sirlin, la ultima dictadura militar

25
3681 MIG UE l . MA ZZ l- : O García Can c lini , Néstor,  Definicion e s en tr nsici ó n , en Mato, Dani e l (comp . ) , Estum , 0s lalÍlloalJ1 e r j wnos sobre c ultura y transforma i iones sociale s en tiempos de globalt z at  lof/, Buen os A i res, Clacs o, 2001. ' lIir s ch , J oa ch i m ,  ¿ Qu é es l a g l o b a l i z ac i ú n ? , R e a l i dad E c on ómica N ° 14 7, d e l 1 d e ab ril a l 15 de ma y o de 199 7 . Hollo w a y, J o h , C am bi a r e l 1I 1 1 /1 / d oi n t o mar e l p o der. El si g ni f icado d e l a re uo lu a á » ho y , Bueno s Air es, Uni ve rsid a d Aut ó n o m a de Pu e bl a / H e rrami e nt a, 20 0 2 . I an ni , O ct a v i o , La er a d e l globalism o, M é xico, Si g lo XXI, 1999 . M and el E rn e s t, El capitali s mo tardío , M é xico, Ediciones Era, 1980. .. Poulan tz as, Ni c os, La int ema cio ual i r a c ion de l a s rel ac ion es c apitalistas y el Estado-I/a uon, Buen o s Air es, Fi c has (Edi c i o n es Nue va Visi ó n) , 1974, Robert s on , R o l a nd, . Globo/i z at i o f/ : So d a/ Theory a nd Global Cu/turc , L o ndr es, Sa g e , 1 9 92. W a cquant , L O I C , Las r ce l e s d e la m iseria, Buen os A ire s , M a nantial , 2 000 . La última di ctadura: genocidio, desindustr ia lización yel recurso a la guerra (1976-1983) Ezequiel Sirlin 1. Intro ducc ión La última dictadura sebautizó a sí misma ' ' Proceso de Reorganizaci ó n Nacional , proyectando que 1976 ocuparía en lahistoria un lugar equiparable a 1880 por la re fundación de un cap italismo liberal firmemente asentado en sus bases de domina- ción . Al cumplir s e veinticinco años del golpe, los analista s concediero n a 1976un si gn if icado comp arable a 18 80 ya 1930, pero sólo en tanto tuvo lugar lainstalación de un nuevo modelo de acumulación, que sediferenciaba de los anteriores por sus . constantes destructivas: desind ustri alizac ión select iva,desocupación estructur a l,des - cen s o integr al de las clases subalternas, des guace del patrimonio estatal, decadencia de lasprestaciones sociales, endeudamient o extremo, fugadecapi tales, pr imací a de lasganan cias financieras, conc entrac ión del ing res o. En 2001 este modelo condujo al país a una crisis abismal y para los analista s n o pod ía exp lic ars e 'elderr umbe económico y socialmáshondo deArgentina si nll e v a r la vis t a atrás y atender a lo que se había iniciado en 1976 : un modo deapropia c i ó n de lariq uez a que car comía elapar at o pr oductivo y los ni veles al canzados de bi ene s - tarsoci a l,un si stema de valori zaci ón financier a que con tr opiezos yre cup eraci one s habí a lo grado sobrevivir a ladictadur a para alcanzar una segunda fasede concentra- ción vertiginosa del ingreso durante elrégimen menemista, en los años 90. La úl tima dictadura tambi é n repre s enta laembe s tida más terrorifica de cuanto se oponía alorde n dominante . Las tradicion es reacciona ria s nun ca sehabía n aun ado tan cruelmente contra su senemigos ~do lugaraungenocidio admi ni strado y tecnificado , co n ru tinas de perversión diseñadas en eldoblé fondo de las instituciones más anti - guas del Estado . La refundaci ón del capi tali smo liberal a partir de 1976 sólo ha si do equiparada por suviolencia conelavancede lafron tera blanca en 1879\.La ana logía La dictadura indió un int e nso hom e naje al cent e nario de la conqui s t a del de s iert o , l le g an d o a p ro du ci r u na r ni ni se r ie t el ev i s iv a , Fortín Quieto  , d es t in ad a a a fi an z ar e l cult o de esa  gesta civil iz a toria .

Upload: silvina-sosa

Post on 07-Jul-2018

232 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

Page 1: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 1/25

3681

MIGUEl. MAZZl-:O

García Canclini, Néstor,  Definiciones en transición , en Mato, Daniel (comp.),

Estum,0s

lalÍlloalJ1erjwnos sobre cultura y transformaiiones sociales en t iempos de g loba ltzat lof/,

Buenos Aires, Clacso, 2001. '

lIirsch, Joachim,  ¿Qué es la globalizaciún? ,

Realidad Económica

N° 147, del 1 de abril al

15 de mayo de

1997.

Holloway, John,

Cambiar el 1I11/1/doin tomar el poder. El significado de la reuoluaá» hoy,

Buenos Aires, Universidad Autónoma de Puebla / Herramienta, 2002.

Ianni , Octavio,

La era del globalismo,

México, Siglo XXI, 1999.

Mandel E rn est,

El capitalismo tardío,

México, Ediciones Era, 1980. ..

Poulantzas, Nicos,

La intemacioualiracion de las relaciones capitalistas y el Estado-I/auon,

Buenos A ires,

Fichas (Ediciones Nueva Visión), 1974,

Robertson,

Roland,.Globo/izatiof/: Soda/ Theory and Global Cu/turc,

Londres, Sage, 1992.

Wacquant, LO IC ,

Las cárceles de la miseria,

Buenos Aires, Manantial, 2000.

La última dictadura: genocidio, desindustrialización

yel recurso a la guerra (1976-1983)

Ezequiel Sirlin

1. Introducción

La últ ima dictadura sebautizó a sí misma ''Proceso de Reorganización Nacional ,

proyectando que 1976 ocuparía en la his toria un lugar equiparable a 1880 por la

refundación de un capitalismo liberal firmemente asentado en sus bases de domina-

ción. Al cumplirse veinticinco años del golpe, los analistas concedieron a 1976 un

significado comparable a 1880 ya 1930, pero sólo en tanto tuvo lugar lainstalación

de un nuevo modelo de acumulación, que sediferenciaba de los anteriores por sus .

constantes destructivas: desindustrialización selectiva,desocupación estructural, des-

censo integral de las clases subalternas, desguace del patrimonio estatal, decadencia

de las prestaciones sociales, endeudamiento extremo, fuga de capitales, primacía de

lasganancias financieras, concentración del ingreso.

En 2001 este modelo condujo al país a una crisis abismal y para los analistas no

podía explicarse 'elderrumbe económico y socialmás hondo deArgentina sin llevar

la vista atrás y atender a lo que se había iniciado en 1976: un modo de apropiación

de lariqueza que carcomía elaparato productivo

y

los niveles alcanzados de bienes-

tar social, un sistema de valorización financiera que con tropiezos y recuperaciones

había logrado sobrevivir a ladictadura para alcanzar una segunda fasede concentra-

ción vertiginosa del ingreso durante elrégimen menemista, en los años 90.

La última dictadura también representa la embestida más terrorifica de cuanto se

oponía alorden dominante. Las tradiciones reaccionarias nunca sehabían aunado tan

cruelmente contra susenemigos ~do lugara ungenocidio administrado

y

tecnificado,

con rutinas de perversión diseñadas en eldoblé fondo de las instituciones más anti-

guas del Estado. La refundación del capitalismo liberal a partir de 1976 sólo ha sido

equiparada por suviolencia con elavance de lafrontera blanca en 1879\ . La analogía

La dictadura rindió un intenso homenaje al centenario de la conquista de l desierto ,

l legando a producir una rniniserie telev isiva, Fortín Quieto , dest inada a afianzar el culto

de esa  gesta civilizatoria .

Page 2: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 2/25

~

I

3701 F./.I'.(.. UII  . 1 .SlItI.lN

LA UI .TIMA DlCrADURA (197ó-19K3)

1 371

seha trazado con cautela entre la  pacificación de losdesiertos yla aniquilación de la

izquierda revolucionaria.

En e país de golpe de Estado intermitente, laúlt ima dictadura se diferenció de

las anteriores por sus embestidas extremas no contempladas siquiera por ladicta-

dura de 1966. En principio, pueden distinguirse tres ofensivas que conformaron

una estrategia singular de perpetuación en e poder y de intervención penetrante

sobre lasociedad:

1)Un despliegue represivo s in precedentes que incluyó lamatanza metódica de

una categoría de personas previamente def inida por eldiscurso estatal (genoci-

dio).

2) Una ofens iva contra las ISI (industrias sustitutivas de importaciones) l ivia-

nas de capital nacional, en favor de la especulación financiera y del encumbra-

miento de burguesías concentradas, tanto locales como extranjeras . Un plan de

dispersión obrera y desindustriali zac ión select iva tendiente a que la protesta

social no renaciera en el futuro.

3)Un mecanismo para vincularse con la sociedad que tampoco había s ido ima-

ginado por las dictaduras anteriores: movil izar sin descanso a los argenttnos

contra enemigos supuestamente antinacionales ( subversión , Chile , cam-

paña antiargentina ,  Inglaterra ), montar escenarios confrontativos

y

belicistas

en elmarco de la exaltación patriót ica continuada.

Para abordar la signif icación his tórica del últ imo régimen mili tar, su origen, su

desarrollo y principales consecuencias, proponemos tres ejes introductorios:.

1)El primero consiste en pensar a esta dictadura como el r esultado de los dis-

tintos confli ctos examinados en los capítulos anteriores: capital trabajo,

peronismo / antiperonismo, socialismo revolucionario / capitalismo anticomunista,

catolicismo integrista/ culturas transgresoras, y el conflicto entre las burguesías

empatadas. .

Laúltima dictadura fue una contraofensiva múltiple derivada de estas CUlCO gran-

des disputas que de manera entrelazada se agudizaban desde 1955, alcanzando su

mayor desarrollo en el bienio 1974-1975 . En este sentido, el régimen mili tar

debiera ser contemplado como una acometida terrorífica de capitalismo

y

sus

fuerzas represivas contra las fuerzas insurgentes del socialismo revolucionario

y

todo el arco de laprotesta social post-Cordobazo. Un embate sin precedentes del

antiperonismo y el peronismo de derecha contra el peron ismo de izquierda y el

campo popular unificado por laestructura de sentimientos peronistas. Del ~apl-

tal industrial concentrado y laburocracia de los grandes gremios contra el sindi-

calismo clasista de lasindustrias más modernas. De lasburguesías agroexportadorn,

financiera y desarroll ista contra la burgues ía de industr ias l ivianas dir igidas al

mercado interno. Del capital privado asociado a la patria contratista contra el

nacionalismo popular de posguerra. De lajerarquía ecles iást ica contra los sacer-

dotes tercermundistas de base y militantes parroquiales que habían proyectado

enJesús laimagen de Camilo Torres o elChe Guevara. De profesores reacciona-

r ios contra cátedras marxistas. De las fuerzas policiales contra marginales y

transgresores de lascalles. Del catolicismo integrista que celaba un estilo de vida

rígido contra las manifestaciones de lacultura joven, las culturas modernas como

el psicoanálisis y larevolución de las costumbres de los años 60.

En síntesis, laúlt ima dictadura constituye lamás extrema de las contrarrevolu-

ciones y contrarreformas habidas en Argentina, y esto no puede explicarse sin

atender a la acumulación de confl ictos en e per íodo previo, a nivel nacional,

continenta l y mundial . Cuando los anal istas se preguntan si e l genoc idio y el

desguace económico iniciado en 1976 pudo haber sido evitado por alguna cir-

cunstancia, la respuesta que subyace en sus trabajos es casi siempre fatalista

porque consideran que rara vez las fuerzas conservadoras nacionales e interna-

cionales convergieron tan radicalmente en una misma dirección: el recrudeci-

miento de la Guerra Fría se había potenciado con la humillante derrota de

Estados Unidos enVietnam (1975). E l anticomunismo golpista en elCono Sur

alcanzaba su mayor radio a mediados de los 70 cuando las dictaduras mili tares

promovidas por laCIA t iñeron de verde laregión.

A esto hay que sumar la tradición golpista de la corporación mili tar argentina;

la maquinar ía autorreproductiva de escalafones y mandos enganchados en la

proyección polít ica de las Fuerzas Armadas, una posta activada en septiembre

de 1930. Los primeros conductores de la última dictadura, Jorge Rafael Vide a

y

Roberto Viola, habían participado como suba lte rnos en el golpe de 1966, así

como Juan Carlos Onganía lo había hecho el4 de junio de 1943,

y

Perón no

había permanecido a l margen del movimiento de tropas del 6 de septiembre

de 1930 comandado por José Félix Uriburu, general del Ejército que había

integrado las f ilas de los revolucionarios del Parque, en 1890. Los nombres

pudieron ser ot ros, por encima de e llos estaba la sucesión de ambiciones per-

sonales y corporativas que arraigaba en los cuarteles. El hecho de que Videla

haya sido el primer conductor de la última dictadura es otra muestra del

involucramiento orgánico del Ejérci to como ins ti tución en e golpe. Setrataba

del mili tar equil ibrista que s iempre había manifes tado un perfi l más bien neu-

tro, a medio camino entre el profesionalismo y el antiperonismo declarado,

una media bas tante aproximada del Ejército posperonista, un  colorado en-

cubierto ( violeta ) que había logrado permanecer inmune a las purgas produ-

cidas en los vaivenes de la pol it ización de la fuerza? .

,

\

\

 

¡

\

2 María Scoane y Vicente Muleiro: El dictador. Historia secretay pública de J o r g e Rafael

Vide/a, Buenos Aires, Sudamericana, 2001, cap. 4.

Page 3: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 3/25

3721 E7.F.qUlELSIRUN

¿Qué hubiera sucedido si en alguna de esas purgas previas al go~e, Videla,

Viola o Emilio Eduardo Massera hubieran sido apartados de las Fuerzas Ar-

madas? Como toda pregunta instalada en un escenario hipotético, no hay r~s-

puestas cornprobables. Sinembargo, todo indica que a pes.arde las diferencias

que más tarde podrían establecerse entre el matiz neoliberal de Videla, el

 terropopulista de Massera, el nacionalista de Ramón Genaro Díaz ~essone,

o el belicista de Leopoldo Fortunato Galtieri, los objetivos represivos del

golpe estaban instalados con tal certidumbre en lac?rporac~ón ~tar que cual-

quiera de los eventuales conductores hubiera asumido su ejecuctori. .

2) El segundo eje consiste en comparar a esta dictadura con las antenores de

Argentina, y en particular con ladictadura de 1966. Sin duda que .hayele~en-

tos comunes entre ellas: eran dos regímenes antiperonistas y anttcomUl11stas,

inspirados en laDoctrina de la Seguridad Nacional, que pr~tendían ~sciplinar

a la sociedad clausurando el espacio electoral por tiempo indeterminado, dos

dictaduras que no se habían propuesto límites temporales para rediseñ~r ~a

sociedad. Pero las diferencias fueron significativas, como veremos. En pnnc1-

pio, laúltima dictadura sepropuso vengar el fracaso del onganiato desplegando

una ofensiva mucho más terrorífica y abarcadora. Fue heredera de las dictadu-

ras del 55 y el 66 pero crítica del modo superficial de excluir el peronismo de la

sociedad sin erradicar definitivamente las bases materiales de laprotesta obre-

 

ra, ni de larevolución social que en ellalatía.

3) El tercer eje repara en larelación dictadura/ sociedad ..En elmodo en que el

régimen intentó vincularse con los distintos sectores sociales y en lasdiferentes

respuestas que encontró, desde el respaldo de laIglesiay asociaciones empr~s,a-

rias, hasta muy diversos modos de resistencia civil, pasando por la adhes~on

ocasional y eufórica de millones de argentinos manipulados por la comUl11ca-

ción oficial que una

y

otra vez apeló al sentimiento nacional. .

Finalizado lo que los militares llamaron la lucha antisubversiv~ , la di~tadura

creadora de atmósferas patrióticas dio a los festejos del Mundial de fútbol el

significado de una reunión nacional sin descontentos de lamism.aso~iedad a

laque había fragmentado en suafán demonizador, represivo y antts~dical. L,o

mismo volvería a suceder en los preparativos de la guerra con Chile, y mas

intensamente durante la guerra de Malvinas. Se trató de una dictadura que a

toda costa procuró evitar los tiempos muertos en suconvo~at?ria a las.ociedad.

Por diversas razones no podía perder la iniciativa y elmOV1m1entobeligeran~e,

aunque ese movimiento fuera una alocada huida hacia adelante que laconduje-

ra a ladestrucción como sucedió enMalvinas.

