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Anselmo llotfenzo EL PUEBLO (ESTUDIO LIBERTARIO) F. SEMPERE y COMPANiA, EDITORES Calle del Palomar, nlim. 10 VALENCIA

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Anselmo llotfenzo

EL PUEBLO (ESTUDIO LIBERTARIO)

-~-

F. SEMPERE y COMPANiA, EDITORES

Calle del Palomar, nlim. 10

VALENCIA

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-

Efta Oasa. EditQria.l obtuvo Diploma. d-e Ilorwr y Jfetta.lCa. de Oro en la. B:rpo­sici6n Regiona.l de Va.lencia. de 1909.

s Int. ftuutuut -l Oc, . &II bf K c eden;

l 1Z&rsgracll;t 26-4-• j L Am~•erde."'·C. ! -Imp de 1& Caaa Bditorial ·F. Sempece y Comp .~-VALJ:NCU.

- - -·--

DEDICATORIA

.A. todos los desheredados del patrimonio

unive'rsal, y d cuantos p'rivilegiados sean capa·

ces de despojarse de la inicua ventaja del privi­

legio, como ofrenda d la fraternidad human«,

«edica este libro

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PREFACIO

No ereo neeesario reeomendar el autor de este libro ala benevoleneia de los leetores espafioles, pero sf me complazeo en reeordar aquf que mi amigo el veterano .a.na.rquista Anselmo Lorenzo es un lueha.dor de Ia pri· mera bora; un amigo de Miguel Bakounine, de Fanelli, de Vinas, de Morago, de Farga Pellieer, de Salvoehea. y de tantos otros cuyos nombres quedaran para siempre a.soeiados al primer movimiento internaeional del prole· ta.l'iado en Espana, en Europa yen todo el mundo eivi· liz ado.

Ya en la primera bora tom6 parte Lorenzo en ese gran impulso del proletariado europeo que di6 la Asoeiaei6n Internaeional de los Trabajadores a nuestra eivilizaei6n moderna, formando ese primer bosquejo de Ia uni6n entre los produetores explotados del mundo entero, uni· ca. que podra impedir las guerras fratrieidas y estable· cer Ia Federaei6n Universal de los pueblos.

Con su eoraz6n siempre joven y entusiasta, Lorenzo ba permaneeido eonstantemente en su puesto, elaboran­do y propagando las ideas que baee euarenta ailos cons­tituyeron Ia verdadera fuerza del proletariado moderno elevado a Ia eoncieneia de sus derecbos.

Con elaridad de juieio, convicci6n profunda y pasi6n

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VIII PRmFAOIO

ardiente, hallandose en condiciones excepcionales por efecto de una. calumnia, concibi6 su Manifiesto de 23 de Febrero de 1 ' 6, en que en Ingar del subdito 6 ciuda­dano de un Esta.do, consideraba como unidad social al productor, exponia. claramente su concepto del patrimo­nio universal y proclamaba los principios de Ia federa­ci6n anarquista sobre los de toda organizaci6n autori­taria, y con igual conocimiento, metodo y entusiasmo continua trabajando en el libro y en el peri6dico para la propaganda entre el proleta.riado de lengua espanola en Espana yen Ia America del Sur.

Despues de El Proletm·iado militante, El banquete de la vida, Via lib1·e y numerosos folletos, conferencias y articulos en diferentes publicaciones obreras, alter­nando con importantes traducciones para Ia biblioteca. de Ia Escue! a Modern a, ha escrito una o bra tan instruc­tiva como interesante, EL PuEBLo, estudio libertario.

Oportuno y necesario es verdaderamente tal estudio. Desde los albores de las dos grandes revoluciones

-la revoluci6n inglesa de 164 -16 y la gran revolu­ci6n francesa de 17 9-1793-, qued6 proclamado este gran principia: cualesquiera que sean las divisiones y subdivisiones que se quieran establecer, no ha habido siempre mas que dos grandes clases en la sociedad, dos partidos !rente a !rente en todas las revoluciones: el de los que trabajan y quieren vivir de sa trabajo, y el de los que quieren vivir del trabajo ajeno; el pueblo, la gran masa desposefda, y los que quieren vivir rica­mente haciendo trabajar a ese pueblo, despojandole de la mayor y la mejor parte del fruto de su trabajo.

Patricios y plebeyos, esclavos y propietarios, caba­lleros Y pelones, arist6cratas y descamisados, todos esos partidos se refieren a esta misma divisi6n: el pueblo, la.

PREFAOIO IX:

masa, de una parte, y de otra los ricos que quieren gobernarle y explotarle.

A esa gran masa que trabaja y vegeta esta dedicado el Iibro de Lorenzo; de ella trata y a ella se dirige para demostral"le que la evoluci6n misma de las sociedades conduce necesariamente a Ia emancipaci6n de las masas populares.

Macho se ha hablado ultimamente de partidos, pero no bay mas que el pueblo que haga y pueda hacer la& grandes revoluciones que marcan las etapas del pro· greso.

A ese pueblo, en masa y por su masa, cada vez mas fuerte por su emancipaci6n intelectual, corresponde to­mar en sus manoa el progreso, dirigir Ia evoluci6n gene· ral de las sociedades para beneficiar a esa gran masa, al pueblo.

Tal es el objeto dellibro de Lorenzo: hacer conocer a Ia masa los medios de dar un valor positivo a cada una. de las unidades que Ia componen; demostrar c6mo se realiza Ia evoluci6n individual contribuyendo a la evoluci6n colectiva, precisamente trabajando en pro de esa evoluci6n, porque el individuo no alcanzara jamas su completo desarrollo sino aplicando sus facultades en interes del gran numero; exponer los verdaderos medios de la evoluci6n progresiva de las masas.

Despues de definir el Pueblo y sacar Ia conclusi6n de que no el pueblo propiamente dicho, sino el individuo, es la entidad soberana, el autor expone las causas y los orfgenes de la desigualdad actual; critica el derecho de herencia, analiza las condiciones del trabajo penoso, esclavo e insuficientemente productivo en Ia sociedad actual, comparandole con las bellezas del trabajo libre, Discute despues el concepto mismo del Derecho y des-

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PREFAOIO

vanece los errores establecidos sobre el Estado y Ia So­ciedad.

Da a continuaci6n un resumen admirable de las lec­ciones de Ia ciencia modern&, haciendo una compara­ci6n notable entre lo que se sabe y lo que se cree; ana­liza Ia causa de las supersticiones, y despues de una detensa elocuente de Ia emancipaci6n de Ia mujer, ter­mina por una critic& del Estado basada sobre las con­cepciones de Bakounine y de los escritores modernos.

Seve, por este corto analisis, cuanto ex.citara el pen­samiento de todos los que bonradamente buscan Ia Verdad.

PEDRO KROPOTKINE.

Londres, Octubre 1907 .

EL PUEBLO

I

lQue es el pueblo?

Definici6n.-Insuficiencia del lenguaje. -Clases sociales.-El ciudadano.-El hombre.-Tras la igualdad politica persisten las clases.-La riqneza.-Tenacidad de los usQrpadores.­La lucha por la existencia es excepcional.-No es soberano el pueblo, lo es el individuo.

Definicion.-La palabra pueblo, como la casi totalidad de las que constituyen los idiomas mo­dernos, tiene varias acepciones. En una de ellas, en la que se le da generalmente, es de excepcional importancia en politica y en sociologia, mas como la tal palabra se usa frecuentemente con significa­ci6n vaga e indeterminada por politicos, economis­tas y basta por soci6logos, a pesar de que estos tiltimos tienen por su superioridad cientifica nece­sidad de mayor precisi6n en las ideas, conviene fijar su verdadero significado, para que los deshe­redados del patrimonio universal (la plebe, el pro­letariado, la masa general de jornaleros) conozca,

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ANSlllLMO LORENZO

tanto como su legitima significaci6n, la intenci6n con que se aplica y la interpretaci6n que ba de darle cuando la usan los privilegiados, los que en la bumanidad representan abusiva y fraudulenta­mente el caracter de berederos exclusivos de la riqueza natural y de la riqueza social.

Me abona, no ya una raz6n de conveniencia, sino de est ric ta justicia: es preciso que esa en tid ad Hamada Pueblo Sobe1·ano pueda extraer la verda­dera substancia de las promesas contenidas en programas, discursos y manifiestos de cuantos, anulandole 6 reduciendole a la condici6n de masa explotable, se erigen en sus redentores.

V eamos abora las definiciones generales que de la palabra pueblo dan los diccionarios: cCualquier poblaci6n, en sentido general; Iugar habitado me­nos importante que una villa, en sentido mas res­tringido; el conjunto de gentes que pueblan un Iugar, regi6n 6 pais; el conjunto de gentes que pueblan una naci6n regida por el mismo g·obier­no; el territorio de esta misma naci6n; la patria; el conjunto de todas las clases que constituyen la. sociedad; el cuarto estado; el estado llano, 6 las clases media 6 infima, si babla un arist6crata; la. clase trabajadora, si babla un rico plebeyo; la parte general de la poblaci6n, a distinci6n de los nobles y poderosos; el brazo popular, separado del de la nobleza, el clero y el ejercito; la plebe; la. clase baja; el proletariado; las masas; el popula­cbo; el salariado.,.

JilL PUBlBLO 13

Pueblo, segun los etimologistas, y precisando su significaci6n, participa de las ideas plebe, popula­cho, multitud, nume1·o, lo inferior que se reune, que se aglomera, que se amasa· falto de individua­lidad propia; tiene ademas el significado del Demos griego y del Populus Iatino, como origen de la de­mocracia, base nominal de esa especie de oligar­.quia burguesa a que se da el nombre de soberania popular.

Dejo aparte en esas definiciones tan variables en significado y extensi6n las acepciones y signifi­caciones vagas y absurdas que confunden ideas .b.umanas y geograficas, como poblacion, que signi­fica personas 6 edificios; teJTitor·io, distrito 6 co­marca; nacion, personas, territorio y conjunto de insti tuciones nacionales y sociales; pais, naci6n, provincia, regi6n, territorio, comarca, villa, aldea, etcetera, y lamento que la evoluci6n progresiva no suministre basta el dia mejor medio de enten­dernos y relacionarnos que esos idiomas modernos tan apropiados para discusiones esteriles y tan de· ficientes para la precisi6n cientifica.

Insuficiencia dellenguaje. -«Limpia, fija y da esplendor:o, tiene como lema la corporaci6n que representa la autoridad, siquiera moral, respecto del idioma, y todavia, dando preferencia A la ret6-rica y sobre la 16gica, no han comprendido los sabios que la forman, y creo que ni la inmensa ma­yoria de los que piensan, bablan y escriben, que

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14 ANSELMO LORENZO

sin precisi6n en los nombres de las ideas no pueden formarse juicios, lo mismo que con numeros hete­rogeneos no pueden hacerse operaciones aritme­ticas .

A causa de esa vaguedad, necesit6 un dia Sal­mer6n hacer la declaraci6n siguiente: «Cuando hablo de pueblo pongo mi mira en el conjunto, en lo que integra un estado social, no el pueblo de los elementos populares, del elemento obrero, del cuarto estado, sino el pueblo por lo de arriba, por lode abajo, por lo del medio, de todos lados.:o

Clases sociales.-Hare notar, por ultimo, que para el conocimiento y debida apreciaci6n de las partes en que se divide un todo nacional humano

' el pueblo, segun Salmer6n, a diferencia del to do nacional geograflco, la naci6n-que segun defini­ci6n reune los hombres que habitan un mism~ te­rritorio y tienen un mismo origen, un idioma oficial e intereses comunes y se hallan sometidos a un mismo gobierno-se ha dividido en otros tiempos, Y aun se divide actualmente, en paises de civiliza­ci6n rezagada, en castas, condiciones, estados y brazos, segun que los individuos eran bracmanes 6 parias, Iibres 6 esclavos, nobles 6 plebeyos se­fi?r:~ 6 S~ervos, Casados, viudos 6 celibes; y ~n la. ClV1llzac16n moderna, a pesar de la democratic& igualdad ante la ley, se divide todavia en clases que representan rancias jerarquias y categorias: hay clase rica, media y pobre; la primera com-

EL PUEBLO 16

prende en general los detentadores de la riqueza natural y social por origen, por herencia y tambien por explotaci6n indirecta; la segunda, los que, de origen pobre, conquistaron 6 van conquistando la. riqueza por la explotaci6n de los inferiores; la ter­cera, los despojados del patrirnonio uni versa!, los desheredados que viven en 1a condici6n infima de trabajadores asalariados, sometidos, en lo econ6-mico, al regimen de la accesi6n; dedicados a pro­ducir, recolectar, conservar y cambiar en beneficio exclusivo de los propietarios, y a defender sus personas y sus propiedades con las armas y bajo la disciplina militar; y en lo politico, con el sufra­gio universal, sirviendo con su numero y sus votos de ficticio sustentaculo al poder.

Por mi parte y para mi objeto he de tomar la. palabra pueblo en su acepci6n academica moderna. de «gente comun y humilde» y sus similares hist6-ricas, para venir a la conclusi6n de que lo que por naturaleza es uno no debe ser dividido por la so­ciedad.

El ciudadano.-Y no se pretenda cohonestar, con la supuesta igualdad del titulo de ciudadano, las enormes diferencias con que se manifiesta la desigualdad en nuestros dias, porque ese titulo tiene la desigualdad como vicio de origen: el ciu­dadano ateniense era un fil6sofo mas 6 menos char­latan, que vivia en la holganza, reposando sobre el trabajo de 400.000 esclavos; el ciudadano lace-

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16 ANSELMO LORBINZO

demonio era un rustico guerrero que oprimia y explotaba cruelmente a los desgraciados ilotas; el dudadano romano era un bandido disoluto y feroz que bacia la guerra a to do el mundo conocido para. robar el producto del trabajo y reducir a la escla­vitud a los productores, yen el dia sou ciudadanos el noble, el cura, el militar, el propietario, el in­dustrial, el rentista, el hombre de carrera, el obre­ro, ellabrador, el pe6n y el gaiian, es decir, todo el mare magnum de la desigualdad mas repug­nante.

La definici6n salmeroniana de la palabra pueblo esta hecha con arte, brilla con el pulimento, con el afeite, ya que no con la espontaneidad de la sinceridad, como corresponde a la elocuencia del gran tecnico de la palabra, que decia brillante­mente lo que queria decir, aunque ello no fuera .siempre lo que debiera decirse. Asi, a creerle por su palabra, su pueblo parece sec el verdadero, el legitimo, no el de «los elementos populares», no el del ccuarto estado» . jLastima que Salmer6n no hubiera sido academico! A serlo, habria podido reformar 6 proponer la reforma de la definici6n a su gusto, y no que ahora, con el diccionario en la ~ano, aunque se digan disparates, todo el mundo tlene raz6n.

El homb1·e.-Lo cierto es que en la naci6n, en .cada naci6n regida por un derecho le.,.al igual t 6

. 0 ,

e ncamente para todos los ciudadanos, ya lo

ElL PUl!lBLO 17

bemos visto, hay clases, cuyas diferencias afectan a las condiciones esenciales de vida, y por tanto, a la participaci6n en los beneficios de ese derecho legal, y que, s6lo por el hecho de existir esas dife­rencias, hay contradicci6n entre ese derecho ama­iiado artificialmente por los privilegiados para que sea admitido y respetado y el derecbo natural, inmanente, que e~ de tanto arraigo y de tanta extensi6n, que sobre el ha podido Pi y Margan escribir estas palabras que la humanidad no olvi . dara jamas, y que probablemente, cuando todos los Jibros Santos, perdida toda eficacia etica y coercitiva, formen parte del saber humano a titulo no mas de documentos hist6rico-literarios, se repe· tiran como palabras de salud y de vida:

«Homo sibi Deus -ha dicho un fil6sofo aleman-: el hombre es para si su realidad, su derecho, su muudo, su fin, su Dios, su todo. Es la idea eterna, que se encarna y adquiere la conciencia de si misma: es el ser de los seres, es ley y legislador

1

monarca y subdito. (,Busca un punto de partida para la ciencia? Lo halla en la reflexi6n y en la abstracci6n de su entidad pensante. 6Busca un principio de moralidad? Lo halla en su raz6n

' que aspira a determinar sus actos. 6Busca el uni-verso? Lo halla en sus ideas. 6Busca la Divinidad? La balla consigo.

» U n ser que lo reune to do en si es indudable­mente soberano .

»El hombre, pues, todos los hombres son ingo-

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1 ANSELMO LORENZO

bernables. Todo poder es un absurdo . Todo hombre que extiende su mano sobre otro hombre es un t irano. Es mas: es un sacrilego.,.

Tras [a igualdad polltica persisten las clases.-i, bay clases; y siguiendo el estudio que sobre­

este asunto bace Malato en Las clases sociales, tenemos que medio siglo antes de la Revoluci6n francesa, la sociedad feudal, agonizante entre el peso de Ia monarquia cen tralizadora y los esfuerzos de la clase media e inferior pa ra emanciparse, se descornponia en alta nobleza, pequefia nobleza, burguesia, artesanos, obreros y siervos .

La variaci6n ocasionada por la Revoluci6n con­siste en la supresi6n de dos clases de la antigua clasificaci6n, la rwbleza y la servidumb,re.

Hay nobles todavia, pero como sino existieran ; bien es verilad que en las naciones monarquicas dan comparseria al tron o, servidumbre intima y lacayuna a las personas reales y entre si se reunen para rendir culto a la vanidad, pero s6lo a con­dici6n de conser var sus riquezas, porque sin ellas toda noble estirpe se disuelve, se liquida, se eva­pora en la inutilidad socia l; un noble pobre es un ente ridiculo y despreciable, del que nadie bace caso. En las naciones republicanas ala clase noble, como tal clase en decadente descomposici6D, casi no le queda ya mas recurso que proveer de mari­dos a las millonarias americanas que tieDen el capricbo de cubrir con blasones y titulos nobilia-

EL PUEBLO 19

rios el origen usurario de sus millones, haciendo el mismo efecto que aquellos libros malos que seven­deD como papel viejo para envolver mercancias de miDimo valor.

Ya DO hay siervos; porque libres los ricos con la posesi6n de su dinPro y de su credito, y mejor organizada la naci6n para la defensa y el ataque, ya no necesitan el trabajador sujeto al ternino ni el individuo para sus mesnadas; el trabajador, libre por su cuenta y riesgo, aunque careciendo de tierra que pfsar, y el soldado regimentado en esa instituci6n ferrea llamada el ejercito, representan para el rico un gran cuidado menos y una libertad ilimitada, porque sin el coste de la bazofia ni el rancho tienen aseguradas la accesi6n y Ia renta, la defensa y la tranquilidad.

Ofuscados ante la realidad y cerrando los ojos a la evidencia, vienen los radicales politicos a ne­gar la . existencia de las clases, y a eso tiende la definici6n antes citada de Salmer6n, porquf;} asi conviene a la justificaci6n que quieren dar a la supuesta soberania del pueblo, que es la especie de derecbo divino, la ficci6n deruocratica, que sus­tenta el poder politico en nuestros dias.

Y sin embarg·o, las clases sociales se definen sencillamen te; cada uno conoce la suya, aunq ue por Ia hipocresia dominante y por los convencio­nalismos corrientes quiera disimularla aparentan­do lo que noes a costa de mayores sufrimieDtos: son grupos sociales separados por una linea divi-

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20 ANSELMO LORENZO

soria constituida por la propiedad. A a mbos lados hay subclases que responden a las diferencias que pueden existir en el poseer y en el no poseer, dan­do vida al derecho que formul6 Mr. Guizot en el Sinai burgues con este unico mandamiento: •qEn­riqueceos! », y que confiesan los burgueses con este brevisimo credo: «Tanto tienes, tanto vales.»

