sergio bizzio - cinismo

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INTER ZONA Bizzio, Sergio Chicos.- 2• ed. -Buenos Aires : lnterzona, 2012. 176 p. ; 22x14 em. ISBN 978-987-118o-91-2 1. Narrativa Argentina I. Titulo CDD.A863 Fecha de catalogaci6n: 25/m/2012 © Sergio Bizzio na. edici6n: Buenos Aires, interZona, 2004 2.da. edici6n: Buenos Aires, interZona, 2.012. © interZona editora, 2.004-2.012. Pasaje Rivarola 115 (1015) Buenos Aires, Argentina www.interzonaeditora.com [email protected] Coordinaci6n editorial: Marie! Mambretti Disei\o de maqueta: Gustavo J. Ibarra Tapa y composici6n: Marie! Mambretti Imagen de tapa: Shunerstock ISBN 978-<)87-1180--)11-2. Impreso en Ia Argentina. Printed in Argentina Libro de edici6n argentina No se permite Ia reproducci6n parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, Ia transmisi6n o Ia transformaci6n de este libro, en cualqUJer forma o por cualquier med.io, sea electr6nico o mecimi.co, mediante fotocopias, d.igiralizaci6n u otros metodos, sin el permiso previa y escrito del editor. Su infracci6n esta penada por las !eyes 11.723 y 25-446. CINISMO

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De "Chicos", texto en el que se basa XXY de Lucía Puenzo.

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Page 1: Sergio Bizzio - Cinismo

INTER ZONA

Bizzio, Sergio

Chicos.- 2• ed. -Buenos Aires : lnterzona, 2012. 176 p. ; 22x14 em.

ISBN 978-987-118o-91-2

1. Narrativa Argentina I. Titulo

CDD.A863

Fecha de catalogaci6n: 25/m/2012

© Sergio Bizzio

na. edici6n: Buenos Aires, interZona, 2004 2.da. edici6n: Buenos Aires, interZona, 2.012.

© interZona editora, 2.004-2.012. Pasaje Rivarola 115

(1015) Buenos Aires, Argentina www.interzonaeditora.com

[email protected]

Coordinaci6n editorial: Marie! Mambretti

Disei\o de maqueta: Gustavo J. Ibarra Tapa y composici6n: Marie! Mambretti Imagen de tapa: Shunerstock

ISBN 978-<)87-1180--)11-2.

Impreso en Ia Argentina. Printed in Argentina Libro de edici6n argentina

No se permite Ia reproducci6n parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, Ia transmisi6n o Ia transformaci6n de este libro, en cualqUJer forma o por cualquier med.io, sea electr6nico o mecimi.co, mediante fotocopias, d.igiralizaci6n u otros metodos, sin el permiso

previa y escrito del editor. Su infracci6n esta penada por las !eyes 11.723 y 25-446.

CINISMO

Page 2: Sergio Bizzio - Cinismo

Muhabid Jasan es un tipo "interesante". Su esposa Erika es una mujer "con inquietudes". Tienen un hijo, Alvaro (15 aiios, palido y alto), que representa a una categoria especial: el sensible espoma­neo. La genre con inquietudes y la genre interesante puede mezclar­se y confundirse; el sensible espontaneo es alga unico, recortado. Tiene rasgos del tipo con inquietudes, pero nunca resulta intere­sante; lo suyo mas bien es repugnar. En un extrema esta el genio, aquel capaz de convertirse en una industria de producir historia personal, y en algunos casas obra. El sensible espontaneo esta en el extrema opuesto.

Alvaro era capaz de hacene caer desde lo alto de un puente por alzar un brazo hacia la puesta de sol. Mente siempre dispuesta, curiosidad indiscriminada, lagrima sublime, estas son algunas de las caracteristicas positivas del sensible espontaneo. Las negativas son mucho peores todavia: torpeza, espiritu poetico, caracter de mercu­ric, hiperadaptable, y alglln que otro rapto de impostaci6n maldita. El sensible espontaneo esta siempre lleno de buenas intenciones.

Erika, la madre de Alvaro, era economista, pero le interesaban tambien la politica, la botanica, la literatura, el sumie, la decoraci6n de interiores, la grafologia, los viajes espaciales, el folklore andi­no, la musica, la energia, la moda, los lugares ex6ticos, el budis­mo zen, el tema OVNI, la pigmentaci6n de telas, la antropologia, la psicologia, la alimentaci6n sana, y -quiza para sentirse mas cerca de su hijo- la informatica. El padre de Alvaro era musico de cine. Habia compuesto las bandas senoras de muchos films argentinas

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y europeos y ultimamente estaba ganando mucho dinero. Un estu­dio de Los Angeles acababa de contratarlo para trabajar a partir de marzo en la musica de un film exquisitamente perverse, exqui­sitamente comercial, asi que, antes de irse para arriba, se fue a la derecha, a la casa de veraneo de unos amigos en Punta del Este.

Los amigos eran Suli y Nestor Kraken. Suli era home6pata y Nestor Kraken soci6logo. Los dos pertenecian ala categoria "inte­resante". Eran cultos, eruditos; par mementos incluso inteligentes. Tenian una hija Hamada Rocio, de 12 aiios, con un defecto fisico general, muy perturbador si uno esta sobrio cuando la mira: es hermosa por partes y horrible en su conjunto. Se diria que da la impresi6n de haber sido barajada, mas que concebida. Observarla es meterse de lleno en un vertigo aritmetico, de dolorosas combi­naciones. Sus ojos, par ejemplo. Un mill6n de mujeres (y de hom­bres) querrian tener ojos como los ojos de Rodo, pero ninguno los aceptaria si la condici6n fuera que vinieran acompaiiados por la nariz, que ala vez es perfecta (sola). Y asi en todas direcciones hasta el final.

Lo perturbador del aspecto de Rocio tenia sin embargo un ate­nuante, que era casi una bendici6n: no encajaba con su caracter. "Si fuese igual por adentro que por afuera seria esquizofrenica", le coment6 Muhabid a Erika durante el viaje en barco, en un momen­ta en el que ambos creyeron que Alvaro dormia. Muhabid estaba preocupado porque iban a pasar dos semanas en la casa de los Kraken, y Alvaro se aburriria como una astra en compaiifa de Rocio. Erika no dijo nada; sabia que en realidad la preocupaci6n de Muha­bid pasaba par otto lado ... Muhabid sospechaba que Alvaro era gay. Y Rocio no le permitia hacerse ninguna ilusi6n de sexo para su hijo. Ni se le cruzaba par la cabeza que Alvaro pudiera sentirse atraido par ella. Era una lastima, una oportunidad perdida.

