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TEORIAS DEL CONTENIDO MENTAL O UNA NATURALIZACION
CIENTIFICISTA
Liza Skidelsky
Universidad de Buenos Aires
Los dualismos ya no están de moda. Quizá sea éste uno de los logros
más afortunados de la filosofía contemporánea. Ni los semánticos (análitico-
sintético) ni los gnoseológicos (dado-interpretado; subjetivo-objetivo) ni los
antropológicos (naturaleza-convención) ni los metafísicos (apariencia-realidad,
esencia-accidentes). Todo esto es “el mundo felizmente perdido”. En lo que nos
concierne, tampoco se habla más de un mundo físico opuesto a un mundo
mental. Sin embargo, el problema que surge inmediatamente es que cuando se
trata de superar los dualismos parece inevitable, al menos hasta ahora, caer en
alguno de los extremos. Tal es así, que hoy en día parece haber consenso en
la tesis de que “todo forma parte del mundo natural”. Hay varias maneras de
sostener esta tesis, ya sea en distintas disciplinas filosóficas como en el interior
de una misma disciplina según el objeto a naturalizar. Dentro de la filosofía de
la mente y en relación con los contenidos mentales, me ocuparé de la más
extrema de las tesis naturalistas acerca del contenido.
Se trata de un proyecto de naturalización del contenido mental que se
toma muy en serio su tarea redentora de las propiedades intencionales. Y digo
'redentora' porque esta es la motivación básica que guía a toda empresa de
naturalización del contenido. Se cree que si no se vincula las ‘propiedades
intencionales’ con algo del ‘mundo natural’, éstas quedan eliminadas de la
ontología o bien se vuelve al dualismo no deseado. Por propiedades
intencionales se entiende una subclase de las propiedades mentales que
consiste en el estar (de un organismo) en un determinado estado de creencia,
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deseo, intención, etc., que es ‘acerca de’ algo. El mundo natural al que se
alude en este proyecto de naturalización es el de la ciencias naturales, por eso
convendría denominarlo naturalismo cientificista1.
Si bien tanto el naturalismo cientificista como el no cientificista
consideran que no hay estados o propiedades mentales ‘que floten libremente’,
el primero cree que la ciencia puede dar cuenta de ellos. Así, sean las que
fueren las entidades que se postulen, éstas, de alguna manera, se relacionan
con las entidades que las ciencias naturales dicen que hay. Sin embargo, y
paradójicamente, sigue en pié el problema heredado del dualismo cartesiano:
¿cómo se conecta lo mental con lo físico? Un naturalista es alguien que acepta
que el problema heredado es un problema, pero lo reformula. Se trata, ahora,
de la cuestión de cómo algo físico o biológico o natural (sea un individuo, un
sistema cognitivo o los estados de un organismo), puede tener propiedades no
físicas, esto es, propiedades que las ciencias naturales no parecen admitir en
su ontología. Lo que ofrece, entonces, un naturalista cientificista que cree en el
proyecto de naturalizar el contenido de los estados mentales (lo que creemos,
lo que deseamos, etc.) es una teoría formulada en términos no mentales, en la
que figuren sólo las propiedades que las ciencias naturales estén dispuestas a
admitir. No es sorprendente advertir que lo que en teoría del conocimiento
constituyó el proyecto de "abandono de la meta de una filosofía primera" (Quine
1981, p. 92.)2 se transformó en esta empresa cientificista de la filosofía de la
mente, en el proyecto de elevar a las ciencias naturales al rango de filosofía
primera.3
Actualmente, gran parte de los trabajos en el ámbito de la filosofía de la
mente se ocupan de discutir el tema de la naturalización de los contenidos
mentales. Si bien hay varias teorías en oferta en el mercado creo que este
trabajo ganará en profundidad si se desarrollan las dos teorías principales que
están actualmente en pugna: la Semántica Informacional de Jerry Fodor y la
1 Sigo a Pettit 1992 en la utilización de esta expresión. 2 Véase el capítulo 3 de este volúmen. (N. del E.) 3 El proyecto de abandono de una filosofía primera en el ámbito de la teoría del conocimiento significaba oponerse al carácter fundamentador de la filosofía. Sin embargo, según mi interpretación de la empresa quineana y del naturalismo cientificista, éste último no hace más que adoptar y extremar una de las consecuencias del primero, esto es, la idea de las ciencias naturales como piedra de toque de la ontología.
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Biosemántica de Ruth Millikan. Las he elegido porque creo que son los intentos
más elaborados de los que disponemos actualmente y, en este sentido,
representan las dos tendencias más significativas dentro de este proyecto
cientificista de naturalización de los contenidos mentales.4 En este trabajo,
primero me ocuparé de desarrollar ambas teorías, luego intentaré explicitar las
tesis con las que se compromete cualquiera que apoye un proyecto así, y por
último se verán algunas estrategias opuestas a este proyecto sin abandonar un
marco naturalista.
1. La semántica informacional
Los estados mentales como los de creencia, deseo, temor y similares
tienen la propiedad de ser intencionales. Cuando se está, por ejemplo, en un
estado de creencia ese estado es acerca de algo, siempre hay algo que se
cree. Los filósofos de la mente que consideran que existen estados
intencionales (estén o no embarcados en un proyecto de naturalización del
contenido) sostienen que el contenido de esos estados, en el caso de la
creencia lo que se cree, puede ser verdadero o falso y refiere a algo. Y es
porque se cree lo que se cree, y se desea lo que se desea, que nos
comportamos como lo hacemos. Desde el punto de vista lingüístico, esta idea
se expresa a través de giros como ‘X cree (desea) que…’, y en los puntos
suspensivos se incluye la proposición creída, o deseada. Lo que sigue a la
claúsula ‘que’ es considerado el contenido del estado mental. Así, ‘Juan cree
que las vacas son marrones’ se analiza, en términos relacionales, como una
actitud (en este caso, de creencia) que un organismo (Juan) mantiene con un
contenido (las vacas son marrones). Los estados intencionales son llamados
Actitudes Proposicionales (AP). El contenido de una AP es intencional en el
sentido tradicional de Brentano 1874: el estado mental tiene la propiedad de ser
‘acerca de’ algo, en este ejemplo, acerca de las vacas. El objetivo de una
semántica para los estados intencionales no es el de dar cuenta de por qué una
4 Cabe hacer notar que hay otras teorías que por razones de extensión no podré desarrollar y que consideran que ’natural’ alude a la neurofisiología (entrelazada con modelos conexionistas de la arquitectura mental). Es el caso de P. M. Churchland 1989 y P. S. Churchland 1986.
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persona tiene las creencias que tiene o cómo se forman las creencias, sino en
qué consiste tener un contenido intencional y qué es lo que hace que una
creencia sea, por ejemplo, acerca de las vacas y no acerca de los perros.5
Son realistas intencionales quienes sostienen las dos características de
los estados intencionales mencionadas antes, esto es, que existen estados con
un contenido que es semánticamente evaluable (es decir, tiene propiedades
semánticas tales como condiciones de verdad, referencia, etc.) y que causa el
comportamiento de los individuos en función de esas propiedades semánticas.
Algunos filósofos consideran que sólo un sistema representacional interno
puede cumplir con ambos requisitos6. Por ende, los realistas intencionales, en
el sentido explicitado aquí, están comprometidos con la idea de que hay
representaciones internas que poseen propiedades semánticas/intencionales
que causan la conducta.
Si además de ser realista intencional, se es fisicalista, esto es, se cree
que las propiedades básicas y últimas son las físicas,7 entonces el problema
a resolver es cómo encajar las propiedades semánticas/intencionales en un
mundo cuyas propiedades son físicas. El naturalismo no es más que la
consecuencia metodológica del fisicalismo, tal como dice Fodor: si "todo
acerca de lo que habla la ciencia es físico [...] entonces, tiene que ser posible
que las cosas físicas tengan las propiedades que aparecen en las leyes
científicas, y debe haber un relato inteligible acerca de cómo las cosas físicas
las pueden tener" (Fodor 1994, p. 5). Dicho de otra manera, si desde el punto
de vista ontológico se cree en la existencia de estados intencionales con las
características que mencioné más arriba y además se cree que la ontología
del mundo es física entonces parece ser que se sigue una tesis metodológica
que lleva básicamente a naturalizar aquello que en principio no parece ser 5 En lo que sigue se utilizarán indistintamente los términos ‘mental’ e ‘intencional’, pero hay que tener en cuenta que los estados intencionales son un subconjunto de los estados mentales. Por otra parte, también se utilizará indistintamente los términos ‘intencional’ y ‘semántico’, pero hay que tener en cuenta que las propiedades intencionales (tener un contenido o ser acerca de algo) son un subconjunto de las propiedades semánticas que tienen los estados intencionales. 6 A mi entender, la postulación de representaciones internas se relaciona fundamentalmente con un proyecto más básico, y que constituye una de las motivaciones principales para la naturalización del contenido, que consiste en la obtención de una psicología científica. Para esto último, véase la tercera sección y Skidelsky 1998. 7 Véase Capítulo 4, apartado 3, de este volúmen. (N. del E.)
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per se parte del mundo natural. Así, las propiedades
semánticas/intencionales o el contenido de los estados mentales o lo
intencional, o lo que sea mental, tiene que poder relacionarse con alguna
propiedad del mundo físico. Parece ser que la tesis metodológica del
naturalismo lleva a una restricción ontológica que no es sólo propia del
ámbito de lo mental sino que afectaría a cualquier ciencia especial, esto es
según Fodor, a todas las ciencias menos la física (por ejemplo, un geólogo
tendría que explicar que algo físico sea una montaña8).
Uno de los intentos para resolver la cuestión de cómo algo físico puede
tener propiedades no físicas (intencionales) son las teorías covariacionales del
contenido. La idea central es que las representaciones covarían con cosas del
mundo. Fodor incorpora los aspectos básicos de la teoría desarrollada por Fred
Dretske9 y le adiciona su propuesta que se denomina teoría de la dependencia
asimétrica. La semántica de Dretske es un intento de aplicar la teoría de la
comunicación de Shanonn 1948. La noción básica es la de información, y dado
que es una noción objetiva puesto que no supone ningún proceso de
interpretación por parte de un agente cognitivo sino que se define en términos
de relaciones nómicas entre eventos, se la puede utilizar para explicar la noción
de representación en términos naturalista (Fodor 1990a, p. 208).
Los agentes cognitivos son vistos como sistemas que procesan
información (la detectan, recuperan y transforman) por medio de mecanismos
de nivel inferior puramente físicos. El contenido mental queda fijado por una
relación causal entre algo en el mundo y una representación (que porta
información acerca de eso en el mundo).