¿Por qué la dictadura no podía prescindir de estos llamamientos nacionales

contra enemigos por ella construidos? Indagar acerca de esas razones puede

llevamos a descubrir aspectos esenciales no sólo del régimen militar sino de la

1.11ÚLTIMII DlcrADUR¡1

 1976-1~)XJ)

I 3 73

sociedad argentina que una y otra vez sevio envuelta en las empresas que s

  m

captores/ salvadores le formularon. Las fantasías de éxito yde perduración en

el poder que el Proceso fue concibiendo ni bien empezaron a proliferar las

denuncias por sus crímenes, tuvieron buena acogida en vastos sectores de las

clases medias: los desaparecidos no existen, son un invento de la campaña

anttargenttna , la plata dulce y la invasión de artículos importados como

señal de una nueva prosperidad enArgentina, el triunfalismo de Malvinas, son

las mayor~s.ficciones de ~orta duración, pero de mucha intensidad, que elrégi-

men logro instalar a traves del control de los medios.

2. El proyecto

L~conducción del76cuestionó másaspectos de la sociedad peronista que los

dlcta~o~es anteriores'. No sólo se proponía modificar el desarrollo político-

ldeologlco de Argentina, sino la estructura económica que a su entender lo

había engendrado. Desde luego que las elecciones y el accionar de los partidos

quedarían clausurados por riempo indeterminado ( pr im e ra e sf er a d e i nt er ve n-

ción). A suvez, los altos mandos habían acordado aniquilar a las organizaciones

~adas de izquierda y a quienes desde elCordobazo lideraban laprotesta so-

cial con II11rasevolucionarias. Intervenir los espacios transgtesores de lacultu-

ra ( segun~a e s fe ra de i n te r venc ión ). Pero también, y en esto radica la principal

diferencia con la dictadura de Onganía, el objetivo era rediseñar el aparato

productivo en desmedro de las industrias de sustitución fácilde importaciones

a las que consideraban el hábitat primario de la indisciplina laboral. Ésta fue

una tercera e s fe ra de i n te r venc ión , la desperonización más profunda que em-

prendieron los militares desde 1955,

y

es necesario que la examinemos con

mayor detalle.

Para entender por qué el último régimen militar se proponía destruir o trans-

formar esta industria eliminando subsidios y favoreciendo lainvasión de artí-

culos importados, hay que recordar de qué industria se trataba, cuál había sido

su origen y qué era lo que para Ios liberales estaba en juego en caso de que

sobreviviera.

El embate estaba dirigido contra las ISI livianas que habían nacido durante la

Primera Guerra Mundial y las décadas del 20 Ydel 30, sin el apuntalamiento

del Estado ni de laclase dominante tradicional. Esas industrias habían crecido

3 Véase Marcelo Cavarozzi,

Autoritarismo

y

democracia

(1955-1966).

La transicióndel

Estado al

mercado

en la A'l,entina,

Buenos Aires, Ariel,

199i.

Page 4: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 4/25

370 IEZEQUIELSIIU.lN

1.11ÚLTIMA DlcrllDURI\ (1976-1983)

I 371

·

••

se ha trazado con cautela entre la pacificación de losdesiertos y laaniquilación de la

izquierda revolucionaria.

En el país del golpe de Estado intermi tente , laú lt ima dictadura se di ferenció de

las anteriores por sus embestidas extremas no contempladas siquiera por ladicta-

dura de 1966. En principio, pueden distinguirse tres ofensivas que confonnaron

una esrrategia singular de perpetuación en el poder y de intervención penetrante

sobre la sociedad:

1)Un despliegue represivo sin precedentes que incluyó la matanza metódica de

una categoría de personas previamente definida por eldiscurso estatal (genoci-

dio).

2) Una ofensiva contra las ISI (industrias susti tu tivas de importaciones) l iv ia-

nas de capital nacional, en favor de la especulación financiera y del encumbra-

miento de burguesías concentradas, tanto locales como extranjeras. Un plan de

dispersión obrera y desindustria lización select iva tendiente a que la protesta

social no renaciera en el futuro.

3)Un mecanismo para vincularse con lasociedad que tampoco había sido ~a-

ginado por las dictaduras anteriores: movilizar sin descanso a los argent1110s

contra enemigos supuestamente antinacionales ( subversión , Chile , cam-

paña antiargentina , Inglaterra ), montar escenarios confrontativos

y

belicistas

en el marco de la exaltación patriótica continuada.

Para abordar la significación histórica del ú lt imo régimen mili tar, su origen, su

desarrollo y principales consecuencias, proponemos tres ejes introductorios:

1) El pr imero consiste en pensar a esta dictadura como el resultado de los dis-

t in tos confl ic tos examinados en los capí tu los anteriores: capi tal /trabajo,

peronismo / antiperonismo, socialismo revolucionario / capitalismo anticornunista,

catolicismo integrista/ culturas transgresoras, y el conflicto entre las burguesías

empatadas.

La última dictadura fue una contraofensiva múltiple derivada de estas cinco gran-

des disputas que de manera entrelazada seagudizaban desde 1955, alcanzando su

mayor desarrollo en el bienio 1974-1975. En este sentido, e l régimen mil itar

debiera ser contemplado como una acometida terrorífica del capitalismo

y

sus

fuerzas represivas contra las fuerzas insurgentes del socialismo revolucionario

y

todo elarco de laprotesta social post-Cordobazo. Un embate sin precedentes del

antiperonismo y el peronismo de derecha contra elperonismo de izquierda y el

campo popular unificado por la estructura de sentimientos peronistas. Del capi-

tal industrial concentrado y laburocracia de los grandes gremios contra el sindi-

calismo clasista de lasindustrias más modernas. De las burguesías agroexportadora,

financiera y desarrollista contra la burguesía de industrias livianas dirigidas al

mercado interno. Del capital privado asociado a la patria contratista contra el

nacionalismo popular de posguerra. De lajerarquía eclesiástica contra los sacer-

\

I

dotes tercennundistas de base y militantes parroquiales que habían proyectado

enJesús laimagen de Camilo Torres o elChe Guevara. De profesores reacciona-

rios cont ra cátedras marxistas. De las fuerzas pol iciales contra marginales y

transgresores de las calles. Del catolicismo integrista que celaba un estilo de vida

rígido contra las manifestaciones de lacultura joven, las culturas modernas como

elpsicoanálisis yla revolución de las costumbres de los años 60.

En síntesis, la última dictadura constituye lamás extrema de las contrarrevolu-

ciones y contrarreformas habidas en Argent ina , y esto no puede explicarse sin

atender a la acumulación de confl ic tos en elperíodo previo , a nivel nacional,

continental y mundial. Cuando los anali stas se preguntan si el genocidio y el

desguace económico inic iado en 1976 pudo haber sido evitado por alguna cir-

cunstancia, la respuesta que subyace en sus trabajos es casi s iempre fatali sta

porque consideran que rara vez las fuerzas conservadoras nacionales e interna-

cionales convergieron tan radicalmente en una misma dirección: el recrudeci-

miento de la Guerra Fria se había potenciado con la humillante derrota de

Estados Unidos enVietnam (1975). El ant icomunismo golpista en elCono Sur

alcanzaba su mayor radio a mediados de los 70 cuando las dictaduras mili tares

promovidas por laCIA riñeron de verde la región.

A esto hay que sumar la tradic ión golpista de lacorporación militar argentina;

la maquinaria autorreproduct iva de escalafones y mandos enganchados en la

proyección política de las Fuerzas Armadas, una posta activada en septiembre

de 1930. Los primeros conductores de la última dictadura, Jorge Rafael Videla

y Roberto Viola, habían participado como subal ternos en el golpe de 1966, así

como Juan Car los Ongania lo había hecho el4 de junio de 1943, y Perón no

había permanecido al margen del movimiento de tropas del 6 de septiembre

de 1930 comandado por José Félix Uriburu, general del Ejército que había

in tegrado las filas de los revolucionarios del Parque, en 1890. Los nombres

pudieron ser ot ros, por encima de ellos estaba lasucesión de ambiciones per-

sonales y corporativas que arraigaba en los cuarteles: El hecho de que Videla

haya sido el primer conductor de la última dictadura es otra muestra del

involucramiento orgánico del Ejército como institución en elgolpe. Se trataba

del mil itar equi libris ta que siempre había manifestado un perfi l más bien neu-

tro, a medio camino entre el profesionalismo y el antiperonismo declarado,

una media bastante aproximada del Ejército posperonista, un colorado en-

cubierto ( violeta ) que había logrado permanecer inmune a las purgas produ-

cidas en los vaivenes de lapol ir ización de la fuerza? .

·

 

 

2 María Seoane

y

Vicente Muleiro:

El dictador. Historia secreta

y

pública de Jorge Rafael

Videla,

Buenos Aires, Sudamericana, 2001, cap. 4.

ti

• •

 .

 

ti

• •

t

Page 5: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 5/25

3721 EZEQUIELSIRUN

¿Qué hubiera sucedido si en alguna de esas purgas previas al golp~, Videla,

Viola o Emilio Eduardo Massera hubieran sido apartados de las Fuerzas Ar-

madas? Como toda pregunta instalada en un escenario hipotético, n? hay res-

puestas comprobables. Sin embargo, todo indica que a pes.ar de las diferencias

que más tarde podrían establecerse entre el matiz neoliberal d~ Videla, el

 terropopulista de Massera, el nacionalista de Ramón Genaro Díaz ~essone,

o el belicista de Leopoldo Fortunato Galtieri, los objetivos represIvos del

golpe estaban instalados con tal certidumbre en lac?rporac~ón ~tar que cual-

quiera de los eventuales conductores hubiera asunudo su e¡eCUcIon. .

2) El segundo eje consiste en comparar a esta dictadura con las antenores de

Argentina, y en particular con ladictadura de 1966. Sin duda que .hayele~en-

tos comunes entre ellas: eran dos regímenes antiperonistas y anncornunrstas,

inspirados en laDoctrina de la Seguridad Nacional,.que pr~tendían ~sciplinar

a la sociedad clausurando el espacio electoral por tiempo indeterminado, dos

dictaduras que no se habían propuesto límites temporales para rediseñ~ l.a

sociedad. Pero las diferencias fueron significativas, como veremos. En poncI-

pio, laúltima dictadura sepropuso vengar elfracaso del onganiato desplegando

una ofensiva mucho más terrorífica y abarcadora. Fue heredera de las dictadu-

ras del 55y el66 pero crítica del modo superficial de excluir elperonismo de la

sociedad sin erradicar definitivamente las bases materiales de laprotesta obre-

ra, ni de l a revolución social que en ella latía.

3) El tercer eje repara en larelación dictadura/ sociedad ..En elmodo ~nque el

régimen intentó vincularse con los distintos sectores ~ociales~'e~ lasdiferentes

respuestas que encontró, desde el respaldo de laIglesia y aSOCiaC10neSmpr~s,a-

rias, hasta muy diversos modos de resistencia civil, pasando por la adhes.I0n

ocasional y eufórica de millones de argentinos manipulados por la comunica-

ción oficial que una y otra vez apeló al sentimiento nacional. .

Finalizado lo que los militares llamaron la lucha antisubversiv~ , la di~tadura

creadora de atmósferas patrióticas dio a los festejos del Mundial de fútbol el

significado de una reunión nacional sin descontentos d~la mism.a.s~iedad a

laque había fragmentado en suafán demonizador, represtvo y antis~dical. ~o

mismo volvería a suceder en los preparativos de la guerra con Chile, y mas

intensamente durante la guerra de Malvinas. Se trató de una dictadura que a

toda costa procuró evitar los tiempos muertos en suconvo~at?ria a la s.ociedad.

Por diversas razones no podía perder lainiciativa y el rnovirruento beligerante,

aunque ese movimiento fuera una alocada huida hacia adelante que laconduje-

ra a la destrucción como sucedió en Malvinas.

¿Por qué la dictadura no podía prescindir de estos llamamientos nacionales

contra enemigos por ella construidos? Indagar acerca de esas razones puede

llevarnos a descubrir aspectos esenciales no sólo del régimen militar sino de la

LA ULTIMA DICfADURA (1976-1983) 1 373

sociedad argentina que una y otra vez sevio envuelta en las empresas que sus

 captores/ salvadores le formularon. Las fantasías de éxito y de perduración en

el poder que el Proceso fue concibiendo ni bien empezaron a proliferar las

denuncias por sus crímenes, tuvieron buena acogida en vastos sectores de las

c1a~esmedias: los desaparecidos no existen, son un invento de lacampaña

antlargentina , la plata dulce y la invasión de artículos importados como

señal de una nueva prosperidad en Argentina, el triunfalismo de Malvinas, son

lasmayores ficciones de corta duración, pero de mucha intensidad, que el régi-

men logró instalar a través del control de los medios.

2. El proyecto

La conducción del 76cuestionó más aspectos de la sociedad peronista que los

~cta~o~es anteriores

3

No sólo se proponía modificar el desarrollo político-

ldeologlco de Argentina, sino la estructura económica que a su entender lo

había enge.ndrado. Desde luego que las elecciones y el accionar de los partidos

quedarían clausurados por tiempo indeterminado (primera esfera de i n te roen -

ción). A su vez, los altos mandos habian acordado aniquilar a lasorganizaciones

armadas de izquierda

y

a quienes desde elCordobazo lideraban laprotesta so-

cial con miras revolucionarias. Intervenir los espacios transgresores de la cultu-

r~ (segun.d a e .i fera de/ntervención) . Pero también, y en esto radica la principal

diferencia con la dictadura de Onganía, el objetivo era rediseñar el aparato

productivo en desmedro de las industrias de sustitución fácil de importaciones

a las que consideraban el hábitat primario de la indisciplina laboral. Ésta fue

una t er ce ra e if er a d e i nt er o en ci ón , la desperonización más profunda que em-

prendieron los militares desde 1955, y es necesario que la examinemos con

mayor detalle.

Para entender por qué el último régimen militar seproponía destruir o trans-

formar esta industria eliminando subsidios y favoreciendo la invasión de artí-

culos importados, hay que recordar de qué industria se trataba, cuál había sido

su origen y qué era lo que para Jos liberales estaba en juego en caso de que

sobreviviera.

El embate estaba dirigido contra las ISI livianas que habían nacido durante la

Primera Guerra Mundial y las décadas del

20

Ydel

30,

sin el apuntalamiento

del Estado ni de laclase dominante tradicional. Esas industrias habian crecido

3 Véase MarceIo Cavarozzi,

Alltoritarismoy democracia

(1955-1966).

La transición {¡t i

E t ado o / mercado en la Argentino,

Buenos Aires, ArieI, 1997.

Page 6: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 6/25

3741

FZI·:QUIELSIIU.lN

de un modo más bien silvestre , bajo el amparo de circunstancias proteccio-

nistas de hecho como habían sido las mermas involuntarias de la capacidad

exportadora-importadora del país debido a la contracción del mercado mun-

dial. Luego, el Estado peronista había apoyado decididamente a las industrias

sustitutivas en desmedro de la burguesía agropecuaria (primer lAPI). Como se

trataba de industrias poco modernizadas que aprovechaban almáximo sucapa-

cidad instalada (tres turnos diarios), las nuevas fábricas contribuían fuertemen-

te alpleno empleo sobre labase del cual mejoraba lacapacidad de negociación

de laclase obrera. Estas características genéticas de las ISI resultan fundamen-

tales para comprender por qué el liberalismo económico que propugnaba la

alianza cívico-militar de

1976

pretendía destruírlas o transformadas.

Para esta decidida coalición, el pleno empleo, el arbitraje estatal y las

redistribuciones secundarias del Estado de bienestar durante el peronismo

habían corroído las bases mismas del trabajo asalariado en tanto relación de

producción estructurante de la sociedad capitalista. Al garantizar el pleno

empleo y fortalecer el poder sindical en las fábricas y en los tribunales del

trabajo, elperonismo habría desvirtuado lacoacción económica, alterando el

disciplinamiento automático de laclase obrera por parte del mercado laboral,

generando trabajadores pleitistas e improductivos. Los liberales representa-

dos en José Alfredo Martínez de Hoz consideraban que la insurrección se

había cebado en esas fábricas porque lasobreprotección estatal no obligaba a

que los patrones reconstituyeran su dominación en busca de una mayor pro-

ductividad. Trabajadores díscolos y empresarios que cedían ante los recla-

mos, mientras que elEstado populista apañaba larelación por medio de aran-

celes y subsidios para sostener los aumentos salariales con recursos prove-

nientes de campo

y

de otros sectores eficientes de laeconomía. Para los con-

ductores del golpe éstas no eran las únicas causas de la desobediencia social

en Argentina, pero sílas más profundas.

