servir al pueblo

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199 SERVIR AL PUEBLO SEMANARIO DEL PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO DE LA ARGENTINA SUPLEMENTO CUADERNOS DE DIFUSION DEL MARXISMO LENINISMO MAOISMO agosto 2011 lenin Los revolucionarios y las elecciones (2)

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199

SERVIR AL PUEBLOSEMANARIO DEL PARTIDO COMUNISTAREVOLUCIONARIO DE LA ARGENTINA

SUPLEMENTO

CUADERNOS DE DIFUSION DEL MARXISMOLENINISMOMAOISMO

a g o s t o 2 0 1 1 l e n i nLosrevolucionarios ylas elecciones (2)

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Presentación“Los trabajadores deben prepararse ideológica, política y técnicamente para la lucha de los Soviets

contra el parlamento, para la disolución del parlamentopor los Soviets. Pero de esto no se deduce en modo algunoque semejante disolución sea obstaculizada, o no sea facilitada por la presencia de una oposición sovietista enel interior de un parlamento contrarrevolucionario. (…)Los autores de la tesis se han embrollado completamentey han olvidado la experiencia de una serie de revolucio-nes, si no de todas, experiencia que acredita los serviciosespeciales prestados, en tiempo de revolución, por lacombinación de la acción de masas fuera del parlamentoreaccionario y de una oposición simpatizante de larevolución (o mejor aun, que la defienda francamente)dentro del parlamento.”

Esto fue escrito por Lenin en 1920, basándose en la experiencia de otras revoluciones y de la propia experiencia en Rusia que había llevado al triunfo de larevolución en noviembre de 1917, produciendo el reem-plazo del parlamento burgués por los soviets (consejos dediputados obreros, soldados, campesinos y cosacos), ensu libro La enfermedad infantil del “izquierdismo” en elcomunismo (Lenin: Obras Completas, tomo 31).

Publicamos aquí parte de las conclusiones de este trabajo, del que ya hemos reproducido un breve párrafoen el cuaderno número 105 (Lenin: Situación revolucio-naria). Otros capítulos de esta obra se pueden encontraren los cuadernos 81 (El “izquierdismo”), 82 (Los compro-misos), 178 (Los revolucionarios y los compromisos) y191-192 (Sobre el antiparlamentarismo). n

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X

Algunas conclusiones

[En Inglaterra] las divergenciasentre los Churchill [conservado-res] y los Lloyd George [liberales]de una parte –tipos políticos queexisten en todos los países, con par-ticularidades nacionales ínfimas– yentre los Henderson [laboristas osocialistas] y los Lloyd George deotra, no tienen absolutamente nin-guna importancia, son insignifican-tes desde el punto de vista del co-

munismo puro, esto es, abstracto,incapaz todavía de acción políticapráctica, de masas. Pero desde el punto de vista de es-

ta acción práctica de las masas, estasdivergencias son de una importanciaextraordinaria. Saber estimarlas, sa-ber determinar el momento en queestán plenamente en sazón los con-flictos inevitables entre esos “ami-gos”, conflictos que debilitan y hastadesarman a todos los “amigos” toma-dos en conjunto, es la obra, es la mi-sión del comunista que desee ser nosólo un propagandista consciente,

v. i. lenin

La enfermedadinfantil del“izquierdismo”en el comunismoAbril-mayo de 1920(extracto)

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convencido y teóricamente prepara-do, sino un dirigente práctico de lasmasas en la revolución. Es necesario unir la fidelidad más

abnegada a las ideas comunistas conel arte de admitir todos los compro-misos prácticos necesarios, las ma-niobras, los acuerdos, los zigzags, lasretiradas, etc., susceptibles de preci-pitar primero la subida al Poder delos Henderson (de los héroes de la IIInternacional para no citar indivi-duos, de los representantes de la de-mocracia pequeñoburguesa que sellaman socialistas) y su bancarrotaen el mismo, para acelerar su quie-bra inevitable en la práctica, banca-rrota que ilustrará a las masas preci-samente en nuestro espíritu y lasorientará precisamente hacia el co-munismo; para acelerar la tirantez,las disputas, los conflictos, la esci-sión completa inevitables entre losHenderson-Lloyd George-Churchill(entre los mencheviques y los so-cialrevolucionarios, los kadetes ylos monárquicos; entre Scheide-mann –la burguesía– y los partida-rios de von Kapp, etc.) y para elegiracertadamente el momento en quellega a su grado máximo la disensiónentre todos esos “pilares de la sacro-santa propiedad privada”, a fin dedeshacerlos de un golpe, por mediode una ofensiva resuelta del proleta-riado, y conquistar el Poder político.La historia en general, la de las

