiente sea

verdadera). Y, si bien no lo explicita, para que haya composicionalidad se

requiere que los símbolos hagan la misma contribución semántica en las

distintas combinaciones en las que aparecen, esto supone que las propiedades

semánticas de los símbolos son independientes del contexto y si lo son, es

porque no son propiedades holistas o molecularistas. En este sentido, su teoría

es atomista28 puesto que el contenido de una representación no depende del

de las otras.

Ahora bien, hasta aquí hemos visto que el proyecto naturalista y

cientificista del contenido de los estados intencionales está comprometido con

las diez tesis que se mencionaron. También vimos las relaciones entre ellas y

los diferentes enfoques que adoptan ambas teorías respecto de algunas de

ellas. Nos resta ver un punto que parece romper la pretendida unidad

27 La composicionalidad es una propiedad semántica que consiste en que el contenido (/significado) de un pensamiento está determinado por el contenido de sus constituyentes. Esto permite dar cuenta de la sistematicidad de los pensamientos, es decir, la posibilidad de pensar bRa si se piensa aRb y viceversa, por ejemplo, ‘María ama a Juan’ y ‘Juan ama a María’. Véase nota 24. 28 Gomila 1995 (p. 108) dice que la teoría teleofuncional de Millikan es claramente atomista en el sentido de que “el contenido de un estado mental no depende del contenido de otros estados mentales” pero no se ocupa de mostrar por qué esto es así (aunque, cabe indicar, que no es éste el objetivo del artículo).

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154

ideológica esbozada hasta aquí y es la cuestión del lugar de la normatividad.

¿Hay una dimensión normativa a tener en cuenta en el fenómeno del

contenido? Y, si la hubiera, ¿un proyecto naturalista del contenido, con las

características que hemos visto, es compatible con un enfoque normativo? El

tema de la normatividad en general es un asunto complicado y requeriría un

desarrollo minucioso. Aquí, la intención es sólo plantear el problema y examinar

la posición de ambas teorías al respecto.

Los estados intencionales parecen tener propiedades normativas

(evaluativas, valorativas): las creencias son correctas o incorrectas, apropiadas

o inapropiadas, aceptables o inaceptables, verdaderas o falsas. Para que se

pueda decir que una creencia es correcta tiene que haber algo con lo cual

comparar su corrección, algo que diga cuál ‘debe’ ser la creencia correcta (en

un caso particular). La noción de normatividad puede ser entendida, al menos,

de tres maneras: 1) la intencionalidad es una propiedad normativa, en el

sentido de que la instanciación de contenidos incorpora condiciones de

corrección. Así, la noción de representación tiene un elemento normativo, algo

así como para “lo que está pensada que haga” (“is meant to do”); 2) hay

normas que regulan el uso de ciertos estados mentales de manera que estos

estarían justificados por ellas. Aquí, lo normativo puede ser entendido como

estándares de racionalidad que gobiernan la atribución de creencias. Un

ejemplo de esto sería el principio de caridad que afirma que un intérprete debe

atribuir verdad a las creencias de su interlocutor. Así, el contenido de las

representaciones responde a cánones de racionalidad; y 3) la idea de que las

creencias dependen del punto de vista del agente y del contexto de atribución.

Así, el contenido de las representaciones depende de los intereses o

intenciones del que las posee.

Si se aceptara alguno de estos sentidos de ‘normatividad’, entonces, las

condiciones naturales no serían suficientes para que un organismo tuviera

creencias y con ello se pondría en peligro un proyecto naturalista puesto que

tener una creencia no consistiría solamente en que su contenido esté

conectado naturalmente con el mundo sino en aplicar la creencia con algún

estándar de corrección. La solución parece ser, dentro de este enfoque

reduccionista (recuérdese que la noción misma de naturalismo indica en este

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155

proyecto la explicación de la intencionalidad en términos no intencionales) o

bien eliminar o bien conservar algún aspecto normativo. Ni Fodor (1990b, 1992)