Siguiendo esta idea, Fodor sostiene que la covariación es una relación
nomológica/causal10 entre propiedades, esto es, entre la instanciación de una 8 Véase Fodor 1994, p. 5. 9 La teoría de Dretske (1981, 1988) apela a aspectos teleológicos: los mecanismos tienen la ´función’ de procesar información, en circunstancias óptimas, puesto que están evolutivamente diseñados para ello. Fodor no está dispuesto a aceptar ningún aspecto teleológico, básicamente, porque la noción de ´circunstancias óptimas’ lleva a un círculo puesto que para explicar el contenido se apela a esta noción pero para fijar las circunstancias se requiere saber cúal es el contenido (Véase, Fodor 1987, cap. 4) y porque la noción de ´función’ lleva a la indeterminación del contenido debido a la indeterminación misma de cualquier función (Véase Fodor 1990b, cap. 3). 10 Fodor utiliza la noción de 'causa' como la relación natural que explica la relación de representación. En el único lugar donde la explicita sólo dice que para que haya una relación
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cierta propiedad (del mundo) y la instanciación de una representación (en el
organismo) que se refiere a (o tiene información de) esa propiedad. Por
ejemplo, cuando se piensa VACA11, este concepto significa vaca porque hay
una ley (por ejemplo, ‘las vacas causan VACAS’), que soporta contrafácticos
(por ejemplo, ‘Si hubieran vacas, éstas causarían pensamientos acerca de las
vacas’ o ‘si no hubieran vacas, no tendríamos pensamientos acerca de las
vacas’), entre esta representación y la vaca en el mundo (específicamente, la
propiedad de ser vaca). De esta manera, el contenido surge y se determina por
relaciones nómicas efectivas y contrafácticas.
Hasta aquí las representaciones que constituyen el contenido de un
estado mental son causadas por cosas del entorno y portan información
acerca de lo que las causó. Sin embargo, esta teoría causal cruda tiene un
problema: hay muchas cosas en el entorno que pueden causar una
representación determinada y puede ocurrir que, en algunos casos, esa
representación no sea acerca de aquello que la causó. Esto es, el ámbito de
los contenidos semánticos es mucho más acotado que el de las relaciones
causales. La teoría de la dependencia asimétrica es introducida como un
intento de solucionar el problema tradicional de las teorías causales de que
no todo lo que causa (o si se prefiere, lo que entra en relaciones nómicas
con) una instancia representacional es semánticamente relevante para su
contenido. Dicho de otra manera, no todas las cosas en el mundo que
causan instancias de VACA constituyen su contenido y a la vez VACA puede
ser causada de muchas maneras (pueden haber muchas razones por las que
uno piense en vacas) y, sin embargo todas significan (o tienen el contenido)
causal entre dos cosas "algo tiene que ocurrir en el mundo" (Fodor 1990a, p.189). No la analiza en profundidad puesto que considera que no es necesario ofrecer una teoría acerca de la relación causal. En todo caso, la semántica estaría utilizando el mismo aparato metafísico que el resto de las ciencias empíricas, no es parte de su tarea ofrecer una teoría de la causalidad. Supongo que para evitar este tipo de inconvenientes, Fodor 1994 (p. 54) termina sosteniendo que prefiere una teoría nómica (que subsuma propiedades bajo la relación que sea que las ciencias naturales digan que hay) a una causal. 11 Respeto la tipografía usual. Los nombres de los conceptos se escriben en mayúsculas y los nombres de sus valores semánticos se escriben en itálicas (e.g. 'VACA' nombra el concepto que expresa la propiedad de ser vaca). Los nombres de las expresiones en español aparecen entre comillas.
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vaca. 12
La idea central de esta teoría es explicar la relación de 'R representa S' es
verdadero si y sólo C, en donde C alude a condiciones naturales, no
expresadas en términos semánticos o intencionales. (Cf. Fodor 1994, p. 5.)
Estas condiciones, dadas por un conjunto de relaciones nomológicas
entre propiedades, son las que permiten que las representaciones tengan
contenido. Las leyes mantienen entre sí relaciones de dependencia
asimétrica, es decir, hay una especie de jerarquía entre ellas. Así, por
ejemplo, VACA tiene el contenido vaca y no caballo en una noche oscura
porque el que haya instancias de VACA causadas por caballos en una noche
oscura depende de que haya instancias de VACA causadas por vacas, de
manera que la ley de que los caballos en noches oscuras causan VACAS
depende de la ley de que las vacas causan VACAS pero no a la inversa
porque si no hubiera una conexión causal entre VACA y vaca no habría una
conexión causal entre VACA y caballo en una noche oscura. Dicho de otro
modo, las falsedades dependen ontológicamente de las verdades. El
contenido se constituye, entonces, por la información más la dependencia
asimétrica (que permite distinguir el contenido de la mera información). De
manera que, las condiciones naturales para que surga el contenido son un
conjunto de relaciones nómicas entre propiedades que mantienen entre sí
una dependencia asimétrica y que están expresadas en términos no
intencionales: "X" tiene el significado (o el contenido) X si:
1- Los X causan "X"' es una ley. 2- Algunos "X" son realmente causados por X. 3- Para todo Y no igual a X, el que los Y qua Y causen realmente "X" es asimétricamente dependiente de que los X causen "X". (Fodor 1990a, p. 208.)
Estas son el tipo de leyes que ‘naturalizan’ la intencionalidad y que
estarían incluidas en una teoría del significado o semántica de los estados
12 Drestke 1981 también propone una solución que es objetada por Fodor. Esta consiste en identificar las condiciones de verdad de una creencia con las que las causaron durante el período de aprendizaje (de la formación de creencias), las causas que podrían dar lugar a una creencia luego de ese período no forman parte de las condiciones de verdad y por ende llevarían a creencias falsas. Fodor 1990b (pp.61 y ss.) le responde: 1- ¿cuándo se detiene la formación de creencias?, 2- se aprende un concepto igual aunque uno esté expuesto a
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intencionales. Así, la semántica naturalizada consistiría en "una teoría que
articule, en términos que no sean ni semánticos ni intencionales, condiciones
suficientes para que un fragmento del mundo sea acerca de (exprese,
represente, sea verdad de) otro fragmento" (Fodor 1987, p. 146). Si se
pregunta cuáles son los términos no semánticos ni intencionales, Fodor da
algunos ejemplos como el vocabulario de las longitudes de onda, la potencia
de la luz y cosas por el estilo y afirma que, en última instancia, es una
cuestión de intuición puesto que no hay una manera satisfactoria de decir
cuáles términos son semánticos o intencionales (Fodor 1987, p.166 y 1990b,
p. 48, n.1). La semántica naturalizada de Fodor abarca, además, dos
aspectos, uno fisicalista y otro atomista. Es fisicalista porque se puede decir lo
que es la dependencia asimétrica en lenguaje no semántico o intencional y es
atomista porque, por ejemplo, se pueden tener pensamientos acerca de las
vacas aunque no se tengan pensamientos acerca de ninguna otra cosa. 13
El proyecto de naturalización de las propiedades mentales (tanto el de
Fodor como el de Millikan) asimila la idea de explicación en términos naturales
a la de reducción. La búsqueda de condiciones suficientes naturales para que
algo físico sea intencional (esto es, que conecten un ámbito de propiedades
con otro) implica que lo intencional quede reducido a lo físico, pero no consiste
en eliminar la noción (en el plano semántico) o el fenómeno (en el plano
ontológico), sino que es una manera de conservarla/lo. En otras palabras, es
una estrategia que permite que lo no mental explique lo mental de modo de que
lo mental no quede fuera del ámbito de lo natural. Así, en la teoría de Fodor, la
relación de representación se reduce a la de relaciones nomológicas, en el
sentido de que las últimas explican a la primera.
2. La biosemántica
La biosémantica es una propuesta para naturalizar la intencionalidad
via la biología. La que se ha ocupado de desarrollarla desde su libro
Language, Thought, and Other Biological Categories hasta la actualidad es la
condiciones erróneas, y 3- ese criterio no se aplica para creencias innatas. 13 Cf. Fodor 1990a, p. 182; 1990b, pp. 51-52; y 1994, p. 6. Véase, además, la tesis (10) del
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filósofa Ruth Garret Millikan. Otros filósofos han propuesto teorías dentro de
esta línea biologicista como David Papineau (1984, 1987, 1990), Colin
McGinn (1989) y Andrew Woodfield (1990). La teoría de Millikan contiene un
aparato conceptual muy rico en terminología técnica (sólo las disquisiciones
en torno a la noción de función llevarían un capítulo completo) de manera
que intentaré desarrollarla acudiendo sólo a aquellos conceptos que sean
imprescindibles para lograr una comprensión adecuada de este proyecto.
La biosemántica es una teoría teleológica basada en la teoría de la
evolución. La noción clave es la de función biológica y ésta es entendida en
términos de la selección natural que actúa sobre las especies para producir
adaptaciones al entorno, el surgimiento de los rasgos nuevos que son
favorables para la reproducción se transmiten y la función de estos rasgos
consiste en el ejercicio de la capacidad que portan. Así, toda estructura
orgánica tiene una función ‘propia’ (o ‘adecuada’) que está relacionada con su
historia, y no con sus poderes causales o su constitución física, porque son los
ancestros los que determinan si un sistema tiene una función determinada
(puesto que su ejecución llevó a su conservación) independientemente de si la
función se realiza actualmente. Al igual que las estructuras orgánicas, tanto los
estados mentales como el lenguaje son miembros de categorías biológicas y
éstas se definen por sus funciones propias. Una función ‘propia’ puede haber
sido diseñada o adquirida (un ejemplo de esto último son las creencias y
deseos).
La realización de una función depende de lo que se supone que un
sistema hace (o debe hacer o está diseñado para hacer) y de las condiciones
Normales (adecuadas u óptimas) para un funcionamiento exitoso. Las
condiciones Normales son las históricamente óptimas bajo las cuales una
función se realizó. Esto quiere decir que una condición es la adecuada para la
realización de una función no por ser la condición actual (o posible) bajo la cual
un sistema ejecuta su función sino por ser la que permitió que ese sistema
reprodujera una capacidad con esa función. De manera que no se trata de una
cuestión contrafáctica (como en la semántica informacional), en la que dadas
las condiciones adecuadas el sistema realizaría cierta función sino que el atomismo del contenido en la tercera parte de este trabajo.
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sistema debe realizar esa función (para ello fue diseñado).14
La mayúscula en ‘Normal’ alude justamente al carácter no actual ni
frecuencial ni promedio de las condiciones sino a su carácter normativo,
histórico (relativo a la historia de una función). Tal es así, que algunas
funciones rara vez se realizan porque las condiciones son poco frecuentes o se
realizan bajo condiciones raras. Un ejemplo de lo primero es la función de los
espermatozoides de fecundar el óvulo, muy pocos la realizan. Un ejemplo de lo
último es el reflejo vomitivo, una condición normal para vomitar es la presencia
de veneno en el estómago, sólo bajo esa condición es que la función de evitar
que el cuerpo se intoxique tuvo históricamente efectos beneficiosos. Las
condiciones Normales son las que hay que mencionar para dar una ‘explicación
Normal’ del buen funcionamiento de un sistema. La explicación Normal es la
que prepondera en los casos históricos en los que se realizó esa función y da
cuenta de su ejecución diciendo cómo funcionó adecuadamente a lo largo de
su historia, mencionando leyes naturales y la estructura del sistema. Así, la
intencionalidad no es una cuestión de tener alguna función propia en
particular sino que radica en la manera en que Normalmente un sistema
realiza su función. La intencionalidad se explica por relaciones Normales
entre las representaciones y lo representado. Las noción ‘Normal’ se explica
en términos de historia evolutiva. Esta es la secuencia de la explicación
naturalista de la intencionalidad.