revoluciones en particular, es siem-

pre más rica de contenido, más va-riada de formas y aspectos, más viva,más “astuta” de lo que se imaginanlos mejores partidos, las vanguar-dias más conscientes de las clasesmás adelantadas. Se comprende fácilmente, pues

las mejores vanguardias expresan laconciencia, la voluntad, la pasión, laimaginación de decenas de miles dehombres, mientras que la revolu-ción la hacen, en momentos de ten-sión y excitación especiales de todaslas facultades humanas, la concien-cia, la voluntad, la pasión, la imagi-nación de decenas de millones dehombres aguijoneados por la luchade clases más aguda. De aquí se derivan dos conclusio-

nes prácticas muy importantes: laprimera es que la clase revoluciona-ria, para realizar su misión, debe sa-ber utilizar todas las formas y los as-pectos, sin la más mínima excepción,de la actividad social (dispuesta acompletar después de la conquistadel Poder político, a veces con granriesgo e inmenso peligro, lo que noha terminado antes de esta conquis-ta); la segunda es que la clase revo-lucionaria debe hallarse dispuestaa reemplazar de un modo rápido einesperado una forma por otra.Todo el mundo convendrá que se-

ría insensata y hasta criminal la con-ducta de un ejército que no se dispu-siera a utilizar toda clase de armas,todos los medios y procedimientos

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de lucha que posee o puede poseer elenemigo. Pero esta verdad es toda-vía más aplicable a la política que alarte militar. En política se puede aún menos

saber de antemano qué método delucha será aplicable y ventajoso paranosotros en tales o cuales circuns-tancias futuras. Sin dominar todoslos medios de lucha, podemos correrel riesgo de sufrir una enorme derro-ta, a veces decisiva, si cambios inde-pendientes de nuestra voluntad enla situación de las otras clases ponena la orden del día una forma de ac-ción en la cual somos particular-mente débiles. Si dominamos todos los medios

de lucha, nuestro triunfo es seguro,puesto que representamos los inte-reses de la clase realmente avanza-da, realmente revolucionaria, aunen el caso de que las circunstanciasno nos permitan hacer uso del armamás peligrosa para el enemigo, delarma susceptible de asestar con lamayor rapidez golpes mortales. Los revolucionarios inexperimen-

tados se imaginan a menudo que losmedios legales de lucha son oportu-nistas, porque en este terreno (sobretodo en los períodos llamados “pací-ficos”, en los períodos no revolucio-narios) la burguesía engañaba y em-baucaba con una frecuencia par-ticular a los obreros, y que los proce-dimientos ilegales son revoluciona-rios. Tal afirmación, sin embargo, no

es justa. Lo justo es que los oportu-nistas y traidores a la clase obrera,son los partidos y jefes que no sabeno no quieren (no digáis nunca: nopuedo, sino: no quiero) aplicar losprocedimientos ilegales en una si-tuación como la guerra imperialistade 1914-1918 por ejemplo, en que laburguesía de los países democráti-cos más libres engañaba a los obre-ros con una insolencia y crueldadnunca vistas, prohibiendo que se di-jese la verdad sobre el carácter de ra-piña de la guerra. Pero los revolucionarios que no

saben combinar las formas ilegalesde lucha con todas las formas legalesson unos malos revolucionarios. Noes difícil ser revolucionario cuandola revolución ha estallado ya y se ha-lla en su apogeo, cuando todos y ca-da uno se adhieren a la revoluciónsimplemente por entusiasmo, pormoda y a veces por interés personalde hacer carrera. Al proletariado le cuesta mucho,

le produce duras penalidades, le ori-gina verdaderos tormentos “desha-cerse”, después de su triunfo, de es-tos “revolucionarios” . Es inf i-nitamente más difícil –y muchísimomás meritorio– saber ser revolucio-nario cuando todavía no se dan lascondiciones para la lucha directa,franca, la verdadera lucha de masas,la verdadera lucha revolucionaria,saber defender los intereses de la re-volución (mediante la propaganda,

