compania - samuel beckett

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CuentoAnagramaSamuel Beckett

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  • Ttulo original: CompanySamuel Beckett, 1979Traduccin: Carlos ManzanoRetoque de cubierta: Piolin

    Editor digital: BlokePub base r1.2

  • Una voz llega a alguien en la oscuridad. Imaginar.

    A alguien boca arriba en la obscuridad. Lo notapor la presin en la espalda y los cambios en laoscuridad, cuando cierra los ojos y de nuevocuando los abre. Slo se puede verificar unanfima parte de lo dicho. Como, por ejemplo,cuando oye: Ests boca arriba en la obscuridad.Entonces ha de admitir la verdad de lo dicho. Perola mayor parte, con mucho, de lo dicho no sepuede verificar. Como, por ejemplo, cuando oye:Viste la luz por primera vez tal y cual da y ahoraests boca arriba en la obscuridad. Estratagema,tal vez, destinada a hacer recaer sobre lo primerola irrefutabilidad de lo segundo. Tal es, pues, laproposicin. A alguien boca arriba en laobscuridad una voz habla de un pasado. Conalusiones ocasionales a un presente y, con menorfrecuencia, a un futuro, como, por ejemplo:Acabars tal como ests ahora. Y en otra

  • obscuridad o en la misma otro imaginndolo todopara hacerse compaa. Djalo rpido.

    El uso de la segunda persona caracteriza a la voz.El de la tercera al otro. Si tambin l pudierahablar a aqul a quien habla la voz, habra untercero. Pero no puede. No podr. No puedes. Nopodrs.

    Aparte de la voz y del tenue sonido de su aliento,no se oye nada. Nada, al menos, que l pueda or.Lo sabe por el tenue sonido de su aliento.

    Aunque ahora siente an menor inclinacin quenunca a hacerse preguntas, a veces no puede pormenos de preguntarse si de verdad es a l a quiense dirige y de l de quien habla la voz. No habrotro a quien y de quien habla la voz? No habr

  • acertado a escuchar una comunicacin destinada aotro? Si est solo y boca arriba en la obscuridad,por qu no lo dice la voz? Por qu no dicenunca, por ejemplo: Viste la luz tal y cual da yahora ests solo y boca arriba en la oscuridad?Por qu? Tal vez slo sea para inspirarle esavaga sensacin de incertidumbre y desconcierto.

    Tu inteligencia, siempre poco viva, ahora lo es anmenos. sa es la clase de afirmacin que no poneen duda. Viste la luz tal y cual da y tu inteligencia,siempre poco viva, ahora lo es an menos. Noobstante, cierta actividad mental, por ligera quesea, es un complemento necesario de la compaa.Por eso es por lo que la voz no dice: Ests bocaarriba en la obscuridad y no tienes actividadmental alguna. La voz sola es compaa, pero nosuficiente. Su efecto en el oyente es uncomplemento necesario. Aunque slo sea parainspirarle el estado de vaga incertidumbre y

  • desconcierto antes citado. Pero, aparte de eseefecto, es evidente que la compaa es necesaria.Pues, si slo oyera esa voz y no le produjeseefecto distinto que una expresin en bant o engalico, no sera igual que callase? A no ser quesu objeto sea atormentar con mero ruido a alguiennecesitado de silencio. O bien que, como ya hemossupuesto antes, vaya dirigida a otro, naturalmente.

    Sales, de nio, de Connollys Stores de la mano detu madre. Giris a la derecha y avanzis ensilencio por la carretera hacia el sur. Al cabo deunos cien pasos, os internis en el campo e iniciisel largo ascenso hacia casa. Cogidos de la mano,avanzis en silencio con el aire clido y en calmadel verano. Es a la cada de la tarde y, unos cienpasos ms adelante, aparece el sol sobre la cimade la pendiente. Alzando la vista hacia el cieloazul y despus hacia la cara de tu madre, rompesel silencio para preguntarle si no est mucho ms

  • lejano de lo que parece. El cielo, claro est. Elcielo azul. Al no recibir respuesta, vuelves aformular mentalmente la pregunta y unos cienpasos ms adelante te vuelves a mirarla a la cara yle preguntas si no parece mucho ms lejano de loque est. Por una razn que nunca pudistecomprender, esa pregunta debi de exasperarla.Pues te solt, brusca, la mano y te dio unarespuesta hiriente, que nunca has olvidado.

    Si la voz no le habla a l, debe de hablar a otro.Conque, con la razn que le queda, razona. A otrode ese otro. O de l. O de otro ms. A alguien bocaarriba en la obscuridad, en cualquier caso. Aalguien boca arriba en la obscuridad, ya sea lmismo u otro. Conque, con la razn que le queda,razona y razona mal. Pues, si la voz no le habla al, sino a otro, en ese caso ha de hablar de ese otroy no de l ni de otro ms. Pues habla en segundapersona. Si no hablara a aquel de quien habla, no

  • hablara en segunda sino en tercera persona. Porejemplo: Vio la luz por primera vez tal y cual day ahora est boca arriba en la obscuridad. As,pues, est claro que, si no es a l a quien habla,sino a otro, no es de l tampoco, sino de ese otro,y no otro, a ese otro. Conque, con la razn que lequeda, razona mal. Para ser compaa, ha demostrar cierta actividad mental. Pero no tiene porqu ser elevada. En realidad, podramos afirmarque cuanto ms baja, mejor. Hasta cierto punto.Cuanto ms baja la actividad mental, mejor lacompaa. Hasta cierto punto.

    Viste la luz por primera vez en la habitacin enque con mayor probabilidad fuiste concebido. Elgran mirador daba al oeste, del lado de lasmontaas. Principalmente al oeste. Pues, como eraun mirador, daba tambin un poco al sur y un pocoal norte. Necesariamente. Un poco al sur, con msmontaas, y un poco al norte, del lado de la colina

  • y la llanura. El comadrn no esta otro que el Dr.Haddin o Haddon. Bigote gris ralo y mirada deanimal acorralado. Como era fiesta, tu padre, nadams desayunar, sali con una botellita de scotch yun paquete de sandwiches de huevo, suspreferidos, a dar un paseo por las montaas. Esono tena nada de particular. Pero aquella maanano slo lo mova su gusto por los paseos y lanaturaleza salvaje. Tambin lo mova adesaparecer su aversin por los dolores y demsaspectos desagradables de parto y alumbramiento.Por eso se llev los sandwiches, con que se regalal medioda, mirando hacia el mar, a la sombra deuna gran roca de la primera cima escalada. Podisimaginar sus pensamiento antes y despus,mientras avanzaba entre tojo y brezo. Cuandoregres, al anochecer, se enter, consternado, porla criada, en la puerta trasera, de que el partoestaba an en su apogeo. Pese a haber empezadoantes de que l saliera de casa, sus buenas diezhoras antes. Al instante se dirigi corriendo a la

  • cochera, a unos veinte metros de distancia, dondeguardaba su De Dion Bouton. Cerr las puertastras s y se subi al asiento del conductor. Podisimaginar sus pensamientos, mientras permaneciall sentado en la obscuridad sin saber qu pensar.Aunque estaba cansado y le dolan los pies, sedispona a salir de nuevo a campo traviesa y a laluz de la luna joven, cuando lleg la criadacorriendo a decirle que haba acabado por fin.Acabado!

    Eres un viejo que avanza con paso cansino por unaestrecha carretera comarcal. Has salido alamanecer y ahora es el ocaso. El nico sonido enel silencio son tus pasos. Mejor dicho, los nicossonidos, pues de uno para otro varan. Escuchaspaso tras paso y los aades mentalmente a la sumaen aumento de los anteriores. Te detienes con lacabeza gacha al borde de la cuneta y los conviertesen metros. A razn, ahora, de dos pasos por metro.