Pero Muhabid tenia raz6n; Rocio era una chica totalmente nor­mal (todavia virgen y caprichosa) aunque con una particularidad: era la chica mas cinica que habia conocido. Hasta sus propios

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padres habian aceptado en alguna ocasi6n que Rocio era "un poco agria".

Durante esa semana, Muhabid, Suli y Nestor bebieron dos bote­Has de whisky par dia y mantuvieron largas conversaciones muy interesantes que abarcaban el area complete de las principales

· actividades humanas. Saltaban de la politica al arte con una faci­lidad de gimnastas, disparando alla y aquf nombres como Hitler, Warhol, Buda, Welles, en los mementos amables -cuando el alco­hol o la marihuana les bajaban las defensas y podian permitirse citas y referentes simples-, y pulseando de tanto en tanto con sus erudiciones de la mana de alglin Altieri o alglin Morovsky, en los mementos en que todos sentian que dos semanas en la misma cas a iba a ser demasiado. Erika solo tomaba agua mineral.

El primer encuentro a so las entre Alvaro y Rocio fue en la playa, al atardecer del segundo dia. Hasta ese momenta Alvaro se habia limitado a mirarla con temor, y Rocio con desconfianza. A ella le molestaba la actitud de Alvaro, que seguia la conversaci6n de los padres con el ceiio fruncido, prestando muchisima atenci6n, como si todo el tiempo estuviera aprendiendo casas nuevas. Era ridicule. De tanto en tanto, incluso, se atrevia a decir alga, pero Rocio se daba cuenta de que no eran opiniones sino meras "colaboraciones, con la charla, y se reia por lo bajo con un gesto de desprecio. Esa tarde, cuando se encontraron par primera vez a solas, lo primero que hizo Rocio fue preguntarle si venia de hacerse la paja.

-(Par? -dijo Alvaro.

Nunca le habian hecho una pregunta asi. Es verdad que Alva­ro vivia haciendose la paja, y que enseguida se sinti6 descubierto, incluso violado, pero no le qued6 mas remedio que ser sincere:

-(Como sabes?

-Se te nota en la cara -le contest6 Rocio y lo mir6 de arriba abajo, como diciendo que tambien se le notaba en el cuerpo.

Se hizo una pausa.

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Despues Rocio giro sabre un talon, le dio la espalda y volvio a

mirar el mar. Hacia mucho calor, y al mismo tiempo soplaba un viento hela­

do. Las reacciones elementales del cuerpo andaban a la deriva, oscilando entre el encogimiento y la expansion. Todo, como en la frase anterior, se disculpaba: era horrible y a la vez inevitable. El cielo estaba encapotado, pero aun asi sobraba luz. El horizonte era borroso, las alas se sucedian bajas y lentas, como dormidas. Un chico dorado, un grasa catolico de San Isidro, aguardaba, sen­tado en su tabla de surf (con la mente en blanco, llena de espuma), una ondulacion de la que pudiera decir: "jGuau, que ola!" Pero eso era alga que por el momenta no se daba.

La contrariedad del grasa dorado era tan evidente que hasta Alvaro la sintio. Alvaro estaba formateado para llevar de por vida la marca de su cuna (varios meses antes de su nacimiento le habian mandado hacer una cuna de maderas "elegidas con el corazon" des­pues de un largo "proceso de observaci6n sensible" y trabajadas "artesanalmente desde el amor" por un farsante carpintero que hacia su tarea en la parte luminosa del mundo, con herramientas y materiales que no deberiamos prestar nunca a nadie), asi que sintio un escalofrio, y en el acto estuvo en desacuerdo con Rocio. Fue increible, porque ninguno de los dos habia dicho nada todavia.

Rocio habia captado la contrariedad del grasa incluso antes que el mismo grasa. Hay que aclarar que Rocio la hubiera captado de cualquier manera -es decir, aunque no hubiera habido ninguna contrariedad-, y que lo habria dicho, quiza en voz baja (como si acabara de descubrirlo, no de inventarlo) y precisamente por eso la contrariedad se hubiera apoderado del grasa en el mar. El cinis­mo de Rocio hacia magia. Alvaro se habia detenido al verla; ahara reanudaba la marcha.

Asi, en un abrir y cerrar de ojos, estuvieron ya instalados en el campo de la groseria. -~Y vos? ~Te haces la paja tam bien o ... ?

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-Yo me hago la paja todos los dias. ~Queres saber por que? -Dale. -Porque me gusta. (En ese momenta hubo una ola, pero el surfista estaba distraido

y la perdi6.) -Que raro ... -dijo Alvaro despues de pensar un rata largo en lo

que acababa de ocurrir-. ~Sabes que nunca habia venido a Punta del Este?

El sensible espontaneo activa mecanismos de escape asombro-sos: va hacia el glamour cuando lo humillan.

Rocio se clio vuelta y lo miro. -Decime, ~vos sos boludo o te pica el culo? -~Par? -pregunto Alvaro. -~Estamos hablando de la paja y me salis con Punta del Este?

~Donde veraneaste el aiio pasado? -EnCanctin. -~Y nunca te hiciste la paja alla? -Uh, un millon de veces. -;_Y entonces que mierda te importa si viniste o no viniste a

Punta del Este? Alvaro bajo la vista avergonzado y engancho con el pulgar del

pie derecho la pinza de un cangrejo muerto, subiendola y bajando­la varias veces con el declo, como si lo conociera y estuviera salu­dandcilo. Todavia con la vista en el cangrejo, le pregunto la edad. Rocio le dijo que tenia 12 y que estaba harta de decirlo: ese aiio ya se lo habian preguntado mas de veinte veces. Se sento.