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la agitación, la organización) en ins-tituciones no revolucionarias y amenudo sencillamente reacciona-rias, en la situación no revoluciona-ria entre unas masas incapaces decomprender de un modo inmediatola necesidad de un método revolu-cionario de acción. Saber encontrar,percibir, determinar exactamente lamarcha concreta o el cambio bruscode los acontecimientos susceptiblesde conducir a las masas a la grande yverdadera lucha revolucionaria finaly decisiva, es en lo que consiste lamisión principal del comunismocontemporáneo en la Europa occi-dental y en América.Ejemplo: Inglaterra. No podemos

saber –ni nadie se halla en estado dedeterminarlo por anticipado– cuán-do estallará allí la verdadera revolu-ción proletaria y cuál será el motivoprincipal que despertará, inflamará,lanzará a la lucha a las grandes ma-sas, hoy aun adormecidas. Tenemos el deber, por consi-

guiente, de realizar todo nuestrotrabajo preparatorio teniendo he-rradas las cuatro patas (según la ex-presión favorita del difunto Plejánovcuando todavía era marxista y revo-lucionario). Quizá sea una crisis parlamenta-

ria la que “abra el paso”, la que“rompa el hielo”; acaso una crisisque derive de las contradicciones co-loniales e imperialistas irremedia-blemente complicadas, cada vez más

inextricables y exasperadas; son po-sibles otras causas. No hablamos delgénero de lucha que decidirá la suer-te de la revolución proletaria en In-glaterra (esta cuestión no sugiereduda alguna para ningún comunis-ta, pues para todos nosotros está fir-memente resuelta), pero sí del moti-vo que desper tará a las masasproletarias adormecidas hoy toda-vía, las pondrá en movimiento y lasconducirá a la revolución. No olvidemos que, por ejemplo,

en la república burguesa de Francia,en una situación que, tanto desde elpunto de vista internacional comodel interior, era cien veces menos re-volucionaria que la actual, bastó unacircunstancia tan “inesperada” y tan“mezquina” como el asunto Dreyfus–una de las mil hazañas deshonro-sas de la banda militarista reaccio-naria– para conducir al pueblo a dosdedos de la guerra civil.En Inglaterra, los comunistas de-

ben utilizar constantemente, sindescanso ni vacilación, las eleccio-nes parlamentarias y todas las peri-pecias de la política irlandesa, colo-nial e imperialista mundial delgobierno británico, como todos losdemás campos, esferas y aspectos dela vida social, trabajando en elloscon un espíritu nuevo, con el espíri-tu del comunismo, con el espíritu dela Tercera, no de la Segunda Inter-nacional. No dispongo de tiempo y espacio

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para describir aquí los procedimien-tos “rusos”, “bolcheviques” de parti-cipación en las elecciones y en la lu-cha parlamentaria; pero puedoasegurar a los comunistas de los de-más países que no se parecían en na-da a las campañas parlamentariascorrientes en la Europa occidental. De aquí se saca a menudo la si-

guiente conclusión: “Es que vuestroparlamentarismo no era lo mismoque el nuestro”. La conclusión es fal-sa. Para ello existen en el mundo co-munistas y partidarios de la III In-ternacional en todos los países, paratransformar en toda la línea, en to-dos los dominios de la vida, la viejalabor socialista, tradeunionista, sin-dicalista y parlamentaria, en una la-bor nueva, comunista. En nuestras elecciones hemos vis-

to también, de sobra, rasgos pura-mente burgueses, rasgos de oportu-nismo, de practicismo vulgar, deengaño capitalista. Los comunistas de Europa occi-

dental y de América deben aprendera crear un parlamentarismo nuevo,poco común, no oportunista, que notenga nada de arribista; es necesarioque el Partido Comunista lance susconsignas, que los verdaderos prole-tarios, con ayuda de la masa de lagente pobre, inorganizada y aplasta-da, extiendan y distribuyan octavi-llas, recorran las viviendas de losobreros, las chozas de los proletariosdel campo y de los campesinos que