  • Tantos para aadir desde el alba a los de ayer. Alos del ao pasado. A los de aos anteriores.Tiempos distintos de hoy y tan parecidos. La sumaastronmica en kilmetros. En leguas. Tantasvueltas, ya, a la tierra. Detenida tambin a tu ladomientras calculas, la sombra de tu padre. Con susviejos harapos de vagabundo. Por fin, adelantecodo con codo, a partir de cero otra vez.

    La voz le llega ahora unas veces de un lado y otrasde otro. Unas veces apagada a lo lejos y otrasmurmullo al odo. Durante una misma frase puedecambiar de lugar y de tono. As, por ejemplo, clarapor encima de su rostro vuelto hacia arriba: Vistela luz por primera vez un da de Semana Santa yahora. Despus un murmullo al odo: Ests bocaarriba en la obscuridad. O a la inversa, porsupuesto. Otro detalle: sus largos silencios,cuando se atreve casi a esperar que no se vuelva aor. As, por poner el mismo ejemplo, clara por

  • encima de su rostro vuelto hacia arriba: Viste porprimera vez la luz del da el da que Cristo muri yahora. Luego, mucho despus, sobre su esperanzaincipiente el murmullo: Ests boca arriba en laobscuridad. O a la inversa, por supuesto.

    Otro detalle, su carcter reiterativo. Repetidasveces, con variantes mnimas, la misma pesadez.Como si deseara, a fuerza de repetir, que l lohaga suyo. Que confiese: S, recuerdo. Tal vezque tenga una voz incluso. Que murmure: S,recuerdo. Qu aportacin a la compaa! Unavoz en primera persona del singular. Murmurandouna vez que otra: S, recuerdo.

    Una vieja mendiga tocando a tientas un portaln dejardn. Medio ciega. Conoces el lugar bien. Lamujer de la casa, ms sorda que una tapia ytrastornada, es amiga de tu madre. En tiempos

  • estaba segura de poder volar por el aire. Conqueun da se tir por la ventana de un primer piso. Ala vuelta del parvulario en tu diminuta bici, ves ala pobre mendiga vieja intentando entrar. Te bajasy le abres la puerta. Te bendice. Cules fueron suspalabras? Algo as. Dios te guarde, hijito.

    Una voz apagada al mximo de su potencia. Vamenguando poco a poco hasta volverse casiinaudible. Luego recupera despacio su dbilpotencia mxima. A cada lento reflujo nace laesperanza de que se extinga.

    Entr despacio en la obscuridad y el silencio y ahse qued tanto tiempo, que, con el juicio que lequedaba, los consider el final. Hasta que un dala voz. Un da! Hasta que por fin la voz dijo:Ests boca arriba en la obscuridad. sas fueronsus primeras palabras. Larga pausa para que diera

  • crdito a sus odos y despus desde otro lado lomismo. A continuacin, la promesa de no callarhasta or calla. Ests boca arriba en laobscuridad y hasta or calla no callar esta voz.O de otro modo. Mientras permaneci en lasombra y slo se oa el extrao sonido, se hizo elsilencio despacio y cayeron las tinieblas. Pues,qu extrao sonido era? De dnde proceda laobscura luz?

    Ests en el extremo de un trampoln. A muchaaltura del mar. Abajo el rostro vuelto hacia arribade tu padre. Vuelto hacia ti. Miras abajo, alquerido rostro amigo. Te grita que saltes. Te grita:Vamos, valiente. El redondo rostro rojo. Elbigote espeso. El cabello encanecido. El oleaje losumerge y vuelve a sacarlo a flote. De nuevo ellejano grito: Vamos, valiente. Muchos ojosclavados en ti. Desde el agua y desde la orilla.

  • El extrao sonido. Qu suerte poder prestarleatencin. De vez en cuando. En la obscuridad y elsilencio cerrar, como a la luz, los ojos y or unsonido. Un objeto movindose de su lugar a sultimo lugar. Una cosa suave movindose consuavidad para pronto dejar de moverse parasiempre. Cerrar los ojos a la obscuridad visible yor, si acaso, slo eso. Una cosa suave movindosecon suavidad para pronto dejar de moverse parasiempre.

    La voz emite una luz tenue. La obscuridad seaclara, mientras aqulla suena. Aumenta, cuandomengua. Se aclara, cuando recupera su dbilpotencia mxima. Vuelve a ser intensa, cuandocalla. Ests boca arriba en la obscuridad. Si losojos hubieran estado abiertos, habran notado uncambio.

  • De dnde la obscura luz? Qu compaa en laobscuridad! Cerrar los ojos e intentar imaginarlo.De dnde una vez la obscura luz? No se ve suorigen. Como si su pequeo vaco fueseligeramente luminoso. Entonces, qu puede habervisto por encima de su rostro vuelto hacia arriba?Cerrar los ojos en la obscuridad e intentarimaginarlo.

    Otro detalle, el tono montono. Sin vida. El mismotono montono todas las veces. Para susafirmaciones. Para sus negaciones. Para susexclamaciones. Para sus exhortaciones. El mismotono montono. Fuiste una vez. Nunca fuiste.Fuiste alguna vez? Oh, no haber sido nunca! Sde nuevo. El mismo tono montono.

    Puede moverse? Se mueve? Debera moverse?Qu ayuda sera! Cuando la voz se extingue. Un

  • movimiento, por pequeo que fuera. Aunque slofuese el de cerrar una mano. O, de estar cerrada, elde abrirla. Qu ayuda sera en la obscuridad!Cerrar los ojos y ver esa mano. Palma arriba parallenar todo el campo. Las lneas. Los dedos quedescienden despacio. O suben, de estar bajados.Las lneas de esa vieja palma.

    Por supuesto, est el ojo. Llenando todo el campo.El velo que desciende despacio. O que sube, deestar bajado. El globo. Todo pupila. Mirando fijoarriba. Velado. Desnudo. Velado otra vez. Desnudode nuevo.

    Y si hablara, a fin de cuentas? Por bajo que fuera.Qu contribucin a la compaa! Ests tumbadoboca arriba en la obscuridad y un da volvers ahablar. S, recuerdo. Era yo. Era yo entonces.

  • Ests slo en el jardn. Tu madre est en la cocinapreparndose para el t de la tarde, que va a tomarcon la Sra. Coote. Cortando finsimas rebanadasde pan con mantequilla. De detrs de un arbustoves llegar a la Sra. Coote. Una mujeruca flaca yamargada. Tu madre le responde as: Estjugando en el jardn. Trepas casi hasta la copa deun gran abeto. Te sientas un rato a escuchar todoslos sonidos. Despus te dejas caer. Las grandesramas amortiguan tu cada. Te quedas unosinstantes con la cara contra el suelo. Despusvuelves a trepar al rbol. Tu madre vuelve aresponder a la Sra. Coote: Ha sido un nio muytravieso.

    Cmo, con el sentimiento que le queda, se sienteahora en comparacin con antes? Cuando, con eljuicio que le quedara, consider su estadodefinitivo. Como preguntar qu sinti entonces

  • sobre entonces en comparacin con antes. Cuandoan se mova o aguardaba entre retazos de luz.Como entonces no haba entonces, tampoco lo hayahora.

    En otra obscuridad o en la misma imaginndolotodo para hacerse compaa. Eso, a primera vista,parece claro. Pero, ante el ojo que se demora encontemplarlo, se vuelve obscuro. En realidad,cuanto ms se demora el ojo en contemplarlo, msobscuro se vuelve. Hasta que el ojo se cierra y,liberada de esa tarea, la mente se pregunta: Qusignifica? Qu significa, a fin de cuentas, esto quea primera vista pareca claro? Hasta que se cierretambin ella, por as decir. Como podra cerrar laventana de una habitacin obscura y vaca. Lanica ventana que da a la obscuridad de fuera.Despus nada ms. No. Por desgracia, no. Retazosde luz tenue y ligeros destellos an. Vacilacionesmentales informulables. Inapagables.

