sentencia inapelable

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RELATOS FAMILIARES

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1

ELBA MAZZEO

SENTENCIA INAPELABLE

NOVELA

TODA SEMEJANZA CON LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA

Escrita en el año 1999

Dirección del autor : Clombia 3121 San Justo

Gran Buenos Aires

Tel: 4651 –4647

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ELBA MAZZEO NACIÓ EN BUENOS AIRES – CAPITAL FEDERAL REPUBLICA ARGENTINA, EL 4 DE DICIEMBRE DE 1936 Desde niña se destacó en sus estudios primarios, recibiendo a los diez años de edad, un diploma de honor a la mejor redacción sobre la exposición efectuada en la rural de Bs. As. sobre el tema “INDUSTRIA Y COMERCIO”, patrocinada por el ministerio de educación para todas las escuelas primarias de la Capital Federal. No obstante su capacidad en los estudios, sólo se le permitió cursar el profesorado de piano y otro curso paralelo de dibujo y pintura, que ella alternaba con la lectura y escritura de poesías. Con el transcurso de los años de su adolescencia se convirtió en esposa y madre, practicando en su intimidad las vocaciones artísticas, que eclosionaron en su madurez donde desarrolla su amplio carisma como escritora. Entre sus más de cien poesías figuran también cuentos breves y relatos, que anteceden a sus trece novelas donde predomina el suspenso, el amor y el drama. Durante los años 1997 – 98 – participó en concursos de poesía recibiendo tres premios, dos de ellos en el certamen A. B. Carisomo del taller literario Reencuentro y otro enRed Literaria, donde se publicaron tres de sus poesías en un libro titulado “ANTOLOGIA DE POESIA NACIONAL 98 –99” Tanto sus novelas como los nombres de los personajes son mera coincidencia con la realidad. JOSE O. BRIZZI

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--- PROLOGO --- Renata lloraba con el rostro oculto entre las manos. Sus lágrimas se escurrían silenciosas por los dedos.Los rumores de la plaza se apagaban junto a las sombras del anochecer, que descendían sobre las copas de los frondosos árboles. Mientras el sol desaparecía en el espacio infinito, la luna comenzaba a destacar su contorno sobre el tinte azul del crepúsculo. Una tras otra las estrellas fueron tachonando la oscuridad que iba instalándose en el cielo, mientras su evocación la desprendía del entorno ... Ella y Katerina habían sido amigas desde la más tierna infancia, cuando usaban el guardapolvito a cuadrillé rosa y blanco del jardín de infantes al que las llevaban sus madres. ¡Si hasta las peinaban igual! Una rubia y la otra de cabellos negros, eran tan bonitas las dos que solían decirles que juntas parecían el sol y la luna, o el día y la noche. Entre ellas no solía suceder lo que pasaba con otras niñas, donde los celos eran causa de discordias, tan grande era el cariño que se profesaban. ( Compartíamos todo, muñecas, golosinas, cumpleaños, paseos ..., los secretos de nuestra adolescencia ...) Pensó sentada en el frío banco de piedra, tratando de contener esas lágrimas salobres que no podía contener. Los años juveniles las vieron intercambiar minifaldas y zapatos, maquillajes y novelas de amor ... Juntas recibieron sus títulos en la secundaria con las mejores notas y muchos comentaban que de ser gemelas, no hubiésen sido tan unidas e idénticas. La edad de los coqueteos y los festejos juveniles las vieron rodeadas de muchachos que se disputaban sus corazones, pero las dos deseaban sólo disfrutar esa etapa de sus vidas,la felicidad de una radiante juventud. Pero cada época tiene un tiempo y todo cambió cuando Katerina conoció a Alberto. Alberto ... No sólo era un abogado de excelente posición, sinó tan joven y buen mozo ... El romance entre Katerina y Alberto, fogoso, apasionado, apresuró una boda fastuosa donde Renata ocupó el lugar de la dama de honor de la novia. Ellos eran la pareja perfecta, se los veía disfrutar de un mundo maravilloso entre el lujo y el placer. ( ¿Qué mano misteriosa trastocó nuestros destinos?) Se preguntó Renata perdida en su oscuridad interior. Ahora sólo eran ella y sus recuerdos . La noche, observaba en silencio ...

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CAPITULO - 1

Las campanadas del reloj marcaban la medianoche. Se había desatado un

temporal que arreciaba con furia a la ciudad. En medio de la oscuridad, la luz

de las farolas y los relámpagos iluminaban la blancura del granizo acumulado

en los espacios abiertos. Parques y jardines sentían como se destrozaban sus

plantas con la pedrada de hielo, como si una invasión de hormigas negras

invadiese aquellos sectores para llevar a los hormigueros. Ese invierno se

mostraba más riguroso que otros años, con sus tormentas y fríos intensos.

Katerina observaba el diluvio desde el ventanal de su casa ; era muy tarde

ya, pero como lo hacía en los últimos tiempos, su esposo tardaba en

llegar.Sintió que la ensordecía el golpe del granizo contra el alero de

policarbonato de su patio, asemejándole a una ráfaga de metralla que

escuchara alguna vez en las películas de guerra que a su marido le gustaba ver.

No pudo evitar sentir cierto temor frente a la inclemencia de la tormenta, sola

como estaba. De a poco el aguacero fue aminorando limitándose a una lluvia

persistente y volvió a escuchar la voz del locutor en un canal que había estado

viendo en su aburrimiento, pero también llegó a sus oídos un sistemático

¡cloc! ¡cloc! Repetido y parejo. ¡ Hay una gotera en casa! Pensó afligida.

Recorrió las habitaciones guiada por el sonido, hasta que descubrió la

procedencia, cuando escuchó la llave abriendo la puerta de calle. ¡Era su

esposo al fin!

Enfundado en su impermeable entró al living sacudiendo su paraguas negro

sobre la alfombra, frente a la mirada desconforme de Kati.

-Vas a mojar todo – le dijo ella como saludo.

-¿Y qué querés que haga? ¡No ves que vengo empapado!

En un gesto de fastidio se quitó la prenda tirándola sobre uno de los sillones,

para luego abrir el paraguas para escurrirlo sobre la alfombra.

-¡Pero qué te pasa! ¿nunca escuchaste que abrir el paraguas dentro de la casa

trae mala suerte? ¿Te volviste loco?

-¿Desde cuando me venís con superticiones vos? ¿No estarás buscando iniciar

otra discusión, no?

-El que parece dispuesto sos vos, mirá como dejaste el living.

-¡No sé para que habré venido! ¡Era mejor si me quedaba bolicheando con mis

amigos!

-¡Qué forma de hablarme! ¡Siempre déspota vos!

-¡Si no te gusta cerrá el pico! ¡Siempre me recibís con quejas! ¡Me tenés

harto!

-Como te cuesta entender, ¿no podías dejar lo mojado en el hall?

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-No quiero escucharte más, vengo cansado.

-¡Claro! ¿y yo qué? Hacé un poco de silencio y prestá atención.

De mala gana y tomándose la frente con sus manos, se dispuso a escuchar

no sabía que perodata de su mujer. El cloc, cloc dentro de la casa llegó a sus

oídos, ¡había una gotera!

-¡Llueve adentro! – exclamó rabioso, a sabiendas que luego el resultado sería

una mancha en los impecables cielorrasos.

- Bueno, si me ves, estoy corriendo con baldes y cacerolas por todos lados.

¡No me explico que pasa acá! ¡Como si fuera poco debo aguantar tus

groserías! – Sin más respuestas, Alberto volvió a calzarse el impermeable

recogiendo también el paraguas.

-¿Qué hacés? ¿Adonde pensás que vas ahora?

-¿Qué se te ocurre, a ver?

-¡Que sos capaz de marcharte dejándome con este lío!

-¡Uf! ¿No ves que sos una loca? ¡Voy arriba mujer! ¡Veré si puedo remediar

esto!

-¡Pero llueve mucho ...!

-No queda otra. ¿Querés que se arruine la casa?

-El agua ya se filtró, un poco más o un poco menos no arreglará las manchas,

habrá que llamar a un techista.

-¿Me dejarás hacer lo que quiero de una vez? Arriba hay unas chapas y trataré

de ponerla sobre las grietas, cuando el tiempo mejore haré el arreglo como se

debe.

Lo vió salir por la puerta del patio sin deseos de frenarlo más, con él era

imposible razonar desde un tiempo atrás, ya que se había vuelto iracundo y

desamorado con ella. A pesar de su mal carácter Kati pensó que Alberto se

preocupaba mucho por el aspecto de su casa, porque le gustaba lucirse con sus

amistades. El no soportaba ver manchas en las paredes y el mínimo raspón lo

enardecía hasta llegar a tratarla de sucia, algo que Katerina no era. Casarse

con ese hombre al poco tiempo de haberlo conocido, no le dejó oportunidad de

descubrir sus defectos y ahora pagaba caro el haber confiado tanto en él.

Desafiando el temporal que nuevamente arreciaba con toda su furia,

Alberto trepó agilmente los escalones que lo llevaban a la terraza, buscando la

grieta que provocaba la filtración del agua. Luchando con sostener el paraguas

y mover las chapas que estaban apiladas en un rincón, sintió que el vendaval

daba vuelta a su paraguas bañándose más de lo que estaba al llegar a su

casa.Enajenado,el hombre se desvandó en maldiciones contra cielo y tierra.

Sujetó como pudo con varios ladrillos una de las chapas, esperando que no se

las llevase el viento dispuesto a bajar, secarse e irse a dormir. Fue entonces

cuando un relámpago seguido por la descarga de un rayo lo ensordeció.

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Había quedado aturdido, sordo, pero su olfato le decía que algo olía a

quemado. Un escalofrío le recorrió el cuerpo mientras seguía sosteniendo su

paraguas con la mano izquierda. Le extrañó sentirlo como pegado a sus dedos

y que la furiosa tormenta no lo mojara. Se enderezó del piso inundado

pensando que esas chapas solucionarían la filtración de agua al menos por esa

noche y tiritando por el frío que recorría su cuerpo se resolvió a volver al calor

de su hogar. (Me voy a engripar), pensó preocupado, pero confiaba en su

fortaleza y al bajar las escaleras lo complació sentirse tan ágil como una

pompa de jabón.

Comenzando a descender por la escalera, se vió de inmediato parado frente

al parque que lindaba con el patio. Todo parecía destruído por el vendaval.

(Me debe estar embolsando el viento, este paraguas parece un paracaídas

...menos mal que no me tiró del techo hacia la calle ...) Murmuró para si

mismo. (Ya mismo voy a darme un baño bien caliente y me acuesto a dormir,

pero primero dejo el paraguas en el patio bajo el alero así no escucho las

quejas de Kati)

Mientras tanto, la mujer calentaba la cena para su marido, a sabiendas que

él le diría que no iba a cenar, pero si no lo hacía, también se exponía a que el

hombre usase eso como otra excusa para una nueva discusión. Lo esperó un

largo rato y se extrañó de su tardanza. ¿Qué hacía para que le llevase tanto

tiempo? (Este hombre es insólito, ya no sé que hacer con él), pensó mientras

arreglaba los cubiertos sobre la mesa. Miró el reloj de pared y vió que ya había

pasado casi una hora.Sin lograr entender su demora resolvió llamarlo desde el

patio para que bajase de una vez de la terraza.Ya bajo el alero la asustó la

oscuridad y la lluvia que no cedía en su impetuosidad, pero alzó la voz en su

reclamo.

-¡Alberto! ¡Alberto bajá de una vez!

Sus llamados no tuvieron respuesta y resolvió subir para ver que le sucedía.

Fue ahí cuando descubrió el paraguas de su marido apoyado sobre el piso bajo

el alero y decidió usarlo para no mojarse. (Este hombre está loco, sin paraguas

debe estar empapado), pensó mientras se inclinaba para asirlo.

Una violenta descarga eléctrica la hizo arrojarlo contra la pared. Atónita,

corrió escaleras arriba buscando a su marido , sin importarle que la lluvia la

bañase de piés a cabeza.

Las descargas eléctricas en la oscuridad del cielo iluminaron por momentos

el embaldosado de la terraza, dejando a la vista el hallazgo macabro, Alberto

yacía sin vida alcanzado por un rayo. Enloquecida sacudió el cuerpo inerte sin

obtener respuesta. Desesperada corrió buscando ayuda ...

Las palabras golpeaban su mente. Alberto está muerto ...muerto ...

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CAPITULO : 2

Dos días después del temporal de lluvia, granizo y viento huracanado, la

humedad persistía tanto en las calles como dentro de los ambientes cerrados.

El frío gélido se filtraba por las hendijas y el cielo mostraba densos

nubarrones grises. La crudeza del clima se reflejaba en el rostro y el ánimo de

Katerina, sus parientes y amigos. La situación luctuosa acrecentaba la

pesadumbre de la joven viuda, tornando insoportable la permanencia de los

deudos junto a la desdichada mujer. Sentada junto a la ventana del living,

Katerina permanecía absorta, no lograba entender.La escena de esa mañana en

un lujoso cementerio parque, el cuerpo de su marido había sido entregado a la

tierra. Palabras repetidas de consuelo, besos, palmaditas sobre su hombro,

todo, se fue diluyendo con la retirada de la gente que conformaban su círculo

social. Sus padres insistieron : “venite a casa hija ...”

En un esfuerzo sobrehumano fue despidiendo a todos, quería estar en su

hogar. Sólo Renata, su amiga más íntima, esa que llamaban “la solterona”,

quedó con ella.

-Por nada en el mundo voy a dejarte sola Kati, puedo faltar un par de días al

trabajo, además, podemos alternar entre estar unos días en tu casa y otros en la

mía. Vamos y venimos, ¿qué te parece? Te será más fácil adaptarte al cambio

de estado, digo ...no sé que opinás ...

-Al estado de viuda querrás decir ...

-Si hablás así volveré a llorar ... esto es tremendo ...pero hay que asumirlo Kati

-Es que ... antes de ayer vivía ... y ... en sus últimos momentos nos separamos

discutiendo por una gotera en el techo y ...

-¿Y qué más?

-No me hagas hablar ... no me lo perdono ...aun tengo el olor nauseabundo de

la muerte ...

-Kati ... no digas esas cosas ...

El dolor las estremecía frente a lo irreparable. Sus ojos estaban rojos e

hinchados de tantas lágrimas, pero Renata no encontraba como consolar a la

amiga que perdiera a su esposo ,porque ella ... había perdido a su amante.

-Kati ...

-Que ...

-¿Por qué discutieron ...? me gustaría que me cuentes ... digo ...no sé ... tal vez

te haga bien hablar. No se me ocurre que fuese por una gotera.

-No ... ya ni recuerdo bien ...

-¿Cómo puede ser que no recuerdes nada? – insistió Renata con audacia.

-Y no, me siento confusa, fue cuando cayó tanto granizo, tanto, tanto ...-+

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-Seguro, es mejor un poco de vino que pastillas para dormir, pero te digo,

después del velorio que pasamos creo que caeremos planchadas en la cama y

con el frío que hace ...¿dónde tenés el vino?

-Ahí en el aparador a tu derecha.

(Ni para buscar una botella de vino es capaz de levantarse, es una perezosa

consentida ..., a ver ...acá hay del chablís que le gustaba a mi adorado Alberto,

Alberto ...)

-¿Lo encontraste Renata?

-Si, lo abro y lo pongo en la mesa. (Siempre me pedía que le compre esta

marca cuando se quedaba a cenar. Yo le decía que si ésta se enteraba nos

mataba a los dos. El la trataba de idiota y yo recuerdo los dulces momentos

que vivimos juntos. Por su culpa murió y ni sé que hago yo acá cuidándola

como si fuese un bebé, ¿y de mí, quién se apiada?)

-¿Qué pasa que tardás tanto?

-Ya voy, busco el sacacorchos – le contestó volviendo a la realidad.

Comían en silencio cuando Kati le dijo que deseaba subir a la terraza para

revivir el último momento de la vida de su esposo, y Renata le sugirió que

primero limpiaran la cocina, cosa que su amiga aceptó con desgano. Abstraída

en sus pensamientos y sin saber como, Katerina salió al patio abandonando la

tarea de ayudarla. Todo estaba como dos días atrás antes de la tormenta.

Lo primero que vió fue el juego de sillones de jardín bajo el amplio alero, más

allá el lavadero que permanecía cerrado, pero ver el parque ...¡qué destrozo!

¡cómo habían quedado sus hermosas plantas por culpa del granizo aquel!