viven en los sitios más recónditos(por ventura, en Europa los hay mu-cho menos que en Rusia, y en Ingla-terra apenas si existen), penetren enlas tabernas más concurridas, se in-troduzcan en las asociaciones, en lassociedades, en las reuniones fortui-tas de los elementos pobres, que ha-blen al pueblo con un lenguaje sen-cillo (y no de un modo muy parla-mentario), no corran, por nada en elmundo, tras un “lugarcito” en los es-caños del parlamento, despierten entodas partes el pensamiento, arras-tren a la masa, cojan a la burguesíapor la palabra, utilicen el aparatocreado por ella, las elecciones convo-cadas por ella, el llamamiento hechopor ella a todo el pueblo, den a cono-cer a este último el bolchevismo co-mo nunca habían tenido ocasión dehacerlo (bajo el dominio burgués),fuera del período electoral (sin con-tar, naturalmente, con los momen-tos de grandes huelgas, cuando esemismo aparato de agitación popularfuncionaba en nuestro país con másintensidad aún). Hacer esto en la Europa occiden-

tal y en América es muy difícil, difi-cilísimo, pero puede y debe hacerse,pues las tareas del comunismo nopueden cumplirse, en general, sintrabajo, y hay que esforzarse para re-solver los problemas prácticos cadavez más variados, cada vez más liga-dos a todos los aspectos de la vidasocial y que van arrebatándole cada

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vez más a la burguesía un sector, uncampo de la vida social tras otro.En esa misma Inglaterra es asi-

mismo necesario organizar de unmodo nuevo (no de un modo socia-lista, sino de un modo comunista;no de un modo reformista, sino deun modo revolucionario) la labor depropaganda, de agitación y de orga-nización en el ejército y entre las na-ciones oprimidas y las que no gozande la plenitud de derechos en “su”Estado (Irlanda, las colonias). Pues todos estos sectores de la vi-

da social, en la época del imperialis-mo en general y sobre todo ahora,después de esta guerra que ha ator-mentado a los pueblos y que les haabierto rápidamente los ojos a laverdad (la verdad de que decenas demillones de hombres han muerto ohan sido mutilados únicamente pa-ra decidir si serían los bandidos in-gleses o los bandidos alemanes losque saquearían más países), todosestos sectores de la vida social se sa-turan particularmente de materiasinflamables y dan origen a muchosconflictos, a muchas crisis y a la exa-cerbación de la lucha de clases. No sabemos ni podemos saber

cuál de las chispas que, en enjambre,surgen ahora por doquier en todoslos países bajo la influencia de la cri-sis económica y política mundial,podrá originar el incendio, es decir,despertar de una manera especial alas masas, y por lo tanto debemos,

con nuestros nuevos principios,nuestros principios comunistas, em-prender la “preparación” de todoslos campos, sean de la naturalezaque sean, hasta los más viejos, losmás vetustos, y en apariencia losmás estériles, pues en caso contrariono estaremos a la altura de nuestramisión, faltaremos en algo, no do-minaremos todas las clases de ar-mas, no nos prepararemos ni para la

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victoria sobre la burguesía (la cualha organizado la vida social en todossus aspectos a la manera burguesa yahora la ha desorganizado de ese

mismo modo) ni para la reorganiza-ción comunista de toda la vida, quedeberemos realizar una vez obtenidala victoria.

El Partido Comunista Revolucionario resolvió en su Conferencia Nacional dediciembre del 2010 reorganizar el Partido del Trabajo y del Pueblo para participarde las elecciones, concebido como un instrumento que ayude al reagrupamiento de fuerzas populares, patrióticas, democráticas y antiimperialistas.En provincia de Buenos Aires se logró exitosamente la personería electoral.

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Después de la revolución prole-taria en Rusia, de las victorias dedicha revolución en el terreno in-ternacional, inesperadas para laburguesía y los filisteos, el mundoentero se ha transformado y la bur-guesía es también en todas partesotra. La burguesía está asustada por el

“bolchevismo”, está irritada contraél casi hasta perder la razón, y preci-samente por eso acelera, por unaparte, el desarrollo de los aconteci-mientos y, por otra, concentra laatención en el aplastamiento delbolchevismo por la fuerza, debili-tando con ello su posición en otrosmuchos terrenos. Los comunistasde todos los países adelantados de-ben tener en cuenta estas dos cir-cunstancias para su táctica.Cuando los kadetes rusos y Ke-

renski emprendieron una persecu-ción furiosa contra los bolchevi-ques –sobre todo después de abrilde 1917, y más aun en junio y juliodel mismo año–, “rebasaron los li-mites”. Los millones de ejemplares de los