  • En un punto cualquiera del camino de A a Z. O,digamos para que sea verosmil, en la carretera deBallyogan. Esa vieja y querida carretera comarcal.En algn punto de la carretera de Ballyogan enlugar de en punto particular alguno. Por donde yano pasan vehculos. En algn punto de la carreterade Ballyogan de A a Z. Con la cabeza gacha ycalculando la suma al borde de la cuneta. Colinasa la izquierda. Ms adelante la finca de Croker. Ala derecha y un poco retrasada, la sombra de tupadre. Tantas vueltas, ya, a la tierra. Abrigo, entiempos de verde, rgido del cuello al bajo por laedad y la mugre. Sombrero, en tiempos amarillo,abollado y borcegues haciendo juego an.Ninguna otra ropa, de haberla, a la vista. Enmarcha desde el amanecer y ya anochece. Acabadoel clculo, adelante juntos a partir de cero otravez. Con direccin a Stepaside. Cuando de prontocortas por el seto y desapareces cojeando hacia el

  • este y campo traviesa.

    Pues, por qu no? Por qu en otra obscuridad oen la misma? Quin pregunta: Quin lopregunta?, y responde: Quienquiera que todoimagine? En la misma obscuridad que su criaturao en otra. Para hacerse compaa. Quin preguntaal final: Quin pregunta?, responde al finalcomo antes y aade mucho despus para susadentros: A no ser que sea otro? Imposible deencontrar. Imposible de buscar. El ltimo,inconcebible. Innombrable. Ultima persona. Yo.Djalo rpido.

    La luz que haba entonces. Boca arriba en laobscuridad de la luz que haba entonces. Claridadsin nubes ni sol. Desapareces al amanecer y trepashasta tu escondite en la ladera. Un refugio entre laaulaga. Hacia el este, allende el mar, la tenue

  • silueta de montaas altas. A cien kilmetros dedistancia, segn tu geografa. Por tercera o cuartavez en tu vida. La primera vez se lo contaste y seburlaron. Slo habas visto nubes. Conque ahora loatesoras en el corazn con el resto. De vuelta acasa, al anochecer, a la cama sin cenar. Eststumbado en la obscuridad con esa luz de nuevo.Desde el nido en la aulaga, para ver al otro ladodel mar fuerzas los ojos hasta que te duelen. Loscierras mientras cuentas hasta cien. Despus losabres y los fuerzas otra vez. Una y otra vez. Hastaque al final est ah. El azul ms plido sobre elplido cielo. Ests tumbado en la obscuridad conesa luz de nuevo. Te quedas dormido con esa luzsin nubes ni sol. Duermes hasta la luz del da.

    Inventor de la voz y de su oyente y de s mismo.Inventor de s mismo para hacerse compaa.Djalo estar. Habla de s mismo como de otro.Dice, hablando de s mismo: Habla de s mismo

  • como de otro. Se imagina a s mismo parahacerse compaa. Djalo estar. La confusintambin es compaa hasta cierto punto. Laesperanza diferida mejor es que nada. Hasta ciertopunto. Hasta que el corazn empieza a enfermar.Un corazn enfermo mejor es que nada. Hasta queempieza a partirse. Conque, hablando de s mismo,concluye de momento: De momento djalo estar.

    En la misma obscuridad que su criatura o en otraan no imaginada. Como la posicin. Ya sea de pieo sentado o tumbado u otra posicin en laobscuridad. Entre otras cuestiones an porimaginar. Ni idea an sobre ellas. El anlisis escompaa. Cul de las dos obscuridades es mejorcompaa. Cul de todas las posturas imaginablespuede ofrecer mejor compaa. Y lo mismo enrelacin con las dems cuestiones an porimaginar. Como, por ejemplo, la de si sernirreversibles esas decisiones. Supongamos, por

  • ejemplo, que, tras oportuna imaginacin, se decidapor la posicin bien boca arriba bien boca abajo yque resulte decepcionante a la hora de hacercompaa. Puede o no puede substituirla por otra?Como, por ejemplo, acurrucado con las piernasplegadas dentro del crculo de los brazos y con lacabeza sobre las rodillas. O en movimiento.Andando a gatas. Otro en otra oscuridad o en lamisma andando a gatas e imaginndolo todo parahacerse compaa. O cualquier otra forma demovimiento. Los encuentros posibles. Una ratamuerta. Qu contribucin a la compaa! Una ratamuerta mucho tiempo ha.

    No podra mejorarse al oyente? Volverlo mscompaa, ya que no del todo humano.Mentalmente tal vez quepa una mayor animacin.Un intento de reflexin, al menos. De recuerdo. Deconversacin incluso. Volicin de algn tipo, pordbil que sea. Un vestigio de emocin. Seales de

  • congoja. Una sensacin de fracaso. Sin prdida decarcter. Terreno delicado. Pero fsicamente?Debe permanecer inerte hasta el final? Slo elmovimiento de los prpados al abrirse y cerrarse,inevitable en teora. Para admitir y excluir la luz.No debera cruzar los pies? De vez en cuando.Primero el izquierdo sobre el derecho y un pocodespus al revs. No. De todo punto incompatible.Tendido con los pies cruzados? Una mirada y sedisipa. Algn movimiento de las manos? Unamano. Un abrir y cerrar. Difcil de justificar. Oalzada para espantar a una mosca. Pero, si no haymoscas. Entonces, por qu no hacer que las haya?La tentacin es fuerte. Que haya moscas. Para quelas espante. Una mosca viva confundindolo conun muerto. Enterada de su error y renovndoloincontinente. Qu aportacin a la compaa!, unamosca viva confundindolo con un muerto. Pero,no. No espantara a una mosca.

  • Te apiadas de un erizo fuera, en el fro, y locolocas en una vieja caja de sombrero con algunosgusanos. Despus colocas dicha caja, con el erizodentro, en una conejera en desuso y dejas la puertaabierta para que el pobre animal entre y salgacuando quiera. Para que vaya a buscar alimento y,tras haber comido, vuelva al calor y la seguridadde su caja en la conejera. Ah tienes, pues, el erizoen su caja, dentro de la conejera, con suficientesgusanos para calentarla. Una ltima mirada paraasegurarte de que todo est como Dios manda,antes de dedicarte a buscar otra cosa con quepasar el tiempo, que ya, a esa tierna edad, se tehace interminable. La llama de tu buena accintarda ms que de costumbre en atenuarse yextinguirse. En aquellos tiempos se encenda confacilidad, pero raras veces por mucho tiempo.Apenas la haba atizado una buena accin tuya o unpequeo triunfo sobre tus rivales o una palabra de

  • elogio de tus padres o mentores, cuando yaempezaba a atenuarse y extinguirse y te dejaba enpoco tiempo tan fro y apagado como antes. Hastaen aquellos tiempos. Pero ese da, no. Fue unatarde de otoo cuando encontraste el erizo y teapiadaste de l del modo descrito y, cuando llegla hora de irte a la cama, seguas sintiendo lamisma satisfaccin. Arrodillado junto a la cama,incluiste el erizo en la detallada plegaria a Diospara que bendijera a todos sus seres queridos. Y,mientras dabas vueltas en la cama esperando a quellegara el sueo, seguas rebosante de satisfaccinal pensar en la suerte que haba tenido el erizocruzndose en tu camino. Un estrecho sendero detierra bordeado de boj marchito. Cuando estabasah parado, preguntndote por la forma mejor depasar el tiempo hasta la hora de ir a la cama,hendi uno de los linderos, y ya se diriga hacia elotro, cuando entraste en su vida. Ahora bien, a lamaana siguiente no slo se haba apagado lallama, sino que, adems, a sta haba substituido

  • una gran inquietud. La sospecha de que tal vez notodo estuviera como Dios manda. De que, en lugarde hacer lo que hiciste, acaso hubiese sido mejordejar las cosas como estaban y que el erizosiguiera su camino. Das, si no semanas, pasaronantes de que pudieses armarte de valor pararegresar hasta la conejera. Nunca has olvidado loque entonces encontraste. Ests boca arriba en laobscuridad y nunca has olvidado lo que entoncesencontraste. La papilla. El hedor.