ni Millikan 1993 creen que en la fijación de los contenidos interviene la

normatividad en los sentidos 2) y 3). A decir verdad, no podrían aceptarlo

porque pondría en peligro la naturalización del contenido puesto que entonces

intervendrían condiciones que llevarían necesariamente a admitir algún tipo de

holismo de creencias. Tener en cuenta la participación de principios caritativos

en la atribución de creencias o los intereses de los agentes implica tener en

cuenta el lugar que ocupa una creencia determinada en el sistema de

creencias del agente a interpretar. Ya hemos visto que esto amenaza la

determinación del contenido y si no hay un ‘hecho decisorio en el mundo’ que lo

determine, no queda claro en qué sentido habría condiciones naturales que lo

fijarían. Por supuesto, ninguno de los dos niega la racionalidad de los agentes

cognitivos ni el hecho de que tengan un punto de vista o intereses pero para

Fodor estos aspectos forman parte de la etiología de la intencionalidad, y ésta

es independiente de la manera en que se la explica. Tanto la racionalidad,

como los intereses de los agentes e incluso las prácticas lingüísticas pueden

dar lugar a patrones de relaciones causales entre instancias de

representaciones y rasgos en el mundo, pero lo que cuenta para explicar el

contenido de un estado mental son esos patrones causales, estos son los que

explican las relaciones semánticas, no la etiología de estas relaciones.29

Millikan, al adherir a la tesis de la determinación del contenido, también cree

que hay algo en el mundo que fija el contenido de una creencia, por ende la

intencionalidad no es una cuestión de interpretación tal como aparece en los

sentidos 2) y 3).

Restaría ver qué ocurre con el sentido 1), esto es, si en la

intencionalidad se conserva o se eliminan cánones de corrección para los

contenidos mentales. La teoría de Millikan conserva un aspecto normativo. La

apelación a la teleología evolutiva, en particular a la noción de función, es la

que permite las evaluaciones en relación a si un organismo funciona

adecuadamente o no. Puesto que la función se identifica con independencia de

lo que el organismo hace actualmente, hay un aspecto relacionado con lo que 29 Cf. Fodor 1990a.

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156

la función ‘fue diseñada para hacer’ que actuaría de estándar a partir del cual

poder evaluar si el sistema está haciendo o no aquello para lo que fue

diseñado. Así, la normatividad se da en las funciones propias porque la noción

de función es normativa. Se puede decir, por ejemplo, que el corazón no

funciona bien porque no bombea sangre al cuerpo o que un corazón ‘debe’

bombear sangre. De manera que, un sistema para realizar su función

correctamente tiene que poseer un contenido correcto y la corrección del

contenido se evalúa con respecto a la función. Esto no perjudica la

naturalización del contenido porque éste no depende de (/no queda

determinado por) la función sino de (/por) condiciones naturales (las Normales).

Así, las representaciones tienen un aspecto natural que es el que fija su

contenido y heredan la normatividad del diseño de los sistemas en los que

intervienen.

En el caso de Fodor no parece haber lugar para ningún aspecto

normativo intrínseco a la intencionalidad. En su teoría son las relaciones

nómicas las que determinan el contenido de manera que éste se fija de forma

objetiva. Sin embargo, ensaya la posibilidad de que una vez que los estados

mentales tienen su contenido entonces sí se puede hablar de normatividad en

la medida en que estos cumplen funciones según el contenido que tienen. La

función de una creencia que p es representar el mundo como p cuando es el

caso que p, de modo que, la creencia tiene que ser verdadera para que cumpla

su función. Fodor 1990a cree que podría seguirse la via opuesta a las

semánticas teleológicas y derivar la función de una creencia de su contenido,

pero sólo le dedica unos párrafos y, que yo sepa, no lo ha desarrollado en sus

artículos posteriores.

4. ¿Naturalización del contenido?

Si uno quisiera oponerse a este tipo de proyecto, sin dejar de ser

naturalista en un sentido más amplio que el del naturalismo cientificista, podría

adoptar distintas estrategias. Una de ellas consistiría en dar argumentos a priori

con la intención de que sean contundentes y demoledores acerca de por qué

un proyecto así no sería viable. Un argumento a priori que puede utilizarse

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157

contra la posibilidad de la naturalización del contenido es el de la imposibilidad