Como se ha notado, en la biosemántica hay representaciones, pero la
relación de representación no es solamente de covariación (al igual que en la
teoría de Fodor) porque puede haber rasgos de un sistema que covaríen con
propiedades del entorno y no por ello ser representaciones (caso del
camaleón que cambia de color). Tampoco las representaciones son signos
naturales (ponerse rojo cuando se hace ejercicio no es una representación).
De manera que la propuesta es identificar el contenido con independencia
del entorno que lo causó. Algo representa porque su función es representar.
La función de una representación no es indicar (como en la semántica
informacional) sino que es la función de los productores de representaciones
producir una representación que indique, de manera que la representación 14 Cf. Gomila 1995 para este punto.
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no produce la relación de indicación sino que está en esa relación. Puesto
que la función de una representación es representar, su contenido no se
identifica con la función sino con las condiciones Normales para que un
sistema ejecute su función propia. Dicho de otra manera, un estado es
representacional porque su función es establecer una relación de
correspondencia por medio de principios de proyección (esto lo hacen los
sistemas de producción de representaciones) y el contenido consiste en las
condiciones Normales (que hacen que las representaciones se correspondan
con lo dado) para el funcionamiento apropiado de los mecanismos
consumidores de representaciones. Algo es una representación sólo para un
sistema que la interpreta, de manera que son los mecanismos que consumen
las representaciones los que determinan cuáles correspondencias son las
adecuadas, es decir, cuáles estados son representacionales y cuál es su
contenido.
Como se dijo, algo es una representación no por simple covariación
entre la representación y lo representado sino por proyección según
principios que operan transformaciones en la representaciones y en lo
representado. Estos principios son reglas de correspondencia (funciones
matemáticas de proyección) biunívocas. La correspondencia entre la
representación y lo representado radica en el conjunto de las
transformaciones isomórficas que se dan en (y no en las partes de) la
estructura representacional y en el estado de hecho en el mundo. Así, por
ejemplo, la orientación y distancia del néctar se corresponden con el norte y
el tempo de la danza de las abejas, respectivamente. Tanto la danza como
su representación está articulada, la representación completa es la danza en
un tiempo y un lugar con un tempo y una orientación. Es en este sentido que
las representaciones y lo que está en el mundo está articulado, esto es,
compuesto de elementos invariantes y variantes. El contenido, entonces,
depende de lo representado y de la relación de correspondencia.15
Hemos mencionado a los productores y consumidores de
representaciones. Estos son dos aspectos de los sistemas cognitivos y es en
15 Cf. Millikan 1984, p. 86.
140
los mecanismos consumidores de representaciones en los que hay que
poner atención porque son los que al determinar el contenido otorgan estátus
representacional a un estado del organismo. En este sentido, Millikan se
opone a la distinción estátus representacional (ser una representación) -
contenido representacional (ser una representación de algo en particular).
Que algo sea una representación y lo que fija el contenido de esa
representación se ejecuta por el mismo sistema y por la misma explicación (a
diferencia la postura de Fodor, quien considera que lo que hace que algo sea
una representación está determinado por la organización funcional del
sistema y su contenido por las causas que bajo ciertas condiciones
determinan el contenido).
La semántica que hay que construir es una semántica para el lenguaje
de los consumidores que son los que usan el sistema de representaciones.
La función de los mecanismos productores de representaciones es que éstas
se correspondan con el mundo, que la representación (signo) coincida con lo
representado (mundo), pero son los consumidores los que determinan el
contenido, es decir, cuál regla de correspondencia es la adecuada. Cuál sea
ésta depende de la historia evolutiva del sistema. Esta es la condición
Normal para que los consumidores funcionen adecuadamente y de ella
depende el contenido de las representaciones porque son los consumidores
los que comprenden (interpretan) un sistema de representaciones. Siguiendo
con el ejemplo más citado de Millikan, la función de la danza de las abejas es
estimular el sistema nervioso de las abejas que lo ven para que vuelen en
cierta dirección y recolecten el néctar (representación imperativa), el
contenido de la danza es la localización del néctar (representación
indicativa).16 No es la función lo que la hace ser representacional puesto que la
función no es el contenido de la representación sino que el contenido (que se
establece por una regla de correspondencia entre la representación y lo
16 En el caso de sistemas con representaciones elementales como el de las abejas, las indicativas y las imperativas están entremezcladas, de manera que puede ocurrir que en tanto representación imperativa, sea su función propia la que determina la regla de correspondencia que, a su vez, determina el contenido. Pero, en sistemas complejos, como los humanos, las representaciones indicativas no obtienen su contenido por su función sino que sus condiciones de verdad corresponden a las condiciones Normales de ejecución de las funciones.
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representado) permite que el sistema realice su función. La intencionalidad, es
así una relación entre los consumidores (puesto que es aquí donde comienza
la explicación Normal), las representaciones y el entorno.
Las representaciones son concebidas como símbolos en el sentido de
que tienen alguna ‘forma’ que les permite ser manipuladas y estos símbolos
son semánticos porque se proyectan en el mundo cuando se tiene éxito en
ejecutar la función propia. Según su forma se combinarán entre sí. Tal como se
mencionó antes, las representaciones son signos articulados, con estructura,
sus elementos varían con lo que es representado. Las representaciones tienen
como una de sus funciones participar en inferencias, esto es, combinarse entre
sí para llevar información nueva. La idea básica es la misma que la de la
semántica informacional, esto es, los sistemas cognitivos realizan
transformaciones de información entre ítems con contenido pero, el medio de
las representaciones es como un mapa o un modelo (más que las oraciones
del lenguaje del pensamiento) puesto que la relación entre las representaciones
y el mundo es la de un isomorfismo matemático (abstracto).
Por otro lado, el conjunto de los ítems que tienen funciones biológicas
es mayor del que tiene contenido representacional, piénsese en el corazón
cuya función es la de bombear sangre al cuerpo. A su vez el conjunto de los
sistemas que poseen representaciones es mayor que el de los ‘creyentes’,
piénsese en el sistema detector de moscas de las ranas. Si bien hay un
continuo biológico entre tener una función y tener creencias, tienen que darse
ciertos requisitos para pertenecer a un conjunto u otro. Recién se puede
hablar de representaciones cuando hay una relación de proyección entre la
representación y lo representado; y el sistema representacional de los
humanos difiere de las especies inferiores porque: 1) no todas sus
representaciones son autoreferenciales, 2) las almacenan, 3) poseen
representaciones indicativas (determinadas por cómo son los hechos) e
imperativas (dicen qué hacer al mecanismo que las interpreta) claramente
distinguibles, 4) participan en inferencias, 5) sólo los humanos realizan actos de
identificación de manera de saber acerca de qué son sus representaciones, y
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6) las representaciones tienen estructura proposicional (sujeto/predicado).17 De
estas características la más importante es la 5, un sistema tiene
representaciones en sentido estricto porque funciona apropiadamente cuando
un mecanismo intérprete identifica los referentes con los que se corresponde.
En cuanto a la evaluación semántica de las representaciones, una
representación será falsa cuando las circunstancias para producirla no sean
las Normales (las que fueron históricamente cuando tuvo éxito). Las
representaciones verdaderas son las que se proyectan en el mundo de
acuerdo con reglas especificables (esto sucede cuando las condiciones son
las Normales). Lo mismo ocurre para el caso de las creencias, un tipo de
creencia se corresponderá con algo en el mundo si y sólo si algún mecanismo
lo seleccionó porque se correspondió con eso mismo en el pasado. Las
creencias se aprenden (también el aprendizaje es un mecanismo de selección
natural en el sentido de que favorece ítems que dan lugar a recompensas) y
mientras que la función propia del sistema de creencias es producir creencias
de que p si y sólo si p, las creencias tienen la función propia de contribuir a los
procesos de inferencia práctica para ayudar a cumplir los deseos.
3. El naturalismo cientificista
En lo que sigue intentaré explicitar las tesis que comparten ambas
teorías y también aquellas que las hacen ser teorías en competencia por la
mejor explicación naturalista del contenido de los estados mentales. El objetivo
de esto es tener bien claro con cuáles tesis uno se compromete si va a apoyar
un proyecto naturalista cientificista y, más en particular, con cuáles se
compromete si apoya a alguna de las dos teorías en pugna. El naturalismo
acerca del contenido mental consiste en la tesis que dice lo siguiente:
(1) Naturalismo: las condiciones suficientes para que un estado mental tenga contenido son especificables en términos no-semánticos o no-intencionales.
Tanto Fodor como Millikan ofrecen condiciones suficientes para que un
17 Cf. Millikan 1989, secc. V.
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estado mental tenga un contenido intencional. Según Fodor, esas condiciones
son un conjunto de leyes que conectan instancias de representaciones con
instancias de propiedades en el mundo. Según Millikan son un conjunto de
condiciones Normales (junto con principios de proyección) que conectan la
representación con lo representado. Tanto las leyes como las condiciones
Normales se formulan en términos no intencionales, esto es, expresiones en las
que no figuran términos como ‘creencia’, ‘deseo’, ‘intenciones’, etc. Ambas
teorías son cientificistas en el sentido que sostienen la siguiente tesis:
(2) Naturalismo cientificista: los términos no intencionales utilizados en (1) son términos que refieren a propiedades (eventos, procesos, relaciones, etc.) que las ciencias naturales aceptan como parte de sus teorías.
Este es el naturalismo cientificista propiamente dicho y que da nombre
a todo el proyecto dado el peso que tiene esta tesis. Tanto en la teoría de
Fodor como en la de Millikan, las condiciones suficientes para que un estado
mental sea intencional se formulan en términos aceptados por las ciencias
naturales, sólo que ambos apelan a distintas ciencias como los paradigmas
que dan cuenta del mundo natural. Fodor es fisicalista, acepta que todas las
entidades son o supervienen a o se realizan en entidades físicas (y considera
que la física es la ciencia básica), de manera que la relación de
intencionalidad, planteada en términos de la conexión entre las
representaciones y el mundo, se reduce a una relación física legal. El
fisicalismo es una tesis ontológica más acotada que el naturalismo. Se podría
sostener (1) y sin embargo aceptar que las condiciones se formulen en
términos no físicos, por ejemplo, que aludan a propiedades naturales de otra
ciencia. Tal es el caso de Millikan quien considera que la psicología es una
rama de la fisiología, que a su vez forma parte de la biología y por ende, ésta
última es la ciencia a cuya ontología hay que apelar. Por eso, la relación de
intencionalidad se explica en última instancia en términos evolutivos.
Ahora bien, la tesis fisicalista surgió originariamente para oponerse al
dualismo ontológico de manera de defender la idea de que lo mental no
constituía un reino distinto del mundo de las cosas físicas. Formulada la
cuestión de esta manera amplia, Millikan es fisicalista, pero si nos atenemos
144
a la tesis tal como se la explicitó, Millikan no es fisicalista18. De manera que
hay que entender la diferencia en (2) simplemente como la elección de la
ciencia paradigmática a la que reducir el fenómeno de la intencionalidad, así
las tesis quedan especificadas de la siguiente forma:
(2.F) Los términos utilizados en (1) son términos que refieren a propiedades (u otras entidades) de la física, (2.M) Los términos utilizados en (1) son términos que refieren a propiedades (u otras entidades) de la biología.