    Inminente, por un tiempo, lo que sigue. Necesidadde compaa intermitente. En ciertos momentos lasuya sin paliativos un alivio. Molestia la voz comotal. Lo mismo la imagen del oyente. Lo mismo lasuya. Pesar entonces por haberlas creado yproblema cmo disiparlas. Por ltimo, qusignificado la suya sin paliativos? Qu posiblealivio? Djalo estar de momento.

  • Llmese el oyente H. Aspirada. Hache. T, Hache,ests boca arriba en la obscuridad. Y que sepa sunombre. Ahora nada de que acierte a or. De queno se dirijan a l. Si bien, en pura lgica, nada deeso en cualquier caso. Nada de palabrasmurmuradas a su odo para preguntarse si irandirigidas a l! As est. Desaparecida, pues, esaligera inquietud. Esa vaga esperanza. Para alguiencon tan pocas ocasiones de sentir. Tan incapaz desentir. Que a nada mejor aspira, de poder aspirar,que a nada sentir. Es deseable? No. Tendra conello mayor compaa? No. Entonces, que no sellame H. Que sea de nuevo lo que era. El oyente.Innombrable. T.

    Imaginar ms cerca el lugar en que yace. Dentro delo que cabe. La voz a lo lejos da una pista sobre suforma y dimensiones. Apagndose con la distanciao variando bruscamente y oyndose tras una pausa.

  • Desde arriba y desde todos los lados y niveles, elmismo tono apagado al mximo. Nunca desdeabajo. Hasta ahora. Lo que sugiere a alguientumbado en el suelo de una habitacin hemisfricade gran dimetro con la cabeza en el centro. Dequ longitud el dimetro? En vista de lo apagadode la voz en su momento menos apagado, unosveinte metros deben bastar o diez desde el odo acualquier punto de la superficie envolvente. Eso encuanto a la forma y las dimensiones. Y lacomposicin? Qu pista al respecto, y dnde, dehaberla en algn sitio? Reserva de momento.Tentadora, la idea del basalto. Basalto negro. Peroreserva de momento. As imagina, cansado de lavoz y del oyente. Pero, con un poco ms deimaginacin, comprende haber imaginado mal.Pues, con qu derecho afirmar de un sonidoapagado que es uno menos apagado al que ladistancia vuelve ms apagado y no uno de verdadapagado y muy cercano? O de uno apagadoapagndose que se aleja en lugar de menguar

  • donde est? De no haberlo, la voz no dir nadasobre el lugar donde yace nuestro viejo oyente. Enuna obscuridad inmensurable. Sin contorno. Djaloas de momento. Aadiendo slo: Qu clase deimaginacin es sa, tan dominada por la razn?.De una especie aparte.

    Otro imaginndolo todo para hacerse compaa.En la misma obscuridad que su criatura o en otra.Rpido, imagina. La misma.

    No podra mejorarse la voz? Volverse mscompaa? Supongamos que vaya cambiando en laobscuridad desde un pretrito, aunque noindefinido, en esa conciencia nublada. Todo a untiempo pasado y en transcurso y por venir. Perosupongamos que para el otro lleve un tiempomejorando. El mismo tono montono imaginado alprincipio y la misma reiteracin. sos, igual. Pero

  • menor movilidad. Menor variedad de tonos tenues.Como buscando la posicin ptima. Desde la queemitir con el mayor efecto. La amplitud ideal parauna audicin cmoda. Que ni hiera al odo condemasiado volumen ni con el exceso opuesto loobligue a esforzarse. Cunto ms apto para hacercompaa semejante rgano que el conprecipitacin imaginado al principio. Cunto msapropiado para alcanzar su objeto. Hacer que eloyente tenga un pasado y lo reconozca. Naciste unViernes Santo tras largo parto. S, recuerdo. El solacababa de ponerse tras los alerces. S, recuerdo.Como la gota, para mejor corroer, debe caerconstante. En el punto, debajo.

    La ltima vez que saliste, el suelo estaba cubiertode nieve. T, ahora boca arriba en la obscuridad,ests esa maana en el umbral, tras haber cerradotras ti la puerta con suavidad. Apoyado en lapuerta con la cabeza gacha, te aprestas a salir. Al

  • abrir los ojos, los pies han desaparecido y losbajos del abrigo descansan sobre la superficienevada. La obscura escena parece iluminada desdeabajo. Te ves en esa ltima salida apoyado contrala puerta y con los ojos cerrados, esperando adarte la salida. Estar fuera. Despus la escena a laluz de la nieve. Ests tumbado en la obscuridadcon los ojos cerrados y te ves ah, tal comoapareces descrito, aprestndote a lanzarte a travsde esa extensin de luz. Vuelves a or el clic dela puerta cerrada con suavidad y el silencio antesde poder iniciar los pasos. A continuacin, yaests en marcha por los blancos pastos, animadoscon corderos en primavera y salpicados deplacentas rojas. Sigues el camino de siempre, lalnea recta hacia el tajo en el majuelo que forma ellmite occidental. Hasta all, desde que entras enlos pastos, das por lo general de mil ochocientos ados mil pasos, segn tu humor y el estado delterreno. Pero esa ltima maana vas a dar muchosms. Muchos, muchos ms. Tienes los pies tan

  • acostumbrados a la lnea recta, que, de sernecesario, podras seguirla con los ojos cerradossin equivocarte, a la llegada, ms de unos pasos alnorte o al sur. Y, en verdad, sin que sea necesario,a no ser interiormente, eso es lo que por lo generalhaces y no slo aqu. Pues avanzas, si no con losojos cerrados, aunque tambin as la mitad de lasveces, al menos con la vista fija en el terrenomomentneo ante tus pies. Eso es lo nico que hasvisto de la naturaleza. Hasta que bajaste la cabezapor fin. El efmero terreno ante tus pies. De vez encuando. Ya no cuentas los pasos. Por la sencillarazn de que todos los das son los mismos. Losmismos por trmino medio de un da para otro.Pues el camino es siempre el mismo. Llevas lacuenta de los das y al dcimo multiplicas. Ysumas. Ya no te acompaa la sombra de tu padre.Hace tiempo que qued atrs. Ya no oyes tuspisadas. Sigues tu camino sin or ni ver. Un datras otro. Para ti ya no hay otro. El mismo camino.Como si ya no hubiera otro. Para ti ya no hay otro.

  • Antes no te detenas sino para contar. A fin decontinuar a partir de cero. Desaparecida esanecesidad, como hemos visto, tampoco tienes ya,en teora, necesidad de detenerte. Salvo unmomento tal vez en el extremo. Para aprestarte alregreso. Y, sin embargo lo haces. Como nuncaantes. No por cansancio. No ests ms cansadoahora que antes. Y, sin embargo, te detienes comonunca antes. De modo que para los mismos cienmetros que antes re corras en tres o cuatrominutos ahora tardas de quince a veinte. El pie caepor s solo en pleno paso o, cuando le toca alzarse,se pega al suelo y detiene el cuerpo. Entoncesperplejidad inexpresable, cuya esencia es:Podrn seguir?. O, mejor: Seguirn?. Laesencia estricta. Mudo, cuando, por fin, comosiempre hasta ahora, reanudan el paso. Eststumbado en la obscuridad con los ojos cerrados yves la escena. Cosa que no podas hacer entonces.La obscena bveda del cielo. La tierradeslumbrante. Parado en el medio. Con los

  • borcegues hundidos hasta las caas. Con los bajosdel abrigo descansando en la nieve. En el viejobombn la vieja cabeza gacha, muda de miedo. Amedio camino por los pastos en lnea recta haciael tajo. Los infalibles pies rpidos. Mirar detrsde ti, cosa que no podas hacer entonces, y ves sushuellas. Una gran parbola. En direccin contrariaa las agujas del reloj. Como si, de repente, elcorazn pesara demasiado. Demasiado al final.