Para ellos, la búsqueda de un consenso entre e capital y el trabajo que el

peronismo había iniciado reproduciendo la lógica keynesiana del pleno em-

pleo y fortaleza de la demanda, no era más que un factor distorsivo de la

dominación de una clase sobre otra, fundado en la falsa imagen de laarmonía

entre ellas.Los golpistas del 76 consideraban que los gobiernos antiperonistas,

civiles o democráticos, que se habían sucedido después de

1955

no habían

atacado el problema de raíz. Si bien, durante los shocks desarrollistas de

Frondizi y Onganía, se había procurado debilitar las bases sindicales con re-

presión y reformas a la Ley de Asociaciones Profesionales, los intentos ha-

brían resultado fallidos porque militares y civiles antiperonistas no se habían

propuesto llegar al fondo del problema. En la jerga higienista de la última

dictadura, esta vez se trataba de eliminar no sólo al virus de la subversión ,

LA ÚLTIMA DICTADURA (1976.1983) 1375

sino al caldo de cultivo . Cuando los militares hablaban de ello, en gran

medida se referían a la tercera esfera de intervención: desmontar lo que con-

sideraban el ámbito más básico de la formación de la guerrilla industrial .

Ello implicaba no sólo eliminar alsindicalismo combativo, sino reimponer la

coacción económica mediante la apertura de los mercados y lallegada de la

competencia extranjera. De este modo, los patrones se verían obligados a

mejorar laproductividad, poniendo en caja a sus trabajadores, restaurando el

orden social en cada fábrica. La obediencia sería reimpuesta en todas sus di-

mensiones, comenzando por un aumento de laexplotación.

Entonces, ¿hubo en Vide a y Martínez de Hoz una intención de vuelta a la

sociedad agraria y desmonte de laArgentina industrial? En todo caso, ¿cuál era

el alcance del proyecto antiindustríal y en qué intereses se fundaban sus limi-

tes? La pregunta nos llevaa contemplar dos visiones recurrentes.

1)Para una primera interpretación, ladictadura apuntó a destruir integralmente

a la industria con el objeto de regresar a la Argentina agrícola anterior al

peronismo y alyrigoyenismo. Reducir a la clase obrera para equilibrar social-

mente a Argentina en su estructura más tradicional. Restaurar la supremacía

de los negocios agrícolas y potenciar los negocios financieros en desmedro de

los industriales que debían reducirse drásticamente.

En la versión de Aldo Ferrer, la política económica de la dictadura estaba

 explícitamente orientada a desmantelar la estructura productiva . De esta

manera se habría resuelto un conflicto planteado a fines del siglo XIX entre

 dos proyectos de país : e basado únicamente en laagroexportación y elque

promovía ladiversidad de actividades productivas, cuyos portavoces habían

sido Vicente Fidel López, Miguel Cané y Carlos Pellegrini , Un siglo más

tarde, Videla y Martínez de Hoz habrían apuntado al desguace industrial

debido a que los herederos de la burguesía terrateniente no habían encontra-

do la forma de conducir alpaís por la senda de desarrollo .

En palabras de Horacio Verbitsky, elproyecto consistía en que Argentina vol-

viera a sus tiempos de país preindustrial, que importa casi todo y paga -si

puede- exportando carnesy granos'>5Yen los términos más enfáticos de Seoane

y Muleiro: El plan era un país

COl).

diez millones de habitantes, sobraba la

tercera parte y,sobre todo, los obreros industriales . ''Vide a había sido e elegi-

do, el brazo armado de estos militares y civiles cuyo proyecto nacional corres-

4 Aldo Ferrcr, Economía Argentina y estrategia 'prcindustrial' , en Alain Rouquié (comp.),

Argentina, boy, Buenos Aires, Siglo XXI, 1983, p. 105.

5 Horacio Vcrbitsky, Malvinas. Lo Ñlt ima batal la de la terrera gllerra mllndial, Buenos Ai-

res, Sudamericana (edición corregida

y

aumentada), 2002 p. 24.

Page 7: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 7/25

3761 E7.EQUlI'J.SIRJ.lN

pondia a una Argentina feudalizada (.:.) se trataba, de re~otra:~ al país a un

estadio previo a laexistencia del perorusmo y del yngoyentsmo . ,

El atractivo de esta interpretación basada en lavuelta alagro, conslst~ en que

adjudica la destrucción industrial a un proyecto deliberado de la dictadura.

Pero supunto flaco es que no contempla suficientemente que entre los ganado-

res de laúltima dictadura habría que contar a las industrias más avanzadas del

pa ís  ,

almismo tiempo que lapolítica de atraso cam?iarío de Martínez, de Hoz

no favoreció sostenidamente alagro pese a laempana de clase que lovinculaba

al sector.

11 )

Estas objeciones nos llevan a una segunda visión, má~recie~t~, p~~alacual

la noción de redimensionamiento industrial o   desindustrialispcion

selecti-

va seajusta enmayor medida alos planes del exdirector de ~cindar (M~rtínez

de Hoz), de los grupos económicos que serían llamados capIta~es de laindus-

tria en los años 80, y de las industrias multinacionales establecidas en Argen-

tina, cuyoobjetivo de largo plazo no era retroceder y abandonar, un t~rreno que

no podian dominar, sino imponerse en el terreno,y cr~cer en suinterior . Re?~-

cir indiscrirninadamente a la industria hubiera implicado la autodestrucción

de un sector de la burguesía perteneciente al bloque civil de la dictadura.

Tomemos como ejemplo a lasindustrias automotrices que desde elCor~o?azo

habían sido un ámbito neurálgico de lalucha de clases. No por eso elregtmen

sepropondría destruirlas y,de haberIo hecho, no hubiera en~o~trado el bene-

plácito de las multinacionales implicadas. Lo cierto es que SIbl~n algunas de

ellascomo General Motors decidieron irse del país, las automotnces fueron el

sector más protegido por el Estado de la apertura econó~ca que di~~ondría

Martínez de Hoz, así como el lugar de mayor cooperaclon entre milita~es.Y

empresaríos en el secuestro y asesinato de delegados gremiales ligados alsindi-

calismocombativo.

Bloquear totalmente a laindustria nunca habría sido elobjetivo, históríco de_la

burguesía más tradicional de Argentina. En rigor, la clase ,donunante de ~no

agroexportador no se habría resistido a las nuevas opo~dades d~gananc1a~,

sino sólo en lamedida en que la sustitución de importaciones pUSIeraen pe~-

gro las exportaciones agropecuarias. Esta ha~ía sido en reah?ad una clase capI-

talista multisectoríal y no iba a despreciar lanqueza que pudieran depararle los

6 MaríaSeoane

y

Vicente Muleiro, op, ci t. , p, 25.

7 Lasindustrias que más crecieron fueron las de bienes intermedios

y

capitalconcentrado:

celulosa, siderurgia, aluminio, petroquímica.  ,

8 Véanse, por ejemplo, los trabajos recopilados por Alfredo Puc,ctarelh en Empresanos,

tecnócratasy m il it or es , L o t ra m a c o rp o ra ti va d e l a l il ti ma d i aadu ra Siglo XXI, Avellaneda,

2004,

l .A ÚLTIMA DICJ'ADURJI (1976-1983) 1377

nuevos rubros industriales sin perjuicio de los viejos negocios agrícolas. En

concordancia con ello, lo que los liberales del 76 de algún modo se habrían

propuesto era volver alcurso industrial planteado por el Plan Pineda de

1940:

un crecimiento basado en industrias de bienes exportables que fijara limites a

lasustitución de importaciones con el objeto de recuperar los mercados exter-

nos. Es decir, lacontinuidad del modelo de intercambio, ventajas comparativas

y  crecimiento hacia afuera en el mundo post-30. La conducción de ladicta-

dura estaría dispuesta a desmontar o transformar, apertura económica median-

te, todo loque había crecido acontrapelo de esos principios, con elagregado de

que esta vez la naturalización de la economía conllevaría más que nunca a

reconstruir la dominación patronal en las fábricas. Más allá de algunas

formulaciones romántico-agraristas centradas en la noción de clases obreras

peligrosas y de sociedad industrial perniciosa y conflictiva, lameta de la con-

ducción política y económica no habría sido reducir de cualquier modo el nú-

mero de obreros, sino, en primer lugar, disciplinarios mediante la coacción

económica yextraeconómica. Las principales burguesías que impulsaban alré-

gimen se parecían mucho menos a una nobleza nostálgica y perdidosa, que a

una burguesía capitalista dispuesta a todos los triunfos sobre laclaseobrera. La

reducción delnúmero de obreros ocupados en laeconomía seconcretaría por un

proceso selectivo alcabo del cual decrecerían lasindustrias de tecnología preca-

ria basadas en la adición del trabajo, almismo tiempo que sedesarrollarían las

industrias de capital intensivo y mano de obra escasa. El sometimiento del

trabajo selograría combinando un ataque represivo yun golpe de gracia tecno-

lógico estimulado por laapertura económica. Almismo tiempo, se fomentaría

la dispersión geográfica de los polos industriales mediante regímenes de pro-

moción impositiva que alentaran el traslado de las plantas hacia las provincias

menos pobladas del territorio nacional.

Las diferencias con elprograma desarrollista de Onganía eran por tanto signifi-

cativas. En principio, la variante ideológica de Videla y Martínez de HOz se

inscribe, en cuanto a la filosofía esencial de su visión económica, dentro de lo

que hoy llamamos neoliberalismo, en referencia a lasideas contrarreforrnistas

del Estado de bienestar keynesiano de posguerra. En Argentina, estas ideas

tendrían implicancia s decisivas en la cuestión industrial. Alli donde en 1966

Onganía y Krieger Vasena contemplaban la industrialización y el desarrollo

social para garantizar el orden y prevenir el avance del comunismo, Videla y

Martínez de Hoz reformularon laDoctrina de laSeguridad Nacional pergeñando

el desguace de lo que consideraban malformaciones industriales, y de ciertas

instituciones características del Estado de bienestar keynesiano. Mientras el

desarrollismo de

1966

se concentraba en provocar un salto cualitativo en la

sustitución de importaciones mediante la atracción del capital extranjero para

Page 8: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 8/25

3781

L/'.I':QUILJ.SIRI.IN

e avance de la indust ria d ifíc il , e l énfasis de la pol ítica de Martínez de Hoz

estaría puesto en destruir ciertas industrias que habían prosperado en laecono-

mía cerrada del Primer Plan Quinquenal.

Tomando en cuenta su plan desindical izador, laapertura económica y laelimi-

nación de subsidios e intervenciones estatales anticíclicas, e discurso de Martínez

de Hoz estuvo inspi rado en las ideas host iles a laeconomía keynesiana formu-

ladas por Friedrich von Hayek y Milton Friedman, los máximos ideólogo s de

neoliberalismo. Sin embargo, la dictadura argentina no alcanzaría a convertir-

se, después de Chile, en e segundo experimento integral de las ideas neo liberales

antes de la llegada de Margaret Thatcher al poder en Gran Bretaña (1979).

Dist in tos fueron los condicionamientos que lacorporación mil itar le impuso a

su ministro de Economía apartándolo de la naciente ortodoxia.

En primer lugar, laconducción militar era reticente a privatizar las empresas esta-

tales; un punto de primer orden en cualquier agenda neoliberal-antikeynesiana. El

gobierno militar promovería la filtración subterránea de capital privado en laesfe-

ra estatal (privat iZ f láón periJérica) , pero no concretaría ventas ostensibles de los

activos estatales. La conducción encabezada por Videla no estaba dispuesta a pagar

el costo simbólico que significaba la enajenación de los patrimonios nacionales, ni

e costo político de ladesocupación que inevitablemente aumentaría con eltraspaso

de las empresas. Existen testimonios que indican que eldesempleo masivo preocu-

paba a laconducción del golpe. Que Videla estaba dispuesto apromover labaja de

salarios que el capital concentrado pretendía, pero no a laimposición de la tasa

natural de desempleo que a puertas cerradas yaproponían losseguidores deThatcher

dentro del Partido Conservador inglés. A pesar de que setrataba de una dictadura,

para laconducción militar no era sencillo asumir elcosto simbólico de una pérdida

tan visible del patrimonio nacional Videla no se sentía en condiciones de poder

asumido ni ante la sociedad, n i ante las propias Fuerzas Armadas, dentro de las

cuales elpensamiento económico no era homogéneo, aun cuando los liberales se

habían establecido en la cima del Ejército. Las privatizaciones chocarían con el

matiz nacionalista y desarrollista que pervivía en buena parte de las Fuerzas Arma-

das, y particularmente Videla, cuyo liderazgo no eracomparable alque había cons-

truido Augusto Pinochet en Chile, priorizaba launidad del frente militar evitando

fracturas que agravaran la competencia por el poder. Mantener las empresas en

manos del Estado también lepermitía alrégimen sumar cargos para las tres fuerzas,

lo que contribuía alinvolucramiento total de cada una de ellas con el ''Proceso''.

En segundo término, lacorporación militar tampoco constituía elinstrumento

más adecuado para la aplicación de un programa monetaris ta basado en fuertes

ajustes del gasto público debido a que, lejos de reducir los gastos para

desinflacionar la economía, necesitaba aumentarlos en rearme y obras públicas.

Armas para satisfacer las inquietudes profesionalistas de las Fuerzas Arma-

LA

llJ.TIMA DICIADL'I(,\

(1~7('-1~H1) 1 3 7 9

das, y   autopistas y represas para jactarse de su eficacia operativa ante lasocie-

dad. Según el Insti tu to de Estocolmo de Investigaciones para la Paz, e lgasto en

armamentos de la dictadura argentina entre 1980 y 1982 superó los 15.000

millones de dólares ') . A estos gastos se sumaron el peso defici tario de las em-

presas es tatales que en muchos casos aumentaron por el auge de prebendas

durante la privatización periférica.

2.1 Aspectos políticos del proyecto

Otra diferencia entre los planes dictatoriales de 1966 y 1976 gira en tomo al rol

de las Fuerzas Armadas. Onganía había decidido apartarlas del poder, replegarlas

alámbito profesional para que no perturbaran lagobemabilidad de la dictadura

como había sucedido en los regímenes mili tares de 1930, de 1943 y durante el

enfrentamiento entre azules y colorados en torno algolpe de 1962. También

había pretendido con ello dar a ladictadura una imagen de gobierno civil .Pero el

apartamiento previsto por Onganía no había funcionado. La caída humillante de

aquel dictador, su soledad en elpoder yla vista gorda del Ejército ante laeclosión

popular iniciada con el Cordobazo eran imágenes grabadas en las retinas de la

conducción golpista de 1976. Por eso fue desechado elmodelo presidencialista

de 1966 por un

gobierno pleno de las fuerzas Armadas.

Como en 1943, los mili-

tares coparían integralmente la estructura del poder, desde los municipios hasta

las gobemaciones, las instituciones educativas, sindicatos, medios de comunica-

ción, etc. Recibirían la colaboración de civiles de extracción política conservado-

ra ( amigos del Proceso ), y elinvolucramiento de las tres fuerzas estaría asegura-

do tanto por eld iseño insti tucional en tomo a lacúspide -una junta t ripart ita- ,

como por el reparto equitativo del botín burocrático que por lo general

sobrerrepresentó a las dos armas menores, como en elcaso de los canales de tele-

visión: uno para cada fuerza (33 por ciento). Según Marta Castiglione, la milita-

rización del Estado alcanzó niveles excepcionales. La presencia del personal mili-

tar en la administración pública durante el año 1976-1977 llegó al: 40,5 por

ciento en laadministración centralde organismos, 32,4 por ciento en organismos

descentralizados, 37,5 por ciento en provincias y municipalidades de Buenos Ai-

res , y 44,5 por ciento en empresas del Estado ,

Por úl timo, una tercera diferencia con el modelo de Onganía basado en elcor-

porativismo nos permite abordar la imaginación pol ít ica que el ú lt imo régi -

9 Horacio Verbitsky,

op cit.,

p. 235.

10 Marta Castiglione,

La militarizaáón del Estado eJ1 la Argentina

(/976-1981), Buenos

Aires,CEAL, 1992, p. 55.

Page 9: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 9/25

380

I

EZF.QUII'.LSIIUJN

LA ÚI.TIMA DlCrADURA

(1976-19R3) I381

men militar puso en juego para figurarse y hacer figurar su continuidad. Como

toda dictadura instalada en un mundo donde el horizonte de legitimidad era

 democrático , no podíaafirmarse exclusivamente en su capacidad represiva,

sin transmitir a la sociedad y a las propias Fuerzas Armadas el dibujo de un

sistema de perduración en elpoder que pareciera legítimo , lógico , facti-

ble y necesario .