La Riqueza .-Bien decia Jose Selgas: •qLa Riqueza! He ahi, en efecto, la deidad de­

finitiva de la edad presente. ,. Pero no s6lo hemos creado un dios poderoso,

sino que tambien le hemos consagrado el honor de toda una ciencia. No; noes una divinidad empiri­ca caprichosa, hija de la superstici6n y de la igno­ra~cia; no es un dios fantastico, quimerico, sino un dios real y positivo; dios cuya teologia es la economia politica que profesamos, cuyo gran tern· plo es la Bolsa, dios al que se le debe el culto de todos los placeres.

•(,Que promete? ... iAh! promete el Paraiso en la tierra todas las comodidades imaginables, la sa· ' . . tisfacci6n de los mas refinados apet1tos, el cumpll-miento de los deseos mas voluptuosos ... Pro mete lujo, pros peri dad, abundancia... Con tar con el es contar con todo. (,Que pide en cambio? ... En reali-dad , nada ... Cierta insensibilidad... cierta dureza de coraz6n ... la frialdad del numero, la dureza de la cantidad ...

"Ya queda dicho: la teologia de este dios prac·

EL PUEBLO 2t

tico, utilitario y positivo es la economia politica, esa ciencia nueva, cuyo dogma fundamental es este: "Lo que no vale dinero, no vale nada ~ ; la ciencia del credito permanente y de la deuda eterna.

»La Bolsa es el gran templo; mas aun, el gran oraculo. «(,Que dicen los dioses?», preguntaban los antiguos paganos. Nosotros preguntamos: «(,Que dice la Bolsa?» Puede asegurarse que ella es el cen· tro de Ia vida, donde palpita integro el coraz6n de la sociedad modern a.»

Si; rige hoy la religi6n del dinero, cuyos fieles son los ·ricos, y ante la cual los reprobos son los pobres, y el conjunto de ellos, confundidos en el pueblo, bajo el peso de la accesi6n, estan como en el verdadero infierno terrenal.

Ya hemos visto que el caracter distintivo de la epoca, el resultado del predominio de la burguesia, consiste en la simplificaci6n del antagonismo de clase por la absorci6n de la nobleza en la clase rica y por la fusi6n de la esclavitud y la servidum­bre en el proletariado, en esa «gente comun y humilde» de que habla la ·Academia; pero de esa simplificaci6n a la abolici6n de las clases, al esta­blecimiento de Ia igualdad, a que la sociedad res· ponda por su constituci6n y organizaci6n a la unidad esencial de la especie, hay un abismo in· frauqueable.

V ed el alma de la burguesia en este pensa­miento de Leroy·Beaulieu: «Conviene que haya

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22 ANSIIlLMO LORIIlNZO

pobres y ricos, para que los pobres lucben para bacerse ricos, porque asi se bace el progreso social, y no de otra man era.,.

Pero esa guerra pP.rpetua, les un estado normal 6 un estado patol6gico?-preguntanse los que, im­pulsados por cierto pesimismo, quieren demostra­ciones experimentales para todo, mas alla del limite racional que bade tener la experimentaci6n, basta para aquello a que unicamente puede responder el raciocinio.

A esa duda s6lo cabe responder que mientras en las costumbres y en las instituciones exista el dualismo social, la usurpaci6n propietaria y el au­toritarismo, es decir, en tanto que la causa subsis­ta, duran~t. el efecto: Ia paz social no existira. Esto es de sentido comun .

Tenacidad de los usu1'pado1·es .-Se ba visto, ademas, que la tenacidad de los usurpadores es incorregible, quienes, faltos de fe en un porvenir de justicia, a sus propiedades se atienen, y dejan morir sin piedad al que carezca de lo necesario. Pues de abi ba surgido la idea de abrir paso a la vida, cortando por lo sano con Ia expropiaci6n, socializando los medios de producci6n, con lo que se justifica la 1 ucba del proletariado contra los mo­nopolizadores capitalistas, contra la clase media en general, contra sus defensores religiosos, juridi­cos y politicos; en resumen, contra todos los deten­tadores de la propiedad y sus c6mplices.

!IlL PUIIlBLO 23

Si, como ya reconoce todo el mundo en teoria, hay un derecho bumano inmanente, preciso es aceptar su consecuencia practica, y no s6lo ba de reconocerse que entre un arcbimillonario y un obrero sin trabajo de nuestra civilizaci6n bay ani­dad de derecbo, sino que es preciso que esos tipos, producto del irracional e inicuo dualismo que im­puso la ig·norancia y conserva el privilegio, se fundan y confundan en la bella y justa igualdad social.

La lucha por la existencia es excepcional.-No se pretenda justificar el becho de una desigualdad absurda como resultado de la llamada lucha por la existencia, porque, aparte de que el significado de esa frase de sentido figurado, de que tanto han abusado los pri vilegiados por herencia 6 por ex­plotaci6n, se balla neutralizado por el de esta otra, la ayuda mutaa, resulta que la palabra lucha en sentido recto, que es como bade tomarse para que tenga valor cientifico, sigoifica conflicto pasional .entre dos ioteligencias y dos voluutades, que se resuel ve por Ia fuerza y en· que puede aceptarse una soluci6n pacifica 6 resultar un vencedor y un vencido, lo que indica una anormalidad que puede haber sido precedida y aun ser seguida de un esta­do normal de paz y tranquilidad.

Lo experimental, lo cierto, lo racional, es que todo lo que vive conserva su existencia acomodan­do su manera de ser al medio en que se balla, bus-

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24 ANSELMO LORENZO

cando un medio mas fav orable , adaptandose lo que le favorece y puede a lcanza r , y recbazando, si puede, lo que le perjudica; pero eso no es lucbar. Luchau dos seres 6 dos colectividades en tre si im · pulsadas por el deseo 6 por la necesidad de obtener una cosa (mica: una hem bra, una comida , una dis tinci6n, una ventaja, una begemonia; no las cosas y los seres por las adaptaciones y combinaciones de lo inconsciente, de lo desapasionado, de lo inca­paz de lucbar que necesitan y encuentran a su al­cance, ni, aunque dificil de alcanzar , logren 6 no obtenerlo.

Los seres vivientes viven, y no luchan esen­cialmente por y para vi vir, sino excepciona lmente cuando otro ser, r ival 6 concurrente, le disputa. alg·o que considera necesari o a su existencia .

La lucha p01· la existencia es una frase fantas­ma, no existe en realidad.

No es sobe1·ano el pueblo, lo es el individuo.­Otra negativa para terminar: Pi y Margall ba di­cho: «La soberania del pueblo es un a pura ficci6n, no existe. La idea de soberania es a bsoluta· no

. I

t1ene su menos ni su mas, no es div isib le ni cuan-titativa ni cualitati vamente. (,Soy soberano? No cabe, pues, sobre mi otra soberania ni cabe con-

. ' cebula . Admitida, por lo tanto, la so.beranta indi-vidual, (,C6mo admitir la colectiva?

•(,No se rebela mi inteligencia a cada paso con­tra las determinaciones de esa pretendida sobera-

BL PUEBLO 25

nia de los pueblos? ·Si las leyes no me dejan la­esperanza de poder renovar pacificamente estas determinaciones, (.no apelo, acaso, a la violencia? Admitida por un momento la posibilidad de dos soberanias, la colectiva seria 16gicamente superior a la del individuo; (,en virtud de que principio podria nunca protestar esta contra la acci6n de aquella?

»Mas basta la hip6tesis es terriblemente absur­da; Ia soberania nacional no necesita otro golpe;. dejemonos de luchar contra un cadaver.

»Entre soberanos no caben mas que pactos. El contrato, y no la soberania del pueblo, debe ser la. base de nuestras sociedades."

(,Lo ves, trabajador? Te Haman pueblo para. enaltecerte, te llaman pueblo para envilecerte, te llaman pueblo para explotarte. Unas veces el que te llama pueblo se une a ti con el halago cuando te necesita; otras se separa de ti con desprecio cuando goza; otras veces te amenaza con rabia cuando te teme . Y tu, entretanto, abajo, en la ultima capa social, olvidado de ti, de los tuyos y del mundo, 6 te consumes en la mansedumbre, 6 exhalas dolori­das quejas, 6 aplaudes a tu peor enemigo, que es el ambicioso disfrazado de redentor, que sobre tus sufrimientos y con tus aplausos y tus votos adquie­re prestigio e influencia y se eleva remachando tus cadenas.

Ya has leido lo que escribi6 Pi y Margall cuando no ostentaba mas titulo que el de pensador: tu, tu

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26 ANSELMO LORENZO

eolo eres soberano de ti mismo, como todos tus com­pafieros, y la l6gica afiade como todas las mujeres, y entre soberanos no caben mas que pactos. Pero discierne: tambien Pi fue luego politico, y como tal, a traves de radicalismos de oropel, someti6 tu intangible derecho al regimen social imperante, y hab16 del Estado, de la soberania nacional, del Parlamento, del ejercito, del tesoro, de la deuda, del presupuesto, de las ocho horas y del minimum de los salarios, olvidando Ja 16gica de los princi­pios. No dire de el que fue de esos politicos que empiezan poniendose a tu lado en mangas de ca­misa esperando el momento de ponerse el frac para jurar el cargo de ministro; respeto mucho la me­moria del autor de La Reaccion y la Revolucion; pero deploro que haya ofuscado el brillo inextin· guible de aquellibro con el oportunismo politico de su Programa del Partido Federal) utopia del presente que no sera jamas Ja realidad del porve­nir (bien alto lo pro clam an la vieja Suiza y todas las republicas federales de America), y siento que no haya mantenido basta su ultimo momento ocu-

' rrido en 16 de Noviembre de 1901, el vigor intelec-tual y la rigurosa 16gica sustentada en 185-±; no se explotaria hoy su nombre y la austeridad de sus costumbres en contra de los trabajadores que van ala transrorrnaci6n revolucionaria y cientifica de la sociedad sin dejar tras si un quinto estado irre­dento.

II

Causa y origen de la desigualdad

Concordancia humano-comunista. -Ruptura del comunismo primitivo.-Las castas.-Budismo.-Patricios y plebeyos. -La emancipaci6n de si mismo .

Conco1·dancia humano· comunista.-El impulso que Uev6 al animal humanizado a servirse de su ingenio y de su fuerza para satisfacer sus deseos, manifestaci6n de su necesidad, logrado su objeto, no limit6 su beneficio al individuo, sino que se extendi6 a Ja tribu. Si una vez iniciada asi la so­ciedad no hubiera surgido, por reacci6n individua­lista, el antagonismo, que no s.6lo separa Y ene­mista a los hombres, sino que tiende a destruir las actividades y aun las personas enemistadas; si reconocida, practicada y aun arraigada la sociabi­Iidad no hubiera persistido ese pernicioso antago· nismo, poderosamente subsistente todavia en nues­tros dias por el regimen de la propiedad, agravado por elllamado derecho de accesi6n, que ha venido continuando y promete prolongar indefinidamente la esclavitud, los hombres hubieran trabajado en comun· la diversidad de aptitudes, causando la

'

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AN ELMO LORIDNZO

divisi6n del trabajo, hubiera creado la variedad de profesiones y oficios; el ingenio, Ia observaci6n Y Ia experiencia los hubieran perfeccionado; Ia eco­nomia hubiera administrado, cambiado y distri­buido racionalmente la producci6n, y todo mar­cha_ria lisa y llanamente por la via de la igualdad social, concurriendo en detalle y en conjnnto todas las maneras de ser a la realizaci6n de la belleza y de la justicia absolutas, que no son otra cosa que la realizaci6n, dentro de la concordancia de las leyes naturales, de cuantos impulsos volitivos de· termina nuestro organismo, a pesar de la contra­dicci6n opuesta por los relativistas, oportunistas que no dan mas extensi6n a la etica que la que a~canza su pensamiento, quienes en su preocupa­CI6n contra lo absoluto, y tambien por esa ambi· guedad de las palabras en nuestro idioma son capaces de_ negar la fatalidad absoluta qu~ en· vuelve la Idea de lo mismo relativo, ya que no pu~de extenderse mas alla de su significaci6n ni deJar de tocarla; sin contar que como entre los relativistas hay tantos criterios como sectarios que tal es la caracteristica del error' si se concre~ taran y sumaran met6dicamente los limites se:fiala­dos _por cada uno a la posibilidad de perfecci6n, se vena probablemente excedido el ideal concebido por los que rechazan en absoluto toda limitaci6n.

Ruptum del comunismo p1·imitivo. - Pero no pudo hacerse al principio lo que habia de ser obra.

EL PUEBLO 29

de desenga:fios, experiencia y perfeccionamientos progresivos, sino que, procediendo los hombres por la influencia del medio, del modo que Reclus ex­presa con profundo conocimient.o en esta f6rmula: «La geografia es la historia en el espacio, lo ruismo que la historia es la geografia en el tiempo»: unos, los facultados por predisposiciones apropiadas y por la posesi6n de territorio a prop6sito, crearon una agricultura y una industria ftorecientes; pero otros, menos favorecidos por la capacidad intelec­tual y q uiza inftuidos por la barbarie primiti va del ejercicio de la caza, sin temor al peligro ni respeto a la personalidad del que no siendo su enemigo podia serlo, y viendo en sus bienes una caza buena y facil, atacaron a sus semejantes con el mismo furor que si fueran enemigos feroces e irreconci-

liables. Despues, tribus enteras que no aprendieron a

trabajar cayeron sobre los trabajadores pacificos para usurparles el fruto de su trabajo, matando y exterminando cruelmente a cuantos se presenta­ban a su paso; mas notando luego que carecian de obreros y que, siendo los fuertes, les convenia obligar a los inteligentes, ha.biles y amigos de la paz, a trabajar para sus vencedores, les redujeron a Ia esclavitud, les humillaron basta lograr por el bambre y el servilismo la sumisi6n a tan triste y

vil condici6n. Dado ese primer paso, la soberbia de los domi·

nadores no tuvo limites: imaginaronse seres supe·

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30 ANSBILMO LORI!INZO

riores basta atribuirse origen divino 6 llegar basta la divinidad misma, bien lo demuestra Ia bistoria de Oriente y de Occidente, del Antiguo y del Nue­vo Mundo, y obligaron a los hombres esclavizados a edif:icar palacios, fabricar joyas y todas las SU·

perfl.uidades rnagnificas dellujo, mientras se consu­mian en la fatiga y la miseria mas espantosa. Pero intranquilos todavia, porque los esclavos, barto numerosos, podian ser los mas fuertes si llegaran a unir sus fuerzas en un prop6sito emancipador yen una acci6n comun, recurrieron a la astucia y per­suadieron facilmente a sus esclavos de que eran sus protectores, y que babian de fvrmar ejercitos para defender su patria, de la misma manera que explo­tando el miedo y la esperanza vino la religi6n a remacbar la cadena de la servidumbre.

Tal ongen tuvo el caudillo y el sacerdote, y como consecuencia natural, porque una iniquidad es causa de otra, se cre6 el propietario, que vive boy tan potente y tan arraigado en las costumbres yen las leyes que, a pesar de todos los trastornos bist6ricos, desarrollo de la ciencia y de la infl.uen­cia reformadora de las revoluciones, permite en nuestros tiempos Ia existencia del milmillonario ciudadano de una republica democrasica frente a esas multitudes de obreros reemplazados por las maquinas, innecesarios para la accesi6n, declara­dos sobrantes en el mundo y que se mueren de hambre en medio de la abundancia de la superpro­ducci6n.

EL PUEBLO 31

No me atreveria a escribir las afirmaciones anteriores, aunque las tengo por incontestables, si el estudio de la obra p6stuma de Reclus, El Homb1·e y la Tie?Ta, no me confirmara en mi convicci6n y si no pudiera apoyarla con el fragmento siguiente ~

«Se ba pretendido que la universalidad de la inundaci6n en el valle del Nilo y la unidad mate­rial de este fen6meno debian producir como conse­cuencia en el mundo religioso la idea de un ama todopoderoso, y en el mundo politico la de un sobe­?'ano absoluto, que dirigiera las aguas en los cam­pos y reconstituyera los limites borrados de las propiedades particulares. La previsi6n de un dios que guia el sol en los caminos del espacio, que llena basta los bordes el lecbo del rio y modera el impetu de las aguas, podria ser admitida como ar­ticulo de fe por los ribereiios del Nilo y producir de rechazo en el mundo politico la fe en la solici­tud constante de un soberano; pero resulta que los becbos no concuerdan con esta teoria, inspirada por el deseo de que pase como veridica, y no apo­yandose en la historia mas que sobre un periodo del desarrollo de los egipcios. Antes que un rey se encargase de administrar la tierra y exigir el diez ­mo de los productos, fue necesario que un pueblo los crease; se babia comenzado el trabajo mucho antes de que un amo bubiese creido necesario diri · gir esta obra «en beneficia de todos », como afir­maba el bistoriador cortesano, 6 mejor dicho, en su beneficio personal, como lo demuestra la bistoria.

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32 ANSELMO LORENZO

-.En las riberas del Mississipi, en las del Am&· zonas, lo mismo que en todos los valles fluviales donde vemos <i los agricultores conquistar gradual· mente sus jardines y sus campos sobre el pantano primitivo, en ninguna parte se manifiesta esa uni­dad de mando imaginada por los te6ricos del poder absoluto. Los iniciadores de la gran conquista eco­n6mica fueron las familias dispersas que se aven­turaron en el fango para procurarse alli una cose­cha precaria entre dos inundaciones.

,. Una cosa resulta cierta: la experiencia es ma­dre de la ciencia . Antes que los ge6metras y los ingenieros egipcios bubieran imaginado un con­junto de diques ~, contradiques, de canales y cana­liculos, de esclusas y de compuertas que diesen al arreglo del valle ni16tico un caracter de conjunto y que permitiesen a un a.mo presentarse como regu-1-ador general de las aguas y de los cultivos; mucho antes de esas edades de larga practica, transfor· mada en rutina bajo la direcci6n de funcionarios oficiales, se babian becbo a miles y a millones los ensayos de cultivo rudimentario; se babian levan­tado terraplenes alrededor de innumerables cam­pos, y fosos de desague babian ido secando de afio en ailo los cbarcos y los pantanos. ·Poco a poco, por la lucha contra las violencias del no y por la utilizaci6n de las aguas y de sus fangos, los ribe reilos aprendieron a resolver el problema hidrol6-gico y agricola en su conjunto: conservar al Nilo un lecho regular; conducir el agua fecundante por

IDL PUEBLO 33

canales y cascadas de riego sobre la mayor super­ficie posible; regular la duraci6n de la estancia del agua en cada compartimiento lateral; dividir el suelo en una especie de tablero de ajedrez para los cultivos que r eciben sucesivamente su parte de inundaci6n siguiendo un orden perfecto; facilitar la corriente por un sistema de canales que funcio­nan en sentido contrario a su movimiento primi­tivo; construir instrumentos de uso facil para todos los agricultores; establecer las residencias sobre islotes artificiales superiores al nivel de las creci­das: he abi trabajos inmensos que fueron obra de mucbos siglos y que innumerables iniciativas per­sonates, unidas a acuerdos colecti vos, pudieron llevar a feliz termino. »

Si tan admirables trabajos no se hubieran en­negrecido por la sombra de la desigualdad, si no hubieran sido obstruidos por la mentira politico­autoritaria y por la mentira mistica, que di6 ori­gen a la ciencia privilegiada 6 esoterismo y al fanatismo religioso 6 exoterismo, babrian conti­nuado una serie ininterrumpida de progresos, con­sistente en el conocimiento de verdades naturales y de aplicaciones practicas de incalculable impor­tancia, cuyas consecuencias se traducirian en la sociedad de nuestros dias en la practica de aquel ideal entrevisto por la sociologia.