    La flor de la edad adulta. Imagina un espcimen.Boca arriba en la obscuridad recuerdas. Ah,recuerdas. Da de mayo despejado. Ella se te uneen el cenador. Un hexaedro rstico. Todo l demadera. De alerce y abeto. Dos metros dedimetro. Tres de la base a la cima. Tres metroscuadrados ms o menos de superficie. Dospequeos cristales policromados frente por frente.Lunitas de colores en forma de rombos. Debajo decada uno de ellos un saliente. All gustaba de

  • retirarse tu padre los domingos estivales, despusdel almuerzo, con Punch y un cojn.

    Se sentaba en uno de los salientes con la cinturadel pantaln desabrochada y se pona a pasarpginas. Y tu en el otro con las piernas colgando.Cuando se rea entre dientes, t intentabasimitarlo. Cuando su risita se extingua, la tuyatambin. Le gustaba y diverta mucho queintentaras imitarla y a veces se rea con el nicofin de orte intentando imitarla. A veces apartas lacara y miras por una luna rosa. Pegas la naricitaala luna y fuera todo est rosado. Los aos hanpasado volando y ah, en el mismo lugar deentonces, ests sentado en la flor de la edad adulta,baado en la luz irisada y mirando al horizonte.Ella tarda. Cierras los ojos e intentas calcular elvolumen. Las sumas sencillas te resultan unconsuelo en momentos difciles. Un refugio. Alfinal te da siete metros cbicos ms o menos. Aun

  • inmvil en la oscuridad intemporal, las cifras teresultan un consuelo en momentos difciles. Tefiguras determinado ritmo cardaco y calculas loslatidos al da. A la semana. Al mes. Al ao. Ysuponiendo determinada duracin para una vida.Hasta el ltimo latido. Pero de momento, con algoms de setenta mil millones detrs, ests sentadoen el cenador calculando el volumen. Unos sietemetros cbicos. Por alguna razn misteriosa, teparece improbable y te pones a hacer el clculo denuevo. Pero has avanzado demasiado, cuando seoye su ligero paso. Ligero para una mujer de sucorpulencia. Abres los ojos, con el coraznlatindote como loco, y un momento, que pareceuna eternidad, despus aparece su rostro en laventana. Casi del todo azul, en esa posicin, laplacidez natural que tanto admiras, como, sin duda,del todo azul la tuya desde all. Pues la palideznatural es una propiedad que tenis en comn. Loslabios violeta no te devuelven la sonrisa. Ahorabien, como esa ventana queda a la altura de tus

  • ojos desde donde ests sentado y el suelo est mso menos a ras del terreno exterior, no puedes pormenos de preguntarte si no se habr hincado dehinojos. Sabiendo como sabes por experiencia quela estatura o longitud que tenis en comn es lasuma de segmentos iguales. Pues, cuando, estandoderechos de pie o tumbados cuan largos sois,juntis cara con cara, las rodillas quedan a lamisma altura y los pubis y los pelos de las cabezasse confunden. Se desprende de ello que laprdida de altura para el cuerpo sentado es lamisma que para el arrodillado? En ese momento,suponiendo ajustable la altura del asiento como enel caso de ciertas banquetas de piano, cierras losojos para mejor medir y comparar mentalmente losprimeros y segundos segmentos, a saber: de laplanta del pie a la rtula y de ah a la cinturapelviana. Qu aficionado eras, tanto enmovimiento como en reposo, a cerrar los ojos enhoras de vigilia! De da y de noche. A esaobscuridad perfecta. Esa luz sin sombra. Para

  • ausentarte simplemente. O por un asunto, comoahora. Aparece una sola pierna. Vista desdearriba. Separas los segmentos y los colocas unojunto al otro. Ms o menos como habas supuesto.El superior es el ms largo y la prdida del cuerposentado mayor, cuando lo est a la altura de lasrodillas. Dejas los trozos ah tirados y abres losojos para encontrarla ah sentada, delante de ti.Silencio sepulcral. Los labios rojos no tedevuelven la sonrisa. Tu mirada desciende hastalos pechos. No los recuerdas tan grandes. Hasta elabdomen. La misma impresin. Se funde en el detu padre, que sobresale de la cinturadesabrochada. Ser que est encinta sin que hayaspedido su mano siquiera? Vuelves a ensimismarte.Tambin ella, sin que lo imaginaras siquiera, hacerrado los ojos. Conque estis sentados en elcenador. Con los ojos cerrados y las manos en elpubis. Con esa luz irisada. Ese silencio sepulcral.

  • Agotado por ese despliegue de imaginacin, ceja ytodo cesa. Hasta que, al sentir de nuevo lanecesidad de compaa, decide llamar al oyente Mal menos. Para facilitar la referencia. Y a s mismocon otra letra. W. Imaginndolo todo, incluido lmismo, para hacerse compaa. En la mismaobscuridad que M, la ltima vez que se supo de l.En qu posicin, y si fijo o mvil, est por saber.Adems, se dice a s mismo, refirindose a smismo: La ltima vez que se refiri a s mismofue para decir que estaba en la misma obscuridadque su criatura. No en otra, como al principiopareci posible. La misma. Pues es ms compaa.Y que faltaba por imaginar su posicin en ella. Ypor decidir si fijo o mvil. Con cul de todas lasposiciones imaginables haba menos probabilidadde cansarse? Cul ms divertida a la larga: enmovimiento o en reposo? Y demasiado pronto parasaberlo en un instante. Y por qu no decir,

  • despus de todo, sin esperar ms, aquello de loque despus puede uno desdecirse? Y si no puede,qu? Podra ahora, si lo deseara, irse de laobscuridad que escogi la ltima vez que se supode l y trasladarse, alejndose de su criatura, aotra? Si ahora decidiera permanecer tumbado ydespus se arrepintiese, podra, entonces, ponerseen pie, por ejemplo, y apoyarse contra una pared opasearse de ac para all? Podra imaginarse a Men otra posicin: en una poltrona? Con las manoslibres para ir en su ayuda? Ah, en la mismaobscuridad que su criatura, se entrega a esasperplejidades, al tiempo que se pregunta, comosuele hacer de vez en cuando, para sus adentros, silos males del mundo siguen siendo lo que eran. Ensus tiempos.

    M hasta ahora como sigue. Boca arriba en un lugarobscuro de forma y dimensiones an por imaginar.Oyendo una voz intermitente, que no sabe si va

  • dirigida a l o a otro que comparte su situacin.Pues no hay nada que demuestre, cuando aqulladescribe correctamente su situacin, que ladescripcin no vaya destinada a otro en la mismasituacin. Vaga inquietud ante la vaga idea de estartal vez acertando a or una confidencia, cuandooye, por ejemplo: Ests boca arriba en laobscuridad. Dudas que se disipan poco a poco, amedida que la voz, en lugar de diseminarse portodos lados, lo envuelve. Cuando cesa, no oye sinosu aliento. Cuando cesa largo rato, vaga esperanzade que no se vuelva a or. Actividad mentalmediocre. Escasos destellos de razonamiento envano. Esperanza y desesperacin y sentimientossemejantes, apenas experimentados. Origenconfuso de la situacin actual. No es que puedacompararse el entonces con el ahora. Slo semueven los prpados. Cuando, cansado el ojo dela obscuridad exterior e interior, se cierran y seabren, respectivamente. Alguna esperanza dellegar a poder hacer, con moderacin, otros

  • pequeos movimientos localizados. Pero no hahabido mejora con los conseguidos hasta ahora.Ni, en un plano ms elevado, con contribuciones ala compaa tales como arrebatos de tristezasostenida o deseo o remordimiento o curiosidad oira y dems. Ni con un acto intelectual logrado,como pensar para sus adentros refirindose a smismo: Ya que no puede pensar, dejar deintentarlo. Algo que aadir a este bosquejo? Suinnombrabilidad. Hasta M debe desaparecer. AsW recuerda a s mismo su criatura, tal como hasido creada hasta ahora. W? Pero si tambin W esuna criatura. Ficcin.