En Argentina, los golpes de 1930, 1943 Y1966 habían recurrido a loinventado

por Mussolini en Italia: las corporaciones suplantarían a los partidos políticos y

la competencia electoral en la tarea de transmitir las inquietudes de lasociedad

civil al Estado. Pero la última dictadura, lejos de apelar a las corporaciones,

planeaba reducirlas al mínimo, sobre todo a las dos corporaciones que

estructuraban la comunidad organizada de la sociedad peronista: no sólo se

intervendría laCGT sino también laCGE y otras organizaciones empresarias,

donde se encontraba representada laburguesía industrial defensora de la eco-

nomía peronista . Hasta una parte de los gremios conducidos por laburocracia

sindical de derecha serían intervenidos y sus líderes en muchos casos encarcela-

dos, sibien serían objeto de un tratamiento muy diferente alque recibirían los

sindicalistas de izquierda.

Entonces, sino sólo seprohibiría por tiempo indeterminado laactividad de los

partidos, sino que también sebuscaría anular las corporaciones: ¿cómo planea-

ba la nueva dictadura conectarse con la sociedad? ¿De qué manera construiría

supropia ficción de enlace con ella, sitampoco apelaría a los plebiscitos del sí

implementados por lavecina dictadura de Pinochet?

La pregunta nos conduce al eje de las

convocatorias nacionales

que el régimen

inventó una y otra vez para llegar sin intermediarios a esa sociedad; pero antes

de abordarlo, debemos examinar dos hechos que incidirían plenamente en la

dinámica conducente a Malvinas: el genocidio y la economía de Martínez de

Hoz que llevaría al derrumbe de 1981-1982.

represores franceses en Argelia, cuadricularon al país en 19 subzonas y 117

áreas, acordaron lametodología y supervisaron su ejecución. Lo hicieron en

reuniones orgánicas en las que participaron la totalidad de los generales, almi-

rantes y brigadieres. De allíderiva el carácter estatal de laempresa de secuestro

y exterminio, lo que constituye el primero de los agravantes que permiten

categorizarla como

matanza adm in is tr ada .

En los 364 centros clandestinos de detención ( chupaderos ), ladictadura cons-

truyó elmás absoluto espacio de dominación total sobre sus enemigos y fue allí

donde se puso de manifiesto su radicalidad del

mal ,

La frialdad de los

perperradores y lacrueldad en las salas de tortura constituyen un mal superla-

tivo y ultraideológico que nos obliga a tomar como marcos de referencia los

hechos más aberrantes del siglo

xx.

La dictadura encabezada por Videla no

sólo cometió crímenes masivos, sino que en los centros clandestinos construyó

un infierno para cada una de sus víctimas en base a normas elaboradas. Posible-

mente, elgrado más alto de lo que Eduardo Luis Duhalde llamó la perversión

consciente del poder no corresponda ni siquiera almomento de las ejecuciones

clandestinas de prisioneros sino a las instancias previas de suplicio montadas

por torturadores que seidentificaban con un Dios sádico amante del sufrimien-

to

13

La tortura de embarazadas o de hijos en presencia de sus padres no eran

iniciativas de perversos sueltos sino que respondían a una perversión entrena-

da en las instituciones militares.

Frente a ello puede parecer trivial que en la empresa de exterminio se haya

desplegado un conjunto de recursos burocráticos y técnicos. Sin embargo, esto

distingue al genocidio de otro tipo de crímenes masivos en lamedida en que

laorganización de una maquinaria para el exterminio de prisioneros correspon-

de algrado más alto de premeditación en circunstancias de racionalidad propi-

cias para la conciencia y el arrepentimiento. Para el derecho occidental, esto

constituye el peor de los agravantes. Allí se funda ladiferencia que los códigos

penales establecen entre el homicidio impulsado por un estado de emoción

3. Genocidio y radicalidad del mal

11 María Seoane

y

Vicente Muleiro,

op . at.

p. 226.

12 Elnúmero decentros clandestinos identificados sigue creciendo conforme sereconocen

otros lugares de detención y tortura. Los organismos de derechos humanos estiman que el

número fue superior a 500.Los má; grandes fueron: laEscuela de Mecánica dela Armada

(enCapital Federal, alrededor de 5.000 prisioneros), Campo de Mayo (funcionaron cuatro

establecimientos dentro de la guarnición militar del Ejército, con alrededor de 4.000

prisioneros), La Perla (Córdoba, con más de 2.200 prisioneros hasta 1979), Vesubio (La

Matanza, con alrededor de 2.000 prisioneros)

y

Club Atlético (Capital Federal, con más

de 1.500 prisioneros).

13 Torturadores dela ESMA como el Tigre Acosta decían a sus prisioneros:  Aquí adentro el

t iempo no existe , Esto no t iene l imites , María Seoane y Vicente Muleiro,

op .

at., p.

233.

Seha estimado que 1 de cada 10militares participaron en forma directa de los

Grupos de Tareas que llevaron a cabo elexterminio . Pero aun cuando lo ha-

yan hecho en formaciones nocturnas , son abrumadoras las evidencias de que

todo respondía a los más altos mandos de las fuerzas diurnas , quienes final-

mente disponían de lasinstalaciones y lacolaboración delconjunto de las Fuer-

zas Armadas. Fueron los altos mandos quienes, siguiendo el consejo de los

Page 10: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 10/25

3821

EZEQU¡l'J.SIIUJN

violenta y el secuestro -frío y planificado- seguido de muerte. El hecho deque

laArmada haya previsto la fabricación en serie del narcótico  pentonaval  para

dormir a los prisioneros que serían arrojados almar desde los aviones permite

ca tegorizar la matanza como

geno cidio tec nificado.

Los estudiosos de este t ipo de crímenes estatales que proli feraron en el siglo

XX han tendido a identi ficar dis tintos factores intervinientes en las maquina-

rias de exterminio. Como señala Tzvetan Todorov, el fanatismo y labestialidad

no resultan suficientes para explicar el tamaño de los crímenes . Lo dificil no

es explicar elcomportamiento de los sádicos-perversos sino elde los hombres

grises que intervienen en la maquinaria de exterminio. Los hombres bestiales

no necesitan despersonalizar a sus víctimas, pero los otr<;>sprecisan

deshumanizadas siguiendo el camino trazado por los  ideólogo s  .Estos son los

primeros artífices del genocidio en lamedida en que conciben la demonización

que lo precede, esdecir , loque Duhalde denomina el asesinato nominal de las

víctimas

15.

Un genocidio no es sólo una matanza masiva, lo que termina de

conformado es la inclusión de las víctimas dentro de una categoría estableci-

da por el Estado a los efectos de su eliminación.

También en el caso argentino puede identificarse una variedad de elementos,

objetivos, instancias y timbres pasionales que intervinieron en el exterminio.

Comenzando por la d em on iz ac ió n d e l as víctimas, los componentes ideológicos

que contribuyeron a caracterizar al insurgente revolucionario como agente

reproductible del mal no eran nuevos en Argentina, sino que pueden ser ras-

treados desde el  pánico rojo de 1909 y laSemana Trágica de 1919, cuando las

fuerzas estatales y paraestatales habían hecho de anarquistas , rusos y catala-

nes un enemigo pavoroso. Desde entonces laideología antiinsurgente se había

desarrollado en las imágenes de laamenaza comunista disolvente de lanaciona-

lidad que compusieron los golpes de 1930, de 1943 y de Ongama interpretan-

do la Doctr ina de la Segur idad Nacional.

Pero no es suficiente con detectar los antecedentes, esdecir, los hechos e ideas

que unidos en retrospectiva bien podrían conducir a un genocidio. Es necesa-

r io examinar las pulsiones extremas que condujeron a la concreción final del

exterminio de miles de prisioneros en los años 75, 76, 77 Y78. La caracteriza-

ción del insurgente subversivo como amenaza expans ible no era nueva, pero

el modo en que los genocidas internal izaron has ta elparoxismo las metáforas

de la manzana podrida , del cáncer y del tumor a extirpar , constituye el

factor agregado que condujo a laconcreción del plan.

14 Tzvetan 'Iodorov:

Frente al límite,

México, Siglo XXI, 1993.

15 Eduardo Luis Duhalde:

El Estado terrorista argentino. Quince años despué s, una mirada

critica,

Buenos Aires, Eudeba, 1999, p. 68.

 

LA ÚLTIMA DICTADURA (1976-1983)

1383

~a ~emonizació~ de l~svíc~as se nutrió de diversos elementos, En primer

termino, el sobredimensionamiento del enemigo. Es cierto que laamenaza plan-

teada p~r las formaciones armadas de ERP y Montoneros (entre 2.000 y 3.000

combatientes armados, disparmente entrenados' ) superaba a cualquier otra

que ?ubleran enfrentado las fuerzas de seguridad. El número de bajas militares

ocasionadas por laguerrilla seacercaba a las setecientas. Sin embargo, los analistas

concuerdan en que las dos organizaciones guerrilleras ya estaban desarticuladas

y en desbandada bastante antes de que el régimen mil itar cumpliera un año en

el poder, es decir antes de la gran matanza iniciada afines de 1977, cuando

miles de prisioneros serían ejecutados clandestinamente como luego veremos.

En segundo té~o, el convencimiento de la irrecuperabilidad de los prisio-

neros contnbUl.a. a laconstrucción del demonio absoluto , en especial cuando

se trataba de mil itantes per tenecientes al t ronco del ERP-PRT. En las distintas

~stancias de exterminio (escritorios

y

salas de tortura) eran considerados mar-

xistas absol~tos ~ue nunca se habían dirigido a Dios, apátrida sirredimibles por

haber carecido sIempre de cualquier matiz nacionaL

El.cuadro dernonizador terminaría de conformarse con el sostén religioso que

bnndaron los capellanes del Ejército y la jerarquia de la Iglesia que ofreció un

~ento de consolación eficaz para la conciencia de los genocidas, El princi-

plO establecía que la culpa de lavíctima estaba siendo expiada por su sangre y

su dolor en la tortura, que su alma era limpiada de los demonios marxistas al

momento de morir. Este recurso permitía que católicos practicantes como Videla

com~atibiliza~an sus creencias religiosas incluso con el asesinato de monjas

y

de hiJOSde militares pertenecientes al  bando enemigo '.

En la Masacre de Trelew (agosto de 1972) donde 16 detenidos habían sido

acribillados clandestinamente se encuentran para Duhalde, a escala reducida

los principales elementos del genocidio que comenzaría cuatro años más tarde;

política genocida, pedagogía de l terror, no asunción de la autoría del hecho

criminal, pacto de sangre y aplicación de ley de fugas

18

• Pero lagestación inte-

lectual del Estado Terrorista Argentino se habría demorado hasta el 25de mayo

16 Marcos Novaro

y

Vicente Palcrrno: L , dictadura

militar

1976-1983.

Del golpe de Estado

a la restauraaán

demo crá tica,

Buenos Aires,

Paidós, 2003,

p. 74.

17  El Ejérci~o está expiando laimpureza de nuestro país, los militares han sido purificados

en el J ordan de la sangre para ponerse al frente de nuestro país (...) Nuestra religión es

terr ible, se nutrió de la sangre de Cristo y se sigue alimentando de nuestra sangre, de la

sangre de los hombres muertos. Esto quiere decir que Dios está redimiendo, mediante el

Ejército nacional, a toda laNación Argentina  (rnonseñor Victorio Honamín, provicario

castrense, 25 de septiembre de 1975).

18 Asesinato de prisioneros alegando fugas incxistentes.

Page 11: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 11/25

Page 12: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 12/25

Menéndez, Saint-Jean y Galtieri) rildaba a Videla y Viola de blandos , inten-

1

. d

tando mostrarse él mismo como e mas uro. . . . ( (

No fue casual que la masiva matanza de fines de 1977

y

pnnClplos de

1

7g

coincidiera con que los principales aspirantes a presidentes -Vldela,. Massera )

Galtieri- enfrentaban una partida decisiva en lalucha por laconducción. Lo,stres

jugaron la partida en función de la mi~~d~~el Cuerpo de Generales del Ejercito

donde la competencia por la conducclon ~1.aa resolverse ..Los tres .se~ostrar~:

incondicionales alpacto de sangre, es decir, alobjetivo inicial de exterm1lliO q

desde elprincipio había amalgamado a las Fuerzas Arm~das a pesar de las di~e-

rencias internas. Esta competencia permanente en función de la rnrrada corpora-

tiva explica lapresencia de los altos mand~)s en ~assalas de tortur:; p~~alos mili-

tares sign.ificaba estar al pie del cañón . 1mb~en explica por q~e Suarez.Maso~~

se jactaba de tener en El Campito todo un sotano l leno de 111)Ose mil itares

secuestrados por lavinculación con la guerrilla

26

• . .

Hasta aquí hemos mencionado las causas más evidentes del genOCidio:Per.o un

estudio minucioso del accionar de los grupos de tareas

y

de la expenenCla de

miles de desaparecidos y sobrevivientes se~an reveladoras de otros aspectos y

de impulsos adicionales de los artífices. . .

El secuestro de Héctor AníbaJ Ratto (sobreviviente) en el

u :

tenor de la planta

de Mercedes Benz de González Catán es un ejemplo de cientos de casos de

trabajadores entregados por lasgerencias a los Gtupos de Tareas. En la.planta

Ford Motors de General Pacheco casi todos los mtegrantes de las tres pnmeras

comisiones internas fueron secuestrados y asesinados. En laplanta de Mercedes

Benz, las dos primeras comisiones fueron también desaparec~da~. En alguno;

casos los trabajadores fueron incluso fusilados denu;o de las fa~ncas. Des~e e

Cordobazo en adelante la industria automotnz habla sido un ámbito part icu-

larmente intenso de lalucha de clases, razón por lacual seobserva de un mo.do

más patente lo que el genoc idio implicó en cu~nto a .la ofensi;a d~l caplta~

contra el trabajo en el te rritorio de la producclon capitalista mas

av

anzada

y

con flictiva. . .. d I.ili

Otros casos ptototípicos de secuestro

y

asesinato fueron ladesapanC1~n e ana

Delfino V Carlos Hiber, entre otros familiares de Mano Robert~ .~an.tucho, lo

. . . 1 d -' f mili' que se repiuo Cientos de

que puso en eVidenCia un pan e cas?go. a. aro . . .

veces: . También conformaron categonas Significativas de vicumas los 500 111-

nos y bebés raptados, los cerca de 800 adolescentes capturados -a lgunos de

ellos en las casas de sus padres-, los más.de 100 abogados secuestrados.

26 María Scoanc y Vicente Mulciro, op . dt.

p.

305.

27 lxluardo 1

,1Ii~

Duhaklc, op .

cit.,

PP: 334-339.

LA ('I.TI~j,\ DICTADLH¡\ (ln6-1<JH1) I 387

Llegados a este punto es oportuna lapregunta que formuló laperiodista Matilde

Herrera en una carta que recorrió e mundo luego del secuestro de sus tres

hijos: ¿Suponen acaso que no tendrán que rendir cuentas ante nadie sobre la

suerte de tantos miles de desaparecidos? .

La pregunta nos remite al escenario de impunidad nacionaly mundial que

imaginaron los genocidas. La forma en que muchos de ellos se referían a los

desaparecidos traslucía la ilusión de que las víctimas habían pasado a un plano

de inexistencia tan profunda que nadie reclamaría por ellas,o en sudefecto, que

los reclamos sedifumarían debido a laausencia de cadáveres como prueba ele-

mental del del ito. El propio Videla lo insinuó en un reportaje ante las cámaras,

cuando dio a entender que no podía hablar de los desaparecidos por las mismas

razones que no podía hablar de algo que no existía. En este caso y en otros,

parec ía que los militares no podían dejar de hablar sintomáticamente, pero

también se trataba de una aceptación solapada, fundada en la pretensión de

enterrar lacuestión para siempre. Benjamín Menéndez formuló esto deun modo

más directo: Se dice que hay una disposición de olvidado, mejor será entonces

olvidar ahora. Los desaparecidos desaparecieron

y

nadie sabe dónde están . Au-

sentes para siempre , los llamaría Viola después de que la Junta Militar los

declarara muertos a los efectos jurídicos

y

administrativos .

Otro elemento muy frecuente en las declaraciones de los jefes militares se rela-

ciona con lainmunidad que sentían por considerarse vencedores de una guerra

a la que sólo ellos juzgarían imponiendo su visión de los hechos al mundo

entero. La guerra lajuzga elque lagana , declaraba elgeneral Ramón Carnps,

y

para los mil itares esto sería así más que nunca en la medida en que su guerra

respondía a una cruzada universal en favor de Occidente cristiano y capitalista.