Lo miraba todo a través de su propio desánimo, ni ganas de seguir viviendo

le quedaban, como iba a renovar aquello si Alberto era quien se encargaba del

jardinero. Perdida en sus conjeturas algo la distrajo, colgando de un clavo en

la pared, se encontraba el negro paraguas de Alberto bien cerrado. Como un

pantallazo recordó la noche trágica. Estaba segura que ella quiso asirlo al

verlo escurriendo sobre el piso para ir a ver porqué tardaba su marido en la

terraza, y una fuerte descarga eléctrica hizo que lo arrojara con violencia. En

ningún momento recordó haberlo colgado en aquel clavo ...

Dio unos paso como subyugada, viendo el objeto seco y bien doblado.Tal

vez algún pariente había hecho ese trabajo. A pesar de recordar los malos

tratos que él le infería, su amor la acongojaba sin consuelo.Un deseo íntimo la

impulsó a querer sentir el contacto de la mano de Alberto sosteniendo aquel

mango de nacar con filigranas de oro y extendió su mano para sostenerlo entre

las suyas. -¡Ayyyyyy!

El grito y un golpe alarmaron a Renata que salió corriendo de la cocina al

patio y encontrar para su sorpresa, a Katerina tirada sobre el piso y contra una

de las columnas del alero gimiendo de dolor.

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-¡Kati! ¿Qué te pasó Kati por favor?

-No lo sé ...- respondió aturdida – recibí una descarga de corriente tan violenta

que me arrojó al piso ...

-¿De dónde? ¿qué tocaste?

-No toqué nada ... sólo quise acariciar el paraguas de Alberto que estaba

colgado contra la pared y al tomarlo los dos salimos como disparados.Mirá, yo

estaba allá, salté como tres metros, no sé donde fue a parar el paraguas ...

-Por acá no lo veo querida, ¿estás segura?

-¡Cómo no! Puedo jurártelo, estaba colgado en ese clavo Renata,¿lo ves?

-Veo un clavo, nada más. Creo que te resbalaste y el golpe te hizo imaginar

cosas.

-Te juro que es como te lo cuento y no entiendo nada, pero yo ví y tomé el

paraguas de Alberto con estas manos, es inconfundible, él lo había hecho tallar

en oro sobre el mango y es el que traía la noche de la tormenta. Recuerdo que

le dije, “no lo abras adentro de la casa porque trae mala suerte”. No sólo se

enojó, sinó que además lo sacudió sobre la alfombra y lo apoyó bien abierto

para escurrirlo.Después vino lo de la gotera y volvió a usarlo para ir a la

terraza, el resto de la historia la sabés.

-Terrible ...

-¿No tengo razón si digo que abrir un paraguas dentro de la casa trae

desgracia?

-Sobre lo que se refiere a Alberto te doy la razón, pero lo de recién ...

perdoname, creo que tuviste visiones.

-Renata ... es tal cual te conté.

-Vamos para adentro, está nublado y hace mucho frío. ¿Qué te parece si

vamos a dormir una siesta bien abrigaditas? ¿No te lastimaste verdad?

- No sé, siento mis huesos molidos. El golpe contra la espalda fue muy fuerte

y me duele bastante.

-Voy a friccionarte con alcohol y te tomás un analgésico, vamos, vamos a

descansar las dos.

Todo se hizo como lo dijera Renata y acostadas juntas en el lecho

matrimonial, ninguna podía desprenderse del drama que guardaban en sus

almas. Dando vueltas, sintieron mucho frío a pesar del calefactor encendido en

el dormitorio.

-No puedo dormir Renata, las sábanas parecen sacadas del freezer, levantate y

traé la manta que está sobre la butaca.

-Brrrrrr ..., espero que con ésta entremos en calor ¡Qué frío!

-No puedo creer que las dos estemos acostadas como en los viejos tiempos,

¿te acordás?

-Aquellos tiempos de nuestra adolescencia, tu noviazgo cambió todo...

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-Si no era yo tal vez hubieses sido vos, es la ley de la vida, pero nunca hubiese

imaginado esto... Hoy estamos como en aquellos tiempos, juntas, pero yo con

el título de viuda y vos de solterona ...

-Dormite y no digas más tonterías ...

Katerina fue la primera en cerrar los ojos cansados, mientras que Renata

lloraba en silencio. “Sobre esta almohada apoyó su cabeza Alberto, se durmió

muchas veces abrazándola en mis horas de soledad, de mis esperas sin

esperanza, vacías ...la tarde del granizo ...¿cómo olvidar esa tarde? Nos

amamos hasta el delirio ... cenamos ...bebimos ... nos besamos ...volvimos a

hacer el amor ...Tres años duró lo nuestro ...aquel encuentro casual, el roce de

su boca ...la pasión desenfrenada ...le dije que aclarase lo nuestro con Kati, yo

no toleraba que se acostase con las dos, la traición a mi amiga ...hasta le pedí

que se divorciara para poder seguir con lo nuestro sin remordimientos. Se

enojaba, peor ... se enfurecía. Nuestro último encuentro fue el peor, después de

aquella maravillosa tarde, después de la cena y volver a revolcarnos felices

...Volví a pedirle su divorcio con Kati y no lo pude contener, se vistió y se fue,

así, sin un adiós, sin un beso ...lo había perdido sin saberlo ...perdido para

siempre ...Alberto ... yo te amaba tanto ...si no te hubieses marchado así hoy

estarías vivo ...”

Las lágrimas quemaban en sus ojos cansados de llorar, le faltaba el aire y

sentía mucho frío. Sólo deseaba dormir ...dormir mucho hasta poder olvidar ...

Una mano gélida tocó su frente corriendo su cabello que cubría el rostro.

Abrió los ojos. No había nadie y su amiga dormía profundamente, pero ella

continuaba sintiendo la caricia helada, insistente...

-Renata ... Renata ... ¿qué pasa, por qué llorás? ¿qué hacés en mi cama?

“Es la voz de Alberto”, pensó asustada.

-Renata ...¿qué hacés en mi cama?

-¡Alberto! – ahogando el grito miró a su alrededor -¿Dónde estás?

-A tu lado, ¿no me ves?

-No, no ...estás muerto, ¿de dónde sale tu voz? ¡me vuelvo loca!

-¿Qué te pasa?¿estás ciega?

Renata se sentó en la cama pensando que alusinaba, mientras escuchó que su

amiga nombraba a Alberto. Ella dormía.No había nadie en el dormitorio, sólo

las dos. Agotada se acomodó en el lecho y también se durmió profundamente.

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CAPITULO : 3

Con su sonido acompasdo y suave, el reloj del living señalaba la hora. Una,

dos, tres ...hasta llegar a las siete de otra mañana invernal. Las tenues

campanadas despertaron a Renata, que al mirar su reloj pulsera saltó de la

cama desorientada.

-¿Dónde estoy? – balbuceó en medio de las penumbras.

-En mi cama durmiendo con mi mujer.

Sacudió la cabeza diciéndose que no podía ser que estuviese escuchando la

voz de Alberto.

-¿Alberto ...? ¿Cómo es que escucho que estás hablándome?

-Hace un rato pensé que estabas ciega o borracha, ¿ahora tampoco me vés?

-No, no, no ..., no estoy ciega ni dormida ni borracha, no te veo por ningún

lado ..., sólo escucho tu voz ...

-¡Qué diablos está pasando! ¿Sabés que llevo como siete horas tirado sobre la

alfombra esperando que las señoras se dignen explicarme qué hacen las dos

durmiendo en mi cama? ¡Ni se tomaron la molestia de dejarme una manta,

hestoy helado! ¡Qué pasa con este maldito calefactor que no funciona! Esta

pieza es una heladera brrrrrr ....

-Yo la siento confortable ... no entiendo nada ...te oigo hablar y hablar ...y ...

no sé de donde viene tu voz ...yo estoy acompañando a Katy por el duelo ...

¿cómo és que te escucho Alberto...?

-¿Duelo? ¿Qué duelo?

-¿De qué estás hablando Renata? – preguntó Katerina medio dormida aún.

-Yo ...no, no ...tuve una pesadilla y desperté desconociendo donde estaba, la

falta de costumbre, ¿viste?

-Te escuché decir Alberto ...

-¿Dije Alberto ...?

-Si, eso me despertó.

-Y bueno ...no dejamos de hablar de él ayer, está en el subconciente.

-¡En qué subconciente! – nuevamente la voz de Alberto apabulló a Renata que

intentó tapar su cabeza con las cobijas.

-En el de las dos Kati – trató de explicarle Renata.

-Tenés razón – dijo Katerina -, son las secuelas del duelo.

-¿De qué duelo están hablando idiotas?

-No hables así Alberto – le recriminó Renata.

-Volviste a decirme Alberto, yo soy Kati, no confundas, ¿qué te está pasando

Renata?

-Perdoname Kati, no soporto estar aquí, mejor vayamos a mi departamento,

siento como si él me estuviese hablando y ...

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-¡Ni intentes llevarte a mi mujer!

-No la dejaré sola en ese estado ...- murmuró Renata.

-¿En qué estado dejaste tu casa? – preguntó extrañada su amiga viuda.

-¡Ayyyy! Tengamos calma por favor ...estoy perturbada Kati ...oigo voces por

todos lados y ésto no está bien para mí ...haceme caso, juntemos lo necesario y

vayamos para allá.

-¡Ustedes dos no salen de acá sin una explicación!

-A mí no me retiene nadie ...

-No te dije nada Renata, si estar acá te pone tan mal hagamos lo que dijiste.

Tal vez será mejor ...es como si Alberto flotase en el aire aún y no es bueno

para nosotras ..., un cambio me ayudará a resignarme.

-¿Me querés decir a qué viniste vos?¿a llenarle la cabeza para lograr el

divorcio?

-¡Callate la boca de una vez!

-¡Renata! – exclamó Kati sorprendida por la violenta respuesta de su amiga.

-Perdoname, perdoname ...no es con vos la bronca, me resulta difícil

explicarte ... ¿vámos a la cocina a tomar una taza de café?

-Bueno, nos hará despejar un poco la mente,preparalo vos mientras busco unas

revistas en el living.

-Si ..., ya voy ...

Mientras Renata hacía lo suyo, Katerina se dirigió al living pensando en lo

rara que se comportaba su amiga. (Esta situación se está complicando), pensó

mientras preparaba las tazas, cuando un grito proveniente de la sala hizo que

volcase el agua hirviendo sobre su mano.

-¡Qué te pasa Kati! – gritó corriendo hacia el living oprimiendo su mano con

un repasador mojado en agua fría. Llorando y hecha un ovillo sobre uno de los

sillones, estaba Kati temblando de terror.

-¡Ahí! ¡Ahí ...!

-¡Por favor Kati! ¿Qué pasa ahora?

-¡El paraguas...! ¡El paraguas de Alberto! ¡Ahí ...! ¡Está chorreando agua

como la otra noche!

-Calmate querés ... creo que estamos alucinadas, dormimos demasiado y ya no

entendemos nada. Voy a encender la luz porque está muy oscuro acá. Mirá,

¿ves que no hay nada?

Las dos mujeres observaron la sala, todo estaba en orden y ningún paraguas

aparecía en el ambiente. Como señalando, quedaba atrás un círculo demarcado

por gotas de agua sobre la alfombra.

14

CAPITULO : 4

La oscura y fría noche quedaba atrás. Cargando un par de bolsos con

algunas prendas de Kati llegaron al edificio donde vivía Renata, que después

de guardar su coche en el garage, se encaminó junto a su amiga hacia el

ascensor. El silencio se había instalado entre ellas omnubiladas en sus propios

pensamientos, hasta que llegaron al septimo piso.

-Buenas noches ...

-Buenas noches – respondieron a duo ellas, observando de soslayo la elegante

figura masculina que ocupaba el espacio que dejaran libre.

-¿Quién será éste? – preguntó Renata.

-Si no lo conocés vos que vivís acá ...

-Yo no tengo mucho trato con los vecinos, pero a éste nunca me lo crucé. Tal

vez vino a ver algún departamento porque sé que hay dos en venta.¡Al fin en

casa! – dijo abriendo la puerta con su llave.

Las cosas estaban como las dejara la noche del fatal accidente de su

amante, ya que Kati la había llamado de urgencia en un grito desesperado.

Siempre que su amiga la necesitaba ella corría a su encuentro, con el temor

lógico de sentir que estaba jugándole sucio.Al entrar recordó de inmediato

cuando Alberto se marchó enojado porque ella le pedía aclarar la situación que

vivían con Kati y ahora su amiga venía a hospedarse, en el que fuera su nido

de amor con Alberto.

(Esto si que no lo esperaba ... que vueltas tiene la vida ...), pensó dolorida.

-Parece que estuviste en compañía la otra noche, que linda mesa preparaste ...

cubiertos para dos, una botella de vino vacía de la misma marca que gustaba

mi marido ...Nunca me contaste que tenías un amor en tu casa, ¿viven juntos?

-No ... sólo era un amigo, nada serio. Vení, llevemos tus cosas a mi

dormitorio.

-¿Y cómo és? ¿lo conozco? ¿cómo se llama?

- No, no ... no es nadie importante ...

-¿Nadie importante y armaste esa mesa tan bonita?

-Es costumbre mía, sabés que soy detallista y me gusta atender bien a

cualquiera.

-Si nena, pero no lavaste los platos, mirá que olor te quedó en la cocina ...

-¿Viniste a criticarme? Vas a encontrar todo revuelto porque me disponía a

limpiar cuando me llamaste de urgencia a la medianoche, ¿qué querías qué

haga?

-Tenés razón, no sé lo que hablo ni donde estoy parada ...

-No te preocupes Kati, preparemos unos sandwiches y los comemos en mi

cama mirando tele, ¿te gusta la idea?

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-No sé como imaginás que puedo tener ganas de mirar televisión a dos días de

haber enterrado a mi marido ...

-Te comprendo Kati, pero ¿qué se puede hacer? Hay cosas que son

irremediables pero no podemos enterrarnos con el que se fue ... debemos

seguir luchando por nosotras. ¿Por mirar tele ofenderemos al que murió ...?

-No encuentro palabras para contradecirte, lo que decís me conmueve.

-Quisiera que te hagan reaccionar.

-Es muy pronto Renata, no esperaba que esto podía sucederme a mí, perdí de

la forma más estúpida al hombre que amé tanto ... no lo veré nunca más ...

( ¿Y yo, acaso sufro menos y tengo que disimular frente a vos?) Se preguntó

Renata angustiada.

-Nadie espera que le sucedan cosas como esto pero suceden ... perder a un ser

querido es muy doloroso ...

-Siento que te estoy pasando mi depresión, mirá como tenés los ojos ...al fin

parecés vos la viuda de Alberto .

-¡Kati ... no digas esas cosas!

-No lo tomes a mal, sé que sos mi mejor amiga y lo sentís por él y por mí, lo

mejor será no hablar más sobre esto y hacer lo que dijiste, preparemos algo de

comer y lo llevamos a la cama mientras nos distraemos un poco con la tele y

descansamos, buena falta nos hace después de tanto velorio.

Con rapidez Renata ordenó su cocina y en breves minutos ya estaban los

emparedados sobre una bandeja, con sendos vasos y una botella de vino. Las

dos estaban cómodas con sus pijamas, dispuestas a meterse en la cama,

cuando Katerina sorprendió a su amiga con una pregunta.

-¿Qué hace la bufanda de mi marido al lado de tu cama?

-¿Bufanda? ¿Qué bufanda? – le preguntó sintiendo que iba a descubrir la

verdad.

-Esta mirá, es la que usaba Alberto.

-¡Ah! No, no ...- atinó a decir temblorosa -, la otra noche la olvidó mi amigo y

la puse acá para llevársela al día siguiente a la oficina. Está de moda y todos

los hombres la usan, la debe estar buscando y ni se le pasará por la cabeza que

la tengo yo ...

-No me mientas Renata ..., seguro que te acostaste con él. Como tenías la

cama revuelta no es de tu costumbre ...

-¡Terminá de imaginar cosas! Ya te lo dije, es sólo un amigo ...- dijo tomando

la bufanda de Alberto para guardarla en su placard.

-Contame dale ...¿quién és? ¿cómo se llama?

-Ya te lo dije, un compañero de trabajo, petiso, viejo y pelado, además, no

tiene plata. Buena persona, nada más ...

-Esperá que voy a creerte, al fin no me dijiste su nombre.