La tesis (1) y (2) son tesis filosóficas, más específicamente referidas a la
ontología general del mundo y, por ende incluyen a los contenidos mentales.
Ambas suponen una tesis naturalista metafilosófica, una tesis acerca de la
naturaleza de la empresa filosófica:
(3) Tesis naturalista metafilosófica: la filosofía de la mente debe desarrollarse en conformidad y haciendo uso o explicitando el aparato metafísico de la ciencia de la época de manera de integrar a la mente en el mundo natural-científico.
En las teorías de Fodor y Millikan hay datos empíricos que intervienen
en argumentos que no son ya los tradicionales a priori, de modo que, la manera
de hacer filosofía no se concibe como una tarea argumentativa puramente a
priori sino incorporando los datos, la terminología, los ejemplos y la ontología
de las ciencias naturales.
La motivación para adherir a las tesis (1) y (2) radica en la conjunción de
dos tesis relacionadas con la naturaleza de los estados intencionales. Tanto
Fodor como Millikan son realistas intencionales, consideran que hay realmente
estados con contenido y que esos estados están conformados por
representaciones. Si se parte de una ontología como ésta (en la que la que uno
de los términos de la relación intencional son las representaciones y, por
supuesto se descuenta que no se es dualista) entonces, se buscará relacionar
las representaciones con algo del mundo natural.19 Ambas tesis pueden
18 Cf. Millikan 1984, p. 12. 19 Como este es un punto importante para entender por qué algunos filósofos creen que hay que desarrollar una semántica para el contenido mental y que además sea naturalista, dejaré
145
formularse de la siguiente manera:
(4) Realismo intencional: existen estados internos con contenido intencional que son causalmente explicativos de la conducta de un organismo y que pueden ser evaluados semánticamente. (5) Representacionalismo: los estados intencionales son estados relacionales de un individuo con representaciones, de manera que el contenido intencional está constituido por representaciones internas.
Para ambas teorías existen estados intencionales y estos son
representacionales. Las representaciones conforman un sistema que el
organismo manipula de manera de dar lugar a representaciones nuevas. Este
sistema de representaciones guía la conducta de los organismos y ésta se
explica apelando a la información que aquellas portan. Ahora bien, para Fodor
este sistema representacional tiene propiedades sintácticas (o formales) y
semánticas tal como posee el lenguaje natural (aunque no es ninguno de los
lenguajes naturales). Las creencias, los deseos, etc. tienen la forma de las
oraciones (el contenido tiene la forma de proposiciones) de manera que se las
puede evaluar semánticamente, esto es, se puede adscribir verdad o falsedad
a las representaciones. En la teoría de Fodor, (4) y (5) toman la forma
específica de la tesis del lenguaje del pensamiento20.
En cambio, Millikan parece no aceptar esta tesis de Fodor. Primero,
porque sostiene que otras especies tienen intencionalidad sin que sus
representaciones tengan estructura oracional. Desde un punto de vista amplio,
se puede hablar en términos de representaciones para los sistemas que hacen
uso de ‘iconos intencionales’ (elementos que exhiben el rasgo de ser acerca
de), pero éstas serían muy elementales (por ejemplo, la danza de las abejas),
lo único que se requiere es que haya una relación de proyección entre una hasta el final, cuando se discuta el proyecto naturalista cientificista, la profundización de la índole de la relación entre el conjunto de las tesis (4) y (5),y el conjunto de las tesis (1) y (2). 20 En el caso de Fodor, este sistema es concebido a la manera de un lenguaje. A lo largo de su producción filosófica, Fodor da varios argumentos en favor de la existencia de un lenguaje del pensamiento. Básicamente están relacionados con que permite explicar fenómenos mentales como la productividad (capacidad ilimitada de producir y comprender pensamientos nuevos) y la sistematicidad (es una propiedad sintáctica y consiste en que la capacidad para pensar algunos pensamientos está conectada con la capacidad para pensar otros, así un organismo que puede pensar aRb también puede pensar bRa y viceversa) y, por otro lado, permite dar cuenta de la postulación de mecanismos computacionales por parte de las teorías científicas. Véase en particular, Fodor 1975 y 1987.
146
forma y algo en el mundo. Parecería que sólo los humanos tienen
representaciones en sentido estricto, y éstas se definen como elementos que
participan de procesos inferenciales. La noción de inferencia hay que
entenderla en sentido amplio y consiste simplemente en un proceso de
transformación de información. Para ello se requiere que haya un sistema que
identifique una forma como la misma que participa en otras combinaciones.
Esto es necesario para mantener la misma referencia a través de distintas
modalidades sensoriales (por ejemplo, el mismo objeto visto que olido). Así, los
procesos humanos de pensamiento dependen de que se pueda identificar el
referente de las representaciones, cosa que no ocurre en el caso de otros
mecanismos intencionales (por ejemplo, las abejas no ‘saben’ acerca de qué
son sus representaciones o no ‘conocen’ sus referentes). Además, los
procesos inferenciales también requieren que las representaciones se agrupen
en una estructura sujeto-predicado para que sea posible que distintos sujetos
tengan el mismo predicado o que un mismo sujeto tenga distintos predicados, y
ser pasibles de negación.
Hasta aquí, si se admite que los seres humanos poseen
representaciones (con la estructura oracional mencionada), entonces ¿por qué
no adherir a la tesis del lenguaje del pensamiento para los humanos? Millikan
1993 considera, y ésta es la segunda razón, que no sólo no se requiere una
tesis así (por motivos que se deben a su teoría de la proyección entre mapas o
modelos mentales y estructuras del mundo) sino que desarrolla un argumento
que alude a un problema técnico que se le presenta a todo lenguaje lógico
formal. Millikan cree que la manipulación computacional (sintáctica o por las
formas de los símbolos) de las representaciones, que Fodor plantea, descansa
en una analogía con los sistemas lógicos formales y muestra que un lenguaje
del pensamiento requeriría de símbolos que se agrupen en tipos para que se le
apliquen reglas formales que determinen la validez de las inferencias, y puesto
que no hay un criterio para agruparlos en un tipo particular, no hay manera de
que funcione un lenguaje así.21 Aquí habría que aclarar mínimamente lo 21 El criterio no es puramente la similaridad de las formas de las instancias puesto que siempre se acude a la intención del que diseña el sistema formal para decir que la instancia p corresponde al tipo p, y esto es algo que no podría ocurrir en un sistema computacional autónomo.
147
relacionado con la manipulación de las representaciones en el modelo
computacional propuesto por Fodor. Las representaciones tienen formas
determinadas, así si un símbolo p representa vaca lo hace porque la instancia
particular p corresponde con el tipo P de vaca. Y es al tipo P al que se aplican
las reglas de transformación. Lo mismo ocurre para las creencias, para
preservar la validez de las inferencias en las que intervienen, una instancia de
creencia debe tener la misma forma que el resto de las instancias de la misma
creencia. La propuesta de Millikan para las oraciones mentales no requiere que
los elementos sean del mismo tipo para poder realizar transformaciones sobre
ellos ni que se les aplique las mismas reglas de proyección según la forma del
elemento.22
Más allá de los problemas técnicos que pueda tener la tesis particular de
Fodor, Millikan sostiene que las representaciones humanas pueden adoptar la
forma de oraciones mentales y que sólo éstas tienen contenido proposicional,
de manera que pueden ser evaluadas semánticamente. Pero incluso, si no
llegara a haber oraciones mentales los contenidos expresados en el lenguaje
público (las oraciones que adscriben correctamente creencias a un individuo)
podrían estar implícitos en (en el sentido de implicados por) las
representaciones mentales, de la misma manera que las oraciones del lenguaje
público explicitan los contenidos de las representaciones de una rana o una
abeja.
En ambas teorías, el contenido de las representaciones está
determinado por las relaciones (de covariancia legal o de proyección) que
mantiene la representación con lo representado. Esto se opone a la idea de
que el contenido de nuestras creencias se determina por propiedades internas
al organismo (tesis internalista). Cualquier teoría que postule que el contenido
de los estados mentales depende de algo en el mundo es una teoría
externalista. Así, ambos enfoques comparten la siguiente tesis.
(6) Externalismo: lo que determina el contenido de los estados intencionales son sus relaciones con el mundo.
22 Para Millikan 1984 (pp. 75-76), las instanciaciones de los símbolos mentales se agrupan de acuerdo a su historia, a la función propia que comparten y no a su forma.
148
La tesis (6) no está asociada a ninguna de las tesis anteriores, es decir, se
puede ser externalista sin sostener un proyecto naturalista cientificista para el
contenido de los estados mentales y sin adherir a la tesis representacionalista.
En efecto, para ser externalista no hace falta adherir al realismo intencional
puesto que se puede ser instrumentalista, esto es, sostener que adscribir
creencias forma parte de adoptar una actitud hacia ciertos sistemas de manera
de tratarlos como intencionales, sin postular que tengan estados internos
intencionales. Tanto para un realista como para un instrumentalista, los
individuos tienen estados físicos con algún tipo de información, pero para un
instrumentalista la intencionalidad es una cuestión de interpretación de ciertos
sistemas cognitivos complejos que no tienen que tener necesariamente
estados internos con contenidos pasibles de evaluación semántica. Y, por
supuesto, se es externalista porque al momento de adscribir deseos y
creencias para dar cuenta de la conducta de esos sistemas se toma en cuenta
el entorno que los rodea.23
La idea de que la conducta de los individuos es producto de sus deseos
y creencias es lo que se denomina folk psychology (psicología de sentido
común). Todos los filósofos de la mente creen en esto, incluso los que no
comparten ninguna de las tesis mencionadas hasta aquí, y más allá de las
respuestas que se puedan dar con respecto al estátus ontológico de los deseos
y las creencias (si están en la mente o sólo son adscripciones lingüísticas), su
naturaleza (si son oraciones del lenguaje del pensamiento o mapas) o la
manera en que se determine su contenido (por leyes o proyección). Algunos,
como Fodor, creen que la folk no sólo tiene que ser el punto de partida de la
psicología sino que esta última tiene que justificar esta idea básica de la folk,
expresada más arriba. Para este filósofo, la psicología cognitiva no es más que
la formulación científica de la visión folk. Desde la folk se suele hacer
generalizaciones intencionales (que relacionan los contenidos de las creencias,
deseos, intenciones, etc.) para dar cuenta de la conducta de los individuos. Por
ejemplo, si se está incendiando un edificio se puede describir el 23 Esta es, muy resumida, la postura de Dennett 1987. Si hubiera que oponerla al realismo intencional, tal como se lo definió, habría que decir que es instrumentalista pero, a decir verdad es realista respecto del contenido (pero no a la manera de representaciones internas, tal como lo conciben los realistas intencionales).
149
comportamiento de los individuos que se encuentran en él diciendo que dada
su creencia de que el edificio se incendia y su deseo de salir, intentarán por
todos los medios salir del edificio. Si estas generalizaciones pueden convertirse
en leyes entonces, la folk psychology estaría dotada de las leyes (en este caso,
intencionales) que son necesarias en toda teoría que aspire a ser científica. Si
las leyes intencionales no fueran posibles, entonces no se podría incluir a la
psicología dentro de la visión científica del mundo24.