 La guerra que perdió Estados Unidos en Vietnam lahemos ganado ahora, los

argentinos, contra el marxismo apátrida , dijo elgeneral Cristino Nicola.ides

y

aun los más nacionalistas del Ejército como Mohamed Alí Seineldín se identi-

ficaban plenamente con el internacionalismo anticornunista promovido por la

CIA. La primera incursión de las fuerzas represivas argentinas en jurisdicciones

extranjeras tuvo lugar en Bolivia, en apoyo al golpe mil itar l iderado por Luis

García Meza en junio de 1980 contra las fuerzas democráticas que habían rena-

cido tras ladictadura de Hugo Banzer, La segunda, Operación Calipso, comen-

zó al año s iguiente en El Salvador , Nicaragua

y

Guatemala, donde militares

argentinos participaron de lacontrainsurgencia liderada por Estados Unidos de

Ronald Reagan. Los militares del Proceso no sólo se sintieron lareserva mo-

ral de Argentina sino del mundo entero, sobre todo antes de 1980 cuando,

según ellos, el cartercornunisrno gobernaba al país de Norte (por el presi-

dente demócrata, James Carter -1976-1980-) . Luego se esperanzaron con la

llegada de Reagan alpoder hasta el punto de creer que e gobie~no nortearneri-

Page 13: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 13/25

Page 14: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 14/25

390

IICI.I·:<~LJII-:LSII LIN

Estado que laact ividad product iva enfrentada a una invasión de art ículos im-

portados muy abaratados por el t ipo de cambio.

PrilJatizaáóll periférica. Las empresas del Estado más emblemáticas del na-

cionalismo de posguerra no fueron privatizadas. De las más de 700 que

por entonces había, se l iquidaron o vendieron las de pequeñas dimensiones,

al tiempo que se estatizaron otras de grandes dimensiones como la ltalo

(electricidad)

y

Austral (aviación). La forma en que se compatibilizó el

ncoliberalismo del equipo económico con el nacionalismo que pervivía en

las Fuerzas Armadas ha sido llamada privatización periférica : un meca-

nismo de inf ilt ración selectiva del capital pr ivado en las empresas estatales

a través de concesiones

y

terciarización de act ividades selectas. En el cor to

plazo, esta vinculación puntual del capital privado aseguraba una mayor

rentabilidad a los adjudicatarios, considerando que las empresas de servi-

cios eran por lo común deficitarias. Así, por ejemplo, la petrolera estatal

(YPF) aumentaba su rentabilidad negativa de menos 17,8 a menos 68,47

por ciento entre 1976 y 1983, mientras que las petroleras locales (como

Bridas, Pércz Companc, Astra) y extranjeras (como Shell , Esso) part icipa-

ron en 37 licitaciones, duplicando su participación en la exploración y ex-

plotación, con altas tasas de ganancias. Los grupos locales se posicionaron

con ventajas en la l icitación de las obras públicas que fueron incrementadas

notoriamente . Según Alfredo Pucciarelli , esta expans ión de la patria con-

trat is ta encubierta por eldiscurso l iberal fue lacoronación de un entrama-

do corporativo que se había establecido diez años antes, durante ladictadu-

ra de Onganía. Desde entonces, la privatización periférica bajo el imperio

de la ley de mayores costos habría sido el atajo mediante el cual las frac-

ciones más concentradas buscaron contrarrestar el círculo vicioso de creci-

miento inestable que afectaba al capitalismo argentino. Según Pucciarelli

se habría concretado de este modo un primer desempate entre burguesías

rivales mediante la obtención de  cuasi rentas de privilegio >2.

Afluenáa de mpi taleJ extranjeros . La creación en nuestro país y en otros países de la

región de circuitos inéditos de capitales tuvo sus orígenes en el aumento del ahorro

mundial que saturó a los bancos del Primer Mundo en lasegunda mitad de los 70.

Como resultado de uno de los períodos más expansivos en lahistoria del capitalis-

mo (la onda larga de posguerra 1950-1973), la acumulación de capitales finan-

cieros en las economías centrales había crecido a niveles muy altos. A esas reservas

se sumaron los petrodólares de las burguesías árabes que habían cuatriplicado

los precios del petróleo en 1973-1974. Estos capitales se trasladaron de inmedia-

to a labanca occidental en busca de mayor seguridad. Pero larecesión que des-

pués de veinte años interrumpía el crecimiento del capitalismo. central era un

obstáculo para que tan importante masa de capitales líquidos pudiera reproducir

elciclo a través de un crecimiento productivo dentro de laregión. De modo que,

como otras veces en lahistoria dela economía-mundo, elsistema buscó exportar

sucontradicción de una región a otra. El capitalismo periférico sería receptor de

préstamos masivos que lo endeudarían a niveles inéditos. La banca internacional

necesitaba prestar a toda costa para reproducir el ciclo de capital bancario, eV1-

tando que el sistema financiero colapsara a causa del exceso de depósitos sin colo-

cación ulterior. Los préstamos buscarían consolidarse preferentemente como deu-

da pública, sin importar que los Estados deudores del Cono Sur estuvieran gober-

nados por dictaduras terroríficas. Lo que los acreedores no ignoraban era que l~s

Estados disponían de valiosos activos con que responder alendeudamiento mas

tarde o más temprano: las empresas estatales, algunas de las cuales eran poten-

cialmente muy rentables. Sobre la base de estos puntos serían esgr imidos los

planteamientos más sólidos de ilegitimidad de la deuda.

Anda

salarial.

El primer plan procesista se propuso desinflacionar la econornía

mediante una brutal transferencia de ingresos en favor de los empleadores. Apo-

yada por larepresión y elamordazamiento de los sindicatos, lacarrera inflacionaria

entre precios, salarios y tarifas de servicios públicos sería frenada por e ancla

salarial . Es decir que sólo los salarios serían congelados y como los preClos y las

tarifas seguirían subiendo, el poder adquisitivo de los asalariados quedaría reza-

gado. En efecto, lacaída de los salarios reales fue cercana al 40 por ciento con

respecto alpromedio de los primeros cinco años de ladécada del 70

311

30 Jorge Schvarzer ,

La p ol ít im e t' O lI ó , im d e M m 1 /í le z d e H o Z ,

Buenos Aires, l Ivspamcrica,

1986, pp. 45-46 .

DW71glllaáól1 finamiera La reforma de 1977 consistió en: 1) liberar las tasas de

interés que en lo sucesivo serían reguladas por laoferta y la demanda

de

créditos;

2)

disminuir las exigencias estatales a las entidades financieras lo que llevó a una mul-

tiplicación de las mismas; 3) rnayor permisividad a la entrada y salida de capitales

de Argentina. El equipo económico aducía que así terminaría de configurarse un

circuito lo suficientemente fluido para atraer a L 1 liquidez mundial, facilitando el

31 , \n :l Casld lani , Gestión económica l iberal -corporativa y t ransformaciones en el inter ior

de lo s g randes agent es económicos de la . \rg ent in a duran te la última dictadura militar ,

en Alfrcdo i 'ucciarcll i (comp.) , o p . a t ., pp. 173-218.

32 Alf redo Puccia rc ll i, La pat ri a con tr at is ta . L lnucvo di scurso l ib er al de la di ct adura encu-

br e una vi ej a pr ác ti ca corporat iva , en .\ lf redo l' ucci ar cll i ( comp. ),

op .

at. p. 116 .

Page 15: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 15/25

crédito mediante e cual la industria se equiparía con e finde afrontar lacompeten-

ciade productos importados.

I.A LIJ.TIrvl/\ D CTADUHA (l97('.l~K')

I 393

T as as de int erés

positivas.

En el corto y mediano plazo, la mult iplicación de

entidades financieras y la masiva toma de crédito por parte de Estado dieron

lugar a tasas de interés extraordinar iamente posi tivas, es decir, muy superiores

a lainflación

y

a las tasas de los bancos internacionales. Estas tasas ofrecidas por

bancos locales poco con fIables atrajeron de todos modos a los capitales especu-

lativos una vez que elEstado argentino dio la señal de que élmismo devolvería

los depósitos en el caso de que las entidades financieras quebraran.

En lo concerniente a laindustria, e  atraso cambiario estimuló aun más lainva-

sión de artículos extranjeros, muchos de ellos provenientes del sudeste asiático

con los cuales la producción nacional no podía competir. Martínez de Hoz sos-

tenía que el dólar barato facilitaría la importación de maquinaria para el

reequipamiento industrial , pero aun cuando los aranceles para bienes de capital

fueron rebajados acero, no resultó suficiente para sopor tar la caída de las ventas

que sufrieron los productos nacionales.

Ga rantía es ta ta l d e lo s d epósit os

ban carios.

Se instaló como expectativa luego

de la liquidación de  Banco de Intercambio Regional en marzo de 1980, cuan-

do, ante el peligro de que se extendiera la corrida bancaria, el Estado terminó

por garant izar la devolución de 100 por ciento de los depósitos a los 350.000

ahorristas de BIR.

Plata

dulc«

Otra derivación del dólar barato fue el fenómeno conocido como

 plata dulce , una corta fiesta de consumo para ciertos sectores de la clase me-

dia que accedieron a una variedad de artículos importados y al turismo interna-

cional en elverano de 1981. Todo ello se daba en un clima de eufor ia y banali-

dad dentro del cual no se percibía que lasupuesta prosperidad descansaba en un

artificio cambiario subsidiado a futuro por e  Estado y la comunidad. Muchos

argentinos de clase media manifestaban creer que s ipor primera vez ellos po-

dían acceder al turismo internacional debia ser porque la economía nacional

estaba progresando.

Apertura económica. Después del discipl inamiento obrero, la aper tura econó-

mica constituye la disposición de cuño neoliberal más intensivamente aplicada

por Martínez de Hoz. Mediante larebaja de aranceles proteccionistas sepropo-

nía que la competencia de productos extranjeros depurara a la industria

sustitutiva sencilla (véase el segundo apartado).

AtraJ O

cam biario

o dó la r barat o. El segundo programa antiinflacionário, dado a

conocer el 20de diciembre de 1978, abandonó lapauta de ancla salarial por una

estrategia basada en la desinflación concertada de cuatro variables, cuatro anclas

simultáneas: salarios públicos, tarifas de servicios públicos, la sobreemisión rnone-

taria que realizaba e Estado para solventar susgastos,

y

ladevaluación de lamone-

da. La disminución gradual del ritmo inflacionario de cada una de estas variables

conllevaría, según elequipo económico, a disminuir la inflación general de precios.

Con arreglo a estas pautas, seprodujo el nacimiento de laprimera tablita que

anticipaba la cotización de peso respecto de dólar en los ocho meses siguien-

tes, tal como el Estado se comprometía a carnbiar los en e mercado oficial. El

atraso cambiario se produjo en e  período 1979-1980 y principios de 1981

debido a que el Estado argentino se atuvo a lo que había pautado en materia

cambiaria, vendiendo dólares alvalor estipulado en la tablita, cuando los pre-

cios de la economía habían subido más de lo previsto debido al fracaso del

segundo plan ant iinf lacionario. Esto condujo a la sobrevaluación del peso, o

sea, a un dólar abaratado a la mitad de su paridad histórica que de diversas

maneras incidiría en el derrumbe.

Los elementos de la política económica que hemos considerado hicieron

posible el mecanismo especulativo conocido como bicicleta f inanciera : el

empresario volcado a laespeculación pedía un crédito alextranjero, lo con-

vert ía en pesos y lo depos itaba en bancos locales que ofrecían tasas de inte-

rés superiores a la inflación local y al interés del crédito contraído en el

extranjero. La tabl ita y la garantía oficial de los depósitos le aseguraban

que no sería perjudicado por una devaluación, ni por el quebranto del ban-

co que pagaba intereses tan altos. El mecanismo no sólo resultó atractivo

para los especuladores argentinos, sino también para capitales golondrinas

que aprovecharon la oportunidad. El dólar barato también contribuyó a

sobredimensionar el sector f inanciero incentivando la toma de préstamos

del extranjero. Repasando, las piezas indispensables para la conformación

del mecanismo especulativo fueron:

1) Las tasas de interés extraordinariamente positivas.

2) La garant ía estatal de los depósitos bancarios ante cualquier quebranto.

3) La tablita que disipaba e temor de una devaluación abrupta.

Hasta que el sistema colapso en marzo de 1981, dando lugar a una devaluación

que a lo largo de la presidencia de Viola llegaría al 500 por ciento.

Page 16: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 16/25

Page 17: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 17/25

39611 'H~Llll'J,SIl().IN

1.,\ L'J.'J'I~l,\DICTADL'I\A (l~7(,-l~X ,)

I

397

tes para comprar las nuevas tier ras resultaron abaratados por la devaluación

del peso en los años sucesivos. Una clara homología del espejo de la historia.

En 1880 como en 1980, se consolidaron las clases dominantes a través de una

concentración de bienes product ivos , adquiridos por migajas luego de un pe-

l lizco financiero auspiciado por e  Estado. Los grupos domésticos mejor

posicionados hacia el final de la dictadura l legarían en mejores condiciones al

reparto del período Menem-Cavallo.

capital ismo argentino optaron o tuvieron que optar por una  economía con-

centrada, financista y quebrada , y no por una economía concentrada, abierta

y

pujante , tal como predicaban. ¿Era el camino ant iproduct ivo de las per ipe-

cias financieras, e endeudamiento

y

la fuga de capitales, potencialmente  más

rentable, cómodo o preferíble a los ojos de dichas burguesías? En tal caso,

¿cómo lograrían recomponer su hegemonía sobre labase de resultados mera-

mente destruct ivos para las clases subalternas? La pregunta es relevante aun

teniendo en cuenta que no siempre las burguesías actúan conforme a una es-

trategia que lo contempla todo, y que no necesariamente ladominación de una

clase sobre otra se edif ica mediante construcciones asociadas a la imagen de

progreso nacional. La destrucción de laeconomía puede implicar mecanismos

extorsivos de sometimiento como e endeudamiento externo al momento de

fijar políticas, o e disciplinamiento de los trabajadores por medio de ladesocu-

pación, la hiperinflación y el empobrecimiento general.

4.3 Maquiavelismo o ingenuidad , del iberación o desmanejo

A propósito de las intenciones del equipo económico yla conducción militar,

Novaro

y

Palermo plantean que entre los cuatro destinos de laeconomía argen-

t ina - una economía desarrol lis ta y quebrada , una economía desarrol lista y

pujante , una economía abierta y quebrada , una economía abier ta y pujan-

te -, la conducción política

y

económica del régimen habría preferido la últ i-

ma opción, aunque elresultado de lages tión haya sido claramente una econo-

mía abierta y quebrada en lacual sólo se habrían cumplido los objetivos disci-

plinarios' , Para estos autores los resultados de lapol ít ica económica s ípueden

ser leídos en términos de fracaso y desmanejo . Sencillamente, no eran los

resultados que laconducción se había propuesto sino derivaciones fallidas que

se habrían originado en el descontrol y en las discusiones internas del régimen

en torno a diversos puntos como las privatizaciones y la reducción del gasto

estatal. Las improvisaciones que surgían de lanecesidad de subsanar estas fric-

ciones habrían creado una compleja cadena de contingencias y remedios incon-

sistentes que acabarían siendo letales para los planes procesistas de continuidad

en el poder. El régimen no habría destruido voluntariamente sus medios de

perpetuación, sólo habría fracasado en su intento de compatibilizar las visiones

económicas tensionadas que pervivían en su seno.

Muy dist inta resulta la visión de Basualdo, para quien la conducción cívico-

mil itar de 1976 sepropuso sentar lasbases de un modelo de acumulación basa-

do en lavalor ización del capital f inanciero. El objet ivo consciente de la dicta-

dura habría sido, entonces, una economía financista

y

quebrada . El declive

económico de Argentina habría sido previsto por ella y ejecutado con unidad

de criterio a lo largo de los últimos veinticinco años. Contraponiendo los enfo-

ques de Basualdo yde Novaro

y

Palermo, podemos precisar más aun lacuestión

a dilucidar en los siguientes términos: ¿por qué los grupos dominantes del

5. Sometinúento, resistencia, consenso y complicidad

36 Marcos Novaro

y

Vicente Palcrrno, op . ti/ p _ 339.

Exis te una perspectiva de los golpes mili tares de Argentina que sugiere laino-

cencia del pueblo y de su clase dirigente no conservadora. La película de Luis

Gregorich y Enrique Vanoli, La Rcpúb/ú-a pe rd ida , ha sido señalada como un

exponente de esta operación de lamemoria colectiva en laque se sos layan los

apoyos partidarios y lapasividad o conformidad que los golpes encontraron en

diversos sectores de la estructura social.