16

-Te repito que es uno más de mis compañeros y vino a terminar un trabajo, se

largó esa terrible tormenta y lo invité a cenar.

-¿Sólo a cenar? Vamos, contame la verdad ...

-No imagines cosas Kati, cuando me enamore serás la primera en saberlo.

Pasaron las horas sin que pudiesen encontrar un canal que fuera de su

interés, de tan abrumadas que estaban con sus pensamientos. La congoja las

sacudía a pleno, haciendo que el tema sobre la súbita muerte de Alberto las

distrajera sin descanso hasta entrada la noche. Katerina le pidió a su amiga si

podía darse un baño, para ver si así lograba relajarse y volver a dormir. Ya

algo más tranquila, regresó al dormitorio donde Renata terminaba de cambiar

las sábanas.

-Acostate mientras pongo las sábanas en el lavarropas, yo también quiero

darme un duchazo, ya vuelvo.

-¿Qué te parece si preparo algo caliente para tomar en la cama?

-Bárbaro, que sea un té con cogñac para entrar en calor, de paso nos servirá de

somnífero, eso espero.

Antes de acostarse Renata fue hasta el placard acariciando apenas la

bufanda de su amado muerto.En un vuelo alucinado su recuerdo ocupó la

mente elevando su muda plegaria ...

“Alberto ... amor ... cómo sobreviviré sin tenerte nunca más ... tu voz ...tu voz

allá en tu casa ... yo te escuché, sentí el frío de tus manos muertas Alberto ...

¿cómo pudo ser ...?¿acaso estoy enloqueciendo ...? Yo sé que no estás, que

nunca más tendré tu amor, no voy a olvidarte, vivirás en mí por siempre amor”

Sus lágrimas rodaban por las mejillas incontenibles, cuando escuchó que Kati

la llamaba.

-Renata, ¿qué hacés que no te acostás?

-Yá, yá voy – dijo enjugando sus lágrimas -, ¿tomás otro trago?

-Y bueno, si seguimos así nos convertiremos en alcohólicas- dijo Kati.

-Ahoguemos las penas amiga, yo quisiera olvidarme de todo ...

-Que tengo que decir yo entonces ...

-Realmente querés olvidar a quién fue tanto para vos?

-Voy a confesarte algo. Estoy segura que Alberto no merece este sufrimiento

mío ...

-¿Cómo podés decir eso Kati?

-Tengo mis razones Renata ..., de todos modos ya no podré comprobar nada ...

-¿De qué estás hablando?

-Es cruel decir esto cuando Alberto ya no está más, te aseguro que no lo pude

comprobar, pero estoy segura que él tenía una amante.

-¡Estás loca!¡Ni después de muerto lo dejarás en paz!¡ Respetá su memoria al

menos!- exclamó Renata intranquila.

17

-¿Y si él no me respetó a mí, qué?

-Estás suponiendo, inventando, no lo sé, pero el pobre no está para defenderse.

-Renata ..., yo lo amé mucho, su muerte me destrozó la vida ..., pero no puedo

evitar pensar en lo que te dije ...Me duele ¿sabés? No sabés cuanto me duele

...Alberto se había tomado la costumbre de quererme a su modo, hoy te amo y

mañana te odio ...Cada vez estaba menos a mi lado, me dejaba esperándolo

con la cena que no comía, volvía tarde y de mal humor ...No me digas que eso

no te da por pensar que tenía a otra mujer. Me traicionaba vaya a saber con

quien ...

-No está bien que ahora te tortures con historias ridículas – le contestó Renata

con sentimiento de culpa -, para mí estás hablando disparates.

-Puede ser ..., pienso que lo mejor será tratar de salir de esta atmósfera

lúgubre, mucho no voy a aguantar así, llorando en mi casa o en la tuya, o con

mis pobres padres, no es lo mejor para sobrevivir, entendeme.Yo agradezco

mucho tu compañía, tu apoyo, tu cariño, el de mis padres ...pero no ... tengo

que encontrar un cambio que me ayude a desear seguir viva ... tal vez haga un

viaje ...

-¡Qué fácil es todo para vos! Claro, tenés tus ventajas ...tu marido te rodeó de

lujos, viviste de la peluquería al gimnasio, shoping, confiterías de lujo, una

vida de reuniones sociales, tenés su fortuna, no estás preparada para guardar

un luto prudencial, en cambio yo, dentro de un par de días cuanto mucho, si no

vuelvo al trabajo me dejan en la calle.

-Renata ..., me hablás como si me envidiaras, no lo puedo creer de vos ...

-Perdoname, tal vez me expresé mal,veo que dentro de tu desgracia tenés la

suerte de ser una viuda rica y podés hacer lo que te plazca.

-No sé si te entiendo ..., te agradezco los días que perdiste por mí, te los voy a

recompensar.

-No, no es eso, lo hice de corazón aunque en los últimos años ya nos tratamos

poco, por eso no dejamos de ser amigas de toda la vida ...quiero ayudarte.

-¿Si organizo un viaje te vendrías conmigo? – le preguntó Kati.

-¿Un viaje? ¿Qué tenés en la cabeza? Yo no puedo abandonar un trabajo que

me costó sudores conseguir, igual te agradezco la intención.

-Pensalo ..., la propuesta sigue en pie. Tampoco voy a salir mañana, tengo

muchas cosas que ordenar. Su muerte me desequilibró todo. A primera hora

de la mañana voy a llamar a Ramona para decirle que no vaya a mi casa a

limpiar hasta que le avise,no me preocupa la limpieza en estos momentos, eso

si, tengo que ir a buscar el llavero de Alberto para ir a su oficina, están ahí sus

movimientos bancarios, sus trámites de clientes ... Llamaré a Marisa, su

secretaria ¿la recordás? Ella es la más indicada para ayudarme en el papelerío

y tendré que pasar sus casos a otro abogado amigo de él.

18

-¿A quién se los pensar dar?

-Creo que a Rogelio Perez, era el de su mayor confianza. Voy a tener que

organizar muchas cosas de las que entiendo poco, Alberto no me daba lugar a

intervenir en su trabajo.

-Si tenés voluntad no te detengas, nada mejor que hacer cosas para ocupar la

mente. Yo también debo seguir con lo mío y no podré estar todo el tiempo a tu

lado, nos veremos para cenar y los fines de semana, la vida sigue Kati ...-

Renata habló por sus propios sentimientos, ya que no sabía ella misma como

superar la pérdida de su gran amor. Conversaron hasta que las venció el

cansancio y se durmieron sumidas en sus tristezas.

El despertador se hizo escuchar al amanecer.

-¿Qué pasa Renata? – preguntó adormilada Katerina.

-Seguí durmiendo, recién son las seis y media de la mañana, me preparo y

salgo para la oficina, te dejo un juego de llaves de mi departamento sobre la

mesa. Hacé lo que tenés planeado, yo regreso a las cinco de la tarde más o

menos, esperame con un buen café.

-Está bien, cuidate ...

-Vos también y cualquier problema que tengas me llamás, chau ...

Así comenzaban sus nuevas vidas dos mujeres que siendo amigas desde la

más tierna infancia, sufrían sin compartir por una muerte inesperada.

19

CAPITULO : 5

Katerina salió del departamento de su amiga a las dos de la tarde, sin poder

creer que había dormido tanto. Pidió un remís ya que habían vuelto en el

coche de Renata y el suyo estaba en la cochera de su casa junto al de Alberto.

No podía movilizarse sin su coche, no estaba acostumbrada a viajar en remises

ni de otra forma que no fuese en su coche o con su marido en el suyo.

Al llegar a la planta baja se detuvo el ascensor y salió con tanta prisa que,

sin saber como, se encontró entre los brazos del mismo hombre con el que ella

y Renata se toparan el día anterior.

-¡Qué torpe! Perdón ... – dijo nerviosa.

-Buenas tardes, ¿cómo está?

-¡Ah!¡Hola! bien, bien ... buenas tardes ...

Salió corriendo pensando que el remís ya estaría esperándola y le preguntó

al portero, que le señaló el vehículo. El viaje fue breve, con su amiga vivían

relativamente cerca. Al pisar la vereda de su hermosa casa sintió una profunda

congoja, ahí, su mundo parecía haber terminado. ¿Qué haría sola en aquella

mansión? Sintió que no tenía motivos valederos para conservarla, su aspecto

le producía una siniestra sensación de vacío total.

Le costó entrar. El silencio era penetrante ...Recordó como solía dejar la

música a todo volumen así ella no estuviese y como aquello molestaba tanto a

su marido. Por no generar discusiones había cedido su gusto dándole a él su

prioridad por la música suave, al menos cuando sabía que estaba por llegar.

Haciendo un esfuerzo entró a su desolado hogar. El reciente y luctuoso suceso

se percibía desde el primer peldaño de la escalinata de entrada, en el interior,

el frío de la muerte se extendía hasta el último rincón de la vivienda.¡Todo era

tan reciente! A pesar de saberlo, a Katerina le produjo una sensación de

pérdida del tiempo, como si nada fuera cierto.

“¡Qué frío hace aquí ... voy a encender el calefactor mientras junto lo que vine

a buscar”, pensó poniendo manos a la obra y en cuestión de minutos los

ambientes ya estaban reconfortables. Sintiéndose mejor se encaminó hacia el

escritorio de su marido, sin poder evitar que la emoción la doblegara. Una

crisis de llanto dio rienda suelta a su dolor contenido frente a los demás. Abrió

la puerta encendiendo la luz. Lo primero que vió fue su lujoso ataché, que ella

misma guardara antes de irse con Renata. Recorrió con la vista el despacho

íntimo de Alberto deteniéndose en lo que fuera su vida, el sillón, la biblioteca,

el escritorio, la alfombra roja, los otros dos sillones, y ... ¿cómo podía ser?

¿acaso estaba viendo visiones? ¿Qué hacía el paraguas negro de su marido

chorreando agua sobre la alfombra? Un grito escapó de su boca. Quedando

paralizada se dijo que no podía ser lo que estaba viendo.

20

Renata le había dicho que ella estaba alucinada cuando le sucedió encontrar el

paraguas en su patio y tuvo aquel sacudón terrible. ¿Cómo podía suceder esto?

¿Por qué el paraguas aparecía ahora en ese lugar?

Intentó controlarse, le resultaba más que extraño pero no iba a dejar así lo

que estaba a su vista, abierto sobre la alfombra en toda su redondez parecía

desafiarla en un duelo mudo. “No sé como llegaste hasta acá, pero estos

misterios deben concluir de una vez por todas”. Pensó airada.

Dio unos pasos acercándose lo más posible y extendió su brazo. Quería asir

ese mango de nacar y filigranas doradas, para luego enrollarlo y guardarlo

bajo siete llaves, lo que menos deseaba era volverlo a ver...

Un grito brotó de su garganta cuando el intento resultó como la primera

vez, una descarga eléctrica la arrojaba a varios metros de distancia. Escuchó

como se estrellaba la estatua de mármol contra el piso en la antesala y su

cabeza golpeada giraba como un trompo. Aturdida y temblorosa permaneció

inmóvil sobre la alfombra, a los piés de la nívea Afrodita que a su lado, la

miraba sin darse por enterada.

Como pudo intentó reponerse. Le dolía el golpe en su cabeza que manaba

un hilo de sangre. También la mano y todo el brazo los sentía entumecidos. Ya

de pie, trastabillando regresó al despacho del finado. Todo estaba en orden,

cada cosa en su lugar ..., menos el paraguas. Un vahido la obligó a apoyarse

contra el marco de la puerta. “Me estoy volviendo loca ... el maldito paraguas

estaba ahí ...lo ví ...pasó hacen segundos ... y ahora ... desapareció otra vez ...”

Dolorida y confusa tomó asiento en el sillón de Alberto detrás del

escritorio. Ahí estaba el ataché. Lo miró con desconfianza hasta que se atrevió

a tomarlo entre sus manos. Exhaló un suspiro de alivio, al fin con aquello no

sucedía nada. Lo llevaría con ella pero ya no deseaba permanecer un minuto

más en su casa. Cerró la puerta y fue en busca de algunos menesteres sin

olvidar llevarse las llaves de Alberto. Apagó la calefacción y decidió ir al

garage por la vereda, de ningún modo deseaba volver al patio para hacer el

recorrido por el jardín para entrar por atrás.

Después de cerrar su casa caminó unos pasos hasta el portón levadizo.

Accionó el dispositivo y la luz de la tarde grisácea entró iluminando apenas

los vehículos. Junto al suyo, estaba el de Alberto como lo dejase aquella noche

de la furiosa tormenta. La noche en que el rayo terminaría con su vida de una

forma imprevisible.

Era un garage de grandes dimensiones, que ocupaba la mitad de un terreno

lindero a su casa, unidos por el hermoso parque. No era difícil maniobrar el

volante para entrar o salir, pero Alberto siempre insistía con sus órdenes.

“Cuidado con el coche, no vayas a rasparlo y estropear también las paredes o

el portón, sos muy atolondrada.”

21

Ya sentada al volante encendió el motor, mirando por el espejo retrovisor la

salida. Repercutían en su mente las palabras escuchadas una y otra vez,cuando

en forma sorpresiva vió que el diabólico paraguas se le interponía detrás del

coche, justo bajo el portón levadizo. Espantada pisó el acelerador, frenando a

tiempo de no estrellarse contra la pared del fondo.

La violenta maniobra impactó en su pecho contra el volante, al tiempo que

su cabeza pareció soltársele del cuello. Hasta tomar conciencia permaneció

unos minutos como inerte, luego comenzó a reaccionar. “En ese paraguas está

el alma en pena de Alberto, no me caben dudas ...quiere verme muerta ...y yo

llorando por él ... ¡malvado asesino!”

Enfurecida pensó que si había sido una alucinación o una aparición

fantasmal, no se dejaría manipular por él. No iba a amedrentarla. “Si es un

paraguas fantasma no existe.” Repitió mirando otra vez por el espejo

retrovisor y volvió a verlo, abierto, chorreando agua, inmóvil, impidiendo su

salida en un duelo a muerte.

-¡Maldito, ahora verás! – gritó fuera de sí mientras aceleraba su coche dándole

marcha atrás con la intención de atropellarlo.

Saliendo del garage escuchó un aberrante crujido que le asemejó a una

máquina aplanadora pasando sobre un esqueleto de calcinados huesos...

Ya estaba, había salido y se vió estacionando junto al cordón de la vereda,

sólo le quedaba cerrar el portón. Dándose coraje bajó del coche sintiéndose

tambalear, habían pasado demasiadas cosas en pocos minutos. Respiró hondo

sintiendo el frío del invierno.No quería mirar y la soledad de la calle avivó sus

temores. Fue acercándose y vió el coche de Alberto perderse en la oscuridad

que dejaba el portón cerrado. El paraguas ya no estaba.Imperceptibles, unas

gotas de agua en forma de círculo quedaban sobre el piso. Sola, no volvería a

ese lugar. Tomó su celular para concretar una cita con Marisa, la que fuera

secretaria de Alberto, para organizar con ella lo que dejase inconcluso su

marido. Marisa era una persona mayor muy competente y tenía confianza en

que la ayudaría en todo. Quería emprender una nueva vida, sin ese marido que

hasta después de muerto deseaba su mal.

Los cambios comenzarían con la venta de su casa, no sólo por las malas

experiencias vividas hasta minutos antes, sinó también por los tristes

recuerdos que deseaba olvidar. Confiaba en la eficiencia de Marisa, pero más

confiaba en su propia intuición.

22

CAPITULO : 6

A las cinco y media de la tarde Renata guardaba su pequeño automóvil en

la cochera del edificio donde tenía su departamento. Con su cartera colgando

del hombro y varias carpetas bajo el brazo, se encaminó hacia el ascensor. Al

escuchar pasos apresurados a sus espaldas giró la cabeza, viendo a su nuevo

vecino que conociera la tarde anterior.

-Hola, ¿cómo estás? ¿vas para el séptimo?

-Hola ... si recién llego.

-Mi nombre es Julián, ¿el tuyo?

-Me llamo Renata ... Renata Sieres, ¿vivís en mi mismo piso?

-Si, en el departamento “B”, al lado del tuyo.

-¡Ah! Entonces somos vecinos. ¿Pero hace poco que te mudaste no?

-Apenas unos días. ¿Vivís con tu amiga?

-No, no ...ella está pasando unos días conmigo, unas vacaciones breves.

-¿Ahora está?