Las castas.-Pasando a hablar de las castas de la India y generalizando el asunto basta compren-

3

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34 ANSELMO LORENZO

der las de Egipto, se ha pretendido explicar su e~istencia, por unos como resultado de una me­dicta prudente del legislador, que dict6 prescrip· ciones para conservar la pureza de la sangre, la higiene de la raza; pero esta suposici6n es infun­dada: a este prop6sito, dice Reclus que las nacio­nes mas civilizadas son las que han llamado a su seno el mayor numero de hombres de origen dis· tinto, y que, por consecuencia, han sido mas inti­mamente mezcladas, basta constituir en cada hom· bre todas las razas del mundo. Otros, dominados por la idea de Ia existencia de un creador y orde· nador del uoiverso, creen que la sociabilidad y sus distintas maneras de orgaoizarse es obra de una voluotad extranatural poderosa y caprichosa, que gobieroa como soberano absoluto, mas celoso de la integridad de su soberania que de Ia coordinaci6n racional de sus decretos. Pero dejando aparte los prejuicios religiosos y patri6ticos, si los origenes de las castas son multiples, no es menos cierto que en ellas la conquista y el sistema de dominaci6n entr6 por mucbo, y que si los vencedores las ini· ciaron, la opresi6n continuada durante los siglos las con virtieron en instituci6n aceptada por los vencidos y basta en dogma religioso.

iguiendo ami autor favorito, veo que las pri· meras edades de la raza aria en la India no fueron un periodo caracterizado por la dominaci6n de los sacerdotes. Durante la conquista el poder supremo perteneci6 a los guerreros, hallandose los sacerdo·

EL PUEBLO 35

tes que les acompafiaban en segundo termioo, redu­cidos a implorar la protecci6n de los dioses sobre las armas de sus dominadores; pero con el tiempo los guerreros fueron suplantados por la astucia sa­cerdotal, y asi quedaron constitufdas las cuatro castas clasicas: los sacerdotes bracmanes, los gue­rreros kchatryas, pastores 6 agricultores vaicyas, y los sudms, hombres de orden inferior que desem­pefiaban diversos oficios reputados indignos. Esas cuatro castas, aunque de dignidad diferente, se consideraban puras por baber salido de diversas partes de Brahma, y debajo de elias existia Ia casta de desecho, de los impuros, de los pa1'ias, univer­salmente despreciada y compuesta de todos los des­graciados expulsados de las otras castas por haber violado las leyes civiles 6 religiosas. Su contacto mancha; no pueden babitar en el interior de las ciudades ni ejercer una profesi6n decente.

Butiismo.-Las poblaciones esclavizadas eran muy numerosas en la India, y Ia clase dominante logr6, sistematizando la divisi6n, imponer su do­minacion, no sin un movimiento de rebeldfa, gran· de, extenso, generador de la revoluci6n budica, que tendia a la abolici6n de las castas y a la realizaci6n de un ideal de igualdad, aunque des­pues, tras la paralizaci6n que siempre sucede al triunfo revolucionario, reaccion6 la actividad ata­vica de los aotiguos privilegiados basta apoderarse de la situaci6n, y una nueva casta gradualmente

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36 AN ELMO LORENZO

constituida, la de los sacerdotes budistas, se esfor­zara y lograra representar esa revoluci6n como una sombra sin cuerpo, para quitarle todo caracter econ6mico y social, dandole una significaci6n pu­ramente ideal y mistica: toda Iglesia tiene piadoso empefio en ocultar sus origenes revolucionarios. Asi llegaron los interpretes-imitando a los cris­tianos, que transformaron el Evangelio en el cato­licismo dominante a interpretar de esta rnanera la igualdad social predicada por Buda: «Asi como lo grandes rios pierden sns antiguos nombres cuaudo entran en el Oceano y no tienen otra deno· minaci6n que la de mar, asi tambien esas cuatro castas pierden el nombre y la raza cuando, confor­mandose con la ley y con la doctrina proclamada por Buda, renuncian a la patria y se desprenden de Ia tierra.,.

Por esa misma sofisticaci6n, todo lo referente a Ia desigualdad social, ala pobreza y a Ia enfer­medad, lo arreglaron los comentadores dando una vaga significaci6n moral a los «cuatro deberes», que tienen, no obstante, un significado bien con­creto y que pueden presentarse en la actualidad como programa de «Ia cuesti6n social», a saber: 1. 0

, «Conocer el sufrimiento•; 2.•, cestudiar sus causas•; 3. 0

1 «querer su supresi6n•; 4. 01 «hallar el

remedio•.

Pat?·icios y plebeyos.-Y sigo copiando a Reclus: «Desde los primeros an.os de Ia republica roma-

EL PUEBLO 37

na se produjo una ruptura completa entre patricios y plebeyos. Estos, cansados de la opresi6n, no habian llegado a rebelarse, pero hicieron huelga, y saliendo de la ciudad, se retiraron al monte A ventino; despues fueron aun mas lejos, al monte Sagrado, desde donde amenazaron hacer, con ayu­da de las tribus vecinas, una ciudadela de ataque contra Roma. Los patricios tuvieron que parla­men tar, y como otros en analoga circunstancia, recitaron, bajo forma apropiada a las costumbres romanas, aquella famosa fabula de Los miemb1·os y el estomago, que seria de una verdad perfecta si en el cuerpo social los miembros recibieran del est6mago los amplios elementos r eparadores que les son debidos. Al fin, mediante buenas promesas, volvieron los plebeyos ala ciud~d y se logr6 satis· facerlos a medias con concesiones politicas, aun­que sin ceder en nada sobre el fondo mismo de la cuesti6n, puesto que los pobres quedaron pobres . , Slll derecho ala posesi6n de la tierra. Sin embargo, la instituci6n de dos tribunos del pueblo, magistra­dos in violables, armados del derecho de oponer su veto a toda ley que desagradara al pueblo, y aun de proponer otras leyes por via de plebiscita, hu­biera podido ser fatal a la aristocracia romana si

' esta no hubiera tenido cuidado de hacer frente a ese gran peligro poniendo en practica un metodo que ha servido en todo tiempo a las clases directo· ras amenazadas, pero que en ninguna parte ha sido aplicado con tanta constancia ni con tanto

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38 ANSI!ILMO LORENZO

ex ito como en Roma: prolongar las guerras exte­r iores, que q:uitaba n al pueblo la flor de la juven­tud y de los hombres hechos , desviando bacia el extranjero las pasiones de odio y de venganza . En Iugar de dar a los proletarios, en el seno mismo de la Republica, la parte igual que hubieran podido pretender , se les presentaba el espejismo de la em­briaguez de los pillajes futuros. Y naturalmente, todas esas guerras exteriores, decretadas por pa­tricios, con ejercitos mandados por otros nobles y destinadas a afirmar su poder sobre la multitud ple­beya, fortificaban al partido aristocratico en todo el territorio de las conq uistas y hasta mas alia de las fronteras en todos los paises todavia no anexio­nados.»

Hemos visto el antagonismo de los intereses po­niendo en pugna los individuos y las colecti vida­des, tema apenas iniciado, verdaderamente inago­table, y al que he de volver para hallar r ecursos suficientes con que desarraigar en la mente de mis compaiieros el error del privilegio y favorecer la practica de la igualdad social.

Ahora me limito a indicar otro antagonismo grande y grave: el antagonismo entr e lo que se cree y lo que se sabe, entre la religi6n y la cien­cia, que requiere un sistema de hipocresia insos ­tenible.

El Dios del Genesis, existente en las institucio­nes y en las creencias por rutina conservadora y por atav ismo ingenito, que los privilegiados sostie-

I!IL POIOBLO 89

nen en publico y reniegan en privado, se disuelve, se aniquila, vuel ve a aquella nada -IUe se aparenta creer que sea el germen de todo en una eternidad anterior a la existencia del tiempo y del espacio, cuando se le examina desde el punto de vista de la unidad universal de la materia y de la ley de la evoluci6n.

Ya dedicaremos algunas paginas a este asunto.

La emancipacion de s£ mismo.-Veremos sial fin, trabajador amigo y compailero, llegas a eman· ciparte de ti mismo, que eres tu principal tirano; que, hecho esto, lo demas es cosa relativamente facil, tanto, que si verdaderamente logras esa pri­mera emancipaci6n, convendras conmigo en esta afirmaci6n que entrego a la contradicci6n de los fil6sofos del privilegio: el ideal ha de ser conside­rado como inmediatamente practico. Considerarle como lejano, equivale a declararle imposible. ApiA· celo tan indefinidamente como quiera el burgues liberal; acepten los sufragistas pobres como \mica­mente posibles esas reformas sociales propuestas por el socialista Viviani, elevado a ministro del Trabajo en la Republica francesa, una de elias la jo1·nada de diez ho1·as, y veran, infelices obcecados, c6mo el tiempo pasa, la absorci6n capitalista crece, el numero de accesionistas reemplazados por las maquinas aumenta horriblemente y el conflicto entre la miseria y la propiedad se agrava en vez de dar el menor paso hacia la realizaci6n del ideal.

..

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40 ANSliiLMO LORENZO

?,Que enfermo no aspira A la salud inmediata? ?,Que desequilibrio no reclama el restableci ·

miento de las leyes de la estatica? ?,Quien nove que todo lo que no sea la reinte ·

graci6n completa y perfecta de las cosas y los seres en la armonia de las leyes de la Naturaleza ha de traer consigo I a creaci6n de modus vivendi transi­torios que s6lo prolongan su existencia a fuerza de transgresiones, cada vez mas violentas, de esas in­alterables leyes?

Y no quiero ver solament~ mala fe en los privi­legiados que filosofan sobre la desigualdad social considerandola como indestructible; hay en ellos atavismo e ignorancia, como entre los desbereda­dos que la sufren.

Los miseros desberedados del patrimonio uni­versal no han de dar la raz6n a sus explotadores: lo impide la sociologia, que demuestra el absurdo de la propiedad individual, y la justicia, que no acepta que el bolgazan se apropie el fruto del tra· bajo del trabajador.

III

Bl derecho de accesi6n

Hombre y persona. - Hombre-persona y hombre-cosa. -La accesi6n.-La accesi6n en el C6digo civil de Espat'!.a.-Doc­trina econ6mica del privilegio.-Continuaci6n teol6gica del privilegio.-Contradicci6n y absurdo.-A mi hermano el trabajador.

Hombre y pe1·sona. -Los romanos establecieron gran diferencia entre homb1·e y pe1·sona.

Para ellos homb1·e era todo ser humano, y pe?·­sona el hombre considerado en algun estado social que le atribuyera cualidades 6 circunstancias para gozar de ciertos derechos.

De1·echos decian ellos, pero privilegios debemos entender nosotros.

Y si no, veamos: Lo que llamaban estado lo dividian en natural

y civil; el primero era simple y no permitia divi­si6n alguna; el segundo se subdividia en estado de libertad, de ciudad y de familia, y conforme con esta subdivisi6n, sentaron como axioma, como ver­da.d evidentisima, este monstruoso error: eEl que no goza de ningun estado no es persona, es cosa. »

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42 ANSELMO LORillNZO

De modo que el hombre-cosa y la muje1·-cosa eran cosas apropiables y siempre poseidas, eran esclavos por el hecho, por el derecho legal, por la ley escrita, y se les contaba entre las cosas enaje­nables.

Homb1·e-pe1·sona y homb1·e-cosa.-Habia, pues, dos clases de hombres y de mujeres: lib1·es, que go­zaban de la facultad natural que tiene cada uno de hacer lo que quiera, a no ser que la fuerza 6 la ley lo impidan 6lo prohiban, y esclavos, que vivian sujetos contra la Naturaleza al dominio ajeno.

Los esclavos, 6 nacian sit~ndolo 6 llegaban a serlo: nacian de las esclavas, porque en estas, como tales, careciendo de personalidad, el feto per­tenecia como accesorio del vientre y por derecho de accesi6n al dueilo de Ia esclava; y llegaban a serlo: 1.

0, por ley llamada del derecho de gentes

los prisioneros de guerra conservados con vida por el vencedor; 2. 0

, por derecho civil como castigo 1 I

los que incurrfan en ciertos delitos. El enlace de los esclavos no era considerado como matrimonio . ' smo como simple apareamiento animal, y a sus

frutos se les aplicaba aquel precepto legal: «El na­cido fuera de matrimonio legitimo tiene la condi­ci6n de la madre.•

. En la esclavitud, el hombre 6 la mujer no po­dian procurar su con veniencia a su arbitrio sino que habian de obrar siempre en utilidad de su

1amo

I a manera de una bestia, como un caballo, un asno,

HL PUEBLO 43

un perro, etc.; y asi como una cosa no puede lucrar para si, sino para su duefto, asi el esclavo trabaja­ba y no adquiria, y unicamente vivia por el inte· res que como cosa util y utilizable tenia el amo en su conservaci6n.

El autor que me sirve de guia dice: «Nuestras leyes, siguiendo las huellas de la jurisprudencia romana, adoptaron casi todas las disposiciones relati vas a Ja naturaleza de la esclavitud, causas de su constituci6n, etc., reduciendo adem as a la esclavitud por la perpetraci6n de los delitos que mas herian al honor, como el adulterio, rapto, et­cetera; pero en el dia, las maximas cristianas y los progresos de la civilizaci6n han be~ho desaparecer la esclavitud de Espana, conservandose tan degra­dante estado en las colonias.» Cuando esto se im­primi6, el aiio 1873, todavia existian colonias espa­iiolas y aun no habian conseguido el triunfo legal los abolicionistas.

Pero abolida Ia esclavitud, Ges cierto que han desaparecido de n uestras !eyes todas las disposi · ciones relativas a la naturaleza de la esclavitud?

No; todavia, como recuerdo de la antigua dife­rencia entre pe1·sona y homb1·e, existen p1·opieta-1'ios y asalm·iados, dualismo absurdo e inicuo, hoy mucho mas que ayer, porque si antes existia Ia desigualdad como constituyente de la sociedad, boy contamos ya veinte siglos de ese cristianismo que predica el camaos los unos a los otros• y a todos nos iguala como hijos de Dios y herederos de

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AN~lllLMO LORlllNZO

su gloria, y ba pasado poco mas de un siglo desde que se institu) 6 esa democracia c1 ue declar6 q ne «los hombres nacen y permanecen libtes e iguales en derecbos • , y sin embargo, vivimos sometidos al regimen de la accesi6n, que es para tlllOS pri vile · gio que provee con abundan cia A su desarrollo y c\ su vida, dandolcs satisfacci6n ilimitada de sus necesidades, de sus gustos y de sus capricbos, y para otros m1seria, humillaci6n y ruucrte premn.­tura.

La accesion. - Para los rom a nos, Ia a ccesi6n era el derecho de adquirir lo que se aumenta. 6 une a nuestras cosas, y eso sigue siemlo en uues· tros dias.

Dada Ia e:xistencia de la propiedad de las cosas, que no de ben ser poseidas indi~ H.lualmeute por causae que pueden ex.plicarse por In historia. aun· que no justifit:arse por la raz6n es deeir conti-' , nuando cl sistema de usurpaci6n y de expolitl c i6n que nos divide en pobres y ricos, se corupreude que todo en la sociedad tendiese ~\ da.rle car:\cter preeminente, y como las cosas apropiables y po­seidas estan sujetas {t variaciones que arran can d~ si mismas, d_e su propia manera de ser, 6 pro· v1enen de acc1ones exteriores, fue preciso couta.r con esas variacioues en beneficio del propietario.

De abi aurgi6 el llamado derecho de a.ccesi6n -que es en si tan inmoral como el a.ntiguo dere­cbo de pernada y mas odioso, como causa.nte de

lllL PUEBLO 45

mayor da no- , que los doc tores di vidieron en na· tural, industrial y mix to, conside ra ndo q ue todo lo que se ngrega U. nuestros hieues por benet1cio de la Na turale:r.u, pot· e l ar te 6 por la industria, uos pert <>nece eu propieda d.

D e jo a p<trLe, por Ct je no Ami prop6sito, Ia n,•ce· si6n Cll lo tOC<tllte A aluYiou e::~, uelta::;, des\Tia ·ion del cauc~· de los r ios, isla a accidi•utales, •tc., para a te11de r c.xclusi\Tn nw ute :\ la aceesi6n ttntural J a r tifkia l con su cndtcter de despojo, que bendicia al p ropictario, sea usurpando las fuerza,. uatu­r ales, sen L'Xplocando 6 usurpando el trab.tJO del jornalcro.

Sobn• csta ttltima forma de Ia ac ·esi6n poco t~nian q ne decir los romano~, porq ue teuiendo el poseedor rolllano {t su Jispo~iei6n el hombr -('0~ l,

e l hombre s in csta do, el 110 eiudad.mo, el • cl.tvo, le hadll t n 1 ba ja r , ~omo ttosotros unl'imc,.., el buey a! arado , y no ha bi(• n do P .. plot.tei6n del sc 11ej. nte, d el ig ua l, ~ino dd iu ferio!', nadi .. tcuin nada que r eprocha rle .

En nucs t ros tie mpos ya es ot1a cos.1: Ia f rut"r · nidad c ristia.na y la ig uah.lad dt>mocrAticn huui "­ran ex.igido la trn.ns formaci6n d-. Ia propi dad: pero los propie tal'ios uo e lt vi uie rou A clio, .' siendo, colllo son e llos, los !!Obc rnantes, lo I ,..i -!adores y auu los dogma.tizautcs, hallnron ft\" il­mcnte el medio de continu, r la usurpnci6n d la riqueza social con Ia adopci6n de dos sencilln for­mulas: la primcra se balla consignada 'n e l arti-

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4.6 ANS~LMO LORENZO

culo 359 del C6digo civil espaflol y sus analogos 6 correspondientes en los c6digos de todas las nacio­nes, y dice asi: cTodas las obras, siembras y plan­taciones se presumen hecbas por el propietario y a su costa.:. La segunda la di6 Santo Tornt\s y la sancion6 Le6n XIII en su enciclica Rerum nova­·1'um, diciendo, en resumen, que clos ricos no son ricos, sino administradores de los pobres:..

La accesion en el Codigo civil de E~paiia .- EI dualismo romano, fecundo en injusticias, se mani ­fiesta en la accesi6n. Asi, dado que uua cosa se aumenta, se extiende 6 se modifica por la uni6n de otra, surge la idea de distinguir eu,\1 es la prin­cipal y cualla accesoria, en Yirtud de la mn ima que establece que lo accesorio es dorniua.do por lo principal.

Hoy, lo mismo que hace veinte siu·Jos se con-'d b ,

s1_ era que Ia propiedad es el derecho de gozar y disponer de una cosa; el propietario de un terreno es dueflo de su superficie y de lo que est•\ d =-bajo de ella, Y puede hacer 6 mandar hacer Cit cl las obras, siembraa, plantaciones 6 excavaciones que le convengan; la propiedad de los bienes da dcre­cbo por accesi6n a todo lo que ellos producen 6 se lea une 6 iucorpora natural 6 artiticialmentc. '

Es decir, la propiedad es lo principal, la Na.tu­raleza Y el trabajo son acccsol'ios, y como tales cosas accesorias pertenecen al propiotario los fru­tos naturales, los frutos industriales y los frutos

S:L PUEBLO 47

civiles. Y como en ellenguaje legislati vo y judicial conviene anticiparse a las interpretaciones, dando una interpretaci6n oficial, en punto ala propiedad y para precisar claramente la extensi6n atribuida al derecbo de accesi6n, el C6digo dedica un arti~

culo, el 355, ~:\ satisfacer esa con veniencia defi­niendo los frutos q_ue correspoudeu !ega !mente al propietario:

«Son frutos naturales las produccioues cspontA· neas de la tierra y las crias y deuu\.s productos de los animates.

Son frutos industriales los que produccn los predios de cualq uier especie t\ beueticio del culti vo 6 del trabajo.