    Otro ms, entonces. Del cual nada. Imaginandoficciones para mitigar su nada. Djalo rpido.Pausa y despus presa del pnico para susadentros: Djalo rpido.

  • Imaginado inventor imaginndolo todo parahacerse compaa. En la misma obscuridad ficticiaque sus ficciones. En qu postura y si en la mismao no que el oyente, an no imaginadodefinitivamente. No es bastante uno inmvil? Porqu duplicar ese factor concreto de consuelo?Entonces, que se mueva. Sin exageracin. A gatas.Un gatear moderado, con el torso bien separadodel suelo y los ojos mirando al frente vigilantes. Sieso no es mejor que nada, anularlo. De serposible. Y en el vaco recuperado, otromovimiento. O ninguno. Con lo que slo quedarpor imaginar la posicin ms til. Pero, por seguiradelante, que gatee. Gatee y caiga. Vuelva a gateary vuelva a caer. En la misma obscuridad ficticiaque sus ficciones.

    Tras errar largo rato como extraviada, la voz

  • encuentra su lugar y su tenue tono constante. Sulugar, dnde? Imaginar con cautela.

    Por encima del rostro vuelto hacia arriba.Perpendicular a la coronilla. De tal modo, que, ala mortecina luz que emite, si hubiera una boca porver, no la vera. Aun cuando girara los ojos en lasrbitas. Altura del suelo? La longitud del brazo.Fuerza? Dbil. La de una madre inclinada sobrela cuna por detrs de la cabecera. Se hace a unlado para dejar mirar al padre. ste, a su vez,murmura al recin nacido. El mismo tonomontono. Ni rastro de amor.

    Ests boca arriba al pie de un tiemblo. A sutrmula sombra. Ella en ngulo recto, apoyada enlos codos y con la cabeza entre las manos. Tusojos, abiertos y cerrados, han mirado a los suyosmirando a los tuyos. En tu obscuridad los miras

  • otra vez. Te notas en el rostro el roce de su largacabellera negra movindose en el aire inmvil.Dentro de la tienda de pelo vuestros rostros estninvisibles. Ella murmura: Escucha las hojas.Mirndoos a los ojos, escuchis las hojas. En sutrmula sombra.

    Entonces, gateando y cayendo. Volviendo a gateary volviendo a caer. Si, al final, no es mejora denada, en ltimo extremo puede caer de una vez portodas. O no haberse puesto nunca de rodillas.Imaginar cmo puede dicho gatear, a diferencia dela voz, servir para cartografiar la zona. Aunquesea aproximadamente. En primer lugar, cul es launidad del gatear? Correspondiente a la pisada dela locomocin, erguido. Se pone a gatas y seapresta a arrancar. Manos y rodillas en los ngulosde un rectngulo de dos pies de largo y de laanchura que se quiera. Por fin, la rodilla izquierda,pongamos por caso, avanza seis pulgadas, con lo

  • que reduce la cuarta parte de distancia entre ella yla mano homloga. Que, a su vez, avanza, a sudebido tiempo, lo mismo. El rectngulo, ahoraromboide. Pero slo por el tiempo que necesitanrodilla y mano derechas para hacer lo propio.Restablecido el rectngulo. As sucesivamente. Detodas las formas de gatear sta, la ambladurareptante, la menos comn posiblemente. Y, poreso, de todas la ms divertida tal vez.

    As, mientras gatea, el clculo mental. Grano trasgrano en la cabeza. Uno dos tres cuatro uno.Rodilla mano rodilla mano dos. Un pie. Hastadespus de cinco, pongamos por caso, cae. Luego,antes o despus, a partir de cero de nuevo. Un dostres cuatro uno. Rodilla mano rodilla mano dos.Seis. As sucesivamente. En lnea, de ser posible,recta. Hasta que, al no haber encontrado obstculoalguno, se dirige hacia atrs por el camino por elque ha venido. A partir de cero. O en otra

  • direccin diferente. En la que espera sea lnearecta. Hasta que, al no encontrar tampoco fin parasus esfuerzos, renuncia y emprende otro rumboms. A partir de cero. Perfectamente consciente, oapenas dubitativo, de que la obscuridad puededesviar. En sentido opuesto a las agujas del reloj acausa del corazn. O, al contrario, convertir enrectilnea la elipse deliberada. Sea como fuere ypor mucho que gatee, ningn lmite an.Imaginable an. Mano rodilla mano rodilla cuantoquiera. Obscuridad sin lmite.

    Sera razonable imaginar al oyente en estado detotal inercia mental? Excepto cuando oye. Es decir,cuando suena la voz. Pues, qu, si no sta y sualiento, le cabe or? Aj! El gatear. Oye elgatear? La cada? Qu aportacin a la compaa,si llegara a or, aunque slo fuera, el gatear. Lacada. El alzarse a cuatro patas de nuevo. El gatearreanudado. Y se preguntara para sus adentros por

  • el significado de semejantes sonidos. Reservarlopara un momento ms montono. Qu si no elsonido, podra poner en movimiento su mente? Lavista? Tremenda tentacin de decretar que no haynada que ver. Pero demasiado tarde por elmomento. Pues ve un cambio en la obscuridad,cuando abre o cierra los ojos. Y puede que vea lamortecina luz que emite la voz imaginada. A laligera imaginada. Luz infinitamente mortecina,desde luego, ya que ahora apenas si es unmurmullo. Ah ve de repente cmo se le cierranlos ojos en cuanto suena la voz. De tenerloabiertos en ese momento. Conque la luz, la msmortecina luz que es, slo se percibe el tiempo decaer el prpado. Gusto? El gusto en la boca?Hace tiempo que no lo nota. Tacto? La presindel suelo contra sus huesos. Desde el calcneohasta la protuberancia de filogenitividad. Nopodra una inclinacin a moverse rizar su apata?A ponerse de costado? O boca abajo? Paravariar. Hgase ese mnimo deseo. Con el

  • consiguiente alivio de que haya pasado la poca enque podra retorcerse en vano. Olor? El suyo?Hace mucho que no lo nota. Y es barrera paraotros, de haberlos. Como el que podra haberdesprendido alguna vez una rata muerta muchotiempo ha. O cualquier otra carroa. Por imaginar.A no ser que el gateador huela. Aj! El creador agatas. Sera razonable imaginar que el creador agatas oliera? An ms ftido que su criatura.Provocando de vez en cuando el asombro de esamente tan ajena al asombro, que se pregunta qu eslo que puede producir ese olor extrao. De dndeprocedern esas rfagas nauseabundas. Quaportacin a la compaa, si su creador pudieraoler. Si al menos l pudiese oler a su creador. Unsexto sentido? Inexplicable premonicin dedesgracia inminente? S o no? No. Razn pura?Ms all de la experiencia. Dios es amor. S ono? No.