-Supongo que si. Le dije que me espere con un café bien caliente porque

vengo muerta de frío.

-Me pasa lo mismo, con lo referente al frío digo ...el café tengo que hacérmelo

yo. No vivo con nadie.

Renata lo miró de soslayo percibiendo la intención del hombre, pero no

estaba para invitaciones a desconocidos. El duelo por la muerte del amor de su

vida sangraba silencioso y sin consuelo dentro de su corazón. El simple hecho

de mantener una conversación con ese individuo, le parecía una ofensa a su

memoria.

-Llegamos ...- dijo Julián desanimado cediéndole el paso.

-Que sigas bien, buenas tardes – le respondió Renata a modo de despedida.

-Gracias ...nos vemos ...chau.

Sin más palabras entraron a sus respectivos departamentos. Al instante

percibió que Kati no estaba.Se detuvo a mirarse en un espejo que tenía a la

entrada sobre una pequeña mesa de adorno y la asustó su imagen decaída,

pálida, ojerosa.Apoyó lo que traía sobre una silla y se quitó el abrigo, le había

costado mucho concentrarse en el trabajo y era conciente que no rindió como

era su costumbre. “Perdonen si no cumplo como de costumbre, estoy

sufriendo mucho la muerte de alguien que fue como un hermano para mí, ya

pasará”, dijo tratando de justificar su apatía.

Pensar que Alberto ya no volvería a entrar por esa puerta la destrozaba,

más, cuando no tenía en quién volcar tanta angustia y para peor ella debía ser

quién consolara a su amiga, “la viuda”. Como autómata puso a hacerse el café

y mientras tanto fue hasta el dormitorio en busca de ropa para cambiarse.

23

Mientras se bañaba le extrañó que Kati tardase tanto. Se vistió con un cómodo

pijama y con la taza de café entre sus manos heladas se apoltronó en uno de

los sillones del living.Repasando el trabajo inconcluso en la oficina lo bebió

bien caliente, como le gustaba hacerlo junto a su amado Alberto, en aquellas

tardes que compartieran en un delirio de apasionado amor.

El llamado de su teléfono la sacó de sus recuerdos.

-¿Renata? – la voz de su amiga le sonó cercana, apabullante.

-Hola Kati, ¿dónde estás? ¿por qué no llegaste aún?

-Justo te llamo para explicarte. Todavía estoy en la oficina de Alberto con

Marisa. Estamos tratando de poner en orden los papeles para terminar lo antes

posible, esto se hace muy pesado ...

-Entiendo ...

-Voy a llegar como a las nueve de la noche supongo, no cocines nada que

llevo algo hecho, ¿qué quisieras cenar?

-Me dá igual Kati ...

-Una pregunta más Renata, ¿podré guardar mi coche en el estacionamiento del

edificio? No quisiera dejarlo en la calle toda la noche.

-Creo que tienen lugar porque hay varios departamentos en venta todavía, ya

mismo llamo al encargado para arreglar, llamame en diez minutos y te

confirmo.

-De acuerdo, ¿no te enojás si llego más tarde no?

-Quedate tranquila, volvé a llamarme ...

“¡Poniendo órden en los papeles de Alberto!¡ Qué burla cruel! Y yo sin

ningún derecho mientras ella se hace dueña de toda su fortuna”... Los crueles

pensamientos se mezclaron con los de la ropa que tenía que sacar del

lavarropas y doblarla lo mejor posible para no plancharla, pero primero estaba

ella, la viuda ... y tenía que llamar al encargado del edificio para facilitarle el

estacionamiento de su coche a la señora.

Con su habitual predisposición, en pocos minutos resolvió todo y volvió al

sillón. “Basta”, se dijo reclinando su cabeza mientras cubría su cuerpo con una

manta. Deseaba relajarse y aliviar sus tensiones, sus broncas, sus angustias ...

el sueño la invadió y sin notarlo se quedó dormida.

La sala estaba en penumbras, apenas iluminada por la lámpara del hall. La

tibieza del lugar, su cansancio de todo el día más la depresión contenida la

vencieron. Durante casi dos horas Renata cayó en un sueño profundo y

placentero, luego, lo onírico ocupó su mente ... Alberto estaba sobre ella,

besándola, amándola, acariciándola con desenfrenada pasión ...sentía su

respiración agitada mientras gozaban las glorias del amor ... Entre gemidos de

placer, Renata murmuraba su nombre ... “Alberto ...Alberto ...” El sonido del

timbre y una llave abriendo la puerta la sobresaltó.Estaba baññada en sudor.

24

-¡Renata ...Renata...!

La voz de Katerina la retrotajo a la realidad.Sintió escalofríos en medio del

espasmo de calor y pensó que así se sentiría frente a la agonía de una supuesta

muerte. Ahí estaba su amiga, sacudiéndola por los hombros.

-¡Eh! ¿Qué te pasa? ¡Renata! Estás pálida y sudorosa ...fría ...¿qué te sucede?

¿estás enferma? ¡hablame...!

Renata apenas si gesticulaba y movía su cabeza negando. La excitación vivida

en el sueño persistía en ella y no podía decírselo a Kati.

-No ...perdoname ...creo que tuve una pesadilla... pero ya no recuerdo ...

-Me asustaste, parecía que no podías respirar ...¿estás mejor?

-Si ...si ...ya pasa ...

-Traje pizza, ¿te gusta?

-Que bueno ... nos daremos un banquete ...

-¿Aguantás si primero me doy un baño?

-Si ... ponete cómoda, mientras pongo la mesa y caliento la pizza.

-¿Me das media hora?

-Que apuro tenemos ...- vió como su amiga entraba a su dormitorio y salía con

un camisón y su bata entre los brazos para instalarse en el baño. De a poco fue

volviendo a la realidad y se esforzó para cumplir con lo dicho. Justo en media

hora Katerina se sentaba a la mesa.

-Me fue imposible llegar más temprano – dijo Kati.

-Yo llegué a las cinco y media, pero entre preparar el café, sacar la ropa del

lavarropas y bañarme se me fue el tiempo volando. Después me puse a revisar

trabajo que traje de la oficina porque lo tenía atrasado y sin saber como me

quedé dormida.

-Claro ..., madrugás mucho, pero te juro que me asustaste cuando llegué y te

ví así.

-No fue nada ... una pesadilla nada más. ¿Qué hiciste hoy?

-No sabés, ¡tuve un día! Quiero contarte algo pero con una condición ...

-¿Condición? – preguntó Renata extrañada -, ¡qué suspenso...!¿de vida o

muerte?

- Justito ..., la condición es que no te rías de mí.

-Como me decís eso ...

-Es que ni yo puedo creer lo que me pasó Renata.

- Pero ... ¿tan grave es? Me estás asustando ...

-Para mí fue de terror. Sucedió en mi casa. Fue algo insólito y no logro

entender.No sé si estoy alucinada o hay fantasmas allá, pero el paraguas de

Alberto me persigue ... es espantoso ...

-¡Cómo el paraguas de Alberto!

-¿Recordás lo que me pasó el otro día? No quisiste creerme.

25

-¡Kati ...otra vez con esas cosas!

-Estoy segura que el rayo que mató a mi marido quedó imantado en el

paraguas, volvió a tirarme...

-¡Kati! Perdoname pero no puedo creer lo que decís, me estás tomando el

pelo.

-Eso no es lo peor, se me aparece en cualquier parte de la casa ...

-Estás perturbada Kati, por favor ...

-Ya sabía que no ibas a creer en mi palabra.

-No, estás equivocada, pienso que te quedó la impresión, suele pasar ...

-De todos modos no pienso volver ...

-Cuando tengas que ir voy a acompañarte y no nos separaremos ni un instante,

verás que no sucede nada de lo que estás diciendo.

Renata hablaba solo para no preocupar más a su amiga, ya que recordaba

muy bien que ella misma, si bien no fuera por el paraguas, estuvo a punto de

sufrir un colapso al escuchar la voz de Alberto, a sabiendas que el pobre

estaba bien muerto y enterrado.

-Voy a poner la casa en venta Renata, no pienso seguir viviendo ahí. Quiero

un departamentito como el tuyo, eso si, me llevaré todo lo que me sirva de mi

casa. Primero tengo que arreglar los papeleríos de la susesión y quiero vender

el coche de Alberto, hay mucho trabajo por hacer ..., iré de a poco y la semana

que puedas me ayudás a embalar mis cosas para cuando me mude.

-No hay problema, contá conmigo ...

-La llamaré a Ramona para que nos ayude, entre las tres haremos más

rápido.Cuando menos me quede ahí será mejor.

-¿Y con la ropa y todo lo de tu marido, qué pensás hacer?

-¡Una gran hoguera en el fondo de mi casa!

-¡Qué disparate Kati!

-¿Y qué querés que haga?

-Guardarlas ... de recuerdo, digo ...

-¿De recuerdo? ¿para qué? Lo que más deseo es olvidarlo lo antes posible.

-No te entiendo ...lo lloraste dos días ...sería un crimen quemar su ropa.

-Pensándolo bien si, la vendo y puedo sacar un buen dinero extra, usaba ropa

de la mejor, mañana pongo un aviso en el diario.

-¿Y a tu papá no le sirven?

-¡No quiero volver a ver nada de él!¿entendés?

-Bueno, es tu decisión ... y ¿con la oficina qué vas a hacer?

-Marisa me dio la idea de alquilársela a Sergio Vega, un amigo recién recibido

de abogado muy amigo de Alberto. En el velorio llevaba puesto un abrigo de

gamuzón negro, ese rubio tan buen mozo ...

-Ah ...si, si ...

26

-Marisa me contó que andaba queriendo instalar su estudio, voy a hacerle la

proposición, creo que le vendrá como anillo al dedo.

-Y después, ¿qué pensás hacer?

-Ya te lo dije, quiero un departamento como el tuyo.

-Creo que en este piso queda uno en venta ..., justo el que está al lado del que

compró el joven que nos saludó el otro día al bajar del ascensor, ¿te acordás?

-Mmm ... no mucho ...

-Vive justo acá al lado, en el “B”, si no me equivoco el “C” es el que está en

venta. Si te gusta estaríamos cerca las dos.

-Averigüemos, cuanto antes lo resuelva mejor. Quiero instalarme y renovarme

lo antes posible para concretar un largo viaje sin problemas en mi mente.

-¿Seguís con la idea del viaje?

-Más que nunca. Podrías venir conmigo, yo me hago cargo de tus gastos.

-No Kati ...sos muy bondadosa y yo no merezco tanto ...

-¡Mirá lo que estás diciendo! ¿Te parece poco todo esto?

-No es para tanto Kati, pero el problema lo tengo con mi trabajo, me costó

mucho conseguirlo y estoy muy bien ahí para perderlo, si tuviese vacaciones

podríamos hacer algún paseo ...te agradezco de corazón.

-Lo siento pero te comprendo. Saldremos en algunas vacaciones tuyas, pasa

que necesito yá salir a despejarme. ¿Podemos ver mañana si el departamento

está en venta?

-¿Tenés para abonar la seña?

- Seguro, la cuenta bancaria de Alberto está a nombre de los dos y puedo hacer

extracciones cuando quiera, además, cuando venda la casa y el coche vuelvo a

depositar porque pienso vivir de los intereses que me da el Banco. También

tendré el alquiler del despacho de él y voy a tramitar su pensión. Viviré

holgadamente el resto de mi vida sin necesidad de trabajo alguno, ni depender

de mis padres.

-Sin dudas tu marido te dejó bien acomodada ...

-Me lo merezco.Demasiados malos tratos le soporté ...

-¿Te maltrataba? Nunca me contaste nada – le preguntó Renata queriendo

indagar que pensaba su amiga.

-Tampoco nos veíamos tanto en los últimos años. Mirá, ya te lo dije el otro

día, estoy segura que tenía una amante y vaya a saber cuanto dinero le tiró el

muy canalla.

-¿Eso pensás?

-No sólo lo pienso, estoy segura ...Estuve en tratos para que lo siguiera un

detective, pero ahora todo quedó en la nada, ¿qué me importa saberlo en estos

momentos? – dijo mientras Renata exalaba un profundo suspiro de alivio.

-¿Qué te hizo suponer que él te fuese infiel?

27

-¡Ah! Llegaba tarde, no cenaba lo que yo le preparaba con esmero, olía a

`perfumes femeninos ... y ...algo peor ...

-¿Peor ...? – preguntó Renata con total ingenuidad.

-Si, es lo más grave que un marido le puede hacer a su mujer ...

-¿ ...?

-¿Por qué esa cara Renata? No me digas que tengo que explicarte que no

teníamos sexo. Ni gestos de amor al menos ...

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Renata reavivando su sentimiento de culpa

y vergüenza, ella era la responsable de todo.

-Sé que es difícil de creer ... él aparentaba ser todo un señor, y no, lo cierto era

que me sometía a sus malos tratos. Cuando alguna vez le pedí explicaciones se

encerraba en un hermetismo sádico. Sentí que me odiaba, nunca supe porqué.

Tampoco entiendo como siguió con nuestro matrimonio si tenía una amante,

tal vez pensaba que si nos divorciábamos tendría que hacer separación de

bienes y sobre eso no creo que estaba de acuerdo.

El llanto superó su relato conmoviendo a Renata. No encontraba la palabra

justa para consolarla con su carga de culpas. No sólo Alberto había sido infiel

con Katerina, sinó ella también como su más íntima amiga. Los dos la habían

traicionado, pero ya nunca le confesaría la verdad, no agregaría más leña al

fuego, no tenía sentido.Kati jamás entendería como había nacido aquel

profundo amor entre ella y Alberto, esa historia quedaría borrada para siempre

en un pasado irreversible. La peor víctima quedaba dentro de su propia ropa,

ya que nada le quedaba de él, no siendo su recuerdo y ese profundo dolor.

-Tal vez mis desilusiones y esta duda me ayuden a superar mi viudez ... su

muerte me duele, al fin lo amé mucho ... tuvo ese final tan espantoso ...no sé,

tal vez no me creas si te digo que a pesar de todo, por primera vez en mucho

tiempo me siento liberada, vuelvo a ser dueña de mí misma Renata ...

-¿Te hubieses divorciado si él te lo pedía? – le preguntó la mujer.

-No creo que Alberto quisiera una separación, él era una extraña mezcla de

hombre moderno con un ser muy conservador, nunca lo entendí. Para él era su

casa, su apellido, su título ...no, no lo entendí. Siento que lo defraudé cuando

no le di hijos. El quería una familia numerosa y en cuatro años no quedé

embarazada, ¿te dás cuenta? Para Alberto fui una decepción, por eso pienso

que tenía una amante, por despecho. ¿Decime si merece que sufra por su

memoria?

-No sé que decirte Kati ...son cosas muy personales ...

-Te juro que lo amé con toda mi alma Renata, le fui fiel, lo cuidé y atendí

siempre ...perdió sentido para mí cuando sus improperios fueron en aumento y

las peleas lo ponían demasiado agresivo ...

-Nunca me contaste esto, pensé que llevabas una vida de burguesa ricachona.

28

-Bueno ...me parece que tu clasificación es un tanto despectiva Renata. Es

cierto que estábamos en muy buena posición, de hecho lo sigo estando y te

digo que a cualquiera le gustan los placeres y la comodidad. A mí me tocó

encontrar un marido que vivía en la holgura y estaba bien relacionado, me

acoplé a su mundo, pero no olvido mis raíces, nunca hice alarde con nadie

sobre mi posición.

-Si, claro ..., pero me dejaste de lado mucho tiempo y no entiendo porqué.

-No ...que pena ..., lamento ensuciar más la memoria de Alberto, pero era él

quien no quería que siguiese intimándote y me hacía una escena cada vez que

te nombraba. Los problemas íntimos de una pareja no pueden ir ventilándose

Renata y yo aguanté demasiado.

Con esa confesión de Katerina quedaba evidente porqué Alberto no las

quería ver juntas. Sus amoríos se habían superpuesto a la gran amistad que

ellas se profesaban desde pequeñas y él temía se descubriera la aventura

amorosa en que se habían enredado.

-Kati ... ¿por qué me contás ahora todo esto?

-Tal vez porque este momento se presta a la confidencia y siento cuanto cariño

sentí por vos siempre, es un desahogo para mí y siento que me comprendés.

-Agradezco tu actitud, seguro que te comprendo, seremos amigas hasta que la

muerte nos separe Kati, ya nadie podrá separarnos ...