Son frutos civiles el alquiler de los editicios, precio dol arrendamiento de tierr s y el importe de las rentas perpetuas, vitalicias u oLr<lS au<\logas. •

Otra. aclaraci6n so bre los frutos esta blece el art. 357, diciendo:

cNo se reputan ,frutos naturales 6 industriales sino los qnc est<in manitiestos 6 nacidos. Rcspecto de los animales, basta que esten en el Yicutre de la madre, n Llnque no hayan nacido. •

Doctl'ina ecOJlOnlica del pl'ivilegio.-En concepto de los dcfeusores de la propiedad indiYidual, su legi timid ad es i ndudable, y A estc prop6sito dice un economista resumiendo el pensawicuto do la burguesia: •Si el hombre es propietario de su cuer· po, de sus brazos, de sus miembros, de su cabe-

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48 ANSELMO LORENZO

za, como de las facultades de au alma, porq ue su alma y au cuerpo es el mismo, por su libre a.lbe· drio, por su forma exterior, cl hombre se distingue de Ia masa. de sus sernejantes, de Ia masa. de las iuteligencias. I~l cuerpo es el resumen, el signo coucn•to de aq Llellas fuerzas fisicas y morales, cl limite materittl que impide A Ia personalidad iudi­vidunl confundirse en esc vago uui\·erso del pan teismo, donde los hec.:l10s del indi\ iduo de la especio no son mAs que los feu6menol3 mud.t blt~s de uua intnutable unidatl. Asi, pues, dccir que el hornbre es una. individunlidad distillta, qnc ticne }a propiedad de BUB brazos y de SLIS fu~rzus, d 'cir que pucde qucrcr y obrar por au cueuta, es como si se dijera que lo que produdni. no scr{~ uu\s q u una dependencia, una prolonn·aei6n de su indivi dualidud, y dubcrA pertenecerle como su wismo cuerpo. Hay algo de nosotros on ese ~am po lJ ue hemos sembrado con uuestro sudor, y "n l'l cual hemos hall ado la huella del sud or de u uostros padres; hay algo de nosotros eu esa obra quo uuos­tnt mauo ha. fa.brica.do bajo la. direcci6n de uuestra iuteligencia.•

Confirmacion feologica del pl'ivilegio.-Coincide con ese concepto <.le la propiedad el manifestado por Le6n XIII en su ya citada enciclica fundado

• I

en el An.ttguo yen el Nuevo Testamento, y con la aprobam6n unl'tnime de todos los propietarios del mundo, diciendo:

EL PUEBLO 49

·El objeto del trabajo, el fin pr6ximo que se pro pone el que trabaja, es Ia propiedad pri v ada, pues si emplea. sus fuerza.s y su ingenio en prove· eho de otro, lo hace para proporcionarse de este modo lo necesario ala \ida, y asi con su trabajo adquiere verdadero y perfecto derccho, no s6lo de exigir el precio debido, sino de iuvortirlo seguu su voluntad. Luego si con sus economias logra. cons­tituir Ull fondo de ahorros y para a.segurado mejor lo invierte en la. compra de uu terreno, ese terreno no es, en ttltimo resulta.do, otra, cos a q uc el sa Ia rio ruismo, l!amhindo de lorma, y COllSCCU "ntcmente propieda.d suya, ni m~\s ni nH'nos 4 ue el mismo salario. Yen esto C<l balrnente consiste, como todos sabeu, la, propiedad, ya. mueble, ya iumueble ... De Ia misrna manera que .. 1 efecto siguc n Ja l!ausa, asi es justo que el fruto del trabajo sea par, el trabajador. Con raz6n, pues, la uni\·crsalidad del genero huma.no, sin coumoYerse por las opiniones contrarias de un corto nurnero, reconocc, conside­rando atenturnente la Naturalaza, l!UC "ll sua !eyes reside el pl'iruer fundamento de Ia repnrtici6n de los biene::~ y de las propiedades privadas: con raz6n la costumbro de todos los sialos ha sancionado una ~ituaci6n tau confonne a I. natura.leza. del hombre y A la vida trauquila. y repoaada de las sociedadcs. •

Colli radiccion !J absu,·do .-j "ofiama colosal di 0". ' 1:"1

no de la men ta.l idad de aq uellos sal vajes quo cree u

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50 ANSELMO LORENZO

que el mundo es una bola sostenida por un elefan­te, y no saben responder al que pregunta quien t> que sostiene al elefan tel

Los economistas, el Papa in[alible, el Espiritu Santo bablando por la boca 6 por la pluma. de los autores de la Biblia, los legisladores cristianos, los legisladores dem6cratas, todos los funcionarios de Ja justicia hist6rica, Ia rnasa total de los propieta­rios, la masa ignorante de los desberedados que cree y acata a los que mandan y usurpan el patri· monio universal y ti los que jus tift can A mandari· nes y usurpadores; todos, todos iucurren en una contradicci6n, en un absurdo gra visimo; tanto, que por el se ha desangrado la bumanida.d, se ban de · rramado torrentes de higrimas, se ha esterilizado la inteligencia de milloncs de seres humanos, se ba imposibilitado la felicidad, y lo que es peor, vivimos fuera de un centro racional y el progreso sigue vias que no conducen al ideal natural y posi­ti vo humano.

Todos esos usurpacionistas hablan dol hombre, y sobre su trabajo fundan su dcrecbo ~\ la propie· dad; pero (,DO son hombres aquellos t\ quienes el derecbo de accesi6n despoja del fruto do su tra­bajo? (,Acaso son trabajadores, crcadores, recolec· tores y conservadores de su propiedad todos los propietarios·~

Los romanos pagauos eran 16gicos: con su defi­nici6n de hombre-cosa dejaba base auticiente para que el hombre-persona pareciera propietario digno

JilL PUEBLO 51

y bonrado; pero los cristianos y los dem6cratas -y son dem6cratas para la consideraci6n legal de la propiedad todos los li berales que no aceptan al rey como sefior de vidas y haciendas-, los que ad­miten la igualdad esencial de los hombres ante Dios y las leyes, carecen de dignidad, no son bon· rados en el sentido intimo de Ia palabra, justitican el dicho cla propiedad es el robo •, viven en un amasijo social falso, que si basta a bora ha podido sostenerse por rutina, por ignorancia y por Ia fuerza, es en si tan debil ante la raz6n como infi­ma arista ante Ia fuerza del hurac.\u, y la critica cicntifica por un lado y la indignaci6u dt! los des­pojados por otra combatiendo la rutina, desva­necert\n por fin la ignorancia y con vertirAn la fuerza en debilidad, la injusticia en justicia, el mal en bien, la desgracia hist6rica en felicidad imperecedera.

Lo asombroso es que ni el Papa, ni con el todos los usurpacionistas inteli~eutes, ignoran que lo que dicen del hombre como fundam ento del de1 eho de propiedad individual no se aplica. <\ todos los hom­bres, rnienten A sabiendas y roman la. mentira como vcrda.d revclada y Ia iujusticia por manifes· taci6n concreta y prActica de Ia ciencia del dcre­cho. Bien lo sabin. Le6n .. III cuando 1, rnentaba eel haberse acumulado la riqueza en pocas mauos y haberse extendido la. pobreza. en la. multitud.-, y despues cuando exclamaba: « Lo qu cs ,.ergonzoso e inbumano es emplear A los hombres como viles

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52 ANSBILiriO LORBINZO

instrumentos de lucro y no estimarlos mas que en proporci6n del vigor de sus brazos.,.

Lo ci.erto es que el dualismo romano, noble al fin en cuanto era declarado, existe entre nosotros hip6crita y vilmente, como lo demuestra entre otras muchas cosas la defiuici6n corriente de la palabra pueblo, de que me hago cargo en otro Iugar, y el art. 356 del 06digo civil, que dice asi: eEl que per· cibe los frutos tiene la obligaci6n de abonar los gastos hechos por un tet·ceJ'O para su producci6n, recolecci6n y conservaci6n. ~~ Que es como decir: eEL propietario, holgazan 6 no, pero egoista e in­humano siempre por el medio en que vive, tiene derecho por accesi6n a desposeer al trabajador, a perci bir los frutos producto del trabn.jo de un ter­ce1·o, mediador entre el propietario y la propie· dad, a COndici6n de abonar a eSe prOdUCtOf I a ese tercero, el trabajo de producir, recolectar y con­servar.»

Uno es el hombre propietario, otto inferior es el hombre tercero jornalero; no hay unidad humana posible ante la religi6n ni ante la ley, y una men · tira es la igualdad civil y la igualdad politica de nuestra civilizaci6n.

Bien lo expres6 Pi y l'Ylargall, escri biendo: «Hoy el propietario es incondicionalmen te dueflo

de la tierra que ocupa. La goza en vida; la trans· mite a sus herederos. Puede A su albedrio enaje· narla por venta, por permuta, por donaci6n, por cualquier otro titulo. No la rige ni la ha de regir

lllL PUBIBLO 53

nunca por el ajeno interes, sino por el propio. La destina ala producci6n 6 la convierte en parque de caza; la cultiva 6 no la cultiva. Ni porque la deje ailos y ailos yerma, ni porque totalmente la ol vide, ni porque se hay a desde:fiado de conocerla, pierde n unca el derecho de cerrarla a sus semejan­tes. La pierde por prescripci6u, mas s6lo tolerando ajenas intrusiones.

»(,Se decide a cultivarla? Busca, si es algo ex­tensa, braceros que se la abooen, se la aren, se la siembren, se la escarden, le sieguen y le agavillen el trigo, le trillen en la era las parvas, le planten y le poden los arboles, le rieguen la huerta, le cuiden el ganado, le recojau y amontonen el heno y practiq uen las de mas labores que la agricultura exige. Retira en recompensa de la. direcci6n de los trabajos todo el fruto, y paga a sus gailanes con salarios que apenas lea permiten mal vi vir en mise­roe tugurios.

,. Aqui, cuando menos, ha de pensar en su fine a y correr el riesgo de las malas cosechas. Si aun esto quiere evitar, la cede en arrendamiento. Sin cuidados de ningun genero cobra ento.nces la mejor parte de los frutos en una renta que no disminuyen ni las sequias, ni el grauizo, ni la laugosta., ni el oidium. No tiene ya la tierra en su mano, y con todo la posee como dueilo; vencido el termiuo del contrato 6 el de la ley, puede lanzar al colono que mAs se la fecunde con el sudor de su rostro y el de sus hijos. Su colono, trabajando, no gana nunca

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ANSI!ILMO LORI!INZO

poder a lguno sobre la tierra, y el, sin trabajar, conserva el que adquiri6 por su titulo.

•Gracias a este regimen, el del dominio, la tie­rra, que deberia haber sido para todos los hombres fuente de libertad y de vida, ha venido A ser para los mas origen de pobreza y servidumbre. l Cabe en lo humano que se deje tan en absoluto a merced de unos pocos lo que para todos es necesario?•

A mi hermano el t1'abajador. -Conque trabaja­dor, compailero mio, hermano mio vuelve a leer I I

medita, determina racionalmente tu voluutad, y manda en hora mala al que en nombre de una jus­ticia infinita te diga que siempre ha de haber pobres en el mundo, al que en nombre de la patria te usur­pa tu participaci6n legitima en el patrimonio nacio ­nal y universal y al que en nombre de la republica te reduce a Ia condici6n eterna de accesionero y su(1·agista , 6 sea de creador de riq ueza para e l amo Y de votante para el ciudadano propietario .

Entre trabajadores que van a anula r la acce­si6n esta tu lugar .

AvergUenzate de ocupar otro. Y si no, confiesate esquirol impenitente, siervo

por atavisroo invencible, enemigo de ti mismo, de tus hijos, de tus hermanos; besa la mano del pri vi ­legiado que te da pan y derecho democratico de li.mosna, y sufre el desprecio merecido al que, s1endo victima, se complace en ser c6mplice de sus mismos tiranos y explotadores.

IV

El trabajo envilecido y maldito

La maldici6n biblica.-EI hombre superior.-Error persisten­te .-La. domesticaci6n del fuego.-Sociedadet1 complejas.­Mio, tu.) o.) suyo; maodar y obedecer.-La esclavitud trans­formada. en ~tln idumbre.-Los payeses de r~mensa.-Resu­men hist6rico de Ia propiedad territoriai.-Sofi::~ma propie­tario.

La maldicion blblica .- La tradici6n religiosa presenta cl tr<tba.jo como castigo irupucito c.\. Ia des­obedienda, como condigna peua <'t un acto de re­beldia; en camb10 ensalza Ia ociosidad ru istica como una. vi rtud.

c Y a.l hombre dijo: Por cuanto obcdeciste A la voz de tu mujer , y comiste del Ar bol de que te ma ndc diciendo: No corueras de cl , ruald ita sera la tierra por umor de ti; con dolor comer<\~ de ella todos los dias de tu vida.;

• Espinas y cardos te producirA, y comen\s hierba del campo ;

•Con el sudor de tu rostro comeras el pan basta 4ue vuelvas ala tierra ...

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56 ANSELKO LORENZO

»Ech6, pues, fuera al hombre ... » (Genesis, III , 13 a 24.)

c.Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolies, y vuestro Padre ce­lestial las alimenta ...

» Reparad los lirios del campo c6mo crecen; no trabajan, ni hilan;

»Mas os digo que ni aun Salom6n con toda su gloria fue vestido asi como uno de ellos .• (Mateo, VII, 26 a 29.)

Con ese concepto de la sabiduria y de la justi­cia infinitas aplicado al fundamento de la vida social, lque habian de hacer los mandarines y le­gisladores?

El homb1·e superio1·.-El que se tiene por supe­rior, claro es que ba de considerar la ociosidad como un bien que le corresponde de derecho, y la desobediencia del inferior como un crimen, por el cual el culpable ba de penar y trabajar por su inferioridad permanente, para la elevaci6n cons­tante e inalterable del superior.

Ese interesado error de los privilegiados se condens6 en un mito, se coloc6 en el supuesto ge­nesi~ del mundo, form6 parte de un dogma, se le cons1der6 de revelaci6n divina y se le rindi6 culto.

E r1'o1· persistente.-Y el error persiste con t re· mendo arraigo: siendo pat ente que los recursos

EL PUEBLO 57

vitales que tenemos al alcance de nuestras manoet a6lo son adaptables a nuestras necesidades por el trabajo; que el trabajo r otur6 los eriales, desec6 y sane6 los campos, encauz6 los rios, mitig6 los eli­mas, domestic6 los animales, escogi6 y perfeccion& las semillas y con su cultivo asegur6 la existencia y la multiplicaci6n de la especie bumana; que mer~ ced a esas primeras ventajas creadas por la agri­cultura se fund6 la sociedad, y con ella la indus~

tria, la ciencia, el arte, y fue posible el cambio, y con el la solidaridad humana, el becho es que el trabajo, al que todos somos deudores de la vida, continua bajo el peso de la maldici6n biblica y del vilipendio de los poderosos, y el trabajador es toda via oprirnido y despreciado en el mundo, y unicamente el propietario, el usurpador de la ri· queza natural y social, goza de la vida, tanto como lile lo permiten la amplitnd de su conciencia y las anagazas que le tienden los usurpadores aspiran­tes, los arrivistas, los que aspiran a ejercer la usurpaci6n contra los mismos usurpadores.

A este prop6sito, el doctor Gine y Partag;;\s re­lilume en brevisimo cuadro la situaci6n en los si­guientes terminos, que reproduzco a titu lo de tes­timonio imparcial: eEl trabajo ha establecido la propiedad; esta ba ocasionado la guerra; de la guerra se originaron las antiguas categorias socia.­les de amos y esclavos, de productores y coneumi­dores. En nuestros dias no existe la esclavitud sos­tenida por la fuerza; per o a un hay una presi6n de

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68 ANtll!ILMO LORRNZO

arriba, que pugna fuertemente con una presi6n de a.ba.jo: es la lucha entre el capital y el trabajo. No ha habido mAs que un cambio de dinastias metAli­eas: el oro ha reemplazado al hierro. No hay ca­denas para el trabajador, pero en cambio vive A merced del poseedor del capital acumulado.,

Definese la industria en general como el arte de utilizar y aun de violentar la naturaleza exte­rior. Entre las invenciones y descubrimientos de las epocas primitivas de la humauidad la in ven-

1

ei6n del fuego fu6 capitalisirna.. El asombro, la admiraci6n y la alegria que suscit6 entre los hom· bres esa invenci6n se atestigua por las numerosas religiones pirolAtricas que han existido y aun existen.

La domesticacion del fuego.-En efecto, lo que puede llamarse la domesticaci6n dt>l fuego fuc para el genero humano uu acontecimieuto du uu alcance incalculable: sin el fuego no ha bria cociua posi ble; las industrias principales serian iuabordables; el hombre se hubiera estacionado en el principio de su evoluci6n; la luz artificial no prolonaaria sus dias, ni se hubieran fortificado los iustin~os socia.­les al mismo tiempo que se desarrollaba la inteli­geucia.

Convirtiendo el ingenio en fuerza, supli6 el hombre su debilidad fisica con los iustrumentos y las armas, Y asi vemos que una de las clasificacio­nes prehist6ricas se denomina edad de piedra, por-

RL PUEBLO

que durante una larga eerie de siglos el hombre con la piedra cortaba, perforaba, he ria. y gol peaba. al alcance de la. mano y aun A distancia.

Duefio del fuego y armado, podia el hombre ir viviendo, habia realizado un gran progreso y con el otros progresos correlati vos generadores de otros cada vez mAs importantes: sabia vestirse, tenia una vivienda y en ella podia almacenar provisio­nes, dar Jibre curso al amory crear una familia.

Sociedades complejas.-Llegado A este punto, qued6 capacitado para fundar sociedades comple· jas; pero considerando los progresos humanos en lo que realmente tienen de progresi vos y sucesi vos, no ha de ol vidarse que desde el primer momeuto en que un hombre, el primero que discurri6 y prac· tic6 el primer deecubrimien to de caracter social por el hecho de haber sido utiliza.do por otros hombres, continuandole 6 haciendole servir como aenerador de otros descubriwientos de aplicaci6u 0

tambi6n generalizada, quedaron agrupaciouee hu-manas rezagadas, hasta el punto de poder decir que Las hay que vi ven toda via en el periodo pre· hist6rico, que no couocen au11 cl fuego, 6 si le han visto, ha sido presenta.do por civiliza.doa conquis· tad ores.

lla de obeervarse, adenu\s, como dice Reclus, que hay casos en que el ciclo de la his to ria co­mienza de nuevo: con el triunfo de los bArba.ros, por ejemplo, casi todas las conquistas de la cultura

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60 ANSELMO LORIONZO

antigua estaban perdidas y la r econstituci6n de este haber s6lo era posible por el traba jo de los sig los; parecia que la huma oida d hubiera re rnon­tado hacia sus origenes ; pero a su segunda partida el rnundo europeo poseia, junto con a lg unos r es tos del tesoro literario y cientifico de griegos y roma­nos, la venta ja de conser var cierto seutimiento de la unidad humana : su horizonte o-eog ra fi co era mas amplio que el de la gra n multit~d a o6nima de los antiguos ci vilizados.

. ~a agricultura, mas que la caza y la pesca pri ­mttt vas , coustituia una coudici6n de se<T uridad de subsistencia, y sobre ella, y ta mbien ; a ra aten ­derl_a, bubo de aumentarse la previsi6n y la obser­vact6n, Y con ella vino el conocimie nto. Una de ius consecuencias bubo de ser conocer por prime­ra vez, si 00 1~ a~undancia, la excedencia , lo que seg uramente msptraria la idea de cambio entre a?rupaciones que por vecindad 6 por fac ilidad de Vla~ de comunicaci6n se hallaban en contac to, y aqul entra uu nuevo elemeuto de actividad lana­vegaci6n en los rios entre ambas orillas y a io largo de las_ mismas, Yen el mar en una misma costa 6 entre tslas pr6ximas.