Por su parte, Millikan 1986 sostiene que sólo si la folk es entendida en
términos de una teoría que pretende explicar el comportamiento de los
organismos postulando estados internos con funciones propias (y no entidades
que obedecen leyes), entonces podría ser el punto de partida para la ciencia
cognitiva. Pero, de esta manera la psicología no sería científica en el sentido de
constar de leyes porque tan sólo se podrían hacer generalizaciones, y esto es
así porque las funciones propias dependen de condiciones externas óptimas
que pueden fallar, por ende no se corresponden con leyes (estrictas, válidas
para todos los casos) que soporten contrafácticos. Este argumento de Millikan
no parece ser una razón de peso para la inexistencia de leyes, puesto que
Fodor tampoco cree que las leyes de la psicología científica serán leyes
estrictas sino ‘ceteris paribus’, esto es, leyes que se cumplen manteniéndose
ciertas condiciones iguales.
La diferencia de criterios más bien radica en un segundo argumento que
sostiene que tener una función no confiere poder causal, un sistema no hace
algo por tener una función, de manera que no habrá leyes causales en la
ciencia cognitiva futura y por ende, no hay que esperar explicaciones biológicas
o psicológicas predictivas como las causales. De todas formas, habría
explicaciones de cómo un sistema cognitivo ejecuta Normalmente las funciones
y, en cierto grado falible (por lo dicho anteriormente), se podría predecir su
comportamiento. Las explicaciones no serían legaliformes (haciendo referencia
24 La empresa de una psicología científica en Fodor abarca, a mi entender, tres aspectos. En primer lugar, la elaboración de leyes causales intencionales. Para esto se apela al poder causal de las representaciones internas para producir el comportamiento de los individuos. En segundo lugar, la elaboración de leyes psicofísicas que relacionen los estados representacionales con la base física del individuo. Y, en tercer lugar, una semántica que relacione los contenidos de las representaciones con rasgos del mundo, esto es, una teoría del contenido. Para un desarrollo de estas ideas, véase Skidelsky 1998.
150
a condiciones iniciales y leyes), sino que serían como las históricas, esto es,
retrospectivas, tratando de explicar cómo sucedió un episodio haciendo alusión
a los pasos de una secuencia. Más allá del desacuerdo acerca de la estructura
de la folk y de una teoría científica, está claro que ambos consideran que es
posible convertir a la folk en ciencia y por lo tanto tener una psicología
científica, por ende ambos acuerdan en las siguientes dos tesis.
(7) El punto de partida de la psicología cognitiva es la folk psychology. (8) Uno de los objetivos (explícitos o implícitos) para el desarrollo de una semántica del contenido mental es la obtención de una psicología científica. Por otro lado, si de lo que se trata es de dar condiciones naturales para
que un estado mental tenga un contenido es porque se cree que dichas
condiciones pueden especificar un contenido ‘determinado’ de un estado
mental particular, de manera que ambas teorías sostienen:
(9) La tesis de la determinación del contenido: hay algo en el mundo, un hecho decisorio (fact of the matter) que fija el contenido de los estados intencionales.
La idea es que el contenido de una creencia no puede consistir en más
de una opción porque si fuera así, entonces las condiciones naturales no serían
suficientes para determinarlo. En la teoría de la dependencia asimétrica, el
contenido está determinado por contrafácticos. En la biosemántica el contenido
está fijado por determinantes históricos (las condiciones Normales para
ejecutar la función). En la teoría de la dependencia asimétrica, el contenido está
determinado por contrafácticos. En la biosemántica el contenido está fijado por
determinantes históricos (las condiciones Normales para ejecutar la función).
De manera que (9) se formula de estas dos formas:
(9F) El contenido queda fijado por relaciones nomológicas entre instanciaciones de representaciones e instanciaciones de propiedades en el mundo. (9M) El contenido queda fijado por relaciones de proyección entre una representación y lo representado en condiciones Normales.
Cualquier teoría del contenido que asuma la tesis (9) debe enfrentarse
con el problema de la disyunción cuya consecuencia es que no habría lugar
151
para las representaciones falsas o erróneas, porque habría casos en los que
el contenido de un estado mental parece ser la disyunción de varios
contenidos ya sea porque hay varias propiedades en el mundo que podrían
causar una misma representación o hay varias condiciones Normales en que
un sistema ejecutaría su función propia. Así, por ejemplo la extensión de
VACA podría incluir la disyunción de las propiedades ser vaca o ser un
caballo en una noche oscura. Es por ello que Fodor introduce su teoría de la
dependencia asimétrica. Como este es un problema que afecta a ambas
teorías de manera que forma parte de las objeciones que han recibido, se
desarrollará en la sección 4.1.
En Fodor, lo que está en el mundo determina el contenido de una
representación porque hay una ley que los conecta. En cambio, la teoría de
Millikan sostiene que el contenido se determina por una relación de isomorfía
estructural entre las representaciones y lo representado. Ambos tipos de teoría
no son más que las versiones refinadas de teorías semánticas para el lenguaje
natural: la teoría causal en el caso de Fodor y la teoría del isomorfismo en el
caso de Millikan. Ambas tienen problemas, por ejemplo, las primeras fracasan
en dar cuenta de las representaciones que no covarían con nada real en el
mundo (por ejemplo, el caso del unicornio) y las segundas llevan a un regreso
de interpretación porque hay muchas vias de proyección de una representación
a algo en el mundo. Tanto Fodor como Millikan intentan resolver estos y otros
problemas que se les plantea a estas teorías tradicionales. En relación a los
mencionados aquí, en la teoría causal de Fodor, el contenido de un concepto
es su referente, pero como la conexión es entre propiedades, esto puede incluir
propiedades que no se instancian. Sin embargo, una de las condiciones
suficientes de la teoría de la dependencia asimétrica dice que algunos “X” están
actualmente causados por los X, por lo tanto hay que entender a las
propiedades no instanciadas como construcciones a partir de propiedades
instanciadas. En la teoría del isomorfismo de Millikan, las representaciones son
figuras (pictures) en sentido abstracto y están articuladas, de manera que
representan “estados de hechos” 25. La teoría acepta que hay infinitas
relaciones de proyección, pero lo único que afirma es que “se supone” que las
152
creencias se proyectan en estados de hecho en el mundo de acuerdo con
ciertas reglas de proyección. Este “se supone” se explica en términos de
Normalidad o adecuación, de manera que sólo las creencias que son
verdaderas lo son en virtud de que se ha establecido cierta correspondencia
actual.
De acuerdo a lo dicho antes, estas teorías semánticas no son
desarrollos específicos para los estados mentales, esto es, no hay un marco
conceptual propio para la elucidación de los mismos. La idea es tomar teorías
que se han desarrollado para el lenguaje natural y, con mayor o menor suerte
en la resolución de sus problemas, utilizarlas para dar cuenta de lo mental
porque simplemente se asume que las propiedades semánticas del lenguaje
son análogas a la de los estados mentales y como estos son considerados
representacionales, por transitividad (Fodor) o de manera independiente
(Millikan), las representaciones también las poseen.
Por otro lado, la tesis (9) parece estar estrechamente relacionada con el: (10) Atomismo del contenido: la propiedad de “tener contenido intencional” es atomista en el sentido de que podría estar instanciada por sólo una cosa. 26 Esta tesis se opone al holismo semántico que sostiene que si algo tiene la
propiedad de “tener contenido intencional”, entonces muchas otras cosas la
tienen. Formulada para las creencias, esto significa que el contenido de una
creencia depende del contenido de todo nuestro sistema de creencias (o de, al
menos, otras creencias, si se sostiene un molecularismo del contenido). Un
holismo así amenaza la tesis de la determinación del contenido porque si se
introduce cualquier elemento no denotativo (como por ejemplo, las
concepciones del agente), el contenido de una creencia dependería del resto,
con lo cual resultaría difícil que dos personas compartan alguna (ni siquiera un
mismo agente podría tener la misma creencia en momentos distintos) y si no se
puede establecer que, al menos, dos personas comparten creencias entonces
no habría leyes intencionales. Esto último es así porque las leyes se establecen
para agrupar a los individuos según las creencias que comparten de manera de
25 En el sentido del Tractatus de Wittgenstein. Cf. Millikan 1990, pp.158-9. 26 Sigo las definiciones de atomismo, molecularismo y holismo de Fodor y Lepore 1992, cap. 1.
153
poder explicar su comportamiento apelando justamente a esas creencias
compartidas. Por otra parte, el proyecto mismo de naturalización se vería
amenazado porque si interviene algún aspecto epistémico para la
determinación del contenido, entonces ya no es posible una explicación de la
intencionalidad en términos no semánticos/intencionales.
En la teoría de Fodor, el contenido sólo depende de la denotación, por
eso ningún contenido depende de otro. En la teoría de Millikan, si bien la
determinación del contenido no depende sólo de la denotación, puesto que se
determina por medio de una función semántica de proyección hacia el mundo,
ésta última no lleva al holismo. Millikan (1993) acepta que la
composicionalidad27 es una forma de proyección en la medida en que hay que
entenderla como una operación (en sentido matemático, otras serían, por
ejemplo, la sustitución y la introducción de la negación) que permite
transformaciones en las representaciones (que se corresponderían con
transformaciones en el mundo para que la creencia correspondiente sea
verdadera). Y, si bien no lo explicita, para que haya composicionalidad se
requiere que los símbolos hagan la misma contribución semántica en las
distintas combinaciones en las que aparecen, esto supone que las propiedades
semánticas de los símbolos son independientes del contexto y si lo son, es
porque no son propiedades holistas o molecularistas. En este sentido, su teoría
es atomista28 puesto que el contenido de una representación no depende del
de las otras.
Ahora bien, hasta aquí hemos visto que el proyecto naturalista y
cientificista del contenido de los estados intencionales está comprometido con
las diez tesis que se mencionaron. También vimos las relaciones entre ellas y
los diferentes enfoques que adoptan ambas teorías respecto de algunas de
ellas. Nos resta ver un punto que parece romper la pretendida unidad
27 La composicionalidad es una propiedad semántica que consiste en que el contenido (/significado) de un pensamiento está determinado por el contenido de sus constituyentes. Esto permite dar cuenta de la sistematicidad de los pensamientos, es decir, la posibilidad de pensar bRa si se piensa aRb y viceversa, por ejemplo, ‘María ama a Juan’ y ‘Juan ama a María’. Véase nota 24. 28 Gomila 1995 (p. 108) dice que la teoría teleofuncional de Millikan es claramente atomista en el sentido de que “el contenido de un estado mental no depende del contenido de otros estados mentales” pero no se ocupa de mostrar por qué esto es así (aunque, cabe indicar, que no es éste el objetivo del artículo).
154
ideológica esbozada hasta aquí y es la cuestión del lugar de la normatividad.
¿Hay una dimensión normativa a tener en cuenta en el fenómeno del
contenido? Y, si la hubiera, ¿un proyecto naturalista del contenido, con las
características que hemos visto, es compatible con un enfoque normativo? El
tema de la normatividad en general es un asunto complicado y requeriría un
desarrollo minucioso. Aquí, la intención es sólo plantear el problema y examinar
la posición de ambas teorías al respecto.
