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Argentina: la segunda mitad del siglo XX Equipo multimedia de apoyo a la enseñanza

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Argentina: la segunda mitad del siglo XX

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Equipo multimedia de apoyo a la enseñanza

Ministerio de Educación, Ciencia y TecnologíaMaterial de distribución gratuita, prohibida su venta

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Equipo multimedia de apoyo a la enseñanza

CINE E HISTORIA

Argentina: la segunda mitad del siglo XX

Ezequiel Sirlin

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Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología Lic. Daniel Filmus

Secretario de Educación Lic. Juan Carlos Tedesco

Subsecretaria de Equidad y Calidad Lic. Alejandra Birgin

Directora Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente Lic. Laura Pitman

Coordinadora del Área de Desarrollo Profesional Docente Lic. Silvia Storino

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Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente

Área de desarrollo profesional docenteProyecto “Equipo multimedia de apoyo a la enseñanza”Coordinación generalSilvia StorinoEsteban Mizrahi

Coordinación ejecutiva Martín D'Ascenzo

SupervisiónPatricia BavarescoCorina GuardiolaMercedes PotenzeClaudia RodríguezAdriana SantosTeresa SocolovskyVerónica Travi

Producción editorialViviana Ackerman Raquel FrancoKarina MaddonniAdriana Martínez Sergio LucianiLiliana SantoroNora Raimondo

Agradecemos especialmente a Raquel Gurevich, Beatriz Masine, Javier Trimboli. Expresamos asimis-mo nuestro agradecimiento por la lectura crítica de los módulos a los siguientes profesores de nivelmedio: Matilde Carlos, Sergio Carnevale, Horacio Fernández, Marcela Franco, Emilce Geoghegan,Rubén Guibaudi, Julián Insúa, Gertrudis Muchiute, Claudia Paternóster, Andrea Paul, MónicaPianohoqui, Gustavo Ruggiero, Alfredo Sayus y Adriana Valle

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Estimados colegas:

Una de las preocupaciones compartidas por los profesores de escuela secundaria es la degenerar en sus aulas mejores condiciones para la comprensión y apropiación de los sabe-res que la institución está convocada a transmitir.Los alumnos que habitan nuestras escuelas transitan una época en la cual la producciónaudiovisual ocupa un lugar protagónico: los jóvenes y también los adultos formamos partede un mundo que se comunica, divierte, informa y conmueve por medio de las imágenes.Desde esta perspectiva, nos hemos planteado la tarea de encontrar nuevos lenguajes y for-matos que tornen posible un mayor acercamiento entre docentes, alumnos y contenidosde enseñanza.En esta oportunidad, buscamos poner a disposición de los docentes un conjunto de mate-riales con los que se busca, por un lado, enriquecer la transmisión de contenidos curricu-lares en humanidades y ciencias sociales y, por otro, facilitar la comprensión de problemá-ticas específicas del mundo contemporáneo relativas al mundo del trabajo, las culturas ylos vínculos juveniles. Los mismos potencian el uso de la imagen como recurso para lareflexión sobre temáticas clave que atraviesan nuestra época. Creemos que introducir nuevas narrativas en la escuela puede ser una excelente ocasiónpara abrir debates acerca de los múltiples cambios históricos, sociales, políticos, económi-cos y de la vida cotidiana que se abordan como objeto de conocimiento en la escuela. La Ley de Educación Nacional dispone la obligatoriedad de la Escuela Secundaria. Eldesafío que se nos plantea como sociedad es garantizar la inclusión de los adolescentes yjóvenes en la escuela desde una justa distribución de los bienes culturales de los que dis-ponemos. En este sentido, esperamos que los materiales que aquí presentamos enriquez-can la tarea de enseñar y aprender en la escuela media.

Cordialmente, Lic. Daniel Filmus

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Equipo multimedia de apoyo a la enseñanza

La cultura audiovisual es mirada muchas veces con recelo por la escuela, cuya cotidianeidadtranscurre entre escrituras y lecturas. Sin embargo, los avances producidos en el pensamien-to pedagógico y en cada uno de los campos didácticos sugieren que es posible favorecer losprocesos de aprendizaje en los alumnos introduciendo nuevos lenguajes en el ámbito esco-lar.

Dado que el cine y otros medios de expresión visual han alcanzado un lugar destacado en lacultura, pueden servir como vía propicia para acceder a las problemáticas cuyas múltiplestransformaciones afectan la vida cotidiana en las sociedades actuales y que se abordan comoobjeto de conocimiento en la escuela.

Nos referimos a los medios audiovisuales como recursos para la enseñanza de contenidos peroa la vez reserva espacio para realizar una alfabetización audiovisual en acto, en tanto el encuen-tro que supone genera oportunidades de interacción entre los jóvenes y la imagen, en unambiente claramente marcado por la intencionalidad pedagógica.

El equipo multimedia de apoyo a la enseñanza que aquí presentamos, esta conformado porocho ciclos temáticos. Cada uno de ellos se compone de cuatro filmes y un cuadernillo parael docente que profundiza los temas abordados en las películas, a saber:

Cine y literatura “el narrador y la ficción”

Cine e historia “Argentina: la segunda mitad del siglo XX”

Cine y ciencias sociales “trabajo y territorio”

Cine y filosofía “destino, azar y necesidad”

Además se incluyen cuatro ciclos de cine y cultura contemporánea:

“El cuidado del otro”

“Pasado argentino reciente”

“Los jóvenes y el mundo del trabajo”

“Los jóvenes de ayer y de hoy”

Esperamos que este material acompañe el trabajo de los docentes y colabore potenciando losprocesos de enseñanza.

Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente

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Introducción .................................................................................................................................. 11

Capítulo 1 ...................................................................................................................................... 15Peronismo y década infame: Las aguas bajan turbias (1952)Las interpretaciones históricas sobre los orígenes del peronismoEl orden peronista y la clase obrera: ambivalencias de una relaciónLas aguas bajan turbias (1952): “antes” y “después”, década infame y peronismo

Capítulo 2 ..................................................................................................................................... 61La Argentina de los cinco conflictos (1955-1973). La hora de los hornos, primera parte: “Neocolonialismo y violencia” (1968)Peronismo-antiperonismoCapitalismo-socialismoEl conflicto capital-trabajoEl conflicto generacionalEl conflicto interburguésLa hora de los hornos. Los ojos de la resistencia peronista

Capítulo 3 ..................................................................................................................................... 73La última dicatdura (1976-83): Tiempo de revancha (1981)Tiempo de revancha: el exilio interno y la resistencia del hombre solo

Capítulo 4 .................................................................................................................................... 101Guerra y posguerra de las Malvinas: Locos de la bandera (2004)El largo camino de la guerra de las Malvinas: las convocatorias nacionales de la última dictaduraLocos de la bandera: silencio recuerdo en la posguerra

Cronología ................................................................................................................................... 127

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Índice

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Abordar el pasado reciente de laArgentina a través del cine nos lleva a ana-lizar los materiales visuales desde perspecti-vas de interpretación histórica que hayanexaminado cada período con mayor deteni-miento. Para que el cine se convierta en tes-timonio del pasado, no podemos prescindirde los historiadores ni de las preguntas queatraviesan sus debates. Es a partir de estascoordenadas que lograremos apreciar lariqueza testimonial o interpretativa delpasado que el material fílmico nos propon-ga, distinguir lo “real” y lo “distorsivo” delas obras, asumiendo los cuidados quemenciona Peter Burke. En ciertas ocasio-nes, las películas reflejan aspectos muyaproximados a las realidades pasadas tal

como hoy las suponen los historiadores,aunque, por lo común, lo más valioso deellas es precisamente lo contrario: lo distor-sivo de su mirada, en la medida en que esasdistorsiones reflejan un contexto intelectualo mental significativo del pasado en cues-tión. Hace tiempo que la historia no seocupa solamente de losprocesos de cambios eco-nómicos, políticos osociales tal como habránsido, sino de cómo esastransformaciones fueronpercibidas por los con-temporáneos. La historiade las miradas delmundo, de la visibilidad

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Introducción1. La buena noticia para los historiadores es que el arte puede ofrecer tes-

timonio de algunos aspectos de la realidad social que los textos pasan por

alto […]

2. La mala noticia es que el arte figurativo a menudo es menos realista de

lo que parece, y que, más que reflejar la realidad social, la distorsiona, de

modo que los historiadores que no tengan en cuenta la diversidad de

intenciones de los pintores o fotógrafos (por no hablar de las de sus patro-

nos o clientes) pueden verse inducidos a cometer graves equivocaciones.

3. Sin embargo, y por volver a las buenas noticias, el propio proceso de

distorsión constituye un testimonio de ciertos fenómenos que muchos his-

toriadores están deseosos de estudiar: de ciertas mentalidades, de ciertas

ideologías e identidades.

PETER BURKE

Visto y no visto.

El uso de la imagen como documento histórico

Crítica, Barcelona, 2005.

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de las realidades sociales,ocupa un lugar cada vezmás importante en la pro-ducción académica.

El primer paso consisteentonces en romper con la expectativa deencontrar en estos materiales una ventanatransparente a la realidad pura del pasado.Cuando se trata de documentales contem-poráneos al período histórico sobre el quediscurren, que utilizan imágenes en apa-riencia captadas del modo más neutro, lailusión de estar viajando en el tiempo esaún mayor y nos parece que nada puede sermás semejante al pasado mismo. Nuestramente, acostumbrada a construir visionesdel presente a partir de los noticieros detelevisión, tiene por demás naturalizada laexpectativa de que el paisaje del aconteci-miento histórico nos llegará también a tra-vés de una pantalla.

Los historiadores del arte y, en particu-lar, los especialistas en pintura histórica,han reflexionado con más cuidado sobrelas ventajas y dificultades de los materialesvisuales para el conocimiento del pasado.Las recomendaciones de Peter Burke sonmuy útiles para un acercamiento a estosproblemas desde el interés del profesor dehistoria deseoso de usar fuentes visuales.Este autor nos advierte sobre los descuidosmás comunes en los que solemos caer losprofesores cuando creemos haber encon-trado un campo de imágenes transmisoraspor sí mismas. Por ejemplo, suponer que lamirada de un autor contemporáneo del

pasado expresa necesariamente un modode pensar predominante en la época; olvi-darnos de las mediaciones intervinientesen el contexto de la producción artística:público, costos, estéticas que predominany tantos otros determinantes.

Nuestra propuesta consiste en interro-gar las películas seleccionadas asumiendolas buenas y las malas noticias (finalmentebuenas) de Peter Burke con respecto a lasfuentes visuales y artísticas en general.Después de todo los historiadores nosomos menos cautelosos con las fuentesescritas, que sabemos examinar comointerpretaciones valiosas del pasado sólo enla medida en que las contrastamos conotros testimonios contemporáneos y conestudios retrospectivos a cargo de historia-dores. Pero curiosamente, en el momentode abordar los testimonios del cine o de lasartes visuales en general, solemos relajarnosde la cautela entrenada para el texto escritoporque, muy frecuentemente, hay queadmitirlo, llegamos a los testimonios visua-les en actitud de descanso, en busca de unaalternativa de respiro a la exposición. Setrata entonces de acercarnos a las películascon menor ingenuidad visual, con la dis-posición precavida con que abordaríamosun texto clásico, como el Facundo, del quesabemos está muy cargado de sistemasintelectuales y estéticos, a través de los cua-les Sarmiento ensayaba sobre la “realidad”argentina. Los historiadores de las ideas nocesan de descubrir nuevos “prismas devisión” en la composición de este texto.

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Del mismo modo, la historia de losmensúes mesopotámicos que relata Lasaguas bajan turbias es más rica como testi-monio de la ideología peronista en elmomento de representar los años anterio-res a su existencia, que como testimonio oestudio de la realidad preperonista. La pri-mera parte de La hora de los hornos es másvaliosa como testimonio de una miradavinculada al ala izquierda de la resistenciaperonista de los años 60 muy dependientedel revisionismo histórico, que como ensa-yo social de la Argentina bajo Onganía.

Para captar estos aspectos será prove-choso cruzar las obras con una selección deinterpretaciones históricas relevantes.Cuánto más reveladora resulta Las aguasbajan turbias vista a la luz de las interpreta-ciones de Gino Germani, Miguel Murmis,Juan Carlos Portantiero y Daniel Jamessobre los orígenes del peronismo. O la pri-mera parte de La hora de los hornos contras-tada, por ejemplo, con las tesis dePortantiero o de Alfredo Pucciarelli acercade cuál era la burguesía que dominaba enlos años de Onganía. La riqueza de Tiempode revancha, al momento de recrear y trans-mitirnos modos de resistencia bajo la dic-tadura, es más visible a la luz de los traba-jos de Guillermo O’ Donnell sobre el coti-diano en los años de plomo. Y, finalmente,las recientes investigaciones de Rosana

Guber y Federico Lorenz acerca de las ver-tientes de representación y memoria socialmás extendidas en torno de Malvinas resul-tan indispensables para contextualizar ycomprender lo singular de la visión de laguerra y de la posguerra que plantea Locosde la bandera.

El propósito de este módulo es contri-buir a estos cruces entre historiadores y pelí-culas seleccionadas. Facilitar ciertas líneas deinterpretación histórica desde donde inte-rrogar las obras sobre la base de textos des-tacados de nuestra historiografía sobre laArgentina reciente. Las películas han sidoescogidas sobre la base de una experienciaacumulada en talleres de cine e historia diri-gidos a docentes de enseñanza media, endistintas regiones del país.

Cada capítulo consta de cuatro partes:1) una introducción donde se vincula lapelícula con los debates historiográficos entorno del período; 2) una segunda partedonde nos alejamos de lapelícula para concentrarnosen las coordenadas históricasy conceptuales del período,siguiendo a los analistas másdestacados; 3) una terceraparte en la que volvemos a lapelícula, para examinarla ala luz de los problemas his-toriográficos vistos en elpunto anterior; 4) un cuartoapartado dedicado a plante-ar actividades de integra-ción.

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Introducción

En cincuenta años de reflexión históricasobre los orígenes del peronismo, los ana-listas siempre han estado de acuerdo en unpunto: para explicar por qué los trabajado-res argentinos se unieron en apoyo a Perónera necesario llevar la vista más atrás en eltiempo y concentrarla especialmente en losaños 30, en la llamada “década infame”.Así lo hicieron las interpretaciones másdestacadas:

a) Para el sociólogo Gino Germani, enesos años previos se había producido unmuy veloz proceso de industrialización ymigraciones internas que no daría tiempoa que los trabajadores adquiriesen la con-ciencia de clase necesaria para esquivar elengaño y la manipulación del líder caris-mático.1 b) Para Juan Carlos Portantiero yMiguel Murmis, también es imperiosorevisar la “década infame”, aunque paracomprobar más bien lo contrario: en losorígenes del peronismo habían sido deter-minantes trabajadores con experiencia sin-dical y capacidades suficientes para com-parar sus escasos logros en la década ante-rior con los obtenidos entre diciembre de1943 y octubre de 1945.2 c) Para el histo-

riador Daniel James, abordar la experien-cia histórico-vivencial de los trabajadoresen la frustrante década anterior también esun paso ineludible, en función de com-prender el proceso de dignificación espiri-tual que los haría peronistas.3 d) Los estu-diosos más recientes de las políticas cultu-rales que vinculan al Estado peronista y lostrabajadores concuerdan en que estoscambios bajo el peronismo sólo puedenabordarse teniendo en cuenta las tensionesacumuladas previamente.4

Este mismo recorrido, sobre un “antessocial” que explicaba el “después”, estuvotambién presente en la autojustificaciónhistórica del peronismo en todos los géne-ros en que se expresara: propaganda ofi-cial conmemorativa o proyectiva, discur-sos de Perón, iconografía, símbolos, anec-dotario popular sobre los orígenes.

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Peronismo y década infameHugo del Carril, 1952

Las aguas bajan turbias

1 Gino Germani, Política y sociedad en una época de transición, Paidós, Buenos Aires, 1962.2 Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudios sobre los orígenes del peronismo, Siglo XXI, BuenosAires, quinta edición, 1987. 3 Daniel James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976,Sudamericana, Buenos Aires, 1990, capítulo 1: “Los antecedentes”. 4 Véase por ejemplo Isabella Cosse, Estigmas de nacimiento. Peronismo y orden familiar 1946-1955, Fondo deCultura Económica-Universidad de San Andrés, Buenos Aires, 2006.

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Las aguas bajan turbias constituye lamás conocida versión cinematográfica deuna mirada retrospectiva dirigida a losaños 30 y 20, con el claro propósito dejustificar y valorar al peronismo en tantoecuación social reparadora de los conflic-tos de clases, de dejar en claro su necesidadhistórica. Nos introduce en la compara-ción entre los “dos tiempos” (“el antes” y“el después”) establecida por el discursooficial, por los propios trabajadores y, mástarde, por los historiadores. Nuestra pro-puesta consiste en tomar como eje estadicotomía temporal “años 30” y “peronis-mo” desde las perspectivas de interpreta-ción histórica más destacadas que hanabordado los orígenes del movimiento demasas. Lo que nos enfrenta a la preguntamás elemental que guió el debate desde elcomienzo: ¿por qué la clase obrera se hizoperonista? ¿Qué ganancias y qué pérdidasimplicó para ella esta vinculación?Encaminar las clases y las actividades en el

aula en dirección a este punto donde secruzan los historiadores permite acercar-nos a la complejidad de la experiencia delperonismo y sus legados.

La película, contrastada con la historiade la película, también nos habla de estacomplejidad. Los avatares de la realizaciónde Las aguas… muestran un aspecto delperonismo en tanto régimen político queel espíritu vindicador del filme hubierapreferido ocultar, como de hecho Hugodel Carril se vio obligado a hacer en elmomento de los créditos. Una historiareveladora de lo que Daniel James llamaríala ambivalencia de la ideología peronista.

Las aguas bajan turbias está basada enla novela del militante comunista AlfredoVarela, El río oscuro, publicada con apro-bación de la crítica y éxito editorial en1943. Cuando Hugo del Carril se dispusoa filmarla, Varela estaba preso en VillaDevoto por su militancia comunista.5 DelCarril examinó la posibilidad de adaptar

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5 Véanse la introducción a la novela El río oscuro, Hyspamérica, Buenos Aires, 1985, y el artículo de LuisAlfredo Villalba “Las aguas bajan turbias”, en Los Andes-On line, Mendoza, 8 de agosto de 2002.

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la novela al cine. Visitó a Varela en la cár-cel hasta conseguir su consentimiento yen los sucesivos encuentros trabajaronjuntos en los diálogos. Según LuisVillalba, antes de este encuentro, Hugodel Carril ya había tenido inconvenientescon el secretario de Informaciones RaúlApold, quien lo vigilaba de cerca. Pero lasrelaciones entre el censor del régimen yHugo del Carril empeoraron a partir deque éste frecuentara a Varela en la cárcel.El acoso del funcionario se hizo más seve-ro contra el hombre que había entonadola más difundida versión de la marchaperonista. A Hugo del Carril le costó tra-bajo llegar hasta Perón. Su propio testi-monio de la entrevista, recogido porGustavo Cabrera, será valioso para nues-tro abordaje.

Durante dos años,[Apold] me hizola vida imposible. Dos años en quesiendo amigo del General, no podíallegar a él porque me bloqueaban.Ocurrió que el hermano de Perón seenteró de mis sinsabores y me mandóllamar. A los pocos días, llega unmensajero a casa y me dice que elGeneral quería verme y que lo fueraa ver a la Casa Rosada a las 6 de lamañana del día siguiente y queentrara por la puerta de atrás.Cuando llegué, me saludó cordialmen-te y me preguntó “¿Qué le anda pasan-do?”. Le expliqué que no podía traba-jar ni salir del país. Se demudó y mepidió pormenores que le tuve que dar.Entonces Perón hizo llamar a Apoldde inmediato. Creo que se debióhaber sacado el pijama en el viaje. Lo hizo sentar a mi lado y le pre-guntó qué pasaba. Apold trató detirarme todo el barro posible, dijo

que yo era comunista y que mehabía prontuariado por comunista,aunque yo nunca milité en el comu-nismo. Bueno, en esa reunión Apolddijo que yo era el único que habíafilmado la película de un comunista.Y Perón –cosa que era cierta porqueyo lo había consultado– le dice rién-dose: “Lo autoricé yo”. Ésa fue lalápida. Entonces le dije: “General,no soy el único prohibido”. Le dijeque había más de cien artistas queestaban en una lista y que si queríase la mandaba. Entonces me empla-zó para que se la mandara. El caso es que le mandé la lista y a lasemana la gente del ambiente no enten-día nada. Todo el mundo volvió a tra-bajar y nadie supo nunca el porqué.

Citado en Gacemail-Tea, Nº 73. Fuente original:

Gustavo Cabrera, Hugo del CarrilUn hombre de nuestro cine

Ediciones Culturales Argentinas Buenos Aires, 1989.

El testimonio es ilustrativo del costadoanticomunista del peronismo-Estado y dela función mediadora del líder ante las ten-siones ideológicas dentro del movimiento.El rol de árbitro acentuó el poder de Peróndesde 1945 hasta su muerte en 1974.

Para abordar el derrotero de un movi-miento político que dio lugar a formacio-nes ideológicas tan diversas es necesariocomenzar por su origen y la discusión his-toriográfica en torno de él. Además de laclase obrera, la alianza social peronistaincluía en 1946 a otros sectores estratégi-cos de la sociedad: Fuerzas Armadas,Iglesia y buena parte de la burguesía dedi-

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cada a las industrias sustitutivas de impor-taciones (ISI). Como señala Juan CarlosTorre, Perón logró tejer una alianza entreellos y la clase obrera porque tenía paraofrecer una solución común y articuladorade los temores, intereses y necesidades quea cada sector se le habían planteado alcabo de los vertiginosos cambios del perí-odo 1930-43. A los ojos de industriales,Iglesia y Fuerzas Armadas, la ecuación dePerón contemplaba una solución al triplepeligro de la agitación comunista, la des-

composición social y la crisis industrial enpuerta cuando volvieran a llegar los pro-ductos extranjeros una vez que se recom-pusieran el mercado mundial y la capaci-dad exportadora e importadora de laArgentina. El peronismo era entonces unmovimiento político considerablementemás amplio y complejo que la alianzaentre el líder y los trabajadores. Sin embar-go, lo más rico del debate historiográficoha girado en torno de este último vínculo,el más masivo y perdurable luego de 1955.

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Por qué los trabajadores argentinos esta-blecieron con Perón el vínculo más fuerte yduradero que haya existido entre un gober-nante y un sector de la sociedad argentina?¿Por qué optaron por ello en lugar de adhe-rir a la Unión Democrática, o de organizarun movimiento político independiente dellíder, con una orientación quizá socialista oanarquista, comunista o sindicalista nego-ciadora?

Antes de que Daniel James volviera aplantear la pregunta en su libro Resistenciae integración, en el ámbito académicosobresalían dos visiones contrapuestas queintentaban esclarecer el hecho.Llamaremos “visión clásica” a la primera y“visión revisionista” a la segunda.

La visión clásica, configurada a fines delos años 50 por el sociólogo italiano GinoGermani, juzgaba que la adhesión de lostrabajadores argentinos al líder carismáticoconstituía un hecho extraño a la norma queestablecían los trabajadores europeos, tancelosos por conservar su autonomía de clasefrente a cualquier intento de neutralizaciónestatal-caudillista-movimientista. El con-traste residía para Germani en las deficien-cias de una clase obrera argentina veloz-mente multiplicada por el proceso de susti-tución de importaciones.6 La rapidez delcrecimiento industrial post 30 habría gene-rado un proletariado con mayoría de traba-jadores sin experiencia industrial, urbana y

democrática. De las comarcas más humil-des y tradicionales de la Argentina habíanllegado los contingentes de trabajadores“nuevos” en “estado de disponibilidad” paraser seducidos y maniobrados por el gestordel autoritarismo de masas. El trauma pro-vocado por un ingreso sin transiciones almundo moderno habría llevado a que losmigrantes buscaran la protección del líderpaternalista, quien, según Germani, mani-pularía a los recién llegados y así evitaría lle-var a cabo las reformas más estructuralesque proponían los partidos tradicionales deizquierda.

Lo otorgado por el líder populista erapara Germani más sustancial que “unplato de lentejas”, pero los trabajadoresdeberían pagar el alto costo de resignar unhorizonte social igualitario como aquelpor el que propugnaban los obreros euro-peos de posguerraafiliados a los parti-dos comunistas. Losmigrantes internosde la Argentina, nopolitizados por estospartidos, carecían endefinitiva de la con-ciencia de clase quelos hubiera disuadidode apoyar el régimende la seudo-libertad, los seudo-objetivos yla seudo-participación.

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Las interpretaciones históricas sobre los orígenes del peronismo

6 Gino Germani, ob. cit.

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En su reconstrucción impresionista,Germani imaginaba una clase obrera des-prevenida que, de manera más afectiva queracional, adhería a la propaganda del régi-men sin capacidad de criticar su faz iluso-ria. El ingreso de las masas trabajadoras a laescena política era controlado por el caudi-llo bonapartista, que fijaba los límitesabortando todo anhelo de participaciónautónoma. En la gran ciudad, los migran-tes se identificaban con el gran caudillo,sobre quien proyectaban los vínculos de

sometimiento que antes habían mantenidocon el patrón de estancia y el caudillo pro-vincial.

El intento de “peronizar” a la sociedad no se detenía en las escuelas primarias

Hasta aquí hemos visto lo primordial deGermani y de su intento de explicar elperonismo adaptando imágenes y concep-tos creados por la psicología de masas apropósito de los totalitarismos europeos,especialmente el fascismo italiano y elnazismo alemán que habían “hipnotizado”a las clases medias.

La visión revisionista nacida a fines delos años 60 explicaría la peronización delos trabajadores en términos casi siemprecontrapuestos a los recién mencionados.En Estudios sobre los orígenes del peronismo(1970), Miguel Murmis y Juan CarlosPortantiero cuestionaron los supuestoscentrales de la visión clásica. La siguientecita de afirmaciones revisionistas servirápara resumir el contenido de la nuevainterpretación.

1) que en el surgimiento del peronismotuvieron una intensa participación organiza-ciones y dirigentes del sector obrero “viejos”;

2) que es difícil otorgar la caracterizaciónde pasiva, heterónoma y con miras de cortoalcance a la participación obrera en el proce-so de constitución del movimiento nacionalpopular;

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“Bonapartismo” y “populismo”...

... son términos frecuentemente empleados por quienes critican al pero-nismo por su perfil autoritario. En el Diccionario de ciencias sociales ypolíticas, supervisado por Torcuato S. Di Tella (Puntosur, 1989), se losdefine de la siguiente manera:Bonapartismo: Término que alude a determinados regímenes políticosde tipo personal, con rasgos dictatoriales demagógicos. La expresión seoriginó en la experiencia de Luis Bonaparte en Francia, quien, elegidopresidente de la República en 1848, dio un golpe de Estado en 1851,disolvió la Asamblea Legislativa y fue proclamado emperador un añodespués. Karl Marx escribió El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852),analizando críticamente estos acontecimientos en el marco de la luchade clases. Sobre la base de ese texto, algunos autores marxistas catego-rizan como bonapartismo ciertos casos en los que un gobernante se pre-senta como árbitro colocado por encima de las clases, pretendiendoejercer el poder en nombre del pueblo, aunque en el fondo responde auna orientación conservadora; en la caracterización de movimientospopulistas latinoamericanos, como el peronismo, el varguismo, e inclu-so algunos gobiernos de la Revolución Mexicana, tales autores encuen-tran elementos “bonapartistas”.Populismo: Este término se ha generalizado en América Latina para desig-nar movimientos políticos con fuerte apoyo popular pero que no buscanrealizar transformaciones muy profundas del orden de dominación exis-tente, ni están principalmente basados en una clase obrera autónoma-mente organizada; el concepto se refiere a fenómenos vigentes a partir delos años 40 de este siglo, aunque puede aplicarse retrospectivamente.

Perón y Evita con delegadosdel Congreso de ObrerosRurales (febrero 1948)

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3) que la participación conjunta de viejosy nuevos implicaba un proyecto social de cier-to alcance, y tenía como componente impor-tante la continuidad programática con recla-mos previos de las organizaciones obreras, delmismo modo que la posibilidad de participa-ción obrera en una alianza policlasista era yauna tendencia con importantes antecedentesen el sindicalismo anterior al peronismo.7

Como surge de estos párrafos, el análi-sis revisionista partía de otorgar mayorimportancia a la experiencia sindical que laclase obrera había vivido antes del peronis-mo, durante la “década infame”.Trabajadores plenamente establecidos en elmundo moderno (“viejos”) habrían jugadoun rol decisivo en los orígenes del peronis-mo. Y, fundamentalmente, las reformasimplementadas por Perón desde laSecretaría de Trabajo y Previsión no eranpaliativos de tan corto alcance, sino unavance palmario de los reclamos sindicales.Por lo tanto, la adhesión de los trabajado-res al régimen mal podía ser asociada a uncomportamiento resignado o irracional,manipulado por el engaño y la demagogia,sino al contrario: la efectividad del peronis-mo al satisfacer una parte muy sustanciosade los reclamos permitía adjudicar raciona-lidad y pragmatismo a los trabajadores del17 de octubre. En esta misma línea, otros

autores, como Juan Carlos Torre, han des-tacado el rol jugado por la “vieja guardiasindical” en los orígenes. El intento deestos líderes gremiales por edificar unPartido Laborista sobre bases autónomasera parte de un proyecto emancipado de laconducción de Perón. El temor de que ellíder los neutralizara estaba más que pre-sente en esta advertida dirigencia.

Daniel James procuró un acercamientoaún mayor a la experiencia obrera de ladécada infame. Auxiliado por las contribu-ciones teóricas del marxismo culturalinglés,8 James trató de reconstruir una “his-toria desde abajo” que permitiera compren-der a los proletarios argentinos que se brin-daron al peronismo incluso en las circuns-tancias más adversas tras la caída del régi-men. Sin menospreciar la importancia quetuvieron las reformas sociales llevadas a cabopor Perón desde 1943, el autor entendióque la fortaleza y perdurabilidad del víncu-

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7 Murmis y Portantiero, ob. cit., p. 73. 8 Por ejemplo E. P. Thompson, en La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona, 1989, yGareth Stedman Jones, Lenguajes de clase. Estudios sobre la clase obrera inglesa, Siglo XXI, Barcelona, 1989.

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lo se debían a cómo el discurso peronistahabía llegado a tocar las “fibras más sensi-bles” de esos trabajadores, transformando elescepticismo en optimismo, la desunión enunión, el miedo vivido solitariamente encoraje colectivo, los estigmas raciales enmotivo de orgullo fraterno y nacional, laderrota en triunfo, la inclinación en actitu-des heréticas, la humillación en dignidad.Todo esto, sumado a los “atractivos ideoló-gicos”, explicaría la conformación de laidentidad peronista entendida como una“estructura de sentimientos”.

Para apreciar el aporte de James, esnecesario que nos detengamos en este con-cepto creado por los estudiosos de la cul-tura popular inglesa. La noción de “estruc-turas de sentimiento” o “estructuras de la

experiencia” fue enunciada por el sociólo-go cultural Raymond Williams para desig-nar la red de elementos subjetivos queunen a los individuos de un colectivopopular de grandes dimensiones como, ennuestro caso, los trabajadores peronistas.Estos elementos componían un senti-miento de pertenencia en la conciencia demillones de personas y eran de lo másvariados: valores y pensamientos especial-mente sociales “tal como eran vividos ysentidos activamente” por los trabajado-res, experiencias compartidas del pasado,modos de hablar compartidos (idiolectos)y de misticismo que afirman la pertenen-cia al “nosotros” por oposición al “ellos”,prácticas y símbolos de diversa especie.9

Los trabajadores peronistas crearon por

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9 Raymond Williams, Marxismo y literatura, cap. 9: “Estructuras del sentir”, Península, Barcelona, 1980.

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ejemplo un modo peronista para decir queel día era lindo, y un arsenal de rituales,recuerdos y “gustos peronistas” relaciona-dos no sólo con la lucha política y elmundo del trabajo, sino también con elesparcimiento y otras esferas de la vida.

James analiza el modo en que el discursoperonista fue tejiendo una poderosa red deidentificación que uniría a los trabajadoresen su defensa del peronismo en oposición alantiperonismo. Como toda cultura popularagrupada por reacción al “ellos”, la fortalezade los vínculos aumentaría ante la agresiónexterna. El arrojo del 17 de octubre, el ins-tinto reactivo de la identidad peronista alque James denomina “herético”, harían mássólido el vínculo en las circunstancias másdesfavorables luego de 1955.

Pero el discurso peronista había sidoexitoso sólo en la medida en que superabaa los otros discursos que competían con él:radical, conservador, socialista y comunis-ta. Partiendo de la idea de que los trabaja-dores se hicieron peronistas por compara-ción, James contrasta los elementos decada discurso en el contexto específico delaño 45: vocabulario, tono y gestos queacompañaban la enunciación. Contenidosideológicos, programáticos, afectivos.Credibilidad, capacidad de interpretar elcotidiano de los trabajadores en los barriosy en las fábricas, y de proyectar ese cotidia-no a una forma de ver el mundo.“Formas”, “contenidos” y “contenido de lasformas” que decodificaban los trabajadoresimplantados en las tradiciones plebeyas.

Vale decir que, por ejemplo, si el apelativo“pueblo trabajador” utilizado por Perón enla campaña electoral del 45 llegó mejor alos obreros, sucedió en la medida en quepara conectarse con ellos era más apto que“civilidad” o “proletarios del mundo”,voces utilizadas por las distintas formacio-nes de la Unión Democrática.

Los trabajadores procesaron mentalmen-te el discurso peronista a la luz de su expe-riencia previa. Valiéndose de la entrevistadirecta, James intentó acercarse a la expe-riencia obrera para reconstruir la compara-ción espontánea realizada por los “descami-sados”. Ellos nunca habrían dejado de com-parar las conquistas del año 44 con la frus-tración de la “década infame”; el 17 de octu-bre con la “Marcha de la Constitución y dela libertad”, donde los manifestantes de

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clase media y alta habían cantado LaMarsellesa; a Perón con Braden; el discursoconcreto y cercano del Partido Laboristacon las consignas lejanas de la UniónDemocrática. Y luego seguirían comparan-do la época dorada del peronismo con todolo anterior y todo lo posterior. La compara-ción entre el “antes” y el “hoy” que Las aguasbajan turbias volvía a formular en 1952 eraun ejercicio de lo más natural y compartidoen la vivencia de los trabajadores.

Por último, otro aporte de James con-siste en captar las ambivalencias del pero-nismo que las visiones anteriores habíansoslayado. Como hemos visto, las versionesclásica y revisionista discutían el significa-do social del peronismo para los trabajado-res en términos dicotómicos: autonomía oheteronomía de la clase obrera, trabajado-res inexpertos o experimentados, irraciona-les o pragmáticos. Para James el peronismotuvo desde sus orígenes ambos efectos almismo tiempo. Fortaleció y unificó a laclase obrera en un movimiento signadopor impulsos heréticos, a la vez que cons-truyó la estructura de mando vertical quele permitiría fijar límites a ese andar, inte-grando la clase obrera al Estado por mediode sus contenidos desmovilizadores. Elperonismo creó sus propios antídotos ide-ológicos contra el impulso herético-con-frontativo, al que siempre podría volver aapelar en caso de necesitarlo. Las dos carasdel peronismo habrían llevado a que, al

decir de Alain Rouquieu, los empresariosdel año 45 vieran en el secretario dePrevisión la figura de un “bombero piró-mano” capaz de encender y apagar la pro-testa obrera en la medida en que controla-ba la organización de esta clase.

Comprender la ambivalencia del pero-nismo desde sus orígenes es necesario paraavanzar en el desarrollo posterior de susformaciones gremiales y políticas, tandisímiles entre sí como la CGT vandoris-ta y la CGT de los Argentinos, la Triple Ay los Montoneros, el peronismo del 73 yel que Menem logró agrupar. Así como enla historia argentina del siglo XX no hubootro discurso que pusiera en movimientoa las clases explotadas con igual masivi-dad, también es cierto que ninguna otraidentidad política o configuración políti-co-ideológica logró tan eficaces manio-bras de desmovilización y supeditación delos trabajadores a las clases dominantes.Tal vez la mayor paradoja o “ironía de lahistoria” en el siglo XX de la Argentinaconsiste en que el Estado de bienestarredistributivo que el peronismo clásicomontó, fue desmontado en lo más pro-fundo por el mismo movimiento en losaños 90. Lo que el peronismo construyósólo el peronismo pudo destruirlo hastalos cimientos. La estructura de grandessindicatos, el verticalismo y el culto allíder cumplieron en cada momento lafunción opuesta.

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El acercamiento

En la historia argentina del siglo XX cues-ta encontrar una maniobra de proyecciónpolítica tan hábil y exitosa como la quePerón puso en marcha a fines de 1943.10

Había hecho pie en el Estado porque anteshabía afianzado su posición en las redespolíticas del Ejército lanzado al poder. Unavez consumado el golpe, logró tener a sucargo la Secretaría de Trabajo y Previsiónpor ser entre sus compañeros de armasquien tenía una solución meditada respectode los temores del Ejército por la crecienteagitación obrera liderada por sindicalistasafines al Partido Comunista. Perón desplegóuna estrategia de acercamiento al mundoobrero compuesta por tres tácticas: repre-sión, cooptación y satisfacción de reclamos.Las tres fueron simultáneas, pero dirigidas adiferentes destinatarios del heterogéneomapa sindical.

La persecución, el encarcelamiento y laintervención de gremios fueron efectuadoscontra la izquierda sindical cercana alPartido Comunista, al Partido Socialista y alas organizaciones anarquistas. La coopta-ción, en cambio, fue la táctica empleada paraacercarse a lo que Juan Carlos Torre ha deno-minado “la vieja guardia sindical”, en refe-rencia a gremialistas negociadores e indepen-dientes de las organizaciones políticas de

izquierda. Perón nollegó a los trabajado-res de manera direc-ta, sino por interme-dio de un sector delgremialismo preexis-tente. También pro-movió a sindicalistasde segunda líneamediante la funda-ción de sindicatosparalelos, acordadaen la secretaría esta-tal, que reemplaza-ban a los dirigidospor la izquierda sindical. La tercera tácticaconsistió en acelerar sorprendentemente unconjunto de medidas a favor de los reclamos.

Transformaciones en la configuraciónsindical

Ganadas las elecciones de 1946, Perónprogramó un nuevo ordenamiento sindi-cal. Años más tarde diría el axioma que las62 grandes organizaciones sindicales eran“la columna vertebral del movimiento”.Entonces, ¿qué formato de organizaciónprevió el líder para fortalecer la unidad delas bases asegurando su poder vertical? Lastransformaciones habilitadas por la nuevaLey de Asociaciones Profesionales (1945)

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El orden peronista y la clase obrera: ambivalencias de una relación

10 Los intentos de Onganía, en 1966, y del almirante Massera, en 1978, de fortalecerse políticamente estable-ciendo alianzas con sectores de la burocracia sindical, fracasarían rotundamente.

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tendieron a una centralización extrema delos sindicatos y sus conducciones. El sindi-cato único por actividad implicó por ejem-plo que, en el sector metalúrgico, 21 orga-nizaciones sindicales que sólo sumaban5.000 afiliados fueran aglutinadas en unaúnica organización gremial con 120.000aportantes: la Unión Obrera Metalúrgica.La centralización también tuvo lugar en elplano de la negociación entre el capital y eltrabajo mediante la generalización de losconvenios colectivos y la formación de unaCGT única.

¿Cómo impactaron estas transformacio-nes en la autonomía sindical y en la fortale-za de los trabajadores en cuanto a avanzaren sus reclamos? ¿Debilitaron estos cambiosa la clase obrera? ¿La hicieron más fuerte delo que era? O bien, una tercera posibilidad:¿la hicieron más fuerte de lo que era, peromenos fuerte de lo que “podría haber sido”si el peronismo no se hubiera puesto en sucamino para reconfigurarla institucional-mente? Estas preguntas nos devuelven aldebate principal acerca del significadosocial e histórico del peronismo para lostrabajadores argentinos, lo que siempreremite a la situación de éstos antes de 1943.