El reciente trabajo de Novaro y Palermo nos ofrece un mapa de los apoyos

civiles que conci tó la dictadura y de los proyectos del Proceso tendientes a

ampliarlos. Sin caer en la distorsión opuesta de las afirmaciones que

monocromáticamente componen la imagen de una sociedad cómplice , los

 autores encuentran múltiples formas de disidencia que les permiten complejizar

ladicotomía apoyo/resistencia. Una amplia gama de actitudes mutantes fueron

las respuestas que provocaron las distintas acciones

y

montajes de régimen, en

circunstancias diferentes. El seguimiento contextuado de Novaro y Palermo

acerca de cómo seposicionaban un buen número de organizaciones y personali-

dades públicas nos permite distinguir los siguientes casos.

l)El apoyo propositivo , entusiasta

y

duradero de la Iglesia, los partidos con-

servadores provinciales, los medios de comunicación apologético s,buena parte

de las asociaciones empresarias

y

ejecutivos par ticipes de la represión en las

fábr icas, un segmento s ignif icat ivo del peronismo de gobierno par ticipe de la

cacería estatal de año 1975, dirigentes territoriales del P] y de la UCR que

conformaron un buen porcentaje de los intendentes.

Page 18: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 18/25

3

981/,:Z/ :C¿L //:,I.S/RI.IN

1./\

C I.I/r-.¡,\ D/c:rADU/(,\

(1 )7(,-1%:\) I 399

2) El respaldo condicional, oportunista, dosificado y negociador de figuras más

relevantes de los partidos mayoritarios -UCR, PJ, Partido Intransigente (PI),

Democracia Cristiana (DC)-, del Partido Comunista Argentino y de buena parte

de losmedios masivos de comunicación que coadyuvaron al espejismo deacorn-

pañamiento . De artistas e i ntelectuales asociados al apagón cultural .

3)

El respaldo inicial de buena parte de laclase media angustiada por elescena-

rio violento, (]uevio en la primera aparición televisiva de laJunta militar a un

gobierno de caballeros ?', El respaldo ocasional y eufór ico de millones de ar-

gentinos manipulados por la comunicación que apelaba al sentimiento nacio-

nal durante el Mundial 78 y Malvinas.

4) La pasiva conformidad o pasivo discurrir de buena parte de la sociedad

doblemente condicionada por loque Novaro y Palermo denominan el mundo

del temor

y

el mundo de la seguridad ; mundos superpuestos que propicia-

ron las transacciones mentales tendientes a preferir no saber o a culpabilizar

a las víctimas ( por algo será , algo habrán hecho ).

5) La resistencia silenciosa o molecular de diversos sectores de laclase obrera,

antes

y

después del hundimiento económico de 1981. Las protestas sociales en

los barrios periféricos contra eldeterioro de la economía a part ir de 1980. La

resistencia solapada de las agrupaciones de izquierda alejadas de lalucha arma-

da, de ciertas formaciones y seguidores del rock nacional,

y

de loque seha dado

en llamar la cultura de las catacumbas en referencia a los círculos artísticos e

intelectuales que emergieron lentamente a la superficie a partir del aflojamien-

to de 1979-1980.

6)La resistencia pública de las agrupaciones de derechos humanos que surgie-

ron en los años más duros de la represión y que perdurarían tras la caída del

régimen.

7) La resistencia clandestina y armada de las organizaciones guerril leras hasta

que fueron definitivamente derrotadas.

8)

y

sobre el final, el grito social reprobator io que estalló tras la derrota de

Malvinas y que en gran medida fue canalizado por la Multipartidaria.

Estos casos nos permiten visualizar los complejos umbrales de apoyo, pasividad

y resistencia. Comenzando por elprincipio de laprogresión, algunos hechos e

imágenes ilustran que elconsentimiento fue mayor de loque lamemo tia colec-

tiva preferiría recordar tras la caída del régimen. Los almuerzos mensuales de

Videla con personalidades muy prestig iosas de la ciencia y la cultura, como

René Favaloro, Federico Leloir, Ernesto Sabato yJorge Luis Borges. Los aplau-

sos que siguieron al discurso del presidente de faLto en la ceremonia inaugural

del Mundial 78, y a lapresencia de laJunta Militar en la tinal del campeonato.

El respaldo que, luego del informe condenatorio de la Comisión de Derechos

Humanos de laOEA (1979), e l régimen recib ió por parte de 200 cámaras em-

presarias y de asociaciones civiles, y de figuras relevantes de los partidos mayo-

ritarios; elproyecto de ley presentado por elColegio deAbogados de laCapital

Federal en favor de legalizar el fusilamiento in xi/u ; la reivindicación de la

lucha antisubversiva en elColoquio Idea de 1982, constituyen una breve selec-

ción de hechos que ilustran una dictadura menos solitaria de lo que elimagina-

rio histórico suele representarse, y que también exceden lafigura de un consen-

so supuestamente acotado a los inicios como consecuencia del escenario violen-

to de los años previos.

En su defensa alrégimen, la Iglesia argentina mantuvo enfrentarnientos con el

Vaticano y, en general, los partidos mayoritarios tuvieron declaraciones y silen-

cios funcionales con la vuelta alorden que proclamaban los sectores más sono-

ros dela opinión pública. De ese conjunto devoces surgió lasensación de legiti-

rnidad de origen que elrégimen sentía a su favor. A principios de 1977, incluso

las figuras más progresistas del arco político mayoritario que se declaraban

preocupadas por las violaciones a los derechos humanos -Deolindo Bittel (PJ),

Raúl AlfonsÍn (UCR), Oscar Alende (PI), Néstor Vicente (DC)- seexpresaban en

contra de toda salidapolítica que no fuera

consensuada

con lasFuerzas Armadas.

Por su parte , e l Partido Comunista Argentino apoyaba al videlismo contra las

denuncias del presidente Carter, aun antes de que Argentina

y

laUnión Soviética

setransformaran en socios comerciales de primer orden luego del bloqueo norte-

americano tras lainvasión soviética a Afganistán, en 1979.

Estas demostraciones alentaron los proyectos procesistas tendientes a consolidar

un frente militar-civil dentro del cual elprimer elemento moldeara alsegundo en

función de lograr una herencia a imagen y semejanza suya. En este sent ido, e l

Movimiento de Opinión Nacional (MON) impulsado por eltitularde laCARNAB

Jorge Aguack> y por Saint-jean desde laprovincia de Buenos Aires, así como el

Proyecto Nacional instruido por Genaro Díaz Bessone desde la Secretaría de

Planeamiento, no fueron ilusiones delirantes de una dictadura descomunicada.

Por el contrario, surgieron de la posibilidad de instirucionalizar el diálogo fluido

que existía entre el régimen y b{¡ena parte de la dirigencia política, religiosa y

empresarial, más alláde lafigura de Ricardo Balbín en quien laconducción videlista

depositaba las mayores expectativas. Estos contactos eran más frecuentes y natu-

ralizados de lo que 110S permite recordar elanacronismo de ver esos años a laluz

de laimagen pública que el Proceso adquirió después de 1981, del fracaso de

Malvinas y del informe de la CONADEP. En los días de mayor consenso, por

debajo de lacomunicación ejercida desde lacúspide del régimen, los jefes milita-

res duros y blandos que buscaban proyectarse en lasucesión de Videla, mul-

37 Marcos Novaro

y

Vicente Palcrmo, op . at., p . 246.

38 l . a expr es ión per tenece a Jor ge Lui s Borgcs ,

Page 19: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 19/25

40011:,/H~L'II':I.SIlU.lN

LA ('LTIM,\

DICL\l)l'R,\

(In('-19H:\) I 401

tiplicaban los almuerzos y planes a futuro con políticos, gremialistas, asociacio-

nes intermedias

y

personalidades públicas, Los periódicos

y

medios de comunica-

ción solían estar de buen humor y una atmósfera de normalidad envolvía a la

Argentina aislada, junto a las otras dictaduras del Cono Sur, de las denuncias que

proliferaban en Europa y México,

De diversas maneras estos contactos se extendían a la sociedad a través de los

medios de comunicación, especialmente los medios masivos que secuidaban de

alinearse explíci tamente con el régimen pero que contribuían a crear un clima

de opt imismo, En su estudio sobre los medios gráficos del per íodo, Eduardo

Blaustein y Martín Zubieta procuraron reconstruir el discurso promedio de

la prensa gris , esdecir, elrol de los medios más populares y no específicamente

apologético s como la revis ta Gente, ni denunciantes como el BuenosAires

Herald. La prensa media contribuyó alenlace del régimen con la sociedad en la

medida en que ocultó el horror, neutral izó sus edi toriales, impersonal izó los

verbos de las acciones represivas y,sobre todo, contr ibuyó a instalar laagenda

de temas de adminis tración que normalizaban laimagen del régimen

39

En cuanto alsegundo umbral de laprogresión, laobediencia de lamayoría social

nos lleva a recorrer los mecanismos complejos de sometimiento

y

consenso que

en algunos casos eran ante riores al golpe . No todo lo que contribuyó a que la

dominación fuese efect iva surgió de la iniciat iva del régimen sino que exist ían

procesos previos a marzo de 1976 que cooperaron con la subordinación general.

Comenzando por lacultura del miedo, Juan Corradi señala que estaba profun-

damente vinculada a la sensación de caos que re inaba antes del golpe. La vio -

lencia desplegada por lasorganizaciones guerrilleras, los comandos sindicales y

lasfuerzas paraestatales antes de 1976, había reactivado el escenario hobbesiano

en el cua l un ciudadano teme tan intensamente a los otros, que prefiere estar

encadenado s i también los otros lo

están : .

El pacto implícito de seguridad

se habría desarrollado entre individuos privatizados en un proceso mediado por

la comunicación deformada.

A su vez , la re tirada al mundo privado se habría debido a una multip lic idad de

factores. Para Guillermo O'Donnell , el desgas te

y

la sensación de violencia

caótica habrían llevado a que muchos militantes sociales emprendieran lareti-

rada hacia laesfera individual. A esto se sumó laclausura impuesta por elrégi-

men que no sólo descansaba en métodos represivos sino también económicos,

en la medida en que la vuelta al mercado reforzaba el individualismo más

como instinto de supervivencia que como valor preeminente.

En este punto resta mencionar la sintonia que hubo entre elmacro autor itar is -

mo del régimen

y

elmicro despot ismo de miles de personas con autor idad civil

en sus micro contextos. Como explica O'Donnell en su estudio del cot idiano

durante la dictadura, s in la ayuda de los pequeños déspotas voluntarios el so-

metimiento no se hubiera establecido en los r incones de la sociedad . Uti li -

zando las metáforas de este autor, el régimen sol tó los lobos , la sociedad se

llenó de kapos

y

 se patrulló a s ímisma : .

La imposición del silencio fue exitosa pero nunca absoluta. Incluso en los luga-

res más si lenciosos, elcontrol de lamurmuración resultó imperfecto en lame-

dida en que surgieron voces oblicuas dispues tas a sal tar el cerco con gestos

sutiles. Pero en líneas generales, durante los primeros cinco años (hasta el des-

hielo de 1980), el régimen consiguió impedir que resurgiera la deliberación

en los ámbitos públicos

y

colectivos.

Ingresando alumbral de laresistencia, lavisión de los analistas sobre la actitud

global de laclase obrera varía de acuerdo a s ise contempla lo suficiente que el

mundo del trabajo fue el lugar más embestido por la dictadura . Los balances

pueden resu lta r opuestos porque no todos contemplan en igua l medida que

 dominación y  resistencia son fuerzas interdependientes que deben medirse

en relación recíproca: el t rabajo a reglamento en t iempos de dictadura puede

indicar una resistencia tan s ignificativa como la toma de una fábrica en t iem-

pos de legalidad democrática.

Así, para Francisco Delich, entre 1976

y

1980 seregistró el período más exten-

so de inmovil idad s indical desde 1955, dentro del cual la burocracia de los

gremios fue sustituida por la burocracia estatal, altiempo que se desmoronaba

la solidaridad obrera

y

el lugar de trabajo se convertía en un ámbito de pura

productividad y mecanización'? .

En cambio, para Pablo Pozzi lasformas huelguísticas y  no huelguísticas de

laresistencia obrera como los sabotajes a la producción

y

otras formas de r e s i s

tencias

moleadares,

impid ie ron que el régimen lograra someter a los traba ja-

dores en función de la hegemonía del capital monopólico, lo que a la larga

conllevaría al fracaso global de'la dictadura ',

39 Eduardo Blaustcin y Martín Zubida:

Dec/amos

c ry er . L a p re ns a a rg mt il la b aj o

el

Proceso,

Bueno s Air es , Col ihuc , 1998 ,

p,

49y 55.

40 Juan Corradi: La cultura de l mie do en la s ocie dad c ivil: refle xiones y propues tas , en

' I~idoro Chcrcnsky (cornp. ):

Cr is is y

transformadon

de los regí lJ1e 1esautoritarios,

Buenos

Aires, Eudcba, 1985, p, 173,

41 Gui llcrrno O'Donncll : Democracia en , \rgent ina: micro y macro ,en Oscar Oszlak (comp.) ,

' P roce so , r r i. r is y

trausiao»

democrática, tomo 1, Buenos Aires, CE'\L, 1984, pp, 17-

18,

42 F ranc isco Dcl ich: Después de l d il uvio, la c lase ob re ra , en Ala in Rouqu ió ( cornp. ),

Ar-

ge l/ t il / a, hoy ,

Buenos A ire s, Siglo XXI, 1983,

43 Pablo Pozzi: O p oJ i dó lI o b r er a a l a d iaadnra Buenos Air es , Con tr apunto, 1988 , cap, 1.

Page 20: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 20/25

4021I'ZI':<JL'II'LSIIU.lN

I.A (:I:rlMA \WTADL'I\¡\ (1

)7(,.

I  JX 3) I 403

•• •

. • . •

~

.

.

~

•• •

  .

 

~

• •

~

• •

 

• •

 

• •

.

1

i

• •

11

Lo cierto es que sólo en 1980 los gremios l levaron adelante 188 confl ictos en

los que intervinieron cerca de 1.800.000 trabajadores. Por contenido llue fuera

el despertar de la protesta obrera a partir de ese momento, los anal is tas de la

dinámica del régimen advierten que tuvo importantes efectos en la dictadura.

Junto con el deshielo en ciertos ámbitos culturales de la sociedad, la primavera

de los gremios recordó la pesadilla que los militares más temían y se transfor-

mó en otro motivo de presión que impulsó al régimen a la búsqueda de solucio-

nes milagrosas como Malvinas.

Pero, sin duda la resistencia más frontal de los primeros años la encarnaron los

militantes de las organizaciones armadas

y

los familiares de los desaparecidos.

Los primeros alentados por la ética del coraje y una visión de futuro basada en

la inminencia del triunfo revolucionar io. Los segundos movidos en primera

instancia por la desesperación.

Comenzando por los primeros, ¿de dónde provenía la audacia que llevó a

Montoneros y al ERP a demorar un repliegue estratégico a 1.I:nunto que resul-

taría letal para muchos de sus militantes y para las propias organizaciones? Las

autocríticas posteriores que hicieron las propias conducciones dejan ver que la

resistencia armada contra ladic tadura se sostenía no sólo en el espíritu de lucha

que caracte~izaba a la subjetividad de los setenta , sino también en una visión

distorsionada de la correlación de fuerzas. La sobrestimación de las posibilida-

des de éxito habría perdurado más de la cuenta debido a que las organizaciones

se habían jerarquizado en férreas estructuras de mando conforme a sumili tari -

zación. Los militantes de a pie se veían atados a l a decisión de las conducciones

cuyas autocriticas por demorar el repliegue resultarían tardías. Tanto l~s lí~e-

res montoneros como los erp-perretistas pensaron que la llegada de los milita-

res al poder provocaría el surgimiento de un poderoso ejército popular, sin

tomar nota del aislamiento que venían sufriendo a partir del repliegue  de las

masas y de un buen número de sus militantes periféricos. Aferrados a una

mirada de la historia que vaticinaba el triunfo, apostaron ciegamente al

voluntarismo almomento de creer, por ejemplo, que sus dirigidos podrían so-

portar indefinidamente la tortura o que la organización en células los protege-

ría sufic ientemente de lacacería de los Grupos de Tareas.