_El descubrimiento Y utilizaci6n de los metales sena un nuevo impulso de ese movimiento bacia la r ·6 ? er_ ecC1 n, Y aunque contenido en practicas casl rttuales para evitar au olvido contribuy6 pod;rosamente al constaote avance p;ogresivo.

ues todos esos progresos, resumen de las acti-

EL PUI!lBLO 6t

vidades vulgares, auoque aparezcan como obra sio­t etica del geuio, simbolizados en Prometeo, enca­denado por orden di vina c.\ una roca y devor ado por un ave de rapina , sou malditos en s us produc ­tores, pero ofrecidos como tributo y homenaje, son complacientemente disfrutados por los priyiJegia­dos.

.Alio, tuyo !J suyo; mandc11· .11 obedeceJ'.-fi~ l dua­lismo roroauo, producto d las tdeas de superiori­dad ) de inl'crioridad, no dire hijo uc la maldici6n biblic.a, sino de su bermana Ia sobcrb~ de los con quistadores J de los domina.dores de todas las epo ­cas y de todas l:1s razas, que antes era una conse­cuencia y hoy cs una supen·i \·en cia, tienc tam bien s u explicaci6n rac.ional: el hombre-peJ'80Tza y el hombre-cosa son una derh·aci6u de l antagonismo resultante de Ia distincion entre lo fli.IJO y lo mlo y de las acciones mandcn· y obedecer, que fo rzosa­mente tienen por sujeto <'I superior y el inferior, e l poseedor y el despojado, el ilust re y el ma ldtto.

Es probable que los hombres prehist6ricos que v ivian en el clan pr imi tiYo de Ia rraternida.d comu­nista se dispersara o por Ia acci6n de difcrentcs causas, y Ia prevision y Ia desconfianza, pri mer as ma nifestaciones de l egotsmo, les inspira ra el deseo de a propia rse cosas que asegurara n au subsis te ncia., y de a bi surgiera la idea exclusiva de lo mio, sin otro respeto ni mAs consideraci6o A lo tuyo y a lo suyo que la ambici6n propietaria, La incorporaci6n

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62 ANSELMO LOReNZO

A_Io que he hecbo botin mio por la g uerra y ganan . Cia mia por la astucia, legalizada 6 santificada. Asi sentida, comprendida y practicada la propie· dad desde su origen basta el presente, tenemos que ella es a la vez causa y consecuencia de I a ene­mistad de los hombres, del antagouismo que carco­me la solidaridad social y basta de esa enormidad Hamada lapaz armada que en nuestros dias arruina las naciones sometidas al error de n uestros esta. dist~s, especie de matonismo y de guapeza inter­naciOnal que constituye una de tantas vergUenzas que desbonran a la burguesia dominante, como re · presentante Y sucesora de las clases tiranicas del pasado, contr~ lo cual protesta el proletariado, que da forma y VIda al autimilitarismo, y por ello se eleva a grande altura progresiva y salvadora. . La his tori a con firma plenamen te las afirma­

ctones antes expuestas, aunque adoptando ciertas for~as :xteri~res que bajo el aspecto de mejoras proorestvas 6 mtroducidas por el progreso no alte­raban. en lo mAs minima lo fundamcn tal. Asi he mos vtsto la esclavitud romana, considerada por mucbos autores como un bien, establecida con el pretexto filantr6pico de salvar la vida a los prisio­neros_ de guerra, y en realidad para dar vida a la accest6n la cual v· · . ' 1ve mvanable y firme despues de haber renacido un comunismo pasajero en las ag~~as cristianas Y haberse practicado la igualdad polltiCa en los comicios revolucionarios.

BIL PU~BLO 63

La esclavitud trans(o1·mada en servidumbr~.­Los godos, al llegar a las Galias y a Iberia, halla .. ron establecida Ia esclavitud y Ia aceptaron modi­ficAndola . La esclavitud pas6 a ser servidumbre y los hombres se distinguieron en senores y siervoe.

La di~tinci6n esencial entr e los hombres, el hombre· persona y el hombre· cosa, se impuso y qued6 eubsistente, adaptada a las nuevas condi­ciones sociales aportadas por aquellos b<\rbaros, que alla en el Norte, su pais de origen, id6latras y paganos, tenian sentimientos igualitarios, y no apropiandose indi vidualmente I a tierra, rlejaban pacer libremente sus ganados por territorios sin lin­deros, y los abandonaban con sus familiae para establecerse temporalmente en otros.

El cristianismo y Ia conquista triunfante lee hizo propietarios y tiranos: acataron la maldici6n del trabajo y se repartieron las tierras, y cada in­dividuo aceptaba su lote en el reparto como una recompensa debida {t au valor , en cuya posesi6n entraba como senor y hombre libre, la disfrutaba por toda Ia vida y Ia legaba A sus hijos: entonces recibi6, pues, forma constante y duradera Ia pro­piedad territorial, convirtiendose en alodial, es decir, de libre y absoluto dominio; pero como estos nuevas propietarios no podian cultivarlas por inca­pacidad tecnica y por sus aficiones guerreras, sur· gi6 el feudalismo, que conserv6 el derecho del pro­pietario y di6 forwa adecuada y apropiada a las circunstancias, Ala explotaci6n del trabajador, al

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siervo del terrufio, castigando al vencido con la pena y la deshonra del traba.jo.

Los payeses de ?'emensa.-Es curiosa el caso de castigo por el traba.jo y por la servid um bre que se halla en la historia de Cataluiia, dondc existieron los payeses de 1·emensa, clase infellz que vi via en la mas dura opresi6n, debido, segun la tradici6n, a que en la epoca de la reconquista varios catalanes que habian aceptado la dominaci6n sarracena, temerosos de Ia venganza de los domiuaJores, se negaroo a. auxiJiar a SUS Campa triotclS que, por menos sufndos, mas esforzados 6 teuiendo menos que perder, se lanzaron ala lucha contra. los moras. Triunfantes los godos y los rrancos, dejaron A

aquellos campesinos en la misma aervidumbre en que hahian estado antes, y sus descendicntes su­frieron durante mucbo tiempo Ia cui pa. utribuida a sus ascendientes. Asi se explica el oril)'en de Ia servidum?re de los de remensa, y aunq:e varios autores megan esa explicaci6n no se comprende sin ella c6mo pudo prolongars~ por tanto tiempo a~ue l estado entre las libres y populares institu­Cl?nes catalanas, lo mismo que el odio con que eran muados aquell · f 1· os In e tees. Su servidumbre consis-tia en los llamados cmalos usos 1 d .

b •, y se es eoomi-

na a: remensa l'~e1·sonal · . . J , cugucta ~orquta arc~a y

firma de espolio (o1·zada. Por ellos' el siervo ~o podia abandonar el t 't · . ern ono del senor sin previo rescale m d' d ' po Ia ven er lo que poseyera; el senor tenia de-

EL PUEBLO 65

Techo a hcredar la tercera parte y aun la mitad de los bienes del siervo; percibia la mitad de Ia dote 6 bienes de la sierva adultera, 6 la totalidad si el marido era convicto de consentimiento en el adul­terio; heredaba tambien al siervo sin herederos legitimos, pr6ximos y directos; podia obligar ala sierva A ser nodriza de sus bijos, y por ultirno se atribuia el derecho de gozar de Ia virginidad de las esposas siervas.

Estas huruillantes y opresivaspracticas, usadas en aquella epoca co11 mas 6 menos rigor ) con variedades que no alteraban su eseneialidad en toda Europa., tuvo sus naturales oscilacioues, pero siernpre rovisti6 cl caracter de desbonra del trabajo impuesta al trabajador.

Resumen hist61·ico de la propiedad fetTitoJ·ial.­«Durante los primitivos tiempos-dice La\eleye­el elemen to social predominaba en la propiedad territorial. La tierra era uo dominio com(m que pertenecia ala tribu; y de la que loa individuos no poseian mus que el goce temporal. En Grecia, una gran parte del territorio pertenecia al Estado, y el resto permanecia en relativa depeodencia del mis­mo. En Roma se estableci6 el dominio quiritario, 6 sea el derecho absoluto de los quirites 6 caballeros sabre sus propiedades territoriales. En la Edad Media, en el sistema feudal, la prop\edad era una remuneraci6n por ciertos servicios prestados. El feudo no era mas que el pago de un servicio. En

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principio no rue bereditario; el soberano lo confe­ria durante Ia vida, y el que lo goza.ba debia, en cambio, ser guerrero, mantener el orden y admi nistrar justicia. La propiedad indivisible del mayo­raz~o tiene tambien un carc'l.cter social muy pro­nunciado: el individuo que la posee no disfruta mas que del goce pasajero de la misma; no puede dispon er de ella, porque esta destinada a conservar la. familia que, con sus recuerdos, su gra.ndeza y sus deberes bereditarios, se le considera como el elernento constitutivo de Ia naci6n. En esas condi­ciones irnpuestas al mayorazgo y en otras anAlogas se funda Ia instituci6n y la conservaci6n del he)·eu en el derecbo catalan, que los jurisconsultos cata· lanistas ensalzan sobre el derecbo general cspai1ol, que aboli6 los mayorazgos por inspiraci6n r evo­lucionaria, ya que en esto irnit6 A la Asamblea Constituyente francesa. Hoy la propiedad ha sido despojada de todo caracter social: completamente distinta de lo que fue en su origen, no tiene ya nada de cornun. Privilegio sin obligaciones, sin trabas ni reservas, la propiedad parece que no tiene otro objeto que asegurar el bienestar del in· dividuo poseedor; asi se la concibe, asi se Ia define. Movilizada por Ia transmisi6u, pasa de uuas manoa a otras favorecida por la accesi6n con los frutos que produce 6 se le hace producir y los animates que sustenta y cria. Por ir demasiado lcjos en esta tendencia se han conmovido las bases de Ia Socie· dad, pero en lo porvenir sedan\ m~\s ancho campo

EL PUEBLO 67

al elemento colectivo. •Se hade llegar-dice Fich­te-a una organizaci6n social de la provincia en que esta. pierda su caracter excesivamente privado para llegar A ser una instituc i6n pt'tblica. Hasta ahora el principal deber del Estado ha consistido en garantir al propietario el pacifico goce de su posesi6n; en Jo succsivo, la Sociedad pondra A cada uno en posesi6n de la propiedad a que su capacid<.Ld y necesidades le den derecho ... ~

Sofisma propietario. - Loa autores que quieren demostrar la necesidad de la propiedad se apoyan inconscientemente en razonamientos que demues­tran absolutamente lo contrario de su prop6sito, A saber: que para ser legitirna habria de estar orga­nizada como entre los pueblos primi ti vos, es decir, de ruanera que estuviera garantida A todos como un derecho natural e intransmisi ble. Portal is, tra· tando de la propiedad en su exposici6n de ruotivos en apoyo del C6digo civil, dice: eEl hombre no puede vi vir mas que de su tra bajo; para trabajar ha do poder apropiarae una pa.rto del suelo, a fin de que pueda disponer de ella A su gusto; lucgo la. propiedad ea necesaria ... Bastia.t establece las mis­mas premisas que Portalis, sin ver wcjor sus con­secuencias, infiuido quiz~\s por ul ataviamo de la. divisi6n indestructible de la humanidad en claaes pri vilegiadas y clases desheredada.s, puesto que dice: •El hombre nace propietario, porque nace con neceaidades cuya satiafacci6n es iudispensablo

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a. la vida, con 6rganos y facultades cuyo ejercicio es indispensable a la satisfacci6n de la necesidad. •

Pero estos autores, como ya hice notar respecto del resumen de las teorias propietarias de los eco­nomistas y con una cita de la enciclica Rerum nova 'rum, cuando dicen eel hombre• no quieren signifi· car ctodos los hombres»; establecen una diferencia entre propietarios y no propietarios, y consciente 6 inconscientemente, dividen la humanidad en dos partes enemigas irreconciliables. Porque si el hom· bre nace propietario, hombres son tambien esos millones de trabajadores que carecen de lo necesa­rio para vivir, y por tanto, su argumento, lejos de ser individualista, es perfectamente comunista. Resulta patente que el pri vilegio les ofusca y son incapaces para comprender el progreso, porque no pueden aceptar la igualdad esencial de todos los individuos que constituyen la humanidad.

Vemos, pues, que una especie de con venci6n utilitaria y exclusivista se tom6 como fundamento de derecho. El fuerte, y sino el fuerte en el ver­dadero sentido de la palabra, el poderoso por su posici6n abusi va, imponia su voluntad con mAs 6 menos ceremonia, pero en el fondo con evidente injusticia y repugnante violencia, ya que ante las f6rmulas cla bolsa 6 la vida· del foragido, el cctim­plase• del rey absoluto y cla sanci6n• dada al acuerdo de una asamblea por un rey constitucio· nal 6 un presidente republicano, siempre se halla la inmanencia del derecho de los individuos ante

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una fuerza mayor que le obliga a obedecer, A des­pojarse de lo suyo, A poner la propia perso_na A la merced del imperante y a acatar el despoJo como expresi6n de la justicia. .

Lo cierto es, en resumen, que siendo la necesi­dad anterior a la idea de unidad de nuestra espe­cie· visto que los elementos naturales no eran utili­zables sin previa y penosa preparaci6n, la rebeldia del egoismo contra la justicia imagin6 el dualis­mo, que si en asuntos cientificos es fuen te inne­o-able de errores, en sociologia es causante de toda fniquidad: Dios y el hombre, superior e inferi~r, vida de holganza, goce y honor, y vida de trabaJo, dolor y deshonra.

lNo lo ves, trabajador? Tus explotadores y tira­nos sobre su cualidad de hombres se atribuyen ' . titulos y dignidades y te usurpan la parte de nque-za natural y social que te corresponde en el patri­monio universal, y tu, rebajado de tu cualidad de hombre al ni vel de la bestia de carga, vives con­denado a un trabajo maldito y vil.

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v

Bl derecho

El derecbo aegun el criterio individual y el colectivo.-Con­tradicciones y absurdos. -Sociedad y Estado. - La Sociedad crea la libertad.

El derecho segun el c1·iterio individual!/ el colec­tivo.-Para regular las relaciones de los hombres dandoles un fundamento de derecho y una finalidad social, adrnitense generalmente dos teorias: la que parte de Ia existencia del individuo y la que se funda en la naturaleza humana. Por la primera se entiende que el derecho, derivado de las costum· bres, definido por el legislador y consignado en las !eyes, sirve de norma A los gobernautes, A los oficia­les de la justicia y A los indi viduos; por la segunda el derecho hurnano es ingenito en el hombre, ilirui­tado y absoluto, se halla en concordancia con las leyes naturales y es anterior y superior a toda ley escrita 6 consuetudinaria. En un caso el hombre resulta hechura del hombre, moldeado por el Pro­custo dogma.tico y autoritario; en el otro el hombre es el Adan, no mitico, sino fisiol6aico considerado

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como tipo perrecto y padre de la especie humana.

JilL PUJIIBLO 71

Las cousecuencias de una y otra teo ria, que en la sencillez de su enunciaci6n casi se confunden, son diametralmente o.puestas.

Afirrnando el derecho con r elaci6n al individuo, como dependi ente del Estado que le define y esta­blece, y de la Sociedad, que le practica, resulta .que siendo la parte inferior al todo, el individuo se balta supeditado ft Ia colectividad. Por eso de­clan los romanos, y despues de ellos todos los tira­nos: Ia sa I ud del pueblo, 6 de la patna, 6 do la mouarquia.., 6 de Ia republica, segun los casos, es la ley sup rema.

En concepto do antiguos jurisconsultos, el de­recbo ci vii cs el que cada pueblo establece para ISU

gobicrno ) es propio de cada naci6n. El dcrecho romano se llama tambien por excolencia dcrecbo civil, <tsi como Homa se llaru6 tambien Ia cittdad. Establcc('SC cse dcr<>cho seg(tn lo exigeu las ctr · cunstandas y los intPrcses peeuliares de ead.L Es­tado, y por csta causa el derecho no es lllllCO ui uni versa!.

Para los que asi juzgan, el derecho es Ia ley. Como tal le), se halla bajo el poder de la jurispru­den<.;ia, Ia que se d~fine como la cienda pri'Ldica de interpretar y aplicar Lien las leyes ~\ touos los - . casos quo ocurran. ~u interpretac1611, o p •rlenecc allegiglador, y entouces se llama autcnti ca , 6 al juez, y en este caso se dice usual, 6 ;\. los juriscon­sultos, y so dcnomina doctrinal. Respecto ue au aplicaci6n, se cousidera que un jurisconsulto ba

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de hallarse adornado de estas tres cua lidades: saber las leyes, interpretarlas debidarnente y apli­carlas con justicia; pero la practica ha dernostrado la existencia de los siguien tes casos: bay leguleyos que sa ben las !eyes y no las in terpretan ni las aplican; jurisperitos, que las interpretan aunque ignoran su aplicaci6n; jurisconsultos, que reunen l as tres cualidades requeridas, y rabulas, que las aplican temerariarnente, ocasionando los dafios consiguientes.

Para los espalioles, el derecbo y la ley, sin6ui­rnos en el concepto de los autoritarios como hemos

' visto, r ige desde que en forma de mandato legal se p ublica eo la Gaceta. La ignorancia de las leyes no excusa su cumplimiento, y las leyes s6lo se de · rog·an por otras leyes posteriores.

He ahi el hombre aprisionado en el sistema protector.

Fundando el derecho en el adanisruo resnlta . ' 1nmanente y consubsta ncial con nuestro ser y existe por igual eo todos los individ uos sin ex­cepci6n.

Pi Y Margall ha escrito en su li bro L a reaccion y la 'revolucion:

cTodo derecho na tural, s6lo por serlo reune Jas condiciones de absoluto, universa l, inen'ajenable e imprescriptible. Cualquiera limitaci6n a rbitraria, cualquier atentado contra el merecen la califica· ci6n de crimen. Mi derecho e~ igual al de todos rnis semejantes: c,quien, pues, podra nunca decir, sin.

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violar la ley eterna, se sujetara <'1. estas reglas? Hay una sola regla para rni derecho, y es la igual· dad del derecho rnisrno. c,Deseo, en virtud de rni derecho, algo que hay a de ofender el de un tercero? Mi deseo es ilegitimo, y como tal, irrealiza ble. c,Le cumplo , sin em bar go? La Sociedad, establecida para hacer respetar el derecho de todos, esta en el deber de obligarme a respetarle. Mas que, tomand(} este deber por pretexto, no venga nunca la Socie­dad y diga: cTienes el derecho, pcto no puedes ejercerlo mientras no hayas cultivado tu entendi­miento 6 me pagues un tributo•, porque me creere entonces con la facultad de contestarle: cc,Quien eres tu para irnpedir el uso de mis derechos de hombre? Sociedad perfida y tiranica, te he creado para que los defiendas y no para que Joe coartes; ve y vue! ve a los abismos de tu origen, <i los abis­mos de Ia nada • c,Podra con mas raz6n Ia "'ociedad permitirme que ejerza el derecho, pero con sujeci6n a !eyes? cl\li derecbo-le podre contestar tambien­es superior a tus mandatos; tus leyes, pretendiendo aal varlo, le coercen y le matan. No tiene mas que una ley mi derecho, y esta ley no necesito que la escribas, porque esta gra bada en mi coraz6n y en el coraz6n de todos. El derecho de los demc\s, si por un lado limita el mfo, por otro le eosancha Y fortalece; tus leyes servirian exclusi vamente para limitarle. Tu, tu eres aun poder, y todo poder opri· me; yo soy hombre, y no he nacido para ser tu esclavo.•

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He ahf el hombre en su pretendida libertad na­tural.