Desde la óptica de Germani y de laizquierda no peronista de la Argentina, lacentralización de la conducción sindical fueuna herramienta institucional destinada acompletar la subordinación de los trabaja-dores al Estado bajo las alas de un régimenbonapartista. El peronismo habría bloquea-do un desarrollo sindical eventualmente

más autónomo, democrático, probable-mente insurrecto. La centralización de losgremios buscó minimizar el peso del sindi-calismo confrontativo de base que amena-zaba con volver a afianzarse en el nivel de laplanta industrial. La negociación se elevó ainstancias sólo accesibles a una burocraciasindical. Los convenios colectivos habríanlimitado los reclamos según los márgenesestablecidos por el Estado.

Por el contrario, desde la perspectiva deuna interpretación afín al peronismo deizquierda, la centralización gremial generóen la clase obrera argentina una unidad deacción en sus luchas que jamás había teni-do. Fortaleció la movilización para que lasreformas sociales se efectivizaran en los rin-cones remotos de la producción. Los con-venios colectivos permitieron sobre todoque el trabajador de pequeños talleresobtuviera mayor capacidad de reclamo.Que la clase obrera argentina era más fuer-te luego de la unificación gremial y de laafiliación masiva quedaría de manifiestopara estos autores cuando el gobiernoperonista cayera y los trabajadores y lossindicatos tuvieran un considerable restode capacidad autónoma para resistir.

¿Es posible que balances tan disímileshayan captado, uno y otro, cierta verdadesencial acerca de la relación peronismo-clase obrera? Desde la perspectiva deDaniel James, la noción de legado ambiva-lente encuentra en el punto de la configu-ración sindical su ejemplo más visible. Lo

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interesante de este enfoque es que lograincorporar en una misma caracterizaciónlas dos caras del peronismo: su funciónamortiguadora del conflicto pero tambiénsu capacidad potenciadora, llegado el caso.Bien entendida, “ambivalencia” implica la“aptitud de una cosa para ser empleada condos usos o sentidos opuestos o distintos”.11

Ambivalencia no es sinónimo de “ambi-güedad”, término que se utiliza para lo quecarece de precisión, no claro o no terminante.Para James la experiencia del peronismolegó una clase obrera con capacidadesambivalentes. Luego de 1955, la centrali-zación de los gremios serviría tanto paradotarla de unidad de acción contra el anti-peronismo, como para contener esa movi-lización. Unida por la afiliación masiva y laestructura de sentimientos, sería capaz deduplicar su congregación de manera coor-dinada, pero también de generar transac-ciones con las dictaduras antiperonistasque intentaron reintegrarla al Estado.Resistencia e integración: en la historia delsindicalismo peronista las dos caras se mos-trarían lo suficiente como para tener enti-dad en una visión histórica que intentaracaptar la complejidad de la experienciaperonista. Llegaría el momento en que lasdos funciones, “impulso” y “freno”, habrí-an de desplegarse al mismo tiempo, comoocurrió sobre el final de los años 60 en ladisputa entre la CGT vandorista y la CGTde los Argentinos.

Componentes ideológicos de la ambivalencia: el costado herético y la armonía social

En el desarrollo ideológico del primerperonismo se expresó por primera vez suambivalencia. De un lado los contenidosde autoafirmación trabajadora y plebeya,confrontativos, irreverentes, antioligárqui-cos. Del otro lado, los contenidos tendien-tes a la armonía entre las clases, la desmo-vilización, la valoración del reducto fami-liar como espacio de concreción de la vidafeliz, de la utopía peronista.

Según James, en momentos de mayorconfrontación (por ejemplo los años 1946y 1955) el peronismo haría uso de los con-tenidos no revolucionarios, pero sí “heréti-cos”, para enfrentar abiertamente a los sec-tores tradicionales de la sociedad. En unproceso de autoafirmación y recuperacióndel orgullo, los marginados sociales yraciales provenientes de interior dejaron delado la reverencia y el temor que los colo-caba a merced de situaciones de explota-ción extremas. Lo hicieron al tiempo queadoptaron una imagen de sí mismos aso-ciada a la salvación nacional, a la“Argentina potencia”, valores trascendentescon que dotaban de energía contagiosa suandar peronista. Esto conllevaba el desa-rrollo de una contrafigura: el oligarca ven-depatria, más tarde “gorila”, a quien setransferían sin mediaciones los caracteres

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11 Diccionario de uso del español, Gredos, Madrid, 1992.

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contrarios al “nosotros”: “Argentina gran-ja”. La construcción de ambas imágenesfue parte de un proceso de creación colec-tiva a partir de materiales preexistentes enel lenguaje popular: los refraneros rurales yprovincianos se combinaron con elemen-tos del mundo fabril en esta suma de enal-tecimiento de lo popular-plebeyo.

Pero, yendo al otro lado de la ambiva-lencia, ¿cuáles fueron los contenidos apaci-guadores del conflicto que el mismo pero-nismo clásico puso en circulación luego de1946? La imagen más autocomplacientedel peronismo, el cuadro histórico-socialdonde se resolvían las contradicciones declase y en definitiva se concretaba la utopíaperonista, queda expresada en Las aguasbajan turbias por contraste. Una claseobrera integrada, que convive con el capi-tal en la medida en que el Estado había eli-minado lo más intolerable de la explota-ción. Transformando al “capital explota-dor” en capital “socialmente responsable”se creaba el marco de ordenación social yrecomposición familiar que el capitalismono había conseguido hasta el momento.

Aunque el peronismo se jactara dehaber descubierto una síntesis históricaque ofrecía al mundo entero, esta concilia-ción sobre la base de la redistribución nodifería en lo esencial de la ecuación econó-mica y social que el keynesianismo propo-

nía al capitalismo central en la segundaposguerra. Como señala Clauss Offe, laexplicación keynesiana de la crisis capitalis-ta basada en el problema de la demandadeficiente como causa primordial del sub-consumo y de la sobreinversión establecíauna nueva lógica de diálogo entre el capitaly el trabajo basada en que cada parte asu-miera el lugar de la otra en función de supropio beneficio.12 Los capitalistas debíanentender que para evitar la crisis y acrecen-tar sus ganancias era necesario aumentarlos salarios con el objeto de crear másdemanda efectiva. Debían hacerlo en fun-ción de su propio egoísmo empresarial. Lostrabajadores, por su parte, debían aceptarque los aumentos salariales se correspon-dieran con una mayor productividad paraasegurar la ganancia empresaria en pos delpleno empleo. El peronismo hizo com-prender a la burguesía industrial, dirigidaal mercado interno, la función anticíclicaque Keynes adjudicaba a los sindicatosenmarcados en el nuevo diálogo.

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12 Claus Offe, Contradicciones en el Estado del bienestar, Alianza, México, 1988.

El peronismo se veía a sí mismo como una síntesissuperadora de las variantes mundiales.

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En la Argentina el peronismo comandóel paso de un modelo de sustitución deimportaciones no redistributivo a uno quesí lo era. La redistribución primaria, esdecir, por la vía salarial, significó unaumento promedio cercano al 40 % entre1946 y 1948. En el total de los ingresosnacionales, esto habría elevado la participa-ción relativa de los asalariados del 37 % al47 % en 1950.13 También fue significativala redistribución secundaria, es decir, porfuera del circuito de la producción y de larelación entre el capital y el trabajo: cons-trucción de viviendas populares, progra-mas universales de salud y diversos tipos decomplementaciones formaron parte de lacompensación promovida directamentepor el Estado. Como en Europa, las presta-ciones sociales alcanzaron un marco tangeneral como los derechos electorales, conla particularidad de que en la Argentina, elEstado de bienestar nacería burdamentepersonificado en las “figuras protectoras”de Perón y Evita. La instrumentación polí-tica de los planes sociales llegaría a nivelesinusitados.

Autonomía y heteronomía

El “líder” o los “trabajadores”: ¿quiéndominaba entonces la relación, y hastadónde llegaba en todo caso su capacidad demanipular al otro? En la visión de Germaniy de intelectuales de izquierda comoMilcíades Peña, las masas inexpertas eranun instrumento pasivo que el líder maneja-ba según sus cálculos de perpetuación en elpoder.14 Por el contrario, en la visión deMurmis y Portantiero, una vieja guardiasindical con experiencia había apostado aPerón con recelo y anhelo de autonomía.Desde el principio existía esa prevención ysiempre quedaría algo de ella.

Quienes afirman que a lo largo del pri-mer ciclo de gobiernos peronistas la auto-nomía de la clase obrera siguió en pie apesar de los intentos estatales por domesti-carla, encuentran las más firmes evidenciassobre el final del período, bajo la órbita delSegundo Plan Quinquenal. Los trabajado-res habrían bloqueado las medidas impul-sadas por el Estado peronista y la burgue-sía industrial, tendientes a una vuelta atrásen materia de condiciones de trabajoimpulsada para aumentar la productivi-dad. Con su resistencia, los sindicatoshabrían logrado mantener prerrogativasfavorables a las comisiones internas, en

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La personificación del Estado de bienestar enlas figuras de Perón y Evita diluía el carácterestatal de la ayuda en la representación popu-lar.

13 Pablo Gerchunoff y Damián Antúnez, “De la bonanza peronista a la crisis de desarrollo”, en Juan CarlosTorre (compilador), Los años peronistas 1943-1955, Colección Nueva Historia Argentina, tomo VIII,Sudamericana, Buenos Aires, 2002, p. 145.14 Milcíades Peña, “El legado del bonapartismo: conservadorismo y quietismo en la clase obrera argentina”,en Industrialización y clases sociales en la Argentina, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986.

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contra del nuevo planteoempresarial. Todo esto suce-día mientras se desintegraba laalianza social peronista.También los trabajadores habrían resistidocon éxito que se efectivizaran los contratospetroleros con empresas norteamericanas,como Perón había propuesto para superarel cuello de botella energético.

Con las siguientes palabras James expli-ca la ambivalencia del peronismo en elpunto de la autonomía, tratando una vezmás de superar el planteamiento dicotómi-

co: “En un sentido impor-tante, la clase trabajadoramisma fue constituida porPerón […] La construcción

de la clase trabajadora no implicó necesa-riamente la manipulación y la pasividadasociadas a la poderosa imagen de las‘masas disponibles’ […] Había en juegoindiscutiblemente un proceso de interac-ción en dos direcciones, y si bien la clasetrabajadora fue constituida en parte por elperonismo, éste fue a su vez en parte crea-ción de la clase trabajadora”.15

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15 Daniel James, ob. cit., p. 56.

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Leída como una defensa del peronismoy de su misión reparadora en la sociedad,Las aguas bajan turbias relata, a través de lahistoria de los mensúes mesopotámicos, el“tiempo anterior” dominado por la explo-tación inhumana, la desunión y la desorga-nización, que dejaba a los trabajadoresexpuestos a las peores crueldades. Comodiría James, en 1952 la dicotomía tempo-ral (“antes” y “después”) funcionaría natu-ralmente a modo de un código de inver-sión binaria instalado en la conciencia delos trabajadores. Bastaría que la historiamostrara trabajadores explotados, desuni-dos, alcohólicos, empujados al enfrenta-miento, para que de manera instantánea seprodujera el contraste con el “presenteperonista”: trabajadores dignos, integra-dos, abstinentes, contenidos por el ordenfamiliar.

No obstante, en el principio y en elfinal de Las aguas…, el narrador en offrecuerda explícitamente la dicotomía tem-poral, cuando aclara que ese pasado ya sehabría revertido. Esta voz que controla lainterpretación es propia de la propagandapolítica, tanto como del modo narrativobastante explícito del cine nacional deaquellos tiempos: “Pero no siempre ha sidoasí, […] hace unos años, unos pocos años;con estas palabras el narrador ponía a fun-cionar el contraste entre los dos tiempos: el

“río de civilización y de progreso”, el “para-íso verde” del presente peronista, y el“infierno verde” del pasado, donde trans-currirá la historia de los hombres “sin ros-tro, sin nombre y sin familia”.

Como señala Fernando Perales, “lareconciliación entre patrones y trabajado-res” sobre la base de una reparación histó-rica en favor de estos últimos forma partedel final feliz implícito en Las aguas…16 Elpunto de inflexión en la trama se producecuando los explotados comprenden quesólo organizándose en sindicatos, afrontan-do la situación colectivamente, puedenvencer a sus explotadores. Este descubri-miento tiene lugar en una charla a laintemperie, en la selva misionera del AltoParaná. Una carta había atravesado la geo-grafía y la dominación patronal informan-do que los trabajadores del Bajo Paraná lohabían conseguido: “En el Sur el mensú haformado sindicato”. Sin embargo, aunqueexiste esta referencia externa, los yerbaterosparecen descubrirlo ellos mismos por pri-mera vez: “¿Y eso del sindicato cómo es?”.La figura prototípica del activista anarquis-ta o comunista europeo que en la novelasocial revela las ventajas de la agremiaciónno existe en este caso. Los trabajadores lasdescubren solos, presionados por las cir-cunstancias: “Este tronco gigantesco yosolo no lo muevo, solamente si todos nos

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16 En “Las luchas sociales y el cine argentino”, www.segundoenfoque.com.ar/luchas_sociales_cine_argenti-no.htm.

Las aguas bajan turbias (1952): “antes” y “después”, década infame y peronismo

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unimos podremos levantarlo”. “Eso es elsindicato, uno solo no puede nada”. En Lasaguas…, la unión de los trabajadores esmás bien espontánea y autogestiva, y ante-rior al peronismo. Pero esto no está subra-yado. A propósito del debate sobre si laclase trabajadora había sido constituidapor el peronismo, o si éste había sido unacreación de la clase trabajadora, en Lasaguas… no se termina de definir una ver-sión de los orígenes. Hacia el final la pelí-cula se precipita sin profundizar sobre elmomento en que los trabajadores se cons-tituyen en sujeto de su liberación, ya seacomo “pueblo” o como “horda primitiva”,dos posibilidades que quedan abiertas, flo-tando en la indeterminación.

El espacio geográfico-social dondetranscurre la historia ya había sido aborda-do por la literatura y por el cine. Los cuen-tos de Horacio Quiroga Los mensú, Unabofetada, Los destiladores de naranjas y Unpeón ya habían introducido el escenariomisionero, donde la violencia natural y lahumana construían un infierno de explota-ción. Sobre la base de estos cuentos MarioSoffici había dirigido Prisioneros de la tierra,estrenada en 1939. El escenario misioneroyerbatero donde los mensualeros (mensúes)eran explotados de un modo precapitalistase abordaba en todas estas obras condenuncias similares. Básicamente se revela-ba la subsistencia en el siglo XX de relacio-nes de explotación servil basadas en meca-nismos de coacción patronal extraeconómi-ca: castigo corporal directo, endeudamien-

to forzado del trabajador. En lugar de sala-rios, los trabajadores recibían vales en laproveeduría patronal, donde les cargabandeudas falsas para retenerlos. Además de lageografía y de la violencia de los capangas(capataces), la imposibilidad de un ahorromínimo sujetaba al trabajador en el lugar.También es común a estos relatos la inexis-tencia de entidad estatal alguna que pusieralímites a la explotación. El reclutamientoforzado de trabajadores por medio de latrampa del alcohol y del burdel era otra delas prácticas denunciadas.

¿Qué implicaba una nueva recreacióndel escenario extremo de la explotación yer-batera en el contexto del “presente peronis-ta” de 1952? ¿Qué lectura y sentido adqui-ría la “misma historia” en la nueva realidad,más allá de la intención de los autores?

Nuestra propuesta consiste en tomar Lasaguas… como un producto de la ideologíaperonista donde se expresan tensionesinternas debidas a la ambivalencia de ori-gen. En la introducción habíamos visto quela propia historia de realización del filmeevidenciaba vestigios de estas tensiones. Lacompleja interacción entre Hugo delCarril, el militante comunista AlfredoVarela (preso en Devoto), el censor del régi-men, Raúl Apold, y la palabra final Perón,nos permite abordar el filme como visiónsobre “el antes del peronismo” en la cualprobablemente se hayan expresado sus cos-tados ideológicos ambivalentes y tensiona-dos. De resultar así, la pregunta que siguees: ¿cuál de las caras del peronismo predo-

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mina en un balance final de Las aguas…,más allá de las intenciones de Hugo delCarril, Apold y Perón? ¿La función heréti-co-confrontativa, o la función mediadora yapaciguadora del conflicto obrero?

La película fue estrenada en octubre de1952, un momento delicado para la alian-za social peronista entre la burguesíaindustrial y los sectores trabajadores, dadoel creciente conflicto. Según AlejandraGiuliani, los límites de esta alianza ya eranevidentes para sus partes y el régimen notendría modo de evitar una fractura. Elciclo económico había entrado en unmomento desfavorable que ya no podríarevertirse sin sacrificar o bien los salarios obien la ganancia empresaria.17

Armonía entre las clases

La reconciliación entre el capital y eltrabajo sobre la base de aceptar la organiza-ción obrera en sindicatos permite dos lec-turas no excluyentes de Las aguas… En lahistoria pueden leerse al mismo tiempodos señales de alerta: una dirigida a las bur-guesías argentinas y otra destinada a lostrabajadores, las dos clases que el peronis-mo debía moderar en su afán de mantenerla armonía social cuando la alianza empe-zaba a fracturarse debido a los límites delmodelo de acumulación para mantenerlasconformes.

La carta que Santos Peralta lee a suscompañeros en el fogón a cielo abierto, lasnoticias que llegan del Sur, presentan unpanorama de mejoras que son significativascomparadas con la situación cruenta delAlto Paraná, pero muy módicas si se lascompara en cambio con una agenda míni-ma de reivindicación obrera de los años 30.Desde la visión de Gino Germani o de laizquierda no peronista se remarcaría estepunto. Los mensúes del Bajo Paraná pare-cían satisfechos con ser explotados a lamanera capitalista: “No nos pegan”,“Cobramos salario”, “Ahora ahorramosunos pesitos”. En el contexto del año 52esto podría ser leído como un llamamientoa la conformidad frente al congelamientode los salarios y frente al reclamo empresa-rial y estatal por aumentar la productividady reducir el consumo. En un momento enque aumentaba el conflicto capital-trabajo,esto adquiría un sentido disciplinario diri-gido a los trabajadores. El Alto Paraná lesrecordaría su origen, la explotación ante-rior y lo conveniente que era valorar el pre-sente peronista, aunque 1952 no fuera tanpróspero para ellos como los años 1948 o1949.

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17 Alejandra Giuliani, “Conformación y límites de la alianza peronista, 1943-1955”, en Pasados presentes.Estado, economía y conflicto social en Argentina contemporánea, Dialektik, Buenos Aires, 2006.

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Pero, al mismo tiempo, las hordas ven-gativas del final, la rebelión que se propa-gaba por todo el Norte, pueden ser inter-pretadas como un llamado a la prudenciadirigido a los empresarios. La masas enlo-quecidas de sed de venganza remiten a lasconocidas palabras que, en agosto de1944, Perón había formulado a los empre-sarios, en la Bolsa de Comercio. Esas pala-bras buscaban tranquilizarlos respecto delas intenciones y los límites de las reformas,al tiempo que llamaban a las burguesíascapitalistas a resignar un poco de poder yde ganancia en pos del propio beneficio,para no perderlo todo. La necesidad de laintervención del Estado como “terceroindispensable” en la negociación quedaexpresada en el final del filme. Como elkeynesianismo, el peronismo enseñaba alas burguesías a cuidarse de sus propiosexcesos autodestructivos.

Lo criollo y el reciente pasado rural

Otro punto a considerar es el modo enque Las aguas… refleja la vinculación entreel peronismo y la Argentina rural. La revo-lución comunicativa que el peronismollevó a cabo en su acercamiento a la cultu-ra popular, se nutrió no sólo del cotidianode los trabajadores industriales, sino tam-bién de interpretar el muy reciente pasadorural de los migrantes internos. La reivin-dicación de lo plebeyo necesariamenterequería desentrañar y redimir estas reali-dades no urbanas. El predominio de traba-

jadores industriales en las imágenes quenos llegan de la masividad peronista, nodebe hacernos olvidar el peso significativodel voto rural en las elecciones de 1946 y1952, ni la importancia del Estatuto delPeón de Campo promulgado en 1945. Elperonismo, que con su política económicaestimulaba las migraciones internas, lo cualaceleraba el proceso de urbanización, nodejaba de ponderar la cultura rural-provin-ciana. Para la izquierda, esta simpatía porlo popular no era más que el matiz folcló-rico necesario para encubrir el carácterlimitado de las reformas. Para el peronis-mo, en cambio, significaba una ventajarelativa frente a los discursos “más europe-os” de la izquierda.

Los descarriados

A diferencia del realismo socialista,donde el proletario casi siempre es impeca-ble en sus hábitos de vida, Las aguas…muestra explotados que se brutalizan por laviolencia patronal y la necesidad de evadir-se ante la falta de un horizonte mínimo. Laevasión del trabajador toma el camino de

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Pese al perfil industria-

lista, la comunicación

oficial no descuidaba al

proletario rural.

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la autodestrucción y el maltrato a la mujeren el escaso tiempo libre. Alcoholismo,prostitución, descomposición familiar. Enla taberna “El Guaraní” los vicios son pri-mitivos como en un saloon de western. Laofensa a Flor de Lis culmina con la humi-llación brutal del agresor.

Pero lejos de impugnar esta degrada-ción en términos de condena moral estig-matizadora, el filme tiende permanente-mente una mano de rescate al trabajadormal llevado, a la prostituta y a la mujer“desgraciada” por la violación. La condi-ción masculina se redime del ultraje a lamujer en el momento en que SantosPeralta toma como esposa a Amelia, acep-tando la posibilidad de que el embarazo deella se deba a la violación del capataz. Elmovimiento de la cámara hacia las manosunidas en matrimonio crea una de las esce-nas más especiales del filme y recuerda elsímbolo del escudo justicialista. El planoreivindica una relación en pie de igualdadentre el hombre y la mujer. La condiciónmasculina se dignifica en el momento enque Santos asume una forma superior decoraje varonil al afrontar su responsabili-dad de marido y de futuro padre, vencien-do los prejuicios imperantes.

Esto nos introduce a otro atractivo delperonismo para los sectores populares. Losplanos de dignificación peronista común-mente más examinados se relacionan conla dignificación material (“vivienda digna”,“salario digno”) y luego con la recupera-ción del orgullo de los marginados raciales.Frente al racismo-clasismo de las clasesaltas, el peronismo abrió un proceso deautoafirmación provinciana, rural y étnica.Pero Las aguas…, en tanto expresión deconcepciones de vida que latían en el pero-nismo, nos muestra otro plano de la digni-ficación peronista recientemente abordadopor Isabella Cosse en Estigmas de nacimien-to, a propósito de la reivindicación moralque el Estado emprendió en favor de loshijos ilegítimos.18 Para esta autora, si bienel modo de vida promo-vido por el peronismoidealizaba el modelo dela familia nuclear, la“mirada comprensiva”para quienes vivían almargen de estas pautasimplicaba un intento derehabilitación, así comouna crítica a la miradadiscriminadora. Hijos “ilegítimos”, madressolteras y aun hombres malvados arrepen-tidos eran liberados del estigma por lalegislación y por la nueva mirada que elperonismo intentaba difundir.

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18 Isabella Cosse, Estigmas de nacimiento. Peronismo y orden familiar 1946-1955, Fondo de CulturaEconómica, Buenos Aires, 2006.

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Actividades

1. James ha señalado en su aproximación al peronismoa través de la “historia oral”que los protagonistas del17 de octubre suelen revelar aspectos íntimos delsentir de los trabajadores en su “primavera de lospueblos”. Sus testimonios permiten comprender elproceso de recuperación del orgullo y dignificacióncolectiva que se activó conscientemente duranteaquella jornada. Estos relatos y anécdotas que, aun-que puntuales, comunican lo emotivo de la experien-cia de octubre, permiten indagar la “estructura desentimientos” que unificó a la clase obrera en laArgentina. En el seno de dicha estructura, los ele-mentos menos tendientes a ser recogidos por lasvisiones académicas tradicionales son la elaboración

colectiva del pasado y su proyección al futuro(memoria y esperanza), el recuerdo de la acción y lasmúltiples formas de la felicidad, la identificación delos trabajadores a través de la experiencia comparti-da y de los modos de recordarla, el surgimiento de un“idiolecto” peronista.

Es de esperar que la recopilación de vivencias narradaspor los actores, primeros intérpretes del acontecimien-to, arroje una luz a la riqueza del peronismo como pro-ceso subjetivo y emocional, colectivo y concreto, deter-minante de la trama argentina. En función de lo expre-sado les proponemos:

a) Analizar los siguientes testimonios (recogidos por DanielJames19 y Juan Carlos Torre)20 sobre la base de las dis-tintas interpretaciones acerca de los orígenes del pero-nismo.

El molde comercial pautado por el cinenorteamericano también aflora en diversosmomentos. A diferencia del cine soviético,donde el protagonista es la masa, en Lasaguas… la historia individual del galánlleva adelante la narración. La historia sen-siblera encuentra momentos para que élirrumpa con su canto seductor y resuelvacon heroísmo las escenas de violencia. Lahistoria personal se separa de la historiacolectiva para desprenderse definitivamen-te de ella sobre el final. El filme social cedeal género comercial en el momento en queSantos y Amelia se escapan en balsa bajoun sol paradisíaco.

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ALFREDO VARELA...

...El río oscuro (novela), Hispamérica, pp. 93-94. En la novela de Varela es central la denuncia contra la civilización blan-ca y cristiana que había destruido la armonía del hombre con la natura-leza en los tiempos precolombinos.

Luego vinieron los jesuitas. Eran sutiles, habilidosos, astutos. Todos sedoblegaban a su voluntad torrentosa. Los soldados vencieron a losindios pero no habían podido utilizarlos. Los jesuitas cambiaron demétodo y en lugar de las balas usaron la palabra. La selva comprendióque eran los peores enemigos. Para ella, es un ser maldito y hostil el queinventó la palabra, el que articuló el lenguaje y lo dio en propiedadexclusiva a los hombres. La selva prefiere a sus hijos, guturales e ino-centes. Con la palabra, los jesuitas se apoderaron de los indios, losencadenaron a su voluntad, los sometieron a humillaciones que no habí-an conocido bajo la espada. Perdieron su varonil entereza, se convirtie-ron en niños, en apocadas mujeres, en sombras de los antiguos nativosarrogantes y libres. Los jesuitas los separaron de la selva. Los encerra-ron en chozas, y a éstas en grandes poblados. Descubrieron cómo culti-var la yerba, para que no tuvieran que ir a cortarla a los montes vírgenes.

19 Extraídos de Daniel James, “El 17 de octubre de 1945: el peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina”, en El 17 deoctubre de 1945, Juan Carlos Torre compilador, Ariel, Buenos Aires 1985.20 Juan Carlos Torre, La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo, Sudamericana, Buenos Aires, 1990.

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Fue un día maravilloso […] familias enteras salieron a la calle.Mi hijita vino con nosotros; la llevé a babuchas en granparte del trayecto. […] Se habían puesto en servicio algunosómnibus para los que no podían hacer todo el camino a pie.La gente coreaba estribillos y cantaba, hacía bromas y jue-gos. La comida y las bebidas pasaban de mano en mano. […]El tiempo estaba espléndido y cuando llegamos al Paseodel Bosque era como un enorme picnic; había personas des-cansando, tiradas bajo los árboles, o jugando al fútbol. […]No, no hubo escenas de violencia, la gente estaba contenta.

Entrevista de Daniel James con René Orsi, La Plata, julio de 1985.

Me acuerdo que al dar vuelta a una esquina –tiene que habersido cerca del centro de La Plata, muy temprano en la maña-na de ese día– vi a ese tipo corpachón parado en la acerafrente a la vidriera destrozada de una joyería. Sostenía elarma en el aire, como quien saluda con el puño cerrado, ygesticulando con una enorme sonrisa señalaba el reloj quellevaba puesto en la muñeca, mientras les gritaba a suscompañeros: “¡Nunca en mi puta vida tuve un reloj!”. Por laropa que usaba supe que era de Berisso. Todavía estaba conropa de trabajo.

Entrevista de Daniel James con José P. Lunazzi, La Plata, julio de 1985.

Bueno, sí… Recuerdo haber visto a un grupo de muchachosque se pararon frente a un edificio de departamentos de lazona céntrica, cerca de la universidad, creo, y después deentonar algunos cantos empezaron a hacer gestos… ustedsabe… se llevaban las manos abajo y hacían movimientosexagerados… o poniéndose la mano en la boca como unabocina hacían como si estuvieran tirándose pedos.

Entrevista de Daniel James con Alfredo Panelli, La Plata, julio de 1985.

Muchos de nosotros éramos muchachos que habíamos entra-do a las plantas en los primeros años de guerra. Teníamosuna actitud diferente que los trabajadores más viejos.Supongo que podría decirse que éramos más presumidos,menos aprensivos, menos respetuosos. Conocíamos las

terribles luchas de la primera época sólo por lo que noshabían contado los viejos militantes, no las habíamos expe-rimentado en carne y hueso. Por supuesto, hubo militantesmayores que se sumaron a nosotros y aprendimos de ellos;pero decididamente sentíamos que formábamos una“nueva ola”. Y eso se vio el 17 de octubre; los que tomaronla iniciativa y quisieron realmente hacer algo por Perón fue-ron los obreros más jóvenes.

Entrevista de Daniel James con Cipriano Reyes, La Plata, agosto de 1985.

Después de mi designación visité a Perón y me felicitó, dicién-dome luego que ahí en la presidencia había un equipo queme habría de asesorar sobre las declaraciones que debíahacer y las medidas que tenía que tomar. Para no violentar-lo enseguida, le respondí: “Mire, señor presidente, ustedtiene muchos problemas importantes que atender, así quedéjenos a nosotros, los hombres que tenemos veinticincoaños en el movimiento obrero, dirigir la CGT”. Él, con prepo-tencia, me replicó: “¡Entonces, a los sindicatos autónomoslos dirijo yo!”. “Bueno, ése es un problema suyo, señor pre-sidente, y de ellos, pero –le puntualicé– a la CGT la dirigimosnosotros”.

Entrevista a Luis Gay, grabada en el Archivo de Historia Oral

del Instituto Di Tella.21

Éramos unos cincuenta dirigentes. Perón formuló enérgica-mente una serie de cargos contra Gay, algunos injustos. Yointervine y se los aclaré: a estos norteamericanos no lostrajo Gay, los invitó Valenzuela. Que los recibió y homenajeóGay es cierto: estaba a cargo de la CGT. Pero a la delegaciónla trajo Valenzuela. Don Luis, por su parte, no abrió la boca.¿Tiene algo que decir?, le preguntó Perón dos o tres veces.Nada, dijo él. Éramos muchos los que estábamos esperan-do que hablara para defenderlo. ¿Qué iba a hacer uno eneste caso? Él no dijo una sola palabra y nos hundió a todos.

Entrevista a Juan Rodríguez, del 13 de noviembre de 1972,

Archivo de Historia Oral del Instituto Di Tella.22

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21 Ibídem, p. 239.22 Ibídem, pp. 245-246.

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Las causas de mi alejamiento no fueron originadas en lo quehizo decir entonces por los diarios y revistas subvenciona-das por el gobierno, sino por principios que consideré fun-damentales en toda mi actuación y que fueron compartidospor los directivos de la CGT de ese momento que, en solida-ridad con mi renuncia, presentaron la propia; o se manteníala independencia sindical, sin dejar de apoyar una políticasocial determinada, o se convertía la central obrera en uninstrumento político en manos del gobierno. Los que estuvi-mos por lo primero debimos irnos. Como en todas las gran-des trampas, el pretexto para desplazarnos fue la traición afavor del extranjero, en este caso los supuestos tratos polí-ticos con la delegación obrera norteamericana que visitó elpaís en 1947. Previamente a la reunión ampliada había teni-do una entrevista personal con Perón y varios miembros delgabinete. En ella el presidente me pidió explicaciones por laconducta de los visitantes extranjeros y me acusó de preten-der entregar la CGT a los norteamericanos. A pesar de misexplicaciones, la discusión fue estéril y ya no tuve duda deque estaba dispuesto a terminar conmigo.

Testimonio de Luis Gay,citado de sus memorias (inéditas en 1990)

por Juan Carlos Torre. 23

b) Buscar testimonios de personas que hayan sido contemporá-neas a los orígenes del peronismo. Recopilar anécdotas, visio-nes y balances de esa experiencia. Analizar luego los relatos ala luz de las distintas interpretaciones sobre los orígenes.

2. Pensar tres interpretaciones de Las aguas… a la luz de lastres visiones propuestas sobre los orígenes del peronismo(Germani, Murmiz y Portantiero, y Daniel James). ¿Cómointerpretaría el significado del filme cada una de las perspec-tivas? La propuesta apunta a incorporar las tres miradas, aterminar de entenderlas mediante su aplicación en lo quepodría ser tomado como un relato de los orígenes.

3. Caracterizar los rasgos de la clase obrera ideal por constras-te con la visión peyorativa de la clase obrera peronista sus-tentada por Gino Germani y la visión crítica de la izquierdatradicional.

4. A modo de integración analizar el siguiente discurso dePerón. ¿Cómo interpretarían este documento las distintasposturas académicas sobre los orígenes del peronismo?Contrastarlo con la visión de los orígenes del peronismo quepredomina en Las aguas…

Simple espectador como he sido en mi vida de soldado de laevolución de la economía nacional y de las relaciones entrepatrones y trabajadores, nunca he podido avenirme a la ideatan corriente de que los problemas que esa relación originason materia privativa sólo de las partes interesadas. A mi jui-cio, cualquier anormalidad surgida en el más ínfimo taller yen la más oscura oficina repercute directamente en la econo-mía general del país y en la cultura general de sus habitan-tes. […] Por tener muy firme esta convicción he lamentado ladespreocupación, la indiferencia y el abandono en que loshombres del gobierno, por escrúpulos formalistas repudia-dos por el propio pueblo, preferían adoptar una actitudnegativa o expectante ante la crisis y convulsiones ideológi-cas, económicas, que han sufrido cuantos elementos inter-vienen en la vida de relación que el trabajo engendra. ElEstado manteníase alejado de la población trabajadora. Noregulaba las actividades sociales como era su deber, sólotomaba contacto en forma aislada cuando el temor de verperturbado el orden aparente de la calle le obligaba a des-cender de la torre de marfil, de su abstencionismo suicida.No se percataban los gobernantes de que la indiferenciaadoptada ante las contiendas sociales facilitaba la propaga-ción de la rebeldía, resultado del olvido de los deberes delos patrones que, libres de la tutela estatal, sometían a lostrabajadores a la única ley de su conveniencia. Los trabaja-dores, por su parte, al lograr el predominio de sus agrupa-

ciones sindicales, enfrentaban a la propiaautoridad del Estado, pretendiendo dis-putar el poder político.

Discurso de asunción al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión,

diciembre de 1943

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23 Ibídem, p. 246.

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ALTAMIRANO, Carlos, Bajo el signo de lasmasas, Ariel, Buenos Aires, 2001.

GERMANI, Gino, Política y sociedad en unaépoca de transición, Paidós, Buenos Aires,1962.

MURMIS, Miguel y PORTANTIERO, Juan Carlos,Estudios sobre los orígenes del peronismo, SigloXXI, Buenos Aires, 5ª edición, 1987.

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PEÑA, Milcíades, “El legado del bonapartismo:conservadorismo y quietismo en la claseobrera argentina”, en Industrialización y cla-ses sociales en la Argentina, Hyspamérica,Buenos Aires, 1986.

PLOTKIN, Mariano, Mañana es San Perón,Ariel, Buenos Aires, 1994.

TORRE, Juan Carlos (compilador), El 17 deoctubre de 1945, Ariel, Buenos Aires, 1985.

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Nuevos estudios sobre aspectos sim-bólicos y políticas culturales delperonismo

ABOY, Rosa, Viviendas para el pueblo.Espacio urbano y sociabilidad en elbarrio Los Perales. 1946-1955, Fondode Cultura Económica-Universidad deSan Andrés, Buenos Aires, 2005.

COSSE, Isabella, Estigmas de nacimiento.Peronismo y orden familiar 1946-1955,Fondo de Cultura Económica-Universidad de San Andrés, BuenosAires, 2006.

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Bibliografía

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Introducción

Los años transcurridos entre la caída delperonismo (1955) y el inicio de la últimadictadura (1976) fueron los de mayor con-flicto en la Argentina del siglo XX. Unavariedad de antagonismos enardecieron latrama histórica sin que nada frenara su ace-leración: los conflictos peronismo/antipe-ronismo, socialismo revolucionario/capita-lismo anticomunista, capital/trabajo, cato-licismo integral/culturas transgresorasjuveniles, y el conflicto entre las distintasburguesías de la Argentina por imponer elrumbo económico. El enfrentamiento deestos contrarios permite explicar los rasgosmás salientes del período: la inestabilidadpolítica, el autoritarismo creciente, lasmúltiples formas de resistencia e insurrec-ción, la concentración del ingreso, los cam-bios en los modos de vida, la espiral de vio-lencia, los movimientos pendulares de lapolítica económica, el ciclo económico tanpronunciado. Tomar estos conflictos comograndes coordenadas del período 1955-1976 es también abordar la dinámica his-tórica que desembocó en la más cruenta delas dictaduras militares en el país del golpede Estado intermitente.

Se trata del período más complejo porla diversidad de actores, la convulsión polí-tica y los cambios vertiginosos del rumboeconómico, jamás igualados en la historia

de la Argentina moderna. La superposiciónde conflictos nos obliga más que nunca areflexionar sobre los ejes más conducentesy facilitadores. El eje cronológico, basadoen el relato lineal de la crónica, presidenciatras presidencia, suele resultar complejo,enmarañado. El eje de los cinco conflictosmencionados en la Introducción permitesobrevolar la crónica, reemplazando unacantidad elevada de nombres propios porlos actores colectivos de la trama histórica:peronismo, antiperonismo, capital, traba-jo, socialismo, capitalismo, modernos,conservadores, burguesía agroexportadora,burguesía industrial liviana, burguesíaindustrial concentrada, etcétera. Tomandoa estos actores como “personajes de la

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La Argentina de los cinco conflictos (1955-1973)

La hora de los hornos, primera parte: “Neocolonialismo y violencia”,

Fernando Solanas-Octavio Getino, 1968

CA

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2

Fernando Solanas

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trama” pueden reducirse los nombresindispensables a un número menor: Perón,Aramburu, Frondizi, Onganía, Vandor,Krieger Vassena, Guevara, Aldo Ferrer,Agustín Tosco, el comisario Margaride,Sandro, Spinetta.

Como soporte fílmico de la época de losmayores enfrentamientos hemos elegido laprimera parte de La hora de los hornos, undocumental emblemático del “cine mili-tante” o “cine guerrilla” de los años 60, fil-mado clandestinamente en 16 mm entre1966 y 1967. El filme fue estrenado al añosiguiente, en plena dictadura de Onganía,de manera furtiva en los circuitos subterrá-neos de la resistencia peronista.

La hora de los hornos aglutina los con-flictos de su tiempo en una única grandisputa entre los pueblos del TercerMundo y el neocolonialismo. Una luchapor la liberación que, para los autores, selibraba en distintas esferas (militar, cultu-ral, económica), se remontaba en el tiem-po a los orígenes del colonialismo euro-peo (“una guerra larga”) y se extendía atodos los continentes, sin dejar de formarparte de una misma contienda de doscontrarios. Solanas y Getino se proponíanrevelar el carácter sistémico, transhistóri-co y transcontinental de esta única granlucha entre las clases sociales y entre lasregiones del planeta. Tal vez por eso en la

primera parte del tríptico los narradoresno mencionan por sus nombres a perso-najes de la trama política local comoOnganía y Vandor, que son aludidos perono nombrados, quizá porque sus nombrespodrían distraernos del sistema que, másallá de las personas, articulaba la domina-ción neocolonial.