de la existencia de leyes psicofísicas. Davidson (1970) sostiene que los

términos mentales y físicos pertenecen a ámbitos distintos regidos por

principios constitutivos totalmente diferentes, por ende no pueden conectarse

por medio de leyes, con lo cual no sería posible ninguna explicación que

reduzca los primeros a los segundos.30 Si esto es así, las condiciones naturales

esgrimidas por Fodor, que dependen de la existencia de leyes psicofísicas que

conecten cosas del mundo con contenidos mentales (recuérdese que una ley

que dice, por ejemplo, “las vacas causan VACAS o pensamientos acerca de

vacas” es una ley psicofísica porque relaciona algo del mundo físico con algo

mental), no se obtendrían. Aún si se está de acuerdo con este argumento a

priori (Davidson mismo considera que sólo puede dar razones -y no pruebas-

de que no hayan leyes psicofísicas), se podría optar por las condiciones

naturales que ofrece Millikan, las cuales no parecen depender de la existencia

de leyes psicofísicas. Como afirma Fodor, lo único que se necesita probar, para

ganarle a quien considera que hay una razón metafísica a priori para sostener

que la semántica no puede naturalizarse, es que hay condiciones naturalistas

suficientes para que P signifique p.31 Si, más allá de estar de acuerdo con el

argumento de Davidson, uno acepta una interpretación más fuerte del mismo,

esto es, que lo que muestra es la imposibilidad de la reducción de conceptos

mentales a físicos, siempre está la posibilidad abierta de que puesto que,

desde un punto de vista fáctico, no hay pruebas de que esto no pueda ser así y

puesto que el proyecto naturalista se plantea como un desafío empírico,

entonces, la cuestión de su inviabilidad no se dirime en un terreno puramente a

priori. De manera que la estrategia a seguir sería la de rechazar la imposibilidad

metafísica porque la cuestión se dirime en el ámbito empírico.

Una segunda estrategia podría ser la de formular críticas a las teorías de

Fodor y Millikan, de manera de mostrar que no logran conectar los estados

mentales con algo en el mundo y por ende, que el proyecto no ha dado

resultados. (Nótese la diferencia con la primera estrategia, aquí no se esgrime

la imposibilidad metafísica del proyecto sino problemas -que pueden ser

30 Véase el capítulo 4 del presente volúmen. (N. del E.) 31 Cf. Fodor 1987, p. 180.

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158

metafísicos o de otra índole- de las teorías en oferta para llevarlo a cabo).

Ambas teorías han recibido críticas y en particular tienen dificultades con la

cuestión de la determinación del contenido. Por supuesto, esto no significa que

el proyecto no pueda tener éxito en el futuro pero una acumulación significativa

de problemas sería una razón de cierto peso para abandonarlo. Por otro lado,

la crítica interna, en tanto crítica sólo se atiene al aspecto negativo sin ofrecer

una propuesta concreta de un proyecto naturalista no cientificista, y en tanto

interna, no suele socavar los presupuestos básicos de una teoría sino que los

da por sentado, es algo así como una disputa de familia cuando de lo que se

trata es de discutir las mismas bases del proyecto, esto es una disputa entre

familias.

Una tercera estrategia sería optar por discutir sus tesis básicas,

identificadas en el apartado anterior, y evaluar cuáles se está dispuesto a

aceptar y cuáles no y ver qué tipo de proyecto naturalista quedaría. Una cuarta

estrategia sería directamente oponerle otra concepción de la relación entre el

individuo y el mundo (por ejemplo, la de Dennett, Davidson o el segundo

Wittgenstein, por nombrar algunas, u otra inspirada en la de estos filósofos), de

manera de mostrar que un proyecto de semántica para los contenidos mentales

es superfluo. Creo que estas dos últimas estrategias son solidarias. En lo que

sigue me ocuparé de reconstruir brevemente algunas críticas en el marco de la

segunda estrategia, y presentaré algunas líneas para una opción naturalista

diferente al proyecto cientificista, en el marco de la tercera y cuarta estrategias.

4.1-Segunda estrategia: críticas a las teorías de Fodor y Millikan La teoría de la dependencia asimétrica ha recibido algunas críticas que

van desde cuestiones más puntuales a otras más globales. Las más puntuales

objetan la noción de dependencia asimétrica (condición 3 mencionada en el

apartado 2), de manera que las condiciones establecidas por Fodor no serían

suficientes para determinar el contenido. Aquí se verán brevemente las

objeciones de Adams y Aizawa 1994, Papineau 1994 y Millikan 1991. Las

críticas globales ponen en duda que la semántica de Fodor sea naturalista (en

el sentido de la tesis (1)), en particular, es Putnam 1992 quien plantea esta

objeción. A decir verdad, ambos tipos de críticas le objetan a la teoría de Fodor

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159

que no es naturalista, pero las del primer tipo acuerdan con el proyecto, a

diferencia de Putnam que pone en duda la peculiar concepción del naturalismo

que sustenta a la teoría de la dependencia asimétrica.

Adams y Aizawa 1994 muestran, por un lado, que puede haber una ley

que conecte a ‘X’ con Y que no dependa asimétricamente de la ley que conecta

a ‘X’ con X, y por otro lado, que puede haber una dependencia simétrica entre

las leyes que conectan a ‘X’ con Y y a ‘X’ con X. Con lo cual la condición de

dependencia asimétrica no se cumpliría y por ende el contenido quedaría

indeterminado. Por otra parte, tanto Papineau 1994 como Millikan 1991 acusan

a la teoría de la dependencia asimétrica de circularidad, ya sea en la forma de

una petición de principio o de un regreso. El argumento consiste en que la

asimetría entre, por ejemplo, “las vacas causan pensamientos acerca de vacas”

y “los caballos en noches oscuras causan pensamientos acerca de vacas”,

descansa en que los pensamientos acerca de las vacas ya son acerca de ellas.