Partiendo del individuo artificial definido por las leyes, pudieron los romanos considerar a los hombres como libres 6 siervos: los hombres libres eran ciudadanos que gozaban de los derecbos par­ticulares de libertad, de connubio de contrato de

' ' testamentiCacci6n, de patria potestad, de familia, de propiedad, de usucapi6n 6 dominio de una cosa por el uso y por Ia prescripci6n, de tutela y de los derechos publicos de ser inscritos en el li bro del censor, de servir en los ejercitos, de pagar tributos, de votar en las asambleas 6 juntas populares, de obtener los cargos publicos del Estado y los del rito 6 ceremonias del culto religioso. Los siervos, si eran hombres y tambien personas con respecto al estado natural, nolo eran para las leyes, que les consideraban como nulos y muertos, por uo gozar del estado de libertad, de ciudad ni de familia, toda vez que la servidumbre era. uua instituci6n por la que una persona se sujetaba contra la natu­raleza al dominio ajeno.

Partiendo del individuo natural, opuesto al con­cepto juridico del mismo en todas las nacion es, el hombre es soberano; las castas las clases las je· . , ' rarqUlas, productos de la ignorancia. y de la ini-quidad,_ no tienen fundamento racioual, porque como dtce Pi y Margall: o:Mi volun tad es in coerci­ble, Ia noci6n de mi deber irreformable a no ser . , por mt propia inteligencia. En vano se me ensefia

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una legislaci6n dictada por Dios, adoptada por cien naciones, sancionada por los siglos: mi ley moral la juzga y pronuncia sobre ella su inapelable fallo. Si la cree injusta, Ia con dena irremisiblemente. •

Como se ve, el antagonismo de las dos teorias no puede ser mayor: de un lado, si se puede admi­tir rectitud de intenci6n en un legislador y en un jurisconsulto, aunque con las consiguientes limita­ciones que ante el arnpllsirno concepto de verdad y de justicia resulta siernpre la inteligencia de un hombre, se halla el error erigido en mandato y Ia &rbitrariedad autoritaria en regla de obediencia, basta tal pun to, que en la antiguedad romana, aun­que los magistrados no fuesen legisladores, poco a poco se abrogaron la facultad de ayudar, suplir y corregir el derecho bajo pretexto de utilidad pu­blica, y en nuestros dias, ptescindiendo de los de­sastrosos efectos del cohecbo, para no citar tm\s que el lado bueno del asunto, tenemos los buenos jueces modernos que sentencian por autoridad pro· pia y con intenci6n reparadora y justiciera. contra el espiritu y la letra de la ley.

En el lado opuesto esta la idea del hombre y la. concepci6u de la Sociedad como surua. de uuidades constitutivas de la Sociedad, que Pi y l\Iargall ex­pres6 con estas palabras: cLa constituci6u de una Sociedad de seres inteligentes, y por lo misrno sobe · ranos, ha de estar forzosarnente basada sobre el consentimiento expreso, determinado y perma­nente de cada uno de sus indi vi duos. Este cousen -

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timiento debe ser personal, porque s6lo asi es con· sentimiento; ha de r ecaer de un modo exclusiv<> sobre las relaciones socia les, hijas de la conser­vaci6n de nuestra personali dad y del cambio de productos, por que implica que r ecaiga sobre lo absolu to; ha de es ta r constan tcmente abierto a roo· dificaciones y r eformas, porque nuestr a ley es el progreso . Busco si es verdad esta aserci6n, y en­cuentro que sin este consentimiento la Socieda d es toda fuer za, porque el derecho esta en mi, y nadie sino yo puede traducir en ley mi derecho. La So­cieda d, concluyo, por lo tanto, 6 no es ::>ociedad, 6 silo es, lo es en virtud de mi consentimiento. •

Contradicciones y absurdos.-V ease a bora que contradicciones y que absurdos resultan de la adop­ci6n rutinaria y atavica de un principio falso, mez­clado con las aspiraciones mas 6 menos racionales de justificaci6n inspiradas por la necesidad y por las aspiraciones progresivas. En las sociedades antiguas, antecesoras de la moderna ciertos indi-

' viduos se rodearon de cuantas ventajas pudieron a costa de otros iudividuos, originando para unos y otros situaciones muy distintas· sobre ellas sancio·

' ' nandolas, se impuso la ley, y aquella aerie de in· justicias se denomin6 derecho, palabra altisonante ala que se atribuyen los prestigios de la justicia y la inalterabilidad de la ciencia. Pues en nuestros dias, a pesar de los adelantos del progreso y de las protestas revolucionarias, subsisten aq uellas mis-

ElL PUEBLO 77

mas injusticias con variaciones accesorias que no alteran su esencia lidad, impuestas segun las epo­(!as; y asi, mientr as se expo nen ideales emanci pa­dores e igualitarios que sue len ser acogidos con ~onrisa esceptica y se relegan a Ull ponreuir iude­finido y remoto, si no son rechazados por ut6picos, t:micamente porque no encajan en nuestra Soci~dad, tenemos vigente el rancio y trasnochado concepto de Ia propiedad de ta l modo arraigallo y fuerte, que todos los adelautos tilos6ficos y sol'iol6gico" re ­sultau para el dia letra muerta, porque o sc esteri· lizan con falsedades y sofismas de interpret<tci6n 6 producen rnodificaciones apareu tes.

Por ejemplo, para presentar uu caso concreto q ue i rnpresione al lector y Je determine<\. juzga.r por si mismo: se han abolido la esc Ia vitud Y Ia servidumbre; tras una revoluci6n gntndiosa que derrumb6 el antiguo regimen y ele\ 0 el derecho del pueblo sobre el extinguido y caduco d •recho divi· no se [ormul6 una Constitucion precedida de una

1

declara.ci6n de derechos, cuyct primera clAnsula establece: cTodos los hombres uaccu li bn'S e igua­les en derechos; el objeto de toda asociaci6n poli­tica es la conser vaci6n de los derecllos natural~s e imprescriptibles del hom bre•, puo r igc en n ues­t ros dias en todo el mundo el llamado derecho de accesi6n, por el cua l e l propieta rio , continuando la antigua categoria de los amos, despoja al tra baja· dor, ayer esclavo 6 siervo y hoy jorn a lero, del fruto de su trabajo

1 y taL gravedad encierra ese

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pero, que el pauperismo alcanza en el dia cifras enormes y sigue en proporci6n ascend en te en todas las naciones, siendo las mas ricas y esplendentes las mas castigadas por tan terrible pJao-a yen F . o ,

rancta, en esa misma Francia democrAtica que es academia universal para las ideas y lila donde continuamente lucban lo preterito y to futuro se ~a po~ido decir en la Sociedad de economia p

1

oli· tiCa, sm que se conrnueva la republica ni en un . ' 1mpulso de ira popular se borre como grosero in-sulto Y sangrienta burla la trilogia republicana que ostentan sus edificios publicos: cA.. Francia lc sobran ~inco 6 seis rnillones de trabajadores• , que es lo mtsmo que declarar sin rodeos que en esa r epublica, lo misrno que en todo el mundo civili­zado -monarquias autocrAticas 6 constitucionales 6 republicas federates 6 unitarias~, el uuico ciu: dada~o es el burgues inscrito en el Registro de Ia Proptedad, que en nuestros dias representa aquel censo lustral en que los censores romauos inscri­bian cada cinco ailos los nombres de sus ciudada nos, de sus mujeres, de sus hijos, la extcusi6n de sus campos, el numero de sus sien·os y los haberes que cada cual poseia, para imponer la. contribu ci6n; mientras que los otros, los no propietarios, los .reducidos a vi vir de un jornal, si nose les ne­cestta para que por accesi6n den al amo frutos naturales frutos · d t · 1 . ' 111 us rta es y frutos civiles, no ttenen derecbo A vivir. El hecho positivo v brutal es este· se pa 1· • · ra tzan los negocios, y portal motivo

EL PUtr.BLO 79

el burgues, el verdadero ciudadano, pierde 6 no gana, 6 gana poco; los alrnacenes estan llenos, no bay pedidos; 6 bien se ha descubierto una maqui­na que sirnplifica el trabajo; pues los trabajadores sobran; para rnuchos no hay jornal: pi Ia calle, a Ia rniseria., a la emigraci6n, a Ia mucrte; son un estorbo y un peligro; sus manifestacioncs en de­ruanda de pan 6 trabajo constituyen una altera.ci6n del orden publico que ha de ser reprimida ~\ tiros!

El hombl'e pl'oducto social. -Hay otra teoria expuesta por Bakounine en su opusculo Dio . ., y el Estado, incluido en Ia recopilaci6n de sus obras hecha por James Guillaume, y 4UC presenta a aqucl insigne revolucionario bajo un aspccto muy diferente del concepto que de e l han hecho conce­bir ciertos escri to res burgueses.

lie aqui en extracto la teoria y su rundamento: La Sociedad ha. precedido A todos los desarro­

llos de la. humanida.d; es anterior y ,\ Ia vez so­breviviente A cada individuo humano

Una rebeldia radical sontra Ia Sociedad Ps tan imposible y a.bsurda. como lo seria contn1 1.:1 Natu­raleza. Tan im'ttil es discutir si la Sociedad ed esen­cialmente buena 6 mala, como Jo seria poner en duda si la Naturaleza, el ser universal , e un bien 6 un mal, porque es ruAs que eso, e~ un inmenso hecbo positivo y primitiYo, antcrio1· ~ toda con· ciencia, A toda idea, t\ toda aprcciaci6n intelectual Y mora.!; es Ia base misma de todo; es el rnundo en

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so ANSELMO LORENZO

que fatalmente se desarrolla para nosotros lo que llamamos el bien y el mal.

El Estado es otra cosa: e l Estado es un mal que ba sido bist6ricamente necesario al mismo titulo que la bestialidad primitiva y las di vagaciones teol6gicas de los hombres; surgi6 en todos los pai­ses como resultado de la guerra y de la couquista, y convivi6 con los dioses creados sucesin1rnente por la fantasia t(•o l6gica de los pueblos; ha representa­do desde su origen la sanci6n di vina y patri6tica de Ia fuerza bruta y de la iniquida,d triunfante, y asi vemos que hasta en los paises mas democrlttiros el Estado es el sosten del privilegio de una mino ­ria y la cadena que sujeta <:\ la servidumbre A Ia mayo ria.

Sociedad y Estado.-La Socicdad es natural y vivira tanto como la humanidad· el Estado es tran-

' sitorio Y pasajero, tiene seiialado un limite· vi vin\ ' no_ mas mientr~s dure el privilegio y cl consi-

~Uiente antagomsmo de los intereses, y morira por mcompatible con la reorganizaci6n racional y ar­m6nica de Ia Sociedad.

Los doctrinarios liberates parten del principio de Ia libertad individual; presentandose como ad­versarios del principio fundamental del Estado, dice.n de este que es un mal necesario, y que toda la ci vilizaci6n consiste en disminuir siempre Y cada vez mas sus atributos y derecbos; sin embar­go, en la practica, en cuanto se trata de coartarle

ElL P(JitBI.O SL

en lo mas minimo, se muestran como sus fanaticos defensores.

Esa de[ensa se explica practicamente por el interes de clase- sus expositores y defeusores son burgueses-, y te6ricamente porque parten de la li.bertad individual, que presentan como anterior a toda Sociedad, y que todo hombre aporta al nacer eon su alma inmortal como un don divino, de donde resulta que el hombre es un ser completo, yen cierto modo absoluto fu era de la Sociedad, la cual es creada por los hombres impulsados por necesi­dades exteriores.

Conocida es la frase sacramental usada por todos los partidarios del Estado y del derecho juri­dico: el indi vid uo en posesi6n de una li bertad com­pleta, en estado de naturaleza, es decir, antes de formar parte de ninguna Sociedad, al asociarse sacrifica una parte de esa li bertad para que la Sociedad le garantice el resto. AI que pide expli­caciones, se le responde: «La libutacl de cada in­dividuo humano no debe tenu otto llmite que el de todos los dermis individuos. »

Eso en apariencia es justo, pero en ello germina la teoria del despotismo. En efecto, seguu los idea­listas, Y en oposici6u con la realidad, el individuo humano aparece como un ser absolutameute libre U.nicamente en cuauto se le considera fuera de la Sociedad, de donde resulta que la Sociedad, consi­derada como instituci6n juridica y politica, es decir, como Estado, es la negaci6n de la libertad.

l.i

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Por el contrario, los bechos, las demostraciones de lo que sucede en el mundo real, establecen que la libertad individual de los hombres procede de la Sociedad como una consecuencia necesaria del des­arrollo colectivo de la humanidad.

Procedente, no de un Adan y Eva, tipos perfec­tos de la especie, que sin embargo, segun la le­yenda, se rebelaron pronto contra su senor y creador, sino de un gorila, el hombre no llega sino con dificultad suma ala conciencia de la humani­dad y de su libertad; bestia feroz en un principio, se humaniza en el seno de la Soeiedad, que es necesariamente anterior al nacimi ento de su pen­samiento, de su palabra. y de au volunta.d; de donde se sigue que el hombre no realiza su libut<ld indi­vidual 6 su personalidad sino com oletandose con la de todos los indi vi duos que le rode an y s6lo en virtud del trabajo y de la potencia colectiva de la Sociedad, fuera de la cual hubiera quedado redu­cido a la misera condici6n de bestia.

La Sociedad crea la libertad. - La Sociedad, lejos de disminuir y de limitar, crea la libertad de los individuos humanos; es como la raiz y el Arbol, la libertad es su fruto. Por consecuencia, en cada epoca el hombre debe buscar su libertad, no al principio, sino al fin de la historia, pudiendose decir que la emancipaci6n real y completa de cada indi­viduo bumano es el verdadero y supremo fin de Ia his to ria.

lllL PUEBLO

Lo que sucede es que el concepto Estado ha su. plantado a la Sociedad, y esta vive fuera de su centro natural y racional por la acci6n de los pri­vilegiados, resultando que en oposici6n con las teorias racionales del derecho predomina el hecho brutal, y asi ha podido decirse que la fuerza es su­perior al derecho.

Del examen y cornparaci6n de estas teorias I

junto con la consideraci6n del predominio del Es• tado como diq ue opuesto al progreso y defensa de de la usurpaci6n privilegiada, el lector obrero, el desheredado, mi compafiero y hermano para quien escribo, podra deducir consecuencias, pensar por si propio, determinar su voluntad y ejercer su acci6n revolucionaria contra el poder estacionario de esa burguesia que s6lo concibe el progreso como medio de ganancia y como un nuevo motivo de placer.

Estudiando y obrando podn\n los trabajadores reunir el saber y el poder, y con ello lograr su emanci paci6n.

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VI

Lo que se cree y lo que se sabe

Resumen biblico de lo que se cree.-La Junta de Salamanca. - Incendio de bibliotecas.- El antropismo dogmatico.­Dualismo. -M:onismo.- Supervivencia de los primitivos feticbes . - Confl.icto social. -Ciencia burguesa y ciencia obrera.

Resumen bibUco de lo que se cree.-Anda en ma­noa de los nifios de la escuela un libro titulado La Elocuencia} compuesto de fragmentos escogidos de literatura espanola y dedicado a los tiernos escola· res que han pasado la cartilla y el cat6n, para que simultaueen au lectura con el estudio mnemotecni· co del catecismo, el Fleury, la grat?atica y la aritmetica, y queden bien encajonaditos en la cla· sificaci6n social que por nacimiento les corres· ponda.

Es aquellibro un conjunto arlequinesco de re· tazos brillantes, hermoso cada uno por su forma, aunque discutibles y en casos hasta detestables por su fondo, pero tan inarm6nico y chill6n como un coujun to de organillos callejeros que tocaran 8. la vez las mejores piezas de la musica clasica.

EL PUEBLO 85

En elllama principalmente la atenci6n un dis­curso de Donoso Cortes, pronunciado en el acto de su ingreso en la Academia Espanola, en el que entre una galanura insuperable de frase, se con­densan perfectamente las creencias· exotericas, es decir, lo mandado creer por la Iglesia y el Estado al pueblo, a los trabajadores, a los asalariados, a los victimas de la accesi6n, y digo exclusivamente a estos porque no van a la Uni versidad, don de los privilegiados que a ella asisten pueden tener la suerte de tropezar con catedraticos que se atrevan contra los anatemas del Syllabus.

Torno este libro, y de el el discurso citado, por­que salvando la inteuci6n del autor, que dej6 fama de sincero y bueno, no creo que exista mejor tipo para servir de pieza demostrati vade la ignorau­cia a que se pretende tener sometido al pueblo, y que fingen acatar los privilegiados ilustrados, para que los deshercdados sufran con resignaci6n la vil condici6n a que viven sometidos y esperen tranquilamente aquellas recompens.ts eternas pro · metidas en una vida celestial. De el son estas lineae:

• En la Biblia estt\n escritos los anales del cielo, de la tierra y del genera humano; en ella, como en la Divinidad misma, se contiene lo que fue, lo que es y lo que serA: en su primera pagina se cuenta el principio de los tiempos y el de las cosas, y en su ultima pagina el fin de las cosas y de los tiempos ... Alli se cuentan 6 se predicen todas las catAatro-

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fes, y por eso estan alii los modelos inmortales de todas las tragedias; alli se hace el recuento de todos los dolores humanos; por eso las arpas bibli · cas resuenan lugubremente, dando los tonos de todas las lamentaciones y de todas las elegias .. . Libro prodigioso aquel en que se calcula todo antes de haber inventado la ciencia de los caJculos; en que sin estudios lingti.isticos se da noti cia del origen de las lenguas; en que sin estudios astron6-micos se computan las revoluciones de los astros; en que sin documentos hist6ricos se cuenta la his· toria; en que sin estudios fisicos se r evelan las leyes del mundo . Libro prodigioso aquel que lo ve todo y que lo sabe todo; que sabe los pensamientos que se levantan en el coraz6n del hombre Y los que esb\n presentee en la mente de Dios; que ve lo que pasa en los abismos de Ia tierra; que cuenta 6 predice todas las catas trofes de las gentes, y en donde se enci erran y a tesoran todos los tesoros de la misericordi a, todos los tesoros de la justicia Y todos los tesoros de la venganza. Libro, en fin , que cuando los c ielos se r eplieguen sobre si mismos como un abanico gigantesco , y cuando la tierra padezca desmayos y el sol recoja su luz y se a pa ­guen las estrellas, permanecera el solo con Dios, porque es su eterna palabra, r esonando e terna­mente en las alturas. »

El academico indicado no invent6 nada; sola­mente desarroll6 con imaginaci6n ardiente Y bri· llante ret6rica esta afirmaci6n hecba muchos aftos

EL PUEBLO 87

a.ntes por Tertuliano: «Las Sagradas Escrituras son un tesoro, del cua l se desprende toda la verda­dera sabiduria del mundo; a elias lo deben todo los fil6sofos y los poe tas; son norma y medida de toda verdad, y lo que no es ta con fo rme con ell as es falso necesaria mente.»

La Junta de Salama nca.-Firme en este crite· rio y dando credito al Genesis, pudieron los docto­res de la Iglesia oponer ~\ las teor ias de Co 16n, en la Junta de ~alamaoca, estos razonamientos de Lactancio, grun apo logista del siglo III, denomi­nado el Cicu6n Cl'istiano: •C,E:3 posible que los hom­bres cai;-;-an en el absu rdo de creer que las mieses y los arboles del otro lado de la t ierra cuelguen bacia abajo y fliP las perSOUtlS tengaU)OS pieS maS altos que Ia eahuha'? Si les preguutt\is c6ruo defieD­den E:'stus mora3truosidades, c6ruo las cosas no caen del otro lado d ~ Ia tierra, respouden que lu natu­ralezu de lJ.s eosas cs tal, que los cuerpos pcs·ldos tiendcn bacia. el centro como los rayos de uua rueda, mientras que los cuerpos ligeros, eomo las nubes el humo el fueao tienden nor· todus par tes I I ::> I t

del ceutro ha ci<i lo cielos. Ahora bien; no sc real-mente> (1uc dccir ul' los que cayendo asi en cl error , persen•ran en su locu ra y defienden un absurdo con otro ...