Nuestro primer propósito es recorrer elperíodo 1955-1976 con independenciade la interpretación que el documental-ensayo de Solanas y Getino despliegasobre la Argentina. Reforzaremos antesun panorama del período sobre la base delas interpretaciones históricas más desta-cadas de la producción académica.Desagregaremos en cinco los conflictosque el documental agrupa, examinandocostados que no inspecciona en su recorteautoral. Abordaremos el filme con ele-mentos de contraste que permitan captarmejor sus aciertos y distorsiones subjeti-vas en tanto el ensayo de la realidadargentina que La hora de los hornos se pro-ponía ser. Para valernos de la películacomo disparador o soporte fílmico delestudio de la Argentina reciente debemoscontrastarla con otras visiones; sólo asíapreciaremos lo singular de su mirada. Unobjetivo elemental de la enseñanza de lahistoria es fomentar la conciencia de quesiempre estamos frente a interpretaciones,

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Octavio Getino

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de que entre nosotros y el pasado no hayuna conexión directa y transparente, sinovisiones que debaten entre sí.

El primer paso entonces consiste enabordar el período individualizando susconflictos, separándolos sólo con fines ana-líticos, sin afirmar o negar una autonomíarelativa entre ellos, sin entrar tampoco en eldebate de las proporciones o del peso espe-cífico de cada uno. Abordar los conflictosindividualmente facilita el seguimiento dela dinámica de desarrollo de cada uno, paraluego tomarlos como grandes coordenadasdel período. Estos conflictos, que a modode espiral veremos crecer y entrelazarse,confundirse y potenciarse los unos a losotros, continuaron aumentando con mayoraceleración hasta alcanzar su desarrollo másintenso en el bienio 74-75.

El primero que abordaremos es el con-flicto peronismo-antiperonismo: político,

ideológico, identitario, no hizo más queagudizarse en los dieciocho años que duróla proscripción. Por primera vez la sangrehabía llegado al río con los bombardeos del55 y los fusilamientos del 56, lo que diolugar al inicio de una espiral de violenciaque no dejaría de crecer hasta el genocidiode la última dictadura.

El segundo es un conflicto mundial quese reprodujo a escala continental y nacional:el conflicto entre el capitalismo anticomu-nista comandado militarmente por EE.UU.y el socialismo revolucionario encarnadopor movimientos de liberación nacional,que en algunos casos recibieron el apoyo dela Unión Soviética, en el contexto de laGuerra Fría dentro del mundo bipolar.

El tercero es el conflicto capital-trabajoen el interior de la industria; históricamen-te, es el conflicto más importante de laestructura social argentina, siempre presen-

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te, pero que tras la caída del peronismo sal-dría de su estado latente, y en los años 60 seconformaría el sindicalismo clasista máscombativo que haya existido en el país.

En cuarto lugar, el conflicto más origi-nal de la época, con el cual el imaginariohistórico de las décadas venideras identifi-caría los años 60: el enfrentamiento entrelos modos de vida pautados por la moraltradicional y los que expresaban las nuevasculturas transgresoras encarnadas princi-palmente por la nueva juventud, si bienfue más abarcador que un conflicto genera-cional entre “jóvenes” y “viejos”. Elmomento de confrontación más intensatuvo lugar durante el régimen de Onganía,cuando el catolicismo integrista reaccionómás duramente contra la liberalización delas costumbres en general. La cruzadamoralizadora de Onganía abarcó un

amplio espectro, desde las minifaldas y lospelos largos hasta el adulterio y los circui-tos callejeros de homosexualidad, el psico-análisis y la cultura de la calle Corrientes.

Por último, el conflicto interburgués: setrató de una disputa horizontal entre lasdistintas burguesías de la Argentina post30, tal como lo analizó Juan CarlosPortantiero introduciendo el concepto de“empate hegemónico”. Tres burguesías depoder parejo se disputaron el trono de clasedominante: 1) la burguesía agroexportado-ra, 2) la burguesía nacional dedicada a lasindustrias sustitutivas de importaciones(ISI) livianas y sencillas, como la textil olos materiales de construcción, y 3) la bur-guesía transnacional dedicada a la “sustitu-ción difícil” de importaciones, como laindustria automotriz o la petrolera. Estaúltima burguesía, internacional y concen-trada, intentará un “desempate”: avanzarposiciones sobre las otras para imponer elrumbo económico por medio del golpe deEstado de 1966.

Cualquier conflicto es, en general,intenso cuando los contrarios son media-namente equivalentes en su fortaleza, o almenos imaginan serlo y actúan como si lofueran, calculando incorrectamente la rela-ción de fuerzas. En cualquier caso, cuandolas fuerzas de la opresión someten a la resis-tencia, el conflicto disminuye o desapare-ce. Por el contrario, un conflicto adquiereuna dinámica de crecimiento cuando loscontrarios suben la apuesta, ya sea porque

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disponen del potencial para hacerlo o bienporque así lo suponen. Esto hizo a su turnocada uno de los contrarios implicados enlos conflictos que veremos.

Tomemos como ejemplo el primero:peronismo/antiperonismo. En 1955 unaparte de las fuerzas armadas se propusoeliminar al peronismo de la Argentina,erradicarlo de la faz política, sindical ysimbólica. Era un desafío elevado tenien-do en cuenta las profundas raíces socialesde la experiencia histórica que planeabanextirpar del mapa y del recuerdo.Consiguieron lo contrario: la resistenciaperonista respondió al desafío reforzandosu identidad, desplegando múltiples for-mas de protesta que acabaron desestabili-zando a los gobiernos proscriptores deFrondizi e Illia, lo que dio lugar a unnuevo redoble en la disputa. En 1966,Onganía proyectó una embestida más pro-funda y prolongada de disciplinamiento y

desperonización: una dictadura de largoaliento que anulaba la semidemocraciaanterior, pensando que así se acabarían losconflictos. No fue eso lo que sucedió.Distintos actores políticos y sociales dobla-ron la apuesta del dictador: el peronismo, laizquierda no peronista, los jóvenes rebeldes,el sindicalismo clasista, todos se rebelaron aun mismo tiempo conformando el torrentesocial que provocaría la caída de Onganía(1970) y luego del régimen militar en suconjunto (1973).24 Las imágenes del ejércitoen retroceso durante el Cordobazo quedarí-an en las retinas de una generación como elfracaso de la última carga de la caballeríamilitar, una retirada equivalente a la de loscosacos zaristas ante las fuerzas revoluciona-rias en Rusia. Muchos se convencieron deque la dinámica histórica se definía a favordel torrente. A causa de esta certeza se volca-ron a la lógica del “todo o nada”. Entre 1973y 1975 los actores buscaron apurar ese desti-

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24 Tomo esta imagen del “torrente” de Nicanoff-Rodríguez, “La Revolución Argentina y la crisis de la sociedadposperonista”, en Pasados presentes. Estado, economía y conflicto social en Argentina contemporánea,Dialektik, Buenos Aires, 2006.

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no. Pero en 1976 otra dictadura aumentaríael embate contrarrevolucionario con méto-dos infinitamente más crueles para vengar elfracaso de 1955 y 1966.

Una dinámica similar encontraremosen cada uno de los conflictos. El sindica-lismo clasista automotor se rebeló a losintentos de mayor explotación relativapor parte de las empresas, los gobiernosproscriptores y la burocracia sindical. Lospelos largos y transgresores de las calles se

autoafirmaron con mayor rebeldía ante elcomisario Margaride, que los perseguía.Esto, la fortaleza equivalente de los con-trarios, paridad real o imaginada, en unadinámica de enfrentamiento creciente,diferencia este período de los años poste-riores, en que las fuerzas reaccionariasvencieron al menos transitoriamente a susoponentes. Tratemos de medir lo parejode las fuerzas contrapuestas en cada con-flicto.

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La fuerza militar que el Ejército desple-gó en sus intervenciones golpistas de1955, 1966 y 1976 estableció una progre-sión en la agresividad empleada para des-peronizar a la sociedad. En ningún caso setrató de una mera fortaleza militar, sino dela capacidad de articular consensos conotros factores de poder internacionales ynacionales, incluyendo a buena parte delos sectores medios.

¿Qué hizo del peronismo un movimientoresistente que impidió la consolidación detoda fórmula proscriptora, ya fuera semide-mocrática o abiertamente dictatorial? Lodecisivo consistía en las múltiples formas dearticulación que unieron a los trabajadoresen la resistencia. La articulación sindical lespermitió coordinar huelgas y tomas de fábri-cas a gran escala. Descabezada la conduc-ción, los grandes gremios fueron más queantes “la columna vertebral del movimien-to”. También era fuerte la articulación políti-ca y barrial, y más aún, la estructura de sen-timientos que motorizaba la resistencia. Coneste término nos hemos referido en el capí-tulo anterior a una red de lazos identitarios.Como analizó Daniel James, el períodoabierto en 1955 demostró hasta qué puntoestos sentimientos de pertenencia peronistaadquirían mayor fortaleza en las circunstan-cias más desfavorables. El proceso de santifi-cación de Evita en los dobles fondos dehogares peronistas, como respuesta a losultrajes de su cadáver, es un ejemplo decómo la fidelidad se robustecía en propor-ción a los ataques recibidos.

A esto hay que agregar lo inviables quefueron los sistemas políticos que se ensayaron

para sobrellevar la proscripción, tal como loanalizó Marcelo Cavarozzi. Desde 1955 sólo

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Peronismo-antiperonismo

DECRETO LEY 4.161...

...5 de marzo de 1956 (Acuerdo de Ministros) - Prohibición de elementos deafirmación ideológica o de propaganda peronista (Boletín Oficial 9/3/1956)

…Por ello, el presidente provisional de la Nación Argentina, en ejercicio delPoder Legislativo, decreta con fuerza de ley:

Art. 1º - Queda prohibida en todo el territorio de la Nación:a) La utilización, con fines de afirmación ideológica peronista, efectuadapúblicamente, o propaganda peronista, por cualquier persona, ya se tratede individuos aislados o grupos de individuos, asociaciones, sindicatos,partidos políticos, sociedades, personas jurídicas públicas o privadas, delas imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artí-culos y obras artísticas, que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidaspor alguien como tales pertenecientes o empleados por los individuosrepresentativos u organismos del peronismo. Se considerará especialmente violatoria de esta disposición la utilizaciónde la fotografía, retrato o escultura de los funcionarios peronistas o susparientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presiden-te depuesto, el de sus parientes, las expresiones “peronismo”, “peronis-ta”, “ justicialismo”, “Justicialista”, “tercera posición”, la abreviatura P.P.,las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales“Marcha de los Muchachos Peronistas” y “Evita Capitana” o fragmentos delas mismas, y los discursos del presidente depuesto o su esposa o frag-mentos de los mismos. […]

Art. 3º - El que infrinja el presente decreto-ley será penado: a) Con prisión de treinta días a seis años y multa de m$n 500 a m$n1.000.000; b) Además, con inhabilitación absoluta por doble tiempo del de la con-dena para desempeñarse como funcionario público o dirigente político ogremial; c) Además, con clausura por quince días, y en caso de reincidencia, clausu-ra definitiva cuando se trate de empresas comerciales. Cuando la infracción sea imputable a una persona colectiva, la condenapodrá llevar como pena accesoria la disolución. Las sanciones del presente decreto-ley será refrendado por el excmo. señorvicepresidente provisional de la Nación y por todos los señores ministrossecretarios de Estado en acuerdo general.

Art. 5º - Comuníquese, etc. - Aramburu - Rojas - Busso - Podestá Costa -Landaburu - Migone. - Dell´Oro Maini - Martínez - Ygartúa - Mendiondo -Bonnet - Blanco - Mercier - Alsogaray - Llamazares - Alizón García - Ossorio- Arana - Hartung - Krause.

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se acumularon fracasos institucionales en unciclo de gobiernos cortos y golpes intermi-tentes. Las tensiones básicas de la sociedad sepotenciaron con estos fracasos políticos. Lasvariantes de proscripción que se improvisa-ron a lo largo de dieciocho años fracasarontodas en reconstituir un orden político debi-do al contrasentido que cada uno de estosensayos escondía desde su concepción.

Esos dieciocho años se habían iniciadocon la denominada “RevoluciónLibertadora”: una dictadura que se presenta-ba como manumisora del yugo peronista,pero contradictoriamente pretendía seducira los sectores populares al tiempo queemprendía embates represivos y ultrajes sim-bólicos contra sus sentimientos políticos.Lejos de conseguir la desperonización, des-pertaría el instinto más herético de la identi-dad ofendida. El contrasentido era mayor enla medida en que se pretendía desencantar a

los trabajadores de la experiencia políticaanterior, al mismo tiempo que se llevaba acabo una revancha clasista en las fábricas yen materia de redistribución del ingreso.

Luego las fórmulas de Frondizi (1958-62)y de Illia (1963-66): dos semidemocraciasfundadas en la proscripción de la mayoríapopular. A su turno y a su modo, los radica-les intransigentes y los radicales del pueblohabían creído posible legitimarse a pesar de laexclusión de un colectivo popular mayorita-rio. No se trataba de sectores medios urbanosdesarticulados entre sí como los que, en1930, habían observado en soledad la caídade Yrigoyen, su líder histórico. Se trataba estavez de un colectivo popular unido como nolo había imaginado el antiperonismo.Sobrevino después la llamada “RevoluciónArgentina”, conducida en primera instanciapor Onganía. Una dictadura que tambiénpresentaba contradicciones básicas entre susmedios y sus objetivos: al mismo tiempo quepretendía avanzar política y económicamen-te sobre la clase obrera, planeaba contenerlamediante un pacto con burócratas sindicalesque en los hechos traicionaban visiblementea Perón. El arreglo corporativo de Onganía yVandor fue otra de las astucias políticas queacabaría derrumbándose. También era con-tradictorio el pretender sitiar a los sectoresmás resistentes de la sociedad con las fuerzasarmadas desunidas, al ser apartadas delgobierno y del cogobierno.

Que la Argentina sin Perón era ingober-nable tardó en aceptarlo el Ejército antipero-nista. Cuando lo hizo, la inercia del conflictofue inmanejable aun para el propio líder delas clases trabajadoras, quien durante los die-ciocho años de proscripción había estimula-do fuertemente al ala izquierda del peronis-mo sin descuidar a los sectores de derecha

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RECUERDOS DE LA PROHIBICIÓN

En realidad, todo esto lo supe más tarde, después de la caída del peronismoy de la recaída de mi familia junto con tantas otras en la fatalidad de su des-tino. Lo supe casi adivinándolo, a partir de esos recuerdos dudosos de la pri-mera infancia, que nunca se sabe si son recuerdos o son invenciones.Porque en casa nunca se volvió a hablar del pasado. La RevoluciónLibertadora bajó un telón infranqueable, tejido con las hebras del sueño ver-gonzante de haber querido ser clase media, sueño que a partir del desper-tar se revelaba tan impúdico como una fantasía sexual. Además, habría sidoincómodo hablar de ese pasado porque la palabra “Perón” había sido prohi-bida por decreto, y la prohibición fue respetada hasta en la intimidad de loshogares. Mis padres no la pronunciaron nunca. Nadie la pronunció, y yo mepregunto cómo supe que esa palabra existía. Evidentemente la había oídomucho durante mis primeros seis años de vida, y después su anulación (yotampoco la pronuncié, ni siquiera en el pensamiento) la puso en un lugarespecial. Tan completa fue esta anulación que recuerdo perfectamente laprimera vez que la oí, muchos años después, cuando ya estaba terminandola primaria: una chica, una compañera de escuela, dijo “Perón”… Sentí comosi se abriera un abismo, en el que se precipitaba toda mi vida. […] Esta anulación, si bien se dio en todos los hogares del país, en mi fami-lia tenía un antecedente que la hacía más lógica, o si se quiere más fatal.Esto fue anterior a la Revolución Libertadora, de modo que se me pierdemás aún en las brumas de la primera infancia. Cuando empecé a enterar-me, mucho después, fue una completa novedad para mí, y no encontréningún recuerdo confirmatorio. Sucedía que mi padre en su juventudhabía sido católico militante; más que eso: fanático. Hombre de iglesia, decomunión diaria, creyente devoto, soldado de las huestes de María… Perodespués de los hechos de 1954, cuando la ruptura de Perón con los curas,no volvió a pisar una iglesia nunca más en todo el resto de su vida. Puedeparecer raro, pero en el conflicto de lealtades entre cristianismo y peronis-mo, ganó el segundo. Si en Pringles hubiera habido quema de iglesiascomo en Buenos Aires, él habría ido con la antorcha.

César Aira, El tilo, Beatriz Viterbo Editora, Rosario, 2003, pp. 19-21.

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Globalmente hablando fue el enfren-tamiento ideológico más sustancial y demayor escala que haya conocido la histo-ria. Nunca antes la totalidad del planetahabía estado envuelta en un conflictobipolar en el que se opusieran tan inte-gralmente dos sistemas económicos, dosconcepciones de hombre y sociedad esen-cialmente antagónicas, decididas a cam-biar la configuración del mundo a suimagen y semejanza. La expansión delsocialismo soviético en Europa del Este alfinal de la guerra y la revolución comu-nista China en 1949 constituyeron lamayor amenaza que el capitalismo habíaenfrentado hasta el momento. Ya en ladécada del 50, la Guerra Fría recrudecióante una nueva oleada de revolucionessocialistas de liberación nacional en elTercer Mundo: Argelia (1956) y Cuba(1959) serían las más resonantes en unprincipio. Pero el escenario mundial másintenso de la Guerra Fría y la lucha por la

descolonización tendría lugar enVietnam. La humillante derrota deEstados Unidos en 1975 potenciaría lacrueldad de los ejércitos contrarrevolu-cionarios en las periferias del mundo. Porlos métodos que se aplicaron en lo suce-sivo, Eric Hobsbawm describió al sigloXX como una centuria de recrudecimien-to de la “tortura política”.

La revolución cubana fue para nuestrocontinente un suceso equivalente al que larevolución rusa había sido para la Europade su tiempo. La llegada del comunismo alpoder avivó la esperanza revolucionaria ygeneró réplicas convencidas, que, a pesarde su rápido desarrollo, no lograrían ven-cer la oleada de reacciones anticomunistas.El modelo de la revolución cubana, a losojos de una pequeña organización revolu-cionaria, era más alentador que las revolu-ciones en países gigantescos como Rusia yChina, atravesados por la guerra y la ocu-pación extranjera. El cálculo de las propor-ciones era más sencillo de hacer sobre labase de la experiencia de la isla: bajo unadictadura impopular, un grupo de noventay dos militantes convencidos podía crecer a

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Capitalismo-socialismo

El Che luego de la batalla de Santa Clara (1959).

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una guerrilla revolucionaria de 3.000 com-batientes capaces de vencer a un ejércitoregular de 10.000 efectivos con aviación ymarina.

Pero en Latinoamérica los ejércitosregulares pronto se adecuaron al combateque las guerrillas planteaban. En el catoli-cismo integrista y el nacionalismo conser-vador buscaron ideales para motivar a susefectivos y a buena parte de las clasessubalternas contra el “comunismo ateo einternacional”. En la Doctrina deSeguridad Nacional encontraron formasde adaptación estratégica para la nuevalucha antiinsurgente y argumentos parajustificar el lanzamiento de los ejércitos ala toma del poder. En lo sucesivo, predica-ba esta doctrina, las fuerzas armadas debí-an disponerse a librar batallas ya no contraotras fuerzas regulares de las naciones limí-trofes, sino contra los focos guerrilleros enel interior de la propia nación. En el ConoSur, la iniciativa de tomar el poder para

librar la lucha anticomunista mediante elcontrol directo del Estado la tuvo, en estanueva oleada de golpes, el ejército brasile-ño en 1964. Lo siguieron pronto los ejér-citos del resto de los países. La influenciagolpista en la región alcanzaría su mayorradio a mediados de los 70, cuando lasdictaduras militares proliferaron en todoslos países a excepción de Colombia yVenezuela. Las fuerzas contrarrevoluciona-rias contaron con ampliados recursos esta-tales y paraestatales en el marco del mayorencuentro de colaboración anticomunistaque hayan coordinado los Estados Unidos.Las fuerzas revolucionarias, en cambio,intentarían compensar la inferioridad desus recursos materiales y militares con unaestrategia adaptada al ocultamiento en lageografía rural o urbana, y con el mayorcompromiso de sus militantes sobre labase de una ética del coraje sostenida en elconvencimiento revolucionario. Pero queel foco guerrillero prosperase, como enCuba, o quedara reducido a sí mismo,como en Bolivia, dependía de su capaci-dad de establecer lazos con las poblacionesexplotadas hasta el punto de ser concebidopor ellas como la vanguardia armada de suliberación.

En la Argentina, este conflicto se conju-gó tan estrechamente con los otros queresultaría difícil distinguirlos. A lo largodel período, la parte más activa y volunta-riosa del torrente social obrero, confesio-nal, juvenil y estudiantil se fue reorientan-do en función de la contienda mundial.

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Velatorio de losfusilados en Trelew (agosto 1972)

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Muchos de los militantes peronistas anti-proscriptores en 1958 eran decididamenteantiimperialistas y anticapitalistas en 1973.

Un primer mapa de las organizacionespolíticas con miras revolucionarias revelacuatro categorías, sobre la base de dosgrandes cortes. Un primer corte distinguea las organizaciones que se reivindicabanperonistas de las que se mantenían distan-tes y críticas. Las primeras fusionaron laidentidad peronista con diferentes dosis demarxismo y nacionalismo popular revolu-cionario, retomando las interpretacionesdel pasado propias del revisionismo histó-rico. Las segundas se mantuvieron en elcarril de la tradición marxista revoluciona-ria, sin creer que el peronismo pudiera serconvertido alguna vez en un vehículo haciala revolución social. El otro corte que sueleestablecerse, distingue a las organizacionesque apostaron a la lucha armada, siguiendoel modelo guevarista del foco guerrillero,de las que se abstuvieron de militarizar su

organización política. Una parte significa-tiva de estas últimas se atuvo a la estrategialeninista ortodoxa: lucha social desarmada,con miras a conformar un partido de mili-tantes revolucionarios que reprodujera larelación que el partido bolchevique habíalogrado entablar con los soviets de Rusia envísperas de la revolución de octubre.

En cuanto a las guerrillas, su nacimien-to sólo puede comprenderse en relacióncon el cúmulo de conflictos convergentes.Sin embargo, es preciso remontarse especí-ficamente al inicio de la espiral de violen-cia con los bombardeos de 1955 y los fusi-lamientos de 1956. Estos sucesos daríaninicio a una dinámica de acciones y res-puestas por parte de la resistencia y ladominación. Las primeras tentativas deorganizaciones guerrilleras habían tenidolugar a comienzos de la década del 60,alentadas por los ejemplos de la resistenciaargelina y luego de la revolución cubana.25

Ninguna de ellas prosperó pero sentaronuna base de experiencia que confluiría enlas organizaciones guerrilleras de fines delos 60 y comienzos de los 70. Entoncestendría lugar el choque armado de mayorenvergadura desde las guerras civiles delsiglo XIX: el enfrentamiento entre las orga-nizaciones político-militares de izquierdacon identidad peronista o sin ella (FuerzasArmadas Revolucionarias, Fuerzas

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25 Sergio Nicanoff y Axel Castellano, Las primeras experiencias guerrilleras en la Argentina. La historia delVasco Bengochea y las Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional, Centro Cultural de la Cooperación,Cuaderno 29, Buenos Aires, enero de 2004.

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Armadas de Liberación, Fuerzas ArmadasPeronistas, Ejército Revolucionario delPueblo y Montoneros) y las fuerzas repre-sivas estatales y paraestatales.

Voluntarismo, idealismo, convencimien-to basado en la inevitabilidad del triunfosocialista, son elementos de la mentalidadrevolucionaria que afloraron con fuerza enlos años 60 y 70, y que suelen ser referidoscon los términos “subjetividad de los 70” o“setentismo”. Hasta el día de hoy, los estu-diosos de esta lucha revolucionaria discutenacerca del grado de “ilusión” o “realismo” deaquellos actores con certezas tan firmes ensu vuelco vanguardista a la lucha armada.

Las posturas más reivindicativas plantean ladificultad que existe para que una “época derevoluciones” sea comprendida por otra másconservadora y temerosa, incapaz de ubicar-se en las circunstancias favorables de unperíodo marcado por la opresión y la crisisde dominación de una clase sobre otra. Lasposturas más críticas consideran que losenfoques vindicativos empobrecen la refle-xión sobre la experiencia armada setentista,en la medida en que la reivindicación delcostado heroico debilita la crítica del costa-do ilusorio, violento o militarista que termi-nó por separar a las guerrillas de las clasespopulares.

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La disputa entre el capital y el trabajocreció vinculada a los conflictos anterio-res. El recurso más efectivo del peronismopara desestabilizar a los gobiernos pros-criptores lo constituían las huelgas y sabo-tajes a la producción. Las fábricas eran elprimer lugar de encuentro de los trabaja-dores y de sincretismo entre los conteni-dos heréticos del peronismo y las ideasrevolucionarias o antiimperialistas que seintegraban ahora.

A esto se sumaban las causas estricta-mente laborales, generadas en el propioterreno de la producción industrial, inhe-rentes a la puja por el ingreso. Puede afir-marse que a partir de 1955 los trabajado-res se enfrentaron a una pérdida relativa enmateria de salario real, condiciones de tra-bajo, prestaciones sociales y poder sindi-cal. Esto haría que el período de la redis-tribución peronista fuera idealizado másaún, elevado en el recuerdo de los trabaja-dores a la categoría de “años más felices”en oposición a las nuevas circunstancias.El concepto “deprivación relativa” refiere aesta pérdida de lo que alguna vez se habíatenido y permanecía instalado comoexpectativa. A la luz de esta nueva dicoto-mía temporal en el imaginario peronista,las caídas salariales que a su turno imple-mentaron los gobiernos de Frondizi yOnganía potenciaron la protesta obrera.

De esta manera quedóbloqueada toda posibi-lidad de conciliaciónbasada en el arbitrajedel Estado. El conflictode clases aumentaba enel seno de una sociedadcon movilidad socialtodavía ascendente,pero que en los distin-tos momentos de lalucha redistributiva pre-sentaba movimientossensibles de ascenso y descenso social rela-tivo entre los sectores altos, medios ybajos.26 Entre 1955 y 1976, el desempleopromedio no superó el 4 % anual. Sinembargo, ciertas tendencias anunciaban laprecarización del empleo y el empobreci-miento de los estratos más bajos de lasociedad. Debido a la aceleración de lasmigraciones internas y desde los paíseslimítrofes, se había duplicado la poblaciónen las villas miserias, al tiempo que decaíala calidad de las prestaciones sociales, y enlos sectores medios bajos crecía el cuenta-propismo inseguro. Los picos de tensióntendrían lugar en los períodos hiperinfla-cionarios, como el año 75, cuando lacarrera entre precios, salarios y tarifas lle-varía a un aumento sin antecedentes delnúmero de huelgas y tomas de fábricas.

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El conflicto capital-trabajo

26 Ricardo Aroskind, “El país del desarrollo posible”, y Javier Auyero y Rodrigo Hobert, “¿Y esto es BuenosAires? Los contrastes del proceso de urbanización”, en Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1966),Nueva historia argentina, tomo IX, dirigida por Daniel James, Sudamericana, Buenos Aires, 2003, p. 224.

Toma del frigorífico Lisandro de la Torre (enero 1959)

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Los estudiosos del Cordobazo sostienenque allí se produjo la rebelión obrera demayor dimensión debido a otros factoresque concurrieron en el nuevo polo indus-trial de la Argentina, expandido durante losmomentos desarrollistas de Frondizi yOnganía.27 La fortaleza de los contrariosfue particularmente pareja en este choque.El capital industrial concentrado de lasautomotrices intentó avanzar de múltiplesmaneras sobre el poder obrero en las fábri-cas más modernas, fragmentando el podersindical mediante un nuevo régimen deasociaciones gremiales que intentaba ato-mizar a los grandes sindicatos (por activi-dad) en pequeñas organizaciones (por plan-ta industrial). Se buscaba con esto mermarel poder obrero para aumentar la producti-vidad acelerando los ritmos de trabajo.Cadenas de montaje que corrieran másveloces impondrían un mayor manejo delas gerencias sobre los procesos de trabajo.La tecnología fordista-taylorista buscaba

reducir al míni-mo los restos depoder obrerosobre el controlde los ritmos,disciplinar el tra-bajo por mediosi m p e r s o n a l e scomo las líneasde producción.

Pero lo que el despliegue empresarialencontraría del otro lado no tardaría ensorprender a los promotores del fraccio-namiento sindical. ¿Qué hizo de losobreros de la industria automotriz deCórdoba el actor que llevaría adelante lainsurrección obrera más explosiva? Setrataba de obreros colectivos de grandesplantas, calificados, conscientes de lariqueza que producían, articulados en losbarrios obreros y, sobre todo, unidos porun nuevo sindicalismo combativo.Contrariamente a lo planeado, el nuevorégimen de sindicatos por fábrica generóconducciones de base ligadas a la asam-blea de cada planta que no serían neutra-lizadas por las burocracias sindicales. Lafigura emblemática de este nuevo estilode conducción fue el secretario generalde Luz y Fuerza, Agustín Tosco. La con-frontación fue entonces más intensaentre el capital industrial concentrado yel sindicalismo combativo que paradóji-camente había crecido en las industriasdesarrollistas que más empeño habíanpuesto en fraccionar el poder sindical.En cuanto a su capacidad de oponerresistencia a los avances más decididosdel capital concentrado en su búsquedapor incrementar la ganancia mediantenuevas tecnologías, la clase obrera ante-rior a la última dictadura no sería iguala-da en el futuro.

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27 James Brenan, El Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba 1955-1976, Sudamericana, Buenos Aires,1996.

Una estanciera de Industrias KaiserArgentina S.A. en la línea de montaje.Comenzaron a fabricarse en 1957.

Agustín Tosco: el sindicalismo de base.

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Según Eric Hobsbawm, la historiajamás había registrado un cuestionamientotan fuerte de una generación a su anteceso-ra. En 400 descendencias (una cada veinti-cinco años) que pueden contabilizarsedurante 10.000 años de poblacionessedentarias, no se supo que alguna vez loshijos hayan impugnado tan radicalmenteel modo de vida de sus padres, ni que loscolores de su vestimenta hayan contrastadotanto.28 El mundo occidental asistía al másresonante cruce de costumbres, valores eidentidades. La cultura joven desarrollódiversas formas transgresivas tensionadasentre sí. El modelo del rebelde sin causapolítica, con sus transgresiones pautadaspor los héroes discográficos del mundoanglosajón, fue probablemente el másgeneralizado. Su desapego a lo establecidose limitaba en este caso a un movimientode caderas, a una inconformidad sin dis-curso, a peinados y patrones de vida quechocaban con la generación anterior de unmodo finalmente inofensivo, como en laspelículas de Sandro. El modelo del “hippis-mo” o power flower planteaba, en cambio,formas de vida corridas del capitalismo:vivir en comunidad, la vuelta al campo enbusca de una espiritualidad, escape del tra-bajo asalariado y del consumo mercantilcon prácticas artesanales.

29Por último, el

joven militante encaminado a la “revolu-ción social”, cuya figura modélica eraGuevara. Esta variante alcanzaría en lasegunda mitad de los años 60, su mayordesarrollo frente a las otras opciones, loque se potenció con la inédita movilizacióndel estudiantado universitario en el mundocapitalista y comunista, a medida que seampliaban las matrículas. También salía ala superficie el más convencido proceso deliberalización moderna en torno de lasexualidad y las prohibiciones fundadas enla religión. Se aceleraba el deterioro dediversos baluartes de la tradición que, en lavisión de sus defensores, constituían lasbases inamovibles del orden social. Eldivorcio y el imperativo de una sexualidadplena vinculada por la psicología a la saludmental se extendieron en esta década másrápido que en las anteriores.

Esta revolución de las costumbres, ini-ciada en las primeras sociedades de consu-mo modernas del capitalismo central, tuvoun fuerte impacto en la Argentina. En losaños 60 los jóvenes proliferaron en lasgrandes ciudades y, de ahí en más, los dic-tadores del momento no vacilarían enreprimirlos. Pero las prohibiciones deOnganía no harían más que incitar la resis-tencia juvenil. Como arriesga Sergio Pujol,

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El conflicto generacional

28 Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, véase el capítulo XI “La revolución cultural”. Del mismo autor véasetambién Años interesantes. Una vida en el siglo XX, cap. 15, “La década de los sesenta”, Crítica, Buenos Aires,2003.29 Sergio Pujol, “Rebeldes y modernos. Una cultura de los jóvenes”, en Daniel James (comp.), Nueva historiaargentina, tomo IX, ob. cit., pp. 314-321.

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el costado marginal de la cultura juvenil nose hubiera desarrollado en igual medida sinla provocación de un contrario moralistasin capacidad de imponer el terror. A dife-rencia de la última dictadura, la deOnganía no atemorizó a los transgresoressino que duplicó su sentimiento de liber-tad en cada acto.

Es difícil de medir en qué proporción loestrictamente juvenil de estas rebeldíasinfluía en la conflictividad general de unaépoca colmada de impugnaciones a la desi-gualdad social, a las formas de vida y dealienación cultural, a la contaminación delplaneta y al menoscabo de las libertades engeneral. Para Onganía y los militantes delcatolicismo integrista que lo acompaña-ban, todo formaba parte de una mismaamenaza: el relajamiento de las costumbresy la impugnación al capitalismo eran en suvisión consustanciales. A diferencia del dis-curso publicitario que interpelaba a losjóvenes sin temerles a las nuevas modas, el

discurso moralista de Onganía juzgaba quelos pilares del sistema se veían amenazadospor los nuevos hábitos. En su visión losconflictos entre padres e hijos, alumnos yprofesores, obreros y patrones, formabanparte de una misma propensión al cuestio-namiento: los jóvenes que empezabancuestionando la vestimenta, seguirían conla institución familiar y más tarde impug-narían la propiedad privada.

El tiempo demostraría que incluso uncapitalismo más desigual que aquel de losaños 60 era capaz de convivir con estastransformaciones y nutrirse de ellas comoadelantadamente había intuido el discursopublicitario. Con el tiempo otros discursosdel capitalismo liberal irían comprendien-do que la sociedad de clases no peligrabacon estos cambios en las formas de vida, yque incluso podía verse fortalecida, en lamedida en que se abría un espacio de reali-zaciones individuales que no entraba encontradicción con el statu quo social.30

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30 Paradójicamente, más perjudicial resultaría la prohibición de estos cambios en los regímenes comunistas,menos flexibles a darles cabida. Homosexuales o transexuales, por ejemplo, encontrarían mayor permisividaden el capitalismo que en los socialismos reales.

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Tres burguesías de similar poder sedisputaron el lugar de clase dominante,procurando imponer el rumbo econó-mico en su beneficio.

La burguesía agrícola-ganadera era par-tidaria de una moneda devaluada, bajasretenciones a las exportaciones y economía

abierta para agrandar sus mercados exter-nos. La burguesía ISI, en cambio, promo-vía los lineamientos del Primer PlanQuinquenal: salarios más altos para incre-mentar el consumo interno, subsidio esta-tal a los aumentos salariales y protección delas industrias livianas con aranceles altos

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El conflicto interburgués

Burguesía agroexportadora. Burguesía transnacional Burguesía nacional de industrias de industrias difíciles fáciles, sustitutivas de(automotriz, petróleo) importaciones (textil, metalmecánica

sencilla, alimentos)

Exportadora, crecimiento Dirigida al mercado interno, Dirigida al mercado interno, hacia afuera. sectores medios y altos. sectores populares.

Bajas o nulas Retenciones altas a Retenciones altas aretenciones a exportadores. exportadores para financiar exportadores para subsidiar

obras de infraestructura. aumentos salariales.

Economía abierta Economía abierta Economía semicerrada, (aranceles bajos). (aranceles bajos). proteccionista (aranceles altos).

Salarios bajos. Salarios bajos. Salarios más altos, para fortalecer el mercado interno.

Peso devaluado. Peso sobrevaluado. Peso devaluado.

Ventaja relativa para Ventaja relativa para Ventaja relativa paraimponerse en algún imponerse en algún imponerse en algúnmomento del ciclo momento del ciclo momento del ciclo

económico: aporta divisas económico: resuelve económico: genera empleonecesarias para equilibrar problemas energéticos y y cadena de consumo.

la balanza de pagos tecnológicos complejos. En ciertas circunstancias y realizar las aminora el conflicto social,

importaciones necesarias. en otras lo agrava en la medida en quela baja del desempleo aumenta la capacidadde resistencia obrera.

Presidencias favorables: Presidencias favorables: Presidencias favorables: Lonardi, Aramburu, Frondizi, Onganía. Illia, Levingston,

Guido. Perón (1974).

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que limitaran la llegada de artículos impor-tados. La burguesía multinacional concen-trada de las industrias difíciles planteabapor el contrario salarios bajos, dólar baratoy retenciones altas a los exportadores agrí-colas para financiar grandes obras de infra-estructura.

De modo que, como sucede en cual-quier capitalismo, había intereses contra-puestos entre las burguesías diversas. Losingular de este período fue que ningunade las tres logró imponerse sobre las otraspor un tiempo prolongado. La pulseadaentre ellas no terminaba de definirse debi-do a lo que Juan Carlos Portantiero alcan-zó a ver con nitidez en 1973: el empatehegemónico y bloqueo recíproco entrelas burguesías se debían a que el funciona-miento del ciclo capitalista en laArgentina demandaba cambios en la polí-tica económica que alternativamentefavorecían a cada una de las tres fraccio-nes.31 Cuando el problema más acuciantede la economía era la falta de divisas, lapropia situación promovía las políticasque eran favorables a la burguesía agroex-portadora, la única que producía bienesexportables y aportaba divisas. Cuando elproblema más urgente para la continui-dad del sistema económico era resolver un“cuello de botella industrial” ante, porejemplo, la falta de recursos energéticos,

llegaba el momento en que las transnacio-nales petroleras imponían las medidaseconómicas. Por último, cuando las ten-siones sociales eran muy agudas, la bur-guesía que mayores efectos benéficos solíaderramar para apagar el incendio la cons-tituían las ISI livianas generadoras deempleo, aumentos salariales y cadena deconsumo.

Estos conflictos en la cumbre de la pirá-mide social aportaron a la inestabilidadpolítica del período. Los gobiernos dura-ban poco, no sólo debido a los conflictosverticales capital-trabajo y peronismo-anti-peronismo, sino porque el propio frenteantiperonista-burgués se encontraba divi-dido por disputas económicas que no ter-minaban de definirse. Los gobiernos caían,y con ellos también caían sus políticas eco-nómicas, por lo cual se producía un virajellamativo en esta materia. En 1955 la polí-tica económica se inclinó a favor de la bur-guesía agroexportadora. En 1958 y 1966,fue el turno de las transnacionales dedica-das a las industrias complejas: petróleo,automotores, medicamentos. Frondizi yOnganía contestaron sus demandas con lapromesa desarrollista de un “despegueindustrial autosostenido”. Los momentosfavorables a la burguesía ISI tuvieron lugardurante las presidencias de Illia yLevingston.

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31 Juan Carlos Portantiero, “Clases dominantes y crisis política en la Argentina actual”, en Oscar Braun(comp.), El capitalismo argentino en crisis, Siglo XXI, Buenos Aires, 1973.

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La confluencia de los conflictos, unavisión en perspectiva

Sobre el final del período, la disputaentre el peronismo y el antiperonismo iríacediendo su lugar al enfrentamiento entrela izquierda revolucionaria y la derecha res-tauradora. En los años 74 y 75, el conflictocapitalismo/socialismo desplazaría la dispu-ta doméstica entre el peronismo y el antipe-ronismo. Los nuevos alineamientos unían ala derecha peronista y antiperonista en unmismo bando represivo, y a la izquierdaperonista junto a algunas organizaciones dela tradición trotskista revolucionaria, en unfrente aliado de insurgencia.