Los estados intencionales parecen tener propiedades normativas
(evaluativas, valorativas): las creencias son correctas o incorrectas, apropiadas
o inapropiadas, aceptables o inaceptables, verdaderas o falsas. Para que se
pueda decir que una creencia es correcta tiene que haber algo con lo cual
comparar su corrección, algo que diga cuál ‘debe’ ser la creencia correcta (en
un caso particular). La noción de normatividad puede ser entendida, al menos,
de tres maneras: 1) la intencionalidad es una propiedad normativa, en el
sentido de que la instanciación de contenidos incorpora condiciones de
corrección. Así, la noción de representación tiene un elemento normativo, algo
así como para “lo que está pensada que haga” (“is meant to do”); 2) hay
normas que regulan el uso de ciertos estados mentales de manera que estos
estarían justificados por ellas. Aquí, lo normativo puede ser entendido como
estándares de racionalidad que gobiernan la atribución de creencias. Un
ejemplo de esto sería el principio de caridad que afirma que un intérprete debe
atribuir verdad a las creencias de su interlocutor. Así, el contenido de las
representaciones responde a cánones de racionalidad; y 3) la idea de que las
creencias dependen del punto de vista del agente y del contexto de atribución.
Así, el contenido de las representaciones depende de los intereses o
intenciones del que las posee.
Si se aceptara alguno de estos sentidos de ‘normatividad’, entonces, las
condiciones naturales no serían suficientes para que un organismo tuviera
creencias y con ello se pondría en peligro un proyecto naturalista puesto que
tener una creencia no consistiría solamente en que su contenido esté
conectado naturalmente con el mundo sino en aplicar la creencia con algún
estándar de corrección. La solución parece ser, dentro de este enfoque
reduccionista (recuérdese que la noción misma de naturalismo indica en este
155
proyecto la explicación de la intencionalidad en términos no intencionales) o
bien eliminar o bien conservar algún aspecto normativo. Ni Fodor (1990b, 1992)
ni Millikan 1993 creen que en la fijación de los contenidos interviene la
normatividad en los sentidos 2) y 3). A decir verdad, no podrían aceptarlo
porque pondría en peligro la naturalización del contenido puesto que entonces
intervendrían condiciones que llevarían necesariamente a admitir algún tipo de
holismo de creencias. Tener en cuenta la participación de principios caritativos
en la atribución de creencias o los intereses de los agentes implica tener en
cuenta el lugar que ocupa una creencia determinada en el sistema de
creencias del agente a interpretar. Ya hemos visto que esto amenaza la
determinación del contenido y si no hay un ‘hecho decisorio en el mundo’ que lo
determine, no queda claro en qué sentido habría condiciones naturales que lo
fijarían. Por supuesto, ninguno de los dos niega la racionalidad de los agentes
cognitivos ni el hecho de que tengan un punto de vista o intereses pero para
Fodor estos aspectos forman parte de la etiología de la intencionalidad, y ésta
es independiente de la manera en que se la explica. Tanto la racionalidad,
como los intereses de los agentes e incluso las prácticas lingüísticas pueden
dar lugar a patrones de relaciones causales entre instancias de
representaciones y rasgos en el mundo, pero lo que cuenta para explicar el
contenido de un estado mental son esos patrones causales, estos son los que
explican las relaciones semánticas, no la etiología de estas relaciones.29
Millikan, al adherir a la tesis de la determinación del contenido, también cree
que hay algo en el mundo que fija el contenido de una creencia, por ende la
intencionalidad no es una cuestión de interpretación tal como aparece en los
sentidos 2) y 3).
Restaría ver qué ocurre con el sentido 1), esto es, si en la
intencionalidad se conserva o se eliminan cánones de corrección para los
contenidos mentales. La teoría de Millikan conserva un aspecto normativo. La
apelación a la teleología evolutiva, en particular a la noción de función, es la
que permite las evaluaciones en relación a si un organismo funciona
adecuadamente o no. Puesto que la función se identifica con independencia de
lo que el organismo hace actualmente, hay un aspecto relacionado con lo que 29 Cf. Fodor 1990a.
156
la función ‘fue diseñada para hacer’ que actuaría de estándar a partir del cual
poder evaluar si el sistema está haciendo o no aquello para lo que fue
diseñado. Así, la normatividad se da en las funciones propias porque la noción
de función es normativa. Se puede decir, por ejemplo, que el corazón no
funciona bien porque no bombea sangre al cuerpo o que un corazón ‘debe’
bombear sangre. De manera que, un sistema para realizar su función
correctamente tiene que poseer un contenido correcto y la corrección del
contenido se evalúa con respecto a la función. Esto no perjudica la
naturalización del contenido porque éste no depende de (/no queda
determinado por) la función sino de (/por) condiciones naturales (las Normales).
Así, las representaciones tienen un aspecto natural que es el que fija su
contenido y heredan la normatividad del diseño de los sistemas en los que
intervienen.
En el caso de Fodor no parece haber lugar para ningún aspecto
normativo intrínseco a la intencionalidad. En su teoría son las relaciones
nómicas las que determinan el contenido de manera que éste se fija de forma
objetiva. Sin embargo, ensaya la posibilidad de que una vez que los estados
mentales tienen su contenido entonces sí se puede hablar de normatividad en
la medida en que estos cumplen funciones según el contenido que tienen. La
función de una creencia que p es representar el mundo como p cuando es el
caso que p, de modo que, la creencia tiene que ser verdadera para que cumpla
su función. Fodor 1990a cree que podría seguirse la via opuesta a las
semánticas teleológicas y derivar la función de una creencia de su contenido,
pero sólo le dedica unos párrafos y, que yo sepa, no lo ha desarrollado en sus
artículos posteriores.
4. ¿Naturalización del contenido?
Si uno quisiera oponerse a este tipo de proyecto, sin dejar de ser
naturalista en un sentido más amplio que el del naturalismo cientificista, podría
adoptar distintas estrategias. Una de ellas consistiría en dar argumentos a priori
con la intención de que sean contundentes y demoledores acerca de por qué
un proyecto así no sería viable. Un argumento a priori que puede utilizarse
157
contra la posibilidad de la naturalización del contenido es el de la imposibilidad
de la existencia de leyes psicofísicas. Davidson (1970) sostiene que los
términos mentales y físicos pertenecen a ámbitos distintos regidos por
principios constitutivos totalmente diferentes, por ende no pueden conectarse
por medio de leyes, con lo cual no sería posible ninguna explicación que
reduzca los primeros a los segundos.30 Si esto es así, las condiciones naturales
esgrimidas por Fodor, que dependen de la existencia de leyes psicofísicas que
conecten cosas del mundo con contenidos mentales (recuérdese que una ley
que dice, por ejemplo, “las vacas causan VACAS o pensamientos acerca de
vacas” es una ley psicofísica porque relaciona algo del mundo físico con algo
mental), no se obtendrían. Aún si se está de acuerdo con este argumento a
priori (Davidson mismo considera que sólo puede dar razones -y no pruebas-
de que no hayan leyes psicofísicas), se podría optar por las condiciones
naturales que ofrece Millikan, las cuales no parecen depender de la existencia
de leyes psicofísicas. Como afirma Fodor, lo único que se necesita probar, para
ganarle a quien considera que hay una razón metafísica a priori para sostener
que la semántica no puede naturalizarse, es que hay condiciones naturalistas
suficientes para que P signifique p.31 Si, más allá de estar de acuerdo con el
argumento de Davidson, uno acepta una interpretación más fuerte del mismo,
esto es, que lo que muestra es la imposibilidad de la reducción de conceptos
mentales a físicos, siempre está la posibilidad abierta de que puesto que,
desde un punto de vista fáctico, no hay pruebas de que esto no pueda ser así y
puesto que el proyecto naturalista se plantea como un desafío empírico,
entonces, la cuestión de su inviabilidad no se dirime en un terreno puramente a
priori. De manera que la estrategia a seguir sería la de rechazar la imposibilidad
metafísica porque la cuestión se dirime en el ámbito empírico.
Una segunda estrategia podría ser la de formular críticas a las teorías de
Fodor y Millikan, de manera de mostrar que no logran conectar los estados
mentales con algo en el mundo y por ende, que el proyecto no ha dado
resultados. (Nótese la diferencia con la primera estrategia, aquí no se esgrime
la imposibilidad metafísica del proyecto sino problemas -que pueden ser
30 Véase el capítulo 4 del presente volúmen. (N. del E.) 31 Cf. Fodor 1987, p. 180.
158
metafísicos o de otra índole- de las teorías en oferta para llevarlo a cabo).
Ambas teorías han recibido críticas y en particular tienen dificultades con la
cuestión de la determinación del contenido. Por supuesto, esto no significa que
el proyecto no pueda tener éxito en el futuro pero una acumulación significativa
de problemas sería una razón de cierto peso para abandonarlo. Por otro lado,
la crítica interna, en tanto crítica sólo se atiene al aspecto negativo sin ofrecer
una propuesta concreta de un proyecto naturalista no cientificista, y en tanto
interna, no suele socavar los presupuestos básicos de una teoría sino que los
da por sentado, es algo así como una disputa de familia cuando de lo que se
trata es de discutir las mismas bases del proyecto, esto es una disputa entre
familias.
Una tercera estrategia sería optar por discutir sus tesis básicas,
identificadas en el apartado anterior, y evaluar cuáles se está dispuesto a
aceptar y cuáles no y ver qué tipo de proyecto naturalista quedaría. Una cuarta
estrategia sería directamente oponerle otra concepción de la relación entre el
individuo y el mundo (por ejemplo, la de Dennett, Davidson o el segundo
Wittgenstein, por nombrar algunas, u otra inspirada en la de estos filósofos), de
manera de mostrar que un proyecto de semántica para los contenidos mentales
es superfluo. Creo que estas dos últimas estrategias son solidarias. En lo que
sigue me ocuparé de reconstruir brevemente algunas críticas en el marco de la
segunda estrategia, y presentaré algunas líneas para una opción naturalista
diferente al proyecto cientificista, en el marco de la tercera y cuarta estrategias.
4.1-Segunda estrategia: críticas a las teorías de Fodor y Millikan La teoría de la dependencia asimétrica ha recibido algunas críticas que
van desde cuestiones más puntuales a otras más globales. Las más puntuales
objetan la noción de dependencia asimétrica (condición 3 mencionada en el
apartado 2), de manera que las condiciones establecidas por Fodor no serían
suficientes para determinar el contenido. Aquí se verán brevemente las
objeciones de Adams y Aizawa 1994, Papineau 1994 y Millikan 1991. Las
críticas globales ponen en duda que la semántica de Fodor sea naturalista (en
el sentido de la tesis (1)), en particular, es Putnam 1992 quien plantea esta
objeción. A decir verdad, ambos tipos de críticas le objetan a la teoría de Fodor
159
que no es naturalista, pero las del primer tipo acuerdan con el proyecto, a
diferencia de Putnam que pone en duda la peculiar concepción del naturalismo
que sustenta a la teoría de la dependencia asimétrica.