periódicos burgueses que gritabanen todos los tonos contra los bolche-viques, nos ayudaron a conseguirque las masas valorasen el bolche-vismo y, aun sin contar con la pren-sa, toda la vida social, gracias al “ce-lo” de la burguesía, se impregnó dediscusiones sobre el bolchevismo. En el momento actual, los millo-

narios de todos los países se condu-cen de tal modo en la escala interna-cional, que debemos estarles reco-nocidos de todo corazón. Persiguenal bolchevismo con el mismo celoque lo perseguían antes Kerenski ycompañía, y, como éstos, “rebasantambién los límites” y nos ayudan. Cuando la burguesía francesa

convierte al bolchevismo en el puntocentral de la campaña electoral, in-juriando por su bolchevismo a so-cialistas relativamente moderados ovacilantes; cuando la burguesía nor-teamericana, perdiendo completa-mente la cabeza, detiene a miles ymiles de individuos sospechosos debolchevismo y crea un ambiente depánico propagando por doquier lanueva de conjuraciones bolchevi-ques; cuando la burguesía inglesa, lamás “sólida” de todas las burguesíasdel mundo, con todo su talento y suexperiencia, comete inverosímilestonterías, funda riquísimas “socie-dades para la lucha contra el bolche-vismo”, crea una literatura especialsobre este último, toma a su servicio,para la lucha contra el bolchevismo,a un personal suplementario de sa-bios, de agitadores, de curas, debe-mos inclinarnos y dar las gracias alos señores capitalistas. Estos trabajan para nosotros, nos

ayudan a interesar a las masas en lacuestión de la naturaleza y la signifi-cación del bolchevismo. Y no pue-den obrar de otro modo, porque ya

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han fracasado en sus intentos de“hacer el silencio” alrededor del bol-chevismo y ahogarlo.Pero, al mismo tiempo, la bur-

guesía ve en el bolchevismo casi úni-camente uno de los aspectos de esteúltimo: la insurrección, la violencia,el terror; por esto se prepara parti-cularmente para resistir y rechazaral bolchevismo en este terreno. Es posible que en casos aislados,

en algunos países, en tales o cualesperíodos breves lo consiga; hay quecontar con esa posibilidad, que notiene para nosotros nada de temible. El comunismo “brota”, literal-

mente, en todos los aspectos de lavida social, se manifiesta decidida-mente por doquier, el “contagio”(para emplear la comparación pre-ferida de la burguesía y de la poli-cía burguesa, y la más “agradable”para ella) ha penetrado muy pro-fundamente en todos los poros delorganismo y lo ha impregnado porcompleto. Si se “obtura” con celo particular

una de las salidas, el “contagio” en-contrará otra, a veces completamen-te inesperada; la vida triunfa por en-cima de todo. Que la burguesía sesobresalte, se irrite hasta perder lacabeza, que rebase los límites, quecometa necedades, que se vengue deantemano de los bolcheviques y seesfuerce en aniquilar (en la India, enHungría, en Alemania, etc.) a cente-nares, a miles, a centenares de miles

de bolcheviques de ayer o de maña-na; al obrar así procede como hanobrado todas las clases condenadaspor la historia a desaparecer. Los comunistas deben saber que,

en todo caso, el porvenir les pertene-ce, y por esto podemos (y debemos)unir el máximo de pasión en la granlucha revolucionaria con la conside-ración más fría y serena de las furio-sas sacudidas de la burguesía. La re-vo luc ión rusa fue c rue lmentederrotada en 1905; los bolcheviquesrusos fueron aplastados en julio de1917; más de 15.000 comunistasalemanes fueron aniquilados pormedio de la provocación artera y delas maniobras hábiles de Scheide-mann y Noske, aliados a la burgue-sía y los generales monárquicos; enFinlandia y en Hungría hace estra-gos el terror blanco, pero en todoslos casos y en todos los países, el co-munismo se está templando y crece;sus raíces son tan profundas que laspersecuciones no lo debilitan, no lodesarman, sino que lo refuerzan. Lo único que hace falta para que

marchemos hacia la victoria más fir-memente y más seguros, es que loscomunistas de todos los países ac-tuemos en todas partes y hasta el fin,guiados por la convicción de la nece-sidad de una flexibilidadmáxima ennuestra táctica. Lo que actualmente hace falta al

comunismo, que crece magnífica-mente, sobre todo en los países ade-

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lantados, es esta conciencia y elacierto para aplicarla en la práctica.Podría (y debería) ser una lección