-Sentate -le dijo. Alvaro se dejo caer de rodillas a su lado. "Si yo fuera poeta", penso Rocio al verlo arrodillarse, "diria que

acabo de tocar el corazon de un idiota." Pero dijo: -Apoya el culo que te quiero decir alga importante. Alvaro obedecio. Le clio trabajo, pero obedeci6. Cuando por fin

estuvo sentado como ella queria, la oyo decir:

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-Nunca me acoste con nadie. <_Vos te acostarias? -<_Con quien? -Conmigo. -<_Con vos? -jPuf!-hizo Rocio, pero no se desanim6---. Ahora yo te digo "si,

conmigo" ... y vos me preguntas "<.Si yo me acostaria con vos?" ... y yo te digo "si, si vos te acostarias conmigo" ... y vos me decis "<_Como si yo me acostaria con vos?" ... y yo te digo "Alvaro ... " y me da un poco de impresi6n decir tu nombre, porque no te conozco, y sin embargo te pregunto si te acostarias conmigo ...

-<_Vos queres que yo me acueste con vos? -<_Ves lo que te digo? Sos un -parpade6--- pajero. Se levant6, harta. -Vos note perdiste nada. Yo perdi una oportunidad. Chau

-dijo y se fue. Alvaro se qued6 ahi parado un rato largo pensando con ell6bulo

paterno que Rocio tenia algo "interesante" despues de todo. Era honesta, sincera, valiente, y habia que reconocer que dominaba como pez al agua la economia de palabras: con apenas un pu:iiado de frases habia llegado al extremo de invitarlo a coger, ademas de sacarle que era un pajero.

Esa noche, y durante todo el dia siguiente, la evit6 a conciencia. De los cuatro adultos, Erika era la {mica que no bebia. A pesar de

ese defecto participaba de las charlas alcoholizadas de los demas, iba de buen humor a la playa con ellos, ayudaba en la cocina, pero lo cierto es que pasaba mucho mas tiempo sola, apartada. Habia llevado una carpeta con grandes hojas de dibujo y unas acuarelas y solia sentarse a la sombra de un arbol a pintar y fumar. Fumaba marihuana de la manana ala noche. Estaba en otro mundo, de hecho infinitamente mejor y mas sano -seg(m ella- que el mundo de alcohol en el que nadaban los demas. Muhabid, por ejemplo, era un hombre duro e insensible que llevaba adelante su carrera de artista a fuer­za de tecnica y aplicaci6n. No tenia ning(m talento, pero le hubiera

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ido bien en cualquier parte. Era la gota destilada de la eficacia, la esencia misma de la madurez. Y a pesar de eso una tarde, en mitad de la botella, se sinti6 repentinamente agotado, harto de tanta con­versaci6n; sali6 de la casa diciendo que iba a tomar un poco de aire, se meti6 en el bosque y oy6 de pronto, amplificado, el ruido de sus pasos sobre las hojas secas: lo aturdia.

Qued6 inm6vil. Entonces sinti6 un cosquilleo en el cuello. Era un bichito redon­

do, con ojos amarillos delineados en negro, un bichito obeso, inofensivo, at6nito, que hacia pensar en lo inservible, en algo aje­no al ecosistema o por fuera de el. Muhabid not6 que la natura­leza habia provisto al insecto de una dura coraza roja para que tuviera al menos una chance de mantener a salvo su inutilidad. <_Por que era tan ignorante la naturaleza? Muhabid puso al insecto con cuidado sobre el tronco de un arbol y, para no mancharse las manos con sangre, se sac6 una ojota y lo aplast6. Despues, mien­tras salia corriendo del bosque, se llev6 a Erika por delante. Muha­bid dijo algo ridiculo, algo asi como "jOop!", rebot6 y antes de caer de espaldas dio varias zancadas hacia arras tratando de recuperar el equilibria. Erika solt6 una carcajada, pero enseguida se puso triste: la imagen de su esposo trastabillando era una mas de entre las cien imagenes que en el Ultimo aiio le decian que ya no estaba enamorada de ese hombre. Lo ayud6 a levantarse, cruzaron un par de palabras y se fueron cada cual por su lado. Erika se meti6 en el bosque a pintar.

Habia abollado una de las hojas y ya promediaba el segundo fracaso cuando oy6 algo que le llam6la atenci6n. Se levant6, zigza­gue6 un poco por entre los arboles y sorprendi6 a Alvaro mastur­bandose de pie, con la malla en las rodillas y un dedo metido en el culo. Fue ese dedo lo que la hizo Hamar:

-jAlvaro! Se arrepinti6 en el acto.

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El pobre Alvaro ni la mir6. Ni siquiera se movi6. Quiza cambi6 milimetricamente la posicion del cuerpo, pero lo cierto es que se las ingeni6 para adoptar el aire inocente y en babia del que orina, y dijo con voz tranquila:

-Ya voy ... Milagrosamente, logr6 apoyar la ficci6n con un chorro de pis. Erika no pudo soportarlo. Dio media vuelta y se fue. Entr6 ala casa con palpitaciones. Nadie lo not6 y ella no dijo

nada. Esa noche, durante la cena, debi6 esforzarse para no mirar a su hijo; de pronto no queria hacer otra cosa que mirarlo. Hay que reconocer que no es lo mismo para una madre, por mas culta y sensible que sea, vera su hijo masturbandose que verlo humillado con un declo en el culo mientras suben y bajan sin posarse nunca los velos del simulacra. Alvaro, por su parte, se meti6 mas que nun­ca en la charla de los mayores, recordandoles d6nde estaban cada vez que perdian el hila, e incluso atreviendose a censurarlos si se ponian cinicos o maliciosos. Estaba seguro de que no habia salida bien parado del episodio con su madre, pero tenia la esperanza de borrar el impacto de la escena con una buena dosis de compromise y participaci6n.

Rocio lo observaba y le parecia mas esrupido que nunca. Al otro dia en la playa se lo hizo saber. Los adultos carnian choclos; Alvaro estaba en la orilla haciendole monerias a un extraiio, un bebe de menos de un afio de edad que lo miraba inm6vil, sentado en la arena como un muiieco de goma al borde delllanto. Rocio se habia pasado buena parte de la manana azotando el aire con una vara de mimbre que habia traido de la cas a: le encantaba el sonido. Con esa vara le toc6 un hombro.