-Renata ... no sabés cuanto te quiero ...

-Lo mismo digo, pero ahora será mejor que vayamos a dormir porque mañana

debo madrugar, esa es mi vida ¿viste?

-¡Tenés razón! Soy tan despistada ...otro día la seguimos ...

-Kati ..., ¿no pensaste en llevarle unas flores a la tumba de Alberto?

-¿Qué vaya al cementerio ...?

-Y ...por supuesto ...

-No lo sé, tal vez el fin de semana si me acompañás ..., sola no me animo ...

-Bueno, si te parece vamos el próximo sábado a media mañana, como no

trabajo ...

-Listo. Quedé con Marisa que mañana nos encontramos a las diez, te pido que

me pongas el despertador para las nueve sinó soy capaz de seguir durmiendo

hasta el mediodía.

-Perfecto, basta de charla y a dormir que se hizo tarde, que descanses bien.

-Igual vos y gracias Renata, gracias por todo lo que hacés por mí.

29

CAPITULO : 7

La bruma invernal pronosticando lluvias se acrecentaba por momentos. Un

baho denso penetraba por las hendijas de las persianas entreabiertas. Afuera y

dentro de la casa todo era oscuridad ...

Hecho un ovillo sobre el sillón de pana verde claro fue abriendo sus

ojos.Miró extrañado el ambiente de la sala... Entre las sombras divisó

muebles, cuadros abstractos colgando de las paredes, lámparas apagadas,

cortinados ... La niebla se empecinaba en expandirse en el lugar, era como un

humo cada vez más oscuro ...¿Estaría incendiándose la casa ...?

“¡Maldito sea! ¿A qué se debe esto?” – gritó enardecido –“ Estoy atrapado en

mi propia casa y no sé como salir!”

En vano intentaba abrir puertas y ventanas, como tampoco lograba

encender luz alguna, mientras su desesperación iba en aumento. “¿Cómo pude

quedarme tan dormido?” “Es muy extraño todo esto ...me siento vacío ...y este

sueño que va y viene ...¡no quiero volver a dormir, no estoy cansado! Quiero

salir de acá y me duermo parado otra vez ...¡ay!”

Durante el sueño se veía persiguiendo a una mujer muy bonita y joven,

amenazándola con su paraguas negro y punteagudo. Le divertía verla saltar

como un corcho de sidra gritando y pataleando de terror. Pero ella era muy

mala porque había roto su lindo paraguas ...Si volvía a verla la iba a castigar

de la peor forma. De pronto quería correr para alcanzarla y propinarle una

soberana paliza, pero estaba como clavado en el piso sin lograr lo que

deseaba, castigarla más y más. En su afán de castigarla se iba diluyendo el

sueño, la oscuridad era total ...

“Me dormí parado, no lo puedo creer ... ¿dónde está mi mujer?” – se preguntó

desorientado -. “¿No hay nadie aquí? No puedo moverme ...que alguien me

ayude por favor...”

Alberto se conjeturaba a si mismo un estado del que no era conciente, ya

no era humano, no era de carne y hueso como todos los mortales, no era real

ni estaba vivo. Inconciente de su realidad vagaba en espíritu dentro de lo que

fuera su hogar. Nada de lo sucedido la noche de su muerte aparecía en su

memoria alterada. En la inconciencia de que ahora era un alma errante, no

hallaba paz ni descanso. De la realidad rescataba tener muchos trabajos

inconclusos, divergentes, extraños ...Deambulaba entre pesadillas y

despertares sobresaltado, mientras se debatía en una nebulosa intemporal.

-Despierta Alberto ...

-“¿Qué ... quién está hablando?” – preguntó adormilado.

-Soy tu ángel, tu acompañante, tu puente hacia el reino espiritual, ya no

perteneces a este lugar ...

30

-“¿Es que me estoy volviendo loco?”

-Trata de entender, abandonaste tu cuerpo físico, debo llevarte hacia los

ángeles superiores y reparadores, deben sanarte del torbellino en que viviste y

serás juzgado.

-“¿Juzgado? ¡Los jueces! ¡Tengo que ir al juzgado! ¿Qué hora és? ¡Olvidé que

tenía la sentencia del caso Martelli! ¿En qué fecha estamos...?”

Como enajenado buscaba la hora en su reloj pulsera que ya no llevaba puesto.

La furia le producía extrañas vibraciones, por lo que el ángel volvió a

intervenir.

-Será mejor que trates de calmarte ...

-“Yo no pienso perder mi tiempo con un harapiento vagabundo que ignoro

como entró a mi casa. Sólo dices disparates.”

-Lamento que te cueste tomar conciencia de tu situación ...

-“¿De qué me está hablando?”

-Tienes que entenderme, quiero que sepas que ya no tienes tu cuerpo físico,

eres tan sólo un alma que entrará al purgatorio.

-“¡Quéeeee!”

-Eres sólo una pobre alma perdida ...

-“¿Alma perdida? ¿Quieres decir que no tengo más mi cuerpo? ¿Me insinúas

que estoy muerto?”

-Así es. Tu cuerpo fue entregado a la tierra y ya está fusionándose con ella,

sólo queda tu alma ...

-“Esto no puede ser ...¿qué voy a hacer ahora ...?” – murmuró impactado.

Desorientado, notó que algo sucedía en él. Estaba distinto, muy liviano y

desplazarse le resultaba cada vez más fácil. Entre las penumbras divisó el gran

espejo que apenas se destacaba en la sala y se acercó para verse reflejado.

-“¡No estoy! Pero ...veo mis manos ... mi cuerpo ...”

-Así es, tú te verás, los otros, los humanos, ellos no podrán verte.

-“No lo puedo asumir ...no puedo ... debo estar teniendo otra pesadilla ...si

hablé con Renata el otro día ...Renata ...¡ahora recuerdo! Ella es mi esposa ...”

-Esa mujer sólo te escuchó, habían pasado pocas horas de tu muerte. No creo

que te niegues a seguirme ¿verdad?

-“¡Claro que no quiero seguirlo! ¡Quiero volver a verla, hablar con ella!”

-Renata no es tu esposa.

-“¡Si, yo la amo!”

-No ..., tu esposa era la otra mujer.

-“¿Qué ...? Sólo recuerdo a Renata y quiero hablar con ella una vez más.”

-Bien, será tu última voluntad, pero quedarás encerrado en esta casa hasta que

eso suceda, después deberás seguirme así no lo quieras.

Alberto vió desvanecerse la figura angelical y sintió que el miedo lo invadía.

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-“Espera ...no me dejes solo en esta oscuridad ...”

-¿Qué más deseas?

-“No lo sé ... no me gusta estar así”.

-¿Así cómo?

-“Perdido entre tinieblas en lo que era mi hogar ...no soporto tanta soledad y

silencio”

-Claro ..., te entiendo pero te recomiendo que vuelvas a dormirte hasta que esa

mujer regrese.

-“¿Y cuándo vendrá?”

-Eso lo ignoro, escucharás su voz, hasta podrás verla ...

-“Déjame llevarla con nosotros por favor”.

-Tú no eres Dios para gobernar la vida ajena y yo apenas si soy un ángel muy

cercano a lo terrenal. Insisto en que trates de reposar, tendrás mejores sueños.

No había terminado el ángel de pronunciar sus últimas palabras, cuando el

espíritu de Alberto ya dormía sobre su lecho. Invisible a sus ojos el ángel

vigilaba paciente e inmutable, cuando otro ser celestial se le acercó.

-¿Cuánto tiempo llevas velándolo? –le preguntó con su voz dulce y serena.

-No mucho ...murió hacen dos semanas.

-¿Cuánto más lo dejarás así?

-Lo ignoro, depende de los otros.

-Este más querría ver como nacen flores sobre las estrellas, aquí el lugar

apesta.

-Me pidió volver a ver a su amada por última vez y le concedí el deseo,luego

tendrá que seguirme sin vueltas.

-La nave vendrá a recogerlos...

Los dos ángeles se acercaron al espíritu que reposaba en total ausencia de

los sentidos. Su semblante reflejaba paz, sus manos descansaban pálidas sobre

la camisa blanca, como acariciando la corbata gris claro.

-Era un hermoso varón – dijo uno.

-Este mal olor no habla muy bien de él.

-Si, tenía mucha soberbia y prepotencia, maltrataba a su esposa y tenía otro

amor. Irá al purgatorio sin que yo pueda apelar por él.

-No tendrá paz. ¿A cual de las dos quiere volver a ver?

-Está confuso. No recuerda a su esposa y llora por su amante.

-La olvidará ...

-Lo dudo, tendré que afrontar una lucha feroz si se empeña en querer llevarla

con nosotros.

- Reitérale cuantas veces sea necesario que él está muerto,no puede elegir.

La bruma cubrió el ámbito sepulcral y todo fue silencio.

32

CAPITULO : 8 -

En su rutina, el acontecer de la humanidad no detenía su marcha.. Como

dos insectos más deambulando en su hormiguero, Renata y Katerina

continuaban con lo suyo. La compra del departamento ya estaba resuelta y, la

joven viuda, tenía un motivo más que feliz para entretenerse.

-Es amplio y soleado, me gusta, además está puerta por medio con el tuyo – le

había comentado a su amiga Renata.

-Nada que ver con tu casa ...

-¿Para qué quiero una tan grande para mí sola? Si me siento cómoda en tu

departamento en éste voy a estar estupenda, más no necesito, además, pienso

viajar mucho porque no estoy con ganas de quedarme encerrada todo el día y

no veo que necesite emplearme en una oficina como hacés vos, perdoname, ya

sé que lo necesitás, yo sabés que no y por ahora no se me ocurre que otra cosa

podría hacer. Viajar sola es un sueño postergado que en estos momentos

puedo cumplir, en vida de Alberto era como un títere a su lado, no era libre de

elegir nada, así no servía nada por más lujos que él pidiera.

-Veo que lo tenés bien claro, estando tan segura me parece bien que sigas con

tus planes.

-No te quepan dudas Renata. Quisiera que me acompañes a cerrar el trato con

la inmobilaria, ¿podés?

-Cuando quieras.

Concluídos los trámites y con el título de propiedad en sus manos, Katerina

organizó la decoración del departamento. El estilo cálido y femenino era su

gusto predominante, opuesto a su anterior casa, amueblada al deseo austero

que condicionaba a Alberto, que prefería muebles de estilo clásicos, lujosos

pero sobrios. Volvería al que fuera su hogar para retirar algunos pequeños

muebles que eran de su agrado, así como también muchos adornos de gran

valor y sus cosas personales, que no había retirado aún para no atiborrar el

departemento de su amiga con sus pertenencias.

Era hora de no seguir usando la ropa de Renata, ya que no quiso volver a la

otra casa después del episodio que tuviera con aquel maldito paraguas. Casi

sin notarlo, reconoció que había pasado un mes desde que vivía con su amiga,

organizando el pase de todo lo que Alberto dejara inconcluso a manos del

nuevo abogado Rogelio Pirán, que le daría gran parte de las ganancias.

Marisa la había asesorado en todo y seguiría en su puesto de secretaria del

nuevo letrado, todo marchaba sobre ruedas. Cada mañana Katerina iba al

gimnasio y luego a su peluquero de siempre, alternando sus salidas con las

visitas a sus padres. Su vida se hallaba favorecida por el estado de

independencia que había asumido después del breve duelo sufrido.

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La amistad con Renata se había acrecentado tras los hechos y, como las dos

estaban ocupadas todo el día, sus encuentros al atardecer o los fines de semana

les resultaban muy gratificantes. Mientras tanto, los decoradores daban los

últimos detalles al flamante departamento de Katerina.

-Quiero que vengas a ver como quedó todo Renata – le pidió una tarde.

Juntas recorrieron los ambientes embelesadas por el resultado. Predominando

el blanco, suaves tonalidades amarillas transladaban el sol al interior del

departamento, que reflejaba una luminosodad acogedora.

-Precioso Kati, precioso ...

-Me alegra que te guste, cuando traiga las cosa de allá (dijo refiriéndose a la

otra casa), tendrá el toque especial que quiero lograr. A propósito, fuimos

postergando la visita, ¿qué te parece si vamos este fin de semana?

-Cuando quieras, no tengo problemas.

-Voy a llevar cajas grandes para embalar y al día siguiente va una empresa de

mudanzas para encargarse del transporte. Tendré flor de trabajo después.

-No te canses de antemano, te voy a ayudar y todo se arreglará rápido.

Llegado el sábado combinaron salir de madrugada cada cual en sus propios

coches, para de vuelta traer ellas mismas parte de la ropa de Katerina. Frente a

la casa estacionaron junto al cordón de la vereda y fue Renata la primera en

bajar.

-¿Qué pasa Kati? ¿Vás a quedarte aferrada al volante?

-Renata ... te juro que tengo miedo de entrar ...siento que algo me oprime el

pecho y no puedo respirar ...

-Vamos Kati, ¿dónde está esa mujer dinámica y emprendedora?

-Lo siento ... creo que me estoy por desmayar ...

-¡Qué cosa! Dame las llaves que abro yo, guardemos los coches en el garage.

-¡No!

-¡Kati por favor! ¡No seas exagerada!

-¡No, no, no! ¡Por favor te lo pido! ¡Me aterra recordar lo que me pasó ahí la

última vez que vine!

Viendo como estaba su amiga, su temblor, la palidez de su rostro, Renata

decidió sentarse junto a ella en el coche procurando tranquilizarla, así sintiera

que le había transmitido su inquietud.

-Kati ... convencete que aquello fue una jugarreta de tu mente, tal vez viste un

gato negro y te pareció otra cosa ...pudo ser una sombra, no sé ...los fantasmas

no existen, estabas con la impresión del velorio, nada más. Pasó un mes de la

muerte de Alberto y hay que serenarse, además, la casa está casi vendida, vino

el encargado de la inmovilaria y no comentó nada extraño, dijo que esa gente

quedó encantada con la propiedad. Debemos sacar tus cosas.

-Me aterroriza Renata, dejemos los coches afuera ...¿qué te cuesta?

34

-Está bien, dame las llaves que abro yo, entraremos por la puerta principal,

vamos, bajá del coche ...

Con pesadumbre Katerina siguió a su amiga entrando a su casa. La

oscuridad se acentuaba por las ventanas herméticamente cerradas y las recibió

un fétido olor a flores putrefactas.De inmediato Katerina encendió las luces,

que iluminaron la suntuosidad del hall y el living. Todo permanecía sumido en

el silencio de una casa abandonada, sin calor de hogar.

Sus ojos recorrieron el lugar familiar dolorida por los recuerdos.

-¡Mirá Renata! ¿Ves que no te mentí? – le dijo señalando la estatua de

Afrodita caída sobre el alfombrado.

-Seguro que tropezaste Kati, no sé como hiciste para tirarla, es de mármol

puro, que bella ...

-¡No! ¡El paraguas!

-Otra vez vas a comenzar con la historia del paraguas, sigamos con lo que

vinimos a hacer y nos vamos de una vez.

-No, no ...recuerdo los sustos que me llevé con el paraguas de Alberto y ...

-Mirá vos, hasta ahora no tuve el gusto de verlo.

-Siempre lo llevaba con él, era como una parte de su indumentaria ...

-¿Por qué no cambiamos de tema eh?

-Si ...espero que Ramona no tarde en venir, necesito su ayuda al menos en la

cocina. Lo que quedó en la heladera debe estar todo fermentado y tendrá que

tirar lo que encuentre, lo del freezer podemos llevarlo a último momento.

-No te preocupes, tu mucama sabrá que hacer.

-Mirá Renata, hablando de ella ahí viene ...voy a abrirle.

-Vayamos las dos y de paso bajamos las cajas que trajimos desarmadas, nos

espera un montón de trabajo Kati.

Mientras las dos mujeres salían de la casa, en el amplio living se producía

un extraño suceso. Leves brumas descendían del techo y, rozando el piso, se

deslizaban hasta llegar al dormitorio matrimonial.

-¿Qué hago acá? – se preguntó Alberto despertando de su letargo, que

interrumpía la voz de Renata llegando desde el exterior. Luego se vió a sí

mismo extendido cuan largo era sobre el lecho y se ocupó de mirar mejor su

entorno sin lograr entender. Fue entonces cuando descubrió al ángel parado a

su lado. Por primera vez se detuvo a observarlo. Su figura era etérea,

delicada,de una blancura rayana en la transparencia. Le costaba definir sus

rasgos perdidos entre los pliegues del manto que cubría su cabeza y se esforzó

en mirarlo. Un soplo de luz cegó sus ojos, la figura del ángel era en sí, todo un

cúmulo de luz jamás imaginada por él.