útil lo ocurrido con unos eruditosmarxistas y unos jefes de la II Inter-nacional tan fieles al socialismo co-mo Kautsky, Otto Bauer y otros. Estos tenían perfecta conciencia

de la necesidad de una táctica flexi-ble, habían aprendido y enseñabana los demás la dialéctica marxista (ymucho de lo hecho por ellos en estecampo, será considerado siemprecomo una valiosa adquisición de laliteratura socialista); pero al apli-car esta dialéctica, han incurrido enun error de tal naturaleza, se hanmostrado en la práctica tan aparta-dos de la dialéctica, tan incapacesde tener en cuenta los rápidos cam-bios de forma y la rápida entradade un contenido nuevo en las anti-guas formas, que su suerte no esmás envidiable que la de Hyndman,Guesde y Plejánov.La causa fundamental de su ban-

carrota consiste en que se han deja-do “encandilar” por una forma de-terminada de crec imiento de lmovimiento obrero y del socialismo,olvidándose de su unilateralidad;han tenido miedo a ver la bruscaruptura, inevitable por las circuns-tancias objetivas, y han seguido re-pitiendo las simples verdades apren-didas de memoria y a primera vistaindiscutibles: tres son más que dos. Pero la política se parece más al

álgebra que a la aritmética y todavíamás a las matemáticas superioresque a las matemáticas simples. En realidad, todas las formas an-

tiguas del movimiento socialista sehan llenado de un contenido nuevo yun nuevo signo ha aparecido por lotanto delante de las cifras, el signo“menos”, mientras nuestros sabiosseguían (y siguen) afirmando tenaz-mente a todo el mundo que “menostres” es mayor que “menos dos”.Hay que procurar que los comu-

nistas no repitan el mismo error enel otro sentido, o mejor dicho, queese mismo error, cometido, aunqueen un sentido contrario, por los co-munistas “de izquierda” sea corregi-do y curado con el máximo de rapi-dez y el mínimo de dolor para elorganismo. No sólo el doctrinarismo de dere-

cha constituye un error, también loconstituye el doctrinarismo de iz-quierda. Naturalmente, el error del doctri-

narismo de izquierda en el comunis-mo es en el momento actual mil ve-ces menos peligroso y grave que el dederecha (esto es, del socialchovinis-mo y de los kautskianos); pero estose debe únicamente a que el comu-nismo de izquierda es una tendencianovísima, que acaba de nacer. Sólopor esto, la enfermedad puede ser, enciertas condiciones, fácilmente ven-cida y es necesario emprender su tra-tamiento con el máximo de energía.

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Las antiguas formas se han roto,pues ha resultado que su nuevo con-tenido –antiproletario, reacciona-rio– ha adquirido un desarrollo in-conmensurable. Desde el punto de vista del desen-

volvimiento del comunismo inter-nacional, poseemos hoy un conteni-do tan só l ido , t an fuer te , t anpotente, de nuestra actividad (por elPoder de los Soviets por la dictaduradel proletariado) que puede y debemanifestarse en cualquier formatanto antigua como nueva, que pue-de y debe transformar, vencer, so-meter a todas las demás formas, nosólo nuevas, sino también antiguas,no para conciliarse con ellas, sino afin de saber convertirlas todas, lasnuevas y las viejas, en un arma parala victoria completa y definitiva, de-cisiva e irremisible del comunismo.Los comunistas deben consagrar

todos sus esfuerzos a dirigir el movi-miento obrero y el desarrollo socialen general por el camino más recto yrápido hacia la victoria mundial delPoder soviético y de la dictadura delproletariado. Es una verdad indis-cutible. Pero basta dar un pequeño paso

más allá –aunque parezca efectuado

en la misma dirección–, para que es-ta verdad se cambie en error. Basta con que digamos, como ha-

cen los comunistas de izquierda ale-manes e ingleses, que no aceptamosmás que un camino, el camino recto,que no admitimos las maniobras,los acuerdos, los compromisos, paraque sea un error que puede causar, yque ha causado ya en parte y siguecausando, los más serios perjuiciosal comunismo. Los doctrinarios de derecha se

han obstinado en no admitir másque las formas antiguas, y han fraca-sado del modo más completo por nohaberse dado cuenta del nuevo con-tenido. Los doctrinarios de izquierda se

obstinan en rechazar incondicional-mente determinadas formas antiguas,sin ver que el contenido nuevo se abrepaso a través de toda clase de formas yque nuestro deber de comunistas con-siste en adueñarnos de todas ellas, enaprender a completar con el máximode rapidez unas con otras, en sustituir-las unas por otras, en adaptar nuestratáctica a todo cambio de este género,suscitado por una clase que no sea lanuestra o por unos esfuerzos que nosean los nuestros. n