-Alvaro -le dijo-, (VOS sos siempre asi? Alvaro hizo un movimiento brusco, con la intenci6n de atrapar

al bebe, que se caia de costado, pero un hombre rojo con malla blanca y gorro azul, como la bandera de Francia, le gan6 de mana. Despues dijo:

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-(Asi c6mo? -Como hoy en lamesa. Tela pasaste diciendo boludeces. (Pen-

saste en lo que te dije? (Queres acostarte conmigo si o no? -No. -(Par que? -Porque sos muy chica. -(Y que tiene? -Yo tengo 15 aiios ... Ademas vos ami no me bancas. -Es verdad. Por eso quiero hacerlo con vos. Porque quiero per-

der la virginidad pero no quiero enamorarme -y se ri6. -Vos estas mal de la cabeza ... -No. Me rio, perote jura que es verdad. Yo jamas me podria

enamorar de alguien como vos. -Ni yo de vos. Rocio neg6 en silencio con la cabeza, de golpe triste. -"Ni yo de vos" -murmur6-. (C6mo vas a decir eso? -Lo dijiste vos. -Decirlo esta bien, pero repetirlo ... -su tono era de decepci6n-.

Me decis que no te podes acostar conmigo porque sos mucho mas grande que yo y despues repetis lo que digo ...

-(Sabes que creo yo? -dijo Alvaro. Ahara estaba indignado-. Yo creo que hay gente que esta en este mundo solamente para que el mundo sea cada dia un poquito pear de lo que es, y que vas sos una de esas personas.

Tom6 aire. Rocio no. Rocio lo mir6 y sus labios se entreabieron lentamente,

como si acabara de recibir un puiietazo en el est6mago. Alvaro, cuya sensibilidad crecia a cada momenta, como un can­

cer, sinti6 que habia sido injusto, demasiado duro con ella. Alz6 una mana para empezar una disculpa, pero en ese momenta Rocio

dijo: -No puedo creer la boludez que dijiste. Te jura por mi madre

que nunca oi una cos a asi. Es la cima, Alvaro. Si alguien te pregunta

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donde estas, vos deci que estas en la cima. No importa la cima de que. Vos deci que estas en la cima y vas a ver que todo el mundo

te entiende. Alvaro dejo caer la mano. -Insoportable ... -dijo. Mientras Rocio se alejaba, a Alvaro se le cruzaron por la cabeza

un monton de suspersticiones propias del sensible espontaneo: que la gente inteligente es progresista, que cualquier persona merece ser escuchada, que en todas partes hay poesia, que en esencia el ser humano es bueno y que los chinos son los mejores acrobatas del mundo, entre otras. Fue como si, para no derrumbarse, repasara o tanteara los cimientos sobre los que creia estar en pie. Y lo hizo tan bien que tuvo una ereccion.

Era demasiado. Aprovechando el impulso, salio en busca de Rocio.

Estaba tan furioso que abrio sin ruido la puerta de su cuarto. Rocio lloraba boca abajo sobre la cama. Tenia la cara hundida en la almohada y empujaba su cabeza hacia abajo con las manos enlaza­das sobre la nuca, como si quisiera hundirla todavia un poco mas.

Alvaro, que habia venido volando, freno en seco y sus pies se posaron lentamente en el suelo. No era lo que esperaba encontrar; no era el momenta de devolver la bofetada, pero tampoco tenia ganas de consolarla. Asi que empezo a darla vuelta, decidido a irse. Entonces Rocio dijo:

-jQuedate ahi! Era una arden. Rocio lloro un momenta mas. Alvaro, mientras tanto, permanecio

alii de pie, mudo como una estaca, mirandola. Le llamola atencion el llama de Rocio, que resultaba desgarrador aun sin recurrir al espec­taculo. Quiza elllanto le habia llamado la atencion no par ser genui­ne sino par el hecho de que Rocio era como el Frankenstein de un esteta perverse, un monstruito facetado, un ... Hum, se dijo. La cola no estaba del todo mal... Si uno limitaba el campo de observacion

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a la marca rojiza de la silla sabre la que habia estado sentada un memento antes y que cortaba sus piernas por la mitad, si uno mira­ba hasta alli, sin pasarse ni un centimetre, era realmente una linda cola. Le gustaron tambien las pantorillas y las plantas de los pies, suaves y blancas, pero el efecto del con junto cola-piernas arruinaba 1a cola o las piernas, y Alvaro eligio la cola. Incluso extendio hacia

ella una mana. Rocio dijo con voz de adivina:

-(Me vas a tocar? No era una pregunta: era un pedido, casi una suplica. Alvaro se solidarizo con ella sin conmoverse. Dio un paso ade­

lante, suspiro -como si se tratara de un trabajo que alguien debia

hacer despues de todo- y se acosto a su lado. Entonces paso alga extraordinario. Rocio se puso de rodillas, metio la punta de los dedos entre la

cama y la espalda de Alvaro y con una leve presion hacia arriba le clio a entender que lo queria boca abajo. Alvaro estaba de pronto tan excitado que no pudo hacer otra co sa mas que obedecer. Se dio vuelta ... cerro los ojos ... Rocio estiro un brazo par encima de la espalda de Alvaro, presiono el baton play del equipo de musica y

en el acto arranco un tema de Enrique Iglesias. -(Quien es? -pregunto Alvaro en un hilo de voz.

-Shh ... -dijo Rocio. Y empezo a bajarle la malla. Lo hizo muy despacio, jugueteando.

La malla se atasco en mitad de las nalgas y Alvaro se arqueo para que Rocio tertninara de bajarla, hasta que el culo quedo completa­mente al aire. El slip, como una red de pesca, habia capturado una pija, dos pelotas y una raya y se resistia a soltarlos, pero a Rocio le basto con un suave tiron para liberar a esas presas exquisitas. Alvaro dejo escapar un gemido obvio, de placer. Rocio, de rodillas entre las piernas abiertas de Alvaro, se puso a acariciarle la raya del culo con un dedo, moviendolo suavemente arriba y abajo.

-La puerta ... -pidio Alvaro en un murmullo agonico-, cerra

la puerta ...

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-No, deja, asi escuchamos si viene alguien ... -le dijo Rocio sin dejar de acariciarlo.