  • Puede el creador a gatas, que gatea en la mismaobscuridad creada que su criatura, crear mientrasgatea? Pregunta que se haca, entre otras, mientras,entre dos paseos a gatas, se quedaba tumbado. Y sila respuesta evidente no era difcil de encontrar, lams til era harina de toro costal. Y necesitmuchos paseos a gatas y el mismo nmero deprosternaciones antes de poder, por fin, haceracopio de imaginacin a ese respecto. Al tiempo,como siempre, que aada sin conviccin queninguna respuesta suya era sagrada. Pasara lo quepasase, la respuesta que aventur fue que no, nopoda. Gatear en la obscuridad del modo descritoera asunto demasiado serio y absorbente comopara permitir cualquier otra actividad, aunque slofuera la de hacer aparecer algo dela nada. Pues noslo, y tal vez demasiado a la ligera, se le habaocurrido recorrer el terreno de ese modo especial,sino tambin avanzar en lnea recta lo ms posible.

  • Y, adems, contar, a medida que lo haca, sumandomedio pie tras medio pie y retener en la memoriala suma, en cambio incesante, de los ya contados.Y, por ltimo, mantener ojos y odos bien alerta, alacecho de cualquier pista, por pequea que fuera,respecto a la naturaleza del lugar en que laimaginacin, tal vez irreflexivamente, lo habacolocado. Conque, al tiempo que deploraba unaocurrencia tan dominada por la razn y observabala revocabilidad de sus vuelos, no pudo por menosde responder, al final, que no, no poda. No poda,en modo alguno concebible, crear gateando en lamisma obscuridad creada que su criatura.

    Una playa. El atardecer. La luz se extingue. Prontono quedar ni sombra. No. No habr entoncesausencia de luz. Iba extinguindose y nuncaacababa de desaparecer. Ests de espaldas al mar.No se oye otro ruido que el de sta. Cada vez msapagado, a medida que se aleja. Hasta que vuelve

  • despacio. Te apoyas en un largo bastn. Tus manosdescansan en el pomo y la cabeza en aqullas. Sise abrieran tus ojos, lo primero que veran muyabajo y en los ltimos rayos seran los bajos de tuabrigo y las palas de tus botas hundidos en laarena. Despus y sola, hasta desparecer, la sombradel bastn en la arena. Desaparecer de tu vista.Noche sin luna ni estrellas. Si se abrieran tus ojos,la obscuridad se aclarara.

    Gatea y cae. Se queda tumbado. Tumbado en laobscuridad con los ojos cerrados descansando delpaseo a gatas. Reponindose. Fsicamente y de sudecepcin por haber vuelto a gatear en vano. Talvez dicindose a s mismo: Por qu gatear? Porqu no yacer en la oscuridad con los ojos cerradosy renunciar?. Renunciar a todo. Olvidarse detodo. Del paseo a gatas sin botas y de las ficcionesvanas. Pero, si a veces lo invade el desaliento,nunca por mucho tiempo. Pues poco a poco,

  • mientras permanece tumbado, renace el anhelo decompaa. En la que escapar de la suya. Lanecesidad de volver a or esa voz. Aunque slosea para decir: Ests boca arriba en laobscuridad. O para decir: Viste la luz porprimera vez y lloraste el anochecer del da en quela obscuridad Cristo a la novena hora gimi ymuri. La necesidad, con los ojos cerrados paramejor or, de ver esa luz derramada. O, con elaadido de una debilidad humana, de mejorar aloyente. Por ejemplo, un picor fuera del alcance dela mano o, mejor an, al alcance de su mano inerte.Un picor imposible de rascar. Qu aportacin a lacompaa ser eso! O, en ltima instancia, depreguntarse a s mismo qu quiere decirexactamente cuando dice, sin precisin, de smismo que yace. Cul, en otras palabras, de todaslas innumerables formas de yacer, tiene msprobabilidad de resultar la ms agradable a lalarga. Si, tras gatear del modo descrito, cae,normalmente lo har de cabeza. De hecho, dado su

  • grado de fatiga y desnimo en ese momento,resulta difcil de imaginar que pudiera ser de otromodo. Pero, una vez cado y tumbado boca abajo,no hay razn para que no se vuelva a fin decolocarse sobre uno u otro costado boca arriba y,de ofrecer cualquiera de esas tres posicionesmejor compaa que cualquiera de las otras tres,yacer as. La de tumbado boca arriba, pese a ser lams tentadora, ha de rechazarla al final, porhaberla presentado ya el oyente. Respecto a las decostado, una mirada basta para desecharlas, lasdos. Con lo que no le queda otra posicin que lade tumbado boca abajo. Pero cmo boca abajo?Boca abajo cmo? Dispuestas cmo las piernas?Los brazos? La cabeza? Boca abajo en laobscuridad, se esfuerza por ver cul es la formamejor de estar tumbado boca abajo. Cul es mscompaa.

    Ver ms claro al oyente. Cul, de todas las formas

  • de yacer boca arriba, tiene menos probabilidad decansar a la larga? Tras muchos esfuerzos, con losojos cerrados y boca abajo en la obscuridad,empieza a vislumbrarla. Pero primero, desnudo ocubierto? Aunque slo sea con una manta.Desnudo. Espectral, a la luz de la voz, esa carne,blanca como hueso, de compaa. Con la cabezadescansando sobre todo en la protuberanciaoccipital antes citada. Las piernas juntas enposicin de firmes. Los pies separados noventagrados. Las manos, sujetas con esposas invisibles,cruzadas sobre el pubis. Otros detalles segn sesienta la necesidad. Djalo as de momento.

    Petrificado con los infortunios de tu especie, alzas,no obstante, la cabeza de entre las manos y abreslos ojos. Sin moverte del sitio, enciendes la luzsituada por encima de ti. Tus ojos se fijan en elreloj situado debajo. Pero, en lugar de consultar lahora de la noche, siguen los giros de la manecilla

  • del segundero, que tan pronto precede y tan prontosigue a su sombra. Horas despus, te has hecho lasiguiente composicin de lugar. A los 60 y a los 30segundos, la manecilla oculta la sombra. De los 60a los 30, la sombra precede a la manecilla a unadistancia que aumenta de cero a 60 hasta unmximo de 15 y a partir de ah decrece hasta unnuevo cero a los 30. De los 30 a los 60 la sombrasigue a la manecilla a una distancia que aumentade cero a 30 hasta un mximo a los 45 y a partir deah decrece hasta un nuevo cero a los 60. Si,alumbrando la esfera con luz inclinada, desplazasuna u otra a uno u otro lado, la manecilla oculta lasombra en dos puntos muy distintos, como, porejemplo, 50 y 20. En dos puntos cualesquiera, enrealidad, segn el grado de inclinacin. Pero, porgrande o pequea que sea la inclinacin y pormayor o menor que sea el alejamiento entre losiniciales 60 y 30 y los nuevos puntos de sombracero, el espacio entre ellos sigue siendo de 30segundos. La sombra surge de debajo de la

  • manecilla en cualquier punto de su recorrido paraseguirla o precederla por espacio de 30 segundos.Despus desaparece por una fraccin de segundoantes de reaparecer para precederla o seguirla porespacio de otros 30 segundos. Y assucesivamente. Esa parece ser la nica constante.Pues la propia distancia entre la manecilla y lasombra vara con el grado de inclinacin. Pero,por grande o pequea que sea dicha distancia,invariablemente aumenta y decrece del cero almximo 15 segundos despus y a cero de nuevotambin 15 segundos despus, respectivamente. Yas a continuacin. sa sera, al parecer, unasegunda constante. Podras haber observado otrosdetalles respecto a esa manecilla del segundero ysu sombra y su, al parecer, infinita rotacinparalela en torno a la esfera y haber revelado otrasvariables y constantes y haber corregido errores,de haberlos, en lo que te haba parecido hastaentonces. Pero, incapaz de continuar, dejas caer denuevo la cabeza donde estaba y con los ojos

  • cerrados vuelves a los infortunios de tu especie. Elamanecer te encuentra an en esa posicin. El solbajo te inunda por la ventana que da al este yarroja por el suelo tu sombra y la de la lmpara,an encendida, situada por encima de ti. Y la delos dems objetos tambin.