Para algunos analistas, lo que sólo erauna crisis de hegemonía política, de gober-nabilidad, entre 1955 y 1966 había deriva-do en una crisis orgánica de dominaciónentre las clases, preludio de una situaciónrevolucionaria entre 1969 y 1975.32

Particularmente en 1973, el torrente socialimpugnador vivió momentos culminantesde euforia. Vistos en perspectiva histórica,a la luz de los resultados posteriores dondelas fuerzas reaccionarias se impusieron encasi todos los ámbitos, los actores deltorrente setentista que doblaron la apuesta

parecen obnubilados por el espejismo dela revolución inminente. La dictadura de1976 inauguró un ciclo de concentraciónde la riqueza considerablemente másabrupta. La etapa democrática que siguió ala dictadura, lejos de retrotraer la desigual-dad, la acentuó fuertemente. También enel mediano plazo todo indica que los obje-tivos del torrente quedaron cada vez máslejos. Sin embargo, es difícil para los histo-riadores de un período tan reciente evaluarlos resultados de las revoluciones o prima-veras de los pueblos que “fracasaron” en elcorto plazo. Todavía hoy, no podemosmedir el legado de las impugnacionessetentistas, en la medida en que siguengenerando efectos. Como se ha dicho res-pecto de la Revolución Francesa, los años70 no han terminado, en la medida en queel excedente utópico producido en esosaños no se ha disuelto. En la expectativade un número no despreciable de actorescontemporáneos, la concreción de buenaparte de los reclamos sigue pendiente.Diciembre de 2001 puso de manifiestoque una parte del horizonte de expectati-vas del torrente setentista era capaz derevivir y languidecer con múltiplesmutaciones.

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32 Nicanoff-Rodríguez, ob. cit., pp. 23-25 y “Conclusiones”.

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En su estudio sobre el uso de la imagencomo documento histórico, Peter Burke nospreviene del “efecto realidad” que las imáge-nes fílmicas suelen generar en los espectado-res.33 Ser conscientes de que siempre esta-mos frente a una interpretación del período,y no frente al período mismo, es un buenpunto de partida para el análisis del conteni-do histórico de cualquier película. El “efectorealidad” es mayor cuando se trata de unrelato visual con imágenes tomadas porcámaras viajeras que sorprenden a la reali-dad, como sucede en buena parte de La horade los hornos. La imagen cinematográficaadquiere un sentido testimonial aún mayorcuando las cámaras se entrometen en el coti-diano. Contrastar este documental-ensayocon otras interpretaciones del período nospermitirá captar lo singular de la mirada deSolanas y Getino, explorar las condicionan-tes ideológicos, generacionales, artísticos eintelectuales que en 1966-67 determinaronsu visión de la Argentina, iluminándolesciertos aspectos de la realidad y oscurecién-doles otros.

A modo de collage, el documental empleauna multiplicidad de recursos yuxtapuestos,por momentos a gran velocidad: tomas ori-ginales de la realidad reforzadas con citas deotros filmes, textos de los propios autores yde luchadores sociales destacados en el

mundo. A veces los textos se presentan enforma escrita, a veces narrados por distintasvoces, favorables o irónicas según el caso.Otro recurso utilizado es el reportaje a pro-totipos sociales y culturales que el documen-tal reivindica o deplora: el indio DonAmbrosio, los oligarcas del remate ganadero,el escritor Manuel Mujica Lainez, los segui-dores del arte abstracto y el pop, frecuenta-dores de happenings en el Instituto Di Tella.Por medio de la edición y el montaje, losrecursos se combinan en función de compo-ner un ensayo integral sobre la Argentina. Elmontaje musical también recarga las imáge-nes de significado.

La primera parte del documental-ensayopresenta una visión de la Argentina de losaños 60 que por momentos no se ajusta a lascoordenadas de los cinco conflictos quehemos trazado sobre la base de la visión delos analistas Portantiero, James, Pujol,Brenan y Nicanoff-Rodríguez, quienes estu-diaron el período con una mayor perspecti-va de tiempo. En verdad, la segunda partedel tríptico, “Acto por la liberación”, reflejaen mayor medida el panorama de conflicti-vidad social planteada por aquellos autores.

Pero hemos elegido la primera parte deLa hora…, en lugar de la segunda, precisa-mente porque en su búsqueda de los funda-mentos ancestrales de la identidad nacional

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La hora de los hornos.Los ojos de la resistenciaperonista

33 Peter Burke, ob. cit., pp. 209-213.

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se expresa, a nuestro criterio, cierta “distor-sión” en la mirada autoral (corregida en lasegunda parte) al momento de retratar lasociedad argentina de 1966 y sus conflictos.Esta “distorsión”, si se nos permite el térmi-no, es muy reveladora en la medida en querefleja mejor la visión de la resistencia pero-nista y de buena parte del campo popularacerca de quién era esencialmente el enemi-go antiperonista, quiénes eran los contrariosimplicados en la lucha por la liberación. Lariqueza de esta primera parte del trípticoconsiste no sólo en su capacidad de mostrar-nos aspectos de aquella sociedad atravesadapor contrastes sociales y múltiples formas dedominación, sino en revelarnos cómo sevisualizaba al campo amigo y al campo ene-migo desde el prisma de la resistencia pero-nista. Los aciertos y las posibles distorsionesde esa mirada son igualmente importantespara nosotros en la medida en que la historiadebe ocuparse no sólo de los procesos decambio, sino de cómo esos procesos eranpercibidos por los protagonistas. La pro-puesta consiste entonces en analizar esta pri-mera parte teniendo en cuenta ambos pla-nos: el plano de la realidad histórica que lapelícula refleja y el plano de la observaciónde esos procesos por parte de los autores-par-

tícipes del tiempo narrado.Todo el documental (sus

tres partes) es en sí mismo untestimonio del tenor revolucio-nario que la resistencia peronis-ta fue adquiriendo al calor de laproscripción, de la ofensa sim-

bólica, de los embates represivos, del auge dela revolución en el mundo y de la depriva-ción del ingreso en la Argentina. Las prime-ras imágenes muestran la represión y elenfrentamiento descarnado, transmitiendouna visión positiva de la violencia popular:“Un pueblo sin odio no puede triunfar”, “Elhombre colonizado se libera en y por la vio-lencia”, “Todo espectador es un cobarde oun traidor”. Estas citas de Frantz Fanonremiten al convencimiento acerca de la legi-timidad de la lucha armada en tanto formasuperior e inevitable de la lucha de clases. Talvez no hubieran sido formuladas de unmodo tan concluyente en otras décadas delsiglo XX que no fueran las del 60 y 70. Conimágenes de una manifestación por el 17 deoctubre de 1965 en Parque Patricios, el filmedescarta abiertamente la posibilidad dealcanzar conquistas populares por la vía de lademocracia burguesa. La legitimación de laguerrilla en estos años es una evidencia decómo la formación más tardía del ERP yMontoneros había sido precedida por unproceso de elaboración más amplio.

Otro aspecto de la época, visual y tex-tualmente reflejado, es la dimensión plane-taria del análisis, la conciencia acerca de lavinculación mundial de los conflictos. Elfilme establece estrechas relaciones entre lasluchas sociales en la Argentina y en elTercer Mundo, cuyo escenario más revela-dor de la ofensiva neocolonial es Vietnam.Las imágenes presentan a EE.UU. como“enemigo del género humano”. La interca-lación de imágenes nacionales, continenta-

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les y mundiales refleja cómo en los años 60el internacionalismo revolucionario habíaadquirido una identidad tercermundista.Unida a la concepción internacionalista delconflicto, se globaliza la percepción de laizquierda. El grupo Cine Liberación seformó luego del estreno de La hora… pro-clamando su pertenencia al “tercer cine”.Con este término se incluía en el “cine mili-tante” al servicio de la descolonización,entre cuyas obras de referencia en el nivelmundial se había destacado La batalla deArgel (1966), de Gillo Pontecorvo, estrena-da en la Argentina en el mismo año que elfilme de Solanas-Getino. La hora de los hor-nos plantea un conflicto único entre el neo-colonialismo y el Tercer Mundo, sin hacermención del Segundo Mundo, lo quepuede explicarse a partir de las incompati-bilidades esenciales del peronismo para elcomunismo soviético, al cual creía habersuperado en una síntesis histórica.

La hora de los hornos se abstiene de buscarbelleza en la carencia. Si contrastamos la cru-deza de las imágenes del matarife con lascomposiciones plásticas del propioFernando Solanas en obras muy posteriorescomo El exilio de Gardel (1985) o Sur(1988), queda de manifiesto el cambio deestética propiciado en cada momento por el

imperativo político. La única poesía que rei-vindicaba La hora… se vinculaba a la luchay el sacrificio revolucionario. Las imágenesdel matarife (tomadas del corto deHumberto Ríos, Faena, 1960) se intercalancon publicidades modernas que buscanacentuar una mirada de la barbarie encubier-ta en el progreso. Las tomas en Villa Sapito,acompañadas con la canción “escolar”Aurora, desmienten la versión educativa dela realidad de un modo más implacable quela canción de Moris, Ayer no más (1967).34

A diferencia de Moris o de la serie plástica deAntonio Berni, Juanito Laguna, La hora…no cuenta historias individuales; sus imáge-nes denuncian la violencia estructural(“Mueren más chicos de hambreque en Hiroshima y Nagasaki”)mostrando sujetos colectivos comoen el cine soviético. Con un monta-je veloz que en su momento fuevisto como una revolución sintácti-ca, se presenta un mapa social yestadístico de la Argentina trasquince años de bajas salariales.

Con respecto al conflicto gene-racional, es evidente que el docu-mental no simpatiza con las trans-gresiones culturales modernas, a las queretrata como meramente distractivas y fun-cionales al sistema. Esta visión de las estéti-cas relajadas de lo político refleja las tensio-

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34 Moris o Mauricio Birabent; la canción fue estrenada por Los Gatos.Ayer no más en el colegio me enseñaron,/ que este país/ es grande y tiene libertad./ Hoy desperté/ y vi mi camay vi mi cuarto/ en este mes no tuve mucho que comer.

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nes que atravesaban a unageneración que con el tiem-

po sería erróneamente identificada comouna cultura juvenil homogénea. Si bienSolanas y Getino no eran del todo jóvenes enlos criterios de 1967 –tenían 31 y 32 añosrespectivamente– podemos ver en ellos unejemplo de la identidad juvenil militantecuyo paradigma por seguir era Guevara. Losjóvenes de la disquería o del Instituto DiTella son mostrados como parte de unadeformación cultural meramente discográfi-ca, una caricatura de sí mismos, igual que lossnobs que consumen el arte abstracto.

Sobre el final, el documental se detieneen la imagen del cadáver del Che, presenta-do como un ejemplo de vida y entrega. Es elinicio de un discurso sacrificial que tendráun intenso desarrollo. La imagen del Chemuerto, con reminiscencia de la representa-ción cristiana, equivalente a su reverso, el“Cristo guerrillero”, nos introduce a otrogiro ideológico de la época que evidencia elmodo en que el conflicto capitalismo/socia-lismo había ingresado también al interior delcristianismo, lo que dio lugar a una nuevalectura socialista de los evangelios.35 ElMovimiento de Curas Tercermundistas entorno de la teología de la liberación hizo suaporte en la Argentina al torrente social queenfrentó a Onganía. Muchos jóvenes llega-

ron al socialismo a partir de esta relectura delos evangelios, punto de apoyo del giro ideo-lógico desde el cristianismo hacia la revolu-ción social.

Para no distorsionar nosotros la visión deSolanas y Getino, debemos cuidarnos desacar conclusiones sobre la base de la prime-ra parte del tríptico sin contrastarla con lasotras, al menos con la segunda. Al comparar-las, pueden establecerse diferencias muy sig-nificativas en la composición de imágenes dela realidad social que quedan planteadas encada una. Es llamativo en la primera partedel documental lo poco que aparecen referi-dos los actores fundamentales de la lucha declases más intensa del período: el trabajadorindustrial de plantas modernas y la burgue-sía transnacional de esas mismas industriassustitutivas de importaciones difíciles. Amenos de un año para el Cordodazo, la pri-mera parte del documental-ensayo muestramuy pocas imágenes de estos actores que alpoco tiempo forzarían la caída de Onganía.En cuanto a las fuerzas insurgentes, en la pri-mera parte casi no aparece el sindicalismoclasista que pronto irrumpiría en elCordobazo.

Tampoco el estudiantado universitario esdestacado por el momento, y las referenciasal espacio académico son muy negativas. Launiversidad es caracterizada como una ins-

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35 Para una aproximación a estas representaciones puede consultarse Roberto Amigo, “Letanías en laCatedral. Iconografía cristiana y política en la Argentina: Cristo Obrero, Cristo Guerrillero, CristoDesaparecido”, en Studi Latinoamericani / Estudios Latinoamericanos, Nº 1, Mario Sartor (cur.), Esperimentidi Comunicazione, Forum, Udine, 2005.

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tancia de dominación intelectual aliada alneocolonialismo: “El más profundo instru-mento de la colonización”, lo que refleja lacuenta pendiente del peronismo con losespacios intelectuales en general, que en1955 habían asumido el comportamientopolítico del grueso de la clase media, adheri-da al antiperonismo.

Lo mismo sucede con los sectoresmedios. En la primera parte la óptica esenteramente negativa. La visión de las clasesmedias que Arturo Jauretche plasmó en Elmedio pelo en la sociedad argentina (1966)aflora en cada referencia a este sector. Lascapas medias son retratadas como un corotonto de las clases dominantes, un aliado dela oligarquía obnubilado por la zanahoria deun estatus inalcanzable. Las capas mediasson vistas como el “principal receptáculo” deideas extranjeras, sin distingo entre el sectorconservador y los significativos sectores declase media corridos a la izquierda del espec-tro político.

Tampoco se repara por el momento espe-cíficamente en la fracción burguesa quedesde 1966 dominaba en la nueva alianza depoder, si bien se mencionan el “desarrollis-mo” y el “tecnocratismo”. En cuanto a lasfuerzas dominantes, la primera parte deldocumental no recalca que en esos años laburguesía transnacional concentrada deindustrias complejas imponía las políticaseconómicas durante el onganiato, con elconsecuente desplazamiento de la burguesía

agroexportadora deesa función. Lasretenciones al agro implementadas por elgobierno de Onganía con el objeto de finan-ciar obras de infraestructura para el nuevosalto industrial son una muestra de cuál erala fracción burguesa que dominaba en lanueva alianza de poder, tal como lo observóJuan Carlos Portantiero. En 1966 el produc-to de la industria equivalía a 2,2 veces el pro-ducto del agro, con una marcada tendenciaal crecimiento relativo, si bien el predominioagrícola de las exportaciones seguía siendoacentuado.36 En la primera parte del filmehay una mención oral de los grupos indus-triales, pero las imágenes remiten todas a laoligarquía ganadera, cuya representación enel imaginario popular estaba seguramentemás establecida. En este punto el documen-tal usa imágenes reconocibles, no busca crearnuevas representaciones: acentúa los rasgosdel terrateniente pampeano, cuya voz en offnos recuerda las parodias de CarlosPerciavale en los años 60.

La primera parte del documental presen-ta una visión un tanto anacrónica de la pola-ridad social que alimenta los principales con-flictos. De un lado, la oligarquía ganadera,aliada primordial del neocolonialismo. Delotro, los sectores populares, que en las imá-genes son casi siempre encarnados porpobladores del interior profundo de laArgentina. En su intento por recuperar losorígenes esenciales y trascendentes del “pue-

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36 Ricardo Aroskind, ob. cit., p. 72.

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blo”, la cámara viajera se concentra en losvestigios de las comunidades indígenas,como una toldería de indios matacos parcial-mente expropiada de la naturaleza y entera-mente marginada del progreso. La mayorparte de las imágenes de sectores popularesque esta primera parte del documental con-trapone a la oligarquía ganadera, no remite alos obreros fabriles, ni a los migrantes inter-nos instalados en el mundo industrial delconurbano antes del peronismo y durante él,sino a quienes permanecieron en sus comar-cas de origen resistiendo la desintegración desu cultura. Los trabajadores de la resistenciaperonista que en sindicatos y reuniones clan-destinas verían la primera parte de Lahora…, se encontrarían menos a ellos mis-mos que a sus “antepasados” (en el caso delos migrantes internos). Las tomas de traba-jadores industriales (textil y papel) requisa-dos y controlados por el reloj marcador detarjetas y una toma fugaz de la industriaautomotriz son las únicas imágenes de lasnovedosas formas de explotación capitalistaque se estaban imponiendo.

El enaltecimiento de una esencia nacio-nal ligada a los pueblos originarios que pre-valece en la primera parte, es sin dudasheredero de la corriente intelectual deno-minada revisionismo histórico. El hombreque está solo y espera (1931), de ScalabriniOrtiz, fue tal vez el más sonoro manifiestode esta búsqueda de reservorio de valores yhonestidad en las comarcas más pobres dela Argentina, restos de pureza nacional, del“espíritu de la tierra” que pudieran redimir

a las ciudades contaminadas por lo forá-neo. La contraposición moral entre BuenosAires y el interior profundo es un tópicoreiterado en la primera parte: la antítesisentre el indio y los rascacielos modernosdomina la composición de imágenes.

Con tono siempre irónico, BuenosAires es presentada con tomas del puertodemasiado abierto a lo que Europa le acer-cara: mercancías, formas de explotación,ideas y modos de vida antinacionales.Ciudad adentro comienza el desfile de losdispositivos alienantes, estéticamentedependientes de las modas europeas y nor-teamericanas. La ciudad es vanidosa, emu-ladora, alejada de lo nacional, sin identi-dad, intermediaria y acaparadora de lariqueza rural: una cabecera del puentemediante el cual el neocolonialismo domi-na a la Argentina toda. A excepción de unatoma en un café de barrio, musicalizadacon el tango Sur, el documental no resca-ta elementos de la cultura porteña. Lasluces de la ciudad determinan un espaciode frivolidad “de espaldas al país”, defor-mación cultural y corrupción encubiertadetrás de las ventanas de los edificios cor-porativos. Como antecedente muy cerca-no en el tiempo, prácticamente contem-poráneo, de esta indentificación entre laciudad cosmopolita y la dominaciónextranjera, podría contemplarse la revolu-ción cultural china en su revaloración delmundo campesino como agente depura-dor de las recaídas capitalistas del espaciourbano-intelectual.

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Sin embargo, es factible que en Solanas yGetino haya pesado más la cuenta pendien-te del peronismo contra la Capital Federal, eldistrito más difícil para el régimen. A su vez,la identificación de lo popular especialmen-te con lo indígena tiene otro destinatario queen la primera parte de La hora… no es tanevidente como en la segunda: la izquierda detronco marxista crítica del peronismo. En lasegunda parte del tríptico son muy reiteradaslas críticas a la izquierda tradicional, vistacomo una formación ideológica no menosnegadora de lo popular y lo nacional que laderecha conservadora. Elegir al indio comosujeto privilegiado de enaltecimiento, empe-zar el ensayo rescatando a este sujeto antesque al proletariado moderno, implicaba unaopción más enfática por lo popular-nacio-nal, contra la modernidad del marxismo noperonista. Según Sergio Nicanoff, estudiosode la relación entre estas dos izquierdasdurante el período, la visión de La hora… escabalmente representativa del modo en queel grueso de la resistencia peronista concep-tuaba todavía a la izquierda marxista. Elpuente hacia el acercamiento entre las dosvertientes se daría, poco después, en la CGTde los Argentinos en 1968 y en la experien-cia compartida durante el Cordobazo, a par-tir del cual se multiplicaron los acercamien-tos, conexiones y sincretismos.

Otro legado del revisionismo histórico(una de las corrientes intelectuales más exito-sas del siglo XX en la Argentina) es el perma-nente uso del espejo de la historia para vin-cular el presente con el pasado, desmintien-

do la historia estatal-escolar, funcional a laignorancia del pasadopara bien de la domi-nación neocolonial(“Es falsa la historiaque nos enseñaron”). En la búsqueda deconstantes a través del tiempo, en La hora…casi todo es ligado con la historia: el Consejode Seguridad de la ONU equiparado a ladiplomacia de Canning. De un mismo lado,Rivadavia, Onganía y el presidente nortea-mericano Johnson; del otro, Bolívar y elChe. Este juego de opuestos se refiere a unaindependencia “traicionada en los orígenes”.Otro elemento es la noción de patria grandelatinoamericana, presente en los contenidosy en el tono neutro con un matiz de voz pan-latinoamericana en el narrador principal. Lasvillas miseria, conventillos, cantegriles,cayampas, favelas y ranchadas son variantesde una misma realidad.

Sobre el final de esta primera parte, eldocumental se concentra en rechazar masi-vamente la cultura occidental en reivindi-cación de las raíces precolombinas: “Seacerca la hora en que los incivilizados edu-carán a los civilizadores” (FernándezArregui). El Partenón, Hegel y el arte abs-tracto son rechazados, en tanto “bajo elmito de una cultura universal se produce laimposición de una civilización sobre otra”.Incluso entre los habitantes del noroesteexisten embaucadores populares que, consus engaños y supersticiones, son funciona-les al neocolonialismo.

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Segunda parte: “Acto para la liberación”

En la segunda parte se desarrolla unavisión menos esencialista y más próxima alos conflictos determinantes del período talcomo los conocemos hoy. Los recursos com-positivos y ensayísticos que en la primeraparte buscaban las raíces ancestrales de laidentidad popular nacional, ceden ahora auna crónica histórico-analítica del período1945-1966, enfocada en buscar testimoniosde la resistencia peronista tras la caída delrégimen. Las formas de encuestar la realidad

mutan de lo general, abstracto e idealista dela primera parte, a lo más concreto, real ydetallado de la segunda: del collage cargadode simbolismos a testimonios directos de laresistencia. Así el documental-ensayo abor-da, ahora sí directamente, los conflictos pri-mordiales protagonizados por los trabajado-res fabriles de las industrias modernas.Dirigentes gremiales como MartinianoMartín (automotor), Ángel Perelman(metalúrgico) o Raimundo Ongaro (gráfi-co) se explayan sobre el proceso de conver-sión de los gremios, de organizaciones para-estatales a “motores de la resistencia”. Lacámara ingresa para cubrir, por ejemplo, latoma del establecimiento textil LaBernalesa, con autogestión obrera de la pro-ducción. La voz ensayística y panorámica delos narradores y la composición de significa-dos sobre la base del montaje intercalado deimágenes y textos pierden importancia fren-te a la voz de los actores. La visión de losnarradores es ahora menos transhistórica ymás enfocada a captar lo singular de los con-flictos desde 1955. De este modo el docu-mental se instala en el ámbito del conurba-no, y abandona la contraposición entre elinterior profundo y la ciudad cosmopolitaque prevalece en la primera parte.

En cuanto a los sectores dominantes, enesta segunda parte la visión se actualizaotro tanto. Ahora se distingue una burgue-sía industrial desarrollista, asociada aEE.UU., así como la oligarquía tradicionallo había estado a Gran Bretaña. El narra-dor la ve escalando posiciones en los años

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PINO SOLANAS...

40 años después. Entrevista, revista Ñ, 26 de agosto de 2006.Estética y ensayo histórico-políticoLa hora de los hornos fue un proceso complejo: por un lado era mi pri-mera película y, por otro, representaba el combate personal de haceralgo creativo, con el gran inconveniente de que en nuestro medio noexistía un referente de cine ensayo histórico-político de carácter docu-mental. Ésa fue la simiente de lo que se llamó Cine Liberación: empecéa armarla en el 65 y se dio en un contexto histórico-político complicado,porque en esa época llegaron el golpe de Onganía a Illia, la Noche de losBastones Largos, el contexto latinoamericano con varios países yasometidos a las dictaduras militares… Todo esto derivó en que mi gene-ración pensara que la realidad no podía cambiarse a través de las insti-tuciones y las reglas de funcionamiento democrático. Desde el golpe del55 hasta que empecé a darle forma a la película habían pasado onceaños de democracias tuteladas. Estábamos descreídos de que el votofuera respetado.En la película confluyeron el desafío creativo –yo vivía con la influenciade la vanguardia creativa, el cine ruso, el mudo, la plástica de la décadadel 20– y la aspiración de hacer un cine absolutamente contestatario alsistema represivo imperante. La filmé bajo la consigna “Hacerla con lamisma libertad con la que se escribe un ensayo”. Se hizo como una pro-ducción clandestina, con la iniciativa de armar un fresco histórico (juntématerial fílmico desde principios de los 60), porque el peronismo filma-do estaba prohibido.¿Tiene herederos ese cine en la actualidad? Pienso que la crisis socialargentina que tuvo su epicentro a finales de 2001 impactó profundamen-te y motivó el retorno al género documental, que a lo largo de los 90 uncontexto de tilinguería discursiva y fácil acceso a la tecnología digitalhizo que los que se formaban como cineastas por entonces creyeran quesólo había que filmar como Tarantino.A los jóvenes no les agrada demasiado reconocer la herencia. En esesentido, nosotros teníamos más gratitud. Las películas que me resultanmás interesantes son aquellas que tienen una vocación social. Las quemiran la realidad, y en eso hay gente talentosa: Pizza, birra y faso, lasotras películas de Caetano, Lucrecia Martel y Mundo grúa, de Trapero,son buenos ejemplos.

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de Frondizi, pero no llega a percibir la pre-tensión de autonomía o “desempate” deesta fracción con respecto a la burguesíaagroexportadora.

Donde más diferencias encontraremosentre la primera y la segunda parte es conrespecto a la valoración de los sectoresmedios y el movimiento estudiantil. En laprimera parte estos actores eran presenta-dos como esencialmente dependientes de laoligarquía, apartados de las luchas popula-res. En la segunda parte se contempla unproceso de conversión de las capas medias yestudiantiles, de instrumentos pasivos delsistema de dominación a actores creciente-mente comprometidos con el campo popu-lar, recién llegados a la lucha antiimperialis-ta que el peronismo trabajador habríaemprendido antes. El documental registrauna corriente de impugnación significativacontra la cual había reaccionado el ongania-to en la Noche de los Bastones Largos(1966). La resistencia peronista comenzabaa tener aliados dentro del estudiantado declase media. El documental da cuenta deldesclasamiento de un sector significativo dejóvenes que en el marco universitarioadquiría una conciencia social antagónicaal conservadurismo de sus padres. Perosiempre en la medida en que estos sectorescomprenden por primera vez el valor histó-rico del peronismo, admiten su error y seincorporan al campo popular. Los dirigen-tes estudiantiles entrevistados hablan deesta conversión, criticando la actitud ante-rior contraria al peronismo.

Algo similar advierten los narradores conrespecto a sectores más vastos de la clasemedia, que, al calor de las experiencias pos-teriores a 1955, comienzan a independizarsede la oligarquía. También se saluda el surgi-miento de un nuevo perfil del intelectual deizquierda que por primera vez rompería conlos esquemas europeos sin permanecer almargen de las luchas populares.

En la primera parte, la carga contra laizquierda crítica del peronismo se funda-menta en el enaltecimiento de una esencianacional y popular encarnada por sectoresno pertenecientes al proletariado moderno.Raíces identitarias que la izquierda europeano podría incorporar en su figuración abs-tracta e idealista de la clase obrera. En lasegunda parte, la embestida a la izquierda noperonista cambia de eje. El nuevo sujeto deenaltecimiento para diferenciarse de la otraizquierda es la resistencia obrera peronistadel conurbano, un proletariado modernopero nacional ante todo, igual de incom-prendido por la izquierda de raíz europea. Ladiscordancia de la izquierda tradicional enambos casos se vincula a su matriz extranje-ra. En los términos de La hora…, la únicaconciliación posible con el marxismo euro-peo en la Argentina tendría lugar si esas for-maciones ideológicas comprendieran suerror. En ninguno de los testimonios o inter-venciones de los narradores se plantea laposibilidad de que la izquierda peronistatenga algo que aprender de las críticas que laotra izquierda le había formulado al peronis-mo por su costado bonapartista.

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Actividades

1. Comparar los siguientes grafitos del Mayo Francés,37 con loseslóganes de La hora de los hornos. La actividad apuntaa detectar elementos comunes y diferenciales entre dosretóricas revolucionarias contemporáneas, correspon-dientes al centro y la periferia del capitalismo. En cuantoa los contenidos, las principales diferencias giran alrede-dor de la visión sobre el arte vanguardista (surrealismo,dadaísmo) y el rol de la imaginación utópica, y la impor-tancia de la liberación en los hábitos personales.

“Cuando la asamblea nacional se convierte en un teatro burgués, todoslos teatros burgueses deben convertirse en asambleas nacionales.”(Odeón)

“¡Viva la comunicación! ¡Abajo la telecomunicación!” (Odeón)“Gracias a los exámenes y a los profesores el arribismo comienza a los

seis años.” (Sorbona) “No hay pensamiento revolucionario. Hay actos revolucionarios.”

(Nanterre) “Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar.”

(Sorbona)“Se decreta el estado de felicidad permanente.” (Ciencias Políticas)“La imaginación toma el poder.” (Sorbona) “En los exámenes responda con preguntas.” (Sorbona)“Abajo el realismo socialista. Viva el surrealismo.” (Condorcet) “No queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre se

compensa por la garantía de morir de aburrimiento.” (Odeón)“Sean realistas: pidan lo imposible.” (Censier)“Nuestra esperanza sólo puede venir de los sin esperanza.” (Ciencias

Políticas) “Dios: sospecho que eres un intelectual de izquierda.” (Liceo

Condorcet) “Graciosos señores de la política: ocultáis detrás de vuestras miradas

vidriosas un mundo en vías de destrucción. Gritad, gritad; nunca sesabrá lo suficiente que habéis sido castrados.” (Sorbona)

“Prohibido prohibir. La libertad comienza por una prohibición.”(Sorbona)

“Un solo week-end no revolucionario es infinitamente más sangrientoque un mes de revolución permanente.” (Fac. de Lenguas Orientales)

“Cambiar la vida. Transformar la sociedad.” (Ciudad Universitaria)

“La emancipación del hombre será total o no será.” (Censier) “La novedad es revolucionaria, la verdad también.” (Censier) “La pasión de la destrucción es una alegría creadora. Bakunin.”

(Sorbona) “La libertad es la conciencia de la necesidad.” (Plaza de la Sorbona) “No me liberen, yo me basto para eso.” (Nanterre) “Todo es dadá.” (Odeón) “Abraza a tu amor sin dejar tu fusil.” (Odeón) “Las jóvenes rojas cada vez más hermosas.” (Medicina) “La revuelta y solamente la revuelta es creadora de la luz, y esta luz no

puede tomar sino tres caminos: la poesía, la libertad y el amor.Breton.” (Facultad de Derecho - Assas)

“Aprende a cantar La Internacional.” (Barrio Latino) “No puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos.”

(Nanterre)“La acción permite superar las divisiones y encontrar soluciones. La

acción está en la calle.” (Ciencias Políticas) “El levantamiento de los adoquines de las calles constituye la aurora de

la destrucción del urbanismo.” (Sorbona) “Acumulen rabia.” (Nanterre) “Exagerar, ésa es el arma.” (Censier)

“La belleza será convulsiva o no será. Breton.” (Sorbona)

2. Sería interesante buscar artículos periodísticos de laépoca que den cuenta de los conflictos analizados en elmódulo con el objeto de que puedan ser utilizados paratrabajar con los alumnos.

Sugerencias fílmicas para ampliar y contrastarLos inundados, Fernando Birri, 1960.Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedótrunco, comenzó la tristeza… y unas pocas cosas más… LeonardoFavio (1965)

Los traidores, Raymundo Gleyzer, 1973.Los hijos de Fierro, Fernando Solanas, 1975.

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37 Citados en http://www.galeon.com/elortiba.

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CAVAROZZI, Marcelo, Autoritarismo y democracia(1955-1966). La transición del Estado al mercadoen la Argentina, Ariel, Buenos Aires, 1997.

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GIUNTA, Andrea, Vanguardia, internacionalismo ypolítica. Arte argentino en los años 60, Paidós,Buenos Aires, 2001

JAMES, Daniel, Resistencia e integración. El peronismoy la clase trabajadora argentina 1946-1976,Sudamericana, Buenos Aires, 1990.

JAMES, Daniel (compilador), Nueva historia argenti-na, tomo IX, Sudamericana, Buenos Aires,

2003.MATTINI, Luis, Hombres y mujeres del PRT-ERP de

Tucumán a la Tablada, Ed. de la Campana, La

Plata, 1995.NICANOFF, Sergio y CASTELLANO, Axel, Las primeras

experiencias guerrilleras en la Argentina. La histo-ria del Vasco Bengochea y las Fuerzas Armadas dela Revolución Nacional, Centro Cultural de laCooperación, Cuaderno 29, Buenos Aires, 2004.

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Bibliografía

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Introducción

A treinta años de la última dictadura,Tiempo de revancha ha quedado establecidacomo un hito del deshielo cultural, la vozdel cine que rompió el silencio a través deuna escena paradójica: frente al espejoPedro Bengoa se enmudecía para siempreobligándose a resistir en su guerra de silen-cio. La resistencia de un hombre solo, delindividuo aislado frente a un sistema cor-porativo, representaba la experiencia desilencio y reclusión bajo la dictadura.Treinta años después, Tiempo de revanchavuelve a introducirnos en ese aspecto de lavida totalitaria: la soledad y el temor fren-te al Estado represivo que patrulla los rin-cones de la sociedad.

Sin embargo, la película que hemosseleccionado podría transmitir una imagenfragmentaria del cotidiano en la últimadictadura si no la completáramos con otrosmateriales que reflejen el reverso de la rela-ción Estado-sociedad durante esos años: lacomunicación permanente que el régimenponía en juego, articulando empresascolectivas de escala nacional a través de losmedios para lograr concitar una masiva yexaltada convocatoria. Curiosamente, ladictadura que buscó aislar a los individuosinterviniendo sindicatos y clausurando unabuena cantidad de organizaciones civiles,

promovió con éxito lugares de “reencuen-tro nacional”, movilizaciones que resulta-ron masivas cuando el régimen pulsó latecla del nacionalismo. Las plazas llenas dela dictadura durante los festejos delMundial 78 y durante Malvinas son lacontracara de la soledad de Bengoa. La fies-ta de todos, película que el régimen militarencargó al director Sergio Renán, puederesultar un buen complemento para exa-minar la compleja relación entre el régi-men y buena parte de la sociedad argenti-na. La soledad del hombre-masa que llenólas plazas de la dictadura es muy diferentede la de Bengoa, un ex sindicalista queposeía un mundo propio resistente paracontraponer al régimen. La dictadura quepodía aislarlo de su presente, no podíasepararlo de su pasado.

Tiempo de revancha nos vincula tam-bién con las dos embestidas más feroces delúltimo régimen militar: el genocidio y ladesindustrialización selectiva en funciónde un giro financiero de la economía. Laempresa Tulsaco perteneciente al GrupoVentura es un arquetipo de las agrupacio-nes económicas más beneficiadas durantela dictadura, de acuerdo con los másrecientes estudios compilados por AlfredoPucciarelli: adjudicaciones estatales encondiciones muy ventajosas (privatizaciónperiférica) y especulación financiera.38 Lasimulación productiva de esta empresa nos

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3

La última dictadura (1976-1983)Tiempo de revancha,

Adolfo Aristarain, 1981

38 Alfredo Pucciarelli, Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura,Siglo XXI, Buenos Aires, 2004.

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remite con detalles al modelo de acumula-ción económica que se instaló en la gestiónde Martínez de Hoz, actualmente denomi-nado “valorización financiera”. La empresafinge buscar cobre donde no lo hay, con elverdadero propósito de acceder a créditosinternacionales para volcarlos a la “bicicle-ta financiera”, es decir, a las altísimas tasasde interés que daban los bancos locales.Cuando se estrena la película en julio de1981, las consecuencias de este mecanismoespeculativo ya eran perceptibles: desin-dustrialización, endeudamiento estatal,desocupación, fuga de capitales, financia-miento por comunidad de la fiesta especu-lativa. Tulsaco y el Grupo Ventura con sus“42 empresas líderes”, tenían la inserciónpropia de las burguesías locales que sehicieron dominantes: un pie en la “patriacontratista” y otro en la “patria financiera”.

Menos explícitos son los recursosmediante los cuales el filme de Aristarainnos introduce en el mundo del terror queconstruyó la última dictadura.Realizaciones posteriores como GarageOlimpo (1999) pudieron abordar sin alego-rías el espacio de dominación totalitariamás absoluto que el régimen construyó enlos más de 360 centros clandestinos dedetención, tortura y asesinato de prisione-

ros. Pero en 1981 Tiempo de revanchadebió valerse de mecanismos más sutilespara referir al Estado terrorista, una estra-tegia de alusión que Aristarain denomina-ría más tarde “trampa narrativa”, destinadaa sortear la censura. La película es en símisma un testimonio de las estrategiasnarrativas que debían emplearse para llegara circuitos de comunicación más amplios ymostrar desde allí lo que el cerco oficial deinformación negaba explícitamente, al vin-cular esas denuncias con una supuesta“campaña antiargentina”. La automutila-ción de Bengoa quedaría grabada en elimaginario histórico como un modo para-dójico de romper el silencio.

Pero no todas las denuncias de Tiempode revancha buscan protegerse en un modofigurado de referir a la dictadura. La esce-na en que desde un Ford Falcon colorverde el escuadrón paramilitar de la corpo-ración Ventura arroja a los pies de Bengoael cadáver del compañero que había testifi-cado a su favor, mostraba de un modoprácticamente explícito el accionar de losgrupos de tareas, los comandos del ejércitonocturno que llevaron a cabo la empresa desecuestro y asesinato demiles de personas catego-rizadas como “subversi-vos” por el Estado terro-rista. Lo más asombrosode Tiempo de revanchano es tanto su “trampanarrativa” sino lo muchoque denuncia de un

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modo no explícito pero sí evidente. Queno haya sido prohibida en 1981 tal vez sealo primero que sorprenda. A pesar de laestrategia narrativa del filme, consistenteen no implicar al Estado en el accionardelictivo del Grupo Ventura, no deja de serasombroso que Tiempo de revancha hayasorteado la censura.

¿Cuál pudo haber sido la lectura de loscensores que la dejaron pasar? Especularsobre una hipotética interpretación desdelas necesidades del régimen puede ser reve-lador del particular momento de deshielo,intento de reconciliación y pérdida delcontrol sobre las voces opositoras que atra-vesaba la dictadura en 1981, bajo la presi-dencia de Viola. Del mismo modo, anali-zar con los alumnos la recepción de la crí-tica en la semana del estreno puede resultaruna eficaz actividad de acercamiento a lavisión del público de aquel entonces. ¿Eranlas pistas y alusiones de Tiempo de revanchasobre los crímenes represivos y económicosde la dictadura tan evidentes como hoy nosresultan? ¿O bien, en el contexto de unasociedad no enterada del todo, “pistas”como la del Ford Falcon no aludían cate-góricamente al genocidio, como sucederíaaños después? Estos ejercicios resultan úti-les para intentar reconstruir la visión pre-dominante que la sociedad tenía del régi-men en aquellos años, sin confundirla conla visión mayoritaria que esa misma socie-dad elaboraría tiempo después.

A continuación presentaremos ciertascoordenadas para abordar la última dicta-dura sobre la base de los estudios que más

se han destacado en los últimos treintaaños. Sólo entonces podremos interrogar lariqueza histórica de Tiempo de revancha entanto testimonio de la época más cruentade la Argentina. No existe un período his-tórico de nuestro país que haya sido abor-dado por el cine más que éste. El grueso delos directores nacionales de mayor renom-bre han abordado algún aspecto de la dic-tadura militar: Aristarain, Ayala, Murúa,Olivera, Solanas, Puenzo, Agresti, Piñeyro.Los aspectos tratados han sido en verdadmúltiples, desde la euforia especulativa yconsumista que vivió la clase media con eldólar barato (Plata dulce, 1982), hasta eloficio de la censura (El censor, 1995) y lavida en el exilio (El exilio de Gardel, 1986;Mirta de Liniers a Estambul, 1987). El tra-tamiento cinematográfico en torno delgenocidio, los desaparecidos y la memoriadel pasado siniestro ha constituido un ver-dadero campo temático dentro del cinenacional. Lo mismo sucedió a propósito dela guerra de Malvinas y su posguerra, comoveremos en el siguiente capítulo.