Adams y Aizawa 1994 muestran, por un lado, que puede haber una ley
que conecte a ‘X’ con Y que no dependa asimétricamente de la ley que conecta
a ‘X’ con X, y por otro lado, que puede haber una dependencia simétrica entre
las leyes que conectan a ‘X’ con Y y a ‘X’ con X. Con lo cual la condición de
dependencia asimétrica no se cumpliría y por ende el contenido quedaría
indeterminado. Por otra parte, tanto Papineau 1994 como Millikan 1991 acusan
a la teoría de la dependencia asimétrica de circularidad, ya sea en la forma de
una petición de principio o de un regreso. El argumento consiste en que la
asimetría entre, por ejemplo, “las vacas causan pensamientos acerca de vacas”
y “los caballos en noches oscuras causan pensamientos acerca de vacas”,
descansa en que los pensamientos acerca de las vacas ya son acerca de ellas.
Así, para Papineau, la teoría supone lo que quiere explicar de manera que la
asimetría es más bien una consecuencia que el fundamento del contenido de
los pensamientos acerca de las vacas, y para Millikan, la dependencia no es
causal sino teleológica porque no hay manera de determinar el contenido sin un
regreso entre las relaciones causales.
Putnam 1992 le objeta a la teoría de Fodor que no logra naturalizar el
contenido porque apela a las nociones de ‘causa’ y ‘contrafáctico’ que son
intencionales (o normativas). La noción de ‘causalidad’ (del sentido común,
que es, según Putnam, a la que Fodor alude) tiene un aspecto cognitivo
relacionado con lo que un individuo conoce acerca de los elementos que
intervienen en una relación causal, es decir que la noción es sensible al
contexto y los intereses. Con respecto a los contrafácticos, interviene un
elemento relacionado con las intenciones del hablante que lo emite y/o
valora, este elemento consiste en la razonabilidad de la descripción de las
condiciones relevantes que harían verdadero a un contrafáctico (esto es las
condiciones relevantes en las cuales no se daría el caso que el antecedente
fuera verdadero y el consecuente falso). En este sentido, hablar de
razonabilidad o irrazonabilidad implica un juicio normativo. Ante la eventual
respuesta de Fodor de que las ciencias naturales hacen uso de estas
160
nociones y que puesto que describen el mundo de una manera no
intencional, entonces estas nociones no serían problemáticas, Putnam le
responde que si se acepta que las ciencias hacen uso de estas nociones, lo
que se sigue es que aún la descripción del mundo no intencional se hace
desde lo intencional (sea esto nuestros intereses cognitivos, nuestra manera
de ver las cosas).
Con respecto a la biosemántica, las críticas también van desde aspectos
más puntuales como problemas en la determinación del contenido a cuestiones
más generales de enfoque, por ejemplo, si todo producto de la evolución
natural tiene que tener una explicación en términos evolutivos. Aquí se verán
brevemente las objeciones de Fodor (1990b, 1991) y Gomila Benejam 1995 en
relación a las del primer tipo y la de Peacocke 1992 en relación a las del
segundo tipo.
El ejemplo más utilizado para explicitar el problema de la
indeterminación del contenido como consecuencia del problema de la
disyunción, es el de la alimentación de las ranas. Si se quiere explicitar el
contenido del estado mental de una rana cuando saca su lengua para
alimentarse, no se sabe si representa una mosca o un punto negro pequeño
puesto que las ranas responden de la misma manera (intentando atrapar) a
cualquiera de estas cosas. Según la biosemántica, el cerebro de la rana
representa moscas porque su función biológica de alimentarse tiene éxito
cuando la condición natural son las moscas32. Según Fodor 1990b (cap. 3), no
hay manera de establecer que su función es covariar con las moscas y no con
los puntos negros teniendo en cuenta que le sería de utilidad a la rana en un
entorno donde la mayoría de los puntos negros son moscas. Según Millikan, la
función de una creencia se relaciona no con lo que la causó sino con el
beneficio que trae una vez que ya está. Por eso, hay que preguntarse por las
condiciones que hacen que una creencia produzca resultados ventajosos que
llevaron a su selección. Estas condiciones involucran la presencia de moscas
porque es en su presencia que los mecanismos consumidores de
representaciones determinan la regla de correspondencia adecuada para que
la rana se comporte de manera que sus resultados sean ventajosos, en este
161
caso, que se alimente. Fodor 1991 le contesta que (a) Millikan determina la
función de manera arbitraria, (b) las teorías del isomorfismo son
semánticamente indeterminadas y (c) Millikan le pasa el problema de la
indeterminación a los consumidores. Por otra parte, están las críticas
relacionadas con la caracterización de las condiciones Normales (qué en última
instancia derivan en el problema de la determinación del contenido, puesto que
éste depende de las condiciones Normales). Gomila 1995 considera que éste
es un problema porque habría casos de condiciones no normales pero
favorables para el buen funcionamiento; y también habría que resolver la
cuestión del conjunto de las condiciones normales relevante según sea el caso.
En este sentido, Fodor 1987 (p. 156) sostiene que para saber cuáles son las
condiciones óptimas ya hay que saber cuál es el contenido.
En relación al segundo tipo de críticas, Peacocke 1992 sostiene que
aceptar que desde un punto de vista biológico es deseable tener estados
mentales no tiene por qué llevarnos a aceptar que la funcionalidad biológica es
lo que determina el contenido. Si bien Peacocke no se explaya al respecto, esto
parece tener importancia porque Millikan suele afirmar que o bien el contenido
se constituye por la función biológica o bien el hecho de tener una mente es un
accidente desde el punto de vista biológico. Aceptar el segundo disyunto
significa aceptar que la mente surgió como un producto contingente (y no
adaptativo) de la evolución (es decir, a partir de otros rasgos adaptativos), de
manera que no tendría una función propia originaria y por ende no tendría
sentido una explicación del contenido en términos de funciones biológicas. En
principio, y a mi juicio, este parece ser un falso dilema porque se puede aceptar
que la mente no es un producto azaroso y sin embargo considerar que el
enfoque adecuado para el contenido de los estados mentales no es el
evolutivo. Una analogía puede ilustrar el punto. Algunos consideran que los
estados mentales son funcionales en el sentido de que el rol que cumplen en
un sistema cognitivo depende de los estímulos que recibe y las respuestas que
da ese sistema como así también de sus relaciones con otros estados
mentales. Del hecho de considerar a los estados mentales como funcionales no
se sigue que el contenido de esos estados se determine de manera funcional. 32 Cf. Millikan 1991, pp. 159-60.
162
Es perfectamente compatible ser funcionalista en relación a los estados
mentales y no-funcionalista en relación a la determinación del contenido. Este
es el caso de Fodor, quien rechaza el funcionalismo para determinar el
contenido porque lleva a un holismo (y, además hemos visto que considera que
la misma noción de función lleva a la indeterminación del contenido). Lo que le
permite a Millikan plantear este dilema es, tal como se mencionó en el apartado
2, que no distingue entre que algo sea un estado mental (que algo tenga
contenido) y que el estado mental tenga el contenido que tiene. Podría
pensarse que tenemos estados mentales gracias a lo que la biología
establezca que fue el proceso por el cual surgieron, pero eso no implica que el
mismo proceso pueda dar cuenta del contenido de esos estados.
En relación a ambas teorías, las críticas del primer tipo se concentran en
el problema de la indeterminación del contenido que no parecen poder
resolverlo, y para la consecución de este proyecto naturalista es imprescindible
tener una respuesta apropiada puesto que si no hay determinación, entonces,
como ya se ha dicho en reiteradas oportunidades, las condiciones naturalistas
no son suficientes para dar cuenta del contenido de los estados mentales y si
esto es así entonces, no hay naturalización. En lo que sigue se esbozarán la
líneas básicas de un enfoque naturalista en el que la preocupación por la
determinación del contenido ya no es un problema y que pretende dar cabida a
las preocupaciones planteadas en las críticas del segundo tipo.
4.2- Tercera y cuarta estrategia: hacia un naturalismo amplio
En lo que sigue propondré un esbozo de ‘naturalismo amplio’ que
consiste en mantener las tesis (3) y (6), rechazar las tesis (2), (5), (7), (9) y (10),
y dar versiones diferentes de las tesis (1), (4) y (8).
A mi entender, lo que está en discusión es la peculiar concepción del
naturalismo en la que se asienta el proyecto del naturalismo científico. Pero
esta concepción parece ser la consecuencia de las tesis acerca de la
naturaleza de los estados intencionales (tesis (4)), y más precisamente, acerca
del contenido (tesis (5)). Por razones de extensión no podré exponer los
motivos por los cuales considero que estas tesis son inapropiadas, de manera
que tan sólo me limitaré a mostrar que es posible concebir los estados
163
intencionales de otra manera.33 Si esto es posible, entonces este tipo de
naturalismo cientificista no haría falta. En otras palabras, lo que me propongo
mostrar es que el tipo de ontología (resumida en las tesis (4) y (5)) de los
estados mentales (más precisamente del contenido mental) es la que lleva a
desarrollar no sólo una semántica de estados mentales sino una semántica
naturalizada a la manera expuesta en este trabajo.
Si se parte de una postura antidualista, y se cree que hay estados
mentales que están conectados con el mundo natural de alguna manera, se
abren dos opciones acerca de cuáles son los elementos que intervienen en la
conexión, que dependen de qué concepción ontológica de los estados
mentales se tenga. Los defensores del proyecto naturalista cientificista creen
que existen estados ‘internos’ en un individuo que poseen un contenido
‘determinado’, constituido por representaciones (instanciadas de alguna
manera en el cerebro) susceptibles de ser verdaderas o falsas y que causan el
comportamiento de los individuos. Son las representaciones mentales las que
hay que conectar con el mundo (no es de particular importancia en este
momento cuáles sean los otros elementos en el mundo que intervienen en la
conexión, sean estos propiedades, estados de hecho, etc.). Así, la
intencionalidad es una cuestión concerniente a la vinculación de
representaciones con algo del mundo, de manera que por un lado, surge la
semántica del contenido mental, esto es, explicar cómo las representaciones
internas adquieren significado (puesto que las propiedades mentales se
asientan en las representaciones mentales), y por el otro, puesto que se es
antidualista, lo que hay que naturalizar es eso ‘mental’ que está en el interior
del individuo porque como tener un contenido no es una propiedad física y la
33 Las razones básicas radican, muy brevemente, en tres tipos de confusiones, y una concepción errónea del objetivo de la psicología. Las confusiones son: la deliberada entre las propiedades de las expresiones lingüísticas y la de los estados mentales (asimilar tout court las propiedades semánticas y sintácticas del lenguaje natural al contenido de los estados mentales), la también deliberada entre los estados intencionales y los estados representacionales (no distinguir entre estados con contenido intencional y estados que portan información) y la confusión entre cuestiones psicológicas y epistemológicas (mezclar la pregunta acerca de cómo es posible que una representación represente lo que representa con cuestiones acerca de la verdad o falsedad de las representaciones). El objetivo érroneo que se le atribuye a una psicología científica es creer que debe dar cuenta de la complejidad de todo el comportamiento humano. Para un desarrollo de estas ideas, véase Skidelsky (1998 y 1999).