-¿Qué hago acá?- preguntó otra vez.

-Llegó el momento que esperabas. La mujer está en la casa, la escuchaste.

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Podrás hablarle pero ella no te verá, quizá la asustes, procede con calma ...dile

lo que desees pero confírmale que volverás por ella el día de su propia muerte.

Dile que es tu despedida y ya no la volverás a molestar ...

-Hay más gente con ella ...

-No podrán verte ni oirte, sólo esa que dices amar podrá escucharte.

-¿Cuánto tiempo tengo...?

-¿Tiempo ...? –le preguntó el ángel.

-Si, cuantos días, horas ...

-No ...sólo serán instantes.

-¡Instantes! ¡Déjame hasta que se marchen!

-Mira, se prolongó demasiado esta vigilia, debes seguirme y sin resistencias si

no quieres perderte en el Limbo.

-¿Y a qué lugar me llevarás?

-Al lugar donde se depositan las almas que serán juzgadas. Será otro largo

camino, pero al fin me libraré de ti. Eres muy empecinado.

Espantado frente a tanta incertidumbre vió desvanecerse al ángel y se sintió

desamparado. ¿Qué haría cuando esas mujeres volviesen a la casa?

No por sentirse tan liviano como una pluma estaba menos abatido. No era el

Alberto de antes, decidido, avasallante, independiente. Había vivido en un

constante desafío contra la humanidad y la vida misma, ahora estaba a merced

de ese ángel que le robaba los recuerdos y sus fuerzas.

-Armemos las cajas sobre la alfombra – dijo Katerina.

-¡Uf! ¡cómo pesan! – protestó Renata.

-¿Las ayudo? – preguntó Ramona.

-No, mejor que usted se encargue de la cocina como ya le expliqué.

-Muy bien señora, voy para allá.

Mientras Katerina y Renata embalaban adornos y vajilla, él las observaba

sin entender que estaba pasando.

-¿Decidiste que harás con la ropa de Alberto?

-¿Qué querés que te diga Renata? Voy a llevarla a una casa de compra venta,

¿o voy a usarla yo?

-“¿Qué dice esta loca?”- exclamó Alberto en los oídos de Renata.

-¡No ...! ¡Empezamos otra vez! – protestó ella como alucinada.

-Y si, - insistió Katerina – hasta que no me deshaga de sus cosas no estaré

tranquila.

-“¿Quién és esta mujer para decidir en mi propia casa? ¡Le prohíbo que toque

mis cosas!” – gritó Alberto.

-¡Por qué no dejás de darme órdenes!

-Yo no te ordené nada Renata, me estás gritando ...

-No, no es con vos ...protestaba contra mí misma ...

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-Te escucho hablar como borracha, ¿estás bien?

-“Si no la sacás ahora mismo de mi casa te juro que la mato”

-¡Ni se te ocurra repetir eso y no vuelvas a dirigirme la palabra!

-¡Renata! No quise ofenderte, si no querías venir me lo hubieses dicho ...

-¡Ay Kati! No me hagas caso, estoy hablando con una voz en mi cerebro, creo

que ando medio loca ...

- Mirá Renata, yo no soy sorda, ¿qué te puso tan molesta?

-Si te lo dijera ne me creerías ...

-¿Por qué? ¿No somos amigas acaso?

-“Contale, contale ...decile de una vez por todas que yo estoy acá y quiero

quedarme solo con vos”.

-Esto es un disparate ... una locura tras otra ...- murmuró Renata.

-No logro entenderte, te escuché bien cuando dijiste lo que dijiste. ¿Dónde ves

un disparate? ¿Cuáles son mis locuras Renata? Siento que no me comprendés

para nada ...

-Mirá Kati, nos estamos enredando en una confusión. Es una de mis manías

hablar tonterías cuando recuerdo cosas, nada que ver con vos, no pasa nada ...

-Bueno ...pero por qué estás tan nerviosa, te veo temblar ...

-Eso ¿ves? Estoy sintiendo mucho frío, ¿si encendés la calefacción?

-¡Pero que despistada yo! Con el apuro lo olvidé y es cierto, hace mucho frío

acá. Ya vuelvo y de paso veo que hace Ramona.

Katerina salió de la sala mirando de reojo a su amiga y le pareció verla

demudada e inquieta. Se dijo que tal vez había abusado de su ayuda, cuando

Renata trabajaba demasiado y podía estar muy cansada. Al verla salir, Renata

sintió un frío de muerte recorriendo su cuerpo, estaba a merced del espíritu

endemoniado de Alberto y no sabía como evitar la sensación de estar rodeada

por los brazos gélidos e inmateriales. Una cosa era su recuerdo cálido y

apasionado, pero escuchar su voz de ultratumba, la aterrorizaba.

-“Renata mi amor ...amor, amor ...”

-Por favor – gimió la mujer -, ¿cómo puede suceder esto? Oigo tu voz y no

puedo verte ...

-“No te preguntes, yo tampoco entiendo ... siento que me estoy debilitando, se

me termina el tiempo y vienen por mí ... quiero que sepas que te amaré más

allá de la muerte ...”

-¿Pero como puede ser? No entiendo ...¿Qué te está pasando?

-“Creo que soy un alma en pena que se niega a asumir su muerte. Yo quería

vivir para amarte, acariciarte, permanecer siempre juntos ...¿Quién me mató?”

-¿No lo recordás?

-“Sólo recuerdo nuestro amor que se va perdiendo en un sueño que no logro

evitar ...”

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-Alberto ... te mató un rayo aquella noche tormentosa, subiste a la terraza para

tapar las goteras que se filtraban en esta casa y pasó eso.

-“Si, si ...aquella maldita mujer me obligó ...me las va a pagar caro ...”

-No digas esas cosas, por favor, no fue su culpa.

-“Renata ... todo vuelve a borrarse ...¡déjenme, no quiero irme todavía!”

-No llores Alberto, te lo ruego ...

-“Renata ...vienen por mí y son legiones ...no me olvides ...vendré a buscarte

cuando termine tu vida ...nuestro amor será eterno ... te amo Renata ...te amo.”

-¡Alberto! ¡Alberto! ¡volvé Alberto!

-¡Renata! ¿qué te pasa? ¿por qué tantos gritos?- preguntó Katerina corriendo

hacia ella junto a Ramona, viéndola llorando tirada sobre la alfombra. - ¿Qué

sucede Renata? ¿Por qué ese llanto llamando a Alberto?

-Perdoname Kati ...ya pasa ... me llevé un susto porque me pareció verlo ahí

parado y me impresioné ...debo estar sugestionada por lo que me contaste...

-¿Querés regresar a tu departamento?

-No, no ... tenemos que superar estas tonterías, apuremos el trabajo, será lo

mejor ...

-Es así, vayamos a vaciar el placard de Alberto, ¿te incomoda si te pido que

embales su ropa?

-No, lo haré ya mismo.

Cuando Renata se encontró frente al amplio vestuario, su personal aroma la

envolvió como una caricia. “Nunca más”, pensó acariciando su ropa con

infinita ternura, a sabiendas que la despedida era definitiva. No deseaba volver

a esa casa por nada del mundo y cuando antes concluyeran con aquel trabajo

le parecía lo mejor.

-¿Estás mejor Renata? – le preguntó Katerina tras un prolongado silencio entre

ellas.

-Si, si ...¿por qué?

-Te observo muy callada ...

-Es la atmósfera de esta casa Kati, se siente mucha tristeza acá.

-Al fin me das la razón ¿eh? esto no es para mí.

-Seguro que resolviste bien las cosas. F ijate, ¿éste no es el paraguas de

Alberto?

-¡Apareció! ¡No lo toques! ¡Está endemoniado! – gritó Katerina.

Sin prestarle atención, Renata acarició el mango de nacar con filigranas de oro

sintiendo el calor de las manos de su amado.

-No entiendo como vino a parar dentro del placard, esto es siniestro. Dáselo a

Ramona para que lo tire a la basura, no volveré a tocarlo.

-Mirá ...lo tengo en mis manos y no pasa nada . ¿Te ofendés si te lo pido?

-¿Seguro que no te dá corriente? ¿No te hace mal sostenerlo?

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-No Kati, ¿de dónde sacaste esa idea? – le contestó observando como su amiga

la observaba azorada manipular el motivo de sus espantos.De ningún modo

volvería a tocarlo y se lo manifestó claramente a Renata.

-Quedátelo si tanto te gusta, no me lo menciones más porque ni eso quiero.

-Pasa que estás sugestionada, es tan fino que me parece imposible que alguien

pague su valor, ya que no querés ni verlo me lo llevo, gracias.

-Si, si, sacalo de aquí lo antes posible no sea que tengamos un accidente. No

quiero volverlo a ver...

Renata no se hizo esperar para retirarse de la habitación llevando el

paraguas entre sus manos.Con una inesperada alegría interior fue hasta su

coche y lo depositó en un rincón de la baulera, sintiendo que al menos

conservaría ese pequeño recuerdo del amor de su vida.

La tarea de embalar lo que deseaba Katerina les ocupó todo el día y ya la

noche descendía sobre la ciudad.

-Mañana viene el camión de la mudanza, ¿querrás volver a acompañarme

Renata?

-Si, si ...como quieras – le dijo algo dubitativa pensando en lo sucedido con

Alberto, sin que lograra entender hasta ese momento como había escuchado su

voz dentro de la casa.

-Ramona, ¿quiere que la lleve?

-No hace falta señora, gracias, el colectivo que pasa por la otra esquina me

deja en la puerta. ¿Cuándo quiere que vaya para ayudarle a acomodar?

-Venga el lunes a las nueve de la mañana, lleve este papel, ahí tiene bien

explicado como llegar a mi nueva dirección.

-Perfecto señora, hasta el lunes entonces, buenas noches señorita Renata.

-Adiós Ramona ...

Después de cerrar la puerta tras la mujer, juntaron algunas cosas que

pensaban cargar en sus respectivos coches, Katerina apagó la calefacción y las

luces, para luego emprender el regreso.

-Que gran ayuda nos dio esta mujer – opinó Renata mientras salían de la

vivienda.

-La morena es muy buena persona y muy trabajadora, lástima que en el

departamento no voy a necesitarla tanto, me da pena reducirle las horas de

trabajo porque se que necesita el dinero y no veo que se lo tenga que regalar ...

podías ocuparla vos unas horas semanales.

-Yo me las arreglo sola Kati ...

-Si, ya lo vi ...es que trabajás demasiado. Como si la oficina fuese poco

limpiás, lavás y planchás, amen de cocinar como los dioses ...¿cuándo pensás

dedicarte tiempo para vos misma?

-Kati, Kati ... siempre prejuzgando vos ...lo voy a pensar y tal vez la tome.

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-Es de confianza y podés dejarla sola en las mañanas, cuando vuelvas de tu

trabajo encontrarás el departamento un chiche y vas a ver como te gratifica

eso. No te vas a arrepentir.

-¿Pensaste que harás con el coche de tu marido?

-Ahora que sacaste al monstruo se me fue el miedo a volver.

-¿De qué monstruo estás hablando?

-¡Del maldito paraguas ...!

-¡No cambiás más Kati! ¡Mirá las cosas que se te ocurren!

-Ya sé que no me creés, pero cuando lo ví en tus manos quietito se me cruzó la

idea que debo haber alucinado. De todos modos no quiero volverlo a ver y no

lo dejes en el paso en tu departamento por favor.

-Perdé cuidado ...

-En cuanto al coche, la semana que viene llevaré a un agenciero conocido de

Alberto. Sacaré buena plata con la venta.

-Me alegra verte más tranquila, no hay que dejarse llevar por miedos

tontos.¿Vámos saliendo?

-Si, nos quedamos aquí paradas como si no tuviese donde sentarnos ¿dónde

puse las llaves?

-Las tengo yo, ¿cierro la puerta?

-Si, por hoy basta.

Renata dirigió una mirada al amplio y lujoso living que volvía a sus

penumbras. Para sus adentros reconoció que lo sucedido tanto a su amiga

como a ella no era ficción ni sugestión alguna. Alberto rondaba dentro de

aquella casa y quiso hablarle por última vez. Algo no le quedaba claro, él creía

que ella era su esposa, y odiaba a Kati casi con furia ...¿por qué?

Sus últimas palabras resonaban en sus oídos aún, “vendré a buscarte cuando

termine tu vida ...nuestro amor será eterno ...te amo ... te amo ...”

La realidad la golpeó en el rostro al subir a su coche, Alberto estaba muerto

y ella más sola que nunca. Nunca debió aceptar sus requiebros de amor, ¿qué

lo había subyugado tanto en ella? Pobre Kati ...ya nunca sabría la verdad del

porqué su marido la despreciaba. Era mejor así y todo lo que pudiese hacer

por su amiga para remediar su falta, estaba dispuesta a hacerlo. El frente del

edificio surgió imponente.

40

CAPITULO : 9 -

La ajetreada mudanza había llegado a su fin. Katerina se afanaba en

acomodar la gran cantidad de objetos que había transladado que, vistas a la

distancia no le parecieron tantas, pero dentro de su departamento era como

que no tenían lugar. Al fin, cuando llegó el momento de ver los resultados, no

podía creer lo que tenía frente a sus ojos. Bonito, alegre y tibio, más le parecía

una tarjeta postal de un cuento de hadas. Con un centro de rosas blancas que

colocó sobre la nueva mesa del comedor, dio por concluída la decoración de

su coqueto y flamante hogar. Muy gratificada, se sentó a deleitarse con su

obra, sólo le quedaba pendiente la venta de la otra casa.

Su cuenta bancaria iba en aumento, más después de la venta del coche de su

marido. Tampoco le afectaban los gastos que Alberto ya no hacía y su pasar

era más que holgado, podía llevar lo que se diría, una vida de viuda muy

afortunada.

Había organizado una cena de inauguración para esa noche, con sus padres y

su íntima amiga, Renata. Con tesón preparó una exquisita cena con sus propias

manos, recordando cuantas veces Alberto se las había despreciado. Sus padres

por el contrario, siempre ponderaron sus habilidades culinarias, orgullosos de

las habilidades de su hija.

La primera en llegar fue Renata, que le traía de regalo una suntuosa maceta

con una planta exótica que deleitó a Katerina.

-¡Es preciosa, gracias! Como conocés mis gustos Renata ...mil veces gracias.

-No es mucho Kati, sé que te gustan y las que tenías allá se secaron todas por

el encierro y la falta de agua y luz ...bueno, me alegro que te guste.

-Vení, ponete cómoda, mis padres deben estar por llegar.

-¡La mesa está muy bonita! Que olorcito viene de la cocina ...

-Espero que les guste lo que cociné, ¿ así que te gusta como arreglé la mesa?

¿y del departamento qué opinás? ¿gané o no con el cambio?

-Seguro que si ...la otra casa era muy suntuosa, todo un lujo ... muy como para

un abogado del nivel de Alberto, para una mujer sola esto me parece lo ideal.

-Te ruego que no lo nombres más. No te enojes si te lo pido así, quiero

comenzar a olvidarlo.

-Perdoname ...tenés razón.

-Renata, vuelvo a insistir sobre el viaje que pienso hacer, voy a ir al Caribe, a

Maiami ...y quisiera que vengas conmigo, yo me encargo de todos los gastos.

-Estás loca Kati, ¿vas a dilapidar así el dinero?

-Nosotros íbamos a los mejores lugares del mundo con ... bueno, no lo quiero

nombrar, sola los veré con otros ojos y con vos mejor. Quiero divertirme y

disfrutar como nunca Renata.

41

-Ya te lo expliqué Kati, te agradezco pero yo no puedo dejar mi trabajo en

estos momentos, vos podés hacerlo porque vivís de rentas con los bienes que

te dejó Alberto. ¡Ay! Perdoná otra vez, no tenía que nombrarlo ...

-No importa, es inevitable.

-Ya sabés como necesito mi trabajo.

-Bueno, entonces quiero que aceptes el cheque que voy a darte para que lo

uses en lo que te venga en ganas y no me lo rechaces, hiciste demasiado por

mí y con esto no te pago nada,lo tuyo no tiene precio para mí.

-De ninguna manera Kati, yo no lo merezco y valoro tu buen corazón. No hice

nada que no hubieses hecho por mí si lo necesitaba.