Así, para Papineau, la teoría supone lo que quiere explicar de manera que la

asimetría es más bien una consecuencia que el fundamento del contenido de

los pensamientos acerca de las vacas, y para Millikan, la dependencia no es

causal sino teleológica porque no hay manera de determinar el contenido sin un

regreso entre las relaciones causales.

Putnam 1992 le objeta a la teoría de Fodor que no logra naturalizar el

contenido porque apela a las nociones de ‘causa’ y ‘contrafáctico’ que son

intencionales (o normativas). La noción de ‘causalidad’ (del sentido común,

que es, según Putnam, a la que Fodor alude) tiene un aspecto cognitivo

relacionado con lo que un individuo conoce acerca de los elementos que

intervienen en una relación causal, es decir que la noción es sensible al

contexto y los intereses. Con respecto a los contrafácticos, interviene un

elemento relacionado con las intenciones del hablante que lo emite y/o

valora, este elemento consiste en la razonabilidad de la descripción de las

condiciones relevantes que harían verdadero a un contrafáctico (esto es las

condiciones relevantes en las cuales no se daría el caso que el antecedente

fuera verdadero y el consecuente falso). En este sentido, hablar de

razonabilidad o irrazonabilidad implica un juicio normativo. Ante la eventual

respuesta de Fodor de que las ciencias naturales hacen uso de estas

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160

nociones y que puesto que describen el mundo de una manera no

intencional, entonces estas nociones no serían problemáticas, Putnam le

responde que si se acepta que las ciencias hacen uso de estas nociones, lo

que se sigue es que aún la descripción del mundo no intencional se hace

desde lo intencional (sea esto nuestros intereses cognitivos, nuestra manera

de ver las cosas).

Con respecto a la biosemántica, las críticas también van desde aspectos

más puntuales como problemas en la determinación del contenido a cuestiones

más generales de enfoque, por ejemplo, si todo producto de la evolución

natural tiene que tener una explicación en términos evolutivos. Aquí se verán

brevemente las objeciones de Fodor (1990b, 1991) y Gomila Benejam 1995 en

relación a las del primer tipo y la de Peacocke 1992 en relación a las del

segundo tipo.

El ejemplo más utilizado para explicitar el problema de la

indeterminación del contenido como consecuencia del problema de la

disyunción, es el de la alimentación de las ranas. Si se quiere explicitar el

contenido del estado mental de una rana cuando saca su lengua para

alimentarse, no se sabe si representa una mosca o un punto negro pequeño

puesto que las ranas responden de la misma manera (intentando atrapar) a

cualquiera de estas cosas. Según la biosemántica, el cerebro de la rana

representa moscas porque su función biológica de alimentarse tiene éxito

cuando la condición natural son las moscas32. Según Fodor 1990b (cap. 3), no

hay manera de establecer que su función es covariar con las moscas y no con

los puntos negros teniendo en cuenta que le sería de utilidad a la rana en un

entorno donde la mayoría de los puntos negros son moscas. Según Millikan, la

función de una creencia se relaciona no con lo que la causó sino con el

beneficio que trae una vez que ya está. Por eso, hay que preguntarse por las

condiciones que hacen que una creencia produzca resultados ventajosos que

llevaron a su selección. Estas condiciones involucran la presencia de moscas

porque es en su presencia que los mecanismos consumidores de

representaciones determinan la regla de correspondencia adecuada para que

la rana se comporte de manera que sus resultados sean ventajosos, en este

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161

caso, que se alimente. Fodor 1991 le contesta que (a) Millikan determina la

función de manera arbitraria, (b) las teorías del isomorfismo son

semánticamente indeterminadas y (c) Millikan le pasa el problema de la

indeterminación a los consumidores. Por otra parte, están las críticas

relacionadas con la caracterización de las condiciones Normales (qué en última

instancia derivan en el problema de la determinación del contenido, puesto que

éste depende de las condiciones Normales). Gomila 1995 considera que éste

es un problema porque habría casos de condiciones no normales pero

favorables para el buen funcionamiento; y también habría que resolver la

cuestión del conjunto de las condiciones normales relevante según sea el caso.

En este sentido, Fodor 1987 (p. 156) sostiene que para saber cuáles son las

condiciones óptimas ya hay que saber cuál es el contenido.