I ncendio de bibl io tecas.-Ese respeto y aca ta · miento a los libros santos iuspir6 t\ Omar, freute a

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la Biblioteca de Alejaodria, esta estupida y crimi~ nal sen ten cia: «Si esos libros estan con formes con el Coran, que es la palabra de Dios, son inutiles; si no, son perniciosos. Destruyanse, pues., Lo mis­mo pensaron y ejecutaron los cruzados respecto de la Biblioteca de Tripoli; asi tambien los primeros frailes importados a Mejico arrojaron al fuego las pinturas jeroglificas american as, pri vandonos del conocimiento de la historia de aquel pais, y par ultimo, el cardenal Jimenez de Cisneros tuvo el mismo menguado pensamiento cuando hizo quemar en la plaza de Granada ochenta mil manuscritos arabes, siendo muchos de ellos traducciones de autores clasicos.

Unas doctrinas que inspiran a BUS apologistas argumentos como el de los hombres cabeza abajo de Lactancio y de los doctores de 'alamanca, y el del gran abanico de los cielos de Donoso Cortes, admitido por la Academia, con que los enemigoa de la raz6n quieren acallar y satisracer ,\ la raz6n, pueden ir muy lejos, sirviendo de ejemplo de su funesto alcance, ademas de Ia destrucci6n de bi­bliotecas y museos, las guerras r e ligiosas, las bo· gueras del Santo Oficio, la persecuci6n de los valdenses, la matanza de la San Bartolome etce·

' tera, etc.

Pero por mucho que se empeiien en extender las tinieblas, por grande que sea el numero de in· teligencias atrofiadas 6 sacrificadas, no bay apa­galuces capaz de e.;:tinguir la luz del sol ni medi~

KL PUEBLO 89

de impedir que nazcan genios como Col6n, Coper~ nico, Galileo, Newton y Laplace, por ejemplo, que evidencien verdades de aquellas que anonadan revelaciones, dogmas, mitos, religiones y sectas.

IIemos llegado a un punta culminante: lo que se c1·ee, es decir, el error del antropismo, excusable en las edades primiti vas, pero utilizado, explotado y santificado por los privilegiados de la epoca pre­sente, no puede ya subsistir; la ciencia, es decir, lo que se sabe, 6 sea ese conjunto de conocimientos adquiridos que constituyen el positivo saber burna­no, lo niega, lo destruye; mejor dicho, lo arranca del entendimiento de las gentes y lo inscribe en las paginas de la historia, como co~a pasada y muerta, reducida ala categoria de documento, de recuerdo, sin otra infiuencia positi va que la seguridacl. de no volver a ser acatada ni creida jamAs.

El antropismo dogmatico.-El antropismo, 6 Ris· terna de los errores misticos y miticos, segtm Hmc· kel, descansa sabre tres dogmas que denomina el error antropocentrico, el antropom6rfico y el antro­polatrico.

El dogma antropocentrico sostiene que el hom­bre es el centro y el objeto final del uni\·erso. Como este error satisface el orgullo y el egoismo burna­nos y es la base de las tres grandes religiones me· diterraneas (judaismo, cristianismo y mabometis­mo), tiene todavia arraigo en la mayor parte del mundo civilizado.

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90 ANSELMO LORBlNZO

El dogma antropom6rfico contiene los mitos re­lativos a la creaci6n del mundo, considerado como producto de un gran arq uitecto, concebido sobre el modelo del hombre, creador, conservador y admi­nistrador del universo.

El dogma antropolatrico, resultante de la com­paraci6n de las actividades divina y humana, rinde culto a nuestro organismo y produce el delirio de grandezas, originario de Ia creencia en Ia inmor· talidad personal del alma.

Dualisrno.-Sobre esos dogmas se funda el del dualismo, 6 sea Dios creador y uni verso creado, y como consecueneia, la doble naturaleza del hom· bre, cuya alma, que supone inmortal, habita tern· poralmeute el cuerpo, yendo a parar aquella a una vida eterna de penas 6 delicias seo·un Ia vida se

' 0 bay a acomodado 6 no a una moral con vencional, y este c\ una descoruposici6n que ha de resol verse en el absurdo de una recoruposici6n para asistir al juicio final del valle de Josafat.

A ese dualisroo, que carece de (unda men to cien­tifico yes opuesto al mas elemental sentido comttn, Hreckel opone su concepr;i6n mon ista, fundada aobre las grandes verdades de la ciencta: Ia ley de la conservaci6n de la materia, segttll Ia cual Ia cantidad de materia que lleva el espacio infinito es constante; la ley de Ia conservaci6n de la energia, segun la cual la cantidad de fuerza que obra en el espacio infinito y produce todoa loa fen6menos es

EL PUEBLO 91

igualmente con stante. Eatas dos leyes, I a una qui­mica y la otra fisica, forman un todo indisoluble. La unidad de estaa dos leyes fundamentales ae design a por Hreckel bajo el nom bre de ley de Ia substancia 6 de axiom a de constancia del uni verso.

Monismo.-He aqui un rapido enunciado de los doce principios sobre que se funda Ia doctrina mo­nista, tornado de Los enigmas clel Univuso (1 ), que da clara noci6n del rnonismo.

I. El universo es eterno, infinito e ilimitado. II. La substancia que le com pone con sus doa

atributos, materia y energia, llena el espa cio infi· nito y se encuentra en estado de movirniento per· petuo.

III. Este moYimiento se produce en un tiempo infinito, bajo la forma de una evoluci6n continua, con alternativas peri6dicas de desarro llo y de des­apariciones, de progresiones y de regresiones.

IV . Los innumerables cuerpos celestes disper­sos en el eter que I lena el espacio estAn todos sorne­tidos a la Icy de la substancia. l.Iienttas que en una parte del uni\Terso los cuerpos en rot~ciun van lentamente delante de su regresion y de ~u des· aparici6n, tienen lugar progresiones y nueYas for· mas en otra parte del espacio c6smico.

V. Nuestro sol es uno de esos innumerables cuerpos pasajeros, y la tierra que habitarnos es uno de los plan etas pasajeros que lo rode< n.

(1 Publicauo por e:sta Caaa Editorial.

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VI. La tierra ha atravesado un largo periodo de enfriamiento antes que el agua hay a podido fo r­marse en gotas liquidas, realizando asi la condi­ci6n primera de toda vida organica.

VII. El proceso biogenetico que ha seguido la lenta formaci6n y descomposici6n de innumerables formas orgcinicas, ha exigido mas de cien millones de alios.

VIII. Entre los diferentes grupos de animales que se han desarrollado sobre nuestro planeta, el de los vertebrados ha pasado finalmente delante de los otros en la lucha (en su esfu erzo, diria yo} por la evoluci6n.

IX. En este grupo de los vertebrados, la clase de los mamiferos ha ocupado el primer lugar en importancia.

X. En el seno de esta clase, el grupo mas per­fecto es el orden de los animates.

XI. En el seno de este orden, la especie venida tlltimamente y la mas perfecta esta representada. por el hombre, aparecido solamente bacia el fin de la epoca terciaria y salido de una serie de antro­poides.

XII. De donde se deduce que la supuesta hia­toria del mundo, es decir, el corto espacio de algu­nos miles de alios, a traves de los cuales se refleja la historia de Ia civilizaci6n humana no es mas

' que un corto episodio efimero, en medio del largo proceso de la historia organica de la tierra del . ' m1smo modo que esta no es mas que una pequefia.

l!lL PUEBLO 93

parte de la his to ria de nuestro sistema planetario. Y asi como nuestra madre la tierra no es mas que un pasajero polvo del sol , asi todo hombre indivi­dualmente considerado no es sino un minusculo grano de plasma en el seno de la naturaleza orga­nica pasajera.

Si el <:oncepto de la inmanencia del derecho bumano hubiera descendido de las alturas del peu­samiento en que se halla hasta penetrar eu las convicciones, Pn las cos tum bres ~, eu las institu­ciones y forruar atavisrno, como por ley d~ eYolu ­ci6n progresiva hade succder, si la ciencia no se hubiera adquirido y nose adquiriera at'm boy como un privilegio J fuera puesta al alcance de todo el mundo por un sistema racional de ensenauza, para que luego tu vi era aplicae16n social pn\.ctiea. ~· di ­recta, fomeutada por las aptitudes iudividuales: si E!l pri' llcgio 110 se sirviera de Ia cieul'ia pura aumentar sus benefieios, pant gozar uu\s y para extremar la opresi6n de los desheredado::;, el ab­surdo existcnte enlre lo que se Ci'ce y lo que se ~:>ab~ habria desaparecido. Pero estamos n camino de ello y el termino esta todavia lejos.

Supervivencia de l o~ antiguos {eflches.-Si es verdad, como dice Reclus, que lo autlguos cultos han contiuuado sobreviviendo b< JO los nuevos, auu entre los fanaticos de la una 6 de la otra rcli~i6n: sino hay Dios ni geuio protector que no sobreviva en los ritos de los pueblos, a pesar de las maldicio-

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nes que los adoradores de las di vioidades pagan as habiao laozado sobre imaoes y sacerdotes, ocu­rriendo que estos mismos tomao parte iocooscien­temente en las ceremooias hechas en honor de los antiguos dioses; si hasta ocurre que las creencias populares atraviesan sucesivamente varias religio­nes oficiales sin modificarse profundamente, noes menos cierto que los mitos y los fetiches que de las primitivas concepciones para explicarse la exis· ten cia del uni verso se cooservan como fuodameo­to de creencia para los reducidos a la ignorancia, son ya absolutamente insufi.cientes. Los dogmas han en vejecido y entrado en descomposici6o; el saber se di fun de por todas partes y penetra en los talleres, en las fabricas y en los campos, y los mismos privilegiados, (altos d£> l6gica, mientras se aferran a defender su sistema. de apropiaci6o, el llamado derecho de propieda.u, cultivan la demo· cracia y el libre pensamiento, coloc~\ndose en un termino medio iosostenible entre las gangas iofa­mes de que se aprovechao y las novedades que proclaman.

Conflicto social.-Ya no se trata de un simple coofiicto entre la religi6n y la ciencia, como el presentado por Draper en su libro popular, sino de un verdadero confiicto social, porque ese proleta­riado interoacional consciente que agita el muodo combatiendo al capitalismo, el que desdefiando los vanos derechos politicos no se amasa en los parti·

EL PU&BLO 95

dos politicos burgueses, ni siq uiera en los partidos socialistas dirigidos por jefes que, aunque de pro· cedencia obrera, son burgueses de inteoci6n con miras exclusivamente arrivistas, va eo linea recta ala desvioculaci6n de I a propiedad, a la sociali. zaci6n de los medios de producci6n y de cambio y ala participaci6o directa de todas y de todos en el patrimonio universal, y ese proletariado nose con ­tenta ya con ficciones democrAticas ni librepeosa­doras, siuo que, harto ya de apariencias briUantes que encubren miserias positivas, quiere Ia subs­tancia de las cosas, y no s6lo protesta con su raz6n contra todo engafio, sino que tampoco se cooforma con dejar en paz a los trabajadores aluciuados que siguen c<\ndidamente a los arrivistas socialistas 6 republicanos que se encaraman <i chupar las ubres del Estado.

Oiencia bw·guesa y ciencia obrua .-En cierta ocasi6n, con motivo de la constituci6n de un Cen­tro de Estudios Sociales, ha.ble de ciencia burguesa y de ciencia obrera.

Parece oatural-decia-que cuantos scan aptos para conocer pueden constituir las unidades com­poncntes del gran todo cientifico, y pose) endo esa aptitud el genero humano, la cicncia debiera ser humana. Esto indica la raz6n) esto exige la 16gica; pero contra la raz6n y la. 16gica. est~\. el privilegio, que desde la iufancia de la humanidad basta nues­tros dias, recluy6 la ciencia en el templo, en el

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convento 6 en la Universidad, reservando a sus favorecidos la explicaci6n de los fen6menos natu· rales, el conocimien to de la historia, el analisis de las fuerzas fisicas, para dar a 108 desheredados mitos para atrofiar su in teligencia, leyes para re­b ajar su dignidad, falsa moral y supersticiones para embrutecerlos. Sirvi6 la ciencia a los privi­legiados para hacer trabajar a l pobre y arrancarle despues el fruto de su trabajo. Por el mouopolio de la ciencia llegaron la religion y el .B.stado a con· vertirse en maquiuas de gran poder absorbente pa ra extraer el jugo de la vida de los trabajadores. Hay, pues, ciencia privilegiada, y si se tiene en cuenta que el privilegio actual se ba lla vioculado en la burguesia, bien puede decirse que bay cien· cia burguesa.

Explicaba despucs c6mo P;Se monopolio de Ia ciencia degeneraba en una falsificaci6n, y vi con gusto que mi argumeutaci6n estaba apoyada y re· forzada por Ia siguiente, que me sumlllistr6 Carlos del Rio en El Libual, en un articulo titulado cLa ciencia vieja»:

«Recuerdo vivamente la mayoria de mis cursos en el Instituto y en la Universidad, y los recuerdo con el prop6sito de no utilizarlos jamas. Recuerdo la Psicologia puramente fantastica, con au alma y sus facultades inmateriales, todavia en vigor en algunas catedras, a pesar de que la Fisiologia y los trabajos bistol6gicos de Cajal la ban localizado en la biologia del cerebro, convirtilmdola, de espi·

EL PUEBLO 97

ritual, en casi palpable, casi visible. Recuerdo Ia Historia Natural, ajena '\ las teorias evolueionis· tas, como sigue siendolo en algunos centros do­centes; reeuerdo las historias, la particular y la general, bistori<1S de batallas, listaa de rey~s y emperadorea, lo mismo en el bach1llerato que en la Facultad, sin una linea de la Prehistoria ni de la Antropologia; recuerdo todo el Derecbo natu­ra l, fundamental de la escol{tstica mas estrecha; la Economia poHtica, ocupandose del ~ocialismo como de una utopia curiosa; las teoriaa penales de la escuela italiana, combatidas en cla.se de Dere· cbo penal por medio de chistes; el Derecbo civil y el Derecbo politico ) la llistoria del Derecbo sin baber sentido aun Ia intluencia. de la. "ocio' logia ... »

Y no se diga que esto sucede en Espaflil. por su sistematico atraso, porque, segun Y. de Lapouge en su prefacio al JJionisme de Hreckel, eu la Fran­cia laica ·Ja Geologia y la Biologia. luchau con ues­ventaja con la Biblia. Eo las univeraidades fran­cesas la Geologia s61o se ensefia a los candida.tos a la li cenciatura y ala agregaci6n de cieneias natu­rales; esta excluida del programa de los estudian· tea de medicina y no figura en niugun programa de examen de la seguuda enseilanza. Se ensefia en los liceos, pero a niflos de doce 6 trece afios al mismo tiempo que el limosnero ensena la creaci6n en seis dias ... El transformism.o esta fuera de todos los programas, y no sin exponerae A molestas ani·

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mosidades se dedican BUS adeptos a inspirar BUS

convieciones ala juventud. Quiero creer que algo habra variado ese estado de la ensefianza despues de la separaci6n ... pero no confio demasiado.

En consecuencia, al reves de esa ciencia abur­guesada que produce detentadores satisfechos de la riqueza social, la ciencia que adquieren los que DO tratan de explotar a nadie y s6lo pretenden librarse de Ia explotaci6n, sen\ verdadera ciencia1 ciencia iguali taria y justiciera: ese honor correspon · de a Ia ciencia obrera, y si este calificativo parece poco a.decuado, en virtud del estado de ignorancia en que se ha pretendido sumir eternamente a los trabajadores, y tambien porque denomina una de las actuates clases sociales, tiene en su apoyo la constituci6n como cuerpo revolucionario pensante y activo del proletariado, de becho clase inferior en la sociedad actual, pero elemento excepcional· mente activo para la formaci6n de Ia sociedad futura, dondo le esperan las satisfacciones inefa­bles de la justicia, las dulces emociones de la be· lleza y la contemplaci6n de esa verdad dcsnuda que se le ocult6 siempre bajo las fealdades exo· tericas.

La ciencia obrera toma de la cieucia burguesa lo que contiene de verdadera ciencia, pero des· echa los sofismas que sirven de base al privilegio, Y con criterio despreocupado agrupa conocimientos que sirven para beneficiar a todos los hombres y para impedir que los mixtificadores puedan privar

EL PUEBLO 99

a los trabajadores de sus derecbos naturales y arre­batarles el fruto de su trabajo.

Y mieDtras los sabios discuten si bay 6 Do un criterio de verdad, los trabajadores, para adq uirir la verdad coD el brillante prestigio de la eviden­cia1 tenemos un criterio de justicia que los privile­giados no pueden tener sino cuando por excepci6n r~niegan del privilegio, le abandouan y le despre­ctan. De los pri vilegiados puede decirse, no ya que cdonde esta su tesoro esta su coraz6n , sino que .su tesoro inspira su entendimiento, y si no premsamente su tesoro1 sus cornodidades su fama

• I I sus preocupamones, su atavismo, la blauda y sua,·e huata con que rodean su cuerpo para atenuar co­bar~emente los choques y los encontroues do las reahda des de la vida social.

Los trabajadores, por el contrario partiendo del priocipio de que de hombre c.\ homb~e va cero n~gamos todas las distinciones y diferencias artifi~ ctales y antinaturales que fund6 la i,..nol'ancia Y

perpetu6 la mali cia, y eu esa uegaci6n ~a. en \'Uelt~ tod~ cosmogonia., toda. leologial toda filosofla, toda l~g.tslacl6n, toda pohtica que contradiga el Homo s~b~ Deu8 de Pi y Margall.

y esa. uegaci6n es fuente de vida, es afirmaci6u fecunda, porq ue es criterio de verdad de belle·, .. Y de · t· · · ' 1-o ... JUs l~ta, pnucipio dignificador de rebeldia y germen vtvo de una sociedad JUBtificada en que cada bomb d . la a . . re y ca a muJer, desde la iufancia basta

nctamdad, daran de sf todo el truto de iuteli-

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gencia y de actividad que por su naturaleza lea corresponde, sin freno ni cortapisa, libre y eapon­taneamente.

Aai se reaolvera el conflicto entre lo que se cree y lo que se sabe.

VII

Via libre al Progreso

El dinero.-Callej6n sin salida. -El derecho romano.-La burgueaia. -El muro contentivo.-Fin de la bnrgueaia.­El hombre nuevo. - Declaraci6n cientifico-racional.

El dinero.- Encanta leer lo que los economistaa escriben acerca de las ventajas producidas por el descubrimiento y uso de la moneda, completado algunos siglos despues por el de la letra de cambio y mas recientemente por el billete de banco.

Antes, el que queria desbacerse, por ejemplo, de un buey y necesitaba un pan, un pedazo de cinta 6 un puilado de sal, se veria negro para ve­rificar la transacci6n, y mas de cuatro veces le ocurriria quedarse con au buey, habiendo de ali­mentarle, ademAs, basta mejor ocas16n, y con la tunica desatada habria de comer sin pan y sin sal los poco suculentos comestibles que tenia A mano; Y si esto ocurria al individuo del ejemplo mientras permanecia en su tierra, las dificultades aumenta­rian basta lo inconcebible si, esquilmado un terri­torio, tenia que viajar para ballar nuevos recursos

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vitales en un terreno virgen, imposibilitado como se hallaba de fraccionar y meter en una bolsa los objetos de su propiedad para efectuar los cambios a medida que se presentasen las necesidades, aun­que es natural que entonces se tuvieran ideas muy diferentes de las actuates sobre la propiedad, Y rigiera el concepto urgentfsimo de ctomar donde haya•, sin las ceremonias de Ia compraventa.