Hasta la escalada represiva iniciada en mayo de 1977, el ERP-PRT resistió en

diversos niveles, lanzando algunas pocas acciones selectivas pero sumamente

audaces como laOperación Gaviota (febrero de 1977) en la q ue por poco no se

logró dest ru ir el avión presidencial en el que viajaban Videla

y

Martínez de

Hoz. Por su lado, la organización Montoneros llevó adelante en 1977 más de

600 acciones, entre las que se destacaron e secuestro de empresarios vinculados

con la represión, acciones de sabotaje a fábricas e infraestructura , ladestruc-

ción de un cuartel general en La Plata, un atentado contra el 'Ministerio de

Defensa

y

otro dirigido a Vide a en octubre de 1977~~

A diferencia de los militantes de las organizaciones armadas cuya capacidad de

resistir se apoyaba en la exper iencia previa, las Madres de Plaza de Mayo se

constituyeron en suje tos de la resistencia durante los días más cruentos de la

dictadura. Muchas de ellas eran amas de casa)' sus relatos sobre e  momento en

que comenzaron a girar alrededor de la Pirámide de Mayo dan cuenta de la

intemperie inicial. Al romper el silencio que observaban los partidos políticos

y la Iglesia , las Madres de Plaza de Mayo quebraron el aislamiento que envolvía

a la sociedad, y así se constituyeron en el sujeto político esencial de los años

totalitarios. Como señala Héctor Leis,  la política como vida justa y buena tuvo

que ir a buscar su voz al úl timo rincón de lo privado , e l espacio público de lo

político fue así reconstruido desde lo biológico-ético : : Las Madres de Plaza

de Mayo convocaron a la primera concentración pública desafiante dela clausu-

ra impuesta por el régimen

y

en su apelación almundo enfrentaron la represión

yel fervor nacionalista que los comunicadores del régimen direccionaban con-

tra ellas.

¿De dónde provenía la fortaleza de quienes terminarían encarnando el sujeto de

resistencia más persis tente? Por obvio que parezca, todo partía de sucondición

de madres, razón por la cual no han faltado enfoques centrados en la cuestión

del género. Pero, en cuanto a otros móviles que impulsaron su lucha, fue singu-

lar la  situación de búsqueda que debieron afrontar. En 1981,Julio Cortázar

advertía que ladesaparición forzada de personas, más que cualquier otra forma

de asesinato, producía una presencia abstracta resistente a laidea de ausencia

final. Los mil itares no habrían previsto hasta qué punto el ocultamiento y la

negación de los crímenes reforzarían la desesperación yel temple de los farni-

liares de las víctimas, constituyendo un sujeto singular de lucha por la apari-

c ión, laverdad y la justicia. Lapresencia abst racta de los desaparecidos, expre-

sada iconográficamente en las siluetas , revertiría en permanente reacción contra

la impunidad, el pacto de silencio y la indiferencia inicial de laopinión pública

y de buena parte del conjunto social.

Por lovisto hasta aquí, podemos acordar que fuera de laresistencia protagonizada

por las víctimas más directas delarepresión y del desguace económico que afectó

inmediatamente a la clase trabajadora, el régimen acumuló, en los sectores me ..

44 Richard Gil lcspic,

Solr/t/(foJde Pe rán. Los Mo ntoueros,

cap, 6:  I.a retirada hacia el exte-

rior del país (1976-1981) , Buenos Aires, Grijalbo, 1987.

45 l Iéctor Ricardo Lcis,

El Il¡o¡lÍmieJl/opor

10J

derechos hlllnaJlOS)1 la polítit'a argen/illa/1,

Buenos Aires, CI~¡\L, 1989.

Page 21: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 21/25

1.11L'I:I'IM/\ DICT/\I)l J(,\

(197ú-19Hl)

I 4 5

dios r altos, más consentimiento de lo que luego admit iría la sociedad en su

rechazo a la dictadura. A medida que lademocracia fue i luminando lo más

 5ClI

ro del período, dos preguntas comenzarían a ser formuladas con mayor frecuen-

cia: ¿en qué sentido podia afirmarse que la sociedad había sido  cómplice  o

 responsable  ya no de golpe, sino del genocidio que e  régimen había llevado a

cabo? Dejando de lado laparticipación directa de empresarios , Iglesia, dirigencia

conservadora y una parte del peronismo de gobierno nacional y provincial del

año 75, ¿podía cuestionarse laalegada  inocencia  del conjunto social que había

producido numerosas imágenes de acompañamiento al régimen?

Hugo Vezzetti afirma que si bien en Argentina no hubo un despotismo desde

abajo, artífice del exterminio, existieron responsabilidades colectivas en la im-

plantación de la dic tadura que lo llevó a cabo? . En su estudio de memoria

social abocado areconstruir los olvidos colectivos que permitieron argumentar

la inocencia del pueblo , Vezzett i sostiene que lav isión de guerra del Ejército

fue compartida por diversos sectores de la sociedad cuyo l lamado alorden ha-

bría estado más cerca del acc ionar de los verdugos de lo que la memoria del

conjunto estaría dispuesta a admitir.

Más allá de las impresiones , hasta el momento han avanzado muy poco los

estudios sobre las adherencias y rechazos de lasociedad. Apenas ha comenzado

a desarrollarse una historia desde abajo , socialmente discriminada, que nos

permita comprender los diversos modos en que la gente corr iente de los di-

versos segmentos sociales interpretó la dictadura. La dicotomía inocencia/ com-

plicidad impide comprender la experiencia diversa, confusa y cambiante de los

distintos sectores sociales que evaluaron los primeros años de la dictadura a la

luz de una traumática experiencia previa. Los diversos modos de valuar alrégi-

men no sólo se vinculaban con las visibilidades  propias de cada lugar de la

estructura social, sino también con la cercanía o lejanía de los circuitos de in-

formación alternativos que permitieran poner en duda la d esinformación or-

ganizada de la propaganda oficial}' los medios masivos . En otras palabras, la

dicotomía entre  sociedad inocente y  verdugos voluntarios  impide ver la

variedad de matices existentes entre el saber y  e l no saber , lo que la gente

observaba directamente a su alrededor e indirectamente a través del cristal de

los medios manipulados, las diversas razones evasivas y no evasivas por lasque

el genocidio tardó en ser objetivado. El anestesiamiento de las conciencias

morales , el fantasma de ladisolución nacional , lapr ivat ización de los indi-

viduos , el miedo , la culpa , la impotencia , e l desconocimiento since-

ro  o el preferi r no saber , const ituyen sólo algunos de los ingredientes que

interactuaron en diferentes proporciones sobre la conciencia de mil lones de

argentinos que no dejaron de ser víctimas de aquella dictadura aunque tardaran

en reconocer lo. Reconstruir de qué manera ellos procesaron mentalmente las

ficciones que elrégimen montaba, es ins talamos en la circunstancia de quienes

seencontraban básicamente aislados de cualquier contradiscurso.

Algunos episodios ponen de manifiesto esta complejidad. En su libro sobre

Malvinas, Horario Verbi tsky narra un hecho que ilustra a pequeña escala el

proceso de conocimiento que debía a travesar buena parte de la s ociedad.

Tras lallegada de lacomisión inspectora de laOEA, el locutor deRadio Rivadavia

José María

Muñoz

arengó a los hinchas de fútbol que habían ganado lascalles

para festejar el triunfo del seleccionado juvenil en Japón. Les propuso que fue-

ran a la sede de la OEA para demostrar a los funcionarios extranjeros que los

argentinos vivían en paz

y

en l iber tad, conformes con la autor idad mili tar.

Cuando los hinchas llegaron al lugar, en la Avenida de Mayo, encontraron a

cientos de personas que aguardaban en fi la para presentar las denuncias por la

desaparición de sus familiares. Cuenta Verbitsky: Las columnas que, incitadas

por elseñor Muñoz yguiadas por un dispositivo policial, se acercaban a laOEA

tomaron contacto con una realidad nueva que ignoraban y que los conmovió, al

observar esas cuadras cubiertas de compactas colas de deudos silenciosos, casi

todas personas mayores, mujeres y niños, que aguardaban turno para dejar cons-

tancia de su angustia en un formulario de la Comisión. Dos rostros del país se

miraron a los ojos y a par ti r de all í ya nada volver ía a ser igual. Los desapareci-

dos aparecían finalmente con un peso en la política argentina que no cesaría de

crecer en los años siguientes : .

6. Las convocatorias nacionales de la última dictadura

46 Ilugo Vczzctti, Pasado y Presente. Guerra, dictadura y sociedad eNla Argel/fil/a, Buenos

Aires, Siglo XXI, 2002, p. 49.

A diferencia de las dictaduras anteriores y de sus contemporáneas del Cono Sur,

el Proceso evitó elinmovilismo de una manera inédita en lahistoria del país

y

de laregión: casi nunca dejó de proponer una empresa belicista de convocato-

ria  nacional contra un enemigo por ella construido.

Primero fue la llamada guerra contra la subversión , el enemigo que había

unificado a los militares en el pacto de sangre que los condujo al poder desde

donde ese enemigo fue proyectado hacia lanación toda. La amenaza debía ser

aniquilada mediante una acción mancomunada del Estado y la sociedad: un

47 l loracio Vcrbitsky, op .

at.,

pp. 111-112.

Page 22: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 22/25

-------------

40611:Z1·:<~UI·].SI1U.IN

puesto de lucha para cada ciudadano , había dicho Vidcla en su discurso inau-

gural. Luego fue instalada, de la noche a la

mañana,

la guerra con Chile que no

llegó a concretarse pero que, a través de consignas y simulacros, el régimen

instrumento en 1978 para conectarse nuevamente con la sociedad mientras la

preparaba para un conflicto armado. Al mismo tiempo

y

avanzando hacia 1979

y 1980, fueron llevados al primer plano de la enemistad nacional quienes su-

puestamente promovían la campaña antiargentina : familiares de desapareci-

dos y exiliados que denunciaban el genocidio desde elexterior, losjugadores de

la selección holandesa que un día antes de la final habían visitado a las Madres

de Plaza de Mayo, o los inspectores de laComisión de laOEA que arribó alpaís

en 1979. Por último, la reconquista de Malvinas en manos de los usurpadores

ingleses. Las islas debían ser recuperadas sin dilación.

Es sabido que lasdictaduras son más propicias a entablar conflictos bélicos que

lasdemocracias porque necesitan de lasguerras más que aquéllas para resolver

sus contradicciones con la sociedad unificando el frente interno alinvocar la

 unión sagrada . Pero enArgentina ninguna de las dictaduras anteriores había

arrastrado a lasociedad a una guerra, nihabía estado cerca de hacerlo. La nece-

sidadde presentar en todo momento un enemigo nacional frente alcual convo-

car alos argentinos debió ser particularmente perentoria en este caso porque el

último régimen militar rara vez se privó de ello y porque estuvo dispuesto a

construir a los enemigos en todo momento .

. 1) Un primer factor se relaciona con lanecesidad que en general presentan los

regímenes autoritarios de justificar supresencia en elpoder aduciendo que  las

amenazas contra lanación  no han cesado. Es decir que para presentarse como

regfmenes de ex repaán para tiempos de emergencia deben renovar el escenario

de las supuestas  emergencias nacionales .

2) Un segundo elemento para explicar las  guerras de la dictadura fue, otra

vez, la competencia

in terna po r el po der.

Como en la represión y el genocidio, a

propósito de lasguerras con otras naciones, los  duros presionaban a los  blan-

dos  para ganar posiciones, mientras éstos intentaban mostrarse no tan  blan-

dos con tal de conservar su liderazgo en las fuerzas. No escasual que la guerra

con Chile y la reconquista militar de Malvinas hayan sido impulsadas por la

Armada (Massera yJorge Anaya) tanto como por los duros del Ejército que

competían por elpoder: Benjamín Menéndez, Suárez Masón, Santiago Ornar

Riveros y , más tarde, Galtieri. Quien más decidido semostrara seduciendo a las

fuerzas con promesas de triunfos históricos, ganancias patrióticas y suculentos

aumentos en la compra de armamentos, ganaría apoyo en un lugar decisivo: el

cuerpo de generales del Ejército, quienes reunidos constituían lainstancia de-

cisivapara la sucesión presidencial. De hecho, concitando el apoyo de este cuer-

po fue como Galtieri logró la destitución de Viola para asumir la conducción.

  (   ,, , , ,   ,D e   , ~ ; ) , 4 0 1

4

4

Peroantes de que eso tuviera lugar, fue durante el conflicto con Chile cuando la

competencia interna depoder puso de manifiesto loprecario que era ellidcrazgo

militar de Videla

y

la falta de conformación institucional de un régimen deter-

minado por internas aplazadas pero no resueltas. Dos cosas que contrastaban

con ladictadura chilena. La estrategia de Masscra desde que el conflicto con

Chile quedó planteado cuando el gobierno argentino consideró nula la resolu-

ción del laudo inglés, consistió en promover a Suárez Mason a la jefatura del

Ejército, emitiendo discursos belicistas en las bases militares del Sur con el

objetivo de ganarse elapoyo de los jefes de los cuerpos y regimientos. Mientras

Videla y Viola apostaban a una solución diplomática mediada por elVaticano y

Estados Unidos, Massera entablaba contactos con elEjército de Bolivia en bus-

ca de un potencial aliado para laguerra. Presionando a la conducción, los cuer-

pos del Ejército argentino comenzaron sus aprestos para el combate. Lanzaron

gritos de guerra y movilizaron tropas altiempo que diseñaron elataque argen-

tino. Frente a ello, Videla evidenció su condición de mero

primuJ

in ter

pares

entre los generales delEjército cuando accedió a fumar el decreto que autoriza-

ba la invasión argentina denominada Operativo Soberanía cuyo inicio se fijó

para el 20 de septiembre de 1978. Entre

L1 S

distintas hipótesis que contempla-

ba elalto mando argentino ftguraba la regionalización de la guerra en el caso

muy probable de que Bolivia

y

Perú intervinieran contra Chile,

y

en el caso

menos probable de que Brasilia hiciera contra Argentina buscando reconsti-

tuir el equilibrio regional .

¿Cuáles eran las principales motivaciones de los mandos que impulsaban una

aventura de este calibre? Además del triunfalismo basado en una supuesta su-

perioridad de la infantería argentina compuesta por soldados invictos , exis-

tían otros impulsos e ilusiones belicistas. Como señalan Seoane y Muleiro,  la

guerra era necesaria para crear un escenario donde reinaran quienes mandaban

en sus armas . El oportunismo de los postulanres a lajefatura del Ejército que

como Galticri alternaron de una posición moderada auna belicista de acuerdo

con las circunstancias de lainterna militar, pone de manifiesto que lasoberanía

de las islas no era lo primordial.

3) En tercer lugar, la apelación a I? nacional permitía alrégimen congraciarse

de múltiples maneras con la sociedad y construir la imagen de una nación

cohesionada por intereses transversales  al conflicto entre las clases: 25

mi-

llones de argentinos jugaremos elMundial , unidos esmás fácil , rezaban las

consignas en

LUlO

y otro momento llamando a la confraternidad después del

48 Bruno Passarclli, El delirio .Arorado. Argel/filla y Chile, 1 gllrrra 1m cl,i/o   Papa,

Buen Aire , Sudamericana, 199::1,

pp.

39-41.

Page 23: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 23/25

40811:Z1''<~ULI.~II(J.lN

1.'\ LlI:nM,\ DICI'¡\I)UIt,\ (lnú·19H:1)

I

409

 fratricidio . Que el llamamiento tuviera éxi to era vital para un régimen que,

como vimos, había desechado por igual los plebiscitos del s í y el uso de las

corporaciones, al tiempo que carecía por completo de recursos car ismáticos

aunque algunos jefes procesistas como Massera pretendieran tenerlo. La dicta-

dura que había atomizado a lasociedad destruyendo asociaciones de base debía

reunir a esos mismos individuos en otro tipo de convocatoria, en un reencuentro

colectivo prefigurado por su voz rectora. El régimen terminó de descubrirlo

durante el Mundial 78: en un contexto de exaltación triunfalista era posible

dirigirse a una multitud modelada por discursos adula torios sin que el alma

colectiva notara la contradicción que exist ía entre esos elogios y el cercena-

miento del derecho a voto. Cualquier t riunfo que pudiera ser exhibido como un

logro nacional, desde la consagración de una Miss Universo argentina, o el

buen desempeño de un tenista o un automovilista en lacompetencia mundial,

contribuía a dulcificar larelación sobre la base de ocultar lo más evidente .

A su vez, en cuanto a laguerra con Chile y de Malvinas, elEjército nocturno

encontraba la oportunidad de transf igurarse en diurno , cambiando guerra

sucia por guerra limpia , buscando un acercamiento con la sociedad que no

habían conseguido en sullamamiento contra la subversión. El caso del teniente

de navío Alfredo Ast iz lo i lustra claramente: guerra mediante, el alias rubio

de larepresión clandestina mutaba por unos días en conductor de los comandos

 Lagartos Argent inos , narrados como héroes de la resistencia nacional en las

Georgias del Sur.