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Llamativamente, a diferencia de loscineastas, los historiadores se han ocupadoen muy escasa medida de la última dictadu-ra. A treinta años del golpe no se ha confi-gurado un campo historiográfico sobre elperíodo. Dejando de lado los trabajos deGuillermo O’Donnell, hasta la recientepublicación de La dictadura militar, deMarcos Novaro y Vicente Palermo, nosobresalían aportes sustanciales a la inter-pretación global de la dictadura iniciadapor Rodolfo Walsh en 1977 y completadamás tarde por las investigaciones periodísti-cas de Uriarte, Verbitsky, Seoane y Muleiro,entre otros. A diferencia del periodismo dedenuncia y de la literatura de ficción, queen más de un aspecto se enriquecieron conel tratamiento de la dictadura, el campoestricto de la historia y la historiografía denuestro país se ha nutrido muy poco con elabordaje de la experiencia más totalitaria dela Argentina. La marca del terror se hizosentir en las revisiones del pasado nacional,

pero rara vez han sido los histo-riadores quienes delinearon esasvisiones. Su intervención hasido tangencial. A diferencia desociólogos y politólogos, los his-toriadores de la primera líneadel campo académico que hanabordado el tema lo han hechode una manera subsidiaria deotros temas. Las historias inte-

grales de la dictadura no han sido escritaspor ellos, y algunos han alegado la imposi-bilidad de hacerlo a tan poco tiempo de laexperiencia traumática. Desde luego queexisten discusiones subyacentes y aun explí-citas en distintos tipos de materiales, comola que, por ejemplo, podríamos recompo-ner sobre el final del régimen: ¿caído oderrocado? ¿Transición a la democraciaconquistada desde abajo, o por derrumbedesde arriba, es decir, “democratización porcolapso”?39 Otro punto de debate se hadado en torno del desguace económico,que ha sido visto como “intencional” poralgunos y como “indeliberado” por otros.Pero estas “líneas de frac-tura” apenas hoy comien-zan a convertirse en con-traposiciones más desa-rrolladas.

Si, en un intento poradelantarnos a lo quepudiera deparar la incur-

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39 Guillermo O'Donnel y Philip Schmitter, Transiciones desde un gobierno autoritario, vol. 4: Conclusionestentativas sobre democracias inciertas, Paidós, Buenos Aires, 1988.

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sión demorada de los historiadores, nospreguntásemos qué podría aportar la pers-pectiva histórica a la comprensión de unperíodo tan abordado por otros saberes,géneros y disciplinas, deberíamos empezarpor la capacidad que los historiadores sue-len desarrollar con más conciencia: suentrenamiento para ir y venir en la líneadel tiempo, rastreando rupturas y conti-nuidades subterráneas; su capacidad paracomplejizar las explicaciones causales apartir de la contemplación de una multi-plicidad de factores.

Colocar el último régimen militar enel espejo de la historia no implica sola-mente compararlo con otras dictaduras,especialmente la dictadura de Onganía yla chilena de Pinochet. Implica ademáscomprobar en qué medida pueden resul-tar reveladoras ciertas preguntas quealgunos estudiosos se han hecho a propó-sito de casos históricos más alejados en eltiempo y el espacio, como la Alemanianazi, por muy distintos que sean los con-textos y las finalidades. Poner a pruebaperspectivas y saberes construidos enrelación con otras dictaduras contrarre-volucionarias puede ayudar a desentrañarlo específico de la dictadura argentinaque más evidenció ciertas formas y conte-nidos propios de los regímenes denomi-nados “totalitarios”.

Los trabajos de Hugo Vezzeti y deNovaro y Palermo, publicados en 2002 y2003 respectivamente, tal vez preludienuna regeneración de los estudios centra-dos en la dictadura.40 El primero ofreceun mapa de las representaciones sobre elProceso y los años previos construidascolectivamente en el período de la demo-cracia. El segundo libro presenta comoprincipales aportes una detallada recons-trucción de las contradicciones dinámi-cas del régimen en el plano político yeconómico, así como un complejo rastreode los apoyos y resistencias que concitóuna dictadura mucho menos solitaria delo que prefirió recordar el imaginario his-tórico configurado en 1983.

Introducción al análisis de la últimadictadura

El eje de los cinco conflictos

El eje de los cinco conflictos que plan-teamos como guía del período 1955-1973,es ahora conducente para aproximarnos ala última dictadura. El “proceso de reorga-nización nacional” puede ser visto comouna ofensiva derivada de cada uno de losconflictos que hemos examinado en elcapítulo anterior. El propósito del régimenera comandar una ofensiva final de las

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40 Hugo Vezzetti, Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina, Siglo XXI, Buenos Aires,2002. Marcos Novaro y Vicente Palermo, La dictadura militar 1976-1983. Del golpe de Estado a la restauracióndemocrática, Paidós, Buenos Aires, 2003.

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fuerzas reaccionarias contra la diversidadde las fuerzas insurgentes, contestatarias ycríticas del orden económico dominante.

1) Fue sin duda la ofensiva más cruentade las fuerzas represivas anticomunistas con-tra las organizaciones armadas de izquierday contra todo el arco de la protesta socialpost Cordobazo. Nunca antes el Estadomilitarizado había montado una maquina-ria de secuestro y exterminio dirigida a eli-minar a una categoría de personas delimita-da y difundida por la propaganda oficial.

2) La última dictadura intentó llevar acabo la desperonización más profunda dela sociedad y de la economía, vengando asíel fracaso de las dictaduras de 1955 y 1966.A los ojos de los militares del 76, aquéllashabían sido intervenciones superficiales einsuficientes para eliminar la experienciaperonista de la Argentina. El Ejército seproponía ahora un embate incomparable-mente más abarcador y terrorífico para dis-ciplinar la estructura social desde loscimientos, eliminando las diversas protes-tas que en ella latían. Para arrinconar lomás revolucionario del peronismo deizquierda contarían con la asistencia de lasformaciones del peronismo de derecha quehabían comenzado la contrarrevolución apartir de 1974.

3) La última dictadura fue también lacontraofensiva más decidida del capitalindustrial intensivo contra el sindicalismoclasista y los trabajadores. En algunas plan-tas automotrices fue secuestrada y asesina-da la totalidad de los integrantes de las últi-mas comisiones internas. El amordaza-miento y la inmovilidad sindical hasta1981 no tuvieron antecedentes en la histo-ria argentina del siglo XX. Muy pronto lossalarios cayeron cerca de un 40 %.

4) Respecto del conflicto interburguésanalizado por Juan Carlos Portantiero, lapolítica económica de Martínez de Hozpuede ser conceptuada como la tentativamás decidida de “desempate” que las bur-guesías desarrollista, financiera y agrícolaemprendieron contra la burguesía deindustrias sustitutivas nacionales y livianas(ISI).

5) Por último, esta dictadura superó a lade 1966 en su intento de congelar lastransgresiones culturales y todo relaja-miento de las pautas tradicionales en lasformas de vida. El catolicismo integristacontó esta vez con un marco de terror a sufavor para intentar moldear a los jóvenes.El “apagón cultural” enterró los circuitosde la cultura contestataria y los obligó asobrevivir en estado de larva hasta el des-

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hielo de 1980. El sector esnob que siempreocupa un lugar dentro del amplio espectrode la cultura joven, fue en los primerosaños de la dictadura un componente domi-nante: la subcultura “cheta” escaló posicio-nes e impuso la pauta musical, de vesti-menta y de accesorios entre 1977 y 1980.

1966 y 1976: elementos comunes ydiferenciales

Otro eje consiste en comparar esta dic-tadura con su antecesora en función decaptar los rasgos singulares de cada una.Sin duda que hay elementos comunesentre ellas: eran dos dictaduras militaresanticomunistas que pretendían clausurar elespacio electoral por tiempo indetermina-do. Dos dictaduras sintonizadas en laDoctrina de la Seguridad Nacional, quetrazaba coordenadas de acción a los ejérci-tos golpistas del continente, aunque desdeluego Onganía y Videla comandaron esca-ladas represivas de muy distinto calibre.

Otra diferencia consistió en que la dic-tadura de 1966 se había basado en unesquema presidencialista. Rodeado de tec-nócratas civiles, Onganía había procuradouna imagen civil ante la sociedad, por esoapartó del gobierno y la administración alas fuerzas armadas. Por el contrario, elesquema de poder y reparto institucionalde la última dictadura se basó en ungobierno pleno de las fuerzas armadas, uncopamiento masivo de los militares sobrelas instituciones del Estado que superó al

del golpe de 1943. El involucramientoadministrativo de las tres fuerzas fue pocomenos que una obsesión de la conduccióngolpista que comandaba al Ejército en lanueva toma del poder. La corresponsabili-dad en las tareas de gobierno a través de unreparto burocrático equitativo tenía comofin afianzar la comunión entre las fraccio-nes militares dispuestas a llevar a cabo elgenocidio clandestino y a mantener indefi-nidamente un pacto de silencio en tornode él. Desde luego, los miembros de lasfuerzas armadas no alcanzaron a cubrir nila mitad de los cargos públicos relevantes.Los llamados “amigos del Proceso” –reclu-tados en la derecha del peronismo, delradicalismo, y en partidos conservadoresprovinciales– ocuparon embajadas, inten-dencias, ministerios y empresas estatales.

Otra diferencia significativa entre lasdos dictaduras la encontraremos en tornodel proyecto económico. A diferencia delplan desarrollista de 1966, basado en eldespegue de industrias difí-ciles bajo el patrocinio delas transnacionales, elProceso de 1976 configuróun modelo de valorizaciónfinanciera y desindustriali-zación selectiva que, comoveremos, implicaría el des-guace de significativas par-celas de la industria argenti-na. Si bien pueden estable-cerse continuidades entrelos grupos económicos

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locales más beneficiados en una y otra dic-tadura, y en los mecanismos de “privatiza-ción periférica” basados en adjudicacionesde privilegio en uno y en otro caso, hay enprincipio dos puntos contrastantes. La dic-tadura de 1966 no abrió violentamente laeconomía en contra de las vulnerablesindustrias livianas de capital nacional. Elénfasis había estado puesto en el saltoindustrial cualitativo, y no en reducir las“industrias artificiales”, que para la con-ducción golpista de 1976 constituían lacantera de la indisciplina obrera. MientrasOnganía y Krieger Vassena habían seguidoel camino industrialista de la dictadurabrasileña lanzada al poder en 1964, Videlay Martínez de Hoz tenían como referenciala dictadura de Pinochet (1973), aconseja-da directamente por el principal exponen-te de la escuela económica de laUniversidad de Chicago, MiltonFriedman, quien en 1976 recibiría elPremio Nobel.

En segundo lugar, adiferencia del ensayo cor-porativista previsto porOnganía para perpetuarseen el poder, la última dic-tadura apeló a un modoinédito de entablar cone-xiones con la sociedad. Adiferencia de las dictadurasde 1955 y 1966, quenunca habían logrado lle-nar una plaza de rostropopular a su favor, el

Proceso se dio el gusto de hacerlo en másde una oportunidad, mientras funciona-ron sus ficciones nacionales. Implementódispositivos consensuales abrumadores. Apartir del control de los medios se dirigióa la sociedad argentina como ningún otrorégimen lo había hecho. Intentó movilizarcontinuamente a los argentinos contraenemigos que la corporación militardeterminaba internamente y luego pro-yectaba a la nación toda: subversión, cam-paña antiargentia, Chile, Inglaterra, a suturno fueron llevados al primer plano dela enemistad nacional. Este eje de convo-catorias nacionales confrontativas seráanalizado en el siguiente capítulo de apro-ximación a la guerra de Malvinas y suposguerra, a través del documental Locosde la bandera.

Genocidio: el grado sumo de la preme-ditación

Un genocidio no es sólo una matanzamasiva de personas. En un sentido estricto,implica la puesta marcha de engranajes diri-gidos a una matanza colectiva, mecanismosprevistos para llevar adelante lo que se hallamado “matanza administrada” o “fábricade la muerte”. Se trata de un crimen masi-vo de personas previamente cercadas por elEstado en una categoría (étnica, nacional,religiosa, ideológica) establecida a los efec-tos de ser eliminada. En el caso argentinono correspondía a categoría religiosa ni setrató de una “limpieza étnica”. El común

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denominador de las víctimas fue su partici-pación en la lucha política y social, armadao desarmada, con miras revolucionarias oresistentes: guerrilleros, sindicalistas yobreros afines al clasismo, militantesbarriales, estudiantes e intelectuales con-sustanciados con el amplio espectro de laizquierda impugnadora del orden socialimperante.

El primer paso de todo genocidio con-siste en precisar la categoría de quienesserán eliminados y en difundir su demoni-zación en el seno de las instituciones repre-sivas que lo llevarán a cabo. Luego actúanlos escuadrones de captura y separación delos prisioneros del resto de la sociedad, porlo común en espacios clandestinos.Algunos genocidios procedieron rápida-mente al exterminio de los cautivos, perootros, como el argentino, interpusieronuna etapa de reclusión y suplicio, donde seconstruyó el espacio más cruel destinadodirectamente a los prisioneros e indirecta-mente a la población externa. En la maqui-naria de secuestro, reclusión y muerteintervienen una multitud de individuosque alternan en las tareas dirigidas al exter-minio: escuadrones de secuestro, carcelerosde los centros de detención, torturadores,encargados de la ejecución final. La maqui-naria de la muerte implica entonces instan-cias ideológicas y materiales, administrati-vas e incluso técnicas, como la fabricacióndel somnífero “pentanaval”, que seríasuministrado a los prisioneros arrojados alocéano Atlántico o al río de la Plata en los

llamados “vuelos de la muerte”. Un geno-cidio conlleva un inmenso despliegue delogística, instalaciones y planificación ins-titucional. Implica un tiempo extendidode elaboración, y es aquí donde reside unode sus mayores agravantes: no se trata sola-mente de un crimen masivo llevado ade-lante por el Estado de manera clandestina,sino de un engranaje de la muerte extrema-damente premeditado en circunstanciaspropicias para la reflexión y el arrepenti-miento. Una cadena de mandos que en untiempo extendido planifica el engranaje yluego concreta su funcionamiento en unperíodo también prolongado (años 76, 77y verano del 78), perfeccionando el méto-do. En la tortura física y psicológica, siste-máticamente preparada, y en el largo perí-odo de premeditación, reside la carga demal superlativo que hace incomparable elgenocidio de la última dictadura con otroscrímenes políticos que se habían produci-do en la Argentina.

Se ha estimado que uno de cada diezmilitares participó directamente en las ins-tancias de captura, reclusión, tortura ymuerte, siendo parte activa del “ejército

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nocturno”, que respondía a los más altosmandos del “ejército diurno”. Dentro delas fuerzas armadas estos miembros teníanel estatus de “formaciones de élite”, vincu-ladas al núcleo duro de la ideología antico-munista que dominaba en las tres armas.Los altos mandos habían acordado el plande acción durante el año 75, en reunionesdonde participaron la totalidad de los bri-gadieres, generales y almirantes.

La demonización del insurgente revolu-cionario se remonta a las escaladas represi-vas de 1909 y 1919, los primeros “pánicosrojos” dirigidos contra militantes anarquis-tas en el contexto de una exaltación nacio-nal contra las “clases peligrosas” provenien-

tes del extranjero.Los golpes de Estadode 1930, 1943, 1955y 1966 tambiénemprendieron incur-siones represivascontra grupos ten-

dencialmente revolucionarios ligados alsindicalismo de izquierda. La lenta confor-mación de una ideología potencialmentegenocida es por tanto rastreable a través deltiempo. Pero el grado sumo de la demoni-zación necesaria para que la “soluciónfinal” se llevara a cabo encontró sus facto-res de potenciación a partir de 1973. Elmomento se corresponde con la mayor

intensidad de la confrontación entre elcapitalismo anticomunista y las organiza-ciones guerrilleras revolucionarias en elnivel mundial, continental y nacional. Lafiguración del insurgente revolucionariocomo un “virus” de expansión incontrola-ble era cada vez menos metafórica en elseno de las fuerzas armadas. Sectores bienestablecidos del peronismo de gobiernohabían iniciado la cacería de los años 74 y75. Empresarios de grandes corporaciones,políticos conservadores, Henry Kissingeren representación de Estados Unidos yotros factores de poder habían dado elvisto bueno. La jerarquía de la Iglesia brin-dó los argumentos y la asistencia religiosaque los militares católicos necesitaron parallevar adelante el plan. Además de los cape-llanes del Ejército, algunos obispos elabo-raron la teoría de que el alma de las vícti-mas estaba siendo salvada por su sangre, deque la Argentina era redimida a través deese dolor.

Otro factor que explica las matanzasmasivas de prisioneros del año 77 y veranodel 78 fue la competencia interna por elpoder. Como señaló Claudio Uriarte en subiografía de Massera, la lógica que funcio-naba en la competencia entre la conduc-ción Videla-Viola, por un lado, Massera ylos llamados duros del Ejército, por el otro,repercutió en una mayor intensidad delgenocidio: quien más prisioneros tenía ymás a fondo iba en la persecución y en elexterminio, adquiría más prestigio en elseno de la corporación, y así aumentaban

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sus chances de concitar el apoyo de lasfuerzas armadas, al mostrarse fiel y decidi-do a cumplir el pacto corporativo estable-cido en 1975.41

Dictadura y sociedad: complicidad,sometimiento y resistencia

Dos imágenes distorsionadas compitenpor llegar a las generaciones posdictadurasobre aquella época. La imagen de unasociedad cómplice, o la de una sociedadenteramente inocente, frente a una dicta-dura solitaria. En consonancia con la pri-mavera cívica de 1983, la resonante pelícu-la dirigida por Miguel Pérez, con guión deLuis Gregorich y producción de EnriqueVanoli, La República perdida, alegó estapureza de la sociedad civil y de su clase diri-gente no conservadora. La integridad delpueblo se proyectaba al pasado a propósitode todos los golpes militares.42 Según lostérminos que el propio Gregorich utilizabaen su texto base, en 1976 las minorías“agresivas y carentes de votos” se habíanimpuesto una vez más sobre los partidos de“las mayorías nacionales”, que al fin decuentas habían encontrado en el radicalis-mo y en el peronismo a “los intérpretes másadecuados de la voluntad nacional”.43 El

reciente estudio de Novaro y Palermo nospermite superar las imágenes dicotómicas,al distinguir una amplia gama de actitudescomplejas y cambiantes a lo largo de los casiocho años que duró el Proceso:

I. El apoyo “propositivo”, entusiasta yduradero de la Iglesia, los partidos conser-vadores provinciales, los medios de comu-nicación apologéticos, buena parte de lasasociaciones empresariales y ejecutivos par-tícipes de la represión en las fábricas. Deun segmento significativo del peronismode gobierno partícipe de la cacería estatalde 1975. De dirigentes territoriales del PJy de la UCR que conformaron un buenporcentaje de los intendentes.

II. El respaldo condicional, oportunista,dosificado y negociador de las figuras másrelevantes de los partidos mayoritarios(UCR, PJ, PI, DC), del PartidoComunista argentino y de buena parte delos medios de comunicación masivos, quecontribuyeron al “espejismo” de acompa-ñamiento. De artistas e intelectuales vincu-lados al “apagón cultural”.

III. El respaldo inicial de buena parte dela clase media, angustiada por el escenarioviolento, que vio en la primera aparicióntelevisiva de la junta militar a “un gobiernode caballeros”.44

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41 Claudio Uriarte, Almirante Cero. Biografía no autorizada de Emilio Eduardo Massera, Planeta, Buenos Aires,1991. 42 Marcos Novaro y Vicente Palermo, ob. cit., p. 519.43 Luis Gregorich, La República perdida. Crónica ilustrada de medio siglo de desencuentro argentino 1930-1983, Sudamericana-Planeta, Buenos Aires, 1983. 44 La expresión pertenece a Jorge Luis Borges.

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IV. El respaldo ocasional y eufórico demillones de argentinos manipulados por lacomunicación, que apelaba al sentimientonacional durante el Mundial 78 yMalvinas.

V. La “pasiva conformidad” de buenaparte de la sociedad, doblemente condicio-nada por lo que Novaro y Palermo deno-minan “el mundo del temor” y el “mundode la seguridad”; mundos superpuestos quepropiciaron las “transacciones mentales”tendientes a “preferir no saber” o a “culpa-bilizar a las víctimas” (“Por algo será”).

VI. La resistencia silenciosa o “periféri-ca” de diversos sectores de la clase obrera,antes y después del hundimiento económi-co de 1981. Las protestas sociales en losbarrios periféricos contra el deterioro de laeconomía a partir de 1980. La resistenciasobre la base de pequeños gestos transgre-sores en espacios del rock nacional, y de loque se ha dado en llamar la “cultura de lascatacumbas”, en referencia a los círculosartísticos e intelectuales que emergieronlentamente a partir del aflojamiento de lacensura en 1979 y 1980.

VII. La resistencia pública de las agru-paciones de derechos humanos, que surgie-ron en los años más duros de la represión yque perdurarían tras la caída del régimen.

VIII. La resistencia clandestina y arma-da de las organizaciones guerrilleras hastaque fueron definitivamente derrotadas. Laresistencia clandestina de las agrupacionesde izquierda desvinculadas de la luchaarmada.

IX. Y sobre el final, el grito social repro-batorio que estalló tras la derrota deMalvinas y que en gran medida fue canali-zado por la Multipartidaria.

Valorización financiera y desindustrialización selectiva

Entre los analistas existe un consensoacerca de que bajo la dictadura se instaló unnuevo modelo de acumulación que se dife-renciaba de los anteriores por sus constan-tes destructivas: desindustrialización selec-tiva, desocupación estructural, descensosocial de las clases subalternas, desguace delpatrimonio estatal, decadencia de las pres-taciones sociales, endeudamiento extremo,fuga de capitales, primacía de las gananciasfinancieras, concentración del ingreso. Lapolémica principal gira en torno de lo quepodríamos denominar “el problema de lasintenciones”. ¿Cuánto de lo que sucediófue deliberado, y cuánto se fue producien-do descontroladamente, contra las inten-ciones de la alianza entre militares y econo-mistas liberales que comandó el golpedesde el comienzo? Los últimos estudiosacerca de la economía bajo la dictadura nospermiten afirmar las siguientes precisionessobre el proyecto y los resultados de la ges-tión de Martínez de Hoz.

1) ¿Existió el plan de volver a laArgentina preindustrial? Una visión insta-lada en el imaginario histórico más exten-dido adjudica a la alianza militar-liberal de1976 la intención de forzar un desmante-

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lamiento de la Argentina industrial con elobjeto de volver al país agrario anterior a1930. Retrotraerlo cuarenta años, restau-rando la supremacía de los negocios agríco-las y potenciando los financieros en desme-dro de los industriales. Según esta interpre-tación, Videla y Martínez de Hoz habríanapuntado al desguace industrial debido aque los herederos de la burguesía terrate-niente no habían encontrado la forma dedominar al proletariado urbano ni los con-flictos de la Argentina industrial.

El punto débil de esta visión es que nocontempla que entre los ganadores de laúltima dictadura habría que contar a lasindustrias más avanzadas del país,45 almismo tiempo que la política de atrasocambiario (dólar barato) de Martínez deHoz no favoreció sostenidamente al agro,pese a la empatía de clase que lo vinculabaal sector. La noción de desindustrializa-ción selectiva se ajusta mejor a los planesde Martínez de Hoz (ex director deAcindar), de los grupos económicos queserían llamados “capitanes de la industria”en los años 80 y de las industrias multina-cionales establecidas en la Argentina. Elobjetivo de largo plazo de estos gruposdominantes no era destruir las fuentes desu ganancia industrial, sino imponerse eneste espacio de la producción. Reducirindiscriminadamente la industria hubieraimplicado la autodestrucción de un sector

de la burguesía perteneciente al “bloquecivil” más encumbrado de la dictadura.

En todo caso, lo que los liberales del 76de algún modo sí se habrían propuesto eravolver al curso industrial planteado por elPlan Pinedo de 1940: un crecimiento basa-do en industrias de bienes exportables quefijara límites a la sustitución de importa-ciones con el objeto de recuperar los mer-cados externos. Es decir, avanzar en indus-trias con ventajas comparativas, y volver almodelo de economía abierta y crecimientohacia afuera. La conducción de la dictadu-ra habría estado dispuesta a desmontar otransformar, apertura económica median-te, todo lo que había crecido a contrapelode esos principios, con el agregado de queesta vez la liberalización de la economíarecompondría la dominación patronal enlas fábricas. Más allá de algunas enuncia-ciones nostálgicas contra el mundo indus-trial y moderno plagado de conflictos, lameta de la conducción política y económi-ca no habría sido otra que disciplinar a lostrabajadores mediante la coacción econó-mica y extraeconómica. Las principalescorporaciones económicas que impulsabanal régimen se parecían mucho menos a unanobleza nostálgica que a una burguesíacapitalista dispuesta a todos los triunfossobre la clase obrera. La reducción delnúmero de obreros ocupados en la econo-mía se concretaría por un proceso selectivo

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45 Las industrias que más crecieron fueron las de bienes intermedios y capital concentrado: celulosa, siderur-gia, aluminio, petroquímica, cemento.

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al cabo del cual decrecerían las industriasde tecnología precaria basadas en la adi-ción del trabajo, al mismo tiempo que sedesarrollarían las industrias de capitalintensivo y mano de obra escasa. El some-timiento del trabajo se lograría combinan-do un ataque represivo y un golpe de gra-cia tecnológico estimulado por la aperturaeconómica. El orden social sería reimpues-to en cada fábrica eliminando los restos decontrol obrero en los ritmos de trabajo. Sefomentaría la dispersión geográfica de lospolos industriales mediante regímenes depromoción impositiva que alentaran eltraslado de las plantas hacia las provinciasmenos pobladas del territorio nacional.

2) ¿Fueron deliberados el giro financie-ro, el endeudamiento masivo y el derrum-be de las industrias sustitutivas? ¿O setrató más bien de una situación descon-trolada que condujo a resultados no bus-cados por la conducción militar y econó-mica?

Un país que recibe una enorme masa decapitales y que, lejos de ampliar su econo-mía, destruye una parte considerable de sucapacidad productiva: en la historia delcapitalismo es difícil encontrar un caso tanpronunciado de valorización financiera ydemolición industrial selectiva.

¿“Plan deliberado” o “desmanejo econó-mico”? Algunos críticos que recorren lagestión en cortos tramos y cotejan cadauna de las medidas con las urgencias delequipo económico y la interpretación ofi-cial, centran las explicaciones del derrum-be en la ineficacia, los condicionamientos,el descontrol y los efectos paradojales quedesataron los instrumentos utilizados.46

Otros, que como Eduardo Basualdo alzanla vista en una perspectiva extendida, atri-buyen los resultados destructivos a un planarticulado en el tiempo, con unidad deacción, que habría contemplado el modoen que, más tarde o más temprano, seríanfavorecidos los grandes grupos con privati-zaciones como las que finalmente se con-cretaron en los años 90.

Así esbozadas, cada postura presenta susatractivos y dificultades. Las tesis basadasen el “error” y en la “ingenuidad liberal” nologran explicar ni la persistencia de laspolíticas que condujeron al quebranto eco-nómico, ni por qué las consecuencias,nocivas para el conjunto social, beneficia-ron casi siempre a los mismos sectores. Latesis basada en la idea de un “plan delibe-rado” enfrenta el desafío de responder dequé manera la conducción política y eco-nómica del régimen pensaba perdurar en elpoder después de un “fracaso” tan rotundo.

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46 Véase, por ejemplo, Juan V. Sourrouille, Bernardo P. Kosacoff y Jorge Lucangeli, Transnacionalización y polí-tica económica en la Argentina, Centro Editor, Buenos Aires, 1985, cap. 2: “La política económica del gobier-no militar”. Otro exponente de esta visión sería Alberto R. Jordán, El Proceso 1976-1983, Emecé, Buenos Aires,1993, pp. 222-223.

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Determinar con precisión qué destruccio-nes fueron deliberadas y cuáles no, aunqueunas y otras beneficiaron a los mismos gru-pos y contribuyeron de todas formas alempobrecimiento de las clases subalternas,es relevante para conocer mejor las caracte-rísticas de los poderes capitalistas de laArgentina, habida cuenta de que inclusootras dictaduras contemporáneas del ConoSur no produjeron destrucciones equiva-lentes de sus economías, y que el enrique-cimiento de sus grupos dominantes deparómayores inversiones industriales.

Novaro y Palermo plantean que, entrelos siguientes cuatro destinos de la econo-mía argentina, “una economía desarrollis-ta y quebrada”, “una economía desarrollis-ta y pujante”, “una economía abierta yquebrada”, “una economía abierta ypujante”, la conducción política y econó-mica del régimen habría preferido la últi-ma opción, aunque el resultado de la ges-tión haya sido claramente “una economíaabierta y quebrada” en la cual sólo sehabrían cumplido los objetivos destructi-vo-disciplinarios.47 Para estos autores losresultados de la política económica sí pue-den ser leídos en términos de “fracaso”.Sencillamente, no eran los resultados quela conducción se había propuesto, sinoderivaciones fallidas que se habían origi-nado en el desmanejo y en las tensionesinternas del régimen. Las improvisacionesque surgían de la necesidad de subsanar las

fricciones internas fueron creando unacompleja cadena de contingencias y reme-dios inconsistentes que acabarían siendoletales para los planes procesistas de conti-nuidad en el poder. El régimen no habríadestruido voluntariamente sus medios deperpetuación; sólo habría fracasado en suintento de compatibilizar las visiones ten-sionadas que pervivían en su seno.

Muy distinta resulta la visión deBasualdo, fundamentada en una miradasistémica del período iniciado en 1976 ylos veinte años posteriores. Conceptuar laúltima dictadura como una “fase prepara-toria” de los 90, lo induce a descubrir eldesarrollo pautado de un modelo de acu-mulación que habría proyectado valorizarel capital financiero, de acuerdo con elplan inaugurado por la conducción cívico-militar del 76. El objetivo consciente deesa conducción habría sido entonces unaeconomía “financista y quebrada”. El decli-ve económico de la Argentina habría sidoprevisto por ella y ejecutado con unidad decriterio a lo largo de los últimos veinticin-co años. Desde el inicio, según esta visión,las metas principales eran: endeudamiento,fuga de capitales, disciplinamiento social ylas privatizaciones que se concretarían enlos años 90, cuando los acreedores internosy externos obligaran a que el Estado res-pondiera con sus activos más valiosos,aceptando los bonos de la deuda al 100 %de su valor nominal.

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47 Novaro y Palermo, ob. cit., p. 339.

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Contraponiendo los enfoques deBasualdo y de Novaro y Palermo, podemosacotar más aún la cuestión por dilucidar a lossiguientes términos: ¿por qué los gruposdominantes del capitalismo argentino opta-ron por una “economía concentrada, finan-cista y quebrada”, y no por “una economíaconcentrada, abierta y pujante”? ¿Era elcamino antiproductivo de las peripeciasfinancieras, el endeudamiento y la fuga decapitales, potencialmente más rentable,cómodo o preferible a los ojos de dicha bur-guesía? En tal caso, ¿cómo lograría recompo-ner su hegemonía sobre la base de resultadosmeramente destructivos para las clases subal-ternas? La pregunta es relevante aun tenien-do en cuenta que no siempre las burguesíasactúan conforme a una estrategia que lo con-templa todo, y que no necesariamente ladominación de una clase sobre otra se edifi-ca mediante construcciones positivas asocia-das a la imagen de progreso nacional. La des-trucción de la economía puede implicarmecanismos extorsivos de sometimientocomo el endeudamiento externo en elmomento de fijar políticas, o el disciplina-miento de los trabajadores por medio de ladesocupación, la hiperinflación y la pauperi-zación general.

A lo largo de sus trabajos Jorge Schvarzerha desarrollado una explicación igualmentealejada del “maquiavelismo” o la “ingenui-dad”.48 Considera que el conjunto de las

decisiones marca una tendencia inequívocadel equipo económico, lo que, sumado a losantecedentes de la experiencia chilena y a lapersistencia de las políticas pese a los resulta-dos negativos, elimina la posibilidad de“ingenuidad” o “error”, sin que ello signifi-que que la política económica haya sido“puramente maquiavélica”. En su opinión,lo que condujo al derrumbe económico de1981-82 fue el resultado de “un proceso detanteos”, avalados por una ideología que ibatolerando los “errores de corto plazo” en lamedida en que no dejaban de propiciaroportunidades de enriquecimiento en el sec-tor financiero. Al mismo tiempo, todo con-tribuía al “camino de cornisa” que asegurabala continuidad de Martínez de Hoz y de suequipo como timoneles de tormenta.

3) ¿En qué puntos fue neoliberal la polí-tica económica de la dictadura?

Durante la gestión de Martínez de Hoz,la política económica no fue el resultado deun plan monolíticamente establecido por lavisión de una conducción atada a un solointerés ni a un solo credo económico. Por elcontrario, sería el resultado de una transac-ción entre diversas posiciones tensionadas:

a. La inclinación neoliberal del equipoeconómico y de los nucleamientos del esta-blishment que promocionaron a Martínez deHoz proclamando privatizaciones, disciplinafiscal y, en definitiva, la “vuelta al mercado”.

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48 Jorge Schvarzer, La política económica de Martínez de Hoz, Hispamérica, Buenos Aires, 1986, pp. 139-142.

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b. El nacionalismo económico y el desa-rrollismo aún vigente en ciertos sectores delas fuerzas armadas reacios a las privatizacio-nes y a toda merma industrial, para quienes,como señalan Novaro y Palermo, la dictadu-ra “desarrollista” de Brasil constituía en estascuestiones un referente más imitable que la“neoliberal” de Chile.49

c. La necesidad política que tenía un auto-ritarismo sin recursos carismáticos de evitarciertos niveles de imagen negativa a causa desu política económica, para lo cual debíamultiplicar las obras públicas exhibiendo efi-cacia y, al mismo tiempo, impedir que eldesempleo fuera muy alto. Sumada a estosrequerimientos que elevarían los gastos delEstado debemos incluir la compra de arma-mentos para satisfacer las ambiciones profe-sionalistas de las fuerzas armadas, en funciónde las empresas belicistas, que, como veremosen el capítulo siguiente, eran vitales para elrégimen de acuerdo con cómo sus conducto-res imaginaron la continuidad en el poder.

Tomando en cuenta su plan antisindical,la apertura económica y la eliminación desubsidios e intervenciones estatales anticícli-cas, el discurso de Martínez de Hoz estuvoinspirado en las ideas hostiles a la economíakeynesiana formuladas por Von Hayek yMilton Friedman. Sin embargo, la dictaduraargentina no alcanzaría a convertirse, des-

pués de Chile, en el segundo experimentointegral de las ideas neoliberales anterior a lallegada de Margaret Thatcher al poder(1979). Distintos fueron los condiciona-mientos que la corporación militar le impu-so a su ministro de Economía, lo cual loapartó de la renaciente ortodoxia.

En primer lugar, la conducción militarera reticente a privatizar las empresas estata-les, punto de partida de cualquier agendaneoliberal-antikeynesiana. El gobierno mili-tar promovería la filtración subterránea de latercerización de actividades rentables, perono concretaría privatizaciones ostensibles. Laconducción encabezada por Videla no esta-ba dispuesta a pagar el costo simbólico quesignificaba la enajenación de los patrimoniosnacionales, ni el costo político de la desocu-pación, que inevitablemente aumentaría conel traspaso de las empresas. Existen testimo-nios que indican que la desocupación preo-cupaba a la conducción del golpe. QueVidela estaba dispuesto a la baja de salariosque el capital concentrado pretendía, perono a la imposición de la “tasa natural dedesempleo” que a puertas cerradas ya propo-nían los seguidores de Thatcher dentro delPartido Conservador inglés. A pesar de quese trataba de una dictadura, para la conduc-ción militar no era sencillo asumir la pérdidapatrimonial, ni ante la sociedad, ni ante las

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49 De 1968 a 1974 la tasa de crecimiento medio de la economía brasileña fue del 10 % y los productos manu-facturados desplazaron al café como principal producto de exportación. Thomas E. Skidmore, Peter Smith,Historia contemporánea de América Latina, Crítica, Barcelona, 1999, p. 199.

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propias fuerzas armadas, dentro de las cualesel pensamiento económico no era homogé-neo, aun cuando los liberales se habían esta-blecido en la cima del Ejército. Las privatiza-ciones chocarían con el matiz nacionalista ydesarrollista que pervivía entre los militares, y

particularmente Videla, cuyo liderazgo noera comparable al que había construidoPinochet en Chile, priorizaba la unidad delfrente militar para evitar fracturas que agrava-ran la competencia por el poder. Mantenerlas empresas en manos del Estado también lepermitía incrementar el botín burocráticopara las tres fuerzas, lo que contribuía al invo-lucramiento total de cada una de ellas.

En segundo término, la corporaciónmilitar tampoco constituía el instrumentomás adecuado para la aplicación de un pro-grama monetarista debido a que, lejos dereducir los gastos deficitarios para desinfla-cionar la economía, necesitaba aumentarlospara rearme y obras públicas. Armas parasatisfacer las inquietudes profesionales de lasFF.AA., y autopistas y represas para jactarsede su eficacia operativa ante la sociedad.Según el Instituto de Estocolmo deInvestigaciones para la Paz, el gasto en arma-mentos de la dictadura argentina entre 1980y 1982 superó los 15.000 millones de dóla-res.50 A estos gastos se sumó el peso deficita-rio de las empresas estatales, que en muchoscasos aumentó por el auge de prebendasdurante la privatización periférica. En estepunto puede establecerse otra diferencia conla política económica implementada enChile, donde el presupuesto estatal procuróreducirse en un 25 %, siguiendo los consejosde Milton Friedman en 1975.51

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Pasaje de Carta abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar,Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.

… 6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta quese aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la polí-tica económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la viejaoligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selec-to de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, lasautomotrices, la U.S. Steel, la Siemens, al que están ligados personal-mente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.Un aumento del 722 % en los precios de la producción animal en 1976define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida porMartínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Ruralexpuesto por su presidente Celedonio Pereda: “Llena de asombro queciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los ali-mentos deben ser baratos”.El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sidoposible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por cien-to, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capi-tal sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dóla-res, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interéspor hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabarcon el “festín de los corruptos”. Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional enmanos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens sepremia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas deexpendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando losaranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y deso-cupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe pre-guntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dóndeestán los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideo-logía que amenaza al ser nacional. Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados nopretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiendelos derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aúncabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las tres armas quemeditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión deganar una guerra que, aun si mataran al último guerrillero, no haría másque empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más deveinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desa-parecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la reve-lación de las atrocidades cometidas. Éstas son las reflexiones que en elprimer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a losmiembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certezade ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiem-po de dar testimonio en momentos difíciles.

50 Horacio Verbitsky, ob. cit., p. 235.51 La reducción del gasto público y las privatizaciones constituyen las principales concreciones por las cualesel caso trasandino sería conceptuado como “modelo puro” en materia de programas neoliberales.

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ISI (1930-1976) VALORIZACIÓN FINANCIERA (1976-¿2001?)

Sectores de INDUSTRIAL: Esfera de importancia en generación de valor FINANCIERA: Esfera de la

estructura económica en la industria sustitutiva apropiación. (generación)

Nivel de Relativamente Desindustrialzación (decreciente)industrialización creciente

Desempleo Bajo 4% Desempleo creciente(Destrucción de puestos de trabajo)

más del 25%Precarización de las

condiciones de trabajo

Endeudamiento Bajo Muy Alto

Distribución del Más equitativa Regresiva ingreso (entre 50/50 y 60/40)2 (80/20 en la actualidad)

Dinámica social Incluyente. Círculo virtuosode crecimiento, Excluyente

ampliación de la demanda

Promblema de Dólares Problemas estructurales:(BDP) crisis de balance Agravamiento

de pagos recurrente

Propiedad de Mayoritariamente local Mayoritariamente extranjeralas empresas

Actores Empate hegemónico Desempate hegemónico (revancha de clase)

52 Véase un desarrollo de esta comparación en Ariel Filadoro, “Los noventa: del éxito al fracaso… ¿de quién?,en Pasados presentes. Política, eoconomía y conflicto social en la historia argentina contemporánea,Dialektik, Buenos Aires, 2006. 53 Porcentajes del ingreso nacional de asalariados y no asalariados.

Cuadro comparativo entre el modelo de acumulación basado en industrias sustitutivas de importaciones y el modelo de la valorización financiera.