Alvaro estaba en el cielo. La boca entreabierta ... los parpados He­nos de estrellas ... Dudaba sabre si debia darse vuelta y penetrarla de una vez par todas o seguir el impulso de quedarse asi. Quedar­se como estaba era un impulso, sin duda, porque habia resuelto que debia darse vuelta y penetrarla y no podia, no tenia fuerzas para cambiar de posicion. Alcanz6 a pensar "Esta chica sabe lo que hace", y se entreg6.

Eran virgenes los dos. Y lo notaban. Cada cual, a su modo, nota­ba su propia virginidad, como expertos sin experiencia, par lo facil que les resultaba todo: no habia que hacer nada aparte de dejarse llevar.

Pero Alvaro se habia excedido. En poco menos de cinco minutos de caricias ya estaba en cuatro patas agitando el culo en alto como una bandera. Cualquier otra mujer, incluso otra chica de la edad de Rocio, se hubiera sentido decepcionada. Rocio no. Rocio se paso literalmente la lengua par los labios, descorri6 con un dedo el slip de su traje de bano ( dejando al aire una pijita inescrupulosamente rosa, de un rosa enharinado) y avanz6 de rodillas sabre la cama hacia el culo del idiota.

La que sinti6 Alvaro con el primer contacto fue casi tan intenso como lo que sinti6 cuando oy6la voz de Kraken -el sensible espon­taneo se calienta mucho menos de lo que se asusta:

-jChicos! Ellos, par supuesto, dieron un salta, y par un momenta (antes

de correr desordenadamente en busca de alga con que taparse) le apuntaron con sus lanzas. Hay que decir que Rocio, agil como era, le apunt6 un poco mas, porque Alvaro tard6 en reaccionary durante unos cuantos segundos qued6 solo sabre la cama con el culo para arriba, una imagen de si mismo que lo perseguiria hasta la tumba.

Mientras tanto ( es increible la cantidad de casas que pueden registrarse en los mementos mas triviales de la vida de un hombre)

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J(raken trastabillaba. Si en ese momenta hubiera habido un cardia­logo presente ... Yo se que lo del cardi6logo en el cuarto es dispa­ratado, pero me juego la cabeza a que el cardi6logo hubiera dicho que lo de Kraken era un infarto. jY al mismo tiempo nada mas equivocado! Porque Kraken se llev6 una mana a la garganta y se puso blanco, si, pero le bast6 retroceder un paso para abandonar

el cuarto. A los chicos no, a ellos les llev6 todo el dia. Ellos si que la pasa-

ron mal. Un minuto despues de haberlos descubierto, Kraken le servia un

whisky a Erika. -(Hielo? -jKraken! -dijo Erika, divertida-. jYo no tarnal -(Te pasa alga, Kraken? -le pregunt6 su esposa Suli desde el

sofa. El dijo que no y pregunt6 par que. -A mi hoy al mediodia me ofreciste un porro. (No sabes que

yo no fumo? Muhabid, que seguia la escena desde la puerta mientras se saca­

ba la arena de los pies, se dio cuenta de que las mujeres habian empezado a competir. Mentalmente, se persign6. Podian llegar a ser extremadamente ridiculas e hirientes. Par su parte, Kraken, al air el gritito de Erika diciendo "jYO no tomo!", y mientras miraba como el obsesivo de Muhabid se daba en los pies muchisimas mas palmadas de las necesarias, reconoci6 que el malestar que sentia estaba relacionado con Muhabid y Erika y no tanto con lo que aca­baba de ver en el cuarto. Habia llegado la hora de ser cobarde: jamas le contaria a Suli, ni a nadie, lo que habia vista. Siempre habia sabido que eso iba a ocurrir, estaba preparado y podia arre­glarselas solo. Despues de todo, (que tenia de inquietante que su hija hermafrodita y menor de edad le rompiera el culo al hijo de su invitado? Pensando en ellos se sinti6 mejor. Realmente no los

soportaba mas.

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Pasaban cosas a una velocidad asombrosa. El pudor de Erika, que huia de la mirada de Alvaro desde la escena en el bosque, habia envejecido alucinatoriamente ala luz del ultimo episodic. El interes por el otro se redujo primero a cortesia y despues a mera conversaci6n (con permanentes relampagos de odio explicito alla yaqui). Lo unico que estaba en armenia era el hecho de que todo eramutuo.

De un momento a otro Muhabid y Erika se irian de alli. Eran genre civilizada, perceptiva, llena de buenas excusas, pero esta­ban todavia un poco atontados por la sorpresa: Suli y Kraken les habian resultado siempre muy interesantes. ~Por que ahora no los soportaban?

Rocio sabia que esa era una pregunta simple y que los padres de Alvaro se la responderian pronto y se irian rapidamente de alli, pero ella vivia ajena a todo. ~Que le importaba? jQue se fueran!

Se habia enamorado. Alvaro, en cambio, la perseguia con una tenacidad que daban

ganas de matarlo. La miraba, la escuchaba, le hablaba, la buscaba, le sonreia, la esperaba, la entendia. Rocio no sabia c6mo hacer para sacarselo de encima. En generalle daba vuelta la cara y sacudia una mano en el aire, como si Alvaro fuera una mosca. Lo mas amable que hacia era mirarlo fijo y negar lentamente y en silencio con la cabeza.

Alvaro andaba enloquecido. Nunca habia estado tan caliente. -<.Que te pasa, por que me rechazas asi? -le pregunt6 una tarde

despues de haberla corrido y arrinconado contra un pino. Rocio se cruz6 de brazos y lo mir6 un memento como

estudiandolo. -Vos lo unico que queres es coger, (no? -le dijo. Todo su cinismo habia sido barrido de un plumazo. Si, por amor. -Para nada -dijo Alvaro, todavia agitado por la carrera-. (Por

que pensas eso? -Nose, me parece ... -dijo ella.

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-Y despues de todo que, ~vos no? -le pregunt6 Alvaro. -(Yo no que? -~Vos no queres? -Si -dijo Rocio-. Pero no lo voy a hacer. -<_Ypor que no? Si queres. -Porque lo unico que queres vos es eso. -jNO! -dijo Alvaro y ech6 un vistazo a izquierda y derecha, mas

para darse tiempo de pensar que porque creyera que alguien podia verlos-. A mi me pas6 algo con vos ...