Despues la cosa vari6 por completo: con las monedas, cbicas y grandes, que sintetizan y fijan el valor, el adinerado pudo comprar lo mismo cosas de valor infimo que las mas costosas y tras­cendentales, desde un ochavo de azafrAn para sa· zonar la olla, basta la salvaci6n de su alma que permitiera al adinerado comprador de indulgen · cias, misas y sufragios de todas clases asistir eternamente al concierto de Ia musica celestial. Luego, como un descubrimiento trae otro consigo, con el credito consi guiente ala posesi6n del dinero y 16gica suposici6n de la solvencia, surgieron mul­titud de industrias y recibieron gran impulso las ciencias y las artes: pero con Ia facilidad del cam· bio vino lo que no se habia previsto, y aunque se previera, no pudo evitarse: el trAfico, el negocio, el agiotaje, la explotaci6n, la usura y el monopo· lio, 6 sean las operaciones gananciales inspiradas por el egoismo, exclusivismo, individualismo 6 como q uiera llarnArsele.

Y he aqui c6mo la moneda, positivo progreso, facilit6 al rico la vida temporal y eterna, quitan-

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dole el cuidado consiguiente a la posesi6n a la. antigua, por ejemplo, de g randee rebaflos, que ne­.cesitaban mucho espacio y grandee cuidados- so· bre todo si se le compara con un milmillonario de la libre America, cuya firma es siempre dinero en todas partes-y tranquilizando su cat6lica con· ciencia con un importante y oportuno legado a la Iglesia, mi entras que en forma de salario deja A los trabajatlores en Ia duda de si su estado es mejor 6 pcor r1ue Ia esclavitud y la serviJumbre antiguas.

CalleJOil sin :wlida .-De hecho, A la vista estA, toda Ia riq ueza natural y la prod ucida se ha lla. (acap<u .u.la iba ,\ deeir, pero la .Acudemia califica de b<\rb.tro v afrancesado el verbo acapa1 a') mo· nopoli zada ~rccisamente por los que, dueiios de Ia tierra, de las 111iuas, de las tc bricas, tle los talleres, de los Jaboratorios, tle los almacenes y de los me­dias de coruu11icad6n y transporte, alqullan me­diante el jornal 6 sucldo ;.\los que con sus hrazos, su intC'lig-cncia 6 ambas cosa.s <'t la vcz les strven 6 convil'rten Ia pnmera mate l'ia en producto atlap· table :\ las neccsitla.tlcs, <t lod caprichos Y aun <l los vic.ios humano9, y dist ribu~ en Ia. produccion por todas partes. De modo que los que munos titulos raciouales ostcutnn para el caso, aunque en pose­si6n de los titulos legales, porque tieuen dinero Y lo acumulan si n c€'sar con sus ganaucias, son los amos, mientras que los pro\ istos de m~\.s legitimos

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derechos, los positivamente productores, se consu­men en el abisruo de la pri vaci6n.

Y nose califique de e.x:agerada esta considera· ci6n, porque abi estan los economistas, sosteniendo que el origen de Ia propiedad es el trabajo, y en tanto que los holgazanes son los propietarios, los trabajadores carecen de tierra que pisar. Mas aim: para disimular esa iniquidad, Santo Tomas, el lla mado angel de las escuelas, y mas tarde Le6u XIII, ilustrado por los economistas burgueses, siguiendo a aquel angelico doctor y al Espiritu an to, procla· maron que se ha equivocado el alcance y significa ci6n de la moneda, la cual no da derecho a la posesi6n absoluta y exclusiva de las cosas adine­radas 6 adquiridas por el dinero, porque nadie puede poseer de sobra aquello de que los otroa carecen y es indispensable para su su bsistencia, y por tanto, los ricos no son poseedor es con derecbo al uso y al abuso, sino como tutores y administra­dores de los pobres; y sin duda en previsi6n de que hubiera ricos que en eso de Ia tutoria y admi­nistraci6n barriesen bacia dentro seO'un la grafica.

' 0 expresi6n del padre Coloma, se dijo aquello del camello y del ojo de la aguja, que por si solo pon· dria piel de gal lina al creyente, si los hubiera de veras, si pudiera haberlos, si no bubiera venido la ciencia a ultima bora a llenar la conciencia de los ricos, quienes siempre salen ganando {\. neo-ar la. pos~bilida_d de una vida ultraterrena y

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espir~tual , Y Bl hub1era positivamente quien an tepusier a la.

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salvaci6n de su alma ala posesi6n del centimo ex~ traido por la explotaci6n.

Y resulta que bien quisiera el pobre dar ampli· iima instrucci6n a BUB hijos, aplicar a SUB enfermOS Ia asistencia de la eminencia cientifica 6 el uso de las aguas de la estaci6n balnearia reconocida­mente uti!, pero lo impide la exiguidad del jornal.

Quisiera el po bre dar satisfacci6n cumplida a sus necesidades ruorales y rnateriales y darse el to no correspondien te a su jerarq uia en la escala animal, compartiendo sus derechos con todos loa de mas indi viduos de su especie; wero d6nde va el que s6lo cuenta con el jornal, y a veces sin el si· quiera, cuando se inventa una maquina 6 cuando no hay pedidos y estan llenos los almacencs?

Por tlltimo, todo aquelto que el pobre produce por un jornal irrisorio, en analogas condiciones a todos los trabajadores, lo encuentra en el mercado recargado con el tanto por ciento destinado a for­marla [ortuna del industrial, del almacenista, del propietario, del tandero, del rentista, y aderoas con la parte correspondiente del presupuesto que se dedica a alimentar y t\ sostener la vida, las ne· cesidades y los vicios de toda clase de funcionarios civiles, religiosos y militares, por lo que le cuesta carisimo y ha de reducirse a lo preciso , c\ Ia pri va­ci6n SistemAtica, que causa debilidad f[sica Y mo~ ral, y por ultimo, tras una vida limitadisima Y de· ficiente, acaba en una muerte prematura, en tanto que todo lo que sirve para lujo, comodidad y refi·

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namiento del gusto lo disfrutan los otros, los adi· nerados, los que no trabajan, los que, careciendo de productos propios que cambiar, poseen en abun­dancia el signo de cambio. Y por contera nos quie­ren bacer creer que lo absoluto cabe dentro de lo relativo, que lo infinito se halla contenido en lo limitado, como quien arroja la casa por la ventana, diciendonos que un Dios hecbo hombre ... ba dicho que jsiempre habra pobres en el mundo!

Y resulta en resumen que el dinero, que se in· vent6 para facilitar las transacciones y no debi6 tener nunca mas significaci6n que I a que legitim a­mente le corresponde de signo de cam bio, algo asi como el cart6n 6 la chapa con el ntimero acredita­tivo de propiedad en un guardarropa, se halla en poder de los improductivos, que poseen chapas a millones, y por esa posesi6n, racionalmente inad­misible e injustificada, se convierteu en senores de vidas, bonras y haciendas.

Y he aqui que en vez de seguir la bumanidad libre y amplia vida progresiva, como seguiria si s6lo atendieramos a la raz6u, por babernos des· viado por un falso utilitarismo uos ballamos en un , callej6n sin salida .. . entendamonos, sin salida facil, ya que salida progresiva no ba de faltar, porque la cosa ba de reventar por un lado 6 por otro mientras la humanidad subsista si no de ma· , nera c6moda y corriente, atropellada y revolucio-naria; ello es que se han de allanar los obstaculos por separaci6n 6 extravasaci6n de la fuerza con-

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tentiva cayendo privilegios y errores y haciendo practic~ e indestructible el unitarismo social, ?om· plemento l6gico, necesario, fatal, del momsmo dentifico.

El de1·echo rornano.-Si; en un callej6n sin sa­lida nos hallamos, y no de boy. Lease esta cita de Reclus, de El hombre y la tien·a, apoyada en otra de Duruy, de La historia de los romanos: c: La fuerza de Roma 110 se gastaba por completo en el acre­centamiento de su imperio, sino que empleaba gran parte de ella en disensiones intestinas. L?s diver­sos pueblos que se habian reunido en la c1uda.d del Tiber no se dic;tinguian tinicamente por el ongen, diferian tambien por las condiciones de fortuna Y la posici6n social ; constituian otras tan.tas clases que, por la fuerza de las cosas, .se fumller~n _gra· dualmeutc en dos sociedades de wtereses dtstwtos y necesariamente hostiles, los patricio~ Y los pl~­beyos. La historia interior nos refiere Clertas pen­pecias do la continua lucha. La usura agravaba las relaciones entr e las dos clases, porque el deudor

l. cosa del acreedor. se con vertia en la presa, en a La terrible ley de las Doce Tablas, destinada a dar a las cos tum bres locales un caracter de eter-

. 1 pobre nidad demuestra cuan fcicilmente caia e . ' . edor cQue el nco

Plebeyo en las manos de su acre · . . I t · qu1en qUle · responda por el rico; por el pro e ano

. d s1· bay vanos acree· ra Al tercer d1a del merca o, ... s· tan dores, que corten el cuerpo del deudor. 1 cor

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mas 6 menos, que no sean responsables por ello. Si quieren, pueden venderle al extranjero, al otro lado del Tiber.» El Shylock de Shakespeare no era mas que un reaucitado de la antigua Roma. Esa ley atroz, que puesta en acci6n en el teatro nos eapanta, es nuestra ley, es nuestro o: derecho ro· mano».

La bu1·guesia.-Al trabajador candido que en la cita anterior no vea mAs que la afirmaci6n y la negaci6n que en ella se hallan contenidas, y sin comprender bien su sentido confie todavfa en la burguesia republicana radical, expongo, (mica­mente a titulo de ejemplo demostrativo, porque al fin se trata de un parlamentario, los siguientes datos y razonamientos suministrados por un inteli­gente socialista frances, Allemane, antiguo comba­tiente de la Commune, deportado a Nueva Caledo­nia y actual diputado:

«Nuestra burguesia, por avanzada que se su­ponga en politica y en filoaofia, se muestra pusila­nime y reaccionaria en cuanto se trata de la menor reforma econ6mica. »

A ese miserable estado mental se debe que la Francia republicana sea casi la unica naci6n, en el mundo industrializado y con tendencia a ci vili­zarse, que ignore que los Municipios y el Estado pueden proporcionarse recursos sin recurrir cons­tantemente al impuesto. De ese modo se llegarA, por exigirlo la fuerza de las cosas, a que loa presu-

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puestos del Estado, de loa Departame~tos ! de los Municipios alcaucen proporciones tan mqu1etantea que arnenace la bancarrota. . ,

Mas de 7.000 000.000 ( jsiete mil m1llones en nu­meros redondos! ) se extraen anualmente al trabajo en Francia por los Municipios, los Departamentos , el Estado sin que se piense en la reorganizaci6n

) ' L . bl" aut6noma de los servicws ptiblicos. a repu tea, como la monarquia y el imperio, sc opone ~ toda innovaci6n que perturbe lo mAs minima el ag1_o ?el gran capital, la apropiaci6n por _algunos prtvlle­giados de la riqueza nacional, soCial, humana. En vano algunas plumas iudependientes _Y ~un desd_e la tribuna se ha clamado que la republica, preci­samente porque pretende ser la emanaci6n libre del pais, era doblemente culpable por entregarle indefenso all\Ioloch capitalista ; nada ... el mons · truo continua hartandose de carne Y sangre de trabajadores, hn.sta cl punto de amenazar con el fin de la raza ... La tisis por si sola causa mAs de treacientaa mil victimas anualea, debido al eatado de miseria y de falta de higiene en que \iven las multitudes laboriosas, y <\ pesar de tan espantosa hecatombe, nuestra egoista burguesia no se con­mueve. iA que hablar de humanidad A. Shylock!

El muro contentivo.-La Camara, el Senado Y · · 1 s y de la mayor parte de las asambleas mumctpa e . -

.~ t d reforma eaenctal partamentales ae oponen '" o a . 6 · a del pais que le que modifique la vtda econ mtc '

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. . d argas que aumente algo su bienes-ah v1e e sus c , . . . mas que el statu quo, el domtm() tar; no q uteren

de la bancocracia. .. . . Ved ahi claro el muro contenttvo deltmpase,. el

atasque del Progreso. c,Quien le rompera? c,Quten

de jar a via li bre?

La bu1·guesia.-No sera la burguesia, represen­tada en el inhumano simbolo de Shylock, po~que

halla incapacitada para progresar. He abt su se .d d · adm1·rable de verdad y de oportum a , tmagen, trazada por Proudhon bace ya mas de cuarenta.

aiios: c.No hay ya energia en su conciencia, no hay

ya autoridad en su pensamiento, no arde ya su co­rar.6n, no bay ya en ella mas que Ia impotencia de la senectud y el frio dP Ia muerte. Y n6tese bien }() que voy a decir ahora. GA quien debe la burguesia cont~'mporanea ese esfuerzo sobre si misma, esas demo"traciones de vano liberalismo, ese falso re nacirniento que nos haria tal vez creer la minoria parlamentaria, si no se reconociera su vicio de oricrt n? c,A quien hay que atribuir esa luz de raz6n y dl:)e sentido moral que no ilumina ni es ) a posible que resucite al mundo burgues? S6lo a las ruanifes­taciones de esa joven couciencia, que niega el nuevo feudalismo ; s6lo ala afirmaci6u de esa plebe de jornaleros, que ba tornado decididamente lad~­lantera a BUS antiguos patrODOSj s6lo ala rei vindl­caci6U de esos trabajadores, a quienes ineptos po-

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liticos de oficio niegan la capacidad, precisamente cuando acaban de r ecibir de ellos su mandato po­litico .

:.Que la burguesia lo sepa 6 lo ignore, su papel ha concluido: no ira ya mas lejos, ni es posible que renazca. •>

c,HabrA todavia quieu niegue que la emancipa­ci6n social de los trabajadores ba de ser obra de los trabajadores mismos?

Cuando Hernan Cortes, en Ia famosa noche t1'iste, seguido de su reducido ejercito, bubo de abandonar la capital de Mejico, muchos soldados cargados de riquisimo botin perecieron abogados en el foso por no abandonar su tesoro. Asi es Ia burguesia en general: antes morirA en Ia confia­graci6n revolucionaria que despojarse de su am­bici6n y de su soberbia ante el progreso y la jus­ticia.

Pero la burguesia dista mucho de ser Ia buma­nidad ; no es sino una fracci6n basta cierto punto minima, una. especio de secta dorninante por la usurpaci6n, y su dominio se funda. tanto en los recursos podcrosos que acumula como en el atA· vico servilismo de las multitudes dominadas, y eso no ha de durar sierupre, ni siquiera mucho; los desaciertos de los usurpadores y la conciencia y energia tlo los reYolucionarios despojados indican ya un term i no relati\Tamen te pr6xi mo.

El Hombre 1Vuevo.-A. despecbo de tanta injus•

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. . . 1 la c1·encia labora con independencia, y tlCia soCia , h ducido esa abstracci6n que l\Ialato deno-

a pro d' ']A mina el Hombre Nuevo, capaz de me lf una ~nt c -

sima de milimetro, de comunicar su pcnsarmen~o por el espacio sin aparato visible! de levantar stn esfuerzo pesos de rnillones de kllos , de rccorrer en un dia nu\s de dos mil kil6metros, de romper istmos, de ta.1adrar rnontauas, de in ten tar e~ domi­nio de Ia atm6sfera y de 1os polos, de anahz.ar Ia composici6n de los astros, de hacer tabla rasa de lo sobreoatural; sabe, ademas, que todo cs mate­ria s6lida , liquida, gaseosa 6 radiante; que calor, fuerza y luz son distiutas rnaueras de se~ de la materia en via de perpetua transformac16n con arreglo <.\ !eyes fijas, y se da cuenta de ~ue el mismo es un producto del conoc1miento parcial de esas leyes de transformaci6n, que hace funciooar segun sus necesidades a medida que avanza c~ns cientementc en el campo del iumenso Desconoc1do. Por ello ha alcanzado un poder grand10so, esteri­lizado aun por los errores tradicionales, pero del cual hade salir la sociedad racional y justa, ins· pirada en este criterio de economia. perfecta: rea­lizar con el minimum de esfuerzo, el mAximum de vent~jas posibles en vista de la mayor felicidad de to do el mundo.

La acci6n social, la vida social es un engane inrame si el patrimonio universal, compuesto de todo lo que da la Naturaleza y sabe aprovechar la bumanidad, no alcanza a todos sin distinci6n Y no

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-procura a cada uno la mayor suma de bienesta.r realizable en cada epoca; porque materialmente el Hombre Nuevo puede producir al presente ali­mento para que todos se ha.rteo; vestido y calzado para que nadie sufra desnudez; habitaciones c6-modas, alegres e higienicas para habitaci6n de todos; ciencia y arte para que todas las inteligen­cias y todos los sentimientos se desarrollen en la la amplitud propia de su ser. La humanidad ha adquirido una facultad nueva '-)_Ue no tuvo en nin­guna otra epoca de su evoluci6n: posee la facultad de producir la abundancia.

En ese llombre Nuevo renace la humanidad sin dualismo posi ble.

Declaracion cientifico·J'acional.-El hombre en­vilecido, el trabajador maldito se levanta, rechaza todos los vilipendios, se purifica, se coloca en el grado natural de la igualdad social, anula todas las distiociones que servian de fundamento artifi­cial al privilegio y se constituye en nucleo de re­generaci6n y de nueva vida, a su nivel se van elevando los humildes y van descendiendo los so­berbios, y esa agrupaci6n selecta, adaptandose el pensamiento de gran des pensadores que coinciden en sus concl usiones, despues de haber estudiado el IDUndo a traves de SUB poderosas inteligencias <lesde di versos puntos de vista y diferente orden .de ideas, declara:

1. 0 Que en el presente regimen social, el pro·

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greso no corre por igual para todos, sino que es causa de mayor desigualdad (Carlos Marx);

2. o Que la esclavitud ha renacido por la absor­ci6n capitalista (Le6n XIII);

3. o Que nuestra organizaci6n social ba quedado en estado de barbarie (Ernesto Hrekel).

Debido a que: 1. o Existe la propiedad individual de la tierra

y de los medios de producir (Congreso obrero in· ternacional de Bruselas 1868);

2. o Existe la transmisi6n hereditaria de la pro­piedad individual (Congreso obrero internacional de Basilea 1869);

3. o Como consecuencia existe el salariado (Con­greso obrero internacional de Ginebra 18G6).

Y partiendo de estos principios: 1. o La emancipaci6n social de los trabajadores

ha de ser obra de los trabajadores mismos; 2. o Los esfuerzos de los trabajadores para con­

quistar su ~emancipaci6n no ban de tender a cons­tituir nuevos privilegios para si mismos ni para nadie;

3. 0 La emancipaci6n de los trabajadores es un problema internacional (Estatutos de la Interna­cional).

Reconoce que la Sociedad ha de fundarse en la reciprocidad del:derecbo y del deber, expresada en este con ciso aforismo que desde la In ternacional ha adoptado elrproletariado emancipador: cNo hay deberes sin derecbos, no baylderechos sin de berea. •

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He abi en profecia, como viai6n anticipada e ineludible de la evoluci6n progresiva, roto el muro de contenci6n del progreso y afirmados los cimien­tos de la sociedad racional y cientifica.

Confirma la anterior afirmaci6n este pensamien­to de Paul Descbanel en un discurso en la Acade· mia francesa:

•Las causaa profundas de los grandes cambios humanos no se hallan en los circulos de letrados: radican en las aspiraciones de los sencillos. Son los desberedados de la tierra q uienes han perse­guido mas energ icamente el ideal y quienes ban elaborado el bien en que vivimos. Son los infinita­mente pequeilos, en lo profundo del sombrio mar de los pobres, quienes fun dan el porvenir. »

S6lo falta que una minoria obrera prepare sufi­cientemente su inteligencia y determine au volun­tad para que la profecia se convierta en ese rapido momento presente iniciador del futuro que trans­formara en pasado, en evoluci6n cumplida, el co­munismo anarquista, que ha de dar efectividad mientras la humanidad exista al derecho inman en ­te, inalienable e ilegislable del individuo.