En relación al segundo tipo de críticas, Peacocke 1992 sostiene que

aceptar que desde un punto de vista biológico es deseable tener estados

mentales no tiene por qué llevarnos a aceptar que la funcionalidad biológica es

lo que determina el contenido. Si bien Peacocke no se explaya al respecto, esto

parece tener importancia porque Millikan suele afirmar que o bien el contenido

se constituye por la función biológica o bien el hecho de tener una mente es un

accidente desde el punto de vista biológico. Aceptar el segundo disyunto

significa aceptar que la mente surgió como un producto contingente (y no

adaptativo) de la evolución (es decir, a partir de otros rasgos adaptativos), de

manera que no tendría una función propia originaria y por ende no tendría

sentido una explicación del contenido en términos de funciones biológicas. En

principio, y a mi juicio, este parece ser un falso dilema porque se puede aceptar

que la mente no es un producto azaroso y sin embargo considerar que el

enfoque adecuado para el contenido de los estados mentales no es el

evolutivo. Una analogía puede ilustrar el punto. Algunos consideran que los

estados mentales son funcionales en el sentido de que el rol que cumplen en

un sistema cognitivo depende de los estímulos que recibe y las respuestas que

da ese sistema como así también de sus relaciones con otros estados

mentales. Del hecho de considerar a los estados mentales como funcionales no

se sigue que el contenido de esos estados se determine de manera funcional. 32 Cf. Millikan 1991, pp. 159-60.

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162

Es perfectamente compatible ser funcionalista en relación a los estados

mentales y no-funcionalista en relación a la determinación del contenido. Este

es el caso de Fodor, quien rechaza el funcionalismo para determinar el

contenido porque lleva a un holismo (y, además hemos visto que considera que

la misma noción de función lleva a la indeterminación del contenido). Lo que le

permite a Millikan plantear este dilema es, tal como se mencionó en el apartado

2, que no distingue entre que algo sea un estado mental (que algo tenga

contenido) y que el estado mental tenga el contenido que tiene. Podría

pensarse que tenemos estados mentales gracias a lo que la biología

establezca que fue el proceso por el cual surgieron, pero eso no implica que el

mismo proceso pueda dar cuenta del contenido de esos estados.

En relación a ambas teorías, las críticas del primer tipo se concentran en

el problema de la indeterminación del contenido que no parecen poder

resolverlo, y para la consecución de este proyecto naturalista es imprescindible

tener una respuesta apropiada puesto que si no hay determinación, entonces,

como ya se ha dicho en reiteradas oportunidades, las condiciones naturalistas

no son suficientes para dar cuenta del contenido de los estados mentales y si

esto es así entonces, no hay naturalización. En lo que sigue se esbozarán la

líneas básicas de un enfoque naturalista en el que la preocupación por la

determinación del contenido ya no es un problema y que pretende dar cabida a

las preocupaciones planteadas en las críticas del segundo tipo.

4.2- Tercera y cuarta estrategia: hacia un naturalismo amplio

En lo que sigue propondré un esbozo de ‘naturalismo amplio’ que

consiste en mantener las tesis (3) y (6), rechazar las tesis (2), (5), (7), (9) y (10),

y dar versiones diferentes de las tesis (1), (4) y (8).

A mi entender, lo que está en discusión es la peculiar concepción del

naturalismo en la que se asienta el proyecto del naturalismo científico. Pero

esta concepción parece ser la consecuencia de las tesis acerca de la

naturaleza de los estados intencionales (tesis (4)), y más precisamente, acerca

del contenido (tesis (5)). Por razones de extensión no podré exponer los

motivos por los cuales considero que estas tesis son inapropiadas, de manera

que tan sólo me limitaré a mostrar que es posible concebir los estados

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163

intencionales de otra manera.33 Si esto es posible, entonces este tipo de

naturalismo cientificista no haría falta. En otras palabras, lo que me propongo

mostrar es que el tipo de ontología (resumida en las tesis (4) y (5)) de los

estados mentales (más precisamente del contenido mental) es la que lleva a

desarrollar no sólo una semántica de estados mentales sino una semántica

naturalizada a la manera expuesta en este trabajo.