Confeccionao por Ariel filadoro.52

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En la primera escena de Tiempo de revan-cha queda presentada buena parte del “blo-que de poder” que dominó en la dictadurajunto a las instituciones militares: el edificiocorporativo en Retiro, la bandera nacional yla faz religiosa. Así comienza una ficciónmuy intensa, cargada de referencias sobre “lomacro” y “lo micro”, los alcances represivosy la vida cotidiana bajo la dictadura a travésde la historia de Bengoa y su exilio interno.

La primera conversación de Bengoa conel gerente de Tulsaco permite percibir losmecanismos sutiles de dominación quecomplementaron la embestida represiva. Elgerente se da cuenta de que Bengoa fue sin-dicalista, y aunque éste se muestra amoldado(“La política es para los políticos”), le hacepreguntas para ver cuánto se autohumilla.“Cinco años sin trabajar”, le reitera, y estátodo dicho: era evidente que Bengoa habíatenido un problema a partir del año emble-mático: 1976. La conversación cínica sobrela dictadura nos introduce a mecanismossubrepticios de comunicación que el régi-men desarrolló en forma paralela a las decla-raciones oficiales. Para Ricardo Piglia existióen esos años un segundo plano de la comu-nicación que copiaba la estructura del relatodel terror: el “decir todo y no decir nada”.54

Los servicios habrían manejado modos deintimidar en clave. Los carteles “Zona de

detención” que reemplazaron las viejas para-das de colectivos son un ejemplo de lacomunicación elíptica. Otro ejemplo dedoble sentido implícito era el eslogan “Elsilencio es salud”, que el intendente OsvaldoCacciatore exhibió en el obelisco porteñocon el supuesto propósito de disminuir eluso de las bocinas de los automóviles. Si semira atentamente la luneta trasera del taxi enque viajan Bengoa y su abogado Larsen,podrá verse una calcomanía de esta campa-ña, mediante la cual el Estado sugería el “note metás”. De igual modo, el lenguaje delgerente (Ranni) está cargado de amenazasque no se expresan.

El encuentro entre Bengoa y su padre,anarquista y encuadernador, nos habla de laresignación, y de los argumentos más comu-nes para autoexcusarse y sobrevivir en el exi-lio interior. “Fui al frente y me dejaron solo”nos remite a las transacciones mentales queNovaro y Palermo examinan cuidadosamen-te en su trabajo.55 Para analizar este puntodel retiro a la esfera privada son excelenteslos trabajos de Guillermo O’ Donnell.56

Para este autor el repliegue al mundo priva-do habría comenzado dos años antes delgolpe. Los ciclos de oscilación entre la parti-cipación en los asuntos públicos y el retrai-miento a la esfera privada individual descu-biertos por Albert Hirschman serían aplica-

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54 Ricardo Piglia, Crítica y ficción, Seix Barral, Buenos Aires, 2000, pp. 44, 113-116 y 212. 55 Novaro y Palermo, ob. cit., véase el apartado “Seguridad y temor: la vida cotidiana en los primeros añosdel Proceso”, pp. 123-149.56 Guillermo O'Donnell, Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Paidós,Buenos Aires, 1997, cap. 5.

Tiempo de revancha: el exilio interno y la resistencia del hombre solo

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bles al caso argentino. El desgaste y la sensa-ción de paradoja de la acción que generó laviolencia caótica habrían llevado a quemuchos militantes sociales emprendieran laretirada. A esto se sumó la clausura impues-ta por el régimen, que no sólo descansaba enmétodos represivos sino también económi-cos, en la medida en que “la vuelta al merca-do” reforzaba el individualismo como instin-to de supervivencia.57 Como le sucedía aBengoa, las obligaciones familiares fuerontambién determinantes al desaparecer el sin-dicato que permitía compatibilizar la subsis-tencia y la militancia.

Tiempo de revancha, tiempo de des-hielo

Como habíamos dicho, la película es ensí misma un exponente del “deshielo” cultu-ral y del florecimiento de voces críticas quecomenzó a partir de 1980, y que en 1981 elrégimen ya no podía controlar. El silenciototalitario fronteras adentro de la Argentinalo habían roto antes los organismos de dere-chos humanos, en especial las Madres dePlaza de Mayo. Pero habían sido voces soli-tarias, fácilmente aisladas de la sociedad porlos medios de comunicación y la euforiacolectiva que desataron los triunfos futbolís-ticos de 1978 y 1979. En cambio, a partir de1980 cobró solidez un proceso de tanteos y

avances cautelosos de voces solidarizadas. Sólo en el contexto del año 81, atravesa-

do por críticas y denuncias multiplicadas,puede explicarse que Tiempo de revancha nohaya sido censurada. El Ford Falcon quearroja un cadáver cerca de la autopista era unmodo demasiado evidente de referirse a losgrupos de tareas. “Si tenés suerte te pegan untiro en la nuca”: ¿cómo no interpretarlocomo una mención del mundo de torturaque había desplegado el régimen militar?

En declaraciones periodísticas, AdolfoAristarain ha revelado la “trampa narrativa”que empleó para sortear la censura: ladenuncia está esparcida en toda la trama deTiempo de revancha. Si cortaban algo, la his-toria no perdía el sentido. En todo caso, elrégimen debía prohibirla toda asumiendo elcosto que evidentemente eso tendría en1981, cuando de algún modo la dictaduraintentaba mejorar su imagen. A su vez, lapelícula se protegía en actores conocidos:Federico Luppi, Haydée Padilla, UlisesDumont, Julio de Grazia y Rodolfo Ranni.Y en el plano más literal, la historia no cul-paba directamente al Estado por los críme-nes de la corporación Ventura, sino que setrataba de una corrupción privada. Nisiquiera la policía estaba al tanto de los tejesy manejes. La única gorra que aparece en elfilme es la de un guardia de tren. Cada vezque hay alguna mención de la fuerza públi-

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57 Oscar Oszlak, “Privatización autoritaria y recreación de la escena pública”, en Crisis y transformación delos regímenes autoritarios, I. Cherensky (compilador), Eudeba, Buenos Aires, 1985, pp. 36-40.

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ca es positiva. El juez es imparcial en el jui-cio y de hecho le da la razón a Bengoa. Escierto que, en un plano menos literal, la cor-poración de don Guido Ventura representa-ba de alguna manera la política económicaimplementada desde el Estado, pero esto noestá afirmado explícitamente.

Dejando de lado estos escudos contra lacensura, ¿es posible especular con que los“ojos del régimen”, desde sus desvelos de1981, no hubieran captado del todo ladenuncia que el filme “escondía” en unsegundo plano? Evidentemente no. Sinembargo, ¿qué lectura menos desfavorable ala imagen de la dictadura podrían haberhecho los funcionarios del ente censor?

En tren absolutamente especulativo, unainterpretación de los censores pudo haberconsistido en reducir la historia de Tiempode revancha a la de dos sindicalistas estafado-res, Di Toro y Bengoa, que junto al abogadoLarsen conformaban un trío de típicos chan-tas argentinos. La variante cultural argenti-na: el embustero victimizado que busca darel batacazo para salvarse de por vida.

También es factible que, dado el viraje enel discurso de los militares en 1981, el régi-men quisiera demostrar que en la Argentinaya no había censura. Esta licencia era quizáun ejemplo de la apertura al diálogo, del“intercambio de pareceres” que el generalViola había anunciado en su discurso deasunción presidencial. De algún modo, lapelícula planteaba el mismo problema quetenían los militares en 1981. ¿Qué hacer con

la vanguardia de izquierda que había sobre-vivido a los primeros años de la dictadura? Sino había sido posible eliminarlos a todosentre 1976 y 1978, menos lo era en 1981.¿Qué hacer con los familiares de los desapa-recidos una vez fracasado el intento de ate-rrorizarlos mediante la infiltración y el asesi-nato? ¿Qué hacer finalmente con el deshieloy el coro de voces críticas que amenazabacon extenderse? Lo que la empresa Tulsacointenta con Bengoa, “limpiarle su pasado” acambio de colaboración, es lo que los milita-res hubieran querido hacer en 1981.Colateralmente Tiempo de revancha plantea-ba una reintegración sobre la base del silen-cio que encajaba con los ensayos de Violatendientes a un régimen más blando dereconciliación nacional.

Tulsaco y la valorización financiera

La empresa es claramente el mascarón deun grupo económico local volcado a la espe-culación financiera. El mecanismo de ganan-cia que planeaba no era otro que la “bicicle-ta financiera”, el más elemental manejo espe-culativo propio del nuevo modelo de acu-mulación basado en la valorización financie-ra. La empresa accedía a un crédito en elexterior, lo que en ese momento de granliquidez internacional no era difícil de con-seguir teniendo bienes para ofrecer comogarantía. Tan rápido eran otorgados esos cré-ditos provenientes de la banca mundial quefueron denominados “créditos jumbo”. Los

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bancos del capitalismo central estaban satu-rados de dólares debido a los depósitos de lasburguesías árabes (petrodólares) y a unacuantiosa acumulación financiera del propiocapitalismo central derivada de la larga ondaexpansiva entre 1950-1973. En este casoTulsaco simulaba una inversión productivade gran importancia y rentabilidad: proveerde cobre a todo el país, lo que facilitaría aúnmás la obtención del crédito. Una vez recibi-do el dinero, Tulsaco no lo invertía en laexplotación minera, sino que mientras simu-laba hacerlo utilizaba el crédito para especu-lar en la bicicleta financiera. Más concreta-mente, convertía el préstamo recibido endólares en pesos argentinos para depositarlosen alguno de los tantos bancos locales queofrecían tasas de interés muy superiores a lainflación local y al interés del crédito contra-ído en el extranjero. La “tablita” y la garantíaestatal de los depósitos le aseguraban a laempresa que no sería perjudicada por una

devaluación, ni por una eventual quiebra delbanco local que Tulsaco eligiera para deposi-tar el dinero. En síntesis, los reasegurosindispensables para que la especulación salie-ra bien eran los siguientes:

1) Las tasas de interés extraordinariamen-te positivas y superiores a las externas.

2) La garantía estatal de los depósitosbancarios ante la quiebra de un banco local.

3) La “tablita” oficial, que garantizabacuál iba a ser la cotización del peso con res-pecto al dólar, lo que disipaba el temor deuna devaluación abrupta.

Cuando se estrenó Tiempo de revancha,en julio de 1981, ya había colapsado el siste-ma de la tablita y el dólar barato. A lo largode la corta presidencia de Viola, la devalua-ción llegaría al 500 %. Es probable que ladictadura haya querido ver en el filme unaversión no del todo desfavorable para ella encuanto a los mecanismos de especulaciónestimulados por la gestión de Martínez deHoz entre 1976 y 1980. Los militares inten-taban despegarse del desastre económicoacusando a las corporaciones privadas y a lacartera económica.

Otro aspecto de la economía reflejado enla película se relaciona con los artefactos inú-tiles que encantaron a la clase media argenti-na a modo de espejitos de colores. La calcu-ladora parlante es un buen ejemplo del tipode mercancías de Hong Kong o Taiwán quellegaron al país debido a la apertura econó-mica y el dólar barato.

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Glosario de la especulación

Desregulación financiera. La reforma de 1977 consistió en: 1) liberar lastasas de interés, que en lo sucesivo serían reguladas por la oferta y lademanda de créditos; 2) disminuir las exigencias estatales a las entida-des financieras, lo que llevó a su multiplicación; 3) mayor permisividada la entrada y salida de capitales de la Argentina. El equipo económicosostenía que así terminaría de configurarse un circuito lo suficientemen-te fluido como para atraer la liquidez mundial y facilitar el crédito,mediante el cual la industria se equiparía con el fin de afrontar la com-petencia de productos importados.

Tasas de interés positivas. En el corto y mediano plazo, la multiplicaciónde entidades financieras y la masiva toma de crédito por parte delEstado dieron lugar a tasas de interés extraordinariamente positivas, esdecir, muy superiores a la inflación y a las tasas de los bancos interna-cionales. Estas tasas ofrecidas por bancos locales poco confiables atra-jeron de todos modos a los capitales especulativos una vez que elEstado argentino dio la señal de que él mismo devolvería los depósitosen el caso de que las entidades financieras quebraran.

Garantía estatal de los depósitos bancarios. Se instaló como expectati-va luego de la liquidación del Banco de Intercambio Regional en marzode 1980, cuando, ante el peligro de que se extendiera la corrida banca-ria, el Estado terminó por garantizar la devolución del 100 % de los depó-sitos a los 350.000 ahorristas del BIR.

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Actividades

1. Proponemos analizar los elementos comunes y diferen-ciales que pueden establecerse entre el modelo econó-mico durante la última dictadura y ejercicios democráti-cos posteriores.

La actividad está orientada a determinar las constanteseconómicas y sociales propias del modelo de acumula-ción basado en la valorización financiera, pero tambiénlos diferentes mecanismos políticos con que se imple-mentó el modelo en cada fase, atendiendo a las dife-rentes circunstancias nacionales y mundiales. Seríainteresante evocar o buscar publicidades que den cuen-ta de la política económica de cada una de las dos épo-cas.

2. Pensar una actividad a través de la cual los alumnospuedan comprender el mecanismo especulativo conoci-do como “bicicleta financiera”. Dicha actividad, ade-más, debería permitirles reflexionar sobre las conse-cuencias y costos que produjo este mecanismo en lasociedad.

Por ejemplo, podría plantearse el siguiente ejercicio: repro-ducir el mecanismo especulativo que Tulsaco planeabasobre la base de los siguientes valores ficticios:

–Crédito “jumbo” conseguido: 10.000.000 de dólares.–Interés anual a pagar por el crédito al banco extranjero:

10 %.–Tasa de interés anual percibida por Tulsaco al colocar los

10.000.000 de dólares convertidos en pesos en unbanco local: 50 %.

–Devaluación anual de la moneda argentina anticipada yasegurada por la tablita: 10 %.

Preguntas: a) ¿A cuánto asciende la ganancia financiera de Tulsaco al

cabo de un año, suponiendo que se vea obligada adevolver el crédito al banco extranjero?

10.000.000 dólares (crédito “jumbo”)+ 5.000.000 de dólares (por tasa de interés local de 50%

anual)=15.000.000 de dólares-1.500.000 dólares (pérdida por devaluación del peso

frente al dólar a lo largo del año)-11.000.000 de dólares (devolución de crédito al extranje-

ro, capital e interés de 10 % anual)=2.500.000 dólares (ganancia final) b) ¿A cuánto asciende la ganancia financiera de Tulsaco al

cabo de un año, si decide no devolver el crédito albanco extranjero y asume la quiebra de la empresaminera semifantasma?

10.000.000 dólares (crédito “jumbo”) + 5.000.000 (portasa de interés local de 50 %)

=15.000.000 de dólares-1.500.000 dólares (pérdida por devaluación del peso

frente al dólar)=13.500.000 dólares (ganancia final, a la que habría

que descontar el valor de los activos empeñados comogarantía, pero como se trata de una empresa semifan-tasma no serían de gran valor)

c) ¿A cuánto ascendería la ganancia financiera deTulsaco si el Estado se hiciera cargo de la deuda priva-da de la empresa con el banco extranjero?

Lo mismo que en el caso b) pero sin la pérdida de losactivos ofrecidos de garantía para lograr el crédito “jumbo”.

d) ¿Quién pagaría en definitiva la fiesta especulativa?Al endeudarse el Estado, ¿sobre qué sectores de lacomunidad recaerían los costos en el mediano y largoplazo?

3. Elegir otra película representativa del período y pensarcómo podría ser trabajada con los alumnos teniendo encuenta los ejes de análisis propuestos en el capítulo.

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Introducción

Si la guerra de Malvinas fue la “fugahacia adelante” de una dictadura arrinco-nada por sus fracasos, la posguerra puedeser figurada como una “evasión hacia elsilencio” de la sociedad que no supo cómoelaborar el dolor y el sentimiento de culpaque le generó haber apoyado masivamentela reconquista militar. ¿Qué lugar conce-derle en su universo simbólico a una gue-rra tan extraña? ¿Cómo descomponer laspartes del hecho histórico para ubicarlasentre lo puro y lo impuro, lo bueno y lomalo, lo justo y lo injusto, lo falso y lo ver-dadero? El abandono público de una causaque tanta pasión había despertado puso enevidencia que la elaboración social de laexperiencia de la guerra estaba cargada dedificultades, porque se trataba de una gue-rra mediada por circunstancias aniquilado-ras del sentido: la imprevisión militar, quede la noche a la mañana había instaladouna guerra imposible de ganar; la irracio-nalidad transmitida desde los cuarteles a lasociedad toda, que respondió eufóricamen-te, empujando con su aliento moral a lossoldados argentinos.

Locos de la bandera es un intento de losfamiliares de caídos en Malvinas por dotarde sentido a esa experiencia contra la idea de

una “guerra absurda”, “el delirio de unborracho”. No dispuestos a aceptar que lamuerte de 649 compatriotas y el sacrificiode muchos miles hayan tenido tan pocosentido como ése, los familiares y veteranosde guerra no reniegan de la importancia his-tórica de la reconquista territorial, ni delsentimiento patriótico del primer 2 de abril,cuya importancia para ellos debería trascen-der las especulaciones de la dictadura.

A diferencia del genocidio que la dicta-dura ejecutó clandestinamente, de espaldasa la sociedad, Malvinas se transformó enuna “empresa colectiva” cuyo fracaso susci-tó mayor culpa y negación en los millonesde argentinos que la habían acompañado.No se trataría de una negación frontal,explícita, sino de una escapatoria con laforma del silencio y la desatención. Lasorganizaciones de veteranos de guerra esti-man que al día de hoy el “olvido de pos-guerra” pudo haber causado más muertesque la guerra misma, en la medida en quebuena parte de los suicidios se habríandebido no sólo al trauma bélico sino aldesasosiego posbélico, en la soledad delregreso. 58

En este capítulo abordaremos los aspec-tos más analizados acerca de la guerra delas Malvinas: sus causas y las dificultadesposteriores de la sociedad para otorgarle un

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58 No se contabilizan en este cálculo los 323 soldados muertos en el hundimiento del Crucero “GeneralBelgrano”. El número de soldados argentinos que se suicidaron en la posguerra se estima en una cifra cerca-na a 350. La proporción entre suicidios y bajas en guerra fue también de uno a uno entre los ex combatientesingleses. La cifra de soldados ingleses caídos en combate, alrededor de 250, habría sido igualada por los sui-cidios de posguerra a pesar del triunfo.

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Guerra y posguerra de las Malvinas

Locos de la bandera, 2004

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lugar a esa experiencia. Afrontaremos ladoble cuestión partiendo de la hipótesis deque ambos puntos, las causas de una “gue-rra imposible” y la “evasiva posterior” delconjunto social, están relacionados porligaduras no del todo perceptibles. En pri-mer lugar emprenderemos el análisis de losdiversos móviles que empujaron a la dicta-dura a un lance belicista de este calibre. Elensayo histórico-periodístico de HoracioVerbitsky sigue siendo en este punto degran ayuda para recomponer una dinámicade desarrollo que comienza en el genocidioy culmina en Malvinas.59

En segundo lugar, abordaremos el pro-blema de la memoria en torno de la gue-rra. Locos de la bandera, en diálogo conotros testimonios fílmicos de la guerra y laposguerra, nos permitirá acceder a dosprincipales líneas de memoria tensionadasentre sí.60 Una sustentada en la denunciade la “guerra imposible”, “absurda”, domi-nada por el engaño, el maltrato a los cons-criptos y la imprevisión de los militaresargentinos. Otra orientada a honrar lacausa nacional por la cual los caídos die-ron sus vidas por encima de todo. Paraanalizar estas vertientes de la memoria y elbagaje de representaciones que subyacen a

Malvinas, nos apoyaremos en los trabajospioneros de Rosana Guber y FedericoLorenz, publicados recientemente.61 Estosautores nos ofrecen un extenso mapa delas representaciones y contextos políticosque influyeron en el modo de pensar lacausa nacional de Malvinas. Los usos de“Malvinas”, anteriores y posteriores a laguerra, así como un análisis de las contra-dicciones latentes en los diversos modosde recordar la experiencia bélica. El relati-vo silencio en torno de la guerra es paraellos un síntoma de las dificultades socia-les para pensar un hecho histórico en elque todo parece mezclarse y generar unavariedad de sentimientos y pensamientoscontradictorios. La abundante recopila-ción de testimonios llevada a cabo porGuber y Lorenz en sus respectivos trabajosnos permitirá tomar nota de aquello queobstaculiza la elaboración de un episodiotan doloroso y cargado de contradiccio-nes. La guerra de las Malvinas, como todohecho histórico, fue vivida y observadadesde circunstancias sociales, geográficas eideológicas muy disímiles que, con elcorrer del tiempo, dialogarían de distintomodo con los sucesos políticos de la pos-dictadura.

59 Horacio Verbitsky, ob. cit.60 Como Los chicos de la guerra (1984) e Iluminados por el fuego (2005).61 Rosana Guber, ¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda, Fondo de Cultura Económica,Buenos Aires, 2001; y De chicos a veteranos. Memorias argentinas de la guerra de Malvinas, EditorialAntropofagia, Buenos Aires, 2004. Federico Lorenz, Las guerras por Malvinas, Edhasa, Buenos Aires, 2006.

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En retrospectiva, todos los caminos ylos fracasos de la última dictadura condu-jeron a una apuesta tan riesgosa como lareconquista militar de las islas Malvinas.Un lance sujeto a la delgada posibilidad deque Inglaterra no iba a responder militar-mente o que, si se decidía a hacerlo,EE.UU. se lo iba a impedir. Estas ilusiones,que desestimaban la historia del siglo XX yla de las guerras, hoy nos muestran hastaqué punto la más planificada de las dicta-duras que hubo en la Argentina acabaríapor convertirse en la experiencia de podermás improvisada. A medida que el régimenacumuló fracasos en su compleja interac-ción con los poderes mundiales, con lasociedad argentina y dentro de sus propiasfilas, dada la competencia de poder, la ima-ginación política apostó a convocatoriasmás lanzadas y megalómanas. El compo-nente ilusorio de esta imaginación políticacreció sobre un terreno que no era nuevopara la última dictadura. Las ilusiones deperpetuación que los militares elucubraroneran parte de un recurso que el régimenvenía ensayando desde el comienzo. Enmás de un sentido Malvinas fue la últimaestación de un camino largamente transita-do por el régimen militar. No se trató de laprimera convocatoria nacional confronta-tiva contra un enemigo proyectado desdeel poder a la sociedad toda. La dictadura yale había presentado enemigos a la sociedaden repetidas oportunidades. Lo había

hecho en la llamada “lucha antisubversiva”;luego, al convocar a los argentinos contrala supuesta “campaña antiargentina”, ytambién, en el llamamiento belicista con-tra Chile. Fueron convocatorias a “empre-sas nacionales”, colectivas, belicistas y exal-tadas, que apelaron a la unión sagrada delos argentinos en un clima triunfalista y deadulación paradójica del régimen al “pue-blo argentino” sujetado y conducido.Desde marzo del 76 hasta Malvinas y laretirada del 83, el Proceso fue un “bloque”atravesado por una compleja dinámica dedesarrollo en la que los primeros hechosfueron forjando impulsos que conduciríana los últimos. Malvinas, la última iniciati-va de gran escala que emprendió la dicta-dura, sólo puede explicarse tomando encuenta la interacción de episodios que con-forman la serie, desde los crímenes inicia-les a partir de los cuales se puso en marchauna progresiva fuga hacia adelante.

El último régimen militar buscó pro-longarse en el poder con medios que lasdictaduras anteriores de la Argentina nohabían concebido. No sólo se distinguió deellas por haber llevado a cabo una matanzaadministrada, ni por haber elaboradosuplicios desconocidos, ni por haber con-templado una desindustrialización selecti-va. Otra de las particularidades que distin-gue a la última dictadura de las anterioresy de sus contemporáneas del Cono Sur,consiste en que consecutivamente propuso

El largo camino a la guerra de las Malvinas: las convocatorias nacionales de la última dictadura

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una empresa belicista o confrontativa, deconvocatoria nacional, contra un enemigopor ella construido y transmitido a laNación toda.

Como los anteriores golpes militares de laArgentina, a excepción del golpe de 1955, elprimer enemigo contra el cual el régimenorganizó su llamamiento nacional fue lo quedenominaba la subversión internacional.Supuestamente “atea y apátrida”, era presen-tada como un enemigo de la Nación quedebía ser aniquilado por la acción conjuntadel Estado y la sociedad. En su discursoinaugural Videla ofreció “un puesto de luchapara cada ciudadano”. Como ha dichoGuillermo O’Donnell, la propaganda insta-ba a que la sociedad se “patrullara a símisma”.

Más tarde, cuando las organizacionesrevolucionarias habían sido derrotadas y laprotesta social en buena medida desactivada,el régimen encontró un segundo enemigo enun lugar inesperado. El fallo del laudo arbi-tral inglés por el conflicto limítrofe en tornode las islas del Beagle le ofreció a la dictadu-ra argentina un nuevo enemigo contra elcual volver a convocar. La guerra con Chileno llegaría a concretarse pero, a través deconsignas y preparativos, el régimen instru-mentó la inminencia de la guerra en distin-tos momentos de 1977 y 1978, para recrearcondiciones de emergencia y movilizaciónde la sociedad. Hubo apagones y adiestra-miento de la población para la guerra, movi-lización de tropas y desarrollo de un climabélico. Videla no quería una guerra con la

vecina dictadura aliada a la suya en la luchaanticomunista, pero la Marina de Massera ylos cuerpos del Ejército al servicio de losgenerales llamados “duros” estuvieron a unpaso de imponerla en su intento por escalarposiciones. Es probable que algunos milita-res belicistas no fueran del todo conscientesdel recurso de poder personal y corporativoal que estaban apelando. Que incluso creye-ran apasionadamente en la declarada custo-dia de la soberanía amenazada, pero existenevidencias de que los máximos impulsoresde la invasión argentina concebían la guerracomo una forma de proyectar su liderazgoen el cuerpo de generales del Ejército, lo queno quita que ellos mismos estuvieran domi-nados por la pasión nacionalista.

Al mismo tiempo y avanzando hacia1979 y 1980, fueron proclamados enemi-gos nacionales quienes promovían lasupuesta “campaña antiargentina”: familia-res de desaparecidos y exiliados que denun-ciaban el genocidio desde el exterior, juga-dores de selecciones extranjeras que se habí-an interesado por las Madres de Plaza deMayo durante el Mundial 78, o los inspec-tores de la comisión de la OEA que arriba-ría al país en 1979. Los mundiales de fútbolde 1978 y 1979 fueron convertidos enempresas nacionales dirigidas contra esterenovado enemigo. El régimen dio a los fes-tejos el sentido de un reencuentro nacionalque por primera vez en la historia creabamultitudes unánimes, íntegramente nacio-nales, sin descontentos ni mezquindadespartidarias.

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Y por último, la reconquista de Malvinas,una causa lo suficientemente instalada en lossentimientos nacionales como para que alrégimen no le fuera dificultoso volver a con-vocar a los argentinos, aun cuando en el año82 ya se habían derrumbado las ilusiones deun relanzamiento económico del país.Tampoco sería difícil que la sociedad viera alos usurpadores ingleses como un enemigohistórico.62

Desde el comienzo mismo de la centrali-zación del Estado argentino por sobre lospoderes provinciales, el sentimiento nacionalhabía sido instrumentado en la lucha políti-ca. Sin embargo, las sucesivas apelaciones ala “causa patriótica” nunca habían llevado alenfrentamiento con otra nación, a no ser enel marco de la situación más frágil que habíaconocido el Estado en su período de forma-ción moderna.63 En cuanto a la construc-ción de “enemigos nacionales” en función dela permanencia en el poder, lo novedosodurante la última dictadura no fue su llama-miento contra la “insurgencia revoluciona-ria” ya demonizada por los golpes militaresde 1930, 1943 y 1966. Lo singular en elpunto de congregar un “nosotros nacional”en un marco de enfrentamiento lo constitu-yen las guerras planteadas contra otras nacio-nes. Primero Chile y luego Inglaterra, dospaíses que, lejos de encarnar contrafigurasideológicas como la “subversión marxista”,

constituían los modelos más cercanos de ladictadura argentina en lo que refiere a anti-comunismo dictatorial en el primer caso,neoconservadurismo en el segundo y neoli-beralismo en los dos casos.

Las dictaduras son marcadamente máspropicias a entablar guerras que las demo-cracias, porque las necesitan más que aqué-llas para aplazar sus problemas, unificandoel frente interno al invocar la “unión sagra-da”. A lo largo de los siglos XIX y XX resul-ta difícil encontrar enfrentamientos bélicosentre dos naciones relativamente democrá-ticas. Sin embargo, no todas las dictadurasnecesitan de este recurso, y de hecho en laArgentina ninguno de los regímenes mili-tares anteriores había llevado al país a unaguerra, ni había estado cerca de hacerlo. Lanecesidad de presentar en todo momentoun enemigo nacional frente al cual urgía lareacción conjunta debió ser muy fuerte eneste caso, porque el último régimen militarrara vez se privó de este recurso y estuvodispuesto a renovar sus enemigos en todomomento. Los impulsos que llevaron alrégimen a mantener el movimiento sin dis-continuar la convocatoria fueron diversos yno siempre evidentes. En la inspección deeste costado del Proceso veremos que enbuena medida la dictadura “más totalita-ria” de la Argentina es susceptible de seriluminada por algunos descubrimientos de

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62 El sentimiento contra la usurpación estaba más instalado en la sociedad que en las fuerzas armadas. Laprincipal fuerza promotora de la reconquista militar, la Marina de guerra, tenía históricas vinculaciones ideo-lógicas y profesionales con la armada inglesa.63 Nos referimos a la guerra del Paraguay, iniciada durante la presidencia de Mitre.

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Hannah Arendt sobre los totalitarismoseuropeos, respecto de los cuales el casolocal presenta elementos comunes y otrossustancialmente disímiles, incomparables.

Regímenes de excepción, aplazamien-to del tiempo democrático

Los regímenes autoritarios en generalnecesitan justificar su permanencia en elpoder aduciendo la existencia de grandesamenazas a la nación. Cuando esos enemi-gos se extinguen requieren encontrar otrospara prorrogar su poder de facto en lamedida en que se asumen como regímenesde excepción. En cierto modo, las dictadu-ras contemporáneas al reinado del princi-pio de legitimidad que había comenzado aimponerse con la Revolución Francesa y lasrevoluciones democráticas del siglo XIX sesintieron obligadas a dar explicaciones yjustificar su razón de ser “excepcional”.Nunca volverían a presentarse como des-potismos “sin culpa”, asumidos como tales,autoafirmados en la fuerza represiva, en latradición o en la voluntad divina, como ladictadura zarista negadora de laRevolución Francesa. Los historiadoreshan reparado en que incluso en laAlemania nazi, donde el principio de lide-

razgo natural del Führer sobre “las masascon instinto de rebaño” constituía el basa-mento implícito de la forma política,Hitler gobernó por medio de una legisla-ción de excepción como la Ley de PlenosPoderes, que fue prorrogando sucesiva-mente.64 Jamás derogó la Constitución deWeimar aunque era evidente que nuncavolvería a tenerla en cuenta.

Una justificación equivalente fue soste-nida por la dictadura argentina, que una yotra vez renovó el escenario de los “tiemposde emergencia”, en los que era necesariodejar de lado las disidencias internas. Desdeel comienzo, el régimen proclamaba que la“democracia” era el sistema legítimo, natu-ral, al que deseaba arribar una vez cumpli-dos los objetivos de la “reorganización”. Eldiscurso de la dictadura estaba habitadopor el contradiscurso, es decir que la demo-cracia quedaba salvaguardada como idealen las palabras, siguiendo la tradición de lasproclamas militares a partir de 1955. Pero,para que el retorno de las elecciones se con-cretara, no sólo debían cumplirse los obje-tivos declarados en torno de la “reorganiza-ción nacional”. El plazo se extendería todolo que demandaran las empresas naciona-les. Aunque se trataba de una dictadura quedominaba el escenario político con su des-

64 Karl Bracher, La dictadura alemana, Alianza, Madrid, 1995; véase el cap. 4: “La marcha al poder”.

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pliegue represivo, para ella también habíaun “tiempo de descuento” que sin dudacomenzaría a correr más rápido luego delhundimiento económico de 1981.

Las consideraciones de Arendt sobre elhorror a la quietud y la necesidad de movi-miento que experimentan los regímenestotalitarios son en buena medida aplicablesa la última dictadura de la Argentina. Loque la pensadora alemana llamaba “la para-doja del totalitarismo en el poder” consistíaen que para estos regímenes llegar al podersignifica “un enfrentamiento directo con larealidad”, “una preocupación constante”que lo impele a no detener el movimiento.65

De ahí, explicaba ella, “la manía al desplaza-miento perpetuo de los totalitarismos quesólo pueden hallarse en el poder mientrasestén en marcha y pongan en movimiento atodo lo que haya en torno de ellos”.66

Una presión de similares característicaspesaba sobre la dictadura argentina. Enrigor, la sensación de “tiempo de descuento”se había activado para ella desde el primerdía en el poder. A diferencia de los fascismosclásicos, el Proceso carecía de una etapa“utópico-movimientista” centrada en pro-mesas anticapitalistas a las clases subalternasque no iba a poder cumplir. Sin embargo, el

cemento ideológico que cohesionaba a lacorporación militar no estaba exento deideas y nociones nacionalistas-popularesque amenazaban con bloquear la refunda-ción neoliberal que sustentaban Videla yMartínez de Hoz. Las tensiones internas dela dictadura también se veían aplazadas conlos llamamientos mencionados; el propiofrente militar suspendía así las diferenciasideológicas o meramente facciosas.

Acercamiento a la sociedad

Toda dictadura, por más feroz que sea,requiere provocar imágenes de consensopara luego transmitirlas. La apelación a lonacional permitía al régimen construir laimagen de una nación unida: “No te borrésque te necesitamos”, “25 millones de argen-tinos jugaremos el Mundial”, “Unidos esmás fácil”, rezaban las consignas en uno yotro momento. Esto era vital para un régi-men que había descartado por igual los“plebiscitos del sí” y el corporativismo alque habían apelado las dictaduras de 1930,1943 y 1966, aunque más no fuera paramontar una ficción de comunicación con lasociedad, sustituta del sistema electoralclausurado. El régimen militar que nos

65 Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Planeta-Agostini, Buenos Aires, Barcelona, 1994, vol. 2, p.482.66 Ibíd., p. 386.

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ocupa carecía también de recursos carismá-ticos para ensayar una salida bonapartis-ta.67 De manera que, habiendo atomizadoa la sociedad –destruyendo asociaciones debase y apelando al accionar del mercado–,ahora debía reunir a esos mismos indivi-duos en otro tipo de convocatoria: en reen-cuentros colectivos prefigurados por su vozrectora.68 El régimen terminó de descubrirel mecanismo durante el Mundial 78; enun contexto de exaltación triunfalista eraposible dirigirse a una multitud modeladapor discursos adulatorios sin que el almacolectiva notara la contradicción que exis-tía entre esos elogios y el cercenamiento delderecho a voto.

Para los militares argentinos el pueblose convertía en merecedor de los mejoreselogios sólo cuando se encontraba encarri-lado en las empresas nacionales que propo-nían y comandaban sus autoridades. Enestos casos, el discurso oficial no teníareparos en imaginarlo maduro y responsa-ble, y en olvidar la minoridad por la cual“las urnas estaban bien guardadas”.

La fiesta de todos (1978), película encar-gada por el régimen al director SergioRenán, es un revelador documento depropaganda oficial donde puede apreciar-se el modo en que el régimen interpelabaa los argentinos en estas convocatoriasnacionales, dirigiéndose a un interlocutor

infantil, masificado. El relator habla de un“pueblo maduro, de pantalones largos”, loque en la Argentina se decía a los chicoscuando se asomaban a la pubertad. Laminoridad del pueblo era expresada de unmodo asumido. Sólo en la medida en quelos argentinos fueran dirigidos por losmilitares se comportarían en forma orde-nada y responsable, y superarían sus viciosmás idiosincráticos. Al comienzo de Lafiesta de todos el periodista RobertoMaidana recalcaba que la Argentina habíallegado a concluir la obras exigidas por laFIFA antes del plazo establecido, pese alpronóstico agorero de los “escépticos desiempre”, que el filme ridiculiza en la figu-ra de “el Contra”, encarnada por JuanCarlos Calabró. El genio logístico de lasFF.AA. sacaría al país de su decadencia. ElMundial era presentado como un “campode batalla” donde se enfrentaban los opti-mistas y los contras eternos a quienestodos les parecía mal. La supuesta “campa-ña antiargentina” no está mencionadaexplícitamente pero se alude a ella una yotra vez. En una escena de oficina querecuerda a La tregua (un filme del mismodirector) se reproduce este choque visionesdonde la idiosincrasia “contrera” represen-ta a la disidencia. La obsesión por la ima-gen del país ante el mundo (“El mundonos mira”) atraviesa el discurso de la pelí-

67 Si bien algunos jefes procesistas como Massera proyectaron estrategias populistas de continuidad.68 Luis Alberto Romero, Breve historia contemporánea de la Argentina, Fondo de Cultura Económica, BuenosAires, 2001, 2ª edición, p. 211.

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cula, sintomáticamente. Tras ella se escon-dían los mayores temores del régimen. Amedida que el Mundial se había ido acer-cando, los militares debieron asumir queel país se llenaría de periodistas, mientrasen Europa seguían proliferando las denun-cias sobre la desaparición de miles de per-sonas en la Argentina y Chile. En parte,las matanzas masivas de prisioneros delaño 77 y del verano del 78 se habían ace-lerado debido a la urgencia de la dictadu-ra por vaciar los centros clandestinos antesde que comenzara el Mundial. Sobre elfinal de la película hay una escena muyrica para indagar las ilusiones del régimena propósito de las convocatorias naciona-les. Desde un balcón elevado sobre lostranseúntes que festejan el triunfo, el his-toriador Félix Luna afirma que por prime-ra vez en la historia existía una “plaza detodos”: “Multitudes delirantes, límpias,unánimes, es lo más parecido que he vistoa un pueblo maduro, realizado, vibrandocomo un sentimiento, sin que nadie sesienta derrotado, marginado, y tal vez porprimera vez en este país, sin que la alegríade unos signifique la tristeza de otros”.Esta imagen de las “nuevas multitudes”que el régimen pretendía haber creado ensu convocatoria, es toda una expresión deldeseo político más fantasioso del Ejércitorelanzado al poder desde 1955: “remasteri-zar” el peronismo, generar multitudescomparables en tamaño pero sin su com-ponente plebeyo, un peronismo para todoel país, pero de clase media, sin la irreve-

rencia obrera ni la suciedad de la políticaque divide. Por un instante, la dictaduraadquiere el lenguaje del “peronismo” sinperder la “decencia del radicalismo”. Lasmultitudes descritas por Félix Luna remi-ten al proyecto empeñosamente pretendi-do de lograr lo que Videla había denomi-nado “una descendencia civil” del Proceso.

El Proceso tenía necesidades bélicasmuy similares a las del fascismo clásico deentreguerras, a pesar de las múltiples dife-rencias que pueden establecerse con aquelrégimen. La dictadura argentina carecía deuna etapa movimientista de clases subalter-nas seducidas por planteos antisocialistas yanticapitalistas a la vez. También carecía deimpulsos ideológicos y estéticos supermo-vilizadores que la llevaran a plantear “unarevolución contra la revolución”. Pero,aunque tampoco el régimen llegaría a con-solidar un principio de jefatura indiscutidani siquiera en el seno de la corporaciónmilitar, sí lograría masificar a los argenti-nos en plazas “enteramente nacionales” yasí superar por poco tiempo las contradic-ciones esenciales de los autoritarismos en elmundo occidental contemporáneo.Mientras duraba la conexión en un climatriunfal, el régimen y buena parte de lasociedad podían olvidarse de que aquelloera una dictadura que había secuestrado yasesinado a miles de argentinos y que esta-ba destruyendo la economía, asentandouna dinámica que con el tiempo agranda-ría explosivamente la pobreza y los núcleosduros de indigencia.