4) Un cuarto factor interviniente en el conflicto con Chile y más aun durante

Malvinas refiere a los impulsos comúnmente denominados huida hacia ade-

lante . Cuando los militares advirtieron que más tarde o más temprano buena

par te de laopinión pública mundial y de la sociedad argentina los iba a obl igar

a rendir cuentas por sus crímenes, lanecesidad de permanecer en elpoder ape-

lando al nacionalismo con su manto de confusiones se hizo más urgente que

nunca'-Aesto se sumó el derrumbe económico de 1981, el resurgimiento de la

protesta obrera y elagravamiento de lacompetencia interna de poder que ame-

nazaba con fragmentar alrégimen desde arriba.

En verdad, todos los caminos y los fracasos de la dictadura condujeron a una

salida como Malvinas, tan ignorante de la historia del siglo XX como de la

historia de las guerras: el f racaso para esconder el genocidio o consensuar su

impunidad. El fracaso económico dificil de soslayar en una situación de banca-

rrota, y elf racaso pol ít ico almomento de criar lo que Videla denominaba una

descendencia civil del Proceso que no fuera el antiproceso . Durante la presi--

dencia de Viola, en el año 1981, se evidenciaron estos fracasos justo en el

momento en que la conducc ión militar se había quedado sin convocatorias

nacionales para distraer a los argentinos. La desorientación política que el régi-

men sufr ió cuando perdió la iniciativa de convocar, reveló lo necesarias que

estas maniobras nacionalistas eran para su continuidad. El inmovilismo en el

poder durante lapresidencia de Viola coincidió con el fracaso de enmendar al

 Proceso a los ojos de la sociedad justo en el momento en que se producía el

derrumbe económico y un deshielo social y cultural que los militares no logra-

ban detener; . Tan profunda fue la sensación de pérdida de rumbo que, por

primera vez desde marzo de 1976, los duros del Ejército arrebataron elcon-

trol a laconducción Videla-Viola, destituyendo a este último en favor de Galtieri:

un general decidido a recuperar la iniciativa por medio del más audaz de los

llamamientos nacionales. Galtieri asumía la presidencia con la idea fija de

Malvinas, La corporación mil itar apostaba a un general decidido a romper la

encruci jada mediante la reconquista de una parte del terr itorio nacional muy

anhelada por la sociedad.

Los analistas no han terminado de explicar lairracionalidad de Malvinas; cómo

laconducción mili tar se embarcó en una guerra tan desventajosa. Pero es evi-

dente que el tamaño de la aventura que el régimen estaba dispuesto a empren-

der secorrespondía con lamagnitud de sus necesidades, de sus fracasos y tam-

bién de las frustraciones golpistas anteriores a 1976 que el Proceso cargaba

en sus espaldas. La pesadilla que empujaba a los militares a una acción desespe-

rada como Malvinas estaba compuesta de las imágenes de 1969 y 1973: renaci-

mientos de la protesta social que habían señalado el fracaso rotundo de los

proyectos golpistas de 1955

y

1966. Esas imágenes eran nuevamente evocadas

por elresurgir de laprotesta en 1981

y

1982, Ylos militares estaban dispuestos

a cualquier emprendirniento con tal de evitar su repetición.

De este modo, Argentina, que había atravesado la época de los nacionalismos

sin enredarse en los conflictos mundiales más destructivo s de la humanidad

(primera y Segunda Guerra Mundial), se veía envuelta en una elemental expe-

riencia de distorsión nacionalista. Tardíamente había llegado lahora de lo que

en 1948José Luis Romero definía como lapesadilla nacionalista con todas sus

confusiones entre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo

falso . Una confusión de estas dimensiones permit ió que el2 de abr il de 1982,

día del. desembarco en las islas , Galt ieri fuera aclamado por añadidura en las

plazas del país, en las escuelas y en los cafés, en los estadios de fútbol

y

en las

colas de los bancos. La ceguera fue compar tida por los mil itares y buena parte

49 Alberto R. joreJán, op . cit .,

p.

127.

50 Véase un excelente análisis de este per iodo en Marcos Novaro

y

Vicente Palcrrno, op .

at.,

cap. V

  Q

Page 24: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 24/25

1,\ L'I.'J'JI\liI DICI·,\Dl'J(;\ (1~7('-1~H.')

I 411

de la sociedad que se limitó a actuar como si ignorara los peligros que se aveci-

naban. Tomados de la mano, unos y otros se aferraron a las ilusiones que la

corporación militar fabricaba, en primera instancia, para sí misma. Al princi-

pio, se mantenía la ilusión de que Inglaterra no respondería. No se percibía que

para la refundación conservadora liderada por Margaret Thatchcr laguerra sig-

nificaba una oportunidad espléndida para superar sus propios fracasos después

de tres años de tozudo neoliberalisrno.

Pero

pronto se biza evidente que Ingla-

terra sírespondería, que de hecho una de las armadas más poderosas del mundo

estaba en camino,

y

con la asistencia de su al iado histórico, Estados Unidos.

Entonces se renovaron ilusiones basadas en la leyenda del soldado criollo que

nunca había perdido una guerra, o en el voluntarismo de los argentinos que si

era necesario volverían a tirar acei te hirviendo desde los balcones como en

1807 .

LáS primeras víctimas de este lance politico-bclicista fueron los conscriptos

muy jóvenes e inexpertos (muchos de ellos con pocos meses de instrucción) que

formaron un alto porcentaje de los cerca de 10.000 soldados argentinos que

combatieron en Malvinas. Mal equipados, debieron enfrentarse a dos enemigos

que la geografia y el clima hicieron más temibles, dos enemigos que en la

posguerra habitarían sus pesadillas simultáneamente: en el frente, la maquina-

ria militar inglesa que contaba con soldados expertos, bien pertrechados. En la

retaguardia, la negligencia de los mandos argentinos, que en muchos casos des-

cargaban sus temores maltratándolos con sadismo. De  lado argentino, elsaldo

humano de la guerra fue de 649 soldados muertos (323 murieron en e hundi-

miento del Crucero General Belgrano que fue atacado cuando navegaba fuera

de la zona de exclusión militar declarada por Gran Bretaña), cerca de 1.300

heridos, y cerca de 350 ex combatientes (cifra estimada al 2006 por organiza-

ciones de veteranos de guerra) que se suicidaron en la posguerra.

Si Malvinas implicó e  colmo de la irracionalidad transmitida de arr iba hacia

abajo, es importante distinguir su nacimiento dentro de los cuarteles de su

irradiación triunfalista a la sociedad a través de  más penetrante operativo de

comunicación  .

Una vez iniciados los aprestos para la guerra, correspondió a los medios instalar

primero e  optimismo y luego e  triunfalismo cuando las acciones bélicas co-

menzaron. Lo narrado por los primeros comunicados de guerra impusieron el

 estamos ganando con laasistencia de operaciones de prensa que soslayaban o

falsificaban hechos, y que inventaban la existencia de armas milagrosas y de

circunstancias favorables, que supuestamente inclinarían las posibilidades del

triunfo para Argentina. Sería la última fantasía impuesta por e  régimen a la que

gran parte de la sociedad se aferraría intensamente. De todas las falsedades y

autoengaños que e Proceso había montado sería también la de más corta

duración. Pero en los primeros tiempos gozó de un apoyo masivo porque era

transmitida en un contexto de uniformidad pública sin precedentes, y porque

se trataba de una población modelada infantilmente para escuchar los relatos

del poder, sobre todo cuando e  relato apelaba a un sentimiento nacional arrai-

gado como e de Malvinas, Sin duda que cuanto más vuelo remontara el sueño

triunfalista peor sería e  impacto de la vuelta a larealidad. Eso sucedió repenti-

namente a partir de los comunicados 164

y

165 que para sorpresa de muchos

anunciaron livianamente

y

con eufemismos la rendición argentina, desatando

la reacción callejera más colérica hasta el momento.

El fracaso de Malvinas, junto a la crisis económica que renacía a la conciencia

civil una vez apagada la euforia nacionalista, dio lugar a un estall ido de protesta

que fue encauzado por una Multipartidaria dispuesta a absorber la crisis del

modo más cauto

y

controlado que le fuera posible. El poco tiempo que medió

entre la rendición de Malvinas, el grito social reprobatorio

y

la autorrenuncia

de  régimen a seguir intentando alguna otra cos,. que no fuera cubrirse las es-

paldas por las denuncias contra sus crímenes, hizo que fueran factibles dos in-

terpretaciones sobre e

final

de la dictadura. Muchos de los partícipes creían

que su propio grito era la causa de derrumbe al que asistían, es decir , que se

trataba de un auténtico derrocamiento. Otros percibían que las movilizaciones

crecientes no hacían otra cosa que leña de un árbol caído por sus propios fraca-

sos, es decir que se había tratado de un  autoderrumbe . La discusión tenía

importancia porque era evidente que las diferencias entre una democracia con-

quistada desde abajo o  cedida desde arriba  por elcorrimiento de una dicta-

dura fracasada, se harían notar, para bien o para mal, en los años siguientes sin

perjuicio del sincero sentimiento de liberación que los protagonistas tuvieran

mientras durara la sensación de primavera política.

Los militares abandonaron el poder en un contexto de repudio y descrédito social

que no tenía antecedentes en Argentina ni en América del Sur. El descrédito de la

corporación militar alcanzaría niveles tan altos que e  país del golpe de Estado

intermitente dejaría de producirlos. ·Así, ladictadura que en materia de modelo

de acumulación capitalista había abierto un ciclo, parecía cerrar otro en lo refe-

rente a los goli. de Estado. Esta arnbivalcnte combinación de consecuencias -

democracias socialmente valoradas que debían afrontar herencias económicas de-

sastrosas- daría lugar a la .Argentina más pobre

y

más democrática que había

existido hasta el momento.

Comparada con el final de la dictadura chilena, que se fue imponiendo los

tiempos y las formas de la transición, la dictadura argentina abandonó e  poder

velozmente, sin llegar a planificar su impunidad con la misma parsimonia, ni a

1 l loracio Vcrbirskv, op . at. cap.l ó

Page 25: Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

8/19/2019 Sirlin, La Ultima Dictadura Militar

http://slidepdf.com/reader/full/sirlin-la-ultima-dictadura-militar 25/25

conseguir imponer suvisión de los hechos sobre extensos sectores de lasocie-

dad como sucedió en el país trasandino. Considerando que fueron dos dicta-

duras igualmente sanguinarias, el contraste de sus finales nos lleva a formular

una última pregunta contraria a los hechos: ¿cómo hubiera procesado lasocie-

dad argentina el genocidio si los militares no hubieran dejado una econonúa

quebrada ni una frustración colectiva tan imborrable como Malvinas?

Bibliografía

Basua ldo, Eduardo Marccl o, S i st ema po lí t ic o

y

m od el o d e a Cl lm ll la úó l/ m l a A rg el /t in a. N o-

t as s ob re e l t ra ns fo rm i sm o a rg m ti no d u ra n te l a v al or iz ac ió n

fin ncier

Bcrnal, Univcrsi-

dad Nac iona l d e Quilmcs, 2001.

Blaustcin , Eduardo y Zubieta, Martín, D e c ía m os q ye r. L a

prensa

a rg el /t in a b a jo e l Procesa ,

Bueno s Air es , Col ihuc , 1998 .

Cardoso , Oscar , Kirschbaurn , Eduardo

y

Van dcr Kooy, l (duardo , l Ii a lv i 1l a s. L a t r ama s e cr e ta ,

Buenos Air es , P lane ta , 1992.

Castiglione, Marta, L a m il it ar iz ac ió n d el E st ad o e n l a A r gm ti na (1976-1981) , Buenos Aires,

Cent ro Ed ito r d e Améri ca Lat ina , 1992 .

Cavarozzi , Marcclo , .Astoritarismo y democracia (1955-1966). La iransiciáu d el E st ad o a l

mercado en l a A r gm ti n a, Buenos Aire s, Aricl, 1997.

CONADEP, N im ca M á s. In fo rm e d e la C om is iá » N aci on al s ob re la D es ap ar ia án d e P ers on as ,

Buenos Air es , Eudeba , 1984.

Corradi,Juan, La cultura del miedo en la sociedad civil:reflexiones

y

propuestas , en Chcrcnsky,

J sidoro (comp.), Crisis

y

t ransjo rmat ión de lo s reg íme tleJautoritarios, Buenos Aires, Ludcba,

1985.

Duhaldc, Eduardo Luis, E l E s ta do t er ro ri st a a rg en ti 1l o. Q I /i nc e a ño s d es pl /é s , 11110 mirada

critica, Buenos Aire s, Eudcbá, 1999.

Gillcspic, Richard, So ld a d os d e

Perán.

Lo s Mon to n e ro s , Buenos Aire s, Grijalbo, 1987.

Lcis, l

Iéctor Ricardo ,

El

movimiento

p o r l os d er ec ho s b tl ll la n os

y

l a p ol ít iw a rg en ti 1l a l,

Buenos Air es , Cent ro Edi to r d e América La ti na , 1989 .

l .ópez Jordán, Alberto , E l P r oc es o 1976-1983,

HUC1l0S

Aires, I ' :mecé, 1993.

l \fat tini , Luis (Arnol Krcrncr), Hombres

y

m llj er es d el P R T-E RP d e T u atm á n a L a T ab la da , La

P la ta , Edi ciones d e l a Campana , 1995 .

Novaro, Marcos

y

Palcrrno, Vicente, La diaadura lIlilitar 1976-1983. D e l g o lp e d e E st ad o a l a

restasraciáu democrática , Buenos Aire s, Paidós, 2003.

Ost iguy , Picrrc, L os c ap ita ne s d e la

industria.

Grande s emp re s ar i os , p o li ti c a y economia m la

A r ge ll ti na d e l os a ii os

80,

Buenos Air es , Legase , 1990 .

O'Donnell, Guillcrrno, Comrapnn tos . Ensayas cs t Og idosob reamor i tar ismo

y

democratizaúólI, Buc-

nos Aires, Paidós, 1997.

1.1\ÚI.TIM¡\ DIU'¡\DL'R¡\ (197ú-19H1)

I 413

Passarclli, Bruno, E l d e li ri o A r m a do . A r ge l/ ti ll a

y

C hi le , l a g l /e rr a q ll e e vi tó e l P a pa , Humos

Aires, Sudamericana, 1998.

I'ozxi, Pablo, Oposiaon o br er a a l a dictadura, Humos Aires, Contrapunto, 1988.

Pucciarclli, Alfrcdo, E m pr es ar io s, t ec ná cr at as y m il it ar es . L a t ra m a corporativa d e l a t íl ti ma

diaadura, S ig lo XXI , Avc ll an cda , 2004 .

Quiroga.

1

Jugo,

E s ta d o, c ri si s a O l/ óm i m y p o de r m i li ta r

(1880-1981),

Bueno s Air es , Cen tro

I · :d itor de América Lat ina, 1985.

Sabato,Jorge

y

Schvarzer,Jorge,   Funcionamiento de la economía

y

poder po lí ti co en l aAr -

gent ina : t raba ja r p ar a l a democraci a , en Jorge Sabato, L a c la se d om in an te e n l a Argen ti l la

moderna:

[omraaán y

caracteristicas, Buenos Aires, Imago Mundi, 1991.

Schvarzcr, Jorge, L a p o lí ti ca econámica d e M a rt íl le z d e HoZ, Buenos Aires, I lysparnérica,

1986.

Schvarzcr, Jorge, I m pl al / ad ó fl d e JI/1 modelo ecouomico. L a e x pe ri en ci a a rg m ti /l a entre

1975

y 2000,

Buenos Aires, A-Z Editora, 1998.

Seoane , María

y

Mulciro, Vicente, El dictador. H i st or ia s ec re ta

y

p ti bl ir a d e J o rg e R a fa e l

Videia

Buenos Aires, Sudamericana, 2001.

Uriartc, Claudio, . Al rs ir an te C e ro . B i og ra fí a n o a st or ic a da d e E m i/ io E d ua rd a

Massera,

Huc-

nos Air es , Pl an et a, 1991 .

Vcrbitsky, IIoracio, M a lo in as . L a t íl ti ot a b at al la d e l a t er ce ra g u e rr a o U lI 1d ia l,Buenos Aires,

Sudamericana (edición corregida

y

aumentada), 2002.

Vczzctti,

¡

ugo,

Pasado y

presente.

Guerra,

dictadura

J

sociedad

eJ 1 /0 ArgeJltiJla, Buenos

Aires , Si gl o XXI , 2002 .