(Por el momenta eso fue lo unico que se le ocurri6.) -Note creo nada -dijo Rocio. -No, en serio, creeme. Y te digo mas: antes note aguantaba, me

parecias insoportable. Listo, te lo queria decir. Pero ahora ... -Dejame -dijo Rocio. -Espera, no te vayas ... -Soltame. Alvaro la habia agarrado de un brazo. -(Que fue lo que pas6? jLa estabamos pasando tan bien! Escu­

chame, Rocio ... Dame un beso ... Ok, ok, escuchame ... Te juro por Dios y por mi madre que es verdad que algo me pas6 ... Nose, nunca me habia pas ado una cos a asi. ..

-Basta -dijo Rocio. Se desprendi6 de Alvaro y se ech6 a correr hacia la casa. Alvaro

amag6 seguirla, pero desisti6 al ver a pocos metros de alli, en el jardin, a sus padres discutiendo. Hablaban en susurros pero hacian gestos ampulosos, dando la impresi6n de que discutian sin sonido. Asi que cambi6 el paso.

A mitad de camino cambia tambien la direcci6n; Kraken se le venia de frente. Fingi6 haber visto alguna cos a en el suelo, fue hacia alli, se inclin6, la toc6 con un palo, la alz6 en su mano, se incorpor6, volvi6 sobre sus pasos y la arroj6 con fuerza hacia el bosque. A su regreso, la discusi6n de sus padres continuaba, pero ahora se les habia unido Kraken. Los tres agitaban los brazos como asteriscos,

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emitiendo un sonido de chisporroteo electrico que no se imerrum­pi6 ni siquiera cuando el pas6 par alli, aunque su madre y Kraken giraron las cabezas para seguirlo con la vista.

Busc6 a Rocio par toda la casa, hasta en los banos. Precisamen­te desde el interior del segundo bano le lleg6 la voz aflautada de Suli diciendole que Rocio acababa de salir. Alvaro fue a la playa y camino arriba y abajo buscandola, pero la via de nuevo recien a la noche, durante la cena. Rocio habia pasado el resto del dia en campania del hijo de un vecino que acababa de llegar a Puma del Este, y lo habia traido a comer. Se llamaba Rosendo, tenia 14 anos y una cara de imbecil indiscutible. Era obvio que habia recibido la educaci6n justa para triunfar: se mantenia en un silencio despecti­vo, ni espeso ni auseme, y precedia sus frases con un gesto que lo decia todo, de manera tal que sus palabras sonaban redundames, tranquilizadoras. Sabia a la perfecci6n que lo que importaba era el timbre, el tono, la cadencia y la actitud, jamas el concepto. Y lo hacia muy bien. Alvaro estaba convencido de dos casas; una, que en alg(tn momenta de su vida Rosendo dominaria una parcela del mundo; otra, que Rocio lo habia invitado a comer para darle celos a el. Se sonri6. Si Rocio queria darle celos era porque elle importa­ba. La que no entendia era par que Rosendo lo miraba asi.

La supo esa misma noche, despues de la cena. Rosendo se le acerc6 de golpe y le dijo:

-Si le contas a alguien el secreta de Rocio te mando matar. -~Que secreta? -le pregunt6 Alvaro a Rocio un par de horas des-

pues. Todavia tenia acelerado el coraz6n-. c:Hiciste el amor con et? Eran las once de la noche. Rocio estaba acostada. Alvaro se habia

metido en el cuarto en puntas de pie y se habia sentado en el bor­de de la cama. Llevaba puesto nada mas que un calzoncillo boxer blanco.

-Contestame, ~hiciste el amor con el? -repiti6 Alvaro-. ~Te acostaste con ely conmigo no queres?

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El calzoncillo blanco era lo (mico que se veia de Alvaro en la oscuridad del cuarto, pero el igual adopt6 un aire casual mientras estiraba una mana en direcci6n a la entrepierna de Rocio. La mana se deslizaba lentamente en el aire, a centimetres de la manta, sin rozarla, modificando incluso la altura de acuerdo a los desnive­les del terrene. El plan de vuelo incluia un brusco descenso mas adelante.

-Note importa. -Me dijiste que eras virgen ... -Te menti.

-~Y entonces? jCon mas raz6nl Sino sos virgen que problema tenes, acostate conmigo tambien y listo ... -dijo Alvaro con la mana ya sabre el objetivo.

Pero entonces Rocio exclam6:

-Esrupido, esrupido -se puso boca abajo y empez6 a llorar. -~Que pas6? -Andate ... -(Que te dije? Silencio. Llanto apagado.

-Rocio ... nose ... perdoname ... tque fue lo que te puso asi? -<_Queres hacer el amor conmigo? -pregunt6 Rocio poniendose

de nuevo boca arriba sabre la cama. Ya no lloraba. A Alvaro la pregunta lo sorprendi6. -(Aca? -dijo.

Ya se habian acostumbrado ala oscuridad y empezaban a verse los gestos de duda y asentimiento. Recio dijo que si con la cabeza. Alvaro frunci6 el ceno y ech6 apenas la cabeza hacia atras. Dios mio, era lo que mas deseaba en la vida y justa ahara que se lo ofrecian le parecia inapropiado ellugar. Sus padres (los padres de Alvaro) dormian en el cuarto de la izquierda y los de Recio en el cuarto de la derecha. Se sinti6 rodeado.

-Sacala -le dijo Rocio. -Que.

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-Sacala -repiti6 Rocio. Alvaro entendi6 que decir dos veces "sacala" quiere decir eso.

Par las dudas, se mir6. -Dale -insisti6 Rocio. Alvaro pens6 que Rocio se la iba a chupar. La idea nolo entu­

siasmaba mucho que digamos, pero no podia decir que fuera un

mal comienzo. Y, a pesar de los ronquidos y silbidos y toses de los padres, la sac6.

-Dale. -<_Dale que? -Hacete. -<_Que me haga ... ? -jLa paja, nene!, (que va a ser? -<.Vos queres que yo me haga la paja? Par un momenta el calzoncillos de Alvaro hizo juego con los ojos

en blanco de Rocio. -Es lo unico que podemos hacer aca.

-Pero Ro ... -No me digas Ro. Dale, no seas boludo, site moris de ganas ...

-Nunca me pidieron esto ... -Nunca quisieron verte. Yo quiero verte.