Si se parte de una postura antidualista, y se cree que hay estados

mentales que están conectados con el mundo natural de alguna manera, se

abren dos opciones acerca de cuáles son los elementos que intervienen en la

conexión, que dependen de qué concepción ontológica de los estados

mentales se tenga. Los defensores del proyecto naturalista cientificista creen

que existen estados ‘internos’ en un individuo que poseen un contenido

‘determinado’, constituido por representaciones (instanciadas de alguna

manera en el cerebro) susceptibles de ser verdaderas o falsas y que causan el

comportamiento de los individuos. Son las representaciones mentales las que

hay que conectar con el mundo (no es de particular importancia en este

momento cuáles sean los otros elementos en el mundo que intervienen en la

conexión, sean estos propiedades, estados de hecho, etc.). Así, la

intencionalidad es una cuestión concerniente a la vinculación de

representaciones con algo del mundo, de manera que por un lado, surge la

semántica del contenido mental, esto es, explicar cómo las representaciones

internas adquieren significado (puesto que las propiedades mentales se

asientan en las representaciones mentales), y por el otro, puesto que se es

antidualista, lo que hay que naturalizar es eso ‘mental’ que está en el interior

del individuo porque como tener un contenido no es una propiedad física y la

33 Las razones básicas radican, muy brevemente, en tres tipos de confusiones, y una concepción errónea del objetivo de la psicología. Las confusiones son: la deliberada entre las propiedades de las expresiones lingüísticas y la de los estados mentales (asimilar tout court las propiedades semánticas y sintácticas del lenguaje natural al contenido de los estados mentales), la también deliberada entre los estados intencionales y los estados representacionales (no distinguir entre estados con contenido intencional y estados que portan información) y la confusión entre cuestiones psicológicas y epistemológicas (mezclar la pregunta acerca de cómo es posible que una representación represente lo que representa con cuestiones acerca de la verdad o falsedad de las representaciones). El objetivo érroneo que se le atribuye a una psicología científica es creer que debe dar cuenta de la complejidad de todo el comportamiento humano. Para un desarrollo de estas ideas, véase Skidelsky (1998 y 1999).

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164

ontología de los individuos (y del mundo) es física (o la que establezca el

conjunto de las ciencias naturales), entonces hay que explicar esta propiedad

en términos no mentales (o lo que es lo mismo en este caso, en términos no

semánticos o no intencionales) para que forme parte de la ontología del mundo.

De manera que, las tesis (4) del realismo intencional, la (5) del

representacionalismo y la (9) de la determinación del contenido son las que

llevan a sostener que hay algo así como un contenido de los estados

intencionales en las cabezas de los individuos, un contenido conformado por

representaciones que están conectadas con el mundo natural y que hay un

hecho natural y decisorio en el mundo que lo fija, de ahí el proyecto de una

semántica naturalizada para los contenidos intencionales.

Antes de abordar una concepción diferente de los estados mentales que

no lleva al proyecto de una semántica naturalizada, quisiera hacer algunas

observaciones con respecto a lo dicho. No estoy sosteniendo la tesis fuerte de

que una concepción de los estados mentales como la esbozada sea condición

suficiente, aunque sí creo que es necesaria, para el desarrollo de una

semántica naturalizada. Si bien pienso que es posible formular un argumento

que muestre que es condición necesaria, aquí me contentaré con algo mucho

más débil, que consiste en mostrar la dicotomía ‘representaciones-semántica

naturalizada / no representaciones-no semántica naturalizada’, basada en las

teorías filosóficas disponibles actualmente. De allí surge que toda teoría que

postula que el contenido está conformado por representaciones con

propiedades intencionales desarrolla una semántica de manera de dar cuenta

de cómo esas representaciones adquieren su contenido. Se podría pensar que

podría haber una semántica no naturalizada puesto que una cosa es conectar

las representaciones con el mundo y otra es que esa conexión tenga que

hacerse en términos no semánticos. Sin embargo no es el caso, puesto que

estamos hablando de teorías antidualistas, es decir, si se cree que la última

piedra de toque de lo mental radica en las representaciones mentales, no se

querrá dejarlas desconectadas del mundo natural, puesto que el hacerlo

llevaría inevitablemente a un dualismo. Ahora bien, dada una semántica

naturalizada, se podría pensar que no hace falta que esa naturalización sea

cientificista, en el sentido que los términos utilizados sean los de la ciencia

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165

natural. Y, es cierto, porque se podría hacer uso de la terminología de una

ciencia no básica, pero tal como vimos, las ciencias no básicas (por ejemplo, la

geografía) tienen el mismo estátus que la psicología, por ende, no parece haber

otra opción antidualista más que un naturalismo cientificista para las

representaciones mentales.