    Qu visiones en la obscuridad de la luz! Quinexclama as? Quin pregunta quin es quienexclama: Qu visiones en la obscuridad sinsombra de la luz y la sombra!? Otro ms an?Imaginndolo todo para hacerse compaa. Quaportacin a la compaa sera! Otro ms animaginndolo todo para hacerse compaa. Djalorpido.

    Para acabar a toda costa y como fuera, cuando yano podas salir, te sentabas acurrucado en laobscuridad. Tras haber hecho desde los primeros

  • pasos unas veinticinco mil leguas o tres veces, mso menos, el recorrido. Sin sobrepasar ni una vezun radio de una de tu hogar. Tu hogar! As seencontraba sentado, esperando a quedarpurificado, el fabricante de lades que arranc aDante su primer cuarto de sonrisa y ahora tal vezcantando alabanzas est por fin con alguna seccinde los bienaventurados. Al cual, en todo caso,decimos adis aqu. El lugar carece de ventana.Cuando, como haces a veces para evacuar elfluido, abres los ojos, la obscuridad disminuye.As, pues, t, ahora boca arriba en la obscuridad,antes te sentaste acurrucado ah, tras haberte tucuerpo demostrado que no poda salir ms. Acaminar por los serpenteantes senderos vecinales ypastos interyacentes, tan pronto llenos de rebaosy tan pronto desiertos. Durante muchos aos con lasombra, a tu lado, de tu padre en sus viejosharapos de vagabundo y despus durante aossolo. Aadiendo paso a paso a la suma, siempre enaumento, de los ya dados. Detenindote de vez en

  • cuando con la cabeza gacha para grabar en lamemoria el total. Despus en marcha de nuevo apartir de cero. As acurrucado, te descubresimaginando que no ests solo, aun sabiendo desobra que nada ha ocurrido que lo haga posible.No obstante, el proceso contina envuelto, por asdecir, en su absurdo. No murmuras palabra porpalabra: Saba que estaba condenado al fracasoy, aun as, persisto. No, porque la primerapersona del singular y, a fortiori, la del pluralnunca han figurado en tu vocabulario. Pero, sindecir palabra, te ves a ti mismo en ese sentido,como veras a un extrao que padeciera laenfermedad de Hodgkin, pongamos por caso, o, siprefieres, la de Percival Pott, sorprendido enplena oracin. De vez en cuando, con graciainesperada, te tumbas. Simultneamente lasdiferentes partes se ponen en marcha. Los brazossueltan las rodillas. La cabeza se alza. Las piernasse estiran. El tronco se echa hacia atrs. Y, juntocon otros innumerables, continan a su modo

  • respectivo hasta que no pueden seguir y seinmovilizan a un tiempo. Boca arriba ahora,reanudas tu cuento en el momento en que lointerrumpi el acto de tumbarte. Y prosigues hastaque la operacin opuesta lo vuelve a interrumpir.Conque en la obscuridad, ora acurrucado oratumbado boca arriba, te esfuerzas en vano. Y ascomo el paso de la primera posicin a la segundate resulta cada vez ms fcil con el tiempo y tesientes ms dispuesto a darlo, as sucede locontario con el paso de la segunda posicin a laprimera. Hasta que la posicin boca arriba, dealivio ocasional que era, pasa a ser habitual y, alfinal, se convierte en la regla. T, ahora bocaarriba en la obscuridad, no volvers a erguirtepara rodear las rodillas con los brazos y bajar lacabeza hasta ms no poder. Sino que, con lacabeza vuelta hacia arriba para siempre, teesforzars en vano con tu cuento. Hasta que al finaloigas las palabras tocar a su fin. Cada ftil palabraun poco ms cerca de la ltima. Y con ellas el

  • cuento. El cuento de otro contigo en la obscuridad.El cuento de alguien contando un cuento contigo enla obscuridad. Y cunto mejor, a fin de cuentas, laspenas perdidas y el silencio. Y t, como siemprehas estado.

    Solo.

  • SAMUEL BECKETT (Dubln, 1906-Pars, 1989).Novelista y dramaturgo irlands. Estudi en laPortora Royal School, una escuela protestante declase media en el norte de Irlanda, y luego ingresen el Trinity College de Dubln, donde obtuvo lalicenciatura en lenguas romnicas y posteriormenteel doctorado. Trabaj tambin como profesor enPars, donde escribi un ensayo crtico sobreMarcel Proust y conoci a su compatriota JamesJoyce, del cual fue traductor y a quien pronto le

  • uni una fuerte amistad.

    En 1930 regres a Dubln como lector de francsde la universidad, pero abandon el trabajo al aosiguiente, tras lo cual viaj por Francia, Alemaniae Italia, desempeando todo tipo de trabajos paraincrementar los insuficientes ingresos de lapensin anual que le enviaba su padre (cuyamuerte, en 1933, supuso para el escritor una duraexperiencia), hasta que en 1937 se establecidefinitivamente en Pars.

    En 1942, y despus de haberse adherido a laResistencia, tuvo que huir de la Gestapo paraafincarse en el sur de Francia, que estaba libre dela ocupacin alemana, donde escribi su novelaWatt. Finalizada la contienda, se entreg de lleno ala escritura: termin la triloga novelstica Molloy,Malone muere y El innombrable, y escribi dospiezas de teatro. Aunque utilizaba indistintamenteel francs o el ingls como lenguas literarias, apartir de 1945 la mayora de su produccin est

  • escrita en francs, y l mismo verti sus obras alingls.

    La difcil tarea de encontrar editor no se resolvihasta 1951, cuando su compaera, SuzanneDeschevaux-Dumesnil, que ms tarde seconvertira en su esposa, encontr uno paraMolloy. El xito relativo de esta novela propicila publicacin de otras, y en especial dio pie a larepresentacin de Esperando a Godot en el teatroBabylone de Pars; el resonante xito de crtica ypblico que obtuvo la obra le abri las puertas dela fama.

    Su ruptura con las tcnicas tradicionalesdramticas y la nueva esttica que propona leacercaban al rumano E. Ionesco, y suscit laetiqueta de anti-teatro o teatro del absurdo.Se trata de un teatro esttico, sin accin ni trucosescnicos, con decorados desnudos, de carctersimblico, personajes esquemticos y dilogosapenas esbozados. Es la apoteosis de la soledad y

  • la insignificancia humanas, sin el menor atisbo deesperanza.

    Se considera en general que su obra maestra esEsperando a Godot (1953). La pieza se desarrollaen una carretera rural, sin ms presencia que la deun rbol y dos vagabundos, Vladimir y Estragn,que esperan, un da tras otro, a un tal Godot, conquien al parecer han concertado una cita, sin quese sepa el motivo. Durante la espera dialoganinterminablemente acerca de mltiples cuestiones,y divagan de una a otra, con deficientes niveles decomunicacin.

    En otra de sus piezas, Das felices (1963, escritaen ingls en 1961), lo impactante es su originalpuesta en escena: la cincuentona Winnie se hallaenterrada prcticamente hasta el busto en unaespecie de promontorio. Habla y habla sin tregua,mientras su marido Willie, siempre cerca perosiempre ausente, se limita a emitir de vez encuando, como rplica o asentimiento, un gruido.

  • Winnie repite a diario los mismos actos, recuentalas pertenencias de su bolso, siempre idnticas, y,sobre todo, recuerda las mismas cosas triviales eintrascendentes, pero que constituyen sus dasfelices.

    El teatro de Beckett adquiere tonosexistencialistas, en su exploracin de la radicalsoledad y el desamparo de la existencia humana yen la drstica reduccin del argumento y lospersonajes a su mnima expresin, lo cual serefleja as mismo en su prosa, austera ydisciplinada, aunque llena de un humor corrosivo.En el ao 1969 fue galardonado con el PremioNobel de Literatura.

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