-Cemi los ojos ... -<.Y que gracia tiene? -Dejame tocarte ... -rog6 Alvaro. -No, puede entrar alguien.

(Silencio.) -jDale! -<.Y si mejor me la haces vas? -Andate, Alvaro. Me tenes harta. -Bueno, esta bien, esta bien -dijo Alvaro. Se agarr6 la pija con

la mana derecha, hizo una pausa, pens6 si lo que iba a hacer estaba bien o mal, y acto seguido se masturb6 a la velocidad del rayo.

Despues dijo:

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-Ahara vas. Rodo no lo podia creer. -<.Asi te haces la paja? -le pregunt6.

-Si, no se, que se yo, dale -dijo Alvaro apurado-, te toea a vas. -Ni loca.

-No me cagues. Habiamos quedado en eso. -No es verdad.

-<.No dijimos que yo me hacia la paja primero y despues tela hacias vas?

-No. -Bueno, igual. Te toea. -No, no me toea nada. -<.Queres que te la haga yo? -jNi en pedo! -<.Par? -Porque no quiero, mira que simple. -Es injusto ...

-c:Que tiene que ver la justicia aca?

-Entonces me hago otra yo, pero me la haces vas -dijo Alvaro con la sintaxis a flor de piel.

-<_Te das cuenta de lo grosero que te pusiste en estos dias? -le pregunt6 Rodo.

-Y que importa. (Me dejas que te vea? -Basta.

-Dejame verte un poquito, nomas. Un minuto. Rocio bostez6. - Tengo sueiio ... -dijo. -Yo estoy mas fresco que una lechuga ... -En serio, Alvaro, quiero dormir, es tarde. -<.Que te pas a conmigo?, (par que me tratas asi? Me decis que

queres hacer el amor conmigo y cuando yo quiero vas no queres ... -Histeria.

-No me jodas. Dame alga aunque sea ... no se ...

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-Estas tan caliente que das lastima. (Note das cuenta de que yo me enamor€ de vos? Te dije que queria acostarrne con vas porque estaba segura que nunca me iba a enamorar de alguien asi, pero me equivoque. Y sufro. Y se que si te doy el gusto me voy a enamorar

mas y voy a sufrir mas y no quiero. -Le tenes miedo. -<_A que? -Al amor, a que va a ser. -Si. -No le tengas miedo ... -No, no le tengo miedo al amor. Tengo rniedo de sufrir, de sufrir

mas que ahara. Yo no soy una chica normal...

-No digas eso. -Es la verdad. Lo sabes. No quiero. Andate a dorrnir, par favor,

dejame sola. -Rocio ... -Mira -dijo Rocio incorporandose de pronto en la cama y cla-

vandole los ojos inyectados en sangre-, o te vas ya mismo o te jura

par Dios que grito. -jEpa! -dijo Alvaro, asustado. No dijo nada mas. Se levant6, fue a su cuarto, se meti6 en la cama, medit6 unos

segundos en lo que habia ocurrido y cerr6los ojos. Cuando volvi6 a abrirlos habia sol y €1 tenia una cascara tirante en el menton. Esta­ba angustiado. Nose levant6 enseguida; se qued6 pensando. Mien­tras quitaba la cascara con los dedos repas6 lo que habia hecho en el cuarto de Rocio la noche anterior y, yendo un poco mas atras en el tiempo, la amenaza de Rosendo, la cena, la discusi6n de sus padres en el jardin ... Un momento. La cena. Ahi habia algo. <_Que

habia en la cena? Jam6n con melon. Pallo frito, salsa de arandanos. Endibias y remolachas.

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Vino blanco, vino negro, peras, helados, mucho vino. Nunca, desde la llegada a la casa, habian comido tan bien ni

habian sido tan bien tratados. La charla, incluso, salt6 como un engranaje y se puso a girar alrededor de nada -anecdotas, anecdo­tas dramaticas, risuefi.as-: por primera vez en once o dace dias de convivencia eran todos sinceros. Que bien que la estaban pasando.

Que bien que la estaban pasando.

-El otro verano fuimos a una islita en Brasil. Muhabid, Alvaro y yo, y un amigo de Alvaro que, bueno, tiene un problemita mental y ...

-Ocho afi.os mental, como mucho -acot6 Muhabid-, pero Alvaro lo adora.

Todos miraron a Alvaro y le sonrieron complacidos (mientras Rosendo lo miraba fijo y Rocio se reia por lo bajo ).

-El amiguito de Alvaro ... <_te acordas, Alvaro? -sigui6 Erika-, tuvo un retroceso. Imaginense: tiene la mentalidad de un chico de ocho afi.os y le da un retroceso. jY estabamos en una isla! No saben lo que era esa isla ...

-Estaba llena de putos -acoto Muhabid. -jY como se diverrian! -exclamo Erika.

-(Por que sera que los putos se divierten asi? -se pregunto Suli-. Yo soy arniga de unos cuantos putos muy inteligentes, y sin embargo ...

-Asi que con este amiguito de Alvaro encima ... hum ... no se nos hacia muy facil que digamos "disfrutar de la vida", como dicen los chicos -sigui6 Erika. Los chicos se miraron: nunca habian dicho una cosa asi-. La veiamos pasar. Todo el tiempo la veiamos pasar. Nos moriamos de ganas de meternos en el medio y sin embargo no pudimos hacer otra cosa mas que verla pasar. Torno tu preguma, Suli. Realmente: (por que sera que los putos se divierten asi? (No es cierto, Muhabid, que nos preguntabamos todo el tiempo eso?

Muhabid tenia un vasa de vino en la boca, pero igual asinti6.

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-Vi matrimonies condos y hasta con tres chicos a upa mirando la fiesta de costado y les jura que me senti como ellos, o pear ...