En cambio, si se sostiene que, desde un punto de vista ontológico, un

individuo posee estados intencionales (nadie niega que tenemos creencias,

deseos, etc.) esto es, en algún sentido, se acepta el realismo intencional, pero

no se los concibe como una relación con una representación mental que es

portadora de propiedades intencionales, entonces no se hace necesaria la

tarea de una semántica para el contenido ni mucho menos la de naturalizarlo

puesto que lo que pensamos, creemos, etc. no sería una cuestión de qué

representaciones tenemos instanciadas en nuestros cerebros y con qué cosas

del mundo físico se conectan, sino que son nuestras atribuciones de creencias,

deseos, etc. (nuestras expresiones lingüísticas) las que poseen un significado

que está conectado con el mundo a través de nuestros intereses, puntos de

vistas y, en general de nuestras prácticas sociales.34

Pasando al resto de las tesis, aunque no haya representaciones internas

conectadas con algo específico en el mundo que fije su contenido, la tesis (6)

del externalismo puede seguir en pie. Lo que pensamos, expresado en

nuestras emisiones lingüísticas, está determinado por cómo es el mundo (éste

contiene tanto el mundo de los objetos físicos como el de nuestras prácticas

sociales que están ancladas en nuestros sistemas senso-perceptivos y en

ciertas regularidades físicas), pero no hace falta que haya hechos decisorios

objetivos que fijen el significado (se puede tolerar perfectamente un poco de

indeterminación dado el hecho de la comunicación) y, por otro lado, este

mundo ya no es el restrictivo del mundo físico, ni mucho menos el de las

ciencias naturales. De aquí se sigue, por un lado, que hay elementos que

intervienen en la fijación del contenido que dependen del resto del sistema de

creencias de los agentes (sus intereses y puntos de vista), por ende la tesis 34 Esto requeriría de una mayor elaboración pero aquí, mi intención es tan solo mostrar que hay una ontología alternativa. Piénsese en teorías como la de Davidson o en términos de la ‘actitud intencional’ (la que se adopta al describir sistemas en términos intencionales, adscribiéndoles deseos y creencias) de Dennett.

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166

(10) del atomismo del contenido no se sostiene, y por otro lado, ya no hace

falta sostener un naturalismo cientificista (tesis (1) y (2)).

¿Qué ocurre con la idea de que la folk psychology es el punto de partida

para una psicología científica y la idea de lograr esta última, esto es las tesis (7)

y (8)? Muchos han argumentado que así como la física no tiene por qué

incorporar o partir de la folk physics, la psicología tampoco debe hacerlo de la

folk psychology35 puesto que una ciencia no tiene por qué incorporar nociones

del sentido común. Se puede aceptar la idea de una psicología científica (tesis

(8)) pero que no pretenda dar cuenta de la complejidad del comportamiento

humano (para lo cual se requeriría de otras disciplinas, además de la

psicología) sino que se ocupe de los procesos internos que dan cuenta de las

capacidades y para ello no hace falta postular estados internos que sean

acerca del mundo, sino tan sólo estados que porten información interna al

sistema de manera que éste pueda ejecutar sus funciones.36

En relación con la tesis (3) del naturalismo metafilosófico, si bien las

tesis (1) del naturalismo y (2) del naturalismo cientificista la suponen, tal como

se mencionó en su momento, sostenerla no implica la adhesión a las tesis (1) y

(2). No veo ninguna objeción de principio para mantener que la filosofía puede

hacer uso de los datos de las disciplinas científicas (siempre que se considere

a la ciencia en el sentido amplio de abarcar disciplinas como las humanas) o

que algunas de sus tesis sean empíricas. Es esta una de las razones por las

cuales la primera estrategia no parecía convincente; y es en este punto donde

las aguas filosóficas parecen separarse más claramente. En el caso de los

autores mencionados dentro de la cuarta estrategia, el segundo Wittgenstein y

Davidson no parecen sostener la tesis (3) (ni mucho menos la (1) y la (2)), y

una postura como la de Dennett parece adherir a la tesis (3) pero no a (1) y (2).

Sin embargo, hay un sentido de naturalismo amplio que se ha venido

explicitando en el que tanto Dannett como Wittgenstein y Davidson pueden ser

incluidos. En el caso de Dennett, su naturalismo amplio es tanto metafilosófico

como filosófico, esto es, tanto su actitud filosófica como su teoría acerca de los

35 Véase, en particular, Chomsky 1995, p. 47. 36 Véase la propuesta de una psicología sintáctica de Stich 1983 y Chomsky 1995.