164
ontología de los individuos (y del mundo) es física (o la que establezca el
conjunto de las ciencias naturales), entonces hay que explicar esta propiedad
en términos no mentales (o lo que es lo mismo en este caso, en términos no
semánticos o no intencionales) para que forme parte de la ontología del mundo.
De manera que, las tesis (4) del realismo intencional, la (5) del
representacionalismo y la (9) de la determinación del contenido son las que
llevan a sostener que hay algo así como un contenido de los estados
intencionales en las cabezas de los individuos, un contenido conformado por
representaciones que están conectadas con el mundo natural y que hay un
hecho natural y decisorio en el mundo que lo fija, de ahí el proyecto de una
semántica naturalizada para los contenidos intencionales.
Antes de abordar una concepción diferente de los estados mentales que
no lleva al proyecto de una semántica naturalizada, quisiera hacer algunas
observaciones con respecto a lo dicho. No estoy sosteniendo la tesis fuerte de
que una concepción de los estados mentales como la esbozada sea condición
suficiente, aunque sí creo que es necesaria, para el desarrollo de una
semántica naturalizada. Si bien pienso que es posible formular un argumento
que muestre que es condición necesaria, aquí me contentaré con algo mucho
más débil, que consiste en mostrar la dicotomía ‘representaciones-semántica
naturalizada / no representaciones-no semántica naturalizada’, basada en las
teorías filosóficas disponibles actualmente. De allí surge que toda teoría que
postula que el contenido está conformado por representaciones con
propiedades intencionales desarrolla una semántica de manera de dar cuenta
de cómo esas representaciones adquieren su contenido. Se podría pensar que
podría haber una semántica no naturalizada puesto que una cosa es conectar
las representaciones con el mundo y otra es que esa conexión tenga que
hacerse en términos no semánticos. Sin embargo no es el caso, puesto que
estamos hablando de teorías antidualistas, es decir, si se cree que la última
piedra de toque de lo mental radica en las representaciones mentales, no se
querrá dejarlas desconectadas del mundo natural, puesto que el hacerlo
llevaría inevitablemente a un dualismo. Ahora bien, dada una semántica
naturalizada, se podría pensar que no hace falta que esa naturalización sea
cientificista, en el sentido que los términos utilizados sean los de la ciencia
165
natural. Y, es cierto, porque se podría hacer uso de la terminología de una
ciencia no básica, pero tal como vimos, las ciencias no básicas (por ejemplo, la
geografía) tienen el mismo estátus que la psicología, por ende, no parece haber
otra opción antidualista más que un naturalismo cientificista para las
representaciones mentales.
En cambio, si se sostiene que, desde un punto de vista ontológico, un
individuo posee estados intencionales (nadie niega que tenemos creencias,
deseos, etc.) esto es, en algún sentido, se acepta el realismo intencional, pero
no se los concibe como una relación con una representación mental que es
portadora de propiedades intencionales, entonces no se hace necesaria la
tarea de una semántica para el contenido ni mucho menos la de naturalizarlo
puesto que lo que pensamos, creemos, etc. no sería una cuestión de qué
representaciones tenemos instanciadas en nuestros cerebros y con qué cosas
del mundo físico se conectan, sino que son nuestras atribuciones de creencias,
deseos, etc. (nuestras expresiones lingüísticas) las que poseen un significado
que está conectado con el mundo a través de nuestros intereses, puntos de
vistas y, en general de nuestras prácticas sociales.34
Pasando al resto de las tesis, aunque no haya representaciones internas
conectadas con algo específico en el mundo que fije su contenido, la tesis (6)
del externalismo puede seguir en pie. Lo que pensamos, expresado en
nuestras emisiones lingüísticas, está determinado por cómo es el mundo (éste
contiene tanto el mundo de los objetos físicos como el de nuestras prácticas
sociales que están ancladas en nuestros sistemas senso-perceptivos y en
ciertas regularidades físicas), pero no hace falta que haya hechos decisorios
objetivos que fijen el significado (se puede tolerar perfectamente un poco de
indeterminación dado el hecho de la comunicación) y, por otro lado, este
mundo ya no es el restrictivo del mundo físico, ni mucho menos el de las
ciencias naturales. De aquí se sigue, por un lado, que hay elementos que
intervienen en la fijación del contenido que dependen del resto del sistema de
creencias de los agentes (sus intereses y puntos de vista), por ende la tesis 34 Esto requeriría de una mayor elaboración pero aquí, mi intención es tan solo mostrar que hay una ontología alternativa. Piénsese en teorías como la de Davidson o en términos de la ‘actitud intencional’ (la que se adopta al describir sistemas en términos intencionales, adscribiéndoles deseos y creencias) de Dennett.
166
(10) del atomismo del contenido no se sostiene, y por otro lado, ya no hace
falta sostener un naturalismo cientificista (tesis (1) y (2)).
¿Qué ocurre con la idea de que la folk psychology es el punto de partida
para una psicología científica y la idea de lograr esta última, esto es las tesis (7)
y (8)? Muchos han argumentado que así como la física no tiene por qué
incorporar o partir de la folk physics, la psicología tampoco debe hacerlo de la
folk psychology35 puesto que una ciencia no tiene por qué incorporar nociones
del sentido común. Se puede aceptar la idea de una psicología científica (tesis
(8)) pero que no pretenda dar cuenta de la complejidad del comportamiento
humano (para lo cual se requeriría de otras disciplinas, además de la
psicología) sino que se ocupe de los procesos internos que dan cuenta de las
capacidades y para ello no hace falta postular estados internos que sean
acerca del mundo, sino tan sólo estados que porten información interna al
sistema de manera que éste pueda ejecutar sus funciones.36
En relación con la tesis (3) del naturalismo metafilosófico, si bien las
tesis (1) del naturalismo y (2) del naturalismo cientificista la suponen, tal como
se mencionó en su momento, sostenerla no implica la adhesión a las tesis (1) y
(2). No veo ninguna objeción de principio para mantener que la filosofía puede
hacer uso de los datos de las disciplinas científicas (siempre que se considere
a la ciencia en el sentido amplio de abarcar disciplinas como las humanas) o
que algunas de sus tesis sean empíricas. Es esta una de las razones por las
cuales la primera estrategia no parecía convincente; y es en este punto donde
las aguas filosóficas parecen separarse más claramente. En el caso de los
autores mencionados dentro de la cuarta estrategia, el segundo Wittgenstein y
Davidson no parecen sostener la tesis (3) (ni mucho menos la (1) y la (2)), y
una postura como la de Dennett parece adherir a la tesis (3) pero no a (1) y (2).
Sin embargo, hay un sentido de naturalismo amplio que se ha venido
explicitando en el que tanto Dannett como Wittgenstein y Davidson pueden ser
incluidos. En el caso de Dennett, su naturalismo amplio es tanto metafilosófico
como filosófico, esto es, tanto su actitud filosófica como su teoría acerca de los
35 Véase, en particular, Chomsky 1995, p. 47. 36 Véase la propuesta de una psicología sintáctica de Stich 1983 y Chomsky 1995.
167
estados mentales es naturalista, según el mismo Dennett.37 En el caso de las
teorías del segundo Wittgenstein y de Davidson, para algunos autores38 (con
los cuales concuerdo), éstas pueden ser consideradas naturalistas en sentido
amplio. Esto simplemente muestra lo que se decía al principio de este
apartado. La peculiar concepción del naturalismo en (1) (y su especificación en
(2)) es la que carga todo el peso de este proyecto cientificista, una vez que se
rechazan las tesis que llevan a este tipo de naturalismo, se puede sostener otro
naturalismo filosófico más amplio. Ahora bien, las líneas que se esbozan aquí,
al aceptar la tesis (3) del naturalismo metafilosófico (y también la tesis (8)
acerca de la obtención de una psicología científica), están más cercanas a una
postura como la Dennett, sin embargo las razones por las que se rechazan las
tesis que llevan a sostener (1) (y (2)) se acercan más a una postura como la del
segundo Wittgenstein o Davidson).39
Así, las tesis del naturalismo amplio acerca del contenido serían las
siguientes40 (los números entre paréntesis marcan la tesis del naturalismo
cientificista con la que cada tesis contrasta):
1´- Naturalismo: lo que pensamos, expresado en nuestras emisiones linguísticas, está determinado por nuestras prácticas sociales las cuales están ancladas en nuestros sistemas senso-perceptivos y en ciertas regularidades físicas. (1)
2´- Naturalismo metafilosófico: la filosofía de la mente debe desarrollarse
en conformidad y haciendo uso o explicitando el aparato metafísico de la ciencia de la época de manera de integrar a la mente en el mundo natural. (3)
3´- Realismo intencional: existen estados intencionales. (4) 4´- Externalismo: lo que determina el contenido de los estados
intencionales son sus relaciones con el mundo. (6) 5´- Se puede obtener una psicología científica. (8)
37 Para un ejemplo acabado de esto véase Dennett 1991. 38 Véase Pears 1995 para Wittgenstein y Rorty 1991 para Davidson. 39 Me refiero a la concepción ontológica de los estados mentales. 40 Estoy conciente de que las tesis enunciadas requerirían de una mayor elaboración, tanto de lo que se sostiene en ellas como de las relaciones que mantienen entre sí, pero mi objetivo aquí es tan sólo esbozar la posibilidad de una alternativa al naturalismo cientificista. * Parte de este artículo (en particular, la sección 3) fue leído en la mesa redonda: “Naturalismo y Filosofía” en el Coloquio de Filosofía Teórica, Sadaf, Argentina, 19 y 20 de noviembre de 1999. Agradezco los comentarios de Diana Pérez y Eduardo Rabossi a una versión anterior.
168
6´- Indeterminación del contenido: no hay un ‘hecho decisorio’ (ni dentro de las cabezas ni en el mundo) que determine lo que se piensa, cree, etc. (9)
7´- Holismo del contenido: los puntos de vista e intereses de los agentes deben ser tomados en cuenta para atribuir estados intencionales. (10)
Ahora bien, quisiera hacer una observación y algunas consideraciones
finales acerca de en qué sentido una postura como la esbozada sigue siendo
naturalista. De manera paradójica, el intento naturalizador visto aquí parecería
asumir que la mente humana no es algo natural per se. De allí la idea de
explicar las propiedades mentales (como la intencionalidad) en términos de
propiedades físicas. Esto es porque, por un lado, se confunde naturalismo con
cientificismo, y por el otro, se le exije a la ciencia (natural) más de lo que puede
dar. Esto lleva a una especie de tensión entre un dualismo metodológico y una
incorporación a la ciencia (natural) de elementos extraños a la misma. Por un
lado, se trata a la mente como algo distinto de un objeto natural y, por el otro,
se intenta que este polo del dualismo se inserte en la ciencia y que ésta
explique, en su totalidad, fenómenos como la intencionalidad. Si se abandona
la idea de que el naturalismo es igual al cientificismo y que hay un contenido a
naturalizar, entonces podemos sostener que lo que pensamos, creemos, etc.
forma parte del mundo natural (porque está anclado en ‘formas de vida’ o en
sistemas senso-perceptores o en lo que sea que se considere natural) y
podemos dejar a la psicología que se ocupe de los procesos cognitivos internos
y apelar al resto de las disciplinas para dar cuenta de cuestiones como la
intencionalidad y, en general, del comportamiento humano. *
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