- Te morias de ganas, eh -le dijo Kraken con una sonrisa dudosa. -Creeme que si -dijo Erika-. Y no solamente yo ... -aiiadio

mirando de reojo a Muhabid, que no se sintio aludido, aunque alla en la isla habia hecho varios papelones-. Muska todo el dia, porro, sexo, alcohol, poca charla, mucha mirada. Estaba todo en el mero

plano de la onda. -~Mero? -dijo Muhabid-. jEso era puro desenfreno! -Que feo que te pase una cosa asi -comento Suli-. Uno ahi,

lleno de hijos ... y ellos bailando ajenos a todo. No, no es justa, que

queres que te diga. -Estuve una semana pensando cual seria el castigo ideal para

los putos y te jura que nolo encontre. jSon invulnerables! -Yo les prohibiria el equipo de musica -dijo Kraken. Y todos,

incluidos Rocio y Rosendo, estallaron en carcajadas. ~Par que de pronto la pasaban tan bien?, se pregunto Alvaro,

todavia en la cama. (Habian ida al Casino, habian ganado? (Que se traian entre manos? (Tenian -aparte de capas y cuchillos, aparte

de vajilla- alga en las manos? Si.

Si. Alvarorepitio "si" unas tres o cuatro veces y nato que nunca (en

el tiempo que llevaban alli) habia oido a nadie usar esa inocente palabrita, capaz de cortar el paso a la argumentacion mas solida y mejor articulada. "Sin. Que curiosa, se dijo. Ahara que lo entendia todo, "sin era de pronto un monosilabo triste.

Sus padres y los padres de Rocio la habian pasado tan bien esa noche porque estaban despidiendose. Nose toleraban mas. Habian bajado la guardia. Era hora de irse. Irse hasta quien sabe cuando, quiza para siempre. La idea de irse sin haber consumado ... la idea de irse sin haber resuelto su ... No pudo continuar. Estaba seguro de que si seguia adelante iba a chocar con alga solido, quiza con su

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sexualidad, y a ella apremiaba -y angustiaba- otra cos a, mas aerea: eager o no eager.

Saito de la cama (la ereccion de la noche anterior se disolvio recien entonces) y fue corriendo hasta el living. Tenia razon. Su madre acomodaba una valija al lado de otra mientras su padre, ajeno al esfuerzo de la esposa, ensayaba en voz baja un agradeci­miento imposible. Se le notaba en la tension del cuerpo que no iba a decirlo bien. Tenia la cara contraida y daba en el aire un puiie­tazo tras otro a cada palabra, incapaz de decir "gracias" sin haber luchado.

-Que, ~se van? -dijo Alvaro. -(Nos vamos? (Par que, vas te queres quedar? -le pregunt6

Erika con ironia. Habia arrastrado la valija de un obsesivo y estaba agotada, pero aun asi mantenia la ironia intacta.

-(Que pas6? - Te cuento en el barco -le dijo el padre. -Pero c6mo, cno nos quedabamos hasta el 7? -pregunt6 el

inconsciente de Alvaro.

-No. Vamos, vestite y vamos que tu madre esta tratando de des­pertarte desde hace rata. A las diez y media sale el barco. Si lo pierdo, Alvaro ... te jura que si lo pierdo par culpa tuya ...

Si, mejor no lo decia.

A las ocho y media iban los seis en el auto de Kraken. Era tem­prano todavia, pero la ruta ya estaba llena de espejismos.

Muhabid y Erika iban adelante. Nestor, Suli y Alvaro iban atras. Rocio iba en el media: el trasero en el asiento de atras y la cabeza en el de adelante. Nadie decia nada. Hasta la radio estaba apagada.

Durante el viaje Alvaro fantaseo en mas de cien oportunidades con sacar una pistola, asesinar a sus padres y a los padres de Rocio, agarrar el volante, detener el auto y violar a la chica con la boca, con la mana y con el culo, pero entonces los ojos se le llenaban de lagrimas ... y ademas no sabia manejar.

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Se reprimio tanto durante el viaje que cuando par fin llegaron al puerto le costo salir del auto. Erika bajo las valijas, Muhabid y Kraken intercambiaron chistes cortos, Suli le seii.alo a Rocio una horrible canastita de mimbre en un puesto turistico despues de haberla salvado de pisar caca diez metros arras, y Alvaro todavia seguia ahi sentado. No podia creer que estuviera yendose. "Me rompio la cabeza", "no se como voy a salir de esta", y "la puta madre que los pario" eran las frases que mas se habian cebado con el. Sentia, incluso, que era otro, y no precisamente mejor.

-jAlvaro, vamos!, ~que haces? -grito su padre. Recien entonces Alvaro bajo del auto. En un puestito de flares, a un costado de la Aduana, mientras los

cuatro padres se daban abrazos y besos falsos, alcanzo a Rocio, que volvia del baii.o silbando como un hombre.

-Rocio -le dijo Alvaro agarrandola de un brazo. Estaba agita­do, no porque hubiera corrido sino porque tenia poco tiempo-.

~Que paso? -Ya te lo dije: el amor. Me enamore. -~Y como estas tan tranquila entonces? ~No ves que me voy?

~Par que no quisiste hacer ... ? Rocio lo interrumpio: -Es una injusticia que yo me haya enamorado y vas no. Una

injusticia con vos. Te lo perdiste. No sabes lo fuerte que es -le dijo. -jAlvaro! -llamo su madre desde lejos. Alvaro miro a su madre y nuevamente a Rocio a la velocidad del

rayo. -Par favor ... mostrame ... -le dijo-. Antes de irme ... dejame

ver ... Rocio se sonrio. La idea parecio divertirla, aunque en verdad la

demolia. Echo un rapido vistazo a su alrededor. Despues retrocedio un paso hacia la esquina del edificio para quedar fuera de la vista de sus padres, y le mostro. Levanto la pollera con una mana ... bajo la bombacha con el pulgar ... Fue un segundo.

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-Dios ... -alcanzo a decir Alvaro. Rodo solto la bombacha. La pollera cayo de nuevo sobre sus

Jlluslos. Muhabid aparecio de pronto ( enojado, enojadisimo) y lo agarro

del pelo. -jTe dije que si pierdo el barco ... ! -dijo y se lo llevo a la rastra.

Eso fue todo. Rocio oyo la voz de su madre a lo lejos, llamandola ("jRocio, que

se van!"), pero no se movio de alli hast a un par de minutes despues. Salio de su escondite solo cuando estuvo segura de que Alvaro se

habia ido. Entonces corrio, alcanzo a sus padres y se puso entre ellos. Tenia

los ojos llenos de lagrimas. -(Donde estabas? -le pregunto Suli. Rocio no dijo nada. Mientras caminaban los tres de vuelta hacia el auto, agarro el

brazo izquierdo de su padre y se lo ech6 sabre los hombros.

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