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Mientras no tengamos fuerza pa-ra disolver el parlamento burgués,debemos actuar contra él desdeafuera y desde adentro. Mientras unnúmero más o menos apreciable detrabajadores –no solo proletarios,sino también semiproletarios y pe-queños campesinos– tengan fe enlas instituciones democrático-bur-guesas de que se sirve la burguesíapara engañar a los obreros, debemosdenunciar ese engaño precisamentedesde la tribuna que las capas atra-sadas de obreros y, en particular, delas masas trabajadoras no proleta-rias consideran como más impor-tante y más autorizada.Mientras los comunistas no ten-

gamos fuerza para tomar el poder

del Estado y para hacer que sean so-lo los trabajadores quienes elijan sussoviets contra la burguesía, mien-tras la burguesía disponga del poderestatal, convocando a elecciones alas distintas clases de la población,tenemos el deber de participar enellas para desplegar la agitación en-tre todos los trabajadores, y no ex-clusivamente entre los proletarios.Mientras en el parlamento burguésse engañe a los obreros, ocultandocon frases sobre la “democracia” lastrapacerías financieras y toda clasede sobornos (en ninguna parte prac-tica la burguesía con tanta amplitudcomo en el parlamento burgués elsoborno por demás “sutil” de escri-tores, diputados, abogados, etc.), los

v. i. lenin

Carta a loscomunistasaustríacos15 de agosto de 1920(extracto)

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comunistas tenemos el deber dedesenmascarar sin descanso el enga-ño, de desenmascarar todo cambiode frente de los Renner y Cía., cadavez que se coloquen del lado de loscapitalistas contra los obreros, y dehacer esta labor de desenmascara-miento desde la tribuna de esta ins-titución que supuestamente expresala voluntad del pueblo, pero que dehecho sirve para encubrir el engañodel pueblo por los ricos. Precisa-mente en el Parlamento las relacio-nes entre los partidos y las fraccio-nes burguesas se ponen más derelieve y reflejan las relaciones entretodas las clases de la sociedad bur-guesa. Por eso, justamente en el par-lamento burgués, dentro de él, de-bemos los comunistas esclarecer alpueblo la verdad sobre las relacionesque existen entre las clases y los par-tidos, entre los terratenientes y los

obreros agrícolas, entre los campesi-nos ricos y el campesinado pobre,entre el gran capital y los empleadosy pequeños propietarios, etc.Es preciso que el proletariado co-

nozca todo esto para llegar a com-prender todas las viles y refinadassupercherías del capital, para llegara influir sobre las masas pequeño-burguesas, sobre las masas trabaja-doras no proletarias. Sin esta “cien-cia” del proletariado no puedeacometer con eficacia las tareas de ladictadura del proletariado, puestambién entonces la burguesía, des-de su nueva posición (posición declase derrocada), seguirá en otrasformas y en otros terrenos su políti-ca de embaucamiento de los campe-sinos, de soborno e intimidación delos empleados y de ocultación de susegoístas y sórdidos designios confrases de “democracia”. n

Marcha del PTP y del PCR.