Emocionada hasta las lágrimas, Renata recordó que Alberto jamás le había

obsequiado algo en su tiempo de amoríos clandestinos. ¿Cómo ella se le había

entregado sin reparos no advirtiendo su egoísmo? Su único gasto era traer

aquellos vinos costosos que gustaba tomar, con la excusa de que si la llevaba a

cenar afuera podía exponerse a ser descubierto y no era lo que quería. Era Kati

la que ahora le ofrecía una suma considerable, ignorando la verdad.

Le quemaría las manos recibir aquel cheque de manos de su amiga a quien ella

misma había traicionado.

-Renata, yo me siento en deuda con vos, no sabés como me aliviaría que lo

aceptes para darte algún gusto, yo sé que te cuesta vivir con tu sueldo.

-Es cuestión de aceptar lo que nos toca, no te hagas problema, vendrán

tiempos mejores y como me esfuerzo en cumplir tengo la esperanza de un

ascenso, ahí ganaré más y estaré más dispuesta a dilapidar mis fortunas ...

La sonoridad melodiosa del timbre interrumpió la charla de las amigas y

Kati guardó el cheque en su bolsillo. La llegada de los padres de Katerina

sumó alegría al encuentro entre abrazos y besos de bienvenida. La joven viuda

recibía entre sus brazos un precioso ramo de rosas rojas del que pendía una

tarjeta en la que podía leerse:

“Que seas feliz en tu nuevo hogar”

“mamá y papá”

42

CAPITULO : 10

Después del fatídico accidente en que perdiera la vida el abogado Alberto

Kusnier, habían transcurrido dos largos meses. En un fresco domingo de

primavera anticipada, que vestía de rosa y blanco los árboles frutales en las

afueras de la gran ciudad, Katerina partía feliz en un majestuoso crucero hacia

las cálidas playas del Caribe. Renata y los padres de la joven viuda, la

acompañaron hasta ver zarpar la nave.

-No me gusta que viaje sola – repitió una y otra vez el padre como una letanía.

-Cuando vivía Alberto era otra cosa, él la cuidaba mucho, mi hija es tan

ingenua ...- agregó la madre.

-No me parece que deban preocuparse tanto, Kati es una mujer muy

desenvuelta, quiere disfrutar la vida, es joven ...- dijo Renata como para darles

ánimo mientras los conducía en su automóvil hacia la casa de ellos.

-¡Já! – exclamó el hombre - ¡No se preocupen! Se nos vá por dos meses y no

me voy a preocupar ...

-No se ponga mal don Roque, su hija salió con una empresa de turismo, su

viaje está programado y va con guías especializados, ya verá al regreso como

la verá cambiada, sanita y feliz.

-Habla así porque es un padre celoso de la nena Renata, él no ve que ella tiene

ya veintinueve años, para Roque es siempre una nena. ¡Bah! Yo hablo pero

soy como mi marido, tal vez peor, que se va a hacer, los padres siempre nos

preocupamos por los hijos así tengan cincuenta años, no se puede evitar ...

Decime, ¿Kati te dejó la llave para que Ramona le limpie el departamento?

-Si Elena, ella dejó todo bien organizado, además no me cuesta nada echarle

una mirada.

-Llegamos ...- exclamó don Roque mientras Renata frenaba el coche.

-Vení a visitarnos hija, sin Kati nos sentiremos muy solos ...- le rogó Elena.

-Prometido y cuando llame Kati nos pasamos sus comentarios,¿de acuerdo?

-Seguro hija, gracias por traernos a casa, hasta pronto.

-Hasta pronto, adiós. ¡Cuídense!

Renata los despidió con un dejo de pena viéndolos tan avejentados y solos.

Ella también extrañaría a su amiga, pero debía volver a la soledad propia de su

departamento. Al llegar guardó su coche en la cochera y fue hacia el ascensor.

Ensimismada en sus pensamientos, se sorprendió al escuchar la voz.

-¡Hola! ¿Siempre apurada? ¡Qué bonita te veo! – dijo Julián, su vecino del

séptimo piso.

-¡Hola! ¡Cuánto tiempo sin verte! Pensé que te habías mudado.

- No ..., estuve viajando por el sur, trabajo en una empresa de turismo y

tuve un largo recorrido con los turistas.

43

-Lindo paseo ...

-No creas que es tan así. Estoy buscando un cambio porque este trabajo te

conduce a una vida nómade y ya estoy cansado de ir de acá para allá. Lo

que deseo es algo más estático y tener un hogar como todo el mundo, ya se

verá.

-Nadie está conforme con su vida, algunos se quejan por nada y al que le

sobra tampoco nada le viene bien...

-Tampoco es para tanto, con mi trabajo estoy conforme pero espero que me

transfieran a la parte de oficinas, supongo que nos veremos más seguido.

-Puede ser, pero yo vivo muy ocupada.

-¿A qué te dedicás?

-Soy empleada en una empresa de cosméticos, tengo horario corrido desde

las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, que a veces se estira

unas horas más.

-Pienso que eso es lo mejor. Te juro que cansa subir y bajar de aviones y

micros conduciendo contingentes.

-Te entiendo ...debe ser agotador.

-En un principio no, con los años se vuelve pesado porque el que disfruta

es el turista, yo debo encargarme de todo lo comercial.

-Llegamos al séptimo, ¿querés tomar un café? – le preguntó Renata

sintiéndolo amigable.

-Si me estás invitando ...

-De todos modos tengo que hacerlo para mí, si no tenés apuro charlamos

unos minutos más – dijo Renata pensando en su propia soledad ahora que

su amiga estaba ausente.

-Será un placer – respondió Julián entusiasmado, mientras admiraba la

belleza de aquella mujer.

-Pasá, ésta es mi humilde morada – le respondió pensando que siendo casi

el mediodía, se prestaba más servirle un aperitivo.

-Lindo lugar -, opinó el hombre –está arreglado con muy buen gusto.

-No como quisiera, trabajar toda la semana no me deja tiempo para hacer

todo lo que deseo.

-Mejor que nunca veas el mío, tengo todo tirado por todos lados. Por eso te

dije que quisiera estabilizarme, traer amigos, que se yo, así no es lindo

vivir. Cambiando de tema, la rubia que estaba con vos, ¿también vive aquí?

-Ahora no, sólo estuvo por un tiempo.

-¡Ah! La recuerdo vagamente ...era muy bonita ...eso si, las dos tenían una

expresión muy triste, como si hubiesen llorado mucho, ¿eran ustedes o las

estoy confundiendo?

-Es así. Sucede que pasaron como dos meses de aquella vez.

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-Pensé que vivían juntas.

-Ya te dije, estuvo un tiempo conmigo y después compró el departamento

que está puerta por medio con éste. Le quedó precioso. Hoy fui a

despedirla porque salió en un viaje de placer hacia el Caribe.

-No me hables de viajes ...

-Cierto, dijiste que te aburrían.

-Por lo tanto entiendo que vivís sola.

-Si,de casa al trabajo y del trabajo a casa. Te hago una pregunta,¿te gustaría

mejor una picada? Por la hora, pasamos el mediodía y el café lo tomamos

después.

-¡Bárbaro! Si estaba en mi departamento hubiese preparado algo así. Te

ayudo. – Dijo acompañándola a la cocina.

Mientras trataba de colaborar con ella no dejó de estudiarla con la mirada.

Era una mujer muy bonita. Observó sus cabellos largos, negros y sedosos,

su rostro blanco como una azucena, sus ojos grisáceos y expresivos que

podían cautivar a cualquier hombre ... que decir de su cuerpo ...insinuante,

curvilíneo, provocativo. Sintió que observar sus senos lo exitaba y trató de

controlarse. El era un hombre de mundo acostumbrado a tratar con todo

tipo de mujeres, frente a Renata, su deber era ser todo un caballero con esa

mujer tan fina y amable.

-¿Estás comprometida? – le preguntó sorpresivamente, mientras ella lo

miraba con sus bellos ojos para luego responderle :

-No, ahora no ... estoy libre de toda atadura .

-Entonces hubo algo.

-Por supuesto, mucho tal vez ...ya pasó.

-Mmmmm ... cuanto misterio.

-Cosas de la vida, nada diferente al resto del mundo. ¿Llevamos esto al

living? Ahí estaremos cómodos.

-Lo que la dueña de casa ordene – respondió Julián como un perrito faldero

mientras pensaba que la mujer lo fascinaba cada vez más.

Iría con tacto, no fuese que saliera en perdedor, ya que suponía que Renata

no era el tipo de mujer que se dejaría seducir con facilidad.

Con la bandeja de los ingredientes de por medio, apoyada sobre la mesa

baja, se sentaron frente a frente en los mullidos sillones. Del mismo modo

que la observara Julián comenzó a hacerlo ella. Le pareció muy buen mozo

No aparentaba tener más de treinta y seis años, pero ya mostraba algunas

canas entre sus sienes, aclarando los cabellos oscuros. Era de considerable

estatura, contextura robusta y elegante. Su mirada parecía desnudarla y se

sintió perturbada. Le impactaba esa figura de hombre de mundo, sus

modales exquisitos, le gustaría llegar a algo con él.

45

-¿Un trago más? – invitó Renata.

-Lo sirvo yo, muy rico todo, yo no hubiese comido así estando solo. Veo

que tenés una buena discoteca. ¿Cuál es tu música preferida?

-Toda ...tanto lo clásico como el jaz, el tango, las baladas, todo, la música

es lo más sublime que tiene el hombre.

-Pienso igual, ¿puedo poner algo?

-Si ...elegí lo que te guste, tengo todo clasificado como verás.

Julián revisó la colección para por último seleccionar unos temas

románticos y la melodía se esparció por la sala suavemente iluminada. Por

las persianas apenas entreabiertas se filtraban los rayos del sol del

mediodía en los finales de invierno, entibiando el clima.Todo invitaba a

dejarse estar, recreándose en aquel excelso momento. Con su cabeza

recostada en el respaldo del sillón, Renata recordó aquellas tardes lejanas,

cuando Alberto sosteniéndola entre sus brazos, le susurraba dulces palabras

de amor. Verla así, con sus ojos entrecerrados, impulsó a Julián a invitarla

a bailar. Su cálida voz la sacó de su delirio, lo miró en silencio, viendo que

él tendía sus manos hacia las suyas incitándola a levantarse. Ya de pie, la

envolvió con sus brazos meciéndola en un vaivén sensual. Sus cuerpos se

confundían en vibraciones de reprimida pasión.

En una actitud prudente, temiendo sufrir el rechazo, contuvieron sus

impulsos más íntimos. Sabrían esperarse ... Renata se apartó con delicadeza

del hombre acercándose al bar. Ahí sirvió ambos vasos con wisky

regresando al sillón.

-¿Lo tomás así o con hielo? – le preguntó extendiéndole la bebida.

-Está bien así, gracias – dijo con voz temblorosa por la contención de sus

erecciones - , me gustaría invitarte a cenar, ¿te parece el sábado que viene?

Si no estás comprometida, digo ...

-Puedo arreglarlo, tenía programada una salida pero la voy a postergar ...

-También iríamos a bailar si te gusta, lo hacés muy bien.

-Me parece una excelente propuesta, la acepto.

Julián miró su reloj pulsera. Casi sin notarlo habían pasado cuatro

horas y ya era tiempo de marcharse. Estaba muy a gusto ahí, pero no le

pareció correcto prolongar esa reunión, siendo que apenas se conocían.

-Pasé un grato momento Renata, pero debo retirarme ya, tengo trabajo que

preparar y supongo que te pasará lo mismo. Te agradezco mucho tu

atención, no esperaba esto.

-Para mí fue un gusto, te acompaño hasta la salida.

-Nos vemos el sábado, no te olvides Renata.

-De acuerdo Julián, ¿pasás a las nueve de la noche?

-Me parece perfecto, adiós y gracias por todo, pasé un feliz momento.

46

-Adiós Julián ...- respondió Renata, mientras él dejaba un beso en su mejilla.

Al cerrar la puerta después de despedirse, permaneció por unos momentos

apoyada en ella mientras rosaba con sus dedos la mejilla donde aún sentía la

caricia del beso. No podía creer que había estado acompañada de otro hombre

que no fuera Alberto, que este nuevo ser había logrado que la emoción le

corriese por su cuerpo, como cuando junto al que fuera su gran amor se

estremecía entre sus brazos. La confusión hizo que los remordimientos la

doblegaran. ¿Acaso era justo que ella deseara seguir viviendo otra aventura de

amor...? ¿Podría suplantar a su hombre tan amado por otro a dos meses de su

muerte? ¿No era más infiel a su recuerdo ella que Kati, buscando salir del

claustro hogareño para disfrutar su vida en paseos y diversiones?

Con un esfuerzo trató de justificarse a sí misma, diciéndose que ella seguía

viva y tenía que ayudarse a soportar su soledad. “Soy joven aún...”, pensó

recordando a Julián. Era un hombre interesante, atractivo ...no era Alberto por

supuesto ... nunca más encontraría a ese que fuera todo en su vida ... este era

Julián, un joven que la hizo sentir cómoda y feliz a su lado por unas horas, que

había logrado hacerle gozar otra vez los síntomas de la exitación sexual,

cuando sus cuerpos se rozaron en el abrazo del baile cadencioso. ¿Por qué no?

Se preguntó aceptando el deseo íntimo de tener algo más con él.

Envuelta en el sortilegio de sus fantasías se dispuso a ordenar su hogar. Tal

vez volverían a encontrarse durante la semana en el ascensor, o él llamaría a

su puerta ... pero el sábado sería muy especial para ella, Julián haría lo que

nunca tuvo con Alberto, lucirla en un restorante y llevarla a bailar ... después,

si ..., después dejaría fluir la pasión donde fuera.

La alegría de saberlo un hombre libre le abría las puertas a mejores

esperanzas, no tendría porqué ocultar su situación y tampoco dejaría que los

prejuicios la amedrentaran. Una nueva oportunidad se presentaba en su vida y

no la dejaría escapar.

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CAPITULO : 11 --

La semana pasó sin que Katerina volviese a encontrarse con Julián. Algo

extrañada, vió llegar el esperado sábado donde se habían prometido una cita

en la noche, para disfrutar el encuentro. ¿Qué sucedía entonces que Julián

brillaba por su ausencia? Mil preguntas desfilaron por su mente, ¿habría salido

de viaje otra vez? ¿y si arrepentido se hubiese mudado del edificio?

Se miró al espejo. La imagen reflejaba a una mujer de extraordinaria

belleza y quedó conforme de su aspecto. Había elegido un vestido color rosa

pálido que le sentaba al guante a su cuerpo esbelto. Su cabello negro y

brillante, caía como una cascada sobre sus hombros, resaltando su rostro

perfecto y la ardiente mirada de sus ojos grises. Julián se sentiría orgulloso de

llevarla a su lado, pero ... ¿vendría por ella?

Recordó que le faltaba colocarse sus cadenitas de oro alrededor del cuello y

las sacó del cofre donde guardaba recuerdos de su madre.En una pendía una

estrella pequeña que en el centro lucía un diminuto diamante. En la otra estaba

su inicial. Unos preciosos aros y el anillo culminaron su ornamento, que

durante largos años dejara de usar por no tener quién la invitase a salir. Lucía

radiante y sólo faltaba colocarse el abrigo, tomar su bolso de raso y esperar

que no le fallase el buen mozo de su amigo Julián.

Terminaba de colocarse unas gotas de su fragancia preferida cuando a las

veintiuna en punto, el timbre melodioso de su departamento la alertó sobre la

llegada del hombre. Un respiro de alivio la encontró mirándose otra vez en el

espejo, estaba subyugante.

-Vaya, vaya ... que belleza de mujer, me dejás turbado ...

-No seas lisonjero, gracias igual -, respondió Renata sintiéndose alagada.-

¿Con qué coche vamos, el tuyo o el mío?

-Si te incomoda sacar el tuyo pido un remís porque el mío lo tengo en

reparaciones, como quieras.

-No hay problema, vamos con el mío – respondió Renata cerrando la puerta de

su departamento.

Mediante el ascensor descendieron hasta la cochera en el subsuelo del edificio

y ya sentados en los respectivos asientos emprendieron la salida. La noche

fresca regalaba a los ojos su color azulino de principios de primavera,

acompañando el romance de los jovenes.

-¿Para dónde vamos? – le preguntó ella.

-¿Te gustaría por la Costanera?