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Como han señalado diversos analistasrespecto de la guerra con Chile y la guerrade Malvinas, el Ejército “nocturno” podíatransformarse en “diurno”, cambiando“guerra sucia” por “guerra limpia”, buscan-do un acercamiento con la sociedad que nohabía conseguido en su llamamiento con-tra la subversión.69 El caso del teniente denavío Alfredo Astiz lo ilustra claramente:guerra mediante, el alias “Rubio” de larepresión clandestina mutaba por unosdías en conductor de los comandos“Lagartos Argentinos”, presentados comohéroes de la resistencia nacional en lasGeorgias del Sur. Es posible que los jefesprocesistas se hubieran conformado con elconsentimiento pasivo de los argentinos,pero en los hechos buscaron un consensoactivo que sacara a la sociedad del absten-cionismo.

¿Fue continua la sucesión de convocato-rias nacionales durante la última dictadura?El reciente trabajo de Novaro y Palermo nospermite analizar la desorientación que sufrióel régimen en lo que podríamos llamar ladiscontinuidad del año 81, durante la presi-dencia de Viola.70 El desconcierto políticoque el régimen experimentó al perder la ini-ciativa de convocar, reveló lo necesarios queeran estos llamamientos para darle conteni-do a su poder. El inmovilismo en el poder

durante la presidencia de Viola coincidiócon el fracaso de “enmendar” al Procesojusto en el momento en que se producían elderrumbe económico y un deshielo social ycultural que el régimen ya no lograría dete-ner. Tan profunda fue la sensación de pérdi-da de rumbo que sintieron las fuerzas arma-das estancadas en el poder, que por primeravez desde marzo de 1976 los “duros” delEjército arrebataron el control a la conduc-ción Videla-Viola y destituyeron a este últi-mo en favor de Galtieri: un general decidi-do a recuperar la iniciativa por medio de lamás audaz de las citaciones nacionales.

Competencia interna por el poder

Como señala Claudio Uriarte en su bio-grafía de Massera, ya en los años 76 y 77 laacumulación de poder dentro del partidomilitar se medía por el número de muertosy detenidos que podían adjudicarse los jefesde la represión: “Quien más reprimía, máspoder tenía”.71 Lo que Massera intentabaera ganarse el apoyo de los duros delEjército (Suárez Mason, BenjamínMenéndez, Saint-Jean y Galtieri) para des-plazar a Videla y Viola tildándolos de “blan-dos”. Para eso, él mismo intentaría mostrar-se como suficientemente “duro”. Esta com-petencia permanente en función de la mira-

69 María Seoane y Vicente Muleiro, El dictador. Historia secreta y pública de Jorge Rafael Videla,Sudamericana, Buenos Aires, 2001, p. 391.70 Marcos Novaro y Vicente Palermo, ob. cit., cap. V.71 Claudio Uriarte, ob. cit., 1991, p. 110.

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da corporativa explica la presencia de losaltos mandos en las salas de tortura; para losmilitares significaba estar “al pie del cañón”.También explica por qué Suárez Mason sejactaba de tener en El Campito “todo unsótano lleno de hijos de militares” secuestra-dos por su vinculación con la guerrilla.72

Otra práctica de los que disputaban la con-ducción de Videla y Viola fue perjudicarlacon el uso de cadáveres y detenidos cuyaaparición con vida estuviera siendo reclama-da por las voces mundiales que comenzabana reprobar las violaciones a los derechoshumanos en la Argentina.73

A propósito de las guerras con Chilevolvió a repetirse el mismo juego de com-petencia interna, sólo que dirigido contranuevos enemigos nacionales. Otra vez los“duros” presionaron a los “blandos” paraganar posiciones, mientras éstos intenta-ron mostrarse no tan “blandos” con tal deconservar su liderazgo en las fuerzas. Noes aleatorio que la guerra con Chile y lareconquista militar de Malvinas hayansido promovidas por quienes disputabanla conducción del Proceso a la líneaVidela-Viola.

La estrategia de Massera desde que elconflicto con Chile había quedado plante-ado, consistió en promover a SuárezMason a la jefatura del Ejército y en emi-

tir discursos belicistas en las bases milita-res del Sur con el objetivo de ganarse elapoyo de los jefes de cuerpos y regimien-tos. Mientras Videla apostaba a una solu-ción diplomática mediada por el Vaticanoy Estados Unidos, Massera entablaba con-tactos con el ejército de Bolivia en buscade un potencial aliado para la guerra.Presionando a la conducción de Videla,algunos cuerpos del ejército argentinocomenzaron sus aprestos para el combate.Los “duros” lanzaron gritos de guerra ymovilizaron tropas al tiempo que diseña-ron el ataque argentino. Frente a ello,Videla evidenció su condición de meroprimus inter pares entre los generales delEjército cuando accedió a firmar el decre-to que autorizaba la invasión denominadaOperativo Soberanía, cuyo inicio se fijópara el 20 de diciembre de 1978. Entre lasdistintas hipótesis que contemplaba el altomando figuraba la regionalización de laguerra en el caso muy probable de queBolivia y Perú intervinieran contraChile.74

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72 Seoane y Muleiro, ob. cit., p. 305.73 El secuestro de Alfredo Bravo a poco de producirse la entrevista entre Videla y Carter es uno de los tantosejemplos. Seoane y Muleiro, ob. cit., p. 321.74 Bruno Passarelli, El delirio armado. Argentina y Chile, la guerra que evitó el Papa, Sudamericana, BuenosAires, 1998, pp. 39-41.

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¿Cuáles eran las principales motivacionesde los mandos que impulsaban una aventurade este calibre? Además del triunfalismo basa-do en una supuesta superioridad de la infan-tería argentina, compuesta por “soldadosinvictos”, existían desde luego otras razones.Como señalan Seoane y Muleiro, “la guerraera necesaria para crear un escenario dondereinaran quienes mandaban en sus armas”.75

Luciano Benjamín Menéndez tomó elpapel de “duro” desafiando a Videla en dosoportunidades. Primero lo hizo respectodel conflicto con Chile en 1978 y luego apropósito de la lucha contra la subversiónen 1979, al exigir la renuncia del coman-dante en jefe Viola por “la situación decondescendencia inadmisible”. Al igualque Galtieri, quien en 1981 cerraría por sucuenta la frontera con Chile sin la autori-zación del presidente Viola.

En uno y otro momento, quien másdecidido se mostrara seduciendo a las fuer-zas con promesas de triunfos históricos,ganancias patrióticas y suculentos aumen-tos en la compra de armamentos ganaríaapoyos en el lugar decisivo para dirimir lasucesión del más alto poder: el cuerpo degenerales del Ejército. De hecho, obtenien-do el apoyo de este cuerpo fue comoGaltieri logró arrebatar la conducción aViola. No obstante, la idea de reconquistarmilitarmente las islas Malvinas era unsecreto bien guardado en el momento de la

asunción en diciembre de 1981, y lo siguiósiendo en los altos mandos en torno deGaltieri hasta poco antes del 2 de abril.

Huida hacia adelante

Otro factor que impulsó el conflicto conChile y más tarde la reconquista militar delas islas Malvinas se relaciona con los móvi-les comúnmente denominados “huida haciaadelante”. Cuando los militares supieronque más tarde o más temprano buena partede la opinión pública mundial y de la socie-dad argentina los iba a obligar a rendir cuen-tas por sus crímenes, la necesidad de perma-necer en el poder apelando al nacionalismocon su manto de confusiones se hizo másurgente que nunca. A esto se sumaban elderrumbe económico declarado en 1981, elresurgimiento de la protesta obrera y el agra-vamiento de la competencia interna depoder, que amenazaba con fragmentar alrégimen desde arriba. La acumulación defracasos condujo a la dictadura a jugar sucarta más arriesgada en Malvinas: 1) El fra-caso para esconder el genocidio o consensuarsu impunidad. 2) El fracaso económico, difí-cil de soslayar en una situación de bancarro-ta como la declarada en 1981. 3) El fracasopolítico en el momento de engendrar lo queel Videla denominaba “una descendencia delProceso que no fuera el antiproceso”, sino supropia cría. La carga de frustraciones propias

75 Ibíd., pp. 86-89.

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quizás alcanzaría para explicar una maneratan riesgosa de afrontar la encrucijada. Peroel tamaño de la aventura que el régimen esta-ba dispuesto a emprender se correspondíatambién con la magnitud de las frustracionesgolpistas anteriores a 1976: los fracasos de lasdictaduras precedentes, que deben sumarse alos tres ya enumerados. La insoportablepesadilla que empujaba al Proceso a unaacción como Malvinas estaba compuesta delas imágenes de 1969 y 1973: renacimientosde la protesta social que habían señalado elfracaso rotundo de los proyectos golpistas de1955 y 1966. Esas imágenes eran nueva-mente evocadas por el resurgir de la protestaen 1981 y 1982.

La intermitencia de golpes de Estadomalogrados al momento de perpetuarse enel poder constituye un rasgo particular de laArgentina que diferencia su última dictadu-ra en el concierto de las dictaduras latinoa-mericanas y europeas como la franquista.Junto con Bolivia, otro país de marcadaintermitencia golpista, el caso argentinopresenta la ambivalencia de un golpismoadelantado y reincidente, pero relativamen-te débil en el momento de prolongar sudominio sobre los sectores populares. Lapesada carga de reparar los fracasos de lasdictaduras de 1955 y 1966 contribuye aexplicar el contraste entre el accionar preci-pitado de la última dictadura argentina quese autodestruyó en Malvinas, y la manera enque perduraron las dictaduras en Paraguay(1954-1989), Brasil (1964-1985) y Chile(1973-1989). Especialmente la última de

ellas controló los tiempos y la forma de latransición a la democracia del modo quehubieran deseado los militares argentinos.

Mientras duró, la confusión nacionalistapermitió que el 2 de abril Galtieri fueraaclamado por añadidura en las plazas delpaís, en las escuelas y en los cafés, en losestadios de fútbol y en las colas de los ban-cos. La ceguera sería compartida por losmilitares y buena parte de la sociedad, quese limitó a actuar como si ignorara los peli-gros que se avecinaban. Unos y otros se afe-rraron a las ilusiones que habían germinadoen ámbitos castrenses. Al principio, la ilu-sión de que Inglaterra no respondería. Nose percibía que para la refundación conser-vadora liderada por Margaret Thatcher laguerra significaba una oportunidad esplén-dida para superar sus propios fracasos des-pués de tres años de tozudo neoliberalismo.

Cuando se hizo evidente que Inglaterrasí respondería, que de hecho una de lasarmadas más poderosas del mundo estabaen camino con la asistencia de su aliadohistórico, la conducción militar argentinano encontró la forma de evitar la guerra sinretroceder en la reconquista armada.Entonces se renovaron ilusiones basadas enla leyenda del soldado criollo, que nuncahabía perdido una guerra; o en el volunta-rismo de los argentinos que, si era necesa-rio “volverían a tirar aceite hirviendo desdelos balcones como en 1806”. Si Malvinasimplicó el apogeo de la irracionalidadtransmitida de arriba hacia abajo, esimportante distinguir su nacimiento den-

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tro del ámbito militar de su irradiacióntriunfalista a la sociedad por medio del máspenetrante operativo de comunicación.76

La capacidad del régimen para instalarescenarios que prolongaran el tiempo de des-cuento provenía, como ya vimos, de suinmensa necesidad de enmendar los fracasoshistóricos del golpismo en la Argentina. Pero,¿cómo fue posible que la lucha anticomunis-ta librada por los militares argentinos ennuestro país, en Bolivia y en Centroaméricamutara a una guerra contra el centro hegemó-nico del anticomunismo mundial? No es sen-cillo explicar que quienes habían creídoencarnar la reserva moral de “Occidente”,dada la supuesta defección de Estados Unidosde Carter, ahora enfrentaban al “Occidente”recuperado de Ronald Reagan y MargaretThatcher, es decir, a sus aliados quintaesen-ciales. Respondiendo a este interrogante,Horacio Verbitsky concluye que Malvinas fuela culminación de una compleja serie belicis-ta con cambios de matriz ideológica produci-dos por la huida hacia adelante y la compe-tencia interna de poder. El modo en que estaguerra continuó la cadena de intervencionesiniciada por la lucha antisubversiva, elOperativo Soberanía y la Operación Calipsoen Centroamérica demuestra, en palabras delautor, cómo “una idea surgida en un contex-to específico y con objetivos bien acotados

podía convertirse en otro proyecto, una vezmetabolizada en una matriz ideológica dife-rente”.77 Por extraño que parezca, la guerracontra los líderes de la OTAN fue colateral-mente provocada por los militares argentinosque estaban dominados por anteojeras ideo-lógicas correspondientes al mismo bando dela Guerra Fría que el de sus repentinos opo-nentes. Por razones muy laterales se estabatornando inevitable la paradójica “últimabatalla de la tercera guerra mundial”.

Lo paradójico del nuevo enfrentamientonos permite plantear la siguiente pregunta:¿hubo en la última empresa de la dictaduraargentina algo análogo a lo que TimothyMason denominó “primacía de la política”para referirse al predominio de los interesespolítico-ideológicos de Hitler y de su parti-do sobre los intereses económicos de la clasedominante alemana?78 ¿En qué medida losintereses de la clase dominante argentina,que la dictadura estaba reconstituyendodesde 1976 –cosa que pretendía seguirhaciendo con un neoliberalismo más inte-gral como el que proponía el nuevo minis-tro de economía Roberto Alemann–, esta-ban representados en la aventura bélica?

En una primera instancia todo dependíadel resultado de la guerra. Si por alguna cir-cunstancia contraria a los hechos, la últimadictadura hubiera usufructuado una victo-

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76 Para Verbitsky el triunfalismo no había arraigado en la sociedad antes de la campaña mediática. Véase ob.cit., cap. 16.77 Ibíd., p. 53.78 Véase Thimoty W. Mason, “La primacía de la política: política y economía en la Alemania nacionalsocialis-ta”, en El fascismo europeo, S. J. Woolf (comp.), Grijalbo, México, 1974.

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ria similar a la que obtuvo MargaretThatcher, sin que, por otra circunstanciacontraria a los hechos, eso hubiera aislado ala Argentina del centro del capitalismomundial, es de imaginar que este hipotéti-co escenario podría haber permitido a losgrupos económicos consolidar sus reformastendientes a un neoliberalismo completo,con privatizaciones como las que propicia-ba Alemann.79 Lo cierto es que, siendo elresultado tan distinto, Malvinas prontosería vista por los grupos económicos comouna peligrosa aventura de los militares cuyapermanencia en el poder se tornaba cadavez más imprevisible. En 1981, el embaja-dor norteamericano Raúl H. Castro habíareportado en un informe a su gobierno: “SiMassera llegara a ser alguna vez el nuevocaudillo de la Argentina es imposible ima-ginar qué política aplicaría”.80 En 1982, erala corporación militar la que transmitía esasensación a los gobiernos del mundo y a laclase dominante local. Curiosamente, den-tro del espectro político argentino una delas voces más reacias a la guerra de Malvinasfue la de Álvaro Alsogaray, el más insisten-te mentor del neoliberalismo profundo alestilo Hayek, Friedman y Thatcher queexistió en la Argentina.

A diferencia de la Alemania nazi, duran-te Malvinas no llegaría a implantarse una

economía de guerra en la que se implemen-taran contribuciones obligatorias que afecta-ran directamente a los sectores dominantesbien representados por el ministro Alemann.Por el contrario, a poco de asumir Galtieriotorgó luz verde a su ministro de Economíapara llevar a cabo un plan de ajustes y priva-tizaciones a gran escala, mucho más directasque las privatizaciones periféricas llevadas acabo por Videla y Martínez de Hoz.

No obstante, el marco de imprevisiónhabía llegado tan lejos que en el seno delestablishment económico comenzaba a insta-larse la idea de abandonar a los “compañerosde viaje”. Según Eduardo Basualdo, “el par-tido militar” había dejado de ser funcional ala consolidación del nuevo modelo econó-mico, que requería mantener en movimien-to los flujos de capital con la banca interna-cional.81 Había llegado el momento de recu-perar el control cedido a los militares. Lossectores dominantes podrían hacerlo, enparte porque no habían perdido su autono-mía, y sobre todo porque los militares ya notenían cómo sostenerse en el poder. A dife-rencia de la Alemania nazi, donde las bur-guesías más encumbradas habían perdido sucontrol del Estado en manos del nacionalso-cialismo, en la Argentina quedaba de mani-fiesto lo blanda y efímera que había sido la“primacía de la política” sobre los intereses

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79 Siempre y cuando lo permitiera la consiguiente oleada nacionalista que la victoria traería aparejada.80 Seoane y Muleiro, ob. cit., p. 355.81 Eduardo Basualdo, Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina. Notas sobre el transformismoargentino durante la valorización financiera, Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, agosto de 2001, pp. 35-36.

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económicos en el final de la dictadura. Eneste aspecto, el Proceso siempre había estadolejos de ser un “totalitarismo” independientede la clase dominante, tal como Arendt oMason concebían el régimen nazi.

El eje de las convocatorias nacionales esútil para indagar la relación entre el régimeny la sociedad argentina, que una y otra vez sevio envuelta en las empresas que sus captoresle formularon. Las fantasías de éxito y deperduración en el poder que el Proceso fueconcibiendo tuvieron buena acogida en vas-tos sectores de la sociedad: “Los desapareci-dos no existen, son un invento de la campa-ña antiargentina”, la plata dulce y la invasiónde artículos importados como señal de unrelanzamiento económico del país, el triun-falismo de Malvinas, fueron los principalesengaños de corta duración, pero de muchaintensidad, que el régimen logró instalar através del control de los medios.

En los últimos años han proliferado estu-dios y relatos sobre la resistencia obrera,barrial, artística o estudiantil, pero muypocos sobre los sectores atomizados, sobrelos individuos que procesaron la propagandaoficial en soledad y llenaron las plazas duran-te el Mundial 78 y Malvinas: los efímeroshombres-masa del Proceso que absorbieronla propaganda oficial en el marco de lo queArendt consideraba la soledad organizadapor la dominación total. Reconstruir larecepción social de las ficciones que el régi-men montaba es instalarnos en el cotidiano

mental de quienes se encontraban básica-mente aislados de cualquier contradiscurso.Arendt señalaba que las masas de la sociedadtotalitaria solían surgir no sólo de una socie-dad aislada del mundo exterior, sino tam-bién de una sociedad muy fragmentada porla competencia interna; para ella “la caracte-rística principal del hombre-masa no era subrutalidad sino su aislamiento y su falta derelaciones sociales normales”.82

Con respecto a la dictadura argentina,apenas ha comenzado a desarrollarse una“historia desde abajo”, socialmente discrimi-nada, que contemple a su vez otras variablesde recepción. Los distintos modos en que esadictadura era interpretada no sólo se vincu-laban con las “visibilidades” propias de cadalugar de la estructura social, sino tambiéncon la cercanía o lejanía de los circuitos deinformación alternativos que permitíanponer en duda la propaganda oficial, tras-cender la “desinformación organizada” y lamanipulación emocional.

Como sucedió con otras experienciascatastróficas acerca de las cuales se trata dedeterminar el grado de complicidad, oposi-ción, resistencia, indiferencia, negación oevasión de los distintos sectores sociales, lasimágenes sociales de la última dictaduraimportan tanto como el hecho histórico.

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82 Arendt, ob. cit., vol. 2, p. 398.

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Locos de la bandera es un documentalproducido por la Comisión de Familiares deCaídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur,con el apoyo del Instituto Nacional del Ciney Artes Audiovisuales (INCAA). Fue estre-nado en julio de 2005 de manera simultáneaen cine y televisión.83

“Veintidós años tratando de armar unrompecabezas”: con estas palabras Juan, elhijo de un soldado caído en Malvinas, nosintroduce a una indagación del sentido de laguerra, estrechamente ligada a su búsquedade identidad. Las interrogaciones de Juanguiarán la exploración que el documentalpropone: “Hay quienes necesitan inventarun pasado transparente donde sólo hayabuenos y malos. Los que recuerdan así seanotan del lado de los primeros […] Uno separece a los recuerdos que elige conservar”.Estas palabras reflejan la necesidad de losfamiliares y excombatientes de otorgar unsentido positivo al hecho histórico. Locos dela bandera intenta desconectar el nacionalis-mo de sus portadores institucionales, lasFF.AA. En su búsqueda por hallar un valortrascendente, encuentra su curso de acciónen regenerar el patriotismo sobre la base delsacrificio de los héroes. Como la lucha por elreconocimiento y la dignidad no se puedeapoyar ni en la dictadura, ni en la sociedadque reniega de ellos, invierte el sentido de la“patria” al asociarla con los caídos, su purezay sacrificio, sin victimización. Pero, ¿los actos

de coraje en sí mismos le dan sentido alhecho histórico, o los soldados demostraronun patriotismo que no era acompañado porel hecho? Para los familiares entrevistados,hay una causa más allá de los militares, unadignidad generacional más trascendente quelas especulaciones de una dictadura. La bús-queda de un universo de sentido alrededorde lo inexplicable llega también a Dios: “Mepide algo y se lo doy”, dice la madre de unsoldado caído en la guerra.

En sus trabajos sobre las representacionescolectivas de la guerra de las Malvinas,Rosana Guber nos advierte que las dificulta-des de la sociedad argentina para asignarle alhecho un lugar en la historia sólo puedenexplicarse llevando la vista más atrás en eltiempo, a los orígenes de la “causa nacional”,y haciendo recorrido completo hasta “la gue-rra absurda”. A diferencia de las otras“empresas nacionales” que propuso la dicta-dura, Malvinas era una causa fuertementearraigada en la sociedad antes de que el régi-men sorprendiera a todos con la recupera-ción militar. Una cadena de reclamos y epi-sodios sonoros en torno de las islas acompa-ñaba la historia de la Argentina moderna ygeneraba efectos sobre la opinión públicamuy vinculados a las incidencias políticas:los reclamos de Rosas desde la ocupacióninglesa en 1833; el alegato contra el olvidode José Hernández, quien en 1869 publicaIslas Malvinas. Cuestiones graves; el libro de

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83 En algunas notas periodísticas la película también es mencionada con el título Locos por la bandera.

Locos de la bandera: silencio y recuerdo en la posguerra

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Paul Groussac escrito en francés y publicadoen 1910; la traducción de Alfredo Palacios alespañol acompañada por otro alegato degran repercusión en el Congreso Nacional(1934); la articulación de la causa Malvinascon el revisionismo histórico, llevada a cabopor los hermanos Irasusta, y el operativo delGrupo Cóndor en 1966.

La llamada “malvinización” de la socie-dad era previa a la dictadura. Las pocashoras que mediaron entre la mañana del 2de abril de 1982 y el mediodía en que lasplazas se llenaron demuestran lo instaladaque estaba la causa en la estructura de lossentimientos nacionales. Como la figuraunánime de José de San Martín, Malvinasocupaba un lugar privilegiado en el imagi-nario histórico. Tenía, según Guber, el esta-tus de una causa nacional purísima con laque “no se podía especular”, aunque, preci-samente por eso, era un tentador instru-mento político. Entre los usos de Malvinasanteriores a 1982, la autora destaca elOperativo Cóndor, del 28 de junio de1966.84 La operación del grupo de jóvenesperonistas que en 1966 habían secuestradoun avión y lo habían hecho aterrizar en lasislas para declararlas argentinas en un actode reafirmación soberana, dirigido en pri-mera instancia contra el usurpador inglés y,en segunda instancia, contra el usurpadorinterno, Onganía. Para Guber, la maniobrade “Los Cóndores” ya había puesto de

manifiesto el modo en que la causa nacio-nal, supuestamente limpia de intereses par-tidarios, podía servir precisamente paradirimir los conflictos internos. Salvando lasinmensas distancias, los operativos de 1966y 1982 tuvieron en común su carácterabrupto y sorpresivo, así como la convic-ción de que la instrumentación política deMalvinas difícilmente podía ser denunciadacomo oportunista y especuladora sin que ladenuncia pareciera ella misma una especu-lación mezquina. En palabras de Guber, “laextraordinaria vigencia de la reivindicaciónargentina de las islas Malvinas puede expli-carse, entonces, y paradójicamente, comoresultado de la representación de esta causanacional como incontaminada por la polí-tica pero, a la vez, como una reivindicaciónque ha permitido expresar demandas políti-cas en un idioma considerado legítimo, aunbajo las más duras gestiones militares: elidioma de la Nación.”85

Millones de argentinos manifestaronhaber sentido el 2 de abril un llamado de laescuela primaria, un requerimiento cargadode pureza que había sobrevivido al tiempotan blanca como un guardapolvo: desdeaquella juramentación hasta las plazas llenas,el tiempo se acortaba en una intensa prima-vera nacional. La indignación que más tardeprovocaría esa evocación tan cándida reverti-ría en mayor resentimiento contra el régi-men que la había suscitado, que había espe-

84 Guber, ¿Por qué Malvinas…?, ob. cit., pp. 90-106.85 Guber, ibíd., p. 107.

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culado con ello, siendo tan astuto con losargentinos y tan torpe con el enemigo exter-no. Sin embargo, para Guber, el móvil prin-cipal de la “reacción anti-Malvinas” en laposguerra estuvo dado no sólo por elderrumbe de una ilusión triunfalista quehabía tomado un alto vuelo, sino principal-mente porque en adelante los argentinosidentificarían el hecho histórico con la dicta-dura.86

Ningún otro anhelo nacional o ilusióncolectiva sufrió un desplome tan abruptocomo la recuperación militar de Malvinas,74 días después de la reconquista. No fuesólo un final precipitado, sino el modo enque salieron a la luz las miserias en el frenteinterno. A los ojos de una sociedad que apartir de este momento se sentía liberada dela dictadura, la revelación de los engañostransformó a Malvinas en la “guerra irracio-nal, inadmisible”. El sentido de “Malvinas” yde la “guerra” se desmoronó no sólo por elsentimiento de culpa colectiva de haberempujado a los soldados con mensajes exal-tados. Malvinas revelaba que todo lo quedijera la dictadura ocultaba lo contrario,hundía para siempre las condiciones de posi-bilidad de su discurso. Al tiempo que impli-caba una conmoción muy grande para losmedios de comunicación. Los periodistasmás identificados con el triunfalismo deMalvinas se esfumarían de los medios comopocas veces había sucedido en un país carga-do de sueños públicos desengañados.

A diferencia de otras iniciativas de la dic-tadura, Malvinas tampoco llegó a convertir-se en una causa enteramente repudiable,porque persistía el sacrificio entregado porlos soldados, porque las Malvinas eran, apesar de todo, argentinas, y porque el senti-miento nacional defraudado no se revelabaimpuro. La ambivalencia del hecho generóentonces sentimientos contradictorios. Lacomplejidad de tratar el tema sin considerarla de Malvinas como una “guerra absurda”, ysin menospreciar el sacrificio y el justo recla-mo territorial, dejó el tema en un estado delatente postergación. En la propia mirada delos excombatientes la ambivalencia quedaríareflejada, aunque con el tiempo la reivindi-cación del hecho heroico se impondría en elbalance, como podemos constatar en los tes-timonios de Locos de la bandera.

En su trabajo Las guerras por Malvinas,Federico Lorenz ha recogido una amplísimagama de testimonios formulados en elmomento de la guerra y años más tarde demanera retrospectiva. Los relatos muestranque, a pesar del consenso mayoritario, existí-an contradicciones con la empresa súbita-mente instalada por las FF.AA. Los siguien-tes testimonios recopilados por Lorenz ilus-tran cómo se visualizaba el hecho desdeámbitos muy singulares de recepción: el exi-lio, la detención, la pertenencia a una orga-nización política armada, comoMontoneros, o la cultura del rock nacionalque por entonces emergía.

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86 Guber, ibíd., pp. 112-113.

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Nosotros, desde México, habíamos sacado una declara-

ción imperdonable, que, para peor, era algo más que una

declaración, era una especie de estudio que yo quise creer que

no iba a ser publicado, que no había sido escrito para que se

le diera difusión pública. De todas maneras, yo estaba de

acuerdo con lo que ahí se decía; las primeras respuestas crí-

ticas que recibimos nos hicieron ver lo errónea que era nues-

tra posición. Todavía no logro explicarme cómo pudimos

escribir esa declaración. Fue quizá más que un grueso error.

No era, por supuesto, una alabanza a la junta militar; se

decía, por el contrario, que era una banda de asesinos, pero

lo que se reafirmaba era que las Malvinas eran argentinas y

que se habían recuperado… Esta declaración suscitó muchas

discusiones y autocríticas. Si me preguntan ahora sobre

Malvinas, yo me niego a hablar, porque ya lo hice y mal, así

que prefiero que hablen otros.

Emilio De Ipola (sociólogo en el exilio),

entrevista con Javier Trímboli y Roy Hora.

Citado por Lorenz, ob. cit. p. 44.

Yo había participado muy activamente, entre estos gru-

pos sueltos, en la organización de la movilización del 30 de

marzo. Habíamos estado muy cerca de Ubaldini en ese epi-

sodio, en la organización […] Habíamos puesto grupos bas-

tante nutridos, no tanto de miembros de agrupaciones, por-

que no las teníamos, más bien de amigos. Fuimos nosotros,

nuestras novias […] fuimos reprimidos duramente […].

Hasta la marcha gigante de Muñoz, yo estaba… ni

siquiera en contra de la guerra: no me lo creía, no creía que

esto estuviera ocurriendo […] Los hitos son que no lo creía,

que en algún momento cambió mi modo de mirar las cosas,

juraría quizá que por lo masivo de la movilización aquella.

Fuimos a esa marcha, y nos pasamos puteando todo el acto

a Galtieri […] Luego sí terminé, después del bombardeo del

primero de mayo […] Me anoté de voluntario […]

Entrevistadora: ¿Cómo es eso?

Supongo que… que se activaron los antiguos fragmen-

tos de nacionalismo popular revolucionario de izquierda, los

aires latinoamericanistas… los montoneros exiliados dicien-

do que venían a combatir… los aviones de Perú ofrecidos a

las FF.AA… Un combate antiimperialista clásico. Yo nunca

había sido muy fervoroso partidario de la causa Malvinas,

honestamente […] Nunca fue para mí un tema que me lla-

mara la atención […] pero bueno, lo del bombardeo sí me

parece más fuerte.

Alejandro Cataruzza (por entonces militante pero-

nista y estudiante de historia).

Citado por Lorenz, ob. cit., pp. 48-49.

Malvinas fue un sacudón y una discusión muy grande

[…] yo fui parte de los presos que decíamos que más allá de

que nosotros éramos presos de la dictadura y combatíamos a

la dictadura, éramos enemigos de la dictadura, éramos víc-

timas de la dictadura, etcétera, pero teníamos ese sentimien-

to de Malvinas que nos venía de nuestros viejos, de nuestra

formación política, ideológica. Teníamos el orgullo del papel

de Dardo Cabo, que fue aquel argentino que pisó Malvinas

cuando secuestraron el avión en los años 60, que después

mata la dictadura estando preso […] siempre vimos

Malvinas como parte de lo que es nuestra lucha nacional

[…] Teníamos que ver de qué manera no permanecíamos

ajenos a la gesta de Malvinas.

Jorge Giles (por entonces preso de la dictadura).

Entrevista citada por Lorenz, ob. cit., p. 54.

Lo del Festival de la Solidaridad fue un invento de los

managers del rock para hacer algo con el tema. Todo el

mundo estaba participando pero el rock no quería formar

parte del circo que fue lo de la guerra. Hasta que en un

momento se decidió que había que aportar, pero no desde el

triunfalismo sino desde la paz. Al menos ésa era mi posición.

Me llamaron para cantar Sólo le pido a Dios, un tema que

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los colimbas cantaban en las Malvinas, y solamente por eso

fui. Pero me sentí muy mal, es el único recuerdo que tengo.

No me acuerdo de los detalles ni de los otros músicos, ni de

la gente que fue. Solamente me acuerdo de una sensación

horrible y de los pibes de 18 años. Por lo demás, siempre me

importó un carajo el tema del nacionalismo planteado en

estos términos o la preocupación de dos islitas de mierda per-

didas en el mar. Lo único en lo que pensaba mientras can-

taba Sólo le pido a Dios era en los pibes que estaban pasan-

do hambre y frío sin posibilidades de hacer nada. Cuando

terminó la guerra y supe que la comida no les llegaba, que

los torturaron por robar un poco de comida o que los choco-

lates que la gente donaba en Buenos Aires aparecían en kios-

cos de Rosario confirmé todo lo que sospeché en ese momen-

to. Me di cuenta de que los militares argentinos no sirven

para nada, ni siquiera para la guerra. Y que la única vez

que consiguieron un triunfo, por así decirlo, fue cuando tor-

turaron y mataron a los indefensos, a los que no tenían más

armas que la palabra o las ideas: los desaparecidos.

León Gieco, testimonio

citado por Lorenz, en ob. cit., p. 59.

Pero sin duda que las experiencias másintensas y dolorosas desde las cuales se con-figuraron distintas visiones de la guerra y laposguerra, las vivieron los 10.000 soldadosargentinos que combatieron en Malvinas ysus allegados. Guber y Lorenz no sólo reco-gen y analizan sus testimonios sino que losordenan de tal modo que pueda apreciarseel recorrido de la memoria y de la construc-ción identitaria de los excombatientes oveteranos de guerra, cuyo rumbo se direc-cionaría hacia la reivindicación de la expe-

riencia, como vemos en Locos de la bandera.Diversos testimonios del filme recomponenel recorrido de “chicos de la guerra” a “vete-ranos de guerra” autoafirmados en su condi-ción de soldados. Guber analiza ese mismoproceso de construcción de la identidadexcombatiente en los primeros diez años deposguerra. El modo en que las identidadesatribuidas por el resto social no combatien-te se basaba en considerarlos “chicos de laguerra”, víctimas de una “guerra absurda”,sería negado a partir de la construcciónautónoma de una identidad propia.

Esta identidad de veteranos de guerra sedesarrolló por oposición a la identidadatribuida primero por el Ejército y luegopor la sociedad, que renegaba de la “guerraabsurda”. El primer paso implicó rompercon la obligación del silencio que los mili-tares quisieron imponer a los soldadosconscriptos, haciéndoles firmar un com-promiso de no hablar, o conteniéndolos eninstituciones dependientes del Ejército,como la Casa del Veterano de Guerra.Luego, analiza Guber, deberían rompercon la mirada “victimizadora” de la socie-dad, que los relegaba al lugar de “chicos” ode “locos de la guerra”. En relación con Loschicos de la guerra de Bebe Kamin, algunosexcombatientes comenzaban a decir: “Lapelícula no nos satisface porque nos repre-senta como estúpidos e infantiles. No éra-mos tan indefensos e inofensivos como nosmuestran. En ese momento estábamos dis-puestos a dar la vida y a matar” (Verri enClarín, 9 de agosto, 1984).87

87 Citado por Guber, De chicos a veteranos…, ob. cit., p. 157.

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La experiencia vivida en la guerra fue elpunto de apoyo desde el cual los excomba-tientes se plantaron ante la sociedad argen-tina como sujeto político. La plataforma deuna construcción identitaria que se habíadesarrollado por oposición a las identidadesatribuidas. Pero la experiencia de la guerra,traumática y vivificante a la vez, que posi-cionaba a los veteranos públicamente,debía remontarse al pasado para adquirirmás consistencia, como toda causa trascen-dente. Esta función de nexo con el pasadolejano la cumpliría la corriente historiográ-fica más exitosa de la Argentina en cuantoa establecer visiones del pasado en el imagi-nario social más extendido: el llamado revi-sionismo histórico.88 Desde ScalabriniOrtiz o Jauretche, el enemigo inglés erafácil de proyectar al pasado nacional todo, yasí, la inscripción de Malvinas en la causahistórica de la liberación nacional dotaba alos veteranos de una trascendencia en eltiempo y en el espacio. Esto chocaría, segúnGuber, con el contenido pacifista que porentonces el presidente Alfonsín buscabadarle a la transición democrática, interpre-tando expectativas sensibles de buena partede la sociedad contra todo discurso belige-rante, incluyendo el de los excombatientesen su intento por recordar al enemigoinglés, en quien la sociedad no quería vol-ver a pensar. La lucha contra la “desmalvi-nización” encontraba entonces una nuevaresistencia. Más tarde, con la llegada delmenemismo, la cooptación y frivolidad

colectiva de la época se transformarían enlos nuevos obstáculos para vencer por laidentidad de los ya “veteranos”. La cons-trucción del cenotafio parecía congelar elcomponente identitario desarrollado poroposición al olvido y la desmalvinización,al otorgarle un lugar físico formalmenteequiparable a “un lugar en la historia”.

Contra todos estos obstáculos que dealgún modo constituyen distintas formas desilencio, neutralización o incluso olvido, sedirigen los testimonios bastante homogéne-os de Locos de la bandera. Forman parte deuna identidad tardía de “veteranos”. Los tes-timonios de los soldados muestran cómo a lolargo de la posguerra fueron acumulandoargumentos contrarios a los lugares comunesmás frecuentados para aniquilar el sentidode la guerra. Las pocas críticas al Ejércitoprobablemente se deban a que en laComisión de Familiares de Caídos convivenfamiliares de conscriptos y cuadros de la ofi-cialidad caídos en la guerra. Pero sobre todose debe a la prioridad de recuperar la causanacional e incluso al enemigo inglés para for-talecer el sentido de la guerra. “Maravillosos74 días”, “Ni pobrecitos, ni loquitos”, “Nose puede decir que fue todo un manejo de ladictadura”, “Malvinas para el sistema educa-tivo argentino es el borracho Galtieri”,“Malvinas, ¿es solamente el nombre de unaguerra?”, “No picnic”: estas voces remiten aun difícil proceso de construcción identitariay búsqueda de sentido histórico para unhecho cargado de aspectos ambivalentes.

88 Rosana Guber, De chicos a veteranos…, ob. cit., pp. 113-133.

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Actividades

1. Torbellinos de ideas y reflexión: “Malvinas”,miradas de la guerra.

1. Ofrecemos a continuación una selección detextos, poesías y artículos periodísticos queden cuenta de los diferentes modos de pensarMalvinas, la guerra y la posguerra, para traba-jar con sus alumnos.

A partir de ellos analizar las siguientes miradas de“Malvinas”, vinculando lo singular de cada unacon el momento político en que fueron delinea-das. La actividad es desde luego más rica si sela acompaña con los trabajos de Guber yLorenz, donde se desarrollan las grandes matri-ces de la representación y la memoria.

La hermanita perdida (fragmento)Atahualpa Yupanqui (París, 1971)

Malvinas tierra cautivade un rubio tiempo pirata.Patagonia te suspira.Toda la pampa te llama.Seguirán las mil banderasdel mar, azules y blancas.Pero queremos ver unasobre tus piedras clavada.Para llenarte de criollos.Para curtirte la carahasta que logres el gestotradicional de la patria.¡Ay, hermanita perdida!Hermanita: vuelve a casa.

Esta actividad fue concebida por un grupo de capacitadores docentes que desdehace tiempo dirige los talleres sobre cine e historia de la Argentina reciente, enLa Pampa.89 En una jornada dedicada a Malvinas y las miradas de la guerra, seprogramó el siguiente trabajo. La jornada comenzaba con la exhibición deIluminados por el fuego, pero antes se pedía a los docentes que en forma anóni-ma anotaran en un papel el adjetivo o sustantivo que les viniera a la mente paradotar de significado a la palabra Malvinas. Para este primer registro de lamemoria los capacitadores buscaron tomar desprevenidos a los asistentes, pro-curando que en el papel se reflejara la asociación ya establecida en la concien-cia, que la reflexión mediara lo menos posible. El término disparador no refe-ría necesariamente a la “guerra” de Malvinas ni a su posguerra. Los papeles reco-lectados se guardaron para ser interpretados al final de la jornada. Tras la proyección de Iluminados por el fuego surgió un debate sobre la guerra ylas dificultades de la posguerra para darles a la gesta y a los soldados un lugaren la consideración pública. El filme había generado un estado de emoción ydesahogo disparador del recuerdo personal de los asistentes sobre su propiarecepción del hecho y la recepción colectiva en distintos momentos, antes,durante y después de la guerra. Luego hubo una conferencia sobre las “causasfrías” del conflicto, los caminos que habían conducido a la dictadura a empren-der la reconquista militar. Y finalmente en los talleres de la tarde tuvieron lugarlas actividades que, más distantes del momento emotivo, ponían a dialogar loanterior con los trabajos de Guber y Lorenz en torno de la construcción demiradas, memorias e identidades alrededor de Malvinas. Siguiendo a estosautores, los capacitadores trazaron un desarrollo de las representaciones entorno de las islas, desde 1833 hasta la construcción del cenotafio y el intento decongelamiento de la experiencia de la guerra en los años 90. Los capacitadores de La Pampa acercaron a los asistentes de la jornada enGeneral Pico algunas fuentes para debatir sobre los muy diversos modos depensar Malvinas, la guerra y la posguerra. Los textos eran complementados conmateriales visuales múltiples, que incluían originales de medios gráficos.Sobre el final de la jornada, los capacitadores revelarían los resultados del tor-bellino de ideas que se había efectuado en la mañana. El dolor de los soldadoshabía estado en un primer plano de la asociación de conceptos que se había esti-mulado como primera actividad. Por encima de cualquier otra cuestión los asis-tentes habían asociado Malvinas con “sufrimiento”, “dolor”, “injusta”, “masa-cre”, “desgarrante”, “herida”, “martirio”, “frío”. Seguramente que a lo largo dela jornada los asistentes pudieron tomar distancia de ese primer sentimientoque de algún modo paralizaba la reflexión, y analizar su propia mirada de laguerra al contrastarla con otras.