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CARLOS MARX FEDERICO ENGELS VLADIMIR LENIN JOSÉ STALIN MAO TSETUNG

cuadernos de difusión del marxismo–leninismo–maoísmo

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Ultimos Cuadernos publicados100 Engels: La filosofía dialéctica / 101 Engels: La plusvalía / 102 Stalin: El leninismo / 103 Lenin: La transición alcomunismo / 104 Lenin: El problema nacional / 105 Lenin: Situación revolucionaria / 106 Lenin: ¿Qué hacer? / 107 Lenin: La organización / 108 Lenin: Partido y clase / 109 Wells: Entrevista a Stalin / 110 Marx–Engels: La autoridad / 111 Lenin–Zetkin: La mujer / 112 Mao: La superstición / 113 Mao: Prevenir errores / 114 Mao: Fortalecer la unidad / 115–116 Krúpskaia: Octubre (1) y (2) / 117 Stalin: La nación / 118 Stalin: La cuestión campesina / 119 Mao: Los dosaspectos / 120 Mao: La dinámica ideológica / 121 Mao: Los desórdenes / 122 Marx–Engels: Tesis sobre Feuerbach /123 Lenin: La flexibilidad / 124 Engels: La filosofía alemana / 125 Stalin: La Segunda Guerra Mundial / 126 Marx: LaEconomía Política / 127 Marx: Valor y trabajo / 128 PCR: El clasismo revolucionario / 129 PCR: Sobre el terrorismo / 130 Guevara: Discurso de Argel / 131 Marx: Trabajo y ganancia / 132 Mao: Los intelectuales / 133 Mao: La URSS y laguerra interimperialista / 134–135 Stalin: Lenin (I) y Lenin (II) / 136 Guevara: El hombre nuevo / 137 Dimitrov: Contra elsectarismo / 138 Gramsci: Los comunistas y los sindicatos / 139 Díaz: El Frente Popular / 140 Pasionaria: No pasarán /141–142 Mao: La Revolución Cultural (1 y 2) / 143 Ponce–Mella: La educación / 144 Mariátegui: Lenin / 145–146 Mavrakis:El trotskismo (1 y 2) / 147 Lenin: Problemas del socialismo / 148 Mao: Carta a Chiang Ching / 149 Mao: La economía delsocialismo / 150 Gramsci: Espontaneidad y conciencia / 151 Mao: Temas filosóficos / 152–153: Guevara: Marx y Engels (I y II) /154–155: O. Vargas: Los ignorados (I y II) / 156–157 Lenin: Sobre la cooperación (1 y 2) / 158 Marx–Engels: Manifiesto delPartido Comunista / 159 Marx: Crítica al programa de Gotha (1) / 160–161 O. Vargas: Somos el partido del comunismo (1 y 2) /162 Marx: Crítica al programa de Gotha (2) / 163 Mao: Las clases en el campo / 164 Guevara: La transición socialista /165 Mao: Contra el culto a los libros / 166 Mao: La transición socialista / 167–168 Mao: El frente único (1 y 2) / 169 Engels:Economía Política / 170 Gramsci: La caída de la tasa de beneficio / 171 Mao: La unidad del Partido / 172 Myrdal: China: La revolución continuada / 173 Mao: Como tratar los errores / 174 O. Vargas: La lucha de ideas / 175 P.C. de China: Dos caminos en el socialismo / 176–177 N. Podvoiski: Lenin y la insurrección / 178 Lenin: Los revolucionarios y loscompromisos / 179 PCR: El clasismo revolucionario / 180–181 Lenin: Sobre el sindicalismo (1 y 2) / 182 Mao: Corrijamoslas ideas y métodos erróneos / 183-184-185-186 Lenin: El Estado y la revolución (1, 2, 3 y 4) / 187-188 PCR: El caracter de la revolución (1 y 2) / 189-190 Serge: Sobre la represión (1 y 2) / 191-192 Lenin: Sobre el antiparlamentarismo (1 y 2) / 193-194 PCR: La rebelión agraria (1 y 2) / 195 Guevara: La conciencia revolucionaria / 196-197 Vargas: El marxismo y larevolución argentina / 198 Lenin: Los revolucionarios y las elecciones.

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REVOLUCIONARIO DE LA ARGENTINA

1 Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. 3 Sobre el Estado. 6 El impe-rialismo). 9 Sobre el Partido. 11 La Juventud. 14 Las elecciones y la dictadura del pro-letariado. 17 La Comuna de París. 18 El movimiento de mujeres. 22 La prensa parti-daria. 23 El problema agrario. 26 Dos tácticas. 32 Sobre la dialéctica. 35 Larevolución rusa . 46 Las mujeres y la revolución. 50 La insurrección54 El marxismo y la insurrección. 55 La guerra de guerrillas. 59 Sobre el programa.63 La doctrina de Marx. 64 La economía marxista. 65 El socialismo. 68 Ejército re-volucionario y gobierno revolucionario. 72 Las armas. 75 La milicia popular. 81 El “iz-quierdismo”. 82 Los compromisos. 87 Tesis de Abril. 90 Marxismo y revisionismo. 92 El Estado comuna. 93 La dictadura. 94 Ante la catástrofe.