-Mucho ... es una zona hermosa – respondió Renata mientras la conversación

entre ambos se extendía a diversos temas, a la vez que llegaban al lugar

deseado.

48

-Estacioná allá, hay un lugar muy lindo para cenar – dijo Julián – ahí nomás,

¿te gusta?

-Si, veo un lugar en la playa de estacionamiento. Listo. – contestó Renata

deteniendo el motor.

El restorant era cálido y elegante.Renata pensó cuanto tiempo había pasado

sin pisar un lugar como ése. Junto a Alberto su vida se limitó a sus cuatro

paredes, pero habían sido unos pocos años de inmensa felicidad.

La noche era hermosa.El aeroparque cercano mostraba el aterrizaje y

despegue de sus aviones de cabotaje rozando las arboledas de los alrededores.

El titilar de sus luces rojas, blancas y verdes, chispoteaban en la inmensidad

del cielo. En el local, mesas elegantes cubiertas por impecables manteles

azules, resaltaban la vajilla blanca que invitaba a disfrutar una buena comida.

Como centros de mesa, pequeños floreritos de cristal sostenían flores de

diversos colores poniendo la nota armoniosa del comedor.

Renata y Julián tomaron asiento junto a un amplio ventanal, donde el sutil

cortinado dejaba asomarse al exterior. Con la precisa atención, el mozo se

acercó sirviéndoles una copa de jerez, mientras ellos elegían la cena. Como

niños con juguete nuevo, felices, bebieron saboreando el trago mientras

acordaban que cenarían. Se los veía tan felices ...

-Tus ojos están volviéndome loco - , susurró Julián sujetando la mano que

Renata apoyaba sobre la mesa –tenés una mirada ...no sé ...no sé si son grises

o celestes, pero son tan bellos que me perturban. Te lo habrán dicho muchos

¿verdad?

El hombre hablaba con ansiedad, clavando sus ojos en los de ella, pero no

dejó de percibir el temblor de su mano bajo la suya.

-Te siento temblar, ¿sentís frío?

-No ... supongo que es la emoción de este momento ...

-Para mí es maravilloso, ¿estás a gusto?

-Claro que si, un poco perturbada quizá...

-Entonces bebamos, nada mejor que un buen vino para entrar en calor.

-Nos vamos a emborrachar y ¿cómo manejaremos al regreso?

-Con dos tazas de café, ¿olvidaste que después nos vamos a bolichear?

-Entonces no me hagas beber más, la cabeza ya me está dando vueltas y no

quiero hacer un papelón.La comida fue exquisita ¿no?

-Me encantó, ¿pedimos el café?

-Si, si ... ahora decime, ¿no te gustaría dejar el baile para otra noche?

-Como gustes, en realidad tampoco yo tengo muchas ganas de ir, terminemos

el vino, te prometo que manejo yo y llegaremos sin cometer infracciones.

Rieron juntos con la euforia que los exaltaba por el grato momento vivido.

Después del postre prolongaron su estadía con varias tazas de café y Wisky.

49

-¡Cuántas horas pasaron! ¿Llamo al mozo y nos vamos? – preguntó Julián.

-El tiempo pasó volando, me dormiría sobre la mesa.

-La sobremesa fue lo mejor, pero si no salimos nos sacan ellos -. Comentó

risueño Julián, mientras la risa contagiosa de Renata lo entusiasmaba en su

profundo deseo de tenerla desnuda entre sus brazos.

-¿Llamo al mozo y nos vamos?

-Si, ya es hora de irse Julián ...

Salieron un poco mareados, por lo que Renata le entregó las llaves de su

coche a Julián para que manejase él. Escucharon música en un regreso

tranquilo, donde las miradas anticipaban el deseo de ambos, pero la llegada al

edificio donde vivían los despabiló.

Después de estacionar el coche en el garage fueron tomados de la mano hacia

el ascensor. Sin decir palabra, Renata vibró cuando él pasó su brazo sobre sus

hombros. La emoción dio puertas abiertas a la pasión y el deseo, un cúmulo de

sensaciones recorrió el cuerpo de la mujer ... Solos en la intimidad del

ascensor, el abrazo dio lugar a un ardiente beso en la exaltación de las caricias.

Una leve sensación les avisó que el ascensor estaba detenido en el séptimo

piso. Renata abrió la puerta con una mano libre,mientras lo inducía a salir con

una mirada persuasiva e insinuante.

-¿Me invitás a un café ...?- le susurró Julian dejando besos ardientes sobre su

cuello, mientras ella sonreía embuida en su propia pasión contenida.

-Si lo querés tendrás que soltarme ...

-Sólo para que abras la puerta – dijo apoyando su cuerpo sobre el de ella por la

espalda.

Renata giró la llave y estiró su brazo para encender la suave luz del hall, sin

que por eso Julián cesara con sus caricias y sus besos.

-No hagas café, mejor tomamos un Whiski ...

-Te propusiste emborracharme canalla ...

-Y qué ... deseo verte alegre y un poco mareada también, quiero sentirte

dentro de mi cuerpo, que seas mía ...

Entraron al living en penumbras saboreando la pasión del momento. Nada los

preocupaba, nada los reprimía...Renata se liberó de sus brazos para encender

la estufa del hogar y Julián, conociendo de antemano la discoteca, puso la

música justa para aquel instante. La luz de los leños entibiaron la sala y los

dos vasos esperaban sobre la pequeña mesa junto al gran sillón. Entonces la

vió en el cúmun de su belleza frente al hogar. Deseaba a esa mujer ... a pasos

de él se asemejaba a una diosa del Olimpo. Con dulzura deslizó su mano por

la espalda de la joven bajando el cierre del vestido ...ella era suya ...

50

CAPITULO : 12

Cuando el crucero partió del puerto de Buenos Aires recorriendo el océano

Atlántico, Katerina sintió por primera vez en su vida que dejaba mucho a sus

espaldas. Pensó en sus padres, su flamante departamento, su íntima amiga, los

hechos sufridos ...

No deseaba que nada la influenciara, no iba a comportarse como una niñita

miedosa y puritana, como tampoco quería dar la imagen de una mujer

desprejuiciada. Era la primera vez que emprendía un viaje sola y sería otra

experiencia que esperaba la ayudase a madurar como persona.

En sus deseos más íntimos pesaba querer desprenderse de todo aquello que

había padecido, disfrutando de un viaje diferente para gozar de la naturaleza.

La idea de relacionarse con gente nueva la entusiasmaba, así tendría con

quienes compartir los bellos momentos que esperaba, sin atarse a ningún tipo

de compromiso. Ese paseo era un desahogo a sus ansias de libertad.

Apoyada en la borda del barco que dejaba atrás la gran ciudad, recordó sus

vacaciones con Alberto. El prefería el viejo mundo y así conoció España,

Italia, Francia, Inglaterra ...¡cuántas tierras antiguas!

Largos viajes en avión, visitas a museos y catedrales, lugares históricos, bellos

parques, embajadas, hoteles suntuosos ... Todo a lo que un hombre adinerado

como Alberto podía acceder lo había conocido, pero su nueva situación le

daba la oportunidad de disfrutar a su gusto.

En sus íntimos deseos estallaban las ansias de pisar las playas blancas y

ardientes del Caribe. Ver como la rodeaban esos hombres morenos y

musculosos entre palmeras, flores, color y mucho ritmo haitiano. Las islas

rodeadas de mares azules y arenas doradas la colmaban de entusiasmo. En sus

planes la obsesionaba frecuentar lugares tropicales. Mucha música, comidas

exóticas, bebidas típicas de los lugareños, ocasos de fuego viendo recostarse el

sol en la inmensidad del mar, deportes acuáticos, anocheceres sugestivos ...

Sintió que ya estaba inmersa en su sueño recibiendo el aire salobre del

océano que rodeaba la nave. Todo era lujo y placer en aquel inmenso

transatlántico y para completar su deleite, poco se hizo esperar un grupo

humano divertido y cordial. La sumisa Kati quedaba atrás, entre los turistas

había pasado a ser sin proponérselo, la sofisticada y sensual Katerina, que

cautivaba a todos con su natural simpatía.

Durante la travesía, fueron varios los caballeros que intentaron seducirla,

pero estaba tan mentalizada en gozar de su libertad, que supo poner barreras

para que sus relaciones se inclinasen al plano exclusivo de la amistad.

Cuando el buque ancló en la isla de Aruba, ubicada a sólo cuarenta minutos de

Venezuela, sintió que entraba al corazón del Caribe.

51

Como una chiquilina deslumbrada admiró lo que para ella era un verdadero

paraíso. El clima seco, su variada vegetación de cáctus brotando entre

formaciones rocosas, así como los típicos árboles llamados Wata-pana o Divi

Divi según le explicaran los guías turísticos, doblegados hacia uno de sus

lados por los vientos alísios, llamaron su atención. Katerina se complacía

escuchando a los expertos, que junto a los turistas formaban parte de un grupo

cordial. Así recorrieron la costa suroeste, admirando sus once kilómetros de

palmeras bordeando las blancas playas.

Durante las excursiones, comprobó que en contraste, la costa noroeste se

definía como quebrada y salvaje azotada por las inmensas olas que rompían

sobre las rocas.

“Siempre es verano en Aruba”, decían los lugareños, acentuando sus deseos

de quedarse definitivamente en aquella isla. La afectuosa hospitalidad de los

arubianos la cautivó, afirmando que no iba a terminar sus largas vacaciones

sin volver a tan bello lugar. Las veladas entre restorantes, night clubs y casino

rebalsaron sus gustos por lo moderno. Pero la vida nocturna le reservaba más

encantos si resolvía pasear bajo el manto de estrellas en una playa tranquila.

Las puestas de sol trascendían lo imaginado, con sus diversos tonos rojizos

matizando el mar y las playas adormecidas.

Con nostalgia llegó el momento de despedirse de Aruba, pero cuando el

transatlántico entró al Mar de las Antillas, su asombro la elevó a un mundo de

ensueño. Cada ciudad con sus puertos, playas y exuberante naturaleza tropical,

lograron fascinarla. El recorrido fue prolongado y exquisito. Jamaica, Haití,

Cuba, Las Bahamas ... Todo El Caribe le sugirió el paraíso soñado.

Arribando a Miami resolvió alquilar un departamento en la hermosa

ciudad, para evitar movilizar de continuo su equipaje, que con sus compras

aumentaba notablemente de volúmen.

De la mujercita rubia y pálida que partiera desde Buenos Aires quedaba muy

poco. Un atractivo color bronceado en la piel hacían resaltar más aún el

profundo color azul de sus ojos y su cabello platinado. Solía comunicarse con

sus padres para tranquilizarlos, afirmándoles que se encontraba pasando el

momento más feliz de su vida.

Después de deambular por las islas por un largo mes, establecerse en

Miami casi fue un remanso. De todos modos no significó que decayese la

actividad turística del grupo, ya que se mantenían conectados programando

cada hora del día y de la noche.

Amanda y Hector Argüello, un matrimonio uruguayo muy simpáticos y algo

mayores, eran los más apegados a Katerina. Juntos salían a las playas como a

los distintos paseos que ofrecía la ciudad, con otros, que imitando a Katerina,

habían optado tambiés alquilar en el mismo edificio.

52

Disfrutando una hermosa tarde de playa, con las mujeres asoleándose sobre la

arena, los hombres las interrumpieron para hacerles una repentina proposición.

-A ver chicas, ¿qué les parece si nos escapamos hasta Las Vegas? Les

prevengo que nosotros decidimos ir, ¿vienen o no?

Ellas rieron de la ocurrencia anunciada por Hector, que más que una consulta

era una decisión tomada a la que no podrían oponerse. Sólo Katerina demostró

indiferencia y el hombre insistió.

-Vanos Katerina, decí que si ...

-No me gusta el juego Hector.- dijo la mujer.

-¡No hace falta que juegues! Vení a conocer, de compañía ...de paso nos

vamos despidiendo. ¿Olvidaste que a nosotros nos quedan sólo quince días de

vacaciones? ¡Cómo nos vamos a ir sin conocer Las Vegas!

-Como sabés convencer a la gente ¿eh? bueno, ¿cuándo salimos?

-Por mí esta misma noche.

-¡Pero tenemos que armar una valija Argüello! – cuestionó Mónica, una de las

chicas que veraneaba con su hermana Florencia y su prima Eugenia.

-¡No me vengan que se quieren llevar el placard entero! Iremos sólo por tres

días chicas ...

-Si lo dice Facundo pónganle la firma, él no derrocha su dinero jugando, lo

saben.

El que hablaba era Esteban, un jóven y simpático odontólogo, al que llamaban

“el saca muelas” y estando recién recibido disfrutaba el premio de esas

vacaciones que le regalaran sus padres.

-Vamos a ver como volvés a Buenos Aires vos, si te jugás y perdés el dinero

que te queda – le respondió Facundo en tren de broma.

Todos rieron de sus ocurrencias plegándose a la algaravía general, para luego

concertar la hora en que se reunirían para salir, mientras regresaban

caminando hacia el edificio donde se hospedaban, cargando sus bolsos

playeros. Esteban se acercó a Katerina ofreciendo ayudarla con sus bártulos,

pero en realidad todo era una excusa para andar a su lado porque se sentía

profundamente enamorado de la joven viuda.

-¿Cuánto tiempo más te quedarás en Miami Katerina? – le preguntó iniciando

el diálogo.

-No sé, alquilé para todo este mes, ¿y vos?

-Me queda una semana ... voy a extrañarte ...

-No veo porqué, vas a encontrarte con toda tu familia, tu nuevo trabajo ...

-¿Te cuesta tanto darte cuenta? – preguntó Esteban algo nervioso.

-No ... es la ley de las vacaciones ...formamos un lindo grupo y llega el

momento de separarnos. Todos nos vamos a extrañar un poco y luego nos

iremos olvidando unos a los otros Esteban.

53

-¿Te parece que es así para todos?

-No sé que querés que te diga, estoy convencida que es así porque viajé

mucho y ninguno de los que traté en esas oportunidades volvió a comunicarse

con nosotros. Prometen, prometen y después se olvidan. A ver, los Argüello se

van a su país, otros a Brasil, alguno a Córdoba y así todo, cada cual vuelve a

su casa donde sea que esté. Si vivís en la Capital de Buenos Aires será lo

mismo, si tu casa está al lado de la mía tal vez tampoco nos veamos nunca.

Vacaciones significa descanso, distracción y no formar una amistad para

siempre. Al volver al hogar te absorven los ajetreos que dejaste al partir y

comienza el famoso dicho, “no tengo tiempo para nada” ...

-¿Terminaste?

-Me parece que sos duro de entender ...

-¿Y vos ...? Quisiera volverte a ver en Buenos Aires, ¿por dónde vivís?

-Haceme acordar que te dé una tarjeta mía, eso sí, te conviene llamarme por

teléfono primero para saber si estoy, vivo muy ocupada yo también.

-¿Puedo alimentar alguna esperanza?

-¿Esperanzas de qué Esteban?

-Me gustás ...

-¡Ay Esteban por favor!

-No te enojes Katerina, no lo puedo evitar y no me iré sin decirte que me

enamoré ...

-No te ilusiones conmigo Esteban ...te aprecio como amigo casual, nada más.

Rojo por su estadía bajo el sol, más rojo se puso por sentirse tan humillado

por la muchacha que había conmovido su corazón como ninguna otra mujer lo

hiciera en su vida. A unos pasos, dos amigas comentaban.

-Florencia, mirá a Esteban, parece que se le está tirando a Katerina, mirale la

cara – le susurró al oído.

-Si lo veo ... y que me decís de Facundo, le da la charla a mi hermana pero se

nota de lejos que él también está loco por ella, no sé que tiene esa mujer ...¡te

juro que a veces la odio!

-¡Bah! A Katerina parece que no le interesa ninguno, ¿no lo notaste?

-Si ... es medio rarita ...¿Qué querés que te diga? Los tiene a todos arrastrados

a sus piés. ¡Con lo bien que nos vendrían a nosotras alguno de estos

ejemplares de varón!

-Tal vez Mónica lo conquiste a Facundo al fin, mirá como se miran ...

-No sé porque Hector le insistió tanto que venga a Las Vegas, sin Katerina

hubiésemos tenido el campo libre.

-Me parece que hasta el viejo se entusiasmó con ella.

-¡Ay Eugenia! Ya estás exagerando. Reconocé que Katerina es hermosa y sabe

hacerse querer, como reciente viuda mantiene su lugar, hace bien ...

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