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167

estados mentales es naturalista, según el mismo Dennett.37 En el caso de las

teorías del segundo Wittgenstein y de Davidson, para algunos autores38 (con

los cuales concuerdo), éstas pueden ser consideradas naturalistas en sentido

amplio. Esto simplemente muestra lo que se decía al principio de este

apartado. La peculiar concepción del naturalismo en (1) (y su especificación en

(2)) es la que carga todo el peso de este proyecto cientificista, una vez que se

rechazan las tesis que llevan a este tipo de naturalismo, se puede sostener otro

naturalismo filosófico más amplio. Ahora bien, las líneas que se esbozan aquí,

al aceptar la tesis (3) del naturalismo metafilosófico (y también la tesis (8)

acerca de la obtención de una psicología científica), están más cercanas a una

postura como la Dennett, sin embargo las razones por las que se rechazan las

tesis que llevan a sostener (1) (y (2)) se acercan más a una postura como la del

segundo Wittgenstein o Davidson).39

Así, las tesis del naturalismo amplio acerca del contenido serían las

siguientes40 (los números entre paréntesis marcan la tesis del naturalismo

cientificista con la que cada tesis contrasta):

1´- Naturalismo: lo que pensamos, expresado en nuestras emisiones linguísticas, está determinado por nuestras prácticas sociales las cuales están ancladas en nuestros sistemas senso-perceptivos y en ciertas regularidades físicas. (1)

2´- Naturalismo metafilosófico: la filosofía de la mente debe desarrollarse

en conformidad y haciendo uso o explicitando el aparato metafísico de la ciencia de la época de manera de integrar a la mente en el mundo natural. (3)

3´- Realismo intencional: existen estados intencionales. (4) 4´- Externalismo: lo que determina el contenido de los estados

intencionales son sus relaciones con el mundo. (6) 5´- Se puede obtener una psicología científica. (8)

37 Para un ejemplo acabado de esto véase Dennett 1991. 38 Véase Pears 1995 para Wittgenstein y Rorty 1991 para Davidson. 39 Me refiero a la concepción ontológica de los estados mentales. 40 Estoy conciente de que las tesis enunciadas requerirían de una mayor elaboración, tanto de lo que se sostiene en ellas como de las relaciones que mantienen entre sí, pero mi objetivo aquí es tan sólo esbozar la posibilidad de una alternativa al naturalismo cientificista. * Parte de este artículo (en particular, la sección 3) fue leído en la mesa redonda: “Naturalismo y Filosofía” en el Coloquio de Filosofía Teórica, Sadaf, Argentina, 19 y 20 de noviembre de 1999. Agradezco los comentarios de Diana Pérez y Eduardo Rabossi a una versión anterior.

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6´- Indeterminación del contenido: no hay un ‘hecho decisorio’ (ni dentro de las cabezas ni en el mundo) que determine lo que se piensa, cree, etc. (9)

7´- Holismo del contenido: los puntos de vista e intereses de los agentes deben ser tomados en cuenta para atribuir estados intencionales. (10)

Ahora bien, quisiera hacer una observación y algunas consideraciones

finales acerca de en qué sentido una postura como la esbozada sigue siendo

naturalista. De manera paradójica, el intento naturalizador visto aquí parecería

asumir que la mente humana no es algo natural per se. De allí la idea de

explicar las propiedades mentales (como la intencionalidad) en términos de

propiedades físicas. Esto es porque, por un lado, se confunde naturalismo con

cientificismo, y por el otro, se le exije a la ciencia (natural) más de lo que puede

dar. Esto lleva a una especie de tensión entre un dualismo metodológico y una

incorporación a la ciencia (natural) de elementos extraños a la misma. Por un

lado, se trata a la mente como algo distinto de un objeto natural y, por el otro,

se intenta que este polo del dualismo se inserte en la ciencia y que ésta

explique, en su totalidad, fenómenos como la intencionalidad. Si se abandona

la idea de que el naturalismo es igual al cientificismo y que hay un contenido a

naturalizar, entonces podemos sostener que lo que pensamos, creemos, etc.

forma parte del mundo natural (porque está anclado en ‘formas de vida’ o en

sistemas senso-perceptores o en lo que sea que se considere natural) y

podemos dejar a la psicología que se ocupe de los procesos cognitivos internos

y apelar al resto de las disciplinas para dar cuenta de cuestiones como la

intencionalidad y, en general, del comportamiento humano. *

Referencias Adams, F. y Aizawa, K. (1994) “Fodorian Semantics”, en S. Stich y T. Warfield,

Mental Representation, Oxford, Basil Blackwell, pp. 223-42. Brentano, F. (1874) Psychology From An Empirical Standpoint, New York,

Humanities 1973. Traducción del cap. 1: “De la distinción entre los fenómenos psíquicos y los fenómenos físicos” en Psicología, Bs. As.

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