89 Talleres “Los jóvenes, arte y política en los años 70, 80, 90 y 2000” (La Pampa). En las personas de María Claudia García y JoséPerrotta Ramos, agradezco al equipo de capacitadores por haberme permitido observar su taller de cine e historia reciente destinado adocentes de la enseñanza media, y por haberme facilitado materiales y detalles de las actividades elaboradas por ellos.

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Discurso de Galtieri, 2 de abril de 1982 (fragmento)Compatriotas: En nombre de la junta militar y en mi carácter de

presidente de la Nación hablo en este crucial momento his-tórico a todos los habitantes de nuestro suelo, para transmi-tirles los fundamentos que avalan una resolución plenamen-te asumida por los comandantes en jefe de las FF.AA. queinterpretaron así el profundo sentir del pueblo argentino.

Hemos recuperado, salvaguardando el honor nacional, sinrencores, pero con la firmeza que las circunstancias exigen,las islas australes que integran por legítimo derecho elpatrimonio nacional. (Mensaje presidencial desde CasaRosada, viernes 2 de abril de 1982, 14.30; Clarín, 3/4/82.)

Comunicado radial de Galtieri, 2 de abril de 1982Y Galtieri salió al balcón ante la gritería del público. Saludó

con la mano. Alzó sus brazos y sonrió. Levantó los pulga-res. Se retiró. Y minutos después apareció en otro balcóndonde estaban los micrófonos. Su discurso, en esta oca-sión, fue más vibrante [que el mensaje radial]. Habló sineufemismos: “Aceptaremos el diálogo después de estaacción de fuerza, pero en el convencimiento de que la dig-nidad y el orgullo nacional han de ser mantenidos ‘a todacosta y a cualquier precio’ […] En estos momentos miles deciudadanos hombres y mujeres, en todo el país, en todoslos pueblos, en las pequeñas granjas, en las ciudades y enesta Plaza de Mayo histórica, que ha marcado rumbos através de la historia nacional, ustedes, los argentinos,están expresando públicamente el sentimiento y la emo-ción retenida durante 150 años a través de un despojo quehoy hemos lavado […] estoy seguro que cada uno de uste-des hombres, mujeres, la gran juventud argentina y laniñez, están sintiendo como yo […] alegría y tremenda emo-ción por este acto argentino.” (Clarín, 3/4/82.)

Familiares de Desaparecidos y Detenidos por RazonesPolíticas, abril de 1982

A la Opinión Pública;Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones

Políticas que sufrimos el dolor de la ausencia de nuestrosseres queridos detenidos y desaparecidos somos partíci-pes del grave conflicto que sufre nuestro pueblo.

En momentos en que miles de jóvenes argentinos, entre ellosnuestros hijos, sobrinos, nietos, están en el sur para defen-der nuestra patria, no podemos dejar de pensar en nues-tros detenidos y desaparecidos, que seguramente hubie-ran apretado filas junto a los soldados y que no puedenhacerlo por su injusta desaparición.

Anhelamos fervientemente que regresen victoriosos, aguar-dándolos con la misma esperanza con que esperamostodos los días, la vuelta de nuestros detenidos desapareci-dos. (Clarín, 8/5/82.)

Discurso de Alfonsín, Semana Santa, Abril de 1987Compatriotas. Felices Pascuas. Los hombres amotinados

han depuesto su actitud. Como corresponde serán dete-nidos y sometidos a Justicia. Se trata de un conjunto dehombres, algunos de ellos héroes de la guerra de lasMalvinas, que tomaron esta posición equivocada y quereiteramos que su intención no era provocar un golpe deEstado. […] Para evitar derramamiento de sangre he dadoinstrucciones a los mandos del Ejército para que no seprocediera a la represión y hoy podemos dar gracias aDios, la casa está en orden y no hay sangre en laArgentina. (Clarín, 20/4/87.)

El visitante(Almafuerte, 1999)

Olvidaryo sé bien que no podéscomo la sociedad olvidaque fuiste obligado a marchar,en su defensa.

Recordando el mal momentoatrincherado en tu habitación;soledad, humo y penumbrasdespertares de ultratumba.

Apocalipsis del sustento interiorandar sin encontrarle alivio al tormentodesesperante, mórbida afliccióndel visitante y su castigo.

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Fui elegido, para cantartepor quienes quieren olvido restartegrave pesado más no inconscienteyo le lo mando excombatiente […]

Discurso del presidente del Centro de Ex SoldadosCombatientes de Malvinas

Acto del 2 de abril de 1986La idea de realizar una movilización al Cabildo surgió de la

necesidad de acercar la causa de Malvinas a las causas porla liberación nacional, que embanderan cotidianamente anuestro pueblo. Cuando la reacción y la oligarquía quierenhablar, golpean las puertas de los cuarteles, cuando es elpueblo el que quiere expresarse, golpea las puertas de lahistoria. En muchas oportunidades nos critican por levan-tar consignas que algunos “demócratas” tildan de políti-cas. Bien saben que nuestra organización lucha por los pro-blemas que, desde la culminación de la guerra de lasMalvinas, padecemos los ex combatientes. Pero se olvidan–y lo anunciamos sin soberbia– que nuestra generación haderramado sangre por la recuperación de nuestras islas yque eso nos otorga un derecho moral […] Durante la guerrade Malvinas se expresó una nueva generación de argenti-nos que, después de la guerra, conoció las atrocidades quehabía cometido la dictadura. Nosotros no usamos el unifor-me para reivindicar ese flagelo que sólo es posible realizarcuando no se tiene dignidad. Nosotros usamos el uniformeporque somos testimonio vivo de una generación que se lopuso para defender la patria y no para torturar, reprimir yasesinar.

Editorial del diario La Nación sobre el emplazamiento delcenotafio

Es de presumir que el emplazamiento fue escogido –no sesabe a ciencia cierta por quién– porque enfrenta a la explaza Británica, ahora denominada Fuerza Aérea Argentinay a la famosa y tradicional Torre de los Ingleses. La decisiónno es afortunada, pues parecería querer afirmar en el tiem-po una actitud de hostilidad, inconducente con los objeti-

vos de recuperación de los derechos argentinos sobre lasislas y en nada acorde, además, con la política de restable-cimiento de las relaciones con Gran Bretaña propugnada,razonablemente, por el gobierno nacional. (La Nación,14/5/90.)

La guerra de Malvinas según Borges (1982)Ingenua o maliciosamente (opto por el primer adverbio, ya

que la mente militar no es compleja) se han confundidocosas distintas. Una, el derecho de un Estado sobre tal ocual territorio; otra, la invasión de ese territorio. La primeraes de orden jurídico; la segunda es un hecho físico. Se hainvocado el derecho internacional para justificar un actoque es contrario a todo derecho. Esa transparente falacia,que no llega a ser un sofisma, tiene la culpa de la muertede un indefinido número de hombres, que fueron enviadosa morir o, lo que sin duda es peor, a matar.

Las islas (fragmento de la novela de Carlos Gamerro, 1998)–Las más claras son de picana. Las más oscuras son de que-

maduras de cigarrillos. Y no te asustes, que tienen más dediez años. Ya no muerden. ¿O sos de los compasivos?¿Podés apagar la puta luz, ahora? ¿O querés ver más? Mirá.

Abrió los brazos y los extendió a los lados. Me levanté y apa-gué. Sin acercarme de nuevo a su cuerpo, que adivinétenso, hostil, apretado como una almeja cerrada, hablé sinpensar.

–¿Te creés que tenés el monopolio del sufrimiento? Cuandotenía diecinueve me mandaron a Malvinas, me hirieron enla cabeza y estuve un año sin poder hablar. Claro, ya sé, nose compara con lo tuyo. Estoy muy bajo en el ránking. Notengo derecho a quejarme.

2. Se sugiere que los alumnos investiguen en los sitios deInternet sobre “Malvinas” las visiones predominantessobre la guerra y posguerra a casi veinticinco años delconflicto. Pensar una serie de ejes (por ejemplo, sentidode la guerra, del soldado argentino) que sirvan a losalumnos como criterios de análisis de la informaciónrecogida.

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126 | Equipo multimedia de apoyo a la enseñanza

BALZA, Martín, Malvinas. Gesta e incom-petencia, Atlántida, Buenos Aires,2003.

BLAUSTEIN, Eduardo y ZUBIETA, Martín,Decíamos ayer. La prensa argentina bajoel Proceso, Colihue, Buenos Aires, 1998.

CARDOSO, Oscar; KIRCHBAUM, Eduardo yVAN DER KOOY, Eduardo, Malvinas. Latrama secreta, Buenos Aires, Planeta,1992.

CASTIGLIONE, Marta, La militarización delEstado en la Argentina (1976-1981),Centro Editor, Buenos Aires, 1992.

LÓPEZ JORDÁN, Alberto, El Proceso 1976-1983, Emecé, Buenos Aires, 1993.

GUBER, Rosana, ¿Por qué Malvinas? De lacausa nacional a la guerra absurda,Fondo de Cultura Económica, BuenosAires, 2001.

De chicos a veteranos. Memorias argentinasde la guerra de Malvinas, EditorialAntropofagia, Buenos Aires, 2004.

LORENZ, Federico, Las guerras porMalvinas, Edhasa, Buenos Aires, 2006.

NOVARO, Marcos y PALERMO, Vicente, Ladictadura militar 1976-1983. Del golpede Estado.

PASSARELLI, Bruno, El delirio armado.Argentina y Chile, la guerra que evitó elPapa, Sudamericana, Buenos Aires,1998.

ROMERO, Luis Alberto, Breve historia con-temporánea de la Argentina, Fondo deCultura Económica, Buenos Aires,2001, 2ª edición.

SEOANE, María y Muleiro, Vicente, El dic-tador. Historia secreta y pública de JorgeRafael Videla, Sudamericana, BuenosAires, 2001.

URIARTE, Claudio, Almirante Cero.Biografía no autorizada de EmilioEduardo Massera, Planeta, BuenosAires, 1991.

VERBITSKY, Horacio, Malvinas. La últi-ma batalla de la tercera guerra mun-dial, Sudamericana (edición corregi-da y aumentada), Buenos Aires,2002.

Bibliografía

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Cronología significativa 1930-1952 (selección de hechos vinculados al capí-tulo I)

1919–Semana Trágica

–Huelgas de braceros rurales (Tres Arroyos yCoronel Dorrego, Arrecifes, Pergamino y Colón).

1922–Masacre en estancias lanares de la Patagonia.–Congreso de Unificación Sindical sin la FORA

anarquista.

1924 –Cisma radical. –El flujo de capitales financieros norteamericanos

que llega a la Argentina supera al inglés.

1925–En La organización de la paz, Leopoldo Lugones repudia el sistema democrático.

–General Motors se instala en la Argentina.

1926–Nace la Confederación Obrera Argentina (COA), nueva alianza entre el sector del sindicalismo independiente y socilistas.

–Italia: año decisivo en la construcción del Estado fascista: avanzan leyes represivas contra la existencia de la oposición.

–Nicaragua: Augusto Sandino lidera un ejército popular contra la dominación de EE.UU.

1927–Se crea el Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSA), de orientación comunista.

–Yrigoyen propone nacionalizar las actividades petroleras de la norteamericana Standard Oil.

–Rodolfo Irasusta y Juan Carulla proponen al

general Uriburu encabezar un levantamiento.

1928–Huelgas de braceros, estibadores y carreros con epicentro en Santa Fe, debido a la caída de salarios.

–Triunfo de Yrigoyen con el 57 %.

1929–La Liga Patriótica presiona a Yrigoyen por no combatir suficientemente al bolchevismo.

–Yrigoyen firma el Tratado D’Abernon (antece

dente del Pacto Roca-Runciman).

–Se deterioran los Términos del Intercambio.–Enfrentamientos callejeros entre fuerzas de choque: el Klan Radical y la Liga Republicana.

1930–Doble punto de inflexión: agotamiento del modelo

agroexportador, cambio en el régimen político: nuevociclo conservador.

–6 de septiembre: comienzan los 17 meses del

ensayo corporativista de Uriburu. –Fin de la hegemonía compartida entre radicales y conservadores.

–El comisario Polo Lugones introduce la picana eléctrica como método de tortura.

Cronología

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1931–El programa mínimo planteado por la CGT

contempla al gobierno como tercero necesario enlas relaciones laborales.

–Se crea un impuesto de emergencia a los réditos y otro a las transacciones.

–20 de mayo: el gobierno reconoce a la organización paramilitar Legión Cívica Argentina.

–Se anulan elecciones en Buenos Aires a raíz del triunfo radical.

–20 de julio: rebelión militar pro radical del teniente coronel Gregorio Pomar.

1932–Repunte en la organización rural en Entre Ríos:

se crea la Unión Obrera Provincial.–Comienza un nuevo ciclo conservador sobre la

base del fraude electoral organizado.–Octubre: se crea la Acción Nacionalista Argentina,

promotora de un sistema corporativista anitparlamentario.

–Comienza la guerra del Chaco entre Bolivia y

Paraguay.

1933–Se activa el crecimiento industrial (ISI).–El general Savio publica su trabajo Movilización industrial, pensando en otro tipo de industrias.

–Se aceleran las migraciones internas.–Pacto Comercial Bilateral Roca-Runciman.–Plan de Reestructuración Económica (también

llamado Primer Plan Pinedo): ¿los conservadores conciben un desarrollo industrial?

–En EE.UU. se lanza el primer New Deal.

1934–Con la reactivación resurge la actividad sindical.

–Predominan las huelgas perdidas (56 %).–El dirigible alemán Graf Zeppelin II vuela en el cielo de Buenos Aires.

1935–Nace la Federación Obrera de Sindicatos de la Construcción.

–Octubre: huelga de la construcción. Reclamos:

“Aumento de salarios, reconocimiento del sin

dicato, descanso dominical, jornada de 4 horas los sábados, abolición del trabajo a destajo y responsabilidad empresaria en los accidentes de trabajo”.90

–Lisandro de la Torre denuncia en el Senado a losfrigoríficos extranjeros.

–Discépolo compone Cambalache.–La Internacional Comunista llama a conformar frentes populares antifascistas.

1936–7 y 8 de enero, huelga general en ciudad de Buenos Aires.

–Predominan las huelgas transigidas (78 %).–Los gremios ferroviarios proyectan construir un hospital y un sanatorio.

90 Nicolás Iñigo Carrera, “Formas de lucha de la clase obrera y organizaciones políticas en la Argentina de los30”; en Documento de Trabajo Nº 12, Programa de Investigación sobre el Movimiento de la SociedadArgentina, Buenos Aires, 1998.

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Argentina: la segunda mitad del siglo XX | 129

–Gobierna en España el Frente Popular. Por primera vez organizaciones anarquistas forman parte de una coalición de gobierno en Madrid yBarcelona. Alzamiento de Franco, inicio de la guerra civil.

–Comienza el rearme acelerado en Alemania.

1937–Dirigentes sindicales comunistas de origen italiano son deportados a Italia fascista.

–Junio: oficiales retirados y en actividad votan mayoritariamente al general pro alemán Juan Bautista Molina para que presida el Círculo Militar.

–5 de septiembre: en comicios fraudulentos la Concordancia impone a su candidato, el doctorRoberto M. Ortiz.

1938–20 de febrero: Ortiz asume la presidencia.

–La Federación Obrera Nacional de la

Construcción establece contactos regulares con

el Departamento Nacional de Trabajo.

1939–Fin de la Guerra Civil Española.–Alemania de Hitler invade Polonia, comienza la

Segunda Guerra Mundial.

1940–Diciembre: se discute en el Senado el segundo

Plan Pinedo de industrialización.

1941–Se mundializa la guerra europea. Ingresan al conflicto EE.UU., URSS, Japón.

–4 de octubre: se crea la Flota Mercante del Estado.

1942–Conferencia de Río de Janeiro: EE.UU. arrienda armas a Brasil.

–22 de marzo: Brasil declara la guerra a Alemania.–22 de marzo: la Argentina concreta un pedido oficial y secreto de armas a Alemania nazi.

–Huelga del Sindicato Obrero Metalúrgico (18 días) dirigida por comunistas.

–Huelgas de textiles y madereros.–Cifra tope de conflictos laborales en la década.

1943–10 de marzo: en reunión secreta en el Hotel Conde, se funda el GOU.

–4 de junio: el Ejército se dispone a tomar el

poder. El movimiento golpista se inicia en la Escuela de Caballería de Campo de Mayo.

Sorpresivamente, ese día nadie encuentra a Perón.

–27 de octubre: Perón asume como Secretario de

Trabajo y Previsión. Estrategia de acercamientoa los trabajadores compuesta por tres tácticas: represión, cooptación y reformas favorables.

1944–Perón escala posiciones: vicepresidente y minis

tro de Guerra.–25 de agosto: discurso de Perón en la Bolsa de Comercio.

1944-45organizaciones obreras afines a la CGT 1 firman

más de 700 convenios de regulación salarial, vacaciones, duración de la jornada laboral, condiciones de trabajo, indemnización por accidentes y despidos.

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–Agosto: Consejo Nacional de Posguerra promueve medidas en defensa de industria manufacturera.

–15 de octubre: se anuncia el Estatuto del Peón.1945

–27 de marzo: Farrel y Perón declaran la guerra a

Alemania. –Junio: entidades patronales impugnan la legislación social de Perón.

–Septiembre: Marcha de la Constitución y la Libertad.

–16 de octubre: el Comité Central Confederal dela CGT llama a un paro para el día 18.

–17 de octubre: ¿quién adelantó la movilización?

–Octubre: decreto regulatorio de asociaciones

profesionales: centralización sindical.–Partido Laborista se organiza sobre la base de la

vieja guardia sindical.

1946–Se nacionaliza el Banco Central. –Creación del IAPI, Instituto Argentino para la

Promoción Industrial (nacionalización del comercio exterior).

–Mayo: se intervienen las universidades naciona

les: cerca de mil profesores cesanteados.–Punto de inflexión: del Estado intervencionista “defensivo” al “redistributivo”.

1947–Ley 13.031: habilita al gobierno a elegir las autoridades universitarias y titulares de cátedra.

–Cuarto Censo General de la Nación.

–“Entre el 50 y 70 % de los obreros preexistentes en el área metropolitana había sido reemplazadopor nuevos obreros provenientes del interior.”91

–Número de migrantes internos se estima en 1.386.000.

–Se aprueba el voto femenino.

–El número de hijos por mujer pasó de 3,4 en 1914 a 1,5 en 1947.

1948–Marzo: se estatizan los ferrocarriles ingleses. En octubre se les asignan nombres de próceres nacionales, de acuerdo con el canon de la historia liberal.

–Comienza la remoción de militantes obreros

dirigida por Perón.

1949–Reforma constitucional: se habilita la reelección.

–La campaña contra el paludismo reduce la enfermedad de 300.000 casos en 1946 a 137 casos en 1947.

–Triunfa la revolución comunista en China.–Caída de precios agrícolas internacionales.

1950–Es manifiesta la crisis del Primer Plan Quinquenal.–Marzo: es detenido el diputado Ricardo Balbín.

–Huelgas bancarias y ferroviarias.

1951–Enero: huelgas ferroviarias.–Mayo: peronistas respaldados por la CGT

91 Juan Carlos Torre y Eliza Pastoriza, “La democratización del bienestar”, en Nueva historia argentina, ob. cit.,p. 277.

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toman la sede de La Fraternidad y desplazan a la vieja conducción.

–Cae el número de huelgas que confrontan directamente con el Estado.

–El diario La Prensa es expropiado y cedido a la CGT.

–22 de agosto: Evita renuncia a la vicepresidenciaen acto público.

–28 de septiembre: sublevación en Córdoba del general retirado Benjamín Menéndez.

–17 de octubre: primera transmisión experimentalde televisión.

–11 de noviembre: elecciones presidenciales. Perón-Quijano se imponen por 4.600.000 votos

contra 2.330.000 de Balbín-Frondizi.

–Por primera vez votan las mujeres.–Sequía histórica en pampa húmeda.

1952–Conflictos en el interior de la alianza social peronista.–Se impulsan restricciones al consumo.–El Poder Ejecutivo libera a 35 militantes de

izquierda.–4 de junio: Perón lanza el Segundo PlanQuinquenal.

–26 de julio: muere Evita.–9 de octubre: se estrena en el cine Gran Rex, Lasaguas bajan turbias..

1953–Perón presenta al Congreso un proyecto de ley

de inversiones extranjeras.–9 de abril: Juan Duarte aparece muerto en su casa.

–En acto de CGT en Plaza de Mayo explotan bombas que causan siete muertos y casi 100 heridos.

–Quema de sede del Partido Socialista, Casa Radical y el Jockey Club.

–17 de octubre: visita a Perón el dictador nicaragüense Anastasio Somoza.

1954–Huelga de metalúrgicos violentamente reprimida.–Avanza la equiparación de derechos de hijos antes llamados “ilegítimos”.

1955–Congreso de la Productividad.–14 de junio, día de Corpus Christi: marcha opositora de la Catedral hasta el Congreso.

–15 de junio: Perón expulsa del país a dos prelados.

–16 de junio: aviones de la Marina bombardean la Casa Rosada a lo largo del día, causando centenares de muertos y heridos.

–Quema de iglesias. –Perón ensaya un gesto conciliador. Se permite a Frondizi hablar por radio y más tarde Perón anuncia su renuncia a la presidencia.

–31 de agosto: Perón abandona el discurso conciliador: “5 por 1”.

–16 de septiembre: triunfa la Revolución

Libertadora.

Cronología significativa 1955-1973 (selec-ción de hechos vinculados al capítulo II)

1955 –Noviembre: con Aramburu el antiperonismo más duro desplaza a Lonardi.

–Se intervienen los sindicatos. –Por orden de Aramburu es secuestrado de la CGT el cadáver de Evita.

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1956–Abril: se aprueba el plan económico de Raúl Prebisch.

–9 de junio: levantamiento cívico-militar peronista encabezado por el general Valle.

–Fusilamientos de militares y civiles.

–Noviembre: Perón designa a John William Cooke como su delegado personal.

–Comienzan huelgas de principales gremios industriales y transportistas.

–La UOM declara una huelga por tiempo indeterminado.

1957 –Surgen las 62 Organizaciones (sindicatos pero

nistas).–Julio: en elecciones constituyentes se comprue

ba que el peronismo mantiene su fuerza electoral.

1958–23 de febrero: triunfo electoral de Frondizi con votos prestados por un pacto que no podrá cum

plir. Primer ensayo semidemocrático.

–Primer shock de inversiones desarrollistas. Comienza la “batalla del petróleo”.

1959–Enero: toma obrera del Frigorífico Lisandro de

la Torre para resistir su privatización.–Crisis de balanza de pagos.–Junio: Perón da a conocer el pacto secreto con

Frondizi.–Se instala en los montes tucumanos el primer grupo guerrillero del país: Uturuncos.

1960–Marzo: luego de atentados a Shell en Córdoba, Frondizi pone en funcionamiento el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado).

–Perón se establece en España. –Junio: se aprueba la Ley de Represión del

Terrorismo. –YPF anuncia autoabastecimiento petrolero.

1961–Abril: fracasa la invasión en Bahía de Cochinos (Playa Girón) por tropas mercenarias apoyadas por EE.UU.

–Agosto: Frondizi recibe al ministro de Industrias

de Cuba, Ernesto “Che” Guevara.

1962–Año de boom automotor. Se fabricaron 115.000

autos. Salto de 666 % con respecto a 1957.

–Crisis de los misiles: la Guerra Fría se instala en el continente.

–La OEA expulsa a Cuba del sistema americano.

La Argentina se abstiene pese a la presión de militares.

–18 a 23 de septiembre: enfrentamiento entre

fracciones antiperonistas del Ejército: “azules” y“colorados”.

1963–Agosto: asalto del Policlínico Bancario por Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara.

–12 de octubre: asume Illia, ilegitimado por elecciones semidemocráticas.

–Noviembre: Illia anula los contratos petroleros de Frondizi.

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Argentina: la segunda mitad del siglo XX | 133

1964–EE.UU comienza a combatir a las fuerzas revolucionarias de Vietnam.

–Jefes de ejércitos latinoamericanos reunidos en West Point declaran su apoyo a la Doctrina de Seguridad Nacional.

–Abril: es aniquilado el Ejército Guerrillero del Pueblo, comandado por Jorge Masetti.

–Diciembre: fracasa el Operativo Retorno de Perón al ser detenido su avión en Río de Janeiro.

–Illia impulsa un proyecto de ley que afecta a multinacionales de medicamentos.

1965–Abril: Guevara parte hacia el Congo a organizar

la lucha revolucionaria.–Noviembre: incidente limítrofe con Chile por

Laguna del Desierto.

–Con el nombre de Unión Popular, el peronismo

se impone en elecciones legislativas.–Se llama a licitación para la construcción de puente Zárate-Brazo Largo y complejo hidroe

léctrico de El Chocón.

1966–28 de junio: golpe de Estado. Illia es desalojado de la casa de gobierno por la fuerza.

–29 de julio: Noche de los Bastones Largos.

–Septiembre: Vandor firma con Onganía un convenio salarial.

–Septiembre: muerte del estudiante Santiago

Pampillón a pocos días de la represión en Córdoba.

–En enfrentamiento entre José Alonso y Vandor por la conducción del gremio, es asesinado el

dirigente metalúrgico Rosendo García, en la confitería La Real de Avellaneda.

–Mao dirige la revolución cultural en China.

1967–9 de octubre: en Bolivia es asesinado, por orden

de la CIA, Ernesto “Che” Guevara.–Se forma en la Argentina el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

–Se publica la revista Cristianismo y Revolución, dirigida por Juan García Elorrio.

–Muestra artística: “Homenaje a Vietnam” (Galería Van Riel).

1968–Marzo: nace la CGT de los Argentinos.–Mayo: huelga general y revuelta estudiantil en

Francia.–Primavera de Praga, contra dominación soviética

en Checoslovaquia.–Septiembre: es neutralizado el grupo guerrillero en Taco Ralo (Tucumán).

–Masacre de Tlatelolco, contra estudiantes mexicanos.

–Comienza a exhibirse La hora de los hornos.

1969–29 de mayo: Cordobazo.

–30 de junio: es asesinado por Montoneros el “Lobo” Vandor.

1970–Enero: surgen las Fuerzas Armadas Peronistas.

–Mayo: secuestro y asesinato de Aramburu. –Junio: cae Onganía y asume Levingston.

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–Julio: operativo comando de Montoneros en localidad cordobesa de La Calera.

–Julio: se conforma el Ejército Revolucionario del Pueblo.

–Agosto: es asesinado el dirigente metalúrgico José Alonso.

–Diciembre: el ministro de Economía Aldo Ferrer anuncia la Ley de Compre Nacional.

–Se duplica el cuentapropismo con respecto al censo de 1947.

–Se duplica la población de villas miseria en el conurbano bonaerense respecto de 1960. Ahorallega al 11,24 % de la población.

–21 de noviembre: Primer Encuentro Nacional

de Cine; “esteticistas” y partidarios del “docu

mental social puro” se enfrentan en Santa Fe.92

1971–15 de marzo: el Viborazo o “Segundo

Cordobazo”.–Lanusse negocia la entrega del cadáver de Evita.–Septiembre: Lanusse convoca a elecciones presi

denciales para el 25 de marzo de 1973.

1972–Agosto: integrantes de Montoneros, FAR y ERPson asesinados en la base naval de Trelew.

–Noviembre: luego de diecisiete años de exilio,

Perón vuelve al país.

1973–25 de mayo: asume Cámpora.

–Junio: Pacto Social CGT y CGE.–A pedido de Perón, José López Rega es nombrado ministro de Bienestar Social.

–20 de junio: masacre de Ezeiza.–Septiembre: Perón triunfa con el 61 % de los votos.

–Comienza el alza petrolera mundial.

1974–1º de mayo: duelo verbal entre Perón y Montoneros en Plaza de Mayo.

–La Triple A y otros escuadrones paramilitares inician crímenes y amenazas.

–1º de julio: se anuncia la muerte de Juan

Domingo Perón.

–6 de septiembre: Montoneros pasa a la clandestinidad.

–Es condenado en juicio revolucionario por

supuesta traición el cuadro montonero Roberto

Quieto.

Cronología significativa 1975-1983(selección de hechos vinculados alcapítulo III)

1975–Febrero: Isabel Perón habilita a los militares a reprimir la guerrilla en Tucumán.

–5 de junio: Rodrigazo.–5 de octubre: asalto de Montoneros al regimiento militar en Formosa.93

–Octubre: Ítalo Luder autoriza por decreto a

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92 Beatriz Sarlo, La máquina cultural. Maestras, traductores y vanguardistas, Ariel, Buenos Aires, 1998, pp.195-269.93 Según Richard Gillespie, fue la operación guerrillera mejor planificada y realizada en la Argentina, en ob.cit., p. 243.

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“aniquilar el accionar subversivo”.–23 de diciembre: el ERP asalta el batallón 601 de Monte Chingolo.

–30 de diciembre: solicitada de la CGT: “[A las fuerzas armadas] Destacamos su respeto a la voluntad popular y su respaldo al desenvolvimien

to constitucional del país. Ratificamos la solidaridad activa en la lucha contra la subversión…”

–Alberto Ottalagano asume como rector de la Universidad de Buenos Aires. En revista Siete Días declara: “Soy fascista, ¿y qué?”.

–18 de diciembre: intento fallido de golpe de Estado del brigadier Orlando Capellini.

–A fin de año se contabilizan cerca de 900 muertos por causas políticas.

–Derrota estadounidense en Vietnam.

1976–20 de marzo: “Si las Fuerzas Armadas vienen

para poner orden y estabilidad, bienvenidas sean.” Jorge Antonio, Partido Justicialista.

–24 de marzo: ley 21.264. Pena de muerte y con

sejos de guerra.

–24 de marzo: ley 21.260. Despido masivo de trabajadores “por razones de seguridad”.

–2 de abril: se lanza el primer plan antiinflacionario de Martínez de Hoz (ancla salarial). Se anuncia apertura económica.

–8 de abril: las entidades del agro califican de muy satisfactorio el plan de Martínez de Hoz.

–22 de abril: el Comando del III Cuerpo del

Ejército (Córdoba) prohíbe la publicación de reclamos de familiares de “presuntos detenidos”.

–9 de junio: Kissinger destaca el papel crucial de la Argentina en Sudamérica.

–16 de septiembre: Noche de los Lápices. –13 de diciembre de 1976: masacre de Margarita Belén.

–Punto de inflexión: inicio del modelo de acumulación basado en la valorización financiera.

1977–Febrero: Massera comienza a incubar la idea de recuperar militarmente Malvinas.94

–Junio: reforma financiera.–Comienza la matanza masiva de prisioneros (vuelos de la muerte).

–Diciembre: primera ronda de Madres de Plaza

de Mayo.–11 de marzo: al mes de la desaparición del diri

gente Oscar Smith, trabajadores de Luz y Fuerza

marchan por las calles del centro.

1978–25 de enero: la conducción militar no reconoce

el fallo arbitral inglés sobre el conflicto del Beagle.

–Fracasa reunión entre Videla y Pinochet en Puerto Montt (Chile).

–Marzo: masacre de Villa Devoto.–25 de junio: la Argentina, país campeón mundial de fútbol.

–1 de agosto: atentado de Montoneros a Lambruschini.

–Año de preparativos bélicos en la Argentina y

Chile.–Diciembre: se anuncia la “tablita”.

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94 Seoane-Muleiro, ob. cit., p. 274.

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1979–Enero: la Argentina y Chile aceptan la mediación del Vaticano promovida por EE.UU.

–Marzo: solicitada de la Unión Industrial sostiene: “El país está de pie, luego de la noche en quelo sumergieran el desgobierno y la subversión”.

–Del 6 al 20 de septiembre: inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Recibe denuncias por 5.000 desapariciones.

–La Argentina, país campeón mundial juvenil.–Luciano Benjamín Menéndez acusa de condescendiente a la conducción de Videla.

–Fracasa el intento de “contraofensiva” de

Montoneros.

1980–El jefe del Ejército, Galtieri, declara que “las

urnas están bien guardadas”.

–El gobierno decide vender cereales a URRS, a pesar del boicot de EE.UU.

–El 14 de octubre: Adolfo Pérez Esquivel recibe

el Premio Nobel de la Paz.

–Visita de David Rockefeller.–Se publica Respiración artificial de Ricardo Piglia.

–A fin de año comandos argentinos adiestran tropas contrarrevolucionarias en Guatemala, CostaRica y Nicaragua.

1981–Verano de la “plata dulce”.

–Fin del dólar barato; a lo largo del año se devalúa el atraso cambiario.

–28 de julio: se inicia Teatro Abierto, otro hito deresistencia cultural. A la semana explotan bom

bas en el Teatro Picadero. –Ronald Reagan promueve la guerra contra el gobierno sandinista en Nicaragua.

–Diciembre: destitución de Viola, asume Galtieri.

1982–29 de marzo: se informa a los oficiales superiores el plan de reconquistar Malvinas.

–30 de marzo: movilización de la CGT y violenta represión.

–2 de abril: reconquista argentina.–2 de mayo: hundimiento del Crucero “General Belgrano”.

–11 de junio: visita el país el papa Juan Pablo II.

–14 de junio: rendición argentina.–Domingo Cavallo, al frente del Banco Central transfiere al Estado deudas privadas de

empresas por 15.000 millones de dólares.

–16 de diciembre: la Multipartidaria moviliza a

cerca de 100.000 personas.

Cronología significativa en torno deMalvinas (selección de hechos vincu-lados al capítulo IV, sobre la base delos trabajos de Guber y Lorenz)

1833–Gran Bretaña usurpa las islas.

1892–Gran Bretaña declara colonia a las islas.

1910–Paul Groussac publica Les Iles Malouines.

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1934–Septiembre: Alfredo Palacios presenta un pro

yecto de ley para traducir, publicar y distribuir la obra dePaul Groussac.

–Los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta publican La Argentina y el imperialismo británico, los eslabones de una cadena (1806-1933).

1964–Un aviador argentino, Miguel Fitzgerald, aterri

za en las islas Malvinas para reclamar por la soberanía.

1966–28 de junio: Operativo Cóndor.

1977–Anaya elabora un plan de reconquista militar de islas Malvinas.

1978–Preparativos bélicos hacia la guerra con Chile.

1979–La Argentina, país campeón mundial juvenil.–Llega la comisión inspectora de la OEA.

1982–26 de marzo: se ordena la reconquista militar.

–29 de marzo: se informa a los oficiales superiores.–30 de marzo: movilización de la CGT y violenta represión.–2 de abril: desembarco en las islas.

–3 de abril: el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas exige el retiro de la Argentina y el inicio de negociaciones.

–10 de abril: reunión Galtieri-Haig. Manifestación popular de apoyo.

–1º de mayo: EE.UU. declara ilegal la acción argentina.–1º de mayo: la aviación inglesa ataca Puerto Argentino.–2 de mayo: hundimiento del Crucero “General Belgrano”.–11 de junio: visita el país el papa Juan Pablo II.–14 de junio: rendición argentina.–14 de junio: luego del Comunicado de Galtieri a la población, manifestación frente a Casa Rosada. “Galtieri, borracho, mataste a los muchachos”; “Los chicos murieron, los jefes los vendieron”.

–Desde el 14 de junio al 14 de julio: llegan contingentes de soldados argentinos. Ingreso por “puerta trasera”.

–Junio: se publica El otro frente de la guerra. Los padres de las Malvinas, de Dalmiro Bustos.

–Casa del Veterano. Contención y “memoria hacia adentro del

dominio militar”.–Agosto: se publica Los chicos de la guerra de Daniel Kon. Basado en el relato de ocho soldados de clase 62.

–Figuración predominante del excombatiente: soldados biso

ños, caracterizados por su “inocencia histórica”, “chicos” lle

vados a morir.–Comienza la elaboración del Informe Rattenbach.–A fin de año se forma la Coordinadora Nacional de Centros

de ex Soldados Combatientes de Malvinas.

1983–23 de marzo: la Junta Militar promulga ley de autoamnistía.–2 de abril: primera conmemoración en dependencias castrenses.–3 de abril: el Centro de ex Soldados Combatientes convoca a

Plaza Fuerza Aérea Argentina. Para Guber se despliega escénicamente una nueva identidad de combatientes.

–Abril: surge la denuncia de excombatientes sobre “desmalviniza-

ción” deliberada, iniciada por el Estado Mayor Conjunto en 1982.–30 de octubre: Alfonsín es elegido presidente con el 52 % de

los votos.

37 Citados en http://www.galeon.com/elortiba.

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–Alfonsín deroga la autoamnistía militar y ordena el juicio a los integrantes de las juntas militares.

–Se publica Las Malvinas: de la guerra “sucia” a la guerra “limpia”, de León Rozitchner.

1984–Alfonsín decreta como día feriado el 10 de junioen lugar del 2 de abril.

–Informe Conadep.–Acuerdo limítrofe entre la Argentina y Chile

por las islas del Beagle.–Se estrena Los chicos de la guerra de Bebe Kamin.–Agosto: grupos de excombatientes critican la película.

–Avanza el proceso de construcción de identidad excombatiente: de “chicos” a “veteranos”, de “víctimas” a soldados afirmados en la experiencia, sujetos políticos de la posdictadura contra la“desmalvinización”.

1985–18 de septiembre: Alfonsín y Neil Kinnock manifiestan en París la voluntad de restablecer las relaciones diplomáticas.

–26 de noviembre: en discurso ante las NacionesUnidas el canciller Dante Caputo vincula los modos de la democracia en política interna y externa: “Desde el momento en que la democracia se reinstauró en la Argentina ha sido un objetivo fundamental del gobierno consolidar la convivencia pacífica y civilizada tanto dentrode la comunidad nacional como con el resto delmundo”.

1986–En mundial de fútbol se enfrentan las selecciones de la Argentina e Inglaterra y se suscitan sentimientos colectivos de desquite.

–23 de diciembre: Diputados aprueba el proyecto de punto final.

1987–15 de abril: levantamiento carapintada, en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo, de oficiales y suboficiales al mando del teniente coronel Aldo Rico.

–Del 15 a 19 de abril: concentraciones públicas contra la sublevación militar.

–Domingo de Pascua: el presidente Alfonsín negocia con los amotinados. Desde Casa de Gobierno asegura: “La casa está en orden”.

–El Congreso aprueba la Ley de Obediencia Debida.

–Se publica en la Argentina No picnic, de Julian Thompson.

1988–18 de enero: Aldo Rico se subleva en el regi-miento de Monte Caseros.

–3 de diciembre: levantamiento del coronel Mohamed Alí Seineldín en Villa Martelli.

1990–24 de junio: se inaugura el cenotafio y monumento “A los caídos en la gesta de Malvinas”.

1991–Marzo: familiares de caídos comienzan a visitar el cementerio de guerra de Darwin.

1999–14 de julio de 1999: Menem y Tony Blair acuerdan la construcción de un cenotafio en las islasMalvinas.

2001–El ministro de Defensa, Ricardo López Murphy,propone correr el feriado conmemorativo al 2 deabril.

2005Se estrena Locos de la bandera.

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